DE Baudelaire Al Surrealismo: Marcel Raymond
DE Baudelaire Al Surrealismo: Marcel Raymond
DE Baudelaire Al Surrealismo: Marcel Raymond
MARCEL RAYMOND
Traducción de
Juan José Domenchjna
DE BAUDELAIRE
AL SURREALISMO
Claire
desde entonces, cada vez con más fuerza, sobre una concepción un conjunto de gestiones y de aspiraciones entre las cuales se
racional y positiva del universo y de la vida, y su coacción sobre revela una coherencia misteriosa.
el espíritu humano, una especie de indiferencia respecto del incons Si nos volvemos ahora hacia Francia y hacia Rousseau, no es
ciente, se ha ejercitado cada día con más violencia. Porque ha para designar en él al precursor y al maestro de los poetas''Con
separado al hombre del universo y de una parte de él mismo, de temporáneos. Jean-Jacques, sin duda, no tiene nada del mago, del
esa parte donde habitan las potencias no sometidas a la razón metafísico conquistador; sin embargo, es en él donde aparece
(y esto en el momento en que el cristianismo perdía su imperio primero un clima moral y místico muy particular, el que ha de
sobre las almas, que ya no encontraban en él la ruta de su salva favorecer el esfuerzo del espíritu por romper sus lazos y hacer
ción personal), exageró hasta un grado difícilmente tolerable la de la poesía una acción vital.
discordia natural entre las exigencias totales del espíritu y la exis El sentimiento de la naturaleza, despojado de casi todo lo pin
tencia limitada concedida al hombre. toresco y llegado a su mayor poderío, tal y como se expresa en el
Parece, pues, que los poetas desempeñan desde aquella época, quinto Paseo de los Ensueños —el yo, en posesión de sus fuerzas
y en la medida en que se esfuerzan por hacer del acto poético una inconscientes, habiendo asimilado las cosas, y las cosas, en cambio,
operación vital, una función compensadora en nuestra sociedad. habiendo “fijado los sentidos” del soñador— parece nacer de una
Si la poesía es uno de los medios que se nos brindan para ase fusión progresiva del espíritu y del mundo. Se borran las fron
gurar la comunicación con lo que Goethe llamaba las “Madres”, teras entre el sentimiento de lo subjetivo y el de lo objetivo; el
manifiesta como tal una vocación humana permanente. Pero universo es devuelto al dominio del espíritu; el pensamiento par
en un tiempo en que se profesa el desconocimiento de todo lo ticipa 1 en todas las formas y en todos los seres; los movimientos.
que no sea lo “real”, y en que esa vocación se ve constantemente del paisaje son percibidos, o mejor, sentidos desde dentro: “el
contrariada, los tránsitos de la inconsciencia a la conciencia se ruido de las olas y la agitación del agua”, el flujo y el reflujo,
harán de un modo insólito y la necesidad de una existencia plena- engendran un ritmo que ya no se distingue de el del corazón, del •
ria adoptará el aspecto de una reivindicación metafísica. de la sangre. Pero muy pronto Narciso, replegado en sí mismo,
Fue en Alemania —y ya se sabe claramente en Francia en qué todo él concentrado en sí, ni siquiera tiene el deseo de mirarse; en
condiciones y con qué amplitud, desde que se publicó el gran libro
* su éxtasis no sobrevive más que el sentimiento confuso y delicioso
de Albert Béguin— donde se esbozaron primero esos movimientos de la existencia. “¿De qué se goza en situación semejante? De
contra el racionalismo del Aufklarung y donde una serie de expe nada ajeno a uno, de nada sino de uno mismo y de su propia
riencias individuales, distintas pero de igual sentido, engendraron existencia; mientras dura ese estado, se basta uno a sí mismo,
esas obras extrañas y admirables que llevan los nombres de Nova- como Dios.” Y es que se ha renunciado previamente a oponerse
lis, Jean-Paul, de Hoffmann, Arnim, etc., e integran en el cielo al mundo y ya no se distinguen el sentimiento de sí y el senti- •
de Europa la figura mitológica del romanticismo alemán. Recor miento del todo. Experiencia mística natural; ese “gran Ser” al
demos en una perspectiva paralela a los poetas de la Gran Bretaña, que Rousseau continúa llamando Dios es la vida universal, inma
del visionario Blake a Coleridge, Shelley, Poe. nente, que siente en él como una marea que sube. (Es verdad
Pero nuestro designio no es de índole histórica; no vamos a que si acepta reabsorberse en ella es porque le parece que todas
determinar las relaciones de causa a efecto ni a concretar filiacio las venas de ese infinito desmbocan en su corazón.)
nes e influencias. Se trata de ver los datos esenciales de una aven Este estado de felicidad “perfecta y plena”, inefable en sí, es
tura o de un drama, en el cual han participado, o participan, cierto también efímero. Su desaparición deja al hombre una conciencia
número de seres privilegiados; se trata de señalar las premisas de más viva de sus límites y de las condiciones de una vida precaria.
una dialéctica que se desarrolla a lo largo de la historia y que No tendrá descanso hasta que no haya forzado de nuevo las puer
toma en la duración humana el lugar y las posibilidades de su tas del Paraíso; o hasta que haya sacado provecho de esas reve
realización, para dibujar en el plano del espíritu un ciclo ideal, laciones. Durante el éxtasis las palabras huyen, pero el recuerdo
* El alma romántica y el sueño (ensayo sobre el romanticismo alemán y
del éxtasis las trae de nuevo: las imágenes centellean como la
la poesía francesa), ed. en esp. Fondo de Cultura Económica, 1954. espuma sobre las olas. Juego del alma, pero que aspira a una acti-
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abierto el camino fundándola en el sentimiento de una penetra
vidad más elevada que la del juego, por muy noble que sea éste; ción recíproca de la naturaleza y el espíritu. Pero estas dos des-.*»,
que aspira a recrear, por el verbo, la felicidad perdida. Y esas imá viaciones del romanticismo se parecen- en ciertos aspectos: el
genes, cuyos elementos se han tomado del polvo de lo sensible, no parnasiano del Segundo Imperio y el poeta social de 1840 se ale
tienen la función de describir objetos exteriores; su papel consiste jan del “abismo interior” del que habla Olympio; dirigen sus
en prolongar, en restituir movimientos interiores. “En ese estado miradas a las zonas iluminadas de la conciencia; el segundo canta
de ilusión —dice Novalis— no es tanto el sujeto quien percibe los sentimientos generales y comunicables a los demás, y el primero
objetos/sino que, a la inversa, los objetos vienen a percibirse en se opone al mundo exterior para observar mejor, de manera más
el sujeto.
*-' imagen se organiza secretamente en símbolo, las impasible, las formas y los colores. Finalmente, como desean des
palabras deian. ser signos para participar en las cosas mismas, cribir objetos o trasmitir verdades, uno y otro se acomodan muy
en las realidades psíquicas que evocan. bien al tono didáctico y los hábitos del discurso. Sólo Nerval se
Así, mientras el escritor clásico, deseoso de conocerse, confiaba adentra en un país del cual no se vuelve. Y lo hace con una auda
en la introspección y transponía el resultado de sus observaciones cia creciente que recuerda a Novalis. La voluntad de ir hasta el
al plano de la inteligencia discursiva, el poeta romántico, renun fin, de forzar las puertas de marfil o de cuerno, de confiar a la poe
ciando a un conocimiento que no fuera a la vez un sentimiento sía el- propio destino —y todo eso hasta la locura— constituye una
y un goce de sí mismo —y un sentimiento del universo, experi empresa sin precedente, un caso-limite en el corazón del ámbito
mentado como una presencia—, encarga a su imaginación de com francés. El poeta busca su camino entre el sueño y la vida, y una
poner el retrato metafórico, simbólico, de él mismo, en sus meta-f especie de equilibrio nuevo que sería natural y normal —ya que
morfosis. He aquí lo esencial de ese nuevo modo de expresión, del la noche y el día, lo invisible y lo visible, tienen igual derecho
a su atención y forman dos mundos complementarios, dos modos
que Rousseau y Chateaubriand dieron ejemplo; modo de expre
sión natural, directo incluso, pese a las apariencias, y que frente acordes de la realidad esencial. “Creo que la imaginación no ha
inventado nada que no sea verdadero”; afirmación capital; pero
al procedimiento de expresión analítico presenta la ventaja de
devolver al lenguaje algunas de sus más antiguas prerrogativas, las el mundo visible es también verdadero, con una verdad secun
daria que se enlaza con la del sueño. Y me gusta ver, en estos
mismas que Baudelaire intentará utilizar para hacer de la poesía
una “magia sugestiva”. últimos años, cómo André Bretón interroga de manera cada vez
más apremiante a ese doble cuadro del sueño y de la vida en que
“Desprender el alma”, encontrar nuevamente el “estado natu
los signos se contestan, y rezagarse en ese lugar del espíritu donde ,
ral” ¿qué era, en suma, esa esperanza, sino la consecuencia de
un sueño ancestral semiahogado en el inconsciente, el sueño de un Nerval se le adelantó desde siempre.
En cuanto a Hugo hacia 1860, y con toda su gloria, era general
universo mágico, donde el hombre no se sentiría distinto de las mente incomprendido. Se había aplaudido al Hugo pintoresco, al
cosas, donde el espíritu reinaría sin intermediario sobre los fenó
Hugo sentimental, se quería al poeta de la libertad, de la huma
menos, fuera de toda vía racional?
nidad, al “guardia-nacional épico”. Pero apenas se seguía al visio
nario, al profeta, al primitivo; se le evitaba por instinto —y aun
Harto se sabe que el romanticismo de los poetas de 1820 y 1830 hoy, la mayoría de sus admiradores lo desconoce. Por un Baude
nació de un.pacto entre los modos de pensar y de escribir hereda laire que distinguía en él “al hombre mejor dotado, más visible
dos del clasicismo y esa llamada, surgida de lo profundo, a la que
mente elegido para expresar el misterio de la vida”, por un Rim
ya había contestado Rousseau. Y luego, en el mundo burgués
e industrial de tiempos de Luis-Felipe, se desconfiaba de todo lo baud que confesaba que Hugo “había visto bien en sus últimos
que no tendiera a servir. Los más grandes querían ser útiles a volúmenes”, cuántos otros se negaban a suponer que el poeta de
la humanidad. Otra transformación del romanticismo primitivo, la Boca de sombra pudiese creer un instante en sus metáforas y
en el mismo momento, preparaba la literatura descriptiva del que sus desenfrenados viajes a lo imaginario fuesen para él algo
Parnaso. Hay mucha distancia entre esa poesía-pintura, tal y como más que un juego prestigioso. Después de las Contemplaciones y
la realiza, por ejemplo, Gautier, que se esfuerza por alcanzar la la Leyenda, la publicación de los grandes poemas míticos, El fin
objetividad, y la poesía a la cual Rousseau y Chateaubriand habían
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■de Satán, Dios, ha iluminado, por fin, a posteriori, en el centro de exacerbada estados de alma excepcionales. “Todos los elegiacos
esa carrera de poeta-laureado y luego proscrito (para su triunfo son unos canallas”, afirmaba negándose a ver en ellos otra cosa
temporal), la grieta largamente ahondada, ensanchada hasta el que unos hombres ocupados en engañarse a sí mismos. Espiritua
abismo, donde el soñador llevó su “eterna aventura”, donde el ojo lista y materialista a la vez, nadie fue más esclavo que él, en un
incansable sacó tantas cosas, según frase de Claudel, “de la som sentido, de su cuerpo y de sus “percepciones oscuras”. Además,
bra que proyecta la ausencia de Dios”. Toda la vida de Hugo se rompiendo con una moral y una psicología convencionales, acepta
ordena hoy para nosotros merced a esas revelaciones extremas. ¡Su como un hecho evidente, cuyas primeras consecuencias sabrá ex
espíritu nos atrae más desde que sabemos que sólo esperaba en plotar en su poesía, la estrecha relación entre lo físico y lo espi
tregarse a los espíritus! Y su genio da testimonio de su vocación, ritual. Un perfume “cargado de indolencia” es capaz de enca
que fue la de prestar una voz a las fuerzas de la naturaleza, esa denar todas sus potencias y de “cambiar su alma”. Ese sentimiento
“augusta voz” (la del poeta poseído, es decir, enajenado de sí profundo de las relaciones entre lo alto y lo bajo, largo tiempo
mismo)... insospechadas, de las exigencias de lo inconsciente y de las aspira
ciones superiores; en una palabra, esta conciencia de la unidad de
Que, cuando suena, se conoce la vida psíquica, he aquí una de las revelaciones más importantes
ser antes que la voz de nadie de la poesía de Baudelaire.
la de las ondas y los bosques.2 * Pero —y éste es el síntoma de esa ambivalencia afectiva de la
que hablábamos— el poeta odia ese “cuerpo y ese corazón” a los
Pero ese Hugo, lo repito, apenas sale ahora de la bruma. A fines cuales se adhiere, sin embargo, amorosamente; “horror de la vida,
del siglo pasado, los descontentadizos, hojeando sus poemas, juz éxtasis de la vida”, señala con terrible clarividencia. Está, pues,
gaban agobiante su retórica, que él había pretendido expulsar y condenado a la insatisfacción perpetua, obligado a maltratar a una
que se había vengado desencadenando en él una monstruosa in naturaleza gastada buscando de continuo nuevos medios para no
continencia verbal; la opinión culta, creyendo conocer a ese poeta sentir “la horrible carga del tiempo”. Las condiciones “normales”
excesivamente ensalzado, se alejaba de él y críticos autorizados de la vida terrestre no podrían ya traerle ningún goce que no se
(Faguet, entre otros) iban a reprocharle, con toda ingenuidad y trocara pronto en dolor y sólo el olvido de un mundo deplorable
por un equívoco respecto a la esencia misma de la poesía, el no mente relativo puede elevarlo un momento sobre las tierras grises
tener ideas, o el tener las mismas ideas que todo el mundo. del tedio. Su historia se inscribe entre los primeros versos del
'Viaje y el deseo con que acaba: “¡Al fondo de lo desconocido
La extraordinaria complejidad del “alma humana”, en Baudelaire, para encontrar algo nuevo!”
y la resonancia que supo dar a algunas de las reivindicaciones más Pero este drama no envuelve sólo a un enfermo, a una persona
violentas del romanticismo, explican, antes que nada, su poder de lidad singular; por su afán desesperado de arribar “no importa
irradiación. Dividido entre el deseo de elevarse hasta la contem adonde, fuera del mundo”, Baudelaire desarrolló hasta el último
plación de los “tronos y de las dominaciones” y la necesidad de grado de la tragedia el tema romántico de la rebelión y la evasión.
saborear los zumos esp'esos del pecado, alternativamente y a veces De suerte que el secreto del influjo decisivo de su libro sobre la
simultáneamente atraído y rechazado por los extremos —ya que sensibilidad moderna debe buscarse en ese acuerdo fundamental,
el amor atrae al odio y se nutre de él—, el hombre, presa de esta que tanto se ha tardado en percibir, entre los sentimientos y las
cruel ambivalencia afectiva, acaba por inmovilizarse en el centro
aspiraciones a los que ha dado forma y el alma oscura y deseante
de sí mismo, entregado a una especie de horror extático. “La fran
queza absoluta, instrumento de originalidad.” Sin duda, pero antes de su siglo.3 “Bajo romanticismo” se ha dicho acerca de él; con
de convertirse en medio para el arte, esta “franqueza” respondía servemos el epíteto, pero con el sentido de lo profundo que alude
en Baudelaire a una necesidad imperiosa, la necesidad de agotar a la médula misma del ser. Las flores del mal no pueden, por
hasta el fin las posibilidades de su ser y cultivar con una voluntad tanto, considerarse tan sólo como una ilustración concertada de
la poética del arte por el arte,4.ni pueden ser explicadas por la in
* Qui se connait quand elle sonne, / N’étre plus la voix de personne / tención fríamente deliberada de hacer otra cosa que lo que reali-
Tant que des ondes et des bois!
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1 zaron Lamartine, Musset, Vigny, Hugo.8 Su contenido moral, monios, casi todos de origen anglosajón. De hecho, el Baudelaire
filosófico (en el sentido más amplio), no puede ignorarse.- Si hay esteticista,8 discípulo de Poe, lo es también de Coleridge y de los
en Baudelaire una parte de juego, dicho juego no es inocente. primeros románticos ingleses. Sin embargo, se puede distinguir
Pero el poeta moralista no llega a liberarse —durante un tiem entre la teoría y la práctica; así como Poe, y tantos de sus com
po— de esas angustias sin la ayuda del poeta artista que es la patriotas, es un poeta platónico y seráfico, el poeta de Las flores
mitad de su alma. "Apasionadamente enamorado de la pasión y del mal (que debían primero haberse titulado Los limbos) crea
fríamente decidido a buscar los medios de expresarla. . .” Baude una belleza más humana que no se desprende siempre de la pasión
laire, al definir a Delacroix, se refiere además a sí mismo; he ahí y se sumerge a veces en una atmósfera más infernal que paradi
el porqué de tantas declaraciones, inspiradas o no por Edgar Poe, siaca. Los complejos morales que constituían el fondo de su natu
que sitúan todas en primera fila, en la génesis del poema, la volun raleza le impidieron sin duda realizar plenamente sus deseos de
tad clarividente del artífice. Por eso existe hoy una tradición es poeta “puro”. Acéptese o no, por otra parte, la explicación espiri
tética fundada por Las flores del mal (y prolongada, engrandecida tualista del abate Bremond, (la poesía baudelairiana aparece mucho
luego por Mallarmé), a la cual se unen los poetas para quienes menos sentimental y mucho más claramente “psíquica” que la de
la aventura humana vivida por Baudelaire es probablemente una los primeros románticos; dirigiéndose menos al “corazón que al
simple "curiosidad”. alma” o al “yo profundo”, intenta conmover, allende nuestra sen
sibilidad, las regiones más oscuras del espíritu. *
n
Por otra parte, Baudelaire adopta frente a la naturaleza exte
rior una actitud sumamente notable. Ve en ella, no una realidad
existente por ella misma y para ella misma, sino un inmenso
Esta tradición de arte, de origen baudelaíriano, ha planteado a la
meditación de nuestros contemporáneos algunos problemas que depósito de analogías y también una especie de excitante para la
imaginacióm “ l odo el universo visible —escribe— no es más que
recordaremos ahora:
En primer lugar, la idea de que importa purificar la poesía, un almacén de imágenes y de signos a los cuales la imaginación
LV dará un lugar y un valor relativos; es una especie de pasto que
rechazar las escorias, los impedimenta, que, en la mayoría de las
obras del pasado empañan su brillo o entorpecen su marcha, para % la imaginación debe digerir y transformar.” 9 Se deduce de esto
que la/Creación debesercürrsrderada como un conjunto de figu-
conservar sólo el equivalente de un fluido espiritual o de una co
rriente de alta tensión capaz de ejercer con las máximas probabi ras por descilrar/^bmiTmo ~que7 según LavateTyse lee é'lTaracter
lidades de éxito los poderes sugestivos que pueden pedirse a la de un hombre, interpretando los rasgos de^strcará— ó como uña
poesía. Conocemos el célebre pasaje6 en donde Baudelaire, des alegoría mística; Baudelaire dice: “un bosque de símbolos” cuyo
pués de Poe, distingue la poesía de la pasión “que es la ebriedad sentido oculto es preciso descubrir.10 ELconocimientq de ese sen
tido verdadero, único real, de las cosas, que no son más que una
del corazón” y de la verdad “que es el pasto de la razón”, y donde
parte de lo que significan, permite a algunos privilegiados —en
protesta contra “la herejía de la enseñanza”, del didactismo, cuyo
este caso al poeta predestinado— introducirse y moverse con s.ol-
efecto consiste en encadenar el poema a la tierra, a la prosa, en
tura^n el más allá espiritual que baña al universo visible. "Porque
fijar nuestra atención intelectual e impedir “ese rapto del alma”,
esa “aspiración humana hacia una Belleza Superior” que sigue todo lo visible —dice Ñovalis— descansa sobre un fondo invisible;
siendo el principio y el fin de la poesía. Sin duda, las nociones lo que se oye, sobre un fondo que no puede oírse; lo tangible,
y los sentimientos pueden entrar en la obra como elementos en sobre un fondo impalpable”. Lo que importa en las percepciones
bruto indispensables, pero no llegar a ser buenos conductores del es que pueden, en ciertos casos, llevarnos hasta lo oculto. Baude
fluido poético, hasta que han sufrido una verdadera transustan- laire se refiere aquí a la tradición del ocultismo, rejuvenecida por
ciación dejándose penetrar por un “influjo” psíquico que los des Swedenborg, y con la cual se enlazan también Hoffmann, Lavater,
naturaliza. Esta teoría, que atribuye al arte el poder de realizar Nerval, Balzac y Fourier que lo han guiado en la elaboración de
una misteriosa catarsis, ha sido después expuesta con elocuencia por esa filosofía mística, de ese extraño sincretismo en el cual parece
el abate Bremond7 que ha citado en favor suyo múltiples testi haber creído sin sacrificarle su libertad de poeta.
