La Justicia en Las Sombras: Radclyffe Capítulo Uno

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La justicia en las Sombras

Radclyffe

CAPÍTULO UNO

Dr. Catherine Rawlings se despertó, desnuda, con su mejilla contra el


hombro de su amante. Habían dormido con la ventana del dormitorio
abierta, y una brisa débil enrizó las cortinas sobre la ventana. Estaba
oscuro. ¿Serán ya las cinco?
Pronto sonaría la alarma y otro día comenzaría, pero seguía con una
sensación de algo inacabado. Su última conversación con su amante, poco
antes de acostarse, físicamente exhaustas, regresó a ella.

¿“Qué va para ocurrir ahora?”


“Volveré a mi trabajo normal en un día o dos, y tendré casos nuevos
por los que preocuparme.” Rebeca descansaba su mejilla contra del pelo de
Catherine con los ojos cerrados. “Es lo que hacemos los policías. Trabajas
como un burro, te juegas la vida y luego por algún tecnicismo o algo
parecido, te quedas sin nada.”
¿“Así que vas a dejar ir esto?” Catherine preguntó, asombrada.
Débilmente, Rebecca negó con la cabeza. “Clark intentará cerrar esta
unidad, probablemente ya ha hecho la llamada. Pero continuaré haciendo
lo que me han enseñado a hacer, por Jeff, por Michael, pos esas crías.”

Jeff Cruz había sido el compañero de Rebecca en la Unidad Especial de


Crímenes en el Departamento de Policía de Philadelphia, hasta que él y
otro policía fueron asesinados tres meses antes. Su asesino estaba todavía
en libertad, sus asesinatos no habían sido resueltos. Michael Lassiter había
sido herida, sólo unas horas antes, por un conductor que se dio a la fuga, en
un intento frustrado por matar a J.T. Sloan, su amante y asesora
informática civil en la unidad de trabajo. En estos momentos se encontraba
en unidad de cuidados intensivos en Hospital Universitario, en situación
crítica. Jeff, Michael, esas adolescentes anónimas, todas eran víctimas.

“Continuaré haciendo lo que me enseñaron a hacer hasta que hacemos


justicia”

Catherine tembló y se acercó más a su amante.


¿“Catherine?” La detective Sargento Rebeca Frye besó la parte superior
de su mano, acariciándola lentamente de arriba abajo por su brazo. “¿Qué
te molesta?”
“Estoy tan enfadada sobre lo que le ha pasado a Michael, no tiene
sentido, Sloan sufriendo, y Jason poniendo su vida en peligro. Y tú,
trabajando todo el tiempo cuando deberías estar recuperándote. Es todo
muy… injusto.”
Rodeándola con un brazo, Rebeca descansó su barbilla encima de la
cabeza de Catherine y filosofó en voz alta. “Sé que Avery Clark y su
investigación tiene algo que ver con el asesinato de Jeff Cruz y Jimmy
Hogan. No puede ser una coincidencia. Clark puede pensar que puede
cerrar el grupo de trabajo, y que nos quedaremos sin rechistar, pero está
muy equivocado.”
El corazón de Catherine cayó dolorosamente. “¿Qué vas a hacer?”
“Simplemente haré mi propia investigación.” Rebeca fue evasiva, era
un hábito y sobretodo un deseo para no preocupar a Catherine. “Sé que
Sloan no se dejará pasar lo sucedido a Michael, y todavía tiene la archivada
la grabación. Eso nos dará por dónde empezar”
“Ella está en agonía, Rebeca. Se culpa por lo ocurrido y tiene miedo de
perder a su amante. Hasta que Michael se recupera, ella va a ser muy
volátil.”
“La vigilaré,” le prometió.
Catherine meramente sonrió. Como si alguien pudiera controlar a
Sloan.
¿“Qué harás hoy?” Rebeca preguntó perezosamente, empezando a
moverse contra del cuerpo de Catherine, corriendo ambas manos de arriba
abajo por la espalda de su amante. “¿Hmm?”
“Volver a la rutina.” La voz de Catherine era ronca y lenta. Apoyó una
mano sobre el pecho de la detective, acariciándole con el pulgar uno de los
pezones. Sonrió cuando Rebeca se quedó sin aliento. “Ronda por la
mañana, … ahh clínico … por la tarde. Pensé … que eso es simpático …
me detendría a ver … ” Catherine le inclinó cabeza y la miró a los ojos,
ahora nebulosos. “A menos que tengas la intención de terminar lo que has
empezado, Detective.”
Rebeca sonrió abiertamente, deslizado una mano entre ellas, moviendo
a Catherine cuando meció su pierna un poco más arriba. “Claro que lo voy
a hacer.”
“Oh, gracias a Dios.” Catherine cubrió con su boca el cuello de Rebeca,
chupó su piel, empezando a sentirse pesada y mojada. “Cuando me tocas
… ” perdió su pensamiento cuando sintió los dedos cerrados alrededor de
su pezón, provocando el disparo de placer a través de todo su cuerpo. Su
estómago se puso rígido ante su estado de excitación.
¿“Qué?” Rebeca apretó el trozo duro, retorciéndolo muy amablemente.
“¿Cuándo te toco … qué?”
Catherine encontró los ojos de Rebeca, trató de enfocar su atención en
ellos, a través de la neblina del deseo, intentando no rendirse a la pasión
antes de tiempo. “Me haces… olvidar … todo. Oh Dios … detente un …
segundo.”
¿“Demasiado?” Rebeca se quejó, aliviando su agarre sobre el pezón
tenso.
“Demasiado buen. Vas a hacer que me corra.”
“No quieres que continúe? ”. Llevó los dedos entre sus muslos,
deslizándose infaliblemente alrededor de la dolencia dura de su deseo.
Sintió un tirón a lo largo de su longitud y su cuerpo entero avanzó dando
sacudidas. “Ohh Jesús, no hagas eso a menos que quieres que me corra de
inmediato.”
“No de inmediato.” Catherine la acarició ligeramente. “Pero pronto.”
El cerebro de Rebeca ya nadaba. Acarició con sus dedos la parte
inferior del abdomen de Catherine, los ató a través del pelo sedoso entre
sus piernas, miró amablemente por encima su clítoris. “Eres tan hermosa.”
“Bésame mientras haces que me corra,” Catherine respiró sobre la boca
de su amante.

Sólo a unos edificios de distancia, una mujer de pelo oscuro con ojos
violetas estaba sentada, en silencio, en una habitación iluminada por el
resplandor de las máquinas que monitorearon a su amante, con lecturas
impersonales y los sonidos mudos. Encorvada con los codos sobre sus
rodillas, ignoraba los calambres en sus hombros. Sloan sujetaba
tiernamente la mano de Michael Lassiter con las suyas. Lenta y
cuidadosamente, tocaba el anillo de boda de platino, igual al suyo, en el
dedo de Michael. Observó con intensidad desesperada los párpados pálidos
debajo de la frente delicada buscando signos de su despertar. Las
enfermeras habían limpiado la sangre de su cabello rubio sustancioso, pero
Sloan seguían viéndola. Veía una y otra vez, su cara, su pelo lleno de
sangre mientras su cuerpo yacía quieto en la calle.
Hay algo de hinchazón en el cerebro. Ella podría despertarse dentro de
una hora, un día, o una semana. No dijeron, ella nunca se despertará,
pero era lo único que Sloan podía oír.

“Michael,” le susurró, con lágrimas bajando por sus mejillas. “Estoy tan
apenada, no sé qué hacer sin ti..”


Ya son las seis.
Sandy dicho suspirando, recostada en una de las mesas para comensales
en un local entre esquina de la 12 con Mangosta. Todas las demás chicas
habían ido a casa, pero ella se había quedado más tiempo.
El estúpido. Ella no vendrá.
Había sido una larga noche y nada provechosa. Si quería seguir pagando
el alquiler, necesitaría hacer más la acción manual y trabajos ocasionales
en callejones oscuros. Tendría que hacerlo, aunque no quisiera hacerlo.
No lo había hecho, desde aquella noche que vio a Anna Marie desnuda
y muerta en un colchón sucio de un hotel barato, viéndose tan endeble e
indefensa. Se había sentido patética. Había mirado a Anna Marie, y se
había visto así misma. No tenía miedo a la muerte. Había peores cosas.
Pero no se le había escapado la clase de infierno que habría tenido que
pasar su amiga antes de acabar de aquella manera.
“Hola.”
Sandy levantó la mirada, encontrándose con aquellos ojos azules, ya tan
conocidos, recordando la noche en que aquella joven policía le había
salvado la vida. “Hola, novata. Tienes muy mala pinta.”
Dellon Mitchell le sonrió, pero sus ojos estaban desafilados por el
cansancio. “¿Ya has comido?”
“Estaba apunto de hacer mi pedido,” mintió, porque quería una excusa
para quedarse. “¿Quieres algo?”
“Si.” Mitchell sonrió abiertamente esta vez. “¿Puedes hacer el pedido
por las dos?”
Sandy reconfortado, levantó una ceja en señal de preocupación. “¿Qué
tal tú? ¿Ocurre algo?”
“Simplemente una noche mala.”
¿“Fuisteis a por esos pervertidos de internet?”
Mitchell inclinó la cabeza.
¿“No me lo vas a contar?”
“Detuvimos al tipo que seguíamos.” La voz de Mitchell fue ruda con
cólera. “Pero los putos federales se lo llevaron delante de nuestras narices.
Nos marchamos vacíos.”
“Qué novedad!, ” Sandy dijo vehementemente. “¿Así es que todavía no
sabes dónde hacen las películas?”
“No.” Mitchell golpeó ligeramente su tenedor sobre la mesa
desalentadamente. “Y ahora probablemente me devolverán a algún trabajo
de oficina, en alguna parte.”
¿“Y qué harás ahora?” Sus miradas se encontraron buscando sinceridad,
aunque con miedo de encontrar lo que esperaban, la mirada fija de Mitchell
se suavizó, y extendió la mano para tocarla. “Desayunamos y luego te
acompaño a casa. ¿Te parece bien?”
La garganta de Sandy se secó al instante. “Claro, por qué no.”
Cuarenta y cinco minutos más tarde estaban en parte delantera de un
edificio al sur de Bainbridge donde Sandy tenía un pequeño apartamento.
“Bueno, pues ya nos veremos,” Mitchell dijo, sin hacer ningún
movimiento por irse. Estaba apoyada junto a la puerta del apartamento,
mientras la otra joven buscaba sus llaves en su diminuto bolso, que llevaba
colgado del cuello. La parte superior de su ropa era delgada y ajustada,
diseñada para lucir sus pechos, por lo que Mitchell no era capaz de apartar
la mirada.
Sandy vio la mirada fija de la policía que le provocó una corriente de
excitación por todo su cuerpo. Normalmente, cuando los hombres clavaron
los ojos en su cuerpo lo único que sentía era frialdad, pero la mirada de la
policía la había dejado descolocada. “Si, supongo que una vez que estés en
tu nuevo trabajo de oficina no volverá a verte.”
Mitchell negó con la cabeza, sintiendo su estómago repentinamente
tirante. “Eso no es verdad. Da igual donde me entierren, no iré a ninguna
parte.”
Por primera vez, se dio cuenta de lo duro que estaba resultado aquello
para la novata. Rápidamente, sin pensarlo, acortó su distancia y apoyó sus
dedos sobre la mejilla de Mitchell. “Siento que te esté pasando esto.”
Mitchell asombrada, se enderezó casi rozando el pecho de Sandy. “No
fue tu culpa. Lo haría de nuevo.”
Los pezones de Sandy se contrajeron velozmente con el contacto de la
camisa de Mitchell contra de su pecho. Alarmada, dejó caer su mano y dio
marcha atrás, preguntándose si la otra mujer lo habría sentido. “Nadie pidió
que lo hicieras.”
“Bien.” Sonrió abiertamente. “Creo que es hora de irme. Te veré.”
“Pues bien, ” Sandy contestó, pero se quedó en el portal observando
hasta que la joven policía desapareció.

CAPÍTULO DOS

A las siete treinta, Catherine abrió la puerta interior de su oficina hacia la


sala de espera e hizo una seña pidiendo a su primer paciente que entrara.
La oficial Dellon Mitchell estaba todavía con la misma ropa que llevaba la
noche anterior durante la operación.
¿“No has pasado todavía por casa?”
“Watts y yo hemos tenido que hacer un montón de trabajo de oficina.
Para cuando terminamos con todo ya casi era hoy.”
“Si quieres podemos cambiar – ”
“No. ” Se esforzó en ponerse derecha, más derecha, y trató de limpiar la
nube de cansancio excesivo de su cerebro. “Necesito terminar cuanto antes.
En breve será reasignada a otro trabajo.” Hizo una mueca. “Y quiero volver
a las calles. Si todavía tengo este tema sobre mi cabeza, me enterrarán en
cualquier parte.”
¿“Has hablado usted con Rebeca?”
¿“Sobre qué?” Mitchell se vio confundida.
“Tal vez ella te pueda ayudar con tu situación.”
Mitchell le clavó los ojos, luego se rió. “No trabajo de ese modo, Dra.
Rawlings. No puede llevar mis problemas a otra persona, y no
especialmente a alguien como la detective Frye.”
¿“Entonces con quién puedes hablar? ¿Con tus amigos? ¿Con algún
amante?”
Mitchell vaciló. “¿Tiene algo que ver esto con mi evaluación?”
“No. Esto sólo tiene que ver contigo.”
Un músculo en la mandíbula de Mitchell empezó a dar sacudidas y se
sujetó con fuerza a la silla. Pensó en las conversaciones pasadas bajo los
faroles oscuros y las primeras horas de la mañana, cuando desayunaban.
Pensó en aquel callejón oscuro y en el gigantesco desconocido. “Tengo a
una amiga.”
Catherine esperó.
“La mujer que te conté sobre … la mujer que estaba en el callejón
aquella noche. Hablamos algunas veces.”
¿“Se llama?”
“Sandy.” Mitchell sonrió débilmente. Sus ojos encontraron a Catherine.
“La conocía haciendo mi trabajo, luego la solía ver por mi zona. Ella es
prostituta.”
Catherine recordó qué Dellon le había contado sobre aquella mujer
siendo asaltada en el callejón. Él la tenía sujeta con una mano y con la
obra la intentaba forzar por debajo de la falda. Sus muslos estaban
desnudos, pálidos, fantasmales a la luz de la luna. Le vi a ella forcejear.
Luego tenía sangre en la cara. Se había estado defendiendo – creo que
gritando – para que él se detuviera. Ahora ella estaba ... lloriqueando.
Tuve miedo de que fuera a matarla. “¿Y te preocupa eso?”
Mitchell encontró su mirada fija. “Sí.” Hizo una pausa. “Todo el
tiempo.”
¿“Se lo has dicho?”
“Claro que no.” Mitchell sonrió. “Me mandaría a paseo y me pediría
que no volviera.”
“Ella parece bastante independiente,” Catherine comentó, notando
cierto alivio en la tensión del cuerpo apretado y características tensas de
Dellon. ¿Más que la amistad?
“Es muy cabezona y enfadadiza.” La voz de Mitchell se había mitigado.
“Estamos cerca de terminar tus sesiones, Oficial. Creo que - ”
¿“Me puedes llamar Dellon?”
Catherine asombrada, inclinó la cabeza. “Por supuesto. ¿Dellon, qué
planes tienes para las siguientes sesiones?”
¿“Tengo que decirlo ahora mismo?” No había querido venir, sólo lo
había hecho porque había sido obligada. Ahora
Los ojos de Catherine eran suaves. “Vuelve cuando quieres, Dellon.”

A través de vestíbulo, Rebeca entró en el cuarto de la brigada, en el tercer


piso de la decimoctava planta, y se dirigió, con extremo cuidado, por el
laberinto de escritorios de metal abarrotados y fortuitamente colocó una
silla junto a su escritorio en la esquina lejana de la izquierda. Ante el
sonido, levantó la mirada para ver a su visita“¿Qué con el traje nuevo?”
Él miró hacia abajo, luego encontró su mirada fija. “Tengo dos.”
“Ajá.” Recogió una pila de carpetas, las miró por encima, y las echó a
un lado. No estaba interesada en casos fríos, o nuevos respecto a eso.
Estaba interesada en dos no resueltos – el asesinato de Jeff Cruz y el
intento de asesinato de J.T. Sloan. Tenían que estar relacionados, porque
los dos parecían un trabajo desde el interior. “Demos un paseo.”
Sin chistar él la siguió por el vestíbulo, salieron por el hueco de la
escalera, y hacia fuera en la parte posterior del aparcamiento. Unos
minutos más tarde subían vertiginosamente por la sur en I-95.
¿“A quién le contarías los planes del asalto?” Ella preguntó sin
preámbulo.
¿“Qué? Joder, a nadie.” Su voz estaba indignada.
“Sólo ha podido salir de Catherine, Mitchell, Sloan, McBride, o Clark.”
Lo miró con su expresión remota. “¿Por cuál apostarías?”
“No fue nadie del equipo,” él contestó inflexiblemente.
“Estoy de acuerdo.” La voz de Rebeca era baja, lacónica, la forma en
que hablaba cuando estaba enfadada. “Hay algo que no sabes,” ella dijo
largamente. “Trish Marks, de Homicidios, me dijo que el capitán Henry
estuvo reunido con los jefazos a puertas cerradas, y luego ella y su
compañero fueron sacados de la investigación de los asesinatos de Jeff y
Jimmy.”
“Eso huele mal.”
“Sí.” Rebecca aflojó un poco el acelerador. “No quiero pensar que es él,
pero … ”
“Quizá no deberíamos confiar en él, en estos momentos.” Manoseó sus
cigarrillos, preguntándose si ella alguna vez le había dejado fumar durante
sus paseos. “Pero también podría ser alguien más arriba, en el
Departamento.”
“Tal vez. O alguien con acceso a los registros del departamento.”
¿“Cómo quién?”
“No sé, pero alguien borró todos los informes de pruebas de Dee
Flanagan sobre Jeff y Jimmy.”
¿“Cómo es posible?”
Rebeca desaceleró, hizo un giro en U a través del norte central, y dio
media vuelta. “Parece ser que lo hicieron desde fuera de su ordenador,
parece que.”
“y tenemos a nuestros niños locos por los ordenadores para ayudarnos
con ello.” Se movió en el asiento y estudió el perfil agudamente tallado de
su compañera. “¿Estás pensando hacer tu propia investigación? ¿Ir tras de
la fuga en el departamento?”
“Todo ello está unido, Watts. La pornografía infantil, la investigación
de Justicia, los videos sexuales, la implicación de Jimmy Hogan – todo
ello.” Agarró más fuerte el volante, aunque no cara no reveló nada. “Quién
sabe, este caso aun podría llegar a salpicar a Zamora y al resto de familia
del crimen organizado.”
“También podríamos acabar mal.”
¿“Quién dijo que sería fácil?“
Él lanzó resoplidos. “Somos compañeros. ¿Correcto?”
Rebeca miró al policía vestido con un traje azul y suspiró para que él
pudiera oírla. “Sí somos compañeros.”


“El haldol debería estar bien para su agitación, ” Catherine hacía
anotaciones en los informes de sus residentes, mientras miraba su reloj de
pulsera. Todavía tenía unas horas más de trabajo en la clínica.
Fuera de la unidad de cuidados intensivos, vio a una mujer caminando
en su dirección. Inclinando la cabeza en señal de saludo, Catherine dijo,
“Hola. Soy Catherine Rawlings. No fuimos nunca correctamente
presentadas anoche, cuando a Michael fue traída.”
“Sara Martín.” La mujer le tendió la mano.
Vio que tenía círculos débiles bajo sus ojos, una sonrisa suave y
genuina, pero sus ojos azules mostraban cansancio y preocupación.
“¿Cómo esta Michael? Estaba a punto de pasar a verla.”
“No ha despertado todavía pero” Sara recorrió brevemente con la
mirada las puertas dobles de la unidad de cuidados intensivos. “Si podrías
hablar con Sloan … no la puedo obligar a salir, y está a punto de sufrir un
colapso.”
“Por supuesto.”
Las dos mujeres se despidieron y un momento más tarde, Catherine
entró en que el cubículo pequeño dónde Michael Lassiter yacía. “¿Sloan?”
“Catherine.” La voz de Sloan fue ronca, la oscuridad de sus ojos huecos
ya no mostraban su normalmente vibrante color violeta .
Catherine en cuclillas, colocó las manos en la cara de Sloan,
ahuecándole la mandíbula. “Tienes que dormir un poco. Cuando ella se
despierte, no le va a gustar verte así. Se preocupará por ti y eso no ayudará
en su recuperación.”
“Me da miedo salir. Y si ella … ” Apartó la mirada, temblando.
“Hay un cuarto que mis residentes utilizan cuando necesitan descansar.
Está en el piso de arriba. Rebeca ha dormido allí más de una vez. Puedes
darte una ducha y dormir un poco. Estarás a sólo cinco minutos.” Catherine
le deslizó un brazo alrededor de la cintura de la mujer más joven, mientras
se levantaba. “Le avisaré a la enfermera de Michael y le daré al número de
allí. Te llamaremos si surge algo.”
Sloan quiso protestar, pero recordó las palabras de Catherine.
Preocuparse de ti no la ayudará a mejorarse. Cuidadosamente se acercó a
la cama y besó a Michael. “Vendré en cuanto me necesites, cariño. Te
quiero.”
Catherine habló con las enfermeras de la planta, y acompañó a Sloan al
cuarto de residentes para que descansara. “Nadie te molestará aquí.”
“De acuerdo. Gracias.” En cuanto se quedó sola, se quitó la ropa que
había llevado durante más de un día, y se metió en la cama. Estaba
instantáneamente dormida.
Cuando sonó el teléfono le parecía como si sólo hubiera dormido un
minuto.

CAPÍTULO TRES

“Sí? ” Sloan levantó el teléfono todavía adormecida.


“Soy el Dr. Torveau, Slo – ”
¿“Ella está bien?” Sloan se incorporó rápidamente, mientras intentaba
buscas a tientas la ropa que Catherine la había dejado. “Ella – ”
“Ella está estable. No está despierta, pero empieza a demostrar
movimientos significados. Podría despertar en cualquier momento.”
“Voy enseguida.”
Tres minutos más tarde estaba junto a la cama de Michael otra vez.
“Cariño, soy yo,” le susurró, acariciando la pálida mejilla de Michael. “Te
quiero.” Lo había dicho mil veces en las últimas cuarenta horas. Era lo
único que se le ocurría decir. Era lo único que tenía importancia en su vida.
“Yo … ”
Los ojos Michael se agitaron. Sloan contuvo su aliento.
¿“Michael? ¿Cariño?”
Sloan parpadeó, porque pensó que estaba soñando. Los ojos azules, el
azul cristal del se encontraron con los suyos. Se quedó sin aliento al ver
que Michael movía una mano sobre las sábanas.
¿“Sloan?”
“Aquí mismo.” Miró alrededor, preguntándose si debía llamar a alguien.
Pero nada la obligaría a moverse del lado de Michael. “Te vas a poner bien.
Estás en el hospital, pero vas a estar bien.”
¿“Y tú?”
¿“Qué, amor?” Se apoyó más cerca. “Yo no pue … ”
“Estás … ” Michael tragó dolorosamente. “…¿Bien?”
“Oh Dios.” Se rió mientras intentaba detener las lágrimas que ahogaban
su voz. “Estás aquí … eso es todo lo que necesito.”
Michael suspiró y cerró sus ojos. El corazón de Sloan tropezó con
aprensión repentina. “¿Michael?”
“Sólo está dormida,” Ali Torveau, el cirujano de trauma, le indicó desde
la puerta. “Estará dormida y despertándose durante un rato. Ella tuvo
suerte.”
“Suerte.” Sloan volvió de nuevo su mirada hacia su amante, tan frágil,
tan preciosa. La furia ardió como ácido en su intestino. “Sí.”

El busca de Rebeca sonó por tercera vez, en menos de media hora. “Creo
que nos están buscando. Es el número del capitán otra vez. Volveré a salir
más tarde, esta noche, y ver si puedo conseguir algo de información de mis
fuentes.”
¿“De quién? De la joven prostituta que mencionaste el otro día?”
Rebeca se supo rígida pero no dijo nada. Aunque la descripción era
cierta, raramente pensaba en Sandy como si fuera una prostituta, como si
fuera una mujer marginada que se veía obligada a vender su cuerpo. La
joven no era así, al menos no por el momento.
“Le mostraré algunas fotos.” El tono de Rebeca fue cortante. “Tal vez
puede reconocer a alguien.”
Watts la miró antes de hablar. “Tenemos algunas fotos recientes que
podría mirar.”
¿“Qué?” Rebeca se movió en su asiento mirándolo de forma
sospechosa.
¿“No dijo Sloan que tenía grabado a estos tipos? Hay dos chicas en la
grabación que sabemos están involucradas.”
“Y un tipo,” Rebeca dicha suavemente. “Jesús, Watts.”
Sacó el móvil de su cinturón y llamó a Sloan Security. Una voz
masculina contestó al cuarto tono.
“Jason, soy Frye.”
“Hola.” Su voz sonaba lacónica, cansada.
¿“Alguna noticia sobre Michael?”
“Todavía no.”
Dejando a un lado su enfado por el asalto, sintió simpatía por el amigo
de Michael. Lo mejor que podía hacer era descubrir quien estaba detrás de
eso. “¿Tienes el ordenador de Sloan ahí? ¿El que llevó anoche para grabar
en directo del video sexual?”
“Si. Estaba a punto de llamarte. He sacado una buena imagen del tipo.”
El tono de Jason era vivo por primera vez. “Tuve que extraer las imágenes
de varios puntos de vista parciales y hacer una simulación en el ordenador
para conseguir una imagen final, pero es bastante buena. Haré búsquedas
por las diferentes bases de datos por si obtengo algún tipo de
identificación”
“Genial, hazlo.” Rebeca se desconectó. Salió del coche, puso la alarma
y se dirigió hacia la parte trasera de la comisaría.
“Donde está el fuego?, ” Watts la intentó seguir casi sin aliento.
“Mira probablemente hemos cogido por sorpresa al tipo de la función
porno de anoche.” Empujó con el hombro la puerta trasera del primer piso
y se dirigieron hacia los ascensores. “Es posible que hayan reorganizado la
operación entera, cambiando al personal, cambiando de niñas,
reacomodando el lugar de grabación, pero no vamos a dejar de investigar.”

¿“Me quieres explicar cómo lograste marcharte de vacío de una operación


que supuestamente coordinabas, Detective?” La voz del capitán John
Henry era excesivamente seria, pero su cara jamás mostraría la irritación
que sentía.
“Esperaba que usted me lo pudiera decir a mí, señor.” Los ojos de
Rebeca eran tan fríos como su voz.
“Siéntate, Frye.”
“Estoy bien, señor.”
“Esa no ha sido una petición.” No subió el tono de su voz, pero la
tensión se podía palpar. “Tu trabajo de oficina todavía está incompleto.
Tampoco has terminado con tu evaluación psicológica. Podría sacarte de
las calles y dejarte para siempre en un escritorio.”
“Whitaker ha debido haberse olvidado de enviar el informe,” le
contestó.
“Mal intento, Frye. Whitaker dice que todavía te falta una sesión para
terminar con tu evaluación.”
Ella apretó sus dientes. “Entonces habrá sido un malentendido.”
“Estoy seguro.” Henry inclinó su barbilla hacia la silla. “Ahora siéntate
de una vez, maldita sea.”
Rebeca se sentó. A pesar de su preocupación al pesar que Henry podría
estar detrás de la fuga de información que había llevado al intento de
asesinado de Sloan, él era su comandante, y estaba al mando.
Henry suspiró. “¿Pudiste conseguir algo de la operación?”
¿“Aparte de un civil en el hospital?” Raramente revelaba todos los
detalles de sus investigaciones, aun su capitán.. “Poco. Sabemos que hay
un grupo que opera en nuestro área haciendo grabaciones de porno infantil.
El tipo al que le tendimos la trampa se lo llevaron los federales.”
¿“Está conectado con el crimen organizado?” Henry preguntó casi
ansiosamente. “Sería bueno si pudiéramos relacionarlo con Zamora y su
organización.”
“El sólo es un peón insignificante.” Rebeca le miró buscando algún tipo
de interés fuera de lo habitual. Si el fuera la fuga sus preguntas lo podrían
delatar.
¿“Tienes a alguien en las calles que te pueda dar información?”
“De momento nada concreto.” Ella se inclinó hacia adelante casi
imperceptiblemente. “Capitán, si me consigue un cuarto pequeño para
trabajar en ello, sé que puedo abrir mi propia investigación. Todavía tengo
al equipo entero. Sabemos casi lo mismo que los federales, y ellos no
tienen mis contactos.”
Él se recostó en su silla de cuero, estudiándola detenidamente, con las
manos delante de su pecho. “No tengo autoridad para aprobar tan amable
de operación.”
Rebeca no dijo nada.
“Creo que podrías tomarte otra semana o algo más con Whitaker para
que termine tu informe,” Henry filosofó. “Hasta que él haga eso, no puedes
volver a tu trabajo de siempre.”
Rebeca sabía que, extraoficialmente, le estaba dando luz verde para
investigar a los líderes de la pornografía, y cualquier otra cosa que pudiera
surgir de ello. Extraoficial quería decir sin protección, también. Ella estaría
sola, sin sanción del departamento. Si él estuviera sucio, también sería una
forma perfecta para hacerla caer en una trampa. Lo mismo que le había
ocurrido a Jimmy Hogan.
“Me parece bien seños, seguro que él querrá verme alguna otra vez
más.” Ella necesitaba libertad para seguir en el caso, y ésta era la única
forma de obtenerla.
“Frye,” el capitán añadido antes de que Rebeca se marchara, “puedes
llevarte a un hombre o dos para que te ayuden.”
“Watts,” dijo inmediatamente, ignorando la apariencia apenas
perceptible de sorpresa en la cara de Henry. Firmemente, ella dijo, “y a la
oficial Mitchell.”
“Yo me ocuparé de eso.”
Cuando Rebeca casi había llegado a la puerta le oyó decir, “buena
suerte.”
Ella no contestó, simplemente salió y cerró la puerta.
Watts le esperaba fuera. “¿Qué te ha dicho?”
“Aquí no.” Miró su reloj. Eran las cinco treinta. Seis meses antes, habría
salido a las calles a encontrarse con sus informadores. Pasaría las horas en
las calles, hablando, observando, escuchando, tomándole el pulso a la
cuidad, hasta que la noche se convirtiera en amanecer. La noche después de
la noche. Esa había sido su vida, antes.
Pero no lo era ahora. No lo era.
“Voy a ser en Sloan a las nueve. Quiero que llames a Jason y Mitchell y
les digas que quiero verlos allí, si quieres entrar en esto. Es todo lo que le
puedo decir ahora.”

Él miró hacia la pila de informes en su escritorio. Eran de casos fríos,


casos sin cerrar porque no había ningún tipo de pista. No había
sospechosos. No había forma de cerrarlos. Podría pasarse las horas
haciendo llamadas telefónicas y aburrirse durante meses, hasta que llegara
su jubilación. O bien podía trabaja con Frye, alguien a quien le gustaba
correr riesgos, pero que era una estupenda policía.
Estudió a la mujer alta, rubia y fuerte a su lado. Era un policía de las
calles, que lo único que buscaba era justicia. El policía de un policía.
“No tengo nada mejor que hacer ahora mismo.” Él se encogió de
hombros. “Me apunto.”

CAPÍTULO CUATRO

Catherine salió del ascensor y miró alrededor del vestíbulo. Rebeca estaba
apoyada en una columna hablando con su teléfono móvil. Llevaba un traje
gris de gabardina y una camisa totalmente blanca. Un cinturón negro
delgado rodeaba su cintura. La pistolera no era visible bajo la chaqueta,
cuidadosamente hecha a medida, pero Catherine sabía precisamente que la
llevaba en el lado izquierdo, simplemente debajo de su pecho.
Rápidamente, se abrió paso entre las personas circulando en masa delante
del escritorio de información.
“Qué sorpresa.” trató de alcanzar la mano de Rebeca mientras le besaba
la mejilla. “Estoy tan contenta de verte.”
Rebeca cruzó sus dedos con los de Catherine y la sacó amablemente del
resto de personas que estaban a su alrededor. “¿Tienes tiempo para
escaparte un rato?”
“Tengo unas dos horas antes de ver a mis pacientes.” Inclinó su cabeza,
estudiando los ojos de Rebeca, apreciando el calor que encontró allí. “¿Qué
tienes en mente, Detective?”
¿“Supongo que no tendremos oportunidad de revolcarnos durante un
rato?” Se acercó hasta que su cuerpo ligeramente tocó el de Catherine.
Catherine, sorprendida, contuvo el aliento y luego vio la diversión en la
cara de su amante. “No deberías hacer esas bromas mientras estoy
trabajando.”
“Sólo bromeaba en parte.” La voz de Rebeca bajo el tono mientras
llevaba sus dedos sobre el antebrazo de Catherine. “Pero supongo que te
gustaría cenar en lugar de eso.”
“Me gustaría,” murmuró “pero también me gustaría hacer otras cosas
más tarde.”


¿“A dónde vamos?” Catherine preguntó.
“A DiCarlo.”
“No estarás hablando en serio. ¿En un momento como este?” Se movió
en su asiento para estudiar la cara de la otra mujer. “¿Es esto una ocasión
especial?”
Rebeca negó con la cabeza. “No. Sólo pensé que te gustaría.”
“Oh, me gusta.” Catherine apoyó su mano sobre el muslo de Rebeca,
acariciando suavemente de arriba abajo por los músculos duros. “Gracias.”
¿“Por qué?” le preguntó curiosamente, cuando entró en la zona de
aparcamiento de la mansión donde estaba situado el restaurante de
DiCarlo.
“Normalmente no dejas tu trabajo así sin más.”
Se sonrojó. No estaba acostumbrada a estar con alguien como
Catherine. No era que no le prestara atención; era que nunca dejaba de
asombrarla. “No he terminado el trabajo, te lo explicaré mientras
cenamos.”
Una vez que habían hecho su pedido y estaban solas, Rebeca dijo,
“tengo que volver a trabajar algunas horas esta noche.”
¿“Volverás cuando termines?” Catherine todavía se veía en la necesidad
de preguntar, ya que se sentía insegura en este punto en su relación.
“Sí, pero podría ser tarde.” Cada vez que tenían esta conversación,
Rebeca se sentía ansiosa. En cada relación anterior, que había tenía,
siempre había acabado sufriendo y rompiendo la relación, por el trabajo
que hacía. Ella era policía y no podía dejar de actuar como tal.
Catherine arqueó la ceja. “Rebeca, o sé que tienes que trabajar. Sé lo
que haces. No necesitas disculparse por ello, ni traerme a cenar para
compensarlo.”
“No es eso” se quedó callada mientras el camarero les traía el primer
plano.“No es eso. No completamente. Quería verte. Yo … que echo de
menos. Jesús, ya sé que te he visto esta mañana, pero te echo de menos. Lo
siento, no puedo evitarlo.”
Catherine alcanzó a través de la mesa y tomó la mano de Rebeca. “No
quiero que dudes nunca de quién eres. Te quiero. Te quiero como eres, y
eso incluye que seas policía. Tenlo siempre en cuenta.”
Acercó la mano de Catherine para llevársela a los labios y besó su
palma suavemente. “Sólo quiero hacer las cosas bien.”
“Pues hasta ahora lo está haciendo muy bien.” Cuidadosamente retiró su
mano, porque el calor de los dedos de Rebeca no la dejaban pensar. “¿Estas
en algún caso nuevo?”
“Uh” Velozmente, Rebeca hizo cálculos, tratando de medir cuánto
debería decir. “Oficialmente, no estoy trabajando en nada. Henry quiere
que vea Whitaker una o dos veces más, antes de que él me permita volver a
mi puesto.”
“Oficialmente.” El estómago de Catherine se contrajo con fuerza. “¿Y
extraoficialmente?”
“Extraoficialmente tengo luz verde para continuar con la investigación
de la pornografía infantil” Se había dado cuenta de la ansiedad en la voz de
su amante, la cual había tratado de ocultar. “Podemos conseguir mucho
gracias a lo que Sloan tiene grabado, simplemente continuaremos lo que
estábamos haciendo. No quiero que te preocupes.”
“Rebeca, cariño,” le dijo suavemente. “Haré mi mejor intento para
entenderlo. Lo digo de verdad. Pero no puedes esperar que no me
preocupe.”
“Te prometo que estaré bien.” trató de alcanzar la mano de Catherine de
nuevo. “Debe creerme.”
¿“Me dejarás que te ayude?”
Su primera intención fue decir que no, pero sacó a la fuerza las
palabras. “Sí. Si necesitamos que nos hagas algún perfil.”
“Me parece bien.”
Rebeca se restregó enérgicamente la cara con su mano libre. “Dios, esto
de las relaciones es muy difícil.”
Catherine se rió. “Te quiero, Rebeca Frye.”
¿“Por qué?”
“Esa es una de las grandes razones por las que te quiero. Me das lo que
necesito, sólo porque eres como eres.”

