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La bomba de Hitler

por Marcelo Dos Santos (www.mcds.com.ar)

Hoy, a 60 años del bombardeo atómico norteamericano


contra las ciudades abiertas de Hiroshima y Nagasaki,
corresponde hacer un minucioso análisis de los rumores
que durante mucho tiempo han corrido acerca de la
supuesta bomba atómica que los nazis estuvieron a punto
de (¿o lograron?) construir, y que, según rumores, iba en
camino a Japón a bordo de un submarino alemán.

Las bombas atómicas que se lanzaron sobre Japón en


agosto de 1945 fueron el fruto de un enorme esfuerzo de
guerra realizado por los norteamericanos, los ingleses y
muchos científicos emigrados. Este esfuerzo recibió el
nombre en código de "Proyecto Manhattan". El Proyecto
Manhattan se vio obligado a superar grandes obstáculos y
recién llegó a poder probar su primera bomba atómica
luego de la rendición alemana en mayo de ese año. La
principal motivación de esos científicos al comenzar el
proyecto (en 1941) fue la posibilidad de verse inmersos en
una carrera con sus similares alemanes por poner a punto la
fisión nuclear con fines bélicos.

Incluso Albert Einstein estuvo involucrado en el proyecto:


en 1939 envió una carta al presidente Roosevelt urgiéndolo
a tomar en serio la posibilidad de desarrollar armas
nucleares. En diciembre de 1943, el físico sueco Niels
Bohr visitó el lugar donde se llevaba a cabo el Proyecto
Manhattan (un sitio llamado Los Álamos) para ofrecer
tanto su apoyo moral como científico. Sin embargo, cuando
la guerra terminó, quedó claro que los alemanes no
poseían armas nucleares como las que se utilizaron contra
Japón.

1
Erich Bagge, miembro del
Proyecto Uranio nazi

El "Proyecto Uranio" de los alemanes, que había


comenzado en 1939, tenía como objetivo investigar el
diseño y construcción de reactores nucleares, la separación
de isótopos y el armado de explosivos atómicos. El
proyecto completo contaba con no más de una docena de
científicos desparramados por todo el país. Muchos de
ellos ni siquiera eran full time, dedicando a estas
investigaciones poco más que sus ratos libres. El Proyecto
Manhattan, por el contrario, empleó a miles de científicos,
ingenieros y técnicos, y su costo se elevó a varios miles de
millones de dólares.

No es sorprendente, entonces, que los historiadores hayan


llegado a la conclusión de que Alemania no estaba ni
siquiera cerca de construir un artefacto nuclear funcional.
Sin embargo, cierto material histórico recién descubierto
complica la historia... y la hace mucho más interesante.

Placa conmemorativa en Los


Álamos, sitio de la primera
detonación nuclear

2
El historiador alemán independiente Rainer Karlsch es el
autor del libro Hitlers Bombe ("La bomba de Hitler",
publicado por Deutsche Verlags-Anstalt), el primero que se
ha dedicado en profundidad a investigar si Hitler tuvo en
verdad su bomba atómica. Mark Walker, por su parte, es
profesor en el Departamento de Historia del Union College
de Schenectady, Nueva York. Juntos han publicado un
extraordinario artículo titulado New light on the Hitler´s
Bomb ("Nueva luz sobre la bomba de Hitler) que es la base
del Zapping de hoy.

Hitler y su sueño: volatilizar Nueva York

Los conocimientos de que dispusimos y disponemos acerca


del proyecto alemán de armas nucleares durante la Segunda
Guerra Mundial han ido cambiando a lo largo del tiempo.
Esto se debe a que paulatinamente han ido apareciendo
nuevas fuentes de información antes desconocidas. Por
ejemplo, en 1992 el gobierno británico publicó
transcripciones de conversaciones grabadas en secreto
entre diez científicos alemanes que se encontraban
prisioneros en Farm Hall (Cambridge, Inglaterra) en 1945.

Con la excepción de uno (Max van Laue), todos los demás


habían estado trabajando en el Proyecto Uranio de Hitler.
Sus nombres eran Erich Bagge, Kurt Diebner, Walther
Gerlach, Otto Hahn, Paul Harteck, Werner Heisenberg,

3
Horst Korschning, Carl Friedrich von Weizsäcker y Karl
Wirtz.

Lo más interesante de las grabaciones es la enorme


sorpresa con que los científicos tomaron la noticia de que
el Japón había sido bombardeado con armas nucleares.
Increíblemente, ellos estaban convencidos de que se
encontraban muy por delante de los norteamericanos en lo
que respecta a la carrera nuclear.

Otro material aún más misterioso apareció en 2002: los


Archivos Niels Bohr de Copenhague publicaron ciertos
borradores de cartas escritas por el propio Bohr a fines de
los años ´50. Las cartas trataban acerca de una visita que
Heisenberg y von Weizsäcker hicieron a la Dinamarca
ocupada por los nazis en septiembre de 1941. Después de
la guerra, ambos científicos alemanes juraban que sólo
habían viajado para visitar a Bohr, ayudarlo y convencerlo
de que se sumara al esfuerzo nuclear alemán. Pero en las
cartas, Bohr niega que los actos o las motivaciones de los
físicos alemanes hayan sido así de nobles. Hay una obra de
teatro ("Copenhague", de Michael Frayn) que gira en torno
a las intrigas que implicó esa extraña visita.

Niels Bohr, Werner Heisenberg y Wolfgang Pauli en


amable tertulia

Hoy, tenemos una nueva vuelta de tuerca sobre el asunto,


que depende de algunos documentos recientemente
descubiertos en archivos rusos, entre los que se encuentran
varios provenientes del Instituto de Física Kaiser Wilhelm
de Berlín. Hay cuatro papeles particularmente notables
entre este material: un reporte oficial firmado por von

4
el mismo año; una solictud revisada de noviembre, y el
texto de una conferencia para el público general dada por
Heisenberg en junio de 1942.

Carl Friedrich von Weizsäcker,


fallido padre de la bomba atómica
alemana

Karlsch se ha basado mayormente en esa documentación


(así como en muchas otras fuentes) para su libro "La
bomba de Hitler", publicado en marzo de 2005. La obra
motorizó un intenso debate acerca de qué tan avanzados se
encontraban los alemanes en su proyecto de lograr
construir armas nucleares, y de qué tipo y qué tan
eficientes eran o hubieran sido dichas armas. Investigando
junto con el periodista Heiko Petermann, Karlsch descubrió
que un grupo de científicos alemanes habían llevado a cabo
un experimento (del que nada se supo nunca hasta el día de
hoy) destinado a investigar un reactor nuclear en Turingia
(Alemania Oriental). Los germanos probaron también
algún tipo de artefacto en el mismo lugar, en el mes de
marzo de 1945. De acuerdo con las declaraciones de
testigos oculares, que rompieron el silencio a fines de ese
mes y otra vez veinte años después, los científicos mataron
en esas pruebas a varios cientos de prisioneros de guerra y
personas sacadas de los campos de concentración. A pesar
de que no queda claro si el artefacto funcionó como se
esperaba, estaba claramente diseñado para usar tanto
reacciones de fisión como de fusión. Era, por lo tanto, un
arma nuclear.

A partir de la publicación de "La bomba de Hitler", otro


documento apareció, esta vez proveniente de un archivo
privado.

5
Escrito inmediatamente después de la guerra en alguna
parte de Europa, y sin fechar, muestra el único dibujo
conocido de una bomba nuclear alemana.

A lo largo de los años, varios autores llegaron a la


conclusión de que Heisenberg y sus colegas nunca
entendieron en realidad cómo se suponía que funcionaba
una bomba nuclear. Entre estos autores se encuentra el
físico norteamericano Samuel Goudsmit, que, en 1947,
publicó los resultados de una investigación ordenada por el
Ejército de los Estados Unidos. La misma llevaba el
nombre clave de Alsos, y se ocupaba de rastrear los
esfuerzos alemanes por producir una bomba nuclear.

Samuel Goudsmit, poco creyente


en la capacidad de los científicos
nazis

Otro historiador, Paul Lawrence Rose, llega a la misma


conclusión en su libro Heisenberg and the Nazi Atomic
Bomb Project 1939-1945 ("Heisenberg y el proyecto de la
bomba atómica nazi 1939-1945" , 1998). Estos estudiosos
arguyen que los nazis nunca llegaron a comprender del
todo la física de la reacción en cadena en una fisión
nuclear, en la cual los neutrones rápidos emitidos por un
núcleo de uranio-235 o de plutonio-239 disparan sucesivas
reacciones de fisión. Tanto Goudsmit cuanto Rose dicen
también que los alemanes nunca se dieron cuenta de que el
plutonio puede usarse también como explosivo nuclear.

6
Una hipótesis espeluznante: la V2
de von Braun con la bomba de
Heisenberg y Gerlach en la proa

Las críticas acerca de la supuesta incompetencia de los


físicos alemanes se ven reforzadas —aparentemente— por
las conversaciones grabadas en Farm Hall, que revelan que
Heisenberg respondió a las noticias de Hiroshima
calculando erróneamente la masa crítica de la bomba en
cuestión. Sin embargo, a los pocos días mejoró su método e
hizo una estimación mucho más cercana a la realidad. Pero,
más allá del error de Heisenberg en Farm Hall, hay otras
evidencias que sugieren que los científicos nazis sabían
que las bombas atómicas tendrían que usar neutrones
rápidos y que tanto el plutonio como el uranio-235 eran
materiales fisionables.

Farm Hall, prisión para los físicos nucleares


nazis

7
Por ejemplo, en febrero de 1942, los oficiales del ejército
alemán que eran responsables del desarrollo de armamento
describieron los progresos del Proyecto Uranio en un
informe titulado "Producción de energía a partir del
uranio". En ese trabajo, descubierto recién en la década del
80, los militares se basan exclusivamente en los
descubrimientos de Hahn, Harteck, Heisenberg y los demás
científicos que trabajaban en el proyecto. El reporte
termina diciendo que el uranio-235, que constituye sólo el
0,7% de todo el uranio natural —el resto es uranio-238, no
fisionable— podría usarse para construir un arma nuclear
millones de veces más potente que el mejor explosivo
convencional. También argumenta que un reactor nuclear,
una vez puesto en marcha, podría producir plutonio, al que
describe como "un explosivo de fuerza comparable" a la
del uranio. Sigue diciendo que "la masa crítica de un arma
semejante sería de entre 10 y 100 kg", lo cual está muy
cerca de las estimaciones de los aliados (6 de noviembre de
1941): de 2 a 100 kg. Este dato está registrado en la
historia oficial del Proyecto Manhattan, que se conoce
como "Informe Smyth".

Paul Harteck, brillante físico


alemán

El borrador de la solicitud de patente de von Weizsäcker


(1941), que probablemente constituye el más sorprendente
de todos los hallazgos hechos en los documentos rusos,
deja bien en claro que este científico sí entendía
perfectamente tanto las propiedades como las posibles
aplicaciones militares del uranio. La patente dice
textualmente:

8
"La producción del elemento 94 (el plutonio) en cantidades
utilizables en la práctica se lleva a cabo mejor mediante el
uso de la máquina de uranio´ (el reactor nuclear)". Y sigue:
"Es especialmente ventajoso - y es también el principal
beneficio de este invento- el hecho de que el elemento 94
así producido pueda ser separado químicamente con
facilidad del uranio".

