Capitulo 10 Trabajo de Parto
Capitulo 10 Trabajo de Parto
Capitulo 10 Trabajo de Parto
TRABAJO DE PARTO
El trabajo de parto corresponde al proceso fisiológico, mediado por las contracciones uterinas, que
conduce al parto. Este comienza con las primeras contracciones uterinas perceptibles, y finaliza con la
expulsión de la placenta. Durante el trabajo de parto se logra la expulsión del feto y de la placenta desde la
cavidad uterina. Para lograr esto, el trabajo de parto requiere de contracciones uterinas rítmicas, intensas y
prolongadas, de manera que se produzca el borramiento y la dilatación del cuello y el descenso fetal.
Como se verá más adelante, desde una perspectiva clínica, el trabajo de parto se divide en tres
etapas: dilatación, expulsivo y alumbramiento, cada una de ellas deben ser conocidas para poder detectar
anormalidades durante el trabajo de parto.
Aspectos Históricos
Anamnesis: los siguientes son signos en la anamnesis del inicio del trabajo de parto
Contracciones uterinas (“dinámica uterina”) regulares: se pide a la paciente cuantificar sus
contracciones uterinas, cuánto tiempo lleva con contracciones y qué intervalo hay entre una y otra
contracción. En general se instruye a las pacientes para consultar cuando lleven una hora con
contracciones cada 5 minutos.
Expulsión del tapón mucoso: se percibe como la eliminación de un material gelatinoso, ocasionalmente
hemático, por los genitales. Entre la eliminación del tapón mucoso y el parto pueden pasar un par de
horas y hasta dos semanas. No todas las mujeres notan la expulsión del tapón mucoso, y la expulsión de
este no se correlaciona necesariamente con el inicio del trabajo de parto.
Expulsión de líquido amniótico (rotura de membranas): pérdida incontenible de abundante líquido por
los genitales, el cual es cristalino (como agua) y con leve olor a cloro.
Examen físico
Evaluación manual de las contracciones uterinas: poner la mano en el abdomen y cuantificar el número
de contracciones en 10 minutos. Pueden evaluarse con un monitor automático, pero este no evalúa la
intensidad de las contracciones, sólo su frecuencia. El monitor es un transductor de presión sobre la
pared abdominal, por lo tanto, mientras más apretado está, las contracciones se grafican más grandes.
Tacto vaginal: para evaluar las características del cuello (dilatación, borramiento, posición y
consistencia) y del polo fetal (descenso y variedad de posición).
Criterios Diagnósticos:
El diagnóstico clínico de Trabajo de Parto se hace cuando la gestante presenta contracciones
uterinas asociadas a modificaciones cervicales que cumplan los siguientes criterios.
Contracciones uterinas (CU): rítmicas, con una frecuencia ≥ 2 en 10 minutos y cada una de 30-60
segundos de duración.
Modificaciones cervicales: borramiento > 80% y dilatación cervical ≥ 2 cm.
La embarazada en trabajo de parto presenta contracciones uterinas dolorosas que pueden ser
variables en cuanto a intensidad, duración y frecuencia, pero que se caracterizan por: intervalos regulares
entre las contracciones, acortamiento en el intervalo entre contracciones y aumento progresivo en la
intensidad de las contracciones. Varias horas antes de iniciar el trabajo de parto, en algunos casos, ocurre la
expulsión de abundante moco espeso, con o sin sangre, que es el llamado “tapón mucoso cervical” y que se
debe a la expulsión del moco que está en el canal cervical; la expulsión del tapón mucoso es producida por
los
cambios cervicales previos al trabajo de parto. Es importante diferenciar la expulsión del tapón mucoso de la
rotura de membranas, en la que el líquido que sale por los genitales externos es abundante, fluido,
transparente y con olor característico a “cloro”. La expulsión del tapón mucoso no necesariamente indica un
inicio de trabajo de parto inminente.
