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Real Academia Española

https://www.rae.es/consultas-linguisticas/preguntas-frecuentes

Preguntas frecuentes
Se ofrece aquí respuesta a una selección de las preguntas más frecuentes planteadas por los usuarios del servicio de consultas
lingüísticas. Puede seleccionar las respuestas en función del tipo de consulta: Ortográficas Gramaticales Léxicas
Exclusión de ch y ll del abecedario
Se excluyen definitivamente del abecedario los signos ch y ll, ya que, en realidad, no son letras, sino dígrafos, esto es, conjuntos de
dos letras o grafemas que representan un solo fonema. El abecedario del español queda así reducido a las veintisiete letras
siguientes: a, b, c, d, e, f, g, h, i, j, k, l, m, n, ñ, o, p, q, r, s, t, u, v, w, x, y, z.
El español se asimila con ello al resto de las lenguas de escritura alfabética, en las que solo se consideran letras del abecedario los
signos simples, aunque en todas ellas existen combinaciones de grafemas para representar algunos de sus fonemas.
La eliminación de los dígrafos ch y ll del inventario de letras del abecedario no supone, en modo alguno, que desaparezcan del sistema
gráfico del español. Estos signos dobles seguirán utilizándose como hasta ahora en la escritura de las palabras españolas: el
dígrafo ch en representación del fonema /ch/ (chico [chíko]) y el dígrafo ll en representación del fonema /ll/ o, para hablantes yeístas,
del fonema /y/ (calle [kálle, káye]). La novedad consiste, simplemente, en que dejan de contarse entre las letras del abecedario.
Al tratarse de combinaciones de dos letras, las palabras que comienzan por estos dígrafos o que los contienen no se alfabetizan aparte,
sino en los lugares que les corresponden dentro de la c y de la l, respectivamente. La decisión de adoptar el orden alfabético latino
universal se tomó en el X Congreso de la Asociación de Academias de la Lengua Española, celebrado en 1994, y viene aplicándose
desde entonces en todas las obras académicas.

Un solo nombre para cada letra


Algunas de las letras tienen varios nombres con tradición y vigencia en diferentes zonas del ámbito hispánico. La nueva edición de la
ortografía, sin ánimo de interferir en la libertad de cada hablante o país de seguir utilizando el nombre al que esté habituado, pretende
promover hacia el futuro un proceso de convergencia en la manera de referirse a las letras del abecedario, razón por la que
recomienda, para cada una de ellas, una denominación única común. El nombre común recomendado es el que aparece en la relación
siguiente debajo de cada letra.

a, A b, B c, C d, D e, E f, F g, G h, H i, I

a be ce de e efe ge hache i

j, J k, K l, L m, M n, N ñ, Ñ o, O p, P q, Q

jota ka ele eme ene eñe o pe cu

r, R s, S t, T u, U v, V w, W x, X y, Y z, Z

erre ese te u uve uve doble equis ye zeta

La recomendación de utilizar un solo nombre para cada letra no implica, en modo alguno, que se consideren incorrectas las variantes
denominativas con vigencia en el uso que presentan algunas de ellas, y que a continuación se comentan:
 La letra v tiene dos nombres: uve y ve. El nombre uve es el único empleado en España, pero también es conocido y usado en
buena parte de América, donde, no obstante, está más extendido el nombre ve. Los hispanohablantes que utilizan el
nombre ve suelen acompañarlo de los adjetivos corta, chica, chiquita, pequeña o baja, para poder distinguir en la lengua oral el
nombre de esta letra del de la letra b(be), que se pronuncia exactamente igual. El hecho de que el nombre uve se distinga sin
necesidad de añadidos del nombre de la letra b justifica su elección como la denominación recomendada para la v en todo el
ámbito hispánico.
 La letra b se denomina simplemente be entre aquellos hispanohablantes que utilizan el nombre uve para la letra v. En cambio,
quienes llaman ve (corta, chica, chiquita, pequeña o baja) a la v utilizan habitualmente para la b las denominaciones
complejas be larga, be grande o be alta, añadiendo en cada caso el adjetivo opuesto al que emplean para referirse a la v.
 La letra w presenta también varios nombres: uve doble, ve doble, doble uve, doble ve y doble u (este último, calco del
inglés double u). Se da preferencia a la denominación uve doble por ser uve el nombre común recomendado para la letra v y ser
más natural en español la colocación pospuesta de los adjetivos.
 La letra y se denomina i griega o ye. El nombre i griega, heredado del latino, es la denominación tradicional y más extendida
de esta letra, y refleja su origen y empleo inicial en préstamos del griego. El nombre ye se creó en la segunda mitad del
siglo XIX por aplicación del patrón denominativo que siguen la mayoría de las consonantes, y que consiste en añadir la vocal e a
la letra correspondiente (be, ce, de, etc.). La elección de ye como nombre recomendado para esta letra se justifica por su
simplicidad, ya que se diferencia, sin necesidad de especificadores, del nombre de la letra i.
 La letra i, cuyo nombre es i, recibe también la denominación de i latina para distinguirla de la letra y cuando para esta última
se emplea la denominación tradicional de i griega.
A diferencia de las variantes denominativas que se acaban de exponer, todas ellas válidas, no se consideran hoy aceptables los
nombres alternativos que han recibido algunas otras letras en el pasado; así, se aconseja desechar definitivamente el nombre ere para
la r, así como las formas ceta, ceda y zeda para la z. Los únicos nombres válidos hoy para estas letras son,
respectivamente, erre y zeta.

En español, cuórum y Catar, en lugar de quórum y Qatar


En el sistema ortográfico del español, la letra q solo tiene uso como elemento integrante del dígrafo qu para representar el fonema /k/
ante las vocales e, i (queso [késo], quién[kién]). Este mismo fonema se representa, en el resto de posiciones, con la
letra c (canguro [kangúro], corto [kórto], cuenta [kuénta], acné [akné], tictac [tikták]), aunque en préstamos de otras lenguas también
puede aparecer representado por la letra k en cualquier posición
(karaoke [karaoke], kilo [kílo], koala [koála], kurdo [kúrdo], búnker[búnker], anorak [anorak]).
Es, por lo tanto, ajeno a la ortografía del español el empleo de la letra q como grafema independiente, con valor fónico autónomo. Por
ello, los préstamos de otras lenguas, sean latinismos o extranjerismos, cuya grafía etimológica incluya una q que por sí sola represente
el fonema /k/, si se adaptan al español, deben sustituir esa q por las grafías propias de la ortografía española para representar dicho
fonema. En aplicación de esta norma, voces inglesas como quark o quasar, o latinas como quorum o exequatur, deben escribirse en
español cuark, cuásar, cuórum y execuátur. En caso de mantener las grafías etimológicas con q, estas voces han de considerarse
extranjerismos o latinismos crudos (no adaptados) y escribirse, por ello, en cursiva y sin tilde.
Aunque en el ámbito de los nombres propios (antropónimos y topónimos) es frecuente el uso de grafías originarias no adaptadas o —
si los nombres provienen de lenguas que emplean otro alfabeto u otro sistema de escritura, como el árabe, el hebreo o el chino— de
transliteraciones de las grafías originarias al alfabeto latino, sin adaptaciones ulteriores, en el caso de los topónimos mayores, como
son los nombres de países, es conveniente usar grafías plenamente adaptadas a la ortografía del español. Por ello, aplicando la misma
norma que para los nombres comunes, se recomienda emplear con preferencia las grafías Catar e Irak para los nombres de esos dos
países árabes, mejor que Qatar e Iraq, transcripciones de los originales árabes que presentan un uso de la qajeno al sistema
ortográfico del español.

