Retorno A La Historia Del Pensamiento Cristiano PDF
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Retorno a la historia
del pensamlento
cristiano
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KAIROS
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Jos^ Marmol 1 734 - B1602EAF Florida
Buenos Aires, Argentina
www.kairos.org.ar
Impreso en Argentina
Printed in Argentina
Gonzalez, Juste L.
Retorno a la historiadel pensamientocristiano: tres tiposde teologia
dirigido por C. Rene Padilla - 2a ed. - Florida: Kairos, 2009.
208 p.; 20x14 cm.
ISBN 978-987-1355-24-2
1. Teologia. 2. Pensamiento Cristiano. I. C. Ren§ Padilla, dir. II.
Titulo
CDD240
Contenido
Primera parte
Introduccion
Capitulo I: Perplejidad
Capitulo II: Escritura y tradicion
Segunda parte
Los tres tipos en su formulacion clasica
Primera tesis
Tercera parte
El curso de la teologi'a occidental
Segunda tesis
Capitulo VIII: Lateologia patristica:
el papel de San Agustin
6 Contenido
Cuarta parte
Pertinencia actual
Tercera tesis
Introduccion
Perplejidad
Primera tesis: Hacia fines del siglo segundo y principios del ter-
cero, pueden verse en la teologfa cristiana ortodoxa tres perspec-
tivas o tipos diferentes. Los denominaremos «A», «B» y «C», si-
guiendo el orden de nuestra familiaridad con cada uno de ellos,
y no su orden cronologico. En realidad, aunque los tipos B y C
son los mas conocidos en nuestro tiempo, el tipo C es anterior a
ellos.
^ De test. anim. 6.
' V6ase Histon'a delpensamiento, 1il 72, n. 8.
II! Lugaresyprotagonistas 31
®Apol. 2.
®Praesc. 7.
32 Segunda parte - Lostres tipos en su formulacion clasica
Citada por Daniel Ruiz Bueno, Actas de los mirtires (Madrid: Biblioteca de
Autores Cristianos, 1968), p. 251.
Hist. eccl. 2.16.
Lugaresyprotagonistas 35
«De igual modo que no se dice que varlos remeros en una embarcacidn
son vartas causas de su movimiento, sino una sola que consiste en muchas
... asf tambi^n la filosoffa, que es la busqueda de la verdad, contribuye al
entendimiento de la verdad. ... Luego, mientras que la verdad es una,
muchos elementos contribuyen a su investigacibn. Pero se le descubre
mediante el Hijo.» Strom. 1.20.
Strom. 1.5.
^5 Puede verse una breve discusion de! ambiente de esta regibn y de su
impacto sobre el NuevoTestamento en John E. Stambach y David L. Balch,
The New Testament in ItsSocial Background (Filadelfia: Westminster, 1986),
pp. 145-54.
Ill Lugaresy protagonistas 39
del todo ciaro quien era este «Juan», no cabe duda de que la
iglesia antigua —especialmente en Asia Menor— crei'a que se tra-
taba de uno de los Doce, o a! menos un discipulo directo de
ellos. A! parecer, Ireneo estabaconvencido deque era el apostol
Juan, con quien tenia vinculo directo a traves de su propio maes
tro Policarpo. El historiador Eusebio de Cesarea cita uno de los
escritos perdidos de Policarpo:
Lo que se aprende de nine va creciendo con el alma
y se va haciendo uno con ella. Tanto que puedo in-
cluso decir el sitio en que el bienaventurado Policarpo
dialogaba sentado, asi como sus salidas y sus entra-
das, la mdole de su vida y el aspecto de su cuerpo, los
discursos que hacla a! pueblo, c6mo describia sus
relaciones con Juan y con los demas que habi'an visto
al Senor y como recordaba las palabras de unos y
otros; y qu4 era lo que habfa escuchado de ellos acer-
ca del Senor, de sus milagros y su ensefianza; y como
Policarpo, despues de haberlo recibido de estos testi-
gos oculares de la vida del Verbo, todo lo relataba en
consonancia con las Escrituras.
Y estas cosas, por la misericordia que Dios tuvo para
conmigo, tambien yo las escuchaba entonces dili-
gentemente y las anotaba, pero no en el papel, sino
en mi corazon, y, por la gracia de Dios, siempre las
estoy rumiando fielmente.^^
" H.E. 5.20.6-7. Trad, Argimiro Velasco Delgado, O.P. (Madrid: B.A.C., 1973),
vol. 1, pp. 325-26.
44 Segunda paite - Los tres tipos en su formulacion clasica
A B 0
' Me refiero aquf al modo en que los cristianos vefan a los paganos. Para lo
contrario —es decir, el modo en que los paganos vefan a los cristianos—
v^ase Pierre de Labriolle, La reaction pa'ienne: Etude sur la Polemique
antichr^tiennedu lerau VIesiecle(Paris: L'Artisan du Livre, 1941); Wilken,
The Christians as the Romans SawThem (New Haven; Yale University Press,
1984); R.L. Fox, Pagans and Christians (Nueva York: Knopf, 1987).
48 Segunda parte - Los tres tipos en su formulacion clasica
* Estas opiniones parecen ser las que ataca la Primera Epfstola de Juan,
4:2b-3a: «todo espi'ritu que confiesa que Jesucristo ha venido en carne, es
de Dios; y todo espfritu que no confiesa que Jesucristo ha venido en carne,
no es de Dios.»
® Al parecer tales opiniones ya habfan aparecido en la iglesia de Corinto,
pues Pablo las refuta en 1 Co. 15. Notese que en ese capftulo Pablo no esta
defendiendo dnicamente la vida despues de la muerte o la inmortalidad
del alma, sino la resurreccidn del cuerpo.
IV Dios. la Creadon ye! pecado original 51
Adv. Marc. 1.11. Es posible que Tertuliano haya tornado este argumento
de Ireneo, quIen lo emplea, aunque con menos sarcasmo, en Adv. haer.
2.30.3.
'Mdv. Harm. 18.
