Librocompleto
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Barroco continuo
Fernando Quiles García
María del Pilar López
editores
UNIVERSIDAD NACIONAL DE COLOMBIA UNIVERSIDAD PABLO DE OLAVIDE
Rectora Rector
Dolly Montoya Vicente C. Guzmán Fluja
ISBN: 978-958-783-862-6
2019 Bogotá, Colombia
Sevilla, España
Índice
El Barroco Vivo. Descúbrelo en Ti. Dora Eulalia Arízaga Guzmán 008
El comercio artístico entre Cádiz y América en la segunda mitad del siglo 090
XVII: en torno al pintor Bernabé de Ayala y su círculo.
Eduardo Lamas-Delgado
Clarificando los orígenes del pintor Nicolás Javier de Goríbar: Nuevos 200
datos sobre su familia paterna. Ángel Justo-Estebaranz
A presença de artistas espanhóis na diocese de Miranda-Bragança entre 216
os séculos XVI e XVIII: da Galiza a Castela e Léon. Ana Celeste Glória
Y al fin: Barroco vivo, barroco continuo. Lecturas de un arte que se resiste 386
a ser -solo- historia. Fernando Quiles García
Universo Barroco Iberoamericano
Resumen Quito dedicó un mes completo en el año 2014 a recordar y vivir el barroco,
no solo evocando el pasado heredado, sino desde una perspectiva actual,
planteando que la esencia misma de este movimiento aun sigue viva,
manifestada en las expresiones de la cotidianidad de la vida contemporánea.
Las reflexiones del filósofo ecuatoriano Bolívar Echeverría sobre el tema,
fueron orientadoras a la hora de los abordajes de los diversos aspectos
tratados; pues en sus escritos concluye que el barroco es un “modo de vida”,
que funciona como “un refugio”, que representa un modo de ser, una segunda
naturaleza necesaria para “poder vivir” en la modernidad. Las actividades
ejecutadas tuvieron la intencionalidad de provocar y retar a los diferentes
grupos sociales y culturales de la ciudad, y en especial a los del centro
histórico de Quito, a que se reencuentren con la memoria y redescubran que
el barroco aun sigue vivo.
Palabras clave: Barroco vivo, modo de vida, Centro Histórico de Quito-
Ecuador, patrimonio cultural, ethos barroco, Latinoamérica.
Abstract Quito dedicated a full month in 2014 to remember and live the baroque, not
only evoking the inherited past, but from a current perspective, stating that
the very essence of this movement is still alive, manifested in the expressions
of everyday life actual life. The reflections of the Ecuadorian philosopher
Bolivar Echeverría on the subject, were guiding in the approach of the different
aspects treated; because in his writings he concludes that baroque is a "way
of life", which functions as a "refuge", which represents a mode of being, a
second nature necessary to "live" in modernity. The activities carried out had
the intention of provoking and challenging the different social and cultural
groups of the city, and especially those of the historical center of Quito, to
re-encounter with the memory and rediscover that the baroque is still alive.
Key Words: Baroque living, way of life, historic center of Quito-Ecuador,
cultural heritage, baroque ethos, Latin America.
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El Barroco Vivo. Descúbrelo en Ti - Dora Eulalia Arízaga Guzmán
Entre las múltiples respuestas que se dieron, está una especial que aborda
el tema de la participación social en la vida cotidiana, no solo en la etapa
colonial; sino que su tradición y proyección se mantiene en la actualidad,
aunque con las lógicas transformaciones e influencias acumuladas a lo largo
de la historia, y ésta es “la procesión”.
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El Barroco Vivo. Descúbrelo en Ti - Dora Eulalia Arízaga Guzmán
Analizada por el historiador Jorge Moreno Egas, quien al tratar de explicarlas La procesión como
dentro del fenómeno del barroco, manifiesta que “Lo sagrado necesitaba de expresión social de la
estas manifestaciones comunitarias para dar cuerpo y coherencia a la urgencia participación en la vida
de expresar sentimientos e inquietudes de cara a lo sagrado y a lo inexplicable”5, cotidiana (Fig. 2)
y que la iglesia católica las usó “…por la potencialidad pedagógica que con-
tenían para explicar y afirmar todo aquello que el creyente debe creer, observar
y defender6” a la vez, las relaciona con el manejo de la imagen y la teatrali-
dad, dos aspectos básicos del barroco, al expresar que la procesión lleva la
intencionalidad de despertar sentimientos y enervación de los sentidos: la
vista, el oído, el tacto y el olfato, todos confluyen a la vez para hacer que la
gente “…reaccionan ante el paso fugaz de una imagen, que va acompañada de
música, del murmullo de plegarias, de incienso y pétalos de flores”. “La emoción
es el elemento clave de este ritual y lo hace indefinible”. “Si la emoción no se
manifiesta o no existe, la procesión se convierte en un ritual hueco, vacío, carente
de vida y de contenido7”, es decir que se convierte en una fiesta ostentosa,
sin importar su costo, correspondía lograr reconocimiento y admiración que
mostrara el poder social de quien organizaba y participaba, “…se pensaba en
los efectos a lograr en lo corto y temporal del recorrido8”.
Esta procesión, hoy en día también se lleva a cabo, llamada del “Jesús del Gran
Poder”, se realiza el viernes santo, la mantiene la orden de los franciscanos, y
es una tradición viva que conserva personajes de la colonia y los relacionados
con los de la religión católica, alrededor de la cual participan los fieles con
sus ritos y creencias religiosas, en ésta se replica la música, se exponen
imágenes y vestimentas, se comparte comida especial “la fanesca, el molo,
el arroz con leche”, en suma, es un escenario para “… la evocación emocional
cuya participación significa vivir una emoción, una vivencia emotiva y no tanto
racional. Vemos o acompañamos la procesión como actores contemplativos12”.
La artesanía como Otra de las respuestas dadas se configuró en la muestra denominada “El
tradición barroca Tejido Quiteño: Una tradición Barroca”, realizada en el convento de clausura
de las monjas carmelitas, “el Carmen Bajo”, este sitio permanece vedado en
su acceso para el público debido a su condición de clausura, se consiguió que
uno de sus claustros pudieran abrirse a la visita de la comunidad y acceder a
contemplar el mayor de los belenes que se conservan en Quito, considerado
como la gran expresión del barroquismo festivo, que tiene que ver con una de
las tradiciones religiosas mas afincadas en la comunidad, el nacimiento de
Jesús y es una de las manifestaciones más ricas del mestizaje y del sincre-
tismo del barroco quiteño, entendido como un proceso de transculturación
entre lo aborigen y lo europeo.
Destaca la descripción que hace Ivan Cruz sobre uno de los retratos profanos
que se expusieron y que proviene del barroco, dice “…vemos la prolijidad
en el vestuario, la preocupación de la época de engalanarse y brillar con los
accesorios: grandes candongas de perlas, collares de piedras preciosas, finos
damascos rematados por exuberantes encajes, que resaltan la noble postura y el
piadoso gesto de sus manos. Igualmente, los hombres añadían a sus guerreras
los sobresalientes puños y pecheras de delicadísimo encaje. El virtuoso hilado
de algodón sustituyó así a la exótica seda de la lejana China16”.
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Universo Barroco Iberoamericano
La música como En el mes del barroco la música ocupó un lugar estelar en las actividades
expresión estelar del desarrolladas, para todos es bien sabido que el barroco es un movimien-
mundo barroco (Fig. 3) to eminentemente teatral, que buscaba el efecto y lo dramático en el es-
pectador, condiciones que fueron utilizadas en la música, sobre todo para
integrar al mundo indígena a la vida social y económica del período colonial,
convirtiéndose en pieza clave para la evangelización, -en una sociedad en la
que la religión marcaba los ritmos de la vida-, la música fue la protagonista
de todas las ceremonias y los ritos católicos, los religiosos y los seculares
desde los conventos o en las capillas de música, producían e interpretaban
instrumentos musicales y en especial el canto por su gran poder polifónico
que motiva los sentimientos, en especial el melodrama “capaz de involucrar al
pueblo y promover un vínculo empático entre los evangelizados y el mensaje de
evangelización”. “Las fiestas religiosas Corpus, Semana Santa, Navidad, Reyes,
advocaciones de María, etc., preservan espacio a lo indígena y al sincretismo.
¿Quién no ha escuchado el “Salve, salve gran Señora”, melodía autóctona y
palabras cristianas…19”.
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Universo Barroco Iberoamericano
El mes del Barroco concluyó con una gran fiesta, por un lado recuperando
el uso tradicional del espacio público, “la plaza”, la que siempre funcionó
como el gran escenario de las grandes celebraciones, a la que convergían
y convergen los diversos colectivos sociales para expresar sus identidades,
su estatus, sus devociones, sus relaciones de poder, sus tensiones, sus
contradicciones, confrontaciones y diferencias que existían y existen dentro
de la sociedad quiteña, y que para muchos, es la esencia misma de lo que
significa y representa el espacio público.
Y por otro lado, bajo el espíritu de abordar al barroco en una época como
la actual, en el acto de cierre del mes del Barroco, fue necesario insistir en
el entendimiento de la vivencia de la ciudad de Quito, como una ciudad de
grandes contrastes que mezcla las sensaciones de un pasado colonial con
la dinámica propia de una ciudad que se abre a los nuevos saberes y cons-
tructos de una cultura como la de hoy, en esa mirada, la resemantización es
obligatoria y como muestra de ello, la fiesta de clausura se dio con música
y ritmos ejecutados por electro bandas23, en uno de los espacios públicos
más populares del centro histórico, la avenida 24 de Mayo, espacio público
que ofreció una verdadera fiesta popular con las nuevas expresiones mu-
sicales y las tradicionales de quema de castillos, correteo de vacas locas,
lanzamiento de fuegos pirotécnicos, que integraron a públicos diversos y de
varias generaciones.
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El Barroco Vivo. Descúbrelo en Ti - Dora Eulalia Arízaga Guzmán
No se puede hablar del barroco en Quito sin citar a los jesuitas y la influencia La presencia jesuítica
que ejercieron en la producción del mundo barroco iberoamericano, desde su (Fig.4)
llegada a la Audiencia de Quito en 1586, varios son los ámbitos de su injer-
encia, la arquitectura, la producción artística, el desarrollo de las ciencias y
la educación, esta última de carácter misional, difundida a través de “la doc-
trina”, “el catecismo” y de un fuerte “contenido político” con el que ejercieron
poder sobre la sociedad, fruto de ello, y como ejemplos de su fuerte presencia,
está el templo de la Compañía de Jesús, considerado como el ejemplo más
emblemático de la arquitectura barroca, y la herencia dejada en las misiones
jesuíticas. Un recuento por la historia de la importante presencia de la orden
jesuítica en Ecuador se la expuso en una muestra llamada “In Nómine Iesu:
los jesuitas en el Ecuador”, que explicó la importancia de la orden en el país,
y como en la actualidad, su influencia continua vigente en la sociedad.
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Universo Barroco Iberoamericano
El símbolo Franciscano Reiteradamente se ha insistido en el rol que jugó la iglesia católica como la
principal promotora del nuevo discurso cultural en América, advertida en
todos los ámbitos del arte y la creatividad, usada como puente para incorporar
a las poblaciones locales, indígenas, negros, criollos a su feligresía. De las
órdenes religiosas que más influencia ejercieron en la población local de la
Audiencia de Quito, fue la orden de los Franciscanos, la historia da cuenta
de la creación de la escuela de artes y oficios San Andres, desde la que se
fabricó y produjo la gran cantidad de imaginería, de escultura, de producción
musical, etc., conocida como la “escuela quiteña”, y que hoy es valorada como
el patrimonio artístico de la ciudad, producción que tiene mucho que ver con
los procesos de evangelización de la urbe.
La platería quiteña En la búsqueda por sacar a la luz el trabajo de quienes construyeron Quito
con su habilidad y amor por los oficios a los que se dedicaron, el artista
platero Sebastián Vinueza, que realizaba obras bajo pedido en el siglo XVII,
dejó como herencia del barroco quiteño, una serie de custodias adornadas
con falsa pedrería, con formas y estética que muestran los gustos y valores
propios de este movimiento y de la lógica barroca de la evangelización en
la que figuras y escenas religiosas producían los efectos visuales buscados,
como diría José Antonio Maravall “…la cultura barroca manejó con habilidad
los elementos visuales, el preponderante papel de la función óptica es parte de
ella. Los ojos son medios directos y eficaces en materia de efectos ligados al
sentimiento”27, por eso, decoraciones como el “sol radiante” de la iconografía
católica, cobró gran fuerza dentro de la fusión dada con la cosmovisión andina,
en la que “el sol”, símbolo sagrado de la cultura andina, se viera reproduci-
do. La muestra se la llamó el “Arte para glorificar” que reunió y mostró los
mencionados objetos.
La comida no podía estar ausente como exponente de la cultura de un pueblo La comida (Fig.6)
y como herencia de una cultura mestiza, resultado de técnicas, productos
traídos, y saberes fusionados con los saberes de las cocineras indígenas y
criollas, especialmente del mundo andino. En términos actuales sobre el
entendimiento de interculturalidad, se podría decir que la gastronomía es
una de las expresiones más potentes de afirmación cultural, esta permitió
que se incluya todo, que no se excluya nada, produciéndose una comida con
sello propio y con identidad barroca.
Este breve recorrido por la historia y por la vida actual del Quito céntrico,
permitió encontrarse con modelos artísticos, cánones estéticos y culturales
traídos por los españoles a la América, mostrando como la población local,
criollos, zambos, mestizos, negros e indígenas los asumió y los generó en-
riqueciéndolos con conceptos fundamentales de sus culturas locales como
la comunidad, la reciprocidad, las tradiciones orales que se vislumbraban
permanentemente en sus expresiones culturales, que han sobrevivido hasta
nuestros días, encontrándolas en la identidad de su gente, en su manera de
ser, de hablar, de pensar y de reinventarse día a día como sociedad, por eso
la manifestación del Barroco no está solamente en lo que tradicionalmente
se conoce y se valora del arte religioso producido en la Colonia, sino en el
barroco que está vivo y en su gente.
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El Barroco Vivo. Descúbrelo en Ti - Dora Eulalia Arízaga Guzmán
Sin duda, Quito es el sitio que permite admirar el Barroco en toda su ex-
presión y no se ha detenido en su evolución, sigue respirando aire Barroco
con mezclas de imágenes, de fusiones y de un sentido de identidad, donde se
aglutina la diversidad; diversidad que fuera reconocida y valorada, aunque no
con el sentido antropológico y sociológico que hoy se tiene, al ser reconocida
la ciudad de Quito como primer patrimonio Cultural de la Humanidad.
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Universo Barroco Iberoamericano
Notas 1. Echeverría, Bolívar. “La clave barroca de la América latina” www.bolivare.
unam.mx/.../La%20clave%20barroca%20en%20America%20Latina.pd.. (Consul-
tado el 10 de octubre de 2017].
9. Carpentier, Alejo, “Los pasos recobrados: ensayos de teoría y crítica literaria”.
Caracas, Venezuela Fundación Biblioteca Ayacucho, 2003. Pág. 84.
13. Cruz, Ivan. “El tejido quiteño: una tradición barroca”. Catalogo de la mues-
tra. Noviembre 2014. Pág. 11.
14. Cruz, Ivan. “El tejido quiteño: una tradición barroca”. Conferencia en la se-
mana del barroco, Inédito, IMP, Municipio de Quito, 21 de noviembre de 2014.
15. Cruz, Ivan. Palabras de inauguración muestra “El tejido quiteño: una tradición
barroca”. Prensa Quito. Instituto Metropolitano de Patrimonio Cultural de Qui-
to. 7 de noviembre de 2014.
19. Sáenz, Bruno. “El barroco musical en Quito”. Conferencia en la semana del
barroco, Inédito, IMP, Municipio de Quito, 24 de noviembre de 2014. Pág. 3.
21. IMP. “Barroco vivo”. Catalogo, Municipio del Distrito Metropolitano de Qui-
to. Noviembre 2014, pág. 86.
22
El Barroco Vivo. Descúbrelo en Ti - Dora Eulalia Arízaga Guzmán
22. Herrera, Jefferson. Centro cultural Mama cuchara presente en el mes del
Barroco quiteño. https://www.facebook.com/pg/CentroCulturalMamaCuchara-
Quito/about/?ref=page_internal (Consultado el 10 de octubre de 2017].
24. Rocha Ramírez, Susan. “Los imaginarios sociales sobre el infierno en la pin-
tura de Hernando de la Cruz”. Conferencia en la semana del barroco, Inédito, IMP,
Municipio de Quito, 26 de noviembre de 2014. Pág. 1.
27. Maravall, José Antonio. “La cultura del Barroco”, Ariel, Barcelona 2000.
Citada por Moreno Egas, Jorge en “Procesiones de…” op.cit. Pág. 6.
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Universo Barroco Iberoamericano
Resumen Nativity scenes is one of the most representative manifestation of the cultural
environment of Nueva Granada. The presence of the nativity scenes materia-
lized in the houses in many different ways, from the characteristic box with
the nativity scenes images, to the endowment of a entire room dedicated to
the birth of the son of God, as it showed in this text. This study shows how
significant this space could have been in Santafé de Bogotá during the 18th
century, as well as recognizes some religious practices and festive events
with which the nativity scenes was consolidated inside the houses.
Key words: Nativity scenes, 17th century, 18th century, daily life, domestic
space.
Con el tiempo, los esposos fueron comprando otras propiedades con fines de
renta y según la costumbre, para asegurar una mejor herencia para sus hijos.
Fueron cuatro casas, cuya ubicación es muy cercana a la casa principal: la
casa contigua a la que vivían en la Plaza de San Francisco, otra en el Barrio
de Las Nieves que había sido de don Antonio de Gamboa, la otra ubicada en el
Barrio de las Nieves Occidental y hacía esquina con el Noviciado y por último
compraron otra en la zona baja de la calle de Los Carneros en los límites
entre Las Nieves Occidental y el Barrio de San Victorino. En esa época era
una manera de mantener próxima a la familia, de facilitar las actividades
cotidianas y tener control sobre sus propiedades. Fig. 1.
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Universo Barroco Iberoamericano
Doña Beatriz de León y Cervantes fue una mujer devota que se mantuvo en
el modelo de madre y esposa requerido por la sociedad de su época. Fue
nombrada albacea testamentaria y fideicomisaria de su marido. Tutora de sus
hijos y tenedora y administradora de los bienes de la familia, fue una mujer
decidida, con carácter recto y justa en las decisiones. A este respecto llama
la atención en aras de repartir equitativamente con sus hijos la herencia que
les dejó el padre, se enfrentó en juicio con su hijo mayor el presbítero don
Manuel de Porras, por desorden e irresponsabilidad con el manejo de los
bienes de la familia, pues hasta los últimos días de su vida mantuvo la idea
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El cuarto de pesebre en los espacios domésticos.Un caso en la cuidad de Santafé de Bogotá... - María del Pilar López Pérez
Cinco esclavas y tres niños estaban al servicio de doña Beatriz, entre ellos
una niña negrita de ocho años llamada Simona, una mulatica de nombre
Eugenia de diez años y el menor de los niños Cornelio de siete años. Las
otras esclavas son reconocidas como la negra y anciana Bernarda, María
Francisca, Vicenta y la mulata Viviana. Hay que considerar que los esclavos
van a formar parte de esa estructura social que es la familia, pues conviven Fig. 2. Antigua Plaza de San
toda la vida con ella y muchas veces están identificados de manera particular Francisco, costado oriental,
con cada uno de sus miembros. 1938. Imagen tomada del
libro Las Nieves la ciu-
dad al otro lado. Autores:
Es desde este marco familiar, donde surgen las complejas relaciones de Rubén Hernández Molina y
convivencia, afecto y reciprocidad5. Fig. 2. Fernando Carrasco Zaldúa.
Pág. 50.
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Universo Barroco Iberoamericano
La casa En la casa, los dos niveles los altos y los bajos, se diferenciaban ya que en
el primer piso, independientemente del solar posterior, se encontraban los
cuartos de depósito, espacios donde se guardaban los elementos para el
mantenimiento del edificio, el almacén, el cuarto con las sillas de mano y las
sillas de montar dotado de cómodos sillones para el descanso y la espera;
y por último un cuarto contiguo a la escalera que servía de oficina a don
Manuel con sus mesas de trabajo y un estante de libros. En el segundo piso
se ubicaban las habitaciones que tenían un carácter más privado y las que
constituían en sí los espacios de residencia. En los dos momentos en que se
realizó el inventario de la casa cuarto por cuarto con toda su dotación (años de
1756 y 1762), se comenzó siempre por la “sala principal de estrado”, siendo la
alcoba más importante, en la cual se encontraba el estrado de doña Beatriz,
separada del “cuarto de estudio” de don Manuel por un cuarto denominado
la “otra sala” en cuyo interior se hallaron escaños, sillas, dos escritorios y
varios cuadros de temas religiosos, destacándose un Apostolado completo
de gran formato de dos varas de alto. Podría ser que el cuarto donde se
ubicó el Apostolado sirviera para relacionar otros espacios, pues se vincula
con dos cuartos principales de la casa, posiblemente los dos más importan-
tes, como son la “sala principal de estrado” y el “cuarto de estudio” siendo
respectivamente las alcobas de doña Beatriz y de don Manuel pues en su
importante estudio tenía una cama con parales torneados de granadillo, cielo
y colgaduras de Quito. De acuerdo a la información que brinda el inventario,
el mobiliario es refinado y elaborado con materiales costosos, los cuadros
son de gran formato y los que son pequeños se destacan por sus buenos
marcos tallados y dorados. Figs. 3 y 3A.
A lo largo del siglo XVIII fue común encontrar en las casas de particulares
de Santa Fe de Bogotá, pinturas que conformaban series temáticas como
son el Apostolado y los temas del Antiguo Testamento, la serie de la vida de
la Virgen María y los elaborados pesebres. La serie de los doce apóstoles de
gran formato y sin marco, formó parte de la dote de doña Beatriz, así como
las sillas.7 Por el tamaño imponente de cada apóstol, no sólo se percibían
sus atributos y la relevancia que tuvieron en la historia de la iglesia, sino
también se recordaría el martirio en defensa de la fe. Fue muy propio del
siglo XVII el apogeo de grandes ciclos de cuadros sobre un tema y según lo
expresa Ángel Justo Estebaranz, “las series de pinturas solían ubicarse en
las iglesias, en los claustros, en los refectorios, bibliotecas y otras estancias
conventuales, pues dichos lugares constituían los marcos adecuados para
su exposición y lectura histórica, retórica y mística”8. Llama la atención que
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El cuarto de pesebre en los espacios domésticos.Un caso en la cuidad de Santafé de Bogotá... - María del Pilar López Pérez
estas configuraciones de obras pictóricas, cuyo orden responde a un relato, Fig. 3. Sala principal de
en el que se entreteje un elaborado contenido, se encuentren en las casas de estrado. Recreación a partir
familia, lo que nos da entender la existencia de unas particulares costumbres de las fuentes documenta-
les. Autora: María del Pilar
en el marco de la devoción.
López..
El otro conjunto de cuartos que seguidamente se inventariaron corresponden Fig. 3A.Cuarto de estudio.
Recreación a partir de las
a dos grandes alcobas, una de ellas con estrado y entre las dos una habitación
fuentes documentales.
registrada con el nombre de “cuarto de pesebre”, un espacio dedicado única Autora: María del Pilar
y exclusivamente al nacimiento de Jesús, centro de interés de este escrito. López.
Finalmente en el inventario se registra el imponente “oratorio”, la “pieza de
cocina”, el “cuarto de criados” y la “recámara”9. Figs.5 y 5A.
La estructura del espacio para habitar que se reconoce en esta casa, también
se encuentra en otras ubicadas en la misma ciudad, donde se relacionan dos
grandes salas por medio de un espacio más pequeño, que en el caso de doña
Beatriz y don Manuel sirven, al parecer, para la contemplación y la oración
desarrollándose prácticas devocionales que aún no son muy claras, pero que
en general en ellos es potente la imagen religiosa.
Descripción del espacio Para la dotación del espacio los esposos don Manuel y doña Beatriz, durante
“de pesebre” su matrimonio, adquirieron el pesebre, la vihuela y una de las arpas, la otra
la llevó doña Beatriz con otros bienes de su dote11.
El cuarto no tenía ningún cuadro o imagen, posiblemente para no distraer de Fig. 5. Cuarto contiguo al
la escena central, el “nacimiento de Jesús”, y de esta manera concentrarse estudio. Recreación a partir
de las fuentes
en esa serie de figuras y pasajes que lo conformaban. De este pesebre varios
documentales. Autora: María
aspectos llaman la atención, por ejemplo su alto costo, pues a mediados del Pilar López.
del siglo XVIII fue avaluado en dos mil pesos, casi el mismo valor de la casa
accesoria que la familia tenía junto a la principal donde vivían. No existe Fig. 5A. Sala contigua a la del
pesebre. Recreación a partir
descripción del mismo, luego no se conoce su composición, si estaba en
de las fuentes
un expositorio, en un cajón, en una vitrina, o simplemente conformado por documentales. Autora: María
piezas sueltas. Tampoco se conoce su tamaño y la cantidad de figuras que lo del Pilar López.
constituía. Aunque no se puede deducir el acabado de las mismas, a partir
de la somera y precisa alusión que se realiza en el inventario, con frases
como: “el misterio del nacimiento del Señor Jesucristo” y “la Virgen con
varios espejuelos, alhajas de plata y demás adornos”, en ellas se revela la
importancia y la calidad del pesebre que seguramente tenía un buen tamaño
pues las figuras se recubrían con joyas y accesorios complementarios.
31
Universo Barroco Iberoamericano
El cuarto de Pesebre, El mismo título con que el escribano Joaquín Sánchez registra este espacio
usos y valores como “cuarto de pesebre” no puede ser más directo y concreto en cuanto al
sentido y las actividades que se realizaban en él: un estrado para el uso de
las mujeres, cuatro sillas para los hombres o invitados, varios instrumentos
musicales, muchas limetas y vidrios, y el pesebre con su escenografía como
el centro de interés del espacio.
de la encarnación del Verbo Divino a través del nacimiento del hijo de Dios.
Vale la pena anotar que en la tradición de la ciudad de León, en España, de
donde proviene la familia de don Manuel de Porras, se acostumbraba a tener
montado el pesebre durante todo el año, y no sería extraño que esa costumbre
la mantuviera una vez se estableció en Santafé de Bogotá13.
Las figuras esenciales que conforman un pesebre y que la tradición fue trans-
mitiendo de época en época, tienen sus propios atributos y formas de repre-
sentación, éstas son: el niño Jesús, la Virgen María, José, la imagen de Dios
Padre y el Espíritu Santo. También fueron importantes la estrella, los ángeles,
los animales como el buey y la mula, los pastores, los tres Reyes y algunos
animales. En cada momento de la historia las figuras fueron adquiriendo
significados diferentes, e inclusive se fueron incorporando muchas otras.
Entre el ayuno y la fiesta Como ya se ha visto, tanto en España como en la América Hispana, el espacio
donde se establece el pesebre tiene una conexión directa con la mujer. Y algo
que debía formar parte inherente de las mujeres es el enclaustramiento
doméstico, que en esencia debía ser similar al del convento. Este enclaus-
tramiento permitió a la mujer gobernar su casa y con ello administrar y
disponer de casi todos los espacios. Aunque las tareas fueron muchas, una
de las responsabilidades de mayor peso fue portar el honor de su familia.
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Universo Barroco Iberoamericano
Apenas había casa donde faltara uno, y en muchas dos, o tres, ¿qué ay en
esto que no sea dignísimo de alabanza?. Uno o dos meses antes de Navidad
las gentes, especialmente los niños estaban empapados en esta ocupación
piadosísima, honestísima, inocentísima y utilísima22.
Música y canto en Los tres instrumentos musicales que formaban parte del espacio estarían
Navidad relacionados con la forma musical del villancico, canciones cuya letra hace
referencia a la Navidad y se cantaban tradicionalmente en los meses de
diciembre y enero25.
Por último las limetas de vidrio, características del siglo XVII y utilizadas
hasta la época de independencia, ya fuera que contuvieran vino u otro líquido
como el refresco, en el contexto en el que se encuentran testimonian un tipo
de celebración o una festividad.
A partir de la primera mitad del siglo XVIII, con la presencia de la nueva Casa Entre la tradición
Real de los borbones, se van introduciendo en América en todos los ámbitos y el cambio
de la sociedad reformas y cambios y se empieza a fomentar un ideal de
bienestar y comodidad, valorando y dando más preponderancia a la cultura
laica. Se complejizan las actividades en la ciudad y la noción de descanso,
recreación, festejo y visitas empezaban a ser necesarias y comunes. Estos
cambios fueron propiciados por los virreyes quienes representaban el lujo y
la etiqueta como sinónimo de buen gobierno y fortaleza del Estado, un modelo
a seguir para el pueblo. Así en los rituales sociales se tenía muy en cuenta
los modales, los hábitos, la moda y el culto por el ornato de buen gusto, con
que se reconocía a un hombre de espíritu ilustrado.
Aún queda mucho por esclarecer en torno al uso de los espacios en las casas
particulares y más aún cuando en América se observa la costumbre de utilizar
un cuarto completo para disponer el pesebre. Más allá de lo complejo que es
estudiar como funcionaba este cuarto, es importante destacar el hecho de
que existía a mediados del siglo XVIII en Santafé de Bogotá, un cuarto com-
pleto dedicado al pesebre y que este se encontraba en una casa de familia.
Este cuarto de pesebre, desde mi perspectiva tiene un carácter de devoción
y culto, enmarcado en la tradición religiosa tanto del ámbito privado familiar
como en lo social y lo público.
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Universo Barroco Iberoamericano
Notas 1. Esta reflexión gira en torno a tres documentos: el primero es la dote y arras da-
dos en 1724 que aseguran el enlace matrimonial de don Manuel de Porras y doña
Beatriz de León y Cervantes; el segundo el testamento de don Manuel como el
hombre principal de la familia quien fallece en 1756 y por último un expediente
de herencia con testamento y avalúo de bienes como última voluntad de doña
Beatriz realizado en 1762, seis años después de la muerte de su esposo. Poste-
riormente todo un expediente para el reparto de la herencia. En ellos se encuen-
tra con gran detalle los bienes materiales que fueron adquiriendo en vida y con
los cuales se dotó la casa que habitaron, permitiendo reconocer estos bienes en
uno y otro documento a pesar que fueron registrados en diferentes momentos,
1724, 1756 y 1762 y por diferentes escribanos, pues el testamento y demás pape-
les de la mortuoria de don Manuel fueron registrados por Joaquín Sánchez y los
de doña Beatriz por Francisco Xavier Carballo.
3. No hay mayores datos sobre la familia de doña Beatriz, aunque sabemos que
fue hija de don Tomás de León y de doña Beatriz Pérez de Silia.
5. Ver Salcedo Salcedo, Jaime. La mujer, los vecindarios y los barrios de Popayán
en el siglo XVII. En Revista Ensayos número 23. Instituto de Investigaciones Es-
téticas, Facultad de Artes, Universidad Nacional de Colombia. 2012. Págs. 7 – 35.
7. AGN. Notaría 2. Año 1757. Volumen 118. Carta de dote. Folio 346v.
10. Sobre la valoración de estas obras ver el estudio realizado por Letizia Ar-
beteta Mira como comisaria de la exposición Oro, Incienso y Mirra, los belenes
en España, realizada en Madrid en el 2000, con el patrocinio de Telefónica y la
Fundación Germán Sánchez Ruipérez.
11. Recordemos que la dote se registra en 1726, año en que se realizó la unión
matrimonial. AGN. Notaría 2. Volumen 118. Año 1757. Folios 346r. – 352v.
12. Las limetas fueron botellas por lo general de vidrio en las cuales se deposi-
taba el vino u otros licores. Tenían el cuerpo inferior abultado y un cuello largo
y angosto.
13. Sobre este tema conversamos con el profesor Lázaro Gila Medina a raíz de la
exposición “Aquende et allende” obras singulares de la Navidad en la Granada
moderna, siglos XV – XVIII, de la cual fue comisario, presentada en la sala de
exposiciones del Palacio de los Condes de Gabia. Diciembre de 2013 – febrero
de 2014.
16. Ver: Arbeteta Mira, Letizia. Oro, Incienso y Mirra, los belenes en España. Ma-
drid. Telefónica y Fundación Germán Sánchez Ruipérez. 2000. También: Roman-
día de Cantú, Graciela. Nacimientos, belenes y presepios. En: El arte tradicional
del Nacimiento. Artes de México, número 81. México. 2006. Y Valiñas López,
Francisco Manuel. La estrella del camino – apuntes para el estudio del belén barro-
co quiteño. Quito. Instituto Metropolitano de Patrimonio. 2011.
18. Como parte de la biblioteca de don Manuel figuraban inventariados dos libros
de la Biblia.
19. Arbeteta Mira, Letizia. Oro, Incienso y Mirra, los belenes en España. Madrid.
Telefónica y Fundación Germán Sánchez Ruipérez. 2000.
20. Passarelli, Gaetano. Iconos, festividades bizantinas. Madrid. Libsa. 1999. Págs.
86-88.
22. Aguilar Perdomo, María del Rosario. Consulta de Doña Ángela Isidra del Cam-
po a Don Felipe de Vergara y su respuesta sobre si en Santafé de Bogotá será o no lí-
cito cenar la Nochebuena y cenar buñuelos y pescado, presentación y transcripción
del manuscrito de 1799. Bogotá. Instituto Caro y Cuervo. 1993.
23. AGN. Colonia, Notaría 3ª. Volumen 162. Año 1728. Folio 153v.
24. AGN. Colonia, Notaría 1ª. Año 1735. Folio 353r. Agradezco estos dos últimos
datos a María Constanza Villalobos Acosta.
25. El arpa fue un instrumento utilizado tanto en los espacios religiosos como en
los domésticos. Y la vihuela, fue un instrumento popular típicamente español,
utilizado en las casas de familia. Ver: Bermúdez, Egberto. La música en el arte
colonial de Colombia. Bogotá. Fundación de Mvsica. 1994. Págs. 111-117.
39
Universo Barroco Iberoamericano
Resumen Durante los siglos XVI, XVII y XVIII muchos de los andaluces que partían hacia
América y alcanzaban en mayor o menor medida fortuna retornaron parte
de sus posesiones y riquezas a sus localidades de origen. Esta actuación
era bastante común en la época y pretendía por un lado alcanzar un mayor
reconocimiento social y por otro descargar sus conciencias en un ambiente
marcado por un sentimiento profundamente religioso. La donación de objetos
de valor y la compra de capillas funerarias se incluyen dentro del proceder
de estos indianos, favoreciendo el adorno y apariencia de algunos templos de
los que eran especialmente devotos. Este será el caso de José de Montalvo y
Palma, quien hará lo propio en el Convento de Nuestra Señora de Gracia de
la Orden de Trinitarios Descalzos de la ciudad de Granada y que analizamos
en detalle.
Un sinfín de legados Con esta expresión Fernando Quiles hacía referencia a la multitud de donacio-
nes, cesiones o herencias que diferentes personajes enriquecidos en Indias
realizaron a este lado del Atlántico, no tanto para saldar deudas materiales
como de conciencia2. Efectivamente la cantidad de legados personales ras-
treables desde la puesta en marcha en 1503 de la Casa de Contratación de
Sevilla, posteriormente trasladada a Cádiz, más numerosos aún a lo largo del
siglo XVII y XVIII, son una pequeña muestra de los que, sin duda, se realizaron
y que nos revela un proceder común en los indianos que se verá ejemplificado
también en el caso de José de Montalvo y Palma3.
Pero, volviendo al tema que nos ocupa, bien es cierto que si comparamos
la zona oriental de Andalucía con la occidental nos daremos cuenta de que
las inversiones realizadas por los que regresaban de América o sus envíos
económicos son más limitados, a lo que se suma también el menor número
de investigaciones realizadas al respecto. No obstante, esto no quiere decir
que no hubiera partidas de dinero o remisiones de bienes y prueba de ello,
a modo de punta de iceberg, son algunos objetos que hablarían de este
comercio y de la devoción de sus habitantes establecidos al otro lado del
Atlántico e incluso en Asia7.
Trayectoria y bienes José de Montalvo y Palma era hijo de Tomás de Montalvo y Zúñiga y de
raíces de José de Baltasara Fernández de Palma, todos vecinos y naturales de la ciudad de
Montalvo y Palma Granada, donde, al parecer, era una familia socialmente destacada pues
contaban con buena cantidad de posesiones y propiedades. Pasa por primera
vez a América de la mano del bachiller jurista Pedro de Miranda y Santillán16,
quien fue nombrado fiscal de la Real Audiencia de Guatemala el 20 de mayo
de 166417. El viaje lo realiza junto a Francisco de Belmonte López de Haro
y Ávila, ambos como sus criados. A estas alturas estaba soltero y contaba
con 25 años de edad, según certifica la fe de bautismo que presenta como
parte de las pesquisas realizadas para demostrar la limpieza de su linaje18.
Quizás de todas ellas la más importante, y la que marca la línea de las adqui-
siciones posteriores, sea la compra que efectúa el 12 de septiembre de 1689
de una casapuerta en la zona denominada Mudarra en el pago mencionado
de Darabenaz y que tenían en propiedad toda una suerte de herederos de
Alonso Fernández de Rivas y de Lucía de Gaona, su mujer. Completaban la
compra noventa y cuatro marjales de tierra con sus diferentes linderos pero
bien comunicados que subieron el precio hasta los 51.764 reales y medio23.
43
Universo Barroco Iberoamericano
Fig. 1. El Pago de Darabenaz Pero además de en tierras también invertiría en propiedades inmuebles, así
en el siglo XVI. Imagen el 19 de diciembre de 1689 adquirió por 20.000 reales de vellón la casa en la
cedida por Álvaro Fernández que posteriormente fijaría su domicilio habitual y que contaba con bodegas de
Bustos*.
tinajas24. Ésta estaba situada en la calle de la Piedad en la parroquial de San
Justo y Pastor y lindaba por la parte alta con la vivienda de María Barrero y
por la de abajo con el convento de religiosas de Santiago. Dicha casa principal,
que compra al mercader de paños Diego Antonio Palomares25, formaba parte
de una finca mayor que en su origen estaba integraba además por unas casas
secundarias limítrofes que terminará por adquirir unos días más tarde26,
como se extrae de la escritura de venta fechada el 25 de enero de 169027.
A pesar de que José de Montalvo fija su residencia en otro lugar de la ciudad El convento de Nuestra
mantendrá una relación muy estrecha con el Convento de Gracia, ubicado Señora de Gracia de la
en el barrio de la Magdalena, en un sector más alejado. Este convento se ciudad de Granada
comenzó a construir en los años veinte del siglo XVII siguiendo el diseño
y la supervisión de fray Sebastián de San José, hermano de la orden, y se
concluyó en 1635 con la traslación de la imagen de la Virgen y la colocación
en su altar28. Previamente en sus inmediaciones se había levantado otra
estructura provisional hacia 1612, momento en que se obtuvo la aprobación
definitiva, aunque ya en 1610 se contaba con licencia gracias a la intervención
del arzobispo Pedro González de Mendoza.
La zona elegida por los frailes, tal y como sugiere Gómez-Moreno Martínez y
como se aprecia en las plataformas de Ambrosio de Vico y de Dalmau, no fue Fig. 2. Convento de Nuestra
casual29. Ésta era una zona en expansión, con frondosos huertos y vecinos Señora de Gracia de
Granada, detalle de su
pudientes que podían favorecer su sustento, serán éstos los que costearán
emplazamiento. Plano de
el levantamiento de una cruz de piedra en 1640, cruz que aún puede verse Dalmau, grabado por Ribera,
frente a la portada principal de la iglesia. 1796.
45
Universo Barroco Iberoamericano
Donaciones y relaciones José de Montalvo se convirtió en uno de sus grandes benefactores de este Real
de José Montalvo y Convento de Nuestra Señora de Gracia de la orden de Trinitarios Descalzos.
Palma con el convento de Las primeras donaciones que tenemos constatadas se efectuaron en 1685 en
Trinitarios Descalzos que dio cuatro candelabros de plata de cuatro varas de alto cada uno de ellos
“de extraordinaria hechura, que tuvo cada uno de costes cien escudos de a
diez reales de plata”30. Poco tiempo después encargaría otros dos candelabros
de mayores proporciones y un viso con una cruz, ambos de plata, para el
Sagrario del Altar Mayor y que serían utilizados en la celebración de la fiesta
de Nuestra Señora de Gracia, además de una serie de alhajas para la Virgen:
“Una cadena de ocho mazos de perlas de rostrillo entero (…) muy iguales
y escogidas, que pesan todas veynte y tres onzas y media y dos ochavos, y
entraron en cada onza cuatroçientas perlas (…), dispuestas dichos mazos
con siete eslabones o lazos de oro calados y esmaltados de porcelana,
dos clavetes de plata y diez y seis botones de hilo de oro con sus borlas
de seda carmesí, la qual cadena está apreciada en más de tres mil du-
cados, y la estrenó Nuestra Señora el día de su gloriosa Asunción del
dicho año de 1690”31.
Quizás estas referencias sean una mínima parte de las donaciones realizadas
por José de Montalvo y Palma al mencionado convento granadino puesto que
el 23 de enero de 1691 fray Pedro de San Miguel, ministro general de la orden,
firmó una diligencia, refrendada por su secretario fray Juan de Jesús María,
por la que se le hacía gracia y donación de una capilla y entierro en el convento
de Nuestra Señora de Gracia de Granada. Dicha capilla, la segunda del lado
46
Legados de Ultramar. Las donaciones de José de Montalvo y Palma... - Guadalupe Romero Sánchez
Montalvo y Palma no tuvo que pagar ninguna suma de dinero por ella y po-
dían hacer uso de su espacio tanto él como sus herederos y descendientes,
aunque se comprometería a devolverla a la orden en el momento en que no
contara con sucesores. Las obligaciones a las que se comprometió ante el
escribano Bernabé Daza Villalobos fueron las de su mantenimiento y adorno,
así como a asumir los costes de los enterramientos, el solado de la bóveda
cada vez que se abriera y a colocar sus armas en el interior para que quedara
constancia de su titularidad.
47
Universo Barroco Iberoamericano
Para la celebración de las tres fiestas, así como para abastecer de aceite a
la lámpara de plata de ciento once onzas que colocó en su capilla36, dotó al
convento con la posesión y titularidad de setenta y siete marjales y veinte y
ocho estadales de tierra calma de riego que poseía en la Vega de Granada,
en términos de la localidad de Churriana de la Vega, los cuales tenían un
cargo de 117 reales y un cuartillo de censo al Rey37.
Poco tiempo después pintó y estofó con flores de oro la capilla y en 1710 le
realizaría un frontal de plata de seiscientas onzas, valorado cada marco en
“treynta y ocho reales de vellón”. Finalmente en su testamento pidió que se
ejecutara “unas varandillas de hierro que corriesen por encima de la última
grada, desde la una a la otra pared del crucero, con todo el primor que discu-
rriese el padre ministro”, la que se realizó con un coste de 14.000 ducados38.
6. Aunque no son las únicas fuentes pues metodológicamente deben comple-
tarse con los legajos de otros archivos nacionales e internacionales, en función
de los intereses de la investigación.
7. López Guzmán, Rafael y Romero Sánchez, Guadalupe, “El Convento de San
Antón y el Mecenazgo Indiano”, Entre Ríos. Revista de Arte y Letras, número
temático: Ora et Labora. Conventos Granadinos 21-22, 2014, pág. 103-106.
9. Martínez Medina, Francisco Javier; León Coloma, Miguel Ángel; y Pérez Ve-
lázquez, Rodolfo. Granada Tolle, Lege. Provincia de Santo Tomas de Villanueva
Agustinos Recoletos, 2009, pág. 342.
10. Romero Sánchez, Guadalupe y Espinosa Spínola, Gloria, “El mecenazgo in-
diano en Andalucía oriental: el caso de don Luis Pérez Navarro”, en Rodríguez
Moya, Inmaculada; Fernández Valle, María de los Ángeles y López Calderón,
Carmen. Arte y patrimonio en Iberoamérica. Tráficos transoceánicos, Castellón,
Servicio de Publicaciones de la Universitat Jaume I, 2016, págs. 233-253.
12. Luján Muñoz, Jorge. “Ejemplos de comercio de obras de arte entre España
y el Reino de Guatemala en la Colonia”. Archivo Español de Arte, tomo 51, 202,
1978, pág. 155-164.
13. Fernando Quiles García. Sevilla y América en el Barroco.., op. cit., pág. 93.
17. Archivo General de Indias [en adelante AGI], CONTRATACIÓN, 5789, L.2,
F. 361-363.
18. “El liçençiado don Diego Garçia López, cura de la iglesia parrochial de Santa
María Magdalena de esta ciudad de Granada certifico que (…) ay una partida a
foja ducientas zinquenta y seis en la primera plana (…), en siete de octubre de
mil y seiscientos y treinta y nueve años el licenciado Francisco de Daza con mi-
litancia baptizó debajo de condición a Joseph hijo de Thomás de Montalvo y de
49
Universo Barroco Iberoamericano
20. Dolores Gámez, José. Compendio de Historia de Centro América. Escrita para
la Enseñanza Superior de Nicaragua. Tomo IV. Nicaragua, Compañía Tipográfica
Internacional-Managua, 1907, pág. 80.
23. ARChGr. Catálogo de Pleitos. 1080-012. Libro de la hacienda que yo don Jo-
seph de Montalvo y Palma, veçino desta çiudad, y della e conprado para honra y
gloria de Dios Nuestro Señor en esta ciudad”. Folios 5r-5v.
25. Puede que se trate de Diego Antonio Barrero y no Palomares (ver nota si-
guiente).
27. ARChGr. Catálogo de Pleitos. 1080-012. Libro de la hacienda…, op. cit., fo-
lios 75r-76v.
30. Córdoba Salmerón, Miguel. Real Convento de Nuestra Señora de Gracia (Trinitarios
Descalzos) de Granada. Estudio histórico-artístico. Memoria de Licenciatura, Universidad
de Granada, año 2001, pág. 69.
31. Archivo Histórico Nacional [en adelante AHN]. Fondo Clero Secular-Regular, L.
3862, folio 200r.
32. ARChGr. Catálogo de Pleitos. 1080-012. Libro de la hacienda…. Op. cit., folios 1r-2v.
33. Córdoba Salmerón, Miguel. Las órdenes religiosas y el arte barroco. El patrimonio
de los Trinitarios Descalzos de Granada. Colección Arte y Arqueología, 58. Granada,
Editorial de la Universidad, 2003, págs. 121-122.
34. ARChGr. Catálogo de Pleitos. 1080-012. Libro de la hacienda…. op. cit., folio 2v.
36. Córdoba Salmerón, Miguel. Las órdenes religiosas y el arte barroco…, op. cit.,
pág. 122.
37. ARChGr. Catálogo de Pleitos. 1080-012. Libro de la hacienda…. op. cit., folio 3v.
38. Córdoba Salmerón, Miguel. Real Convento de Nuestra Señora de Gracia (Trinitarios
Descalzos) de Granada…, op. cit., pág. 69.
51
Universo Barroco Iberoamericano
El Diablo de Tópaga:
La espiritualidad jesuita y las imágenes en el siglo XVII
Resumen En 1640 la iglesia del pueblo de indios de Tópaga, en Boyacá, pasó del con-
trol del clero secular a manos de los jesuitas, quienes la dispusieron como
el punto de partida para la empresa misionera de reducciones a los Llanos
orientales, en el Nuevo Reino de Granada. En la ejecución, se implementó
todo un conjunto de prácticas de acuerdo a la espiritualidad de San Ignacio
de Loyola, el fundador de la Compañía de Jesús, que se manifestaron no sólo
en los hábitos, sino también en la arquitectura y en el programa iconográfico
del templo religioso. Así, la aparición de un diablo en el techo del Arco Toral
reivindicó el discurso que los Ejercicios Espirituales definían sobre el mal,
de acuerdo a la espiritualidad ignaciana del siglo XVII.
Palabras clave: imagen, demonio, jesuitas, ejercicios espirituales, Boyacá,
historia.
Abstract In the New Kingdom of Granada during 1640, the ecclesiastical administration
of the Indian chapel of Tópaga changed from the secular clergy to the Jesuit
order, transforming the small town into the start point for the missionary
activity in the ‘’Llanos orientales”. The architecture of the church and the
iconographic program that Jesuits developed were implemented under the
spirituality of Societate Iesu. The singular image of the face of a devil in the
upper side of the toral arc, was a free interpretation of the discourse around
good and evil that local priests translated into visual speech, inspired by the
Spiritual Exercises, main guide of the religious life of Jesuits and written by
the founder of the order Saint Ignatius of Loyola.
Key words: Image, Devil, Jesuits, Spiritual Excercises, Boyacá, 17th century.
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El Diablo de Tópaga: La espiritualidad jesuita y las imágenes en el siglo XVII - Carlos Rojas Cocoma
53
Universo Barroco Iberoamericano
"Todos los días se toca la campana a escuela a que todos acuden, unos
a leer, otros a cantar, cantando todos los días, mañana y tarde, antes
de empezar los ejercicios ordinarios de la escuela, algunos himnos
devotos a Nuestra Señora, y rezan antes de irse a sus casas todas las
oraciones y catecismo, y por último rezan todos los días el rosario de
Nuestra Señora a coros y su letanía. Todos los jueves dicen en la iglesia
la letanía del Santísimo Sacramento a canto de Órgano, y los sábados
la de Nuestra Señora, y a todos los viernes se dice el misere y toman
disciplina, habiéndoseles hecho antes una breve plática"7.
La idea de “arma” que los jesuitas usaron para la evangelización era tanto
retórica como literal. Es conveniente recordar que desde la fundación de la
compañía Ignacio de Loyola, él mismo con un recorrido importante en la orden
militar, transmitió a la orden religiosa muchas analogías de la institución
castrista. De hecho, la relación del culto angélico entre los jesuitas tenía
que ver con la idea de “ejército de dios en el cielo”, en oposición al ejército
en la tierra, que serían los propios jesuitas. El jesuita, siguiendo las pautas
filosóficas de la dialéctica, encontraba en la palabra el medio a través del cual
se podía atacar y vencer las artimañas del demonio en la población indígena.
En la crónica del padre Mercado se puede ver el poder de la oralidad para la
conversión; no obstante, la evangelización incluyó armas dóciles y agudas
como la música, o amenazantes y violentas como las armas de fuego10.
Más que un texto escrito para ser “leído”, los Ejercicios Espirituales eran la
definición de una práctica, que tal como lo decía San Ignacio, debía asumirse
como una experiencia total: "Con toto el core, con tota el anima, con tota la
volontad". Como lo describe con precisión la historiadora Perla Chinchilla:
“se trata de ejercicios, no de ideas que, al modo de un guión escenográfico de
teatro, proporcionaban las condiciones para que se estableciera un coloquio
entre el ejercitante y su guía espiritual, y del primero con Dios”16.
El trato con Dios, por medio de la oración, era continuo; su humildad pro-
funda; el aprecio de la más mínima regla de nuestro padre San Ignacio,
fue admirable en el P. Ellauri, de lo cual tengo mucho que confundirme20.