Von Weizsäcker deja asimismo en claro que el plutonio


podría usarse en una bomba de gran poder. "Con respecto a
la energía por unidad de peso, este explosivo podría ser
diez millones de veces más potente que cualquier otro
explosivo existente, y sólo comparable con el uranio-235
en estado puro", escribe. Más tarde, en la patente
definitiva, von Weizsäcker describe un "proceso para la
producción de energía explosiva a partir de la fisión del
elemento 94. En ella, el elemento 94 es colocado todo junto
en un solo lugar, por ejemplo una bomba, en cantidades
tales que la apabullante mayoría de los neutrones
producidos por la fisión excite nuevas fisiones y no
abandone la masa de material".

Estamos hablando, ni más ni menos, que de la solicitud de


patentar una bomba de plutonio.

El 3 de noviembre de 1941, la solicitud fue reenviada con


el mismo título: "Extracción técnica de energía, producción
de neutrones y manufactura de nuevos elementos mediante
la fisión del uranio o elementos pesados semejantes". Esta
nueva versión se diferenciaba de la otra en dos puntos
importantes: primero, el titular era ahora el Instituto Kaiser
Wilhelm en lugar de von Weizsäcker solo. En segundo
lugar, se la había censurado minuciosamente, quitando toda
mención bombas o explosivos nucleares.

9
Tall Boy, la bomba de Hiroshima: utilizaba la fisión nuclear
del uranio-253

El hecho de expurgarla de toda referencia al armamento


estaba reflejando el cambio de suerte de la guerra: en
noviembre de 1941 ya no era posible una rápida victoria
alemana, al menos no como lo hubiese sido a principios del
mismo año. Otra posible explicación es que von
Weizsäcker y los suyos cambiaron de opinión, como si su
entusiasmo inicial por los usos militares de la fisión
nuclear se hubiese esfumado de golpe. Esto apoyaría las
declaraciones de posguerra de Heisenberg y de von
Weizsäcker en el sentido de que visitaron a Bohr en
septiembre del 41 porque experimentaban sentimientos
ambivalentes acerca de trabajar en el desarrollo de armas
nucleares. Acaso el mayor defensor de esta tesis sea
Thomas Powers, con su libro Heisenberg´s War ("La
guerra de Heisenberg" ), publicado en 1993.

Horst Korschning, miembro del


equipo de Heisenberg

10
Pero otro de los documentos recién hallados en Rusia (el
informe de von Weizsäcker de su visita a Copenhague en la
primavera de 1941) sugiere que, al menos por entonces,
von Weizsäcker estaba entusiasmado acerca del trabajo con
uranio.

Fat Boy, el artefacto de Nagasaki. Usaba la


fisión del plutonio

La realidad es que sabemos que luego de la guerra, los


científicos daneses que trabajaban en el instituto de Bohr
acusaron a Heisenberg y von Weizsäcker de haber actuado
como espías para Alemania durante su visita a
Copenhague. Debe haber al menos un poco de verdad en
esta afirmación, porque en marzo de 1941 (cuando los
nazis aún no habían invadido Rusia y la victoria parecía
cercana), von Weizsäcker escribió el siguiente informe
para la Wehrmacht (el ejército alemán): "La extracción
técnica de energía a partir de la fisión del uranio todavía no
se está desarrollando en Copenhague. Los daneses saben
que Fermi ha comenzado a investigar esta cuestión en
particular para los norteamericanos; sin embargo, no han
llegado otras noticias desde el inicio de la guerra. Es obvio
que el profesor Bohr ignora que nosotros estamos
trabajando en ello. Por supuesto, lo alenté en esa creencia...
En Copenhague tienen la colección completa de la revista
estadounidense Physical Review hasta el número del 15 de
enero de 1941. Me traje fotocopias de los artículos más

11
nos los manden aquí".

Enrico Fermi, Werner Heisenberg y Wolfgang Pauli

El libro de Karlsch explica lo que ya se sabía del trabajo


alemán sobre reactores nucleares y separación de isótopos
en tiempos de guerra, y agrega los documentos de los
archivos rusos, la historia oral y la arqueología industrial
para abrir un nuevo capítulo en la historia de las armas
nucleares alemanas. Durante la mayor parte de la guerra,
había en Alemania dos grupos trabajando sobre los
reactores nucleares: estos dos grupos competían entre sí.
Uno de ellos era el que comandaba el físico del ejército
Kurt Diebner; el otro, el dirigido por Werner Heisenberg en
Leipzig y Berlin.

Mientras que los experimento de Heisenberg usaban capas


alternadas de uranio y moderador, el equipo de Diebner
había desarrollado un enrejado tridimensional de cubos de
uranio incrustados en el moderador. Heisenberg nunca dio
a Diebner y sus subordinados el crédito que se merecían
por sus descubrimientos, pero se aprovechó del diseño de
Diebner para llevar a cabo el último experimento efectuado
en Haigerloch, en Alemania sudoccidental.

12
Kurt Diebner, director del equipo
más decidido a construir la bomba
y rival de Heisenberg

Karlsch revela ahora que Diebner se las arregló incluso


para efectuar aún otro experimento en los últimos meses de
la guerra, aunque sus detalles exactos no se conocen.
Luego de tomar una serie de mediciones, Diebner escribió
una breve carta a Heisenberg, con fecha 10 de noviembre
de 1944. En ella le informaba acerca del experimento y le
notificaba que había habido problemas con el reactor.
Desafortunadamente, no hay otras fuentes escritas acerca
de este último experimento con un reactor nuclear
efectuado en Gottow. Los estudios de arqueología
industrial realizados en el sitio durante 2002 y 2003
sugieren que en ese reactor se produjo una reacción en
cadena, que, si bien puede haber sido de muy breve
duración, debe haber terminado en un accidente nuclear.

La bomba nazi: se trataba de un híbrido de fisión y fusión


(semiatómica, semibomba de hidrógeno). Los neutrones liberados en

13
la reacción de fusión entre el deuterio y el tritio ubicados en el centro
del diagrama provocarían una reacción de fisión en el plutonio o
uranio ubicados alrededor. Nadie sabe si hubiera funcionado.

Diez años después de finalizada la guerra, Diebner


presentó una nueva solicitud de patente para un nuevo tipo
de reactor "de dos etapas", que podría haber generado
plutonio. Una sección del interior del reactor podía usar
uranio enriquecido para alcanzar una reacción en cadena
autosustentable (que se retroalimenta a sí misma), mientras
que la sección externa (mucho más grande) rodeaba el
reactor interno y se mantenía funcionando a niveles
subcríticos.

Uno de los reactores construidos


por el grupo de Heisenberg

Entonces, se podía extraer el plutonio de la sección


interior. Parece ser que la solicitud de patente de Diebner,
en 1955, tuvo como origen su último experimento de la
guerra.

Más sorprendente - por no decir impactante- es otra


revelación del libro de Karlsch: un grupo de científicos
subordinados a Diebner en efecto construyeron y
probaron un arma nuclear, con el enorme apoyo de
Walther Gerlach, un físico nuclear experimental que en
1944 estaba a cargo del Proyecto Uranio para el Consejo de
Investigaciones del Reich. En apariencia, Hahn,
Heisenberg, von Weizsäcker y la mayoría de los demás
científicos del proyecto no estaban informados de la
existencia de esta bomba. El artefacto estaba diseñado para
funcionar en base a una reacción de fisión, pero no era en
realidad una bomba "atómica" como las que se lanzaron

14
contra Nagasaki e Hiroshima. Y a pesar de que también
estaba diseñada para aprovechar las reacciones de fusión,
tampoco tenía nada que ver con las bombas "de hidrógeno"
probadas por los Estados Unidos y la Unión Soviética en
los años 50.

Otto Hahn, descubridor de la


fisión nuclear

En lugar de ello, se moldeaba una masa de alto explosivo


convencional dejándole un hueco en el centro, para enfocar
la energía y el calor de la explosión en dirección a un solo
punto, en el interior del blindaje. Allí se combinaban
pequeñas masas de uranio enriquecido y una fuente de
neutrones, todo inmerso en una mezcla de deuterio-tritio.
Esta arma debe haber sido más bien una bomba nuclear
táctica que estratégica, y en cualquier caso no hubiera
podido ganar la guerra para Hitler. No queda claro si este
diseño fue exitoso o no, ni si lo que se producía era una
fisión o una fusión. Pero lo importante de esto es la
revelación de que, en los últimos y desesperados meses de
la guerra, un pequeño grupo de científicos estaba
tratando de lograrlo.

A poco de concluida la guerra en Europa, un científico


austríaco o alemán desconocido escribió un informe que
describe el trabajo sobre armas nucleares durante la guerra.
Este documento, descubierto por Karlsch después de la
publicación de su libro, contiene tanto información
precisa acerca de las armas nucleares como así también

15
menciona el sustantivo "plutonio", de uso exclusivo en
EEUU, mientras que los alemanes siempre se referían al
"elemento 94". Lamentablemente la página del título se ha
perdido, de modo que no hay evidencias acerca de su autor.
Sin embargo, este individuo no parece haber formado parte
del grupo principal del Proyecto Uranio alemán ni tampoco
del equipo subordinado a Diebner.

Lo que sí demuestra ese papel es que el conocimiento de


que el uranio podía aprovecharse para construir nuevas y
poderosas armas estaba ampliamente extendido entre la
comunidad técnica alemana durante la guerra. Contiene,
además, el único diagrama alemán de un arma nuclear que
se haya descubierto hasta el día de hoy.

Diagrama original del informe anónimo. Es el único dibujo


existente de una bomba nuclear nazi

16
de ser un "plano" práctico para construir una bomba. El
anónimo autor menciona incluso la masa crítica para la
bomba - algo más de 5 kg de plutonio-. Esta estimación es
bastante exacta, porque el uso de un material que refleje los
neutrones de nuevo hacia el plutonio reduce la masa crítica
necesaria en un factor de 2. Más aún, estos cálculos son
altamente significativos, porque ni siquiera el Informe
Smyth incluía semejante información detallada.

¿Qué hubiese sucedido si los nazis hubieran logrado hacer


sus bombas nucleares y las hubiesen puesto aquí...?

El nuevo informe también es interesante porque deja en


claro que los nazis trabajaron intensamente en los asuntos
teóricos concernientes a la construcción de una bomba
de hidrógeno. Esto está confrmado por otras dos fuentes
independientes. Una es la documentación de Erich
Schumann, director del Departamento de Investigacón de
Armamentos del ejército alemán, que incluye muchos
informes y cálculos teóricos acerca de la fusión nuclear. El
físico vienés Hans Thirring, por su parte, también
desarrolla este tema en su libro The history of the atomic
bomb ("La historia de la bomba atómica" ), publicado en el
verano de 1946.

Los historiadores, los científicos y el público general han


estado debatiendo durate décadas si Heisenberg y von
Weizsäcker querían en realidad construir bombas
atómicas. Poniéndolos en referencia, los nuevos datos
descubiertos cambian nuestra imagen de las armas
nucleares nazis. Ninguno de ellos, sin embargo, apoya en
modo alguno ni la visión de Heisenberg y sus colegas
como luchadores de la resistencia (como cree Powers) ni
tampoco la de que eran meros inútiles amantes del nazismo
(lo cual opina Rose).

