1 PB

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 10

bitácora arquitectura + número 30

EN
City Planning: Between Rationality
and Emotion

Urbanismo: entre la racionalidad


y las emociones

Héctor Quiroz Rothe

Escribir sobre emociones y ciudad ha sido un reto autoimpuesto que implica superar las limitaciones
de mi formación como urbanista, y al mismo tiempo repensar experiencias y recuerdos personales que
han marcado mi relación con la ciudad. Al tratar de explicar las conexiones entre la práctica y la teoría
del urbanismo y las emociones asociadas a la experiencia de la ciudad me enfrento a un conflicto entre,
por un lado, los conceptos, ideas y valores que han nutrido y sustentan el ejercicio de la planeación, el
diseño y la gestión urbanas –todas ellas enmarcadas por el pensamiento racional–; por otro, las emo-
ciones derivadas de un sinfín de experiencias personales como habitante, usuario y observador profe-
sional de la ciudad. Esta reflexión me lleva a plantearme una serie de preguntas sobre la capacidad del
urbanismo para ordenar racionalmente las ciudades, o bien respecto a la influencia de las emociones
asociadas a la experiencia de la ciudad en el ejercicio del urbanismo y –en un exceso de pragmatismo–
sobre las posibles aplicaciones del estudio de las emociones en el ordenamiento urbano.
Aclaro: quizás el estudio de las emociones no aporte mucho al ejercicio del urbanismo –al menos
en su afán de ordenar y regular los usos y actividades urbanas–, pero estoy convencido de que arroja
nuevas luces sobre la entrañable relación que sostenemos con nuestro entorno construido. Como lo
he expresado en otros lugares, la percepción y los imaginarios determinan la forma como utilizamos los
espacios construidos que vivimos, a partir de su apropiación o rechazo. Un recuerdo entrañable o una
mala experiencia marcan nuestra relación con los distintos elementos del ámbito urbano. En este pro-
ceso, el reconocimiento de las emociones positivas o negativas generadas por la experiencia de la ciu-
dad contribuye a explicar y entender posturas, opiniones, conflictos, los cuales deben ser considerados
en la elaboración de propuestas urbanísticas incluyentes y coherentes con la cultura de sus habitantes.

Ciudad, urbanismo y emociones


Las ciudades se han convertido en el hábitat de al menos la mitad de los seres humanos; las previsiones
de organismos internacionales señalan que esta tendencia seguirá incrementándose a lo largo del siglo
xxi. Al mismo tiempo, las concentraciones urbanas son cada vez más grandes. Las megalópolis con-
temporáneas pueden llegar a reunir la población de varios países, y frecuentemente se afirma que son
inabarcables, como en el caso de la Ciudad de México. En este sentido, resulta muy difícil elaborar una
definición universal de la ciudad y de lo urbano, sobre todo cuando esta condición puede aplicarse en
asentamientos de aspecto rural pero cuya población es urbana en términos económicos y culturales.
Los antecedentes de las metrópolis contemporáneas se remontan hasta cinco mil años, cuando
en diversos lugares del planeta surgieron asentamientos permanentes que cobijaron a sociedades cada

04
marzo + julio 2015

Fotografía: Héctor Quiroz Rothe

vez más complejas y jerarquizadas. La existencia terrenal del orden cósmico, espacios de equilibrio y de las libertades ciudadanas, semillero de revo-
de este tipo de asentamientos nos remite a las pactado con las fuerzas de la naturaleza a través de luciones e innovaciones en las artes, la ciencias
cinco civilizaciones originales. En todos los casos complejos ritos fundacionales. Hace mucho que y la tecnología. Las universidades, los museos y
se consolidaron como lugares de intercambio, esta dimensión se diluyó, al grado que la ciudad las fábricas son instituciones netamente urbanas.
mercados en encrucijadas de caminos, vados de se convirtió –de acuerdo con la teoría marxista– A pesar de estas evidencias de virtud, en la
ríos o puertos.1 Las plazas fueron el escenario de en un simple instrumento para la producción y civilización occidental las ciudades han sido tam-
este comercio que venía acompañado también reproducción del capital.2 bién consideradas fuente de todo tipo de males.
de nuevos conocimientos e ideas. Asimismo, las Hasta el siglo xviii las ciudades tuvieron una El pensamiento antiurbano de raíces judeocristia-
ciudades fueron desde su origen sede del poder escala humana, es decir que podían ser recorridas nas explica, en su mitología, el origen de las ciuda-
político, económico, militar y religioso. Palacios y por un hombre a pie, y además poseían límites des como un castigo divino. Desde la célebre cita
templos ocuparon el corazón de las urbes antiguas concretos, como murallas, las cuales marcaban bíblica que acusaba a la gran Babilonia de ser “la ma-
y a partir de ellos se organizaron sus diversos com- diferencias culturales y jurídicas entre lo urbano dre de todas las rameras”, las ciudades pervierten al
ponentes; hoy en día los rascacielos de los grandes y lo rural, entre los ciudadanos y los paisanos. inocente y corrompen los principios más nobles.
corporativos han sustituido esta referencia de cen- Las ciudades fueron primero Estados y después Esta tradición nutre y complementa la idealización
tralidad. De forma paralela, las urbes se distinguie- del siglo xvi algunas de ellas se convirtieron en de la naturaleza salvaje, así como de aquellas cul-
ron como espacios sagrados poseedores de una capitales de los Estados nacionales modernos. turas tradicionales cuyos miembros se supone vi-
gran densidad simbólica. Eran la representación Históricamente fueron la cuna de la democracia ven en armonía con ella. El romanticismo tuvo una

