Di Nicola - Yo Masculino y Yo Femenino
Di Nicola - Yo Masculino y Yo Femenino
Di Nicola - Yo Masculino y Yo Femenino
y Yo femenino
de comportamiento de lo masculino y lo femenino
precisos y rígidos, corroborados por el ambiente: un
modelo masculino basado en la fuerza, la autoridad
y la racionalidad; y un modelo femenino basado en
la emotividad, la obediencia y la intuición. La supera-
Giulia P. Di Nicola ción de esos estereotipos rígidos, que hoy ceden ante
la variación del perfil masculino y el protagonismo
de las mujeres, ha generado una reacción pendular:
1. La identidad de género la anulación de las diferencias, la reivindicación de la
libertad absoluta frente a la naturaleza, y la libertad
A raíz del cambio de los modelos de mascu- de elegir entre identidades equivalentes.
linidad y feminidad, la cultura relativista contem-
poránea cuestiona la identidad de género; algunos Nos encontramos una vez más con la vieja con-
piensan que la diferencia sexual no tiene en sí nin- traposición entre naturalismo y culturalismo. Por un
gún valor objetivo y difunden la convicción de que lado, una antropología respetuosa de la persona se
todo individuo puede establecer a su gusto la propia distancia del determinismo biológico para el cual to-
identidad sexual: basta con declararla a la adminis- dos los papeles de los sexos y sus relaciones estarían
tración pública. La orientación sexual sería una va- predeterminados según el modelo estático estable-
riable dependiente de los gustos subjetivos, de los cido por la naturaleza; por otro, el ser humano no es
contextos, de las necesidades. En esta línea se sitúan idealmente sólo cultura, sino que construye su histo-
las propuestas de ley ‘contra la homofobia’, promo- ria en un diálogo con la naturaleza y sus condiciona-
vidas por la UE con el correspondiente soporte fi- mientos. Cada ser que viene al mundo, al desarrollar
nanciero, que pretender tachar de oscurantistas -e su propia identidad, asimila los modelos transmitidos
incluso perseguir penalmente- los eventuales posi- en la educación, adopta comportamientos y valores
cionamientos, considerados discriminatorios por los adquiridos al frecuentar ambientes diversos con los
homosexuales, de quienes no logran precisamente que entra en contacto, trata de adaptarse a sus aspi-
separar la orientación sexual de la conformación fi- raciones ideales, pero no puede hacerlo sin elaborar
siológica de la persona. una hermenéutica del propio cuerpo, con toda su es-
pecificidad morfogénica, hormonal, fisiológica.
Dada la versatilidad de los términos sexuali-
dad, género (gender), y orientación sexual (sexual Habría que preguntarse sobre las posibles con-
orientation), y reducida la orientación sexual a una secuencias de la violencia contra la naturaleza antes
opción, nos vemos abocados a promover el principio de acusar a ‘la Tradición’ de ser ‘tradicionalista’, y ave-
de la ‘neutralidad del crecimiento’ en la educación de riguar si la naturaleza violentada no se vengará a su
los niños y de las niñas. En otras palabras, se niega la vez de nosotros de una manera violenta, tal como
existencia de dos géneros en su connotación natu- bien habían comprendido los antiguos: “Natura non
ral, como si el cuerpo y la naturaleza no ejercitasen facit saltus” (Linneo) y “Natura enim non nisi parendo
ningún condicionamiento sobre nuestro modo de vincitur” (Bacon).
ser personas.
Desde el punto de vista sociopolítico, con fre-
cuencia se pasa del respeto de las minorías a su exal-
tación y después a la marginación de las mayorías. Es
Ponencia presentada a las V Jornadas de
lo que están haciendo los medios de comunicación,
la Asociación Española de Personalismo, “Del gran caja de resonancia de poderosas minorías o lo-
qué al quién”, Universidad CEU San Pablo, Ma- bbies que saben gestionar el gusto por lo novedoso
drid 2009. y las trasgresiones con fines que no son automática-
Codirectora de la Revista “Prospettiva mente buenos para las personas.