17
...¿o aquí?

Pero los nuevos documentos y los descubrimientos de


Rainer Karlsch colocan a Heisenberg y a von Weizsäcker
en un contexto diferente, dejando en claro su ambivalencia
acerca de las armas nucleares. Aunque ambos siguieron
trabajando en reactores nucleares y separación de isótopos,
y oscilaron defendiendo los proyectos de armas nucleares
cuando estaban frente a los hombres poderosos del estado
nazi, en realidad no intentaron crear armas nucleares para
el régimen de Hitler con el entusiasmo que hubiesen
podido. Otros científicos sí lo hicieron, curiosamente
Walther Gerlach, Kurt Diebner y los investigadores que
dependían de ellos.

Walther Gerlach: de todos, el más


entusiasmado con la idea de
construir la bomba

Sería una temeridad creer que esta es la última palabra


sobre el tema. La bomba de Hitler es como un zombie:
justo cuando creemos que sabemos lo que en verdad
sucedió, cómo y por qué, se levanta de nuevo de entre los
muertos.

18
Apéndice: El papel de Heisenberg

Durante la Segunda Guerra Mundial, Werner Heisenberg


fue uno de los científicos más influyentes de Alemania y su
físico teórico más importante. Ya había ganado un Premio
Nobel por su trabajo en mecánica cuántica y el Principio de
Incertidumbre; se había convertido en uno de los
profesores universitarios más jóvenes de Alemania cuando
comenzó a enseñar en la Universidad de Leipzig; y en 1942
(a los 40 años de edad) fue nombrado director del
prestigioso Instituto de Física Kaiser Wilhelm y profesor
de la Universidad de Berlín.

Werner Heisenberg, Premio Nobel


de Física y director del proyecto
nuclear del III Reich

Sin embargo, en los primeros años del Tercer Reich,


Heisenberg fue descalificado por su colega y también
ganador del Premio Nobel Johannes Stark. Este, en un libro
publicado por las SS, denuncia que Heisenberg es un
"judío blanco" y "judío espiritual". La investigación
subsiguiente, llevada a cabo por las SS, terminó en 1939
recomendando la completa y pública rehabilitación de
Heisenberg.

La consecuencia de todo esto fue que, para 1942,


Heisenberg se sentía más seguro si contaba con el apoyo de
las figuras más influyentes de la escena nazi, como por
ejemplo el Ministro de Armamentos Albert Speer y el
industrial Albert Vögler, presidente de la Sociedad Kaiser
Wilhelm.

19
En febrero de 1942, Heisenberg dio su famosa conferencia
popular ante un auditorio de influyentes políticos,
burócratas, militares e industriales. En ese momento, el
futuro del Proyecto Uranio estaba en duda, porque los
militares sólo estaban interesados en armas que pudieran
ser entregadas a tiempo para influir en el desarrollo
posterior de la guerra. El historiador David Irving
descubrió las transcripciones de la conferencia en la década
de 1960, y, por lo que ellas muestran, Heisenberg se
esforzó por enfatizar tanto el potencial de las armas
nucleares como las dificultades prácticas de construirlas.

Karl Wirtz, propulsor del


experimento de Turingia

Sus conclusiones fueron claras: "1) Es indudable que la


generación de energía a partir de la fisión del uranio es
posible, suponiendo que el proceso de enriquecimiento del
isótopo 235 del uranio sea exitoso. Aislar el uranio-235
llevaría a una explosión de inimaginable potencia. 2)
También se puede utilizar el uranio común para producir
energía, si se lo dispone en capas alternadas con agua
pesada. En un sistema de capas sucesivas, estos materiales
son capaces de transferir sus grandes reservas de energía a
un dispositivo térmico, a través del tiempo. Esto
proporciona, también, los medios para almacenar enormes
cantidades de energía, las cuales son mensurables
técnicamente en relativamente pequeñas masas de
sustancias. Una vez puesta en marcha, la máquina puede
también conducir a la creación de explosivos
increíblemente poderosos".

20
Sin embargo, para el verano de 1942 el Proyecto Uranio
había sido transferido de la Wehrmacht al Consejo de
Investigaciones del Reich (organismo civil) y los
científicos alemanes del proyecto encontraron una vez más
un apoyo institucional seguro. En junio del mismo año
Heisenberg respondió a una pregunta acerca del tamaño
que tendría una bomba atómica, diciendo que sería grande
como "un ananá".

Esta anécdota fue reproducida por primera vez en The virus


house ("La casa de los virus" ), el libro de Irving, pero
nunca se ha encontrado una transcripción de la charla.
Independientemente de ello, se la ha descubierto hoy en los
nuevos documentos soviéticos. El texto de la conferencia
de junio (titulada "Trabajos sobre los problemas del
uranio" ) difiere en gran medida de la charla de febrero.
Heisenberg comienza mencionando el descubrimiento de la
fisión nuclear en 1939, haciendo notar que el interés en
este nuevo desarrollo ha sido "excepcional" , especialmente
en Estados Unidos. "Pocos días después del
descubrimiento", dice, "las radios norteamericanas
ofrecieron extensos reportes, y seis meses después habían
aparecido gran número de artículos científicos acerca de
este tema".

Heiseberg sigue describiendo el trabajo de los


investigadores alemanes sobre los procesos de separación
de isótopos y reactores nucleares desde el inicio de la
guerra, señalando que "naturalmente, habrá que resolver
toda una serie de problemas tanto científicos como
prácticos antes de que podamos alcanzar nuestros objetivos
técnicos". Promediando la conferencia, Heisenberg hace su
única mención de las armas nucleares de una forma de
bastante bajo perfil: "Dados los resultados positivos
alcanzados hasta el momento", manifiesta, "no parece
imposible que, una vez que el quemador de uranio haya
sido construido, podamos algún día seguir el camino
señalado por von Weizsäcker para diseñar explosivos que
serán más de un millón de veces más efectivos que los que
se encuentran disponibles hoy".

Pero incluso si eso no hubiese ocurrido, el reactor nuclear


habría sido "un campo casi infinito de aplicaciones
técnicas".

21
Estas incluían buques e incluso aviones que podrían viajar
grandes distancias con cantidades minúsculas de
combustible, así como nuevas sustancias radiactivas que
serían útiles para resolver muchos problemas científicos y
técnicos. Heisenberg termina diciendo que los nuevos
descubrimientos "de la mayor importancia tecnológica" se
alcanzarán "en algunos años".

Como los nazis sabían que "muchos de los mejores


laboratorios" norteamericanos también estaban abocados al
problema, sería muy difícil "no proseguir en estas
cuestiones", apunta Heisenberg. Incluso si "la mayoría de
tales desarrollos tomaran mucho tiempo", tendrían que
contar con la posibilidad de que, si la "guerra con los
norteamericanos durara varios años", la "realización
técnica de avances en energía nuclear" jugara un "papel
decisivo en la guerra".

Fat Boy en su hangar, antes de llevarse Nagasaki


al otro mundo

Por supuesto que Heisenberg tenía toda la razón. Pero


afortunadamente para él y sus conciudadanos, las primeras
bombas atómicas cayeron sobre Hiroshima y Nagasaki en
lugar de Frankfurt y Berlín.

Cronología

Enero de 1933 Los nazis llegan al poder en Alemania

Diciembre de 1938 Otto Hahn, Lise Meitner y Fritz


Strassmann descubren la fisión nuclear del uranio

22
2 de agosto de 1939 Einstein advierte al presidente
Roosevelt acerca de los peligros de las bombas atómicas

1° de septiembre de 1939 Alemania invade Polonia e


inaugura el Proyecto Uranio

3 de septiembre de 1939 Gran Bretaña y Francia declaran


la guerra a Alemania

1941 Von Weizsäcker presenta una solicitud de patente que


se refiere a una bomba de plutonio

Marzo de 1941 Von Weizsäcker visita a Bohr en


Copenhague

Junio de 1941 Alemania invade la Unión Soviética

Septiembre de 1941 Von Weizsäcker visita a Bohr por


segunda vez, en esta oportunidad acompañado de
Heisenberg

6 de diciembre de 1941 Comienza en Los Álamos el


Proyecto Manhattan

7 de diciembre de 1941 Japón ataca Pearl Harbour

8 de diciembre de 1941 Estados Unidos entra en la guerra

Febrero/junio de 1942 Heisenberg da sus conferencias


populares sobre armas nucleares

Diciembre de 1943 Bohr visita Los Álamos

Marzo de 1945 Alemania prueba un artefacto nuclear en


Turingia, Alemania Oriental

7 de mayo de 1945 Rendición de Alemania

16 de julio de 1945 "Trinity", detonación de la primera


bomba atómica

23
La horrenda explosión de Trinity

6 de agosto de 1945 Los Estados Unidos bombardean


Hiroshima

9 de agosto de 1945 Bombardeo de Nagasaki

14 de agosto de 1945 Rendición del Japón

MÁS DATOS:

New light on Hitler´s Bomb


Descubren un diagrama de la bomba nazi
La bomba atómica
Declassified files reopen "Nazi Bomb" debate

(Traducido, adaptado y ampliado por Marcelo Dos Santos de


PhysicsWeb y diferentes sitios de Internet)

Escape a otro mundo


Estaba iniciando una prometedora carrera como físico. Sin embargo, Ettore
Majorana desapareció misteriosamente. ¿Aún vive enclaustrado en un
monasterio? ¿Emigró a Argentina? ¿Acaso se tiro al mar?

24
Ettore Majorana, abordó un barco en Nápoles y desapareció

La noche del 25 de marzo de 1938, el físico italiano Ettore Majorana, de 31


años, tomó en Nápoles el barco correo nocturno a Palermo, Sicilia. Antes,
escribió dos cartas. La primera, que quedó en su habitación del Hotel Boloña,
estaba dirigida a su familia; en ella hacía una peculiar petición: "Sólo tengo un
deseo: no vistan de negro por mí. En caso de que , deseen -o deban- seguir las
costumbres sociales, usen otra señal de luto, pero por no más de tres días.
Luego de eso, sólo deberé quedar en sus recuerdos y, si son capaces de
hacerlo, olvídenme." Este mensaje tenía el tono ominoso de una nota de
suicidio.

La segunda carta, enviada por correo, parecía confirmar que Majorana había
decidido dar fin a su vida. Iba dirigida a Antonio Carrelli, director del Instituto
de Física de la Universidad de Nápoles, donde el joven científico impartía
cátedra desde enero. "He tomado una decisión inevitable", escribió a Carrelli.
"No hay en ella egoísmo. Pero sé que mi inesperada desaparición será un
inconveniente para usted y los estudiantes. Le pido perdonarme, más que nada
por haber puesto de lado la confianza, sincera amistad y generosidad que me
mostró." Antes de que Carrelli recibiera la carta, Majorana envió un telegrama
desde Palermo, en el que solicitaba pasar por alto su carta de Nápoles. El
telegrama fue seguido por una segunda carta, fechada el 26 de marzo y
también enviada desde Palermo: "Querido Carrelli -escribió Majorana-, el mar
me rechazó sin remedio. Regresaré mañana al Hotel Boloña. Pero me propuse
dejar la enseñanza. Estaré a su disposición para darle más detalles." La
segunda carta enviada a Carrelli parecería indicar un intento de suicidio
desistido o frustrado. Sin embargo, esto no anunció una vida renovada para
Majorana. Ni Carrelli ni los miembros de la familia del físico volvieron a
saber de él.

