Compilación Citas de Egw Sobre El Gran Conflicto 1
Compilación Citas de Egw Sobre El Gran Conflicto 1
Compilación Citas de Egw Sobre El Gran Conflicto 1
Siendo la ley del amor el fundamento del gobierno de Dios, la felicidad de todos los seres
inteligentes depende de su perfecto acuerdo con los grandes principios de justicia de esa ley. Dios
desea de todas sus criaturas el servicio que nace del amor, de la comprensión y del aprecio de su
carácter.—Historia de los Patriarcas y Profetas, 11, 12.
“El amor es un principio activo; nos recuerda continuamente lo bueno de los demás,
refrenándonos de acciones desconsideradas para que no fallemos en nuestro objetivo de ganar
almas para Cristo. El amor no busca lo suyo. No impulsará a los hombres a buscar su propia
comodidad y a halagar el yo. Es el respeto que le rendimos al yo lo que tan a menudo impide el
crecimiento del amor”. 9Testimonies, t. 5, p. 124.
El pecado tuvo su origen en el egoísmo. Lucifer, el querubín protector, deseó ser el primero en el
cielo. Trató de dominar a los seres celestiales, apartándolos de su Creador, y granjearse su
homenaje. Para ello, representó falsamente a Dios, atribuyéndole el deseo de ensalzarse. El
Deseado de Todas las Gentes, pág. 13.
Principió en el cielo a guerrear contra el fundamento del gobierno de Dios, y desde su caída ha
persistido en su rebelión contra la ley de Dios, y ha inducido a la mayoría de los que profesan el
cristianismo a hollar el cuarto mandamiento, que presenta al Dios viviente. Arrancó el sábado
original del Decálogo, y puso en su lugar uno de los días de trabajo de la semana. Testimonios para
la iglesia, pág. 306.
Después de crear la tierra y los animales que la habitaban, el Padre y el Hijo llevaron adelante su
propósito, ya concebido antes de la caída de Satanás, de crear al hombre a su propia imagen.
Habían actuado juntos en ocasión de la creación de la tierra y de todos los seres vivientes que
había en ella. Entonces Dios dijo a su Hijo: “Hagamos al hombre a nuestra imagen”. Cuando Adán
salió de las manos de su Creador era de noble talla y hermosamente simétrico. La Historia de la
Redención, pág. 21.
El Padre consultó con el Hijo con respecto a la ejecución inmediata de su propósito de crear al
hombre para que habitara la tierra. Lo sometería a prueba para verificar su lealtad antes que se lo
pudiera considerar eternamente fuera de peligro. Si soportaba la prueba a la cual Dios creía
conveniente someterlo, con el tiempo llegaría a ser igual a los ángeles. Tendría el favor de Dios,
podría conversar con ellos y éstos con él. Dios no creyó conveniente ponerlos fuera del alcance de
la desobediencia. La Historia de la Redención, pág. 19.
“Creó Dios al hombre a su imagen”, con el propósito de que, cuanto más viviera, más plenamente
revelara esa imagen, más plenamente reflejara la gloria del Creador. Todas sus facultades eran
susceptibles de desarrollo; su capacidad y su fortaleza debían aumentar continuamente. Vasta era
la esfera que se ofrecía a su actividad, glorioso el campo abierto a su investigación. Los misterios
del universo visible “las maravillas del que es perfecto en sabiduría” invitaban al hombre a
estudiar. Tenía el alto privilegio de relacionarse íntimamente, cara a cara, con su Creador. Si
hubiera permanecido leal a Dios, todo esto le hubiera pertenecido para siempre. A través de los
siglos eternos, hubiera seguido adquiriendo nuevos tesoros de conocimiento, descubriendo
nuevos manantiales de felicidad y obteniendo conceptos cada vez más claros de la sabiduría, el
poder y el amor de Dios. Habría cumplido cada vez con más eficacia el objeto de su creación;
habría reflejado cada vez más la gloria del Creador. La Educación, pág. 15.
“Cuando Adán salió de las manos del Creador, llevaba en su naturaleza física, mental y espiritual,
la semejanza de su Hacedor. ‘Creó Dios al hombre a su imagen,’ con el propósito de que, cuanto
más viviera, más plenamente reflejara la gloria del Creador. Todas sus facultades eran susceptibles
de desarrollo; su capacidad y vigor debían aumentar continuamente. Vasta era la esfera que se
ofrecía a su actividad, glorioso el campo abierto a su investigación.... A través de los siglos eternos,
hubiera seguido adquiriendo nuevos tesoros de conocimiento, descubriendo nuevos manantiales
de felicidad y obteniendo conceptos cada vez más claros de la sabiduría, del poder y del amor de
Dios. Habría cumplido siempre más cabalmente el objeto de su creación; habría reflejado siempre
más plenamente la gloria del Creador. La Fe por la cual Vivo, pág. 168.
