Catanzaro - Totalidad y Critica Del Presente PDF
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La Plata, 5 al 7 de diciembre de 2012
sitio web: http://jornadassociologia.fahce.unlp.edu.ar ISSN 2250-8465
Leo Popper, Pieter Brueghel el Viejo, citado por Georg Lukcs, Esttica, vol. II, Mxico D. F., Grijalbo,
1966
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concepto de historia escritas por Benjamin durante la dcada de 1930; reflexiones en las
que a su vez toma nueva forma una crtica del todo como no verdadero planteada con
anterioridad a propsito del lenguaje.
Si, en tanto crticas, los planteos benjaminianos elaborados a propsito del concepto de
historia indudablemente incumben a la Filosofa de la Historia -como su crtica; o mejor:
como crtica de la Filosofa de la Historia subyacente a diferentes concepciones de la
historia vigentes en ese presente-, antes que la filosofa o la teora en tanto tales, lo que est
en cuestin all es la capacidad para interpretar el presente histrico asociada a ciertos
modos de lectura. Esos modos no son, para Benjamin, necesariamente filosficos ni
acadmicos; o bien, sindolo -como es el caso del historicismo en tanto rama de la
historiografa- se constituyen adems como representaciones que informan prcticas
sociales y polticas en un sentido ms amplio.
Es a ese nivel de las representaciones que, nuevamente en un movimiento de ruptura como
el reclamado por Althusser, resulta necesario para Benjamin hacer saltar el problema de la
totalidad, es decir, problematizar una totalidad que como en la lectura althusseriana- una
parte de Marx y del materialismo histrico asume como propia, y que otra vez- siendo
propia pero no joven, no remite ms que a la propiedad de lo mismo, de lo ms vigente, de
lo dominante. As, lo crucial para el materialismo dialctico es segn Benjamin- menos el
gesto de autorreconocimiento en una tradicin y de la conservacin elaborada de un linaje
en el que es posible sentirse acogido, que recuperar aquello que en el materialismo hay de
destructivo, para volverlo contra lo que en l hay de filosofa de la historia:
Una representacin de la historia que se ha liberado del esquema de la
progresin en un tiempo vaco y homogneo, volvera a traer, por fin, al
campo de batalla las energas destructivas del materialismo histrico, que
han sido neutralizadas tan largamente [] El primer golpe tiene que ser
dirigido contra la idea de la historia universal. La representacin de que la
historia del gnero humano se compone de la de los pueblos es hoy, cuando
la esencia de los pueblos es oscurecida tanto por su actual estructura como
por sus actuales relaciones recprocas, un subterfugio de la mera pereza del
pensamiento (La idea de una historia universal corre la misma suerte que la
idea de una lengua universal. Mientras esta ltima tuvo un fundamento, ya
fuese teolgico como en la Edad Media, ya fuese lgico como, finalmente,
en Leibniz, la historia universal no era algo imposible de pensar. Por el
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contrario, la historia universal, tal como fue ejercida desde el siglo pasado,
slo puede ser una suerte de esperanto).2
Si citamos este algo extenso pasaje de los apuntes benjaminianos sobre el concepto de
historia, es porque, en su brevedad, resulta sumamente ilustrativo de la doble instancia a
partir de la cual Benjamin emprende la problematizacin crtica de la totalidad: la historia
en tanto historia universal -claro est- constituye una de ellas; la otra -anterior
temporalmente y pre-marxista, de acuerdo a las ansiedades periodizadoras de los
marxlogos- es el lenguaje3. Monta Benjamin una crtica de la historia universal con
elementos que ya haba desplegado a propsito del lenguaje? Sera apresurado y tal vez
carente de inters sostenerlo. Nos preguntamos, en cambio, qu es lo que se despliega en
estas dos crticas benjaminianas de la totalidad, la del lenguaje y la de la historia, y si esos
despliegues suponen, tanto en lo que respecta a la teora de la historia como en lo que atae
a una teora del lenguaje, una ruptura absoluta en el sentido de un poder dejar atrs de
una buena vez a la totalidad en la interpretacin crtica del presente.
