Psicologia-Segunda Infancia
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Segunda Infancia
1. INTRODUCCIÓN
1
GRIFFA, M. C. y MORENO, E. J. (2005) “Claves para una psicología del desarrollo”. Editorial Lugar. Buenos
Aires. Selección.
2
PEDROSA, C. (1976). La psicología evolutiva. Ediciones Marova, Madrid.
3
FREUD, S. (1905d). Tres ensayos de teoría sexual. Arnorrortu Editores, Buenos Aires, 1986.
4
OSTERRIETH, P. A. (1974). Psicología infantil. Ediciones Morata, Madrid.
5
WALLON, H. (1974). La evolución psicológica del niño. Editorial Psiqué, Buenos Aires.
6
PIAGET, J. (1975). Psicología del niño. Ediciones Morata, Madrid.
7
GESELL, A., A. y AMATRUDA, C. (1966). Diagnóstico del desarrollo. Editorial Paidós, Buenos Aires.
8
ERIKSON, E. H. (1983). Infancia y sociedad. Ediciones Hormé, Buenos Aires.
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12
FREUD, S. (1905d). Tres ensayos de teoría sexual. Amorrortu Editores, Buenos Aires, 1985.
13
Es importante tener en cuenta la evolución de la teoría de FREUD en relación con los temas que analizamos
en este apartado. En Tres ensayos de teoría sexual (1905d) el autoerotismo designa, más que a un momento
evolutivo, a la pulsión sexual desligada de su objeto natural y entregada a la fantasía. Posteriormente, introduce
el concepto de narcisismo (1914c) y el yo es el objeto de la libido narcisista, mientras que el autoerotismo es el
estado anárquico de las pulsiones parciales que precede al momento en que éstas convergen sobre en objeto
común. De modo, que una nueva acción psíquica debe añadirse para producir el narcisismo. En esta dife-
renciación está presente la distinción entre la libido del yo o narcisista (toma como objeto a la persona) y la
libido objetal (la libido recae en un objeto exterior). Años después, con la elaboración de la segunda tópica
(1923b), contrapone el narcisismo primario, anobjetal, tanto a las relaciones de objeto como al narcisismo
secundario para designar con éste a la vuelta de la libido sobre el yo, es decir, la retirada de las catexias
objetales. Para el desarrollo de estos temas: cfr. FREUD, S. (1905d). Tres ensayos de teoría sexual, Amorrortu
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Editores, Buenos Aires, 1985; (1914c). Introducción al narcisismo, Amorrortu Editores, Buenos Aires, 1985;
(1923b). El yo y el ello, Amorrortu Editores, Buenos Aires, 1985.
14
LACAN, J. (1991). El estadio del espejo como formador de la función del yo tal como se nos revela en la
experiencia psicoanalítica. Escritos 1. Siglo XXI Editores, Buenos Aires.
15
CARUSO, I. (1965). Bio, psique y persona. Editorial Gredos, Madrid.
TANCO DUQUE, R. (1967). Narcisismo y personalización. En: EDELWEISS M. Y otros. Personalización.
Club de Lectores, Buenos Aires.
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toda nueva relación interpersonal al modelo de esta unión dual primitiva. Por lo
tanto, el narcisismo es fuente y origen de la personalización progresiva.
Sin embargo, en este estadio de amor narcisista no todo es placer. El
vínculo narcisista es vivido por el niño como un dilema de muerte, de encierro o
separación, cuya fantasía se podría expresar así: "Si yo soy como mi mamá,
dejo de ser yo, me confundo con ella y me muero" (encierro narcisista) o "Si yo
no soy ella, ella me va a odiar y me va a matar" (separación como
aniquilamiento).
Consecuentemente, la relación narcisista no es solamente placentera,
conlleva la ansiedad de muerte y el temor a quedar encerrado. La unión de
completitud con la madre es un vínculo tal que si no existiera un tercero que
permite la separación, el hijo pasaría a ser un objeto de su madre, un apéndice
de la misma. Es un vínculo que a la larga "mata", ahoga al no poder dar lugar a
ser alguien distinto de la madre.