Persona”, Centro Ricerche Personaliste di Tera-
mo, Italia. (Ver más en nuestro link de Autores). Por ejemplo, en el periodo de la adolescencia,
que -como se sabe- es el más efervescente y el más
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frágil, no siempre es fácil reconocerse fisiológica- zar la diversidad original de la naturaleza, atacan al
mente hombre o mujer. ¿Se puede, entonces, con- corazón de la antropología relacional: la dualidad
cluir que los problemas de identidad se resuelven hombre-mujer, que se encuentra en todos los rela-
alentando la libre elección de la propia orientación tos de los orígenes del mundo, también en la Biblia;
sexual? Por un lado, tendríamos el caso de la chica al promover la libre elección de orientación sexual,
que se plantea ocultar la propia feminidad, haciendo debilitan el matrimonio, la procreación, la familia
caso omiso (¿cómo hacerlo?) de la menstruación, los natural, presentada como opción de sujetos ‘tradi-
pechos, la orientación materna de todo su cuerpo, cionales’ frente a formas de convivencia presentadas
y optar por el modelo de una masculinidad que le como modernas y ‘abiertas’.
parece ‘superior’. Por otro, tendríamos el caso de los
chicos que, viendo la asociación entre masculinidad Estas son las preocupaciones que alarman al
y agresividad, rechazan pertenecer al propio sexo. Magisterio por el riesgo de la confusión y el efecto
Para todos podría resultar atractivo, como hipótesis boomerang que pueden provocar: “Resulta excesivo
por lo menos en algunas fases de la vida, soñar con disociar el sexo del género, afirmando que el primero
una identidad diversa. es un dato fisiológico y el segundo es cultural e his-
tórico. Es verdad que hay diferencias culturales e his-
Surge una multitud de preguntas. ¿Cómo se tóricas en el modo de gestionar y vivir la sexualidad,
puede confundir la excepción con la norma y dar por pero no es justo disociar el género del sexo, porque
descontado que existen cinco orientaciones sexuales este último es un dato antropológico fundamental
posibles, todas equivalentes? ¿Será posible todavía para la persona” (Van Thuan Observatory, Verona, 15
reflexionar libremente sobre estos temas, o a conse- de marzo de 2007).
cuencia de la guerra a la homofobia estará incluso
prohibido hablar de diferencia sexual natural? Las
ideologías que pretenden suprimir las diferencias 2. Lo Masculino y lo Femenino
naturales, ¿no están en contradicción con decenios
de feminismo de Women’s Studies, basados precisa- El análisis de las culturas que han entretejido
mente en la convicción de la diferencia original? ¿Por la historia del siglo XIX, así como la de las diversas
qué reivindicamos la ecología del ambiente sólo etapas del feminismo, nos hace ser conscientes de
cuando se trata de la naturaleza amenazada, las es- que estamos muy poco preparados para compren-
pecies en extinción, la contaminación, mientras nos der la complejidad antropológica de ser hombre y
hacemos paladines de una libertad abstracta cuando mujer. Pero la conciencia de esta complejidad no nos
se trata de nuestro cuerpo? ¿Cómo es que se castiga puede dejar en silencio, sino que nos debe impul-
a quien mutila o golpea a un perro, y sin embargo no sar a la búsqueda de los rasgos flexibles que carac-
se acepta la ‘auto-sintonía’ que toda persona debería terizan los dos géneros, al tiempo que se mantiene
establecer con su propio cuerpo? ¿Por qué se defien- viva la dialéctica entre dato corpóreo y elaboración
de el principio de la biodiversidad para la naturaleza, hermenéutica, y sobre todo se respeta la facultad de
mientras que para el ser humano se considera una cada persona para hablar por sí misma, sin prejuicios
conquista la indiferencia de la diferencia? ni constricciones ideológicas.