Palabras como guion, truhan, fie, liais, etc., se escriben sin tilde


Para poder aplicar con propiedad las reglas de acentuación gráfica del español es necesario determinar previamente la división de las
palabras en sílabas. Y para dividir silábicamente las palabras que contienen secuencias de vocales es preciso saber si dichas vocales se
articulan dentro de la misma sílaba, como diptongos o triptongos (vais, o.pioi.de), o en sílabas distintas, como hiatos (lí.ne.a,
ta.o.ís.ta).
Al no existir uniformidad entre los hispanohablantes en la manera de articular muchas secuencias vocálicas, ya que a menudo, incluso
tratándose de las mismas palabras, unos hablantes pronuncian las vocales contiguas dentro de la misma sílaba y otros en sílabas
distintas, la ortografía académica estableció ya en 1999 una serie de convenciones para fijar qué combinaciones vocálicas deben
considerarse siempre diptongos o triptongos y cuáles siempre hiatos a la hora de aplicar las reglas de acentuación gráfica, con el fin de
garantizar la unidad en la representación escrita de las voces que contienen este tipo de secuencias.
De acuerdo con dichas convenciones, y con independencia de cuál sea su articulación real en palabras concretas, se consideran
siempre diptongos a efectos ortográficos las combinaciones siguientes:
Vocal abierta (/a/, /e/, /o/) seguida o precedida de vocal cerrada átona (/i/, /u/): estabais, confiar, diario, afeitar, viento, pie,
doy, guion, aunar, acuario, actuado, reunir, sueño, estadounidense, antiguo.
Dos vocales cerradas distintas (/i/, /u/): triunfo, incluido, diurno, huir, viuda, ruido.
Del mismo modo, se consideran siempre triptongos a efectos ortográficos las secuencias constituidas por una vocal abierta entre dos
vocales cerradas átonas: confiáis, actuáis, puntuéis, guau.
Como consecuencia de la aplicación de estas convenciones, un grupo limitado de palabras que tradicionalmente se habían escrito con
tilde por resultar bisílabas (además de ser agudas terminadas en -n, -s o vocal) en la pronunciación de buena parte de los
hispanohablantes —los que articulan con hiato las combinaciones vocálicas que contienen— pasan a considerarse monosílabas a
efectos de acentuación gráfica, conforme a su pronunciación real por otra gran parte de los hispanohablantes —los que articulan esas
mismas combinaciones como diptongos o triptongos—, y a escribirse, por ello, sin tilde, ya que los monosílabos no se acentúan
gráficamente, salvo los que llevan tilde diacrítica.
Las palabras afectadas por este cambio son formas verbales como crie, crio, criais, crieisy las de voseo crias, cria (de criar); fie, fio,
fiais, fieis y las de voseo fias, fia (de fiar);flui, fluis (de fluir); frio, friais (de freír); frui, fruis (de fruir); guie, guio, guiais, guieis y las
de voseo guias, guia (de guiar); hui, huis (de huir); lie, lio, liais, lieis y las de voseo lias, lia (de liar); pie, pio, piais, pieis y las de
voseo pias, pia (de piar); rio, riais (de reír); sustantivos como guion, ion, muon, pion, prion, ruan y truhan; y ciertos nombres
propios, como Ruan y Sion.
Aunque la ortografía de 1999, donde se establecieron las citadas convenciones, prescribía ya la escritura sin tilde de estas palabras,
admitía que los hablantes que las pronunciasen como bisílabas pudiesen seguir acentuándolas gráficamente. En cambio, a partir de la
edición de 2010, se suprime dicha opción, que quiebra el principio de unidad ortográfica, de modo que las palabras que pasan a
considerarse monosílabas por contener este tipo de diptongos o triptongos ortográficos deben escribirse ahora obligatoriamente sin
tilde.
Esta convención es puramente ortográfica, por lo que no implica, en modo alguno, que los hablantes deban cambiar la manera en que
pronuncian naturalmente estas voces, sea con hiato o con diptongo.

El adverbio solo y los pronombres demostrativos, sin tilde


La palabra solo, tanto cuando es adverbio y equivale a solamente (Solo llevaba un par de monedas en el bolsillo) como cuando es
adjetivo (No me gusta estar solo), así como los demostrativos este, ese y aquel, con sus femeninos y plurales, funcionen como
pronombres (Este es tonto; Quiero aquella) o como determinantes (aquellos tipos, la chica esa), no deben llevar tilde según las reglas
generales de acentuación, bien por tratarse de palabras bisílabas llanas terminadas en vocal o en -s, bien, en el caso de aquel, por ser
aguda y acabar en consonante distinta de n o s.
Aun así, las reglas ortográficas anteriores prescribían el uso de tilde diacrítica en el adverbio solo y los pronombres demostrativos para
distinguirlos, respectivamente, del adjetivo solo y de los determinantes demostrativos, cuando en un mismo enunciado eran posibles
ambas interpretaciones y podían producirse casos de ambigüedad, como en los ejemplos siguientes: Trabaja sólo los domingos [=
‘trabaja solamente los domingos’], para evitar su confusión con Trabaja solo los domingos [= ‘trabaja sin compañía los domingos’];
o ¿Por qué compraron aquéllos libros usados? (aquéllos es el sujeto de la oración), frente a ¿Por qué compraron aquellos libros
usados? (el sujeto de esta oración no está expreso, y aquellos acompaña al sustantivo libros).
Sin embargo, ese empleo tradicional de la tilde en el adverbio solo y los pronombres demostrativos no cumple el requisito
fundamental que justifica el uso de la tilde diacrítica, que es el de oponer palabras tónicas o acentuadas a palabras átonas o
inacentuadas formalmente idénticas, ya que tanto solo como los demostrativos son siempre palabras tónicas en cualquiera de sus
funciones. Por eso, a partir de ahora se podrá prescindir de la tilde en estas formas incluso en casos de ambigüedad. La recomendación
general es, pues, la de no tildar nunca estas palabras.
Las posibles ambigüedades pueden resolverse casi siempre por el propio contexto comunicativo (lingüístico o extralingüístico), en
función del cual solo suele ser admisible una de las dos opciones interpretativas. Los casos reales en los que se produce una
ambigüedad que el contexto comunicativo no es capaz de despejar son raros y rebuscados, y siempre pueden evitarse por otros
medios, como el empleo de sinónimos (solamente o únicamente, en el caso del adverbio solo), una puntuación adecuada, la inclusión
de algún elemento que impida el doble sentido o un cambio en el orden de palabras que fuerce una única interpretación.

La conjunción o siempre sin tilde, incluso entre cifras


Hasta ahora se venía recomendando escribir con tilde la conjunción disyuntiva o cuando aparecía entre dos cifras, a fin de evitar que
pudiera confundirse con el número cero. Este uso de la tilde diacrítica no está justificado desde el punto de vista prosódico, puesto que
la conjunción o es átona (se pronuncia sin acento) y tampoco se justifica desde el punto de vista gráfico, ya que tanto en la escritura
mecánica como en la manual los espacios en blanco a ambos lados de la conjunción y su diferente forma y menor altura que el cero
evitan suficientemente que ambos signos puedan confundirse (1 o 2, frente a 102). Por lo tanto, a partir de este momento, la
conjunción o se escribirá siempre sin tilde, como corresponde a su condición de palabra monosílaba átona, con independencia de que
aparezca entre palabras, cifras o signos: ¿Quieres té o café?; Terminaré dentro de 3 o 4 días; Escriba los signos + o – en la casilla
correspondiente.

Normas de escritura de los prefijos: exmarido, ex primer ministro


Los prefijos son elementos afijos, carentes de autonomía, que se anteponen a una base léxica (una palabra o una expresión pluriverbal)
a la que aportan diversos valores semánticos. Se resumen a continuación las normas que deben seguirse para la correcta escritura de
los prefijos en español:
 Se escriben siempre soldados a la base a la que afectan cuando esta es univerbal, es decir, cuando está constituida por una
sola palabra: antiadherente, antirrobo, antitabaco, cuasidelito, cuasiautomático, exalcohólico, exjefe, exministro, exnovio,
expresidente, prepago, precontrato, posventa, posmoderno, proamnistía, provida, probritánico, vicealcalde, vicesecretario,
supermodelo, superaburrido, superbién, etc. En este caso, no se consideran correctas las grafías en las que el prefijo aparece
unido con guion a la palabra base (anti-mafia, anti-cancerígeno) o separado de ella por un espacio en blanco
(anti mafia, anti cancerígeno). Si se forma una palabra anteponiendo a la base varios prefijos, estos deben escribirse igualmente
soldados, sin guion intermedio: antiposmodernista, requetesuperguapo.
 Se unen con guion a la palabra base cuando esta comienza por mayúscula, de ahí que se emplee este signo de enlace cuando
el prefijo se antepone a una sigla o a un nombre propio univerbal: anti-ALCA, mini-USB, pos-Gorbachov, pro-Obama. El guion
sirve en estos casos para evitar la anomalía que supone, en nuestro sistema ortográfico, que aparezca una minúscula seguida de
una mayúscula en posición interior de palabra. También es necesario emplear el guion cuando la base es un número, con el fin
de separar la secuencia de letras de la de cifras: sub-21, super-8.
 Se escriben necesariamente separados de la base a la que afectan cuando esta es pluriverbal, es decir, cuando está constituida
por varias palabras. Hay determinados prefijos, como ex-, anti- o pro-, que son especialmente proclives, por su significado, a
unirse a bases de este tipo, ya se trate de locuciones o de grupos sintácticos, característica por la cual la gramática ha acuñado
para ellos la denominación de prefijos separables: ex relaciones públicas, anti pena de muerte, pro derechos humanos. Esta
misma circunstancia puede darse también con otros prefijos: pre Segunda Guerra Mundial, super en forma, vice primer
ministro.
Así pues, un mismo prefijo se escribirá soldado a la base, unido a ella con guion o completamente separado en función de los factores
arriba indicados: antimafia, anti-OTAN, anti ácido láctico; provida, pro-OLP, pro derechos humanos; supercansado, super-8, super
en forma, etc.
Las normas aquí expuestas rigen para todos los prefijos, incluido ex-. Para este prefijo se venía prescribiendo hasta ahora la escritura
separada — cuando, con el sentido de ‘que fue y ya no es’, se antepone a sustantivos que denotan ocupaciones, cargos, relaciones o
parentescos alterables y otro tipo de situaciones circunstanciales de las personas.
A partir de la edición de la Ortografía de 2010, ex- debe someterse a las normas generales que rigen para la
escritura de todos los prefijos y, por tanto, se escribirá unido a la base si esta es univerbal (exjugador,
exnovio, expresidente, etc.), aunque la palabra prefijada pueda llevar un complemento o adjetivo especificativo
detrás: exjugador del Real Madrid, exnovio de mi hermana, expresidente brasileño, etc.; y se escribirá separado de la
base si esta es pluriverbal: ex cabeza rapada, ex número uno, ex teniente de alcalde, ex primera dama, etc.

