Madrid Austrias

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Ruta El Madrid de los Austrias

Quién lo creería pero Madrid era territorio de caza mayor -de ahí el oso y el madroño
de su escudo- y fue un lugar rebosante de agua. El antiguo Magerit, del árabe Magrit,
significa eso mismo, ciudad llena de agua. De ahí que el líquido elemento está
presente en los frescos que tatúan hoy la Casa de la Panadería. Aunque hay que
echarle algo de imaginación, precisamente la que le echó Carlos Franco cuando pintó
la fachada en 1992. En ella conviven figuras de la mitología, como Cibeles y Baco, con
otros seres completamente inventados, como Acuático y Lagunilla, alegorías que
aluden a ese Madrid húmedo y medieval.

El Madrid de los Austrias es la zona en la que se instalaron las


principales estructuras de poder a partir de la decisión de Felipe II de
trasladar la corte desde Toledo (1561). Desde este momento, Madrid
experimenta un espectacular crecimiento que ha dejado su huella en
forma de palacios, conventos y edificios civiles de todo tipo.

En términos turísticos, el Madrid de los Austrias es una zona que


abarca algunos puntos claves del centro histórico de la ciudad. La Plaza
Mayor, la Plaza de Oriente y la Plaza de la Villa son sus núcleos
centrales. Es cierto que Madrid en los siglos XVI y XVII abarcaba mucho
más. Por el norte, hasta la plaza de Santa Bárbara, y por el este hasta
el Paseo del Prado (el Parque del Retiro era el límite por este lado).
Pero quedaban un poco a las afueras y conocieron épocas de esplendor
en tiempos posteriores. Por donde ahora está la Gran Vía, por ejemplo,
discurría una calle estrecha llamada San Miguel, de escasa importancia,
y no fue hasta principios de siglo XX que se convirtió en la gran avenida
que es hoy.

 Plaza Mayor
 Puerta del Sol
 Plaza de Oriente
 Palacio Real
 Plaza de la Villa
 Mercado de San Miguel – Plaza Mayor
1.- Plaza Mayor
Empezamos nuestro recorrido por el Madrid de los Austrias en
la Plaza Mayor, la gran obra madrileña de los Habsburgo. La Plaza
Mayor de Madrid se construyó por encargo de Felipe III en 1617. El
arquitecto Juan Gómez de Mora fue el encargado de reformar y adaptar
la antigua plaza medieval, que fue remodelada en 1790 tras un incendio.
Este espacio fue protagonista de nuestro Siglo de Oro como centro de
comercio y lugar de reunión popular. En los primeros tiempos de los
Austrias esta plaza era más pequeña, de fisonomía irregular, y además
se llamaba diferente, plaza del Arrabal. Su nombre se debía
precisamente a haber nacido en lo que antes fue uno de los arrabales de
la Villa, es decir, en un barrio periférico. A medida que la ciudad creció
alrededor de este barrio, la plaza ganó en importancia. A finales del siglo
XVI se decidió ampliarla y dotarla de una forma cuadrada, aunque no
llegaría a terminarse hasta 1617.

En la Plaza Mayor, que los domingos se llena de puestos dedicados


principalmente a la numismática y la filatelia, encontramos varios
elementos dignos de mención. La Casa de la Panadería es el único
edificio con pinturas murales en su fachada. Data de 1590 y sirvió de
referencia para dar altura al resto del conjunto. La propia Casa de la
Panadería es uno de los elementos destacados de la plaza. Fue
construida en 1590 y ha servido como modelo para el resto de
edificaciones posteriores del recinto. Su fachada está decorada con
motivos mitólogicos, en teoría relacionados con la historia de Madrid.
La Casa de la Carnicería, enfrente de la anterior, también está
delimitada por torres angulares pero es más sobria. En el centro está
la estatua ecuestre de Felipe III, monarca que inauguró el plaza, que
data de 1616. El Arco de Cuchilleros, en el rincón suroeste, es el más
monumental de sus accesos, diseñado por el arquitecto Gómez de Mora.

La Casa de la Panadería, con la


estatua de Felipe III delante
El otro elemento destacado de la Plaza Mayor madrileña es la estatua
ecuestre de Felipe III, esculpida en 1616 y ubicada originalmente en
el acceso de la Casa de Campo. La reina Isabel II la cedió al pueblo
en 1848, siendo ubicada en este lugar desde entonces. No obstante,
la estatua ha sido «trasladada» de este lugar en dos ocasiones,
durante las dos etapas republicanas de España.
Estatua de Felipe III y arco de acceso a la Plaza Mayor

Estatua de Felipe III:


La obra fue un encargo del gran Duque de la Toscana, Cosme de
Medici, para ser regalada al rey de España.

La estatua pesa cinco toneladas y media, y llegó a Madrid en el año


1616 tras un largo viaje desde Florencia. Se instaló de manera
provisional en el llamado jardín del Reservado en el alcázar y un año
después se trasladó a los jardines de la Casa de Campo. Aquí se
mantuvo hasta el 1848, cuando Isabel II decidió llevarla a la Plaza
Mayor, a instancias del aquel entonces concejal de ayuntamiento de
la Villa, Mesonero Romanos. El hecho de este cambio de ubicación,
era para colocar la estatua en el lugar más representativo mandado
construir por este monarca, y de esta manera reivindicar su figura
para la historia de España y de la Madrid en particular.

Una vez trasladada a la Plaza Mayor, el lugar empezó a oler de forma


nauseabunda sin saber el origen del olor, apareciendo teorías de lo
más disparatadas, entre las cuales llama la atención aquella que
decía que el mal olor provenía de un antiguo cementerio visigodo
sobre el que se alzaba la Plaza (teoría sin fundamento, ya que la
Plaza se erigió sobre la desecada laguna de los Lujanes). Debido a
esto, se instalaron árboles y fuentes a modo de plaza a la francesa y
a su vez, para disimular el mal olor. El origen del misterioso mal olor
fue descubierto el 14 de abril del 1931, cuando un grupo de
republicanos, tras proclamarse la II República, llegaron a la plaza
para poner un “petardo” dentro de la boca de la escultura. Al
explotar, se descubrió que el mal olor venía de miles de huesos y
cuerpos putrefactos de gorriones que durante siglos habían entrado
por los orificios de la nariz y la boca y al intentar salir de la panza del
caballo morían en la oscuridad; convirtiéndose la estatua en un
auténtico cementerio de gorriones.
La estatua fue restaurada tras la Guerra Civil por el escultor Juan
Cristóbal, que esta vez selló la boca y los orificios de la nariz del
caballo.

La Plaza Mayor, tiene un total de diez arcadas que se han usado


tradicionalmente como entradas y salidas de este recinto. Cada arco
tiene un nombre que esconde detrás historias que han marcado de
una u otra manera el devenir de la Plaza.

Arco de Cuchilleros

El Arco de Cuchilleros. Es el acceso más conocido y a su vez el


rincón más pintoresco de la Plaza. Debe su nombre al gremio de
cuchilleros que tenía en esta zona su ubicación. Está formado por una
escalinata de piedra que salva el gran desnivel, que separa la Plaza
Mayor de la Cava de San Miguel. En el inicio de la escalera hay un
pequeño púlpito con una barandilla de hierro. Este lugar se hizo
famoso el 2 de mayo de 1808 por uno de los episodios relacionados
con la guerra de la Independencia. Fue en este lugar donde un fraile
del cercano convento de San Gil arengó a los madrileños contra la
invasión napoleónica, animándoles a tomar las armas y luchar para
expulsarles de Madrid.
Las casas de esta zona de la Plaza hacen de talud para sujetar la
plataforma artificial sobre la que se levanta la Plaza y que antaño fue
una laguna.

Plaza Mayor desde calle Ciudad Rodrigo

Calle Ciudad Rodrigo. En su origen se llamó calle Nueva y su corto


recorrido iba desde la Puerta de Guadalajara a la Plaza Mayor. Su
apertura permitía al cortejo real atravesar la Plaza para llegar a la
iglesia de Atocha sin tener que dar un rodeo por la Puerta del Sol y
Carretas. Tras el incendio de 1790 la calle permaneció sin reedificar
algún tiempo y ya en el año 1835, fue remodelada y recibió el
nombre de Ciudad Rodrigo en recuerdo de dicha ciudad salmantina,
recuperada por el general Wellington en 1812, tras un asedio de seis
meses contra los franceses.

Calle 7 de Julio. Conocida antiguamente como la calle de la


Amargura. Existen varias teorías sobre su nombre. Una de ellas se
remonta a la época de Alfonso XI. En plena reconquista las tropas del
rey se reunían en torno a esta zona, que coincidiría con la antigua
Puerta de Guadalajara. Aquí se despedían de sus mujeres e hijos que
volvían a la ciudad llenos de amargura. Debido a esto el arzobispo de
Toledo bautizó al sitio como “el lugar de la amargura”. La última de
las teorías se centra en la amargura que los reos procedentes de la
cárcel de la Villa sufrían al saber que tras pasar esta calle y entrar a
la plaza serían ajusticiados.