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uso de medios ilegítimos para alcanzar los obje- la vida de la familia, abriendo puertas inesperadas,
tivos deseados. promoviendo senderos desconocidos, confiándo-
se al azar, a la intuición, o a la Providencia.
e. El cuidado de la vida. Ligado a la maternidad
está el cuidado de la vida, que se manifiesta en sus En general, esta actitud, despertada por la di-
diversas formas como disposición a alimentar (des- ferencia con lo femenino, pone en marcha recursos
de dar el pecho en adelante), a proteger incluso con de movilidad y de iniciativa. A este propósito, Sófo-
riesgo de la propia vida, a curar las heridas y aliviar cles escribía en Antígona: “Muchas son las cosas pro-
los sufrimientos en la enfermedad, hasta acompañar digiosas del mundo, pero el hombre las supera a to-
a los seres queridos en el momento de la muerte, en das”. Heidegger lo traduce así: “Lo inquietante tiene
la fase terminal de la enfermedad. muchas especies, pero no hay nada más inquietante
que el hombre”. ‘Inquietante’ (das Unheimlichste)
Este aspecto caracteriza tanto al hombre sustituye así a ‘prodigioso’, ‘maravilloso’, para expre-
como a la mujer responsables, pero es un dato sar más propiamente el gusto por cuestionar, con-
universal que la propensión a cuidar del más frá- quistar, descubrir. El ser humano, pero especialmen-
gil se da con más fuerza en la mujer, que llega te el hombre, aparece como aquel que escapa a los
hasta el heroísmo de modo natural. Lo demues- límites, violentando la naturaleza, con tal de explorar
tra el famoso episodio de Salomón, que pone de todas sus posibilidades. Los dos aspectos, el clásico
manifiesto la intuición de la lógica de la materni- de lo ‘prodigioso’, y el moderno de lo ‘inquietante’,
dad que tuvo el rey para dirimir la disputa entre pueden ser reconducidos a la sorpresa de Adán al ver
dos mujeres, cada una de las cuales reivindicaba a Eva: el despertar provocado por el descubrimiento
para sí el hijo vivo y adjudicaba a la otra el hijo de la diferencia pone en marcha dinamismos todavía
muerto. Decidió dividir en dos el niño, sabiendo latentes y enciende el gusto por la aventura. En este
que la verdadera madre preferiría verse privada sentido, maravilla e inquietud están mutuamente re-
de la propia maternidad, ser acusada de perjurio, lacionados.
la condena social y penal a la muerte del hijo (cfr.
1 Re 3, 16-21). Este aspecto se desvirtúa con la falta de cons-
tancia en el compromiso, con la debilitación de los
El reverso de este aspecto se sitúa en la obse- vínculos, con la tendencia a aventurarse en proyec-
sión por el otro hasta anular su propia dignidad, en tos individuales sin el propio cónyuge o incluso en
el cuidado servil y material de las necesidades ajenas su contra.
