RESUMEN

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RESUMEN

¿ qué aspectos tiene la Salta colonial? ¿cómo era el lugar donde se emplazó?
¿ qué dificultades presentaba? ¿ qué relación tenía con Perú y Potosí?
Nombrar Otras características

Sobre el imaginario urbano colonial “La muy noble y leal ciudad de Salta” [*]

Cancinos, Hugo Iván–UNSa [**]

La Ciudad de Salta proyecta una estampa colonial a partir de un idealizado patrimonio


histórico asociado al período hispano y a personajes ilustres de regia estirpe castellana. Este
imaginario validado por una historiografía local tradicionalista que ve esta identidad como un
producto acabado es proyectado también por una prensa igualmente conservadora.

Este imaginario evidencia un proceso de construcción cultural y un desplazamiento intencional


hacia determinado pasado solicitando referentes que la consoliden como colonial. Esta
estrategia fue utilizada por sectores hegemónicos buscando legitimar el control social a partir
de la propia evocación como grupo con valores positivos trasmisibles. Sin embargo, otorgarle
una identidad reflejo de un grupo, no ha incorporado elementos que su trama urbana y social
determinaron históricamente. Hoy la castellanidad y el escaso patrimonio arquitectónico
colonial o el seudo colonial no bastan para contener las múltiples identidades y memorias que
surgen en la medida que la ciudad se debate entre el pasado, el presente y el futuro.

Este trabajo tiene la intención de dar cuenta de esa construcción identitaria, interpelando
supuestos consolidados que la definen como Colonial y en la medida que surgen otras que no
intentan reemplazarla pero que la traspasan esperando ser incorporadas en su historia. Para
ello se articularán fotografías, documentos e imágenes que circulan en los medios locales para
comprender una realidad urbana. Este corpus posibilita además tener un panorama
aproximado de lo que es la Ciudad de Salta descubriendo una identidad distinta, con múltiples
rostros ocultos bajo las máscaras de una historia construida y legitimada.
Introducción

Vivir la ciudad es una experiencia cotidiana donde interrelacionan vivencias públicas como
privadas adquiriendo significados y sentidos en la medida que los individuos la experimentan
diariamente. Es un proceso que se alimenta igualmente por la interpretación de códigos y
signos socialmente compartidos que logran trasmitir cierta familiaridad a los individuos que la
componen. Los mismos se refuerzan también con colores, sonidos, olores y gustos que circulan
dentro de su espacio. Todo esto conforma un conjunto de elementos en donde el individuo
siente la sensación de pertenencia al lugar, el de ser parte de un todo que lo contiene e
identifica. En este sentido podríamos decir que la identidad consiste en una combinación o
conjuntos de hechos experimentados o ideas imaginarias con los que el individuo, grupo o
colectivo se define a sí mismo.

Pero lo urbano es también un proceso dinámico en permanente construcción que no sólo se


consolida con las experiencias personales, sino que se complementa con el aporte de las
experiencias individuales de otros con formas y rasgos propios. La interacción entre ambas
traspasa el proceso dinámico en construcción otorgando con ello una identidad colectiva a la
ciudad que las recrea a través de imaginarios [1] logrando elaborar sentidos simbólicos [2] y
configurar una realidad cultural [3]

Así la ciudad a la manera de organismo viviente va construyendo y reconstruyendo


particularidades inherentes a ella a partir del sentido de identidad construida desde cierta
conciencia colectiva. [4] Esto supone que la experiencia individual dentro de un espacio urbano
es reinterpretada por un grupo o comunidad y que cada sociedad de acuerdo a sus
circunstancias y a sus tiempos representa un modo de ver la historia. La conciencia colectiva
está sujeta a una serie de significaciones sociales en función de los requerimientos,
experiencias e intereses de un cuerpo social. Esto exige a la ciudad un ejercicio permanente de
autodefinición que es importante a la hora de diferenciarse y distinguirse de otras ciudades. La
experiencia con el otro es lo que reafirma la propia identidad, proceso que necesariamente
requiere una experiencia compartida entre y con el otro. En ese sentido el lugar propio es lo
que posibilita una identificación en el momento que se explicita un sentimiento de unidad con
todo lo que lo rodea mediante signos, códigos y sentidos que logren exteriorizar una inserción
simbólica para identificarse frente a los demás. (Giddens:1991)

Abordar lo urbano, objetivo de este trabajo, es reflexionar entre otras cosas sobre cuestiones
relacionadas con la identidad y la memoria [5] que se proyectan desde ciertos referentes
urbanos de la ciudad. En cuanto a la identidad, se podría decir que es la que se hace efectiva
por referencia a escenas espaciales socialmente específicas y temporalmente datadas
(Halbwachs,M.: 1990) y con respecto a la memoria es la que está localizada en el interior de los
espacios materiales y mentales del grupo. (Connerton, P.: 1993) Por ello, estas cuestiones
exigen una doble tarea por cumplir. Primero, el de descubrir identidades inscritas en el espacio
material de la ciudad, que es el espacio construido en el tiempo y producto de los procesos
sociales que a la vez moldean la sociedad (Giddens: 1991) y son testimonios del pasado, el
presente y lo que se puede perfilarse hacia el futuro. En segundo lugar, el de interpretar la
memoria puesto que detrás de lo material hay un mensaje a descubrir, que la ciudad es mucho
más que el espacio construido con calles y edificios, con plazas y monumentos. Es el lugar
donde se inscriben las memorias del pasado, las del presente y los ribetes que amagan un
futuro. Memorias que inscriptas en el tejido urbano contienen las vivencias y experiencias
cotidianas de sus gentes. De esta manera la ciudad es el escenario de la acción de los agentes
sociales intervinientes con sus intencionalidades que

configuran una realidad social. (Giddens:1991) Una sociabilidad urbana plasmada a flor de piel
en paredes y frentes que invita a descubrirla.

Para este trabajo se toma, identificando a partir de la experiencia personal adquirida en el


momento de observarla e interpretarla, a imaginarios que determinan una realidad urbana a
partir de elementos de análisis, tales como: la arquitectura, medios gráficos y documentación
escrita que trasmiten cierta imagen de ciudad. La Salta Colonial y su “identidad recuperada”.

Esta imagen se encuadra dentro de una identidad cultural fuertemente asociado a su pasado
hispano que se identifica a partir de su patrimonio visible

[6] que actúa como un poderoso trasmisor de identidades. Al respecto la ciudad en tanto
culmen de la capacidad creadora del hombre proyecta desde su cultura material los
imaginarios colectivos de la sociedad que los produce y reproduce. Y es en ese sentido que el
patrimonio visible expresado en su arquitectura logra elaborar configuraciones colectivas que
tienen significaciones sociales e identitarias. (Bloj: 1993) Es por ello que en la construcción de
la imagen noble y patricia de la ciudad de Salta se pone al descubierto un desplazamiento
intencional de los grupos hegemónicos hacia determinado período histórico en busca de
referentes urbanos expresados en su arquitectura colonial asociándolos con personajes
considerados ilustres o a acontecimientos históricos que contribuyan a consolidar el carácter
emblemático de la ciudad. Pero cabe interrogarse sobre este imaginario: ¿Qué es lo
auténticamente colonial en Salta hoy? ¿Y por qué la necesidad de identificarse con ese pasado
si en el proceso se niega otras identidades igualmente representativas de la ciudad?

La modernidad contribuyó con la crisis de identidad y de tradiciones con su “mellange” edilicio


y su mezcla caótica de estilos, acentuada hoy por lo que se denomina como posmodernidad en
la cual la ciudad se debate entre la simultaneidad de imágenes y de formas conformando un
extraño pastiche cultural (Brunner, J.: 1992) que no logra satisfacer la identidad local ni las que
surgen espontáneamente desde lo global. La misma tiene su lógica propia con su correlato en
el seno mismo de la ciudad fragmentado los cimientos de su identidad y segmentado
tradiciones forzando a la conciencia histórica [7] a seguir la lógica del consumo. Desde esta
situación de ambigüedad la ciudad no logra, sin embargo, distinguir la verdad ni la realidad
histórica precipitando a su paso la crisis de todo simbolismo que sustentaba la pretendida
identidad salteña.

Hoy la ciudad vuelve su mirada en los “restos” de lo que ha sido ella misma pero re-
significándola desde otros valores que van más allá de las locales, son las transformaciones
posmodernas del paisaje (Fiori Arantes, O.:1996) que responden a un fin determinado: el
consumo. ¿Funcionarán algunos de los supuestos de la pos-modernidad como instrumentos
para superar la identidad periférica que Salta ha adquirido durante la modernidad? ¿Es el
reciclaje cultural

[8] de tradiciones y de valores locales -negados o no- una última oportunidad para lograr una
identidad que contenga a todas las que se inscriben en su espacio y no se pierdan en la maraña
de lo global? ¿ Es posible una continuidad histórica coherente entre las construidas ficciones
de fin de siglo [9] y las que se perfilan con la llegada del nuevo milenio?

Muchos interrogantes si se quiere, pero son los que surgen en la medida que experimentamos
la ciudad desde nuestros respectivos lugares. En ello también tendrán cabida por igual las
experiencias del pasado como las del presente, que hacen sentir su impronta en la vida
cotidiana de la gente y que traspasa los distintos imaginarios urbanos.

Teniendo presente este panorama se articularán todo lo que nos hable o se relacione directa e
indirectamente de la ciudad de Salta, como por ejemplo, fotografías que ofrecen la
particularidad de capturar instantes de la vida de ella,

los documentos históricos que nos ilustran de acontecimientos y hechos que trascurrieron en
el pasado, de imágenes y escritos sobre la ciudad que se trasmiten por los medios gráficos
locales que constituye el soporte principal de esta investigación y por último los testimonios de
los protagonistas que la viven o la vivieron a través de sus experiencias cotidianas. Todos estos
elementos conforman el corpus que hacen posible desmitificar ciertos imaginarios de la ciudad
actual, comprender una dinámica urbana y tener una primera aproximación acerca de lo que
significa vivir una ciudad. En esta caso, la Ciudad de Salta que actualmente vuelve a recuperar
su impronta “colonial” a partir de una sobrevalorada e idealizada imagen de lo hispano
construida a finales del siglo XX.

Sobre la estampa colonial

“Pocas ciudades como Salta, acaso como ninguna, conservan tan claro el encanto remoto de su
admirable edificación colonial. Los techos de tejas, los floridos enrejados y el arco de los
zaguanes parecen aprisionar, como una malla sutil y rústica, el misticismo de amor que flotó
en el alma paladinesca de los hijos de la conquista. Algo, o mejor dicho del espíritu castellano
morisco, sencillo, fuerte y soñador, se halla estilizado en la euritmia humilde y en el ambiente
patriarcal y monástico de sus viejas casonas señoriales y en sus escaleras y balcones de
mármol”.

Diario: La Provincia, 1936.

Una primera mirada sobre la capital salteña en lo que se denomina casco o centro histórico
[10] se descubre distintas imágenes que demuestran la pervivencia y predominio de ciertos
imaginarios urbanos asociados a estereotipos que la definen como tradicional otorgándole con
ello una identidad fuertemente ligada a su pasado colonial.
Esto pone en evidencia una reconstrucción de lo histórico que se cristaliza en ciertos
referentes urbanos, como por ejemplo, los edificios coloniales con sus fachadas y espacios
interiores recientemente restaurados que terminan por constituirse en el patrimonio
reconocido y preservado legítimamente por la historia. Ellos actúan a modo de depositarios del
componente simbólico necesario para la construcción de una identidad urbana que pretende
construirse a partir de sus raíces en su pasado hispano-colonial.

Hoy la preservación de éstos edificios está asociada a la antigüedad y valor arquitectónico [11]
considerándolos representativos de una tradición [12] que refuerza el imaginario colectivo de
una Salta que tiende a identificar con ciertos referentes históricos al conjunto de valoraciones
de los individuos que la conforman. Tal identificación materializada en casonas y edificios que
convertidos en su mayoría en monumentos históricos y museos [13] trasmiten la concepción
oficial valorativa que se tiene hacia el pasado español. Concepción que es acompañada y
sustentada a su vez por una línea historiográfica local que procura consolidar esa identidad
asociándola indudablemente a una elite salteña y al hecho que toma para identificar a los
museos –instituciones concebidos para preservar, exhibir, educar y posible también de tutelar-
los nombres y apellidos de personajes de la colonia con “regia estirpe patricia” o de “noble
cuna castellana”.

Estas valoraciones están presentes en la imagen que proyectan los tradicionalistas [14] que
visualizan lo hispano como un producto acabado con cual identificarse: “la más sana parte del
distinguido y noble vecindario” [15] y lo colonial como única identidad histórica válida para
representar a la ciudad: “como villa de mucho lustre” [16] Este imaginario impregnado
fuertemente en los discursos de una historiografía local: “la historia no es para aquellos que
nada tienen o que nada quieren o pueden conservar. No es destrucción sino continuación. Por
ello también, en Salta el alma española es más que Argentina

(...) Con orgullo conservamos, [las huellas de la España clásica] en precioso cofre a través de los
siglos y de las convulsiones de orden político” [17] y que se reproduce con igual fuerza en una
prensa escrita tan tradicionalista como conservadora, que define a su sociedad con
valoraciones como, por ejemplo: “formóse así una sociedad compuesta por vástagos de muy
nobles linajes hispánicos, que continuaron la gloriosa tradición de la raza del culto a la
hidalguía y del honor... el hogar salteño cultiva las normas patriarcales de las generaciones de
antaño. La simpleza y la vetustez de la vida colonial, perdura aún a modo de recogimiento
íntimo y de agradable culto por la memoria de los antepasados.” [18]

Al respecto, al interrogarse sobre los supuestos que forman parte de este imaginario, en
cuanto al lustre hispánico [19] de la ciudad y lo ilustre de su elite es posible sin embargo
descubrir otra realidad con elementos que la propia realidad urbana y el pasado histórico se
encarga de desmitificar.