Este "aprecio de la más mínima regla” fue un elemento crucial que obliga-
damente invocaba a los Ejercicios Espirituales, pues la aceptación de éstos
como condicionantes llevaron a una obediencia determinada y extrema. Se
trataba de un hombre obediente hasta el extremo de hacer de la obediencia su
propia agresión. En la necrología escrita por el P. Gaspar Vivas, y que Florez
de Ocariz expone íntegra en sus genealogías, se mencionaba de su “notable
defcuido en el comer, que fe le paffauan dias enteros fin defayunarfe”21.
Del mismo modo que la alimentación, el sueño era otro elemento clave, un
sacrificio en línea directa con su penitencia. Decía Cassani:
Estos elementos de su vida, que por lo demás era considerado como un sujeto
grato no sólo por la gente de la Compañía sino también de la Doctrina, plan-
tean bastantes interrogantes alrededor de la vida de un hombre que no sólo
hizo de Tópaga una doctrina jesuita célebre, sino también de su cuerpo una
extraña personalidad. Ellauri se mantuvo huyendo del individuo; abandonar
su cuerpo no era sólo una metáfora espiritual, implicaba dejarlo a un lado,
arrastrarlo, someterlo a la norma para impedir su rebelión. La mortifica-
ción sobre el cuerpo del doctrinero de Tópaga era exagerada, dispuesta al
dolor, pero aunque el cuerpo era atacado, violentado, nunca estaba siendo
pervertido. Por el contrario, los afectos sobre el cuerpo del padre seguían el
modelo del castigo, el sueño y el ayuno:
fiendo fuavisimo fu trato con otros, era tan rigido configo, que la conti-
nuacion de fus diciplinas en las efpaldas, fue origen de un mal de pecho,
que le mortificò el ultimo tercio de fu vida; y le hubiera acabado antes, fi
la obediencia no hubiera contenido en afecto, para impedir con el freno
de la obediencia, la caufa que defenfrenaba los humores23.
El jesuita así como era “celoso” de sus haciendas, también lo era de sus
iglesias y de las imágenes con las que se decoraban. Si bien para la época la
producción de imágenes era un oficio antes que arte, el carácter pedagógico
y evangelizador implicaba un control y cuidado del manejo visual; por eso la
presencia de la espiritualidad ignaciana debía ser explícita en la ornamen-
tación del templo jesuita. Desafortunadamente el estudio del patrimonio
artístico en iglesias doctrineras en Colombia ha sido escaso salvo algunas
excepciones, y se ha hecho más énfasis en las iglesias “urbanas”. Por otra
parte, el énfasis hacia la labor evangelizadora ha simplificado la lectura de la
imagen alrededor de un uso pedagógico y de una enseñanza al indígena. Por
último, la relación entre arte y pensamiento jesuita en iglesias doctrineras,
aspecto tan crucial y especializado en diferentes investigaciones sobre el
mundo americano, está aún inexplorado en el país.
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La imagen del diablo en el techo del arco toral, imagen única en América, sólo
puede interpretarse dentro del marco espiritual jesuítico, pues es allí donde
una idea de un demonio activo e individual, opuesto a un diablo escatológico
como el de las órdenes franciscanas o dominicas, tiene lugar. La relación del
demonio con los Ejercicios Espirituales no aguarda a un final de los tiempos,
sino que exige una acción sigilosa en tiempo presente. Es esta amenaza a la
que el retablo ideado por Ellauri encontraba el mayor de los peligros, pues
es esta la forma en que el demonio se resiste a caer. Si bien de acuerdo a los
Ejercicios Espirituales era a través de los sentidos del cuerpo como resul-
taba más fácil reconocer al demonio, el mal espíritu "usa contrario modo,
punzándoles y remordiéndoles las conciencias por el sindérese de la razón."
67
Universo Barroco Iberoamericano
Ese diablo es la experiencia personal del jesuita que se ejercita, y esa mirada
es el ejemplo de su visión sobre el mal en el deseo humano.
A. Fuentes primarias Visita de Juan Valcarcel a Tópaga, A.G.N.(Bogotá) Visitas Boyacá, 11, f. 1-341.
Visita del oidor Luis Enrique de Cucunuba a la iglesia de Tópaga. AGN. (Bogotá)
Visitas Cundinamarca, 5, f. 770-983.
Mercado, Pedro de. Historia De La Provincia Del Nuevo Reino y Quito, Tomo 1.
Bogotá: Empresa Nacional de Publicaciones, [1680]1957.
Gamboa Hinestrosa, Pablo. La Pintura Apócrifa En El Arte Colonial, Los Doce Ar-
cángeles De Sopó. Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, 1996.
Gil Tovar, Francisco. “El Barroco En Nueva Granada.” Historia Del Arte Colombia-
no. Bogotá: Salvat, 1984.
Mercado, Pedro de. Historia De La Provincia Del Nuevo Reino y Quito, Tomo 1.
Bogotá: Empresa Nacional de Publicaciones, 1957.
Pacheco, Juan Manuel. Los Jesuitas En Colombia Tomo 2. Bogotá: San Juan Eudes,
1959.
Varios. Barrocos y Modernos. Ed. Petra Schumm. Frankfurt: Ed. Veruert, 1998.
Notas 1. Chinchilla Fawling, Perla. De La Compositio Loci a La República De Las Letras
Predicación Jesuita En El Siglo XVII Novohispano. México, Universidad Ibe-
roamericana/El Mundo sobre el papel, 2004. p. 132
2. Londoño, Santiago. 1991. “El Templo Doctrinero de Tópaga.” Boletín Cultural
Y Bibliográfico, 27, 1991.
3. Pacheco, Juan Manuel. Los Jesuitas En Colombia. Tomo 2. Bogotá, San Juan
Eudes, 1959. pp. 344 – 345
6. Mercado, Pedro de. Historia De La Provincia Del Nuevo Reino y Quito, Tomo 1.
Bogotá, Empresa Nacional de Publicaciones, 1957. p. 414 El texto no tiene fecha
precisa de publicación, pero se asume que debió estar impreso cerca a la fecha
de 1685.
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El Diablo de Tópaga: La espiritualidad jesuita y las imágenes en el siglo XVII - Carlos Rojas Cocoma
10. La manera como son pensados los lugares es siempre en términos mani-
queos. Los Ejercicios Espirituales de San Ignacio de Loyola, práctica espiritual
pilar de la Compañía de Jesús, están compuestos a manera de opuestos, y así es
como es visto el entorno social por parte de cada jesuita: en términos de bien y
mal, de vicio y de virtud. “ Para mejor conocer las faltas de los pecados mortales,
mírense sus contrarios; y así, para mejor evitarlos, proponga y procure la per-
sona con santos ejercicios adquirir y tener las siete virtudes a ellos contrarias”.
Loyola, Ignacio de. Ejercicios Espirituales. Bilbao, Ed. Mensajero, 1996. p. 102.
17. Pachecho, Juan Manuel. Los jesuitas en Colombia.Tomo 2. Bogotá, Ed., San
Juan Eudes, p. 162.
20. En Pacheco, Juan Manuel. Los jesuitas en Colombia, op.cit., T.II, p. 385.
71
Universo Barroco Iberoamericano
27. “Es importante destacar que, bajo estos presupuestos, la virtud y la sabi-
duría del emisor fueron la condición de posibilidad de la comunicación retórica
propia de esta época.” Chinchilla Fawling, Perla. De La Compositio Loci…, op.cit.,
p. 22.
29. Gil Tovar, Francisco. “El Barroco En Nueva Granada”. En Historia Del Arte
Colombiano. Bogotá, Salvat, 1984., tomo 4. p. 958. Sin embargo, ante la tesis del
autor, Patricia Rentería Salazar propuso como modelo de inspiración la Basílica
de San Lorenzo de El Escorial, más que la iglesia de Vignola en Roma. Ver: Ren-
tería, Patricia. Arquitectura en la Iglesia de San Ignacio de Bogotá: modelos, influ-
jos, artífices. Bogotá, Pontificia Universidad Javeriana- CEJA, 2001, pp. 110-115.
30. Lang, Bernhard. Historia Del Cielo. Madrid: Taurus, 2001, p. 305.
72
El Diablo de Tópaga: La espiritualidad jesuita y las imágenes en el siglo XVII - Carlos Rojas Cocoma
34. En las actas de la visita del oidor Luis Enrique de Cucunuba y los contratos
que celebra para edificación de la iglesia de Tópaga, describen con detalle las
normas para la edificación del templo. Ver AGN. (Bogotá) Visitas Cundinamarca,
5, f. 770-983.
35. La relación entre jesuitas y el culto angélico fue bastante estrecha en la His-
toria de la Compañía en América. Mujica Pinilla, Ramón. Ángeles apócrifos en el
Perú Virreinal. Lima: Fondo de Cultura Económica, 1992, p.174.
36. Sebastián, Santiago. Mensaje simbólico del arte medieval: arquitectura, litur-
gia e iconografía. Madrid: Mensajero, 1994, p. 89.
37. "Pero Ellauri, además de sentir el arte bello, poseía esa ciencia educativa
adaptada a la psicología de los niños. a ambos lados del presbiterio se ven dos
ángeles de bulto que, con el dedo en los labios, indican la ley del silencio en la
Casa de Dios. Sobre el arco central, un diablo-dragón, ricamente dorado, y arriba
un San Miguel con su espada flamígera, enseñaban a los muchachos topagen-
ses los distintos caminos del pecado y la virtud, del cielo o del infierno." Jerez,
Hipólito. Los Jesuitas En Casanare. Bogotá, Ministerio de Educación Nacional,
1952, p. 84.
38. Gamboa Hinestrosa, Pablo. La pintura apócrifa en el arte colonial, los doce
arcángeles De Sopó. Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, 1996, p.33.
73
Universo Barroco Iberoamericano
Resumen El artículo presenta una breve exposición acerca de varios tipos de retratos
realizados en Santafé. Enmarcados dentro de las categorías de memoria, la
teoría renacentista y la pictórica española escrita por Francisco Pacheco,
tomando como fuentes pinturas y documentos de archivo como testamentos
se identifican retratos relacionados con la memoria afectiva y la histórica.
De otro lado, también se abordan aquellos retratos encargados para fundar
memorias personales y de grupo en donde se retrataron tanto criollos como
indígenas en aras de la salvación del alma dentro del fuerte contexto religioso
en el que se vivía en Santafé durante los siglos coloniales.
Palabras clave: retrato, pintura, memoria, muerte, indígenas, Nueva Granada.
Abstract The article presents a brief exposition about several types of portraits made
in Santafé. They are classified within the categories of memory, renaissance
theory and Spanish pictorial theory written by Francisco Pacheco, using as a
sources pictures and documents as testaments. The portraits were identify-
ing having a connection with a affective and historical memory. On the other
hand, portraits commissioned to found personal and group memories are
also introduced, in which, both, creoles and indigenous people were portrayed
with the view of saving souls inside the strong religious context of Santafé
people during colonial times.
Keywords: Portraits, picture, memory, death, indigenous, Nueva Granada.
Memoria y retrato La capacidad que tiene el retrato de evocar la presencia de una persona “es
lo que constituye su fascinación principal y la que “lo sitúa en una relación
originaria e imprescindible con la memoria”1. Como tal, esta a su vez tiene
un carácter social ya que el recuerdo “existe en relación con un conjunto de
nociones que nos dominan más que otras, con personas, grupos, lugares,
fechas, palabras y formas de lenguaje, incluso con razonamientos e ideas,
es decir, con la vida material y moral de las sociedades de las que hemos
formado parte"2.
74
El retrato en Santafé, Nuevo Reino de Granada - María Constanza Villalobos Acosta
En la teoría renacentista del arte, L.B. Alberti afirmaba que la pintura hacía
presente los ausentes y que por medio de la pintura pervivían los rostros de
los difuntos:
Este arte tiene en sí una fuerza tan divina que no sólo hace lo que la
amistad, la cual nos representa al vivo las personas que están distan-
tes, sino que nos pone delante de los ojos aun aquellos que ha mucho
tiempo que murieron, causando su vista tanta complacencia al pintor,
como maravilla a quien lo mira3.
75
Universo Barroco Iberoamericano
Fig. 1. Domingo de
Vasconcelos. Indio Armiño.
Como memoria afectiva también se representó en retratos como el del amigo
Ó/t s.d. Iglesia de San de Juan Cotrina, el padre Bartolomé Pérez, que dejó especificado en su testa-
Ignacio. Archivo Arca Jaime mento cuál sería la función de este, estimarlo como retrato de un apostólico:
Borja. “Quiero que se le dé al pe Fernando Arias de la compañía de JHS un retrato del
pe Be Pérez mi querido amigo [f. 135v] que yo hice sacar del
original para que lo estime como retrato de un apostólico y
lo tenga en su celda”11. Además, Cotrina tenía un retratillo
de María Arias de Ugarte12, que gracias a la donación en
dinero que había realizado, Cotrina había podido construir
la iglesia de Nuestra Señora de las Aguas, pintura que
luego legó a la abadesa de las clarisas: “Quiero que a la
Sa abadesa de Sta Clara, M de San Jerónimo, se le dé un
retrato de Sa doña M Arias que tengo en mi oratorio”13.
El tema a tratar aquí es la forma en que entre pintores y seglares solucionaron In Memoria mea… vida
la representación de un individuo en el contexto de la creencia en el purga- y muerte en una imagen
torio. Una creencia que había traído la modificación “espacio-temporal de lo
imaginario cristiano, y por tanto la articulación entre el tiempo terreno, histó-
rico, y el escatológico, entre el tiempo de la existencia y el de la espera…”14.
Se trata en primer caso del retrato como representación del individuo que
los pintores incluyeron en la parte inferior del lienzo, retratos de busto en
posición frontal en su mayoría, que dirigen la mirada hacia el espectador, a
las que tradicionalmente se les ha clasificado dentro de la categoría general
de pintura con donantes que en la actualidad se les conoce bajo los títulos de
la escena religiosa o santo que representan. Estas pinturas se han asociado
con la posición social, poder y dinero en el sentido en que el encargo de una
pintura representaba una cantidad que no todo el mundo podía pagar.
arte lo ha denominado, interesa en virtud del análisis, las razones por las
cuales se hacía un retrato16 que era lo que representaba. Se ha afirmado
que no interesaba tanto el parecido con el que “donaba” la pintura, en rea-
lidad desde el análisis que realizamos, la figura de quien pagaba la imagen
debería ser su retrato, aquel que recordase el compromiso contractual -no
un regalo- para que se celebraran misas por su alma por lo que debería ser
reconocida su figura.
El rostro frontal del devoto, especie de máscara por copia en pintura que
miraba afuera del cuadro era un medio que exigía participación del espec-
78
El retrato en Santafé, Nuevo Reino de Granada - María Constanza Villalobos Acosta
tador19. La mirada dirigida del retrato del devoto hacia la del espectador,
suplantación, que no refutaba la representación de un cuerpo que dejaría
de ser, se constituía en una “duplicación fisonómica en imagen”20 a la que
se le cedía el poder de presentarse en el nombre y lugar del devoto en vida y
cuando muriera. El intercambio de miradas sellaba el poder de presentación
del retrato, que a través de la comunicación establecida con la mirada, el
espectador de la imagen recibía el mensaje de hacer oraciones por quien
aparecía retratado en la pintura.
Las iglesias construidas durante los siglos XVII y XVIII en el Nuevo Reino de
Granada desde el contexto de las prácticas que analizamos, se constituyeron
en un lugar de memoria21 “lugar en donde se cristaliza y refugia la memoria
colectiva”22. Concretamente de la memoria personal, un lugar en donde se
estableció un nexo entre los sujetos y la memoria23. La expresión de lugar
de memoria también tiene su referente al arte de la memoria que define los
locus en donde so colocan las imágenes que se quieren recordar. La iglesia
se comprende como una unidad significativa de orden tanto material, como
idea, de la cual los habitantes de Santafé hicieron un elemento simbólico,
allí actuaba su memoria. Entendida la memoria como “el grupo visto desde
dentro, durante un período que no sobrepasa la vida media de un ser hu-
mano24, en donde se recordaba a quienes pertenecían a su familia y amigos
cercanos a quienes vería retratados y serían reconocidos, tal vez por esta
razón en algunas pinturas no se colocaba el nombre de quien estaba retra-
tado porque eran personas que hacían parte de la vida de quienes veían su
retrato. Allí instituía el devoto su memoria particular y la de su familia, para Fig. 3. Juan Pérez Mexía.
lo que encargaba al pintor su retrato de las representaciones de sus santos San Francisco Javier. 1706.
intercesores y abogados de la corte celestial. Ó/t 135 m x 90 cm. Museo
Colonial.
Fig. 4. Juan Pérez Mexía. El Este tipo de pinturas presentan tres modalidades de acuerdo con la institución
Juicio Final. 1684 Ó/t 1.73 x de la memoria de quien las donaba. Las pinturas hacían referencia entonces
128 m. Museo Banco de la
República.
a devociones particulares a santos o advocaciones de la Virgen escogidas par-
ticularmente como abogados e intercesores entre la gran cantidad de santos
a los que se les tenía devoción en Santafé -como se ve en otro capítulo- y que
además servirían de adorno para la iglesia. No siempre se retrataba quien
80
El retrato en Santafé, Nuevo Reino de Granada - María Constanza Villalobos Acosta
En la primera cláusula del codicilo que añade Ana Coro, cuenta detallada-
mente el autor, los costos y el lugar donde se encontraba una pintura en la
iglesia de Santa Bárbara. Se trataba del lienzo de Nuestra Señora del Socorro
mandado a hacer por su devoción al pintor Gaspar de Figueroa30, colocada en
un altar que el cura de la iglesia había mandado hacer para fomentar su de-
voción. Aún no había estipulado su equivalencia en limosna, lo que se debería
hacer cuando ella muriera y mandaba que debería ser pagada de sus bienes:
Ana Coro especificaba también que quería que se supiera que la sepultura era
suya y que se dijeran los responsos por su alma exactamente en este sitio:
Memoria de grupo La perspectiva de una estancia pasando penas en el purgatorio, para aquel
que vivía en un reino de la monarquía española durante los siglos XVII y
XVII como la Nueva Granada32, determinó la fabricación de imágenes para
instituir memoria de grupo. Una forma fue la representación en una pintura
de las indulgencias ofrecidas por la realización de sufragios como la misa
uniéndose con el dogma de la transubstanciación, utilizando una imagen que
representaba el milagro de la aparición de Cristo a San Gregorio mientras
oficiaba misa. De esta forma aparece en el primer plano de la pintura atribuida
a Baltazar de Vargas Figueroa, ante el altar a San Gregorio en que se aparece
Cristo mostrando sus estigmas rodeado de los símbolos de la pasión, imagen
que quedó fijada en la estampa de A. Durero (1511)33.
Esta pintura no tiene una inscripción que permita saber quién la mando a
hacer, pero sí se encuentra el retrato de un personaje en la esquina inferior
83
Universo Barroco Iberoamericano
dijese aquella semana misa por las ánimas”43, “el cual lienzo costó
de manos de Gaspar de Figueroa ochenta pesos44”. La pintura fue
encargada a este pintor45 en 1656 y pagada por las limosnas de los
miembros de las cofradías46 de las ánimas del pueblo indígena de
Santa Mónica (Cómbita). Uno de los cofrades, el indígena Don Pedro
Tabaco pagó ochenta pesos para la elaboración del lienzo que le
había permitido tener el privilegio de fundar su memoria y la de su
familia al aparecer retratados en el lienzo, él, Esteban Tabaco su
hijo y otros indígenas47. En la pintura, los indígenas hacen parte de
los asistentes a la misa, se integran a la narración, al centro el hijo
de Pedro Tabaco dirigiendo la mirada al espectador anunciaba al
párroco que por él y por los que estaban retratados en el lienzo se
había establecido una capellanía para que rogaran por sus almas.
85
Universo Barroco Iberoamericano
Notas *. Este artículo hace parte de la tesis doctoral en Historia por su autora presen-
tada a la Universidad de los Andes titulada El lugar de la imagen en Santafé, siglos
XVII y XVIII.
1. Pinna, Giovanna .“El retrato como huella de la memoria”, Oncina, Faustino,
Cantarino Suñer, M. Elena, eds. Estética de la memoria.Valencia: Universitat de
Valencia, 2011, pág. 31.
3. Rejón de Silva, Diego Antonio. El Tratado de la pintura por Leonardo de Vin-
ci y los tres libros que sobre el mismo arte escribió León Battista Alberti. Madrid,
Imprenta Real 1784, traducido e ilustrado con algunas notas por Don…Libro Se-
gundo, pág. 220.
6. Holanda, Francisco de. Del sacar por el natural [1548], según la traducción
de Manuel Deni, (1563). John Bury (Ed.). Madrid: Akal, Museo del Prado, 2008,
pág. 14.
7. Respecto a los escritos producidos acerca del retrato ver la introducción en
Francisco de Holanda, Del sacar por el natural [1548], págs. 24-30.
9. Pope - Hennessy, John .El retrato en el Renacimiento, 293. Acerca de las tipo-
logías flamenca e italiana del retrato ver Francisco de Holanda, Del sacar por el
natural [1548], págs.14-18.
10. Inventario de los bienes de Juan Flórez de Ocáriz, Archivo General de la Na-
ción, Colombia (A.G.N.) Colonia, Notaría 1ª., f. 178v.
11. Testamento de Juan Cotrina Valero, A.G.N. Colonia, Notaría 1ª.,f. 135r-135v.
12. Inventario de Juan Cotrina, Santafé 1680 en A.G.N. Colonia, Notaría 1ª,
f.167r.
15. Belting, Hans. Antropología de la imagen, Madrid: Katz Editores, 2007, pág.
144.
-no un regalo- para que se celebraran misas por su alma por lo que debería ser
reconocida su figura. Al respecto ver Carl Henrik Langebaek R. Los herederos del
pasado. Indígenas y pensamiento criollo en Colombia y Venezuela. Tomo 1, Bogotá:
Universidad de los Andes, CESO, 2009, pág. 77.
22. Nora, Pierre(Ed.). “Entre memoire et histoire”. Les lieux de mémoire, t.1 La
Republique, 2ª ed.,París, Gallimard, 2001, 23-z43. Citado por Eugenia Allier Mon-
taño, “Los Lieux de mémoire: una propuesta historiográfica para el análisis de la
memoria” Historia y Grafía, 31: 2008, pág.166.
27. Esto dentro de lo que Maurice Halbwachs propuso como los marcos sociales
de la memoria: el espacio, el tiempo y el lenguaje.
31. Su marido indio de Cota, tributario, era pobre, Ana Coro afirmaba que nin-
guno del resto de su familia le había dado nada para el pago de su sepultura.
Cuenta enseguida que con su industria y trabajo personalmente, hacía viajes para
tratar y contratar para obtener su sustento y que había comprado medio solar,
haciendo ella lo que el marido debía hacer para sustentarla a ella y a sus hijos, como
tenía obligación. Testamento de Ana Coro, f. 236.
34. Carmona Muela, Juan. Iconografía de los santos. Madrid: Ediciones Istmo,
2003, págs. 182-186.
36. La trayectoria de este tema ha sido tratada por Male, Emile. L’Art Religieux
de la fin du Moyen Age en France. Étude sur l’Iconographie du moyen Age et sur
ses sources d’inspiration, Paris: 1922, 98-123. Trens, Manuel. La Eucaristía en el
arte. Barcelona: Ayma, 1952,144. Sebastián, Santiago. Contrarreforma y Barroco.
Lecturas iconográficas e iconológicas. Madrid: Alianza 1981, 167-169. Respecto al
origen de este tema Gentile Lafaille, Margarita E. “Iconología de la Misa de San
Gregorio”. El mundo de los difuntos: culto, cofradías y tradiciones. San Lorenzo del
Escorial, Publicaciones del R.C.U. Escorial - María Cristina, 2014, págs. 583-610.
37. Durante el Concilio de Trento se definió “que por la consagración del pan y
del vino, se convierte toda la substancia del pan en la substancia del cuerpo del
señor Jesucristo, y toda la substancia del vino en la substancia de su sangre, cuya
conversión ha llamado oportuna y propiamente Transubstanciación la santa igle-
sia católica”. López Ayala, Ignacio . El Sacrosanto y Ecuménico Concilio de Trento
traducido al idioma castellano por… Agrégase el texto latino corregido según
la edición auténtica de Roma publicada en 1564, 3ª Edición. Madrid: Imprenta
Real, [1787], 1798, pág. 129.
43. Según la narración del milagro, después de las misas “volvió a parecer el
ánima de fray peregrino, muy alegre y resplandeciente, con otra gran multitud de
almas, que por sus oraciones habían salido del Purgatorio…De este milagro to-
maron ocasión las cofradías de las ánimas del Purgatorio, de tomar a San Nicolás
por su Patrón”. González de Critana, Juan. Vida y milagros del glorioso confesor S.
Nicolás de Tolentino, de la Orden de San Agustín, llamado el milagroso por el Papa
Eugenio IV. Madrid, Por Alonso Martín ,1612, págs. 11 y 12.
44. Segundo Libro parroquial de Cómbita, transcrito en: López, Mercedes. “La
memoria de las imágenes. Donantes indígenas en el lienzo de ánimas de San
Nicolás de Tolentino”, Historia e imágenes, los agustinos en Colombia 400 años.
Bogotá: Museo Nacional de Colombia, 2002, pág. 31.
45. Estos lienzos fueron encargados a pintores que vivían en Santafé, así suce-
dió con el encargo de otra pintura con el tema de las ánimas del purgatorio. En su
testamento de Baltazar de Figueroa declara que los indígenas del Pueblo de Une
le habían mandado a hacer una pintura de las ánimas: “Asimismo había concer-
tado el dicho difunto con los indios del Pueblo de Une un cuadro de las ánimas
que les había de hacer y para en cuenta de sesenta patacones de el concierto ha-
bía recibido el dicho difunto veinte patacones”. Poder para testar y testamento de
Baltasar Vargas de Figueroa. A.G.N. Colonia, Notaría 3ª, tomo 82, vol., 58, f. 714v.
89
Universo Barroco Iberoamericano
Eduardo Lamas-Delgado
Royal Institute for Cultural Heritage (KIK-IRPA), Bruselas
[email protected]
Abstract This paper deals on the transfer of a part of the artistic production in Seville
to Cadiz during the second half of the seventeenth century, due to the eco-
nomical, commercial and social development of the former and due to the
art market crisis in Seville around 1680 and to the decadence of its harbour.
On this purpose, the paper gathers and analyses different data about the
painters and sculptors from Seville who settled down in Cádiz during this
period. As conclusion, it proposes to link the appeal exercised by the city and
its port with the activities of these artists as dealers on the American market,
as well as on general market. We point out to the reader that this paper is an
updated adaptation translated from French to Spanish of a precedent one on
the painter Bernabé de Ayala (Jerez, c. 1625/post. 1689).
Key words: Cádiz, art market, American art dealership, Bernabé de Ayala,
Diego Trujillo, Antonio Hidalgo, Jacinto Pimentel.
90
El comercio artístico entre Cádiz y América en la segunda mitad del siglo XVII... - Eduardo Lamas-Delgado
Gracias a su puerto, Sevilla había sido hasta mediados del siglo XVII una de las
ciudades más prósperas de la Península Ibérica1. Sin embargo, sobre todo a
partir de esa fecha, el puerto se fue enarenando, dificultando el acceso a las
embarcaciones de mayor tonelaje, y además, en 1649 la ciudad fue víctima de
una epidemia de peste sin precedentes que redujo su población a la mitad2.
Desde entonces ya nada fue igual. Su puerto fue poco a poco cediendo en
importancia ante el desarrollo de las actividades portuarias y comerciales
de la ciudad de Cádiz, situada directamente en el océano atlántico, cerca de
la desembocadura del Guadalquivir y a la entrada de una amplia bahía, con
una situación privilegiada entre Europa, África y América3. Esta ubicación
hizo posible que la ciudad de Cádiz experimentase un notable desarrollo
económico, social y demográfico desde 1650, proceso que se aceleró aún más
cuando en 1680 se fijó en Cádiz la cabecera de las flotas4, y sobre todo hacia
principios del siglo XVIII, cuando a partir de 1717 la Casa de Contratación,
la institución encargada de gestionar el comercio americano, abandonó de-
finitivamente Sevilla por Cádiz5. François Bertaut, secretario del embajador
francés extraordinario en Madrid en 1660, recoge en el relato de su viaje
a España, que « les galions s’en sont allez à Cadiz […], et ainsi Cadiz s’est
enrichie, et s’enrichit tous les jours »; en Sevilla, en cambio, « il n’y a plus
présentement des vaisseaux, à cause que tout va à Cadiz»6.
Los círculos de los La última noticia de la presencia de Bernabé de Ayala en Sevilla es de 167821.
pintores sevillanos Nada sabemos a partir de entonces hasta que un documento confirma la
en Cádiz a finales presencia del pintor y su familia en Cádiz en diciembre de 1689, ocupando
del siglo XVII una serie de habitaciones y un taller de pintura en casas del pintor Miguel
Legot22. Éste vivía en casas de su propiedad, que había heredado de su padre
el pintor flamenco Pablo Legot, no muy alejadas de la iglesia de San Francisco,
donde se hallaba instalada la colonia flamenca de Cádiz23.
posible que Bernabé de Ayala entrase en contacto con Miguel Legot a través
del arquitecto Bernardo Simón de Pineda, activo en Sevilla, pero que había
recibido su formación en Cádiz25. Una vez de vuelta en Sevilla, Pineda debió
de guardar lazos con la ciudad y su ambiente artístico. Por su parte, Ayala
había coincidido con el arquitecto en la Academia de Sevilla y sabemos que
mantuvieron relaciones, así como con Pedro Roldán, otro académico sevillano
ligado a la ciudad de Cádiz26.
Otro artista que formó parte de este círculo es el pintor Diego Trujillo, quien Fig. 1. Antonio Hidalgo, Las
también transfirió su actividad de Sevilla a Cádiz durante aquellos años. Nos almas del Purgatorio, 1688,
consta su relación con Antonio Hidalgo durante su estancia en Cádiz35. Por óleo sobre lienzo, Conil de la
Frontera, iglesia parroquial
otra parte, sabemos que Trujillo estuvo también en contacto con Bernabé
de Santa Catalina.
de Ayala, porque los tres pintores coincidieron en la Academia de Sevilla, al
93
Universo Barroco Iberoamericano
Los artistas activos en Para varios de los artistas que se instalaron en Cádiz después de un período
Cádiz y el comercio de actividad en Sevilla se ha podido documentar que orientaron una parte
artístico con América de su producción artística al comercio trasatlántico. Este tipo de actividades
comerciales está, no obstante, mucho mejor documentada para numerosos
pintores sevillanos52.
Así, sabemos que Bernabé de Ayala trabajó para el Nuevo Mundo, tanto como
asistente del taller de Zurbarán, como en tanto que artista independiente53. El
94
El comercio artístico entre Cádiz y América en la segunda mitad del siglo XVII... - Eduardo Lamas-Delgado
95
Universo Barroco Iberoamericano
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El comercio artístico entre Cádiz y América en la segunda mitad del siglo XVII... - Eduardo Lamas-Delgado
Resulta, por tanto, muy significativo que esta crisis se produjera justo en el
período en que hemos podido documentar el traslado a Cádiz de pintores
sevillanos activos en el comercio de pinturas con América; recuérdese que es
precisamente en 1680 cuando Diego Trujillo obtiene en Cádiz la ciudadanía y
la maestría de pintor. ¿Fueron estos lazos comerciales con América los que
le condujeron a él y a Ayala, y a otros artistas sevillanos, a desplegar todas
o una parte de sus actividades en Cádiz, en el momento mismo en que el
mercado de Sevilla decaía?
99
Universo Barroco Iberoamericano
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El comercio artístico entre Cádiz y América en la segunda mitad del siglo XVII... - Eduardo Lamas-Delgado
1. La literatura sobre el tema es amplia; aquí nos centraremos únicamente en Notas
los trabajos siguientes: Chaunu, Pierre, Séville et l’Atlantique (1504-1650). Paris,
1955-1960; Chaunu, Pierre, Séville et l’Amérique : XVIe-XVIIe siècles. Paris, 1977;
Crailsheim, Eberhard, The Spanish connection: French and Flemish merchants net-
works in Seville (1570-1650). Köln, 2016; Castillo Martos, Manuel, Sevilla barroca
y el siglo XVII. Sevilla, 2017.
3. Girard, Antoine, La rivalité commercial et maritime entre Séville et Cadix jusqu’à
la fin du XVIIIe siècle. Paris-Bordeaux, 1932; Everaert, John, De internationale en
koloniale handel der Vlaamse firma’s te Cadiz: 1650-1700. Brugge, 1973; Carras-
co González, María Guadalupe, Comerciantes y casas de negocios en Cádiz (1650-
1700). Cádiz, 1997; Bustos Rodríguez, Manuel, Cádiz en el sistema atlántico: la
ciudad, sus comerciantes y la actividad mercantil (1650-1830). Madrid, Sílex, 2005.
4. Bustos Rodríguez, Manuel, “Los siglos decisivos”. Historia de Cádiz. Madrid,
Sílex, 2005, pág. 314, 415.
5. Butel, Pierre, Européens et espaces maritimes : vers 1690-vers 1790, Bordeaux,
1997, pág. 102-115.
6. Bertaut, François, Journal du voyage en Espagne. Paris, 1682, pág. 126, 140.
8. Sobre los Legot en Cádiz, ver: Lamas-Delgado, Eduardo, “El pintor Miguel
Legot (Sevilla, c. 1627-Cádiz, 1695)”. El Rincón malillo, 5, 2015, pág. 47-52, y la
bibliografía allí recogida.
9. Sabemos que en Cádiz Legot adquirió un buque y que alcanzó una posición
social notable si tenemos en cuenta las propiedades que llegó a reunir en la ciu-
dad, en la calle que llevaba su nombre y que hacia el final de su vida pasó a lla-
marse de la Amargura y hoy lleva el nombre de Santa Inés. Ver: Lamas-Delgado,
Eduardo, “Le peintre Bernabé de Ayala et autres petits maîtres entre Séville et
Cadix”. Annales d’Histoire de l’Art et d’Archéologie de l’Université Libre de Brux-
elles, 36, 2014, pág. 72.
10. Méndez Rodríguez, Luis, “El taller de los Cano: Miguel Cano el Mozo”. Sym-
posium Alonso Cano y su época. Granada, 2002, pág. 665-668.
15. Pemán Medina, María, “El escultor Pedro Roldán en el convento de San
Francisco de Cádiz”. Homenaje al Profesor Hernández Díaz. Tomo I. Sevilla, 1982,
pág. 531-538.
16. De los Ríos, Elena, José de Arce, escultor flamenco (Flandes, 1607-Sevilla,
1666). Sevilla, Diputación Provincial, 2007, pág. 19-20.
17. Alonso de la Sierra, Lorenzo et al., “Nuevas obras de Cornelio Schut el jo-
ven”. Norba-arte, 18-19, 1998-1999, pág. 90-96.
18. Fue precisamente a consecuencia de una caída desde el andamio que em-
pleaba para pintar el gran cuadro de altar de la iglesia que el pintor falleció en
Sevilla en 1682, y no en Cádiz, como a veces se ha dicho: Valdivieso, Enrique,
Murillo: catálogo razonado de pinturas. Madrid, El Viso, 2010, pág. 21-23.
24. Lamas-Delgado, Eduardo, “Le peintre Bernabé de Ayala”, op. cit., pág. 85.
25. Romero Torres, José Luis, “Bernardo Simón de Pineda”, op. cit.
27. Sobre este pintor, ver: Valdivieso, Enrique, Pintura barroca sevillana. Sevilla,
2003, pág. 469.
28. Ceán Bermúdez, Juan Agustín, Carta de D. Juan Agustín Ceán Bermúdez a un
amigo suyo, sobre el estilo y gusto en la pintura de la escuela sevillana. Cádiz, 1806,
pág. 154-160; De la Banda y Vargas, Antonio, El manuscrito, op. cit., pág. 21,
34-35, 38-39, 43; Kinkead, Duncan, Pintores y doradores, op. cit., pág. 245-246.
102
El comercio artístico entre Cádiz y América en la segunda mitad del siglo XVII... - Eduardo Lamas-Delgado
31. Viñaza, Conde de, Adiciones al diccionario histórico de Ceán Bermúdez: A-L.
Tomo II. Madrid, 1889, pág. 283; Angulo, Diego, Pintura del siglo XVII. Madrid,
1954, pág. 385; Valdivieso, Enrique, Pintura barroca, op. cit., pág. 469.
32. Respeto Martín, Enrique “Artífices gaditanos”, op. cit., pág. 91-93. Sobre la
cuestión en el contexto hispánico, ver Cruz Valdovinos, José Manuel, “El fuero y
el huevo: la liberalidad de la pintura: textos y pleitos”. La teoría de la pintura en
el Siglo de Oro (1560-1724). Madrid, Abad editores, 2012, pág. 173-202.
34. Antonio Romero Dorado, “Iniciando el catálogo del pintor Antonio Hidalgo:
las Ánimas del Purgatorio (1688)”. Philostrato, 2, 2017, pp. 65-69.
35. Respeto Martín, Enrique “Artífices gaditanos”, op. cit., pág. 91.
36. Ceán Bermúdez, Juan Agustín, Carta, op. cit., pág. 151 y 160.
37. En su testamento de 1664, Ayala dice ser hermano de este orfebre poco
conocido, de quien sabemos que obtuvo la maestría en Sevilla en 1662 y que en
1696 estaba instalado en México: ver Sanz Serrano, María Jesús, La orfebrería en
la América española. Sevilla, 1981, pág. 298; Lamas-Delgado, Eduardo, “Le pein-
tre Bernabé de Ayala”, op.cit., pág. 76.. Otro Francisco Rendón ejerce de notario
en Cádiz entre 1652 y 1667: Van Ginhoven, Sandra, Connecting art markets, op.
cit., pág 261.
39. Antón Solé, Pablo, “El gremio gaditano de pintores”, op. cit., pág. 177; Re-
speto Martín, Enrique “Artífices gaditanos del siglo XVII”. Documentos para la
Historia del Arte en Andalucía. Tomo X. Sevilla, 1946, pág. 92-93.
40. Los archivos notariales de Sevilla lo mencionan de nuevo entre 1681 y 1689,
y se sabe que hizo testamento allí el 18 de mayo de 1700: Muro Orejón, Antonio,
“Pintores y doradores”. Documentos para la Historia del Arte en Andalucía. Tomo
VIII. Sevilla, 1935, pág. 104.
41. Cádiz, Archivo Diocesano, Autos de Cádiz, año 1667, Autos por Diego Trujillo
y Juan Lorenzo Cantero, pintores de esta ciudad contra Francisco Núñez, tanvien
pintor desta ciudad. Documento citado en Antón Solé, Pablo, “El gremio gadita-
no de pintores”, op. cit., pág. 172-173. Sobre la relación de Núñez con los Legot,
ver Lamas-Delgado, Eduardo, “Le peintre Bernabé de Ayala”, op.cit., pág. 84-85
42. Respeto Martín, Enrique “Artífices gaditanos”, op. cit., pág. 93.
43. Ibídem.
44. En 1638, declara en Cádiz tener 38 años; en 1645, dice tener 40; en 1648, 49;
en 1651, 48; en 1653, 50; 1655, 50. Ver Hormigo Sánchez, Enrique, Documentos,
op. cit., pág. 391, 395. Sobre Pimentel, ver también: Espinosa de los Monteros
Sánchez, Francisco, “Breves apuntes biográficos sobre el escultor y arquitec-
to Jacinto Pimentel”, <http://www.cadizcofrade.net/historia/humildadsxvii.
htm.>[Consultado el 27 de noviembre de 2013]. 103
Universo Barroco Iberoamericano
45. Hormigo Sánchez, Enrique, Documentos, op. cit., pág. 402, 404.
46. En 1669, Pablo Legot debía a Pimentel 100 ducados de vellón de préstamo
que éste le había hecho: Cádiz, Archivo Histórico Provincial, Testamentos, CA
4924, f. 129r.
50. Ibíd., pág. 398. Siculi es citado en Sancho Sopranis, Hipólito, “Las naciones
extranjeras en Cádiz”, op. cit., pág. 668.
52. Kinkead, Duncan T., “Artistic trade between Sevilla and the New World in
the mid-seventeenth century”. Boletín del Instituto de Investigaciones Estéticas,
25, 1983, pág. 73-10; Kinkead, Duncan T., “El mercado de la pintura en Sevil-
la: 1650-1699. Congreso Internacional Andalucía Barroca: I. Arte, arquitectura y
urbanismo. Sevilla, 2009, pág. 89-98; Ruiz Gomar, Rogelio, “Nueva España: en
búsqueda de una identidad pictórica”. Pintura de los Reinos. Mexico, 2009, pág.
596-598.
53. Sobre la producción del taller de Zurbarán destinada a América, ver: Kata,
Lori, “With the most diligence possible”, op. cit., pág. 387-396. Ver también: Na-
varrete Benito, “L’atelier de Zurbarán comme fabrique de sainteté : prototypes,
séries et commercialisation”. Cano, Ignacio, Francisco de Zurbarán (1598-1664).
Bruxelles, 2014, pág. 54-65
55. Bernales Ballesteros, Jorge, “Una pintura original de Bernabé de Ayala”. Ar-
chivo Hispalense, 50, 153, 1969, pág. 176.
56. Sevilla, Archivo General de Indias, Audiencia de Lima, leg. 67: Inventario de
rentas y bienes del Monasterio del Prado. Lima, 29 de septiembre de 1666; Bernales
Ballesteros, Jorge, “Una pintura original de Bernabé de Ayala”, op. cit., pág. 177.
57. En los libros de cuentas del convento figura la adquisición del cuadro con
104 nombre y fecha. . Santibáñez Salcedo, A., El monasterio de Nuestra Señora del
El comercio artístico entre Cádiz y América en la segunda mitad del siglo XVII... - Eduardo Lamas-Delgado
Prado. Lima, 1943, pág. 26; Bernales Ballesteros, Jorge, “Una pintura original de
Bernabé de Ayala”, op. cit., pág. 176-177 y 179.
59. De Mesa, José et al., Historia de la pintura cuzqueña. Lima, 1982, pág. 116;
Bernales Ballesteros, Jorge, El siglo de oro en la pintura sevillana. Lima, 1985;
Cruz de Amenábar, Isabel, Arte y sociedad en Chile: 1560-1650. Santiago, 1982,
pág. 42; Camón Aznar, José, Pintura española del siglo XVII, Madrid, 1983, pág.
314; Valdivieso, Enrique, “Ángeles sevillanos en Lima”. Buenavista de Indias, 6,
1992, pág. 35-45; Francisco de Zurbarán: 1598-1664. Granada, Caja de Ahorros,
1998, pág. 138; Mariazza Foy, Jaime, “Francisco de Zurbarán”, op. cit., pág. 55-
56. Delenda sólo le atribuye los dos primeros: Delenda, Odile, Francisco de Zur-
barán, op. cit., cat. de BA-12 a BA-26.
61. Para un catálogo de la obra de Bernabé de Ayala, ver Delenda, Odile, Fran-
cisco de Zurbarán, op. cit., cat. BA.
62. Ponz, Antonio, Viage a España. Tomo X. Madrid, 1781, pág. XXXVIII. Ver
también Ceán Bermúdez, Juan Agustín, Diccionario, op. cit., pág. 85.
63. Bernabé de Ayala, Asunción de la Virgen, óleo sobre lienzo, 330 x 170 cm. San
Roque, iglesia parroquial de Santa María la Coronada.
65. Bernabé de Ayala (?), Retrato de dama, óleo sobre lienzo, 252 x 171 mm,
Bruselas, colección privada (objet KIK-IRPA n° 11003280).
66. El vestido de la dama retratada, aunque más sobrio, se asemeja al del mod-
elo del Retrato de María de Vera y Gasca de Juan Carreño de hacia 1670, en la
colección BBVA (n° inv. 446).
67. Bernabé de Ayala (atribuido), San Juan Evangelista, óleo sobre lienzo, 50,7 x
37,7 cm, colección privada.
70. Bernabé de Ayala (atribuido), San Juan evangelista en Patmos, óleo sobre
lienzo, 150 x 110 cm, Madrid, colección privada.
72. Certificado con fecha en Madrid en 15 de enero de 1968. Sobre este espe-
cialista: Torres Martín, Ramón, “Algo sobre los discípulos y seguidores de Zur-
barán”. Revista de Estudios Extremeños, 20, 1964, pág. 85-92.
74. Se trata quizá del padre del arquitecto de retablos homónimo, activo en el
territorio del reino de Sevilla durante el primer tercio del siglo XVIII, y de quien
se conoce principalmente su intervención en el retablo de la iglesia de Trigueros:
Carrasco Terriza, Manuel Jesús, “El retablo mayor de Trigueros, obra de Miguel
Franco, Duque Cornejo y Pedro Roldán”. Boletín oficial del Obispado de Huelva,
254, 1985, pág. 117-124; 255, 1985, pág. 179-185. Nacido hacia 1657 (en 1726
haber alcanzado la edad de 70 años), este segundo Miguel Franco sería quizá
hermano del dorador Gregorio Franco: comunicación escrita de Manuel García
Luque, a quien agradecemos esta información.
75. Hernández Díaz, José, “Obras artísticas hispalenses de los siglos de oro”.
Estudios de arte sevillano, 1973, pág. 63-64; Lamas-Delgado, Eduardo, “Le peintre
Bernabé de Ayala”, op.cit., pág. 83.
76. Sobre el pintor Ignacio Fernández Rodríguez, ver: De la Banda y Vargas, An-
tonio, El manuscrito de la Academia de Murillo. Sevilla, 1982, pág. 43-45; Quiles,
Fernando, Noticias de pintura (1700-1720). Sevilla, 1990, pág. 83; Quiles, Fernan-
do, “Los pintores sevillanos y sus privilegios a la luz de un nuevo dato de fines del
siglo XVII”. Archivo Hispalense, 64, 226, 1991, pág. 211-214; Kinkead, Duncan,
Pintores y doradores, op. cit., pág. 167-170.
77. Ceán Bermúdez, Juan Agustín, Diccionario histórico de los más ilustres profe-
sores de las Bellas Artes en España. Tomo I. Madrid, 1800, pág. 133; Ceán Bermú-
dez, Juan Agustín, Historia del arte de la pintura en España. Madrid, KRK, 2016,
pág. 737; O’Neil, A., A dictionary of Spanish painters comprehending simply that
part of their biography immediately connected with the arts; from the fourteenth
century to the eighteenth. Tomo I. London, 1833, pág. 19.
78. Sobre Juan de Mera, ver: Terrón Reynolds, María Teresa, “El pintor José de
Mera: 1672-1734?”. I Congreso internacional de pintura española del siglo XVIII.
Marbella, 1998, pág. 89-102.
entre ellos. Entonces lo eran José Durán, Alonso de Flores, Diego Muñoz Naran-
jo (1616-?) e Ignacio de Ries (1616-después de 1675): Palomero Páramo, Jesús,
“Notas sobre el taller de Zurbarán: un envío de lienzos a Portobelo y a Lima en el
año de 1636”. Zurbarán: IV centenario del nacimiento. Madrid, 1998, pág. 17-31.
80. Sobre la formación de los aprendices en Sevilla, ver: Cherry, Peter, “La
formación de los pintores en los talleres sevillanos”. Pérez Sánchez, Alfonso
Emilio, Zurbarán ante su centenario (1598-1998). Valladolid, 1999, pág. 49-70.
Sobre el taller de Zurbarán, ver: Navarrete, Benito, “Die Werkstatt Zurbaráns
und ihr Schaffensprozess: Originale, Repliken und Kopien”. Beat Wismer et al.,
Zurbarán. Düsseldorf, Hirmer, 2015, pág. 35-43 y la bibliografía anterior allí rec-
ogida.
81. Lamas-Delgado, Eduardo, “Le peintre Bernabé de Ayala”, op. cit., pág. 83.
82. Así se sugiere en Delenda, Odile, “Bernabé de Ayala”, op. cit., pág. 28.
84. Kinkead, Ducan T., “The last Sevillian period of Francisco de Zurbarán”. The
Art Bulletin, 65, 2, 1983, pág. 307.
85. Ibídem, pág. 306; Navarrete, Benito et al., Zurbarán y su obrador: pinturas
para el Nuevo Mundo. Valencia, 1998; Navarrete, Benito, Santas de Zurbarán: de-
voción y persuasión. Sevilla, Ayuntamiento, 2013.
87. Finaldi, Gabriele et al., Zurbarán y las doce tribus de Israel: Jacob y sus hi-
jos. Madrid, 1995. Una tercera versión, de una calidad superior a la de los ciclos
anteriores, se conserva en Auckland Castle, en Inglaterra, al menos desde los
años 1720. Se ha especulado que este ciclo, probablemente también destinado
a América en un principio, habría sido quizá objeto de una captura por parte de
piratas ingleses: Pemán, César, “La serie de los hijos de Jacob y otras pinturas
zurbaranescas”. Archivo Español de Arte, 21, 1948, pág. 164; Finaldi, Gabriele,
“Zurbarán’s Jacob and his twelve sons: a family reunion at the National Gallery”.
Apollo, 392, 1994, pág. 1-16.
88. . Kata, Lori, “With the most diligence posible”, op. cit., pág. 389.
89. Caturla, María Luisa, “Zurbarán exporta a Buenos Aires”. Anales del Instituto
de Arte Americano e Investigaciones Estéticas, 4, 1951, pág. 27-30.
91. Lamas-Delgado, Eduardo, “Le peintre Bernabé de Ayala”, op.cit., pág. 88.
95. Sobre esta cuestión, ver Serrera, Juan Miguel, “Zurbarán y América”. Zur-
barán. Madrid, 1988, pág. 62-83.
96. Kinkead, Duncan T., “Juan de Luzón and the Sevillian painting trade with
the New World in the second half of seventeenth century”. The Art Bulletin, 66,
1984, pág. 303-310; Serrera, Juan Miguel, “Zurbarán y América”, op. cit., pág.
70-71; Junquera Mato, Juan José, “Zurbarán y América”. Pérez Sánchez, Alfonso,
Zurbarán ante su centenario (1598-1998). Valladolid, 1999, pág. 153; Van Gin-
hoven, Sandra, Connecting art markets, op. cit., pág. 240.
97. Ceán Bermúdez, Juanmadrid, Agustín, Carta, op. cit., pág. 145, 154-155 y
161; De la Banda y Vargas, Antonio, El manuscrito, op. cit., pág. 21, 23-25, 29-32,
36, 40, 42, 44, 46 et 47; Kinkead, Duncan, Pintores y doradores, op. cit., pág. 146.
98. Kinkead, Duncan, “Juan de Luzón”, op. cit., pág. 305; Kinkead, Duncan, Pin-
tores y doradores, op. cit., pág. 374-375.
99. Kinkead, Duncan, “Juan de Luzón”, op. cit., pág. 304; Kinkead, Duncan, Pin-
tores y doradores, op. cit., pág. 142-147.
100. Kinkead, Duncan T., “Juan López Carrasco, discípulo de Murillo: documen-
tos nuevos”. Archivo hispalense, 220, 1989, pág. 323-328; Kinkead, Duncan, Pin-
tores y doradores, op. cit., pág. 285-295.
101. Kinkead, Duncan, “Juan de Luzón”, op. cit., pág. 304-305; Kinkead, Dun-
can, Pintores y doradores, op. cit., pág. 212-216.