II.- Totalidad y lenguaje
La idea de que la lengua universal ya no sera posible ms que como una suerte de
esperanto, enunciada por Benjamin en la dcada del 30, en el contexto de la crtica de la
Historia, supone algo que en el texto Sobre el lenguaje en general y el lenguaje de los
humanos, de 1916, se haba planteado como punto de partida de la consideracin sobre el
lenguaje: hay algo falso tanto en la idea de un lenguaje humano como medio universal de la
comunicacin intersubjetiva -idea sostenida por las concepciones burguesas del lenguajecomo en la representacin mstica de la lengua que concibe a esta ltima en tanto
2
Benjamin, W., Apuntes sobre el concepto de historia, en La dialctica en suspenso, Santiago de Chile,
ARCIS-LOM, 1996, pp. 89- 90.
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Las reflexiones benjaminianas sobre las transformaciones acaecidas en la produccin artstica podra
constituir una tercera instancia de problematizacin y reconfiguracin- de la totalidad en su obra, que no
obstante nos ser imposible abordar en este texto. Pensamos, en particular, en la nocin de convergencia a
la que Benjamin apela en La obra de arte en la poca de su reproductibilidad tcnica para dar cuenta del
surgimiento del cine, y en su interpretacin plasmada en las diversas versiones Qu es el teatro pico- de
las transformaciones introducidas en la escena teatral por Brecht. Mientras el anlisis del teatro brechtiano da
lugar no slo a una crtica por parte de Benjamin de la totalidad centrada en el sujeto (hroe
trgico/compenetracin/catarsis) sino tambin a una reformulacin de una totalidad escnica con jerarquas
subvertidas y descentrada, en su anlisis del origen del cine Benjamin rompe con la teleologa del todo y la
continuidad entre los niveles de la estructura social y comprende a este nuevo arte como producto de la
convergencia de tres lneas de desarrollo social relativamente independientes: desarrollos tcnicos, bsquedas
formales inmanentes al campo del arte, y la experiencia de masas en las grandes urbes.
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son las lenguas histricas, surgiendo El lenguaje slo como efecto de un segundo
escamoteo que presupone la reductibilidad de las lenguas al comn denominador del
sentido.
La plenitud de la expresin, la continuidad del sentido, la comunicabilidad ininterrumpida
anunciadas en las ideas de las lenguas histricas y del lenguaje humano como totalidad,
forman parte de una ideologa del lenguaje. Se trata de una ideologa en donde las
concepciones del lenguaje que venimos de describir no ocupan posiciones simtricas y que,
en el siglo XX se da predominantemente como una ideologa de la comunicacin bajo el
signo de la instrumentalidad, cuya crtica Benjamin prosigui en La tarea del traductor,
de 1921. El movimiento de la crtica benjaminiana en ese texto parecera fundarse en la
doble significacin del trmino bersetzen en alemn y realizar su tarea en el lugar,
profundizando esa fisura. Se trata de no dejar escapar el sentido dual del trmino, y
retenerlo firmemente, por una parte, para mostrar de qu modo el significado de la
traduccin ha sido resuelto en una (falsa, o por lo menos problemtica) identidad con la
comunicacin y la comunicabilidad del sentido, y, por otra parte, para elaborar, a partir de
la escisin interna que habita la palabra, el concepto de otra prctica de la traduccin.
Si bersetzen significa tanto pasar de una orilla a la otra como traducir, Benjamin
insiste en que se ha identificado demasiado rpido a la traduccin con esa armoniosa
transmisin, con ese cruzar del sentido de un lado a otro que revela a todos los abismos
como finalmente superables y a todas las distancias como esencialmente transitables. Es
preciso, en cambio, deslindar a la traduccin de su solidaridad con la continuidad y la
armona en que fue encorsetada para liberarla a otros sentidos posibles. Y para hacer tanto
lo uno como lo otro, es imprescindible poner en primer plano la discontinuidad entre las
lenguas: la traduccin slo es un modo en alguna manera transitorio y provisional de
hacerse cargo de la ajenidad de las lenguas5. Slo no perdiendo de vista esta ajenidad de
base, evitando resolverla en la familiaridad del sentido compartido e inmune a todas las
barrancas y peascos, puede plantearse el problema de qu es lo que la otra traduccin, la
que se hace cargo de la ajenidad, efectivamente hace con la heterogeneidad de las lenguas.