18 INTRODUCCIÓN INTRODUCCIÓN 19
He aquí cómo va a manifestarse esta libertad: corresponde a Por tantoJ la tarea del poeta, ^de acuerdo con el sentido adivina
la imaginación, nos dice Baudelaire, atribuir a las imágenes y a los torio que hay en él, \consiste en percibir analogías, corresponden
símbolos “un lugar y un valor relativos” —relativos al espíritu cias, que adoptan el aspecto literario de la metáfora, del símbolo,
humano, relativos a la obra que ha decidido realizar. Con la ayuda de la comparación o de la alegoría. Considerando el soneto
de esos materiales en desorden, que le entregan sus percepciones transcrito, dichas correspondencias parecen desarrollarse en tres
o su memoria, el.poeta va a crear un orden que será, en relación planos:
con un momento y un estado determinados, con la “circunstan 19 Existen equivalencias entre los_datQSL_de los__diyersos_senti
cia actual” (si semejante ideal puede alcanzarse alguna vez), la dos, los perfumes, 1qs_colores, los sonidos, etc. Baudelaire alude
expresión infalible de su alma.11 Y esta expresión —aunque los aquí aJosleñón^^ entre los cuales los más cono
elementos que la componen parecen relacionarse con las cosas de cidos són tal vez los de “la audición .caloteada”. Asociaciones de
la naturaleza— no dejará de ser por eso esencialmente sobrenatu este género pueden producirse espontáneamente entre sensaciones
ral. Porque el alma, por su origen y su destino, sólo encuentra que no pertenecen al mismo registro, y esto probablemente mer
su verdadera patria en el más allá espiritual donde se sumerge la ced a una comunidad, entre ellas, de tonalidad afectiva, que la
naturaleza. /La misión de la poesía consiste /en abrir una ven lógica en la mayor parte de los casos es incapaz de explicar. Vasto
tana a ese otro mundo, que es de hecho el nuestro, en permitir campo abierto al poeta, que no se creerá obligado a identificar
al yo que escape a sus límites y se dilate hasta lo infinito. En ese una forma con otra y un sonido con otro, pero que acogerá audaz
movimiento de expansión se esboza o se realiza el retomo a la mente metáforas cuyos términos evocarán sensaciones de dife
unidad del espíritu. rente orden. Se entrevé, además, una consecuencia que los hechos
Para saber qué es lo que hizo Baudelaire para abrirse un se encargan muchas veces de esclarecer y que el propio Baudelaire
camino en el mundo de las analogías y para asociar y poner formula así: “Las artes aspiran, si no a suplirse una a otra, por
en orden los materiales que le ofrecía la naturaleza, releamos una 10 menos a prestarse recíprocamente fuerzas nuevas.”
vez más el soneto Correspondencias: 29 De este hecho de que las sentidos son susceptibles de lograr
“la expansión de las cosas infinitas”, se deduce que un deseo, un
Naturaleza es templo de vivientes pilares, pesar, un pensamiento —cosas del espíritu— pueden despertar
de donde el aire ananca misteriosos nombres, una~cdrrespohdencia en el mundo de las imágenesy recíproca
y es un bosque de símbolos que, cuando andan los hombres,
dejan caer sobre ellos miradas familiares. mente).^ Tras Haber descrito en la Invitación aFviaje (en prosa)
un país encantado, el poeta, volviéndose hacia su compañera, le
Como ecos diferentes que en el espacio ahonden pregunta: “¿No estarás tú inserta en tu analogía, y no podrías
hasta hallarse en el ápice de una rara unidad, contemplarte, para hablar como los místicos, en tu propia corres
vasta como la Noche y la diafanidad, pondencia?” Y, un poco más abajo, más claramente aún: “Estos
colores y sonidos y aromas se responden. tesoros, estos muebles, este lujo; tú eres este orden, estos perfu
Y así hay perfumes frescos como carnes de infantes mes y estas flores milagrosas.” En la composición de semejantes
verdes como praderas, dulces como el oboe “paisajes mentales”, interviene ante todas las cosas este “senti
y los hay, corruptores, ricos y triunfantes, miento de la naturaleza” de que ya hemos hablado. Lo que el
de una expansión de cosa infinita embebidos, poeta toma del mundo sensible es algo con que forjar una visión
como el almizcle, el ámbar, el incienso, el aloe simbólica de él mismo, o de su sueño; le exige el medio de expre
que cantan los transportes del alma y los sentidos.12 * sar su alma.
* La Nature est un temple oü de vivants piliers / Laissent parfois sortir 11 est des parfums frais comme des chairs d’enfants, / Doux comme les
de confuses paroles; / L’homme y passe á travers des foréts de symboles / Qui hautbois, verts comme les prairies, / —Et d’autres, corrompus, riches et
l’observent avec des regards familiers. // Comme de longs échos qui de loin se triomphants, // Ayant ¡'expansión des choses infinies, / Comme l’ambre, le
confondent / Dans une ténébreuse et profonde unité, / Vaste comme la muse, le benjoin et l’encens, / Qui chantent les transports de l’esprit et des
nuit et comme la clarté, / Les parfums, les couleurs et les sons se répondent. // sens. [La versión es de Eduardo Marquina.J
20 INTRODUCCIÓN INTRODUCCIÓN 21
(Uno de los grandes méritos de Baudelaire consiste en haber artificios— su plasticidad, su “agilidad”, su transparencia, es que
hecho del paisaje urbano, de las casas, de las habitaciones, de los algo en él espera oscuramente descubrir y descifrar allí, un día,
“interiores”, el objeto de su contemplación y haber percibido hasta la imagen de todo el univeso.
en sus fealdades y disparidades analogías secretas con sus propias Así el rostro de Baudelaire parece iluminarse con un rayo de
contradicciones. Entre la multitud, “ese vasto desierto de hom la hoguera del más remoto misticismo. Diríase que para él se
bres”, en las calles de la gran ciudad con fachadas de piedra y de trata de reanudar la antigua alianza. Sería fácil evocar a este pro
ladrillo, “paseante solitario” 13 perdido en una naturaleza trans pósito el neoplatonismo y perderse en las diversas tradiciones
formada, fabricada, desfigurada, le fue concedido a él, sin duda ocultas. Lo importante era hacer sentir de una vez por todas la
primero que a nadie, el poderse dedicar a lo que él llama una presencia de ese río subyacente, conjunto de creencias, sueños y
“santa prostitución del alma” y elevarse hasta ese estado de “co aspiraciones insatisfechas, que el romanticismo liberó y que corre
munión universal” donde el sujeto y el objeto se absorben mutua en nosotros, más profundo que nuestros pensamientos y senti
mente.) mientos, y al que tantos poemas de hoy, sin saberlo siempre, van
En fin, de los seres y de las cosas —esto es lo que afirma a buscar sangre y alimento.
el primer cuarteto del soneto— sólo vemos claramente el envés; Semejante tentativa (incluso teniendo en cuenta el hecho de
únicamente un espíritu dotado de una especie de segunda vista que su significación sólo apareció poco a poco y de manera indis
distingue, más allá de las apariencias, convertidos en signos y en tinta) invitaba prácticamente a menospreciar las apariencias sen-'
símbolos, los reflejos de un universo suprasensible. Pero es pre sibles y el principio de la imitación de la naturaleza; animaba a
ciso advertir en seguida, si es verdad lo que hemos dicho más usar libremente las palabras y las imágenes y a asociarlas, más que
arriba, que este tercer plano, sobre el cual se establecen las corres de acuerdo con el uso y la lógica pura, ateniéndose a su resonan
pondencias, se aproxima al segundo hasta confundirse con él. Por cia psicológica y a la ley misteriosa de la analogía universal; con
que el alma tiene medios de comunicarse con ese más allá oculto; tribuía a reforzar considerablemente, en la poesía francesa —mucho
entre el microcosmo y el macrocosmo, entrambos espirituales en más que las Contemplaciones y la primera Leyenda de los siglos
su esencia, existe un lenguaje común que les permite mostrarse en esa misma época, y por otro medio—, las tendencias místicas y
el uno al otro y reconocerse: el idioma de los símbolos, de las metafísicas. En vez de un “juego de azar”, el arte del poeta era
metáforas y de las analogías. La naturaleza ¿de qué puede servir, una “hechicería evocadora”, una función sagrada.
sino para ofrecer al alma la posibilidad de verse y a lo sobrena Pero este arte baudelairiano, en el que hay algo de delirio, es
tural la ocasión de manifestarse? Tras la meditación lo que se también un método. Ese espíritu, naturalmente orientado hacia
descubre ante el poeta es la “tenebrosa y profunda unidad”; le lo irracional y lo oculto, está muy lejos de dejarse conducir única
invade el presentimiento confuso de la participación de todas mente por el instinto. Ha querido apreciar la inspiración como
las cosas entre sí, de su correspondiencia y de su armonía funda “la recompensa del esfuerzo cotidiano”. Considera la obra termi
mental. Estas analogías, tan extrañas algunas veces, que se im nada como una síntesis perfecta, donde tocios los elementos psíqui
ponen a él con el acento de una evidencia indiscutible, las mira cos y musicales han entrado en un sistema infinitamente complejo
como pruebas de esa unidad original. Cree percibir en todos los y coherente de relaciones recíprocas: hace pensar entonces en una
seres un signo que testimonia su parentesco y como la huella sinfonía que da la impresión de un acorde ligado, de un orga
secreta del verbo primitivo. nismo musical emitido por una voz única y que es, no obstante,
“Eres un bello cielo de otoño, claro y rosa...” Pero no nos el resultado de una paciente elaboración. Heredero, en este caso,
engañemos; allí, sin duda, se ofrece algo más que una simple de los clásicos más que de los románticos, aficionados a ceder a
comparación, que una simple identificación literaria. ¿Cómo todos los vientos, discípulo también de Edgar Poe, Baudelaire
afirmar que el poeta no ha tenido, quizá en el espacio de un —que tendría como precursor inmediato en este punto a Vigny—
segundo, la revelación de una esencia común, de una especie de se sitúa a la cabeza de un linaje de artistas (Mallarmé, vaiéry,
identidad mágica? 14 Si se asoma a su espíritu como a un espejo, y otros) que quizá quieran beber “las primicias de su canto en el
si trata de aumentar a cualquier precio —e incluso por medio de bosque sensual” (como el autor de Charmes) o en un incons-
22 INTRODUCCIÓN INTRODUCCIÓN 23
cíente nocturno, pero que se esforzaron por manifestar en sus “contorno de voz sutil” acaba siempre por borrarse como un ara
obras el triunfo del orden y de la unidad creados por el espíritu, besco huidizo en una aureola sonora. Lo que dicha poesía evoca
sobre la naturaleza incoherente. Él mismo se ha colocado entre con una intensidad sin igual es la música de la alegría o del sufri
los artistas que sueñan con “descubrir las leyes oscuras en virtud miento cotidianos, el sentimiento de la vida, de la vida desnuda,
de las cuales han producido, y deducir de dicho estudio una fisiológica, donde el pensamiento ya no es más que el sueño de
serie de preceptos cuya meta divina es la infalibilidad de la pro la sangre que abreva la carne.
ducción poética”.15 Mallarmé, como se sabe, ha consagrado —yo Pero no es fácil deducir lecciones de esta obra: resulta molesto
iba a decir sacrificado— su vida a la búsqueda de esa infalibilidad, utilizarla para apoyar una doctrina de arte o una actitud moral;
a la conquista de ese dominio del “azar”. Tentación terrible en esta búsqueda de lo absoluto que parece ser, en diversos aspec
mente peligrosa que puede llevar a un callejón sin salida. ¿Cómo tos, la evolución de la poesía desde hace casi tres cuartos de siglo,
se armonizarán, en efecto, en un mismo espíritu, el esfuerzo volun el nombre de Verlaine no es símbolo de un progreso, de una
tario de una inteligencia crítica, por una parte, y, por otra, las victoria o de un fracaso; las mismas “novedades” de las Roman
actividades místicas que la práctica de la poesía requiere, según zas sin palabras han perdido su prestigio cuando se ha empezado
Baudelaire, del poeta; la necesaria
* obsesión de lo sobrenatural, el a conocer mejor a Rimbaud. Éa fortuna de Verlaine, considera
sentimiento de que entre las cosas y los seres existen lazos que ble hasta 1900-1905, ha ido decreciendo hasta 1930.
ninguna ciencia positiva percibe; el retorno, en una palabra, a El hecho se explica, en parte, por el estado de los espíritus y
estados de conciencia que un psicólogo llamará prelógicos o pri la intención, común a un gran número de poetas, de buscar su
mitivos —otra tentación, que puede conducir hasta dónde? Entre inspiración fuera del mundo demasiado humano de los sentimien
estas dos exigencias se adivinan las posibilidades de inextricables tos, las penas y los placeres del corazón. Pero ¡qué injusto es
conflictos. afirmar, como lo hacía hace algunos años el autor de una Anto
En cuanto a Baudelaire, que ha llegado, no sin esfuerzo, a logía de la nueva poesía francesa: “Verlaine representa un fin...”!
asegurar cierta compatibilidad entre esas dos tendencias de su Pensemos en todo lo que le deben poetas tan distintos como
naturaleza y cuya obra reviste por eso mismo todo su valor ejem Francis Careo, Georges Chenneviére, Guillaume Apollinaire. Bas
plar, veámosle, desde el fondo del infierno terrestre donde le taría tal vez un ligero cambio en la orientación actual de la
agobia el tedio, tomar al cielo como testigo de que ha sabido poesía —¿acaso no lo vemos producirse?— para provocar otro brote
cumplir su deber “como un perfecto químico y como un alma de influencia verlainiana; es tan alto el precio de una naturalidad
santa”. que no le debe nada al automatismo; mañana apreciaremos mejor
la soltura y la libertad que da cierta ingenuidad, y cómo se man
ni tiene en Verlaine, el “desequilibrado” (hasta Sagesse), el equili
brio entre las llamadas del inconsciente, uno de los más plenos
Verlaine es, todo él, una naturaleza, por otra parte muy compleja que existen, y la inteligencia sensible del poeta; el poder, en fin,
y refinada, que sabe sacar partido de las influencias, pero que se de conferir la existencia a los estados interiores más evanescentes.
da de una manera inmediata, y de una originalidad esencial que
se nutre de la vida misma. Nadie fue menos teórico que él, menos Desde hace unos veinticinco años —tras el período de olvido rela
preocupado por las ambiciones estéticas y filosóficas de sus con tivo, de purgatorio, que se inicia, por lo general después de la
temporáneos, menos alquimista (como lo fue Mallarmé), menos muerte de los grandes artistas y que precede a su entrada en la in
visionario y profeta (como Rimbaud). Nació para conducir hasta mortalidad— la estrella de Mallarmé no ha dejado de elevarse
la perfección el lirismo íntimo y sentimental fundado por Mar sobre el horizonte poético. Su destino de poeta puro, de letrado
celina Desbordes-Valmore y por Lamartine y para encontrar ese que “exhibe sin empacho su incompetencia sobre todo lo que no
tono de poesía hablada que sólo es suyo, y que conviene de igual sea lo absoluto”, su heroísmo templado por la ironía, no han de
manera a la plegaria sin apresto y a la confidencia murmurada, jado de seducir las imaginaciones, y su obra, que se reputó estéril,
a la expresión del deseo acre o de la efusión tierna y donde cierto ha dado frutos.
24 INTRODUCCIÓN INTRODUCCIÓN 25
A la primera lectura, sus poemas revelan un dominio excep menos que “la explicación órfica de la Tierra, que constituye
cional del escritor sobre la materia. “Sus pequeñas composiciones el único deber del poeta y el juego literario por excelencia”.18 Ex
maravillosamente acabadas se imponían como tipos de perfección, plicar una cosa es conocerla, es traerla a sí. Pero la palabra orfismo
tan firmes eran los enlaces de las palabras con las palabras, de los está ahí para recordarnos que si la tarea del poeta es paralela a la
versos con los versos, de los movimientos con los ritmos; hasta tal del sabio, no se confunde con ella; las analogías que uno y otro
punto daba cada una de ellas la idea de un objeto en cierto modo buscan no son del mismo orden y los universos que construyen
absoluto, debido a un equilibrio de fuerzas intrínsecas, sustraído descansan sobre bases diferentes. Además, el orfismo de Mallarmé
por un prodigio de combinaciones recíprocas a esas vagas veleida es discutible: la actitud órfica verdadera19 supone, tal vez, una
des de retoques y de cambios que el espíritu concibe, inconsciente creencia y una sumisión a los misterios, incluso una pasividad
mente, en el curso de sus lecturas ante la mayoría de los textos.” 16 carente de todo orgullo ante las “iluminaciones”, que no se armo
Pero las palabras que emplea aquí Valéry, el término absoluto, nizan en absoluto con la voluntad de hiperconciencia del poeta
entre otros, hacen sentir ya que para Mallarmé una obra acabada de Herodías. Sea como fuere, es indudable que en la literatura
es algo más que un simple triunfo de orden técnico, un trabajo francesa ningún escritor concibió nunca tan altas ambiciones ni
de buen parnasiano. Sacar de sí mismo, en conciencia, un objeto confió al Arte esa misión última de resumir, por decirlo así, la
intangible, es soñar que se escapa “a las fatalidades asignadas por Creación y justificarla a la vez ante el espíritu humano.
la desgracia a la propia existencia”, a la bajeza y a la imperfección La confesión oscura, pero patética, del fracaso de Mallarmé
del mundo, al azar, y que se ha creado un absoluto. se encuentra en el poema titulado Un coup de dés jamais ríabolira
Los poemas de Mallarmé, los esbozos de Igitur recientemente le Hasard. Fracaso prometeico, puede decirse, del que son tam
¡publicados (“restos de algún gran juego”, como dice Valéry de bién testimonio, a su manera, las “pequeñas composiciones” que
Leonardo), algunas cartas que se conservaron, algunas palabras, encantaban a Paúl Valéry (simples ensayos, aproximaciones, a los
nos permiten adivinar el sentido del drama mallarmeano, imaginar ojos del autor) y que contienen tantos versos de extraordinaria
en qué glacial soledad se incubó, y concebir a este propósito la belleza.
imagen hiperbólica del poeta puro, del mago que no puede acep Una tentativa tan singular —que pretendía nada menos que
tar sus límites y desea extender cada vez más lejos el campo de elevar al plano de lo absoluto arreglos de palabras tomados a esa
su conciencia. La vida es la gran adversaria: materia gastada, manchada, que es el lenguaje— sólo es concebi
I ble si se toma en consideración la voluntad del poeta de “separar,
me escapo, y voy buscando todos los ventanales como si se tratara de facultades diferentes, el doble estado de
desde donde la espalda se da al mundo y, bendito la palabra, bruto o inmediato aquí, allí esencial. .20 La palabra
en su vidrio, que lavan rocíos eternales, “inmediata” únicamente puede servir de instrumento de cambio
que dora la mañana casta del Infinito, al alcance de todos —“como tomar una moneda y depositarla
me contemplo, y me veo ángel,.. ,17 * silenciosamente en la mano de otro”—; útil para la comunicación
I
de los hombres entre sí, para la trasmisión de nociones e ideas,
Un católico denunciaría aquí el “pecado de angelismo”, el pe muere tan pronto como es comprendida y no tiene, propiamente
cado del hombre que niega la existencia y querría asemejarse a hablando, existencia real. Por el contrario, la palabra esencial es
Dios. El triunfo consistiría en componer al fin la Obra, el Libro algo más que un término medio entre dos espíritus; es un instru
—el único— venciendo para eso las fatalidades y las leyes del mun mento de poder. Su fin es conmover, en el sentido más recio del
do, todo lo que el pensamiento no puede someter a su imperio, el vocablo, sacudir las almas hasta lo más hondo, provocar en ellas
Azar. Y ese libro, en el que Mallarmé pensó siempre, sería nada el nacimiento y la metamorfosis de ensoñaciones “abiertas”, ca
paces de engendrarse libre e indefinidamente. “Nos intima a de
* Je fuis et je m’accroche á toutes les croisées / D’oü l’on toume l’épaule venir, más aún que nos induce a comprender” (dice Valéry). Es
á la vie et, béni, / Dans leur verre, lavé d’étemelles rosées, / Que dore le
matin chaste de l’Infini / Je me mire et me vois Angel... [Versión de un ser cuyo sentido ejerce menos acción sobre nosotros que la
Marquina.J forma, el color, la resonancia, las afinidades secretas y el halo
26 INTRODUCCIÓN INTRODUCCIÓN 27
de sugestiones psíquicas que exhala como un perfume. “Yo digo: de lo real sensible, de las cosas de fuera y se elabora, en recipiente
¡una flor!, y, más allá del olvido en que mi voz relega cualquier hermético, como una quintaesencia.
contorno —se eleva musicalmente, idea propia y suave, la ausente En cuanto a la oscuridad, guste o no guste condenarla a priori
de todos los ramos..Vemos lo que hay de místico en esta en literatura, se ve claramente que constituye un elemento nece
concepción del lenguaje. Se trata, en suma, de intentar devol sario para semejante poética. Es preciso evitar que un sentido
verle su plena eficacia (ya que el vocablo proferido dispone del único, indiscutible, se imponga desde luego con certidumbre; es
presunto poder de hacer el vacío en torno suyo), de rechazar toda preciso “el juego” en la expresión, el “blanco” alrededor de las
visión procedente del mundo sensible y de evocar entonces —como palabras, que les dejará mostrar toda su irradiación; cuando se duda
la música, según Schopenhauer— la idea misma, pura como el en un principio respecto de su sentido, es cuando adoptan ese
primer día, solitaria, divinamente inútil. extraño aspecto de lo “nunca visto”. Pero importa asimismo que
En la envoltura sonora de la palabra existe, pues, una esencia el poema —y en esto es probablemente donde Mallarmé (¡y cuán
real; “acercándose al organismo depositario de la vida, la palabra tos otros entre los modernos!) ha pecado más de una vez— sea
—dice Mallarmé— presenta en sus vocales y en sus disptongos tan absorbente que capte todas las facultades de atención del
una especie de carne”,-21 pero el espíritu que la anima participa, lector, y desempeñe su papel de “estupefaciente” (según una com
más que del decaído mundo que nos trasmiten nuestros senti paración de Valéry), suspendiendo la actividad normal del yo,
dos, del mundo ideal, de la belleza perdida que nuestro sueño enhechizándolo como una fórmula de encantamiento.
presiente “bajo un cielo anterior”. No es exagerado suponer que Por lo demás, toda la poética mallarmeana invita lógicamente
Mallarmé intenta asumir en este punto algunas de las prerrogati a una continua preterición del hecho, del objeto, en pro de la
vas del verbo divino; si no crea ex nihilo, por lo menos se esfuerza alusión, espuma, estrellas, humo, todas ellas imágenes que sim
en restituir, con palabras de encantamiento, a las cosas envilecidas bolizan el cuerpo astral que debe ser el poema “puro”. Éste pro
y desfiguradas su integridad e inocencia primordial. Él mismo lo gresará con un movimiento discontinuo, rompiendo así con los
afirma: “Existe una paridad secreta entre los viejos procedimien ritmos oratorios; las imágenes se deslizarán al sesgo, nunca descu
tos mágicos y el sortilegio que será siempre la poesía.” Así se biertas, siempre implicadas unas en otras, mostrando de súbito el
continúa esta obra de magia sugestiva, a la que se había ya con
ala, lanzando, al paso, un color, una chispa, desvaneciéndose en
sagrado Baudelaire, y que es la única que hace posible —además
de una separación neta, al menos en principio, entre la función una nube rosada; una sintaxis compleja trazará entre las pala
ex]D¡g£Íya y la función, creadora de las palabras— un verdadero bras unas relaciones tan poco visibles como pueda hacerlo, y
arte del lenguaje; entendiendo por ello una ciencia experimental éstas permanecerán, por decirlo así, como virtuales, hasta el mo
e intuitiva del valor y del contenido poéticos de los vocablos, de mento en que el lector las piense. Y el poema se mantendrá de
sus relaciones y reacciones recíprocas, una manera de volver a dar I pie milagrosamente, “sostenido por la fuerza interior del estilo”
vida a las imágenes originales y a los residuos de mito que subsis i (Flaubert), como un castillo de naipes, juego gratuito, en suma,
ten en ellas y despertar, durante un segundo, el tiempo en que las que necesita menos significar lo que fuere que atestiguar su exis
palabras brotaban en los labios de los hombres para adorar a tencia y transfigurar la Vida:
los dioses o para conjurar su odio.