El narcisismo primario como realidad psíquica representa la fantasía del
retorno al seno materno, predomina en él la representación de la no-
necesariedad del "otro". La posibilidad de superarlo reside en la actitud de la
madre; ella puede dejar o no espacio para un tercero, el padre, abrir o cerrar
ese vínculo dual que hasta ese momento fue mutuamente satisfactorio. En
consecuencia, la situación triangular comienza cuando el hijo capta que él no
tiene todo aquello que completa a su madre y la madre no logra toda su
satisfacción en el vínculo filial. La madre invierte la mirada, ya no la dirige al hi-
jo, aparece en la escena un tercero, es decir, el padre.
bella que él para amar. La ninfa Eco, que habitaba en las riberas del Cefiso, se
enamoró de Narciso; pero como no pudo soportar su desdén Eco fue
debilitándose hasta que de ella sólo quedó solo su voz. Desesperada y llena de
vergüenza se retiró a lugares solitarios, donde se consumió su cuerpo y se
evaporó su sangre debido al despecho y a la pesadumbre. Sólo la voz quedó
de ella y resuena eternamente en esos lugares.
Disgustadas por los desprecios de Narciso las ninfas pidieron a la diosa
de la justicia y de la venganza, Némesis, que lo castigara. Durante un día de
cacería, Némesis hizo que Narciso se acercara al río a beber, pero al ver
reflejado en el agua su imagen con tanta belleza se olvidó de beber y de comer,
echo raíces en la orilla y se convirtió en la planta del narciso. Otra versión
refiere que Narciso, fascinado al ver su imagen en el agua, intento abrazarla
muriendo ahogado.
En ambos casos, el mito griego nos señala claramente el carácter
autodestructivo del amor narcisista.
19
FREUD, S. (1912-13). Tótem y Tabú. Amorrortu Editores, Buenos Aires, 1985.
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será la puerta para el hijo hacia la sociedad y la Ley. Cumple así un rol
discriminante y socializador.
Del mismo modo que nacer es el momento en el cual el niño es expulsado
del seno materno, la situación triangular opera "expulsándolo" de la familia,
"arrojándolo" a la sociedad. El complejo de Edipo es la culminación de un
proceso orientado desde muy temprano a encontrar el sentido de la propia
persona y la del otro, es un proceso de "personación"20. Así, el sujeto aprende a
vivir esta situación triangular, afirma su identidad y descubre conjuntamente su
pertenencia, pero también su irremediable separación y soledad.
Hacia los 3 años el varón modifica las relaciones con su padre y con su
madre, con sus objetos de amor. De modo semejante a los períodos oral y anal
su objeto de amor es la madre, pero en este momento se acrecientan sus
pulsiones sexuales genitales. Así, frente a su madre adopta una actitud
protectora o roles característicos del esposo, de modo que a veces afirma:
"cuando sea mayor me casaré con vos". Tiene celos de su padre y de sus
hermanos ante el vínculo que estos mantienen con su madre; de este modo, le
molesta el acercamiento afectivo entre sus padres; por ejemplo, si los ve
abrazados intenta separarlos o se acuesta entre ambos queriendo permanecer
22
FREUD, S. (1923b). (1985). El Yo y el Ello. Amorrortu Editores, Buenos Aires, 1985.
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toda la noche en medio de ellos. Desea que su padre se ausente de casa unos
días para dormir con su madre y "desplazar" a su padre.
Sin embargo, toma conciencia de que su madre tiene variados intereses y
en función de los mismos otras personas son relevantes para ella. Se ha roto la
díada, ha aparecido un tercero, que en su fantasía toma el lugar de un rival y
siente que compartir a su madre equivale a perderla. Asimismo, se da cuenta
que no tiene o no puede darle a su madre todo lo que ella necesita y, por lo
tanto, sólo logrará el amor materno si gana la competencia con terceros.
A su vez la actitud frente al padre también se modifica. En su fantasía el
padre es admirado y temido a la vez, coexisten el amor y el odio, es decir,
experimenta sentimientos ambivalentes frente al mismo. De este modo, lo
experimenta como el competidor principal del amor materno, por ello, siente
odio y tiene fantasías agresivas hacia el mismo. También lo considera el
representante poderoso del mundo exterior, de la sociedad, anhelando poseer
su fuerza y su potencia.
