Bodas de Sangre de García Lorca

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Bodas de sangre de García Lorca

La tragedia Bodas de sangre (1931) es una de las obras de teatro más célebres
deFederico García Lorca, quien se inspiró en el evento real del crimen
de Níjar sucedido en 1928. La obra sucede en esa misma época en
la Andalucía rural.
El tema principal de la obra es la dualidad entre la vida y la muerte. También hay
tradiciones de mitos y leyendas que enriquecen el escenario donde los sucesos
tienen lugar. En esta obra se ven muchas costumbres rurales y cobra especial
importancia la simbología del cuchillo, presente en otras obras de Lorca.  Otros
temas son el matrimonio por interés versus el verdadero amor.

Argumento
La obra se divide en tres actos, y cada acto en cuadros. El primer acto tiene tres
cuadros y el segundo y tercero tienen dos cada uno. A continuación el resumen
del argumento por actos.

1. Acto primero

La obra inicia con una conversación entre el novio y su madre, en la que planean


pedir la mano de su novia. Cuando el novio está a punto de salir a la viña, le pide
una navaja a su madre, pero ella, asustada, se rehusa al inicio, recordando la
muerte violenta de su esposo y otro de sus hijos.

Después de salir el hijo, la madre se queda hablando con la vecina sobre la novia, a
quien aún no ha conocido. La vecina le cuenta que la señorita había tenido un
noviazgo con Leonardo Félix, hijo de la familia responsable de la muerte de su
esposo e hijo. Esta información la inquieta mucho, pero la relación ocurrió años
atrás y Leonardo ya se ha casado y tiene un hijo.

En la próxima escena, la suegra de Leonardo y su esposa están cantándole una


canción de cuna a su hijo; ésta que presagia la tragedia que está por ocurrir:

"Duérmete, rosal,
que el caballo se pone a llorar.
Las patas heridas,
Las crines heladas,
dentro de los ojos
un puñal de plata.
Bajaba al río.
¡Ay, cómo bajaban!
La sangre corría
Más fuerte que el agua."
Mientras que la suegra va a acostar al niño, Leonardo le dice a su mujer que ha
tenido que ponerle nuevas herraduras al caballo porque últimamente se han caído
en repetidas ocasiones. La mujer cree que es porque usa el caballo demasiado, pero
él lo niega. Ella dice esto basada en que algunas vecinas lo vieron en los secanos el
día anterior y porque el caballo había llegado muy sudado. Leonardo dice que no
fue él. 
A la casa de Leonardo llega una muchacha que vio al novio y a su madre
comprando cosas para la novia, pero Leonardo le contesta bruscamente que no le
interesa saber qué le han comprado y que la novia es "de cuidado". Entonces la
suegra le recuerda que tuvo un noviazgo con ella, y su mujer comienza a llorar.

2. Acto segundo

El acto segundo trata del viaje del novio y su madre. Estos viajan diez leguas para
pedir la mano de la novia, quien vive con su padre en los secanos. El padre les da su
bendición y la novia, aceptando, dice estar segura de su respuesta.

Tras la visita del novio, la criada, curiosa, quiere ver los regalos. La novia no
muestra ningún interés en abrirlos por lo que la criada le dice: "parece como si no
tuvieras ganas de casarte", y en seguida le cuenta que vio a Leonardo en su caballo
fuera de su ventana a las 3:00 de la mañana. Al principio la novia no lo cree, pero
esa noche Leonardo aparece de nuevo fuera de su ventana. 

El día antes de la boda, la criada está peinando a la novia y hablándole del


casamiento, pero la novia se muestra molesta y tira su corona de azahar al suelo.
Luego dice que aunque quiere a su novio, casarse es un paso muy importante.

Esa mañana, Leonardo es el primer invitado en llegar y le pregunta a la novia:


"¿Quién he sido yo para ti?". También le pregunta por el azahar, símbolo de la
pureza. La novia le pide que se vaya, diciendo:
"No puedo oírte.
No puedo oír tu voz.
Es como si me bebiera una botella de anís y me durmiera en una colcha de rosas.
Y me arrastra, y sé que me ahogo, pero voy detrás".