El primer supuesto tiene que ver con el nacimiento mismo de la ciudad, la cual se funda en un
lugar estratégico garantizando el tráfico de personas y mercancías por el camino real hacia el
Perú protegiendo la ruta comercial al cerro Potosí: “socorro y justicia desde Lima y la Audiencia
de Charcas al Tucumán y a Chile.”

[20] Este proyecto fue visualizado por el Virrey Toledo en 1572 quien esperaba no sólo la
conquista de la región sino también la colonización y pacificación de las tribus del valle: “salir
con escolta y guarda de las mercaderías y cosas de la tierra”

[21] garantizando con ello el circuito comercial colonial: “unir comercialmente la región del
Tucumán con la ciudad de la Plata” [22]. Este objetivo coincidía con otros proyectos de otros
conquistadores igualmente ambiciosos, como por ejemplo, el de Cabrera que en 1573
pretende “dar salida al Tucumán sobre el mar Atlántico” [23] o el de Matienzo en 1572 con la
intención de unir comercialmente algunas ciudades importantes: “crear en Buenos Aires
puerto como sistema circulatorio... y abriera otro eje entre Lima, Charca, Tucumán y el Río de
la Plata” [24]. Con la creación del puerto de Buenos Aires la región del Tucumán se consolida
como lugar estratégico para el tránsito y el intercambio comercial del Virreinato del Río de la
Plata.

Ahora bien, lo cierto que el lugar elegido para su fundación es sin dudas, estratégico en
términos de su potencialidad comercial pero en cuanto a su emplazamiento real era
inapropiado para el asentamiento humano: “fundada en una depresión del terreno que la
rodea, por una gravísima error explicable tan solo, por la carencia absoluta de nociones de
higiene”.[25]

Actualmente heredamos las consecuencias de esa mala elección: polución ambiental,


distribución irracional de sus espacios y zonas altamente inundables, entre otras, que hacen
deficiente la calidad de vida y de servicios de los habitantes actuales. Y si bien son problemas
acentuados por el crecimiento desordenado de la vida moderna que se manifiestan en los
espacios urbanos en transición como el caso de la ciudad de Salta, definida dentro de lo que
son ciudades medianas (Barbero, M.: 1994) o ciudades intermedias. (Alvarez, S.: 1995) Y
salvando las distancias temporales y contextuales, el mismo nivel de dificultad fue sentido
también por quienes la vivieron durante el período colonial

Por ello tomando la documentación escrita, es posible encontrar descripciones de viajeros y


habitantes que nos dan una idea de cual problemática tuvo que ser la ciudad para vivir durante
la colonia: “la mayor parte del sitio está cruzado de ciénagas y pantanos muy profundos, que
aquí llaman tagaretes, los cuales son impenetrables”.[26]

Esto, nos habla de una clara actitud de desatención de los fundadores que contradice las
instrucciones del rey Felipe II, en cuyo mandato dictaminaba

expresamente fundar ciudades en sitios “donde puedan encontrarse condiciones saludables”.


[27]

El mismo gobernador Ramírez Velasco en 1586 reconoce los inconvenientes derivados de


“hallarse asentada en un pantano” [28] o en todo caso el de un viajero anónimo de paso en la
ciudad que la describe como un lugar adonde “los mosquitos no dejan dormir a la gente ni
comer a los caballos”.[29]

Hasta el siglo XIX, las condiciones precarias se mantuvieron iguales como lo señala la
documentación escrita, como por ejemplo, el Dr. Adolfo Valdez –médico higienista- que la
compara “con un lazareto flotante de dimensiones colosales”. [30]

Los viajeros la describen diciendo que se “ven las casas flotando en un pantano... donde no se
puede uno adentrarse en sus calles sin riesgo de hundirse en el barro fétido que algunas
piedras no alcanzan a tapar y menos disimular”.

[31] Algunos la llaman “la ciudad enfermiza” [32] o la que “huele en sus aires a osamenta.”
[33] El periodista Hugh Bonelli de visita en Salta en 1854 la califica como “la ciudad más sucia
de toda la República” [34] y otro menos benigno dice: “tiene tantas cosas malas esta tierra,
que uno se olvida de las buenas”. [35]

Durante el siglo XX los higienistas y urbanistas contribuyeron a mejorar las serias condiciones
sanitarias e higiénicas de la ciudad. Las cloacas, por ejemplo, acabarán con el lamentable
espectáculo de los “cazadores de materia fecal que recogían las tinajas que aún se
acumulaban” [36] en las calles y veredas. Sin embargo en 1909, Enrique Banchs describe que:
“hay una perenne humedad, un rocío continuo... los últimos granitos serranos llegan hasta los
umbrales de las primeras casas, las casas con cerco de pirca y claros sembrados de maíz. Hay
entonces calles lisas como senderos de parque. Más afuera, por otro lado de la ciudad, tiene
todavía charcos y zanjones naturales.” [37]

Igualmente otro viajero describe que “en invierno el polvo se vuelve intolerable y en verano se
mezcla con el agua, pone las cosas mucho peor. Los ríos invaden literalmente las casas que ven
devorados sus cimientos y masticadas sus paredes de adobe y argamasa por las tormentas
interminables. Las manchas y el olor a humedad brotan por todos lados. Las aguas estancadas
proporcionan un inmejorable alojamiento a ejércitos de mosquitos que atormentan durante
más de trescientos cincuenta años a vecinos y forasteros. La gente que más padece es la que
habita en los suburbios en pésimas condiciones higiénicas y teniendo un foco malárico en la
misma puerta de la casa.. en aquella depresión las aguas formaban rápidamente pantanos que
llegaban a las puertas de las casas y hasta las trasponían.” [38]

Siguiendo con los interrogantes sobre supuestos consolidados acerca de los proclamados
atributos de “nobleza y virtud”, que habrían caracterizado a los primeros españoles asignados
hoy al rango de “ilustres personajes” [39] -por descendientes y tradicionalistas- justificando un
estatus social a partir de su origen patricio. Al respecto, se puede reflexionar como esas
valoraciones y atributos son en realidad construcciones ficticias para crear una identidad de
grupo al cual se le asigna valores positivos dignos de ser imitados por el resto de la sociedad.

Está comprobado que en el transcurso de la conquista y colonización de América el elemento


humano con la cual se emprendió la empresa fue precisamente con las capas más bajas de la
sociedad española salvando, por supuesto, las pocas excepciones que optaron por afincarse en
las entonces principales sedes coloniales: “y esto prueba, simplemente que si la Villa de Lerma
albergó alguna vez gentes opulentas y de alto rango, jamás pensaron ellas en radicarse
definitivamente aquí, debido a la atracción que sobre la riqueza y la cultura ejerció durante el
período colonial, la Ciudad de los Virreyes.” [40] El

estatus social de los recién llegados se resume en que son segundones de familias nobles y
plebeyos que sin riqueza ni posición social buscaron probar fortuna en las tierras
recientemente conquistadas: “las características comunes eran su pobreza y la ambición
individual de conseguir honra y fortuna en las Indias.” [41]

Es por ello que en el origen de las ciudades la violencia, las disputas y rivalidades entre los
conquistadores fue una constante ante la expectativa de concretar los objetivos de
enriquecerse y hacerse de estatus social mediante títulos, rangos y cargos nobiliarios: “tanto
los nobles segundones señores de estirados ademanes como los villanos aventureros de toscas
costumbres, se apresuraron a obtener los correspondientes permisos de los poderosos Reyes
de España para salir disparados, en inaudita competencia a descubrir, conquistar y anexar
nuevas tierras a la Metrópoli. Mientras las riquezas y los honores ganados en la empresa,
serían los pilares del futuro bienestar, grandeza y linaje de sí mismo y de sus descendientes...
muchos de los cuales, no sólo se enriquecieron a costa de asaltos, muertes y despojos, sino
que fueron distinguidos con elevados rangos nobiliarios cuyos descendientes ostentaron, y aún
esgrimen como derecho natural adquirido limpiamente.” [42]

La fundación de la ciudad de Salta pasó por igual circunstancias. No fue una empresa fácil por
la presencia hostil de las tribus locales como tampoco fue una empresa pacífica por la dura
competencia entre los fundadores por conseguir riquezas y estatus: “el alumbramiento de
Salta no fue calmo ni indoloro.” [43] Las rivalidades entre Jerónimo Luis de Cabrera [44],
Gonzalo de Abreau [45] y Hernando de Lerma [46], elegidos por el Virrey del Perú para la
postergada fundación de la ciudad en el Valle de Salta, fue motivo de disputas que terminaron
en la mayoría de los casos con finales violentos y desprovistos de la honorabilidad que los
tradicionalistas hoy suelen atribuirles como rasgo positivo: “Abreu fue verdugo de Cabrera
como Lerma lo fue luego de Abreu. En tanto que el fundador de Salta fue víctima de sus
propios impulsos y del ambiente erizado de intrigas y celos.” [47] El pleito sostenido por
Hernando de Lerma con el obispo Victoria tuvo como desenlace la destitución al cargo de
Teniente Gobernador y el respaldo de la Corona, terminando en una cárcel de Madrid
falleciendo en la pobreza absoluta.

Bernardo Frías –historiador local- describe en sus Memorias Históricas la violenta costumbre
de las autoridades coloniales cuando intentaban o lograban acceder al poder: “era propio de la
época que el gobernador entrante se comía al gobernador saliente.” [48]

No obstante este comienzo no tan noble, la ciudad se estabiliza en el lugar elegido por sus
fundadores siendo posteriormente sede de la Gobernación del Tucumán y de la Tesorería Real.
Igualmente se consolida la región del Noroeste como centro económico por sus lazos con el
Alto Perú y posteriormente con el norte de Chile. El núcleo social crece por el aporte de la
inmigración peninsular que se desarrolla durante el siglo XVIII y parte del XIX, aunque no
cambiando en mucho su componente social -mendigos, contrabandistas, artesanos,
campesinos y vagabundos- que se dedicarán al comercio, actividad ahora considerada como
aceptable dentro de la sociedad colonial.

Con la llegada de nuevos grupos peninsulares, los primeros españoles ascienden al pináculo de
la escala social autoproclamándose como la “élite patricia fundadora” y de esta manera
diferenciarse socialmente de los recién llegados. No obstante, se desarrolla una gran movilidad
social entre ambos grupos: “hoy se suele dar una encomienda a un español que acaso no ha
servido sino de pulpero. Muy raro nieto se conoce de aquellos que ayudaron a conquistar este
reino; casi todos son recién venidos de España.” [49] Bernardo Frías hace referencia a los
resultados de la inmigración peninsular que se resume en el dicho de la época: “el padre
pulpero, el hijo caballero, el nieto pordiosero”.

Hasta aquí, el imaginario entorno del supuesto abolengo de los primeros fundadores se cae
ante el peso de la veracidad histórica. Hoy sus descendientes y tradicionalistas esconden
detrás de un barniz de linajes de sangre las auténticas condiciones del componente social
primigenio de Salta: “No obstante estos antecedentes algunos apologistas de la oligarquía
hablarán de ella como si se tratasen de un núcleo patricio fundador... que no se considera que
la oligarquía blanca salteña o bonaerense, pertenece a los inmigrantes españoles de fines del
siglo XVIII o principios del siglo XIX, que no fundaron con el linaje sino vendiendo sebo o
haciendo de merceros.” [50]

Hoy se habla de familias “cabeza de linajes”, “gente decente”, “familias de ilustre prosaica”,
“hidalgas familias”, “elite patricia”, denominaciones que trasmiten una imagen positiva del
pasado colonial como un remanso de nobleza, virtud y heroicidad, mientras que en el
trasfondo surgen cuestiones que tienen que ver más convenientemente con la justificación del
control social de los grupos hegemónicos a partir de la construcción de una evocación del
pasado digno de ser rescatado: “este desdoblamiento aparente de primacías, hace que
reconstruyendo el concepto en su unidad encontremos una clase dominante, ya que en sus
manos estaba el gobierno de la ciudad, el sacerdocio, la ciencia, el comercio y la figuración
personal en todo su valioso sentido; como que por sus antecedentes, sus virtudes, sus fuerzas
intelectuales y morales, era la clase dirigente y la representante del movimiento civilizado y
progresista del país.” [51]

Pero si uno se pregunta: ¿Qué es lo verdaderamente colonial de la ciudad de Salta? Con


sorpresa se debe reconocer que son muy poco los elementos con que contamos para montar
hoy esa “postal” o “imagen”. Dejando de lado por supuesto el idioma y la religión, sólo se
preserva pocos elementos materiales en el espacio visible de la ciudad. La primera es la
estructura urbana la cual es herencia española (Rama, A.: 1984) sin lugar a dudas: “conserva
una estructura regular en cuadrícula que caracteriza a las ciudades fundadas por España en sus
colonias de América, entre los siglos XVI, XVII y XVIII.” [52]

