G Platón, República Libro 2
G Platón, República Libro 2
G Platón, República Libro 2
- cfr. la justicia siempre será preferible a la injusticia, esta se encuentra en los bienes que se
aman por ellos mismos y por sus resultados. Cfr. 105-106.
- cfr. Hay tres clases de bienes: 1) bienes que deseamos y que buscamos por lo que ellos
son, sin cuidar los resultados, ósea los placeres; 2) bienes que amamos por sí mismos y por
sus resultados. Bienes que procuramos como la salud, la vista, etc.; 3) bienes de entregarse
a los ejercicios del cuerpo, como la salud o cualquier otra profesión. Cfr. 105.
- Glaucon “la opinión común de las gentes, que ponen la justicia en el rango de aquellos
bienes penosos, que no merecen nuestros cuidados sino por la gloria y las recompensas que
producen, y de los que debe huirse, porque cuestan demasiado á la naturaleza”. p. 106.
Sócrates menciona que esto se creó para rechazar la justicia y elogiar la injusticia.
- Glaucon “Quiero saber cuál es su naturaleza, y qué efecto producen ambas
inmediatamente en el alma, sin tener en cuenta ni las recompensas que llevan consigo, ni
tampoco ninguno de sus resultados buenos ó malos”. P. 106.
- Glaucon, sobre el origen de la justicia “Se dice que es un bien en sí cometer la injusticia y
un mal el padecerla. Pero resulta mayor mal en padecerla que bien en cometerla. Los
hombres cometieron y sufrieron la injusticia alternativamente; experimentaron ambas
cosas; y habiéndose dañado por mucho tiempo los unos á los otros, no pudiendo los más
débiles evitar los ataques de los más fuertes, ni atacarlos á su vez, creyeron que era un
interés común impedir que se hiciese y que se recibiese daño alguno. De aquí nacieron las
leyes y las convenciones. Se llamó justo y legítimo lo que fue ordenado por la ley. Tal es el
origen y tal es la esencia de la justicia, la cual ocupa un término medio entre el más grande
bien, que consiste en poder ser injusto impunemente, y el más grande mal, que es el no
poder vengarse de la injuria que se ha recibido. Y se ha llegado á amar la justicia, no
porque sea un bien en sí misma, sino en razón de la imposibilidad en que nos coloca de
dañar á los demás. Porque el que puede ser injusto y es verdaderamente hombre, no se
cuida de someterse á semejante convención, y seria de su parte una locura”. P. 107-108.
- cfr. Glaucon pone un ejemplo donde a un hombre justo y a otro injusto, se les dota del
mismo poder. Tarde o temprano el hombre justo seguirá los ejemplos del hombre malo,
pues el poder con el que cuenta les permitiría hacer muchas cosas en beneficio propio.
Probando así, según él, que nadie es justo por voluntad sino por necesidad. El ser justo no
es un bien, pues el hombre se hace injusto cuando puede hacerlo sin temor. Cfr. 109.
- Glaucon “si alguno, habiendo recibido un poder semejante, no quisiese hacer daño á
nadie, ni tocara los bienes de otro, se le mirarla como el más desgraciado y el más insensato
de todos los hombres. Sin embargo, todos harían en público el elogio de su virtud, pero con
intención de engañarse mutuamente y por el temor de experimentar ellos mismos alguna
injusticia”. P. 109-110.
- “El gran mérito de la injusticia consiste en parecer justo sin serlo”. P. 110.
- Glaucon da el ejemplo de un hombre “que es capaz de una injusticia perfecta, y que
cometiéndolos más grandes crímenes sepa crearse una reputación de hombre de bien; que si
llega á dar un paso en falso, se rehaga inmediatamente; que sea tan elocuente que convenza
de su inocencia á los mismos ante quienes sus crímenes habrán de acusarle; bastante
atrevido y bastante poderoso, ya por sí mismo, ya por sus amigos, para conseguir por la
fuerza lo que no podría obtener de otra manera; he aquí el hombre injusto”. P. 110.
- Glaucon “El justo, dicen, el que es tal como yo le he pintado, será azotado, atormentado,
encadenado; se le quemarán los ojos, y en fin, después de haberle hecho sufrir toda clase de
males, se le crucificará, y por este medio se le hará comprender que no hay que cuidarse de
ser justo, y sí sólo de parecerlo”. P. 111.
