3 Ensayo Iliada
3 Ensayo Iliada
3 Ensayo Iliada
2 DE OCTUBRE DE 2021
[NOMBRE DE LA COMPAÑÍA]
[Dirección de la compañía]
LA ILIADA
La Iliada es un poema épico que compila en 24 cantos, relatos de la batalla entre aqueos y
troyanos. Es atribuido por la tradición a Homero, pero no se sabe a ciencia cierta que éste
en verdad existiera y se plantea que tanto la Iliada como la Odisea pueden haber sido el
resultado de la tradición oral personificada. Aun así, la obra se cuenta entre las más
milenios, inspirar numerosas obras posteriores, y comunicar hasta nuestros tiempos parte de
Cantares. Estos son: metáforas, desde unas muy breves a otras que ocupan largos párrafos
en los que compara los sucesos con eventos naturales; la repetición de cualidades asociadas
a los personajes como “Héctor, matador de hombres”1 o “los aqueos de hermosas grebas”2,
de los mensajes que estos se transmiten repitiendo palabra por palabra como fueron dichos.
Narra el asedio de la ciudad de Troya al noveno año, que realizan los aqueos al mando de
Agamenón, a causa del rapto de Helena, esposa de su hermano Menelao, el rey de Esparta.
Durante el conflicto hacen escena casi todo el panteón olímpico y algunas deidades
menores que obran en pos de unos y otros según su voluntad, alternando con los mortales
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Homero, La Ilíada, Canto I, verso 225
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Ibídem Canto I, verso 17
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Aún con la participación de los dioses, los personajes centrales de la obra son los héroes
Héctor y Aquiles, guerreros orgullosos que distan de una idílica perfección en estándares
actuales pero que ciertamente podrían caracterizar el poder humano según se concebía
otrora.
Desde el primer canto hace escena lo distantes y cercanos que son a la vez los dioses en los
asuntos humanos: distantes porque pueden entrar y salir de la historia porque su destino no
se liga al de los hombres, pero a la vez tan cercanos que pueden escuchar las súplicas de un
sacerdote cuya hija es prisionera de guerra y responder a ellas castigando a los culpables:
“Oyóle Febo Apolo e, irritado en su corazón, descendió de las cumbres del Olimpo con el
arco y el cerrado carcaj en los hombros” 3. Mala suerte de los aqueos haberse colocado en la
Así es que se desata un “primer conflicto”, a pesar de que ya nueve años llevaba la guerra y
que el relato cuenta tras de sí los hechos que lo llevaron a ese punto, es el primer conflicto
que nos llega a quienes lo leemos y nos permite conocer el carácter y la mecánica de este
Cuando el inmortal Febo asola a los melenudos aqueos, se convoca un ágora para decidir
qué hacer al respecto. Si bien no es frecuente que los mortales comprendan que dios los
aqueja, cuáles están a su favor y el motivo de estas posturas, algo que se verá a lo largo de
libro con muchas ofrendas que son rechazadas sin que los oferentes se enteren, en este caso
el responsable era fácilmente identificable porque como una de las atribuciones de Apolo
eran la salud, la enfermedad se interpretaba como un castigo que este enviaba por alguna
ofensa recibida.
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Ibídem Canto 1, verso 43
2
Una vez reunidos, se atreve el sacerdote por la protección de Aquiles a denunciar la causa
de los males que sufren: la esclava que Agamenón tomó como recompensa en una ciudad,
Criseida, que le era muy querida y por ello no la había querido devolver a su padre,
sacerdote, ni aun por el cuantioso rescate que les ofrecía. No es capaz de consentir en que
su pueblo siga padeciendo por causa de él la enfermedad, por lo que acuerda devolverla,
mas queda irritado y con el mal tino de entrar justamente en ese momento en discusión con
Aquiles.
Mediante esta pelea conocemos el carácter del Pelida (nombrado así por ser hijo del rey
Peleos) por las acusaciones de Agamenón, cuando el de los pies ligeros lo reprende por
recompensa que los otros habían ganado. El Atrida le dice: “(…) siempre te han gustado las
riñas, luchas y peleas. (…)” “este hombre quiere sobreponerse a todos los demás” y ya
estando en con los ánimos tan enardecidos, decide quedarse con la recompensa de Aquiles.
Estas afirmaciones no tardan en ser confirmadas por el agredido que pide la intercesión de
Zeus a su madre la ninfa Tetis en contra de sus propios compañeros, para que el rey
solicitaba tal favor ¿debía imaginarse cuánto le costaría? Seguramente no, la ira relatada
Una analogía interesante se presenta durante el conflicto, puesto que Aquiles llegó a tal
furia que quiso matar a Agamenón, y se detiene por el pedido de Atenea. Seguidamente
Néstor, presentando sus antecedentes como sabio consejero, los insta a ambos a hacer las
paces por el bien de los aqueos todos. Mientras que la diosa es escuchada, la misma que usó
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su influencia para reanudar con una imprudente flecha la sangrienta batalla en el canto IV,
Néstor es ignorado, aunque su lealtad y vida sí que estaban al servicio de los aqueos.