La criada trata de interrumpir la conversación, pero Leonardo le asegura que ésta


será la última vez que van a hablar, porque a pesar de su atracción mutua,
Leonardo no tiene pensado, aún, interponerse entre los novios y dice: "Yo me casé.
Cásate tú ahora".

A la madre del novio no le agrada que Leonardo y su mujer vengan a la boda, pero
el padre de la novia le dice que los Félix son familia y es un día para perdonar, a lo
que la madre responde: "Me aguanto, pero no perdono".

3. Acto tercero 
Los novios se casan, pero en medio de la celebración la novia le dice a su nuevo
marido que necesita descansar por un rato. Sin embargo, poco después descubren
que ha huido con Leonardo. El novio sale a caballo en busca de la pareja.

La próxima escena toma lugar en un bosque, un marcado contraste con las tierras
áridas dónde vive la novia. Mientras unos leñadores están hablando de la huída de
la pareja, aparece la luna personificada y dice:

"No quiero sombras. Mis rayos


han de entrar en todas partes,
y haya en los troncos oscuros
un rumor de claridades,
para que esta noche tengan
mis mejillas dulce sangre,
y los juncos agrupados
en los anchos pies del aire
¿Quién se oculta? ¡Afuera digo!
¡No! ¡No podrán escaparse!
Yo haré lucir al caballo
una fiebre de diamante."

También llega una mendiga, representación de la muerte y dice:

"Abren los cofres


y los blancos hilos
aguardan por el suelo de la alcoba
cuerpos pesados con el cuello herido".

La luna planea iluminar la escena para que el novio descubra a la pareja y la


mendiga pueda acabar con ellos. Aparecen en la escena la novia y Leonardo, y ella
le dice que para regresar con el novio tendrá que ser a la fuerza. La novia decide
quedarse con Leonardo y ambos afirman que sólo la muerte los podrá separar.
Finalmente, el novio los encuentra y se escuchan unos gritos, pero las muertes del
novio y de Leonardo toman lugar fuera de la escena. Al final, entra la mendiga, se
pone de espaldas y abre su manto como un pájaro con alas inmensas.

En la próxima escena, una niña y unas muchachas están hablando de la


boda cuando llegan la mujer y la suegra de Leonardo, quien le dice a su nuera:

"Sobre la cama
pon una cruz de ceniza
donde estuvo su almohada".

Luego aparece la mendiga en la puerta de la casa y las muchachas le preguntan si


viene del camino del arroyo. Ella les contesta que sí y que vio a dos hombres
muertos.
Al final de la obra, la vecina está en la casa de la madre del novio, y llega la novia
cubierta en sangre. La madre la golpea, y la novia le dice que ha venido a que la
maten y explica lo ocurrido. También le jura que aún es una mujer honrada, pero la
madre le contesta que no le importa su honradez ni que quiera morirse, porque su
hijo está muerto. La obra termina con una especie de adoración al cuchillo que
recitan la madre y la novia.

Personajes
Leonardo es el único personaje con nombre propio en la obra. Los demás
personajes principales son la novia, la madre y el novio. Los secundarios son la
mujer de Leonardo, la muerte, la luna, la criada, la vecina, la gente del pueblo y el
padre de la novia. 

Federico García Lorca

(Fuente Vaqueros, España, 1898 - Víznar, id., 1936) Poeta y dramaturgo


español. En el transcurso de la «Edad de Plata» (1900-1936), la literatura
española recuperó aquel dinamismo innovador que parecía perdido desde su
Siglo de Oro; tal periodo tuvo su culminación en la obra poética de la
Generación del 27, así llamada por el rebelde homenaje que sus miembros
rindieron a Luis de Góngora con motivo de su tercer centenario. Sin embargo,
pese a la inmensa talla de figuras como Rafael Alberti, Pedro Salinas, Jorge
Guillén, Gerardo Diego, Dámaso Alonso, Luis Cernuda o el premio
Nobel Vicente Aleixandre, ningún miembro del grupo alcanzaría tanta
proyección internacional como Federico García Lorca.