sin ocuparse de uno mismo, en el amar demasiado
con una prodigalidad necia y, a fin de cuentas, insa- g. Trasgresión e ironía. Si una cierta mentali-
tisfactoria y onerosa. dad androcéntrica ha atribuido al hombre el rasgo
de la trascendencia respecto al dato, frente a la ma-
f. Dinamismo vital. Forma parte quizás más yor dependencia de la mujer con respecto a la natu-
de la masculinidad la tendencia a estar frente a la raleza (como hace Kierkegaard), se puede ver en la
alteridad (los demás, las cosas creadas) con una feminidad una capacidad acentuada de vivir dentro
actitud dinámica, barajando las cartas, tomando de las estructuras, con una actitud de adaptación
gusto a la aventura, sintiendo curiosidad por cual- flexible, y al mismo tiempo, llegado el momento
quier cosa. Esto es consecuencia del peso menor oportuno, de relativizarlas y superarlas. Cuando
que la naturaleza atribuye al hombre en relación están en juego afectos y valores considerados irre-
con la vida de manera que su presencia en la fami- nunciables, la trasgresión es vista como legítima y
lia, insertándose desde fuera en la simbiosis ma- necesaria y se manifiesta en la capacidad de actuar
dre-hijo como persona amada y digna de fe, repre- en contra de lo que está fijado en las reglas, en las
senta para él la llamada a ponerse al servicio de la instituciones, en todo lo que está sistematizado o
vida y de su fragilidad y a ser para madre e hijo el es sistematizable. Esa trasgresión evoca la feliz in-
canal privilegiado de comunicación con el exterior,
con su dosis de sorpresa y dinamismo: lleva al inte-
rior de la familia lo que se encuentra fuera y lleva Heidegger, M.: Introduzione alla me-
fuera el calor humano del núcleo vital de la familia. tafisica, Mursia, Milano 1966, pp. 154 ss., con
Se encuentra, de hecho, en la situación de facilitar referencia a los vv. 332-33.
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tuición hegeliana, tomada de la interpretación de distancia entre todos, que es fuente de la justicia
la Antígona de Sófocles, de la mujer como “eterna distributiva. Paul Ricoeur considera la dedicación a
ironía de la comunidad”. construir instituciones justas un elemento esencial
de la tríada ética (“autoestima, solicitud por el otro,
Pero también se refiere al necesario desapego instituciones justas”). Solo a través de reglas justas,
de las estructuras que permite vivir dentro de ellas que superan los apegamientos individuales, es po-
sin dejarse aplastar por ellas. Esto sirve también para sible elevarse por encima de los lazos de la sangre,
entender la distinta actitud de la mujer ante la fe: del propio yo, de la búsqueda de escapatorias y ar-
está menos orientada a las reglas, a las instituciones, timañas para resolver los problemas existenciales y
y mucho más atenta a la relación afectiva, espiritual familiares. Se puede alcanzar así la impersonalidad
y mística con Dios. Dentro de un horizonte escatoló- imparcial que, por un lado, impide el dominio de
gico, gracias a la capacidad de vivir dentro y fuera de los fuertes y de los inteligentes y, por otro, imita a
las estructuras institucionales, de estar en la Iglesia un Dios que distribuye a todos los frutos de su amor:
visible con el alma vuelta hacia la invisible, se hace “sed hijos de vuestro Padre celestial, que hace salir el
más comprensible la plenitud del sacerdocio real de sol sobre malos y buenos, y hace llover sobre justos e
los hombres y de las mujeres en Dios y el corona- injustos... Sed perfectos como vuestro Padre celestial
miento de la verdad por la caridad: “la más grande es es perfecto” (Mt 5, 43. 48).
la caridad” (1 Cor 13, 13; MD 30).
La desvirtuación de este rasgo consiste en el
La desvirtuación de este rasgo consiste en la burocratismo, en la impersonalidad de un compor-
incapacidad para aceptar la objetividad y, por tanto, tamiento objetivo y frío, válido para todos, pero que
la tendencia a refugiarse en lo privado, a saltarse las penaliza a los que no se adaptan a los cánones es-
instituciones manipulándolas para fines particulares tablecidos y se sienten constreñidos. La regla evan-
y familiares. El sentido de la legalidad se debilita y gélica es aquí el punto de referencia: “Y les decía: ‘¡El
se intenta plegar el bien común a fines personales, sábado ha sido hecho para el hombre, y no el hom-
empobreciendo el valor universal e impersonal de la bre para el sábado!’” (Mc 2, 27), “porque el Hijo del
justicia retributiva que necesariamente pasa por los hombre es señor del sábado” (Mt 12, 17).
canales institucionales.