Después de acompañar Catherine al hospital, Rebeca hizo un alto rápido y


luego fue hacia el norte a la oficina central de Sloan Security, y casa de
Michael y Sloan. Una vez dentro, se encontró con Jason McBride, el socio
de Sloan, mirando la pantalla del ordenador. Cuando desvió la mirada
hacia ella, se dio cuenta de que él había estado trabajando sin casi dormir
los últimos dos días.
“Hola, Rebeca.”
“Jason.” Ella echó un vistazo alrededor. “¿Mitchell y Wats están aquí?”
“No,” una voz desde atrás contestó.
Se dio la vuelta y vio a Sloan acercándose a ella. La asesora de
seguridad, vestida con vaqueros una camisa blanca y unas botas gastadas,
estaba tomando un café y se la veía tan cansada como Jason. Estaba
encantada de ver que los ojos de Sloan era más claros de lo que habían
estado en los últimos días.
“Sloan. Dichosos los ojos que te ven.” Le tendió la mano saludándola.
“¿Cómo está Michael?”
“Ha estado despierta esta tarde, durante unos minutos.” Sonrió cuando
sacudía la mano de la detective. “Dentro de un rato volverá al hospital,
pero Jason dijo que vendrías y quería estar aquí.”
Antes de que pudiera contestar, varios sonidos cortos y metálicos dieron
señal de actividad de las cámaras del perímetro. Se volvió hacia su
izquierda y recorrió con la mirada el resto de monitores. Watts y Mitchell
aparecían en la puerta principal. Un minuto más tarde, Watts y Mitchell se
integraron al grupo.
“Como en los viejos tiempos,” Watts retumbó.
Mitchell, también en vaqueros, una camisa de sport negras, y botas de
motocicleta, se movía de un lado para otro cerca de Jason, mirando con
atención hacia el ordenador. “Es bueno,” se quejó, con una nota de
excitación en su voz.
Rebeca se acercó a Jason. “¿Puedes dejar el programa funcionando o
tienes que estar revisándolo?”
Él negó con la cabeza. “No. Si hay algo, se detendrá.”
“De acuerdo, entonces empecemos,” dijo, obteniendo la atención de
todos. “Vayamos por algún café y evaluemos la situación.”
Se dirigieron a la sala de juntas, se sirvieron café y se acomodaron
alrededor de la mesa de granito.
“Tenemos una semana más o menos para terminar con la investigación
que hemos empezado, sobre pornografía en internet,” les explicó.
Estudiando sus rostros, continuó. “Tengo dos objetivos, el primero saber
quién, cómo y donde llevan a las niñas.”
La mano derecha de Sloan se apretó en un puño. “Qué hay sobre – ”
“El segundo,” Rebeca continuada, impasible, “averiguar quién ha
filtrado información sobre el asalto de anoche y ordenó el intento de
asesinado de Sloan. Cuando lo averigüemos, sabremos quién ha metido a
Michael en el hospital.”
¿“Cómo narices haremos esos?” Watts preguntó.
“Trabajaremos en dos direcciones.” le contestó. “Sloan y Jason
continuaran donde lo dejaron, con el video de la grabación. Mitchell tu
trabajarás en los chats, buscando cualquier cosa que se relacione con la
investigación. Podría salir algún nombre.”
Mitchell inclinó la cabeza, asintiendo.
“Sloan,” la miró directamente a los ojos, leyendo su necesidad de
acción, “necesito que hagas un trabajo especial.”
¿“Dónde?”
Vaciló, recorriendo la mirada sobre Mitchell. La joven oficial se la
devolvió firmemente. “En el departamento de policía.”
Watts masculló suavemente, “Joder.”
“Alguien asaltó los archivos de los técnicos de la escena y borraron
todas las investigaciones sobre el asesinado de dos oficiales de policía.”
Tomó aliento y continuó. “Creo que la persona que lo hizo es la misma
que ordenó tu intento de asesinato, Sloan.”
“Necesitaremos trabajar en las calles.” Watts ropió el silencio que se
había creado. “Todo ese trabajo de los ordenadores está muy bien, pero
necesitamos nombres, pistas, algo.”
“Ese es el segundo ala de nuestra operación. Tu y yo trabajaremos en
eso.” Miró su reloj de pulsera al escuchar el corto y repetitivo sonido del
sistema.
“Detectando sistema de seguridad” Sloan ordenó y el monitor mostró a
la visita que Rebeca estaba esperando.
Mitchell se quedó sin aliento.
Una joven rubia delgada, con pantalones vaqueros de tiro bajo, y una
parte superior ceñida estaba mirando perdidamente hacia la cámara. “¿Hay
alguien ahí dentro o qué? ¿Oye, Frye? Jesús.”
”Esa es mi informante en la calle,” Rebeca comentó rotundamente.
“Mejor déjala entrar antes de que rompa la puerta.”

CAPÍTULO CINCO

Watts movió su silla para seguir el progreso de llegada de la joven. Cuando


la imagen captó de lleno a la joven caminando a través del garage hacia el
ascensor, silbó suavemente.
“Detective,” Rebeca dijo a modo de queja. “Se cuidadoso lo que dices
sobre uno de los míos.”
“Claro. No quería ofender - ”
Uno de los míos. Mitchell, pensó, sin apartar los ojos de la pantalla.
“¿Esto es oficialmente?”
“Sí. Ella está registrada.” Rebeca la estimó solemnemente, notando la
tensión en el cuerpo de la joven oficial. Tan claro como que hay algo entre
estas dos. ¿Desde cuándo?
Ser un informante confidencial registrado quería decir que Sandy estaría
cobrando de los fondos del departamento, así que ellos tendrían todos sus
datos. Y si ese era el caso, la identidad de Sandy estaba ahora archivada a
la espera de que alguien lo descubriera. Jesús, como si estar en las calles
no fuera lo suficientemente peligroso para ella ya. Por qué no simplemente
le cuelga un blanco alrededor de su cuello.
Mitchell inclinó la cabeza cuando Jason se acercó con Sandy al lado de
él, aunque su estómago estaba encogido.
¿“Quieres un café o algún refresco?” Jason preguntó.
La joven miró rápidamente hacia el interior del cuarto, deteniéndose un
milisegundo sobre la cara de Mitchell, antes de concentrarse en Rebeca con
una mirada fija desafiante. “Si, claro. Por qué no.”
Dirigiéndose de nuevo al grupo, Rebeca explicó, “he pedido a Sandy
que viniera porque quiero que vea el video que Sloan grabó. Es posible que
pueda reconocer el lugar, a las chicas o al tipo.”
Watts gruñó. Mitchell no dijo nada, pero sus ojos nunca dejaron la cara
de Sandy.
“Lo puedo subir aquí para que lo veamos,” Sloan propuso.
“Genial. Así que nosotros todos podremos ver de cerca el pene del
tipo.” Watts inclinó su cabeza hacia Sandy. “¿Alguna posibilidad de que
puedas reconocerle?”
“Depende” Sandy dijo rotundamente. “La mayor parte de ellos tienen lo
mismo, excepto … ” sus ojos cayeron brevemente hacia la entrepierna de
Watts, “que algunos la tienen más pequeña que otros.”
Le sonrió abiertamente, sin sentirse ofendido.
La joven se quedó cerca Rebeca como si fuera su sombra, muy
consciente de la mirada de Mitchell. Frye no me dijo que ella estaría aquí
esta noche. Jesus, ella también está muy nerviosa.
Una vez hecho, Sloan pulsó un botón y casi inmediatamente las
imágenes aparecieron en la pantalla grande de la pared.
“Quiero que primero te fijes en las chicas,” Rebeca dijo. “Luego lo
intentaremos con el resto.”
Sandy guardó silencio mientras observaba la acción en la pantalla. Un
hombre, con un uniforme difícil de describir, entró en un cuarto en el cual
los únicos enseres eran una cama de bajo coste, algunas lámparas, y una
silla. La cama tenía una colcha descolorida. Se inclinó hacia adelante como
dos chicas entraron en el cuarto. Una era asiática y la otra caucásica. El
hombre se desnudó como si fingiera timidez.
¿“Puede ampliar la imagen?” Se quedó mirando fijamente en la
pantalla. “Quiero ver sus caras … sus ojos.”
“Un momento.” Sloan hizo algunos ajustes y amplió con el zoom
mostrando la cara de la chica asiática.
Movió la cabeza con satisfacción. “Ella es joven, pero no tan cría como
quieren que pensemos.”
¿“Alguna otra cosa?” Rebeca susurró suavemente.
“No lo sé,” contestó huecamente. Observar a las jovencitas, hacer lo que
ella misma solía hacer, fue más duro de lo que había pensado. Todavía más
duro sabiendo que Dell al estaba observando. ¿Por qué me importa lo que
alguien piense? o lo que piense ella?.
“Bien,” susurró Rebeca, oyendo la incomodidad en la voz de Sandy.
Sobre su hombro, le dijo a Sloan, “Muéstranos ahora al tipo.”
Las imágenes se aclararon, y el perfil de la cara del hombre surgió a la
vista. Sandy desensortijada repentinamente. “¿Puedes desplazar la
imagen?...Allí … ” señaló la pantalla. “¿Hacia su cuello … eso es una
cicatriz?”
¿“Sloan?”
“No puedo estar segura, pero lo puede aclarar con el software de
imágenes.”
“Muy bien, Sandy.” La voz de Rebeca era de una apremiante
excitación. “¿Le conoces?”
“Se, puede ser” Sandy contestó. “Recuerdo algo sobre un tipo con una
cicatriz en su cuello con la forma de una cimitarra.”
“Apágalo,” Rebeca ordenó.
Las luces se encendieron y todos ellos se levantaron, parpadeando,
cuidadosamente sin mirarse los unos a los otros.
“Si me puedes imprimir imágenes de esas chicas, les puedo preguntar, ”
Sandy propuso.
“Jason los imprimirá esta misma noche, Sloan contestó.
Sandy saludó con la cabeza, mirando a Sloan por primera vez, fijándose
en s pelo oscuro, sus asombrosos ojos y su físico musculado. ¡Era como un
versión mayor de Mitchell, exceptúa que encontraba el cuerpo de la joven
oficinal más atractivo sexualmente, … Oh, en qué estoy pensando!
“No estoy segura de que eso sea una buena idea,” Mitchell se movió,
más cerca de Sandy. Ccasi trató de alcanzar su mano, pero la cerró en un
puño y la metió en sus pantalones vaqueros. “Si empiezas a preguntar por
esas chicas alguien podría percatarse.”
“Mitchell,” Rebeca le advirtió. Tengo que pararla antes de que cruce
la línea.
Teniendo la sospecha de que la detective estaba a punto de sacar a
Mitchell del grupo, decidió intervenir, “Puedo cuidarme por mí misma. Por
qué no te preocupas sólo de tu trabajo.”
Mientras los demás revisaban lo que debían hacer al día siguiente,
Mitchell y Sandy se dirigieron lentamente hacia el elevador.

“Venga vamos, te acompaño a casa,” Mitchell se quejó a Sandy,


descansando sus dedos contra el codo desnudo de Sandy.
“Sandy” Rebeca llamó, acercándose a ellas. “Demos un paseo.”
“Claro” contestó la joven con un suspiro, apartando su brazo de la mano
de Mitchell.
Ya en el exterior, Sandy y Rebeca caminaron hacia el coche de la
detective. Mitchell estaba de pie sobre la acera, con los hombros se
encorvaron por el aire frío de noche, observándolas ir.

“Buen trabajo. Allá arriba,” Rebeca dijo, mientras conducía por el sur hacia
Franklin bridge. Estudió la cara de Sandy bajo la luz de los focos de los
vehículos de delante. No era la primera vez que se daba cuenta de lo
hermosa que era. “¿Conoces a ese tipo?”

La joven le respondió suspirando. “No estoy segura, pero creo haberlo


visto, en varias ocasiones, en el Ziggies.”
Su pulsó se aceleró. Ziggies era un club sexual entre Arch y la 11,
donde las mujeres se desnudaban por dinero. Era uno de los locales
propiedad de Zamora. Finalmente, una conexión. “¿Bailaste allí alguna
vez?”
¿“Quién yo?” respondió con un bufido. “No. Se pasan el día enseñando
las tetas por una miseria.” Vaciló, no estaba acostumbrada a compartir
información con Frye. Pero esa tarde, la detective había aparecido en su
apartamento inesperadamente y le había hecho una oferta que no había
podido rechazar. Más información, más ayuda, y a cambio obtenía más
dinero. “Pero conozco a alguien que trabajó allí.”
¿“Me puedes poner en contacto con ella?”
“Veré si la puedo encontrar.” Señalo hacia un bloque de edificios. “Me
puedes dejar allí mismo.”
“Uh-uh. Te llevo a casa.”
¡“Pero si todavía no es medianoche!”
“Cuando te ofrecí este trabajo acordamos hacerlo oficial.”
“Lo sé, pero tengo que estar fuera y a la vista, de otra manera pondrían
sospechar.. Y las personas sospechosas no hablan. Lo sabes.”
Quería negarlo pero sabía que Sandy tenía que mantener sus contactos
callejeros o sería un cero a la izquierda como informante. Giró hacia cuneta
y sacó de su cartera todo lo que llevaba. “Ten tu primer pago.”
Mirando el dinero sonrió torcidamente. “Cinco trabajos manuales. No
llegará para pagar la renta.”
“Tendrás más dinero. Y sus manos estarán limpias.”
“Sí. Es una emoción.”
“Una cosa más.”
“Frye, no deberías estar sentada aquí afuera.”
Rebeca ya había inspeccionado, los alrededores, y sabía que nadie las
observaba. “Un oficial de policía puede ser suspendido, incluso despedido,
por fraternizar con una prostituta.”
Mitchell, pensó la joven. “¿Fraternizando, quieres decir, como si
fuéramos simplemente … amigas?”
“Algunas veces ' las amigas ' por lo general acaban siendo otra cosa.”
La voz de Rebeca era suave, casi suave. “No sería buena idea.”
“No tengo amigos policías.” Salió del coche y se machó sin mirar atrás.
Rebeca observó andar a la joven rubia, sabían que la estaba poniendo en
peligro al haberla contratado como informante. Pero las calles no serían
mucho mejor, si se veía obligada a vender su cuerpo para vivir. Al menos
así, la joven tendría una oportunidad.

CAPÍTULO SEIS

Sloan pasó rápidamente a través del silencioso vestíbulo del hospital, casi
olvidando los acontecimientos y las conversaciones de las últimas horas.
Cuando llegó a la puerta de la habitación de Michael, en la ICU y se
asomó, sólo vio la cama vacía con las sábanas pulcramente hechas. Su
estómago se volteó, y su cabeza se bloqueó. ¡Michael!

“Lo siento, ” una enfermera se acercó rápidamente.


¿Sloan cerró los ojos, el rugido en su cabeza dificultando elaborar las
palabras. dios oh, oh dios … qué voy a hacer?
“Traté de llamarle – ”
Aterrada, clavó los ojos en la mujer pequeña, de pelo oscuro con los
ojos amables.
“ … arriba una media hora de atrás.”
¿“Qué?” no había sido capaz de escuchar sus palabras. “¿Qué dijo?”
“Necesitábamos la cama, y está mucho mejor, así que la trasladamos a
una habitación normal. Está en la 519.”
“Gracias.” La voz de Sloan, sonó ronca por la ansiedad.
Sin poder esperar al ascensor, se dirigió hacia las escaleras, subiéndolas
de dos en dos, hasta a la quinta planta. En la habitación de Michael, las
luces estaban apagadas, y apenas se veía.
¿“Sloan?”
“Hey,” le susurró acercándose a la cama, con su vista borrosa por las
lágrimas. Tomó la mano que Michael levantó, la acarició y se le beso la
frente. “¿Cómo te sientes?”
“Cansada. Estoy un poco confundida. No puedo recordar lo que
sucedió.” Los ojos de Michael viajaron sobre la cara de Sloan. “Hubo un
accidente?”
“Sí.”
¿“No estás herida?”
“No, cariño,” Sloan dijo, su voz prevenida. “No estoy herida. No tienes
que preocuparse de nada. Solo tienes que recuperarte.”
“Se te ve muy cansada.” Los párpados de Michael se encorvaron,
sonriendo trémulamente, dijo, “de hecho, estás horrible. Vete a casa.”
Sloan se rió amablemente y acercó una silla. “Simplemente cierre los
ojos y duerme un poco.”
“Sí,” Michael se quejó. Cerró los ojos, pero los abrió repentinamente.
“¿Fue un coche no? El accidente.”
Sintiendo el miedo en la voz de Michael, le acarició la mejilla y le dijo
”Ahora tienes que descansar, has vuelto a nacer. Hablaremos de eso por la
mañana.”
Esta noche ella se quedaría, pero en la mañana, pensaría algo.

Era poco después de la medianoche cuándo Rebecca llegó a su


apartamento, en la zona Oeste de Filadelfia. Encontró a Catherine en el
dormitorio, incorporada arriba en la cama, desnuda, con un libro. “Todavía
estás despierta.”
“Hola” Catherine colocó el libro boca abajo sobre las sábanas, a un
lado. “Llegas temprano.”
¿“Si?” Arqueó una ceja mientras se quitaba su chaqueta seguida de su
pistolera. Se acercó a la cama, y colocó su arma en la gaveta sobresaliente
de la mesilla de noche, luego se apoyó en la cama y besó a Catherine. “Voy
a tomar una ducha rápida. Sólo será un segundo.”
“Corre, date prisa.”
El indicio leve de invitación, en la voz de Catherine, fue suficiente para
sentir la oleada de excitación recorrer su cuerpo. A los pocos minutos
volvió caminando al dormitorio, desnuda bajo una toalla de la felpa. Paró
bruscamente cuando observó la expresión intensa en la cara de Catherine y
dejó caer la toalla. “Me excito con simplemente ver cómo me miras.”
Catherine apartó a un lado las sábanas, y se movió al borde de la cama
llevando sus brazos a la cintura de Rebeca. Se llevó un pezón a la boca,
deleitándose ante el veloz estremecimiento de su amante.
Cerrando sus ojos, apoyó las manos sobre los hombros de Catherine.
“Por favor … hazlo más fuerte.”
Gimiendo con satisfacción, Catherine chupó más fuerte, acariciando el
florón apretado de acá para allá entre sus dientes. Cuando Rebeca soltó un
grito pequeño, una pronta respuesta inundó sus muslos. Quedándose sin
aliento, Catherine tiró hacia abajo da su amante, llevándola junto a ella,
sobre la cama. Llevó una mano al interior del muslo tembloroso de
Rebecca, notando su humedad. Aquello la emocionó. “Necesito cosas de
ti.”
¿“Qué necesitas?” Rebeca se arqueó fuera de la cama. Con su mano
derecha agarró la muñeca de Catherine, llevando a la fuerza su mano más
profundo.
“Necesito ” Catherine recostada sobre el cuerpo de Rebecca presionó
aún más allá. “…Esta pasión, esta vida … ”
“Sí.” Catherine la acarició al compás del latido de Rebeca, pulsando
alrededor de sus dedos. “Oh, sí.”
Con esfuerzo tremendo, volteó su cabeza y enfocó la atención en la cara
de Catherine. “Tómeme.”
Con un grito, Catherine movió su pulgar rítmicamente a través del
clítoris de Rebecca y la catapultó al orgasmo.
“Dios Dios, sí sí ” Rebecca gimió, contorsionándose bajo la acometida
de liberación. Con la respiración jadeante, finalmente tiró débilmente de la
muñeca de Catherine, ralentizando su movimiento. “No termino … yo no
pued … no más.”
Catherine descansó su frente contra el hombro de la otra mujer,
sonriendo. Cuando sintió las manos de Rebeca deslizarse abajo, ahuecando
sus caderas, dijo, “Relájate por un minuto. Disfrútelo.”
“Oh, créeme, lo disfruto.” La fuerza de Rebeca lentamente regresaba, y
con eso, su propia urgencia para reclamar a su amante. Levantando sus
caderas, empujó a Catherine hacia arriba y la puso bajo ella. En un
segundo, estaba arrodillaba en el suelo, con las manos bajo los muslos de
Catherine, acercándola a su boca. Lenta y cuidadosamente, la exploró con
sus labios y su lengua, apaciguando y atormentándola hasta que Catherine
se agarró firmemente a las sábanas, con sus piernas presionadas a los
hombros de Rebeca.
“Estoy lista... Por favor.” La voz de Catherine fue un susurro, su aliento
roto por la necesidad. “Si. Oh, Rebecca, si.”
Deslizó sus palmas bajo las caderas de Catherine, y extrajo las últimas
caídas de deseo de Catherine entre sus labios. Catherine se corrió en su
boca.

“Ah, Dios Mío.” Rebeca se puso boca arriba con la cabeza de su amante en
su hombro, mientras tiraba de las sábanas. “Podría acostumbrarme a esto.
A tenerte cuando vuelvo a casa.”
“Eso se podría arreglar.” La voz de Catherine era suave, casi
adormecida, cuando pasó la punta de un dedo ligeramente sobre el pecho
de Rebeca.
¿“Me estás proponiendo matrimonio?”
Catherine se movió. Antes de Rebeca, su vida había sido ordenada,
previsible y satisfactoria. Luego aquella mujer había irrumpido en su vida
como un ciclón de pasión en medio del terror, y lo había cambiado todo.
Ahora, sentía que necesitaba a Rebeca tanto como respirar o como comer.
“Sí,” Catherine dijo suavemente pero muy claramente. “Yo lo estoy
haciendo.”
Rebeca agudizó su abrazo, pero no dijo nada.
¿Cuándo el silencio se puso demasiado pesado, Catherine preguntó,
“Eso te asusta?”
“Sí.” Cerró los ojos, esperando que Catherine se alejara.
¿“Por qué?” Catherine se movió más cerca, metiendo una pierna entre
las de Rebeca, y colocando una mano sobre su pecho.
“No sabes en lo que te estás metiendo.” Había pesar en el tono de
Rebeca. “El trabajo … lo que nos hace a nosotros, los policías. Tengo
miedo de no ser suficiente para ti.”
“Oh no, estas equivocada.” La voz de Catherine fue tierna y segura.
Lentamente, se deslizó encima del cuerpo de Rebeca, se apoyó en sus
codos y llevó las manos al pelo de su amante. “Te quiero por lo que hay en
tu corazón.“
Rebeca se estremeció, necesitando creerlo. “Hay cosas que he hecho …
cosas que hago … ” Suspiró otra vez. “¿Recuerdas a Sandy?”
“Sí, ” Contestó, intentando mantener su voz constante. La joven con la
que estaba cuando tu pulmón colapsó. La mujer que te miraba como si
estuviera medio enamorada de ti. ¿Es donde vas cuando sales de aquí?
“Hice algo que no está bien.”
¿“Qué?” Catherine preguntó cuidadosamente.
“Los detalles no son realmente importantes.”
“En este momento en particular, los detalles tienen importancia.”
¿“No pensarás que … yo y Sandy?” Rebeca se rió. “Cristo, no.”
Catherine se sonrojó. “Ella es muy atractiva, y obviamente se preocupa
por ti.”
“Catherine, yo te quiero a ti.“ La besó, despacio al principio, luego con
una oleada repentina de pasión. “No hay nadie más. Ni Sandy. Nadie.”
“No estoy acostumbrada a sentir celos,” Catherine confió con un poco
de vergüenza.
“No tienes que preocuparte por eso.” Rebeca se encogió de hombros.
“De todas maneras, hoy contraté a Sandy como informante confidencial.”
¿“Y piensas que me parecería mal?”
“Informándome se pone en riesgo, y ahora va a estar haciéndole
bastante más regularmente.”
“Sí, lo entiendo” Catherine se quejó adormecidamente, “pero el hecho
de que te preocupes por ello es importante.”
Rebeca tiró de las sábanas sobres ellas y bostezó. “Es tarde. Deberíamos
dormir.”
“Lo siento. Estoy cansada”
“Mmm.” Rebeca la besó y cerró los ojos. “Yo, también.”
Cuando Catherine comenzó a quedarse dormida, se dio cuenta de que
Rebeca había logrado evitar el tema de su convivencia muy pulcramente.

CAPÍTULO SIETE

Michael se movió cuidadosamente ante el sonido de su puerta abriéndose.


El dolor en su cabeza era constante, desde al parte alta de su columna
vertebral hasta la parte interna, tanto que casi no podía abrir los ojos.
“Buenos días,” Soy Ali Torveau dijo cuando se acercó a la cama. “Igual
no me recuerdas, pero soy el cirujano de trauma que ha estado
encargándose de ti, desde entraste en el hospital.”
“Lo siento. Tengo algunos espacios vacíos de los dos últimos días.”
“No hay necesidad para disculparse.” Mientras el cirujano hablaba, sacó
el estetoscopio del bolsillo derecho de su bata blanca del hospital y se
recostó sobre la cama para oír para los pulmones dañados de Michael.
“¿Cómo sientes el pecho?”
“Me duele un poco cuando respiro profundamente. Pero estoy mejor.”
¿“Ya la cabeza?”
Michael hizo una mueca. “Eso no está desempeñándose de la firma
forma. Tengo mucho dolor de cabeza.”
“Es normal, suele ser algo temporal, pero no te puedo decir cuánto
durará. Podrían ser algunos días o quizá algunas semanas.”
¿“Cuándo puedo ir a casa?”
“Todavía necesitas reposo,” Ali respondió con una risa pequeña “iremos
viendo las cosas día a día.”
Michael desvió la mirada hacia la puerta cerrada del cuarto de baño,
desde la que se lía corre el agua. “También puedo descansar en casa. Y así
Sloan podrá dormir un poco.”
“Sé que también está siendo duro para ella,” Ali dijo con compasión
“qué te parece si hablo con ella para – ”
¿“Hablar a quién sobre qué?” Sloan recién refrescada se acercó
directamente a la cama, se apoyó cansada, y besó la frente de Michael.
“Buenos días.”
Michael sonrió, notando que el dolor de su cabeza disminuía por un
instante. “Hablábamos de mí yendo a casa.”
¿“Tan pronto?” Sloan dio vueltas para clavar los ojos en el cirujano de
trauma, con sus ojos resplandeciendo con excitación.
“Bueno.” Ali sostuvo en alto sus manos, pero sonreía, también.
“Veamos primero el resultado de la tomografía del TAC de esta mañana. Si
eso se ve bien … veremos.”
“Me parece bien.” Sloan no podía ocultar el placer de su voz. Cuando el
cirujano se dirigía hacia la puerta, le dijo suavemente, “Y gracias.”
Una vez solas, Michael trató de alcanzar la mano de Sloan. “Te quiero.”

Aquellas palabras golpearon a Sloan como un golpe de martillo. Sus


rodillas repentinamente se volvieron débiles, y la siguiente cosa que notó
fueron sus lágrimas bajando por sus mejillas. “Oh Dios, lo siento. Estaba
tan preocupada. Te quiero tanto.”
“Ven cariño, acércate,” Michael se quejó, tirando fuertemente de su
mano.
Como pudo, la joven bajó el riel de la cama y muy cuidadosamente se
acostó al lado de Michael, apoyando su cabeza sobre la almohada. “Soy un
total desastre sin ti.”
“Pues bien, estoy aquí,” Michael aliviada. “¿Y sabes que nunca te
dejaré, no lo haré?”
Inclinando la cabeza, acarició suavemente la cara de Michael. Prometo
llevarte a casa pronto. Y prometo, cueste lo que me cueste, que estarás a
salvo de ahora en adelante.

Cuando se aseguró de que Michael estaba dormida, se bajó de la cama y


salió de la habitación, para hacer una llamada.
Una voz de mujer contestó al segundo tono. “¿Hola?”
¿“Sara? Soy Sloan. ¿Está Jason por ahí?”
“Sí, está en el estudio. Le llamaré.”
Un minuto más tarde, Jason estaba al teléfono, “Cómo está Michael.”
“Bien. Es posible que vuelva a casa muy pronto.” Decir las palabras la
hizo sentirse inusualmente supersticiosa, así es que rápidamente siguió
adelante. “¿Cómo va todo?”
Después de un momento de silencio, le informó, “Estamos pescando las
direcciones de nuestros ' amigos` de Internet '.'”
Sabía que se estaba refiriendo a los hombres que se sentían atraídos
sexualmente por jovencitas. También se refería con “pescar” a la práctica
de secuestrar información confidencial de consumidores, en la red. Un
individuo recibía un correo electrónico afirmando que había habido un
problema con la facturación de su cuenta de consumidor y dirigían al
consumidor a un hiper-enlace de correo electrónico para investigarle.
Cuando el consumidor pulsaba sobre ese enlace aterrizaba en una web que
parecía completamente legítima, aunque Jason y Sloan podrían ver toda su
información. Era algo muy habitual para los ladrones que rondaban por
Internet.
¿“Habéis encontrado algo?”
“Podría ser.”
Sloan recobró su aliento. “¿Podríamos hablarlo en la oficina?”
“Seguro. ¿Cuándo?”
“Ahora.” Sloan colgó el teléfono, disipando su fatiga mágicamente.
Estaba lista para iniciar la cazar.

A las siete treinta Rebeca estaba sentada en una silla de una oficina
institucional saludando con la cabeza desganadamente al hombre de
mediana edad sentado en frente de ella.
“Buenos días” él dijo.
“Dr. Whitaker.”
“Estoy un poco sorprendido al saber que has programado más sesiones
conmigo.”

Rebecca se encogió de hombros. “Mi trabajo de oficina no es muy


importante, y el capitán Henry no me asignará a nada nuevo hasta tener su
informe de evaluación.”
“Ahh … ya veo. Así es que soy el malo.”
“Sí.”
Le hizo las preguntas usuales de seguimiento de rutina, por lo que ella
le contestó con las respuestas neutrales obligatorias. Acercándose al final
de la sesión, preguntó, “Y cómo está la Dra. ¿Rawlings?”
“Ella está bien.” Le mantuvo la mirada fija, intentando no revelar su
sorpresa ante la imprevista pregunta.
¿“Cómo se siente ella acerca de tu trabajo?”
¿“Por qué tiene importancia?”
“Una fuente muy importante de tensión nerviosa, en la vida de un
oficial de policía, es el conflicto en casa. Allí es donde a menudo se acaban
pagando los resultados de las horas erráticas de trabajo o las quejas de
ausencias … emocionales.”
Sus palabras le pegaron muy cerca, y se sintió colorida. “No estoy
estresada.”
“Entonces debes se el único oficial que no está.” le sonrió ligeramente.
¿“Qué sabe sobre Catherine?” Le preguntó abruptamente. Nunca dejes
que te lleve a su debate. Toma siempre la posición ofensiva.
Whitaker parpadeó. “Uh … sé que coincidisteis durante el caso del
violador en serie. Sé que le salvaste la vida.” Pensándolo durante unos
segundos continuó. “Y sospecho que sois amantes.”
¿“Por qué?” El tono de Rebeca parecía un láser.
“No has negado una relación personal, y cada vez que surge su nombre,
te vuelves defensiva. No … no a la defensiva. Protectora.” Él sonrió. “¿Es
lo que haces después de todo no?”
“Esa es una buena descripción de mi trabajo.”
¿“Ella presta atención a lo que haces?”
“Su nombre no debe estar en tu informe. Si quieres que vuelva para otra
sesión, su nombre no debe aparecer en ningún sitio.” ¿Quieres que regrese,
no? Quieres algo de mí.
“Tienes mi palabra.” Él se inclinó hacia adelante. “¿Ella está molestada
por tu trabajo?”
“No vamos a hablar de Catherine Rawlings.” Rebecca recorrió con la
mirada su reloj de pulsera. “Y ya es hora de que me vaya.”
“Tenemos todavía un minuto o dos. ¿Dejarías tu trabajo si ella te lo
pidiera? Teóricamente, por supuesto.”
¿“Qué diferencia hay, teóricamente?”
“Dice bastante acerca de ti.”
Rebeca se levantó y señaló el escudo de oro expuesto en el bolsillo del
pecho. “Esto dice que todo lo que necesitas saber de mí.”
“No estoy de acuerdo” él se volvió a juntar suavemente.
“Es su problema.”
Cuando puso la mano en la puerta para salir, oyó las palabras quietas
desde atrás de ella. “No has contestado a mi pregunta.”
Abrió la puerta, salió y la cerró detrás suyo. No quería afrontar su
pregunta, porque tenía miedo de que él se diera cuenta de que no sabía la
respuesta.

CAPÍTULO OCHO

Rebecca fue caminó directamente de la oficina de Whitaker a la


división de la brigada de antivicio. Como había esperado, aunque a diario
continuaba conmocionándola, Watts estaba ya en su escritorio. “¿Algo
nuevo?”
“Los chicos de los ordenadores quieren que les hagamos una visita.”
Veinte minutos más tarde, estaban en el edificio de Sloan. Jason, Sloan,
y, para la sorpresa de Rebeca, Mitchell estaba también allí, sentados frente
a varios ordenadores rodeados de tazas de cafés.
Recorriendo con la mirada a Sloan, arqueó la ceja. “¿Cómo están las
cosas en el hospital?”
A pesar de las arrugas de fatiga de su frente y las sombras de sus
mejillas, los ojos de Sloan estaban centelleantes. “Mucho mejor. Gracias.”
“Me alegra oírlo. ¿Entonces, qué hay?”
“Jason,” Sloan dijo, “por qué no se los muestras.”
“Ayer por la tarde,” Jason explicó, “hice una lista de todas las
direcciones de correo electrónico de personas que estuvieron hablando con
LongJohnXXX de forma regular, suponiendo que una cierta cantidad de
ellas deben ser suscriptoras de videos porno. Desafortunadamente, la lista
es larga, y no hay forma de saber si tienen algo que ver con esta
organización.”
¿“Pero?” Rebeca podía oír la excitación en su voz.
“Pero una vez que obtenga sus nombres y direcciones, no debería ser
difícil encontrar otras cosas sobre estos tipos. Puedo hacer conjuntamente
perfiles, y podemos hacer lo mismo que hicimos con el Largo John. Tal
vez tengamos otro golpe de suerte.”
Se vio escéptica. “Es un intento desesperado.”
“Tampoco es que tengamos mucho más ahora mismo,” Jason respondió,
sin atreverse a mirarla directamente. “Una vez que tengamos algunos
posibles sospechosos, pensé que Catherine los podría mirar. Ella … puede
sentir cosas. Ella es una gran perfiladora.”
Rebeca abrió su boca para decir que no, pero mantuvo sus mandíbulas
tirantes en lugar de eso. Se frotó el puente de su nariz donde un dolor de
cabeza se estaba formando. No pareció que pudiera mantener a Catherine
lejos de la investigación. “Sí. Esa es una buena idea.”
¿“Cualquier cosa nueva en la comisaría?” Sloan inquirió.
“Vayamos a la sala de juntas para una sesión informativa,” Rebeca
propuso. “Tengo algunas ideas.”
Una vez que estuvieron todos sentados alrededor de la mesa, Rebeca
estudió a su equipo, sabiendo que tenía que tomar una decisión en cuanto a
la información que debía compartir. A pesar de que dos de los presentes
eran civiles y otro una policía novata, todos ellos estaban dispuestos a
caminar sobre una cuerda floja sin una red, en nombre de justicia. Ella les
debía su confianza.
“Sandy me dio un indicio anoche. Es poco, pero cree que podría haber
visto al tipo que tenemos grabado en el video porno. Es un habitual de un
club sexual llamado Ziggies.”
“Eso es de primera calidad,” Watts exclamó.
¿“Sandy podría trabajar en ese lugar?” Sloan preguntó inmediatamente.
“Sería bueno tener a alguien dentro.”
La cara de Mitchell se volvió pálida. “¿Crees que es aconsejable que
ella haga su trabajo allí dentro para conseguir información? ¿Por qué
simplemente no la disparas? Al menos eso sería rápido e indoloro.”
Sloan se movió en su asiento clavando la vista en la joven oficial
conmocionada por su salida de tono.
“Mitchell eso está fuera de lugar,” saltó la detective, observando a
Mitchell cuidadosamente. El joven oficial se quedó con la mirada fija sobre
la mesa y empezó a sonrojarse. A duras penas pudo controlar su cólera.
“Desafortunadamente, creo que Sandy es demasiado conocida allí. Si
empieza a trabajar allí sin causa alguna, especialmente si hace preguntar,
alguien podría sospechar.”
“Lo que necesitas es alguien a puerta cerrada,” Jason comentó
suavemente. “Estoy de acuerdo que Sandy es una buena fuente, pero ella
corre riesgo si se vuelve demasiado visible. Usted necesitas a alguien que
de fuera que sea invitado al club.”
Watts salió en su defensa. “Tal vez podamos meter a una mujer policía
en Ziggies.”
¿“Para hacer qué?” Jason preguntó con mordacidad. “¿Bailar con el
busto desnudo? Pienso que la mayor parte de tus detectives considerarían
eso un poco de más allá de su deber.”
Sloan estudió a su socio. “Tienes algo en mente Jason?”
“Conozco a alguien que puede entrar.” Le sonrió a Sloan.
Por supuesto que lo sabes, Sloan pensó. Jesús, Sara va a matarnos.
Rebecca negó con la cabeza. “No puedo traer a otro civil al equipo. Y
no quiero a nadie que no conozco.”
“No es lo que piensas,” Jason dijo.
¿“Quieres explicarte?”
“Dejaremos eso para más adelante,” él dijo, “y si no estás feliz con eso,
olvidaremos la idea.”
“Bueno. En este punto, consideraré cualquier opción.” Rebecca miró
directamente a Sloan. “Necesitamos excavar la fuga dentro del
departamento. Para eso voy a necesitar tu ayuda.”
Los ojos violetas de Sloan se abrieron. Ésta era la luz verde que había
estado esperando. “Necesito una lista de todo el mundo sobre el que creas
que podría haber sabido de la operación, el último fin de semana. Jason y
yo necesitaremos rastrear registros financieros, historiales de empleo,
educativos – cualquier cosa que podrían relacionarse con Zamora o el
punto para alguna otra actividad criminal.”
“Lo sé.” Rebeca tomó una decisión. “Para empezar está el capital John
Henry, comandante de la unidad de Antivicio. Teri Cummings es su
secretaria, es probablemente quien tramitó los papeles para la autorización.
A estas alturas, desconozco si otra persona del departamento podría haber
estado al tanto.”
¿“Sospechas que pueda ser uno de ellos?” La pregunta de Jason fue
colocada suavemente, pero él sabía que su naturaleza era totalmente
inflamatoria.
“No sospecharía de mi capitán, si no fuera porque me he enterado que él
previamente se ha visto involucrado en el cierre de la investigación en el
asesinato de dos policías. Si él no formaba parte del encubrimiento, por lo
menos era consciente de ello.” Su tono estaba amargado. “Así que tengo
que ponerlo arriba en mi lista. A Cummings no la conozco mucho, pero me
resulta muy difícil de creer que fuera ella.”
¿“Hay alguien que tenga acceso a tus informes del campo, tus archivos
o cualquier cosa que podría haber tenido información acerca de lo que
estábamos haciendo?” Sloan inquirió.
Comenzó a negar con la cabeza no, y luego paró bruscamente. “Mierda.
Fui … herida … hace unos meses y estuve de baja un tiempo. Para ser
reincorporada, tengo que ver al psicólogo del departamento. Él pudo haber
revisado mis cosas.”
¿“Todavía le estás viendo?” Jason preguntó directamente, sin ninguna
disculpa en su voz. Esto no fue personal, era laboral. Mortalmente laboral.
“Sí.” Rebeca no dio más explicaciones, porque las razones no tenían
importancia. “¿Por qué?”
“El podría tener acceso a cualquier archivo que quisiera pedir? ” Jason
filosofó.
“Es posible, supongo.” La expresión de Rebeca era inequívocamente
escéptica.
¿“Perdón?” Otra voz proferida.
Rebeca miró a Mitchell y arqueó la ceja. “¿Si oficial?”
Mitchell se sentó aun más derecha. “Inadvertidamente es posible que
haya revelado alguna información acerca de la operación igualmente. En
… uh … recibiendo consejo.”
¿“Jesús, tu también?” El tono de Watts era de disgust. “¿Todo el mundo
está en el departamento del loquero?”
¿“Estás viento también a Whitaker?” Por primera vez, la voz de Rebeca
sujetó un borde de excitación. Las conexiones podrían hacer un caso – las
pequeñas cosas que parecían insignificantes al principio, a menudo
resultaban ser llave que llevaba a cerrar un caso.
“No, señora, no estoy viendo a Whitaker, sino a la Dra. Rawlings.”
Watts tomó aliento y Rebeca se quedó completamente en silencio. La
conversación de anoche volvió a su mente. Había estado hablando con
Catherine sobre Mitchell y Sandy. ¿Cuánto sabe Catherine?
“Pues bien, puedo fiar que Catherine no es la fuente de la fuga.” Su voz
fue limpia, y firme.
¿“Qué hay sobre su informes, sus archivos?” Sloan se levantó y caminó
hacia cafetera. “Ella debe conservar alguna clase de registros. Tal vez hay
algo allí dentro.”
“Eso será difícil de averiguar.” Rebeca dibujó un largo aliento y se
ubicó. “La Dra. Rawlings no hablará de sus pacientes.”
Mitchell profirió, “Si fuera de ayuda, daré mi permiso para que ella
pueda revolver sobre mis registros.”
“Si eso se vuelve necesario, podemos pasarnos esa ruta. Pero dejaremos
eso por ahora.” Rebeca ya había estado en esa situación con su amante, con
anterioridad, y no quería volver a discutirlo.
¿“Sería posible darme acceso directo al sistema de ordenadores del
departamento de policía?” Sloan preguntó.