Damit ist allerdings zugestanden, da alle bersetzung nur eine irgendwie vorlufige Art ist, sich mit der
Fremdheit der Sprachen auseinanderzusetzen.
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Benjamin brinda all dos imgenes para pensar ese hacer que trabaja en la discontinuidad y
no a pesar de ella: la imagen de una vasija rota, y el modelo de la traduccin en Goethe.
Pero antes de decir algo sobre los dos nfasis a partir de los cuales se podra concebir el
hacer propio de una traduccin-otra, nos interesa resaltar que es a propsito de lo que
percibe como una necesaria crtica de las concepciones/ideologas vigentes sobre el
lenguaje que Benjamin se ve llevado a formular una crtica de la totalidad. La totalidad
funciona ideolgicamente; es, en ese contexto, ideologa. Supone ello la necesidad de un
abandono? de un rechazo? de una reformulacin? Y, si se tratara de esto ltimo cul
sera la totalidad-otra? O mejor: qu nuevas modulaciones debera adquirir el concepto?
El punto de partida comn de aquellas dos imgenes sobre la traduccin es la ajenidad de
las lenguas. Cmo hacerse cargo de esa ajenidad? En primer lugar, hacindola saltar,
arrancndola del continuum en que resulta inaparente, llegando hasta aquello que dice
Benjamin- en la obra original, escrita en lengua extranjera, hay de intraducible. Se trata de
un punto crucial, donde queda desbaratada -y hasta podramos decir enloquecida- toda una
serie de sentidos comunes subyacentes a nuestra experiencia habitual del lenguaje y la
comunicacin: detenerse en el lugar donde la otra lengua resiste no es enfrentarse al lmite
exterior de la traduccin, donde ella ha dejado de actuar; detenerse all y generar algo en
ese detenimiento, ya lo veremos- es parte intrnseca de ese hacer que es tarea del traductor
rebelde al imperativo de la comunicacin del sentido. Pero, como decamos, a partir de all
pareceran surgir dos nfasis distintos en la interpretacin de la prctica de la traduccin.
Dar testimonio de la totalidad en tanto perdida al revelar a las lenguas como fragmentos de
un lenguaje superior, es uno de ellos, representado en la imagen del lenguaje humano como
una vasija rota. El otro, en cambio, parecera insistir en la violencia de la totalizacin para,
a partir de su crtica, vislumbrar otro tipo de relacin entre los elementos singulares. El
primero queda plasmado en el siguiente pasaje:
Como sucede cuando se pretende volver a juntar los fragmentos de una vasija
rota [] es preferible que la traduccin, en vez de identificarse con el sentido del
original, reconstituya hasta en los menores detalles el pensamiento de aqul en su
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propio idioma, para que ambos, del mismo modo que los trozos de la vasija,
puedan reconocerse como fragmentos de un lenguaje superior.6
A partir de la imagen de la vasija partida en mil pedazos propuesta aqu por Benjamin para
pensar a las lenguas, la primera interpretacin enfatiza el carcter fragmentario de la
totalidad y, con ella, del ser histrico. Como seala Pablo Oyarzn: Si hay una idea de la
totalidad, sta no se desprende de ninguna instancia intramundana [] Lo fragmentario y
lo fugitivo aparecen aqu como los ndices del ser, en cuanto ser histrico. Nunca presente a
s, siempre diferido respecto de s mismo, la marca del ser es la finitud: no consiste aqul
sino en el estar en el borde de su desaparicin.7 Como en el Fragmento teolgicopoltico, lo que aqu interesa resaltar es la discontinuidad entre el orden divino (inmortal,
siempre presente a s) y el profano, transido por la caducidad (eternidad de un ocaso) e
irreductiblemente fracturado. Creemos, no obstante, que sostener que la totalidad est
perdida para los mortales, tiene relevancia para Benjamin al interior de otra cuestin, est s
enteramente intramundana y desplazada del terreno ontolgico: en la afirmacin de la
totalidad como actual se expresa una violencia histricamente dominante, y de lo que se
trata fundamentalmente es de poner en juego la violencia escamoteada y a su vez producida
por una cierta totalidad para poder constituirse. Dicho en otros trminos: Benjamin no
descarta sin ms la totalidad, pero tampoco se limita a reemplazar el enunciado de la
plenitud por el de la fragmentariedad. Su trabajo consiste, ms bien, en formular una crtica
de la violencia, de la violencia ejercida en la representacin de El lenguaje pero tambin
de La lengua como una totalidad, violencias ambas histricamente situadas.
