Acerca Del Cómo y El Por Qué en La Enseñaza Del Taekwondo

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ACERCA DEL CÓMO Y EL POR QUÉ EN LA ENSEÑAZA DEL TAEKWONDO

(Elementos para un debate)


BEATRIZ E. VALENCIA V.
EDWIN RUBEN PEÑA F.
(HWARANGDO E.A.T.)
Abril de 2020

INTRODUCCIÓN

Todos los que practicamos y enseñamos taekwondo nos hacemos permanentemente dos preguntas:
¿Cómo enseñar taekwondo? Y, ¿Por qué? Aquí se trata de pensar el taekwondo para practicarlo y
enseñarlo mejor.

Señalamos que no preguntamos ¿“Para qué?”. La respuesta a esta última pregunta suele ser muy
clara, pero al mismo tiempo muy diversa: para la defensa personal, para el manejo y control de
nuestro cuerpo, para la salud física y mental, para practicarlo como deporte y competir, etc. Pero el
cómo y el por qué son las dos preguntas que inauguran todo pensamiento científico.

Empecemos por la segunda: ¿Por qué? La respuesta es sencilla: porque el taekwondo necesita ser
aprendido, no se llega a él de manera natural. Y por lo tanto necesita ser enseñado. Y es ahí donde
está nuestro papel como maestros o profesores de taekwondo: Nosotros lo aprendimos de alguien
y ahora queremos enseñarlo. El taekwondo, como todas las demás artes marciales, no es “natural”,
no es instintivo; los animales no practican taekwondo. Es un fenómeno cultural e histórico y
específicamente humano. Cada arte marcial se diferencia de las otras dependiendo de la cultura que
lo desarrolla. Y por eso necesita ser aprendido y enseñado.

Se llega entonces a la segunda pregunta: ¿Cómo enseñarlo? Cuando hablamos de cultura hablamos
de qué tipo de sujetos construye cada cultura. El taekwondo nació en Corea y es producto de su
cultura y de su historia. Pero evolucionó. Pasó de ser un método para la defensa individual y social
en ese país a ser un arte marcial estructurado y complejo que más tarde desarrolló como parte de
su esencia elementos competitivos que lo llevaron a ser deporte, hoy día deporte olímpico y uno de
los más practicados en el mundo. Y todos esos procesos obedecieron a leyes objetivas y a unas
etapas de formación de los sujetos, en nuestro caso de formación dentro del taekwondo.

¿Cuáles son esas leyes y etapas que nos enseñan a formar sujetos en el taekwondo? ¿cómo
aplicarlas? ¿quién las aplica? Esas leyes existen objetivamente y no dependen de nuestro
conocimiento o deseo. La humanidad ha avanzado en el conocimiento de dichas leyes (aunque falta
mucho por conocer). Pero nosotros tenemos que descubrirlas y aprenderlas a manejar, pues casi
siempre están ocultas a la evidencia porque ésta (la evidencia) muchas veces presenta como verdad
lo que no es verdad, ocultando el proceso real. Y hay dos maneras de hacer esto: desde la empiria
(yo tengo experiencia, repita lo que hago) y desde el estudio y la investigación de los procesos que
regulan el aprendizaje.

Y es de eso de lo que queremos empezar a hablar ahora. Queremos poner nuestro grano de arena
en el debate sobre la enseñanza del taekwondo inicialmente como arte marcial completa y luego
sobre su entrenamiento y “coaching” como deporte competitivo.
EL INGRESO A UNA CULTURA

Ocurre mucho en nuestro medio que, una vez el practicante de taekwondo recibe su grado de primer
dan, ya se le considera preparado para dar clases. De hecho, ya le empiezan a llamar “profesor”, así
nunca en su vida haya dado una clase ni siquiera como monitor. También se cae en el error de
considerar que un buen competidor es un buen entrenador de otros competidores, así su técnica
marcial no sea la mejor.

