Los primeros registros de impuestos se encuentran en el Código de Hammurabi de Babilonia. En la antigua Grecia, los impuestos se consideraban una contribución al bien público más que una obligación. Roma estableció impuestos especiales sobre las tierras conquistadas y sobre las personas. A lo largo de la historia, los impuestos han sustentado a numerosas sociedades antiguas y han evolucionado para satisfacer las necesidades cambiantes de los Estados modernos.
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Los primeros registros de impuestos se encuentran en el Código de Hammurabi de Babilonia. En la antigua Grecia, los impuestos se consideraban una contribución al bien público más que una obligación. Roma estableció impuestos especiales sobre las tierras conquistadas y sobre las personas. A lo largo de la historia, los impuestos han sustentado a numerosas sociedades antiguas y han evolucionado para satisfacer las necesidades cambiantes de los Estados modernos.
Los primeros registros de impuestos se encuentran en el Código de Hammurabi de Babilonia. En la antigua Grecia, los impuestos se consideraban una contribución al bien público más que una obligación. Roma estableció impuestos especiales sobre las tierras conquistadas y sobre las personas. A lo largo de la historia, los impuestos han sustentado a numerosas sociedades antiguas y han evolucionado para satisfacer las necesidades cambiantes de los Estados modernos.
Los primeros registros de impuestos se encuentran en el Código de Hammurabi de Babilonia. En la antigua Grecia, los impuestos se consideraban una contribución al bien público más que una obligación. Roma estableció impuestos especiales sobre las tierras conquistadas y sobre las personas. A lo largo de la historia, los impuestos han sustentado a numerosas sociedades antiguas y han evolucionado para satisfacer las necesidades cambiantes de los Estados modernos.
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Historia de los impuestos
El escrito más antiguo que se conserva, que hace alusión a los
impuestos es del sabio indio, Manu. Y aunque tiene treinta siglos de antigüedad, parece que se escribiera ayer. Este documento dice: «Para que la dura obligación de pagar impuestos, no sea injustamente sentida, los tributos deben contemplar el total de los ingresos, porque no es justo que el ciudadano que gana 100 rupias, pague el 10%, y que pague también ese porcentaje quien gana 1.000 e incluso diez veces mil.»
Se sabe, que lo primero en gravarse con impuestos fue la tierra
como fuente única de riqueza, o la más importante. Después se gravó el comercio, la actividad liberal como el arte y la medicina y por último el trabajo manual.
En contra de lo que se piensa, los primeros tributos en la historia
de los que se tiene constancia no fueron impuestos abusivos. Nada más lejos de la realidad. Es más bien un hecho tardío que los gobiernos se sirvieran exclusivamente del impuesto para mantener en pleno funcionamiento toda la maquinaria del Estado.
Los reinos poseían antaño recursos suficientes para su acción de
gobierno. Cuando necesitaban ingresos extraordinarios ponían impuestos a las minas, a los países conquistados o más débiles. Del mismo modo, se obligaba a los ciudadanos ricos a “hacer regalos al Estado” que podían ser en forma de dinero o en bienes.
Si no era suficiente, se gravaba con impuestos las mercancías
entrantes o salientes. O también los productos que se compraban, en cuyo caso pobres y ricos pagaban lo mismo. Todo era cuestión de hacer bien los números.
Roma creó el impuesto de capitación, cuya recaudación se vendía
o subastaba entre los ricos banqueros que adelantaban el total de la cantidad y procuraban luego que no escapase nadie: pobres, campesinos, vasallos, colonos, gente sometida por derecho de conquista. Así pasó en Grecia y en Roma, y así sucedió en Egipto y Babilonia.
El emperador de Austria José II, muerto en 1790, gravó el uso de
colorete para las mejillas al comprobar que cada dama gastaba cien florines al año en “estucarse el rostro”. También puso impuestos a los polvos para el cabello y una tasa elevada para el uso del lápiz de labios.
Según la Hacienda real aquella fuente de ingresos de la Corona
era un pozo sin fondo. Jonathan Swift, hablando con una dama que le aseguraba que el aire de Irlanda era una delicia, le dijo: “Señora, bajad la voz, que si os oye el virrey pondrá un impuesto por respirarlo”.