Pero desde mediados del siglo XIX pasó a llamarse calle del Siete de
Julio, en recuerdo a los héroes del 7 de julio de 1822. Durante el
Trienio Liberal (1820-1823), miembros de la Milicia Nacional
defendieron en la Plaza Mayor el ataque de las tropas de la Guardia
Real que trataban de imponer de nuevo el absolutismo
El Arco de Triunfo. También llamado callejón del Infierno en
recuerdo del incendio que sufrió la Plaza en el año 1672. Las llamas
fueron de tal magnitud en esta zona de la Plaza que recordaban al
mismísimo infierno. También se conoció como calle del Peso Real, al
estar en el primer piso de la Casa de la Panadería las dependencias
donde se controlaban las pesas de los comerciantes cada cierto
tiempo para evitar fraudes. En 1634 se derribó el callejón para que
los carruajes tuviesen acceso; y en el 1854 recibió el nombre de Arco
del Triunfo. El nombre conmemora al igual que la calle 7 de Julio, la
victoria de las tropas de la Milicia Nacional sobre la Guardia Real.
Una calle tan pequeña encierra además otra curiosa historia, y es que
en su número 2 vivió el famoso cura Merino —Martín Merino Gómez
—, el cual intentó asesinar a la reina Isabel II con un estilete
escondido en su sotana.

Homenaje Héroes 7 julio

Calle Felipe III.  Era la antigua calle de los Boteros, al estar en este
lugar dicho gremio.  Cambió de nombre en el 1851 cuando por
iniciativa de Mesonero Romanos se decidió el traslado de la estatua
ecuestre del rey Felipe III desde el palacete de la Casa de Campo a la
Plaza. Precisamente fue este monarca el que decide darle a la Plaza
su carácter monumental.

Calle de la Sal. Anteriormente se llamó calle Real de la Sal porque


aquí estaba el depósito donde se expedía este género. La sal fue
utilizada para pagar sueldos al ser considerada durante siglos el oro
blanco. De esta antigua práctica queda en nuestro vocabulario la
palabra salario, que alude a su origen de pago en especies.

Calle de Zaragoza. Su primer nombre fue calle de las Viñas, al ser


antiguamente esta una zona de viñedos. Posteriormente se denominó
calle San Jacinto y calle del Portal de las Zapaterías de Viejo. Desde
1835 es llamada calle de Zaragoza para conmemorar el heroísmo de
esta ciudad durante los asedios que sufrió en la guerra de la
Independencia.
Calle Gerona. Fue conocida con varios nombres como calle de las
Vidrierías, calle de la Santa Cruz (por conducir al arrabal de la Santa
Cruz), calle Portales de Santa Cruz y calle Portales de Sedas. Desde
1835 se denomina Gerona en recuerdo del heroísmo con que se
defendió esta ciudad durante la guerra de la Independencia.

Calle Botoneras. En sus orígenes la calle ya tenía esta


denominación, al estar situados en este lugar los vendedores de
quincalla (conjunto de objetos de metal, generalmente de escaso
valor, entre los que abundaban los botones). Posteriormente pasó a
ser conocida como Arco Imperial, ya que desemboca en la calle
Imperial. En 1835 cambió su nombre por el de Arco de Botoneras.
Una mezcla de las dos denominaciones anteriores. Durante la
revolución de 1854 conocida como “la Vicalvarada” se renombró con
la denominación de calle del 17 de Julio, en recuerdo de los
revolucionarios días 17, 18 y 19 de julio del mismo año. Pronto
recuperó su tradicional nombre de Botoneras, el cual mantiene a día
de hoy.

Calle Toledo. Esta calle ha permanecido con un nombre invariable a


lo largo de su historia, al ser desde sus orígenes el antiguo camino
que conducía a la ciudad de Toledo.

La Plaza Mayor cuenta con cuatro farolas idénticas que


guardan una curiosidad oculta para muchos madrileños y visitantes.
Estas fueron ideadas por un grupo de intelectuales urbanistas en el
año 1989. A parte de su utilidad intrínseca de iluminar la zona, sirven
como banco para descansar y poder contemplar la Plaza. Cada una de
ellas tiene en su respaldo una serie de bajorrelieves en bronce que
cuentan algunos de los episodios históricos que han tenido lugar en la
Plaza.

Carnavales

Los carnavales tuvieron una gran importancia en la ciudad de Madrid.


Tras sus máscaras y disfraces los madrileños disfrutaban de las
celebraciones que abarcaban de domingo a martes y, durante estos
días, la relajación de las normas permitía toda clase de excesos,
como las famosas batallas burlescas en las cuales los participantes se
lanzaban huevos podridos, pellas de nieve, bolas de estopa…e incluso
pedreas. Se tiraban cubos de agua a los paseantes desde los
balcones. También era costumbre celebrar representaciones teatrales
satíricas y llenas de mofas, conocidas como mojigangas. Todas ellas
con un aire de parodia que cumplía una función social terapéutica.

Pero sería Carlos III quien llegaría casi a prohibir totalmente los
carnavales para controlar los excesos que se cometían durante las
celebraciones. Imponiendo multas dinerarias y castigos físicos. El
resultado fue que los carnavales y mascaradas poco a poco se
hicieron menos festivos y populares.

Ajusticiamientos

Los ajusticiamientos y escarnios


públicos tuvieron en la Plaza Mayor uno de los principales escenarios
urbanos. Realizados sobre patíbulos creados ex profeso, cada
estamento social tenía una manera y un lugar para morir. Siendo la
horca el más habitual para la gente del pueblo y el hacha o cuchillo
para la nobleza. El lugar elegido para la nobleza, situaba el patíbulo
frente a la Casa de la Panadería y el lugar para el pueblo situaba el
patíbulo frente a la Casa de la Carnicería.

De entre los eventos judiciales que se desarrollaron a lo largo de los


siglos en la Plaza Mayor, sin duda el Auto general de Fe de 1680
marcó para siempre la historia de la Plaza. El resumen del Auto
general de Fe de 1680 concluye que 104 reos fueron condenados por
judaizantes y procedentes en su mayoría de Portugal. Hubo además 1
mahometano, 2 herejes y 11 reos por delitos menores. Sus edades
comprendían desde los 14 años hasta los 70 años.

Curiosamente los reos que ya habían fallecido o estaban fugados


fueron representados en el Auto de Fe a través de estatuas de cartón
que arderían en la hoguera. A parte de la pena de muerte, se
dictaron otras penas como cárcel, azotes, destierro, galeras,
confiscación de bienes, vergüenza pública, adoctrinamiento en la fe, o
prohibición de ir a los puertos entre otras.

Tauromaquia
Un jinete a caballo aparece
rejoneando a un toro con la ayuda de otro personaje a pie con
estoque y muleta en mano. Las corridas de toros en la Plaza fueron
uno de los eventos más populares desde su construcción hasta el año
1846, año en el que tras los festejos para conmemorar la doble boda
de la reina Isabel II y la de su hermana, María Luisa Fernanda. Poco
después, la Plaza fue adoquinada y ajardinada y se colocó en el
centro la estatua ecuestre de Felipe III, que hasta entonces estaba en
la Casa de Campo. De esta manera quedaría en desuso la tradición
de celebrar festejos taurinos en la Plaza Mayor.

Curiosamente la última corrida de toros que se celebró en la Plaza


Mayor fue en junio de 1970, dentro del programa llamado “Las
Fiestas Medievales”, organizadas por el Círculo de Bellas Artes de
Madrid.

Incendios

La historia de la Plaza Mayor ha estado


marcada por tres grandes incendios en los años, 1631, 1672 y 1790.
El último incendio, fue el más devastador y el que arrasó
prácticamente con la totalidad de la Plaza. El fuego se extendió
rápidamente debido a que los aljibes de la Plaza estaban vacíos y no
había suficiente agua en los pozos de los alrededores. La única forma
de parar el incendio, fue derribar los edificios colindantes para que
hicieran de cortafuegos.

La Plaza tuvo ser reconstruida por el arquitecto real, Juan de


Villanueva. En la reconstrucción, Villanueva respetó bastante las
trazas de Gómez de Mora, siguiendo el modelo de la Casa de la
Panadería, que fue prácticamente el único edificio que se salvó de las
llamas. Se rebajó la altura de los edificios de cinco a tres plantas y se
unificó mediante un tejado corrido de pizarra, salteado de buhardillas.
La novedad más notable fue el cerramiento completo de la Plaza,
creando una serie de arcos de acceso en las calles que desembocan
en la misma.

Enrique Tierno Galván

Nació en Madrid en 1918, fue sociólogo, político


y ensayista. Doctor en Derecho y Filosofía y Letras, catedrático de
Derecho político de la Universidad de Murcia y de la de Salamanca.

En 1968 funda en la clandestinidad el Partido Socialista del Interior,


que a partir de 1974 pasó a llamarse Partido Socialista Popular, fue
elegido alcalde de Madrid por una coalición entre comunistas y
socialistas.
Durante sus casi siete años de mandato, llevó a cabo importantes
reformas, llegando a ser uno de los alcaldes más populares de Madrid
y abanderado de la Movida Madrileña conocido como el viejo
profesor, por su incesante labor de propagación de la cultura
democrática. EL RELOJ DE LA PLAZA MAYOR

El reloj que actualmente se puede contemplar,


posee una esfera realizada en granito rojo de Ávila de casi dos
metros de diámetro y sus números están realizados en bronce.

En el año 1996 además se instaló en su mecanismo un carillón de


once campanas que se activaba dos veces al día. Estos temas
musicales no fueron elegidos al azar, sino que la melodía de las doce
de la mañana, era un Ave María del compositor renacentista Tomás
Luis de Victoria; Maestro de capilla del joven rey Felipe III, capellán
del monasterio de las Descalzas Reales y el compositor más grande
del Renacimiento español junto con Cristóbal de Morales. Su estilo
fue tan innovador que llega a anunciar en sus composiciones formas
propias del Barroco.

