Madrid Austrias
Madrid Austrias
Madrid Austrias
Quién lo creería pero Madrid era territorio de caza mayor -de ahí el oso y el madroño
de su escudo- y fue un lugar rebosante de agua. El antiguo Magerit, del árabe Magrit,
significa eso mismo, ciudad llena de agua. De ahí que el líquido elemento está
presente en los frescos que tatúan hoy la Casa de la Panadería. Aunque hay que
echarle algo de imaginación, precisamente la que le echó Carlos Franco cuando pintó
la fachada en 1992. En ella conviven figuras de la mitología, como Cibeles y Baco, con
otros seres completamente inventados, como Acuático y Lagunilla, alegorías que
aluden a ese Madrid húmedo y medieval.
Plaza Mayor
Puerta del Sol
Plaza de Oriente
Palacio Real
Plaza de la Villa
Mercado de San Miguel – Plaza Mayor
1.- Plaza Mayor
Empezamos nuestro recorrido por el Madrid de los Austrias en
la Plaza Mayor, la gran obra madrileña de los Habsburgo. La Plaza
Mayor de Madrid se construyó por encargo de Felipe III en 1617. El
arquitecto Juan Gómez de Mora fue el encargado de reformar y adaptar
la antigua plaza medieval, que fue remodelada en 1790 tras un incendio.
Este espacio fue protagonista de nuestro Siglo de Oro como centro de
comercio y lugar de reunión popular. En los primeros tiempos de los
Austrias esta plaza era más pequeña, de fisonomía irregular, y además
se llamaba diferente, plaza del Arrabal. Su nombre se debía
precisamente a haber nacido en lo que antes fue uno de los arrabales de
la Villa, es decir, en un barrio periférico. A medida que la ciudad creció
alrededor de este barrio, la plaza ganó en importancia. A finales del siglo
XVI se decidió ampliarla y dotarla de una forma cuadrada, aunque no
llegaría a terminarse hasta 1617.
Arco de Cuchilleros
Pero desde mediados del siglo XIX pasó a llamarse calle del Siete de
Julio, en recuerdo a los héroes del 7 de julio de 1822. Durante el
Trienio Liberal (1820-1823), miembros de la Milicia Nacional
defendieron en la Plaza Mayor el ataque de las tropas de la Guardia
Real que trataban de imponer de nuevo el absolutismo
El Arco de Triunfo. También llamado callejón del Infierno en
recuerdo del incendio que sufrió la Plaza en el año 1672. Las llamas
fueron de tal magnitud en esta zona de la Plaza que recordaban al
mismísimo infierno. También se conoció como calle del Peso Real, al
estar en el primer piso de la Casa de la Panadería las dependencias
donde se controlaban las pesas de los comerciantes cada cierto
tiempo para evitar fraudes. En 1634 se derribó el callejón para que
los carruajes tuviesen acceso; y en el 1854 recibió el nombre de Arco
del Triunfo. El nombre conmemora al igual que la calle 7 de Julio, la
victoria de las tropas de la Milicia Nacional sobre la Guardia Real.
Una calle tan pequeña encierra además otra curiosa historia, y es que
en su número 2 vivió el famoso cura Merino —Martín Merino Gómez
—, el cual intentó asesinar a la reina Isabel II con un estilete
escondido en su sotana.
Calle Felipe III. Era la antigua calle de los Boteros, al estar en este
lugar dicho gremio. Cambió de nombre en el 1851 cuando por
iniciativa de Mesonero Romanos se decidió el traslado de la estatua
ecuestre del rey Felipe III desde el palacete de la Casa de Campo a la
Plaza. Precisamente fue este monarca el que decide darle a la Plaza
su carácter monumental.
Carnavales
Pero sería Carlos III quien llegaría casi a prohibir totalmente los
carnavales para controlar los excesos que se cometían durante las
celebraciones. Imponiendo multas dinerarias y castigos físicos. El
resultado fue que los carnavales y mascaradas poco a poco se
hicieron menos festivos y populares.
