La Irracionalidad de Los Fines
La Irracionalidad de Los Fines
La Irracionalidad de Los Fines
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TNH, Libro I, Parte I, Sección IV.
segundo, que explica la principal operación de la razón: “la inferencia misma no es otra
cosa que el efecto de la costumbre de la imaginación”2, parece que las relaciones mentadas
no son producidas por algún tipo de agente interno, sino que se relacionan ellas solas entre
sí en nuestras mentes en virtud de principios naturales, pero no porque exista en nuestras
mentes una Razón que relacione las ideas; en este sentido la razón no puede ser considerada
una facultad, sino que sería mejor considerar que llamamos razón a ese tipo de operaciones
inferenciales que se producen en nuestras mentes. Acerca del segundo punto, es notorio que
la naturaleza de las operaciones referidas es claramente teórica. Las relaciones de ideas e
impresiones son incapaces de transformar la realidad3 por sí solas, de ejercer alguna
influencia en nuestros deseos, y, con esto, de afectar la selección de nuestros fines (salvo en
un caso, que presentaré en el siguiente punto). Para profundizar sobre este último aspecto,
continuemos con el siguiente punto, en el cual nos adentramos directamente en la
racionalidad instrumental humeana, pues allí explicó bajo la influencia de qué
seleccionamos tal o cual fin, ya que, como he afirmado, la razón carece aquí de poder.
2
Ibid.., Libro II, Parte III, Sección I, p. 406 (de la paginación original).
3
Para efectos del presente ensayo, con «realidad» me refiero simplemente al mundo exterior a nuestras mentes.
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HOYOS, Luis Eduardo. “Ética y Racionalidad Práctica” En: “Persona, razón y sociedad” (libro en preparación),
Universidad Nacional de Colombia, 2006. p. 1.
seleccionara un fin que superara esta prueba no se deduce de aquí que el fin es racional,
sino simplemente que no estamos actuando irracionalmente, pues los fines en sí mismos
siguen siendo motivados por pasiones. Dicho esto, es notorio que en Hume la manera de
operar de la razón no varía en la práctica, sino que continúa siendo teórica, pues aún allí, en
la prueba descrita, se restringe a las relaciones e inferencias referidas en el primer punto y,
por esto, es incapaz de motivarnos a actuar, es decir, de generar el impulso para que
persigamos uno u otro fin. De aquí que Hume formule el famoso «slave passage» “La
razón es, y sólo debe ser, esclava de las pasiones, y no puede pretender otro oficio que el
de servirlas y obedecerlas”5. La razón es aquí tan sólo un instrumento pasivo que orienta el
camino6 para la consecución de nuestros fines, los cuales nos motivan por el placer que nos
cause o por su contribución a la evitación del dolor, por la tendencia natural humana arriba
señalada, pero que por sí mismos carecen de justificación racional. Considero que con esto
queda claro por qué en Hume se puede hablar estrictamente de razón instrumental y no de
razón práctica.
8
De lo contrario, espero que se me presente al menos un solo caso en el que alguna persona se haya visto
guiada en su actuar única e indefectiblemente por la racionalidad moral del fin.
9
Con carácter independiente me refiero a su naturaleza estrictamente racional, con independencia de pasiones y, por
veracidad me refiero a su capacidad para definir si un fin y, con ello, una acción es moralmente racional o no.
impulse nuestros actos. De tal manera que, en virtud de lo expuesto, la irracionalidad de los
fines en la filosofía de Hume no es, a mi juicio, sostenible, pues, como se dijo, existe un
aspecto (el moral) desde el cual son por sí mismos racionalmente justificables y, así, no hay
que acudir a las pasiones o a algún otro recurso que no sea estrictamente racional. Pero,
expuestas las flaquezas del imperativo categórico, acojo el punto fundamental de la
racionalidad instrumental humeana, a saber, la razón es incapaz por sí misma de motivar
nuestros actos y, repito, siempre estamos movidos, en últimas por la búsqueda de placer y
la evitación del dolor. El imperativo categórico evalúa, pero no motiva, por lo cual puede
sostenerse la pasividad de la razón en la elección de nuestros fines.
BIBLIOGRAFÍA
HOYOS, Luis Eduardo. “La Filosofía Práctica de Immanuel Kant”. En: “Lecciones
de Filosofía”, Luis E. Hoyos (ED), Bogotá, 2003, p. 223-248.
HOYOS, Luis Eduardo. “Ética y Racionalidad Práctica” En: “Persona, razón y
sociedad” (libro en preparación), Universidad Nacional de Colombia, 2006.
HUME, David. “Tratado de la Naturaleza Humana”, Ediciones Orbis, Madrid,
1984.
HUME, David. “Disertación sobre las Pasiones y otros ensayos morales”,
Anthropos Ed., Barcelona, 1990.
KORSGAARD, Christine. “Skepticism about practical reason”. En: “Creating the
Kingdom of Ends”, Cambridge University. S.F., p. 311-334.