05
bitácora arquitectura + número 30

faceta que se relaciona con esta postura, así como los que muchas personas utilizan en sus trayectos cotidia-
diversos holismos ambientalistas que se han sucedido nos) que en principio nos permite convivir con las multi-
a lo largo del siglo xx y que en las últimas décadas han tudes de la ciudad sin perder la razón.
cobrado fuerza y relevancia ante la crisis ambiental que Justamente en este contexto de la industrialización
enfrentamos. surgió el urbanismo4 como disciplina moderna que inten-
La literatura y el cine se han encargado de producir taba resolver los problemas gestados y amplificados en
potentes imágenes a favor y en contra de la vida en la ciu- el contexto de la ciudad industrial del siglo xix. Desde
dad. En el cine contemporáneo mexicano son frecuentes entonces se nutrió de todo tipo de aportaciones disci-
las anécdotas en donde los personajes desean huir de plinarias, científicas y artísticas, desde la medicina y la
la metrópoli. En estos casos, la ciudad en la ficción es una ingeniería hasta la filosofía y las artes plásticas. El cono-
metáfora de los conflictos que enfrenta el personaje; y cimiento de las metrópolis industriales –un fenómeno
la huida, una manera de resolverlo o el primer paso para complejo y multidimensional– así lo requería; sin embar-
una inminente reconciliación. La insistencia en esta situa- go, la urgencia de resolver los problemas sanitarios que
ción me parece sintomática de nuestra relación con la afectaban a sus habitantes favoreció la intervención en
Ciudad de México. su dimensión espacial soslayando los procesos sociales
Atendiendo a esta realidad generalizada, el turismo de asociados a estos espacios. Aparentemente, intervenir los
masas ofrece a los habitantes de las ciudades evasión me- espacios construidos a través de grandes proyectos de re-
diante lo exótico o inusual, ya sea con destinos en playas novación urbana o, de manera más radical, con propues-
con una naturaleza domesticada, ya en ciudades que ofre- tas de nuevas ciudades adecuadas a las necesidades del
cen nuevas diversiones o experiencias culturales inusitadas. mundo moderno, fue más sencillo y contundente que
En ambos casos, la oferta turística propone nuevas emocio- modificar las estructuras sociales y económicas que los
nes dosificadas a lo largo de unas vacaciones planificadas. originaban.5 Por este eficaz proceso, la nueva disciplina
Paradójicamente, la industria turística ha generado espacios que buscaba mejorar las condiciones de vida de los habi-
urbanizados –que no ciudades– que integran las infraes- tantes de la ciudad quedó encasillada en el ámbito de la
tructuras necesarias para el hedonismo contemporáneo.3 arquitectura y, parcialmente, en el de la geografía. De esta
En el siglo xix, la urbanización rampante derivada de la manera, la historia convencional del urbanismo hace un
Revolución industrial dio lugar a un nuevo tipo de asenta- recuento de los grandes proyectos urbanísticos –algunos
miento caracterizado por el crecimiento desordenado, la de los cuales nunca se realizaron– que hicieron eco en
especulación, el hacinamiento y la contaminación. En este lugares muy distintos a donde fueron concebidos.6
momento las ciudades históricas rebasaron sus límites y En esta historia, los congresos internacionales de arqui-
se convirtieron en territorios amorfos difíciles de acotar: tectura moderna, ciam (1927-1959) constituyen un hito.
conurbaciones, metrópolis, megalópolis; suburbios ilimi- Sus protagonistas, aglomerados en torno al genérico Mo-
tados, ciudades desechables, virtuales; parques temáticos, vimiento Moderno, produjeron una serie de postulados,
ciudades espectáculo e hiperrealidad; todos, términos uti- manifiestos y cartas, difundidos ampliamente en la segun-
lizados para describir el fenómeno urbano del siglo xxi. da mitad del siglo xx y que desde entonces han sustentado
La vida en las grandes ciudades de la era industrial la práctica de la planeación urbana.
propició cambios en la conducta de sus habitantes. La palabra clave en este proceso histórico es el orden.
A principios del siglo xx, Georg Simmel identificó que los El orden racionalista que implicaba establecer jerarquías,
habitantes de estas urbes estaban sometidos de manera simplificar procesos, homogeneizar actividades, estan-
cotidiana a una gran cantidad de estímulos, de tal forma darizar dimensiones, mientras de paso negaba la com-
que para sobrevivir en este ambiente habían desarrolla- plejidad que conlleva considerar las diferencias sociales,
do una capacidad mental para seleccionar y reaccionar culturales y psicológicas de los habitantes de la ciudad,
sólo a algunos de ellos, lo que se traducía en la actitud sus principales actores. Este mismo orden es el que ha
de indiferencia característica de los urbanitas modernos. considerado irregulares a los espacios producidos por los
La tecnología no ha hecho más que reforzar esta espe- habitantes pobres con sus propios recursos, a pesar de
cie de atrofia emocional inconsciente (pienso en el aire ser un proceso predominante en la construcción de la
acondicionado de los autos particulares o los audífonos mayoría de las ciudades latinoamericanas.