Se debe tener en cuenta que, durante los últimos meses del embarazo, la mujer presenta
contracciones uterinas de intensidad variable que pueden ser confundidas con el trabajo de parto. Estas
contracciones producen el descenso de la presentación, la formación del segmento uterino inferior y las
modificaciones cervicales iniciales (reblandecimiento del cuello). Cerca del término, las contracciones son
más intensas y frecuentes y pueden hacer pensar que se está iniciando un trabajo de parto; sin embargo,
estas contracciones, no producen ni un descenso marcado de la presentación, ni progreso de la dilatación.
En ocasiones las pacientes se presentan en la maternidad con contracciones uterinas persistentes,
pero que no constituyen el trabajo de parto. En el cuadro siguiente se muestra el diagnóstico diferencial del
verdadero trabajo de parto, con lo que se denomina “pródromo” o falso trabajo de parto.
Al momento del ingreso de la mujer en trabajo de parto, debemos verificar el bienestar materno y
fetal, y diagnosticar si se trata de una paciente de bajo riesgo (embarazo fisiológico) o de alto riesgo
(patología materna o fetal). Para ello es necesario revisar la ficha de control prenatal y utilizar la anamnesis,
el examen físico y eventualmente algunas pruebas diagnósticas.
Diagnósticos de ingreso
Paridad (fórmula obstétrica), con vía de parto y edad gestacional de cada embarazo previo
La edad gestacional (EG) siempre debe consignarse dentro de los diagnósticos de ingreso.
Debe efectuarse el diagnóstico de trabajo de parto e indicar la fase en que se encuentra.
Evaluación de riesgo materno y perinatal. Si es de alto riesgo se debe dejar por escrito las causas que la
hacen estar en esa categoría de riesgo
Ejemplo
FO: 10001; Cesarizada (Cesarizada = tiene antecedente de una cesárea en su embarazo anterior)
EG: 33 semanas
Trabajo de parto – fase activa
Síndrome hipertensivo del embarazo (SHE)
Restricción de crecimiento fetal (RCF)
La evaluación diagnóstica al momento del ingreso en trabajo de parto permite decidir la vía de
parto. Si según sus antecedentes es necesaria una operación cesárea (ej. presentación podálica), la paciente
será trasladada al pabellón para la cesárea.
Si de acuerdo a sus antecedentes la mujer es candidata al parto vaginal, se indicará el traslado al
preparto. Es ideal que el traslado a preparto se haga en fase activa (cuello 100% borrado y dilatación > 3
cm); si la paciente ingresa en trabajo de parto, pero aún no está en fase activa y presenta dolor moderado,
se recomienda deambular un par de horas y reevaluar su situación.
En la ficha clínica se registrarán las indicaciones médicas, entre las que es necesario destacar las
siguientes:
De modo regular durante el trabajo de parto se vigilará la salud y condición materna y fetal. La
mujer se encontrará deambulando o en su cama, y será controlada a intervalos regulares como se indica a
continuación:
Evaluación de la mujer
Signos vitales (PA, pulso, T°) cada una hora.
Control de la dinámica uterina cada 30 minutos si es manual, o de modo continuo si se usa el monitor.
Tacto vaginal (TV): se realiza con técnica estéril del modo descrito en el capítulo 1. SEMIOLOGÍA
OBSTÉTRICA. El número de TV debe restringirse, pues mientras mayor sea el número de TV durante el
trabajo de parto, mayor es el riesgo de endometritis puerperal (se recomiendan menos de 5 tactos
vaginales). El TV no se efectúa regularmente cada cierto número de horas, sino que cada vez que sea
necesario para cambiar el manejo clínico (es decir, que pueda cambiar conductas). Se efectuará un TV si
han pasado más de 4 horas desde el último TV, o si la paciente presenta: sangrado, pérdida de líquido,
mucho dolor, bradicardia fetal, posterior a una prueba de trabajo de parto, sensación de pujo, etc.
