Tragedias de Esquilo
Tragedias de Esquilo
Tragedias de Esquilo
- Las suplicantes:
La primera parte de esta obra trágica, considerándola antes de que intervenga Dánao,
muestra el problema de las suplicantes. Son el coro, y dan gritos y alaridos de verse
liberadas del yugo de los hijos de Egipto, que buscan casarlas y hacerlas perder la castidad.
Ellas la quieren conservar, y, por eso, buscan ayudan en Zeus, en los Olímpicos y en
Atenea, diosa casta hija del Cronión. Ellas provienen del exilio de la tierra vecina de Siria.
Dánao y el Corifeo entablan un diálogo en el cual se nota la confianza que el padre de las
suplicantes tiene en las deidades. Confía impresionantemente más en el poder de la deidad
que en el modo de proceder audaz de los hombres. Para esto, analizan, de acuerdo a la
cualidad del dios, a quién suplicar o hacer la petición a muchos (Apolo, Poseidón, Hermes,
etc). El rey Pelasgo hace su aparición y pide explicaciones de lo que está sucediendo y por
qué las suplicantes están de ese modo (vestidas a lo bárbaro) y sin ningún custodio o
heraldo. Luego, él hace una breve descripción de sus reinos y de cómo se fundó Apis, tierra
que él reina. Después de que el Rey comprueba que las suplicantes (representadas en el
Corifeo) son de Argos, y se aquieta su duda de cómo sufrieron tan ignominioso exilio, no
sabe qué hacer en cuanto a ayudarlas evitando que abusen de ellas las manos de los hijos de
Egipto, o entregarlas y evitar una guerra con ellos. Su conciencia está muy parecida a la que
tendría Hamlet cuando no sabe qué hacer con su tío Claudio. No obstante, primero decide
preguntarle a su pueblo para ver si aceptan refugiar a estas afligidas mujeres, ya que luego
no cargaría sobre él la culpa de una guerra que devastaría a la ciudad. Sin embargo, tiene
una gran conciencia de lo recto, que es ayudar la integridad de las mujeres; con la ayuda,
también, del castigo que recibiría de los dioses, se inclina más por ayudarlas. Ellas le
amenazan que quedaría en su conciencia el hecho de que ellas se suiciden por entregarlas al
varón. Finalmente, el Rey decide actuar a favor de las danaides, por temor a la conciencia
instigada por los dioses, aunque lamenta que toda una legión de hombres derrame su sangre
por unas mujeres (concepción machista). Las suplicantes, obedeciendo el mandato de
quedarse suplicando al Padre de Padres, esperando que el Rey hablara a su corte y Dánao
volviera, se quedaron a rezarle a Zeus. Dánao informa a sus hijas que el pueblo ha decidido
guardarlas dentro de sí. Es más, el que no las proteja sufra el destierro y los más crueles
castigos. Las suplicantes entonan varios votos de prudente sabiduría y de prosperidad y de
paz para toda la tierra de Argos que las acoge. No obstante, Dánao les da la mala noticia
que es inminente la guerra con los impúdicos hijos de Egipto, los cuales son descritos como
seres impuros, avaros, soberbios y llenos de maldad.
(Se ve que Esquilo tenía una gran devoción y temor de Dios hacia Zeus; otro tema capital
es el de la propia disposición de elegir qué estado de vida se quiere poseer). Finalmente,
atracan en tierra el barco de los egipcios que vienen en búsqueda de las danaides. Las
enceuntran en el altar y las raptan, pero aparece el Rey (qué gran personaje, de un gran tono
humano, sobrenatural y heroico; hombre de grandes virtudes como Atticus Finch de Harper
Lee), que las defiende a pesar de la inminente guerra que se le avecina, puesto que el
pueblo decidió protegerlas. Las hijas de Dánao se salvan y proclaman alabanzas a la ciudad.
Ellas reciben, al tener alojamiento propio en la ciudad de Pelasgo, unas sirvientas que les
ayudarán en todo y sus vidas quedan hechas. Dánao les da consejo de ser buenas y honrar a
los dioses siempre, y es eso efectivamente lo que hacen al final.
Temas clave
Democracia.
