Carta A Meneceo

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Carta a Meneceo

Pablo López Martínez


1- Comenta la idea principal de cada uno de los textos y establece una relación entre los tres.

El primer fragmento es la famosa invitación a la filosofía para alcanzar la felicidad. Se hace


énfasis en el carácter universal e imperecedero de la filosofía; en este texto en concreto se nos dice
que toda edad es buena para filosofar. Tanto el viejo como el joven tienen grandes motivos para
cultivar la filosofía, pues esta es la puerta a la felicidad. La búsqueda de la felicidad es algo común
a todos los hombres y mujeres, por lo tanto la filosofía y la reflexión sobre la felicidad son
necesarias para todos.

El segundo texto se desarrolla el principio para alcanzar la vida feliz: el placer. El placer es
“principio y culminación” de la felicidad; en nuestra naturaleza sentimos este placer como el bien
primero y sirve como criterio de elección entre varias opciones. Sin embargo, no todo placer es
elegible: aunque por sí mismo constituya un bien hay que rechazarlo si acarrea dolores mayores.
Aquí entra en juego la virtudes de la prudencia y la sensatez que deben ayudar en el cálculo de los
placeres y los dolores para escoger sabiamente.

Esta última idea se continúa explicando en el tercer texto en donde se ponen algunos
ejemplos. Aquí se ve que la ética epicúrea a pesar de ser hedonista es compatible con la frugalidad y
la mesura. Se rechazan los banquetes opulentos y las lujuriosas orgías, pero no por contradecir a la
virtud1 sino por la infelicidad que generan a largo plazo. Como se explicará en puntos posteriores,
los placeres más elevados para Epicuro son los de la mente y el alma, por ello es fácil de entender
que se priorice tener una vida tranquila y libre de falsas opiniones sobre la muerte o la divinidad a
los placeres de la carne.

Por motivos Epicuro llega a decir que la prudencia es preferible a la filosofía; de ella “nacen
todas las demás virtudes porque enseña que no es posible vivir feliz sin vivir sensata , honesta y
justamente, ni vivir sensata, honesta y justamente sin vivir feliz”. De este modo, la doctrina
epicúrea busca la felicidad y recibe la virtud por añadidura.

2- Explica brevemente lo que es un protréptico: sus antecedentes (Platón y Aristóteles) y la


interpretación que hace Epicuro.

El que Epicuro escribiera un protréptico no fue para la época nada innovador. Desde el siglo
IV antes de Cristo la invitación a la filosofía se había convertido en una prioridad para las escuelas
en el objetivo de captar alumnos. Era especialmente frecuentes en los periodos de crisis en los que
su difusión divulgativa (como si fueran una catequesis) y claridad doctrinal eran decisivos para el
florecimiento de la escuela.

Mucho se ha especulado sobre la vinculación entre el Protréptico de Aristóteles y el de


Epicuro2 pero yo solo daré un par de pinceladas sobre la polémica.:
• Bignone afirma que el protréptico de Epicuro tiene un talante pragmático y vital que se
1 Véase para profundizar en esta idea la décima exhortación vaticana.
2 Parece imposible que se llegue a un acuerdo entre los que sostienen que Epicuro solo leyó los escritos de madures y
los que afirman que solo leyó los de juventud.
opondría al carácter especulativo de Aristóteles. El estagirita propone que la filosofía sea
enseñada desde jóvenes para así ir profundizando en temas cada vez más sutiles, en
oposición a esta visión teórica Epicuro postula la necesidad de todos de filosofar para
alcanzar algo tan universal como la felicidad.

• Más encaminada a la finalidad de Epicuro estarían las reflexiones de Platón. Platón puso en
boca del sofista-nihilista Calicles la afirmación de que la filosofía llevaba al individuo a
convertirse en un ser marginado y políticamente incapaz: “...Es hermoso participar de la
filosofía en tanto en cuanto se participa por causa de la educación y no está mal en un joven
filosofar. Pero cuando un hombre que ya es viejo aún filosofa, la cosa llega a ser ridícula...
Cuando veo la filosofía en un joven, me complazco .., y pienso que éste tal es un hombre
libre ... ; en cambio, cuando veo a un hombre de edad que aún filosofa y no renuncia a ello,
pienso, Sócrates, que ese hombre debería ser azotado...” (Gorgias, 485 a - d ).
Evidentemente la opinión de Platón estaría en contra de este pensamiento de Calicles,
aunque no llega a concretarse.

