Kohan, Néstor - El Método Dialéctico PDF

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El Método dialéctico

Y entonces el economista vulgar cree haber hecho un gran


descubrimiento cuando proclama con orgullo, en lugar de
revelar la interconexión, que en apariencia las cosas parecen
ser diferentes. En realidad alardea de que se atiene a la
apariencia y la toma por la última palabra. Siendo así,
¿por qué debe haber ciencia?
Carlos Marx: Carta a Ludwig Kugelmann [11/VII/1868]

Decía Wittgenstein que en el plano de la teoría, en el plano de la filosofía, las


herramientas son como una escalera, uno las utiliza y sube y luego hay que deshacerse
de ellas. Nosotros creemos que es una idea interesante para extenderla a todos los
abordajes introductorios (incluido el nuestro): tomémoslos siempre como una escalera,
pero una vez que nos metemos en el problema dejémoslos a un costado porque el
pensamiento de Marx es más rico que todas estas introducciones y todos estos
esquemas. Todas las charlas y clases que tengamos tomémoslas entonces con “pinzas”,
como escaleras, para luego abandonarlas y seguir el camino de la reflexión, el estudio y
la investigación por cuenta propia.
En esta clase vamos a intentar internarnos en el laboratorio mental de Carlos
Marx. Para ello trataremos de comenzar a penetrar en su concepción del método
dialéctico tal como él lo utiliza en El Capital. Adoptaremos como marco de referencia la
Introducción de 1857 a los Grundrisse (los primeros borradores de El Capital),
fundamentalmente su tercera parte titulada “El método de la economía política”.
Como escalera, precisamente, como herramienta provisoria introductoria, vamos a
partir de un esquema explicativo planteado por Enrique Dussel (La producción teórica
de Marx. Un comentario a los Grundrisse, p.50). El esquema es el siguiente:

(4) Totalidad construida


(concreta) “en general” (abstracta)
| |
(3) Determinaciones abstractas (5) Categorías explicativas
(“conceptos” definidos) |
| |
(2) Representación plena (6) Totalidad concreta histórica
(totalidad caótica) explicada
| |
XXXXXXXXXXXXXXXXXX [B. Mundo conceptual] |
(1) Lo real concreto [A. Mundo real] (7) Realidad conocida
(existente)

Este esquema tiene sus problemas pero puede servir como primera aproximación.
Empecemos con la distinción entre [A] y [B]. Es una distinción básica que es clásica en
la ciencia y también en la filosofía: la distinción entre el mundo (a conocer) y el sujeto
(cognoscente).
Esta distinción, para Marx, nunca es absoluta. ¿Por qué? Porque si divorciáramos
de manera absoluta a [A] que en el esquema representa al mundo real, de [B], que en el
esquema expresa al mundo conceptual, o sea, el mundo de la teoría, el mundo categorial
elaborado por el sujeto; caeríamos en un dualismo. ¿Qué es el dualismo? Es el divorcio

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absoluto, la escisión insalvable, irrecuperable e insuperable que separa tajantemente al
sujeto del objeto, al ser humano del mundo, al conocimiento científico de la realidad
“externa” al hombre.
Este dualismo fue, en la historia de la denominada “filosofía clásica alemana” -de
donde emerge el método dialéctico-, fundamental en Kant. Esto es así pues Kant parte
de la base según la cual entre el mundo tal como existe en sí mismo (que él denomina
“noumeno”) y el sujeto hay una separación tajante donde el sujeto no puede conocer al
mundo tal como es en sí mismo. Kant opinaba que el sujeto sólo puede conocer el
mundo tal como éste se aparece ante el sujeto (a eso Kant lo llamaba “fenómeno”, por
oposición al “noumeno”). Entonces, en el lenguaje de Kant, el sujeto no puede conocer
el noumeno, sí puede conocer el fenómeno. Ese es un dualismo que Kant no lo pudo
superar en ningún plano: ni en el conocimiento, ni en la ética (aunque en esta disciplina
es donde más avanzó hacia la superación) ni en la política. Lenin tiene una hipótesis,
habría que comprobar si es cierta, que sostiene que ese dualismo de Kant tiene que ver
con el comportamiento de la burguesía alemana que siempre estuvo a mitad de camino
entre dos puntos. A diferencia de la burguesía francesa que era una burguesía pujante y
revolucionaria o de la burguesía inglesa que era modernizadora, la burguesía alemana
siempre fue más atrasada, sostiene Lenin. Entonces, la burguesía alemana por un lado
tenía al frente a la nobleza -que odiaba- y por otro lado tenía a la clase obrera incipiente,
que recién nacía. De manera que estaba a mitad de camino, nunca se definía y eso se
expresa en la filosofía de Kant en este permanente dualismo de dos polos. Es una
hipótesis de Lenin de carácter “sociologista”, si se quiere, que se puede aceptar o no.
Pero más allá que se acepte o no esa hipótesis de lectura sobre Kant, lo cierto es que la
filosofía de Kant es una filosofía claramente dualista.
Todo el pensamiento de Hegel –el otro “grande” de la filosofía clásica alemana-,
detrás de todo su inmenso bosque de categorías complicadísimas, detrás de ese lenguaje
muy abstruso, todo ese pensamiento, es una crítica demoledora contra el dualismo
kantiano, contra toda esa separación tajante entre el hombre y el mundo.
Por lo tanto Marx, que retoma el método dialéctico de la filosofía clásica alemana
(con continuidades y rupturas), que viene de esa crítica dialéctica fuerte al dualismo,
obviamente no va a ser tan “descuidado” como para reproducir el dualismo al interior de
su propia teoría.
Por lo tanto esta distinción entre [A] y [B], entre mundo real y mundo conceptual,
se plantea en Marx en términos relativos, nunca en términos absolutos.
¿Para qué, cuál es el sentido de toda esta larga aclaración? La razón estriba en que
este problema tiene mucha importancia a la hora de leer y comprender El Capital. Para
Althusser, por ejemplo, entre el mundo [A] y el mundo [B], hay un abismo, una ruptura
total. Ni siquiera hay fronteras comunes entre ambos porque la idea de frontera daría la
pauta de que nos tocamos con un “otro” que está ahí, frente a nosotros y no es el caso.
Entonces, siempre para Althusser, entre estos dos mundos hay una
inconmensurabilidad, existe un abismo total. El conocimiento operaría en el mundo
conceptual, en el plano teórico y el mundo real es el mundo que está “afuera”.
Los adversarios de Althusser lo acusaban de que todo esto él lo sacaba de Platón.
¿Por qué Platón? Porque en la obra de Platón, en la antigüedad griega, también existía
un dualismo muy fuerte e insalvable (aunque distinto al de Kant). Pero era sin ninguna
duda dualista pues Platón pensaba que había un mundo “allá arriba”, que él denominaba
“el mundo de las ideas” y también pensaba que había un mundo “acá abajo”, el mundo
de la materia sensible (como verán, el cristianismo tradicional –no el de la teología de la
liberación, que rechaza explícitamente este dualismo- no inventó nada en este terreno,
tomó gran parte de su concepción dualista de Platón). Para Platón, al “mundo de las