Un brillante perfeccionista

Según el veredicto unánime de sus contemporáneos, Ettore Majorana poseía


una inteligencia extraordinaria. Su mentor, el premio Nobel Enrico Fermi,
Ilegó al grado de compararlo con Galileo Galilei e Isaac Newton. Nacido el 5
de agosto de 1906 en Catania, Sicilia, Ettore resolvía, a la edad de cuatro
añios, complejos problemas matemáticos a velocidades increíbles. Fue un don
que confundió y asombró a los que lo rodearon mientras siguió su instrucción.
Al principio fue educado en casa y más tarde se le envió a una escuela jesuita
en Roma, aunque completó la educación secundaria en el Liceo Torcuato
Tasso antes de cumplir los 17 anos. En el otoño de 1923 ingresó a la Escuela
de Ingeniería de la Universidad de Roma, donde entre sus condiscípulos
estaban su hermano mayor Luciano y Emilio Segrè. Fue este último quien

25
persuadió a Majorana a dedicarse al estudio de la física. En 1928 fue
transferido al Instituto de Física Teórica, entonces bajo la dirección de Enrico
Fermi. Al año siguiente recibió su doctorado con mención honorífica, pero
durante los siguientes cinco años trabajó con Fermi resolviendo problemas de
física nuclear. Aunque la producción académica de Majorana apenas asciende
a nueve trabajos publicados entre 1928 y 1937, su obra es aún hoy admirada
por la comunidad científica. Los trabajos revelan un minucioso conocimiento
de datos experimentales, facilidad para simplificar problemas, una mente
despierta y un perfeccionismo sin concesiones. Sus críticas hacia los trabajos
de otros le valieron el alias de "El Gran Inquisidor". Pero era igualmente
severo consigo mismo, lo que podría explicar su ritmo lento y lo escaso de su
producción académica. A instancias de Fermi, Majorana salió de Italia en
1933, becado por el Consejo Nacional de Investigación. En Leipzig,
Alemania, conoció a Werner Heisenberg, también premio Nobel. La
correspondencia posterior con Heisenberg revela que Majorana no sólo tuvo
en él a un colega científico, sino también a un amigo íntimo. Heisenberg instó
al joven italiano a publicar con más frecuencia, pero éste fue reticente.

Enrico Fermi, profesor del Instituto de Estudios Teóricos


de Roma, buscó asilo político en EUA, luego de aceptar el
premio Nobel en 1938. Impartió cátedra en la Universidad
de Columbia y luego trabajó en el proyecto Manhattan, que
produjo la primera bomba atómica.

Se desarrolla la crisis

En el otoño de 1933, Majorana volvió a Roma con problemas de salud:


enfermó de gastritis aguda en Alemania y al parecer sufría de agotamiento
nervioso. Tuvo que seguir una estricta dieta y se hizo introvertido y hosco.
Aunque tenía una cariñosa relación con su mamá, desde Alemania le había
escrito advirtiéndole con énfasis que no la acompañaría a sus acostumbradas
vacaciones veraniegas en el mar. Su asistencia al instituto se hizo irregular y
luego se encerró en su casa: el prometedor y joven físico se convirtió en
errnitaño. Durante cuatro años se desligó de sus amigos y dejó de publicar.

26
Fue hasta 1937 que Majorana regresó a lo que podría Ilamarse una vida
"normal". Ese año, después de un largo silencio, publicó lo que sería su último
documento científico y solicitó impartir la cátedra de física. En noviembre,
fue nombrado profesor de física teórica en la Universidad de Nápoles. Para
infortunio de la autoestima de Majorana, sus clases en Nápoles tuvieron poca
asistencia. Sus estudiantes sencillamente no entendían lo que trataba de
explicarles. El 22 de enero de 1938 pidió con cierta desesperación a su
hermano que le transfiriera a un banco de Nápoles todo el dinero que tenía en
Roma. En marzo pidió una fuerte suma de su salario profesional, que no había
tocado desde su nombrarniento. Con esta suma y su pasaporte, abordó el barco
el 25 de marzo y desapareció para siempre.

En busca de pistas La investigación iniciada en las semanas posteriores a la


desaparición del físico revelaron algunas pistas prometedoras. Pero todas
resultaron ser callejones sin salida.

El 26 de marzo, el día en que envió a Carrelli el telegrama y la segunda carta,


Majorana posiblemente abordó el barco correo que volvía de Palermo a
Nápoles. Según las autoridades de la compañía naviera, había un boleto a su
nombre en la oficina del muelle. Luego, cuando se les pidió mostrar la
evidencia, afirmaron que el boleto cancelado se había perdido. Un testigo
primero dijo haber compartido un camarote con Majorana, para luego decir
que no estaba seguro de la identidad de su compañero de viaje. Por otra parte,
una enfermera que conocía bien a Maiorana insistió en que lo vio en Nápoles
luego del regreso del barco el 26 de marzo.

¿A un monasterio?

La familia de Majorana publicó un aviso notificando la desaparición de Ettore,


con una fotografía como referencia para una posible búsqueda. En julio
recibieron respuesta. El abad del monasterio Gesu Nuovo en Nápoles les dijo
que un joven muy parecido al de la fotografía lo había visitado a fines de
marzo o principios de abril, pidiendo que se le admitiera en el monasterio en
calidad de huésped. Cuando el abad vaciló para aceptar la petición, el joven se
fue y nunca regresó. Pero el abad no sabía la fecha exacta, por lo que fue
imposible determinar si la visita fue antes o después del viaje de Majorana a
Palermo. Luego, se estableció que el 12 de abril un hombre joven parecido al
de la fotografía de Majorana solicitó ingresar al monasterio San Pasquale de
Portici. También se fue de ahí luego de ser rechazado. Basado en estos
informes, vagos pero fascinantes, el escritor Leonardo Sciascia propuso una
teoría, 40 años después del evento. Cansado del mundo y las obligaciones
impuestas por su trabajo científico, tal vez desilusionado por el aparente
fracaso de su carrera de profesor, Majorana buscó un escape en la vida

27
religiosa. En alguna parte halló un refugio donde pudiera vivir de incógnito y
dedicar el resto de su vida a las plegarias y a la contemplación.

¿Escapó a Argentina?

La pista final y quizá la más intrigante de Ettore Majorana conduce hasta


América del Sur. En 1950, el físico chileno Carlos Rivera vivió en Buenos
Aires, capital de Argentina, y se alojó temporalmente en la casa de una
anciana. Por casualidad, la anciana descubrió el nombre de Majorana entre los
papeles, a quien contó que su hijo conocía a un hombre con ese apellido, pero
que ya no se desempeñaba en el campo de la física, sino en el de la ingeniería.
Rivera tuvo que partir de Buenos Aires y no pudo seguir la pista.
Curiosamente, Rivera halló otra vez las huellas de Majorana en Buenos Aires.
En 1960, mientras cenaba en un restaurante, escribía distraídamente fórmulas
matemáticas en una servilleta. Un mesero se acercó y le dijo: "Conozco a
alguien con el mismo hábito de garabatear matemáticas en las servilletas.
Viene aquí de vez en cuando. Se Ilama Ettore Majorana y era un físico famoso
en Italia antes de la guerra, cuando salió de su país para venir aquí. Pero esta
pista tampoco sirvió: el mesero no tenía la dirección de Majorana, y de nuevo
Rivera tuvo que partir antes de resolver el misterio.

Tres ancianas guardan su secreto

Las fascinantes noticias de los hallazgos de Rivera en Argentina cundieron


por el medio científico y Ilegaron a Italia a fines de la década de 1970. El
físico Erasmo Recami y María Majorana, hermana de Ettore, siguieron las
pistas y, en la búsqueda, dieron con otra pista más que llevaba a Argentina. De
visita en Italia, la viuda del escritor guatemalteco Miguel Ángel Asturias oyó
de los nuevos intentos para aclarar el asunto de la desaparición de Ettore
Majorana. Ella ofreció la información de que durante la década de 1960
conoció al físico italiano en casa de las hermanas Eleonora y Lilo Manzoni.
La señora Asturias dijo que Majorana parecía ser íntimo amigo de Eleonora,
que era matemática. Pero la solución al acertijo, que por fin estaba casi a la
mano, se esfumó. La señora Asturias rehusó dar más detalles. En realidad, no
había visto a Majorana en persona, sino que oyó por terceros de su amistad
con Eleonora. La señora Asturias dijo que su hermana y Lilo Manzoni podían
dar testimonio, ya que, mientras tanto, Eleonora había fallecido. Pero ambas
ancianas no pudieron o no quisieron dar respuestas. ¿Es que las hermanas
Asturias habían hecho un pacto con la señora Manzoni para guardar el secreto
de Ettore Majorana? Debido a que dos pistas independientes condujeron a
Argentina, es muy posible que el físico italiano haya ido allá en 1938, en lugar

28
de aislarse en un monasterio o suicidarse. La razón de su súbita huida aún se
desconoce y posiblemente nunca se sepa. Quizá fue muy acertado el seco
comentario de Enrico Fermi sobre las investigaciones de la desaparición. Si
verdaderamente Ettore Majorana hubiera decidido desaparecer sin dejar
rastro, lo habría hecho fácilmente, con una inteligencia como la que poseía.

¿Sólo una solución literaria?

La misteriosa desaparición del físico Ettore Majorana en marzo de 1938 ya había sido
olvidada por el público cuando el escritor italiano Leonardo Sciascia publicó en 1975 EI
caso Majorana, una obra descrita por él como una "novela filosófica de misterio". Los
cuentos y novelas anteriores de Sciascia trataban casi exclusivamente de las condiciones
socioeconómicas, políticas y morales de su nativa Sicilia. Sciascia supo del misterio de
Majorana en 1972. En ese año, el Consejo Nacional de Investigación -que financió en
1933 el viaje a Alemania del joven físico- designó a Erasmo Recami, profesor de física
teórica de la Universidad de Catania, para que pusiera orden en la breve totalidad de la
obra científica de Majorana. Al hacerlo, halló pistas que anteriormente fueron
soslayadas y que mostró a Sciascia. Al seguir estas pistas, el novelista consideró los
motivos que habrían podido obligar a Majorana a salir de Italia y concibió una
intrigante teoría: con su inteligencia superior, Majorana reconoció antes que sus colegas
la enorme fuerza destructiva de la energía atómica y no quiso tomar parte en el
desarrollo de armamento atómico para el régimen fascista de Mussolini. La tesis de
Sciascia suscitó una considerable controversia en Italia. La voz principal de sus
oponentes fue Eduardo Amaldi, que terminó los estudios para el doctorado con Fermi
un año después que Majorana. Según Amaldi, ningún científico podía predecir en 1930
el final que habría de tener la investigación nuclear en las décadas de la preguerra.
Erasmo Recami, quien conoce mejor que nadie la obra de Majorana, se rehúsa a
desechar la teoría de Sciascia. Recami piensa que es una entre muchas posibilidades.