Ajusticiamientos
Tauromaquia
Un jinete a caballo aparece
rejoneando a un toro con la ayuda de otro personaje a pie con
estoque y muleta en mano. Las corridas de toros en la Plaza fueron
uno de los eventos más populares desde su construcción hasta el año
1846, año en el que tras los festejos para conmemorar la doble boda
de la reina Isabel II y la de su hermana, María Luisa Fernanda. Poco
después, la Plaza fue adoquinada y ajardinada y se colocó en el
centro la estatua ecuestre de Felipe III, que hasta entonces estaba en
la Casa de Campo. De esta manera quedaría en desuso la tradición
de celebrar festejos taurinos en la Plaza Mayor.
Incendios
EL BALCÓN DE LA MARIZÁPALOS
EL BALCÓN DE LA MARIZÁPALOS
A partir del 1627 entre las damas que asistían al balcón empezó a
destacar María Inés Calderón, a la que por su origen no le
correspondería este lugar. María Inés Calderón, conocida
popularmente como la Calderona, era hija adoptiva del dramaturgo
Pedro Calderón de la Barca, uno de los escritores favoritos del
monarca Felipe IV. Fue precisamente en este año, cuando Felipe IV
conoció a la Calderona en el corral de la Cruz, actriz e intérprete de
las obras de Calderón. Con tan sólo dieciséis años había obtenido
gran fama y tras una de sus representaciones el rey quiso felicitarla
en persona, siendo en este momento cuando se inicia el romance. Por
aquel entonces ella ya estaba casada con Pablo Sarmiento y teniendo
como amante a Ramiro Núñez de Guzmán, duque de Medina de las
Torres, el cual era viudo de la hija del Conde Duque de Olivares.
'Fortunata y Jacinta'
A espaldas de la Plaza Mayor, la colorida cava de San Miguel es una de las calles más
especiales de Madrid. Ese contorneo y las paredes de las casas en talud tienen una explicación
y es que sirven de muro de contención a la plaza. Hay mesones por doquier y portales que dan
acceso a las viviendas de la plaza. En el número 11, una modesta puerta de madera, es donde
vivía Fortunata y Juanito Santa Cruz, los personajes de la novela castiza e universal
de Pérez Galdós. Según el propio escritor, en esta misma dirección
existía una pollería, de ahí que cuando el Delfín se encuentra a
Fortunata ésta se está comiendo un huevo crudo... cosas del Madrid
primitivo.
Puerta del Sol
Pero, ¿por qué recibe este nombre la Puerta del Sol? Su origen se
remonta al siglo XVI, cuando ahí se ubicaba la puerta de una de las
muchas murallas que protegían la ciudad. Al incidir allí los primeros
rayos de sol, Carlos I de España y V de Alemania la bautizó así,
aunque antes era la Puerta Este.
En referencia a su reloj. Antaño, cuando no existía, los
madrileños miraban al que había sobre la Iglesia del Buen Suceso,
que ahora ha desaparecido, que tenía una única manecilla y que era
poco preciso. Por cierto, el lugar de este templo está ahora ocupado
por una tienda de Apple.
Finalizando con las curiosidades respecto al famoso reloj, finalmente
fue José Rodríguez, alias ‘Losada’, el experto relojero que se
encargaría de diseñar uno realmente exacto. Este hombre, que se
había afincado en Londres, en la célebre Regent Street, llegó a
fabricar más de 6000 relojes a lo largo de su vida, aunque el ubicado
en la Puerta del Sol en 1866 fue el más famoso. Y lo hizo sin cobrar
nada pese a que había tardado tres años en fabricarlo. Aun así, lo
donó al Ayuntamiento de Madrid, que lo situó en su ubicación actual y
que fue inaugurado por la reina Isabel II.
