M-2 El Valle Del Siama (16-8-20)
M-2 El Valle Del Siama (16-8-20)
M-2 El Valle Del Siama (16-8-20)
30Zn
29Cu
28Ni
27Co
26Fe
25Mn
24Cr
23V
22Ti
21Sc
10Ne 18Ar 36Kr
9F 17Cl 35Br
8O 16S 34Se
7N 15P 33As
6C 14Si 32Ge
5B 13Al 31Ga
2He 4Be 12Mg 20Ca 38Sr
1H 3LI 11Na 19K 37Rb
La Construcción de la Torre
21 Escandio
21 La Ciudad de los Muros de Helecho
Sunia es la primera de las ciudades en el curso del río Siama y una tras
otra: Llano de Brujas, Alquerías, la Basca, el Raal, el Siscar, Beniel, los
Desamparados, hasta Ormira, la ciudad de los meandros, en donde el
agua se remansa. Y curso abajo: Molins, la Campaneta, Benejuzar, las
Bóvedas, Algorfa, Benijofar, Rojales, hasta Guardamar, donde el Siama
vacía sus aguas en el apacible Mediterráneo, surcado de naves.
21-2 Ormira
Visitó la Meca y dio las vueltas rituales en torno a la piedra negra, pero
no tuvo allí la experiencia del encuentro con el que es al mismo tiempo
el dos y el uno, el mancebo evanescente, el hablante silencioso, el
compuesto simple, el envuelto envolvente, el no-vivo y no-muerto. En
Damasco, cerca de la mezquita donde se encuentra la tumba de Ibn
Arabí, abrió por segunda vez su tienda de antigüedades pero no
permaneció allí mucho tiempo. Atravesó el paisaje irreal esculpido por el
agua y el aire en las planicies capadócicas y así llegó a Konia, en donde
por tercera vez montó su negocio, precisamente en la plaza frente a la
mezquita de la Ascensión, coronada por una cúpula verde, donde
reposan los resto de Rumí. En Konia, frecuentó el círculo de los bailarines
giróvagos en donde experimentó el abandono completo y el perfecto
desasimiento mientras practicaba la danza. En el barrio de los
alquimistas de Praga, en la calle de la Última Farola, junto a la casa del
Diamantista, abrió antigüedades Salik por cuarta vez. Cruzó el océano y
abrió por quinta vez su negocio en una ciudad edificada sobre una isla en
el curso de un gran río que se alimenta de dos lagos. Luego regresó al
viejo mundo y en una diminuta isla en el Mediterráneo estableció su
tienda de antigüedades por sexta vez.
22 Titanio
22 Los Cuadrados Mágicos
Terpene und Campher, de Otto Wallach, en donde, por primera vez, los
principios aromáticos contenidos en ciertos aceites esenciales adquieren
su verdadera forma.
El Libro Ibur o el libro del agua del río o el libro del agua de la vida o el
libro de la preñez del alma, escrito por un eremita anónimo. El asunto de
esta obra es complejo, trata de viajes que llevan implícita la idea de
movimiento pero que, al mismo tiempo, implican el absoluto
desprendimiento que conduce a la antesala del vacío. El libro trata de
viajes que no son accesibles en tanto el aspirante a viajero no sea capaz
de desprenderse del cadáver que arrastra, compuesto de grosera
materia, cuyos componentes elementales, según se dice en el libro, no
son otros que sal ácida, azufre básico y mercurio filosófico. En él se dice:
¿No quieres hermano? Sólo pregunto. Si me dejas razonar pronto
distraeré tu atención con propósitos y rumbos. Está escrito. Y la mujer
huyó al desierto, donde tiene una casa dispuesta para allí ser alimentada
durante mil doscientos sesenta días. Escucha, voy a leer para ti en la
nube cargada con la memoria de batallas entre los ángeles custodios de
los pueblos. El ángel de luz y el ángel de sombra se reconciliarán
abrazándose al mismo árbol. ¿Comprendes? Ella acabará con la parte
material de las dos figuras porque ella acude a donde se la necesita, pero
ella no podrá evitar que siga navegando el soplo. Ella irá a buscarte y
entonces ni a ti ni a tu sombra os será dado escapar al abrazo ardiente
de la pantera, el abrazo que consumirá la materia grosera de la que está
compuesto tu cuerpo.
Los dos amigos dejan atrás las últimas edificaciones de las afueras,
llegan al mirador de la Cruz del Río y se sientan en un banco. El
espectáculo del atardecer sobre el valle parece dispuesto sólo para ellos,
contemplan cómo el Sol desaparece tras el perfil quebrado de la sierra y,
como si la muerte del viejo dios hubiese sido la señal, comienzan a
encenderse a las luces de Ormira. Las farolas del alumbrado público
arrojan su luz sobre las palmeras y se produce una sucesión de sombras
paralelas sobre el cauce, lo cual no supone ninguna interferencia para el
apacible flujo laminar del agua mercurial. El ojo radiante del sol ha
desaparecido al otro lado de la línea del horizonte y el cielo desciende
bajo el peso de un ser sin rasgos que lo ahoga contra la tierra.
A veces, al pasear por Ormira siento bajo mis pies los adoquines
irregulares de Fez, la vieja Nur, la ciudad de la luz, y es como si se abriera
para mí el recuerdo tanto tiempo entumecido. Veo Ormira y recuerdo a
Fez, dos antiguas ciudades como un mismo laberinto de calles y plazas,
con barrios que se remontan muy atrás en el tiempo, con distritos
demolidos, saneados y reconstruidos, con suburbios que se extienden,
cada vez más, desbordando los sucesivos límites. El orden sintáctico de
las distintas partes de las dos ciudades, la puntuación, las conjunciones y
hasta los nombres de las calles, todo está envuelto en la misma
atmósfera. Fez, allí fue en donde entré en la existencia, allí viví hasta que
inicié una especie de viaje simbólico, podría decirse que mis amigos me
empujaron a él, pero había razones más profundas, yo debía de viajar
para transformarme y el que por fin regrese no será el mismo que alguna
vez partió. Han sido largos años yendo de un lado a otro, pero ya no
habrá ninguna otra ciudad, de algún modo lo se, Ormira es la última
etapa del viaje, tras Ormira ya sólo cabe el regreso. Es difícil de explicar,
acaso los recuerdos no sólo tengan que ver con el pasado y sea posible
tener algo así como recuerdos del futuro. El tiempo no transcurre,
sencillamente es y está desplegado ya en su completitud con los sucesos
del pasado y del futuro, colocados todos juntos, configurando una suerte
de paisaje temporal análogo al espacial. El tiempo no fluye, el flujo del
tiempo es irreal, pero el tiempo mismo es tan real como el espacio. Los
términos pasado y futuro se aplican a la dimensión temporal, de igual
modo que arriba y abajo, delante y detrás, derecha e izquierda se aplican
a las tres dimensiones espaciales. Hay un entramado de espacio y
tiempo, una red en cuyos nudos está contenidas todas las formas
imaginables e inimaginables del pasado, cada uno de los presentes y los
futuros posibles, todo ello acompañado de un cierto grado de
certidumbre o probabilidad. No conocemos las leyes que rigen el curso
de los acontecimientos, acaso no haya tiempo sino diversos espacios,
imbricados entre sí, que vivos y muertos recorren. Imbricados, es decir
dispuestos como la tejas en un tejado, como ciertas semillas, hojas y
escamas. A veces tengo el presentimiento de que en la vida miramos
hacia fuera desde nuestro centro y que en la muerte se está en la
periferia, mirando hacia dentro, pero mirando también hacia fuera, a lo
que hay al otro lado, cualquier cosa que haya. Cuanto más lo pienso
tanto más me parece que nosotros, los que todavía nos encontramos con
vida, a los ojos de la muerte somos irreales y sólo a veces, en
determinadas condiciones de luz y requisitos atmosféricos, resultamos
visibles. Esta sensación me agita indefectiblemente en algunos lugares
que pertenecen más al pasado que al presente. Cuando me encuentro, en
algún rincón de Ormira, uno de esos patios tranquilos en los que desde
hace decenios nada ha cambiado, siento casi físicamente cómo el tiempo
se desacelera en el campo de gravitación de las cosas olvidadas. Todos
los momentos de mi vida me parecen entonces reunidos, como si los
acontecimientos futuros existieran ya y sólo aguardaran a que nos
presentásemos de una vez en ellos, igual que nos presentamos en una
casa atendiendo a una invitación previa que hemos aceptado. Acaso
tengamos citas en un futuro que todavía no tiene forma y podemos
imaginar que tengamos también citas en el pasado, en lo que ha sido y
en gran parte ya se ha extinguido, pero está en disposición de cobrar
vida de nuevo. Quizás nos veamos obligados a visitar lugares y personas
que, independientemente de donde estén ubicados en el tiempo, tienen
una muy estrecha relación con nosotros.
22-3 El Cuadrado Mágico 3*3
15 15 15 15 123 . 789
15
2 7 6
15
9 5 1
15
4 3 8
15
Dibuja con únicamente 4 trazos una nueva figura que resulta de unir el
1 con el 2 y el 3, y el 7 con el 8 y el 9.
El caballo del tiempo moja su cola de humo en el río Siama. Las cosas
existen sin otra justificación que su propia perfección y manifiestan sus
atributos. El mundo es una sucesión de manifestaciones, la mente
imagina, la imaginación crea ser. Cada ser imaginado busca su propio
espacio en donde engendrarse mediante el disfraz de la materia. El
forastero en la tierra vive en una continua transgresión, continuamente
viola las fronteras, traspasa los límites, no sigue las sendas, entra en un
éxtasis sereno en donde hay espacio para pensar, pero cada
pensamiento vela su origen y de ese modo despliega un abanico de
significaciones, cada una de ellas dotada de un cierto grado de
probabilidad.
23V
22Ti
21Sc
10Ne 18Ar
9F 17Cl
8O 16S
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23 Vanadio
23 El Libro de la Creación
Los diez círculos mudos representan los diez sefirots, las emanaciones
del Aín Sof que constituyen los estados intermedios entre el vacío
creador y el mundo material. Naturalmente un círculo no es más que un
cuadrado amalgamado al número que cifra el movimiento circular, el
misterioso número Π del que, no sin esfuerzo, he conseguido memorizar
sus cincuenta primeras cifras decimales. Tres. Coma. Uno. Cuatro. Uno.
Cinco. Nueve. Dos. Seis. Cinco. Tres. Cinco. Ocho. Nueve. Siete. Nueve.
Tres. Dos. Tres. Ocho. Cuatro. Seis. Dos. Seis. Cuatro. Tres. Tres. Ocho.