Cuando estos marchan a la batalla en el canto tercero, se produce un hecho que da gran
alivio a los corazones de ambos bandos, sedientos de paz y de hogar: Héctor reprende a
Paris por su cobardía en el frente y este para resarcirse desafía a Menelao en combate
singular, de modo que la sangre que corriera en esa arena fuera la última en correr.
Sin embargo, esto no satisface a los dioses, primeramente, a Afrodita que no dejaría de
ningún modo morir a su hijo Alejandro, aun cuando es vencido justamente por Menelao.
Pero sobre todo a Hera, cuya furia contra Troya era tal que no se daría por satisfecha hasta
que fuera arrasada completamente. De otro modo pudo en ese instante ser terminada la
guerra, pues era claro que Menelao era el vencedor aun cuando París había sido sacado
Accede Zeus a la sed de sangre de su esposa y envía a Atenea para que orientara el
Es destacable como cada baja es narrada en son de tragedia, independientemente del bando
por el que peleara. Suele acompañarse la muerte con menciones a los padres, esposas e
hijos que los esperaban en casa, sus hazañas anteriores, la tierra de origen que los tenía por
bendición y ahora debería prescindir de ellos, cuyo único error era prestarse a participar en
un conflicto absurdo.
Podría incluso decirse que Homero plasma en el libro unas contradicciones humanas muy
fuertes, las que surgen de conciliar el respeto y obediencia debidos a los dioses y los errores
que estos cometen al hacer perder tantas vidas por sus divinos caprichos. A diferencia de
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otros credos, las deidades griegas no son en esencia “buenas” sino tan solamente poderosas.
ejemplo, las palabras con las que reprende Zeus a Ares “Siempre te han gustado las riñas,
luchas y peleas, y tienes el espíritu soberbio, que nunca cede, (…)”4 son muy similares a las
El lugar de Aquiles en la batalla es ocupado por Diomedes con las ínfulas de Atenea que se
atreve inclusive a lastimar a Cipris que nuevamente se entrometía en la batalla, esta vez por
su hijo Eneas, y a batirse tres veces con Apolo hasta que vuelve en sí y repara que no le
espera una larga vida al que se atreve a desafiar a abiertamente a los dioses.
Muy tarde sin embargo se acordó de esta precaución, puesto que sus acciones dieron
argumento suficiente para que Apolo pudiera convencer al temible Ares de entrar en la
batalla en favor de los troyanos, aunque había prometido a su madre Hera ayudar a los
Sin embargo, para el inicio del canto VI, Atenea por medio de Diomedes expulsa a Ares del
campo quedando en batalla solo los hombres, algo destacable puesto que los dioses se
gozan de intervenir durante la mayoría del conflicto. En esta ocasión vemos narrado
fundamentalmente el lado de Ilio que, mediante sus hombres más fuertes, Eneas y Héctor,
No saben los troyanos que Atenea está irremediablemente en su contra, y así como los
aqueos ofrecen inútiles sacrificios al Cronida, ellos o mejor dicho ellas, las matronas de la
4
Ibídem Canto V, verso 889
5
En este canto se narran dos escenas conmovedoras: la primera por su nobleza, que sigue
con la línea antes mencionada de un disentimiento discreto pero firme a la guerra. Esta es el
encuentro de Diomedes con Glauco en el frente, que buscan la gloria no en acabar el uno
con el otro sino en honrar la amistad de sus antepasados extendiéndose la propia “Y ahora
troquemos la armadura, a fin de que sepan todos que de ser huéspedes paternos nos
gloriamos”5. Antes de esto la gloria siempre residía en dañar al enemigo: “Tienes el ijar
atravesado de parte a parte, y no creo que resistas largo tiempo. Inmensa es la gloria que
acabas de darme.”6 Dice Pándaro a Diomedes; “(…) muriendo, herido por mi lanza, me
darás gloria, y a Hades, el de los famosos corceles, el alma”7 Sarpedón a Tlepólemo; etc.