Desde finales del siglo XVI y durante todo el siglo XVII, la edad de
oro de la literatura española, figuras como Lope de Vega, Miguel de
Cervantes, Francisco Quevedo, Tirso de Molina y Calderón de la Barca
se pasaban allí el rato conversando e intercambiando opiniones, en
los escalones de una antigua iglesia/convento llamada San Felipe El
Real, Este templo se erigía en la esquina de la calle mayor con la
calle de los Esparteros.
Durante el siglo XIX y principios del siglo XX la puerta del sol era el
centro neurálgico y fuente de vida de la capital, está bordeada por
una docena de cafés y hoteles en torno, a la cual giraba una animada
vida social, intelectual y política.
Fueron la Puerta del Sol donde brilló la primera bombilla eléctrica
pública de España, también donde se comenzó a dar servicio primer
tranvía eléctrico en 1897, y también el punto de partida de la primera
línea de metro de Madrid en 1919.
La razón de su nombre ha sido objeto de múltiples teorías y se
remontan a 1520 cuando reinaba Carlos V nacido en Flandes y que
otorgó los puestos clave para gestionar el gobierno de España entre
flamencos, lo que ocasionó un gran descontento en la población, para
protegerse de dicho descontento, los monárquicos parece ser que
fortificaron con una gran muralla y un foso la ciudad, y una de las
puertas principales que daba acceso, estaba en el lado Este, y de ahí
su nombre. Esta es una de las teorías, pero hay multitud de ellas, lo
que sí es cierto es que se comienza a nombrar así a esta plaza a
partir de documentos datados en 1570, con todo el nombre de la
plaza permanece intacto durante casi medio milenio.
OSA Y MADROÑO
El Concejo de la ciudad elije este escudo para diferenciar sus posesiones de las
pertenecientes a la Iglesia madrileña (la cual utilizaba un oso pasante como distintivo). Esto dio pie
al humorista y caricaturista Antonio Mingote a decir en su libro «Historia de Madrid» que: «el oso,
primitivo habitante del país, abrazado a un árbol para impedir que venga un concejal y lo corte».
Haría referencia al intento de unificación de dos fincas por parte de sus propietarios donde
en una predominaba este arbusto y en el otro, el pasto. El oso, por si te lo preguntas, sería el nexo
de unión entre ambas fincas.
Y esta que dice: Al fundarse la ciudad en la Edad Media, el oso todavía abundaba por los
montes cercanos (también se decía de las ardillas). Si uno salía por los caminos se arriesgaba a
encontrarse con uno de estos plantígrados. La idea de acompañar al oso con un Madroño se debe a
un acuerdo adoptado por la Villa y la Iglesia en 1222 para repartir las tierras adyacentes. Al clero le
Osa, no oso
No es oso, sino osa, hembra asociada en heráldica a la fertilidad y abundancia. Parece
que el escudo simboliza a la osa madre que defiende ferozmente a sus crías, pues aquí
a la gente del pueblo de Madrid.
Las 7 estrellas
El asunto de las 7 estrellas tiene otra versión en la que se relacionan con las 7 escuelas
de astronomía que supuestamente existían en el Mayrit del siglo X. Pero otras versiones
relacionan las estrellas con el famoso cielo de Madrid, que antes de la contaminación
era puro y claro . «De Madrid, el cielo», y no «al cielo», como se dice muy
habitualmente. Sí que ha cambiado la cosa desde entonces, eh?
Desde la concesión real de privilegios en 1202, la Iglesia y el Concejo madrileños se
encontraban en disputa constante para dirimir quien poseía más poder en la pequeña
ciudad. En aquella época la riqueza estaba en el bosque. Ambos querían la jurisdicción
sobre los abundantes bosques circundantes y las tierras de pastoreo. Tras 20 años de
controversia, el acuerdo llegó: para la Iglesia las tierras de pastoreo y para la
Corona/Concejo los bosques. De este modo, el oso que antes se paseaba ahora se
erguía sobre sus patas traseras simbolizando el dominio eclesiástico sobre los pastos.
Sus patas delanteras se apoyaban sobre un árbol, el bosque que había conseguido el
Estado, o dicho de otra forma, el Concejo. Y a esta composición se la rodeó con una orla
azul (el cielo de Madrid) donde destellaban las siete estrellas.