Rebeca inclinó la cabeza. “Creo que podría hacerlo. Dee Flanagan, la


jefe del CSU, está muy enfadada porque alguien asaltó su ordenador y robó
los archivos de una investigación en curso. Creo que ella nos dará acceso.”
¿“Puedo hacerlo desde allí?”
“Seguro. Si alguien pregunta, eres un técnico que has venido para hacer
una mejora en su sistema. Nadie lo cuestionará.”
“Bien.”
“Tenemos que asumir que quienquiera que ha ido tras de ti, Sloan, tiene
información de todos nosotros.” Su expresión era seria, pero su voz
completamente calmada. “Eso quiere decir que todos debemos estar alerta.
Debemos asegurarnos de que nadie nos sigue, y si algo nos parece raro,
debemos dar por supuesto que está mal.”
Sloan pensó sobre el hecho de que Michael estaría arriba, posiblemente
en pocas horas. Inclinó la cabeza, sus ojos tan bemol y oscuro como el
ónice. “Entendido.”
“Mitchell,” dijo cuando se levantó. “Te quiero aquí con Jason y Sloan,
rastreando esas direcciones de correo electrónico. Sloan, le llamaré tan
pronto como hable con la jefe del CSU, y si tienes tiempo, nos veremos
allí.” Recorrió con la mirada su reloj de pulsera. “Digamos que nos
encontramos de regreso aquí sobre las cinco esta tarde. ¿Jason, te da eso
bastante tiempo para contactar con tu fuente?”
Él inclinó la cabeza. “Tengo tiempo de sobra.”
“Perfecto.” Rebeca enderezó sus hombros. “Luego iré a hablar con la
Dra. Rawlings.”
Cualquier razón para ver a Catherine era bienvenida. Pero tenía el
presentimiento de que esta visita en particular iba a ser mucho más
negocios que placer.

CAPÍTULO NUEVE

Mitchell estaba en la parte delantera de un edificio sucio, igual que el


resto de los edificios de la calle. Eran las diez treinta de la mañana, y tenía
el presentimiento de que nadie iba a contestar el timbre de la puerta, del
apartamento de la parte posterior del piso de arriba. Una vez en el tercer
piso, caminó directamente hacia la puerta número tres y tocó.
“Váyase. No me interesa,” una voz gruñona gritó desde el interior.
Un minuto más tarde, la puerta se abrió, sin quitar la cadena de
seguridad, y unos ojos azules relampagueantes la miraron con atención.
“Hola, Sandy.”
La puerta se cerró sobre cara de Mitchell, quitó la cadena, y la puerta se
abrió de golpe otra vez.
Los ojos de la joven parecían cansados, “Solo son las diez de la
mañana, y sólo he dormido dos horas. Fuera.” Llevaba puesto sólo la
diminuta parte superior de un sujetador blanco, que apenas cubría sus
pechos y unas bragas del mismo color.

Mitchell hizo un intento por no mirar el cuerpo de la joven, apenas


cubierto, pero cuando desvió la mirada a su cara, se dio cuenta de que
Sandy le había visto mirarla. “¿Puedo hablar contigo?”
“Claro,” Sandy dijo con indiferencia, dándose la vuelta y cruzando el
cuarto para volver al sofá que había sido abierto en mitad del lugar. Las
sábanas azules de algodón había sido retiradas hacia atrás, y una almohada
estaba en la mitad del mismo.
Clavó los ojos en la cama. Luego rápidamente evitó sus ojos y miró
alrededor del cuarto. “Bonito lugar.”
“Gracias.” La joven se había sentado al borde de la cama, con las
rodillas encogidas y la barbilla descansando en la palma de una mano. “Me
alegra realmente que te guste mi decoración. ¿Ahora, quieres decirme por
qué me has despertado?”
¿“Creo que deberías … uh ponerte algo de ropa?”
“Ya tengo ropa puesta.” Vio la mirada de la joven oficial sobre su
cuerpo, y sin poder sostener su mirada, la desvió hacia el resto de la
habitación. Le gustó la mirada de la joven oficial, pero viendo su pesar
agarró unos pantalones vaqueros y se los puso encima.
Mitchell metió las manos en sus bolsillos y se apoyó contra la esquina
de un tocador situado en una esquina del pequeño apartamento. Ahora que
estaba allí, dentro del apartamento sorprendentemente caliente y acogedor
de Sandy, no sabía qué decir.
¿“Qué?” La voz de Sandy fue cortés.
Suavemente, Mitchell dijo, “No sabía que estuvieras trabajando para la
Detective Sargenteo Frye.”
“No lo estaba … no antes que ayer. ¿Por qué te importa?” La pregunta
de Sandy no sustentó huella de beligerancia, sólo curiosidad. Ella preguntó
si Mitchell se daba cuenta de la forma en que la estaba mirando.
“Es un trabajo un poco peligroso.”
Sandy recostada hacia atrás, separó un podo las piernas, y la miró de
forma desafiante. “Tú eres policía. También podrías salir lastimada.”
“Hay una diferencia y lo sabes.” Hizo el intento de no dejarse llevar por
el agravamiento de su voz. Por lo menos yo tengo un arma. Y respaldo.
Aunque no siempre. Sin pensar, puso sus dedos alrededor del antebrazo de
Sandy. “Estas completamente sin protección.”
“Puedo cuidarme.”
“Oh, genial. Has hecho un gran trabajo con eso hasta ahora.”
Sacudió con fuerza su mano fuera y la miró molesta. “Fuera.”
“Sandy” la cara de Mitchell estaba pálida y sus enormes ojos, azul
profundo se oscurecieron con dolor. “Lo siento. No quise decirlo de la
forma que piensas.”
“Sé lo que quieres decir que solo soy una – ”
“No” Levantó su mano lentamente. “No. ” Acarició con una punta del
dedo la cicatriz en la frente de Sandy. “Esto es lo que quiero decir. No
quiero que te vuelvan a dar un paliza.”
Intentó apartarse, buscar las palabras para alejar a la joven oficial, pero
fue incapaz de moverse ni de hablar. Esa caricia fue tan tierno, su
expresión tan tierno, su cuerpo tan cercano. Mitchell temblaba. Ambas
temblaban.
“Dell” Sandy murmuró. El calor se despertó entre sus muslos, y se
quedó sin aliento al notarse tan mojada. Dio un paso hacia atrás rompiendo
el contacto.

Mitchell, con su mano extendida, quiso seguirla. Había algo en la voz


de Sandy, un anhelo silenciado, eso provocó que el estómago de Mitchell
se cerrara herméticamente. “Hey … ”
Sandy dio otro paso. “Deberías irte.”
¿“Puedo volver?” Realmente no sabía por qué lo preguntaba, pero tenía
que hacerlo.
Observando la boca de Mitchell le resulta difícil concentrarse. Tenía
una boca bella. Luego la voz de Frye atravesó su mente. “Un oficial de
policía puede ser suspendido, incluso despedido, por fraternizar con una
prostituta.”
“Mira,” dijo con las pocas fuerzas que pudo, buscando frenéticamente
las palabras para correctas. “Mira, ahora tengo el visto bueno de Frye. No
quiero que nada lo estropee.”
Mitchell se enderezó como si hubiera sido golpeada, luego llegó hasta la
puerta y le dijo con tristeza. “¿Simplemente cuida tu espalda vale?”
Mientras se marchaba, dejando sólo el eco de sus pasos por el vestíbulo,
Sandy se quedó muy quieta hasta dejar de oírla.
“Ten cuidado también, novata, ” susurró. Sus dedos descansaron
ligeramente sobre la puerta de madera y luego las llevó hacia su cicatriz,
sintiendo todavía la caricia de Mitchell.

A las once veinticuatro, la puerta lateral de la oficina privada de Catherine,
se cerró después de que su último paciente de la mañana se hubiera
marchado. Tratando de despejarse para la tarde que el esperaba, escuchó la
línea del interfono en su teléfono cuando este sonó.
“La detective Frye está aquí, Doctora. Su siguiente cita no es hasta la
una, así que tiene un poquito de tiempo.”
Catherine, repentinamente revigorizada, sonrió. “Dile que entre, por
favor.”
Cuando su Rebeca entró por la puerta, un momento más tarde, con una
bolsa de papel marrón, Catherine la estaba esperando con ansiedad. Colocó
una mano en el hombro de Rebeca y se acercó para darle un beso en la
boca. “Qué sorpresa tan bonita.”
“Corrí el riesgo que intentar verte entre sesiones. Traje la comida.”
“Sabía que había una razón para quererte.” La agarró de la mano y le
llevó al sofá delante de una mesita de café baja. “¿Indígena?”
“Ajá.”
“Bravo. Estoy famélica.” Catherine extrajo los envases de la bolsa y los
colocó junto a los tenedores de plástico y las servilletas del papel, y los
extendió sobre el tapete. “¿Hay alguna otra razón para rescatarme de
inanición?”
Rebeca vaciló. Había muy pocas cosas en su vida que la hacían sentir
incomoda. Estar enfrentada a Catherine era una de ellos. Cuando peleaban,
o cuando meramente no podían estar de completo acuerdo sobre algún
asunto, le dejaba un sentimiento de pérdida que no podía controlar. “Tuve
una sesión informativa con Sloan y los demás esta mañana. Hemos estado
haciendo algunos planes.”
¿“Problemas?” Catherine continuó comiendo lentamente, sospechando
que Rebeca no habría hecho una visita, en la mitad del día, sólo para verla.
“Estamos trabajando en un par de ángulos, pero una de las cosas críticas
que tenemos que hacer es descubrir la fuente de la fuga de información que
llevó al ataque en Sloan.”
“Y sospechas de alguien dentro de tu departamento.” Sólo podía
suponer lo difícil que sería para su amante investigar a sus compañeros.
Rebeca inclinó la cabeza. “¿Hasta dónde conoces a Rand Whitaker?”
“Sólo casualmente. Hemos coincidido en algunas reuniones
psiquiátricas locales y a en algunos cursillos prácticos enfocados a una
especialidad, en la Universidad.” Catherine se recostó, su mano
descansando amablemente sobre el muslo de Rebeca. “¿Sospechas de él?
¿Cómo obtendría él la información? ¿Seguramente no te diría nada?”
“No, pero él trabaja en el departamento. Y se le ve una aptitud oficial.
Es posible que pudiera tener acceso a casi cualquier cosa en la que
estuviera involucrado.” Se pasó una mano por su pelo, frustrada otra vez
por su incapacidad por encontrar una pista sólida.
“Supongo que cualquier cosa es posible,” Catherine filosofó, “pero no
le conozco lo suficiente para especular.”
“Realmente no esperaba que lo hicieras, pero tenía que intentarlo.” Se
movió hasta estar completamente de cara a Catherine, sus rodillas
ligeramente moviéndose. Quiso tomar la mano de Catherine, pero no le
pareció adecuado por lo que estaba a punto de decir. “También surgió otra
esta mañana.”
¿“Oh?” Catherine esperó, mirando a Rebeca a los ojos. Ahora nos
acercaremos a la razón por la que estas aquí.
“Dellon Mitchell dijo que te ha estado viendo.”
Catherine guardó silencio.
Se echó por la calle de en medio. “¿Hay algo sobre su evaluación que
haya podido llegar a manos de alguien fuera de esta oficina?”
“Más vale que intercambiamos opiniones sobre esto, después de que
hable con la oficial Mitchell,” Catherine continuó hablando con tristeza.
“No me encuentro a gusto discutiendo esto contigo.”
“Catherine,” le susurró, intentando que no se notara el temblor en su
voz. “Mitchell ya nos ha dado su autorización para hablar contigo. Ella
subía que hablaría contigo cuando nos la dio.”
“Quizá otro debería hacer esta parte de tu trabajo.” Se levantó
abruptamente y caminó con pasos largos y despaciosos de acá para allá,
entre su escritorio y el área de distribución de los asientos, frunciendo el
ceño. De repente se detuvo y afrontó a Rebeca. “¿Te das cuenta de lo
frustrante que es esto?”
“Sí.” Inesperadamente, sintió una oleada de náusea. Se esforzó por no
cambiar su expresión pero ella falló.
“Rebeca,” dijo suavemente, viendo la incomodidad en los ojos de su
amante. “Te quiero. Pero eso no desaparece sólo porque me exasperes.”
“Me alegro” En una voz humilde masculló, “pienso que fue en una
situación como esta cuando me di cuenta de que me había enamorado de
ti.”
Tomándola completamente con la guardia bajada, el corazón de
Catherine se aceleró. “¿Por qué, Detective Frye, siempre sabes lo que
quiero escuchar?”
Los ojos azules de hielo de Catherine instantáneamente se volvieron a
suavizar. “Será mi sensibilidad entrenándose.”
Catherine soltó una carcajada y se movió hacia el sofá. Rebeca
automáticamente la abrazó por la cintura, y la psiquiatra apoyó su frente
sobre el hombro de la detective. “Si la oficial Mitchell está de acuerdo,
comprobaré mis notas y te haré saber si algo entre mis informes está
relacionado con lo que estás buscando.”
“Gracias.” Rebeca miró a la estupenda mujer que había cambiado su
vida. “Te quiero, lo sabes verdad.”
“Sí. Lo sé.” Catherine sonrió. “Simplemente ten cuidado, Detective.”

CAPÍTULO DIEZ

¿“Cómo va la cosa?” Dee Flanagan preguntó.


Sloan empujó hacia atrás el taburete pequeño, en el cual había estado
sentada desde hacía varias horas, y miró a la jefe del CSI. “Tu ordenador es
un dinosaurio. Estoy sorprendida de que todavía funcione.”
“Pues son los últimos que compraron. Deberías ver cómo son los
coches patrulla.” Dee se movió a través del estrecho lugar, que estaba lleno
de publicaciones, divido en compartimentos con maquetas de la escena de
crimen, archivos, y libros de consulta. “¿Encontraste algo?”
“Todavía No.”
Dee se sentó detrás de su escritorio y sorbió de la taza grande de café,
que se acababa de servir. “Quienquiera que robó los archivos, lo hizo hace
meses. ¿Crees que los puedes encontrar ahora, después de tanto tiempo?”
¿“Si tuvieras un cuerpo que hubiera estado sepultado durante veinte
años, habría allí algo que te pudiera llevar a encontrar al asesino?”
“Siempre hay algo. La carne se corrompe, pero del mismo modo que lo
hace, cambia la naturaleza de lo que lo rodea – químicamente, físicamente,
biológicamente. Los huesos nos cuentan su historia. La edad de la víctima,
género, algunas veces incluso la causa de la muerte. La respuesta está
siempre allí; uno sólo necesita saber cómo leer la historia.”
Sloan inclinó la cabeza. “Eso es algo parecido a lo que pasa con los
ordenadores. Incluso el mejor hacker deja una huella. Al intentar borrar la
prueba de su presencia, cambian otras cosas, siempre dejan algún signo de
haber estado allí.”
Dee se inclinó hacia adelante sobre su escritorio, donde sus ojos
inteligentes mostraron ahora su excitación. “¿Así, que ellos han dejado
algo?”
“Podría ser cualquier cosas, desde cómo estaba tu sistema configurado a
cómo accedió a la unidad de disco duro. Uno de los primeros lugares para
ver es la parte de la información de los archivos, la cual se actualiza
diariamente.
La información está todo el tiempo almacenada automáticamente por el
sistema operativo, sin que te des cuenta. Hay también registros telefónicos
que nos dirán cuantos intentos de marcado se hicieron para tener acceso
remoto al ordenador, y a veces, hasta podríamos localizar el número de
teléfono. Una vez que acceda a tu sistema, lo siguiente que haré es analizar
los archivos de información, en la época en que tus datos desaparecieron, y
confirmar su acceso ilegal.”
¿“Acceder a mi sistema? ¿Sin intención de ofender, pero no se supone
que no puedes hacer eso?”
Sloan estudió a la otra mujer pensativamente. “Si alguien manipuló
indebidamente tus datos una vez, no hay razón para pensar no lo hicieron
antes o lo hayan vuelto a hacer. Alguien pudo acceder a tus archivos,
encontrar simplemente la prueba que estaba estudiando e incluso podrían
manipularla para alterar su resultado.”
¡“Alterarlo! Jesucristo. Simplemente con sugerir que una prueba ha sido
manipulada indebidamente podría cambiar docenas de veredictos.” Dee se
levantó repentinamente, se dirigió rápidamente y cerró la puerta de su
oficina. “Simplemente con un poco especulación el resultado podría ser
desastroso.”
“Me doy cuenta de eso,” Sloan dijo quedamente. “Esperanzadoramente,
podremos identificar al hacker y corroborar la prueba para asociarla a los
crímenes. De ese modo, podremos omitir a tu departamento
completamente. Pero mejor si nos aseguramos de que tu sistema sea seguro
ahora.”
“Si encuentras algo que sugiera que mis archivos se han visto
comprometidos de cualquier forma, quiero saberlo.”
Sloan negó con la cabeza, apreciando la integridad de otra mujer. “Mira,
he estado involucrada en esta cosa antes, y si ese resulta ser el caso, caerán
sobre ti. Eso no es algo que quieras que ocurra.” Tu carrera estará
terminada, y tendrá suerte si no tienes que afrontar cargos criminales.
Antes de que Sloan pudiera continuar, Dee habló con firmeza, “ hay
personas en prisión, ahora mismo, por las pruebas que presenté en su día.
También hay muchos otros tipos libres porque mis análisis los exoneró.
Tengo que saber que hice lo correcto.”
“A pesar de su importancia, la prueba de la escena de crimen es sólo
una parte del caso. El veredicto no descansa solo sobre tu prueba.”
“No me importa el resto del caso. Sólo me preocupo por lo mío.”
“Entiendo.” Sloan recorrió con la mirada su reloj de pulsera. “No tengo
mucho tiempo hoy, pero estaré libre esta noche o mañana por la mañana.
¿Cómo llego aquí dentro?”
“Te daré la combinación para la alarma de la puerta de admisiones de la
morgue.”
“Gracias.” Le respondió. Cerró su cartera negra, donde llevaba sus
herramientas y los discos del software de programas. “¿Qué ocurre si
alguien me ve aquí dentro y pregunta por qué estoy trabajando fuera de
horas?”
Dee sonrió abiertamente, con esa sonrisa abierta y traviesa que había
hechizado a muchas mujeres. “Simplemente dile que no te he dejado
trabajar aquí dentro durante el día. Puedes echar pestes sobre mí, eso
ayudará a que crean tu historia.”
Sloan se rió. “Sólo mencionaré que toqué algo, y que me echaste.”
“Veo que Frye te ha instruido bien.”
Sloan le sonrió abiertamente cuando Dee la acompañó a la salida. Era
hora de olvidarse de su venganza. Ahora, era el momento de estar con
Michael.

Cuando Sloan entró en la habitación de Michael poco antes de las dos, se


encontró a Michael pálida pero visiblemente más fuerte, que simplemente
algunas horas antes. Estaba sentada en una silla del hospital, de madera
acolchada en cuero, al lado de la cama, con una manta delgada sobre sus
rodillas.
Sara estaba encorvada al lado de la silla, con una mano sobre la rodilla
de Michael. Ali Torveau estaba apoyado contra el lado de la cama, mirando
una carpeta que contenía los informes médicos de Michael.
“El Dr. Torveau dice que puedo ir a casa,” Michael le anunció, tomando
la mano de su amante, con fuerza.
Casi asustada, Sloan recorrió con la mirada al cirujano de trauma.
“¿Hoy?”
“Ahora mismo,” Torveau contestó a la vez que levantaba sus manos al
ver que ella quería contradecirle, “pero bajo ciertas condiciones.”
“Claro, lo que sea,” Sloan respondido rápidamente.
“Alguien, preferentemente un profesional médico adiestrado, necesita
quedarse con ella las veinticuatro horas al día.”
“Soy OMD, ” Sara explicó. “Me quedaré con ella si a ellas les parece
bien.”
“Eso sería genial, Sara,” Sloan dijo instantáneamente. “Gracias.”
“Eso suena bien,” el cirujano estuvo de acuerdo. “Tiene también mucha
importancia que me informéis inmediatamente si hay cualquier cambio en
tus síntomas, Michael – eso quiere decir agravamiento del dolor de cabeza,
disturbios visuales, debilidad para emparejar dificultades temporales,
cognitivas o expresivas, o agarres.”
Sloan se sintió un poco indispuesta al escuchar la larga lista de
potenciales problemas y luchó por mantener vacía su expresión. “¿Por
cuánto tiempo tenemos que preocuparnos pos si ocurre algo de eso?”
“Algunas cosas podrían desarrollarse durante los próximos meses, en
particular un desorden de agarre, pero con toda probabilidad, después de
una semana o dos, nosotros todos podemos relajarnos.”
¿“Puedo trabajar?” Michael preguntó. “No tendría que salir de casa.”
“Michael” Viendo la veloz advertencia de Sara, Sloan cerró la boca y se
tragó su protesta. Lo único que podía ver, todavía, era a Michael en el
suelo en mitad de un charco de sangre. Pero Michael no sabía lo que había
sucedido, y ahora no había razón para asustarla.
Ali arqueó una ceja. “No creo que te sientas con ganas de trabajar
durante por lo menos una semana o dos. Pero, ” continuó ante la apariencia
de súbita desilusión en la cara de Michael, “ si no consiste en excavar
zanjas o mover mobiliario pesado, no veo por qué usted no puedes ir
probando cuando te sientas apto para ello.”
“Está bien” Michael sonrió pálidamente.
“Entiendo. Simplemente recuerda que todavía estás de baja, todavía
tienes que recuperarte. No esperes demasiado de ti misma.”
¿“Qué hay sobre el sexo?” Michael conservó sus ojos en la cara del
cirujano, pero un suspiro suave de resignación de la dirección de Sloan fue
imposible ignorar. Michael meramente sonrió.
Nunca se asombraba lo que haber estado a un paso de la muerte hacía
en algunas personas. Ali se rió. “Si estás de humor para ello, no veo ningún
problema. No te lo tomes a mal si no llegas con tanto énfasis como lo
harías con anterioridad, y si tienes dolor de cabeza cuando llegas al
orgasmo, reduce la velocidad o déjalo pasar y descansa durante un rato.”
¿“Es peligroso eso después de esta clase de … accidente?” Sloan tomó
la mano de Michael, con su total atención en el cirujano.
“No ordinariamente, no. Pero recuerda que hay fluctuaciones en la
presión sanguínea durante el sexo y ahora mismo, el cerebro de Michael es
sensible a los cambios bruscos.”
“No te preocupes, cariño,” Michael bromeó suavemente, “no estaba
pensando en hacerlo esta noche.”
Sloan sonrió abiertamente y silenció su alivio. El pensamiento de
cualquier cosa dañando a Michael, aun haciendo amor, la aterrorizó.
Ali le dio a Sloan una tarjeta. “Mi número de la oficina. Llama y pide
una cita para hacer una revisión la próxima semana.” Se despidió y siguió
Sara hasta la puerta. “Me encargaré de que cumpla las órdenes.”
A solas, Sloan se encorvó sobre la silla de Michael. “¿Estás segura de
estar lista para irnos a casa? Porque si – ”
Michael llevó sus dedos sobre la parte de atrás del pelo de Sloan y
acarició su cuello. “Quiero ir a casa. Quiero dormir a tu lado esta noche. Lo
necesito.”
Sloan cerró sus ojos. “Así será entonces.”

CAPÍTULO ONCE

¿“Estas cómoda? ¿Necesitas alguna cosa?”


“Estoy perfecta.” Michael sólo llevaba en casa veinte minutos, y Sloan
no había dejado de preguntárselo continuamente. Palmeó el sofá al lado de
ella. “Ven a sentarte aquí.”
Sloan se reacomodó cuidadosamente en el extremo más alejado del
sofá, asustada por si el movimiento en cierta forma lastimara Michael. “El
Dr. Torveau dijo que debías estar en la cama, y ya hacemos trampa dejando
que acampes en la sala de estar en lugar de en el dormitorio. Quiero que
puedas dormir.”
“Lo haré.” Michael cambió de posición. “Especialmente si te quedas a
mi lado”
Sloan vaciló.
“No voy a lastimarme.” La voz de Michael era sosegadora. “Por favor,
cariño. Le echo de menos.”
Eso fue lo único que Sloan necesitó oír para que su corazón se
detuviera. No podía negárselo. La quería demasiado. Lentamente, se movió
quedando junto a su amante. “¿Así está bien?”
“Mmm.” Suspirando, Michael descansó su mejilla contra de la parte
superior de la cabeza de Sloan y acarició su cara. “¿Ahora me dirás lo que
sucedió?”
La petición de Michael fue tan suave que casi no se dio cuenta de lo que
le había preguntado. “Michael, Doctor Torveau dijo – ”
“Odio esto. La forma cómo me siento, como si algo me faltara.” Los
dedos de Michael temblaron mientras continuaba acariciando la cara de su
amante.
La angustia en su voz fue más de lo que Sloan podía aguantar. “Fuiste
golpeada por un coche, fuera delante de nuestra casa.”
“No puedo recordarlo.”
“Michael. Cariño.” La voz de Sloan casi era suplicante. “Acabas de
llegar a casa. Se supone que deberías estar descansando. Podemos hablarlo
mañana.”
¿“Me lo prometes?”
“Lo haré. Te lo prometo.” Acarició con la nariz el cuello de Michael,
necesitando sentir su calor, sentirla viva. Su voz fue ronca cuando le
susurró, “te quiero tanto.”
“Estoy aquí. Aquí mismo.” Michael presionó su cuerpo contra el de su
amante, sintiendo la paz que la comodidad del abrazo de Sloan le
proporcionaba.

Cuando Sara salía del dormitorio de los invitados, en el extremo más


alejado, del loft, descubrió a las dos amantes dormidas una en brazos de la
otra. El sonido del teléfono cortó el silencio, y lo cogió, esperando que no
se despertasen. “Residencia de Sloan y Lassiter.”
Silencio. “¿Hola?”
¿“Sara?”
¿“Jazmín?” Sara se quedó perpleja, mentalmente hojeó el calendario en
su mente. “¿Dónde estás?”
“En el primer piso.”
¿“Por qué? ¿No tienes función esta noche?” Sara se sentó apoyando los
codos en las rodillas. “¿Qué despierte a Sloan ahora … Qué?
¿Cuándo?...¿Qué clase de reunión? ¿Con la policía?...Mejor que subas.”

Sloan se acercó a las enormes puertas dobles de metal, pulsó el pequeño


teclado, y las puertas se deslizaron silenciosamente. Dentro, una mujer
estaba de pie esperando.
Aunque más mayor que Sandy, tenían un cierto parecido. Su pelo a
capas era algo más oscuro que el de Sandy, que era rubio y ligeramente
más largo, pero eran tan ágil y sensual como Sandy. Su cuerpo, ajustado
bajo ropa de lycra exudaba un aurora de sensualidad confiada. Su
maquillaje era subestimado pero astutamente aplicado, sutilmente
acentuando sus pómulos arqueados y la curva de sus labios llenos. Ella
podría haber sido una prostituta de precio elevado o una modelo de
pasarela.
“Hola, sexualmente atractivo.” Jazmín besó a Sloan en la boca.
“Pareces como no hubieras dormida en un mes.”
“Gracias.” Precipitadamente, Sloan le advirtió, “Michael está dormida.”
Dio un paso alrededor de ella y besó la mejilla de Sara casi
tímidamente. “Hola”
“Hola,” Sara contestó. Brevemente, tocó la mano de Jazmín.
“¿Pantalones nuevos?”
“Mmm. Si los compré esta tarde.”
“Bonitos.” Sara gesticuló con su cabeza. “Entremos en el dormitorio, y
me cuentas por qué estás así vestido.” Le lanzó a Sloan una mirada dura.
“No quiero saber lo que os traéis entre los dos.”

¿Rebeca y Watts entraron en el ascensor cuando una voz desde atrás los
llamó, “ Hey, espera?”
Rebeca sujeto la puerta con la mano y miró en dirección a la voz. Sandy
se acercaba hacia ellos.
“Hola, Sandy.”
La joven les saludó con un gruñido e ignoró a Watts. Una vez arriba
salieron del ascensor y se dirigieron a la sala de juntas.
“Hola,” los saludó Sloan a medida que entraban en fila.
“Sloan,” saludo la detective, estudiando a la mujer de pelo oscuro junto
a Sloan. Le resultaba familiar, pero no sabía de qué.
“Hola” Watts los saludó sin apartar la vista de aquella mujer, mientras
Sandy se sentaba junto a él mirando a Mitchell, que estaba frente a ella.
“Jazmín, éste es el Detective Watts, la Detective Sargento Frye y
Sandy.” Cuando todos inclinaron la cabeza a modo de saludo, Sloan
continuó, “Jazmín trabaja en el Troc, y conoce a muchos de los clientes
habituales de Ziggies.”
¿“De qué trabajas exactamente?” Watts preguntó, reparando con su
mirada a Jazmín desde la cara, bajando a los pechos, donde dejó su mirada
fija durante unos segundos.
“Soy un cantante,” contestó con voz sugerente.
Watts recorrió con la mirada a Rebeca, que continuaba estudiando a la
mujer fijamente. Ante el silencio de su compañera se sintió demasiado
inquieto. La voz de aquella mujer, la forma en que le había hablado,
provocó que su sangre corriera a toda velocidad. Pocas mujeres le hacían
sentirse inquieto.
Abruptamente, Rebeca se levantó. “Excúseme un momento, Señorita …

“Simplemente el Jazmín.” Ella casi ronroneó las palabras.
Rebeca sonrió, luego recorrió con la mirada a la joven rubia, a su
lado.“¿Sandy?”
Mirando a la detective sin saber qué pensar, desvió su mirada de Dellon
Mitchell y siguió a Rebeca hasta el extremo más alejado de la sala.
En voz baja, le preguntó, “La conoces?”
“Uh-uh, no. La recordaría. Ella es una gran competencia.”
¿“Qué piensas?”
“Es buena. Realmente muy buena.” Se encogió de hombros. “Conozco
a algunos trannies, pero … ella es diferente. De clase … no creo que ella se
venda.”
¿“Conoces a alguien que pudiera hablarnos de ella?”
Sacudió su cabeza. “No estoy segura.”
Rebeca suspiró. Necesitaba tener un contacto en las calles, pero no le
gustaba confiar en alguien que no conocía, aunque viniera a través de
Sloan y Jas … “ Hijo de Puta. No puedo creer que no lo viera venir.”
La joven se la quedo mirando, mientras Rebeca se daba la vuelta y
volvía a la mesa.
¿“Jazmín?” le preguntó. Los ojos azules se elevaron a la altura de los
suyos. Una boca llena sonrió lentamente.
¿“Sí, Detective?” El tono era abiertamente seductor.
¿“Le conocen por su nombre en Ziggies?”
“Probablemente. Suelo dejarme caer por allí con cierta asiduidad.”
¿“Con otras reinas?”
“Preferimos el término imitadores femeninos,” Continuó mirándola
fijamente, “aunque muchos de los actores hacen de reinas, por supuesto.”
¿“Huh? ¿De qué estáis hablando?” Preguntó Watts en voz alta.
“Ella es un hombre,” Sandy dijo despreciativamente
“No. ” Watts miró a Rebeca, que le inclinó la cabeza. Él cayó en
recesión en su silla, negando con la cabeza. “Joder.”
Mitchell repentinamente se quedó sin aliento. “Oh no me había dado
cuenta … Jason. Estás … hermosa.”
¿“Qué pasa?” Watts volvió a explotar.
Sloan se apiadó de él. “Jazmín es el nombre artístico de Jason,
Detective. “
¿“El nombre artístico de Jason?” Los miró como si estuviera loco.
“¿Jason?”
Jazmín sonrió bondadosamente. “Jason no está aquí, en este momento,
Detective. Él me pidió que viniera de visita para ayudarles.”
Watts no sabía qué más decir, así que se quedó muy callado con la
mirada clavada en la mesa.
¿“Qué tipo de amistad tienes con las chicas en Ziggies?” Le preguntó.
“Porque si hay alguien allí dentro que sepa de los videos de porno, serían
ellos.”
“Nos saludamos cuando nos vemos. La mayor parte de las chicas nos
consideran competencia.”
¿“Qué te hace pensar que puedes conseguir lo que necesitamos en
Ziggies, si las chicas no hablan contigo?” Rebeca insistió.
“No estoy seguro, pero en las actuaciones en el Troc hay imitadores
masculinos y femeninos” Jazmín explicó “y son clientes habituales en
Ziggies. Puedo poner uno de nosotros con ellos.”
Watts lo miró asombrado. “¿Una chica haciéndose pasa por un hombre?
¿Quién?”
Jazmín desvió su mirada y la clavó sobre la oficial Dellon Mitchell.

CAPÍTULO DOCE

“No,” Rebeca dijo inmediatamente. “Mitchell no está preparada para


trabajar en cubierto.”
“Lo puedo hacer.” La voz de Mitchell era dura y segura.
“El trabajo clandestino conlleva práctica, niña,” Watts puntualizó. “No
llevas nada de tiempo en el cuerpo y te hace falta preparación, si te
despistas acabas muerto.”
“Ella sería un blanco fácil.“ Sandy dijo en voz alta. “Jesús, solo hay que
mirarla, grita policía por todos lados.”
“Sandy,” Mitchell la interrumpió. “Cálmate.”
“Eres simplemente una estúpida sólo con pensarlo. Joder, Dell.” La
joven gritó moviéndose en la silla, a la vez que miraba al resto de la sala.
Rebeca recorrió lateralmente con la mirada a la joven rubia,
contemplándola con una ferocidad que no quería expresar. Etso viene de
maravilla. Estas dos está ya mucho más involucradas. Maldita sea. Otra
complicación de la que no tengo tiempo de ocuparme.
“No hay nada que discutir,” Rebeca dijo rotundamente. “Tampoco
tenemos tiempo para crear una buena cubierta de fondo para ti, Mitchell.
No puedes aparecer por así simplemente. Necesitas tener una historia, una
historia preliminar, contactos, gente que te conozca.”
“Y ahí es donde entro yo,” Jazmín dijo, con su tono suavemente
conciliatorio. “Si la introduzco, tendrá credibilidad al instante. Si llega
como uno más del grupo del Troc, tendrá su entrada en Ziggies sin
preguntas. No debería necesitar más que unos cuantos días para
establecerse como un cliente habitual.”
¿“Sí?” Watts preguntó belicosamente. “¿Y qué haremos para que
parezca un hombre? Ella no lo es, aunque tenga pelo corto y tetas
pequeñas.”
“Realmente, detective,” Jazmín continuó explicando, “ella no tiene que
parecerse a un hombre. Sólo tiene que dar la impresión de ser uno. Con su
forma de andar, su actitud, su tono de voz.”
“Oh, para fu – ”
“Resumiendo,” Rebeca intervino, antes de que Watts dijera alguna
burrada, “que Mitchell puede pasar”
“Puedo.” Mitchell encontró la mirada fija de su superior. “¿No es eso lo
que hacemos todo el tiempo? ¿Jugar a un juego?”
Rebeca estudió los ojos azules resueltos y profundos. ¿Así que ya lo
sabes? Jugando a un juego – sí, eso es lo que nosotros hacemos. Fingiendo
que las cosas que vemos no nos afectan, ese miedo no es real, la violencia
no trata sobre nosotros. No sangramos por dentro.
¿“En el caso de que Mitchell sea aceptada por tus amigos del Troc,
cómo la podemos meter en Ziggies?”
“Hay una función importante en el club este fin de semana,” Jasmine
contestó. “Algunos de nosotros, normalmente, salimos a tomar algo para
celebrarlo, estando todavía vestidos.”
Watts soltó un bufido. “¿Para una barra con el busto desnudo?”
Jazmín se puso rígido, y, por primera vez, puso cara de disgusto.
“Nuestras elecciones están limitadas, detective.”
¿“Dónde vives, Mitchell?” Rebeca preguntó.
“En Independencia.” Era una de las torres de apartamentos al sur, en
Calle 6, bordeando Washington Square Park.
La detective negó con la cabeza. “No nos sirve. Necesitaremos
encontrarte un apartamento más sencillo.”
“Hay un apartamento disponible en mi edificio,” Sandy dijo
rápidamente.
Antes de que Rebeca pudiera objetar, Jazmín dijo, “Eso podría ser
bueno. Tampoco estaría mal que Mitchell tenga a una novia.”
La joven oficial se sonrojó y Watts bufó.
“De acuerdo,” Rebeca dijo, ligeramente golpeando sus palmas sobre la
mesa. “Por ahora estamos de acuerdo con este plan. Jazmín, tu te encargas
de formar a Mitchell.”
¿“Qué dices, semental?” Jazmín preguntó. “Estaré preparada en un
ahora.” “Por qué traes a Sandy, también?. Ella puede ser nuestra primera
audiencia.”
Rebeca se dirigió a Sandy. “¿Qué me dices de tu edificio? ¿Hay algún
encargado en el edificio con el que podamos hablar para alquilarle un
apartamento?”
“Esa sería una palabra muy selecta para describir al tipo, pero sí lo
hay.”
“Bien. Dile que es un amigo tuyo que necesita un lugar de inmediato.
Pagaremos en efectivo. Me encargaré de llevarte el dinero esta misma
noche.”
Mitchell se vio aun más infeliz.
“Claro.” Sandy se encogió de hombros.
“Y todavía necesito que encuentres a una de esas chicas que viste en el
video. Hay muchas posibilidades de que vuelvan a hacer otro vídeo.”

