1 Cosiaca Testamento Paisa PDF

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COSECHA DE CUENTOS 125

Y apenas se arrima y lo destapa, -¡Aquí sí nos llevó el carajo! -gri-


cuando brinca Pedro Rimales y grita: taron esos saltiadores y salieron co-
-¡A mí todos los dijuntos! rriendo espavoridos. . . ¡y al río! ¡Al
Y contesta mano Juan, desde el zar- río también! ¡Allá fueron a dar! Y si
zo: hogaron todos.
-¡Aquí vamos todos juntos! Pedro Rimales y mano Juan queda-
¡Y se avienta de allá arriba haciendo ron fue pero bien ricos.
harto escándalo con esa puert'e cuero!

CUENTOS DE COSIACA

1
+ ESTE Cosiaca siempre es que era
muy avispao! Ese no se varaba
sacó del bolsillo unas cucarachas que
había llevao y las echó en la taza, con
nunca, y por pobre que estuviera siem- harto disimulo.
pre andaba de buen humor y por lo Y comienza de esta manera:
menos la lata se la levantaba. -¡Gas!; Virgen... ¡gas!
En una ocasión llegó a Guaca. Allá Y haciendo arquiadas. Haciendo ar-
había unas fiestas muy alegres que es- quiadas.
taban en su fina. -¿Qué le pasó, señor? ¿Qué le pasó?
-¡Valientes fiestas tan buenas! -di- -¿Cómo que qué me pasó? ¿Qué
jo Cosiaca-. ¡Aquí sí que voy a pasar clase de fonda es ésta? ¡Gas! ¡Auf! Vea
yo bien sabroso ... pero, lo importante las cucarachas que me encontré. ¡Gas!
es ir a almorzar, que está haciendo -Haga silencio, señor -suplicaba
mucha hambre! la vieja-. ¡Calle la boca! ¡Mire que
Se entró a una fonda, muy cam- está mirando todo el mundo!
pante, aunque sabía que no tenía para -¡Gas! ¡Gas!
el almuerzó. -Ay, señor. Mire: bien pueda váyase
Llegó al comedor, se acomodó, y y no le cobro la merienda.
dijo: Y Cosiaca, que esto era lo que espe-
-Bueno, mi señora. Necesito que me raba, salió satisfecho. Comió y meren-
sirvan un almuercito bien bueno. Pero dó y nada le costó.
tal como me lo sirven en mi casa. * * *
-Cómo no, señor. Ya mismito. Al otro día le hizo un mandao a
Le trajeron el almuerzo. Se lo comió una señora, para que le diera almuerzo.
y fue a salir muy orondo sin pagar. Llegó a la cocina y le dieron una
Cuando lo atajó la mujer: sopita.
-Oiga, señor: ¡usté no ha pagao! -¿ Y qué más es el almuerzo? -pre-
-Qué voy a pagar, mi señora, si yo guntó.
le alvertí que me sirviera un almuerzo -Nada más.
como me lo sirven en mi casa y en mi -Entonces sírvame la merienda, pa
casa no me cobran ... que salgamos d'eso di una vez . ..
* * * -Bueno, Cosiaca. Le vamos a enci-
Por la noche se fue a merendar: mar un huevo a caballo.
-Vea, señora: sírvame un chocola- Le sirven '1Il montón de arroz, y
tico. encima, un hu_evo frito.
-Sí, señor. Demás. -¿ Y esto qué es? -pregunta Cosia-
-Pero en una tacita grandecita ... ca.
y bien parviao . .. -¿Pues no ve? Un huevo a caballo.
-Sí, señor. -¿Sí? Entonces ¿por qué no me ha-
Se sentó Cosiaca a beber chocolate ce el bien y me le pone una monturita
y a comer. Y así que ya terminaba, de carne y un par de estribos de yuca?
COSECHA DE CUENTOS 127