Muchos de ellos empiezan realmente a dar clases, algunos por razones económicas (así se ayudan a
pagar sus estudios, por ejemplo), otros por ayudar a su maestro, o porque tienen cierto carisma y la
gente los busca para que los entrene. Las causas son diferentes, y se salta de la causalidad y el azar
a la voluntad (el propósito) de enseñar, es decir, en este caso, a la presencia del sujeto que hace de
profesor en el dojan. Pero a la mayoría se les olvida que, además de saber taekwondo, o de ser un
competidor exitoso, es necesario aprender a enseñar. La experiencia enseña, es cierto, pero a costa
de muchos errores que, a la larga, terminan pagando los alumnos. El conocimiento académico y,
sobre todo, las bases científicas para desenvolverse bien en esa labor, son indispensables para
asegurar que los practicantes alcancen un buen grado de desarrollo en su práctica deportiva, más
hoy en día donde ha avanzado en esta materia.

Por otro lado, también el profesor o maestro debe ubicar cuál es su lugar en el amplio espectro de
la enseñanza, la práctica y el entrenamiento de un arte marcial. ¿Es profesor de niños o de adultos?,
¿sus alumnos son principalmente principiantes o avanzados? ¿Son competidores? ¿Entrena
deportistas de alto rendimiento? Todos estos escenarios tienen exigencias diferentes a la hora de
pararse frente a un grupo de alumnos.

Tenemos que recordar que cuando enseñamos la práctica de un deporte, pero más aún de un arte
marcial, somos responsables de la integridad física de nuestros alumnos, de que su desarrollo físico
sea el adecuado, evitando lesiones y manejando bien éstas en el caso que se produzcan. Tenemos
que conocer las habilidades y capacidades de nuestros alumnos, así como sus limitaciones, tanto en
lo físico como en lo mental y en sus determinaciones culturales Y para ello tenemos que
prepararnos.

Pero eso no lo podemos hacer solos. Los sujetos individuales se construyen dentro de un sujeto
colectivo específico que es la cultura. Y el profesor o maestro no es la excepción. La cultura es el
espacio donde se generan los sujetos. El deporte y el arte marcial son articulaciones de la cultura y
de la historia. Más aún cuando el origen de ese arte marcial corresponde a una cultura que no es la
nuestra, tenemos que ser capaces de adecuar su enseñanza para que nuestros alumnos, sujetos de
una cultura diferente, puedan asimilar en mejores condiciones su práctica, entendiendo el origen
cultural del taekwondo y el ambiente, también cultural, donde desarrollamos nuestra labor. Esto es
en general; dependiendo de la cultura y del tipo de sujeto concreto que se quiere formar, hay sujetos
colectivos específicos que dependen del individuo concreto que se forma.

Y, por supuesto, tenemos también que aprender y manejar los desarrollos que se han dado en
cuanto a la enseñanza y el entrenamiento de las artes marciales, partiendo del conocimiento del
cuerpo y su movimiento en las diferentes etapas de desarrollo de cada sujeto, el lenguaje que debe
manejarse, los aspectos éticos, los saberes específicos (las técnicas) de nuestro objeto de estudio y,
claro, los procesos psicológicos que todo esto implica.
El sujeto individual se construye dentro de un sujeto colectivo (familia, sociedad, escuela, etc.) que
es siempre un sujeto cultural. Ya lo hemos dicho: la cultura es el espacio en el cual se generan los
sujetos. Ese sujeto colectivo, para el caso del taekwondo, suele llamarse “centro de entrenamiento”,
“club deportivo”, “gimnasio”, “doyan”, etc. En nuestro caso nosotros nos constituimos como
“Escuela”, por el doble significado que tiene la palabra. Es un lugar donde se enseña y se aprende,
pero también es una posición frente a la vida y a la práctica (en nuestro caso, práctica marcial).

Más allá de cómo llamemos el lugar, el caso es que nos enfrentamos a la necesidad y la posibilidad
de practicar taekwondo, a veces como desarrollo corporal y mental, como defensa personal, como
estilo de vida, o con una aspiración deportiva que nos lleve a la competencia (y a la alta
competencia). Y las cosas son posibles y necesarias porque existen causas para que eso ocurra. El
taekwondo es posible y necesario enseñarlo y aprenderlo porque no es natural, porque los seres
humanos no trabajamos sólo por instinto, porque también existe el deseo y el propósito. Y, en
nuestro caso, porque hace parte de nuestra constitución y formación como sujetos sociales.
ZONAS DE DESARROLLO PRÓXIMO

El planteamiento básico del psicólogo Jean Piaget es señalar que hay unas etapas en el desarrollo
del conocimiento y el aprendizaje. La cuestión es que él las muestra como unas etapas naturales e
inamovibles porque, según él, hay una relación entre el desarrollo y la edad. Pero no siempre esas
etapas están solamente vinculadas a la edad y al tiempo transcurrido.

