Ensayo Salud Mental en Guatemala Psicopatologia Infantil
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Según la OMS (2013) ‘‘una de cada cuatro personas ha sufrido de alguna clase de
trastorno mental o neurológico en algún momento de su vida’’. 1 Si entendemos por
salud mental un «adecuado y productivo equilibrio con el medio», puede verse que
en nuestra cotidianidad hay innumerables factores que conspiran contra ello. En la
Constitución Política de la República existe el artículo 51 el cual dice que “El
Estado protegerá la salud física, mental y moral de los menores de edad y de los
ancianos. Les garantizará su derecho a la alimentación, salud, educación y
seguridad y previsión social.”2 Pero en Guatemala esto no se cumple tomando en
cuenta que el 59 % de la población presenta grandes índices de pobreza en sus
poblaciones. A ello debe agregarse que el país proviene de una gran guerra
interna que dejó saldos tremendos tanto en pérdidas humanas (muertos y
discapacitados) como en daños materiales. Conflicto que, en general, ha sido muy
poco abordado como factor que afecta la salud mental de las poblaciones en el
mediano y largo plazo, por lo que sus efectos aún perduran y provocan que en la
sociedad guatemalteca actual se encuentren altas porcentajes de violencia,
expresadas de distintas maneras, lo que también conspira contra un clima de
salud mental. Una sociedad empobrecida, violentada, que proviene de una
experiencia bélica tremenda y con una profunda historia de autoritarismo a sus
espaldas (formas de gobierno autoritarias en las que predominaron dictaduras
militares, así como relaciones sociales también marcadas por el autoritarismo
vertical, el patriarcado, el adultocentrismo y la homofobia), atravesada igualmente
por un racismo furioso: todo eso da como resultado unas condiciones de vida que
no propician precisamente la armonía, la paz social, el bienestar provocando con
ello, enfermedades o trastornos mentales. Las enfermedades mentales son un
gran estigma en nuestra sociedad y sobre todo en el mundo desarrollado del
hemisferio norte.
Para decirlo con palabras textuales de quienes investigaron hace algún tiempo el
tema y aportan datos precisos, citamos un estudio de la OMS y de la OPS
4
(Organización Panamericana de la Salud) de 2006 .referido a Guatemala,
Nicaragua y El Salvador. Puede leerse allí: «Actualmente no existe una política ni
legislación sobre salud mental, pero sí planes para la implementación de acciones
de salud mental [y algunas acciones específicas como] intervención en
desastres». Esto indica desde ya una posición definida respecto al campo en
cuestión: la salud mental importa poco o no importa. Se mueve reactivamente,
según mitos y prejuicios ya establecidos, sin hacerse necesario un instrumento
jurídico que la enmarque.
Es innegable que hay una enorme serie de aspectos por modificar, a los que aún
se podrían agregar otros. Por lo pronto, tanto el Estado a través de su red
hospitalaria y de centros de salud como la seguridad social brindan pocas
respuestas a los problemas de salud mental, de modo que ambos son suplidos por
numerosas organizaciones no gubernamentales que, desde un desorganizado
activismo reactivo en muchos casos, sirven como parche. Ello se hace
particularmente evidente en un tema crucial dado por las heridas aún abiertas de
la guerra interna vivida hace aún poco tiempo: vivimos en una sociedad posguerra
en la cual son casi nulos los planes de recuperación psicológica de tanta carga
negativa. A esto debe agregarse como datos tremendamente negativos la
impunidad dominante y la negación de la historia.
Esto último (es decir, la falta de abordaje del que quizá constituye uno de los
principales problemas de salud mental de las poblaciones) y la dispersión un tanto
caótica de las respuestas de la sociedad civil evidencian la situación real del
problema: la salud mental es aún un tabú enmarcado en enraizados prejuicios. Ir a
un servicio de estos (psiquiatra, psicólogo y aun otro tipo de prestadores como
promotores comunitarios) es un estigma casi vergonzoso. «Yo no estoy loco», es
la primera reacción. ¿Cuál sería el problema en reconocer problemas de esta
naturaleza?
Ahí es donde debe entrar a jugar un nuevo paradigma: la salud mental no es solo
una cuestión de especialistas, de técnicos. La salud mental está en la promoción
de nuevos y superadores modelos de relación entre la gente, en acabar con
prejuicios estigmatizantes, en permitir hablar de los problemas y no taparlos,
encerrarlos tras los muros de un hospital psiquiátrico o silenciarlos con tóxicos (los
legales, como la psicofarmacología y el alcohol, o los ilegales, de marihuana en
adelante). Vemos así entonces la justeza de la reflexión de Miguel Ángel Asturias
a la que aludíamos anteriormente en este escrito: «En Guatemala, solo borracho
se puede vivir».
La salud mental, por último, debe ir mucho más allá de un consultorio: está en la
palabra que libera, en el hablar, en la comunidad que se organiza. Y eso puede
hacerse en cualquier sitio, no solo tras cuatro paredes. Pero ¡cuidado! No se trata
de improvisar cualquier cosa. Debe haber planes sistemáticos con clara dirección
y visión. En eso, aunque hoy en día esté especialmente decaído, el Estado debe
seguir jugando un papel crucial. Romper prejuicios no es solo una cuestión de
buena voluntad: hay que formular una política pública que lo aliente, lo impulse, lo
haga realidad. Ello es imprescindible porque, como dijo Einstein, «es más fácil
desintegrar un átomo que un prejuicio».
Referencias
1
. Ley 1616 (2013). Por medio de la cual se expide la ley de salud mental y se dictan otras
disposiciones. Recuperado de:
http://www.ins.gov.co/normatividad/Leyes/LEY%201616%20DE%202013.pdf
2.
C.P.R.G(1985).Recuperado de: https://guatemala.justia.com/nacionales/constitucion-de-la-
republica-de-guatemala/titulo-ii/capitulo-ii/seccion-primera/
3.
Fuente: Universial México. Recuperado de:
https://noticias.universia.net.mx/educacion/noticia/2017/09/07/1155577/teoria-necesidades-
humanas-abraham-maslow.html
4.
Organización Mundial de la Salud / Organización Panamericana de la Salud (OMS/OPS).
(2006). Informe sobre los sistemas de salud mental en Nicaragua, El Salvador y Guatemala.
Managua: OMS/OPS.
5.
Ídem.
6.
Goffman, Erving. Estigma: la identidad deteriorada. 2ª edición. Buenos Aires: Amorrortu, 1998 .
7
.Organización Panamericana de la Salud/Organización Mundial de la Salud, 2011. Recuperado
de:https://www.who.int/mental_health/who_aims_country_reports/guatemala_who_aims_report_sp
anish.pdf
8.
Goleman, Daniel,Arte del Engaño: Recuperado
dehttps://www.mundifrases.com/blog/2017/05/24/prejuicios-peligrosos/