Hay otros fragmentos en las narraciones de batalla que demuestran lo mejor de los
combatientes, que pueden proyectar lazos entre sí más grandes que el conflicto que los
separa. Por ejemplo en el canto VII, cuando entablan combate Héctor y Ayante los cuales
La otra escena, la más tierna por mucho, es el encuentro del príncipe Héctor con su amada
para la hija de Zeus que lleva la égida y a convencer a su miserable hermano a plantar cara
en la batalla que por su culpa se ha desencadenado, no puede retornar al combate sin pasar
Los encuentra en la muralla, donde ella le suplica que desista del combate para que
5
Ibídem Canto VI, verso 213
6
Ibídem Canto V, verso 284
7
Ibídem Canto V, verso 648
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Ibídem Canto VII, verso 288
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“Día vendrá en que perezcan la sagrada Ilio, Príamo y el pueblo de Príamo. Pero la futura
desgracia de los troyanos, de la misma Hécuba, del rey Príamo y de muchos de mis
valientes hermanos que caerán en el polvo a manos de los enemigos, no me importa tanto
como la que padecerás tú (…) ojalá un montón de tierra cubra mi cadáver, antes que oiga
En este diálogo Héctor reconoce que van a perder, pero no quiere dejar de pelear por su
honor, por supuesto, pero sobre todo porque quiere que la muerte lo encuentre antes de ver
que la pena envuelva a su amada. Así conocemos el verdadero talón de Aquiles del pétreo
guerrero, la puerta por la que pude escapársele la vida aun si no le entrara la muerte.
Claramente la historia fue escrita con el diario del lunes, es decir, Homero, si en verdad
existió, para el momento en que hablaba de este encuentro familiar ya sabía de la muerte
del héroe y de la caída de Ilio, por lo que probablemente cuando pone en Héctor la dura
certeza de la pérdida inminente, lo hace para adelantarnos la noticia a los lectores y para
cada vez mayor, cada vez más compleja. Es por ello que resulta en parte una sorpresa
abordar historias tan maduras, en el sentido de trascender los simplismos del bien contra el
mal y la linealidad. Al hablar de la lucha, por ejemplo, no se limita a ponerse del lado de los
ganadores, o a personificar virtudes y villanos, sino que delinea un mundo mucho más
complejo.
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Ibídem Canto VI, verso 441
7
Para el canto XVI no se creyera que la batalla pudiera dar como vencedores a los argivos
mas era solo una necesaria parte de aquel escenario dispuesto por Zeus: “Y el impetuoso
Héctor no dejará de pelear hasta que junto a las naves se levante el Pelida, el de los pies
ligeros, el día aquel en que combatan cerca de las popas y en estrecho espacio por el
cadáver de Patroclo”10.
El compañero amado de Aquiles se presenta ante él para suplicarle que, si su orgullo es tal
que no le permite unirse al combate para salvar a los dánaos, le permitiese a él usar su
armadura y liderar las tropas de los mirmidones para repeler al enemigo. Este accede, más
le pide que se limite a poner a los troyanos en retirada y no los persiga, puesto que el hado
no le sería favorable si lo hacía. Destinado como estaba, inútiles fueron las advertencias y
tras combatir ferozmente y dar muerte a numerosos enemigos incluyendoo al hijo de Zeus,
Sarpedón debió perecer en batalla a manos de Héctor y ser despojado de las armas. Es
entonces cuando le profetiza la muerte al príncipe troyano: “Tampoco tú has de vivir largo
tiempo, pues la muerte y la parca cruel se te acercan, y sucumbirás a manos del eximio
Aquiles Eácida”11
personajes el conocimiento del resultado del conflicto, para que antes de que este ocurriera
pudieran manifestar sus sentimientos con honestidad. En este caso, los padres de Héctor
son quienes gozan del conocimiento de que caerá en batalla frente a Aquiles y le imploran
El troyano piensa en su corazón huir, rendirse, suplicar, pues bien conocía la capacidad y la
furia que cargaba el adversario, mas no resultaron opciones elegibles no tanto por el honor,
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Ibidem canto VIII, verso 470
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Ibidem canto XVI, verso 844
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que no le impidió huir dando tres vueltas a la ciudad, como por el orgullo de no enfrentar
que Apolo deja de animar sus fuerzas y Atenea tiene el permiso de Zeus para tender una
querido hermano del troyano para que este pensara que venía a apoyarlo en el combate.