- Glaucon “Al hombre malo es más bien á quien deben aplicarse las palabras de Esquiles,
porque, al no arreglar su conducta según la opinión de los hombres y al dedicarse á algo
real y sólido, no quiere parecer malo, sino serlo en efecto:
Su habilidad fecunda
Orea en abundancia los más bellos proyectos.”. p. 111-112.
- Glaucon “Con la reputación de hombre de bien tiene grande autoridad en el Estado, se
enlazan él y sus hijos con las mejores familias, y lleva á cabo todas las uniones que le
agradan. Además de esto, saca ventaja de todo, porque el crimen no le asusta. Cualquier
cosa que pretenda, sea en público ó en particular, la consigue sobreponiéndose á todos los
concurrentes; se enriquece, hace bien á sus amigos, mal á sus enemigos, ofrece á los dioses
sacrificios y presentes magníficos, y se atrae la benevolencia de los dioses y de los hombres
con más facilidad y seguridad que el justo; de donde puede deducirse, como cosa probable,
que es también más querido de los dioses”. P. 112.
- Posteriormente hablo Adimanto, hermano de Glaucon, para exponer una tesis contraria.
“Esta oposición hará más patente lo que Glaucon, á mi parecer, se ha propuesto mostrar.
Los padres recomiendan la justicia á sus hijos y los maestros á sus discípulos. ¿Y lo hacen
en vista de la justicia misma? No, sino á causa dé las ventajas que van unidas á ella, á fin de
que la reputación de hombre de bien les proporcione dignidades, uniones honrosas y todos
los demás bienes de que Glaucon ha hecho mención. Van aún más lejos, y les hablan de los
favores que los dioses derraman á manos llenas sóbrelos justos, y jamás agotan este
punto.”. P. 113.
- Adimanto cfr. los favores que de los dioses pueden ser diversos, como fertilidad de las
tierras, una vida de diversiones o la reencarnación en otro mundo. cfr. p. 113-114.
- Adimanto “Tales son los motivos que tienen para elogiarla justicia. Con respecto á los
malos y á los impíos, los sumen en el cieno de los infiernos y los condenan á sacar agua con
una criba. Añaden, que, durante su vida, no hay afrentas y suplicios á que sus crímenes no
les expongan, y todo lo que Glaucon ha dicho de los justos que pasan por malos, lo dicen de
los malos mismos y nada más. He aquí lo que aducen en favor del justo y contra el injusto”.
P. 114.
- Adimanto “Escucha ahora, Sócrates, un lenguaje muy diferente sobre la justicia y la
injusticia, lenguaje que el pueblo y los poetas tienen sin cesar en boca. Dicen todos á una
que nada es más bello, ni al mismo tiempo más difícil y más penoso, que la templanza y la
justicia; que, por el contrario, nada hay más dulce que la injusticia y el libertinaje ; ni nada
que cueste menos á la naturaleza; que estas cosas sólo son vergonzosas en la opinión de los
hombres, y porque la ley lo ha querido así, pero que no es lo mismo en la práctica; que las
acciones injustas son más útiles que las justas; que la mayor parte de los hombres se
inclinan á honrar y mirar como dichoso al hombre malo, que tiene riquezas y crédito; á
menospreciar y vilipendiar al hombre justo, si es débil é indigente; aunque convengan en
que el justo es mejor que el malvado”. P. 114.
- Adimanto “Pero de todos estos razonamientos los más extraños son los que se relacionan
con los dioses y con la virtud. Los dioses, dicen, no tienen muchas veces para los hombres
virtuosos más que males y desgracias, mientras que colman á los perversos de
prosperidades. Por su parte los sacrificadores y adivinos, asediando las casas de los ricos,
les persuaden, que si ellos ó sus antepasados han cometido alguna falta pueden expiarla por
medio de sacrificios y encantamientos, de fiestas y de juegos, en virtud del poder que los
dioses les han conferido. Si alguno tiene un enemigo, al que quiere hacer daño, sea bueno ó
malo, lo cual importa poco, puede á poca costa hacerle mal, porque los tales sacrificadores
y adivinos tienen ciertos secretos para atraerse el poder de los dioses y disponer de él á su
gusto. Y todo esto lo comprueban valiéndose de la autoridad de los poetas”. P. 114-115.
- Adimanto “En cuanto á los ritos de los sacrificios producen una multitud de libros
compuestos por Museo y Orfeo, que hacen descender, este de las Musas, y aquel de la luna,
y hacen creer falsamente, no sólo á los particulares sino á ciudades enteras, que, por medio
de víctimas y de juegos, se pueden expiar las faltas de los vivos y de los muertos”. P. 115.
