Contratos en Materia Civil

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FUNDAMENTO DE DERECHO

Prof. Jaime Cua Xicay

CONTRATO
A modo de introducción, en el presente capítulo se desarrolla el contrato, su concepto, su
regulación jurídica en el Código Civil, su clasificación legal y doctrinaria y los elementos que
la conforman o integran; temas que se consideran fundamentales para el desarrollo y
comprensión de este trabajo; asimismo, se da el aporte técnico científico del autor.

Resulta de gran importancia conocer de manera completa lo relacionado a los contratos, ya


que ellos constituyen toda una gama de actuaciones en la esfera legal que se presentan en
la práctica y el quehacer forense del profesional de las Ciencias Jurídicas y
Sociales.

Concepto de contrato

“Originariamente la voz contractus no parece haber poseído un preciso significado técnico


jurídico, etimológicamente, es el participio pasivo del verbo contrahere, por lo cual designa
genéricamente lo contraído, lo cual se entiende como un negocio o más exactamente, una
obligación. En conclusión, es pues aquella situación que da origen a ese especial lazo que

consiste en el vínculo jurídico del deber.”1

Una primera aproximación al concepto de contrato puede hacerse a partir de los datos más
inmediatos del derecho positivo. En tal sentido se puede decir que se da la existencia del
tratado desde que dos o más personas consienten en crear, modificar o extinguir una
prestación.
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De esa forma, la estipulación sería el acuerdo de voluntades generador de obligaciones entre


las partes. La mera disposición de éstos no genera por sí sola deberes jurídicamente
exigibles.

Otra definición establece: “es todo acuerdo de voluntades por medio del cual los interesados
se obligan. El derecho es el reino del contrato, de manera que donde éste acaba, también lo
hace el derecho y comienza el dominio de la arbitrariedad y de la fuerza. Las limitaciones a la

independencia de contratar serán consideradas como atentados a la libertad de la persona,” 2

Por ello, en términos generales se puede decir que un contrato, es definido como un arreglo
voluntario, privado, oral o escrito, entre personas que se obligan sobre materia o cosa
determinada, y a cuyo cumplimiento pueden ser exigidas, ya que genera derechos y
obligaciones recíprocas.

El contrato en el Código Civil


La regulación del contrato se plasma en el Libro V de dicho cuerpo legal, en dos series de
normas, la primera contempla sus aspectos generales, enmarcados en los
Artículos 1,251 al 1,318 y 1,517 al 1,673; una segunda parte norma a éstos de manera
particular, es decir los que tienen en dicha Ley o en otros cuerpos normativos, una disciplina
específica, propia de aquellos.

El Artículo 1,517 del Código Civil guatemalteco, establece: “Hay contrato cuando dos o más
personas convienen en crear, modificar o extinguir una obligación”. La relación legal que éste
constituye, transforma o suprime, debe ser de tipo jurídico patrimonial, es decir, tener por
objeto bienes o prestaciones personales susceptibles de valoración económica. De la
definición legislativa se deducen dos notas características, la primera es que en el mundo
contractual hay siempre un consentimiento común de dos o más personas, ya que el mismo
existe desde que varios entes admiten; y la segunda, que tiene siempre como consecuencia
la creación de un deber que tiene fuerza de ley entre las partes contratantes. De estas ideas
procede la configuración que podríamos llamar tradicional y clásica, que considera al
contrato como un acuerdo de voluntades de dos o más sujetos, dirigido a crear obligaciones
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entre ellas.

Respecto a los aspectos privativos de los contratos, éstos se ubican a continuación de las
normas generales sobre los mismos, Artículos del 1,674 al 2,177 del mencionado Código.
Entre estas dos regulaciones legales, la general y la específica existe relación, ya que las
primeras son comunes a todos aquéllos y se aplican a cada uno de ellos, en cambio la
segunda sólo es aplicable a los que se refieren propiamente.

Clasificación de los contratos


Muchas y extensas son las catalogaciones y variados los criterios que se hacen en relación
de este tema. “Las más comunes e importantes atienden a los caracteres abstractos y
técnico jurídicos y se citan a continuación.