Tertuliano sf afirma que hubo varias etapas en la creacidn: «ciertamente
Dios llevb a cabo todas sus obras en el debido orden... porque no lo
inundo todo inmediatamente con la luz esplendorosa del Sol, ni tampoco
limlto la oscuridad de la noche con la calmante luz de la Luna. No adornb
los cielos inmediatamente con las constelaciones y estrellas, ni tampoco
lleno los mares con todos sus monstruos. La tierra misma no la doto inme
diatamente de todos sus varios frutos, sino que primero le dio el ser, y luego
la lleno, para que no fuese hecho en vano.» Adv. Herm. 29. Notese, sin
embargo, que en esta cita todos los verbos est^n en pasado. Dios creo las
cosas siguiendo cierto orden, pero ese orden quedo complete en la narra-
cion del Genesis.
IV Dios, la Creadon y el pecado original 55
De anima 40.
IV Dios, la Creadon y el pecado original 57
" Atanasio, Orat/o contra Ar. 2.26. Ireneo parece haberse percatado de esta
dificultad en toda teologfa que se base en la absoluta trascendencia divina,
como puede verse en su argument© sobre el Pleroma de los gndsticos y su
relacidn con el universe: Adv. haer. 2,1.3,
2°D/a/. 56.11.
V^aseen particular a Filon, Deopif. 138; Leg. aleg. 1.31. EnAdv. haer. 1.14
y 28, Ireneo les atribuye a algunos gndsticos ideas semejantes.
" De princ. 1.3; 2.8; Comm. in Cant, proL; Comm. in Rom. 2.13.
60 Segunda parte - Lostres cipos en su formulacion clasica
" Esto lleva a Richard P. Hanson a declarar que «El tema crftlco sobre el cual
Origenes nunca aceptd la perspectiva biblica fue la importancia de la histo
ria. Para los autores biblicos, la historia es por excelencia el campo de la
autorrevelacion de Dios. ... Origenes era incapaz de ver o de entender tal
cosa. No rechaza ni abandona la historia... Pero si se arriesga a reducir su
importancia; y con ella, la importancia de los sacramentos y de la escatolo-
gfa. Para el, si la historia ha de tener alguna importancia, esto sera como
parabola actuada.» Allegory and Event: A Study of the Sources and
Significance of Origen's Interpretation of Scripture {Londres: SCM, 1959),
pp. 363-64.
" Deprinc. 1.7.
62 Segunda parte - Lostres tipos en su formulacion clasica
Strom. 3.16.
Adv. haer. 2.13.3.
IV Dios.lacreacionyelpecadooriginal 63
" Epid. 8.
64 Segunda parte - Lostres tipos en su formulacion clasica
" Epid. 26: «La «imagen» es el Hijo de Dios, en cuya imagen el humano fue
creado.»/Ac/v. haer. 5.16.2: «Desde tiemposantiguos se dijo que el humano
habfa sido creado segiln la imagen de Dios. Pero esto no se manifestaba
todavfa, porque el Verbo todavfa era invisible, y 61 fue el modelo para la
creacibn del humano.» Cp. Epid. 97.
Que se trata de un tema comun en la antiguedad puede verse en el hecho de
que Tertuliano lo afirma. Segun el, Dios «contemplando a Crlsto su Verbo,
que habfa de encarnarse, dijo «hagamos al humano a nuestra imagen y
semejan2a».» Adv. Marc. 5.8. Empero tal afirmaci6n no guarda relacibn con
el resto de la teologfa de Tertuliano. Parece ser sencillamente una opinidn
comun que 61 acepta, pero que no tiene funcion alguna en su p e n s a -
miento. Su interpretacion del imago Dei en el sentido deque el ser humano
se parece a Dios puede verse en Adv. Marc. 2.5. Su visidn est6tica de la
perfeccibn original aparece en Adv. Marc. 5.5. Muchos otros pasajes po-
drian citarse en el mismo sentido.
IV Dios. la creaciony el pecado original 67
Adv. haer. 4.14.1: «Al principio, Dios formo a Ad5n, no porque tuviera
necesidad de el, sino para tener a alguien a quien conferir sus beneficios."
Esto guarda relacion estrecha con la meta de divinizar a la criatura huma-
na—tema sobre el cual volveremos. El niiio creado originalmente debfa
recibir los beneficios divinos, y a consecuencia de ellos debia crecer y asf
ser capaz de una comunion m5s fntima con Dios.
Epid. 12: «Habiendo hecho a! ser humano senor de la tierra y de todo lo
que habfa en ella, secretamente le hizo tambien senorde sus servidores en
ella [es decir, los Angeles]. Estos ya habfan llegado a su madurez, mientras
que el senor, es decir, el humano, todavia era pequeno, y tenfa que crecer
para Ilegar a su perfeccion plena.» Puede que haya ecos de la misma
tradicibn en Tertuliano, De pat. 5, pero el sentido de ese texto es algo
oscuro. N6tese en todo caso que opiniones semejantes acerca de la supe-
rioridad de los humanos por encima de los angeles se encuentran tambi6n
en Pablo [1 Co. 6.3: <<^0 no sab6is que hemos de juzgar a los Angeles?"] y
en Hebreos 2.5-8.
Fueron los celos ante este alto destine de los humanos los que llevaron a la
cafda de Satanas. Epid. 16. Algo parecido aparece en Tertuliano, quien
dice que el diablo «no soporto con paciencia el que Dios sujetase toda su
creacidn al humano, a quien habia hecho a su imagen.» De pat. 5.
68 Segiinda parte - Los tres tipos en su formulacion clasica
A B C
^ De poen. 4: i<Lo que nos obliga a obedecer no es que sea bueno, sino que
Dios lo ha ordenado.»
^ De poen. 6.
'' Depucl.22.
V El camino y la meta de la salvacion 75
5 Ibid. 6.
^ Adv. Cel. 2. 2; Adv. Marc. 4. 14-16, 34-35.
' De Poen. 6: «No somos lavados para que dejemos de pecar, sino porque
hemos dejado de pecar, puesto que en el corazdn ya hemos side lavados.»
