5 3 PB
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Academia Colombiana
de Jurisprudencia
Estado de derecho, control político
y emergencia social
Ensayos, observatorio jurisprudencial,
doctrina y reseñas
Directora de la Revista
Liliana Estupiñán Achury
Miembro Correspondiente de la
371 Academia Colombiana de Jurisprudencia
Enero-Junio/20
Revista de la Academia
Colombiana de Jurisprudencia
Enero-Junio 2020
COMISIÓN DE LA MESA
Augusto Trujillo Muñoz
Presidente
Juan Rafael Bravo Arteaga
Primer Vicepresidente
Saúl Sotomonte Sotomonte
Segundo Vicepresidente
DIGNATARIOS DE LA CORPORACIÓN
José Celestino Hernández Rueda
Esta Revista es divulgada tanto en forma
Secretario General
impresa como en formato digital a texto
Lucy Cruz de Quiñones abierto.
Tesorero Se autoriza la reproducción de los textos
Hernando Roa Suárez citando la fuente. Las opiniones de los
Bibliotecario autores son de su entera responsabilidad
y no comprometen la línea editorial de la
Revista de la Academia Colombiana de
DIRECTORA DE LA REVISTA
Jurisprudencia.
Liliana Estupiñan Achury
Maruja Esther Flórez Jiménez
COMITÉ EDITORIAL Diseño y diagramación
Cesáreo Rocha Ochoa María Margarita Suárez Mantilla
Rafael Forero Contreras Traductora
Alejandro Venegas Franco Ian Schneider Cardona López
Mario Cajas Sarria Corrector de estilo
Manuel Restrepo Medina Leonardo Antonio Parra Acosta
Laura García Matamoros Auxiliar editorial
Giorgia Pavani DGP Editores
Impresión
COMITÉ CIENTÍFICO
Calle 84 No. 9-32.
Lucy Cruz de Quiñones Tel.: 6 11 4070 - 2 57 9991
Ernesto Rengifo García Página web: www.acj.org.co
Sandra Morelli Rico E-mail: [email protected]
Luis Javier Moreno Ortiz Bogotá - Colombia
Carlos Mario Molina Betancur Edición No. 371
Ricardo Abello-Galvis Enero-Junio 2020
Rubén Martínez Dalmau ISSN 0123-3017
CONTENIDO
HOJA DE RUTA
Augusto Trujillo Muñoz
Presidente de la Academia Colombiana de Jurisprudencia
y Académico de número....................................................................... ix
EDITORIAL
COVID-19 Y FRAGILIDAD DEL ESTADO DE DERECHO
EN AMÉRICA LATINA
Liliana Estupiñan Achury
Directora de la Revista y Académica correspondiente.......................... xvii
PRIMERA PARTE
ESTADO DE DERECHO, EQUILIBRIO DE PODERES,
CONTROL POLÍTICO Y EMERGENCIA SOCIAL.................... 1
EXCEPCIONALIDAD Y DERECHO
GENERALIDADES DE LA EXCEPCIONALIDAD DENTRO DE LOS ESTADOS DE DERECHO
LATINOAMERICANA DEL NUEVO CONSTITUCIONALISMO
Édgar Hernán Fuentes-Contreras
Profesor nacional invitado.............................................................................................107
0 + 14 + 27 + 26 = 67
Juan Camilo Restrepo Salazar
Académico correspondiente............................................................................................373
SEGUNDA PARTE
PROFESOR INTERNACIONAL INVITADO........................................................395
TERCERA PARTE
ACADEMIA Y DOCTRINA.........................................................................................431
CUARTA PARTE
OBSERVATORIO JURISPRUDENCIAL DE LA ACADEMIA
COLOMBIANA DE JURISPRUDENCIA.................................................................573
CONFLICTO DE JURISDICCIÓN
Luis Augusto Cangrejo Cobos
Académico de número...................................................................................................575
QUINTA PARTE
SEMBLANZAS Y RESEÑAS.........................................................................................623
MEMBRESÍA.....................................................................................................................657
*
Discurso del Doctor Augusto Trujillo para asumir la Presidencia de la
Corporación (feb. 3/2020).
**
Abogado y Magister en Derecho de la Universidad Nacional de Colombia.
Doctor en Ciencias Jurídicas de la Pontificia Universidad Javeriana.
Estudios de postgrado en administración en el INALDE de Bogotá y en el
INAP de Madrid. Fue gobernador ad hoc del Tolima, conjuez de la Corte
Constitucional y senador de la República. Es presidente de la Academia
Colombiana de Jurisprudencia, profesor universitario, tratadista en su
especialidad, consultor en derecho territorial y columnista de opinión en
el diario ‘El Espectador’ de Bogotá.
*
Doctora en Sociología Jurídica e Instituciones Políticas por la Universi-
dad Externado de Colombia (máxima calificación Cum Laude). Estancia
posdoctoral en Derecho Constitucional de la Universidad de Valencia
(España). Especialista en Justicia Constitucional, Interpretación y Apli-
cación de la Constitución, Ed. V de la Universidad Castilla-La Mancha
(Toledo - España). Magíster en Derecho Procesal, especialista en Dere-
cho Constitucional, en Derecho Administrativo y abogada de la Universi-
dad Libre (Colombia). Estancias de estudio, investigación y presentación
de ponencias en diversas universidades y países desde el año 2005. Pro-
fesora investigadora con perfil internacional y amplias relaciones inte-
rinstitucionales nacionales e internacionales soportadas con proyectos y
publicaciones arbitradas y de alta calidad académica. Académica, inves-
tigadora senior Colciencias desde el año 2015, miembro de la Academia
Colombiana de Jurisprudencia, directora de la Revista de la Academia
Colombiana de Jurisprudencia, directora del Grupo de Investigación
en Estudios Constitucionales y de la Paz (Universidad Libre) y profesora
de Derecho Constitucional, Régimen territorial nacional y comparado,
metodología jurídica y socio jurídica, derechos de la naturaleza, paz te-
rritorial y constitucionalismo transicional, autonomía territorial y paz
org/wps/portal/rielcano_es/contenido?WCM_GLOBAL_CONTEXT=/elcano/elcano_es/
zonas_es/ari34-2020-malamud-nunez-crisis-del-coronavirus-america-latina-incremento-
presidencialismo-sin-red-seguridad
4
DW América Latina. Grupo ciudadano reporta 2.087 muertes por COVID-19 en Nicaragua.
En:DW. América Latina. 4, 6, 2020. [Consultado: 5 de 7 de 2020]. Disponible en: https://www.
dw.com/es/grupo-ciudadano-reporta-2087-muertes-por-covid-19-en-nicaragua/a-54056212
5
AFP. Brasil: “El número de decesos en el país de 212 millones de habitantes subió a
61.884 el jueves, con los estados de São Paulo y Río a la cabeza. Los contagios treparon a
1.496.858”.
AFP. La pandemia se agrava en América, con un nuevo récord de contagios en EEUU. En:
AFP. [Consultado: 04 de 07 de 2020]. Disponible en: https://www.afp.com/es/noticias/17/
la-pandemia-se-agrava-en-america-con-un-nuevo-record-de-contagios-en-eeuu-doc-
1ui02s5.
“Alrededor del 19% de las empresas formales de América Latina podrían cerrar por la CO-
VID” CEPAL.
(CEPAL. Número 4. Informe Especial COVID-19. [en línea]. CEPAL. 2020. [Con-
sultado: 04 de 06 de 2020] Diponible en: https://repositorio.cepal.org/bitstream/hand-
le/11362/45734/4/S2000438_es.pdf)
2,7 millones de contagios declarados en América Latina y el Caribe (julio 3) y 121.662
decesos en la región.
Fuente: https://
es.statista.com/es-
tadisticas/1105121/
numero-casos-
covid-19-america-
latina-caribe-pais/
Fuente: https://
es.statista.com/es-
tadisticas/1105336/
covid-19-numero-
fallecidos-america-
latina-caribe/
El Tiempo. América Latina supera a Europa en número de casos de coronavirus. En: El
Tiempo. Mundo. 03, 05, 2020. [Consultado: 04 de 07 de 2020]. Disponible en:https://www.
eltiempo.com/mundo/latinoamerica/cifras-de-coronavirus-hoy-3-de-julio-en-america-lati-
na-y-europa-513904.
Cruzar estos datos con las tasas de pobreza y pobreza extrema para Amé-
rica Latina, agravan el panorama:
6
CEPAL. Número 4. Informe Especial COVID-19. [en línea]. CEPAL. 2020. [Consul-
tado: 04 de 07 de 2020] Disponible en: https://repositorio.cepal.org/bitstream/hand-
le/11362/45734/4/S2000438_es.pdf
7
ONU. El número de pobres en la América Latina puede crecer en 35 millones por el coro-
navirus COVID-19
[en línea]. 2020. [Consultado: 6 de 7 de 2020]. Disponible en: https://nacionesunidas.org.
co/onu-internacional/el-numero-de-pobres-en-la-america-latina-puede-crecer-en-35-millo-
nes-por-el-coronavirus-covid-19/
17
La Razón. Baviera celebra elecciones municipales a pesar del coronavirus. En: La Razón.
Berlín. 15, 3, 2020. [Consultado: 9 de 7 de 2020]. Disponible en: https://www.larazon.es/
internacional/20200315/wppmgwnwwffthmxnsym2nr3awe.html
18
MALAMUD. NÚÑEZ., Op Cit.
21
VILLADIEGO, Carolina. Sistemas judiciales durante la pandemia: la experiencia de Sud-
américa. En: Justicia en las Américas Blog de la Fundación para el Debido Proceso. 5 de
11 de 2020. [Consultado: 6 de 7 de 2020]. Disponible en: https://dplfblog.com/2020/05/11/
sistemas-judiciales-durante-la-pandemia-la-experiencia-de-sudamerica/
22
Ibídem.
23
Ibídem.
24
Ibídem.
Bibliografía
AFP. «Brasil: “El número de decesos en el país de 212 millones de habitantes
subió a 61.884 el jueves, con los estados de São Paulo y Río a la cabeza.
Los contagios treparon a 1.496.858”». 2 de 7 de 2020.
BARCELÓ , Daniel, Sergio DÍAZ, Javier GARCÍA, y María Elizabeth GUIMA-
RÁES. COVID-19 y parlamentarismo. Ciudad de México: Universidad
Nacional Autónoma de México, 2020.
CEPAL. Número 4. Informe Especial COVID-19. [en línea]. CEPAL, CEPAL.
2020. [Consultado: 04 de 07 de 2020.
DINA, Eduardo. «Del “Hay que abrazarse. No pasa nada.” al “Como anillo al
dedo” Frases de AMLO sobre el COVID-19». El Universal, 4 de 4 de
2020.
DORIA , Paula. «A punta de presión, Claudia López le ganó otro pulso a Duque».
La Silla Vacía., 1 de 7 de 2020.
DW. «Grupo ciudadano reporta 2.087 muertes por COVID-19 en Nicaragua».
DW, 4 de 6 de 2020.
*
Profesor Titular de Derecho Constitucional en el Departamento de Dere-
cho Constitucional, Ciencia Política y de la Adminitración de la Universi-
tat de València. [email protected]
5
Al respecto, uno de las aportaciones más relevantes es la de Cotino Hueso, Lorenzo (ed.),
Democracia, representación y voto a través de las nuevas tecnologías. Comares, Granada,
2007. En Estados Unidos, varios esfuerzos conceptuales para categorizar teóricamente la
democracia electrónica han derivado en el análisis de la influencia de las nuevas tecnolo-
gías en la evolución y, en particular, las nuevas dimensiones del poder político. Cfr. Bim-
ber, Bruce, Information and American Democracy. Technology in the evolution of political
power. Cambridge University Press, Cambridge, 2003.
6
Respecto al caso español, cfr. Reniu i Vilamala, Josep Maria, “Entre el papel y la red. Eva-
luación y percepciones sociopolíticas del voto electrónico en España”, en Cotino Hueso,
Lorenzo, Libertades, democracia y gobierno electrónicos. Comares, Granada, 2006.
7
El debate tomó nuevas dimensiones en Estados Unidos después de algunas experiencias
negativas con amplia repercusión pública; sobre ello, cfr. Álvarez, R. Michael y Hall, Thad
E., Electronic elections. The perils and promises of digital democracy. Princeton University
Press, New Jersey, 2008.
8
Cfr. Driza Maurer, Ardita y Barrat, Jordi, E-Voting Case Law. A comparative Analysis. As-
hgate, UK, 2015.
9
Puede consultarse un catálogo de experiencias en este sentido en Téllez Valdés, Julio Ale-
jandro, Voto electrónico, Derecho y otras implicaciones. Instituto de Investigaciones Jurí-
dicas-Universidad Nacional Autónoma de México, 2010, págs. 256 y ss. Sobre los avances
que se produjeron en el uso electoral del voto electrónico, cfr. Reniu Vilamala, Josep Maria
(ed.), E-Voting: The Last Electoral Revolution, Institut de Ciències Polítiques i Socials,
Barcelona, 2008. Respecto a los diferentes sistemas comparados de votación electrónica
desde una perspectiva técnica, cfr. Sanjay Kumar, “Analysis of electronic voting system in
various countries”. International Journal of Computer Science and Engineering vol. 3, nº5,
mayo 2011, pp. 1825-1830.
10
En general, cfr. Barrat, Jordi (coord.), El voto electrónico y sus dimensiones jurídicas: entre
la ingenua complacencia y el rechazo precipitado. Iustel, Madrid, 2016.
13
Barrat i Esteve, Jordi, “Vot electrònic i òrgans col.legiats. El cas de les Corts Valencianes”.
Corts. Anuario de Derecho Parlamentario nº 21, 2009, p. 132.
14
Lo cual en nuestro ordenamiento jurídico llevó a una parte de la doctrina a afirmar que cual-
quier práctica parlamentaria que contradijera la personalización e indelegabilidad del voto
de los parlamentarios sería inconstitucional. Cfr. García-Atance García, María Victoria, “La
indelegabilidad del voto y la junta de portavoces”. Revista de Derecho Político n. 36, 1992,
pp. 405 y ss.
15
Cfr. Martínez Dalmau, Rubén, “Parlamento, representación y soberanía”, en AA.VV., Una
vida dedicada al Parlamento. Estudios en Homenaje a Lluís Aguiló i Lúcia. Corts valen-
cianes, Valencia, 2019, pp. 347-356.
18
En general, cfr. García-Escudero, “Voto parlamentario…” cit. pp. 97 y 98.
19
Una posición argumentada al respecto puede verse en Sevilla Merino, Julia, y Soriano Her-
nández, Enrique, “El voto no presencial de Sus Señorías”. La Ley nº 7110, 2009, pp. 1-6.
20
Es conocido, en particular, el caso valenciano de 2008, donde la coincidencia de determi-
nadas incidencias técnicas y la disfunción del voto entre la decisión de un grupo político
y una parlamentaria del mismo grupo, llevó a la inaplicación del procedimiento de voto
por correo electrónico. Cfr. Martínez Corral, Juan Antonio y Visiedo Mazón, Francisco J.,
“Nota sobre la articulación de un procedimiento en les Corts Valencianes para posibilitar
el voto a distancia de una diputada durante el permiso maternal”. Asamblea nº 20, 2009,
págs. 339-348. Un análisis teórico sobre el supuesto valenciano puede verse en Barrat, “Vot
electrònic…” cit.
21
Diario Oficial de la Generalitat Valenciana nº 8768, de 23 de marzo de 2020.
22
Ley Orgánica 5/1982, de 1 de julio, reformada por la Ley Orgánica 1/2006, de 10 de abril.
23
Ley 5/1983, de 30 de diciembre.
25
Butlletí Oficial de les Corts valencianes 74/X, 21 de abril de 2020.
26
Butlletí Oficial de les Corts valencianes 76/X, 8 de mayo de 2020.
27
Butlletí Oficial de les Corts valencianes 78/X, 19 de mayo de 2020.
Consideraciones finales
Los desafíos de las nuevas tecnologías han tomado una dimensión dife-
rente a raíz de la crisis de la Covid-19 y las actualizaciones de urgencia
que han surgido en el marco de la excepcionalidad. En el caso del voto
electrónico en los procesos electorales aún están por ver las consecuencias
de la pandemia, aunque la situación pareciera recomendar un avance en los
esfuerzos de modernización de los procesos por parte de las administracio-
nes electorales y los decisores políticos. Por otro lado, los procedimientos
para las deliberaciones y la toma de decisiones de los órganos colegiados
han experimentado, como tantos otros ámbitos de la sociedad, cambios que
han sido producto de la situación de crisis que ha padecido la humanidad. Y
estos cambios apuntan todos hacia el mismo lugar: el desarrollo de medios
tecnológicos y de regulaciones normativas que permitan una presenciali-
dad virtual en el funcionamiento de los órganos colegiados tanto en los
procesos de deliberación y argumentación como en la toma de decisiones.
Bibliografía
ÁLVAREZ, R. Michael y HALL, Thad E. Electronic elections. The perils and
promises of digital democracy. Princeton University Press, New Jersey,
2008.
Ricardo Abello-Galvis*
Académico correspondiente
Introducción
El año 2020 llegó enmarcado por la declaración de pandemia, realizada
por la OMS el 11 de marzo1 como consecuencia del virus COVID-19 que
atacó la ciudad de Wuhan, en China, y que llevó a que el Gobierno chino
“cerrara” esta ciudad de once millones de habitantes, el 22 de enero de
20202.
La ciudad de Wuhan es la capital automotriz de la China, en consecuencia
empresas como Renault3, han sido deslocalizadas allí. En este sentido, es
una ciudad con un amplio movimiento migratorio hacia y desde Europa.
Ahora bien, el Derecho Internacional no se había preparado para una si-
tuación tan compleja como la que se ha vivido a lo largo del año 2020. En
este sentido, varios proyectos de tratados son de mucha utilidad en aras de
materializar la realidad de las relaciones jurídicas internacionales que se
1
Organización Mundial de la Salud: https://www.who.int/es/dg/speeches/detail/who-direc-
tor-general-s-opening-remarks-at-the-media-briefing-on-covid-19---11-march-2020. (Re-
visado el 8 de junio de 2020).
2
https://elpais.com/sociedad/2020/01/22/actualidad/1579676709_778396.html, (Revisado el
1 de junio de 2020).
3
https://www.eltiempo.com/mundo/asia/empresas-vuelven-a-operar-en-wuhan-el-epicen-
tro-del-coronavirus-471510, (Revisado el 1 de junio de 2020).
Términos empleados
A los efectos del presente proyecto de artículos:
a) por “desastre” se entiende un acontecimiento o una serie de acon-
tecimientos calamitosos que ocasionan pérdidas masivas de vidas
humanas, grandes sufrimientos y aflicción a seres humanos, despla-
zamientos en masa, o daños materiales o ambientales de gran mag-
nitud, perturbando así́ gravemente el funcionamiento de la sociedad.
Así mismo, aunque el artículo no señala una pandemia como situación de
desastre, si creemos que una situación como la que estamos viviendo por
la COVID-19, si se enmarca claramente en los términos de éste artículo,
sobre todo, teniendo en cuenta que los ejemplos a los que hace referencia
el Relator Especial son considerados enunciativos y no taxativos. Sin em-
bargo, el proyecto señala en los comentarios que se guio en esta sección
del artículo de las definiciones del Convenio de Tampere, así como la dada
por el Institut de Droit International en su sesión de Brujas del año 2003.
Esto es supremamente significativo en la medida que en este documento
el Relator Especial, Budislav Vukas, al momento de ejemplificar lo que
puede ser una “catástrofe” o desastre5 de origen natural señaló que estos
pueden ser “temblores6, erupciones volcánicas, tempestades, fuertes llu-
vias, inundaciones, deslizamientos de tierra, sequía, incendios, hambre,
hambruna o epidemias”7 (El resaltado es nuestro).
Podemos deducir de forma clara que, en la medida que el proyecto de la
CDI buscó seguir la definición dada por el Institut de Droit International,
en el que se hace referencia a las epidemias, con mayor razón se debe in-
5
Idiomáticamente el alcance de estos dos terminos pueden ser asimilados al tener en cuen-
ta el objeto y fin de cada uno de los instrumentos en los diferentes idiomas de Naciones
Unidas.
6
En francés la palabra “tremblement de terre” hace referencia tanto a los temblores como los
terremotos.
7
Institut de Droit International; Resolución sobre Asistencia humanitaria, Reunion de Brujas
(Bélgica), 2003. https://www.idi-iil.org/app/uploads/2017/06/2003_bru_03_fr.pdf, pg. 3.
(Revisado el 1 de junio de 2020).
terpretar que incluye las pandemias, pues la idea del proyecto de la CDI
era abarcar también este tipo de fenómenos.
Así mismo, el proyecto sobre Protección de las personas en caso de de-
sastre hace referencia a las garantías que los Estados deben mantener en
todo momento hacia los individuos. En este sentido, el artículo 4 señala
que “la dignidad inherente al ser humano se respetará y protegerá́ en caso
de desastre”; el artículo 5 a su vez establece que “las personas afectadas
por los desastres tienen derecho a que se respeten y protejan sus derechos
humanos de conformidad con el Derecho Internacional” y el 6 que “la
respuesta a los desastres se llevará a cabo de conformidad con los princi-
pios de humanidad, neutralidad e imparcialidad, y sobre la base de la no
discriminación, teniendo en cuenta las necesidades de los especialmente
vulnerables”.
Ahora bien, estas garantías de protección de los derechos humanos de-
ben ir de la mano por lo señalado por los artículos que sobre la materia
han sido ratificados por los Estados y en los que los sistemas regionales
juegan un rol fundamental de protección y de defensa de estos derechos.
En este sentido, la Convención Americana sobre Derechos Humanos,
más conocido como el Pacto de San José, establece en su artículo 27
que puede haber “Suspensión de Garantías” cuando sea necesario tomar
medidas excepcionales por un tiempo limitado y previa notificación a
los demás Estados parte por intermedio del Secretario General de la Or-
ganización de Estados Americanos – OEA. Sin embargo, hay derechos
que no pueden suspenderse, como son el “derecho al reconocimiento de
la personalidad jurídica, el derecho a la vida, el derecho a la integridad
personal, la prohibición de la esclavitud y la servidumbre, el principio
de legalidad y de retroactividad, la libertad de conciencia y de religión,
la protección a la familia, el derecho al nombre, los derechos del niño, el
derecho a la nacionalidad, los derechos políticos así como las garantías
judiciales indispensables para la protección de tales derechos”8. Sería
8
Convención Americana sobre Derechos Humanos, Artículo 27: SUSPENSIÓN DE GARAN-
TÍAS, INTERPRETACIÓN Y APLICACIÓN:
1. En caso de guerra, de peligro público o de otra emergencia que amenace la independencia
o seguridad del Estado parte, éste podrá adoptar disposiciones que, en la medida y por el
tiempo estrictamente limitados a las exigencias de la situación, suspendan las obligaciones
interesante que se publicara qué Estados parte del Pacto de San José han
cumplido con esta obligación.
Por otro lado, queremos referirnos a los artículos 7 y 8 del proyecto que
desarrollan la obligación que tienen los Estados de cooperar en este tipo
de situaciones. Así, estos establecen que “en la aplicación del presen-
te proyecto de artículos, los Estados, según proceda, cooperarán entre
sí, con las Naciones Unidas, con los componentes del Movimiento de
la Cruz Roja y de la Media Luna Roja, y con otros actores que presten
asistencia” y las formas de “la cooperación en la repuesta a los desastres
incluye la asistencia humanitaria, la coordinación de las operaciones in-
ternacionales de socorro y de las comunicaciones, y la puesta a disposi-
ción de personal de socorro, de equipo y bienes y de recursos científicos,
médicos y técnicos”.
Sin lugar a dudas, la actual pandemia de la COVID-19 nos ha mostrado
hasta la saciedad la necesidad de que haya un trabajo conjunto y man-
comunado entre los Estados. Este tipo de lucha frente a un virus que ha
demostrado ser de fácil contagio, requiere que se tomen medidas claras,
oportunas y eficaces para evitar la propagación del mismo. En este sentido,
este deber de cooperación, se vuelve fundamental en las relaciones inter-
estatales.
contraídas en virtud de esta Convención, siempre que tales disposiciones no sean incom-
patibles con las demás obligaciones que les impone el derecho internacional y no entrañen
discriminación alguna fundada en motivos de raza, color, sexo, idioma, religión u origen
social.
2. La disposición precedente no autoriza la suspensión de los derechos determinados en los
siguientes artículos: 3 (Derecho al Reconocimiento de la Personalidad Jurídica); 4 (Dere-
cho a la Vida); 5 (Derecho a la Integridad Personal); 6 (Prohibición de la Esclavitud y Ser-
vidumbre); 9 (Principio de Legalidad y de Retroactividad); 12 (Libertad de Conciencia y de
Religión); 17 (Protección a la Familia); 18 (Derecho al Nombre); 19 (Derechos del Niño);
20 (Derecho a la Nacionalidad), y 23 (Derechos Políticos), ni de las garantías judiciales
indispensables para la protección de tales derechos.
3. Todo Estado parte que haga uso del derecho de suspensión deberá informar inmediata-
mente a los demás Estados Partes en la presente Convención, por conducto del Secretario
General de la Organización de los Estados Americanos, de las disposiciones cuya aplica-
ción haya suspendido, de los motivos que hayan suscitado la suspensión y de la fecha en
que haya dado por terminada tal suspensión.
9
ABELLO-GALVIS, Ricardo. “Responsabilidad del Estado por el hecho Internacional-
mente Ilícito; la aplicación y desarrollo del proyecto elaborado por la Comisión de Derecho
Internacional – CDI de la Organización de las Naciones Unidas en la Corte Interamericana
de Derechos Humanos.”, Revista de la Academia Colombiana de Jurisprudencia, Vol. 366,
Diciembre de 2017, p. 216.
10
BARBOZA, Julio. Uso de la fuerza. Responsabilidad Internacional, Zavalia Ed. Buenos
Aires, 2006, p. 97.
11
CRAWFORD, James. Les articles de la C.D.I. sur la responsabilité de l’État, Ed Pedone,
París, 2003, p. 191.
- Fuerza Mayor
El artículo 23 del proyecto regula la fuerza mayor como una de las cir-
cunstancias que excluyen la ilicitud de una actuación de un Estado que sea
contraria al Derecho Internacional. En este sentido establece que:
Artículo 23: Fuerza mayor
1. La ilicitud del hecho de un Estado que no esté de conformidad
con una obligación internacional de ese Estado queda excluida si ese
hecho se debe a un caso de fuerza mayor, es decir, a una fuerza irre-
sistible o un acontecimiento imprevisto, ajenos al control del Estado,
que hacen materialmente imposible, en las circunstancias del caso,
cumplir con la obligación.
2. El párrafo 1 no es aplicable si:
a) La situación de fuerza mayor se debe, únicamente o en combina-
ción con otros factores, al comportamiento del Estado que la invoca; o
b) El Estado ha asumido el riesgo de que se produzca esa situación.
De acuerdo con el artículo en mención, son tres los requisitos que se deben
presentar para que se pueda configurar la fuerza mayor. En primer lugar,
debe tratarse de una fuerza irresistible o un acontecimiento imprevisto;
en segundo lugar, que sea ajeno al control del Estado y, en tercer lugar,
que sea materialmente imposible poder cumplir la obligación. Queda claro
del texto, así como de los comentarios del Relator Especial, que el tercer
elemento no admite ningún tipo de interpretación. Es decir, no se trata de
que sea más difícil, o más complejo, cumplir con la obligación, sino que es
realmente imposible de cumplir12.
Así mismo, tal y como lo señala Bjorklund, la fuerza mayor “involves
an unforeseen and unavoidable external occurrence, constitutes a circum-
12
CRAWFORD, James. Les articles de la C.D.I. sur la responsabilité de l’État, Ed Pedone,
París, 2003, p. 206.
- Peligro extremo
El peligro extremo es una figura que busca proteger un bien jurídico supe-
rior. En este sentido, el ejemplo clásico incluido por el Relator Especial en
13
BJORKLUND, Andrea K. “Emergency Exceptions: State of Necessity and Force Ma-
jeure”, en: Muchlinski, Peter T et al.; The Oxford Handbook of International Investment
Law, OUP, Oxford, 2008, p. 464.
14
Por ejemplo: Naciones Unidas; Convención de 1958 sobre mar territorial y zona contigua
(Art. 14, párr. 3), Recueil des Traités, Vol. 516, pg. 205, https://treaties.un.org/doc/Publi-
cation/UNTS/Volume%20516/v516.pdf (Revisado el 4 de junio). El texto en español se
refiere a una “arribada forzosa o un peligro extremo”; el texto en francés dice “en état de
relâche forcé ou de détresse; mientras que el texto en inglés dice “are rendered necessary
by force majeure or by distress”, pgs. 377, 215 y 214 respectivamente y Naciones Unidas;
Convención de Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar, Recueil des Traités, Vol. 1834,
p. 377, https://treaties.un.org/doc/Publication/UNTS/Volume%201834/v1834.pdf (Revisa-
do el 4 de junio).
15
Asamblea General; Documentos Oficiales 56º período de sesiones, Suplemento Nº 10
(A/56/10), Informe de la Comisión de Derecho Internacional; 53º período de sesiones (23
de abril a 1 de junio y 2 de julio a 10 de agosto de 2001), p. 192.
16
CRAWFORD, James. Les articles de la C.D.I. sur la responsabilité de l’État, Ed Pedone,
París, 2003, p. 208.
17
CASSESE, Antonio. International Law, Oxford University Press, Oxford, 2005, p. 255.
18
Rainbow Warrior (Nueva Zelanda / Francia), Naciones Unidas, Recueil des sentences ar-
bitrales, vol. XX, pgs 254 y 255, párr. 78 (1990). https://legal.un.org/riaa/dtSearch/Search_
Forms/dtSearch.html (Revisado el 4 de junio).
- Estado de necesidad
El estado de necesidad es una de las figuras clásicas del Derecho Penal, sin
embargo, siempre he considerado que es una figura compleja y de difícil
aplicabilidad a la luz de la Responsabilidad Estatal en Derecho Internacio-
nal cuando se trata de relaciones interestatales.
En efecto, en reiteradas ocasiones se ha invocado el estado de necesidad
como circunstancia para excluir la ilicitud de un hecho que sea contra-
rio a una obligación internacional20. Sin embargo, aunque los diferentes
tribunales ante quienes se ha invocado han reiterado que se trata de una
norma consuetudinaria;, en estas diferentes decisiones, no se ha aceptado
el argumento invocado como una causal válida para excluir la ilicitud del
hecho ilícito21. Ahora bien, es claro que en ningún caso se puede invocar la
19
CRAWFORD, James. Les articles de la C.D.I. sur la responsabilité de l’État, Ed Pedone,
París, 2003, pp. 210 y 211.
20
GARCÍA MATAMOROS, Laura Victoria y ARÉVALO RAMÍREZ, Walter. “El estado
de necesidad en el arbitraje de inversión: su invocación consuetudinaria y convencional en
los arbitrajes Enron, Sempra, CMS, LG&E y Continental ante el Centro Internacional de
Arreglo de Diferencias relativas a Inversiones (CIADI)”. Anuario mexicano de derecho
internacional. Vol. 17 (2017): 469 – 512.
21
En este sentido ver: Naciones Unidas; “Indemnizaciones Rusas”, Recueil des Sentences
Arbitrales, Vol. XI, pp. 443 (1912). Sociedad Comercial de Bélgica, 1939, C.P.J.I. serie A/B
Nº 78, p. 160. Rainbow Warrior (Nueva Zelanda / Francia), Naciones Unidas, Recueil des
25
Proyecto Gabcikovo-Nagymaros (Hongrie / Slovaquie), arrêt, C.I.J. Recueil 1997, p. 40,
párr. 51.
26
BJORKLUND, Andrea K. “Emergency Exceptions: State of Necessity and Force Ma-
jeure”, en: Muchlinski, Peter T et al.; The Oxford Handbook of International Investment
Law, OUP, Oxford, 2008, p. 464.
27
El País; https://elpais.com/sociedad/2020-04-03/turquia-retiene-un-cargamento-de-respira-
dores-para-espana.html. 3 de abril de 2020. (Revisado el 4 de julio).
33
PASTOR-RIDRUEJO, José Antonio. “Le droit international à la veille du vingt et unième
siècle: normes, faits et valeurs”, RCADI, Vol. 274, Martinus Nijhoff Publishers, La Haya,
1999, p. 78.
34
ABELLO-GALVIS, Ricardo. “Introducción al estudio de la normas de Ius Cogens en el
seno de la Comisión de Derecho Internacional, CDI”, Vniversitas, Nº 123, 2011, p. 88.
35
Organización de las Naciones Unidas; Asamblea General, A/CN.4/504, 8 de febre-
ro de 2000, pp. 10 y 11.
36
Comisión de Derecho Internacional de la Naciones Unidas; Anuario de la CDI, Vol. I, 1976,
sesión 1403 de la CDI del 6 de julio de 1976, pgs. 259, Párr. 10, https://legal.un.org/docs/
index.asp?path=%2E%2E%2Filc%2Fpublications%2Fyearbooks%2Fspanish%2Filc%5F
1976%5Fv1%2Epdf&lang=EFSR&referer=http://legal.un.org/cod/. (Revisado el 8 de ju-
nio de 2020).
37
Comisión de Derecho Internacional de la Naciones Unidas; Anuario de la CDI, Vol. II,
1976, Parr. 71, pg. 120, https://legal.un.org/docs/index.asp?path=%2E%2E%2Filc%2Fpu
blications%2Fyearbooks%2Fspanish%2Filc%5F1976%5Fv2%5Fp2%2Epdf&lang=EFSR
&referer=http://legal.un.org/cod/. (Revisado el 8 de junio de 2020).
38
La actual lista de normas imperativas aprobada por la CDI es la siguiente: a) La prohibición
de la agresión; b) La prohibición del genocidio; c) La prohibición de los crímenes de lesa
humanidad; d) Las normas básicas del derecho internacional humanitario; e) La prohibición
de la discriminación racial y el apartheid; f) La prohibición de la esclavitud; g) La prohibi-
ción de la tortura; h) El derecho a la libre determinación. En: Asamblea General; Comisión
de Derecho Internacional, A/CN.4/L.936, 71 período de sesiones, Ginebra, 29 de abril a 7
de junio y 8 de julio a 9 de agosto de 2019, p. 7. https://legal.un.org/docs/index.asp?symbol
=A%2FCN%2E4%2FL%2E936&referer=http://legal.un.org/cod/&Lang=S. (Revisado el 8
de junio de 2020).
Conclusiones
A modo de conclusiones, es claro que la actual pandemia nos ha puesto a
pensar en las diferentes aristas que seguramente van a surgir como conse-
cuencia de las dificultades para cumplir con las diferentes obligaciones que
tienen los Estados, así como los diferentes actores del Derecho Internacio-
nal. Por esto la importancia de tener un estado del arte en materia de Dere-
cho Internacional para enfrentar y resolver los diferendos que surjan como
consecuencia de los incumplimientos de las obligaciones internacionales.
De acuerdo con lo anterior, algunas conclusiones son las siguientes:
• Es claro que el Derecho Internacional tiene herramientas para enfren-
tar las dificultades jurídicas que surjan como consecuencia del CO-
VID-19. En este sentido, instrumentos como los proyectos de la CDI
relativos a la “Protección de las personas en caso de desastre” y el de
“Responsabilidad del Estado por hechos internacionalmente ilícitos”
serán fundamentales para resolver los conflictos jurídicos que surjan.
39
Corte Interamericana de Derechos Humanos; Medio ambiente y Derechos Humanos, Opi-
nión Consultiva Nº 23 de 2017. http://www.corteidh.or.cr/docs/opiniones/seriea_23_esp.
pdf (Visto el 8 de junio de 2020). Ver tambien: Feria-Tinta, M & Milnes, S.C., “Internation-
al environmental law for the 21st century: the constitutionalization of the right to a healthy
environment in the Inter-American Court of Human Rights Advisory Opinion 23”, Anu-
ario Colombiano de Derecho Internacional (ACDI), 2019, 12, pp. 43-84 y Abello-Galvis,
Ricardo y Arévalo-Ramírez, Walter; “Inter-American Court of Human Rights Advisory
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de-respiradores-para-espana.html. 3 de abril de 2020. (Revisado el 4 de
julio).
Rafael Ballén*
Profesor invitado
*
Profesor investigador y escritor. Ph.D en derecho público de la
Universidad de Zaragoza-España. En ficción es autor de Cenizas
y La vida ejemplar de Constantina y de cuatro novelas inéditas,
sobre el conflicto armado colombiano. En no ficción ha publica-
do más de dos docenas de libros y numerosos ensayos, en temas
de ciencia política, filosofía, sociología jurídica e historia. Entre
sus obras destacan: Ilegitimidad del Estado; La pequeña política
de Uribe; Carta sin sobre a los Inconformes de Colombia; Pla-
tón: vigencia de su pensamiento político; Los males de la guerra:
Colombia 1988-2008; Corrupción: los otros bandidos, y Estruc-
tura del Estado.
Introducción
El problema del Estado es que no es del Estado, sino de quienes actúan de-
trás de él, movidos por sus intereses y pasiones. Partiendo de esta premisa,
la pandemia del coronavirus puso en evidencia, más que la ilegitimidad
del Estado, la ilegitimidad de sus gobernantes al comenzar el tercer dece-
nio del siglo xxi. Aunque no todo lo anterior fue legítimo, lo de hoy deja
desnuda la crisis del capitalismo, en su fase neoliberal, que no es otra cosa
que el gigantismo del mercado y la reducción del Estado a su más mínima
expresión; pero siempre al servicio de los que más tienen. “La primera
lección que deja el virus –dice Chomsky–, es que estamos ante otro fallo
masivo y colosal de la versión neoliberal del capitalismo”1.
Las imágenes que le han dado la vuelta al mundo dejan a los gobiernos,
que a su vez son los voceros del capitalismo neoliberal, al desnudo: calles
y centros geriátricos llenos de muertos sin que haya una autoridad que los
recoja antes de que sigan contagiando; camiones que transportan los ca-
dáveres, sin que sus deudos vayan tras ellos con sus llantos y sus rezos a
recoger sus cenizas, como ocurre cuando no hay pandemia; ríos de pobres
que se agolpan en plazas públicas y calles o frente a las oficinas de los
gobiernos pidiendo comida; tropas de médicos y auxiliares que carecen de
los elementos mínimos de protección para atender los pacientes.
1
CHOMSKY, Noam. “Los gobiernos no están siendo la solución, sino más bien el proble-
ma”, en El Tiempo, Bogotá, domingo 26 de abril de 2020, p. 1.16.
Ante esas imágenes, que deprimen e indignan, surge una borrasca de pregun-
tas: ¿Dónde están los gobiernos para que resuelvan estos problemas? ¿Dón-
de se encontraban durante las últimas cuatro décadas, que no se prepararon
para proporcionar salud, comida y techo a la población de sus países? ¿Cuál
es el grado de legitimidad de aquellos súper-Estados y de sus gobernantes
que aprovechan una pandemia para amenazar a Estados más pequeños con
invadirlos? ¿Qué legitimidad les asiste a esos gobernantes departamentales,
distritales y municipales que aprovechan la miseria humana que ha traído la
pandemia para enriquecerse con contratos de miles de millones?
Sobre la pandemia misma, sus orígenes, su propagación, sus estragos, los
métodos para combatirla, sus consecuencias, la crisis que ha generado y
los cambios que deben darse una vez que pase o decaiga, están inundadas
las redes, los ordenadores, los periódicos y revistas de millones de con-
ceptos, artículos y ensayos. Entendiendo ese ejercicio como una tertulia
–aunque convendría mejor un diálogo– de millones de personas alrededor
del mundo, intervengo para decir un par de ideas sobre el Estado, la ile-
gitimidad de sus gobernantes y los cambios que se avecinan. El primero
y más importante de todos esos cambios consiste en separar lo público de
lo privado. Mientras eso no se haga, atenuar la desigualdad es una utopía.
3
La globalización no es patrimonio intelectual del capitalismo neoliberal. La especie huma-
na soñó con un mundo universal. El propio Platón así lo concibió y lo dejó escrito.
4
Ibídem, 371a.
las necesidades de las personas, ¿para qué sirve el Estado? ¿Hoy los go-
bernantes le resuelven las más apremiantes necesidades a la humanidad?
La respuesta a la segunda pregunta está a la vista: los gobernantes no han
sido capaces de satisfacerles las necesidades básicas a las personas. Al
contrario, a medida que la sociedad evoluciona, que los Estados crecen y
se burocratizan más, los problemas aumentan y, cuando el equilibrio de la
diversidad natural se rompe y se genera un daño que amenaza la existencia
de la especie humana –como ocurre ahora con el coronavirus–, la ilegiti-
midad del Estado y sus gobiernos se agiganta y se hace tan visible como si
hubiera caído un asteroide ante nuestros ojos.
¿Por qué los gobiernos son incapaces de resolver los problemas generales,
las necesidades de todos, los asuntos del público? Porque están atareados
en acrecentar la riqueza de los que más tienen, utilizando las instituciones
del Estado para privatizar lo público y someter y reprimir al que se oponga
a ese despropósito.
Antes
5
SAUCEDO, Lina. “Estamos viviendo un ‘tsunami’ sanitario”, en El Tiempo, Bogotá, do-
mingo 12 de abril de 2020, p. 1.36.
6
MAZZUCATO, Mariana. “La triple crisis del capitalismo”, en El Tiempo, Bogotá, domin-
go, abril 12 de 2020, p. 1.15.
7
ANDRADE, Ángela. “La naturaleza antes y después del coronavirus”, en El Tiempo, Bo-
gotá, domingo 29 de marzo de 2020, p. 1.25.
8
SALA, Enric. “Salvar la naturaleza: es ahora o nunca”, en El Tiempo, Bogotá, domingo 22
de marzo de 2020, p. 2.1.
Internacional del Trabajo (OIT) unos 200 millones de personas están des-
empleadas, y en 2020 pueden agregarse 2,5 millones más. Pero los subem-
pleados pueden estar por los 400 millones. Estos datos son antes de hacer
su presencia el coronavirus. La pandemia podrá agregar otros 25 millones
más de desempleados este año.
La más elemental observación que se haga sobre la gran ciudad dará como
resultado que, al lado de las múltiples ventajas juntas que el hombre en-
cuentra en una sola metrópoli, ahí mismo están, igualmente juntos, los pro-
blemas que le hacen perder legitimidad a los gobernantes contemporáneos.
La concentración de la riqueza, en sus más diversas manifestaciones, flo-
rece arrogante y humilladora, en los grandes centros urbanos. Con todo, la
mayor desgracia de la gran ciudad no se halla en la discriminación social
y económica o en el ahondamiento de las desigualdades sociales entre la
población, el mayor perjuicio se halla en el deterioro de la dignidad del ser
humano, en la disminución de sus valores comunitarios y en la reducción de
su calidad de vida. Una gran paradoja: el hombre, en la gran ciudad, com-
parte la superficie del perímetro urbano con cinco, diez, quince, veinte o
treinta millones de personas, pero se encuentra en la más absoluta soledad.
Entre más larga es la lista de derechos humanos reconocidos por orga-
nismos internacionales, más larga es la relación de las violaciones y más
numerosas sus víctimas. Desde Alaska hasta la Patagonia y desde el sur
del África hasta el oriente de Europa, por doquier están los genocidios, las
torturas, los asesinatos, los desplazamientos forzados, las mutilaciones, la
privación injusta de la libertad, las amputaciones físicas y culturales, el su-
frimiento y la aflicción de los pueblos: por pensar distinto, por ser distintos
en religión, política o raza a la de los tiranos de turno y a la de sus ejércitos.
Si no se tiene derecho ni siquiera a la vida, mucho menos se tendrá derecho
a la vivienda, al trabajo, a la educación, a la salud, a la recreación, a perte-
necer a un partido político o a tener un ambiente sano y un entorno físico
y social donde desarrollar las propias aptitudes e ideales: todos pueden
estar muy bien escritos en el papel, pero muy lejos de la realidad. Ningún
gobierno que patrocine o permita la violencia y el terror contra su pueblo
puede tener legitimidad.
Uno de los derechos humanos es, precisamente, el derecho a un ambiente
sano. Es quizá el más violentado, porque no tenemos en cuenta las lecciones
las guerras intestinas, como la de Colombia. Aquí, los gobiernos, que están
al servicio del capitalismo neoliberal, en vez de resolverle las necesidades
básicas a las familias, se gastan buena parte del presupuesto en la compra
de armas para enfrentar al pueblo.
¿Por qué el abuso de la publicidad es uno de los pecados capitales, que
hacen ilegítimos a los gobiernos y a los Estados? Sencillamente, porque
cuando se abusa de la publicidad no se transmite la verdad sino el engaño.
De manera artificial se crea, se fabrica o se modifica la verdad. Prevalidos
de las técnicas de comunicación masiva, los dueños del mercado y sus
nuevos siervos, los publicistas, trabajan para vender un producto, una
marca, así como un candidato a gobernante o legislador. Y entre más malo o
desconocido sea el producto o el candidato, mayor creatividad publicitaria,
más horas de trabajo ideando imágenes y mayores volúmenes de dinero
deberán gastarse en venderlo. Así, las realidades que percibe el público
son manipuladas para que aparezcan como verdades objetivas, creando en
los espectadores una necesidad compulsiva de compra. Gran parte de esa
necesidad de compra se construye por medio de artes populares, utilizando
valores culturales e insuflando en la inteligencia del usuario mensajes de
promoción de un producto a través de periódicos, revistas, música popular,
radio, televisión y redes sociales.
La corrupción deslegitima a los gobiernos neoliberales porque se halla
incrustada en el núcleo de la alta burocracia, desde donde se dimana y se
diversifica por el resto de las estructuras del poder y de los mandos medios
y bajos de la administración. La corrupción, a la que hoy se denomina
pandemia de la administración, es un acto ilegal –hay veces que es legal–,
ilícito e ilegítimo, por medio del cual una persona, al servicio del Estado
o de la empresa privada, busca obtener un resultado o una decisión que
satisfaga sus ambiciones económicas o políticas. De esta manera, la
corrupción viene a ser la materialización de un propósito deliberado de
obtener un provecho personal con base en un cargo o en una posición de
privilegio que se ocupe. Siempre se necesitan dos partes: opera como una
contraprestación entre quien corrompe y el que se deja corromper.