103. Moreno Mendoza, Arsenio, “La pintura en Sevilla en la primera mitad del
siglo XVII: gremio, precios y mercado”. Archivo hispalense, 258, 2002, pág. 153-
175.
106. Kinkead, Duncan, “El mercado de la pintura en Sevilla”, op. cit., pág. 93;
Kata, Lori, “With the most diligence posible”, op. cit., pág. 388
107. Kinkead, Duncan, “Juan de Luzón”, op. cit., pág. 306; Kata, Lori, “With the
most diligence posible”, op. cit., pág. 392-393.
108. En ocasiones, los pintores también entregaban lotes de cuadros que habían
adquirido de terceros. Así, Zurbarán envió en 1649 a Buenos Aires un lote de
nueve paisajes flamencos para ser vendido junto con una serie de cuadros proce-
dente de su taller: Caturla, María Luisa, “Zurbarán exporta a Buenos Aires”, op.
108 cit.; Serrera, Juan Miguel, “Zurbarán y América”, op. cit., pág. 71.
El comercio artístico entre Cádiz y América en la segunda mitad del siglo XVII... - Eduardo Lamas-Delgado
109. Brown, Jonathan, “Painting in Seville and Mexico City, 1560-1660: influ-
ences and differences”. Gutiérrez Haces, Juana, Paintings of the Kingdoms: shared
identities: territories of the Spanish Monarchy, 16th-18th centuries. México, 2009,
pág. 924-962.
110. Kinkead, Duncan, “El mercado de la pintura en Sevilla”, op. cit., pág. 94.
111. Bustos Rodríguez, Manuel, “Los siglos decisivos”, op. cit., pág. 415.
114. Andreas Forchondt había llegado a Sevilla con 176 pinturas y otros produc-
tos de lujo enviados por su padre. Ver Ibídem, pág. 109.
115. Ibíd., pág. 106, 109. Hasta entonces, Guilliam Forchondt II había estado
trabajando en la agencia que la firma tenía en Viena, ciudad en la que había
dejado de lado la práctica de la pintura, desarrollando en cambio, con su herma-
no Alexander Forchondt (1643-1683), una actividad de comerciante de pinturas,
espejos y joyas, entre otros productos de prestigio, llegando a convertirse ambos
hermanos en joyeros oficiales del emperador Leopoldo I: Denucé, Jan, Expor-
tation d’œuvres d’art au XVIIe siècle à Anvers : la firme Forchoudt. Anvers, 1930,
pág. 15-17; Van Ginhoven, Sandra, Connecting art markets, op. cit., pág. 106, 109.
116. Ibídem, pág. 107, 171-182. Su hermano Justo regresó enriquecido a Am-
beres hacia el final de su vida, donde alquiló la casa de Rubens y murió en 1709:
Ibíd., pág. 167.
109
Universo Barroco Iberoamericano
Resumen Las sacristías de las catedrales no sólo operaron como dependencias au-
xiliares destinadas al depósito de objetos para el culto, sino también como
sitios idóneos y convenientes donde confluyeron discursos visuales afines
a los usuarios que ahí tomaban asiento. La condición funcional apuntada
contribuyó al perfil cambiante o inalterable de dichos espacios según los
diversos intereses, propósitos y gustos del clero catedral. A diferencia de
las sacristías de las catedrales de México y Puebla, en la estancia análoga
de la iglesia mayor de Valladolid de Michoacán (actual Morelia) no se fijó un
programa definitivo, sino que de forma sostenida se hicieron modificaciones
que respondían a necesidades de diversa índole: devocionales, estéticas y
tecnológicas. En este estudio de caso se abordan las decisiones que tomaron
los capitulares desde la habilitación de la sacristía a finales del siglo XVII
hasta las reformas acometidas en la última década de la siguiente centuria.
Palabras clave: clero catedral, sacristía, altares, imágenes religiosas.
Abstract The sacristies of the cathedrals not only functioned as auxiliary rooms intend-
ed for the deposit of objects for worship, but also as convenient places where
visual discourses were displayed. The condition pointed out contributed to the
changing or unalterable profile of these spaces according to various interests,
purposes and tastes of the clergy. Unlike the sacristies of the cathedrals
of Mexico and Puebla, in the analogous stay of the church of Valladolid de
Michoacán (Morelia) a definite program was not fixed, instead many modifi-
cations were made according to needs of diverse nature: devotional, aesthetic
and technological. This case study addresses the decisions made by the clergy
about the habilitation of the sacristy at the end of the seventeenth century
until the reforms undertaken in the last decade of the next century.
Key words: Cathedral clergy, sacristy, altarpieces, religious images.
110
La sacristía de la catedral de Valladolid de Michoacán - Hugo Armando Félix Rocha
La sacristía consiste en una estancia que suele estar ubicada en una zona
próxima al altar mayor de la iglesia, donde se revisten los ministros para las
distintas celebraciones y oficios. En tanto depositaria de la mayor parte del
ajuar litúrgico, se considera una pieza reservada, protegida e inaccesible
para los extraños1. Dicha definición no es más que el punto de llegada de un
largo proceso en el que intervinieron distintos factores, tanto institucionales
como arquitectónicos, utilitarios y concernientes al culto2. En ese trayecto
la sacristía se constituyó como un espacio privilegiado en propiedad de los
ministros de lo sagrado, de ahí que fuera susceptible de ornamentarse con
imágenes complejas, que iban más allá de las preferencias devocionales
de sus usuarios, pues en algunos casos llegaron a conformar profundas
reflexiones sobre los misterios de la religión católica, el valor del sacerdo-
cio, el sentido colegiado y apostólico del cuerpo capitular, los orígenes de
la diócesis y sus legados fundantes, así como la posición de la Iglesia en
contextos específicos3.
No es casual que, a finales del siglo XIII, cuando comenzaba a hacerse notoria
la importancia de la sacristía, Guillaume Durand (c. 1237-1296) publicara el
Manual de los Divinos Oficios (1284), en el que se resumieron asuntos de orden
litúrgico generados en la Iglesia durante los siglos medievales. En dicho texto
se concedió a la sacristía un breve, pero revelador apartado, que la fijaba
como un sitio primordial junto con una interpretación simbólica que hundía
sus raíces en la tradición cristiana. El obispo de Mende planteó que, además
de ser el lugar donde se depositaban los vasos y los ornamentos sagrados,
la sacristía era análoga al propio seno de la Virgen María, donde Cristo se
revistió con la prenda sagrada de su carne, así como el sacerdote lo hacía
con los ornamentos litúrgicos cada vez que se preparaba para las celebracio-
nes4. La exégesis de Durand sugiere que en la estancia se conmemoraba el
misterio de la encarnación cada vez que los ministros actualizaban el ritual
de preparación de la misa. Dicho pensamiento influyó en la colocación de las
imágenes sagradas en las sacristías, pues fueron frecuentes la presencia
de íconos de Cristo y la Virgen María –principales actores del misterio de
la encarnación–, así como de sus prefiguras en el Antiguo Testamento, tal
111
Universo Barroco Iberoamericano
1629 a 1637), por lo que se infiere que era una pieza con cierto prestigio y
antigüedad al momento de erigirse el altar. Es posible que la pieza haya
estado relacionada formalmente con las tallas sobre el tema hechas por el
escultor Juan Martínez Montañés (1568-1649), veneradas en las catedrales
de Sevilla y México desde el siglo XVII, cuyo modelo se extendió ampliamente
en el mundo hispánico10.
116
La sacristía de la catedral de Valladolid de Michoacán - Hugo Armando Félix Rocha
1. Del Baño Martínez, Francisca. La sacristía catedralicia en la Edad Moderna, Notas
Teoría y análisis. Murcia, Universidad de Murcia, 2009, págs. 21 y 74-75.
6. Archivo General de Indias (en adelante AGI), México, 1052, fs. 1-7. Con-
sultado en: Ramírez Montes, Mina. La escuadra y el cincel. México, Universidad
Nacional Autónoma de México, 1987, págs. 92-96.
7. AGI, México, 1052, s. f. Consultado en: Ramírez Montes, Mina. La escuadra
y el cincel, op. cit., págs. 134-138. Mazín apunta que dichas áreas se mandaron
construir en 1710 para oficinas, sala del tesoro, caja, trascaja, contaduría y vi-
vienda para el sacristán mayor. Mazín, Óscar. “La catedral de Valladolid y su
cabildo eclesiástico”, La catedral de Morelia. Zamora, El Colegio de Michoacán,
Gobierno del Estado de Michoacán, 1991, pág. 46.
9. Herrera, aunque era originario de México, procedía del arcedianato del cabil-
do catedral de Nicaragua. Llegó a Valladolid hacia 1665, donde además de servir
su prebenda fungió como mayordomo de las cofradías del Santísimo Sacramen-
to, la Limpia Concepción, Santo Entierro de Cristo y Nuestra Señora de la So-
ledad. Mazín, Óscar. El cabildo catedral de Valladolid de Michoacán. Zamora, El
Colegio de Michoacán, 1996, págs. 206-209.
10. Durante la primera mitad del 1600 fueron importadas a Nueva España di-
versas copias en plomo de dicha iconografía sevillana. Véase: Palomero Páramo,
Jesús. “El mercado escultórico entre Sevilla y Nueva España durante el primer
cuarto del siglo XVII. Marchantes de la carrera de Indias, obras de plomo ex-
portadas y ensambladores de retablos que pasan a México”, Escultura. Museo
Nacional del Virreinato. México, Asociación de Amigos del Museo Nacional del
Virreinato, 2007, págs. 107-111.
12. Estrada de Gerlero, Elena Isabel. “El tesoro perdido de la catedral michoa-
cana”, La catedral de Morelia. Zamora, El Colegio de Michoacán, Gobierno del
124 Estado de Michoacán, 1991, pág. 140.
La sacristía de la catedral de Valladolid de Michoacán - Hugo Armando Félix Rocha
13. Dicha sugerencia ha sido emitida por Pulido Echeveste, Mónica. “El proceso
de ornamentación de los espacios de culto de la catedral de Valladolid de Mi-
choacán. 1705-1745”, Tesis de licenciatura en Historia, Universidad Michoacana
de San Nicolás de Hidalgo, Facultad de Historia, 2007, pág. 101.
15. Archivo del Cabildo Catedral de Morelia (en adelante ACCM), Actas capitu-
lares, Vol. 19, Cabildo 16 de agosto de 1738, f. 228. Cfr. Mazín, Óscar. “Del Cristo
de las Monjas al Señor de la Sacristía. Imágenes y relaciones sociales en Vallado-
lid de Michoacán, siglo XVIII”, Historias, no 46, 2001, págs. 45-53.
16. ACCM, Actas capitulares, Vol. 19, Cabildo 30 de enero de1739, f. 245.
17. Ferreiro Reyes Retana, Natalia y Kraselsky, Rebeca. “La colección de marfi-
les del Museo Nacional del Virreinato”, Escultura. Museo Nacional del Virreinato,
op. cit., págs. 171-184.
18. Estrada de Gerlero, Elena Isbel. “El tesoro perdido de la catedral michoaca-
na”, op. cit., pág. 154. AACM, 5-5.5-56, Inventario de 1787, fs. 84-114.
20. Este santo fue excluido del santoral en 1969 junto con san Jorge de Capa-
docia por el papa Paulo VI (1963-1978). Schenone, Héctor. Iconografía del arte
colonial. Los santos. Vol. I, Buenos Aires, Fundación Tarea, 1992, págs. 242-243.
22. ACCM, Actas capitulares, Vol. 19, Cabildo 3 de agosto de 1743, f. 470v.
24. Mues Orts, Paula. José de Ibarra, profesor de la nobilísima arte de la pintura.
México, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, 2001, págs. 7-13.
25. Servín Guzmán, Teresa. “El obispo Francisco Pablo Matos Coronado en ora-
ción”, Pintura virreinal en Michoacán. Vol. I, Zamora, El Colegio de Michoacán,
Secretaría de Cultura del Estado de Michoacán, 2011, págs. 329-335.
26. Schenone, Héctor. Jesucristo. Iconografía del arte colonial. Buenos Aires,
Fundación Tarea, 1998, pág. 186.
27. Aterido, Ángel. “Las relaciones entre escultura y pintura en el Madrid del
siglo XVII. El caso de las capillas dedicadas a la Pasión”, La imagen religiosa en la
Monarquía hispánica. Usos y espacios. Madrid, Casa de Velázquez, 2008, pág. 158.
ejemplos hispánicos de finales del siglo XVI, como los que el escultor vascon-
gado Juan de Anchieta talló para la iglesia de Santa María de Tafalla y el relieve
central de la antigua sillería del convento dominico de Santa Cruz de Granada.
Hernández Perera, Jesús. “Iconografía española: el Cristo de los Dolores”, Archi-
vo Español de Arte, tomo XXVII, 1954, págs. 47-62.
30. Aterido, Ángel. “Las relaciones entre escultura y pintura en el Madrid del
siglo XVII”, op. cit., págs. 159-161.
31. Pérez García, Nicolás. El Señor de Tacoronte: crónica de una historia. Taco-
ronte, Asociación para la Conservación y Promoción de la Antigua Alhóndiga de
Tacoronte, 2000, págs. 21-39.
32. Estrada de Gerlero, Elena Isabel. “El tesoro perdido de la catedral michoa-
cana”, op. cit., pág. 154.
33. Sigaut, Nelly. “Los cultos marianos locales en Hispanoamérica”, Las repre-
sentaciones del poder en las sociedades hispánicas. México, El Colegio de México,
2012, págs. 437-439. Cfr. Schenone, Héctor. “María en Hispanoamérica: un mapa
devocional”, Historia, nación y región. vol. I, Zamora, El Colegio de Michoacán,
2007, págs. 229-239.
34. Gutiérrez Haces, Juana et al. Cristóbal de Villalpando, ca. 1649-1714. México,
Fomento Cultural Banamex, 1997, págs. 314-316.
35. ANM, Protocolos, Vol. 39, 1686-1687, fs. 297v.-298v.y Vol. 45, 1698, fs. 87-
88v.
36. Schenone, Héctor. Santa María: iconografía del arte colonial. Buenos Aires,
Editorial de la Universidad Católica Argentina, 2008, pág. 21.
37. Del Baño Martínez, Francisca. “Las sacristías catedralicias como ámbitos
inmaculistas del barroco”, La Inmaculada en España: religiosidad, historia y arte.
Vol. II, San Lorenzo de El Escorial, Ediciones Escurialenses, 2005, págs. 1130-
1131.
39. Mazín, Óscar. El cabildo catedral de Valladolid de Michoacán, op. cit., pág.
211.
45. Nacido en Querétaro, era hijo del militar de origen montañés José de Es-
candón, conde de Sierra Gorda. Se incorporó al cabildo catedral de Valladolid
en 1774 como medio racionero. Aunque pertenecía a la esfera eclesiástica, en
1790 fue condecorado con la cruz de la Real y Distinguida Orden de Carlos III. A
la muerte de su hermano mayor buscó la sucesión del título de conde de Sierra
Gorda, el cual obtuvo tras las gestiones de sus apoderados en la corte de Madrid.
Al finalizar el siglo comenzó a escalar en las dignidades de la corporación: pri-
mero como maestrescuela (1799), luego como chantre (1801) y finalmente como
arcediano (1811). Mendoza Muñoz, Jesús. El Conde de Sierra Gorda don José de
Escandón y la Helguera: militar, noble y caballero. Cadereyta, Fomento Histórico y
Cultural de Cadereyta, 2005, págs. 201-207.
127
Universo Barroco Iberoamericano
Subordinadas sustantivas:
la mujer a través de la pintura barroca gallega
Abstract The present work tries to shed light, through the analysis of different exam-
ples of Baroque Galician painting, on how models of the feminine and the
femininity, that were created in the XVI, XVII and XVIII centuries in the Hispanic
territories, sowed the origin for the gender constructions that founded the
future of patriarchal societies; at the same time as it is intended to highlight
the role played by pictorial representations in this process through the prop-
agation of female iconographic models that embodied the destinies chosen
by men for women.
Key words: Gender, Galician Baroque Painting, Iconographical Models,
Subservience, Femininity.
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Subordinadas sustantivas: la mujer a través de la pintura barroca gallega - Begoña Álvarez Seijo
orden y los límites que debían ser cumplidos por cada individuo según la con-
dición que les había otorgado Dios en el mismo momento de su nacimiento.
1. La educación de las Mientras la Reforma protestante escindía la cristiandad, dando origen a las
mujeres: la creación de grandes nacionalidades europeas, en la Monarquía hispánica se inicia una
los estados femeninos contraofensiva sin precedentes, con el fin de contener los logros de la here-
jía protestante que se extiende por todo el norte europeo. En el Concilio de
Trento, la Iglesia católica elaborará un rígido corpus dogmático que definirá
las estrategias para el control y re-cristianización de las masas, entre las
cuales destaca la formación de nuevos modelos educativos. Una nueva edu-
cación que surgirá de la mano de los reformadores y humanistas cristianos,
y que se centrará en una tendencia a la especificidad y en la confección de
modelos para la transmisión de la cultura tridentina, en proceso de legiti-
mización5. Por lo tanto, la educación será una de las principales vías para la
consecución de la estabilidad social, tratando de conferir una identidad propia
y concreta a cada uno de los estamentos, grupos y subgrupos sociales, y así
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Subordinadas sustantivas: la mujer a través de la pintura barroca gallega - Begoña Álvarez Seijo
Por lo tanto, a partir de la segunda mitad del siglo XVI, los moralistas y
humanistas cristianos fomentarán la educación femenina, sobre todo de
aquellas mujeres pertenecientes a las jerarquías sociales más elevadas,
buscando que esa educación las encauce hacia el papel que el género mas-
culino les quiere otorgar en el mapa social de la reforma católica. De este
modo, se cartografiará el devenir de la existencia femenina desde su más
tierna infancia, a través de una educación llevada a cabo por sus madres,
quienes tendrán la misión de dirigirlas hacia el mantenimiento y salvaguarda
de la fe, siempre en un ámbito privado y doméstico donde, asimismo, se les
enseñará a cumplir con los quehaceres propios de su género, es decir, la
realización de las tareas del hogar, para, así, convertirse en las esposas y
madres perfectas que deben llegar a ser en su madurez19.
Sin embargo, como hemos visto, hay un estado de la mujer que aun se con-
sidera superior al de casada: la virginidad. Por lo tanto, existe una opción
de vida para las mujeres del mundo hispánico durante el Barroco que se
consideraba incluso superior a la del matrimonio y que supone una vía de
escape al mismo: el de religiosa. Los conventos durante los siglos moder-
nos, eran lugares en los que habitaban todo tipo de mujeres que llegaban a
internarse en ellos por diversos motivos. Algunas mujeres ingresaban en las
dependencias conventuales por convencimiento, profesaban en religión de
manera totalmente voluntaria; otras, eran internadas por sus familias, al no
conseguir un buen matrimonio para ellas, por el prestigio que suponía para
la familia el tener una hija, hermana o nieta religiosa, o por los contactos que
muchas veces se establecían en el interior de los muros de las instituciones
conventuales importantes; y, muchas mujeres lo veían como una opción para
escapar del sino impuesto por sus familias para ellas, es decir, para escapar
de una alianza matrimonial concertada que no deseaban25. Las monjas eran,
en esencia, las santas modernas, pues en realidad el celibato y la dedicación
de la vida a Dios, se consideraba el estado más perfecto, siendo el matrimonio
un estado alternativo inferior pero que constituía la única opción aceptable
para la canalización de las pulsiones sexuales, evitando así perversiones
mayores26.
La mayor parte de las imágenes femeninas que pueblan la pintura española 2. Sobre los modelos de
de los siglos barrocos nacen con unos fines muy específicos, en el seno de una comportamiento y sus
cultura dirigida orientada a preservar los intereses de la sociedad patriarcal. representaciones visuales
Los modelos iconográficos que dominaron el panorama visual en España, tras
el Concilio de Trento, se crearon para materializar los símbolos abstractos
de referencia que moralistas y confesores querían imponer como ejemplos
de conducta que el género femenino debía emular. Esto se debió a que la
inmediatez y eficacia de la visión otorgaba a las representaciones plásticas
un poder propagandístico y de persuasión muy superior al de la literatura,
teniendo en cuenta que la sociedad barroca era mayoritariamente analfabeta
en sus estratos inferiores, los más numerosos.
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Universo Barroco Iberoamericano
Por lo tanto, en una sociedad compleja, regida por el patriarcado, como la del
barroco hispánico, la personificación de lo abstracto en modelos reconocibles
se convirtió en una exigencia para los artistas, impulsada y promocionada
tras el concilio ecuménico. De este modo, todas las cualidades, virtudes,
vicios y pecados obtuvieron unos modos determinados de representación,
simbolizados en unas personificaciones obtenidas, en su mayoría, a partir
de los textos sagrados, que encarnaban aquello que debía ser tanto exaltado
como denostado, consiguiendo, así, adoctrinar a la población y encauzarla
para la defensa de los intereses de los organismos de poder, es decir, hacia
la protección de la fe y la condena del pecado y la herejía27. Asimismo, la
larga vigencia temporal de las formas iconográficas junto con la facilidad de
comprensión de su alocución para los espectadores, apelando a sus senti-
mientos, conseguía que esas imágenes, esas representaciones, se instalasen
en el imaginario colectivo de la sociedad, integrando sus mensajes en el
sentir social.
Por este motivo, en relación al estudio del cuerpo social que conforma el
género femenino, el análisis de los prototipos iconográficos que se dieron
en una sociedad y tiempo concretos, como puede ser la sociedad gallega de
los siglos XVII y XVIII, cobra una especial relevancia a la hora de tratar de
vislumbrar cómo se construía, desde los organismos de poder masculinos,
el discurso de lo femenino y la feminidad que condicionó la forma en la que
el propio género se entendía sí mismo. No podemos olvidar que la pintura
en esta época no solo era un arma de propaganda que buscaba informar y
convencer; la pintura trataba de establecer un sistema comunicativo que
inducía en el espectador una necesidad de participación, a través de la imi-
tación del ejemplo que la representación plástica le proporcionaba. De este
modo, a la hora de suministrar estos dechados, los teólogos y moralistas, los
tratadistas y los pintores, prefirieron emplear arquetipos, personificaciones,
de un solo trazo, es decir, cuya virtud o pecado, cuya historia, era cómoda-
mente identificable, sin dobles sentidos, por lo que resultaban eficientes en
el ejercicio de su misión de instrucción social28.
2.1. Los arquetipos Si existe un modelo por excelencia en la pintura barroca gallega es el de la
religiosos: Virgen María. Prototipo de esposa fiel y madre abnegada, inunda las repre-
abnegadas madres y sentaciones pictóricas en todas sus formas y advocaciones. Sin embargo,
pecadoras arrepentidas existían arquetipos en las Sagradas Escrituras cuya efectividad, a la hora de
actuar como espejo en el que mirarse para las mujeres que resultaban inclu-
so más efectivos que la propia Virgen, ya que la madre de Dios se presenta
para el género femenino como un paradigma ambiguo: por un lado su figura
es a lo que deben aspirar pero sabiendo, al mismo tiempo, que encarna un
grado de perfección divino que nunca podrán llegar a alcanzar. Siguiendo a
Palma Martínez Burgos, los pintores españoles debían simbolizar al género
femenino en mujeres que se presentasen como mediadoras entre Dios y los
hombres, con una apariencia fue equidistante entre diosas y santas29. Por ese
motivo, la Virgen estuvo acompañada por María Magdalena y otras santas y
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Subordinadas sustantivas: la mujer a través de la pintura barroca gallega - Begoña Álvarez Seijo
mártires; no solo por la profunda religiosidad del período, sino porque todas
ellas encarnaban los atributos y valores morales adecuados para actuar
como arquetipo de la diatriba de feminidad que se quería propalar: la mujer
por su inferioridad respecto al hombre solo podía ser esposa fiel, madre
abnegada, protectora de la fe o penitente arrepentida de sus pecados. Así, la
Iglesia otorgó a estas representaciones pictóricas una posición preeminente,
por esa capacidad divulgar sus particulares enseñanzas sobre las mujeres,
las cuales, mediante ese discurso visual, eran instruidas en la triple misión
para la que Dios las había creado junto al hombre: la moral, como madres y
esposas fértiles; la social, como guardianas de la familia, y la divina, como
mujeres expiatorias30. De este modo, entre Eva, imagen del pecado, y la
Virgen María, modelo por excelencia cuya perfección era imposible alcanzar,
la pintura barroca hispana representó mujeres que fuesen modelos de com-
portamiento para el género femenino por sus virtudes y valores: obedientes,
castas, humildes, laboriosas y silenciosas31, tanto en arquetipos religiosos
como seculares.
Sin embargo, como bien explica Juan Manuel Monterroso, esa doble natu-
raleza de la mujer, como imagen de suma santidad y como imagen de los
vicios y pecados del cuerpo, hace que su representación en el contexto de
la pintura gallega de los siglos XVII y XVIII sea bastante reducida, ya que son
representaciones mayoritariamente de carácter religioso, y se encuentre
circunscrita a una serie de modelos muy marcados y delimitados, por las
imposiciones dogmáticas impuestas tras el Concilio de Trento y por la nor-
mativa del decoro implantada a través de la tratadística, que condicionó los
modos de representación permitidos a artistas y clientes32.
tapada por sus cabellos, en una imagen de devoción pero con cierta carga
de erotismo35.
misa, como la propia María. Sin embargo, este tipo de representaciones son
típicas de las santas y santos, no de sus madres, pero, en el caso de Ilduara,
aunque no fue nunca canonizada, localmente tenía fama de santa. Por eso
Ferro elige esa iconografía y destaca, al mismo tiempo, su personalidad como
ferviente devota y la futura santidad de su primogénito. De este modo, se
presenta tanto como madre entregada y como religiosa fiel, cuya dedicación
se ve recompensada con el nacimiento de un futuro santo fundador, lo cual
la acerca a ella misma a la santidad, a través de los logros del hijo que ella
concibió y crió. Un claro ejemplo de la feminidad impuesta al género cuya
lectura era fácilmente compresible a través de una devoción construida por
la propia comunidad local41.
2.2. Los modelos Dentro del ámbito secular, y en relación al ejemplo de Doña Ilduara, una
seculares: magnífica muestra que ilustra cómo eran educadas las mujeres de la época
la casada, la viuda y cómo esa educación era transmitida a través de las artes plásticas, como
y la monja medio de propaganda, es el retrato de Doña Hermisenda, hija de San Rosendo,
y también obra de Gregorio Ferro Requeixo. Un retrato de la misma serie que
el de Ilduara, pero con un sentido claramente laico. Su tipología, de fuerte
sentido icónico, es la de retrato de jardín, muy influida por la pintura inglesa,
por lo que era utilizada tanto por la novedad que aportaba como porque se
relacionaba con la nobleza, y se popularizó en los primeros años del siglo
XVIII42. Ferro representa a la hija de San Rosendo no solo como una dama
noble, sino también como mujer virtuosa, ya que aun en el siglo XVIII saber
bordar e hilar eran tareas propias del sexo femenino, por lo que su represen-
tación la define como mujer, pero al mismo tiempo como una mujer vigilante,
prudente y piadosa, llena de virtud, ya que se está destacando a las tareas que
se consideran adecuadas a su género. Además la imagen que Hermisenda
está bordando es la de San José con el niño, quien además de simbolizar
la iglesia universal, era, para los regulares, personificación de la castidad,
la obediencia y la pobreza y, para los laicos, símbolo del padre custodio y
provisor; por lo que su imagen podría estar representando la importancia
de la familia para la mujer, quien mientras el padre cuida, protege y se gana
el sustento de la familia, tiene que dedicarse a cuidar y educar a sus hijos
así como dedicarse a las tareas domésticas, simbolizadas en el canasto, y a
todas aquellas construidas como propias del género femenino43.
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Subordinadas sustantivas: la mujer a través de la pintura barroca gallega - Begoña Álvarez Seijo
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Subordinadas sustantivas: la mujer a través de la pintura barroca gallega - Begoña Álvarez Seijo
Conclusión En una sociedad profundamente impregnada por los valores religiosos, como
es la sociedad española de los siglos modernos, es indudable que los modos
de vida, en todo el territorio, fueron delimitados en gran medida por el cristia-
nismo. La Iglesia, con permiso del Estado, tuteló el devenir de las existencias
individuales y el funcionamiento de la vida colectiva, a través de sus modelos,
ritos, ceremonias y predicaciones, y esto se vio incrementado en relación a
la construcción del género femenino. Mediante el transcurrir por algunos
ejemplos de mujeres en la pintura barroca gallega, se puede observar cómo
los prototipos, los personajes, las fuentes e incluso la significación, que
pueden variar según el público concreto al que se dirige la obra de arte, es
unánime a la hora de imponer paradigmas para modos de comportamiento
femeninos, a través la comunión entre las instituciones religiosas y secu-
lares. Por lo tanto, en los siglos modernos, en los territorios hispánicos, se
construyó por unanimidad masculina los límites de un género inferior, con
sus deberes y obligaciones, sus actitudes y aptitudes, que marcará el futuro
de muchas generaciones de mujeres, y de cuyo constreñimiento aun debería-
mos sentirnos herederas. Tuteladas por un hombre, siempre subordinadas
a una figura masculina, se les adjudicaron unos modos de comportamiento
mediante una educación creada ex profeso para la consecución de la sumisión
de la mitad de la población, originando la edificación de un género inferior a
través de todos los medios discursivos a su alcance. Valiéndose de los medios
de comunicación y propaganda como la pintura, se impusieron unos modelos
de lo femenino y la feminidad que calaron hondo en el sentir social de un
colectivo que pasó a ser minoritario, no en número, sino en consideración.
Así, desde las vírgenes a la magdalenas, desde las perfectas esposas y viudas
hasta las devotas religiosas, se puede leer qué implicaba ser mujer en seno
de la Galicia moderna, y cómo se creó un género que todavía hoy, a través
de imágenes y modelos distintos pero con un mensaje similar, seguimos
luchando por derribar.
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1. Maravall, Jose Antonio. La cultura del Barroco. Barcelona, Ariel, 1980, pág. 29. Notas
8. Vives, Juan Luis. Libro llamado de la instrucción de la mujer cristiana, el cual
contiene cómo se ha de criar una virgen hasta casarla y después de casada cómo ha
de regir su casa y vivir prósperamente con su marido, y si fuere viuda lo que es tenida
a hacer. Traducido ahora nuevamente de latín en romance. Juan Justiniano, criado
del excelentísimo señor duque de Calabria, dirigido a la serenísima reina Germana,
mi señora. Valencia, 1523.
9. De León, Fray Luis. La perfecta casada (1583). Madrid, Espasa-Calpe, 1980.
11. Luxán, Pedro. Coloquios matrimoniales (1550). Madrid, Editorial Atlas, 1943.
13. De la Cerda, Juan. Libro intitulado vida política de todos los estados de las mu-
jeres. Alcalá de Henares, Juan Gracián, 1599.
14. Vigil, Mariló. La vida de las mujeres en los siglos XVI y XVII. Madrid, Siglo XXI
Editores, 1994, págs. 17-20.
15. Vives, Juan Luis. Libro llamado de la instrucción…, op.cit, fol. 24 ss.
16. Perry, Mary Elisabeth. Gender and Disroder in Early Modern Seville. Minneso-
ta, Minnesota University Press, 1992.
18. Cruz, Anne et al. Culture and Control in Counter Reformation Spain. Minneso-
ta, University of Minnesota Press, 1992, pág. xviii.
20. Los filósofos naturales de esta época, como Juan Huarte de San Juan y Álva-
rez de Miraval, justifican esta explicación mediante la teoría humoral, heredada
del pensamiento hipocrático-galénico, por la cual en la mujer predominan los
humores fríos y húmedos que hacen que su pene y testículos queden replegados
hacia el interior, convirtiéndolas en seres inferiores intelectual y físicamente, y
cuya única función relevante es la de salvaguardar la prosapia de sus maridos.
Huarte de San Juan, Juan. Examen de ingenios para las ciencias. Baeza, Juan Bau-
tista Montoya, 1575; Álvarez de Miraval, Blas. Libro intitulado la conservación de
la salud del cuerpo y del alma. Medina del Campo, Del Canto, 1597.
24. Vigil, Mariló. La vida de las mujeres…, op.cit., pág. 92. Varela, Julia. Modos de
educación…, op.cit., págs. 175-192.
31. Martínez Burgos, Palma. “Bajo el signo de Venus…”, op.cit, pág. 123.
34. Esta defensa es entendida como adecuación a los presupuestos morales im-
perantes en la época, la cual, en lo que se refiere a la pintura religiosa, significaba
respetar las jerarquías y la función didáctica de las pinturas, para así cumplir la
máxima impuesta a la pintura barroca del mundo católico por Trento: deleitar,
instruir y despertar los sentimientos de los espectadores. Por lo tanto, se incor-
144 poran al plano conceptual del arte unas fuertes categorizaciones morales que de-
Subordinadas sustantivas: la mujer a través de la pintura barroca gallega - Begoña Álvarez Seijo
35. Morán Turina, José Miguel et al. El arte de mirar: la pintura y su público en la
España de Velázquez. Madrid, ISTMO, 1997, pág. 242.
39. Ribadeneira, Pedro. Flos sanctorum. Historia general de la vida y los hechos de
Jesu-Christo. Dios y Nuestro Señor. Barcelona, imprenta de Juan Aguasivas, 1794,
pág. 104.
41. Férnandez Castiñeiras, Enrique et al. Gregorio Ferro, pintor de Boqueixón. Bo-
queixón, Concello de Boqueixón, 2002, p. 54.
43. Férnandez Castiñeiras, Enrique et al. Gregorio Ferro, pintor..., op.cit., págs.
63-72.
44. Estad sometidos unos a otros en el temor de Cristo. Las mujeres estén suje-
tas a sus maridos como al Señor; pues el marido es la cabeza de la mujer, como
Cristo es la cabeza de la Iglesia y salvador de su cuerpo. Y como la Iglesia está
sujeta a Cristo, así las mujeres deben estarlo a sus maridos. Ef. 5. 21-24.
46. Fernández Castiñeiras, Enrique et al. A pintura mural nas catedrais galegas.
Séculos XVI-XVIII. Santiago de Compostela, Tórculo, 2006.
49. Monterroso Montero, Juan. “Cuando un ¡ay!...”, op.cit, pág. 160; Vigil, Mari-
ló. La vida de las mujeres…, op.cit., pág. 208.
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Universo Barroco Iberoamericano
Miguel Portela
Investigador - [email protected]
Quer isto dizer que os dois Mateus do Couto, O Velho e O Moço, casaram com
duas irmãs - Ana Pinheira e Luísa Gomes5. Mateus do Couto, O Velho, veio
a falecer em 5 de outubro de 16646, já viúvo de Ana Pinheira da Silva, resi-
dindo na Travessa das Salgadeiras em Lisboa, sem descendência, conforme
se pode testemunhar no registo inscrito na ata da vereação da Câmara de
Lisboa, lavrado em 2 de janeiro de 16657. Ana Pinheira havia falecido em
Oeiras, em 12 de agosto de 1663, tendo o seu corpo sido sepultado na igreja
dessa localidade8.
Manuel do Couto filho Conforme nos assegura Ayres de Carvalho, os dados hoje conhecidos e rela-
de Mateus do Couto tivos aos verdadeiros pais de Manuel do Couto foram dados a conhecer por
Sousa Viterbo. Foi ele, “quem descobriu toda a documentação respeitante a
Manuel do Couto, (n. em 26 de Agosto de 1657) em virtude das dúvidas suscitadas
pela afirmação de ser filho de Mateus do Couto”. Verificou Ayres de Carvalho que
“As dúvidas de Sousa Viterbo, pouco justificadas pelos documentos que publicou,
(Provanças para Mateus do Couto ser familiar do Santo Ofício, em 1681, em que
se demonstra que Manuel do Couto tinha sido criado «desde menino» por sua
mulher, sendo filho de «Simão Luiz, soldado do terço novo e de Maria da Costa», e
baptizado na freguezia de S. Vicente)14 deram-nos a direcção para encontrarmos
finalmente a chave do problema. Quando encontramos o testamento de Mateus
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O Tenente-coronel e Engenheiro Manuel do Couto. Contributo para a sua biografia - Miguel Portela
do Couto passamos a saber que Manuel do Couto, seu discípulo e sucessor num
dos cargos reais, foi educado por ele desde pequeno e por sua determinação viria
a casar com uma sobrinha, herdando também assim os bens”15.
149
Universo Barroco Iberoamericano
Manuel do Couto e o Real Em 18 de outubro de 1689, Manuel do Couto foi nomeado arquiteto e mestre
Convento da Batalha dos Paços de Almeirim e Salvaterra de Magos, assim como do Real Convento
de Santa Maria da Vitória da Batalha e da Província do Alentejo, cargos que
Mateus do Couto, O Moço, havia exercido por mais de vinte anos, até essa altu-
ra. Pela sua importância, transcrevemos um
excerto desse documento, que entrou em
vigor em 15 de dezembro de 1689, “havendo
outro sy respeito á ciencia e tallento que seu
filho Manoel do Couto tem para bem poder
servir o dito officio e a ter propriedade há 7
annos huma das tres praças de aprender a
Arquetetura civel: Hey por bem de fazer merce
ao dito Manoel do Couto de o promover da pro-
priedade da praça de aprender a Arquetetura
civel ha propriedade do officio de Arquitteto
e mestre dos paços das villas de Almeirim,
Salvaterra de Magos e do real mosteiro de
Nossa Senhora da Vitoria da villa da Batalha
e da provincia do Alentejo, de que o dito seu
pay Matheus do Couto fes deixação, com o
qual officio havera tres myos de trigo e des
mil reis em dinheiro cada anno de ordenado
e os mais proes e percalços que direitamente
pertencerem ao dito officio, que he o mesmo
que com elle tinha o dito seu pay”22.
com o hábito de S. Francisco para o que pede que seja dada de esmola, para
tal, 2 000 réis. Ao pároco da freguesia onde falecer, pelo acompanhamento à
sua sepultura, pede aos seus testamenteiros que lhe entregue uma esmola
20 000 réis, assim como 12 vinténs a cada clérigo que o acompanharem.
Pede também que seja entregue ao coveiro que o enterrar dois cruzados
pelo seu trabalho. Como irmão da Irmandade do Santíssimo da paróquia de
S. José, e no caso de esta o acompanhar à sepultura afirma que “se lhe dará
por esmolla huma moeda de ouro de coatro mil outocentos reis”.
Entre outras coisas, solicita que se venda a maior parte de seus bens e que o
dinheiro arrecadado se aplique em missas pela sua alma, pedindo aos seus
testamenteiros que “por nenhum cazo darão missa a clerigo algum mas todas
serão nas sanchristias dos Conventos de Santo Antonio, Mizericordia, Amparo, e
Saude para assim serem mais breves, e não dilatar tempo”. Todavia, em alguns
casos deixa à consideração de sua esposa a posse de algumas coisas, como
no caso das casas onde vive, em que se sua esposa quisesse viver nelas
ficaria na sua posse, mas caso não as quisesse as mesmas seriam vendidas
e o dinheiro aplicado em missas pela sua alma.
152
O Tenente-coronel e Engenheiro Manuel do Couto. Contributo para a sua biografia - Miguel Portela
Foi Custódio Vieira quem sucedeu a Manuel do Couto nos cargos de medidor Custódio Vieira:
das obras e fortalezas da barra e do castelo de S. Jorge, conforme se pode o sucessor nos cargos
observar em um alvará lavrado em 20 de maio de 173330. Custódio Vieira foi de Manuel do Couto
nomeado para os cargos de “Arquitecto real, Arquitecto dos Paços da Ribeira e
de Arquitecto dos Paços de Sintra, Almeirim, Salvaterra de Magos, do Mosteiro
da Batalha e da provincia do Alemtejo, vagos pelo falecimento, respectivamen-
te, de João Antunes, padre Francisco Tinoco da Silva e Manoel do Couto”, por
uma carta régia lavrada em 2 de agosto de 173431. De igual modo, e por um
despacho de 23 de julho de 1737 e respetiva carta régia de 29 de julho desse
ano, foi feita mercê ao sargento-mor Custódio Vieira, da propriedade vitalícia
da ocupação de arquiteto das cidades, o qual “se achava já em cerviço destas
sidades na direcção e medisõens da obra do aqueduto das aguas livres em que
se tinha empregado com zello”32.
A notoriedade dos Mateus do Couto, O Velho e O Moço, assim como de Manuel Em síntese
do Couto, é sobejamente compreendida pelos historiadores. Todavia, existe
um longo caminho a percorrer no campo da investigação histórica de modo
a lograrmos compreender, estudar e divulgar a vida e obra destes notáveis
Homens do Portugal seiscentista e setecentista.
Documento 2
1727, novembro, 8, Lisboa [S. José] – Testamento do Tenente-coronel e
Engenheiro Manuel do Couto, com a abertura do testamento em 8 de de-
zembro do dito ano.
I.A.N./T.T. [A.D.L.], Registo Geral de Testamentos, Livro 187, fls. 182v-185.
huma, e tudo o mais que importar, o que me tocar a minha parte se mandarão
diser mil missas pela minha alma // Peço aos meus testamenteiros; que os
moveis que me tocão no cazo que a dita minha molher nelles intente, e os
quizer lhos poderão largar, e se delles não fizer cazo, o seu prosedido se me
mandará dizer em missas pella minha alma, e não só isto, mas tudo o mais
que meus testamenteiros venderem que será com beneplacito de todos, na
qual venda não emtrarão authoridade judicial pois a tenho por nociva que
sempre vão á sua comveniencia, e muito mais detesto, e abomino, e da parte
de Deos como mayor emcargo das suas almas peço ao mesmo Deos tome
por sua conta o castigo sendo Juizo ecleziastico e muito particular onde o
escrivão he fulano, digo hé Fulano Queirós, não só pella má fama que corre
do seu procedimento como do que tinha experimentado nelle que he fino
pirata e não necessita andar pellas estradas com risco de vida, quando em
sua caza o faz sem perigo, e digo o que muitos publicão, e tem experimen-
tado, e comfio dos meus testamenteiros o farão como lhes comveneria que
ao delles que são danados, e torno a dizer não comsinto mem aprovo, e
menos quero que se emterponha nesta parte auto de alguma de justiça pois
esta he danada à falta de justiça, e Deos Nosso Senhor lhe tome particular
Juizo quando intentera emcontrar esta minha vontade, pois nella não são
mais intereçados, e quando o intentão he só a roubar, tendo o pobre testador
menos missas por elles lhe deciparem ao que he seu, e com o zello de
Ministros gravão a consciencia, furtando o alheyo de que não fazem escur-
pullo por se regem habituado naquelas industrias com que havia ser a mais
ajustada as leys de Deos he a mais perverça não tendo temor de Deos, mas
vivendo como ataistas, e liberdade de comciencias33 // Instituo por meus
testamenteiros ao meu Procurador Domingos Cordeiro, e a Jozeph de Mello,
como ao meu criado João Rodriguez Pereira pella verdade que nelles tenho
experimentado, e a cada hum pello trabalho, e travicentas [sic] que hãode
ter lhe deixo outo moedas de ouro, e a meu criado alem diço todos os meus
vestidos, exseato [sic] o vestido abotoado de ouro, sua cazaqua, e o que lhe
pertençe, pois este o venderão com o mais pello que se ajustarem; e tãobem
lhe deixo a ropa de meu uso e os dous cauçois, e capote vermelho que tem
uso // Declaro que aos pobres asima que são onze se lhe dará a cada hum
// [fl. 183v] hum tostão com sua vella por esmolla // Digo não ter baixellas
de prata mais que huma salva que me empenharão e não tirarão nem falarão
nella há muitos tempos // Exponho que athe ao prezente senão hade achar
escrito de divida, nem em parte alguma porque nisto sempre andei acaute-
llado fugindo do que se diria, e alguma couza que se me deve he couza de
pouco vallor e consta por escrito a quem pertensem, e cobrados que sejão
tãobem sera para missas pella minha alma na forma do mais // A Eria cazada
com hum ferreiro Manoel João deixo se lhe de por esmolla em rezão de ser
pobre huma moeda de ouro de coatro mil, e outocentos reis, e ao dito meu
criado lhe pertence o ropilho vermelho, e os adereços das espadas que forem
muitas, e todos os meus testamenteiros no que despuserem serão comformes
sem que hum desponha contra a vontade de outro, e precederão avaliações
dos officios para asim saberem o vallor das couzas, e por ellas se governarem
com mais aserto // Não tenho baixellas de prata mais que huma salva, hum
155
Universo Barroco Iberoamericano
dous mil settecentos setenta e sette reis pello valor da vinha que por industria
de Bras da Fonseca lhe foy lançada na sua folha de partilha estando já remara
em praça tudo maliciosamente obrado, e cavilosamente urdido com o escrivão
della Mathias Correa do Avellar, facilitando se tirava logo por divida fantastica,
mas que no cazo que se não tirasse para o cazo comtraria cada herdeiro com
o que lhe tocace a sua parte para inteirar o seu vallor a dita Margarida Baptista
o que já fes seu irmão Ignacio do Couto com outra tanta quantia o que tãobem
deva guardar, e satisfazer a parte que toca a molher do dito Bras da Fonseca
que inda excitalhe mayor porção pois foy mais o acressentada nas partilha
e della se pode ver; e asim hey por acabado este meu testamento que quero
se cumpra, e guarde como nelle se declara, e no cazo que nelle falte alguma
clauzulla, ou condição para sua valimento o deva por expreço, e declarado
para que tenha força e vigor a fim de se comprir o que nelle mando, e des-
ponho, advertindo não quero authoridade Judicial, e menos Ecleziastica como
tenho dito, pois aos tres testamenteiros os hey nesta parte demais serão
comciencia que os tais Juizos, o que já expus, e emtendo, Lixboa Ocidental,
aos outo de novembro de 1727 annos //Manoel do Coutto//.
Declaração
157
Universo Barroco Iberoamericano
Aprovação
Abertura
Documento 3
1727, dezembro, 9, Lisboa [S. José] – Registo de óbito do Tenente-coronel e
Engenheiro Manuel do Couto.
I.A.N./T.T. [A.D.L.], Livro de Óbitos da Paróquia de S. José [1711-1732], Livro
O2, Caixa n.º 22, assento n.º 2, fl. 164.
1. Portela, Miguel. “Os Mateus do Couto: Mestres-de-obras do Real Mosteiro da Notas
Batalha. Contributo documental inédito”. Jornal da Golpilheira, Diretor: Miguel
Ferraz, Luís. Ano XIX, Edição 222, dezembro - 2015, pág. 23.
4. Documentos publicados por Portela, Miguel. “Os Mateus do Couto…”, op.
cit., pág. 23.
6. Registo de óbito publicado por Portela, Miguel, “Os Mateus do Couto…”, op.
cit., pág. 23.
8. Registo de óbito publicado por Portela, Miguel, “Os Mateus do Couto…”, op.
cit., pág. 23.
159
Universo Barroco Iberoamericano
9. I.A.N./T.T., Chancelaria de D. João IV, liv. 19, fl. 285, publicado por Sousa Vi-
terbo, Francisco Marques de. Diccionario Historico e Documental…, op. cit., págs.
257-258.
10. I.A.N./T.T., Ordem de S. Tiago, Mercês, liv. 18, fl. 14v, publicado por Sou-
sa Viterbo, Francisco Marques de. Diccionario Historico e Documental…, op. cit.,
págs. 257-258.
11. Alvará publicado por Carvalho, Ayres de. D. João V e a Arte do Seu Tempo.
s.l., Edição do Autor, 1962, vol. II, pág. 110.
13. Encontra-se publicado em Carvalho, Ayres de. D. João V e a Arte…, op. cit.,
págs. 135-137.
15. Carvalho, Ayres de. D. João V e a Arte…, op. cit., pág. 135. Relembramos
também, que Cristovam Sepúlveda, em 1913, traça uma pequena resenha bio-
gráfica de Manuel do Couto com diversa documentação assente precisamente em
Sousa Viterbo, in Ayres de Magalhães Sepúlveda, Christovam. Historia orgânica
e politica do Exercito Portuguez. Provas. Volume VII. Historia da Engenharia Militar
Portuguesa (Subsídios). III Engenheiros Portugueses. Coimbra, Imprensa da Uni-
versidade, 1913, págs. 232-237.
17. Decretos remettidos ao Conselho de Guerra, maço 45, n.º 21, publicado em
Sousa Viterbo, Francisco Marques de. Diccionario Historico e Documental…, op.
cit., pág. 250. Veja-se também o Registo da Secretaria de Guerra, Livro 42, fl.
241, com data de 20 de outubro de 1686, publicado por Ayres de Magalhães Se-
púlveda, Christovam. Historia orgânica e politica do Exercito Portuguez…, op. cit.,
pág. 234.
19. Torre do Tombo – Chancellaria de D. Pedro II, Livro 41, fl. 61, citado e publi-
cado em Sousa Viterbo, Francisco Marques de. Diccionario Historico e Documen-
tal…, op. cit., pág. 251.
21. I.A.N/T.T., Casa de Cadaval, n.º 27, “Plantas da cidade de Lisboa no tocante
à sua fortificação e emendas nela propostas e assentadas pelos Engenheiros Fran-
cisco Pimentel, Manuel Mexia da Silva, Manuel de Azevedo Fortes, António Velho
de Azevedo, Manuel do Couto e Manuel Pinto de Vila Lobos que por ordem de Sua
Magestade que Deus guarda se fez no ano de 1700”.
160
O Tenente-coronel e Engenheiro Manuel do Couto. Contributo para a sua biografia - Miguel Portela
22. I.A.N/T.T., Chancelaria de D. Pedro II, liv. 58, fl. 80, publicado em Sousa Vi-
terbo, Francisco Marques de. Diccionario Historico e Documental…, op. cit., págs.
249-251.
24. Moura Rodrigues da Silva, Luísa Maria de. A Construção do Novo Mosteiro de
Santa Clara de Coimbra: 1647-1769. Da decisão à conclusão: obras e arquitectos.
Dissertação de Mestrado apresentada à Faculdade de Letras da Universidade do
Porto, Porto, 2000, Volume I, pág. 92; Volume 2, Doc. XXVIII e Doc. XXXII.
161
Universo Barroco Iberoamericano
Imágenes en movimiento.
El caso de los Divinos Caminantes de las clausuras
femeninas de la Real Audiencia de Quito
Resumen Durante el Adviento las monjas desarrollaron una serie de prácticas piadosas
en las que participaban imágenes que eran activadas mediante la palabra. De
este modo, imagen y oración constituían una unidad. Entre estas imágenes,
encontramos a los Divinos Caminantes que protagonizaban las Jornadas,
Posadas y Retiros.
Palabras clave: Real Audiencia de Quito, monasterios, ciclo litúrgico de
Navidad, Jornadas, Posadas y Divinos Caminantes.
Abstract During Advent the nuns developed pious practices with images that were
activated by the word. In this way, image and prayer constituted a unity.
Among these images, we find the Divine Walkers who starred the Journeys,
Inns and Retreats.
Keywords: Real Audience of Quito, monasteries, Christmas liturgical cycle,
Journeys, Inns and Divine Walkers.
las prácticas de las que formaron parte y no analizarlos solo como objetos
artísticos aislados.