Se colige, por otra parte, que en este caso no se trata de una Oh soñadora: para hundirme
innovación completa, y que el “descubrimiento” de Mallarmé con en delicioso vuelo arcano,
siste sobre todo en haber llevado la luz de la conciencia hacia un quieras —sutil error— asirme
instinto al que se abandonaban espontáneamente, antes que él, del ala, cogida en tu mano.
la mayoría de los grandes poetas. No menos evidentemente Hay frescor de ocaso en la lenta
—se ha subrayado con frecuencia— es posible hallar entre los pre pulsación, y, al preso latido,
ciosistas de otro tiempo, un Scéve, un Tristan (para mencionar delicadamente se ahuyenta
sólo franceses), ejemplos de esta poesía que se aleja celosamente el horizonte estremecido.
28 INTRODUCCIÓN INTRODUCCIÓN 29
¡Oh vértigo! Ya, tembloroso, individualista e impresionista que fuese en tantos aspectos, tenía
el espacio un beso parece la rara voluntad de hacer obra impersonal, de componer un libro
que, loco de nacer ocioso, que fuera El Libro, una poesía que fuera La Poesía, como si la
ni estalla ni se desvanece. estructura de nuestro espíritu estuviera impresa con el sello de
todo el universo y “el instinto poético debiera conducirnos ciega
¿No sientes la huraña ventura mente a la verdad”.22
—y sorda como risa exánime— De hecho, la sublimación de la materia conseguida por Mallar
que mana de la comisura
de tu labio hasta el pliegue unánime? mé y su encarnizada búsqueda de la esencia desembocan en una
especie de supralirismo; en la raíz misma de lo subjetivo se halla
¡Oh cetro de la tarde rosa de nuevo lo general y lo universal. El poema se dibuja entonces
que, en oro quieto, reverbera: con la elegancia de un plano arquitectónico, de una función ma
blanco vuelo que al fin se posa temática23 y muchas interpretaciones legítimas pueden ser pro
junto al ascua de la pulsera! * puestas en ciertos casos —yo pienso particularmente en el famoso
soneto del Cisne, que tal vez exprese en toda su amplitud y bajo
He aquí sin duda la poesía que hubiera seducido a Edgar Poe, reserva de aplicaciones variadas, el drama del hombre cogido entre
poesía pura de toda pasión, y de la que se ha eliminado casi la necesidad de vivir y la voluntal de protegerse contra la vida.
totalmente la materia. Abanico, cabellera, porcelana pintada, fi Aquí el símbolo es síntesis y la poesía del yo se convierte en una
gurilla, consola..., el sujeto se reduce a casi nada, el punto de poesía del espíritu.
partida del poema está infinitamente superado, pero nace una Tantas exigencias hacen de la poesía, como recuerda la pri
dilatada efervescencia de sueño en ese murmullo tan próximo al mera palabra de la Prose pour des Esseintes, una hipérbole. Por
silencio. que la pureza absoluta sólo se puede concebir fuera del mundo.
A medida que Mallarmé se hace maestro de su estética, sus Sólo puede ser un no-ser. A falta de frutos, Mallarmé encuentra
poemas son cada vez menos personales, líricos, en el sentido común “un sabor igual” que le satisface. En la última parte de su vida,
de la palabra; “la divina transposición del hecho al ideal” intentada inducido por ese no-ser, por el silencio, por la ausencia, soñó en
por él tiene como efecto disminuir cada vez más la importancia conferirles un valor positivo.24 ¿Cómo intentarlo, si no obligando
de las circunstancias, de lo particular, de lo individual, esto es, del al lector a suplir todo lo que la obra sólo encierra en potencia,
Azar, y de situar en primer término, si no a plena luz, los elemen manteniendo en estado de virtualidad todos sus prestigios, esto
tos generales. Recordemos, por otra parte, que este poeta, por es, no realizándola? Terrible riesgo para la poesía esta tentación
de la inexistencia, pero riesgo querido, audazmente afrontado, y que
1 * O réveuse, pour que je plonge / Au pur délice sans chemin, / Sache,
par un subtil mensonge, / Garder mon aile dans ta main. // Une fraicheur de indudablemente Mallarmé hubiera deseado que fuese aún mayor.
crépuscule / Te vient á chaqué battement / Dont le coup prisonnier recule / En última instancia, ¿no se trata, para él, de esbozar el paso de lo
L’horizon délicatement. // Vertige! voici que frissonne / L’espace comme un relativo a lo absoluto, de lo finito a lo infinito? ¿Instruir, diver
grand baiser / Qui, fou de naitre pour personne, / Ne peut jaillir ni s’apaiser. // tir a las buenas gentes? Lo que se afronta es el destino del poeta
Sens-tu le paradis farouche / Ainsi qu’un rire enseveli / Se couler du coin y su “salvación”. No extrañemos que hayan sido precisos algunos
de ta bouche / Au fond de l’unanime plil // Le sceptre des rivages roses /
Stagnants sur les soirs d’or, ce l’est, / Ce blanc vol fermé que tu poses / años para que sus sucesores aprovechasen sus experiencias —ora
Contre le feu du bracelet. tratasen vanamente de rehacerlas, ora modificaran sus condiciones,
La traducción es de Mallarmé entre nosotros, por Alfonso Reyes, Buenos ora optasen resueltamente por la antítesis, convencidos de que la
Aires, 1938, pp. 58-59. Esta versión se publicó por vez primera, en La Pluma,
de Madrid, el año 1920, con otras dos versiones del mismo poema. El artículo poesía pierde en humanidad o en eficacia cuanto gana en pureza
que lo incluye se titula El abanico de mademoiselle Mallarmé. Escogemos la angélica.
recreación de Reyes que se transcribe, y no su versión literal o su trasunto Pero la grandeza genuina conmueve como una presencia, mu
rítmico, porque, para el lector que no conozca el francés, o que no lo domine cho antes que se la pueda medir. En los grises años de las
con la precisión que requiere el arte mallarmeano, es la que más le acercará
al espíritu del sutil y casi inaprehensible poema. [T.] postrimerías del siglo xix, ninguna aparición más noble que la de
30 INTRODUCCIÓN INTRODUCCIÓN 31
Mallarmé, “signo de contradicción” para todos, héroe ya a los ojos petrificado, han dejado de estar presentes en nosotros, se han ale
de algunos; para él, el espíritu, la rareza, triunfaba del número, de jado, fraccionado, borrado, para ceder, en fin, su sitio a las múlti
las costumbres, de la pureza, “y yo veía en nosotros —ha escrito ples propiedades que la ciencia les reconoce. Ya no sabemos
‘| el más ferviente de sus discípulos— surgir y ofrecerse a él la ver- verlas y tomarlas si no es para servimos de ellas. “Nuestra pálida
• dadera gloria, que es cosa oculta, y no radiante”.25 razón nos oculta lo infinito.” Y Rimbaud sólo tiene sarcasmos
para esta razón, una “angélica escala de sentido común”, para el
IV engañoso juego en que se obstina el hombre que “comprueba
las evidencias, se hinche del placer de repetir sus pruebas y vive
Los mejores estudios publicados estos últimos años no han conse únicamente para eso”.
guido dar al problema de Rimbaud más que soluciones aproxima- “Tal vez —decía Platón acerca de sus mitos—, incluso segura
tivas. Frente a un ser casi mítico, impulsado a una “caza espiri mente, esto no es verdad, pero hay algo, más o menos semejante,
tual” sin ejemplo, sólo puede uno consagrarse al juego, subyugador que es cierto.” También se pueden atribuir a Rimbaud estas
y falaz, de las hipótesis e intentar suponer la trayectoria seguida ideas. Pero ¿tuvo jamás una idea —cosa cuajada? Nada detiene
por esa alma al margen de todos los caminos usuales. No fue el dinamismo de su pensamiento, y no es hombre que repita sus
hombre que pensara que un Libro justificaría jamás la existencia pruebas.
i del mundo. La poesía —“¡una de mis locuras!”— es, desde luego, Que semejante actitud haga presagiar algunas proposiciones
a sus ojos, un método para exaltar la vida y superar al hombre. “anti-intelectualistas” de hoy, y asimismo las búsquedas e hipóte
A este mal muchacho, que duerme en las zanjas y come la sopa sis de la parapsicología, es cosa que hay que tener en cuenta, pero
de los peones del campo, le induce un demonio: el rocío de sep nos importa más el que hunde sus raíces en el esoterismp. Es
tiembre viene a abrevarlo, dice “mis estrellas”, y ve cómo baja preciso, una vez más, dirigir nuestras miradas desde este punto
desde ellas hasta él una senda de luz; llegará “hasta los pájaros y del horizonte. ¿Equivale esto a decir que Rimbaud, tras haber
las fuentes”, hasta “el fin del mundo”. “Hombre con pies de vuelto a las fuentes pitagóricas e hindúes, ha logrado identificar
su destino con~eTde ld5“yoguis^ "renovar su experiencia mística,
viento”, ha dicho Verlaine, nómada y conquistador, para quien
lo absoluto es algo que se puede arrebatar al final del viaje. hacer suyas las creencias y las mitologías de los sabios de Oriente?
El demonio de Rimbaud es el de la rebelión y la destrucción. Tal cosa es lo que afirma, en su notable libro,26 Rolland de
Ha comenzado para él “El tiempo de los asesínos”. Sueña de?de Renéville.
luego con lanzarse, como el animal de presa, sobre lo que se llama Yo no iría tan lejos; me parece que Rimbaud fue hasta .el
1 civilización y el hombre de Occidente. El Estado, el orden pú final el disconforme absoluto, que rompe los sistemas, o pasa a
blico y sus coacciones, el “bienestar establecido”, el curso conven lo largo de ellos. Al margen de todos los “cuerpos de doctrina”,
cional del amor y de las familias, el cristianismo, la moral, en más allá de las fórmulas, un impulso incontenible le llevaba a la
suma, todos los productos del espíritu humano, los niega y los conquista de un estado primitivo en que el alma personal, esca
escarnece. Sólo falta extirpar la raíz del mal, el propio espíritu pando a sus limitaciones, restituye, en una embriaguez mística, sus
humano, tal y como se formó, lentamente, en el transcurso de fuerzas a lo universal. “Hijo del Sol, áurea chispa de la luz natu
los siglos. ¿Puede verse en él otra cosa que un manantial aprisio ral”, flotando en ritmos de música vivió para esas aventuras excep
nado, cautivo? Para actuar con eficacia, consintió en procurarse cionales en que el universo, por fin devuelto a sí mismo, se sufre
marcos, trabas, límites —una forma, una lógica—, en romper los desde lo interior como una hoguera imponderable de donde bro
lazos que le unían a la vida universal, en vivir separado, en exte tan, para caer incesantemente, llamas y llamas. Danza dionisiacal
nuarse. A cambio de lo que ha perdido, ¿está al menos de acuerdo en que el gozo nace de una posesión inmediata del todo, absor-;
con ese mundo al que se ha convenido llamar real? Realidad pre bido como una esencia sagrada.
caria, ¡tan propiamente llamada del mundo “exterior”! Y que ¿Está ahí el camino de la omnipotencia, de la omnisciencia,
fue esbozada y construida al mismo tiempo que nosotros, por que ambiciona el mago, o el de la nada, por la pérdida de la con
nosotros, por nuestra culpa. Ante nuestros ojos las cosas se han ciencia? Estos estados opuestos, pero complementarios, parece
32 INTRODUCCIÓN INTRODUCCIÓN 33
?. haberlos conocido Rimbaud, y haber deseado uno y otro, pasando infinitamente el teclado de sus sensaciones y la red de sus corres
r de su locura de heroísmo y de actividad demiúrgica a la volup- pondencias y alejar de sí los muros de su cárcel.
• tuosidad del nirvana en un paraíso de inocencia. Pero no es du En cuanto al carácter voluntario, o artificial si se quiere, de
doso que tuvo fe en su vocación profética. “Oh, yo soy el que este método, de este “adiestramiento del alma” al que se dedica
será Dios”, exclama, en Crimen amoris, el demonio al que Ver- Rimbaud, y que hace pensar en los ejercicios espirituales de los
laine atribuyó los rasgos de su compañero de exilio. Quiso ser místicos, no creo que implique ipso fado una conciliación pre
taumaturgo, le llevó a ello su orgullo, pero también su necesidad meditada de las palabras y las imágenes en los poemas de las
insatisfecha, desesperada, de ser reconocido al fin por los hom Iluminaciones. Nos equivocaríamos invocando aquí, como un ar
bres, amado por sí mismo, como se adora, a un Dios, que ama, a gumento decisivo en pro de la voluntad consciente del poeta, el
su vez, infinitamente. carácter orgánico y plástico de sus visiones; la alucinación se im
Porque tamaña violencia no se produce sin tregua, sin olvido. pone frecuentemente con una nitidez y un relieve que buscaríamos
Extraños movimientos de caridad arrebatan a Rimbaud hacia en vano en un paisaje normalmente percibido. Las propias crea
algo que no es indigno ni sucio, que es verdaderamente “del ciones del sueño, en que la conciencia es débilísima, no son siem
mundo”, y salvado para siempre del infierno terrenal. Entonces pre amorfas e inorgánicas. El método mejor fundado, en una
1 es cuando se advierten en él, conducidos hasta el máximo esplen ; circunstancia así, parece tener por objeto que el espíritu llegue
dor salvaje, la intolerancia y el idealismo del adolescente que, al a un estado de “clarividencia”, que es nada menos que razonable;
descubrir de un modo brusco lo que es, por el consentimiento de los poemas podrán ser contemporáneos de esos estados excepcio
todos, lo que la humanidad ha hecho de sí misma, y de las cosas, nales y nacidos espontáneamente del fondo del ser, o bien nos
es súbitamente presa del horror y se esforzará en adelante en transmitirán el recuerdo de esas experiencias.
rechazarlo todo con tal de no parecerse a los otros y de no vivir Sea como fuere, aquí nace una nueva idea de la literatura
en el mundo de los otros; con tal de no renunciar a sí mismo, a ,—que sólo en nuestros días se ha distinguido claramente—, en que
sus creencias y a sus sueños, que son la verdad. ' el sentido poético emparienta íntimamente con el sentido místico
y profético, medio no va "de expresión sino ae~descuEfimiento,
Rimbaud señala, pues, al poeta como tarea “hacerse vidente”, instrumento sutil, como la más fina agudeza del espíritu, y capaz
esto es, despertar en su espíritu las facultades adormecidas que le de llegar con sus antenas hasta el corazón de lo inconsciente.
pondrán en relación con lo real auténtico. El “largo, inmenso y Pero el verdadero místico no quiere confesar que actúan en él’
razonado desorden de todos los sentidos” que preconiza, en la sino los poderes que Dios ejerce a su antojo mediante su persona.
famosa carta del 15 de mayo de 1871, la obligación del poeta i Por el contrario, Rimbaud, taumaturgo y demoniaco, únicamente
de agotar “todas las formas de amor, de sufrimiento, de locura”, se entrega para volver a tomarse, para saborear su voluntad de
debe procurarle los medios de llegar a lo desconocido. Se trata poder y tratar de apoderarse, en su provecho, de las fuerzas sobre
siempre, para él y para cuantos le escucharon, de rebasar las posi naturales. Más bien hechicero que místico, su trascendente egoís
bilidades que parecen devueltas al hombre y que no son, en ver mo sólo le permite olvidarse de sí intermitentemente.
dad, sino el pobre fruto de sus costumbres y de su pereza. Se trata Dejando aparte los poemas que se relacionan directamente con
siempre de “cultivar su alma”, pero este trabajo de uno mismo su idea de vocación profética (cuentos alegóricos, parábolas, sím
en sí mismo exige necesariamente librarse desde luego de lo que se bolos), podemos situar juntas un buen número de piezas de las
llama cultura. Así, el poema “verbo accesible a todos los senti Iluminaciones que son con toda propiedad las visiones del vidente
dos”, “del alma para el alma, resumiéndolo todo, aromas, colores, y que nos procuran los reflejos y los ecos del universo de Rimbaud.
sonidos, del pensamiento que suscita otro pensamiento y tira de 1 Ahora bien, si es posible27 reconocer allí, al paso, sensaciones y
él”, tendrá todas las señales de una revelación. Huelga recordar \ objetos familiares —una flor, una cascada, un sabor de ceniza, un
que tales ambiciones proceden en parte de Baudelaire (“el primero I olor de bosque en el hogar—, si es verdad que estos objetos se nos
de los videntes, un verdadero dios”), ya que Baudelaire se consa \ofrecen, en general, con el indicio de realidad que caracteriza al
gró a una “gimnasia” del mismo orden con el designio de ampliar mundo sensible, las relaciones que entretejen entre ellos y los
34 INTRODUCCIÓN INTRODUCCIÓN 35
ritmos que los arrastran, y sobre todo, la arquitectura del con locura, subjetivismo insensato? Pero la “sumisión al objeto” ¿no
junto, nos sorprenden en seguida con su irremediable rareza. Mal sería, por otra parte, un engaño? En el artista moderno, embria
asentadas, y siempre inseguras de su identidad, las cosas escapan gado con el vino que le escanció Rimbaud, algo contestará que
de sí mismas y rompen los marcos en que las encerramos; su relie- esos datos que trata de captar, que esas llamadas que presiente
¡ ve, su densidad, en cada una de las situaciones en que el poeta en sí como elementos de un alfabeto cuya clave se hubiera per
\ las ajusta, no les impide deslizarse de una forma a otra, como las dido, no pueden descarriarlo del todo y que obedeciéndoles ten
^efímeras construcciones del caleidoscopio. Ora las amenazas se drá oportunidad de aproximarse a la fuente del Ser.
acumulan en una atmósfera de vasta muerte cósmica y los objetos, Problema insoluble por la razón. ¿Cómo medir el valor obje
como sobrecogidos de pánico, ceden a una especie de gravitación tivo de lo que es revelación? Además, hemos intentado simple
incoherente, ora se asiste a la aparición de una hechicería sobre mente dibujar algunos rasgos de la fisonomía de Rimbaud —y esto
humana: porque la mayoría de los motivos de exaltación, de los temas
poéticos y metafísicos que obsesionan el espíritu de los poetas de
La dulzura florida de las estrellas, y del cielo, y de todo lo demás, la última generación les fueron propuestos con una audacia des
desciende frente al talud, como una canasta, contra nuestro rostro y concertante por el autor de las Iluminaciones. Ha desaparecido
hace el abismo floreciente y azul allá abajo.28 * sin haber entregado su secreto y más de uno quisiera hacer depen
der de éste el arte, la vida y algo más que la vida. La “libertad
En todos los casos, se penetra en un mundo que contradice total del espíritu” que apareció después de la guerra como el bien
las leyes del equilibrio, pero que emana de un pensamiento dotado soberano, la rebeldía contra los hechos y las condiciones mismas
de una plasticidad extraordinaria, que parece liberado de la lógica de la existencia, la negación de las apariencias sensibles, que con
y de las “categorías” de lo sensible. Y asistimos así también al duce a unos hacia la creencia en lo sobrenatural divino y a otros
, triunfo del principio contenido implícitamente en la lección de a la concepción de una sobrerrealidad, y, por otra parte, el movi
Baudelaire: que el artista, en vez de imitar a la naturaleza, la asi miento de la poesía en prosa, que responde a una necesidad de
mila y encarna en ella su yo. Cuando Rimbaud alude a su “atroz fidelidad a la emoción, a la “inspiración”, he aquí algunos de los
escepticismo” habla, sin duda, de su “nueva puesta en duda” caminos donde se ha adentrado la poesía revolucionaria y en el
total de las apariencias del mundo y de los sentimientos, de umbral de los cuales se esboza en claroscuro la figura de Rimbaud.
las creencias establecidas que constituyen el habitus normal de los Hasta su renunciamiento a escribir, a “cambiar la vida” —del cual
hombres modernos; quiere decir que todo lo que existe es abso se han podido ofrecer las explicaciones más dispares—, añade algo
lutamente arbitrario y depende de un hecho inicial, que hubiera más al carácter problemático de su destino.
podido no ser; de una falta cometida el día en que hemos acep
tado no ser más que lo que somos, no ser dioses.