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ideas” se podía acceder mediante la teoría, la razón, mediante la filosofía. Al “mundo
sensible”, terrenal, material, en cambio, sólo se podía acceder mediante los sentidos.
Como Platón obviamente era un crítico de los sentidos, era también un crítico furibundo
de lo que él denominaba la “doxa” (la opinión común, el sentido común) que sólo se
mueve dentro del plano sensible. Platón era un crítico de la doxa, del sentido común, del
mundo sensible, del mundo material. Y defendía en cambio ese otro mundo separado,
escindido, que era el “mundo de las ideas”, al cual se accedía mediante el intelecto.
Entre un plano y otro no hay tampoco fronteras. El verdadero conocimiento, que él
denominaba “episteme” –de allí viene “epistemología”, o sea estudio del conocimiento
científico-, es el que corresponde al plano del “mundo de las ideas” y el falso
conocimiento era el de la “doxa”, el de la opinión no científica.
Entonces muchos han acusado a Althusser de que él reproduce en el pensamiento
contemporáneo y al interior del marxismo esa vieja dicotomía platónica entre un
mundo, casi diríamos, “puro” o “de ideas”, correspondiente a la teoría, a las categorías,
y un mundo de la “doxa”, de la opinión no científica (que Althusser va a denominar,
como ya vimos, “ideología”).
La razón residía en que para Althusser “cuando Marx nos habla en El Capital del
modo de producción capitalista no nos está hablando de la sociedad real, es un
concepto, es una idea”. Y también, cuando Althusser dice que el capitalismo que vemos
ahora en todos lados no es el modo de producción capitalista sino que son “formaciones
económicos sociales”. Althusser utiliza ésta última categoría del joven Lenin (quien la
formula en un libro de 1894 titulado ¿Quiénes son los “amigos del pueblo” y como
luchan contra los socialdemócratas?). Esa categoría es interesantísima (también la
formula Marx en uno de sus prólogos a El Capital y de allí la adopta Lenin). Aunque
Althusser la toma de Lenin, le da una vuelta de tuerca, la usa de una manera muy
distinta como lo plantea Lenin. Y dice entonces que “el capitalismo real, es una
formación económico social. El capitalismo del que nos habla Marx en El Capital es en
cambio un conjunto de conceptos y entre ambos planos no hay puntos de continuidad,
hay una ruptura”. Para hacer ciencia, opinaba Althusser y su escuela, hay que partir de
una ruptura, una “ruptura epistemológica” (este concepto lo adopta de Gaston
Bachelard).
Entonces sus polemistas le replicaron: “usted está repitiendo los viejos
argumentos de Platón en el campo marxista”. Y él respondió: “No, esto yo no lo tomé
de Platón, lo tomé de Spinoza”. Porque Spinoza decía que el concepto de círculo no es
redondo, el que es redondo es el círculo. El concepto está en otro plano. El concepto de
perro -podríamos decir nosotros, no Spinoza-, no tiene pulgas, el que tiene pulgas es el
perro, el concepto está en otro plano. Entonces Althusser responde en un libro tardío
titulado Elementos de autocrítica que “mi desviación fue por Spinoza”.
Muy bien, todo este largo debate no importa tanto por Althusser mismo, sino para
entender esta distinción metodológica de Marx y todas las consecuencias que se pueden
derivar de ella si se acepta a rajatabla el dualismo entre mundo real y mundo científico.
Decíamos entonces que para Marx es una distinción relativa porque para el autor
de El Capital no hay una escisión tajante entre mundo real y mundo teórico. No es
absoluta (como pensaban los dualistas, desde Platón hasta Kant y Althusser) pero sí hay
una distinción, y por eso mismo en esta Introducción a los Grundrisse Marx va acusar
explícitamente a Hegel de no respetarla (y aquí encontramos precisamente una de las
rupturas, dentro de las continuidades, entre Marx y Hegel). Su perspectiva consistía en
retomar críticamente todo el método de Hegel pero continuarlo al mismo tiempo, no
aceptarlo acríticamente.