i. El testimonio sobre el rostro positivo del do-
h. Normatividad, es decir, entramado de re- lor. Si se piensa en el sufrimiento físico del hombre
glas, tanto en el sentido de formular nuevas para como inicio de la decadencia y preaviso de la muerte,
orientar los comportamientos y valorarlos dentro de en el parto la mujer experimenta un signo particular
esquemas de coherencia y racionalidad, como en el de sufrimiento físico ligado a la generación y, por
sentido de conservarlas como sello de socialidad y tanto, a la dimensión positiva de la vida. En el cuerpo
firmeza del espíritu de cuerpo. Este rasgo, del cual es de la mujer está impresa la otra cara de lo negativo,
figura tipo el juez, ha sido confirmado por los estu- como testimonio del vínculo indisoluble entre amor
dios de Gilligan, quien probó que la identidad feme- y dolor, sufrimiento y alegría, muerte y resurrección.
nina se orienta principalmente a estar con los otros, y Profundizar en el sentido positivo de esta diferencia
la identidad masculina a organizar las relaciones se- puede ser especialmente importante para las chicas,
gún una ética más atenta a las moralidad normativa. porque les proporciona los instrumentos para acep-
tar -y no simplemente sufrir- los ritmos no siempre
Este rasgo no puede ser considerado superfi- fáciles del cuerpo.
cialmente como una especie de ‘fijación’ normativa.
Por el contrario, implica la capacidad de superar el La desvirtuación de este rasgo consiste
apegamiento subjetivo al yo, a la propia familia, a los en una resignación pasiva frente al dolor, en un
seres queridos, con la tensión a establecer la equi- cierto victimismo, que exalta el propio sacrificio
y acentúa de manera desorbitada sus manifesta-
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so estar siempre preparados para reconsiderar esas pio sólo de las mujeres, la Mulieris dignitatem propo-
indicaciones teniendo en cuenta los input de la cul- ne una interpretación del cuerpo femenino en senti-
tura contemporánea. do simbólico y personalista. Presentando las figuras
tipo de la esposa, la madre y la virgen, deja claro que
En la historia de la Iglesia católica se debe re- no se trata de determinismos de la naturaleza sino de
conocer a Juan Pablo II el mérito de haber sacado a la dimensiones simbólicas del ser humano en cuanto
palestra la reflexión sobre la diferencia y de haberla tal, ligadas a la persona, hombre o mujer. La Mulieris
puesto en el centro de la cuestión antropo-teológi- dignitatem se mueve a dos niveles: por una parte, el
ca, distanciándose tanto de una tradición que daba dato corpóreo resulta decisivo para delinear la iden-
por descontada la definición de la feminidad como tidad y el papel de la mujer, por lo que le van bien las
de un cierto feminismo que la rechazaba totalmen- figuras de madre, esposa y virgen; por otra parte, es
te. Su revalorización de la sexualidad, del cuerpo, de preciso asumir que todos los seres humanos son es-
la mujer, es todavía un punto de referencia obligado posa, madre y virgen, en cuanto al significado ético y
para el Magisterio (Catequesis sobre el amor huma- antropológico que estas figuras tienen con respecto
no, Familiaris consortio, Mulieris dignitatem -que si- al amor, al cuidado de la vida, a la integridad de la
gue siendo una piedra miliar del magisterio- y Carta persona frente a Dios.
a las mujeres). En particular, Mulieris dignitatem ha
representado una revolución cultural, completada Esta doble perspectiva la volvemos a encon-
después por la Carta a las mujeres, que realza el valor trar en el comentario innovador a Efesios 5, la carta
de la actividad social y política de las mujeres, aspec- paulina que presenta la relación esponsal Cristo-Igle-
to ausente en Mulieris dignitatem. sia como paradigmática de la relación marido-mujer.