HISTORIA | ARCHIVO NIELS BOHR

Hitler y su bomba atómica


EN LA CARRERA por fabricar la primera bomba atómica
se demostró la debilidad de los nazis, que fueron incapaces
de desarrollar la devastadora arma. El 5 de febrero, el
archivo Niels Bohr de Dinamarca publicará una carta del
conocido científico que esclarece este episodio histórico

CÉSAR VIDAL

29
En el mes de septiembre de 1941, todo parecía indicar que
muy pronto toda Europa quedaría sometida a la férula de
Hitler. Gran Bretaña, que se encontraba sola contra el
nazismo desde el verano anterior, era incapaz de abrir un
segundo frente en el continente y tenía que contentarse
con presentar batalla en el desierto norteafricano. Por lo
que se refería a la URSS, había sido invadida varias
semanas antes y sus divisiones en perpetua retirada
estaban siendo sometidas a los resultados de terribles
operaciones de cerco por parte de la Wehrmacht de Hitler.
Fue en esos momentos cuando el físico nuclear alemán
Werner Heisenberg tomó un tren y se dirigió hacia
Copenhague para entrevistarse con su colega Niels Bohr.
La entrevista se produjo por la noche en el exterior de la
casa de Bohr, a donde había ido a cenar Heisenberg. Es
muy posible que ambos intentaran eludir la curiosidad de
los micrófonos pero, también, que simplemente buscaran
un lugar más tranquilo en el que departir en solitario. Los
comentarios de Heisenberg resultaron en un momento
dado tan abrumadores que Bohr interrumpió la
conversación.Sin embargo, ¿qué fue exactamente lo que
Heisenberg dijo a Bohr y, sobre todo, qué consecuencias
tuvo en el rumbo de la guerra?
Hasta ahora nadie ha dudado de que Heisenberg comunicó
a su colega que la Alemania nazi estaba trabajando en un
proyecto de bomba atómica que, al parecer, iba
considerablemente avanzado. Menos claro resulta saber en
qué términos desveló semejante información.

30
En 1958 el propio Heisenberg señaló que su intención
había sido alertar al mundo del peligro que se cernía sobre
él en caso de que Hitler llegara a tener la bomba atómica.
Semejante afirmación contribuiría a crear una aureola en
torno a la figura del científico alemán exculpándole de su
colaboración con el nazismo e, incluso, convirtiéndole en
una especie de resistente en el interior. En otras palabras,
si el III Reich no había podido utilizar la bomba atómica
se había debido al esfuerzo de un científico que saboteó
desde dentro los trabajos que buscaban ese objetivo.
La historia cuenta, literariamente hablando, con un
atractivo indudable, pero se trata de una versión parcial
que ha sido objeto de una explicable discusión. Hoy en día
se sabe que Bohr escribió en el mes de junio de ese mismo
año de 1958 una carta respondiendo a las palabras de
Heisenberg, aunque nunca llegó a echarla al correo. Es
precisamente esta misiva la que será dada a la luz pública
el 5 de febrero. De esa manera se reaviva la controversia
nunca extinguida totalmente sobre las motivaciones reales
de Heisenberg. Así, se ha señalado que, en realidad, el
científico alemán tan sólo quiso enrolar a Bohr en el
programa nazi de construcción de la bomba atómica, que
pretendía saber hasta qué punto su colega había
investigado al respecto o, más benévolamente, que ansiaba
llegar a un acuerdo en virtud del cual Alemania no
continuaría sus investigaciones si los aliados obraban de la
misma manera.
Fuera como fuese, lo cierto es que las revelaciones de
Heisenberg no influyeron en absoluto en la marcha del
conflicto. De hecho, los aliados venían trabajando en un
proyecto de bomba atómica con anterioridad a la citada
entrevista.

31
La voz de alarma se había producido cuando, en diciembre
de 1938, el químico alemán Otto Hahn descubrió lo que
vendría a denominarse el proceso de fisión. Hahn
bombardeó con neutrones el metal pesado uranio, que
contiene 92 protones en cada núcleo atómico, y descubrió
que los núcleos pesados de uranio se desintegraban dando
lugar a núcleos de dos sustancias distintas, el bario y el
criptón.Si los neutrones liberados podían desintegrar otros
núcleos de uranio que, a su vez, liberaran más energía y
más neutrones, se produciría una reacción en cadena y con
ella la posibilidad de una bomba nuclear.
De momento, sin embargo, lo que se produjo fue una
reacción en cadena en el mundo científico. En
Copenhague, una antigua colaboradora de Hahn, Lise
Meitner, que se había visto obligada a exiliarse a causa de
la política antisemita de Hitler, elaboró con su sobrino
Otto Frisch un estudio sobre las implicaciones de aquel
proceso que denominaron fisión nuclear. Durante el año
siguiente, el experimento de Hahn fue repetido en diversos
lugares de Estados Unidos así como en Varsovia,
Leningrado (hoy San Petersburgo) y París. Aunque se
contemplara como una posibilidad lejana, lo cierto es que,
en vísperas de la II Guerra Mundial, resultaba obvio para
la comunidad científica que la posibilidad de fabricar una
bomba nuclear no era en absoluto una quimera.
PERSUADIR A EINSTEIN
Así, ya durante el verano de 1939, antes de que estallara el
conflicto en Europa, Enrico Fermi, Leo Szilard y Paul
Wigner unieron sus esfuerzos en Estados Unidos para
convencer a Albert Einstein a fin de que escribiera al
presidente Roosevelt alertándole de los efectos de una

32
bomba basada en la fisión nuclear y de la necesidad de
almacenar uranio para su fabricación. Tampoco al otro
lado del Atlántico se pasó por alto esta posibilidad.En
marzo de 1940, un comité británico dirigido por sir Henry
Tizard con la finalidad de llevar a cabo estudios relativos a
la fabricación de una bomba nuclear, recibió dos
memoriales relativos al proyecto firmados por el ya citado
Otto Frisch y Rudolf Peierls, ambos científicos alemanes
exiliados en Gran Bretaña.
En otoño de 1940, Tizard viajó a Estados Unidos y puso al
corriente a las autoridades norteamericanas de lo
conseguido por sus hombres. Se iniciaba así una
colaboración que daría fecundos resultados. A mediados
de 1941, es decir, antes de la entrevista entre Heisenberg y
Bohr, los británicos contaban con el denominado Comité
Maud que ya había determinado el valor que el plutonio
tendría para la fabricación de una bomba atómica.

CHURCHILL-ROOSEVELT
El 11 de octubre de ese mismo año casi dos meses antes de
la entrada en guerra de Estados Unidos Roosevelt enviaba
una carta personal a Churchill sellando la colaboración y
coordinación de ambas potencias en este terreno de
investigación. No eran meras palabras. El 27 de octubre,
Harold Urey, el descubridor del agua pesada, llegaba a
Gran Bretaña procedente de Estados Unidos con la
intención de colaborar con los británicos. En los inicios de
1942, el peso británico en la investigación había
disminuido considerablemente y el proyecto se hallaba de
manera casi total en manos norteamericanas.

33
Esta circunstancia quedó además afianzada cuando Niels
Bohr huyó de Dinamarca en 1943 y se estableció en
Estados Unidos.
En paralelo al avance de las investigaciones, los aliados
intentaron también impedir los progresos alemanes.
Posiblemente, la manera más eficaz y espectacular de
lograrlo fueron las expediciones de comandos realizadas
contra zonas de Noruega donde el III Reich se proveía de
materiales como el agua pesada. Este episodio de la guerra
mundial fue llevado al cine en 1965 en Los héroes de
Telemark, una película protagonizada por Kirk Douglas y
Richard Harris. Sin embargo, es dudoso a pesar de su
atractivo novelesco que hubiera tenido importancia de no
conjugarse con otro factor decisivo, el de la torpeza
demostrada por los propios científicos nazis en este
terreno.
Desde el final de la II Guerra Mundial, ha existido toda
una serie de libros que insistían en los inmensos avances
nazis relacionados con el descubrimiento de la bomba
atómica y en la manera en que sólo el azar impidió que
Hitler dispusiera de ella antes que los aliados. El hecho de
que, efectivamente, hubieran conseguido logros notables
en áreas como los cohetes balísticos o los aviones de
propulsión a chorro tan sólo sirvieron para dar pábulo a
esos rumores. Por añadidura, con ese contrapunto, las
palabras de Heisenberg en 1958 le otorgaban una categoría
de héroe clandestino y antinazi que aparece reflejada en
creaciones de ficción como la obra teatral Copenhague, de
Michael Frayn.

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INCREDULIDAD NAZI
La realidad fue más prosaica y, sobre todo, bien distinta.
El sistema estatalizado y burocrático impuesto por el
régimen nazi no impulsó contra lo que se ha creído la
investigación, sino que la entorpeció considerablemente.
La prueba de ello quedó reflejada de manera irrefutable en
las denominadas conversaciones de Farm Hall del año
1945. Al concluir la guerra, los científicos alemanes que
habían colaborado en el proyecto de la bomba atómica
fueron conducidos a esta localidad inglesa e interrogados
acerca de sus logros reales. Los resultados que,
clasificados como Top secret, tardaron 47 años en
publicarse no pudieron resultar más reveladores.
Los científicos al servicio del III Reich nunca llegaron a
ser capaces de fabricar un reactor nuclear y tampoco
sabían cómo calcular la masa crítica de una bomba. Por
añadidura, sólo tenían una ligera sospecha de que el
plutonio pudiera ser el elemento 91, un dato que los
británicos conocían ya a mediados de 1941.Partiendo de
esa base, no resulta extraño que ninguno de ellos creyera
en agosto de 1945 que lo que había estallado en Hiroshima
fuera una bomba atómica. Si ellos miembros de la raza
superior no habían conseguido fabricarla, ¿cómo iba a
lograr ese objetivo un país tan mezclado racialmente como
los Estados Unidos?
Al fin y a la postre, lo que provocó finalmente la derrota
alemana en la carrera por el armamento nuclear una
derrota que nada tuvo que ver con el triunfo aliado en
Europa no fueron unas más que dudosas declaraciones de
alerta de Heisenberg, sino la combinación de la
superioridad investigadora de los aliados occidentales, ya

35
bien establecida en 1940, con la inferioridad científica del
III Reich en este terreno. Causa escalofríos pensar qué
hubiera sido de la Humanidad de producirse un resultado
inverso.

Hitler y su bomba atómica

Según un historiador alemán, la famosa leyenda de que Hitler estaba a punto


de lograr una bomba atómica sería verdadera.

Muchas veces Hitler amenazó con utilizar una "super arma" que aniquilaría de
una vez por todas a sus enemigos y abriría finalmente el reinado del Tercer Reich
sobre el mundo.
Durante largo tiempo se especuló que la amenaza no sería nada más que otro
de los accesos de megalomanía del dictador.

El historiador alemán Rainer Karlsch, sin embargo, anunció que ha encontrado


evidencia suficiente para demostrar que los nazis estaban a pocos pasos de crear
su propia bomba atómica.
Según Karlsch, los científicos nazis habían experimentado con pequeños prototipos
de una bomba atómica en la isla de Rügen, en el Mar Báltico, y en el actual estado
federal de Turingia entre fines del año 1944 y principios de 1945.