06
marzo + julio 2015

Fotografía: Héctor Quiroz Rothe

La urgencia derivada de la reconstrucción de el mayor sustento normativo y burocrático. Com- pero influyen en cómo percibimos una situación.
la posguerra en Europa, la urbanización acelerada parto la opinión del economista liberal Edward Las emociones revelan a su vez estados afectivos,
en América Latina y, en general, la moderniza- Glaeser8 respecto a lo absurdo que puede llegar motivaciones y deseos, asociados a recuerdos de
ción del mundo en aras del progreso favorecie- a ser la hiperregulación de los usos, actividades y personas, lugares o cosas. Pueden ser compartidas
ron, como hemos mencionado, una práctica del funciones que ocurren en la ciudad. Su análisis par- por los miembros de una cultura o ser individuales.
urbanismo que privilegiaba la dimensión física te desde una perspectiva que sanciona cualquier Las emociones universales y biológicamente bási-
de los fenómenos urbanos sobre su dimensión forma de regulación del mercado inmobiliario; en cas según Paul Ekman10 son: sorpresa (muy tran-
social, o bien confiaba que a través de nuevas mi caso, cuestiono la posibilidad de regular el caos sitoria, implica sobresalto, asombro, desconcierto,
formas construidas se generarían los cambios so- que determina la vida misma y que ocurre en la ayuda a orientarnos frente a una nueva situación),
ciales necesarios para conquistar el proyecto de cotidianidad de las calles de una ciudad. En este aversión (rechazo hacia lo que lo produce disgusto
la modernidad. sentido, me sorprende y fascina la vitalidad caótica o asco), tristeza (asociada a la pena, la soledad y el
A partir de la década de 1970, la crisis del Es- que caracteriza a la Ciudad de México y a muchas pesimismo, nos motiva hacia la reintegración per-
tado de bienestar7 –que en gran medida alentó otras ciudades “subdesarrolladas”, las cuales son sonal), ira (la rabia, el enojo, el resentimiento, la
esta práctica urbanística– estuvo acompañada el resultado de modernidades y racionalidades furia e irritabilidad nos induce a la destrucción),
del cuestionamiento intelectual de los criterios incompletas. Allí abundan los resquicios de inno- miedo (anticipa una amenaza y produce ansiedad,
y valores que justificaban el proyecto moderni- vación y creatividad alternativa, en donde es po- incertidumbre, inseguridad) y alegría (euforia o di-
zador. En el ámbito de la arquitectura, la crítica sible imaginar y construir un mundo más justo y versión derivada de una sensación de bienestar y
posmoderna volvió a poner el énfasis en los pro- sostenible.9 de seguridad; nos induce hacia la reproducción del
cesos morfológicos, el patrimonio histórico y las Como hemos visto, el racionalismo dejó de suceso que nos hace sentir bien).
especificidades culturales de cada comunidad. lado otras manifestaciones de la conducta huma- Creo que todos podemos establecer clara-
Al mismo tiempo, el debilitamiento de las estruc- na difíciles de explicar en su propia lógica. En el mente asociaciones entre nuestra experiencia
turas de gobierno en el contexto del neolibera- urbanismo, la dimensión psicológica fue relegada urbana y estas u otras emociones, y reconocer
lismo dio paso al reconocimiento e impulso de del estudio de lo urbano, y se desvirtuaron las im- su incidencia en la percepción que tenemos de
los procesos participativos en la producción de plicaciones de la percepción y la memoria en el lugares, personas o cosas;11 sin embargo, tratar de
ciudad. uso y apropiación de los espacios construidos. incorporar este tipo de elementos en el análisis
A pesar de la crítica posmoderna y del recono- Ahora bien, las emociones se definen como urbanístico puede provocar suspicacias entre ex-
cimiento de las virtudes de otras formas más inclu- reacciones subjetivas al ambiente que vienen pertos y funcionarios respecto a la seriedad de
sivas de planear y diseñar ciudades, la zonificación acompañadas de cambios fisiológicos innatos, los planteamientos. Afortunadamente, hace al-
ha seguido como la principal herramienta urbanís- influidos por la experiencia, las creencias y la me- gunos meses, en un congreso de escuelas de ur-
tica para intentar regular el funcionamiento de las moria. Las emociones nos permiten adaptarnos banismo, pude escuchar una presentación sobre
ciudades, o al menos ha sido el instrumento con al entorno de una manera espontánea y pasajera, la felicidad en la ciudad. La ponente, una joven