- Adimanto “Se me asegura, por el contrario, que alcanzaré la suerte más dichosa, si sé
conciliar la justicia con la reputación de hombre de bien. Yo debo atenerme á lo que dicen
los sabios, y puesto que afirman que la apariencia de la virtud puede contribuir más á mi
bienestar que la realidad de la misma, acepto resueltamente este camino; vestiré formas
exteriores de virtud, y llevaré detrás de mí el zorro astuto y engañador del sabio
Arquíloco”. P. 116.
- Adimanto “Si se me dice, que es difícil al hombre malo ocultarse por mucho tiempo,
responderé, que todas las grandes empresas tienen sus dificultades, y que suceda lo que
quiera, si deseo ser dichoso, no tengo otro camino que seguir que el trizado por los
discursos que oigo. Por lo demás, para escapar de las pesquisas, no me faltarán amigos y
cómplices. Hay maestros, que me enseñarán el arte de seducir con discursos artificiosos al
pueblo y á los jueces. Emplearé la elocuencia, y á falta de ella, la fuerza, para escapar al
castigo de mis crímenes”. P. 116-117.
- Adimanto “Es cierto que siendo justo, nada tendría que temer de su parte, pero también
perdería las ventajas que ofrece la injusticia, mientras que gano indudablemente en ser
injusto; sin que por otra parte pueda temer nada de parte de los dioses, si procuro
acompañar mis crímenes con votos y súplicas”. P. 117.
- Adimanto “si alguno combate la injusticia, es porque la cobardía, la vejez ó cualquiera
otra debilidad le hacen impotente para obrar mal. Y la prueba de esto es, que de todos
cuantos se encuentran en este caso, el primero que consigue el poder de hacer mal, es el
primero también en servirse de él hasta donde le es posible”. P. 118.
- Adimanto “La causa de todo esto es precisamente lo que nos ha comprometido á Glaucon
y á mí en la presente discusión; quiero decir, que, comenzando por los antiguos héroes,
cuyos discursos se han conservado hasta nosotros en la memoria de los hombres, todos los
que se han proclamado, como tú, defensores de la justicia, no han alabado la virtud sino en
vista de los honores y recompensas que proporciona; y no han reprobado el vicio, sino por
los castigos que son su consecuencia”. P. 118.
- Adimanto “Nadie ha considerado la justicia y la injusticia tales como son en sí mismas, en
el alma del justo y del injusto, ignoradas de los dioses y de los hombres; y nadie ha probado
aún, ni en prosa, ni en verso, que la injusticia sea el mayor mal del alma y la justicia su
mayor bien. Porque si os hubierais puesto de acuerdo para usar de este lenguaje desde el
principio, y desde la infancia nos hubierais inculcado esta verdad, en lugar de prevenirnos
contra la injusticia de otro, cada uno de nosotros se pondría en guardia contra su misma
injusticia, y temería darla entrada en su alma, considerándola como el mayor de los males”.
P. 118-119.
- Adimanto a Sócrates “si no llegas hasta desentenderte absolutamente de la opinión
verdadera, y si se quiere, hasta admitir la falsa, diremos que no alabas la justicia sino lo que
se opina de la justicia; que tampoco combates en el vicio más que las apariencias; que nos
aconsejas que seamos malos con tal que sea en secreto', y que convienes con Trasimaco en
que la justicia sólo es útil al más fuerte y no al que la posee, y que, por el contrario, la
injusticia, útil y ventajosa en sí misma, sólo es dañosa al más débil”. P. 119.
- Sócrates cfr. La justicia se encuentra en un hombre, dentro de una sociedad de hombres.
La sociedad es mas grande que un particular y la justicia se mostrara en ella con caracteres
mayores y más fáciles de comprender. Cfr. 121.
- Sócrates “Lo que da origen á la sociedad … es que habiendo la necesidad de una cosa
obligado á un hombre á unirse á otro hombre y otra necesidad á otro hombre, la
aglomeración de estas necesidades reunió en una misma habitación á muchos hombres con
la mira de auxiliarse mutuamente, y á esta sociedad hemos dado el nombre de Estado”. p.