Nosotros partimos de la tesis de otro pedagogo y psicólogo, Lev Vigotsky, quien plantea que las
etapas aparecen en una espiral donde los desarrollos siempre vuelven a aparecer, pero con más
complejidad. La pregunta es: ¿el aprendizaje genera el desarrollo o viceversa? Vigotsky lo aclara:
Hay unas condiciones básicas sin las cuales un sujeto no puede aprender lo que sigue. Pero eso no
depende necesariamente de la edad. Es claro que no es lo mismo llegar al taekwondo adulto que
niño, pues si se llega desde niño se logran desarrollos diferentes que si se llega en la adultez. Y de la
misma manera no es lo mismo si se llega desde una cultura que desde otra (aprende de manera
diferente un coreano que un colombiano, por ejemplo).

El ser humano es producto de un proceso causado: concepción, fertilización, gestación, nacimiento.


Y esos niños que nacen (con o sin capacidades físicas especiales, con o sin limitaciones importantes,
“normales”…), “caen” en un medio cultural. Y ese ser individual empieza a ser afectado por la cultura
que lo constituye en cuanto sujeto. Los procesos biológicos continúan después del nacimiento, pero
también los procesos culturales lo van armando como tal, afectando al mismo tiempo (consciente o
inconscientemente) a los procesos biológicos. Por ejemplo, la alimentación, que es cultural, incide
en el desarrollo físico. ¿Qué es entonces lo que articula a un sujeto individual? Hay unos elementos
específicos de la condición humana y que están presentes en todo proceso de aprendizaje, incluido
el de las artes marciales:

1. El manejo del cuerpo y del movimiento. Esto se aprende. No es tan natural. Por ejemplo,
ningún animal tiene que “aprender” a caminar; lo hacen naturalmente, pero los seres
humanos sí tenemos que aprenderlo. Físicamente estamos en condiciones de hacer muchas
cosas, pero el medio cultural nos limita o nos estimula a hacer algunas, incluso prohíbe
determinadas prácticas (por ejemplo, los hombres tienen que ser fuertes pero las mujeres
tienen que ser suaves y delicadas)
2. La lengua, el lenguaje que es un producto específicamente humano puesto que no es sólo
ni principalmente para la comunicación. La comunicación es el nivel más bajo del lenguaje
humano (es claro que los animales se comunican). Lo fundamental del lenguaje es que hace
parte de elaboraciones culturales y “produce” cosas que no existían, cadenas de
significantes que nos permiten pensar, elaborar conceptos y categorías que al mismo
tiempo nos permiten conocer el mundo y desarrollar de mejor manera nuestra práctica (en
este caso marcial o deportiva)
3. La norma, la regla, el mundo ético que también nos prohíbe o nos obliga a hacer cosas.
4. Los conocimientos específicos, en nuestro caso, el conocimiento del taekwondo, sus
técnicas, sus contenidos filosóficos, los elementos tácticos y estratégicos en el combate y
en la defensa personal, su aspecto artístico y estético, etc.
5. La dimensión de los procesos psicológicos superiores, dimensión que es también
específicamente humana y que también se construye y se aprende. Todos los animales
desarrollan procesos psicológicos básicos que dependen de su sistema nervioso. En los
humanos se desarrollan a un nivel superior; por ejemplo, la percepción de las cosas es
diferente, nuestra memoria es simbólica (en los animales no), tenemos capacidad de
concentración, de relajación, de análisis, etc.

Todos estos cinco elementos deben ser aprendidos. Y si hay aprendizaje hay enseñanza. Para ello
hay dos conceptos:

1. Zona próxima de desarrollo


2. Aprendizaje real

Ambas cosas se dan en forma de espiral, cuyo eje es la relación entre aprendizaje y desarrollo. Para
tener un aprendizaje determinado se necesita un desarrollo básico, Pero al mismo tiempo el
desarrollo depende de un aprendizaje previo y el nuevo aprendizaje se convierte en desarrollo para
el siguiente nivel. Es decir, el aprendizaje genera desarrollo.