® Ibid. 7.
® De bap. 16: «Estos dos bautismos nos ha dado de su costado herido, para
que los que han creido en su sangre puedan ser lavados con el agua, y los
que han sido lavados con el agua puedan beber la sangre. Estees el bautis
mo que toma el lugar del lavacro en la fuente cuando no se ha recibido, y
lo restaura cuando se ha perdido.» El contexto muestra claramente que se
trata del martirlo, y no sencillamente de la eucaristfa.
76 Segunda parte - Lostres tipos en su formulacion clasica
Ibid. 1: oFeliz es nuestro sacramento del agua en el que se lavan los peca
dos de nuestra ceguedad temprana, se nos hace libres y se nos admite a la
vida eterna.B
" Es por esto que Tertuliano se opone al bautismo de quienes todavi'a ban de
sufrir las tentaciones m^s serias, como los ninos, los solteros y los viudos
que todavfa no ban sido om5s fortalecidos para la continencia». Ibid. 18.
Mand. 4.3. 6.
V El camlno y la meta de la salvacion 77
De anima 58.
78 Segunda parte - Lostres tipos en su fornnulacion clasica
De princ. 2.11.6.
"/b/d. 2.10.4-6; Deorat. 28.U: Horn. Num. 16.3.29.
De princ. 3.6.3.
V El camlno y la meta de la salvacion 83
Ibid. 3.1.23. Esta teorfa de los muchos mundos fue una de las razones por
las que el Quinto Concilio Ecumenico condend las ensenanzas de Orfgenes.
Adv. haer. 5.21.3.
Ibid. 3.22.4.
Vdase la discusidn detallada de este aspect© de la teologia de Ireneo en G.
Wingren, Man and the Incarnation: A Study in the Biblical Theology of
Irenaeus (Filadelfia: Muhlenberg Press, 1959), pp. 26-38.
84 Segunda parte - Los tres tipos en su formulacion ciasica
miembro del cuerpo que estaba sujeto a los poderes del mal, y
sin embargo no ser conquistado por esos poderes.
Por esa razon Ireneo no concentra toda la obra redentora de
Jesucristo en la cruz. Para el la cruz es de suma importancia,
pero no de tal modo que oculte la importancia no menor de la
encarnacibn, la resurreccion, etc. En la encarnacibn sucedib en
cierto sentido lo que Dios habia proyectado desde el principio,
es decir, que Dios y el ser humano se unieron." Pero, en vista del
pecado, la encarnacion ha tornado una dimension redentora.
Jesucristo es el nuevo Adan, el comienzo de una nueva humani-
dad que no es esclava de Satanas. Esto lo hizo viviendo toda una
vida humana, desde la nihez hasta la madurez.^® Cuando esa vida
culminb en la cruz, y los poderes del Maligno creyeron haber
triunfado sobre el, y se lo llevaron a su guarida, el Senor resucitb,
destruyendo asi el poder de quien habia creido llevarle cautivo,
y abriendonos a sus seguidores el camino por el que nosotros
tambi^n hemos de escapar de la esclavitud—lo cual nos recuer-
da las palabras de Efesios 4:8,: «llev6 cautiva la cautividad».
De igual modo que somos pecadores porque somos miem-
bros de un cuerpo cuya cabeza es el primer Adan, asf tambi^n
nuestra salvacion y liberacion de los poderes del mal se debe a
que somos parte de una nueva creacion, o de un nuevo cuerpo
cuya cabeza es Jesucristo. Mediante su encarnacibn, vida, muerte
y resurreccion, Jesus ha venidoaserel nuevo Ad^n, cabeza de la
nueva humanidad que es la iglesia. Esto es lo que Ireneo llama
«recapitulaci6n» (literalmente, «reencabezamiento»).
Ibid. 5.16.2.
Este es uno de los temas mis prominentes en la teologia de Ireneo. Es
importante recorder que al hablar de «recapitulaci6n» Ireneo se refiere
tanto a la repeticion, en sentido inverso, de los acontecimlentos que lleva
ron a la cafda del ser humano como a la creacion de una nueva humani
dad bajo una nueva cabeza. Entre estas dos dimensiones de la recapitula-
ci6n hay una relacidn estrecha.
86 Segunda parte - Lostres tipos en su formulacion clasica
Ibid. 3.16.6,
En terminos generales, las discusiones de Ireneo sobre el modo de la
encarnacidn se encuentran en pasajes que tratan acerca del propbsito de
esa encarnacion. ibid. 3.19.1,3.
«Ibid. 3.17.2.
88 Segunda parte - Los tres tipos en su formulacion ciasica
Ibid. 4.18.5. Esta nutrici6n afecta tanto al alma como al cuerpo. V^ase ibid.
5.2.2.
V El camino y la meta de la salvacion 89
Ibid. 5.32.1.
Ibid. 5.32.1.
V El camino y la meta de la saivacion 91
Ibid. 2.28.3.
92 Segunda parei - Los tres tipos en su formuiacion clasica
A B C
'' V6ase J.E.L. van der Geest, Le Christ et I'Ancien Testament chez Tertullien:
Recherche terminologigue (Nijmegen: Dekker Van de Vegt), 1972, pp.
16-24.
estamos bajo una nueva ley. La ley mosaica era <(flgura» o «som-
bra» de la ley por venir,^ y por esa raz6n ha sido abrogada. Pero
la ley que DIos nos ha dado a Ids cristianos es en su esencia la
misma que la ley antigua, aunque mucho mas estricta. Es asi que
Tertuliano interpreta los «mas yo os digo» del Sermon del Monte.
En resumen, todo esto resulta en un modo rigido, literal y
morallsta de leer las Escrlturas —aunque tambl^n es cierto que
en estos parrafos estamos subrayando lo que es tipico de Tertu-
lianO/ y que tambien el, al igual que Origenes e Ireneo, escribib
algunos pasajes en los que muestra una comprension mas dina-
mica y profunda del mensaje de las Escrlturas. Pero lo que aqui
nos Interesa es senalar y subrayar lo que es caracteristlco de nuestro
autor —y esa tarea se nos faclllta con cierta medida de exagera-
ci6n y de esquematlzaclbn.