El rezo de las Jornadas o Jornaditas, basadas en las visiones de sor María de Jornadas, caminando
Jesús de Ágreda3, comenzaba el dieciséis de diciembre y finalizaba el vein- desde Nazaret a Belén
ticuatro de diciembre, antes de la Misa del Gallo, haciendo referencia a los
nueve tramos de viaje, o jornadas, que realizaron la Virgen María y San José
en su viaje de Nazaret a Belén con motivo del empadronamiento (Lc 2, 1-5).
La primera jornada de este viaje, que tenía lugar el dieciséis de diciembre,
es el monte Tabor, donde Jesús obraría el misterio de la Transfiguración,
manifestando su gloria a los tres discípulos. La segunda, el diecisiete, es la
ciudad de Naín, donde Jesús resucitaría al hijo de la viuda. La tercera jornada,
a realizar el dieciocho de diciembre, es desde la ciudad de Naín hasta los
campos de Samaría, donde al encuentro de Jesús saldrían diez leprosos. La
cuarta, el diecinueve de diciembre, es el pozo de Siquen, mientras que la quin-
ta, el veinte, es desde el pozo de Siquen hasta el lugar llamado Necmas. La
sexta jornada, el veintiuno, es el camino hasta llegar a Jerusalén. La séptima
jornada, el veintidós, es la ciudad santa de Jerusalén. La octava, el veintitrés
de diciembre, es el trayecto de Jerusalén a Belén. La novena y última jorna-
da, el veinticuatro de diciembre, es la llegada de los Sagrados Esposos a la
humilde cueva y pesebre de Belén, que les serviría de humilde y desaliñado
asilo. Aunque, en realidad, este camino recorrido en nueve jornadas no se
corresponde con las cinco que estableció sor María de Jesús de Ágreda:
En esta cuarta jornada sor Catalina de Jesús María afirma que la Virgen María
y San José hicieron el camino de Nazaret a Belén en cinco días, siguiendo,
para ello, los escritos de sor María de Jesús de Ágreda, quién estableció que
la jornada “duróles cinco días”16. La quinta jornada es la que anduvo el Hijo
de Dios en los brazos de su purísima Madre al Templo17. La sexta jornada es
la que anduvo el Hijo de Dios con su Santísima Madre y San José huyendo a
Egipto por la persecución de Herodes. En esta jornada sor Catalina de Jesús
María llega incluso a indicar las fuentes consultadas para escribir estas
Jornadas, la Venerable María de Jesús:
“Considera cómo parten los tres Peregrinos a toda prisa. Todos despre-
venidos, sin más que la Providencia divina y la compañía de los Angeles
que les hacían entre la obscura noche claro día para que caminasen.
Pero en medio de tánto desamparo humano no se olvidaban de hacer
bien a cuantos encontraban necesitados, y la Madre en atender en todo al
cuidado de su Niño, dándole tres veces la virginal Leche en sus pechos.
Y le preguntaba tiernamente (como lo dice la Venerable María de Jesús),
diciéndole primero: Hijo mío, dadme licencia para que os pregunte y
manifieste mi deseo. Aunque Vos, Señor mío, lo conocéis, pero para
consuelo de oír vuestras palabras en responderme, decidme, Vida mía
de mi alma y Lumbre de mis ojos, si os fatiga el trabajo del camino y os
165
Universo Barroco Iberoamericano
En estas Jornadas, sor Catalina de Jesús María invita a que las monjas de
su comunidad realicen una composición visiva del lugar por el que transita
la Sagrada Familia mediante verbos como mirar y contemplar. Pese a su
elaboración, desconocemos si llegaron a rezarse comunitariamente en el
monasterio22.
En el Monasterio de la Inmaculada
Concepción de Quito (Ecuador), en la ac-
tualidad, para el rezo de las Jornadas se
sigue el texto impreso por Roca en Manresa
(España) en 1879, contenido en El mes de
Diciembre consagrado al Niño Jesus, ó espi-
ritual preparacion al Parto de la Virgen María,
Jornadas que hizo la Sacratísima Vírgen con
su esposo desde Nazareth á Belen, y no-
vena Al Nacimiento del Niño Dios, lo cual
demuestra la tendencia en la clausura a
mantener las tradiciones y sus formatos a
largo plazo. Su rezo comienza después de
Nona, a las tres y cuarto de la tarde, para lo
que la comunidad sale del coro y va por los
claustros en procesión, entonando cánticos,
acompañados de instrumentos musicales,
en espera del Niño Jesús, hasta llegar a la
sala del belén, donde la comunidad reza las
Jornadas. Las monjas cuentan para ello con
unas imágenes de los Sagrados Esposos,
vestidos de caminantes, que representan a
la Virgen María a lomos de una mula, mien-
tras que San José, en pie, conduce al animal
(Fig. 1). Las imágenes se colocan para el rezo de las Jornadas en el belén y Fig. 1. Anónimo. Grupo de las
se van aproximando, día a día, hacia el portal. Jornadas. S. XVIII. Madera
tallada y policromada y
A falta de documentación al respecto, cabe la posibilidad de que las hermanas textiles. Quito (Ecuador),
Monasterio de la Inmaculada
del Monasterio de la Inmaculada Concepción de Cuenca (Ecuador) también Concepción. Sala del Belén.
rezasen las Jornadas y que para ello se sirvieran de uno de los grupos expues-
tos en el Museo de las Conceptas como huída a Egipto (Fig. 2). Con la apertura
del Museo de las Conceptas en 1986, gran parte del patrimonio artístico y
devocional del monasterio pasó a exhibirse en el museo, lo que provocó que se
perdieran las prácticas piadosas en torno a las imágenes expuestas, al primar
la conservación del patrimonio material frente al inmaterial. Las prácticas
devocionales no se documentaron y, por lo tanto, aunque solo hayan pasado
treinta años, este hecho hoy hace que se desconozcan los usos y funciones
cultuales de muchas de estas imágenes. Pese a lo antedicho, tomando las
imágenes como documento, su aspecto formal así como su monumentalidad,
frente al resto de figuras del Belén, nos lleva a pensar que, lejos de formar
parte del Nacimiento como huída a Egipto, nos encontramos ante un grupo
que fue creado para el rezo de las Jornadas, al que se incorporó una imagen
del Niño Jesús para su exposición, al ser reinterpretado.
Durante la Edad Moderna esta fiesta era especialmente cuidada por los
Carmelos Teresianos, siguiendo el ejemplo de santa Teresa de Jesús, quien
preparaba la búsqueda de posada de Los Peregrinos realizando una procesión
por las celdas30. La santa abulense pidió a sus comunidades que siguieran con
esta devoción, aunque ella ya no se encontrara presente31, dando posada en
168
Imágenes en movimiento. El caso de los Divinos Caminantes de las clausuras... - Ángel Peña Martín
sus corazones a los Santos Esposos y “con esta devoción y alegría iba a todas
pidiendo posada para el Niño y para la Madre y para el esposo san José”32. Su
ideario sería compartido por su secretaría, sor Ana de San Bartolomé, quien
lo plasmaría en sus composiciones poéticas y villancicos33.
170
Imágenes en movimiento. El caso de los Divinos Caminantes de las clausuras... - Ángel Peña Martín
Fig. 4. Anónimo. Divinos caminantes. SS. XVIII-XIX. Madera tallada y policromada y textiles. Cuenca (Ecuador),
Monasterio del Carmen de la Asunción, San José y Santo Ángel.
Conclusiones Para todas estas prácticas piadosas, las monjas contaron con imágenes
de los Divinos Caminantes que se activaban mediante la palabra. De este
modo, imagen y oración constituían una unidad, aunque este hecho se haya
perdido de vista en la historiografía artística, que ha analizado las imágenes
por sí mismas y no en relación a sus usos y funciones cultuales. Las monjas
interactuaban con las imágenes moviéndolas, como sucedía en las Jornadas,
en las que se iban aproximando, a lo largo de los nueve días, hacia el portal
de Belén o visitaban una estancia de la clausura, recorriendo el monasterio.
Este movimiento lo encontramos, de igual manera, en las Posadas, puesto
que con las imágenes de los Santos Esposos se escenificaba la petición de
posada por los claustros y las celdas de las monjas. En los retiros, los Divinos
Caminantes permanecían durante un día en la celda de cada una de las her-
manas. No estamos ante juegos pueriles, como muchas veces se han visto
estas prácticas, sino ante una profunda espiritualidad que dota de sentido a
cada devoción y en la que las imágenes hacen visible lo invisible. Por lo tanto,
frente a la pérdida de conocimientos específicos sobre el ciclo litúrgico de
Navidad, para interpretar correctamente sus objetos devocionales hay que
vincularlos con las prácticas de las que formaron parte y no analizarlos solo
como objetos artísticos, dentro de una historia de la escultura ecuatoriana,
puesto que se puede caer en el error de simplificarlos y presentarlos, por
su iconografía, como meras figuras de Belén51.
172
Imágenes en movimiento. El caso de los Divinos Caminantes de las clausuras... - Ángel Peña Martín
1. Ejemplo de ello es el Ejercicio segundo de Adviento, también llamado de san- Notas
ta Cecilia por comenzar el veintidós de noviembre, festividad de esta santa, que
se practicaba desde el siglo XVII en el Monasterio de las Descalzas Reales de
Madrid (España), según se contiene en los Exercicios de devoción y oración para
todo el discurso del año del Real Monasterio de las Descalzas en Madrid impre-
sos en Amberes (Bélgica) en 1622. Este ejercicio devocional era concebido como
una peregrinación que duraba treinta y tres días y cuyo propósito era llegar a
Belén en el momento del nacimiento de Cristo. La práctica consistía en adorar
diferentes aspectos del cuerpo del Niño Jesús, a la vez que se reparaba en sus
virtudes y sentimientos [García Sanz, Ana. El Niño Jesús en el Monasterio de las
Descalzas Reales de Madrid. Madrid, Prosegur y Patrimonio Nacional, 2010, págs.
136 y 137].
2. Arbeta Mira plantea, sin ningún tipo de base documental, que algunas imáge-
nes de la huída a Egipto podrían haber sido empleadas en las Jornadas [Arbeteta
Mira, Letizia. El Belén tradicional en Valencia. Valencia, Universitat Politècnica
de Valéncia y Excma. Diputación Provincial de Valencia, 2007, pág. 46].
3. “Partieron de Nazaret para Belén María purísima y el glorioso san José, a
los ojos del mundo tan solos como pobres y humildes peregrinos, sin que nadie
de los mortales los reputase ni estimase más de lo que con él tienen granjeado
la humildad y pobreza” [Sor María de Jesús de Ágreda (Introducción, notas y
edición por Celestino Solaguren, OFM. Con la colaboración de Ángel Martínez
Moñux, OFM y Luis Villasante, OFM). Mística Ciudad de Dios. Vida de la Vir-
gen María. Texto conforme al autógrafo original. Madrid, MM. Concepcionistas de
Ágreda, 1992, segunda parte, libro IV, cap. 9, págs. 546 y 547]. Véanse Arbeteta
Mira, Letizia. Vida y Arte en las clausuras madrileñas. El ciclo de la Navidad. Ma-
drid, Ayuntamiento de Madrid. Museos Municipales, 1996, pág. 35 y García Sanz,
Ana. El Niño Jesús…, op. cit., pág. 137.
4. Sor María de Jesús de Ágreda. Mística…, op., cit., segunda parte, libro IV, cap.
9, págs. 547 y 548.
5. Arbeteta Mira, Letizia. “El mensaje oculto de los belenes antiguos: El Belén
monumental del Monasterio de la Purísima Concepción de Palma de Mallorca”,
Belén. Publicación de la Asociación de Belenistas de Madrid, nº 29, 2010, págs.
20-29.
6. Es el caso del Convento de San José de Pamplona (España), donde las carme-
litas descalzas entonan composiciones como las Jornadas a Belén, la Pastorela
del antecoro al Cafarnaum y primer tránsito y en el Noviciado y la Pastorela para
el tránsito de las celdas [Fernández Gracia, Ricardo. ¡A Belén pastores! Belenes
históricos en Navarra. Pamplona, Gobierno de Navarra. Departamento de Cultu-
ra y Turismo-Institución Príncipe de Viana, 2006, págs. 45-47].
7. González García, Juan Luis. Imágenes sagradas y predicación visual en el Siglo
de Oro. Madrid, Akal, 2015, pág. 431.
9. Sor Catalina de Jesús María Herrera. Secretos entre el alma y Dios o Autobio-
grafía de la Vble. Madre Sor Catalina de Jesús M.ª Herrera. Religiosa de Coro del
Monasterio de Sta. Catalina de Sena de Quito, descifrada y sacada directamente de
su original autógrafo por el Padre Fray Alfonso A. Jerves, O.P., en virtud de comisión
escrita a él dada por el Rmo. Padre Visitador General Fray Francisco Vázquez Fer-
nández, O.P. Quito, Editorial Santo Domingo, 1954, págs. 212 y 213.
10. Sor Catalina de Jesús María Herrera. Secretos…, op. cit., pág. 209.
13. “Mírala cómo camina, con qué amor! Mírala cómo llega. Con qué caridad se
abrazan!, y remedia con su vista, en compañía de su Hijo, la primera vez, a un
pecador con su venida al mundo, valiéndole la Sangre que había de derramar por
él y todos, y derramando lágrimas de amor”. Sor Catalina de Jesús María Herrera.
Secretos…, op. cit., págs. 204 y 205.
15. Sor Catalina de Jesús María Herrera. Secretos…, op. cit., pág. 206.
16. Sor María de Jesús de Ágreda. Mística…, op. cit., segunda parte, libro IV, cap.
9, págs. 547 y 548.
17. “Mira pues, y considera a tu amorosísima Reina con el Niño Dios tierno en
sus brazos, que sale en compañía de su santísimo Esposo Joseph de la ciudad
de Belén para Jerusalén, que es la Quinta Jornada que anduvo en su Niñez, para
presentarse al Templo, viva Hostia en sacrificio a su Eterno Padre […] Míralos por
todo este camino en tan destemplado tiempo a pie”. Sor Catalina de Jesús María
Herrera. Secretos…, op. cit., págs. 207 y 208.
18. Sor Catalina de Jesús María Herrera. Secretos…, op. cit., págs. 208 y 209.
19. “Contempla, alma, salir de la ciudad de Gaza para Heliópolis de Egipto a los
tres santos Peregrinos Jesús, María y Joseph.
Síguelos, alma devota, sin perderlos de vista y remirando con atención tierna
cómo caminan, en qué desamparos, qué de desiertos. Cómo se vuelven los vien-
tos y los demás elementos contra los inocentes que no tuvieron ni pudieron te-
ner pecado, sólo porque quieren padecer por los nuestros”. Sor Catalina de Jesús
María Herrera. Secretos…, op. cit., págs. 209 y 210.
temporales, las mesmas hambres, porque gustaba el Eterno Padre de ver padecer
a sus amantes Peregrinos”. Sor Catalina de Jesús María Herrera. Secretos…, op.
cit., pág. 211.
21. Sor Catalina de Jesús María Herrera. Secretos…, op. cit., págs. 211 y 212.
25. Arbeteta Mira, Letizia. El Belén tradicional…, op. cit., págs. 154 y 156.
27. Véase Arbeteta Mira, Letizia. El Belén tradicional…, op. cit., págs. 166-174.
28. Arbeteta Mira afirma que las Posadas se celebraban en España en algún lugar
puntual y, además, por influencia mejicana, lo que, como veremos, no se ajusta a
la realidad [Arbeteta Mira, Letizia. Magos y pastores. Vida y arte en la América Vi-
rreinal. Madrid, Ministerio de Cultura. Secretaría General Técnica. Subdirección
General de Publicaciones, Información y Documentación, 2006, pág. 58].
30. Dobado Fernández, Juan, OCD. La Navidad en Clausura. Imágenes del Niño
Jesús en el Carmelo. Córdoba, Comisión de la Coronación del Carmen de San Ca-
yetano, 2010, pág. 16.
31. Prueba de ello son las diversas Coplas para la noche de la Calenda contenidas
en el Libro de Romances i Coplas desta Casa de la Conçeción del Carmelo, obra
comunitaria conventual escrita entre c. 1590-1609 en el Convento de la Concep-
ción de Valladolid (España), en el que se recogen los cantos de la comunidad de
carmelitas descalzas y sus poesías, entre ellas las relacionadas con las Posadas.
Véase García de la Concha, Víctor y Álvarez Pellitero, Ana María. Libro de roman-
ces y coplas del Carmelo de Valladolid (c. 1590-1609). León, Consejo General de
Castilla y León. Servicio de Publicaciones, 1982, págs. XXXIV-XXXVIII y 43-47.
32. Biblioteca Mística Carmelitana. Tomo 19. Burgos, 1935, pág. 534. Recogi-
do en Burrieza Sánchez, Javier. “Navidades en clausura”, ¡Aleluya! Revista de la
Asociación Belenistas de Valladolid, 2007, págs. 12-17.
33. “Despertad de vuestro sueño, / mirad que ya viene el día; / y dad posada a
María / que no la conoce el suelo. / Sola viene y sin amparo / de ninguna criatura,
/ solo un hombre cansado / de ver la gente tan dura. / Hoy tenéis buena ventura,
/ recibidla en el Carmelo; / mirad que ya viene el día, / despertad de vuestro
sueño”. Recogido en Burrieza Sánchez, Javier. “Navidades en clausura”…, op.
cit., págs. 12-17.
34. “Replicábales el Santo con tan tiernas palabras, así de explicar quién fuesen
los huéspedes que la pedían, de la cercanía del parto de la doncella, del tiempo
que hacía y hora que era, que el ardor de sus palabras y altezas que descubría en-
ternecía los pechos de quienes le oían y contemplaba en sus almas este misterio
y un amor grande a Dios”. Recogido en Egido, Teófanes. “La Navidad del místico
San Juan de la Cruz”, ¡Aleluya! Revista de la Asociación Belenistas de Valladolid,
2010, págs. 8-10.
35. Crisógono de Jesús Sacramentado. Vida de San Juan de la Cruz. Madrid, Bi-
blioteca de Autores Cristianos, 1997, pág. 265.
36. San Juan de la Cruz. Obras completas. Edición crítica, notas y apéndices por
Lucino Ruano de la Iglesia Carmelita Descalzo. Madrid, Biblioteca de Autores Cris-
tianos, 1982, pág. 41, nota 1.
176
Imágenes en movimiento. El caso de los Divinos Caminantes de las clausuras... - Ángel Peña Martín
37. Según el testimonio de un hermano lego: “estando por rector del colegio de
esta ciudad el dicho santo padre fray Juan, hizo que dos religiosos de él, sin mu-
dar de hábitos, representasen uno a Nuestra Señora y otro a Señor San José, y que
anduviesen por un claustro pequeño que había en el dicho convento buscando
posada; y sobre lo que les respondían y les decían los dos que representaban a
María y José sacaba el dicho santo Padre pensamientos divinos que les decía de
grande consuelo a los religiosos”. Recogido en Egido, Teófanes. “La Navidad del
místico…, op. cit. págs. 8-10.
38. Véanse Dobado Fernández, Juan, OCD. La Navidad en Clausura…, op. cit.,
pág. 16 y Sánchez Hernández, María Leticia. “La Navidad pensada y vivida por
algunos sabios”, Navidad en Palacio. El Verbo se hizo Hombre. Madrid, Patrimonio
Nacional, 2001, págs. 21-29.
39. Egido, Teófanes. “La Navidad del místico…, op. cit. págs. 8-10.
40. Sor María de Jesús de Ágreda. Mística…, op. cit., segunda parte, libro IV,
cap. 9, pág. 550.
41. Arbeteta Mira, Letizia. Vida y Arte…, op. cit., págs. 36 y 37.
42. García Sanz, Ana y Sánchez Hernández, M.ª Leticia. “La Navidad en los
Conventos Reales madrileños”, Navidad en Palacio. Reales Sitios, Monasterios y
Salzillo. Madrid, Patrimonio Nacional, 1998, págs. 20-26.
44. Sor María de Jesús de Ágreda. Mística…, op. cit., segunda parte, libro IV,
cap. 9, pág. 550.
177
Universo Barroco Iberoamericano
46. “Uno: Les pido posada / por amor de Dios / mi esposa está encinta; / somos
ella y yo. Todos: No los conocemos / y es tarde, señor… / ¡Siga su camino, / bus-
que otro mesón! Uno: Yo soy carpintero / y me llamo José / Mi esposa es María, /
y vamos a Belén. Todos: La casa es pequeña / no hay habitación. / Y en la media
noche, / ya no hay atención. Uno: Mi esposa no puede / dar un paso más. / Está
cansada / que quiere llorar. Todos: ¿Quién es la señora / que pide el favor? / ¡No
tenemos sitio; / no insista por Dios! Uno: Ella es una reina / de un reino de amor.
/ Es Madre del Verbo, / el Hijo de Dios. Todos: Si ella fuera reina / en carruaje
vendría. / ¿Cómo es que va en burro / y en noche tan fría? Uno: Ábranos la puerta,
/ denos un rincón. / ¿No sabe que lleva / mi esposa al Señor? Todos: ¿Por qué no
lo dijo / cuando nos llamó? / ¡Pasen caminantes / que aquí sobra amor!”. Texto
del Canto de las Posadas, del que se desconoce su autoría y datación, facilitado
por las carmelitas descalzas del Monasterio de la Santísima Trinidad, Carmen
Moderno o Bajo de Quito (Ecuador).
49. Durante el Adviento, en recuerdo del tiempo que la Virgen María dedicó a la
preparación del parto, tenía lugar el rezo comunitario de las Cuarenta Ave Ma-
rías. Esta devoción fue ideada en 1445 por Santa Catalina de Bolonia: “la noche
del Nacimiento de Nueftro Señor […] la celebraba Santa Catalina extraordinaria-
mente. Defeó la de aquel año paffarla en la oracion, y contemplacion, fegun fu
coftûbre, y con licencia de la Madre Abadefa para no afsiftir al dormitorio, fe fuè
al Coro à meditar los amorofos mifterios de aquella dulce folemnidad. Començò
vna devocion acoftumbrada de mil Ave Marias, à honor del Parto de la Reyna de
los Angeles, meditando el jubilo de la Virgen Sagrada, y encomendandofe à ella”
[Grafetti, Jacome. Historia de la admirable vida, y milagros de Sta. Catalina Virgen,
natural de la ciudad de Bolonia, Religiosa del Orden de N. P. S. Francifco, y Regla
de Santa Clara, y primera Abadefa del Monafterio de Corpus Chrifti de la mifma
Ciudad. Madrid, Oficina de Francisco del Hierro, 1716, libro I, cap. XVI, págs.
81 y 82]. Su rezo comenzaba el treinta de noviembre, festividad de san Andrés,
y concluía el veinticuatro de diciembre, periodo en el que se llegaban a rezar en
total mil Ave Marías, con las correspondientes bendiciones. La estructura era
muy sencilla, se dividían las cuarenta Ave Marías en decenas diciendo al final de
cada grupo una jaculatoria y, al término de todas, una oración por los infieles, los
herejes, la Iglesia y la salud del Rey. A partir del día de la Expectación se añadía
un salmo y una oración especial. Al comienzo de la vigilia de Navidad, después
de tocada el Ave María o cuando se comenzara a tocar a misa, se ofrecían las
mil Ave Marías implorando bendiciones para la vida y la muerte, rezando antes
la primera parte del Rosario, con los Misterios Gozosos [Arbeteta Mira, Letizia.
Navidad Oculta II. Los Niños Jesús de las Clausuras Toledanas. Toledo, Antonio
Pareja Editor, 2002, pág. 21; Arbeteta Mira, Letizia. El Belén tradicional…, op.
178
Imágenes en movimiento. El caso de los Divinos Caminantes de las clausuras... - Ángel Peña Martín
cit., pág. 154; García Sanz, Ana. El Niño Jesús…, op. cit., pág. 138 y García Sanz,
Ana y Sánchez Hernández, M.ª Leticia. “La Navidad…, op. cit., págs. 20-26].
50. Rubio Masa, Juan Carlos. Grupo escultórico de las «Jornaditas». Pieza del
mes de diciembre 2007, http://museosantaclara.blogspot.com.es (consulta
26/07/2012).
51. Así sucede con unas imágenes de la Virgen María y San José (S. XVIII) per-
tenecientes al Monasterio de HH. Clarisas de Santa Verónica de Algézares (Mur-
cia), atribuidas al círculo del escultor Francisco Salzillo [Belda Navarro, Cristóbal
(dir.). Salzillo, testigo de un siglo. Murcia, Comunidad Autónoma de la Región
de Murcia, Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales, Ayuntamiento
de Murcia y Fundación Cajamurcia, 2007, pág. 383]. Estas imágenes han sido
interpretadas como figuras de Nacimiento, pese a estar de pie “y no en posi-
ción adoratriz como nos tiene acostumbrados los Nacimientos murcianos del
s. XVIII, quizás porque en origen fueron concebidas una y otra escultura para
un fin diferente al que luego se les dio” [Melgares Guerrero, José Antonio (dir.).
Fuentes de nuestra cultura. El misterio de la Navidad en el arte. Murcia, Obispado
de Cartagena, 1991, pág. 31]. En esta lectura, sin embargo, los sombreros de ca-
minantes que visten han pasado totalmente inadvertidos, cuando constituyen
un elemento iconográfico determinante de los Santos Esposos como caminantes
y que de portarlo en el portal de Belén, lo hacen a sus espaldas, como sucede en
numerosos nacimientos barrocos portugueses, y no en su cabeza.
Algunas imágenes de los Santos Esposos, que pudieron ser empleadas para el
rezo de las Jornadas o Posadas, han recibido otras lecturas, como las conservadas
en el Museu Marés de Barcelona (MFM S-950 y MFM S-952) presentadas como
San Isidro Labrador y Santa María de la Cabeza (segunda mitad del S. XVIII),
pero su ajuar textil con capas con esclavinas y sombreros de peregrino nos lleva
a pensar que, en realidad, estamos ante unos Divinos Caminantes.
179
Universo Barroco Iberoamericano
Abstract During the Baroque period in Lisbon and Minas Gerais two woodcarvers
stood out, as their personal and professional paths converged in multiple
ways. Santos Pacheco affirmed himself as one of the most outstanding and
influential artists, whose career, of long duration, elevated him to the stand
of “medidor das obras régias”, evaluating works of woodcarving, architecture,
masonry, carpentry, among others. José Coelho de Noronha, who learned
his profession in Lisbon, made a major career as a woodcarver, sculptor and
architect in Minas Gerais, where he disseminated the aesthetic coordinates
that the works of Santos Pacheco consolidated in the Portuguese capital.
Based on the analysis of the familiar environments and the works of these
two artists, the present text intends to bring up working hypotheses that allow
a better understanding on the dynamics of influence and dissemination of
the baroque woodcarving Lisbon models, in the lands of Brazil, during the
baroque period.
Key-words: Santos Pacheco, José Coelho de Noronha, Baroque, Woodcarving,
Lisboa, Minas Gerais
180
Santos Pacheco de Lima (1684-1768) e José Coelho de Noronha (1705-1765)... - Sílvia Maria Cabrita y Aziz José de Oliveira
A arte da talha que se desenvolveu e atingiu o seu apogeu em Portugal e nos 1. Introdução
países de expressão portuguesa, com destaque para o Brasil, constitui-se
como manifestação privilegiada de uma série de factores sociais, culturais,
económicos e religiosos que se concatenaram para dar origem a uma ex-
pressão artística individualizada e reconhecível como original lusófona.
uma das razões para que a história da arte dos dois países se produza em
consonância, em cruzamento de informação e, não menos relevante, em
leituras atentas das obras que ainda hoje conseguiram a fortuna de subsistir
à voragem do tempo, à fúria da natureza e à incúria dos homens.
O entalhador Santos Pacheco de Lima nasceu em Lisboa e foi baptizado na 2. Santos Pacheco
freguesia de Nossa Senhora da Encarnação no dia 21 de Novembro de 168412. de Lima: de mestre
Do seu consórcio com Maria da Piedade13 nasceram filhos registados entre entalhador a medidor
os anos de 1715-2514. Santos Pacheco faleceu a 23 de Outubro do ano de das obras régias
1768,15 com a idade de 84 anos. À data da sua morte, o artista morava na rua
do Acipreste, freguesia de Santos-o-Velho, sendo que não deixou disposições
testamentárias e foi a sepultar na igreja da sua freguesia de morada.
183
Universo Barroco Iberoamericano
185
Universo Barroco Iberoamericano
186
Santos Pacheco de Lima (1684-1768) e José Coelho de Noronha (1705-1765)... - Sílvia Maria Cabrita y Aziz José de Oliveira
São exíguos os estudos a respeito dos artífices portugueses que se dedicaram 3. José Coelho
a ornar as edificações religiosas em Minas Gerais na centúria de setecentos. de Noronha e a
Nesse rol, citamos o entalhador José Coelho de Noronha, que logrará desta- disseminação do barroco
que neste artigo, juntamente com seu conterrâneo Santos Pacheco, diante do joanino em Minas Gerais
singular papel que desempenhou no contexto artístico colonial luso-mineiro.
188
Santos Pacheco de Lima (1684-1768) e José Coelho de Noronha (1705-1765)... - Sílvia Maria Cabrita y Aziz José de Oliveira
Aos 24 dias do mês de maio de 175860 Coelho de Noronha deslocou-se a Vila Fig. 4. Retábulo-mor da
igreja matriz de Nossa
Nova da Rainha (Caeté), onde obteve direitos para executar o retábulo-mor da Senhora Bom Sucesso.
Matriz de Nossa Senhora do Bom Sucesso. Assistindo em Caeté, a 4/12/1763, Fotografia de Aziz José
Noronha registou em cartório o seu testamento61. Essa informação é indício de Oliveira Pedrosa. 2017.
Caeté. Brasil. 189
Universo Barroco Iberoamericano
Desconhecemos outras intervenções por Noronha realizadas após 1763, salvo Fig. 6. Figura alada em meio-
corpo. Capela-mor da igreja
um risco de arquitectura para o novo prédio da Matriz de São João Batista
matriz de Nossa Senhora do
(Barão de Cocais), cujo pagamento foi acertado em 176277. Esse apontamento Pilar. Fotografia de Aziz José
demonstra a versatilidade do artífice, que manteve o trânsito entre os ofícios de Oliveira Pedrosa. 2017.
de entalhador e arquitecto, cuja obra explicita sua erudição e preparo técnico, São João d´el Rei. Brasil.
acentuados pelo domínio da acção intelectual
do projecto. Lamentavelmente, não é possível
precisar, na actual estrutura da edificação da
Matriz de Barão de Cocais, características e
traços do Noronha arquitecto, devido, principal-
mente, ao facto desse projecto ter sido alterado
posteriormente por António Francisco Lisboa,
o Aleijadinho78.
193
Universo Barroco Iberoamericano
2. Doutor em Arquitetura, com projecto de pesquisa sobre a talha no Brasil Co-
lonial. Professor do Curso de Especialização em Arte Sacra da Faculdade Arqui-
diocesana de Mariana.
6. Cf. Dias, Pedro. História da Arte Portuguesa no Mundo (1415-1822). O Espaço
do Atlântico, Lisboa, Círculo de Leitores e Autor, 1999, págs. 456-460.
7. Cf. Carvalho, Ayres de. “Novas Revelações para a História do Barroco em
Portugal”. Separata de Belas-Artes, n.º 20, Lisboa, 1964, pág. 59.
10. Cf. Carvalho, Ayres de. “Novas Revelações para a História do Barroco...”,
op. cit., pág. 17.
12. Documento publicado por Carvalho, Ayres de. “Novas Revelações para a
História do Barroco (...)”, op. cit., pág. 59. Sobre a vida e obra de Santos Pacheco
veja-se os contributos mais recentes de: Ferreira, Sílvia. A Igreja de Santa Catari-
na de Lisboa. A Talha da Capela-mor. Lisboa, Livros Horizonte, 2008, págs. 53-62,
Idem, A Talha Barroca de Lisboa (1670-1720). Os artistas e as obras, tese de dou-
toramento em História (especialidade Arte, Património e Restauro), Faculdade
de Letras da Universidade de Lisboa, 2009, vol. II, págs. 557-562.
13. 1715. Carvalho, Ayres de. “Novas Revelações para a História do Barroco
(...)”, op. cit., págs. 59-60.
14. Santos Pacheco teve seis filhos, dos quais recenseámos registos de
baptismo. Documentos publicados por Carvalho, Ayres de. “Novas Revelações
para a História do Barroco (...)”, op. cit., pág. 60. Recentemente localizámos
mais dois assentos de baptismo de filhos seus: António, nascido em 1722, e que
teve por padrinho frei António da Conceição, religioso da ordem de S. Paulo,
1.º Eremita e Fernando, nascido em 1725, tendo por padrinhos “Cosme Damião
Pereira, morador na Quinta das Conchas, e por procuração a Monteira mor
D. Catharina de Noronha”. Cf. Arquivo Nacional da Torre do Tombo (ANTT).
Registos Paroquiais da Freguesia de Santa Catarina, Baptizados,1721-31, fls. 51 e
117, respectivamente.
16. ANTT. Cartório Notarial de Lisboa, n.º 3 (antigo n.º 11), Caixa 99, L.º 416,
fls. 71-71vº. Documento parcialmente publicado por Carvalho, Ayres de. “Novas
Revelações para a História do Barroco” (...), op. cit., págs. 64-65. Esta encomen-
da inseriu-se, possivelmente, na campanha de obras de reconstituição da igre-
ja, que um violento incêndio atingiu em 1707. Cf. Gonçalves, António Manuel.
“Convento de S. Francisco da Cidade”. Monumentos e Edifícios Notáveis do Distri-
to de Lisboa, vol. V, tomo II, Lisboa, Junta Distrital de Lisboa, págs. 29-31.
17. Cf. Carvalho, Ayres de. “Novas Revelações para a História do Barroco (...)”,
op. cit., pág. 61, Idem. Catálogo da Colecção de Desenhos. Lisboa, Biblioteca Na-
cional de Lisboa, 1997, pág. 87. Recentemente, Pascoal Rodrigues foi identifi-
cado a testemunhar no assento notarial de contrato de obra de pedraria para o
convento beneditino da Estrelinha, quiçá indiciando participação sua nesse pro-
jecto. Cf. Ferreira, Sílvia. “A Igreja do Colégio Beneditino de Nossa Senhora da
Estrela de Lisboa: génese, destruição e recuperação/reinvenção de um patrimó-
nio”, consultável online em: “Conservar Património”, http://revista.arp.org.pt/
pt/revistas/prelo.html, [Consultado a 10 de Julho de 2017].
195
Universo Barroco Iberoamericano
20. ANTT. Livros do Distribuidor de Lisboa, Cx. 22, Liv. 87, de José de Valentim
Duarte, Junho de 1723, fl. 24. Informação gentilmente cedida por Rui Mesquita
Mendes, a quem agradecemos.
21. Contrato e obrigação de João Francisco Vvayer com Santos Pacheco “ar-
chitecto”. ANTT, Livros do Distribuidor de Lisboa, Cx. 25, liv. 93, ano de 1729, de
António da Silva Canto, Janeiro de 1729, fl. 24. Informação gentilmente cedida
por Rui Mesquita Mendes.
22. ANTT. Livros do Distribuidor de Lisboa, Cx. 28, Liv. 98, de Roberto Soares da
Silva, Novembro de 1734, fl. 50.
23. Cf. Arquivo Paroquial da Igreja de S. Paulo, de Lisboa. Livro que serue de
Despeza da Comgregaçam do Devino Espericto Santo e Virgem Martere e Doctora
Sancta Catherina cita nesta Parochial Igreja de S. Paullo anno de 1726, fls. 34-35,
44-44v.
24. Nomeadamente a 30 de Julho de 1737, data em que recebe mais 124.000 réis,
Ibidem, op. cit., fl. 49, e em outra ocasião em que aufere a quantia de 232.060
réis, Ibidem, op. cit., fl. 60v.
26. Cf. Silva, Ana Cristina Rama, et. al. Memórias do Seixal, Seixal, Paróquia do
Seixal, 2013, pág. 19.
27. Cf. Ferreira, Sílvia. A Talha Barroca de Lisboa (1670-1720)…, op. cit., vol. II,
págs. 557-562.
29. ANTT. Conselho da Fazenda, Consultas Originais, 1669-1756, Mç. 1, Cx. 51.
Informação gentilmente cedida por Susana Varela Flor, a quem agradecemos.
30. Cf. Ferreira, Sílvia. A Talha Barroca de Lisboa…op. cit, vol. II, págs. 557-562.
31. ANTT. Livros do Distribuidor de Lisboa, Cx. 43, liv. 129, Tít.º de Roberto
Soares da Silva, Setembro de 1768, fl. 35. Informação gentilmente cedida por Rui
Mendes, a quem agradecemos.
196
Santos Pacheco de Lima (1684-1768) e José Coelho de Noronha (1705-1765)... - Sílvia Maria Cabrita y Aziz José de Oliveira
35. Martins, Judith. Dicionário de artistas e artífices dos séculos XVIII e XIX em
Minas Gerais. Rio de Janeiro, Publicações da Diretoria do Patrimônio Histórico e
Artístico Nacional, nº 27, 1974.
36. Pedrosa, Aziz José de. José Coelho de Noronha: artes e ofícios nas Minas Ge-
rais do Século XVIII. Mestrado em Arquitetura e Urbanismo, Escola de Arquite-
tura, Universidade Federal de Minas Gerais, Belo Horizonte, 2012.
45. AHPL. Róis de Confessados..., op. cit., 1692-1745. 1697, ui 2444, fl. 22.
49. Pedrosa, Aziz José de Oliveira. José Coelho de Noronha..., op. cit., pág. 253.
50. Testa, Carlos. A Igreja das Chagas (Recordações). Lisboa, Typographia Uni-
versal de Thomaz Quintino Antunes, 1883.
197
Universo Barroco Iberoamericano
51. Ferreira, Sílvia. A Talha Barroca de Lisboa (1670-1720)… op. cit. v. 1, págs.
262-263.
53. Arquivo da Casa Setecentista de Mariana. Ações cíveis, Códice 251, Auto
6217, Cartório do 2º ofício, fl. 32.
54. Arquivo da Matriz de Nossa Senhora do Pilar de Ouro Preto. Códice 3, Irman-
dade de Nossa Senhora do Pilar, fl. 20.
56. Boschi, Caios Cesar. Os leigos e o poder: irmandades leigas e política coloniza-
dora em Minas Gerais. São Paulo, Ática, 1986, pág. 162.
57. Arquivo da Matriz de Nossa Senhora do Pilar de Ouro Preto. Livro de Termos
da Irmandade do Santíssimo Sacramento. 1729-1777, vol. 224, fl. 89v.
58. Pedrosa, Aziz José de Oliveira. José Coelho de Noronha..., op. cit., pág. 73.
64. Pedrosa, Aziz José de Oliveira. José Coelho de Noronha ..., op. cit., pág. 75.
67. Martins, Judith. Dicionário de artistas e artífices dos séculos... op. cit., v. 1,
p. 185.
68. Arquivo da Casa Setecentista de Mariana. Ações cíveis. Códice 251..., op. cit,
fl. 26.
198
Santos Pacheco de Lima (1684-1768) e José Coelho de Noronha (1705-1765)... - Sílvia Maria Cabrita y Aziz José de Oliveira
69. Trindade, Cônego Raimundo Otávio da. Um pleito tristemente célebre nas
Minas do Século XVIII: contribuição para a história eclesiástica de Minas. São Pau-
lo, Empresa Gráfica da “Revista dos Tribunais” Ltda, 1957, pág. 10.
70. Bazin, Germain. A Arquitetura Religiosa Barroca..., op. cit., v.2, pág. 76.
74. Pedrosa, Aziz José de Oliveira. José Coelho de Noronha..., op. cit., pág. 92.
75. Martins, Judith. Dicionário de artistas e artífices dos séculos XVIII e XIX ...,op.
cit., vol. 1, pág. 185.
76. Arquivo Público Mineiro. Seção Colonial, Delegacia Fiscal. Códice 1075,
fl.104.
79. Pedrosa, Aziz José de Oliveira. José Coelho de Noronha..., op. cit., pág. 161.
80. Pedrosa, Aziz José de Oliveira. José Coelho de Noronha..., op. cit., pág. 161.
81. Pedrosa, Aziz José de Oliveira. José Coelho de Noronha..., op. cit., pág. 127.
199
Universo Barroco Iberoamericano
Ángel Justo-Estebaranz
Universidad de Sevilla - [email protected]
Resumen Las noticias sobre la familia paterna del pintor barroco quiteño Nicolás Javier
de Goríbar son escasas hasta el momento. Los datos conocidos de sus pro-
genitores y de sus hermanos procedían fundamentalmente del testamento
de José Valentín de Goríbar, padre del artista. En este trabajo organizamos
el árbol genealógico, aportando y analizando documentación inédita que
permite conocer mejor a su familia paterna, sobre todo a su padre. De él
hemos descubierto su profesión, sus posesiones, sus hermanas y cuñados,
y también los problemas a que se enfrentó la familia en los años correspon-
dientes a la infancia del futuro pintor.
Palabras clave: Nicolás Javier de Goríbar, familia, Quito, siglo XVII, José
Valentín de Goríbar, Mariana Ruiz.
Abstract The information about the paternal family of the baroque Quiteno painter
Nicolás Javier de Goríbar is scarce until the moment. The known facts from his
parents and brothers came mainly from the will of José Valentín de Goríbar,
father of the artist. In this work we organize the family tree, contributing
and analyzing unpublished documentation that allows to know better his
paternal family, especially his father. We have discovered the profession of
his father, and also his possessions, his sisters and brothers-in-law, and also
the problems faced by the family in the years corresponding to the childhood
of the future painter.
Keywords: Nicolás Javier de Goríbar, relatives, Quito, XVII century, José
Valentín de Goríbar, Mariana Ruiz.
200
Clarificando los orígenes del pintor Nicolás Javier de Goríbar: Nuevos datos sobre su familia paterna - Ángel Justo-Estebaranz
Nicolás Javier de Goríbar es considerado uno de los pintores más impor- Introducción
tantes del Quito barroco. Tras Miguel de Santiago, los estudiosos sobre arte
quiteño lo nombran de manera recurrente como el pintor de mayor valía
dentro de la Real Audiencia. Asimismo, es identificado como autor de dos
series pictóricas emblemáticas: los Profetas de la Compañía de Jesús, y los
Reyes de Judá de Santo Domingo de Quito, conjuntos que no están documen-
tados. En cambio, son otras dos obras las que sí se pueden relacionar sin
género de duda con su autoría por estar firmadas: el retablo pictórico de la
Virgen del Pilar en Guápulo, y un grabado de la Provincia Jesuítica Quitensis.
Junto a ellas, conocemos otras de Goríbar que quedaron en su obrador a su
muerte1. Si poco se conoce sobre su obra, los datos sobre su vida tampoco
eran muy conocidos: se ha escrito mucho sobre su posible relación de dis-
cipulado con Miguel de Santiago, pero sin sustentarse en documentación
alguna. Incluso se apuntaba a una relación de parentesco con el maestro2.
Asimismo, se conocían algunos documentos, como el testamento de su pa-
dre, José Valentín de Goríbar, y alguna petición firmada por el propio pintor
al final de su vida. Costales Samaniego aportó también información sobre
el artista en base a un documento relativo a su hijo Francisco3. En nuestra
monografía El pintor quiteño Miguel de Santiago (1633-1706). Su vida, su obra y
su taller nos acercamos a la figura de Goríbar, analizando su obra firmada y
las atribuciones, y también aportamos documentación de archivo4. Además,
pudimos relacionar documentalmente a Goríbar con el obrador del maestro,
merced a una mención que hace en su testamento Isabel de Santiago, hija
de Miguel5. En este trabajo nos centramos en la familia paterna de Nicolás
Javier de Goríbar, a través de documentación inédita fechada entre 1621 y
1685. Junto al testamento de su padre, conocido pero no analizado totalmente,
otros documentos inéditos conservados en el Archivo Nacional del Ecuador
nos aportan una rica información sobre su familia paterna, que contribuye a
conocer mejor las condiciones en las que se crio y desarrolló su actividad el
artista. Gracias al análisis de esta documentación, aportamos información
relevante sobre la composición de la familia (Fig. 1), las relaciones familiares,
el lugar de residencia de la familia Goríbar Ruiz, los bienes de que disponían
y las disputas a que estos dieron lugar.
201
Universo Barroco Iberoamericano
Fig. 1. Árbol genealógico de la familia paterna del pintor Nicolás Javier de Goríbar. Fuente: elaboración propia.
Sobre la familia paterna El pintor, nacido en Quito, tenía sangre quiteña y castellana. Su abuelo pa-
del pintor Nicolás Javier terno, Miguel de Goríbar, era burgalés de nacimiento, mientras que Mariana
de Goríbar Ruiz, su abuela paterna, era quiteña, como indicaba Vargas6. De Miguel de
Goríbar localizamos un poder que otorgaba en febrero de 1621 a Pedro de
Salazar, procurador de causas de la Real Audiencia, para todos sus pleitos,
causas y negocios7. En este momento ya aparece mencionado como vecino
de Quito, aunque no se indica su procedencia. Su hijo José Valentín, padre
202
Clarificando los orígenes del pintor Nicolás Javier de Goríbar: Nuevos datos sobre su familia paterna - Ángel Justo-Estebaranz
del artista, nacería hacia 1626, como señalamos más adelante. Asimismo,
y gracias al testamento de este, que abordamos al final del texto, sabemos
que Miguel era natural de Burgos, y que no se había casado con Mariana
Ruiz, madre de sus hijos8. Moreno Egas y Morán Proaño localizaron a este
personaje como cobrador del Hospital Real en 16479.
Pero de otros dos familiares del pintor encontramos información más rele-
vante: de su abuela paterna, Mariana Ruiz, y de su padre, José Valentín de
Goríbar, hijo de esta. Al progenitor hemos podido situarlo en Quito en los años
de infancia de Nicolás Javier gracias a varios documentos inéditos que tienen
relación con su situación familiar. Al igual que sus padres, José Valentín de
Goríbar era vecino del barrio quiteño de San Roque. De su lugar de residencia
tenemos noticia merced a varios documentos donde su casa se menciona en-
tre los linderos de los propietarios. Por ejemplo, en un censo que establecen
Gerónimo de Castro y doña Margarita Ruiz de Alvarado a favor del Hospital
Real de la Caridad de 500 pesos de principal, se mencionan sus casas como
linderas con las de Joseph Valentín Goríbar10. Gerónimo de Castro nombraría
a José Valentín albacea, como indica este en su testamento. Asimismo, en
1681 aparece mencionado en un documento de donación de un pedazo de
tierra en San Roque, lindera con la suya11. La donación la hacía al bachiller
Francisco Morillo, presbítero. Concretamente, se indica que los linderos eran,
“por otra parte” con las de Ventura indio cantor y tierras de José Valentín de
Goríbar. En el barrio de San Roque, donde viviría el pintor desde su infancia,
también residieron otros artistas durante la segunda mitad del siglo XVII,
algunos de procedencia indígena. Además del cantor antes mencionado, po-
demos citar a Francisco Tipán, a quien estudió Webster. Este artista, maestro
escultor, entallador, ensamblador, carpintero y arquitecto, especializado en
el diseño y construcción de retablos, vivió y trabajó durante toda su vida en
la collación de San Roque12. A lo largo de los años iría comprando casas y
terrenos, anexándolos al que ya poseía13. Emparentado con Tipán por parte
de su mujer estaba don Ventura Chuquicóndor, maestro guitarrero y cacique
principal de San Roque14. Asimismo, en un trabajo anterior aportamos los
nombres de otros pintores que residían en la misma collación: Bartolomé
Limpias, maestro pintor indio, y Pedro, indio pintor (ambos vecinos del barrio
de San Diego, perteneciente a la collación de San Roque), Juan Pillajo, indio
escultor y pintor, y Cristóbal de Jaramillo, oficial pintor. En el barrio del
Cebollar, también perteneciente a San Roque, había establecido su morada
Juan Francisco de Arteaga, oficial pintor negro (color pardo)15.
Junto con los documentos que mencionan los linderos, hay otros más intere-
santes por aportarnos información sobre su edad y sus relaciones. Así, José
Valentín de Goríbar daba su testimonio el 24 de enero de 1668 en favor de
Beatriz Sánchez de la Cerna, vecina del barrio de San Roque a quien conocía
desde hacía más de 25 años16. Esta mujer se había casado quince años atrás
con Pablo García, negro horro que residía en Riobamba17. En este testimonio
se indica la edad de José Valentín de Goríbar, quien al momento de dar su
testimonio tenía 42 años poco más o menos. Ello nos lleva a situar su naci-
203
Universo Barroco Iberoamericano
También hemos localizado alguna venta de terrenos por parte de José Valentín
de Goríbar. Junto con su madre, nombrada como María Ruiz, vendía en di-
ciembre de 1654 unas tierras a Andrés Garzón19. Concretamente, eran doce
cuadras y media de tierras que compraron en julio de 1651 a Joan de Aguilar,
que era albacea y tenedor de bienes de Hernando de Marcial, en términos del
pueblo de Yaruquí, en el llano que llaman Culquipamba. Las tierras se vendían
en 167 pesos20. Este Juan de Aguilar debe de ser Juan Chacón de Aguilar,
yerno de Mariana, a quien encontramos junto con su suegra en agosto de 1663
otorgando en Quito una fianza en favor de José Puerta sobre los diezmos que
se le remataron21. José de Puerta era también yerno de Mariana –aunque en
el documento no se indica con qué hija se había casado-, y consiguió que se le
rematasen los diezmos de españoles del partido de Cotocolla[o] y los de las
seis parroquias de Quito de españoles e indios, correspondientes a los años
de 1663 y 1664, por la importante cantidad de 2.600 pesos de a ocho reales.
Pero como no los había pagado, estaba “preso y ejecutado”. Juan Chacón
de Aguilar y Mariana Ruiz fiaban a José de Puerta, y se obligaban a que este
pagase la cantidad adeudada. Chacón empeñó para ello una estancia de dos
caballerías y media de tierra que tenía en el pueblo de Pinta[g], y unas casas
que tenían él y su suegra Mariana en el barrio de San Roque (“las partes que
de ellas tienen”). José Valentín de Goríbar aparece en este documento ya que,
conociendo la decisión tomada sobre unas casas que en parte le pertenecían
por una donación de su madre (de la que trataremos en el siguiente apartado,
y que había recibido a comienzos de los años 50´), consintió en la hipoteca.
Este dato, que podría parecer de escasa importancia, resulta de interés para
los hechos que ocurrirían en la siguiente década. En este momento tenemos
relacionados ya a tres protagonistas de un suceso muy desagradable que le
tocaría vivir a José Valentín.