Lo segundo tiene que ver con que se evidencian pocas estructuras edilicias que corresponden
a ese período siendo la mayoría de los casos monumentos históricos nacionales o museos con
la intención de preservarlos como testimonios del genio español. Entre los pocos se
encuentran: el “Convento San Bernardo” [53] construido desde el siglo XVI y declarado
Monumento Histórico Nacional en 1941; la “Casa de Uriburu” [54] de fines del siglo XVII y
declarada Monumento Histórico Nacional en 1943; la “Casa de Arias Rengel” [55] construida
en 1745, expropiada y declarada Monumento Histórico Nacional en 1946; la “Casa de
Hernández” [56] de fines del siglo XVIII, expropiada y declarada Monumento Histórico Nacional
en 1979; la “Casa de Leguizamón o de Arias Velásquez” [57] construida entre 1806 y 1808 y
declarada Monumento Histórico Nacional en 1979; la “Casa de Tejada o Güemes” [58]
construida en 1787 y declarado Monumento Histórico Nacional en 1971; la “Casa de Moldes”
[59] construida en 1782, expropiada y declarada Monumento Histórico Nacional en el año
1992; la “Casa de Alto Molino o de Madeiros” [60] que data del siglo XVI y donada al Gobierno
de la Provincia por los herederos de Arias Velásquez en 1968. En 1996 la Municipalidad de la
Ciudad de Salta inicia su reestructuración sin perder la línea arquitectónica que la caracteriza;
la “Casa de Velarde” [61] de finales del siglo XVIII y desde 1960 funciona como Museo
Folclórico; la “Casa o Finca de Castañares” [62] de fines del siglo XVII, expropiada y declarada
Monumento Histórico Nacional en 1937; el “Cabildo Histórico” [63] cuya construcción data
desde 1717, expropiado y declarado Monumento Histórico Nacional en 1947; la “Basílica
Menor San Francisco” [64] inicia su construcción a mediados del siglo XVIII y conserva en su
estructura edilicia más antigua los rasgos de la arquitectura colonial española siendo declarada
Monumento Histórico Nacional en 1941 y la “Casa de Medeyros o la Casona” [65] que
comienza su construcción desde 1582 hasta 1813

conservando en su estructura las líneas arquitectónicas que caracterizan al estilo colonial


español, próximamente a declararse Monumento Histórico Nacional. Estos son los pocos
edificios considerados coloniales y que corresponden al período hispano colonial.

Hasta aquí algunos elementos que conforman el imaginario en torno a la “identidad colonial” y
al “genio hispánico” puesta en tela de juicio en la medida que las “virtudes de noble tierra” y
las prodigalidades de su espacio urbano se pierden entre “los olores nauseabundos de sus
pantanos y tagaretes” envolviendo a quienes vivieron o transitaron por ella. Igualmente la
autoproclamada “prosaica de su gente decente” o la “hidalguía y heroicidad de sus ilustres
prohombres”, es discutible si se tiene en cuenta que está signado por la ambición por quienes
buscaron ante todo, riquezas y prestigio social.

Y por último, una identidad de ciudad que está depositada en las pocas edificaciones coloniales
recientemente blanqueadas [66] –asociando lo blanco a una imagen límpida e inmaculada de
la ciudad de Salta durante la colonia pero que en realidad tiene que ver con medidas sanitarias
para disimular las deficientes condiciones higiénicas que la habían caracterizado por mucho
tiempo- no basta como tampoco es suficiente para otorgarle a la ciudad la estampa hispana
colonial teniendo en cuenta que la misma historia urbana la contradice.

Contradicción que se agudiza cada vez más y traspasa ese imaginario cuando se descubre que
detrás de esas blancas paredes hablan de historias no tan nobles ni tan magnánimas [67], sino
de historias tan comunes como anónimas desprovistas de grandes epopeyas o de los grandes
personajes ilustres de la colonia.

Lo colonial durante la modernidad


“La vieja Salta ya va siendo sólo un recuerdo... Con lentitud de clepsidra, podría decirse, grano
a grano, va pasando al olvido... Una mañana cualquiera la gente mira, levemente asombrada,
que la picota deshace entre el tráfico apresurado, los muros de una mansión señorial. El patio
comienza a tornarse en baldío. Y el yuyaral aflora volvedor, rastrero y verde. La ciudad parece
dejar paso al progreso, que viene arrasándolo todo. Pero nadie sabe –o pocos- que la ciudad
sangra por cada casa antigua que se derrumba. Y sobre esa Salta que se va, oran las campanas
de la tarde inútilmente dolorosas.”

Diario El Intransigente: La Salta que se va. 1960.

La modernidad se manifiesta en íconos universales que van a deslumbrar a la ciudad de Salta


que lentamente comienza a perder los rasgos de pueblo o de villa ilustre que la caracterizaban
para convertirse en un espacio urbano complejo y dinámico. Idéntico proceso se lleva a cabo
en ciudades del interior de la recién consolidada República y que siguiendo el ejemplo de la
ciudad de Buenos Aires buscaron distanciarse de su pasado colonial. El clima de cambio
impregnó todos los órdenes del pensamiento social –alentado por el espíritu nacionalista de la
época- que condujo a replantearse cuestiones relacionadas con la identidad que se pretende
para la ciudad y en el que tendrá peso determinante el presente por sobre el pasado: “la
modernidad ha borrado sistemáticamente sus rastros históricos erigiendo un tabú entre el
pasado y el presente que aspira a ser.” [68]

De esta forma durante la modernidad la ciudad de Salta comienza a transitar por los nuevos
caminos que el progreso abrirá transformando la mentalidad de su gente y la fisonomía de los
espacios. Los nuevos elementos van a cambiar lo urbano con la misma rapidez con que aterriza
sobre los espacios cambiando con la inmediatez de su presencia la vida cotidiana: “comienza a
llegar, hasta los confines de la República, la ola de progreso que, en horas de decepción, las
provincias creyeron circunscriptas a Buenos Aires... Entonces Salta, la quieta,

saltará, se moverá como electrizada. Hasta las gentes acelerarán su tardo paso actual, porque
no se puede vivir en medio del poderoso agente sin que también el espíritu participe de su
energía y actividad.” [69]

Los medios de comunicación serán los encargaron de trasmitir nuevas mentalidades del
cambio y del progreso. De esta forma Salta ha dejado definitivamente de ser una ciudad
detenida en el tiempo y se ha convertido en una ciudad con toda las características y
complejidades que definen a las ciudades modernas, la ciudad ha dejado de ser aldea. [70]

Si durante la Colonia se guardó silencio sobre el indígena –por su condición de vencido-, el


criollo, el mestizo, el gaucho y esclavos negros –por su carácter de grupos subordinados o no
decentes-, la modernidad sin embargo continuó con la estigmatización y exclusión hacia estos
grupos. Sólo hubo valoraciones que tenían que ver con su utilidad económica o política dado el
caso, pero que en ningún momento significaba equidad o igualdad de condición sino que
marcaba aún más las pautas de diferenciación social, por ejemplo, el conchavo, [71] las
relaciones paternalistas patrón-gaucho y la práctica del clientelismo político [72] fueron los
mecanismos de control social por excelencia.
La modernidad es igualmente un tiempo de doble negación. Negación hacia toda identidad
relacionada con lo prehispano como también a lo hispano. Ambas son percibidas como
“primitivas” o “bárbaras”, constituyéndose en obstáculos para la civilización y progreso que el
recién consolidado Estado Nación intenta impulsar, “repulsión por esos seres de vincha,
poncho chiripá, espueleros y acuchillados, ídolos rurales en sus campamentos y tolderías.” [73]
Sin embargo en su intencionalidad de olvidar el pasado colonial y todo lo anterior a este, el
hombre moderno niega los cimientos mismos de la identidad original de la ciudad. Habrán
olvidado los “cultos e iluminados hombres modernos” que el nombre de la misma tiene su
procedencia en raíces indígenas significando el nombre de Salta: “salla ta (peña-lugar), saeta
(muy hermoso) o sagtay (reunión de los sobresalientes).”[74]

Negación desde el pensamiento moderno de todo lo que tenga que ver con el pasado –sea
colonial o indígena- tenidos como sinónimos de atraso, vergüenza, opresión o dominación. Fue
más fácil quizás olvidar intencionalmente que el nombre de la ciudad pasó por varios procesos
en donde el origen indígena como el español es negado, se pierde y se diluye entre cuestiones
burocráticas, políticas o ideológicas del momento. Cuando el 16 de abril de 1582 Don
Hernando de Lerma funda la ciudad la designa con el nombre Ciudad de Lerma en el Valle de
Salta. [75] Luego pasa a llamarse Ciudad de San Felipe de Lerma del Valle de Salta [76] o San
Felipe el Real del Valle de Salta [77] cuando olvidaron durante su fundación nombrar el
patrono de la ciudad. Luego Hernando de Lerma cae en desgracia con las autoridades
coloniales siendo su nombre borrado de la memoria colectiva de la ciudad que pasa a llamarse
entonces como se la conocemos hoy, Ciudad de Salta. [78]

Estas identidades doblemente negadas, primero por el discurso modernista y luego por el
discurso de los primeros independentistas porque ambas recuerdan la amarga experiencia de
haber sido “dominados” y por ello la historia oficial consagratoria la condena al olvido: “en
Salta y Jujuy quedan rincones de vida colonial y grotescos reductos del virreinato” [79] diría
Joaquín Castellanos, cuando caracteriza a las ciudades del Norte. Las otrora características del
aire de señorial sobriedad en casonas y edificios coloniales son ahora escondidas detrás de
fachadas de refinados y elaborados estilos europeos: “las feas viviendas del tiempo colonial,
expresa alguien que por lo visto no es tradicionalista, con sus macizas puertas y umbrales de
quebracho colorado, eran derruidas por una gallarda y suntuosa edificación nueva.” [80] Los
nuevos edificios y casas particulares recuerdan que la mirada estaba puesta en lo extranjero,
en la idea de

lo civilizado, a la moda europea -preferentemente inglés, francés o italiano- comenzándose


entonces a perfilarse una identidad periférica y si se quiere incoherente en el espacio donde se
asienta: “porque es lo cierto que hasta aquí no hemos hecho más que abominar de la tradición
española por odio al godo, de la tradición indígena, por no ser la de nuestra raza, y de la
tradición argentina por ser pobre mediocre y demasiada flamante.” [81]

Lentamente la ciudad comienza a vestirse con nuevos estilos –Italianizante, Academicismo,


Eclecticismo, Corriente Romántica, Barroco tardío, Art Decó y Neocolonial- que en
comparación el estilo colonial parecía rústico y desprovisto de elegancia. Aproximadamente
desde 1860-80 las estructuras edilicias de Salta están influenciadas por estos estilos aunque
hoy erróneamente son incorporadas a la “postal colonial de Salta” pero que en realidad
responden a otra corriente arquitectónica y momentos ideológicos políticos distintos.

Al respecto haciendo un recorrido sobre los estilos arquitectónicos de la ciudad y muchas


veces vendida por el turismo como estampa colonial tenemos, por ejemplo, la corriente
italianizante que se manifiesta en edificios como: la “Catedral Basílica” [82] que comienza a
construirse en 1858 y se inaugura en 1878. Su fachada con su pórtico superior triangular y
columnas adornadas con capiteles jónicos, dóricos y corintios que recuerdan el Panteón
Romano, aunque su altar mayor es una manifestación del barroco tardío. Características
neoclásicas se aprecian también en la fachada y torre del “Convento San Francisco” [83]
construidas entre 1867 y 1870. El estilo netamente neoclásico define al “Convento de la Viña”
[84] construido en 1853 e inaugurado en 1884. Su estructura es en forma de cruz latina, arcos
de medio punto y capiteles con motivos dóricos, jónicos y corintios. La “Legislatura Provincial”
[85] construida en 1887 y conocida también como la “Casa de los Leones” [86] predomina el
estilo academicista italianizante con rasgos del estilo barroco español tardío.