Tres. Dos. Siete. Nueve. Cinco. Cero. Dos. Ocho. Ocho. Cuatro. Uno.
Nueve. Siete. Uno. Seis. Nueve. Tres. Nueve. Nueve. Tres. Siete. Cinco.
Uno. Uno... Esfuerzo vano, el número Π es una letanía infinita sin
estribillo alguno que se repita, es el número vivo que cuadra el círculo sin
fin, no hay mente humana que pueda aprehenderlo, ni siquiera los más
modernos computadores pueden.
Inotka une los círculos mediante trazos. Primero con doce trazos dibuja
tres rombos superpuestos en cuyos vértices se encuentran contenidos
los diez círculos, doce como el número de meses del año solar y el
número de eras zodiacales del gran año.
Aleph, Men, Shin. Las tres letras madres se sitúan en los tres senderos
horizontales, simbolizan el azufre, el mercurio y la sal, también se
asocian tradicionalmente a la energía, la meditación y la manifestación.
Tav, Reish, Pei, Caf, Dalet, Guimel, Bet. Las siete letras dobles se
sitúan en los siete senderos verticales, se asocian tradicionalmente a la
resistencia, la red, lo interior, el vaso, la puerta, la revelación y la
morada. Representan los siete astros errantes visibles: la Luna, Marte,
Mercurio, Júpiter, Venus, Saturno y el Sol. También representan los siete
metales conocidos desde antiguo: la plata, el hierro, el mercurio, el
estaño, el cobre, el plomo y el oro.
Hei, Vav, Zaín, Jet, Tet, Yod, Lamed, Nun, Sámaj, Aín, Tsadi,
Kuf. Las doce letras simples se sitúan en los doce trazos oblicuos que
configuran los tres rombos superpuestos, equivalen a las doce eras
zodiacales del gran año y también a los doce meses del año solar. Se
asocian simbólicamente al soplo, la columna, el resplandor, la vida, la
transfiguración, el punto, el estudio, la percepción, el secreto, la
conexión invisible, el eje y la tradición.
Los sefirots son epifanías de luz negra que revelan los niveles sucesivos
del ser. La situación relativa de cada esencia respecto a la semilla refleja
el proceso de manifestación de las esencias materiales en el mundo.
Hasta aquí llegan las luces y no llegan, y no son conocidas. Aquí no hay
voluntad ni pensamiento. Cuando ilumina el pensamiento y no se conoce
de quién ilumina, entonces se viste y se encierra en el entendimiento, e
ilumina a quien ilumina y entra en otro, hasta que todos se incluyen
mutuamente como uno.
Cuando las almas se elevan hacia el lugar del envoltorio de la vida, allí
se deleitan con el esplendor del espejo de la luz que ilumina el lugar
supremo a todo. Y si no se reviste el alma del esplendor de otra
vestimenta que no sea el cuerpo, ella no puede aproximarse a ver esa
luz.
Kether
Binah Homah
Tiferet
Geburah Hesed
Yesod
Hod Nesah
Malkut
El primer sefirot que se origina es Kether, la corona suprema, de
donde emanan Tiferet, la belleza, Binah y Homah, la inteligencia y la
sabiduría.
Diez sefirots Belima, haz que cada sustancia se yerga sobre su esencia.
Diez sefirots Belima, uno el aliento, dos el fuego del aliento, tres el
agua del aliento, cuatro la luz, cinco el amor, seis la fuerza, siete el
fundamento, ocho la victoria, nueve el esplendor, diez el reino.
Silencio.
Aliento. Fuego del Aliento. Agua del Aliento. Luz. Amor. Fuerza
Fundamento. Victoria. Esplendor. Reino. Asociando estos diez conceptos
y los diez números digitales, así es como termina la versión más breve
que se conoce del Sefer Yetzirah. Mi guía en su lectura fue Masuda
Yamasac, antes de entrar en el tema de la cábala acostumbrábamos a
jugar unas cuantas partidas de damas.
El conocimiento de Masuda de las diversas estrategias del juego de
damas era superior al mío. Al principio él ganaba siempre todas las
partidas, pero, es curioso, a medida que me introducía en los diversos
niveles de lectura del libro de la creación, mi habilidad en el juego de
damas aumentaba, como si hubiese alguna oscura relación lógica entre
la disposición de los sefirots en el árbol y el movimiento colectivo de las
fichas a través del tablero.
Aquí tienen las armas para la batalla y espumoso néctar de lúpulo bien
frío para refrescarse.
Muchas gracias, la bebida nos vendrá bien para sofocar los rigores del
combate.
Inotka abre la caja y coge con su mano derecha dos fichas, una blanca y
una negra, coloca las dos manos en su espalda, fuera del alcance la
mirada, oculta una ficha en cada mano y se las ofrece a Domcio, para
que escoja una.
La izquierda.
Tú sales.
32 31 30 29
28 27 26 25
24 23 22 21
20 19 18 17
16 15 14 13
12 11 10 9
8 7 6 5
4 3 2 1
Inotka elude los cambios y agrupa sus fichas en la parte central del
tablero, creando una situación en la cual cualquier movimiento de su
rival implica la muerte de al menos una ficha blanca o que las negras
franqueen el camino para coronar reina. Domcio abandona. Mientras
colocan las fichas para la segunda partida el camarero retira las jarras
vacías y sirve otra ronda.
Bajo los aleros de los tejados de las casas que bordean el curso del
Siama han construido sus nidos un número no definido de pájaros Oriol
que parecen extraer su energía del silencio nocturno, uno de ellos sale
de su escondrijo y vuela en zigzag sobre el cauce del río.
Son conscientes de que los dos han captado al mismo tiempo la misma
imagen pero no es necesario mencionarlo, sencillamente se
intercambian una mirada de connivencia y echan a andar descendiendo
por la suave pendiente de la calle san Agustín, recreándose
mentalmente en la imagen del cetáceo dibujada en el aire.
Me gustan las calles en las que puede verse una montaña al fondo,
irguiéndose sobre los tejados. La Sierra de la Peña parece el fósil de un
ser mastodónico, con su sólo estar ahí reclama la atención de la mirada.
La Peña de Ormira me recuerda al Monte Real, en torno al cual ha
crecido la ciudad de Montreal, con una distribución peculiar de las calles
que configuran una geometría perfecta. Las calles longitudinales gozan
de una suave pendiente y están tendidas entre el Monte Real y el río san
Lorenzo, denominado así porque fue descubierto por católicos franceses
un diez de agosto, el día de la festividad del santo. Las calles
transversales no tienen inclinación alguna y dibujan círculos concéntricos
en torno al eje invisible del monte de donde la ciudad y la isla toman su
nombre. Al subir desde el puerto por la calle san Denis, en donde yo
vivía, siempre tenía de frente el Monte Real. La plácida presencia del
monte al fondo de la calle hacía de amable contrapunto a las
edificaciones y me daba sosiego.
24 Cromo
24 El Libro de los Cambios
24-1 Viajes
Y mientras tanto, el tablero con sus 64-zonas bien delimitadas está ahí,
delante de Inotka y Domcio, que ni siquiera han llegado a sacar las fichas
de su caja. Hoy no van a jugar ninguna partida. Las palabras extraen su
fuerza del tablero vacío.
24-2 Medina
Se trata de una vieja moneda china. Por una cara lleva inscrito el signo
Yin, lo pasivo, la oscuridad. Mira, es posible ver algo así como una vela
encendida en el interior de una habitación completamente cerrada. Por
la otra cara lleva inscrito el signo Yang, lo activo, la luz. Fíjate en el
rectángulo partido por una línea central, es el símbolo del sol el cual
aparece montando un caballo, sugiere la idea de movimiento.
-La base del I Ching es el Tao, del cual emanan dos principios, Yin y
Yang, la oscuridad de la materia y la levísima luz. Por debajo de las
raíces del árbol sefirótico está el Aín Sof del cual emanan dos principios,
Kether, la corona viva, y Tiferet, la imagen de la belleza. La
arquitectura conceptual del libro de la creación hebreo y del libro de las
mutaciones chino es muy similar, un único principio de donde emanan un
par de entidades. Kether y Tiferet constituyen la raíz guía del árbol
sefirótico, portador de las sustancias elementales, en el cual se cifran las
infinitas posibilidades combinatorias susceptibles de manifestarse en los
jardines del tiempo. Yin y Yang constituyen los elementos de una
combinatoria esencial de la cual surgen sucesivamente los cuatro
digramas, los ocho trigramas y los sesenta y cuatro hexagramas, cada
uno de los cuales escenifica una de las manifestaciones esenciales.
Yang Ying
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25 Manganeso
25 El Libro Mudo
La materia prima y las leyes que rigen sus transmutaciones. Eso es todo
lo que hay. En el curso del tiempo se asciende en la escala de la
complejidad, y el lenguaje por fin llega, lenguajes para enunciar el
mundo en el que surgen y lenguajes para crear mundos imaginales de los
que el anciano de los días y su hija-esposa tenga noticia.
Virus, célula, alga, hierba, árbol, insecto, pez, reptil, mamífero y por fin
el ser humano, dotado del poder de la palabra y de habilidad para la
escritura.
Emprendemos el gran viaje hacia el norte que nos conduce hasta las
montañas caucásicas y desde allí hacia oriente y occidente.
El viaje hacia las puertas por donde se pone el Sol nos lleva hasta el
final de la tierra.
Antes, mucho antes del inicio de la era de las invasiones, el río Siama
es un río aurífero y la montaña Oriolé contiene en su vientre un pozo de
mercurio todavía hoy.
Durante los dos mil ciento sesenta años de la Era de Géminis, el Libro
de Plomo es transmitido a través de quince generaciones de reyes, hasta
que finalmente Utsiliz deja de ser invocado y cae en el olvido.
En las alturas caucásicas Tiako repite por segunda vez el acto ritual,
crea un segundo golem, le infunde vida humana y le pone por nombre
Ari.
Como regalo para el hijo Tiako repite, solemne, las operaciones que
generaciones antes había realizado Kertameru.
Tiako teje con fibra de cáñamo un capazo, lo llena con agua de plata
extraída del pozo del Oriolé y la mezcla con arena aurífera del Siama,
forma así la amalgama, mediante el fuego el mercurio se convierte en
águila gris y libera así de su abrazo al metal que porta la esencia solar.
Tiako fabrica cinco finísimas láminas de oro vivo y escribe en ellas los
signos que conservaba en su memoria los cuales tienen el poder de
transmutar el metal solar en plomo. Así es como por segunda vez se
escribe el Libro de Plomo.