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Volvemos al esquema de Dussel. El objeto de estudio de El Capital es la sociedad
capitalista, lo que Marx va a llamar “lo real concreto” (1 en el esquema). Está tomado
en el sentido de que es lo que existe y que está “afuera” del científico. Está “afuera” en
el sentido de que si Marx se muriera el capitalismo seguiría existiendo (a esta noción del
estar “afuera” la historia del pensamiento filosófico la va a denominar “realismo”)..
Pero no está “afuera” en el sentido de que es completamente independiente de la praxis
del sujeto. Porque el capitalismo es el producto de una larga historia de la humanidad y
desde este otro punto de vista no está de ningún modo “afuera”. Es el producto de una
praxis, o sea lo que aparece como el punto básico de partida (1) del conocimiento
científico, a su vez, si lo explicamos desde el punto de vista del materialismo histórico
(o, para utilizar la denominación de Marx, desde el punto de vista de “la concepción
materialista de la historia”) es el punto de llegada de todo una serie de prácticas
históricas de la humanidad. Es el punto de partida y el resultado, al mismo tiempo. Por
eso la “independencia” del objeto real es relativa (porque si se aceptara una
“independencia” del objeto de modo absoluto, tajante, insuperable, entonces tendríamos
que terminar admitiendo que la realidad del capitalismo es inmodificable y ahistórica.
Por eso no hay en Marx un dualismo.
Al científico le puede gustar o no el capitalismo, puede intentar legitimarlo o
puede intentar criticarlo, pero el capitalismo existe, es “objetivo”. Eso no está sometido
a discusión, es así. Eso sería lo concreto real -(1) en el esquema-, que no es lo
“concreto” en el significado estrictamente dialéctico del término. Pues “concreto” para
la tradición dialéctica de la filosofía clásica alemana, que se basa en la crítica de Hegel a
Kant, de “la razón” hegeliana al “entendimiento” kantiano, “concreto” significa, como
dice Marx en los Grundrisse, “la unidad de las múltiples determinaciones, por lo tanto la
unidad de lo diverso”. En este sentido dialéctico estricto, lo “concreto” nunca es el
punto de partida, sino el punto de llegada.
Lo “concreto real”, es entonces concreto porque existe “al margen del sujeto”,
porque está ahí “afuera”, no afuera de la praxis histórica de la humanidad pero sí afuera
del investigador. Pero no es “concreto” en el sentido del método dialéctico. El método
dialéctico va denominar “concreto” a otra cosa.
Pasamos entonces en el esquema de [A] a ]B[, del mundo real al mundo
conceptual –cuya separación es siempre relativa, insistimos-. Acá surge el problema y el
debate. Porque el primer elemento, la primera dimensión, el primer escalón que
menciona Marx, es “una representación plena” (2) de eso que estábamos hablando, de la
sociedad capitalista. ¿Por qué el debate? Porque Marx dice que es “una representación
plena” y ahí es donde el positivismo se pone eufórico pues le tiene tanta confianza a los
sentidos, a la experiencia sin mediaciones, a la experiencia inmediata. El positivismo
cree que ahí surge el conocimiento científico, en esa representación inmediata de la
realidad. Para esta otra tradición dialéctica de la que el marxismo es fiel heredero, en
cambio, esta representación aparentemente “plena” (2) en realidad es, según las palabras
elegidas por Marx, una “totalidad caótica”. Es el primer nivel de la experiencia. Allí
donde, según las apariencias, uno piensa que es lo que más sabe y en realidad es lo que
menos sabe y lo que menos conoce. En nuestro primer choque con algo, en ese instante,
es cuando uno menos sabe aunque tenga la sensación aparente de que uno ya conoce
plenamente.. Es una “totalidad caótica”. ¿Por qué “caótica”? Porque no está mediada
todavía, entonces aparece como un gran caos la sociedad. Esto correspondería, no para
el lenguaje de Marx sino para el de marxistas posteriores, al terreno del “sentido
común” (por ejemplo Gramsci). Y el pensamiento crítico se basa precisamente en la
crítica al sentido común. Es el plano de la ideología, retomando lo que ya venimos
discutiendo. Esta representación aparentemente “plena” del nivel (2) está repleta de

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ideología. Todavía no hay mediaciones, no ha intervenido la selección del sujeto.
Aparentemente es lo más inmediato y lo que me da el acceso a la verdad desnuda de
esta sociedad pero en realidad es una totalidad “caótica”. Subrayemos aquí “caótica”
pues Marx la utiliza para decir que en esta fase el conocimiento no tiene orden ya que
no está articulado todavía.
Pero ahí no se detiene la ciencia. De (2) a (3), en el pasaje de la representación
plena al de las determinaciones abstractas, el camino metodológico es el del análisis.
Lo que está en juego acá es el análisis. ¿En qué consiste analizar algo? Consiste en
separarlo. La operación del análisis correspondería al proceso de abstracción. Abstraer
es analizar, separar, desagregar, desmembrar, disociar, aislar y fijar. Todo ese proceso
es el análisis, después le corresponderá el momento a una tarea posterior, que consistirá
en reunir lo que antes separamos, eso es la síntesis.
Una observación marginal para tener en cuenta. Hay que tener cuidado, pues en
las versiones de la vulgata marxista, en la cultura manualística que tanto daño nos ha
hecho, siempre se cae en el mismo error: se habla de Hegel -al pasar y muy
superficialmente- para describir cuál es el método que tomó Marx y se resume ese
método dialéctico diciendo “Tesis-antítesis-síntesis”. Pero sucede que eso no es Hegel y
no sólo no se aproxima siquiera a su metodología sino que es exactamente lo contrario
de Hegel. Por eso hay que ser precavidos con el concepto de “síntesis” que se le
atribuye a Hegel y a través de él a Marx porque para Hegel la síntesis, como operación
de conocimiento, tenía sus problemas. De allí que él no parta de la noción de síntesis.
Quién si partía de la noción de síntesis es Kant, pero no es lo mismo uno que otro. Este
problema –central en la dialéctica- lo vamos a ver más en detalle.
Bueno, el conocimiento pasa entonces de (2) a (3) mediante el análisis. O sea que
esa representación caótica pero totalizante la desmembramos, la separamos y llegamos,
como resultado, a determinaciones abstractas y simples. “Abstractas” como sinónimo de
lo simple, de lo indeterminado, de lo que le falta información, de lo que está aislado. En
ese sentido Marx utiliza aquí “abstracto”. Este nivel (3) es indeterminado porque
todavía no está en una totalidad que le otorgue sentido, porque para esta tradición
dialéctica las determinaciones van a estar dadas, van a adquirir su significación, por las
relaciones en las cuales están insertos los términos. Es decir que cada hecho aislado
carece de determinación. Por eso Marx dice que está “indeterminado”. El término
“determinación” viene de terminar por alguna parte. Cuando decimos que algo está
indeterminado estamos diciendo que no termina por ningún lado, no tiene un límite, por
lo tanto le falta información, ya que no empieza ni termina, no está completamente
definido e individualizado. Algo está determinado cuando empieza y termina, tiene
límites precisos, límites que son, al mismo tiempo, relaciones con otros elementos. En
cambio si no termina ni empieza, si no tiene límites, si no se sabe en qué tipo de
relaciones está inserto, está todavía indeterminado.
Por ejemplo: la silla negra de plástico, comprada tal día y que hoy forma parte de
esta Universidad, esta silla que tenemos frente a nosotros, está bien determinada porque
sabemos que llega hasta el piso y no se extiende hacia abajo ni hacia arriba. Tiene
límites precisos y está inserta en esta habitación, en un momento del tiempo y en un
punto del espacio, vinculada a un conjunto de otros elementos (nosotros, los objetos de
la habitación, etc.) con los cuales está relacionada. Si en cambio simplemente dijéramos
“la silla” y no supiéramos nada más, ni si es negra o blanca, ni en qué tiempo está ni en
qué lugar, quién la utiliza, etc., etc., no supiéramos nada de ella, sería algo
completamente indeterminado.
Entonces el nivel del conocimiento (3) es aún “indeterminado” porque todavía no
está inserto en relaciones que le digan hasta acá llega, hasta acá no, qué lugar ocupa,