A su vez la corriente afrancesada se manifiesta en el actual “Centro Cultural América” [87]


palacete estilo francés; el “Rectorado de la U.N.Sa” [88] mansión con características del Primer
Imperio Francés; el “Palacio Usandivaras” [89] y la “Casa de los Day” [90] que recuerdan a los
“chateaux franceses” del siglo XVII- XVIII y la “Casa Solá” [91] con sus arcos abovedados en su
recova y entrepaños aventanados en la planta alta. Edificios particulares con estilo afrancesado
son: “las de Ricardo Zorrilla, Ángel Zerda, Agustín Usandivaras (Mitre 401), Carlos Serrey (Mitre
415), Domingo Isasmendi, Rafael Figueroa y Antonio Díaz –hoy Sanatorio San Roque en cuya
fachada se combina el academicismo ecléctico francés, entre otros”. [92]

En cuanto a edificios importantes con influencias de la corriente del gótico encontramos al


“Convento San Alfonso” de carácter netamente románico en su variación policromada y la
“Iglesia de La Merced” que pertenece a las secuencias del gótico de Pvesner con sus
extraordinarios “vitraux” realizados en Alemania y con imágenes de rasgos renacentistas. [93]

Otros edificios con influencias de estilos arquitectónicos distintos, son: “Colegio del Huerto
(1879), Central de Policía (1880), el viejo Teatro Victoria (1884), Colegio Santa Rosa de Viterbo
(1887), Mercado San Miguel conocido como la Recova (1888), la Vieja Estación Ferroviaria
(1889), Hogar Buen Pastor (1893), Asilo San Vicente de Paúl (1894), Hospital del Milagro
(1895)”. [94]

El crecimiento edilicio que la ciudad experimentó durante la modernidad se concretó basado


en consideraciones y gustos personales hacia la moda extranjera sin atender el orden estético
ni rasgos coloniales que aún conservaba la ciudad: “vulgares viviendas, de tipo advenedizo, sin
carácter y sin perfume secular de la historia” [95] –según la visión de los sectores
tradicionalistas. Por ello, muchas de las casonas coloniales corrieron con la suerte de ser
demolidas y las que lograron

sobrevivir fueron objeto de modificaciones en sus fachadas en un intento de sus propietarios


de “estar a la moda”.
Entre los edificios que sufrieron importantes transformaciones en sus fachadas, se encuentran
el ya mencionado “Convento San Francisco” que esconde su antigua fachada colonial detrás
del estilo barroco y neoclásico de su frente y torre; el “Cabildo Histórico” cuyo tejado colonial a
dos aguas, es disimulado detrás de parapetos al estilo italiano y a fines del siglo XIX la “Casona
de Güemes” agrega en su terraza superior los balaustres o parapetos al estilo italiano
cumpliendo con las ordenanzas municipales vigentes: “prohibiendo los tejados en aleros sobre
la vereda”.[96] Igualmente el “Convento San Bernardo” sufrió la misma modificación “cuando
se hizo la entrada actual, con la famosa puerta de la casa de don Bernardo de la Cámara, el
padre Isidoro Fernández modificó la fachada con pilastras, ubicando en la parte superior de la
puerta el escudo del Carmelo y sobre éste una hornacina que alberga la imagen de Santa
Teresa de Ávila.” [97]

Los comienzos del siglo XX hasta la década de los `50 no fueron precisamente épocas benignas
para las construcciones coloniales que aún subsistían en la ciudad. La transformación urbana
es rápida por el perfeccionamiento tecnológico y el acelerado crecimiento de la población
producto de la migración interna (Boleda, M.: 1993) y la migración externa. [98] Muchas de las
edificaciones coloniales fueron abandonadas, demolidas o en todo caso fueron reutilizadas con
fines comerciales: “los inmensos caserones de antaño, son divididos en busca de nuevas
rentas, para las holgadas familias de otrora.” [99]

Lo que aconteció en algunos edificios históricos es ilustrativo del tratamiento que se tuvo hacia
el pasado colonial durante la modernidad, por ejemplo: El “Cabildo” en 1889 fue “vendido en
subasta pública y ocupado por inquilinos y locales de negocios” [100] e inclusive hubo
proyectos para su demolición que se evitó cuando es recuperado por la Provincia mediante
expropiación en 1936 por el gobernador Carlos Serrey y nombrado Monumento Histórico
Nacional. La “Casa de Güemes” que por la estigmatización que hizo la historia oficial hacia el
caudillo salteño fue abandonada y destinada a comercios. Actualmente funcionan tres
negocios: Bar “El Imperial”, Café “Voces del Fútbol” y Restaurante y Peña “Casa de Güemes”.
No obstante hubo intención de demolerla para ampliar una playa de estacionamiento próxima
a ella pero la oportuna designación como Monumento Histórico Nacional lo impidió. Con la
futura expropiación se convertiría en museo destinado a rendir culto a la memoria del prócer
salteño. La “Casa de Tejada o de Leguizamón” cuya planta baja fue destinada a distintos
negocios y con la futura expropiación a concretarse se convertirá en “Museo del Mueble y del
Arte” por la arquitectura colonial y por el mobiliario de sus salones de sedas y terciopelo al
“gusto francés”. La “Casa de Hernández” actual "Museo de la Ciudad" cuyo mandato actual
dictamina mostrar todos los aspectos la vida de la Ciudad de Salta. Durante las primeras
décadas del siglo XX fue inquilinato y sede en 1920 de la primera Sede de la Sociedad Unión
Sirio Libanesa, [101] igualmente desde la década de los ‘40 fue lugar donde funcionaron
distintos comercios con diferentes ramos: fiambrería, café, peña, restaurante, mueblería,
mercería, colchonería y negocios de artículos para hombres, para el jardín y del hogar en
general. [102] Finalmente es designada Monumento Histórico Nacional por el Gobierno
Nacional y expropiada por el Gobierno Provincial en el año 1977 ante la posibilidad de que
fuera demolida por su precario estado. [103]

La apertura arquitectónica de la ciudad en el siglo XX sigue bajo las influencias de modas


extranjeras. En 1901 se comienza la construcción del “Monumento 20 de Febrero” [104] y se
inaugura en 1910 conservando en su conjunto escultórico la influencia del estilo francés [105];
el edificio del “Banco Hipotecario” -en calle España 701- comienza a construirse entre 1931 y
1932 al estilo del Renacimiento Colonial [106] y el edificio del “Banco Nación” -Belgrano y
Mitre- construido en

1909 y en su fachada predomina la simetría, austeridad y claridad de la corriente academicista


y eclecticista francesa combinada con formas jónicas, balaustres con persianas de hierro del
estilo italiano. El “Antiguo Palacio Episcopal” construido en 1880 es renovado en 1934-1936 al
estilo goticista o neogótico. El mismo estilo se evidencia en la galería de la “Finca Castañares”
cuando es reemplazada la antigua galería construida en madera por mampostería con arcos
estilizados y rematados en su esquina con arcos ojivales. La “Casa de los Arias o Casa de los
Güemes” - Alvarado 951- construida por Don Juan Pablo Arias en 1902-1909 con influencia
netamente goticista y la “Cárcel-Penitenciaría” -Güemes 750, hoy sede del Departamento
Central de la Policía- es construida entre 1872-1884 al estilo romántico neogótico con torres
circulares y prestiles almenados con galería en arcos apuntalados.

En 1936 el denominado “Art Deco” se manifiesta fugazmente -siguiendo la tendencia


arquitectónica inaugurada en la Exposición de Artes Decorativos en París en 1925- en el único
exponente actual el “Cine Alberdi” (hoy Teatro de la Ciudad), en cuya fachada se evidencia el
tratamiento de los planos en cada abertura y rejas, su ornamentación se orienta al plano
escenográfico y publicista. Hace uso de la avanzada tecnológica combinando metales
cromados, luces, cartel y vidrios esmerilados inscriptos en un tejido geométrico.

Si embargo para las décadas del `30 y`40 la influencia de una nueva corriente arquitectónica
denominada neocolonial o californiana se hace sentir en la ciudad la cual jugará un papel
importante en la futura identidad seudocolonial. La misma responde al renovado espíritu
nacionalista en la Argentina tras la retracción y el desencanto de la otrora gran civilización
europea –guerras mundiales y el desigual desarrollo en muchos países del mundo- que obliga a
una mirada interior, lo propio [107] lo local. Con ello se pretende construir una identidad
desprovista de elementos extranjerizantes retomando lo que son históricamente propios. El
arte americano y el colonial son revalorizados con otra perspectiva e intencionalidad que no
será otra que: “la reargentinización edilicia por el urbanismo.” [108] Para ello se crea en 1936
la Comisión de Urbanización de la Ciudad de Salta [109] que tendrá a su cargo y regulación el
plan de urbanización de la ciudad.

Este renovado espíritu local se traslada a Legislación Municipal y como consta en el


Reglamento Municipal de Construcciones queda: “Prohibido blanquear o pintar de blanco el
frente de edificios o cercos, debiendo ser siempre de color con tintas atenuadas... se
sancionarán ordenanzas imponiendo el estilo colonial, neocolonial o californiano y
estableciendo premios a las mejores fachadas de dicho estilo.” [110]

Se espera con ello rescatar lo mejor del arte colonial español y poscolonial americano para
construir la imagen de la ciudad siendo los edificios más representativos: “el Colegio Nacional,
[111] el Hotel Salta, [112] el Cine Victoria
[113] -Antiguo Teatro Victoria-, el Club 20 de Febrero –donde se encuentra desde 1951- y gran
parte cantidad de viviendas particulares sobre la avenida Belgrano, Deán Funes y Paseo
Güemes.” [114]

Como resultado de las ordenanzas municipales varias fachadas de propiedades privadas [115]
comienzan a encuadrarse también dentro de la nueva corriente neocolonial siguiendo el
planeamiento urbano para la ciudad: “créase por el término de cinco años, premios para la
edificación privada, de fachadas coloniales que constituya en lo sucesivo dentro del radio
urbano del Municipio, premios que se denominarán Municipalidad de la Ciudad de Salta.”
[116] Posteriormente estas ordenanzas se hicieron extensivas hacia todo la edificación y
paseos públicos

[117] de la ciudad en general.

Con ello la Ciudad comienza a forjarse esa imagen seudocolonial que la ha caracteriza desde
mediados del siglo pasado. Volver a vestirse con los ropajes

coloniales no ha dejado de ser una valoración inocente, sino una conjugación de criterios que
tienen que ver con la necesidad de construirse una estampa para el turismo y una nueva
oportunidad para que ciertos sectores tradicionalistas reafirmen su preeminencia social
cuestionada durante toda la modernidad. No es fortuito entonces que la necesidad de
preservar y restaurar las antiguas casonas coloniales: “fomentar la reconstrucción de edificios
coloniales auténticos, dentro del radio urbano” [118] haya sido una constante con la
consiguiente identificación con apellidos de “ilustres personajes” o de “origen prosaico”.

Ello permite rescatar idealizados momentos del pasado hispano que sirvan para reforzar la
pretendida estampa colonial: “difundir el estilo colonial a fin de conservar el carácter y la
fisonomía de la ciudad de Salta. “[119] Ello posibilitó una revalorización de algunos elementos
del pasado pero no desprovistos de conflictos que en el mismo seno de la ciudad se
exteriorizan con el comienzo de las tensiones lógicas de la modernidad en donde la tradición y
el progreso, el pasado y el presente entran en contradicción. La destrucción del pasado que
durante la modernidad había conducido a un prolongado silencio de la ciudad sobre su
identidad y ahora terminando el siglo XX vuelve a ser centro de interés de cuestiones
relacionadas con la identidad que se espera construir.

No obstante cabe recordar que en Salta la racionalidad moderna estuvo reflejada en su


arquitectura cuya característica principal fue el uso racional de sus espacios buscando mayor
funcionalidad. Los atributos de continuidad tradicional que comenzaban a perfilarse se pierden
irremediablemente entre los nuevos rasgos de la internacionalidad que se manifiesta en sus
espacios públicos y privados. Ella tiene su correlato en la cultura material que sirve como
parámetro de exteriorización en cuanto se visualiza la necesidad de identificarse y formar
parte de la modernidad: “los países terceros nacen con una conciencia residual que pesa en
varias de sus manifestaciones. Querer ser como el primero, imitarlo o simularlo, es apenas una
obviedad que se repite en formas y discurso.” [120]
Las características principales de la arquitectura moderna fue la disposición de las estructuras
de acuerdo con la idea de un orden severamente racional sobre los espacios y en la formación
de una unidad universal en las formas. Esto a la Salta moderna le trajo como consecuencia la
pérdida de su identidad histórica local – rechazada o no, negada o no- para ser reemplazada
por otra ligada a lo ajeno, con raíces en la cosmovisión europeizante.

Sobre la posmodernidad: ¿Se reconoce a la muy Noble y Leal Ciudad de Salta...?

La perspectiva racionalista (Castro Gomez, S.: 2.000) que heredamos de la modernidad


pareciera actualmente imponerse con menos fuerza o en todo caso metamorfoseada hacia la
ambigüedad que en las últimas décadas del siglo XX se perfila hacia todos los órdenes sociales
como así también en el espacio material de la ciudad. El trayecto del pasado hacia el presente
fue determinado tanto por la destrucción del pasado como del tránsito de la tradición a la
modernidad mediante la expoliación de todo lo que no se identificara con el progreso y
desarrollo. Surge la idea de un continum hacia el futuro y las expresiones que no concuerden
con este ideario, son escondidas en el anonimato.

Este exacerbado hincapié en el anonimato y al alto grado de ambigüedad que se hace presente
en el espacio urbano provoca una ruptura con la idea moderna del horizonte de universalidad
(Eco, Humberto: 1987) en la que se englobaba todas las manifestaciones de la sociedad bajo la
tutoría de la racionalidad: “este discurso unificador de la modernidad como forma llamada a
dominar progresivamente todas las sociedades y todos los campos de la vida social, ha sido
radicalmente vuelto a reconsiderar en la época de los setenta.” [121]

Esta interpelación nace por la necesidad de definir al actual momento que algunos teóricos
llaman “posmodernidad” [122] tratando de nominar a la nueva cosmovisión que visualiza al
mundo como globalidad. O en todo caso, la explicación para esta creciente manifestación de
oposición y ruptura hacia la modernidad surge desde los finales de la década de los `50 y
principios de los `60 en un intento de deconstruir el modernismo como imaginario
hegemónico. (Derrida, J.: 1981)

Esta situación de indefinición estética durante la modernidad dentro del espacio urbano y la
falta de identidad desde lo propio, fue lo que ha permitido en la Ciudad de Salta la llegada de
la nueva manifestación arquitectónica caracterizada por la libre creación en sus rasgos
estéticos. Los elementos de estilos anteriores son retomados desde una nueva funcionalidad y
el rescate de algunos aspectos de la tradición local son para forjar una estampa cultural. Al
hacerlo se activa el mecanismo de negación total hacia la historia local o el rescate de parte de
la misma o lo que grave aún se recurre a la falsedad de la verdad histórica construyéndose
mitos fundantes con elementos y componentes altamente ficticios.