“Te lo dije antes, no daré nombres.”


“No quiero sus nombres. Solo quiero hablar con ellas.”
“De acuerdo,” Sandy dijo a regañadientes. “Veré lo que puedo hacer.”
“Bien. ¿Todavía tienes el teléfono?”
“Sí.”
“Úsalo. Mitchell, tienes permiso para salir. Sandy … ” vaciló, pero
tuvo que admitir que el plan de Jazmín, para que el personaje de Mitchell,
que tuviera una novia era totalmente razonable. “Ve con ella.”
“Sí, señora, ” Mitchell dijo cuando se levantó.
Rebeca volvió su atención a Sloan. “Tienes algo sobre las huellas
interdepartamentales del ordenador?.”
“Si. Volveré allí esta noche. Hay menos tráfico en la red y menos
personas que puedan verme.”
Cuando Rebeca formó ese equipo no quería dejar nada al azar. Ponerlos
en peligro era lo más duro que había tenido que hacer en su vida, prefería
mil veces afrontar el peligro ella misma, a que tuvieran que hacerlo los
demás bajo su mando.


Sloan se acercó al dormitorio silenciosamente. Michael, con su rubio
cabello recién lavado, estaba en la cama en una de las camisetas viejas de
algodón de Sloan. “¿Ya se ha ido todo el mundo?”
“Hola, cariño. Sí, estoy realmente sola.” Michael sonrió y se desperezó
en seguida. “Te echaba de menos.”
“Yo también.” Sloan cruzó el cuarto y se reacomodó en una la esquina
de la cama.
¿“Cómo estás?”
“Sara me contó algo de lo que sucedió.”
El corazón de Sloan dio bandazos en su pecho, y su estómago estaba
instantáneamente intranquilo. “¿Cómo que?”
“Sobre el accidente.”
“Mierda,” Sloan se enfadó. “Es demasiado pronto – ”
“No es culpa suya. Yo se lo pregunté.”

¿“Qué pasó la noche del sábado?”


Sara continuó amablemente secando el pelo de Michael con una toalla.
“¿Qué puedes recordar usted?”
“Un Poco.” Michael, envuelta en una tolla sobre su cuerpo desnudo,
estaba apoyada sobre Sara. “Sé que hubo un accidente, y Sloan me dijo
que fui golpeada por un coche. Dijo que el conductor no se detuvo.”
“Entonces sabes casi tanto como nosotros.” Sara cuidadosamente le
pasó el peine sobre el pelo, deteniéndose intermitentemente para quitar las
pequeñas manchas de sangre resecsa y pegadas a las hebras sedosas.
“Sé que hay algo más.” Michael cerró los ojos, el dolor de cabeza la
agotaba, simplemente por la virtud de su constante presencia.
“Sloan te lo contará.”
Michael comenzó a negar con la cabeza, luego se detuvo cuando el
dolor se incrementó. “No. Ella no puede. Le mata para hablar de ello. Lo
puedo ver el dolor en sus ojos.”
“Dios mío, lo sé.” Sara suspiró. “Sloan es incapaz de ocultar sus
sentimientos, a pesar de lo intenta. Si me duele verla así, no quiero pensar
cómo te afecta a ti.”
“Sí. Es una agonía.” Michael trató de alcanzar la mano de Sara y la
abrazó fuertemente. “¿Entonces me puedes ayudar a entender lo
ocurrido?”
“Lo recordarás, solo necesitas tiempo.”
“No es la memoria lo que necesito saber. Hay una reunión escaleras
abajo ahora mismo, ella está allí?”
“Sloan es idiota Si ella piensa que puede ocultarte algo,” Sara dijo,
con voz de ternura.
“Ella piensa que me protege,” le contestó, saliendo en defensa de su
amante. “La quiero por eso. Por eso y por otras muchas razones.”
¿“Sabes que ella vive para ti, verdad?” Sara se inclinó y besó la parte
superior de la cabeza de Michael. “Ella nunca haría nada
intencionalmente que pudiera hacerte daño.”
“Sara,” le dijo suavemente, “no necesitas decirme cómo me ama. Ella
es el corazón de mi corazón.”
“Por supuesto. Siempre lo he sabido.”
“Entonces, por favor, dime que pasa.”
¿“Recuerdas que Jason y Sloan estaban involucrados en una
investigación con la policía y el Departamento de Justicia?”
Michael guardó silencio un largo momento. “¿Algo … acerca de
Internet … una organización de pornografía, verdad?”
“Sí. Algo … ah, Dios … algo salió mal. Alguien localizó a Sloan y al
resto de ellos”
El silencio se hizo demasiado largo. Cuando Michael habló, su voz
tembló. “Así que el accidente … no fue un accidente.”
“Aquí, ponte esto,” le ayudó a ponerse una camiseta de Sloan, que
había sacado del armario. Una vez cubierta, terminó de secarle el pelo. Su
expresión estaba cuidadosamente en blanco, cuando amablemente pasó el
algodón suave sobre las grandes magulladuras en las costillas de Michael
y la parte de atrás. “Debería ponerte algo en esa raspadura en la cadera.
Espera un momento.” Rápidamente, parpadeando para contener las
lágrimas, se volvió hacia el botiquín y anduvo a tientas hasta encontrar
un tubo grande de ungüento con antibiótico. A pesar de su cautela,
Michael se sobresaltó como Sara esparció el ungüento tranquilizador en la
superficie desnuda, ahora sin apenas piel, que había sido devastada por el
impacto de su cuerpo contra el suelo de la calle. “Lo siento.”
“No. Está bien.” Michael apoyó una mano sobre el hombro de Sara
para apoyarse. “¿Pero no podían tener la intención de lastimarme? Yo no
sabía nada de la investigación.”
Cuando Sara chocó con los ojos de Michael, su desasosiego fue
claramente evidente.
Las lágrimas se derramaron sobre las mejillas de Michael. “Sloan. Por
supuesto que querían a Sloan. Oh, Dios Mío.”
“Hey,” Sloan dijo ansiosamente, acercándose en la cama. Pasó sus
dedos sobre las mejillas de su amante, percibiendo las lágrimas en las
puntas del dedo. “Oye, oye mírame. Está bien. Está bien.”
¿“Está alguien todavía tratando de lastimarle?”
¡“No! No. ” Se acercó más a Michael y le pasó un brazo alrededor del
hombro. “Todo está bien. No hay nada de lo que te debas preocupar.”
¿“Estás segura?” Tragó un gemido cuando sus costillas blandas
protestaron. Se sintió bien al estar en los brazos de Sloan.
“Absolutamente.” Conscientemente alivió su agarre, aunque lo único
que quería era abrazar a su amante con fuerza y no soltarla.
Michael descansó su mejilla contra el pecho de Sloan, mientras
intentaba respirar suavemente y controlar los golpes de su corazón.
Siempre había amado el calor del cuerpo de Sloan y la subida rápida de su
pasión, pero nunca más que ahora. Simplemente, al saber que alguien
pretendía hacer daño a Sloan la hacía sentir desesperada por protegerla.
“No puedo imaginar mi vida sin ti.”
“Nunca tendrás que hacerlo.” Tembló emocionada mientras la besaba
tiernamente en los labios. La besó otra vez, suave y cuidadosamente,
frenando su pasión pero no su devoción desenfrenada.

CAPÍTULO TRECE

¿“Tienes hambre?” Mitchell preguntó, rompiendo el silencio. Sandy había


estado en silencio desde que habían salido de la reunión. “Podríamos ir a
comer una pizza o algo por el estilo”
¿“Cómo vamos a ir a alguna parte después de que Jazmín te prepare?
Necesitarás practicar.”
Mitchell se sonrojó. “Vale, es cierto.” ¿Qué ocurre si no puedo hacerlo?
¿Peor, qué ocurre si Sandy se ríe?
“Estás loca por hacer esto.”
“Es mi trabajo.” Se la quedó mirando fijamente.
“No lo es.” Agarró a Mitchell de la mano y la cercó hasta que la miró.
“Se supone que estarás investigando, no de juerga en un club ligando con
mujerzuelas.”
¡“Venga ya … oh, vamos! Sabes que si lo hago será porque estoy
infiltrado. Eso no significa nada. Es lo que tengo que hacer.”
¿“Eso incluye también tirártelas?” Le preguntó enfadada. Como si me
importara con quién se acuesta.
“Eres imposible, lo sabes?” Mitchell se pasó una mano por el pelo
frustrada. “No voy a acostarme con nadie. Jesús.”
Dejaron de hablar hasta que el ascensor llegó y entraron.
¿“Estas loca?” Sandy le preguntó.
“No. ”
¿“Seguro?” La joven se recostó contra la pared, su cadera se irguió,
dejando a la vista, parte de su estómago desnudo, por encima de la pretina
de sus pantalones ajustados.
“Bien,” Mitchell dijo roncamente, su atención ahora en esa parte del
cuerpo al descubierto. Quería saber si era tan suave como parecía ser. Se
sintió excitada y un poco mareada.
Compasivamente, el ascensor llegó a su destino y se paró. “Esto es
todo.”
Repentinamente Sandy se echó hacia atrás, luego vaciló. “¿Estás segura
sobre esto? Sabes que si te ven conmigo – ”
Impacientemente, casi coléricamente, Mitchell la tomó de la mano y la
sacó del elevador. “¿Qué crees, que tienes una señal que grita prostituta
alrededor del cuello? Deja que los demás piensen lo que quieran.”
¿“Y tu trabajo? ¿Eso podría ser un problema, no?”
La cabeza de Mitchell miró alrededor. Clavó duramente los ojos en
Sandy. “¿Quién le dijo eso?”
“Nadie.”
Frye se lo dijo...Estoy segura que fue ella … metió su llave en el
cerrojo y abrió la puerta. Esperó a que Sandy entrara en su apartamento y
encendió la luz. “¿Qué te dijo Frye?”
Sandy no podía perder la corriente de dolor desesperado en la voz de
Mitchell. “¿Oye a … Frye sólo estaba preocupada por ti.”
“No necesito que ella cuide de mí especialmente si tiene que ver
contigo. ¿Qué te dijo?“ dio un paso adelante, y cuando Sandy se sobresaltó,
retrocedió sintiéndose mal. “¿Dios, Sandy, crees que podría hacerte daño?”
“No. ” Negó con la cabeza. Tentativamente, colocó su mano sobre el
pecho de la joven oficial, justo por encima de su corazón. “No, yo … no lo
creo.”
Se quedó parada, con miedo a que al moverse Sandy quitara su mano.
El calor de aquella mano pequeña quemó su piel a través de la tela de su
camisa. No podía sentir nada excepto esa pequeña mano que la hacía
sentirse terriblemente viva.
“No te lastimaré,” Mitchell susurró. “Nunca. Lo juro.”
Trémulamente, Sandy le sonrió. El corazón de Mitchell cayó
pesadamente contra su palma. No podía recordar si alguna vez se había
sentido así. “No me preguntes cosas, y no tendré que mentirte.”
Se movió con cuidado hacia delante, sin que Sandy retirara su mano. La
movió hacia arriba hasta llegar a la garganta donde la acarició.
“Eso no va a ser fácil.” La voz de Mitchell era ronca, su cuerpo se
tensó.
¿“Por qué no?” Le preguntó, incapaz para apartar la vista de la cara de
Mitchell. Sus ojos se ponen tan oscuros cuando se excita, oh dios.
Retrocediendo un poco, dejó caer su mano. Mitchell se inclinó hacia
ella, respirando rápido, pero no la tomó.
Ambas se rieron.
¿“Lo apruebas?” Finalmente preguntó.
Mitchell inclinó la cabeza. “¿Sí, y tú?”
“Claro.”
El timbre de la puerta sonó.
Mitchell inspiró profundamente. “Aquí vamos.”

Catherine se apoyó sobre un codo y retiró el pelo de su cara con la mano


libre. “¿Qué fue eso?”
“Cristo, lo siento.” Rebecca se puso derecha rápidamente y sacó sus
piernas sobre el lado de la cama. Su voz fue amortiguada como dijo, “Mira,
no eres tu, vale?”
“Podría señalar que soy la única en la cama contigo, así es que
probablemente sea yo, pero soy demasiado vieja para perder el tiempo en
vanidades.” Amablemente, descansó su mano contra la espalda desnuda de
Rebecca. La piel estaba resbaladiza con el calor de la pasión, músculos
todavía tirantes por la tensión. “Y afortunadamente, sabemos lo que
estamos haciendo, así que si no soy yo, qué es?”
“Nada, es simplemente que-” la detective pasó una mano por el pelo.
Esto es como al principio. Primero ella estará confundida, luego muy
sentida, y finalmente enojada. Y entonces es cuando todo empieza a
deshacerse. “No es nada. Supongo que sólo estoy cansada. Lo siento.”
“Rebecca,” le llamó mientras se incorporaba, deslizaba una pierna
alrededor de cada lado del cuerpo de Rebecca, envolviendo sus brazos
alrededor de la cintura, desde atrás. Apoyó su barbilla sobre el hombro de
su amante. “Hemos hecho el amor cuando estabas tan exhausta que apenas
podías mover un músculo. Hemos hecho el amor cuando todavía te
recuperaba de una herida de bala. Señor, hemos hecho el amor en lugares y
tantas veces, que las personas cuerdas no se lo pueden ni imaginar. Esto no
tiene nada que ver con estar cansada.”
Sin poder mirarla, tomó la mano de Catherine y la sujetó. Los pechos de
su amante estaban contra su espalda, ofreciéndole una comodidad caliente
y suave. Puede ser, puede ser esta vez realmente vaya todo bien. “Es el
caso.”
“Mmm, ya me lo imaginaba.” Acurrucó su mejilla contra del cuello de
la detective. “¿Qué te está preocupando?”
Exhaló un suspiro. “Es todo. Tengo un equipo formado por policías y
civiles, entre los cuales está una joven que se gana la vida haciendo las
calles.” Y otro que es mi amante.
“Tengo a Sloan tratando de localizar la fuga de información de mi
departamento, alguien que podría perfectamente estar conectado con la
persona que trató de matarla. La carrera de Watts, en fin, puede que lo
suspendan antes de llegar a su jubilación. Luego tengo a una oficial novata
trabajando de infiltrada, sin tiempo para prepararla y sin ningún respaldo.
Jesús, es un total desastre. Podrían descubrirla y matarla.”
Catherine se puso rígida, y por primera vez, su voz se quebró. Las
pesadillas sólo habían comenzado a menguar, pero todavía había noches en
las que se despertaba sudando, con imágenes de Rebeca sangrando.
“Lo siento.” Rebeca volvió la cabeza. “lo siento.”
“Eres la líder del equipo, la comandante. Tu carga es muy importante
porque te preocupas por ellos.” La besó suavemente. “Eres exactamente la
persona correcta para guiarlos.”
Rebeca se acercó más a su amante y la besó en la piel suave de su
cuello. Se dio la vuelta y puso a Catherine bajo ella. Descansando sobre sus
codos, un muslo entre las piernas de Catherine, la contempló durante un
instante reconociendo esos ojos que nunca dejaron de darle la bienvenida.
La cogió por sorpresa, siempre lo hacía. Aquella mujer tenía la habilidad
de darle una comodidad que la hacía olvidar de todo lo demás. Sintiendo
la subida sensual de las caderas de Catherine y el arrastre ligero los
pezones contra ella, olvidó todo excepto el calor que la llenaba por dentro.
Cuando Catherine acarició sus pechos, su abdomen, el abultamiento de sus
caderas, se sumergió más allá del pensamiento, en las mareas de su deseo
singular. Rindiéndose al tirón de la boca de Catherine y a la prisa de los
dedos sobre su piel, Rebecca cerró los ojos, abandonándose ante la oleada
veloz de placer que la embargaba.
“Dios mío,” Se quejó, sintiendo todavía la oleada de excitación que se
desplazaba desde su estómago hasta sus muslos, ahogándola de placer. “Ah
Catherine, vas a hacer que me corra.”
La observó, atemorizada, cómo Rebeca se arqueó por encima de ella,
vigorizada y trémula al borde del orgasmo. Tan terriblemente indefensa,
tan terriblemente preciosa. “Te quiero.”
Los ojos de Rebeca se abrieron, mostrando su mirada fija usualmente
penetrante aunque no muy centrada. “Te necesito. No sabes cuánto.”
“Estoy aquí,” le susurró, deslizándole los sobre el clítoris palpitante,
moviendo más bajo, adentro, tomando posesión de ella. “Y aquí.” Empujó
más profundo, haciendo que Rebeca se tensara. “Y … aquí.”
Cuando le mordió la parte inferior de la mandíbula, Rebeca fue
atravesada por un profundo placer que la llevó a abandonar su cuerpo a
merded de Catherine. “Oh Dios, no lo hagas… .”
Catherine la arrastró en sus brazos cuando Rebeca llegó al orgasmo a la
vez que se desgarraba en un grito ronco de placer. “Estoy aquí, estoy aquí,”
la apaciguó, repetidas veces hasta que Rebeca se relajó en su abrazo.

CAPÍTULO CATORCE

Sandy estaba sentada encorvada en el borde de la cama de Mitchell, y,


mientras Jazmín buscaba desordenadamente en las ropas en el armario de
Mitchell, sin apartar su mirada sobre la joven oficial.
¿Me gustaría la apariencia de Mitchell como un hombre? No era alta,
pero si un poco por encima de la estatura media y con buen cuerpo. Sus
hombros estaban bastante bien desarrollados y sus caderas y muslos
estaban tonificados y duros. Eso ayudaba. Además de su cuerpo, estaba su
cara. La barbilla y los pómulos atrevidamente esbozados por algunas líneas
fuertes con una boca abundante. Su pelo oscuro, casi negro, era abundante
y grueso. Peinada la forma correcta, sí, eso podría servir. Y por supuesto,
ella no tiene que parecerse a un tipo; Ella tiene que parecerse a un rey
realmente bueno. Bravo, ella puede hacerlo.
¿“Qué piensas?” Jazmín preguntó, dirigiéndose a Sandy como se dio
vuelta con una camisa de seda azul claro, en una mano, y un par de
pantalones oscuros y la chaqueta a juego en la otra. “¿Tal vez una
corbata?”
La joven estudio el traje muy bonito, luego cabeceó en señal negativa.
“Quizá para la parte alta de la ciudad. Ella estará mejor si simplemente se
parece a una versión masculina de sí misma.”
¿“Cómo que?” Mitchell preguntó, inquieta.
“Ella tiene razón,” Jazmín dijo, enviando a Sandy una mirada amable.
“No podemos simplemente vestirte y esperar que funcione. Se te tiene que
ver con tanta naturalidad como sea posible.”
Mirando hacia el armario la joven preguntó ¿“puedo mirar?”.
“Claro,” Mitchell dijo, renunciando a tener su punto de vista durante el
proceso.
Un minuto más tarde, Sandy sacó un par de pantalones de cuero suaves,
gastados y negros, luego una camisa blanca, y finalmente un par las botas
negras, de motocicleta, llenas de rozaduras, con talones pesados y una
correa ancha a través del arco. “¿Tienes alguna chaqueta para llevar con
estos pantalones, Dell?”
“Sí.”
¿“No supongo que también tienes un moto?”
“Sí.”
Sandy miró a Jazmín. “¿Qué opinas?”
“Los chicos del Troc se morirán de envidia.” Colocó las ropas sobre un
tocador cercano y se dirigió a Mitchell, con expresión repentinamente
seria. “Necesitarás ayuda para cubrirte el pecho. No querrás que se note
bajo la camisa. ¿Estarás cómoda si te ayudo?”
“Yo … seguro.” Mitchell sacó la camisa de sus pantalones vaqueros y
comenzó a desabotonarla. “Déjame hacerlo.”
“Iré a tomar algo. ¿Tienes cerveza, Dell?” Repentinamente Sandy se dio
cuenta de que no quería ver a Mitchell desnuda. Mejor dicho, sí que quería.
Pero eso sería por otra razón totalmente distinta.
“En el fridge. ¿No sales?”
“Nah, estaré por aquí.” Se dirigió hacia la puerta y dijo sobre su
hombro, “Divertiros.”
Jazmín abrió un bolsillo pequeño de la maleta que ella había llevado al
dormitorio y sacó una venda blanca ligera de algodón. Conservando su
mirada fija en la cara de Mitchell, se acercó con ella en la mano. “Levanta
los brazos.”
Ella accedió, y él rápida y expertamente la envolvió alrededor del
pecho. “¿Demasiado apretado?”
“No. ” Bajó sus brazos, y flexionó los hombros. “Está bien.”
Jazmín trató de alcanzar la camisa blanca del tocador. “Veamos cómo te
la pones. Y recuerda, deber conseguir expandir tus movimientos, no
hacerlos más pequeños. Los hombres llevan hacia arriba una gran cantidad
de espacio.”
“Como a los policías.” Mitchell sonrió y se puso encima la camisa. “He
tenido un montón de práctica actuando siendo físicamente como soy.”
“Lo sé. Esa es una gran razón por qué pensé que podías con esto.
Además, tu cara estaba hecha para esto.” Tomó la mano de Mitchell y la
llevó a la cama. “Hice una llamada para un camarada y me llevó de
compras para terminar con tu vestimenta.”
Mitchell se frotó la parte de atrás de su cuello cuando clavó los ojos en
los artículos tendidos sobre la cama. Oh.
“He conseguido varios diferentes, porque necesitas uno lo
suficientemente grande como para que te de sensación de protuberancia,
eso es bastante importante para tu papel. Pero personalmente, no apuesto
por la apariencia de una perpetuamente dura. Las pollas empacadas son
simplemente para la función, no funcionarán, pero tampoco parecerán
plátanos en tus pantalones.”

Mitchell recogió el consolador rosado, lo sacó del envoltorio y lo tocó.


Parecía de verdad. “Bueno, no hay necesidad de utilizarlo, solo de dar el
pego.” Conservó su cara inexpresiva al bajar la cremallera de sus
pantalones vaqueros y lo metió dentro.
Jazmín cambió de dirección y caminó hacia las ventanas, en el lado
contrario del cuarto espacioso. Luego se volvió hacia Mitchell, “Tienes
unas vistas increíbles desde a aquí. De todo el centro de la ciudad,
realmente.”
“Si, es verdad” Mitchell contestó mientras se colocaba bien los
pantalones. “Las vistas son muy bonitas”.
El jazmín revuelto. Mitchell aguantó con empuje de caderas ligeramente
adelante, un pulgar en forma de gancho sobre la parte superior de a ella
pantalones, su dedos abocinados a través del cuero, cerca de pero no
completamente tocando la hinchazón sutil pero definitiva a la derecha de
su mosca.
“Bueno, Mitch, “ el dijo quedamente, “creo que servirá. Realmente estás
muy bien.”
Mitchell se rió un poco temblorosamente. “Bien?. Si creo que está muy
bien.”
“Ookaay.” Jazmín tomó un aliento profundo, pensando en cómo se
sentía Sara cando la veía transformarse. Mitchell, tenía un aspecto
totalmente andrógino. Era Eros personificado. “Me faltan los últimos
toques. Mete esa silla en el cuarto de baño. Necesito buena luz para esto.”
Un minuto más tarde, Mitchell se sentó, deslizando automáticamente
una mano en el interior de su muslo para ahuecar su entrepierna,
ajustándose a la nueva situación.
“Buen movimiento,” le murmurado, recorriéndole con los dedos el pelo
grueso de Mitchell. “A los hombres les gustan tocar a menudo su polla.”
Ella se rió. “No sea que desaparezca.”
“Esto va a ser divertido, ” Mitchell masculló. La presión desusada entre
sus muslos se incrementó intermitentemente con cada movimiento pequeño
perturbadoramente. Su cuerpo entero zumbaba, y no podía esperar a que
Sandy la viera. Un hombre oh. ¿Qué ocurre si a ella no le gusta?
Jesucristo. ¿Y si realmente le gusta?
¿“Sandy y tu sois pareja?” Le preguntó como si pudiera leer sus
pensamientos.
Mitchell encontró la mirada fija de Jazmín en el espejo. “No. ¿Por
qué?”
Utilizando un cepillo más ancho para aplicar un tonificador más oscuro
en le pelo de la joven, vio cómo la mandíbula de la joven se contraía. “A
ella le atraes.”
Mitchell avanzó dando sacudidas. En todas partes. “No ha nada
continuar con nosotros.”
Se echó un poco hacia atrás para mirar bien el trabajo. Comprobó la
sombra de la barba de Mitch, paseó su mirada por el duro pecho
musculoso, hasta bajar los ojos hasta la prominencia de órganos genitales
acurrucados bajo el cuero suave de sus pantalones. Agradable. “¿Te
gustaría serlo?”
¿“Ser qué?” Mitch se dio cuenta del escrutinio lánguido, e
inesperadamente, se excitó. Si esto se mantiene durante mucho tiempo, voy
a volverme loca.
“Que fuerais una pareja, que algo pasara entre vosotras.”
“Sí.” Se sintió bien diciéndolo.
“Pues bien, semental,” dicho Jazmine, “creo que estás a punto de tener
tu oportunidad.”


Cuando oyó ruido de pasos, Sandy miró hacia arriba, desde el sofá donde
había estado consumiendo poco a poco su segunda cerveza y mirando
coches antiguos en una revista. Jazmín caminaba hacia ella con un brazo
sobre la cintura de Oh Joder, Dell. Mírate. Dios estás tan sexy.
“Sandy, éste es Mitch.”
La voz Watts hizo eco en su memoria. Debes mantener tu cobertura
durante las 24 horas del día, 7 días a la semana, si te despistas un
momento, puedes acabar muerta.
“Hola, Sandy.” esperó que su nerviosismo no se notara. Sandy no había
dicho una palabra, y no estaba segura si le gustaba lo que veía o no. Tal vez
no le gusta; Tal vez no le gustan las chicas. Cristo, tal vez es hetero. Tal
vez-
Se supone que si es mi novio, tendré que probarlo. Dejó la botella sobre
la mesa y se dirigió hacia, ahora Mitch, sin detenerse hasta que sus pechos
casi se tocaron. Se puso de puntillas y le besó en la boca.
La cabeza de Mitch dio vueltas salvajemente. Había imaginado muchas
reacciones cuando le viera, pero no esto. Su primer pensamiento, antes de
que la percepción increíble de su boca, condujese cada pensamiento de su
cerebro muy caliente, fue que sólo le besaba porque él era un hombre.
Pero entonces se dio cuenta que no era lo que Sandy hacía cuando estaba
con hombres. Esto era algo especial, simplemente entre ellas. Luego no
podría pensar, en absoluto, porque su corazón golpeara tan fuerte y sus
entrañas se volteaban, y sus piernas cimbraban demasiado para hacer
cualquier cosa excepto luchar por mantenerse en pie. Y Dios qué bien besa.
“Entonces, novio, “ dijo serenamente después de romper el beso, “me
prometiste pizza.”
Jazmín se rió, cabeceando ante el deleite y la admiración para el aplomo
de Sandy. “Mitch, cariño, si esta es la forma en que ella pide una pizza,
quizá deberías ir pensando en un restaurante de cuatro estrellas la próxima
vez.” Dijo antes de darse media vuelta y dejarlas solas.
¿“Estoy bien?” Mitch preguntó cuando estaban solas. Todavía no se
había movido, y ni tampoco Sandy.
“Estás muy bien.”
¿“Te parece bien llamarme Mitch?”
Sandy se sacudió la cabeza, exasperada. “Eres Mitch. Tienes que serlo,
o si no te acabarán matando.” Le tomó la mano a Mitch. “Dijiste a Frye
que podrías hacer esto, y empiezo a creerlo. Así es que hazlo, novata.”
¿“Por qué me has besado?”
La joven le sonrío. “Porque parecías un poco nervioso, y no debes
estarlo. Necesitas parecer rudo y seguro, y creí que un beso te ayudaría.” Y
porque te vi tan guapo que no podía hacer otra cosa.
“Ahora no estoy nervioso.” La voz de Mitch fue baja, ronca.
“Entonces surtió efecto.” Lo desafió mirándolo fijamente a los ojos.
Esos ojos azul oscuro casi negro. Nebuloso y caliente. Le gustó lo que vio
en esos ojos, pero no estaba lista para más. “¿Me vas a alimentar o no?”
“Sí.” Se quitó su chaqueta de cuero, se la puso en los hombros en ella, y
se aclaró la garganta como pudo. “Está empezando a hacer frío ahí fuera.”
Sandy vaciló, pero dejó que Mitch deslizara la chaqueta sobre sus
brazos. Durante un segundo se apoyó contra él. Le acarició el cuello con
los labios y tembló. “Gracias.”

“Vamos, novia, “ susurró cerca de la oreja de Sandy. “Vayamos por esa


pizza.”

CAPÍTULO QUINCE

Sloan cerró los ojos y se restregó la cara cansadamente. Los símbolos en la


pantalla se habían empañado, en el momento en que sabía que perdería
algo crítico pronto. Estaba sola en el laboratorio de CSU, y la quietud
aumentó su excesivo cansancio.
“Una tomografía más, ” masculló, “ luego lo dejaré por esta noche.”
Abrió el directorio raíz y comenzó a ir en busca del archivo de actividad
del lapso de tiempo en duda. Los datos enrollados por ahí, toda rutina.
Todo parecía rutinario. Una averiguación de contraseña, una serie de ellas,
y luego un cambio de contraseña – seguido por archivar el acceso.
Sloan se incorporó de repente, su atención completamente enfocada, su
mente absolutamente clara. Tecleando rápidamente se sumergió en la
corriente de datos, avanzando a un nivel de subconsciencia, piloteó
saltando de la forma lógica e intuitiva, que sólo los hackers maestros
lograban alguna vez. Seguía la pista de su presa, y estaba cerca.

Mitch miró alrededor del apartamento pequeño, oscuro y vacío, que estaba
simplemente en el mismo vestíbulo que el de Sandy. “Pasaré aquí la
noche.”
“No hay muebles.“ Sandy la arrastró hacia la puerta. “No tienes por qué
pasar aquí la noche.”
“Mañana traeré algunas cosas. Tampoco voy a a necesitar mucho.”
“Joder. Duerme en mi piso.”
Ignorando el hecho que nunca había ganado una discusión con Sandy
aún, Mitch estaba demasiado cansado para discutir. Había estado
exasperante apagado en público, con Sandy, cuando habían estado
alrededor de la calle 13 y Locust. Nadie les había prestado atención
cuando habían paseado, Mitch con su brazo alrededor de la cintura de
Sandy, alrededor de ella con un pulgar en forma de gancho sobre su
cinturón en la parte trasera. A pesar de su anonimato aparente, eso era sólo
parte del problema. Después de las tres horas que Sandy había estado con
él, se estaba volviendo loco.
Ella había estado restregando su mano de arriba abajo, por su parte
trasera, mientras caminaron, apretándolo de vez en cuando, y acercándose
más a él cuando se detenía para mirar el escaparate de alguna tienda, con
su pelvis presionada en su cadera, los pechos contra su brazo, y sus dedos
acariciando su abdomen simplemente por encima de los pantalones.
Cuando había terminado apoyados sobre la fachada de un edificio, porque
Sandy había dicho sería bueno que los vieran juntos, ella prácticamente
había trepado en su regazo. Todo eso le había dejado los nervios
anímicamente destrozados y su cuerpo pidiendo a gritos alivio.

“De acuerdo, estupendo,” Mitch hizo una concesión mientras andaban


por el vestíbulo, abruptamente sucio, y entraban en el oasis sorprendente
caliente del apartamento de Sandy. “Dormiré en el suelo. Al menos está
limpio.”
Lo miró firmemente. “Puedes acostarse conmigo.”
“No puedo.” La voz de Mitch fue baja, casi triste.
¿“Por qué no?”
“Sandy, por el amor de Dios.” Jesús, nunca facilita las cosas. “No
creo que sea una buena idea.”
La sonrisa de Sandy, cuando se volvió a mirarlo, fue raramente tierna.
“¿Así? ¿No puedes ser bueno?”
“Normalmente lo soy.” Mitchell apagó de un soplo un aliento frustrado.
Quiero que me toques. Si dormimos juntos … “ Pero no esta noche. Estoy
….. yo … solo creo que no puedo.”
“Pues bien, no me preocupa, Dell.” Se acercó un poco más, casi a punto
de tocarse. “Y no me asusto.”
El corazón de Mitchell se aceleró. “Pues bien, yo sí. ”
¿“Te molesta?” le preguntó preocupada, señalando el pecho de
Mitchell. “Lo estas frotando.”
“Me pica.”
La tomó de la mano. “Acércate y siéntate.”
“Sandy”
“Cállate Dell,” le dijo mientras ponía las manos en los hombros de la
joven oficial, y amablemente la obligaba a bajar hacia el borde del sofá
cama. Se arrodilló entre las piernas de Mitchell y le tocó la camisa. El
estómago de Mitchell contrajo cuando notó a Sandy moverse entre sus
muslos.
“Me estás volviendo loca, ” Mitchell declaró en un susurro. “Me
vuelves loca.”
“Bien.”
Cuando Sandy le sacó la camisa de los pantalones, Mitchell cerró los
ojos y se reclinó sobre sus codos, incapaz de hacer otra cosa que rendirse.
Su piel estaba en llamas, su clítoris lleno y duro. Lo fuera aquello, lo que
pasara no le importaba a nadie, lo necesitaba. Necesitaba las manos
pequeñas de Sandy en ella, necesitaba esa boca caliente.
“Oh Jesús,” gimió cuando Sandy se inclinó hacia adelante y besó su
abdomen. “Tus labios son tan suaves.”
“Mmm, tu piel también,” murmuró, lamiendo un círculo alrededor del
ombligo apretado. Sus pechos se detuvieron contra el cuerpo de Mitchell, y
luego los frotó de acá para allá lentamente mientras continuaba acercando
sus labios sobre los músculos tensos. “Sabes tan bien.”
El peso del cuerpo de la joven en la entrepierna de Mitchell, le provocó
una fuerte corriente de excitación dentro de los pantalones. La
incomodidad se convirtió en estimulación aguda, y su clítoris avanzó
dando sacudidas con espasmos preventivos.
“Espera … espera un segundo, ” consiguió decir desesperadamente,
poniendo una mano en la mejilla de Sandy. “Déjeme que me quite esto de
aquí.”
Sandy le agarró de la mano deteniendo su movimiento. “Déjalo un ratito
más. Es sexualmente atractivo.”
Mitchell se sonrojó y la miró a los ojos. “No es … no surtirá efecto.”
“No necesito que lo haga, idiota.” Le sacó la camisa por la cabeza y se
centró soltar la venda que tapaba su torso. “Sé quién eres, Dell.”
Mitchell miró hacia abajo cuando Sandy cuidadosamente dejó al aire
libre sus pechos, y la cabeza rubia se inclinaba sobre su carne desnuda. Le
acarició la mejilla a Sandy, y luego corrió su pulgar sobre los labios
rosados llenos. Cuando Sandy arrastró sus dedos sobre los pezones de
Mitchell, ella se tensó y alzó la voz.
La respiración de Sandy se aceleró, cuando unas manos se posaron
sobre sus firmes y pequeños pechos, masajeándoselos suavemente.
Gimiendo por la sorpresa, se sintió mojada. Realmente no lo había
esperado. Toda la noche se había estado diciendo a sí misma que sólo
jugaba con Mitch como estaba acostumbrada a tratar a los hombres. Pero lo
había disfrutado, mucho más que disfrutado. No había querido admitirlo,
pero llevaba toda la noche excitada. Ahora quería a Dell, la quería de una
forma que jamás había pensado que pudiera querer a nadie.
A través de sus ojos poco enfocados, Mitchell la observó mientras le
acariciaba un pezón. Esa vista y esa sensación la llevaron casi al borde del
abismo. Lloriqueando débilmente, estando a punto de estallar, volteó su
cabeza y buscó la mirada fija de Sandy. “Por Favor, Sandy … por Favor.”
“Mmm,” Sandy finalmente se inclinó. “Eres tan atractiva cuando estás
excitada. Lo sabes? Te quiero así durante un rato.”
“No sé cuánto aguantaré así” dolida por la percepción de piel contra su
piel, por el cuerpo de Sandy bajo sus manos.
Ambas continuaron hasta que Mitchell se puso rígida cuando Sandy
maldijo.
“Joder.”
¿“Qué es eso?” Mitchell preguntó, con estómago tan tirante por la
necesidad no correspondida que ella pensó que moriría.
“Mi teléfono.” La voz de Sandy era descabellada.
“Pues ignóralo.” Mitchell tiró hacia abajo la mano de Sandy, y presionó
sus dedos sobre la hinchazón de allí. Lloriqueó; No podía aguantar. “Por
favor.”
El teléfono volvió a sonar.
“No, joder otra vez mi teléfono. Jesucristo.” Sandy estaba teniendo
problemas para pensar claramente. Estaba tan excitada que no razonaba.
“Es Frye. Ese es su tono de llamada.”
Mitchell se volvió frío.
El teléfono volvió a sonar por tercera vez y Sandy se abalanzó sobre su
bolso. “¿Bien, Qué?”
¿“Como está yendo todo, Sandy?”
“Genial.” Se expresó furiosa al ver que la otra mujer se había
incorporado y se ponía la camisa con movimientos fieros y rápidos.
¿“Todo bien con Mitchell?”
“Sí.” Se rió sin humor. Estoy intentando encargarme de ella. Joder.
“Todavía necesito tu información sobre la investigación.”
“Bien. ¿Cuándo?”
“Qué tal ahora mismo.”
Sandy se asustó. “No puedes subir aquí.”
“No pensaba subir.” Se hizo silencio. “¿Qué ocurre? ¿Tienes a alguien
allí arriba contigo?”
Oh no, simplemente a Dell excitada, frustrada y sin poder liberarse. La
mintió para no ser descubiertas. “Un cliente.”
“Ese no fue el trato. Ahora trabajas para mí.”
“Mira, te veo ahora mismo.”
Otra pausa. “Bien. Te espero en Woody's.”
Colgó el teléfono. “Tengo que salir.”
¿“Ella te llama y tú saltas? Qué tienes con ella?”
“Eres idiota.“ Sandy cogió su pequeño bolso y se dirigió a la puerta.
“Llévate mi chaqueta.”
La miró enfadada. “No entiendes nada?”
Mitchell palideció. “Sandy … ”
Pero la puerta ya había sido cerrada.

