PAL1
PAL1
PAL1
Mata
Matorral
Matojo
Peones
Paso II: Contexto
¨Don Pío había mandado poner tela metálica en todas las puertas y ventanas de la
casa, pero el rancho de los peones no tenía puertas ni ventanas; no tenía ni siquiera
setos¨.
Peonía
Peón
Peonería
Descarnados
Paso: II
¨Eso no hace. Ya usté está acostumbrado, Cristino. Vaya y tráigamela. Cristino se
sujetaba el pecho con los dos brazos descarnados. Sentía que el frío iba dominándola.
Levantaba la frente. Todo aquel sol, el becerrito...¨.
Descarnación
Descarnadura
Descarnado
Descarnador
Descarnar
Paso V: Paradigma Semántico
Flaco
Delgado
Demacrado
Setos
Paso II: Contexto
¨ Don Pío había mandado poner tela metálica en todas las puertas y ventanas de la
casa, pero el rancho de los peones no tenía puertas ni ventanas; no tenía ni siquiera
setos…¨
Fulgía
Paso II: Contexto
¨Desde las lomas de Terrero hasta las de San Francisco, perdidas hacia el norte,
todo fulgía bajo el sol¨.
Paso IV
Fulgurar
Refulgía
Fulgía
Fulgido
Arroyo
Paso II: Contexto
Don Pío tendió la vista. A la distancia estaban los matorrales que cubrían el paso del
arroyo, y sobre los matorrales, las nubes de mosquitos.
Arroyuela Arroyada
Arroyo
Arroyadero Arroyamiento
Don Pío tendió la vista. A la distancia estaban los matorrales que cubrían el paso
del arroyo, y sobre los matorrales, las nubes de mosquitos. Don Pío había mandado
poner tela metálica en todas las puertas y ventanas de la casa, pero el rancho de los
peones no tenía puertas ni ventanas; no tenía ni siquiera setos. Cristino se movió allá
abajo, en el primer escalón, y don Pío quiso hacerle una última recomendación.
—Cuando llegue a su casa póngase en cura, Cristino.
—Ah, sí, cómo no, don. Mucha gracia —oyó responder.
Paráfrasis
—Qué alegre está el becerrito —dijo en voz baja Cristino
Hablaba de aquel becerro que él había curado hace unos días. Se había enfermado
con gusanos en el ombligo y ahora que se recuperó, corre y salta alegremente.
Don Pío se dirigió a la galería y se detuvo a ver las reses. Don Pío era un hombre
físicamente de baja estatura, gordo y de ojos pequeños. Cristino tenía tres años
trabajando para él. Le pagaba un peso a la semana por ordeñar en horas de la
madrugada, atender la casa y por cuidar a los terneros. Cristino siempre fue muy
trabajador y tranquilo con su patrón, pero enfermó y Don Pío no quería hacerse cargo
de enfermos en su casa.
Don pío alzó la vista. A lo lejos, se podían ver los matorrales que cubrían el paso del
arroyo, y arriba de los arbustos, un montón de mosquitos. Don Pío mandó a colocar
una tela metálica en todas las puertas y ventanas de su casa, pero en el rancho de los
trabajadores no tenían ni puertas ni ventanas; ni un cercado. Cristino se movió para allá
abajo, en el primer escalón, y Don Pío quiso hacerle una última sugerencia.
—Cuando llegue a su casa, cúrese y sánese, Cristino.
—Sí, cómo no, jefe. Muchas gracias —Respondió Cristino.
Estrofa I
Homosintaxis