Los primeros románticos, como los clásicos, creían en general 'v
en la corrupción del hombre; pero protestaban que el castigo de
Adán fue injusto, la Caída inmerecida. Rimbaud está deslum Entre esas diversas aventuras espirituales surge cierta afinidad si
brado por “la extensión de su inocencia”; puro en un mundo caído, alejamos un instante de la memoria lo que tuvieron de irreducti
permanece aquí abajo “sin corazón”; nada le importa nada. “¡No bles y todas las circunstancias históricas de que dependen. En
estamos en el mundo”! El grito de la Temporada en el Infier cada caso un espíritu intenta liberarse de las cosas y aspira a
no resuena como un inmenso “sálvese el que pueda”. Y el poeta, alcanzar una patria infinitamente remota. Ésa es la esperanza
volviendo a coger los dados, intenta rehacer por su cuenta el acto que domina toda la actividad de los místicos. Pero el poeta no
puede desprenderse de las cosas. No debe, si ha de seguir siendo
creador, proferir de nuevo el mundo, como un demiurgo. ¿Es pura
poeta... Sólo el sabor de la carne y un apegamiento voluptuoso a
* La douceur fleurie des étoiles, et du ciel, et du reste descend en face sus sensaciones le permitirán sembrar su memoria y preparar en
du talus, comme un panier, contre notre face et fait 1’abime fleurant et bleu silencio la cosecha de imágenes que poblarán su obra. El verda
lá-dessous. dero místico, al contrario, se esfuerza en morir a lo sensible, en
36 INTRODUCCIÓN INTRODUCCIÓN 37
morir a sí mismo, y suscitar, en un reino interior y cerrado, las ante las cosas: ‘‘¿Qué quiere decir esto?” Se trata siempre de
iluminaciones. favorecer la génesis de las imágenes, de remontar el curso de las
Quizá tengamos aquí la razón principal del fracaso de los analogías hasta el claroscuro más remoto, como si, en esos arca
| poetas en el orden místico, particularmente la del fracaso de un nos, la verdadera figura del universo corriera el riesgo de apare
Rimbaud; sólo por medio de una auténtica ascesis, de un arranca cerse a sí misma.
miento del cuerpo y de la materia franqueará el espíritu el umbral Tal designio es, en el fondo, de índole metafísica. Pero lo real,
de una vida nueva y conocerá la pureza. Pero el éxtasis es inefa lo absoluto, si se quiere, es algo que no se sueña con encontrar
ble. “¿Cómo —dice Suso, el místico alemán de la Edad Media—, aquí al final de un encadenamiento de conceptos o de una dialéc
dar una forma a lo que no la tiene? Ninguna comparación podría tica; es en lo concreto físico donde se piensa descubrirlo. Una
ayudamos. Sin embargo, con el fin de expulsar imágenes por sensibilidad nueva, infinitamente delicada, orientada hacia fenó
medio de imágenes, quiero mostrarte aquí con la figura de un menos que serían propios de una “metapsicología”, he aquí la
lenguaje determinado, al menos en la medida de lo posible, ese facultad propia del poeta moderno; ella puede ayudarle a encon
sentido vacío él mismo de imágenes.”-9 Se percibe la dificultad; trar nuevamente en el yo el universo, y a imaginar el sentido
es bastante probable que, salvo en casos de excepción, el “éxito” de éste.
del poeta y el del místico no sean compatibles en el mismo hom
bre. Y, sin embargo, el poeta sólo puede elevarse por las “vías Baudelaire, Mallarmé, Rimbaud —sobre todo los dos últimos—
interiores”; en ellas enriquecerá ese sentimiento del universo que han soñado con “superar” al hombre. (Nietzsche lo intentaba, en
le ha de transportar como un río sembrado de misteriosas huevas. el mismo momento, hasta la locura.) Todos fracasaron y pode
Además, el poeta moderno no cree haber merecido su destierro. mos evocar a su propósito a ícaro o a Prometeo. Éste no es el
(“Las piezas del gran proceso han sido quemadas”, decía ya lugar de averiguar por qué circunstancias, después de un siglo de
Vigny.) Aceptaría más bien el dogma de su concepción inmacu romanticismo, la eterna inquietud, la eterna ambición metafísica
lada, acusaría más bien a Dios o al hombre que se ha aislado en se ha exacerbado hasta ese punto —en la época en que los filóso
el universo y se nutre de pensamientos estériles “por no haber fos, al contrario, se humillaban ante la ciencia positiva— y por
sabido cantar la región donde puede vivir”. Nos gustaría evocar qué se le ocurrió al hombre pedir a la poesía una solución al
aquí el tema de los Discípulos en Sais, de Novalis. ¿Quién levan problema de su destino.
tará, pues, el velo y contemplará a Isis en toda su blancura? Se He situado juntos a estos tres poetas porque son hoy como tres
trata siempre de la edad de oro, aunque no haya alusiones que faros, en el sentido baudelairiano de la palabra, cuyos rayos despe
lo recuerden y del paraíso perdido y nuevamente encontrado. “El jan las tierras vírgenes donde otros penetraron después. Si se
don de la poesía del siglo xix —ha dicho G. Ungaretti— es hubiera tratado de estudiar el movimiento simbolista propiamen
una esperanza de inocencia insaciada.” Del “inocente paraíso de te dicho, hubiéramos adoptado otra perspectiva, colocando a Ver-
los amores infantiles” de Baudelaire, al “canto razonable de los laine en plena luz y poniendo de manifiesto algunos aspectos de
ángeles” oído por Rimbaud, y al cisne mallarmeano se difunde Baudelaire sobre los cuales hoy ha caído la sombra. Pero las obras
un mismo hálito que alzaba ya, mutatis mutandi, el pecho de complejas y verdaderamente nuevas tienen con qué nutrir a más
Rousseau. de una generación. Y Baudelaire, Mallarmé y Rimbaud han sido
Pero la inocencia corre parejas con el poder, y la reivindicación descubiertos progresivamente.
de orden místico reviste un carácter demoniaco. Lo que necesita
el hombre es la integridad y la plenitud de su naturaleza y de la
Naturaleza. Por la ciencia ha forjado una Antífisis que pesa sobre
él con su peso de autómata, ha hecho de su conciencia una isla
donde no llegan más que los débiles ecos, las imágenes incolo
ras de una vida ya inaccesible. Pero persiste la esperanza. Paúl
Claudel nos dice que Mallarmé se planteaba una sola pregunta
LIBRO PRIMERO
EL REFLUJO
Capítulo I
alma. Entre el trabajo de elaboración a que se consagra y el pro de ingenuidad, sumamente civilizados, fueron conducidos a sus
ceso elemental y directo que definimos anteriormente, se establece tituir con un trabajo de auscultación, de análisis y síntesis, el
por sí misma una relación: esta relación podrá transformarse en movimiento natural del pensamiento ilógico. (¿No se ve con fre
una identidad cuando el poeta, renunciando a pensar y a cons cuencia que el hombre actúa menos cuando se conoce mejor, y
truir, se deslice sin resistencia por la pendiente del sueño. Tal ejerce más penosamente una función psicológica desde el mo
actividad del espíritu reducido a sus propias fuerzas, y que cons mento en que comprende su mecanismo?) Queriendo expresarse f
truye un relato que es su propia historia, nos permite ver el fenó simbólicamente se corre el riesgo de desposeer al símbolo de una í
meno de la creación imaginaria en bruto, antes de sobrevenir un gran parte de su autenticidad; se convierte entonces en lo que
arreglo o una intención estética. no es cuando el espíritu se abandona a sí mismo, en un modo
Pero si puede decirse que toda fábula, toda asociación de imá de expresión indirecto, ya que, tras una elección, el objeto signi
genes, al florecer en la conciencia, tiende a organizarse, no se ficante sustituye al objeto significado.
sabría, en este caso particular, hablar de una relación de dos tér Pero borremos ahora lo que hay de excesivamente esquemá
minos claramente percibidos por el sujeto entre el psiquismo ín tico en estas notas. De hecho existe una inifinidad de posiciones
timo y las imágenes en que se proyecta. Efectivamente, ql símbolo intermediarias entre la inconsciencia y la consciencia, una serie de
auténtico nace d_e una adhesión directa del espíritu, a una forma relaciones entre el pensamiento y el símbolo. En el principio
de pensamientonaturalmente figurada; “po siendo nunca una Tra se trata de una actividad libre del espíritu, acompañada por el sen
ducción, tampoco puede ser nunca traducido”.3 Hecho esencial, timiento de la presencia mística de la realidad en la imagen, y se
desconocido con frecuencia; de aquí se colige que los símbolos del acaba por llegar, en el plano de la inteligencia, al símbolo tal y
sueño y de la ensoñación no dirigida son “polivalentes”, según los como lo definía Jules Lemaitre (y que no es sino una alegoría):
psicólogos, esto es, representan un estado’ complejo y, por otro “Una comparación prolongada de la que únicamente se nos da
lado, en trance de metamorfosis. Tales símbolos, que son seres, el segundo término, un sistema de metáforas seguidas.”
tendrán, pues, en general, varios “valores” unidos al menos por
un lazo de orden afectivo, sin que pueda encerrarse en una fórmula De creer a Paúl Valéry, “lo que fue bautizado con el nombre de
cada uno de ellos. De ahí el error, común a tantos lectores y simbolismo se resume harto sencillamente en la intención, común
comentaristas, que, ante ciertos poemas modernos, no descansan a diversas familias de poetas (por otra parte enemigas entre sí),
hasta que les atribuyen un sentido lógico que excluye cualquiera de recuperar de la Música algo que siempre les perteneció...” 5
otra interpretación. Es indudable que muchas obras de los últi Es poco verosímil que las cosas sean tan sencillas, ni que los poe
mos cincuenta años, cuyos elementos se formaron en una zona tas —de Ronsard a Racine, a Chénier, a Hugo— se hayan dejado
poco iluminada de la conciencia, son polivalentes.4 robar nunca, ni que la música de los músicos pueda ser asimilada
Si se nos objeta que esta concepción del símbolo se aplica a de tal modo a la de los poetas. Sin embargo, uno de los artículos
poetas que se parecen poco a los simbolistas de las postrimerías capitales de la estética simbolista consiste en hacer un uso reflexi
del siglo xix, lo admitiremos fácilmente; si se añade que concuerda vo de los recursos musicales de la lengua.
mal con dichos simbolistas, porque la mayor parte de ellos utilizó Pero la musicalidad —en el cabal sentido del vocablo— de la
voluntariamente un procedimiento de expresión indirecta, agru poesía, como de la prosa, no se mide de una manera casi mate
pando con toda lucidez de espíritu imágenes que llenaban de un mática en las combinaciones sonoras, más o menos ricas y variadas
sentido bastante preciso (al menos para ellos), responderemos que de los vocablos considerados juntos como un puro sistema de
no hemos pensado en negar que la inteligencia sea capaz de cono sonidos. ¡Cuántos versos armoniosos para el oído, pero cuya reso
cer el proceso espontáneo que hemos descrito y asociar a su vez nancia se extingue con la última sílaba y que no avanzan musical
una representación a una realidad psíquica, estado de alma, sen mente en el espíritu! Esta observación elemental basta para inva
timiento, idea. Es verdad que los simbolistas han procedido así lidar la tesis de los especialistas en estética que han querido
frecuentemente. De tal cosa podría deducirse que, precisamente explicar, mediante simples relaciones sonoras, y olvidando las posi
porque eran, por lo general, intelectuales y artistas desprovistos bilidades de sugestión psicológica de las palabras, el secreto de
44 CONSIDERACIONES SOBRE EL SIMBOLISMO CONSIDERACIONES SOBRE EL SIMBOLISMO 45
la musicalidad de un verso. En realidad, el fenómeno es mucho “decadente”—, y, por otro lado, de preocupaciones musicales
más sutil y el poeta “músico” debe sentir qué afinidades unen el —tendencia de G. Kahn y de los simbolistas—, pertenece por sus
mundo de los sonidos y el del pensamiento; se trata, todavía aquí, orígenes al siglo último, y los poetas de hoy no han hecho más que
de hacer sensibles unas misteriosas “correspondencias”; ciertas recibir, para transformarlo a veces y a veces para deformarlo, un
sílabas, merced a un acorde infinitamente sutil con el sentido de instrumento forjado por sus predecesores. Ya se han calmado desde
la palabra que componen, por la virtud de los recuerdos confusos hace tiempo las pasiones que suscitó, tal vez se han disipado mu
que esa palabra despierta, más aún que por el encanto de las sono chas ilusiones; el verso libre no ha conseguido ni dar muerte al
ridades, “conmueven” verdaderamente el espíritu, lo imantan en verso regular ni distinguirse radicalmente de la prosa rítmica.
una dirección particular; pero cada vez el valor psicológico de la Acechan tantos automatismos al escritor, y de tan distintas cla
palabra y el tesoro virtual de imágenes y de asociaciones que con ses, que las cohibiciones deliberadamente aceptadas han acabado
tiene no pueden ser considerados independientemente de sus cali por parecerles a algunos como una condición favorable para el
dades sonoras. De aquí se deduce que la “música” de las palabras ejercicio del pensamiento poético.
sólo podría ser distinguida arbitrariamente de su significación —en Pero, por otra parte, se han dado cuenta de que el francés no
su sentido más amplio— y que mejor que una armonía casi ma- está desprovisto de acentuación, que cualquier texto en prosa, y
I terial, que complace sólo al oído, se preferirá siempre una cierta desde luego cualquier lenguaje hablado, se divide naturalmente en
i “música interior”. pies rítmicos, en que varias sílabas átonas preceden a una acen
Uno de los mayores méritos de los simbolistas es haber adver tuada.7 En definitiva, el verso libre sólo se distingue por el
tido estos complejos fenómenos. “Al escribir, y para ordenar la pequeño número de sílabas de cada pie rítmico, y por la com
abundancia, procedo como un músico y cuelgo las palabras en los presión de la cadencia, que tiene como efecto, esto es indudable,
pentagramas de la orquestación: aquí los instrumentos de cuerda modificar considerablemente el tono del discurso. Además vere
y los de madera; allí los de cobre y la batería...” Estas pintorescas mos que, a los ojos de muchos poetas actuales, el ritmo verbal
afirmaciones, que son de Saint-Pol Roux, nos hacen ver hasta qué tiende a confundirse con el ritmo psicológico y que el “verso”,
punto una virtud, llevada al extremo, puede volverse contra sí debilísimamente acentuado, no es sino una proposición, una uni
misma. Su empleo sistemático condujo a una nueva servidum dad ideológica. Con la ayuda del movimiento del siglo, se ha
bre y, según parece, a dos errores principales: instaurado poco a poco un individualismo absoluto en el dominio
Desde luego los simbolistas han sacrificado con harta frecuen de la prosodia: el verso “liberado”, el verso blanco, el verso
cia la música interior a los simples juegos de sonoridad; de ahí el libre de los simbolistas (y sería preciso definir varias maneras),
abuso de las “cuerdas” y de los “cobres”. el versículo, la prosa cortada y con punto y aparte, la prosa se
Además, justamente preocupados en las relaciones del sonido guida, todas estas “formas” no impiden que el verso regular más
y del pensamiento, han cometido el error —por lo menos algunos estricto continúe su carrera. Semejante variedad raya con la anar
de ellos; yo pienso especialmente en René Ghil— de descuidar quía, y es fácil señalar sus riesgos, pero se antojará difícilmente
las divergencias individuales por la satisfacción de formular leyes, evitable a quien piense en la diversidad de intención de los poetas.
principios y recetas que únicamente tienen un valor caprichoso.
Errores suficientemente palpables, que han aconsejado más pru “La Escuela simbolista —ha escrito M. Bernard Fáy8— fue un
dencia a sus sucesores. Es indudable que el sueño de la “fusión de equívoco. Esos jóvenes seducidos por Verlaine, entusiastas de
las artes” no ocupa ya, desde hace unos treinta años, la imagina Rimbaud (?) y de Mallarmé, no vieron en absoluto que sus
ción de nuestros contemporáneos; por otra parte, los representan- maestros les proponían en realidad una cruzada, una 'caza espiri
j tes de las escuelas jóvenes han pactado más bien con los pintores tual’. Hicieron literatura y trataron de formar grupos, cuando
i que con los músicos. hubiera sido menester actuar sobre sí mismos.” Juicio severo e in
En cuanto al verso libre, que nació,6 por un lado, según parece, cluso, bajo su forma abrupta, injusto; los simbolistas de 1885
de la voluntad de expresar su pensamiento “sin deformarlo” —ésta y 1890, en conjunto, fueron todo menos “especuladores”. De
fue la intención de Laforgue, que encama más bien el espíritu todas maneras importa recordar esto, que es esencial: Baudelaire,
46 CONSIDERACIONES SOBRE EL SIMBOLISMO CONSIDERACIONES SOBRE EL SIMBOLISMO 47
Mallarmé y Rimbaud habían elevado atrevidamente la poesía es fluida, insinuante y perspicaz), alcanza el fin de su sujeto. En la
hasta un plano vital; habían hecho de ella una actividad trascen obra simbolista todo lleva la señal de un creador demasiado
dente; la mayoría de sus discípulos —sin verlo, en muchos casos, y consciente.” 11
sin quererlo— la volvieron a poner en el plano literario. Y en ¿Qué deducir de esto, sino que existía, en muchos casos, una
tiendo que se debe estimar que actuaron cuerdamente al pedir a especie de discordia entre el fin que esos poetas se habían pro
la literatura lo que ésta puede dar, y eludiendo unos problemas in puesto y la educación que habían recibido, su sensibilidad refi
solubles. Mas ¿por qué estimar que estos problemas son los únicos nada, sus facultades de discernimiento y los medios artísticos que
dignos de ponerse aún ante los ojos de ciertos hombres, entre empleaban? Se vio nacer de una paciente labor de análisis una
los que se hallan esos poetas a los que Nietzsche llama “los peni poesía que intentaba expresar “el alma” de las cosas y los movi
tentes del espíritu”? mientos de la vida profunda, y un poeta que quería “sugerir el
Artistas y literatos, los simbolistas tenían que considerar las misterio”, alejarse de los misterios reales para inventar otros, y
cuestiones de forma en sí mismas. De ahí su busca de una imagi esto por diletantismo, por afición al objeto precioso y enigmático.
nería sugestiva, su continuo recurrir a la historia de las mitologías, Véase, por otro lado, a un Laforgue, que había pensado mucho
a la leyenda y al folklore, su tendencia a concebir el símbolo como en la obra de Hartmann sobre el Inconsciente, y pretendía hacer
una idea que se reviste en seguida “con las suntuosas togas de las callar su razón: “Cread vida viviente, como la vida es, y dejad lo
analogías exteriores”,9 esto es, como una relación de dos términos demás” —exclamaba. En efecto, nada más concertado, en la colec
que se inclina hacia la alegoría o hacia el emblema. Ciertamente ción de los Lamentos, que la incoherencia y el “tal como es”
las imágenes de los faunos, sirenas, cisnes y damas del sueño se de la vida, y los “enlaces estrambóticos” de las asociaciones ver
llenan hasta tal punto de significación humana y estética que bales que más bien parecen productos de laboratorio. El verda
se prestan maravillosamente a los juegos de la imaginación; en dero Laforgue, tan conmovedor, está en otra parte. En pasajes
tonces es preciso descender harto profundamente en uno mismo de este género creemos advertir cómo una demasiado sutil inte
para acercarse al manantial donde nacieron esos sueños, hasta ligencia se malgasta en remedar los movimientos del inconsciente.
encarnar en ellos algo de la propia vida. De ahí también (otra Estas observaciones acerca del simbolismo no pretenden en
herencia del Parnaso) la necesidad de detenerse en las “bellezas modo alguno sopesar la aportación positiva de la Escuela de 1885.
de detalle”, de donde resulta algunas veces ese estilo “coruscante”, Era necesario solamente indicar por qué quedó más acá del ejem
brillante de adornos y pedrerías, recargadísimo y refinadísimo, tan plo y las ambiciones de sus maestros, para hacer comprender mejor
atrozmente trasnochado hoy por hoy. cómo la poesía, hacia 1900, trató desde luego de renovarse vol
El culto de la Belleza desemboca en el esteticismo. ¿No había viendo a las fuentes y a los modelos más antiguos (románticos)
afirmado ya Baudelaire que “la pasión exclusiva del arte es un antes de extraer, en las obras de Baudelaire, Mallarmé y Rimbaud,
cáncer que devora todo lo demás”?10 Acontece que el arte sólo y en un contacto más estrecho con el genio de nuestra época, ali
asegura su salvaguarda si uno renuncia a sí mismo. En cuanto a mento con que nutrir un espíritu de rebeldía y de aventura que
la cultura, harto se sabe que puede convertirse en un medio de ha venido a modificar nuevamente su curso.
no vivir, de protegerse contra las ideas y los sentimientos, de trai
cionarse a uno mismo. Ahora bien, la religión de lo bello, injerta
en una extensa cultura, fue el patrimonio de la mayoría de los
simbolistas. Agreguemos aún: una inteligencia extremadamente
ágil y lúcida, y comprenderemos mejor lo que hay de verdad, bajo
una envoltura paradójica, en esta declaración de Jacques Riviére,
que se arriesgó a definir in abstracto el espíritu del poeta simbo
lista: “Una inteligencia que va inmediatamente hasta el fin, que
no halla rémora alguna en las cosas que inventa, sino que pasa
por ellas al instante y que, de primera intención (hasta tal punto
ROMANISMO Y NATURALISMO 49
su antojo, una sintaxis demasiado omisa o extremadamente tor No ha visto surgir de las mezclas de ese barro universal el orden
turada. Todos, dice, han renunciado al estilo, que no consiste de la tierra y de los cielos. Y no ha hecho usted nada para acele
en llenar las palabras de color y de música, en dejarlas atraerse al rar el nacimiento de las claridades y las armonías. Ningún origen
capricho de un “estado de alma” más o menos evanescente, sino es hermoso; la verdadera belleza se halla en el término de las
en imponer al pensamiento, como quería Buffon, orden y movi cosas.”6
miento, en someterlo a una razón superior. De esta suerte se Hosca y luminosa declaración antirromántica, ya que precisa
asegura la íntima subordinación de las partes al todo; la de la pa la oposición de Maurras a los líricos de las postrimerías del si
labra a la frase, de la frase a la página, de la página al libro, que glo xix, cuyo movimiento natural consiste en volverse hacia una
es la condición que exige toda belleza. A la vez, los datos car felicidad perdida, tratar de subir hasta las divinidades madres y
nales del yo, purificados y químicamente transformados, como ma sorprender un eco inicial de su secreto. Para considerar este de
terias combustibles, por el fuego del espíritu, no son ya represen bate en toda su amplitud sería indudablemente necesario presentar
tados más que por un juego regulado de ritmos y de relaciones una poesía y una filosofía de lo finito frente a una poesía y una
hecho a propósito para seducir la sensibilidad intelectual. Porque filosofía de lo infinito, la primera helénica por sus orígenes y
la belleza no puede ser sino armonía, forma y estilo. Los román racionalista, la segunda moderna y “espiritualista”.7 Ahora bien,
ticos y los simbolistas se contentan con mostrarse, no saben com la cuestión del clasicismo y el romanticismo se había planteado ya
poner obras, niegan el arte. Por el contrario, el verdadero poeta en estos mismos términos a principios del siglo xix. René única
es “el que hace algo con lo que siente...” 3 mente sueña con un “bien incógnito”, del que no sabría decir
Trátase, como se ve, de un retorno a una concepción abso nada; según Chateaubriand, “en la vida no hay nada bello, dulce
lutamente clásica y antigua de lo bello, de la que lo menos que y grande fuera de las cosas misteriosas”; “lo más grande que ha
puede decirse es que se oponía al pensamiento del siglo xix en su hecho el hombre se lo debe al sentimiento doloroso de la insufi
casi totalidad, ya que éste había definido lo bello por lo carac ciencia de su destino”, añade Mme de Staél. Y, efectivamente,
terístico, o lo había confundido, desde Chateaubriand, con lo Maurras daba una actualidad nueva a la tesis del libro De la
poético. Ahora bien, la busca de lo característico obliga a subrayar Littéiature que distingue, más o menos confusamente, la poesía
las diferencias con detrimento de la armonía, y lo poético, sea del norte y la del mediodía; ya en julio de 1891, en un número
o no sea “triste, vago, sublime”, como quería el autor de El genio especial de La Plume publicado bajo su dirección y consagrado a
del cristianismo, es esencialmente moral; incita a la ensoñación, los felibres, señalaba claramente la distancia entre los bárbaros
abre caminos a la imaginación y descubre el misterio. Para hiperbóreos y los romanos meridionales y cuanto relaciona a
Maurras, en suma, los elementos del yo carecen de valor por sí éstos con los poetas del renacimiento provenzal. “No se concibe
mismos y una experiencia psicológica, por lejos que se la lleve, —afirmaba— un pensamiento o un sueño que no haya sido susci
no puede contener el germen de ninguna revelación acerca de la tado por el Mediterráneo...” Y años después, precisando la noción
vida —opinión que disimula mal un escepticismo muy hondo. de barbarie: “Conviene aplicar el nombre de bárbaro a cuanto es
Todo valor reside en el acto humano, en el acto humano que la extraño a estas letras clásicas, no solamente como ajeno al común
razón esclarece y determina. Es una trapacería considerar un tesoro heleno-latino, sino también como ajeno a la alta humani
cúmulo de sensaciones o de vagos “estados de alma” como una dad.” 8 He aquí un puente tendido entre Atenas y París, puente
especie de absolutos. Porque “hay un hombre perfecto” y ese por el cual Maurras hace pasar su idea del aticismo, encontrando
hombre es “un animal que razona... Es la razón la que distingue en la Francia de Luis XIV, de 1660 a 1685, el lugar y la época
al hombre, sin separarlo del resto de la naturaleza”.4 de su reencarnación. “El gusto de París coincidió con el de Atenas
En cuanto al “bárbaro”, Maurras consiente en reconocerle, en —decía Racine tras el estreno de Ifigenia—; mis espectadores se
ocasiones, una utilidad:5 “Tiene sensaciones fuertes, violentas... conmovieron con las mismas cosas que hicieron llorar otrora al
Pero es incapaz de conseguir la armonía.” Y sólo la perfección pueblo, sin duda más sabio, de Grecia.” Confundidos queden
importa. A Adolphe Retté, autor de Thulé des Brumes, le replica: ahora los belgas —los Verhaeren, Maeterlinck, Rodenbach, Fon-
“Usted ha visto el ser primigenio... Pero se ha quedado en él. tainas, Mockel, etc.— que querrían “conquistar la raza francesa”.