Mara acepta la oferta de Emón y cumple su parte del trato, por partida
doble, permite que la fecunde y, cumplido el número de lunas
preceptivas, el fruto de la semilla se hace carne. Ella da a luz no un hijo
sino dos gemelos idénticos, Moiro y Mucio, y luego desparece.
Una tarde en la que el Sol, y no sólo él, ha tenido su ocaso, Emón toma
una bolsa, mete en ella las cinco txiringas metálicas con inscripciones
que constituyen el Libro de Plomo, sale de la Casona y echa a andar en
dirección a Ormira, con él va su otro nombre, el impronunciable.
Todos los que cruzan arriba y abajo la plaza del Pozo Amargo viven de
modo íntimo su transformación, a veces el cambio repentino se produce
precisamente a partir del hecho de no haber conseguido algo, o por
haber conseguido algo que era precisamente lo contrario de lo que se
pretendía conseguir, o por haber hecho algo que no era lo que había que
hacer. Así de paradójico es el espacio a partir del cual cobra vida la plaza
del Pájaro Oriol, que también de esta otra forma puede llamarse a la
plaza del Pozo Amargo.
Emón saca de la bolsa, una tras otra, las láminas metálicas y las pone
sobre la mesa.
¿Por qué y para qué? He venido con mi hora, la inmerecida, yo, al que
le ha tocado en suerte un destino. Estoy aquí, en este lugar al que no
pertenezco. ¿Qué puedo decirte? Tal vez haya venido porque tenía que
hablar contigo acerca de lo no es posible leer, pues ¿con quien habla el
metal?
La voz sosegada de Emón adopta ahora un tono reflexivo, va a
responder a la pregunta formulada, pero va también a tratar de
explicarse a si mismo la cadena de circunstancias que han terminado por
conducirle precisamente a este instante.
Las palabras y los gestos se suceden con soltura, como los elementos
necesarios de un mecanismo perfectamente engrasado. Hacia el final del
camino, Emón se halla en posesión de lo que podríamos denominar una
cierta clarividencia de lo insondable, sus palabras son como piedras
lanzadas al fondo de un pozo y no tocan fondo. Tal vez la profundidad
sea excesiva, no importa. Las palabras reverberan como luces brillantes
sobre la superficie de su agua y luego se sumergen, siguiendo alguna de
las direcciones del olvido.
26 Ferrum (Hierro)
26 La Danza del Tiempo
26-1 El Árbol
Inotka sabe que su papel en todo este asunto se limita a ser mero
transmisor de una fuerza desprovista de intermediarios materiales y
teme que lo que sabe con antelación se convierta en cosa cierta, no
obstante el temor no le paraliza y deja que las cosas sigan su curso
preestablecido. Él es hombre de costumbres arraigadas, al filo de la
medianoche suele acostarse e introducirse en un sueño reparador,
generalmente no escucha la voz de la campana desde la una a las seis,
mas como si tuviese un despertador interno, cuando la campana de la
torre de la catedral comienza a marcar la hora siguiente su conciencia
entra en alerta, uno dos tres cuatro cinco seis siete, y se despierta. Siete
son poco más o menos las horas que Inotka suele conceder al bien
merecido descanso y al sueño reparador, pero esta noche es distinto,
estaba esperando algo que tenía que llegar y ese algo por fin ha llegado.
El Libro de Plomo está dispuesto sobre la mesa componiendo un de
paisaje metálico donde la mirada insomne advierte significados
borrosos.
A grandes distancias, desde puntos muy alejados los unos de los otros,
se escuchan múltiples sonidos pero no los habituales, más o menos
regulares, de los que hablan en sueños mientras duermen. Se escuchan
voces casi inaudibles que enmudecen abruptamente, como
reaccionando las unas a las otras, como si cada voz fuera consciente de
lo que dicen todas las demás. Se desprende una especie de energía del
silencio nocturno desprovisto de voces ahora, un silencio tan corpóreo
como sólo puede irradiarlo el sueño profundo de una multitud de seres
que únicamente en apariencia encarnan una existencia distinta.
Hasta aquí hay una perfecta lógica en todo el asunto. Del cero surge la
pareja de doses que se suman y dan cuatro. Cuatro más las dos formas
de dos dan dos formas ligeras de seis, que se comprimen generando el
seis denso.
0=2+2=4
4+2=6
4+2=6
6 = 6* = 6
¿Pero como dar el salto desde el seis denso hasta el ocho, compuesto
de un tres y un cinco? Este complejo proceso no se da en la oscuridad,
para que el seis se convierta en ocho es necesaria la presencia de la luz,
es decir del cuatro. El cuatro incide sobre el seis, provisionalmente se
produce el diez, que se rompe, dando dos formas asimétricas de cinco,
uno estable y el otro inestable. El cinco inestable se rompe y genera el
tres, de pies ligeros, y el prácticamente invisible e indetectable dos. El
cinco estable y el tres, comienzan a girar el uno alrededor del otro y de
ese modo se origina el húmedo ocho, materia prima del agua y
progenitor de estrellas.
4 + 6 = 10 = 5 + 5
5=3+2
5+3=8
Las operaciones numéricas simulan el proceso mejor de lo que pueden
hacerlo las palabras de cualquier lengua. Las diez numeraciones del árbol
se relacionan de un modo genético que permite visualizar el proceso
mismo de nacimiento de los números que continuamente emanan del
imperturbable vacío, el cual de ningún modo sufre la menor merma y
permanece siempre idéntico a sí mismo. El nacimiento de los números
tiene lugar en el espacio inmaterial que les es propio donde la dimensión
temporal no fluye, permanece quieta en el interior de la gran mente.
0 2 2 4 6 6 6* (4) 5 3 (2)
ALEDANIBAIODONUNEGOGOJAKIN
El poderoso bebe en el río, es nube en el espacio, espíritu sabio.
BAOBEBIRABOBURRUNLOMAUN
En el hueco bajo el giro de lo redondo se escucha el zumbido de un
sueño de altura.
KABIKEKIRIKORDAKUNTZANAIRE
En el nido de humo agudo dibuja con cuerdas la figura de la voluntad
en su origen.
DANTZADENBORADITZIDORREDUNDURSUZE
La danza del tiempo brilla en cima de la torre como fuego menudo.
ALBAOKABIDANTZA
El poder reside en el hueco del nido donde la danza.
EDANBEKEDENBORA
Bebe bajo el humo del tiempo.
IBAIBIRAKIRIDITZI
El río da una vuelta aguda y brilla.
ODOIBOKORDADORRE
Nubes rodean como cuerdas la torre.
UNEBURRUNKUNTZADUNDUR
En el espacio el zumbido de la figura en la cima.
GOGOLONAUSU
El espíritu del sueño es la voluntad del fuego.
JAKINMAUNREZE
Debes saber que lo alto está el origen de lo menudo.
ALEDANIBAIODONUNEGOGOJAKINBAOBEBIRABOBURRUN
LOMAUNKABIKEKIRIKORDAKUNTZANAIREDANTZA
DENBORADITZIDORREDUNDURSUZE
ALBAOKABIDANTZAEDANBEKEDENBORAIBAIBIRAKIRIDITZI
ODOIBOKORDADORREUNEBURRUNKUNTZADUN
DURGOGOLONAUSUJAKINMAUNREZE
el poder reside
en el hueco del nido
donde la danza bebe
bajo el humo del tiempo
el río da una vuelta aguda y brilla
nubes rodean como cuerdas
la torre en el espacio
y el zumbido de la figura en la cima
el espíritu del sueño es la voluntad del fuego
debes saber que en lo alto está el origen de lo menudo
a e i o u
g/j
bp l/m
cqk n/r
dt s/z
En el interior de cada círculo copia del plomo del Árbol las antiquísimas
cifras. A continuación, utilizando la clave, comienza a traducir los
fonogramas ibéricos a los caracteres de la escritura latina.
Inotka consigue leer, il, Iz, Su, Ekiur, en la columna central, Beko,
Bekoiz, Eki, a la derecha, Kobe, Kobeiz, Ur, a la izquierda.
Lo que poco antes era para Inotka una intuición es ahora creencia
cierta. Las numeraciones ibéricas del árbol escenifican un mito acerca del
nacimiento de los números, esas evanescentes formas que fueron
pensadas mucho antes del principio y sobre las cuales se edifica la alegre
danza de los seres materiales.
IL : KETHER
IZ : TIFERET
SU : YESOD
EKIUR : MALKUT
27Co
26Fe
25Mn
24Cr
23V
22Ti
21Sc
10Ne 18Ar
9F 17Cl
8O 16S
7N 15P
6C 14Si
5B 13Al
2He 4Be 12Mg 20Ca
1H 3LI 11Na 19K
27 Cobalto
27 El Vuelo
Uno dos (agudo, grave). Tres cuatro (agudo, grave). Cinco seis (agudo,
grave). Siete (agudo). La campana de la torre lunar de la catedral dice
con su voz metálica: las siete. Las primeras luces del día dibujan los
perfiles recortados de la Peña y descienden a grandes pasos por las
laderas. Amanece.
Ekarkoilol
Karkoilole
Rkoiloleka
Koilolekar
Ilolekarko
Lolekarkoi
Okekarkoil
Lekarkoilo
Lolikorkae
Elolikorka
Kaelolikor
Rkaeloliko
Korkaeloli
Ikorkaelol
Likorkaelo
Olikorkael
¡Ah! Eres tú. No te había visto. Qué más quisiera yo que tener la
posibilidad de engarzar un carbunclo, un objeto ideal que es una
imposibilidad lógica. En las caras de un carbunclo podrían verse
imágenes del pasado y del futuro, mutuamente interconectadas y
alimentadas por un fuego encendido en el corazón mismo de su íntima
estructura. Un carbunclo es un aleph donde permanece atrapado el
tiempo sin distinción de tiempos, pero no se de nadie que haya tenido
uno en sus manos.
Inotka coloca la bolsa sobre la mesa, acerca una silla y se sienta. Con un
ademán invita a Domcio a que averigüe el contenido de la bolsa. Domcio
la sopesa.
Son láminas metálicas. Una, dos, tres, cuatro, cinco. Cinco láminas
metálicas. No son de oro ni de plata, el tacto es limpio. La superficie no
es lisa, parece que tiene inscripciones. Oigamos.
¡Qué más quisiera yo que saber leer el íbero! Pero nadie puede hacerlo.
El íbero es una lengua muerta y bien muerta, Roma hizo bien su trabajo.