Un grave problema Aunque José Valentín había consentido en empeñar las casas de San Roque,
familiar entre José tuvo que sufrir los desmanes de la familia merced a las manipulaciones de
Valentín de Goríbar, su cuñado Juan Chacón de Aguilar, quien trataba de alejarlo de la herencia
su madre y su cuñado de las casas de Mariana. De entre toda la documentación que hemos podi-
do localizar sobre la familia Goríbar, a mediados de los años 70´ del siglo
XVII hay varios documentos que hacen referencia a este problema familiar
surgido por motivos de índole económica. En esa época, el padre de Nicolás
Javier de Goríbar rondaba los 50 años. Aunque el relato comienza el 7 de
junio de 1676, cuando la abuela del pintor, Mariana Ruiz, hacía partición de
una casa, los hechos se retrotraen a varios años antes22. Nombrada como
mujer soltera residente en el barrio de San Roque, señalaba que tenía una
casa de cuartos bajos en el barrio, hacía más de cincuenta años, “quieta y
pasificamente sin contradicción alguna”, por haberlas comprado de “fulano
Tamayo”. La casa se componía de cuatro aposentos y uno que edificó Juan
de Aguilar, su yerno. De las dos tercias partes de la casa tenía ya dispuesto
204
Clarificando los orígenes del pintor Nicolás Javier de Goríbar: Nuevos datos sobre su familia paterna - Ángel Justo-Estebaranz
Una vez realizada esta partición de tierras, Mariana Ruiz procedió a formular
una petición de perdón a su hijo José Valentín, en la que se aclara por qué
obraba con tanto cuidado en relación a la partición de la casa antes mencio-
nada27. Para ello, la señora comparecía en su casa del barrio de San Roque
de Quito el 28 de junio de 1676. El testimonio que ofrecía ante el escribano
resulta llamativo, por reconocer Mariana una bajeza moral que afectó al honor
de su hijo, quien, según los diferentes testimonios documentales que hemos
podido recabar, solía actuar de forma generosa y justa. La madre reconocía
que tenía como hijo natural al licenciado José Valentín de Goríbar, “que se
[h]a criado en los estudios y Hospital Real de la Charidad de esta Ciudad
ocupado en los exercicios de Medicina”, aprendiendo esta facultad y proce-
diendo con muy buen crédito. Asimismo, señalaba que se había portado con
ella como hijo obediente y temeroso de Dios, “supliéndole sus necesidades,
y a sus hermanas hijas de la otorgante con toda charidad desde que tubo
uso de razón hasta ahora”. Parece que en días pasados, con ocasión de un
205
Universo Barroco Iberoamericano
206
Clarificando los orígenes del pintor Nicolás Javier de Goríbar: Nuevos datos sobre su familia paterna - Ángel Justo-Estebaranz
Tras las mandas forzosas, declaraba ser soltera y no haber estado casada.
Asimismo, indicaba los hijos que había tenido con Miguel de Goríbar, soltero
“y con palabra de casamiento”: Juana, José Valentín de Goríbar, Casilda y
Ana de Goríbar, habiendo fallecido ya las tres hijas. Casilda se había casado
con Juan Chacón, vecino de Cuenca y que en ese momento residía en Quito,
con el que había tenido a Nicolás Chacón, que ahora tenía 21 años34. Junto a
estos hijos tuvo otra hija, también natural: María Uribe, que murió seis meses
antes de que su madre testara, sin dejar herederos y pobre. A esta también
la enterró de limosna a su costa José Valentín de Goríbar35.
Mariana vuelve a tratar ahora el tema de las casas que había comprado
con su hija Juana (“con nuestro dinero adquirido del trabajo personal que
tuvimos”), cubiertas de teja y paja y en el barrio de San Roque. Aunque no
recordaba cuánto le costaron, señala que valdrían 600 pesos, y que tenía una
paja de agua. Los recados de estas casas estaban en poder de Juan Chacón,
“por avermelos sacado con engaños”. Ahora mandaba que sus herederos lo
cobrasen del susodicho. Asimismo, declaraba que ella y su hija Juana impu-
sieron una capellanía perpetua de misas rezadas en favor de José Valentín
de Goríbar para que se ordenase sacerdote y dijese las misas por su alma y
la de su hija y deudos más cercanos36. Este punto resulta de notable interés
para nosotros, pues debido a ciertas peripecias José Valentín no se ordenó
y tuvo a Nicolás Javier, futuro pintor. El relato de los acontecimientos es el
siguiente: José Valentín marchó a la ciudad de Trujillo con la intención de
ordenarse, ya que entonces no había obispo en Quito (la sede estaba vacante).
Al llegar a Guayaquil se enteró del fallecimiento del obispo de Trujillo, “por
cuya causa se volvió”, y estando en esta ciudad contrajo matrimonio con
Agustina Martínez Díaz37. Por eso, ahora mandaba Mariana que la capellanía
la sirviese el Bachiller Miguel de Goríbar, hijo del anterior, que también se
ordenó de Epístola (es decir, de subdiácono38) a título de esta capellanía.
Miguel, hermano mayor del pintor, recibió el apoyo de su abuela para ordenar-
se sacerdote. Nicolás Javier, a quien no se nombra, aún era menor. Si nació
en 1665, tendría entonces once años. Miguel vería cumplido el deseo de su
abuela, y se convertiría en coadjutor del cura párroco de Guápulo, don José
de Herrera y Cevallos, entre 1688 y 169949. Según Jaramillo Alvarado, el 23 de
marzo de 1695 consta Miguel de Goríbar como coadjutor de Guápulo, siendo
probable que el presbítero estuviese ya en 1688 en el santuario franciscano,
cuando Nicolás Javier bautiza a su hijo Francisco de Borja50. Miguel sería el
padrino del niño. Vargas Ugarte creía que Nicolás Javier, por la temprana
muerte de su padre, se educó con su hermano mayor51. Pero al morir José
Valentín, como pronto en 1685 (año en el que testa), Nicolás Javier estaba
próximo a cumplir la mayoría de edad. En cuanto a Francisco de Borja, debe
de ser el Francisco aludido por Costales Samaniego como uno de los dos hijos
del pintor junto con Juan Xavier52. Este autor indicaba que Francisco también
practicaba la pintura, y que pudo acabar algunos cuadros de su padre. El
historiador quiteño José Gabriel Navarro vinculaba la elección del nombre
de Francisco de Borja con una supuesta relación de Goríbar con la Compañía
de Jesús. Para ello tomaba como referente una leyenda que presentaba a
Goríbar siendo expulsado del taller de Miguel de Santiago tras retocar una
pintura del maestro, y que sería salvado de la miseria por los jesuitas, para
quienes trabajaría como mayordomo en una de las haciendas de estos en el
valle de Chillo, y luego realizando las pinturas de los Profetas de la iglesia
de la Compañía en Quito53. Pero ya señalamos en otro trabajo cómo esta
anécdota de la expulsión del taller es una leyenda tomada de otra relativa
a Rubens y Van Dyck54. Además, la situación económica de la que gozaba el
padre de Goríbar en su infancia y adolescencia hace recelar de esta versión.
de vino, cera y ornamentos que había de percibir de los réditos del principal
(que son 25 pesos de a 8 reales). Como esa fundación se hizo a favor de las
almas de Mariana Ruiz, ya difunta, de los padres de esta, del otorgante (José
Valentín) y de Miguel de Goríbar su padre “y demas almas de sus parientes y
bienhechores”, José Valentín de Goríbar aprobaba y ratificaba esta escritura
de fundación de capellanía y nombramiento de patrón y capellanes. Lo hacía
para que su hijo Miguel continuase los órdenes que había empezado hasta
que consiguiera el del sacro presbiterato. Además, agregaba a esta capellanía
90 pesos de a 8 reales que le debían los bienes de Mariana Ruiz, procedentes
del entierro y expensas funerales que hizo a su madre y a María de Uribe, su
hermana (en realidad, su hermanastra). Aunque ambos entierros costaron
180 pesos, la mitad le tocaba abonarlos a Juan Chacón de Aguilar como
marido que fue de Casilda de Goríbar56. Estos 90 pesos los imponía sobre la
parte que tenía Juan Chacón en las casas de San Roque. Con la agregación
realizada por José Valentín, el número de misas previstas crecería. Asimismo,
José Valentín de Goríbar hacía traspaso de la parte y porción que le había
dejado su madre, que era sobre la que estaba impuesta la capellanía. Gracias
a este documento sabemos que Mariana Ruiz falleció en algún momento
entre el 26 de julio de 1676 (momento en que se encontraba sana) y finales
de febrero de 1677, felizmente cuando la situación con su hijo José Valentín
estaba resuelta de modo favorable para él.
En este documento José Valentín indicaba que su padre era natural de Burgos,
mientras que su madre era quiteña. Al momento de testar se encontraba en-
fermo, pero en su entero juicio. Tal como hiciese su madre una década antes,
mandaba que su cuerpo fuese sepultado delante del altar del Santo Cristo de
la Misericordia de la parroquia de San Roque, donde estaban enterrados sus
deudos. Asimismo, indicaba que el cura de la parroquia acompañase su cuerpo
con cruz alta y doble de campanas, y que se le dijese misa cantada. Tras las
mandas forzosas, declaraba estar casado con Agustina Martínez Díaz, también
quiteña, siendo sus hijos el Bachiller Miguel de Goríbar, presbítero, Nicolás
Javier de Goríbar, Ángela Javier de Goríbar y Andrés Javier de Goríbar60.
actualidad, “que compré todo de las personas que constan por la escriptura”.
En uno y otro había hecho los edificios y mejoras “que están de manifiesto”
(lo que indica que esta parte del edificio debía de estar en buen estado de
conservación al momento de testar). Además, estos edificios se encontraban
libres de censo, empeño e hipoteca61.
En su testamento demuestra cómo tenía relación con sus vecinos, pues señala
que Gerónimo de Castro, quien poseía tierras junto a su vivienda, lo nombró
albacea “de unos cortos bienes”, entre ellos de un pedazo de solar (el que
lindaba con su casa) que dejó a su hijo Gerónimo Castro, quien parece que
pretendía ingresar al mismo de modo injusto, según reconoce José Valentín62.
Los documentos inéditos que hemos analizado nos permiten trazar un pa- Conclusión
norama más completo del ámbito familiar de Nicolás Javier de Goríbar en
décadas en las que se tenía casi nulo conocimiento de las tensiones familiares
que hubo de presenciar siendo un niño, y hemos podido conocer mejor a su
padre, del que se tenía poca información tanto laboral como humana. Ahora
sabemos que José Valentín de Goríbar fue médico, y en lo personal, era un
hombre preocupado por mantener y ayudar a su familia. Tras un giro inespe-
rado de los acontecimientos que habían de llevarlo al sacerdocio, fundó una
familia en la que crecieron un sacerdote y un pintor que haría carrera entre
los últimos lustros del siglo XVII y el primer tercio del XVIII, y que trabajaría
con el mejor artista quiteño del barroco, Miguel de Santiago.
211
Universo Barroco Iberoamericano
Notas 1. Dos cuadros pertenecientes a la iglesia de Guápulo, cuatro lienzos que tenía
que entregar al doctor don Gregorio Matheo, que solo estaban imprimados, y
otros lienzos sin acabar para el padre Pedro Álvarez de la Compañía de Jesús.
Diego Dávalos, mayordomo de la Cofradía de Nuestra Señora de Guadalupe, de-
mandaba la entrega de dos lienzos de dos varas de alto, uno de San Francisco
Xavier y otro de San Carlos Borromeo, que al morir don Carlos de Saboya los
donó para adorno de la iglesia. El padre Fernando María Consuiti, Procurador
del Colegio Máximo de la Compañía de Jesús, retiró tres cuadros: uno de San
Francisco Solano, otro de Santa Rosa de Lima y otro de Santa Rosa de Viterbo el
9 de enero de 1740. El documento está reproducido en Costales Samaniego, Al-
fredo. “El arte en la Real Audiencia de Quito. Artistas y artesanos desconocidos
de la “Escuela quiteña””. Arte colonial quiteño. Renovado enfoque y nuevos actores.
Quito, FONSAL, 2007, pág. 230.
3. Costales Samaniego, Alfredo. “El arte en la Real Audiencia de Quito...”, op.
cit., pág. 229.
6. Vargas, José María. Miguel de Santiago. Su vida, su obra. Quito, Editorial Santo
Domingo, 1970, pág. 45.
7. Archivo Nacional del Ecuador (en adelante, ANE), sección Protocolos nota-
riales, 1ª notaría, vol. 97, fol. 409 v-410 r.
8. ANE, sección Protocolos notariales, 4ª notaría, vol. 43, fol. 181 r. En una peti-
ción de perdón de Mariana Ruiz a su hijo, que estudiamos más abajo, se mencio-
na a Miguel de Goríbar como “hombre Español de los Reinos de España”. Véase
ANE, sección Protocolos notariales, 1ª notaría, vol. 244, fol. 246 v. Aunque no se
hubiese producido el enlace matrimonial entre Miguel y Mariana, según el tes-
tamento de ella había recibido su “palabra de casamiento”. Véase ANE, sección
Protocolos notariales, 1ª notaría, vol. 241, fol. 130 v.
9. Moreno Egas, Jorge y Morán Proaño, Nancy. Historia del Antiguo Hospital San
Juan de Dios. Tomo I. Época colonial: El Hospital de la Misericordia de Nuestro Se-
ñor Jesucristo (1565-1830). Quito, Instituto Metropolitano de Patrimonio, Museo
de la Ciudad, 2012, pág. 61.
212
Clarificando los orígenes del pintor Nicolás Javier de Goríbar: Nuevos datos sobre su familia paterna - Ángel Justo-Estebaranz
10. ANE, sección Protocolos notariales, 5ª notaría, vol. 54, fol. 69 r-72 r.
11. ANE, sección Protocolos notariales, 1ª notaría, vol. 254, fol. 29 v-30 v.
13. Idem, págs. 229-230. En 1683 compraba unas casas y terreno a los herederos
y viuda de Bartolomé Bilchón, maestro escultor. Webster cree que Tipán debió
adquirir todo el espacio del taller de Bilchón.
14. Webster, Susan V. Quito, ciudad de maestros…, op. cit., pág. 229.
15. Justo Estebaranz, Ángel. Pintura y sociedad en Quito en el siglo XVII. Quito,
Pontificia Universidad Católica del Ecuador, 2011, pág. 125.
16. ANE, sección Protocolos notariales, 1ª notaría, vol. 221, fol. 293 r-v. En el
auto que figura a continuación del testimonio de José Valentín de Goríbar se
indica que Beatriz Sánchez de la Cerna era mestiza. Asimismo, se le concedía
licencia para que otorgase por sí sola escritura de venta del pedazo de tierra y
casa, por estar ausente su marido.
19. ANE, sección Protocolos notariales, 4ª notaría, vol. 12, fol. 375 r-377 r.
20. En un documento que resulta poco claro parece que, al haber pagado ya An-
drés Garzón 100 pesos, ahora se comprometía a pagar a los herederos del ante-
rior lo restante: a Bárbara Usuña 20 pesos, a Juan Marcial 20 pesos, y los 27 pesos
restantes a Maria(na) Ruiz y a Joseph Valentín de Goríbar. Véase ANE, sección
Protocolos notariales, 4ª notaría, vol. 12, fol. 376 v.
21. ANE, sección Protocolos notariales, 5ª notaría, vol. 52, fol. 198 r-v.
Este personaje aparece mencionado en la documentación como Juan de Aguilar,
Juan Chacón de Aguilar o Juan de Aguilar Chacón.
22. ANE, sección Protocolos notariales, 1ª notaría, vol. 244, fol. 242 r-243 r
(tachados 182 r-183 r).
23. ANE, sección Protocolos notariales, 1ª notaría, vol. 244, fol. 242 r.
24. ANE, sección Protocolos notariales, 1ª notaría, vol. 244, fol. 242 v.
25. De estos hijos, declaraba que eran hijos naturales habidos con Miguel de
Goríbar los siguientes: José Valentín, Juana y Casilda. Véase ANE, sección Proto-
colos notariales, 1ª notaría, vol. 244, fol. 242 v.
26. ANE, sección Protocolos notariales, 1ª notaría, vol. 244, fol. 242 v.
213
Universo Barroco Iberoamericano
27. ANE, sección Protocolos notariales, 1ª notaría, vol. 244, fol. 246 r- 247 r
(tachados 186 r-187 r).
28. “…con muy pequeña ocasión que le dio el d[ic]ho su hijo a la otorgante”.
Véase ANE, sección Protocolos notariales, 1ª notaría, vol. 244, fol. 246 v.
29. ANE, sección Protocolos notariales, 1ª notaría, vol. 244, fol. 246 v.
30. Ello situaría la muerte de Miguel de Goríbar en 1654, fecha que se contradice
con el testamento de Mariana, donde según los datos que aporta, Miguel debería
de haber muerto, como muy tarde, en 1652. Esta última fecha resulta más creíble
por efectuarse la donación de las casas que cita en el testamento en septiembre
de ese año, cuando habían quedado “por fin y muerte” de Miguel de Goríbar.
31. ANE, sección Protocolos notariales, 1ª notaría, vol. 244, fol. 247 r.
32. ANE, sección Protocolos notariales, 1ª notaría, vol. 241, fol. 130 r-131 v.
33. ANE, sección Protocolos notariales, 1ª notaría, vol. 241, fol. 130 r.
34. ANE, sección Protocolos notariales, 1ª notaría, vol. 241, fol. 130 v.
35. ANE, sección Protocolos notariales, 1ª notaría, vol. 241, fol. 130 v. No co-
nocemos el nombre del padre de esta hija, pues nada se indica en el testamento.
36. ANE, sección Protocolos notariales, 1ª notaría, vol. 241, fol. 130 v-131 r.
37. ANE, sección Protocolos notariales, 1ª notaría, vol. 241, fol. 131 r.
39. ANE, sección Protocolos notariales, 1ª notaría, vol. 241, fol. 131 r.
40. ANE, sección Protocolos notariales, 1ª notaría, vol. 241, fol. 131 r-v.
41. Estos objetos, de cuya entrega no se otorgó carta de dote, corresponden con
los mencionados por Mariana en su petición de perdón a José Valentín, aunque
en este momento es más precisa.
42. ANE, sección Protocolos notariales, 1ª notaría, vol. 241, fol. 131 v.
43. Moreno Egas, Jorge y Morán Proaño, Nancy. Historia del Antiguo Hospital
San Juan de Dios. Tomo I..., op. cit., pág. 61.
50. Jaramillo Alvarado, Pío. Los Profetas de Goríbar. Quito, Editorial Casa de
la Cultura Ecuatoriana, 1950, pág. 11. Jijón y Caamaño indicaba que en 1688
bautizaba a uno de los hijos de su matrimonio siendo padrino su hermano Mi-
guel, ya sacerdote. Véase Jijón y Caamaño, Jacinto. “Arte quiteño”. Conferencia
214
Clarificando los orígenes del pintor Nicolás Javier de Goríbar: Nuevos datos sobre su familia paterna - Ángel Justo-Estebaranz
pronunciada en la sala capitular de San Agustín, en junio 1949, con motivo del
II Congreso Eucarístico Nacional. Jacinto Jijón y Caamaño. Colección de textos
recopilados por J. Tobar Donoso. Quito, Biblioteca Ecuatoriana Mínima, 1960,
pág. 463.
Navarro reproducía el acta bautismal. El sacerdote que bautizó a Francisco de
Borja el 19 de octubre de 1688 fue el Maestro Francisco Martínez. Véase Navarro,
José Gabriel. Contribuciones a la Historia del Arte…, op. cit., pág. 56.
52. Costales Samaniego, Alfredo. “El arte en la Real Audiencia de Quito...”, op.
cit., pág. 229.
Aunque la relación con los jesuitas no se ha aclarado documentalmente aún, lo
cierto es que en la familia hay varios miembros con nombres de santos jesuitas.
Así, José Valentín puso a tres de sus hijos como segundo nombre Javier. Y el
pintor llamó a sus hijos Francisco de Borja y Juan Javier.
53. Navarro, José Gabriel. Contribuciones a la Historia del Arte…, op. cit., págs.
57-59.
55. ANE, sección Protocolos notariales, 1ª notaría, vol. 241, fol. 199 r-v.
56. ANE, sección Protocolos notariales, 1ª notaría, vol. 241, fol. 199 v.
57. ANE, sección Protocolos notariales, 4ª notaría, vol. 43, fol. 181 r-182 v (ta-
chados 177 r-178 r).
58. Costales Samaniego, Alfredo. “El arte en la Real Audiencia de Quito…”, op.
cit., pág. 229.
60. ANE, sección Protocolos notariales, 4ª notaría, vol. 43, fol. 181 v.
61. Los linderos eran los siguientes: por el frente, calle real en medio, casas de
Dª Ana de Pazmiño; por abajo, casas de Joseph Vallejos; por arriba, casas de los
herederos de un fulano Ramón; y por atrás, tierras de Gerónimo Castro y huertas
del sargento Robles y demás linderos.
62. ANE, sección Protocolos notariales, 4ª notaría, vol. 43, fol. 181 v-182 r.
63. ANE, sección Protocolos notariales, 4ª notaría, vol. 43, fol. 182 r.
64. ANE, sección Protocolos notariales, 4ª notaría, vol. 43, fol. 182 r.
65. Grunauer Andrade, Carla. “Nicolás Javier de Goríbar, “el pintor barroco de
la Escuela Quiteña”. Actas del III Congreso Internacional del Barroco Americano.
Territorio, Arte, Espacio y Sociedad. Tomo I. Sevilla, Universidad Pablo de Olavide
y Ediciones Giralda, S.L., 2001, pág. 319.
215
Universo Barroco Iberoamericano
Nota introdutória No âmbito da nossa investigação em torno da Casa Nobre na Região Demarcada
do Douro dos séculos XVII e XVIII, fomos levados pelo próprio percurso de
trabalho a estudar os mestres-de-obras responsáveis pela edificação das
casas nobres e solares. Esta fase de trabalho realizada em contexto ar-
quivístico revelou, a par dos dados que se pretendiam, outras informações
que alargaram o nosso conhecimento sobre o panorama artístico da região
nortenha, e em particular sobre os seus intervenientes. Com base nestes
dados, temos vindo a dedicar-nos à investigação dos artistas e artífices do
distrito de Bragança, estudo que revelou um corpus de artistas constituído por
mestres naturais e/ou residentes daquele(s) concelho(s) onde trabalhavam,
216
A presença de artistas espanhóis na diocese de Miranda-Bragança - Ana Celeste Glória
No que toca aos condicionalismos, devemos ainda ter presente alguns factos,
nomeadamente que o intercâmbio artístico hispano-luso foi mais acentuado
219
Universo Barroco Iberoamericano
durante o período de união das duas coroas, entre 1580 e 1640. Após esta data
e até ao tratado de paz entre Portugal e Espanha, 1668, nada se sabe, embora
tenhamos registos concretos da presença de artistas. No princípio do século
XVIII houve um período difícil, mais concretamente nos anos de 1709-1710,
data da invasão e saque da região de Miranda do Douro e Bragança pelas
tropas de Castela. Contudo, estes condicionalismos não impediram de todo a
circulação de artistas e artífices naturais e/ou oriundos de Espanha, embora
tenha influenciado o número de mestres activos. O levantamento bibliográfico
realizado a partir da bibliografia e documentação mencionada anteriormente,
revelou um número interessante de artistas presentes em Miranda do Douro
e Bragança, levando mesmo à identificação de dois grupos distintos. Um pri-
meiro, constituído por artistas que vieram para Trás-os-Montes, e que aqui
residiram e morreram, não tendo realizado qualquer obra, ou pelo menos
que se possa comprovar documentalmente. O segundo grupo, corresponde
ao de artistas identificados na documentação, ou na própria peça, através da
sua assinatura ou gravação de iniciais, no caso da ourivesaria, ou ainda pela
semelhança artística a outras obras de autoria comprovada.
teve um filho, Alonso da Paz. Após a sua morte, a 10 de Março de 1731, foi
sepultado na Igreja de São Francisco de Bragança24. E Lourenço Gonçalves
da Galiza, também residente em Bragança, é citado num registo de baptismo,
em 175025. Identificámos ainda um pintor, Bernardo Navarro, da Galiza, que
morre em Bragança em 179826.
Tabela I – Artistas sem produção artística na diocese de Miranda-Bragança (séculos XVI a XVIII).
NATURALI-
PROFISSÃO NOME OBRAS
DADE
BAL/BAS Salamanca Cálice para a Igreja Matriz de Teixeira, Bra-
gança (s.d)
LEDESMA, Francisco de Zamora Turíbulo para a Igreja Matriz de Palaçoulo,
Miranda do Douro (s.d.)
PÉREZ, Juan Zamora Cruz processional para a Igreja Matriz de
Santa Maria Madalena de Paradela, Miranda
do Douro (s.d)
ALONSO, Francisco Salamanca Cruz Processional para Igreja Matriz de
OURIVES / PRA- Ventozelo, Mogadouro (c. 1587)
TEIRO
GIL, Andrés Zamora Cálice para a Igreja Matriz de Vale de Águia,
Miranda do Douro (s.d)
Cruz processional para a Igreja Matriz de
Genizio, Miranda do Douro (s.d)
GURAYA, Martin Ruiz de Zamora Cálice para a Igreja Matriz de Aldeia Nova,
Bragança (s.d.)
Pixide de prata para a Igreja Matriz da Pó-
voa, Miranda do Douro (s.d)
TORRALVA, Gonçalo de Espanha (?) Apontamentos para a Sé de Miranda do
Douro (1547)
VELAZQUEZ, Francisco de Espanha (?) Mestre e empreiteiro da obra da Sé de Mi-
PEDREIRO / CAN- randa de Miranda do Douro (s.d.)
TEIRO FAYA, Pero de La Espanha Mestre e empreiteiro da obra da Sé de Mi-
randa do Douro (s.d.)
Colégio do Santo Nome de Jesus de Bragan-
ça (1545)
CENVELLÓN, Juan Zamora Casula carmesim para a Igreja de Matriz de
BORDADOR
Malhadas, Miranda do Douro (1559)
ROBLES, António André Zamora Retábulo da Capela-mor, coro, sacrário e
ENTALHADOR custódia para a procissão do Corpus Christi
da Sé de Miranda (c.1565-1579)
NAVAJO, Francisco Espanha (?) Obras de carpintaria na Sé de Miranda do
CARPINTEIRO
Douro (1588)
223
Universo Barroco Iberoamericano
Na área dos têxteis, que segundo António Mourinho (Júnior) teve grande
procura na medida em que a Diocese realizava significativas aquisições em
Zamora e Valladolid44, encontrou-se somente a referência a um bordador,
Juan Cenvellon, de Zamora, que em 1559, executou “ (…) una casulla de
terciopelo carmesí de Granada con su cenefa de tela de oro rica y franjas de
carmesí y oro, más estola y manípulo del mismo género y un alba de lienzo
fino con faldones y guardiciones de terciopelo (...)” para a Igreja Matriz de
Malhadas, em Miranda do Douro , e da qual se desconhece a existência45.
Tabela III – Artistas com produção artística na diocese de Miranda-Bragança (séculos XVII).
225
Universo Barroco Iberoamericano
Douro70. E ainda, Francisco Gomes, de Santa Maria das Fragas (Galiza), que
em 1749, arrematou a obra do «lagiado da capela da vila de Rebordaos com
os degraos do altar a romana» da Igreja Matriz de Mós de Rebordães, em
Bragança71. Na mesma data, este pedreiro trabalhava na Igreja de S. Pedro,
na povoação de Mós, também em Bragança72.
228
A presença de artistas espanhóis na diocese de Miranda-Bragança - Ana Celeste Glória
229
Universo Barroco Iberoamericano
No estudo dos artistas não podemos deixar de aferir à presença de obras pro-
venientes de Espanha, cuja aquisição se deveu também ao cabido de Miranda,
sejam peças de escultura, ourivesaria, têxtil, entre outras. Embora se des-
conheça o seu autor, e havendo documentação que suporte a proveniência
232
A presença de artistas espanhóis na diocese de Miranda-Bragança - Ana Celeste Glória
1. Doutoranda em História da Arte – esp. História da Arte Moderna, na Facul- Notas
dade de Ciências Sociais e Humanas, Universidade de NOVA de Lisboa. Investi-
gadora do Instituto de História da Arte, na mesma Universidade. E-mail: anace-
[email protected].
2. O estudo dos artistas e artífices do norte de Portugal foi tema de um projecto
de investigação coordenado por Natália Ferreira-Alves, ao qual resultou o Dicio-
nário de artistas e artifícies do norte de Portugal (2008), que “(…) teve o objetivo de
fazer o levantamento exaustivo dos artistas que exerceram a sua atividade no Norte
de Portugal entre os séculos XII e XX, contribuindo para uma maior sistematização
da atividade artística do Norte de Portugal”, e divulgação de obras e respectivos
autores. Consulte-se Ferreira-Alves, Natália Marinho (coord.). Dicionário dos Ar-
tistas e artifícies do norte de Portugal, Porto, CEPESE, 2008. Disponível on-line
<http://www.cepesepublicacoes.pt/portal/pt/obras/dicionario-de-artistas-e-ar-
tifices-do-norte-de-portugal > [Consultado em 3 de Junho de 2017].
4. Nas seguintes obras: Mourinho (Júnior), António. A talha nos concelhos de Mi-
randa do Douro, Mogadouro e Vimioso nos séculos XVII e XVIII. Miranda do Douro,
Assoc. de Munícipios do Planalto Mirandês, 1984; Idem. Arquitectura religiosa da
diocese de Miranda do Douro – Bragança, Sendim, Câmara Municipal de Miranda
do Douro, 1995; Alexandre Rodrigues, Luís. Bragança no século XVIII: Urbanismo,
Arquitectura. Dissertação de Mestrado em História da Arte, Faculdade de Letras
da Universidade do Porto, 2 vols., 1995; Idem. De Miranda a Bragança: arquitec-
tura religiosa de função paroquial na época moderna. Dissertação de Doutoramen-
to em História da Arte apresentada à Faculdade de Letras da Universidade do
Porto, 2001, 3 vols.
233
Universo Barroco Iberoamericano
5. A documentação notarial da região continua ainda por estudar na sua totali-
dade, embora os historiadores citados em muito tenham contribuído para parte
da sua divulgação. Todavia, outros fundos ficaram por revelar, como os fundos
dos arquivos municipais e particulares, em virtude de apresentam algumas difi-
culdades por parte do seu acesso, nem sempre garantido.
7. Leitão Bandeira, Ana Maria, “Contributo para um dicionário de artistas que
trabalharam no distrito de Bragança”. Brigantia, n.ºs 3-4, Vol. XX, 2000, págs.
161-167.
9. Celeste Glória, Ana. “Novos contributos para o estudo dos artistas e artífices
setecentistas do concelho de Carrazeda de Ansiães”. Revista CEPHIS - Torre de
Moncorvo, Coord. Adília Fernandes, Edições Humus, n.º6, 2016, págs. 307-335.
E, Celeste Glória, Ana,”A emigração de artistas minhotos para o distrito de Bra-
gança durante o século XVIII”. Revista CEPHIS, Coord. Adília Fernandes, Edições
Humus, n.º7, 2017, págs. 43-76.
11. Por ordem de citação: Correia Borges, Nelson. “Artistas e artífices espanhóis
em Portugal durante o Barroco e o Rococó: ponto dos conhecimentos”. Relacio-
nes artisticas entre Portugal y España. Valladolid, Junta de Castilla y Leon, 1986,
págs. 71-89; Mourinho (Júnior), António. “Notícia de alguns viajantes portugue-
ses e de espanhóis na antiga Diocese de Miranda do Douro nos séculos XVI, XVII
e XVIII”. Actas del VII Simposio Hispano-Portugués de Historia del Arte, Las
relaciones artísticas entre España y Portugal: Artistas, Mecenas y Viajeros, Cá-
ceres – Olivenza, Universidad de Extremadura, 1995, págs.107-122; e, Alexandre
Rodrigues, Luís. “Contributos artísticos de estrangeiros na região ocidental de
Trás-os-Montes e oficinas locais. Séculos XVI-XVIII”. Artistas e Artífices no Mun-
do de Expressão Portuguesa, Porto, CEPESE, 2008, págs. 93-111.
17. Alexandre Rodrigues, Luís. Bragança no século XVIII…, op.cit., Vol.2, pág. 9.
24. Ibidem, Vol.2, pág. 31; Alexandre Rodrigues, Luís. De Miranda a Bragança:
arquitectura religiosa…, op.cit., Vol.2, pág. 59.
26. Serrão, Vítor; Cardoso, Manuel. “Dez núcleos de pintura da Idade Moderna
na região das Terras Quentes (Concelho de Macedo de Cavaleiros). Séculos XVI,
XVII e XVIII”. Cadernos Terras Quentes, Revista da Associação de Defesa do Patri-
mónio Arqueológico do Concelho de Macedo de Cavaleiros, Macedo de Cavaleiros,
nº2, 2005, p. 7. Disponível in < http://www.terrasquentes.com.pt/Content/Pu- 235
Universo Barroco Iberoamericano
blicacoes/Caderno2/Artigo_Dez_N%C3%BAcleos_de_Pintura.pdf> [Consultado
em 14 de Agosto de 2017]. O mesmo autor menciona um outro Navarro: " João
António Pereira Navarro, de Bragança, referido em 1777”, cuja naturalidade des-
conhecemos, podendo ser ou não familiar deste Bernardo Navarro.
29. Ibidem.
30. Cruz Grancho, Nuno. “As relações artísticas transfronteiriças …”, op.cit.,
pág. 103.
31. Ibidem.
32. Ibidem.
34. Ribeiro Gomes, José Manuel Pereira (coord.). Ourivesaria sacra. (Comemo-
rações Jubilares dos 450 Anos da Diocese de Bragança-Miranda; 1). Bragança,
Departamento de Liturgia e Património Cultural da Diocese Bragança-Miranda,
pág. 42; Cruz Grancho, Nuno. “As relações artísticas transfronteiriças …”, op.
cit., pág. 103.
35. Navarro Talegón, José. “Artistas zamoranos …”, op.cit, pág. 612.
36. Ribeiro Gomes, José Manuel Pereira (coord.). Ourivesaria sacra, op.cit., pág.
15, 17.
47. Ribeiro Gomes, José Manuel Pereira (coord.). Ourivesaria sacra, op.cit., pág.
26; Cruz Grancho, Nuno. “As relações artísticas transfronteiriças…”, op.cit., pág.
103.
48. Navarro Talegón, José. “Artistas zamoranos…”, op.cit., págs. 610, 613; Cruz
Grancho, Nuno. “As relações artísticas transfronteiriças …”, op.cit., págs. 101,
103.
49. Ibidem, pág 614; Ibidem, pág. 103; Ribeiro Gomes, José Manuel Pereira
(coord.). Ourivesaria sacra, op.cit., pág. 23.
50. Ibidem, pág. 614; Ribeiro Gomes, José Manuel Pereira (coord.). Ourivesaria
sacra, op.cit., pág. 38.
51. Cruz Grancho, Nuno. “As relações artísticas transfronteiriças …”, op.cit.,
pág. 103.
52. Ibidem.
58. Sobre este consulte-se: Martín González, Juan José. Escultura barroca en
España, 1600-1770, Madrid, Cátedra, 1983; Idem. El escultor Gregorio Fernández,
Madrid, Ministerio de Cultura, 1980; Idem. Escultura barroca castellana, Madrid,
Fundación Lázaro Galdiano, 1971.
60. Ibidem.
61. Alexandre Rodrigues, Luís. De Miranda a Bragança…, op.cit., Vol.2, pág. 30.
64. Alexandre Rodrigues, Luís. De Miranda a Bragança…, op.cit., Vol.2, pág. 64;
e p. 142, nota 459 e 460.
66. Cf. Rodrigues, Luís Alexandre, De Miranda a Bragança…, op.cit., Vol.2, pág.
63; pág. 141, nota 457.
71. Alexandre Rodrigues, Luís. De Miranda a Bragança…, op.cit., Vol.2, pág. 30.
72. Ibidem.
74. Alexandre Rodrigues, Luís. De Miranda a Bragança…, op.cit., pág. 51; 127,
nota 349.
77. Segundo António Mourinho (Júnior): “No ano de 1798 concluiu-se a obra do
adro e pagou-se a Miguel pedreiro que no meu entender era Miguel Garcia da Pro-
vincia da Galiza que fez a capela mor de Grijó de Parada.” (In Ibidem, pág. 434). A
238 documentação relativa a esta obra, segundo Mourinho, encontra-se no Arquivo
A presença de artistas espanhóis na diocese de Miranda-Bragança - Ana Celeste Glória
78. Alexandre Rodrigues, Luís. De Miranda a Bragança…, op.cit., pág. 41, nota
264.
79. Correia Borges, Nelson. ““Artistas e artífices espanhóis …”, op.cit., pág. 79.
82. Ibidem.
83. “(…) segundo o abade de Baçal, Damião Bustamante ter-se-ia fixado aqui, em
Vale da Porca e daqui teria irradiado a sua acção de artista pelo Nordeste.”. Teria
sido em Vale da Porca que nasceu o filho de Damião Bustamante, João Rodrigues,
entalhador e dourador (…)”. Mourinho (Júnior), António Mourinho Rodrigues,
“Damião Bustamante…”, op.cit., pág. 224.
85. “Também não sabemos se o nosso pintor terá executado as pinturas do tecto da
igreja de Santa Clara e de Santa Maria de Bragança”. Cf. Ibidem, pág. 233.
Marcello Fagiolo
Centro Studi Cultura e Immagine di Roma - [email protected]
Resumen Fin dall’inizio (1564 c.) il piano di Juan Bautista de Toledo prevedeva un “ci-
miterio de los antiguos”: la cripta dell’Escorial riceverà il nome di Panteón
a somiglianza del tempio di Roma e, secondo il padre Santos, se il Pantheon
era stato dedicato a tutti gli Dei “por la misma razon se podra llamar tam-
bien a este sepulcro Panteón, porque está dedicado para todos los Reyes de
España, que fuera de ser dioses en la tierra… se podran llamar Dioses del
cielo… tanta a sido su religion i piedad”.
L’edificio ideato da G.B. Crescenzi si ispirava per di più alle catacombe e
alle confessiones realizzate a Roma nel tardo ‘500, da S. Maria Maggiore
a S. Pietro (siti in cui Crescenzi aveva lavorato come soprintendente). Gli
elementi decorativi bronzei, ispirati ai mosaici medievali romani e alle tom-
be fiorentine dei Medici, vengono letti in riferimento a Cristo arbor Vitae
(da cui discendevano i Re spagnoli, milites christiani); l’epigrafe sull’altare
“RESURRECTIO NOSTRA” identifica la resurrezione di Cristo con quella dei
re spagnoli. Il Panteón è insieme mausoleo imperiale, “cappella palatina”,
rotonda dell’Anastasis e Retablo-Teca-Reliquiario.
Va detto che fin dall’inizio (1564 circa) il piano di Juan Bautista de Toledo
prevedeva un “cimiterio de los antiguos”4, un Pantheon alla romana con urne
di marmo o di pietra (la cupola – del diametro di 10 metri, un quarto di quella
del Pantheon – fu completata nel 1570).
Insieme tempio dedicato a "tutti gli dei" (7 Pianeti, ovvero 12 Dei maggiori) L’archetipo del Pantheon
e mausoleo dinastico (al pari di quelli dei sovrani ellenistici assimilati al
Sole), il Pantheon di Roma è legato sia ad Augusto che ad Adriano (edificato
da Agrippa, genero di Augusto nel 27-25 a. C., fu ricostruito integralmente
da Adriano).
Il Pantheon o "Rotonda" si qualifica per la straordinaria cupola di 43,5 metri
di diametro, la più grande mai costruita con tecniche tradizionali (avvicina-
ta solamente da S. Maria del Fiore e da S. Pietro in Vaticano); la cupola si
conchiude nell'oculo centrale, di 9 metri di diametro. Lo spazio complessivo
è il risultato di un gioco di volumi puri, di proporzioni, di numeri e calcoli
matematici. La cella è determinata dalla sovrapposizione di un cilindro (col
raggio corrispondente all'altezza) e di una semisfera; nell’aula è perfetta-
mente iscrivibile una sfera completa, simbolo insieme della Terra e del Cielo.
La sacralità Non a caso Crescenzi ripristinò l’invaso con rapporto 1:1 tra base e altezza
della “confessio” come nel Pantheon e scelse capitelli corinzi che sono repliche esatte di
al modo romano quelli adrianei (mentre Gómez de Mora aveva proposto l’ordine dorico8), ma
bisogna dire che, in un certo senso, il Pantheon di Roma si pone agli antipodi
rispetto a quello dell’Escorial: il significato solare del monumento adrianeo
contrasta infatti con la plumbea oscurità del Panteón concepito come cripta
senza luce, quasi un regno degli Inferi. La penombra veniva perfino giustificata
con l’accostamento all’ascetismo delle antiche sepolture ipogee, illuminate
soltanto dalle lucerne9.
Già Filippo II pensava a una assimilazione della cripta alle confessiones presso
le tombe dei martiri cristiani. La sua idea era di costruire “un como cemente-
rio de los antiguos, donde estuviesen los cuerpos reales sepultados y donde
se le hiciesen los oficios y misas y vigilias, como en la primitiva Iglesia se
solían hacer con los mártires, donde celebraban sus memorias”10. Il tema,
codificato nelle Instructiones di Carlo Borromeo (1577), nei decenni successivi
veniva rilanciato a Roma nel segno della ripresa della religiosità della chiesa
delle origini, soprattutto per opera dell’oratoriano Cesare Baronio (sistema-
242
Intorno al Panteón de los Reyes dell’Escorial: il Mausoleo-Retablo-Teca-Reliquiario fra tenebra e luce - Marcello Fagiolo
zioni dei SS. Nereo e Achilleo, 1596-97, e S. Cesareo, 1597-1603), con cripta
visibile attraverso una fenestella confessionis nell’altar maggiore con modalità
“all’antica” ripresa dalla confessio della basilica vaticana. Accanto alla confes-
sio “all’antica”, un nuovo tipo “alla moderna” veniva inaugurato nella Cappella
Sistina in S. Maria Maggiore11. Questa tipologia - che consentiva l’accesso
diretto con scalinate per i fedeli – verrà fissata sotto Clemente VIII nelle nuove
confessiones delle basiliche di S. Giovanni in Laterano, S. Paolo fuori le Mura e
soprattutto S. Pietro in Vaticano. Avviata nel 1592 da Giacomo della Porta per
Clemente VIII in corrispondenza della tomba di Pietro, la confessio vaticana
veniva realizzata con grande ricchezza di marmi e bronzi su progetto di Carlo
Maderno negli ultimi anni della permanenza di Crescenzi a Roma (1615-17).
Parallelamente la confessio veniva collegata alle “Sacre Grotte vaticane”, lo
spazio ipogeo ricavato sotto il pavimento della nuova basilica per raccogliere
tutti i resti delle sepolture papali provenienti dalla distruzione della vecchia
basilica (la sistemazione “museografica”, avvenuta soprattutto nel biennio
1609-10, fu inaugurata nel 1617) (Figg.5e-f).
Per tornare al Pantéon, appare significativo il fatto che soltanto 75 anni dopo la
sua primitiva ideazione (e un trentennio dopo il progetto iniziale di Crescenzi)
si riuscirà a ottenere una presa di luce, per volontà di Felipe IV12, scavando
dall’esterno della chiesa, sotto l’altar maggiore: soltanto allora, alle prime
luci del mattino, il sole da oriente avrebbe potuto raggiungere le tombe dei
Re (Fig.1b). Soltanto allora, come scrive il padre Santos, il Panteón “se vió
libre de las tinieblas en que estaba cerrada su hermosura”, e si affermava
il valore sacrale della “luz del Sol, que corre á su Ocaso, para lograr nuebo
resplandor en otro dia; y tiene su nacer de su morir: saliendo como nueba-
mente luzido de la noche en que se avia sepultado, exemplar admirable de
la Resurrección...”13.
Nel 1626 viene descritta da Cassiano del Pozzo una visita guidata da Crescenzi
a lume di candela. Viene da pensare che lo spazio così luministicamente tragi-
co fosse in sintonia con l’ambiente pittorico romano dominato da Caravaggio.
La presenza dell’unica debole fonte di luce - proveniente da destra per chi
scende nella rotonda - fa pensare a opere come la Vocazione di Matteo di
Caravaggio (Roma, S. Luigi dei Francesi), mentre la suggestione delle visite
a lume di candela può evocare un altro capolavoro caravaggesco, le Opere di
Misericordia (Napoli, Pio Monte della Misericordia) con la torcia sorretta dal
sacerdote nella scena del trasporto alla sepoltura (Fig.2b)14. E si può pensare
a tante opere di pittori caravaggeschi e in particolare di Gherardo delle Notti
che, arrivato a Roma nel 1610, sarebbe diventato a sua volta un caposcuola.
Le scene cristologiche illuminate da torce e candele (Fig.2c), spesso in coin-
cidenza col tema del seppellimento di Cristo, appaiono in sintonia col rito
liturgico controriformato dell’“Ufficio delle Tenebre” nella Settimana Santa,
con lo spegnimento progressivo delle candele fino a quando la chiesa restava
nell’oscurità e l’ultimo salmo veniva cantato in tenebris.
243
Universo Barroco Iberoamericano
1a. Escorial, Panteón de los Reyes (iniziato nel 1617 da G.B. Crescenzi ; terminato nel 1654; foto Wiki Commons).
1b. Escorial, Panteón de los Reyes (pianta da J.R. de la Cuadra Blanco, 1996). Con la freccia abbiamo visualizzato
l’unica fonte di luce, proveniente dal Patio de los Mascarones, aperta nel 1647-48; in alto è l’invaso della scala,
costruita negli stessi anni.
1c. Escorial, Panteón de los Reyes (sezione; incis. di Pedro de Villafranca, 1657).
Nel Panteón gli elementi bronzei dovevare rispondere con riflessi dorati alla
luce delle fiaccole, evocando forse la ricchezza delle decorazioni auree del
Tempio di Salomone, che sarebbe stato ispirato dal Grande Architetto dell’U-
niverso e realizzato dallo scultore-architetto fenicio Hiram21.
2a. Escorial, Panteón de los Reyes (sezione; incis. di Pedro de Villafranca; particolare).
2b. Caravaggio, Sette opere di Misericordia (Napoli, Pio Monte della Misericordia, particolare; foto Wiki Commons).
2c. Gherardo delle Notti, Derisione di Cristo (Los Angeles County Museum, particolare; foto Wiki Commons).
2d. Roma, Ciborio della Cappella Sistina in S. Maria Maggiore (archit. Domenico Fontana, sculture di Sebastiano
Torrigiani; foto M. Fagiolo).
2e. Pompeo Targone (su modello di G.B. Crescenzi), Altare della Cappella Paolina in S. Maria Maggiore: la gloria di
angeli intorno all’icona mariana (foto C. Marconi).
246 2f. Gian Lorenzo Bernini, Tomba nella Cappella Raymondi (Roma, S. Pietro in Montorio, particolare; foto C. Marconi).
Intorno al Panteón de los Reyes dell’Escorial: il Mausoleo-Retablo-Teca-Reliquiario fra tenebra e luce - Marcello Fagiolo
In primo luogo ritengo che il motivo dei girali d’acanto costituisca un riferi-
mento alla natura politico-monarchica del Panteón, con un riferimento alla
romanitas augustea: appare immediato il riferimento ai rilievi dell’Ara Pacis
(scoperti negli scavi del 1565 presso S. Lorenzo in Lucina; Fig.3c) con l’acanto
che è stato collegato al doppio simbolismo apollineo-dionisiaco (nei rilievi
sono presenti anche tralci di vite)23. Il motivo antico era noto anche per gli
elementi reimpiegati nel medioevo e in età moderna: Crescenzi doveva cono-
scere sicuramente i fregi provenienti dalle terme di Caracalla, ricomposti da
Martino Longhi il vecchio nei portali laterali di S. Maria in Trastevere (1580-
95)24. Per passare a un’altra tipologia artistica, a Crescenzi era ben noto lo
splendido fregio musivo a girali nella trabeazione tardo-antica dell’aula di
S. Maria Maggiore. Nel primo rinascimento il motivo viene ripreso spesso
nella scultura (vedi la Porta bronzea di Filarete in S. Pietro o i bassorilievi
marmorei di Andrea Bregno) e nelle arti decorative legate alle “grottesche”
(si pensi alle pitture e agli stucchi di Raffaello e della sua scuola).
Bisogna riflettere poi sul racconto vitruviano della nascita dell’ordine corinzio
(l’ordine che caratterizza, come si è detto, sia il Pantheon che il Panteón)
che sarebbe stato ideato da Callimaco dopo aver visto il cesto votivo che una
giovinetta avrebbe lasciato su una tomba. L’acanto cresciuto in quel cesto
sarebbe dunque trasfigurato in primis nei grandi racemi che nel Panteón de-
corano i sarcofagi sopra ai sostegni a zampa di leone (ideogramma di regalità
eroica dei “Catholicos Leones de Espana”25) in sintonia col simbolismo di
resurrezione che l’acanto avrebbe acquisito a partire dall’età paleocristiana26.
247
Universo Barroco Iberoamericano
3a. Escorial, Altare del Panteón de los Reyes (incis. di Pedro de Villafranca, particolare). Da notare il Crocefisso
originario di Pietro Tacca e i tre fregi con girali d’acanto.
3b. Escorial, cupola del Panteón de los Reyes (foto Wiki Commons).
3c. Rilievo augusteo con girali di acanto (lastra dell’Ara Pacis, I sec. d.C.; foto Wiki Commons).
3d. Roma, mosaico absidale di San Clemente (1100 circa; foto Wiki Commons). Particolare coi girali di acanto intorno
all’albero della Croce.
3e. Roma, mosaico absidale di S. Maria Maggiore (1295; foto M. Fagiolo). Particolare coi girali di acanto.
3f. Pacino di Buonaguida, Cristo come Albero della Vita (Firenze, Galleria dell’Accademia, 1305-10; foto Wiki
Commons).
3g. Taddeo Gaddi, Cristo come Albero della Vita (affresco nel Refettorio di Santa Croce a Firenze,1355 c.; foto Wiki
248 Commons).
Intorno al Panteón de los Reyes dell’Escorial: il Mausoleo-Retablo-Teca-Reliquiario fra tenebra e luce - Marcello Fagiolo
Nella cupola del Panteón (Fig.3b) gli otto costoloni doppi rimandano ai sedici
costoloni della cupola vaticana (si ricordi la soprintendenza di Crescenzi
alla esecuzione dei mosaici). Gli Angeli con i candelieri, realizzati nel 1628
su modelli di Crescenzi (Fig.2a), rievocano a mio avviso gli angeli chiamati
alla ricognizione delle tombe nel giorno del Giudizio Universale, quando altri
Angeli con le trombe spingeranno i defunti a uscire dalle tombe. Lo scenario
ideato da Crescenzi non è dissimile dalle tombe della Cappella Raymondi
di Bernini in S. Pietro in Montorio (1642-46; Fig.2f), con le torce dei putti
angelici che illuminano i cadaveri dei Raymondi (vedi il putto nella tomba
destra, mentre nella tomba sinistra un altro putto spegne con un soffio la
sua torcia) prefigurando il giorno del Giudizio, che viene appunto visualizzato
in uno dei due sarcofagi.
