Temario H.E.M.1a Parte Nuevo
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La historia de los pueblos primitivos, tanto la oral como la escrita, adoptó un carácter mítico
en el que se mezclaban datos reales con elementos mágicos y religiosos. Conforme avanzó el
pensamiento racional en las civilizaciones antiguas, la historia adoptó métodos de
investigación y se inclinó hacia la reflexión; en un principio solo con intenciones moralizadoras
o didácticas, pero después con un carácter cada vez más científico funda- mentado en la
recopilación de información y en el análisis de los múltiples aspectos de las sociedades
humanas.
Los pensadores antiguos entendían la historia como magistra vitae, maestra de la vida, según
una concepción que atribuía al conocimiento del pasado una función eminentemente
moralizadora y didáctica, es decir orientada, a la enseñanza moral sobre los aciertos y errores
de los hombres de otras épocas. Con el paso del tiempo, la historia intentó alcanzar fines más
objetivos e imparciales, aunque su original carácter didáctico y formativo se ha mantenido
hasta la fecha en gran medida. De hecho, el estudio de la historia sigue considerán- dose
esencial no solo para la educación de una población en general, sino para la formación de los
políticos encargados de regir los países, quienes extraen enseñanzas de la historia para
orientar sus decisiones políticas.
1.1.- LA IMPORTANCIA DEL ESTUDIO DE LA HISTORIA ECONÓMICA:
Del texto: El largo curso de la economía mexicana por: Enrique Cárdenas Sánchez.
¿Qué es la historia económica y para que estudiarla?
Se puede decir que el objeto de la historia económica es entender cuál ha sido y que ha
causado el desen-volvimiento de la economía en general, de un sector, de una actividad o
grupo poblacional en un lugar y periodo determinados. Se pretende dilucidar cuál ha sido el
desempeño de la economía, sus causas y características, así como sus consecuencias
inmediatas y a más largo plazo. La historia económica es una rama fundamental del estudio
de la economía, que brinda un contexto a lo que se estudia en la teoría con el apoyo de los
métodos cuantitativos. Por ello, J. Schumpeter consideraba que para ser un buen economista
se requerían conocimientos sólidos de teoría económica, matemática, econometría... e
historia. Al ser una ciencia social, la economía difícilmente puede proporcionar la
experimentación que caracteriza a ciencia dura. Los eventos no son repetibles y por tanto su
análisis y predicción son complicados en sí mismos. En ese sentido, la historia económica
brinda un “laboratorio” en el que podemos observar eventos o fenómenos sociales, que
ocurrieron en una circunstancia específica, pero cuyo análisis nos permite entender mejor
cómo funciona una economía, sus agentes, sus mercados, etc. Estudiar historia económica nos
brinda más memoria, más pistas para entender la realidad, y por lo tanto más posibilidades
para entender el presente y vislumbrar el futuro. De ahí radica, en buena medida, su
importancia.
Texto: Historia de México, el proceso de gestación de un pueblo. Autor Gloria M.
Delgado de Cantú:
El papel de la economía en los procesos históricos fue resaltado a partir de la segunda mitad
del siglo XIX por Carlos Marx y la escuela del Materialismo Histórico. La historia económica fue
la primera en ser reconocida como una especialidad dentro del amplio campo de la historia, y
para principios del siglo XX se le había definido ya como área de estudio en varios países. En
muchas universidades, especialmente en E.U., la historia económica empezó a estudiarse no
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como parte de la historia general, sino en relación con la economía, ciencia social que recién
había adquirido su propio reconocimiento como disciplina académica.
En la segunda mitad del siglo XX se desarrolló un tipo de historia cuantitativa, esto es, que
utiliza sistemas estadísticos y matemáticos para determinar la clasificación de los fenómenos
relacionados con la economía mediante comparaciones y análisis de éstos a partir de datos
cuantificados. Los temas de mayor interés se relacionan con el desarrollo de la producción, el
comercio, las finanzas, el empleo y todo aquello que se refiera a los procesos de cambio en el
ámbito de la economía, desde el punto de vista nacional o internacional. Por otra parte, la
historia económica guarda una importante relación con la demografía histórica, que también
utiliza métodos cuantitativos para el estudio de las poblaciones y su nivel de vida.