Así es, efectivamente, eso es lo que yo he visto, los diez signos ibéricos
prefiguran los diez sefirots de la cábala hebrea. Los signos inscritos en
cada uno de los círculos pueden ser leídos como cifras en un sistema de
numeración en base uno. Tenemos el cero, dos formas del dos, el cuatro,
tres formas del seis, el tres, el cinco y el ocho. Diez cifras en total y junto
a ellas diez palabras que acaso sean los nombres ibéricos de las cifras.
Las palabras se pueden leer con una clave que he entresacado del
léxico de inscripciones ibéricas de Gómez Moreno: il, Beko y Kobe, Iz,
Bekoiz y Kobeiz, Eki, Ur, y Ekiur.
Muerte / Vida
KOBE BEKO
Altura/Elevación/Audacia Hondura/Profundidad/Pensamiento
IZ
Luz/Claridad/Esplendor
KOBEIZ BEKOIZ
SU
Fuego
UR EKI
Agua Sol
EKIUR
Agua Solar
27-2 El Árbol Doble
Inotka procede del mismo modo que con el árbol de los diez sefirots,
abre su cuaderno por una nueva página en blanco, dibuja los 19 círculos,
los conecta mediante los exactamente 42 senderos, dibuja las cifras
ibéricas en el interior de los círculos y en el extremo inferior izquierdo la
cifra hinduarábiga correspondiente. Escribe en el exterior del círculo
central el término il, en grafía ibérica y latina, y a continuación los
nombres de las numeraciones pares:
Beko y Kobe
Iz
Bekoiz y Kobeiz
Biz
Bekobiz y Kobeiz
Iruiz
Eki e Ike
Ekike
Ekiz e Ikeiz
Ekizike
Ekibiz e Ikebiz
Ekibizike
Los dos amigos han paseado también por las apacibles huertas que
bordean los ocho caminos radiales que desde Ormira como centro
conducen a Bigastro, Hurchillo, Arneva, Beniel, la Aparecida, Jacarilla,
Redobán y la Campaneta. Inotka ve el entrañable espacio de la ciudad y
sus inmediaciones con los ojos de quien mira por última vez. Domcio
sabe que su amigo se está despidiendo del paisaje.
Sí, el encuentro con el Libro de Plomo ha sido la una señal que estaba
esperando, es ya el tiempo del regreso desde la ciudad de los muros de
helecho a la ciudad de la luz.
La isla de las Tres Ciudades (Redobán, Callosa y Cox) parece una esfinge
recostada.
Buena parte del barrio de san Antón y la parte más encrespada de san
Isidro.
28 Niquel
28 El Musgo en la Roca
Los monjes escriba, que eran los conservadores de las viejas disciplinas,
introdujeron a Ikiru niño en el sagrado arte de la escritura y en su
teología sintáctica. Ikiru también aprendió de los ascetas esgrima y tiro
al arco, actividades sólo en apariencia distintas de la escritura y que bajo
cierto punto de vista pueden ser consideradas como una especie de
escritura en el aire.
Vuestro reinado
mil y ocho mil generaciones
hasta que los guijarros sean roca
y reine el musgo.
Cierto día Hoderi le habló al dios marino acerca del anzuelo perdido y
este reunió entonces a todos los peces, entre los que había un besugo
con dolor de garganta. El dios descubrió que la causa de la dolencia del
pez era el anzuelo que llevaba clavado, extrajo el anzuelo perdido de la
garganta del pez y se lo entregó a Hoderi, junto con una piedra mágica
que podían controlar el flujo y reflujo de las mareas.
Kukijunsui Mizujunsui
Takamaghara
Kunino Tokotachi
Izanaki Izanami
Niniki Konohana
Ugaya
Jimmu
Meiji
Taisho
Showa
28-3 La Genealogía de Ikiru
Ikiru sabía que las historias que le contaba su madre eran en parte
inventadas, no obstante se sentía orgulloso del presente que ella le
hacía, el regalo de un pasado extraordinario que le ayudaba a ocupar
con una cierta seguridad su lugar en el tiempo presente y le ayudaba
también a proyectar con confianza su sombra en el tiempo futuro.
Kukijunsui Mizujunsui
Takamaghara
Kunino Tokotachi
Ugaya Nishikei
Jimmu Ojimura
29 Cuprum (Cobre)
29 El Instituto Negro
29-1 Maestros
El término Supein no deriva del castellano sino del inglés Spain. Ante la
imposibilidad del sistema silábico de escritura japonés de transcribir dos
consonantes consecutivas, se añade una vocal para silabizar la
consonante, así se obtiene la primera sílaba su-. -Pein es la transcripción
fonética de la pronunciación inglesa.
Y continuaban alternadamente.
Esta quizás un tanto retorcida filiación con Samuel fue la que llevó a
abrazar el sacerdocio, oficio dentro del cual me encuentro seguro y
cómodo, sobre todo aquí, en una parte del mundo donde los dioses son
otros, tan verdaderos como el dios de los cristianos al que por razones
etimológicas le he jurado fidelidad. De algún modo Jesucristo es hijo de
sangre de Samuel, para quien las cosas del tiempo futuro estaban vivas
en su presente.
Hideki predijo que el tiempo de vida media del mesón pi neutro era del
orden de la cientrillonésima de segundo (10-20), una cifra difícilmente
concebible, serían necesarias cien millones de millones de millones (cien
trillones) de generaciones para llenar la duración de un segundo.
Hideki también predijo que la masa del mesón pi neutro sería del orden de
la cientrillonésima de gramo (10-20), otra cifra raramente concebible, serían
necesarios cien millones de millones de millones (cien trillones) de mesones
pi neutros para igualar la masa de una diminuta gota de agua.
Años más tarde, el físico inglés Cecil Frank Powel, utilizó emulsiones
fotográficas para observar partículas nuevas provenientes de los rayos
cósmicos en los Andes bolivianos, de ese modo logró detectar los tres
miembros de la familia de los mesones de Yukawa y medir así sus masas y
sus vidas medias, que coincidieron, en buena aproximación, con los valores
predichos por Hideki.
Un año más tarde, Cecil Frank Powel recibió también el premio Nobel de
física por la confirmación experimental de la existencia de la nueva familia
de partículas.
El alto mando en Tinian llevaba días esperando, pero hasta esa mañana
de domingo no había llegado la contraseña: ¡Go!. La hora de partida
sería las dos cuarenta y cinco del lunes.
Tres jornada más tarde, el día nueve de la octava luna del año veinte
de la era de la Luminosa (sho) Armonía (wa), la segunda bomba atómica
cayó sobre la ciudad de Nagasaki.
Un guerrero ataviado con una armadura negra entró en una fortaleza
imperial, cruzó el patio, subió las escaleras. Una multitud de salas se
disponía ante él, todas ellas con las puertas cerradas por cerrojos de
hierro. Al final encontró la sala dispuesta para él, cuya puerta era la
única que estaba abierta, una habitación sin ventanas bañada en un
extraño resplandor de sombras. Sentada con las piernas cruzadas sobre
una esterilla, en el centro de la estancia, se encontraba una muchacha y
junto a ella un montón de clavos de herradura, largos y brillantes, con
puntas afiladas. El soldado sopesó los clavos uno por uno, comprobando
con precaución el filo de las puntas y a continuación comenzó a clavarlos
en el cuerpo de la muchacha, en una mano, en su cara, en un tobillo, en
la otra mano, en un pie, en un incipiente seno, en el cuello, en el otro
seno. La muchacha en realidad era casi una niña y no se movía ni se
inmutaba. En un momento dado el guerrero negro levantó la falda de la
niña y comenzó a clavarle clavos en los muslos primero y luego a
introducírselos por la vagina con una lentitud insólita, como si con ello
pudiese ralentizar el paso del tiempo. La niña guardaba silencio y no se
movía ni se inmutaba, parecía que no pertenecía ya a este mundo.
Cuando el soldado negro agotó su provisión de clavos no fue capaz de
permanecer en la habitación por más tiempo, salió corriendo. Las
puertas antes cerradas iban abriéndose a su paso y le era posible
vislumbrar lo que ocurría dentro. En cada una de las prácticamente
innumerables habitaciones otros torturadores como él practicaban
torturas de las que nunca se sabrá. Entonces el hombre de la armadura
negra lo comprendió, él no era más que un instrumento y se encontraba
en la fortaleza secreta del dolor, en una especie de palacio simbólico de
la guerra.
El día quince de la octava luna del año veinte de la era Showa, Japón
capituló sin condiciones.
La Casa de la Carbonera.
Lla Casa de la Marquesa.
La Casa de la Puerta Falsa.
La Casa del Sur.
La Casa de la Luna.
La Casa Azul.
La Casa de la Regulación del Fuego.
La Casa de la Torre de la Música.
La Casa del Valle del Gozo.
La Casa del Pequeño Paraíso.
La Casa que Surgida del Centro de la Oscuridad.
La Casa que Fue Tallada por los Golpes de la Luz del Rostro Más Oculto.
Y ni aun así había llegado a conocer todas las casas de gozo del barrio
de puertas abiertas a cualquier hora que era algo un río sin riberas por
donde toda la belleza del circulaba.
El sueño se repitió con ligeras variantes una y otra vez e Ikiru dejó de
frecuentar a las armónicas mujeres de la Mancebería porque no podían
competir con la mujer onírica.
29-4 La Estructura Jerárquica
Sí, así es. ¿Entonces, cuándo una cobra deja de reptar y se detiene, se
convierte en una sombra?
Ikiru y Carmelo juegan con las palabras y ríen con una risa cómplice
mediante la cual se reafirman en su mutuo entendimiento.
Hace años que Ikiru dejó dar clases de lengua y escritura japonesa a
jóvenes sacerdotes de la orden destinados a las escuelas jesuitas que
habían florecido en Japón al terminar la guerra, las cuales fueron
cerradas, una tras otra, cuando el interés de una minoría del pueblo
japonés por la teología sintáctica cristiana dio paso al interés
generalizado por las actividades científicas, industriales y culturales de
occidente.
El tiempo se le ha pasado a sin darse cuenta, ya ha sobrepasado la
edad de jubilación voluntaria, pero continua con sus clases en el
Instituto Negro porque para él, el hecho mismo de la enseñanza no es
propiamente un trabajo sino una actividad en buena parte lúdica. No es
algo habitual, pero en ocasiones se ha encontrado formulando, en voz
alta, delate de sus alumnos, ciertas ideas originales que construye al
mismo tiempo que las da a conocer.