Evaluación fetal
Vigilancia de LCF en relación a las contracciones uterinas. Puede efectuarse de modo intermitente (cada
15 minutos durante la dilatación y dada 5 minutos en el expulsivo) con el estetoscopio de Pinard o
doppler fetal, o de modo continuo con el monitoreo electrónico de los LCF. (Ver capítulo 13.
EVALUACIÓN FETAL INTRAPARTO)
Variedad de Posición Fetal: consiste en determinar la relación del punto de reparo de la presentación
con respecto a la pelvis materna, como se indicará más adelante en este capítulo.
a. Cuello uterino:
Grado de Borramiento Cervical (acortamiento cervical): la porción vaginal del cuello uterino mide 2 cm.
Si el cuello mide 2 cm en el TV, diremos que está “largo”. Si el cuello mide 1 cm, diremos que está “50%
borrado”; lógicamente diferentes longitudes del cuello se expresan como diferentes % de borramiento.
Se considera completamente borrado (100% borrado), cuando se ha retraído completamente, de tal
manera que no se puede diferenciar ni
orificio interno ni externo (Figura 1).
Dilatación cervical: se mide en
centímetros, introduciendo y
separando los dedos índice y medio en
la parte interna del cuello. La máxima
dilatación ocurre cuando la separación
de los dedos es de 10 cm (“dilatación
completa”). Las modificaciones
cervicales inducidas por las
contracciones varían según la paciente
sea primípara o multípara; en esta
última, la dilatación ocurre a medida
que el cuello se borra, mientras que en
la primípara la dilatación comienza una
vez que el cuello está completamente
borrado.
Consistencia del cuello uterino: expresa la solidez o firmeza del cuello uterino; se categoriza en duro,
intermedio o blando.
Posición del cuello: antes del inicio del trabajo de parto, el cuello uterino está inclinado hacia atrás
(hacia el sacro de la embarazada), en ese caso diremos que es “posterior”. Durante el trabajo de parto
se inclina hacia adelante, hasta estar “centrado”, y la situación intermedia se describe como “semi-
centrado” o “posición intermedia”.
b. Membranas Ovulares:
Las membranas se sienten como un acolchonamiento de superficie lisa entre el dedo explorador y
la presentación; si existe duda de la integridad de las membranas, la presentación se puede empujar
levemente hacia arriba, con el fin que salga líquido a través del cuello uterino. Al momento de efectuar el TV
durante el trabajo de parto se describirá si las membranas se encuentran rotas o íntegras.
c. Pelvis Materna:
Mediante el tacto vaginal obstétrico es posible conocer las dimensiones de la pelvis materna.
Antiguamente se intentaba medir los diámetros pélvicos para determinar si el parto vaginal era posible; sin
embargo, hoy se sabe que la evaluación de los diámetros pélvicos no permite predecir acuciosamente la
probabilidad de parto vaginal. Sin embargo, si el tacto vaginal muestra una pelvis exageradamente estrecha,
el médico puede optar por indicar una operación cesárea. Recomendamos ser cautos en esta indicación y
privilegiar la prueba de trabajo de parto como el método para definir la proporcionalidad céfalo-pelviana.
Variedad de posición: relación del punto de reparo de la presentación con respecto a la pelvis materna
(Figura 4). En presentación cefálica bien flectada, el punto de reparo es el occipucio (vértice). La
variedad de posición se expresa en 8 variedades, según sea la posición del occipucio respecto a “puntos
cardinales” de la pelvis materna. Se expresa como: “occípito ilíaca” (OI) + orientación de la pelvis
materna (izquierda o derecha) + anterior o posterior (A o P). Ej. OIIT se refiere a occípito ilíaca izquierda
transversa, es decir el occipucio se encuentra a las 3:00 si se asemeja a la esfera del reloj como se
muestra en la siguiente tabla y en la Figura 4.
