Keats Poemas

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Si firme y constante fuera yo, brillante estrella, como tú, John Keats

Si firme y constante fuera yo, brillante estrella, como tú,


no viviría en brillo solitario suspendido en la noche
y observando, con párpados eternamente abiertos,
como paciente e insomne ermitaño de la Naturaleza,
las agitadas aguas que en su sagrado empeño
purifican las humanas costas de la tierra,
ni miraría la suave máscara de la nieve
recién caída sobre los montes y los páramos;
no, aunque constante e inmutable.
reclinado sobre el pecho maduro de mi amada,
sintiendo por siempre su dulce vaivén,
despierto para siempre en dulce inquietud,
callado, para escuchar en silencio su dulce respirar
y así vivir siempre –o morir en el desmayo.

Carta a sus hermanos (Hampstead, 22 de diciembre de 1817)

“….Pasé la tarde del viernes con Wells y a la mañana siguiente fui a ver La muerte sobre el
caballo pálido. Es un cuadro admirable si se tiene en cuenta la edad de Wells, pero no hay nada allí
que produzca intensidad, mujeres que uno quisiera besar con locura, rostros creciendo hacia la
realidad. La excelencia del arte es su intensidad, capaz de hacer que todo lo desagradable se evapore
al hallarse en estrecha relación con la belleza y la verdad (…) Tuve una disquisición –no una
disputa- con Dilke, sobre varios temas ; muchas cosas se ensamblaron en mi mente, y de pronto me
sobrecogió esa cualidad que Shakespeare poseía tan grandemente; quiero decir “capacidad
negativa”, o sea, cuando un hombre es capaz de ser en la incertidumbre, los misterios, las dudas, sin
ninguna irritada búsqueda tras los hechos y las razones.”

Carta a Richard Woodhouse (27 de octubre de 1818)

“En cuando al carácter poético en sí mismo (me refiero a esa especie de la cual soy miembro, si es
que soy algo; esa especie distinta de la wodsworthiana o egoísta sublime: es algo per se y que existe
sola) es algo que no es, que no tiene yo, es todo y nada. No tiene carácter, goza de luz y de la
sombra; vive en lo que le place ya sea recto o vil, alto o bajo, rico o pobre, humilde o elevado.
Encuentro tanto deleite en concebir un lago como un Imagen. Lo que choca al filósofo virtuoso
encanta al camaleón poeta. El sabor del lado oscuro de las cosas no ofende su gusto más que el
brillante pues ambos acaban en especulación. Un poeta es lo menos poético de la existencia, ya que
carece de identidad desde el momento en que se ve continuamente en la necesidad de ocupar el
cuerpo de otro, el sol, la luna, el mar, los hombres, y mujeres, todo ellos criaturas de impulso, son
poéticos, y poseen el atributo inmodificable; el poeta no tiene ninguno, carece de identidad; es
seguramente la menos poética de todas las criaturas de Dios. Es triste confesarlo, pero es un hecho
cierto que ninguna palabra que yo pronuncie puede ser considerada como una opinión proveniente
de mi identidad, ¿Cómo podría serlo si carezco de naturaleza? Cuando estoy en un cuarto con gente
y dejo de especular sobre creaciones de mi propio cerebro, entonces no soy yo mismo quien regresa
a mí, sino que la identidad de cada uno del cuarto comienza a presionar tanto sobre mí que en pocos
instantes me anonada y esto no solo entre hombres, me ocurriría lo mismo en una guardería de
niños”.

Oda a un ruiseñor, John Keats


Me duele el corazón y aqueja un soñoliento
torpor a mis sentidos, cual si hubiera bebido
cicuta o apurado algún fuerte narcótico
ahora mismo, y me hundiese en el Leteo:
no porque sienta envidia de tu sino feliz,
sino por excesiva ventura en tu ventura,
tú que, Dríada alada de los árboles,
en alguna maraña melodiosa
de los verdes hayales y las sombras sin cuento,
a plena voz le cantas al estío.
¡Oh! ¡Quién me diera un sorbo de vino, largo tiempo
refrescado en la tierra profunda,
sabiendo a Flora y a los campos verdes,
a danza y canción provenzal y a soleada alegría!
¡Quién un vaso me diera del Sur cálido,
colmado de hipocrás rosado y verdadero,
con bullir en su borde de enlazadas burbujas
y mi boca de púrpura teñida;
beber y, sin ser visto, abandonar el mundo
y perderme contigo en las sombras del bosque!
A lo lejos perderme, disiparme, olvidar
lo que entre ramas no supiste nunca:
la fatiga, la fiebre y el enojo de donde,
uno a otro, los hombres, en su gemir, se escuchan,
y sacude el temblor postreras canas tristes;
donde la juventud, flaca y pálida, muere;
donde, sólo al pensar, nos llenan la tristeza
y esas desesperanzas con párpados de plomo;
donde sus ojos claros no guarda la hermosura
sin que, ya al otro día, los nuble un amor nuevo.
¡Perderme lejos, lejos! Pues volaré contigo,
no en el carro de Baco y con sus leopardos,
sino en las invisibles alas de la Poesía,
aunque la mente obtusa vacile y se detenga.
¡Contigo ya! Tierna es la noche
y tal vez en su trono esté la Luna Reina
y, en torno, aquel enjambre de estrellas, de sus Hadas;
pero aquí no hay más luces
que las que exhala el cielo con sus brisas, por ramas
sombrías y senderos serpenteantes, musgosos.
Entre sombras escucho; y si yo tantas veces
casi me enamoré de la apacible Muerte
y le di dulces nombres en versos pensativos,
para que se llevara por los aires mi aliento
tranquilo; más que nunca morir parece amable,
extinguirse sin pena, a medianoche,
en tanto tú derramas toda el alma
en ese arrobamiento.
Cantarías aún, mas ya no te oiría:
para tu canto fúnebre sería tierra y hierba.
Pero tú no naciste para la muerte, ¡oh, pájaro inmortal!
No habrá gentes hambrientas que te humillen;
la voz que oigo esta noche pasajera, fue oída
por el emperador, antaño, y por el rústico;
tal vez el mismo canto llegó al corazón triste
de Ruth, cuando, sintiendo nostalgia de su tierra,
por las extrañas mieses se detuvo, llorando;
el mismo que hechizara a menudo los mágicos
ventanales, abiertos sobre espumas de mares
azarosos, en tierras de hadas y de olvido.
¡De olvido! Esa palabra, como campana, dobla
y me aleja de ti, hacia mis soledades.
¡Adiós! La fantasía no alucina tan bien
como la fama reza, elfo de engaño.
¡Adiós, adiós! Doliente, ya tu himno se apaga
más allá de esos prados, sobre el callado arroyo,
por encima del monte, y luego se sepulta
entre avenidas del vecino valle.
¿Era visión o sueño?
Se fue ya aquella música. ¿Despierto? ¿Estoy
dormido?

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