Federico García Lorca

Los primeros años de la infancia del poeta transcurrieron en el ambiente rural


de su pequeño pueblo granadino. Delicado, angelical incluso, fue criado entre
algodones por una madre hospitalaria, la maestra Vicenta Lorca, y un padre
comprensivo, el hacendado Federico García. Su primitiva vocación fue la
música y estudió guitarra y piano. Cursó el bachillerato primero en Almería y
luego, tras una enfermedad, en Granada. Continuó sus estudios superiores en
la Universidad de Granada: estudió filosofía y letras y se licenció en derecho.
En la universidad hizo amistad con el prestigioso compositor Manuel de Falla,
quien ejerció una gran influencia en él, transmitiéndole su amor por el folclore
y lo popular. Por entonces era ya el contertulio más brillante de El Rinconcillo,
el café de la Alameda de la ciudad. En febrero de 1917 apareció su primera
composición literaria en el Boletín del Centro Artístico de Granada; se
titulaba Fantasía simbólica.
En 1919 se instaló en la Residencia de Estudiantes de Madrid, donde conoció a
autores ya consagrados como Juan Ramón Jiménez, y trabó amistad con poetas
de su generación y artistas como el pintor catalán Salvador Dalí y el futuro
cineasta Luis Buñuel. Con el primero compartía una singular habilidad para el
dibujo, y con el segundo una afición al cine que lo llevó a escribir algunas
escenas imaginarias teniendo como protagonista a Buster Keaton, cómico que
en España era conocido como Pamplinas. En este ambiente de ebullición
cultural brillaría pronto el magnetismo de la arrolladora personalidad de
Federico García Lorca, cuya perenne simpatía y vitalidad encubría un íntimo
malestar que sólo su obra dejaría entrever.
En su formación influyó un excepcional profesor de historia del arte, Martín
Domínguez Berrueta, que organizaba con sus alumnos viajes de estudios. En el
curso de una de estas excursiones, García Lorca conoció en Baeza al poeta
más notorio de la generación anterior a la suya, Antonio Machado, que acudía
cotidianamente a su humilde trabajo de profesor de francés en el instituto de
aquella localidad andaluza. De estos viajes, y de otros que organizó él mismo
con sus compañeros a imitación de los de su maestro, salió su primer
libro, Impresiones y paisajes(1918), en el que se encuentran ecos
machadianos.
Sus polifacéticos intereses lo llevaron a dedicarse con pasión no sólo a la
poesía, sino también a la música y al dibujo, y empezó a interesarse por el
teatro. En 1920 estrenó en el Teatro Eslava de Madrid su drama El maleficio de
la mariposa, una caprichosa dramatización de los trastornos que produce el
amor en una pacífica comunidad de insectos; aunque el estreno fue un fracaso,
su producción teatral acabaría siendo tan aclamada como su poesía.
De la poesía pura al surrealismo
En 1921 publicó su primera obra en verso, Libro de poemas, con la cual, a
pesar de acusar las influencias románticas y modernistas, consiguió llamar la
atención. El reconocimiento y el éxito literario de Federico García Lorca llegó
con la publicación, en 1927, del poemario Canciones y, sobre todo, con las
aplaudidas y continuadas representaciones en Madrid del drama
patrióticoMariana Pineda, basado en un suceso ocurrido casi cien años antes:
bajo el exacerbado absolutismo de Fernando VII, Mariana Pineda había sido
condenada a muerte por bordar en una bandera una inscripción liberal.
Federico García Lorca