Los extranjerismos y latinismos crudos (no adaptados) deben escribirse en cursiva


En la nueva ortografía se da cuenta de las normas que deben seguirse cuando se emplean en textos españoles palabras o expresiones
pertenecientes a otras lenguas, siendo la principal novedad en este sentido la equiparación en el tratamiento ortográfico de todos los
préstamos (voces o expresiones de otras lenguas que se incorporan al caudal léxico del español), con independencia de que procedan
de lenguas vivas extranjeras (extranjerismos) o se trate de voces o expresiones latinas (latinismos).
De acuerdo con estas normas, los extranjerismos y latinismos crudos o no adaptados —aquellos que se utilizan con su grafía y
pronunciación originarias y presentan rasgos gráfico-fonológicos ajenos a la ortografía del español— deben escribirse en los textos
españoles con algún tipo de marca gráfica que indique su carácter foráneo, preferentemente en letra cursiva, o bien entre comillas. En
cambio, los extranjerismos y latinismos adaptados —aquellos que no presentan problemas de adecuación a la ortografía española o
que han modificado su grafía o su pronunciación originarias para adecuarse a las convenciones gráfico-fonológicas de nuestra lengua
— se escriben sin ningún tipo de resalte y se someten a las reglas de acentuación gráfica del español. Ejemplos:
Me encanta el ballet clásico / Me encanta el balé clásico.
Juego al paddle todos los domingos / Juego al pádel todos los domingos.
La reunión se suspendió por falta de quorum / La reunión se suspendió por falta de cuórum.
Así pues, según la nueva ortografía, y tal como ilustra el último ejemplo, los préstamos del latín solo se escribirán en letra redonda y
con sometimiento a las reglas de acentuación gráfica del español cuando estén completamente adaptados a nuestro sistema ortográfico,
al igual que se hace con los préstamos de otros idiomas.
Por su parte, las locuciones o dichos en otras lenguas que se utilicen en textos españoles deben escribirse igualmente en cursiva —o,
en su defecto, entre comillas— para señalar su carácter foráneo, su consideración de incrustaciones de otros idiomas en nuestra
lengua:
La historia tuvo un happy end de película.         
Su bien ganada fama de femme fatale le abría todas las puertas.
La tensión fue in crescendo hasta que, finalmente, estalló el conflicto.
Según se establece en la nueva edición de la ortografía, las locuciones latinas (expresiones pluriverbales fijas en latín que se utilizan
en todas las lenguas de cultura occidentales, incluido el español, con un sentido más o menos cercano al significado literal latino)
deben recibir el mismo tratamiento ortográfico que las provenientes de cualquier otra lengua. Por lo tanto, aunque hasta ahora se
recomendaba escribirlas en redonda y con las tildes resultantes de aplicarles las reglas de acentuación del español, deben escribirse, de
acuerdo con su carácter de expresiones foráneas, en cursiva (o entre comillas) y sin acentos gráficos, ya que estos no existen en la
escritura latina:
Así fue, grosso modo, como acabó aquel asunto.
Se casó in articulo mortis con su novia de toda la vida.
Renunció motu proprio a todos sus privilegios.
Decidieron aplazar sine die las negociaciones.
El examen post mortem reveló indicios de envenenamiento.
Las grandes potencias eran partidarias de mantener el statu quo.

Uso de los pronombres lo(s), la(s), le(s). Leísmo, laísmo, loísmo


Para usar adecuadamente los pronombres átonos de 3.ª persona lo(s), la(s), le(s) según la norma culta del español general, debe tenerse
en cuenta, en primer lugar, la función sintáctica que desempeña el pronombre y, en segundo lugar, el género y el número gramatical de
la palabra a la que se refiere. En el siguiente cuadro se muestra la distribución de formas y funciones de estos pronombres:

singular plural

lo
(también le, cuando el referente es un
masc. hombre)1 los
fem. la las
compl.
directo neutro lo -
les
3.ª le (o se ante otro pron.
pers.  compl. indirecto (o se ante otro pron. átono) átono)

En el Esbozo de una nueva gramática de la lengua española (RAE, 1973) se condena el leísmo referido a cosa, pero se permite el
referido a persona masculina singular; el leísmo plural siempre ha sido censurado por la Academia, ya que su baja incidencia desde los
textos castellanos más antiguos atestigua que tampoco lo ha sancionado nunca mayoritariamente el uso de los hablantes cultos.
A continuación, se expone de forma sucinta la norma que rige el empleo de estos pronombres:
 Cuando el pronombre desempeña la función de complemento directo, deben usarse las formas lo, los para el masculino
(singular y plural, respectivamente) y la, las para el femenino (singular y plural, respectivamente):
¿Has visto a Juan? Sí, lo vi ayer.
¿Has visto a Juan y a los niños? Sí, los he visto en el parque.
Compré la medicina y se la di sin que nadie me viera.     
¿Has recogido a las niñas? Sí, las recogí antes de ir al taller.
[Dada la gran extensión en el uso de los hablantes cultos de ciertas zonas de España de la forma le cuando el referente es un hombre,
se admite, únicamente para el masculino singular, el uso de le en función de complemento directo de persona: ¿Has visto a Jorge?
Sí, le vi ayer en el parque].
 Cuando el pronombre desempeña la función de complemento indirecto, deben usarse las formas le, les (singular y plural,
respectivamente), con independencia del género de la palabra a la que se refiera el pronombre:
Le pedí disculpas a mi madre.
Le dije a su hermana que viniera.
Les di un regalo a los niños.
A pesar de la aparente simplicidad del sistema, existen casos excepcionales o aparentemente excepcionales dentro de la norma, así
como una enorme variedad en cuanto a los usos efectivos en las distintas zonas hispanohablantes. Si se desea información
pormenorizada, pueden consultarse los artículos leísmo, laísmo y loísmo del Diccionario panhispánico de dudas, así como las
entradas dedicadas a verbos que plantean problemas a los hablantes en cuanto a la selección de los pronombres átonos de tercera
persona (avisar, ayudar, curar, disparar, escribir, llamar, molestar, obedecer, pegar, saludar, etc.).
Había muchas personas, ha habido quejas, hubo problemas
Cuando el verbo haber se emplea para denotar la mera presencia o existencia de personas o cosas, funciona como impersonal y, por lo
tanto, se usa solamente en tercera persona del singular (que en el presente de indicativo adopta la forma especial hay: Hay muchos
niños en el parque). En estos casos, el elemento nominal que acompaña al verbo no es el sujeto (los verbos impersonales carecen de
sujeto), sino el complemento directo. En consecuencia, es erróneo poner el verbo en plural cuando el elemento nominal se refiere a
varias personas o cosas, ya que la concordancia del verbo la determina el sujeto,

nunca el complemento directo. Así, oraciones como 


Habían muchas personas en la sala, Han habido algunas quejas o Hubieron problemas para entrar al concierto son incorrectas; debe
decirse Había muchas personas en la sala, Ha habido algunas quejas, Hubo problemas para entrar al concierto.

Hubieron
La forma verbal hubieron es la que corresponde a la tercera persona del plural del pretérito perfecto simple o pretérito de indicativo
del verbo haber: hube, hubiste, hubo, hubimos, hubisteis, hubieron.
USOS CORRECTOS:
Esta forma verbal se emplea, correctamente, en los casos siguientes:
•    Para formar, seguida del participio del verbo que se está conjugando, la tercera persona del plural del tiempo compuesto
denominado pretérito anterior o antepretérito de indicativo: hubieron terminado, hubieron comido, hubieron salido. Este tiempo indica
que la acción denotada por el verbo ha ocurrido en un momento inmediatamente anterior al de otra acción sucedida también en el
pasado: Cuando todos hubieron terminado, se marcharon a sus casas; Apenas hubieron traspasado el umbral, la puerta se cerró de
golpe. En el uso actual, este tiempo verbal aparece siempre precedido de nexos como cuando, tan pronto como, una vez que, después
(de) que, hasta que, luego que, así que, no bien, apenas. Prácticamente no se emplea en la lengua oral y es hoy raro también en la
escrita, pues en su lugar suele usarse, bien el pretérito perfecto simple o pretérito de indicativo (Cuando todos terminaron, se
marcharon a sus casas), bien el pretérito pluscuamperfecto o antecopretérito de indicativo (Apenas habían traspasado el umbral, la
puerta se cerró de golpe).
•    Como forma de la tercera persona del plural del pretérito perfecto simple o pretérito de indicativo de la perífrasis verbal haber de +
infinitivo, que denota obligación o necesidad y equivale a la más usual hoy tener que + infinitivo: El director y su equipo hubieron de
recorrer muchos lugares antes de encontrar los exteriores apropiados para la película.

USO INCORRECTO:
•    No se considera correcto el uso de la forma hubieron cuando el verbo haber se emplea para denotar la presencia o existencia de
personas o cosas, pues con este valor haber es impersonal y, como tal, carece de sujeto (el elemento nominal que aparece junto al

verbo es el complemento directo) y se usa solo en tercera persona del singular. Son, pues, incorrectas oraciones como 
Hubieron muchos voluntarios para realizar esa misión o No hubieron problemas para entrar al concierto; debe decirse Hubo
muchos voluntarios para realizar esa misión o No hubo problemas para entrar al concierto.