CAPÍTULO DIECISÉIS

Sandy entro en el local totalmente lleno, y se dirigió hacia la parte trasera


del mismo. Cayó en el asiento en frente de Frye en una mesa diminuta. “En
lugar curioso para una reunión, a menos que quieras tener relaciones
sexuales. ¿Estás buscando acción? La verdad es que estoy libre ahora,
gracias a ti.”
Rebeca ignoró sus comentarios. La cólera de Sandy era algo con lo que
ya contaba. Era algo que la joven necesitaba para poder trabajar en las
calles. “¿Te has deshecho de tu visita?“
¿“Qué crees? ¿Que lo dejé en mi apartamento?” No quería pensar a
dónde habría ido Mitchell, aunque no podría evitar pensar dónde estaba y
con quien. “¿Vas a seguir llamándome todo el tiempo? Tengo un trabajo
que hacer.”
“Se supone que ahora tiene otro trabajo, lo recuerdas?” Todas las
noches, cuando conducía por las calles, observaba a las jovencitas vender
sus cuerpos para sobrevivir, sabiendo que nada podía hacer para sus
destinos. Lo intentaba, y seguramente lo seguiría haciendo, buscando
parecidos con las fotos de personas desaparecidas, para intentar
convencerlas de dejar esa vida o animarlas a acudir a centros de mujeres
donde pudiera ayudarlas, aunque sabía que esa batalla casi siempre estaba
condenada al fracaso. Todos los días veía en las calles caras nuevas. Cada
vez eran más. No sabía decir por qué Sandy significaba más para ella que
cualquiera de las demás. “Te he ofrecido un trabajo y espero que lo hagas.”
“Hasta ahora me las he ingeniado muy bien.”
“Sí, esa cicatriz en tu frente es una prueba de ello. ¿Alguien quería
más?”
“No fue nada. Pude haberlo manejado aunque Dell – ” cerró rápido la
boca. ¡Carajo!
Los ojos de Rebeca se enfurecieron. “¿Qué tiene que ver esto con
Mitchell?”
“Nada.”
“Tu vida está ahora en otra línea, Sandy. No me fastidies, no tengo
tiempo.” El tono de la detective fue rudo, no con cólera, pero sí de
preocupación. ¿Qué me estoy perdiendo?

“Un tipo me atacó. Dell le detuvo.”


¿“Cómo llegó hasta ti?”
“Ella estaba de patrulla, nos vió, lo desarmó y lo arrestó. Ella se metió
en problemas por eso también, porque lo golpeó con su arma.”
Las piezas empiezan a encajar. La suspensión de Mitchell. Su relación
con Catherine. Catherine debe conocer muy lo ocurrido. ¿Cuánto no me
ha dicho Catherine?
“De acuerdo,” Rebeca dijo tranquilamente. “Hablemos de negocios.
Necesito que a una niña asiática llamada Lucy.”
¿“Lucy qué?”
“No tengo más. Tiene unos dieciséis años, y podría trabajar para Angel
Rivera.”
“El ángel es un alcahuete de mucho cuidado.” Los discernimientos de
Sandy aumentaron duro. “Golpea a sus chicas para que trabajen.”
“Lo sé” Rebeca dijo, su cólera apenas contenida. Me gustaría llegar a
él, pero siempre logra escabullirse por alguna grieta en el sistema. “Probé
a enseñar la foto de la chica del video, alrededor del barrio chino. Pensé tal
vez pudiera ser una pista, que alguien podría reconocerla. Pero después de
varias horas, nadie la reconoció, aunque me dijeron que era amiga de una
tal Lucy.”
¿“Eso es un poco vago no?”
“Es lo único que tengo.” Miró su reloj de pulsera. “¿Dónde está
Mitchell ahora?”
No se esperaba aquél cambio inesperado de conversación. Para cubrir
su sorpresa, se rió severamente. “¿Qué sé yo? ¿Me dijiste que me
mantuviera lejos de ella, te acuerdas?”
“Las cosas han cambiado.” Se inclinó hacia adelante fijamente. “Ella es
buena, pero es una novata. Necesito que la vigiles.”
¿“Qué quieres que haga?”
“Lo que tengas que hacer.”
Sandy la miró enfadada. “¿Sabes, Frye? Utilizas a las personas.”
No le respondió y Sandy se marchó dando media vuelta.
Utilizas a las personas.
No era la primera vez que lo había oído, aunque no de la forma en que
Sandy se lo había soltado. La joven se había quejado desde que Rebeca la
había conocido, pero no le había hecho mucho caso. Aquello no estaba
bien. Pensó en Catherine, en cuando la había necesitado. Había recurrido a
ella muchas veces, cuando se sentía frustrada, rendida. Buscaba que la
confortara con su cuerpo y su alma tierna. La usaba, también.

Catherine raramente dormía profundamente cuando su amante estaba


trabajando. Se dio vuelta y abrió sus ojos, ante lo que le había parecido un
ruido suave en el cuarto oscurecido.
¿“Rebeca?”
“Lo siento. Estaba tratando de no hacer ruido.” Se deslizó desnuda en
la cama, y agradeció el tacto de las suaves sábanas.
¿“Todo bien?”
“Mmm. Te quiero.”
Catherine oyó la apenas perceptible voz de su amante. “¿Cariño?
¿Ocurrió algo?”
“No, sólo estoy muy cansada.” Tomó un largo aliento. No quería
agobiar a Catherine con más de su culpabilidad.
Catherine vaciló, sabía que había más. Siempre lo sabía. La besó en la
frente, luego en sus párpados, y finalmente en la boca. “Hablaremos
mañana.”
“Catherine,” susurró. Te necesito tanto. No sé si podría continuar
¿“Qué, cariño?”
“Yo … eres lo mejor de mi vida. Lo más importante.” Llevó sus dedos
sobre la mejilla de Catherine, a lo largo de su cuello, y luego acercó su
cabeza para besar el pecho de Catherine simplemente por encima de su
corazón. “Sólo quiero que lo sepas.”
“Te quiero.” La abrazó fuertemente esperando que fuera suficiente.

Michael se levantó cuidadosamente. El reloj marcaba las cinco treinta. El


lado de la cama donde Sloan había dormido estaba frío.
Entró en el cuarto de baño, salpicó agua frío en su cara, y se miró en el
espejo, por primera vez desde el accidente. Parpadeó, contuvo el aliento y
parpadeó otra vez.
Agradezco a Sara lavara mi pelo porque el resto de mí es un
esperpento.
Con claridad horrífica, abruptamente recordó la conversación con Sara.
La fractura de la … caja craneana, accidente automovilístico, las
costillas … quebradas … magullado un riñón.
Alguien había tratado de matar a Sloan, y ella había sufrido las
consecuencias.
“Dios mío”
Michael se abrió paso cuidadosamente hacia el cuarto de invitados, en
la zona opuesta al lotf, y tocó la puerta. “¿Sara?”
Una luz se encendió, y Sara al segundo estaba a su lado.
¿“Michael? ¿Qué pasa? ¿Estás enferma?”
¿“Dónde está Sloan?”
¿“Yo … qué?” Sara la tomó de la mano de Michael. “Deberías volver a
la cama. Estás pálida como una hoja.”
Michael miró más allá de Sara hacia Jason, que se ponían unos
pantalones. “¿Dónde está ella, Jason?”
Él miró impotentemente a Michael. “Dijo que tenia que averiguar
algunos datos para Rebeca.”
¿“La dejaste sola?” Su voz se mezclaba entre cólera y miedo. “¿En qué
estabas pensando? Alguien trató de matarla.” La vista de Michael se
oscureció y una oleada de dolor rodó a través de su cabeza e inundó su
conciencia. Se tambaleó y Sara la agarró del brazo.
“Michael. Siéntate.”
“Estoy bien.“ No obstante, Michael le permitió a Sara ayudarla hasta la
cama. “lo siento.” Vio los ojos angustiados a Sara y Jason, que la ayudaban
a meterse en la cama.
“Aah, caramba, ” Jason masculló, mirando hacia Sara.
La voz de Michael atravesó el aire. “Dime. ¿Qué?”
“Ella estaba intentando encontrar la fuga en el departamento. Tal vez ya
la encontró.”
“Alguien trató de matarla y casi me mató en su lugar. No sabemos lo
que hará. Dio mío estará furiosa.” La voz de Michael era fría y
misteriosamente plana. “Encuéntrala, Jason. Encuéntrala ahora mismo y
tráela a casa.”

Seis a.m.
Sandy se dirigía hacia el hueco de la escalera estrecha y oscura hasta el
tercer piso donde estaba su apartamento. Metió la llave en la puerta del
apartamento, entró, y se quedó con la mirada fija en la mujer que estaba
sentada a un lado de su cama. Por un momento, ninguna de las dos habló.
Luego Sandy encontró su voz.
¿“Qué haces aquí?”
“Quería disculparme por ser una imbécil.”
“Bien. Te escucho.”
Mitchell se agarró las rodillas para detener sus movimientos nerviosos.
Estaba demasiado cansada. “No tenía derecho a hablarte de esa forma, y
marcharme. Yo … no debí hablar así. Lo siento.”
“Estás bastante loca si crees que Frye y yo tenemos otra cosa que no sea
trabajo.”
“Lo sé. Yo simplemente … ” Mitchell hizo una pausa. “estaba
equivocada. Lo siento.”
Cuando empezó a levantarse, Sandy puso una mano su muslo,
deteniéndola. “Lo siento para dejarte de esa manera. No quise hacerlo.”
Mitchell se sonrojó. “No fue tu culpa.”
¿“A no?” Le golpeó el hombro. “Pensé que había sido por mí.”
“Me excitaste tanto,” Mitchell le susurró, fijando más su mirada en
Sandy. “No podía pensar correctamente. No sabía lo que decía.”
¿“Yo también me excité?”
“Lo sé. ” Mitchell la tomó de la mano, la acarició amablemente. “Lo
pasamos muy bien.”
“Lo mismo digo.” Se recostó su cabeza en el hombro de Mitchell. “¿Te
gustaría quedarte?”
“Sí. Me encantaría.”
Silenciosamente, ambas se levantaron, desvistiéndose lentamente,
observándose bajo la luz del amanecer. Sandy levantó las sábanas y se
deslizó dentro, no si antes sujetarlas para Mitchell. La cama era estrecha, y
empezaron a afrontarse la una a la otra, sus cuerpos ligeramente
conmovedores. Mitchell descansó su mano suavemente en la cadera de
Sandy. Esta acurrucó su cara cerca de Mitchell, sobre la almohada.
“Te parece bien si nosotras simplemente” Sandy se avergonzó. Nunca
había estado así con nadie. “¿Si simplemente dormimos?”
“Está bien.” El cuerpo de Mitchell se estaba excitando de nuevo. Estaba
mojada. Pero eso estaba bien. Era bueno. Era lo correcto. “Eres realmente
hermosa, lo sabes.”
“Dell,” Sandy habló suavemente “tienes la cabeza como un
alcornoque.”
Cuidadosamente, Mitchell se le acercó más y la besó, con un susurro
tierno de labios rozándola ligeramente. “Lo sé. Pero sigues siendo
hermosa.”

CAPÍTULO DIECISIETE

Catherine se levantó al segundo tono del teléfono. “¿Hola?...Sí, está


justo aquí.” Extendió el teléfono hacia Rebeca. “Es Jason.”
“Lo siento, Rebeca, pero no podemos encontrar a Sloan.”
Rebecca se puso derecha, instantáneamente alerta. “Llegaré de
inmediato.”


Jason, sin afeitar y con las ropas arrugadas, estaba esperando en el área
central de las oficinas a Rebeca, poco después de ocho a.m. “¿Alguna
novedad?”
“Nada.” Rebeca nunca le había visto con un pelo fuera de sitio, si tan
siquiera cuando había estado detenido con las esposas atrás y la rodilla
sobre su espalda.
“Debería haberme dado cuenta que esto pasaría después de que alguien
lastimara a Michael. Michael es … es todo para ella.”
Rebeca lo entendía. Ella actuaría de la misma forma si lastimara a
Catherine. “Es mi culpa. No la tuya.”
“La conozco es – ”
Se callaron al oír el sonido del ascensor bajando hasta el primer piso,
luego el zumbido constante de los engranajes reculando. Conjuntamente, él
y Rebeca desviaron sus miradas cuando las anchas y dobles puertas se
abrieron silenciosamente.
Los ojos de Sloan estaban bordeados con sombras oscuras, sus mejillas
delgadas y las ropas totalmente arrugados. Sus hombros estaban combados,
y su paso era inseguro.
¿“Estás bien. Estás herida?” Rebeca le preguntó.
Sloan negó con la cabeza y se sentó con exceso en la silla próxima. “Lo
pillé.”
Jesús, dios. El cuerpo de Rebeca se congeló. “¿A quién?”
“El Capitán Henry.”
La cara de Rebeca no cambió expresión pero su estómago se contrajo.
Con esfuerzo, mantuvo su voz constante. “¿Qué has hecho?”
Sloan la miró, sus ojos ligeramente sin poder centrarse. “Me senté
enfrente de su casa con mi arma en el regazo, la limpié y cargué, y le
esperé toda la noche. Supe que él saldría temprano.”
Jason se puso rápidamente en pie. “¡Sloan, no digas nada más! Llamo a
Jack Goldberg.”
Sloan se puso más derecha. “No necesito ningún abogado.”
¿“Estás dispuesta a hablar conmigo sin un abogado, Sloan?” Rebeca
estaba seria, aunque nada amenazadora, le preguntó.
“No digas nada,” Jason dijo inflexiblemente.
“No he hecho nada.” Sloan se volvió a recostar clavando los ojos en el
cielo raso. “Él salió afuera, subió a su coche y se fue.”
¿“No hay vuelta de hoja?” Rebeca preguntó.
Sloan inclinó la cabeza.
¿“Me dejarás que yo me encargue ahora?”
Otra vez Sloan inclinó la cabeza.
Se acercó a ella y le extendió la mano. “Deme tu arma.”
Después de un largo momento, accedió.

“Jason,” Rebeca se dirigió al joven, cogiendo el arma y guardándola en


su bolsillo, “llévatela arriba y que se quede allí.”
“No puedes hacer eso. Este tipo es mío.“ Sloan brincó del susto, sus
ojos repentinamente brillantes.
“Llévatela fuera de aquí, Jason.” La voz de Rebeca fue lacónica y dura.
“Ahora.”
Rebeca no se quedó hasta que Jason y Sloan desapareciesen en el
ascensor. El capitán Henry. Y Sloan casi le mata. Cristo, cuántas más
cosas pueden pasar para echar a perder este caso.


Mitchell se despertó al notar un pulso persistente de placer centrado en su
pecho izquierdo. Levantando el cuello, enfocó su atención sobre una
cabeza rubia sobre su pecho y la observó cómo le acariciaba su pezón entre
sus labios.
“Ahh, Sandy.” Echó la cabeza hacia atrás y volvió a cerrar los ojos.
“¿Qué haces?”
“No podría dormir,” le susurró, acostada en posición horizontal encima
de Mitchell, con un muslo entre los de la oficial. “Y ya estaba cansada sólo
de mirar.”
Con los ojos todavía cerrados, Mitchell arrastró sus dedos a lo largo del
costado de Sandy, acariciando la curva de su pecho desnudo. “Se siente
bien. Muy bien.”
“Mmm.”
Sandy se movió, acurrucando su pecho en la palma de Mitchell. Su voz
fue suave cuando dijo, “ahora me puedes tocar.”
Muy cuidadosamente Mitchell corrió la punta del dedo sobre el
abultamiento suave de piel sedosa, haciendo ligeros círculos sobre el pezón
erecto. Sandy soltó un gemido de placer.
¿“Te parece bien?” Mitchell preguntó, incorporándose sobre las
almohadas.
Sandy se movió meciéndose contra la pierna de Mitchell. “Lo puedes
hacer mejor … más fuerte.”
¿“Estás segura?” Le preguntó, apretándose rítmicamente, más duro
cada vez.
“Así … Dell oh … sí … sigue así.”
Mitchell gimió y capturó el otro pecho en su mano. Sandy se arqueó y
extendió sus brazos para presionar con fuerza sus pechos sobre las manos
de la otra joven. Cuando Mitchell comenzó a rodar y pellizcó sus pezones,
Sandy comenzó a temblar, sus caderas moviéndose insistentemente contra
el muslo de la oficial.
“Para, ” Se quedó de repente y casi sin aliento. “Dell, alto.”
Inmediatamente, Mitchell se calmó, su cuerpo entero rígido. “¿Qué?
¿Sandy, qué? ¿Le he hecho daño?”
Sandy con la cara refugiada en el cuello de Mitchell no dejaba de
temblar.
La acarició su parte trasera, meciéndola amablemente en sus brazos.
“Oye. Oye. ¿Qué te pasa?”
“Nada,” Sandy habló entre dientes, sus dedos acariciando la curva de la
mandíbula de Mitchell. Le besó en el cuello, luego en la esquina de su
boca.
Mitchell insistió. “¿Sandy? Vamos. Dime qué ocurre.”
“Nunca antes nadie me había tocado así.”
Los ojos de la oficial se oscurecieron. Su aliento tartamudeó. Aflojó su
agarre, manteniéndola en sus brazos. Sus cabezas descansaron una al lado
de la otra sobre la almohada, con sus pechos y muslos ligeramente
temblando. “¿Quieres que siga?”
“Casi me corro, y luego ” Sandy desvió su cara.
Mitchell la volvió a poner de frente con un dedo en su barbilla “¿y
luego?”
“Me asusté.”
“Ah, cariño.” Mitchell la besó suavemente “Quiero lo que tu quieras.
Quiero que me lo digas.”
“Quiero tocarle.” Le pasó un dedo hacia a bajo del centro del cuerpo de
Mitchell, deteniéndolo en el triángulo oscuro en la base de su abdomen.
“Quiero hacer que te corras.”
Gimió suavemente. “Quiero tocarte, también.”
“Lo quiero pero,” el susurró. Encontró la mano de Mitchell y la
presionó entre sus muslos. Sus ojos se cerraron, luego se abrieron de par en
par, “no sé si puedo.”
Mitchell sintió el calor, sintió la forma dura de su deseo, la palpó
temblando. “¿Iremos despacio si? Solo te acariciaré un poco, te parece
bien?”
“Sí. Sí.” Deslizó sus dedos entre las piernas de Mitchell, estrujado
ligeramente, y haciéndola sonreír cuando Mitchell se quedó sin aliento.
“Sí.” Mitchell luchó para no correrse inmediatamente.
“Dell,” Sandy respiró con dificultad. La conmovía verla tan excitada,
apenas podía percibir lo que le excitaba más si su propio placer o el de su
compañera. “Oh … dio sí.”
“Me voy a ” Mitchell se quedó sin aliento. Presionó su frente sobre
Sandy, gimiendo suavemente mientras se estremecía ante tal liberación.
“Oh, Dios.” Sandy la observó con temor mientras la joven oficial
cerraba los ojos y se arqueaba de regreso. Ver aquello le pareció de lo más
bello. La subida bien definida de su orgasmo la cogió por sorpresa.
“Increíble,” Mitchell susurró. Su garganta ahogada por sus repentinas
lágrimas. “Eres tan hermosa.”
¿“Sí?” Todavía tenía sus dedos entre los muslos de Mitchell. Le
presionó la base del clítoris agotado, luego se lo acarició.
“Aja.” Mitchell se sacudió con fuerza, gimiendo suavemente.
“Lo has vuelto a hacer.”
¿“El qué?” La voz de Mitchell era ronca.
“Excitarme.”
“Sólo con saberlo … haces que me corra otra vez. … ah dios ah.”
Sandy se recostó, apoyada sobre un codo, le sonrió abiertamente. “¿Sí?”
“Tu- ” se atragantó con las palabras, sin poder hacer otra cosa que
intentar respirar. Cuando la última onda de su orgasmo se desvaneció, cayó
hacia atrás, quedándose sin aliento. “Gracias.”

La sonrisa de autocomplacencia de Sandy se convirtió en una expresión


de asombro. “Dell, Jesús. Estás loca.”
Mitchell trató de enfocar y finalmente estudió la cara de Sandy. “¿Por
qué?”
“Por … estar conmigo.” Se acercó más a ella y la besó profundo y duro.
“¿Tienes novia, novata?”
“No. ”
¿“Por qué?”
“Me gusta la chica de Mitch.”
Sandy se rió. “No sé, Dell. Match es jodidamente sexy.“
“Ajá. Lo crees? .”
“Si. Lo creo.” Se montó a horcajadas de Mitchell, frotándose contra su
estómago. Estaba todavía mojada y la fricción fugaz contra su clítoris
erecto la hizo gemir. “Pero tu también lo eres.“
Mitchell trató de alcanzar los pechos de Sandy, ahuecándolos
suavemente, cuando ella arqueó sus caderas, mordiéndole el labio inferior
y cerrando los ojos. “¿Así es que tengo una oportunidad?”
“Ya veremos novata ” le susurró. “Ya veremos.”

CAPÍTULO DIECIOCHO

Descansando su palma contra del pecho de Sloan y sonrió débilmente.


“Tienes una pinta horrible. Date una ducha y ve a la cama.”
Algunos minutos más tarde, Sloan, desnuda y algo más tranquila salió
del cuarto de baño.
“Ven a la cama.” Michael dejó caer su bata y se deslizó bajo las
sábanas, alargando un brazo a través de la almohada.
Sloan se rindió al lado de ella, apoyó su mejilla sobre el hombro de
Michael, y suspiró. Le había parecido tan fácil cuándo había llegado hasta
la casa del Capitán, pero una vez allí se había sentido confundida e
inquieta. Sabía que Michael no querría que se encargara de ello; Frye
sabría inmediatamente que sería obra suya, lo que le ocurriera a aquel tipo;
y, cuando mantenía su automática en las manos, había dudado si
finalmente podría ser capaz de apretar el gatillo. “Lo siento. No tenía la
intención de preocuparte.”
“No me preocupaste” le contestó, ensartándole los dedos en el pelo
grueso y oscuro de Sloan. “Me asustaste.”
“Realmente estoy agotada, cariño,” se quejó. “Llevo toda la jodida
noche arriba. Yo … no estoy pensado bien. No he estado bien desde que te
hirieron.”
“Lo sé, cariño.” Michael la besó en la frente. “Todo va a salir bien. Voy
a estar bien. Tu también lo estarás.”
Sloan no contestó. Ya se había dormido.
Michael cerró los ojos. Estaban juntas, y eso era un principio.


Mitchell salió del ascensor en las oficinas de Sloan Security, apresurándose
hacia el sonido de varias voces. Llegaba tarde. Muy tarde. Pensó en Sandy,
cuando la había visto la última vez, desnuda, dormida en medio de un mar
de sábanas arrugadas. Sonrió abiertamente, recordando lo que había
ocurrido durante las últimas horas.
“Lo siento, llego tarde, ” Mitchell dijo, mirando fijamente a Rebeca.
Watts la miró duramente. “¿Dura noche Oficial?”
“No, señor, yo – ”
¿“Te has podido instalar en el apartamento?” Rebeca preguntó
enérgicamente.
“Sí, señora, yo di – ”
“Bien. Siéntate. Estábamos en la mitad de una sesión informativa.”
Mitchell se sentó, su mirada fija hacia adelante. ¿Qué diablos ha
ocurrido? ¿Y dónde está Sloan?
“Sloan cree que ha dado con nuestra fuga. Quiero estar segura, porque
vamos a tener que concentrar todos nuestros recursos en construir un caso
en contra de él, si ella está en lo correcto.” Con un marcador negro,
escribió el nombre de los sospechosos en lo alto de una pizarra blanca y los
subrayó. “Pasemos a través de ellos, uno por uno.”
Después escribió Departamento de Policía en el extremo izquierdo de la
misma. Bajo eso, añadió Homicidio Capitán Henry – Crímenes Especiales,
Adams – Carolina del Sur, Trish Marks – Homicidio, Charlie Horton –.
Luego escribió Sospechosos civiles.
Se movió para dejar visibilidad y se dirigió a su compañero. “¿Watts?
¿Quieres informarnos de los sospechosos?”
Watts cogió su cuaderno de apuntes andrajoso, del interior de su
chaqueta del traje, y leyó desapasionadamente. “Los de ADA consiguieron
la autorización para detener a LongJohn. Fue Margaret Campbell y George
Beecher. El juez era Sally Marchamp.”
Mientras hablaba, Rebeca añadía sus nombres. Desviándose hacia la
derecha, bajo la columna de Sospechosos civiles escribió Whitaker y
Rawlings. Cuando se volvió, se encontró con la mirada fija de su amante.
Como había esperado, Catherine la estudió serenamente, pero vio una
expresión interrogativa en sus ojos.
Rebeca examinó al resto de la habitación. “¿A quién podemos eliminar
absolutamente?”
Watts despejó su garganta. “Marks y Horton. Asignaron a Cruz y
Hogan a una rotación aleatoria, y no tienen otra conexión con nadie sobre
el caso, a parte de esto.”
Sabía que Watts estaba parcializado en contra de la fuga, siendo que
podía ser policía, pero estaba de acuerdo con él, así que tacharon a Marks y
a Horton de la lista. “¿Quién más puede ir?”
“La Dra. Rawlings, ” Mitchell dijo claramente. Ella recorrió brevemente
con la mirada a Catherine. “No le conté nada sobre la operación. No discutí
la naturaleza de la operación si la fecha del asalto.”
“No hay nada en cualquiera de mis notas o informes, de nuestras
sesiones, que especifiquen en lo que la oficial Mitchell estaba involucrada
profesionalmente” Catherine habló suavemente.
“Para mí es suficiente.” Rebeca tachó el nombre de Catherine.
“Podría decir,” Catherine dijo firmemente, “que conozco
profesionalmente a Rand Whitaker desde hace muchos años. Aunque
cualquier cosa es posible, no lo veo involucrado en nada de esto.”
“Él tiene una casa en los Hampton's, conduce a un Ferrari, y posee una
enorme hacienda en Merion. Él no gana tanto dinero como asesor para el
departamento, ” Jason añadió.
“Además, él tiene mucho acceso a cualquier información dentro del
departamento, ” Rebeca dijo rotundamente. “Él se queda en la lista hasta
que analicemos sus finanzas.”
“Adams, el dependiente, fue contratado por el departamento después de
que la información de los informes de Flanagan fuera destruida. Debemos
suponer que la persona que atacó a Sloan está también detrás de eso, ella
queda fuera, ” Jason recomendó.
“De acuerdo. Nos quedamos con cinco, ” Rebeca dijo mirando a Jason.
“Necesito que investigues a los de ADAs y al juez.” Aspiró
profundamente. “Y necesitamos todo lo que usted puedas conseguir del
Capitán Henry. Tan pronto como Sloan haya descansado, quiero hablar con
ella. Va a tener que darnos una razón bien fundada para ir tras él. Él es un
oficial de mayor categoría con un buen representante.”
Jason tomó aliento y cuidadosamente desvió la mirada de Watts. “Las
tarjetas de crédito de Henry está al límite, tiene una segunda hipoteca sobre
su casa, y no tiene ninguna otra propiedad. El dinero podría ser un motivo
para verse involucrado.”
¿“Alguna indicación de a dónde va su dinero?”
“Nada hasta ahora.” Jason conservó su nivel de voz. “Tendré más
mañana.”
“Hazlo hoy. Quiero a todos sobre esta lista de sospechosos. Quiero que
todo lo haya de cada uno de ellos.” Luego les explicó sobre la posible
conexión entre la chica asiática del video y la prostituta llamada a Lucy.
“Tengo una pista sobre una de las chicas del video de LongJohn, y tengo
fuentes callejeras buscándola.”
Mitchell se puso rígida. Sandy.
¿“Mitchell, estás con nosotros?” Le preguntó agudamente.
Mitchell se enderezó rápidamente. “Sí, señora”
Rebeca la miró seriamente. “¿Cómo haremos para entrar en Ziggies?”
Jason explicó, “Jazmine llevará a Mitch al Troc esta noche para ir
introduciéndole. Deberíamos poder estar preparados para entrar en Ziggies
dentro de uno o dos días.”
¿“Mitch? ¿Quién narices es Mitch?” Watts bufó.
“Un amigo mío” la joven oficial contestó uniformemente, encontrando
su mirada fija.
“Oh, joder.” Watts parecía como si quisiera añadir algo, pero se
encontró con la mirada mortífera de Rebeca. “Vamos que podía ser
Mitchie.”
La joven se enderezó en su asiento, como si quisiera aumentar de
tamaño. Su voz de la contralto resonó con advertencia. “Ese es Mitch. No
Mitchie“
Por un segundo, Watts se quedó con la mirada fija. Luego la esquina de
su boca avanzó dando sacudidas y finalmente, sonrió abiertamente. “De
acuerdo, niño. Me parece bien. Pero no meta tus … pelotas en un gran
alboroto.”
“No pensaba hacerlo. Señor.”
Rebeca se frotó el puente de su nariz. Cristo. Lo dos son como niños.
Pero reconoció la camaradería bajo sus mofas, y eso era bueno para el
equipo. Eso es lo que hacía que uno se jugara la vida por su compañero, sin
pensarlo.
“Estamos buscando cualquier tipo de información en el hombre del
video, que podría trabajar o haya trabajado en Ziggies, y cualquier
información sobre las chicas que podrían haber participado. Quién organiza
esto, quién escoge a las chicas, cuándo y dónde se graban lo videos.
Cualquier cosa que nos pueda llegar a algún lugar. ¿Preguntas?”
Nadie habló.
“Bien. Nos encontraremos aquí, esta noche. Si alguien obtiene algo
antes, esperaré su llamada. Nadie da un paso sin mi autorización.”

Watts sacudió su cabeza. Él tenía un compañero mujer que le superaba


en rango, lo cual no estaba bien, pero ahora también tenía que trabajar con
una novata listilla. Soltó una carcajada. La vida es buena.

CAPÍTULO DIECINUEVE

Rebeca se dejó caer en una silla y apagó de un soplo un largo aliento.


“Jesús, qué grupo.”
¿“Cómo estás?” Catherine arrastró su silla más cerca y apoyó su mano
sobre el antebrazo de su amante.
“Bien.” Le lanzó una sonrisa rendida. “Me siento como si estuviera
caminando por una cuerda floja sin red,” Se restregó la cara. “No puedo
creer que sea Henry. O tal vez es sólo que no quiero creerlo.”
¿“Tal vez no lo es?”
Besó a Catherine, y luego se alejó con un suspiro. “Tengo que irme.
Tengo que ver a una fuente.”
Es un juego peligroso el que estás jugando. Catherine no dijo nada,
porque ésta era la vida de su amante, aunque la asustaba. Mientras
observaba a su amante marcharse dando media vuelta, se preguntó si
alguna vez acostumbraría a eso.

¿“Crees que puede ser Henry?” Watts preguntó a su compañera cuando se


arrancó el coche, dirigiéndose al sur.
“No lo sé. Él está en el lugar correcto. Esto lo ha tenido que hacer
alguien con suficiente jerarquía.”
“Claro,” le respondió con desánimo. “Mierda. Odio pensar que es él. No
es que me caiga muy bien, pero … ”
“Es uno de nosotros.”
“Sí. A dónde vamos?”
“Tenemos que ver a algunas chicas.”
Con las cejas levantadas y su voz esperanzadora “¿Sí?” Mirando a su
compañera se tragó su sonrisa abierta. “¿Esa linda puta pequeña?”
“Sandy” Rebeca dijo muy suavemente. “Su nombre es Sandy.”
La nota preventiva que resonó en su voz hizo que Watts retrocediera en
sus comentarios. “Vale. Entonces, ella ahora es tuya. Lo pillo. Lo siento.”
“Sandy nos encontró a una chica. No sé si es la chica. Vamos a
comprarles el desayuno y averiguarlo.”
“Perfecto, seremos dos parejas juntas. Mi favorito.”
Rebeca apretó sus dientes y entró en la zona de aparcamiento del
Melrose Diner. “Te sientas y yo hablo.”
“Claro, claro, jefa.”
Una vez dentro del ruidoso y apretujado local, encontraron a Sandy y a
una chica asiática, que no aparentaba más de quince años. Se acercaron a
ellas y se sentaron en el reservado, donde estaban las jóvenes. Una
camarera se detuvo, frente a ellos, con una cafetera en la mano y dijo,
“Quieren algo de comer?”
Ambas chicas pidieron comida, mientras que Watts y Rebeca sólo
pidieron café.
“Hola, Sandy, ” La detective dijo suavemente. “¿Esta es Lucy?”
“Sí.” Le respondió hosca sin mirarla. No era sólo por su seguridad, sino
que no quería que nadie supiera que tenía una relación acogedora con la
policía. “Así que estamos aquí. Prometiste que pagarías.”
“Más tarde. Si nos gustan lo que tienes que decir.” Rebeca estaba
impresionada por la actitud de Sandy, que parecía que había obligado a la
chica a acceder a un concurso. “Si nosotros nos satisface, os pagaremos la
cena y nos dejaremos caer alrededor, cuando menos lo penséis para
arruinar vuestro negocio.”
“Bien, bien.” Sandy se removió en su asiento, claramente infeliz. “Así
que pregunta, luego déjanos solas.”
La otra chica había estado todo el tiempo mirando la mesa. Rebeca le
acercó la todo del tipo del video, que Jason le había facilitado. “¿Le
conoces?”
La chica no negó con la cabeza.
¿“Estás segura?”
Ahora inclinó la cabeza.
¿“Lo has visto alguna vez?” Watts mascullados.
La chica se encogió de hombros.
El pulso de Rebeca se aceleró. Deslizó un billete de veinte sobre mesa y
bajo la foto. “¿Dónde?”
“Alrededor de los clubes” la chica contestó después de una pausa. No
tenía acento y su voz era suave, cortés. “Él conduce.”
¿“Es el conductor?” Recorrió con la mirada a Sandy, que hizo un gesto
indicando que no sabía de qué estaba hablando. “¿Qué quieres decir?”
“Él trae a algunas chicas a los clubes.”
¿“Bailarinas?”
Volvió a inclinar la cabeza.
¿“Sólo bailan? ¿O se desnudan, también?”
“Tal vez.”
¿“Dónde podemos localizarlo?
Se encogió de hombros.
Rebeca pasó otro billete de veinte. No creía que quisiera más dinero.
Estaba asustada. “¿Dónde?”
“No lo sé … no le he visto desde hace un tiempo. Tal Vez en el
Diamante Azul.”
¿“Ese lugar en Delaware Avenue?” Watts preguntó.
Ella inclinó la cabeza.
¿“Dónde si no?”
Se volvió a encoger de hombros. “En Ziggies le vi una vez, No sé.”
¿“Sabes su nombre?”
Negó sacudiendo la cabeza.
“De acuerdo, ” Rebeca dijo. Luego le acercó las fotos de las dos chicas
que habían estado en el video con él. “¿Algo sobre ellas?”
La jovencita se puso rígida.

“Cincuenta dólares,” Rebeca susurró. Vamos. Ayúdame.


Con un dedo tembloroso señaló la foto de la chica asiática. “Ella solía
bailar en el Blue Di. Tal vez todavía lo hace.”
¿“Su nombre?”
“No lo sé.” Su voz era casi transparente ahora. Su pelo oscuro le caía a
ambos lados de la cara, que mostraba su candidez y cansancio. Levantó los
ojos llorosos hacia la detective. “Su nombre artístico era Trudy.”
¿“Algo sobre la otra?”
“No. ”
¿“No la conoces?”
“Ella ya he dicho lo que sabía, Frye,” Sandy profirió, sintiendo que
Lucy estaba a punto de escaparse. “Jesús. Has sacado provecho de lo
pagado. Dejarnos solas y así podremos disfrutar la comida.”
Rebecca dobló un billete de cincuenta alrededor de su tarjeta. Cuando lo
deslizó, a través de la mesa, hacia el plato de Lucy, dijo suavemente, “te
puedo llevar a un refugio donde podrás tener un nombre nuevo, un
principio nuevo.”
Una sacudida principal. Definitivo. No.
“Si necesitas ayuda, cualquier clase de ayuda, cualquiera clase me
llamas.” Rebeca le dio a Sandy una mirada dura. “Y tú, mantente fuera de
problemas. Y sobre todo fuera de los callejones.”
“Bien, bien.” La joven dijo con un bufido, y volvió su atención a su
desayuno.
Rebeca y Watts salieron, dando dinero de la camarera para pagar la
cuenta.
¿“Realmente conseguimos algo?” Le preguntó cuando se metía en el
coche.
“No lo sé,” ella filosofó, yendo hacia el norte fuera Philly hacia Sloan
Segurity. Miró a su compañero especulativamente. “¿Alguna vez has oído
que las prostitutas tengan escoltas?“
“No, los proxenetas están todo el día encima de ellas vigilándolas, pero
no llevan a sus chicas a trabajar.”
“Lo que nos lleva a los vídeos de pornografía, a las chicas siendo
trasladadas de un club a otro.” Negó con la cabeza. “¿Qué te parece?”
¿“Demasiada organización para sólo ser prostitutas?”
“Definitivamente y – ” Su teléfono sonó y lo sacó de su cinturón.
“Bravo, Frye … bien, buen … en nuestra forma.”
¿“Qué hay?” Watts preguntó.
“Sloan está despierta, y quiere hablar conmigo.”
¿“Huh. Vaya mierda.”
“Si lo mismo pienso.”
“Bravo,” él dijo, riéndose. “¿Puedo observar?. No me lo quiero perder”

CAPÍTULO VEINTE

Cuando Sloan abrió la puerta, Rebeca permaneció inmóvil en el umbral,


pensando sus siguientes acciones. La asesora de seguridad parecía a una
mujer diferente a como la había visto una horas antes. Sus ojos eran claros
y aguantaban apenas un indicio de sombra.
“Gracias por venir.” Sloan se movió a un lado ofreciendo su bienvenida.
“Por favor pasa.”
Lo que atrapó casi inmediatamente la atención de la detective, fue la
exquisitamente bella mujer sentada en el sofá, en el área central del loft.
Sus características clásicamente elegantes estaban apenas arruinadas por
las magulladuras y la hinchazón obvia. Había dolor nadando en aquellos
ojos azul oscuro.
“Detective Sargento Frye, mi amante, Michael Lassiter.”
“Rebecca, ” Rebeca dijo, caminando adelante para tender la mano.
“Hola.”
“Soy tan feliz por conocerte,” Michael dijo sonriendo.
“Me alegra saber que estás mejor,” le contestó.
“Sí, gracias.” Michael recorrió con la mirada a Sloan, que se mantenía a
su lado. “Fue idea mía que vinieras aquí. Espero no molestarte.”
“De ningún modo.” Ella sonrió. “¿Hay algo en lo que puedo ayudar?”
¿“Aparte de mantener a mi impetuosa amante apartada de cualquier
posible forma de salir lastimada?” Michael ignoró el leve gemido que
provenía de su amante, sonriendo suavemente. “Te agradecería que tanto tú
como Catherine aceptarais nuestra invitación para cenar.”
“Me gustaría mucho, gracias.” Estaba sorprendida al darse cuenta de
que no podría negar nada aquella mujer. “En lo que se refiere a Sloan, eso
es otro cantar. Ella es un poco independiente.”
Michael inclinó la cabeza cuidadosamente. “No lo discutiré. Voy a
dejaros para que habléis de vuestras cosas.”
Sloan se adelantó rápidamente para ayudar a Michael a levantarse.
Deslizándole un brazo alrededor de la cintura, sutilmente manteniéndola,
ella recorrió con la mirada a Rebeca. “Voy y vengo.”
Cuando Sloan volvió, Rebeca esperó a que Sloan hablara primero, pero
lo que dijo no era lo que esperaba.
“Siento haberte puesto en un aprieto” dijo quedamente. “Michael está
teniendo problemas con lo que está empezando a recordar, y – ”
“No necesitas explicarlo. Viéndola así … me hace querer ponerle un
arma en la cabeza a alguien.” Antes de que Sloan pudiera contestar,
Rebecca sumó, “Pero no lo haré.”
“Ni yo tampoco.”
“Estábamos llegando demasiado cerca. Lo supe desde el principio y no
lo vi venir. Ese fue mi error.” Rebeca se vengó de Sloan con una mirada
fija inquebrantable. “Pero fallaste por completo anoche. Deberías haberme
llamado tan pronto como – ”
“Lo sé. Estaba equivocada. Me disculpo.”
Inclinó la cabeza ligeramente, aceptando su disculpa. “A partir de ahora
no harás nada sin que yo lo sepa, no puedes tomarte la justicia en tus
manos.”
“No lo haré.” La cara de Sloan se apretó y un músculo en su mandíbula
saltó. “No lo haré porque lastimaría a Michael.”
Rebeca lo consideró, recordando cómo la había visto cuando Michael
había sido herida. Consideró el efecto que el amor, no, no simplemente el
amor – la necesidad de otra persona – tenía en su vida, desde que había
encontrado a Catherine. “Quiero que me des tu palabra.”