07
bitácora arquitectura + número 30

estudiante respaldada por un tutor y un proyecto de investigación acadé- mos llamarle todavía “ciudad” a este espacio? Diversos teóricos de lo urbano
mico, afirmaba que uno de los objetivos de la planeación urbana era que las (Armando Silva, Thierry Paquot, Massimo Cacciari o Rem Koolhaas) aluden
personas fueran felices, aclaraba que la felicidad más consistente se consigue al fin de la ciudad tradicional ante la emergencia de estructuras regionales
–o quizás más bien se siente– cuando alcanzamos un objetivo o logramos uniformes y dispersas en las que los intercambios ocurren cada vez más de
una meta. forma virtual y al margen del espacio público convencional.
Este tipo de planteamientos me permiten recuperar la confianza en el Prefiero pensar en mutaciones profundas que derivarán en nuevas formas
urbanismo y me llevan a pensar de qué manera, con nuestro trabajo, po- de convivencia y organización del espacio. Glaeser, en su apasionada defensa
demos hacer que los habitantes de las ciudades alcancen sus metas para de las ciudades,14 ofrece argumentos para pensar que los vínculos personales
que sean felices. Entonces reconozco los elevados fines de mi profesión, el siguen teniendo una razón de ser a pesar de estas tendencias. En este sentido,
idealismo que implican y el enorme esfuerzo que se requiere para lograrlos, considero que el estudio y la justa valoración de la dimensión psicoemotiva
al mismo tiempo que tomo distancia de los criterios y pretensiones del ur- de los espacios urbanos resultan indispensables para la construcción de un
banismo racionalista del cual somos inevitablemente herederos. proyecto de ciudad que integre las subjetividades con la racionalidad. Ahora
Respecto a la consecución de la felicidad, la ciudad contemporánea pro- bien, dado que las emociones que marcan nuestra experiencia de la ciudad
ducida en gran medida atendiendo a las lógicas del capitalismo es el espacio y en ella se ubican en el ámbito de la interpretación subjetiva de la realidad,
representativo de la sociedad de consumo. En este contexto, la felicidad que trataré a continuación de ilustrar esta idea a través de una narración personal
nos ofrece el sistema la encontramos materializada en los centros comerciales. sobre ciudades entrañables en mi experiencia de vida.
En tales espacios, la mercadotecnia echa mano de todos los recursos para Sin duda podemos generalizar a partir de emociones compartidas colec-
crear ambientes placenteros y estandarizados. Si nos dejamos llevar por los tivamente, pero la percepción de la ciudad es un asunto muy personal, como
estímulos del display y de la arquitectura escenográfica al servicio del consu- las emociones. Esta subjetividad debe ser reconocida y respetada por todos
mo, debo reconocer que entre luces brillantes, ambientes sonoros festivos, aquéllos que pretendemos intervenir y modificar los espacios construidos –y
alusiones a placeres carnales, texturas y olores agradables, es fácil imaginar un sobre todo habitados. Aunque francamente, el reconocer esta condición me
trance eufórico en los pasillos de un centro comercial de lujo: el éxtasis de la lleva a suponer una y otra vez la imposibilidad de intervenir racionalmente
pura materialidad. Sabemos que el placer de comprar es un placer efímero la ciudad.15
que puede ser adictivo; además puede trastornar conductas, como en el caso
de los infelices compradores compulsivos que gastan y rellenan bolsas de mer- Emociones itinerantes
cancías en un intento desesperado de llenar sus vacíos existenciales.
La sociedad de consumo nos ofrece otros placeres un poco más duraderos Ciudad de México, personal
que se confunden fácilmente con la satisfacción de haber alcanzado una meta. Porque nací en una vieja clínica de la colonia Roma con vista (entre tina-
En primer lugar, la vivienda con toda su carga simbólica: el hogar en donde nos cos y antenas) al castillo de Chapultepec, puedo afirmar que mi ciudad
sentimos bien, cómodos, seguros; el patrimonio de la familia, el logro de toda es bastante fea. De verdad, qué podemos decir a favor de las avenidas
una vida, también se ha convertido en una mercancía desechable.12 Igualmente Revolución o Patriotismo, del Circuito Interior o del Eje 7 sur; sólo recuerdos
perversas son las estrategias para fomentar la compra de automóviles, concebi- personales entrañables y emociones pasadas revividas en la memoria.
dos por la mercadotecnia como medios para afianzar la libertad de movimien- Mis primeros años los pasé encerrado en una casa en Mixcoac. Salir a la
to y el ascenso social. De hecho la masificación del transporte individualizado y calle implicaba el riesgo de ser arrollado por el intenso tráfico que circulaba
de la vivienda es el origen de los últimos desastres urbanísticos. Me remito a la en la avenida frente a la cual se encontraba la casa de mi familia, y sobre todo
imagen de las autopistas urbanas saturadas y a los conjuntos de vivienda masi- soportar el humo que emitían los camiones, peseros, ballenas y delfines que
vos aislados en la periferia desbordada de la ciudad contemporánea. transportaban a los habitantes de la ciudad en los años setenta. En otra etapa
Por otra parte, la incomodidad derivada de la ira y la aversión, pero sobre de mi infancia y adolescencia padecí el aislamiento de un fraccionamiento re-
todo del miedo. Esta emoción se ha convertido en el argumento más podero- sidencial ubicado en la periferia suroeste. Crecí rodeado de terrenos baldíos y
so para la construcción de una ciudad hiperasegurada que favorece la segre- barrancas –sin duda un excelente campo de juegos–, pero alejado de todo lo
gación social en el espacio a través de todo tipo de barreras físicas. Jordi Borja que conocían mis compañeros de la escuela: cines, parques y centros comer-
se refiere a la agorafobia contemporánea13 para explicar el miedo a la calle, a ciales.16 Irónicamente, el humo del transporte público quedaba ahora muy
lo público, y el encerramiento que caracteriza a las tipologías arquitectónicas lejos. En alguna época tenía que caminar unos tres kilómetros para llegar
diseñadas por el miedo. Todo ello se traduce en cercas, puertas blindadas, a la parada más cercana, y los horarios eran restringidos, el autobús pasaba
puestos de vigilancia y cámaras que vigilan cada rincón de la ciudad. cada 40 minutos y la última corrida salía a las nueve de la noche. En la familia
La segregación y la desterritorialización de muchas actividades tradicio- hablábamos de bajar a la ciudad para ir a la escuela o para comprar cualquier
nales, gracias al avance de las telecomunicaciones, parecen determinar la cosa, y recuerdo mirar todas la mañanas desde la ventana de mi cuarto la
estructura y el paisaje de las ciudades en este siglo. Lo que somos hoy en ciudad sumergida en una nata de esmog sepia, de la que sólo sobresalían
día es, en consecuencia, lo que son las ciudades que habitamos. Pero ¿pode- la punta del Hotel de México, la torre de Pemex y los volcanes.