¿Había algo por lo que no se pagara? Es difícil imaginarlo. Este
estado de cosas duró muchísimo, desde la Edad Media hasta el XVIII, las cosas fueron más o menos así. Por lo tanto, no nos quejemos de la situación actual, aunque muchos de los impuestos extraños o injustos que se pagaban hace mil años, los seguimos pagando bajo otro nombre.
A nosotros, en la actualidad, algunos de aquellos tributos de la
antigüedad puede que nos hagan reír. Pero realmente amargaron la vida a la mayoría de nuestros antepasados.
En Egipto, los faraones crearon un sistema de recaudación que se
apoyaba en una burocracia especializada y eficiente. Los recaudadores de impuestos eran conocidos como escribas. En la antigua Grecia existía un impuesto llamado eisphorá que se imponía a los muy ricos. Los impuestos indirectos eran significativos. Los primeros impuestos en Roma fueron derechos de aduana de importación y exportación llamados portoria. César Augusto fue considerado por muchos como el más brillante estratega fiscal del Imperio Romano. Cuando Tomas Jefferson repartió su Biblia al asumir el poder, comienza aludiendo a Jesús de Nazaret y a un decreto de César Augusto, que dice que todo el mundo tiene que ser gravado. Nadie, creo, nos va a quitar o disminuir los impuestos. Un impuesto es una contribución que hacen los ciudadanos y las ciudadanas al Estado, para cubrir los gastos públicos y así satisfacer las necesidades de la sociedad en general. Los impuestos son establecidos por ley y su pago es obligatorio. La historia de los impuestos inicia en las sociedades humanas más antiguas conocidas, desde ahí los impuestos fueron la base fundamental de sustentación de antiguos pueblos, como Babilonia, Antigua Grecia y el Imperio Romano. Continuaron presentes en la Edad Media, Moderna y Contemporánea, hasta nuestros días. Los registros legales son más antiguos de pago de impuestos o tributos los encontramos en el Código de Hammurabi en Babilonia. El pago de impuestos en la Antigua Grecia, era considerado por los ciudadanos y ciudadanas, no como una obligación, sin o como un exilio al Estado para el bien público. Roma estableció un tributo especial a las tierras conquistadas, el “tributum o estipendium”, que gravaba la tierra y otro que recaía sobre las personas, “tributum capitis” que generalmente se exigía a todos por igual. En la Edad Media, los vasallos debían pagar impuestos a los señores feudales y al rey, los cuales eran percibidos a través de la explotación de minas, hornos, bosques, por la caza y la pesca. Durante el período colonial español, se estableció una serie de impuestos a las actividades en sus colonias del Continente Americano. Entre estas imposiciones se encontraban la Alcabala, el Almojarifazgo, el Quinto y las Derramas. En el año 1802, durante la ocupación francesa de la parte Este de la isla de Santo Domingo, Napoleón Bonaparte ordenó mediante decreto continuar vigencia de los impuestos establecidos por la corona española. En febrero de 1822, con la unión de Haití y la actual República Dominicana se creó el Registro de Actos Judiciales y Extra judiciales y los dos tipos de gravámenes, el proporcional y el fijo. Durante la primera ocupación militar norteamericana del 1916 al 1924, se abolió una serie de impuestos vigentes, por considerar los arcaicos y cobrados en forma deficiente, por lo que al Gobernador Knapp se le otorgó potestad para modernizar y centralizar los impuestos aduanales. Durante la denominada Era de Trujillo, año1935, fue promulgada la Ley Orgánica de Rentas Internas y en el 1949 se creó la Dirección General de Impuesto Sobre la Renta. En el año 1963, se creó la primera Dirección General de Impuestos Internos. En el 1983 se introdujo en nuestro país el Impuesto sobre Transferencias de Bienes Industrializados y Servicios (ITBIS) y en el 1992 fue creado el Código Tributario Dominicano, el cual regula los impuestos que pagamos en la actualidad.