La agresividad que siente hacia su padre le resulta intolerable y por eso la
proyecta en otra representación que comienza a serle temida23. En
consecuencia, teme la venganza paterna por dichas fantasías agresivas como
así también por sus fantasías incestuosas frente a la madre. Por todo lo dicho,
es frecuente que el niño desplace su odio y su temor al padre hacia otros
objetos, comienza así un período "normal" de fobias infantiles, por ejemplo, la
fobia a los perros, a los que evita y teme ser mordido. De este modo, ya no es
el padre vivenciado como el agresor y competidor, sino que sus aspectos malos
han sido desplazados a los perros que son mas fáciles de evitar y
consecuentemente puede mejorar su relación paterno-filial. Otro ejemplo es el
temor a la oscuridad, así quiere dormirse con la luz prendida. El niño no sabe
bien qué sucede de noche entre sus padres, fantasea encuentros erótico-
agresivos entre ellos, teme por ésto y desea controlar dicha relación. De alguna
manera logra su cometido si los padres le permiten dormir con la luz encendida.
Las fobias o temores infantiles son un elemento normal de este período
de modo que disminuyen o desaparecen posteriormente. Es conveniente que
los padres adopten una actitud serena, contenedora, tranquilizadora frente a los
hijos brindándoles información acerca del objeto o situación temida,
contribuyendo así a descender el nivel de ansiedad. Por ejemplo, si el niño
tiene miedo a los truenos es aconsejable explicarles cómo se producen, y no
23
FREUD, S. (1909b). Análisis de la fobia de un niño de cinco años. Amorrortu Editores, Buenos Aires, 1985.
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24
FREUD, S. (1924d). El sepultamiento del complejo de Edipo. Amorrortu Editores, Buenos Aires, 1986,
páginas 184-185.
25
"Hermafrodito" es el personaje mitológico que heredó los respectivos sexos de ambos progenitores,
quedando así relacionado con la representación de la completud y de la no necesariedad del otro sexo. Cfr.
PÉREZ-RIOJA, J. A. (1971). Diccionario de símbolos y mitos. Editorial Tecnos, Madrid.
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26
CHIOZZA, L. (1978a). Ideas para una concepción psicoanalítica del cáncer. Editorial Paidós, Buenos Aires,
1978.
27
FREUD, S. (1923b). El Yo y el Ello. Amorrortu Editores, Buenos Aires, 1985.
28
LACAN, J. (1970). Las formaciones del inconsciente. Editorial Nueva Visión, Buenos Aires.
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29
FREUD, S. (1908c) Sobre las teorías sexuales infantiles. Amorrortu Editores, Buenos Aires, 1985.
FREUD, S. (1909b) Análisis de la fobia de un niño de cinco años. Amorrortu Editores, Buenos Aires, 1985.
FREUD, S. (1916-17). Conferencias de introducción al psicoanálisis. Amorrortu Editores, Buenos Aires,
1985.
FREUD, S. (1924d) El sepultamiento del Complejo de Edipo. Amorrortu Editores, Buenos Aires, 1985.
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oportunidades, como por ejemplo, lo toma del brazo y dice: "vos sos mi novio".
Ante la madre experimenta celos y temor, pero la situación es diferente de la
del varón porque la fantasía de amenaza de castración la experimenta como ya
realizada. La niña por dicho temor no abandona sus deseos incestuosos hacia
el padre, sino que éste con su actitud le ayuda a renunciar a ellos. El padre
atenúa las fantasías incestuosas de la niña a través de una buena relación con
la madre y cumpliendo su función. Sin embargo, no hay en la mujer un corte tan
preciso como en el Edipo masculino, pues persiste la esperanza de quedarse
con el padre. De modo, que el sepultamiento del Complejo de Edipo femenino
no es tan radical como en el varón.