52 ROMANISMO Y NATURALISMO ROMANISMO Y NATURALISMO 53
En algunos años, las proposiciones de Maurras obtuvieron como Y estas negaciones, en un soneto de La Tailhéde:
resultado el establecer fuertemente, frente al romanticismo y su
descendencia, la idea de perfección y el dogma clásico. A partir Sin embargo, no es tu dedo...
de 1895, poco más o menos, un buen número de poemas publi Ni esa flor sin precio, la cipria rosa,
cados en las revistas progresan más regularmente, en un estilo ni el pájaro secular que sube a la altura mi plegaria.. .10 *
menos “compuesto”, y en el que los neologismos se hacen más
raros; los temas baudelairianos, verlainianos y mallarmeanos se es Así, en el mismo tiempo en que se burlaban del “cuartel”
clarecen con imágenes mitológicas o dejan lugar a elaboraciones romano, un Du Plessys y un La Tailhéde parecían señalar furtiva
neo-helénicas. Por otra parte, el prestigio de los Trofeos contribuía mente con el dedo la dirección que emprendieron más tarde los
entonces a poner de moda una técnica precisa, un arte más plás poetas “neo-romanos”, que han establecido su tienda equidistante
tico y de ornatos griegos. Contra este seudoclasicismo, que se de Moréas y de Mallarmé.
dirigía hacia el Parnaso semidifunto y se embriagaba con los en
cantos de Alejandría —Las canciones de Bilitis aparecieron en 1894 n
y Afrodita dos años después—, Maurras protestaba en nombre de
Atenas, acusando a Heredia de dedicarse a la policromía “salvaje” No por ser algo más tardía y más confusa, es menos significativa
y de embalsamar cadáveres. Pero estos términos medios, en una que la de los poetas romanos la protesta de los naturalistas; in
época en que la cultura clásica, incluso en los que estaban impreg cluso parece que responde a una necesidad más imperiosa y que
nados de ella, chocaba con las costumbres y las necesidades mo manifiesta algo tan elemental como un ritmo fisiológico. En este
dernas, eran en realidad inevitables; son tanto menos sorprenden caso se trata menos de arte y de estilo que de acción, de vida, de
tes cuanto que el propio Maurras manifestó siempre una viva vida “real” —de la que es preciso tomarse la pena de vivir. Refu
admiración por las poesías de Anatole France y de Jules Tellier, giarse en uno mismo, volver hacia uno mismo la mirada, para
situadas en medio de la pendiente que conduce del Parnaso al satisfacer un deseo de pureza y de perfección negativa, o por una
romanismo. especie de temor, de fatiga, de fastidio de la existencia, en la ma
En cuanto a las coincidencias que se produjeron más tarde yoría de los casos con el deseo casi amoroso de subyugar todos los
entre la tradición simbolista —más especialmente mallarmeana— movimientos interiores del yo..., tal es la actitud por excelencia
y la lección de Moréas y de Maurras, tal vez no hubiese sido del simbolismo de fines del siglo. “Narciso era perfectamente
demasiado fácil preverlas hacia 1894. Y, sin embargo... hoy pa bello —y por eso era casto; desdeñaba a las ninfas—, porque estaba
rece evidente que determinados versos de juventud de Paúl Valéry enamorado de sí mismo. Ni un soplo turbaba la fuente en que,
representan un mallarmeísmo ligeramente “romanizado” donde se tranquilo e inclinado, contemplaba todo el día su imagen...” Así
percibe el eco remoto de una música raciniana. A la inversa, habla André Gide, en su Tratado del Narciso (enero, 1891).
¿cómo no advertir, acá y acullá, en los poemas romanos de Du Es a quien cantará, en el tono ensordecido del lamento y de
Plessys, de La Tailhéde e incluso de Emest Raynaud —por no la letanía, la delectación morosa que no puede hallar en sí misma la
decir aquí nada de Emmanuel Signoret—, un arabesco o una vibra fuerza de vivir. De este modo Henri de Régnier, en Como en
ción, un brinco osado o un anacoluto que hacen pensar en los sueño, perdido en un bosque de leyenda, teje lentamente para
más hábiles movimientos de La siesta de un fauno? Veamos el su alma una crisálida secreta, una mansión cerrada; pero la flor
principio de este paréntesis, tomado de la Dedicatoria a Apólodoro: de oro que resplandece en la trama es de las que sólo se cogen en
sueño. Los psicólogos no pudieron elegir mejor símbolo de la ten
Como guardián del negro río, un pastor amigo de las lunas dencia a la introversión que Narciso, desdeñoso con las ninfas y
sueña, la flauta entre los dientes, bajo los fuegos de la noche. . .9 ♦ enamorado de sí mismo.
Pero iban a llegar hombres que meterían a Psiquis en aven-
* Tel, gardien du noir fleuve, un pátre ami des lunes / Réve, la flúte * Pourtant, ce n’est ton doigt... / Ni cette fleur sans prix, la cyprienne
aux dents, sous les feux de la nuit... rose / Ni l’oiseau séculaire élevant haut mon voeu...
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54 ROMANISMO Y NATURALISMO ROMANISMO Y NATURALISMO 55
turas menos puramente espirituales. Es en 1895 cuando se esboza belleza, de sabiduría” y “fiador de la salud pública”.13 ¿No era
la nueva corriente; un año después Maurice Le Blond publica su esto hacer revivir la tradición del romanticismo utilitario y sansi-
Ensayo sobre el naturalismo 11 que comienza en un tono conmi moniano? Martino lo ha visto exactamente:14 estos poetas del
natorio: “Basta. ¡Hace demasiado tiempo que se admira a Bau tiempo en que la necesidad de acción social devoraba al asunto
delaire y Mallarmé!” Y un poco más abajo: “Nuestros mayores podían protestar legítimamente contra el romanticismo y su des
preconizaron el culto de lo irreal, el arte del sueño, la busca del cendencia baudelairiana, su sed de evasión del mundo y la reali
estremecimiento nuevo. Amaron las flores venenosas, las tinieblas dad, y tal vez sus sueños humanitarios no difirieran mucho de las
y los fantasmas, y fueron incoherentes espiritualistas. A nosotros aspiraciones de George Sand, Michelet, Quinet, y todavía menos
el más allá no nos conmueve; creemos en un panteísmo gigan de las de Hugo.
tesco y radiante.” Y, por último, esta profesión de fe: “Queremos Todas estas preocupaciones dejan apenas adivinar las primeras
rejuvenecer al individuo en el abrazo universal. Volvemos a la normas de una estética general y de una poética; Bouhélier lo
naturaleza. Buscamos la emoción sana y divina. Nos reímos del confesaba: “Lo que se llama naturalismo es más bien una moral
arte por el arte...” En suma, reivindicación de orden ético más que una doctrina artística”,13 una ética, ya lo hemos dicho, genera
que literario. Retorno a la naturaleza, rejuvenecimiento del ser, dora de vida y de pasiones, de poesía virtual, pero susceptible de
emoción y simplicidad, vida íntegra, amor a los hombres, ¿qué animar obras sumamente variadas. Ahora bien, todos los que
importa que la expresión de todo esto no sea nada nuevo? Desde se adhirieron al naturalismo oficial —si se descartan novelistas
luego, y una vez más, no se trata de arte. Y he aquí, desde otro como Eugéne Montfort y Charles-Louis Philippe— no publicaron
lado, el grito de Charles-Louis Philippe: “Ahora se necesitan bár nada que no fuera ampliamente superado en alcance y en interés
baros. Es preciso haber vivido muy cerca de Dios, sin haberlo por las obras de escritores independientes, espectadores que o bien
estudiado en los libros; es necesario que se tenga una visión de la simpatizaban con los actos y gestos de “la escuela” o bien descon
vida natural. . . Hoy empieza el tiempo de la pasión”; ardiente fiaban de ellos; en la categoría de los precursores están Adolphe
voto del hombre joven, que André Gide, unos doce años más Retté, que declaró la guerra en 1895 a Mallarmé,13 Francis Viélé-
tarde, a la muerte de Philippe, pondrá legítimamente de mani Griffin,17 que consiguió, sin ningún trastrocamiento, mezclar desde
fiesto.12 Indudablemente, hubiera sido lógico llegar hasta ese sus primeros versos la vida con el sueño, y, por último, Francis
punto, rechazar la herencia del pasado y poner la esperanza en Jammes; antes que apareciera (en 1897) Del Ángelus del alba
la sensación fresca y el descubrimiento. Pero los teóricos del al Ángelus de la tarde, sus fascículos de juventud habían exhalado
naturalismo, menos audaces, más respetuosos de los valores his un impresionismo nuevo “con aromas silvestres”. Muy pronto Paúl
tóricos, se esforzaron en mostrar los títulos de nobleza y la signi Fort se librará de esa atmósfera de angustia y pesadilla, Verhaeren
ficación francesa de su movimiento. “Se impone un retomo a las se atreverá a dirigir sus ojos hacia “las caras de la vida”, con la
ondas lústrales de la tradición”, escribía Maurice Le Blond; por esperanza de alejar los fantasmas de su pensamiento. Y véanse
desgracia, el entusiasmo le dejaba poco tiempo para definir precisa los títulos de las colecciones de poesía que se editaron a partir
mente los elementos de esta tradición. Adrien Mithouard, en el de 1897: La edad de oro, de Marc Lafargue; Las canciones de
Occidente, Maurras y sus jóvenes discípulos, Barrés y muchos otros alba, de Henri Ghéon; Las voces de la montaña, de Michel Aba-
doctrinarios, se encargaron poco después, mediante un severo tra die; Claridades, de Albert Mockel; La canción de los hombres,
bajo de selección y de exclusión, de trazar en el pasado la línea de Maurice Magre; Los poemas ingenuos, de Fernand Séverin;
francesa por excelencia y delimitar de antemano, con el compás, Las cuatro estaciones, de Stuart Merril; El jardín de las islas trans
la zona de los enriquecimientos aceptables. parentes, de André Fontainas; poco después, la condesa de Noailles
Además, en opinión de los naturalistas, “el pensamiento no es publica El corazón innumerable, La sombra de los días y Los
un juego para uso de los exquisitos, ni la poesía un pasatiempo deslumbramientos. No hay título que no evoque un canto huma
de mandarines. Son funciones y tienen un fin utilitario”. De un no o que no lo traspase una luz.
lado y de otro escuchan variaciones, antiguas y nuevas, sobre los Sin embargo, yo me inclinaría a creer que la obra de las postri
temas de la misión social del poeta, “maestro de alegría, de merías del siglo xix, donde el deseo es exaltado por sí mismo de
56 ROMANISMO Y NATURALISMO ROMANISMO Y NATURALISMO 57
la manera más directa, con una variedad de medios cuyas fuentes Lo que Nietzsche, con frecuencia tan mal comprendido, traía
múltiples se funden para dar nacimiento al estilo más unido en •de más esencial no era precisamente tal o cual idea, sino una afir
apariencia y menos compuesto, será a los ojos de lo futuro el bre mación casi orgánica de la vida y del poder del hombre, propia
viario de ardiente sabiduría que André Gide ha llamado Los ali para legitimar las tentativas más contradictorias, siempre que fue
mentos terrestres. La embriaguez ante la vida que allí se busca ran “vividas”.19 En este caso tal vez peque de inconsecuencia el
como un bien soberano es la del hombre vuelto a su dichosa des reprochar a un doctrinario haber traicionado el pensamiento del
nudez, obligado a volver a sentirlo todo: “No me basta leer que maestro. Ahora bien, semejante enseñanza, cuyo objeto princi
las arenas de la playa son suaves, quiero que mis pies desnudos lo pal es persuadimos de que la verdad sólo está en el movimiento
sientan. Cualquier conocimiento que no me llega precedido por •que impulsa al hombre a destruirse para renacer, se concertaba
una sensación no me sirve.” Indiferencia perfecta respecto de no sólo con el amor al mundo y a la vida, característico de una
todo lo “social” de la existencia, voluntad de producir un cambio parte de la generación de 1900, sino que preparaba, a la vez,
radical, de rechazar lo adquirido y el peso muerto de la costum para algunos espíritus ávidos de síntesis espiritual, el medio de
bre así como las formas comunes de la vida, para hacer un hombre conciliar sus exigencias vitales con la meditación apasionada de la
nuevo, menos atado a su ser que dispuesto a deslizarse por la pen •obra de Mallarmé y especialmente de Rimbaud. Así se encuen
diente de su porvenir, menos deseoso de acabalarse que de supe tra realizada la posibilidad de una actitud “ambivalente” frente al
rarse. Estuvo algún tiempo de moda considerar a André Gide universo, que satisface a la vez la necesidad de afirmar y de des
como un naturalista; clasificación absolutamente provisional; Los truir y enlaza estas dos tendencias en un panteísmo dionisiaco.
alimentos terrestres tuvieron el destino de los libros que descubren Por lo que atañe a Bergson, sería una de las cosas más arduas
lo futuro, y su acción, al principio soterraña e intermitente, no del mundo intentar un estudio de su influencia, en el sentido
obró de manera eficaz hasta partir del momento en que otras más propio de la palabra, en el movimiento poético contemporá
obras prepararon los espíritus a soportarla. neo. En efecto, la filosofía de La evolución creadora extrae tam
Estas nuevas influencias que iban a insertarse, de 1897 a 1914, bién su fuerza de esa honda corriente “vitalista” que ella con
en el trazo general de un vasto movimiento de conquista, son mu tribuyó en seguida a enriquecer y a orientar; las analogías que
chísimas y muy variadas, y las más poderosas tal vez no pertenez •ofrece la obra del filósofo con las de los poetas testimonian en la
can al dominio de la literatura. Citaré tres nombres bastante^ mayoría de los casos un parentesco entre el pensamiento especula
conocidos para que huelgue insistir en todo cuanto simbolizan: / tivo y la literatura, sin que sea lícito deducir de él una relación de
Whitman, Nietzsche y Bergson. ¿ ■' causa a consecuencia. Por otra parte, el paso del filósofo bergso-
Leído al principio en el texto inglés, traducido parcialmente niano, su busca de lo real concreto, más allá (o más acá) del
y composición por composición a partir de 1889, Whitman en aparato conceptual y simbólico del lenguaje, se aproxima al poeta;
contró, más tarde en Léon Bazalgette, un discípulo desinteresado asimismo, tanto en 1889 como en 1907, se establecen correspon
que llevó al cabo la tarea de dar una versión íntegra de las Hojas dencias entre el Ensayo sobre los datos inmediatos de la conciencia
de yerba (1908); pero ya en esa fecha algo de su poesía y de su y La evolución creadora, de un lado, y de otro, el estado de la poe
ética había pasado a obras de la importancia de las de Viélé-Grif- sía, de una cierta poesía, en cada una de estas dos épocas: parece
fin, Paúl Claudel, Verhaeren, y muy probablemente a las de que el bergsonismo, que fue en un principio auscultación del yo
Gide; desde entonces el acento whitmaniano es perceptible en antes de volverse hacia el universo, se desarrolló siguiendo una
muchos poetas, de Valéry Larbaud a Duhamel y Vildrac, de André curva paralela de la que trazó en ese mismo tiempo la evolución
Spire a Apollinaire. El hombre de los grandes caminos de Amé general de la literatura.
rica se reunirá en la imaginación de más de un lector con Rim Una revisión de las Escuelas —la mayor parte sin importancia
baud, el otro vagabundo. Y una estética simple nacerá de su real— que se sucedieron en París a principios del siglo xx, el Sun-
moral, la ética del ser consustancial con su poesía y que “no pide tuarismo, el Paroxismo, el Integralismo y hasta el Unanimismo y
nada mejor o más divino que la vida real” 18 para elevarse a un el Futurismo, demostraría que, por distinta que fuera su intención,
perfecto estado de euforia. todas ellas participan, más o menos, de esa especie de impulso vital
58 ROMANISMO Y NATURALISMO
Fort y Viélé-Griffin, se descubre una poesía de la naturaleza, tentado resucitar el espíritu de las creaciones del folklore. Esa
remozada por una fresca sensualidad, por una visión impresionista corriente de lirismo popular en que un grano de locura a lo Villon
de las cosas; y esta poesía “naturalista” es de hecho la protesta sazona el perfumado recuerdo de los layes y de las endechas, de
más clara que pueda imaginarse contra el esteticismo de los años las “canciones históricas” y de los sueños de cortesanía (y de pica
de 1890 y el culto de los paraísos artificiales. resca desenvoltura) gracias a Paúl Fort, Viélé-Griffin y también
De estas tres corrientes principales, la primera apenas prolonga a Fagus y a Tristan Kilngsor, para desembocar en Gillaume Apol-
una determinada tradición simbolista que se une al Parnaso y linaire. Únicamente que, incluso antes que los naturalistas hubie
busca ordinariamente sus temas en la historia o en la mitología. sen predicado la reconciliación! del poeta con la vida, Paúl Fort
Por ejemplo, la poesía de Régnier retoma deliberadamente a un hace florecer a pleno sol su poesía, y, con todas las penas y
pasado ya poetizado por el tiempo y la leyenda —céltica o helé todos los placeres humanos, va a improvisar como un narrador
nica—, hacia un pasado de ensueño que brota de un sueño, de de verba irreprochable.
modo que los recuerdos atávicos que acuden a la imaginación del Pero son especialmente Jammes y Verhaeren los que, inme
poeta se reflejarán en él como en “su propia correspondencia”. Se diatamente después del simbolismo, atestiguan la nueva alianza
reconoce ahí una de las actitudes dilectas del Narciso simbolista. entre el espíritu y las cosas. Porque esto es precisamente lo que
Ciertamente, en La sandalia alada o El espejo de las horas, la se procura en la mayor parte de las tentativas que preceden o
naturaleza podrá renunciar a sus velos y el dios del amor se al que siguen al año 1900. Se han olvidado, o se finge haber olvidado,
zará a solas en un aire trágico; pero, harto frecuentemente, una los caminos que pueden conducir a la patria interior con que
apariencia de rigor parnasiano o clásico nos hará añorar las músi soñaban un Baudelaire y un Mallarmé, “el otro mundo” de un
cas y los vaivenes armoniosos de los Juegos rústicos y divinos. Rimbaud, o se los elude como una senda peligrosa en la que se
Después de 1900 la obra de Régnier ha quedado, en sus trozos pierde la vida. Existe una patria, sumamente contigua, totalmente
exquisitos, como lo que fue en sus comienzos: un producto refi visible, fresca y abrasadora, por la que van y vienen seres que
nado de una cultura muy antigua. De ahí su gran poder de seduc tienen cuerpo; incluso las sombras son luminosas allí; la habitan
ción, pero quizá también su debilidad: un sueño que apenas actúa hombres, algunos de los cuales tienen como una “vocación de
con formas estéticas y que se complace en sí mismo, corre el felicidad”. A fuerza de abstraerse de lo sensible y de perseguir
riesgo de cuajarse, de ceder a ritmos previstos, de dejarse encerrar un sueño, la poesía de los discípulos de Baudelaire y de Mallarmé
en la decoración que él ha construido como un doble, tangible y acababa por parecer exangüe. Jammes le infunde una savia nueva,
suntuoso, de sí mismo. Con más razón, muchos imitadores no y Verhaeren derrama en ella un vino, rojo como la sangre.
verán en todo eso sino una veta que explotar. Parece ser que el propósito de Jammes fue hacer refluir la
En cuanto a los poemas dramáticos y a las ligeras epopeyas poesía del “ideal” y del trasfondo tenebroso de la conciencia al
de Viélé-Griffin, parece que se saboreó especialmente, durante los universo de las cosas y de los sentimientos simples. Ante su claro
primeros años del siglo, su dinamismo, su perfecta euritmia, el mirar se desvanecen símbolos y alegorías; los objetos vuelven a
arte de la estrofa libre, donde el verso aislado renuncia a su auto vivir por sí mismos, fuera del pensamiento del poeta; pero se des
nomía en pro de un movimiento más amplio, que es como una pojan también de la dureza, de la sequedad y de la tristeza que,
estilización del gesto humano y de la inflexión de la voz natural. por su parte, les habían atribuido los novelistas naturalistas; una
Poesía no sólo psicológica y visual, sino también oral y, por eso nueva primavera hinche los brotes, y la inocencia y la frescura,
mismo, antiparnasiana. a modo de rocío, vuelven a tomar posesión de la naturaleza. In
Sería cómodo retroceder hasta Verlaine, Corbiére, Laforgue, dudablemente se trata aún de un cierto naturalismo, pero de un
Maeterlinck —sin hablar de Nerval y de Aloysius Bertrand— para naturalismo que no excluye la poesía, sino que, por el contrario,
enumerar los orígenes recientes de la inspiración popular o medie la hace brotar por todas partes, incluso de la escena más pobre y
val de las Baladas francesas. En efecto, uno de los méritos de los del más desheredado de los seres. Y, en consecuencia, todo es
simbolistas, “poetas del alma”, es haberse interesado, tras los ro susceptible de ser descrito y cantado. Indudablemente, entre 1897
mánticos, en las formas artísticas llamadas primitivas y haber in y 1917, más de un joven escritor hubiera podido confesar, como
62 LA POESÍA DEL JOVEN SIGLO LA POESÍA DEL JOVEN SIGLO 63
Alain-Fournier: “En cuanto a mí, Jammes me autorizó a decir tores, un arte en el que se amalgamaban, siempre bajo el signo
muchas cosas que yo no me hubiera atrevido a decir.. .”,2 no for del simbolismo, virtudes y elementos poéticos heredados del Par
zosamente las más íntimas, antes bien las más triviales o consi naso e incluso del romanticismo pintoresco o sentimental.
deradas así. Y que el verso vaya tras la sensación; que sea de
nuevo, como para Verlaine, la “feliz aventura que nos trae el n
acaso”; lo demás es literatura.