En la ideologa de la comunicacin dijimos- esa totalidad se constituye borrando la
violencia que hace para poder constituirse, es decir, borrando la escisin ser/lenguaje y la
violencia que el lenguaje le hace a las lenguas para sostener la comunicabilidad universal;
esto por una parte. Pero, por otra parte, la crtica de esas violencias muestra tambin una
dimensin-otra de la violencia, dimensin escamoteada, junto con su propia violencia, por
el gesto totalizador que representa al lenguaje como una totalidad: la violencia liberadora
6
Benjamin, W.: La tarea del traductor en Ensayos escogidos, Mxico D. F., Coyoacn, 2001, p. 85.
Oyarzn Robles, P.: Sobre el concepto de traduccin en Walter Benjamin en De lenguaje, historia y
poder. Nueve ensayos sobre filosofa contempornea, Santiago de Chile, Departamento de Teora de las
Artes, Facultad de Artes, Universidad de Chile, 2001, p. 188.
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que rompe la actualidad de la lengua propia para despertar en dicha lengua un eco del
original.8 A esta segunda dimensin remite la crtica de Goethe sobre la prctica de la
traduccin en Alemania, citada por Benjamin hacia el final del texto:
nuestras versiones, incluso las mejores, parten de un principio falso, pues quieren
convertir en alemn lo griego, indio o ingls en vez de dar forma griega, india o
inglesa al alemn. Tienen un mayor respeto por los usos de su propia lengua que
por el espritu de la obra extranjera El error fundamental del traductor es que
se aferra al estado fortuito de su lengua, en vez de permitir que la extranjera lo
sacuda con violencia9
Un pasaje como este resulta difcilmente metabolizable por aquella imagen del lenguaje
como un terreno ajeno a la violencia con la que a veces se identifica la posicin de
Benjamin. Su potencia parecera residir, en cambio, en iluminar la diferencia que existe
entre una violencia proveniente de una fuerza fuerte, violencia identificadora e identitaria,
que se ejerce sobre lo otro; y una violencia dbil que rompe las trabas caducas del propio
idioma10, que alienta la conmocin de sus propias fronteras, para generar el espacio en el
que un eco de la diferencia pueda llegar a anunciarse; aunque sea por un instante y ms al
modo de una intuicin fugaz que al de una alteridad reconocible y ya comprendida. La
traduccin-otra no es la que es capaz finalmente- de decir lo otro en lo propio. Sera ms
bien la que, asumiendo su debilidad, su no saber decir, persiste an as en ser lo
suficientemente fuerte como para no clausurar-se en la identidad de su lengua y, as, insiste
en no clausurar tampoco a lo otro en una diferencia falsa en tanto digerida de antemano y
que, en tanto identidad plenamente decible, resultara siempre-ya incorporable como una
ms en el cortejo triunfal de la cultura.
Parafraseando a Oyarzn podramos decir que si a partir de aqu, de esta segunda
interpretacin de la traduccin como una tarea, es posible vislumbrar una totalidad, lo es en
tanto conjunto de esas relaciones conflictivas e irresueltas entre las lenguas. De otro modo:
esa totalidad sera menos la simple totalidad de lo fragmentario vertida sobre una unidad
8
10
Ibidem, p. 86.
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El presente, el tiempo de la adultez segn Hegel, lo es ante todo porque dispone de un doble saber sobre el
pasado: el saber de la continuidad, que subyace a la existencia de presentes diversos, y el saber de la
identidad, que subyace a la diferencia y cualifica a lo otro como antepasado de s.
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Hemos realizado una aproximacin a la cuestin del principio monadolgico y de la peculiar recuperacin
de Leibniz que Benjamin propone en diversos textos, en el artculo Justicia y monadologa: el roce entre el
materialismo benjaminiano y la metafsica de Leibniz en la crtica del conocimiento, Anacronismo e
irrupcin - Revista de Teora Poltica clsica y moderna, vol. 2, N2, mayo a noviembre de 2012, Buenos
Aires, Argentina, pp. 170-204, http://revistasiigg.sociales.uba.ar/index.php/anacronismo/article/view/201/164
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Benjamin, W.: Apuntes sobre el concepto de historia en La dialctica en suspenso, op. cit., p. 106.