Por otro lado, la melodía que sonaba a las nueve


de la noche, era un motete que generalmente se ha atribuido al
monarca Carlos V, primer rey de la monarquía de los Austrias. Escrito
durante su retiro en el Monasterio de Yuste y cuyo texto en latín
es: Ecce sic Benedictur homo qui timet Dominum (He aquí, así será
bendecido el hombre que teme al Señor).

En la torre de la derecha un barómetro indicaba el tiempo a los


madrileños. Una flecha señalaba el tiempo que podía ser: Gran lluvia,
Lluvia, Variable, Buen Tiempo o Muy Seco.

Desde hace algunos años el mecanismo ha dejado de funcionar y


curiosamente la flecha ha quedado fija marcando en la capital una
presión de 723 milímetros de mercurio, indicando Buen Tiempo.

EL BALCÓN DE LA MARIZÁPALOS
EL BALCÓN DE LA MARIZÁPALOS

El balcón real era el lugar privilegiado desde donde la monarquía


asistía a los diversos eventos que tenían como escenario la Plaza
Mayor. A ambos lados del balcón real, se situaban el balcón de
caballeros y el balcón de damas. Los reyes invitaban a la nobleza,
alcaides, regidores, y todo tipo de personajes ilustres a estos
balcones para que disfrutasen de los espectáculos.

A partir del 1627 entre las damas que asistían al balcón empezó a
destacar María Inés Calderón, a la que por su origen no le
correspondería este lugar. María Inés Calderón, conocida
popularmente como la Calderona, era hija adoptiva del dramaturgo
Pedro Calderón de la Barca, uno de los escritores favoritos del
monarca Felipe IV.  Fue precisamente en este año, cuando Felipe IV
conoció a la Calderona en el corral de la Cruz, actriz e intérprete de
las obras de Calderón. Con tan sólo dieciséis años había obtenido
gran fama y tras una de sus representaciones el rey quiso felicitarla
en persona, siendo en este momento cuando se inicia el romance. Por
aquel entonces ella ya estaba casada con Pablo Sarmiento y teniendo
como amante a Ramiro Núñez de Guzmán, duque de Medina de las
Torres, el cual era viudo de la hija del Conde Duque de Olivares.

Las amantes de Felipe IV fueron numerosas: aristócratas, artistas,


criadas, prostitutas e incluso alguna novicia. Estas aventuras dieron
como fruto más de treinta hijos bastardos. Pero, sin duda, su
romance con María Inés Calderón fue el que marcaría para siempre al
rey ya que influyó en la historia de España.

El trato de favor del rey hacia la Calderona era flagrante, pasando a


convertirse en la amante oficial. El monarca pidió a la Calderona que
abandonase su carrera teatral en pleno éxito y está a cambio pidió un
sitio en el balcón de las damas, para poder disfrutar de los
espectáculos en la Plaza Mayor.  En el transcurso de uno de los
espectáculos que tuvo lugar en la Plaza, la reina se sintió humillada
ante su  presencia cada vez más descarada en el balcón de las
damas, por lo que Isabel de Borbón airada decidió expulsarla.

El Rey lejos de calmar la ira de Isabel, mandó construir un balcón


exclusivamente para su amada. Situándolo en la esquina de la Casa
de la Panadería en su confluencia con la calle Boteros. (Actualmente
sobre este lugar se levanta el Arco de Felipe III). Este balcón empezó
a conocerse popularmente como el balcón de la Marizápalos, nombre
que designaba una danza de gran belleza y armonía que la Calderona
solía interpretar durante sus actuaciones. Este baile, que recuerda a
las folías portuguesas se hizo muy popular durante los siglos XVII,
llegando hasta bien entrado el siglo XVIII.

El romance de Felipe IV y María Inés Calderón acabó en 1629 cuando


fruto de la misma nació uno de los pocos hijos ilegítimos del Rey:
Juan José de Austria. El niño fue separado de su madre y dado a un
matrimonio que lo cuidaría en nombre del rey, manteniéndolo éste.
En 1642, Felipe IV decidió reconocerlo como hijo, introduciéndolo en
la Corte y educándolo como un verdadero príncipe.

El Rey ordenó el ingreso de María en el monasterio de San Juan


Bautista, en Valfermoso de las Monjas, Guadalajara. Tras ser abadesa
durante varios años, y cansada de la vida monacal, huyó del
convento y acabó sus días en la Sierra que lleva su nombre al norte
de Valencia.

Juan José de Austria llegó a ser un personaje de gran influencia en su


tiempo. Se convirtió en un gran político, gobernador de los Países
Bajos, militar al frente de la Armada y un prestigioso diplomático.
Tras la muerte de su padre Felipe IV, se enfrentó a la reina viuda
Mariana de Austria por heredar la regencia del reino. El resultado fue
la subida al trono de Carlos II. Aun así Juan José llegó a ocupar el
cargo de valido, muriendo poco tiempo después, en el año 1679.

Los capítulos más oscuros de la época también tomaron la Plaza


Mayor como testigo. Pocos actos hubo tan solemnes como
los autos de fe de la Inquisición, sobre todo, cuando empezaron a
asistir los reyes. Uno de los más importantes fue impulsado por
Felipe IV, que quiso ayuda divina para curar a su esposa Isabel de
Borbón, enferma de viruela. Fueron condenadas más de cien
personas. Documento gráfico tenemos en Museo del Prado de otro
auto de fe, el que presidió Carlos II en 1680. Es el cuadro de
Francisco Rizi y muestra toda la siniestra pompa que rodeaba a los
tribunales.

'Fortunata y Jacinta'
A espaldas de la Plaza Mayor, la colorida cava de San Miguel es una de las calles más
especiales de Madrid. Ese contorneo y las paredes de las casas en talud tienen una explicación
y es que sirven de muro de contención a la plaza. Hay mesones por doquier y portales que dan
acceso a las viviendas de la plaza. En el número 11, una modesta puerta de madera, es donde
vivía Fortunata y Juanito Santa Cruz, los personajes de la novela castiza e universal
de Pérez Galdós. Según el propio escritor, en esta misma dirección
existía una pollería, de ahí que cuando el Delfín se encuentra a
Fortunata ésta se está comiendo un huevo crudo... cosas del Madrid
primitivo.
Puerta del Sol
Pero, ¿por qué recibe este nombre la Puerta del Sol? Su origen se
remonta al siglo XVI, cuando ahí se ubicaba la puerta de una de las
muchas murallas que protegían la ciudad. Al incidir allí los primeros
rayos de sol, Carlos I de España y V de Alemania la bautizó así,
aunque antes era la Puerta Este.
En referencia a su reloj. Antaño, cuando no existía, los
madrileños miraban al que había sobre la Iglesia del Buen Suceso,
que ahora ha desaparecido, que tenía una única manecilla y que era
poco preciso. Por cierto, el lugar de este templo está ahora ocupado
por una tienda de Apple.
Finalizando con las curiosidades respecto al famoso reloj, finalmente
fue José Rodríguez, alias ‘Losada’, el experto relojero que se
encargaría de diseñar uno realmente exacto. Este hombre, que se
había afincado en Londres, en la célebre Regent Street, llegó a
fabricar más de 6000 relojes a lo largo de su vida, aunque el ubicado
en la Puerta del Sol en 1866 fue el más famoso. Y lo hizo sin cobrar
nada pese a que había tardado tres años en fabricarlo. Aun así, lo
donó al Ayuntamiento de Madrid, que lo situó en su ubicación actual y
que fue inaugurado por la reina Isabel II.

Desde finales del siglo XVI y durante todo el siglo XVII, la edad de
oro de la literatura española, figuras como Lope de Vega, Miguel de
Cervantes, Francisco Quevedo, Tirso de Molina y Calderón de la Barca
se pasaban allí el rato conversando e intercambiando opiniones, en
los escalones de una antigua iglesia/convento llamada San Felipe El
Real, Este templo se erigía en  la esquina de la calle mayor con la
calle de los Esparteros.
Durante el siglo XIX y principios del siglo XX la puerta del sol era el
centro neurálgico y fuente de vida de la capital,  está bordeada por
una docena de cafés y hoteles en torno, a la cual giraba una animada
vida social, intelectual y política.
Fueron  la Puerta del Sol donde brilló la primera bombilla eléctrica
pública de España, también donde se comenzó a dar servicio primer
tranvía eléctrico en 1897, y también el punto de partida de la primera
línea de metro de Madrid en 1919.
La razón de su nombre ha sido objeto de múltiples teorías y se
remontan a 1520 cuando reinaba Carlos V nacido en Flandes y que
otorgó los puestos clave para gestionar el gobierno de España entre
flamencos, lo que ocasionó un gran descontento en la población, para
protegerse de dicho descontento, los monárquicos parece ser que
fortificaron con una gran muralla y un foso la ciudad, y una de las
puertas principales que daba acceso, estaba en el lado Este, y de ahí
su nombre. Esta es una de las teorías, pero hay multitud de ellas, lo
que sí es cierto es que se comienza a nombrar así a esta plaza a
partir de documentos datados en 1570, con todo el nombre de la
plaza permanece intacto durante casi medio milenio.
 
