La Bomba de Hitler PDF
La Bomba de Hitler PDF
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1
Erich Bagge, miembro del
Proyecto Uranio nazi
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El historiador alemán independiente Rainer Karlsch es el
autor del libro Hitlers Bombe ("La bomba de Hitler",
publicado por Deutsche Verlags-Anstalt), el primero que se
ha dedicado en profundidad a investigar si Hitler tuvo en
verdad su bomba atómica. Mark Walker, por su parte, es
profesor en el Departamento de Historia del Union College
de Schenectady, Nueva York. Juntos han publicado un
extraordinario artículo titulado New light on the Hitler´s
Bomb ("Nueva luz sobre la bomba de Hitler) que es la base
del Zapping de hoy.
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Horst Korschning, Carl Friedrich von Weizsäcker y Karl
Wirtz.
4
el mismo año; una solictud revisada de noviembre, y el
texto de una conferencia para el público general dada por
Heisenberg en junio de 1942.
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Escrito inmediatamente después de la guerra en alguna
parte de Europa, y sin fechar, muestra el único dibujo
conocido de una bomba nuclear alemana.
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Una hipótesis espeluznante: la V2
de von Braun con la bomba de
Heisenberg y Gerlach en la proa
7
Por ejemplo, en febrero de 1942, los oficiales del ejército
alemán que eran responsables del desarrollo de armamento
describieron los progresos del Proyecto Uranio en un
informe titulado "Producción de energía a partir del
uranio". En ese trabajo, descubierto recién en la década del
80, los militares se basan exclusivamente en los
descubrimientos de Hahn, Harteck, Heisenberg y los demás
científicos que trabajaban en el proyecto. El reporte
termina diciendo que el uranio-235, que constituye sólo el
0,7% de todo el uranio natural —el resto es uranio-238, no
fisionable— podría usarse para construir un arma nuclear
millones de veces más potente que el mejor explosivo
convencional. También argumenta que un reactor nuclear,
una vez puesto en marcha, podría producir plutonio, al que
describe como "un explosivo de fuerza comparable" a la
del uranio. Sigue diciendo que "la masa crítica de un arma
semejante sería de entre 10 y 100 kg", lo cual está muy
cerca de las estimaciones de los aliados (6 de noviembre de
1941): de 2 a 100 kg. Este dato está registrado en la
historia oficial del Proyecto Manhattan, que se conoce
como "Informe Smyth".
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"La producción del elemento 94 (el plutonio) en cantidades
utilizables en la práctica se lleva a cabo mejor mediante el
uso de la máquina de uranio´ (el reactor nuclear)". Y sigue:
"Es especialmente ventajoso - y es también el principal
beneficio de este invento- el hecho de que el elemento 94
así producido pueda ser separado químicamente con
facilidad del uranio".
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Tall Boy, la bomba de Hiroshima: utilizaba la fisión nuclear
del uranio-253
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Pero otro de los documentos recién hallados en Rusia (el
informe de von Weizsäcker de su visita a Copenhague en la
primavera de 1941) sugiere que, al menos por entonces,
von Weizsäcker estaba entusiasmado acerca del trabajo con
uranio.
11
nos los manden aquí".
12
Kurt Diebner, director del equipo
más decidido a construir la bomba
y rival de Heisenberg
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la reacción de fusión entre el deuterio y el tritio ubicados en el centro
del diagrama provocarían una reacción de fisión en el plutonio o
uranio ubicados alrededor. Nadie sabe si hubiera funcionado.
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contra Nagasaki e Hiroshima. Y a pesar de que también
estaba diseñada para aprovechar las reacciones de fusión,
tampoco tenía nada que ver con las bombas "de hidrógeno"
probadas por los Estados Unidos y la Unión Soviética en
los años 50.
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menciona el sustantivo "plutonio", de uso exclusivo en
EEUU, mientras que los alemanes siempre se referían al
"elemento 94". Lamentablemente la página del título se ha
perdido, de modo que no hay evidencias acerca de su autor.
Sin embargo, este individuo no parece haber formado parte
del grupo principal del Proyecto Uranio alemán ni tampoco
del equipo subordinado a Diebner.
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de ser un "plano" práctico para construir una bomba. El
anónimo autor menciona incluso la masa crítica para la
bomba - algo más de 5 kg de plutonio-. Esta estimación es
bastante exacta, porque el uso de un material que refleje los
neutrones de nuevo hacia el plutonio reduce la masa crítica
necesaria en un factor de 2. Más aún, estos cálculos son
altamente significativos, porque ni siquiera el Informe
Smyth incluía semejante información detallada.
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...¿o aquí?