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qué sentido tiene. Para esta tradición de pensamiento dialéctico los hechos en sí mismos
están indeterminados, son en ese sentido, abstractos. Después el conocimiento que se va
construyendo paso a paso vuelve a reunirlos e integrarlos para darles un sentido. El
significado viene de las relaciones.
Entonces las determinaciones abstractas correspondientes en el esquema a (3) son
el punto de llegada, el resultado del análisis y ahí llega la economía política y se detiene.
Por ejemplo David Ricardo llega al concepto de “trabajo en general”, indeterminado,
¿de qué trabajo estamos hablando?. El trabajo indeterminado es –repetimos- el que
carece de determinaciones, el que no termina, el que no sabe ni da cuenta de las
diferencias específicas. Entonces Ricardo llega a la noción de “trabajo”, en general,
como base del valor, lo cual para Marx no es falso sino al contrario, él dice “ésta es mi
teoría”. La teoría del valor-trabajo en El Capital es la que Marx acepta y toma como
propia. Como vamos a ver en la guía de preguntas, Marx no siempre opinó lo mismo al
respecto. Por eso tomar en bloque al marxismo, golpearse el pecho y proclamar “el
marxismo-leninismo” como un bloque homogéneo sin ninguna fisura, sin ninguna
historia, sirve para ganar una asamblea, una discusión política, etc., etc. Pero en
realidad, no es riguroso. Porque el mismo Marx no aceptaba la teoría del valor-trabajo al
principio, Engels tampoco. Después, la empezaron a aceptar y en la guía de preguntas
van a encontrar fragmentos donde ambos rechazan esta teoría (en 1844), mientras que
en El Capital, en cambio, la hacen propia.
Muy bien, en su teoría del valor-trabajo Ricardo entonces había llegado mediante
el análisis a determinaciones abstractas, al “trabajo” en general y ahí se detuvo. ¿Marx
dice que ese camino es falso?. No, dice “eso es verdadero, pero unilateral”. Le falta
todavía seguir avanzando. Entonces en un punto es verdadero pero en otro punto -en
términos históricos y relativos a la construcción del conocimiento científico- es
también falso, porque es unilateral. Entonces Marx propone que el conocimiento
científico siga construyendo y pase de (3) a (4), de las determinaciones simples a la
totalidad concreta.
¿Un ejemplo de (3), de determinación simple, en El Capital? La mercancía. Es lo
más abstracto que hay. En El Capital la categoría de “mercancía” jugaría casi el mismo
rol que en juega en Hegel la categoría de “el ser”, pues éste último está al comienzo de
la Ciencia de la Lógica. Para Hegel “el ser” es lo más indeterminado y abstracto.
¿Qué es el ser para Hegel? Si digo “el ser es... tal cosa” ya lo estoy determinando,
deja de ser “el ser” y se convierte en “el ser determinado”. Pierde su generalidad, su
universalidad, y se transforma en algo puntual, limitado, al alcance de la mano. Por lo
tanto, “el ser”, a secas, sin agregarle nada a continuación, no es algo determinado, algo
que empieza y que termina, algo puntual. Es de otra índole. Es una totalidad general que
no me dice nada acerca de nada. Es, por eso mismo, “todo”, como dice Hegel, y ese
“todo” no es nada, porque cuando pasa a ser algo, cuando se determina, cuando
adquiere límites precisos, deja de ser “el ser” y pasa a ser un “ser determinado”. Por
ejemplo, si yo digo “la silla”, ya estoy determinando al ser, éste deja de ser simplemente
“el ser” a secas, en general, para transformarse en una región particular del ser que
habitualmente designamos como este objeto frente a nosotros, es decir, la silla. Si digo
“el ser” en general, entonces “el ser” está indeterminado.
Pues bien: con la mercancía sucede lo mismo en Marx. ¿De qué mercancía
hablamos? ¿El reloj, las zapatillas, un equipo de audio...?, Éstas ya son mercancías
puntuales, pero el comienzo de El Capital nos plantea no una mercancía puntual,
delimitada, precisa, sino “las mercancías” en general.
Marx comienza diciendo: “La riqueza de las sociedades en las que domina el
modo de producción capitalista se presenta como un «enorme cúmulo de mercancías»”.

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Entonces “la mercancía” es lo más abstracto que hay (“abstracto” en el sentido
dialéctico del término, o sea, indeterminado). “El dinero” es una categoría muy
posterior que despliega contradicciones que ya están en la mercancía pero luego de un
camino muy arduo ya que en el medio, por ejemplo, está “el valor”. Entre la mercancía
y el dinero, en esa exposición lógica, viene el valor. Y el valor, a su vez, tiene distintas
formas, distintos niveles de despliegue, tanto en el campo de la lógica (que Marx adopta
de Hegel) como también en el campo de la historia. En ese sentido constituye todo un
debate abierto si el capítulo primero de El Capital nos habla de la historia previa del
capitalismo (la circulación mercantil simple) o nos habla de un capitalismo maduro,
pero expresado en un alto grado de abstracción (“abstracción” en el sentido de que se
dejan relaciones expresamente al margen para captar el modo de producción capitalista
maduro “en su máxima pureza”, es decir, “en su concepto”). Hay muchas posiciones
sobre esto.
Por otra parte, el dinero viene mucho después –en la exposición lógica- que la
mercancía. Y en ese sentido el dinero es más “concreto” (porque tiene más
determinaciones) que la mercancía. Pero al mismo tiempo es más “abstracto” (porque
tiene menos determinaciones) que el capital. Ya que la categoría de “capital” viene a su
vez más tarde y es mucho más rica y está mucho más determinada, más
multideterminada, que la categoría de “dinero”. Es más, el “capital” se define, en tanto
categoría, como dinero que se valoriza (así, entre muchas definiciones).
Entonces la mercancía es mucho más abstracta que el dinero, el dinero es más
concreto en términos relativos. Esas determinaciones abstractas hay que reunirlas
posteriormente mediante la síntesis (con todas las precauciones del caso en el uso del
término “síntesis”, cuyos problemas veremos en un par de clases). Eso que hemos
separado, hay que volver a reunirlo dentro de una totalidad de relaciones que ya no es
caótica sino que tiene un orden, pues tiene una estructura, una articulación interna.
¿Qué relación mantiene la estructura con la historia? Es enorme todo lo que se
escribió en el campo del marxismo durante la década del 60 en relación con ese debate.
Los polos antagónicos fueron: o la prioridad de la estructura -los estructuralistas- o la
prioridad de la historia -los historicistas-, con todos los matices en el medio. Lo curioso
reside en que las dos tradiciones cuyos principales representantes en el campo del
marxismo son Althusser, en un polo, y Gramsci y Lukács en el otro (sobre todo
Lukács), se basan en el mismo texto -la Introducción de 1857 a los Grundrisse- para
demostrar exactamente lo opuesto. Ambas corrientes. Ese texto tiene tanta importancia
que Althusser dijo que esta introducción “es el Discurso del método de la economía
política” repitiendo con otras palabras el título del célebre libro de René Descartes.
Pues bien, todas esas determinaciones abstractas, simples, indeterminadas (del
nivel (3)), hay que reunirlas después en el campo del pensamiento y la teoría como parte
de una totalidad de relaciones concreta y estructurada con un orden, articulada, etc.
Entonces acá encontramos los dos sentidos de “abstracto”. “Abstracto” en un sentido va
a ser la abstracción entendida como una operación: abstraer es separar. Y en otro
sentido, “abstracto” es el resultado de esa operación pues consiste en lo que no está
reunido en una totalidad. Son dos sentidos distintos pero muy similares, conectados
entre sí. Uno remite a una operación y el otro remite a algo fijo, en todo caso, al
resultado de esa operación.
En el nivel (4) pasamos ya a la totalidad –construida y pensada- concreta que
reúne las múltiples determinaciones. Recordemos que esta “totalidad concreta” no es un
punto de partida sino un resultado al que se llega, luego de una larga cadena de
mediaciones, en el modo de exposición lógico dialéctico pero en realidad, dentro mismo
de la exposición, el conocimiento de la totalidad concreta ya está desde el comienzo. Es