OSA Y MADROÑO
 El Concejo de la ciudad elije este escudo para diferenciar sus posesiones de las
pertenecientes a la Iglesia madrileña (la cual utilizaba un oso pasante como distintivo). Esto dio pie
al humorista y caricaturista Antonio Mingote a decir en su libro «Historia de Madrid» que: «el oso,
primitivo habitante del país, abrazado a un árbol para impedir que venga un concejal y lo corte».
 Haría referencia al intento de unificación de dos fincas por parte de sus propietarios donde
en una predominaba este arbusto y en el otro, el pasto. El oso, por si te lo preguntas, sería el nexo
de unión entre ambas fincas.
 Y esta que dice: Al fundarse la ciudad en la Edad Media, el oso todavía abundaba por los
montes cercanos (también se decía de las ardillas). Si uno salía por los caminos se arriesgaba a
encontrarse con uno de estos plantígrados. La idea de acompañar al oso con un Madroño se debe a
un acuerdo adoptado por la Villa y la Iglesia en 1222 para repartir las tierras adyacentes. Al clero le

correspondían los pastos y a la Villa los bosques.


Es por el año 1200 cuando ya se tienen las primeras noticias de un emblema madrileño donde se
mostraba un pedernal sumergido en agua con dos mazos golpeando que hacían saltar chispas, y una
serie de inscripciones en latín: «Ésta es la gloria del trabajo», «Prepárate» y debajo las
frases: «Fui sobre agua edificada. Mis muros de fuego son. Esta es mi insignia y mi
blasón». 

Osa, no oso
No es oso, sino osa, hembra asociada en heráldica a la fertilidad y abundancia. Parece
que el escudo simboliza a la osa madre que defiende ferozmente a sus crías, pues aquí
a la gente del pueblo de Madrid.

Las 7 estrellas
El asunto de las 7 estrellas tiene otra versión en la que se relacionan con las 7 escuelas
de astronomía que supuestamente existían en el Mayrit del siglo X. Pero otras versiones
relacionan las estrellas con el famoso cielo de Madrid, que antes de la contaminación
era puro y claro . «De Madrid, el cielo», y no «al cielo», como se dice muy
habitualmente. Sí que ha cambiado la cosa desde entonces, eh?
Desde la concesión real de privilegios en 1202, la Iglesia y el Concejo madrileños se
encontraban en disputa constante para dirimir quien poseía más poder en la pequeña
ciudad. En aquella época la riqueza estaba en el bosque. Ambos querían la jurisdicción
sobre los abundantes bosques circundantes y las tierras de pastoreo. Tras 20 años de
controversia, el acuerdo llegó: para la Iglesia las tierras de pastoreo y para la
Corona/Concejo los bosques. De este modo, el oso que antes se paseaba ahora se
erguía sobre sus patas traseras simbolizando el dominio eclesiástico sobre los pastos.
Sus patas delanteras se apoyaban sobre un árbol, el bosque que había conseguido el
Estado, o dicho de otra forma, el Concejo. Y a esta composición se la rodeó con una orla
azul (el cielo de Madrid) donde destellaban las siete estrellas.

El porqué del Madroño


En aquel tiempo, el árbol del escudo debió ser una especie genérica y la mención al
madroño, que realmente es un arbusto, vendría a posteriori en el S. XVI. Sería durante
una visita de Carlos I, cuando Madrid sufría una epidemia de fiebres (malaria), y el
propio monarca cayó enfermo también. Los habitantes habían descubierto que hirviendo
hojas de madroño se obtenía una bebida que curaba, o al menos paliaba el efecto de las
fiebres. El rey y mucha gente enferma se curó a base de consumir este brebaje. En
agradecimiento a los supuestos efectos curativos del madroño, los escudos de armas
identificaron el arbolito de marras del blasón madrileño como madroño. De esta manera,
osa y madroño forman parte inequívoca de la imaginería y simbología madrileñas.

Madrid, una villa


El toque final vendría en 1554 cuando el Parlamento de Valladolid dio
permiso a Madrid para añadir al diseño de su blasón la corona real al
convertirse el pueblo en «villa».
En 1842 se le añadió la Corona Cívica, otorgada a Madrid 20 años antes
por su intervención en la Guerra de la Independencia y también un
dragón, aparecido en la muralla al realizar el ensanche de la Puerta
Cerrada, pero, según Ramón Mesoneros Romanos (1803-1882), tal
dragón no era sino una culebrilla que la gente, al hablar sobre ella,
transformó en un dragón, y como tal quedó en el escudo. Éste
permaneció incorporado al emblema madrileño hasta que el
Ayuntamiento en 1967 recuperó el escudo anterior, el de toda la vida:
oso, madroño, orla azul, siete estrellas y la corona real. Y así permanece
en la actualidad.
Finalmente, hablamos de la estatua del Carlos III, que se inauguró
en 1994, pese a que muchos piensan que está ahí toda la vida. Fue
una forma de conmemorar y homenajear al considerado como mejor
alcalde de Madrid. Por eso está en el centro de la plaza, diferenciada
de otras como las de Felipe III y Felipe IV.

Tienda APPLE

La tienda más icónica de Madrid está a punto de cambiar de manos.


La familia mexicana Díaz-Estrada ha decidido desprenderse del
número 1 de Puerta del Sol, edificio que alberga al más codiciado de
los inquilinos, una Apple Store.
Una operación llamada a batir todos los récords, ya que el importe
solicitado por la familia, en el entorno de los 150 millones de
euros.
Una gran fortuna israelí podría haber llegado ya a un acuerdo. Así,
la saga mexicana pondría fin a una inversión que se remonta a una
década, cuando la actual Apple Store era el recuerdo del Hotel
París y un cartel de Tío Pepe coronaba el edificio.

Plaza de Oriente
Desde la Puerta del Sol, toma la animada calle Arenal (peatonal) en
dirección a la Plaza de Oriente. Por el camino, encontraremos el
edificio de la Ópera, sede del Teatro Real, inaugurado en 1850
(aunque su construcción se inició en 1818).
 

Historia de la plaza de Oriente

En el suelo de la entrada a la plaza de Oriente por la calle Lepanto


puede leerse la siguiente inscripción:

ESTA PLAZA FUE CREADA POR ORDEN DE JOSÉ I, EL REY


PLAZUELAS, EN 1809, TRAS LA DEMOLICIÓN DE VARIOS EDIFICIOS
DEL PALACIO REAL. NARCISO PASCUAL Y COLOMER FUE SU
ARQUITECTO.
Plaza de Oriente

Jardines de Oriente

Pero sabemos que pocos años después, el rey Fernando VII, con el
objetivo de levantar un nuevo teatro de la ópera, modificó el proyecto
y le dio nuevo impulso. Las obras, interrumpidas varias veces,
concluyeron a mediados del siglo XIX con la configuración de las
calles y edificios que conocemos hoy.

La plaza, según la teoría más aceptada, recibió el nombre de Oriente


por estar situada al este del Palacio Real, aunque por su posición en
el plano de la ciudad bien podría llamarse de Poniente.

La última remodelación de la plaza fue aprobada por el alcalde de la


ciudad, José María Álvarez del Manzano, que soterró el tráfico de la
calle Bailén dejando libre el paseo entre la plaza y el Palacio Real y
creó un aparcamiento subterráneo para coches y autobuses turísticos.

Qué ver en la plaza de Oriente

La plaza de Oriente alberga unos jardines divididos en tres partes:

Jardines del Cabo Noval, en el lado norte, con árboles altos, parque
de tierra y pradera de césped. Albergan la escultura de Mariano
Benlliure dedicada al Cabo Luis Noval Ferrao, que murió en 1909 en
la guerra del Rif por avisar a sus compañeros de la inminencia de una
emboscada enemiga.

Plaza de Oriente

Estatua de Felipe IV
Jardines de Oriente, en la parte central, de diseño más rico,
dispuestos en forma de cuadrícula. Tiene árboles bajos, setos
recortados y formas laberínticas propias de los palacios europeos del
barroco. En la avenida central entre el Palacio y el Teatro Real se
levanta la estatua ecuestre de Felipe IV, que destaca por sostenerse
únicamente sobre las patas traseras del caballo.

Jardines de Lepanto, con una pradera de césped, arbustos


recortados, árboles altos y un gran parque infantil. Albergan el
monumento, obra del escultor Julio González-Pola y García, dedicado
al capitán Melgar, quien murió en combate en la guerra del Rif.

Viejos reyes y arqueología

En las líneas de separación de los tres jardines hay situadas dos


hileras de diez estatuas cada una, que representan a antiguos reyes
españoles. Si te fijas bien, puedes ver otras estatuas del mismo
conjunto en la fachada del Palacio Real y en los Jardines de Sabatini.

Plaza de Oriente

Estatuas de Reyes

En las instalaciones del aparcamiento subterráneo están los restos de


la Atalaya islámica del siglo XI. Pueden resultar un tanto
decepcionantes por su escaso tamaño y por el lugar en que se
exhiben, pero muchos le otorgan una importancia notable
precisamente por su rareza.

Se trata de los restos de una atalaya o torre levantada fuera de los


primitivos muros de la ciudad con el objetivo de vigilar y proteger la
zona. Algunos estudiosos consideran que no es islámica sino
cristiana, de los años posteriores la reconquista de la ciudad por parte
de Alfonso VI de Castilla en 1083.

En el número 2 de la plaza, encima del actual café de Oriente, hay


una placa según la cual “En torno a este lugar estuvo la Casa del
Tesoro, donde vivió y murió en 1784 Juan Bautista Sachetti, principal
arquitecto del Palacio Real de Madrid.”