30Zn
29Cu
28Ni
27Co
26Fe
25Mn
24Cr
23V
22Ti
21Sc
10Ne 18Ar
9F 17Cl
8O 16S
7N 15P
6C 14Si
5B 13Al
2He 4Be 12Mg 20Ca
1H 3LI 11Na 19K
30 Zinc
30 La Cadena del Ser
30-1 La Alquimia
Y a partir de los cinco elementos se generaban los Diez Mil Seres, que
simbolizaban la totalidad de los seres del universo.
En el signo del Agua puede verse el fluir del líquido elemento por el
estrechamiento de un río.
Domingo el día del Sol y del oro, el día del sol áureo y del oro solar.
A una estrella del tamaño del sol le puede llevar diez mil millones de
años llegar en la serie de los elementos hasta el Hierro, de número
atómico veintiséis, pero a partir de ahí el proceso se acelera.
69 Tm 101 Md
Tulio Mendelevio
68 Er 100 Fm
Erbio Fermio
67 Ho 99 Es
Holmio Einstenio
66 Dy 98 Cf
Disprosio Califormio
62 Sm 94 Pu Radioactivo Natural
Samario Plutonio
61 Pm 93 Np Radioactivo Artificial
Prometeo Neptunio
60 Nd 92 U
Neodimio Uranio
59 Pr 91 Pa
Praseodimio Protactinio
58 Ce 90 Th
Cerio Torio
57 La 89 Ac
Lantano Actinio
30 Zn 48 Cd 80 Hg 112 Uub
Zinc Cadmio Mercurio Ununbio
29 Cu 47 Ag 79 Au 111 Rg
Cobre Plata Oro Roentgenio
28 Ni 46 Pd 78 Pt 110 Ds
Niquel Paladio Platino Darmstadio
27 Co 45 Rh 77 Ir 109 Mt
Cobalto Rodio Iridio Meterio
26 Fe 44 Ru 76 Os 108 Hs
Hierro Rutenio Osmio Hasio
25 Mn 43 Tc 75 Re 107 Bh
Manganeso Tecnecio Renio Bohrio
24 Cr 42 Mo 74 W 106 Sg
Cromo Molibdeno Wolframio Seaborgio
23 V 41 Nb 73 Ta 105 Db
Vanadio Niobio Tántalo Dubnio
22 Ti 40 Zr 72 Hf 104 Rf
Titanio Zirconio Hafnio Rutherfonio
21 Sc 39 Y 71 Lu 103 Lr
Scandio Itrio Lutecio Lawrencio
10 Ne 18 Ar 36 Kr 54 Xe 86 Rn 118 Uuo
Neon Argón Kripton Xenon Ranon Ununoctio
9 F 17 Cl 35 Br 53 I 85 At 117 Uus
Fluor Cloro Bromo Yodo Astato Ununseptio
8 O 16 S 34 Se 52 Te 84 Po 116 Uuh
Oxígeno Azufre Selenio Teluro Polonio Ununhexio
7 N 15 P 33 As 51 Sb 83 Bi 115 Uup
Nitrógeno Fósforo Arsénico Antimónio Bismuto Ununpentio
6 C 14 Si 32 Ge 50 Sn 82 Pb 114 Uuq
Carbono Silicio Germanio Estaño Plomo Ununquadio
5 B 13 Al 31 Ga 49 In 81 Tl 113 Uut
Boro Aluminio Galio Indio Talio Ununtrio
2 He 4 Be 12 Mg 20 Ca 38 Sr 56 Ba 88 Ra 120 Ubn
Helio Berilio Magnesio Calcio Estróncio Bario Radio Unbinilio
1 H 3 Li 11 Na 19 K 37 Rb 55 Cs 87 Fr 119 Uue
Hidrógeno Litio Sodio Potasio Rubídio Cesio Francio Ununhenio
30-3 Las Partículas3
Del mismo modo que los químicos habían demostrado que el agua
alquímica no era elemental, puesto que podía descomponerse en
hidrógeno y oxígeno, los físicos demostraron que tanto el hidrógeno
como el oxígeno, como el resto de los elementos, no eran elementales
sino que estaban compuestos de electrones, protones y neutrones, los
cuales fueron denominados como partículas elementales, es decir,
entidades que no podían ser reducidas a otras más simples mediante el
análisis.
-
gl Z W
Hgg
g γ W
+
qd
+1/3
qu
+2/3
e
+
νe νe e
-
qu
-2/3
qd
-1/3
qs
+1/3
qc
+2/3
µ
+
νµ νµ µ
-
qc
-2/3
qs
-1/3
qt
+1/3
qb
+2/3
τ
+
ντ ντ τ
-
qt
-2/3
qb
-1/3
30-4 La Alquimia Cuántica
31 Galio
31 El Tao Cuántico
Acaso el mundo nunca haya sido creado, nunca hubo ningún comienzo
y la materia prima ha existido siempre, constituyendo algo así como el
cuerpo de una gran madre, cuyo sueño es el jardín en donde vivimos y
vivimos, hasta que voces no humanas nos despierten.
Siete veces ha sido vengado Caín, pero Lamec será vengado siete veces
siete.
111 111 111 111 111 111 111 111 111 111 111 111 111 111 111 111 111 111 111 111 111 111 111 111 111 111 111 111 111 111 111 111
111 26 25 10 9 12 29 111 111 26 25 9 10 12 29 111 111 11 7 27 28 30 8 111 111 11 7 28 27 30 8 111
111 35 6 3 34 1 32 111 111 35 6 34 3 1 32 111 111 32 6 3 34 1 35 111 111 32 6 34 3 1 35 111
111 23 19 16 15 24 14 111 111 17 18 21 22 13 20 111 111 14 19 16 15 24 23 111 111 20 18 21 22 13 17 111
111 17 18 22 21 13 20 111 111 23 19 15 16 24 14 111 111 20 18 22 21 13 17 111 111 14 19 15 16 24 23 111
111 2 36 33 4 31 5 111 111 2 36 4 33 31 5 111 111 5 36 33 4 31 2 111 111 5 36 4 33 31 2 111
111 8 7 27 28 30 11 111 111 8 7 28 27 30 11 111 111 29 25 10 9 12 26 111 111 29 25 9 10 12 26 111
111 111 111 111 111 111 111 111 111 111 111 111 111 111 111 111 111 111 111 111 111 111 111 111 111 111 111 111 111 111 111 111
111 111 111 111 111 111 111 111 111 111 111 111 111 111 111 111
111 6 3 35 32 34 1 111 111 6 32 3 34 35 1 111
111 19 16 23 14 15 24 111 111 7 11 27 28 8 30 111
111 25 10 26 29 9 12 111 111 19 14 16 15 23 24 111
111 7 27 8 11 28 30 111 111 18 20 22 21 17 13 111
111 18 22 17 20 21 13 111 111 25 29 10 9 26 12 111
111 36 33 2 5 4 31 111 111 36 5 33 4 2 31 111
111 111 111 111 111 111 111 111 111 111 111 111 111 111 111 111
111 111 111 111 111 111 111 111 111 111 111 111 111 111 111 111
111 6 34 35 32 3 1 111 111 6 32 34 3 35 1 111
111 18 21 17 20 22 13 111 111 7 11 28 27 8 30 111
111 25 9 26 29 10 12 111 111 18 20 21 22 17 13 111
111 7 28 8 11 27 30 111 111 19 14 15 16 23 24 111
111 19 15 23 14 16 24 111 111 25 29 9 10 26 12 111
111 36 4 2 5 33 31 111 111 36 5 4 33 2 31 111
111 111 111 111 111 111 111 111 111 111 111 111 111 111 111 111
111 111 111 111 111 111 111 111 111 111 111 111 111 111 111 111 111 111 111 111 111 111 111 111 111 111 111 111 111 111 111 111
111 11 27 30 7 28 8 111 111 11 28 30 7 27 8 111 111 26 10 12 25 9 29 111 111 26 9 12 25 10 29 111
111 14 16 24 19 15 23 111 111 20 21 13 18 22 17 111 111 23 16 24 19 15 14 111 111 17 21 13 18 22 20 111
111 5 33 31 36 4 2 111 111 5 4 31 36 33 2 111 111 2 33 31 36 4 5 111 111 2 4 31 36 33 5 111
111 32 3 1 6 34 35 111 111 32 34 1 6 3 35 111 111 35 3 1 6 34 32 111 111 35 34 1 6 3 32 111
111 20 22 13 18 21 17 111 111 14 15 24 19 16 23 111 111 17 22 13 18 21 20 111 111 23 15 24 19 16 14 111
111 29 25 9 10 12 26 111 111 29 9 12 25 10 26 111 111 8 27 30 7 28 11 111 111 8 28 30 7 27 11 111
111 111 126 96 108 114 111 111 111 111 111 111 111 111 111 111 111 111 111 111 111 111 111 111 111 111 111 111 111 111 111 111
31-3 Los Seis Rostros
Ikiru cuenta cada una de las palabras al tiempo que las pronuncia y de
nuevo son veinticinco. Lo que acaba de decir se le antoja algo así como la
excrescencia de un lenguaje que susurra desde el otro lado y que él no
controla. No se toma un momento de respiro, dibuja la estructura de
cuatro cuerdas del fotón y una distorsión hormiguea en torno a él, un
retorcimiento del espacio del que parece brotar un murmullo de sonidos
informes. Los sonidos, con su música propia, y las palabras, con su
significado distintivo, son dos sistemas autónomos que la mente
consigue vincular. Y de repente las palabras preñadas de significado
están ahí, brotando de su boca.
En este caso que nos ocupa, no hay que excluir la posibilidad de que las
estructuras de las seis partículas estables verdaderamente elementales
hayan sido inspiradas a por una inocente lámina de metal preñada de
inscripciones que la doten del poder de inspirar al escogido que
inadvertidamente entre en su esfera de influencia.
Una tarde de oro pálido y tibio, un hombre de porte noble camina por
la calle Mayor, llega a la altura de la plaza del Pozo Amargo y se
encuentra frente a la impresionante mole de la Catedral.
Ikiru entra en la única catedral del mundo que lleva a las puras
tinieblas, apenas transcurre un instante y ya cree distinguir la diferencia
entre la oscuridad y la tiniebla impenetrable. Hay una aspiración y una
tendencia en el aire, es como si en la nave central se abriera un pozo
susurrante atravesado por un viento de almas que ascendiesen en
remolino en torno a una columna magnífica e invisible. Tiene la
sensación de que ha entrado en el vacío interior de un enorme objeto
cerrado que se basta a sí mismo, del mismo modo que se bastan a sí
mismas las piedras con las que el templo fue construido. Sensación de
vacío sin detalles. A medida que sus ojos se acostumbran la oscuridad, la
tiniebla se diluye. Los instrumentos de adoración y de culto, junto con
las piedras que configuran la espacialidad de los muros, están mucho
más desnudos de lo que habría sido necesario, es como si una especie de
improbable personificación del lugar exclamase: Dame un significado.
