Fundamentos de Derecho de Accion Popular

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Fundamentos de derecho

Con repecto a la naturaleza de la acción la Corte Constitucional a través de sus sentencia C


- 459 de 2004, ha manifestado lo siguiente:

Las acciones populares combinan el deber de solidaridad que a todas las personas les
atañe, con la potestad del Estado para inducir, promocionar, patrocinar, premiar y, en
general, estimular el ejercicio de tales acciones en orden a la materialización y
preservación de determinados bienes jurídicos de especial connotación social. Lo cual
encuentra arraigo constitucional en el hecho de que nuestra Carta Política no prohíja un
modelo ético único, pues, según se vio, la pluralidad de pensamiento y el respeto a la
diferencia campean cual coordenadas rectoras de las instituciones del Estado y de las
relaciones entre los particulares y las autoridades públicas. Es decir, respetando el
pensamiento que cada cual pueda tener sobre la forma de hacer efectivo su deber de
solidaridad, el Congreso prevé un estímulo que resulta válido frente a la efectiva defensa
de los derechos e intereses colectivos. De suerte tal que, a tiempo que el demandante
reporta un beneficio para sí, la sociedad misma se siente retribuido con la efectiva
reivindicación de sus derechos e intereses colectivos.

Esta acción constituye una facultad especial que se concede a todas las personas para que
acudan ante los jueces con el ánimo de impugnar actuaciones u omisiones de las
autoridades o de los particulares que atenten contra el interés público o los bienes de la
comunidad, entendida esta última como una pluralidad de sujetos, más o menos amplia,
sea determinable o no. La acción popular es pública y por tanto podrá ejercerla cualquier
persona natural o jurídica, por si misma o a través de apoderado judicial sin la necesidad
de acreditar interés en ello. Además corresponde a la jurisdicción de lo contencioso
administrativo conocer de los procesos que se adelanten en ejercicio de la acción en
comento, cuando esta se dirija en contra de entidades públicas o los particulares en
ejercicio de funciones públicas, en los demás casos conocerá la jurisdicción civil ordinaria.

En cuanto a su caducidad este tipo de acciones pueden promoverse mientras permanezca


en el tiempo la amenaza o el peligro al derecho o interés colectivo, cuando estén dirigidas
a volver las cosas a su estado anterior el término para interponerla será de cinco años
contados a partir de la acción u omisión que produjo la alteración.

En la sentencia de la corte constitucional (C-215/99) se dice lo siguiente: “Cabe anotar,


que la Constitución de 1991 no distingue como lo hace la doctrina, entre intereses
colectivos e intereses difusos, para restringir los primeros a un grupo organizado y los
segundos a comunidades indeterminadas, pues ambos tipos de intereses se entienden
comprendidos en el término “colectivos”. Las acciones populares protegen a la comunidad
en sus derechos colectivos y por lo mismo, pueden ser promovidas por cualquier persona
a nombre de la comunidad cuando ocurra un daño a un derecho o interés común, sin más
requisitos que los que establezca el procedimiento regulado por la ley.”

Las acciones populares se ejercen para:

• Evitar el daño contingente.

• Hacer cesar el peligro, la amenaza, la vulneración o agravio sobre los derechos e


intereses colectivos.

• Restituir las cosas a su estado anterior cuando fuere posible.

La acción popular puede ser preventiva, restitutoria e indemnizatoria.

Es preventiva cuando se pretenda eliminar la amenaza a un derecho o interés colectivo


para evitar su violación definitiva.

Es restitutoria cuando apunta a que las cosas vuelvan a su estado anterior a la vulneración
o amenaza, en la medida en que fuere posible.

Es indemnizatoria cuando se haya causado daño a un derecho o interés colectivo, a favor


de la entidad pública no culpable que los tenga a su cargo.

La acción popular procede cuando se reúnan los siguientes requisitos:

- La existencia de un interés o derecho colectivo que se encuentre amenazado o


vulnerado.

- La acción u omisión de una autoridad pública o de particulares que amenaza o viola el


interés o derecho colectivo.

- La acción debe promoverse durante el tiempo en que subsista la amenaza o la


vulneración del derecho o interés colectivo.

La acción popular se ejerce aun cuando existen otros mecanismos de defensa judiciales?

La acción popular fue consagrada constitucional y legalmente como un mecanismo


autónomo, principal y no subsidiario de protección de derechos e intereses colectivos. Por
tanto, las acciones populares se ejercen independientemente 1 de que existan otros
medios de defensa para alcanzar las pretensiones de amparo.