En el centro de la plaza se halla una estatua ecuestre de Felipe IV,


famosa por las dificultades que su escultor, Pietro Tacca, tuvo que
superar en 1640 para conseguir que la estatua pudiese mantener el
equilibrio. Tacca aplicó cálculos matemáticos con la ayuda de Galileo
Galilei y se vio obligado a utilizar distintos espesores de bronce
para compensar el peso de cada una de las partes. Además,
también se dice que el escultor realizó la talla a partir de un
retrato del monarca pintado por Velázquez o Rubens, según quién
cuente la historia…

Palacio Real

El Palacio Real, visto desde la Plaza de Oriente


Antes de dirigirte al Palacio Real, desde la Plaza de Oriente,
los Jardines de Sabatini son visita obligada. Si desde la plaza
miras al palacio, a tu derecha quedan los jardines y a tu izquierda
la Catedral de la Almudena. Primero, los jardines.
Jardines de Sabatini
Aunque estén incluidos en el Madrid de los Austrias, los Jardines de
Sabatini se construyeron durante los años 30 del siglo pasado
sobre lo que anteriormente eran las caballerizas del palacio. La
entrada es gratuita y están abiertos hasta las 21:00 (22:00 horas
en verano).
El Palacio Real, visto desde los Jardines de Sabatini
Ahora sí, nos vamos al palacio.

El Palacio Real fue la residencia habitual desde Carlos III hasta


Alfonso XIII. Actualmente es la residencia oficial de la Casa Real
Española, aunque no la habitan (residen en el Palacio de la
Zarzuela).
El Palacio Real
En este emplazamiento se fundó la ciudad árabe de Magerit,
pasando a ser el Antiguo Alcázar tras la Reconquista, en el Siglo
XIV. Con Carlos I y Felipe II se convirtió ya en residencia
permanente de los monarcas, pero en 1734 el antiguo edifico fue
arrasado por un incendio. Fue Felipe V quien ordenó la
construcción del palacio actual.
Plaza de la Armería del Palacio Real.
El Palacio Real puede ser visitado (coste de la entrada general:
10€, aunque también hay una básica de 5€). De 16:00 a 18:00 horas
la entrada es gratuita (de octubre a marzo – en horario de verano,
de 18:00 a 20:00), pero ten en cuenta que las colas son
kilométricas, así que te recomiendo ir a coger turno por lo menos
una hora antes de la apertura. La visita, créeme, merece la pena
(no se pueden hacer fotografías en el interior).

Si te decides por sacar la entrada, en Civitatis también te ofrecen


una visita guiada, sin hacer colas y con guía en español: Visita
guiada al Palacio Real
Escalera Principal del Palacio Real
 
Parte superior de la Escalera Principal del Palacio Real, Madrid
Por cierto, los miércoles y los sábados a mediodía puedes ver el
relevo de la Guardia Real, que tiene lugar en la Plaza de la
Armería. Aquí te dejo un vídeo publicado por la web oficial de
Turismo de Madrid:

Frente la Plaza de la Armería se encuentra la Catedral de la


Almudena, cuyo nombre correcto es el de La Santa Iglesia Catedral
Metropolitana de Santa María la Real de la Almudena, que fue
inaugurada en 1993.
Catedral de la Almudena, Madrid
No obstante, los primeros planos datan de 1879, cuando se
proyectaba un panteón para los restos de la reina María de las
Mercedes. Iniciada su construcción en 1883, el proyecto dio un
completo vuelco en 1885, cuando el papa León XIII decide crear
el Obispado de Madrid-Alcalá. Nuevos planes y problemas en la
financiación dilataron todo el proceso de construcción.
La cripta se inauguró en 1911, pero las obras se detuvieron
durante la Guerra Civil Española (1936-39) y no se retomaron hasta
1950. La construcciónterminó el elpropio 1993.
Catedral de la Almudena

Plaza de la Villa
Plaza de la Villa, el origen de Madrid
Desde la Catedral de la Almudena, dirígete a la Calle Mayor,
momento en el que haremos una última parada antes de regresar
al punto de inicio, la Plaza Mayor.
La Plaza de la Villa es el punto de partida de la actual Madrid. En
este pequeño espacio se creó la ciudad medieval que recibió el
título de Noble y Leal Villa otorgado por Enrique IV en el Siglo XV.
En la plaza destacan tres edificios: la Torre de los Lujanes (S. XV),
la Casa de Cisneros (S. XVI) y la Casa de la Villa (S. XVII), que
además fue sede del ayuntamiento madrileño.

Mercado de San Miguel / Plaza Mayor


Mercado de San Miguel
Bien, aquí sí hemos llegado al final de la ruta de hoy. Para
terminar, te recomiendo recuperar fuerzas en el Mercado de San
Miguel, al que llegarás siguiendo la Calle Mayor. Estájusto al lado
de la Plaza Mayor.
Interior del Mercado de San Miguel
Como ya te contaba en el post anterior, el mercado se construyó
entre 1913 y 1916, pero no ha sido hasta 1999 hasta que se ha
convertido en un lugar especializado en tapeo. Relájate y disfruta,
que la ruta de hoy ha sido intensa…
Palacio de Santa Cruz

2.- Palacio de Santa Cruz

Si salimos de la plaza por el lado este, bajo la puerta de la calle


Gerona, enseguida llegamos a la Plaza de la Provincia, donde se
encuentra el Palacio de Santa Cruz. Este edificio construido en el siglo
XVII bajo el reinado de Felipe IV, que se parece mucho a la Casa de la
Villa, sirvió inicialmente para albergar la cárcel de la ciudad, así como la
sala de los Alcaldes de Casa y Corte del Madrid de los Austrias.
Actualmente es sede del Ministerio de Asuntos Exteriores. En la
misma plaza encontramos la Fuente de Orfeo, réplica de finales de
siglo XX de otra fuente del siglo XVII que fue diseñada por Juan Gómez
de Mora (autor también del Palacio de Santa Cruz), ya retirada pero
cuya escultura de Orfeo ahora se exhibe en el Museo Arqueológico
Nacional.

Desde aquí tomamos hacia el norte por la calle de la Fresa y nos


adentramos en ese núcleo de calles estrechas y tortuosas que han
conservado el mismo trazado de su origen y donde se encuentra la
legendaria Posada del Peine, uno de los hoteles que, por su historia y
su ubicación inmejorable, recomiendo a todos los que me preguntan
por alojamientos en Madrid. Si seguimos por la calle San Cristobal y
cruzamos la Calle Mayor llegaremos a la calle Arenal. Estamos ahora en
otra de las arterias principales del Madrid de los Austrias.
Iglesia de San Ginés

3.- Iglesia de San Ginés

Enfilando por Arenal hacia el oeste no tardamos nada en llegar a


la Iglesia de San Ginés. Este es un templo del siglo XVII plagado de
obras de arte y con una larga historia de edificaciones y
reconstrucciones. Declarada monumento histórico-artístico nacional, la
iglesia puede visitarse gratuitamente en horario de apertura. Detrás de
este histórico templo abre sus puertas la Chocolatería San Ginés, que
sigue ofreciendo sus populares churros con chocolate desde 1894.
Plaza de
Isabel II

4.- Plaza de Isabel II

Al final de la calle Arenal se abre la Plaza de Isabel II que, con el


nombre de Caños del Peral, fue muy importante en la época de los
Habsburgo. En el siglo XVI existía aquí una fuente muy grande y vistosa
llamada así, de los Caños del Peral. Tenía siete pilas y siete caños,
donde acudían los vecinos a lavar ropa y los aguadores a llenar sus
cántaros. Bajo la superficie de la plaza, entrando por la boca de metro,
se puede acceder al Museo de los Caños del Peral donde se conserva
un trozo de esta fuente. A su lado se instaló una compañía de cómicos
italianos, y años después se levantó el Teatro de los Caños. Esto fue el
germen de nuestro Teatro Real, ya del siglo XIX.
Plaza de
Oriente

5.- Plaza de Oriente

Al otro lado del Teatro tenemos la imprescindible Plaza de


Oriente. Aquí se puede decir que tenemos el origen de Madrid, el
embrión a partir del cual fue creciendo la ciudad. A causa de su posición
elevada, este lugar sirvió a los árabes para situar una de sus torres de
vigilancia para defenderse de las incursiones cristianas del norte. Esta
torre dio lugar a una fortaleza que más tarde se convertiría en alcázar.
La ciudad creció hacia el este, y en la época de los Austrias esta zona
tenía un aspecto muy diferente al actual. En lo que hoy son jardines
había varios edificios, algunos de los cuales servían para dar soporte al
alcázar, como la casa del Tesoro.

El pequeño museo situado bajo la superficie de la plaza ofrece


documentación de cómo era el lugar en el Madrid de los Austrias. En la
actualidad, la Plaza de Oriente es uno de los lugares más interesantes de
ver en Madrid. Tanto por su historia como por la cantidad de elementos
de primer orden que acoge. Aquí están el Palacio Real, la Catedral de
la Almudena, los Jardines de Sabatini, el Monasterio de la
Encarnación, el Teatro Real y la estatua de Felipe IV, además de
las esculturas del Cabo Noval y el Capitán Melgar. En dos de sus
paseos vemos una buena cantidad de esculturas de reyes españoles.

En esta plaza se encuentra otro de los hoteles que más recomiendo a los
interesados en alojarse en el Madrid de los Austrias sin renunciar a la
tranquilidad. Me refiero al Central Palace Madrid, con unas vistas
privilegiadas hacia el Palacio. Si quieres ver más opciones de
alojamientos bien ubicados consulta la guía Hoteles en Madrid centro.

6.-  Plaza de Ramales

A pocos pasos, en el lado sur, tenemos la Plaza de Ramales.