08
marzo + julio 2015

Después he vivido en el Centro Histórico, antes de que lo comprara


Carlos Slim, en el centro de Coyoacán, en la colonia Roma y en la Con-
desa, donde me cansé de los temblores y de las tortas gourmet, aunque
como urbanista sigo apreciando la vida en sus calles, sus áreas verdes, la
proximidad de todo tipo de servicios y su arquitectura.
Pienso que en los últimos cuarenta años la capital mexicana final-
mente se arruinó –aunque todo empezó cuando decidieron desecar
el lago, que imagino azul, vasto y rodeado de una majestuosa cordillera
nevada– para convertirse en la metrópoli posapocalíptica descrita por
Carlos Monsiváis. Así, por ejemplo, recuerdo que en mi infancia, en el
paraje más hermoso –un bosque de encinos rodeado por un pantano
estacional– construyeron un supermercado. Para ir a la iglesia de la co-
lonia, la del catecismo y las primeras comuniones, ahora hay que cruzar
una reja con vigilante. Se levantaron puentes que surcan las barrancas y
en el horizonte aparecieron los rascacielos de Santa Fe, al mismo tiempo
que las noches lluviosas de verano dejaron de oler a basura remojada.
Después de varios años alejado de aquel entorno y de la Ciudad de
México, cada vez que regresaba a visitar la casa de mis padres me invadía
una especie de nostalgia por aquellos años de aislamiento suburbano.
Muchos vecinos se han ido y poco falta para que empiecen a demoler
las casas de aquella colonia construida en el último refilón del milagro
mexicano para una clase media emergente y optimista. En dónde esta-
rán Enrique y Gerardo, compañeros de aventuras; las hermanas Petersen
y sus french poodles; Pepe el rebelde y su colección de motos. Me entero
de que la mamá de Mónica –quien murió de una peritonitis cuando Fotografía: Héctor Quiroz Rothe
teníamos 18 años– regresó a vivir a su casa después de muchos años de
haber estado desocupada. Hace poco, mi hijo se lanzó cuesta abajo por
una de sus calles en una vieja avalancha. Entre sus gritos emocionados, en bicicleta por mi colonia, atravesar el bosque de Chapultepec –el prado del
igual que hace cuarenta años, se desvanecieron finalmente mis recuer- tótem canadiense es el secreto mejor guardado– y regresar por el Paseo de Refor-
dos obsesivos e irrelevantes de aquella época. ma peatonalizado los domingos.
Para reconciliarme con mi identidad chilanga me he dedicado a es- Últimamente me pierdo en mi ciudad. Pasos a desnivel, segundos pisos, nue-
tudiar el urbanismo popular, cuyos procesos autogestivos y clientelares vos rascacielos y torres de departamentos por todos lados han borrado mis refe-
han sido el origen de la mayor parte del tejido socioespacial de esta ciu- rencias metropolitanas, las cuales eran indispensables para sobrevivir antes de los
dad. Una vez que se superan los prejuicios inculcados por la arquitectura teléfonos celulares y los gps. En la de por sí anodina avenida Insurgentes sur ya no
académica, se descubre un universo gris a la distancia, pero desbordante están el cine Manacar, ni Cinemas 2000 –ambos lugares imprescindibles de mi
de vitalidad en el detalle. Lo que tiene de feo mi ciudad lo tiene de vital. adolescencia. Las calles de Mixcoac, Nonoalco, la colonia Nápoles, se han llenado
Algunas instantáneas: un taxista con lentes oscuros y camiseta del de edificios, y en el norte ya no está el toreo de Cuatro Caminos. Me siento un
América conduce con el brazo fuera de la ventanilla y un perico en el viejo prematuro que añora la ciudad de hace veinte años.
hombro; el mar de construcciones de tabicón gris desde lo alto de la
sierra de Santa Catarina; el Zócalo desolado en una noche de luna llena; Lyon, un año excepcional
una camioneta destartalada que emite música guapachosa a todo volu- Tenía diez años cuando, por razones profesionales, mi padre nos llevó a vivir a la
men con un ataúd atado al techo; la pirámide de Santa Cecilia en medio segunda metrópoli francesa, centro industrial, con dos ríos y un centro histórico
de viaductos y zonas industriales; una granja, con su milpa y animales de con vestigios romanos, y autoproclamada capital de la gastronomía en el país
carga, debajo de uno de los puentes de los poetas (Santa Fe); el sol al de la gastronomía. Una experiencia entonces inusual para una familia mexicana.
atardecer recortando el perfil del Ajusco, los Dinamos y la Sierra de las Vivíamos en una unidad habitacional funcionalista rodeada de naves industria-
Cruces desde la subida de San Jerónimo al segundo piso de Periférico. les, en uno de los municipios conurbados de esta aglomeración. En el centro de
Confieso que me siento bien en Coyoacán. Mi rincón favorito es la la ciudad había plazas monumentales, iglesias góticas y elegantes calles peatona-
plaza de Santa Catarina, a la hora que sea y con el clima que sea. El Centro les, aunque muchos edificios estaban cubiertos de hollín y apestaba a humedad.
Histórico lo evito, demasiada gente, demasiado tráfico. Me gusta pasear Todo era tan distinto al suburbio mexicano, que el menor detalle cotidiano nos