1
Consejo de Estado, Sección Tercera, Sentencia del 1 de noviembre de 2001. Expediente 73001-23-
31-2000-8654-01
Esta es la diferencia con la acción de tutela, garantía que es viable ante la inexistencia o
ineficacia de otros medios de defensa judicial.

El derecho a la movilidad

El derecho a la movilidad implica una reflexión en términos ontológicos y teleológicos,


está vinculado con lo correcto, lo justo, lo legítimo, con la aproximación a la igualdad real,
con productividad, rendimiento económico, integración territorial, espacio público y
medio ambiente.

Este derecho permite que las personas alcancen por medio de los desplazamientos
diversos fines y en consecuencia a través del movimiento agregar valor a la vida en simple
satisfacción personal o utilidad económica. Hay quienes creen que el derecho a la
movilidad está vinculado a tener un vehículo motorizado, como el automóvil y para los
menos pudientes una motocicleta, lo cual está lejos del escenario ideal que supone la
provisión y utilización de sistemas de transporte colectivo y masivo de buena calidad, en
condiciones de seguridad y más amigables con el medio ambiente, es decir avanzar hacia
lo que algunos han denominado la pacificación del tráfico.

El artículo 24 de la Constitución Política de Colombia prevé: “Todo colombiano, con las


limitaciones que establezca la ley, tiene derecho a circular libremente por el territorio
nacional, a entrar y salir de él, y a permanecer y residenciarse en Colombia”.

Distintas normas internacionales a las cuales ha adherido Colombia reconocen el derecho


a la circulación, el cual sólo es susceptible de limitaciones para prevenir infracciones
penales o para proteger la seguridad nacional, el orden público la moral o la salud públicas
y los derechos libertades de los demás. Derecho que en conexidad directa con los fines
constitucional y legítimamente perseguidos y previa una definición clara y suficiente de
éstos, solo puede ser suspendido no derogado, desnaturalizado, privado de contenido o
limitado de manera permanente. Sobre este particular la Corte Constitucional expreso sus
consideraciones en la sentencia C-295 de 19962.

2
Fridole Ballén Duque**. DERECHO A LA MOVILIDAD. LA EXPERIENCIA DE BOGOTÁ, D.C.Comisión Nacional
del Servicio Civil. 2007. Encontrado en:
http://www.umng.edu.co/documents/63968/72398/11.DerAlaMovilidad.pdf
Derecho a un ambiente sano frente a las emisiones sonoras y químicas de los
automotores

Al respecto la Corte Constitucional Sentencia No. T-210/94, establece lo siguiente, con


respecto al derecho un ambiente sano:

En principio, la acción de tutela ejercida con el objeto de evitar el ruido es improcedente.


La contaminación por ruido afecta directamente el derecho colectivo a un medio
ambiente sano (CP art. 79), para cuya protección el ordenamiento jurídico dispone las
acciones populares (CP art. 88). Los problemas derivados del ruido inciden sobre la calidad
de la vida, por lo que modernamente se considera que el ruido es uno de los factores de
deterioro ambiental.

Si bien la perturbación por ruido tiene relación estrecha con el derecho ambiental, el
grado en que esa perturbación se produce y la omisión de la autoridad pública en
controlar las situaciones de abuso mediante los instrumentos legales que regulan el
ejercicio de los derechos y libertades para posibilitar la convivencia pacífica, son factores
que pueden propiciar la vulneración de otros derechos fundamentales que protegen a la
persona contra hechos molestos, en particular el derecho a la intimidad personal y
familiar.

La doctrina extranjera claramente distingue entre los ruidos inevitables - industriales, de


tráfico, aeroportuarios -, y los ruidos cuyo control es perfectamente posible. Mientras los
primeros son de difícil erradicación, en atención a los costos económicos y a las
transformaciones urbanísticas que requeriría su eliminación o reducción, a través de
políticas de Estado de mediano y largo plazo, los segundos son fácilmente evitables,
mediante la exigencia oportuna de los deberes de respeto del otro o "alterum non
ladere".

En efecto, una gran cantidad de los ruidos molestos producidos en la vida social son
susceptibles de control mediante el ejercicio moderado y razonable de los derechos y
libertades y el respeto de los derechos del otro. Se abusa de la tolerancia propia de un
régimen democrático cuando so pretexto del ejercicio de la libertad se desconocen los
derechos del otro. No debe olvidarse que los derechos consagrados en la Constitución
aparejan deberes y responsabilidades que deben guiar y moderar las actuaciones
particulares (CP art. 95).