Grado de flexión de la cabeza fetal: según sea el grado de flexión de la cabeza fetal, es posible palpar
los reparos anatómicos de la cabeza fetal. Si la cabeza está bien flectada, el occipucio se palpa casi en el
centro del cuello dilatado y el bregma es difícil de palpar; ver Capítulo 16. DISTOCIAS DE POSICIÓN Y
PRESENTACIÓN para comprender mejor este aspecto.
E. Procedimiento en el Pre-Parto
Se refiere a una serie de procesos específicos en el manejo del trabajo de parto durante la
permanencia de la mujer en la sala de preparto, específicamente: manejo del dolor, manejo de la dinámica
uterina, rotura de las membranas ovulares y la vigilancia de la progresión del trabajo de parto (dilatación y el
descenso).
2. Drogas sistémicas
o Óxido nitroso inhalatorio, de efectividad dudosa, pero con buena disponibilidad en el servicio
público.
o Opioides endovenosos: La droga de uso más frecuente es el demerol (30 mg ev en bolo). El demerol
cruza la barrera placentaria, y podría producir depresión respiratoria neonatal. Su efecto dura 2-3
horas, de modo que solo debe ser usado en la fase latente (no cerca del parto). Otra opción es el
remifentanil, en infusión continua endovenosa, el cual no cruza la placenta y no tiene efecto
sedante en el feto/recién nacido.
3. Analgesia/anestesia regional
o Analgesia neuroaxial: es el método de elección. Se administra mediante un catéter peridural
(epidural) que permite la administración de dosis fraccionadas, continuas o auto administradas (por
medio de una bomba con un dispositivo que la paciente aprieta si necesita más analgesia). Las
drogas administradas suelen ser combinaciones de anestésicos locales (lidocaína, bupivacaína) y
opioides (fentanyl). La anestesia peridural no prolonga la fase de dilatación del trabajo de parto (ni
la fase latente y ni la fase activa), de modo que puede ser administrada cuando la paciente lo
requiera. La anestesia peridural sí prolonga significativamente la duración del expulsivo y dificulta el
pujo materno, siendo esto causa importante de parto con fórceps.
o Infiltración local para la episiotomía: se usa lidocaína subcutánea, permitiendo hacer la incisión y su
reparación sin generar dolor a la paciente.
La RAM está contraindicada en casos de vasa previa y frente a procúbito de cordón o extremidades.
No se recomienda la RAM en presentaciones cefálicas deflectadas y en trabajo de parto prematuro.
Después de la amniotomía pueden aparecer desaceleraciones de la frecuencia cardíaca fetal,
producto de la compresión cefálica o del cordón umbilical, las que suelen ser bien toleradas por el feto a
término con crecimiento normal. En los casos en que estos cambios sean importantes, el tratamiento debe
ser conservador con cambio de posición a decúbito lateral y administración de oxígeno para mejorar el
patrón de la frecuencia cardíaca.
Si se observa en las tablas anteriores, se comprende que la duración del trabajo de parto tiene un
amplio rango de normalidad, y que el progreso no es necesariamente lineal. Se ha establecido que la fase
activa dura en promedio 8 h en las primíparas, y es improbable que dure más de 18 h; en multíparas, la fase
activa dura en promedio 5 h y es improbable que dure más de 12 h.
Habitualmente se considera que una velocidad de dilatación cervical < 0.5 cm/h durante la fase
activa constituye un progreso lento del trabajo de parto.
Alteraciones de la normalidad
Distocia Trabajo de parto detenido o demorado
En Fase activa de dilatación Más de 4 h con dilatación < 0.5 cm/h o sin progreso de la
dilatación en 2 h
En fase activa del expulsivo Más de 1 h de pujo activo sin lograr la expulsión fetal
Trabajo de parto obstruido Ausencia de dilatación cervical o descenso pese a
contracciones uterinas regulares y efectivas
Metodología
Se realiza un tacto vaginal al inicio de la prueba de trabajo de parto para evaluar dilatación y descenso
o Por ejemplo: 100% borrado, dilatación 5 cm y espinas 0 (E 0)
Se proveen las condiciones óptimas para que el trabajo de parto progrese:
o Fase activa de trabajo de parto
o Dinámica uterina efectiva (4-5/10 minutos): espontánea o con aceleración ocitócica
o Anestesia adecuada
o Membranas rotas: RAM o REM
Se realiza tacto vaginal 4 horas después con el propósito de reevaluar las condiciones de dilatación y
descenso.