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Apéndice: El papel de Heisenberg
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En febrero de 1942, Heisenberg dio su famosa conferencia
popular ante un auditorio de influyentes políticos,
burócratas, militares e industriales. En ese momento, el
futuro del Proyecto Uranio estaba en duda, porque los
militares sólo estaban interesados en armas que pudieran
ser entregadas a tiempo para influir en el desarrollo
posterior de la guerra. El historiador David Irving
descubrió las transcripciones de la conferencia en la década
de 1960, y, por lo que ellas muestran, Heisenberg se
esforzó por enfatizar tanto el potencial de las armas
nucleares como las dificultades prácticas de construirlas.
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Sin embargo, para el verano de 1942 el Proyecto Uranio
había sido transferido de la Wehrmacht al Consejo de
Investigaciones del Reich (organismo civil) y los
científicos alemanes del proyecto encontraron una vez más
un apoyo institucional seguro. En junio del mismo año
Heisenberg respondió a una pregunta acerca del tamaño
que tendría una bomba atómica, diciendo que sería grande
como "un ananá".
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Estas incluían buques e incluso aviones que podrían viajar
grandes distancias con cantidades minúsculas de
combustible, así como nuevas sustancias radiactivas que
serían útiles para resolver muchos problemas científicos y
técnicos. Heisenberg termina diciendo que los nuevos
descubrimientos "de la mayor importancia tecnológica" se
alcanzarán "en algunos años".
Cronología
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2 de agosto de 1939 Einstein advierte al presidente
Roosevelt acerca de los peligros de las bombas atómicas
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La horrenda explosión de Trinity
MÁS DATOS:
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Ettore Majorana, abordó un barco en Nápoles y desapareció
La segunda carta, enviada por correo, parecía confirmar que Majorana había
decidido dar fin a su vida. Iba dirigida a Antonio Carrelli, director del Instituto
de Física de la Universidad de Nápoles, donde el joven científico impartía
cátedra desde enero. "He tomado una decisión inevitable", escribió a Carrelli.
"No hay en ella egoísmo. Pero sé que mi inesperada desaparición será un
inconveniente para usted y los estudiantes. Le pido perdonarme, más que nada
por haber puesto de lado la confianza, sincera amistad y generosidad que me
mostró." Antes de que Carrelli recibiera la carta, Majorana envió un telegrama
desde Palermo, en el que solicitaba pasar por alto su carta de Nápoles. El
telegrama fue seguido por una segunda carta, fechada el 26 de marzo y
también enviada desde Palermo: "Querido Carrelli -escribió Majorana-, el mar
me rechazó sin remedio. Regresaré mañana al Hotel Boloña. Pero me propuse
dejar la enseñanza. Estaré a su disposición para darle más detalles." La
segunda carta enviada a Carrelli parecería indicar un intento de suicidio
desistido o frustrado. Sin embargo, esto no anunció una vida renovada para
Majorana. Ni Carrelli ni los miembros de la familia del físico volvieron a
saber de él.
Un brillante perfeccionista
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persuadió a Majorana a dedicarse al estudio de la física. En 1928 fue
transferido al Instituto de Física Teórica, entonces bajo la dirección de Enrico
Fermi. Al año siguiente recibió su doctorado con mención honorífica, pero
durante los siguientes cinco años trabajó con Fermi resolviendo problemas de
física nuclear. Aunque la producción académica de Majorana apenas asciende
a nueve trabajos publicados entre 1928 y 1937, su obra es aún hoy admirada
por la comunidad científica. Los trabajos revelan un minucioso conocimiento
de datos experimentales, facilidad para simplificar problemas, una mente
despierta y un perfeccionismo sin concesiones. Sus críticas hacia los trabajos
de otros le valieron el alias de "El Gran Inquisidor". Pero era igualmente
severo consigo mismo, lo que podría explicar su ritmo lento y lo escaso de su
producción académica. A instancias de Fermi, Majorana salió de Italia en
1933, becado por el Consejo Nacional de Investigación. En Leipzig,
Alemania, conoció a Werner Heisenberg, también premio Nobel. La
correspondencia posterior con Heisenberg revela que Majorana no sólo tuvo
en él a un colega científico, sino también a un amigo íntimo. Heisenberg instó
al joven italiano a publicar con más frecuencia, pero éste fue reticente.
Se desarrolla la crisis
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Fue hasta 1937 que Majorana regresó a lo que podría Ilamarse una vida
"normal". Ese año, después de un largo silencio, publicó lo que sería su último
documento científico y solicitó impartir la cátedra de física. En noviembre,
fue nombrado profesor de física teórica en la Universidad de Nápoles. Para
infortunio de la autoestima de Majorana, sus clases en Nápoles tuvieron poca
asistencia. Sus estudiantes sencillamente no entendían lo que trataba de
explicarles. El 22 de enero de 1938 pidió con cierta desesperación a su
hermano que le transfiriera a un banco de Nápoles todo el dinero que tenía en
Roma. En marzo pidió una fuerte suma de su salario profesional, que no había
tocado desde su nombrarniento. Con esta suma y su pasaporte, abordó el barco
el 25 de marzo y desapareció para siempre.