Por una parte, se asume la analogía; por otra, invita a
El planteamiento del anterior Papa evita las leer las recomendaciones de San Pablo a la luz de Ef
trampas del biologismo y de la indiferencia de la di- 5, 21, que propone “estar sometidos el uno al otro en
ferencia. La formación filosófica de Juan Pablo II le el temor de Cristo”. Y añade el Papa: “La convicción de
permitía reconocer la importancia del cuerpo: la fe- que en el matrimonio existe el recíproco ‘someterse
nomenología había aclarado, en efecto, que la con- de los cónyuges en el temor de Cristo’, y no solamen-
ciencia de sí mismo está siempre mediada por una te de la mujer al marido, debe hacerse camino en los
percepción corpórea y que, por tanto, hombres y corazones, en las conciencias, en los comportamien-
mujeres observan el mundo desde perspectivas di- tos, en las costumbres” (MD 24).
versas. Por otra parte, la persona no vive en su cuer-
po de una manera determinista como si fuese una A propósito de esta doble perspectiva surgen
prisión, sino que está llamada a una relación inte- algunos puntos todavía problemáticos, entre otros:
ractiva con él y, de alguna manera, a trascenderlo en en la esposa en sentido simbólico y ético se recono-
una confrontación al mismo tiempo condicionada y cen tanto los hombres como las mujeres, mientras
creativa. No es fácil identificar la justa distancia entre que en el esposo sólo los hombres; que la Iglesia esté
sobrevaloración del cuerpo (biologismo) e infravalo- sometida a Cristo no necesita explicación (la asime-
ración (espiritualismo). Hay un dato incontrovertible tría Cristo-Iglesia, igual que Cristo-María, es inheren-
con respecto a la mujer: su cuerpo se presenta es- te a la diferencia de naturaleza), pero no se puede
tructurado de tal manera que pueda generar vida y, decir lo mismo de la esposa con respecto al esposo;
por tanto, no puede tener conciencia de sí misma sin la identificación varón-Cristo por lo que se refiere a
referencia a este dato que constituye íntimamente ser el primero en amar parece particularmente vin-
su identidad, independiente de la realización efecti- culada a la dimensión sexual. Esto último resulta
va de la concepción a lo largo de la vida.
Sin embargo, como sería injusto con los hom- “El autor de la carta a los Efesios,
bres sostener que el amor materno y oblativo es pro- llamando a Cristo esposo y a la Iglesia esposa,
confirma indirectamente, con esa analogía, la
verdad de la mujer como esposa. El esposo es el
Sobre estos temas, remito a AA.VV.: Il que ama. La esposa es amada: es la que recibe el
papa scrive le donne rispondono, Dehoniane, amor, para amar a su vez. (...) Cuando decimos
Bologna 1996. que la mujer es la que recibe el amor, para amar
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problemático en una visión integral de la relación trabajo de elaborar una antropología que refleje la
hombre-mujer, aunque sólo sea porque la primera estructura comunional de la persona10: “Es urgente
experiencia de cualquier ser humano cuando viene desarrollar (...) ‘una reflexión más profunda y rigurosa
al mundo es la de ser amado por una madre. Mu- de los fundamentos antropológicos de la condición
chos estudios subrayan que la madre es la primera masculina y femenina’, tratando de precisar ‘la iden-
en amar, mucho antes de que el hijo tenga la po- tidad personal propia de la mujer en su relación de
sibilidad de responderle sonriendo y llamándola diversidad y de complementariedad recíproca con el
por su nombre. hombre’, no sólo en cuanto a los papeles a represen-
tar y a las funciones a desarrollar, sino también, y más
Desde esta perspectiva, la vocación de la mujer profundamente, por lo que respecta a su estructura
parece especialmente representativa de la vocación y a su significado personal” (MP 50). Es lo que ha he-
de todos los seres humanos a amar, como recono- cho el ex cardenal Ratzinger en su carta a los obis-
ce Juan Pablo II cuando pide al padre que de alguna pos, centrada no sólo en la mujer sino en la relación
manera aprenda de la madre a ser padre: “Resulta hombre-mujer11.