Al lado de todos los problemas anteriores, el Estado, además, carece de
soberanía. Esta, hoy se halla en el gigantismo del mercado, en el poder
de las transnacionales y en la reducción del Estado como expresión del
poder nacional. La soberanía del Estado es una falacia, pues el centro del
poder descansa, finalmente, en los dueños del mercado, y se hace cada vez
más frágil en los países pobres. Estos, en verdad, tienen dos amos: el gran
imperio político y militar de los Estados Unidos de Norteamérica y los
conglomerados económicos de las transnacionales, que van recorriendo
el mundo, corrompiendo gobiernos y sobornando parlamentos para apo-
derarse de empresas estatales y obtener leyes con las que puedan exprimir
hasta la última gota de sudor y sangre de los pueblos15.
El décimo tercer pecado capital es la cooptación del Estado por parte de
familias, clubes, monopolios económicos, mafias y gánsteres. Es la regla
universal, con muy pocas excepciones. En Colombia, desde mediados del
sexto decenio del siglo xx las mafias del narcotráfico y el paramilitarismo
penetraron todos los sectores de la sociedad y las instancias del Estado.
Ningún sector de los grandes capitales dejó de beneficiarse con los ne-
gocios de las mafias del narcotráfico. Es imposible establecer el orden,
pero todos, a cuál más, se peleaban los dólares convertidos en pesos o en
simples fajos verdes. El sector bancario y todo el sistema financiero, quizá
fue el primer renglón de la economía en no dar abasto para recibir las
toneladas de dinero en rama. Todas las autoridades de algún modo tenían
que ver con Pablo Escobar –ejército, policía, jueces, agentes del das,
magistrados, ministros, órganos de control, legisladores, constituyentes–,
siempre estuvieron tras él, pero para lucrarse de su dinero a cambio de
dejarlo operar a sus anchas. La exigua minoría de esas autoridades que
investigaron sus crímenes y las pocas personas que lo enfrentaron política
o socialmente fueron asesinadas.
15
BALLÉN, Rafael. Ilegitimidad del Estado. Reforma radical o revolución de la diversidad,
2ª Ed., Bogotá, Temis, 2007, pp. 369-414.
16
CHOMSKY, Noam. El lenguaje y los problemas del conocimiento. Madrid, Gráficas Rogar,
SA, 1988.
algo distinto. Tres casos son bien ilustrativos: Johnson, Trump y Bolsona-
ro. Los tres han luchado por cambiarle de nombre al coronavirus –gripita,
resfriado–, para quitarle poder a esa pandemia, a efecto de que sus intere-
ses políticos o económicos no sufran mengua. Antes de que el coronavi-
rus apareciera, los tres, y otros cincuenta gobernantes de igual número de
países, y sus medios de comunicación, hicieron ingentes esfuerzos para
imponer una palabra en la inteligencia del mundo entero, y así cambiar
la realidad: hacer creer que un chico bacán y amigo de los paramilitares
colombianos es el presidente de Venezuela.
Los gobernantes colombianos y sus élites son campeones en tergiversa-
ciones del lenguaje. Entre 2002 y 2010, fue cuando más se abusó de esta
herramienta. A un ejército paramilitar, cuyo propósito era abrazarse con las
élites gobernantes y con las tropas del Estado –para robarles las tierras a
los campesinos, asesinarlos, desplazarlos o desaparecerlos, así como para
eliminar intelectuales, maestros, sindicalistas, investigadores y población
civil– se le dio el carácter de movimiento político, como si fuera una
guerrilla, a sabiendas de que la insurgencia tiene el objetivo contrario: ir
en contra del Estado, sus élites y sus gobiernos, para propiciar cambios
estructurales.
El abuso del lenguaje se ve también, con el nombre que les dan a los parti-
dos políticos, para confundir y engañar. Es una estafa a sus militantes y a la
sociedad en general. ¡Cómo se atreven a matricular un partido de extrema
derecha con el nombre de Centro Democrático! El ardid es tan ramplón,
que su símbolo es la silueta de su fundador, caudillo y jefe eterno. Otro gru-
po de personas, también de derecha, en el más claro abuso del lenguaje, le
dan a su partido el nombre de Cambio Radical, cuando no es ninguna de las
dos cosas, sino todo lo contrario: el aseguramiento del más puro statu quo.
Hoy se regresa a esos ominosos años y se pretende convertir el Centro de
Memoria Histórica, cuya esencia es guardar la memoria de las víctimas, en
vocería de sus victimarios. Eso, es poner una cosa donde está escrita una
palabra que simboliza todo lo contario: donde está la palabra vida, poner
un cadáver; donde está la palabra noche, dibujar el sol; donde está la pa-
labra paz, poner una ametralladora. Para cumplir ese papel han nombrado
un hombre culto, Darío Acevedo; pero es tan violenta su actitud que ha
perdido toda credibilidad ante la opinión pública y él, que es inteligente,
Después
36
HALIMI, Serge. “Ya mismo”, en Le Monde Diplomatique, edición Colombia, Bogotá, abril
de 2020, p. 40.
cambio permanente de mentalidad entre las masas […] Si la gran plaga del
siglo xiv provocó una imaginación posfeudal, es posible, y deseable, que
esta provoque una imaginación poscapitalista. Y rápido”.
una tarjeta de crédito, un carro, una vivienda, una cuenta bancaria, todo
aquel que haga un mercadito en uno de esos grandes espacios del capi-
talismo salvaje, está en sus manos. Pero quien carece de estas cosas para
vivir, el pobre, el miserable, con la crisis del coronavirus también cayó en
manos de los grandes bandidos, pues para recibir la más mísera ayuda del
Estado, tuvo que dar todos sus datos, y hasta de pronto abrir una cuenta
bancaria. Estamos en sus manos, porque la era digital también está domi-
nada por ellos.
Pero, aun así, a sabiendas de que esa es la realidad, quienes se identifiquen
con los puntos de vista de los tres pensadores citados tienen que librar el
debate y propiciar las acciones para convertir las utopías en soluciones
tangibles.
Según la concepción que tengan del Estado, en relación con las personas
y con la sociedad, los gobernantes se mueven en medio de dos grandes
valores: de una parte, un interés egoísta, mezquino, particular, personal,
individual y privado; y un interés altruista, noble, general y público.
Si los ideales, fines y propósitos del Estado se conciben para que sirvan el
interés privado, todos los bienes, servicios, acciones e instrumentos con
que opera el Estado los quiere el gobernante para sí, para su grupo familiar
o para el sector económico o social al que pertenece o representa. Y desea
todos esos bienes, no solo para satisfacer sus necesidades básicas, y aun las
suntuarias, sino para alcanzar y concentrar todo, sin ningún límite. Así es
la ambición de riqueza y de gloria: pasional e insaciable.
Por el contrario, si los ideales, fines y propósitos del Estado se conciben
para servir el interés público, los bienes y servicios serán solo utilizados
para llevar el bienestar de todos los sectores de la sociedad y de todos los
individuos de la nación. Es la contrapartida del interés particular. Es la otra
cara de la moneda y surgió como preocupación, para tratar de equilibrar
en lo posible, la fuerza demoledora del interés privado. El interés público
se halla más acentuado en algunos pensadores y gobernantes, y de no ser
por la lucha librada por estos, desde diferentes flancos, para defenderlo, el
destino de la humanidad sería peor. De esta manera, el interés público obra
siempre como catalizador, como bálsamo, como freno, como atenuante del
interés privado.
Entre esos dos polos –interés privado e interés público–, se han movido los
hombres y mujeres como un péndulo en el reloj de la historia universal.
Y con esa concepción han manejado y manejan el Estado. Y han utilizado
sus palancas, desde las más poderosas, porque alcanzaron la máxima je-
rarquía, como faraones, reyes, presidentes, legisladores, magistrados, ge-
nerales, hasta los más simples instrumentos de poder, porque tan solo han
logrado ejercer los oficios menores en la función pública. Bajo el manto
de ese interés privado se han dado los grandes procesos de corrupción, los
grandes crímenes de Estado, las grandes bufonadas y las grandes confla-
graciones de la humanidad. En suma, las grandes y permanentes crisis del
Estado obedecen a la mixtura de intereses con que los gobernantes han
dirigido a este, y a la paciencia de los súbditos que lo hemos admitido.
La crisis del Estado se acentúa si se admite la mixtura de estas dos clases
de intereses, como sucede si el propietario de la empresa privada –perso-
nal, societaria o monopólica–, puede saltar fácilmente a dirigir el Estado y
viceversa, porque existe una puerta giratoria que así lo permite. Puntuali-
zando se ve con mayor claridad el asunto:
1º. Siempre se ha hablado de frenos y contrapesos, para referirse al equi-
librio que debe existir entre las tres ramas de poder público, o gobierno
mixto, cuya idea es muy antigua. Arrancó con el célebre diálogo de los tres
herederos de Cambises: Otanes, Megabyzo y Darío, en el siglo vi antes de
nuestra era. Pasó por Platón, Aristóteles y Polibio, y llegó a Montesquieu,
quien la estructuró de manera didáctica, en su obra Del espíritu de las le-
yes. Ese juego de frenos y contrapesos es un inofensivo juego de niños. El
verdadero equilibrio de frenos y contrapesos está en que unos sean dueños
del poderoso peso de la empresa privada, y otros le pongan los frenos y
contrapesos, desde la dirección de lo público.
2º. Mientras el interés público no se separe del interés privado, todos los
premios Nobel de economía y los candidatos a obtenerlo podrán romperse
la cabeza inventando fórmulas de equidad y de redistribución de la rique-
za, pero esos dos valores –equidad y redistribución– jamás llegarán. La
ecuación es sencilla: poder político + poder económico no puede ser = a
favorecer a los pobres. Necesaria y lógicamente tiene que ser, sí y sola-
mente sí, = a favorecer a quienes tienen la sartén por el mango.
3º. Permitir que la empresa privada, sus dueños, voceros o testaferros diri-
jan el Estado es legalizar de por vida la desigualdad. ¿Por qué? La respues-
ta también es sencilla. ¿Qué hace un presidente-mercader como Trump?
¿Qué hizo un presidente-terrateniente como Uribe? ¿Qué hizo un ministro
con ambición de negocios como Carrasquilla? Todos, a cuál más, crearon
los instrumentos jurídicos para favorecer sus negocios.
4º. El Estado no necesita expropiar ningún bien privado –haciendas, ban-
cos, fábricas, inmuebles–. Quien haya optado por el interés privado, puede
convertirse en ídolo del mercado, con la obligación de pagar impuestos
justos, sin gabelas ni exenciones. Eso es legítimo, que haga negocios y
compita con sus pares privados. Lo que no es legítimo es que, habiendo
escogido el capital privado como opción de vida y sentimientos morales,
pueda saltar y asaltar el Estado, para ponerlo al servicio de sus intereses
personales o corporativos.
5º Stiglitz dice: “Antes que una reforma económica habrá que hacer una
reforma política”39. Esa reforma política de la que habla el Nobel de eco-
nomía 2001, pasa necesariamente por separar lo público de lo privado.
Lograr la separación de esos dos tipos de interés no es tarea fácil. Tampoco
lo es determinar por decreto que los más de 20.000 oficios que hoy mueven
la sociedad sean estatizados, y que se instaure el socialismo de manera
inmediata. Si bien la peste negra propició la revuelta de los campesinos
en Inglaterra, como nos lo cuenta Mason, y con ello se dio el primer paso
para la quiebra del feudalismo, ese régimen permaneció en Europa por
cuatro siglos más, durante los cuales sobrevinieron el Renacimiento, la
revolución comercial, la revolución intelectual, la revolución industrial,
la revolución agrícola y, luego sí, la consolidación del capitalismo. Ese
capitalismo neoliberal que ahora nos ahorca, no se instauró de la noche a
la mañana con un solo decreto. Todo fue un proceso, en el que se dieron
distintas fases: capitalismo comercial, industrial y financiero. El día en
que la banca de inversión dominó la industria, ese día todos quedamos
apercollados40 –los que algo tenían y los que no también–, porque los Luis
39
STIGLITZ, Joseph. Capitalismo progresista. La respuesta a la era del malestar.
40
BALLÉN, Rafael. Teoría general de derecho del trabajo. Bogotá, Forum Pacis, 1994, p.
116-138.
Educación
El Estado debe asumir el derecho fundamental a la educación, en todos los
niveles: desde el preescolar hasta el superior, incluyendo la investigación
científica. “Cada peso que se invierta en educación pública de calidad, en
apoyar la investigación científica, se multiplicará para darle beneficio a
todos”42.
Que el Estado asuma la educación, ¿para enseñar qué? Aparte del menú
curricular que han dejado los pedagogos durante los últimos dos mil qui-
nientos años, y lo que propongan todos los educadores y filósofos de hoy,
lo más urgente del contenido de la educación, son dos temas: una apro-
ximación a la verdad y la distinción entre el interés público y el interés
privado. Conociendo la esencia de esas dos cosas se habrán construido los
cimientos de todo lo demás.
41
ROBINSON, Mary y REDDY, Daya. “La pandemia evidencia que estamos en el mismo
barco, ahora no olvidemos el cambio climático”, en El Tiempo, Bogotá, domingo 26 de
abril de 2020, p. 2.3.
42
“El poder de la ciencia y la universidad pública”, en El Espectador (editorial), Bogotá,
miércoles 8 de abril de 2020, p.18.
Como la verdad varía, aun en cuanto a los principios de las ciencias físi-
cas y naturales, es necesario enseñarle a los niños –hombres y mujeres– a
pensar, a analizar y a descubrir nuevas verdades. La verdad de las ciencias
sociales también puede variar y, por consiguiente, debe tener discusión
y análisis. Y para descubrir la verdad hay que formar al niño y al joven.
Antes que proporcionarle cualquier dato o información, al niño se le debe
enseñar el origen del mundo y, sin ningún engaño, se deben exponer las
dos grandes teorías sobre este asunto: la teoría o leyenda creacionista,
contemplada en la Biblia, y la teoría evolucionista. Y en este sentido, tan
importante es la vida de los profetas, futurólogos, apóstoles y pensadores
religiosos como la de los científicos que consagraron todas sus energías, su
paciencia, su juventud y sus recursos a investigar la verdad.
Desmitificar a los ídolos de barro es tarea de la educación. Es bueno que
se cuenten las distintas versiones de la historia y, en lo que respecta a
los gobernantes, que no se despierten entusiasmos por arquetipos errados,
mentirosos o falsos. En esto no podemos llamarnos a engaño ni engañar
a las generaciones que van surgiendo a la vida de la sociedad. La verdad
real, la verdad indiscutible, la que todos los días padecemos, es que un
segmento muy importante de la población mundial está por debajo de la
línea de miseria absoluta, y que no se halla en esa condición y muriéndose
de hambre por castigo divino, aunque así lo expliquen unos trúhanes dis-
frazados de pastores.
La enseñanza de la historia debe partir por decirle al niño, en su más
temprana edad, que el mundo casi nunca ha estado dirigido por personas
preocupadas por el interés público, pues entre los gobernantes ha habido
muchos criminales, que han aprovechado el Estado para satisfacer sus in-
tereses y pasiones personales. Para ser rigurosos en esta apreciación: jamás
han gobernado los pobres, los buenos –que sí los ha habido–, muy pocas
veces43. Casi todos los que han gobernado durante los últimos cinco mil
años han sido incapaces de solucionarle los problemas a la humanidad. Al
contrario, le han causado mucho daño. ¿Cómo? Matando, robando, depre-
dando, esclavizando y enseñando mentiras. Esto es lo que hay que ense-
ñar: simplemente la verdad que hoy conocemos. Si mañana se descubre
43
DE LA CUEVA, Mario. La idea del Estado. México, Fondo de Cultura Económica, México,
1994, p. 305.
otra verdad, esa es la que se debe enseñar. Muy importante sería que cada
Estado, en cada escuela, en cada colegio, en cada universidad, tuviese dos
galerías o dos películas: una nacional y otra universal. Y que cuando fuera
a enseñar la historia se tuviera el valor, el coraje y la sinceridad de decirles
a los alumnos: “Estos individuos que veis ahí son los que le han causado el
mayor daño a la humanidad”, o “a nuestro país”, según el caso.
Quizá con ese procedimiento se podría invitar a los exgobernantes y a sus
herederos a pedirles perdón a sus compatriotas y a la humanidad entera,
como en su momento lo hizo el Papa Wojtyla, por los crímenes cometidos
por la Iglesia, durante dos milenios. ¿Cuántos gobernantes y exgobernan-
tes o cuántos de sus herederos serán capaces de pedirle perdón a la hu-
manidad por los crímenes cometidos por sus mayores? Si lo hicieran, ¿de
cuántos genocidios y de cuántos robos a los bienes de la humanidad se
autoacusarían?
¿Por qué no decirles a los niños, a los jóvenes, que Stalin, efectivamente,
revolucionó la agricultura y la industria rusas, construyó el Metro de
Moscú –el mejor del mundo–, y con su poderoso Ejército Rojo trancó
a Hitler, pero que ejecutó a cientos de sus opositores innecesariamente?
¿Por qué no decirles a los niños y jóvenes que J. F. Kennedy no ganó la
candidatura a la presidencia de los Estados Unidos por su programa y por
su carisma, sino porque su padre, Joseph Kennedy, compró a los delegados
de Virginia del Oeste44 para alcanzar la postulación?
Es indispensable decirles a los niños y jóvenes que los criminales son tales,
con corona o sin ella. La diferencia está en el poder que ostenta el criminal
coronado y en la cuadrilla de criminales que puede tener a su servicio por
cuenta del Estado. Hay que enseñarles a los niños y a los jóvenes que es
más peligroso un malhechor inteligente y preparado que uno mediocre e
44
REISMAN, W. Michael. Remedios contra la corrupción. México, Fondo de Cultura Eco-
nómica, 1981, p.110. Según este autor, Harry Truman cuestionaba la nominación de John
F. Kennedy así: “El viejo Joe Kennedy es el sinvergüenza más grande que tenemos en este
país, y no me agrada que le haya comprado a su hijo la postulación para la presidencia
[...] Compró a Virginia del Oeste. No se cuánto le habrá costado; es un tipo muy avaro, así
que no habrá pagado más de lo necesario, pero compró Virginia del Oeste, y así es como
su muchacho le ganó la elección preliminar a Humphrey. Y no fue sólo allí. En todo el país
el viejo Kennedy gastó lo que hizo falta para comprar la postulación [...] no la presidencia.
La postulación. No se puede comprar el puesto máximo... por lo menos, todavía no”.
La salud
Si algo ha quedado claro con esta pandemia es que, haber convertido el
derecho fundamental de la salud en una mercancía, fue un crimen de lesa
humanidad. Ni siquiera países con un alto grado de desarrollo sanitario
como Francia, Italia y España estaban preparados para atender una pande-
mia como la actual. En Inglaterra los respiradores artificiales no alcanzan y
los médicos tienen que decidir quién vive y quién muere. En Estados Uni-
dos, en cambio, si a los pacientes no los mata el virus, sí los puede matar
de un infarto el monto de la factura. En Colombia la estrategia neoliberal
fue quebrar los hospitales públicos para cerrarlos –el Federico Lleras de
Ibagué y el Departamental de Villavicencio, son apenas dos casos–, y así
dejarles el camino despejado a las eps, que se convirtieron en una fábrica
de hacer dinero. ¿Qué autoridad moral y qué legitimidad tienen esos nego-
cios gigantescos en esta hora de crisis, que ni siquiera tenían los recursos
técnicos y científicos para atender con eficiencia a sus clientes –que no
pacientes– de la medicina prepagada? ¿Qué grado de legitimidad tiene
el Estado frente a esos negocios gigantescos, cuyos médicos y auxiliares
carecen de un contrato de trabajo y de los elementos de protección para
evitar ser contagiados? Por eso, un sistema de salud pública universal y
sólido, con medicina familiar, es la solución.
Servicios públicos
El agua, el fluido eléctrico, el gas y el teléfono, por ser servicios que satis-
facen necesidades colectivas, –que deben ser prestados de manera eficien-
te, oportuna, continua a todos los habitantes del territorio de un país– son
45
SACHS, Jeffrey. “Es el momento de aliviar la deuda pública de muchas naciones”, en El
Tiempo, Bogotá, domingo 26 de abril de 2020, p. 1.17.
46
CHOMSKY, Noam. “Los gobiernos no están siendo la solución, sino más bien el proble-
ma”, en El Tiempo. Bogotá, domingo 26 de abril de 2020, p. 1.16.
47
“El liderazgo estadounidense claudica”, en El Espectador (editorial), Bogotá, jueves 16 de
abril de 2020, p. 14.
48
ROBINSON, Mary y REDDY, Daya. Ob. cit., Ibíd.
49
Gabriel Arturo, Darío, Martina y Martín –mis nietos– están muy niños, entre dos y nueve
años. Pero tengo la certeza de que pronto se pegarán a quienes el jueves 21 de noviembre
de 2019 tenían entre quince y veintiuno. Ese día, fue la última vez que vi las calles de Co-
lombia llenas de esa promisoria generación de la esperanza.
50
CHOMSKY, Noam. “Los gobiernos no están siendo la solución, sino más bien el proble-
ma”, en El Tiempo, Bogotá, domingo 26 de abril de 2020, p. 1.16.
Epílogo
Será larga la noche del coronavirus y al amparo de sus sombras se comete-
rán muchos crímenes. Pero, por más agresiva que sea la peste, no se puede
permitir que los delitos se borren de la memoria de quienes sobrevivan al
virus. Tampoco consentir que queden en la impunidad los crímenes come-
tidos por los gobernantes, sus mafias y gánsteres, que ejercieron el poder
durante los últimos cuarenta años. No es que los anteriores no hayan delin-
quido, sino que muchos habrán muerto o sus delitos habrán prescrito. “No
podemos olvidar de dónde venimos, dónde estamos y el camino que resta
adelante, aunque el mundo entero esté en caos y la crisis del coronavirus
colme todos los espacios noticiosos”51.
Bibliografía
ANDRADE, Ángela. “La naturaleza antes y después del coronavirus”, en El
Tiempo, Bogotá, domingo 29 de marzo de 2020.
BALLÉN, Rafael. Teoría general de derecho del trabajo. Bogotá, Forum Pacis,
1994.
– Ilegitimidad del Estado. Reforma radical o revolución de la diversidad, 2ª Ed.,
Bogotá, Temis, 2007.
CHOMSKY, Noam. El lenguaje y los problemas del conocimiento. Madrid,
Gráficas Rogar, SA, 1988.
– “Los gobiernos no están siendo la solución, sino más bien el problema”, en El
Tiempo, Bogotá, domingo 26 de abril de 2020.
DE LA CUEVA, Mario. La idea del Estado. México, Fondo de Cultura
Económica, México, 1994.
DUZÁN, María Jimena. “Lo siento, todo puede ser peor”, en Semana, número
1980, Bogotá, 12 al 19 de abril de 2020.
EL ESPECTADOR, Bogotá, jueves 9 de abril de 2020.
51
“No olvidemos a las víctimas”, en El Espectador (editorial). Bogotá, jueves 9 de abril de
2020, p. 18.
Introducción
La realización de esta investigación estuvo motivada por el uso del estado
de emergencia económica, social y ecológica por parte del gobierno de Juan
Manuel Santos durante los años 2010 y 2011. En 2012 el grupo de investiga-
ción de Filosofía del Derecho y Derecho Constitucional de la Universidad de
Cartagena, decidió emprender un estudio sobre esta figura jurídica y su uso
en el sistema jurídico colombiano desde la entrada en vigencia de la Consti-
tución de 1991, especialmente en lo que tiene que ver con el razonamiento
judicial de la Corte Constitucional para decidir sobre el uso de esta figura.
Bajo este entendido, el contexto histórico en el que se desarrolló esta in-
vestigación fue el de los dos años siguientes a la crisis invernal denomi-
Sentencia
6. No. 195 de 1999 Terremoto del Eje cafetero.
C-216 de 1999
Sentencia
7. No. 4333 del 2008 Captadoras ilegales de dinero.
C-135 del 2009
Sentencia
8. No. 4704 del 2008 Captadoras ilegales de dinero.
C-254 del 2009
Sentencia
9. No. 4975 del 2009 Crisis en el Sistema de Seguridad Social de Salud.
C-252 del 2010
20
Corte Constitucional, sentencia C-156 de 2011. MP. Mauricio González Cuervo.
21
Corte Constitucional, sentencia C-216 de 2011. MP. Juan Carlos Henao.
22
Ibidem.
23
Se extrae del texto jurisprudencial que, los requisitos formales que debe tener el decreto
declaratorio del estado de emergencia económica, social y ecológica en Colombia son: a)
Motivación suficiente, b) firma del presidente y todos los ministros, c) limitación temporal,
d) delimitación espacial, e) notificación a los organismos internacionales, f) convocatoria al
congreso para los diez días siguientes del vencimiento del estado de emergencia, en caso de
que no esté reunido.
24
“Como se ha reiterado por parte de la jurisprudencia constitucional, el juicio fáctico se
refiere a un juicio objetivo en el que se establece la existencia o la ocurrencia de los hechos,
en conjunción con el carácter sobreviniente y súbito de éstos, y en donde se analiza que los
mismos hechos sean diferentes a los que dan lugar a la guerra exterior y a la conmoción
interior. Estos tres aspectos han sido sistematizados por la jurisprudencia constitucional
estableciendo que se debe verificar en este presupuesto la ocurrencia de los hechos (i), la
sobreviniencia de éstos (ii), y realizar el juicio identidad de los hechos, es decir, que estos
puedan ser entendidos como independientes y autónomos de los elementos fácticos que
dieron lugar al estado de excepción del artículo 212 y 213 de la C.P.” Corte Constitucional,
sentencia C-216 de 2011. MP. Juan Carlos Henao.
25
Corte Constitucional, sentencia C-156 de 2011 MP. Mauricio González Cuervo.
medidas ordinarias para superar la crisis eran insuficientes para afrontar la emergencia.
En tercer término hay que subrayar que la jurisprudencia constitucional ha establecido
que el análisis sobre la suficiencia de las medidas ordinarias es de carácter global y no
implica un examen de cada una de las medidas que se anuncian en el decreto declaratorio.
Finalmente, se tiene que resaltar que desde la Sentencia C-254 de 2010 se dijo que si los
hechos que obligan a la declaración de estado de emergencia provienen de la conducta del
Gobierno, el test de subsidiariedad deberá ser más estricto, “puesto que la ampliación de
las competencias del Gobierno no puede ser la consecuencia inmediata y automática de la
malversación o preterintención de las medidas ordinarias”. Ibidem.
29
“En la Sentencia C-156 de 2011 se expuso lo relacionado con la línea jurisprudencial de
este presupuesto de valoración en el control de constitucionalidad de los estados de excep-
ción. En un primer lugar se denominó dicho juicio el test de subsidiariedad y se empezó a
aplicar en la Sentencia C-122 de 1997, en donde se dijo que, “De la Constitución y de la
ley estatutaria de los estados de excepción surge la regla de la subsidiariedad que aplica-
da al estado de emergencia prescribe que su utilización se supedita a la imposibilidad o
insuperable insuficiencia de las instituciones de la normalidad para resolver los problemas
y crisis que afectan o amenacen el sistema económico, social o el ambiente. La plenitud
del Estado de Derecho y de los mecanismos y formas que le son propios, sufrirían grave
menoscabo si fácilmente pudiese soslayarse su curso ante cualquier dificultad o problema
de cierta magnitud, pretextando razones de eficacia”. Posteriormente en la Sentencia C-135
de 2009 se empezó a llamar “juicio de suficiencia de los poderes ordinarios de las autori-
dades estatales” en donde el juicio consistió en verificar si los mecanismos ordinarios eran
suficientes o no para hacer frente a la situación de emergencia. Este test siguió llamándose
de esta manera en las Sentencias C-254 de 2009 y C-252 de 2010.” Ibidem.
30
Corte Constitucional, sentencia C-156 de 2011. MP. Mauricio González Cuervo.
y de otro lado, demostrar que las medidas que se adopten para en-
frentar la emergencia están destinadas exclusivamente a ese fin31.
Motivación de incompatibilidad: “es otro mecanismo de restric-
ción de los poderes extraordinarios del Presidente durante los
estados de excepción, y sugiere que cuando durante los estados
de guerra y conmoción interior se suspendan leyes, el gobierno
deberá justificar las razones concretas de la incompatibilidad de
dichas disposiciones, con el régimen de excepción”32.
Regla de proporcionalidad: “es una exigencia consagrada en la
misma Carta Política en el artículo 214 y tiene que ver con la
“justa medida” entre las disposiciones que se adopten y la gra-
vedad de la crisis que se pretende conjurar. La evaluación de la
proporcionalidad entre las medidas excepcionales y la gravedad
de la situación, hace parte del análisis de la Corte Constitucional
de los decretos legislativos que se expiden con ocasión de la de-
claratoria de excepción”33.
No discriminación: “reproduce el principio de igualdad ante la
ley del artículo 13 de la Constitución Política en el sentido de que
establecer que todas las personas recibirán el mismo trato y no se
harán distinciones basadas en criterios de raza, lengua, religión,
origen familiar, creencias políticas o filosóficas”34.
El principio de eficacia y economía: “se refiere a sacrificar lo me-
nos posible el régimen constitucional ordinario, y tratar de retor-
nar prontamente a la normalidad”35.
Principio democrático: “busca asegurar que incluso en momentos
de anormalidad, se mantenga la legitimidad democrática de las
decisiones del Estado”36.
31
Ibidem.
32
Ibidem.
33
Ibidem.
34
Ibidem.
35
Ibidem.
36
Ibidem.
39
Los aspectos explicados se presentan por medio de una descripción que exponga la feno-
menología de cada sentencia en su argumentación al destacar la concatenación de sus argu-
mentos expresados en premisas desde el punto de partida que cada operador jurídico hubiese
escogido. Este punto de partida puede ser la lógica de lo razonable, la teoría interpretativa,
la teoría discursiva o el clásico silogismo exegético donde el caso se subsume en la norma
de modo mecánico y todo el trabajo consiste en escoger dicha norma. Procederemos ahora a
efectuar una explicación donde se verificará la coherencia descrita en el problema de inves-
tigación, para ello constataremos la “Coherencia Interna” de la argumentación frente a la
teoría seleccionada por el operador mismo. Teoría apoyada por la dogmática vigente.
Debemos proceder así porque el derecho es un sistema abierto ya que en sí no tiene ni podrá
jamás tener una regla omnicomprensiva que conduzca a criterios inconfundibles que, entre
otras cosas, permitan verificar las semejanzas de los “supuestos fácticos” de dos casos distin-
tos. No podemos olvidar, además, que sin “supuestos fácticos” no existe una “base objetiva”
de la decisión judicial, pero dicha “base” no está “situada en el mundo” derivada de la natu-
raleza, sino por el hombre como ser social, ya que el derecho es socio-semioticidad cultural,
producto político y social del hombre. Luego, el derecho no es objetivo sino objetivable.
41
Esto en razón a que los “hechos” ya acontecieron, son parte de un pasado y este “pasado”
debe ser reconstruido, reconstrucción que se efectúa en el derecho por medio de las pruebas
que por sí mismas nada “prueban”, sino que su “sana crítica”, vale decir, su interpretación,
es la que en sí nos dice que es lo que ellas “prueban”.
Es así que debemos desterrar el concepto falso de que el derecho es un sistema de reglas
conocidas que los jueces aplican casi que automáticamente, en realidad eso es una postura
y nada más, según explicamos en la teoría que soporta esta investigación, ya que ninguna
regla jurídica es intrínsecamente clara y la “claridad” solo depende de su valoración inter-
pretativa frente al caso y en función de este y jamás como una disquisición absoluta frente
a su texto. El análisis de las sentencias recopiladas nos dice que el Ius solo tiene sentido a
partir del problema o caso que da inicio a la reflexión jurídica. En el derecho las normas
se aplican, pero él como se aplican no es un hecho que indefectiblemente debe ocurrir.
KENNEDY, Duncan. Libertad y restricción en la decisión judicial. Universidad de los
Andes. Bogotá. 1999.
42
“El prescindir del elemento de brutalidad a causa de la repugnancia que ésta inspira es un
despilfarro de fuerza, por no decir un error”. “No es posible introducir un principio mode-
Conclusiones
Es posible identificar en las sentencias de la Corte Constitucional, sobre
el asunto que nos ocupa, que por lo general se adopta un esquema argu-
mentativo atendiendo a la especificidad de los casos objetos de revisión,
respaldado por las reglas y principios que en forma de test han creado
jurisprudencias anteriores sobre la materia, para resolver el problema jurí-
dico subyacente a la constitucionalidad o no de los decretos de declaratoria
de estado de emergencia.
Lo expuesto conduce a precisar que es una Constitución. Al respecto David
Mercado44 ha dicho que: “ANDRÉ HAURIOU nos dice que ella es el ‘en-
cuadramiento jurídico de los fenómenos políticos’. Esta conceptualización
encierra a su vez dos ideas de comprensión problemática: La de ‘Encua-
dramiento Jurídico’ y la de ‘fenómenos políticos’, los últimos hacen refe-
rencia de la manera más general posible a todos los hechos que se dan
en la vida social y que incide sobre la comunidad donde participe o esté
implícita la noción de poder o sea de quienes mandan y cómo mandan”45.
Bibliografía
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Leyes
Congreso de la República de Colombia. Ley 137 de 1994.
Sentencias
Corte Constitucional, Sentencia C-216 de 2011. MP. Juan Carlos Henao.
Corte Constitucional, sentencia C-156 de 2011 MP. Mauricio González Cuervo.
Corte Constitucional, Sentencia C-843 de 2010 MP. Jorge Ignacio Pretelt Chaljub.
Corte Constitucional, sentencia C-252 de 2010. MP. Jorge Iván Palacio Palacio.
Corte Constitucional, sentencia C-254 de 2009. MP. Nilson Pinilla Pinilla.
Corte Constitucional, sentencia C-135 de 2009. MP. Humberto Sierra Porto.
Corte Constitucional, sentencia C-216 de 1999 MP. Antonio Barrera Carbonell.
Corte Constitucional, sentencia C-122 de 1999 MP. Fabio Morón Díaz.
Corte Constitucional, sentencia C-004 de 1992 MP. Eduardo Cifuentes Muñoz.
Cuadro No. 1.
Decretos declarativos de estados de emergencia en Colombia entre 1992 y 2011.
Introducción
Como categoría genérica, es posible entender al estado excepcional como
una expresión que reúne diversas modalidades, según los textos constitu-
cionales, que se ocupan de los acaecimientos urgentes, imprevisible y que,
por demás, ponen en riesgo la estabilidad institucional. Justamente, dicha
categoría abarcaría los llamados estados de alarma, de sitio, de excepción,
de emergencia, de catástrofe, entre otros, según sea la denominación asu-
mida por el constituyente para su respectiva reglamentación.
Sin embargo, dichas modalidades tendrán en común, y de allí su agrupa-
ción en esa mención genérica del estado excepcional, que se han construi-
do bajo “un símil a la situación anormal de una ciudad o plaza sitiada,
en donde la vida de sus habitantes se altera profundamente […]”1. De tal
modo, desarrollan la idea según la cual necessitas legem non habet, es de-
cir, que ante acaecimientos extremos o excepcionales –no necesariamente
1
MARTÍNEZ BÁEZ, Antonio. “Suspensión de garantías y legislación de emergencia. Concep-
to general del estado de sitio”. En: MARTÍNEZ BÁEZ, Antonio y TENA RAMÍREZ, Felipe.
Suspensión de garantías y legislación de emergencia. Concepto genera del estado de sitio.
Las facultades extraordinarias en el derecho mexicano. México, D.F.: UNAM, 2006; p. 5.
2
Cfr. SCHMITT, Carl. La dictadura. Desde los comienzos del pensamiento moderno de la
soberanía hasta la lucha de clases proletarias. Versión española de José Díaz García.
Madrid: Alianza, 1985.
3
SCHMITT, Carl. Teología política. Traducciones de Francisco Javier Conde y Jorge Navarro
Pérez. Madrid: Trotta, S.A., 2009. p. 19.
4
Véase, por ejemplo: FIX-ZAMUDIO, Héctor. “Los estados de excepción y la defensa de
la Constitución”. En: Boletín Mexicano de Derecho Comparado, No. 111 (2004); pp. 801-
860.
5
LIVIO, Tito. Historia de Roma desde su fundación. Libro I a X. Traducido por Canon
Roberts. Londres: Ernest Rhys, 1905.
6
FUENTES-CONTRERAS, Édgar Hernán. Legislación en sentido material. Bogotá, D.C.:
Grupo Editorial Ibáñez y otro, 2018; p. 443.
7
SCHMITT, Carl. La dictadura. Op. Cit. pp. 33–34. Véase, además: ARRIOLA CANTERO,
Juan Federico. Teoría general de la dictadura: reflexiones sobre el ejercicio del poder y las
libertades políticas. Segunda Edición. México, D.F.: Trillas, 2000.
8
Cfr. SÁNCHEZ DE LA TORRE, Ángel. “El objeto de la legalidad en la expresión salus
populi suprema lex esto”. En: Cuadernos de Filología Clásica - Estudios Latinos, Vol. 12
(1997); pp. 39-78.
9
SCHMITT, Carl. La dictadura. Óp. Cit. p. 34.
10
Cfr. MARTÍNEZ, Faustino. “Ecos cronísticos del rey-juez medieval”. En: Cuadernos de
historia del derecho, Vol. Extraordinario (2010). pp. 312–313.
11
Sobre el tema, véase, por ejemplo: PANATERI, Daniel. “Iurisdictio y Irurisdictiones: El
Espacio como problema a partir de un Análisis de la Soberanía en la glosa de Gregorio
López a las Siete Partidas”. En: MORÍN, Alejandro (Ed.). Estudios de derecho y teología
en la Edad Media. Buenos Aires: Maglio, 2012. pp. 129–160.
12
“La soberanía papal dentro de la Iglesia había superado ya en el siglo xiii al Estado feudal
medieval. Lo esencial de la autoridad papal radica, desde Inocencio III, en que el papa no
es ya el señor feudal supremo de la Iglesia: “él dispone ilimitadamente de las rentas de la
Iglesia: distribuye sus cargos y beneficios conforme a su propio arbitrio y discreción: él no
es solo el señor supremo, sino el único señor de la Iglesia… […]”. Lo que se tomaba como
revolucionario en la plenitud potestatis era la supresión de la representación medieval de
la jerarquización absolutamente inmutable de los cargos, que incluso desde la instancia
suprema existía como derecho que correspondía al titular del cargo”. SCHMITT, Carl. La
dictadura. Op. Cit. pp. 75–76.
13
Cfr. GARCÍA MARÍN, José María. La doctrina de la soberanía del monarca (1250-
1700). En: http://www.unioviedo.es/constitucional/fundamentos/primero/pdf/gmarin.pdf;
(consultado: 31, may., 2016); SOUTO PAZ, José Antonio. Nación y soberanía en la doctrina
medieval. En: http://ruc.udc.es/dspace/bitstream/handle/2183/9707/CC_37_art_2.pdf;jsessi
onid=D0C6331CCA8558776A0842CAD26E7592?sequence=1;(consultado: 31, may.,
2016).
14
“En ese sentido, Schmitt alude a la diferencia entre la dictadura republicana o comisarial
y la dictadura soberana. En esta última, el dictador termina siendo un tirano acreedor de
16
Se usa para dicha clasificación las proposiciones contenidas en: BARRETO ROZO,
Antonio. Normalidad y excepcionalidad: La indescifrable regularidad contemporánea de
la excepción. (2007). En: http://www.palermo.edu/derecho/publicaciones/sela2006_pdf/
Antonio_Barreto_Rozo.pdf; (consultado: 07, jun., 2016).
17
SÁNCHEZ VIAMONTE, Carlos. Ley marcial y estado de sitio en el derecho argentino.
Montevideo: Impresora Uruguaya, 1931; pp. 17–18.
18
BARRETO ROZO, Antonio. Op. Cit. Véase sobre el tema, entre otros: CRUZ VILLALÓN,
Pedro. El estado de sitio y la Constitución. La constitucionalización de la protección ex-
traordinaria del Estado (1789-1878). Madrid: Centro de Estudios Constitucionales, 1980.
recho estatal (el principio jerárquicamente superior a la regla), sin que esto
implique una contradicción en lo que respecta a los principios de legalidad
y de separación de poderes ampliamente reconocidos en la democracia
decimonónica29.
De esta suerte, y para el tema que aquí se desarrolla, la doctrina y los
propios tribunales han destacado una serie de principios que estabilizan
el actuar en la excepcionalidad para mantenerlo dentro del ámbito cons-
titucional y normativo. Entre ellos se destacan, de forma sintética, los si-
guientes:
a. Principio de legalidad. Visto, como recurso, el estado excepcional no
es antónimo del Estado de derecho. Por ende, condiciona instrumental-
mente la existencia de la excepcionalidad a la preexistencia normativa
y, por demás, genera una sujeción y responsabilidad de los funciona-
rios.
b. Principio de taxatividad. Entendido desde la habilitación constitucio-
nal, es decir, que esta debe ser estricta y rígida, por lo cual dicha ha-
bilitación para declarar el estado excepcional no podrá ser sometida a
una interpretación acrecentada ni analógica. En consecuencia, tanto las
modalidades como los órganos, causas y posibles medidas deberán ser
contempladas por el sistema jurídico.
c. Principio de publicidad. Invoca la necesidad de que las actuaciones del
Estado estén sometidas a su difusión pública, tanto en lo interno como
en lo internacional30. Esto se aplica a la declaración, medidas, prórrogas
y cierre o finalización.
29
BOTERO BERNAL, Andrés. “La jerarquía entre Principios Generales del Derecho: La
Historicidad y la Culturalidad del Principio de Justicia”. En: Revista de Derecho, No. 23
(2005); p. 37. Cfr. ESTRADA VÉLEZ, Sergio Iván. La excepción de principalidad. Bogotá,
D.C.: Temis, 2000; VALENCIA RESTREPO, Hernán. “La definición de los principios en
el Derecho internacional contemporáneo”. En: Revista Facultad de Derecho y Ciencias
Políticas, Bol. 36, No. 106 (2007); pp. 69-124.
30
“Este principio tiene dos aspectos: la proclamación pública en el ámbito nacional y la no-
tificación en el ámbito internacional. Por lo general, la doctrina lo divide en dos principios
diferentes (principio de proclamación y principio de notificación), pero en este ensayo los
condesamos pues hacen referencia a la necesidad de indicar de manera clara y oportuna,
tanto a la población como a la comunidad internacional, el porqué de las restricciones de
derechos y en qué consisten”. DÁVALOS MUIRRAGUI, María Daniela. “Estados de ex-
cepción: ¿Mal necesario o herramienta mal utilizada? Una mirada desde el constituciona-
México y Konrad Adenauer Stiftung; 2013. pp. 229–257; MRAD, Andrea. “Los Estados de
emergencia en los sistemas internacionales de protección de derechos humanos”. En: OR-
TIZ PELLEGRINI, Miguel Ángel (Dir.). Limitaciones a los derechos humanos. Córdoba:
Alveroni, 2003. pp. 77-90; SALAZAR UGARTE, Pedro. Del estado de excepción a la sus-
pensión constitucionalizada. Reflexiones sobre la reforma al artículo 29 de la Constitución
Mexicana. En: http://www.corteidh.or.cr/tablas/r29015.pdf; (consultado: 06, jun., 2016).
37
“En primer lugar se debe distinguir entre los denominados derechos intangibles y los de-
rechos limitables o restringibles. Mientras los primeros no son susceptibles de limitación
o restricción alguna aun bajo los estados de excepción y debe por lo tanto garantizarse su
pleno y efectivo ejercicio, los segundos pueden ser limitados[…]”. CORTE CONSTITU-
CIONAL. Sentencia C-135 de 2009. Magistrado ponente: Humberto Antonio Sierra Porto.
Colombia, Bogotá, D.C. Febrero 25 de 2009.
38
El artículo aludirá a los siguientes derechos: a. Vida y a la integridad personal; b. A no ser
sometido a desaparición forzada, a torturas, ni a tratos o penas crueles, inhumanos o degra-
dantes; c. Reconocimiento de la personalidad jurídica; d. Prohibición de la esclavitud, la
servidumbre y la trata de seres humanos; e. Prohibición de las penas de destierro, prisión
perpetua y confiscación; f. Libertad de conciencia; g. Libertad de religión; h. Principio de
legalidad, de favorabilidad y de irretroactividad de la ley penal; i. Elegir y ser elegido; j.
Contraer matrimonio y a la protección de la familia, k. Derechos del niño, a la protección
por parte de su familia, de la sociedad y del Estado; l. A no ser condenado a prisión por
deudas civiles; m. Habeas corpus; n. Garantías judiciales indispensables para la protección
de tales derechos. Además, menciona los derechos a constituir partidos, movimientos y
agrupaciones políticas, a formar parte de ellas, a participar en sus actividades legítimas y
a hacer oposición, para hacer referencia a que los mismos podrán ser ejercidos libremente
dentro del respeto a la Constitución. Conjuntamente, concede la facultad al Gobierno, den-
tro de los Estados de Conmoción Interior, de expedir medidas encaminadas a facilitar la
reincorporación de delincuentes políticos a la vida civil y a remover obstáculos de índole
administrativa, presupuestal o jurídica, con el fin de asegurar la efectividad del derecho a
la paz.
39
Cfr. CORTE CONSTITUCIONAL. Sentencia C-135 de 2009. Magistrado ponente: Hum-
berto Antonio Sierra Porto. Colombia, Bogotá, D.C. Febrero 25 de 2009. Asimismo, se ha
prohibido que las limitaciones de los derechos puedan ser tan gravosas que puedan llevar a
negar la dignidad humana, de la intimidad, de la libertad de asociación, del derecho al traba-
jo, del derecho a la educación, de la libertad de expresión y de los demás derechos humanos
1
Tomada de: FUENTES-CONTRERAS, Édgar Hernán. Legislación en sentido material. Óp. cít. Pp. 461-464.
2
Véase, sobre el asunto, entre otros: PFEFFER URQUIAGA, Emilio. “Estados de excepción constitucional
y reforma constitucional”. En: Ius et Praxis [online], Vol. 8, No. 1 (2002). Versión electrónica en: http://
www.scielo.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0718-00122002000100013&lng=es&nrm=iso&tlng=es;
(consultado: 06, jun., 2016); FERNÁNDEZ GONZÁLEZ, Miguel Ángel. “Estados de excepción y reformas
constitucionales”. En: Ius et Praxis [online], Vol. 8, No. 1 (2002). Versión electrónica en: http://www.scielo.cl/
scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0718-00122002000100012&lng=es&nrm=iso&tlng=es; (consultado: 06, jun.,
2016) y RÍOS ÁLVAREZ, Lautaro. “Los estados de excepción constitucional en Chile”. En: Ius et Praxis [online],
Vol. 8, No. 1 (2002). Versión electrónica en: http://www.scielo.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0718-
00122002000100014&lng=es&nrm=iso&tlng=es; (consultado: 06, jun., 2016).
