Por Que Analizar El Amor Mlesteban Rmedina Atavora
Por Que Analizar El Amor Mlesteban Rmedina Atavora
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DESAFÍOS
Podríamos quizá finalizar subrayando la idea de que la reflexión sobre la interacción
amorosa, precisamente por su inserción específica en el ámbito más íntimo y cotidiano de nuestra
vida, puede proporcionar un lugar privilegiado para entender en toda su complejidad el cómo se
generan, se mantienen y se transforman las desigualdades de género. Es decir, que una
determinada ideología y práctica del amor compone (atraviesa, permea, y amplifica) de manera
específica una forma determinada y naturalizada de convertirnos individual y socialmente en
hombres y mujeres, de construir para las mujeres una identidad de género subordinada que nos
conforma como las “otras”, lo cual tiene consecuencias definitivas a muy distintos niveles del
espectro de las relaciones de género. Aquí no se si estoy totalmente de acuerdo porque podríamos
hablar de que quizá sí hay otro discurso subalterno nuestro de la “cultura de las mujeres” que
podría ser propio, creo que hasta cierto punto esta es una hipótesis en la que tenemos cierto
disenso. Dice Braudillard que cuando un discurso está intentando “controlar o dominar” algo es
que hay un leit-motif, es decir alguien que se está oponiendo aunque ese alguien no tenga
nombres y apellidos (masa, mujeres…), no se
Pero, más allá de los resultados concretos de nuestra investigación y conscientes de
nuestra instalación en una propuesta, siguiendo a Donna Haraway (1995), situada, subjetiva,
parcial e incompleta en sí misma, y necesitada, por tanto, de otras que discutan con ella,
consideramos que el estudio transversal del amor puede tener aportaciones directas o indirectas
muy significativas para las distintas disciplinas en las que nos situamos.
Así, por ejemplo, en el caso de la historia de la ciencia, nos puede permitir expandir, en el
marco de la tradición foucaultiana, la indagación sobre cómo el conocimiento experto sobre el
amor en occidente, contribuye a conformar la identidad a través de diversas tecnologías de la
subjetivación. De forma particular, acercarnos al amor como objeto de estudio, nos posibilita
profundizar en el tráfico de ideas entre legos y expertos, más allá de la dicotomía expertos/legos y
de las concepciones tradicionales que entienden que este tráfico es unidireccional desde la
comunidad experta hacia una “dócil” comunidad lega. Esto nos puede permitir no sólo
desentrañar los mecanismos de la dominación sino también, reconocer las respuestas (o
resistencias) así como la producción propia de discursos por parte de las mujeres fuera de los
acotamientos del discurso experto o, en un sentido amplio, de la dominación.
Desde un punto de vista antropológico, el estudio etnográfico de los itinerarios corporales
amorosos puede ayudar a avanzar en el análisis de la producción, reproducción y cambio de las
relaciones de género, ofreciendo perspectivas teórico-metodológicas que den un paso más en el
conocimiento sobre el funcionamiento de los sistemas de género, así como en la sistematización
de nuevas formas de explicar la existencia humana, de abordar las tensiones y relaciones entre la
naturaleza y la cultura, las teorías y las prácticas, los discursos y las actividades humanas. Por
último, si se verifica nuestra hipótesis de que el amor es un elemento no sólo central en la vida de
las mujeres sino también en el surgimiento de los síntomas y el sufrimiento mental, esto podría
servir para replantear en profundidad tanto la elaboración de los diagnósticos como los abordajes
terapéuticos dentro de la psicología y psiquiatría.
Quizá convenga, por último, de nuevo enfatizar, que este objeto de estudio creemos nos
permite también recuperar las posibilidades emancipatorias de los propios discursos y prácticas
de las mujeres, en la línea de algunas perspectivas teóricas actuales, como la teoría de la práctica
o el estudio de las relaciones de hegemonía/subalternidad, que rescatan tanto la dimensión de
seguimiento de los mandatos culturales como las de resistencia y cambio de las acciones
humanas. Todo lo cual puede enriquecer la investigación feminista en su conjunto y ser de gran
utilidad incluso para la acción social y política.
En un momento histórico como el que estamos viviendo, de balance sobre los logros y las
formas de lucha por la igualdad, en diferentes campos, es imprescindible ofrecer instrumentos de
análisis para poder observar lo que dentro de nosotras es aún entendido como «natural» y puede,
por tanto, ser transformado. Desde ahí, el estudio sobre nuestros propios valores y prácticas en
relación al amor se pueden convertir en una fuente privilegiada para el cambio individual y
social.
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ii
Como ejemplo de esta naturalización podríamos tomar también algunas de las reacciones apuntadas anteriormente por parte de
las feministas.
iii
Hasta ahora nos encontramos con estudiosas y estudiosos del amor desde la psicología, la antropología o la historia,
pero no desde la inclusión dinámica de perspectivas diferentes cuyo resultado sea mucho más que una suma de ellas. Es por ello
que pretendemos abordar nuestro proyecto desde la interdisciplinariedad como «revelador de lo no visible» (Méndez Rubio 2003).
La metodología interdisciplinar, un enfoque particularmente cultivado por los estudios feministas y los estudios culturales, aporta
una concepción no elitista de la cultura, la apreciación de que el conocimiento avanza desde la diversidad y la reconexión entre
teoría y práctica como una vía para la transformación social.
iv
Connell (???) considera el “género como una estructura de relaciones sociales” que interaccionan de manera continua y que se
plasman como objeto de estudio en tres estructuras: a)“Trabajo”; b) “Poder” y c) “Cathexis”. Esta última se ha ampliado en la
investigación de del Valle et Al. (2002) y se identifica como “Organización de las emociones”.
v
Las otras dos estructuras serían la relativa a las relaciones de poder y a las relaciones de producción.
vi
A pesar de que la historiografía tradicional no ha profundizado aún en el estudio específico del discurso científico sobre el amor,
ya existen en nuestro entorno académico algunas revisiones feministas sobre saberes psicológicos (Bosch Fiol 1992,1994).