Por último, en Verhaeren es preciso ver al poeta que ha pasa Si leemos los programas y los manifiestos de las revistas fundadas
do, en el plano ético, del para al contra, y cuya tarea, desde el día durante los primeros años del siglo, y vemos la cuidadosa aten
en que pudo rechazar la tentación de la neurastenia, fue familia ción que dedicaron a definir los valores franceses, latinos, y a
rizarse poco a poco con el medio de ese mundo moderno que revolver en todos los sentidos las palabras clásico y clasicismo, se
odiaba desde que ya no reconocía en él la obra de Dios. Hay advierte que el nacionalismo intelectual y literario iba viento en
pocos ejemplos de tamaño intento de “transmutación de los valo popa.4 Sin embargo, las jóvenes escuelas de poetas vuelven a to
res”, de una voluntad tan manifiesta de hacer brotar la alegría mar más gustosamente en cuenta las fórmulas de Maurice Le
del sufrimiento. Si Verhaeren se niega desde entonces a rechazar Blond y sus amigos: vida, naturaleza, realidad, humanidad.
nada de lo que existe es para llegar más adentro y abarcar “la vida “Queremos un arte que exprese la vida humana y toda la vida
ardiente y contradictoria”. Pero lo que interesa advertir es que humana” —afirma M. Fernand Gregh, apóstol del humanismo,
este vasto movimiento de extraversión corresponde a la evolución antes de cantar, en la composición liminar de las Claridades
general de los espíritus desde la época simbolista a la guerra. “Lo humanas (1904):
que todos sufren en Verhaeren —decía, en 1904, Marius-Ary
Leblond 3— es la pasión.” Efectivamente, un público tan amplio, Pero a mi vez habré conocido el gusto caliente de la vida;
tantas repercusiones suscitadas de una a otra, en Francia y fuera habré mirado en mi pupila,
de Francia, por el autor de las Fuerzas tumultuosas y del Múltiple breve minuto deslumbrado,
esplendor no podrían explicarse si se tuviesen sólo en cuenta los la vasta luz eterna;
méritos estéticos de su obra. Lo que proclamaba sobre todas las co pero habré bebido mi alegría en el gran festín sacro;
sas Verhaeren era la orgullosa embriaguez de los europeos del ¿qué más puedo desear?
siglo xx, en vísperas de la catástrofe, la gloria del hombre y su Habré vivido,
y moriré.
*
pacto de alianza con la materia.
En realidad, si exceptuamos a Jammes y a Fort, más jóvenes, Las dos corrientes que nacieron inmediatamente después del
y a Verhaeren, que fue quizás el único de su generación que logró simbolismo (y contra él) continúan alimentando la vida intelec
renovarse verdaderamente, parece que la mayoría de esos poetas tual, pero transformándose una y otra: el naturalismo, hecho de
del período postsimbolista se creyeron obligados, hacia 1900, a un profundo deseo de aceptar la realidad y la experiencia humana,
humanizarse, a regularizar —¿por qué no decir vulgarizar, en el se metamorfosea infinitamente hasta convertirse en un simple op
sentido más alto del término?— la poesía relativamente esotérica timismo vital; por el contrario, el romanismo se precisa, se con
que habían cultivado, diez o quince años antes, para la delicia de centra y se depura en un neoclasicismo.
un público restringido y, por decirlo así, cómplice. Tendencia Nada más disímil, a primera vista, que la poesía de la genera
evidente en Samain, por ejemplo, con la reserva de que el autor ción ascendente, de los hombres que tenían entre veinte y treinta
del Jardín de la Infanta supo desde sus principios fundir muy años hacia 1905. Indudablemente algunos tratan de sumirse en el
hábilmente las gracias y los prestigios de un estilo compuesto, surco de los grandes simbolistas. La canción de Eva (1904) pa-
hecho para hechizar imaginaciones que no habían cesado de año
rar las guitarras del romanticismo elegiaco. Pero también en los * Mais á mon tour j’aurai connu le goüt chaud de la vie; / J’aurai miré
■dans ma prunelle / Petite minute éblouie, / La grande lumiére éternelle; /
otros era un arte compuesto el que triunfaba, para satisfacción Mais j’aurai bu ma joie au grand festín sacré; / Que voudrais-je de plus? /
de los fabricantes de antologías y de la mayor parte de los lec- J’aurai vécu, / Et je mourrai.
64 LA POESÍA DEL JOVEN SIGLO LA POESÍA DEL JOVEN SIGLO 65
rece que vino a legitimar su esfuerzo. En una atmósfera prerra- ración de sí misma y de la Torre Eiffel, no se dirigieran, delibe
faelista, traspasada por claridades dudosas, que casi se ahogan en radamente, hacia un lirismo menor, elegiaco.
una niebla diáfana, Van Lerberghe evoca una Eva misteriosa, que La vena elegiaca que discurre por la obra de Émile Despax,
toma poco a poco posesión de un mundo que tiene una fluidez Charles Dérennes, Abel Bonnard y el propio Léo Larguier (por
onírica. Pero las recientes producciones de Henri de Régnier y citar algunos nombres) deriva de la tradición de la poesía ínti
de Jammes, los últimos versos de Samain y los de Charles de ma, la de las Meditaciones, de la Musa francesa y de Marceline
Guérin y Mme de Noailles, parecían aconsejar más bien a los Desbordes-Valmore; se volvería más atrás, hasta Pamy, Léonard,
jóvenes poetas que renunciasen a las tentativas temerarias y rea Chénier, los sueños sobre la edad de oro del xvin que acababa,
lizaran una síntesis de las diversas tradiciones del romanticismo y, por otro camino, hasta Fénelon y Racine; después de 1825, esta
sentimental, de Lamartine a Hugo, Coppée y Verlaine. Tras el corriente anima la melancolía de Sainte-Beuve y la ternura de
impulso de los años 1885-1895, una especie de reflujo tendía a Maurice de Guérin, nutre la tristeza de las Noches y las exalta
volver a llevar la poesía hacia un fondo de pensamiento anterior ciones de George Sand, mientras que Graziella y Raphael la con
a Baudelaire y a Rimbaud, aunque fuera preciso componer sobre ducen hasta lo insípido; luego se ramifica y se la creería perdida
esta base obras en las que se aprovecharían discretamente las si no reapareciera en la Buena canción, en las endechas religiosas
adquisiciones estilísticas y “técnicas” del simbolismo. Para la y amorosas de Verlaine.
mayoría de los nuevos poetas lo importante no era tanto impo Ahora bien, lo que aproxima, poco antes de 1900, a hombres
nerse por medio de alguna originalidad sorprendente, o por la tan diferentes como Samain, Jammes y Charles Guérin es su sen
recia expresión de un temperamento, como cultivar en sí una con sibilidad elegiaca. Se podría incluir en el grupo a Louis Le Car-
ciencia lingüística escrupulosamente francesa, y deslizarse en for donnel, cristiano sin turbación ninguna, cuya poesía lenta y lumi
mas ya experimentadas del espíritu nacional. Así nacieron, en la nosa se eleva hasta la plegaria, e incluso a Henri Bataille, que, por
conciencia de varias tradiciones, unos ventajosos términos medios. el contrario, se rezaga en una niebla de fin de otoño, henchido de
Por lo demás, el aspecto de “cosa ya vista” que ofrece con fre sombras vacilantes y de balbuceos. Charles Guérin, que fue un
cuencia esta poesía no debe hacernos insensibles a su encanto, ni elegiaco muy considerable, pero que no fue sólo eso, ocupó algún
a las inclinaciones y esperanzas “sinceras” de unas almas todavía tiempo entre los escritores jóvenes la situación de un primogé
inseguras de sí mismas, que comparten una melancolía “fin de nito y un iniciador. Indudablemente se complació en una deses
siglo”, heredada del romanticismo, y una voluntad de vivir sor peranza heredada de Musset, Vigny y Baudelaire; sin embargo, no
prendida de su propia audacia. hubiera podido mantenerse en el tono de meditación apasionada,
Entre estas tentativas, algunas de las cuales no tuvieron vida característico de su poesía, si un verdadero mal no le hubiese
ulterior, la elección es difícil. Un Louis Mercier, poeta sobrio y desgarrado lo más profundo de sí mismo; todos sus esfuerzos por
puro, se une al romanticismo católico y a Lamartine; un Femand vivir son impotentes para sacarlo del círculo de su soledad. Por
Gregh, verlainiano al principio, vuelve en seguida a Hugo y pre otra parte, los decadentes, si no los simbolistas, habían conocido
cisamente a los libros de meditaciones elocuentes que se suceden y cultivado ya esa inquietud romántica ensañándose en una carne
de 1830 a 1840; Frangois Porché creo que tampoco renegaría de enferma, y la optimista voluntad de los naturalistas por aferrarse
su ascendencia romántica, y Roger Fréne, el autor de las Savias a lo real no había conseguido disiparla; por ejemplo, Samain,
originarias (1908), puede pasar por uno de los mejor dotados can que hallaba “un infinito de dulzuras” en las “cosas rotas”, se en
tores del naturalismo; la poesía de Léo Larguier es firme y mesu hechizaba como nunca en ese mal del siglo, de las postrimerías
rada, nutrida de los “maestros”, de Homero y Virgilio a Ronsard del siglo, la víspera de su muerte:
y Hugo, y fundamentalmente “honrada” por la calidad de sus
Oí alzarse una voz solitaria
medios expresivos. Sin embargo, no es dudoso que quizá los que vibraba en la tarde como un hermoso violín;
poetas más interesantes del joven siglo, los que hicieron oír la e inclinándome un poco, en una noble estancia
voz interior, algo empañada y nostálgica (provinciana, además) donde flotaba un pasado de Éloas y Elviras,
de una época que no se había perdido enteramente en la admi distinguí, a la vacilante claridad de los cirios,
66 LA POESÍA DEL JOVEN SIGLO LA POESIA DEL JOVEN SIGLO 67
un rostro de mármol con macizas crenchas verso, los compases de espera y los calderones, que permiten irra
y grandes ojos húmedos bajo los hachones. diar la emoción y que el poema eluda la regularidad de las caden
Yo, ansioso, escuchaba. . .5 *** cias oratorias. En cuanto al tema sentimental, pertenece tanto
a la época y a la poesía elegiaca —y provinciana— de los años
El silencio, una música en la noche, un poeta que se interroga de 1900 a 1905 que se le encuentra una vez más en una poesía de
y que interroga a la sombra, la respuesta que no llega, una amo Léo Larguier titulada Medianoche:7
rosa complicidad con el misterio y con la tristeza, una espera que
dura hasta que brotan las lágrimas —toda esa atmósfera que sus Mientras yo dormía, ¿no sollozaste acaso,
cita ese “corazón angustiado” de los últimos períodos de la ado corazón? ¿Qué deseas? Es la noche de estío. ..
lescencia, hela aquí de nuevo, apenas distinta, apenas más dichosa, Un violín lejano, con cansado lamento^,
evocada en un poema de la Casa de las glicinas: rasga~el silencio. ¡Oh, y esta voz extraña,
dolorosa, obstinada y ofendida por siempre!
Ábrese dulce la sombra al canto que preludia. Y deseo llorar, de súbito, en los bosques,
Juana palidece. Tiemblo mirando sus manos. recorrer, sien al aire, una inmensa avenida. . .
¿Somos más divinos o más humanos hoy? Me alzo tembloroso. . .*
Sólo Beethoven lo sabe en el cielo, oh soledad.
En la tierra, esta voz. .. la noche. . . en todas partes. . . Ese tono “distinguido”, esa manera de “llevar el corazón en
Todo el Océano que sueña, todo el azul que brilla. bandolera”, de exponer los propios sentimientos e impresiones
Armoniosos sembradores de éxtasis, dedos de las mujeres, nombrándolos, describiéndolos —iba a decir: analizándolos—, en
cómo encadenáis, jugando, nuestras almas
con deliciosos lazos que una palabra rompe. vez de evocar su naturaleza por medio de imágenes, al modo de los
Un ángel, inclinado, os besó, bellos dedos; simbolistas, todo aquí, hasta la profunda prima que vibra en estos
tocasteis un instante esos aúreos rizos... versos, nos aconseja que nos remontemos de un escalón a otro
Silencio. . . Mas el viento, el mar, esos rumores. . . hasta los salones de la época de la Musa francesa y de las bellas
Respetad, vientos locos, respeta, mar profundo, intimidades sentimentales, hasta las fuentes musicales y vivas del
la noche elísea y ese canto que muere. . ♦♦ romanticismo elegiaco.
El progreso de esta expansión está guiado, como en Samain Pero los primeros años del siglo fueron también los del “romanti
y Guérin, por la necesidad de una expresión patética y musical a cismo femenino”, según la terminología de Maurras.8 Renée
un tiempo; pero Despax, sin duda instruido por Jammes, entre Vivien, Lucie Delarue-Mardrus, Gérard d’Houville, la Condesa de
corta más sus movimientos y multiplica, en el interior mismo del Noailles, Marie Dauguet, y más tarde, en menor grado, Cécile Sau-
vage y otras entre las poetisas de ayer han conocido “el prestigio
* J’entendis s’élever une voix solitaire / Qui vibrait dans le soir comme
un beau violon; / Et me penchant un peu, dans un noble salón / Ou flottait
de ser uno mismo” y la nueva voluptuosidad de cantar, en tono
un passé d’Éloas et d’Elvires, / Je vis, á la lueur varillante des cires, / Un mayor con más frecuencia que en tono menor, y con una sinceridad
visage de marbre avec de lourds bandeaux, / Et de grands yeux brillants de inédita hasta entonces, la parte más femenina, más secreta de sí
larmes aux flambeaux, / Anxieux, j’écoutai... mismas. Se entiende que habría que señalar aquí algo más que
** L’ombre suavement s’ouvre au chant qui prélude. / Jeanne pálit. Je matices. En varias, más sentimentales que sensuales, especialmen
tremble en regardant ses mains. / Sommes-nous plus divins, ce soir, ou plus
humains? / Seúl, Beethoven le sait au ciel. O solitude. / Sur terre, cette te en Lucie Delarue-Mardrus se discierne un pudor bastante sen
voix. . . ailleurs partout, la nuit. . . / Tout l’Océan qui songe et tout l’azur sible. En cuanto a Gérard d’Houville, que era hija de Heredia y
qui luit. / Harmonieux semeurs d’extase, doigts des femmes, / Comme vous
enchainez, en vous jouant, nos ames / De liens délicieux qu’un seul mot doit * Pendant que je dormais, n’as-tu pas sangloté, / Mon coeur? Que veux-
briser. / Un ange, en se penchant, beaux doigts, vous a baisés; / Un instant tu done? Voici la nuit d’été... / Un lointain violon, d’une plainte lassée, /
vous avez touché ses boucles blondes. / Silence. . . Mais ces vents, cette mer, Déchire le silence. Oh! cette étrange voix / Douloureuse, obstinée et toujours
ces rumeurs... / Oh! respectez, vents fous, respecte, mer profonde, / La nuit offensée! / J’ai soudain le désir de pleurer dans les bois, / De marcher le
élyséenne et ce chant qui se meurt. . . front nu dans une immense allée... / Je me léve en tremblant...
68 LA POESÍA DEL JOVEN SIGLO
LA POESÍA DEL JOVEN SIGLO 69
cuñada de Pierre Louys, y la esposa del poeta de Medallas de
arcilla, cierto simbolismo decorativo de inspiración humanista general por el mundo, lo sufre como una pasión. Ha resonado en
le fue transmitido como por una tradición familiar. Por otra par ella la vocación panteísta y le falta poco para llevar a su término
te, el propio Maurras, refiriéndose a un hermoso verso clásico sobre una experiencia muy profunda del universo. Pero tal vez le falte
Caronte y la Estigia, vacilaba en condenar rotundamente esta poe imaginación y un sentido bastante hondo de la vida espiritual.
sía como lo hubiera exigido la doctrina. Aprobaremos esa debili Le cuesta trabajo sostenerse mucho tiempo por encima del senti
dad, aunque las muelles figulinas de Tanagra modeladas por miento tormentoso que nace de la efervescencia de los sentidos.
Gérard d’Houville sean claramente alejandrinas. Por lo demás, El destino de su poesía, su propio destino, reside en quedarse cerca
compuso versos más espontáneamente humanos, románticos si se de la tierra camal.
quiere pero sobrios e ingrávidos, acerca de sus angustias y de sus A veces logra imponerse al universo, resistir sus ataques, con la
esperanzas insatisfechas, y de todas esas cosas inasibles y extrañas heroica determinación de sentir cada vez más:
que toda mujer que soñó conocerse descubre siempre en el fondo ¡Glauca mañana, caos de azul
de sí misma... opaco y denso como un muro!
El paisaje espumoso y blando,
Quiero dormir en el fondo del bosque y que el viento cual un ejército de rostro azul
a veces estremezca el móvil follaje
y lo agite en el aire como una cabellera
encima de mi tumba y según la hora, oscura salta bajo mi mirada.10 *
o clara, la sombra de las hojas con el día, Y entonces, cuando no la desvía el demonio de la elocuencia o el
trazará allí por tumos, negra y leve, instinto de la coquetería, la Condesa de Noailles sabe medir los
palabras misteriosas, arabesco supremo,
un epitafio como yo mudable.® * vocablos y asociarlos con objeto de transcribir con ellos el lenguaje
confuso de las sensaciones. Inventa imágenes sintéticas que recuer
Sin embargo, entre todo el grupo, la Condesa de Noailles se dan a Rimbaud y su ambición de utilizar un verbo accesible a
lleva la palma por la fuerza y la abundancia de su obra, así como todos los sentidos. Claro que Hugo sigue siendo el primero de sus
por los múltiples ecos que ha suscitado. Ahora bien; aunque es maestros románticos, aquel cuyo ejemplo sigue de mejor grado,
cierto que vivió un drama interior ardiente y patético que la ha pero importa considerar todo lo que debe al impresionismo mo
llevado hasta la enconada rebeldía de sus últimos libros —pode derno y situarla en el linaje de Baudelaire, entre los poetas que
mos decir hoy que hasta la muerte—, son sobre todo sus primeros se han impuesto la tarea de expresar la acción directa de las cosas
versos los que impresionaron a sus contemporáneos con su poesía sobre el cuerpo humano. De esta manera ha podido hacer suya
delirante, donde un temperamento agobiado bajo el peso de sus una poesía que parece simpatizar con la naturaleza vegetal y que
sensaciones se desahoga sin la menor reserva. Se concibe muy hierve y chorrea como un líquido nutricio.
bien que su influencia haya podido acordarse con la de Jammes. La mayoría de las mujeres de esa generación poética —pense
Sin embargo, ¡qué distancia los separa! Jammes no se deja nunca mos también en Colette, dentro de la prosa— se distinguen por su
ahogar por sus sensaciones; conserva, frente a ellas, un despren voluntad de aceptar su naturaleza y los datos de sus sentidos, de
dimiento de artista capaz de anotar, con la levedad de un poeta del “atrincherarse en su diferencia esencial” y confesar lo que el hom
Extremo Oriente, los arabescos de sus impresiones. La Condesa bre no pudo nunca ver en ellas; se distinguen asimismo por su
estilo, no menos “femenino”, y por su arte casi felino de atraer las
de Noailles, al contrario, se deja siempre conmover de un modo
palabras en frases acariciadoras. En caso de necesidad un hele
* Je veux dormir au fond des bois, pour que le vent / Fasse parfois frémir nismo complaciente les proporciona una fácil coartada; esto sucede
le feuillage mouvant / Et l’agite dans l’air comme une chevelure / Au-dessus de con la Condesa de Noailles, con Madame Gérard d’Houville, des-
ma tombe, et selon l’heure obscure / Ou claire, l’ombre des feuilles avec
le jour, / Y tracera, légére et noire, et tour á tour / En mots mystérieux, * Glauque matin, chaos d’azur / Opaque et dense comme un mur! /
arabesque supréme, / Une épithaphe aussi changeante que moi-méme. L’écumeux et mol paysage, / Comme une armée au bleu visage I ... 1 Bondit
sous mon regard.
70 LA POESÍA DEL JOVEN SIGLO LA POESÍA DEL JOVEN SIGLO 71
pués de haber sido, en lo que atañe a otros fines, el caso de Renée La realidad del amor supera a la realidad de la carne en este
Vivien, que quería poblar sus ensueños lesbianos. Con mayor fre discurso maternal y pueril, murmullo más hondo que todo pen
cuencia les basta encontrar en cualquier lugar del mundo (y no samiento.
ya fuera de él, como el poeta del Viaje) algo con que entretener (Pero yo deseo que se conceda el lugar que se les debe, un
su delirio “sensual, místico y clarividente”. El hecho es que el lugar eminente, a los pocos poemas dejados por Catherine Pozzi,12
hombre, su amor y el que inspira ocupan relativamente poco sitio primeramente a la oda titulada Ave, himno al “muy alto amor”,
en ese lirismo femenino. Es el universo de las cosas y de las sen de una nobleza excepcional y que contiene en sí el calor y la irra
saciones, las delicias del yo lo que atrae y fija una mirada interior diación pura de la llama.)
que la imagen de los seres no logra nunca retener mucho tiempo.