Los primeros experimentos

Para probar la eficacia del arma, al parecer los científicos hicieron hecho llevar a
centenares de presos de guerra y prisioneros de campos de concentración, que
murieron durante el experimento.

Las investigaciones de Karlsch están respaldadas con documentos inéditos del


servicio secreto ruso, anotaciones de los científicos involucrados en el proyecto y
análisis del terreno donde fueron arrojadas las bombas.
Ya Albert Einstein le había advertido al gobierno estadounidense durante la
Segunda Guerra Mundial sobre la necesidad de desarrollar la bomba atómica antes
que lo hicieran los nazis.

Las declaraciones de Einstein, que hasta 1934


trabajó en la Academia Prusiana de Ciencias de
Berlín, quedó siempre como un inquietante indicio de
que el científico sospechaba de las actividades de
sus ex colegas alemanes.
La autoridad mundial en el tema, el estadounidense
Mark Walker, declaró como "muy convincentes" las
pruebas aportadas por el historiador alemán.

Karlsch afirma además que encontró en las


Albert Einstein le advirtió a EE.UU. que debía
cercanías de Berlín el primer reactor nuclear terminar la bomba atómica antes que los nazis
alemán capaz de funcionar, además de los planos
de un proyecto de patente para una bomba de plutonio que dataría de 1941.

36
A pasos de la bomba final

Hasta ahora se especula qué tan potente habrían sido esas bombas arrojadas entre
los años 1944 a 1945 en el suelo alemán.
La mayoría de los expertos creen en todo caso que el prototipo estaría lejos de ser
tan poderosos como las bombas atómicas arrojadas en Nagasaki e Hiroshima por
los Estados Unidos en 1945.

Un poco más de tiempo, sin embargo, le habría bastado a los nazis para disponer
de una bomba comparable a que cayeron en Japón.
El 8 de mayo de 1945 el ejército alemán presentó su rendición incondicional frente
a los aliados; los últimos meses del agonizante Tercer Reich habían sido por su
mínima supervivencia, no por su soñada expansión.

Un arma como la bomba atómica en su poder habría llevado a un escenario apenas


imaginable, pero desde ahora el juego del " que habría pasado si... " completado
con "Hitler hubiera tenido la bomba atómica" ha comenzado a tener una
insospechada verosimilitud.
La totalidad de las investigaciones de Reiner Karlsh aparecerán en el libro "La
Bomba de Hitler" que el historiador presentará el próximo 14 de Marzo en Berlín.

Fuente: BBC
04.03.05

Primer paso a la era atómica


Trabajando tranquilamente en 1938 en su laboratorio de Berlín mientras el
mundo estaba a punto de entrar en guerra, el químico Otto Hahn y su alumno
Fritz Strassman descubrieron accidentalmente lo que llevaría al último acto de
destrucción del conflicto. Al bombardear muestras de uranio con neutrones,
hallaron átomos de otro metal, bario, dentro del uranio. Según lo conocido
hasta entonces, Hahn supuso que el "bario" era una forma del radio, pero
finalmente aceptó la evidencia que tenía ante él. El bombardeo del uranio
había producido bario, de alguna manera desconocido hasta la realización de
ese experimento. Mientras tanto, una colega de Hahn en el Instituto Kaiser
Guillermo, Lise Meitner, que nunca ocultó su origen judío, se vio forzada a
huir de Alemania cuando los nazis reforzaron sus leyes raciales. Al
establecerse en el Instituto Nóbel de Estocolmo, Suecia, recordó el extraño
hallazgo de Hahn y le pidió a un pariente iniciar una investigación de los
resultados de aquel experimento. Al discutir los datos con su sobrino O.R.
Frisch, Meitner sospechó que Hahn había dividido el átomo de uranio, que
tiene más del doble de la masa del átomo de bario. Ella y Frisch supusieron
que el bombardeo de neutrones "partió" el átomo de uranio, liberando así
grandes cantidades de energía. De este modo se descubrió la "fisión nuclear",
una reacción en cadena que hace posible las armas atómicas y los usos
pacíficos del átomo.

37
En una fracción de segundo, cuando la reacción se desencadena, se dividen
todos los núcleos atómicos de cualquier cantidad de uranio. Un kilo de uranio
daría suficiente energía para la fuerza de una bomba atómica o para el
combustible de una planta que produciría energía nuclear casi ilimitada.

Tiempos de miedo
Aunque Oppenheimer nunca fue llamado ante la presencia del notorio senador
Joseph McCarthy, el trato recibido por parte del FBI, la Casa Blanca y la
Central de Energía Atómica (CEA) indudablemente se debió, al menos en
parte, a que el politico de Wisconsin viera al fisico como un blanco tentador.
El Ilamado "McCarthismo", que aterró o destruyó las vidas y carreras de
estadounidenses inocentes, se inició en 1950. A pocos días de que el
presidente Eisenhower anunciara que la Unión Soviética tenia capacidad
nuclear, el senador anunció: "Tengo en la mano una lista de 205 personas de
quienes el secretario de Estado sabia que eran miembros del Partido
Comunista y que sin embargo allí trabajan en el Departamento de Estado,
dando forma a su política." En 1953, McCarthy se hizo director del Subcomité
de Investigaciones del Senado, cuyo personal sintió revuelo por un articulo
anónimo de la revista Fortune, que afirmaba que Oppenheimer trató de
desacreditar al Comando Aéreo Estratégico y que una vez escribió "una
sugerencia velada de que la doctrina de la Fuerza Aérea estaba basada en el
sacrificio de civiles" Pero antes de que McCarthy actuara, consultó con el
director del FBI, J. Edgar Hoover, quien le advirtió: "Éste no es un caso que
deba tratarse prematuramente con el solo propósito de obtener titulares de
prensa." El senador prometió cooperación y dio marcha atrás, pero Hoover y
Lewis Strauss, director de la CEA, sabían que el político, ansioso de
publicidad, no podía ser acallado por siempre. Strauss tenía documentos
secretos sustraídos a Oppenheimer, un acto considerado por algunos como el
primer paso de una campaña subrepticia que desembocó en la audiencia de
Oppenheimer en la CEA, en 1954.

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Padre de la bomba atómica
Brillante físico y talentoso líder de otros científicos, J Robert Oppenheimer
contribuyó a la victoria de EUA en la Segunda Guerra Mundial. Pero su
vida privada le produjo acusaciones de traición y un fin prematuro a su
servicio en el gobierno.

J. Robert Oppenheimer dirigió con energía el


proyecto para construir la primera bomba atómica.
Después de Hiroshima, su actitud frente a estas
armas fue de extremo escepticismo.

Luego de una racha matinal de sirenas antiaéreas, sonó la señal de que no


había peligro. El Sol iluminó la hora pico de la bulliciosa Hiroshima,
resaltando el esbelto follaje de los famosos sauces de la ciudad. En este día de
agosto de 1945, los hombres de negocios que corrían a sus trabajos, los niños
en camino a la escuela y las amas de casa sabían, después de muchos
bombardeos, que dos o tres bombarderos B29 de EUA no eran peligrosos: si
se tratara verdaderamente de un ataque serio, el cielo estaría lleno de aviones.

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Un sobreviviente recordaría que, de pronto, "Un brillo cegador cortó el cielo...
la piel de mi cuerpo sintió un calor quemante... silencio mortal... luego un
gran '!bum!', como el estallido de un trueno distante." A las 8:14, hora local, el
bombardero Enola Gay soltó su única carga, el "Little Boy" y se alejó
rápidamente. Minutos después la bomba atómica estalló, produciendo un
intenso brillo que encendió el cielo y provocó fuertes vientos. De una bola de
fuego de 400 m de diámetro surgió una nube en forma de hongo que se elevó
20 km. El intensísimo calor, de quizá 3.000C°, convirtió instantáneamente en
carbón a miles de seres humanos. Miles más les sobrevivieron unos pocos
segundos, para ser golpeados por escombros o sepultados por edificios caídos.
Asustados, muchos se tiraron a ríos que habían hervido. En la horrenda
vorágine murieron 200.000 almas, la mitad de la población diurna de la
ciudad. Desaparecieron aproximadamente unos 60.000 edificios, fuegos
dispersos se convirtieron en incendios mayores y la contaminación radiactiva
inició brutalmente su inhumana y silenciosa labor de provocar una muerte
lenta y dilatada. En ese 6 de agosto de 1945, el azorado mundo supo que el
hombre había domeñado la energía encerrada en el átomo para crear un arma
increíblemente destructiva. Hasta esa fatídica explosión, sólo unos cuantos
militares de alto rango y líderes políticos sabían la verdadera historia: durante
años, un equipo de científicos y técnicos trabajaron frenéticamente para
construir en secreto esta "arma del día del juicio final". Lo consiguieron,
debido en gran parte a la inteligencia e inspiración del distinguido físico
teórico J. Robert Oppenheimer, que en aquel entonces contaba con apenas 41
años de edad.

EI prodigio

Nacido en Nueva York de padres pudientes de origen judeo-alemán,


Oppenheimer se crió en el seno de una familia que respetaba el arte, la música
y la curiosidad intelectual. Ingresó a la Universidad de Harvard en 1922 y
obtuvo su licenciatura en química, con honores, en tan sólo tres años. En los
siguientes años, el precoz joven viajó por Europa, donde trabajó con varios
físicos en la vanguardia de la investigación de los fenómenos atómicos, a la
luz de las nuevas teorías. A sólo un año de egresar, Oppenheimer publicó un
documento científico que mostraba su total comprensión de los nuevos
métodos. Poco después desarrolló, junto con el afamado Max Born, una parte
esencial de la teoría cuántica conocida como el método Born-Oppenheimer.
Su notable disertación doctoral le ganó fama internacional en 1927.

40
A principios de la década de 1944, el centro de
investigaciones nucleares en Los Álamos era
secreto máximo. Ni siquiera los habitantes de
Nuevo México sabían de sus trabajos, hasta que se
enteraron de la bomba que cayó sobre Japón en
agosto de 1945.

Física, romance e izquierdismo

En 1929, la naciente autoridad científica aceptó puestos en dos de las muchas


universidades que lo solicitaron: durante la primavera enseñó en el bullicioso
Instituto Tecnológico de California, en Pasadena, y en otoño e invierno en el
campus de Berkeley de la Universidad de California, donde fue el primer
profesor en impartir la novedosa mecánica cuántica. De hecho, el erudito
científico tuvo que ajustar necesaria y gradualmente el nivel de su cátedra a
las capacidades de sus azorados alumnos. En 1936 se enamoró de Tean
Tatlock, jovencita difícil y voluble cuyo apasionado idealismo halló salida en
el Partido Comunista. Su tormentoso romance coincidió con la inestabilidad
del mundo, de la depresión en Estados Unidos a los desconcertantes actos de
dictadores como Hitler, Mussolini y Franco en Europa occidental. Como
muchos otros pensadores de su época, Oppenheimer investigó las ideas de
izquierda como una posible solución, aunque no se unió al Partido Comunista,
como lo hicieron su hermano menor, su cuñada y muchos de sus amigos. Su
interés en la política, al igual que su capacidad para leer el sánscrito, fueron el
resultado natural de su continua investigación en diferentes áreas del
conocimiento. Él mismo admitió que le preocupaba profundamente el
antisemitismo en la Alemania y España fascistas y donó hasta 1 000 dólares al
año de su ingreso anual de 15 000 dólares para causas asociadas con grupos
comunistas.