122. Es la impotencia y la necesidad lo que juntan al hombre.
- CFR. Sócrates construye un Estado imaginario, donde marca que la necesidad principal es
la de Comer, la segunda la de una vivienda y la tercera la de un vestido. Para esto es
necesario que uno sea labrador, otro arquitecto y otro tejedor, y así sucesivamente. Cfr.
122.
- Ante lo anterior. Sócrates “Todo Estado se compone esencialmente de cuatro ó cinco
personas”. P. 123. Donde cada persona se ocupe de su propio oficio y no de muchos al
mismo tiempo.
- Sócrates “la comodidad de la obra no depende del obrero, sino que es el obrero el que
debe acomodarse á las exigencias de su obra … se hacen más cosas, mejor y con más
facilidad, cuando cada uno hace la que le es propia en el tiempo debido y sin cuidarse de
todas las demás”. P. 123
- Sócrates “Si queremos, en efecto, que todo marche bien, el labrador no debe hacer por sí
mismo su arado, su azadón, ni las demás herramientas aratorias. Lo mismo sucede con el
arquitecto, el cual necesita muchos instrumentos; y lo mismo con el zapatero y con el
tejedor … Hé aquí que tenemos ya necesidad de carpinteros, herreros y otros obreros de
esta clase, que tienen que entrar en nuestro pequeño Estado, que de este modo se agranda.”.
P. 124.
- Sócrates “Es casi imposible que un Estado encuentre un punto de la tierra, en el que pueda
sacar todo lo necesario para su subsistencia … También tendrá necesidad nuestro Estado,
por consiguiente, de que vayan algunas personas á los Estados vecinos á buscar lo que le
falta”. P. 124.
- Sócrates. De las personas que van a otros estados “darán la vuelta sin haber recibido nada,
si no llevan para cambiar cosas que allí se necesiten … Por lo tanto, no basta que cada uno
trabaje para el Estado, porque tendrá que trabajar también para las necesidades de los
extranjeros”. P. 124.
- Sócrates. Al estar relacionado con otros Estados “nuestro Estado tendrá necesidad de un
número mayor de labradores y de otros obreros … Habrá necesidad de gentes que se
encarguen de la importación y exportación de los diversos objetos que se cambian. Los que
tal hacen se llaman comerciantes … Y si este comercio se hace por mar, se necesitará una
infinidad de personas para la navegación.”. P. 125.
- Sócrates. Los frutos del trabajo de los ciudadanos, se comunicará a través de la compra y
de la venta. “se necesitará un mercado y una moneda, signo del valor de los objetos
cambiados”. P. 125.
- Sócrates “Hay también, á mi parecer, algunos, que no prestan un gran servicio á la
sociedad por su inteligencia, pero que son robustos de cuerpo y capaces de los mayores
trabajos. Trafican con las fuerzas de su cuerpo y tienen opción á un salario en dinero por
este tráfico, de donde les viene, yo creo, el nombre de mercenarios”. P. 126.
- Sócrates dirigiéndose a Glaucon y Adimanto “No es solo el origen de un Estado el que
buscamos, sino el de un Estado que rebose de placeres”. P. 127.
- Sócrates. Menciona que habrá personas que no se conformaran con las cosas necesarias
“esas de que hemos hablado antes, habitación, ropa y calzado, sino que, yendo más
adelante, se contará con la pintura y con todas las artes, hijas del lujo. Habrá necesidad del
oro, del marfil y de otras materias preciosas de todas clases”. P. 128.
- Sócrates. En el Estado sano no hay necesidad de mucha gente pues no ha placeres que
cumplir. Al agrandar el Estado “y hacer entrar en él una multitud de gentes, que el lujo, no
la necesidad, ha introducido en los Estados, como los cazadores de todos géneros y
aquellos, cuyo arte consiste en la imitación mediante figuras, colores ó sonidos; además, los
poetas con todo su cortejo, los rapsodas, los actores, los danzantes, los empresarios de
teatros, los obreros de todos géneros, sobre todo los que trabajan para las mujeres. También
introduciremos en ella ayos y ayas, nodrizas, peinadoras, bañadores, tratantes, cocineros, y
hasta porquerizos” p. 128. Se crean necesidades no esenciales que satisfagan los placeres.
- Sócrates. En un estado insano “con este género de vida, los médicos, de los que no
tuvimos necesidad de hablar antes, ¿no se hacen necesarios? … y el país que bastaba antes
para el sostenimiento de sus habitantes, ¿no será desde este momento demasiado
pequeño?”. P. 128.