Entre 1921 y 1924, al mismo tiempo que trabajaba en Canciones, García Lorca
escribió una obra inspirada en el folclore andaluz, el Poema del cante
jondo (publicado en 1931), un libro ya más unitario y madurado en el que se
percibe claramente lo que será un rasgo característico de su poética: la
identificación con lo popular y su posterior estilización culta. Tal orientación
llegó a su plena madurez con el Romancero gitano (1928), que obtuvo un éxito
inmediato. En elRomancero gitano se funden lo popular y lo culto para cantar
al pueblo perseguido de los gitanos, personajes marginales marcados por un
trágico destino. Formalmente, Lorca logró un lenguaje personal, inconfundible,
cuya clave es la profunda asimilación por parte del poeta de los elementos y
formas populares y su combinación con audaces metáforas y con una
estilización propia de las exigencias de la «poesía pura», etiqueta que en sus
inicios asumieron los miembros de su generación.
Tras este éxito, Lorca viajó a Nueva York, ciudad en la que residió como
becario de la Universidad de Columbia durante el curso 1929-1930. Las
impresiones que la ciudad dejó en su ánimo se materializaron en Poeta en
Nueva York (publicado póstumamente en 1940), un canto angustiante, con
ecos de denuncia social, contra la civilización urbana y mecanizada. Las formas
tradicionales y populares de sus anteriores poemarios dejan paso en esta obra
a visiones apocalípticas, hechas de imágenes ilógicas y oníricas que entroncan
con la corriente surrealista francesa, aunque siempre dentro de la personal
poética de Lorca. Se ha especulado que García Lorca había resuelto partir a
Nueva York por un fracaso amoroso; en cualquier caso, sintió un gran alivio
cuando pudo trasladarse a Cuba. Invitado por la Institución Hispanoamericana
de Cultura, impartió en La Habana algunas conferencias memorables, como
"Son de negros", aunque no tardó en regresar a Madrid (en otoño de 1930),
donde le aguardaba la consagración definitiva como uno de los mayores
dramaturgos de las letras españolas.
Lorca, dramaturgo
De nuevo en España, en 1932 Federico García Lorca fue nombrado director de
La Barraca, compañía de teatro universitario que se proponía llevar a los
pueblos de Castilla el teatro clásico del Siglo de Oro. Su interés por la escena,
tanto en su vertiente creativa como de difusión, responde a una progresiva
evolución hacia lo colectivo y a un afán por llegar de la forma más directa
posible al pueblo. Así, los últimos años de su vida los consagró al teatro,
aunque con reseñables excepciones: terminó en 1934 el Diván de Tamarit,
libro de poemas inspirados en la poesía arabigoandaluza; llegó a publicar
el Llanto por Ignacio Sánchez Mejías (1935), hermosa elegía dedicada a su
amigo torero donde combina la tradición popular con imágenes de filiación
surrealista, y los Seis poemas gallegos (1935), escritos en lengua gallega; y
trabajó en diversos proyectos que quedaron en su mayor parte incompletos y
que sólo póstumamente verían la luz, entre ellos los impresionantes Sonetos
del amor oscuro, inconclusa colección de alta tensión erótica.