Si para la ciudad de Salta durante el siglo XVIII la ornamentación de las fachadas en las antiguas
casonas representaba paralelamente la preeminencia económica y el estatus dentro de la
estructura social de la colonia: “los solares de las grandes familias fundadoras se diferenciaban
de las casas plebeyas, no por los materiales que fueron siempre el adobe, la madera, la
baldoza cocida y la teja, sino por el estilo cuasi monumental de los frontis, el tallado de toda la
fachada, el primor de los hierros ornamentales.” [123] En la modernidad, las estilizadas
fachadas de las mansiones señoriales diseñadas a gusto de, representaban para sus
propietarios la ocasión de estar a la última moda y el de ser modernos: “se sentían muy a
gusto en su papel de ingleses del norte y mostrábanse sumamente complacidos y permeables
con los nombres, modas y creencias anglosajonas... cubrirse con las modas de los caballeros
europeizantes, pragmáticos y de cerebro superior.” [124] Hoy en la llamada posmodernidad
todo es tan válido como aceptado, por ejemplo, la ornamentación por la ornamentación
misma o la ausencia total de detalles: “paredes resquebrajadas en distintos planos, columnas
que no sostienen nada, puertas que no conducen a ninguna parte, arcadas desconectadas del
resto del edificio, escaleras sin salida, balcones interiores que niegan el exterior. La
disfuncionalidad marca la discontinuidad histórica. El reciclaje de edificios muestra la
revaloración del pasado. Se trata de plasmar el libre juego de la imaginación.” [125]

No obstante el camino para esta nueva manifestación arquitectónica en Salta tiene como
punto de inicio en la llamada corriente neocolonial, que desde las década del `30 y`40
construye una identidad y forja una imagen de ciudad seleccionando elementos del antiguo
estilo americano y del hispano colonial dando como resultado un bricolaje estético, cocoliche
colonial -diría el Diablito del Cabildo (Aráoz, Ernesto: 1946). Sin embargo, esta intencionalidad
que se concretó en la arquitectura de la ciudad determinó paradójicamente una identidad casi
ajena a la nuestra: “la larga parábola descripta por un movimiento que nació para rescatar
nuestros valores culturales, terminó proponiéndonos una variable yanqui de segunda mano, el
estilo californiano.” [126]

El ataque hacia el funcionalismo moderno y a la férrea racionalidad que se impuso sobre la


distribución de los espacios urbanos, desaparece ahora con la multiplicidad de códigos
provocando como consecuencia el descreimiento de los postulados funcionales modernos y al
horizonte de universalidad. Se instala un contexto de desencanto que el salteño actual lo
percibe como una especie de esquizofrenia [127] impidiendo toda posibilidad de conformar
una identidad cultural a partir de sus referentes urbanos.

Hoy en los rasgos que se perfilan para la ciudad de Salta se impregnan de esta especie de
indefinición sobre su espacio urbano cuando observamos una recuperada estampa
seudocolonial conviviendo con manifestaciones escépticas globales desprovistas de lógicas y
racionalidad en el espacio donde se instala. Lo públicamente anónimo se impone sobre la
identidad de la ciudad logrando trasmitir a los individuos la sensación de ser parte de un todo
vertiginoso en constante redefinición. En la coexistencia caótica tanto de estilos como de las
diferentes lógicas que parecen abarcar todas las posibilidades que la imaginación puede
concebir dentro de esta suerte de libre juego de tradiciones y costumbres, donde sociedades
tan periféricas como la nuestra no permanecen inmunes ni ajenas a las transformaciones que
hacia el pasado se hace a partir de la llegada de lo nuevo. Hoy el acento está puesto en la
búsqueda de lo retro y no significa que no hay avidez de novedades. Tal avidez se extiende
hasta querer abarcarlo todo incluso lo nuevo como lo pasado. (Diaz, E.: 1988)

Esta suerte de paradoja contiene un alto grado de contradicción en si misma, es el resultado


del vacío y la crisis de todo lo que tenía sentido para la existencia del individuo, mientras que
el espacio urbano pareciera fragmentarse perdiendo su sentido entre rupturas con múltiples
significados y diversas contradicciones. Estas rupturas y contradicciones son las que
heredamos de la modernidad, porque ella misma tuvo mucho que ver con la disolución del
pasado: “la destrucción del pasado, o más bien de los mecanismos sociales que vinculan la
experiencia contemporánea del individuo con la de las generaciones anteriores, es uno de los
fenómenos más característicos y extraños de las postrimerías del siglo XX… el instante, en el
sentido de efímero, secuestra el pasado y lo hunde en la indeterminación.” [128]

Uno puede interrogarse sí la indeterminación del espacio-tiempo que en la posmodernidad


parecen desaparecer adquiriendo otros sentidos por la aceleración del tiempo histórico y el del
tiempo personal por el caudal de información unido al impacto de las nuevas tecnologías y de
las telecomunicaciones conforman nuevas mentalidades e uniformidades culturales aún en
lugares y ciudades como Salta consideradas tradicionales y conservadora pero sin embargo
atravesadas por el mundo aquí y ahora. [129]

Así como el tiempo como parámetro de una continuidad histórica parece pulverizarse por la
llegada de lo instantáneo, el espacio urbano entendido como el espacio vivido compite ahora
con el espacio virtual siguiendo la visión global y creando una nueva temporalidad
caracterizada por lo ficticio que peligrosamente cae en el desdoblamiento de la realidad
histórica: “hay una realidad real, actual, la que estoy viviendo ahora con usted... y hay también
una realidad virtual que es la de los medios de comunicación. Y esta realidad domina todas las
demás porque tiene una vocación imperialista.” [130]

Y si bien la posmodernidad tuvo su origen en el ámbito de las artes y el de la arquitectura


definiéndose como todo lo opuesto al pensamiento clásico de la modernidad, la misma
produce toda una revolución cultural que impregna todos los órdenes de la sociedad y sobre
todo en el pensamiento del hombre de fin de siglo que comienza a cuestionar el orden
establecido o heredado. Cuestiones antes negadas adquieren ahora nuevas significaciones. El
pasado al no tener ya su carga valorativa negativa y desprovisto ya del continum progresivo
que se le exigía tiene la posibilidad de ser reconsiderado, el pasado ahora puede tener un
futuro. (Diaz, E.: 1988)

Esta nueva mentalidad se traslada a los espacios urbanos visibles donde lentamente es posible
reconocer aspectos como el localismo, el regionalismo, la heterogeneidad y la disgregación,
todos ellos conviviendo y combinándose en nuevos rasgos urbanos, pero ya no con la
pretensión de representar una única realidad como los clásicos, ni tampoco con la intención de
captar el concepto

racional como en los tiempos modernos: “la respuesta posmoderna a lo moderno consiste en
reconocer que, puesto que el pasado no puede destruirse, lo que hay que hacer es volver a
visitarlo, con ironía sin ingenuidad.” [131]

Inexorablemente el nuevo milenio viene con signado por los interrogantes que surgen desde
los cambios que comenzaron en las últimas décadas del siglo pasado amagando nuevos rostros
y perfiles que se manifiesta en lo urbano. Sin embargo, para la ciudad de Salta viene con una
realidad identitaria por resolver y son las contradicciones surgidas a partir de una identidad
periférica surgida durante la modernidad y el de una identidad recuperada de nuestro pasado
colonial pero que no logra integrar o consensuar a todos los grupos sociales. Sin embargo los
nuevos tiempos –en transición- no logran tampoco definir cual será la identidad de la ciudad
de Salta que vaya más allá de la no tan inocente intención de volver a su pasado hispano. Cabe
interrogarse entonces: ¿Con qué pasado queremos identificarnos o identificar a la ciudad de
Salta?

Hoy la identidad de la ciudad parece haberse anclado en el tiempo colonial quizás en un


intento de superar la falta de una identidad compacta capaz de mostrarse ante un mundo
globalizado y sin más identidad que la que brinda el anonimato y la instantaneidad. Intento
vano en su pretensión de convertirse a la manera de enclave local dentro de lo global, aunque
más no sea desde una perspectiva tradicionalista. Pero en esa construcción simbólica y cultural
ha cometido los mismos “olvidos” que en los tiempos pasados, se ha negado la identidad de
los otros que no tienen cabida dentro de una concepción elitista, selectiva y muchas veces
discriminativa. Igualmente la concepción identitaria que surge de la incipiente posmodernidad
es tan excluyente como incluyente y no es por cuestiones de abolengos o estilos sino por el del
consumo. El mismo constituido como estrategia para la estandarización de signos, valores y
códigos culturales manifiesta una de las caras más visibles de una globalidad que avanza sobre
las sociedades conformando lo que Margulis define como nicho cultural global dentro de lo
local, donde el consumo avanza sobre la cultura, más aún, se inserta en ella. (Margulis, M.:
1996)

Hoy dentro de la órbita de lo económico la cultura parece estar condenada a transitar


irremediablemente por los circuitos mediáticos de consumo y al hacerlo ingresa dentro de un
nuevo ámbito con lógicas propias: “al paisaje posmoderno, de la vidriera irrespetuosa de fin de
siglo caracterizado por la pérdida de las medidas estables y de los puntos de referencia, la
caída de parámetros y principios comunes, la traspolación del valor económico a todos los
órdenes de lo cotidiano y a la relativización que esto ocasiona en la vida diaria de la ciudad.”
[132]

Así la cultura como valor –generadora de identidades- pareciera perderse entre costumbres y
tradiciones inventadas o reinventadas, como es el caso de la imagen colonial de Salta, pero
que históricamente no coincide plenamente con la veracidad a quien representa. Difícilmente
pueda definirse como identidad verdadera, la surgida desde la lógica del mercado que
responde a una lógica única, el de la utilidad y acumulación de rentas, “el mercado no puede
sedimentar tradiciones ya que todo lo que produce se evapora en el aire... el mercado no
puede crear vínculos sociales –sólo los que nacen y mueren dentro de la lógica económica-
duradero.” [133]

La ciudad de Salta, en junio de 2000, se engalanó para la inauguración de su nueva Casa de la


Cultura bajo la consigna de ser un ámbito moderno para revitalizar las tradiciones
constituyéndose el ejemplo más claro de este mellage posmoderno. En su fachada se rescatan
algunos rasgos coloniales como los arcos y los ventanales combinados con los de efectos de
caja de vidrio y marquesina de efecto luminoso, rasgos típicos que nos recuerdan a los recién
llegados shooping. Ingresamos lentamente a lo que denomina mercantilismo cultural (Lyotard,
Jean:

1994) en donde tanto la memoria, la identidad, la tradición y la cultura tienen un valor que
escapa a lo simbólico para ingresar al terreno puramente del consumo y de la demanda.

Al hacerlo “la Noble y Leal Ciudad de Salta” comienza a adquirir rasgos globales que conviven
con los rasgos tradicionales recuperados y con los estilizados rasgos modernos conformando
un extraño paisaje cultural que difícilmente pueden ofrecer a los salteños la oportunidad de
mostrar una identidad cultural producto de una alteridad compartida.

Si en esta identidad colonial construida para la ciudad y dada para quienes viven en ella se ha
negado identidades como la del indígena, del gaucho, mestizos o de los negros, al hacerlo le ha
costado un importante espacio social vacío por conocer para así completar su historia urbana.
En estas condiciones comenzamos el nuevo milenio con una identidad que no logra superar las
limitaciones que este imaginario ofrece. Es necesario entonces volver la mirada hacia el pasado
de la ciudad con espíritu crítico e interpelando todo supuesto que de por sentado la existencia
de una única identidad anclada en lo hispano-colonial.

Igualmente el espíritu crítico debe ser extensivo hacia una modernidad que ha generado sus
propias negaciones y los tiempos posmodernos que se avecinan aportando su gran cuota de
exclusiones que agudiza aún más la crisis de identidad. Los pobres, los migrantes urbanos, los
marginales, los desocupados y los sectores populares excluidos del sistema tienen mucho que
decir acerca de la experiencia de la vida urbana en Salta. Sin embargo, algunos de ellos se pudo
rescatar por la trascendencia de su impacto en la sociedad pero otros siguen sin conocerse
aún. Este silencio evidencia claramente el mecanismo y la intencionalidad selectiva de
conservar sólo una identidad límpida e idealizada como también simbólica y excluyentemente
violenta. A lo largo de la historia de la ciudad los sectores hegemónicos han tenido mucho que
decir, asignar y atribuir valoraciones sobre ella misma proyectándole una única identidad para
la ciudad a reflejo de sí misma.

Pero la fuerza de la actualidad ha generado ciertas grietas a manera de intersticios o fisuras


(Franco, Jean: 1997) en donde circulan construcciones o experiencias que no son
construcciones culturales dominantes generando contradicciones que posibilitan que las
vivencias urbanas no hegemónicas salgan a la luz. En ello se espera descubrir otro perfil de la
ciudad de Salta, más humana y más parecida a la que experimentamos diariamente,
desprovista de ese manto idealizado de prosaicas imágenes o de inalcanzables heroicidades
para el salteño de hoy.