Tipo B. Orfgenes se acerca a las Escrlturas con un espi'ritu
completamente distlnto del de Tertuliano.Como hemos drcho
anteriormente, lo que Origenes busca ante todo no son reglas de
conducta —aunque tambien busca eso— sino verdades eternas.
Puesto que tales verdades no han de depender de los sucesos que
tienen lugar dentro del tiempo, sino que han de ser anteriores a
ellos, lo que Origenes busca en las Escrlturasesel mododepene-
trar mas alia de lo temporal y pasajero, y llegar hasta lo Inmuta-
' «Figura» es el t^rmino latino que Tertuliano emplea para traducir el griego
«typos». For tanto, aparece con mayor frecuencia en los textos en que hace
uso de la heimeneutica tipologica, que Tertuliano toma de autores anterio
res tales como Justino e Ireneo. Ireneo concordarfa con Tertuliano en que,
una vez que la realidad ha venido, la figure o tipo puede verse como lal.
Pero no estarla de acuerdo en ver el Evangelio como una nueva ley.
Dos estudios excelentes son: R.P.C. Hanson, Allegory and Event: A Study
of the Sources and significance of Origen's Interpretation of Scripture
(Londres: SCM, 1959); y H. de Lubac, Histoire et esprit: L'intelligence de
I'Ecriture d'apr^s Orig^ne (Parfs: Aubier, 1950). Un estudio m5s reciente,
pero menos detallado, puede verse en Jack B. Rogers y Donald K. McKim,
The Authority and Interpretation of the Bible (San Francisco; Harper &
Row, 1979), pp. 11-16.
100 Segunda parte - Lostres tipos en su formulacion clasica
bleJ"" Esto quiere decir que su interes esta en ir mas all^ de lo que
el texto biblico nos dice acerca de ciertos acontecimientos histo-
ricos, y llegar al sentido ultimo que se esconde tras el texto.
Orfgenes cree que el texto bfblico tiene normalmente al me-
nos dos sentidos: uno literal y otro espiritual. En ocasiones, Orf
genes se entusiasma con un texto, y expone una multitud de sen
tidos que puede tener.^^ Pero para los propdsitos de nuestra dis-
cusion presente, digamos sencillamente que por lo general todo
texto bfblico tiene al menos un sentido literal y otro espiritual. El
sentido literal es lo que el texto dice a las claras. Este sentido no
ha de rechazarse, excepto en aquellos casos en que dice algo
indignode Dios —por ejempio, expresiones antropomorficas— o
en aquellos otros casos en que el texto es en sf mismo una alego-
rfa —como cuando Jesus nos dice que el es la vid verdadera.
Pero aun en aquellos casos en que el sentido literal no ha de ser
rechazado, siempre es un sentido inferior, que va dirigido a las
gentes mas ignorantes, menos Inteligentes, o con menos curiosi-
dad intelectual.^^ Quienes se quedan en el muestran tendencias
Deprinc. 4.1.8.
" Al tratar mas sistem^ticamente sobre los diversos niveles de sentido del
texto escriturario, Orfgenes tiende a hablardetres sentidos: uno literal, que
corresponde a la carne, otro mSs avanzado que corresponde al alma, y
uno aun superior, que corresponde al espfritu. Estos tres los llama a veces
«hist6rico», «moral» y «mfsticoB. De Princ. 4.2.4; Horn. Lev. 5.5. Empero lo
cierto es que en su propia pr^ctica Orfgenes trata de desdoblar tantos
sentidos como le es posible.
Esto no quiere decir, sin embargo, que el sentido literal carezca de valor,
pues hay muchas personas que no pueden ascender a los sentidos mas
elevados o no estan listas para hacerlo. Tales personas necesitan la ense-
hanza literal. «Nuestros profetas, asf como el propio Jesus ysus apostoles, se
ocuparon de hablar de tal forma que sus palabras no solo comunicasen la
verdad, sino que tambi^n ganasen a las multitudes, hasta que llegase el
momento en que cada cual, atrafdo y dirigido hacia las realidades superio-
res, ascendiese todo lo que pudiera hacia la comprension de los misterios
que se encuentran en esas palabras al parecer tan sencillas» {Adv. Cel. 6.2}.
VI El uso de las Escrituras 101
De princ. 4.1.8.
Refiri^ndose a un pasaje en el Comentano sobre juan en el que Orfgenes
afirma que hay reglas para la correcta interpretacidn alegorica, Hanson
dice acertadamente que <'en realidad es imposible encontrar tales reglas en
el modo en que Orfgenes emplea la alegorfa. Su uso no se ajusta a regia
alguna.» A//egor/and..p. 245.
Hay una breve discusidn de este tema, con ejemplos concretos, en R.M,
Grant, The Earliest Lives of Jesus (Londres; SPCK, 1961), pp. 41-46. El
propio Orfgenes criticd a sus contrincantes paganos por estar dispuestos a
interpretar sus propios escritos de manera alegorica, pero no la Biblia.
«Cuando estudian las teogonfas de los griegos, o las historias sobre los
doce dioses, les dan cierta dlgnidad revistiendolas de sentido alegdrico.
Pero cuando quieren desprestigiar nuestras narraciones bfblicas, dicen
que son meras fibulas burdas y pueriles.» [Contra Cel. 4.44).
102 Segunda parte - Los trestipos en su formulacion clasica
" Es por no ver la diferencia entre tipologia y alegoria que J. Lawson acusa a
Ireneo de alegorizar el sentido de las Escrituras: The Biblical Theology of
Saint Irenaeus (Londres: Epworth, 1948), p. 83.
Adv. haer. 4.20.12.