09
bitácora arquitectura + número 30

sorprendía: la eficiencia del transporte público, el rigor de los horarios,


el metro, las hojas de los árboles, los estacionamientos automatizados,
las albercas públicas, las minúsculas salas de cine, la discreción de los
vecinos, los anuncios de jabón con modelos desnudas.
Los domingos, como muchas ciudades europeas, las calles estaban
desoladas, sin embargo siempre había algo que hacer o visitar. El paseo fa-
vorito era el Parc de la Tête d’Or, en donde conocimos los cambios estacio-
nales que sólo se imaginan en las imágenes de los calendarios que regalan
las carnicerías de la Ciudad de México. Si hacía frío, siempre quedaban los
pasillos de un moderno centro comercial que en aquel entonces se decía
era el más grande de Europa. Se podía vivir sin auto.
Todas las mañanas me iba caminando solo a la escuela. Había que
atravesar un baldío frecuentado por auténticos punks, quienes a pesar
de su aspecto eran inofensivos. De hecho, hablaban español con acento
andaluz. En la escuela convivían hijos de obreros franceses con hijos de
inmigrantes del Magreb, Indochina, del sur de Europa y un mexicano.
Fotografía: Héctor Quiroz Rothe Había racismo, pero no extremismos, y la globalización todavía no se
conocía con ese nombre. El triunfo de Mitterrand en las elecciones pre-
sidenciales de aquel año fue celebrado con auténtico entusiasmo ciuda-
dano en aquel barrio obrero de larga tradición socialista.
Desde entonces la ciudad de Lyon ha ocupado un lugar especial en
la memoria familiar. Un año excepcional, cuyos ambientes y aconteci-
mientos siguen siendo evocados inevitablemente al escuchar los éxitos
de la radio francesa de entonces: Mireille Mathieu y Julio Iglesias (en
francés), John Lennon y Bob Marley. He vuelto como urbanista en va-
rias ocasiones; intentando revivir recuerdos me he encontrado con una
ciudad que supo sacudirse el polvo. El casco antiguo fue rehabilitado,
las fachadas recuperaron su color original y en las calles peatonaliza-
das abundan los restaurantes que hacen honor a la gastronomía local.
La unidad habitacional y mi escuela siguen ahí. Han cambiado poco, el
baldío de los punks ahora es un parque banal. Imagino a mis compa-
ñeros de la escuela, los hijos de la inmigración que en los ochenta no
correspondían con la imagen que esperábamos de los franceses, pero
que de hecho fueron los protagonistas de la transformación francesa en
una sociedad multicultural.

París, para bien o para mal


Después de la Ciudad de México, la capital francesa es el lugar en donde
he residido el tiempo suficiente como para sentirme un poco como en
casa. Ahí tengo mis lugares consentidos y a veces hasta puedo orientar
y dar recomendaciones a algún turista perdido. Poco puedo agregar a
los miles de textos, imágenes y notas que han descrito todas las facetas
de esta gran ciudad. Creo que no existe calle en París que no haya sido
historiada. Al mismo tiempo, cada quien puede hacer su propia historia.
La primera vez que vi la torre Eiffel fue seguramente en 1980, pero la ver-
dad no conservo ningún recuerdo particular de ese momento. Desde
entonces, por una u otra razón, he vuelto un sinnúmero de ocasiones
y permanecido días, semanas o meses. He pernoctado en las inmedia-
ciones de Trocadero, Pigalle, la Gare du Nord, Montmartre, el Barrio
latino, la Porte Saint Denis. La que fue mi casa por varios años estaba
cerca del canal Saint Martin que en la misma época se hizo famoso por
Fotografía: Héctor Quiroz Rothe
una escena de la película Amélie.17 Dicha película revivió los imaginarios
colectivos más potentes de la ciudad luz, capital del amor, romántica,

010
marzo + julio 2015

bohemia y surrealista. Recuerdo que locales y turistas se regodeaban en


la imagen de la parejita tomada de la mano paseando por las escalinatas
de Montmartre.
Más allá de los lugares comunes de la “ciudad más bella del mun-
do”, París no deja de sorprenderme con sus perspectivas monumentales
que aparecen a la vuelta de cualquier esquina. Como mencioné, mi lista
de rincones favoritos es larga: la pasarela que conecta la isla de Saint
Louis con La Cité, desde la cual se puede disfrutar el juego de sombras
que forman los contrafuertes de Notre Dame al ponerse el sol. Detrás
del palacio del Ayuntamiento, escondida, se encuentra la iglesia de San
Gervasio; su interior suele estar ambientado con cantos gregorianos, y
sus administradores –miembros de la Fraternidad de Jerusalén– portan
hábitos de aspecto medieval. El conjunto es un viaje a un pasado mís-
tico digno de El Nombre de la Rosa o de El código Da Vinci –según el
estado de ánimo– que contrasta brutalmente con el bullicio de la zona
de los grandes bulevares, atravesado por sombríos pasajes comerciales
que recuerdan las derivas urbanas de Baudelaire y Benjamin.
El centro de París se camina, y parte del disfrute sigue siendo el con-
templar los escaparates que se suceden a lo largo de las aceras como
naturalezas muertas de los productos más diversos o instalaciones de
arte contemporáneo exhibido para ser admirado. Detrás está todo el
savoir-faire que distingue a Francia en el mundo. Puede ser un vestido
de alta costura o una torre multicolor de macarrons. Incluso los comer-
cios más triviales (como una cerrajería o una salchichonería) hacen un
esfuerzo por aportar un detalle bello o curioso que atraiga la mirada
del peatón. En los casos más sofisticados un pequeño letrero advierte
“Vitrina en proceso de montaje”, para aclarar que el evento aún no está
listo para ser admirado.
Pero París también fastidia. Al igual que cualquier gran ciudad, hay
tumultos e incomodidad en el metro. Puede haber gritos o golpes, pero
lo peor es la indiferencia de los testigos sumergidos en su lectura o en su
música favorita. La desesperación y locura que expresan los rostros de
sus indigentes son como bofetadas a los turistas sonrientes cargados de
bolsas Chanel, Vuiton y Dior. El poético cielo plomizo que se funde con
sus mansardas en el horizonte puede desquiciar a cualquier inmigrante de
los trópicos después de varias semanas invernales. Y siempre, más allá de
las imágenes de postal, se extienden los suburbios populares y de la clase
media, en donde residen la mayoría de los parisinos alejados del oropel
turístico, de la intelectualidad y del refinamiento que distingue a su ciudad.