1.1.1.- Conceptualización de la historia económica:
La relación entre economía e historia es una de las más importantes para el estudio de la
evolución de las sociedades humanas; muchos de los conceptos que la historia utiliza para
explicar el desarrollo de las sociedades humanas corresponden a la teoría económica. A partir
de la perspectiva evolucionista de Carlos Marx, quien, a través de su esquema basado en los
modos de producción: comunidad primitiva, esclavismo, feudalismo y capitalismo, estableció
una línea de desarrollo histórico para las sociedades occidentales, los factores económicos han
sido considerados de gran importancia para los historiadores.
Conceptos como satisfacción de las necesidades humanas, bienes de producción y servicios,
mercado, factores de producción, empleo, PIB, ingreso percápita, crecimiento económico,
inflación, etc., son ya indispensables para comprender de manera integral a la historia. La
historia económica sirve a la comprensión de nuestro presente no por medio de la elaboración
de leyes universales, sino por el estudio de las leyes del desarrollo de los sistemas económicos
concretos y su secesión.
1.1.2.- La historia socioeconómica en México:
Texto historia del capitalismo en México. Autor Enrique Semo.
Concebimos la historia de México como una sucesión de formaciones socioeconómicas, cada
una de las cuales surge en el seno de la anterior. Asignamos a la histórica económica la tarea
del análisis de cada uno de estos sistemas y la elaboración de modelos que nos permitan
comprender las leyes de su evolución, es decir, de su surgimiento, auge y desaparición.
Cada formación socioeconómica constituye un conjunto de elementos ligados por relaciones
determina- das. El sistema no es explicable por sus elementos, ni puede ser reducido a la
suma de sus partes. Por el contrario, es el conjunto orgánico de relaciones el que da a cada
elemento su sentido específico.
A lo largo de 4 siglos de historia mexicana, puede observarse la persistencia de una serie de
unidades de producción tales como la comunidad agraria, la hacienda, la manufactura, etc.,
cuyos rasgos internos persisten. Pero su función económica, su importancia y sus leyes de
evolución, dependen totalmente del sistema general en el cual están enmarcados.
La comunidad (la sociedad en comunidad) era en los siglos XVI y principios del XVII la base
productiva de una estructura despótico-tributaria. En el presente, la misma comunidad
subsiste en algunas regiones, pero como elemento subordinado al desarrollo del capitalismo
mexicano. En el siglo XVII, “la hacienda” representa un gran avance: la consolidación de la
propiedad privada, la sustitución de los métodos de producción comunales por otros, mucho
más avanzados. A finales del siglo XIX, su función es totalmente diferente, pues constituye el
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freno principal al desarrollo del mercado nacional de productos y mano de obra. Lo mismo
sucede con ciertas relaciones como la de dependencia. Esta persiste desde el siglo XVI hasta
nuestros días, pero su función concreta y su importancia relativa dependen siempre del
sistema socioeconómico del cual forma parte.
Para entender el crecimiento económico de las naciones, debemos de conocer las diferentes
corrientes económicas que se presentaron a partir del siglo XVI y hasta nuestros días, tales
como: el mercantilismo, los fisiócratas, el liberalismo, los keynesianos y los fridmanianos.
MERCANTILISMO: Entre los siglos XVI y XVIII, las monarquías europeas practicaron el
mercantilismo que consideraba esencial la expansión de mercados y la protección de los
intereses comerciales; con la finalidad de enriquecer y fortalecer el poder de sus Estados,
apoyada por la burguesía, ya que esta necesitaba de un poder sólido que impulsara las
actividades comerciales, tanto en lo interno como en lo externo, para lograr el aumento de la
riqueza nacional. Dentro de las características del mercantilismo tenemos:
a). Acumulación de metales preciosos: oro y plata, como la riqueza de una nación.
b). Contar con una balanza comercial positiva, donde el Estado fomentaba las exportaciones y
limitaba las importaciones. Acaparar las materias primas, los mercados, así como una
monopolización del comercio y la industria mediante una rígida reglamentación.