Los policías le dijeron que eso no


En las
•••
mismas fiestas de Guaca, le estaba bien. Y Cosiaca respondió:
ocurre a Cosiaca que, estando con -¿ Y quién no le tira a una trampa
mucho deseo de hacer una necesidá, amarrada?
ésta le apuró de tal modo que no dio * * *
tiempo . . . Vio Cosiaca unas mujeres muy fla-
Cuando Cosiaca notó que se había cas charlando en la puerta de una casa
vuelto una porquería, se arrimó a un y entonces preguntó:
grupo de tahúres que estaban desplu- -¿A cómo la carne?
mando mon_tañeros. -¡Respete! -contestaron las mu-
-¡Quite de ai, Cosiaca! -le decían. chachas-. Esto no es una carnicería.
-¡Lárguese! ¡Fo! -Ah -respondió él-, como veo los
-Yo sí me voy, pero cada uno tiene güesos en la puerta ...
que aflojar di a cincuenta.
Y salió con plata. La misma que se * * *
parrandió. Pillaron a Cosiaca sentao en media
calle haciendo una necesidá y lo lleva-
• • • ron a la alcaldía.
Llegó a una tienda y compró unas El alcalde, que sabía lo pobre que
cositas que le hacían falta. Dulce y era Cosiaca, le puso una multa de cin-
otras cosas. Unos plátanos y un poqui-
to de sal. co centavos.
-Tome -dijo Cosiaca- ai tán sus
-¿Cuánto le debo? -dijo Cosiaca. cinco, y cinco más.
Y el tiendero le contesta:
-Tres cuartas. -¿De qué son estos cinco? -pre-
Cosiaca las midió con la mano en el guntó el alcalde.
-Ah, ¿y es que la orinada no la co-
mostrador y dijo: bran?
-Ai se las dejo.
* * * * * *
Iba Cosiaca por la calle y al velo A los pocos días volvieron a ver
un hombre al que le debía un cuarto, a Cosiaca en cuclillas ensuciando en la
le gritó: calle. Se le acerca el policía y le grita:
-El cuarto, Cosiaca. El cuarto. -¡Cosiaca! ¡Aguarde y verá! ¡Le voy
-Honrar padre y madre. . . -con- a dar parte al señor alcalde!
testó corriendo. - ... em pueda désela toda ... -res-
pondió Cosiaca.
* * *
Cosiaca le pidió limosna a un ca- * * *
ballero, y éste le respondió: Una vez pasó Cosiaca por una finca.
-No tengo menuda. Salieron los piones y le dijeron:
i Cosiad. entBndes !dijo: t t , 4 ,Y;nga, ¡icá, Cosiaca. Dígary,s¡ una
-Esa es la carga de todos: 1"nb teo mentira bierf grande. ••
menuda", "no teo menuda", como si -¡Ahora con qué lugar! -contestó
a Cosiaca no le gustara la gruesa. de mala gana Cosiaca-. Voy corrien-
do a ver el incendio de Medellín.
* * * Los piones salieron detrás d'él y al
Se emborrachó Cosiaca y acabó pe- llegar a la Villa, vieron que Cosiaca
liando a las trompadas con un hombre. "no las pensaba".
Los separaron y la policía llevaba al
hombre bien sujeto, en tanto que Co- * * *
siaca venía suelto, detrasito. Una vez Cosiaca, cuando andaba re-
De pronto Cosiaca (que ya estaba corriendo, llegó por allá a un pueblo
viejo cuando eso), sacó una coca con y lo primero que hizo fue ir a la casa
toda fuerza y se la chantó en las ña- del cura, a que le diera trabajo. El
tas al otro. cura no lo conocía, porque Cosiaca
128 AGUSTÍN JARAMILLO LONDOÑO

apenas estaba comenzando a'venturiar, -¿ Y el ayayay? -preguntó el cura.