Bajo la dirección de Dios, Adán debía quedar a la cabeza de la familia terrenal y mantener los
principios de la familia celestial. Ello habría ocasionado paz y felicidad. Pero Satanás estaba
resuelto a oponerse a la ley de que nadie “vive para sí”. Romanos 14:7. El deseaba vivir para sí.
Procuraba hacer de sí mismo un centro de influencia. Eso incitó la rebelión en el cielo, y la
aceptación de este principio de parte del hombre trajo el pecado a la tierra. Cuando Adán pecó, el
hombre quedó separado del centro ordenado por el cielo. El demonio vino a ser el poder central
del mundo. Donde debía estar el trono de Dios, Satanás colocó el suyo. El mundo trajo su
homenaje, como ofrenda voluntaria, a los pies del enemigo.
Las vacantes que se produjeron en el cielo por la caída de Satanás y sus ángeles, serán llenadas por
los redimidos del Señor. La Verdad acerca de los ángeles, pág. 53.
Pero por su desobediencia perdió todo esto. El pecado mancilló y casi borró la semejanza divina.
Las facultades físicas del hombre se debilitaron, su capacidad mental disminuyó, su visión
espiritual se oscureció. Quedó sujeto a la muerte. No obstante, la especie humana no fue dejada
sin esperanza. Con infinito amor y misericordia había sido diseñado el plan de salvación y se le
otorgó una vida de prueba. La obra de la redención debía restaurar en el hombre la imagen de su
Hacedor, devolverlo a la perfección con que había sido creado, promover el desarrollo del cuerpo,
la mente y el alma, a fin de que se llevara a cabo el propósito divino de su creación. Este es el
objetivo de la educación, el gran propósito de la vida. La Educación, pág. 15.
El Señor Jesús vino a nuestro mundo a representar al Padre... Cristo era la imagen exacta de la
persona de su Padre, y vino a nuestro mundo para restaurar la imagen moral de Dios en el
hombre, a fin de que éste, aunque caído, pudiera identificarse con el carácter y la imagen divinos,
adornado con la belleza de la bondad del Señor, mediante la obediencia a los mandamientos de
Dios. Y de aquellos cuyos caracteres son así transformados, se dice: “Empero deseaban la mejor,
es a saber, la celestial”.—Manuscrito 24, 1891. Hijos e Hijas de Dios, pág. 320.
El tema central de la Biblia, el tema alrededor del cual se agrupan todos los demás del Libro, es el
plan de la redención, la restauración de la imagen de Dios en el alma humana. Desde la primera
insinuación de esperanza que se hizo en la sentencia pronunciada en el Edén, hasta la gloriosa
promesa del Apocalipsis: “Y verán su rostro, y su nombre estará en sus frentes” Apocalipsis 22:4.,
el propósito de cada libro y pasaje de la Biblia es el desarrollo de este maravilloso tema: La
elevación del hombre, el poder de Dios, “que nos da la victoria por medio de nuestro Señor
Jesucristo”.31 Corintios 15:57. El que capta este pensamiento, tiene ante sí un campo infinito de
estudio. Tiene la llave que le abrirá todo el tesoro de la Palabra de Dios.
Dios se iba a manifestar en Cristo, “reconciliando el mundo a sí.” 2 Corintios 5:19. El hombre se
había envilecido tanto por el pecado que le era imposible por sí mismo ponerse en armonía con
Aquel cuya naturaleza es bondad y pureza. Pero después de haber redimido al mundo de la
condenación de la ley, Cristo podría impartir poder divino al esfuerzo humano. Así, mediante el
arrepentimiento ante Dios y la fe en Cristo, los caídos hijos de Adán podrían convertirse
nuevamente en “hijos de Dios.” 1 Juan 3:2.
¿Cuándo se debía llevar a cabo el objetivo principal del plan de redención para el hombre?
Pero por su desobediencia perdió todo esto. El pecado mancilló y casi borró la semejanza divina.
Las facultades físicas del hombre se debilitaron, su capacidad mental disminuyó, su visión
espiritual se oscureció. Quedó sujeto a la muerte. No obstante, la especie humana no fue dejada
sin esperanza. Con infinito amor y misericordia había sido diseñado el plan de salvación y se le
otorgó una vida de prueba. La Educación, pág. 12.