Federico García Lorca con la actriz Margarita Xirgu y 


Cipriano Rivas en la presentación de Yerma (1934)
Fruto de esa mayor dedicación al teatro en los años finales son los tres
grandes dramas rurales que constituyen la cima de su producción y que sitúan
a Lorca entre los grandes dramaturgos europeos del periodo: Bodas de
Sangre (1933), Yerma (1934) y  La casa de Bernarda Alba(1936). Erigidas en
piezas ineludibles del repertorio contemporáneo, todas ellas siguen siendo
constantemente representadas en escenarios de todo el mundo; dentro del
teatro de autoría española, sólo los esperpentos de Ramón del Valle-
Inclán gozan de una posición semejante.
Yerma (1934), que se centra en el tema de la maternidad frustrada, es una
verdadera tragedia al modo clásico, incluido el coro de lavanderas, con su
corifeo que dialoga con la protagonista comentando la acción. Similar urdidura
trágica hallamos en Bodas de Sangre (1933), donde un suceso real inspiró el
drama de una novia que huye tras su boda con un antiguo novio (Leonardo).
La huida llena de premoniciones, en la que la propia muerte aparece como
personaje, presagia un final al que se viene aludiendo desde la primera escena
y en el que ambos hombres se matarán, segando así la posibilidad de
continuidad de la estirpe por ambas ramas y renovando la muerte del padre
del novio a manos de la familia de Leonardo. De esta manera, la pasión y la
autobúsqueda concluyen con la destrucción de todo el orden establecido.
La mejor creación lorquiana es La casa de Bernarda Alba (1936), obra en que
la pasión por la vida de la joven Adela, encerrada en su casa junto con sus
hermanas a causa del luto por su padre y oprimida bajo el yugo de una madre
tiránica, estalla en una rebeldía que no teme a las últimas consecuencias; pero
las ansias de libertad y amor de Adela se estrellarán igualmente contra el muro
de incomprensión de su familia y de los usos sociales, concluyendo todo con su
eliminación. Junto a la figura de la protagonista, destaca la serie de retratos
femeninos que realiza el autor, desde la propia Bernarda hasta la vieja criada
confidente de las hijas (La Poncia), la hermana poseída por los celos
destructivos (Martirio) o la abuela enloquecida (María Josefa), que, en sus
intervalos de lucidez, complementa descarnadamente la oposición de Adela a
la tiranía de Bernarda.

La Poncia (Rosa María Sardá) y Bernarda (Nuria Espert) en 


una representación moderna de La casa de Bernarda Alba
La casa de Bernarda Alba, considerada su obra maestra, fue también la última,
ya que ese mismo año estalló la Guerra Civil española (1936-1939) que
llevaría a la dictadura de Francisco Franco. Unos días antes del alzamiento (18
de julio de 1936), García Lorca abandonó la capital y se dirigió a Granada para
apartarse «de la lucha de las banderías y de las salvajadas», según dijo a un
amigo. Desgraciadamente, dos días después, los sublevados se hicieron con el
control de Granada, y Lorca hubo de refugiarse en casa de otro poeta, Luis
Rosales, cuyos hermanos, en quienes confiaba, eran miembros destacados de
la formación fascista Falange Española. Tal protección no impidió, sin embargo,
que el 16 de agosto fuera detenido por las fuerzas franquistas y fusiladas dos
días después en el barranco de Víznar, bajo acusaciones poco claras que
señalaban hacia su papel de poeta, librepensador y personaje susceptible de
alterar el «orden social». Su asesinato causó una honda conmoción
internacional y convirtió al artista en el trágico símbolo de la brutal intolerancia
del fascismo.
El español universal
En su evolución, la trayectoria de Lorca es parangonable a la de sus
compañeros de generación (de la poesía pura y la experimentación
vanguardista a la rehumanización y el compromiso social), e incluso la plena
asimilación de lo popular, que constituye uno de sus rasgos más
característicos, tiene su paralelo en Rafael Alberti. No obstante, tras la
aparente variedad de géneros y estilos, la obra de Federico García Lorca
presenta una marcada unidad temática. Tanto en el yo poético del Libro de
poemas como en los personajes de su Romancero gitano o en los
protagonistas de las grandes tragedias de su madurez (Yerma, Bodas de
Sangre y La casa de Bernarda Alba), las ansias vitales se ven abocadas a una
frustración causada por fuerzas hostiles, las cuales pueden mantenerse en un
ámbito telúrico, simbolizando acaso las limitaciones inherentes a la condición
humana, o bien objetivarse en un medio social que, lo mismo si es tradicional
o tecnificado, acaba destruyendo toda tentativa de autorrealización.
Tal temática explica el alcance universal de una producción por lo demás
firmemente enraizada en la tradición y el folclore español y andaluz, pero no el
insoslayable dramatismo y la hipnótica e inexplicable fascinación que siguen
suscitando sus mejores textos: examinar detenidamente elRomance
sonámbulo o la escena final de Bodas de Sangre conduce únicamente a la
evidencia de su genio. En este sentido resultan tan injustas las
interpretaciones simplistas trazadas desde la homosexualidad del poeta como
la supuesta sobrevaloración de la obra lorquiana por su condición de insigne
víctima del fascismo; presagiada o no, su prematura muerte a los treinta y
ocho años no hizo sino truncar un flujo de creaciones que en La casa de
Bernarda Alba rozaba ya la perfección.