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decir que Marx, cuando en su exposición de El Capital parte de la mercancía (lo más
abstracto e indeterminado) ya conoce la totalidad concreta, el modo de producción
capitalista en su conjunto.
¿Cuál es la primera “totalidad concreta” que aparece en El Capital? La categoría
de “capital”. Según el esquema, la mercancía correspondería al nivel (3) mientras que la
primera totalidad concreta que reúne múltiples determinaciones en el libro es el capital
(4).
La pregunta que uno le podría formular a Marx en el campo metodológico es la
siguiente: Dígame Carlos Marx, si usted quiere hablar del capitalismo, ¿por qué no lo
pone al principio de su libro y listo?. Cualquier libro de historia lo pone al principio.
Pero este hombre no lo pone al principio. Eso no significa que a Marx se le “escapó”,
“no se dio cuenta”, “no lo advirtió”. Tiene que haber una razón metodológica.
En ese sentido hay que advertir que la historia del capitalismo en El Capital
aparece al final del Tomo I. ¿Por qué Marx no la expuso en el primer capítulo como
indicaría el sentido común? Tenemos que sospechar que ese orden expositivo
corresponde no a una equivocación sino a una decisión metodológica que opta por una
inversión de la lógica frente a la historia a la hora de exponer el material estudiado.
Porque, como sabemos por los prólogos a El Capital y por los Grundrisse, Marx
distingue el método de investigación del método de exposición (según sus palabras
textuales “modo de exposición” y “modo de investigación”). Según su perspectiva
metodológica, el orden lógico de las categorías no necesariamente coincide con el orden
histórico que las relaciones sociales expresadas por las categorías tuvieron en la historia
humana.
Él invierte y por eso la génesis histórica la ubica al final de El Capital y no al
principio. Parte del presente para ir hacia atrás, hacia el pasado; parte del resultado para
ir hacia las razones; parte del efecto –perdón por la utilización del par categorial “causa-
efecto” de arraigada tradición mecanicista, pero aquí lo utilizamos sólo a título
figurativo- para ir a las causas. Es una inversión metodológica que no la inventa Marx,
sino que retoma una larga tradición de pensamiento. El primero que habla de que la
lógica invierte... es Aristóteles (siglo III antes de Cristo) en su Metafísica, un pensador
que Marx conocía de primera mano, a quien cita en El Capital en reiteradas ocasiones y
a quien destaca por su sabiduría “enciclopédica”. Mucho tiempo después de Aristóteles
(en el siglo XVIII) y mucho más cerca de Marx, Kant también invierte, pues va a partir
de un factum, de un hecho (el “hecho” del conocimiento que, según él, estaba expresado
en la física de Isaac Newton) y va a ir hacia atrás, hacia las condiciones de posibilidad
que ese factum tiene por detrás.
Es una tradición metodológica larga y dilatada en la que Marx se inscribe y por
eso él hace lo mismo, invierte –en su “modo de exposición”- la historia y la ubica al
final del primer tomo de El Capital.
Para hacer más comprensibles y más fáciles las cosas, para permitir una “entrada”
menos compleja a la problemática de El Capital, en este seminario de lectura –lo
decimos abiertamente pues, como vimos en la primera clase, la mejor manera de
controlar la ideología no es obviarla ni esconderla sino, por el contrario, intentar
siempre explicitarla, nunca dejarla en las sombras- no respetamos el orden lógico de
exposición Marx. Si se quiere, para facilitar la tarea (por eso decíamos al principio que
toda aproximación es como una escalera que luego de usarla hay que abandonar y
tirarla) nosotros vamos a intentar un camino en cierto sentido más “tradicional” (más
“tradicional” en el sentido que es más cronológico, pero menos “tradicional”, en otro
sentido, porque permite visualizar en primer plano los presupuestos que tiene la teoría
del valor). Por eso sugerimos empezar por la historia y leer antes el capítulo XXIV que