Conducta
Prueba de trabajo de parto
exitosa: la dilatación y el descenso
progresan de acuerdo al partograma
de Zhang
o La conducta en este caso es
mantener el trabajo de parto
Prueba de trabajo de parto
fracasada: la dilatación y/o el
descenso no progresan de acuerdo a
los tiempos máximos (pc 95)
o La conducta es operación
cesárea con diagnóstico de prueba de
trabajo de parto fracasada o
desproporción cefalopélvica.
Al momento del traslado se vigila el bienestar materno (control de signos vitales), se optimiza la
analgesia (dosis de anestesia peridural), se vigilan los latidos cardíacos fetales (Pinard o monitoreo
electrónico) y se reúne el equipo médico necesario para la atención del parto. Se estimula la presencia del
padre en la sala de parto.
La atención médica del parto es efectuada, en condiciones óptimas, por un completo equipo
médico conformado por: ginecólogo obstetra, matrona, anestesiólogo, neonatólogo y personal de apoyo
(auxiliar de pabellón, auxiliar y matrona de neonatología y auxiliar de anestesia).
Sala de Parto
La sala de parto debe permitir las mismas condiciones de seguridad y asepsia que las existentes en
caso de cirugía mayor y contar con todo el material quirúrgico necesario, incluyendo elementos especiales
para casos de emergencia como es el fórceps.
Cuando la sala de parto tiene aire acondicionado, es preferible apagarlo antes del parto para evitar
la hipotermia del recién nacido. Se debe contar con un equipo de reanimación, lámpara de calor radiante y
atención pediátrica.
Posición Materna
Para la atención del parto vaginal, se recomienda poner a la madre en posición de litotomía,
inclinando la camilla en 45 grados para facilitar el pujo. El obstetra se sitúa frente a la paciente elevando la
camilla para adoptar una posición cómoda.
El parto en posición vertical (en cuclillas) parece más fisiológico, facilitando el pujo y siendo
ayudado por la gravedad. Sin embargo, en esa posición no es posible la atención médica del parto y no
permite la protección perineal que evite desgarros vaginales y lesiones musculares del periné.
Alumbramiento
Luego de la salida del feto el volumen de la cavidad uterina disminuye rápidamente, causando el
desprendimiento de la placenta. El desprendimiento de la placenta puede seguir dos mecanismos diferentes:
Mecanismo de Schütz: la placenta se despega primero en su parte central. En este caso, durante el
alumbramiento, la placenta aparece en la vulva con la cara fetal mirando al médico, y el sangrado es
visible solo después de la salida de la placenta. Ocurre en el 75% de los casos.
Mecanismo de Duncan: la placenta se desprende primero por sus bordes. Cuando esto ocurre, el
sangrado es visible antes de la salida de la placenta, y la placenta aparece en la vulva con la cara
materna mirando al médico. Ocurre en el 25% de los casos.
Uso rutinario de ocitocina posparto: toda mujer debe recibir ocitocina en el posparto inmediato para
prevenir la hemorragia posparto. La dosis de uso habitual es de 20-30 unidades en 500 ml de suero
glucosado iv (pasar en una hora). Si bien en nuestra unidad el uso habitual es administrarla luego del
alumbramiento, la evidencia demuestra que se obtienen resultados similares si se administra después del
desprendimiento del hombro anterior. En caso de no disponer de vía venosa, es admisible una dosis única
de 10 unidades IM.