y le preguntó que cómo se llamaba. -Aquí se lo traigo también en esta
-Así, padre. bolsita. Meta la mano y verá.
-¿Cómo? Metió el cura la mano, lo picó el
-Así. . . alacrán y apenas gritó: "¡¡Ayayay!!". Y
-Está bien, Así. Venga a trabajar ai sí le dio ya el permiso pa que se
a mi casa, que aquí lo que es destino juera. Y que siguiera aventuriando.
no le falta. Porque esto era cuando Cosiaca ape-
Cosiaca estuvo trabajando un tiem- nas comenzaba a recorrer.
pito, pero ligero-ligero se aburrió y le
dijo al cura que se iba a ir. Pero el * * *
cura no quería: estaba amañado con Cosiaca llego a un pueblo y entró a
el muchacho. Y un día, mientras el buscar almuerzo.
cura hacía la siesta, llegó Cosiaca y -¿Tiene empanadas, señora?
le pintó la cara. -Sí, señor.
Así qu'el cura dispertó se fue a bus- -¿ Bien buenas?
car al ayudante: -¡Demás!
-¡Así! . . . ¡Así! ... -gritaba por to- -¿ Fresquecitas?
da la casa. Pero nadie respondía. En- -De hoy.
tonces salió pa la calle, a buscar por -¿ De las tres efes?
todo el pueblo. A las personas que s'en- -Sí, señor.
contraba les preguntaba: Le trajo las empanadas. Cosiaca pi-
-¿Ustedes me han visto a Así? dió ají y se puso a comer harta empa-
La gente lo miraba como raro y le nada, hasta quedar lleno. Ah, y fue
decía que no, que no ... saliendo muy campante. .
Hasta que una señora le dijo: Cuando le dice la mujercita:
-¡1vemaría, padre, por Dios! ¿Cuán- -Oiga, señor: no ha pagao las em-
do lo hemos visto así como un payaso? panadas.
¿Vusté no siá mirao en un espejo? -¿ Cómo así? ¿ Y no son de las tres
El cura empezó a entender y dijo: efes, pues?
-Yo pregunto es por ese muchacho, -¿ Cuáles tres efes?
Así, que trabaja conmigo; el ayudan- -Fritas, frías y fiadas . ..
te .. . Por la época de Cosiaca había varios
Cuando al fin lo encontró, le pegó productos, de muy buena calidad, que
qué regaño. Y como el muchacho es- llevaban la marca F.F.F., por lo cual
taba aburrido, le dijo que él se iba ... trató de generalizarse la expresión "de
-Bueno, pues -dijo el cura-. Yo las tres efes" para indicar algo muy
sí te dejo ir, pero así que me traigás bueno.
el nada, el no-nada y el ayayay ... * * *
Salió Cosiaca y se fue pa una tienda Después se puso Cosiaca fue a tomar
grande y se puso ai a buscar cositas: aguardiente. Y fue hasta que se embo-
cogió una tuerca vieja, la echó en una rrachó. Borracho cayó en media calle,
vasija con agua y ai mismito se hun- en el caño. Y ai se quedó dormido.
dió. "Este es el no-nada", se dijo; de Venía el dijunto Eladio Jaramillo con
ai cogió un pedacito de balso y lo echó la señora, pa misa de cinco, y vio a Co-
al agua: "Este es el nada ... ". Siguió siaca ai tirao, en medio caño. Y le
escarbando por ai en los rincones, dio lástima. Entonces lo alzó pa subilo
cuando sintió de pronto que lo picó a l'acera. Apenas lo acomodó en l'ace-
un alacrán: "¡¡¡Ayayay!!!". Cogió el ala- ra, se dispertó Cosiaca emberriondao,
crán y lo guardó en una bolsita. Di ai cogió una piedra y se !'aventó a don
se fue pa onde el cura. Eladio. Y apenas decía izque:
-Aquí le traigo el nada . . . Vea co- -¡Estos malditos ricos, que no pue-
mo nada ... ; y el no-nada. . . Vea. den ver un pobre acomodao!