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el primer capítulo sobre el valor. Entonces antes de leer qué es la mercancía, qué es el
valor, vamos a leer qué fue la acumulación originaria, o sea de dónde viene todo esto,
cual fue su proceso histórico de constitución.
¡Marx lo pone al final!, no podemos nunca olvidarlo...Su perspectiva, si nos
permiten una analogía un poco brusca, es como esas películas que empiezan mostrando
el crimen y al asesino (en nuestro caso: la explotación y la dominación capitalista –el
crimen- y el capital –el asesino-) y luego van hacia atrás, hacia las condiciones que
llevaron al crimen (en nuestro caso la acumulación originaria).
Pero nosotros invertimos su inversión y lo vamos a leer antes de empezar a leer
El Capital. Empezamos El Capital por averiguar la historia previa de los personajes y
después vamos al asesinato. Un estilo, un orden, más tradicional –distinto al de Marx-
pero quizás más accesible, más fácil para comenzar. Por eso sugerimos leer primero el
fragmento de los Grundrisse subtitulado “Formas que preceden a la producción
capitalista” y el capítulo XXIV de El Capital sobre la acumulación originaria antes de
empezar a leer El Capital por su primer capítulo. Pero siempre recordando que Marx,
por una explícita decisión metodológica lógico-dialéctica, sigue un camino inverso.
Entonces, decíamos, que la primera totalidad concreta que aparece en El Capital
es la categoría de “capital” -que es “concreta” porque reúne dentro de sí a su adversario,
a su enemigo, a su elemento contradictorio inmanente: la “fuerza de trabajo”-.
En cuanto a esta última categoría es más concreta que la de “trabajo” en general.
¿Por qué? Porque el trabajo, sin determinaciones históricas específicas, en su carácter
general, existió siempre que existió una comunidad humana. Para poder vivir y
reproducirse el ser humano necesita trabajar. Antes de la esclavitud, en el modo de
producción asiático, en la esclavitud, en el feudalismo, en el capitalismo y
probablemente en las sociedades poscapitalistas también (aunque allí habría que
precisar esto –no entremos en ese debate-). Por ello la categoría de “trabajo” en general,
sin determinaciones específicas, sin “nombres y apellidos” históricos, es abstracta,
mientras que la categoría de “fuerza de trabajo” es más concreta porque encierra mayor
cantidad de determinación (pues sólo en determinadas condiciones históricas específicas
la capacidad humana de trabajar se transformó en una mercancía que se compra y se
vende en el mercado). Lo mismo vale para la comparación entre el “trabajo” en general,
definido por Marx como un proceso de intercambio entre el sujeto humano con la
naturaleza y las condiciones objetivas, y la categoría de “trabajo abstracto” que tiene
determinaciones históricas muy precisas correspondientes, no a toda la historia humana,
sino a las relaciones sociales mercantiles.
La categoría de “capital” se define, entre otras maneras, como “dinero que se
valoriza”, entonces reúne dentro suyo la categoría previa que es la de “dinero” y a su
vez es un “valor” porque en la relación de intercambio del capital con la fuerza de
trabajo, ahí está la relación de valor, que consiste en un intercambio de equivalentes
(por eso es valor) pero un valor que en realidad es un intercambio desigual de
equivalentes. En consecuencia la categoría de “capital” reúne dentro suyo a la categoría
de “valor”, a la categoría de “dinero”, a la categoría de “fuerza de trabajo”, y, como
cuando el capital compra fuerza de trabajo está comprando una mercancía, también
reúne a la categoría de “mercancía”. Es –si nos permiten la comparación- como una
gran bolsa que integra todas las categorías previas. Por eso es la primera totalidad
concreta construida teóricamente. Hasta allí, aparentemente, es lo más concreto que
aparece en El Capital, pero si uno sigue leyendo la obra, sobre todo los Tomos II y III se
da cuenta que lo que en el libro I aparecía como lo más concreto, después eso mismo
pasa a ser abstracto. Porque entre el “capital” en general y el “capital industrial” o el
“capital bancario” ya hay múltiples mediaciones.

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¿Qué es más concreto: el “capital industrial”, el “capital que vive de la usura” o el
“capital” a secas? Obviamente el “capital industrial” y el “capital que vive de la usura”
porque ambos tienen dentro de su propia definición muchas más determinaciones, son
categorías más ricas y complejas.
Entonces, siempre según el esquema que hemos adoptado como pretexto para
discutir estos escritos metodológicos, el “capital industrial”, el “capital bancario”, el
“capital que devenga interés”, etc., pasan a ser nuevos tipos de categorías explicativas
(nivel (5)).
Otro ejemplo: el “valor” que en el esquema estaba en el nivel (3) y, cuando se
integra al nivel (4), al de la totalidad construida, adquiría un sentido más concreto que la
categoría de “mercancía” (nivel 3), ese mismo valor que en el Tomo II y sobre todo en
el III -cuando se habla del mercado, o sea, no del espacio de la producción sino del
espacio de la circulación- se va a transformar en un “precio”. Allí, en esa
transformación, los principales economistas neoclásicos, liberales, le cuestionan a Marx
el pasaje de valores a precios de producción. Allí hay un pasaje epistemológico.
En gran parte –por no decir en todas- de las impugnaciones neoclásicas contra El
Capital hay presupuesto un inmenso salto –sin mediaciones- que en el plano de la lógica
es completamente inválido, pues ellos pretenden refutar la argumentación del capítulo
primero del Tomo I apelando a “evidencias” empíricas e inmediatas del espacio de la
circulación y el consumo correspondientes, según el método de exposición de Marx, al
Tomo III. Por ello mezclan niveles del discurso sin dar cuenta de los términos medios,
de las mediaciones, de los nexos lógicos entre planos tan diversos entre sí (porque se
ubican, cada uno de ellos, en terrenos de determinaciones sumamente desiguales).
Entonces el pasaje del tomo I al tomo III es el eje de todos los cañonazos de la
economía neoclásica contra el marxismo. Como verán... el debate del método alguna
importancia tiene...
De manera que en la exposición de Marx el valor se transforma en precio de
producción, el capital se transforma en sus formas particulares de manifestarse, etc.,etc..
Entonces esas categorías explicativas corresponden –en el tomo II y sobre todo en el III-
al nivel (5) del esquema.
Luego, se reúnen en su conjunto (o por lo menos hacia eso tienden, porque en
vida Marx no llegó a realizarlo) en el nivel (6). ¿Por qué no pudo? Pues por la sencilla
razón de que se murió antes. No llego a la totalidad concreta más abarcadora, aquella
que reúne dentro de sí la totalidad de los niveles anteriores (muchísimos niveles (4),
según nuestro esquema), muchísimas totalidades concretas más pequeñas. La totalidad
concreta (6) sería como una inmensa totalidad de totalidades. Y él no llegó porque
según su primer plan de redacción de El Capital, según los Grundrisse, y según sus
cartas (por ejemplo a F.Lasalle del 22/II/1858), él plantea que pensaba escribir seis
libros –de los cuales El Capital, incluyendo tomo I al III, sería sólo el primero- y el
último de todos iba a estar centrado en el “mercado mundial”, la gran totalidad de
totalidades. No llegó a escribirlo. Se murió antes.
O sea que según ese plan –una aspiración seguramente terrible y angustiante para
un investigador obsesivo como Marx porque es sencillamente imposible de desarrollar
para una sola vida humana- El Capital (insistimos: incluyendo el I, que publicó en vida,
y el II y el III, póstumos) era el primero de los libros, el segundo iba a ser del trabajo
asalariado (del cual incluyó la parte del salario dentro de El Capital pero no lo escribió
nunca); el tercero iba a ser sobre la renta del suelo (del cual incluye una sección en el
tomo III de El Capital pero que tampoco llegó a escribir), el libro cuatro iba a ser sobre
el Estado (no lo escribió nunca: de ahí se aferran muchos impugnadores para sostener
que “Marx no tiene una teoría política”. A nuestro modo de ver eso es muy discutible,