Esta es la elaboración normal de la femineidad. También puede suceder
que cuando no tolera la castración y la angustia que ésta conlleva, la niega y
permanece con la madre, no cambia de objeto de amor, es decir, no elige al
padre, lo que la lleva a la renuncia del acercamiento al otro sexo. Otras veces,
la envidia del pene es tan intensa que intenta apoderarse de las características
masculinas (complejo de masculinidad).
Veamos ahora con más detalle la problemática de las diferencias
sexuales de lo masculino y lo femenino, para retomar luego el tema de la
identidad y de las identificaciones.
33
LERSCH, PH. (1968). Sobre la esencia de los sexos. Editorial Orígenes, Madrid.
34
JUNG, C. G. (1997). El hombre y su símbolos. Editorial Paidós, Buenos Aires.
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35
HIB, J. (1993). Embriología médica. Nueva Edit. Interamericana, México.
36
Algunos autores entre ellos M. KLEIN enfatizan la importancia de este período para el logro de la identidad
sexual y proponen su nominación como "complejo de Edipo temprano", el cual se remonta a la posición
depresiva en la que se inicia la relación con objetos totales (cfr. cap. II, 6.4).
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JUNG comenta que ya desde el medioevo, antes que los fisiólogos del
siglo XIX demostraran que a causa de nuestra estructura glandular en cada uno
de nosotros coexisten a la vez elementos masculinos y femeninos, se decía que
"cada hombre lleva una mujer dentro de sí", aun cuando este aspecto se
guarda cuidadosamente, se oculta para sí y para los demás.
37
El ánima fue llamada por GOETHE "el eterno femenino". GOETHE, J. (1991). Obras Completas. Fausto.
Tomo IV. Editorial Aguilar, México.
38
SAGRADA BIBLIA. (1962). El Cantar de los Cantares. B. A. C., Madrid.
39
PÉREZ-RIOJA, J. A. (1994). Diccionario de símbolos y mitos. Editorial Tecnos, Madrid.
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algo que está allí adelante, sino que en cada momento es un descubrimiento y
realización de lo que ya estoy siendo de alguna manera, es actualización de mi
orden propio, es decir de una legalidad interior. Así podemos hablar de una
epigénesis de la identidad.
Si bien la identidad connota una referencia a nosotros mismos, una
coincidencia con lo propio, en el proceso de formación aparece necesariamente
la referencia a la presencia del "otro", al "tú". "Presencia" significa un estado de
la persona que se halla delante de otra u otras, es así que la identidad como
presencia implica un ir presentándome a los otros y a mí mismo
simultáneamente. El hombre es desde su gestación un ser que coexiste con
otros, cuya estructura existencial es la co-presencia, "somos con" y "somos
para" otros.
El "otro", el "tú", nos permite por una parte reconocernos, descubrir lo que
somos y responder según la medida de lo descubierto. El "otro' juega en un
cierto sentido como espejo que posibilita el reconocerme, el descubrirme a mí
mismo a través de lo que él ve en mí. Asi mismo, los otros se constituyen en
modelos a través de los cuales incorporamos actitudes y modos de ser, que
conforman nuestra identidad. De esta manera, el papel de los padres,
educadores, familiares y amigos es fundamental, aunque no lo es al modo de
quien dibuja, delinea o estructura la identidad desde afuera, sino al modo de
una apropiación personalizante.
La identidad se desarrolla y esto implica la "resolución" de crisis, es decir,
momentos decisivos en que se cuestiona toda la existencia. Cada etapa del
ciclo vital implica, de alguna manera, dejar de ser lo que estoy siendo para
poder ser lo que debo ser en la siguiente. Glosando a SAN AGUSTÍN podemos
decir: "cuantas edades desees a tus hijos, tantas muertes debes desearles"44.
El psicoanálisis considera la identidad, siguiendo el sentido etimológico
antes definido, como un proceso por el cual nos formamos como distintos entre
aquellos a los que nos asemejamos. Este proceso se logra a través de
identificaciones, es decir, tomando cualidades de otro que se convierte en
modelo de identificación45.