3
Desarrolla el tema, adicionalmente, la Ley No 18.415 “Orgánica Constitucional de los Estados de Excepción”.
identidad constitucional que debe ser protegida incluso ante las gravosas y
urgentes situaciones que rodea la excepcionalidad.
Conclusiones
El panorama general de los estados excepcionales permite ofrecer los sub-
secuentes enunciados conclusivos:
1. Si la finalidad última del Estado, como forma de organización política,
es conversar o preservar la sociedad, es razonable que este cuente con las
herramientas y recursos necesarios para atender las graves perturbaciones,
internas y/o externas, que pongan en riesgo, de manera real y efectiva, el
orden, la seguridad, la estabilidad institucional y la propia convivencia
ciudadana.
2. A pesar de ello, el afianzamiento del Estado de derecho y del principio
de legalidad, que supedita al Estado desde la propia Constitución, plantea
una reducción sobre el atributo de “necesarios” de los recursos que se le
conceden al Estado para atender la crisis o excepcionalidad. Esto debido,
primero, a la previsibilidad con la que se cuenta la legislación general y a
la multiplicidad de funciones ordinarias que ostenta el Estado y, segundo,
por la comprensión de que no cualquier medida puede ser validada como
necesaria.
3. Así, los Estados actuales han procurado aminorar la noción de discrecio-
nalidad, en pro de evitar la arbitrariedad, y han forjado, en la mayor parte
de los casos, un derecho excepcional, es decir, un ordenamiento propio que
circunscribe el actuar político del Estado para atender la urgencia y, a su
vez, construye un cercamiento jurídico, de modo que la necesidad no sea
el único criterio para la actuación en la carencia de anormalidad.
4. En consecuencia,las declaraciones, las medidas, las prórrogas y la fi-
nalización del estado excepcional han dejado de ser ajenas a los controles
jurisdiccionales, desde lo fáctico y lo valorativo, y se exhiben una correla-
ción con el control político que pueden adelantar los legisladores.
5. Para dichos ejercicios de control, se hacen notables el uso no exclusivo
de la configuración constitucional interna, y también de los principios que
los rigen y las normas internacionales que han propiciado que se advierta
Referencias bibliográficas
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Flavia Costa e Ivana Costa. Buenos Aires: Adriana Hidalgo, 2005.
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regularidad contemporánea de la excepción. (2007). En: http://www.pa-
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sario o herramienta mal utilizada? Una mirada desde el constitucionalismo
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tucionalismo y sociedad. Quito: Ministerio de Justicia y Derechos Huma-
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DELGADO PARRA, Ma. Concepción. “Estado de excepción y gobernabilidad
en México”. En: Reflexiones, Vol. 90, No. 2 (2011), p. 165-176.
DESPOUY, Leandro. Los derechos humanos y los estados de excepción. México,
D.F.: Universidad Nacional Autónoma de México; 1999.
ESTEVA GALLICCHIO, Eduardo G. Los estados de excepción en Uruguay: hi-
pótesis, aprobación y controles jurídicos o jurisdiccionales. En: Ius et Pra-
45
SCHMITT, Carl. Teología política. Op. Cit. p. 13.
*
Este artículo es una versión ampliada de un texto publicado en el blog de
la Revista Derecho del Estado, de la Universidad Externado de Colom-
bia. Al respecto, véase: Cortés, Alejandro. “Pandemia y excepción cons-
titucional: una mirada comparada”. En: Revista Derecho del Estado.
Bogotá: Universidad Externado de Colombia. 05/05/2020. Agradezco a
Anamaría Muñoz y Carolina Muñoz por sus comentarios, que contribu-
yeron a mejorar este artículo. Cualquier error es de mi responsabilidad
exclusiva.
**
Politólogo de la Universidad EAFIT. Magíster en Políticas Públicas de
la Escuela de Gobierno Alberto Lleras Camargo de la Universidad de
los Andes. Profesional especializado en la Dirección de Políticas y Es-
trategia de la Fiscalía General de la Nación y profesor de cátedra de la
Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas de la Universidad El Bosque.
1
Para una aproximación a las discusiones que a nivel internacional se están presentando en
esta materia, puede revisarse el blog Verfassungsblog on matters constitutional, en el cual
se pueden encontrar análisis breves de expertos internacionales acerca del debate sobre el
coronavirus y los estados de emergencia. La información se encuentra en el siguiente link:
https://verfassungsblog.de/introduction-list-of-country-reports/
2
UPRIMNY, Rodrigo. “Imaginación jurídica para la democracia”. En: El Espectador.
10/05/2020
3
GAVIRIA, Julián; HOYOS, Esteban. “Cuarentena y control jurídico de los Decretos
COVID-19: el debate continúa”. En: El Espectador. 27/04/2020
4
OSPINA, Juan. “Emergencia sanitaria ¿Un nuevo estado de excepción?”. En: Revista
Derecho del Estado. Bogotá: Universidad Externado de Colombia. 08/05/2020.
5
GARGARELLA, Roberto. “Coronavirus: Los problemas del estado de emergencia en
América Latina”. En: La Nación. 30/03/2020.
6
En la Ciencia Política colombiana se hace referencia al “parroquialismo” como aquella ten-
dencia a realizar análisis políticos aislados de la situación colombiana, sin tener en cuenta lo
ocurrido en contextos diferentes al del propio país. Se trata, en pocas palabras, de lo opuesto
al análisis comparado.
7
Centre for Civil and Political Rights. “States of Emergencies in Response to the Covid-19
Pandemic. En: Centre for Civil and Political Rights, 10/05/2020. Esta base de datos es ac-
tualizada periódicamente y en este artículo utilicé una versión descargada en la fecha citada.
No
Máximo 1.000 personas
Máximo 100 personas
Máximo 75 personas
Máximo 50 personas
Máximo 25 personas
Describe si en el país se han pro-
¿Aglomeraciones
Categórica hibido o no las aglomeraciones, y Máximo 20 personas
prohibidas?
en qué medida
Máximo 10 personas
Máximo 5 personas
Máximo 4 personas
Máximo 3 personas
Máximo 2 personas
Toque de queda
Sí
Describe si en el país se han ce-
¿Lugares de culto
Categórica rrado, o no, los lugares de culto No
religioso cerrados?
religioso
Restricciones parciales
Describe si en el país se han ce- Sí
¿Restaurantes y
Dicotómica rrado, o no, los restaurantes y
cafés cerrados? No
cafés.
Sí
¿Fronteras Describe si en el país se han ce-
Categórica No
cerradas? rrado, o no, las fronteras
Restricciones parciales
Fuente: elaboración propia con datos de la COVID-19 State of Emergency Data del Centre for Civil
and Political Rights.
Sí 83 47,98 %
No 38 21,97 %
Fuente: elaboración propia con datos del COVID-19 State of Emergency Data del Centre for Civil
and Political Rights
Cierre de escuelas
Una primera medida que vale la pena revisar es el cierre de escuelas, que
es una política pública ya conocida dirigida a “aplanar la curva” de la pan-
demia, pero que sin duda resulta restrictiva de la libertad de movimiento
de ciertos sectores poblacionales y que, además, en la práctica, puede afec-
tar gravemente el derecho a la educación. Como se puede ver en la Gráfica
1, tanto en los países que han recurrido al estado de excepción como en los
que no, el cierre de escuelas ha sido una medida ampliamente adoptada,
lo que sugiere que, a pesar de lo traumática que puede llegar a ser, ha sido
vista como una medida administrativa generalmente aceptada como herra-
mienta de ralentización del contagio.
Fuente: elaboración propia con datos del COVID-19 State of Emergency Data del Centre for Civil
and Political Rights
Restricción de aglomeraciones
Otra decisión interesante es aquella relacionada con la prohibición o res-
tricción de aglomeraciones. De los 83 países en los cuales se ha decretado
el estado de emergencia, en el 49 % se han tomado medidas de prohibición
de aglomeración muy “duras”, como el toque de queda o la prohibición
de reunión de más de dos personas. Únicamente en el 4 % de estos países
no se ha tomado ninguna medida de prohibición de aglomeraciones. En
contraste, de los 38 países en los cuales no se ha decretado el estado de
emergencia, en el 21 % se han adoptado decisiones de toque de queda o
de prohibición de reunión de más de dos personas y, en el 11 % de los
casos, no se han implementado políticas en contra de las aglomeraciones.
Como se ve, pareciera que la toma de decisiones de esta magnitud, que
son fuertemente restrictivas de la libertad de locomoción y reunión de la
Fuente: elaboración propia con datos del COVID-19 State of Emergency Data del Centre for Civil
and Political Rights
Fuente: elaboración propia con datos del COVID-19 State of Emergency Data del Centre for Civil
and Political Rights
Fuente: elaboración propia con datos del COVID-19 State of Emergency Data del Centre for Civil
and Political Rights
Cierre de fronteras
El cierre de fronteras como medida para la contención del contagio ha sido
objeto de considerables polémicas. Aunque en términos de salud pública
se trata de una decisión razonable, en Colombia algunos han criticado el
cierre total de fronteras, que impide el ingreso al país incluso de nacionales
y residentes colombianos, por considerarla una medida desproporcionada
para los fines constitucionales que busca proteger. Es por ello que recien-
temente Rodrigo Uprimny argumentó que:
[E]s contraria a los derechos humanos la prohibición absoluta de vue-
los de Europa decretada por el presidente Duque, que impide a muchos
colombianos retornar a su país, por cuanto todas las personas tienen el
derecho humano a volver a su propio país (ver el artículo 13 de la Decla-
ración Universal) y existen medidas alternativas igualmente eficaces para
combatir la pandemia, pero menos restrictivas de este derecho, como
permitir que esos nacionales puedan retornar pero tengan una cuarentena
obligada9.
¿Qué tanto varía la decisión de cerrar fronteras entre países que han
decretado el estado de excepción en comparación con aquellos que no lo
han hecho? Aunque no puede decirse que no existan diferencias entre los
países en estado de excepción y los países que mantienen la normalidad
constitucional, la variación no es muy marcada. Así, de los países que han
declarado el estado de excepción, el 54 % cerró completamente sus fron-
teras, el 18 % lo hizo de manera parcial y cerca del 2,5 % las mantuvo
abiertas. En lo que se refiere a los países que no han declarado el estado
de excepción, las cifras son porcentualmente similares, aunque de manera
predecible destaca un porcentaje más alto de países que no cerraron las
fronteras. Así, el 50 % decretó el cierre total de fronteras, el 18 % el cierre
parcial y el 11 % las mantuvo abiertas.
9
Uprimny, Rodrigo. “15 recomendaciones del Comité DESC de la ONU frente al coronavi-
rus”. En: La Silla Vacía, 11/04/2020.
Fuente: Elaboración propia con datos del COVID-19 State of Emergency Data del Centre for Civil
and Political Rights
10
Novoa, Armando. “El estado de emergencia y los derechos humanos”. En: Razón Pública.
27/04/2020.
11
Quinche Ramírez, Manuel Fernando. La elusión constitucional. Una política de evasión del
control constitucional en Colombia. Bogotá: Universidad del Rosario. 2020.
12
El Espectador, “¿Es inconstitucional un Congreso virtual?”. En: El Espectador. 01/04/2020.
Bibliografía
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to the Covid-19 Pandemic”, Centre for Civil and Political Rights. Base de
datos consultada el 10/05/2020
El Espectador, “¿Es inconstitucional un Congreso virtual?”, El Espectador.
01/04/2020.
GARGARELLA, Roberto (2020). “Coronavirus: Los problemas del estado de
emergencia en América Latina”, La Nación. 30/03/2020.
GAVIRIA, Julián; Hoyos, Esteban (2020). “Cuarentena y control jurídico de los
Decretos COVID-19: el debate continúa”, El Espectador. 27/04/2020
NOVOA, Armando (2020). “El estado de emergencia y los derechos humanos”,
Razón Pública. 27/04/2020.
OSPINA, Juan (2020). “Emergencia sanitaria ¿Un nuevo estado de excepción?”,
Revista Derecho del Estado. Bogotá: Universidad Externado de Colombia.
08/05/2020.
QUINCHE RAMÍREZ, Manuel Fernando (2009). La elusión constitucional.
Una política de evasión del control constitucional en Colombia. Bogotá:
Universidad del Rosario.
SOTO, Laura (2020). “Las iglesias: del estado de negación al telesermón”, La
Silla Vacía. 22/03/2020.
UPRIMNY, Rodrigo (2020). “15 recomendaciones del Comité DESC de la ONU
frente al coronavirus”, La Silla Vacía, 11/04/2020.
UPRIMNY, Rodrigo (2020). “Imaginación jurídica para la democracia”, El Es-
pectador. 10/05/2020
*
Exmagistrado de la Corte Suprema de Justicia. Doctor en Derecho Pri-
vado de la Universidad de Salamanca, España (cum laude). Profesor de
contratos en la Universidad Pontificia Bolivariana y la Pontificia Uni-
versidad Javeriana.
**
Especialista en Derecho Contractual y Relaciones Jurídico-Negociales.
Profesora de la cátedra Contratos I de la Universidad Pontificia Boliva-
riana de Medellín.
El hecho extraordinario
¿Qué es lo que configura el hecho extraordinario? Estimamos que el he-
cho se encuentra constituido por todo el conjunto de sucesos que han
acaecido; la pandemia declarada por la Covid-19, el pánico social, las
medidas del Gobierno tendientes a conjurar la crisis, el aislamiento social,
la cuarentena obligatoria, la imposibilidad de atender los compromisos
negociales, etc.
1
Se trata de la “inejecución de la prestación, con efectos liberatorios, por causa no imputable
al deudor, como modo extintivo de la relación obligatoria”. Hinestroza, Fernando. Tra-
tado de las obligaciones. Tercera Edición. Universidad Externado de Colombia. Bogotá,
2007, p. 780.
2
Sobre este punto, Hinestroza, Fernando. Tratado de las obligaciones. Tercera Edición.
Universidad Externado de Colombia. Bogotá, 2007, p.787. “Se dice que la imposibilidad
extintiva y liberatoria ha de ser sobrevenida, objetiva y absoluta, imprevisible y, sobre todo,
inevitable. En cuanto a la primera característica, ya se anotó la diferencia entre la imposibi-
lidad inicial o congénita, excluyente de la eficacia de la relación obligatoria, y la imposibi-
lidad sobrevenida, que no es pretérita, sino que acontece luego de constituida la relación, en
principio en el tiempo que media entre el origen de esta y la exigibilidad de la prestación,
pero que puede darse con esos mismos efectos, aunque con requisitos más estrictos, con
posterioridad a ese momento (arts. 1604 [2], 1731 [2] y 1733 [2] c.c.). Respecto de la segun-
da nota, ha de ponerse de presente que, según las circunstancias, la índole de la prestación y
la regulación de los intereses en juego en la relación obligatoria, sobre todo, contractual, el
criterio con el cual se aprecien los hechos será más severo, de modo de exigir la presencia
de un hecho absolutamente ajeno al deudor (imposibilidad objetiva) (…)”.
3
HINESTROZA, Fernando. Tratado de las obligaciones. Tercera Edición. Universidad Ex-
ternado de Colombia. Bogotá, 2007.
5
“En la venta de un “cuerpo cierto”, el riesgo de la pérdida por fuerza mayor o caso fortuito
ocurrido antes de su entrega, corresponderá al vendedor, salvo que el comprador se constitu-
ya en mora de recibirlo y que la fuerza mayor o el caso fortuito no lo hubiera destruido sin la
mora del comprador. En este último caso, deberá el comprador el precio íntegro de la cosa”.
6
OSPINA FERNÁNDEZ, Guillermo. OSPINA ACOSTA, Eduardo. Teoría General del
Contrato y del Negocio Jurídico. Séptima Edición. Temis. Bogotá. 2018, p.572. “(…) con-
trato sinalagmático, cuya propia naturaleza, unida al principio de la buena fe que gobierna
el desarrollo de las convenciones en un sistema jurídico no formalista, constituye funda-
mento natural y adecuado para explicar que el incumplimiento de las obligaciones de una
de las partes (y aún su inejecución fortuita) debe autorizar a la otra parte para exonerarse
del cumplimiento de las suyas y para pedir la resolución de ese contrato que ha dejado de
responder a la intención que presidió su celebración” (p. 273).
Sobre el particular ver Gómez Vásquez, Carlos. El riesgo contractual en los códigos
civil y de comercio colombianos. Análisis dogmático de la normativa vigente. Opin. ju-
rid. vol.6 no.12 Medellín July/Dec. 2007. “Así las cosas, puede afirmarse que del régimen
general del Código civil se infiere que la extinción de una obligación convencional por
imposibilidad fortuita y sobrevenida de cumplimiento (art. 1625 CC) comporta la ineficacia
funcional del contrato, su extinción de pleno derecho, y la extinción consecuente de las
demás relaciones obligatorias contractuales (art. 1524 CC), a no ser que aquella obligación
extinguida tuviere por objeto una prestación de dar o entregar un cuerpo cierto, pues en ese
caso, en acogimiento de lo estipulado en el art. 1607 CC, la eficacia obligatoria del contrato
no se verá afectada por tal extinción, de manera que el acreedor de la obligación extinguida
tendrá que cumplir (en tanto que deudor) la prestación de su cargo (res perit creditori)”.
La teoría de la imprevisión
La teoría de la imprevisión se presenta como un remedio para los contratos
de ejecución sucesiva o diferida. El Código Civil no la reguló en la teoría
del contrato, por razones eminentemente políticas de la época, 1804, Có-
digo de Napoleón, precisamente porque el principio de seguridad jurídica
que se quería entronizar era el de la pacta sunt servanda. A pesar de ser la
rebus sic stantibus una institución que venía desde el derecho romano, no
se quiso incorporar para darle prevalencia a los afanes de seguridad que re-
clamaba la sociedad de la época. Don Andrés Bello mantiene en su proyec-
to la misma pretensión y, por ello, la teoría queda en principio proscrita.
Se revive en Francia, en el Consejo de Estado, en el conocido caso de la
compañía de gas de Burdeos, que tenía celebrado con la municipalidad un
contrato de suministro de gas para las redes domiciliarias a 30 años. El
contrato se vio desequilibrado por la ocurrencia de un hecho extraordina-
rio, que también afectó a la humanidad en general, la Gran Guerra.
Así las cosas, no existiendo norma que la consagrase, fue la jurisprudencia
la que nuevamente reimplantó la teoría de la imprevisión, con las siguien-
tes premisas8:
i) Es aplicable a los contratos de ejecución sucesiva o de tracto suce-
sivo.
ii) Exige el acaecimiento de una circunstancia extraordinaria que las
partes no pudieron prever al momento de celebrar el contrato, por
tanto, imprevisible e irresistible.
iii) La circunstancia extraordinaria debe alterar la prestación de futuro
cumplimiento.
8
Corte Suprema de Justicia. Sala de Casación Civil. Sentencia de 29 de octubre de 1936. G.J. XLIV.,
p. 457; Corte Suprema de Justicia. Sala de Casación Civil. Sentencia 23 de mayo de 1938. G.J. XLVI.,
p. 544.
9
“Cuando circunstancias extraordinarias, imprevistas o imprevisibles, posteriores a la ce-
lebración de un contrato de ejecución sucesiva, periódica o diferida, alteren o agraven la
prestación de futuro cumplimiento a cargo de una de las partes, en grado tal que le resulte
excesivamente onerosa, podrá ésta pedir su revisión.
El juez procederá a examinar las circunstancias que hayan alterado las bases del contrato y
ordenará, si ello es posible, los reajustes que la equidad indique; en caso contrario, el juez
decretará la terminación del contrato.
Esta regla no se aplicará a los contratos aleatorios ni a los de ejecución instantánea”.
10
Consejo de Estado, Sección Tercera, sentencia de 28 de agosto de 2003. Exp. 17554. C.P.
Ramiro Saavedra Becerra; Consejo de Estado, Sección Tercera, sentencia de 18 de septiem-
bre de 2003. Exp. 15119. C.P. Ramiro Saavedra Becerra.
“1) que el hecho perturbatorio sea exógeno; 2) que no haya podido ser
razonablemente previsto por las partes al momento de contratar y 3) que
produzca una afectación de la ecuación económica del contrato extraordi-
naria y excepcional.
(…)
[L]a ganancia que falta, la falta de ganancia, el lucrum cessans, nunca se
toma en consideración. Si el sacrificio de que se queja el contratante se re-
duce a lo que deja de ganar, la teoría de la imprevisión queda absolutamente
excluida. Por tanto, lo que se deja de ganar no es nunca un álea extraordina-
rio; es siempre un álea normal que debe permanecer al cargo del contratante.
(…)
Por lo demás, se tendrán en cuenta las pérdidas o perjuicios sufridos y no
las ganancias posibles que el cocontratante hubiera podido obtener de no
ocurrir el trastorno del contrato. La imprevisión no cubre ni asegura ganan-
cias; solo es una ayuda en las pérdidas. Por ello, y esta es otra condición
importante, por vía de la teoría de la imprevisión no deben cubrirse todas
las pérdidas sufridas por el contratante, sino las que sean menester cubrir
para que el alea del contrato pase de un límite extraordinario o anormal a
un límite normal o común. La administración pública, al otorgar esa ayuda
al contratante, toma sobre sí ese perjuicio extraordinario, haciendo que la
ecuación económico – financiera del contrato vuelva a condiciones razona-
bles, contractuales”11.
Interesante el desarrollo jurisprudencial del honorable Consejo de Estado.
Sin embargo, hay que reconocer que implica una limitación que la ley no
señala. Sentar como premisa general que el contrato debe llevarse simple-
mente al punto de no pérdida, puede ir precisamente contra el principio
de razonabilidad que la misma jurisprudencia invoca. Imagínese el mis-
mo caso que dio lugar a reimplantar la teoría en Francia, un contrato de
suministro de gas a 30 años que tenga que seguir siendo atendido por el
proveedor con cero posibilidades de ganancia.
La justificación de la jurisprudencia contenciosa, para el límite que ella
ha impuesto, pareciera ser, según la doctrina, que la indemnización por la
imprevisión no obedece a la reparación de un perjuicio originado en una
11
Consejo de Estado, Sección Tercera, sentencia de 18 de septiembre de 2003. Exp. 15119.
C.P. Ramiro Saavedra Becerra.
La buena fe
La buena fe entendida como un deber de comportamiento probo, que se
impone durante todo el iter contractus a las partes que participan en él,
adquiere una dimensión especial durante la ejecución del contrato. El artí-
culo 160317 del Código Civil y el 87118 del Código de Comercio, advierten
en forma expresa que los contratos deben ejecutarse de buena fe, deber que
se impone en las contrataciones privadas y públicas.
17
“Los contratos deben ejecutarse de buena fe, y por consiguiente obligan no solo a lo que
en ellos se expresa, sino a todas las cosas que emanan precisamente de la naturaleza de la
obligación, o que por ley pertenecen a ella”.
18
“Los contratos deberán celebrarse y ejecutarse de buena fe y, en consecuencia, obligarán no
sólo a lo pactado expresamente en ellos, sino a todo lo que corresponda a la naturaleza de
los mismos, según la ley, la costumbre o la equidad natural”.
Conclusiones
• Los hechos como la pandemia y las medidas dictadas por el Gobier-
no Nacional tendientes a conjurarla, sin duda, configuran circunstan-
cias extraordinarias, imprevisibles e irresistibles llamadas a afectar
los contratos en curso.
• La solución que presenta nuestro sistema jurídico es variopinta,
constituida por un conjunto de remedios, de diferente naturaleza y
finalidad, los cuales se deberán utilizar dependiendo de la clase de
contrato que se trate.
• La finalidad que buscan los diferentes remedios en algunas oportuni-
dades conduce al resarcimiento del perjuicio y, en otras ocasiones, a
la terminación del contrato o a reequilibrarlo hacia el futuro. En este
último caso, no debe perderse de vista que lo que busca reestablecer-
se es la conmutatividad subjetiva originaria, esto es, la situación de
equilibrio inicial del contrato, que no necesariamente se tratará de un
equilibrio objetivo.
• Es necesario atender al contenido de cada contrato, particularmente,
a la distribución de los riesgos.
19
“El que abuse de sus derechos estará obligado a indemnizar los perjuicios que cause”.
20
Ver Corte Suprema de Justicia, sentencia de 19 de octubre de 1994. M.P. Carlos Esteban
Jaramillo Schloss; Corte Suprema de Justicia, sentencia de 2 de febrero de 2001. M.P. Carlos
Ignacio Jaramillo Jaramillo.
Bibliografía
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Código de Comercio [Código]. (2020) Ed. 43. Legis.
Congreso de la República. (28 de octubre de 1993). Ley 80 de 1993. DO: 41.094.
Corte Suprema de Justicia. Sala Civil. Sentencia de 05 de julio de 1935. G.J.
XLII, No. 1897. Pp. 52-55. M.P. Eduardo Zuleta Ángel.
Corte Suprema de Justicia. Sala de Casación Civil. Sentencia de 29 de octubre de
1936. G.J. XLIV. P. 457
Corte Suprema de Justicia. Sala de Casación Civil. Sentencia 23 de mayo de
1938. G.J. XLVI. P. 544.
Corte Suprema de Justicia. Sala de Casación Civil. Sentencia de 19 de octubre de
1994. M.P. Carlos Esteban Jaramillo Schloss.
Corte Suprema de Justicia. Sala de Casación Civil. Sentencia de 2 de febrero de
2001. M.P. Carlos Ignacio Jaramillo Jaramillo.
Consejo de Estado, Sección Tercera. Sentencia de 27 de marzo de 1992. C.P.
Carlos Betancur Jaramillo.
Consejo de Estado, Sección Tercera. Sentencia de 28 de agosto de 2003. Exp.
17554. C.P. Ramiro Saavedra Becerra.
Consejo de Estado, Sección Tercera. Sentencia de 28 de septiembre de 2003. Exp.
15119. C.P. Ramiro Saavedra Becerra.
Consejo de Estado, Sección Tercera. Sentencia de 14 de abril de 2005, exp.
28.616, C.P. Germán Rodríguez Villamizar.
Consejo de Estado, Sección Tercera. Aclaración de voto a la sentencia de 04 de
febrero de 2010. C.P. Ruth Stella Correa Palacio.
GÓMEZ-VÁSQUEZ, C. El riesgo contractual en los códigos civil y de comercio
colombianos. Análisis dogmático de la normativa vigente. Opin. jurid. vol.
6 no.12 Medellín July/Dec. 2007.
HINESTROZA, F. (2007). Tratado de las obligaciones. (3ª Edición). Universi-
dad Externado de Colombia.
OSPINA-FERNÁNDEZ, G., OSPINA-ACOSTA, E. (2018). Teoría General
del Contrato y del Negocio Jurídico. (7ª Edición). Temis.
*
Abogado. Especialista en Derecho Tributario. Magíster en Derecho Pú-
blico. ORCID 0000-0002-4160-7621. Investigador Académico - Con-
sultor. Contacto: [email protected]
Abstract: A brief discussion of the events that have taken place in relation to
taxes –and are still occurring at the time of this writing– due to the COVID-19
pandemic. It presents a scenario that treats COVID-19 as an underestimated threat
from a global perspective, and especially for Colombia. It briefly describes the
origins of the pandemic, the reasons for its propagation, and the dynamics around
it based on the official versions reported in the general media. It reflects on the
demands imposed by the management of the crisis and their incompatibility with
the times that preceded it, which will inevitably entail at least transitory changes
in the actions of people, societies, and States. And it discusses what has never
before been foreseen and has become manifest with the pandemic, with regard to
what has never been considered in the design and implementation of economic
policies, which in current circumstances do not cease to accentuate profound
contradictions. Section Three presents the crises generated by the pandemic.
Section Four then makes a succinct presentation about the nature and origins of
modern taxation. And Section Five addresses the management of the COVID-19
crisis in the Colombian State, in particular from a tax perspective under the state of
emergency, especially with regard to the solidarity tax, while summarizing other
issues that have arisen in the management of the pandemic. Expository Essay.
Key words: COVID-19 - Pandemic - Crisis - State - Taxes.
Advertencia
Para el momento de redacción del presente escrito los hechos de la
pandemia generada por la COVID-19 aún se encuentran en vertiginoso
desarrollo; el texto no está escrito desde la medicina ni desde la economía,
ni tampoco desde la política, y las referencias a estos campos científicos
se realizan desde la relativa gran distancia, pero indefectible relación
que las bases jurídicas presentan con estas específicas áreas, y dando
por sentado el reconocimiento sobre la interdependencia y conexidad del
conocimiento.
Introducción
Transcurriendo los días de la cuarentena causada por la pandemia origi-
nada por la COVID-19, el presente ensayo realiza una serie de diferentes
reflexiones válidas sobre las implicaciones generadas por la crisis global,
las nuevas realidades que se presentan a la sociedad y los retos que se plan-
tean a futuro en general, y en particular sobre el papel que los tributos de-
sarrollan en el presente y futuro inmediato. Para ello se abordan desde un
plano crítico las políticas públicas y económicas que explican el delicado
estado de la situación, teniendo como punto central el proceso privatizador
de servicios públicos, el cual, debido a un exceso de optimismo, o falta de
previsión a una situación como la actual, hace entonces necesarísima la
entrada en escena del Estado.
Calificar la situación como una crisis no es de manera alguna exagera-
ción, las repercusiones de los hechos y las medidas que han llegado junto
con la pandemia han generado un tenso momento que funda una serie de
incomodos interrogantes, tanto de nosotros como personas considerados
individualmente, como de sociedad, y que tienen como raíz propia nuestro
punto más básico, la vida, nuestra propia vida, que al extrapolarse se iden-
tifica en la vida del otro, la vida de los otros.
Las medidas tomadas por los diferentes Estados ante los hechos por to-
dos conocidos han producido, “aparentemente”, de manera no deseada,
un serio rompimiento en el –ahora reconocible– frágil equilibrio entre
la producción de bienes y servicios y el consumo de estos, no es nada
diferente a una crisis económica, pero una crisis económica desconocida,
no vista anteriormente en escala asimilable. Pero no solamente se trata de
una crisis económica, también es una crisis social, e incluso existencial
si se permite.
El control del virus ahora conocido como COVID-19 golpea uno de los
puntos más sensibles de la humanidad, la interacción. Las medidas esta-
blecidas tienen como común denominador la limitación de interacción
física que, a simple vista, podría ser considerada hasta menor, pero que
desenvuelve toda una serie de alcances que imponen la interacción “vir-
tual” como medio alterno. Hábitos sociales como el saludo de manos, o
de beso, el brindis y hasta los abrazos ahora son replanteados; la cara,
1
WOO, Genevive. Coronavirus: cómo comenzó todo. Discovery Networks International.
Marzo 25 de 2020. Acceso Disponible En: https://www.tudiscovery.com/discovery/corona-
virus/video/coronavirus-como-comenzo-todo
2
Cronología del coronavirus: así comenzó y se extendió el virus que tiene en alerta al mundo.
CNN. Febrero 20 de 2020. Acceso Disponible En: https://cnnespanol.cnn.com/2020/02/20/
cronologia-del-coronavirus-asi-comenzo-y-se-extendio-el-virus-que-pone-en-alerta-al-
mundo/
estado febril severo, tos seca, dolor de cabeza, dolor de garganta, estado
diarreico, alteración en el sentido del gusto, rinorrea y complicaciones res-
piratorias severas3 que aún con ventilación mecánica no logran respirar por
sí solas; además, todos los pacientes tienen en común que eran visitantes
y consumidores del mercado de Wuhan, lugar en el que es normal el co-
mercio de animales salvajes para el consumo humano4. Ahora –pasadas
diecisiete semanas–, es que podemos concluir que incluso antes ya habían
muerto personas por causa del virus, sino que su deceso no fue referencia-
do directamente con este, en otras palabras, que haya víctimas anteriores
a las reportadas en diciembre, que haciendo los cálculos de incubación
por los datos que ya se conocen hoy se podrían ubicar desde septiembre a
octubre del año 2019.
Se activan las alarmas y empieza una carrera –primeramente, en secreto,
por conocer el caso cero– en búsqueda de conocimiento, solo y puro co-
nocimiento. ¿Qué es? ¿Cómo se llama? ¿De dónde viene? ¿Se transmite?
¿Cómo lo hace? ¿Por qué es tan agresivo? ¿Repite? ¿Afecta a todos por
igual? ¿Muta?
Es pleno siglo xxi y la ciencia tiene que justificarse desde las bases. ¿Por
qué hay que ponerle nombre, cuál es la necesidad, para qué saber de dón-
de viene, por qué saber cómo se transmite? Las personas se cuestionan,
la población se inquieta. Ahora lo que se consideraba obvio, ya no lo es
tanto y lo que se pensaba no requería explicación, la exige; hay que saber
cómo llamarlo para no confundirlo con otras patologías ni virus; hay que
identificarlo plenamente para determinar soluciones propias a él; hay que
saber de dónde viene para saber así quiénes han estado en riesgo de conta-
gio, quienes podrían estar contagiados, determinar quienes más se puedan
llegar a contagiar; se hace necesario conocer cómo se transmite para saber
cuáles medidas tomar para evitar o disminuir el contagio.
Conocimiento, sólo eso, no es nada diferente, solo conocimiento, es como
si las apariencias de facilidad de acceso a él, durante los últimos tiempos,
3
Organización Mundial de la Salud. Preguntas y respuestas sobre la enfermedad por coro-
navirus (COVID-19). Marzo 27 de 2020. Acceso Disponible En: https://www.who.int/es/
emergencies/diseases/novel-coronavirus-2019/advice-for-public/q-a-coronaviruses?gclid=
EAIaIQobChMI6qenmOWz6QIVg7LICh2XqQEoEAAYASAAEgIAFfD_BwE
4
WOO, G. Op. Cit.
5
BRANSWELL, Hellen. The new pneumonia-causing virus needs a name. It may be tricky.
STAT, 2020. Acceso Disponible En: https://www.statnews.com/2020/01/23/its-been-se-
quenced-its-spread-across-borders-now-the-new-pneumonia-causing-virus-needs-a-name/
6
LESNEY, Mark. SARS-CoV-2: ¿qué hay en el nombre?. Medscape, 2020. Acceso Disponi-
ble En: https://espanol.medscape.com/verarticulo/5905107
7
Coronavirus: por qué COVID-19 se llama así y cómo se nombran los virus y las enferme-
dades infecciosas. BBC News. Acceso Disponible En: https://www.bbc.com/mundo/noti-
cias-51912089
10
Ibídem.
11
Irwin, Neil. Lo que significa el precio negativo del petróleo. En: The New York Times,
Acceso Disponible En: https://www.nytimes.com/es/2020/04/21/espanol/negocios/precio-
negativo-petroleo
12
NIEVES, Vicente. La economía afronta un cambio de paradigma acelerado por la pandemia
del coronavirus. En: eleconomista.es. Acceso Disponible En: https://www.eleconomista.es/
economia/noticias/10492018/04/20/La-economia-afronta-un-cambio-de-paradigma-acele-
rado-por-la-pandemia-del-coronavirus.html
13
BARCENA, Alicia. Pandemia del COVID-19 llevará a la mayor contracción de la actividad
económica en la historia de la región: caerá -5,3% en 2020. CEPAL. Acceso Disponible En:
https://www.cepal.org/es/comunicados/pandemia-covid-19-llevara-la-mayor-contraccion-
la-actividad-economica-la-historia-la
14
TORRES, Juan Carlos. Guerra de mascarillas y respiradores. En: Blogs El Espectador.
Acceso Disponible En: https://blogs.elespectador.com/actualidad/utopeando/guerra-mas-
carillas-respiradores
que no es nada diferente que la fuerza del Poder Público dirigido hacia las
finanzas públicas17. Toda la doctrina continental europea se va a levantar
sobre sus aportes18, y al superar la etapa del Estado policía y su caracterís-
tica relación de poder es que se va a condensar la moderna concepción del
tributo como obligación jurídica19.
Siempre ha estado presente la discusión de los alcances del actuar del Es-
tado en el marco económico, de si debe actuar, de si debe abstenerse –que
en realidad nunca lo hace porque el mercado mismo se autocorrige–, en
fin. La obra de imprescindible lectura y referencia en el tema del tributo y
los discursos políticos con fuertes acercamientos a la teoría económica es
el valioso aporte del profesor Plazas Vega, El liberalismo y la teoría de los
tributos, sesudo estudio que ha venido siendo actualizado y complementa-
do en otras de sus valiosas y posteriores obras.
Del tributo es que logramos el recaudo, y aunque este es uno de los tan-
tos medidores de la economía, es de los muy pocos que juega un papel
trascendental. Su presencia no se da por generación espontánea, por el
contrario, es el resultado de muchos factores, casi todos ellos reducibles a
la política, la política fiscal, la economía, la institucionalidad, la eficacia,
entre muchos varios más. ¿Qué tributos tiene? ¿Cómo se conforman esos
tributos? ¿Cuántos tributos tiene? ¿Qué tan apegados a la legalidad-cons-
titucionalidad son esos tributos? ¿Responden óptimamente los tributos a
criterios de justicia? Las respuestas a todas estas interrogantes son pregun-
tas que generalmente permiten dar una idea de cómo se nutre el recaudo de
un país, y de allí concluir muchos otros factores.
Por ello que sea tan importante reflexionar sobre el tributo, más aún si com-
prendemos al tributo como el principal motor del presupuesto público –y
elemento fundamental tanto de la sociedad como de la democracia–, y si ello
es así, deberíamos llegar a la conclusión que los tributos son determinantes
en el actuar del Estado, lo que me permite entonces articular el principal
punto de la reflexión, ¿son los tributos una salida a los tiempos de crisis?
17
MAYER, Otto. Derecho administrativo alemán, Buenos Aires, Depalma, 1949, p. 185.
18
CAZORLA PRIETO, Luis María. El poder tributario en el Estado contemporáneo: un estu-
dio, Madrid, Instituto de Estudios Fiscales, 1981.
19
TAPIA, Javier. Bases para un debido proceso tributario: Tres teorías acerca de la relación
entre el estado y los contribuyentes. En: Revista Chilena de Derecho, Vol. 32 # 2.
autorizadas voces de la Dra. Liliana Estupiñán Achury, del Dr. Juan Ma-
nuel Restrepo Medina y de Brito Ruiz. Estas posiciones aportan una valio-
sa contra lectura a las posturas continuistas del modelo unitario del Estado
colombiano, que interpretan la Constitución del 91 bajo una lectura rege-
neradora, lo que no deja de conducir a la paradoja de que, pese a haber
cambiado el texto constitucional, leerlo de tal manera es como si nunca
hubiera cambiado.
Pero las ambivalencias no son exclusivas ni se limitan a los textos norma-
tivos en el Estado colombiano, por el contrario, el fenómeno puede y ha
sido intercalado a la economía. De las lecturas tradicionalistas de los años
sesenta y setenta que planteaban un gran potencial, con un orden básico
–en particular con la propiedad–, a la economía como factor del conflicto.
Aportes valiosísimos serían entonces de los Molano Bravo, German Col-
menares, Garay Salamanca, y muchos otros que nos permiten considerar
una economía bastante diferente a la que tradicionalmente se presentó en
el discurso, como una economía violenta, injusta y altamente informal.
La palabra la impuso Juan Carlos Echeverri. Al volver de sus estudios en el
exterior y relatar como su maestro de clase se refería a los recursos públicos
como la mermelada del desayuno, ésta nunca será suficiente para cubrir la
tostada de las necesidades públicas. El término pego fuertemente en los
medios y la audiencia, con el tiempo la palabra mermelada se relacionará
entonces primeramente con el gasto público, y posteriormente con prácti-
cas que se supone la Constitución del 91 quería dejar atrás, hasta llegar a
la denotación de corrupción; protagonista sin par de caricaturas y memes.
Por ello que no sean una sorpresa las situaciones que se están presentando
en el manejo de la pandemia, tanto en el tema de corrupción –que no da
tregua– como particularmente en las tensiones entre el Gobierno Nacional
y las autoridades subnacionales21 que, hay que dejarlo claro, no son exclu-
sivas del caso colombiano,hasta en los Estados federados se presentó22.
21
ALBARRACÍN DIEROLF, Juan. Las disputas para gobernar durante la pandemia. En:
Razón Pública. Acceso Disponible En: https://razonpublica.com/las-disputas-gobernar-la-
pandemia/
22
Coronavirus | “No tenemos un rey en este país”: la disputa de Trump con los gobernadores
de EE.UU. sobre cuándo levantar las restricciones por la epidemia. En: BBC News. Acceso
Disponible En: https://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-52287930
¿La razón? las diferentes responsabilidades a las que responden los diferen-
tes niveles de gobierno, los momentos electorales y todo lo que ello pone
en juego. De ahí que no extrañe cómo estas tensiones entre los niveles de
gobierno parecieran ocultar una diferencia de criterios sobre el manejo de
la pandemia.
Como era de esperarse, las dimensiones de la crisis entre nosotros exigie-
ron que el Estado entrara en escena y el Gobierno declarara el estado de
emergencia –algunos sostienen que tardíamente, respecto del comporta-
miento del virus en el planeta y el “supuesto” caso cero en el país– el 17
de marzo, y con él, ha expedido toda una serie de medidas llamadas, en
principio, al control de la pandemia.
Al criterio del profesor Julio Fernando Álvarez Rodríguez, podríamos
caracterizar entonces que hasta el momento se ha venido haciendo fren-
te a la pandemia a través de dos grandes escenarios. Uno de salubridad
pública, en particular sobre asistencia médica a través del Decreto Le-
gislativo 473, el cual contiene unas exclusiones y exenciones de IVA que
se pueden hilar con algunas disposiciones del 465, y la extensión en el
vencimiento de unos plazos. Otro que sería propiamente económico para
atender el estancamiento empresarial y el desempleo por medio del 637.
Entre ellos se encuentra también el Decreto 568, que establece un “im-
puesto solidario” a los salarios de los funcionarios públicos que devenguen
desde los diez millones de pesos que será recaudado a través de retención
en la fuente, tributo éste que ya la prensa está anunciando, muy segura-
mente será declarado inexequible por parte de la Corte Constitucional23 y
que ya ha sido objeto de pronunciamientos judiciales donde ha amparado
vía acción de tutela el mínimo vital de algunos funcionarios públicos, entre
ellos jueces –lo que implica que un par de esos funcionarios dictan senten-
cia en favor de ese otro par suyo–, que exceptúa del pago.
El tema del impuesto solidario si es muy nuestro y dista mucho del trata-
miento en otras latitudes, como por ejemplo Uruguay, donde se optó por
23
¿Qué está pasando con el decreto sobre el impuesto solidario para los servidores públicos?
En: Noticentro 1 CM&. Acceso Disponible En: https://noticias.canal1.com.co/uno-dos-
tres/decreto-impuesto-solidario-servidores-publicos/
27
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www.youtube.com/watch?v=9QMPkBv5T34&feature=youtu.be
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Banderas rojas en las favelas de Bogotá donde el COVID-19 provoca el hambre. En: Euro-
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bandera roja los habitantes de Soacha comunican su estado de vulnerabilidad ante el Co-
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32
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estas-son-las-epidemias-que-han-atacado-a-colombia-en-500-anos-493750
Conclusiones
Las medidas tomadas por los diferentes Estados ante los hechos sucedidos
con ocasión de la pandemia originada por la COVID-19 han producido,
“aparentemente”, de manera no deseada, un serio rompimiento en el –aho-
ra reconocible– frágil equilibrio entre la producción de bienes y servicios y
el consumo de estos, no es nada diferente a una crisis económica, pero una
crisis económica desconocida, no vista anteriormente en escala asimilable.
37
RODRÍGUEZ-GUTIÉRREZ, Camilo Ernesto y TORRES ARIZA, Zulma Viviana. Apro-
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los conceptos de Poder Tributario y Potestad Tributaria. presentado para
optar al título de abogado. Bogotá. Colegio Mayor de Nuestra Señora del
**
Profesor asociado Universidad Pedagógica y Tecnológica de Tunja; direc-
tor del Grupo de Investigación Primo Levi en Justicia Social UPTC; coor-
dinador Observatorio de DDHH Orlando Fals Borda; editor Revista Dere-
cho y Realidad, exdecano Facultad de Derecho y Ciencias Sociales UPTC.
Postdoctor U. Politécnica de Valencia, Phd en Derecho, U. Complutense
de Madrid, Mg. Estudios Internacionales Escuela Diplomática de Madrid,
Esp. Derecho administrativo U. del Rosario y abogado U. Nacional.
los destinos nacionales o de la desatención por parte de otros gobiernos, por lo cual
se vieron colapsados en la atención a los pacientes. ¿Cuáles son las enseñanzas?
¿Las habrá aprendido la humanidad? ¿Cómo será la pospandemia? ¿Cuáles son las
directrices que el derecho internacional de los derechos humanos, y sus organismos,
han emitido? ¿Se afecta la democracia con los estados de excepción? ¿Cuáles son
los sectores más vulnerables con la aplicación de las medidas recomendadas por
la OMS? Se trata de señalar esos parámetros dentro del marco de los instrumentos
vinculantes sobre el derecho a la salud. El derecho a la conectividad digital sur-
ge como una gran lección de este proceso, así como el desgaste político de varios
mandatarios que no han sabido afrontar con éxito la crisis. La humanidad sale con
miedo a la calle.
Palabras clave: Derechos humanos y coronavirus, derecho a la salud, privatiza-
ción de la salud.
Duque cerró muy tarde los aeropuertos, principal foco de entrada del virus. Y
la aerolínea aspira a recibir recursos oficiales del Estado para paliar el déficit.
Hoy es insostenible el costo del alcohol, los guantes, el gel, las mascarillas,
los ventiladores y algunos alimentos básicos, fruto de la especulación no
controlada por los Estados (a pesar de las prohibiciones legales y el acapa-
ramiento y dada su falta de provisión).
Respecto al conflicto armado en Colombia, hay que parar la guerra para
controlar la enfermedad, como dijo el Dr. Kenneth Burbano. Esta es una
guerra de todos contra un enemigo invisible a los ojos humanos. Por ello,
resulta contraproducente sancionar a Cuba por constituirse como media-
dor con la guerrilla del ELN, en un proceso de negociación suspendido.
El biopoder nuevamente entra a jugar como un factor geopolítico de gran
valor, superior al arma nuclear. Desde 1925 hay protocolos en derecho
internacional que prohíben la fabricación de virus, bacterias o patógenos
como arma de guerra, proscritos en el DIH, pese a que en varios conflictos
se han usado, como recientemente ocurrió en Siria.