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LIBERALISMO O CORRIENTE CLÁSICA: Los ideólogos de la burguesía, ante los cambios que
se presentaron en Europa en el siglo XVIII, estudiaron las corrientes de pensamiento que se
habían presen- tado hasta ese momento, y decidieron elaborar una nueva corriente de
pensamiento basada en los prin- cipios de utilidad personal, libertad de empresa y
legitimación del gobierno por la sociedad y de esta forma surgió el liberalismo, consistente en
un sistema que trasladó los principios sociopolíticos de libertad e indivi- dualismo a lo
económico. Sus principales contribuciones fueron: el libre cambio, la libre competencia y la
contratación individual del trabajo, ya que los procesos de producción de la industria requerían
de cam- bios en su política económica.
El liberalismo reivindicó todos los derechos naturales del hombre, en busca de un mayor
progreso social.
Los principales representantes del liberalismo fueron: Adam Smith (1723-1790) y David
Ricardo (1772-1823), ambos economistas ingleses. Trazaron la teoría no intervencionista del
Estado, con el fin de que una nación alcanzara la prosperidad a través de una recaudación
baja de impuestos que alentaran las inver- siones y una administración tolerable de la justicia;
afirmaron que la riqueza de un pueblo provenía de la producción industrial, y que los agentes
privados deberían actuar en mercados libres para lograr sus fines individuales, además, que la
oferta generaría su propia demanda. También plantearon que cuanto mayor sea el excedente
que se destina a fines productivos, mayor será el ritmo de crecimiento. Asimismo, argu-
mentaron que cuando desaparezcan los incentivos para invertir, debido al bajo nivel de los
beneficios, la economía habrá llegado a un estado estacionario; para no tener esta situación
propusieron lo siguiente:
- Que las variaciones en la oferta monetaria no incidan en el ritmo general de las actividades
económicas reales sino solamente en el índice general de precios.
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Durante el siglo XIX el liberalismo económico es cuestionado por el marxismo, que postulaba
el socialismo; esta corriente de pensamiento fue impulsada por el economista alemán Carlos
Marx (1818-1883), quién consideró que el capitalismo, al concentrar la riqueza en pocas
manos, no podría evitar el asalto de los trabajadores agrupados y organizados, los cuales
constituirían una sociedad colectivista de los medios de producción. Esta corriente señaló que
las crisis económicas se presentan por los adelantos tecnológicos, ya que estos de manera
considerable desplazan a los trabajadores, creando un alto grado de desempleo, lo que origina
una tensión social, desembocando en un estallido. Por esto, afirmaba Marx que el capitalismo
trae en sus orígenes el germen de su propia destrucción. Esta doctrina del socialismo se
concretó con el surgimiento de la URSS (actualmente desmembrado), como primer Estado
Socialista. Sin embargo, a principios de la década de los noventa, esta doctrina fue rechazada
por los mismos países que la habían adoptado.
Otra de las grandes crisis del capitalismo se manifiesta a fines de la década de 1920, cuando
el liberalismo entró en la debacle luego de que se presentó la gran depresión de 1929-1933; el
hecho sobresaliente es la caída de la bolsa de valores de Nueva York. La pérdida a gran escala
del empleo en los E.U., los almacenes llenos de productos porque vendían menos debido a que
la gente no tenía ingresos, fueron situaciones que se exportaron a otros países porque sus
economías dependían de los E.U. después de la 1ª G.M. Esta situación puso en evidencia a la
corriente liberal por lo siguiente:
CORRIENTE KEYNESIANA: Ante la situación que se presentó por la depresión de 1929, surge
otra doctrina de pensamiento económico llamada corriente keynesiana, propuesta por el
economista inglés John Maynard Keynes (1883-1946) este personaje había propuesto antes y
durante la gran depresión la aplicación de políticas expansivas de gasto público para sacar a
las economías de la recesión, pero sus recomendaciones fueron ignoradas en gran medida por
los gobiernos de Europa. Sin embargo, el presidente Roosevelt, de los E.U., tomó a bien la
propuesta de Keynes, e incluso fue su asesor. Keynes apoyó la intervención del Estado en el
proceso económico a través de una política macroeconómica cuyos instrumentos principales
fueron:
1.- Política fiscal. Acciones emprendidas por el gobierno para la obtención de los ingresos
públicos y su distribución.