41
Cuando terminó su relación con Jean Tatlock, luego de conocer a Kitty
Harrison, la mujer que sería su esposa en 1940, también se alejó del círculo de
amigos izquierdistas que aquélla frecuentaba.

La amenaza nazi

Estados Unidos supo en 1939 que la Alemania de Hitler, preparándose para


una guerra total, había descubierto la fisión nuclear. Oppenheimer y otros
expertos supusieron que los experimentadores alemanes tratarían de producir
una reacción en cadena controlada que haría posible una bomba infinitamente
más destructiva que cualquier otro explosivo convencional. Los científicos
alertaron al presidente Roosevelt con una famosa carta, luego de conseguir el
apoyo del renombrado genio científico Albert Einstein, quien era exiliado del
régimen nazi. En el mayor de los secretos, el presidente autorizó el
financiamiento de un proyecto destinado a construir armas nuevas.
Irónicamente, muchos connotados científicos, forzados a huir de sus hogares
en Alemania, Italia y Hungría, se unieron a los investigadores de EUA para
trabajar en laboratorios en todo el país. Algunos grupos investigaron la
posibilidad de construir un reactor nuclear, mientras otros se ocuparon de
separar los isótopos de uranio necesarios para una reacción en cadena. A
principios de 1942 se pidió a Oppenheimer, entonces fascinado con los
problemas teóricos, que coordinara los esfuerzos dispersos.

"Lunáticos costosos"

El programa del ejército de EUA para inventar un arma nuclear recibió


máxima prioridad. Su nombre en clave fue Proyecto Manhattan y lo dirigió el
coronel Leslie Groves, de 46 años, áspero y robusto. Groves -quien apodó
"costosa colección de lunáticos" a los científicos que investigaban la energía
atómica- reconoció que Oppenheimer tenía el potencial para dirigir a sus
divididos colegas en una situación de grandes presiones. El físico sugirió que
todos los investigadores fueran reunidos en un solo laboratorio en la pequeña
aldea de Los Álamos, en Nuevo México, una región que conocía bien, pues
era dueño de un rancho cercano. En marzo de 1943, un internado para varones
fue transformado en una vigilada instalación secreta, con Oppenheimer como
director científico. Insistiendo en que toda información fuera intercambiada
libremente entre los científicos, cuyos viajes al exterior estaban severamente
restringidos, Oppenheimer estimuló una atmósfera de confianza y respeto que
produjo enormes progresos. Con meticulosidad, se mantuvo al frente del
complejo proyecto, aunque su vida privada se resintió enormemente. Su
esposa, que adiaba las restricciones, comenzó a beber y a maltratar a sus dos
pequeños hijos. Pero la abigarrada mezcla de científicos -entre los que había
una docena de ganadores o postulantes al premio Nóbel, y cuyos egos eran
grandes- consideraba a Oppenheimer un líder de gran devoción y diplomacia.

42
La mayoría le daría casi todo el crédito por el éxito del proyecto. El 30 de
diciembre de 1944, Groves, promovido a general, predijo que los dos mil
millones de dólares invertidos en el proyecto darían por resultado una bomba
terminada el 10 de agosto del año siguiente. Pero cuando Alemania se rindió
en mayo de 1945, muchos de los investigadores de Los Álamos consideraron
innecesario el uso del arma. ¿Acaso no era inminente la rendición de Japón?
¿Debía ser EUA el primer país en usar tan terrible arma? Harry S. Truman,
sucesor a la presidencia cuando murió Roosevelt, nombró a un comité que
incluyó a Oppenheimer para examinar las posibles consecuencias de una
detonación nuclear. Los expertos decidieron recomendar, con la anuencia de
Oppenheimer, que la primera bomba atómica fuera arrojada casi como
cualquier experimento, sin advertencia previa, sobre un blanco militar
japonés.

Cuando Oppenheimer y el general Groves visitaron el lugar


donde estalló la primera prueba nuclear, vieron que el
sostén de la bomba, una columna de acero que pesaba
toneladas, virtualmente se esfumó.

Claro que estas preocupaciones serían vanas si la bomba no funcionaba. La


muy esperada prueba de la primera arma atómica del mundo tuvo lugar el 16
de julio de 1945, a unos 90 km de la base de la fuerza aérea en Alamogordo,
Nuevo México

43
El artefacto de prueba, Llamado "Fat Man" ("Gordo") por su forma bulbosa,
se instaló en el desierto sobre una torre de acero. A las 5:30 un control remoto
detonó la bomba. Con un rugido, una bola de fuego verde violáceo y
anaranjado se elevó sobre un área de 1.5 km de ancho. La reacción en cadena
hizo temblar la tierra y la torre de acero se esfumó. Una columna de humo se
elevó hacia los cielos, ensanchándose hasta formar un hongo a 11 km del
suelo. La primera explosión nuclear hecha por el hombre pasmó, y luego
alegró, a los observadores militares y científicos que la presenciaron. Algunos
felicitaron a gritos al director, pero Oppenheimer recordó el Bhagavad Gita,
poema épico de la India: "Me volví Muerte, el destructor de mundos." Por el
resto de su vida, su satisfacción por el logro científico fue moderada debido a
un justificado y profundo sentido de responsabilidad por las consecuencias.

Alacranes en la botella

Tres días después de que "Little Boy" cayó en Hiroshima, una réplica del "Fat
Man" fue arrojada sobre Nagasaki. Japón se rindió incondicionalmente el 15
de agosto, completamente desalentado por esta nueva arma. La invención de
la bomba atómica fue vista como el clímax de la victoria de EUA sobre sus
enemigos de la Segunda Guerra Mundial, tal vez salvando la vida de un
millón de soldados que pudieron haber muerto de haber invadido a Japón.
Pero también los escépticos se hicieron oír y el mismo Oppenheimer, dos
meses después de Hiroshima, predijo: "La humanidad maldecirá los nombres
de Los Álamos e Hiroshima." Sin embargo, al año siguiente aceptó el cargo de
presidente del consejo científico de la Comisión de Energía Atómica (CEA),
convirtiéndose así en el asesor más influyente del gobierno y el ejército acerca
de los primeros y conflictivos asuntos de energía nuclear. Occidente y la
Rusia de Stalin se enfrascaron en un estancamiento político Llamado Guerra
Fría e iniciaron una nueva carrera armamentista. El 29 de agosto de 1949,
antes de lo predicho, la URSS detonó su primera bomba nuclear. Aunque
muchos científicos involucrados en el Proyecto Manhattan no apoyaban la
creación de nuevas armas, los excolaboradores de Oppenheimer, Edward
Teller y Ernest Lawrence, opinaron que la seguridad nacional de EUA
requería el rápido desarrollo de la todavía más letal y destructora bomba de
hidrógeno, Oppenheimer estaba asqueado. A su parecer, las dos potencias
nucleares se enfrentaban como "dos alacranes en una botella, cada uno capaz
de matar al otro, pero a costa de su propia vida". De proliferar las nuevas
bombas, las guerras ya no tendrían ganadores o perdedores, sino sólo
víctimas. El Llamado padre de la bomba atómica anunció públicamente que se
oponía al desarrollo de la superbomba. Siempre incómodo con Oppenheimer y
tal vez envidiando sus logros, Teller hizo una campaña para dirigir el nuevo
proyecto, insinuando que Oppenheimer no necesariamente debía participar en
él. Dijo a investigadores del FBI que la influencia de su rival evitó que se
trabajara sobre la bomba de hidrógeno y reveló que, de joven, Oppenheimer
sufría de profundas depresiones.

44
Cuando el presidente Truman aceptó en 1950 que se desarrollara la
superbomba, Teller quedó satisfecho con su victoria personal. Pero también
había otros, como pronto quedaría claro, que esperaban la oportunidad de
atacar a Oppenheimer.

Sólo cuatro años antes de morir de cáncer de


pulmón, Oppenheimer fue reivindicado de su
desgracia: el 22 de noviembre de 1963, el mismo
día en que fue asesinado, el presidente John F.
Kennedy anunció que otorgaría el premio Fermi a
Oppenheimer; finalmente le fue entregado por el
sucesor de Kennedy, Lyndon B. lohnson.

Histeria y desgracia

¿Acaso la URSS pudo descubrir cómo construir una bomba atómica sin espiar
los trabajos de EUA? ¿Hubo una traición en Los Álamos? En 1954, J. Edgar
Hoover, director del FBI, redactó un informe para la Casa Blanca apoyando la
acusación de que Oppenheimer era un "agente de espionaje" . El presidente
Eisenhower acordó restringir el acceso del científico a información secreta
mientras la CEA discutía la acusación. Las audiencias de la CEA, hechas en
secreto para evitar un escándalo, duraron tres semanas, llamaron a 40 testigos
y resultaron en 3 000 páginas de testimonios y evidencias. Aunque
Oppenheimer cooperó totalmente, siendo sujeto a hostiles y agotadores
interrogatorios durante tres días, no se permitió a sus abogados examinar
documentos relevantes o testimonios de su cliente, por razones de seguridad.
Desde el podio de los testigos, los físicos nucleares más respetados y otros
pilares de las instituciones, incluyendo al general retirado Groves,
atestiguaron de la absoluta lealtad de Oppenheimer.

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La notable excepción fue Teller, quien afirmó que "sería más prudente no
otorgar la rehabilitación [de seguridad]". El 29 de junio el comité de seguridad
de la CEA votó en contra de rehabilitar a Oppenheimer, aunque sin hallarlo
culpable de entregar secretos a naciones extranjeras. Sus amistades de la
década de 1930, su amorío con Jean Tatlock y su oposición a la superbomba
pesaron en contra suya.

Amenaza nuclear
Escrito por Mikel Agirregabiria Agirre (España)
15.02.2006
http://www.periodismocatolico.com/content/view/42/38/

Lo que atemorizó al planeta durante décadas ya no asusta ante nuevos


enemigos como el terrorismo. Pero persiste el riesgo de un holocausto
nuclear.

Las armas nucleares, basadas en reacciones de fisión atómica o de fusión


nuclear, cuentan desde el inicio del Proyecto Manhattan con una historia de
apenas 65 años. Pero no se han jubilado. Han pasado a segundo plano,
porque la "guerra fría" se desdibujó tras la caída y desintegración de la
Unión Soviética. Pero aún restan más de 15.000 ingenios nucleares capaces
de extinguir toda forma de vida en nuestro planeta.