Sobre su enlosado encontramos una simulación de la que fue antigua
iglesia parroquial de San Juan Bautista. Esta iglesia se derribó a
principios de siglo XIX y en su lugar el ayuntamiento ha colocado
recientemente unos elementos que parecen bancos para sentarse pero
que en realidad sirven para recordar la disposición del templo. En la
misma plaza se dedica un pequeño monumento a Diego Velázquez, que
fue enterrado en 1660 en la Iglesia de San Juan. Cuando se buscaron,
los restos del que fuera pintor de cámara de Felipe IV no fueron
hallados, pero se tiene la firme creencia de que se encuentran en algún
lugar bajo la superficie de la plaza.

En la misma Plaza de Ramales tenemos la casa palacio de


Ricardo Angustias, construida en 1922. Llama la atención por un
sorprendente torreón superior y unas pinturas murales que decoran las
plantas más altas. Al lado de la plaza, por la calle de Santiago, podemos
ver el lateral de la Iglesia de Santiago, con entrada por la plaza de
Santiago. Es uno de los templos más viejos de Madrid que, sin embargo,
fue derribado en tiempos de José Bonaparte y vuelto a levantar con el
aspecto actual. Su nombre completo es de Santiago y San Juan,
aunando así las dos iglesias eliminadas para dar amplitud al lugar.
Iglesia de San Nicolás de Bari

7.- Iglesia de San Nicolás de Bari

Desde la Plaza de Ramales nos internamos en el viejo barrio de


Santiago por la calle San Nicolás, estrecha y umbría como lo son las de
alrededor. Por la cercanía al antiguo alcázar, estas calles (Factor,
Señores de Luzón, Biombo, Calderón de la Barca) fueron las más
antiguas de Madrid, las primeras que se crearon para ensanchar la
población. Pronto llegamos a la iglesia más antigua que se conserva en
la capital, San Nicolás de Bari, que se cree del siglo XII. De hecho, ya
se menciona en el Fuero de 1202 como una de las diez ermitas que
existían en el Madrid amurallado. Se trata de una iglesia pequeña que
contiene restos decorativos de distintas épocas.

Palacio de los Duques de Uceda

8.- Palacio de los Duques de Uceda

Al final de la calle de San Nicolás llegamos a la Calle Mayor, eje


principal que, junto con la calle Arenal, vertebró el crecimiento de la
ciudad en tiempos anteriores a los Austrias. Un poco a la derecha
encontramos el Palacio de los Duques de Uceda, levantado en pleno
siglo XVII. Se dice que su propietario quiso emular y aún superar la
grandeza del viejo Alcázar, por lo que nos sirve para hacernos una idea
de cómo era el antiguo edificio de la monarquía de los Habsburgo antes
de su destrucción.

Junto al Palacio de los Duques de Uceda tenemos la Iglesia del


Sacramento o Iglesia Catedral de las Fuerzas Armadas. Su origen
se remonta a la fundación del Convento de Monjas Bernardas en 1616, a
cargo del Duque de Uceda. Declarada Monumento Artístico Nacional en
1982, su interior tiene una decoración extraordinaria, con su formidable
cúpula. Es muy recomendable su visita por sus columnas altas y
rematadas con capiteles complejos, el curioso color de la luz que entra
por la linterna y otros elementos peculiares.

Fuente de la Cruz Verde

9.- Fuente de la Cruz Verde

Ahora bordeamos la iglesia por la derecha, bajando por Pretil de los


Consejos y enlazando con la calle de la Villa. De esta forma
desembocamos en la calle Segovia a la altura de la plaza de la Cruz
Verde. Aquí encontramos la Fuente de la Cruz Verde, de considerables
dimensiones, levantada en el siglo XIX. Sin embargo, está coronada con
la escultura de Diana ejecutada por Ludovico Turqui en 1620. Enfrente,
al otro lado de la calle Segovia, vemos la tapia del Jardín del Príncipe
de Anglona y la plaza de la Paja, por donde accederíamos al barrio
de La Latina.

Pero nosotros seguimos el recorrido del Madrid de los Austrias subiendo


la calle Segovia, dejando a la derecha la iglesia de San Pedro el
Viejo (otra de las iglesias antiguas de Madrid, ésta del siglo XIV). Y
giramos a la izquierda por la calle del Doctor Letamendi para
encontrarnos de cara con la Basílica de San Miguel. O si se quiere evitar
el tráfico de la calle Segovia, se puede ir mejor por la calle del Conde,
pasar por la plaza de San Javier y la plaza del Cordón y girar a la
derecha por la calle San Justo. Todas estas calles y plazas son muy
tranquilas y tienen el sabor del viejo Madrid.

Basílica de San Miguel

10.- Basílica de San Miguel

Donde hoy está la Basílica de San Miguel hubo otra iglesia muy


antigua, que aparece en el fuero de 1202 con el nombre de San Justo.
Derribada en el siglo XVIII y vuelta a levantar con su apariencia
presente, adoptó el nombre de San Miguel debido a que se fusionó con
la que se encontraba más arriba, también derribada, donde hoy está el
Mercado de San Miguel. Merece la pena entrar unos minutos para
contemplar su espléndida decoración interior.

Bordeemos ahora la basílica por el lado izquierdo, subiendo por


la calle Puñonrostro, atravesemos la tranquila plaza del Conde de
Miranda (ideal apara quienes gustan de vivir en el centro pero alejados
de bullicios) donde se encuentra el convento y la iglesia de las
Carboneras, y sigamos por la curiosa y estrechísima calle del Codo
(llamada así por su forma) para llegar a la histórica Plaza de la Villa,
imprescindible en el Madrid de los Austrias. Esta plaza es, como se
puede suponer, de las más antiguas de la ciudad, y ejercía de plaza
principal de la urbe antes de la construcción de la Plaza Mayor. Desde
siempre esta plaza ha sido sede de la reunión del consejo de la ciudad,
incluso antes de levantarse la casa del consistorio.

Plaza de la
Villa

11.- Plaza de la Villa

En la Plaza de la Villa tenemos tres edificios históricos, cada uno


de un siglo. En el lado este se alzan las Casas y Torre de los Lujanes,
del siglo XV, que ostentan el título de edificio civil más antiguo de Madrid
y que fueron propiedad de la familia de los Luján, una de las más
poderosas de la ciudad. Al fondo, en el lado sur, tenemos la Casa de
Cisneros, del siglo XVI, mandada construir por un sobrino del célebre
Cardenal Cisneros. Y en el lado oeste está la Casa de la Villa, del siglo
XVII, comunicada con la anterior mediante un pasadizo elevado,
mandada construir en tiempos de Felipe IV para albergar las reuniones
del consejo, misión que ha realizado durante siglos hasta que en 2007
las oficinas del Ayuntamiento pasaron a ocupar el Palacio de Cibeles.
Preside el centro de la plaza la estatua de Don Álvaro de Bazán (uno
de los héroes de la batalla de Lepanto), sufragada mediante suscripción
popular y realizada por Mariano Benlliure.

Salgamos ahora de la Plaza de la Villa por la Calle Mayor hacia la


derecha. Esta calle, que discurre entre la Puerta del Sol y la Catedral
de la Almudena y fue eje principal del Madrid de los Austrias, contiene
infinidad de elementos destacables que se han ido agregando a lo largo
de siglos de historia. En el breve tramo que vamos a recorrer
encontraremos, en el número 61, la casa donde vivió y murió Pedro
Calderón de la Barca. Enfrente, en la salida de la calle Milaneses, la
azotea de un edificio acoge la escultura Accidente Aéreo, que
representa a un individuo alado que se ha estrellado. Donde la Calle
Mayor se ensancha ligeramente, en el número 49, está la placa que
recuerda que aquí estuvo la Puerta de Guadalajara, perteneciente a la
muralla cristiana de Madrid. Y enfrente, en el número 46, la casa en que
nació Lope de Vega.
Mercado de San Miguel

12.- Mercado de San Miguel

Pocos metros antes de llegar a la Plaza Mayor veremos el


tumulto que se suele formar en torno al Mercado de San Miguel,
foco de atracción de primer orden para los turistas que visitan Madrid.
Aquí puedes comprar productos frescos o tomar unas tapas originales,
algunas muy apetecibles. Desde el mercado podemos bajar por la Cava
de San Miguel y Cuchilleros para llegar a Puerta Cerrada y desde ahí
adentrarnos por la Cava Baja en el barrio de La Latina, o bien tomar
la calle de Ciudad Rodrigo y regresar a la Plaza Mayor, punto de inicio
de nuestro recorrido por el Madrid de los Austrias.
 

Tour por el Madrid de los Austrias 


En nuestra segunda jornada en Madrid vamos a hacer el tour por el
Madrid de los Austrias por la mañana y el Barrio de las Letras por la
tarde. Todo este recorrido nos llevará no más de 6 horas paseando (puede
que algo más), aunque finalmente entre desayuno, comida y cervecitas,
ambas rutas a pie por Madrid nos llevaron todo el día.

Por Madrid de los Austrias, o barrio de los Austrias, entendemos el


primitivo trazado medieval de la ciudad y la expansión urbanística iniciada
por los monarcas de la Casa de Austria.

Los Austrias comienzan con el reinado de Carlos I, nieto de los reyes


católicos  y, en lo que afecta a la capital, el Madrid de los Austrias adquiere
toda la intensidad cuando Felipe II estableció la Corte en Madrid en 1561.

A efectos turísticos los límites del Madrid de los Austrias se pueden


acotar a los barrios del Sol y Palacio, en el centro de Madrid. La Plaza
Mayor, la Plaza de Oriente y la Plaza de la Villa son sus núcleos centrales.