2.- Política monetaria. Intervención del gobierno para fijar las tasas de interés y el crecimiento
de la oferta monetaria.
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1.2. ESCUELAS DE LA HISTORIA ECONÓMICA: Texto Fundamentos de Economía.
Autor profesora Ana Graue.
Introducción: El motor de la economía había sido, hasta el siglo XVIII, el sector agrícola. Pero
con el naciente capitalismo industrial, los industriales desplazaron a los terratenientes, ylos
obreros a los campesinos, con lo que surgió el proletariado industrial.
Este proletariado vivía en condiciones deplorables, tanto en las minas como en las fábricas,
con un salario apenas suficiente para subsistir.
Los cambios más importantes que se dieron en la naciente industria llegaron en primer lugar
al ramo textil, con las máquinas de hilar y de tejer, la instalación de la primera fábrica de
acero en 1750 y, natural- mente, con la aparición de la máquina de vapor.
En este contexto surge una nueva forma de plantear los problemas económicos, al nacer la
escuela clásica cuyo fundador fue Adam Smith, considerado el padre de la economía.
Escuela Clásica: La escuela clásica formuló sus postulados básicos de la teoría económica
capitalista durante el periodo que va, de 1776 a 1850 (periodo de la Revolución Industrial). Los
clásicos estaban de acuerdo con el liberalismo económico que se había instituido con la
Revolución francesa y que contenía los siguientes preceptos:
a).- Libertad individual; b).- Libertad contractual; c).- Derechos de los hombres.
El liberalismo desde el punto de vista económico:
a). La libertad de la empresa en producir, distribuir y consumir lo que quiera;
b).La libertad de contratar a quien quiera, sin lesionar los derechos del hombre.
Para que este sistema de libre mercado funcione, requiere de lo siguiente:
a). Derecho de propiedad sobre los bienes de producción. (El productor o fabricante de un
bien, tiene absoluta libertad de hacer con él lo que quiera).
b). Libertad absoluta en el campo económico. (Que no haya ningún obstáculo o impedimento
para la producción o el consumo).
c). Libertad de comercio. (Los productos pueden circular libremente dentro de un país, sin
ningún tipo de obstáculos y debe de existir libertad absoluta de importación o exportación de
los bienes).
d). Libertad de trabajo. (Las personas tienen plena libertad de elegir su oficio o actividad, así
como el lugar donde quieran trabajar).
e). Libertad de mercado. (Los precios de los diferentes mercados, como el de mercancías, de
trabajo o de mercado de dinero, deben establecerse de acuerdo a la oferta y la demanda).
f). Libertad de consumo. (El consumidor decide con plena libertad donde y cuando comprar).
Representantes de la Escuela Clásica: Principales exponentes (la fecha indica la publicación de su
principal obra):
LA ESCUELA CLÁSICA
A. Smith 1776 J.B. Say 1803 D. Ricardo 1817 T. Malthus 1817 J. S. Mill 1848
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Adam Smith. Teoría del valor: Para Smith, igual que para Aristóteles, todos los objetos tienen
2 valores; él los llama “valor de uso” y “valor de cambio”. Debemos advertir que la palabra
valor tiene dos significados diferentes, pues a veces expresa la utilidad de un objeto
particular, y otras la capacidad de comprar otros bienes, capacidad que se deriva de la
posesión del dinero. Al primero lo podemos llamar “valor de uso” y al segundo “valor de
cambio” las cosas que tienen gran valor de uso tienen comúnmente escaso valor de cambio, y
por el contrario, las que tienen gran valor de cambio, no tienen, muchas veces, sino un
pequeño valor de uso o ninguno. (Smith, La Riqueza de la Naciones, p. 30).
El valor de uso es la aptitud que tiene un objeto para satisfacer una necesidad determinada.
El valor de cambio es la aptitud que tiene un objeto para proporcionar otros bienes. Para él
(Smith), el valor de cambio de una mercancía es lo mismo que su precio real o natural.
Smith le da mucha más importancia al valor de cambio, ya que el hombre produce con el fin
de intercambiar productos. Para sustentarlo da el ejemplo del agua y de los diamantes. Si un
objeto tiene gran valor de cambio, como los diamantes, tendrá muy poco valor de uso, y a su
vez el agua, que tiene un gran valor de uso, tendrá un escaso valor de cambio.