I
COSECHA DE CUENTOS 129

Por la mañana dispertó Cosiaca, to- -Aguarde yo busco un pión con un


davía tirao en !'acera. Toitico mojao, lazo pa que la lleve a la finca.
porque había lloviznao toda la noche. -No, señor -dijo Cosiaca-. 1'0 va
Pasaron unos cachacos y le dijeron: a necesitar pión. Tenga yo se la. doy
-Cosiaca: ¿tiene frío? ya mismo.
Y él les contestó: Y fue abriendo el carriel, escarbó y
-Yo no; ¡pero allí en !'estación les sacó la lámina que había mostrao pa
venden! vender las boletas.
* * * -Tenga su vaca. Suya es.
-¿Y la vaca? -decía el rico-. ¿On-
Un día bajaba el dijunto Rafael Za- de está mi vaca? ¡ ¡Eche mi vaca!!
pata con una mulada grande, loma -Esta es su vaca. Yo les dije a to-
abajo, loma abajo. Cuando, de golpe, dos que era una vaca pintada . ..
oyó u n arriero por allá que gritaba: El alcalde se rió y les dijo a todos:
- ¡Arre .. . A . . . rre! ¡ ... amos, arre!- -Muy cierto. . . Eso es muy cierto.
y silbaba. Así jue la rifa.
Entonces el arriero corrió y se puso
a contener la mulada, bregando, hasta * * *
que la paró toda. Porque la ley de la Una ocasión salió Cosiaca con Pedro
arriería era que el arriero que subía, Rimales y Quevedo, a recorrer. Llega-
tenía el camino, y el que bajaba, tenía ron, ya anocheciendo, a una finca muy
que aguardar. grande, y antes de arrimar a la casa,
Este contuvo, pues, la mulada y se Cosiaca les dijo:
puso a esperar. -Vamos arriando todo el ganao.
Cuando. . . al ratico, se aparece Co- -¿Pa qué?
siaca que venía arriando un pollo, ama- -Van a ver ...
rrao con una cabuyita. Arriaron un montón de ganao y,
-¡Hombre, carajo! ¡Este Cosiaca cuando llegaron a la casa, dijeron:
siempre es _qu'es muy descarno! ¡Ave- -Venimos con todo este ganao, que
maría! ¡Me hizo parar las mulas ... ! va pa la feria. A ver si ustedes nos dan
-Ello no, señor; ¿yo acaso le dije un permiso pa dejalo en la manga,
que las atajara? hasta que amanezca. Que duerma ai.
-¡Demás, claro!
* * * -Y a ver, también, si nos pueden
Entró Cosiaca a Rionegro, sin cinco. arreglar una cena bien buena, que no-
Pelao. sotros les pagamos aun cuando siá con
Y le pidió permiso al alcalde para una vaca d'esas ...
hacer la rifa de una vaca. El rico que oyó esto y ai mismo se
-¿Qué vaca? le alegró el corazón.
-Una vaca lechera, muy bonita. De -Sí, demás, demás. Déntresen p'en-
raza fina, gorda, pintada . . . Véala. tro.
El alcalde dio el permiso. Y él se regó Muy bien. Que les prepararon dos
a vender boletas en el mercao, ai en gallos: uno pa la comida y otro pa
la plaza. Así que acabó la venta, dijo llevar de fiambre.
que ya iba a hacer la rifa, pero delante Al día siguiente, muy temprano, sa-
del señor alcalde. lieron los viajeros a coger camino.
Así fue que hizo la rifa. Dijo el nú- Cuando llega la mujer del blanco y
mero que había ganao, y ai mismito dice:
saltó un rico: -Esos hombres se madrugaron y se
-Aquí está la boleta. Eche mi vaca. fueron sin pagar . . .
¡Entrégueme ya mi vaca! -¿Y el ganao?
-Sí, señor. Es suya. Y ya mismo se -El ganao ai tá.
la voy a entregar en presencia del señor Fueron a ver y. . . sí: el ganao ai
alcalde. taba, pero era el d'ellos mismos.
130 AGUSTÍN ]ARAMILLO LONDOÑO