3- Comenta el sentido del placer, la virtud, la amistad y la felicidad en Epicuro.

El placer es la piedra angular de toda la filosofía epicúrea; es el “bien connatural”, el


principio, fundamento y culminación de la vida feliz. Este hedoné es el criterio que debe guiar
nuestras vidas para la consecución de esa makaríos zên (vida feliz) tan anhelada en el helenismo.

Cabe destacar que para Epicuro el esclarecimiento de que el placer es el fundamento de la


felicidad no procede de fríos razonamientos ni de sutilezas filosóficas, sino que es algo evidente. La
propia naturaleza nos demuestra que todo ser viviente busca el placer y rehuye el dolor. Es una
certeza inmediata de cada hombre que el placer es un bien y el dolor un mal.

Sin embargo, esta idea de Epicuro no era del todo original, pues la ética hedonista ya había
sido desarrollada por Aristipo de Cirene muchos años atrás. Epicuro debió conocer de sobra la
filosofía cirenaica y es notorio que el desarrollo de muchos conceptos está en oposición
precisamente con esta escuela. Para los cirenaicos el placer y el dolor eran fenómenos meramente
biológicos y fisiológicos — se llega a definir el placer como un movimiento suave y el dolor como
un movimiento áspero—. En cambio, en Epicuro el valor de la palabra placer se modifica hasta
hacerla compatible con el ascetismo.

Placer en Epicuro tiene dos sentidos. Por un lado el placer cinético que se podría adaptar al
sentido popular de la palabra: es aquel que se experimenta al dar cumplimiento a un deseo o a una
inclinación. Y por el otro lado, el placer catastémico que es muy superior al cinético y que consiste
en la ausencia de dolor. Siguiendo el ejemplo de Carlos García (citado en la bibliografía), para
Epicuro, cuando se tiene sed y se bebe no se obtiene el placer en el acto de beber y saciarse, sino en
el estado que se posterior de haber bebido en el que se siente la ausencia de esa necesidad dolorosa.

A su vez, el estado catastémico de placer se llama ataraxía cuando la ausencia de dolor se da


en el espíritu, o aponía cuando se da en el cuerpo. Esta descripción del hedoné como estado estático
está impregnada de elementos cercanos a la religión, como la tranquilidad y la paz interior, por eso
muchos traductores opinan que en castellano sería más adecuada la palabra “goce”, que sí conserva
sus acepciones religiosas

Esta jerarquía de placeres debe ser matizada. Aunque los placeres del espíritu sean
considerados por Epicuro como más sublimes, también es cierto que los placeres de la carne son los
más básicos y apremiantes. “Principio y raíz de todo bien es el placer del vientre. Incluso los actos
más sabios e importantes a él guardan referencia.”Así, el epicureísmo escapa de inútiles rigorismos
en la ascesis.

En este marco ético la virtud consiste en el sensato cálculo de placeres y en la autarquía.


Como ya se ha dicho, el hedonismo de Epicuro no es ni mucho menos un frenético y desenfrenado
anhelo de placer, sino que para alcanzar la felicidad se tiene que valorar y sopesar los dolores y
placeres que se deriven de cada acción. “Ciertamente todo placer es un bien por su conformidad con
la naturaleza, y sin embargo no todo placer es elegible. De igual modo todo dolor es un mal, pero no
todo dolor siempre ha de evitarse. Conviene juzgar todo esto con el cálculo y la consideración de lo
útil y lo conveniente”(D. L. X. 10, 129-130). Como puede verse la sensatez y la templanza son
virtudes fundamentales que a la larga aportan serenidad y felicidad. Estas virtudes son medios, no
fines. Si Epicuro recomienda la prudencia o la justicia no es por su esencia ideal y trascendente (al
modo platónico), sino por su utilidad para alcanzar la vida feliz.

A todo esto hay que añadir la auto-suficiencia (que era un punto común en todas las
filosofías helenísticas) para definir al sabio epicúreo. La independencia y la frugalidad son
requisitos indispensables para conquistar la libertad en una época de inestabilidad, como queda
reflejado en la exhortación vaticana 77: “el mayor fruto de la autosuficiencia es la libertad”.