Como era previsible en un momento como este, donde la venganza escribe el destino, la
crueldad y la bajeza no se terminan con los métodos de la diosa, sino que Aquiles se niega a
pactar entregar a la familia el cadáver del perdedor, aun cuando este se lo pide mientras el
aliento abandona su pecho. En ese momento le pronuncia una profecía de su muerte, como
difunto Héctor en un carro a la aurora durante doce días, dando tres vueltas en torno al
túmulo de Patroclo. Es de notar la importancia dada a los cuerpos, algo que se expresa
En una cultura cuya vida era parte de la historia de los dioses, naturalmente los funerales
son un rito importante para concluir la existencia mortal. Y humanamente, las personas que
amaron al héroe en vida, las más estrechas, como sus padres y esposa, y las que
sueños rotos y ese amor real en un cuerpo real que permitiera comenzar el camino de sanar
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Es así que inclusive los dioses meditan robar el cadáver para llevarlo a Troya, pero para no
menoscabar al Pelida y a su madre Tetis, esta es enviada para para darle el mensaje de que
debe entregarle el cuerpo al rey Príamo cuando este acudiera a su tienda con un espléndido
A la vez se envía a Iris a avisar al desesperado padre que debe acudir a buscar el cuerpo de
su hijo, entregando por el un inmenso rescate. Al ser un mensaje de los dioses y el deseo
más grande de su corazón, Príamo no duda en acudir acompañado por el mejor augurio de
Zeus: un águila rapaz de color oscuro, que el dios envía por la oración del rey y su esposa.
Puesto en camino, envía a su encuentro el Cronida a su hijo Hermes, para que pudiera
llegar a destino sin ser interceptado por los enemigos. Esto debe entenderse como que el
acuerdo y el diálogo que se estaba dando entre los bandos, no era en realidad una cuestión
de bandos sino de hombres, por intercesión de los dioses. Esto se nota nuevamente una vez
llegado Príamo a la tienda de Aquiles, cuando este le pide que duerma fuera para que nadie
que entrara lo descubriera, notificara a Agamenón y cambiaran los términos del rescate.
También es el motivo por el que el mensajero de los dioses lo despierta y lo saca del
Aun con toda la intercesión del Olimpo, la negociación que tenía lugar era complicada. Al
entrar, Príamo abraza las rodillas y besa las manos del asesino de sus hijos y le implora, por
Héctor. Durante ese momento, ambos se entregan al dolor de recordar la pérdida tan
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No obstante este conmovedor comienzo, Aquiles prontamente se irrita con la insistencia del
padre y es así que se menciona una perspectiva interesante: que a pesar de que los dioses
hubieran dispuesto que se llevara a cabo el rescate y Príamo volviera a Ilio, podía ser de
otra manera. Y esta posibilidad pesaba en el corazón de los mortales que desempeñaban el
guion de esa escena diseñada por los dioses, a tal punto que el héroe aqueo pide que se
prepare el cuerpo de Héctor fuera de la vista de su padre “no fuera que, afligiéndose al
Le anuncian a Príamo Dardánida que el cuerpo ya ha sido rescatado, que podría llevárselo
al amanecer, y que dijera cuántos días precisaba de tregua para llevar a cabo el funeral del
poderoso caído, de modo que el Peliada refrenara a los dánaos de ir a la batalla hasta
entonces.
El rey troyano parte antes de la Aurora, llevado por Hermes, a fin de evitar a los centinelas
y contar con la cobija de la noche para salir del campamento. Llega a salvo a la ciudad y se
comienzan los ritos fúnebres para darle al alma de Héctor el pasaje para que Caronte le
permitiera cruzar el Estigio y enfrentarse a su juicio final. Hasta ese momento fue protegido
Así es que la historia empezó y concluyó con un canto donde los dioses intervinieron
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Conclusión
El mundo antiguo nos resulta a los contemporáneos envuelto de misterio. Por ello resulta
una aventurar fascinante el embarcarnos en libros como este para beber de una cultura con
dioses que miran a los ojos, con hombres poderosos y débiles, que aman con locura a una
mujer y pueden llamarla esclava, que se unen con fuertes lazos de amistad que en unos
casos pesan más que la guerra y en otros pesan menos que una ofensa.
¿qué sería al final lo más valioso para ellos? ¿el amor de una mujer y el honor, que
ameritaron comenzar una guerra? ¿la amistad que puede unificar bandos contrarios? ¿la
sabiduría que presta grandes consejos? ¿la obediencia a los dioses, todopoderosos, que así
como salvan matan? ¿la fuerza en batalla, que permite a un hombre humillar a un rey y
Es mi opinión que el autor no tenía la intención de ensalzar una cosa sobre todas, a modo
guerra, las luchas internas de los hombres, los problemas en que se ven envueltos y
aquellos en los que gustosamente se envuelven. Como jugamos con los dioses que también
juegan con nosotros y en este tirar y aflojar, ir y venir, transcurre la existencia sin que haya
En este mundo en que la realidad va de la mano de la fantasía, podemos pensar que no hay
nada verdadero, pero se trata más de un testimonio de cuando esta última simplemente
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Bibliografía
https://www.culturagenial.com/es/la-iliada/
https://www.biografiasyvidas.com/biografia/h/homero.htm
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