Tienda APPLE
Plaza de Oriente
Desde la Puerta del Sol, toma la animada calle Arenal (peatonal) en
dirección a la Plaza de Oriente. Por el camino, encontraremos el
edificio de la Ópera, sede del Teatro Real, inaugurado en 1850
(aunque su construcción se inició en 1818).
Jardines de Oriente
Pero sabemos que pocos años después, el rey Fernando VII, con el
objetivo de levantar un nuevo teatro de la ópera, modificó el proyecto
y le dio nuevo impulso. Las obras, interrumpidas varias veces,
concluyeron a mediados del siglo XIX con la configuración de las
calles y edificios que conocemos hoy.
Jardines del Cabo Noval, en el lado norte, con árboles altos, parque
de tierra y pradera de césped. Albergan la escultura de Mariano
Benlliure dedicada al Cabo Luis Noval Ferrao, que murió en 1909 en
la guerra del Rif por avisar a sus compañeros de la inminencia de una
emboscada enemiga.
Plaza de Oriente
Estatua de Felipe IV
Jardines de Oriente, en la parte central, de diseño más rico,
dispuestos en forma de cuadrícula. Tiene árboles bajos, setos
recortados y formas laberínticas propias de los palacios europeos del
barroco. En la avenida central entre el Palacio y el Teatro Real se
levanta la estatua ecuestre de Felipe IV, que destaca por sostenerse
únicamente sobre las patas traseras del caballo.
Plaza de Oriente
Estatuas de Reyes
Palacio Real
Plaza de la Villa
Plaza de la Villa, el origen de Madrid
Desde la Catedral de la Almudena, dirígete a la Calle Mayor,
momento en el que haremos una última parada antes de regresar
al punto de inicio, la Plaza Mayor.
La Plaza de la Villa es el punto de partida de la actual Madrid. En
este pequeño espacio se creó la ciudad medieval que recibió el
título de Noble y Leal Villa otorgado por Enrique IV en el Siglo XV.
En la plaza destacan tres edificios: la Torre de los Lujanes (S. XV),
la Casa de Cisneros (S. XVI) y la Casa de la Villa (S. XVII), que
además fue sede del ayuntamiento madrileño.
En esta plaza se encuentra otro de los hoteles que más recomiendo a los
interesados en alojarse en el Madrid de los Austrias sin renunciar a la
tranquilidad. Me refiero al Central Palace Madrid, con unas vistas
privilegiadas hacia el Palacio. Si quieres ver más opciones de
alojamientos bien ubicados consulta la guía Hoteles en Madrid centro.
Plaza de la
Villa
Índice
Cómo hacer la ruta del Madrid de los
Austrias
Con nuestro amigo David. Pero como es nuestro amigo y no el tuyo,
Iniciamos pues esta ruta turística por Madrid desde esta plaza. A la
izquierda nos quedaba el Teatro de La Latina, que perteneció a Lina Morgan
(nació en una calle cercana) y donde se instaló, a su muerte, su capilla
ardiente.
llegaban de América
Clic en la imagen para ver claustro del IES San Isidro en 360º
Almacenes el botijo
Nada más pasar la Colegiata verás en la misma acera los Almacenes El
Botijo (en el nº 35 de la calle Toledo)
Esta tienda fue fundada en 1754 (mirad en el suelo para ver la placa de
Comercio Centenario, las que diseñó Mingote). Los almacenes el Botijo
fueron mencionados en varios de los Episodios Nacionales de Galdós.
Comenzó siendo un bazar donde se vendían todo tipo de productos. De la
antigua tienda sólo queda el botijo rojo sobre mármol blanco que da
nombre y paso al establecimiento.
Antes del siglo XVI esta zona estaba fuera de la ciudad medieval, en la
confluencia de los caminos de Toledo y Atocha. entonces se la conocía
como «plaza del Arrabal» o mercado principal de la villa.