Autonomía Física y libertad.
Conciencia y compasión.
- Los Persas:
La tragedia inicia con el relato de las huestes persas que salen de Susa para dirigirse a
tierras helenas. Además, el coro entona himnos de desgracia y de soledad para la tierra del
difunto Rey Darío, pues las mujeres están solas y la ciudad sin protección. El coro se da
cuenta de que viene la Reina Atosa, madre del Rey Jerjes, hijo de Darío. Ella cuenta un
poco la aventura que han de vivir los que han partido, aunque no oculta su dolor,
especialmente por el hijo, ya que grandes peligros ha de afrontar y duras pruebas si desea
reinar de nuevo en su tierra. Ella se cuestiona por Grecia, rica en tesoros, armamentos.
Tuvo un sueño en el cual su hijo estaba apaciguando a dos mujeres muy bellas, una greca y
otra persa. No obstante, sufre allí. No sabe qué significa el sueño y necesita que se lo
interpreten. Llega un mensajero a la escena que venía de la batalla. Cuenta que todo el
ejército persa con sus caudillo más egregios perecieron en la batalla. No obstante, Jerjes,
comandante supremo e hijo de Atosa, no ha fallecido, lo cual da alivio al corazón de su
madre. Después, el mensajero cuenta cómo fenecieron (espadas, en buques, cuerpos
flotando en las islas, sangrientas puñaladas, etc) y contará lo sucedido. El mensajero cuenta
que el plan de Jerjes era aprovechar la noche oscura para coger por sorpresa a los helenos y
masacrarlos. No obstante, los helenos se dieron cuenta ya que no tuvo éxito el plan por la
salida del sol y, con la iniciativa helena, los persas fueron decayendo poco a poco en el
combate de galeras. El heraldo concluye en cómo fue la retirada y la muerte ignominiosa de
muchos otros. La reina posee una gran amargura interior por la desdicha que ha sufrido el
pueblo persa y la destrucción por parte de un dios. Se va a hacer unas ofrendas para que el
futuro sea más placentero. La Reina, después de haberse ido, reaparece en escena para
honrar a su difunto esposo. El coro, con ayuda de las divinidades inframundanas, desean el
regreso de Darío, dado que él sí era un Rey que ayudaba y gobernaba a su pueblo, y no los
llevaba a la perdición ni a la guerra. El Rey cuando aparece se cuestión qué es lo que ha
sucedido allí. La reina cuenta todo. Darío le echa la culpa a la ambición extrema y la
rebelde juventud de su hijo; hizo un recuento de todos los reyes gloriosos que había tenido
Persia hasta Jerjes, cuyo mal fue peor que los acumulados por todos los anteriores. Es
interesante cómo le echaban la culpa a los que, cuando Jerjes comandaba, le decían que no
servía para nada. Esto ocasionaría la guerra con los aqueos por simple ostentación y
orgullo, que provocaron tan ingente desgracia. Finalmente, aparece Jerjes, todo destrozado,
cantando lamentos con todo el coro por lo que ha sucedido.
- Los siete contra tebas:
Se puede apreciar un gran machismo y desprecio a la mujer como en muchas otras obras
trágicas griegas. El carácter de Etéocles es de gran sentido práctico, pero con gran respeto a
la divinidad. Tebas a entrado en guerra con un pueblo argivo. Las mujeres, que constituyen
el coro, como si abandonaran su función, van corriendo a las estatuas de los dioses para que
protejan la ciudad. El reproche e imprecación que hace Etéocles es de aquel que sabe que
los dioses están pero el hombre ha de poner los medios siempre.