Habemos
USOS INCORRECTOS:
 En la lengua culta actual, la primera persona del plural del presente de indicativo del verbo haber es hemos, y no la
arcaica habemos, cuyo uso en la formación de los tiempos compuestos de la conjugación es hoy un vulgarismo propio del habla
popular que debe evitarse en el habla culta; así, no debe decirse Habemos visto a tu hermano, sino Hemos visto a tu hermano.
 También debe evitarse en el habla culta el uso de habemos con el sentido de ‘somos o estamos’, puesto que el
verbo haber, cuando se emplea para denotar la presencia o existencia de personas o cosas, es impersonal y, como tal, se usa
solo en tercera persona del singular: Hay pocos solteros en el pueblo; Había tres personas en la habitación. Por lo tanto, si
quien habla desea incluirse en la referencia, no debe emplear el verbo haber en primera persona del plural, como se hace a
veces en el habla popular, recurriendo, para el presente de indicativo, a la forma habemos: Habemos pocos solteros en el
pueblo, Habemos tres personas en la habitación; debe decirse Somos pocos solteros en el pueblo, Estamos tres personas en la
habitación.
USO CORRECTO:
 Solo es admisible hoy en la lengua culta el uso de la forma habemos como primera persona del plural del presente de
indicativo de la expresión coloquial habérselas con una persona o cosa (‘enfrentarse a ella o tratar con ella a la fuerza’): Ya
sabéis con quién nos las habemos; Nos las habemos con un asesino despiadado.

Se venden casas, Se buscan actores frente a Se busca a los culpables


La palabra se sirve para formar dos tipos de oraciones, que no deben confundirse, aunque tengan en común el hecho de no mencionar
quién realiza la acción verbal:
a) ORACIONES DE PASIVA REFLEJA. En estas oraciones, la forma se precede a un verbo en tercera persona del singular o del plural,
según sea singular o plural el elemento nominal que aparece junto al verbo y que es su sujeto gramatical. Por tratarse de una forma de
pasiva, esta construcción solo se da con verbos transitivos: Se vende casa de campo / Se venden casas de campo. Normalmente el
sujeto de estas oraciones denota cosa, pero puede denotar también persona indeterminada: Se buscan actores para la película.
b) ORACIONES IMPERSONALES. Se llaman así por carecer de sujeto gramatical y en ellas la forma se precede siempre a un verbo en
tercera persona del singular. Esta construcción puede darse con verbos intransitivos (Se trabaja mejor en equipo), con verbos
copulativos (Se está mejor solo que mal acompañado) o con verbos transitivos, cuando llevan un complemento directo de persona
precedido de la preposición a (Se busca a los culpables del crimen).
La confusión entre las oraciones de pasiva refleja (con el verbo en tercera persona del singular o del plural, concertando con el sujeto
paciente) y las oraciones impersonales (carentes de sujeto y con el verbo inmovilizado en tercera persona del singular) únicamente
puede darse con verbos transitivos, pues son los únicos que pueden generar ambos tipos de oraciones: Se buscan casas con
jardín (pasiva refleja) / Se busca a los culpables (impersonal).
En caso de duda sobre cuándo utilizar una u otra construcción pueden resultar útiles las indicaciones siguientes:
 Si el elemento nominal sobre el que recae la acción verbal expresa cosa, debe emplearse la construcción de pasiva refleja; por
tanto, el verbo ha de ir en plural si este elemento es plural:
Se hacen fotocopias.
Se produjeron irregularidades.
Se reanudarán los trabajos de rehabilitación.
 Si el elemento nominal expresa persona y no va precedido de la preposición a, se emplea también la construcción de pasiva
refleja:
Se buscan actores para la película.
Se contratarán nuevos trabajadores para el proyecto.
Se necesitan especialistas en informática.
 Si el elemento nominal expresa persona y va precedido de la preposición a, debe emplearse la construcción impersonal; por
tanto, el verbo irá en singular aunque el elemento nominal sea plural:
Entre los gitanos se respeta mucho a los ancianos.
Se entrevistó a los candidatos para el puesto.
Se busca a quienes presenciaron lo ocurrido.

Detrás de mí, encima de mí, al lado mío


En la lengua culta debe evitarse el uso de adverbios como cerca, detrás, delante, debajo, dentro, encima, enfrente con adjetivos
posesivos; así pues, no debe decirse detrás mío, encima suya, etc., sino detrás de mí, encima de él, etc.
El origen de este error está en equiparar el complemento preposicional introducido por la preposición de (detrás de María) con los
complementos de posesión, de estructura formalmente idéntica (la casa de María). Sin embargo, se trata de construcciones diferentes:
en la primera (detrás de María), el núcleo del que depende el complemento preposicional es un adverbio (detrás), mientras que en la
segunda (la casa de María) es un sustantivo (casa). Puesto que los adjetivos posesivos son modificadores del sustantivo, solo si el
complemento encabezado por de depende de un sustantivo puede sustituirse sin problemas por un posesivo:
la casa de María = su casa o la casa suya.
Sin embargo, los adverbios no son susceptibles de ser modificados por un posesivo, de forma que no admiten la transformación
descrita:
detrás de María no equivale a *su detrás, por lo que no es admisible decir detrás suya ni detrás suyo.
En consecuencia, para discernir si es o no correcta una expresión con posesivo, debemos fijarnos en la categoría de la palabra núcleo:
si es un sustantivo, será correcta (puede decirse al lado mío, pues lado es un sustantivo); pero no será correcta si se trata de un
adverbio (no puede decirse cerca mío, pues cerca es un adverbio).
Para no equivocarse, resulta útil saber que si se puede usar el posesivo átono antepuesto, la construcción con el posesivo tónico
pospuesto será también válida:
Estoy al lado de María > Estoy a su lado > Estoy al lado suyo (correcto)
Giraban alrededor de ti > Giraban a tu alrededor > Giraban alrededor tuyo (correcto)
pero
Estoy detrás de María > *Estoy en su detrás > Estoy detrás suyo/suya (incorrecto)
Vive cerca de ti > *Vive en tu cerca > Vive cerca tuyo/tuya (incorrecto)
Por último, es importante señalar que el posesivo pospuesto debe concordar en género con el sustantivo al que modifica; así pues,
debe decirse al lado suyo (y no al lado suya), puesto que el sustantivo lado es masculino.

Dobles participios: imprimido/impreso, freído/frito, proveído/provisto


Los únicos verbos que en la lengua actual presentan dos participios, uno regular y otro irregular,
son imprimir (imprimido/impreso), freír (freído/frito) y proveer (proveído/provisto), con sus respectivos derivados. Los dos
participios pueden utilizarse indistintamente en la formación de los tiempos compuestos y de la pasiva perifrástica, aunque la
preferencia por una u otra forma varíe en cada caso (véase el Diccionario panhispánico de dudas, s/v imprimir, freír, proveer):
Hemos imprimido veinte ejemplares / Habían impreso las copias en papel fotográfico.
Nos hemos proveído de todo lo necesario / Se había provisto de víveres abundantes.
Las empanadillas han de ser freídas dos horas antes / Nunca había frito un huevo.
No debe asimilarse el caso de estos participios verbales irregulares con el del nutrido grupo de adjetivos procedentes de participios
latinos, como abstracto (del latín abstractus, participio de abstrahere), atento (del lat. attentus, part. de attendere), confuso (del
lat. confusus, part. de confundere), correcto (del lat. correctus, part. de corrigere), contracto (del lat. contractus, part.
de contrahere), tinto (del lat. tinctus, part. de tingere), etc. Algunas de estas formas pueden haber funcionado como participios
verbales en épocas pasadas del idioma, pero hoy funcionan solamente como adjetivos y, por lo tanto, no se usan en la formación de los
tiempos compuestos ni de la voz pasiva de los verbos correspondientes (no se dice *Han contracto matrimonio o *Son correctos por
el profesor, sino Han contraído matrimonio o Son corregidos por el profesor). Por lo tanto, la consideración de estos verbos como
«verbos con doble participio» carece de justificación gramatical.

Doble negación: no vino nadie, no hice nada, no tengo ninguna


En español existe un esquema particular de negación, que permite combinar el adverbio no con la presencia de otros elementos que
tienen también sentido negativo.
Los adverbios nunca, jamás, tampoco, los indefinidos nadie, nada, ninguno, la locución en la/mi/tu/su vida y los grupos que
contienen la palabra ni aparecen siempre en oraciones de sentido negativo. Si estos elementos van antepuestos al verbo, este no va
acompañado del adverbio de negación no: Nunca voy al teatro; Él tampoco está de acuerdo; Jamás lo haré; Nadie lo
sabe; Nada de lo que dice tiene sentido; Ninguno de ellos es actor; En su vida lo conseguirá; Ni su padre lo perdonaría. Pero si
van pospuestos al verbo, este debe ir necesariamente precedido del adverbio no: No voy nunca al teatro; Él no está de
acuerdo tampoco; No lo haré jamás; No lo sabe nadie; No tiene sentido nada de lo que dice; No es actor ninguno de
ellos; No lo conseguirá en su vida; No lo perdonaría ni su padre. La concurrencia de esas dos «negaciones» no anula el sentido
negativo del enunciado, sino que lo refuerza.