* * * sin confesase. Casi que no lo conven-


-Hombre, Cosiaca: ¿vos pa qué te cemos pa que viniera y ahora él dice
trajites la llave de la pieza? ¡Botá que sí arrima, pero solo, así que la
eso! -le dijeron los compañeros. gente se vaya.
-Aguarde y verá, que con esta llave -No hay inconveniente -dijo el pa-
vamos a comer hoy. dre.
Pues sí, señor, que llegaron a un -Entonces hágale señas pa que té
pueblo. Ya se habían comido el gallo tranquilo ...
en el camino y no tenían qué comer. Salió Cosiaca a la puerta de la igle-
Entraron a la mejor fonda y dijo sia y ai taba todavía el hombre: que
Co~iaca; eche mi plata y que cuál maleta. . . En-
-Mi señora: hágame el favor y me tonces Cosiaca le dijo:
sirve cuatro cenas pero de primera, -Vea, pues, señor, pa que arregle-
que venimos con mucho hambre. mos de una vez esta bobada. El com-
-Sí, señor, demás. pañero de la maleta ya está al llegar;
Sirvieron las cuatro cenas. Comieron pero por si no, aquí el sefiur cura DO$
Cosiaca, Pedro Rimales y Quevedo. debe también un dinero. Ahora, que
Cuando dice Cosiaca: acabe de confesar, nos va a pagar y ya
-Mi señora, venga. Falta el compa- le dije que le diera a usté la plata de
ñero que viene detrás. El es el que las cenas.
trae la plata en una maleta grande, El otro se asomó a la iglesia, dentró
de cuero. Tome la llave y, cuando lle- un poquito y miró al cura. Este, asf
gue, bien pueda abra la maleta y se que lo vio, asomó la cabeza y le hizo
paga las cuatro cenas, que nosotros señitas que sí, que aguardara tranqui-
vamos a dar una vueltica por el pue- lo. Ai ya se calmó el hombre y dijo
blo y no nos demoramos. que perdonaran, pero qu'él era muy
-Bueno, señor. desconfiao y demás.
Salieron los tres compañeros cuan- Así qu'el cura acabó de confesar, se
do, a ' nada, llega el marido de la mu- bajó hasta media iglesia y le hacía se-
jer y dice: ñas al tipo pa que arrimara. Este se
-¿Maleta con plata? ¡Más harto! fue dentrando y apenas arrimó le dijo
¡Te engañaron esos pícaros! al cura:
Y ai mismito salió a buscalos. -Démela, pues.
Ligerito los encontró: en el atrio es- -Primero te tenés que confesar.
taban todavía. Que presten la plata de -Yo no vine a confesame.
la cena. ¿Que cómo así? ¡Que paguen -Entonces no te la doy. No te pue-
ya! ¿Pero es que el compañero de la do dar la asolución.
maleta no ha venido todavía? ¡Cuentos -¿ Cuál asolución? ¡Eche mi plata!
de compañero! Aguarde; él no demo- -¿Cuál plata? ¡Yo no tengo plata
ra; nosotros no nos hemos ido. . . A suya!
todas éstas Cosiaca se dentró ligerito -¿No me dijo ahora que sí?
pa la iglesia y vio al cura que estaba -¡No se me ha ocurrido!
confesando mucha gente. Se le arrimó En fin, que eso se volvió un proble-
y le dijo: mita ai, y mientras tanto, ya Cosiaca
-Vea, padre. Allá ajuera hay un pe• y sus amigos iban lejos.
cador empedernido. Lleva veinte años
COSECHA DE CUENTOS 131

SIN DISCUSION
Después Cosiaca y el compañero no Cosiaca y Quevedo y se pusieron a
llegaron a otra parte, y entraron. Ha- hablar de las ruanas. Cada uno decía
bían ganchos. Que todo el que llega- que tenía una mejor que la del otro,
ba, prendía el sombrero. Cosiaca te- por viejas que estuvieran las dos. Al
nía el sombrero muy malo. Y habían fin, resolvieron cambiar. Cambiaron y
unos muy buenos. Al salir, Cosiaca se se despidieron. A poquito se devolvió
puso el rtlás nuevo y salieron muy Quevedo y llamó a Cosiaca. Y éste le
tranquilos. Y Cosiaca le dijo al compa- di]o:
ñero: -¡Nada! Trato es trato ...
-Hombre: notá cómo es que se cam- -No --contestó Quevedo-. Yo no
bia sin alegar. me voy a echar atrás: lo que quiero es
• • • que me explique por cuál de estos hue-
Una vez se encontraron en un cami- cos se mete la cabeza ...