necesario que el hombre sea plenamente consciente
de tener (...) una deuda especial con la mujer. Ningún
programa de ‘paridad de derechos’ de las mujeres y 10 Cfr http://www.chiesacattolica.it/cci_
de los hombres es válido, si no se tiene esto presen- new/documenti_cei/2007-01/29-36/Relazione_
te de un modo totalmente esencial... El hombre -aún Farina.doc
con toda su intervención para ser padre- se encuen-
tra siempre ‘fuera’ del proceso del embarazo y del na- 11 Cfr J. Card. Ratzinger: Carta a los obis-
cimiento del niño, y en tantos aspectos debe apren- pos de la Iglesia católica sobre la colaboración
der de la madre su propia ‘paternidad’” (MD 18). del hombre y de la mujer en la Iglesia y en el
mundo, 2004. Se trata de una constante signifi-
La Mulieris nos coloca frente al reconocimien- cativa de este Papa, como se pone de manifiesto
to de una asimetría en el corazón de la reciprocidad, en el Mensaje para la Jornada por la Paz del
a favor de la madre, que hace de la feminidad el ar- 2007: “En el origen de no pocas tensiones que
quetipo de toda la humanidad. En efecto, según la amenazan la paz están con toda seguridad tan-
Mulieris: “La Biblia nos convence de que no puede
tas injustas desigualdades todavía trágicamente
haber una hermenéutica del hombre, es decir, de lo
presentes en el mundo. Entre ellas, son particu-
humano, sin una adecuada referencia a lo femeni-
no” (MD 22). Más aún: “Desde este punto de vista (la larmente insidiosas, por una parte, las desigual-
elevación espiritual como finalidad de la existencia dades en el acceso a los bienes esenciales, como
de todo hombre), la ‘mujer’ es el representante y el el alimento, el agua, la casa, la salud; por otra,
arquetipo de todo el género humano: representa la las persistentes desigualdades entre los hom-
humanidad a la que pertenecen todos los seres hu- bres y las mujeres en el ejercicio de los derechos
manos, tanto hombres como mujeres” (MD 4). humanos fundamentales... También la falta de
reconocimiento de la condición femenina intro-
Los grandes escenarios de la Mulieris dignita- duce factores de inestabilidad en la estructura
tem ciertamente no pueden agotar el misterio del social. Pienso en la instrumentalización de las
hombre y de la mujer a imagen de Dios. Precisamen-
mujeres tratadas como objeto y en tantas for-
te a causa de la amplitud de la problemática y de los
mas de falta de respeto a su dignidad; pienso
riesgos inherentes, resulta necesario continuar el
también -en un contexto diverso- en las visiones
antropológicas persistentes en algunas culturas,
a su vez, no nos referimos sólo ni principalmen- que reservan a la mujer un papel todavía de gran
te a la relación esponsal propia del matrimonio. sumisión al arbitrio del hombre, con consecuen-
Nos referimos a algo más universal, basado en el cias lesivas para su dignidad de persona y para el
hecho mismo de ser mujer... en el contexto de la ejercicio de las mismas libertades fundamentales.
analogía bíblica y en base a la lógica interna del No podemos hacernos la ilusión de que la paz
texto, es precisamente la mujer quien manifiesta está asegurada hasta que no hayan sido supera-
a todos esta verdad: la esposa” (MD 29). das también estas formas de discriminación que
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4. El Yo y el Otro cionales, cada uno por separado y los dos juntos, con
el Creador, además del uno con el otro. El otro, la mu-
No se puede ser hombre o mujer sin mirarse en jer para el hombre y el hombre para la mujer, aunque
la alteridad del otro y descubrir así los propios recur- sea “carne de mi carne” y “hueso de mis huesos”, no
sos específicos, los talentos y los límites del propio puede ser simplemente la otra mitad, sin la cual nos
ADN, no sólo en sentido genético, sino también psí- quedamos incompletos; no puede ser simplemente
quico, intelectual y espiritual. La madurez consiste en el medio para conseguir la propia integridad; no se
tomar conciencia de tales recursos y límites y gestio- puede confundir con la nostalgia ontológica de uni-
narlos, es decir, orientar el propio comportamiento dad, que sólo Dios puede satisfacer. Con todo, el tú
teniendo en cuenta la dotación de que se dispone y sigue siendo necesario para el propio reconocimien-
haciéndola fructificar al máximo. La diferencia sexual to, ante cuya presencia el yo se despierta, se llena de
forma parte de esa dotación básica que constituye gozo y hace posible la experiencia fundamental de
a una persona desde las primeras semanas de vida la comunicación, del don de sí manteniendo la inte-
como hombre o mujer. gridad de la psique y del cuerpo, haciendo concreta
y visible la experiencia de Dios.