Infinitivo por imperativo


Cuando se da una orden a una segunda persona (del singular o del plural), deben usarse las formas propias del imperativo, si la oración
es afirmativa, o las formas correspondientes del subjuntivo, si la oración es negativa, va introducida por la conjunción que o se dirige a
un interlocutor al que se trata de usted
 SINGULAR
Tómate toda la sopa y deja de protestar.
No te enfades y ponnos otro café.
Que te calles.
Hágame caso.
PLURAL
¡Venid aquí ahora mismo, granujas!
Poneos el pijama y dormíos cuanto antes.
No lleguéis tarde.
Que os estéis quietos.
Cierren la puerta y siéntense, por favor.
 Como se ve en alguno de los ejemplos anteriores, las formas de imperativo de la segunda persona del plural correspondientes al
pronombre vosotros terminan en -d: amad, comed, venid; pero pierden esa -d cuando se les añade el pronombre enclítico os: amaos,
poneos, veníos.
 No se considera correcto, en el habla esmerada, el uso del infinitivo en lugar del imperativo para dirigir una orden a una segunda
persona del plural, como se hace a menudo en el habla coloquial:
¡Venir aquí ahora mismo, granujas!
Poneros el pijama y dormiros cuanto antes.
Solo es válido el empleo del infinitivo con valor de imperativo dirigido a una segunda persona del singular o del plural cuando aparece
precedido de la preposición a, uso propio de la lengua oral coloquial: ¡Tú, a callar!; Niños, a dormir.
No debe confundirse el empleo desaconsejable del infinitivo en lugar del imperativo de segunda persona del plural con la aparición del
infinitivo con valor exhortativo en indicaciones, advertencias, recomendaciones o avisos dirigidos a un interlocutor colectivo e
indeterminado, habituales en las instrucciones de uso de los aparatos, las etiquetas de los productos o los carteles que dan
indicaciones, hacen recomendaciones de tipo cívico o prohíben determinadas acciones en lugares públicos: Consumir a temperatura
ambiente; Depositar la basura en las papeleras; No fumar; Lavar a mano. Se trata, en estos casos, de estructuras impersonales en las
que no se da una orden directa, sino que se pone de manifiesto una recomendación, una obligación o una prohibición de carácter
general, en las que hay que sobrentender fórmulas del tipo Se debe consumir... / Es preciso consumirlo... / Hay que consumirlo... / Se
recomienda consumirlo...; Debe depositarse la basura en las papeleras / Hay que depositar la basura a las papeleras; No se puede
fumar / No se permite fumar; Debe lavarse a mano / Se recomienda lavarlo a mano.

El agua, esta agua, mucha agua


El sustantivo agua es de género femenino, pero tiene la particularidad de comenzar por /a/ tónica (la vocal tónica de una palabra es
aquella en la que recae el acento de intensidad: [água]). Por razones de fonética histórica, este tipo de palabras seleccionan en singular
la forma el del artículo, en lugar de la forma femenina normal la. Esta regla solo opera cuando el artículo antecede inmediatamente al
sustantivo, de ahí que digamos el agua, el área, el hacha; pero si entre el artículo y el sustantivo se interpone otra palabra, la regla
queda sin efecto, de ahí que digamos la misma agua, la extensa área, la afilada hacha. Puesto que estas palabras son femeninas, los
adjetivos deben concordar siempre en femenino: el agua clara, el área extensa, el hacha afilada (y no el agua claro, el área
extenso, el hacha afilado).
Por su parte, el indefinido una toma generalmente la forma un cuando antecede inmediatamente a sustantivos femeninos que
comienzan por /a/ tónica: un área, un hacha, un águila (si bien no es incorrecto, aunque sí poco frecuente, utilizar la forma plena una:
una área, una hacha, una águila). Asimismo, los indefinidos alguna y ninguna pueden adoptar en estos casos las formas apocopadas
(algún alma, ningún alma) o mantener las formas plenas (alguna alma, ninguna alma).
Al tratarse de sustantivos femeninos, con los demostrativos este, ese, aquel o con cualquier otro adjetivo determinativo, como todo,
mucho, poco, otro, etc., deben usarse las formas femeninas correspondientes: esta hacha, aquella misma arma, toda el agua, mucha
hambre, etc. (y no este hacha, aquel mismo arma, todo el agua, mucho hambre, etc.)

Ir por agua o ir a por agua


El uso de la secuencia de preposiciones a por tras verbos que indican movimiento, como ir, venir, volver, salir, etc., con el sentido de
‘en busca de’, es hoy normal en el español de España, donde es corriente decir Ve a por agua, Salgo a por el pan, Volvió a por el
paraguas. En el español de América, en cambio, este uso se percibe como anómalo y sigue siendo general allí el empleo exclusivo, en
estos casos, de la preposición por: Ve por agua, Salgo por el pan, Volvió por el paraguas.
No hay razones lingüísticas para condenar el uso de a por, tan legítimo como el de otras combinaciones de preposiciones nunca
censuradas, como para con, de entre, por entre, tras de, de por, etc. La secuencia a por (documentada ya en textos españoles de los
siglos XVI y XVII) se explica por el cruce de las estructuras ir a un lugar (complemento de dirección) e ir por algo o alguien (‘en busca
de’), ya que en esta última está también presente la idea de ‘movimiento hacia’.
Por otra parte, el uso de ambas preposiciones, frente al empleo aislado de por, resuelve en muchos casos problemas de ambigüedad;
así, la oración Voy por mi hijo puede significar ‘voy a buscar a mi hijo’, ‘voy en lugar de mi hijo’, ‘voy en favor o por el bien de mi
hijo’ o ‘voy porque me lo ha pedido mi hijo’; mientras que la oración Voy a por mi hijo solo puede significar ‘voy a buscar a mi hijo’.

Sustantivo + a + infinitivo: temas a tratar, problemas a resolver, etc.


Estas estructuras, provenientes del francés, suelen considerarse inelegantes y normativamente poco recomendables. Sin embargo, en
determinados ámbitos (en especial, el económico, el administrativo y el periodístico) han alcanzado una extensión notable, debido a su
brevedad. Aunque se admite su empleo en determinados contextos (cantidad a ingresar, temas a tratar, problemas a resolver, etc.),
no debe olvidarse que en muchas ocasiones su uso es superfluo y, por consiguiente, resulta preferible evitarlo.

Mayor / más mayor


Cuando mayor —forma procedente del comparativo latino maior— se emplea con verdadero valor comparativo, esto es, con el
significado de ‘que excede a otra cosa en tamaño, cantidad, calidad o intensidad’ y, referido a persona, ‘que excede en edad a otra’, es
incorrecta su combinación con más; así, El baño no es más mayor que la cocina o Mi hermano Pedro es más mayor que tú son
oraciones incorrectas por El baño no es más grande/mayor que la cocina o Mi hermano Pedro es mayor que tú.
Pero mayor tiene, dentro del campo de la edad, sentidos en que funciona, no como forma comparativa de grande, sino como un
verdadero adjetivo en grado positivo y, en esos casos, como el resto de los adjetivos, admite su combinación con marcas de grado
como más.
Mayor carece de valor comparativo en los casos siguientes:
 Cuando se opone a pequeño y significa ‘de no poca edad’. Un niño puede decir Ya soy mayor, queriendo expresar,
simplemente, que ya no se considera pequeño. Con este sentido mayor sí admite su combinación con marcas de grado,
como más, muyo tan: Cuando seas más mayor, te compraremos una bicicleta; ¡Mira que tan mayor y todavía con chupete!
 Cuando se usa con el sentido más preciso de ‘adulto’: Cuando sea mayor, me iré de casa.
La existencia de estos usos no comparativos del adjetivo mayor permite que sean posibles e igualmente correctas, aunque de
significado ligeramente diverso, las oraciones Cuando seas mayor (= cuando seas adulta), podrás ponerte ese vestido y Cuando seas
más mayor (= cuando tengas más edad de la que tienes ahora), podrás ponerte ese vestido.
Cuando significa ‘de edad avanzada’: En los autobuses hay que ceder el asiento a las personas mayores. También en este
caso mayor admite su combinación con marcas de grado: Encontré a tu padre cansado, más mayor, casi un anciano.

Palabras clave o palabras claves, copias pirata o copias piratas


En las construcciones formadas por dos sustantivos que constituyen una unidad léxica, en las que el segundo de ellos modifica al
primero como si se tratara de un adjetivo, normalmente solo el primer sustantivo lleva marca de plural: horas punta, bombas lapa,
faldas pantalón, ciudades dormitorio, pisos piloto, coches cama, hombres rana, niños prodigio, noticias bomba, sofás cama, etc. No
obstante, hay casos en que el segundo sustantivo puede adquirir un funcionamiento plenamente adjetivo y adoptar también la marca de
plural, como es característico en esta clase de palabras. Normalmente esto sucede cuando el segundo sustantivo puede funcionar, con
el mismo valor, como atributo del primero en oraciones copulativas; esta es la razón de que pueda decirse Estados miembros, países
satélites, empresas líderes, palabras claves o copias piratas (pues son posibles oraciones como Esos Estados son miembros de la UE,
Estos países fueron satélites de la Unión Soviética, Esas empresas son líderes en su sector, Estas palabras son claves para entender
el asunto, Las copias requisadas son piratas).
Es decir, tanto palabras clave o copias pirata como palabras claves o copias piratas son expresiones posibles y correctas. En el
primer caso, clave y pirata están funcionando como sustantivos en aposición y no adoptan la marca de plural. En el segundo, están
funcionando como adjetivos plenos (con el sentido de ‘fundamental’, en el caso de clave,y de ‘ilegal o no autorizado’, en el caso
de pirata),  de ahí que adopten la marca de plural en consonancia con el sustantivo plural al que modifican.

