El Matrimonio Romano

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El Matrimonio Romano

El matrimonio en el concepto romano puede definirse como: La cohabitación de


dos personas de distinto sexo, con la intención de ser marido y mujer, de procrear
y educar a sus hijos y constituir entre ellos una comunidad absoluta de vida. No
importaba un acto jurídico que los contrayentes hacían nacer por una declaración
de voluntad, sino una situación de hecho fundada en la convivencia o
cohabitación del hombre y la mujer, cuyo comienzo no estaba marcado por
formalidad alguna, a lo que debía agregarse la intención permanente y reciproca
de tratarse como marido y mujer, que los romanos llamaron affectio maritalis
constaba pues, el matrimonio de dos elementos: uno objetivo, representado por la
cohabitación, y otro subjetivo o intencional, que era la affectio maritalis.

Las características muy especiales que presentaba el matrimonio romano han


hecho sostener, con toda razón que se diferencia del matrimonio moderno en que
aquel era una relación de hecho con consecuencias jurídicas, en tanto este es
una relación jurídica con consecuencias sociales.

La cohabitación, aunque es un elemento factico que inicia la vida conyugal, no


debe entenderse exclusivamente en sentido material, sino más bien ético, porque
existía aun en el caso de que los esposos no compartieran el mismo hogar y podía
contraerse el matrimonio hasta cuando el marido estuviere ausente, siempre que
la mujer entrara en su casa (deductio in domum mariti). La ausencia de la mujer
impedía el perfeccionamiento del matrimonio. La affectio maritalis, elemento moral
e interno, no era meramente una manifestación de consentimiento inicial, ya que la
intención de ser marido y mujer debía ser duradera y continuada, porque si
cesaba, el matrimonio se extinguía. La affectio no importaba un simple
consentimiento, puesto que el matrimonio no era un contrato consensual que
generaba obligaciones, sino una relación láctica creadora de un status, el de
marido y mujer. Los romanos llegaron a acordar a la affectio maritalis una
importancia vital, que la hizo prevalecer sobre el elemento cohabitación, este
sentido tiene el aforismo que encontramos en las fuentes: “no el concúbito', sino
consentimiento, .constituye, las nupcias” (Nuptias non concubitus sed “consensus
Facit”) ratificado por aquel otro que expresa “non coitus matrimonium facit, sed
maritalis affectio” Como la celebración de| matrimonio, en Roma no exigía formula
jurídica ni acto simbólico, alguno, ni colaboración de un sacerdote o magistrado,
ni un registro especial , la afectio maritalis elemento esencial y característico del
matrimonio, no podía quedaren la intimidad de la conciencia de los cónyuges los
cónyuges. Debía salir de lo meramente subjetivo y hacerse pública, conocida de
todos, máxime cuando el matrimonio tenía que distinguirse de otras uniones, como
el concubinato, la intención marital se demostraba mediante declaración de los
esposos y de los parientes y amigos, pero más propiamente por una
manifestación exterior, llamada honor matrimonii, que era el modo de
comportarse en sociedad los esposos y, muy especialmente, el trato que el marido
dispensaba a la mujer, que debía ocupar la posición social de aquel y la dignidad
de esposa. El matrimonio, a pesar de ser una situación de hecho- res facti, no
res iuris-, como, la posesión, tuvo siempre, en Roma un carácter severamente
monogámico, y como su finalidad era constituir una comunidad de vida, no cabía
someterlo a plazo o condición. El postliminium, que operaba sobre las relaciones
jurídicas, no tenía efecto sobre el matrimonio, de tal suerte que el ciudadano
cautivo que regresaba a Roma no se reintegraba en sus relaciones matrimoniales
a menos que se restablecieran sus elementos constitutivos. Las fuentes nos traen
dos definiciones de matrimonio. En las Institutas se dice que “es la unión del varón
y la mujer que comprende el comercio indivisible de la vida” (Nuptiae autem sive
matrimonium est viri et mulieris comunctia individuam vitae consuetudinem
continens) Con ella se explica el carácter esencial del matrimonio, que lo
constituía la intimidad y la comunidad de vivir, ideal e intencionalmente perpetua,
entre los dos cónyuges. Tal el sentido que tendrían los discutidos términos
“individuam vitae consuctudinem”. Lo dicho vale también para la definición de
Modestino, para quien “las nupcias son la unión del varón y de la hembra y el
comercio de toda la vida, comunicación del derecho divino y del humano.”
(Nuptiae sunt coniunctio maris et feninae, et consortium omnis vitae, divini et
humani iuris communicatio).

Los Esponsales:
El matrimonio en Roma solía ir precedido de una promesa formal de celebrarlo,
realizada por los futuros cónyuges o sus respectivos paterfamilias, que se llamaba
esponsales (sponsalia), nombre que deriva de sponsio, contrato verbal y solemne
que se usaba para perfeccionar la promesa. Un fragmento de Florentino en el
Digesto define los esponsales diciendo que son “mención y promesa mutua de
futuras nupcias”. En las primeras épocas el incumplimiento de los esponsales
daba lugar a una acción de danos y perjuicios que se traducia en el pago de una
suma de dinero. Este criterio no fue aceptado por mucho tiempo, lo cual es
explicable si se tiene en cuenta que todo constrenimiento a cumplir los esponsales
venía a ser incompatible con la idea romana del matrimonio ( libera esse debent
matrimonia). De ahí que se declaró ineficaz cualquier convención en la que se
prometiera una suma de dinero a título de pena (stipulatio poenac). En el derecho
clásico los esponsales tuvieron un carácter más ético-social que legal,
especialmente por la falta de acción para exigir su cumplimiento. No quiere decir
esto que la promesa careciera de efectos propiamente jurídicos, los que se
manifestaron en materia de capacidad para contraer esponsales y en el
reconocimiento de relaciones personales entre las partes contrayentes.