Hemos analizado ms detenidamente el significado de esta imagen en La nocin de justicia en la crtica
benjaminiana del conocimiento, Cadernos Walter Benjamin N7, Julho a Dezembro de 2011, Universidade
Estadual do Cear (UECE), Brasil, http://gewebe.com.br/cadernos_vol07.htm
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La verdad no ha de escaprsenos: este lema, que proviene de Gottfried Keller, designa con exactitud, en
la imagen de la historia del historicismo, el punto en que sta es atravesada por el materialismo histrico. Pues
es una imagen irrecuperable del pasado que amenaza desaparecer con cada presente que no se reconozca
aludido en ella Benjamin, W.: Sobre el concepto de historia, en La dialctica en suspenso, op. cit., p. 50
15
Recordmoslo en forma de abreviatura -y cifra-: La representacin de que la historia del gnero humano
se compone de la de los pueblos es hoy, cuando la esencia de los pueblos es oscurecida tanto por su actual
estructura como por sus actuales relaciones recprocas, un subterfugio de la mera pereza del pensamiento.
Benjamin, W., Apuntes, op. cit., pp. 89- 90
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Benjamin, W., El origen del drama barroco alemn, Madrid, Taurus, p. 159.
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sobre todo, como cicatrices. Esto es: en el curso de la historia efectiva, la extraeza y
ajenidad que lo singular a veces slo a veces, y fugazmente- tiene para nosotros, no se
asocia nicamente a la manifestacin de la diferencia, sino, bajo las circunstancias vigentes,
principalmente al hecho de que sta ha sido reprimida. El planteo benjaminiano no se
consuma en la afirmacin de que hay singularidades y que de lo que se trata es de
hacerlas saltar del continuo histrico. Partiendo de la violencia de la totalidad que se ha
impuesto en el proceso histrico efectivo, afirma -en cambio- que puesto que lo existente
ha llegado a ser bajo esta impronta, singular, en ese contexto, slo podra ser lo que salta
de la totalidad, quedando marcado a su vez- por esa forma peculiar de manifestarse: la
forma del salto, que le imprime a lo singular su carcter discontinuo, extrao, el carcter de
la rareza. La referencia a Leibniz en el fragmento de los Apuntes que citamos al inicio
de este texto cobra aqu toda su significacin, porque mientras para el autor de la
Monadologa, la discontinuidad puede constituir -no sin problemas- una afirmacin
ontolgica, en el planteo de Benjamin ella es signo de una violencia histrica que obliga a
lo singular, all donde se produce, a manifestarse de este modo.
Es la referencia a esa violencia histrica efectiva y situada la que, por una parte, plantea la
necesidad de destotalizar el campo de la representacin ms vigente en la poca, o bien: la
que plantea a Benjamin la necesidad de formular, en su presente, una crtica de la totalidad.
Pero es esa misma referencia la que impide que su destotalizacin se traduzca en un
llamado afirmativo al abandono de la totalidad por parte del pensamiento crtico situado
en aquella coyuntura -y mucho menos en una consigna para La Filosofa en toda y
cualquier coyuntura-. Si la representacin de la historia como una totalidad no es
abandonable sin ms en ese presente, no lo es fundamentalmente- porque la crtica no
puede abandonar algo que, en tanto representacin (an falsa), dice una verdad: la historia
como totalidad es la del dominio. Pero no se trata slo de que los dominadores sean los
autores de la representacin de la historia como una totalidad. La totalidad no puede
abandonarse sin abandonar tambin el testimonio de la dominacin efectivamente ejercida
en la historia y que la convierte en un continuum de dominio. Es preciso, en cambio, pensar
juntas la representacin del continuo y la continuidad del dominio all donde este rige. Hay
que pensarlas juntas y formular la crtica de ambas: la crtica de la representacin (falsa) de
la historia como continuo, y la crtica de la continuidad del dominio efectivo, que lee en
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