La mayoría de los manifestantes, el resto de los alumnos, la mitad de los presentes, etc. +
verbo
Cuando este tipo de estructuras funcionan como sujeto de una oración, a muchos hablantes se les plantean problemas a la hora de
conjugar el verbo. En general, es posible poner el verbo tanto en singular (concordando con el sustantivo cuantificador
singular: mayoría, mitad, minoría, resto, etc.) como en plural (concordando con el sustantivo plural que especifica de qué seres se
trata: manifestantes, alumnos, trabajadores, etc.), siendo más habitual la concordancia en plural:
La mayoría de los manifestantes gritaba consignas / La mayoría de los manifestantes gritaban consignas.
La mitad de los alumnos aprobó / La mitad de los alumnos aprobaron.
El resto de los profesores irá a la huelga / El resto de los profesores irán a la huelga.
Pero si el verbo lleva un atributo o un complemento predicativo (es decir, un elemento que, formando parte del predicado, atribuye
cualidades o estados a la entidad designada por el sujeto), solo es normal poner el verbo en plural, pues el atributo o el predicativo
deben concordar asimismo en plural con el sustantivo plural al que se refieren:
La mayoría de sus hijos eran altos.         
La mitad de los cajones estaban vacíos.
La mayor parte de los excursionistas llegaron cansados.

Veintiuna personas, veintiuno por ciento


El numeral uno, una se apocopa en la forma un únicamente cuando antecede a sustantivos masculinos: un libro, un coche; o a
sustantivos femeninos que comienzan por /a/ tónica (una vocal es tónica cuando en ella recae el acento prosódico o de intensidad):un
águila, un alma, un hacha; pero no se apocopa nunca cuando antecede a sustantivos femeninos que no comienzan por /a/ tónica: una
amapola, una mujer, una novela.
Consecuentemente, todos los numerales compuestos que contienen el numeral simple uno, una se comportan de la misma manera y
solo se apocopan ante sustantivos masculinos y ante sustantivos femeninos que comienzan por /a/ tónica. Por lo tanto, igual que
decimos una mujer, una amapola, debemos decir veintiuna mujeres, treinta y una amapolas (y no veintiún mujeres, treinta y un
amapolas).
Asimismo, debe decirse uno por ciento, veintiuno por ciento, treinta y uno por ciento (y no un por ciento, veintiún por ciento, treinta
y un por ciento), ya que el numeral uno, una solo se apocopa ante determinado tipo de sustantivos, y por es una preposición.

Veintiuna mil personas o veintiún mil personas


Los numerales compuestos que contienen el numeral simple uno, una, concuerdan en género con el sustantivo al que determinan
cuando lo preceden inmediatamente, por eso debe decirse veintiuna personas, treinta y una toneladas (y no veintiún personas, treinta
y un toneladas). [Para los casos de apócope, véase Veintiuna personas, veintiuno por ciento en esta misma sección].
Pero cuando entre el numeral y un sustantivo femenino se interpone la palabra mil, la concordancia de género es opcional, por lo que
puede decirse tanto veintiún mil personas, treinta y un mil toneladas, como veintiuna mil personas, treinta y una mil toneladas.
La concordancia en femenino (veintiuna mil personas, treinta y una mil toneladas) se está imponiendo en el uso actual por influjo de
la que obligatoriamente establecen los numerales de la serie de las centenas, que acomodan siempre su género al del sustantivo, lo
precedan inmediatamente o no (setecientas toneladas, setecientas mil toneladas).

Los miles de personas


Como sustantivo, la palabra mil es de género masculino y se usa, en singular, para designar el propio número: Después del
novecientos noventa y nueve viene el mil. En plural significa ‘millares’ y va normalmente seguido de un complemento especificativo
introducido por la preposición de: Había miles de personas en la puerta del estadio. Puesto que se trata de un sustantivo masculino,
los determinantes que lo acompañen deben ir también en masculino: los miles de personas, unos miles de personas, esos miles de
personas (y no las miles de personas, unas miles de personas, esas miles de personas).

Los ciudadanos y las ciudadanas, los niños y las niñas


Este tipo de desdoblamientos son artificiosos e innecesarios desde el punto de vista lingüístico. En los sustantivos que designan seres
animados existe la posibilidad del uso genérico del masculino para designar la clase, es decir, a todos los individuos de la especie, sin
distinción de sexos: Todos los ciudadanos mayores de edad tienen derecho a voto.
La mención explícita del femenino solo se justifica cuando la oposición de sexos es relevante en el contexto: El desarrollo evolutivo
es similar en los niños y las niñas de esa edad. La actual tendencia al desdoblamiento indiscriminado del sustantivo en su forma
masculina y femenina va contra el principio de economía del lenguaje y se funda en razones extralingüísticas. Por tanto, deben
evitarse estas repeticiones, que generan dificultades sintácticas y de concordancia, y complican innecesariamente la redacción y
lectura de los textos.
El uso genérico del masculino se basa en su condición de término no marcado en la oposición masculino/femenino. Por ello, es
incorrecto emplear el femenino para aludir conjuntamente a ambos sexos, con independencia del número de individuos de cada sexo
que formen parte del conjunto. Así, los alumnos es la única forma correcta de referirse a un grupo mixto, aunque el número de
alumnas sea superior al de alumnos varones.

India o la India, de Perú o del Perú


Muchos nombres de países pueden usarse opcionalmente precedidos de artículo: (el) Canadá, (los) Estados Unidos, (la) India, (el)
Líbano, (el) Perú, etc., siendo diferente en cada caso la preferencia mayoritaria por una u otra opción. En estos topónimos el artículo
no forma parte del nombre propio, por lo que se escribe con minúscula y se amalgama con las preposiciones a y de dando lugar a las
contracciones al y del:
Nunca he estado en la India / Nunca he estado en India.
Viajó al Canadá / Viajó a Canadá.
Vengo del Perú / Vengo de Perú.              
Otros topónimos, en cambio, no admiten su uso con artículo: Iremos a Chile, Han vuelto de Egipto, No conozco Noruega.
Para saber qué nombres de países admiten el uso opcional con artículo, puede consultarse el Apéndice 5: Lista de países y capitales,
con sus gentilicios del Diccionario panhispánico de dudas. En dicha lista, en los nombres de países que pueden usarse precedidos de
artículo, este aparece entre paréntesis detrás del topónimo.
Existen, además, algunos topónimos en los que el artículo es parte indisociable del nombre propio. En esos casos, el artículo se escribe
con mayúscula inicial y no se amalgama en la escritura con las preposiciones a y de:
Lo conocí en  La Habana.
Volverá a El Cairo el mes que viene.
Vengo de El Salvador.

Plural de las siglas: las ONG, unos DVD


En español, las siglas son invariables en la lengua escrita, es decir, no modifican su forma cuando designan más de un referente. El
plural se manifiesta en las palabras que las introducen o que las modifican: varias ONG europeas, unos DVD, los PC. Por eso es
recomendable utilizar siempre un determinante para introducir la sigla cuando esta ha de expresar pluralidad:
La medida ha sido apoyada por diferentes ONG del país.
¿Con cuántos PC portátiles podemos contar?       
Tengo muchos CD de este tipo de música.              
Debe evitarse el uso, copiado del inglés, de realizar el plural de las siglas añadiendo al final una s minúscula, con o sin
apóstrofo: PC’s, ONG’s, PCs, ONGs.

Tilde en las mayúsculas


Las letras mayúsculas deben escribirse con tilde si les corresponde llevar tilde según las reglas de acentuación gráfica del español,
tanto si se trata de palabras escritas en su totalidad con mayúsculas como si se trata únicamente de la mayúscula inicial:
Su hijo se llama Ángel.
administración
ATENCIÓN, POR FAVOR.
La Real Academia Española nunca ha establecido una norma en sentido contrario.
La acentuación gráfica de las letras mayúsculas no es opcional, sino obligatoria, y afecta a cualquier tipo de texto. Las únicas
mayúsculas que no se acentúan son las que forman parte de las siglas; así, CIA (sigla del inglés Central Intelligence Agency) no lleva
tilde, aunque el hiato entre la vocal cerrada tónica y la vocal abierta átona exigiría, según las reglas de acentuación, tildar la i.

Tilde en las formas verbales con pronombres átonos: deme, estate, mirándolo, etc.
Las formas verbales seguidas de pronombres átonos (me, te, lo, la, los, las, le, les, se, nos, os) se escriben y se pronuncian como una
sola palabra. Desde la ortografía académica de 1999, estas palabras se someten como las demás a las reglas de acentuación gráfica del
español, sin constituir ninguna excepción. Así, formas como estate, deme, detente o arrepintiose se deben escribir sin tilde por ser
palabras llanas terminadas en vocal; formas como riéndonos, míralas, cállate o decídselo se escriben con tilde por ser esdrújulas;
y oídle, subíos o sonreírte por contener hiatos de vocal cerrada tónica y abierta átona (o a la inversa).
También las formas del imperativo de segunda persona del singular características del voseo deben someterse a las reglas de
acentuación gráfica del español, tanto si se utilizan seguidas de pronombres átonos como si no. Así, si estas formas se usan sin
pronombre añadido, llevan tilde por tratarse de palabras agudas acabadas en vocal: contá, pensá, mirá, bebé, salí; si se les añade un
pronombre, dejan de escribirse con tilde por convertirse en palabras llanas acabadas en vocal o en -s: contame, pensalo, miranos,
bebelo, salite (pronunciadas [kontáme, pensálo, mirános, bebélo, salíte]); y si se les añaden dos pronombres, se escriben con tilde por
convertirse en palabras esdrújulas: contámela, pensátelo, miránoslos, bebételo.