ZPA

AR ZPA: Zona próxima de aprendizaje


AR: Aprendizaje real - Desarrollo
ZPA

ZPA AR

Aquí aparece el concepto de “zona de desarrollo próximo” la cual, a través del aprendizaje, se
convierte en desarrollo real. Por eso nadie aprende solo. Todos aprendemos como lo hemos dicho
dentro de un sujeto colectivo, pero también se necesita un mediador (no un dueño del saber) que
es el maestro. Y esa mediación es esencial para pasar de una zona próxima de aprendizaje a un
desarrollo real, articulando los cinco elementos de que hablamos. Toda actividad articula esas cinco
cosas.

Obviamente hay etapas progresivas y naturales. Hay que entender los elementos que constituyen
cada etapa, para así acelerarla o lentizarla, dependiendo del desarrollo real y de la zona próxima de
aprendizaje de lo que sigue; y dependiendo también de hasta dónde se han internalizado estos cinco
elementos para aplicarlos en la práctica. El maestro conoce (o debe conocer) ese grado de
internalización para orientar hacia dónde debe continuar el alumno su instrucción. Y con mayor
razón en el caso de la competencia, donde el entrenador debe tener muy claro hasta dónde puede
llegar su competidor y cuánto debe exigirle en cada etapa de su entrenamiento.
LAS CINCO “ESPIRALES”

Hemos hablado de cinco elementos que hacen parte de la condición específicamente humana y que
están presentes en todo proceso de aprendizaje. Estos elementos se desarrollan en forma de espiral,
pasando no ya de lo simple a lo complejo, sino de un grado de complejidad a otro en el proceso de
desarrollo-aprendizaje. Están íntimamente relacionados entre sí y no es posible trabajar uno de ellos
sin cruzar necesariamente todos los demás.

1. El manejo del cuerpo y del movimiento.

Como ya lo dijimos, los seres humanos tenemos que aprender a manejar nuestro cuerpo y nuestro
movimiento. Aprendemos a gatear, y esa se podría considerar una zona próxima de desarrollo para
aprender a caminar, luego a correr, saltar, etc. Cuando hablamos de artes marciales esto parece
apenas obvio, pero a la hora de pararnos frente a una clase muchas veces olvidamos que esos
procesos son diferentes en cada individuo y que siempre se alcanzan desarrollos desiguales. Y estos
desarrollos desiguales son en dos planos: el desarrollo desigual de un alumno con respecto a otro
en la práctica de una técnica o movimiento concreto y el desarrollo desigual de un alumno con
respecto a sí mismo en la práctica de dos habilidades diferentes. Por ejemplo, un niño puede lograr
un nivel de flexibilidad mejor que otro; pero cada uno puede tener una habilidad para unas cosas
mayor que para otra (ser más flexible que fuerte, ser más fuerte que rápido, etc.).

De la misma manera, el medio cultural determina muchas de nuestras habilidades. Algunos niños
varones, por ejemplo, pueden considerar que determinados movimientos son muy femeninos y los
rechazan; o, al contrario, las niñas se niegan a hacer algunas técnicas porque son muy “bruscas”.
Esto es solo un ejemplo de muchos en los que la cultura nos permite avanzar o, por el contrario, nos
limita.

A medida que el aprendizaje nos permite tener nuevos desarrollos, muchas veces volvemos a
encontrarnos con los mismos problemas, pero en un nivel diferente. Esto es parte del proceso y
tenemos que estar preparados para afrontar estas situaciones. En este caso, las interacciones
sociales con otros compañeros más hábiles o con el maestro constituyen un medio fundamental
para el desarrollo. Ya lo dijimos, nadie aprende solo y el sujeto individual potencia mucho más su
aprendizaje dentro de un sujeto colectivo (el club, la escuela, el dojan, etc.).

Esto señala dos elementos importantes: el trabajo en equipo y el papel del maestro.