Por la naturaleza de los vínculos u obligaciones que producen


Unilaterales: son los que generan obligaciones para una sola de las partes otorgantes, y
Bilaterales: porque ambos lados se obligan recíprocamente, crean deberes mutuos a cargo
de los comparecientes. Requieren de consentimiento unánime de todos; quienes actúan de
manera autónoma y con un interés distinto como sucede en todos los contratos;

Por las ventajas que son susceptibles de producir


a) Onerosos: los que estipulan provechos y gravámenes correspondientes. Cada uno de
los comparecientes aspira a procurarse una ventaja, un acrecentamiento
en su patrimonio, mediante un equivalente o compensación; y

b) Gratuitos: son los que implican que de un sujeto se desprende una ventaja de carácter
patrimonial y reciben una retribución, también de la misma naturaleza; en éstos se da un
decremento del activo de un individuo, correlativo al enriquecimiento de otro; es decir que el
beneficio es solamente para una de las partes, por lo que le da a la otra, sin pedir
equivalente.
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Por los requisitos necesarios para su formación

Consensuales: los que se constituyen y perfeccionan por el mero consentimiento de las


partes, por el acuerdo de voluntades;
Reales: son los que para su acabado precisan, además de la venia, la entrega material de la
cosa;
Formales: los que requieren un carácter especial o determinado para expresar el
consentimiento. Es decir que deben observar ciertas circunstancias en la manifestación de la
voluntad, de tal forma que si no lo hicieren no serán válidos;
Solemnes: se debe realizar en la forma que la ley exige, como detalles indispensables para
la validez del contrato, de tal manera que la forma es un requisito esencial;
No formales: no están sometidos a observar puntuales rigurosidades en la expresión de la
voluntad; la regla es la libertad de forma, con las excepciones de ley;

Por la naturaleza independiente u subordinada del contrato


Preparatorios: son los acuerdos que se encaminan a crear un estado de derecho como
preliminar, necesario y aplicable a la celebración de otros contratos;
Principales: los que cumplen por sí mismos un fin contractual propio, son autosuficientes.
No tienen relación con otros, ya que subsisten por solos.
Accesorios o de garantía: los que solamente pueden subsistir como consecuencia o en
relación con otro contrato anterior. No pueden existir independientemente. Tienen por objeto
el cumplimiento de otra obligación.

Por sus efectos


De efecto inmediato o de tracto instantáneo: los que agotan sus efectos en el momento
de su celebración, y
De efecto diferido, tracto sucesivo o ejecución escalonada: son los que producen sus
consecuencias en un período más o menos largo.

Por su naturaleza
Condicionales: los que para su realización o existencia dependen de un suceso incierto o
ignorado, de una condición para las partes, y
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Absolutos o puros: su realización es independiente de toda reserva.

Por su individualización
Nominados o típicos: son los que tienen individualidad propia. Tienen nombre especial
dado por la ley, así como regulación particular o especial dentro de la misma. Son todos los
que regula el Código Civil y el Mercantil.

A manera de comentario son los que consiguen su eficacia si se ajustan a un formato o tipo
prefijado por el ordenamiento legal, sin que quepa acudir a algún otro para realizar la misma
función. Es el que diseña el la ley como esquema general, para el caso de que los
particulares, con su voluntad no lo excluyan y configuren otro según su arbitrio, así
entendido, es el que prefiguran las normas dispositivas;
Innominados o atípicos: son los pactos que carecen de vocablo o individualidad propia y de
una regulación particular dentro del sistema legal.

Son permitidos y se otorgan porque caen dentro del prototipo general del contrato.
Generalmente se refieren a situaciones nuevas. Algunos autores los definen como aquellos

que no tienen, por derecho, un nombre propio”. 3

Es decir que son los concebidos por los contratantes al amparo del principio de la autonomía
de la voluntad o libertad contractual y de la indudable consagración numerus apertus para las
relaciones obligacionales y que ofrecen menor seguridad y por ello, una mayor capacidad
judicial de interpretación. Dentro de esta categoría se encuentran los que tienen tipificación
social, por estar socialmente definidos y ser de significación conocida y firme. Sin embargo,
los que hasta el momento han sido atípicos pueden convertirse en típicos, desde el momento
en que su normativa convencional es recogida y fijada en un cuerpo legal;
Además existe, entre tantas, y que es necesaria agregar a la anterior para obtener una
clasificación completa, “otra categorización doctrinaria que se considera importante y se cita
a continuación:

 Contratos por negociación: las partes debaten o discuten o por lo menos, se


encuentran en posición de dialogar el contenido del que ha de ser dotado el futuro
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acuerdo de voluntades.