Praga, onírica
La capital checa es un destino muy apreciado por los turistas mexicanos.
Supongo que en lo más profundo de nuestro inconsciente colectivo, el
perfil de sus construcciones corresponde a las imágenes que ilustran los
cuentos de hadas que leímos en nuestra infancia.
La última vez que estuve en Praga fue como una cita romántica.
Realmente estaba emocionado al salir de la estación de trenes y cami-
nar de nuevo por la plaza de Wenceslao. Era diciembre y el frío calaba.
Tenía un solo día para el reencuentro, y durante la noche, Praga me
cumplió una de mis fantasías. Desperté muy temprano con el propósito
de recorrer y fotografiar la plaza de la ciudad vieja liberada de las masas
de turistas que la visitan. Mi sorpresa fue descubrirla cubierta de una
fina capa de nieve. El arrebato ante la belleza de sus calles teñidas de Fotografía: Héctor Quiroz Rothe

011
bitácora arquitectura + número 30

azul en un amanecer invernal fue tal que en muy poco tiempo agoté
las baterías de mi cámara. El romance continuó gracias a que la única
tienda que estaba abierta a esa hora tenía repuestos. Crucé el puente
de Carlos sin puestos ambulantes de souvenirs, subí por la calle Neruda
hasta el castillo de Hradcany antes de la llegada del primer autobús de
turistas chinos. Más tarde, en el Callejón del oro sostuve una interesante
charla con la dependienta de una librería localizada en una de las casas
en donde vivió Franz Kafka. Cerca de ahí, el propietario de una pequeña
tienda de antigüedades ensayaba con su violín algo de Mozart, mientras
yo curioseaba. Al descender la colina del castillo hacia Mala Strana, cayó
la noche. Pude pasear por la orilla del Moldava mientras se encendían
las lámparas de la ciudad. Concluyó la caminata con una copiosa cena
refrescada con cerveza checa y atendido por una mesera con ojos de
gata (como en la canción de Sabina). Creo que ese día no hablé con
nadie. Todo fue entre ella y yo.
Hace poco más de diez años, en otra cita de amor decidí descansar
un poco dentro de mi auto a la sombra de un viejo roble, en un esta-
cionamiento aledaño al convento de Loreto –por cierto, uno de mis
rincones favoritos de esta ciudad. Dormitaba, cuando se desató una
tormenta estival. Un curioso presentimiento me hizo salir del sopor y
mover el auto de sitio. Ante la imposibilidad de salir del auto por el cha-
parrón me acomodé de nuevo en mi asiento para seguir dormitando,
cuando un estruendo me despertó. Vi frente a mis ojos como el viejo
roble caía derribado por una violenta ráfaga de viento, justo en el lugar
en donde había estado estacionado. Creo que desde entonces le debo
la vida a la princesa Libushe.18

Para concluir
Podría seguir escribiendo sobre estas y otras ciudades entrañables como
Córdoba, Barcelona, Berlín, La Habana, Cancún, San Miguel de Allende
o Tijuana, sólo para constatar el torrente de emociones que pueden
despertar las ciudades en cada uno de nosotros. Hay urbanistas (y me
refiero a todas aquellas personas comprometidas con las causas del
desarrollo urbano en todas sus facetas y escalas) que llegamos a esta
actividad por una personal fascinación por las ciudades, en las que se
Fotografía: Héctor Quiroz Rothe mezclan ideales, vivencias, emociones y recuerdos. A su vez, nuestro
objeto de atención es el hábitat de millones de personas que sienten,
perciben e interpretan los espacios que habitan. ¿Es posible ordenar esto
racionalmente?
En la práctica, los urbanistas utilizamos fuentes estadísticas y sesu-
dos modelos matemáticos para explicar procesos urbanos y acotar so-
luciones a problemas específicos; pero también es muy común recurrir
al conocimiento empírico para argumentar una decisión o propuesta.
Pienso en la inevitable influencia que pueden tener las emociones, po-
sitivas y negativas, asociadas a ciertas experiencias urbanas personales,
en la toma de decisiones respecto a proyectos urbanísticos, por parte
de urbanistas, funcionarios, líderes y gobernantes. Con esto, no quie-