Las Escrituras nos enseñan que debemos procurar santificar para Dios el cuerpo, el alma y el
espíritu. En esta tarea debemos trabajar conjuntamente con Dios. Es posible hacer mucho para
restaurar la imagen moral de Dios en el hombre, y para mejorar las capacidades físicas, mentales y
morales. Pueden realizarse cambios notables en el organismo físico obedeciendo las leyes de Dios
y no introduciendo en el cuerpo nada que lo contamine. Mensajes Selectos, t, 2, pág. 37.
El Señor me ha mostrado que muchos de estos pobres seres perdidos para la sociedad, por medio
de la ayuda de agentes humanos, cooperarán con el poder divino y tratarán de restaurar la imagen
moral de Dios en otros por quienes Cristo ha pagado el precio de su propia sangre. Serán llamados
los elegidos de Dios, preciosos, y estarán próximos al trono de Dios. ...El Ministerio de Bondad,
pág. 262.
No importa cuán bajos, caídos, deshonrados y envilecidos otros puedan ser, nosotros no debemos
despreciarlos e ignorarlos con indiferencia; sino que deberíamos considerar el hecho de que Cristo
ha muerto por ellos. ...Cristo anhela rehabilitar el carácter humano, restaurar la imagen moral de
Dios en los hombres.—The Review and Herald, 15 de octubre de 1895. El Ministerio de Bondad,
pág, 258.
Por el pecado, la tierra quedó separada del cielo y enajenada de su comunión; pero Jesús la ha
relacionado otra vez con la esfera de gloria. Su amor rodeó al hombre, y alcanzó el cielo más
elevado. La luz que cayó por los portales abiertos sobre la cabeza de nuestro Salvador, caerá sobre
nosotros mientras oremos para pedir ayuda con que resistir a la tentación. La voz que habló a
Jesús dice a toda alma creyente: “Este es mi Hijo amado, en el cual tengo contentamiento”.—El
Deseado de Todas las Gentes, 87, 88.
La oración de Cristo pronunciada a orillas del Jordán incluye a cada uno de los que creerían en él.
La promesa de que es acepto en el Amado es para usted. Aférrese de ella con una fe inconmovible.
Dios dijo: “Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia”. Mateo 3:17. Esto significa que
Cristo ha abierto un camino a través de la sombra oscura que Satanás ha arrojado sobre su senda,
por el cual usted puede llegar al trono del Dios infinito. El se ha asido de una fuerza todopoderosa
y usted ha sido aceptado en el Amado. Exaltad a Jesús, pág. 103
En el mundo prosigue una gran controversia. Satanás está determinado a que los seres humanos
sean sus súbditos, pero Cristo ha pagado un precio infinito para que el hombre pueda ser redimido
del enemigo y para que la imagen moral de Dios sea restaurada en la raza caída. Al instituir el plan
de salvación, Dios ha hecho resaltar que da al hombre un precio infinito; pero Satanás procura
anular este plan haciendo que el hombre no cumpla las condiciones bajo las cuales se proporciona
la salvación.
Cuando Cristo comenzó su ministerio, se arrodilló a la orilla del Jordán y ofreció una petición al
Cielo a favor de la raza humana. Había recibido el bautismo de manos de Juan y los cielos se
abrieron, el Espíritu de Dios, en la forma de una paloma, lo rodeó, y del cielo se oyó una voz que
decía: “Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia”. Fue oída la oración de Cristo por un
mundo perdido y todos los que creen en él son aceptados en el Amado. Mediante Cristo, los
hombres caídos pueden hallar acceso al Padre, pueden tener gracia que los capacite para ser
vencedores por los méritos de un Salvador crucificado y resucitado. La Temperancia, pág. 243.
La palabra que fue hablada a Jesús en el Jordán abarca la humanidad. Dios habló a Jesús como
representante nuestro. Con todos nuestros pecados y debilidades, no somos puestos a un lado
como indignos. “Nos hizo aceptos en el Amado”. Efesios 1:6. La gloria que descansó sobre Cristo es
una prenda del amor de Dios por nosotros. Nos dice del poder de la oración: cómo la voz humana
puede llegar al oído de Dios y nuestras peticiones pueden encontrar aceptación en los atrios
celestiales... La luz que se derramó de los portales abiertos sobre la cabeza de nuestro Salvador, se
derramará sobre nosotros cuando oramos pidiendo ayuda para resistir la tentación. La voz que
habló a Jesús dice a cada alma creyente: “Este es mi hijo amado, en quien tengo complacencia”.—
The Review and Herald, 15 de octubre de 1908. En los lugares celestiales, pág. 28.
Cristo extiende su brazo humano para circuir a la raza caída, en tanto que con su brazo divino se
aferra al trono del Altísimo uniendo así la tierra y el cielo; a los seres humanos caídos y finitos con
el Dios infinito. Y esta tierra, que se divorció del cielo se reconcilia con él. Una comunicación se
abrió con el cielo por medio de Jesucristo por la que la raza humana, que había caído, es
conducida nuevamente al favor divino. Cristo Triunfante, pág. 213.