A este respecto, se deben recordar el gas sarín, el gas mostaza, etc. Sin
embargo, resultaría altamente preocupante que la COVID-19 haya sido
creada en laboratorio para fines de alterar la economía internacional, gene-
rando una eugenesia, la cual termina por afectar a los propios nacionales
de quienes lo crean. Sabemos de la guerra comercial entre Trump y el
politburó chino. En esta operación se sabría cuándo nace, pero no cuan-
do termina. De allí la necesidad de insistir en los protocolos éticos, que
deben imperar en la ciencia cuando se asume este tipo de investigaciones
biotecnológicas y pueden afectar a la humanidad o a la biosfera, como el
fracking, los pesticidas, el glifosato o los transgénicos.
También está el tema de las noticias falsas, las cuales llegan a producir
muertos, como los centenares de fallecidos y ciegos en Irán que creyeron
que tomando alcohol industrial se curarían del patógeno.
Ahora bien, la dignidad humana, el derecho al agua potable, el derecho a
la alimentación adecuada, a la vivienda digna, nos obligan a pensar en que
los derechos humanos son indivisibles, inalienables e interdependientes;
que la salud pública (con la salud mental incluida), surgen como el espec-
tro de derechos que deben ser cubiertos de manera prioritaria, en especial
para los más vulnerables. Surge imperiosa la austeridad para los Estados y
la reorientación de recursos para paliar la crisis.
Por lo anterior, emerge la imperativa necesidad de redistribuir con equidad
la riqueza y el ingreso1, como lo sostiene Piketty. Sobre esta idea se puede
afirmar que en Colombia –ver Gañán2 en “Los muertos de la Ley 100”–
han muerto más de un millón cuatrocientas mil personas como consecuen-
cia de la Ley 100 de 1993, estos son más muertos que los dejados por el
conflicto armado en 50 años de guerra intestina. Si bien hay una obligación
del Estado en el sentido de respetar, garantizar y prevenir las violaciones
a los DD. HH., el Estado debe retomar su papel de ente director de la
política pública –como lo hizo en la crisis del 2008 y en las pandemias
anteriores– y urge rediseñar la prioridad presupuestal para quitársela a la
guerra y dársela a la vida. Aquí deberá mirarse la propiedad intelectual
(patentes), las políticas tributarias, los hospitales con su equipamiento y el
apoyo al personal sanitario en condiciones óptimas (incluyendo su estipen-
dio). Los planes de desarrollo deberán reenfocarse con estos criterios. La
ley 100 debería ser suprimida y cambiada por una nueva donde se defienda
la dignidad humana desde la prevención de las enfermedades. Como dice
el nonagenario Morin: “somos jugadores/jugados, poseedores/poseídos,
poderosos/débiles. Si podemos retardar la muerte por el envejecimiento,
no podremos jamás eliminar los accidentes mortales en los que nuestros
cuerpos serán aplastados, nunca podremos deshacernos de las bacterias y
los virus que sin cesar se auto-modifican para resistir a los remedios, anti-
bióticos, antivirus y vacunas”3.
Adicionalmente, deberá haber un principio de debida diligencia, debería
prevenirse en cuidado con el uso alarmista e incorrecto de la información
(las pruebas validadas científicamente son las PCR, pruebas de reacción
en cadena de la polimerasa, por lo cual se considera que hay subregistro).
Otro aspecto sobre el cual se considera que debe tenerse mucho cuidado, es
con el uso del estado de excepción, con medidas como el toque de queda,
1
PIKETTY, Thomas. Capital e Ideología. Barcelona: Ariel, 2019.
2
GAÑÁN, Jaime. Los muertos de la Ley 100. Medellín: U. De Antioquia, 2013.
3
MORIN, Edgar. Festival de incertidumbres. Publicado el día 21 de abril de 2020 en la serie Tracts de
crise de ediciones Gallimard con el número 54. Internet: (https://tracts.gallimard.fr/fr/products/tracts-
de- crise-n-54-un-festival-d-incertitudes), p. 8.
4
AGAMBEN, Giorgio et al. Sopa de Wuhan. Pensamiento contemporáneo en tiempos de pandemias.
ASPO, 2020.
mundo. Para Morin, la actual crisis “debería abrir nuestros espíritus –tan
confinados desde hace mucho en lo inmediato, lo secundario y lo frívolo–
a lo esencial: el amor y la amistad para nuestro florecimiento individual;
la comunidad y la solidaridad de nuestro “yo” en un “nosotros”; el destino
de la humanidad, de la que cada uno de nosotros somos una partícula. En
pocas palabras, el confinamiento físico debería favorecer el desconfina-
miento de los espíritus. (Ib. 20)
En este sentido, la COVID-19 no solo ataca a los mayores, sino también a
los niños y jóvenes. La COVID no solo ataca a los ricos “que pudieron via-
jar”, sino a los pobres que carecen de la atención sanitaria adecuada (vimos
escenas de horror en Guayaquil con la gente muriendo en las calles y la
incineración de cadáveres en la vía pública). Los acontecimientos en Nueva
York son dantescos. La COVID ataca a jefes de gobierno y a altos cargos
(como Boris Johnson, primer ministro en Gran Bretaña; la Ministra de igual-
dad de España –esposa de Pablo Iglesias-, el Príncipe Carlos, el sobrino del
Rey Belga, las esposas de Trudeau y Macron, etc.),. No hay fronteras (cerca
de 200 Estados, incluyendo el Vaticano, Leichtenstein, Luxemburgo, Móna-
co, Andorra y San Marino, los más pequeños, algunos paraísos fiscales que
deberían ser cuestionados). La posición de flexibilidad sueca, no convence.
La enseñanza que nos deja la COVID-19 es que debemos aplicar desde los
Estados la teoría de los bienes comunes (Ostrom, Mattei)5, que surgen de las
necesidades humanas, en la lógica de un desarrollo sostenible y sustentable,
no ecocida-suicida, para que los derechos humanos se defiendan y protejan
en todo momento y lugar en forma indivisible y no solo por la pandemia
actual. Solo así se dirá que el ser humano será racional; de lo contrario,
quedará un duro interrogante sobre la racionalidad humana, como se con-
firmó en 1918 cuando una grave infección respiratoria que nació en Kansas
acabó con 50 millones de personas, ocultada por los actores de la I Guerra
Mundial y la llamaron gripe española porque de allí nació la información.
Sin embargo, no aprendió la humanidad en ese entonces. Esperemos que
esa lección, como la de las grandes crisis de 1929 y 2008, en esta oportu-
nidad sí sea aprendida y se supere la codicia y el egocentrismo. Amanecerá
y veremos…. de lo contrario, tendremos que repetir con el poeta León de
Greiff: “Juego mi vida, cambio mi vida, de todos modos la llevo perdida…”
5
MATTEI, Ugo. Bienes comunes. Un manifiesto. Madrid: Trotta, 2013.
Homus Pandemicus
Veníamos viviendo en una globalización interdependiente, excluyendo la
solidaridad. Hoy se trata de avanzar en una vía de humanismo regenerado,
en clave política, ecológica y social.
Salud
En una célebre conferencia en 2015, Bill Gates ya mencionaba que el pro-
blema de protección contra un ataque nuclear se transformaba en el te-
mor a una pandemia y que era necesario fortalecer los sistemas de salud
en los Estados, así como la investigación preventiva. Hablaba del ébola.
Hay varios gobernantes que parecen verdaderos sociópatas. Resulta con-
traproducente que Bolsonaro y Trump recomienden la hidroxicloroquina,
cuando científicamente no están valoradas de forma positiva para la cura.
Dos terceras partes de enfermedades y patologías están ligadas al cambio
climático y, sin embargo, no se establecen políticas claras de protección
a la naturaleza y se persiste en talar árboles y explotar los hidrocarburos,
pese a que el petróleo está en su precio más bajo.
El aislamiento produce otro tipo de afecciones. El 75 % de las personas
presentaron afectación en su salud mental en Colombia durante el confi-
namiento.
Algunos creen que Suecia es el ejemplo. ¿Habría que seguir el camino
sueco? ¿Se generaría inmunidad de rebaño? Parece que sus vecinos opinan
lo contrario y cerraron sus fronteras.
Nos han vendido la aplicación CoronApp como la panacea; el ojo del Es-
tado es el ojo del Gran Hermano y habría que examinar si se cumplen las
normas de habeas data al respecto. China tiene un control minucioso sobre
cada habitante, lo cual nos retrotrae a Orwell.
La gripa porcina se originó en granjas donde usaron antibióticos para ge-
nerar inmunodepresión. Por ello, hay que revisar los protocolos de cría de
todos los animales, para valorar su inocuidad frente a la salud humana,
como las hormonas aplicadas a las aves de corral. El 72 % de los muertos
en el mundo se producen por enfermedades no transmisibles, ligadas al
Lleras como ministro de Salud, con el objetivo de que Duque obtenga ma-
yorías en el Congreso. Do ut des.
AMLO, al principio, manifestó que la Virgen de Guadalupe era la mejor
protección contra el virus. Ese descuido le costó muy caro.
¿Podríamos hablar de una “guerra civil” donde el enemigo –minúscula
partícula– está dentro de nosotros?
¿Se cerrarán universidades y escuelas? Ya Francia tuvo que revertir la
apertura de sus escuelas, pues en la semana siguiente a la apertura se con-
tagiaron cerca de cien personas. Igual suceso aconteció en Corea del Sur,
que era modélica en el manejo del problema.
Trump dijo que se podía tomar dióxido de cloro, y hubo personas que si-
guieron su consejo y murieron.
A Boris Johnson –un xenofóbico– lo salvan de la COVID dos enferme-
ras extranjeras, una portuguesa y otra neozelandesa. Grave lección para el
amigo del Brexit. Hoy los británicos están arrepentidos, pues requieren a
la U.E.
Los gobiernos se desgastan, en Bélgica la Primera ministra, al visitar un
hospital, fue recibida de espaldas por el personal sanitario, debido al aban-
dono en los apoyos al mismo.
“Nadie está obligado al heroísmo” dijo la Corte. Esto refiriéndose a los
trabajadores de la salud que deben asistir por orden presidencial a cubrir
el lugar que se le asigne en plena pandemia. “Hay que hacer una econo-
mía de mercado, y no una sociedad de mercado. Los valores no los da el
mercado”.
De contera, apareció la enfermedad Kawasaky en niños, con saldos trági-
cos. También el avispón asesino y se incrementó la mosca del mediterrá-
neo que daña el durazno. Algo ocurre con la reacción de la pacha mama…
Educación
La alternancia propuesta por el Gobierno colombiano para volver a las
clases presenciales, turnándose con clases virtuales, no sirve. La educa-
ción virtual no es educación, sino una comunicación remota de algunos
Economía
Avanza la necesidad de crear una renta básica. Ya en España se aprobó la
medida que favorecerá a 850 000 familias. Según la Organización Interna-
cional del Trabajo, OIT, en América Latina habrán 305 millones de nuevos
desempleados. Se perdieron 20 años de trabajos de algunos gobiernos en
la redistribución del ingreso. Quizás haya que volver a Keynes. Es falso
el dilema entre salud o economía, ambas son esenciales y se pueden ligar.
En su orden, las personas buscan alimento, empleo, salud y educación;
pero se advierten altos niveles de desigualdad y fuerte concentración de la
riqueza. Hay numerosas frustraciones acumuladas y altos niveles de vio-
lencia. Fenómenos como una meritocracia inexistente, la necesidad de un
acceso social intergeneracional, la agudización del cataclismo económico,
social y político, el desempleo de larga duración en jóvenes y mujeres
especialmente, la concentración de ingreso y riqueza en corporaciones y
pocas personas, así como la corrupción galopante.
Se habla se condonar la deuda externa, que corresponde a un 43 % del PIB.
En Colombia 14 millones de personas viven en la informalidad y, según el
Banco Mundial, 60 millones de personas quedarían en pobreza extrema en
América Latina. Por ello, se requiere volver al campo. Tenemos 40 millo-
nes de hectáreas de frontera agrícola y solo cultivamos 7,5 millones en Co-
lombia. Importamos 13,5 millones de toneladas de alimentos y exportamos
4,9 millones de toneladas. Hay que condonar las deudas de los campesinos.
7
El Tiempo, mayo 3 de 2020.
Respecto a la renta básica, Fabio Giraldo plantea que sean $500 000 por
persona permanentes y que sí existe la capacidad financiera del Estado
para otorgarla. Y si la economía no volverá ser la misma, como él dice, hay
que suprimir los paraísos fiscales.
Se prevé un crecimiento del -5 % para 2020. 450 millones de empleos se
perderán en el mundo.
Escenario ambiental
Humberto de la Calle expresó: “No somos dueños de la naturaleza, sino
sus vasallos”. Y es cierto. Creemos que podemos abusar de la Pacha Mama
y ella reacciona. Huracanes, terremotos y tsunamis, son fiel ejemplo.
Como dice Boaventura: “No olvidemos que somos invitados a la naturale-
za y no sus dueños”. Para Attenbourgh, somos los únicos seres racionales
en el universo, puesto que científicamente no está comprobada la existen-
cia de extraterrestres.
Trump otorgó ayudas por USD 2 millones y una parte la dedicó al frac-
king, que es altamente contaminante. Eso es ir en contravía de la salvación
planetaria.
Scott Morrison, primer ministro de Australia, permitió por negligencia la
quema de 10 millones de hectáreas, equivalentes a una extensión como
Portugal (no suspendió sus vacaciones en Hawai mientras su país se con-
sumía por el fuego). Trump vio arder en California 800 000 hectáreas. Bol-
sonaro es el responsable del incendio de 900 000 hectáreas en la Amazonía
brasileña. Siberia también ardió, Putin responsable. Literalmente están in-
cendiando el planeta.
En Colombia, como dice Ospina, “el fin del conflicto ha significado un de-
terioro inmediato de las condiciones ambientales de las regiones más apar-
tadas del país. Los cauces de ríos que nadie se atrevía a explotar por miedo
a la violencia están siendo invadidos por mineros artesanales. Las selvas y
bosques a los que nadie se atrevían a ir son devastados por aserradores en
busca de maderas preciosas. Los finqueros y campesinos que habían aban-
donado las tierras a su suerte, las vuelven a llenar de ganadería extensiva o
de monocultivos de efectos muy dudosos en el ambiente. Y este deterioro
Democracia
Le preguntaban a Amartya Senn cuál era el principal acontecimiento en el
siglo xx y respondió sin dudarlo: la democracia. Hoy hay peligro por el
autoritarismo.
Algunos proponen modelos iliberales con fuerte restricción de derechos,
como los ultras de derecha o de izquierda, o los populismos.
No se pueden hacer consultas previas virtuales para comunidades indíge-
nas, como lo propuso la Ministra del Interior.
No es cierto que el sector minero sea la panacea, pues solo genera el 0,5
% del PIB.
La velocidad se enfrenta a la verdad y caemos en la posverdad.
La prevención puede generar punición y el confinamiento es una muestra
de ello.
Vivimos en “homus pandemicus”. Ya lo dijo Sócrates: “sólo sé que nada sé”.
Como dice el tratadista Rafael Ballén: “Ante esas imágenes surge una
borrasca de preguntas: ¿Dónde está el Estado para que resuelva estos
problemas? ¿Dónde se encontraba el Estado durante las últimas cuatro
décadas que no se preparó para proporcionar salud, comida y techo a su
población? ¿Cuál es el grado de legitimidad de aquellos súper-Estados que
8
En: GARCÍA VILLEGAS, Mauricio. Editor. ¿Cómo mejorar a Colombia? Bogotá: IEPRI, 2018, p. 395.
aprovechan una pandemia para amenazar a Estados más pequeños con in-
vadirlos? ¿Qué legitimidad les asiste a esos gobernantes departamentales,
distritales y municipales que aprovechan la miseria humana que ha traído
la pandemia para enriquecerse con contratos de miles de millones?”9. Los
Gobiernos que han asumido el control de la pandemia están afectados en
sus índices de credibilidad, unos más, otros menos.
El respeto a la vida se ha perdido. Prueba de ellos es el asesinato de líderes
sociales y de excombatientes de las FARC que han cumplido cabalmente
su desmovilización (cerca de 100 líderes muertos en la pandemia).
Por ello, debemos trabajar en crear la ciudadanía como virtud cívica. Un
ciudadano consciente no se deja ultrajar. La pregunta ahora es por la civili-
dad y sus características. ¿Ahondaremos en el declive del hombre público,
como dice Sennet?
Algunas religiones asumen posiciones políticas reaccionarias cercanas a
la ultraderecha, como el evangelismo pentecostal, el catolicismo reaccio-
nario, el hinduismo político, el budismo radical, el islam radical y los or-
todoxos, entre otros. Se llama a la resignación y se valida el sufrimiento
en la tierra, porque vendrán mejores días en el “más allá” que nadie ha
comprobado que exista. Debemos defender la laicidad en el Estado.
En varios países veníamos de protestas contra las desigualdades sociales,
contra la corrupción y falta de protección social. No podrá difuminarse
ese movimiento. Sin embargo, la compra de numeroso armamento para el
Esmad en Colombia deja prever que la represión va a ser dura, cuando las
cosas retomen su cauce.
El miedo es un mal consejero. Se perdió el derecho al funeral del muerto.
Las relaciones humanas quedan en entredicho. Hoy celebramos un cum-
pleaños virtual, frío e impersonal. Un tercio de la población ha estado en
el confinamiento.
Se produce una militarización de los territorios y una represión de los más
vulnerables. El cuerpo se coloniza como territorio y se violenta. Se disparó
la violencia callejera y la inseguridad fruto del desempleo.
9
BALLÉN, Rafael. Coronavirus e ilegitimidad del Estado. Bogotá: abril de 2020, s.e., p. 1.
10
TOURAINE, Alain. ¿Podremos vivir juntos? Bogotá: FCE, 2000.
La salud es un bien público que debe ser protegido por todos los Estados
y el derecho a la salud es de carácter inclusivo: derecho de toda persona
a gozar del más alto nivel de bienestar físico, mental y social.
La CIDH enfatiza en trabajadores de la salud, cadena alimentaria, personal
del cuidado, trabajadores rurales, informales o precarizados.
Democracia y estado de Derecho son condiciones necesarias para lograr
la vigencia y el respeto de los DDHH.
Independencia de actuación de los poderes públicos y las instituciones de
control (poder judicial y legislativo), cuyo funcionamiento debe ser asegu-
rado aún en condiciones de pandemia.
Se deben tomar medidas especiales de protección ante ciertos grupos
como periodistas y defensores de DDHH.
Grupos en especial condición de vulnerabilidad, adultos mayores con pre-
existencias, internos, indígenas, personas en condición de discapacidad,
personas en pobreza y pobreza extrema, especialmente trabajadores in-
formales y personas en situación de calle. Líderes sociales (es evidente el
genocidio que hay en Colombia).
La Comisión resolvió recomendar a los gobiernos:
1. Adoptar urgentemente todas las medidas adecuadas para prote-
ger los derechos a la vida, salud e integridad personal de los seres
humanos en riesgo, en concordancia con el Reglamento Sanitario
Internacional y las recomendaciones de la OMS y la OPS. Tam-
bién ver el art 9 de la Declaración de los Derechos Inherentes a la
Madre Tierra (art. 9: derecho a la salud integral).
2. Adoptar el enfoque de DDHH en toda las estrategias y políticas
incluyendo los planes de recuperación social y económica.
3. Respeto irrestricto a los estándares internacionales de DDHH:
universales, interdependientes, indivisibles y transversales, parti-
cularmente de los DESCA.
4. El Estado debe abstenerse de violar los DDHH.
5. Debe primar la igualdad y la no discriminación.
6. Incluir la perspectiva de género (No violencia intrafamiliar, dere-
chos sexuales y reproductivos).
las comunidades, a la par que sensibles a los requisitos del género y el ci-
clo de vida, y deberán estar concebidos para respetar la confidencialidad
y mejorar el estado de salud de las personas de que se trate.
d) Calidad. Además de aceptables desde el punto de vista cultural, los es-
tablecimientos, bienes y servicios de salud deberán ser también apropia-
dos desde el punto de vista científico y médico y ser de buena calidad. Ello
requiere, entre otras cosas, personal médico capacitado, medicamentos
y equipo hospitalario científicamente aprobados y en buen estado, agua
limpia potable y condiciones sanitarias adecuadas
Indicadores de medición
Los indicadores de progreso para medición de derechos contemplados se
estipulan en el Protocolo de San Salvador (OEA/Ser.L/XXV.2.1, Doc 2/11
rev.2, 16 de diciembre de 2011, párrs. 66 y 67). En este documento se es-
tablece que:
“El Protocolo hace referencia a la satisfacción de derecho en un contexto
de desarrollo de un sistema de salud, que por básico que sea, debe ga-
rantizar el acceso al sistema de Atención Primaria en Salud (APS) y el
desarrollo progresivo y continuo de un sistema de cobertura para toda
la población del país [...] además de aceptables desde el punto de vis-
ta cultural, los establecimientos, bienes y servicios de salud deberán ser
también apropiados desde el punto de vista científico y médico y ser de
buena calidad. Ello requiere, entre otras cosas, personal médico capaci-
tado, medicamentos y equipo hospitalario científicamente aprobados y en
buen estado, agua limpia potable y condiciones sanitarias adecuadas”.
Asimismo, dentro de los indicadores referidos se incluyen: “Existencia de
instancias administrativas para radicar denuncias en materia de incum-
plimiento de obligaciones vinculadas al derecho a la salud. Competencias
de los Ministerios o de las Superintendencias para recibir quejas de los
usuarios del sistema de salud. Políticas de capacitación de jueces y aboga-
dos en materia de derecho a la salud”11.
Conclusiones
Philippe Ariés hizo un estudio de la humanidad en la historia frente a la
muerte12; cementerios, iglesias, panópticos, cárceles y hospitales tienen re-
ferencia con ella. Pero también las pandemias. El ser humano ha sabido
soportar numerosas contingencias sanitarias, primero invocando factores
metafísicos y, después, a través de la ciencia. Hoy la ciencia deberá es-
tar en consonancia con los derechos humanos, dado el amplio catálogo
existente a nivel mundial al respecto, y que es vinculante para numero-
11
En este mismo sentido, cfr. Naciones Unidas, Consejo Económico y Social, Comité de Derechos
Económicos, Sociales y Culturales. Observación General Número 9, E/C.12/1998/24, 3 de di-
ciembre de 1998, párr. 10. Véase también OEA, Carta Social de las Américas, aprobada por
la Asamblea General de la OEA el 4 de junio de 2012, AG/doc.5242/12 rev. 2.
12
ARIÉS, Philippe. El hombre ante la muerte. Madrid: Taurus, 2011.
Referencias
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tiempos de pandemias. ASPO, 2020.
ARIÉS, Philippe. El hombre ante la muerte. Madrid: Taurus, 2011
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2020, s.e.
BODELÓN, Encarna et. L. (eds.). Los planes de igualdad en tiempos de crisis.
Problemas de aplicación y carencias conceptuales. Madrid: Dykinson,
2013.
BUSTAMANTE, Javier et al. Los Derechos Humanos en Internet. Madrid:
CIDEAL, 2012.
DOMENECH, Antoni. El eclipse de la fraternidad. Barcelona: Crítica, 2004.
DUBET, Francois. ¿Por qué preferimos la desigualdad? (aunque digamos lo
contrario). Buenos Aires: Siglo xxi, 2015.
DUPUY, Jean-Pirre. El pánico. Barcelona: Gedisa, 1991.
FISK, Milton. Bienes públicos y justicia radical. Una moralidad política para la
resistencia solidaria. Cali: Univalle, 2004.
GAÑÁN, Jaime. Los muertos de la Ley 100. Medellín: U. De Antioquia, 2013.
GARCÍA VILLEGAS, Mauricio. Editor. ¿Cómo mejorar a Colombia? Bogotá:
IEPRI, 2018.
*
Sonia Eliana Roca Serrano, Doctora en Derecho por la Universidad de
Valencia (España). Máster en Ciencias Políticas. Abogada y licenciada
en Trabajo Social por la Universidad de Lovaina la Nueva (Bélgica).
Docente titular de la Universidad Autónoma Gabriel René Moreno,
donde dicta la cátedra de Derecho Internacional Público y Privado y
Derechos Humanos e Indígenas. Es profesora de la Escuela de Post-
grado de Ciencias Jurídicas y Sociales de la UAGRM. Ha publicado
varios libros, entre ellos: Derechos Humanos, Sistema Universal e Inte-
ramericano, Dimensión Internacional del Registro Civil, El derecho a la
identidad en Registro Civil de Bolivia (2007), Ciudadanía Inconclusa.
También es coautora de varios libros colectivos.
Introducción
La Constitución Política del Estado, como la norma suprema del ordena-
miento jurídico, expresa el pacto social y político que determina las normas
básicas de convivencia pacífica y construcción democrática de la sociedad.
La Constitución, por un lado, define los derechos y libertades de las personas
como un límite al poder del Estado y, por otro lado, organiza los poderes
públicos de la manera que sirvan mejor a esta y a su plena realización, es así
que la Constitución prevé una forma de organización del Estado, a través de
la separación de los órganos públicos y sus diferentes atribuciones.
La finalidad de la separación de poderes es equilibrar y limitar el poder a
un solo órgano. La separación evita que el poder o la soberanía del Estado
se acumulen en una persona o grupo de personas. También proporciona
una serie de controles y equilibrios que generan y constituyen instituciones
de peso y contrapeso para producir una importante armonía y la subsis-
tencia de este sistema político, aspecto ya planteado por Montesquieu, de
modo que si el órgano de gobierno sobrepasa su poder o infringe los dere-
chos de los ciudadanos, los otros órganos pueden intervenir. El desarrollo
del pensamiento de Montesquieu parte de una constatación: la tendencia
natural que todo poder tiene a expansionarse porque este extiende siempre
su actuación hasta donde encuentre límites1. Es decir que “existe la ten-
1
SÁNCHEZ FERRIZ, R., El Estado constitucional y su sistema de fuentes. Tirant Lo Blanch,
Valencia, 2002, p. 134.
dencia que todo hombre que tiene poder siente la inclinación de abusar de
él…”,2 por ello “a fin de que no sea posible abusar del poder, es preciso
disponer la cosas de tal manera que el poder sea limitado por el poder”.
Por lo tanto, para controlar el poder resulta necesaria la separación de po-
deres y la distribución de competencias, de modo que esto se constituya en
una garantía institucional a favor de los ciudadanos.
De acuerdo con Zagrebelky, los órganos entre los que se divide el poder
del Estado son los elementos de la forma de gobierno establecida en la
Constitución. Por ello, estos se denominan órganos constitucionales y se
consideran recíprocamente soberanos. Con esta fórmula se quiere indicar
que cada uno de estos no tiene otro jerárquicamente superior y, por ende,
en el ámbito de sus atribuciones puede operar sin sufrir injerencias3.
En el Estado constitucional del Estado Plurinacional de Bolivia el poder
se subdivide en cuatro órganos: el judicial, el legislativo, el ejecutivo y
el electoral. En esta investigación analizaremos, por un lado, la sentencia
constitucional 084/17 y, por otro, la declaración constitucional 003/13 don-
de se ve, claramente, la injerencia del órgano ejecutivo, –a través del órgano
legislativo– sobre el Tribunal Constitucional Plurinacional de Bolivia.
4
TRIBUNAL CONSTITUCIONAL DEL ESTADO PLURINACIONAL., Sentencia nº 112
de fecha 27 de abril de 2012.
5
TRIBUNAL CONSTITUCIONAL DEL ESTADO PLURINACIONAL., Sentencia nº 1422
de 24 de septiembre de 2012.
6
La CPE se enmarca dentro de lo que se ha denominado el nuevo constitucionalismo latino-
americano que, de acuerdo con MARTÍNEZ DALMAU, apuesta, entre otros aspectos, por
abrir espacios de participación directa de la ciudadanía para evitar la oligarquización del
sistema político; extender las garantías y efectividad de los derechos sociales; establecer
nuevos fundamentos axiológicos de la vida en común; incorporar la protección del ambi-
ente como una política transversal que debe impregnar toda la actividad social; extender los
controles constitucionales a los poderes privados.
VICIANO R. y MARITNEZ DALMAU R., La constitución democrática ente el neo con-
stitucionalismo y el nuevo constitucionalismo: debates constitucionales en nuestra América
en Revista del Instituto de Ciencias Jurídicas de Puebla. nº 37. Puebla 2016, p. 72.
7
GALINDO SOSA, M., Descriptores del Estado Plurinacional de Bolivia (2009-2017) Im-
presión: Punto de encuentro, La Paz, 2018, p. 45.
8
TRIBUNAL CONSTITUCIONAL DE BOLIVIA, Sentencia Nº 09 de 28 de enero de 2004.
sobre los demás9 y que cada uno tiene atribuciones diferentes y que son
independientes entre sí. Lo que vamos a analizar en esta investigación es
la injerencia del órgano ejecutivo sobre el Tribunal Constitucional de Boli-
via, aspecto que rompe con el principio de independencia de poderes y que
de forma camuflada provoca la acumulación de competencias en un solo
órgano, concretamente en el ejecutivo.
9
GARGARELLA sostiene que las nuevas constituciones latinoamericanas tienden a elabo-
rar derechos, amparando especialmente a los grupos discriminados, se abren derechos; en
el caso de la boliviana hace énfasis en el problema del indígena, pero se conservan para el
presidente poderes amplios, propios del modelo presidencial clásico y tienden a aprobar
la reelección del presidente. Continuando con GARGARELLA, quien realiza una apre-
ciación global de la Constitución Política de 2009, manifiesta “que adolece de cantidad de
falencias, es voluntarista, demasiado extensa, innecesariamente detallista, contradictoria,
aspiracional. La sala de máquinas: dos siglos de constitucionalismo en América Latina
(1810-2010) Edit. Katz, Buenos Aires 2014, p. 284.
10
Para algunos autores este elemento resulta un avance al carácter democrático del Estado
al reconocer este poder de forma expresa en la Constitución, permitiendo que los textos
constitucionales, fruto de la decisión del pueblo, permitan devolver el poder al pueblo con-
forme la esencia de la soberanía popular.
11
CABRERA DALENCE J. M., Reelección presidencial en Bolivia y análisis del fallo
constitucional en: Realidad y perspectivas del constitucionalismo boliviano – memorias
del segundo congreso boliviano de derechos constitucional- Edit kipus Cochabamba, 2014,
p 204-208.
16
TRIBUNAL CONSTITUCIONAL DE BOLIVIA, Sentencia constitucional Nº 084 de 18
de septiembre de 2017.
17
TRIBUNAL CONSTITUCIONAL PLURINACIONAL, Sentencia constitucional 0084/
2017 28 de noviembre de 2017.
23
PÉREZ LUÑO, A. E., Derechos Humanos, Estado de Derecho y Constitución. Tecnos,
Madrid, 2005, p. 52.
24
Tribunal Constitucional de Bolivia, Sentencia Constitucional N° 461/2010.
Conclusiones
En la investigación acerca de la injerencia del órgano ejecutivo a través
del legislativo sobre el Tribunal Constitucional de Bolivia, hemos podido
comprobar lo que rompe con el principio de independencia de poderes
y que de forma camuflada provoca la acumulación de competencias en
un solo órgano, concretamente en el ejecutivo y más tomando en cuenta
el caso concreto de la sentencia 084/17, los Estados tienen la obligación
internacional de ejercer el control de convencionalidad de todo su orde-
namiento jurídico interno, para adaptarlo a los estándares de la CADH
y su corpus iuris, pero en los términos interpretados por la CIDH. La in-
terpretación que ha realizado el Tribunal Constitucional Plurinacional es
defectuosa, porque realiza un control de convencionalidad, contraria a los
parámetros de la CADH y el corpus iuris del Sistema Interamericano de
Derechos Humanos.
Los Estados, en el marco de la normativa internacional o convencional,
pueden establecer en su derecho electoral y en su legislación interna
Bibliografía
CABRERA DALENCE J. M. Reelección presidencial en Bolivia y análisis del fallo
constitucional en: Realidad y perspectivas del constitucionalismo boliviano
–memorias del segundo congreso boliviano de derechos constitucional– Edit
kipus Cochabamba, 2014.
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2017) Impresión: Punto de encuentro, La Paz, 2018.
MONTESQUIEU, C. Del espíritu de las leyes. México Distrito Federal, Porrúa,
2003.
PUENTE A.: ¿Ahora nos quedamos sin Constitución? http://www.paginasiete.bo/
opinion/rafael-puente/2017/12/1/ahora-quedamos-constitucion-161465.
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RIVERA SANTIBÁÑEZ J.A. La inaplicabilidad de la Constitución para habilitar
la reelección indefinida, en los claroscuros de la acción de inconstitucio-
nalidad que busca la ruptura del sistema constitucional boliviano: CORD.
WILLIAM HERRERA AÑEZ. Edit. Kipus, Cochabamba 2018.
RIVERA SANTIBÁÑEZ J.A. Acción de Inconstitucionalidad para habilitar la
reelección indefinida. Los Tiempos Cochabamba. 2017.
SÁNCHEZ FERRIZ, R. El Estado constitucional y su sistema de fuentes. Tirant
Lo Blanch, Valencia, 2002.
TANCARA CASTILLO C. y AAVV. Las Trampas de Evo para habilitarse a un
tercer y a un cuarto mandato en La revolución de las pititas. Edit. Página
siete, Santa Cruz, 2019.
*
Abogado y Magíster en Derecho administrativo de la Universidad Libre
(Colombia). Magíster y Doctor en Derecho de la Universidad de Los
Andes (Colombia). Especialistas en Derecho ambiental y Doctorando
en Derecho de la Universidad Castilla – La Mancha (España). Docente
investigador de la Facultad de Derecho de la Universidad Libre. Correo
electrónico: [email protected] [email protected]
Introducción
La regla general es que la responsabilidad venga generada por actuaciones,
hechos u omisiones realizadas por la Administración Pública1 (de ahora
en adelante, simplemente Administración). Sin embargo, debe entenderse
que, en un Estado de derecho, todas las ramas del Poder Público son sus-
ceptibles de imputación por los daños antijurídicos que ocasionen a los
asociados. Por ende, se puede señalar que, también existe responsabilidad
derivada de las actuaciones u omisiones que realice el órgano que repre-
senta la Rama Legislativa del Poder Público2.
La irresponsabilidad del Estado por los daños causados por la legislación
ha sido admitida durante mucho tiempo como un dogma; la ley solo era
la manifestación más alta de la soberanía del Estado, lo que convertía al
1
SILVA BASCUÑÁN, Alejandro, Tratado de Derecho Constitucional, Ediciones Jurídica,
Tomo IV, 2ª edición, Santiago de Chile, 1997, p. 365.
2
ALONSO, M. y LEIVA RAMÍREZ, E. La responsabilidad del Estado por el hecho del le-
gislador. Estudios Socio-Jurídicos, [S.l.], v. 13, n. 2, p. 77-106, nov. 2011. ISSN 2145-4531.
Disponible en: https://revistas.urosario.edu.co/index.php/sociojuridicos/article/view/1761.
Fecha de acceso: 07 mayo 2020.
9
Ibídem, p. 27.
10
VARAS CONTRERAS, Guillermo, Derecho Administrativo, 2ª Edición. Editorial Nasci-
mento. Santiago de Chile. 1948, p. 396.
11
TORREGROZA SÁNCHEZ, Javier Enrique. Responsabilidad extracontractual del Es-
tado por el hecho legislador, Universidad Externado de Colombia, Bogotá DC, 2007, p. 17.
12
BUSTAMANTE LEDESMA, Álvaro, La responsabilidad extracontractual del Estado, 2ª
Edición, LEYER, Bogotá DC, 2003, p. 185.
13
Colombia, Corte Constitucional, Sentencia C-038 de primero (1) de febrero de 2006, Ma-
gistrado ponente: Humberto Antonio Sierra Porto.
14
ALONSO, M. y LEIVA RAMÍREZ, E. La responsabilidad del Estado por el hecho del le-
gislador. Estudios Socio-Jurídicos, [S.l.], v. 13, n. 2, p. 77-106, nov. 2011. ISSN 2145-4531.
Disponible en: https://revistas.urosario.edu.co/index.php/sociojuridicos/article/view/1761.
Fecha de acceso: 07 mayo 2020.
15
AHUMADA RUIZ, María de los Ángeles, “Responsabilidad patrimonial del Estado por
las leyes inconstitucionales (o el derecho a no ser perjudicado por una ley inconstitucio-
nal)”, en Revista Española de Derecho Constitucional, No. 62 (mayo-agosto), 2001, p. 307.
Citado por: Colombia, Corte Constitucional, Sentencia C-038 de primero (1) de febrero de
2006, Magistrado ponente: Humberto Antonio Sierra Porto.
16
En Estados Unidos no es posible una responsabilidad estatal por la producción de una
ley, una vez que esta se ha declarado constitucional. Sólo puede destacarse la 5ª enmien-
da constitucional según la cual quien sea privado de su propiedad debe recibir una justa
compensación. ALONSO, M. y LEIVA RAMÍREZ, E. La responsabilidad del Estado por
el hecho del legislador. Estudios Socio-Jurídicos, [S.l.], v. 13, n. 2, p. 77-106, nov. 2011.
ISSN 2145-4531. Disponible en: https://revistas.urosario.edu.co/index.php/sociojuridicos/
article/view/1761 . Fecha de acceso: 07 mayo 2020.
17
En Alemania, a partir de 1831, la responsabilidad estatal por los llamados actos de legisla-
ción debía ser consagrada por la ley expresamente. La constitución alemana de 1949 al igual
que la anterior de 1919, consagra la responsabilidad, estatal irrigada por el elemento culpa,
elemento que desaparece con la expedición de la ley de responsabilidad patrimonial del
Estado de 1981, y el establecimiento de la responsabilidad objetiva, ley que fuera declarada
inconstitucional desde el punto de vista formal, por el Tribunal Constitucional alemán en
sentencia de 19 de octubre de 1982. Esta ley, en su artículo 5º inciso 2º disponía: “Si consiste
la infracción del deber en un comportamiento antijurídico del legislador, tendrá lugar la
responsabilidad sólo cuando y en la manera en que la ley lo determine. La responsabilidad
por infracciones del deber del poder ejecutivo o judicial que se basen exclusivamente en el
comportamiento del legislador no queda afectada.”. Es curioso como la responsabilidad “le-
gislativa” estaba limitada a los supuestos de responsabilidad prescritos en la misma ley, pero
la derivada de los actos del poder ejecutivo o judicial por ejecución de una ley “antijurídica”,
no requería de supuestos legales predeterminados para su declaración.
18
Colombia, Corte Constitucional, Sentencia C-038 de primero (1) de febrero de 2006, Ma-
gistrado ponente: Humberto Antonio Sierra Porto.
19
GARCÍA DE ENTERRÍA, Eduardo. La Responsabilidad Patrimonial del Estado Legisla-
dor, Editorial Arazandí, Thomson-Civitas, Madrid. 2005, pp. 129-122.
20
Ibidem. p. 124.
21
ALONSO GARCÍA M y LEIVA RAMÍREZ E. La responsabilidad del Estado por la activi-
dad del legislador. RDE [Internet]. 13dic.2012 [citado 7may2020]; (29):145-73. Available
from: https://revistas.uexternado.edu.co/index.php/derest/article/view/3295 .
22
Colombia, Corte Constitucional, Sentencia C-038 de primero (1) de febrero de 2006, ma-
gistrado ponente: Humberto Antonio Sierra Porto.
23
ALONSO, M. y LEIVA RAMÍREZ, E. La responsabilidad del Estado por el hecho del le-
gislador. Estudios Socio-Jurídicos, [S.l.], v. 13, n. 2, p. 77-106, nov. 2011. ISSN 2145-4531.
Disponible en: https://revistas.urosario.edu.co/index.php/sociojuridicos/article/view/1761 .
Fecha de acceso: 07 mayo 2020.
24
Ibídem.
25
TORREGROZA SÁNCHEZ, Javier Enrique. Responsabilidad extracontractual del Es-
tado por el hecho legislador, Universidad Externado de Colombia, Bogotá DC, 2007, p. 12.
26
En las sentencias Sr. de el Consejo de Estado menciona la Responsabilidad del Estado por
el hecho del Legislador, termina condenando a la Nación por Daño Especial (régimen obje-
tivo) y no por la actuación de la Rama Legislativa del Poder Público, es decir, por el hecho
del Legislador o de las leyes. Esto significa que hasta la fecha, no existe un título de impu-
tación en Colombia denominado responsabilidad del Estado por el hecho del Legislador,
como si existe por ejemplo, para la Rama Judicial, toda vez que la ley 270 de 1996 consagro
expresamente títulos de imputación como lo son la responsabilidad por error jurisdiccional
(art. 67), por privación injusta de la libertad (art. 68) y responsabilidad por defectuoso fun-
cionamiento de la administración de justicia (art. 69). Lo mismo se puede decir en relación
con la responsabilidad por los hechos u omisiones de la Administración, tema este último
bastante desarrollado por la doctrina y jurisprudencia.
34
Colombia, Corte Constitucional, Sentencia C-270 de ocho (8) de marzo de 2000. Magistra-
do ponente: Carlos Gaviria Díaz.
Conclusiones
El dogma de la irresponsabilidad del legislador fue un dogma que existió
hasta mediados del siglo xx. Sin embargo, los cambios institucionales que
generó el abuso de creación de derecho, por parte del órgano legislativo,
conllevo a que las autoridades judiciales emitieran decisiones enfocadas
tanto a controlar la actividad legislativa como la obligación de reparar
aquellos daños que la autoridad legislativa ocasionase a los ciudadanos al
desconocer el principio de igualdad de las cargas públicas, o al desconocer
las reglas de proceso legislativo que llevasen a una declaratoria de incons-
titucionalidad. Este ejercicio jurisdiccional se ha denominado responsa-
bilidad estatal por el hecho del legislador y, a finales del siglo xx, el juez
39
El caso más conocido es el problema jurídico estudiado en la sentencia C-149 de 1993. En el
año de 1992, el Congreso expidió una ley por medio de la cual se creaban unos Bonos para
el Desarrollo Social y la Seguridad Interna en los cuales debían invertir forzosamente las
personas naturales y jurídicas cuyo patrimonio superara cierta cuantía. A juicio de la Corte
Constitucional tales bonos realmente eran un impuesto el cual además se había establecido
violando el principio de irretroactividad tributaria., en el cual se declaró la inconstituciona-
lidad de los artículos 16, 17 y 18 de la Ley 6 de 1992 y se ordenó al Ministerio de Hacienda
y Crédito Público reintegrar la totalidad de las sumas recaudadas por concepto de las dis-
posiciones inconstitucionales. En esta oportunidad la Corte Constitucional encontró que al
momento de proferir el fallo la mayor parte del tributo declarado inconstitucional había sido
recaudada, por lo tanto la única manera de realizar la “justicia querida por el Constituyente”
era mediante la devolución de las sumas ilegítimamente percibidas por el Fisco.
40
LEIVA RAMÍREZ, E, JIMÉNEZ W, y MENESES QUINTANA O. Los derechos funda-
mentales de la Constitución Política de 1991 como resultado de un proceso constituyente
deliberativo. RDE [Internet]. 22nov.2018 [citado 7may2020];(42):149-80. Available from:
https://revistas.uexternado.edu.co/index.php/derest/article/view/5667
41
En caso de “delegación” de las funciones por parte del legislativo a otra autoridad pública,
responde el primero pues en este caso no se aplican los supuestos de la figura jurídica de la
delegación, ya que la competencia que este delega ha sido encomendada por el Constitu-
yente primario. Por ello, los daños que se causen con dicho revestimiento son imputables
al Legislativo. Además, el órgano legislador tiene el control sobre la actividad legislati-
va delegada, y por esa posición, este sería responsable de los daños antijurídicos que se
causen con dicha función, sea él o no quien cree la norma jurídica. La única excepción es
Bibliografía
AHUMADA RUIZ, María de los Ángeles. “Responsabilidad patrimonial del
Estado por las leyes inconstitucionales (o el derecho a no ser perjudicado
por una ley inconstitucional)”, en Revista Española de Derecho Constitu-
cional, No. 62, mayo-agosto 2001.
ALONSO GARCÍA, María Consuelo. La responsabilidad patrimonial del Estado
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ALONSO, M. y LEIVA RAMÍREZ, E. La responsabilidad del Estado por el hecho
del legislador. Estudios Socio-Jurídicos, [S.l.], v. 13, n. 2, p. 77-106, nov.
“El derecho más que en el texto frío de los códigos y las leyes,
debe estar en la mente y en el corazón de los humanos para que
obremos bien y logremos el ideal de vivir en equidad y en justicia”.
Carlos Fradique-Méndez Sr.
*
Abogado de la Universidad Libre de Colombia, Bogotá. Fue profesor
de Derecho Romano y Derecho de Familia. Litigante en Derecho Civil,
Familia e Infancia y Adolescencia. Autor de libros sobre la materia.
Autor y promotor del Diplomado en Educación para la vida en familia.
Ver la página www.vidaenfamilia.com.co
En la red hay abundante información sobre Carlos Fradique-Méndez
pero es importante distinguir entre Carlos Fradique-Méndez Sr y Carlos
Fradique-Méndez Jr.
innovadora, aun cuando no totalmente original, y que puede servir para enriquecer
el cuerpo de conocimiento jurídico colectivo en Colombia y en países con sistemas
de derecho semejantes.
Palabras clave: Separación de ramas del Poder Público, jurisprudencia, omisión
legislativa, inmunidad de las sentencias leyes, sentencias leyes y Corte supracons-
titucional.
LEGISLATIVE RULINGS
Abstract: In a secular country, that is equally religious, the legalization of
abortion sponsored by certain minorities generates controversies that conflict with
unbiased debate. The Supreme Constitutional Court added a third paragraph to
Article 122 of the Criminal Code and ruled that abortion is not a crime in three
events. Fundamentalist groups requested a revision to the Supreme Constitutional
Court, to declare the illegality of abortion in all events. The Court proceeded to
deny the request, as it should have. Justice Alberto Rojas, President of the Supreme
Constitutional Court, stated that the Court does not legislate, in an interview that
took place shortly thereafter. Justice Rojas response is debatable and this paper
seeks to demonstrate the Court does indeed legislate, and its rulings are mandatory
and irrevocable. We believe this thesis might be groundbreaking, although not
thoroughly original, and might contribute to the collective body of legal knowledge
in Colombia and other countries with similar law systems.
Key words: Separation of powers; rulings; jurisprudence; legislative omission;
immunity of legislative rulings; supra-constitutional courts; Spokesperson for the
Constitution.