012
marzo + julio 2015

Notas
ro afirmar que el futuro de nuestras ciudades esté sujeto al estado de 1. Basta señalar que Londres, Nueva York y Tokio, las tres capitales del mundo globaliza-
ánimo de sus gobernantes, aunque a veces así lo pareciera. Existen le- do, son puertos históricos.
yes, normas y procedimientos que impiden que esto ocurra, pero es 2. En este sentido me pregunto: en nuestra relación con la ciudad ¿qué peso tienen los
fines utilitarios (trabajar, divertirse, circular) sobre los vínculos emocionales?
importante reconocer que la experiencia personal y las emociones que 3. Me refiero en primer lugar a los destinos de sol y playa como Cancún, Ixtapa, Los Ca-
la acompañan marcan posturas y definen acciones. bos, Playa del Carmen, en México. A esta lista se pueden agregar destinos como Las
Como urbanista, creo que en nuestra relación filial con las ciuda- Vegas, Miami, los parques temáticos, los “pueblos mágicos” en México, e incluso barrios
de grandes ciudades históricas convertidos en escenografías para el turismo (como
des la racionalidad nos ha puesto una trampa, en la que la razón y la Broadway, el barrio latino de París o el barrio gótico de Barcelona).
emoción parecen dos operaciones mentales opuestas. El urbanismo es 4. Suelo pensar el urbanismo como un concepto que integra la planeación territorial y el
heredero del racionalismo ilustrado, y como tal confío en que la razón diseño urbano, disciplinas que en otros contextos se conciben de manera autónoma.
5. Este tipo de acciones de renovación urbana o de nuevo urbanismo se replicaron a par-
podría salvarnos del caos. Hoy en día aceptamos que existen otros ór-
tir del segundo tercio del siglo xx en Europa, Norteamérica, América Latina e incluso en
denes –que no desordenes– en la conformación de las ciudades, y que la Unión Soviética, en donde teóricamente se construía una nueva sociedad.
las herramientas de la razón no son suficientes para explicarlos.19 Los 6. Imagino que el joven Le Corbusier nunca pensó que sus ideas se materializarían en
urbanistas críticos nos enfrentamos a un reto mayúsculo para superar Brasilia o Chandigarh.
7. En México corresponde al modelo denominado “desarrollo estabilizador”, que marcó
las estructuras mentales con las que nos hemos formado. las políticas económicas locales entre los gobiernos de Miguel Alemán y Adolfo López
En el plano individual esto quizás sea posible mediante esfuerzos Mateos.
personales focalizados. Me preocupa su trascendencia al plano colecti- 8. Edward Glaeser, El triunfo de las ciudades (México: Taurus, 2011).
9. Ver, por ejemplo, el catálogo de la exposición “Post it city. Ciudades ocasionales”, publi-
vo, al menos en el ámbito del gremio profesional, cuando se han insti- cado por el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona en 2013.
tucionalizado procedimientos que responden a intereses particulares y 10. Ver página web: www.paulekman.com. Consultada el 3 de marzo de 2015.
económicos. En un balance de las lógicas que definen la estructura de 11. Curiosamente la tristeza es la emoción que menos evoca mi experiencia urbana, aun-
que con el paso del tiempo, uno va acumulando lugares que provocan cierta nostalgia,
las ciudades, por encima de las subjetividades emotivas y de cualquier sentimiento doloroso generado por un recuerdo de lo que fuimos o de lo que ya no
otro criterio, se impone la relación costo-beneficio y la búsqueda de la somos.
máxima rentabilidad. 12. Es el calificativo que se puede aplicar a las unidades de vivienda construidas masiva-
mente durante los últimos sexenios en la periferia de las ciudades mexicanas.
Por otro lado, en el ámbito de la docencia es necesario incitar a los
13. Jordi Borja, “La ciudad es el espacio público”, en Patricia Ramírez Kuri (coord.), Espacio
estudiantes a privilegiar las virtudes de la vida urbana sobre sus defectos público y construcción de ciudadanía (México: Flacso, Porrúa, 2003): 59-87.
y a combatir la imagen negativa que prevalece en los medios de co- 14. Edward Glaeser, El triunfo de las ciudades. El discurso de este autor continúa el pensa-
municación y en la opinión de nuestros conciudadanos. Como afirma miento prourbano de Lewis Mumford y Jane Jacobs.
15. Personalmente me he negado a seguir instruyendo a jóvenes urbanistas en los códigos
Jaime Lerner:20 “las ciudades no son el problema, son la solución”. de la zonificación urbana cada vez más sofisticada e ilusoriamente precisa. Me parece
Este espacio no ha sido suficiente para despejar las variables de la ocioso tratar de clasificar las posibles combinaciones que encierra el concepto de uso
ecuación de la ciudad, pero se han aclarado inquietudes respecto a las mixto con la finalidad de poder regularlas o de restringir a tanto metros cuadrados la
realización de una actividad que en la práctica dependerá de las necesidades de los
limitaciones del urbanismo racionalista en su afán de ordenar la com- operarios o de las características del espacio construido preexistente. Me tranquiliza
pleja realidad urbana. Quizás en algún momento podamos afirmar que observar todos los días desviaciones que retan el rigor de la norma, vacíos para que
las ciudades más queridas por sus habitantes se pueden planificar mejor. ocurra lo imposible.
16. En aquel entonces Plaza Universidad y el flamante Perisur.
17. Recuerdo a unas amigas de Filosofía y Letras que fueron de visita y que al sacarse la foto
de rigor en el sitio casi lloran de la emoción. Después supe que en Japón editaron una
guía especial para los fans de dicha película. Años después, pasada la euforia, entré de
casualidad al bar en donde trabajaba la protagonista. Iba con la mamá de mi hijo, con
nueve meses de embarazo. Teníamos cita con la partera y éste era el lugar más cercano
para sentarnos a descansar.
18. Personaje mítico con poderes premonitorios a quien se le atribuye la fundación de la
ciudad.
19. Mi búsqueda por tratar de entender la complejidad del fenómeno urbano me ha lle-
vado, desde hace algún tiempo, a interesarme por las representaciones literarias y ci-
Héctor Quiroz Rothe nematográficas de la ciudad que, de acuerdo con varios autores, ofrecen visiones más
integrales.
Doctor en Urbanismo
20. Exalcalde de la ciudad de Curitiba y autor del libro Acupuntura urbana.
Profesor e investigador
Coordinador del Programa de Maestría
y Doctorado en Urbanismo
Universidad Nacional Autónoma de México
[email protected]

013

También podría gustarte