106 Segunda parte - Los tres tipos en su formulacion clasica
' ' I B I C
Pecado Romper la ley No contemplar Desobediencia
al Uno Antlcipatorio
Cuestion de perspectiva
Hasta aqui, hemos venido exponiendo ycomparando nues-
tros tres tipos de teologia segun aparecian hacia fines del
siglo segundo. El lector o iectora probablemente reconocera el
tipo A como el mas comun, puesto que en buena medida repre-
senta lo que acostumbramos considerar el cristianismo tradicio-
nal o estrictamente ortodoxo, tanto dentro del catolicismo roma-
no como dentro del protestantismo. Posiblemente el tipo B le
resulte un poco mas extrano, particularmente en sus mas extre
mes vuelos de fantasia —como, por ejemplo, la preexistencia de
las almas. Pero en terminos generales tambien se habran notado
puntos de contacto con algunas de las teologias mas «liberales»
de los ultimos dos siglos. Con toda probabilidad, el tipo C le
habra parecido el mas extrano y sorprendente— y es precisamen-
te por esa razon que resulta importante recalcar que en la iglesia
antigua existia esta tercera opcion, y dar a conocer algunas de
sus posturas sobresalientes.
Sin embargo, si limitasemos nuestra consideracion de los tres
tipos senalados a su exposicion y comparacion, estarfamos si-
guiendo en metodo de investigacion teologica que, con todo y
sertfpico de buena parte de los estudios teologicos contempora-
neos, es un reflejo de la hegemonia del tipo B en los circulos
academicos. Tal metodo, que cree posible estudiar las ideas sin
tomaren cuenta sus contextossociopoliticosy sus agendas impli-
citas y hasta inconscientes, ha sido duramente criticado en tiem-
pos recientes. Ese metodo se desentiende del impacto de las agen
das sociales, politicas y economlcas sobre las formulaciones
110 Segunda parte - Lostres tipos en su formulacion clasica
'Contra Cel. 1.8, 10, 21; 2.60; 3.34, 48, 79; 4.54, 75; 5.5.
®Dial. 3; Panegfrico 6.
3 Strom. 1.20.
Strom. 5.71.
118 Segunda parte - Los cres tipos en su formulacion clasica
Allf se nos dice que Perpetua era de familia noble y que habfa recibido una
educacibn esmerada («/ione5te nata, liberaliter instituta, matronaliter
nupta»). Passio SS. Perp. et Pel. 2.
De cuitu fern.1.9. For otra parte, tambien declare que Jesus defendib a los
pobres y condend a los ricos (Depat. 7),y que a los ricos las pruebas se les
hardn m5s diffciles que a otras personas (De cuItu fern. 13).
Tertuiiano, De fuga in pars. 12.
Apol. 10.
VII Cuestion de perspectiva 121
Hay que recordar que en el mundo antiguo el status social no era siempre
lo mismo que la clase econdmica. En e! caso de Lyon, A.H.J. Jones, «The
Economic Life of the Towns of the Roman Empire," en Recuelis de laSociete
Jean Bodin (1955), pp. 182-83, ha mostrado que entre los mercaderes y
empresarios de Lyon habia extranjeros y llbertos, pero ninguno de ellos
tenfa el tftulo de ciudadano, y por tanto su status social debe haber sido
bajo. Puesto que los nombres de los cristianos en Lyon y en Viena eran
mayormente griegos, es dable pensar que, si alguno de ellos tenia cierta
aceptacidn social en la comunidad en general, ello se deberfa a su clase
economica mas bien que a su status social.
Eusebio, Hist. eccl. 5.1.10.
124 Segunda parte - Lostres tipos en su formulacion clasica
El curso de la teologia
occidental
La teologia patristica:
el papel de San Agustin
Aprincipios del siglo cuarto, tuvo lugar un gran cambio en
la vida de la iglesia. Casi inmediatamente despues de las
mas cruenta de las persecuciones, el emperador Constantino co-
menzo a darles a los cristianos muestras de su favor. Esas senales
del favor imperial continuaron hastata! punto quecincuentaafios
mas tarde el cristianismo fue declarado la religion oficial del
Imperio Romano, y se tomaban medidas para erradicar las viejas
religiones del Imperio.^ Desde la perspectiva de los cristianos a
quienes toc6 vivir en aquella epoca, esos acontecimientos eran
totalmente inesperados, y muchos vieron en ellos una interven-
cion de lo Alto. Esto se entiende si tenemos en cuenta el enorme
alivio y triunfo que deben haber sentido quienes habian vivido
bajo la constante amenaza —yfrecuentemente la sangrienta rea-
lidad— de la persecucion, y cuyos vecinos los veian como la
peor escoria de la sociedad.
Ai menos, esto es cierto del debate entre ambas partes una vez cristalizadas
los posiciones de cada cual. R. C. Gregg y D. E. Groh, en Early Arianism: A
View of Salvation (Filadelfia: Fortress, 1981) ban mostrado que en el
arrianismo temprano las consideraciones de orden soterioldgico prece-
dfan a las de orden especulativo. La otra excepcidn es Atanasio, buena
parte de cuya refutacidn del arrianismo se deriva de temas tradicionales de
la teologia de tipo C.
140 Tercera parte - El curso de la teologia occidental
sobre este tema, se dio por sentado que el mejor modo de hablar
de la divinidad era en t^rminos de negacion de toda caracteristica
humana. El humano es finito; Dios es infinito. El humano es muta
ble; Dios es inmutable. El humano es un ser limitado al espacio;
Dios es omnipresente. El humano es un ser de conocimiento limi
tado; Dios es omnisciente; El humano es un serde poder limitado;
Dios es omnipotente. Todo lo que el humano es, Dios no lo es. Y
todo lo que Dios es, el humano no lo es.
Lo que esto quiere decires que el misterio de la encarnacion,
que es por naturaleza eso, un misterio, se volvio ahora una con-
tradiccion logica. Ser divino es todo lo contrario a ser humano.
Y sin embargo, jDios se hizo hombre! Una vez que los terminos
se plantean de ese modo, resulta necesario tratar de elucidar el
modo en quetal cosa es posible, y al mismo tiempo todaeluclda-
cion lleva a la contradiccion logica. jPedirle a alguien que expli-
que la encarnacion dentro de tales terminos es como pedirle a un
cocinero que nos sirva helado caliente!"