¿A un monasterio?
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religiosa. En alguna parte halló un refugio donde pudiera vivir de incógnito y
dedicar el resto de su vida a las plegarias y a la contemplación.
¿Escapó a Argentina?
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de aislarse en un monasterio o suicidarse. La razón de su súbita huida aún se
desconoce y posiblemente nunca se sepa. Quizá fue muy acertado el seco
comentario de Enrico Fermi sobre las investigaciones de la desaparición. Si
verdaderamente Ettore Majorana hubiera decidido desaparecer sin dejar
rastro, lo habría hecho fácilmente, con una inteligencia como la que poseía.
La misteriosa desaparición del físico Ettore Majorana en marzo de 1938 ya había sido
olvidada por el público cuando el escritor italiano Leonardo Sciascia publicó en 1975 EI
caso Majorana, una obra descrita por él como una "novela filosófica de misterio". Los
cuentos y novelas anteriores de Sciascia trataban casi exclusivamente de las condiciones
socioeconómicas, políticas y morales de su nativa Sicilia. Sciascia supo del misterio de
Majorana en 1972. En ese año, el Consejo Nacional de Investigación -que financió en
1933 el viaje a Alemania del joven físico- designó a Erasmo Recami, profesor de física
teórica de la Universidad de Catania, para que pusiera orden en la breve totalidad de la
obra científica de Majorana. Al hacerlo, halló pistas que anteriormente fueron
soslayadas y que mostró a Sciascia. Al seguir estas pistas, el novelista consideró los
motivos que habrían podido obligar a Majorana a salir de Italia y concibió una
intrigante teoría: con su inteligencia superior, Majorana reconoció antes que sus colegas
la enorme fuerza destructiva de la energía atómica y no quiso tomar parte en el
desarrollo de armamento atómico para el régimen fascista de Mussolini. La tesis de
Sciascia suscitó una considerable controversia en Italia. La voz principal de sus
oponentes fue Eduardo Amaldi, que terminó los estudios para el doctorado con Fermi
un año después que Majorana. Según Amaldi, ningún científico podía predecir en 1930
el final que habría de tener la investigación nuclear en las décadas de la preguerra.
Erasmo Recami, quien conoce mejor que nadie la obra de Majorana, se rehúsa a
desechar la teoría de Sciascia. Recami piensa que es una entre muchas posibilidades.
CÉSAR VIDAL
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En el mes de septiembre de 1941, todo parecía indicar que
muy pronto toda Europa quedaría sometida a la férula de
Hitler. Gran Bretaña, que se encontraba sola contra el
nazismo desde el verano anterior, era incapaz de abrir un
segundo frente en el continente y tenía que contentarse
con presentar batalla en el desierto norteafricano. Por lo
que se refería a la URSS, había sido invadida varias
semanas antes y sus divisiones en perpetua retirada
estaban siendo sometidas a los resultados de terribles
operaciones de cerco por parte de la Wehrmacht de Hitler.
Fue en esos momentos cuando el físico nuclear alemán
Werner Heisenberg tomó un tren y se dirigió hacia
Copenhague para entrevistarse con su colega Niels Bohr.
La entrevista se produjo por la noche en el exterior de la
casa de Bohr, a donde había ido a cenar Heisenberg. Es
muy posible que ambos intentaran eludir la curiosidad de
los micrófonos pero, también, que simplemente buscaran
un lugar más tranquilo en el que departir en solitario. Los
comentarios de Heisenberg resultaron en un momento
dado tan abrumadores que Bohr interrumpió la
conversación.Sin embargo, ¿qué fue exactamente lo que
Heisenberg dijo a Bohr y, sobre todo, qué consecuencias
tuvo en el rumbo de la guerra?
Hasta ahora nadie ha dudado de que Heisenberg comunicó
a su colega que la Alemania nazi estaba trabajando en un
proyecto de bomba atómica que, al parecer, iba
considerablemente avanzado. Menos claro resulta saber en
qué términos desveló semejante información.
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En 1958 el propio Heisenberg señaló que su intención
había sido alertar al mundo del peligro que se cernía sobre
él en caso de que Hitler llegara a tener la bomba atómica.
Semejante afirmación contribuiría a crear una aureola en
torno a la figura del científico alemán exculpándole de su
colaboración con el nazismo e, incluso, convirtiéndole en
una especie de resistente en el interior. En otras palabras,
si el III Reich no había podido utilizar la bomba atómica
se había debido al esfuerzo de un científico que saboteó
desde dentro los trabajos que buscaban ese objetivo.