Justificación
En Twitter de la H. Corte Constitucional encontré la historia de la deman-
da que la abogada Natalia Bernal presentó demanda contra el art. 122 del
Código penal, delito de aborto.
La separación de las ramas del Poder Público implica que haya pesos y
contrapesos y el ideal es que no haya lo que se conoce como choque de
trenes. Las ramas del Poder Público deberían actuar como un equipo. Cada
jugador tiene sus propias responsabilidades, pero la misión del equipo es
lograr los mejores resultados posibles.
En términos sencillos, el Congreso hace las leyes, el presidente las hace
cumplir y los jueces sancionan a quienes violan las leyes. En la práctica
el tema no es así de sencillo porque las ramas del Poder Público y los ór-
ganos de control tienen muchas variables que operan desde la vereda, el
corregimiento, el municipio, el departamento, la Nación y la infinidad de
organismos que sirven para cumplir con la función pública como Superin-
tendencias, Notarías, etc… etc.
Y quedan cabos sueltos para la presentación de toda clase de teorías so-
bre las funciones administrativas, legislativas como se lee en algunos tex-
tos escolares de cívica o ciencias sociales, sobre las asambleas, concejos
municipales, ediles, alcaldes zonales y la abundante burocracia que fue
necesario implementar con la Constitución de 1991. Y no son claras las
funciones judiciales que se arrogan el Consejo de la Judicatura –Sala Dis-
ciplinaria– y el Tribunal electoral y tampoco son claras las funciones judi-
ciales de autoridades de policía como las inspecciones de policía y tránsito
y las comisarías de familia.
2
M.P. Eduardo Cifuentes Muñoz.
4
Ver Sentencia C-836/0. Corte Constitucional.
5
Ver Sentencia C-816/11 y Sentencia SU 611/17, Corte Constitucional.
Los medios, el Gobierno, las empresas pro aborto, piden a las mujeres que
aborten, les predican que tienen el derecho fundamental al aborto, pero
no hacen una sola campaña para prevenir el embarazo. Por el contrario,
parece que lo auspiciaron. En muchas instituciones educativas incitan a las
relaciones sexuales, pero con la advertencia de que se cuiden. En la vida
real niños y niñas excitadas olvidan los cuidados, y los pro aborto están
listos para ofrecerles ayuda.
Debe ser política de Estado el que haya cero embarazos en y por adoles-
centes y cero embarazos no deseados.
Acudo al apoyo del Exmagistrado José Gregorio Hernández Galindo, di-
rector de la emisora digital La voz del derecho y quien hizo un debate al
respecto y, con argumentos irrefutables, señaló que en este caso la Corte
había legislado. El portal para ver el debate es el siguiente:
https://www.facebook.com/283984255090077/videos/1075498696161843/
Por la Sentencia C 355 de 2006 el aborto sigue siendo delito, pero como
lo dije anteriormente, hay forma de evadir la ley con argumentos falsos
o pruebas amañadas. Una de las causales para justificar el aborto es que
“El embarazo constituya peligro para la vida o la salud de la mujer, cer-
tificada por un médico” y hay médicos pro aborto que no tienen ninguna
limitación para certificar que la mujer padece enfermedad mental y que
puede suicidarse y que para evitar ese daño puede abortar. Y aborta y ese
aborto no es delito. Luego de que aborta, según informaciones de prensa,
las mujeres logran sanarse mentalmente6.
7
Sentencia C-177 de 2001.
Conclusiones
Me permito presentar a consideración de las academias, las siguientes:
1) El Derecho Positivo es la suma de norma y jurisprudencia. La nor-
ma sin la adición de la jurisprudencia dictada por las Cortes de
cierre se aplicaría de manera arbitraria por cada juez, funcionario
o persona encargada de administrar justicia o decidir en Derecho.
2) La jurisprudencia pedagógica, que no es ley en estricto sentido,
de la Corte Constitucional debe ser acatada por todas las demás
autoridades.
3) La Jurisprudencia que ordena, que manda, y que consta en la parte
resolutiva de las sentencias de la Corte Constitucional es ley. Mo-
difica o adiciona una norma. Ejemplos claros son las sentencias
que dieron vida al “matrimonio” entre personas del mismo sexo y
a las circunstancias en las que el aborto no es delito.
4) La Corte Constitucional ha ordenado que su jurisprudencia es ley
de obligatorio cumplimiento por parte de todas las demás autori-
dades, como la Corte Suprema, el Consejo de Estado y hasta el
inspector de policía o la junta de acción comunal.
5) Las leyes dictadas por la Corte Constitucional no necesitan refren-
dación por parte del Congreso. Son leyes y como tales pueden ser
objeto de reglamentación por parte del presidente de la República.
6) Por seguridad jurídica, la jurisprudencia debe ser uniforme y acata-
da en el mismo sentido por todas las autoridades. Este presupuesto
es difícil de lograr si no están todos los funcionarios debidamente
capacitados.
7) Las Cortes al crear jurisprudencia la aplican a conductas o hechos
ya cumplidos con efectos retroactivos lo que está prohibido, pues
quiebra la seguridad jurídica que es de la esencia del debido pro-
ceso.
8) La Corte Constitucional se considera en todo sentido Corte de
Cortes, superior a todos las demás Cortes y ejerce funciones su-
praconstitucionales porque se arroga la función de modificar la
Constitución como lo hizo con el art. 42 de la Constitución.
9) La jurisprudencia reiterada de las Cortes de cierre como la Corte
Suprema o el Consejo de Estado deben servir de orientación para
Referencias bibliográficas
FRADIQUE-MÉNDEZ, Carlos. Adagios y términos jurídicos latinos. Bogotá,
Ediciones Jurídicas Gustavo Ibañez. 1998.
FRADIQUE-MÉNDEZ, Carlos. Antología de la Poesía Jurídica. Bogotá,
Ediciones Jurídicas Gustavo Ibañez. 1998.
MORALES MOLINA, Hernando. Técnica de Casación Civil. Bogotá, Ediciones
Lerner, Ltda. 1963.
PÉREZ VIVES, Álvaro. Recurso de casación en materias, civil, penal y del
Trabajo. Editorial Temis. 1966.
_____. Archivo de notas y trabajos personales de Carlos Fradique-Méndez
durante 40 años.
_____. Artículos y noticias de prensa tomadas de la red, sobre los temas
tratados.
_____. Código Civil Colombiano. Bogotá. Editorial Legis. 2018 y con información
en internet para actualizar el texto.
*
Doctor en Derecho, Junio 4 de 1963. Especializado en Derecho Procesal
Civil, Derecho Comercial Casación Civil, (Universidad del Rosario),
Derecho Notarial. ExJuez Civil Municipal de Bogotá y Civil del Circuito
de Bogotá. Asesor Jurídico Ministerio de Agricultura, magistrado
del Tribunal Superior de Bogotá, Sala Civil, secretario general de la
Gobernación del Tolima, gerente liquidador de Industrias del Mangle,
magistrado del Tribunal Disciplinario, gobernador del Tolima, asesor
jurídico de la Universidad Nacional. Notario 32 del Círculo de Bogotá.
En el ejercicio Profesional como litigante y consultor jurídico por espacio
de más de treinta años, con énfasis en el área de Derecho Civil y régimen de propiedad
horizontal. Miembro Honorario de la Academia Colombiana de Jurisprudencia. Ha ejercido
la cátedra en Derecho Civil en las Universidad Libre, Gran Colombia, y Externado de
Colombia. Actualmente profesor de pregrado en la Facultad de Jurisprudencia.
*
Doctor en derecho. Magister en derecho administrativo. Magister en
estudios políticos. DEA en derecho procesal. Especialista en legislación
financiera. Abogado. Profesor emérito y titular de la Universidad del
Rosario. Investigador Senior Colciencias. Miembro correspondiente de
la Academia Colombiana de Jurisprudencia.
Conclusión
En la medida en que la habilitación de legislador de excepción que, con la
declaración de un estado de emergencia, adquiere el ejecutivo, conlleva
Referencias
AGAMBEN, Giorgio. Estado de excepción. Buenos Aires: Adriana Hidalgo
editora, 2005.
CHÁVEZ, Daniel. El Estado, las respuestas públicas y el día después de la pan-
demia. Descargado de https://www.clacso.org/el-estado-las-respuestas-
publicas-y-el-dia-despues-de-la-pandemia/
FOUCAULT, Michel. El nacimiento de la biopolítica. México: FCE, 2007.
El control automático
Un decreto legislativo de estado de excepción tiene control automático de
la Corte Constitucional y control político del Congreso; ambos examinan
la declaratoria de emergencia y las medidas adoptadas por decretos con
fuerza de ley, tomadas en razón de ella.
Ni siquiera, en estado de conmoción interior, artículo 213, se pueden
suspender las libertades fundamentales (art. 214. N.1, 3) ni se puede in-
terrumpir el normal funcionamiento de las ramas del poder público. La
emergencia económica, social y ecológica del artículo 215, que fue la que
decretamos, no es idónea para ello. Por esto, las medidas de confinamiento
están en decretos gubernamentales de antes de la emergencia y, una de las
prórrogas, después.
Hay control político del Congreso, comienza por examinar a fondo las
razones que motivaron la declaratoria de emergencia y tiene 30 días para
pronunciarse, según informe que reciba del ejecutivo. Incluso, puede
derogar o modificar, dentro del año siguiente, los decretos producidos con
fundamento en la emergencia. Para tal efecto, el gobierno lo convoca en
los 10 días siguientes, si no estuviere reunido.
Resulta que, previamente a la declaratoria de emergencia, se confinaron a la
reclusión a todas las ramas del poder público, luego, el Congreso no puede
cumplir con sus atribuciones; se le autoriza por el ejecutivo para actuar
virtualmente, autorización de dudosa procedencia, ¿será esta la manera?,
¿no debería decidirlo el Congreso, en razón de la independencia de las
ramas? La virtualidad tiene limitaciones y más aún para un control político
parlamentario que debe consistir en debates de fondo, con la intervención
de todos los partidos y, muy especialmente, de la oposición.
A la Corte Constitucional le corresponde el control automático, para ello
el gobierno envía los decretos dictados con fundamento en la emergencia,
al día siguiente. Si no los envía el Gobierno, la Corte aprehende de oficio
el conocimiento sobre los mismos. Pero resulta que la Corte también está
confinada por decreto gubernamental; aunque procedió al control virtual,
queda con las limitaciones de la discusión virtual no presencial.
Las cuarentenas o aislamientos obligatorios, dictados antes de la decla-
ratoria de emergencia, que son las medidas más severas de restricción de
nuestra libertad en las últimas décadas, carecen hoy de control judicial y
político, lo cual no es un asunto irrelevante; como tampoco lo es que no
sea claro si estos confinamientos pueden ser decretados también por alcal-
des y gobernadores; que como hemos visto, gozan confinando a la pobla-
ción y, algunos, son los primeros en violar sus propias normas.
Algunos alcaldes y gobernadores, con afán de protagonismo, han queri-
do adelantarse al Gobierno central y, lo que efectivamente han hecho, es
trasladarse la responsabilidad por actuar con competencias dudosas, así se
trate de “dolus bonus”.
Se presentan situaciones absurdas, como por ejemplo, el Congreso debati-
rá si podían gravar las pensiones nuevamente; se supone que el gravamen
ya se había cobrado sobre el ingreso, sueldo o los honorarios; lo que pasó a
los fondos o a Colpensiones, fue el aporte obligatorio de un ingreso que ya
tributó; luego volver a gravarlas ahora, sería un doble impuesto; el hecho
generador ya fue gravado. Y la Corte Constitucional tendrá un control
3
“Se dice que Pedro Sánchez se ha extralimitado y que ha usado de manera “abusiva e ina-
propiada” el estado de alarma. Lo que, a su juicio, habría provocando una “vulneración” de
la Constitución al utilizarse esta figura legal para confinar a los españoles en sus casas.
“Si el Gobierno quería, como ha hecho, suspender el ejercicio de derechos fundamentales
individuales y colectivos tenía que haber acudido a la declaración del estado de excepción”,
ha insistido el portavoz de la dirección nacional de Vox, Jorge Buxadé, en una rueda de
prensa telemática, en la que ha recalcado que el estado de alarma sólo permite “limitar la
libre circulación” pero no el confinamiento.
El recurso que se presentará en las próximas horas ante el Tribunal Constitucional argumenta
que han quedado «suspendidos» derechos fundamentales como la libertad de reunión, la
libertad de manifestación, el derecho a la educación presencial de los alumnos o a la propia
libertad individual. Igualmente, advierte del sistema de denuncias y sanciones económicas
que se han llevado a cabo contra las personas incumplidoras del real decreto.
De prosperar el recurso, el Tribunal Constitucional tendría que pronunciarse si las medi-
das de confinamiento se han ajustado a la Carta Magna y, por tanto, establecería de cara a
posibles casos en el futuro cuáles son los criterios y los límites de un estado de alarma”. El
País de España 27 de abril.
Cuarentena en la justicia
El sistema judicial quedó en evidencia en esta crisis. No estaba preparado
para una cuarentena, ni existen los instrumentos para que las autoridades
judiciales pudiese flexibilizar los procedimientos, adaptándolas a la situa-
ción de emergencia. Las normas del debido proceso no permiten que el
juez adapte el procedimiento a los mecanismos que ofrece la tecnología y
las plataformas virtuales para que no se suspendan las actuaciones. Así que
lo único que pudo hacer el Consejo Superior de la Judicatura fue suspender
los términos; es decir, que el sistema judicial entre en una especie de hiber-
nación, como si esto fuese posible en una sociedad, sobre todo cuando la
pandemia puede durar en actividad muchos meses y hasta años.
Resulta que sí existe la manera de que no se suspendan las actuaciones
procesales, cuando existe una norma previa que autorice la adaptación o el
paso a los sistemas telemáticos, como ocurre con el sistema arbitral, que
ha seguido funcionando. Habrá audiencias que deban suspenderse y tér-
minos, como los relacionados con traslados de demandas que se requieran
para recaudar pruebas, pero en general el proceso continúa y se impulsa en
la mejor forma posible.
Algunas actuaciones penales han podido adelantarse; la suspensión de tér-
minos afectó hasta el trámite de las tutelas. Perfectamente los procesos en
general y, especialmente los civiles, podrían en esta eventualidad adelan-
tarse en expedientes electrónicos y el juez tomar la decisión de tramitarlos
de esa manera, mientras pasa la pandemia.
No se aprovechó el estado de emergencia para haber permitido el cambio
del proceso, del oral al virtual, pudiendo las partes, utilizando el internet,
alegar por escrito y los jueces dictar sentencias también por escrito y reci-
bir pruebas, testimonios interrogatorios por plataformas virtuales. Habría
sido una gran oportunidad, así como para desembargar los recursos de la
salud depositados en las cuentas de clínicas y hospitales, por orden de jue-
ces que discuten sobre su naturaleza jurídica.
Pero lo que se avecina en Colombia es toda una pandemia de procesos
judiciales en el futuro, la congestión del sistema va a ser enorme y no esta-
mos preparados para ello. Por ejemplo, lo que será el examen de la respon-
sabilidad del Estado en todo este manejo, pues es evidente que el sistema
de salud estaba atrasado y deficitario como en muchos países; no había
siquiera material para proteger a los médicos. La falla en servicio motivará
miles de demandas contra el Estado que habrá que afrontar.
Pero, además, las relaciones de salubridad con ocasión de los pacientes
atendidos, que generarán conflictos de responsabilidad médica con médi-
cos, clínicas, hospitales, EPS, etc., que llegarán seguramente a engrosar
el torrente judicial. Temas de responsabilidad sanitara pondrán en jaque a
clínicas, hospitales y médicos. En España se aprovechó la emergencia para
dictar decretos exonerativos y limitativos de responsabilidad, originada en
el manejo médico de los casos. Acá no tocamos el tema.
Además, las relaciones contractuales entre particulares y de estos con el
Estado; en todo tipo de contratos; enfrentados a una circunstancia extraor-
dinaria, atípica, que no pudo preverse, que en unos casos impiden el cum-
plimiento de la prestación, en otros la dificultan y que dará lugar a todo
tipo de acciones. Vendrán cientos de conflictos en materia de arrendamien-
tos y, otros tantos, de carácter laboral. Estamos ante la necesidad de una
jurisdicción especial para los conflictos derivados de la pandemia, y en-
contrar la manera para definirlos sin congestionar el sistema.
Afortunadamente, salieron medidas para las adopciones, que tenían rete-
nidas y en suspenso de la situación de menores vulnerables y de difícil
adoptabilidad; pero con la gran equivocación de atomizar más la función
judicial. Ningún sentido tiene que funcionarios de procuraduría asuman
las funciones de los jueces.
El tema carcelario quedó a mitad de camino. La medida adoptada no fue
suficiente y se avecina un gran problema con la población carcelaria.
Conclusiones
Por supuesto que hay que dictar medidas para conjurar la pandemia, pero
en un Estado de derecho todas las medidas deben ser objeto de un adecua-
do y oportuno control.
Se requieren más determinaciones y, en lo tocante a la administración de
justicia, hay que precisar una serie de medidas tendientes a conjurar todos
4
El Consejo de Ministros tiene previsto aprobar el martes un decreto ley de “medidas pro-
cesales y organizativas para hacer frente al covid-19 en el ámbito de la Administra-
ción de Justicia”, que incluye actuaciones sobre plazos procesales, agilización de recursos,
organización y uso de medios telemáticos, con el fin de evitar el colapso de los juzgados
durante la pandemia.
El texto consta de 27 artículos, una disposición adicional, dos disposiciones transitorias,
seis disposiciones finales y una disposición derogatoria, referidos a los distintos órdenes
jurisdiccionales, especialmente concursal, mercantil y social. Y se crea un procedimiento
especial y sumario para resolución rápida en materia de familia. Las medidas se aplicarán
durante el estado de alarma y los tres meses posteriores.
jueces y del Congreso. Por lo tanto, sus límites no pueden ser los del “dere-
cho de gentes”, como rezaba la Constitución de 1886, sino, ante todo, los del
respeto a las garantías y derechos fundamentales, que no pueden ser suspen-
didos en los estados de excepción, como lo exige la Constitución de 1991.
La perspectiva del repaso somero, del estado de excepción de emergen-
cia económica empieza desde 1974, seis años después de su creación en
1968, en aras a una nueva racionalidad jurídica, en cuanto a los medios
de la intervención del Gobierno en situaciones excepcionales, que si bien
producen malestar público, su causa es económica (social, o ecológica que
produzcan calamidad pública) etiología que no se compadece con el uso y
el abuso del “estado de sitio”.
Por lo tanto, las medidas del estado de emergencia tienen una finalidad no
represiva, como las de orden público del estado de sitio, ya que se trata de
situaciones donde la etiología del problema de orden público es econó-
mica, y desde la Constitución Política (C.P.) de 1991 puede ser también
social y ecológica. Desde esta premisa que hay temas de orden público
con origen en materias que requieren de intervención económica y social.
La segunda reflexión es que el control democrático de los estados de ex-
cepción, involucra a los jueces y al Congreso. No debemos olvidar que,
en la Constitución de 1886, la declaratoria del estado de sitio, requería del
concepto previo del Consejo de Estado y, posterior, de constitucionalidad
de la Corte Suprema de Justicia.
Control judicial
No se debe perder de vista, en este sentido, que tanto el Juez Constitucio-
nal, como el Contencioso Administrativo juegan un papel imprescindible
en la preservación del control del poder, que es el control de la legalidad
democrática; el respeto por las normas superiores. No cabe duda de los
alcances, precauciones y mandatos del artículo 215 superior, bajo el man-
dato incondicional que los en el estado de excepción de emergencia eco-
nómica, los derechos fundamentales no se suspenden, por lo que la acción
de tutela sigue vigente y viable. El 215 superior, y la Ley 137 Estatutaria
de los estados de excepción, encargada del control de constitucionalidad
de los decretos legislativos, dictados en uso de las facultades del estado
El control político
A efecto del control político en la citada Ley Estatuaria (art. 48) exige in-
formes a presentar por el congreso. El Gobierno debe rendir al Congreso
un informe motivado sobre las causas que determinaron la declaración y
las medidas adoptadas. El Congreso examinará dicho informe en un plazo
hasta de treinta (30) días, prorrogables por acuerdo de las dos Cámaras, y se
pronunciará sobre la conveniencia y oportunidad de las medidas adoptadas.
Finalmente, en orden a precaver los abusos a los derechos fundamentales
durante los estados de excepción, se dispone en el 54 de la mencionada
Ley 137, que: “Cuando los decretos expedidos establezcan limitaciones a
los derechos fundamentales de los ciudadanos, se deberán también consa-
grar controles expeditos y precisos que deberá realizar el Ministerio Públi-
co para garantizar que las aplicaciones de las restricciones establecidas no
excedan de los límites previstos en las normas correspondientes. Además,
el Procurador General de la Nación podrá sugerir a las autoridades admi-
nistrativas correspondientes que las medidas que a su juicio sean abier-
tamente contrarias a la Constitución, o afecten el núcleo esencial de los
derechos fundamentales de los ciudadanos, sean revocadas o modificadas
en forma inmediata.
La expresión de la legitimidad de las medidas del estado de emergencia,
como elemento del control democrático, vienen dadas por el papel del
Congreso, que no solo recibirá los informes oficiosos de que habla el artí-
culo 215 superior, sino que está facultado para:
Solicitud de informes
El artículo 135 numeral 3 de la C.P. que señala como función de cada
una de las cámaras “solicitar al gobierno los informes que necesite…”.
En concordancia con el artículo 200 numeral 5 que contempla que los
gobiernos, en relación con el Congreso, tienen la función de “rendir a las
cámaras los informes que estas soliciten sobre negocios que no demanden
reserva”.
Citaciones
El citado artículo 135 numeral 8 y 9 de la C.P. faculta a las cámaras para
citar y requerir a los ministros, superintendentes y directores de departa-
mentos administrativos para que concurran a las sesiones; citación que de-
berá formularse por escrito. Igualmente, las cámaras, por separado, pueden
proponer moción de censura a los mismos funcionarios no solo por las fun-
ciones relacionadas a sus cargos, sino por no atender los requerimientos
y finalmente no concurrir a las citaciones del Congreso de la República.
Control presupuestal
El artículo 346 de la C.P. en materia presupuestal, una de las funciones del
gobierno con relación al congreso es la formulación “anualmente del pre-
supuesto de rentas y ley de apropiaciones que deberá corresponder al plan
nacional de Desarrollo y lo presentará el congreso, dentro de los primeros
diez días de cada legislatura”.
La oposición y el control
No es concebible control sin oposición. El control del Congreso es por lo
tanto político. Va más allá de la legalidad, del análisis o debate normativo.
Es imperativo para el control político exponer la concepción del Estado y
la sociedad que trasciende al alcance de las medidas y conforme las ideo-
logías y posturas políticas, plantear alternativas frente al “decisionismo
autoritario”, esto es, querer un ejecutivo sin control y una democracia de
papel así si será un Congreso virtual, qu desaparece en nuestra democracia.
*
Notas levemente ampliadas de la presentación realizada en el Foro
virtual “Estado de Derecho y estado de Emergencia”, organizado por la
Academia Colombiana de Jurisprudencia el 30 de abril de 2020.
**
Es profesor asociado y jefe del Departamento de Estudios Jurídicos de la
Universidad Icesi. Es doctor en Derecho de la Universidad de los Andes,
magister en Derecho de la Universidad Nacional de Colombia, especia-
lista en Derecho Público de la Universidad Externado de Colombia y
abogado de la Universidad del Cauca. Fue Visiting Scholar en Harvard
Law School.
1
RAMONET, Ignacio. “La pandemia y el sistema- mundo”, La Jornada, 25 de abril de
2020. https://www.jornada.com.mx/ultimas/mundo/2020/04/25/ante-lo-desconocido-la-
pandemia-y-el-sistema-mundo-7878.html
2
Una revisión panorámica de las medidas tomadas en varios países de América Latina y
Europa desde una perspectiva constitucional puede consultarse en: Emergencia sanitaria
por COVID-19: Derecho Constitucional Comparado, Nuria González y Diego Valadés
(Comp.), IIJ, UNAM, Ciudad de México, 2020: https://www.juridicas.unam.mx/publica-
ciones/detalle-publicacion/157
3
CHIEN-LIANG, Lee. “Taiwan’s Proactive Prevention of COVID-19 under Constitution-
alism”, VerfBlog, 2020/4/22, https: //verfassungsblog.de/taiwans-proactive-prevention-of-
covid-19-under-constitutionalism/ .
4
DEAN, Knight. WLockdown Bubbles through Layers of Law, Discretion and Nudges –
New Zealand”, VerfBlog, 2020/4/07, https://verfassungsblog.de/covid-19-in-new-zealand-
lockdown-bubbles-through-layers-of-law-discretion-and-nudges/.
5
ZEROFSKY, Elizabeth. “How Viktor Orbán used the Coronavirus to seize more power”,
9 de abril de 2020, The New Yorker, https://www.newyorker.com/news/letter-from-europe/
how-viktor-orban-used-the-coronavirus-to-seize-more-power
6
GARGARELLA, Roberto. “Los riesgos del estado de emergencia en América Latina”,
La Nación, 30 de marzo de 2020, https://www.lanacion.com.ar/opinion/coronavirus-los-
problemas-del-estado-emergencia-america-nid2348990
7
En el debate han participado varios juristas. Buena parte se puede reconstruir en: Rodrigo
Uprimny, “La cuarentena constitucional”, https://www.dejusticia.org/column/la-cuarente-
na-constitucional/; Julián Gaviria y Esteban Hoyos, “Pandemia y poderes presidenciales:
un problema y una propuesta”; y Héctor Riveros. “hay que decretar la conmoción interior”,
https://lasillavacia.com/opinion/hay-decretar-conmocion-interior-761.
*
Doctora en Jurisprudencia de la Universidad del Rosario, especialista
en Derecho Tributario de la misma universidad, Doctora en Derecho
de la Universidad de Salamanca España (PhD), Suma Cum Laude,
diploma en Arbitraje Internacional en la Cámara de Comercio de París.
Ex decana de Derecho en la Universidad del Rosario, ex Conjuez de la
Corte Constitucional y conjuez actual del Consejo de Estado durante
más de 25 años.
Catedrática de Teoría del Tributo y Derecho Constitucional Tributario en
programas de pregrado, maestría y doctorado de la U del Rosario, U de
Salamanca, U de los Andes y otras. Conferencista y Ponente nacional e
internacional, Miembro de Número de la Academia de Jurisprudencia,
Miembro Honorario del Instituto Colombiano de Derecho Tributario
del cual ha sido Presidente en tres períodos; Presidente de la Comisión
Académica, Fundadora del Centro de Investigaciones en Derecho
Tributario y del Observatorio de Jurisprudencia Tributaria de la misma
institución. Ejercicio del derecho como socia fundadora de la firma
Quiñones Cruz Abogados, desde 1979.
Introducción
En los estados de emergencia, en Colombia, desde la Constitución de
1991, art 2151, quedó absolutamente resuelta la incertidumbre originada
en el antiguo artículo 122 de la anterior constitución, que dio origen a dos
interpretaciones contrapuestas: la que asumió la Corte Suprema de Justicia
en el gobierno de Alfonso López Michelsen, que le permitió adoptar la
espina dorsal de nuestro sistema tributario mediante decretos legislativos
amparado en la caída del Puente de Quebrada Blanca, y la que se situó en
1
Artículo 215. Cuando sobrevengan hechos distintos de los previstos en los artículos 212 y
213 que perturben o amenacen perturbar en forma grave e inminente el orden económico,
social y ecológico del país, o que constituyan grave calamidad pública, podrá el Presi-
dente, con la firma de todos los ministros, declarar el Estado de Emergencia por períodos
hasta de treinta días en cada caso, que sumados no podrán exceder de noventa días en el
año calendario. Mediante tal declaración, que deberá ser motivada, podrá el Presidente,
con la firma de todos los ministros, dictar decretos con fuerza de ley, destinados exclusiva-
mente a conjurar la crisis y a impedir la extensión de sus efectos. Estos decretos deberán
referirse a materias que tengan relación directa y específica con el Estado de Emergen-
cia, y podrán, en forma transitoria, establecer nuevos tributos o modificar los existentes.
En estos últimos casos, las medidas dejarán de regir al término de la siguiente vigencia
fiscal, salvo que el Congreso, durante el año siguiente, les otorgue carácter permanente.
El Gobierno, en el decreto que declare el Estado de Emergencia, señalará el término den-
tro del cual va a hacer uso de las facultades extraordinarias a que se refiere este artículo,
y convocará al Congreso, si éste no se hallare reunido, para los diez días siguientes al
vencimiento de dicho término. El Congreso examinará hasta por un lapso de treinta
días, prorrogable por acuerdo de las dos cámaras, el informe motivado que le presente el
Gobierno sobre las causas que determinaron el Estado de Emergencia y las medidas adop-
tadas, y se pronunciará expresamente sobre la conveniencia y oportunidad de las mismas.
El Congreso, durante el año siguiente a la declaratoria de la emergencia, podrá derogar,
modificar o adicionar los decretos a que se refiere este artículo, en aquellas materias que
ordinariamente son de iniciativa del Gobierno. En relación con aquellas que son de ini-
ciativa de sus miembros, el Congreso podrá ejercer dichas atribuciones en todo tiempo. El
Congreso, si no fuere convocado, se reunirá por derecho propio, en las condiciones y para
los efectos previstos en este artículo. El Presidente de la República y los ministros serán
responsables cuando declaren el Estado de Emergencia sin haberse presentado alguna de
las circunstancias previstas en el inciso primero, y lo serán también por cualquier abuso
cometido en el ejercicio de las facultades que la Constitución otorga al Gobierno durante
la emergencia. El Gobierno no podrá desmejorar los derechos sociales de los trabajado-
res mediante los decretos contemplados en este artículo.
PARÁGRAFO. El Gobierno enviará a la Corte Constitucional al día siguiente de su expedi-
ción los decretos legislativos que dicte en uso de las facultades a que se refiere este artículo,
para que aquella decida sobre su constitucionalidad. Si el Gobierno no cumpliere con el
deber de enviarlos, la Corte Constitucional aprehenderá de oficio y en forma inmediata su
conocimiento.
2
En este aparte sigo las ideas que expuse en mi tesis doctoral de hace más de 20 años, La
legislación de emergencia tributaria. Un estudio comparado. Salamanca 1999.
Alivios fiscales
Una mirada a las disposiciones de alivio lleva a la conclusión de que no
ofrecen mayores dudas sobre su pertinencia y conexidad con la crisis.
• Decreto legislativo No. 520 del 6 de abril de 2020. Ministerio de
Hacienda y Crédito Público. Modifica el calendario tributario apla-
zando obligaciones formales.
• Decreto 530 exenciones de GMF e IVA para los retiros que realicen
las entidades sin ánimo de lucro pertenecientes al Régimen Tributa-
rio Especial de las cuentas corrientes y/o de ahorro constituidas en
entidades vigiladas por la Superintendencia Financiera de Colom-
bia. Y dispone que las donaciones no se consideran como ventas,
para efectos de IVA, siempre que se trate de elementos de los nece-
sarios para la emergencia.
• Las del Decreto 535 que abrevia los plazos de devolución de saldos
a favor a un máximo de 15 días, para mejorar la caja de los contri-
buyentes, siempre que se trate de contribuyentes del impuesto sobre
la renta y complementarios, y del impuesto sobre las ventas que no
sean calificados como de riesgo alto en materia tributaria, con riesgo
de fraude y/o riesgo especifico, determinado a partir de elementos
objetivos, historial del contribuyente y la información disponible de
la Autoridad Tributaria.
• Exclusión del impuesto sobre las ventas,IVA, al servicio de garantías
otorgado por el Fondo Agropecuario de Garantías, FAG. Decreto
legislativo 573 del 15 de abril de 2020.
• Decreto legislativo 551 del 15 de abril de 2020. Ministerio de Ha-
cienda y Crédito Público exonera del IVA algunos bienes sanitarios
en la importación y en las ventas en el territorio nacional, sin dere-
cho a devolución y/o compensación.
4
Es evidente que se trata de la institución muy conocida del “mínimo vital indisponible para
el fisco” que está referida a la exención de los ingresos básicos de subsistencia personal
y familiar y no a los mínimos vitales salariales remuneratorios de un trabajo o de una
prestación. Se trata de un espacio en el cual no pueden penetrar los impuestos por razones
de justicia y de respeto a los derechos del contribuyente a conservar para sí una porción de
su ingreso para usar libremente sin tener que demostrar el nivel de gastos ni dependientes o
personas a cargo.
11
La sentencia C-083 de 2019 se pronunció sobre la pensión así: 5.6. La definición que esta
Corte ha dado a la pensión de vejez, se remonta a la sentencia C-177 de 1998, en la que
indicó que se trataba de una compensación a la actividad desarrollada por un tiempo consi-
derable y que genera la disminución de la fuerza laboral y luego en decisión C-230 de 1998,
recabó en que no se trataba de un derecho gratuito, sino surgido con ocasión de la acumula-
ción de cotizaciones y de tiempos de servicio efectuados por el trabajador. 5.8. De otro lado
la técnica de capitalización, en términos simples, se realiza a través del ahorro individual,
de manera que las cotizaciones de los afiliados son las que alimentan su reserva que se in-
crementa con los intereses que recibe, por todo el tiempo cada asegurado y se hace efectivo
cuando se completa un valor suficiente para asegurar el pago de la pensión. En la Ley 100 de
1993 esto tiene una variación, pues por razón del principio de solidaridad y de la finalidad
de progresión en la cobertura, aun si el valor del ahorro no alcanza, pero se convierte en
cotizaciones de semanas, se garantiza una pensión mínima.
12
Los considerandos de este decreto invocan la necesidad de un apoyo fiscal urgente, debido
al costo de las atenciones en salud, inversión en unidades de cuidados intensivos, expan-
sión del área de aislamiento y la fragilidad del derecho al mínimo vital de los hogares más
vulnerables, así como de la clase media y de los trabajadores informales. Igualmente se
invocan las necesidades de los trabajadores por cuenta propia, que alcanzan un 42,4%, y
cuyos ingresos dependen de su trabajo diario que se ha visto disminuido por las medidas
que afectan fundamentalmente a los no asalariados. Se aduce que los recursos públicos re-
sultan insuficientes para atender la calamidad y sus efectos, razón por la cual busca generar
nuevos recursos para apoyar la clase media vulnerable y a los trabajadores independientes.
esto quiere decir, que las cotizaciones y los rendimientos a la inversión es-
tán exentos, mientras que el pago de las pensiones o mesadas está gravado.
En la construcción de la tabla de derecho comparado, cuyos datos se to-
maron de la OCDE, se adoptaron las siguientes siglas: (i) EET (sigla que
en inglés de exento, exento y gravado) que grava solo las mesadas pensio-
nales ; (ii) EEE (sigla en inglés de exento, exento, exento) que no es otra
cosa que una triple no tributación; (iii) TET (gravado, exento, gravado)
que significa un gravamen del ingreso para el trabajador que se convierte
en cotización, exentos los rendimientos pero gravadas las pensiones; (iv)
TEE (gravado, exento y exento) que corresponde a los que gravan solo el
ingreso una sola vez al tiempo de recibirlo durante la vida laboral activa;
(v) ETT (exento, gravado, gravado); (vi) TTE (gravado, gravado, exento).
Tabla: adaptada del documento de la OCDE “Financial incentives for funded private pension
plans, 2019.
Tabla: adaptada del informe de la OCDE “The tax treatment of retirement savings in private
pension plans”.
Esta es otra muestra más amplia, que ilustra cómo se gravan las pensiones
provenientes de los fondos privados.
Conclusiones
Las tesis que he expuesto pueden resumirse así:
1. No existe una prohibición constitucional ni ninguna regla de los tra-
tados internacionales de derechos humanos o de derechos económi-
cos, sociales y culturales suscritos por Colombia, que impida gravar a
las rentas obtenidas por pensiones y menos aún a las rentas obtenidas
por el trabajo activo, que desde hace mucho tiempo forma parte de la
base gravable del impuesto general a la renta de las personas naturales.
Gravar los salarios con tributos tampoco limita las oportunidades en
*
Doctor en Ciencias Jurídicas de la Universidad Javeriana. Doctorado en
Derecho Administrativo en la Universidad de París, Derecho Económico
en London School of Economics. Ministro de Agricultura y Desarrollo
Rural.Embajador de Colombia en Francia.
Ministro de Hacienda y Crédito Público. Ministro encargado de funcio-
nes presidenciales en varias ocasiones. Senador de la República. Miem-
bro del Comité para asuntos de Energía de las Naciones Unidas. Ministro
el presidente Duque, habló, por ejemplo, que esperaba recibir apoyos del
Gobierno central para ejecutar su plan de desarrollo (ahora centrado en
inversiones de infraestructura y de carácter social para reconstruir la mal-
trecha situación laboral de la capital) en una cifra de cerca de 40 billones
de pesos.
O sea, por el lado solo del Gobierno central, ya vamos en requerimientos
para financiar el programa de gasto público contra cíclico en 67 billones
de pesos. Y no sería sorprendente, si sigue agravándose la situación laboral
del país con el confinamiento y si se resuelve subsidiar total o parcialmente
con cargo al presupuesto nacional las nóminas de los desocupados (que
están creciendo como espuma; la última encuesta del Dane dio cuenta que
en el último mes, sin contar todavía a abril que es el mes más duro, habían
subido en 1 600 000) que los costos fiscales del próximo año se incremen-
ten aún más.
Suma inmensa, pero que no debe tampoco hacernos perder la calma. Todas
las grandes crisis y las guerras en la historia se han financiado inicialmente
con enormes endeudamientos públicos. Que luego, cuando pasa la emer-
gencia, se van recogiendo con nuevos tributos y con el simple crecimiento
de la economía cuando las aguas retornan a orillas más tranquilas.
Por el momento, y habiendo desechado una reforma tributaria en estas cir-
cunstancias, hay que iniciar una tarea intensa de consecución de créditos
para financiar el gran programa contra cíclico de reconstrucción de la eco-
nomía de la pospandemia. Ya el gobierno está en eso e inició la tarea ante
el FMI y el BID, y seguramente lo está haciendo también ante el Banco
Mundial y la CAF. Así manejamos la crisis en 1998 y 1999: comprome-
tiendo con ayudas crediticias a todas las entidades multilaterales.
La posibilidad de tocar la puerta del Banco de la República es también una
opción que debe dejar abierta el Gobierno. Se justifica en las circunstan-
cias actuales. Y la contempla la Constitución nacional, precisamente, para
emergencias mayúsculas como la que estamos afrontando.
NB. Se trató la flexibilización de la regla fiscal en tiempos de emergencia,
los efectos en el presupuesto de 2021 y el endeudamiento público.
*
Abogado egresado de la Universidad Nacional de Colombia, con título
de Maestría en Derecho Económico de la Universidad Externado. Ha
sido magistrado auxiliar del Consejo de Estado, magistrado auxiliar de
la Corte Constitucional y magistrado de la Sección Cuarta del Tribunal
Administrativo de Cundinamarca. Es docente en los niveles de Maestría
y Especialización en derecho económico y servicios públicos domicilia-
rios; abogado consultor y miembro del Comité de Vocabulario Técnico
de la Academia Colombiana de la Lengua.
Obras publicadas:
Régimen de los Servicios Públicos Domiciliarios, Ediciones Jurídicas Gustavo Ibáñez,
Bogotá, junio de 2001, 441 págs. 2ª Edición. ISBN 958-9333-86-9.
Régimen Jurídico Empresas de Servicios públicos domiciliarios mixtas, artículo “Régimen
presupuestal de las empresas de servicios públicos mixtas”, pág. 201 a 212, Universidad
Externado de Colombia, Bogotá, octubre de 2004. ISBN 958-616-845-X. El libro tiene en
total 230 páginas.
Contexto, Revista de Derecho y Economía, artículo, “La Responsabilidad Fiscal en tanto
Universo posible de los eventos que entrañen aporte estatal”, pág. 63 a 83, Universidad
Externado de Colombia, Bogotá, noviembre de 2004, edición especial No. 21. ISSN 0123-
6458. La revista tiene en total 98 páginas.
Procedimiento Administrativo, Escuela Judicial Rodrigo Lara Bonilla, Bogotá, diciembre
de 2007, 166 págs. ISBN 978-958-8331-25-6.
Letras Jurídicas, artículo “El Control Fiscal en las Empresas de Servicios Públicos Mixtas”,
pág. 173 a 193, Empresas Públicas de Medellín E.S.P., Medellín, volumen 4, No. 1 de mar-
zo 1999. ISSN 0122-7564. La revista tiene en total 288 páginas.
La solidaridad y la redistribución en el servicio público de acueducto, Ediciones Jurídicas
Gustavo Ibáñez, Bogotá, septiembre 3 de 2014; 423 págs. 1º Edición. ISBN 978-958-749-
399-3.
Historia Constitucional de Colombia, Siglo xxi, junto con otros autores, Academia Colom-
biana de Jurisprudencia, Bogotá, abril de 2019, págs. 253 a 274, 3ª Edición. ISBN 978-958-
8392-61-5
1
Comisión de Regulación de Energía y Gas (CREG); Comisión de Regulación de Agua
Potable y Saneamiento Básico (CRA), art. 68 y concordantes de la Ley 142 de 1994.
2
En escatológica competencia doméstica con algunos pasajes de la conocida obra de Bram
Stoker.
Sucinta justificación
En atención y consideración a la grave contingencia sanita-
ria que enfrenta y afronta el mundo entero, y en particular
Colombia, como consecuencia de la pandemia causada por
el contagio masivo del virus denominado COVID-19, así
como por los impredecibles, imprevisibles e inestimables
*
Abogado consultor, asesor y litigante. Especializado en Derecho
Comercial de la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá.
Maestría en Derecho Empresarial de la Pontificia Universidad
Javeriana y del Centro de Estudios Garrigues de Madrid, España.
Diplomado en Arbitraje, Litigio Arbitral y Conciliación. Certi-
ficado como Mediador de Conflictos de Gobierno Corporativo
por Global Corporate Governance Forum, IFC y World Bank. Conjuez. Árbitro.
Profesor de la Pontificia Universidad Javeriana, Universidad del Valle, Universi-
dad Icesi y Universidad Pontificia Bolivariana. Miembro de la Academia Colom-
biana de Jurisprudencia. Autor de artículos investigativos y científicos publicados
en revistas indexadas. Analista y Consultor jurídico, corporativo y financiero. Ha
sido columnista de El País y Semana.
TASA DE USURA
Por encima de 51.27 % IEA
Ahora bien, desde el punto de vista de la captación del ahorro público,
la situación no cambia, en razón a que son los mismos establecimientos
de crédito quienes también fijan la tasa de captación por medio de un
indicador denominado DTF, que significa la tasa de interés que en prome-
dio pagan los establecimientos de crédito a los ahorradores, cuando éstos
entregan sus ahorros mediante la constitución de certificados de depósito a
término (CDT) con plazo de 90 días.
Si revisamos la tasa de captación vigente en la presente semana encon-
tramos que es:
TASA DE CAPTACIÓN DEL AHORRO PUBLICO (DTF)
4.53 % interés efectivo anual. (IEA)
Lo anterior pone de presente, que la diferencia entre la tasa de capta-
ción (4.53 %) y la tasa de colocación (18.19 %) es sideral, y en buena
medida explica, la jugosa rentabilidad que obtiene el sistema financiero
en comparación con todos los sectores de la economía real, sin entrar a
considerar los caros costos financieros que deben pagar los usuarios por
un servicio público.
No siendo poco lo anterior, y en desarrollo de lo previsto en el artículo 371
de la Constitución Nacional, el Banco de la República, como banco cen-
tral, tiene entre sus funciones la de ser banquero de los establecimientos
de crédito para irrigarles recursos cuando afrontan situaciones transitorias
de iliquidez, y cuando lo hace, les cobra la llamada tasa de intervención,
la cual para el mes de abril de 2020 tan solo es de 3.7 % efectivo anual.
Las cifras de las tasas de interés antes mencionadas, de suyo revelan el
resultado irracional que arroja la metodología de cálculo aplicable para
establecer las tasas de interés en Colombia, así como la total ausencia de
intervención del Estado en la fijación de ellas, empero lo gravosas, one-
rosas y embarazosas que resultan para la economía nacional y lo mucho
que estas caras tasas de interés obstruyen su desarrollo, crecimiento y ex-
pansión; además, de que contribuyen a la concentración de la riqueza y a
la masificación de la pobreza, y de manera absurda estimulan la interme-
Proposición en concreto
Dada la grave situación sanitaria, social, económica y financiera que afronta
la nación, la cual puede prolongarse y llegar a afectar todos los sectores de
Conclusión
Es claro que, de no hacerse la modificación que se propone, la cual es
racional, legal, posible y sostenible, y ante la creciente desaceleración de
Lucio Pegoraro**
Profesor internacional invitado
*
Investigación realizada en el marco del PRIN 2017 “From Legal Plu-
ralism to the Intercultural State. Personal Law, Exceptions to General
Rules and Imperative Limits in the European Legal Space” (PI – prof.
Lucio Pegoraro – CUP J34I19004200001).
**
Profesor catedrático de la Universidad de Bolonia, profesor afiliado a
la Universidad Autónoma de Nuevo León y director del Centro Studi
América Latina. [email protected]
1
Ver H. Muir Watt, “La fonction subversive du droit comparé”, en Rev. int. dr. comp., n. 3,
2000, p. 503 ss.; además, G.P. Fletcher, “Comparative Law as a Subversive Discipline”,
en Am. journ. comp. law, n. 4, 1988; A. Somma, Introduzione al diritto comparato, 2a ed.,
Giappichelli, Torino, 2019.
2
Reenvio a L. Pegoraro, Diritto costituzionale comparato. La scienza e il metodo, Bup,
Bologna, 2014, p. 19 ss., trad. esp. Derecho constitucional comparado, I, La ciencia y el
método, Astrea, Buenos Aires, 2016, y Unam-Inst. de Invest. Jurídicas, México, 2016, p. 7 ss.
inculca o fomenta la idea de que lo que va bien aquí también vale allí, esta
idea podrá repercutir en los legisladores y en los jueces, que podrían tener
la tentación de buscar en el Derecho extranjero soluciones improvisadas (en
los contextos de decisión o invención) y/o de producir procesos de justifica-
ción de las elecciones (en el contexto de justificación o validación).