Una naturaleza exigente, egoísta, procura extender cada vez más Esos jóvenes poetas del nuevo siglo ¿revivirían por cuenta propia
lejos su imperio, gozar de sí mismo hasta el espasmo; sueña con las grandes aventuras y las pasiones del romanticismo? Hubiera
unas nupcias que la unirían con las potencias de la tierra. Profa sido necesario que extrajeran de sí algo con que alimentar las
nación, dice Maurras, quien pregunta “si debe haber bacantes”. angustias alucinantes, las desesperaciones y las tristezas del espí
Pero hay que dejar sin duda cierta libertad al genio, al demonio ritu que forcejea y se agita en su prisión —en fin, todos los elemen
personal. La Condesa de Noailles tuvo el suyo que la arrebató tos de donde brotan las rapsodias de un Musset— o encontrar una
pronto a las exaltaciones panteístas del Corazón innumerable y le salida, llegar al punto en que la pura humanidad es superada,
reveló, pasado el tiempo en que Maurras definía la moral del ro introducirse en los estados pre-místicos que favorecen el vuelo de
manticismo femenino, un nuevo cielo y un nuevo infierno: a la la alta poesía. Quizá únicamente Mme de Noailles tenía en sí lo
pasión de vivir se sumaron las pasiones del amor y, en la sombra que es preciso para trazar una existencia heroica. Desde otro lugar,
de los días, la muerte. Tal vez, según la honda frase de Cocteau, Paúl Drouot, en los fragmentos inconclusos de su poema en prosa
la que tendió el arco de la vida hasta romperlo para no sentir el Eurídice dos veces perdida, nos abre algunas veces las puertas de
vacío de un corazón al que sólo la posesión de lo absoluto hubiera esas soledades. Pero sólo los seres excepcionales se pueden arries
podido colmar, había sido “hecha para estar muerta”. gar en empresas tan agotadoras. El resto, con frecuencia los más
Y si la mujer puede, sin profanación, sin desecarse, cantar la cultivados, se aparta espontáneamente de lo trágico y pide ante
parte más íntima de sí misma, ¿no es acaso con la condición de todo a la poesía que aumente su gozo de existir, que adorne deli
que renuncie a atrincherarse en ella celosamente para dejarse pe cadamente la vida, sin hacer aparecer en ella, demasiado peligrosa
netrar por el deseo, por la necesidad ardiente de olvidarse? Las mente, sus profundidades. En suma, el neorromanticismo de los
confesiones más directas, limpias de toda sospecha de exhibicio años de 1900 triunfó en la elegía, porque una sensibilidad tierna,
nismo, como en Cécile Sauvage, quedan entonces en la naturaleza: impregnada de hermosos recuerdos literarios, acunada por la músi
ca, tenía naturalmente que expresarse en una poesía íntima, con
Soy en torno tuyo como la almendra verde movedora y musical. Además coadyuvó a que se produjera un
que cierra su estuche sobre el blanco almendruco, lirismo femenino recargado de sensaciones.
como la blanda vaina de algodonosos pliegues “Poesía demasiado acorde con el tono medio para excitar cóle
cuyo grano infantil y sedoso está oculto. ras” —decía, en 1905, Rémy de Gourmont,13 observador perspicaz
Conoces ya las lágrimas que suben a mis ojos, y, por otra parte, malintencionado. Ya libres del esteticismo y
saben profundamente a mi sangre en tus labios. sabiendo eludir las modas y los procedimientos estilísticos de los
pequeños simbolistas, los elegiacos se dejaron encantar por las “at
Escúchame ahora que me oyes todavía, mósferas poéticas” y por toda la tenuidad de los sentimientos
imprime tu boca pueril en mi seno.. * vagos, pero perdieron la llave del lirismo metafísico que procedía
* Je suis autor de toi comme l’amande verte / Qui ferme son écrin sur tu la connais, / Elle a le goút profond de mon sang sur tes lévres. / ... //
l’amandon laiteux, / Comme la cosse molle aux replis cotonneux / Dont la Écoute, maintenant que tu m’entends encor, / Imprime dans mon sein ta
graine enfantine et soyeuse est couverte. // La larme qui me monte aux yeux, bouche puérile...
72 LA POESÍA DEL JOVEN SIGLO
¡En las nieves, espejos inclinados sobre los abismos, tes lúcidos. Su discípulo Joachim Gasquet lo buscó durante toda
una estéril ninfa contempló sus lentos ojos! su vida y pudo hallarlo, pero siempre en los confines de una
Triste reina de los montes silenciosos y puros, elocuencia de fluir torrencial:
¿temes descender a mi seno mortal?
¡La eterna desesperación hace tan tierna tu mirada! Una tarde, contemplando el juego divino de las sombras,
en la superficie de los lagos adonde baja el sol,
En las riberas en que nací y que puedes conocer, yo bebí, sin saberlo, vencedor de los hechizos sombríos,
en el corazón único donde ^ate la fuente de mi sangre.
los puros sollozos de los vientos animarán tu voz;
el mirto y los laureles hacen allí unos bosques;
una esposa recoge la flor de mis años;
¡allí, donde las Musas nacieron, mis hijos crecerán! ¡Oh dulzura del Amor, que después me atormentas!
Veo henchirse mi vida en el origen de los torrentes.
Habitante de los montes cuyo corazón me ha hablado, Los pinos caen, con las entrañas rotas, bajo la tempestad,
reina con la frente velada por el alerce y el negro boj, y a mí incluso las manos me enlazan con los vientos.
ya que tu hermosa boca con mi boca se junta,
¡que en mis versos sollozantes tiemble toda tu desesperación! Como un mundo celeste donde arden las llanuras
¡Esposa! . . . ¡Hijos! . . . ¡Tristes pláticas! . . . y el puro resplandor atrae a los pájaros,
¡Lloremos junto a los torrentes! ... ¡Mezcla mis lágrimas con las a la vera del horizonte brillan los mares remotos
y mi sangre se quema en mí como el aire sobre las aguas.
[tuyas! ...
bfuestro amor concebirá alguna armonía joven
¡oh Ninfa para siempre unida a mi dolor! .. .4 ♦
Rocas, flores, aguas, fluye en mí la savia,
Signoret gusta de abandonarse al delirio verbal, proceder por medio mis cabellos están empapados del aroma de los bosques,
de afirmaciones discontinuas, cuya gratuidad se nos antoja en oca la palpitación de los gérmenes me agita,
el Cazador Universal me acribilla con sus dardos.5 *
siones evidente, y que se abren en un fondo de vapores traslúcidos,
donde se oye zumbar el mar de Provenza y vibrar el éter. Este
El llamamiento que resuena en este himno es el del Centauro
misterio hecho de luz fulgurante, estos arabescos líricos que suben
de Maurice de Guérin, el del Sátiro de Hugo (¿o el de los primeros
y se quiebran sin preocuparse de las cadencias oratorias, anuncian
versos de Rimbaud?). Efectivamente la poesía de Gasquet empa
un Valéry, un Valéry que es respecto de Signoret lo que un can rienta con la poesía panteísta de los grandes románticos; con suma
tor metafíisico e hiperconsciente puede ser respecto de un cantor frecuencia es humana, patética, encerrada en el círculo de la ale
espontáneo, cautivo de sus intuiciones y perdido en una embria
gría y el dolor. He aquí, pues, un clásico del Mediodía, cuya ascen
guez solar. dencia romántica (en el orden de los sentimientos y en el de la
Signoret sólo pudo realizar este lirismo merced a unos instan
retórica resplandeciente) no puede ponerse en duda. Pero el tér-
* Dans les neiges, miroirs courbés sur les abimes, / Une stérile nymphe * Un soir, en contemplant le jeu divin des ombres / Sur la face des lacs
a miré ses longs yeux! / Triste reine des monts purs et silencieux / Contre oü le soleil descend, / Sans le savoir, j’ai bu, vainqueur des charmes sombres, /
mon sein mortel craindrais-tu de descendre? / L’étemel désespoir fait ton Au coeur unique oü bat la source de mon sang. /...// O, douceur de 1’Amour,
regard si tendre! / ... // Aux bords oü je naquis et que tu peux connaitre / depuis tu me tourmentes! /Je vois gonfler ma vie aux sources des torrents. /
Les purs sanglots des vents animeront ta voix; / Le myrte et les lauriers y com- Les pines, les flanes ouverts, tombent dans les tourmentes, / Et moi, les
posent des bois; / Une épouse y cueillit la fleur de mes années; / Mes fils y mémes mains m’enlacent dans les vents. // Comme un monde céleste oü
grandiront; les Muses y sont nées! // Habitante des monts dont le coeur m’a s’enflamment les plaines / Et dont le pur éclat attire les oiseaux, / Au bord
parlé, / Reine au front de méléze et de buis noir voilé, / Puisque ta belle lévre de l’horizon luisent les mers lointaines, / Et mon sang brüle en moi comme
á ma lévre s’assemble, / Qu’en mes vers gémissants tout ton désespoir trem- l’air sur les eaux. / ...II Des roes, des fleurs, des eaux, ruisselle en moi la
ble! / Mon épouse! ... Mes fils!... O tristes entretiens!... / Pleurons prés séve, / Mes cheveux sont trempés de l’encens des foréts, / La palpitation des
des torrents! .. . Méle mes pleurs aux tiensl ... / Notre amour concevra quel- germes me souléve, / L’Universel Chasseur me crible de ses traits.
que jeune harmonie, / O Nymphe pour jamais á ma douleur unie.
78 EL DESPERTAR DE LA POESÍA MERIDIONAL EL DESPERTAR DE LA POESIA MERIDIONAL 79
mino clasicismo no se presta menos a la confusión que el término Pize, siguieron al renaciente, al poeta de la naturaleza, mientras
romanticismo: en un sentido amplio, designa una doctrina artís que los “neo-romanos” o “galicanos”, de André Mary a Fernand
tica y una ética que no exigen del hombre que sacrifique nada de Fleuret, se alistaron en la escuela del satírico.
sí mismo, por lo menos nada de otro, más que su gusto por
el desorden y su secreto deseo de asegurar el triunfo sobre él de las De este gran lirismo del Mediodía, que sería el equivalente francés
fuerzas irracionales. Precisamente Joachim Gasquet, en 1903, in de la obra de Mistral y los felibres, sólo poseemos hasta hoy, y
cluyó en sus Cantos seculares un prefacio de Louis Bertrand que tenemos que resignarnos a ello, unos esbozos o unos fragmentos
es un manifiesto en favor de una poética mediterránea y clá disímiles. Además, la poesía de los felibres es popular por sus
sica, fundada asimismo en la idea greco-latina, pero, no obstante, orígenes y profundamente autóctona, mientras que la mayor parte
más acogedora que la de Maurras. De nuevo, en 1921, abriendo de los poetas mediterráneos de lengua francesa son producto de
con un discurso-programa un florilegio publicado 6 en honor de una cultura intelectual refinada y extraída de diversas fuentes.
una agrupación efímera, de una nueva Pléyade, Gasquet atestigua Hay que advertir también que las distintas tentativas épicas de
su voluntad de asumir el máximo de naturaleza y de vida, de nuestros contemporáneos, de inspiración netamente urbana, nacie
cultivar todos sus entusiasmos, con la sola condición de ordenar ron en la vena de Zola, Verhaeren y Whitman y no en la de Mis
esta superabundancia y someterla a una hermosa forma. tral. Sin embargo, en el marco de la égloga, más generalmente
De hecho, la mayor parte de los meridionales no podía sen en el dominio de la poesía pastoril, una o dos composiciones de
tirse a gusto en el neoclasicismo del que Maurras (que fue el Louis Pize, y especialmente algunas églogas de F.-P. Alibert, nos
amigo, el educador, de muchos de ellos, y en particular de Gas dan idea de una hermosura virgiliana abundante y serena. Con
quet) trazó la estricta imagen. La historia de la adhesión de toda naturalidad en esta ladea ubertas vienen a fundirse, apenas
algunos a su doctrina es la historia de un equívoco. Su tempera notoriamente porque la asimilación es perfecta, elementos que
mento, su gusto por la copia latina, todo cuanto les unía a una proceden de Ronsard, Chénier o Lamartine —el Lamartine de las
naturaleza camal, o incluso los consejos de muerte y disolución Armonías, del cual Joachim Gasquet, hablando en nombre de
que insufla en el hombre, bajo el cielo de Provenza, un aire sus amigos, dijo que “presintió, por una especie de intuición su
abrasador, esterilizado por la luz, estas diversas tentaciones les blime, cuanto nosotros soñamos” (indudablemente soñaba, sobre
impedían adorar en espíritu y de verdad el aticismo que les pro todas las cosas, en poemas como La viña y la casa).
ponía Maurras —o, por lo menos, su obra desmentía lo que a veces Se ha dicho que nada es más misterioso que la luz. El hom
su razón aprobaba. Así se desenvolvió el clasicismo romántico de bre del sur se goza en las “tinieblas de oro”, esas que la joven
Gasquet y de algunos de sus amigos. Pienso ante todo en Xavier Parca de Valéry siente que la invaden tan pronto como ella ha
de Magallon,7 en quien encarnan hoy esas tendencias, poeta de besado sus párpados. Si varios líricos de las tierras de lengua de oc
forma estricta e intención clásica, pero cuya ascendencia hugoniana escucharon la lección de Maurras y Moréas, otros cedieron a las
es indudable. solicitaciones del mallarmeísmo. Mallarmé, merced a su encuentro
Por lo demás, si se confiesan adeptos de un maestro antiguo, con Aubanel, había adivinado, en cierto modo, la posibilidad de
no es de Racine, La Fontaine o Malherbe, sino de Ronsard este enlace entre el Norte y el Mediodía, y La siesta de un fauno
—Ronsard, que ha influido de tres maneras, y en sentidos dife mostraba incluso en qué sentido debía intentarse la conciliación.
rentes, en la poesía de nuestro tiempo, según el aspecto de su En 1894, Raymond de la Tailhéde trató de desposar el romanismo
obra hacia el cual se inclinaban con preferencia: los “romanos” y el mallarmeísmo en su Metamorfosis de las fuentes, que es tal
de 1894 vieron en él, sobre todas las cosas, el poeta “centranto- vez el primer ejemplo, entre los modernos, de ese lirismo pastoril
laurel;
* los líricos del Mediodía, un Lafargue, un Gasquet, un que cuadra a los poetas meridionales. Después vinieron Jean
Royére, de Aix, luego maestro de coro en la capilla que erigió
* En francés, máche-laurier. Alude a la formación de palabras compues a la sombra de su revista Phalange, y F.-P. Alibert, que eleva a su
tas con dos sustantivos, que Ronsard practicó en ocasiones. La presente ex
presión aparece en una Chanson de sus Amours de Cassandre: “D’un gosier punto más alto un mallarmeísmo de los mediterráneos. Pero vemos
masche-laurier...” también a un Fernand Mazade, pese a ser helenizante y casi
80 EL DESPERTAR DE LA POESÍA MERIDIONAL
Querida flauta, cañaheja en la que inflaba mis mejillas, mismo de Moréas. Haga lo que haga, cualquier ruido que se pro
delicia de mis dedos, mi fuerza y mi alegría, duzca en torno suyo, un ritmo único llena su vida, el de “su gran
ahora tú te plañes, al viento que te sacude, corazón sonoro, sombrío y sin par”. El último resplandor del
inútil rama que abandonó la savia.1 *** día, las sombras nocturnas, el piar de un ave, el eco de su paso
en el empedrado parisiense, todo le persuade de que está solo en
La evocación inicial nos trae el recuerdo de la elegía A los una tierra ingrata. Entonces acude a los objetos y a las fuerzas,
leñadores del Bosque de Gátine; la comparación con el boj y el como otros tantos testigos de su existencia.
alelí nos recordaría también, con su gracia ovidiana, una queja Pero, si humaniza la naturaleza, no llega a fundirse con ella,
del amante de Casandra y de Elena. Pero es en La Fontaine como los románticos. Por el contrario, necesita situarse en el
en quien hace pensar la ligereza de esas palabras imponderables, punto más alto de su ser, llevar a la conciencia más lúcida el sen
tan dulcemente devueltas a su esencia intelectual y sonora: piano timiento de su destino y de su soledad, para tratar a la naturaleza
sin pedal, de notas algo apagadas, encanto secreto de la melanco de igual a igual, con una familiaridad noble que hace que pense
lía. Además, ¿cómo leer este verso: mos en Petrarca y Ronsard.
Para efectuar este cotejo entre dos poderes, el hombre, lejos
Y me parezco a ti, otoñal naturaleza. . *♦
de reabsorberse en el todo, exalta lo que posee de más humano, y
sin reconocer de antemano al Moréas de los últimos años? su poema, cuando no le interrumpe nada, se eleva como un canto
En las Estancias “no hay nada, y está bien que sea así”. Con neto y desnudo. Semejante orgullo no le impide, sin embargo,
estas palabras Moréas da a entender, sin duda, su designio de ver en la hoja marchita y la flor ajada los más efectivos símbolos
renunciar a ocuparse en un tema particular; pero su canto, para de su vida. Si le espanta la muerte —sin humillarse jamás, no
quien sabe escuchar, expresa lo que es su alma. Por otra parte, obstante, ante su idea—, acepta el destino de su alma herida, trai
fue obra de un extraño fanatismo ver en este libro una obra maes cionada por el mundo, pero estoica. Aquí se borran las fronteras
tra y sin defecto: la Musa titubea frecuentemente, las cadencias entre la moral y la poesía; a medida que progresa en la posesión
chocan entre sí, y no hay muchas composiciones que no estén de sí mismo, Moréas domina mejor las palabras; componer un
deslucidas por algunas torpezas. Sin embargo, se cometería un verso perfecto es para él trabajar en su perfeccionamiento interior.
gran error, viendo en las Estancias, como se ha visto en ocasiones, Habiendo despojado por fin a su yo de todas las escorias, habién
un remedo, un simple ejercicio literario; fue mediante una pa dolo reducido a una simplicidad elemental y antigua, se condena
ciente actuación sobre sí mismo como el poeta llegó a descubrir a meditar incesantemente en dos o tres ideas, cuyas raíces se
la posibilidad de un acuerdo entre su itinerario espiritual y algu hunden en lo más hondo de su vida sentimental, y a expresarlas
nos de los grandes lugares comunes de la poesía.2 Ordenando y incansablemente en su poesía. De esta suerte, el lugar común
juzgando su vida, dio por su propia cuenta los pasos que caracte se le impone como una necesidad inevitable.
rizan en lo moral al estoico y en la literatura al clásico. Ahora bien, esos lugares comunes son más bien los del roman
Las Estancias son, ante todo, el poema de los pesares y la ticismo que los del humanismo. Ya en 1899 Charles Maurras
soledad. Su nostalgia de desterrado nutre incesantemente el pesi reconocía que, en las Estancias, se había incorporado al elemento
clásico de nuestra poesía toda el alma romántica .. .“cien años
* Substance de Cybéle, ó branches, ó feuillages, / Aériens berceaux des de fiebre, de nostalgia, de melancolía...” 3 Alma desesperada que
rossignols sauvages, / L’ombre est déjá menue á vos faites rompus, / Lan-
guissants vous pendez et votre vert n’est plus. / Et moi je te ressemble, tal vez no se ha confesado más noblemente en ninguna parte como
automnale nature, / Mélancolique bois ou viendra la froidure. / ... // en la segunda parte del libro VI:
Mais la Naíade amie, á ses bords que j’évite, / Hélas! ne trouve plus l’em-
preinte de mes pieds, / Car c’est le palé buis que mon visage imite, / Et cette Solitario y pensativo iré por los senderos,
triste fleur des jaunes violiers. / Chére flúte, roseaux oü je gonflais ma joue, / bajo un cielo frío que la alegría abandonó,
Délices de mes doigts, ma forcé et ma gaité, / Maintenant tu te plains: au y, lleno de amor el corazón, recogerán mis manos,
vent qui le secoue / Inutile rameau que la séve a quitté.
** Et moi je te ressemble, automnale nature. . . al pie de los álamos, las hojas del otoño.
84 BAJO EL SIGNO DE MINERVA
BAJO EL SIGNO DE MINERVA 85
Escucharé la brisa y el piar de las aves La belleza propia de las Estancias, de acuerdo con los precep
que cantan por los campos donde cae la noche. tos de Maurras, reside en los giros, la sintaxis, el número, esto
En la sombría pradera, junto a las tristes aguas,
quiero pensar largamente en la vida, en la tumba. es, en el movimiento del pensamiento y en las relaciones que el
poeta establece entre los elementos que manipula. En vez de
El aire helado fijará las ateridas nubes actuar como los poetas que se aferran a la tradición romántica
y el ocaso morirá dulcemente en la bruma. y simbolista, y se ingenian en inventar nuevas imágenes, aca
Entonces, cansado de andar, sentado en un lindero, bando por convertir la imagen; en un “cuerpo glorioso” en el que
tranquilo, partiré el pan de la amargura.
