CONTROL DE LECTURA - El Malestar en La Globalización

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UNIVERSIDAD COOPERATIVA DE COLOMBIA

EL MALESTA EN LA GLOBALIZACION

ECONOMIA INTERNACIONAL

MERCEDES MARTINEZ

CARLOS POLO PEREZ

VI SEMESTRE

SANTA MARTA
INTRODUCCIÓN

Creemos que el libro que reseñamos a continuación puede colaborar a un mejor conocimiento
de los mecanismos políticos y económicos que se encuentran tras el fenómeno de la
globalización, fenómeno que, de una u otra forma, afecta ya a toda la población mundial.
Desde un punto de vista privilegiado -ya que fue vicepresidente del Banco Mundial entre
febrero de 1997 y febrero de 2000- el reciente Premio Nobel de Economía, Joseph E. Stiglitz,
ha podido observar las políticas macroeconómicas que en el último decenio se han aplicado al
desarrollo de algunos países y que supuestamente estaban dirigidas a aumentar el bienestar de
las respectivas poblaciones. Sin embargo, la realidad se empeña en demostrar que las
diferencias entre países ricos y pobres no han hecho más que aumentar y al análisis de las
causas de esa creciente diferenciación aplica el profesor Stiglitz sus conocimientos.

Tras años de desempeñar un lugar preeminente en diversas Universidades norteamericanas, y


últimamente, en la Universidad de Columbia, el profesor Stiglitz fue en 1993 presidente del
Consejo Asesor del Presidente Clinton en materias de política económica. Hasta esa fecha, y
en tanto que profesor universitario, había dividido su tiempo de trabajo e investigación entre
la economía matemática abstracta -ayudó, como él mismo explica en el prólogo de su libro, a
desarrollar una rama de la ciencia económica, conocida desde entonces como "economía de la
información"- y otros aspectos de la economía, como la aplicación de ésta al sector público y
otros asuntos relacionados con las políticas monetarias desde un punto de vista teórico.

En su obra, y en relación con su teoría de la política económica de la información, ya había