En ocasiones hay un enorme muro que nos separa de las cosas que
difícilmente nos serán accesibles pero acaso sea posible encontrar un
hueco a través del cual se le pueda atravesar, quizás exista una puerta
que nos está reservada. Ikiru no sabe dónde se encuentra su puerta, no
lo sabe y sin embargo busca y busca, de algún modo sabe que pronto
estará delante del lugar que le corresponde. Camina despacio, sabe que
busca algo, ¿pero qué?, sólo sabrá qué es ese algo que busca cuando lo
encuentre. Sale de la Catedral a través de la puerta sur, conocida como
la Puerta Zodiacal, porque en el friso que la adorna figuran esculpidos
doce grupos escultóricos flanqueados por dos esfinges que representan
la ocultación de un misterio. Las esculturas son una especie de
escenificación inmóvil de cada uno de los signos del zodiaco que dan
nombre a cada una de las doce eras.
Mara observa atentamente cómo Ikiru cruza la plaza del Pozo Amargo
y se dirige hacia el escaparate de la orfebrería Urzilar.
Pero ahora todo es distinto, el flujo del tiempo parece detenerse para
que Ikiru tenga ocasión de examinar detenidamente los signos inscritos
en el plomo expuesto y para que el metal mismo tenga ocasión de
contemplarle a él. Y tiene lugar la alegría del reconocimiento,
experimenta fugazmente el momento de la sensación verdadera, el
kayrós, la hora (santde) de la estrella (stern), sternstunden, un momento
tan importante en la vida que da un giro distintivo a esa vida. La hora de
la estrella presupone una gran iluminación desde fuera, un momento
sagrado, una determinada posición de los astros, un encuentro con la
memoria arquetípica, el momento en que se percibe el mundo sin
adjetivos, en que el mundo ofrece su misterio, se abre y puede ser
reconquistado.
32 Germanio
32 El Libro de Plomo
32-1 La Escritura Metálica
El gravitino en el centro.
Arriba a la derecha el electrón y a la izquierda el antielectrón.
Debajo a izquierda el antineutrino electrónico y a la derecha el
neutrino electrónico.
Y debajo de todo el fotón.
Los seis rostros del vacío están ahí, con su mirada gris. Silencio. Hay
más nada que decir. El vacío entre cada dos silencios da forma a lo que
puede llegar a ser accesible a la mirada.
Así, espíritus vitales fluyen entre Ikiru, Domcio, Mara y Berum, el lobo
gris, bajo su apariencia de plomo lunar, configurando una retícula de
miradas que se superpone al cuadrado de la plaza del pozo amargo. Dos
triángulos adosados, cuatro vértices que irradian y perciben espíritus
vitales. Berum, Mara, Domcio e Ikiru. El vacío bajo su apariencia de lobo,
la madre materia, la luz y la vida. Fuego, Agua, Aire y Tierra. Hay que
romper esta perspectiva encantada de líneas. Hay que restablecer la
absoluta unidad primordial. Hay que volver a construir relaciones entre
los que han llegado a estar separados. Y el encargado de la
intermediación es el lenguaje, la voz viva que es patrimonio del habla,
pero también la voz silenciosa que es patrimonio de la escritura. Hay que
hacer que el silencio entre dos miradas deje huella. Hay que amalgamar
el azufre y la sal para que se surja el mercurio vivo.
Domcio sufre una especie de reacción mimética y hace otro tanto. Los
pies juntos, inclinación de la cabeza y extensión de la mano, que se
encuentra con la otra mano en un cordial saludo. Ambos prolongan
quizás un poco más de lo necesario el entrechocarse firmemente las
manos y la mutua inclinación de cabeza.
Esta cara del plomo, la que era visible desde la calle cuando estaba
expuesto en el escaparate, contiene un circulo de cinco cifras danzando
en torno al cero que es su centro, eso es todo, no hay nada más sino
espacio metálico vacío rodeando a limpia expresión desnuda.
En la cara opuesta puede ver diez y nueve cifras agrupadas de tal modo
que recuerda al árbol sefirótico doble de la cábala hebrea.
En la columna central figuran las cifras doce, ocho, cuatro, cero, seis,
diez y catorce, representadas mediante un total de cincuenta y cuatro
trazos.
Cincuenta y cuatro más dos veces treinta y nueve hacen ciento treinta y
dos, una cifra que contiene la unidad, la dualidad y la trinidad, y que se
reduce a seis que no es otra cosa que la doble trinidad o la triple
dualidad.
Escuche.
Il, beko y kobe, iz, bekoiz y kobeiz, biz, bekobiz y kobebiz, iruiz.
Il, Eki e ike, ekike, ekiz e ikeiz, ekizike, ekibiz e ikebiz, ekibizike.
Hacia las doce terminé la clase y salí del instituto. Estuve paseando por
Ormira, dándole vueltas en la cabeza a la idea de que acaso las
partículas no sean puntuales sino que tengan una estructura interna.
Primero los siete círculos del eje central. Seis círculos a cada lado.
Ahora hay que dibujar las estructuras en el centro de los círculos.
El cero en el centro del sistema.
Alrededor del cero, una pareja de doses, una pareja de treses, el cuatro
y el seis.
Todo lo que falta es ir sumando cuatro a cada una de las seis cifras del
grupo fundamental que rodea al cero.
Tras el cuatro, ocho y doce.
Tras el seis, diez y catorce.
Tras el par de doses, la pareja de seises y dieses.
Tras el par de treses, la pareja de sietes y onces.
Ikiru habla al tiempo que dibuja, del mismo modo un lector imaginal
podría dibujar mientras leyese. Le habla a Domcio pero también se habla
a sí mismo y al hacerlo se encuentra expresando algo que previamente
no ha pensado. Se podría considerar que en realidad quien se expresa es
el plomo, que son los signos mismos los que se manifiestan, dando a
conocer un aspecto de su significado que hasta ahora ha permanecido
velado.
Del mismo modo se puede considerar que a partir del vacío se generan
gravitinos, los cuales se combinan produciendo los cinco leptones
estables, a partir de los cuales se pueden generar la totalidad de lo
existente.
Z
e+ e-
g
νe0 νe0
γ
νµ0 νµ0
π
0
ντ0 ντ0
0
K
32-4 Las Raíces y las Ramas
Domcio abre un cajón, saca los cuatro plomos restantes y los coloca
sobre la mesa. Ikiru observa las inscripciones durante un prolongado
instante, con detenimiento coge un plomo, luego otro, les da la vuelta,
los examina por el reverso. Se siente perdido ante las numerosas
inscripciones donde en una maravillosa confusión se entremezclan
fonogramas que transcriben los sonidos de olvidadas palabras ibéricas,
inscripciones numéricas e ideogramas simbólicos.
33 Arsénico
33 Sueño Fértil
33-1 La Gran Madre y el Vacío
En los ocho fonogramas ibéricos que hay inscritos en los radios de las
ruedas puede leerse la expresión: ekarkoilol. La cual puede dividirse en
tres términos: ekarko, il, y ol. Que pueden traducirse como: sueño (ol),
fértil (ekarko) de Il.
El Tao es el vacío.
Ikiru enuncia esta sucinta relación de equivalencia y a continuación se
lanza a extraer consecuencias de ella.
He visto cómo en las raíces y las ramas del árbol se escenifica la lucha
de la materia elemental por sobrevivir y multiplicarse. Si debido a cierta
peculiaridad de la base numeración escogida los números ibéricos
permiten representar de modo adecuado las estructuras de las partículas
elementales entonces este diagrama podría ser el embrión de un hasta
ahora desconocido sistema periódico de las partículas basado en su
estructura.
Ikiru pronuncia toda esta última frase sin tomar aliento y sin apenas
dejar silencio entre las palabras, en la modulación del tono de su voz se
advierte un esfuerzo interminable que parece sugerir cosas que no
podría explicarle a Domcio con facilidad por mucho que hablase, incluso
sus gestos parecen señalados por el ahínco.
Tiene la sensación de que los signos que tan bien se prestan a soportar
estructuras internas de partículas elementales, significan algo más, cifras
secretas, numeraciones sagradas, como piensa Domcio, personajes de
una mitología, divinidades de una religión, reyes de una dinastía y
también algo más vago, quizás emparentado con oscuros arquetipos
alquímicos o con enigmáticos movimientos en las profundidades del
vacío que contribuyen a modular el paisaje del espaciotiempo.
Hace mucho tiempo que la lengua ibérica es una lengua muerta. Emón
era incapaz de leer los plomos y había decidido desprenderse de ellos
porque pensaba que los plomos mismos querían ser leídos. Confiaba en
que Inotka fuese capaz de encontrar a la persona adecuada para leer en
ellos.
Inotka fue quien me sugirió la idea de exponer el plomo del Árbol Doble
en el escaparate, con la esperanza de que alguien se interesase por él y
me ayudase a desentrañar su significado.
Ikiru mira su reloj, son casi las ocho, necesita pasar de la memoria a
corto plazo a la memoria profunda todo lo tratado y decide despedirse
de Domcio, no sin antes asegurarle que volverá para continuar la muy
fructífera conversación ahora interrumpida.
34 Selenio
34 El Campo Unificado
34-1 La Unificación de las Fuerzas
Una nueva imagen del espacio implicaría una nueva perspectiva sobre
el medio en el que vivimos inmersos, y una geografía y una toponimia
nuevas.
Una nueva imagen del tiempo implicaría una nueva perspectiva
cronológica y un calendario nuevo.
Una nueva imagen del vacío implicaría una mitología, una filosofía y
una cosmología nuevas. Podemos imaginar el vacío como un criadero de
dioses, o como el atributo manifiesto de una difusa divinidad manifiesta
en la amalgama espaciotiempo que oscila armónicamente por obra de la
voluntad creadora, y que el producto de las oscilaciones sean semillas de
materia dotadas de bondad, sabiduría y memoria. Pero dicho producto
de la imaginación carecería de consistencia científica porque no está
formulado en el lenguaje de la alta matemática.
Una serie de notables físicos, que gozan por ello de la más alta
reputación, reformularon la estructura básica de la teoría
cromodinámica en un lenguaje matemático compatible con el utilizado
en la descripción de la fuerza electrodébil y así les fue posible descubrir
conjuntamente la existencia de un supergrupo algebraico que contenía
como subgrupos a las matrices simétricas de las fuerzas electrodébil y
fuerte.