Antes de iniciar la ruta por el Madrid de los Austrias veamos este


pequeño resumen

Índice
 

 
Cómo hacer la ruta del Madrid de los
Austrias
 Con nuestro amigo David. Pero como es nuestro amigo y no el tuyo,

te quedas con las ganas 


 visitas guiadas Madrid de los Austrias: en un Free tour por
Madrid. A través del recorrido a pie por la historia de Madrid
recorrerás los lugares más emblemáticos de la ciudad, desde el
Madrid Medieval, hasta la ciudad en el siglo XIX, pasando por el
Madrid de los Austrias y el de los Borbones.
 vente con nosotros y haz la ruta del Madrid de los Austrias por tu
cuenta siguiendo nuestros pasos
 

Madrid de los Austrias Mapa


Antes de pasar a explicaros detalladamente todo el recorrido de la ruta del
Madrid de los Austrias os dejo este plano con todos los lugares que
veremos. En la esquina superior izquierda del  mapa hay un desplegable
que te detalla el nombre de todos los puntos que veremos y que al clicarlos
hará que los localices rápidamente

El Madrid de los Austrias. Qué ver y


el recorrido
Hoy no desayunamos en nuestro apartamento de la Latina, vamos a
desayunar en un sitio típico de Madrid, os lo comento luego. Hemos
quedado pronto con David, un lector del blog que nos está enseñando
Madrid de una manera que ni podríamos soñar. A David le encanta su
ciudad y sabe transmitirlo. De hecho lo hace tan bien que aún siendo
barceloneses en un sólo día ya nos sentimos madrileños tras el paseo con
David por El parque del Buen Retiro y por los lugares emblemáticos de
la Gran Vía de Madrid. Así que hoy vamos hacer una especie de free tour

Madrid de los Austrias pero con nuestro amigo David 

Para nuestra estancia en Madrid hemos elegido un apartamento en el


barrio de la Latina, por este motivo hemos quedado con David en la Plaza
de la cebada.

Iniciamos pues esta ruta turística por Madrid desde esta plaza. A la
izquierda nos quedaba el Teatro de La Latina, que perteneció a Lina Morgan
(nació en una calle cercana) y donde se instaló, a su muerte, su capilla
ardiente.

Con el Teatro a nuestra izquierda, subimos recto la Calle Toledo hacia la


Plaza Mayor. Si seguís nuestro recorrido, como referencia de que vas
correctamente, verás la tienda de Caramelos Paco (en el nº 55) un símbolo
de Madrid a tu izquierda.

A tu derecha otras 2 tiendas más también símbolos de Madrid, y un poco


más adelante, en la acera de la derecha (por la que debes caminar) verás
una tienda de fajas con un sujetador enorme expuesto.

Colegiata de san Isidro


Clic en la imagen para ver la colegiata San Isidro en 360º
 

Y llegáis hasta la Colegiata San Isidro que se encuentra a vuestra derecha,


construida en el siglo XVII. Parece ser que en aquella época no había dinero
“para poner una pica en Flandes” como reza el dicho, pero sí había dinero
para construir iglesias y conventos. Y dicho esto, ojalá se hubieran dedicado
a hacer monumentos y que no hubieran puesto ni una sola pica en Flandes,
que nada se nos había perdido allí más que el interés de la dinastía de los
Austrias. En el norte de Europa dilapidamos la mitad de los tesoros que nos

llegaban de América 

Aquí, en el altar, están enterrados San Isidro y Santa María de la Cabeza, su


mujer. Pasad a verla cuando esté abierta

CURIOSIDAD: a la derecha de la entrada a esta iglesia, se encuentra la


entrada al Instituto San Isidro (antiguo Colegio Imperial), aquí estudiaron
durante el siglo de Oro, entre otros: Lope de Vega y Quevedo. Pasad y
decidle al portero que os abra la puerta para ver brevemente el patio, no
tendréis ningún problema y merece la pena.

Clic en la imagen para ver claustro del IES San Isidro en 360º
 

Almacenes el botijo
Nada más pasar la Colegiata verás en la misma acera los Almacenes El
Botijo (en el nº 35 de la calle Toledo)

Esta tienda fue fundada en 1754 (mirad en el suelo para ver la placa de
Comercio Centenario, las que diseñó Mingote). Los almacenes el Botijo
fueron mencionados en varios de los Episodios Nacionales de Galdós.
Comenzó siendo un bazar donde se vendían todo tipo de productos. De la
antigua tienda sólo queda el botijo rojo sobre mármol blanco que da
nombre y paso al establecimiento.
 

Seguís subiendo la calle Toledo y antes de llegar a la plaza mayor pasaréis


junto a la entrada a un parking subterráneo. (Más o menos, por donde está
el n 61) Aquí se tomó esta famosa foto durante la Guerra Civil. Este es el
lugar
 

Plaza Mayor Madrid


Y llegamos a la Plaza Mayor de Madrid a través de un arco donde se ponen
los pintores. Estamos en el centro de Madrid, a pocos metros de la plaza de
la Puerta del Sol, y junto a la calle Mayor. Sin duda la Plaza Mayor de Madrid
es una de las atracciones más importantes de la ruta por el Madrid de los
Austrias y, en realidad de cualquiera de las posibles rutas por Madrid
capital.

Antes del siglo XVI esta zona estaba fuera de la ciudad medieval, en la
confluencia de los caminos de Toledo y Atocha. entonces se la conocía
como «plaza del Arrabal» o mercado principal de la villa.

Tras trasladar la corte a Madrid, Felipe II ordenó remodelar esta plaza


derribando todas las casas. la primera casa que se construyó en esta nueva
Plaza Mayor fue la Casa de la Panadería.

En 1848, se colocó la estatua ecuestre de Felipe III en el centro de la plaza


 Clica
en la foto para ver la Plaza Mayor en 360º
 

Desde aquí nos fuimos a desayunar a la cercana churrería 1902. Un


descansito y volvemos a la plaza para retomar esta ruta por el Madrid de
los Austrias.

“Ojo” Para salir de la plaza y seguir la ruta, deberéis girar a la derecha desde
el arco por el que habéis entrado, y con la estatua ecuestre a vuestra
izquierda, camináis recto, salís de la plaza Mayor por la calle de Gerona y
llegáis a la plaza de Santa Cruz.
Aquí se encuentra un edificio que en tiempos de los Austrias era la Cárcel
de la Corte y hoy es el Ministerio de Exteriores. Aquí estuvieron encerrados,
entre otros: Lope de Vega, el General Riego, Luis Candelas, etc.

 Clica en
la foto para ver el Palacio de Santa Cruz en 360º
 

Puerta del Sol


Bajamos por la calle Esparteros hacia la Puerta del Sol. La calle Esparteros
es la que deja a sus espaldas el Ministerio y baja el tráfico por ella. Cuando
lleguéis al final de la calle Esparteros, veréis un Mc Donalds que hace
esquina, doblad la esquina y ya estáis en la Puerta del Sol.

Reloj Plaza del Sol


En la Plaza del Sol de Madrid está la Sede de la Comunidad de Madrid,
antigua casa de Correos, con su famoso reloj que marca las campanadas de
Nochevieja.
 Clica en
la foto para ver la plaza del Sol en 360º
 

Placa kilómetro 0
Junto a su puerta principal, en el suelo se encuentra la placa que marca el
Kilómetro Cero de España, o sea, el punto desde donde se miden las
distancias de la red de carreteras. NO ES EL CENTRO DE ESPAÑA
comocreenmuchos.
Fijaos en las placas que hay a ambos lados de la puerta principal. Una
recuerda los atentados del 11-M, la otra recuerda que el 2 de Mayo de
1808, aquí hubo pelea entre españoles y franceses. Aquí ocurrió la “Carga
de los Mamelucos” que pintó Goya y que vimos en la visita al Prado otro día.

La estatua a caballo de Carlos III es muy moderna, la instalaron hace 20


años.

 
Oso y Madroño
Al fondo de la plaza (teniendo el reloj de la Puerta Sol a vuestra derecha) y
delante del edificio-tienda de Apple, se encuentra la estatua del Oso y el
Madroño. Otro de los símbolos de Madrid, aunque debemos aclarar que en
realidad es una osa y no un oso. Y no es que quiera hablar en moderno, ya
sabéis, ciudadanos y ciudadanas, políticos y políticas, osos y osas.

Cartel del Tío Pepe


El primer cartel de González Byass se colocó en 1935 sobre el Hotel París.
Años después se cambió el diseño del anuncio por el actual, la botella
vestida con chaquetilla y sombrero y llevando una guitarra. El Hotel París
cerró en 2006 y el edificio quedó abandonado hasta que en 2011 se inició
su derribo, que obligó a retirar el anuncio de Tío Pepe. En 2011 se emplazó
en el número 11 de la plaza tras una movilización popular que ha llevado al
ayuntamiento a declararlo bien protegido junto con el luminoso de
Schweppes en el Edificio Carrión de la Gran Vía.
 

Situaos en el centro la plaza con el reloj de la Puerta del Sol a vuestra


izquierda. En la esquina izquierda que tenéis enfrente se encuentra la
Mallorquina (Calle Mayor, 2, esquina al Puerta del sol)

Aquí debéis desayunar (de pie) en algún momento y probar la ensaimada


(son individuales) y ojo a los bolsos y carteras, dicen. Puede que no os
guste, pero ir a la Puerta del Sol y no entrar a La Mallorquina, es pecado
mortal.

Salís de la Mallorquina hacia la Puerta del Sol, torcéis a vuestra izquierda y


vais a la Calle del Arenal, que es una calle peatonal. Son 20 metros.
Es paralela a la calle Mayor, pero Mayor si tiene tráfico rodado y Arenal no.
Bajamos por Arenal continuando nuestra ruta por el Madrid de los Austrias.