*
encama la poesía, Moréas usa imágenes justas, pero sin nada estu
He aquí sin duda lo más original que Moréas llegó a conse pendo o “pasmoso”; y es en la “disposición”, criterio para él de
guir en algunas de sus Estancias: un cierto tránsito de lo lírico a toda verdadera hermosura, donde pone su esfuerzo. Por otro lado,
lo trágico, una determinada sublimación de lo individual y del cree que una elaboración paciente lleva la obra al grado supremo
romanticismo interior que produce el efecto de trasmutar la ma de ininteligibilidad. Las sensaciones oscuras, los deseos, las pasio
teria del poema y esclarecerlo con una luminosidad clásica.4 Y si nes, los sufrimientos, todo el “dato” de la vida, debe eliminarse
él, en definitiva, soportó la vida, fue gracias a ese trabajo al que en favor de un esquema simbólico de líneas casi abstractas. Así
consagró sus fuerzas, gracias al sentimiento que tenía de la emi se afirma la supremacía de la razón sobre la realidad. Beneficio
nente dignidad del poeta, a ojos del cual el mundo solamente intelectual y moral notable; pero la poesía, sometida a tal trata
existe “para servir de pretexto a sus cantos”. Orgullo verdadera miento, ¿no corre el peligro de desembocar en la fórmula, la sen
mente pindárico, y que fue el único parapeto que Moréas pudo tencia, el género gnómico? Queriendo satisfacer en primer término
erigir contra la nada. a la inteligencia, excita menos la imaginación, pierde parte de su
poder sobre el lector en quien sólo ataca las partes más cultivadas
de la sensibilidad. Es preciso confesarlo: el canto razonable de
Las Estancias daban el ejemplo de una lengua y de un estilo
Moréas nos emociona sobre todo en la medida en que permite
puros (sin justificar, empero, todas las exigencias de los puristas).
adivinar el desorden que le precedió y que le confiere lo esencial
Llegando tras un siglo en que algunos modelos ilustres parecían
de su significación y de su humanidad.
legitimar las más absurdas incontinencias verbales, Moréas fue
I
conducido a volver por los fueros de las facultades electivas, a
tomar las palabras en su sentido pleno, a decir menos para dar II
a entender y sentir más; excelente medio de remediar la usura a
que conducían inevitablemente las tendencias a la “expresividad” Durante ese tiempo las ideas de Maurras se ordenaban decidida
patentes en tantas obras modernas; además, protesta “helénica” mente bajo el signo de la política. En efecto, para los teóricos
contra la inclinación latina hacia el verbalismo y la retórica.6 Pero de la Acción Francesa, literatura y poesía no son sino actividades
la tarea es difícil para el que se arriesga el primero en tamaña subordinadas; por nobles y altas que sean, su razón última es se
empresa y se expone al peligro de parecer seco y pobre; dígase lo guir siendo “fuerzas de institución” que contribuyen a situar la
que se diga para justificar su estilo desnudo, Moréas sólo por persona en el cuerpo social. Y es innegable que muchos de los
excepción escapa a este riesgo. colaboradores de la Revue Critique des Idées et des Livres, que
pretendieron trabajar en el renacimiento del clasicismo, primera
* Solitaire et pensif j’irax sur les chemins, / Sous le ciel sans chaleur que mente fueron seducidos por la argumentación política de Maurras
la joie abandonne, / Et le cceur plein d’amour, je prendrai dans mes mains / y sólo después pasaron a las letras.
Au pied des peupliers les feuilles de l’automne. // J’écouterai la brise et le cri Ahora bien, las bases de la doctrina neoclásica —adherida a
des oiseaux / Qui volent par les champs oü déjá la nuit tombe. / Dans la
mome prairie, au bord des tristes eaux, / Longtemps je veux songer á la vie, un método de pensamiento que fue definido como un “empirismo
á la tombe. // L’air glacé fixera les nuages transís / Et le couchant mourra organizador”— son sumamente estrechas: descansan en la concep
doucement dans la brame. / Alors, las de marcher, sur quelque borne assis, / ción de un “punto medio”,6 de un estado de equilibrio entre la
Tranquille, je romprai le pain de l’amertume. barbarie y la decadencia, que hubo de existir en Atenas durante
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un breve momento de la historia griega y en tomo de Luis XIV si aceptaron esta especie de renunciamiento es que frecuentemen
durante veinte o treinta años de la historia de Francia. El as te tenían muy pocas cosas que quisieran ser dichas.
pecto “mítico” de la idea clásica, reducida así a su esencia, lle Así, pese a Maurras, renacía una nueva variedad de alejandri-
vada a realidades históricas, aparecería pronto a plena luz. ¿Qué nismo (de formas netas, es verdad), y con ella el academicismo,
sabia elección no habrá sido precisa para llegar a una concepción ese doble del clasicismo auténtico. Lionel des Rieux había dicho
del helenismo en la cual no se dejó ningún lugar a Dionysos, e ya en 1896:10 “Sólo nos pertenece el orden de nuestros pensa
incluso Apolo fue preterido por una Minerva con casco? Y por mientos y no los elementos que componen esos pensamientos.
lo que se refiere al siglo xvn, se olvida demasiado que los éxitos Crear no es nunca más que combinar. Es imposible que no
de los grandes clásicos fueron individuales. Además esa idea de la imitemos. Y creo que se me concederá que es preferible, para
perfección está unida a una idea del hombre. ¿Se espera hacer un poeta francés, escoger sus modelos entre los escritores que ele
que reviva ese homo classicus? Porque de eso se trata; lo que se varon las letras francesas al ápice de la perfección que rebajarse
exige del escritor contemporáneo es una absoluta metamorfosis hasta los que acostumbraron vestir con una sintaxis negra ideas
de su ser, un constante esfuerzo sobre sí mismo, una contención de protozoarios.” Indudablemente; pero se trata de premisas que
espiritual en todo instante. Trabajo indispensable, puesto que no se desea aceptar; porque es incluso negar la experiencia poé
este hombre clásico de nuestro tiempo no tiene ya relación di tica querer ver en ella sólo “pensamientos” y convertir la creación
recta con la “naturaleza de las cosas”, y no sabría existir sino en una “combinación” de pensamientos.
fuera de esta naturaleza y contra ella. Tal “recreación” interior
es posible, sin duda, excepcionalmente, para los críticos, letrados ni
y hombres inteligentes que viven sobre todo por la inteligencia.
Pero en los poetas, el instinto y la sensibilidad, valórense como Los que soportan todo el peso de una doctrina estética, y viven
se quiera la voluntad y el gusto, deben, de un modo normal, y mueren en ella, son los discípulos bienintencionados, dóciles
imponerse a la conciencia crítica. Ahí reside sin duda el vicio componedores de frases hechas. Apenas se extinguió ayer la moda
secreto del neoclasicismo considerado como principio generador de las “salutaciones a Versalles” y las plegarias a Palas Atenea,
de la obra de arte. “virgen de la mirada límpida”. Por fortuna, los verdaderos poetas
En rigor, esta doctrina viene a satisfacer una exigencia de dan siempre con la poesía. En este caso particular acontece in
orden social, moral e intelectual. Frente a la creciente marea cluso que la doctrina, nefasta para muchos, ofrece a uno o dos
de ideas, sentimientos y sueños desencadenada por el romanti escritores los medios de llegar a una especie de belleza dórica, a
cismo europeo, muchos franceses se sintieron perdidos7 y les una manera de heroísmo poético y moral que desafía al siglo
pareció que el único medio de restablecer en ellos y en torno de y desprecia el éxito.
ellos el equilibrio amenazado era rechazar todo ese aflujo de ma Pero si hay una legión de poetas tradicionalistas, los neoclá
teria y de vida, y limitarse a emplear, tras una estricta inspección, sicos ortodoxos, cuya obra tiene algún valor, no son muchos. No
elementos ya pensados, ya clasificados por la tradición, franceses, se situará entre ellos a unos humanistas como Frédéric Plessis y
o naturalizados como franceses desde siglos. Este ademán de Pierre de Nolhac, ni a Auguste Angelier, que hubieran podido adu
regreso hacia unas reservas, en busca de un orden anterior, justi cir con justicia su afinidad con un petrarquismo francés, ni incluso
fica la frase de Suarés: “Entienden por clasicismo la imitación, y a Charles Le Goffic, celta romanizado, aunque lo alabara Maurras
sin reservas...” 8 Volver a lo pretérito, a un pretérito prejuzgado por haber dado “a la incertidumbre de las cosas una voz precisa,
sano y puro, es el deseo inquieto y no confesado de la mayor parte una voz clásica y latina”. Hasta los antiguos compañeros de
de los jóvenes discípulos de Maurras. Para ellos el clasicismo fue Moréas, aunque llegaran más o menos lejos en la senda que les
“un cierto modo de haber sido clásico”,9 que puede seducir por abrió, no creyeron tener que atenerse a lo puramente clásico, sin
su elegancia y por los exquisitos refinamientos que hace posibles, ninguna veleidad de independencia o sin compromisos con tra
pero que permite eludir lo más difícil de la creación artística, el diciones más recientes. Así Ernest Raynaud se trazó un camino
tránsito de la vida sentida a la vida expresada. Por otra parte, sinuoso; Raymond de La Tailhéde, tras haber sacrificado a los
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manes de Lebrun-Píndaro en unos cantos encomiásticos, vino a Malherbe, Maynard, Tristan, Racine y las estancias finales de la
profesar por ciertos aspectos del romanticismo una admiración que Casa del pastor. Pero Du Plessys, por la ardiente convicción que
le hizo deslizarse poco a poco hacia el eclecticismo y le condujo le sostiene y por su ciencia del lenguaje, escapa al reproche de
también, quizá no voluntariamente, a la contigüidad del Parnaso. remedo; el clasicismo en el que desemboca (como el de Moréas)
El culto del helenismo y el cuidado de la forma plástica facilitaron es el fruto de un esfuerzo tenaz para vencer toda bajeza y crear
esta evolución. en sí, mediante un acto de fe en la virtud de la perfección, una
Por lo demás, el mejor poeta de la Escuela, junto a Moréas, vida heroica.
fue indudablemente Maurice Du Plessys. Prendado de la nobleza Por desgracia, los éxitos son bastante raros en esta obra; Du
y la aristocracia, cuidadoso de “conservar su morrión sin tacha”, Plessys es un inspirado, por muy alto que ponga la paciencia y la
Du Plessys, cuya desgraciada suerte evoca el recuerdo del Chatter- disciplina, y le acontece, como a tantos otros de su grupo cuando
ton de Vigny, representa el “romano” puro, o, mejor aún, el la Musa les abandona, que se obstina en explotar todos los recur
romanista, el medievalista, perfecto conocedor de todas las épocas sos de la retórica. En vez del verdadero delirio, entonces sólo se
y todos los dialectos de la lengua de oil, y capaz de escribir a su encuentra la apariencia del delirio y frígidos arrebatamientos que
antojo en el idioma de la Canción de Rolando, a la manera recuerdan los furores concertados de los líricos del siglo xvm.
de Jehan de Meung, Eustache Deschamps o Fran^ois Villon. En cuanto a Maurras —nos referimos no al crítico ni al pro
Juego magnífico y desatinado en un hombre que apenas tenía sista, sino al poeta— sus admiradores no podían decorosamente
qué comer y que elevaba el culto de la poesía hasta el misticismo. resistir la tentación de elevarlo a la categoría de los Maestros
Du Plessys, ¡ay!, no está tan lejos como podría creerse de los insignes. Así se ha visto poner en las nubes composiciones que
“malditos” celebrados por Verlaine. no merecen semejante honor, como esa “oda histórica” a la
Pero hay en él, además del poeta arcaizante, que habló algu Batalla del Mame, excesiva y pesada máquina, por otra parte in
nas veces griego y latín, o romano, en francés, un elegiaco clásico. conclusa, donde la sinceridad ardiente del partidario se hunde
Sus mejores versos “modernos” enlazan una plenitud intelectual en los más lamentables artificios. El misterio de Ulises, bastante
y una musicalidad refinada. buen ejemplo de poesía alejandrina, revela la meritoria intención
Ya en el año 1896, en los Estudios líricos, Alcandro conjura así de reconciliar la poesía con el didactismo sibilino. Es indudable
a Carinice: que hay en Maurras una sensibilidad poética muy rica, todo un
concierto de voces interiores, un llamamiento a la belleza ritmada,
¿Es posible que tanta felicidad deje así, sombría, una frente? la única capaz de ordenar la vida, en un zumbido de luz y de
Dímelo, amor mío, y sepa yo por qué abejas diligentes. Pero este lirismo, siempre contenido, sólo apa
tu alma se adensa en tus ojos como la sombra rece en sus versos de cuando en cuando, particularmente en el
que tiembla al pie del árbol cuando la noche llega.
Descubrimiento, que resuena como una confidencia, como una
Tu pesar, paloma, contrista a la naturaleza; confesión grave y patética:
dime el inquieto pensamiento de tus ojos:
ven, permite que nuestras frentes mezclen sus cabelleras Me apareció la vida entera,
¡y dime que mi voz encanta a un alma herida!11 * su dureza, su amargura
y, en el sitio en que se estuviese,
Tales acentos, hasta tal punto extraños a la marcha cuotidiana de este dulzor que la perfuma.
las cosas, se sitúan en algún lugar del cielo de la poesía entre
Niño harto vivo, adolescente
* Se peut-il que tant d’heur laisse en sorte un front sombre? / Dis-le-moi, al que endureció la desgracia,
mon amour, et saché-je á quoi tient / Que ton ame á tes yeux s’épaissit a la postre en mi otoño siento
comme l’ombre / Qui tremble au pied de l’arbre á l’heure oü la nuit vient. // esta desganante dulzura.
Votre peine, colombe, attriste la nature, / Dites-moi de vos yeux l’inquiéte
pensée: / Viens, consens que nos fronts mélent leurs chevelures, / Et dis-moi Ya próximo a llegar al puerto
que ma voix charme une áme blessée! que apacigua el corazón de los hombres,
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no creo que a los pobres muertos logias griegas, latinas o españolas, como se distinguen las perlas
les vaya mejor que a nosotros. y los corales bajo el agua de un mar transparente”;14 en muchas
Y no conduzco hacia mi tumba de sus expresiones sobrevive el espíritu de costumbres y leyen
pesares, deseos ni envidias, das desaparecidas; por último, su sintaxis es más libre que la del
pero tiro en ella la antorcha francés moderno. Además la historia atestigua que los líricos de
de una esperanza insatisfecha.12 * Luis XIII trataron de conservar, pese a Malherbe, la sintaxis de la
Pléyade; La Fontaine actúa a lo Marot; Racine ha de defender
Mas imagino que la gran poesía de Maurras se seguirá bus sus arcaísmos frente a los pedantes; Fénelon y La Bruyére con
cando preferentemente en la prosa de Antinea o en el prefacio fiesan de un modo expreso que añoran las libertades del francés
de La música interior.13 del Renacimiento. Diríase que, por una necesidad estética, varios
de los más grandes poetas, hasta Chénier, o, si se quiere, hasta
Mientras Moréas recorría in mente las sucesivas etapas de la poe Sainte-Beuve, tuvieron que adoptar un vocabulario y una sintaxis
sía francesa, desde el tiempo de los trovadores al siglo de Malherbe que se rezagaban en el uso contemporáneo.16
y de Racine, mientras se instauraba el neoclasicismo, desde cerca Siguiendo su ejemplo, los romanos de hoy cultivan el arcaísmo,
de 1900 a 1910, el espíritu del romanismo primitivo seducía a con la convicción de que las palabras puramente francesas, pero
algunos poetas llamados neo-romanos o galicanos, que intentaron olvidadas, o casi en desuso, pueden cobrar de nuevo, situadas bajo
rejuvenecer y adornar la doctrina de la Escuela de 1891 y de una luz favorable, una mocedad y un poder de sugestión poética
cimentarla en una ciencia, en una ciencia filológica, histórica y que el ejercicio cuotidiano ha hecho perder a la mayor parte de las
folklorista. demás. Podrá objetarse que tal lengua es artificial, porque es una
Su dominio propio se extiende desde la Edad Media corte creación, e intemporal por añadidura. Es cierto; pero todo idioma
sana y legendaria hasta la época de Villon, hasta Ronsard, Régnier literario, y particularmente todo idioma poético, es siempre más
y los preclásicos. Se les imagina repitiendo después de Teófilo: o menos artificial, y este lenguaje es natural al menos por cuanto
“Malherbe (o Moréas) trabajó bien, pero trabajó para él.” Estos no contiene neologismos, restringe al mínimo las palabras llama
neo-romanos son evidentemente galos; amantes de los “antros y das eruditas y su “nobleza” reside, ante todas las cosas, en el
las fuentes”, que hechizaban a Ronsard, con frecuencia burlones, gran número de vocablos “populares” que usa. Dicho sea esto sin
satíricos, revoltosos; si hubieran vivido en tiempos de Luis XIV, prejuzgar acerca del porvenir de ese “alto francés”, en cuya elabo
se les hubiese encontrado, antes que en Versalles, en cualquier ración trabaja André Mary, especie de lengua muerta, de Koiné,
casa solariega de provincias, llevando una buena vida y leyendo, que, en su sentir, debe distinguirse cada vez mejor del “bajo
a escondidas de Boileau, las Travesuras u otros pasatiempos de francés” abandonado “al uso corriente del negocio y la política”.16
los días de la Pléyade. En resumen, libertinos al modo antiguo, En un caso tal, sólo puede hablarse de éxitos aislados, de fantasías
componen con toda conciencia una obra aristocrática digna de de poetas cultos.
gustar a pocos hombres. Por su lado Fernand Fleuret, satírico de verba atrevida y chis
Por lo demás, si prefieren a la lengua clásica la lengua “gala”, peante, se hace contemporáneo de Régnier y de Teófilo, comp si
tienen para ello sus razones: ésta es más rica, abunda en vocablos quisiera realizar un lirismo galicano, del cual Villon y Ronsard
llenos de savia; se distinguen en ella “todas esas magníficas etimo- fueron los precursores, y que no pudo, por razones diversas, dar
todos sus frutos en el siglo xvn. En André Mary, discípulo de
* La vie entiére m’apparut, / Sa dureté, son amertume / Et, quelque lieu Moréas y de Maurice Du Plessys, pero profundamente original,
qu’on ait couru, / Cette douceur qui la parfume. // Enfant trop vif/adoles- no hay nada de modernismo. En cambio, por boca de este poeta
cent / Que les disgráces endurcirent, / A mon automne enfin je sens / Cette erudito, gramático y filólogo, habla la naturaleza —la naturaleza
douceur qui me déchire. // Presque á la veille d’étre au port / Oü s’apaise le
coeur des hommes / Je ne crois plus les pauvres morts / Mieux partagés rústica y silvestre de una antiquísima Borgoña—, penetrada por
que nous ne sommes. // Je ne conduis vers mon tombeau / Regret, désir, ni un espíritu piadosamente adherido a cuanto atestigua la per
méme envíe, / Mais j’y renverse le flambeau / D’une espérance inassouvie. manencia de las cosas y el misterio de su existencia. Puede que
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los poemas más perfectos de André Mary haya que buscarlos entre de expresarse, y de expresar a veces el espíritu de nuestro tiempo,
sus Rondeles "renovados con retóricas del tiempo de los Valois”;17 utilizando a su antojo algunos recursos de la antigua lengua. A tal
los sentimientos personales encaman en una música verbal cuya vena arcaizante se apega una parte de la obra de Vincent Muselli,
apariencia es lo único anticuado: Léon Vérane y Charles-Théophile Féret (aquí iniciador más que
discípulo). Además de Femand Fleuret, varios satíricos cultivan
Melancolía, inquieta en el ardor de los largos días, la invectiva burlesca. Se desarrolla incluso un género "burlón”
donde se abrasan sin fin glicinas y tuberosas, —para adoptar un término de la Pléyade—, que tiene ya sus re
vive sólita, recluida en su dolorosa cartuja, glas y sus temas, género algo comparable con el cultivado por
y desde su reja ve y mira medrosa Marot y que tuvo larga vida en los siglos clásicos, quizá por moti
los devorantes soles eternizar su curso.
vos análogos a los que aseguran hoy el éxito de esa poesía inac
Pero, por el contrario, cuando se varean las nueces, tual, que no es la menos interesante de las que se han injertado
irguiendo tu menos triste frente donde las arrugas se ahondan, en el árbol de la "romanidad”.
abandonas tu cartuja por las negras ciudades,
Melancolía. Parece ya probado, hoy por hoy, que si el neoclasicismo integral
Bajo el granizo, que suena y brinca en los patios, pudo constituir una plataforma útil para una crítica dogmática
borrascas, escarchas y catarrosa bruma, —la de Maurras, Pierre Lasserre y Henri Massis—, ha sido incapaz
bajo la capa rayada de la lluvia de octubre, por sí sola para preparar el nacimiento de una literatura viviente.
hasta la chimenea en que atizo un leño cenizo, El orden sólo tiene valor cuando se ha obtenido mediante una
vienes a visitarme, dulce, con pasos de terciopelo, victoria sobre una naturaleza rebelde, cuando indica el fin y acaba
Melancolía.18 * miento de un lento trabajo de maduración intema. Situando, por
debilidad, el orden en el origen mismo de la obra, los neoclásicos
Pasmosa fortuna, y harto imprevista, de un género de forma fija; ortodoxos se condenaban a "hacer” poesía sin haberla “vivido”
por lo demás, "hipérbole”, hubiera dicho Mallarmé, y que evoca nunca y a ver en la creación poética un ejercicio de retórica supe
el recuerdo de la Prosa para Des Esseintes: rior. Solamente uno o dos llegaron a poner su alma en el menes
ter que desempeñaron. La mayor parte, en vez de dirigirse hacia
Porque instalo, por ciencia,
el himno de los corazones espirituales un arte helénico o raciniano, resucitaban las más desvaídas som
en la obra de mi paciencia.. .** bras del Parnaso, los fantasmas del academicismo, o se obstinaban
heroicamente en seguir la ruta de un seudoclasicismo totalmen
De cualquier modo, esa defensa y esta ilustración del arcaísmo te artificial y verbal que inducía a echar de menos la elocuencia
llevadas a término por André Mary y Femand Fleuret no han de J.-B. Rousseau y de Lefranc de Pompignan.
sido inútiles: en efecto, es bastante considerable el número de Puede decirse sin incurrir en injusticia que el éxito del neocla
poetas de cultura humanística que han concebido el propósito sicismo en el período que precedió a la guerra hubo de coincidir
con una cierta debilitación del "sentido de la poesía”, en el espí
* Mélancolie en peine en l’ardeur des longs jours, / Oü vont brúlant sans ritu de los cultos, en provecho de una inteligencia renovada dé las
fin glycine et tubéreuse, / Vit seulette, recluse en chartre douloureuse, / Et bellezas éticas y razonables que hinchen en Francia los siglos xvn
volt parmi sa grille et regarde peureuse / Les soleils dévorants étemiser leui y xviit. Tal observación permite subrayar el evidente beneficio
cours. // Mais quand vient que la noix est gaulée, au rebours, / Levant ton de todo este movimiento de "reacción” literaria. Triunfó donde
front moins triste oü la ride se creuse, / Pour les noires cités tu laisses ta
chartreuse, / Mélancolie. // Par le gréle qui sonne et bondit dans les cours, / la buena voluntad de los profesores fracasaba con harta frecuen
Par bourrasques, frimas et brume catarrheuse, / Sous le manteau rayé de la cia; gracias a él se han vuelto a poner a plena luz, y a los ojos de
pluie octobreuse, / Dans I’átre oü je tisonne une büche cendreuse, / Tu viens los propios escritores, las bellezas clásicas y muchas de las que les
me visiter, douce, á pas de velours, / Mélancolie. precedieron y las hicieron posibles, de la Edad Media al Rena
** Car j’installe, par la science, / L’hymne des coeurs spirituels / En
l’oeuvre de ma patience... cimiento. Una lección de estilo, en el sentido más elevado de la
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