Le fonti sulla morte di Felipe II e di Felipe III30 e le poche iscrizioni del Panteón
confermano il clima di attesa della fine del mondo e della “Resurrectión ge-
neral”. L’epigrafe sull’altare “resurrectio nostra” identifica esplicitamente la
resurrezione di Cristo con quella dei re spagnoli. Il tema della morte-resur-
rezione viene espresso nelle due figure allegoriche che sormontano l’epigrafe
dedicatoria del 1654 nel portale d’accesso alla scala del Panteón: la Natura
e la Spes (commissionate nel 1652 a scultori di Roma; Fig.4g)31. La Natura
mortale dell’uomo (la corona e lo scettro della figura dormiente alludono ai
sovrani) esprime l’idea della caduta e della la morte (“natura occidit”), mentre
la Speranza con gli occhi rivolti al cielo esprime l’idea dell’innalzamento,
dell’esaltazione, della rinascita (“exaltat spes”); le due statue inoltre desi-
gnano, collocate in quel sito, la discesa verso il Panteón e l’ideale ascesa al
cielo dei monarchi. Commissionate a Roma nel 1652 dalla corte spagnola, le
due statue possono essere attribuite allo scultore carrarese Domenico Guidi,
allora ventisettenne, che aveva lavorato con lo zio Giuliano Finelli (assisten-
249
Universo Barroco Iberoamericano
Il Pantheon Nei quasi due millenni della sua storia il Pantheon, consacrato successiva-
da chiesa a mausoleo mente a tutti gli Dei, alla Madonna e a tutti i Martiri e poi alle glorie dell'arte
(intorno a Raffaello), all’Accademia dei “Virtuosi al Pantheon” e infine ai
sovrani della nazione italiana (in sintonia coi "pantheon" dinastici sorti in ogni
parte del mondo), è divenuto immagine simbolica dell'eternità ideale della
civiltà romana nella sua permanenza e nelle sue trasmutazioni.
4a-b. Escorial, Panteón de los Reyes: i sarcofagi di Carlos V, Alfonso XII, Alfonso XIII (foto Wiki Commons).
4c. Luigi Capponi, Tomba dei fratelli Bonsi (1500; Roma, S. Gregorio al Celio, particolare del sarcofago; foto M.
Fagiolo).
4d-e. Andrea Verrocchio, Sarcofago di Giovanni e Piero de’Medici (14d9-72, Firenze, Sagrestia Vecchia di S. Lorenzo;
foto Sailko, Wikipedia).
4f. Ambito di Cristoforo Roncalli (con partecipazione di G.B. Crescenzi), Abbondanza (affresco nella Sala
dell’Accademia in Palazzo Crescenzi a Roma; particolare del basamento; foto ICCD).
4g. Domenico Guidi (attrib.), la Natura e la Speranza nel portale di accesso al Panteon de los Reyes (foto Wiki
Commons). 251
Universo Barroco Iberoamericano
Dal Santo Sepolcro ai Insieme al Pantheon (e alla “cappella palatina”), il S. Sepolcro di Gerusalemme
nuovi "panthea" dinastici (Fig.5a) può essere considerato l'archetipo fondamentale per la formazione
e la significazione di un cospicuo filone di cappelle sepolcrali di santi ovvero
di sovrani o uomini illustri o grandi dinastie che si richiamano da un lato
alla tomba di Cristo (luogo di morte e di resurrezione, di tenebra e di luce) e
dall'altro all'edificio-simbolo di Roma antica, che viene ormai a designare il
tema del mausoleo regale. Non si dimentichi che il Panteón corona esem-
plarmente l’Escorial, improntato da Felipe II e dai suoi architetti al modello
gerosolimitano del Tempio di Salomone.
Il complesso religioso realizzato da Costantino nel luogo del calvario e del-
la sepoltura (326-35)40 comprendeva una spettacolare sequenza di spazi
simbolici, alternamente aperti o coperti: un quadriportico, una basilica o
martyrium, un secondo cortile porticato con la roccia del Calvario coronata
da una croce scintillante, e infine la rotonda dell'Anastasis (Resurrezione).
L'idea di resurrezione veniva suggerita anche dalla apertura ad oculo che
(forse già in età costantiniana) concludeva la cupola (o copertura conica;
Fig.5b). L'Anastasis è insieme Pantheon e Mausoleo: il fondatore del nuovo
evo cristiano appariva infatti attorniato dalle colonne-Apostoli, così come nei
panthea ellenistico-romani i sovrani assimilati al sole si accompagnavano ai
dodici Dei maggiori.
dono i due temi della salita verso la luce e della discesa della Luce divina
a illuminare la rotonda cosmica, e analogamente nel S. Sepolcro convivono
esplicitamente il senso della discesa nel sepolcro e della salita di resurrezione
attraverso l’oculo della volta.
5a-b. Gerusalemme, basilica del S. Sepolcro (pianta e sezione della “Anastasis”; da B. Amico, 1620).
5c. Granada, sezione della Capilla Mayor della Cattedrale (archit. Diego de Siloé, 1528; elaborazione di M. Fagiolo,
sulla base del disegno di F. Heylán).
5d. Milano, Cappella Trivulzio in S. Nazario (iniziata da Bramantino nel 1512; foto Wiki Commons).
5e-f. “Confessione” sotto l’altar maggiore di S. Pietro in Vaticano (archit. C. Maderno, 1616-17; pianta e sezioni, da C.
Fontana 1694). 253
Universo Barroco Iberoamericano
In molti di questi complessi troviamo allineati lungo lo stesso asse l'altar mag-
giore centro del culto religioso e ombelico sacro della chiesa (nel S. Sepolcro
dei Crociati una cupola sovrasta il presunto omphalos, centro del mondo) e,
al di là del presbiterio, il mausoleo centro del culto della personalità.
come erede dei sovrani aragonesi); esisteva poi una sorta di gemellaggio fra
il S. Sepolcro e la chiesa dell’Escorial43. Il progetto sincretistico di fusione
tra S. Sepolcro e S. Pietro costituiva altresì il punto d’arrivo di una vicenda
millenaria che, a partire dall’appropriazione gerosolimitana da parte di Roma
(nuovo centro del cristianesimo, dopo la conquista islamica della Terrasanta),
poteva approdare infine a una ideale appropriazione della cupola vaticana
nella basilica del S. Sepolcro sotto il patronato della monarchia ispanica44.
6a. Gian Lorenzo Bernini, progetto per la decorazione della cupola del Pantheon con elementi araldici di Alessandro
VII Chigi (1655-67; disegno, BAV, cod. chig. P.VII.9).
6b. “Cupola da farsi sopra il S. Sepulcro di Nostro Signore” (disegno del 1617 c.; Biblioteca Nacional de Madrid; da D.
Rodriguez Ruiz 2014).
6c. Altare-reliquiario nella basilica dell’Escorial (archit. Herrera; foto Wiki Commons).
6d. Scaffalatura lignea nella Biblioteca dell’Escorial (archit. J. Herrera; foto Wiki Commons).
6e. Milano, Cappella di San Bernardino alle Ossa (seconda metà sec. XVII; foto Wiki Commons).
6f. Farmacia-libreria circolare (1700c., attrib. all’ebanista Agostino Fucito, autore delle scaffalature della Farmacia
degli Incurabili di Napoli; antiquariato Gogna).
6g. Caserta, Teatro di Corte del Palazzo Reale (archit. L. Vanvitelli, 1756-69; foto Wiki Commons). 255
Universo Barroco Iberoamericano
7a. Escorial, Panteón de los Reyes. Veduta dimostrativa dell’impianto di cinque delle otto campate (fotomosaico di C.
Marconi).
7b. Escorial, particolare della facciata (archit. Herrera; foto Jebulon, Wiki Commons). Da notare le due file di nicchie in
basso e, sopra, le finestre della Biblioteca.
7c. Escorial, raccordo fra il Retablo mayor e il cenotafio di Carlo V (archit. Juan de Herrera; montaggio fotografico di C.
Marconi). Da notare la continuità della trabeazione delle due ordinanze dotiche.
7d-e. Juan de Herrera, due progetti per l’Altare delle Reliquie della basilica dell’Escorial (disegni a penna, Biblioteca
del Palacio Real de Madrid; fotomontaggi ricompositivi di M. Fagiolo). Soprattutto il secondo disegno appare analogo
alla impostazione del Panteón per le serie di quattro urne in ciascun interasse.
257
Universo Barroco Iberoamericano
los propios santos los que hicieran su entrada”49. A questo punto ci si può
chiedere se Felipe III potesse aver mostrato questi disegni a Crescenzi come
indicazione programmatica per la strutturazione del Panteón, tanto più che
il primo progetto a 5 interassi si presenta proprio come una “scaffalatura” di
sarcofagi, dal sarcofago centrale davanti a cui è un “giacente” ad altre urne
dove appaiono in trasparenza sagome umane (si ricordi che nell’Escorial
erano stati raccolti, in particolare, cinque santi corpi interi). Si tratta ovvia-
mente di progetti ben diversi rispetto ai due altari dell’Annunciazione e di
San Girolamo e sicuramente concepiti per un sito diverso (da confrontare ad
esempio con l’altare della sagrestia)50. Va notato inoltre che la costruzione
di reliquiari per l’arrivo di nuove reliquie era continuata con Felipe III: tra il
1605 e il 1611: si ricordano 48 teste collocate entro urne (le norme tridentine
avevano imposto l’abbandono dei busti-reliquiari).
259
Universo Barroco Iberoamericano
Notas 1. Una versione più ampia di questo studio è stata presentata nel 2015 nella
relazione Il Teatro della Gloria fra tenebra e luce: dal Panteón de los Reyes alla
Panthéonisation, nel II Congreso Nacional de Jóvenes Historiadores del Arte
“Utraque Unum: El arte en Europa y América en los territorios de los Borbones”
(Murcia, febr. 2015). Data la molteplicità dei temi trattati, vengono ridotti al
minimo i riferimenti bibliografici.
Per il Panteón si vedano soprattutto: Martin González, Juan José, “El Panteón de
El Escorial y la arquitectura barroca”, Boletín del Seminario de Estudios de Arte y
Arqueología, 47, 1981, pp. 265-284; Bustamante García, Agustín, “El Panteón del
Escorial. Papeletas para su historia”, Anuario del Departamento de Historia y Teo-
ría del Arte, 1992, IV, pp. 161-215. Si vedano inoltre: Martin González, Juan José,
“El Panteón de San Lorenzo de El Escorial”, Archivo español de Arte, 32, 1959,
n. 127, pp. 199-214; Taylor, René, “Juan Bautista Crescencio y la arquitectura
cortesana española (1617-1635)” Academia, 48, 1979, pp. 61-126; Tovar Martin,
Virginia, “Significación de Juan Bautista Crescencio en la arquitectura madrileña
del siglo XVII”, Archivo Español de Arte, 56, 1981, n. 215, pp. 297-317; Camara
Muñoz, Alicia, “El Escorial de Felipe III. Historia y arquitectura”, Fragmentos.
Revista de Arte, 1985, 4-5; Tovar Martin, Virginia, Juan Gomez de Mora (1586-
1648), Ayuntamiento de Madrid – Concejalía de Cultura,1986, pp. 78-82, 98-99;
de la Cuadra Blanco, Juan Rafael, “El Escorial y el Templo de Salomón”, Anales
de Arquitectura, Universidad de Valladolid, 7, 1996, pp. 5-14; De la Cuadra Blan-
co, Juan Rafael, “La idea original de los enterramientos reales en el Escorial”,
Academia, 85, 1997, pp. 375-413; Vega Loeches, José Luis, “Los infiernos de El
Escorial. Reflexiones acerca de las opiniones del P. Santos sobre el Panteón del
Monasterio”, Anales de Historia del Arte, nº 17, 2007, pp. 155-178; Vega Loeches,
José Luis, “Una fuente más sobre el Panteón Real de El Escorial: Fray Martín de
la Vera y su Instrucción de eclesiásticos (1630)”, Imafronte, nº 23, 2014, pp. 67-
101; Del Val Moreno, Gloria, “Il Pantheon del Escorial attraverso i viaggiatori e
i biografi italiani del Seicento”, en Cazzato, Vincenzo et al., (dir.), La Festa delle
Arti. Scritti in onore di Marcello Fagiolo, Roma, Gangemi, 2014, pp. 64-67. Va ag-
giunta infine la poderosa tesi dottorale di Merino Thomas, Andrés, Los panteones
reales del Monasterio de San Lorenzo de El Escorial. Muerte, sistemas sepulcrales y
construcción de imagen dinastica (1563-1833), Madrid, UCM, 2016.
Ringrazio per varie segnalazioni Gloria del Val Moreno, che ha ultimato recen-
temente la sua tesis doctoral Giovanni Battista Crescenzi (Roma, 1577–Madrid,
1635) y la renovación de las artes durante el reinado de Felipe IV (tesis diretta da
Beatriz Blasco Esquivias, Madrid, UCM, 2016).
2. Si vedano: Taylor, René, “Juan Bautista Crescencio...”, op.cit.; Martin Gonzá-
lez, Juan José, "El Panteón de el Escorial...”, op.cit.; Bustamante García, Agustín,
“El Panteón...”, op.cit., pp. 173-174. Altri studiosi - e in particolare George Ku-
bler e Virginia Tovar Martín – hanno ipotizzato invece un ruolo preponderante
di Gómez de Mora nella progettazione del Panteón, minimizzando l’apporto di
Crescenzi.
6. De la Vera, Martin, Instrucción de eclesiásticos, Madrid 1630 (cit. da Vega Loe-
ches, José Luis, "Una fuente más...”, op.cit., p. 94).
12. L’apertura fu effettuata nel 1646-47 da fray Nicolás di Madrid con la colla-
borazione di altri due frati esperti di architettura: Eugenio de la Cruz e Juan de
la Concepción (cfr. Martin González, Juan José, "El Panteón de el Escorial...”,
op.cit., p. 280; Bustamante García, Agustín, “El Panteón...”, op.cit., p. 198).
14. Va notato che la stessa chiesa del Pio Monte della Misericordia a Napoli
(F.A. Picchiatti, 1658-72) presenta a sua volta tangenze col Panteón dell’Escorial
attraverso l’impianto ottagonale analogo per il disegno della volta e del pavi-
mento e anche per la strutturazione delle pareti coi palchi sorretti da mensole.
15. Vedi Sgarlata, Mariarita, San Giovanni a Siracusa, Città del Vaticano, Pontif.
Commiss. di Archeologia Sacra, 2003. Va ricordata anche la rotonda della necro-
poli di Vigna Cassia (cfr. Marchese, A.M., Sulle orme di Paolo Orsi. La necropoli di
Vigna Cassia a Siracusa, Acireale-Roma, Bonanno, 2013).
16. Si veda da ultimo Von Bernstorff, Marieke, Agent und Maler als Akteure im
Kunstbetrieb des frühen 17. Jahrhunderts. G.B. Crescenzi und Bartolomeo Cavarozzi,
München, Römische Studien der Bibliotheca Hertziana, 28, 2010.
17. Vedi Adorni, Bruno, “La cappella Trivulzio”, en L. Patetta (dir.), Bramante e
la sua cerchia a Milano e in Lombardia, Milano, Skira, 2001, pp. 167-1711.
18. Il modello viene pagato a partire dal settembre 1606 e saldato il 19 aprile
1607; dopo di che verrà elaborato dallo scultore Camillo Mariani, che già ave-
vacollaborato con Crescenzi, un nuovo modello per il gruppo degli angeli in-
torno all’icona mariana, dopo di che venne stipulato un contratto che definiva i
materiali preziosi dell’opera (diaspri, lapislazuli, ametiste, bronzo, oro argento).
Vedi Ostrow, Steven F., Art and Spirituality in Counter-reformation Rome: the Sis-
tine and Puline Chapels in S. Maria Maggiore, Cambridge University Press, 1996,
pp. 144-148; un riepilogo sulla partecipazione di Crescenzi è in Del Val Moreno,
Gloria, “La verdad del documento: problemática de las fuentes documentales en
la investigación artística de G.B. Crescenzi”, Anales de Historia del Arte, 2011,
volum. extraord., pp. 95-98. 261
Universo Barroco Iberoamericano
20. Vedi la scheda di Pietro Cannata in Madonna, Maria Luisa (dir.), Roma di
Sisto V. Le arti e la cultura, Roma, De Luca, 1993, pp. 394-399.
22. Nel 1626 Felipe IV decide di realizzare i fogliami in bronzo a qualunque cos-
to (27 ottobre) ma un mese dopo si decide invece per realizzarli in lastre di rame
(28 novembre; documenti cit. da Martin González, Juan José, "El Panteón...”,
op.cit., pp. 278-279). Dopo una lunga interruzione dei lavori, la decorazione de-
lla cupola sarà realizzata dopo il 1649 con un nuovo disegno di Carbonel che
prevede girali più sottili ed eleganti rispetto a quelli realizzati in precedenza da
Crescenzi (per esempio nel fregio della trabeazione), al fine di mettere in risalto
il fondo di marmo grigio (Martin González, pp. 281-82).
23. Vedi da ultimo Sauron, Gilles, Augusto e Virgilio. La rivoluzione artistica de-
ll’Occidente e l’Ara Pacis, Milano, Jaca Book, 2013.
24. Vedi Baldi, Massimo, “Il reimpiego di fregi-architrave di epoca romana nei
portali di S. Maria in Trastevere”, pubblicato on-line in altervista.org.
25. De los Santos, Francisco, Descripción breve..., op.cit., quarta parte, p. 173
(cit. da Bustamante García, Agustín, “El Panteón...”, op.cit., p. 183). I “Leones”
di Spagna vengono qui assimilati a Cristo, “Leone della tribù di Giuda”.
27. Nel 1626-28 viene pagato Pietro Gatti per i modelli degli ornati bronzei dei
sarcofagi e Francisco Ginore per i cartigli di bronzo (vedi Martin González, Juan
José, "El Panteón de San Lorenzo...”, op.cit., pp. 206-209).
30. Vedi Merino Thomas, Andrés, Los panteones..., op.cit., pp. 424, 431, 447.
31. Vedi Bustamante García, Agustín, “El Panteón...”, op.cit., pp. 201-204. Le
due statue, risultate troppo grandi vennero adattate con qualche modifica agli
spazi fra i semitimpani e l’arco; la corona della Natura (arrivata da Roma in un
secondo tempo) venne inserita di tre quarti per guadagnare spazio e i cartigli
originali coi nomi delle due figure vennero sostituiti da cartigli più piccoli.
Un riferimento al tema della Resurrezione nel Panteón è in Tovar Martin, Virgi-
nia, Juan Gomez..., op.cit., p. 79.
262
Intorno al Panteón de los Reyes dell’Escorial: il Mausoleo-Retablo-Teca-Reliquiario fra tenebra e luce - Marcello Fagiolo
33. Si può confrontare ad esempio il volto della Spes con la coeva Santa Claudia
(cripta della chiesa dei SS. Apostoli a Roma) e con la tarda Sant’Apollonia (1690-
91, S. Maria degli Abbandonati a Torano, paese natale di Guidi). Vedi Giometti,
Cristiano, Domenico Guidi. Uno scultore barocco di fama europea, Roma, L’Erma di
Bretschneider, 2010, pp. xxx e 271-72.
35. Si veda da ultimo Giometti, Cristiano, Domenico Guidi..., op.cit., pp. 143-
144.
36. Per la vicenda dei Crocefissi del Panteón si vedano soprattutto: Tormo y
Monzo, Elías, “Los quatro grandes Crucifijos de bronce dorado del Escorial”, Ar-
chivo español de arte y arqueología, 1925, 2, pp. 117-145; Gómez Moreno, Manuel
E., “La escultura religiosa y funeraria en El Escorial”, in El Escorial 1563-1963, II,
pp. 491-520; Montanari, Tomaso, “Bernini per Bernini: il secondo ‘Crocefisso’
monumentale. Con una digressione su Domenico Guidi”, Prospettiva, 136, 2009,
pp. 2-25.
Molto suggestiva appare la ricostruzione critica elaborata da Montanari sul cla-
moroso e apparentemente inspiegabile insuccesso di Bernini, attribuibile forse
alla predilezione dell’Aposentador Real Velazquez che prediligeva il classicismo
algardiano e che forse avrebbe orientato la scelta sull’algardiano Guidi per il
nuovo Crocefisso. Dopo il 1659 Bernini cominciò a lavorare a un secondo Croce-
fisso (già individuato e acutamente interpretato da Maurizio Fagiolo in quello in
collezione privata a Londra, poi acquisito dalla National Gallery di Toronto: vedi
Fagiolo dell’Arco, Maurizio, Berniniana. Novità sul regista del Barocco, Milano,
Skira, 2002) quasi identico nel volto e con varianti nel corpo al fine di rappre-
sentarlo nell’attimo prima della morte, senza ferita nel costato e con la tensio-
ne spasmodica di mani e piedi (una condizione di trapasso dinamico ideata già
nell’Apollo e Dafne e poi più volte replicata fino alla Ludovica Albertoni).
Montanari ritiene che il secondo Crocefisso fosse realizzato da Bernini per se
stesso, con finalità auto-apologetiche (analoghe a quelle della Verità scoperta
dal Tempo).
37. Il disegno (cod. Chigi P VII 9, ff. 111-112) è pubblicato e studiato per la pri-
ma volta da Fagiolo dell’Arco, Maurizio e Marcello, Bernini. Una introduzione al
Gran Teatro del Barocco, Roma, Bulzoni, 1966, e Bordini, Silvia, “Bernini e il Pan-
theon”, Quaderni dell’Istituto di Storia dell’Architettura, 79-84, 1967, pp. 53-84.
38. Vedi Merino Thomas, Andrés, Los panteones..., op.cit., pp. 439-441.
39. Fagiolo, Marcello, Chiese e Cattedrali, Milano, Touring Club Italiano, 1978,
p. 50. Per la “palatinità” del Panteón, vedi de la Cuadra Blanco, Juan Rafael, “La
idea original...”, op.cit., pp. 383-384. 263
Universo Barroco Iberoamericano
42. Rodríguez Ruiz, Delfín, “Un proyecto para el Santo Sepulchro de Jerusalén
(1616-1619)”, en Cazzato, Vincenzo et al., La Festa delle Arti...., op.cit., pp. 52-
57.
43. Rodríguez Ruiz, Delfín, “Un proyecto...”. op.cit., p. 54. Viene ricordato che
il viceré de Osuna aveva effettivamente progettato di restaurare la copertura del
S. Sepolcro.
44. Il carattere idealizzato del disegno fa pensare che si tratti non tanto di un
progetto esecutivo quanto di un disegno dimostrativo della sovrapposizione dei
due archetipi del S. Sepolcro e del S. Pietro. In tal senso l'autore sceglie la cupola
michelangiolesca (a tutto sesto) anziché la cupola a sesto rialzato (eseguita da
Domenico Fontana e Giacomo Della Porta) che sarebbe stata molto più idonea
per evitare il possibile "spanciamento" di una cupola a tutto sesto. Il sesto rial-
zato avrebbe permesso infatti di scaricare verticalmente verso il basso il peso
della cupola, come avviene effettivamente nella cupola vaticana (vedi le lesioni
verticali presenti nel tamburo).
47. La collezione avallava una disposizione del Concilio di Trento (XXV ses-
sione, 1563) sul culto delle reliquie dei santi, condannato dal protestantesimo.
Felipe II credeva anche nel potere spirituale delle reliquie per la remissione dei
peccati e perfino per le virtù taumaturgico-curative.
49. Von der Osten Sacken, Cornelia, El Escorial. Estudio iconológico, Bilbao, Xa-
rait, 1984, p.41. La cronaca dell’ingresso trionfale delle reliquie provenienti da
Francia, Paesi Bassi e Germania è in De Sigüenza, José, Tercera parte..., op.cit.,
pp. 501-505.
50. Si noti che nel disegno ad arco trionfale appaiono in basso due finestrine
che forse consentivano di osservare – a modo di fenestellae confessionis - uno
264 spazio sottostante destinato alle altre reliquie. Un terzo disegno della stes-
Intorno al Panteón de los Reyes dell’Escorial: il Mausoleo-Retablo-Teca-Reliquiario fra tenebra e luce - Marcello Fagiolo
53. Martin González, Juan José, "El Panteón de El Escorial...”, op.cit., p. 284.
Foto o elaborazioni di Marcello Fagiolo: 1b, 2d, 3e, 4c, 5c, 7d, 7e Referenze
Foto o elaborazioni di Carolina Marconi: 2e, 2f, 7a, 7c delle fotografie
Archivio Centro Studi sulla Cultura e l’Immagine di Roma: 1c, 2a, 3a, 4f, 5a, 5b,
5e, 5f, 6a, 6b
Wikipedia e Wiki Commons: 1a, 2b, 2c, 3b, 3c, 3f, 3g, 4a, 4b, 4d, 4e, 4g, 5d, 6c,
6d, 6e, 6f, 6g, 7b
265
Universo Barroco Iberoamericano
Resumen Durante la segunda mitad del siglo XVII surgieron una serie de prácticas
piadosas entorno a la imagen de la Virgen de Guadalupe, cuyo santuario se
encontraba al norte de la ciudad de México; con la intención de acercar ciertos
objetos a los fieles y que funcionaban como reliquias. De alguna forma eran
un tipo de recuerdos del peregrinaje al santuario, como los cabos de velas o
incluso tierra que eran muy apreciados por ser una especie de prenda sagrada
que aliviaría las enfermedades. Una reliquia que seguramente representó
un privilegio al portador, fue un fragmento del sagrado original de la imagen
guadalupana, es decir, fracciones del ayate. Uno de estos fue donado por el
bachiller Antonio de Salvatierra en 1673 a la Catedral. Dada su relevancia,
se integró a la colección de relicarios y en particular estuvo en el retablo de
la Capilla de las Reliquias que se contrató en 1698, este episodio no había
estudiado antes y refleja la importancia de las reliquias de contacto en el
culto guadalupano.
Palabras clave: Virgen de Guadalupe, ayate, reliquia, brandea, capilla de las
reliquias, reliquia por contacto.
Abstract During the second half of 17 th Century some pious practices emerged on
the image of the Our Lady of Guadalupe in Mexico City, with the intention of
bringing certain objects closer to the faithful that work as relics. Somehow,
those objects were a kind of memento of the pilgrimage made to the sanctuary,
something sacred that would relieved illnesses or help over the adversity;
such as candles or even earth. The Tilma relic surely represented a privilege.
The bachelor Antonio de Salvatierra donated one of these fragments in 1673,
to the Cathedral. For his relevance, it was part of the collection of reliquaries
and in particular was located on the altarpiece of The Chapel of the Relics,
contracted in 1698, and had not studied before.
Keywords: Our Lady of Guadalupe, tilma, relic, brandea, The Chapel of the
Relics, contact relics.
266
La donación de un fragmento del ayate original de Nuestra Señora de Guadalupe... - Gabriela Sánchez Reyes
La primera mitad del siglo XVII en la Nueva España representa el nacimiento Reliquias guadalupanas
de la conciencia criolla que se puede seguir a través de diferentes corpora- para el alivio de las
ciones. En este periodo también aparece el proceso de formación del culto tribulaciones en el siglo
guadalupano guiado por una necesidad de justificar el gran descuido de XVII
no haber sacado a la luz pública, la historia de la aparición de la imagen
prodigiosa. Es interesante ver la participación activa de los virreyes como el
marqués de Guadalcázar (1612-1621) quien el 27 de octubre de 1612 dispuso,
que la toma de posesión de los virreyes con la entrega del bastión de mando,
se verificara en el santuario de Guadalupe1. Al arzobispo Juan Pérez de la
Serna (1613-1626) le correspondió consagrar en 1622 la segunda ermita. En
1629, Francisco Manso y Zúñiga trasladó a la Catedral Metropolitana la santa
imagen de la Virgen para que por su intercesión, cesara la gran inundación
que asoló a la ciudad. El virrey conde de Salvatierra (1642-1648) donó a ma-
nera de exvoto, por haber salvado a la ciudad de la gran inundación, un taber-
náculo de plata con un peso de trescientos y cuarenta marcos y una puerta
con espejos. En tiempo del arzobispo don Juan de Mañozca (1645-1650), se
pintaron los retablos del presbiterio y la capilla mayor con temas de mujeres
de las escrituras. A estos tres últimos personajes, Francisco de Florencia los
identificó incluso como “insignes bienhechores” que adelantaron el adorno
de la iglesia y los altares. De igual forma, el arzobispo y virrey Diego Osorio
de Escobar y Llamas (1663-1664), junto con el Cabildo Catedralicio pidió a
Roma la concesión del 12 de diciembre como fiesta para todo el reino, en el
cuarto de la octava de la Purísima Concepción.
Los fieles, de todas las clases sociales, sin excepción procuraban la adqui-
sición de objetos que estuvieran en contacto con la imagen de la Virgen de
Guadalupe que se pensaba aliviaban todas las penas, por lo que piadosa-
mente buscaban casi cualquier objeto que hubiera estado en contacto ya no
sólo con el ayate, sino de la geografía sagrada del recinto. Por ejemplo, se
tenía como milagroso el aceite de la lámpara que siempre estaba encendida,
o el agua del pozo donde se apareció la Virgen a Juan Diego cuando le dio
las flores7, al igual que los pabilos de las velas que eran encendidas en su
presencia a manera de “reliquias en sus necesidades y aprietos”8. Miguel
Sánchez menciona que el agua del Pocito era bebida o usada para bañarse
o también se hicieron panecitos de tierra con la imagen sellada. Incluso se
repartieron fragmentos del marco que rodeaba el ayate, lo que da cuenta de
lo común que fueron este tipo de reliquias por contacto en el desarrollo de
la devoción guadalupana. (Fig. 1).
Fig. 1. Reliquia de contacto Si la obtención de una copia de la sagrada imagen de Guadalupe era con-
“Del marco de N.S de sierado un privilegio, más aún lo fue lograr un fragmento del ayate. Para
Guadalupe”. Col. Particular.
ello es necesario comprender el concepto de reliquia, definido por la Iglesia
Foto Gabriela Sánchez Reyes.
Católica, como los “restos de los santos” y que puede ser de cualquier parte
corporal como huesos o alguna extremidad así como algún objeto con el que
estuvo en contacto en vida. Con la intención de evitar la división de los cuerpos
surgieron las reliquias por contacto o brandea que eran pequeños pedazos
268
La donación de un fragmento del ayate original de Nuestra Señora de Guadalupe... - Gabriela Sánchez Reyes
de tela puestas en contacto con el cuerpo del santo, tramsmitiendo así sus
cualidades taumatúrgicas. Tambien se aceptaron los pignoria, es decir, otra
variedad de objetos cercanos a la reliquia principal9. Esta modalidad fue acep-
tada para las imágenes apotropaicas cuyo origen es divino, como es el caso
del ayate de la Virgen de Guadalupe. Esto era posible, dado que la relación
con la imagen era física, aspecto necesario para que se transmitiera el poder
milagroso del original, de esta forma, los fieles podían tener mayor acceso
a lo sagrado. En el caso de la Virgen de Guadalupe, este vínculo tan cercano
se debía, a que el ayate estuvo expuesto hasta 1647 sin vidriera, aunque aún
teniendo una, fue difícil erradicar ciertas prácticas como cuando los fieles
tocaban y rozaban estampas, lienzos, láminas, medallas y rosarios, además
de darle piadosos besos.
Como se ve, esta práctica de recortar el ayate, estuvo más arraigada de lo que
se imagina, a pesar de que no se cuentan con tantos registros que permitan
entender en qué casos o situaciones se otorgaban.
269
Universo Barroco Iberoamericano
Es importante comprender que para obtener una reliquia era necesario que
ésta fuera donada de lo contrario se cometía simonía, que era la venta tanto
de cargos eclesiásticos como de sacramentales o reliquias. En esta compleja
tarea, estuvieron involucrados miembros del alto clero, que debido a sus
relaciones lograban la obtención de alguna. Por ejemplo, en 1668 el bachiller
José Antonio de Báez dio dos relicarios a la Capilla del Santo Cristo, o bien
por arzobispos, como Pelagio Antonio de Labastida y Dávalos (1816-1891)
que donó la osamenta de san Pío Mártir18.
270
La donación de un fragmento del ayate original de Nuestra Señora de Guadalupe... - Gabriela Sánchez Reyes
El caso de la donación del ayate a la Catedral, se inscribe durante el perio- La donación del ayate
do del agustino fray Payo Enríquez de Rivera, quien ejerció el doble cargo original de Nuestra
como arzobispo y virrey entre 1668 y 1680, que se caracterizó por ser una Señora de Guadalupe
etapa de consolidación de la Iglesia, en la que tuvo un papel muy importante en 1673
la iglesia diocesana criolla19. Si bien existieron grupos en el cabildo de la
catedral en función de sus años de servicio, quedaron atrás los conflictos
internos. Durante este periodo, el cabildo de la Catedral se caracterizó por
estar conformado por criollos, principalmente nacidos en la ciudad de México;
y sobre todo, un cabildo controlado por dignidades ligadas a la Universidad
que ahí se habían formado o impartían cátedra. Este fortalecimiento del
cabildo catedralicio, permitió a fray Payo uniformar y conducir proyectos de
una conciencia criolla expresados en la religiosidad de la imagen de la Virgen
de Guadalupe. Entre el clero criollo, esta historia mariana funcionó como
elemento unificador, incluso algunos de los vicarios del Santuario fueron
dignidades de la Catedral20. Si bien el icono mariano es la principal clave del
criollismo, existen otros elementos que permiten identificar que fray Payo
favoreció las condiciones del criollismo.
Por ello no es de extrañar, que apenas cinco años después, se realizara una
donación de la reliquia guadalupana a la Catedral Metropolitana. Esta ini-
271
Universo Barroco Iberoamericano
Para ello se le ordenó que para que constara su origen, se presentara ante
un notario del arzobispado y entregara una copia al bachiller José del Castillo
Barrientos, aunque se ignora si se cumplió con esta indicación24.
El ayate y el retablo Para el 11 de junio de 1698, el Cabildo Catedralicio al haber conformado una
de las reliquias colección de reliquias y relicarios que ya tenía para ese momento, se empeñó
en la Catedral de México en contratar un retablo. Los artistas elegidos fueron el maestro de ensambla-
dor Manuel de Nava25, el pintor Juan de Hererra –quien ejecutó las pinturas
sobre tabla- y el dorador Nicolás Vegara26. El diseño tenía que estar pensado
en función de los relicarios que habría de resguardar, así que se hizo una
predela, un solo cuerpo y un remate; y en la calle central, un nicho cruciforme
con la escultura de un Santo Cristo. Las calles laterales tienen nichos donde
se alojan las esculturas de la Virgen Dolorosa, san Juan Evangelista, san
Pedro, santa María Magdalena y santa Verónica. De acuerdo con el documento
Fig. 3. Detalle de uno de los notarial que se conserva, se estipuló que se habría de “fabricar un colateral
cajones del retablo-relicario. relicario en todo los que ocupa el frente de dicha capilla del Santo Cristo,
Catedral de México. desde lo que pidiere el altar hasta cerrar en el medio punto que hace para
Foto Melitón Tapia. las bóvedas”27. El costo del retablo requirió una inversión de 2000 pesos. La
madera que se usaría debía
ser cedro viejo para las par-
tes interiores y ayacahuite
para las exteriores y se
entregaría en ocho meses.
Específicamente se pidie-
ron “diecinueve cajoncitos
laboreados por la parte de
adentro, cada uno con su
puerta y chapa, para la se-
guridad de las reliquias que
se han de colocar dentro y
cada uno ha de ser con dos
llaves, para que si la una se
quebrare quede la otra”28.
(Fig. 3).
272
La donación de un fragmento del ayate original de Nuestra Señora de Guadalupe... - Gabriela Sánchez Reyes
El ayate de la Como se ve, la fragmentación del ayate fue muy popular y aún se pueden en-
Congregación de contrar algunos ejemplares, como el que vincula a la catedral metropolitana
Guadalupe de Querétaro con la Congregación de Clérigos Seculares de Santa María de Guadalupe34,
y el cabildo de la fundada en la ciudad de Querétaro en 1669 por el bachiller Lucas Guerrero
Catedral de México y Rodea (1624-1685). Para el 12 de mayo de 1680 estrenaron templo donde
se mostraba una copia muy perfecta del maestro Baltasar de Echave Rioja
(1632-1682) que además había sido tocado al original. Con el tiempo, cam-
biaron la imagen por otra, de la autoría de Miguel Cabrera que había sido de
su propiedad, la cual regaló al arzobispo Manuel de Rubio y Salinas, quien
al morir, pasó a manos de Bernardo Pardo quien la trasladó a Querétaro.
Pardo la conservó en su casa hasta el año de 1778, cuando el bachiller Antonio
Lamas, entonces el prefecto de la Congregación, la donó al altar. Otra imagen
guadalupana que cobró fama era una que según una tradición, había per-
tenecido a Juan Diego y sus herederos, que pasó al jesuita Juan de Monroy,
quien la cedió al bachiller Juan de Caballero y Ocio, que finalmente donó a
la Congregación. De acuerdo con las crónicas, el Cabildo de la Catedral de
México mostró interés en la pintura de Cabrera para colocarla en el sagrario.
A manera de recompensa, les donó un pedazo del ayate que fue colocado
en un fino relicario que era expuesto anualmente a la veneración pública.
Ahora bien, no es posible saber si este fragmento se tomó de la tilma donada
en 1673, o bien dada la cercanía del Cabildo Catedralicio con el santuario,
sencillamente se cortó otra fracción para concretar la negociación.
274
La donación de un fragmento del ayate original de Nuestra Señora de Guadalupe... - Gabriela Sánchez Reyes
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Universo Barroco Iberoamericano
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La donación de un fragmento del ayate original de Nuestra Señora de Guadalupe... - Gabriela Sánchez Reyes
1. Fue hasta 1789 que esto se legalizó lo que antes era una costumbre. Lopez Sa- Notas
rralangue, Delfina, Una villa mexicana en el siglo XVII, México, Imprenta Univer-
sitaria, 1957, pág. 170. Agradezco a Mayela Flores y a Guillermo Arce la lectura
del borrador y sus atinadas observaciones.
2. William Taylor, Magistrates of the Sacred: Priests and Parishioners in Eigh-
teenth-Century. Stanford, Stanford University Press, 1996, pág. 107.
4. Sánchez Reyes, Gabriela, “Las medallas religiosas: una forma de promoción
de las devociones” en Plata Forjando México, coordinado por Alma Montero, Go-
bierno del Estado de México, 2011, págs. 284-322.
5. En este sentido William Taylor, fue casi visionario en detectar e identificar
la relevancia de estas medidas a partir de los documentos históricos. William
B. Taylor, “The Virgin of Guadalupe in New Spain: An Inquiry into the Social
History of Marian Devotion”, en American Ethnologist, vol. 14, No. 1, Frontiers of
Christian Evangelism (Feb., 1987), págs. 9-33, ver nota 10. Taylor, William, Mag-
istrates of the Sacred: op.cit., pág. 680. Sánchez Reyes, Gabriela, “Para el aumento
del culto y la devoción: noticias sobre la venta de medidas de algunas imágenes
virreinales de México” en Boletín de Monumentos Históricos, México, Instituto
Nacional de Antropología e Historia, Tercera época, Núm. 29, septiembre-di-
ciembre 2013, págs. 72-93.
6. Florencia Francisco de, Estrella del norte de México. Historia de la milagrosa
imagen de María Santísima de Guadalupe. México, Antonio Velázuqez, 1741, pág.
147.
9. Gabriela Sánchez Reyes, Relicarios novohispanos a través de una muestra de los
siglos XVI al XVIII. México, tesis para obtener el grado Maestría en Historia del
Arte, UNAM-FFy L, 2004.
11. Florencia Francisco de, La Estrella del Norte de México […]. México, Antonio
Velázquez, 1741, pág. 208. Las cursivas son mías.
13. Manuel de Omaña y Sotomayor fue cura del Sagrario de la Catedral, rector
del Colegio Tridentino y catedrático de Teología. Vila Vilar, Enriqueta, María
Justina Sarabia Viejo, Cartas de cabildos hispanoamericanos: Siglos XVIII y XIX,
Sevilla, CSIC, 1990, p. 163.
tomo III, pág. 194. Agradezco al Dr. Iván Escamilla González, que me compar-
tiera esta referencia.
21. Sánchez Reyes, Gabriela. “El canónigo Diego de Malpartida Zenteno como
promotor del culto a san José en la Catedral de México durante la segunda mi-
tad del siglo XVII” en Cuadernos del Seminario Nacional de Música en la Nueva
España y el México Independiente (MUSICAT), Instituto de Investigaciones Estéti-
cas-UNAM, Nueva Época, mayo 2014, págs. 40-61.
23. Archivo General de la Nación, Indiferente Virreinal, Caja 3537, exp. 46, f.1.
(en adelante AGN) Las cursivas son mías. Agradezco a Guillermo Arce, que me
notificara la existencia de este documento.
24. De quien se tiene registro entre 1659-1677. Pérez Puente, Leticia. Tiempos
de crisis, tiempos de consolidación: la catedral metropolitana de la ciudad de Méxi-
co, 1653-1680. UNAM-ESU, l Colegio de Michoacán, Plaza y Janés, 2005, p. 298.
26. Maza, Francisco de la. “El pintor Juan de Herrera y un cuadro flamenco en la
Catedral de México”, en Anales de Instituto de Investigaciones Estéticas. México,
UNAM-IIE, Núm. 41, 1972, pág. 131.
28. Íbidem.
30. De acuerdo con Francisco de la Maza, de las doce tablas, sólo la dedicada a
la Virgen de Guadalupe no es de la autoría de Herrera.
35. Zelaa é Hidalgo, José María, Carlos de Sigüenza y Góngora. Glorias de Que-
rétaro en la fundación y admirables progresos de la muy ilustre y venerable congre-
gación eclesiástica de presbíteros seculares de María Santísima de Guadalupe de
México […]. Mariano José de Zúñiga y Ontiveros, 1803, págs. 171-178.
279
Universo Barroco Iberoamericano
Introduccion Las preguntas que animan a este texto podrían resumirse como sigue:
¿Podemos, en el periodo virreinal, examinar el reflejo del estatuto de la
escultura en las fuentes literarias contemporáneas?¿Podemos con esas
fuentes seguir el desarrollo de ese estatuto a lo largo de los siglos XVII y XVIII?
Estas son preguntas que siempre me han interesado, pero que en los últimos
años, y enfrentado a una pieza paradigmática de la escultura del Virreinato
como la de la Virgen de los Remedios, se han convertido casi en obsesivas.
Los siglos XVII y XVIII son decisivos en el asentamiento y la difusión, entre una La idea (¿estatuto?) de
parte importante de la sociedad novohispana, de la amplia gama de funciones escultura en las fuentes
de las artes, a raíz del surgimiento de la identidad criolla. Con la pintura y la literarias en los siglos
arquitectura, además de su poder representativo, se vinculan nuevas funcio- XVII y XVIII en la Nueva
nes, como las de subrayar sentimientos de grandeza local, o de mecenazgo y España
diferenciación social dentro de una cultura mayoritariamente urbana. No sólo
los propios artistas y sus mecenas (virreyes, cabildos catedralicios, nobleza…),
sino también toda esa sociedad empezaban
a desarrollar hábitos relacionados con las
artes albergando diferentes expectativas
frente al imaginario artístico no sólo como
vehículo de expresión, sino también como
imagen literaria. Imagen que aparecerá
de manera recurrente en la creación inte-
lectual de algunos de los más destacados
miembros de la élite cultural novohispana.
Uno de los tópicos fundamentales donde
eso se refleja de mejor manera es el cono-
cidísimo ut pictura poesis, y relacionado con
él, el de la nobleza y liberalidad de las artes,
que como ya se ha revisado para el caso de
la pintura y la arquitectura novohispanas
pueden constatarse incluso desde antes
de esos momentos. Pero, ¿será así igual-
mente en el caso de la escultura religiosa
novohispana?¿existirá una conciencia de
liberalidad y carácter intelectual, ergo de
relato literario/narrativo entre el gremio de Fig. 2.
281
Universo Barroco Iberoamericano
Fig. 3.
Imagen sagrada La imagen de la Virgen de los Remedios de la ciudad de México (en su san-
y relato contemporáneo tuario de Totoltepec, hoy Naucalpan en el Estado de México), es una escultura
de enorme devoción en el periodo virreinal, a la cual todavía hoy acuden a
rendir culto miles de personas todos los dias; decenas e incluso cientos de
miles el día de su fiesta, el 1 de septiembre, algunos de ellos peregrinos
llegados de muy lejos.
282
¿“Ut Sculptura Poesis”?: La Virgen de los Remedios y su imagen en las fuentes literarias... - Luis Javier Cuesta Hernández
Una vez conocidos los hechos fundamentales sobre el culto, regresemos a La escultura y sus
las visiones literarias de la imagen a lo largo del tiempo, sus ekphrasis, los imágenes literarias. La
momentos en los que la imagen es referida en los textos sobre su devoción. Virgen de los Remedios y
Francisco de Florencia e
Cuando el sacerdote jesuita Francisco de Florencia comienza su relato (pu- Ignacio Carrillo y Pérez
blicado por primera vez en 1685) las primeras menciones redundan sobre
dos cuestiones que nos parecen claves para acentuar el carácter milagroso
de la imagen escultórica de los Remedios:
283
Universo Barroco Iberoamericano
Fig. 5.
Parecería por tanto que Florencia va a referirse casi con exclusividad al ca-
rácter sacro de la imagen (cosa nada sorprendente por otro lado), dejando
de lado ese aspecto de materialidad al que hacíamos antes referencia, pero
poco después el jesuita nos ofrece una descripción que nos permite “obje-
tualizar” la obra:
Sólo para completar algunas de estas ideas nos gustaria mencionar un texto
más. Mariano Fernández de Echevarria y Veytia publica en 1820 (de forma pós-
tuma, sus textos son de mediados del XVIII) sus Baluartes Marianos , relato de
las cuatro devociones marianas más importantes de la ciudad de México a lo
largo del virreinato, entre las que incluye (en segundo lugar, sólo tras Nuestra
Señora de Guadalupe), a la Virgen de los Remedios. El autor comenzará con
una descripción que en nada se aparta de las de Florencia y Carrillo: “es de
talla, de un palmo de alto, con el Niño Jesús en el brazo izquierdo y un cetro en
la mano derecha”, marcando lo que será un texto que en nada se apartará de
los de sus predecesores y que por tanto no es necesario continuar glosando.
285
Universo Barroco Iberoamericano
Me queda aún un argumento por desgranar, o si prefieren me gustaría ha- Textos e imágenes.
blar de otros textos, en este caso pintados, o utilizando la locución latina, La imagen como texto
de “res picta”.
287
Universo Barroco Iberoamericano
Fig. 9. Se trata, en ambos casos, de dos imágenes muy similares en las que el
protagonismo de la volumetría escultórica tanto de la Madre como del Niño,
así como la imponente presencia de la peana que denuncia el
carácter escultórico de la imagen, son innegables.
En este trabajo me había propuesto rebuscar en los vínculos que frente a Conclusiones
las artes hermanas (la poesía como pintura parlante, la pintura como poesía
muda según la conocidísima comparación de Simónides de Ceos en el siglo
V a.C. recogida por Plutarco. O la comparación del propio Aristóteles en su
Poética entre el uso del color y la forma en la pintura con el de la voz humana
en la poesía24) podrían o no establecerse entre las descripciones literarias y
la escultura como arte intelectual en el virreinato de Nueva España.
Es evidente para mi que la Virgen de los Remedios no era vista como una
escultura tallada en madera por un escultor (anónimo si se quiere, pero
identificable), sino más bien como la personificación de un origen mila-
groso, venerablemente antiguo, y que la mera mención a su materialidad
probablemente habría hecho incoherente ese origen. Antes al contrario, su
ocultamiento ancestral, habría hecho posible algo que en principio parecía
impensable: cuando parecería que la dimensión matérica de las esculturas
religiosas habría sido fundamental para conferirles un estatuto sacro, cuando
parecería que en las imágenes devotas su asociación a artífices prestigiosos
y al arte de Fidias y Praxíteles pudiera ser parte de su eficacia devocional,
podemos pensar, como hemos visto, que asistimos en los textos literarios
que aluden a la imagen de la Virgen de los Remedios a una dislocación ab-
soluta entre la materialidad de la imagen y su sacralidad, entre su carácter
objetual y su carácter sagrado.
290
¿“Ut Sculptura Poesis”?: La Virgen de los Remedios y su imagen en las fuentes literarias... - Luis Javier Cuesta Hernández
Cisneros, Luis de. Historia del principio, origen, progresos y venidas a México y mi- Fuentes
lagros de la Santa Imagen de nuestra Señora de los Remedios extramuros de México.
Naucalpan, 1999.
Riva Palacio, Vicente. México a través de los Siglos. Vol. IV, México, 1889. Bibliografía
292
¿“Ut Sculptura Poesis”?: La Virgen de los Remedios y su imagen en las fuentes literarias... - Luis Javier Cuesta Hernández
1. Lo máximo en lo mínimo. La portentosa imagen de Nuestra Señora de los Reme- Notas
dios, conquistadora y patrona de la imperial ciudad de México (Zúñiga y Ontiveros,
1808).
2. Florencia, Francisco de, S.I. (1619-1695), entre sus obras principales se en-
cuentran
• La estrella de el norte de México, aparecida al rayar el día de la luz evangélica
en este Nuevo-Mundo, en la cumbre de el cerro de Tepeyacac orilla del mar
Tezcucano, a un natural recién convertido; pintada tres días después milagro-
samente en su tilma,o capa de lienzo, delante del Obispo, y de su familia en su
Casa Obispal ... / compusola el P. Francisco de Florencia, de la Compañia de
Iesus ... ; con las Novenas proprias de la Aparicion de la Santa Imagen. México,
por Doña María de Benavides, viuda de Juan de Ribera, 1688.
• Origen de los dos célebres santuarios de la Nueva Galicia, Obispado de Guada-
lajara en la América Septentrional : Noticia cierta de los milagrosos favores que
hace la Santísima Virgen, a los que en ellos y en sus dos imágenes la invocan,
sacada de los procesos auténticos, que se guardan en los Archivos del Obispa-
do, de orden del Ilmô. y Rmô. Señor D. Juan de Santiago León Garavito / por el
P. Francisco de Florencia de la Compañía de Jesús. en México, en la Imprenta
de D. Phelipe de Zúñiga y Ontiveros, 1706.
• Zodiaco Mariano, en que el sol de justicia Christo, con la salud en las alas vi-
sita como signos, y casas proprias para beneficio de los hombres los templos, y
lugares dedicados à los cultos de su SS. Madre por medio de las mas celebres, y
milagrosas imagenes de la misma Señora, que se veneran en esta America Sep-
tentrional, y reynos de la Nueva España / obra posthuma de el Padre Francisco
de Florencia, de la Compañia de Jesus, reducida à compendio, y en gran parte
añadida por el P. Jvan Antonio de Oviedo de la misma Compañia.
4. Ussel, Aline. Esculturas de la Virgen María en Nueva España. México, INAH/
SEP/Museo Nacional de Historia, 1975. Moyssen, Xavier. “Una imagen colonial
del siglo XVI”. En Boletín del Instituto Nacional de Antropología e Historia,
num. 21, septiembre de 1965. Obregón, Gonzalo. El aporte flamenco en Méxi-
co. Artes de México, XIX, num. 150, 1972, pp. 67-92. Estella, Margarita. “Sobre
escultura española en América y Filipinas y algunos otros temas” en Relaciones
artísticas entre España y América, CSIC, Madrid, 1990.
6. Miranda presenta documentación de que la ermita fue fundada tal vez por
Hernán Cortés y los conquistadores poco después de la Conquista. La primera
referencia a la ermita de los Remedios se encontraría en el acta de cabildo de
la Ciudad de México del 31 de julio de 1528, Miranda Godínez, Francisco. Dos
cultos fundantes: los Remedios y Guadalupe (1521-1649): historia documental.