Ahora bien, el ingreso a la cultura tiene un elemento clave que es el trabajo, El trabajo es lo que
genera la producción y al mismo tiempo sin producción no hay trabajo. El trabajo humano
transforma la naturaleza y obedece a un plan consciente. En nuestro caso, a ese trabajo lo llamamos
entrenamiento. El entrenamiento transforma nuestro cuerpo, nos permite desarrollar habilidades
que de pronto antes no teníamos. Incluso la práctica del taekwondo y su entrenamiento requiere,
pero al mismo tiempo produce, cuerpos muy específicos diferentes a los que produce la práctica de
otros deportes. Y ese entrenamiento debe obedecer siempre a un plan determinado tanto por el
maestro como por el mismo alumno (y por sus padres en caso de los menores de edad) y,
naturalmente, por la escuela, que tiene que ver con el objetivo que buscamos al entrenar
taekwondo, bien sea como estrategia formativa, recreacional o deportiva y competitiva.

Es claro entonces que hay que trabajar (entrenar) duro para lograr objetivos los cuales, una vez
logrados en cada etapa del aprendizaje, se convierten en zonas próximas de aprendizaje para buscar
nuevos objetivos y metas a lograr.

También es importante aquí señalar, a propósito de la cuestión corporal, que se debe conocer muy
bien, y enseñar, aspectos como la alimentación, el descanso, los peligros del sobre entrenamiento,
etc.

Aprender a manejar nuestro cuerpo, controlarlo, aprender nuevos movimientos y destrezas,


desarrollar habilidades y fortalezas, son parte de esta espiral que debe estar en continuo desarrollo

2. El lenguaje

El lenguaje es la herramienta que más influye en el desarrollo cognitivo. Es la que nos permite
comunicarnos, claro está, pero más allá de eso nos permite también construir y entender conceptos,
“pensar” la práctica, explicar y entender cómo se realiza cada técnica o movimiento, asimilar y
aplicar tácticas y estrategias, construir representaciones internas de acciones físicas, etc. Y aquí
hablamos de dos tipos de lenguaje: la lengua materna y el lenguaje específico de nuestro arte
marcial, tanto si se utilizan palabras en coreano como cuando se dan nombres de técnicas
especiales.

El profesor y el alumno tienen que tener claros ambos lenguajes. Es necesario hacerse entender y
es necesario aprender nuevo vocabulario. En todos los casos, el taekwondo tiene su propio lenguaje
que debe ser enseñado, aprendido y utilizado. Competidor y coach, por ejemplo, deben conocer
bien todos los términos de los reglamentos de competencia y arbitraje, además de reforzar la
comunicación entre ellos que les permita llevar adelante de la mejor manera una competencia. Sin
esta apropiación del lenguaje, en el mejor de los casos se puede lograr que el alumno repita sin
comprender y jamás acceda a la explicación y por lo tanto a la comprensión de lo que se hace.

Se empieza, por supuesto, desde la clase de principiantes. Y se desarrolla también en espiral,


integrando siempre en cada etapa los nuevos conceptos.

3. La norma y el mundo ético

¿Qué pasa entonces con la norma? El alumno llega al taekwondo con muchas normas internalizadas.
¿Cuáles normas? Las que le han enseñado o impuesto desde su cultura, desde la sociedad donde
vive, desde la escuela y la familia que lo educa. Pero, además, tanto el taekwondo en general como
cada grupo en particular, tiene un discurso ético, que tiene también que ser enseñado, aprendido e
internalizado. La norma tampoco es natural. Es cultural y específica. Es lo que nos permite vivir en
sociedad y es al mismo tiempo una entidad real que se produce y se reproduce socialmente,
obedeciendo a un proceso que la hace necesaria y posible, concretándose en principios morales y
éticos en cada caso.
En el taekwondo, por ejemplo, se ha universalizado un “juramento” que con frecuencia se repite
después de cada clase o sesión de entrenamiento: “cortesía, integridad, perseverancia, autocontrol,
espíritu indomable”. Algunos grupos incluso integran otros elementos. Sin embargo, si uno pregunta
a un practicante de taekwondo qué significan estos conceptos, la mayoría no sabe qué responder.
Y lo más triste es que esto ocurre también con muchos de los maestros, profesores y entrenadores
de nuestro arte marcial.

¿Qué es la cortesía?, ¿qué es la integridad?, ¿qué quiere decir perseverancia?, ¿Cómo logramos el
autocontrol y el espíritu indomable? Hay que llenar de contenido estos conceptos y muchos otros
que tienen que ver con la ética deportiva y marcial, volviendo sobre ellos permanente para que
nuestra práctica pueda desarrollarse individual y colectivamente de la mejor manera. El respeto,
por ejemplo, que es centro de todo nuestro comportamiento social y deportivo, tiene que asimilarse
cada vez con una mayor comprensión, desde la simple inclinación para saludar a un profesor o para
entrar a un dojan, hasta la relación misma con compañeros, maestros, padres y todos aquellos que
hacen parte de la comunidad del taekwondo en particular, así como de la sociedad en general.