La historia cuenta, literariamente hablando, con un
atractivo indudable, pero se trata de una versión parcial
que ha sido objeto de una explicable discusión. Hoy en día
se sabe que Bohr escribió en el mes de junio de ese mismo
año de 1958 una carta respondiendo a las palabras de
Heisenberg, aunque nunca llegó a echarla al correo. Es
precisamente esta misiva la que será dada a la luz pública
el 5 de febrero. De esa manera se reaviva la controversia
nunca extinguida totalmente sobre las motivaciones reales
de Heisenberg. Así, se ha señalado que, en realidad, el
científico alemán tan sólo quiso enrolar a Bohr en el
programa nazi de construcción de la bomba atómica, que
pretendía saber hasta qué punto su colega había
investigado al respecto o, más benévolamente, que ansiaba
llegar a un acuerdo en virtud del cual Alemania no
continuaría sus investigaciones si los aliados obraban de la
misma manera.
Fuera como fuese, lo cierto es que las revelaciones de
Heisenberg no influyeron en absoluto en la marcha del
conflicto. De hecho, los aliados venían trabajando en un
proyecto de bomba atómica con anterioridad a la citada
entrevista.
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La voz de alarma se había producido cuando, en diciembre
de 1938, el químico alemán Otto Hahn descubrió lo que
vendría a denominarse el proceso de fisión. Hahn
bombardeó con neutrones el metal pesado uranio, que
contiene 92 protones en cada núcleo atómico, y descubrió
que los núcleos pesados de uranio se desintegraban dando
lugar a núcleos de dos sustancias distintas, el bario y el
criptón.Si los neutrones liberados podían desintegrar otros
núcleos de uranio que, a su vez, liberaran más energía y
más neutrones, se produciría una reacción en cadena y con
ella la posibilidad de una bomba nuclear.
De momento, sin embargo, lo que se produjo fue una
reacción en cadena en el mundo científico. En
Copenhague, una antigua colaboradora de Hahn, Lise
Meitner, que se había visto obligada a exiliarse a causa de
la política antisemita de Hitler, elaboró con su sobrino
Otto Frisch un estudio sobre las implicaciones de aquel
proceso que denominaron fisión nuclear. Durante el año
siguiente, el experimento de Hahn fue repetido en diversos
lugares de Estados Unidos así como en Varsovia,
Leningrado (hoy San Petersburgo) y París. Aunque se
contemplara como una posibilidad lejana, lo cierto es que,
en vísperas de la II Guerra Mundial, resultaba obvio para
la comunidad científica que la posibilidad de fabricar una
bomba nuclear no era en absoluto una quimera.
PERSUADIR A EINSTEIN
Así, ya durante el verano de 1939, antes de que estallara el
conflicto en Europa, Enrico Fermi, Leo Szilard y Paul
Wigner unieron sus esfuerzos en Estados Unidos para
convencer a Albert Einstein a fin de que escribiera al
presidente Roosevelt alertándole de los efectos de una
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bomba basada en la fisión nuclear y de la necesidad de
almacenar uranio para su fabricación. Tampoco al otro
lado del Atlántico se pasó por alto esta posibilidad.En
marzo de 1940, un comité británico dirigido por sir Henry
Tizard con la finalidad de llevar a cabo estudios relativos a
la fabricación de una bomba nuclear, recibió dos
memoriales relativos al proyecto firmados por el ya citado
Otto Frisch y Rudolf Peierls, ambos científicos alemanes
exiliados en Gran Bretaña.
En otoño de 1940, Tizard viajó a Estados Unidos y puso al
corriente a las autoridades norteamericanas de lo
conseguido por sus hombres. Se iniciaba así una
colaboración que daría fecundos resultados. A mediados
de 1941, es decir, antes de la entrevista entre Heisenberg y
Bohr, los británicos contaban con el denominado Comité
Maud que ya había determinado el valor que el plutonio
tendría para la fabricación de una bomba atómica.
CHURCHILL-ROOSEVELT
El 11 de octubre de ese mismo año casi dos meses antes de
la entrada en guerra de Estados Unidos Roosevelt enviaba
una carta personal a Churchill sellando la colaboración y
coordinación de ambas potencias en este terreno de
investigación. No eran meras palabras. El 27 de octubre,
Harold Urey, el descubridor del agua pesada, llegaba a
Gran Bretaña procedente de Estados Unidos con la
intención de colaborar con los británicos. En los inicios de
1942, el peso británico en la investigación había
disminuido considerablemente y el proyecto se hallaba de
manera casi total en manos norteamericanas.