Michoacán, El Colegio de Michoacán, 2001, pp. 41-42. Solange Alberro también
piensa que la ermita de los Remedios se fundó en ese año de 1528 Solange Albe-
rro, op. cit., 1999, pp. 138-139; cita los Anales de Tlatelolco y México, Archivo
Histórico de la Biblioteca del Museo Nacional de Antropología e Historia, Colec-
ción Antigua, vol. 273, núm. 12, p. 97, y núm 13, p. 635.
293
Universo Barroco Iberoamericano
9. p. 124.
10. No quiero, por no ser el objetivo de este trabajo, remarcar la curiosa historia
que ya Cayetano Cabrera y Quintero había presentado y que Carrillo retrotrae al
propio Florencia y otros autores (el cura del Sagrario Metropolitano Jose Lezamí
y Fr. Antonio de Santa Maria en España entre otros), sobre la relación entre la
esculturita de la Virgen de los Remedios y la leyenda dedon Pelayo. Historia de-
liciosísima en cualquier caso que habrá que recuperar en otra ocasión.
12. Estrada de Gerlero, Archivo Histórico del Distrito Federal (AHDF) Ramo
Santurario de nuestra Señora de los Remedios, 3900, leg. 6 p. 23.
13. Ibid.
14. “textos e imágenes eran frecuentemente géneros inseparables y una rica fuente
para la comprensión de cómo era construida la memoria histórica”. Katzew, Ilona.
“Stars in the Sea of the Church: The Indian in Eighteenth-Century New Spanish
Painting” en Rishel, Joseph; Suzanne Stratton-Pruitt (eds.). The Arts in Latin
America 1492-1820. Philadelphia, Philadelphia Museum of Art, 2006, pp. 335-
348, p. 336.
15. Ibid. p. 342 citando a Diaz de la Vega, José Mariano. Memorias piadosas de
la nación yndiana recogidas de varios autores por el P.F. Joseph Díaz de la Vega
Predicador gral e Hijo de la Prov.a del Santo Evangelio de Mexico. Manuscrito,
1782. Real Academia de la Historia, Madrid, Col. Boturini, MS 9/4886.
18. Reta, Martha. “Nuestra Señora de los Remedios” en Cuadriello, Jaime (ed.).
Zodíaco mariano. 250 años de la declaración pontificia de María de Guadalupe como
patrona de México. México, Museo de la Basílica de Guadalupe, 2004, pp. 151-
155, p. 151.
24. Standish, Peter. Línea y color. Desde la pintura a la poesía. Madrid: Iberoame-
ricana, 1999, p. 12.
25. “Un recurso permanente de disputa religiosa y alta emoción a nivel local que
podía convertirse en un problema político instantáneo para los funcionarios estata-
les era el control de las estatuas y pinturas de Cristo o de los Santos, y sus significa-
dos morales y politicos” en Connaughton, Brian; William B. Taylor. “Vías cultura-
les hacia la Independencia en México” pp. 203-213 en Mayer, Alicia (ed.). México
en tres momentos: 1810-1910-2010. Hacia la conmemoración del Bicentenario de
la Independencia y del Centenario de la Revolución Mexicana. Retos y perspectivas.
Mexico, UNAM, 2007, p. 206
26. “No fue inusual que los devotos estuvieran profundamente comprometidos con
estas imágenes religiosas que habían estado entre ellos por generaciones y que eran
asociadas con el favor divino. Los curas y gobernantes más circunspectos reconocían
que podían aspirar a agregar algo al significado de cieras imágenes, pero procurar
reprimir, degradar o alterar dichas imágenes era siempre una propuesta destinada
al fracaso” Ibid.
295
Universo Barroco Iberoamericano
Abstract The worship of relics, especially after Council of Trent revitalization, needed an
outward representation to manifest the importance of these treasures. All the
arts participated in the scenography devised after the Counter Reformation
to achieve through the image the desired splendor for the relics. A special
role was the one developed by the reliquaries in silver that retained the relics.
These, within the ideological program, were arranged in a precise way re-
sponding to a specific approach aimed at fulfilling the theatrical expectations
of the magnificence of worship. The Ochavo of the Cathedral of Toledo, and
the Delineation of the same was made in 1790, is one of the most relevant
examples of Spain.
Key Words: Worship, Relics, Reliquaries, Silversmith’s, Scenography, Ochavo,
Toledo.
296
Culto, Devoción y Escenografía de las Reliquias: “Delineación” del Relicario del Ochavo... - Ignacio José García Zapata
El culto a las reliquias tiene dentro del catolicismo uno de sus capítulos más
importantes, debido fundamentalmente a la devoción que en torno a estos
preciados objetos se ha ido generando durante siglos2. Así, la veneración
hacía los tesoros sagrados constituye uno de los principales medios de la
Iglesia para promover la religiosidad popular entre los fieles. Sus origines
se remontan a los primeros siglos del cristianismo, vinculado a los mártires
de la antigua Roma, centro desde el que se difundió su culto y las propias
reliquias por toda Europa3. De esta manera, durante la Edad Media se fue-
ron construyendo importantes templos destinados a albergar con la mayor
circunspección las reliquias relacionadas con los santos y mártires, hasta el
punto de que existieron auténticas vías de peregrinación hacía estos espacios
sagrados -caso del camino de Santiago- que diariamente acogían a cientos
de peregrinos4. Este fuerte impulso medieval a las reliquias fue atacado
directamente por los protestantes, quienes cuestionaban el comercio, su
elevado número, el valor y la veracidad de las mismas. Así, Lutero criticó el
uso de las reliquias, mientras que Calvino aludía directamente a la caída en
la idolatría de los católicos, recalcando que lo verdaderamente importante
era acercarse a Dios a través de su palabra y no mediante los objetos de los
santos. Incluso, desde el catolicismo hubo voces contrarias a dicho culto,
caso de Erasmo de Rotterdam -así como su círculo de seguidores-, que
desde el primer momento destacó el engaño que con éstas se realizaba y
el acto de suplantación derivado del mismo artificio5. En la propia España,
hay otros casos que alentaban a moderar el culto, como fray Hernando de
Talavera que manifestaba el uso indebido que de ellas se hacía para lograr
dinero; Bartolomé de Carranza continuaba la misma idea y prestaba atención
al fomento de la superstición alentada por los eclesiásticos; fray Juan de la
Cruz insistía en un culto limpio de toda magia6. En definitiva, se actuó contra
la premisa de que el santo actuaba por mediación de ellas7.
298
Culto, Devoción y Escenografía de las Reliquias: “Delineación” del Relicario del Ochavo... - Ignacio José García Zapata
Las reliquias de los santos y mártires no fueron las únicas que gozaron de un
auge sin igual durante la Edad Moderna, puesto que aquellos objetos vincula-
dos a Cristo y a la Virgen también fomentaron un culto prolongado y particular.
En este sentido, las astillas de la cruz de la cruz de Cristo se difundieron por
toda Europa, venerándose con un carácter especial, como en Santo Toribio de
Liebana y en Caravaca de la Cruz14. En el santuario de la ciudad murciana se
generó un elocuente culto que tiene sus mejores muestras en las continuas
entregas de piezas de platería que ofrecieron numerosos individuos de todos
los estamentos, movidos por los hechos milagrosos acaecidos en torno a la
reliquia, curaciones o ayudas militares, como la encomienda que los Reyes
Católicos hicieron ante la cruz si les ayudaba en la toma de Baza. De esta
manera, en torno a la cruz fue confeccionándose un rico ajuar de oro, plata
y piedras preciosas, con un amplio número de piezas, fundamentalmente
relicarios, pero también lámparas, cruces, cetros o candeleros realizados por
los plateros locales, de Murcia y hasta de Madrid15. Otro enclave de especial
significación fue la Cámara Santa de la Catedral de Oviedo, donde se guar-
daban gran cantidad de reliquias desde los albores de la Edad Media, y que
como consecuencia del auge postconciliar necesitó de una adecuación capaz
de ofrecer el decoro pertinente16. Fruto de esta exaltación contrarreformista
son algunos casos más, como el del relicario que formaron las Descalzas
Reales en Madrid o el del propio Felipe II en el Escorial, donde reunió reliquias
procedentes de numerosos lugares17.
Los relicarios no solían presentarse como un objeto aislado sino que eran co-
locados en los espacios principales del templo, véase el caso de las reliquias
de San Fulgencio y Santa Florentina que junto a las del rey Alfonso X fueron
situadas en el altar mayor de la Catedral de Murcia. El arca relicario de los
Santos Niños de Alcalá fue depositada en la cripta de la iglesia magistral,
cuya hechura realizó Damián y Antonio Zurreño24, gracias a la generosidad
de los vecinos de la ciudad25. Por su parte, las de los Santos Mártires del
templo de San Pedro de Córdoba fueron dispuestas en un primer momento
en la capilla de Santa Lucia para pasar a mediados del siglo XVIII a la capilla
de la cofradía del Santísimo, que se había unido a la de los Mártires26. En
muchos casos la acumulación de reliquias conllevó la necesidad de destinar
una capilla para recoger todas ellas. Así sucedió en Santiago de Compostela,
donde a comienzos del siglo XVI se inició la construcción de la capilla de las
Reliquias, enmarcadas en el retablo que se finalizó en 1633, trasladándose
finalmente todas ellas a este nuevo espacio en 164127.
se aloja el famoso trono de la Virgen titular, obra del platero italiano Virgilio
Fanelli, que sirve de magnifico enlace visual en este teatro barroco29. En la
actualidad dicho arco está tapiado, por lo que se ha roto esa comunicación
visual que en origen había entre los recintos30. Por este motivo, la Virgen del
Sagrario recibió dicho título por hallarse sobre el ingreso al espacio donde
se encontraban los tesoros sagrados del templo, sus reliquias31.
La construcción del Ochavo se llevó a cabo a mediados del siglo XVII, con-
cluyéndose en 1673, después de un largo periodo durante el cual se realizaron
diversos diseños por los arquitectos más reconocidos del momento, Lorenzo
Fernández de Salazar, Francisco Bautista, Pedro de la Torre o Lázaro de
Goiti, entre otros, que vinieron a sustituir los que con anterioridad habían
hecho Vergara el Mozo, Juan Gómez de Mora y Jorge Manuel Theotocópuli.
Finalmente, el arzobispo Moscoso y Sandoval aprobó el proyecto de de la
Torre y Bautista, rubricado por Goiti, que necesitó de la ayuda del maestro
mayor de la Catedral de Jaén, Juan de Aranda Salazar, para solucionar el
problema acerca de la forma octogonal del segundo cuerpo32. En efecto, la
forma adoptada para la capilla de las reliquias fue la del octógono, dadas sus
connotaciones implícitas, esto es, la elección de plantas octogonales, sobre
todo en baptisterios o lugares de martirio, en alusión al número ocho como
símbolo de la resurrección y la inmortalidad, del misterio cristológico, la
resurrección al octavo día del inicio de la Semana Santa33. De esta manera,
las reliquias de los santos son un ejemplo de la vida eterna, de la resurrección
de aquellos santos y mártires.
301
Universo Barroco Iberoamericano
Los ejemplos que mejor recogen todas estas cuestiones son los relicarios de
San Eugenio y Santa Leocadia39. Finalmente, en 1565, se consiguió el traslado
íntegro del cuerpo de San Eugenio a Toledo, motivo por el cual se llevaron
302
Culto, Devoción y Escenografía de las Reliquias: “Delineación” del Relicario del Ochavo... - Ignacio José García Zapata
a cabo grandes fastos en la ciudad para recibir con la pompa suficiente tan
ansiado tesoro, evento que contó con la presencia de Felipe II y su familia40.
Inmediatamente después, el propio monarca y el Cabildo tuvieron a bien la
confección de un arca para el digno reposo de los restos, un encargo, realizado
por el canónigo Pedro Manrique, que recayó sobre el afamado platero jie-
nense Francisco Merino, quien labró el diseño ideado por Nicolás de Vergara
el Viejo41. El relicario se conforma como un arca rectangular que se levanta
sobre garras, sobresaliendo la serie de esculturas de corte miguelangelesco
que se reparten por toda la obra, como en las esquinas con las sirenas de
doble cola42, en los cuerpos superiores, a través de unas figurillas en los
ángulos de la tapa y en el segundo cuerpo, en cuyos frentes menores hay
unas figuras sentadas, lo que no deja de evocar algunos de los proyectos
de Miguel Ángel para la tumba de Julio II43. Pese a la importancia de estas
esculturas lo verdaderamente significativo son los relieves que ilustran la
vida del santo. Así se ve en el primer cuerpo recibiendo la bendición de su
maestro San Dionisio antes de venir a predicar a la Península; predicando
ante una multitud; martirizado en las proximidades de París; la recuperación
de su cuerpo del lago y su traslado; el milagro ante la Abadía de París y su
sepulcro rodeado de enfermos. Cierra la decoración de este primer cuerpo
dos escudos reales situados en los lados mayores. El segundo cuerpo está
ornamentado en los frentes principales con dos escenas, la primera aludiendo
a la entrada de la reliquia del brazo en el siglo XII acompañado por el rey
Alfonso VII y la segunda la entrada del cuerpo en 1565 seguido por Felipe
II. Finalmente, culmina la obra una especie de obelisco con las figuras en
relieve de otros santos obispo de Toledo44.
Muchos más relicarios se realizaron desde finales del siglo XVI, no siendo
todos de ellos en plata, como el de San Magno, patrocinado por el cardenal
Portocarrero en 1671, realizado en bronce, consistente en una urna cuadran-
gular flanqueada por dos esculturas de ángeles. La ingente cantidad de los
303
Universo Barroco Iberoamericano
Fig. 1. Delineación del Tras el inventario figuran un conjunto de dibujos enunciados como la
retablo u hornacina del Delineación del relicario del Ochavo, es decir, de las hornacinas o retablos
Ochavo número 4 de la que albergan los relicarios. Son siete en concreto, tantos como los lados útiles
Catedral Primada de Toledo.
del Ochavo -ya que el octavo sirve de entrada-, dichos dibujos recogen las
Archivo de la Catedral
Primada de Toledo. Inventario grandes hornacinas de medio punto que tiene cada lado y dentro de ellas los
de las reliquias y alhajas nichos destinados a cobijar las reliquias, que son indicadas con un número y
del Sagrario de la Catedral su correspondencia e identificación en páginas anteriores. Aunque no es una
Primada realizado por el relación exhaustiva, dado que en esas casillas sólo se registra el relicario -en
cardenal Lorenzana en 1790,
algunos casos varios- con la reliquia más importante, obviándose por falta
fol. 353r. Foto: Ignacio José
García Zapata. de lugar o desconocimiento el resto de recipientes y sus tesoros (Fig. 1 y 2)50.
Fig. 3. Ochavo de la Catedral En vista de la expuesto, las piezas de platería, dispuestas estratégicamente
Primada de Toledo. Foto: y de forma jerarquizada, contribuyen junto al rico espacio arquitectónico,
Ignacio José García Zapata.
majestuosamente dominado por la presencia de los mármoles, a la exaltación
del culto a los santos y sus reliquias, formando parte activa de la escenografía
creada en torno a una cultura retórica, que anhelaba de la efectividad de la
imagen para impresionar y captar al individuo mediante la magnificencia del
culto, es decir, a través de la grandilocuencia del artificio. No dejar de ser
importante, el hecho de que la platería sea presentada con una jerarquía y
un orden. Es fundamental reconocer que no hay una simple acumulación
sino que la platería se expone con un plan oportuno, o adecuado, que refleja
su significación y la de las propias reliquias. Esto, indudablemente le da una
dimensión especial a la platería y a la manera de ser mostrada.
306
Culto, Devoción y Escenografía de las Reliquias: “Delineación” del Relicario del Ochavo... - Ignacio José García Zapata
1. Este estudio se ha llevado a cabo bajo la realización de una beca FPU otorgada
por el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte. Referencia: FPU014/00855.
2. Pasamar Lázaro, José Enrique. “El culto a las reliquias”. Memorias Ecclesiae,
nº 21, 2002, págs. 97-108.
3. González Fernández, Rafael. “El culto a los mártires y santos en la cultura
cristiana. Origen, evolución y factores de su configuración”. Kalakorikos: Revista
para el estudio, defensa, protección y divulgación del patrimonio histórico, artístico
y cultural de Calahorra y su entorno, n 5, 2000, págs. 161-186; Grabar, André. Las
vías de la creación en la iconografía cristiana. Madrid, Alianza, 1985.
4. Pérez González, Carlos. “El culto a las reliquias en la Edad Media: historia de
una tradición pagana con continuidad en la religión cristiana”. Cristianismo y
paganismo: ruptura y continuidad. Burgos, Universidad de Burgos, 2003, págs.
167-194; Carrasco, Juan. “El Camino de Santiago y la peregrinación en la Euro-
pa Medieval”. Cuadernos de la Cátedra de Patrimonio y Arte Navarro, nº 5, 2010,
págs. 11-24; Williams, John. “La basílica compostelana y el camino de peregri-
nación”. Compostela y Europa: la historia de Diego Gelmírez. Santiago de Compo-
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Universo Barroco Iberoamericano
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Culto, Devoción y Escenografía de las Reliquias: “Delineación” del Relicario del Ochavo... - Ignacio José García Zapata
24. Cruz Valdovinos, José Manuel. “Platería”. Historia de las Artes Aplicadas e
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al cardenal Don Gil Álvarez de Albornoz y el platero sienés Andrea Petrucci: el 309
Universo Barroco Iberoamericano
37. Sánchez-Lafuente Gemar, Rafael. “La platería en las catedrales: del teso-
ro medieval a la acumulación contrarreformista”. Estudios de Platería: San Eloy
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39. Fernández Collado, Ángel. “El regreso a Toledo de las reliquias de San Euge-
nio y Santa Leocadia”. Memoria Ecclesiae, nº 35, 2011, págs. 469-484.
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48. Pérez Sánchez, Manuel. “La significación del inventario en el estudio de los
tesoros catedralicios: el ejemplo de la Catedral de Murcia a través del inventario
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Murcia, 2004, págs. 445-466; Raya Raya, María de los Ángeles. “La importancia
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Culto, Devoción y Escenografía de las Reliquias: “Delineación” del Relicario del Ochavo... - Ignacio José García Zapata
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tarios en el estudio de la platería catedralicia: Los inventarios del Sagrario, de
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do. Toledo, Instituto Teológico San Ildefonso, 2007, págs. 64-66.
311
Universo Barroco Iberoamericano
Abstract Like other religious communities, when Franciscans arrival at the New
Kingdom of Granada they begin a process of religious indoctrination among
Indian tribes, which will be supplemented by the establishment of a series of
convents, both male and female, located in major cities in the new territory.
However, they founded the Franciscan Province of the Holy Faith of Colombia,
which had almost thirty monastic foundations.
This article analyze the history and artistic evolution of some of the most
important monasteries founded by the Franciscans in Colombia between the
16th-18th centuries. Specifically, we focus on the monasteries of Saint Francis
and Sainte Claire in Tunja, and the convent of Sainte Claire in Bogota.
Keywords: Franciscans, Colombia, architecture, mural painting, colonial art
312
Pintura mural en los conventos de la Provincia Franciscana de la Santa Fe de Colombia - José Manuel Almansa Moreno
El proceso de evangelización fue constante y a finales del siglo XVII había sido
adoctrinada la región central y occidental de Colombia, fundándose doctrinas
franciscanas en los siguientes pueblos de indios: Beteitivá, Bosa, Busbanco,
Busbanzá, Cajicá, Ciénaga, Cipagua, Fontibón, Facatativá, Machetá, Luruaco,
313
Universo Barroco Iberoamericano
1. Convento de Fundado a la llegada de los franciscanos a Tunja hacia 1550, su primer asen-
San Francisco, Tunja tamiento se produciría en el lugar donde posteriormente se construiría el
convento de San Agustín.
Establecidos en su ubicación definitiva, el primitivo convento presentaría
una fábrica muy rudimentaria que sería sustituida muy pronto por la actual
construcción (Fig. 1). Todo parece indicar que las obras se iniciarían hacia
1558; sin embargo el historiador Luis Duque6 retrasa la fecha de inicio de
las obras hasta 1572, mientras que otros autores lo sitúan en torno a 1590.
De cualquier modo, todo parece indicar que las obras ya estarían en marcha
en el último tercio del siglo XVI (si bien se retrasarían constantemente por
problemas económicos)7.
314
Pintura mural en los conventos de la Provincia Franciscana de la Santa Fe de Colombia - José Manuel Almansa Moreno
El claustro debió iniciarse simultáneamente a la fábrica del templo, posi- Fig. 1. Convento de San
blemente siguiendo trazas del maestro Rodrigo de Albear, concluyéndose Francisco, Tunja.
en torno a 1620. Sin embargo, desgraciadamente fue demolido en 1965 por
orden de la Gobernación de Boyacá para edificar un establecimiento hotelero
en su primitivo solar. Tras erigirse como parroquia en 1970, el templo fue
restaurado entre 1986 y 1992, recuperándose la arcada de su costado sur.
2. Convento de Santa Fue edificado para la comunidad de las hermanas clarisas, la más antigua
Clara La Real, Tunja de las órdenes religiosas que se conoce en el Nuevo Reino de Granada.
Originalmente el convento era la vivienda de D. Francisco Salguero y su
mujer Dª. Juana Macía de Figueroa, los cuales obtuvieron la aprobación
del rey Felipe II para convertir su vivienda en un convento femenino (para lo
cual donarían los redimientos de la encomienda de Mongua). Sin embargo,
la donación económica no sería suficiente, como así lo demuestra la docu-
mentación existente: “…la poca hacienda que tenían la gastaron en edificar
la yglesia y casas del dho. convento y que aún oy está para acabar por ser la
hacienda y renta corta…”10.
El templo se empezó a construir en 1571, finalizándose tres años más tarde.
En cuanto a la clausura, ésta se hizo realizando unas mínimas transforma-
ciones en la vivienda de los donantes.
El templo fue trazado por fray Juan Bélmez, con la ayuda técnica de fray
Antonio de Alcántara12. Presenta una sola nave, con testero plano y arco toral
316
Pintura mural en los conventos de la Provincia Franciscana de la Santa Fe de Colombia - José Manuel Almansa Moreno
Toda la nave está decorada con un friso superior en grisalla, recorriéndola Fig. 2. Interior del templo
completamente, llegando hasta el coro y cubriendo su parte alta. Este friso, conventual de Santa Clara la
Real, Tunja.
conformado con motivos vegetales y medallones, recuerda a la pintura mural
de los conventos mexicanos del siglo XVI, guardando así mismo relación con
los frisos encontrados en la Casa del Fundador en Tunja y en la Hacienda
317
Universo Barroco Iberoamericano
La decoración del interior del templo se modifica a comienzos del siglo XVII,
cuando se construye un gran retablo de piedra que rompe la parte superior de
la pintura mural. Este retablo, de diseño academicista, presenta dos parejas
de columnas toscanas sobre podium, sobre el que discurre un entablamento
de triglifos y metopas, rematándose todo con un frontón partido. Entre el
frontón aparece una cartela con la fecha de 1613. Todo el templete se de-
cora con flores rojas y doradas, pintándose sus molduras en oro. Además,
los intercolumnios, las metopas y el frontón presentan decoración a base
de querubines.
Respecto al claustro de Santa Clara (Fig. 3), éste difiere en mínimos detalles
al del Convento de Santo Domingo de la ciudad, siguiendo modelos sevillanos.
La restauración efectuada en un antiguo depósito de granos del convento
permitió recuperar dos habitaciones en donde se han encontrado pinturas
murales en color azul. En la parte superior aparece un friso “a la romana”,
muy similar a la grisalla de la nave de la iglesia, con motivos más interesantes
aunque con un dibujo más torpe.
Sin duda, se trata de una de las construcciones virreinales más importan- 3. Convento de Santa
tes de Colombia (Fig. 4). Como conjunto, no existe otra iglesia de convento Clara, Santa Fe de Bogotá
femenino que pueda mostrar un estado de conservación comparable, ni una
variedad de obras de arte en la arquitectura, la talla, pintura mural y de
caballete que iguale lo que exhibe este monumento.
Las clarisas se aposentaron en Bogotá en 1629, con la madre Damiana de
San Francisco como su primera superiora. En esta fecha se debió iniciar el
trazado del templo, gracias a las gestiones del arzobispo D. Fernando Arias
de Ugarte (de hecho, su hermana y sus sobrinas fueron las primeras mujeres
que ingresaron en la clausura). El convento de Santa Clara fue el escogido
por la aristocracia de Bogotá para enviar a sus hijas, sobrinas y parientes,
siendo el “convento noble” de Santa Fe; su clausura fue la preferida en una
sociedad barroca que buscaba perpetuar en el claustro el status que le era
familiar en la vida civil.
319
Universo Barroco Iberoamericano
320
Pintura mural en los conventos de la Provincia Franciscana de la Santa Fe de Colombia - José Manuel Almansa Moreno
La traza del templo se debe al maestro Matías de Santiago. Hasta diez años Fig. 4. Convento de Santa
después de la fundación del convento no se puede asegurar que se finalizara Clara, Bogotá.
el templo, así como su tribuna y la cubierta mudéjar del órgano17. Es un templo
de trazas sencillas: nave única cubierta con armadura de par y nudillo, oculta
por una falsa bóveda de cañón con lunetos, con arco toral para separar el
presbiterio, y coro a los pies.
La arquitectura severa y recia del edificio se oculta casi por completo con la
decoración interior. Presidiendo la capilla mayor encontramos un magnífico 321
Universo Barroco Iberoamericano
retablo, obra anónima de mediados del siglo XVII. Por su parte, toda la nave
aparece totalmente enchapada con maderas lacadas y estofadas, con bellas
tallas, destacando asimismo una importante colección de pintura de caba-
llete; además, en la nave se sitúan cuatro altares que rompen la continuidad
espacial del interior.
Como en muchos otros casos, la moda de forrar los templos con maderas ta-
lladas a finales del siglo XVII y principios del siglo XVIII supuso el ocultamiento
de la inicial decoración mural. En la restauración efectuada en el templo
hacia 1970-1980 se encontró una abundante decoración pictórica bajo las
planchas de madera, con motivos ornamentales vegetales de traza ingenua.
Como señala Vallín, “estos recubrimientos taparon por completo las su-
perficies murales que se encontraban a la vista en la nave de la iglesia. Sin
embargo, en los recintos privados, en los coros donde las religiosas llevaban
gran parte de su vida monástica, continuó manteniéndose la decoración
policromada. Esto indica que el gusto predominante entre los feligreses que
acudían a las misas era el que imponía la moda, y que -por el contrario- el
de la comunidad de las clarisas era un gusto diferente, que siguió prefiriendo
los elementos florales y de animales, con los que ornamentaban el interior
de sus lugares de oración”20.
Todo el arco toral se llena con grutescos vegetales alternados con grecas
geométricas, complementado en el intradós con grandes florones penta-
foliados de madera dorada. El juego de elementos del arco toral, con sus
recuadros rehundidos con la policromía, no fue opacado por el recubrimiento
posterior. La cara que abre al presbiterio muestra un gran tondo con el
anagrama de Cristo, rodeado por capullos de rosas y complementado con
racimos de uvas a modo de cenefa.
La música era compañera habitual de los rezos de las religiosas y, si bien las
horas canónicas no se acompañaron siempre de instrumentos, no se puede
decir lo mismo de la celebración de otros oficios en donde siempre estaba
presente. Fue corriente que, siguiendo la tradición peninsular, los conventos
de monjas tuvieran su maestro de capilla; su función consistía en enseñar el
canto gregoriano y la salmodia a las religiosas, teniendo asimismo el cargo de
dotar a la iglesia de órgano y de libros corales para mayor esplendor del culto.
323
Universo Barroco Iberoamericano
Son dos los coros de Santa Clara, el alto y el bajo. Ambos estuvieron cerrados
originalmente por una reja, actualmente desaparecida, si bien en el coro alto
aún se conservan restos del cerramiento original.
Sin duda, lo más relevante es el coro alto (Fig. 5). Este amplio recinto exhibe
más de 60 representaciones de animales, colocados casi siempre a horcajadas
sobre las pentafolias doradas que salpican todo el espacio del cielo raso. Tras
la expulsión de las monjas, los miembros de la Iglesia de la Congregación
324
Pintura mural en los conventos de la Provincia Franciscana de la Santa Fe de Colombia - José Manuel Almansa Moreno
del Sagrado Corazón hicieron una serie de reformas en los coros, ocultando Fig. 5. Coro alto. Iglesia
las pinturas con una tela clavada sobre la bóveda, que reaparecieron tras conventual de Santa Clara,
su restauración. Bogotá.
325
Universo Barroco Iberoamericano
La hornacina a los pies conserva aún restos de una abigarrada decoración flo-
ral, un tapiz en el que se entremezclan flores, frutas, grandes hojas, arabes-
cos, etc., presente en el intradós del arco y en su perfil. En la clave se dispone
un gran sol con rayos rectos y curvos en amarillo y rojo, encontrándonos así
mismo la paloma del Espíritu Santo. El frontal de esta hornacina presenta
una abigarrada decoración, apareciendo por la parte superior una cartela con
la corona real y el anagrama de María, todo envuelto con profusa decoración
floral. En la parte inferior aparecen dos jarrones ubicados a los lados, lo que
nos hace pensar que aquí se ubicaría un crucifijo u otra imagen devocional.
Más interesante es la ventana del muro del Evangelio, puesto que en sus
jambas aparecen Santa Clara y San Francisco. La primera se representa de
cuerpo entero, vestida de abadesa y portando el báculo; por desgracia, su ros-
tro aparece borrado. En cuanto al segundo, también es una figura de cuerpo
entero vestido con el hábito franciscano, y mostrando las llagas de la mano
y del pecho. En el intradós aparece una custodia de tipo sol, acompañada a
ambos lados por el escudo de la Orden de Santo Domingo y San Francisco.
Todo el fondo se ornamenta con pequeñas flores.
327
Universo Barroco Iberoamericano
Como anécdota cabría mencionar que, cuando las monjas fueron expulsadas
del convento siguiendo las órdenes del general Mosquera, se refugiaron en
la vivienda del prócer Rivas Posada. En ella se conservan restos de pintura
formando un tapiz de motivos florales, de estética rococó, así como algunos
escudos heráldicos y anagramas religiosos posiblemente perteneciente a esta
época, y que nos hace pensar que las religiosas repetirían algunos esquemas
iconográficos existentes en su primitiva clausura.
328
Pintura mural en los conventos de la Provincia Franciscana de la Santa Fe de Colombia - José Manuel Almansa Moreno
1. Abad Pérez, Antolín. Los franciscanos en América. Madrid, Editorial Mapfre, Notas
1990, pág. 219.
2. Iraburu, José María. Hechos de los apóstoles de América. Pamplona, Fundación
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demia Colombiana de Historia, 1975, pág. 613.
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Fray Francisco Cerón sobre el estado de los conventos franciscanos de Tunja y
Santa Fe en 27 de noviembre de 1574.
9. Almansa Moreno, José Manuel. “Pintura mural en los conventos dominicos
de Tunja y Villa de Leyva”. Cuadernos de Arte e Iconografía, nº 36, 2009, pág.
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10. A.G.I, Santa Fe, 234, fol. 26 del cuadernillo 26 sobre Santa Clara.
11. A.G.I., Santa Fe, 237. Información de Servicios de Francisco Salguero (1574)
ante el escribano Luis de Vergara (cuaderno de 133 folios).
13. Vallín, Rodolfo. Imágenes bajo cal y pañete. La pintura mural de la colonia en
Colombia. Bogotá: El Sello Editorial / Museo de Arte Moderno de Bogotá, 1998,
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15. Téllez, Germán. “Las ordenes religiosas y el arte”. VV.AA. Historia del arte
colombiano. Vol. 3. Bogotá. Salvat Editores Colombiana, S.A., 1977, pág. 761.
16. Gil Tovar, Francisco. “El mestizaje artístico”. VV.AA. Historia del arte colom-
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18. Ortega Ricaurte, Daniel. Cosas de Santa Fe de Bogotá. Bogotá, Academia Co-
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19. Florez de Ocáriz, Juan. Genealogías del Nuevo Reino de Granada. Madrid:
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21. Jaramillo de Zuleta, Pilar. Coro alto de Santa Clara. Bogotá, El Navegante
Editoriales, 1992, pág. 24. 329
Universo Barroco Iberoamericano
En este trabajo nos proponemos volver sobre este capítulo olvidado de la his-
toria de la pintura sevillana, elaborando un primer balance de la producción
pictórica de Duque Cornejo a partir de un detenido análisis de cuanto sabemos
por las fuentes antiguas y de la identificación y hallazgo de nuevas pinturas,
que permiten perfilar por primera vez el carácter y alcance de su obra.
Quisieran o no, los escultores estaban obligados a entenderse con los pintores
cuando sus obras requerían el concurso de la policromía. La fase final del
proceso escultórico, correspondiente al acabado de la superficie, quedaba
así fuera de su control, con todas las consecuencias que ello implica. Resulta
comprensible que los escultores más aventajados no estuvieran dispuestos
a dejar sus preciadas obras en manos de cualquier pintor o dorador, pues
como denunciaba Palomino «muchas buenas Esculturas vemos echadas à
perder por mal encarnadas, ò coloridas»7.
A este complejo panorama puso fin la Real Orden dictada por Carlos III en
1782, por la que autorizaba a los escultores «el preparar, pintar y dorar, si lo
juzgasen presiso ó conveniente, las estatuas y piezas que hagan propias de
su Arte y que los Gremios de Doradores, Carpinteros, y de otros oficios que
hasta ahora los han molestado por esta ú otra razon semejante, no puedan
impedirlo en lo sucesivo bajo la pena de cuatro años de destierro»8. Desde
luego, la orden regia supuso una estocada de muerte para el gremio de do-
radores, pero venía a sancionar una realidad que ya venía dándose de facto.
En efecto, desde mediados del siglo XVII se advierte cómo algunos escultores
españoles trataron de sortear la encorsetada separación de oficios impuesta
por la tradición gremial. Por cauces no del todo claros, algunos adquirieron
nociones básicas del arte de la pintura para poder encarnar, pintar y estofar
sus propias obras. Fue el caso de José de Mora, quien siguiendo el ejemplo de
su maestro Cano comenzó a policromar sus esculturas, sin que haya quedado
constancia de que hubiera llegado a pasar el examen de maestro pintor o
ejerciera esta actividad de espaldas al gremio9. También está el ejemplo del
malagueño Fernando Ortiz, quien en 1752 aparece registrado por duplicado
en el catastro de Ensenada, en su doble condición de escultor y dorador10.
Pedro Roldán fue otro escultor perito con los pinceles que se vio empujado
a declarar su actividad pictórica. En 1658, una probable denuncia del gremio
de pintores le llevó a elevar un memorial al cabildo hispalense, solicitando
licencia para continuar trabajando la pintura «en lo tocante a dorador y
estofador», actividad que según él llevaba muchos años ejerciendo pero de
la que no había podido examinarse «por la estrecheça de los tiempos»11.
Curiosamente, el memorial está redactado en los mismos términos que otro
dirigido al municipio por el pintor Juan de Valdés Leal aquel mismo año12.
332
Duque Cornejo, pintor - Manuel García Luque
El salto al lienzo Frente a las dificultades para identificar las policromías ejecutadas por Duque
Cornejo, no deja de resultar paradójico que sea más fácil rastrear su actividad
pictórica a través de su producción en lienzo. Todo apunta a que, siendo un
adolescente, su madre le enseñaría a moler los colores y le desvelaría los
secretos de la técnica al óleo y al temple, que necesariamente debía conocer
para acometer las encarnaduras y los estofados de las tallas. Sin embargo, se
ignora si Francisca Roldán también era competente en la denominada «pin-
tura de imaginería», el más alto grado en el escalafón del arte de la pintura,
consistente en la representación de temas figurativos sobre tabla o lienzo.
Si no fue ella quien inició al joven Pedro en esta elevada modalidad pictórica,
es posible que recibiera lecciones en algún obrador de pintura vinculado a
la familia, acaso el de los Valdés, el más completo de la Sevilla de finales de
siglo, donde además de pintar al óleo el muchacho podría instruirse en la
técnica mural y aprender a grabar al aguafuerte22. Más que el magisterio de
Juan de Valdés –que fallece cuando Duque apenas contaba doce años– habría
que valorar un posible aprendizaje junto a su hijo Lucas. Así, tal vez no sea
casual que años más tarde Duque Cornejo y él coincidieran junto al arquitecto
Jerónimo Balbás en la realización del retablo mayor del Sagrario hispalense,
configurando una triada artística de primer nivel que recordaba la formada
años atrás por Bernardo Simón de Pineda, Pedro Roldán y Juan de Valdés23.
A pesar de lo sugerente de la hipótesis, tampoco hay que descartar que el
nieto de Roldán progresara en la pintura por sus propios medios, de forma un
tanto autodidacta, combinando los conocimientos técnicos suministrados por
la madre y el ejercicio del dibujo en el que, a buen seguro, le adiestraría su
abuelo. Así, sabemos que entre 1664 y 1672 Pedro Roldán había asistido, con
cierta regularidad, a la academia de la Lonja fundada por Murillo y Herrera el
334
Duque Cornejo, pintor - Manuel García Luque
Fig. 1. Pedro Duque Cornejo. Por el momento, lo único que se puede asegurar es que fueron pintados en
San Felipe, 1714. Óleo sobre el verano de 1714 y no en las fechas propuestas, ya que consta el pago por
lienzo. Granada, catedral
el dorado de sus marcos en agosto de aquel año30. Precisamente entonces
(tesoro).
Cornejo se encontraba en Granada trabajando para la catedral, esculpiendo
Fig. 2. Pedro Duque Cornejo. el apartado figurativo de los nuevos púlpitos31.
San Marcos, 1714. Óleo sobre
lienzo. Granada, catedral
Aunque no están tan claras las circunstancias en que se produjo la comisión
(tesoro).
de estas pinturas, es seguro que fueron realizadas para su actual empla-
zamiento, que acababa de acondicionarse como nueva sala capitular. Como
apóstol y evangelista resultan una pareja extraña, máxime si consideramos
que en dicha estancia acababa de colocarse un Apostolado pictórico, traído
de Roma por el arcipreste José Eugenio de Luque y entregado a la catedral
como dación en pago. ¿Acaso se pintaron para completar este conjunto? ¿Se
encargaron como parte de un nuevo ciclo nunca terminado? No lo sabemos,
pero resulta evidente que la idea de representar a las figuras de cuerpo
completo, inscritas en sencillos paisajes de horizonte bajo, está tomada de
este modesto Apostolado, que a su vez copia estampas de Marco Antonio
Raimondi32.
El paso del retablo tardomanierista al barroco implicó tal mutación en el modo La pintura en el retablo
de concebir los repertorios figurativos que a comienzos del XVIII prácticamen-
te ya no se construían retablos para exponer pinturas. Duque trató de corregir
esta situación introduciendo en sus retablos pequeñas pinturas sobre tabla
y lienzo en convivencia con la escultura de bulto y los relieves, planteando
así una particular versión del bel composto berniniano. Esta fórmula ya fue
ensayada en su primer retablo conocido, el de la Virgen de la Antigua de la
catedral de Granada (1716-1718), en el que incluyó una historia de la vida
de la Virgen desarrollada en seis relieves y cuatro pinturas. Según parece
estas historias no estaban previstas en el proyecto original, lo que explica su
inusual disposición en el mueble34. Así, los relieves fueron instalados junto al
baldaquino central, agrupados en extrañas piñas de tres, mientras que las
pinturas, de formato trilobulado, se colocaron alrededor de la peana de la
imagen mariana, en una suerte de camarín. Están realizadas al óleo sobre
337
Universo Barroco Iberoamericano
338
Duque Cornejo, pintor - Manuel García Luque
Mientras se ejecutaba el retablo mayor de San Luis de los Franceses, Duque El conjunto sacramental
tomó las riendas de la decoración de la capilla sacramental de la parroquia de Santa Catalina
hispalense de Santa Catalina, cuyas obras habían quedado paralizadas tras
la muerte del arquitecto Leonardo de Figueroa en 173045. A pesar de que la
intervención del escultor ha sido en cierto modo minusvalorada, por decla-
ración de su viuda sabemos que Duque se ocupó del “gobierno y manejo”
de la obra, debiendo percibir por ello 15 reales diarios46. Siguiendo el ideal
barroco de integración de las artes, Duque proyectó un originalísimo pro-
grama ornamental para sus bóvedas, que contemplaba la combinación de
yeserías, espejos y pinturas. Además de suministrar los diseños y plantillas a
los maestros yeseros, el maestro se ocuparía de pintar siete óvalos pictóricos
con dinámicos grupos de ángeles niños que, a pesar de algunas incorreccio-
nes de dibujo, destacan por sus acusados escorzos, por su factura un tanto
abocetada y su acentuado colorido. Están pintados al óleo sobre lienzos que
se reforzaron con tablas al dorso, siguiendo la técnica ya vista en el retablo
granadino de la Antigua (Fig. 8).
En cada uno de los óvalos Duque pintó una tríada de ángeles que portan Fig. 8. Pedro Duque Cornejo.
atributos de distinto simbolismo eucarístico y mariano. Así, los ángeles que Ángeles con espigas y lirios,
centran los tres óvalos del presbiterio aparecen portando respectivamente 1732-1733. Óleo sobre
oro, incienso y mirra, en curiosa analogía entre la adoración consumada lienzo. Sevilla, parroquia
de Santa Catalina, capilla
por los magos de Oriente y la adoración eucarística que se practicaba en el sacramental.
manifestador del retablo. A su vez, estas figuras se ven acompañadas por
otros ángeles secundarios que sostienen ramas de olivo, lirio, palma y rosa,
atributos lauretanos que sin duda alguna aluden a la imagen de la Virgen que
iba a presidir el retablo. Esta diferenciación jerárquica entre lo eucarístico
y mariano también se produce en los medallones de la bóveda de ingreso,
341
Universo Barroco Iberoamericano
Las pinturas A comienzos de la década de 1740 Cornejo comenzó pasar largas temporadas
del monasterio de retiro en el monasterio cartujo de Nuestra Señora de las Cuevas, al otro
de las Cuevas y el ocaso lado del Guadalquivir, al parecer para combatir una crisis anímica a la que las
de su producción fuentes se refieren de forma un tanto vaga49. Esta circunstancia le permitió
estrechar lazos con algunos monjes, como el padre José Martín Rincón o el
prior Pedro de Cepas, quienes además de alivio espiritual le proporcionaron
trabajo en forma de retablos, esculturas y pinturas. Entre éstas, cabe des-
tacar una serie de cinco pinturas al óleo, representando a San Bruno y otros
destacados santos de la orden, que Duque Cornejo terminó en 1741 para
decorar el cuarto alto de la celda prioral50. Su rastro se perdió tras la desa-
mortización y hasta el momento se daban por perdidas, pero hemos podido
localizar al menos dos de ellas en las dependencias del Palacio Arzobispal
Fig. 9. Pedro Duque Cornejo. de Sevilla. Las circunstancias y el momento de su ingreso se ignoran, pero
San Hugo de Lincoln, 1741. no hay duda de que formaron parte de aquel conjunto, como evidencia su
Óleo sobre lienzo. 143 x estilo y su estrecha cercanía con las ilustraciones dibujadas por Cornejo en
106 cm. Sevilla, Palacio el Protocolo de las Cuevas hacia 1744.
arzobispal
342
Duque Cornejo, pintor - Manuel García Luque
Por último, también cabe recordar una pintura de altar con el tema de las
Santas Justa y Rufina que Duque pintó para una capilla dedicada a la santas
alfareras de Triana en la llamada huerta vieja del monasterio, en sustitución
de un lienzo anterior que por su mal estado «llegó a pisar la raya de inde-
cente». El cuadro se estrenó el 17 de julio de 1746, festividad de las santas,
pero nada más se sabe su morfología ni de su actual paradero52.
Notas 1. Este trabajo constituye una revisión actualizada de la ponencia presentada
en Roma el 11 de mayo de 2016 en el marco del Taller “Geografías de la pintura
barroca”, organizado por el Museo del Prado y la Escuela Española de Historia y
Arqueología.
3. Guerrero Lovillo, José. “La pintura sevillana en el siglo XVIII”. Archivo Hispa-
lense, nº 69, tomo 22, 1955, págs. 15-52.
4. Howard, Ryan A. Pedro Duque Cornejo (1678-1757). Tesis doctoral inédita,
Universidad de Michigan, 1975; Taylor, René. El entallador e imaginero sevillano
Pedro Duque Cornejo (1678-1757). Madrid, Instituto de España, 1982; Hernández
Díaz, José. Pedro Duque Cornejo. Sevilla, Diputación, 1983.
5. Farfán Ramos, Francisco. “La Capilla Sacramental de Santa Catalina”. Diario
La Unión, s/nº (24 de noviembre de 1923), s/p; Valdivieso, Enrique. Historia de
la pintura sevillana: siglos XIII al XX. Sevilla, Guadalquivir, 1986, págs. 307-308;
Morales, Alfredo. “La capilla sacramental de Santa Catalina. Un espacio del ba-
rroco sevillano”. Capilla Sacramental de Santa Catalina. Madrid, Fundación Ar-
gentaria, 1997, págs. 19-35; Valdivieso, Enrique. Pintura barroca sevillana. Sevi-
344 lla, Guadalquivir, 2003, pág. 516.
Duque Cornejo, pintor - Manuel García Luque
8. Buchón Cuevas, Ana María. “Pintar la escultura: apuntes sobre doradores de
los siglos XVII y XVIII en Valencia”. Ars Longa, nº 21, 2012, pág. 214.
10. Romero Torres, José Luis. Fernando Ortiz: un escultor malagueño del siglo
XVIII. Osuna, Patronato de Arte, 2017, pág. 112.
11. Gestoso, José. Ensayo de un diccionario de los artífices que florecieron en Se-
villa desde el siglo XIII al XVIII inclusive. Tomo I. Sevilla, La Andalucía Moderna,
1899, pág. 232. Sobre Roldán véase la reciente monografía de Roda Peña, José.
Pedro Roldán: escultor 1624-1699. Madrid, Arco/Libros, 2012.
12. Gestoso, José. Ensayo..., op. cit., Tomo II (1900), pág. 109.
13. Sancho Corbacho, Heliodoro. El escultor sevillano Pedro Roldán y sus discípu-
los. Sevilla, Escuelas Salesianas, 1950, pág. 37.
14. Salazar, Dolores. “Pedro Roldán: escultor”. Archivo Español de Arte, nº 88, t.
22, 1949, pág. 323, n. 29.
15. Por ejemplo, Pedro Díaz y José Navarro doraron el retablo de la Virgen de la
Antigua de la catedral de Granada ocho años después de su conclusión. Taylor,
René. El entallador..., op. cit., pág. 39, nota 40.
17. García Luque, Manuel. “Duque Cornejo, el último barroco”. Ars Magazine,
nº 28, 2015, págs. 117-118.
18. Ceán Bermúdez, Juan Agustín. Diccionario Histórico..., op. cit., pág. 22.
19. García Luque, Manuel. “Un conjunto singular del barroco sevillano en Gra-
nada: el Apostolado de la Basílica de las Angustias, obra de Pedro Duque Corne-
jo”. Cuadernos de Arte de la Universidad de Granada, nº 41, 2010, pág. 174.
20. Tal vez su hermana Juana Cornejo, casada con el escultor Diego Ruiz Pala-
cios, su propia mujer, Isabel de Arteaga, o su tía materna, Teresa Roldán, esposa
del escultor Pedro Castillejos. Ibídem, pág. 175.
21. Sobre el papel de la mujer en los obradores, véase Aranda Bernal, Ana. “Ser
mujer y artista en la España de la Edad Moderna”. Roldana. Sevilla, Junta de An-
dalucía, 2007, págs. 34-35.
22. Algunos ejemplos de Duque como grabador en Salazar Fernández, Rosa Ma-
ría. “Un grabado de Santa María del Subsidio: primera obra firmada de Pedro
Duque Cornejo”. Laboratorio de Arte, nº 9, 1996, págs. 359-364. Y Herrera García,
Francisco Javier. “Un nuevo grabado y últimas obras documentadas en Sevilla de
Pedro Duque Cornejo”. Laboratorio de Arte, nº 12, 1999, págs. 243-254.
23. Sobre este monumental y desaparecido retablo, véase Romero Torres, José
Luis. “Jerónimo Balbás, Pedro Duque Cornejo y otros artistas en el retablo mayor
de la iglesia del Sagrario de Sevilla”. Diálogos de Arte. Homenaje al profesor Do-
mingo Sánchez-Mesa Martín. Granada, Universidad, págs. 259-276. 345
Universo Barroco Iberoamericano
24. Ceán Bermúdez, Juan Agustín. Diccionario Histórico..., op. cit., tomo IV, pág.
240. Banda y Vargas, Antonio de la y Romero Tallafigo, Manuel. El Manuscrito de
la Academia de Murillo. Sevilla, Confederación Española de Centros de Estudios
Locales, 1982, págs. 33-45. García Baeza, Antonio. Entre el obrador y la academia:
la enseñanza de las artes en Sevilla durante la segunda mitad del Seiscientos. Sevi-
lla, Ayuntamiento-ICAS, 2014, pág. 268.
25. Illán Martín, Magdalena. “La colección pictórica del Conde del Águila”. La-
boratorio de Arte, nº 13, 2000, pág. 147.
26. Roda Peña, José. Pedro Roldán..., op. cit., pág. 134.
27. García Luque, Manuel. “Pedro Duque Cornejo y la escultura barroca en Se-
villa: nuevas aportaciones”. Cuadernos de Arte de la Universidad de Granada, nº
44, 2013, págs. 69-70.
29. Archivo del Instituto Gómez-Moreno (Granada), Libro 104, fol. 32v.
30. A finales de mes se pagaba al maestro Pedro Romero «para comprar oro y
dorar las dos molduras de los quadros que se han pintado para la sala capitular
en la forma y por el mismo precio que se ajusto el dorado y talla de las molduras
de los apostoles que estan en dicha sala». Archivo de la Catedral de Granada,
Leg. 145, pieza 1, cuentas de 1714, datas nº 90 y 92. En efecto, los marcos de las
pinturas de Duque son idénticos a los que posee el Apostolado mencionado en
la documentación.
31. Taylor, René. “Los púlpitos de la catedral de Granada y sus autores”. Boletín
de Bellas Artes, nº 6, 1978, pág. 129. Según las actas, el 22 de septiembre de 1714
el escultor «estaua para hirse a Seuilla».
33. Salió como anónimo español del siglo XVIII en Durán, subasta de 21-IX-
2017, lote 140. Debo su conocimiento a la gentileza de Roberto Alonso.
34. Sobre el retablo, véase Taylor, René. El entallador..., op. cit., págs. 35-39.
López-Guadalupe Muñoz, Juan Jesús. “La catedral vestida: la arquitectura de los
retablos”. El libro de la Catedral de Granada. Tomo I. Granada, Cabildo Metropo-
litano de la S. I. Catedral, 2005, págs. 507-514.