Según Sentencia No. T-226 de 1995, toda persona tiene derecho a vivir en condiciones de
paz y tranquilidad y con esto se tiene que: “El derecho a la vida comporta la dimensión
integral del hombre como ser digno; en consecuencia la vida digna exige un mínimo de
bienes internos, y dicho en otros términos, toda persona tiene derecho a vivir en
condiciones de paz y tranquilidad. La paz como derecho supone la relación social, se
manifiesta como la convivencia ordenada entre los ciudadanos. La tranquilidad individual
es un derecho personalísimo derivado de la vida digna, es una tendencia inherente al ser
personal y un bien jurídicamente protegible que comprende el derecho al sosiego, que se
funda en un deber constitucional, con lo cual se mira el interés general. De ahí que
jurídicamente sea diferente el derecho constitucional a la paz, que es un derecho social,
con el derecho a la tranquilidad de una persona que es una prerrogativa subjetiva; luego,
cuando éste se perturba existen otras vías judiciales distintas a la acción de tutela, salvo el
caso que se ocasione un perjuicio irremediable. Es evidente que el ser humano tiene
derecho a la tranquilidad y como tal este derecho constituye un bien jurídico protegible
por el Estado y la sociedad; es así como la tranquilidad es uno de los deberes previstos en
el artículo 95, numeral 6 Superior”.

USO Y GOCE DEL ESPACIO PÚBLICO

Según sentencia del Concejo de Estado3, Dentro de las competencias de los municipios, se
encuentra la de proteger el uso y goce del espacio público en su jurisdicción, comoquiera
que de conformidad con lo dispuesto en los artículos 82 y 315-1 de la Constitución Política
y 5° de la Ley 9 de 1989, los alcaldes son la primera autoridad de policía en su respectivo
municipio y por lo tanto tienen el deber legal de hacer cumplir las normas constitucionales
y legales. Así lo ha preciado la jurisprudencia de esta Sala.

El mencionado artículo 5° de la Ley 9 de 1989 establece que las vías y las zonas destinadas
a la circulación vehicular y peatonal forman parte del espacio público y el artículo 5° del
Decreto 1504 de 1998 agrega que uno de tales componentes son los sistemas de
circulación vehicular y peatonal.

Adicionalmente, de conformidad con lo dispuesto en el artículo 2° de la Ley 769 de 2002,


por vía se entiende la “Zona de uso público o privado, abierta al público, destinada al
tránsito de vehículos, personas y animales.”

La Moralidad Pública

La moralidad administrativa es el derecho que tiene la comunidad a que el patrimonio


público sea manejado de acuerdo con la legislación vigente y con la diligencia y cuidado
propios del buen funcionario. El ejercicio de la función pública debe estar guiado por los
principios de igualdad, moralidad, eficacia, economía, celeridad, imparcialidad y
publicidad.

3
Consejo de Estado, Sala de lo Contencioso Administrativo. Sección Tercera. C. P. (E): MARIA CLAUDIA ROJAS
LASSO. Radicación número: 68001-23-15-000-2003-01516-01(AP). Fecha: 6 de mayo del 2010.
En este sentido, aunque las acciones populares en virtud de su naturaleza son un
mecanismo judicial de protección de derechos, desde una perspectiva más amplia son
una forma de instrumentalizar la democracia participativa, pues permiten a la ciudadanía
invocar de manera directa la protección de los derechos e intereses colectivos. De
manera especial, las acciones populares dirigidas a procurar la protección de la moralidad
administrativa adquieren relevancia en la medida en que se presentan como un
mecanismo a través del cual la población puede involucrarse en la protección de los
asuntos públicos.

En septiembre de 2001 el Consejo de Estado al emitir una sentencia de acción popular 4,


abordó nuevamente el tema señalando que el derecho colectivo a la moralidad
administrativa tiene un significado distinto al que se le otorga a la regla moral individual.
En este sentido, añade que la moralidad administrativa debe ser analizada bajo la óptica
de la función administrativa, definida como una proyección exterior de la conducta de la
autoridad que se entrelaza con principios constitucionales y normas jurídicas. El
mencionado planteamiento lleva a la Sección Tercera del Consejo de Estado a considerar
la moralidad administrativa como un principio-derecho, caracterizado por tener una
textura abierta que implica que la determinación de su alcance solo pueda darse al
analizar los hechos en el caso concreto.