observado que en los mercados se producen imperfecciones por el hecho de que éstos se
mantienen en constante asimetría, debido a las diferencias entre las informaciones de que
disponen el trabajador y el empleador; o el prestamista y el prestatario, o el asegurador y el
asegurado. De manera que ello explica, desde un punto de vista diferente al del "equilibrio
natural" del mercado, la razón de la existencia del desempleo o porqué los que necesitan
créditos son a menudo quiénes menos los obtienen.
AUTOR
Joseph Stiglitz, premio Nobel de Economía en 2001 y vicepresidente senior del Banco
Mundial, vivió y presenció desde las primeras butacas los efectos nocivos que trae consigo la
aplicación, en el marco de la globalización, de políticas económicas manipuladas por intereses
financieros e ideológicos. El autor sostiene que la globalización, en sí, no es buena ni mala: si
beneficia o golpea a los países y a sus habitantes, depende exclusivamente de sus
administradores y árbitros. Entonces, el autor da comienzo a la dura crítica a las instituciones
económicas mundiales.
Según Stiglitz, el Fondo Monetario Internacional traicionó los ideales que lo fundaron, y
gracias a su concepción de la perfección de los mercados hundió en la pobreza y el caos a
aquellos que eran los más pobres dentro de los pobres. Desde el caso etíope, pasando por el
del este asiático y concluyendo con el ruso, se demuestra cómo las instituciones globales
recomendaron aplicar políticas desacertadas y estándares que sólo colaboraron a exacerbar las
crisis y llevar al mundo al borde de un colapso económico global. La economía puede parecer
una disciplina muy árida, pero un conjunto de buenas políticas económicas pueden cambiar la
vida de todos los pobres del mundo.
Con mucha razón miles de personas alrededor del mundo reclaman por un mundo más justo y
equitativo. Y reclaman porque advierten que los mercados y los Estados están lejos de ser
perfectos. Pero el FMI está convencido de que los mercados conforman una institución
perfecta, y de ahí los grandes errores cometidos. Lo grave es que no se reconozcan dichos
errores y se continúe por el mismo camino.
Liberación de los mercados parece ser el primer mandamiento (y el primer error) para
aquellos países que pretenden huir de la pobreza. Pero es hipócrita pretender ayudar a los
países subdesarrollados obligándoles a abrir sus mercados para ser inundados por productos
de países industrializados. De la misma manera, se debe dejar de coartar el accionar de los
Estados cuando éstos busquen soluciones para apalear la pobreza de sus ciudadanos. Hay que
lograr que los países en desarrollo consigan gobiernos fuertes y eficaces, y que los
desarrollados sean justos a la hora de arreglar la economía internacional.
El sistema no está enfermo: enfermos están aquellos que lo manejan. Reestructurándolo se
podrá crear una nueva administración que atienda a los reclamos de los países desarrollados,
pero sobre todo de los subdesarrollados; de los ricos, pero sobre todo de los pobres. No es
justo que más del 50% de la población mundial viva sumida en la pobreza, la exclusión, el
analfabetismo, la enfermedad y la miseria. Es inhumano que actualmente unos 1.200 millones
de personas en el mundo vivan con menos de un dólar diario, al mismo tiempo que 2.500
millones de personas vivan con menos de dos dólares diarios.
La globalización no cumplió con lo que prometió. La globalización no atendió a los
desaventajados ni permitió un mayor acceso a la información, a la salud y a la educación.
Muy por el contrario, la brecha entre pobres y ricos creció, y el acceso a la información se
dificultó. Y por ello treparon los índices de corrupción y creció la implementación de políticas
injustas. Es hora, entonces, de que la opinión pública tenga conocimiento del fin y del
accionar de las organizaciones globales y de los Estados, para poder así reclamar por lo que
les corresponde, y reclamar por lo que les corresponde a quienes no pueden ya reclamar.
Es un hecho que la globalización es un huésped que no tiene planes para abandonar al mundo.
Será algo beneficioso si queremos, porque nos dará tiempo y esperanzas de cambiarla. Pero
será preocupante si continuamos en la misma postura y permanecemos al margen de este gran
problema mundial.
El mundo está lejos de resolver sus problemas, pero para comenzar a cambiarlo debemos
suplir la arquitectura de las estructuras internacionales y también el esquema mental en torno
a la globalización. La globalización mal gestionada trae consigo pobreza, pero también la
amenaza a la identidad de los pueblos, su historia y sus valores culturales. Se debe lograr un
proceso globalizador que respete a los pueblos y a sus idiosincrasias. Necesitamos entender
que no se necesita de guerras armamentísticas para generar pobreza o malestar: basta con
destruir culturas y religiones. Necesitamos entender que no sólo socavan la democracia los
regímenes dictatoriales: la socava también la injusticia social.
Las instituciones internacionales, los Estados y todas las demás personas del mundo deben
comprender que, de continuar el mundo que exacerba las diferencias sociales, a largo plazo
sólo se alcanzará la quiebra del orden mundial. Si elegimos y vamos a vivir en un mundo
globalizado, no permitamos que se globalice la miseria y la desigualdad. No podemos
permitir que el FMI culpe a los países de no haber sufrido lo suficiente para alcanzar una
economía de mercado. Hay que luchar por el desarrollo sostenible de los pueblos: un
desarrollo que no necesite del sufrimiento de los mismos para ser alcanzado.
Las esperanzas no son nulas. Un cambio en el seno del Banco Mundial (tal vez no tan grande
ni tan radical, pero cambio para bien, al fin) se dio a partir de la crisis del este asiático –o
incluso algunos años antes–. El BM comprendió que era él quien debía ocuparse del
desarrollo de los pueblos, de la ayuda para concretar ese desarrollo y consecuentemente, de la
erradicación la pobreza.
Para dar el primer paso en pro de la reformulación de la globalización es necesario que
admitamos los errores que cometimos y que aprendamos de ellos. Pero ¿cómo aprender de los
errores que no reconocemos? No basta sólo con las buenas intenciones y mucha voluntad de
un puñado de ONGs. Es necesario que las instituciones globales y los Estados abandonen esa
postura de infalibilidad que los caracteriza para poder así realizar un importante avance hacia
una globalización más humana.
Es necesario un debate abierto y sincero sobre las estrategias que vayan a aplicarse en los
diversos países. Y es necesario que dichas estrategias se centren en: promover el crecimiento
y reducir la pobreza; en trabajar con los Gobiernos de los países en desarrollo y desarrollados
para atender a las inquietudes tanto del primer mundo como del mundo subdesarrollado, y en
lograr la cooperación de la comunidad financiera internacional.
Debemos llegar a un punto en donde los pobres compartan las ganancias del país donde viven
cuando éste crece, y que los ricos de dicho país compartan las penurias sociales en momentos
de crisis. Debemos llegar a un punto en donde los pobres reciban aquello que es suyo.
Debemos llegar a un punto en donde se atienda de la misma manera a poderosos y pobres. En
fin, debemos llegar a un mundo justo y humano.
RESEÑA BIBLOGRAFICA
 Stiglitz, Joseph E.: El malestar en la globalización  Buenos Aires, Taurus, 2002. 348
páginas

El libro está dividido en nueve capítulos

1. LA PROMESA DE LAS INSTITUCIONES GLOBALES


El libro de Stiglitz en su primer capítulo logra acercarnos a lo que podría ser para
muchas personas una verdad oculta, a través de la observación del comportamiento del
panorama mundial, de sus principales actores y de quienes tiene mayor influencia
dentro de él, Stiglitz llega a enuncia de manera concluyente algunas ideas sobre lo que
el proceso de globalización ha sido es y puede llegar a ser bajo la perspectiva de un
desarrollo económico no excluyente.