Volviendo a lo que hemos trabajado de la zona de aprendizaje próximo, podríamos hablar aquí de
una “zona de construcción y aprendizaje de la norma” dentro de la cual se generan y desarrollan
individuos concretos. Y aquí hablamos tanto de normas legisladas (leyes, estatutos, reglamentos,
etc), como de fundamentos éticos culturales, sociales, y, no está de más decirlo, marciales.

4. El mundo de los objetos de conocimiento o saberes específicos.

El taekwondo es un saber. Más allá del manejo del cuerpo, es un arte marcial complejo que integra
una serie de técnicas que deben ser aprendidas e internalizadas en la práctica. El taekwondo integra
técnicas de defensa personal, de combate, de rompimiento, “poomsaes” o esquemas y, por
supuesto, técnicas específicas para la competencia deportiva. Y ese saber, que se ha construido
históricamente, dentro de unas condiciones culturales y geográficas que han determinado su
desarrollo como arte marcial y como deporte, también se construye cultural y socialmente dentro
de cada escuela o lugar de entrenamiento.

Son saberes que se empiezan manejando de manera mecánica por parte de los principiantes, pero
que a medida que volvemos sobre ellos se va ganando en ejecución y comprensión para lograr una
mayor eficacia y eficiencia en su realización. Hay practicantes que logran una gran habilidad en el
manejo de estas técnicas y que los profesores los van seleccionando como posibles competidores,
aunque algunos de ellos no tengan la voluntad o el deseo de competir, mientras que hay otros que
logran comprenderlas bastante bien y aplicarlas sin tanta habilidad, pero con la estrategia adecuada
porque su espíritu competitivo es mucho mayor. En ambos casos y de todas maneras estas técnicas
y saberes deben ser aprendidos para lograr un desarrollo. Recordemos lo que ya hemos dicho: el
aprendizaje genera desarrollo y ese desarrollo se convierte en zona próxima para el nuevo
aprendizaje volviendo siempre sobre las técnicas fundamentales y aprendiendo otras nuevas en
cada etapa.

Normalmente los practicantes de taekwondo vamos logrando lo que llamamos grados o


“cinturones” que, supuestamente, lo que significan es que hemos logrado en cada caso un desarrollo
determinado y estamos en la zona próxima de aprendizaje para el siguiente grado. Esto obedece, o
debe obedecer, a un currículo donde se determinan cuáles son los saberes que el alumno debe
conocer sobre el taekwondo en cada grado. Tanto el maestro como el alumno deben tener esto muy
claro y el maestro debe además conocer y entender hasta dónde puede exigirle a cada individuo y
hasta dónde él tiene posibilidades de llegar en su aprendizaje y en su praxis. En muchas ocasiones
el conocimiento que tiene cada practicante del taekwondo no coincide con el grado de se le ha
otorgado. Y eso es muy delicado, porque en un momento dado esa persona tiene que responder
según lo que se le espera en su grado y no lo logra. Esto, por supuesto, entendiendo los desarrollos
desiguales de los que hemos hablado.

También este conocimiento se desarrolla espiralmente y estamos volviendo permanentemente a


los mismos conceptos, pero en un nivel diferente. Por ejemplo, la aprehensión que un competidor
tiene de táctica y estrategia cuando es principiante es muy diferente de cuando es avanzado y por
supuesto es otro cuando ya se tiene experiencia competitiva que cuando solamente se ha trabajado
al interior de su grupo de entrenamiento. De ahí la importancia del conocimiento e internalización
de las técnicas y de la experiencia en su ejecución práctica dentro y fuera del dojan.

5. La dimensión de los procesos psicológicos superiores.

Como ser biológico, el ser humano tiene un elemento clave: Tiene unos procesos psicológicos
inferiores, comunes a todos los animales. Pero va construyendo otros procesos psicológicos
superiores. Ejemplo: la memoria (que es diferente a la memoria de los animales la nuestra es
simbólica), el manejo de la lengua, la atención concreta, la capacidad de concentración y análisis, la
relajación voluntaria, etc., entre las cuales hay una mutua incidencia.