“Sí. Totalmente.”
“Watts estará profundamente desilusionado.”
Sloan arqueó la ceja. “¿Oh?”
“Él tenía la esperanza de que estaríamos discutiendo.”
“Siempre le puedes mentir,” le propuso con una risa.
“Nah. Seguro que también lo disfrutaría.”

Cuándo las dos mujeres entraron en la sala de juntas conjuntamente, Watts


levantó la cabeza y examinó a Sloan de pies a cabeza. “No veo marcas de
mordisco.”
“Están allí,” Sloan dijo quedamente de paso.
Ambos rieron satisfechos.
Rebecca se reacomodó en una silla a la cabeza de la mesa. “De
Acuerdo, Sloan. Es tu función.”
“Encontré una puerta trasera en el ordenador Flanagan,” dijo. “En
términos simples, es un lugar secreto del sistema, desconocido para el
usuario. A merced del nivel de acceso, un agente externo puede quitar,
alterar, o suprimir archivos. Este usuario tuvo acceso de la raíz.”
¿“Eso es bueno?” Watts preguntó agudamente, odiando ese tipo de
explicaciones, ya que se sentía como un novato otra vez.
Ella negó con la cabeza. “Eso es malo. Al menos para la persona cuyo
sistema ha sido comprometido. Quiere decir que el agente externo puede
hacer lo que quiera con cualquier datos, y luego alterarlos de la forma que
más le convenga.”
¿“Y le identificaste?” Rebeca preguntó.
Sloan inclinó la cabeza. “Rastreé su huella hasta Henry.”
¿“Puedes probar eso que no estás explicando?” Rebeca preguntó
agudamente.
“Todavía no,” admitió. “Necesito regresar esta noche. Necesito ver a
qué es lo que ha estado haciendo Henry. Con la información tengo,
fácilmente puedo acceder a sus archivos.”
“Hazlo” le dijo inmediatamente. “Mientras tanto, trabajamos en otros
ángulos. Sandy nos ha conseguido una pista sólida, una bailarina que
podría ser nuestra chica del video. Watts y yo la buscaremos.” Se dirigió a
Mitchell. “Te necesito en esos clubes, tan pronto como sea posible.
Andamos buscando información sobre un servicio de escolta, que llevan a
chicas a los clubes, aunque no estamos seguros. Eso y cualquier cosa que
puedas conseguir sobre el lugar de los videos.”
“Sí, señora”
Rebeca se dirigió a Jason. “¿Cómo introduciremos a Mitch sin llamar la
atención?”
“Hay un espectáculo grande en un lugar llamado el Club Caos en
Dupont Circle, y Jazmín ha actuado allí una cierta cantidad de veces.”
Jason miró a Mitchell. “Pensé que podríamos decir que Mitch ha sido
expulsado del club. De ese modo funcionará.”
Se levantó. “Me parece bien. Cualquier cosa se surja, quiero saberlo.”
Resueltamente no miró a Sloan. “Cualquier cosa.” Luego recurrió a Watts.
“Necesito un par de horas, luego iremos hacia Delaware.”
“Claro, jefa.” Se miró a los pies. “Suena como un poco de acción para
esta noche.”


Mitchell, sudando y jurando casi sin aliento, llevó a cuestas un colchón
hacia las escaleras. Miró, como pudo, a la persona que tenía delante.
Zapatos abiertos de tacón, y pantalones negros ajustados. Unos pies muy
bonitos. Levantando un poco su cuello, buscó la longitud del cuerpo.
Completamente agradable del todo. Sus piernas se volvieron temblorosas y
no sólo por el esfuerzo de llevar el colchón.
“Hola, Sandy.”
“Hola, Dell. ¿Qué narices haces?”
“Intentar llevarlo a mi nueva casa.”
La joven se detuvo en la estrecha escalera, agarrando un lado del
colchón, y levantándolo. Conjuntamente lo arrastraron por el resto del
vestíbulo oscuro y lo dejaron informalmente en la mitad de la sala de estar
vacía de apartamento del Dell.
“Esto es patético,” Sandy lo observó, arrugando su nariz en la aversión.
“Traeré un par de cosas más y estará bien.” Mitchell no podía mirar a
otro sitio que no fuera a Sandy, tan brillante y fresca … se sacudió con
fuerza ante el caliente toque en su mano.
“Ajá.” Tomó el brazo de Mitchell y tiró fuertemente. “Vamos. Puedes
darte una ducha en mi casa.”
“Yo tengo que ir a trabajar.”
“Al igual que yo. Vamos.“
Una vez dentro del apartamento, Sandy cerró la puerta y puso sus
manos alrededor de la cintura de Mitchell, bajo su chaqueta de cuero.
“Pensé que nunca aparecerías.”
Luego, presionó cuerpo lleno contra el de la oficial y la besó,
tomándose su tiempo, abriéndose camino sobre la superficie de los labios
de Mitchell antes de resbalar su lengua entre ellos y explorar. Para cuando
estaba dentro de la boca de Mitchell, absorbiendo lentamente su lengua,
Mitchell la había guiado a través del cuarto al sofá, y cayeron sobre él en
una confusión de brazos y piernas. Mitchell gimió cuando la mano de
Sandy se deslizó arriba del interior de su pierna y la ahuecó a través de los
pantalones vaqueros. Continuó gimiendo mientras notaba cómo unos dedos
encontraron su pezón a través del material delgado de su parte superior.
“Sandy,” Mitchell se quedó sin aliento. “Jesús, me haces perder el
control con eso.”
“Sí. Yo, también. ¿Hacemos con ello?”

¿Hacer algo con ello? Hazlo ya … Mitchell sacudió abruptamente sus


piernas, se quitó la chaqueta, y la tiró detrás de ella. Luego se agachó para
tomar la parte superior de la ropa de Sandy, acarició la tela delgada, y la
subió arrastrando completamente. Velozmente, se arrodilló ante el sofá y,
con un brazo alrededor de la cintura de Sandy, arrastró a la joven alarmada
hacia ella, obligando a Sandy a abrir sus piernas para dejar sitio al cuerpo
de Mitchell. Se inclinó entre los muslos abiertos de Sandy, y le puso la
boca en el pecho, cerrándola alrededor del pezón con los dientes
mordiendo y apretando.
Sandy soltó a un grito alarmado, a la vez que agarraba a Mitchell del
pelo, y la presionaba con fuerza hacia ella. “Oh mi dios. Dell.”
Mitchell estaba totalmente excitada. Llevaba todo el día pensando en
Sandy, en su olor, en la blandura de su piel, en el sonido de sus gritos.
Todo el día la había deseado, y ahora, ahora no podía dejar de tocarla.

“Dell,” dijo jadeando, tirando del pelo de Mitchell. “Dell, quítate la


camisa. Vamos, quiero sentir tu piel.”
Con sus labios todavía alrededor del pezón de Sandy, succionando su
carne implacablemente, empezó a quitarse sus ropas, a tientas. Las manos
de Sandy se unieron a las de ella y finalmente que soltar el pecho de Sandy,
el tiempo suficiente, como para ladearse y quitarse su camisa.
Inmediatamente después, las manos de Sandy estaban en ella, corriendo
sobre sus senos y su abdomen, empujando hacia abajo el borde de sus
pantalones vaqueros. En todas partes, en todas partes ardía.
“Sandy.” Estremeciéndose ante su necesidad, Mitchell la miró a los
ojos. “Quiero saborearle. ¿Te parece … es eso bien?”
Los ojos de Sandy se ensancharon. Sus manos temblaron sobre la cara
de la oficial. “Tienes una boca … tan fabulosa.”
Arrodillada, Mitchell expresó con gemidos su estado, cuando las manos
de Sandy se movieron más bajo bajo la pretina de sus pantalones vaqueros
abiertos. “No hagas … eso, ” le avisó, intentando apartarse de ella.
¡“Oye!” Sandy protestó.
“Ten paciencia.” Cuidadosamente, deslizó los pantalones negros
ajustador de Sandy completamente abajo, y entonces con las puntas de los
dedos le acarició la parte interior de los muslos a la joven. Esta empezó a
respirar rápidamente, mientras la observaba apoyada en sus codos.
¿“Esta bien?” La voz de Mitchell era ronca.
Asintió con la cabeza, colocando una mano detrás del cuello de
Mitchell. “Así. Mejor aun.”
Mitchell no la decepcionó cuando se metió de lleno en la bienvenida
caliente, y húmeda. Primero que sintió fue que se le escapaba un
asombroso sonido de placer, lo siguiente un largo suspiro, y cuándo
cuidadosamente le acarició los pliegues delicados y prominencias con la
lengua, un sollozo de alegría. Los dedos de Sandy en la parte de atrás de su
cabeza la llevaron más cerca, y mientras continuaba utilizando la lengua,
inconscientemente bajó una mano para acariciarse a sí misma.
“Ohh,” Sandy se quedó sin aliento, mientras continuaba con sus manos
en la cabeza de Mitchell, atrayéndola más cerca, si es que fuera posible.
“… Dell, Dell, yo me voy a-Ohh .”
Mitchell velozmente olvidó sus necesidades, agarrando las caderas de
Sandy, sujetándola con fuerza llevándola a lo más alto. Conteniendo el
aliento, siguió la grandeza y decadencia de las caderas de Sandy, continuó
sintiendo los golpes palpitando entre sus labios, y se estremeció ante la
sensación de llevar a su amante al clímax en su boca.
Agarrada al pelo de Mitchell se arrastró débilmente. “Dios mío” Llevó
una pierna entre los muslos de Mitchell. “Oh, estás realmente mojada.”
“Sí. Tú me haces estar así.” Movió su cara hacia Sandy y la besó.
Quería correrse, pero no quería que aquello acabara. “Me haces sentir tan
bien.”
Llevando su boca hacia la oreja de Mitchell le susurró, “Córrete en mi
pierna.”
Aquellas palabras la dispararon haciendo que perdiera el poco control
que le quedaba y se corrió con un grito.
“No hay vuelta de hoja, cariño, no hay vuelta de hoja, ” Sandy la
apaciguó, poniendo una equis sobre la longitud de la parte de atrás de
Mitchell. “Eres es tan sexualmente atractiva, Dell. Dios mío.”
“Me matas.” Mitchell habló entre dientes.
“Mmm. Eso me gusta.” Sandy apretó su agarre, sintiéndose de
inmediato increíblemente fuerte e increíblemente vulnerable. Mitchell le
hacía sentir cosas espeluznantes.
Pero cuando Mitchell suspiró, se dio cuenta que realmente se sentía fue
feliz.

CAPÍTULO VEINTIUNO

¿“Puedes dejar de moverte?”


“Me haces cosquillas.”
“Aww.” Sandy señaló la barba a lo largo de la mandíbula de Mitch.
“Apuesto que usted no le dio al Jazmín un mal rato.”
“Jazmín no estaba en medio de mis piernas.” Mitch cambió de posición
en el taburete, y Sandy se acercó más a Mitch.
“Mejor” Sandy masculló. “Ella es mucho más sexy.”
“No me interesa.”
“Cállate, Mitch, o arruinarás esto. Bueno a dónde iras?”
“Jazmin me lleva al Troc. En función de cómo pasen las cosas, podría
salir con ellos más tarde.”
Sandy juguetonamente estrujó la entrepierna de Mitch. “Simplemente
recuerda que no puedes utilizar esto.”
Mitch se puso mojado y duro. Carajo. “Si no salgo pronto de aquí, no
saldré nunca.”
“Mmm. Podemos hacer algo rápido.”
“No puedo.”
“Mentiroso.” Volvió a llevar su mano entre las piernas.
“No ahora mismo, de todas formas.” Mitch agarró su mano. “Me
dejarás en paz?”
La joven se rio. Le besó fuerte, esta vez, hasta que le sintió comenzar a
mecerse contra de ella, luego dio un paso atrás. “Te veo luego, semental.”
“Jeez, cómo te gusta jugar.”
¿“Mmm, usted te molesta '?”
¿“Me oyes quejar?” Mitch murmuró, deslizándose fuera del taburete.
“Siento no poder quedarme. Quiero, pero no puedo.”
“Claro. Vete, de todas formas no sirves para nada en estos momentos.”
Ella le besó una la última vez para suavizar sus palabras.
“Lo solucionaré más tarde.”
“Promesas, promesas.” Pero ella sonreía como él se dirigió hacia la
puerta.

Jazmín llevaba puestos unos pantalones flojos rojos ajustados a su cuerpo,


una parte superior todavía más ajustada, y una chaqueta negra brillante.
“Sandy hizo un gran trabajo. Te ves muy bien. ¿Estás listo?”
“Estoy listo para lo que haga falta.”
¿“Estás de acuerdo con lo que hablamos?” Jazmín llevó una mano
alrededor del antebrazo de Mitch mientras caminaban. “Estaré contigo esta
noche. Pero mañana estarás funcionado tu solo.”
“Lo puedo manejar.”
Jazmín deslizó su brazo alrededor de la cintura de Mitch cuando
llegaron a la puerta del club. “No tengo ninguna duda de ello.”
En la misma puerta, un tipo corpulento vestido con unos ajustados
pantalones vaqueros negros y camisa de sport negra, les dio la bienvenida,
con los brazos cruzados a través de su pecho macizo.
“Hola, Ronnie.”
“Hola, Jaz.” Se acercó y delicadamente besó su mejilla. “Estás
estupenda.”
“Gracias.” Ella sonrió. “Ronnie, éste es Mitch.”
Él tendió su mano. “Hola”
“Hey,” Mitch dijo, sorprendido por la suave mano del portero del club.
¿“Está Kennie?” Jazmín preguntó.
“Si. Está en el salón con unos cuantos tipos.”
Tomó la mano de Mitch. “Gracias.”
“Adiós, guapo.”
Mitch aspiró profundamente. Allí vamos.
El salón era un espacio revestido con paneles, de cielo raso bajo con un
sofá, un par de sillas rellenadas, una mesita de café y una mesa de billar. La
mayor parte de la clientela estaba vestida en pantalones vaqueros, camisas
sport y las botas. En su mayoría con aspecto andrógino. Algunos tenían
bigote, otros incluso patillas, pero todos ellos tenían el pecho plano.
Rápidamente echó una mirada a sus entrepiernas, para saber si tenían el
mismo aspecto que él. Nada tan obvio. Creo que estoy bien allí.
El tipo sentado se levantó como pasearon alrededor de la mesa de billar
hacia él. Él se acercó a ellos, era algo pesado, con un tatuaje pequeño, un
símbolo del kanji, en un lado del cuello.
¡“Jazmín! No esperaba verte esta noche.”
Esta levantó su cabeza y le besó en la boca. “Hola, Kennie.” Arrastró a
Mitch adelante. “Ken, éste es Mitch. Mitch, Ken Dewar, el líder de la
compañía de teatro de los Reyes Callejeros Delanteros.”
“Hey” Ken saludó, extendiendo su mano.
Uno de sus compañeros, con bigote, bufó. “Bravo, házle sonar
importante, por qué no? ”
“Aww” Jazmín apaciguó. “Todos nosotros sabemos lo especial que
eres, Dino.”
“Ajá.” Él sonrió abiertamente. “Hola, yo soy Dino.”
“Mitch.” Mitch tendió su mano a modo de saludo a todos. El tercer tipo
lo reconoció de la web de los Reyes Callejeros Delanteros. Phil E. Pride.
“Mitch justamente ascendió aquí de CD. Pensé que le podríais mostrar
el sitio.”
Ken levantó un hombro y la puso sobre Mitch. “¿Qué haces, Mitch?”
Mitch negó con la cabeza. “No tengo ningún talento especial. Al menos
no sobre esto.”
Eso extrajo una risa.
¿“Qué te trae hasta aquí?”
“Una chica.”
Ken levantó una ceja y recorrió con la mirada Jazmín.
“Oh, no yo, Ken ” le sonrió dulcemente. “Sabes que os adoro cada uno
de vosotros, pero sois demasiados hombres para mí … ” Todos ellos se
rieron. “Y estoy tan ocupada.”
“Seguiré esperando, ” Ken dijo.
“Voy a saludar a las chicas, ” Jazmín dijo. Apretó el brazo de Mitch.
“Te veré más tarde, semental.”
“Perfecto.”
Mitch se sentó frente a Ken, una de las sillas llenas de grumos, y se
inclinó hacia adelante, con sus codos sobre sus rodillas. “No he estado
desde hace mucho tiempo, y estoy intentando ponerme al día. Es difícil, ya
sabes para que lo haga uno mismo.”
“La mayoría de nosotros venimos aquí, por nuestras funciones. Hay
siete de nosotros en la compañía de teatro, y otros tantos clientes habituales
que no son actores.” Ken trató de alcanzar su cerveza. “¿Estás buscando
trabajo?”
“Ya tengo un trabajo, aunque realmente no me pagan mucho.” Sonrió
abiertamente. “No estoy buscando nada en concreto. Puedo hacer casi
cualquier cosa alrededor de una barra.”
“Quizá te pueda encontrar algo por aquí.” Ken subió sus pies sobre la
mesita que tenía delante. “Así que eres amigo de Jazmín.”
“Si.” Esperó, sintiendo que Ken lo estaba considerando.
¿“Estás interesado en el club o es por tu chica. Es serio?”
“Es serio,” Mitch respondió. “Pero no estoy casado.”
Y así de fácil, él estaba adentro.

¿“Cómo te llamas?”
“Sandy.” Se movió sobre la parte trasera de la barra, acercándose más.
“Lucy dijo que me podría poner en contacto con el tipo de la película a
hacer algún dinero en efectivo rápido.”
Trudy, la chica asiática delgada del video, la miró detenidamente.
“¿Lucy te envió?”
La joven se asustó cuando notó una mano acariciando su hombro. Era el
tipo del final de la barra.
¿“Hola cariño. Estás ocupada o algo por el estilo?”
El tipo movió su mano más bajo, rozando un lado de su pecho.
Los ojos de Sandy se estrecharon y, deslizó una mano por el interior de
su pierna y cerró sus dedos alrededor de sus pelotas. Luego apretó,
amablemente. “Bien … ”
Él sonrió.
Ella se mantuvo apretando.
Su sonrisa empezó a asombrar, y luego sus ojos repentinamente se
ampliaron en estado de shock. “Jesús, ” él susurró desesperadamente.
“Déjame empujar.”
“Estoy tratando de tener una conversación aquí.”
“De acuerdo, de acuerdo.” Sus rodillas temblaban por lo que se agarró
al borde de la barra. “Ah, Cristo … por Favor.”
Sus ojos comenzaron a desgarrarse, y satisfecha, Sandy deshizo su
agarre. “Adiós por el momento.”
“Perra” él croó, pero su voz careció de cualquier veneno.
La chica con Sandy la observó cuidadosamente extraña. “¿No tienes
miedo de que te esté esperando fuera?”
“La mayoría de las veces están demasiados borrachos, como para hacer
cualquier cosa, pero por si acaso tendré cuidado. ¿Entonces, me puedes
echar una mano?”
“Tal vez. No sé.”
“Mira, si me ayudas, te daré la mitad de lo que saque.”
Los ojos de Trudy se ensancharon. “De ninguna manera.”
“Valdría la pena para mí. Estoy cansada de soplar las pelotas, de gente
como las de ese tío. Necesito pequeño cambio.”
“Bravo, por fin lo entendiste.” Trudy se picó un poco. Después de un
minuto dijo, “ preguntaré.”
“Oye, gracias.” Intentó disimular su alegría. Gané mi dinero esta noche,
Frye. “¿te daré mi número, ok?”
Cuando Sandy dejó la barra del Delaware Avenue eran casi las cuatro
en la mañana. Ordinariamente, habría paseado por los barrios de alrededor
buscando clientela, pero esta noche tomó rumbo a casa. Seguramente allí le
estaría esperando Mitch, o Dell.

CAPÍTULO VEINTIDOS

Rebecca gimió y trató de alcanzar el teléfono. “Frye.”


“Soy Sloan. Tengo que hablar contigo.”
¿“Qué hora es?”
“Las cinco.”
¿“Es tan importante?”
“Si.”
“Ah, Cristo. Bien.” Se incorporó apartando las sábanas. “¿En tus
instalaciones?”
“Eso estaría bien. Despertaré a Jason.”
¿“Necesitas al resto de equipo?”
“Pueden esperar hasta más tarde.”
Catherine esperó hasta Rebeca apagó el teléfono. Con voz vellosa por el
sueño, preguntó, “alguna novedad?”
“Sloan tiene algo.”
“Llámeme más tarde.” Se volvió sobre la almohada.
Rebecca sonrió, se acercó hasta el otro lado de la cama, donde estaba
Catherine, se apoyó y la besó en la mejilla. Con los labios cerca de la oreja
de su amante, susurró, “ Qué ocurre. Demasiado cansada por lo de
anoche?”
“Mmm. ” con los ojos cerrados, Catherine sonrió ante tal pensamiento.
“Puede.”

Mitch se levantó insegura, escuchando fijamente cualquier sonido del otro


lado del apartamento.
¿“Sandy?” Llamó suavemente. Esperó un minuto, luego empezó a bajar
al vestíbulo hacia su apartamento. La puerta detrás de él se abrió.
“Oye.”
Mitch dio la vuelta, corazón corriendo a velocidad. “Hola”
¿“A dónde vas?”
“No quería despertarte.”
¿“Por qué no?”
“Pues, bueno, ya sabes … es tarde. Temprano … No sé.”
Sandy solo llevaba puesto un tanga oscuro y un sujetador. Apoyó un
hombro contra el marco de puerta, sus ojos avanzando lentamente sobre el
cuerpo de Mitch. Estaba mucho mejor de lo que recordaba. Entonces,
vienes dentro?”
Mitch inclinó la cabeza, haciendo un intento para no verse tan
hambriento como se sentía. “Sí.”
¿“Cómo fue tu noche?” Ella no se movió.
“Bastante bien.” Se acercó al lado contrario del umbral y estiró un brazo
a lo largo del marco, inclinando su cuerpo hacia el de ella, pero sin tocarla.
A penas les separaban unos centímetros. Podía sentir el calor de la joven,
penetrando en sus ropas, subiendo por todo su cuerpo.
¿“Jugaste con el resto de los niños?” Sandy preguntó mientras se pasaba
una mano sobre su abdomen desnudo.
“Ajá.” La garganta de Mitch estaba seca, sus ojos remachados en la
caricia lenta. “Nosotros … estuvimos … uh algunos lugares.”
¿“Cumpliste?” Esta vez había un toque borde en su pregunta.
Suavemente, Mitch contestó, “No.”
Sandy empujó sus dedos bajo la pretina de sus pantalones, y lo arrastró
bruscamente hacia el interior del apartamento. “Buena respuesta.”
Cerró la puerta y lo empujó hacia atrás en contra ella, empujando con su
cuerpo sobre él. Le llevó los brazos alrededor del cuello, presionó su boca
sobre la de él, y frotó el diminuto cuadrado de tela negra, que le cubría la
ingle, sobre la hinchazón en su entrepierna.
“Me excitas tanto,” ella respiró en contra de su cuello. “Me vuelves
loca…. Tan caliente.”
Mitch ahuecó el cuerpo de Sandy, y la sujetó como si fuera a montarla,
dejándola hacer … tomar … hacer … lo que ella quisiera. Iba a hacerle
correrse bastante pronto, simplemente por la presión del empuje de sus
caderas, pero ella lo sabía, así que no podría ayudarla mucho.
“Abre la cremallera,” Sandy dijo jadeando, tirando de la camisa fuera
de los pantalones. Le arrastró las uñas sobre el abdomen, mientras
continuaba moviendo sus muslos contra él. Luego, se quitó el sujetador,
mientras él se abría los para ella. Ella miró hacia abajo. Luego miró hacia
arriba y se encontró con aquellos interrogantes ojos azules, tan llenos de
anhelo que su corazón empezó a doler. Amablemente, tomó las manos de
Mitch y se las acercó a sus pechos. Gimiendo suavemente, cerró los ojos y
se mordió el labio, cuando el primer toque de esos dedos contra sus duros
pezones le provocó tal placer que su corazón empezó a correr a gran
velocidad.
“Oh,” Sandy gimió, montándose a horcajadas contra el muslo duro y
deslizándose hábilmente sobre la piel de cuero fresco. “Vas a hacer que
me corra.”
“Sandy” le susurró, “lo quiero – oh, dios ” él recostó su cabeza de
regreso contra la puerta y se quedó parado mientras la joven le metía una
mano en los pantalones. Él sujetó desde el exterior la mano de la joven,
apretándola rítmicamente.
¿“Puedes sentir esto?” Sandy murmuró. “¿Cariño?”
“Sí” Mitchell gimió cuando la presión insistió sobre su clítoris.
“Córrete” Sandy observó la tensión en los músculos del cuello de
Mitchell, así como el irregular pulso de su garganta.
“oh, dios … Sandy ” Mitchell dio un grito pequeño cuando Sandy retiró
su mano y la presión tentadora desapareció. “Por favor … estoy en la recta
final.”
“La próxima vez, ” Sandy llevó su mano dentro de los calzoncillos de
Mitchell hasta que encontró la piel deseada, luego deslizó un dedo por el
lado del clítoris duro de Mitchell, “ no traigas nada de esto puesto.”
Mitchell no podría contestar. Los dedos de Sandy, tirando fuertemente y
acariciándola la hicieron estremecerse, llevándola rápidamente hacia el
orgasmo. Con su último pedacito de voluntad, empujó su mano bajo el
estomago de Sandy y dentro de su tanga.
“Oh” Sandy lloró ante la sorpresa, instantáneamente a punto también de
correrse. “… Dell, pon tus dedos dentro de mí. Oh … corre, cariño.”
Estremeciéndose, Mitchell llegó al clímax mientras se resbalaba
suavemente dentro de las profundidades calientes de Sandy. Con las
caderas dando sacudidas, rodeó con su brazo libre alrededor de la cintura
de Sandy y la sujetó con fuerza, mientras la joven enterraba la cara en la
curva de su cuello, y gritaba de placer, repetidas veces.
En medio de su orgasmo, Sandy instintivamente siguió el alza de las
caderas de Mitchell y entró en ella, empujando a Mitchell hacia otro
orgasmo más profundo.
“Oh dios, Sandy” gimió, “lo haces tan bien… dios.”
“Dell.” Descansó su palma contra de la mejilla de Mitchell y le acarició
suavemente. Cuidadosamente, retiró sus dedos de entre los muslos de
Mitchell e inmediatamente quiso volver a meterlos. “Eso ha sido tan … así
…”
“Sí. Lo fue.” Mitchell suspiró y abrió los ojos. Miró hacia abajo, hacia
la casa de su amante y la besó suavemente. “¿Lista para ir a la cama?”
“Mm, si”
“Debería darme una ducha,” Mitchell dijo cansadamente. “Huelo a bar.”
“No me importa” le contestó. La tomó de la mano y le llevó hacia el
sofá cama abierto. “Dúchate más tarde. Quiero irme a dormir contigo
desnuda a mi lado. Me has dejado sin fuerzas.”
¿“Yo?” Mitchell se rió. “Jesús, fuiste tu la que saltó sobre mí.“
Sandy sonrío burlonamente. “¿Lo hice?”

“Acabo de volver de revisar los ordenadores de Flanagan,” Sloan anunció.


“Mira más afondo de lo que lo hizo la noche pasada. Encontré algo.”
Jason se enderezó. “¿La huella de Henry?”
Sloan negó con la cabeza. “En su puerta trasera.”
¿“Qué significa eso?” Rebeca preguntó agudamente, molesta por su
falta de experticia en ese área crítico de la investigación, que ha hacía
perder la paciencia.
“Oh, bueno.” Sloan hizo una mueca. “El sistema del departamento
entero está tan lleno de agujeros que parece un queso suizo.”
“Simplemente explícame lo necesario,” Rebecca gruño. “¿Es Henry o
no?”
“Creo que no.”
“Cristo.” No estaba segura si estar aliviado o arrancar de un tirón la
cabeza de Sloan. “¿Por el amor de dio, cómo pudiste cometer esa clase de
error? ¡Jesús, pudimos haber arruinado este caso entero!”
“Detective” Jason interrumpió quedamente, “ tal vez la deberíamos
dejar que se explicara.”
Rebeca dio vueltas en su dirección, totalmente inquieta por la nueva
información. Luego se fijó bien en Sloan, que había estado toda la noche
trabajando. Otra vez, la ciberdetective parecía cansada, aunque trataba de
disimularlo. “Ah, caramba.” Se reclinó y se encogió de hombros,
obligándose a sedimentarse. “Explícamelo.”
“A las networks, especialmente grandes, les gustan esos que asocian
servicios municipales, tienen toda clase de funciones de mantenimiento,
que funcionan automáticamente. Es algo que ocurre a menudo, bien sean
actualizaciones preprogramadas y cosas por el estilo.” Sloan esperó
calibrando la reacción de la detective. Ante una inclinación de cabeza de la
detective, continuó. “La información viaja a través de ordenadores
individuales entrando y saliendo.”
“De acuerdo” Rebeca dijo.
“Esos puertos están todo el tiempo abiertos y son como carreteras
enormes para potenciales hackers. Entonces,” Sloan dijo, “todo lo que
alguien tiene que hacer es traer un ordenador infectada, conectarlo al
sistema, y lanzar el gusano. Algunos gusanos pueden ir unidos cuando se
envía un email o cualquier clase de archivo, así es que el usuario nunca
sospecha. Simplemente – el auge – la información comenzará a diluviar de
regreso al ordenador de la fuente, o a cualquier otro sitio al que el hacker
haya programado que vaya. ¿Quiere una contraseña? No hay problema.
¿Quiere leer el correo de alguien más? Lo hace. ¿Quiere que el acceso de la
raíz altere o borre archivos enteros? No hay nada que no se pueda hacer
con un buen escritor de códigos creando al gusano. Todo es posible.”
¿“Y eso es lo que sucedió?” Rebeca preguntó.
Sloan inclinó la cabeza. “Alguien introdujo un gusano en el sistema del
PPD, y ha infectado un gran número de ordenadores. Lo perdí la primera
vez, porque es un pedacito diminuto de código, unido a un archivo enorme,
y cuando lo vi, me dirigió a otra dirección. El ordenador del capitán Henry
es uno de los infectados, es uno a los que les fue usurpada su contraseña.
No sé cuántos más hay, pero podrían ser muchos.”
¿“Entonces estás segura de dejar fuera a Henry?”
Sloan se encogió de hombros. “No he podido encontrar nada en sus
archivos para sugerir él esté sucio, y mi suposición es que él es
simplemente una víctima. Pero todavía alguien puede leer y posiblemente
modificar cualquier dato del sistema entero.”
Rebeca se restregó su cara, bebió más café, y asimiló la información. El
pensamiento hizo que se le encogiera el estómago. Los casos enteros se
forjaban con informes del laboratorio, testigos, y todo tipo otras
informaciones almacenadas en el sistema. Archivos de persona,
direcciones, registros de salud… la lista pareció no tener fin. Y el nombre
de Sandy está allí ahora, también. “Esto es malo.”
Sloan y Jason guardaron silencio.
¿“Entonces, no estamos en ninguna parte?” Los miró de uno para el
otro, tratando de retroceder el sentimiento desesperado.
“No, estamos definitivamente en algún lado.” Los ojos de Sloan se
iluminaron. “Sé de dónde vino el gusano.”
Jason chifló. “Has estado ocupada”
¿“Quién?” El corazón de Rebeca se aceleró al máximo. El nombre.
Simplemente dame un nombre.
“Todavía no sé el nombre,” Sloan explicó. “Pero me ha llevado hasta el
ordenador del la oficina de la fiscalía.”
“Un nombre, ” Rebeca pidió quedamente. “Necesito un nombre.”
Sloan y Jason hablaron simultáneamente. “Te daremos uno.”

CAPÍTULO VEINTITRES

¿“Qué es eso?” Sandy se quejó, tirando de la fina manta sobre su cabeza y


haciendo una madriguera junto al cuerpo de Mitchell.
¡“Carajo! Mi bíper.” Mitchell saltó de la cama y casi se cayó al
tropezarse con las sandalias de plataforma de Sandy. “Mitchell” dijo
después de unos segundos. “Ajá. Conforme … seguro.” Dejó el teléfono en
el suelo y se puso de pie, mareada por la fatiga y hambre. “Tengo que ir a
Sloan Security.”
¿“Ahora?” La voz de Sandy fue amortiguada por la almohada sobre su
cabeza.
“Sí, pero primero necesito una ducha. Huelo como si hubiera pasado la
noche bebiendo.”
Sandy la siguió al cuarto de baño y se metió en la ducha diminuta con
Mitchell. Cerró los ojos y la abrazó desde atrás descansando su mejilla
contra la espalda de la oficial.
“Joder, Dell, has trabajado toda la noche.”
“Lo sé” Mitchell masculló cuando dejó que el agua golpeara sobre su
cara. El agua estaba todavía fría y el calor del cuerpo de Sandy se sentía
bien, contra el de ella.
¿“Estará Frye allí?”
“Si claro.” Mitchell le remojó a ella la cabeza, ya con el agua más
templada. “¿Por qué?”
“Tengo que hablar con ella.”
¿“Conseguiste algo?” le preguntó, despertándose rápidamente.
Sandy siguió apoyada con los ojos cerrados. “Tal vez.”
“No me dijiste nada anoche.”
¿“Follamos directamente te acuerdas?” bostezó bajo el agua.
“Sí.” Mitchell la agarró por la cintura y besó su cuello. “Me acuerdo
que fue espectacular.”
“Lo fue.” Sandy libre de jabón, echó sus brazos alrededor del cuello de
Mitchell y la besó, restregando su piel mojada contra Mitchell. “Mmm.”

Mitchell se acercó más, corriendo su lengua sobre los labios de Sandy y


dentro de su boca. En cierta forma terminaron contra la pared, piernas
entrelazadas, encorvadas y gimiendo. Mitchell echó bruscamente la cabeza
de atrás, jadeante. “¡No tengo tiempo!”
¿“Qué?” Preguntó incrédula. Agarró la mano de Mitchell y la llevó
entre sus muslos. “¿No tienes un minuto? Tócame.” Se meció contra la
palma de la mano de Mitchell. “Vamos, cariño. Tócame.”
El tiempo perdió todo su significado, cuando la oficial alivió sus dedos
en el calor y la promesa de deseo de su amante. “Eres tan hermosa,” le
susurró, empujando lentamente en los más profundo de aquellos
acogedores pliegues.
Arqueada hacia atrás, enroscó sus dedos en el pelo de Mitchell,
reclamando su boca con gran intensidad cuando la sensación de ser llenada
se volvía cada vez más intensa. Nunca, nunca nadie la había tocado de esa
manera. “Me haces sentirme tan viva,” lloriqueó, sus caderas comenzando
a levantar con la primera onda del orgasmo.
Con el estómago tenso, y las piernas temblorosas Sandy se sujetó a la
única cosa sólida en su mundo, indefensa para hacer cualquier cosa excepto
rendirse ante el deseo que ambas necesitaban y temían. Lentamente, las
contracciones se detuvieron y pudo respirar. “No puedo dejar de querer que
me hagas esto.”
¿“Qué?” Mitchell se quejó. “¿Hacer que me corra?”
“Uh-uh” La joven contestó, ahuecando el pecho de Mitchell, jugando
con su pezón. “Haciendo que me olvide de todo.”
“Sandy, cariño.” Mitchell se rió temblorosamente, deshaciendo su
abrazo y echándose hacia atrás. “Tengo que irme.”
¿“Y tú?”
“Estoy bien.”
¿“Seguro?”
La miró preocupada, pero Mitchell negó con la cabeza. “No,
seguramente me correría en cuanto me tocaras, pero – ”
¿“Pero el trabajo es más importante?” Había algo más que ira en su voz.
“¿Cierto?”
“No, solo que me podré dejar llevar imaginando la cara de Frye si
vuelvo a llegar tarde.”
“Oh” Sandy trató de alcanzar una toalla. “Puedo entenderlo. Así que
mejor vayámonos ya.”