Es pertinente tener presente que esta clasificación es hoy día de las más importantes.
Constituyen en el derecho vigente nacional la regla general.
 Contratos por adhesión: en ellos existe una previa redacción unilateral que es obra
de uno de los sectores contratantes, a través de formularios, pólizas o modelos
preestablecidos y a la otra sólo le es permitido declarar su aceptación o
eventualmente su rechazo;
 Contratos conmutativos: pues la retribución está fijada de antemano y siempre es
jurídicamente exigible por las dos partes;
 Contratos aleatorios: este tipo de acuerdos dependen del azar, de la efectiva
ejecución de la prestación de una de ellas;
 Contratos entre vivos: la eficacia no está condicionada al deceso de los declarantes
del acto;
 Contratos de última voluntad: son actos o disposiciones de póstuma intención, cuya
validez está subordinada a la muerte de los otorgantes;
 Contratos intuitu personae: los que se realizan en función de las cualidades
personales de uno o ambos contratantes. Normalmente el fallecimiento de la persona
elegida por sus atributos extingue el negocio, como puede suceder con el acuerdo de
servicios profesionales o en el comodato, cuando el préstamo se haya hecho en
contemplación al ser del comodatario, y
 Contratos impersonales: son los que se pactan sin elevar a primer lugar las
características individuales de las partes, lo que implica que la muerte de uno de los
contratantes no lo extingue y quedan vinculados los herederos, como sucede, por

ejemplo, con la compraventa”.4

La anterior clasificación doctrinaria de contratos tiene por objeto hacer una comparación con
la división que establece el Código Civil en los Artículos 1,587 al 1,592, que se detalla a
continuación, las que al ser contrastadas puede observarse que son similares:

a) “Contratos unilaterales: son los que una sola parte resulta obligada;
b) Contratos bilaterales: son los que engendran obligaciones recíprocas, para los sujetos
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contratantes;

c) Contratos onerosos: en los cuales los otorgantes asumen obligaciones recíprocas de


modo que se promete una prestación para recibir otra;
d) Contratos gratuitos: se dan cuando uno solo de los comparecientes se ha obligado;
e) Contratos conmutativos: en los cuales las contraprestaciones mutuas se suponen
económicamente equivalentes;
f) Contratos aleatorios: el monto de una de las prestaciones o de ambas no está
determinado de una manera fija, sino que depende de un acontecimiento incierto;
g) Contratos consensuales: los que se perfeccionan con el consentimiento de las
personas participantes;
h) Contratos reales: se completan con la entrega de la cosa sobre las que versan las
intenciones contractuales;
i) Contratos no formales: su eficacia no depende del cumplimiento de una forma
establecida en la ley; basta el acuerdo de voluntades, cualquiera sea su expresión
escrita o verbal y aún tácita;
j) Contratos formales: los que su plena validez depende de la observancia de la forma
configurada en los preceptos legales;
k) Contratos nominados o típicos: los que están previstos y regulados legalmente, y
l) Contratos innominados o atípicos: no están enmarcados en la legislación y resultan
de la libre creación de los estipulantes.