PEDRO RIMALES Y LA VIEJITA

PEDRO Rimales era muy píca;o. A Pedro Rimales le gustaba mucho


Una vez. . . vio en una loma, por allá dormir hasta bien tarde. Y la mamá
arriba, una casita y resolvió subir a se levantaba a hacer oficio a las cua-
pedir de comer. 1Tanta era el hambre tro de la mañana. Y le dijo a Pedro:
que llevaba! ¡Subió esa loma! Y le di- -Pedro: levantate, que
jo a la viejita que vivía allá, que le El que tres horas antes de amanecer
diera algo de comer, que le vendiera ... se levanta, se aumenta su salud y su
capital se adelanta.
-No, Pedro -le dijo-. En esta ca- Y Pedro le contestó:
sita no hay nada hoy. El que tres horas antes de amanecer
Pedro Rimales salió otra vez, loma se levanta, pierde de dormir un sueño
abajo y, cuando casi había bajado del y cualquier bulto lo espanta.
todo, le gritó la mujercita:
* * *
-¡Pedro!! ¿A vos te gusta la carne Y otro día le dijo la mamá:
de venao? -Levantate, Pedro, que el que mu-
-¡Sí!! -¡Y pega qué carrera! Y así cho madrugó, una pelota di oro s'in-
que subió, la viejita le dijo: contró.
-No: fue que ayer pasó por aquí Y Petlro Rimales le dijo: ¡Más ma-
un venao ... drugó el que la botó!

UNO DE QUEVEDO

Q UEVEDO le hacía de comer a


un señor obispo. El rey no que-
ría al señor obispo y lo iba a matar;
-¿Por qué llora? -le preguntó. Y
el señor obispo le dijo: -Es que el rey
me ha de matar, si no le adivino tres
a buscar izque causas pa podelo ma- gracias y él lo que quiere es matarme.
tar. Y inventó una: se publicó que lo El izque me odia mucho.
iba a matar si no le adivinaba tres co- -Té tranquilo -le dijo Quevedo-.
sas. Quevedo lo incontró llorando. Té tranquilo que el rey no lo conoce
132 AGUSTÍN JARAMILLO LoNDOÑO

a usté; yo me pongo sus ornamentos -¿Usté? Muy poquito. ¡Usté qué va


y voy a presentame ante el rey. a valer!! Si Cristo, que es el rey de
Le dijo el rey: a ver. . . me va a adi- cielos y tierra, fue vendido por treinta
vinar tres gracias ... pesos, usté, que no manda sinó aquí
-¡Bien pueda diga! en esta comarca, lo más que valdrá se-
-Que me haga el favor de decir rán quince pesos . ..
cuánto pesa la luna. El rey ai sí se puso malucón; siem-
Y Quevedo le contestó: la luna pesa pre le dio algo en qué pensar ...
cincuenta y cinco mil millones de to- -Me hace el favor -dijo el rey-
neladas. . .. me hace el favor y me adivina qué
-¿ Cómo me comprueba eso? ¿ Có- estoy pensando yo .. .
mo sé que es verdá lo que usté dice? -Usté está pensando que está con-
-Muy fácil -contestó Quevedo-. versando con el señor obispo, y está
Usté es el rey: mándese bajar la luna conversando es con Quevedo, el coci-
y la pesamos . .. nero del señor obispo. Vea: no vaya
-¡Aguarde! -dijo el rey-, aguarde, a molestar a ese obispo pa nada. Si yo,
que usté me tiene que adivinar son tres que soy apenas el cocinero, le puedo
gracias, y todavía faltan dos. Y la se- contestar todas las gracias que me pre-
gunda es que usté me va a decir cuán- gunte . .. , ¡ese lo tumba! No se meta
to valgo yo. con él, que lo tumba a usté.