A través del análisis de los motivos y premisas que llevaron al mundo a tomar
decisiones sobre la creación de instituciones internacionales que garantizara mejores
condiciones para todos, Stiglitz lleva al lector a pensar nuevamente sobre el verdadero
papel que cumplen estas dentro de los asimétricos resultados que se han obtenido tras
la liberalización de los mercados:
¿Han sido las instituciones gobernantes de la globalización “sinceras” en cuanto a sus
intenciones para con los países subdesarrollados?

El autor argumenta de manera elocuente y convincente, como las instituciones


encargadas de salvaguardar la estabilidad económica mundial han tergiversado sus
funciones originales y han terminado siendo instrumentos de explotación de países
pobre por parte de aquellos industrializados, para el autor esta situación no puede
describirse de otra forma más que de “hipócrita”

Pero su intención no es satanizar el proceso de globalización, de hecho podría decirse


que de lo contrario. Stiglitz considera que la globalización tiene efectos contundentes
y marcados y que estos efectos pueden darse en cualquier dirección: empobrecimiento
de los países abiertos o el posible fortalecimiento de sus industrias y el mejoramiento
de la calidad de vida de sus ciudadanos. La dirección de los resultados depende de la
forma en la que el proceso sede y es por esta razón que la globalización tiene un gran
potencial como dinamizador de las economías emergente.

Entonces, la globalización manejada de forma incluyente puede generar en todos los


países resultados similares a los del milagro asiático y con perspectivas de crecimiento
y desarrollo más sostenibles y ganancias compartidas de manera más justa.
2. PROMESAS ROTAS
El autor se plantea que puede hacer, desde el lugar desu trabajo para abogar por un
mundo sin pobreza. Se plantea así una labor triple: a) pensar lasestrategias más
eficaces para promover el crecimiento; b) hacer todo lo que pudiese en lospaíses
desarrollados a favor de los intereses e inquietudes del mundo subdesarrollado;
c)presionando para que abrieran sus mercados o prestaran una asistencia efectiva
mayor.Las experiencias con Etiopia y Bousuana, le permitió al autor conocer como
funciona el FMI.Incluso a una entidad de cierto tamaño como el FMI, le resulta arduo
conocer con detalletodas las economías del mundo. La falta de conocimientos
detallados le parece pocoimportante, puesto que tiende a adoptar el mismo enfoque
ante cualquier circunstancia. Lasdificultades de este enfoque se vuelven
particularmente acusadas ante los desafíos de laseconomías en desarrollo. Los temas
del desarrollo son complicados, y en muchas facetas lospaíses subdesarrollados
presentan dificultades muy superiores a las de los países másdesarrollados. Esto es así
porque en las naciones en desarrollo los mercados a menudo noexisten o, cuando lo
hacen, a menudo funcionan mal.El FMI ha sido eficaz en persuadir a muchos de que
sus políticas ideológicamente orientadaseran imprescindibles para que los países
salgan adelante en el largo plazo

3. ¿LIBERTAD DE ELEGIR?
se pone de manifiesto que la austeridad fiscal,la privatización y la liberalización de los
mercados fueron los tres pilares aconsejados por elConsenso de Washington durante los
años 80 y 90. Las políticas del consenso de Washingtonfueron diseñadas para responder a
problemas muy reales de América Latina y tenían muchosentido. La mayoría de los países
mejorarían si los gobiernos se concentraran más en proveerservicios públicos esenciales
que en administrar empresas que funcionarían mejor en el sectorprivado, y por eso la
privatización es a menudo correcta. Con la liberalización comercial sepueden lograr
significativas ganancias de eficiencia. El problema radicó en que muchas deesas políticas
se transformaron en fines en si mismas, más en que en medios para uncrecimiento
equitativo y sostenible. El FMI propició enérgicamente la privatización a unritmo que a
menudo impuso costes apreciables sobre países que no estaban en condiciones
deafrontarlo

4. LA CRISIS DEL ESTE ASIATICO


5. ¿QUIEN PERDIO A RUSIA?
6. LEYES COMERCIALES INJUSTAS Y OTROS AGRAVIOS
7. MEJORES CAMINOS HACIA EL MERCADO
8. LA OTRA AGENDA DEL FMI
9. CAMINO HACIA EL FUTURO
CONCLUSION

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