Todo ser que viene al mundo da sentido ma-
duro y personal a su existencia no solamente sobre la La relación ideal entre los sexos, apuntada en
base de las primeras experiencias infantiles, ni en vir- el relato bíblico, no logra hacerse realidad en la his-
tud de la obediencia a un superior, a los dictados de toria sino de manera fragmentaria y sutil. Esta fatiga
la escuela o del Estado, o a cualquier autoimposición de la realidad es reflejo de la que encuentra el pensa-
coercitiva sobre el propio cuerpo o la propia psique, miento para desarrollar la diferencia hombre-mujer
sino secundando y desarrollando creativamente de- sin caer en las trampas de absolutizar la igualdad o
terminados objetivos, de acuerdo con la dotación la diferencia. En efecto, la pluralidad es considerada
natural de que dispone. Esto tiene que ver con el sig- por la razón según categorías generales y sintéticas,
nificado laico universal de la palabra vocación. la diferencia viene organizada jerárquicamente, el
status y la posición social prevalecen sobre la comu-
La diferencia entre hombre y mujer se sitúa nicación, las definiciones sobre la reciprocidad, la
en el corazón de la antropología, calificándola como síntesis sobre las relaciones, la abstracción sobre la
unidual, es decir, al mismo tiempo y aunque parezca riqueza de la realidad.
contradictorio, intrínsecamente plural y unitaria. Re-
cursos y límites, autonomía y dependencia del otro La diferencia aparece fácilmente como un
son experiencias ineludibles de toda persona. La dis- apartarse del modelo original y la feminidad viene
ponibilidad a aceptar serenamente la propia realidad configurada a medida del hombre (el cual la define
y a ‘trabajarla’ para mejorarla constituye la diferencia mirándose en el espejo de sí mismo: Eva en función
fundamental entre personalismo y existencialismo, de Adán, igual que encontramos en Rousseau a So-
así como también entre personalismo comunitario fía en función de Emilio12). Si faltase la referencia al
y los falsos personalismos que giran en torno a la Creador, quedaría oculta toda la dimensión humana
plenitud de la existencia en cuanto afirmación de sí de la historia y la sociedad, incluida la alteridad ori-
mismo y de los propios derechos. ginaria y paritaria de la mujer y del hombre: la mujer
sería ‘imagen’ del hombre.
Una persona no puede tener el fin en sí misma,
ni en otra, y muchos menos en las cosas creadas, sino En el pensamiento católico de hoy, el monis-
que se caracteriza por el diálogo, explícito o implí- mo teístico es sustituido cada vez más por una antro-
cito, con su Creador al que está llamada. Este es el po-teología trinitaria, que impide la separación del
sentido del versículo bíblico “A imagen de Dios los plano antropológico y el teológico, según la cual al
creó, hombre y mujer los creó” (Gn 1, 27), al que hace primero se le atribuiría la pluralidad y al segundo la
referencia un cristianismo del ‘principio’ que quiera ir unidad indivisible, con lo que la multiplicidad sería
a las fuentes para una mejor comprensión antropo- tolerada sólo como imperfección de la realidad crea-
lógica del hombre y de la mujer en cuanto seres rela- da. Sólo una antropología trinitaria puede ser funda-
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