35. Estudiado por Taylor, René. El entallador..., op. cit., págs. 42-44; Herrera
García, Francisco Javier. El retablo sevillano en la primera mitad del siglo XVIII:
evolución y difusión del retablo de estípites. Sevilla, Diputación, 2001, pág. 402; y
más recientemente por Ravé Prieto, Juan Luis. San Luis de los Franceses. Sevilla,
Diputación, 2010, págs. 128, 178-181 y lám. 16, proponiendo una datación de
1716-1719.
37. Sobre este retablo véase Taylor, René. El entallador..., op. cit., págs. 45-46.
Herrera García, Francisco J. El retablo sevillano..., op. cit., págs. 402-407. Ravé
Prieto, Juan Luis. San Luis..., op. cit., págs. 130-137.
346
Duque Cornejo, pintor - Manuel García Luque
38. Parece que algunas otras se pintaron ex profeso, como los siete retratos
de santos atribuidos a Domingo Martínez por Pleguezuelo Hernández, Alfonso.
“Catálogo general...”, op. cit., págs. 251-252, nº 22.
41. Atribuidos a Cornejo en García Luque, Manuel. “Duque Cornejo...”, op. cit.,
págs. 116-117.
43. Ceán Bermúdez, Juan Agustín. Diccionario Histórico..., op. cit., pág. 24.
46. Valverde Madrid, José. “El testamento del escultor Duque Cornejo”. Adarve,
nº 749 (5-II-1967), pág. 5.
47. Morales Martínez, Alfredo. “La capilla...”, op. cit., pág. 27, nota 22.
48. Valverde Madrid, José. “El testamento...”, op. cit., pág. 5. En su lugar, Vicen-
te Alanís pintaría tres décadas después la Proclamación del Patronato de la Inma-
culada, así como otras pinturas murales para completar los huecos de la bóveda
vaída. Morales Martínez, Alfredo. “La capilla...”, op. cit., pág. 35.
49. Matute y Gaviria, Justino. “Adiciones...”, op. cit., págs. 184-185. Cuartero y
Huerta, Baltasar. Historia de la Cartuja de Santa María de las Cuevas de Sevilla y
de su filial de Cazalla de la Sierra. Tomo II. Madrid, Real Academia de la Historia,
1954, págs. 171-172.
50. Los fecha José Martín Rincón en su Protocolo de la cartuja de las Cuevas
(Biblioteca de la Real Academia de la Historia, ms. 9-2098, pág. 719). Señalan la
autoría Matute y Gaviria, Justino. “Adiciones...”, op. cit., pág. 189; y Cuartero y
Huerta, Baltasar. Historia..., op. cit., págs. 145 y 698.
52. Serra y Pickman, Carlos. La Cartuja de Santa María de las Cuevas. Sevilla,
R. Blanco, 1929, pág. 23. Cuartero y Huerta, Baltasar. Historia..., op. cit., págs.
171-172 y 714-715.
347
Universo Barroco Iberoamericano
Abstract The essay describes the process of American acculturation in Italy through
the analysis of history, literary and artistic sources, as well as initiatives of
the Medici family and other representatives of culture and arts in the Italian
peninsula. The text proposes a review of the literature published to date and
a series of new proposals in the field of writing and Fine Arts (16th and 17th
centuries).
Key Words: Italian States, Medici, academies, allegory of America, mapping,
parrot.
348
La percepción literaria y artística del Nuevo Mundo en los Antiguos Estados de Italia (s. XVI-XVII) - Macarena Moralejo Ortega
A día de hoy, todavía resulta complicado comprender el modo en el que los Introducción
principales protagonistas de la esfera cultural y artística del Renacimiento y
del Manierismo italiano tuvieron sus primeros contactos con el Nuevo Mundo.
Directrices de carácter general han sido descritas en publicaciones –y en
otros idiomas diferentes al castellano y al italiano− de historia, literatura,
arte, sociología, etnografía y otras disciplinas afines1. En tal situación, la
historiografía del arte todavía necesita realizar un ejercicio de reflexión acerca
de qué medios se utilizaron para la difusión de América en Italia, cómo se
produjo la selección argumental y quiénes vehicularon, entre los instancias
políticas y culturales, la llegada de información a la península italiana, incluso
aquella “contaminada” por las influencias foráneas2.
Estudios recientes – todavía muy escasos frente al volumen de investigacio- Comprender América
nes que deberían afrontarse8 – han tratado de poner en evidencia cómo se desde Italia: una
articularon los contactos en los círculos culturales y artísticos, a diferentes aproximación
escalas, a partir del envío a América de grabados, pinturas y esculturas e, bibliográfica
incluso, de la presencia de comunidades artísticas italianas en el territorio
americano, muy desiguales en cuanto a su conformación y número tanto
en los dominios españoles como en los portugueses9. Desde mi punto de
vista, resultaría prioritario que, aquellos que nos ocupamos de arte italiano
y sus relaciones con España y el Imperio de los Habsburgo, revisásemos la
bibliografía reciente que se ha ocupado de estudiar las relaciones bilatera-
les que los diferentes estados italianos establecieron con América entre los
siglos XVI y XVIII10.
Indias, se enmarca dentro de una repetitiva exhibición del poder regio, tal y
como se rememoró también, a través de una representación de la Alegoría
de América, en las exequias del monarca ideadas para la arquitectura efím-
era de la contrafachada de la iglesia de San Lorenzo de Florencia, el 10 de
noviembre de 159818.
Hasta fechas muy recientes, las academias han sido descritas como centros
de intercambio ideológico que ofrecían una gran libertad de actuación a sus
miembros y, como consecuencia, se han presentado a través de imágenes
idílicas y utópicas. En realidad, aun cuando la especulación y el debate ide-
ológico eran una parte esencial de las conversaciones entre los académicos
–y de sus publicaciones–, sus miembros estuvieron sometidos a un cierto
control por parte de las autoridades políticas y religiosas28. No obstante,
tal coyuntura no fue un obstáculo para que se abordasen múltiples temas,
incluso reflexiones acerca del continente americano que, todavía, no han
sido objeto de estudio.
italiana desde mediados del siglo XVI, incluso la presencia de más de una en
centros urbanos de pequeñas dimensiones, como sucedió en Perugia; por
otro lado, fueron muy pocas las que, en realidad, alentaron entre sus socios
la impresión, y por consiguiente, la divulgación de los discursos, lecciones y
otro tipo de expresiones de la oralidad. Por último, la historiografía europea ha
incidido solamente en fechas muy recientes en la trascendencia de estos con-
tactos entre varones a través de sus constantes intercambios de información
y/o lecturas que posibilitaron, en última instancia, la conformación de bases
ideológicas y proyectos educativos con un sustrato pedagógico análogo29.
Todo ello, a pesar de las dificultades que presenta, todavía a día de hoy, la
identificación de los protagonistas de este círculo académico, dado que casi
todos escondían su identidad con un pseudónimo, así como la individualiza-
ción de sus lecciones –y como consecuencia de los temas elegidos− entre el
material manuscrito que se encuentra desperdigado por instituciones de todo
tipo, tanto en el territorio italiano como fuera de este perímetro.
Dos temas ligados a la difusión del conocimiento que se tenía del Nuevo
Mundo, a mi modo de ver, debieron concitar la atención en estos cenáculos
en los que se apostó, preferentemente, por la oralidad y la retórica. Por un
lado, la importación de vocablos procedentes de idiomas vernáculos, y la
manera en que estos nuevos términos se incorporaron a diferentes contextos
políticos y culturales en la península italiana. Por otro lado, las descripciones
geográficas de los nuevos territorios, y el modo en el que debían explicarse,
a través de la cartografía y la producción artística (dibujo, grabado, pintura
en varios soportes), eran esenciales para permitir a los italianos afrontar un
paso decisivo: incorporar a su bagaje una ubicación espacial desconocida, a
todas luces incomprensible, lejana y fuera de una dimensión aprehensible30.
Las consecuencias de esta política cultural, urdidas en las más altas esferas
de poder, fueron inmediatas, y no pudieron sustraerse a ella, ni siquiera,
artistas de segunda fila como Lodovico Buti (1550/1560-1611), a quien en-
cargaron un programa de frescos sobre la conquista española de México en
la cubierta de varias salas del palacio Uffizi35.
355
Universo Barroco Iberoamericano
356
La percepción literaria y artística del Nuevo Mundo en los Antiguos Estados de Italia (s. XVI-XVII) - Macarena Moralejo Ortega
A mi modo de ver, dos publicaciones surgidas a partir de los contactos entre El diálogo entre
académicos fueron también decisivas y ejercieron una importante influen- escritores y artistas:
cia en la visión del Nuevo Mundo en los círculos humanistas y artísticos de América como telón
la península italiana. Por una parte, la reflexión acerca de la “Alegoría de de fondo
América” de Cesare Ripa en su famosa Iconologia, una obra clave en cuya
redacción participaron como asesores destacados miembros, como el au-
tor, de los Intronati (Siena), los Inciati (Roma) y los Insensati (Perugia). Así, y
ante la ausencia de fuentes clásicas de referencia, dado que, como Cesare
Ripa recordó, los antiguos no conocían este continente, hubo de inspirarse,
tanto en los escritos de sus contemporáneos, como en las conversaciones
mantenidas con amigos y/o académicos41.
Una fuente de inspiración muy próxima se utilizó para la creación, por ejem-
plo, de la “Alegoría de América” en la cubierta de la basílica de San Ignacio
de Roma, ideada por el Hermano Andrea Pozzo entre 1685 y 1694. Más tardía,
pero vinculada con la descripción propuesta por Cesare Ripa, fue la repre-
sentación de la misma alegoría en la pintura mural ideada por Giambattista
Tiepolo en el palacio Clerici de Milán hacia 1740, así como la elección de la
misma temática en un fresco realizado por Domenico Muzzi en el palacio
Sanvitale de Parma, alrededor del año 1790. El modelo de Cesare Ripa tam-
bién sería el prototipo destinado a la imitación, con sutiles variantes, en el
barroco italiano, tal y como reflejan, por ejemplo, las alegorías de América
creadas por algunos artistas de este periodo en dibujos y pinturas, como
Giacinto Gimignani, Luca Giordano, Francesco Trevisani, Francesco Solimena
y Crescenzo de la Gamba42.
Tasso (1581), y con ello, el canto XV, en el que su autor aludió al descubrimien-
to del Nuevo Mundo inspirándose, tal y como ha señalado la crítica literaria, en
la Relazione del primo viaggio intorno al mondo de Antonio Pigafetta, publicada
en el año 1536, y en la Navigazione e viaggi de Giovanni Battista Ramusio43.
Los artistas no se mantuvieron al margen del gran éxito literario de Tasso,
sobre todo a partir de 1590, fecha en la que se realizó la primera edición
ilustrada de la obra con imágenes creadas por el pintor genovés Bernardo
Castello y grabadas por Agostino Carracci y Girolamo Franco. Este repertorio
figurativo no fue el único, puesto que se realizaron otras ediciones, tanto
en la península italiana como en Europa y América, que proporcionaron un
material adicional para la interpretación de la obra por parte de humanistas
y artistas e inspiraron repertorios figurativos de altísimo nivel en ciudades
como Génova, Venecia y Nápoles44.
358
La percepción literaria y artística del Nuevo Mundo en los Antiguos Estados de Italia (s. XVI-XVII) - Macarena Moralejo Ortega
a sus manos y que, muy pronto, a través del correo, le haría llegar para que
decorasen su “stanziolino”47.
La famosa artista se hacía eco, con esta elección temática, del éxito alcanzado
por la guacamaya en los repertorios figurativos de su patria, tal y como puede
observarse en un pequeño detalle del ciclo de frescos pintado por Francesco
Salviati en el Palazzo Vecchio de Florencia (Historias de Furio Camilo, 1543-
1545). El papagayo de procedencia americana puede identificarse también
en el magnífico retrato de Carlos de Guisa, Cardenal de Lorena (1524-1574),
en el que el ave, pintada con colores muy vivos, se sitúa en el alfeizar de
una ventana y cumple con el requisito de ser un animal raro y costoso, cuya
pertenencia evidenciaba el status social de su propietario, justo como sucede
en el retrato coral de Lavinia Fontana49.
360
La percepción literaria y artística del Nuevo Mundo en los Antiguos Estados de Italia (s. XVI-XVII) - Macarena Moralejo Ortega
1. Este trabajo se ha realizado gracias a la financiación del Proyecto I+D Notas
HAR2014-52061-P financiado por el Ministerio de Economía y Competitividad,
Gobierno de España con el título: La Copia pictórica en la monarquía hispánica
(siglos XVI- XVIII). Reflexiones generales, con un aparato bibliográfico extenso,
en Ordahl Kupperman, Karen. America in European Consciuousness 1493-1750,
North Carolina, University of North Carolina, 1995; Horodowich, Elisabeth et ali.
The New World in Early Modern Italy, 1492-1750, Cambridge, Cambridge Univer-
sity Press, 2017 y en Lepri, Nicoletta. Cultura visiva e Nuovo Mondo: immagini oc-
cidentali e colonie americane tra XVI e XVII secolo, Firenze, Ed. Polistampa, 2015.
4. El óleo sobre cobre mide 36x47,5cm. Otros datos sobre la colaboración entre
ambos artistas y las cuatro pinturas concebidas como serie en Baadj, Nadia Sera.
Jan van Kessel I (1626-1679): Crafting a Natural History of art in Early Modern,
Antwerp-London, ed. Turnhout, Harvey Miller Publishers, 2016.
6. Véase Gino Guarnieri, Giuseppe. L’ultima impresa coloniale di Ferdinando I dei
Medici: La spedizione R. Thornton al Rio Amazonas, all’orenoco, all’isola Trinidad
361
Universo Barroco Iberoamericano
con documenti in appendice e tre carte fuori testo. Livorno, ed. Giuseppe Meuc-
ci, 1910 y más recientemente Paoli, Lucia. “Da Livorno a nombre de Dios. Una
dettagliata relazione inviata a Firenze e il progetto dei Medici per un possesso
in Brasile”, Percorsi di arte e letteratura tra la Toscana e le Americhe. Firenze,
ed. Aonia, 2016, pp. 91-105. Robert Thornton, oficial de la marina al servicio
del Granducado de Toscana, dirigió la expedición desde Livorno a bordo de un
galeón y una tartana, junto a Sir Robert Dudley. El inglés, hijo ilegítimo del II
conde de Leicester, se instaló en Florencia a raíz de su conversión al catolicismo
(1606) después de haber surcado los mares como navegante y cartógrafo, al ser-
vicio de los Medici. Los instrumentos científicos que ideó y utilizó en sus viajes
se conservan en el Museo Galileo de Florencia. Véase también su atlas marítimo
del mundo ilustrado titulado “Dell’Arcano del mare” (Florencia, 1645-1646, vol.
I- III) que alcanzó un gran éxito en el ambiente cultural italiano y europeo.
7. Véase Allen, David. “The Social and Religious World of a Knight of Malta in
the Caribbean c.1632-1660”, Malta. A case study in International Cross- Currents.
Malta, Malta University Publications, 1991, pp. 147-157.
9. Para este tema véase Carnemolla, Stefania Elena. Fonti italiane dei secoli
XV-XVIII sull’espansione portoghese. Ed. ETS, 2000; Cadeddu, Maria Eugenia.
Il tesoro messicano: libri e saperi tra Europa e Nuovo Mondo. Firenze, ed. Leo
Olschki, 2013 y Trippini, Sergio. L’America vista dall’Italia: carte e atlanti dal XVI
secolo al XIX secolo. Civitella del Lago, Associazione Roberto Alamagia – Asso-
ciazione Italiana Collezionisti di Cartografia Antica, 2013.
10. Para un argumento tan complejo y tan vasto véase Cantù, Francesca et
ali. Las cortes virreinales de la monarquía española: América e Italia. Actas del
coloquio internacional, Sevilla, 1-4 junio 2005, Roma, ed. Viella, 2008; Carma-
gnani, Marcello. “La organización de los espacios americanos en la Monarquía
española, siglos XVI-XVIII, Las Indias Occidentales: procesos de incorporación
territorial a las Monarquías Ibéricas (siglos XVI a XVIII). Ciudad del México, Co-
legio de México, 2012, pp. 331-356; Arrieta Alberdi, Joan. “Las formas de vincu-
lación a la Monarquía y de relación entre sus reinos y coronas en la España de
los Austrias. Perspectivas de análisis”, Monarquía de las naciones. Patria, nación
y naturaleza en la Monarquía de España. Madrid, Fundación Carlos de Amberes,
2004, pp. 303-326 y, por último, Yun Casalilla, Bartolomé et ali. “Introducción.
Entre el imperio colonial y la monarquía compuesta. Élites y territorios en la
Monarquía Hispánica (ss. XVI y XVII)”, en Las Redes del Imperio. Elites sociales
en la articulación de la monarquía hispánica, 1492-1714. Madrid, Marcial Pons
Historia, 2009, pp. 11-37.
11. No se han realizado todavía estudios concretos, una visión general en Spit-
ta, Silvia. Misplaced objects. Migrating collections and recollections in Europe and
the Americas. Houston, University of Texas Press, 2009.
12. Véase Markey, Lia. Imagining the Americas in Medici Florence. Pennsylvania,
Penn State University Press, 2016 y las actas del congreso Lepri, Nicoletta et ali.
Percorsi di arte e letteratura..., op. cit.
362
La percepción literaria y artística del Nuevo Mundo en los Antiguos Estados de Italia (s. XVI-XVII) - Macarena Moralejo Ortega
13. Un primer análisis de los objetos americanos (piezas artísticas y otro tipo
de legado más relacionado con la etnografía, la botánica y otras disciplinas) que
la familia Medici conservó en sus residencias florentinas y en la embajada del
Gran Ducado en Roma en Heikamp, Detlef et ali. Mexico and the Medici. Firenze,
ed. Editrice, 1972. Véanse también de Detlef Heikamp las siguientes contribu-
ciones: “Mexicanische Altertümer aus süddeustschen Kunstkammern”, Panteon,
28, 1970, pp. 205-220 y México und die Medici- Herzöge en Myten der Neuen Welt.
Berlín, ed. Karl- Heinz Kohl, 1982, pp. 126-146.
14. Véase una exposición temporal pionera en estos estudios que, por desgracia,
no ha tenido una continuidad en otros formatos expositivos posteriores: Hough,
Samuel J.. The Italians and the creation of America, cat. exp. John Carter Brown,
Brown University, 1980.
15. Honour, H. The New Golden Land: European images of America from the dis-
coveries to the present time. London, Allen Lane, 1976.
17. Véase Domenici, Davide. “Cose dell’altro mondo: nuovi dati sul collezio-
nismo italiano di oggetti messicani tra XVI e XVII secolo”, en El imperio y las
Hispanias de Trajano a Carlos: clasicismo y poder en el arte español. Bononia Uni-
versity Press, 2014; Domenici, D. et ali. “Domingo de Betanzos’ Gifts to Pope
Clement VII in 1532-1533: Tracking the Early History of Some Mexican Objects
and Codices in Italy”. Estudios de cultura nahuatl, 2014, 47, pp. 169-209.
18. Para la pintura de Ligozzi véase Museo Uffizi (depósito), inv. 7843., medidas
210 x 170 mm. Datos sobre esta obras y el funeral del rey en Florencia en Bietti,
Monica. La morte e la gloria: apparati funebri medicei per Filippo II di Spagna e
Margherita d’Austria. Firenze, ed. Sillabe, 1999, especialmente p. 99.
19. Las contribuciones son muy escasas y marginales, véase Averini, Riccardo.
“Roma e l’arte barocca dell’America Latina”. Studi Romani, II, 1963, pp. 435-443;
Barroero, Liliana. Per una storia del mercato dell’arte: da Roma all’Europa e al
Nuovo Mondo tra la seconda metà del secolo XVIII e la fine del XIX, Giornata della
Ricerca, 2011, pp. 62-75. Véanse también las aportaciones de estudiosos italia-
nos y americanos en las actas del Simposio Internazionale sul Barocco Latinoma-
ericano, Roma, ILCA, 1982-1984, 2 vols, que no hemos podido consultar para la
redacción de este texto.
363
Universo Barroco Iberoamericano
22. Véase Rosso del Brenna, Giovanna et ali. “La costruzione di un nuovo mon-
do: territorio, città, architettura tra Europa e America Latina dal XVI al XVIII
secolo”. Atti del convegno internazionale di studi, Genova, 1993, Genova, ed. Sa-
gep, 1994.
23. Véase Catto, Michela et ali. Milano, l’Ambrosiana e la conoscenza dei nuo-
vi mondi (secoli XVII- XVIII). Roma, ed. Bulzoni, 2015; Domenici, Davide et ali.
“Le collezioni archeologiche messicane delle Raccolte Civiche di Milano. Storia,
caratteristiche e prospettive future”. Milano e il Messico. Dimensioni e figure di
un incontro a distanza dal Rinascimento alla Globalizzazione, Milano, Jaca Book,
2010, pp. 51 – 67.
27. El italiano reflexionó por escrito acerca de la clasificación del arte en el siglo
XVI. Véase Capriano, Giovanni Pietro. De vera poetica. Venecia, ed. Bolognino
Zalantieri, 1555.
364
La percepción literaria y artística del Nuevo Mundo en los Antiguos Estados de Italia (s. XVI-XVII) - Macarena Moralejo Ortega
30. Véase, con bibliografía precedente, el texto de Fiorani, Francesca. The mar-
vel of maps: Art, Cartography and Politics in Renaissance Italy. Yale, Yale Univer-
sity Press, 2005.
31. Véase con bibliografía anterior Pecchi, Alessandro. La sala delle carte geo-
grafiche in Palazzo Vecchio: “capriccio et invenzione nata dal Duca Cosimo I”. New
York, ed. David Brown Book Company, 2008 y Rosen, Mark. The mapping of power
in Renaissance Italy: Painted cartographic cycles in social and intellectual context.
Cambridge, Cambridge University Press, 2015.
34. Giorgio Vasari describió en sus famosas Vidas esta iniciativa como “una
cosa rarissima”. Vease Vasari, Giorgio. Vite. Milano, ed. Milanesi, vol. VIII, 1878-
1885, pp. 58-60. Para la trascendencia que la intervención de Egnazio Danti tuvo
en los ambientes académicos de Perugia, en donde adoptó un papel muy activo,
véase Levi Donati, G. Le tavole geografiche della Guardaroba Medicea di Palazzo
Vecchio in Firenze ad opere di Padre Egnazio Danti e Don Stefano Buonsignori (s.
XVI), Perugia, 1995.
35. Véase Markey, Lia. “"Istoria della terra chiamata la nuova spagna": The
history and reception of Sahagún codex at the Medici court”, Colors between two
worlds, Milano, ed. Officina Libraria, 2011, pp. 199-218.
41. Para la primera edición –sin ilustraciones− véase Ripa, Cesare, Iconologia
overo Descrittione Dell'imagini Universali cavate dall'Antichità et da altri luoghi,
Roma, ed. Heredi di Giovanni Gigliotti, 1593. Cesare Ripa señaló que había con-
sultado para la redacción de este epígrafe textos de jesuitas, como el del Pa-
dre Girolamo Gigli y el de Ferrante Gonzales y había hablado sobre el tema con
Fausto Raughese de Montepulciano. Estos nombres no se han identificado toda-
vía en el contexto de estudios americanistas e italianos de la Iconologia. Véase
Zugasti, Miguel. La alegoría de América en el barroco hispánico del arte efímero al
teatro, Valencia, ed. Pre-textos, 2005.
43. Los expertos en Torquato Tasso han señalado que uno de los proyectos del
escritor fue escribir una obra sobre el Nuevo Mundo que jamás llegó a realizar. La
Biblioteca Ambrosiana de Milán conserva una copia, exclusivamente, del canto
XV, titulada como “Navigazione del Mondo Nuovo” (R 99 Sup) que se creyó, du-
rante mucho tiempo, como una obra independiente del escritor. Un análisis de
este manuscrito en Cachey, Theodore. “Tasso’s Navigazione del Mondo Nuovo
and the origins of the Columbus Encomium”, Italica, 69, 3, 1992, pp. 326-343
y Tylus, Jane. “Reasoning Away Colonialism: Tasso and the production of the
Gerusalemme liberata”, South Central Review, 10, nº 2, 1993, pp. 100-114.
46. El dibujo ha sido identificado por la crítica como “Alegoría del pecado a par-
tir de una inscripción de mano del autor "PIANTO / PECAT[O] / SPAVENTO y se
conserva en la Pierpont Morgan Library, inv. 1968. 5. (188x266mm). Un análisis
del dibujo y su posible fecha de realización en Mundy, E. James. Renaissance into
Baroque: Italian Master Drawings by the Zuccari: 1550- 1650, cat. exp. Milwaukee,
1989, nº 89.
50. Véase Picinelli, Filippo. Mundus Symbolicus, Venezia, 1635, véase Lib. IV,
Aves, cap. LIX, Psittacus, p. 326.
367
Universo Barroco Iberoamericano
Abstract Of the three aims of classical rhetoric (to instruct, to please and to move),
movere was the most sought after by Jesuit missionaries. Through this
‘emotive rhetoric’, the pulpit was transformed into a kind of proscenium
where the preacher interacted with altarpieces and images with the aim of
provoking feelings to reflect upon Christ’s Passion, the hardships of hell and
the consideration of death. On both sides of the Atlantic, the Jesuits soon
became accustomed to the use of real images before an audience familiar with
processions and Eucharistic plays: whether rhetorical writers (Juan Bautista
Escardó, António Vieira) or seasoned preachers (Jerónimo López, Diego de
Estrada), all contributed to making the sermon almost visible and capable
of persuading their listeners with the aid of visual imagery.
Keywords: imagery, art theory, visual rhetoric, Counter-Reformation, Early
Modern Jesuit preaching, history of emotions.
I
368
Técnicas jesuíticas de predicación misional, del Viejo al Nuevo Mundo (c. 1550-1650) - Juan Luis González García
Fray Luis de Granada fijó para la predicación hispana esta equivalencia lite-
ral entre deinosis y gravitas, una virtud con la que el orador sagrado podría
«con un saludable y necesario temor hacer temblar y mover los ánimos de
los perezosos e ignorantes»10. Este temor de Dios y el odio del pecado mor-
tal se aguzaban predicando la inevitabilidad de la muerte, la severidad del
Juicio Final, y la amargura y eternidad de los castigos infernales. San Vicente
Ferrer —señalaba Granada— redujo a penitencia a multitudes de personas
por esta vía, capaz de «mover eficazmente los corazones de los hombres,
aunque sean de acero»11.
Mueven á compassion algunas vezes, ver con los ojos las señales de las
heridas, y llagas, que algunos recibieron indignamente, y los vestidos
ensangrentados… Y esta es la causa, que los predicadores algunas vezes
para mover mas al auditorio, sacan en el pulpito algunas devotas imagi-
nes en el sermon de la Passion, y en algunos otros de grande mocion13.
Fray Luis de Rebolledo, predicador real de Felipe III, aludía en sus Cien ora-
ciones fúnebres al auxilio visual que podía tener a su disposición el orador en
toda iglesia, en imágenes, retablos, frescos o vidrieras: «La ciudad del Cielo
no la hemos visto, ni aun pintada. Pintura ay del infierno, pero no de el cielo.
[…] Verdad es que por essas paredes [se refiere a alguna iglesia de Sevilla] ay
infiernos pintados, pero mucho va de lo viuo a lo pintado»18. Si la imagen era
portátil y de pequeñas dimensiones, el predicador tenía la opción de ocultarla
bajo sus ropas para sacarla en el momento oportuno; en caso contrario, la
reservaría tras unos cortinajes para su descubrimiento posterior, como se
hacía con las «apariencias» —lo que hoy son «cuadros plásticos»—, definidas
en el Tesoro de Sebastián de Covarrubias como «ciertas representaciones
mudas que, corrida una cortina, se muestran al pueblo y luego se vuelven
a cubrir»19, lo cual exigía rasgos abultados, como se pintan, e intensidad en
la expresión.
II No obstante lo dicho, hubo una clara influencia actoral sobre los predicadores
de la Sociedad y viceversa, conscientes ambos del paralelismo de su arte y
de su misión comunicativa, que en el caso del teatro escolar, por su inten-
ción de moralizar y conmover, se identificaban28. Los sermones misionales
jesuíticos estaban dirigidos a una audiencia familiarizada con la imaginería,
las procesiones y los dramas litúrgicos y de Pasión. Todas las normas del P.
Escardó, ajustadas a la práctica oratoria de la época —que él ejerció durante
cuarenta años—, se repiten como auténticos topoi en la concionatoria popular
y evocan, a modo de crónica «emocional», ciertas reacciones devenidas con-
vención ante determinadas situaciones narrativas e ideas trascendentales. A
efectos de excitar la empatía y el arrepentimiento del público, el predicador
llevaría consigo un crucifijo para exhibirlo al final de la alocución y dialogar
con él, en días muy señalados de Cuaresma o Semana Santa. Tendría buen
tamaño, ni tan pequeño que no se viese ni tan grande que no pudiera es-
conderse y enarbolarse ante los impresionados espectadores. El auditorio
debía predisponerse con una voz penetrante, abundando en coloquios con
Dios, rogándole que saliera del sagrario y les mostrara su rostro, sus llagas
o espaldas; también hablaría el orador con los oyentes preguntándoles si
querían ver a Cristo para pedirle perdón, o si se lo pedirían si le vieran coro-
nado de espinas, azotado o crucificado.
Estos diálogos icónicos con Cristo también podían hacerse con «la Virgen
cubierta de luto», dependiendo del asunto del sermón. Las acciones a seguir
y las palabras a pronunciar al sacar la imagen estarían previstas por completo
y ordenadas crecientemente, subiendo el tono conmovedor. Así, la imagen
se sacaría cubierta; después se desvelaría y el predicador conversaría con
ella, mostrándola al auditorio o a otras imágenes devotas que hubiera en la
iglesia, reunidas de este modo en fingido coloquio. Si los fieles prorrumpían
en lágrimas, no debía detenerse; para no entibiarles, y mientras la imagen
estuviera a la vista, el religioso soslayaría argumentar mediante autoridades
o símiles, decantándose más bien por apóstrofes y verbos de visualidad. Con
ellos apelaría a las distintas partes de la imagen; si era de un Crucificado,
señalaría las llagas o las manos atravesadas por los clavos; en caso de que
372
Técnicas jesuíticas de predicación misional, del Viejo al Nuevo Mundo (c. 1550-1650) - Juan Luis González García
predicador. Pues si esto entonces no hizo estruendo alguno, ¿cómo hace aho-
ra tanto? Porque antes era Ecce-Homo oído, y ahora es Ecce-Homo visto»38.
San Francisco de Borja, y el crucifijo para San Ignacio). Los predicadores más
puristas, de todas formas, siempre criticaron estos usos, tan conmovedores
como artificiosos, que a finales del quinientos ya viera el dominico Agustín
Salucio: «Hállanse otros, de más subida ralea, que en los púlpitos, predican-
do, sacan cruces, calaveras de finados y huesos que se echan al cuello, no
más que para mover al vulgo, que con tales invenciones suele provocarse a
lágrimas dignas de risa y mal empleadas, pues no se emplean en lo que deben
ni por causas justas y legítimas. […] ¿Cuándo San Pablo mostró calaveras,
ni sacó cruces, ni supo qué cosa era sino predicar a Cristo crucificado?»42.
Mas ay, que ya le veo aquí: Iesus! Iesus! y que espectaculo de tanto ho-
rror! ya esta aqui el muerto, que nos ha de predicar, ya esta aqui: yo le
quiero dar la sobrepelliz, para que predique…: oydle tambien vosotros,
atentamente, assi os de Dios la salvacion: (saca la calavera). Ecce defunc-
tus… Veis aqui el muerto, veislo aqui, solo sin hablar predica, callando
predica: Ecce Ecce. Hombres, mugeres, Ecclesiasticos, seculares, moços,
viejos, veis aqui en que havemos de parar todos: Ecce Ecce defunctus.
Prosigue:
Ecce, Ecce defunctus. Esta calavera representa una dama natural desta
ciudad, hermosa como un Angel, que se han hecho aquellos cabellos
rubios como hebras de oro?
375
Universo Barroco Iberoamericano
Con las mujeres perdidas, según Escardó, no bastaba con sacar una calavera,
sino que había que rematar con la imagen «parlante» del Crucificado para
lograr los efectos deseados:
Veis aqui à Iesu Christo, hijo del Padre Eterno muerto en una cruz, para
salvarnos: Venite adoremus (quitar el velo negro, con que ha de estar cu-
bierto). Almas, almas, mirad à Christo lleno de llagas, y manando sangre
por tantas partes: mirad quan desfigurado está: corona de espinas en
la cabeça, clavos en las manos, y en los pies, el costado traspassado
con una lança…
Pues Señor, ved si ay alguna alma, que os quiera mas a vos que al pe-
cado; buscadla por el auditorio, ved si os querrá adorar, dezidle que os
pida perdón (tomar el Christo por la parte de la cruz donde esta el titulo,
y baxandole decir:) Mira pecadora lo que me cuestas; mira mi cabeça
inclinada, que te llama para darte paz: mira mis braços abiertos, con que
te quiero abraçar; con esta cabeça coronada con espinas toco a la puerta
de tu coraçon, para que me dexes entrar en el, y no quieres abrirme?
«Ay! ay! no me quieren á mi, sino al pecado», se lamenta Cristo con vehe-
mencia. El predicador escucha su clamor:
Señor, y esso sufris? […] Al demonio buelven la cara, y à vos las espaldas?
bolvedles vos las espaldas à ellas, y hechadles la maldición. (volver el
Christo de cara al predicador) diciendo: […] Ios malditas al fuego eterno,
en compañia de los Diablos…
Por estas llagas Santissimas, que todos adoramos; por esta corona de
espinas, por estos clavos, por esta sangre, no se condenen las almas,
376
Técnicas jesuíticas de predicación misional, del Viejo al Nuevo Mundo (c. 1550-1650) - Juan Luis González García
377
Universo Barroco Iberoamericano
***
379
Universo Barroco Iberoamericano
Para catechizar a la Iglesia los hijos que quieren criarse debaxo de sus
alas, hallò una maravillosa inuencion el Padre Iuan Baptista Romano...
despues del el Padre Pedro Canisio, ambos de la Compañía de Iesus,
que pusieron todos los rudimentos con que se deuen doctrinar los idio-
tas, y enseñar los niños desde el per signum Crucis, hasta la vltima de
las Oraciones que la Iglesia tiene, por estampas, que alientan el efecto
aprehendiendo lo que alli se les muestra, imitando lo que se les pone
pintado65.
Para Vicencio Carducho, el potencial de la pintura para lograr algo tan dramá-
tico como era la conversión religiosa parecía un refrendo mucho más eficaz
que las facultades pedagógicas de las imágenes, por incontrovertibles que
éstas fueran. Así, comentaba que «por medio de la pintura ha pretendido
la santa Madre Iglesia, se convierta la criatura a su Creador, como se ha
experimentado en conversiones hechas por medio de santas Imágenes»66.
Uno de los memorialistas invocados por él al final de sus Diálogos, el predi-
cador Juan Rodríguez de León —apodado «el Indiano» en razón de su paso
a Nueva España, donde llegó a canónigo de la catedral de Puebla de los
Ángeles— demuestra lo extendido de la idea también entre los oradores: «Y
no es la menor hazaña de la Pintura, si ha conuertido como si predicàra, y
ha e[n]mendado como si reprehendiera»67. Y corroborando esa reciprocidad,
a modo de colofón, terminaremos casi como empezamos con el ingenioso
Pacheco, quien no dudaría en echar mano —como tantas veces en su Arte—
de un discurso de su amigo el jesuita Feliciano de Figueroa para afirmar,
sin paliativos, que la pintura había hecho, hacía entonces y aún haría por
muchos años, «mayores efectos en la conversión de algunas almas que la
misma predicación»68.
380
Técnicas jesuíticas de predicación misional, del Viejo al Nuevo Mundo (c. 1550-1650) - Juan Luis González García
2. Dompnier, Bernard. “La predicazione di missione dei cappuccini nel XVII
secolo. Terni e metodi”. La predicazione cappuccina nel Seicento, ed. Gabriele In-
gegneri. Roma, Istituto Storico dei Cappuccini, 1997, págs. 242-244.
4. Para España y Portugal en el siglo XVII, véase Palomo, Federico. “Misioneros,
libros y cultura en Portugal y España durante el siglo XVII”. Missions d’évangéli-
sation et circulation des savoirs (xvie–xviiie siècle), eds. Charlotte de Castelnau-
l’Estoile et al. Madrid, Casa de Velázquez, 2011, págs. 131-150; para la provincia
de la Bética: Copete, Marie-Lucie et al. “Missions en Bétique. Pour une typologie
des missions intérieures”. Missions religieuses modernes: ‘Notre lieu est le monde’,
eds. Pierre-Antoine Fabre et al. Roma, École Française de Rome, 2007, págs. 261-
285; y para el reino de Galicia: Fernández Cortijo, Camilo. “Les missions popu-
laires dans le royaume de Galice (1550-1700)”. Ibidem, págs. 315-340.
5. Summers, David. Michelangelo and the Language of Art. Princeton, Princeton
University Press, 1981, págs. 234-239.
7. Puttfarken, Thomas. “Michelangelo and Titian: Terribilità and Tragic Pa-
thos”. Titian and Tragic Painting. Aristotle’s Poetics and the Rise of the Modern
Artist. New Haven-Londres, Yale University Press, 2005, pp. 97-125.
8. Paleotti, Gabriele. Discorso intorno alle imagini sacre e profane. Barocchi, Pao-
la, ed. Trattati d’arte del Cinquecento fra Manierismo e Controriforma. Vol. 2. Bari,
Laterza, 1961, pág. 231.
10. Granada, Luis de. Retórica Eclesiástica II (Libros 4-6), ed. Álvaro Huerga. Ma-
drid, Fundación Universitaria Española, 1999, pág. 349.
11. Ídem. Retórica Eclesiástica I (Libros 1-3), ed. Álvaro Huerga. Madrid, Fun-
dación Universitaria Española, 1999, págs. 379-381.
13. Escardó, Juan Bautista. Rhetorica christiana o idea de los qve dessean predicar
con espiritv, y fruto de las almas. Palma de Mallorca, Herederos de Gabriel Guasp,
1647, fol. 343. Escardó sigue casi a la letra a Quintiliano, Inst. Orat. VI, i, 30-31.
Cit. Sobre la formación del orador, ed. Alfonso Ortega Carmona. Vol. 2. Salaman-
ca, Universidad Pontificia, 1999, pág. 315.
14. Escardó, Juan Bautista. Rhetorica christiana…, op. cit., fol. 354.
381
Universo Barroco Iberoamericano
15. Fernández, Lucas. Farsas y églogas, ed. María Josefa Canellada. Madrid,
Castalia, 1976, págs. 211-237.
16. Salucio, Agustín. Avisos para los predicadores del Santo Evangelio, ed. Álvaro
Huerga. Barcelona, J. Flors, 1959, págs. 183-184.
17. Escardó, Juan Bautista. Rhetorica christiana…, op. cit., fols. 343- 343v.
18. Rebolledo, Luis de. Primera parte de cien oraciones fvnebres. En qve se con-
sidera la vida y sus miserias, la muerte y sus prouechos. Sevilla, Francisco Pérez,
1600, fols. 343-345.
20. Escardó, Juan Bautista. Rhetorica christiana…, op. cit., fol. 343.
21. Pinheiro da Veiga, Tomé. Fastiginia o Fastos geniales, ed. Narciso Alonso
Cortés. Valladolid, Ayuntamiento de Valladolid, 1973, pág. 48.
24. Matilla, Miguel. “La ratio studiorum de los jesuitas: una versión en el siglo
XVI del ‘Concepto, método y programa de la enseñanza de la Lengua Latina’”.
Durius. Boletín de Estudios Clásicos, 3, 1975, págs. 247-255.
25. Caro Baroja, Julio. Teatro popular y magia. Madrid, Revista de Occidente,
1974, págs. 26-27.
26. Vigarello, Georges. “El adiestramiento del cuerpo desde la edad de la ca-
ballería hasta la urbanidad cortesana”, Fragmentos para una historia del cuerpo
humano, eds. Michel Feher et al. Vol. 2. Madrid, Taurus, 1991, págs. 148-152.
28. Menéndez Peláez, Jesús. “El teatro jesuítico: sistemas y técnicas escéni-
cas. Las raíces del teatro de Calderón de la Barca”. Calderón, sistema dramático y
técnicas escénicas: actas de las XXIII Jornadas de teatro clásico, Almagro, 11, 12 y
13 de Julio de 2000, eds. Felipe B. Pedraza Jiménez et al. Cuenca, Universidad de
Castilla-La Mancha, 2001, págs. 33-76.
29. Escardó, Juan Bautista. Rhetorica christiana…, op. cit., fols. 347-348.
31. Manuel Morán et al. “The Preacher”. Baroque Personae, ed. Rosario Villari.
Chicago, University of Chicago Press, 1995, págs. 148-149.
33. Luque Fajardo, Francisco de. Razonamiento grave y devoto que hizo el padre
M. F. Pedro de Valderrama... muy cercano a la Muerte, con mas un breve Elogio de
su vida y predicacion. Sevilla, Alonso Rodríguez Gamarra, 1612, fols. 8-9. Véase
el detallado comentario que sobre el paso hace Orozco Díaz, Emilio. “Sobre la
teatralización del templo y la función religiosa en el Barroco: el predicador y
el comediante”. Introducción al Barroco, ed. José Lara Garrido. Vol. 1. Granada,
Universidad de Granada, 1988, págs. 289-293.
34. Portús Pérez, Javier et al. La estampa religiosa en la España del Antiguo Régi-
men. Madrid, Fundación Universitaria Española, 1998, págs. 215-216.
35. Herrero Salgado, Félix. La oratoria sagrada en los siglos XVI y XVII. Vol. 3 (La
predicación en la Compañía de Jesús). Madrid, Fundación Universitaria Españo-
la, 2001, pág. 399.
37. Fernández, Marcio Luis. “The Theory of the Passions in the Sermons of
Antônio Vieira S.J. (1608-1697): A Phenomenological Reading”. Analecta Hus-
serliana, 94, 2007, págs. 69-85.
38. Orozco Díaz, Emilio. El Teatro y la teatralidad del Barroco (Ensayo de intro-
ducción al tema). Barcelona, Planeta, 1969, pág. 144.
39. También conocido y retratado por Pacheco. Véase Pacheco, Francisco. Libro
de descripción de verdaderos retratos de ilustres y memorables varones, ed. Pedro
M. Piñero Ramírez et al. Sevilla, Diputación Provincial de Sevilla, 1985, págs.
227-231.
40. Sánchez Lucero, Gonzalo. Sermon predicado a las onras, que hizo la Santa
Yglesia Metropolitana de Granada, en la muerte de la catolica Reyna de España
Doña Margarita de Austria..., en veynte y seys de otubre de 1611. Sevilla, Alonso
Rodríguez Gamarra, 1611, fol. 16.
41. Gómez, Alonso. Sermon que predico… en las honras que se hizieron a... Don
Felipe III…, en doze de Mayo, de 1621. Murcia, Luis Berós, 1621, fols. 11-12.
43. Escardó, Juan Bautista. Rhetorica christiana…, op. cit., fols. 348v-350v.
44. Acosta, José de. De procuranda indorum salute, ed. Luciano Pereña et al.
Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1984-1987, vol. 1, pág.
161 y vol. 2, pág. 75, respectivamente.
46. Oliva, Giovanni Anello, Historia del reino y provincias del Perú y vidas de los
varones insignes de la Compañía de Jesús, ed. Carlos M. Gálvez Peña. Lima, Ponti-
ficia Universidad Católica del Perú, 1998, pág. 262. Bracamonte argumentó esta
razón ante el Padre General para llevarse consigo al Perú a Bernardo Bitti, jesuita
y pintor. 383
Universo Barroco Iberoamericano
47. Guamán Poma de Ayala, Felipe. Nueva corónica y buen gobierno, ed. John V.
Murra et al. Vol. 2. Madrid, Historia 16, 1987, pág. 682.
48. Barón de Henrion. Historia general de las misiones desde el siglo XIII hasta
nuestros días. Vol. 2. Barcelona, Juan Oliveres, 1863, pág. 108.
49. Acosta, José de. Historia natural y moral de las Indias, ed. José Alcina Franch.
Madrid, Dastin, 2002, pág. 386.
52. Sigüenza, José de. Historia de la Orden de San Jerónimo, ed. Ángel Weruaga
Prieto. Vol. 2. Salamanca, Junta de Castilla y León, 2000, págs. 331-332.
53. Sobre la escuela jesuítica destinada a los moriscos granadinos, véase Álva-
rez Rodríguez, Rosaura. “La Casa de la Doctrina del Albaicín. Labor apostólica
de la Compañía de Jesús con los moriscos”. Cuadernos de la Alhambra, 19-20,
1983-1984, págs. 233-246; así mismo Lozano Navarro, Julián José. “La compañía
de Jesús en el Reino de Granada durante el siglo XVI: las misiones populares”.
La historia del reino de Granada a debate: viejos y nuevos temas: perspectivas de
estudio, ed. Manuel Barrios Aguilera et al. Málaga, Actas, 2004, págs. 537-550.
54. Ochoa, Eugenio de, ed. Epistolario Español. Colección de cartas de españoles
ilustres antiguos y modernos. Madrid, Atlas, 1945, pág. 297. Un comentario a este
pasaje en Pastore, Stefania. Il Vangelo e la Spada. L’Inquisizione di Castiglia e i
suoi critici (1460–1598). Roma, Edizioni di Storia e Letteratura, 2003, pág. 116.
55. Franco Llopis, Borja. “San Francisco de Borja y las artes”. San Francisco de
Borja, Grande de España. Arte y espiritualidad en la cultura hispánica de los siglos
XVI y XVII, ed. Ximo Company et al. Catarroja, Afers, 2010, págs. 99-113.
56. Ribadeneira, Pedro de. Historias de la Contrarreforma, ed. Eusebio Rey. Ma-
drid, Biblioteca de Autores Cristianos, 1945, pág. 827.
58. San Pedro Canisio, Autobiografía y otros escritos, ed. Benigno Hernández
Montes. Santander, Mensajero, 2004, págs. 9-26.
59. Prosperi, Adriano. “‘Otras Indias’: Missionari della Controriforma tra con-
tadini e salvaggi”. Scienze, credenze occulte, livelli di cultura. Convegno Internazio-
nale di Studi (Firenze, 26-30 giugno 1980). Florencia, Leo S. Olschki, 1982, págs.
205-234.
60. Sáez, Ricardo. “Preludio al sermón”. Criticón, 84-85, 2002, pág. 56.
63. Ídem. “Intorno ad un catechismo figurato del tardo ‘500”. Quaderni di Pa-
lazzo Te, 2, 1985, págs. 45-53.
64. Dekoninck, Ralph. “Ad Imaginem”: Status, fonctions et usages de l’image dans
la littérature spirituelle jésuite du XVIIe siècle. Ginebra, Droz, 2005, pág. 285.
65. Butrón, Juan Alonso de. Discvrsos apologeticos en que se defiende la ingenui-
dad del arte de la Pintura. Qve es liberal y noble de todos derechos. Madrid, Luis
Sánchez, 1626, fol. 90v.
67. Rodríguez de León, Juan. El Predicador de las gentes San Pablo. Sciencia, pre-
ceptos, avisos y obligaciones de los predicadores Euangelicos con doctrina del Apos-
tol. Madrid, M. de Quiñones, 1638, fol. 71, ya traído por él mismo en Carducho,
Vicencio. Dialogos de la pintvra, sv defensa, origen, esencia, definición, modos y
diferencias. Madrid, Francisco Martínez, 1633, fol. 225.
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Universo Barroco Iberoamericano
Y al fin:
Barroco vivo, barroco continuo.
Lecturas de un arte que se resiste a ser -solo- historia
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Y al fin: Barroco vivo, barroco continuo. Lecturas de un arte que se resiste a ser -solo- historia - Fernando Quiles García
“Con tinta roja, como la que sólo estaba permitido usar a los an-
tiguos emperadores, ha de haber escrito ella, suprema señora de
las letras de los Siglos de Oro en el Nuevo Mundo, hasta el día en
que, renunciando a ello, comenzó a hacerlo con su propia sangre.
Púrpura del genio, digan lo que digan los autógrafos que antece-
den a los años de delirio expiatorio; después, púrpura del afán de
santidad. O ni siquiera eso, porque eso no se atrevió a esperarlo
ni a aspirarlo Sor Juana, “la peor de todas”, la convencida de valer
Fig. 3. Iglesia de san Lorenzo.
Potosí, Bolivia. menos que el polvo arrastrado por las sandalias de cualquiera de
sus hermanas jerónimas, la que se creía obligada a verter a diario
el jugo de sus venas para renovar, con la pluma impregnada en
él votos de arrepentimiento, admisión de la enormidad de sus
pecados, autohumillaciones y súplicas de perdón. Viaje terrible del
encausto a la sangre que todavía, a casi tres siglos de distancia,
estremece y al estudioso en interrogaciones.”6
Y así la vida sigue con su carga barroca. Barroco que, por otro lado,
los ensayistas y pensadores iberoamericanos han justificado en
continuidad con el carácter de los creadores y de la sociedad en
la que nacieron y se desarrollaron. Benedetti alude a la constante
del pensamiento barroco en la narrativa latinoamericana como
una tendencia, la que “proviene no sólo de un legítimo disfrute
verbal sino de la necesidad de descubrir un mundo que carece de
referencias”7. Y años después, en un hiperbólico regreso, Francisco
Umbral apostillaría: “Somos barrocos porque somos cimarrones,
cuarterones, cruce de razas, y esto lo ven mejor los extranjeros.
Por eso hay tantos hispanistas”8.
Un barroco que no solo vive, sino que además se renueva. Que tiene una piel Fig. 5-6. Darío Fernández,
que cubre órganos y tejidos. Podríamos concluir este colofón con el retorno escultor-imaginero (Sevilla,
a la tierra donde se gestaron algunos de los patrones barrocos que sirvieron 1973).
para estimular ese nuevo sentido de la creación en tierras americanas. Nos
aproximamos a la producción de algunos de los actuales talleres de imagine-
ría de la ciudad de Sevilla, en los que no podemos menos de sentir un déjà vu,
la familiaridad con un arte que no parece de otro tiempo. Talla y policromía
realizadas siguiendo una tradición técnica de más de tres siglos que hoy se
conjugan para generar imágenes que igualmente quieren llamar a devoción
con este nuevo barroco, que sigue vivo y se conjuga en presente continuo13.
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Universo Barroco Iberoamericano
1. Ortega y Gasset, J. “La voluntad del barroco”. La deshumanización del arte y
otros ensayos de estética. Madrid. Óptima, 1998, 7ª ed., pág. 164.
3. Aullón de Haro, P. “La ideación barroca”. In Aullón de Haro, P., ed. Barroco.
Madrid, Verbum, 2013, 2ª ed., pág. 28.
6. Del encausto a la sangre: Sor Juana Inés de la Cruz. La Habana, Casa de las
Américas, 1975, pág. 9.
9. Gómez Aguilera, F., ed. y selección. José Saramago en sus palabras. Madrid,
Alfaguara, 2010, s. p.
11. Tientos y diferencias. 1966, pág. 33. Tomado de: Alejo Carpentier. Narrativa
Completa. Madrid, Ediciones Akal, 2008, t. III (Los Pasos Perdidos), pág. 52.
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