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Esta circunstancia quedó además afianzada cuando Niels
Bohr huyó de Dinamarca en 1943 y se estableció en
Estados Unidos.
En paralelo al avance de las investigaciones, los aliados
intentaron también impedir los progresos alemanes.
Posiblemente, la manera más eficaz y espectacular de
lograrlo fueron las expediciones de comandos realizadas
contra zonas de Noruega donde el III Reich se proveía de
materiales como el agua pesada. Este episodio de la guerra
mundial fue llevado al cine en 1965 en Los héroes de
Telemark, una película protagonizada por Kirk Douglas y
Richard Harris. Sin embargo, es dudoso a pesar de su
atractivo novelesco que hubiera tenido importancia de no
conjugarse con otro factor decisivo, el de la torpeza
demostrada por los propios científicos nazis en este
terreno.
Desde el final de la II Guerra Mundial, ha existido toda
una serie de libros que insistían en los inmensos avances
nazis relacionados con el descubrimiento de la bomba
atómica y en la manera en que sólo el azar impidió que
Hitler dispusiera de ella antes que los aliados. El hecho de
que, efectivamente, hubieran conseguido logros notables
en áreas como los cohetes balísticos o los aviones de
propulsión a chorro tan sólo sirvieron para dar pábulo a
esos rumores. Por añadidura, con ese contrapunto, las
palabras de Heisenberg en 1958 le otorgaban una categoría
de héroe clandestino y antinazi que aparece reflejada en
creaciones de ficción como la obra teatral Copenhague, de
Michael Frayn.
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INCREDULIDAD NAZI
La realidad fue más prosaica y, sobre todo, bien distinta.
El sistema estatalizado y burocrático impuesto por el
régimen nazi no impulsó contra lo que se ha creído la
investigación, sino que la entorpeció considerablemente.
La prueba de ello quedó reflejada de manera irrefutable en
las denominadas conversaciones de Farm Hall del año
1945. Al concluir la guerra, los científicos alemanes que
habían colaborado en el proyecto de la bomba atómica
fueron conducidos a esta localidad inglesa e interrogados
acerca de sus logros reales. Los resultados que,
clasificados como Top secret, tardaron 47 años en
publicarse no pudieron resultar más reveladores.
Los científicos al servicio del III Reich nunca llegaron a
ser capaces de fabricar un reactor nuclear y tampoco
sabían cómo calcular la masa crítica de una bomba. Por
añadidura, sólo tenían una ligera sospecha de que el
plutonio pudiera ser el elemento 91, un dato que los
británicos conocían ya a mediados de 1941.Partiendo de
esa base, no resulta extraño que ninguno de ellos creyera
en agosto de 1945 que lo que había estallado en Hiroshima
fuera una bomba atómica. Si ellos miembros de la raza
superior no habían conseguido fabricarla, ¿cómo iba a
lograr ese objetivo un país tan mezclado racialmente como
los Estados Unidos?
Al fin y a la postre, lo que provocó finalmente la derrota
alemana en la carrera por el armamento nuclear una
derrota que nada tuvo que ver con el triunfo aliado en
Europa no fueron unas más que dudosas declaraciones de
alerta de Heisenberg, sino la combinación de la
superioridad investigadora de los aliados occidentales, ya
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bien establecida en 1940, con la inferioridad científica del
III Reich en este terreno. Causa escalofríos pensar qué
hubiera sido de la Humanidad de producirse un resultado
inverso.
Muchas veces Hitler amenazó con utilizar una "super arma" que aniquilaría de
una vez por todas a sus enemigos y abriría finalmente el reinado del Tercer Reich
sobre el mundo.
Durante largo tiempo se especuló que la amenaza no sería nada más que otro
de los accesos de megalomanía del dictador.
Para probar la eficacia del arma, al parecer los científicos hicieron hecho llevar a
centenares de presos de guerra y prisioneros de campos de concentración, que
murieron durante el experimento.
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A pasos de la bomba final
Hasta ahora se especula qué tan potente habrían sido esas bombas arrojadas entre
los años 1944 a 1945 en el suelo alemán.
La mayoría de los expertos creen en todo caso que el prototipo estaría lejos de ser
tan poderosos como las bombas atómicas arrojadas en Nagasaki e Hiroshima por
los Estados Unidos en 1945.
Un poco más de tiempo, sin embargo, le habría bastado a los nazis para disponer
de una bomba comparable a que cayeron en Japón.
El 8 de mayo de 1945 el ejército alemán presentó su rendición incondicional frente
a los aliados; los últimos meses del agonizante Tercer Reich habían sido por su
mínima supervivencia, no por su soñada expansión.