La tragedia, con mucha majestuosidad en su contenido, cuenta la historia de la invasión de
la urbe tebana en manos de siete jefes, uno entre los cuales es Polinices, hermano del Rey
Eteocles que comanda la ciudad fundada por Cadmo. El Coro tiene una alta participación
en esta obra, describiendo los sentimientos, la intervención divina, las virtudes y desgracia
de los héroes, y finalmente los lamentos que las guerras ocasionan. Un guerrero famoso
combatiría con cada jefe enemigo que estaba en las puertas. Etéocles mismo va hacia la
séptima puerta para combatir a su congénere. Ambos se dan funesta muerte, pero la ciudad
honra al que la defendió y desprecia al que le atacó. Los dioses son la figura eminente que
se cree que protege a la ciudad. Antígona e Ismena lloran la desgracia maldita que ha caído
en la familia desde la desobediencia de su Padre-Abuelo Layo cuando desobedeció el
oráculo de Delfos en no tener hijos. No obstante, y este es el preludio de la obra trágica
Antígona de Sófocles, Antígona ve que es justo, por el hecho de ser de sangre, dar honras
fúnebres a su hermano Polinices. El heraldo le advierte que eso está prohibido pero ella no
le importa el dictamen de los hombres si le impide hacer algo bueno.
- Prometeo encadenado:
Esta tragedia narra el castigo y el sufrimiento que Prometeo tuvo que sufrir como motivo
por darle el fuego de los dioses a los hombres. Fuerza, personificación, es muy duro con
Prometeo por su altanería y bulla (que son temas primordiales en la obra de teatro).
Hefesto, que se va más compasivo, lo terminan clavando a un acantilado lleno de rocas por
mandato de Zeus, cuyo temor o desprecio es lo que se va revelando a través del relato.
Prometeo entabla diálogo con Océano, con las ninfas, con Ío, de las maldades de Zeus y de
su tiranía con los demás dioses del Olimpo. Prometeo ayudó a destronar a Zeus, pero luego
fue traicionado por él.
Un gran tema de esta obra es el temor a los dioses, el escuchar consejos, la altanería, la
humildad, etc.
- Agamenón:
“Agamenón es la primera obra de la trilogía de la Orestíada, que fue presentada en el año
458 a. C. por Esquilo.
Esquilo narra el regreso de Agamenón, rey de Micenas (aunque se le llama rey de Argos,
cuando Argos se refiere al Peloponeso y no a la ciudad de Argos), de la guerra de Troya
sólo para encontrar la muerte. Esperándole en casa está su esposa, Clitemnestra, quien ha
planeado su muerte en venganza por el sacrificio de su hija, Ifigenia. Más aún, durante los
diez años que ha durado la ausencia de Agamenón, Clitemnestra ha establecido una
relación adúltera con Egisto, primo de Agamenón y descendiente de una rama desheredada
de la familia, quien está decidido a recuperar el trono que cree que legalmente le pertenece”
Fragmento de: Esquilo. “Agamenón”. iBooks.
- Las coéforas:
Esta obra narra principalmente el plan que tejen Orestes y su hermana Electra, con ayuda
del Corifeo para vengar la muerte de su padre Agamenón. Con esto, logran asesinar a
Clitemnestra y a Egisto, principales culpables de aquello. Finalmente, Orestes termina un
poco atormentado por haber matado a su madre, aunque su conciencia no le condena en
totalidad porque hizo algo que necesitaba la ciudad y que lo imponía la Justicia divina. Él
se verá defendido en la siguiente obra.
- Las Euménides:
Como el nombre lo indica, esta es última parte de la trilogía en donde se va a decidir so
Orestes es verdaderamente culpable o no del asesinato de su madre (por eso las Erinias,
diosas de la venganza (justicia), le llaman matricida). Orestes está muy tranquilo de
conciencia, aunque quiere obtener la definitiva aprobación (por eso Atenea estará de juez
supremo guiada por Zeus aunque no sale en la obra), dado que siguió el mandato de la
divinidad de Apolo. Las moiras están obstinadas en hacer que se pague justicia, ignorando
las razones justas que daban los dioses jóvenes. A lo largo de la obra, Orestes va
escudándose en Apolo y también rezándole a Atenea en el Areópago, que es donde se
tendrá la sentencia. Las moiras a lo largo de la obra se quejan del irrespeto de la divinidad
por no querer apoyarla. Por eso, al final, cuando pierden el debate hacen un canto en donde
están lejos de rencor por no haber defendido su dignidad y apoyar a un mísero mortal.
Empero, con las promesas de Atenea, terminan felices por las nuevas autoridades y cargos
que tendrán, y porque Zeus, padre de los dioses, así lo ha dictado y él no se equivoca.