Para finalizar este subtema es menester hacer un análisis de las anteriores codificaciones,
pues las mismas, al ser aplicados a los contratos de sociedad civil o mercantil, la mayoría en
general corresponden a ambos, sin embargo merece mención especial la clasificación de
gratuito y oneroso, pues como punto a favor de esta tesis, ambos contratos objeto de estudio
son lucrativos, lo que implica que buscan obtener ganancias financieras, pues es indiscutible
la onerosidad del contrato de sociedad civil, ya que no sólo se hace evidente por el hecho
que todos los socios hacen sus aportes, lo que implica la necesidad de una prestación de
cada uno de ellos para poder adquirir esa calidad, sino además por el fin económico: obtener
utilidades y repartirlas.
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Al mismo tiempo merece un comentario propio, la clasificación de intuitu personae e


impersonales, pues dado el carácter mercantil, los de esta naturaleza por regla general
siempre se categorizan dentro de esta última, sin embargo tiene su excepción con el caso de
la sociedad de responsabilidad limitada que para este caso es intuitu personae o personal,
en cambio la civil siempre tendrá esta última categoría.

Y algo muy importante es que el contrato de sociedad mercantil a partir de determinado


momento se clasifica como de adhesión toda vez que dado el caso un grupo de socios o
accionistas forma una sociedad accionada; luego de formalizada, todos los nuevos
integrantes que adquieran acciones con posterioridad, prácticamente se
adhieren al contrato y aceptan todas las condiciones sin ya poder negociar ninguna de ellas.

Elementos o requisitos del contrato


La identificación de la autonomía de la voluntad, no debe significar en ningún caso que ésta
sea suficiente para producir los efectos jurídicos que le son típicos, por lo que siendo
esencial para su formación debe expresarse en las condiciones fijadas y con los requisitos
exigidos legalmente. Para que un contrato sea eficaz, se establece que el negocio jurídico
requiere para su validez:

a) capacidad legal del sujeto que declara su voluntad;

b) consentimiento que no adolezca de vicio, y

c) que el objeto sea lícito.

Capacidad legal del sujeto que declara su voluntad


“Es preciso hacer constar, que la capacidad no es un presupuesto de la existencia del
consentimiento, sino de validez y de la utilidad del negocio. Por ello, debe hablarse pura y

simplemente de aptitud para contratar.”6 Merece hacer énfasis que la facultad para pactar,
coincide sustancialmente con la idoneidad en general de obrar, la que es definida como “la
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cualidad jurídica de la persona que determina, conforme a su estado la eficacia legal de sus
actos”.

Cuando se discute la incapacidad se refiriere a las restricciones en el ejecutar, al partir de


que la aptitud jurídica la tienen todos los individuos desde su nacimiento hasta la muerte.

Consentimiento que no adolezca de vicio


“El consentimiento es el requisito considerado como primordial y con supremacía sobre los
demás, es el elemento sobre el que más han insistido tanto la doctrina como la jurisprudencia
y que ha ocupado el centro del contrato, así como del negocio jurídico en general, desde el

abandono histórico del formalismo”. 8 La razón de ello ha de buscarse en el entendimiento de


que la libre voluntad, es el origen de la regulación de los intereses de las partes.

Consiste entonces, el consentimiento en la concordancia de las dos o más voluntades


declaradas de los sujetos que celebren el contrato. En otro caso, no hay consenso, hay
disenso; y entonces, no llega a formarse la voluntad de los contratantes. Por lo tanto, se
puede entender como el común acuerdo de los otorgantes sobre la formalización del
contrato, que contiene su reglamentación y se proyecta sobre todos los elementos que lo
integran.

Objeto lícito
El tema del objeto del contrato ha sido un tema poco debatido por la doctrina, aunque oscuro
y complejo. Este término es susceptible de numerosas acepciones: objeto como fin, como
prestación, como cosa o servicio, como materia de negocio, como la obligación que por el
acuerdo se constituye, como sustancia, como resultado del convenio, como elemento de
contenido, como equivalente del comportamiento debido.

El Artículo 1,538 del Código Civil establece: “No sólo las cosas que existen pueden ser objeto
de los contratos, sino las que se espera que existan; pero es necesario que las unas y las
otras estén especificadas, a lo menos, en cuanto a su género. La cantidad puede ser incierta
con tal que el acuerdo fije las reglas o contenga datos que sirvan para determinarla. Los
hechos han de ser posibles, determinados y en su cumplimiento han de tener interés los
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contratantes.”

De este precepto se puede inferir que, como objeto del contrato, se entiende la realidad
material o jurídica sobre la que el mismo recae.
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