Cuando llegó la hora programada para que tomase la palabra, que era
precisamente a las diez de la mañana, Witten subió con grandes
zancadas al estrado y pronunció una conferencia que fue el detonante
para la revolución en la teoría de cuerdas. Dio a conocer una estrategia
para lograr la explicación de las teorías conocidas aplicando un nuevo
concepto de simultaneidad espacial, mediante el que logró mostrar que
las cinco teorías de cuerdas, que hasta entonces habían recibido mayor
aceptación, no eran sino modos distintos de describir la misma geografía
interior subyacente.
Cuando salieron del cuarto oscuro, los cinco pintores fueron invitados
por el rey a que trabajasen conjuntamente en la elaboración de una
pintura que representase, del modo más realista posible, al animal que
ninguno de ellos había tenido ocasión de ver.
Una idea que en los Dípticos Sagrados aparece una y otra vez es que
Ahura Mazda, Alá, Yavé, Jesús y Brahma no son más que cinco
denominaciones de una única y sola divinidad innombrable.
Hay una leyenda cabalística narrada por Rabí Simeón ben Yohai en sus
Escolios al Jardín, en la que se explica el destino de cuatro rabinos que
han tenido acceso al jardín cerrado en donde se encuentra el árbol de la
ciencia.
Rabí Eleazar entra en el jardín y muere.
Rabí Aba enloquece.
Rabí Shimón huye del jardín y se hace ateo.
Rabí Iosei lo contempla y vuelve a su hogar profundamente
transformado interiormente pero sin exhibir ningún cambio en su
comportamiento externo, de modo que prácticamente nadie supo nunca
que había visto algo que muy raramente el ojo consigue ver.
Rabí Brajíah dijo: Y el mundo era tohu va bohu, significa que el tohu, el
vacío, lo fundaba, y el bohu, el deseo, lo transformaba. Significa que en
el vacío primordial (tohu) ya habitaba el deseo (bohu). ¿Y qué es lo que
desea el deseo? Tohu es un tesoro oculto que quiere ser conocido y que
quiere también conocer a quien le conoce.
35 Bromo
35 Laberinto Topológico
35-1 Biko
Cosmología y partículas.
Origen y evolución del universo en el marco de la teoría estándar.
El ciclo vital de las estrellas.
Distribución del viento de radiación en el Centro Galáctico.
Evidencia de una función de masa no uniforme en el centro del
Universo Local.
El escape de la Galaxia de fotones energéticos.
Agujeros negros, agujeros blancos y viaje en el tiempo.
Bariones, radiación, materia oscura y energía oscura.
El Vacío y el Jaguar.
Agda y Biko viven cada cual en su propia casa, pero con frecuencia
pasan la noche el uno en la casa del otro, y dos o tres veces al año
realizan juntos algún viaje, por ejemplo a China, India, Méjico, Canadá,
Marruecos, Rusia, Inglaterra e Irlanda, Grecia y Turquía, Rumanía y
Bulgaria, las Repúblicas Bálticas, Alemania, Italia, Armenia, Sri Lanka,
Vietnán, Armenia... El último viaje que han realizado ha sido un viaje de
fiordos y glaciares, el paisaje del norte escandinavo les ha fascinado y
planean viajar a las islas islándicas, donde el año tiene un solo un día y
una única noche.
35-2 Una Llamada Telefónica
¿Dígame?
Hasta mañana.
35-3 La Estructura de las Partículas
Delante de la puerta del primer despacho Ikiru mira la hora. Las cinco
menos cuarto. No le gusta llegar antes de tiempo, le gusta ser puntual,
todavía tiene quince minutos, así que recorre el pasillo imaginando qué
es lo que hay tras cada puerta, sube y baja las escaleras, anda y desanda,
se asoma por alguna ventana fingiendo buscar con la mirada algo
determinado. Ajusta con precisión su merodeo y a las cinco en punto
golpea dos veces con los nudillos en el marco de la puerta del despacho
de Biko. Una voz escueta resuena el otro lado.
Pase.
Soy Ikiru.
Le dice Biko a Ikiru de forma que parece una pregunta pero en realidad
anticipa la respuesta. Ikiru no dice nada, asiente con un ligero
movimiento de cabeza y no puede reprimir una sonrisa de satisfacción.
Las palabras no son necesarias, el ojo ve y la imagen va directamente al
intelecto.
0
5 4 4
5 6 2
10
1 2 2 3 3 2 2 1
5 6 6 7 7 6 6 5
9 10 10 11 11 10 10 9
35-4 El Árbol Mudo
Sin decir nada, Ikiru toma del suelo la cartera, la coloca sobre sus
piernas, saca una segunda hoja de papel, la pone sobre la mesa y vuelve
a poner la cartera en el suelo. En la nueva hoja figuran las estructuras de
las partículas de la hoja anterior, y además otras muchas estructuras
mudas dispuestas de acuerdo a una rigurosa geometría que evoca la
forma de un árbol y también la clepsidra de un reloj de arena.
Biko en una silla de brazos de este lado del escritorio e Ikiru del otro,
en una silla sin brazos, más pequeña, en la que de vez en cuando se
sienta para hablar consigo mismo, el yo preocupado dirigiéndose al yo
indiferente que apenas lo escucha, finge que lo escucha, no lo escucha
en realidad. Por fin la voz de Ikiru rompe el silencio.
Lo que dice no está exento de una cierta lógica. Lo que quisiera saber
es ¿en qué fuente se ha inspirado para construir el Árbol de las
Partículas?
15 15 15 15 15 15 15 15
13 13 13 14 13 13 13
11 11 11 11 11 11 11 11
9 9 10 9 9
7 7 7 7
5 5 6 5 5
3 3
10 6 2 1 5 9
0
2 1
2 2
6 5
10 4 4 4 9
6 6 6 6
8 8 8 8 8
10 10 10 10 10 10
12 12 12 12 12 12 12
14 14 14 14 14 14 14 14
16 16 16 16 16 16 16
18 18 18 18 18 18 18 18
20 20 20 20 20 20 20 20 20
30Zn
29Cu
28Ni
27Co
26Fe
25Mn
24Cr
23V
22Ti
21Sc
10Ne 18Ar 36Kr
9F 17Cl 35Br
8O 16S 34Se
7N 15P 33As
6C 14Si 32Ge
5B 13Al 31Ga
2He 4Be 12Mg 20Ca
1H 3LI 11Na 19K
36 Kriptón
36 La Muralla China
36-1 La Princesa Oriental
Esta semana has sido más difícil de ver que a un emperador oriental.
¿Es que te has convertido en un punto y te has quedado encerrado en el
interior de una esfera?
Tengo que contarte algo que me ha ocurrido desde la última vez que
nos vimos. El lunes pasado recibí una llamada telefónica, un hombre que
decía llamarse Ikiru me dijo que estaba interesado en mostrarme un
sistema periódico basado en las estructuras de las partículas que él
mismo había construido. Nadie hasta ahora ha conseguido nunca una
cosa así, las partículas fundamentales se consideran puntuales, sin
estructura interna conocida, así que no hay modo de clasificar las
partículas de acuerdo a un patrón de clasificación que se desconoce. No
obstante sentía curiosidad y acordé en encontrarme con Ikiru al día
siguiente, el martes, en mi despacho en la universidad.
Dice Agda hablando de un modo atropellado, casi sin parar para tomar
aliento y proyectando en su rostro la cara de una muchacha revoltosa, lo
cual es posible gracias a la cualidad metamórfica de sus ojos. Biko duda a
veces de que las cosas que ella le cuenta tengan que ver con su erudición
y a veces piensa que ella improvisa sobre la marcha, sin que resulte fácil
discernir cuando ella recuerda o imagina.
36-4 Calor para el Invierno
Agda tiene unos ojos como dos piedras preciosas y una mirada de
pantera a punto de precipitarse sobre su presa, tiene también mirada de
niña asustada, de adolescente respondona, de jovencita reluciente,
egoísta y salvaje, generosa, cruel, feliz, mezquina, alegre, triste,
profunda, superficial, tiene mirada de anciana que ya no cree en nada y,
al mismo tiempo, de mujer madura que se encuentra cómoda dentro de
su cuerpo. Un par de ojos también es un paisaje.
Abrázame.
Vengo del lugar en que se mezclan como alquimia las cosas que hacen
crecer de modo increíble las semillas. Quiero que sepas que traigo para ti
piedras de agua de lluvia incrustadas en el útero.
Ella le dice. Envueltos por la luz gris que entra a través de la ventana
abierta a la noche, los dos cuerpos entrelazados son de un tinte
plateado, algo más claro en ella. Manchas negras indican los cabellos, la
boca, los pezones, las partes pilosas de los cuerpos vibrantes. La pradera
jaspeada de césped en el pecho y el vientre de él, el aromático monte
recubierto de hierbas de ella. Con una voz como de langosta ella le dice.
Dice él como un torrente sin apenas tomar aire ni mover los labios pero
en modo alguno con ese carácter fantasmal propio de los ventrílocuos. Y
la rigidez inaugura el reino. Lento el azul a través del rojo. Amarillo como
un torrente ahora. Los senos de ella palpitan, su afilada respiración
orada el silencio de donde surge un murmullo, un gemido, una palabra
entrecortada y por fin es el estallido. Cuerpos acoplados. El animal de las
dos espaldas se multiplica así. El cero se une con el cero y se convierte en
cuatro, el cuatro se convierte en ocho y en doce y en dieciséis y en
veinte. El veinte se rompe y se convierte en diez, la esférica cifra exhala
un profundísimo aullido de loba y se rompe en dos perfectas mitades. La
habitación se inunda de luz y se carga de electricidad. Formas inmensas
colman enteramente el campo de visión y obstruyen la vista. El brazo
flexionado, la maraña vegetal de una axila, la placidez de los muslos, el
libro de las maravillas en los repliegues de la aceitosa y almizclada vulva,
la calidad mercurial del miembro untado de miel que exhala la fragancia
de la primera escarcha de la mañana.
Ella es la primera que se despierta. Ahora coge una luz y abre la puerta.
¿Qué hacer con una luz? Cae la lluvia. Amanece.
30Zn
29Cu
28Ni
27Co
26Fe
25Mn
24Cr
23V
22Ti
21Sc
10Ne 18Ar 36Kr
9F 17Cl 35Br
8O 16S 34Se
7N 15P 33As
6C 14Si 32Ge
5B 13Al 31Ga
2He 4Be 12Mg 20Ca
1H 3LI 11Na 19K 37Rb
37 Rubidio
37 Dúo
37-1 El Árbol de las Partículas
Sí, creo que estas son todas las partículas que he conseguido
identificar, el resto parecen ser estados intermedios que no han sido bien
caracterizados experimentalmente, hasta ahora.