Fuente: BBC
04.03.05
37
En una fracción de segundo, cuando la reacción se desencadena, se dividen
todos los núcleos atómicos de cualquier cantidad de uranio. Un kilo de uranio
daría suficiente energía para la fuerza de una bomba atómica o para el
combustible de una planta que produciría energía nuclear casi ilimitada.
Tiempos de miedo
Aunque Oppenheimer nunca fue llamado ante la presencia del notorio senador
Joseph McCarthy, el trato recibido por parte del FBI, la Casa Blanca y la
Central de Energía Atómica (CEA) indudablemente se debió, al menos en
parte, a que el politico de Wisconsin viera al fisico como un blanco tentador.
El Ilamado "McCarthismo", que aterró o destruyó las vidas y carreras de
estadounidenses inocentes, se inició en 1950. A pocos días de que el
presidente Eisenhower anunciara que la Unión Soviética tenia capacidad
nuclear, el senador anunció: "Tengo en la mano una lista de 205 personas de
quienes el secretario de Estado sabia que eran miembros del Partido
Comunista y que sin embargo allí trabajan en el Departamento de Estado,
dando forma a su política." En 1953, McCarthy se hizo director del Subcomité
de Investigaciones del Senado, cuyo personal sintió revuelo por un articulo
anónimo de la revista Fortune, que afirmaba que Oppenheimer trató de
desacreditar al Comando Aéreo Estratégico y que una vez escribió "una
sugerencia velada de que la doctrina de la Fuerza Aérea estaba basada en el
sacrificio de civiles" Pero antes de que McCarthy actuara, consultó con el
director del FBI, J. Edgar Hoover, quien le advirtió: "Éste no es un caso que
deba tratarse prematuramente con el solo propósito de obtener titulares de
prensa." El senador prometió cooperación y dio marcha atrás, pero Hoover y
Lewis Strauss, director de la CEA, sabían que el político, ansioso de
publicidad, no podía ser acallado por siempre. Strauss tenía documentos
secretos sustraídos a Oppenheimer, un acto considerado por algunos como el
primer paso de una campaña subrepticia que desembocó en la audiencia de
Oppenheimer en la CEA, en 1954.
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Padre de la bomba atómica
Brillante físico y talentoso líder de otros científicos, J Robert Oppenheimer
contribuyó a la victoria de EUA en la Segunda Guerra Mundial. Pero su
vida privada le produjo acusaciones de traición y un fin prematuro a su
servicio en el gobierno.
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Un sobreviviente recordaría que, de pronto, "Un brillo cegador cortó el cielo...
la piel de mi cuerpo sintió un calor quemante... silencio mortal... luego un
gran '!bum!', como el estallido de un trueno distante." A las 8:14, hora local, el
bombardero Enola Gay soltó su única carga, el "Little Boy" y se alejó
rápidamente. Minutos después la bomba atómica estalló, produciendo un
intenso brillo que encendió el cielo y provocó fuertes vientos. De una bola de
fuego de 400 m de diámetro surgió una nube en forma de hongo que se elevó
20 km. El intensísimo calor, de quizá 3.000C°, convirtió instantáneamente en
carbón a miles de seres humanos. Miles más les sobrevivieron unos pocos
segundos, para ser golpeados por escombros o sepultados por edificios caídos.
Asustados, muchos se tiraron a ríos que habían hervido. En la horrenda
vorágine murieron 200.000 almas, la mitad de la población diurna de la
ciudad. Desaparecieron aproximadamente unos 60.000 edificios, fuegos
dispersos se convirtieron en incendios mayores y la contaminación radiactiva
inició brutalmente su inhumana y silenciosa labor de provocar una muerte
lenta y dilatada. En ese 6 de agosto de 1945, el azorado mundo supo que el
hombre había domeñado la energía encerrada en el átomo para crear un arma
increíblemente destructiva. Hasta esa fatídica explosión, sólo unos cuantos
militares de alto rango y líderes políticos sabían la verdadera historia: durante
años, un equipo de científicos y técnicos trabajaron frenéticamente para
construir en secreto esta "arma del día del juicio final". Lo consiguieron,
debido en gran parte a la inteligencia e inspiración del distinguido físico
teórico J. Robert Oppenheimer, que en aquel entonces contaba con apenas 41
años de edad.
EI prodigio
40
A principios de la década de 1944, el centro de
investigaciones nucleares en Los Álamos era
secreto máximo. Ni siquiera los habitantes de
Nuevo México sabían de sus trabajos, hasta que se
enteraron de la bomba que cayó sobre Japón en
agosto de 1945.
41
Cuando terminó su relación con Jean Tatlock, luego de conocer a Kitty
Harrison, la mujer que sería su esposa en 1940, también se alejó del círculo de
amigos izquierdistas que aquélla frecuentaba.