El Madrid de los Austrias Principal 

Hasta la llegada de los Habsburgo (o Austrias, según nuestra traducción) Madrid era una villa
sin demasiada importancia en el reino de España. En ella permanecieron los Reyes Católicos
algunas temporadas y su nieto Carlos I se recuperó de una enfermedad en el mismo lugar.
Fue entonces cuando el Alcázar, construido originariamente por los árabes, se transformó,
haciéndolo más confortable, hecho que le otorgó la calificación de palacio.

Será a partir de 1561 cuando, gracias a la elección de Felipe II, podamos hablar de Madrid
como capital permanente de la Corte del reino que desde entonces, y tras un breve periodo en
Valladolid, se asienta allí. Cuatro fueron los motivos que animaron al Monarca a elegir Madrid:
el clima, más benévolo que el toledano- lugar donde hasta ese momento se asentaban las
Cortes del Imperio español-; la abundancia de agua - y es que si rastreamos en los orígenes
del nombre Madrid podremos observar que es una derivación de Matrice, "la madre de las
aguas"; su posición geográfica central y por último, y siempre según las crónicas, Madrid fue
elegido por no tener en la ciudad un poder político (el nobiliario) ni religiosos que hiciesen
sombra al real.

El tamaño de la ciudad en el siglo XVI era muy reducido. Según descripción del Corral, los
límites de Madrid se establecían en el Alcázar, actual Palacio Real, continuando por la calle de
Bailén hasta la Cuesta de la Vega y la Puerta de Guadalajara desde donde volvía a cerrar
sobre el Alcázar. El corazón de la ciudad fue, desde 1619, la Plaza Mayor. En ella se ubicó el
primer ayuntamiento (la Casa de la Panadería, antigua panificadora de la ciudad, edificio
fácilmente reconocible por las pinturas de su fachada) y una estatua ecuestre de Felipe III, el
primer monarca puramente madrileño.
El lugar se convirtió en centro de reunión de los habitantes de la urbe, emplazamiento para
ciertas celebraciones, en sitio de ajusticiamientos públicos así como en mercado permanente,
cubierto en invierno por las arcadas que envuelven su perímetro y que hoy en día conservan
los nombres de los gremios que en ellas vendían sus productos.
Con la capitalidad Madrid duplicó, en menos de cuarenta años, su extensión y por ende su
población. La antigua muralla árabe debió ser derruida, siendo sustituida durante el reinado de
Felipe IV por una mucho más amplia. Fuera de ella se crearon los arrabales, lugares de traza
absolutamente irregular, quedando patente la poca planificación con la que los nuevos vecinos
edificaban sus pequeñísimas viviendas que aunque podían ser de ladrillos, se construían
principalmente con adobe y madera. Lo normal es que estas viviendas tuviesen dos salas una
de las cuales estaba destinada al descanso de sus habitantes mientras que la otra cumplía la
función de cocina, comedor y sala de estar. Era en este lugar donde las familias pasaban la
mayoría del tiempo.

Del mismo modo, la insalubridad constituía un gran problema debido a la poca ventilación para
evitar el frío en invierno y el calor en verano, la convivencia de personas con animales de tiro y
de granja así como por sus calles sin empedrar ni alcantarillado donde se desechaban
desperdicios y aguas fecales. Según Montoliú, esta ampliación trajo como consecuencia para
la ciudad cambios en su orografía, el secado de muchos cursos de agua y el cambio en el
clima, que se hizo mucho más extremo.

Será con Felipe IV cuando Madrid goce de su mayor esplendor tanto artístico como
urbanístico y arquitectónico. Hombre protector de las artes y las letras, suya fue la creación del
Parque del Retiro y la Casa de la Villa edificio al que se trasladó el gobierno de la ciudad.
Fue por tanto el siglo XVII en más rico culturalmente. En él vivieron pintores de la talla de
Velázquez, Rubens, el Greco, Claudio Coello, Alonso Cano y Zurbarán así como los literatos
Góngora, Quevedo, Cervantes, Lope de Vega, Tirso de Molina o Calderón de la Barca
quienes, curiosamente y a pesar de la enemistad que les separaba, vivieron muy cerca unos
de otros: en los alrededores de la calle Huertas donde se ubicaban distintos corrales como el
del Príncipe, actual teatro Español. Gracias a las crónicas podemos saber que Madrid estaba
por aquel entonces repleto de teatros y corrales donde se representaban sus creaciones que
podían llegar a durar horas y que estaban sometidas a la dura crítica de los habitantes de
Madrid, muy acostumbrados a la escenificación de centenares de obras: toda representación
comenzaba con música a la que seguía una loa. Tras ella comenzaba la obra entre cuyos
actos se entremezclaban entremeses.
Además de representaciones teatrales, en el Madrid de los Austrias se celebraban corridas de
toros- que aunque de mucha más duración que las actuales y sin una plaza propiamente
dicha, sentaron las bases de las actuales-; bailes, juegos, procesiones o romerías, siendo el
río Manzanares el lugar elegido para la mayoría de ellas. Según apunta del Corral, las fiestas
eran ocasiones de encuentros amorosos y toda clase de licencias como riñas o robos.
Carlos II, el último de los Austrias, vio cómo, debido a su mala salud y a los problemas
crecientes en las Colonias, se le escapaba el poder. Madrid fue testigo de ello: fue el lugar
central de las luchas políticas. En ella se crearon dos bandos bien diferenciados: los
partidarios de Carlos, archiduque de Austria y quienes preferían a Felipe de Anjou para la
sucesión en la corona. Todo ello provocó el estancamiento de la ciudad, que solo puedo ver
cómo se terminaban obras comenzadas por los antecesores de El Hechizado. Carlos murió
sin descendencia, siendo el último de su linaje.
EL MADRID DE LOS
AUSTRIAS

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Madrid de los Austrias es el nombre que se da al Madrid de la
época en que la dinastía de los Habsburgo reinó en España. Este
reinado se inició con Carlos I, el cual enriqueció la ciudad con
palacios y monumentos. Posteriormente, cuando Felipe II la
convirtió en capital de España la ciudad creció notablemente. El
recorrido por los edificios renacentistas y barrocos de esta época
es quizás uno de los más pintorescos y madrileños.

Comenzamos la ruta por el Madrid


de los Austrias
Comenzamos nuestro recorrido desde la plaza de Ópera (metro
Ópera). Justo enfrente nuestro se encuentra el Teatro Real de
Madrid, uno de los principales templos de la lírica española, y por
la izquierda del teatro cogemos una calle que desemboca en
el Palacio Real de Madrid.
Tras visitar el Palacio Real y la catedral de la Almudena, de
reciente construcción, llegamos al cruce de la calle Bailén con la
Calle Mayor, donde se encuentra el Consejo de Estado y Capitania
General.

La plaza Mayor y de la Villa


Subiendo por la calle Mayor, nos encontramos en primer lugar con
la Plaza de la Villa, antigua sede del ayuntamiento, y donde se
encuentran la Casa de la Villa, la Casa Cisneros y la Torre de
Lujanes, y a los pocos metros nos encontramos con la
majestuosa Plaza Mayor donde destacan la casa de la Panadería
y la estatua de Felipe III en medio de la plaza.
Entre la Plaza de la Villa y la Plaza Mayor encontramos el
precioso Mercado de San Miguel, antiguo mercado de la
capital que ha sido cuidadosamente restaurado y se ha puesto de
moda entre gourmets como sitio para ir a tomar el aperitivo o picar
algo antes de comer o cenar. El mercado de San Miguel ha
marcado una tendencia y mercados como el de San Antón, situado
en Chueca, han sido también restaurados y convertidos en
espacios gourmet.
Tras contemplar la Plaza Mayor, podemos optar por salir hacia la
iglesia de San Andrés, en Latina, y ver la capilla de San Isidro dando
un pequeño rodeo, o salir de la Plaza Mayor por la calle Postas
hasta llegar a la Puerta del Sol, lugar emblemático de Madrid y
punto de encuentro de los madrileños.

Plaza Mayor

La Puerta del Sol y fin del paseo


Además de la estatua del Oso y del Madroño, la estatua de Carlos
III a caballo y el famoso reloj de la Puerta del Sol, desde donde se
retransmiten las campanadas de fin de año, justo en la entrada a la
Casa de Correos está el Km.0, sitio desde donde se comienzan a
contar los kilómetros de todas las carreteras nacionales radiales,
así como una placa homenaje a los héroes del 2 de Mayo de
Madrid y a los muertos en el atentado del 11-M.
Puerta del Sol – Estatua de Carlos III
Por último, para terminar nuestra caminata, saldremos de la
Puerta del Sol por la calle Arenal para visitar el convento de las
Descalzas Reales, y la iglesia de San Ginés, terminando
nuestro recorrido tomando un típico chocolate con churros o con
porras en la chocolatería San Ginés.

Donde comer en la ruta por el


Madrid de los Austrias
Por todo nuestro paseo encontraremos sitios donde podemos
tapear algo, muy cerca se encuentra la Latina que es una de las
zonas de mayor tapeo de Madrid, pero si nos queremos sentar y
disfrutar de una buena mesa aquí os dejo unas recomendaciones:

 La Taberna del Capitán Alatriste, uno de los mejores


asadores de Madrid.
 AskuaBarra, un templo de la carne y el mejor steaktartar de
Madrid.
 Cocina de vanguardia, como en Charlie Champagne o la
Gastro de Chema, excelentes chefs y buen precio.
 Küche, en las antiguas caballerizas del Palacio de Liria.

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