Sin levantar la cartera del suelo, Ikiru la abre, saca de ella una página
de papel y la pone sobre la mesa. Ahí están los dos sistemas periódicos,
el uno al lado del otro. Comprueban que han coincidido en todas las
identificaciones.
Azul oscuro para los tres bosones de Higgs, que son combinaciones
binarias de partículas violeta.
Con este último comentario, Ikiru cierra el tema del Árbol de las
Partículas, que constituye un acercamiento estático al microcosmos
elemental, y se dispone a abordar la dinámica de las relaciones entre
partículas.
- 0 +
ρ ρ ρ
100% 100% 100%
2 2
1T - 1T +
17 17 17 17 18 17 17 17 17
- +
τ τ
− +
Σ 12,81% 12,81% Σ
100% 48,31%
15 15 15 15 15 15 15 15
+
K- K L
0
K+ Σ
63,43% 38,81% 63,43% 51,57%
13 13 13 14 13 13 13
- +
τ τ
1 - + 1
1D + hgg 17,84% 17,84% hgg 1D +
11 11 11 11 11 11 11 11
- +
π Hgg 0
π
100% 100%
9 9 10 9 9
µ µ
+ +
100% 100%
7 7 7
t +2/3
1p
0
- W- Z W+ 0
1p + b+1/3
5 5 6 5 5
+2/3 +1/3
c s
u+2/3 3 e- e+ 3 d+1/3
10 6 2 1 5 9
u-2/3 g 0 d-1/3
-2/3 -2/3
t c 2 1 s-1/3 b-1/3
2 νe νe 2
6 5
γ
10 4 4 4 9
νµ νµ
1 1
0n 0n
6 6 6 6
0
π
0 0
1H 98,80% 1H
8 8 8 8 8
ντ ντ
hgg n n hgg
-3 -3
6,9 10 % 6,9 10 %
10 10 10 10 10 10
0
π
3,1 10-8 %
hgg hgg
12 12 12 12 12 12 12
ν14 ν14
Λ Λ Λ Λ
1 1
1D 35,80% 63,90% 63,90% 35,80% 1D
14 14 14 14 14 14 14 14
0
K s
+ −
31,05% Σ e
51,57%
16 16 16 16 16 16 16
ν18 ν18
0 0 0 0
Σ Σ Σ Σ
35,80% 63,90% 63,90% 35,80%
18 18 18 18 18 18 18 18
0
π
1,7 10-8 %
2 2
1T 1T
20 20 20 20 20 20 20 20 20
37-2 Transmutaciones
Ikiru pone una sobre otra las dos hojas, que llevan dibujadas el Árbol, y
las aparta a un lado de la mesa. Saca de su cartera una hoja en blanco y
la pone en el centro de la mesa.
A partir del bosón uve doble menos (W-), con sus cinco cuerdas, Ikiru
traza una línea descendente que se subdivide en dos, apuntando a un
electrón (e-), con sus tres cuerdas y a un antineutrino electrónico (νe),
con sus dos cuerdas. Cinco es igual a tres más dos, de acuerdo con el
principio de conservación recién enunciado.
A partir del bosón uve doble más (W+), con sus cinco cuerdas, traza una
línea descendente que se subdivide en dos, apuntando a un antielectrón
(e+), con sus tres cuerdas y a un neutrino electrónico (νe) con sus dos
cuerdas. Cinco es igual a tres más dos, de acuerdo con el principio de
conservación del número de cuerdas.
Sin decir una sola palabra, Ikiru va dibujando, con trazo seguro, un
diagrama en donde se simbolizan acontecimientos decisivos. Sobran las
palabras, no es necesario decir nada, Biko está embelesado con el
perfecto equilibrio de las líneas y comprende a la perfección lo que los
signos mismos le dictan. A partir del bosón neutro zeta (Z), traza una
línea descendente que se subdivide en dos, apuntando al par de
electrones (e- e+). A partir del fotón (γ), Ikiru traza una línea ascendente
que se subdivide en dos, apuntando al par de neutrinos electrónicos (νe
νe). Ikiru completa el diagrama conectando mediante dos pares de líneas
las estructuras de las cuatro partículas fundamentales (e- e+νe νe) con el
misterioso punto que representa al gravitino (g).
4 5
2 KOBE
EKI 3 10 3 IKE
6 EKIZIKE 5
IKE 3 2 BEKO
EKIKE BEKOIKE
IZ EKIKOBE
2 KOBE
4 5
3 EKI
6 5 8
SU UR EKIUR
BEKO
6 EKIUR
SU
37-3 La Inspiración
Dice usted que los nombres ibéricos de los números resultan ser un
sistema de nomenclatura adecuado para describir los rasgos
estructurales de las partículas. ¿Cuáles son esos nombres? ¿Cómo se
explica que un viejo modo de representar los plomos permita representar
de modo tan adecuado la estructura de las partículas y además poner en
evidencia el principio de conservación del número de cuerdas, hasta
ahora desconocido?
Hay dos formas de nombrar el número dos: beko y kobe, las cuales son
los nombres correspondientes al neutrino electrónico y al antineutrino
electrónico. Una palabra es la forma especular de la otra, del mismo
modo que una antipartícula es la imagen de la partícula correspondiente
reflejada en el espejo.
Hay dos formas de nombrar el número tres: eki eike, las cuales
corresponden al electrón y al antielectrón, una palabra es la forma
especular de la otra de nuevo.
Las cuatro formas del número cinco son: ekikobe, el bosón uve doble
menos, bekoike, el bosón uve doble más, ikebeko, el protón, y kobeki, el
antiprotón, el prtón y el antiprotón se nombran de forma simplificada: ur
y ru.
Las dos formas del número seis, se nombran: ekike, el bosón vectorial
intermedio zet, y ikeki, el neutrón. El neutrón se simplifica como su.
Beko, kobe, eki, ike, iz, ur, ru y su. Mediante estas ocho palabras es
posible nombrar cualquier otra cifra, utilizando naturalmente una serie
de prefijos numéricos para indicar la multiplicidad.
EKI IKE
IZ SU
UR RU
38 Estroncio
38 Trío
38-1 El Tres, el Dos y el Uno
Deja de lado la salida del 83Bismuto Osyán que lleva a las Torres y al
Esparragal, la salida del 82Plomo Oryán que lleva a Monteagudo y a
Fortuna, y la salida del 81Talio Otyán que lleva a Santomera y a Abanilla.
Biko se interesa por lo que la mujer pueda estar diciendo, baja del
puente por las escaleras que conducen hasta el paseo de las palmeras y
se sienta en un banco, muy cerca de ella, que permanece de pie mirando
atentamente hacia el suelo.
Sí, es la adecuada.
Biko no puede hacer nada por ella y además es casi la hora y tiene que
irse, así que se marcha a grandes pasos por el paseo de las palmeras,
mientras camina piensa en el vaticinio numérico que ha proferido la
mujer.
Mucho gusto.
El gusto es mío.
Vamos allá.
38-3 Los Siete Anillos
Biko está por fin frente a los plomos, libre de remos el lago de su
mente respira plácidamente. Coge uno de los plomos, lo observa
atentamente, le da la vuelta, lo mira por el otro lado, lo vuelve a colocar
sobre la mesa. Hace lo mismo con los otros, los admira por sus dos caras,
los vuelve a colocar sobre la mesa. Reconoce en la escritura metálica el
embrión a partir del cual el sistema entró en la imaginación. Advierte la
feliz conjunción de estructuras del submundo elemental y de signos
portadores de sonidos que cifran muy oscuras significaciones. Vislumbra
grupos de signos dispuestos de tal modo que insinúan simetrías ocultas.
Está enfrentado a la expresión antigua de un secreto que no llega a ser
desvelado, los signos son portadores de significados que es posible
desentrañar pero sobre todo son portadores de una enorme cantidad de
silencio de donde emanan formas simbólicas que como soplos de viento
se ensanchan, se tensan, se estiran, se acoplan, se contemplan las unas a
las otras y se ofrecen a la mirada.
Unodostrescuatrocincoseisieteocho.
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23 El Libro de la Creación
23-1 El Árbol Mudo
23-2 Los Sefirots Hebreos
23-3 El Tablero Vacío
23-4 Montreal
25 El Libro Mudo
25-1 La Construcción del Mundo
25-2 Juego de Niños
25-3 El Gran Año
25-4 La Rotura de la Cadena
26 La Danza del Tiempo
26-1 El Árbol
26-2 El Nacimiento de los Números
26-3 La Clave
26-4 Los Sefirots Ibéricos
27 El Vuelo
27-1 El Significado de las Palabras
27-2 El Árbol Doble
27-3 Perspectiva Circular
27-4 El Regreso
28 El Musgo en la Roca
28-1 El Templo y la Escuela
28-2 La Genealogía de Showa
28-3 La Genealogía de Ikiru
28-4 La Nada y el Habla
29 El Instituto Negro
29-1 Maestros
29-2 Lluvia Metálica
29-3 La Mujer Tatuada
29-4 La Estructura Jerárquica
32 El Libro de Plomo
32-1 La Escritura Metálica
32-2 El Axis Mundi
32-3 Los Nuevos Símbolos
32-4 Las Raíces y las Ramas
33 Sueño Fértil
33-1 La Gran Madre y el Vacío
33-2 Los Frutos del Árbol
33-3 Inotka
33-4 La Plaza de los Olivos
34 El Campo Unificado
34-1 La Unificación de las Fuerzas
34-2 Cuerdas
34-3 Membranas y Bucles
34-4 Anillos
35 Laberinto Topológico
35-1 Biko
35-2 Una Llamada Telefónica
35-3 La Estructura de las Partículas
35-4 El Árbol Mudo
36 La Muralla China
36-1 La Princesa Oriental
36-2 El Interior del Círculo
36-3 El Vaso Sagrado
36-4 Calor para el Invierno
37 Dúo
37-1 El Árbol de las Partículas
37-2 Transmutaciones
37-3 La Inspiración
37-4 El Lenguaje Elemental
38 Trío
38-1 El Tres, el Dos y el Uno
38-2 La Torre Lunar
38-3 Los Siete Anillos
38-4 Ormira Nocturna
La Construcción de la Torre
https://es.scribd.com/doc/305517575/CRONICA-EKARKO-indice-27-7-20
http://es.scribd.com/manuelsusarte
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