La amenaza nazi
"Lunáticos costosos"
42
La mayoría le daría casi todo el crédito por el éxito del proyecto. El 30 de
diciembre de 1944, Groves, promovido a general, predijo que los dos mil
millones de dólares invertidos en el proyecto darían por resultado una bomba
terminada el 10 de agosto del año siguiente. Pero cuando Alemania se rindió
en mayo de 1945, muchos de los investigadores de Los Álamos consideraron
innecesario el uso del arma. ¿Acaso no era inminente la rendición de Japón?
¿Debía ser EUA el primer país en usar tan terrible arma? Harry S. Truman,
sucesor a la presidencia cuando murió Roosevelt, nombró a un comité que
incluyó a Oppenheimer para examinar las posibles consecuencias de una
detonación nuclear. Los expertos decidieron recomendar, con la anuencia de
Oppenheimer, que la primera bomba atómica fuera arrojada casi como
cualquier experimento, sin advertencia previa, sobre un blanco militar
japonés.
43
El artefacto de prueba, Llamado "Fat Man" ("Gordo") por su forma bulbosa,
se instaló en el desierto sobre una torre de acero. A las 5:30 un control remoto
detonó la bomba. Con un rugido, una bola de fuego verde violáceo y
anaranjado se elevó sobre un área de 1.5 km de ancho. La reacción en cadena
hizo temblar la tierra y la torre de acero se esfumó. Una columna de humo se
elevó hacia los cielos, ensanchándose hasta formar un hongo a 11 km del
suelo. La primera explosión nuclear hecha por el hombre pasmó, y luego
alegró, a los observadores militares y científicos que la presenciaron. Algunos
felicitaron a gritos al director, pero Oppenheimer recordó el Bhagavad Gita,
poema épico de la India: "Me volví Muerte, el destructor de mundos." Por el
resto de su vida, su satisfacción por el logro científico fue moderada debido a
un justificado y profundo sentido de responsabilidad por las consecuencias.
Alacranes en la botella
Tres días después de que "Little Boy" cayó en Hiroshima, una réplica del "Fat
Man" fue arrojada sobre Nagasaki. Japón se rindió incondicionalmente el 15
de agosto, completamente desalentado por esta nueva arma. La invención de
la bomba atómica fue vista como el clímax de la victoria de EUA sobre sus
enemigos de la Segunda Guerra Mundial, tal vez salvando la vida de un
millón de soldados que pudieron haber muerto de haber invadido a Japón.
Pero también los escépticos se hicieron oír y el mismo Oppenheimer, dos
meses después de Hiroshima, predijo: "La humanidad maldecirá los nombres
de Los Álamos e Hiroshima." Sin embargo, al año siguiente aceptó el cargo de
presidente del consejo científico de la Comisión de Energía Atómica (CEA),
convirtiéndose así en el asesor más influyente del gobierno y el ejército acerca
de los primeros y conflictivos asuntos de energía nuclear. Occidente y la
Rusia de Stalin se enfrascaron en un estancamiento político Llamado Guerra
Fría e iniciaron una nueva carrera armamentista. El 29 de agosto de 1949,
antes de lo predicho, la URSS detonó su primera bomba nuclear. Aunque
muchos científicos involucrados en el Proyecto Manhattan no apoyaban la
creación de nuevas armas, los excolaboradores de Oppenheimer, Edward
Teller y Ernest Lawrence, opinaron que la seguridad nacional de EUA
requería el rápido desarrollo de la todavía más letal y destructora bomba de
hidrógeno, Oppenheimer estaba asqueado. A su parecer, las dos potencias
nucleares se enfrentaban como "dos alacranes en una botella, cada uno capaz
de matar al otro, pero a costa de su propia vida". De proliferar las nuevas
bombas, las guerras ya no tendrían ganadores o perdedores, sino sólo
víctimas. El Llamado padre de la bomba atómica anunció públicamente que se
oponía al desarrollo de la superbomba. Siempre incómodo con Oppenheimer y
tal vez envidiando sus logros, Teller hizo una campaña para dirigir el nuevo
proyecto, insinuando que Oppenheimer no necesariamente debía participar en
él. Dijo a investigadores del FBI que la influencia de su rival evitó que se
trabajara sobre la bomba de hidrógeno y reveló que, de joven, Oppenheimer
sufría de profundas depresiones.
44
Cuando el presidente Truman aceptó en 1950 que se desarrollara la
superbomba, Teller quedó satisfecho con su victoria personal. Pero también
había otros, como pronto quedaría claro, que esperaban la oportunidad de
atacar a Oppenheimer.