En todo caso, lo importante es recalcar que, aunque estos
debates tuvieron lugar principalmente en el Orlente, su impacto
se hizo sentirtambi^n en el Occidente. En efecto, puesto que los
cuatro grandes concilios —asf como los que les siguieron— goza-
ron de autoridad dogmatica en el Occidente, y puesto que esos
concilios daban por sentado la idea de Dios que era caracte-
" De hecho, las alternatlvas que tal cocinero tiene son semejantes a las que
tomaron los varies tedlogos condenados como herejes en el curso de los
debates cristoldgicos. Una alternativa es tomar todos los elementos que el
helado lleva (huevos, leche, azucar, etc.), calentarlos, y llamarlos «helado
caliente». Esta fue la alternativa de la llamada «escuela de Alejandrfa», y en
particular del monofisismo, que estaba dispuesto a afirmar que Jesucristo
es «dedos naturalezas», pero no «endos naturalezas». La otra alternativa es
tomar helado y de algun modo recubrirlo de una substancia caliente. Hay
una receta de reposteria en la que se toma un bloque de helado, se le cubre
de merengue y bizcocho, se le pone en un homo a alta temperatura, y se
sirve el «helado caliente». Esla alternativa de separar la divinidad y la huma-
nidad de tal modo que ambas sean compatibles es semejante a la del
nestorianismo.
VIII Lateologiapatr!stica:elpapeldeSanAgustin 141
afirmo que el fin sena m5s que un mero regreso a! Ed^n.''' Nues-
tro estado a! final no sera como el de Adan y Eva al principio. El
largo proceso del pecado y la redencidn nos llevar^ a una condi-
cion mas elevada. Pero, en el caso en que Adan y Eva no hubie-
ran pecado, Dios les habria trasladado directamente a esa nueva
condicion, sin necesidad de la historiad^ Agustin no ve la necesi-
dad, como Ireneo, de que las criaturas humanas crezcan y sean
adiestradas en justicia mediante un proceso histdrico. Adem^s,
al llegar el fin no habr^ mas historia. Agustin no deja lugar algu-
no para el crecimiento eterno que hemos visto al estudiar a Ireneo.
Su imagen del cielo, debido al platonismo de que Agustm esta
imbuido, tiende a ser estatica —aunque, al decir que en el cielo
retendremos la libertad de no pecar, mantiene un elemento de
libertad y movimiento que la teologia posterior dejaria a un lado.
El segundo punto en el que la tradicion platonica influyo so-
bre Agustin, y a traves de el sobre toda la teologia occidental, es
en su doctrina del alma. La idea de que el alma es incorpdrea,
que casi toda la teologia posterior dio por sentada, tuvo pocos
adherentes en la iglesia occidental antes de Agustin. En el Orien-
te, mayormente debido a influencias neoplatdnicas, la opinidn
mas comun era que el alma es incorpdrea. Pero cuando Agustin
propuso la misma idea en el Occidente, hubo muchos que se
escandalizaron, diciendo que no encontraban base biblica algu-
na para tal doctrina, y que en todo caso habfa una larga tradi-
cidn, que existia por lo menos desde tiempos de Tertuliano, que
afirmaba lo contrario. Por largo tiempo tras la muerte de Agustin,
su teoria de que el alma es incorpdrea fue debatida, y encontrd
fuerte oposicidn. Poco a poco, debido sobre todo a la autoridad
creciente de Agustin como el gran maestro de teologia en Occiden
te, y debido ademas al impacto del neoplatonicismo que se iba
' CesSreo de Arl^s (editado por Migne como Pseudo-Agustfn), Serm. 256;
257. 3, Isidoro de Sevilla, De off. 2. 9. Por otra parte, vease CesSreo, Serm.
249. 6; 258. 2.
^ E. Amann, "Penitence; Les Ve et Vie siecles,» DTC 12: 835-36.
IX La teologia medieval 151
^ Vease, por ejempio, el decreto del Concilia de Toledo del aiio 589: «Ha-
biendo sabido que en algunas iglesias de Espaiia, los hombres hacen
penitencia por sus pecados, no conforme a los c^nones, sino que
repugnantemente, cuantas veces quieren pecar, otras tantas piden ser re-
conciliados por el presbftero. Por lo tanto, afin de extirpar un atrevimiento
tan execrable, manda este santo concilio que la penitencia se d^ conforme
a la norma canbnica de los antiguos." Jos6 Vives, ed., Concilios visigdticos
e hispano-romanos (Barcelona; Consejo Superior de Investigaciones Cien-
tificas, 1963), p. 128.
" Vease G. LeBas, i<Penitentiels,» DIG 12: 1160-79; Mary F. Braswell, The
Medieval Sinner: Characterization and Confession in the Literature of the
English Middle Ages (Londres: Associated University Presses, 1983).
152 Tercera parte - E! curso de la teologia occidental
® Canon 21: «Todos los fieles de ambos sexos que hayan llegado a la edad
de la discrecidn deben confesar sus faltas a sus propios sacerdotes por lo
menos una vez al ano, cumplir segun su capacldad la penitencia impuesta,
y reverentemente participar del sacramento de la eucaristia, por lo menos
en el Domingo de Resurreccidn, a menos que su sacerdote tenga buena
raz6n para posponer su participacibn en el sacramento. Los que desobe-
dezcan ser^n excluidos de la iglesia; y al morir no se les conceder4 sepul-
tura cristiana.»
iX La teoiogia medieval 153
^ De civ. Dei 21, 13, 24, 26; De Gen. contra Manich. 20. 30.
^ Dial. 4. 39, 55; Moral. 15. 29.