En la práctica –destaca Díaz Revorio– «la relación entre docencia e investi-
gación suele ser muy estrecha, y se produce de forma bidireccional. El pro-
fesor transmitirá habitualmente, de forma más intensa, las conclusiones de
sus investigaciones a través de su docencia. Y, por otro lado, esta actividad
docente, así como las inquietudes de los alumnos, tenderán a reflejarse en
nuevas vías de investigación. Esta relación es, en general, claramente po-
sitiva. Pero si, como ya he apuntado lo que sucede en España en el caso del
Derecho Comparado, falta una disciplina consolidada, respaldada por un
área de conocimiento autónoma (que a su vez, con frecuencia, suele tener
soporte en una asignatura estable en la mayoría de los planes de estudio de
contenido jurídico), es comprensible que los resultados de la investigación
en este ámbito sean verdaderamente pobres».
Aquí, y al otro lado del océano, la universidad no alimenta la curiosidad
por el mundo, y la producción científica sigue siendo esclava de unas vi-
siones parroquiales y unidireccionales. A su vez, estas visiones parroquia-
les y unidireccionales convencerán a la universidad de que el único camino
a seguir es limitar el estudio en áreas restringidas y con un estricto posi-
tivismo legista y utilitarista, o basado en una Grundnorm metafísica que
pretende ser la misma para todos, siempre y en todas partes (separación de
poderes y derechos humanos).
La vocación mundialista
Como recuerda Berndt Marquardt en su majestuoso tríptico Historia
mundial del Estado7, «El ser humano ha vivido la mayor parte de su historia
2000, p. 387 ss., y sintéticamente M. Oliviero, voz “Derecho islámico”, en L. Pegoraro
(ed.), Glosario de Derecho público comparado, cit., p. 120 ss.
7
V. la excelente obra, en 3 volúmenes, de B. Marquardt, I, Sociedades preestatales y reinos
dinásticos, Temis, Bogotá, 2012; II, El Estado judicial de la paz interna en Europa (siglos
xvi-xviii), Temis, Bogotá, 2013; III, El Estado de la modernidad temprana en Asia, África
y las Américas, Temis, Bogotá, 2014, y además Id., Los dos siglos del Estado constitucional
sin el Estado. Por lo menos el 99.5 por ciento de la misma»; poco menos del
60 % está representado por Asia; más de 25 millones de musulmanes viven
en Europa, así como un millón de chinos viven en el viejo continente y,
muchos otros, en el nuevo. El Medio y Cercano Oriente, y África, junto con
los migrantes, también exportan diferentes culturas, que sobreviven en sus
comunidades, al margen de las áreas territoriales y sociales de Occidente.
Los problemas derivados de la comparación están a la vista de todos. La
alimentación, el velo, las prácticas religiosas, las relaciones familiares y
hereditarias, la igualdad, el papel de la mujer, el secularismo, los derechos
del niño, los servicios de salud, la prestación de servicios, la relación con
el medio ambiente, la ciudadanía, el voto, la legitimación del poder, etc.,
se manifiestan de manera diferente y a menudo opuesta.
La política a menudo resuelve el conflicto construyendo muros y cerran-
do puertos. Los valles romanos, y los otros construidos a lo largo de los
siglos, desde la Gran Muralla hasta el Muro Atlántico, desde la línea Ma-
ginot hasta la línea gótica, todos sobrepasados, parecen no haber enseñado
nada. La ciencia jurídica, por su parte, a menudo se cierra en sí misma,
proponiendo la única receta que parece capaz de articular: respeto por la
dignidad y los derechos humanos. ¿Dignidad?, ¿derechos humanos?, ¿de-
rechos fundamentales? «When I use a word”, Humpty Dumpty said, in
rather a scornful tone, “it means just what I choose it to mean – neither
more nor less”. “The question is,” said Alice, “whether you can make
words mean so many different things.” “The question is,” said Humpty
Dumpty, “which is to be master – that’s all”»8.
en América Latina (1810-2010), Historia constitucional comparada, 2 vols, I, Metodología
y 1810-1880, y II, 1880-2010, Un. Nacional de Colombia-Inst. Unidad de Investigaciones
Jur.-Soc. G. Molina, Bogotá, 2011; Id., Historia del Estado moderno en Asia y África del
Norte (1500-2014), Un. Nacional de Colombia, Bogotá, 2014; Id., Historia mundial del
Estado. El Estado de la doble revolución ilustrada e industrial (1776-2014), Ecoe, Bogotá,
2014; Id., Historia constitucional comparada de Iberoamérica. Las seis fases desde la
Revolución de 1810 hasta la transnacionalización del siglo xxi, Ibañez, Bogotá, 2016.
8
L. Carroll, Attraverso lo specchio, en C. Pasi (ed.), Humpty Dumpty di Lewis Carrol nella
traduzione di Antonin Artaud, Einaudi, Torino, 1993, p. 24 ss. Y vale la pena, entonces,
señalar también el pasaje recordado ivi, p. 71, de C. Pasi, “Antonin Artaud: impresa anti-
grammaticale su Lewis Carroll e contro di lui”, en el que Artaud se pregunta «hasta qué
punto los escritores tienen derecho a creer que es el ‘dueño de la de la lengua’». Véase
también A. Belvedere, “I poteri semiotici del legislatore (Alice e l’art. 12 preleggi)”, en L.
Gianformaggio, M. Jori (eds), Scritti per Uberto Scarpelli, Giuffrè, Milano, 1997, p. 85 ss.
Civilistas y constitucionalistas
A diferencia de los civilistas/comparatistas, que desde principios del siglo
pasado han podido ampliar el significado de la palabra “Derecho”, la ma-
yoría de los constitucionalistas de todos los países se aferran tenazmente
a la idea de que el Derecho es solo el occidental, y todo el resto de la
humanidad representa una mera curiosidad antropológica: estudian a “los
bárbaros”, asumiendo su propio Derecho como marco de referencia, como
Leni Riefenstahl, la famosa y capaz fotógrafa del Tercer Reich, describió
a los grupos étnicos “inferiores”. La academia española refleja este patrón,
por no mencionar la estadounidense, donde el esfuerzo de comprensión
está casi totalmente ausente. Pero la italiana no es menos, en muchos de
sus elementos, al igual que la francesa, la portuguesa y la alemana.
Una prueba del tipo diferente de curiosidad mental de los Constituciona-
listas es demostrada por dos volúmenes de la Oxford University Press: el
primero, de 2006, titulado The Oxford Handbook of Comparative Law y
dirigido por M. Reimann y R. Zimmermann, afronta los problemas del
Cambridge, Cambridge U.P., 2002; R.B. Schlesinger, “The Past and Future of Comparative
Law”, en Am. journ. comp. law, n. 43, 1995, p. 477 ss.; M. van Hoecke, M. Warrington,
“Legal Cultures and Legal Paradigms: Towards a New Model of Comparative Law”, en Int.
and comp. law quart., n. 47, 1998, p. 495 ss.; E. Örücü, “Unde Venit, Quod Tendit Com-
parative Law”, en A. Harding, E. Örücü, Comparative Law in The 21st Century, Kluwer,
Den Haag, 2003, p. 1 ss.
14
L. Pegoraro, “Constitucionalización del derecho y cultura constitucional”, en E. Blume
Fortini (ed.), XII Congreso nacional de Derecho constitucional. En homenage a Sigifredo
Orbegoso Vanegas y Victor Julio Ortecho Villenas. Desafíos del constitucionalismo peruano
a los 25 años de la Constitución de 1993, 2 vols, Upao, Trujillo, 2018, II, p. 1321 ss., en Rev.
Dominicana de Der. Const., n. 1, 2018, p. 17 ss., y en Rev. Der. pol., n.104, 2019, p. 13 ss.
como sociales. A no ser que se decida que esta es típica solamente del
Derecho occidental, –como más de uno cree– el Derecho comparado no
puede ignorar la contribución de la geografía, la geopolítica, la economía,
la sociología, la antropología, la historia de las religiones, la filosofía, de
psicología, etc.23 Por otro lado, además, el Derecho occidental está en el
centro de la investigación comparativa/publicista, e incluso representa su
elemento básico, si no exclusivo. Esto se debe a la colonización que lo
ha impuesto en gran parte del mundo, que casi siempre ha incorporado su
forma, aunque también de manera limitada el contenido.
No sueño con excluir de la categoría de comparatistas cuántos –en el
contexto del tertium comparationis representado por el constitucionalismo
occidental– comparan ordenamientos e instituciones que lo componen.
Además, aquellos que eligen como objeto principal de su investigación
un sistema específico, o la comparación dentro de un sistema específico
como el el common law o el civil law o el soviet law o el Derecho
europeo, no diversamente de aquellos que, fuera de los mismos, estudian
el Derecho islámico o los sistemas orientales o asiáticos o indígenas,
con base, naturalmente, en “constituciones” en sentido sustancial y de
estructuras de “Derecho público”, aunque a menudo se mezclan con las
privadas.
Siempre he expresado más dudas sobre la etiqueta de comparatista/publi-
cista por aquellos interesados solo en un sistema estatal específico (ade-
más del suyo, mejor cerca de casa). Su mentalidad es la misma que la de
un jurista de Derecho interno.
Como lo recuerda R. Sacco, la diferencia entre un estudioso de Derecho
extranjero y un comparatista es la que hay entre un políglota y un lingüista:
«El políglota conoce muchas lenguas, pero no sabe medir las diferencias
ni cuantificarlas, cosas que sí el lingüista sabe hacer. Así el comparatis-
ta posee un conjunto de nociones y datos de diferentes ordenamientos
23
L. Pegoraro, “Comparación jurídica y uso ‘externo’ de las otras ciencias”, en Rev. jur.
Avances, n. 7, 2012, p. 295 ss., y en L. Moccia et al. (Directores), Estudios de Derecho
Civil. Derecho comparado, Derecho Híbrido, Derechos Humanos, Ciencia Política, Upica,
Lima-Bogotá-Panamá, 2014, p. 437 ss.; Id., Derecho constitucional comparado, I, La
ciencia y el método, cit., p. 150 ss.
26
Véase “All you need [to compare] is love”, en Id. (ed.) El constitucionalismo por encima
de la crisis. Propuestas para el cambio en un mundo (des)integrado, Filodiritto, Bologna,
2016, p. 10 ss.
27
S. Bagni, S., “Fraternidad como principio epistemológico del derecho constitucional interno
y comparado”, en Rev. gen. der. públ. comp., n. 20, 2017. Para un análisis del impacto de las
investigaciones sobre la felicidad en las elecciones de política del Derecho cfr. P.H. Huang,
“Happiness Studies and Legal Policy”, en Annual rev. of law and soc. sc., n. 6, 2010, p. 405
ss.; M. Graziadei, B. Pasa, “Happiness Once More”, en Journ. comp. law, n. 14 (2), 2019,
p. 203 ss.
28
N. Bobbio, Il futuro della democrazia, RCS, Milano, 2010, p. 38: «¿puede volverse
costumbre sin el reconocimiento de la fraternidad que une a todos los hombres en un
destino común?».
29
G. Radbruch, Einführung in die Rechtswissenschaft, Stuttgart, Koehler, 1958, trad. it.
Introduzione alla scienza del diritto, Giappichelli, Torino, 1961, p. 81 s.
30
Véase S. Bagni, “Estudio introductorio sobre el deslinde conceptual del estado intercul-
tural”, en Id. (ed.), Lo Stato interculturale: una nuova eutopia? – The Intercultural State:
a New Eutopia? – El Estado intercultural: ¿una nueva eutopía?, en Bologna: Diparti-
mento di Scienze giuridiche, https://amsacta.unibo.it. DOI: http://doi.org/10.6092/unibo/
amsacta/5488, y Id., “Lo Stato interculturale: primi tentativi di costruzione prescrittiva
della categoria”, en S. Bagni, G. Figueroa Mejía, G., Pavani (eds), La ciencia del dere-
cho constitucional comparado. Estudios en homenaje a Lucio Pegoraro, 3 vols, Tirant lo
Blanch-México, México, 2017, II, p. 111 ss. Véase también L. Pegoraro, “América Latina
como categoría y objeto de comparación (Coordinadas metodológicas para el estudio com-
parado de los sistemas jurídicos latinomaericanos)”, en Dir. pubbl. comp. eur., n. 1, 2017,
p. 81 ss., y en Pensamiento const., n. 22, 2018, p. 175 ss.
31
B. Marquardt, Historia constitucional comparada de Iberoamérica, cit., p. 56 ss.,
deteniéndose sobre la influencia del primer-tercier-mundismo hegemónico, habla de «la
mirada desdeñosa de las ciencias europeas y norteaméricanas hacia América Latina». Véase
también J.H. Elliott, The Old World and the New 1492-1650, Cambridge, Cambridge U.P.,
1970, trad. esp. El Viejo Mundo y el Nuevo, Alianza, Madrid, 1972.
32
B. Marquardt, Historia constitucional comparada de Iberoamérica, cit., p. 54, citando a
G. Lomné, “Latinoamérica tiene un déficit de autoestima”, entrevista de F. Tafur en UN
Periódico, n. 129, 2009, Unal, Bogotá, p. 9. Un síntoma de este fenómeno denunciado por
Marquard lo he destacado en “Ruolo della dottrina, comparazione e ‘legal tourism’”, cit.,
debatiendo y criticando la “adoración” de la academia latinoaméricana a la academia europea
y norteamericana, acogida sin una actitud crítica como “argumentum quoad auctoritatem”.
Piénsese sólo en las innumerables citas –por parte de la doctrina y la jurisprudencia– de
autores como Häberle, Ferrajoli, Dworkin, Zagrebelsky, y otros que proponen teorías neo-
constitucionalistas, de un lado, o de otro lado a las de Kelsen, Bobbio, Guastini, Bökenförde,
etc., por parte de quienes adhieren a las escuelas positivistas y realistas. El releve es común:
véase por ej. B. Andrés Botero, “La interpretación constitucional en América Latina. Una
denuncia del colonialismo cultural en la dogmática constitucional contemporánea”, en F.R.
Barbosa Delgado (ed.), Historia del derecho público en Colombia, Un. Externado, Bogotá,
2012, p. 319 ss., y además la crítica del propio B. Marquard, Historia constitucional
comparada de Iberoamérica, cit., p. 47, notas 144 ss., a Häberle pero también a los autores
latinoaméricanos.
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Dip. di scienze giurdiche, Trento, 1993.
–, Il modello post-socialista, 2a ed., Giappichelli, Torino, 1996.
43
“Ruolo della dottrina, comparazione e ‘legal tourism’”, cit.
44
M. Shelley, Frankenstein (1818), trad. it. Mondadori, Milano, 2002.
AJANI, G., SERAFINO, A., TIMOTEO, M., Diritto dell’Asia orientale, Utet,
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Rev. gen. der. públ. comp., n. 14, 2014.
*
Exministro de Hacienda y Crédito Público, Minas y Agricultura, ex Se-
nador de la República.
**
Exministro de Comercio, Industria y Turismo; actualmente, consultor de
Curtis, Mallet-Prevost &Colt, Mosle LLP.
Marco introductorio
Un grupo de destacados académicos que se congregan en Dejusticia –una
entidad que goza de alto prestigio por su protagonismo político y la cali-
dad técnica de sus trabajos– ha demandado ante la Corte Constitucional el
Estatuto Tributario, el receptáculo legal que, en sus más de mil artículos,
alberga la legislación tributaria nacional en sus dimensiones sustantivas
y procesales. Se ataca, pues, un producto legislativo que se viene desa-
rrollando desde 1989. Lo demandan en su integridad, que es lo que suele
suceder cuando se actúa en contra de los códigos a los que se reprochan
vicios en su formación; como es obvio, si la glosa es acertada, se cae toda
la estantería. No se pretende en este caso impugnar normas precisas del Es-
tatuto por su supuesta inconformidad con normas constitucionales. No. La
ambición es que se caiga todo él por cuando sus resultados, en términos de
equidad tributaria y progresividad, no son adecuados desde la perspectiva
de los promotores del litigio.
De la demanda presentada por Dejusticia hay que resaltar, en primer lugar,
que contiene un llamado plausible hacia una mayor equidad tributaria. La
pandemia que estamos padeciendo, en Colombia y en todo el mundo, ha
puesto al descubierto la inmensa inequidad que en todo sentido subyace en
la sociedad colombiana. Encontramos allí un llamado claro y rotundo por
unas leyes por otras sin de versas afrontar el problema que bien conocemos
desde la Colonia: Se obedece pero no se cumple.
Efectuada la anterior digresión, afirmamos que no existe en la Carta, como
tampoco en la jurisprudencia de la Corte, nada que nos haga pensar que el
examen de constitucionalidad material pueda adelantarse por fuera de la
dimensión hermética o auto referencial del Derecho: la que tiene que ver
con la configuración del sistema jurídico, de modo tal que se respete la
jerarquía normativa y se cumplan las reglas que otorgan validez al ingreso
o retiro de normas jurídicas. O de otra manera: el litigio constitucional,
salvo cuando se trata de posibles vicios de formación de las leyes o de los
estados de excepción, es jurídico, no versa sobre eventos ocurridos con
posterioridad a su expedición.
En ese contexto consideramos de la mayor importancia advertir a la Corte
que la nueva modalidad de control constitucional de las leyes que intentan
los demandantes con fundamento en el análisis a posteriori de la realidad
social tendría el efecto fatídico de generar la más profunda inseguridad
jurídica. Los fallos de la Corte, cuando declarasen la exequibilidad de las
leyes, jamás tendrían el efecto de cosa juzgada. Si fueron conformes a la
Carta en alguno momento, y así lo declaró la Corte, con el paso del tiempo,
y ante circunstancias diferentes, podrían perecer.
Por estas razones, la pretensión primera de la demanda es inadmisible. El
proceso de inexequibilidad que los demandantes proponen no existe en la
Constitución. Si el mismo reproche cabe frente a las restantes pretensio-
nes, la demanda tendría que ser rechazada, sin darle curso al proceso, por
su ineptitud formal. De esas otras pretensiones nos ocuparemos a conti-
nuación:
Nos referimos a la idea candorosa consistente en que las leyes, como con-
secuencia de su mera expedición, producen los efectos que pretenden. A
veces sucede. En otras acontece lo que no se buscaba o, lo que es una
calamidad, lo contrario, y por eso suele decirse que el camino del infierno
está sembrado de buenas intenciones. La tarea de gobernar es bastante
más compleja que expedir normas; ellas apenas son el punto de arranque
de los conatos de transformación social. Los resultados positivos son in-
ciertos y dependen de la calidad de las instituciones, de la eficacia de las
autoridades y de las complejidades de la realidad social, que, siempre, es
refractaria al cambio.
En materia tributaria es evidente que son muchas las falencias normativas.
Insistimos en una que es protuberante. La reducción sistemática de im-
puestos a determinados sectores de la economía supuestamente para lograr
que crezcan y generen empleo. Nunca nos han dado pruebas contundentes
de que, en verdad, es lo que sucede, y no, como muchos lo tememos, que
el Estado nada bueno obtiene a cambio de dispensar el pago de tributos.
Muchas inversiones exoneradas o beneficiarias de cargas reducidas no fue-
ron decididas con fundamento en esos favores fiscales, de modo tal que su
dispensa se traduce en un generoso obsequio de la sociedad a actores es-
pecíficos. Esas inversiones y esos empleos posiblemente se habrían creado
any way. (La prueba contra fáctica es imposible). Por eso es muy positivo
que, obedeciendo un mandato del Congreso, el gobierno haya por estos
días integrado una comisión internacional para que expida recomendacio-
nes al respecto.
Consideramos que la estrategia que ha sido recurrente en años recientes,
incide en el deterioro del compromiso ciudadano con el pago de impues-
tos, que es una herramienta indispensable para proveer a la sociedad de
más y mejores bienes públicos. Por eso la posición habitual en Colombia
consiste en que el pueblo no tiene por qué pagar impuestos, que todo se
resuelve si los ricos (categoría que incluye, a nuestro juicio de manera
inapropiada, a las empresas) pagan lo que sería justo. Ojalá fuere así de
sencillo. El otro resultado adverso de esa cultura consiste en que el Estado
–lo que no debería suceder en una economía de mercado– escoge ganado-
res y, por esa vía, erosiona la competencia e incrementa la concentración
del aparato económico. Si por poderosas razones se considera que ciertas
Conclusiones
Formulamos las siguientes:
1. Si la Corte decidiera admitir la demanda, habrá de tener en cuenta
que la progresividad del sistema fiscal debe predicarse del conjun-
to, no exclusivamente, de los tributos –también de la estructura del
gasto–; y que al así proceder tendrá que señalar que los impuestos
indirectos son un elemento central de los sistemas fiscales en mu-
chos países.
2. No existe en la Carta Política, en contra de lo que afirman los de-
mandantes, un mecanismo que permita a la Corte Constitucional
retirar del ordenamiento jurídico una ley bajo el cargo de que, vis-
tos sus efectos, ellos no son adecuados desde el punto de vista de
*
Abogado de la Universidad del Rosario. Especialista en Ciencias Pena-
les y Criminológicas de la Universidad Externado de Colombia, en De-
recho Penal Económico de la Universidad de Castilla La Mancha, y en
cumplimiento normativo de la misma universidad. Magister en Derecho
Penal de la Universidad Santo Tomas en convenio con la Universidad de
Salamanca. DEA y Doctor en Derecho de la Universidad Alfonso X El
Sabio de Madrid. Profesor titular, director del Grupo de investigación y
de la Especialización en Derecho Penal de la Universidad del Rosario.
Conjuez de la Sala de Casación Penal de la Corte Suprema de Justicia.
Académico correspondiente de la Academia Colombiana de Jurispru-
dencia.
**
Abogado de la Universidad del Rosario. Especialista en Ciencias Pena-
les y Criminológicas de la Universidad Externado de Colombia. Es-
pecialista en Legislación financiera de la Universidad de Los Andres.
Introducción
Conocer la historia del Derecho Penal en Colombia resulta una labor ex-
tremadamente complicada, atendiendo varios factores. En primer lugar, es
bastante conocida la inestabilidad legislativa que históricamente ha carac-
terizado la política anticriminal entre nosotros. A manera de ejemplo, en
cuestión de apenas dos años, entre 1981 y 1982, se expidió un Código de
Procedimiento Penal, que fue derogado de inmediato para que recobrara su
vigencia el del año 1981. Lo propio sucedió con el Código Penal Militar,
igualmente modificado integralmente en menos de un lustro. En segundo
lugar, seguir el rastro a la historia de nuestra legislación es una labor extre-
madamente compleja, si se atiende a la dificultad para encontrar las fuen-
tes, pues, si bien es cierto, toda la legislación posterior a 1991 se encuentra
digitalizada y disponible en la red global de información, no sucede igual
con la anterior, que ha de buscarse en los archivos de la Nación e, incluso,
en bibliotecas privadas.
A estas dificultades ha de sumarse que la legislación nacional en materia
penal es asunto de permanentes cambios, unos estructurales y otros de me-
Ex Vicefiscal General de la Nación. Director del Departamento de Derecho Penal de la
Universidad del Rosario, tratadista, docente y conferencista en diversas Universidades.
Abogado litigante y consultor en asuntos penales. Conjuez de la Sala de Casación Penal de
la Corte Suprema de Justicia.
nor impacto, por lo que decidimos, para los efectos del presente artículo,
limitarnos a mencionar solamente aquellas leyes que contienen un aborda-
je integral de la materia y que, por ende, pueden considerarse un Código,
sin tener en cuenta normativas que pueden ser extensas y ocuparse de una
cuestión penal, pero que no cumplen los requisitos para considerarse una
codificación.
La literatura nacional sobre la historia del derecho penal colombiano ha
dado cuenta del desinterés en la materia, tanto en los investigadores y aca-
démicos como en los encargados de formular la política anti criminal, re-
proche que encontramos ya presente desde la majestuosa obra de Arturo
Quijano, considerada pionera en la materia en nuestro país, en la que indica
“entre nosotros se estudia asiduamente el Derecho y la Historia Francesa,
hasta en los más ridículos detalle, mientras que nuestra historia y nuestro
derecho son casi1 un misterio”. Esta observación, consideramos, se man-
tiene hoy en día sin alteración alguna, pues seguimos desconociendo la
historia de nuestro Derecho Penal mientras rendimos un culto irreflexivo
al que proviene de otras latitudes.
De modo que, en el presente documento presentamos, de manera descrip-
tiva lo que han sido los Códigos que han regido en Colombia, haciendo un
análisis separado, entre los sustantivos (2), los penales militares (3) y (4)
los de procedimiento penal. Por supuesto que podría considerarse que los
Códigos Penales Aduaneros, o de Infancia y Adolescencia son igualmente
Códigos Penales, pero hemos restringido el presente estudio a estos tres
estatutos.
La metodología que empleamos, en el presente documento, es la de presen-
tar un contexto constitucional en el que se expide cada uno de los códigos
y dar cuenta de algunas de sus principales características, sin adentrarnos
en las particularidades de cada estatuto, en tanto que ello demandaría un
espacio adicional. Igualmente, no nos ocupamos de la infinidad de refor-
mas totales o parciales que modificaron cada uno de los estatutos, en tanto
que ello desborda el objeto de interés de la presente investigación, cual es
presentar las codificaciones que en estas materias han regido entre nosotros.
1
QUIJANO, Arturo. Ensayo sobre la evolución del Derecho Penal en Colombia. Imprenta y
librería de Medardo Rivas, Bogotá, DC, 1898. P. II.
Por demás, se realiza una presentación acrítica de cada uno de los estatu-
tos, sin comentar sus eventuales aciertos o desaciertos, dado que este no es
el propósito de esta investigación.
Esperamos, con este documento, entregar un insumo que permita conocer
a grandes rasgos la historia legislativa en estas materias entre nosotros,
no solamente como un recuento histórico para que los interesados puedan
tener un contexto de nuestro pasado en estas materias, sino también, para
que podamos encontrar las respuestas frente a los desafíos que diariamente
aparecen en el devenir de nuestro país.
cuentes y del modo de graduar los delitos y aplicar las penas (93-139); y
una parte especial que comprende (iii) los delitos y culpas contra la socie-
dad y sus penas (140-601) y (iv) los delitos y culpas contra los particulares
y sus penas (602-917).
El Estatuto tiene una importante influencia de la Escuela Clásica Italiana
que se evidencia en la misma definición de delito (1) como la voluntaria y
maliciosa infracción de la ley por la cual se incurre en una pena (2, 3). Así
mismo, establece la pena de muerte (19.1) y la de trabajos forzados entre
otras, y desarrolla de manera detallada la forma en que habrá de ejecutarse
la pena capital –a garrote– (32 y siguientes). Se realiza una diferenciación
(96) entre autores, cómplices, auxiliadores y encubridores.
Ante las dificultades prácticas para la aplicación de la Constitución de
1832 y las dudas generadas por algunas de sus disposiciones, se expidió
la Constitución Política de la República de la Nueva Granada, que data de
1843, siendo presidente Pedro Alcántara Herrán.
El 24 de mayo de 1851 se presenta un acto legislativo que declaraba una
nueva Constitución pero que nunca entró a regir, dado que la ley que de-
terminaría su entrada en vigencia nunca fue expedida.
Resulta importante destacar que en 1851 se presentó ante el Congreso el
denominado Proyecto Padilla en el que se eliminaba la pena de muerte y
se disponía la creación de una penitenciaría para los grandes criminales,
proyecto que no fuera aprobado por el legislativo. El 21 de mayo de este
mismo año, se dispuso la libertad de todos los esclavos desde el 1º de enero
de 1852 y quedaron derogadas todas las penas y delitos relacionados con
estas materias.
En 1853 se expidió la Constitución Política de la Nueva Granada, que
establece una carta de derechos (3) incorporando el principio de legalidad
(3.2.) y reiterando la prohibición de la esclavitud (6). Se define en esta
Constitución una primigenia forma de federalismo (10) estableciendo un
Gobierno popular, representativo y responsable de la República y reser-
vando a las provincias o secciones territoriales el poder municipal, que-
dando el Gobierno General facultado para proferir (10.4) la legislación
penal que califica las acciones punibles y establece los castigos corres-
pondientes.
Más allá de estas transiciones políticas, que podrían explicarse por la in-
fluencia que sobre los líderes de la República tenían el modelo de los Es-
tados Unidos –para entonces ya una potencia– o el Francés, la realidad
es que estas transiciones siempre se dieron en medio de cruentas guerras
civiles que marcaron la historia de este siglo entre nosotros. A lo largo
de este siglo hubo dos golpes de Estado, 14 guerras civiles regionales, 9
guerras generales, entre ellas la de los Supremos (1839-1842), la de 1851,
la de los Artesanos (1854), la Gran Guerra (1859-1862), la de las Escuelas
(1876-1877) y la de 1885.
En medio de estas guerras civiles, entre 1830 y 1858, se expidieron las
constituciones de 1831, 1832, 1843, y 1858, que marcan una transición del
centralismo al federalismo. Es así como, las Constituciones de 1858 y 1863
diseñaron una transición jurídica y política hacia una forma de Estado fe-
deral, conformada por nueve Estados provinciales y soberanos: Antioquia,
Bolívar, Boyacá, Cauca, Cundinamarca, Magdalena, Panamá Santander y
Tolima; que dispondrían de su propia legislación en materia penal. Lo pro-
pio haría la Federación, denominada para aquel entonces Confederación
Granadina, y luego Estados Unidos de Colombia, respectivamente.
Es en este contexto, cada uno de los Estados soberanos promulgaron sus
Códigos Penales. Hizo lo propio la Federación, que expidió la Ley 112 del
26 de junio de 1873, el segundo Código Penal que rigió en la historia de
Colombia. Dicha normativa contenía 663 artículos y derogó de manera ex-
presa (art. 663) el Código Penal de 1837, permitiendo su aplicación ultrac-
tiva en casos en los cuales aplicase el principio de favorabilidad (art. 663).
En lo que tiene que ver con su estructura, se mantiene una orientación clá-
sica del delito, al definirlo (art. 1) como la voluntaria y maliciosa violación
de la ley por la cual se incurre en una pena. Se divide en cuatro libros, a sa-
ber, una parte general en la que se encuentran (i) los delitos y las penas en
general (arts. 1-76) y (ii) los delincuentes y el modo de graduar los delitos
y aplicar las penas (arts. 77-116); y una parte especial en la que aparecen
(i) los delitos y culpas contra la sociedad (arts. 117-459) y (ii) los delitos
comunes o privados (arts. 459-646).
Resulta muy importante señalar que en esta codificación desaparece, en de-
sarrollo de lo establecido por la Constitución de 1863 (art. 15.1), la pena de
2
GAITÁN MAHECHA, Bernardo. El derecho penal conforme a las concepciones moder-
nas. En: Revista del Instituto de Ciencias Penales y Penitenciarias. Universidad Nacional
de Colombia, Bogotá, DE, 1953, número 1, p. 95.
3
GAITÁN MAHECHA, Bernardo. El derecho penal conforme a las concepciones moder-
nas. En: Revista del Instituto de Ciencias Penales y Penitenciarias. Universidad Nacional
de Colombia, Bogotá, DE, 1953, número 1, p. 97.
A lo anterior debe adicionarse que el Código Penal de 1980 había sido mo-
dificado en innumerables ocasiones, lo que hacía muy difícil su aplicación
por la cantidad de leyes especiales dispersas, al punto que se llegó a hablar
de ‘paratipos’ penales para hacer referencia a disposiciones de esta natu-
raleza que aparecían en otros estatutos, como el Dcho. Tributario o el Co-
mercial, entre otros. Naturalmente, la aparición del finalismo en los años
ochenta, de gran acogida en Colombia y en toda Latinoamérica, así como
las antinomías internas del neokantismo, en eventos como la explicación
del dolo en la tentativa, la imposibilidad de aplicar y explicar la autoría
mediata y su manejo de la causalidad, conllevaron a un consenso sobre la
necesidad de expedir un Nuevo Código Penal, labor que estaría a cargo en
esta ocasión de la Fiscalía General de la Nación, que en 1998 sometió al
Congreso de la República un proyecto para su discusión y posterior análi-
sis y aprobación.
La expedición de una nueva Carta Política 1991, en la que se crearon insti-
tuciones como la Fiscalía General de la Nación y la Corte Constitucional,
así como la profusión de normas penales a partir de la segunda mitad de la
década de los ochenta, sumado ello al relativo consenso sobre la teoría de
la imputación objetiva, acogida en nuestro país a partir de 1995, produje-
ron un consenso sobre la necesidad de actualizar y compilar la legislación
penal vigente.
Para 1998, el presidente de la República era Andrés Pastrana Arango, y
la lucha contra el narcotráfico había permitido la eliminación o el someti-
miento a la justicia de los carteles de la droga, pero se mantenía el conflicto
armado con los diferentes grupos guerrilleros que operaban a lo largo y
ancho de la geografía nacional. El denominado proceso 8 000 supuso una
oportunidad para juzgar los nexos entre el narcotráfico y la clase política
colombiana, y gracias a la Jurisprudencia de la Corte Constitucional se
crearon y reconocieron otros derechos fundamentales, como la eutanasia,
o el consumo de sustancias estupefacientes.
En el año 1998 se presentaron tres proyectos de ley al Congreso de la Re-
pública, todos elaborados por la Fiscalía General de la Nación. Todos tenían
una pretensión sin precedentes en la historia del Derecho Penal en Colom-
bia: la expedición simultánea de los Códigos Penal, de Procedimiento Penal
y el Código Penitenciario y Carcelario, que no solo fueran sistemáticos en-
pia del Derecho Penal penal o Procesal Penal Militar, siempre haciéndola
depender –particularmente en los últimos estatutos– del Derecho Penal
Ordinario, y espacios con una importante tensión, como lo demuestran los
debates sobre la posibilidad de que civiles fueren juzgados por autoridades
militares, y sobre el fuero penal militar.
El Derecho Penal Militar en Colombia tiene su primer antecedente en el
Decreto Real del 9 de febrero de 1793 proferido por Carlos III, que se-
ñala que “Los jueces y tribunales que hayan incurrido en competencias
enviarán los expedientes a la jurisdicción militar en tal forma que sus
tribunales pueden proceder de conformidad con la ordenanza en caso de
infracciones militares….”. Esta disposición fue incorporada a nuestra le-
gislación a través de las Leyes de Indias.
En la Constitución de 1812, se instaura el Tribunal Supremo de Guerra.
El artículo 174 de la Constitución de 1821 dispone que ningún colombia-
no, con excepción de quienes estuvieren empleados en la marina o en las
milicias que se hallaren en servicio deberá sujetarse ni sufrir los castigos
establecidos en las leyes militares. Mediante el Decreto del 12 de octubre
de 1821 se implantó una disciplina para los miembros del ejército, el De-
creto del 23 de septiembre de 1822 estableció el modo de proceder en las
causas ilícitas de la milicia activa, la Ley del 2 de junio de 1824 dispuso la
manera en que se conformaban los Consejos de Guerra, competentes para
juzgar a los militares procesados. El Decreto del 13 de abril de 1829 esta-
bleció la Alta Corte Militar de la República, y el Decreto del 11 de mayo de
1829 estableció que los Auditores de Guerra deberían revisar los procesos
penales militares.
En la Constitución de 1830 se establece (art. 106) que los individuos del
Ejército y la Armada en cuanto al fuero y disciplina, juicios y penas están
sujetos a sus peculiares ordenanzas. Señala, (107) que los individuos de la
milicia nacional que no se hallen en actual servicio no deberán sujetarse a
leyes militares ni sufrir castigos prevenidos por ellas, sino que se sujetan
a las leyes comunes.
En la Constitución de 1832 se indica (172) que los individuos de la fuerza
armada serán juzgados por las ordenanzas del ejercito, cuando se hallen
en campaña, pero si se encontraran de guarnición, solamente lo serán en
res que se encuentren en la reserva o en retiro temporal. 2°. Por razón del
hecho: a) Contra los militares en servicio activo que cometen alguno de
los delitos o faltas establecidas en el presente código; b) Contra los mili-
tares en servicio activo que cometen delito común en tiempo de guerra o
conflicto armada o turbación del orden público, si en los respectivos luga-
res no están funcionando normalmente, las autoridades del orden judicial.
C) Contra los militares o particulares que cometan delito militar o común
en territorio extranjero invadido; c) Contra los particulares sindicados de
hechos que comprometen la paz, la seguridad exterior, o la dignidad de
la nación o que afecten el régimen constitucional o la seguridad interior
del estado y, 3°. Por razón del lugar: De las infracciones que se cometen
dentro del territorio o jurisdicción militar respectivo, según las reglas es-
tablecidas en este código.
En cuanto al procedimiento, establece al igual que el anterior, la fase del
sumario y el juicio, y aumenta la pena de presidio a un máximo de 30 años
(140). Contiene, igualmente, las faltas respectivas en la parte especial del
Código.
La Ley 3 de 1945 fue derogada por el Decreto 1125 de 1950, Código de
Justicia Militar. Se trata de un Código dividido en tres libros, (i) jurisdic-
ción, competencia y organización de la Justicia Penal Militar, (iii) delitos y
penas militares y (iii) procedimiento que debe seguirse en la investigación
de los delitos y aplicación de las sanciones penales militares. Se estable-
ce que se halla sometido a la Jurisdicción Penal Militar (8º) el personal
militar en servicio activo, el personal civil que forma parte de las Fuerzas
Militares, el personal militar que se encuentra en situación de reserva o de
retiro, en los casos de delitos contra la disciplina de las Fuerzas Militares
o de delitos en que los particulares pueden ser juzgados, los prisioneros
de guerra y espías en tiempo de guerra, los particulares cuando cometen
delitos militares, y que incurran en los delitos contra los intereses de las
Fuerzas Militares. Dispone que se aplica la Justicia Penal Militar a los par-
ticulares que cometen delitos establecidos en las leyes penales comunes o
militares relativos a la existencia y seguridad del Estado o contra el Régi-
men Constitucional y Seguridad Interior del Estado o contra los bienes del
Estado en tiempo de guerra, conflicto armado, turbación del orden público
o conmoción interior.
5
La Corte Constitucional ha señalado que a pesar de que la Justicia Penal Militar administra
justicia, no hace parte de la Rama Judicial y se encuentra integrada a la Rama Ejecutiva
del Poder Público. Sentencia C-037 de 1996. En igual sentido, pueden consultarse las Sen-
tencias C-361 de 2001, C-676 de 2001, C-1149 de 2001, C-1262 de 2001, C-457 de 2002,
C-737 de 2006, C-928 de 2007, C-533 de 2008 y C-084 de 2016.
que un ciudadano pueda estar preso se requiere (161) una orden de arresto
firmada por autoridad competente, en la que se expresen los motivos para
la prisión, y que esta sea conocida por el ciudadano. Señalando, (162) que
el alcalde o carcelero no puede admitir ni detener en prisión al ciudadano
sino después de haber recibido la orden de prisión o arresto, y que no podrá
(163) prohibir al preso la comunicación, salvo que la orden disponga lo
contrario, caso en el que no podrá estar incomunicado por más de tres días.
Esta Constitución sancionaba como detención arbitraria (164) a quienes sin
poder legal arrestan, o mandan arrestar a otro, los que abusan del poder de
arrestar o los alcaldes o carceleros que contravengan lo establecido.
Indica esta misma Constitución que cuando desaparezcan los motivos que
dieron lugar al arresto, el arrestado será puesto en libertad, lo cual igual-
mente ocurre cuando otorgue una fianza. También señala que cuando se
tome la confesión del procesado, se deberá realizar a más tardar al tercer
día de los hechos, se le leerán los documentos y declaraciones de testi-
gos, con sus nombres, y todas las noticias posibles para que comprenda
de quienes provienen estas declaraciones (165). En lo que podría ser la
primera redacción del derecho a un proceso debido, esta Constitución es-
tablece el principio del Juez Natural (166) y (167) el principio de legalidad
en materia procesal penal; dispone que nadie podrá ser juzgado o castigado
sin habérsele oído o citado legalmente, y que nadie será obligado a decla-
rar contra si mismo en las causas criminales. Tampoco estarán obligados
a declarar los ascendientes y descendientes, y los parientes hasta el cuarto
grado civil de consanguinidad y segundo de afinidad.
Dispone la inviolabilidad de domicilio (169) así como de la corresponden-
cia (170), exigiendo orden judicial para levantar esta reserva legal. Refiere
que en ningún juicio habrá más de tres instancias (172), e indica que la in-
famia que afecta algunos delitos no trasciende a la familia o descendencia
del delincuente (173). Señala, que los civiles no se encuentran sujetos a las
leyes militares o sanciones establecidas en estas disposiciones (174). Des-
de esta Constitución, se establece que el Congreso debe indicar los delitos
por los que debe procederse con jurado de conciencia, para que posterior-
mente se extendiera a todas las causas militares y civiles.
En la Constitución Política de 1830, aparece (100) el Ministerio Público,
señalando que será ejercido por el Procurador General de la Nación “para
esto es, unas normas generales, seguidas de cuatro libros, así: (i) disposi-
ciones generales, (ii) la Policía Judicial y el sumario, (iii) el juicio, y (iv)
la ejecución de las sentencias y relaciones con las autoridades extranje-
ras. Mantiene los mismos órganos que administran justicia penal (31), así
como los funcionarios de instrucción (48). Mantiene la dirección, vigilan-
cia y coordinación de las labores de policía judicial en cabeza de la Procu-
raduría General de la Nación (283). Mantiene (309) el sumario en cabeza
del funcionario de instrucción, que inicia con el auto cabeza de proceso
(319) y se califica con el auto de proceder (480) o el sobreseimiento (488).
Proferido el auto de proceder, (498) inicia la fase del juicio, en el que se
celebra la audiencia pública, eventualmente con la intervención del jura-
do en los casos expresamente señalados (519), señalando “que la sala de
audiencia deberá tener especio para un público no menor de cincuenta
personas, con asientos numerados…cuando la afluencia de espectadores
así lo requiera a juicio del Juez, la entrada se hará por medio de boletas,
cuyo número debe corresponder al de los asientos…” (559). Proferido el
fallo, proceden los recursos ordinarios y extraordinarios.
Proferido el Código Penal sustancial de 1980 que reformó el de corte Posi-
tivista de 1936, el 29 de enero de 1981 se expide el Decreto 181, por medio
del cual se expide el Código de Procedimiento Penal, mismo que fuera
derogado (1º) por la Ley 2a de 1982, normativa que restableció la vigencia
del Decreto 409 de 1971.
En el año 1984, mediante la Ley 2a, se crearon los cargos de jueces espe-
cializados, y se establece un procedimiento especial para la investigación
y el juzgamiento de delitos de secuestro extorsivo, extorsión y terrorismo.
Mediante la Ley 52 de 1984 se otorgan facultades al presidente de la Re-
pública por el término de dos años para expedir un nuevo Código de Pro-
cedimiento Penal cuyas bases se fijan en esta misma disposición.
En desarrollo de lo anterior, se expide el Decreto 050 del 13 de enero de
1987, contentivo del Nuevo Código de Procedimiento Penal. Esta dispo-
sición cuenta con 680 artículos, divididos en un título preliminar, y cinco
libros, a saber (i) disposiciones generales, (ii) investigación, Cuerpo Técni-
co de Policía Judicial y Sumario, (iii) juicio, (iv) ejecución de la sentencia,
y (v) relaciones jurisdiccionales con autoridades extranjeras. Mantiene los
Se mantienen las tres fases del proceso penal, como son la investigación
preliminar que termina con la formulación de imputación (286) o el ar-
chivo de las diligencias, (79), la indagación que termina con la radicación
del escrito de acusación (336) y el juicio, fase que abarca, las audiencias
de acusación (338), preparatoria (355) y de juicio oral (366), en la que
se practican las pruebas que sustentan la sentencia respectiva, de confor-
midad con los precitados principios de inmediación y concentración. En
este modelo procesal, si bien la Fiscalía General de la Nación se mantiene
dentro del Poder Judicial, las decisiones respecto de los derechos del de-
nunciado, imputado o acusado son del resorte del juez.
El nuevo modelo se fundamenta entonces en el principio dispositivo típico
de los sistemas de tendencia acusatoria, por medio del cual son las partes
las que mueven la actuación, con capacidad de renunciar a los actos del
proceso y fuerte culto al principio de concentración para que solamente se
admita como prueba aquella que ha sido admitida, presenciada, controla-
da, discutida y controvertida ante el juez.
En este modelo, la fase de investigación es eminentemente requirente en
cuanto el fiscal debe acudir al juez de garantías a pedir su autorización para
intervenir derechos fundamentales, sobre todo los del procesado en cuanto
a su persona o bienes. Así mismo, en los fiscales quienes se apoyan en la
policía judicial de investigación se concentra la actividad de recolección
de los elementos materiales de prueba, evidencia física e información por
obtener. Se elimina la segunda instancia.
En sede de investigación no habrá controversia probatoria la que se
cumplirá, por regla general, una vez inicie la fase de controversia probatoria
en el juicio y una vez el juez hubiere admitido los elementos de prueba a
desfilar.
En el nuevo sistema rige el principio de necesidad de la acusación, la que
además debe surtir un control ante el juez de conocimiento en relación con
la claridad de los hechos jurídicamente relevantes y su congruencia con la
imputación de los cargos. Así mismo, en caso de considerar el fiscal que
no tiene prueba suficiente para acusar, la preclusión que solicite deberá
tener el aval jurisdiccional para que la decisión adquiera el carácter de cosa
juzgada material.
fight against corruption, undermining the traditional concept that this branch of
law must intervene, exclusively, only when all other possible instances of recourse
to deal with social problems have been exhausted; this has spurred the conviction
that it is the first and only recourse available to attack this scourge, presenting dire
consequences for the country and its people.
Key words: Corruption, criminal law, anticorruption statute, penalty.
Presentación
Desde antiguo se ha sostenido que el derecho penal solo debe ser utilizado
cuando los demás mecanismos de control social han fracasado. Empero, la
estigmatización que el derecho criminal genera en los asociados, unido a la
ineficacia de las sanciones de derecho administrativo, han propiciado que
se convierta en la herramienta de mayor uso por el legislador en procura
de combatir la delincuencia, en especial la que se relaciona con la corrup-
ción en el sector público y privado. Como lo advierten los doctrinantes, la
realidad colombiana muestra su inflada criminalización sustantiva, abatida
por una desbordante descriminalización de hecho1 y hoy, el derecho penal
se utiliza como instrumento de “pedagogía social” que lleva a conside-
rarlo no como última ratio sino como la primera o “sola” solución de los
problemas sociales2.
El ensanchamiento del derecho penal para castigar conductas antes del
resorte del derecho administrativo sancionador es evidente en los diversos
estatutos penales que han regido en Colombia, especialmente en los Códi-
gos de 1936, 1980 y 2000, con las importantes reformas de los Estatutos
Anticorrupción expedidos en 1995 y 2011. A continuación, efectuamos un
recuento de dicha normatividad.