El uso de metilergonovina como retractor uterino de rutina (en lugar de ocitocina), no es
recomendado, pues se asocia a elevación de la presión arterial, mayor riesgo de retención placentaria y la
necesidad de extracción manual de la placenta. La metilergonovina debe reservarse para el tratamiento de
la metrorragia posparto. Es posible usar análogos sintéticos de la ocitocina, de larga vida media, como el
carbetocin (Duratocin ®), en dosis de 100 µg (intravenoso o intramuscular) en un bolo, logrando los mismos
beneficios que con ocitocina.
Episiotomía
Corresponde a la realización de una incisión quirúrgica en la zona del periné que comprende piel,
plano muscular y mucosa vaginal, cuya finalidad es la de ampliar el canal "blando" para abreviar el parto y
apresurar la salida del feto. No se requiere episiotomía de rutina. Antes se pensaba que su uso podría
disminuir el número de desgarros vaginales o perineales de tercer o cuarto grado (ver más adelante); sin
embargo, estudios randomizados demostraron que la episiotomía de rutina no reduce la incidencia de
desgarros graves, por lo que hoy sólo se efectúa cuando es indispensable. El concepto actual es que la
episiotomía debe hacerse cuando sea necesaria, según la experiencia del obstetra. Se estima que un 30% de
las pacientes requerirá episiotomía.
Técnica Episiotomía
Al momento de la expulsión de la cabeza, en el instante en que esta
abomba el periné, se introduce una rama de la tijera en la horquilla
vulvar posterior, quedando la otra rama por fuera, y se ejecuta un
corte neto que compromete piel, mucosa y capas musculares (Figura
8).
De acuerdo con la orientación de la incisión, la episiotomía puede ser
lateral, mediolateral o media. Se prefiere una incisión medio-lateral
pues la episiotomía media tiene un mayor riesgo de daño al esfínter
anal y el recto. La episiotomía lateral es más difícil de reparar, se
asocia a mayor sangrado y su resultado estético es peor, por lo que
tampoco se recomienda.
Sutura de la Episiotomía La episiotomía se repara por planos, cuidando un óptimo resultado estético y
adecuada hemostasia. Se recomienda irrigación con abundante agua de la zona durante la reparación, para
reducir el riesgo de infecciones. En la sutura de la episiotomía se siguen los siguientes pasos (Figura 9):
A. Sutura de la mucosa vaginal mediante un plano corrido,
enlazado, utilizando catgut crómico #0. Se comienza en el ángulo de
la episiotomía y se avanza hasta el introito vaginal.
D. Finalmente se sutura la piel, para lo cual se utilizan puntos separados de catgut crómico # 2.0. Los
puntos incluyen la piel y una pequeña porción del tejido subdérmico, y se separan un centímetro cada
uno. También es posible, si el plano muscular superficial logró buena hemostasia y afrontamiento de los
bordes, suturar la piel con un punto subdérmico corrido.
PARTO NATURAL
El parto es un momento de gran importancia no solo desde el punto de vista médico, sino también
psicosocial; entremezclándose por una parte la preocupación de que sea un parto exitoso desde el punto de
vista médico, y, por otra parte, que sea un momento especial e íntimo. Por este motivo, nos hemos visto
enfrentados a una nueva corriente en relación al parto, la cual proclama el llamado parto natural.
Desafortunadamente ninguna organización internacional prestigiosa relacionada con la Obstetricia y
Ginecología ha consensuado una definición de lo que debemos entender por parto natural.
El parto natural sería, de acuerdo a páginas de divulgación no científica sobre el tema, una
modalidad de nacimiento íntimo, acompañado de la familia y en algunas ocasiones con la participación de
doulas; siendo estas últimas mujeres que acompañan y animan a la paciente durante el trabajo de parto
para hacerla sentir más contenida y empoderada. Muchas veces se busca que los partos naturales
ocurran en recintos no
hospitalarios, tales como el domicilio o “casas de parto”, con el fin de evitar intervenciones médicas
frecuentemente utilizadas durante el trabajo de parto tales como el uso de anestesia, ocitocina, o la
monitorización fetal continua, y que los defensores del parto natural consideran como innecesarias o
francamente nocivas.