Por último, la amistad en Epicuro tiene por objetivo la obtención de placer y su fundamento
está en la conveniencia mutua. Esta amistad proporciona ciertas seguridades y salva del aislamiento,
lo que la hace muy útil, pero es una relación que no se reduce solo a la utilidad, es deseable por sí
misma. En esta asociación de amigos se funda el Jardín, que es un refugio de concordia frente a la
lucha de todos contra todos que era la sociedad.

4- Haz una breve reflexión personal sobre la filosofía del epicureísmo.

Mis reacciones hacia la filosofía de Epicuro son necesariamente contradictorias pues el


epicureísmo tiene elementos muy discordantes. La física atomista que solo da existencia a átomos
invisibles es incompatible con una gnoseología que afirma que todo conocimiento procede de la
sensación. Pero dejaré a parte estas cuestiones para centrarme en el plano ético que es el que nos
interesa a la luz de estos textos.

A mi parecer, si se contextualiza al autor en la época helenística en la que vivió, su


aportación fue muy importante. Los platónicos3 y los estoicos habían enajenado a los griegos de su
mundo; los unos por crear un mundo suprasensible que es causa de este mundo material y que
3 Perdóneseme por meterme con el Gran Platón.
reduce toda la realidad sensible a mera copia, los otros por desdeñar la libertad humana y creer en
ese fatum inexorable que lo gobierna todo. Epicuro irrumpe en este panorama y vuelve a señalar a la
tierra frente a esas oscuras ideas trascendentes, vuelve a buscar el sentido del mundo en el mundo
mismo lo que genera un beneficioso optimismo. También niega enérgicamente ese determinismo de
los estoicos aportando una sana dosis de sentido común: “Recordemos también que el futuro no es
nuestro, pero tampoco puede decirse que no nos pertenezca del todo”(D. L. X, 127),“La necesidad
es un mal, pero no hay necesidad alguna de vivir con necesidad”(novena exhortación vaticana).4

Epicuro deshecha las difíciles especulaciones de los filósofos anteriores porque su objetivo
es completamente distinto. El de Samos pretende eliminar todo lo que provoca zozobra o temor en
el hombre para alcanzar un estado de placer que se parece a la ecuanimidad de los budistas o la no-
acción de los taoístas. Epicuro quiere que las personas—independientemente de su raza, sexo o
clase social — alcancen la felicidad, esto explica el talante misionero que tuvo esta filosofía.

Las dulces palabras de Epicuro son un tetrapharmakón que alivia a los oprimidos y que barre
de temores la vida de cualquier alma simple. Personalmente creo que la ética epicúrea fue lo que
hoy llamaríamos libro de auto-ayuda. Es cierto, como dije antes, que Epicuro sacó a muchos griegos
de caminos metafísicos que no conducían a ninguna parte para redirigirlos a la dimensión mundana,
sin embargo, para esto tiene que simplificar al hombre.

Los presupuestos antropológicos de Epicuro son muy simples; entiende básicamente al


hombre como un ser que solo necesita placer (entendido de un modo muy lato) y amistad para
igualar a Zeus en felicidad. Esta visión del hombre no creo que incluya todos sus anhelos e
inclinaciones ¿Si el hombre solo busca el placer cómo se explica que a veces sacrifique su propia
vida para salvar a sus semejantes? En la ética epicúrea falta ese carácter de comunitariedad que
define al ser humano y que se reduce a la amistad. Por otro lado, ¿si el hombre solo busca el placer
cómo se explica que en las artes a veces se pretenda justo lo contrario? La tragedia griega en la
literatura y Laocoonte y sus hijos en la escultura, por poner solo un par de ejemplos, no pretenden
generar placer en el espectador sino más bien horror y miedo. Para la doctrina epicúrea la
genialidad de estas obras de arte son completamente inexplicables

5- Bibliografía.

• Epicuro: Obras completas, Ed. J. Vara, Madrid, Tecnos 1994.


• Carlos García Gual, Epicuro, Madrid, Alianza, 1988.
• Emilio Lledó, el epicureísmo, Barcelona, Montesinos, 1984.
• Elíades Acosta, En torno al Protréptico de la Carta de Epicuro a Meneceo, Helmantica:
Revista de filología clásica y hebrea, Tomo 31, Nº 94, 1980, págs. 89-114

4 También se podría añadir la irónica exhortación cuadragésima:“El que dice que todo acontece por necesidad nada
puede reprochar al que niega que todo acontece por necesidad; pues afirma que esto mismo sucede por necesidad”

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