® La doctrina del purgatorio, para entonces generalmente aceptada en el
Occidente, era uno de los puntos de conflicto entre el Occidente y el
Oriente. Puesto que uno de los propositos del Concilio era llegar a un
acercamiento entre la iglesia oriental y ia occidental, esta cuestion sali6 a la
superficie. Por razones politicas, los delegados orientales necesitaban lle
gar a un acuerdo con el Occidente, y por ello se vieron obligados a afirmar
la existencia del purgatorio. Pero aun entonces, la formula empleada era
una solucion que les permitia a los orientales entender el purgatorio de
otro modo. En esa formula se hablaba de «purificaci6n o expiaci6n». Mien-
tras el segundo t^rmino expresa la opinibn del Occidente (que se deriva del
tipo A, el primero expresa una posicibn semejante a la de Origenes, que
resultaba mas aceptable en el Oriente.
154 Tercera parte - El curso de la teologia occidental
V6ase la historia del monje Justo, salldo del purgatorlo despues que trelnta
misas fueron dichas por el. Dial. 6. 55. Por esa razon tales misas recibieron
el nombre de «misas gregorianas».
" De pat 13; De cult fem. 1.1.
De fug. 7. 44.
Comm. inPs. 53. 12; 129. 9.
IX La teologia medieval 157
^ «Debemos huir de los que ban reducido el poder del bautismo a dimensio-
nes tan pequenas y estrechas que, mientras dicen que ciertamente en 61 se
derrama la gracia sobre nosotros, dicen tambi6n que despu6s de el esa
gracia se pierde por el pecado, y que entonces es necesarlo llegar al cielo
de otro modo, como si el bautismo se hubiera vuelto completamente inutil.
... El bautismo nunca se torna inutil, al menos que desesperes y te niegues
a regresar a su salvacion. Puedes ciertamente apartarte del signo por algun
tiempo, pero no por ello es inutil el signo.., .Per tanto, nunca estamos sin
el signo del bautismo ni sin la realidad que significa. Ciertamente, continua-
mente necesitamos ser bautizados mas y mas, hasta que en el dia postrero
lo cumplamos perfectamente.» La cautividad babildnica de la iglesia {LW,
36:69).
X A partir de la Reforma 163
Ibid., p. 56.
X ApartirdelaReforma 171
Kerygma and Myth (Nueva York: Harper & Brothers, 1961), p. 35.
176 Tercera parte - El curso de la teologla occidental
Pertinencia actual
todas las iglesias jovenes eran copias de los cuerpos que las ha-
bian fundado. Aunque habfa liderato nacional, la mayor parte
de las posiciones de responsabilidad las ocupaban misioneros
extranjeros. En muchos paises, la poblacion en general conside-
rabaque las iglesias que en ellos habfa eran trasplantes extranje
ros y extranjerizantes.
Todo esto habfa cambiado radicalmente al terminar el siglo
veinte. Muchas de las iglesias llamadas «j6venes» mostraban un
empuje mayor que el de sus iglesias madres. En los dfas en que
escribi estas Ifneas, me llegaron dos comunicados. Uno de ellos
decfa que el numero de miembros de la Iglesia Metodista Unida
en los Estados Unidos continuaba decreciendo. En contraste, el
otro decfa que en un pafs donde el metodismo llego hace poco
mas de cien anos los metodistas estan preocupados, porque su
crecimiento no sobrepasa el 5% anual. Al mismo tiempo, en toda
la superficie del globo han surgido iglesia autoctonas, muchas de
ellas con una tasa de crecimiento sorprendente.
Resulta ironico hoy, para quien como yo vive en los Estados
Unidos, escuchar los comentarios de quienes afioran los viejos y
al parecergloriosos tiempos en que los misioneros norteamerica-
nos se encontraban por todas partes del globo, y no se percatan
de que esa misma aiioranza niega el exito sorprendente de aque-
llos misioneros. Mandar m^s misioneros hoy, a hacer lo mismo
que los misioneros de antaiio, implicarfa que aquellos misione
ros fracasaron, y que su obra queda por hacer, cuando en reali-
dad los hechos muestran todo lo contrario. El movimiento misio-
nero tuvo exito. Y precisamente porque tuvo exito, y hay ahora
iglesias establecidas en casi todos los rincones de la tierra, resulta
necesario buscar nuevos patrones para la mision.
Si los cristianos de las iglesias que antes enviaban misioneros
se niegan a aceptar tales hechos, e insisten en continuar una ta-
rea que en buena medida ya se ha llevado a cabo, tres cosas
resultan claras: primera, que esos cristianos no creen que los
misioneros y misioneras de antafio hayan hecho su labor; segun-
da, que no conffan en sus hermanas y hermanos de las iglesias
182 Cuartaparte-Pertinencia actual
^ Bulletin of Aromic Scientists, Feb., 1985. Citado por Luis N. Rivera Pagan,
«Idolatrfa nuclear y paz en el mundo: breves reflexiones teol6gicas», Apun-
tes 7:1987, p. 77.
XI Pertinenda actual 189
Por todo esto, hacia fines del siglo veinte la humanidad toda
comenzo a contar el costo del supuesto progreso de la moderni-
dad. Sin negar el valor, por ejempio, de las nuevas t^cnicas m6-
dicas o de las nuevas facilidades de comunicacion, hoy resulta
claro que el «progreso» de la modernidad no alcanzo a buena
parte de la raza humana —o, peor todavia, la alcanzo para traer
destruccion y miseria. En muchos casos, ese progreso se alcanzo
tambien a expensas de sistemas ecologicos cuya destruccion ten-
dra consecuencias todavia desconocidas. Ya hacia fines de! siglo
veinte, y m^s todavia en el veintiuno, resultaba claro que el glo-
bo terraqueo no podia sostener el tren de vida de los paises su-
puestamente desarrollados. Si el mundo entero alcanzara el ni-
vel de «desarrollo» del Atlantic© del Norte, con un automovil por
cada dos o tres personas, ^por cu^nto tiempo podrfamos respi-
rar? Si el mundo todo produjese desperdicios industriales al paso
en que los produce el mundo «desarrollado», ^porcuanto tiempo
habri'a vida en el oc^ano?