Quizás la posmodernidad con todo su gran cuota de ambigüedad logre un precario equilibrio
-no armónico- por cierto, entre lo tradicional y lo moderno en la medida que lo tradicional
pueda reciclarse o redefinirse y lo moderno pueda interpelarse. ¿Puede pensarse que es un
beneficio no pensado o no esperado de este tiempo sin definición -porque significa muchas
cosas y no significa nada a la vez- pero que puede ser utilizarlo para rescatar, por un lado, el
escaso patrimonio histórico visible de la ciudad y a su vez rescatar del olvido las vivencias y
experiencias los otros actores sociales y de las memorias excluidas que formaron parte de ella?
¿Podemos convertir esto en un supuesto de análisis a tenerlo en cuenta cuando abordamos
qué es lo tradicional, lo moderno y lo posmoderno en la ciudad de Salta?

Notas

[*] Trabajo presentado en el simposio: Identidades y Multiculturalidades en las Ciudades. VII


Jornadas Regionales de Investigación en Humanidades y Ciencias Sociales, realizadas en San
Salvador de Jujuy el 9, 10 y 11 de octubre de 2002.

[**] Auxiliar Adscripto a la cátedra de Antropología Urbana. Escuela de Antropología. Facultad


de Humanidades. UNSa-2.002

[1] En el sentido que se considera como “una compleja red de relaciones que se
manifiestan en lo simbólico (valores) y en el accionar concreto entre las personas (prácticas
sociales)” elementos importantes a la hora de la constitución de una identidad urbana”. En
Díaz, Esther: ¿Qué es el Imaginario Social?. En La ciencia y el Imaginario Social. Editorial Biblos.
Buenos Aires-Argentina.1995, pp. 13.

[2] La noción de capital simbólico es tomada por García Canclini de Bourdieu con el
objetivo de aplicarlo al patrimonio visible: “redefinir lo que hoy podemos entender por
patrimonio cultural en relación con sus usos sociales. Bourdieu no traspuso la noción de capital
simbólico hasta el patrimonio, pero es legítimo hacerlo, en el sentido de que el patrimonio no
es un conjunto de bienes estables y neutros con valores y sentidos fijados de una vez para
siempre, sino un proceso social, como el otro capital, se acumula, se renueva, produce
rendimientos, y es apropiado en forma desigual por diversos sectores”. En García Canclini, N.:
Imaginarios Urbanos. Serie Aniversario, Colección Pensamiento Contemporáneo. UBA-
EUDEBA. Bs. As. 1997, pp. 94 -95.

[3] Supone una conciencia más o menos explícita de la alteridad compartida por los
integrantes de una sociedad. Incluye la noción “del otro” y la utilización de mecanismos de
oposición “al otro” llamado también “lo extranjero”, “lo extraño”, “lo desconocido”, en
oposición a “lo propio”, “lo familiar”, términos con los que se aborda la problemática de la
identidad. En Giddens, A. : La Constitución de la Sociedad. Ed. Amorrortu. Bs. As. 1991.

[4] “Sistema de creencias y prácticas que unan en una misma comunidad a todos los que
acepten formar parte de ella, tratando de encontrar un sentido a nuestra historia”. Amelia,
Ibañez de Saicha-Raquel, Espinoza: “La historia que no fue”. El Tribuno, Domingo 17 de
Octubre de 1999.

[5] Ambas nociones de por sí complejas en su definición y en permanente discusión


dentro del ámbito de las ciencias sociales, son tomadas en su sentido amplio y siempre en
relación con lo urbano. Entendiéndose entonces por identidad “al modo que los individuos de
una sociedad se reconocen dentro en una temporalidad y una espacialidad determinada y en
conciencia de su alteridad”. Bloj, Cristina: “Espacios y Procesos Sociales. La Construcción de
una identidad paradójica”, De la identidad y sus espacios. En Estudios Sociales. Revista
Universitaria Semestral Nº 3. Santa Fe.1992, pp.23. Y en cuanto a memoria “es lo que retiene
aquel conjunto de acontecimientos que marcan la autocomprensión de la realidad por parte
de una sociedad”. Braudel, A.: “Historia y Duración” en Historia y Pensamiento Histórico. Edit.
Paidos, Bs. As. 1974.

[6] García Canclini define al patrimonio visible como al conjunto de : “monumentos, los
museos, las grandes avenidas, los edificios que enorgullecen a una ciudad y le dan una
continuidad histórica.”. En García Canclini, N.: Op. Cit. 1997. pp. 92-93.

[7] Raymond Aron explica el significado del término diciendo que: “Cada colectividad tiene
una conciencia histórica, una idea de lo que significa para ella humanidad, civilización, nación,
pasado y futuro, los cambios a los que se someten a través del tiempo las obras y las
ciudades...”. Prieto Reyes Francisca: “Tiempo y civilización”. El Tribuno, Domingo 28 de
Noviembre de 1999.

[8] García Canclini, N.: ¿Perdió sentido ser moderno?. El Tribuno, Viernes 30 de Diciembre
de 1994.

[9] Como define Marc Augé (Ensayo titulado “Ficciones de fin de siglo”) al momento que
transitan las sociedades occidentales actuales que se enfrentan a

una nueva configuración mediática que instala la ambigüedad y la imprecisión entre la realidad
y la ficción: “con la aparición de nuevas maneras de percibir y estructurar la realidad”. Grosso,
Julieta: “Las ambigüedades del mundo moderno”.

El Tribuno, Sábado 5 de Mayo de 2001

[10] Lo que se denomina casco histórico es el área del centro de la ciudad comprendida
entre avenidas Sarmiento –Jujuy(por el oeste), Entre Ríos (por el Norte), calle San Luis (por el
Sur) y avenida Virrey Toledo (por el Este). El uso del sector está regulado debido a su alto valor
histórico y arquitectónico. Dentro del casco se diferencian corredores y edificios declarados
monumentos históricos nacionales. Ordenanzas Municipales Nº 3.116, Nº 4.286 y Nº 6.714.
Archivo de la Municipalidad de la Ciudad de Salta (A.M.C.S.)

[11] Decreto Nº 1739 de la Comisión Nacional de Museos y de Monumentos Históricos que


solicita a la Presidencia de la Nación: "sean declarados Monumentos históricos la denominada
Casa Hernández y la Casa que fuera de Don Pablo Arias Velásquez situadas ambas en la ciudad
de Salta... ya ambos edificios son exponentes de la antigua arquitectura, característica de la
época de la dominación hispánica y de los primeros tiempos de nuestra vida independiente.
Que por ello además de las motivaciones históricas y estéticas que prescriben la conveniencia
de destacar a la consideración pública aquellos elementos impregnados de armonía y de
evocaciones tradicionales, resulta indispensable su protección para impedir la desaparición o
desfiguración de verdaderos testimonios del pasado" Dirección de Información Parlamentaria,
Bibliográfica y de Prensa de la Legislatura. Decreto N0 1739. Presidencia de la Nación. Boletín
Oficial,
Miércoles 25 de Julio de 1979

[12] La palabra tradición significa etimológicamente “entrega”. “La tradición es pues la


entrega histórica de una generación. O una sucesión de generaciones, hace presente a la
generación siguiente. Se trata, desde luego de una entrega en bloque: un conjunto de
complejos, con un material de arrastre formado por modos, costumbres, rituales,
acontecimientos, memoria y producción material realizados...” Sylvester, S.: “La identidad
como problema”. El Tribuno. Domingo 27 de Abril de 1997

[13] Los museos existentes en casonas coloniales son: Museo Pte. José Evaristo Uriburo
“Casa de los Uriburos”(Caseros 471); Museo de Bellas Artes “Casa de Arias Rengel y Heredia”
(Florida 20); Museo de la Ciudad “Casa de Hernández y Enríquez” (Florida 97); Museo
Folckórico “Pajarito Velarde” (Pueyrredón 106). Otras actualmente declaradas Monumentos
Históricos y prontamente museos son: “Casa de Moldes y Gonzáles” (Caseros 700) Sede de la
Dirección de Acción Social y Deportes Provincial; “Casa de Leguizamón o de Arias Velázquez”
(Esquina Florida y Caseros), actualmente sujeta a expropiación; “Casa de Tejada o de Güemes”
(España 738), propiedad de la familia Vidal y sujeta a expropiación; “Casa del Alto Molino o
Casa de Arias Velázquez” (San Martín 2.500) sede del Primer Centro de Artesanías de la
Provincia. Notas del autor.

[14] “La tradición en manos de los tradicionalistas, es un cuerpo muerto, un lastre del
pasado que tiende a inmovilizar al presente... termina siendo decorado, pomposo y no exento
de belleza, pero sin vida dentro, habitada por sombras y fantasmas... el tradicionalista está
instalado en el pasado y desde allí concibe la realidad actual, recibe el bloque tradicional sin
retaceo ni inventario previo, la tradición tiene un sesgo peligrosamente sacramental, la mira
con veneración y suspende todo juicio sobre ella, como no sea la aceptación a libro cerrado...”.
Sylvester, S.: Op. Cit.1997.

[15] Acta Capitular, 20 de junio de 1810. Archivo y Biblioteca Histórico de Salta (A.B.H.S)

[16] Banchs, Enrique: “Ciudades Argentinas”. En Revista El Monitor de Educación Común.


Nº449. Consejo Nacional de Educación, Mayo de 1910. Enrique Bachs, poeta hacia 1909 debió
emprender un viaje en el interior de la república recorriendo Bahía Blanca, Córdoba, Rosario,
Santa Fe, Paraná, San Juan, Santiago del Estero, Tucumán, Salta y Jujuy.

[17] Cornejo, Atilio: La propiedad inmobiliaria de Salta en la época virreinal. Salta. 1945.
pp.10.

[18] Discurso pronunciado por la Presidenta de la Asociación de Damas Descendientes de


Guerreros y Próceres. Sra. Sara Sola de Castellanos. Periódico Nueva Epoca. Salta, Abril 7 de
1934. (ABHS)

[19] Frías, Bernardo: “Pasado esplendor de la ciudad de Salta”. Con motivo de realizarse
una exposición sobre la fundación de Salta por los españoles bajados del Alto Perú. Periódico
La Provincia, Jueves 20 de febrero de 1936 (ABHS)
[20] Fundación de Salta, Instrucciones de 1573. Provisión del virrey Don Francisco de
Toledo a favor del gobernador de Tucumán, Gonzalo de Abreu, ordenándole hacer la población
de Salta que no efectuara Don Gerónimo Luis de Cabrera. La Plata, 27 de Octubre de 1573.
(A.B.H.S)

[21] Fundación de Salta, Instrucciones de 1597 Instrucciones dadas por el virrey Don
Francisco de Toledo a gobernador de Tucumán, licenciado Hernando de Lerma, sobre lo que
debe cumplir y guardar respecto al real servicio, buen gobierno y asiento espiritual y temporal
de la provincia, además de lo ordenado por S. M. Entre ellas figura la orden de fundar un
pueblo en valle de Salta. (A.B.H.S)

[22] Caro Figueroa, Gregorio: Historia de la Gente Decente en el Norte Argentino. Edic. del
Mar Dulce. Bs. As. 1970, pp. 18.

[23] Miller Astrada, Luisa: Salta Hispánica. Ediciones Ciudad Argentina. Bs. As. 1997. pp.255.

[24] Caro Figueroa, G.: Op. Cit.1970. pp.18.

[25] Informe de la Comisión Especial de Saneamiento de la Ciudad de Salta. Año 1901.


Departamento Nacional de Higiene (.A.B.H.S.).

[26] Caro Figueroa, G.: Op. Cit. 1970. pp.18.

[27] Ordenanzas de descubrimiento, nueva población y pacificación de las Indias, dadas por
Felipe II el 13 de julio de 1573 en el Bosque de Segovia. Miller, L.: Op. Cit. 1997. pp. 255.

[28] Digesto de la Municipalidad de Salta (comp.) Año 1932. (A.B.H.S.)

[29] Caro Figueroa, Gregorio: “Salta, Ciudad y Sociedad”. En Revista CLAVES Nº 23, octubre
de 1993.

[30] Informe de la Comisión Especial de Saneamiento... Op. Cit. 1901.

[31] Caro F.: Op. Cit. 1993.

[32] Informe de la Comisión Especial de Saneamiento... Op. Cit.1901.

[33] Caro F.: Op. Cit. 1993.

[34] Caro F.: Op. Cit. 1993.

[35] Caro F.: Op. Cit. 1993.

[36] Caro F.: Op. Cit. 1993.

[37] Caro Figueroa, G.: “Como Villa de mucho lustre.”, en Revista Claves Nº 59. Año 1997,
pp.10

[38] Caro F.: Op. Cit. 1993


[39] Caro Figueroa, G: “El Turbulento origen de Salta”. En Revista CLAVES Nº 48, Abril de
1996.

[40] Dávalos, Juan C.: Los buscadores de oro. Cuentos. Narraciones. Puntos de vista. Edit. La
Facultad. Bs. As. 1928. pp.212.

[41] Miller Astrada, L.: Op. Cit. 1997. pp. 85.

[42] Figueroa, Fernando- Zubiela, Honorio: Ayer y hoy de Salta. 1582-1971. Año del
sesquicentenario de la muerte del General Güemes. Salta- Argentina. 1971.pp. 9.

[43] Caro Figueroa, G.: Op. Cit. 1996.