Como complemento a lo anterior, la Sección Tercera del Consejo de Estado en fallo


emitido en junio de 2005, estableció que la vulneración a la moralidad administrativa
“surge cuando se advierte la inobservancia grosera, arbitraria y alejada de todo
fundamento legal, de las normas a las cuales debe atenerse el administrador en el
cumplimiento de la función pública”. Esta providencia explica adicionalmente, que la
conducta generadora de la afectación a la moralidad debe incorporar el elemento de
antijuridicidad entendido como “la intención manifiesta del funcionario del vulnerar los
deberes que debe observar en los procedimientos a su cargo” 5.

En este orden de ideas, la moralidad administrativa persigue que toda la gestión


administrativa estatal esté encaminada al recto cumplimiento de los principios, reglas y
valores establecidos en la Constitución y en las leyes y, por ende, se encuentra consagrada
en la defensa del colectivo general. En estas condiciones la moralidad administrativa
expresa la exigencia de una forma de vida social; y debería ser un referente de la sociedad
y de los miembros de la misma, ya que la función de los gobernantes es guiar las
actuaciones del Estado, para cumplir con los cometidos esenciales de servir a los

4
CONSEJO DE ESTADO. Sección tercera. Sentencia del 6 de septiembre de 2001. C.P. CARRILLO
BALLESTEROS, Jesús María. Radicación: 13001-23-31-000-2000-0005-01(AP-163).
5
CONSEJO DE ESTADO. Sección tercera. Sentencia del 2 de junio de 2005. Radicación: AP-720 de 2005.
gobernados, de promover la prosperidad general y de garantizar la efectividad de sus
principios, deberes y derechos.

Derechos de los consumidores y usuarios

Son los derechos que tienen los consumidores que adquieren bienes o servicios,
cualquiera que sea su naturaleza, así como los usuarios que disfrutan servicios públicos
prestados por entidades públicas o privadas, a que el bien o servicio sea de calidad,
cantidad e idoneidad óptimas para su uso y goce.

La protección a los consumidores y usuarios en Colombia encuentra respaldo


constitucional mediante los artículos 334 y 78, al respecto estos artículos señalan:

El Artículo 334 consagra la “... intervención del Estado, por mandato de la ley, en la
producción, distribución, utilización y consumo de los bienes, y en los servicios públicos y
privados, para racionalizar la economía con el fin de conseguir el mejoramiento de la
calidad de vida de sus habitantes…”

La aplicación de la anterior norma se debe llevar a cabo de acuerdo con el mandato


constitucional teniendo en cuenta el artículo 78, el cual establece la protección al
consumidor como derecho colectivo, y se deja a la Ley como encargada de fijar los
parámetros para regular tal control a los bienes y servicios. El artículo 78 establece:

La ley regulará el control de calidad de bienes y servicios ofrecidos y prestados a la


comunidad, así como la información que debe suministrarse al público en su
comercialización. Serán responsables, de acuerdo con la ley, quienes en la producción y en
la comercialización de bienes y servicios, atenten contra la salud, la seguridad y el
adecuado aprovisionamiento a consumidores y usuarios.

El Estado garantizará la participación de las organizaciones de consumidores y usuarios en


el estudio de las disposiciones que les conciernen. Para gozar de este derecho las
organizaciones deben ser representativas y observar procedimientos democráticos
internos.

Ahora bien, en lo atinente al derecho o interés colectivo de los consumidores o usuarios,


vale la pena advertir que el artículo 78 constitucional atribuye naturaleza colectiva a los
consumidores de bienes y servicios. De esta dualidad normativa se deriva que los usuarios
de los servicios públicos son una especie del género de los consumidores y si bien unos y
otros merecen una protección y sus derechos alcanzan una dimensión colectiva
susceptible de amparo a través de las acciones populares, el Estado debe atender más la
situación de los primeros, toda vez que estos son consumidores de actividades
“inherentes a la finalidad social del Estado” (artículo 369 constitucional) 6.

6
CONSEJO DE ESTADO, SALA DE LO CONTENCIOSO ADMINISTRATIVO, SECCIÓN PRIMERA. C. P.: Doctor
RAFAEL E. OSTAU DE LAFONT PIANETA. Radicación núm.: 25000 2315 000 2004 02006 01. Bogotá, D. C.,
cuatro (4) de febrero de dos mil diez (2010).

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