Matrimonio “cum manu”


Sabemos que una de las potestades que podía ejercer un paterfamilias romano
fue la de manus maritalis. Es que desde el antiguo derecho de Roma las mujeres
casadas solían entrar a formar parte de la familia del marido; colocándose bajo su
potestad y rompiendo el vínculo agnaticio con la familia de que procedían. Se
configuraba entonces una forma de matrimonio. El matrimonio cum manu según
el cual la esposa se hacía filiafamilias y quedaba sometida al nuevo pater.
Ocupaba el lugar de hija (loco filiae), si su cónyuge era el pater, o de nieta (loco
neptis), si el marido se encontraba bajo la potestad paterna en cuyo caso a la
muerte del padre su esposo le sucedía en la manus maritalis.

“Confarreatio”.
Se trataba de una ceremonia religiosa de una solemnidad única, en la que los
desposados se hacían recíprocamente solemnes interrogaciones y declaraciones
ante diez testigos ciudadanos romanos, asistidos del gran pontifice y ante el
sacerdote de Júpiter (flamen dialis), a quienes los interesados ofrecían un
sacrificio en el que figuraba un pan de trigo (farreus panis). La mujer desde
entonces era admitida en la comunidad familiar del pater, bajo la potestad del cual
quedaba. Este rito fue cada vez menos practicado al ir desapareciendo la
diferencia entre patricios y plebeyos, como propio que .ni de los ciudadanos de la
clase aristocrática de la sociedad romana. Se lo exigía todavía a fines de la
Republica para que; los hijos del matrimonio pudieran ser flamines maiores, hasta
que el emperador Tiberio abolió los efectos civiles de la confarreatio.

Presupuestos del Matrimonio Romano.


El derecho romano exigió para la validez del matrimonio la presencia de ciertos
presupuestos o requisitos. Entre ellos se cuentan los siguientes: capacidad jurídica
o ius connubii, capacidad sexual para procrear, consentimiento de los
contrayentes y consentimiento del paterfamilias, cuando los desposados fueran
alieni iuris. Para que la union tuviera el caracter de matrimonium legitimun o iustae
nuptiae, se requeria que los cónyuges gozaran del ius connubii o aptitud legal para
unirse en matrimonio. En los primeros tiempos solo eran titulares de tal derecho
los ciudadanos romanos, por lo cual quedaban excluidos de las nupcias los
peregrinos, los latinos y los esclavos. Con la concesión de la ciudadanía a todos
los súbditos del Imperio, por la célebre constitución de Caracalla del año 212, el
connubium se extendio a los extranjeros y latinos.
Efectos del matrimonio respecto de los cónyuges.
El matrimonio, como institución básica del derecho de familia; producía
importantes consecuencias jurídicas tanto respecto de los cónyuges, como en
relación a los hijos. En cuanto a los esposos, los efectos del matrimonio se
traducian, no solo en las relaciones de carácter personal, sino también en las de
orden patrimonial. La principal consecuencia del matrimonio era el deber de
fidelidad entre los cónyuges. El derecho romano trato más severamente la
infidelidad de la esposa que la del marido y en este sentido la mujer adultera
cometía un delito público que se castigaba severamente; en cambio, el adulterio-
del marido, siempre que no tuviera (ligaren la ciudad del domicilio conyugal, no era
causal de divorcio. La mujer debía habitar la casa del marido, que constituía su
domicilio legal.
Impedimentos matrimoniales.
Constituían impedimentos matrimoniales los hechos o situaciones de diversa
índole, éticas, sociales, políticas, religiosas que importaban obstáculos legales
para la realización de las legítimas nupcias. La teoría de los impedimentos
matrimoniales no fue genuinamente romana. Nació y se desarrolló al amparo del
derecho canónico para el que había impedimentos “absolutos”, que imposibilitaban
el matrimonio con cualquier persona, y “relativos” que implicaban la prohibición
nupcial con determinada o determinadas personas.
Se distinguió, además; entre impedimentos “dirimentes”, que no permitían
matrimonio valido y obligaban a su anulación, y los llamados, “impedientes”, en los
que la violación de la prohibición legal no provocaba la nulidad del acto sino otra
pena. En derecho romano tenían impedimento absoluto los castrados (castrati) y
los esterilizados (spadones), aunque no los que hacían impotentes; esto es los
spadones por naturaleza: Con el cristianismo la legislación romana prohibió con
carácter absoluto el matrimonio de las personas que hubieran hecho voto de
castidad o recibido las órdenes mayores. También había inhabilitación absoluta
para contraer nupcias en el caso que alguno de los desposados estuviera unido en
matrimonio anterior, impedimento que los modernos denominaban de “ligamen”.

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