[44] Fue el primer encomendado para la fundación de la ciudad en el Valle de Salta por el
Virrey Toledo en 1571, pero Cabrera desobedece la orden y se dirige hacia el Sur fundando la
ciudad de Córdoba.

[45] En 1573 el Virrey Toledo lo designa reemplazante de Cabrera y le encomienda la


misión de fundar la ciudad; pero éste lo desobedece también concentrándose en hacer
prisionero a Cabrera y lo ejecuta despiadadamente.

[46] Comisionado directamente por el rey Felipe II, Hernando de Lerma concreta la misión
de fundar la ciudad, pero los desmanes y las arbitrariedades lo enemistan con el Virrey Toledo
y con las Autoridades Eclesiásticas por su supuesta condición de judío natural y converso. En
1581 manda a aprender a Abreau a quien le quita la vida tras dolorosos tormentos y castigos.
El nivel de violencia desplegado durante su mandato de cuatro años no cumplido le hicieron
blanco de intrigas y celos.

[47] Caro Figueroa, G. :Op. Cit.1996.

[48] Frías Bernardo, Tradiciones Históricas de Salta. Salta. Ediciones de la Fundacion Michel
Torino. 1929.

[49] Lizondo Borda, Manuel: “Historia del Tucumán”. Conf., Siglo XVI. Tucumán, 1942.

[50] Caro Figueroa, G.: Op. Cit. 1970. pp. 34.

[51] Caro Figueroa, G., o. c., 1970. pp. 37.

[52] Viñuales, José–Otatti, Juan (Arq.): “En Salta hay sólo cinco edificios coloniales". El
Tribuno, lunes 17 de junio de 1996

[53] Ermita en el siglo XVI y por un terremoto en 1692 se destruye el edificio original. En
1723 se construye una nueva capilla y en 1782 se habilita el primer hospital llamado “San
Andrés”. Se termina de construir la obre en 1803 para ser abandonado en 1819 por orden del
general Manuel Belgrano. En 1844 la ermita y el hospital por orden del gobernador Manuel
Saravia se entrega a la Orden de las Carmelitas Descalzas. El 19 de julio de 1846 la orden de
monjas “Las Hijas de Santa Teresa” cerraron la puerta de clausura del monasterio que
permanece así hasta el presente. En “Las Raíces Intocables de Salta”. El Tribuno, Domingo 2 de
mayo de 1999.
[54] La significación histórica de la casona es que fue construida por el General Félix Arias
Rengel en 1773 y en el siglo XVIII fue del maestre de campo Don Juan Antonio Álvarez de
Arenales. Fue lugar de nacimiento del presidente José Evaristo

Uriburu. En “La historia y la cultura de Salta, en cuatro manzanas”. El Tribuno, 29 de Diciembre


de 2000.

[55] La Casona fue donde vivió el gobernador José María Tood, protagonista del célebre
episodio de haber dejado a los pies del Señor del Milagro su bastón de mando para evitar ser
derrocado. En “El bastón en buenas manos”. El Tribuno, Domingo 29 de enero de 1995.
Anuario.

[56] Atribuida erróneamente a Don Juan Hernández y Enríquez fallecido en 1770. Pero el
edificio es construido recién en 1780, quedando en entredicho la identidad del actual “Museo
de la Ciudad: Casa de Hernández”. En Caretta, G.- Marchionni, M.: “Muchas historias para una
casa colonial”, en Actas del 1º Congreso Internacional de Patrimonio, Tucumán, 1998.

[57] Fue construida por el comerciante Juan Galo Leguizamón en 1806-1808. En sus salones
se reunía la aristocracia de salteña y se bailaba al compás de un piano que aún se conserva en
la casa, allí también danzó el General Paz. En “Rescate del Patrimonio Provincial”, El Tribuno,
Jueves 24 de febrero de 2000.

[58] Casona donde vivió el prócer salteño General Martín Miguel de Güemes durante 1789
y 1805. En “La Casa de Güemes”. El Tribuno, domingo 7 de febrero de 1999.

[59] Se le atribuye a la casona como el lugar donde vivió el Coronel José de Moldes, héroe
de la Independencia Argentina. En “Salta no es sólo valles y cerros”. El Tribuno, Miércoles 27
de enero de 1999.

[60] En la propiedad donde se encontraba esta casona se instaló el primer molino y la


primera curtiembre de la ciudad. En “Una Casona con Historia”. El Tribuno, miércoles 23 de
julio de 1997.

[61] Es otra de las pocas casonas de arquitectura colonial aún existentes en la ciudad,
salvándose de una segura demolición en la década de los cincuenta. En “La Historia y la cultura
de Salta....”, Op. Cit. 2000.

[62] La importancia de la casona es que en ella el General Belgrano concibió el plan


estratégico que le dio el triunfo a los patriotas contra los realistas en la Batalla de Salta de
1813. En “El Viejo esplendor de la casa de Castañares”. El Tribuno, Jueves 25 de noviembre de
1999.

[63] La primera edificación de 1626 fue destruida por un terremoto aproximadamente en


1717. En 1777 se levanta el edificio base sin la recova actual hasta 1790 cuando se le agrega la
torre. En 1807 se construye la recova empezando así a perder su fisonomía netamente
colonial. En 1880 su fachada superior de tejas es ocultada por un frente de estilo clásico
italiano siguiendo el sentimiento antihispanista del siglo XIX. El siglo XX no fue menos
tolerante, vendido en subasta pública es ocupado por inquilinos y locales de negocios, se
demuele el ángulo noroeste para construir una vivienda con locales perdiéndose la Sala
Capitular y parte de la fachada, hoy está en su lugar la Plazoleta “4 Siglos de Salta”. En “El
Cabildo de Salta”. El Tribuno, Domingo 3 de mayo de 1998.

[64] El antiguo convento fue construido en 1625 con el nombre de “San Diego de Salta”
derrumbándose por terremotos. Se levanta un segundo templo destruido en 1772 por un
incendio. Para 1796 se construye la estructura base del actual convento “San Francisco de
Salta” sin la fachada que se realiza en 1882 bajo la supervisión del Fray Luis Giordi junto con la
torre de 54 metros -la más alta de América- lo colonial del Convento se aprecia en las
estructuras de los laterales de la calle Caseros, mientras que su frente responde a la línea
italianizante. En “El viejo esplendor de la Basílica San Francisco”. El Tribuno, Lunes 15 de marzo
de 1999.

[65] En 1813 la propietaria doña Gertrudis de Madeyros es tomada prisionera durante la


invasión realista siendo saqueada su Hacienda del Molino. La casa fue usada por los realistas
como cuartel. En el transcurso del siglo XIX funcionó como posta y hospedaje. Actualmente
funciona como “La Casona” Restaurante y Púb nocturno. En “La movida con historia”. El
Tribuno, Sábado 28 de enero de 1995.

[66] “siendo parte principal como método higiénico el blanqueo de la ciudad ..., todo
propietario de edificios en la ciudad procederá al blanqueo de ellos, el que será hecho de la
fecha en treinta días..., no solo se deberá blanquearse el exterior de los edificios sino también
el interior..., los infractores serán condenados a una multa...” Memoria de la Epidemia del
Cólera. 1886-1887-1888. Recopilación de Leyes y Decretos con anexo de todo los documentos
que manifiestan comprobada la actitud del Gobierno de la Provincia. Salta.1888. (A.B.H.S.)

[67] Tal es el caso de la denominada “Casa de Hernández”, atribuida erróneamente al


ilustre gobernador intendente durante la colonia Don Juan Hernández y Henríquez
comprobándose que el mismo fallece antes que la casa se haya construido. Por ella transitaron
y vivieron personajes de la colonia no tan ilustres ni con historias tan gradulocuentes: “la casa
ubicada en las actuales calle Florida y Alvarado tiene como propietaria a Doña Petrona
Rodríguez Peñalba –que sé autoproclama pobre de solemnidad- quien la recibe por herencia
de sus padres Don Joseph Rodríguez y Doña María Peñalba arrendándola en 1789 a Don Tomás
Arrigunaga y Archondo –comerciantes de “efectos de Castilla”- hasta 1797. Aproximadamente
entre 1805 y 1809 la casa es vendida por la propietaria a Don Juan Francisco Echáis -maestro
de herrería y posible contrabandista de armas - quién la pierde por deudas contraídas en un
remate judicial en 1828. A partir de ese año la propiedad queda en posesión de Don Victorino
Solá y Compañía y de la familia Solá hasta 1936”. En Caretta, G.-Marchionni, M.- Barraza, y
otros: “El Museo Casa de Hernández y la Conflictiva Relación entre Historia y Memoria” trabajo
que se enmarca dentro del Convenio firmado por el CEPHIA y el Museo de la Ciudad “Casa de
Hernández” y presentado en las Jornadas de Investigación: La Relación Historia –Memoria,
realizadas en Neuquén, el 2 y 3 de noviembre de 2000.
[68] Schoner Dirk: “Porqué somos historicistas vergonzantes”. En El Tribuno, Domingo 10
de enero de 1999.

[69] Periódico Tribuna Popular ,23 de noviembre de 1910. (A.B H.S).

[70] Andolfi, Luchín: “El hoy es como el ayer, sólo que es diferente”. El Tribuno, Viernes 31
de Diciembre de 1999.5

[71] El Conchabo, fue un mecanismo de captación y sujeción de mano de obra en los


lugares de producción característico desde el siglo XVIII hasta mediados del siglo XX. Su
cumplimiento estaba garantizado por el aparato represivo del Estado que mediante Edictos
Policiales obligaba a los individuos no afincados en lugares específicos a ingresar a una
progresiva cultura de trabajo, urbanidad y responsabilidad.

[72] Caro Figueroa, G.: Op. Cit. 1970. pp. 205.

[73] Luna, Félix: Los Caudillos. Peña Lillo, Editor S.R.L. Bs As. 1976, pp.31.

[74] Gutiérrez, Rafael: “La Ciudad de Salta en el Valle de Lerma”. El Tribuno, Domingo 2 de
Mayo de 1999.

[75] “...y que hoy en adelante para siempre jamás se nombre llame esta dicha ciudad, la
ciudad de Lerma en el Valle de Salta Provincia de Tucumán...”. Acta de fundación de la Ciudad
de Salta. Digesto Municipal de la ciudad de Salta (comp) Año 1932. (A.B.H.S)

[76] “El Teniente de Gobernador y Justicia Mayor y Capitán de Guerra Diego Vélez de
Alcozer inicia escrituras designando a la ciudad con el nombre de San Felipe de Lerma...”
Carpeta II de Escribanos. Protocolo 38-1684/86. (A.B.H.S.)

[77] Monseñor Vergara, Miguel A.: Rodrigo Pereyra, fundador y conquistador. Universidad
Nacional de Córdoba. Dirección de publicaciones. Córdoba. Argentina. 1962,pp.1-2.

78“con el tiempo, se la conoce simplemente por ciudad de Salta”. Digesto Municipal de la


ciudad de Salta (comp) Año 1932. (A.B.H.S)

[79] Castellanos, Joaquín: Marcas de fuego. Tomo I, Tomasi Editor, 1992, pp.

16

[80] Caro Figueroa, G.: Op. Cit. 1970. pp. 218.

[81] Dávalos, Juan C.: Op. Cit. 1928. pp. 214.

[82] Declarada Monumento Histórico Nacional en 1941. Guarda las imágenes

del Señor y la Virgen del Milagro patrones tutelares de la ciudad y en el Panteón de las Glorias
del Norte se guarda los restos de personajes de la historia salteña.
[83] Declarado Monumento Histórico Nacional en 1941. En “Como en la Capilla Sixtina”. El
Tribuno, 8 de Noviembre de 1998 y “El viejo esplendor de la Basílica San Francisco”. El Tribuno,
15 de Marzo de 1999

[84] Declarado Monumento Histórico Nacional el 13 de julio de 1982. Fue utilizado como
refugio durante la guerra civil salteña de 1884 y como hospital durante la epidemia del cólera
durante 1868-1888. En su interior atesora pinturas de la escuela cuzqueña de gran valor
artístico. En “Nueva cara para la Iglesia de la Viña” de Mejía Zárate Giovanna. El Tribuno, 24 de
Septiembre de 1999 y “La Nueva Cara de la Iglesia de la Viña” de Abraham Yamile. El Tribuno,
18 de Abril de 1999.

[85] Fue la primera sede del Poder Ejecutivo y del Poder Judicial. En 1983 durante su
rediseño y remodelación con motivo de la reapertura democrática tuvo una mención especial
por su Legado Histórico y Arquitectónico para la Provincia. Funciona como Legislatura desde el
24 de noviembre de 1983. En “La Casa de los Leones, un retazo de la historia política de la
Provincia”. El Tribuno, 8 de Agosto de 1999.

[86] Nominación que recibió por las veintidós cabezas de leones de su frente – seis hacia la
parte Norte, seis hacia la zona Sur y nueve en el coronamiento de la parte frontal- y por los dos
leones de cuerpo entero en la entrada principal.

[87] Mitre 23. Construido para ser la sede del Club 20 de Febrero y fue Casa de Gobierno
luego de su expropiación en el año 1951. Declarado Monumento Histórico Nacional en 3 de
febrero de 1994.

[88] Buenos Aires 177. Sede del Poder Ejecutivo durante el gobierno del Gob. Luis Patrón
Costas. 1936-1940.