- Sócrates “Luego si queremos tener bastantes pastos y tierra de labor, nos será preciso
robarla á nuestros vecinos; y nuestros vecinos harán otro tanto respecto á nosotros, si
traspasando los límites de lo necesario, se entregan también al deseo insaciable de tener”. P.
128-129.
- Sócrates. Habrá guerra “Ahora es preciso dar cabida en nuestro Estado á un numeroso
ejército, que pueda ir al encuentro del enemigo y defender el Estado y todo lo que posee de
las invasiones del mismo”. p. 129. La guerra es un oficio.
- Glaucon “todo el mérito de un artesano estaría en los instrumentos de su arte”. P. 130.
- Sócrates “cuanto más importante es el cargo de estos guardianes del Estado, tanto
mayores deben de ser el cuidado, el estudio y el tiempo, que á ellos se consagre”. P. 130.
- Sócrates. Hay semejanzas en las cualidades de un joven guerrero y un perro valiente
“ambos deben tener un sentido fino para descubrir al enemigo, actividad para perseguirle y
fuerza para pelear después de haberle alcanzado … Y arranque también para combatirle
valientemente.”. P. 130.
- Sócrates “Tales son las cualidades corporales que debe tener un guardián del Estado, así
como también cierta tendencia á la cólera respecto al alma … Sin embargo, es preciso que
sean suaves para con sus amigos, y que guarden toda su ferocidad para los enemigos; de no
obrar así, no habrá necesidad de atacarlos, porque no tardarán en destruirse los unos á los
otros”. P. 131.
- Sócrates. Cfr. para ser un buen guardián del Estado se debe se debe tener un carácter
dulce e inclinado a la colera. Pero una de estas cualidades destruye a la otra. Tener ambas
cualidades es algo imposible, y faltar una de ellas hace imposible un buen guardián. Cfr.
131.
- Sócrates. Estas cualidades opuestas “Se observan en diferentes animales, y, sobre todo, en
el que tomamos por ejemplo … el carácter los perros de buena raza consiste en ser dulces
con los que conocen y agresivos respecto de los que no conocen”. P. 132.
- Sócrates menciona que el perro es un natural filosofo “En que no distingue al amigo del
enemigo, sino porque conoce al uno y no conoce al otro; y no teniendo otra regla para
discernir el amigo del enemigo, ¿cómo no ha de estar ansioso de aprender?”. P. 132. Estar
ansioso de aprender y ser filosofo es lo mismo.
- Sócrates “un buen guardián del Estado debe tener, además de valor, fuerza y actividad,
filosofía … Tal será el carácter de nuestros guerreros”. P. 133.
- Sócrates. La educación que debe recibir un guerrero “consiste en formar el cuerpo
mediante la gimnasia y el alma mediante la música”. P. 133.
- Sócrates. Cfr. en la música hay discursos, unos son verdaderos y otros son falsos, como
las fabulas. Se comienza la educación con los discursos falsos. Los niños, con su alma
tierna, recibe fácilmente todas las impresiones que se quiera”. P. 134.
- Sócrates “Comencemos, pues, ante todo por vigilar á los forjadores de fábulas. Escojamos
las convenientes y desechemos las demás. En seguida comprometeremos á las nodrizas y á
las madres á que entretengan á sus niños con las que se escojan, y formen así sus almas con
más cuidado aún que el que ponen para formar sus cuerpos”. P. 134.
- Sócrates “Comencemos, pues, ante todo por vigilar á los forjadores de fábulas. Escojamos
las convenientes y desechemos las demás. En seguida comprometeremos á las nodrizas y á
las madres á que entretengan á sus niños con las que se escojan, y formen así sus almas con
más cuidado aún que el que ponen para formar sus cuerpos … Por esto es importantísimo
que los primeros discursos que oiga, sean á propósito para conducirle á la virtud”. p. 136-
137.
- Sócrates. Las fabulas tienen que enseñar que Dios es esencialmente bueno, y que lo bueno
nunca esta inclinado a hacer daño, ni hacer o causar algún mal. Lo que es bueno es
benéfico”. P. 137.
- Sócrates “Lo que es bueno no es, por tanto, causa de todas las cosas: es causa del bien,
pero no es causa del mal”. P. 137.
- Sócrates “Dios, siendo esencialmente bueno, no es causa de todas las cosas, como se dice
comúnmente. Y si los bienes y los males están de tal manera repartidos entre los hombres,
que el mal domine, Dios no es causa más que de una pequeña parte de lo que sucede á los
hombres y no lo es de todo lo demás. A él sólo deben atribuirse los bienes; en cuanto á los
males es preciso buscar otra causa que no sea Dios”. P. 138.