EL SANCOCHO DE PIEDRAS

un hombre de viaje. A pie. Ca- ven, moreno claro, delgado, de ojos


minando por un caminito en medio y cabellos castaños. Viene de sombre-
monte, hora tras hora, tras hora. Sin ro de paja echado hacia atrás, y trae
comer nada desde la madrugada, cuan- ruana colgada del hombro. Los pies
do salió con unos tragos de café. Pen- descalzos y el pantano le llega a la
só que tal vez en el camino encontra- rodilla. La vieja lo mira como dicién-
ría qué comer, pero no encontró nada, dole "¿qué se le ofrece?".
ninguna fruta, animal ninguno que pu- El hombre sonríe: buenas y santas
diera cazar; pensó que en las casitas -dice-. Vengo rendido. ¡Qué camino!
le darían algo, pero no había encon- A ver si usté me hace la caridá y me
trado ninguna casita: pantano y tierra regala un clarito. . . con panela ...
y un camino a ratos perdido entre el -Eh.. . ¡ajualá! -La vieja menea
monte. Ya eran como las dos de la tar- la cabeza- Hoy no se hizo mazamo-
de, cuando vio un ranchito a la orilla rra en este ranchito.
del camino. ¡Qué alegría! Llamó a la -Bueno -vuelve a sonreír el hom-
puerta: bre-. Me conformo con un traguito de
-¡Ave María purísima!. . . -Nada. leche. . . con dulce de macho . ..
-¡Ave María purísima! -repitió. Y -¡Jm! -gruñe la vieja- Ajualá.
al ratico le contestó una vieja. p ro aquí no hay vaca!
-¡Sin pecao concebida! -Y salió a
abrir. Era una viejita muy vieja y ca-
si sorda.
Z Y ese hombre muriéndose de ham-
e! ¿Yo qué pidiera, por la virgen?
Sonríe y medio rascándose la cabe-
Estaba parada en la puertecita del za, dice muy tranquilo: -Bueno. Está
rancho, que era un ranchito de cuatro bien. ¡Deme, pues un chocolatico y que-
guaduas clavadas en el suelo, al puro damos arreglaos!
bordito del camino, y techado con pa- La vieja se pone la mano en la cara
ja. y dice muy preocupada: -Vea, señor:
La vieja miró al recién llegado, jo- en esta casa no hay nada, nada. Y por
COSECHA DE CUENTOS 133