1
PINILLA PINILLA, Nilson. Fundamentos de derecho Administrativo Sancionatorio.
Revista de Derecho Penal y Criminología. Vol. XI, No. 39, Bogotá, Universidad Externado
de Colombia, 1990, p. 81.
2
MURILLO GRANADOS, Adolfo. Hacia dónde va el Derecho Penal Colombiano a pro-
pósito de las reformas recientes. En libro: Aproximaciones al derecho Colombiano actual.
Cali, Universidad Libre de Colombia, Seccional Cali, 2017, p. 67.
3
Integraron estas comisiones los juristas: Hernando Baquero Borda, Federico Estrada Vélez,
Bernardo Gaitán Mahecha, Jorge E. Gutiérrez Anzola, Hernando Londoño Jiménez, Luis E.
Mesa Velásquez, Luis Carlos Pérez, Rafael Poveda Alfonso, Alfonso Reyes Echandía, Luis
E. Romero Soto, Julio Salgado Vásquez, Darío Velásquez Gaviria, Luis E. Aldana Rozo,
Parmenio Cárdenas, Luis Carlos Giraldo Marín, Guillermo Duque Ruiz, Gustavo Gómez
Velásquez.
8
Un detenido análisis sobre el tema puede encontrarse en el libro de nuestra autoría: El
lavado de activos. Bogotá, 2017, Grupo Editorial Ibáñez, pp. 104 a 162.
9
Modificado por la Ley 1819 de 2016.
10
Esta norma había sido aprobada en la Ley 366 de 1997.
11
En la Ley 190 de 1995, se castigaba este comportamiento pero con un sujeto activo indeter-
minado.
12
Aprobada por la Ley 412 de 1997.
13
Aprobada por la Ley 970 de 2005.
14
ANDRADE CASTRO, Jason Alexander. Aproximación a los nuevos tipos penales para
combatir la corrupción. En libro XXXIV Jornadas Internacionales de Derecho Penal,
Bogotá, Universidad Externado de Colombia, 2012, p. 9.
27
Ibídem, p. 405.
28
ANDRADE CASTRO, Jason Alexander. Aproximación a los nuevos tipos penales para
combatir la corrupción, op. Cit., p. 32.
29
Decreto 126 de 2010, declarado inexequible por sentencia C-302 de abril 28 de 2010. M.P.
Dr. Jorge Iván Palacio Palacio.
tipo penal de mera conducta, pues basta que se utilice la influencia con el
propósito de obtener el provecho ilícito, sin importar el resultado.
7) Fraude a subvenciones
En razón al proceso conocido como Agro Ingreso Seguro36, los legislado-
res aprovecharon la expedición del Estatuto Anticorrupción para incluir
en el Código Penal el artículo 403 A, que sanciona el fraude a sub-
venciones37. El tipo penal, siguiendo de cerca lo reglado por el artículo
308 del Código Penal Español38, contiene dos incisos que guardan estrecha
relación con la redacción de los artículos 310 y 311 del Estatuto punitivo
colombiano, conocidos como exportación ficticia e importación ficticia39.
La norma tiene la siguiente redacción:
El que obtenga una subvención, ayuda o subsidio proveniente de recursos
públicos mediante engaño sobre las condiciones requeridas para su conce-
sión o callando total o parcialmente la verdad, incurrirá en prisión de cinco
(5) a nueve (9) años, multa de doscientos (200) a mil (1000) salarios míni-
mos legales mensuales vigentes e inhabilidad para el ejercicio de derechos
y funciones públicas de seis (6) a doce (12) años.
Las mismas penas se impondrán al que no invierta los recursos obtenidos
a través de una subvención, subsidio o ayuda de una entidad pública a la
finalidad a la cual estén destinados.
36
En razón a la firma del tratado de libre comercio con los Estados Unidos, el Gobierno
impulsó la Ley 1133 de 2007 conocida como Agro Ingreso Seguro (AIS), cuyo objeto era
proteger los ingresos de productores agropecuarios que lo requerían y se veían afectados
ante las distorsiones de los mercados externos; contribuir con el ordenamiento productivo
del territorio y mejorar la competitividad y los niveles de productividad y empresarización
de todo el sector agropecuario nacional, preparando su aparato productivo ante los nuevos
retos que implica la inserción de los mercados internacionales y disminuyendo los niveles
de desigualdad y pobreza en el campo. Desafortunadamente este loable proyecto fue mal
utilizado por algunos ciudadanos por lo cual fueron condenados, al igual que el Ministro de
Agricultura de la época.
37
Esta figura se encuentra consagrada en la legislación alemana como artículo 264 Estafa
a subvención; en el Código Italiano en su artículo 640 Bis, como Estafa agravada por la
obtención de erogaciones públicas y en España como un delito contra la Hacienda Pública
y la Seguridad Social, en el artículo 308.
38
LO 7/2012, de 27 de diciembre (BOE No. 312 de 28 de diciembre) por la que se modifica
la Ley Orgánica 10/1995 de 23 de noviembre.
39
Un análisis sobre esta situación se encuentra en el artículo de nuestra autoría “El nuevo
delito de fraude a subvenciones”, publicado en la Revista Derecho Penal y Criminología,
Universidad Externado de Colombia, volumen XXXIV, número 96, enero/junio 2013, pp.
31 a 55.
40
Por subvención para fines penales debe entenderse como una contribución patrimonial, en
dinero o en especie, que beneficie económicamente al adjudicatario sin que tenga carácter de-
volutivo, y que haya sido concedido por la Administración Pública. Gómez Rivero, Ma. Del
Carmen, Fraude a subvenciones, en VV. AA. Diccionario de derecho penal económico, Boix
Reig, Javier (Director) y Lloria García, Paz (Coordinadora). Madrid, Iustel, 2008, p. 499.
41
Revista Semana, “¡Avivatos!, No. 1617, abril 29 de 2013, pp. 66 a 67.
administrativo que los concede, como quien los guarda en su caja fuerte o
los deposita en un banco42.
Esta figura se diferencia de la aplicación fraudulenta de crédito oficialmen-
te regulado del artículo 311 del Código Penal, en que este tipo penal se
refiere al crédito, mientras la nueva disposición tiene que ver con recursos
públicos por una subvención, subsidio o ayuda. Es de advertir que estamos
frente a un tipo penal en blanco, pues para su concreción debemos acudir
a la ley, decreto, resolución, acto administrativo o directiva que crea o
reglamenta la subvención, ayuda o auxilio, con el fin de conocer sus fines,
propósitos, requisitos, condiciones, alcances o restricciones43.
Hemos criticado que esta norma se ubique como un delito contra la admi-
nistración pública, pues estimamos que, cuando el Estado destina recursos
para las operaciones comentadas lo hace a fondo perdido, es decir no está
esperando el reintegro del dinero, y cuando el ciudadano los obtiene en
forma irregular o los desvía, lo que resulta afectado es el orden económico
social, pues se priva del derecho a quienes seguramente si le darían una uti-
lización adecuada en favor del desarrollo económico del país, cumpliendo
así adecuadamente el Estado con su función de intervención que le asigna
el artículo 334 de la Constitución Política. Así lo entendió el legislador
español que en el Código de 1995 lo ubicó en el Título xiv, como un delito
contra la Hacienda Pública y la Seguridad Social.
44
CADAVID LONDOÑO, Paula, & PRÍAS BERNAL, Juan Carlos y SINTURA VARELA,
Francisco José. Aproximación a los delitos tributarios y aduaneros en el Derecho Penal
Colombiano, En: Revista Derecho Penal Contemporáneo, No. 67, Bogotá, Editorial Legis,
2019, p. 55.
Reflexión final
A nuestro juicio, la lucha contra la corrupción no puede quedarse en la
expedición de normas penales generalmente de difícil aplicación, propias
de un extendido populismo punitivo, sino que tiene que ir acompañadas de
un cambio de actitud de los colombianos y el reforzamiento de los valores
éticos en las nuevas generaciones, que tiene en sus manos el futuro de una
patria digna de un mejor destino.
Continuar en esta inflación criminalizante conduciría a un resultado
desalentador como lo afirma Silva Sánchez “por un lado, porque la visión
del Derecho penal como único instrumento eficaz de pedagogía política
social, como mecanismo de socialización, de civilización, supone una
expansión ad absurdum de la otrora ultima ratio. Pero sobre todo porque,
además tal expansión es inútil en buena medida porque somete al Derecho
penal a cargas que éste no puede soportar…”45.
Referencias bibliográficas
ÁLVAREZ ÁLVAREZ, Juan Carlos y ESCOBAR OSORIO, Ricardo. Antece-
dentes y bien jurídico del soborno transnacional en Colombia. En: Revista
Derecho Penal Contemporáneo, No. 56, Bogotá, Editorial Legis, 2016.
ANDRADE CASTRO, Jason Alexander. Aproximación a los nuevos tipos pe-
nales Internacionales de Derecho Penal. Bogotá, Universidad Externado
de Colombia, 2012.
BOIX REIG, Javier (Director) y LLORIA GARCÍA, Paz. Diccionario de dere-
cho penal económico, (Coordinadora). Madrid, Iustel, 2008,
CADAVID LONDOÑO, P. & PRÍAS BERNAL, J.C. y SINTURA VARELA,
F. J. Aproximación a los delitos tributarios y aduaneros en el Derecho
Penal Colombiano, En: Revista Derecho Penal Contemporáneo, No. 67,
Bogotá, Editorial Legis, 2019.
45
SILVA SÁNCHEZ, Jesús María. La expansión del derecho penal. Madrid, Civitas, 1999,
p. 45.
*
Abogado, Licenciado en Filosofía y Humanidades, Especialista en
Derecho Administrativo, Magister en Derecho y Doctor en Derecho.
Profesor universitario en pregrado y postgrado. En pregrado de las
asignaturas de Derecho Constitucional y Deontología Jurídica en la
Universidad Sergio Arboleda. En postgrado, de asignaturas propias
del derecho constitucional, en la especialización y en la maestría de la
Universidad Javeriana, en la maestría de la Universidad de La Sabana
y en la especialización, maestría y doctorado de la Universidad Sergio
Arboleda. Investigador universitario, miembro del grupo de investiga-
ción científica CREAR de la Universidad Sergio Arboleda. Director del
Introducción
El texto que ahora se presenta se elaboró sobre la base de ponencia presen-
tada por el autor en las jornadas de reflexión y propuesta sobre prioridades
Necesidad de la ética
¿Por qué es necesaria la ética? Para responder la pregunta quiero hacer
una acotación, para ponernos en las circunstancias del mundo de hoy. Hay
un desafío sobre el que se habla poco y creo que puede ser considerado
como una vía de solución, me refiero a la tecnología. La tecnología actual
cuenta con inteligencia artificial, que según libros recientes, como el de
Rodríguez, tendrá un impacto que será mayor al que en su tiempo tuvo la
electricidad o el fuego. La inteligencia artificial estará en el centro de los
grandes temas de la humanidad, entre ellos de la justicia, e incluso ya lo
está, pues de hecho hay muchos oficios humanos que los hacen más efi-
cientemente, mejor, las máquinas. Y hasta donde sé, todavía es incipiente
la discusión, cuando se trata de robots y de máquinas, sobre problemas
éticos en sus ejercicios prácticos. En esta materia vale la pena destacar una
obra muy reciente, pionera en la materia: Ética para máquinas de Latorre.
Los estudios sobre inteligencia artificial, cada vez más numerosos, tienen
diverso grado de profundidad. Entre ellos, además del libro de Rodríguez,
se pueden encontrar ya revistas enteras dedicadas a la inteligencia arti-
ficial, como El correo de la Unesco y, a la par, estudios centrados en la
relación entre la inteligencia artificial y la disciplina jurídica, como los de
Caro, Torres, Díaz-Limón, Samacá, Coddou y Lancho.
También son numerosos los desarrollos de la inteligencia artificial en ma-
teria jurídica y, en especial, en cuanto atañe a la actividad judicial. Entre
estos últimos merecen destacarse dos puntuales: (i) el algoritmo COMPAS
creado por Equivant, que según la noticia publicada por el New York Ti-
mes el 1 de mayo de 2017, y comentada por Dans, fue usado para calcular
la probabilidad de reincidencia de un acusado; y (ii) el proyecto CONA-
CYT, desarrollado en por el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la
UNAM, para diseñar un sistema experto que apoye a los jueces en la toma
de decisiones, como refiere el portal Universia y como explica más en de-
talle su gestor, Cáceres.
A partir de esta profusión de estudios no sorprende que algunas personas
se cuestionen si la inteligencia artificial puede reemplazar a los jueces. Así
se hace, por ejemplo, en dos periódicos y en un artículo científico.
El primer artículo, que aparece firmado por V. Moreno, pregunta “¿Puede
la inteligencia artificial sustituir al juez en un tribunal?”, a partir de los pro-
gresos en desarrollo de algoritmos logrados por investigadores de la Uni-
versidad College London, la Universidad de Sheffield y la Universidad de
Ética profesional
El sentido de la deontología jurídica, como ya había señalado antes, tras-
ciende a otros puntos diferentes a la cátedra. Estos puntos son, a mi modo
de ver, tres: el ejemplo, el mérito y la sophrosyne.
a) El ejemplo
Uno de los más graves problemas que tiene la justicia en Colombia es el
problema del ejemplo. Sin hacer alusiones personales, debo decir que un
país está muy mal cuando sus máximos jueces están involucrados en pro-
cesos penales, en calidad de inculpados de delitos. Está muy mal cuando
sus máximas cortes están rodeadas de rumores, y de algo más que rumo-
res, que cuestionan su ética. Y está mucho peor cuando todos los días nos
parece cada vez más normal, que eso sea así. En lugar de escandalizarnos
como deberíamos, de rechazar siempre la más mínima duda sobre la jus-
ticia, parece que ya lo asumimos como un asunto de todos los días, y eso
mina el ejemplo.
¿Qué puede pensar un juez municipal, que trata de hacer su mejor esfuerzo
para comportarse bien, si encuentra que la máxima jerarquía de su juris-
dicción está controvertida por sus actos? No estoy diciendo que este sea
un estímulo para obrar mal, pero no hay nada de lo que los antiguos lla-
maban autoridad, porque la autoridad no es simplemente poder fáctico, la
autoridad la da el comportamiento correcto. Cuando usted no se comporta
bien, pues pierde la autoridad. Y ese tipo de autoridad es la que habría que
buscar en la ética y en la justicia. Empecemos entonces por eso, por revisar
qué ejemplo es el que damos. No solo los jueces, no solo los abogados,
también los profesores, también los estudiantes.
b) El mérito
Un segundo problema, que es también muy importante y que acaba de
tocar el señor Procurador, es el del mérito. Si la gente actúa bien y le va
mal; si hace lo correcto y no se le reconoce lo que hace; si se comporta
respetando a los demás y es atropellado; al final dice: no es muy buena
idea obrar bien, el crimen sí paga. Y cuando el crimen sí paga, pues por
qué comportarme bien. El tema del mérito es también muy importante,
el mérito en todos los procesos de elección de jueces, en los procesos de
selección de profesores, en los procesos de evaluación de estudiantes. Para
bien o para mal, todos debemos cada día mostrar nuestros méritos y de-
mostrarlos. No basta con considerar que soy amigo de alguien o no soy
amigo. No, la amistad es muy importante, pero en la justicia lo que debe
prevalecer es el mérito, como lo dice la propia Constitución, al establecer
el principio del mérito que, en buena hora ha sido reconocido por la Corte
Constitucional, como uno de sus principios definitorios en las Sentencias
C-588 de 2009 y C-249 de 2012.
c) Sophrosyne (σωφροσύνη)
Finalmente, en esto de la ética aplicada, además del ejemplo y además
del mérito, creo que es hora de recuperar una virtud griega, que luego fue
asumida por los romanos y que debe llegar hasta hoy. Para hacerlo voy
a evocar a mi antecesor en la clase de deontología jurídica en la Escuela
de Derecho de la Universidad Sergio Arboleda, a mi gran maestro en la
materia, que me enseñó tanto con lo que dijo, pero mucho más con su
ejemplo, al Doctor Jorge Vélez García, que fue Presidente de la Academia,
que fue Magistrado de la Corte Suprema de Justicia, que fue Decano de la
Universidad y que fue un maestro inolvidable, del que se pueden decir mu-
chas cosas, y en mora estoy de hacerlo, pero sobre todo debe decirse que
fue una persona proba. Inspirado por su obra: Derecho y valores (1999),
me refiero a sophrosyne, la virtud griega de la discreción, autocontención,
moderación.
Si hay algo alejado al ejercicio de la profesión de abogado es la estriden-
cia, la vanidad, el ego. Este oficio es, en sí mismo, suficientemente valioso.
El abogado es alguien que tiene todos los días el honor de servirle a los
demás, el honor de contribuir a resolver sus conflictos. En sí mismo es un
honor tan grande que no hay que agregarle más, no es necesario más. Por
eso, cuando terminamos la formación en décimo semestre, lo que les digo
a mis discípulos es: ustedes tienen un gran honor, no lo piensen en térmi-
nos de cómo se lo compensan, de los honorarios, piensen que socialmente
son un agente de civilización y de convivencia.
Los abogados no son un mal social, como algunos los pintan. Al contrario,
los abogados son la oportunidad que tiene la sociedad de vivir en paz y de
resolver sus problemas. Eso los romanos lo llamaron sobrietas. Yo quisiera
traerlo ahora con una palabra que me parece clave para hablar de ética: pro-
bidad. Un abogado no solamente tiene que ver mucho con la ética, como
tiene que ver todo ser humano. Un abogado no puede serlo si no es ético.
El Código Disciplinario del Abogado, a mi modo de ver, incurre en un
grave error al separar al abogado, como profesional, de la persona. Este
divorcio, esta escisión, que en mala hora se planteó, nos lleva a una anti-
nomia: al mismo tiempo se puede ser muy mala persona, pero muy buen
profesional. Esto es una mentira mayúscula. El ejemplo que suelo dar para
poner en evidencia el sin sentido de esta afirmación es: si usted en su casa
golpea a su esposa y a sus hijos, luego no puede ponerse la toga y hacer
de juez de familia, como si no hubiera pasado nada. Pues no. Carece de
auctoritas.
Puede haber dificultades con el principio de la intimidad, pero quien gol-
pea a la esposa no puede ser juez de familia, no tiene ninguna autoridad,
no en términos de poder, sino autoridad en términos éticos. Y eso creo que
es lo que está fallando: la inexistencia de autoridad ética, producto de este
divorcio.
En otros ordenamientos, como el norteamericano, que se usa tanto como
ejemplo; las barras, para admitir a un miembro, no solamente miran su
competencia científica, técnica, e incluso artística, hacen un juicio que se
podría traducir como una prueba de idoneidad ética. Un buen científico, un
gran conocedor de la técnica, e incluso un consumado artista, si no tiene
idoneidad ética no puede ejercer la profesión. Eso hace que la profesión
sea respetable.
En la medida en que se admita comportamientos no éticos, la profesión
será cada vez menos respetable, menos respetada y la sociedad funcionará
igualmente menos organizada en términos éticos. Si los abogados hacen lo
que quieren y si los jueces hacen lo que quieren, ¿por qué los demás no?
Conclusiones
La ética no se puede enseñar en una cátedra, sino que se construye a partir
de múltiples elementos, entre ellos la educación, el ejemplo, el mérito y la
sophrosyne. Esto no implica que la cátedra sea innecesaria o redundante,
pues la reflexión sobre problemas éticos hace parte de un proceso de for-
mación crítico, que de un lugar adecuado al pensamiento y a las decisiones
conscientes.
La ética en la justicia es necesaria, porque el hombre es necesario. Si bien
la inteligencia artificial y, en general, la tecnología, puede y debe contri-
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Editorial, 2015.
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DANS, Enrique. en https://www.enriquedans.com/2017/05/justicia-robotica.html
*
Primer Abogado de la U. Gran Colombia. Más de 50 años ejerciendo
profesión. Miembro de número de la Academia Colombiana de
Jurisprudencia. Ha sido condecorado por Venezuela, Bolivia, Argentina,
Brasil, China, España, condecoraciones en el Grado de GRAN CRUZ.
Profesor de Derecho Penal en la U. Gran Colombia, Santo Tomás
y otras instituciones académicas. Ha sido juez, fiscal y conjuez de la
Corte Suprema de Justicia -15 años-. Presidente del Centro de Estudios
Colombianos, Academia del Pensamiento Conservador y Humanista.
Presidente de la Academia Hispanoamericana de Letras y Ciencias.
Miembro Numerario de la Sociedad Bolivariana de Colombia y miembro
correspondiente Miembro Correspondiente de la Academia Colombia
de Historia, entre otras.
1
El Derecho Civil, el Derecho Administrativo, el Derecho del trabajo, el
Derecho Internacional, y en general, todas las ramas del derecho, requie-
ren, para la actualización de sus fines, de un procedimiento determina-
do en donde la prueba también es fundamental. Naturalmente, existen
puntos de contacto entre la prueba penal y la prueba característica de
las ramas del derecho citadas; hasta tener presente que, a través de las pruebas, se pretende
llegar a conocer la verdad y ésta va dirigida, en términos generales, a quienes intervienen
en el proceso. No obstante, existen diferencias: en materia civil, el “actor” está obligado
a demostrar su acción y el demandado sus excepciones. En nuestra disciplina, esto no es
así; si bien, el Ministerio Público debe fundar su actuación, y hasta se llega a existir que
precise con exactitud la acusación para el procesado, no es imperativo e indispensable que
demuestre su inocencia, o los aspectos negativos de su declaración, porque el juez no debe
estar sujeto a las afirmaciones de las “partes”. De acuerdo con la naturaleza de los asuntos
sobre los cuales versa el procedimiento penal y el proceso civil, las pruebas son de naturale-
za distinta; por ello, producen efectos diferentes en uno y otro proceso, como, por ejemplo,
la confesión.
En cuanto al tiempo dentro del cual deben presentarse pruebas, no se da un término tan
riguroso que precluya como en el ramo civil, porque la verdad material predomina en lo
penal. en cambio, la verdad formal alcanza básica operancia en el proceso civil; piénsese,
por ejemplo, que en materia civil se fija un plazo determinado para contestar la demanda, y
si no se hace en esa forma, se declara confeso al demandado, situación que no podría darse
en lo penal, porque no es posible el enjuiciamiento de persona alguna, si no comparece
ante el juez.
Etimología y concepto
Antes de emitir un concepto sobre la prueba, es conveniente recordar que,
etimológicamente, viene de probandum, cuya traducción es patentizar,
hacer fe; criterio derivado del viejo Derecho español2.
Prueba del adverbio probe, significa: honradamente, porque se piensa que
toda persona, al probar algo, se conduce con honradez3.
Gramaticalmente, es un sustantivo que alude a la acción de probar, es decir,
a la demostración de que existió la conducta o hecho concreto; origen de
la relación jurídica –material de Derecho Penal, y luego, de la relación
jurídico– procesal.
2
En Las Partidas se consideró prueba a los elementos de convicción, necesarios para
demostrar lo que se pretendía en un asunto sometido a los tribunales. (Parte tercera, Ley I,
Titulo XIV).
3
ARENAS, Antonio Vicente. Proceso Penal, Temis, 1978
Antecedentes históricos
Históricamente, la prueba penal ha sufrido una notable transformación,
especialmente cuando el procedimiento penal logró independizarse del
proceso civil; es factible afirmar que el progreso científico y la ideología
predominante, en un momento y lugar determinados, han sido factores
definitivos para fijar el género de prueba más a tono con la realidad social.
En Roma, durante la República, en las causas criminales el pueblo dictaba
sentencia influenciado por el cargo o autoridad del sujeto, o por los servicios
políticos prestados. Naturalmente, se atendía a algunos medios de prueba,
como: los testimonios emitidos por los laudatores (quienes entre otros as-
pectos, deponían cerca del “buen nombre del acusado”), la confesión y el
examen de documentos. Debido a la ausencia de reglas precisas en materia
de prueba, propiamente no se hacía un examen jurídico de la misma, por no
existir separación entre los aspectos de hecho y de derecho de esta disciplina.
En las questiones perpetuas, los tribunales aceptaban el resultado del tor-
mento aplicado al acusado y, a pesar de la existencia de algunas normas
(especialmente tratándose de los testigos), siguieron resolviendo los pro-
cesos conforme a los dictados de su conciencia.
Durante el Imperio cayeron en desuso los tribunales populares, los jueces
apreciaban los medios de prueba establecidos por las Constituciones Im-
periales; acatando algunas reglas concernientes a s aceptación, rechazo y
trámite.
4
Ob. Cit.
Objeto de prueba
El objeto de prueba es el tema probandum, la cuestión que dio origen a la
relación jurídica– material de Derecho Penal. Esto es lo que debe probarse;
es decir, que se ejecutó una conducta o hecho encuadrable en algún tipo
penal preestablecido (tipicidad), o, en su defecto, la falta de algún elemen-
to (atipicidad), o cualquier otro aspecto de la conducta; cómo ocurrieron
los hechos, en dónde, cuándo, por quién y para qué, etc.
En términos generales, el objeto de prueba abarcará la conducta o hecho,
tanto en su aspecto objetivo como en el subjetivo, porque, si la conducta
siempre concierne al ser humano, la motivación de aquélla debe buscarse
en las regiones más recónditas del alma. En lo crimina, el juez tiene que
esclarecer circunstancias que los sentidos no advierten y que sólo salen
del fuero interno. La imputabilidad moral del acusado, la situación de su
espíritu en el momento de delinquir, la lucidez de sus facultades intelec-
tuales, la intención perversa y su intensidad; he aquí los objetos sobre los
cuales es preciso dirigir los instrumentos de prueba; pero ni ésta podría
considerarse comenzada por los medios aplicables en lo común a hechos
exteriores, ni adquirirse su certeza sino por vía de inducción”6.
En resumen, son objeto de prueba: la conducta o hecho (aspecto interno y
manifestación), las personas (probable autor del delito, ofendido, testigos),
las cosas (en tanto que en éstas recae el daño, o sirvieron de instrumento o
medio para llevar a cabo el delito) y, por último, los lugares, porque de su
inspección, tal vez se colija algún aspecto o alguna modalidad del delito.
El objeto de prueba es, fundamentalmente: la demostración del delito con
sus circunstancias y modalidades (conducta o hecho, tipicidad, imputabi-
lidad, culpabilidad), la personalidad del delincuente, el grado de responsa-
bilidad y el daño producido. Puede recaer también sobre otras cuestiones
comprendidas en la parte general del Derecho Penal (teoría de la ley pe-
nal), así como, en el orden negativo, sobre la ausencia de conducta, atipi-
cidad, causas de justificación, inimputabilidad, inculpabilidad y excusas
absolutorias7.
6
ARENAS, Ob. Cit.
7
Tomando como punto de partida la ley penal, advertimos que, aun ésta, en algunos casos,
será objeto de prueba; e independientemente de que el juzgador, como docto en Derecho,
deba conocerla y aplicarla, cuando se invoca aluna disposición extranjera, será necesario
demostrar su existencia.
En cuanto a la doctrina, no basta argumentar determinado criterio científico. Para robuste-
cer el fundamento de una petición, habrá que señalar al autor de aquél y la obra en donde
se contiene, para así, de acuerdo con su sentido y autoridad, fijar su operancia. Lo mismo
sucede tratándose de la jurisprudencia, aunque, en este caso, se demostrará, si la posición
jurídica se funda en uno o más precedentes de los tribunales o en un criterio uniforme (5
ejecutorias), para así derivar el carácter con que se invoca y los efectos jurídicos que puede
producir.
Mencionar la interpretación de la ley como objeto de prueba, a simple vista pudiera parecer
extraño; sin embargo, como puede servir de fundamento o guía al juzgador el razonamiento
interpretativo, en muchas ocasiones deberá demostrarse, por ejemplo: si en la interpretación
gramatical se atiende al significado de las palabras que componen el texto legal, se citará la
fuente en la que se basa el intérprete para atribuirles determinada connotación.
Órgano de prueba
Órgano de prueba, es la persona que proporciona el conocimiento por
cualquier medio factible.
De los sujetos intervinientes en la relación procesal, son órgano de prue-
ba: el probable autor del delito, el ofendido, el legítimo representante, el
defensor y los testigos. Este carácter no es posible atribuirlo a los órganos
jurisdiccionales, al Ministerio Público, a los peritos, pues “el juez conoce
del hecho mediatamente, el órgano de prueba lo conoce inmediatamente
(por supuesto del hecho del cual es órgano) y, en cuanto al juez, no es órgano
y en cuanto órgano no es juez”8.
Medios de prueba
El medio de prueba es, la prueba en sí. Es un vehículo para alcanzar un
fin. Esto significa que, para su operancia, debe existir un órgano que le
imprima dinamismo, y así, a través de uno o más actos determinados, se
actualice el conocimiento.
G. Martínez, hace notar: “no deben confundirse los elementos probatorios
con los medios de prueba. Los primeros están en el objeto integrándolo en
sus diversos aspectos y manifestaciones; los segundos son elaboraciones
legales, aun cuando no taxativas, tendientes a proporcionar garantías y
eficacia en el descubrimiento de la verdad dentro del proceso”9.
Aun cuando, en principio, el autor citado está en lo justo, nos parece
inútil tal aclaración, porque, actualmente nadie confunde los elementos
integrantes del objeto con el objeto mismo; en cuanto a los medios de
prueba, no siempre es correcto llamarles “elaboraciones legales”, puesto
que el uso de tal calificativo dependerá del sistema probatorio adoptado.
G. Martínez aclara: “el objeto de la prueba es el ‘tema del proceso’ o la
verdad histórica concreta por conocerse, el ‘órgano’ de la misma es la per-
sona física que aporta el conocimiento, y el ‘medio de prueba’ es el acto
o modo usado por la persona física referida, para proporcionar el citado
8
G. MARTÍNEZ, Op. Cit.
9
Ob. Cit.
Sistemas probatorios
Los sistemas probatorios objeto de la doctrina y la legislación, son: el li-
bre, el tasado y el mixto.
a) Libre. Tiene su fundamento en el principio de la verdad material; se tra-
duce en la facultad otorgada al juez para disponer de los medios de prueba
conducentes a la realización de los fines específicos del proceso y, además,
valorarlos conforme a los dictados de su conciencia y a la responsabilidad
que debe tener en el cumplimiento de sus funciones, todo lo cual se reduce a
dos aspectos básicos: libertad de medios de prueba y libertad de valoración.
b) Tasado. Este sistema (históricamente llamado “de las pruebas legales”)
se sustenta en la verdad formal, dispone solo de los medios probatorios
establecidos por la ley, para cuya valoración, el juez está sujeto a las reglas
prefijadas legalmente.
c) Mixto. Es una combinación de los anteriores: las pruebas las señala la
ley; empero, el funcionario encargado de la averiguación puede aceptar todo
elemento que se le presente como prueba, si a su juicio puede constituirla,
10
Ob. Cit.
11
CARNELUTTI. Proceso Penal. Fdo. Cul. E. México, 1970.
14
Polígrafo, registra pulso, sudor…
15
Las pretendidas técnicas científicas (cientificismo), son manifestaciones heréticas del mo-
mento actual, especialmente el pretendido empleo de los llamados “sueros de la verdad”
(pentotal sódico, avipán), inyectados en dosis determinadas a un sujeto para que, semianes-
tesiado y, en consecuencia, privado del “control consciente y de los bloqueos subconscien-
tes” (narcosis), se le interrogue sobre aquello que se desea investigar o conocer.
E
l materialismo contemporáneo, llegando a extremos escandalosos y alarmantes, pretende
arrogarse el derecho de penetrar a lo más recóndito de la conciencia humana, para conocer
sus más internos secretos.
16
Fonoscopia, por la voz identifica persona.
17
Ob. Cit.
18
Ob. Cit
histórico actual es muy distinto de aquél que lo hizo surgir. Hoy en día, el
sentido de seguridad social y sus derivaciones, es más real y amplio; por
ello, resulta en muchos casos una verdadera aberración sacrificar el interés
colectivo en beneficio de una sola persona, independientemente de que
sea un miembro de la propia colectividad. Tal vez, por razón de equidad,
no deba decirse únicamente; indubio pro reo, sino también: in dubio pro
societate, aunque sin exagerar las cosas a grado tal, de pensar en un afo-
rismo: societate contra reum. Con la observancia de este principio no se
trata de llegar a situaciones extremas de ruptura o desconocimiento de los
valores; se pretende la prevalencia jerárquica de los mismos, de acuerdo
con las necesidades imperantes.
Para determinar la situación señalada, y la procedencia del principio in
dubio pro societate, con detrimento del in dubio pro reo, y viceversa,
será definitivo el criterio dominante en cuanto al tipo de valores protegi-
dos, de tal manera que, si son los colectivos, imperará el primero frente
al segundo, y si se trata del predominio del valor individual frente al colec-
tivo, prevalecerá el in dubio pro reo.
No negamos la procedencia del aforismo, en su estricta connotación, cuan-
do el efecto dudoso es producto del material probatorio. Las razones son
obvias. La Escuela Clásica aportó sus puntos de vista para justificarlo, y
aun los positivistas, dentro de su extremismo característico, señalaron al-
gunas razones admitiéndolo, aunque no del todo.
En nuestro medio, independientemente de la base jurídica (de carácter se-
cundario), su aplicación generalizada, así como la extensión exagerada del
principio, crean una marca la desigualdad entre el autor del hecho y la victi-
ma u ofendido; tómese en cuenta, por ejemplo, que, tratándose de las conclu-
siones de la defensa, cuando no las presenta, se tienen por formuladas las de
inculpabilidad; se suple, ya no digamos la deficiencia de los agravios, sino
el agravio mismo. Si el apelante fue únicamente el sentenciado, el tribunal
de apelación no podrá aumentar la pena impuesta por el juez inferior, etc.
Todo esto, en lo que es procedente, no sucede nunca en favor del victimado
u ofendido, cuyos derechos palidecen considerablemente frente al cúmulo
de garantías concedidas al autor del crimen, a pesar de la pueril afirmación
de que el Ministerio Público lo representa debidamente en todo y por todo.
Bibliografía
*
Doctor en Jurisprudencia del Colegio Mayor de Nuestra Señora del
Rosario. Estudios de Posgrado en Derecho Civil Comparado Universidad
de Estrasburgo – Universidad del Rosario Especialización en Derecho
Procesal – 2 años – Colegio Mayor del Rosario.
Consultor y litigante en Derecho Privado y de Petróleos. Arbitro. Catedrá-
tico en las áreas de Derecho Civil y Procesal de las Universidades del Ro-
sario, Andes, Nacional de Colombia y Sergio Arboleda. Autor de artículos
y Estudios jurídicos en las publicaciones de la Academia Colombiana de
Jurisprudencia, Universidad del Rosario, Universidad de los Andes, y del
Instituto Colombiano de Derecho Procesal. Autor del ensayo La Jurispru-
dencia o el ocaso del Derecho Civil. Académico de número.
Nota liminar
En orden a iniciar la tarea que ha de desarrollar la Academia Colombiana de
Jurisprudencia en cuanto hace al análisis de la jurisprudencia, como habi-
tual ejercicio de los señores académicos, hemos querido presentar el estudio
crítico de una decisión muy reciente de la Sala Plena de la Corte Suprema
de Justicia; con tal propósito enunciaremos el problema jurídico que debía
resolverse y los fundamentos que se adujeron y, luego, las consideraciones
que apuntalan la crítica y que se someten a consideración de la Academia,
como texto de análisis y para su consulta en los medios de la misma.
La decisión de la Corte Suprema de Justicia. Sala Plena.
Magistrado ponente: Dr. Francisco Acuña Vizcaya. Sala del 6 de febrero
de 2020.
El problema jurídico a resolver:
Dice la Corte:
“La Corte Suprema de Justicia resuelve el conflicto de competencia sus-
citado entre el Juzgado Segundo Laboral del Circuito, Cuarto Civil del
una acreencia civil o comercial a través del proceso ejecutivo con garantía
hipotecaria, y olvidando lamentablemente cómo, y por qué, la ley civil ha
establecido la prelación de los créditos para su pago preferente con los
bienes del patrimonio del deudor, lo que no comporta, en manera alguna,
romper el dique legal de la jurisdicción.
En la misma línea, es sabido que la competencia, como presupuesto proce-
sal no es, ni más ni menos, la medida de la jurisdicción del juez; los facto-
res prevenidos en la ley permiten establecer dentro de la jurisdicción que
corresponda, –civil, laboral, penal, administrativa–, cuál de sus jueces es el
llamado a conocer y decidir determinado asunto; excepcionalmente, ésta
sí, puede ensancharse por factores territoriales y de cuantía, principalmen-
te. Por este aspecto, y solo en este, es posible que se suscite el conflicto de
competencia que, en su caso será dirimido por el superior jerárquico de los
jueces entre los cuales se ha suscitado el conflicto.
Dentro del marco anterior, técnicamente se trataba de un conflicto de ju-
risdicción, que no de competencia; pero, de conformidad con lo dispuesto
por el artículo 17 de la Ley Estatutaria de la Administración de Justicia,
Ley 270 de 1996, se asignó a la Sala Plena de la Corte Suprema, el dirimir,
lo que se denominó “Conflicto de competencia al interior de la Jurisdic-
ción ordinaria”. Este tratamiento, ciertamente regresivo, recuerda lo que
bajo la ley 105 de 1931, al hablar de las nulidades de la actuación procesal
se nombraba como “Incompetencia de jurisdicción”, equívoco despejado
con la expedición del Código de Procedimiento Civil de 1970, pero reto-
mado en los términos aquí consignados.
Cabe anotar que el artículo 112 de la misma ley en comento dispuso que
los conflictos entre jurisdicciones, –ordinaria, contencioso-administrativa,
constitucional, y demás–, deba ser resuelto por el Consejo Superior de la
Judicatura.
La decisión de la Corte
Ahora bien, aceptando que es un conflicto de competencia al interior de la
jurisdicción ordinaria, a pesar de que todos los ordenamientos procesales
se ocupan primeramente de enlistar los asuntos de que conoce la respectiva
“jurisdicción”, desde el punto de vista del Derecho Civil y Procesal Civil
nunca fue tan desafortunada la Corte, aunque todo el embrollo radicó, como
creemos nosotros, en la inadvertencia del Juez Laboral que conocía del pro-
ceso ejecutivo en el que se embargó el inmueble de la empresa demandada
y que soportaba una garantía hipotecaria en favor de un tercero acreedor,
sumada a las inaceptables decisiones de los jueces civiles que, lamentable-
mente prohijó la Sala Plena de la Corte Suprema de Justicia.
Veamos:
1. Siempre se ha dicho que el patrimonio del deudor es la prenda
general de los acreedores, artículo 2488 C.C., para referirnos al
derecho auxiliar conservatorio que tienen todos los acreedores de
perseguir los bienes de su deudor para que con el producto de su
venta se pague su crédito; así, con independencia de la naturale-
za de la obligación, al impulsarse el cobro ejecutivo ante el juez
competente de la jurisdicción que corresponda, –civil, laboral, ad-
ministrativa o fiscal–, podrán solicitarse, decretarse y practicarse
las medidas cautelares respecto de los bienes del deudor que mate-
rializan el derecho auxiliar en comento, artículo 2492 del Código
Civil, como también las medidas ejecutivas propiamente dichas.
2. Ahora bien, también es sabido que algunos créditos son preferen-
tes por imperativo legal, privilegiados e hipotecas, lo que indica
el orden en que deben atenderse y, si existen varios de la misma
clase, se prefieren unos a otros, –artículos 2493 y siguientes del
Código Civil–; esto no es más que la denominada “Prelación de
créditos” institución sustantiva que tampoco fue entendida por la
Corte.
3. La norma contenida en el Código General del Proceso, artículo
465, sobre cuya inteligencia discurrió la Corte llegando a errónea
conclusión como se anota adelante, contempla, precisamente, la
“concurrencia de embargos en procesos de diferentes especia-
lidades”, lo que de suyo deja entrever la existencia de la prelación
para el pago de los diferentes créditos que se reclaman ejecutiva-
mente ante jueces de distinta jurisdicción (competencia según la
Corte); lo que no se entendió es que lo allí dispuesto parte de los
siguientes supuestos:
2
MORALES MOLINA, Hernando. Curso de derecho procesal civil. Parte Especial. Sép-
tima edición. Editorial ABC Bogotá 1978, p. 262.
*
Doctor en Jurisprudencia de la Universidad del Rosario, Ex Director de
Impuestos Nacionales, Profesor Honorario de la Universidad del Ro-
sario, Miembro de Número de la Academia Colombiana de Jurispru-
dencia, Expresidente del ICDT, Presidente del Instituto Colombiano de
Derecho Tributario, Consiliario del Colegio Mayor de Nuestra Señora
del Rosario, Ex - Conjuez del Consejo de Estado. Ejercicio profesional
desde 1967 en la firma Juan Rafael Bravo & Cía. SAS – Bravo Aboga-
dos. Ha escrito las siguientes obras: Lecciones de Derecho Tributario (1
edición), Nociones Fundamentales de Derecho Tributario (3 ediciones).
THE REACTIVATION
OF LEGALNORMS
Abstract: In this article, attention is focused on the origin of the institution of the
“reviviscence” of legal norms, which occurs in the jurisprudence of higher Courts.
According to the Spanish Language Dictionary, the meaning of “reviviscence”
is specified as “act or effect of reviving,” and, in turn, “revive” means: “stated in
reference to whom seemed to be dead.” In applying such meanings to the judicial
area, and more concretely to the subject of the validity of legal norms, the article
concludes that norms which have been vacated when a law is found to be un-
constitutional by the Constitutional Court, only appeared to have been rescinded;
therefore, the finding of unconstitutionality can be applied retroactively as long as
fundamental rights are not infringed upon. Although the general principle is that
a law that has been vacated can only be reactivated through the integration of its
content into a new law (art 14 Law 153/1887), a law vacated by a law that has
been declared unconstitutional regains validity upon execution of the decision of
unconstitutionality.
Key words: Reactivation, jurisprudence, Constitutional Court, retroactive effect,
fundamental rights, tributes.
Introducción
La reviviscencia de las normas legales que han sido derogadas por dispo-
siciones declaradas inconstitucionales por la Corte Constitucional, es un
fenómeno jurídico consagrado en la jurisprudencia colombiana, desde las
decisiones tomadas inicialmente por el Consejo de Estado y luego por la
Corte Suprema de Justicia, antes de la vigencia de la Constitución de 1991,
cuando este tribunal tenía a su cargo la jurisdicción constitucional, y en la
actualidad, por la Corte Constitucional.
La cuestión tiene una especial importancia actualmente en el caso del com-
ponente inflacionario de los intereses o rendimientos financieros, ya que
antes de la expedición de la Ley 1943 de 2018 tales valores eran ingresos
no constitutivos de renta ni ganancia ocasional. Pero, por efecto de la ex-
pedición de dicha Ley, las normas legales que establecían dicha exclusión
fueron derogadas. Sin embargo, al ser declarada inconstitucional la men-
legal, por ser ésta de menor jerarquía. Por ello la declaración de inexequi-
bilidad no es solo hacia el futuro, sino que puede tener ciertos efectos hacia
el pasado, ya que la validez de la norma estaba en entredicho por su oposi-
ción a la Constitución. Los efectos concretos de la sentencia de inexequibi-
lidad dependerán entonces de una ponderación, frente al caso concreto, del
alcance de dos principios encontrados: la supremacía de la Constitución
–que aconseja atribuir a la decisión efectos ex tunc, esto es retroactivos– y
el respeto a la seguridad jurídica –ente hacia el futuro–. Y, de otro lado,
como la norma derogatoria no era válida, por estar en contradicción con la
Carta, entonces es perfectamente lógico expulsarla del ordenamiento, por
ministerio de la inexequibilidad, de forma tal que puedan revivir las dispo-
siciones derogadas” (Sentencia C-55, feb 15/96. M.P. Alejandro Martínez
Caballero). (Se ha subrayado)
3
Artículos derogados; 38,39,40, 40-1, 41,81,81-1, 118 y 491 del E.T.
4
Sent. C.55/96
Conclusión
Se debe concluir que para el año gravable 2019 el componente inflaciona-
rio de los rendimientos financieros no constituye renta ni ganancia ocasio-
nal, conforme a los artículos 38, 39, 40, 40-1, 41, 81, 81-1, 118 y 119 del
E.T., ya que:
a) Según la sentencia C-55/96 de la Corte Constitucional la declara-
toria de inexequibilidad de una norma legal derogatoria de otra,
puede tener efecto retroactivo (ex - tunc), siempre que no se afecte
la seguridad jurídica.
b) En el presente caso, al darle efecto retroactivo a la sentencia de
inexequibilidad, no se afecta la seguridad jurídica de los contri-
buyentes, pues, antes por el contrario, se les está restituyendo en
el derecho a no ser gravados sobre ingresos que no constituyen
enriquecimiento patrimonial.
c) No se está desconociendo lo dispuesto por la Corte Constitucional
en la sentencia C-481/19, en el sentido de que la reviviscencia
de las normas derogadas por la Ley declarada inexequible tendría
efecto a partir del año 2020, pues tal disposición estaba condicio-
revocatoria del acto de apertura y afecta la protección misma del interés general,
que es finalmente la justificación de cualquier revocatoria de un acto administra-
tivo de caracter general. Esta conclusión, desde luego, no pretende ser un espacio
abierto para la arbitrariedad, porque la revocatoria del acto administrativo general
de apertura no es ni podría ser, ajena al control de legalidad.
Palabras clave: Derecho administrativo, contrato estatal, procedimiento de se-
lección de contratistas, acto de apertura, revocatoria, interés general, consenti-
miento de los oferentes.
JURISPRUDENTIAL OBSERVATORY
THE REVOCATION OF THE ADMINISTRATIVE ACT OF OPENING A PROCEDURE
FOR THE SELECTION OF CONTRACTORS: IS THERE A JURISPRUDENTIAL INVOLUTION?
Abstract: The act of opening a procedure for selecting State contractors is necessa-
rily a general one, as it is an invitation to offer, without a specific recipient. That is
why it is striking that in the recent jurisprudential evolution, some pronouncements
of the Council of State seem to point out that once offers have been submitted to the
public entity, the nature of the opening act is transformed, to become an act of a par-
ticular nature, which submits the revocation to the authorization of those interested
in it. This article reviews those decisions and proposes an own analysis criterion.