¿Qué pasa entonces con el aprendizaje? En la tradición conductista se decía que uno aprende
porque le enseñan. Y eso básicamente es cierto. Pero si somos consecuentes con el concepto de
zona próxima de aprendizaje, uno aprende aquello para lo que está preparado y, si lo logra, da un
salto en su aprendizaje. Aquí aparece de nuevo la tarea del maestro, quien al mismo tiempo aprende
de ese proceso pero que tiene que ser un mediador para el aprendizaje de su alumno.

Es, por ejemplo, muy fácil decirle a alguien que se relaje. Pero, ¿sabemos exactamente qué significa
relajarse y cómo se hace eso? ¿Cómo se desarrolla la capacidad de concentración? ¿Cómo logramos
anticiparnos a un ataque para ejecutar la defensa más adecuada? ¿o para contraatacar? ¿cómo
logramos visualizar en nuestra mente un esquema para luego ejecutarlo sin equivocarnos? En el
caso de la competencia, por ejemplo, la actitud frente al combate, el espíritu competitivo y el
manejo del stress, son temas que hay que trabajar desde el principio, logrando que el deportista,
cada vez más, tenga claro y sepa manejar su actitud en cada momento.

Estos procesos psicológicos también se aprenden, también se enseñan y también su aprendizaje nos
lleva en su desarrollo a nuevas zonas de aprendizaje para lograr un mayor desarrollo. Y, algo muy
importante, el desarrollo de todos estos elementos depende en gran medida del desarrollo de los
otros puntos que hemos venido trabajando, pero al mismo tiempo si no se desarrollan los procesos
psicológicos superiores es imposible el aprendizaje de los demás.
EL MAESTRO, MEDIADOR INDISPENSABLE

Mucho se ha hablado de las diferentes categorías dadas a las personas que están al frente de un
grupo de practicantes de taekwondo. Profesor, maestro, entrenador, coach, son algunas de ellas.
Dentro de nuestra comunidad del taekwondo, se suele decir profesor a quien tenga un grado Dan
(algunos dicen que desde primer Dan, otros que desde tercero), maestro a los que ostentan mínimo
sexto dan, gran maestro a partir de octavo; y se les dice entrenadores a aquellos que han sido
contratados para preparar un equipo, y coach a quien acompañe al deportista en su proceso
competitivo. Esta ha sido una de las tantas maneras de interpretar las categorías, aunque no la
única. Para efectos de agilidad, vamos utilizar aquí la palabra maestro en su sentido más general.
Sin embargo, independientemente de su interpretación, hay que anotar algunas cosas generales:

1. En cuanto a los grados, no es un secreto que muchos obtienen esos grados porque logran
un aval para que las Federaciones o la Kukkiwon les expidan un certificado, o aprovechan
una de las llamadas “amnistías”, muchas veces sin tener el conocimiento acumulado propio
de dicho grado, incluso a veces sin ser un practicante activo. Además, no son muy claros
(aún desde la Kukkiwon) los requerimientos para ascender a grados dan, aparte del tiempo
que se lleva en el grado anterior. Es muy importante que sí haya una exigencia de grados
mínimos para manejar un grupo, pero no es suficiente, pues la formación como maestro es
necesaria.
2. La categoría de coach generalmente se asigna mediante la participación en seminarios de
actualización, los cuales casi siempre van dirigidos a recordar las normas y reglamentos de
competencia, pero no a la preparación de los competidores. Teniendo en cuenta, además,
que en dichos seminarios no hay una exigencia de participación que garantice
posteriormente que el entrenador recibió la información necesaria para tener un buen
desempeño como coach.
3. El carisma y la capacidad para llegar a las personas es muy importante, pero eso no
reemplaza el conocimiento tanto del arte marcial en sí como de los elementos pedagógicos
al momento de tener bajo su responsabilidad un grupo de practicantes.
4. La responsabilidad del aprendizaje y del desarrollo de los alumnos es siempre del maestro.
Por supuesto el alumno tiene que poner de su parte, pero es el maestro el directamente
responsable del proceso. Esto incluye la responsabilidad por lesiones dentro del lugar de
entrenamiento y por la resolución de conflictos al interior del grupo. Y no se trata sólo de
una cuestión ética; esto incluye la responsabilidad que tiene el maestro de estar
permanentemente, él también, en proceso de aprendizaje y desarrollo en todo lo que tiene
que ver con su labor.