Tilde en qué, cuál/es, quién/es, cómo, cuán, cuánto/a/os/as, cuándo, dónde y adónde


Las palabras qué, cuál/es, quién/es, cómo, cuán, cuánto/a/os/as, cuándo, dónde y adónde son tónicas y se escriben con tilde diacrítica
cuando tienen sentido interrogativo o exclamativo. Estas palabras, por sí solas o precedidas de alguna preposición, introducen
oraciones interrogativas o exclamativas directas:
¿Qué ha dicho?            
¿De quién es esto?
¡Con qué seriedad trabaja!
¿Con cuál se queda usted?
¡Cómo ha crecido este niño!
¡Cuán bello es este paisaje!
¿Cuántos han venido?
¿Hasta cuándo os quedáis?
¿Adónde quieres ir?
También introducen oraciones interrogativas o exclamativas indirectas, integradas en otros enunciados:
Ya verás qué bien lo pasamos.
Le explicó cuáles eran sus razones.
No sé quién va a venir.
No te imaginas cómo ha cambiado todo.
La nota indica cuándo tienen que volver.
Voy a preguntar por dónde se va al castillo.
 Además, pueden funcionar como sustantivos:
En este trabajo lo importante no es el qué, sino el cuánto.
Ahora queda decidir el cómo y el cuándo de la intervención.
Sin embargo, cuando estas mismas palabras funcionan como adverbios o pronombres relativos o, en el caso de algunas de ellas,
también como conjunciones, son átonas (salvo el relativo cual, que es tónico cuando va precedido de artículo) y se escriben sin tilde:
El jefe, que no sabía nada, no supo reaccionar.
Esta es la razón por la cual no pienso participar.
Ha visto a quien tú sabes.
Cuando llegue ella, empezamos.
¿Estás buscando un lugar donde dormir?
No dijo que estuviese en paro.
¡Que aproveche!
Aunque los relativos, presenten o no antecedente expreso, son normalmente átonos y se escriben sin tilde, hay casos en que pueden
pronunciarse tanto con acento prosódico como sin él. Esta doble posibilidad se da cuando los relativos introducen subordinadas
relativas sin antecedente expreso, siempre que el antecedente implícito sea indefinido y tenga carácter inespecífico (una
persona, alguien, algo, algún lugar, nadie, nada, etc.). Esto ocurre cuando la oración de relativo sin antecedente depende de verbos
como haber, tener, buscar, encontrar, necesitar, etc., que admiten complementos indefinidos de carácter inespecífico. En estos casos
es aceptable escribir el relativo tanto con tilde, reflejando la pronunciación tónica, como sin ella, representando la pronunciación
átona.
 El problema es que no hay con qué/que alimentar a tanta gente.
 Ya ha encontrado quién/quien le quiera y no necesita nada más.
 Buscó dónde/donde sentarse, pero no había asientos libres.
 No tenía cómo/como defenderse de las acusaciones.

Porqué / porque / por qué / por que


a) porqué
Es un sustantivo masculino que equivale a causa, motivo, razón, y se escribe con tilde por ser palabra aguda terminada en
vocal. Puesto que se trata de un sustantivo, se usa normalmente precedido de artículo u otro determinante:
No comprendo el porqué de tu actitud [= la razón de tu actitud].
Todo tiene su porqué [= su causa o su motivo].
Como otros sustantivos, tiene plural:
Hay que averiguar los porqués de este cambio de actitud.
b) por qué
Se trata de la secuencia formada por la preposición por y el interrogativo o exclamativo qué (palabra tónica que se escribe con tilde
diacrítica para distinguirla del relativo y de la conjunción que). Introduce oraciones interrogativas y exclamativas directas e indirectas:
¿Por qué no viniste ayer a la fiesta?
No comprendo por qué te pones así.
¡Por qué calles más bonitas pasamos!
Obsérvese que, a diferencia del sustantivo porqué, la secuencia por qué no puede sustituirse por términos como razón,
causa o motivo.
c) porque
Se trata de una conjunción átona, razón por la que se escribe sin tilde. Puede usarse con dos valores:
 Como conjunción causal, para introducir oraciones subordinadas que expresan causa, caso en que puede sustituirse por
locuciones de valor asimismo causal como puesto que o ya que:
No fui a la fiesta porque no tenía ganas [= ya que no tenía ganas].
La ocupación no es total, porque quedan todavía plazas libres [= puesto que quedan todavía plazas libres].
También se emplea como encabezamiento de las respuestas a las preguntas introducidas por la secuencia por qué:
—¿Por qué no viniste? —Porque no tenía ganas.
Cuando tiene sentido causal, es incorrecta su escritura en dos palabras.
 Como conjunción final, seguida de un verbo en subjuntivo, con sentido equivalente a para que:
Hice cuanto pude porque no terminara así [= para que no terminara así].
En este caso, se admite también la grafía en dos palabras (pero se prefiere la escritura en una sola):
Hice cuanto pude por que no terminara así.
d) por que
Puede tratarse de una de las siguientes secuencias:          
 La preposición por + el pronombre relativo que. En este caso es más corriente usar el relativo con artículo antepuesto (el que,
la que, etc.):
Este es el motivo por (el) que te llamé.            
Los premios por (los) que competían no resultaban muy atractivos.
No sabemos la verdadera razón por (la) que dijo eso.
 La preposición por + la conjunción subordinante que. Esta secuencia aparece en el caso de verbos, sustantivos o adjetivos
que rigen un complemento introducido por la preposición por y llevan además una oración subordinada introducida por la
conjunción que:
Al final optaron por que no se presentase.
Están ansiosos por que empecemos a trabajar en el proyecto.
Nos confesó su preocupación por que los niños pudieran enfermar.

A ver / haber
Aunque a ver y haber se pronuncian de la misma forma, deben distinguirse adecuadamente en la escritura.
a) a ver
Se trata de la secuencia constituida por la preposición a y el infinitivo verbal ver:
Vete a ver qué nota te han puesto.
Los llevaron a ver los monumentos de la ciudad.
Como expresión fija, presenta distintos valores y usos:     
 En tono interrogativo, se emplea para solicitar al interlocutor que nos deje ver o comprobar algo:
—Mira lo que he comprado. —¿A ver?
 Expresa, en general, expectación o interés por saber algo, y va normalmente seguida de una interrogativa indirecta:
A ver cuándo nos dan los resultados.
 Se utiliza para llamar la atención del interlocutor antes de preguntarle, pedirle u ordenarle algo:
A ver, ¿has hecho lo que te dije?
A ver, trae el cuaderno.
 Equivale a claro o naturalmente, como aceptación de algo que se considera inevitable:
—Pero ¿al final os vais? —¡A ver! Si no lo hacemos, perdemos el dinero de la reserva.
 Delante de una oración introducida por la conjunción si, expresa, bien expectación, curiosidad o interés, a veces en forma de
reto; bien temor o sospecha; bien deseo o mandato:
¡A ver si adivinas lo que estoy pensando!
A ver si te caes.
A ver si eres más organizado de ahora en adelante.
En muchos de estos casos la secuencia a ver puede reemplazarse por veamos, lo que pone de manifiesto su relación con el verbo ver y
no con el verbo haber:
A ver con quién aparece mañana en la fiesta [= Veamos con quién aparece mañana en la fiesta].
A ver si te atreves a decírselo a la cara [= Veamos si te atreves a decírselo a la cara].
b) haber
Puede ser un verbo o un sustantivo:
 Como verbo, haber se usa como auxiliar, seguido de un participio, para formar los infinitivos compuestos de la conjugación:
Haber venido antes.
Tiene que haber sucedido algo.
Sigo sin haber entendido lo que ha pasado.
También se emplea como infinitivo del verbo impersonal que denota la presencia o existencia de lo designado por el sustantivo que lo
acompaña:
Parece haber un chico esperándote en la puerta.
Tiene que haber muchas cosas en el frigorífico.
 Como sustantivo, haber es masculino y significa, en general, ‘conjunto de bienes o caudales de una persona’:
Su haber era más bien escaso.

Has / haz
a) has
Se trata de la forma correspondiente a la segunda persona del singular del presente de indicativo del verbo haber (yo he, tú/vos has, él
ha, nosotros hemos, vosotros habéis, ellos/ustedes han), con el que se forman los tiempos compuestos de la conjugación. Así, la
forma has, seguida del participio en -o del verbo que se está conjugando, da lugar a la segunda persona del singular del pretérito
perfecto compuesto (o antepresente) del modo indicativo:
 Has llegado tarde.
¿Has ido a ver a tu padre?
Esta forma se emplea además como segunda persona del singular de la perífrasis verbal  haber de + infinitivo, que denota obligación o
necesidad y equivale a la más frecuente hoy tener que + infinitivo:
Has de estudiar más. [= Tienes que estudiar más].              
Has de saber que serás castigado. [= Tienes que saber que serás castigado].
b) haz
Como verbo, se trata de la forma de imperativo correspondiente al pronombre tú del verbo hacer:
Haz lo que te digo o no te dejaré salir.
Haz lo que tengas que hacer.