In our opinion, if the public contractor concludes that continuing with a contrac-
ting process is against the Constitution or the law, or that it contradicts public or
social interest, or that it causes an unjustified grievance to a person, it must be able
to revoke motivated without asking for the consent of the interested parties. What
is the point of requiring the consent of the eventual bidders, or the best bidder, to
protect these superior values? How can the interest that such bidders have in con-
cluding a contract be privileged, over the public interest? We believe, then, that the
requirement of having the prior and express consent, either of the best proponent
or of all the bidders, as derived from some recent decisions of the Council of State,
in practice makes the revocation of the opening act infeasible. and it affects the
protection of the general interest itself, which is ultimately the justification for any
revocation of a general administrative act. This conclusion, of course, is not inten-
ded to be an open space for arbitrariness, because the revocation of the general ad-
ministrative act of opening is not and could not be, outside the control of legality.
Key words: Administrative law, state contract, contractor selection procedure,
opening act, revocation, general interest, bidder consent.
3
Desde luego deberán agotar los mecanismos de consulta previa, cuando a ello haya lugar,
de conformidad con la Ley. Se lee en la Ley 1437 de 2011: Artículo 46. Consulta obliga-
toria. Cuando la Constitución o la ley ordenen la realización de una consulta previa a la
adopción de una decisión administrativa, dicha consulta deberá realizarse dentro de los tér-
minos señalados en las normas respectivas, so pena de nulidad de la decisión que se llegare
a adoptar.
5
Ley 1882 de 2018: Artículo 15. Modifíquese el artículo 10 de la Ley 1508 de 2012, el cual
quedará así:
Artículo 10. Sistema abierto o de precalificación. Para la selección de contratistas de pro-
yectos de asociación público privada de iniciativa pública, podrá utilizarse el sistema de
precalificación, en las condiciones que establezca el reglamento.
Para el sistema de precalificación, se conformará una lista de precalificados mediante con-
vocatoria pública, estableciendo un grupo limitado de oferentes para participar en el proce-
so de selección.
El reglamento podrá establecer mecanismos para que en caso de requerirse estudios adicio-
nales, estos puedan realizarse o contratarse por los precalificados. El reglamento también
podrá establecer mecanismos por medio de los cuales se pueden excluir a precalificados
cuando estos no participen en la realización de estudios adicionales.
6
Decreto 1082 de 2015: Artículo 2.2.2.1.4.5. Sistemas de precalificación. Para aquellos
proyectos de Asociación Público Privada de iniciativa pública cuyo costo estimado sea
superior a setenta mil salarios mínimos mensuales legales vigentes (70.000 smmlv), la en-
tidad estatal competente podrá utilizar, previo a la apertura del proceso de selección, siste-
mas de precalificación. La entidad estatal podrá contratar con los integrantes de la lista de
precalificados los estudios adicionales o complementarios que requiera el proyecto, a costo
y riesgo de los precalificados.
La conformación de la lista de precalificados no obliga a la entidad estatal a abrir el Proceso
de Contratación. Así mismo, la entidad estatal podrá desistir de utilizar la lista de precalifi-
cados y proceder a iniciar un proceso de selección abierto, si con posterioridad a la confor-
mación de la lista se evidencia que no se cuenta con por lo menos cuatro (4) precalificados
interesados en presentar oferta.
La entidad estatal no adquiere compromiso alguno de pago o retribución por los estudios
complementarios requeridos por el proyecto que adelanten los integrantes de la lista de
precalificados.
En caso de adjudicación, el adjudicatario del contrato deberá pagar a los integrantes de la
lista de precalificados el valor de los estudios complementarios que haya acordado previa-
mente con la entidad estatal competente.
En aquellos casos en que no se abra el proceso de selección, se desista del uso de la preca-
lificación, o cuando el resultado del proceso de selección sea la declaratoria de desierta del
mismo, la entidad estatal competente podrá adquirir aquellos insumos o estudios comple-
mentarios adelantados por los integrantes de la lista de precalificados, que le interesen o le
sean útiles. Esta adquisición implicará la cesión de los derechos patrimoniales de autor y la
libre disposición de los mismos.
Parágrafo. El alcance de los estudios adicionales o complementarios, el valor máximo de
los mismos, la experiencia y condiciones de idoneidad de quien los desarrolle, se definirán
de mutuo acuerdo entre la entidad estatal competente y los precalificados.
(Decreto 1467 de 2012, artículo 16; Decreto 1553 de 2014, artículo 2°)
Si la Administración considera que el acto ocurrió por medios ilegales o fraudulentos lo
demandará sin acudir al procedimiento previo de conciliación y solicitará al juez su suspen-
sión provisional.
Parágrafo. En el trámite de la revocación directa se garantizarán los derechos de audiencia
y defensa.”
8
“Artículo 2.2.1.1.2.1.5. Acto administrativo de apertura del proceso de selección. La
Entidad Estatal debe ordenar la apertura del proceso de selección, mediante acto ad-
ministrativo de carácter general, sin perjuicio de lo dispuesto en las Disposiciones Es-
peciales para las modalidades de selección, previstas en el capítulo 2 del presente título.”
–Subrayas y negrillas nuestras–
9
Consejo de Estado, Sala de lo Contencioso Administrativo, sentencia de 26 de marzo de
2014, Rad.: 05001-23-31-000-1998-01503-01 (25.750), C.P.: Enrique Gil Botero).
10
“Así, el acto de adjudicación supone -desde una faceta positiva- la selección y por lo
mismo la aceptación de la oferta que se estima la más conveniente y favorable con
arreglo a lo dispuesto en los pliegos de condiciones y –desde una faceta negativa– la no
adjudicación a los otros proponentes.
Sin embargo, conviene precisar que el acto de adjudicación, en tanto por él se acepta la
oferta del oferente favorecido y se concluye el procedimiento licitatorio, en el derecho
nacional aunque no perfecciona el vínculo jurídico en tratándose del contrato estatal, es
presupuesto sine qua non para la ulterior celebración del respectivo contrato, como que crea
la obligación tanto para la administración como para el adjudicatario de elevar a escrito el
acuerdo de voluntades.
De modo que la suscripción no es sino la formalización de la voluntad administrativa de
la entidad licitante expresada a lo largo de ese proceso y de la del co-contratante que for-
muló la oferta seleccionada, en lo que Alessi llama “fase integrativa”, con el fin de lograr
el perfeccionamiento del contrato en los términos del artículo 41 de la Ley 80. Con esta
perspectiva, el artículo 9º de la Ley 1150 de 2007 establece que el acto de adjudicación es
irrevocable y obliga a la entidad y al adjudicatario.
Así lo había reconocido, de antaño, la jurisprudencia de esta Corporación: “Los efectos de
la adjudicación son bien conocidos, como que se ha afirmado constantemente que, desde
que ella se comunica, surge entre adjudicatario y adjudicante una situación contentiva de
mutuos derechos y obligaciones, y de la que el contrato no viene a ser sino la forma ins-
trumental o el acto formal”. (Consejo de Estado, Sala de lo Contencioso Administrativo,
Sección Tercera, Sentencia de junio 13 de 2011, Rad. No. 19936, C.P.: Ruth Stella Correa
Palacio).
11
(Consejo de Estado, Sala de lo Contencioso Administrativo, Sección Tercera, Subsección
A, Sentencia de 27 de abril de 2016, Rad. No. 2500-23-26-000-2007-00664-01 (46818),
C.P.: Marta Nubia Velásquez Rico)
Nuestra opinión
Planteamiento
Es importante destacar que ninguna de las posturas jurisprudenciales ana-
lizadas ostenta la categoría de sentencia de unificación jurisprudencial, por
manera que su preceptiva no resulta de obligatoria aplicación para la admi-
nistración pública, sino tan solo criterio auxiliares de interpretación de las
normas jurídicas, no obstante lo cual y por provenir de la cima de la jurisdic-
ción de lo contencioso, plantean una dirección de razonamiento de estima-
ble importancia e influjo en la actividad diaria de los operadores jurídicos.
12
Consejo de Estado, Sala de lo Contencioso Administrativo, Sección Tercera, Subsección A,
Sentencia de 26 de noviembre de 2014, Rad. No. 76001-23-31-000-1998-01093-01(31297),
C.P.: Carlos Alberto Zambrano Barrera.
13
Artículo 97. Revocación de actos de carácter particular y concreto. Salvo las excepciones
establecidas en la ley, cuando un acto administrativo, bien sea expreso o ficto, haya creado o
modificado una situación jurídica de carácter particular y concreto o reconocido un derecho
de igual categoría, no podrá ser revocado sin el consentimiento previo, expreso y escrito del
respectivo titular.
Si el titular niega su consentimiento y la autoridad considera que el acto es contrario a la
Constitución o a la ley, deberá demandarlo ante la Jurisdicción de lo Contencioso Adminis-
trativo.
Si la Administración considera que el acto ocurrió por medios ilegales o fraudulentos lo
demandará sin acudir al procedimiento previo de conciliación y solicitará al juez su suspen-
sión provisional.
Parágrafo. En el trámite de la revocación directa se garantizarán los derechos de audiencia
y defensa.
14
Rodríguez R., Libardo. Derecho Administrativo General y Colombiano, Decimoctava edi-
ción, Temis, Bogotá D.C, 2012, p. 420 y 421.
desaparecer de la vida jurídica los actos que ella misma ha expedido ante-
riormente, lo cual se conoce en algunos ordenamientos como el retiro de
los actos administrativos. Es decir, se trata de un mecanismo de extinción
del acto administrativo y de sus efectos que opera por la voluntad de la
propia administración.
Esta figura debe distinguirse, por una parte, de la anulación, que es la des-
aparición o extinción del acto por decisión de autoridad jurisdiccional. Por
otra parte, la revocación directa propiamente dicha debe diferenciarse de
los recursos administrativos, los cuales también permiten “revocar” o ha-
cer desaparecer los actos por decisión de la misma administración, pero
dicha “revocación” o desaparición se produce solo en virtud de recursos
contra actos individuales y cuando ellos apenas han sido expedidos, sin
que se encuentren aún ejecutoriados, es decir, en firme. Por el contrario,
la figura de la revocación directa se presenta por fuera de los términos
propios de la vía administrativa e independientemente de ella, sea porque
para el caso no haya recursos administrativos o porque habiéndolos, no se
hizo uso de ellos.
De manera que la revocación directa es una excepción al principio de in-
mutabilidad de los actos o a la autoridad de “cosa decidida” de que ellos
están investidos”.
Mediante Sentencia C-095 de 1998 la Corte Constitucional señaló:
“La figura de la revocatoria directa de un acto administrativo no forma par-
te de la vía gubernativa, ni constituye un recurso ordinario, se trata de una
decisión soberana y unilateral de la administración en cumplimiento
de un deber de revisión del Estado de sus propios actos, que se sustenta
en el principio de legalidad, y en los valores fundantes constitucionales
a la libertad de los administrados y a la justicia, que le permite rectifi-
car su actuación o decisión sin la necesidad de recurrir al conocimiento
de los tribunales contencioso-administrativos”. (Negrilla fuera de texto)
Teniendo como guía entonces la esclarecedora postura de la Corte Cons-
titucional sobre el alcance y propósito de la revocatoria de los actos ad-
ministrativos, consideramos que en punto de la que pudiera recaer sobre
un acto de apertura de un proceso de selección, la administración deberá,
ante todo, lograr determinar si el mismo se encuentra incurso en una causal
legal de revocatoria, las que, conforme a lo señalado en la Ley 1437 de
2011, son:
efectiva ejecución del objeto contractual y por ende en la real prestación del servicio y la
satisfacción del interés general.
Al respecto se ha dicho:
“La defensa del principio del interés general no sólo constituye la finalidad
primordial sino el cimiento y la estructura de la contratación administrativa,
pues sólo es válido y admisible jurídicamente el procedimiento precontractual, el
contrato y los actos de ejecución del mismo que se inspiran o tienen como propósito
el cumplimiento o la satisfacción de las necesidades de la colectividad. Desde
esta perspectiva, el concepto de interés público se consolida como el sustento
más importante y la justificación de la contratación administrativa, por lo que la
ausencia del mismo en el acuerdo de voluntades genera graves consecuencias para
el contrato y para los servidores que lo diseñaron”.
De manera que es el interés general el que determina las actuaciones de la administración,
de los servidores que la representan y de los contratistas, todos ellos supeditados al
cumplimiento de los fines del Estado y de las obligaciones generales derivadas del
pliego de condiciones y del contrato estatal. (Consejo de Estado, Sala de lo Contencioso
Administrativo, Sentencia de 9 de febrero de 2017, Rad. No. 85001-23-33-000-2013-
00221-01(52805), C.P.: Jaime Orlando Santofimio Gamboa).
18
El Parágrafo del artículo 30 de la Ley 80 de 1993, define la licitación pública, como “el
procedimiento mediante el cual la entidad formula públicamente una convocatoria para
que, en igualdad de oportunidades, los interesados presenten sus ofertas y seleccione entre
ellas la más favorable”.
De esta definición legal debe entenderse la licitación como un procedimiento administrati-
vo, conformado por una serie de actuaciones armonizadas entre sí, que provienen tanto de
la Administración como de los oferentes, las cuales son de público conocimiento, con el
fin de seleccionar, en condiciones de igualdad, la mejor propuesta que satisfaga el interés
público.
También se ha definido la licitación pública como un procedimiento administrativo, pre-
paratorio de la voluntad contractual, conformado por un conjunto de actos combinados
entre sí, con unidad de efectos jurídicos, el cual tiene como finalidad escoger al contra-
tista más idóneo y que ofrezca las condiciones más favorables para la Administración,
dentro de los límites y formalidades fijados por la ley, en protección de la legitimidad de
la contratación y del interés público. (Consejo de Estado, Sala de lo Contencioso Adminis-
trativo, Sección Tercera, Sentencia de 29 de agosto de 2007, Exp.: 85001-23-31-000-1996-
00309-01(15324), C.P.: Mauricio Fajardo Gómez)
19
Consejo de Estado, Sala de lo Contencioso Administrativo, Sección Tercera, Sentencia de
16 de marzo de 2005, Rad. No. 25000-23-26-000-2002-01216-01(27921), C.P.: Ruth Stella
Correa Palacio.
20
ARTÍCULO 25. DEL PRINCIPIO DE ECONOMIA. En virtud de este principio:
(…)
2°. Las normas de los procedimientos contractuales se interpretarán de tal manera que no
den ocasión a seguir trámites distintos y adicionales a los expresamente previstos o que
permitan valerse de los defectos de forma o de la inobservancia de requisitos para no decidir
o proferir providencias inhibitorias.
Colofón
Como prueba del influjo que tiene la discusion jurisprudencial y sus ma-
tices, sobre la forma de pensar de la administración, obsérvese que en
el recientemente expedido Decreto 537 de 2020, por medio del cual se
adoptaron medidas en materia de contratación estatal en el marco de la
1.
Cuando la sentencia que deba dictarse dependa necesariamente de lo que se decida en otro
proceso judicial que verse sobre cuestión que sea imposible de ventilar en aquel como
excepción o mediante demanda de reconvención. El proceso ejecutivo no se suspenderá
porque exista un proceso declarativo iniciado antes o después de aquel, que verse sobre
la validez o la autenticidad del título ejecutivo, si en este es procedente alegar los mismos
hechos como excepción.
2.
Cuando las partes la pidan de común acuerdo, por tiempo determinado. La presentación
verbal o escrita de la solicitud suspende inmediatamente el proceso, salvo que las partes
hayan convenido otra cosa.
Parágrafo. Si la suspensión recae solamente sobre uno de los procesos acumulados, aquel
será excluido de la acumulación para continuar el trámite de los demás.
También se suspenderá el trámite principal del proceso en los demás casos previstos en este
código o en disposiciones especiales, sin necesidad de decreto del juez.
22
ARTÍCULO 77. DE LA NORMATIVIDAD APLICABLE EN LAS ACTUACIONES AD-
MINISTRATIVAS. En cuanto sean compatibles con la finalidad y los principios de esta ley,
las normas que rigen los procedimientos y actuaciones en la función administrativa, serán
aplicables en las actuaciones contractuales. A falta de estas, regirán las disposiciones del
Código de Procedimiento Civil.
Los actos administrativos que se produzcan con motivo u ocasión de la actividad contrac-
tual sólo serán susceptibles de recurso de reposición y del ejercicio de la acción contractual,
de acuerdo con las reglas del Código Contencioso Administrativo.
PARÁGRAFO 1°. El acto de adjudicación no tendrá recursos por la vía gubernativa. Este
podrá impugnarse mediante el ejercicio de la acción de nulidad y restablecimiento del de-
recho, según las reglas del Código Contencioso Administrativo.
PARÁGRAFO 2°. Para el ejercicio de las acciones contra los actos administrativos de la
actividad contractual no es necesario demandar el contrato que los origina.
*
Abogado de la Universidad Pontificia Bolivariana, Doctor en Mercado
y Derecho, Cum Laude, Universidad Pablo de Olavide – Sevilla
– España. Consultor en el área de Derecho Privado desde 1970 de
diferentes compañías particulares y del sector público en contratación
y derecho mercantil. Director de la firma Rodrigo Puyo y Asociados
S.A.S., Medellín – Bogotá. Delegado del Presidente de la República
en la Junta Directiva de la Cámara de Comercio de Medellín para
Antioquia, Presidente de su Comité Jurídico y del Comité Asesor del
Centro de Arbitraje y Conciliación.
Introducción
Uno de los padres del nacionalismo itsmeño fue el jurista
colombo-panameño Justo Arosemena Quesada, estadista,
político y parlamentario, economista y filósofo, jurista y
diplomático, polemista y columnista como escritor satírico,
pero particularmente, un cristiano no practicante, conven-
cido, de que “ningún país civilizado puede hoy prescindir
de la tolerancia religiosa, de la libertad de conciencia y de
la franca permisión de entrada a todo extranjero honrado y
laborioso”.
*
Doctor en Derecho Canónico, con estancias posdoctorales en Historia
y en Derecho Constitucional; magíster en Relaciones Internacionales y
en Derecho Canónico; M.B.A. y master of Soft Skills. Especializacio-
nes en: Derechos Humanos, Bioética, Derecho Constitucional, Derecho
Administrativo, Liderazgo Estratégico Militar, Gerencia y Gestión Am-
biental, Pedagogía y Docencia Universitaria. Miembro de Número de
la Academia Colombiana de Jurisprudencia; miembro correspondiente
Extranjero de la Academia Chilena de Ciencias Sociales, Políticas y Mo-
rales; colegiado honorario del Muy Ilustre y Bicentenario Colegio de
Abogados de Lima; individuo de las Academias Colombiana, Panameña
y Boyacense de la Lengua y un larguísimo etcétera.
Vicerrector general de la Universidad La Gran Colombia (Actualmente).
Información biográfica
Don Justo Arosemena quesada vio la luz en la ciudad de Panamá, el 9 de
agosto de 1817 y falleció en el puerto de Colón, el 23 de febrero de 1896.
Fue bautizado con los nombres de José Justo del Carmen, el 11 de agosto
de 1817 por el Cura Rector del Sagrario de la Catedral, José Calvo, siendo
padrinos don Blas Arosemena y doña Manuela Quesada. Procedía de una
de las pocas familias notables afincadas en la ciudad, entre las que prác-
ticamente solo resaltaban los Arosemena, llegados de Bilbao en el siglo
xvii; con los Vásquez de Gortayre, los Caparroso, los Icaza, los Arze y los
Soparda.
Era hijo de don Mariano Arosemena, quien había participado en la lucha
libertadora de 1821 contra España (emparentado con los Marqueses de
Negreiros que menciona Ricardo Palma en sus Tradiciones) y, de doña
Dolores Quesada, de ilustre abolengo, (emparentada con el fundador de
Bogotá Gonzalo Jiménez de Quesada), quienes además de don Justo, pro-
crearon a Manuela, Mariano, Blas, Carmen, Luisa, Martina y Dolores.
Nieto por línea paterna del señor Coronel don Pablo de Arosemena, Ca-
ballero de la Real y Distinguida Orden Española de Carlos III y de doña
Martina de la Barrera: y por la materna del señor don Miguel de Quesada
y de doña Catalina Velarde. El 29 de septiembre de 1818, de manos de don
Fray José Higinio Durán, Obispo de Panamá, recibió el sacramento de la
confirmación, siendo su padrino don Pablo de Arosemena. Entre los hijos
de la familia Arosemena Barrera estuvieron Tomás Demetrio, Inés Josefa
del Carmen y José Fabio de las Mercedes.
Luego de aprender inglés desde muy pequeño con el matrimonio Howard,
sus padres lo matricularon a los cinco años para cursar primeras letras
en su ciudad, bajo el cuidado del ecuatoriano Alfredo Baquerizo. Luego
ingresó al Colegio de Panamá, plantel de enseñanza secundaria, de que
era rector, entonces, el canónigo doctor Juan José Cabarcas. Luego de
un desencuentro familiar entre si continuaba estudios en Inglaterra o en
Bogotá, doña Dolores, tan apegada a su hijo, manifestó que la Divina
Providencia lo quería más cerca, razón por la cual fue enviado al Colegio
Mayor de San Bartolomé en Bogotá, acompañado de su tío Blas, quien
acababa de ser elegido Senador de la República.
proyecto, aunque no pudo pasar entonces, fue sin duda la base de la ley
expedida en 1858, segundo nivel hacia la federación, cuando el país tomó
el nombre de Confederación Granadina.
En esta parte, debemos concretar algunos términos, que nos ayudarán a en-
tender, por qué los factores principales de la Constitución de Rionegro de
1863, son cruciales para entender las observaciones particulares realizadas
por Justo Arosemena, presidente de la convención nacional de Rionegro.
La equidad, según la Real Academia española, es “justicia natural, por
oposición de la ley positiva” (DRAE, 2017), pero, ¿cómo se puede im-
partir esta justicia en los Estados Unidos de Colombia?, pues bien, Justo
Arosemena, nos habla de equidad, pero también de igualdad en la que los
Estados deben referenciar un trato y unas condiciones igualitarias para to-
dos, que deben ser impartidas mediante la soberanía, dando libertad a cada
provincia de manejar sus propios decretos, pero todo acorde a lo pactado
en la constitución.
Arosemena sostenía la soberanía de los Estados como principio esencial
de la federación. Ese principio quedó reconocido desde la primera línea
del artículo primero, que admite también al final la soberanía de la nación
formada por la unión de los Estados. Más tarde al pronunciarse nuestro
jurista, en los Estudios Constitucionales, acerca de esta cuestión que tanto
se ha debatido, de la soberanía en relación con el sistema federal. Así, para
Arosemena, “La Asamblea Constituyente de Colombia, era representante
de un pueblo noble, altivo y valeroso”.
Gran parte de las observaciones realizadas por el senador Arosemena, ha-
cían referencia a un fin común “alianza y pacto eterno entre naciones”,
pero a su vez, declara y es consciente, que este tipo de alianza siempre va
a tener dificultades, ya que los actores en varios artículos no llegaron a
un consenso generalizado por lo que se obvio mucha información incon-
gruente. Cabe destacar que Justo Arosemena era partícipe de la justicia, y
que ella debería estar ligada al regimiento igualitario de los Estados que
hacen parte de una sola soberanía, por lo que menciona y cita que “la mejor
combinación en cada país es aquella que da paz, orden, seguridad, libertad
y progreso en todo sentido” (Constitución de Rionegro, 1863, p.79), que
tenía relación con otra frase de Arosemena: “la independencia de la nación
sin la libertad del ciudadano, es un sarcasmo”.
Conclusión
Justo Arosemena fue un hombre de pensamiento propio, formado en
un proceso ininterrumpido de estudios y de reflexión con la vista y la
*
Abogado de la Universidad Externado de Colombia. Exjuez de la Re-
publica. Exmagistrado de la Sala Penal del Honorable Tribunal de Cali.
Exmagistrado de la Corte Suprema de Justicia y expresidente de la Sala
Penal. Profesor universitario y autor de muchas obras de Derecho Penal.
3. Al salir del Colegio del Rosario algunos de sus profesores rosaristas que
admiraban la integridad y las capacidades de su discípulo, le consiguieron
un cupo en la Universidad Nacional de Colombia (1952-1954). Era la épo-
ca de la dictadura de Rojas Pinilla y posterior a los sucesos de la masacre
estudiantil del 8 y 9 de junio de 1954 fue expulsado –para satisfacción
de sus ideales–, de la Nacional. Acto seguido fue llamado por el rector
Ricardo Hinestroza Daza para ingresar al hogar liberal del Externado de
Colombia (1955-1956) con todas las libertades habidas y por haber, como
algunos de sus contemporáneos lo saben bien, y que yo tengo en mucho.
4. Se graduó el 23 de octubre de 1958. Su trabajo de grado, excelente y re-
comendable por sus huellas luminosas y sus planteos siempre heterodoxos
y bien vistos, versó sobre lo que ha sido la universidad colombiana –pro-
ceso histórico y jurídico–, desde sus inicios hasta 1958 y la forma como
deberían cursarse los estudios superiores sin ignorar la lucha de la juven-
tud en todos los tiempos por conseguir una universidad científica, autóno-
ma, pública y democrática, libre de todo acartonamiento y atraso. Estudio
crítico y severo, donde censura, no podría faltar, el paso regresivo de la
designación de un rector militar en la Universidad del Estado en aquellas
horas. En el acto académico de grado lo examinaron los doctores Gonzalo
Vargas Rubiano, Luis Alberto Bravo y Rafael Poveda Alfonso. Presidente
de la misma, lo fue el doctor Fernando Hinestrosa Forero.
5. Y como yo vivo más en el pasado que en el presente, pongo punto aparte
para decir, llevando la cuestión en cuestión, que en sus años mozos desa-
fió, como en un lance de honor –porque todo en él, era médula y nervio,
corazón y temperamento–, la estancada y bien compleja situación social
del medio para decir verdades y certezas, esbozando los principios y reglas
inquebrantables de su conducta en contra prácticamente de todos. El dra-
ma íntimo, tuvo sus consecuencias naturales, pero nos enseñó, con esmero
y emancipación a vencerlas. Lo que se mira con gran contento.
6. Sus actividades intelectuales, académicas y docentes fueron múltiples y
destacadas, como laboriosas y fecundas, emproadas siempre, en una ojea-
da rápida, pero fiel, hacia la cultura y la salvaguardia de la moral pública,
la igualdad entre los hombres, el respeto a la ley, el rechazo a la discrimi-
nación, el abrigo a los marginados sociales, la construcción de una socie-
dad sin clases, y dando de codo, y con el repudio del caso, a las dinastías
ACADÉMICOS DE NÚMERO
POR ORDEN DE ANTIGÜEDAD
ACADÉMICOS DE NÚMERO
SILLONES TRADICIONALES HASTA LA ACTUALIDAD
Sillón 1
De León Juan Félix Fundación -
Arango Vélez Dionisio - 1943
Restrepo Piedrahita Carlos 1954 2017 05 17
Bravo Arteaga Juan Rafael 2012 06 14 Actual
Sillón 2
Jiménez Agustín Fundación 1925
Soto del Corral Jorge 1929 1955
Peláez Echeverry Gabriela 1959 09 23 2017
Morales Benítez Otto 2007 12 03 2015 05 23
Rengifo García Ernesto 2016 05 26 Actual
Sillón 3
Torres Peña Carlos Arturo Fundación 1911 07 13
Carreño Pedro María 1912 02 09 1946 10 01
González Charry Guillermo 1962 11 07 2014 03 24
Cruz de Quiñones Lucy 2015 08 13 Actual
Sillón 4
Nanetti Tancredo Fundación 1940
Gutiérrez Gómez Jorge 1947 1960
Benavides Patrón Juan 1963 05 16 2014 04 06
Mayorga García Fernando 2012 06 28 Actual
Sillón 5
Caballero Lucas Fundación 1942
Anzola Nicasio 1942 -
Gómez Garzón Carmen 1966 06 17 2009 11 14
Cuevas C. Eurípides de Jesús 2008 06 17 Actual
Sillón 6
Quijano Wallis José María Fundación 1923
Restrepo Antonio José 1923 1933 03 01
Restrepo Félix S.J. 1938 11 23 1965
Jiménez Barriga Tulio 1967 11 16 2012 06 05
Guarín Ariza Alfonso 2012 09 27 Actual
Sillón 7
Uribe Uribe Rafael Fundación 1914 10 15
Hinestrosa Daza Ricardo 1915 12 07 1963 09 12
Piñeros Piñeros Eduardo 1967 11 16 1974 04 05
Hinestrosa Forero Fernando 1974 09 09 2012 03 10
Fernández Sandoval Heraclio 2012 08 16 Actual
Sillón 8
Iregui Antonio José Fundación 1941
Rivadeneira Carlos 1947 1969
Uribe Vargas Diego Honorario 1974 10 30 2020 Honorario
Arrubla Paucar Jaime 2019 03 19 Actual
Sillón 9
Fajardo Julio Fundación 1929
Neira Mateus Guillermo 1937 1952
Uribe Duran Juan 1960 1972 05 23
Vidal Perdomo Jaime 1974 11 20 2016
Ostau De Lafont Pianeta Rafael 2018 12 03 Actual
Sillón 10
Barrios Juan B. Fundación 1927
Latorre Uriza Luis Felipe 1928 1960
Mendoza y Mendoza Alejandro 1963 1977
Arboleda Valencia José Enrique 1977 2007
Sarmiento Cifuentes Fernando 2008 09 11 Actual
Sillón 11
Posada Eduardo Fundación 1942
Cárdenas Parmenio 1943 1978 04 09
Vélez García Jorge 1978 08 02 2014 05 19
Cangrejo Cobos Luis Augusto 2013 02 28 Actual
Sillón 12
Montaña Francisco 1922 1924
Copete Mafla Alejandro 1929 1944
Cortez Milciades 1943 -
Jaramillo Arrubla Castor 1963 05 16 1978 09 28
Rozo Rozo Julio E. 1979 05 16 2016
Arboleda Ripoll Fernando 2013 05 09 Actual
Sillón 13
Manuel María Fajardo Fundación
Hernández Ospina Fabio 1943 1960
Uprimny Leopoldo 1961 1977 06 19
Sillón 14
José Joaquín Casas Fundación 1921
Orozco Valencia Jorge 1945 1997 01 06
García Herrera Álvaro 1977 01 16 1980 04 21
Ramírez Arcila Carlos 1980 11 19 2007
Olano García Hernán Alejandro 2007 10 25 Actual
Sillón 15
Cuellar José Hilario Fundación -
Gaitán Jorge Eliecer 1938 1948 04 09
Gaitán Azuero Gonzalo 1949 1964
Camacho Rueda Aurelio 1972 09 29 1983 08 01
Tafur Galvis Álvaro 1983 11 16 2020 Honorario
Jaramillo Carlos Ignacio 2019 06 05 Actual
Sillón 16
Gamboa Enrique Fundación 1915
Cadavid Antonio José 1915 1920
Holguín y Caro Hernando 1920 1922
Escallón Rafael 1924 1951
Arias Bernal José Domingo 1953 1977 06 01
Chavarriaga Meyer José Luis 1978 05 24 1983 10 12
Robledo Uribe Emilio 1984 05 23 2011 08 17
Cerón Coral Jaime 2012 10 04 2019
Mena de Quevedo Margarita 2015 08 15 Actual
Sillón 17
Esguerra Nicolás Fundación 1924 01 23
Abadía Méndez Miguel 1926 1947
Reyes Llaña Luis Felipe 1949 1954 12 17
Melguizo Gerardo 1960 1984 12 18
Gaitán Mahecha Bernardo 1985 05 08 2017
Sotomomte Sotomonte Saúl 2014 11 27 Actual
Sillón 18
Forero Rubio Luis Fundación 1914
Sillón 19
Olarte Camacho Vicente 1922 1960
Parra Vicente 1935 1987 08 22
Gómez Naranjo Pedro Alejandro 1935 1987 08 22
Melo Quijano José Vicente 1967 11 16 2014 04 02
Becerra Héctor Julio 1989 03 29 --
Pulido Pineda Alberto 2012 08 23 2014 09 22
Rodríguez Azuero Sergio 2015 11 05 Actual
Sillón 20
De Pombo Manuel A. Fundación 1910
Ocampo Antonio María 1912 1940
Díaz Rodríguez Justo 1943 1965
Dangond Daza Manuel A. 1967 11 16 1988 09 21
Tobón Mejía Aurelio 1989 10 11 2020 Honorario
Pacheco Sánchez Ramón 2019 05 22 Actual
Sillón 21
Grillo Maximiliano Fundación 1949
Posada Azuero Lope 1955 1960
Galvis Madero Luis 1967 11 16 1987 11 16
Parra Quijano Jairo 1989 11 08 Actual
Sillón 22
Millán O. Enrique Fundación 1959
Cardozo Isaza Jorge 1967 11 16 1988 08 01
Mora Osejo Humberto 1990 06 08 2015 04 17
De Vega Pinzón Gabriel Póstumo 2019 02 05
Herrera Vergara Hernando 2019 11 26 Actual
Sillón 23
Delgado Pedro Pablo Fundación 1944
Sillón 24
Ospina Santiago Fundación 1940
García de la Parra Pablo 1942 1980 07 30
Orjuela Hidalgo Gustavo 1980 12 03 1991 02 27
Cancino Moreno Antonio José 1991 05 22 2018
Parra Benítez Jorge A 2019 05 22 Actual
Sillón 25
Gutiérrez Eladio Fundación 1928
Mackenzie Useche Mauricio 1938 08 14 1969 05 22
Jaramillo Echeverry Marino 1991 08 14 2016 03 20
Puyo Vasco Rodrigo 2019 05 22 Actual
Sillón 26
Isaza Luis María Fundación 1929
García Zamudio Nicolás 1950 1952
Gómez Hoyos Rafael 1962 1990 03 31
López Blanco Hernán Fabio 1991 11 13 Actual
Sillón 27
Currea Gonzalo Fundación 1920
Aguilera Rodríguez Miguel 1938 1973 09 01
Díaz Rubio Hernando 1985 1986 03 15
Bernal Cuellar Jaime 1992 05 06 Actual
Sillón 28
Champeau Edmond Fundación 1919
Garavito Armero Fernando 1924 1937
Gutiérrez Mejía Ricardo 1937 1967
Gutiérrez Anzola Jorge Enrique 1971 05 24 1991 12 26
Flórez Enciso Saúl 1992 10 14 Actual
Sillón 29
Peña Belisario Fundación 1912
Sillón 30
León Gómez Adolfo Fundación 1927
Camacho Nemesio 1928 1929
Camacho Carrizosa Guillermo 1930 02 27 -
Meluk Salge Alfonso 1972 1992 06 03
Narváez García José Ignacio 1994 06 09 -
Cavelier Franco Ernesto 2018 Actual
Sillón 31
Gómez Cuellar Ramón Fundación -
Iglesias Salvador 1937 1941
Quiñonez Neira Rafael 1942 1967
León Rey José Antonio 1970 1994
Díaz Bueno Javier 1995 07 05 Actual
Sillón 32
Restrepo Hernández Julián Fundación 1920
Cock Víctor 1938 1960
Naranjo Villegas Abel 1963 05 16 1992 02 17
De La Pava Salazar Simón 1997 11 07 2014 09 22
Chavarro De Solanilla Nohora 2015 10 16 Actual
Sillón 33
Gómez Francisco Antonio Fundación -
Echandía Olaya Darío 1935 11 25 1989
Rocha Ochoa Cesáreo 1998 11 05 2020 Honorario
Cerra Jiménez Luis E Actual
Sillón 34
Rodríguez Forero Alejandro Fundación 1940 04
Miranda Díaz-Granados Ramón 1943 1962 08 14
Uribe Maldonado Alfonso 1963 05 16 1985 08 01
Holguín Holguín Carlos 1987 01 25 2015 04 11
Sillón 35
Arteaga Jesús María Fundación -
Santos Montejo Eduardo 1937 1974 03 27
Pineda Castillo Roberto 1976 02 25 1999
Plazas Vega Mauricio 2001 09 20 Actual
Sillón 36
Carvajal R. Aurelio Fundación -
Rocha Alvira Antonio 1935 1992 10 10
Gómez Aristizabal Horacio 2001 10 09 Actual
Sillón 37
De La Torre Alejo Fundación 1914
Cerón Camargo Gabriel 1924 1967
Morales Molina Hernando 1971 03 11 1997 03 19
Esguerra Portocarrero Juan Carlos 2001 10 31 Actual
Sillón 38
Campuzano Márquez Arturo Fundación 1941 07
Corral Luis Carlos 1947 1951
Rodríguez Fonnegra Jaime 1951 1970 02 04
Hernández Rodríguez Guillermo 1976 09 01 1990 01 27
Franco Idárraga Hernando 1990 07 04 2001
Forero Contreras Rafael 2002 11 07 Actual
Sillón 39 (Vacante)
Manrique Juan Clímaco Fundación -
Medellín Aldana Carlos 1947 1969
Vargas Rubiano Gonzalo 1973 10 26 2000 03 01
Carreño Varela Bernardo 2003 10 20 2014 10 03
Ibáñez Guzmán Augusto+ 2014 10 14 2018
Sillón 40
Rodríguez de Piñeres Eduardo Fundación -
Caicedo Castilla José Joaquín 1961 1979 12 15
Sillón 41
Lince P. Alejandro Fundación -
Mons. Bermúdez Portocarrero José A. - 1937
Mons. López Lleras Rudesindo 1950 1960
Rey Rojas Julio César 1963 05 16 1964
Melendro Lugo Ernesto 1967 11 16 1980 05 28
Suárez Hernández Daniel 1993 2002 03 06
Quiroga Cubillos Héctor E. 2004 05 12 Actual
Sillón 42
Mendoza Pérez Diego Fundación 1934
Bravo Carlos 1937 1960
Herrera Anzoátegui Blas 1963 05 16 1971 02 18
Venegas Gil Alejandro 1976 05 26 -
Gaviria Liévano Enrique 2005 07 13 Actual
Sillón 43
Uribe Guillermo Fundación 1920
Concha José Vicente 1920 1929
Hernández Ospina Horacio 1937 1951
Gómez Garzón Soledad 1963 05 16 -
González de Cancino Emilsen 2005 08 18 Actual
Sillón 44
García Eugenio Fundación 1922
Osorio Angulo Aquileo 1924 1944
Tapias Pilonieta Arturo 1947 1973 09 04
Sarmiento Buitrago Luis 1975 11 26 -
Trujillo Muñoz Augusto 2005 08 25 Actual
Sillón 45
Forero Emiliano Fundación -
Medina Leandro 1937 1944 07 23
Sillón 46
Gutiérrez Rubio Antonio Fundación -
Pantoja Antonio José 1941 1964
Suárez de Castro Alfonso 1967 11 16 2005 10 30
Villar Borda Luis 2006 03 30 2006
Parada Caicedo Juan Bautista 2009 04 23 Actual
Sillón 47
Trujillo Arroyo Juan C. Fundación 1940 02 11
Gutiérrez Mejía Pedro 1947 1960
Morales Peña Guillermo 1963 05 16 1970
De Gamboa y Villate Germán 1977 03 16 1991 10 16
Vanegas Mendoza Manuel A. 1998 10 07 2006 03 05
Fradique Méndez Carlos 2006 04 06 Actual
Sillón 48
Esguerra Domingo Fundación 1969
Bernal Medina Miguel 1970 1993 11 03
Orjuela Góngora Carlos 2006 04 20 Actual
Sillón 49
Valenzuela Teodoro Fundación -
Moreno Jaramillo Miguel 1935 1976 06 04
Barrero Buitrago Álvaro 2006 05 12 Actual
Sillón 50
Ricaurte Eduardo Fundación -
Lozano y Lozano Carlos 1939 1952
Valencia Martínez Jorge Enrique 2006 05 12 Actual
ACADÉMICOS CORRESPONDIENTES
POR ORDEN DE ANTIGÜEDAD
NOMBRES CORRESPONDIENTES
Caicedo Perdomo José Joaquín 1974 05 22
Sarria Olcos Consuelo Helena 1984 11 07
Morales de Barrios María Cristina 1991 09 11
Montes de Echeverri Susana 1992 07 29
Suárez Camacho Gustavo 1992 09 09
Bejarano Guzmán Ramiro 1993 03 10
Zopó Méndez Ricardo 1995 11 01
Canosa Suárez Ulises 1996 03 27
Morelli Rico Sandra 1996 08 14
Ángel Zea Adelaida 1997 09 17
Martínez Neira Néstor Humberto 1997 11 19
Zárate E. Luis Carlos 1998 07 15
Arboleda Perdomo Enrique José 2001 10 16
Gamboa Morales Ernesto 2002 06 12
Prías Bernal Juan Carlos 2002 08 28
Peña Nossa Lisandro 2002 09 05
Melo Guevara Gabriel 2002 10 10
López Villegas Eduardo Adolfo 2002 10 30
Hoyos Castañeda Ilva Myriam 2003 03 27
Cahn-Speyer Wells Paul 2003 05 21
Restrepo Salazar Juan Camilo 2005 04 20
Lewin Figueroa Alfredo 2005 11 10
Echeverri Uruburu Álvaro 2005 11 30
Gamboa Morales Nicolás 2006 03 16
Zambrano Cetina William 2006 05 25
López Dorado Álvaro 2007 07 26
Montealegre Lynett Eduardo 2007 11 01
Garzón Saboya Edgar Alfredo 2008 09 18
Fernández Rojas Gabriel 2012 08 09
Fernández Rojas Ulises 2012 08 09
Carrillo Flórez Fernando 2012 09 13
Pérez García Miguel Alberto 2012 10 25
Padilla Linares Cerveleón 2013 02 18
Suárez Beltrán Gonzalo 2013 02 21
ACADÉMICOS EXTRANJEROS
ECUADOR ESPAÑA
Amador Baquerizo, Esteban Aguiar de Luque, Luis
Avellán Ferrés, Enrique Almeida, Bernardo
Ayora, José María Arístegui, Juan Manuel de
Balarezo, Manuel Ramón Atienza, Manuel
Baquerizo, Alfredo Azcárate, Gumersindo
Baquero de la Calle, José A. Baena, Bocanegra Francisco
Barbosa, Ruy Balmaseda, Egusquiza Mariangeles
Borja, Luis Felipe (hijo) Baldivieso, Moreno Ramiro
Borja, Luis Felipe Bertrán y de Amat, Felipe
Carrión, Manuel Benjamín Beltrán y Rózpide, Ricardo
Chiriboga Bustamante, Francisco Bello Janeiro, Domingo
Córdova, Andrés S. Benito y Endara, Lorenzo
Córdova, Wilson Camín y López, Álvaro María
Cueva Tamariz, Carlos Casas Bahamonde, María Emilia
Echeverría, Enrique Coll y Pujil, Juan
Espinosa, Ángel Dato, Eduardo
García, Aurelio De Labra, Rafael María
Gómez Jaramillo, Alberto Durán y Bas, Manuel
Guerra, Alberto hernandez Fernández ,Antonio
Jácome Moscoso, Rodrigo Escudero, José Antonio
Karpf Müller, Gabriel Forunda, M.J.
Lovato, Juan Isaac García Prieto, Manuel
Montalvo, Abelardo Garcia Caridad josé Antonio
Mora, Alfonso María Garrido Veloz y Cisneros, Justo
Muñoz Vernaza, Alberto Garrigues Walker, Antonio
Núñez, Pedro Leopoldo Chirardi, Olsen
Paredes, Ángel Modesto Groizard y Gómez de la Serna, Alejandro
Parra Velasco, Antonio Guardia Canela Jose delfin
Peña Herrera, Modesto Llamas, Eugenio
Pérez Guerrero, Alfonso Luis Marti Mingarro
Ponce Borja, Alejandro Martínez Dalmau, Rubén
Ponce M., José Federico Maura Montaner, Antonio
Ponce, Clemente Montero Ríos, Eugenio
Quevedo, Antonio J. Oriols, Juan B.
Ricardo, John o David Osorio y Gallardo, Ángel
Salazar Gómez, Eduardo Parejo Alfonso, Luciano
Salgado, Francisco Pérez Vera, Elisa
Bucaramanga Cartagena
Avelino Calderón Rangel Alcides Morales Acacio
Carlos Enrique Quijano Rueda Álvaro Angulo Bossa
Eduardo Pilonieta Pinilla Álvaro Reinaldo Salgado González
Genith Toledo Carreño Héctor Tercero Merlano Garrido
Ilva Lucía Trillos de Naranjo Jorge Pérez Villa
Julián Hernando Rodríguez Pinzón
José del Cristo Tirado Hernández
Luz Stella Londoño Gómez
Josefina del Carmen Quintero
Martha Inés López Bautista
Luis Gerónimo Espinosa
Cali Miguel Yacamán Yidi
Adolfo León Oliveros Tascón Pedro Pablo Vargas Vargas
Carlos Alberto Paz Russi Rafael Ballestas Morales
Fabián Vallejo Cabrera Coordinador
Fabio Díaz Mesa Alfonso Hernández Tous
Tunja
Álvaro Miguel Bertel Oviedo
Álvaro Polanco Sánchez
******
FALLECIMIENTOS
DESDE EL NÚMERO ANTERIOR
POSESIONADOS
DESDE EL NÚMERO ANTERIOR
Eloy García
Giorgia Pavanni
Javier Cremades
ASCENDIERON A NUMERARIOS
DESDE EL NÚMERO ANTERIOR
*
Doctor en Derecho Canónico, con estancias posdoctorales en Historia
y en Derecho Constitucional; magíster en Relaciones Internacionales y
en Derecho Canónico; M.B.A. y master of Soft Skills. Especializacio-
nes en: Derechos Humanos, Bioética, Derecho Constitucional, Derecho
Administrativo, Liderazgo Estratégico Militar, Gerencia y Gestión Am-
biental, Pedagogía y Docencia Universitaria. Miembro de Número de
la Academia Colombiana de Jurisprudencia; miembro correspondiente
Extranjero de la Academia Chilena de Ciencias Sociales, Políticas y Mo-
rales; colegiado honorario del Muy Ilustre y Bicentenario Colegio de
Abogados de Lima; individuo de las Academias Colombiana, Panameña
y Boyacense de la Lengua y un larguísimo etcétera.
Vicerrector general de la Universidad La Gran Colombia (Actualmente).
6. Nombre del autor (con cita al pie en la que se detalle, de manera concisa, el perfil
académico y profesional del autor del artículo, el correo electrónico y los datos
del contacto).
7. Resumen del artículo (en español y en inglés. Máximo 120 palabras).
8. Palabras clave (en español y en inglés. Máximo 5 palabras).
9. Introducción (máximo 600 palabras).
10. Desarrollo del artículo.
11. Referencias bibliográficas.
12. El artículo deberá ser presentado con normas APA (6ta edición).
* Esta Revista es divulgada tanto en forma impresa como en formato digital a texto abierto.