El hacer del maestro depende de lo que él es como sujeto social y cultural. La manera como él asume
el taekwondo y su trabajo al enseñarlo, la forma de ver a sus alumnos y los objetivos que se propone
lograr en cada caso. Hay algunos que simplemente quieren hacer del taekwondo un instrumento
recreativo o de actividad física; hay quienes solo están interesados en entrenar competidores y sus
resultados se miden por las medallas obtenidas; hay quien da un giro más marcial (aquí cabría una
discusión sobre lo que significa la palabra “marcial”, pero este no es el espacio para hacerla). Sin
embargo, no podemos olvidar lo que el taekwondo es, su significado y desarrollo histórico, cultural,
incluso filosófico, y todos esos elementos tienen que estar presentes en el proceso de
aprendizajedesarrollo de los practicantes, independiente de su objetivo a mediano o largo plazo. El
taekwondo es uno solo y así hay que practicarlo. Un ejemplo de ello es que las competencias
deportivas se realizan dependiendo del grado de los competidores, cosa que no ocurre en otros
deportes; y el grado en artes marciales tiene, o debe tener, una significación filosófica y de
contenidos y desarrollos específicos que no puede ni debe olvidarse. Así, pues, el maestro, como
mediador que es del proceso de aprendizaje, debe tener esto siempre presente. De lo contrario, no
logrará en la práctica un desarrollo real de sus alumnos, que les permita llegar continuamente a
nuevas zonas de aprendizaje próximo y no agotar, en el tiempo o en la edad, su práctica y su
desarrollo permanente dentro del arte marcial.

El maestro identifica y define las zonas próximas de aprendizaje de los conocimientos y técnicas que
el currículo rige y a partir de ahí toma decisiones concretas. Por eso debe tener claro un currículo y
manejarlo, adaptándolo a las condiciones de cada practicante. Aunque suene extraño, aprender
taekwondo es también un proceso de producción consciente, donde cada uno construye su
conocimiento y desarrollo, transforma su cuerpo y su mente, fortalece su espíritu. Una cosa es el
alumno que tiene que realizar ese proceso de producción, y otra cosa es el maestro cuya tarea
fundamental y cuya responsabilidad es ayudar a generar ese nuevo cuerpo y el manejo del mismo
con las diferentes habilidades propias de cada artista marcial y con la estética y el “estilo” propio de
cada escuela de taekwondo. Y, por supuesto, el maestro también se transforma se construye a sí
mismo en ese proceso.

Ahora bien, no es suficiente tener esto claro ni dominar (o, mejor, creer dominar) su objeto de
conocimiento, en nuestro caso el taekwondo. Su tarea como mediador trasciende la mera
trasmisión del contenido o la orientación para realizar ejercicios y técnicas específicas. También hay
que ofrecer estrategias de estímulo a sus alumnos para participar de su propio proceso de
aprendizaje. Ofrecerles experiencias de prácticas que partan de su contexto socio cultural, de su
nivel de desarrollo y de sus objetivos a lograr.

Por todo lo anterior, la relación maestro-alumno, o entrenador-deportista, no es simplemente una


relación entre dos individuos, sino que concreta las condiciones mismas de la enseñanza y el
entrenamiento, dentro de todos y cada uno de los sujetos sociales que definen esa relación. Y es esa
la razón por la que el maestro es siempre y en todo caso un mediador esencial, sin el cual ningún
proceso puede ser realmente exitoso. Nadie aprende solo, ya lo dijimos, pero todos aprendemos
mejor con un buen maestro

En síntesis, aquí se trata de pensar y repensar permanentemente nuestro papel como maestros y
entrenadores de taekwondo, nuestra capacidad de involucrar a nuestros alumnos en su propio
desarrollo marcial y también nuestra capacidad permanente de reinventarnos a niveles cada vez
mayores, aceptando críticas constructivas, aprendiendo a aprender y aprendiendo a enseñar. Y, por
último, preguntándonos siempre por qué enseñamos taekwondo y cómo hacer para enseñarlo
mejor.

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