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aunque tiene un gran consenso universitario académico nosotros no compartimos ese
juicio. Creemos que sí hay una teoría política en El Capital. Luego lo veremos...). ¿Por
qué el Estado iba a ser el tema del libro cuarto?. Porque el Estado sería una totalidad
concreta que reúne dentro de sí al “capital” (libro primero), al “trabajo asalariado” que
es su enemigo (libro segundo) y a los “propietarios terratenientes” (cuya fuente de
riqueza es la renta del suelo, libro tercero). El Estado es, según este plan de redacción
totalmente dialéctico, la primera totalidad concreta que incluye dentro de sí como
determinaciones, los otros tres libros. Todo el plan sigue, como todo el método de
Marx, un ordenamiento lógico dialéctico. No planeó los libros al azar (aun cuando no
pudo escribirlos todos, porque se murió antes), sino según un ordenamiento
absolutamente dialéctico, desde lo abstracto a lo concreto, desde lo más simple a lo más
complejo, exactamente igual que la exposición lógica de El Capital que es el libro que sí
publicó en vida y que nosotros intentamos descifrar e interrogar.
Pero el Estado-nación no está aislado, y hoy (año 2000) más que nunca, hay
muchos estados... Y se vinculan entre sí de múltiples maneras pero fundamentalmente
mediante el intercambio comercial. Entonces, siguiendo con el plan, el libro quinto iba a
ser sobre el comercio internacional (el nexo entre todas las totalidades concretas
condensadas en cada Estado-nación) y el libro sexto, finalmente, al cuál él pensaba
dedicarse, iba a ser la gran totalidad concreta que iba a reunir dentro de sí todas las
totalidades particulares (el capital, el trabajo asalariado, la renta del suelo, todas
integradas en cada Estado-nación) junto con las mediaciones (comercio internacional):
el mercado mundial. Marx no llegó a escribirlo. Pero hay economistas del siglo XX que
intentaron completar ese plan de investigación en la misma línea de Marx.
El mercado mundial correspondería en el esquema al nivel (6), la totalidad
concreta que le permitiría a Marx explicar (7), la realidad social. Hacia ese objetivo se
dirige la ciencia, explicar la totalidad concreta –base de toda praxis revolucionaria,
pues, según recordaba Lenin, “sin teoría revolucionaria no hay movimiento
revolucionario”- para volver a (1) pero ya en otro plano. Digamos que (6) y (1) son lo
mismo, pero con la diferencia que (6) es el producto del trabajo teórico mientras que (1)
no lo es.
Allí viene la crítica que le hace Marx a Hegel. Marx sostiene que Hegel se
confundió al tomar (1) por (6), al confundir el concreto pensado (producto de la
actividad teórica del científico) con el concreto real (que no es producto de la actividad
teórica).
¿En que tuvo razón Hegel, según Marx? Pues en darse cuenta -contra todos los
precursores empiristas del positivismo- que el conocimiento es una construcción, que el
conocimiento no nos da la pauta de cómo es la sociedad a partir de la inmediatez de la
experiencia sensible sino que se construye. Esa es una idea interesantísima de Hegel que
a su vez Hegel no la inventa porque la toma en su gran parte de Kant. Para Kant el
conocimiento es una construcción, un descubrimiento fundamental, porque hasta antes
de Kant todos pensaban que el conocimiento consistía en adecuarse al objeto y punto.
Unos decían que eso se hacía mediante los sentidos (empiristas), otros decían que
mediante la razón (racionalistas), otros decían mediante el intelecto humano e intelecto
divino (tomistas medievales), etc. Recién a partir de Kant se plantea que el
conocimiento no es adecuarse, ¡es una construcción!.
Hegel lo retoma y lo desarrolla, Marx hace suyo eso. Pues entonces, ¿en qué falló
Hegel, según Marx? Falló en confundir ese concreto construido en el plano de la teoría
científica con el concreto real de la sociedad. Porque para Hegel la sociedad no era más
que una forma de manifestarse de la Idea en su despliegue, en su devenir. El Estado, por
ejemplo, es para Hegel la Idea encarnada, realizada, el Estado es el despliegue de la Idea

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en la esfera del Espíritu objetivo. La sociedad humana y sus instituciones, la sociedad
civil, el Estado, son partes del Espíritu objetivo. El Espíritu absoluto correspondería,
siempre según Hegel, a la filosofía, el arte, y la religión.
Entonces ahí se confundió Hegel: en creer que lo concreto pensado (6) como
resultado de la teoría –lo cual es correcto, según Marx- también se extendía a que lo
concreto real ((1)la sociedad capitalista, el Estado, etc.) era igualmente un producto del
Espíritu. Eso es erróneo, allí reside el punto flojo del idealismo de Hegel.
¿Problemas de este esquema que tomamos de Dussel? Señalamos uno solo para
que discutirlo... el pasaje de (1) a (2). ¿Por qué? Porque aparentemente, si somos fieles a
este esquema, habría posibilidad de tener, aunque sea caótica, una totalidad plena de (1)
en el nivel (2). ¿Cómo? A través de los sentidos, de la experiencia inmediata. Existiría
la posibilidad de tener un acceso inmediato (2) a la realidad (1)... aunque allí (2) sea
caótico. Hoy en día la epistemología crítica y todas sus vertientes no aceptarían nunca
eso. La crítica vendría por el argumento que, cuando un científico va a observar la
realidad: ¿qué hecho selecciona?, ¿desde dónde observa? ¿a partir de qué horizonte?. A
partir de una ética, de una escala de valores, de una ideología, de un paradigma, de una
concepción del mundo. Incluso hasta Karl Popper, que es un positivista fuerte, diría que
los hechos –al menos en parte- se seleccionan a partir de una serie de hipótesis. Nadie
va ingenuo al laboratorio a estudiar un fenómeno natural (físico, químico, biológico,
etc)... y cuando se trata del estudio de la sociedad tampoco. Ningún científico va
“vacío”, como si fuera una hoja en blanco, a anotar hechos particulares y de ahí a
extraer -por inducción- leyes generales.
Esa imagen clásica para explicar las ciencias es absolutamente deformada. Todos
vamos -algunos explícitamente, otros implícitamente- contando como mínimo con una
serie de hipótesis, por no mencionar la ideología, la toma de posición política y la ética.
Siempre se va, como mínimo, con una serie de hipótesis. Cuando no las tenemos, no
sabemos adónde ir. Cualquiera que haya hecho una investigación sabe que si no tiene
una hipótesis le cuesta muchísimo empezar, no sabe por donde comenzar.
Entonces uno siempre va cargado con algo. Por eso...críticas posibles a este
esquema... ¿Es posible (2) en su enfrentamiento con (1) sin tener antes (4)? Este es un
problema (ustedes van a ver cómo en el esquema hemos rellenado con una línea de “X”
entre (1) y (2) para señalar dónde reside la dificultad) que tenemos que discutir la clase
que viene. Por eso Karel Kosik, en un libro maravilloso que se llama Dialéctica de lo
concreto, planteaba que Marx pudo empezar en el nivel (3) a exponer lógicamente El
Capital –es decir, por la mercancía- cuando previamente en el campo de la investigación
había llegado a (4) –la totalidad concreta-. Sólo pudo partir de lo simple cuanto ya tenía
por detrás la teoría. Sólo pudo ir a la categoría indeterminada cuando tenía por detrás el
gran conjunto de hipótesis que era la teoría de El Capital. Jamás hay un acceso
inmediato si no tenemos ni contamos por detrás hipótesis que nos permitan seleccionar
qué hechos vamos a tomar. Cuando Marx habla de la población está hablando de eso.
¿Qué tomamos como base?. ¿Desde dónde lo seleccionamos? Tenemos que
seleccionarlo desde algún lado, no hay acceso inmediato.
Ese es entonces quizás el principal problema de este esquema –que igual nos
facilita enormemente manejarnos con la Introducción a los Grundrisse- pues esta
numeración puede llegar a proporcionar o dejar abierta la puerta para que alguien piense
que se puede llegar a tener (2) sin tener antes (4), sin tener una teoría, sin tener tampoco
un conjunto de hipótesis, sin seleccionar desde algún marco previo.
Pequeñas preguntas para seguir discutiendo: ¿A qué hace referencia (1)? ¿Cuál es
el sujeto real y existente? El capitalismo, eso es (1), la sociedad capitalista.