aquí cerquita no se consigue nada, na- qué más nos falta? Los aliños: ¿Tiene
¿Usté viene de arriba? Pa ese lao un poquito? Eso es: ... cebollita, to-
no hay nada; y pal lao de abajo se mate, yerbitas .. .
gastan dos o tres horas pa llegar al -Tenga a ver ... ¿con esto habrá?
eblo. Yo aquí vivo con un hijo mío, -¡Demás! -El paisano cuelga la roa-
anda por el pueblo. El se fue de na en un clavito y pregunta:
madrugada, y debe llegar esta noche -¿ Qué estaba haciendo usté cuando
con mercao pa la semana. . . Pero hoy yo llegué?
no hay nada. ¡Nada!.. . -¿Yo? Iba a barrer la cocina . ..
La vieja está muy preocupada y qui- -Peste acá la escoba, yo se la barro.
iera ayudarle al muchacho. Tiene pena -Sonríe.
ele que en el rancho no hay nada. Nada. -¡No, ni por pienso! ¡Cómo se le
Y de golpe piensa que ese pobre mu- ofrece!
chacho puede ser Cristo, que anda su- -¡Yo se la barro! ¡Quite de ai, pa
friendo por el mundo y ella quiere ayu- no echale tierra en las patas! . ..
darlo, pero no hay nada. Si hubiera -¡Ave María! -dice la vieja- ¡Je,
venido mañana . .. je, je! Qué tentación es ver un hombre
-¡Pero, déntrese! Dentre y descanse. barriendo je, je, je. -Sale la mujer,
Cúbrase, que viene bañao en sudor. . . muerta de risa, y al momentico re-
-¡ Recorriendo! Ando recorriendo, gresa:
señora, y lo malo es que todavía tengo -Vea: allí me encontré dos papas y
que echar mucha pata hasta salir al una yuca: ¿ Se le pueden echar al san-
Valle, o al Tolima -Sonríe. Y luego, cocho de piedras?
con cara de mucha resignación, dice: -¡Uh, de más! Echeselas picadas en
-Bueno: ¡será hacer un sancocho de trocitos.
piedras ! La mujercita empieza a picarlas con
- ¿ Sancocho de piedras? -dice la un cuchillo cocinero y dice de pronto:
vieja- ¿Habrase visto? -¿Con este sancocho también se co-
- ¿Hay candela? me aguacate?
-Pues leña es lo único que sobra -¡Pis claro! ¿Onde está el garabato?
aquí. Sale el muchacho y, a poco, regresa
-A ver, mi señora: ¿Tiene una ollita con un hermoso aguacate maduro, dos
por ai ? Alcemela al fogón, me hace el chócolos, plátano verde y una tira de
bien. Llénela de agua y atice la candela, carne oscura, seca, que muestra a la
que yo voy a traer las piedras pal san- vieja mientras pregunta:
cocho. -¿Qué será esta gurupera vieja?
Salta el paisa al camino y escoge tres -¿Aónde la encontró?
piedras lisas, del tamaño de papas, las -Colgando de una horqueta.
lava bien en el chorro y las echa a la -Ah, sí: eso es un pedazo de carne
olla. Después se sienta en la banquita de guagua, de una que dejó Manuel se-
v dice: cándose al sol.
· - Bueno: ahora lo único que hay qu1/ -¿ Y se pondrá bravo si la echamos
hacer es esperar a que hirva. Desean a nadar un ratico?
emos. . . La vieja ríe y la carne va a templar
La vieja, con los ojos muy abiertos, a la olla, con _los chócolos partidos en
::nira la ollita y mira al hombre, míen- rodajas, mientras la vieja aplasta taja•
cras refunfuña: das de plátano verde para hacer pata-
-¡Jm! ¡Sa ... ncocho de piedras! eones, que reemplazan el pan y hasta
·Jm!... la arepa.
-Ya verá lo bueno que queda, mi Un poco más de candela, un agitar
eñora. Ya verá . ¡Ah, pero nos faltaba de la china y ya la olla empieza a her-
la sal! ¡Qué descuido el de nosotros! vir.
La sal.. . ¡Qué mal cocinero soy! ¿Y El muchacho se sienta en un ban-
134 AGUSTÍN JARAMILLO LoNDOÑO

quito y se pone a cachar con la vieja pañía deshecha; pero me tengo que ir
de las madremontes y los duendes, de ligero, no vaya a ser que me coja la
las patasolas y los rescoldaos; hablan noche en el camino. . . Que mi Dios
también del tigre, que se oye por la le pague y le dé el cielo. . . -Sale el
noche en las cañadas y de las culebras joven a la puerta del ranchito, se tira
de todas clases y colores. Hasta que al su ruana al hombro ...
fin la vieja dice: -¿Y las piedras, joven? ¡Las pie-
-Bueno: esto como que ya está. dras! ¿No se las va a comer, pues?
Bajan la olla, y empieza el muchacho -Ajualá, mi señora -dice el paisa,
a servirse un buen sancocho de guagua guiñando un ojo con gracia y con ma-
en un plato de peltre con flores ama- rrulla . . .
rillas, que lavó bien en el chorro. Un La vieja se recuesta en la puerta del
aroma exquisito llena la cocina. El rancho y ve cómo se va alejando el
hombre come en silencio, sin dar des- muchacho a grandes zancadas, camino
canso a la pañadora de naranjo. En- adelante ...
gulle de lo lindo y la vieja goza vién- -Adiós, niño: ¡que la Virgen lo lle-
dolo comer. No le quita los ojos de ve con bien! -piensa la vieja en sus
encima, esperando el momento en que hijos, que andan recorriendo mundo,
se coma las piedras del fondo. El hom- y en Jesucristo que vive errante, su-
bre come y come, hasta que ya no pue- friendo tanto. Una lágrima enturbia
de más. Con la última cucharada se sus pupilas. Sonríe feliz ...
levanta y dice: -Comida hecha, com-

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