El descubrimiento del neutrón por Chadwick en 1932, permitió que sólo


siete meses después (el 12 de septiembre de 1933) el físico Leo Szilard,
comprendiese que era posible generar inmensas cantidades de energía
mediante reacciones neutrónicas en cadena. El 4 de julio de 1934, Szilard
solicitó la patente de una bomba atómica, describiendo la reacción y el
concepto de masa crítica. La
patente le fue concedida, por
lo que Leo Szilard fue el inventor de la bomba
atómica. Al obtener la patente, se la ofreció como regalo al Reino
Unido, confiando en que la caballerosidad británica evitaría que su invento
fuese mal empleado alguna vez; sólo aceptaba que fuera usada contra los
nazis si éstos la desarrollaban por su cuenta. En los preámbulos y el
desarrollo de la II Guerra Mundial, sólo hubo tres proyectos de construir
una bomba atómica: el programa alemán, el francés y el angloamericano,
siendo éste el único que lo concluyó a tiempo para intervenir en la última
fase de la contienda, acabadas ya las hostilidades en Europa. La Alemania
nazi carecía de fuentes de uranio, había perdido a sus científicos de origen
judío y otros no colaboraron con el nazismo, y le faltaba de la capacidad
industrial.

46
Sus avances difícilmente hubiesen alcanzado algún resultado antes de
1950. El programa nuclear francés se vio interrumpido en sus albores por la
ocupación nazi de la parte principal del país.

Con científicos alemanes expatriados, como Frisch y Peierls, el Reino


Unido avanzó en el análisis teórico de la fisión rápida del uranio U-235. El
3 de septiembre de 1941, Winston Churchill decidió construir una bomba
atómica, pero en diciembre el proyecto fue transferido a los EE.UU., donde
el 9 de octubre de 1941, Franklin Roosevelt había autorizado la producción
del arma atómica. De forma conjunta, y bajo la dirección de Julius Robert
H. Oppenheimer, se puso en marcha el Proyecto Manhattan.

El 16 de julio de 1945 se detonó la primera bomba de fisión en la desértica


zona de pruebas de Alamogordo (Nuevo México), con una potencia de 17,5
Kilotones (1 KT equivalente a mil toneladas del explosivo convencional
TNT). Al mes siguiente, se lanzaban dos bombas atómicas sobre Japón. El
6 de agosto, la primera bomba A lanzada sobre Hiroshima causó
inmediatamente 90.000 muertos. El 9 de agosto la segunda bomba ocasionó
en Nagasaki la muerte inmediata de 60.000 personas, además de los miles
de heridos e irradiados que fallecieron posteriormente. Las trágicas
secuelas de ambas bombas, las únicas empleadas en guerra por autorización
de Harry Truman, aún perduran entre los supervivientes y sus
descendientes.

El 15 de agosto de 1945 finaliza la II Guerra Mundial, e inmediatamente la


ventaja nuclear de EE.UU. asusta a su "aliada" (hasta entonces) la Unión
Soviética. Josef Stalin entra en la carrera nuclear, con una doble vía de la
tecnología propia y del espionaje. Con los datos del espía Klaus Fuchs, que
les proporcionó los planos finales de la bomba de Nagasaki en junio de
1945, la URSS explosiona el 29 de agosto de 1949 en el polígono de
Semipalatinsk (Kazajstán), una copia exacta de la bomba de Nagasaki que
liberó una potencia de 22 KT. Dos años después, el 24 de septiembre de
1951 detonaron otro ingenio de diseño propio más refinado, de la
"generación uno y medio". La Guerra Fría Nuclear había comenzado.

Pronto se suma otras potencias a la carrera nuclear. El 3 de octubre de


1952, el Reino Unido hace estallar su primera bomba atómica británica, a
bordo de un viejo buque anclado cerca de la isla Trimouille (Australia).
Francia, tras la debacle en la Indochina francesa (Vietnam), y la
humillación de la confiscación del canal de Suez (octubre de 1956) gracias
a que EE.UU. dejó sin apoyo a sus aliados, acelera su programa nuclear y
el 13 de febrero de 1960 prueba su primera bomba en el Sahara argelino.

47
China, con asistencia inicial de la URSS, el 16 de octubre de 1964 detona
su primera bomba A en el campo de pruebas de Lop Nor. Por esas fechas,
Israel, había madurado su secreto programa nuclear aprovechando la
transferencia de tecnología francesa. Parece confirmado que Israel en 1967,
durante la guerra de los Seis Días disponía de 2 bombas atómicas que
entraron en alerta. El 22 de septiembre de 1979 se produjo una misteriosa
explosión nuclear en el sur del Océano Índico, que nadie se cree que fue
una prueba conjunta sudafricana-israelí.

India, con asistencia civil occidental preliminar, detonó el 18 de mayo de


1974 un dispositivo atómico en el desierto de Thar (Rajastán). Tras la
entrada de la India en el selecto club atómico, su vecino Pakistán tardaría
años en dotarse de su primera bomba por las estrictas restricciones a la
exportación de tecnologías de doble uso impuestas por las grandes
potencias. El 28 de mayo de 1998 Pakistán una prueba de 5 explosiones
atómicas simultáneas en las montañas del Beluchistán. La fecha se
precipitó porque India había probado su primera bomba H termonuclear el
11 de mayo de 1998.

Mientras más países se dotaban de bombas atómicas de fisión atómica,


bombas A, las potencias entraron en la carrera de las bombas H, de fusión
nuclear con isótopos del hidrógeno. Estados Unidos probó el 1 de
noviembre de 1952 la primera bomba termonuclear en el Atolón de
Enewetak, en el Océano Pacífico, con una potencia de 10,4 MT. Aunque
hubo un arsenal de estas "bombas H de emergencia", EE.UU. no dispuso de
bombas H con normalidad hasta 1955, o quizá 1956. Como a continuación
veremos, esto significa que la ventaja tecnológica real con la URSS en
materia de armas nucleares se había perdido. La Unión Soviética esperaría
hasta el 22 de noviembre de 1955 para probar su bomba H en
Semipalatinsk, pero su obra era plenamente operativa militarmente.

Las restantes potencias militares también fueron logrando sus propias


bombas H. El Reino Unido en noviembre de 1957; China en 1967 sólo 32
meses después de su primera bomba A; Francia esperó hasta principios de
1977 para instalarlas a bordo de sus submarinos nucleares. Israel parece
contar con un arsenal reducido de armas termonucleares. India, tras más de
20 años sin pruebas nucleares, realizó su primera prueba termonuclear el 11
de mayo de 1998, acelerando –como se ha expuesto en líneas precedentes-
la decisión pakistaní de realizar sus pruebas con armas de fisión, dos
semanas después.

La distribución del arsenal termonucleares actual concentra en EE.UU. un


total de entre 5.000 y 10.000 cabezas nucleares desplegadas.

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Rusia, heredera nuclear de lo que fuera la URSS y tras el desmantelamiento
voluntario de Bielorrusia, Ucrania y Kazajstán, acumula entre un mínimo
de 1.500 y un máximo de 3.500 ojivas operativas. Francia es la tercera
potencia en armamento nuclear con entre 500 y 1000 artefactos nucleares.
El Reino Unido cuenta con un máximo de 250 cabezas nucleares, mientras
China dispone de entre 70 y un máximo de "varios centenares" de ojivas.

Israel con entre 100 y 200 cabezas nucleares desplegadas y operacionales,


India con 200 cabezas nucleares y Pakistán con unas 50 armas atómicas a
lo sumo, cierran el club atómico. Sudáfrica, que construyó al menos diez
bombas atómicas de uranio enriquecido, es el único país de las desmanteló
y renunció a su programa nuclear. La tensión actual parece concentrarse en
Corea del Norte, que declaró disponer de armas nucleares el 24 de abril de
2003 (probablemente aún no militarizadas) e Irán, que dispone ya de uranio
altamente enriquecido (HEU) y mantiene activo un programa de misiles.

A modo de curiosidad histórica, a principios de los años '70, Franco


encargó un estudio sobre la posibilidad de construir armas nucleares.
Aunque disponía de la tecnología necesaria, reservas de uranio y una zona
de prueba (el Sahara), finalmente se desechó semejante proyecto.
Actualmente se calcula que más de 40 países, incluido el Estado español,
disponen de la tecnología y recursos para construir armas nucleares.

Ha habido varias situaciones en las que hubo riesgo del inicio de una guerra
nuclear. Además de la Crisis de los misiles de Cuba, en octubre de 1962,
ocasionada en respuesta al despliegue norteamericano de misiles en
Turquía y a la invasión de Bahía de Cochinos, ha habido al menos otras
cinco ocasiones en las que los sistemas de guerra nuclear de alguna
superpotencia han entrado en alerta. El 9 de noviembre de 1979, los
ordenadores del Pentágono notificaron súbitamente la existencia de un
ataque nuclear soviético masivo. Todo el sistema de represalia nuclear se
puso en marcha, los bombarderos despegaron y la defensa civil llegó a
activarse. Sin embargo, los datos procedentes de los satélites y de los
radares no coincidían, sin verse ningún misil soviético mientras los
ordenadores aseguraban que había 300 dirigiéndose a toda velocidad hacia
los Estados Unidos. Al final se comprobó que alguien había introducido
inadvertidamente una cinta de entrenamiento como fuente de datos del
ordenador central analizador de amenazas. Estos hechos trascendieron a la
opinión pública e inspiraron la célebre película Juegos de Guerra.

Posteriormente el 3 de junio de 1980 se produjo otro incidente de alerta de


un ataque nuclear soviético a causa de un chip defectuoso.

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El 26 de septiembre de 1983, sólo 25 días después del derribo de un Jumbo
surcoreano civil por las Fuerzas Aéreas Soviéticas, una rara conjunción del
equinoccio de otoño ocasionó un error en la red de satélites soviéticos que
estuvo a punto de disparar la represalia de la URSS ante un falso ataque
norteamericano. El más reciente suceso del que se tiene noticia ocurrió el
25 de enero de 1995 de un cohete suborbital noruego, de dimensiones
parecidas a las de un misil intercontinental. Aunque el lanzamiento había
sido notificado a la administración rusa de Yeltsin, por extravío en la
comunicación este cohete real en el espacio activó la prealerta de toda la
fuerza nuclear rusa.

En pleno siglo XXI pervive el peligro de un fin apocalíptico, bien por un


acto de agresión desde un Estado o desde una organización terrorista, todo
ello sin considerar los accidentes nucleares en instalaciones civiles. El
Tratado de No Proliferación Nuclear, de 1968 y firmado hasta la fecha por
189 países, debiera avanzar en la triple dirección del paulatino desarme
nuclear de las potencias atómicas, el no incremento de potencias nucleares
y el uso exclusivamente civil de la energía atómica.

El riesgo de una catástrofe proviene no exclusivamente de Irán o de Corea


del Norte, y haríamos bien las ciudadanías democráticas de todo el planeta
en exigir "políticas de futuro" para la erradicación progresiva del
armamento nuclear, tan disperso y diseminado por todos los continentes y
océanos. El Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA)
debiera velar simultáneamente por el desarme y contra el tráfico ilícito de
material nuclear, evitando no sólo que nuevos países ingresen en el
tenebroso club atómico, sino animando a la salida de tal círculo a los países
que apuestan por la paz (como hizo Nelson Mandela al desmantelar en
Sudáfrica su armamento nuclear). Sólo así podríamos disipar la amenaza
nuclear, reduciendo todos los arsenales al mínimo que bajo criterios de no-
empleo por la destrucción mutua asegurada baste para esa controvertida
"disuasión nuclear" que, es de reconocer, ha servido hasta la fecha para
evitar una Tercera Guerra Mundial.

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