[89] asaje Castro y avenida Belgrano. Estilo ecléctico-academicismo. Fue sede del Diario El
Intransigente y Central del Partido Radical. En 1994 fue sede de la Bolsa de Comercio en Salta y
actualmente funciona la Fundación Roberto Romero. En Revista CLAVES Nº 32, agosto de
1994.

[90] Mitre 35. Construida en 1913 para la Sra. Díaz de Bedoya de Day. En sus bajos funcionó
la popular y tradicional confitería “La Suiza”.

[91] Calle Zuviría y España. Construido en 1880 por el ing. Fernando Solá con una
arquitectura del Segundo Imperio Francés. En la década de los `70 funcionó la Alianza Francesa
y en la década de los ´80 fue sede del Partido Justicialista, era

propiedad del ex Banco de la Provincia, cuando pasó a manos del grupo Macro queda fuera del
paquete de venta pasando a depender de la Dirección de Patrimonio Cultural. En “La Casa de
Zuviría y España, otro espacio para la cultura”, El Tribuno, 15 de Enero de 1999.

[92] Dalfino, Lucas: “La ciudad que se fundó en un paraje malsano”. El Tribuno, 5 de
Febrero de 1991. Sepúlveda, Mariano (Arq.): “Los templos de la ciudad y su arquitectura”. El
Tribuno, 9 de Abril de 1987.
[93] Sepúlveda, Mariano (Arq.): “Los templos de la ciudad y su arquitectura”. El Tribuno, 9
de Abril de 1987.Vitry, Roberto: “La Catedral enseñó el camino”. El Tribuno, 17 de Enero de
1999.

[94] Vitry, Roberto: “La Catedral enseñó el camino”. El Tribuno, 17 de Enero de 1999.

[95] Caro Figueroa, G.: Op. Cit. 1970. pp. 218.

[96] Solá González, Rosario: “La Casa de Güemes”. El Tribuno, 7 de Febrero de 1999.

[97] Sepúlveda, M.: Op. Cit. 1987.

[98] Como lo señala Grimson con respecto al aporte migratorio proveniente de países
sudamericanos. “La inmigración desde los países limítrofes se incrementa y reduce
periódicamente según ciertas condiciones económicas (mercado de trabajo y tipo de cambio) y
política” en Alejandro Grimson: Relatos de la diferencia y la igualdad. Los bolivianos en Buenos
Aires. (1999) y en Marshal, A: Las migraciones de países limítrofes en la Argentina. (1998) y el
aporte de la migración transoceánica proveniente fundamentalmente de: la Europa de la
posguerra – alemanes, italianos, españoles, etc; de Europa Oriental –por el avance del
comunismo en países europeos orientales y los perseguidos por cuestiones políticas en la
antigua URSS- y del Medio Oriente –fundamentalmente árabes escapando de la invasión turca
y judíos escapando de la conflictiva situación en Medio Oriente– en: Cuadernos del CESICA Nº
2: Las corrientes inmigratorias en el Noroeste Argentino: Salta.1996; Juan José Botelli: Los
italianos y descendientes en Salta. (1983); Isaías Grinblat: Historia de la comunidad judía de
Salta. (1986)

; Adamo, Susana: La Sociedad Unión Sirio Libanesa de Salta. (1990) y otros.

[99] Caro Figueroa, G.: Op. Cit. 1970. pp. 218.

[100] Spirito, César (Arq): “Cabildo de Salta”. El Tribuno, 3 de Mayo de 1998.

[101] La Sede Social de La Sociedad Unión Sirio Libanesa estuvo funcionando en la propiedad
de la calle Florida y Alvarado en calidad de subalquiler al Sr. Ramón Amado, y las reuniones se
extendieron hasta el 29 de marzo de 1922 cuando comenzaron a realizarse en la calle
Corrientes N0 681(hoy Avenida San Martín): “la primera reunión de la Comisión Directiva en el
local social calle Florida numero noventa y cinco”. Actas de la Sociedad Unión Sirio Libanesa Nº
1 - Acta Nº 8, Sesiones de la Comisión Directiva, 20 de octubre de 1920.

[102] “Florida 89 a 91, inquilino Manuel Faber -judío- propietario de una cafetería y una
mercería, ocupando dos piezas corridas en el N089, y una pieza con un pequeño baño, un patio
y un pequeño galpón al N091. Mueblería Siglo XX. Florida N° 93,inquilinos René y Osías Simkim
–judío proveniente de Rusia- propietarios de la mueblería Florida Muebles, y a través del
propio testimonio del Sr. Simkim, ocupaba junto a sus hijos la planta alta que tenía tres
dormitorios, taller de carpintería, cocina y comedor. Florida N0 99 y Alvarado N0 794 a 800
esquina, inquilinos Rosa y David Ostrzega -judíos- propietarios de la mueblería Sol de Mayo”.
Expediente de Expropiación “Provincia vs Carim Masri” N0 31167/77. Archivo General de la
Provincia (A.G.P) y consulta de los Registros Comerciales de
Actividades Varias 1951-1979 (A.M.C.S.). En Caretta, G.-Marchionni, y otros: Op. Cit. 2000.

[103] El último propietario que se registra en la casa es Carim Masri, sirio, llega a la
Argentina en 1922 procedente de Hamma (Siria), compra la propiedad en 1942 y la alquila a
distintas familias hasta 1977 cuando es expropiada por la Provincia. Caretta, G.-Marchionni, M.
y otros: Op. Cit. 2000.

[104] Pensado por el escultor español Torcuato Taso y Nadal perteneciente a la Moderna
Corriente Francesa. En el segundo cuerpo hay un cóndor y en cada extremo junto con musas
que representan las virtudes de la prudencia, la justicia, la fortaleza y el temple. En “La Historia
sin fin”, El Tribuno 31 de Enero de 1999

[105] Los bajorrelieves y la estatua de la Victoria que corona con laureles a los vencedores
de los realistas al mando de Pío Tristán fueron fundidas en bronce en el Arsenal de la Nación.
Los leones que se encuentran al pie de las escaleras fueron fundidos en Francia bajo la
supervisión de la escultora Lola Mora, al igual que las figuras de Belgrano, Díaz Vélez, Dorrego
y Zelaya. En “Las viejas penurias del Monumento 20 de Febrero”. El Tribuno, 28 de Diciembre
de 1997.

[106] España y Balcarce. Construido por el arquitecto L. Pascucci y ornamentado su fachada


por José Moltisanti, inspirado en el estilo plateresco español. Actualmente cerrado. En “El
Hipotecario, una reliquia que busca su destino”. El Tribuno, 26 de Julio de 2001.

[107] “el inspirador de este movimiento, el arquitecto Noel, afirmaba la necesidad de


replantear la arquitectura argentina a la luz de los ideales nacionalista, a través de la relación
historia y arquitectura.”. Pellegrini, Antonio M.: “Visión Histórica de la Arquitectura en Salta”,
en Los primeros IV Siglos de Salta.1582-16de abril-1982. Una Visión Interdisciplinaria. Al
cumplirse el IV Centenario de la Fundación de la Ciudad de Salta. Universidad Nacional de
Salta. Salta- Argentina. 1982, pp. 169.

[108] “Salta IV Siglos de Arquitectura y Urbanismo”. Sociedad de Arquitectos de Salta. Salta-


Argentina.1982, pp.12.

[109] “una comisión ad honorem que entenderá con todo lo relacionado a la urbanización de
la ciudad de Salta..., de llevar a cabo el trazado del plan de urbanismo..., evitará las
improvisaciones y regulará el crecimiento de la ciudad..., que prevea la solución integral y más
conveniente de los problemas edilicios actuales y futuros... que debe procurarse conservar y
acentuar el carácter típico e histórico de esta ciudad” Ordenanza Nº 174. Memoria del
Departamento Ejecutivo. Año 1937. Municipalidad de la Ciudad de Salta.1938. (A.B.H.S.)

[110] Memoria del Departamento Ejecutivo. Año 1937. Municipalidad de la Ciudad de Salta.
1938. (A.B.H.S.)

[111] Inaugurado en 1940 con estilo neocolonial y rasgos del renacimiento colonial. Antes
funcionaba en la Escuela Benjamín Zorrilla. En “Salta en los últimos 46 años”. El Tribuno, 22 de
agosto de 1955.
[112] Proyectado en 1932 durante el gobierno del Doctor Luis Patrón Costas es inaugurado
en 1946. De influencia netamente neocolonial se rescata en la fachada su composición
simétrica. Obras Públicas realizadas en cuatro años de gobierno. Período 1936-1940. Provincia
de Salta. (A.B.H.S.)

[113] Inaugurado aproximadamente en 1950 junto con el cine instalado en la sede del
Centro Argentino.

[114] La zona comienza a tener importancia desde 1931 cuando se construye el monumento
a Güemes. Dalfino, Lucas: “El Monumento, entre pavos reales, locos y visionarios”. El Tribuno,
29 de Enero de 1991

[115] Resultado de la legislación municipal varias casas de la ciudad recibieron premios por
adoptar el estilo neocolonial: “en 1939 la casa de calle Santiago del Estero Nº 429-439; en 1941
la casa de calle Leguizamón Nº 691; en 1942 la casa de calle Güemes Nº 53”, en El Patrimonio
Arquitectónico de los Argentinos I. Noroeste Salta/Jujuy. Sociedad Central de Arquitectos.
Instituto Argentino de Investigaciones e Historia de la Arquitectura y Urbanismo. Salta-
Argentina.1982, pp. 45.

[116] Memoria 1936-1940. Municipalidad de la Ciudad de Salta. Departamento Ejecutivo.


(A.B.H.S.)

[117] “a fin de evitar la desarmonía en la edificación y dar a dichos edificios y paseos un


marco adecuado, se ordena que todo edificio que se construya sobre la Avenida Sarmiento,
desde Boulevard Belgrano al norte... toda edificación sobre calles Santa Fé, Lavalle y San Juan,
en las cuadras que dan frente al Parque Infantil..., en el Boulevard Belgrano, desde Avenida
Sarmiento al Poniente... en las arterias arriba mencionadas se admitirán exclusivamente los
siguientes estilos: Colonial, Neo colonial y Californiano”. Ordenanza Nº 32. Memoria 1936-
1940. Municipalidad de la Ciudad de Salta. Departamento Ejecutivo. (A.B.H.S.)

[118] Ordenanza Nº 338. Memoria 1936-1940. Municipalidad de la Ciudad de Salta.


Departamento Ejecutivo. (A.B.H.S.)

[119] Memoria del Departamento Ejecutivo. Año 1937. Municipalidad de la Ciudad de


Salta.1938. pp.9. (A.B.H.S.)

[120] Silva, Armando: Imaginarios Urbanos. Bogotá y San Pablo. Tercer Mundo Editores,
Bogotá. 1992, pp. 17.

[121] Tzvetan, Todorov y otros: Cruce de culturas y mestizaje cultural. Serie Antropología.
Júcar Universidad.1999, pp.174

[122] Entre los que encuentran: Lyotard, F.: La condición posmoderna. Edit. Planeta-Agostini.
1983 y La Posmodernidad. Barcelona. Edit. Gedisa. 1987; Habermas, J: “La Posmodernidad, un
proyecto incompleto”, en Foster, H.: La Posmodernidad. Barcelona, Kairós. 1985; Feyerbend,
Paul: Adiós a la Razón. Madrid. Edit. Tecnos. 1984; Vattimo, G: El fin de la modernidad.
Nihilismo y hermenéutica en la cultura posmoderna. Edt. Gedisa. Barcelona, 1986; Lipovestky,
G.: La era del vació. Barcelona. Edit. Anagrama 1986; Touraine, A.: Crítica a la Modernidad.
Edit. FCE. 1995; Vattimo, G.: El Fin de la Modernidad. Edit. Planeta-Agostini.1994; Doyle, J.:
¿Porqué me aburre tanto el Posmodernismo?. Edit. ARETE, Pontificia Universidad Católica del
Perú. 1996.

[123] Dávalos, Juan C.: Op. Cit. 1928. pp.211

[124] Caro Figueroa, G.: Op. Cit. 1970. pp. 75.

[125] Esther, Díaz: ¿Qué es la posmodernidad? En Posmodernidad. Editorial Biblos. Bs As-


Argentina. 1988. pp. 24.

[126] Pellegrini, Antonio M.. Op. Cit.1982, pp. 170.

[127] Concepto que hace referencia al cambio de lógica que se manifiesta actualmente por
el alto grado de incoherencia intencional que provoca entre otras cosas la disolución de la
categoría de sujeto como entidad ante las nuevas manifestaciones del espacio y el tiempo. En
Lyotard, F.: Op. Cit. 1983, pp.112.

[128] Hobsbawm, Eric: “Siglo XX: Historia de paradojas y de pesadumbre”. En El Tribuno,


domingo 22 de noviembre de 1998.

[129] Ortín, R. y Fortuny, M.: ¿El mundo aquí y ahora?. Revista CLAVES Nº 37, Año 1996. pp.
12.

[130] Virilio, Paul: “Golpe de Estado Universal”. En Diario PAGINA 12. 07/98/1994.

[131] Eco, Umberto: El Nombre de la rosa. Ediciones de la Flor. Bs. As. 1987, pp. 74.

[132] Gutiérrez, Antonio: “La Ciudad Posmoderna. Vidriera irrespetuosa del fin de siglo”.
Diario El Tribuno, domingo 2 de mayo de 1999.

[133] García Canclini, N.: Op. Cit. 1999, pp. 197. Bibliografía consultada

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