Histeria y desgracia
¿Acaso la URSS pudo descubrir cómo construir una bomba atómica sin espiar
los trabajos de EUA? ¿Hubo una traición en Los Álamos? En 1954, J. Edgar
Hoover, director del FBI, redactó un informe para la Casa Blanca apoyando la
acusación de que Oppenheimer era un "agente de espionaje" . El presidente
Eisenhower acordó restringir el acceso del científico a información secreta
mientras la CEA discutía la acusación. Las audiencias de la CEA, hechas en
secreto para evitar un escándalo, duraron tres semanas, llamaron a 40 testigos
y resultaron en 3 000 páginas de testimonios y evidencias. Aunque
Oppenheimer cooperó totalmente, siendo sujeto a hostiles y agotadores
interrogatorios durante tres días, no se permitió a sus abogados examinar
documentos relevantes o testimonios de su cliente, por razones de seguridad.
Desde el podio de los testigos, los físicos nucleares más respetados y otros
pilares de las instituciones, incluyendo al general retirado Groves,
atestiguaron de la absoluta lealtad de Oppenheimer.
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La notable excepción fue Teller, quien afirmó que "sería más prudente no
otorgar la rehabilitación [de seguridad]". El 29 de junio el comité de seguridad
de la CEA votó en contra de rehabilitar a Oppenheimer, aunque sin hallarlo
culpable de entregar secretos a naciones extranjeras. Sus amistades de la
década de 1930, su amorío con Jean Tatlock y su oposición a la superbomba
pesaron en contra suya.
Amenaza nuclear
Escrito por Mikel Agirregabiria Agirre (España)
15.02.2006
http://www.periodismocatolico.com/content/view/42/38/
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Sus avances difícilmente hubiesen alcanzado algún resultado antes de
1950. El programa nuclear francés se vio interrumpido en sus albores por la
ocupación nazi de la parte principal del país.
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China, con asistencia inicial de la URSS, el 16 de octubre de 1964 detona
su primera bomba A en el campo de pruebas de Lop Nor. Por esas fechas,
Israel, había madurado su secreto programa nuclear aprovechando la
transferencia de tecnología francesa. Parece confirmado que Israel en 1967,
durante la guerra de los Seis Días disponía de 2 bombas atómicas que
entraron en alerta. El 22 de septiembre de 1979 se produjo una misteriosa
explosión nuclear en el sur del Océano Índico, que nadie se cree que fue
una prueba conjunta sudafricana-israelí.
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Rusia, heredera nuclear de lo que fuera la URSS y tras el desmantelamiento
voluntario de Bielorrusia, Ucrania y Kazajstán, acumula entre un mínimo
de 1.500 y un máximo de 3.500 ojivas operativas. Francia es la tercera
potencia en armamento nuclear con entre 500 y 1000 artefactos nucleares.
El Reino Unido cuenta con un máximo de 250 cabezas nucleares, mientras
China dispone de entre 70 y un máximo de "varios centenares" de ojivas.
Ha habido varias situaciones en las que hubo riesgo del inicio de una guerra
nuclear. Además de la Crisis de los misiles de Cuba, en octubre de 1962,
ocasionada en respuesta al despliegue norteamericano de misiles en
Turquía y a la invasión de Bahía de Cochinos, ha habido al menos otras
cinco ocasiones en las que los sistemas de guerra nuclear de alguna
superpotencia han entrado en alerta. El 9 de noviembre de 1979, los
ordenadores del Pentágono notificaron súbitamente la existencia de un
ataque nuclear soviético masivo. Todo el sistema de represalia nuclear se
puso en marcha, los bombarderos despegaron y la defensa civil llegó a
activarse. Sin embargo, los datos procedentes de los satélites y de los
radares no coincidían, sin verse ningún misil soviético mientras los
ordenadores aseguraban que había 300 dirigiéndose a toda velocidad hacia
los Estados Unidos. Al final se comprobó que alguien había introducido
inadvertidamente una cinta de entrenamiento como fuente de datos del
ordenador central analizador de amenazas. Estos hechos trascendieron a la
opinión pública e inspiraron la célebre película Juegos de Guerra.
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El 26 de septiembre de 1983, sólo 25 días después del derribo de un Jumbo
surcoreano civil por las Fuerzas Aéreas Soviéticas, una rara conjunción del
equinoccio de otoño ocasionó un error en la red de satélites soviéticos que
estuvo a punto de disparar la represalia de la URSS ante un falso ataque
norteamericano. El más reciente suceso del que se tiene noticia ocurrió el
25 de enero de 1995 de un cohete suborbital noruego, de dimensiones
parecidas a las de un misil intercontinental. Aunque el lanzamiento había
sido notificado a la administración rusa de Yeltsin, por extravío en la
comunicación este cohete real en el espacio activó la prealerta de toda la
fuerza nuclear rusa.
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