 CARLOS SOLÓRZANO

Carlos Solórzano (San Marcos, Guatemala, 1919) es dramaturgo, crítico teatral


y promotor del teatro latinoamericano. Bisnieto de Justo Rufino Barrios, primer
presidente liberal de Guatemala, creció en la hacienda cafetalera de su padre.
Fue ahí donde tuvo un primer acercamiento con las historias antiguas narradas
por su nana indígena y compartió sus primeros juegos con los hijos de los
peones de la hacienda. Ya desde entonces mostró un interés en las ceremonias
litúrgicas, mismas que más adelante reproduciría en sus textos dramáticos.

Al terminar su bachillerato, ingresó a una universidad alemana, misma que


tuvo que abandonar al declararse la Segunda Guerra Mundial. Así, Solórzano
llegó a México a los 17 años, se matriculó en la Facultad de Arquitectura de la
UNAM, para cumplir con el deseo familiar; pero al mismo tiempo estudió letras
hispánicas, por vocación personal, en la misma universidad.

Como arquitecto únicamente construyó la casa que habita actualmente: tras


titularse de ambas carreras, eligió las letras como profesión, hizo un doctorado
y se dedicó a la docencia. En 1946, se mudó a París, becado por la Fundación
Guggenheim, para estudiar teatro. Al no haber una carrera de teatro como tal,
optó por estudiar materias prácticas en el Conservatorio y aspectos teóricos en
La Sorbona. En este periodo escribió Doña Beatriz la sin ventura, una obra
histórica sobre la infortunada esposa de Pedro de Alvarado, después de la
muerte del conquistador.

En 1951 regresó a México, donde se le encomendó realizar un proyecto para


producir teatro profesional para los universitarios. Solórzano retomó los
principios de la compañía de Julio Bracho y, entre 1952 y 1960, llamó a los
mejores profesionales del teatro para formar el Teatro Universitario. Se contó
con directores como Alejandro Jodorowsky, Max Aub y Salvador Novo; y se
dieron a conocer autores de la talla de Christopher Fry, Albert Camus, Eugene
Ionesco, León Felipe y Michel de Ghelderore.

Al finalizar esa gestión, Solórzano se dedicó a la crítica teatral y a la docencia.


En este tiempo realizó una importante labor en la difusión del teatro
latinoamericano.

En 1982 obtuvo su naturalización como ciudadano mexicano; en 1985 fue


nombrado Maestro Emérito de la Facultad de Filosofía y Letras, y en 1989 se le
otorgó el Premio Universidad Nacional, así como el Premio Nacional de
Literatura Miguel Ángel Asturias, de Guatemala.

Carlos Solórzano, quien cumplió 92 años el pasado 1º de mayo, coordinó la


Antología del teatro hispanoamericano contemporáneo (1964); y es autor de
las obra de teatro Espejo de novelas (1946); Doña Beatriz, la sin ventura
(1954); El hechicero (1954); Las manos de Dios (1957); El crucificado (1957);
Los fantoches (1959); Tres actos (1959); Los falsos demonios (1963,
convertida en novela en 1966); Cruce de vías (1969); y El zapato (1971).
También escribió la novela Las celdas (1971) y los libros de ensayo Del
sentimiento plástico en la obra de Unamuno (1944); Unamuno y el
existencialismo (1946); Teatro latinoamericano del siglo XX (1961); El teatro
de la posguerra en México (1964); Teatro guatemalteco contemporáneo
(1964); Testimonios teatrales de México (1973).

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