Espacio Publico Jurisprudencia
Espacio Publico Jurisprudencia
Espacio Publico Jurisprudencia
Programa de Derecho
Presentado por:
ROBINSON ALEJANDRO BONILLA SALAZAR
1118146611
Abogado en formación
Pamplona
2020
UNIVERSIDAD DE PAMPLONA
Programa de Derecho
Presentado por:
ROBINSON ALEJANDRO BONILLA SALAZAR
1118146611
Abogado en formación
Abogado
1) Problema jurídico de la línea jurisprudencial en cuanto a la indebida ocupación
del espacio publico
2) Sentencia arquimédica:
Sentencia T-424/17: principio de confianza legítima en materia de espacio público.
Es por eso que hay que tener claro que el Estado es el responsable de “velar por la
protección de la integridad del espacio público y por su destinación al uso común, el cual
prevalece sobre el interés particular”. Tal salvaguarda a los espacios de uso común, se
relaciona con el cumplimiento de los fines del Estado (art. 2 C.P.), en la medida que busca
garantizar el goce y ejercicio de los derechos de todos los habitantes del territorio, tales
como la libre circulación, la seguridad, accesibilidad, medio ambiente, entre otros, y en este
caso para dar dar cumplimiento a dicho mandato, la Constitución asigna a las autoridades
administrativas municipales, concejos y alcaldes, la competencia para regular los aspectos
esenciales y protección del espacio público. Por un lado, el artículo 313 Superior establece
que los concejos municipales son competentes para reglamentar los usos del suelo (núm. 7)
y, por el otro, el artículo 315 constitucional consagra que los alcaldes tienen la obligación
de cumplir y hacer cumplir el ordenamiento jurídico, integrado por las normas que expida
el concejo municipal, lo que implica que deben hacer cumplir “las normas relativas a la
protección y acceso al espacio público.
Conforme a lo anterior, se concluye que el buen uso, el libre acceso y la preservación del
espacio público son aspectos que en una sociedad contribuyen a mejorar la calidad de vida
y “a garantizar la existencia de un escenario de convivencia libre que acerca a todos los
habitantes de una ciudad en condiciones de igualdad.” Por ello, la Constitución asigna a los
alcaldes la competencia para proteger la integridad del espacio público, a través de la
aplicación de medidas administrativas o policivas. Sin embargo, la Corte ha advertido que
el ejercicio de dicha facultad no puede operar de manera irrestricta y sin considerar las
circunstancias del caso concreto, dado que existen situaciones en que la ocupación del
espacio público obedece a las barreras de acceso al mercado laboral y a la necesidad que
tienen las personas en condiciones de pobreza de obtener recursos para garantizar su
subsistencia.
Ratio decidendi
La Corte Constitucional ha estudiado los problemas jurídicos y sociales que genera la
ocupación del espacio público por parte de personas que ejercen el comercio informal. Ello,
en mayor medida, al revisar acciones de tutela que han sido interpuestas por vendedores
informales contra las decisiones que ha adoptado la Administración para lograr la
recuperación del espacio público.
En lo referente a esta sentencia la corte ha identificado que entran en colisión dos valores
de rango constitucional, por un lado, el deber del Estado de proteger el espacio público, con
el fin de garantizar que su utilización efectiva sea para el uso común, y por otro, la
efectividad de los derechos fundamentales de los vendedores informales, que se ven
obligados a ocupar el espacio público para obtener los recursos básicos para subsistir. Para
resolver esta tensión, la jurisprudencia constitucional ha señalado que se deben analizar de
manera conjunta, cuando menos, dos aspectos: la situación de vulnerabilidad en la que se
encuentran los vendedores informales, y el principio de confianza legítima aplicado a las
actuaciones tendientes a la restitución del espacio público. En razón a ello, la jurisprudencia
constitucional ha acudido al principio de confianza legítima como instrumento para
conciliar los derechos y deberes constitucionales en tensión.
Con relación al principio de confianza legítima, en lo referente a esta sentencia la Corte ha
reiterado que es una manifestación de los principios de buena fe (art. 83, C.P.), de respeto
por el acto propio y de seguridad jurídica. Puntualmente, la Sala Plena de esta Corporación
ha establecido que la confianza legítima se refiere a que: “el Estado no puede súbitamente
alterar unas reglas de juego que regulaban sus relaciones con los particulares, sin que se les
otorgue a estos últimos un periodo de transición para que ajusten su comportamiento a una
nueva situación jurídica. No se trata, por tanto, de lesionar o vulnerar derechos adquiridos,
sino tan sólo de amparar unas expectativas válidas que los particulares se habían hecho con
base en acciones u omisiones estatales prolongadas en el tiempo, bien que se trate de
comportamientos activos o pasivos de la Administración pública, regulaciones legales o
interpretaciones de las normas jurídicas. De igual manera, como cualquier otro principio, la
confianza legítima debe ser ponderada, en el caso concreto, con los otros, en especial, con
la salvaguarda del interés general y el principio democrático”.