Cuando Mitchell salió del ascensor con Sandy, la primera persona que vio
fue a Jason.
¿“Dónde está Sloan?” Le preguntó cuando éste se dio la vuelta en su
silla para saludarlas.
“Rebecca la envió a dormir.”
“Suerte para ella,” Sandy se quejó, entrecerrando los ojos por el reflejo
de la luz del sol brillante. “Jesús, ni tan siquiera son horas y nosotras – ”
Mitchell tosió y Jason sonrió abiertamente.
¿“Simplemente pudisteis dormir algo?” Jason preguntó picaronamente.
¿“Quién habló de dormir?”.
“Sandy” Mitchell gimió.
Jason suspiró. “Lo siento, Dell, pero necesito tu ayuda. Frye quiere
estos fondos hechos para ayer, y no se puedo hacerlo todo yo solo.”
“Yo mientras hablaré con Frye” Sandy anunció mientras se marchaba
dando media vuelta.
Ambos se despidieron de ella, y luego Jason le confió, “Sloan llegó a
ubicar un gusano en la oficina de DA, así es que tenemos a la vista a dos
DA y al juez para ser nuestra persona de interior.”
“Perfecto.”
¿“Qué tal lo hizo Mitch anoche?”
Mitchell recorrió con la mirada, a través del cuarto, hacia donde Sandy
esperaba para hablar con Frye. “Depende de cómo lo mires.”
Jason miró por encima y arqueó una ceja. “Parecía que todo iba bien
con Kennie y los demás.”
“Eso estuvo bien. Hablaba de más tarde.” Clavó directamente los ojos
en el monitor. Observó los datos que cambiaban de posición
automáticamente. “¿Esto queda entre nosotros, cierto?”
“¿Dell, qué pasó?”
“Nada” ella dijo rápidamente. “Fuimos a Ziggies, lo cual es justo lo que
habíamos esperado hacer.”
¿“Y?”
“Nada fuera de lo normal.” Cogió fuerzas para sonreír abiertamente.
“Pero estoy dispuesto a salir de nuevo esta noche después de tu función.”
La estudió fijamente, luego miró al resto grupo a través del cuarto.
Watts hablaba, Sandy gesticulaba enfáticamente, y Rebecca negaba con la
cabeza con un movimiento negativo vehemente. Bajó la voz para que nadie
más lo oyera. “Te acostaste con alguien?”
¡“No!” Mitchell recorrió con la mirada a Sandy. “¿Excepto lo que si …
qué ocurriría si algo ocurriera, y tendría que hacer?”
¿“Te gusta el sexo?”
Mitchell inclinó la cabeza.
“Nadie espera que hagas algo que no quieras hacer.” Él se inclinó hacia
adelante, palmeó su muslo. “Traza una línea, Dell. Con lo que sea que
luego pueda vivir.”
¿“Qué ocurre si ocurre algo y tengo que seguir para mantener mi
cobertura?” Preguntó miserablemente. “Jesús, creo que Sandy me mataría.”
Él se rió. “Creo que tienes tota la razón. Tal vez Mitch debería
conservar esa cosa simplemente entre nosotros.“ Él miró hacia arriba.
“Hablando de Sandy, aquí viene el equipo.”
Rebeca anunció. “Sandy tiene una proposición.”
Mitchell se levantó, con una pregunta en sus labios, pero Sandy pasó
caminando sin mirar en su dirección.

CAPÍTULO VEINTICUATRO

“Para terminar,” Rebeca dijo, “tenemos un enlace directo con la


organización de la pornografía, como mínimo la parte haciendo los videos.
Ahora, necesitamos continuar en esta dirección tan duro como podamos.”
Como Rebeca esbozó el nuevo plan, Mitchell apretó sus mandíbulas y
se quedó con la mirada fija. Sus manos se cerraron en una bola de puños
apretados bajo la mesa y la bilis subía desde su intestino. No podría creer
lo que estaba oyendo. ¿Dejar que Sandy trabajara para los tipos que
grababan videos sexuales en directo? Sería como enviar a un cadete a
primeras línea en una guerra. Estaba loca. Y Mitchell se asustó. Asustada
desde los pies a la cabeza. Y si le ocurre algo?
“El primer contacto, lo más probable, será solo una conversación,”
Rebeca continuó. “Esperanzadoramente Sandy obtendrá el lugar y la hora
para la grabación de video.”
¿“Qué hacemos con las escuchas?” Watts preguntó. “Tendremos que
tenerlo todo bien cubierto.”
“No es mala idea.” Rebeca miró a Sandy. “¿Qué piensas de ello?”
La joven se encogió de hombros. “Depende delante de su tamaño y de
dónde tenga que ponérmelo.” Watts se rió disimuladamente, y ella le lanzó
una mirada furiosa. “Yo sé si podré llevarlo, ya sabes, llevo ropa muy
ajustada la mayoría de las veces. Se notaría demasiado si de repente
aparezco muy vestida.”
Mitchell no podía aguantar más ya. “¿Qué pasa si no podemos tenerla
localizada? No podremos hacer nada por ella.” Finalmente miró a Sandy.
“Estarás allí afuera por ti misma.”
“Oficial.” Rebeca dijo seriamente. Ella tampoco estaba muy de acuerdo
con esta idea, pero la oficial Mitchell parecía estar teniendo dificultades
con esta nueva incorporación de Sandy. Antes de que la joven oficial
pudiera decir algo, que Rebeca no pudiera pasar por alto, suavemente dijo,
“es una orden. Si tienes problemas con alguien de este equipo, le puedo
reasignar.”
“No, señora,” Mitchell dijo, arrancando de un mordisco las palabras.
“No hay problema.”
“Bien.” Movió sus hombros para aliviar una parte de la tensión, y luego
miró a Sandy. “Si Trudy o cualquier otro contacta contigo, quiero que al
menos trates de retrasarlo hasta que me puedas llamar. Watts te pondrá un
micrófono- ”
“Uh-uh. Ni hablar, él no me pondrá nada.”
“Aw, no puedo creer que quieras perderte ese tipo de diversión.” Watts
se expresó con una sonrisa. “Créame, qué te apetecería.”
“No creo que tu corazón lo pudiera soportar.”
“Con tal de que vivas lo suficiente como para que me – ”
“Callete, Watts.” Mitchell dijo las palabras serenamente, mientras se
volvió su asiento para afrontarle.
Él clavó los ojos en ella ante tal sorpresa. Hubo algo frío y letal en su
expresión.
“Dell – ” la voz de Sandy fue suave, cortés.
“Mitchell, tienes permiso para irte. Espérame en el otro cuarto.” Sin
molestarse en mirarla, Mitchell se levantó abruptamente y salió del cuarto.

“Salgamos, oficial.” Rebeca se acercó a ella, cambió de dirección y se


dirigió hacia el ascensor.
Se levantó de la silla donde había estado sentada inmóvil, durante
treinta minutos interminables y la siguió hacia el ascensor sin rechistar.
Cuando salieron, la detective giró hacia la derecha y empezó a caminar
hacia el río. Mitchell cogió su paso.
“Tenemos un problema,” dijo rotundamente, mientras cruzaban la
Calle.
Mitchell no dijo nada. Sabía lo que venía. Otra acción disciplinaria. Y
esta vez significaba el fin de su carrera.
¿“Qué pasa entre vosotras dos?”
“Estoy enamorada de ella.” Mitchell no podía mentir. No por más
tiempo.
“Eso es simplemente terrorífico.” Rebeca suspiró. Silenciosamente,
cruzaron el puente y siguieron hacia Delaware Avenue, y se detuvo. “¿Qué
ocurriría si te ordeno escoger entre Sandy y el trabajo?”
“Abandonaría.”
“Cristo,” masculló. Dio la espalda a la calle, apoyó una cadera contra la
piedra, y afrontó a Mitchell. “Tienes todo para ser un oficial ejemplar, eres
inteligente, dedicada, confiable.” No agregó que la creía valiente, pero lo
pensaba.
“Gracias, detective.”
“No me lo agradezcas. Aún no he terminado.”
“Sí, señora”
“Pero tienes una debilidad muy seria, oficial Mitchell. Tu
temperamento. Has sido insubordinada, y no lo es la primera vez. Lo he
dejado pasar antes, pero ahora no puedo hacerlo.”
“Entiendo, señora.” Jesús, sólo dime que estoy fuera. Simplemente dilo.
“No creo que lo entiendas.” Observó a Mitchell cuidadosamente.
“Normalmente, un poquito de temperamento no es un malo. Necesitas
ese fuego ardiendo adentro para afrontar el peligro sin sobresaltarte.
¿Entiendes?”
Mitchell pensó cuando había ido al callejón en la oscuridad, bajo la
lluvia, a solas, apenas capaz para ver una pulgada delante de a ella.
Sabiendo que cualquier podría haberla atacado, alguien probablemente más
grande, probablemente más fuerte, y probablemente armado. Pero ella
había oído un grito de mujer, y eso la había enojado. Tanto su cólera como
su sentido del deber era lo que la había llevado a ese callejón. Suavemente,
contestó, “Sí, señora. Lo entiendo.”
“Pero si no puedes controlar ese fuego te comerá, y algo se está
comiendo ahora.”
Mitchell no dijo nada. Sus entrañas rodaron, y por un minuto, temió que
fuera a vomitar.
“Si no puedes trabajar con Sandy necesitarás estar fuera del equipo.”
¿“No lo estoy ya?” Miró a Rebecca, confundida.
“No te puedo decir con quien puedes dormir. No te puedo decir a quién
puedes querer.” Desvió su mirada de Mitchell hacia un barco que
lentamente se abría paso en el puerto de Filadelfia. Pensó en Catherine, y
en cómo tener a Catherine en su vida, le había hecho ser una policía mejor
porque sus propios fuegos ahora la consumían menos. “Pero te puedo
decir, que tendrás que aprender a vivir con que ella, con quién es ella”
volvió su mirada fija a la cara de Mitchell. “Y con lo que ella hace.”

“Lo estoy intentando.”


“No lo suficientemente duro.”
Mitchell inclinó la cabeza.
“Necesitas pensar en todo esto, lo antes posible. No te lo puedo ordenar,
pero creo que tal vez usted necesitas hablar con la Dra. Rawlings.”
“Quiero estar en este equipo más que cualquier cosa en mi vida, excepto
estar con Sa – ”
“Te lo dije la primera vez, Mitchell,” dijo Rebeca. “Deja de decirme
cosas que no quiero saber.”
“Sí, señora.” Mitchell se enderezó. “Hablaré con la Dra. Rawlings.”
“Sobre tu trabajo.” Rebeca sujetó los ojos de Mitchell. “Si lo pierde una
vez más y quedas fuera. Lo detallaré en tu archivo, y te enterrarán en
alguna parte hasta que abandones de puro aburrimiento.”
“Sí, señora. ”
Rebeca inclinó la cabeza y cambió de dirección hacia de regreso hacia
Sloan Seguridad. “Volvamos. Jason me ha dicho que tiene un trabajo para
ti.”
“Gracias, detective. Espero yo – ”
“No me lo agradezcas, Mitchell. ¿Simplemente actúa como debes
hacerlo”
“Sí, señora. Estoy en eso.”

Desde la esquina, Rebeca espiaba a la joven rubia delgada, en minifalda de
cuero y chaqueta negra brillante, y al hombre que estaba junto a ella. Su
cara solo dejaba traslucir nada menos que aburrimiento, pero sus ojos
estaban vivos. Suspiró y recorrió, lateralmente, con la mirada a Mitchell.
La expresión de la oficial parecía totalmente indiferente, para quien la
observara, pero su mirada fija era hambrienta.
“Cristo.” Rebeca sacó las llaves de su bolsillo de la chaqueta de sport y
se dirigió a su coche. “Cinco minutos más, Mitchell, aguanta.”
En una brecha rara de protocolo, Mitchell olvidó contestar cuando se
acercó más a Sandy. Apenas oyó el coche acelerando al máximo cuando
Rebeca abandonó el lugar.
“Hola” Mitchell dijo suavemente, tratando de alcanzar la mano de
Sandy. Con los dedos entrelazados, sujetó sus manos unidas entre ambos
cuerpos, por si alguien los observaba.
¿“Lo apruebas?” Sandy preguntó.
“Sí.” Sonrió abierta y tímidamente. “Pierdo algunos pedazos de mi
anatomía, pero, sí.”
“Lo siento, Dell.” La miró a los ojos, buscando heridas verdaderas.
“Siento de verdad.”
¿“Por qué? No es tu culpa. Me pasé de la ralla y contesté a Watts. Todo
fue culpa mía.”
La había estado observando, recordando el dolor en los ojos de su novia
cuando Frye la había sacado de la sesión informativa. Recordó, también,
advertencia de Frye sobre cual cualquier clase de relación con Sandy
podría hacer mucho daño en la carrera de Mitchell. “Sabes, novata, no
puedo dejar pasar el trato que tengo con Frye. Pero no quiero que eches a
perder tu carrera, tal vez mejor deberíamos – ”
La voz de Mitchell la interrumpió y ella tragó saliva. “No. No me hagas
esto, Sandy. Por favor.”
Nunca había supuesto que el dolor de alguien pudiera lastimarla tanto.
“Dell, yo … no sé qué hacer.”
¿“Solo no me dejes, si?” Mitchell atrapó la mano de Sandy. “Te
necesito.”
“Estás chiflada.” Su corazón dolía. Dolía de una forma como nunca
había sentido. “No quiero necesitarte.”
“Eso está bien. No tienes que hacerlo.” Le sonrió tristemente. “Siempre
supe que eras más fuerte que yo.”
Llevó una mano hacia el pecho de Mitchell. “He dicho que no quiero…
no que no lo haga.“
“Eso suena muy bien.” Mitchell cerró los ojos y frotó los dedos de
Sandy contra su mejilla.
Retiró la mano nerviosa. “No creo que sea buena idea que Watts o
alguien nos vea así.”
Mitchell se encogió de hombros. “Ya no tendrá importancia. Le hablé a
Frye de nosotras.”
Sandy se quedó con la boca abierta, sin saber muy bien qué decir.
“¿Qué tu qué?“
“Le dije que estaba locamente enamorada de ti, y que si me quería
despedir que no me importaba.”
“Oh, dios.” Le agarró del cinturón y la arrastró hacia ella para temer
mayor privacidad, bajo el saliente del edificio de más cercano. Luego puso
sus brazos alrededor del cuello de Mitchell y la besó hasta que ambas no
dejaron de jadear. Apoyándose sobre el cuerpo de Mitchell, le susurró,
“quiero arrancarte la ropa y … hacerte cosas.”
“Me alegra saberlo.”
“Ve a trabajar Dell.” La besó sonriendo abiertamente otra vez y
rápidamente se marchó dando media vuelta, antes de que pudiera perder
completamente la compostura
Riéndose, Mitchell observó hasta que Sandy dobló la esquina, pensando
lo sexy que se la veía en esa minifalda de cuero.

CAPÍTULO VEINTICINCO

Sloan saboreó el aliento caliente contra la parte trasera de su cuello y la


mano suave acariciando su abdomen. Michael estaba presionada contra,
con un brazo rodeando su cintura. El abultamiento suave de los pechos
contra su espalda y el susurro de sus suaves labios en su piel, eran la
sensación más preciosa que alguna vez había experimentado. El miedo
terrible que había llenado su pecho, durante las pasadas interminables
horas, se desintegró como el hielo bajo la luz del sol y la llevó a un río
cicatrizante de lágrimas.
“Sloan. ¿Cariño?” Michael apretó su abrazo, sintiendo el cambio sutil
en la respiración de su amante. “Oh, no, mi amor, no llores.”
“Estoy bien,” habló con voz áspera rápidamente, levantando una mano
para apartar la humedad. “Simplemente estoy feliz. Llevas mucho tiempo
despierta?”
“Un rato.” Lentamente acarició con sus dedos los pechos de Sloan,
dándole un pellizco sobre los pezones antes de descender sin dirección
hacia su abdomen. “No quería despertarte.”
“Ahora estoy despierta,” murmuró cuando Michael continuó
acariciándola mientras su mano seguía bajando. “Michael … ”
Michael se rió y llevó la punta del dedo a lo largo del valle entre el
estomago y muslo.
“Michael, no podemos,” le avisó, apartando sus caderas.
“No hagas que tenga que rogarte, cariño” le advirtió. “Me siento bien.
¿No querrás causarme un dolor de cabeza, verdad?”
Sloan suspiró. “Eso es chantaje.”
¿“Lo es?” Michael sonó asombrada, y luego se rió otra vez. “Bien, me
has pillado.”
“Deberíamos esperar hasta que estés mejor.”
“Estoy mejor,” insistió, colocando suavemente su palma entre los
muslos de Sloan, sus dedos deteniéndose contra carne resbaladiza y lista.
“No podré correrme.” Contuvo el aliento cuando sintió que el dedo le
rodeaba el clítoris. “Estaré preocupada pensando en si te hago daño.”
“Oh, esto es serio.” La voz de Michael seguía bromeando. “Bien. Nos
estás obligada a correrte. Solo necesitas someterte a mis atenciones.”
“Michael ... ” Necesitaba su tacto, estaba sedienta de tocarla. Pero su
miedo no la dejaba relajarse, y luchó contra su deseo. “¿Por qué estás
haciendo esto?”
“Porque te he añorado.” El tono de Michael ahora era serio, casi triste.
“Porque necesito estar contigo. Sloan, yo también te necesito.”
El corazón de Sloan se volteó en su pecho, y se perdió. Cada vez que su
amante le decía ese tipo de cosas, ella se desubicaba totalmente. La quería
más, si eso fuera posible. “Oh, el dios. Cualquier cosa que quieras. Lo
sabes.”
“Te quiero.” Michael le sonrió tiernamente. “Solo quiero tocarle.
Quiero sentir tu corazón agotado bajo mis dedos. Quiero sentir tu pasión
fluir para mí. Quiero oír la suspensión de tu aliento simplemente para mí –

“Prométeme, ” le rogó, sitió que los dedos de Michael continuaban su
camino hacia su perdición, “eso … ah, dios … que ”
¿“Qué, cariño?” vio los ojos de su amante cerrarse, mientras continuaba
acariciando tota la longitud de su clítoris. “¿Qué?”
Intentó abrir los ojos. “Que te detendrás si … ” sus caderas se sacudían
con fuerza, mientras intentaba respirar. “Si te lastimo … dondequiera.”
“Sloan,” Michael la apaciguó, su corazón palpitando furiosamente.
“Tocarte nunca podría lastimarme.”
“Te quiero”
Michael sonrió. “Entonces déjame ver cómo te corres.”'
Apoyó su frente sobre la de Michael, con su mano ahuecando el pecho
de su amante. Le conservó, pero sus ojos no le dejaban ver. Ese
sentimiento de ser amada, deseada y necesitada la volvía ciega. La
presencia de Michael, viva, bella y cariñosa, era más excitante aun que su
exquisito toque. Era demasiado para Sloan.
Un grito pequeño de sorpresa y admiración se libró de ella. “Ohh … allí
…”
“Sí. Sí, mi amor.”
Quedándose sin aliento, Sloan bajó bruscamente hasta la cama, con sus
extremidades deshuesadas y su pecho levantándose. “Estoy …
desentrenada.”
Michael se rió, con un ronroneo sensual ronco de satisfacción. “Oh,
creo que no.” Descansó su cabeza en el hombro de Sloan, dibujando
círculos perezosos en el estomago con los dedos. “¿Qué planes tienes para
esta noche?”
Acarició con la nariz la oreja de Michael, luego ligeramente mordió el
lóbulo. “Debería bajar. Dejé esta mañana cosas sin terminar.”
Michael le levantó la barbilla y besó la superficie inferior de su
mandíbula. “Prométame algo.”
“Lo que quieras.”
“Cuando averigües quién causó el accidente, dejarás que Rebeca se
encargue.”
No había nada que Sloan pudiera hacer. No había nada en ella, nada de
ella, que Michael no poseyera. “Te lo prometo.”
“Gracias.” La besó otra vez. “Sé lo duro que es para ti.”
“No sabes cuánto te quiero.”
Suavemente Michael sonrió. “Oh sí, cariño, lo sé. Siempre me lo
demuestras.”

Catherine se desperezó y suspiró. “Dios mío, me encanta el sexo por la


tarde.”
“No es por la tarde,” Rebeca señaló.
“Mmm, bueno lo era cuando empezamos.”
Sonrió abiertamente. “Ye me dirás qué piensa Joyce sobre que
desaparecieras.”
“Casi no desaparecí, ” Catherine apuntó fuera. “Simplemente me tomé
algún tiempo … personal … antes de mis sesiones de la noche.”
Acarició el pelo de su amante, consciente de una nueva y extraña
emoción. La satisfacción. “Llegaré tarde esta noche.”
¿“Ha ocurrido algo?” Catherine preguntó cuidadosamente. Quería decir,
No salgas Fuera. Quédate aquí. Déjame cerrar los ojos sabiendo que estás
segura. Déjame quedarme dormida en tus brazos.
“Todavía no, pero pronto. Mitchell sale fuera a puerta cerrada otra vez,
y quiero estar cerca.”
¿“Ten cuidado, hmm?”
¿“Qué, con Mitchell?” le preguntó.
“No, mi detective simpática, tu.”
Rebeca suspiró. “Más o menos le ordené a Mitchell que te viera
profesionalmente.”
“Ordenar alguien a experimentar terapia no es lo más normal para
iniciar ese proceso.” El tono de Catherine era suave, pero sus ojos estaban
profundamente serios.
“Puede que no, pero está cerca de joder toda su carrera. Le di una
salida.”
¿“Me veía o la devolvías a patrullar las calles?”
Rebeca sonrió abiertamente. “Por ahí va la cosa.”
Catherine suspiró. “Cariño – ”
“No es tan malo como suena. Dije que podía ver a quien quisiera, y que
si lo hacía o no dependía de ella. No te preguntaré nada de ella.” Acarició
la mejilla de Catherine. “¿suena bien?”
“Suena como si fuera un acuerdo.” Catherine comenzó a rodar encima
de su amante y la besó, un beso que pronto se hizo más hondo y se puso
hambriento. “Oh, cariño, ” se quedó sin aliento.
“Ajá.” masculló, llevando los brazos alrededor de Catherine,
volteándola hasta quedar encima.


¿“No tienes hambre?” Sandy preguntó.
¿“Qué?” Mitchell removió lo que le quedaba de la chuleta y suspiro.
“No realmente.”
La miró preocupada, mientras se terminaba su cerveza. “Bien. ¿Qué
hay?”
Mitchell chocó con la mirada fija inquisidora de Sandy, viendo su
preocupación relejada en sus ojos azules. “¿Necesito, me prometerás que
no irás a ninguna reunión con ese tipo de los videos sin que lo sepamos?”
“Ah, Dell. No eso otra vez.”
¿“Qué pasará si ocurre te ocurre, no sabemos dónde estás?”
Puso su mano en la pierna de Mitchell y se recostó. “No me va a
ocurrir nada. Trudy me llevará donde el tipo ese. Diré, Oh sí, me gustaría
desnudarme y hacerte una mamada,- y luego él dirá, Genial, o algo
semejante y un blah blah todo el tiempo. Luego tu y Frye y pluto lo
pateareis.”
Mitchell sonrió a pesar de la ansiedad que quemaba en su intestino.
“Soy una chica grande, novata. No te preocupes.”
“Lo sé,” dijo suavemente, jugando con los dedos de Sandy. “Realmente
necesito que avises a Frye si surge algo. Yo … no puedo dejar de pensar en
si te ocurriera algo otra vez.”
“De acuerdo, cariño, de acuerdo.” Se recostó sobre Mitchell, besándola
y deslizando una mano sobre su estómago, recorriendo luego su cintura.
Cuando su lengua encontró la de Mitchell, lloriqueó débilmente, trepando
en su regazo.
“La página principal del sitio Web,” dijo jadeando cuando Sandy
finalmente rompió el beso. “La casa – Jesús, vamos a casa ahora mismo.”
Al sentir su respiración, Sandy se restregó sobre los pantalones de
Mitchell. “¿Sí? ¿Para hacer qué?”
Mitchell buscó palpando su cartera, sus manos cimbrando. “Quitarte la
ropa, ya sabes.”
“Oh, Eso. Me gustaría.” Tiró ligeramente en la pretina de Mitchell,
sonriendo abiertamente al ver la nebulosa necesidad en los ojos de
Mitchell. “Luego podemos vestir a Mitch.“

“Oh, Jesús,” Mitchell gimió.


Riéndose, Sandy tiró de ella. “Vamos, novata. Tenemos cosas que
hacer.”

CAPÍTULO VEINTISEIS

¿“Mitch? ¿Mitch, estás bien?”


Mitch parpadeó y enfocó su atención sobre los pechos desnudos a dos
metros delante de su cara. Rápidamente, evitó su mirada fija y recurrió a
Jazmín. “Sí. Lo siento.”
“Creo que a ella le gustaría que estuvieras algo más interesado.” El
jazmín estudió a su compañero con algo preocupación. “Te veo
despistado.”
“Simplemente estoy cansado.” Eran más de las tres en la mañana, y no
había dormido mucho la noche anterior. Todavía estaba cansada de hacer
estado con Sandy haciendo el amor. Después de la función de Jazmín en el
Troc, todos habían ido de bar en bar, y Ziggies había sido su último alto y
para entonces, Mitch estaba con los ojos hinchados por el cansancio.
“Tienes que ser más listo,” Jazmín dijo mientras se acercaba y
descansaba su mano en el muslo de Mitch. Con los labios cerca de la oreja
de Mitch y su mano vagando por la pierna, alguien observando habría
pensado que eran amantes, lo cual era justo lo que ella intentaba. “Si
pierdes la concentración estarás en problemas.”
Inclinó su barbilla y besó la esquina de la boca de Jazmín. Luego él
movió sus labios a lo largo de la mandíbula y se quejó, “Lo sé, no te
preocupes. Solo necesito descansar un poco. Estaré bien. Gracias.”
Le acarició con la nariz el cuello a Mitch. “Frye me matará si te pasa
algo.”
“A mí también, si dejo que algo salga mal.” Le sopló suavemente en la
oreja de Jazmín. “Creo que deberías quitar tu mano de mi polla, ahora.”
Jazmín se rió y se recostó en su asiento. “Nunca consigo que me dejéis
jugar.”
Riéndose, Mitch se levantó y se desperezó, luego sacó un dólar del
bolsillo de sus pantalones de cuero, extendió la mano, y se lo metió en la
diminuta ropa de vestir roja de la mujer bailando simplemente delante de
él.
¿“Estás pensando en algo caliente?” Ronroneó mientras hacía girar sus
caderas sugerentemente.
“Lo haré si no me dejas tranquilo.” Mitch recorrió con la mirada al resto
de sus compañeros y a Jazmín. “Necesito otra cerveza.”
Necesito obligar alguien a hablar conmigo, no sólo coquetear conmigo.
Necesito hacer algo.

“Hay tantas cosas equivocadas con este cuadro, aun no sé donde para
empezar.”
Rebecca balanceó su tercera taza de café, desde la medianoche, en su
rodilla y miró a Watts.
Él devolvió su mirada fija con indignación justa. “Soy detective de
segundo grado, y estoy sentado sobre mi culo, aquí afuera en el frío,
mientras un novato está dentro donde es agradable y se estará caliente.”
“Si, seguro que te quedarían genial los pantalones de cuero” Rebeca se
estremeció “así es que te quedarás conmigo aquí afuera en el frío, y
dejarás de quejarte.”
Watts bufó, y no le quedó más remedio que hacer caso a su sentido
común. “Seguro que al novato y a la falsa Jazmín no se les congelan sus
partes. Seguro lo estarán pasando bien rodeados de tantas mujeres.”
Rebecca se frotó en el dolor de cabeza abrasador, tan molido, entre los
ojos. “No quiero saber más de tu culo o ni de cualquier otra parte de tu
anatomía, congelándose. Solo quiero que te sientes aquí y te calles.
Estamos de vigilancia, no divirtiéndonos.”
“Por lo menos yo podría apreciar los cuerpos desnudos de las mujeres
del interior, ” él se quejó. “¿Entonces, puedo fumar?.”
“No,” Rebeca contestó por quinta vez, en una hora. Levantó su taza de
café, la detuvo a medio camino, y entrecerró los ojos al ver aparecer a dos
figuras del extremo más alejado del edificio. Suavemente ella dijo, “Oh,
oh. ¿Qué es esto?”

¿“Entonces,” Mitch dijo al camarero cuando le pasó la cerveza, “cómo


puedo conseguir algo de acción por aquí?”
El camarero pareció no haber oído, ya que tenía enfocada su atención en
algún punto del local. Mitch desvió su mirada hacia esa misma dirección, y
su corazón tartamudeó mientras su estómago convulsionó con sacudida.
Una joven asiática, casi niña, había entrado en el local y andaba entre las
mesas, seguida de cerca por Sandy.
Por un instante, Sandy miró en dirección a Mitch, y cuando sus ojos se
encontraron, no había nada en la expresión de Sandy para sugerir que se
conocían. Se volvió a mirar hacia su compañera. “¿Cómo me dijiste que se
llamaba ese tipo?”
“No lo dije.” Trudy se encogió de hombros. “No creo que nunca me lo
dijera. Tiene alguna clase de acento … no sé de dónde. Creo italiano o
ruso. Por ahí va la cosa.”
“Tengo sed. ¿Quieres algo?”
“Nah. ” Trudy se sentó a una de las mesas frente a Jazmín y al resto de
sus compañeros. “Debería estar pronto aquí.”
Sandy se dirigió con paso lento hacia la barra, y se apoyó en un taburete
a seis asientos de donde Mitch todavía estaba. El camarero se tomó su
tiempo, y cuándo él llegó al alcance del oído, ella dijo, “ sería demasiada
molestia que me sirviera una cerveza?”
¿“Sería demasiada molestia chuparme la polla?”
“No si el precio es correcto.”
Él se rió. “¿Crees que trabajando en un lugar como éste, tengo que
pagar para ello?”
“Si te dijera lo que pienso, me quedaría sin mi cerveza.” Levantó un
hombro, y le sonrió. “Y tengo mucha sed.”
Le devolvió la sonrisa y le acercó una botella de Budweiser fría.
“Cuatro.”
Sandy sacó dinero de su bolsillo, bajo la pretina de su falda roja corta
sobre la entrepierna. Sus zapatos eran del mismo tono, y llevaba puesta una
parte superior negra de raso, con correas de la cuerda.
“Dame cinco minutos en el cuarto interior, y podrás conservar tu
dinero.” Cuando él habló, sus ojos bajaron sobre sus pechos, deteniéndose
en el contorno de los pezones apretados.
“No durarías ni minuto.” Empujó el dinero sobre la barra.
El bufó y recogió el dinero. La joven levantó la botella y cambió de
dirección hacia Mitch. Sus ojos se encontraron, y Sandy inclinó la cabeza,
luego cambió de dirección y se marchó dando media vuelta.

¿“Qué piensas?” Watts preguntó.


“Creo que va a ocurrir algo ahí dentro,” le respondió agudamente.
“Cristo todopoderoso. Tenemos a tres personas allí dentro, y estamos
sordos y ciegos aquí afuera. Deberíamos entrar para saber qué está
pasando.”
“Ella debería habernos avisado.” Watts estaba furioso, mirando la
puerta del club sexual. “Se supone que le teníamos que poner un micro.”
“Si le llaman tiene que acudir. Sandy conoce el juego.” El estómago de
Rebeca se contorsionó con aprensión, pero su voz era directa, su cara
inexpresiva. “Jazmín y Mitch la vigilaran mientras esté dentro.”
“Genial. Un civil travesti y una novata con la cabeza más dura que su
polla.”
“Ya vale.” Se quejó, reconociendo los improperios de su compañero. El
también estaba preocupado. Con la mirada fija sobre la puerta, esperaba
ver a la joven salir del local. Vamos, cariño. Sáquele para nosotros.
¿“Crees que deberíamos pedir refuerzos?”
¿“Para qué? De momento, lo único que tenemos es un CI buscando
información.” Negó con la cabeza, luego, con más confianza ella sintió,
“Les seguiremos en cuanto salgan.“
“Esto no me huele bien.”
Lo Sé.

Unos minutos más tarde, Mitch observó, desde la barra, a un hombre


musculado, de pelo oscuro, vestido con un traje sorprendentemente caro,
entrar por la parte trasera del local semioscuro. El recién llegado se detuvo
en la esquina lejana, donde las dos mujeres continuaban de espaldas, y
casualmente examinó alrededor. Después de examinar a todos los
ocupantes de la barra, el hombre caminó hacia la mesa de Sandy y se
sentó.
Era el tipo del video. No podía acercarse lo suficiente para oír la
conversación. Lo único que podía hacer era observar impotentemente como
el hombre se inclinaba hacia adelante y ponía sus dedos bajo la barbilla de
Sandy, luego volteó su cabeza de un lado a otro. El ácido quemó un hueco
en el estómago de Mitch, y cuándo el desconocido corrió su dedo índice
grueso bajo el cuello de Sandy y luego entre sus senos, la vista de Mitch se
nubló con una combinación de furia y terror enfermizo.
Haz el trabajo. Se obligó a volverse casualmente caminando a su
asiento. Cuando se sentó, deslizó un brazo alrededor de los hombros de
Jazmín. “¿Los ves?”
“Sí.” Jazmín se acurrucó bajo el brazo de Mitch, conservando. El
cuerpo de Mitch vibraba por la tensión. “Cálmate. No va a pasar nada aquí
dentro.”
Se preocupó por “aquí dentro.“
“Rebeca está afuera.”
Mitch se puso rígido cuando Sandy, Trudy, y el hombre se levantaron.
“Van a salir fuera por la puerta trasera. Joder. Frye no les verá salir.”
“Mitch,” Jazmín advirtió al ver que éste se levantaba. “Qué – ”
“Cogeré mi moto y me acercaré por callejón. Debería poder seguirlos
desde allí. Avisa a Frye.”
“Espera”
Pero Mitch ya estaba saliendo por la puerta, y no se devolvía. Él no iba
a dejar que Sandy desapareciera en la noche.

CAPÍTULO VEINTISIETE

La joven policía meció una pierna sobre su moto, la arrancó con una patada
veloz, y la llevó hacia el callejón, al lado del edificio donde había estado.
En menos que cinco segundos, había desaparecido de vista.
Watts se volvió en su asiento con dificultad, soltó el cerrojo de la puerta
trasera, y el Jazmín se metió dentro, diciendo jadeantemente, “ Gracias.
Están en camino … fuera por la salida … trasera.”
Dios maldita sea. Rebeca apretó sus dientes, sabiendo que no estaban
preparados. “¿Dónde diablos esta Mitchell?”
“Siguiéndolos,” Jazmín les explicó desagradablemente.
“Jesucristo.” Desacelerando, afiló el vehículo a través de un pequeño y
estrecho callejón oscuro. La mayor parte de los edificios, que dejaban atrás
estaban obscuros.
¡“Allí!” Jazmín apuntó a través del parabrisas, a la vez que se inclinaba
sobre el asiento. “En el otro extremo del callejón, creo que he visto unas
luces traseras.”
Eran casi las cuatro de la mañana, y había muy poco tráfico hacia hacía
el Norte Filadelfia. Desde que no había visto al vehículo del blanco, se vio
forzada a seguir la moto, esperando que Mitchell pudiera lograr mantener
al sospechoso a la vista. Siguió a la moto sin pensarlo.
“Jesús. Vaya mierda,” Watts masculló. “Espero que la novata no se
delate así misma … ella … ah, joder … mierda. Si estos tipos piensan que
han sido descubiertos, las matarán y las dejarán en alguna parte.”
Su compañero estaba en lo cierto, pero Rebeca no dijo nada, sus
mandíbulas seguían contraídas, y sus ojos, sin parpadear, estaban fijos
delante de ella. Cuando cambiaron de dirección, en una calle rodeada de
edificios abandonados, Mitchell la asombró acelerando rápido y
desapareciendo, la luz trasera roja de la moto desvaneciéndose a través de
la oscuridad.
“Esperemos que esa era una señal,” Rebeca murmuró cuando se deslizó
hacia la cuneta, detrás de un coche averiado. Miró en todas las direcciones
y no vio signos de vida. Había una media docena de vehículos estacionados
a lo largo de ambos lados de la calle, pero nadie a pie, ni luces en
cualquiera de los edificios.
Pasaron cinco minutos.
Nadie habló.
Inclinó su cabeza, concentrándose en un trueno apenas perceptible a lo
lejos. Ella recorrió la mirada en el espejo retrovisor. No había farolas, poca
luna, y la calle detrás de ella estaba cubierta con una túnica en sombras.
Cuando volvió a observar, una forma emergió.
Watts miró por encima su hombro. “Hijo de puta.”
Conduciendo sin luces, Mitchell deslizó la motocicleta grande en parte
trasera el sedán de vigilancia y apagó el motor. Siguiendo agachada, se
detuvo a un lado del vehículo y golpeó la puerta de Vatios.
¿“Dónde están?” Watts le preguntó cuando abrió la puerta para ver a
Mitchell encorvado al lado del coche.
“En el edificio del final de la calle a la derecha. Es un almacén.”
“De acuerdo,” Rebeca dijo enérgicamente. “Watts, llama y pide
refuerzos. Iremos con una unidad y pondremos otro en el vehículo en el
callejón.”
“Quieres entrar ahora?, ” Wattss preguntó rotundamente.
“Le tenemos por lo del video. Sabemos que él está allí, con al menos
una menor de edad y eso viola leyes locales, estatales, y federales. Diría
que tenemos causa probable.” Ella recorrió con la mirada a Mitchell cuyos
ojos estaban llenos de furia contenida. “Además, si no nos movemos ahora,
Sandy y Trudy va a tener que hacer ese video.”
La cara de los Watts se endureció. “Que empiece la fiesta.”

En contra de las objeciones de Watts, Rebeca entró primera a través de la


puerta. Ingirió el cuarto grande en una mirada barredera. El estudio estaba
ubicado en el centro y brillantemente alumbrado. La misma cama, el
mismo telón de fondo, los mismos sostenes patéticos. La misma estrella,
excepto que ahora la mujer sobre la que él tenía puestas las manos era
Sandy, y Rebeca quiso matarlo. Su sangre ardía, pero su mente era más
clara que el agua.
Gritó alto policía, sin dejara de correr hasta tuvo su arma en su cara y le
golpeó con la rodilla en su entrepierna. Luego le golpeó el estómago y
abofeteó en varias ocasiones.
“El otro tipo ha salido por la parte de atrás,” uno de los uniformados
gritó y corrió tras él.
“Watts, esposa a este tipo.” Rebeca llegó rápidamente a sus pies y
recorrió con la mirada a Sandy. ¿Estás bien?
Sandy asintió con la cabeza. Sonrió débilmente. Se alegraba de verla.
“Y mantén un ojo sobre esta dos,” Rebeca le ordenó, antes de salir
corriendo a ayudar a los uniformados a buscar el segundo sospechoso.
Sandy quería preguntar dónde estaba Dell, pero sabía que no podía
preguntar por ella. Pero la pregunta estaba en sus ojos cuando miró
fijamente a Watts.