“Ojo” Para salir de la plaza y seguir la ruta, deberéis girar a la derecha desde
el arco por el que habéis entrado, y con la estatua ecuestre a vuestra
izquierda, camináis recto, salís de la plaza Mayor por la calle de Gerona y
llegáis a la plaza de Santa Cruz.
Aquí se encuentra un edificio que en tiempos de los Austrias era la Cárcel
de la Corte y hoy es el Ministerio de Exteriores. Aquí estuvieron encerrados,
entre otros: Lope de Vega, el General Riego, Luis Candelas, etc.
Clica en
la foto para ver el Palacio de Santa Cruz en 360º
Placa kilómetro 0
Junto a su puerta principal, en el suelo se encuentra la placa que marca el
Kilómetro Cero de España, o sea, el punto desde donde se miden las
distancias de la red de carreteras. NO ES EL CENTRO DE ESPAÑA
comocreenmuchos.
Fijaos en las placas que hay a ambos lados de la puerta principal. Una
recuerda los atentados del 11-M, la otra recuerda que el 2 de Mayo de
1808, aquí hubo pelea entre españoles y franceses. Aquí ocurrió la “Carga
de los Mamelucos” que pintó Goya y que vimos en la visita al Prado otro día.
Oso y Madroño
Al fondo de la plaza (teniendo el reloj de la Puerta Sol a vuestra derecha) y
delante del edificio-tienda de Apple, se encuentra la estatua del Oso y el
Madroño. Otro de los símbolos de Madrid, aunque debemos aclarar que en
realidad es una osa y no un oso. Y no es que quiera hablar en moderno, ya
sabéis, ciudadanos y ciudadanas, políticos y políticas, osos y osas.
Hasta la llegada de los Habsburgo (o Austrias, según nuestra traducción) Madrid era una villa
sin demasiada importancia en el reino de España. En ella permanecieron los Reyes Católicos
algunas temporadas y su nieto Carlos I se recuperó de una enfermedad en el mismo lugar.
Fue entonces cuando el Alcázar, construido originariamente por los árabes, se transformó,
haciéndolo más confortable, hecho que le otorgó la calificación de palacio.
Será a partir de 1561 cuando, gracias a la elección de Felipe II, podamos hablar de Madrid
como capital permanente de la Corte del reino que desde entonces, y tras un breve periodo en
Valladolid, se asienta allí. Cuatro fueron los motivos que animaron al Monarca a elegir Madrid:
el clima, más benévolo que el toledano- lugar donde hasta ese momento se asentaban las
Cortes del Imperio español-; la abundancia de agua - y es que si rastreamos en los orígenes
del nombre Madrid podremos observar que es una derivación de Matrice, "la madre de las
aguas"; su posición geográfica central y por último, y siempre según las crónicas, Madrid fue
elegido por no tener en la ciudad un poder político (el nobiliario) ni religiosos que hiciesen
sombra al real.
El tamaño de la ciudad en el siglo XVI era muy reducido. Según descripción del Corral, los
límites de Madrid se establecían en el Alcázar, actual Palacio Real, continuando por la calle de
Bailén hasta la Cuesta de la Vega y la Puerta de Guadalajara desde donde volvía a cerrar
sobre el Alcázar. El corazón de la ciudad fue, desde 1619, la Plaza Mayor. En ella se ubicó el
primer ayuntamiento (la Casa de la Panadería, antigua panificadora de la ciudad, edificio
fácilmente reconocible por las pinturas de su fachada) y una estatua ecuestre de Felipe III, el
primer monarca puramente madrileño.
El lugar se convirtió en centro de reunión de los habitantes de la urbe, emplazamiento para
ciertas celebraciones, en sitio de ajusticiamientos públicos así como en mercado permanente,
cubierto en invierno por las arcadas que envuelven su perímetro y que hoy en día conservan
los nombres de los gremios que en ellas vendían sus productos.