Así, como al considerar la noción de herencia distinguimos la herencia
específica, la herencia racial y la herencia individual, respecto de la noción de
identidad podemos diferenciar distintos estratos como la identidad específica, la
identidad etnocultural, la identidad familiar y la identidad individual.
44
SAN AGUSTÍN. (1958). Comentario al Salmo 127, 15. Obras Completas. B. A. C., Madrid.
45
GRINBERG, L. (1981). El individuo frente a su identidad. Revista de Psicoanálisis n° 4, APA.
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46
CHIOZZA, L. (1980b). Acerca de las relaciones entre consenso público y contrato. En: Psicoanálisis: presente
y futuro. Biblioteca del CIMP y CCMW, Buenos Aires, 1983.
47
CHIOZZA, L. (1986a). Por qué enfermamos. Alianza Editorial, Buenos Aires, 1986.
48
CHIOZZA, L. (1980b). Acerca de las relaciones entre consenso público y contrato. En: Psicoanálisis: presente
y futuro. Biblioteca del CIMP y CCMW, Buenos Aires, 1983.
49
CHIOZZA, L. y colab. (1993c). El significado inconsciente de las enfermedades por autoinmunidad. En: Los
sentimientos ocultos en... Alianza Editorial, Buenos Aires, 1993.
50
CHIOZZA, L. y colab. (1997b). El significado inconsciente específico del SIDA. En: Del afecto a la afección.
Alianza Editorial, Buenos Aires, 1997, página 242.
51
CHIOZZA, L. (1986a). Por qué enfermamos. Alianza Editorial, Buenos Aires, 1986. CHIOZZA, L. y colab.
(1997b). El significado inconsciente específico del SIDA. En: Del afecto a la afección. Alianza Editorial, Buenos
Aires, 1997.
52
CHIOZZA, L. y colab. (1993c). El significado inconsciente de las enfermedades por autoinmunidad. En: Los
sentimientos ocultos en... Alianza Editorial, Buenos Aires, 1993.
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53
CHIOZZA, L. y colab. (1997b). El significado inconsciente específico del SIDA. En: Del afecto a la afección.
Alianza Editorial, Buenos Aires, 1997.
54
CHIOZZA, L. (1970a). Psicoanálisis de los trastornos hepáticos. Alianza Editorial, Buenos Aires, 1998.
55
Anfimixis significa: "mestizo" o "mezcla entre ambos". La traducción es nuestra.
56
CHIOZZA, L. y colab. (1993c). El significado inconsciente de las enfermedades por autoinmunidad. En: Los
sentimientos ocultos en... Alianza Editorial, Buenos Aires, 1993.
57
CHIOZZA, L. y colab. (1993c). El significado inconsciente de las enfermedades por autoinmunidad. En: Los
sentimientos ocultos en... Alianza Editorial, Buenos Aires, 1993.
58
Cita del autor: FREUD, S. (1923b). El yo y el Ello. Amorrortu Editores, Buenos Aires, 1986.
Psicología y Cultura del Alumno de 1° y 2° Ciclo de la EGB 26
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59
CHIOZZA, L. y colab. (1997b). El significado inconsciente específico del SIDA. Del afecto a la afección.
Alianza Editorial, Buenos Aires, 1997, página 237.
60
KLEIN, M. (1991). Algunas conclusiones teóricas sobre la vida emocional del bebé. Obras
Completas. Editorial Paidós, México.
KLEIN, M. (1991). Sobre la Identificación. Obras Completas. Editorial Paidós, México.
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5. PATERNIDAD
61
ERIKSON, E. H. (1961). Sobre el sentido de identidad interna. En: KNIGHT, R. y FRIEDMAN, C. (1961).
Teoría psicoanalítica. Editorial Hormé, Buenos Aires.
62
MOLINER, M. (1986). Diccionario de uso del español. Editorial Gredos, Madrid.
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63
MOLINER, M. (1986). Diccionario de uso del español. Editorial Gredos, Madrid.
64
GARCÍA HOZ, V. (1981). Familia, sexo, droga. Editorial Rialp, Madrid.
Psicología y Cultura del Alumno de 1° y 2° Ciclo de la EGB 30
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6. FRATERNIDAD