El callejón estaba obscuro y los ladrillos contra de la parte de atrás de


Mitchell eran ásperos y fríos. Cuando la puerta lateral se abrió
ruidosamente y una grande figura oscura salió a través, vio cómo varios
oficiales de policía se lanzaban sobre él.
Él era grande y fuerte, y no lo podría fácil. Los dos uniformados estaban
sobre él, a pesar de que todavía se contorsionaba y retorcía. El callejón se
llenó de gritos, gruñidos y maldiciones. Mitchell se acercó hacia ellos,
desde donde Fray la había situado, mientras los demás entraban.
Estaba a tres metros de la maraña de brazos y piernas, cuando vio el
destello de una luz de acero. El sospechoso estaba sacando un cuchillo de
su bota. Él se lanzó hacia ella y la alcanzó.
¡“Cuchillo!” Gritó lo más fuerte que pudo.
El cuchillo la atrapó en el muslo izquierdo, antes de que el segundo
oficial agarrara el brazo del sospechoso y eficazmente se lo rompiera.
Durante unos segundos no notó ningún tipo de dolor, pero luego el dolor la
inundó como una oleada de fuego rojo y quitó su aliento. Empezó a
arrastrase, agarrándose de la pierna, sepultada en su muslo. Necesito de
toda su fuerza de voluntad para retener el grito que amenazaba con salir de
ella. Oh joder, joder. Dios mío. Duele.
De alguna parte oyó gritos y luego una constante voz profunda que la
llevaba con fuerza calmante.
“Quieta, Mitchell,” Rebeca dijo mientras se inclinaba sobre la joven.
“Déjame ver la herida.”
… “Estoy bien, detective,” Mitchell jadeó, empezando a toser. “¿Sandy
está bien? El le hizo algo? ”
“Ella está bien. Él nunca la tocó.” Al menos esa es la historia a menos
que ella le diga algo diferente.
“Dile … que estoy bien.”
“Se lo podrás decir tu misma.” Miró la piscina de sangre bajo la pierna
de Mitchell y su estómago se volteó. Había demasiada sangre. Se quietó su
chaqueta y envolvió la manga apretando alrededor del muslo de Mitchell,
luego cogió su teléfono móvil y pidió una ambulancia. Arrodillándose,
puso una mano sobre la cabeza de la joven, y con la otra aplicó constante
presión sobre la herida. La piel de Mitchell estaba húmeda y pegajosa.
“Sólo tienes que quedarte quieta.”

Catherine se despertó sobresaltada al escuchar el primer tono del teléfono.


Sus ojos volaron hacia el reloj. Eran las 5:44.
Sabía al instante que estaba sola, y que algo había ocurrido. Oh mi dios.
¡No!
“Dra. Rawlings.”
“Catherine, yo estoy bien,” Rebeca dijo inmediatamente.
El alivio fue veloz y dulce. “¿Qué ha pasado?”
“Mitchell va de camino al Hospital. Un cuchillazo. No puedo dejar la
escena … ”
“Iré enseguida,” dijo de inmediato, retirando hacia atrás las sábanas y
levantándose “¿Estás segura que estás bien?”
“Si, tranquila. Estaré allí, en cuanto pueda.” Otra pausa. “Catherine,
cuida de Mitchell.”
“Por supuesto.”
“Te quiero. Iré enseguida.”
El teléfono se volvió yermo.
Te quiero.

CAPÍTULO VEINTIOCHO

“Te interesa algo Frye?” Dee Flanagan la preguntó mirándola desde la


puerta del almacén, en jarras, examinando lo que ahora era su escena de
crimen. Sacó de su bolsa diverso material para ser utilizado. Empezó a
hacer fotografías, trazar diagramas y catalogar pruebas. A su izquierda, una
mujer asombrosa y sexualmente atractiva, estaba sentada junto a Sloan
delante de un banco de monitores de vídeo, pantallas de ordenadores y
otro diverso material electrónico.
“Puede ser.” Confiaba en Flanagan, cuando casi no confiaba en nadie en
el departamento, a excepción Watts. Ahora necesitaba ver por sí misma,
que Mitchell estuviera bien. “Tan Pronto como Sloan quede satisfecha de
que los datos electrónicos son seguros, puede sacar cualquier cosa de aquí
que necesites.”
Otra vez, Flanagan inclinó la cabeza, sus ojos en todas partes de
inmediato, verificando que todo estaba siendo manipulado apropiadamente.
“Parece que lograste algo importante esta noche, Frye. Buen trabajo.”
Era cierto, pero no estaba todo lo que ella quería. Todavía tenían cosas
que averiguar, y probablemente obtuvieran arrestos dignos gracias a lo que
encontraran en soporte informático incautado. Pero todavía no tenía la
fuente de la fuga dentro del departamento, y tampoco tenía al asesino de
Jeff Cruz y Jimmy Hogan. No tenía al asaltante de Michael. Solo estaban
empezando, pero el trabajo estaba en marcha pasa ser acabado. “Lo que
tengo es un oficial en el hospital.” Suspiró y se restregó la frente.
“Caramba.”
“Vete. Encárgate de ello, Detective.” Flanagan palmeó el hombro de
Rebeca y dejó que se marchara, mientras ella continuaba con su trabajo.

“Mira, no necesito ser examinada por ningún ginecólogo. El tipo no dejó
nada adelante o en mí,” dijo Sandy apasionadamente. “Y créeme, lo sabía.”
“Es simplemente rutina.” Watts giró el sedán de vigilancia, sin marcar,
dando una vuelta en U delante del departamento de emergencia en hospital
Universitario.
Sandy lo miraba suspicazmente. Él no la había mirado ni una sola vez,
desde que se habían metido en el coche, y él no la había insultado, no había
hecho ningún comentario lascivo ni nada por el estilo. Algo estaba mal. El
no se libraría de ello. Con el estómago encogido se decidió a preguntar.
“¿Dónde está Dell?”
“La operación es todavía en curso,” Watts contestó rígidamente.
“Quiero hablar con ella ahora mismo. Consigue que se ponga al
teléfono.” Cuadno más callado estaba él, más se asustaba ella. ¿Oh, cariño,
qué te ha ocurrido? ¿Dónde estás?
“Joder.” Watts se frotó la cara con ambas manos, preguntándose lo que
él había hecho para merecer esta situación. “De acuerdo, solo mantén la
calma, vale? ¡Ella está herida. Hora la están mirando en urgencias– oye!”
Solo pudo seguirla con la mirada. La joven ya estaba corriendo a gran
velocidad hacia la entrada de urgencias.

Catherine dio un paso fuera de la cortina simplemente a tiempo de ver


correr a Sandy. Extendió una mano y la atrapó del brazo. “¿Estás herida?”
La joven sacudió su cabeza vehementemente. “¿Está Dell aquí?”
Catherine “Está dentro, ” contestó con una inclinación de su cabeza
hacia la cortina.
“Ella está? – ” la voz de Sandy se interrumpió. “¿La puedo ver?”
“No veo por qué no.” La sujetó de la mano, y con la otra abrió la cortina
a un lado. “Se pondrá bien.”
“Seguro,” Sandy dijo rotundamente. Me gustaría que alguien me dijera
la verdad.
Fue peor que lo que esperaba.
Mitchell estaba tumbada en una camilla, con tubos intravenosos
entrando en ambos brazos. Estaba pálida. El corazón de Sandy se hundió.
Lentamente, se acercó a la cabecera de la camilla y tocó con sus dedos la
mejilla de Mitchell. “¿Dell? ¿Cariño?”
Los ojos de Mitchell temblaron y se abrieron, aunque no estaban bien
centrados. Parpadeó, hasta que su vista se despejó, y enfocó la atención
sobre la cara de Sandy. “Estoy bien.”
¿“Te duele?” Le tembló el labio y lo atrapó con sus dientes. Llevó su
mano sobre el pelo de Mitchell.
“Casi nada. Me dieron analgésicos.”
Las lágrimas salieron. No podría recordar la última vez que había
llorado. Pero esto era demasiado doloroso, más de lo que podía soportar.
Había dejado entrar a Dell en su vida, la amaba y tenía un miedo terrible de
perderla.
“Cariño,” Mitchell dijo apaciguadoramente. “No llores… no ha pasado
nada.”
Inhaló por la nariz y le sonrió. “¿Le cogiste?”
“Frye me puso en el callejón … tuve que correr bastante.” Mitchell
luchó para mantener los ojos abiertos, pero las drogas ganaban. “¿No te
preocupe, ok? Te quiero.”
“Sí, lo sé.” Se inclinó sobre ella y la besó. “Te quiero, Dell.”
Mitchell cerró los ojos. “Vete a casa. No te preocupes.”
Aterraba todavía por si la perdía, le susurró. “Me quedaré hasta que
despiertes.”


Rebecca encontró a su amante y a Sandy en la esquina del restaurante de
autoservicio del hospital, pasadas ya las 9 a.m. Catherine se veía hermosa,
y simplemente esa percepción alivió la tensión acumulada en su pecho.
Sandy parecía cansada, apagada, aunque inesperadamente guapa vestida
con una sudadera y pantalones vaqueros de Catherine.
“Hola” dijo deslizándose sobre el asiento libre.
“Hola” Sandy observó a Catherine por el rabillo del ojo.
“Hola, Detective” le respondió en un tono que casi parecía una caricia.
Rápidamente se fijo en la camisa arrugada de su amante, lo cual fue
inusualmente raro. También pudo ver las sombras profundas bajo sus ojos
y el pequeño temblor apenas perceptible en la mano, mientras sujetaba una
la taza de café. “¿Has desayunado?”
Rebeca levantó un hombro. “Todavía no. ¿Cómo está Mitchell?”
“Todavía estamos esperando. Lleva ya una hora en cirugía, así es que
espero nos avisen en cualquier momento.”
“Tengo que regresar a comisaría pronto.”
¿“Ahora?” Catherine no podría silenciar su preocupación. No hacía ni
dos semanas, que ella había estado en urgencias esperando a que le
hicieran una cura de urgencia a Rebeca. No quería volver a pensar en ello
otra vez.
“Mmm” Suspiró cansadamente y se reclinó en su silla. “Sloan está en el
almacén y Jason sacando datos para coordinarlo todo. Entre lo que
obtuvieron de los ordenadores y la información de las últimas semanas,
tendremos una lista de nombres para el mediodía. Necesito conseguir las
autorizaciones y organizar a un par de equipos para detenerlos a la vez.”
Catherine recurrió a Sandy. “¿Nos perdonas un momento?”
“Claro” Sandy contestó, poniéndose de pie con una sonrisa abierta.
Joder Frye lo que te espera.

Cuando Sandy estaba fuera del alcance del oído, Catherine se inclinó
hacia adelante y puso su mano en brazo de su amante. “No estás en buena
forma para continuar con las detenciones. Llevas levantada toda la noche, y
no creo que - ”
“Tienes razón.”
¿“Perdona?”
Rebeca conectó sus dedos con los de Catherine. “Dije, que tienes razón.
No voy a salir con ellos.”
“Oh. Bueno.”
“Pero … todavía necesito organizarlo. Necesito obligar a Watts a que
pida las autorizaciones, y necesito darle instrucciones previas a los equipos,
y necesito estar en la furgoneta de vigilancia cronometrando los arrestos.”
Suspiró otra vez.
¿“Pasarás a través de cualquier puerta hoy?”
Negó con la cabeza.
“No preguntaré sobre lo de anoche.” Porque ya lo sé. Sandy estaba
dentro, es una de los tuyos. Por supuesto que entraste la primera.
“Mejor.” Deslizó su pulgar sobre la parte superior de la mano caliente
de Catherine. “Gracias.”
¿“Dónde está tu chaqueta?”
“Tuve que tirarla.” Rebeca buscó alrededor a Sandy. “Estaba llena de la
sangre de de Mitchell. Ella salvó la vida de un policía esta noche,
Catherine.”
Catherine sonrió cariñosamente. “¿Ella es simplemente su clase de
policía, verdad, mi amor?”
“Sí.” Le sonrió abiertamente. “Claro, ella es así.”

CAPÍTULO VEINTINUEVE

Mitchell nadó arriba sobre las aguas pesadas oscuras, luchando por no
seguir tan profundo. Su pecho dolía, hambriento de aire, y lejanamente, el
dolor se interrumpió como un oleaje enojado. Quedándose sin aliento,
abrió los ojos.
“Calma, calma” Rebeca le dijo suavemente, descansando su palma
ligeramente sobre el hombro de Mitchell. “Estás bien. Estás en la sala de
recuperación.”
“Detective” dijo roncamente, luchando por enfocar. “¿Dónde está …
Sandy?”
“Esperando afuera con Catherine. Tuve que tirar de rango para poder
entrar aquí dentro.” Le sonrió, quería ver que los ojos de Mitchell se
descongestionaban rápidamente. “Podrás verla enseguida.”
¿“Qué está ocurriendo … con el caso?”
Rebeca sonrió abiertamente. “En cuestión de dos horas, haremos
diversas detenciones.”
Mitchell gimió.
¿“Te duele algo? ¿Necesitas que llame a la enfermera?”
“No. No me lo puedo creer … me lo voy a perder.” Trató de levantar el
cuello pero todavía estaba demasiado débil.
“Desafortunadamente, tu pierna te dejará fuera por el momento,
oficial.” Apretó el hombro de Mitchell.
¿“Está muy mal?”
“Nah. El cirujano dijo que estaría de pie inmediatamente.”
¿“De regreso al equipo?”
“No sé si habrá un equipo, después de hoy” respondió triste.
¿“Detective?”
Rebeca arqueó la ceja.
“Patee algún culo por mí.”
La esquina de la boca de Rebeca se levantó en una sonrisa abierta.
“Puedes contar con ello.”

Cuando Mitchell se despertó, el dolor era menor, y tenía una sensación


abrumadora de hambre. Intentó incorporarse, pero una mano pequeña
amablemente la presionó abajo.
“Se supone que no debes moverte.”
“Veo que no tengo elección.” Mitchell volteó su cabeza en la almohada
y le sonrió a Sandy. “Hola, cariño.”
“Hola.”
¿“También tengo que morirme de hambre?”
Sandy le sonrió. Fue tan bueno oír la voz de Mitchell que sintió que se
desgarraba otra vez. Eso no era normal. Esperó hasta poder mantener la
voz. “¿Estás bien?”
Se sentía débil, y su pierna parecía como si la hubiera pateado un
caballo. Pero el dolor fue tolerable. “Bravo, creo que sí. ¿Usted?”
“Sí.”
“Estás guapa.”
¿“Huh?” Se miró la sudadera demasiado grande y los pantalones
vaqueros y luego soltó un bufido. “No me digas. ¿Te golearon también en
la cabeza?”
“Mi cabeza está bien.” Extendió la mano y atrapó la mano de Sandy.
“¿Qué hora es?”
“Por la tarde.”
“Me puedes ayudar incorporarme?”
Cuidadosamente la ayudó hasta que Mitchell estaban totalmente
derecha. “¿Bien?”
“Perfecto.” Su pierna palpitaba, pero mantuvo una sonrisa abierta. “¿Tal
vez deberías hacerte con uno de los trajes de esa pequeña y ardiente
enfermera – ya sabes, esos vestidos ajustados, pequeños, transparentes
blancos?”
Mitchell la miró atentamente. “Sóplame, novata.”
“Así me gusta.” Mitchell atrapó la mano de Sandy y se la llevó a los
labios. Besó sus nudillos suavemente. “Eres la que está al mando.”
La preocupación y el miedo de las horas pasadas empezaba a disiparse.
Apoyándose abajo, Sandy besó a Mitchell otra vez. Cuando se separó, le
susurró, “Sabes, para ser policía eres bastante lista.”


Sloan escuchó el sonido del zumbido suave del ascensor, perpleja porque
no había visto a nadie entrar. Mirando sobre su hombro, se quedó sin
aliento por la sorpresa, luego se lanzó a sus pies. “¡Michael!”
Vestido en una camisa blanca de seda y pantalones flojos de algodón,
Michael sonrió y caminó lentamente por la oficina. “Me di cuenta de que si
quería verte tendría que seguirte la pista.”
“Jesús” lloró ansiosamente, agarrando una silla y llevándola en la
dirección de Michael. “Siéntate. No deberías estar aquí abajo.”
“Hola, Jason” Michael la saludó cuando se reacomodó en el cuero
lujoso. A través del cuarto, él levantó su mano y la saludó mientras miraba
críticamente a su socia y amiga. “No volviste a casa anoche, y no te vi en el
desayuno, y no llamaste en todo el día. Te echaba de menos. ¿Cómo están
las cosas?”
“Conseguimos para Rebeca una docena los nombres de los
distribuidores de pornografía por internet, muchos más clientes. La
operación está en marcha. A merced de cómo se haga el gran despliegue,
podría ser grande.”
“Estoy muy orgullosa de ti” Michael dijo suavemente.
Sloan acercó otra silla, se sentó, y tomó las manos de Michael en las
suyas. “No fui solo yo. Fue el equipo entero.”
“Sí, pero tú eres la única de quién estoy enamorada.” Michael veteó sus
dedos a través del pelo de Sloan. “¿Me prometes que vendrás más tarde?”
“Será tarde, probablemente.” Sloan atrapó la mano de Michael y le besó
la palma.
“No tengo planes.”
¿“Cómo te sientes?”
“Como si fuera a explotar si sigo durmiendo tanto.” Michael se rió.
“Mejor. El dolor de cabeza va y viene, pero al menos es de vez en cuando.”
“hay más novedades?”
Sloan desvió la mirada.
¿“Sloan?”
“Sabemos que alguien en el centro, filtró los detalles de la operación.
Estoy cerca de saber quién fue.” Un músculo saltó a lo largo del borde de
la mandíbula de Sloan. “Lo he limitado a dos personas. Cuando tenga su
nombre … se lo daré a Rebecca.”
“Te creo.” Michael suspiró, deslizó sus dedos para la parte de atrás del
cuello de Sloan. Con su boca sobre la de Sloan, se quejó, “ hay incontables
razones por las que te quiero. Pero me enamoré de ti para la forma que me
quieres.”


Poco después de las nueve p.m., Watts entró en la oficina de Sloan
llevando una botella de champán. Rebeca entendió, y sonrió a pesar de su
cansancio.
¿“Hecho?” Jason preguntó, poniéndose rápidamente de pie.
“Sesenta y cuatro arrestos,” Bramó. “Incluidos cinco que han estado
bajo vigilancia por la división OC durante los últimos seis meses por ser
sospechosos de estar relacionados con Zamora.”
Sloan hizo circular tazas plásticas. “Genial.”
“Podréis oír todo ello en las noticias de las 10 en punto,” Watts
continuó hablando orgulloso mientras abría la botella. “¿Rebeca?”
Rebecca negó con la cabeza, luego recorrió con la mirada a Sloan.
“¿Quieres café?”
“Sí, ahora me serviré.”
“Por qué no volvemos a la sala y vemos cómo están las cosas?, ”
Rebeca sugirió.
El grupo fue de regreso a la sala de juntas y se reacomodó alrededor de
la mesa.
“Ha salido todo como esperábamos. No ha habido bajas.” Watts se
sirvió su taza de café felizmente. “Y los rumores dicen … ”
Rebeca tosió. “De acuerdo, Watts, está bien.”
Él sonrió abiertamente.
“Ha sido un gran trabajo de todos nosotros” dijo, mirando a cada uno de
ellos. “Hicimos lo que la teníamos que hacer – terminamos con la parte
más dura de la organización de pornografía infantil por internet.”
Era una victoria, y se sintió bien. Lo sabía, pero esos triunfos duraban
poco tiempo, en breve alguien volvería a ocupar el lugar de los detenidos.
Ese era el trabajo que había la policía – ganar una serie de batallas de una
guerra que nunca era conquistada. Había aprendido a compensar cada
conquista pequeña, pero había días en que se sentía frustrada y cansada.
Enderezó los hombros.
“Pero aún no hemos terminado. Todavía tenemos que interrogar a los
detenidos, eso nos llevará a más detenciones. No todos acabarán cayendo,
tan fácilmente. Además, tampoco sabemos de dónde vienen las chicas.”
¿“Cómo?” Jason preguntó.
“Esta operación era demasiada grande y demasiado bien organizada
para confiar en que sólo las elegían en las calles, como anoche. Estoy
dispuesta a apostar a que hay muchas chicas traídas de fuera, para ser
explotadas por los tipos que establecen este trato, y habrá muchos más
videos. Esto da mucho dinero.”
“Estoy de acuerdo,” Watts se sumó. “Y todavía necesitamos localizar
nuestra fuga.”
Rebeca inclinó la cabeza. “¿Sloan? ¿Algo nuevo sobre eso?”
Sloan vaciló luego apagó de un soplo un aliento. “Tengo dos posibles
identidades.'” Se levantó, demasiado inquieta para continuar sentada.
“Margaret Campbell. Veintinueve años. Soltera. Tiene un hijo. Se unió a la
oficia de DA hace tres años.”
¿“Divorciada?” Watts preguntó, repentinamente serio.
Sloan negó con la cabeza. “Nunca se ha casado.”
“Una mujer,” Rebeca filosofaba. “¿En una operación de porno?”
“Ella no tiene por qué estar en la red de pornografía,” Sloan señaló.
“Ella simplemente puede estar haciendo algo para la organización.”
¿“Qué tenemos de ella?”
“Solía bailar en un club en Manhattan. Lo hizo durante los años que
estuvo estudiando derecho en la universidad. Supongo que lo haría para
pagar la renta.”
¿“Entonces,” Watts le interrumpió, “crees que se metió en problemas al
trabajar en el lado equivocado de la calle y ahora le debe algo a alguien?”
“Podría ser.” Sloan se apoyó contra el mueble mostrador y metió las
manos en sus bolsillos. “Zamora o alguien en su organización pueden estar
presionándola.”
¿“Cualquier otra cosa que no se vea autorizada por la ley judía?”
Rebeca preguntó. Ella había trabajado con Campbell pocas veces. Era dura
y competente. Pero realmente no la conocía. Hace mucho tiempo que había
aprendido a no confiar en alguien que no conoció. “¿Perdió algún caso
importante? Quizá eso por pueda dar una pista.”
“No he encontrado nada significativo. Puedo seguir buscando.”
¿“Y el otro?” Rebeca preguntó.
“El otro también pertenece a la DA – George Beecher.” Sloan comenzó
a rodar sus hombros y se tragó el resto de su bebida. “A simple vista no
parece sospechoso, en absoluto. Treinta y dos años. Lleva cuatro años en la
DA. El miembro de una familia adinerada. Posee algunas propiedades en la
zona de la costa, lo cual puede permitirse.”
¿“Entonces, por qué sospechas de él?” le preguntó.
“Cuando tenía veinte años, fue acusado de violación en una fiesta de
fraternidad.”
Watts se incorporó abruptamente. “¿Se presentaron cargos? Seguro que
llegaron un acuerdo.”
“Se descartaron los cargos. Podría ser una víctima repudiada, podría ser
que llegara a un acuerdo de dinero, también podría ser que no quisiera
experimentar la indignidad y la humillación pública.” Los rasgos de Sloan
se endurecieron. “La justicia no tiene necesariamente buen corazón.”
¿“Entonces?” Rebeca preguntó.
Sloan miró a Jason. “¿Cuánto tardaríamos?”
“Depende de si tenemos suerte. Algunos días, podrían ser algunas
semanas.”
Ella recurrió a Rebecca. “Tenemos que … acceder a … sus casas y
ordenadores computadores de trabajo de los dos, mirar sus registros de
llamadas– incluyendo móviles, excavar lo que sea posible de sus cuentas
bancarias.”
Rebeca se levantó y caminó hacia las ventanas, examinando la vista
familiar. Estaba sorprendida de lo duro que sería decir lo que tenía que
decir. El grupo detrás de ella guardó silencio.
“Todo lo que tenemos son las sospechas, conjeturas y premoniciones,
pero ninguna evidencia sólida. El resultado de esta noche ha puesto mi
Capitán muy contento. Lo hicimos sin ayuda de los federales. El
ayuntamiento es feliz porque salimos en las noticias nacionales. Todo el
mundo es feliz – fin de historia.”
“Pero el caso no está acabado,” Watts se quejó.
“Esa es la forma en que nosotros lo vemos – pero para los de arriba, no
hay más que hacer.”
“Pues bien” Sloan dijo serenamente. “Todos nosotros sabemos cómo es
la política. Ha sido un placer trabajar contigo, Rebeca. Ya también contigo,
Watts.”
¿Rebecca la estimó atentamente, luego se dirigió a Jason y a Watts,
“Podéis dejarnos un minuto?”
Su compañero recogió la botella y se dirigió Jason. “Vamos,
continuaremos bebiendo.”
Cuando los dos hombres salieron, se acercó a Sloan. “¿No lo vas a dejar
ir verdad?”
¿“Lo harías si fuera Catherine?”
Los ojos de Rebeca estrechada. “Soy policía.”
¿“Esa es tu respuesta?”
“No puedo saltarme las normas, Sloan.”
“Entonces tendrás que vendérselo a tu capitán, detective.”


“Me había parecido oírte entrar,” Catherine dijo, estando sentada sobre el
brazo de la silla rellenada y ensartando su brazo alrededor de los hombros
de Rebeca. “¿Te quedarás? Es tarde, cariño, y estás exhausta.”
Apoyó la cabeza contra el hombro de Catherine, restregando la mejilla
sobre la seda suave de la camisola de marfil.
“Se te veía muy calmada en la TV,” Catherine murmuró, frotando los
músculos tensos en la base del cuello de su amante. “De hecho, se te veía
fabulosa.”
“Dios, qué gusto.” Cerró sus ojos, sintiendo las manos suaves y la
fragancia seductiva de Catherine sobre su piel.
“Pues relájate.” Catherine se acordó que su amante había estado
trabajando durante casi dos días sin parar, pero su cuerpo no parecería
oírlo. Deslizó sus dedos bajo el cuello de la camisa de su amante y acarició
la piel por encima del pecho izquierdo.
Rebeca gimió, notando la familiar dolencia entre sus muslos. “Necesito
darme una ducha.”
“Y luego necesitas dormir.” La voz de Catherine mostraba deseo.
“Lo haré,” Quería prometérselo. Cuando la besó, llevó sus dedos bajo
su ropa y ahuecó el pecho de Catherine. Gimió al notar cómo el pezón se
endurecía instantáneamente contra de su palma. “Más tarde.”
Catherine llevó sus brazos alrededor de los hombros de Rebeca y la
acercó, para perderse en el placer de la boca de su amante. Cuándo sintió la
mano de Rebeca más abajo, dirigiéndose a su abdomen, detuvo la mano
quedándose si aliento. “Si empiezas, lo tendrás que terminar. Sabes que no
puedo contenerme cuando haces eso.”
“Tenía planes para terminar.” Rebeca gruñó, llevando sus dedos sobre
el interior del muslo de Catherine. “Ah dios, estás mojada.”
“Ve date una ducha y vuelve rápido,” Catherine dijo urgentemente.
“Porque quiero que termines lo que has empezado.”
Los ojos de Rebeca se ensombrecieron, y se levantó rápidamente,
olvidando todos sus pensamientos fatiga, frustración e impotencia. Ahora,
sólo existía Catherine.
CAPÍTULO TREINTA

“Rebeca. Rebeca, cariño, es hora de moverse.”


Gimiendo, ser movió, abrió sus ojos, y parpadeó contra la luz, que
parecía terriblemente brillante. Le tomó un segundo enfocar su atención en
Catherine, que estaba levantada al otro lado de la cama, vestida ya con un
traje de seda color ciruela, cuya parte era un poco ajustada.
“Bonita.”
¿“Qué?” Catherine preguntó perpleja.
“La ropa.”
Catherine bajo la mirada y se sonrojó, notando dónde había estado
mirando su amante. “Ésta es mi ropa de trabajo. Se supone que no debe ser
sexy.”
“Lo siento, realmente lo es.”
“Tal vez para ti ”respondió con una risa.
“No tal vez, lo es definitivamente. ¿Alguna oportunidad para que
vuelvas a la cama?”
“Ninguna.” Catherine se inclinó y la besó, luego dio un paso atrás. No
confiaba en su amante, ni en sí misma. “Además, pensé que me había
encargado de ese deseo particular tuyo.”

“Lo hiciste, espectacularmente, pero eso fue anoche. Ahora es otro día.”
Se incorporó apoyándose contra las almohadas, descuidadamente
despreocupada por su desnudez, cuando las sábanas se bajaron. “¿Qué hora
es?”
“Las siete.” Los ojos de Catherine titilaron sobre la cicatriz demasiado
cerca del corazón de Rebeca y su corazón perdió una pulsación. Dios mío,
fue tan cerca.
¿“Por qué estás levantada y yo no?”
Catherine le lanzó una sonrisa. “Porque necesito ir a trabajar y tú
necesitabas dormir.”
Palmeó sobre la cama, junto a ella. “Quédate un momento.”
“Mmm, bueno, pero no tienes permiso para tocar.” Catherine estaba
sentada sobre el borde de la cama y cruzó sus piernas, su falda
deslizándose para el medio muslo.
“Creo que no soy muy buena con la autoridad.” Para probar su punto,
Rebeca se inclinó hacia adelante y besó el hueco entre los pechos de
Catherine. “O … ” Rebeca corrió su dedo bajo el dobladillo de la falda,
“Son órdenes.”
Hábilmente, capturó los dedos de Rebeca y los movió. “Estoy en modo
Doctor y por lo tanto inmune a tus encantos.”
¿“Es así el amor cuando dos personas viven juntas?” Los ojos de
Rebeca bailaban.
“No vivimos juntas” dijo suavemente, buscando en los ojos de Rebeca.
“Eso me recuerda algo que te pregunté.” Los ojos azules de Rebeca
ahora estaban serios.
“Si, lo hiciste.” Acarició la mandíbula de Rebeca y bajó hacia su cuello.
¿“Y bien?” La voz de Rebeca fue ronca.
“Te puedo asegurar, cariño, que dentro de cincuenta años, cuando te
mire, te querré y desearé tanto como ahora.”
“Eso suena perfecto para mí.”
“Quiero que estés seguro.” La voz de Catherine fue cortes, pero su
sonrisa mostraba tristeza.
Se inclinó hacia adelante, llevando sus manos sobre la cara de
Catherine, sus pulgares acariciaron las mejillas elegantes. Su boca estaba
muy cerca, cuándo murmuró, “Estoy absolutamente segura de que nunca
he querido a nadie tanto como te quiero a ti, y nunca dejaré de quererte.”
Los labios de Catherine se curvaron en una sonrisa contra de la boca de
Rebeca. “Eso también suena perfecto para mí.”

“Bien, bien, bien, bien,” El capitán Henry dijo con deleite no disimulado.
“Siéntate, detective … o debería ser el primero en decir, Teniente?“
¿“Señor?” Rebeca se sentó en la silla familiar y cruzó sus piernas.
“No vas a rehusar un ascenso como este, Frye. Ya he recibido una
llamada del Jefe, que dijo había hablado con el Comisario, y ambos quieren
que tu ascenso sea hecho su efectivo inmediatamente. El departamento
necesita buenos oficiales, y te lo has ganado.”
Seguro. El departamento solo quiere poder tener a mujeres en puestos
importantes durante el período electoral. Rebeca escogió sus palabras
cuidadosamente. Ella no estaba del todo segura de querer un ascenso,
especialmente si ello la llevaba a quedarse en un escritorio. Pero quizá
podría jugar esto para su favor.
“Soy un policía de las calles, Capitán. No quiero sentarme en una
oficina y mover papeles.” Mantuvo su mirada fija. “Hay trabajo parado que
mi equipo puede continuar investigando.”
Él agitó una mano despectivamente. “El crimen organizado ya va a
surtirlos efectos de la DA. Tienen todo organizado allí, por lo tanto no
necesitar continuar con el caso. El trabajo de oficina, de los arrestos
individuales, puede ser manejado por varios de nuestros detectives.” Se
inclinó hacia adelante y plegó sus manos sobre su escritorio. “Detective, se
espera que te acompañe a la ceremonia de tu ascenso, en persona. El
departamento de prensa está listo para anunciarlo. No me atasques en
esto.”
“No hablaba de atar los cabos sueltos de la última noche, señor.
Hablaba de los otros aspectos de mi investigación, que están todavía
manifiestos, incluyendo la fuente de una fuga interior que señaló con el
dedo a Sloan y tal vez a Jimmy y a Jeff.”
Sus ojos se estrecharon. “Esas son alegaciones muy serias.”
“Sí señor, me doy cuenta de ello.” Ella jugó su tarjeta final. “Usted
podría tener interés en saberlo, Capitán. Saber quién ha estado filtrando
información de los detalles de las operaciones de la policía, información
confidencial.”
Sus ojos se oscurecieron peligrosamente, y dijo seriamente, “ Cómo?”
“Rastreando sus ordenadores. Es complicado explicarlo, pero
necesitaría a mi equipo funcionado de nuevo.”
¿“Por qué me hablas de esto ahora?”
“Porque hasta hace muy poco, no tenía la información que tengo en
estos momentos, y quería estar segura antes de hablar con usted.” Ella no
veía ninguna razón para contarlo todo lo que había averiguado, sin tan
siquiera, que habían sospechado de él.
¿“Y ahora?”
“Podríamos tener el paquete entero. Con el equipo correcto, puedo
relacionar a Zamora, con la persona responsable del asesinado de Jimmy
Hogan y Jeff Cruz. Estamos muy cerca, Capitán.” Y mientras estoy en esto,
voy a enterarme donde tienen los de Zamora a las chicas que obligan a
tener sexo.
Él la estudió pensativamente, y Rebeca supo en ese mismo instante que
tendría que renunciar a algo. Ella se preguntó qué serie el precio que
tendría que pagar por ello.
“Digamos que apruebo una unidad especial, dentro de nuestra división,
contigo al mando, e informándome directamente a mí. ¿Aceptarás el
ascenso?” Él trató de leer su respuesta, pero sólo vio su la mirada fija azul
fresca. Sabía que tenía que tomar una decisión, aunque desconocía por qué
había sida tan fácil convencerle.
“Yo escojo a mi personal, y, ” sumó rápidamente, “ quiero
conocimiento oficial del departamento para mis asesores civiles.” Eso, si
puedo convencer a Sloan para hacer cualquier cosa oficial claro.
Él se reclinó, con una sonrisa en su cara. “Podríamos poder resolverlo.
Por supuesto, podrían haber algunas condiciones.”
Ella esperó, porque siempre las había, era su forma de actuar.
Henry cogió el teléfono e hizo una llamada. “Que entre.”

Rebeca se giró ante el sonido de la abertura de la puerta detrás de ella y


encontró la mirada fija de Avery Clark, el agente del Departamento de
Justicia que había dirigido el equipo de trabajo, que les había usurpado las
pruebas y el arresto que había realizado su equipo.
“Felicitaciones, Detective Sargento. Buen trabajo,” Clark dijo con
sinceridad aparente.
Rebeca inclinó su cabeza ligeramente.
“Me gustará saber cómo identificó tan rápidamente a los sospechosos”
“Puede mi informe, si quiere los detalles.”
“Estoy seguro que me iluminará.” Tomó asiento al lado del de ella e
inclinó la cabeza hacia el capitán Henry, a modo de saludo.
“El agente Clark me contactó anoche acerca del alcance de su
investigación, Detective. Dijo que quedó impresionado.”
“Me siento halagada,” Rebeca dijo sarcásticamente.
Clark ser movió en su asiento para afrontar a la detective. “Provocó una
gran rotura en la organización Zamora, y estoy dispuesto a apostar a que
tiene más pistas para seguir. En Justicia, estamos muy interesados en sus
investigaciones.”
“No trabajo para el Departamento de Justicia.”
“Yo también perdía un hombre.”
“Y si mi equipo hubiera tenido permiso para trabajar con las pruebas del
último arresto, estaríamos más cerca de saber quién es el responsable.”
¿“Pero todavía está cerca, verdad?” Preguntó suavemente.
Rebeca no dijo nada.
“No pido jurisdicción unida.” Clark continuó. “Pido cooperación y un
uso compartido de inteligencia.”
Ella hizo una mueca. “Creo que ya quedó claro cómo funciona su uso
compartido.”
“Detective,” intervino Henry insípidamente, “creo que el Jefe miraría
con buenos ojos el desarrollo de una unidad principal de crimen que
interactuara con una unidad federal. Eso sería muy fácil de vender.”
Ahí está lo que estaba esperando. Si quiero mantener unido al equipo,
voy a tener que jugar a la pelota con los federales. Un músculo en la
mandíbula de Rebeca se apretó. “Watts deberá ser ascendido a detective
del tercer grado, y Mitchell obtiene su placa.”
“No habrá ningún problema, Teniente.“
Clark se levantó cuando lo hizo ella. E tendió la mano. “Déjeme ser el
primero en felicitarla, Teniente. Estoy seguro que mantendremos el
contacto pronto.”
“Estoy segura.” Le estrechó la mano ofrecida y recurrió a Henry.
“Gracias, Capitán.”
“Teniente.” Él le observó salir andando.

Cuando Rebecca entró en la comisaría, Watts brincó del susto y se


apresuró hacia ella.
¿“Todo bien? ¿Qué ha pasado?”
“Aquí no, Watts. Demos un paseo.” Continuó caminando, agradeciendo
las continuas felicitaciones de los otros detectives.
“Oh por el bien de Cristo,” Watts jadeó, “simplemente … creía que
solo eran rumores. ¿Ahora eres Teniente?”
¿“Siempre crees todo lo que oyes, Watts?” Empujó la puerta para
acceder al hueco de la escalera y empezó a bajar. Desde atrás de ella, oyó
un largo silbido y luego un bocinazo de placer que le hizo sonreír.
¿“A dónde vamos?” Intentó seguirla escaleras abajo.
Caminando a grandes pasos por el aparcamiento, le informó, “Vamos al
hospital para saber cómo está Mitchell.” Abrió la puerta del conductor de
su coche, y se deslizó adentro. Cuando arrancó el motor, Watts ya estaba
junto a ella, en su asiento. “Luego iremos a ver a Sloan y daremos
instrucciones al resto del equipo.”
Él recobró su aliento agudamente. “¿El resto de equipo?
¿Oficialmente?”
“Si” sacó el coche fuera del aparcamiento y le sonrió. “El equipo será
nuestro. Bueno, más o menos. Crímenes de alto perfil.” Le daría las malas
noticias, sobre Clark, después de que él hubiera tenido la ocasión de
disfrutar de este pequeño triunfo.
“Oh hombre, eso es genial.” Busco en el bolsillo interior de su chaqueta
sus cigarrillos, con una amplia sonrisa en su cara.
“Desde luego” Rebeca dijo suavemente, permitiéndose un breve
momento de placer, pensando en contarle a Catherine sobre su ascenso.
Luego ella miró a su compañero, que estaba a punto de encender su
cigarrillo. “Aun no puedes fumar en mi coche, Watts.”
“Vale, bien,” él dijo con satisfacción, guardando los cigarros en el
bolsillo. “Tu mandas. Eres el jefe.”
Unos segundos más tardes, la miró boquiabierto y chisporroteó,
“Nuestro propio equipo?”, La Teniente Detective Rebeca Frye
simplemente le sonrió.
Ella ya estaba pensando en la próxima cacería que les esperaba!

El Fin

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