Halla / haya / aya


La mayor parte de los hispanohablantes pronuncian estas tres palabras de la misma forma, ya que está muy generalizada la pérdida de
la distinción de los sonidos que representan las grafías ll e y. Pero conviene distinguirlas adecuadamente en la escritura:
a) haya
Puede ser un verbo o un sustantivo:
 Como verbo, es la forma de primera o tercera persona del singular del presente de subjuntivo del verbo haber. Con este valor
se utiliza, bien seguida de un participio para formar el pretérito perfecto (o antepresente) de subjuntivo del verbo que se esté
conjugando (haya visto, haya mirado, etc.), bien como verbo de una oración impersonal:
Espero que Luis haya aprobado.
No cree que el niño se haya vestido solo.
Quizá haya algo que podamos hacer.
Si estas oraciones se expresasen en otro tiempo verbal, la forma haya sería reemplazada por otra forma del verbo haber:
Esperaba que esta vez Luis hubiese aprobado.
No creía que el niño se hubiese vestido solo.
Quizá habría algo que pudiéramos hacer.
 Como sustantivo, es femenino y designa un tipo de árbol:
Hay que podar el haya del jardín.
Se sentó a la sombra de una frondosa haya.
b) halla
Es la forma de la tercera persona del singular del presente de indicativo, o la segunda persona (tú) del singular del imperativo, del
verbo hallar(se), que significa ‘encontrar(se)’:
No sé cómo lo hace, pero halla siempre una excusa perfecta para no ir.
La sede de la organización se halla en París.
La flora se halla constituida por diferentes especies.
Halla la hipotenusa del siguiente triángulo rectángulo.
Obsérvese que en estos casos la palabra halla se puede sustituir por la forma encuentra:
No sé cómo lo hace, pero encuentra siempre una excusa perfecta para no ir.
La sede de la organización se encuentra en París.
La flora se encuentra constituida por diferentes especies.
Encuentra la hipotenusa del siguiente triángulo rectángulo.
c) aya
Es un sustantivo femenino que significa ‘mujer encargada en una casa del cuidado y educación de los niños o jóvenes’:
Aún se acordaba del aya sabia y cariñosa de su infancia.
La vieja aya seguía llevando a los niños al parque.      

Echo, echa, echas / hecho, hecha, hechas


Todas las formas del verbo echar (que significa, a grandes rasgos, ‘tirar’, ‘poner o depositar’ y ‘expulsar’) se escriben sin h:
Siempre echo los papeles a la papelera. Si echas más sal al guiso lo estropeas.
Hay que echar la carta al buzón. Tienes suerte si no te echa de aquí ahora mismo.
El verbo echar forma parte de la locución echar de menos, que significa ‘añorar’:
Te echo de menos. ¿Me habéis echado de menos?
O de la locución echar a perder, que significa ‘estropear’:
Siempre lo echas todo a perder.
También de la perífrasis echar a + infinitivo, que indica el comienzo de la acción expresada por el infinitivo:
Siempre se echa a reír en el momento más inoportuno. Casi me echo a llorar.
  Aunque se pronuncian igual, no deben confundirse en la escritura las formas echo, echas, echa, del verbo echar, que se escriben
sin h, y las formas hecho, hecha, hechas, del participio del verbo hacer, que se escriben con h, al igual que el sustantivo
masculino hecho (‘cosa que se hace o que sucede’), tanto cuando se utiliza como tal, como cuando forma parte de la locución de
hecho (‘efectivamente, en realidad’):
¿Has hecho lo que te dije? Aunque iba con prisa, dejó hecha la cama.
Ya están hechas las tortillas. El hecho es que hemos solucionado el problema.
Quería olvidarla. De hecho, intenté no volver a verla.

Mayúscula o minúscula en los meses, los días de la semana y las estaciones del año
Salvo que la mayúscula venga exigida por la puntuación (a comienzo de texto o después de punto), los nombres de los días de la
semana, de los meses y de las estaciones del año se escriben en español con minúscula inicial:
Nació el pasado martes, 22 de noviembre. En Caracas, a 6 de mayo de 2005.
Esta primavera ha llovido mucho.
Solo se inician con mayúscula cuando forman parte de nombres que exigen la escritura de sus componentes con mayúscula inicial,
como ocurre con los nombres de festividades, fechas o acontecimientos históricos, vías urbanas, edificios, etc.: Viernes Santo,
Primavera de Praga, plaza del Dos de Mayo, Hospital Doce de Octubre.

Ortografía de los signos de interrogación y exclamación


A diferencia de lo que ocurre en otras lenguas, los signos de interrogación y exclamación son signos dobles en español, como los
paréntesis o los corchetes. Por tanto, es incorrecto prescindir del signo de apertura en los enunciados interrogativos o exclamativos:
¿Quién le ha llamado? (no Quién le ha llamado?).         
¡Qué prisa tienes! (no Qué prisa tienes!).
Por otra parte, después del signo de cierre de interrogación o exclamación se puede escribir cualquier signo de puntuación salvo el
punto:
¡Ah!, olvidaba darte esto.
¿Han terminado ya de preparar la mesa?
—¿Qué vamos a comer? —preguntó.
Cuando los signos de cierre (? !) constituyen el final del enunciado, la palabra que sigue se escribe con mayúscula inicial.
¿Dónde está el restaurante? Olvidé mirarlo en la guía.
¡Qué frío! Coge el abrigo y la bufanda.

Cambio de la y copulativa en e


La conjunción copulativa y toma la forma e ante palabras que empiezan por el sonido vocálico /i/ (i- o hi- en la
escritura): Eres único e irrepetible; Necesito aguja e hilo.
Excepciones:
 Cuando al sonido /i/ le sigue una vocal con la que forma diptongo: La mesa es de madera y hierro (no de madera e hierro).
Con aquellas palabras que, como hiato o ion, pueden articularse con hiato ([i - á - to], [i - ón]) o con diptongo ([yá - to], [yón]), es
válido el uso de e (si se pronuncia un hiato) o de y (si se pronuncia un diptongo): diptongo e hiato o diptongo y hiato; moléculas e
iones o moléculas y iones.
 Cuando la conjunción se hace tónica y adquiere un valor adverbial en oraciones interrogativas: ¿Y Inés? (‘¿dónde está Inés?’
o ‘¿qué tal Inés?’).
Si la palabra que sigue a la conjunción no es española y comienza por el sonido vocálico /i/, sigue vigente la regla, aunque por tratarse
de una voz extranjera el sonido /i/ inicial no se escriba como i o hi:
Escriba su teléfono e e-mail (la e de e-mail se pronuncia [i] en inglés).
Paralelamente, la conjunción copulativa mantiene la forma y si la voz que la sigue no empieza con el sonido /i/, aunque gráficamente
se escriba con i- o hi-:
En esa fecha se produjo el encuentro entre Franco y Hitler (el apellido alemán Hitler se pronuncia con h aspirada).
Hasta el momento ha sacado dos discos: Life y I adore you (I se pronuncia [ái] en inglés).

Cambio de la o disyuntiva en u


La conjunción disyuntiva o toma la forma u ante palabras que empiezan por el sonido vocálico /o/ (o- u ho- en la
escritura): unos u otros, minutos u horas, ordenar u organizar.
Cuando la conjunción disyuntiva o va seguida de una expresión numérica que empieza por la cifra 8, como 8, 80, 81, 800, etc.,
también debe adoptar la forma u, tanto en la lectura como en la escritura, porque las palabras que representan estas cifras (ocho,
ochenta, ochenta y uno, ochocientos...) empiezan por el sonido /o/: 700 u 800.
La conjunción o también se transforma en u si la palabra que sigue comienza por /o/ en las correlaciones disyuntivas, en las que
aparece una conjunción ante cada una de las opciones posibles: Los hornos antiguos eran o circulares u ovalados; La disyuntiva era
clara: u obteníamos beneficios pronto o habría que cerrar la empresa.
División silábica y ortográfica de palabras con tl
En la mayor parte de la España peninsular y en Puerto Rico, la secuencia consonántica tlse articula pronunciando cada consonante en
una sílaba distinta. Así, palabras como atleta o Atlántico se dividen en sílabas de la siguiente manera: at - le - ta, At - lán - ti - co.
En cambio, en casi toda Hispanoamérica —especialmente en México y en los territorios donde se emplean voces de origen náhuatl, en
las que este grupo es inseparable (tla - co - te, cen - zon - tle)—, en Canarias y en algunas áreas españolas peninsulares, estas dos
consonantes se pronuncian dentro de la misma sílaba. En este caso, las palabras atleta y Atlántico se dividen en sílabas de la siguiente
manera: a - tle - ta, A- tlán - ti - co.
Consecuentemente, las palabras con tl se dividirán con guion de final de línea según el modo como articule el que escribe esta
secuencia de consonantes: si las pronuncia en dos sílabas, dividirá at- / leta; si las pronuncia en la misma sílaba, atle- / ta.

De 2007 o del 2007


En la datación de cartas y documentos, el uso prefiere desde la Edad Media expresar los años sin artículo:
8 de enero de 1681 En Toledo, a 19 de diciembre de 1999
Esta es, por tanto, la fórmula recomendada en el caso de la datación de cartas y documentos para indicar los años a partir del 2000:
Quito, 9 de abril de 2007        
Esta recomendación no implica que se considere incorrecto utilizar el artículo en estos casos:
Quito, 9 de abril del 2007       
Naturalmente, si se menciona expresamente la palabra año, resulta obligado anteponer el artículo: 5 de mayo del año 2000.
Cuando se menciona el año 2000 o los años sucesivos en un texto, fuera de las fórmulas utilizadas en la datación de cartas y
documentos, se tiende, en el habla espontánea, a usar el artículo delante del año:
Este documento fue revisado en febrero del 2002            La inauguración está prevista para el 2008                      
Pero también es posible, en estos casos, el uso sin artículo:
Este documento fue revisado en febrero de 2002              La inauguración está prevista para 2008                         

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