El fundamento psicosocial de los grupos que promocionan el parto natural es el favorecimiento de
la conexión inicial con el recién nacido, estimulando el apego, la relación madre e hijo y la lactancia materna.
Producto de una gran promoción mediática, y la presión de los grupos interesados, el deseo de un parto
natural crece cada día más en nuestro país y representa una consulta habitual en el contexto del control
prenatal. Muchas veces incluso, las pacientes, acuden a sus médicos tratantes con un “plan de parto”,
documento que confeccionan en conjunto con sus parejas o familias y representa sus ideas respecto a lo que
desean al momento de la atención del parto.
La solicitud de las parejas muchas veces contrasta con la práctica obstétrica habitual, generando
tensión en la relación médico-paciente, pues con frecuencia el médico estima que la mujer se expone a
riesgos innecesarios, para ella o su hijo, al solicitar evitar algunas medidas específicas que han demostrado
científicamente ser útiles en asegurar bienestar y/o que se usan rutinariamente en su centro.
Parto domiciliario
La atención del parto en el domicilio de la mujer, sin atención médica, fue la práctica habitual por
siglos; mismo período en que las tasas de morbilidad y mortalidad materna y perinatal eran muy altas. La
atención médica del parto llevó a que el evento se produjera en los hospitales, en busca de mayor
seguridad.
Sin embargo, hoy en día, algunas mujeres desean optar por volver al parto domiciliario. En los países y
sistemas de salud donde esta opción está normada y regulada, el parto en el domicilio está reservado solo
para mujeres/embarazos de bajo riesgo.
Los estudios observacionales han sugerido que, para multíparas, el parto domiciliario reporta
menores intervenciones, y no se asocia a alteraciones del resultado perinatal; mientras que para primíparas
el parto domiciliario resultaría en menores intervenciones, pero a expensas de un peor resultado perinatal.
Es importante notar que la gran mayoría de los estudios observacionales reporta el resultado perinatal, pero
no el resultado materno. Solo dos estudios randomizados, controlados, evalúan la seguridad del parto en el
domicilio, comparado con el parto en el hospital; sus resultados fueron compilados en una revisión
sistemática. La conclusión de esta revisión es que el bajísimo número de mujeres incluidas impide obtener
conclusiones confiables.
Un problema frecuente al analizar los riesgos del parto domiciliario es que el registro de estadísticas
vitales es insuficiente para saber qué pacientes cuya intención primaria era el parto domiciliario son
finalmente trasladadas a la maternidad para el parto, aumentando aparentemente el riesgo de aquellos
partos ocurridos en el hospital. Un reciente estudio de cohorte retrospectivo evaluó todos los partos
ocurridos en Oregon entre 2012 y 2013, luego de mejorar su sistema de registro, permitiendo comparar el
grupo de mujeres que habían planeado su parto en el domicilio, respecto de aquellas que planearon tenerlo
en el hospital. Se observó que el grupo de parto domiciliario presentó un aumento en la tasa de muerte
perinatal, la tasa de convulsiones neonatales y la necesidad de transfusiones maternas, con una disminución
en tasa de parto vaginal asistido, tasa de cesárea, así como de inducción y aceleración del trabajo de parto.