- Sócrates “Lo que no debe permitirse decir á ningún poeta, es que aquellos á quienes Dios
castiga son desgraciados; digan en buen hora que los malos son dignos de compasión por la
necesidad que han tenido del castigo, y que las penas, que Dios les envía, son un bien para
ellos. Y cuando alguno diga delante de nosotros que Dios, que es bueno, ha causado mal á
alguno, nos opondríamos con todas nuestras fuerzas, si queremos que nuestra república esté
bien gobernada; y no permitiremos rd á los viejos ni á los jóvenes decir ni escuchar
semejantes discursos, estén en verso ó en prosa, porque son injuriosos á Dios, perjudiciales
al Estado, y se destruyen por sí mismos”. P. 139.
- Sócrates “nuestra primera ley y nuestra primera regla tocante á los dioses, será obligar á
nuestros ciudadanos á reconocer, lo mismo cuando hablen que cuando escriban, que Dios
no es el autor de todas las cosas, sino sólo de las buenas”. P. 140.
- Sócrates “las cosas mejor constituidas son las que están menos expuestas á cambios
procedentes de causas extrañas. Por ejemplo, los cuerpos más sanos y más robustos son los
menos afectados por el alimento y el trabajo”. P. 140.
- Sócrates “todo lo que es perfecto, ya nazca su perfección de la naturaleza, ya del arte ó de
ambos, está muy poco expuesto á cambios por efecto de una causa extraña”. P. 141.
- Sócrates. Segunda ley “Dios, así como todo lo que pertenece á su naturaleza, es perfecto
… Luego considerado Dios bajo este punto de vista, de ninguna manera es susceptible de
adoptar muchas formas”. Cfr. Recibirá el cambio de sí mismo y este cambio se verificaría
para empeorar, porque no hay nada que mejorar si ya es perfecto”. Cfr. P. 141.
- Sócrates “es imposible que Dios quiera cambiar. Y cada uno de los dioses, muy bueno y
muy bello por naturaleza, conserva siempre la forma que le es propia”. P. 141.
- Sócrates “quizá los dioses, no pudiendo mudar de figura, pueden por lo menos influir
sobre nuestros sentidos, y hacernos creer en estos cambios por medio de prestigios y
encantamientos”. P. 142.
- Sócrates dice que la mentira es detestada tanto por hombres como por dioses “nadie
quiere ser ni haber sido engañado en su alma tocante á la naturaleza de las cosas, y que no
hay nada que más temamos y más detestemos, que abrigar en este concepto la mentira en
nosotros mismos”. P. 143.
- Sócrates “La mentira, hablando con propiedad, es la ignorancia, que afecta el alma del que
es engañado; porque la mentira en las palabras no es más que una expresión del
sentimiento, que el alma experimenta; no es una mentira pura, sino un fantasma hijo del
error”. P. 143.
- Sócrates cfr. mentir no es del todo malo cuando se usa bajo las apariencias de lo
verosímil, por ejemplo, cuando se engaña al enemigo. Esta mentira es un remedio que se
emplea para separarla de su designio. Cfr. 143.
- Sócrates “ninguna razón obliga á Dios á mentir”. P. 144 pues él y todo lo que es divino,
son enemigos de la mentira.
- Sócrates “Dios, esencialmente recto y veraz en sus palabras y en sus acciones, no muda de
forma, ni puede engañar á los demás, ni mediante fantasmas, ni mediante discursos, ni
valiéndose de signos, sea durante el día y la vigilia, sea durante la noche y en sueños”. P.
144.
- Sócrates, reafirmando la segunda ley, “que prohíbe hablar y escribir, respecto á los dioses,
como si fueran encantadores, que toman diferentes formas y que intentan engañarnos con
sus discursos y sus acciones”. P. 144.
- Sócrates “Siempre que alguno hable de los dioses de esta manera, le rechazaremos con
indignación. No consentiremos tampoco tales discursos en boca de los maestros encargados
de la educación de los jóvenes á quienes queremos inspirar el respeto á los dioses, hasta
hacerlos semejantes á ellos en cuanto lo consiente la debilidad humana”. p. 145.
LA RESPUESTA A LA PREGUNTA INICIAL VIENE EN EL SIGUIENTE LIBRO