Todas estas preguntas, y muchas mas de semejante I'ndole,
indican que desde el punto de vista del «Tercer Mundo» ~es de-
cir, desde el punto de vista de la inmensa mayorfa de la humani
dad— las promesas del Norte han resultado ser falsas.
Estos tres elementos —el desarrollo de una iglesia verdadera-
mente universal, las nuevas condiciones posconstantinianas, y el
fracaso de las promesas del Norte— retan a los cristianos en todo
el mundo, y no solamente en los pafses pobres. Cada vez son
mas los creyentes que se encuentran en situaciones semejantes a
las que existfan antes de Constantino. El solo hecho de llamarse
cristiano, o de ser Ifder de la iglesia, ya no es el motivo del res-
pecto que antes fue. La iglesia ya no puede contar con la escuela
publica o las costumbres de la socledad para transmitir los valo-
res cristianos y para inculcar en las nuevas generaciones una vi
sion cristiana de la vida y del mundo. Cada vez son mas los cris
tianos que experimentan una fuerte tension entre sus conviccio-
nes y las realidades del mercado y del taller. Muchos sencilla-
mente se dan por vencidos 6 deciden que su fe es cuestion priva-
190 Cuartaparte-Pertinencia actual
da e interna, que tiene poco que ver con su vida social y econo-
mica. Pero otros ccntinuan luchando con esa tension, y llegan
asf a una visidn mas profunda de su fe cristiana —y una visidn
que se asemeja en mucho al tipo C de teologia.
Esto ha tenido lugar tanto en las tierras tradiclonalmente cris-
tianas del Norte como entre las «iglesias ]6venes» de los paises
mas pobres. Esta nueva teologia de tipo C, como su contraparte
de los primeros siglos, no ve el cristianismo ante todo como un
modo de alcanzar el cielo, sino mas bien como una ventana que
nos muestra los propbsitos de Dios para la historiay para la crea-
cion, y nos invita a unirnos a esos propositos. Esta teologia, nue
va pero semejante a la vieja teologfa de tipo C, se fue abriendo
paso hacia fines del siglo veinte, segun los negros en Sudafrica,
los campesinos centro y sudamericanos, los negros en
Norteambrica, los barrenderos en la India, las mujeres en todo el
mundo, y muchisimas otras personas, se organizaban para resis-
tir represiones y opresiones de toda suerte.
Muchas de las rafces de esta nueva clase de teologia se remontan
a la primera mitad del siglo veinte, y a los escritos de Karl Barth.
Barth habia estudiado con algunos de los m^s famosos teblogos
liberales de su tiempo, pero en medio de las tragedias de la Pri
mera Cuerra Mundial descubrio que lo que habia aprendido con
ellos no le servia de mucho en sus esfuerzos de servir como pas
tor, y de tomar en cuenta las realidades amargas de la vida. La
teologfa que Barth comenzo a explorar en su Comentario a los
Romanes, y que encontrb su expresibn mas madura en la Dog-
matica eclesiastica, rechazaba el liberalismo facil de las genera-
ciones que le precedieron. Pero esto no hizo que Barth regresase
a los sistemas rfgidos del escolasticismo protestante, con su teolo
gfa de tipo A. En su lugar, desarrollo una teologfa diferente, que
se basaba cada vez m^s en la Palabra de Dios —que no es sino
Dios mismo— como su unica fuente de autoridad. Esta teologfa
volvio a colocar la historia y la escatologfa en un lugar predomi-
nante, y por tanto abrio el camino para un redescubrimiento y
restauracion de la teologfa de tipo C.
XI Pertinenda actual 191
V^ase "Das erste Gebot als theologisches Axioma, Zwischen den Ze/ten, 12
(1933), particularmente la p. 308. V^ase tambi^n su respuesta a Emil Brunner,
Nein! Antwort an Emil Brunner, Theologische Existenz heute, No. 14.
192 Cuartaparte-Pertinencia actual
Durante buena parte del siglo veinte hubo una constante bus-
queda de nuevas pr^cticas llturgicas que sirviesen para expresar
mejor la fe de la iglesia. Esa busqueda ha llevado en muchas
direcciones diferentes: el retorno del catolicismo romano al cul
to en los idiomas vernaculos, la nueva himnologia tanto entre
catolicos como protestantes —incluso muchos himnos surgidos
en una de esas dos tradiciones y frecuentemente empleados en la
otra—, una relacion mas estrecha entre la liturgia y la predica-
cion, el creciente uso del aho cristiano y de leccionarios entre
protestantes, etc.
Posiblemente el elemento de mayor peso en toda esta refor-
ma del culto haya sido la recuperacion de antiguas pr^cticas
liturgicas. Gracias a la investigacion historica, hoy sabemos mu-
cho m^s que hace dos o tres generaciones acerca de las prMcas
y ceremonias bautismales y eucaristicas de la iglesia antigua. Un
paso importante en todo este proceso fue la atribucidn final a
XI Pertinencia actual 199
' En este contexto, resulta interesante notar que Hip6lito seguia a Ireneo en
su vision de la obra de Cristo como una «recapitulaci6n», as! como en
varios aspectos de su escatologfa. Pero el rigorismo moral de Hipdiito, que
a la postre le llevd a romper con el resto de la iglesia, tenfa mucho del tipo
A —no olvidemos que Tertuliano, como Hipdiito, dejd la iglesia precisa-
mente porque pensaba que no era lo suficientemente rigurosa. Tambidn es
interesante notar que tanto Hipdiito como su rival Calixto se planteaban las
cuestiones que les dividlan en tdrminos tfpicos del tipo A de teologfa.
200 Cuarta parte - Pertinencia actual
Ibid., p. 34.
Ibid.
Ibid., p. 119.
'5/fa/d, p. 118.
206 Cuarta parte - Pertinencia actual
Desde el siglo y hasta el siglo: Esbozos teologicos para el sigh XXI (Mexico
y Austin: Ediciones STPM y AETH, 1997), pp. 101-34; Out of Every Tribe
and Nation: Christian Theology at the Ethnic Roundtable {Nashville:
Abingdon, 1992), pp. 18-27.
XI Pertinencia actual 207