Con la capitalidad Madrid duplicó, en menos de cuarenta años, su extensión y por ende su
población. La antigua muralla árabe debió ser derruida, siendo sustituida durante el reinado de
Felipe IV por una mucho más amplia. Fuera de ella se crearon los arrabales, lugares de traza
absolutamente irregular, quedando patente la poca planificación con la que los nuevos vecinos
edificaban sus pequeñísimas viviendas que aunque podían ser de ladrillos, se construían
principalmente con adobe y madera. Lo normal es que estas viviendas tuviesen dos salas una
de las cuales estaba destinada al descanso de sus habitantes mientras que la otra cumplía la
función de cocina, comedor y sala de estar. Era en este lugar donde las familias pasaban la
mayoría del tiempo.
Del mismo modo, la insalubridad constituía un gran problema debido a la poca ventilación para
evitar el frío en invierno y el calor en verano, la convivencia de personas con animales de tiro y
de granja así como por sus calles sin empedrar ni alcantarillado donde se desechaban
desperdicios y aguas fecales. Según Montoliú, esta ampliación trajo como consecuencia para
la ciudad cambios en su orografía, el secado de muchos cursos de agua y el cambio en el
clima, que se hizo mucho más extremo.
Será con Felipe IV cuando Madrid goce de su mayor esplendor tanto artístico como
urbanístico y arquitectónico. Hombre protector de las artes y las letras, suya fue la creación del
Parque del Retiro y la Casa de la Villa edificio al que se trasladó el gobierno de la ciudad.
Fue por tanto el siglo XVII en más rico culturalmente. En él vivieron pintores de la talla de
Velázquez, Rubens, el Greco, Claudio Coello, Alonso Cano y Zurbarán así como los literatos
Góngora, Quevedo, Cervantes, Lope de Vega, Tirso de Molina o Calderón de la Barca
quienes, curiosamente y a pesar de la enemistad que les separaba, vivieron muy cerca unos
de otros: en los alrededores de la calle Huertas donde se ubicaban distintos corrales como el
del Príncipe, actual teatro Español. Gracias a las crónicas podemos saber que Madrid estaba
por aquel entonces repleto de teatros y corrales donde se representaban sus creaciones que
podían llegar a durar horas y que estaban sometidas a la dura crítica de los habitantes de
Madrid, muy acostumbrados a la escenificación de centenares de obras: toda representación
comenzaba con música a la que seguía una loa. Tras ella comenzaba la obra entre cuyos
actos se entremezclaban entremeses.
Además de representaciones teatrales, en el Madrid de los Austrias se celebraban corridas de
toros- que aunque de mucha más duración que las actuales y sin una plaza propiamente
dicha, sentaron las bases de las actuales-; bailes, juegos, procesiones o romerías, siendo el
río Manzanares el lugar elegido para la mayoría de ellas. Según apunta del Corral, las fiestas
eran ocasiones de encuentros amorosos y toda clase de licencias como riñas o robos.
Carlos II, el último de los Austrias, vio cómo, debido a su mala salud y a los problemas
crecientes en las Colonias, se le escapaba el poder. Madrid fue testigo de ello: fue el lugar
central de las luchas políticas. En ella se crearon dos bandos bien diferenciados: los
partidarios de Carlos, archiduque de Austria y quienes preferían a Felipe de Anjou para la
sucesión en la corona. Todo ello provocó el estancamiento de la ciudad, que solo puedo ver
cómo se terminaban obras comenzadas por los antecesores de El Hechizado. Carlos murió
sin descendencia, siendo el último de su linaje.
EL MADRID DE LOS
AUSTRIAS
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Madrid de los Austrias es el nombre que se da al Madrid de la
época en que la dinastía de los Habsburgo reinó en España. Este
reinado se inició con Carlos I, el cual enriqueció la ciudad con
palacios y monumentos. Posteriormente, cuando Felipe II la
convirtió en capital de España la ciudad creció notablemente. El
recorrido por los edificios renacentistas y barrocos de esta época
es quizás uno de los más pintorescos y madrileños.
Plaza Mayor