Tan pronto como Satanás sedujo a nuestros primeros padres a desobedecer la santa ley de Dios,
cada vínculo que unía a la tierra con el cielo y a la raza humana con el Dios infinito, se rompió. Los
seres humanos contemplaron ahora el cielo, pero, ¿cómo podían alcanzarlo? Pero, ¡regocíjese el
mundo! El Hijo de Dios, el sin pecado, el perfecto en obediencia, llegó a ser el canal por el cual se
restableció la comunicación interrumpida, el camino por el cual se podía recuperar el paraíso
perdido. Es por medio de Cristo, nuestro sustituto y garante, como podemos observar los
mandamientos de Dios. En él volvemos a manifestar nuestra lealtad y Dios nos aceptará.
Cristo es la escalera... Esta es la escala cuya base descansa en la tierra, sus peldaños más altos
alcanzan las alturas de los cielos. El nexo que se había roto fue reparado. Una amplia calzada se
extendió por la que todos los que están trabajados y cargados pueden pasar. Ellos pueden entrar
al cielo y encontrar descanso.—Manuscrito 13, 1884.
Tan pronto como Satanás sedujo a nuestros primeros padres a desobedecer la santa ley de Dios,
cada vínculo que unía a la tierra con el cielo y a la raza humana con el Dios infinito, se rompió. Los
seres humanos contemplaron ahora el cielo, pero, ¿cómo podían alcanzarlo? Pero, ¡regocíjese el
mundo! El Hijo de Dios, el sin pecado, el perfecto en obediencia, llegó a ser el canal por el cual se
restableció la comunicación interrumpida, el camino por el cual se podía recuperar el paraíso
perdido. Es por medio de Cristo, nuestro sustituto y garante, como podemos observar los
mandamientos de Dios. En él volvemos a manifestar nuestra lealtad y Dios nos aceptará. El Cristo
Triunfante, pág. 90.
Cristo es la escalera... Esta es la escala cuya base descansa en la tierra, sus peldaños más altos
alcanzan las alturas de los cielos. El nexo que se había roto fue reparado. Una amplia calzada se
extendió por la que todos los que están trabajados y cargados pueden pasar. Ellos pueden entrar
al cielo y encontrar descanso.—Manuscrito 13, 1884.La escalera es el medio de comunicación
entre Dios y la raza humana. Por medio de la escalera mística se predicó el evangelio a Jacob.
Cuando la escalera se extendió desde la tierra hasta las alturas de los cielos, se pudo ver la gloria
de Dios en la parte superior de ella, donde Cristo en su naturaleza divina era uno con el Padre. Y
así como los peldaños superiores de la escalera penetraban los cielos y los inferiores tocaban la
tierra, así también Cristo, siendo Dios, revistió su divinidad con humanidad y vivió en el mundo “en
condición de hombre”. Aquella escalera habría sido inútil si no descansara en tierra o si no tocara
los cielos. El Cristo Triunfante, pág. 90.
Por causa de la transgresión este mundo se había divorciado del cielo. Cristo vino a unir el abismo
y restableció la relación con el cielo. En su naturaleza humana mantuvo la pureza de su carácter
divino. Vivió en plena armonía con la ley de Dios y la honró en un mundo de transgresión. El Señor
desplegó ante los mundos que no habían caído, ante el universo celestial, ante Satanás, y ante los
hijos e hijas de Adán que habían caído, ¡el hecho de que por medio de su gracia la humanidad
puede obedecer la ley de Dios! El vino a implantar su propia naturaleza divina, su propia imagen
en todo aquel que es fiel y cree en él.—Manuscrito 20, 1898. El Cristo Triunfante, pág. 248.
En los concilios del cielo fue decidido que debían aplicarse los principios que no destruyeran el
poder de Satanás de inmediato, porque era el propósito de Dios establecer todas las cosas sobre
una base de seguridad eterna. Se le debía dar a Satanás tiempo para que desarrollara los
principios que constituían el fundamento de su sistema de gobierno. El universo entero debía ver
estos principios en acción, los cuales según Satanás había aseverado, eran superiores a los
principios de Dios.
El orden establecido por Dios debía contrastarse con el nuevo orden diseñado por Satanás. Era
necesario revelar la corrupción de los principios del gobierno de Satanás. Así se vería que los
principios de justicia que se expresan en la ley de Dios son inmutables, eternos y perfectos.—
Manuscrito 57, 1896. Cristo Triunfante, pág. 15.