Algunos Métodos de Análisis Literario
Algunos Métodos de Análisis Literario
Algunos Métodos de Análisis Literario
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En teoría, la biografía no le es necesaria a la obra. El arte no es copia de la vida. Una
obra que sólo se pudiese comprender gracias a la biografía no sería arte. Es preciso hablar
de corroboración auxiliar de la interpretación, o, en sentido estructuralista más riguroso,
de posibilidad de cotejos paralelísticos u opositivos. Cuando un dato biográfico penetra en
la obra, pertenece a la obra; y, así como antes se localizaba en la estructura psicológico-
existencial del artista (la interpretación correspondía al psicólogo), ahora se sitúa en la
estructura estética de la composición (la interpretación atañe al crítico literario)
La psicología –o con mayor exactitud, el psicoanálisis- ha sido objeto de aplicación en
literatura a partir de los estudios literarios de S. Freud, quien, no obstante, se empeñaba en
defender que sus investigaciones nada tenían que ver con la crítica literaria era
perfectamente consciente de estar usando la literatura no como tal, sino como un
documento más de la personalidad del escritor, o interpretación psicológica de los
personajes.
El método histórico
Para cualquier consideración sobre la historia y la obra del artista son útiles los
conceptos de diacronía y sincronía. La diacronía abarca una sucesión cronológica de
hechos; la sincronía representa un corte transversal en la diacronía y una consideración de
los hechos “presentes” en el corte como patterns de elementos relacionados.
La estructura es autónoma, autosuficiente, aunque al mismo tiempo cada elemento
(ritmo, léxico, sintaxis, imágenes, etc.) constituye un momento de la propia historia
(comprendida, como es natural, su oposición negativa respecto al pasado). Por lo tanto, el
corte sincrónico sorprende a la historia en un momento de su acontecer.
La distinción diacrónica se logra fácilmente prescindiendo de los elementos in
praesentia y pasando a los elementos que se encuentran tras el corte sincrónico y que,
como tales, no pertenecen a él.
Esta distinción entre sincronía y diacronía, digámoslo en dos palabras, es un
artificio científico que pretende ofrecer un instrumento útil de pensamiento y de trabajo. En
la realidad, los dos momentos no pueden encontrarse diferenciados tan categóricamente.
Pero hay algo que interesa y que trasciende de los límites de la composición. Ese
algo se haya inserto en otras estructuras (superestructuras); por ejemplo, las situaciones
coetáneas, social, religiosa, científica y artística (que no se limitan tan sólo a la literatura); y
estas estructuras interseccionan la composición en alguna de sus partes. Por consiguiente
es posible una consideración sincrónica más basta, un corte que comprenda el flujo total
de la historia considerado en un momento de su acontecer. Y no sólo esto, sino que dicha
consideración es necesaria al crítico que desee ver la obra en su ambiente originario, el cual
sentirá cada vez más la necesidad de ello a medida que aumente la distancia con la
aparición histórica de la composición.
La obra literaria no es una simple proyección de la conciencia colectiva; que la
relación entre pensamiento colectivo y la creación individual no estriba en la identidad de
los contenidos, sino en una homología de estructuras, las cuales pueden manifestarse con
contenidos imaginarios completamente distintos a los contenidos reales de la conciencia
colectiva (libertad del artista), y que el carácter social de la obra se encuentra en el hecho de
que el individuo no podría nunca, por sí solo, construir una estructura mental, coherente del
tipo que llamamos “visión del mundo”.