La atención médica del parto ha sido uno de los grandes progresos de la humanidad, desde el
acompañamiento por la partera hasta transformar la obstetricia en una especialidad médica básica, sin duda
que las mujeres y sus hijos han sido mejor atendidos. Sin embargo, el exceso de celo en la acción médica ha
llevado a la toma de acciones potencialmente innecesarias, lo que muchos han llamado “medicalización del
parto”. Quienes defienden el parto natural, ven en la medicalización del parto una amenaza, haciendo
razonable la expectativa del parto en el domicilio como un modo de evitar las intervenciones. La evidencia
actual demuestra que el parto en el domicilio reduce las intervenciones médicas, pero a un riesgo
demasiado alto, pues el parto en el domicilio se asocia a aumento en la tasa de muerte perinatal,
convulsiones neonatales y necesidad de transfusiones sanguíneas maternas. Por ello, aquellos países que
disponen de regulaciones al parto en el domicilio han reservado esta opción solo a mujeres de bajo riesgo.
Pensamos que reservar el parto en domicilio solo a mujeres de bajo riesgo es la mejor demostración de que
no acudir al hospital para la atención del parto incrementa el riesgo de morbilidad materna y perinatal, pues
si el riesgo fuera el mismo, entonces cualquier mujer podría optar a tener el parto en su casa. Disponer de
escenarios alternativos para el parto dentro del hospital sí parece ser una opción segura para buscar lo
mejor de ambos mundos.
Es importante analizar el concepto de “medicalización del parto”, pues podría confundirse con el de
atención médica del parto. Quienes usan el término “medicalización”, sin duda lo hacen con afán
despectivo, para desprestigiar a las intervenciones médicas. Sin embargo, la atención médica no consiste en
efectuar todas las intervenciones posibles y disponibles por el solo hecho de aplicarlas, un buen acto médico
se cimienta en la “medicina basada en evidencia”, entendiendo por tal el uso de la mejor evidencia
disponible, asociada al buen juicio clínico y a las preferencias del paciente para lograr la mejor atención
médica posible. De este modo, la medicalización corresponde al uso irracional de las tecnologías médicas, y
no al actuar médico correcto; entendiendo esto, obviamente la medicalización del parto es un acto nocivo
para la salud de las personas. Por el contrario, el uso de intervenciones médicas útiles, racionalmente
utilizadas y en concordancia con las preferencias de las pacientes, debe ser recomendado
Resumen de aspectos más importantes
Durante el control prenatal la paciente debe ser instruida respecto de los síntomas del inicio del
trabajo de parto; se instruye a consultar cuando complete una hora con contracciones uterinas
regulares (cada 5 minutos). Si al momento de la consulta se encuentra realmente en trabajo de
parto (idealmente en fase activa) se procede a la hospitalización.
El diagnóstico de trabajo de parto se efectúa en presencia de contracciones uterinas rítmicas (>2
CU cada 10 minutos y cada una de 30-60 segundos de duración) y modificaciones cervicales (>80%
borramiento y >2 cm dilatación).
Durante el trabajo de parto, parto y posparto, el bienestar materno y fetal debe ser vigilado. Es
ideal el traslado a preparto en fase activa (cuello 100% borrado y dilatación > 4 cm).
Las acciones médicas durante el trabajo de parto incluyen: manejo del dolor (habitualmente
anestesia regional), manejo de la dinámica uterina (aceleración oxitócica), rotura artificial de
membranas y
vigilancia del progreso de la dilatación y el descenso.
La prueba de trabajo de parto es la evaluación dinámica de la proporcionalidad céfalo-pelviana; si
durante ella la dilatación y el descenso no progresan, se hace el diagnóstico de prueba de trabajo
de parto fracasada o desproporción cefalopélvica, y se procede a una operación cesárea. La
atención del parto en posición de litotomía es la técnica habitual en nuestros días, y permite la
adecuada protección del periné y la extracción cuidadosa del feto. La episiotomía no debe
practicarse de modo rutinario, profiláctico, sino que sólo cuando la experiencia del obstetra
indique que es necesaria. Además, el
enema rectal y el rasurado pubo-perineal no se deben indicar de manera rutinaria.
La atención del parto con mínimas intervenciones médicas, lo que se ha llamado parto natural, es
una opción razonable, para lo cual recomendamos optar por escenarios hospitalarios alternativos,
y en ningún caso recomendamos el parto domiciliario.