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¿Por dónde comienza la exposición? En el plano de la lógica, la exposición se
extiende de (3) a (6). Porque la exposición lógica no va de (2) en adelante, El Capital no
empieza por (2), empieza por el nivel (3) en la exposición. La gran síntesis dialéctica va
de (3) en adelante. De (2) a (3) hay un proceso de análisis que es previo, que
corresponde a la etapa de la investigación no a la de la exposición.
¿Cuál es la dirección? Ese ascenso de lo abstracto a lo concreto (de (3) en
adelante...) es la dirección del método de Marx: ir de lo abstracto a lo concreto en el
campo de la teoría habiendo partido del concreto real. Lenin sintetizaba esta
metodología diciendo: “concreto-abstracto-concreto”, o sea partir de (1) –concreto real-,
pasar por (3) –abstracto- para luego de recorrer todas las mediaciones volver a (1) en
otro nivel, en el nivel (7) –concreto real conocido-. Pero específicamente en el campo de
la lógica el método va de lo abstracto a lo concreto.
¿Cuál es el sujeto? En todo ese proceso el sujeto es el capital y ahí Marx sigue tal
cual la Ciencia de la Lógica de Hegel. Porque en la Lógica de Hegel el sujeto es el
concepto, hay una lógica del ser, después deriva en la lógica de la esencia y de ahí
deriva a la lógica del concepto. Y el resultado final para Hegel es el concepto que
engloba todos los anteriores. Con El Capital pasa lo mismo, es un resultado final que
engloba todos los anteriores. Por eso Marx lo expone de manera invertida: parte del
resultado final, que después nos vamos a dar cuenta que engloba todos los procesos
anteriores. El capital, como relación social, existía antes que el capitalismo, ya en la
edad media había capital pero de manera subordinada. Recién en el capitalismo es el
capital la categoría que subordina a todas los demás, al dinero, a las mercancías, en
todos los planos...La lucha que vivimos todos lo días hoy en la Argentina y en el mundo
consiste en que el capital quiere subsumir la educación, la salud..., es una lucha por
expandirse cada vez más, conquistar nuevos territorios sociales, profundizar y renovar
periódicamente el pasaje de la subsunción formal a la real.
¿Qué son las categorías? Las categorías para Marx son las relaciones. Su lógica no
es una lógica de “Sujeto-Predicado”, es una lógica de relaciones. Lógica de “Sujetos-
Predicado” sería decir: “la silla es negra”, hay un sujeto –la silla- que tiene un atributo,
una característica, una nota, un predicado –ser negra-. La lógica que maneja Marx no
remitiría a “la silla es negra” sino a “¿qué relación hay entre dos sillas y cómo cada una
de ellas adquiere su sentido a partir de esa relación?”.
El valor, por ejemplo, es una relación social de producción; el dinero es una
relación social de producción, el capital es una relación social de producción. Todas
estas categorías son relaciones sociales por lo tanto no las define en función de una
sustancia con un accidente, un sujeto con un predicado, sino a partir de relaciones. Por
eso es una lógica relacional. Pero que existe no sólo en el campo del mundo conceptual
-(B) en el esquema- sino también en la realidad –(A) en el esquema-.
Cuando decimos que la categoría de capital hoy quiere subsumir la cultura, la
educación, etc., y todo de lo que no puede subsumir trata de desmembrarlo y derrotarlo,
estamos diciendo que no hay una categoría “volando” en la sociedad argentina, existe en
el campo de la teoría pero existe también en la realidad.
Antes de los Grundrisse y de El Capital, Marx ya lo discute en Miseria de la
filosofía (1847) en su debate con Proudhon. Allí hay un pequeño capítulo que se llama
“El método” y ahí Marx formula qué entiende él por una categoría. Dice: “una categoría
es una relación social que existe además de en mi cerebro en la realidad”. No está
hablando sólo de las categorías teóricas sino de categorías que expresan relaciones
sociales históricas.
Como este seminario tiene por objetivo realizar una lectura metodológica de la
obra de Marx: El Capital, vamos a intentar profundizar en todo lo que vimos hoy. Así

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que no hay que asustarse si algo no se entiende. Vamos a volver sobre esto. En las tres
clases que vienen vamos a intentar recorrer los momentos fundamentales de la génesis
histórica del método dialéctico, para poder dar cuenta de qué descubrimientos previos
de la historia de la epistemología crítica y dialéctica –principalmente en el terreno de la
filosofía clásica alemana- se hizo cargo Marx y qué perspectivas cuestionó, para
terminar planteando, a partir de la sugerencia de Lenin, qué elementos de la Ciencia de
la Lógica de Hegel Marx utilizó en el primer capítulo de El Capital, el más complejo de
todos y probablemente el núcleo arquitectónico central de su teoría crítica

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