La riqueza: Adam Smith entendía el concepto “riqueza(s)” como todos los bienes que los
agentes de una sociedad consumen, no solo el oro, las conquistas y todos los conceptos que
se consideraban como tales hasta antes de la época. “La idea de que riquezas es todo cuanto
se consume y genera bienestar” es, por lo tanto, aplicable a todos los estratos sociales,
económicos e incluso de nobleza; es un concepto que no deja fuera a nadie y se enaltece a un
plano en el que todos los oficios habidos y por haber tendrán cabida.
Smith no solo habla para los grandes comerciantes, burgueses y favorecidos, se dirigía a todo
género humano.
Para Smith la libertad económica es lo más importante para que se dé el bienestar. El orden
natural por ser espontaneo es el mejor de todos. En esta absoluta libertad económica los
países tendrán siempre crecimiento económico. Para ello se deben:
a). Prohibir los monopolios, ya que éstos limitan la producción e incrementan los precios.
b). Que el papel que desempeñen los gobiernos se limite a la administración de las leyes y a la
defensa nacional.
c). Los gobiernos deben hacer las obras públicas que son necesarias y que la iniciativa privada
no realiza ya que no son lucrativas.
Los postulados que nos dejó Smith todavía constituyen una posición básica del liberalismo
económico. Pero no pasó mucho tiempo para que las teorías de Smith fueran cuestionadas y
surgieran 4 grandes economistas clásicos: Say, Malthus, Ricardo y Mill.
Jean Baptiste Say (1767-1832): Aportaciones: En primer lugar, Say definió el término de
economía política:
La economía política enseña cómo se forman, se distribuyen y se consumen las riquezas que
satisfacen las necesidades de las sociedades.
Es el primero que divide las etapas de la producción, distribución y consumo.
Teoría de la producción: Para Say, la producción es la creación de utilidad o beneficio. La
producción no es creación de materia, sino creación de utilidad. No se mide por la longitud,
volumen o peso del producto, sino por la utilidad que se le ha dado. Para él la producción y el
comercio son actividades igualmente lucrativas; y es el primero en tomar en cuenta los
servicios como riquezas o bienes inmateriales. Saydiferencia perfectamente lo que es un
empresario de lo que es un capitalista. El capitalista es el portador del capital, el cual consiste
no en una cantidad de dinero o de bienes materiales, sino en su representación contable. Al
capitalista se le asegura el pago de una cantidad determinada (interés) por el servicio que su
capital presta a la producción.
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El empresario es el que compra servicios productivos a precios adecuados para transformarlos
en artículos nuevos que tendrá que vender en un mercado incierto en cuanto a cantidad y
precio. Su retribución consiste en la diferencia que haya logrado obtener entre los ingresos
obtenidos en el mercado y los costos en que incurrió al comprar los servicios productivos en
mercados muy inciertos. Atribuyendo al empresario el papel principal en la producción.
Los “servicios productivos” que el empresario compra son los del trabajo, los de la tierra y los
del capital, dado que el pago al trabajo son los salarios, y el interés es el de la materia prima y
el capital. El capital puede invertirse y ser igualmente productivo en la agricultura, en la
industria o en los servicios. Esto va a depender del talento del empresario.
Teoría del valor: Para Say, el valor de un objeto va a estar determinado por la combinación
de la utilidad o satisfacción que el objeto le va a dar y el costo de producción. Sin embargo,
habla de algo totalmente subjetivo como es la satisfacción de consumir un bien y lo compara
con algo totalmente objetivo como es el costo de producción. Estos dos hechos van a
determinar la demanda de un producto.
Hoy en día sabemos que esta utilidad subjetiva condiciona la demanda de los bienes como son
la moda, los gustos o las preferencias del consumidor.
Los salarios: Los salarios van a depender de la oferta y de la demanda de trabajo. La
demanda de trabajo dependerá de la cantidad de bienes que se demanden. La oferta de
trabajo depende de la cantidad de obreros capacitados para realizar diferentes trabajos. Los
salarios variarán de acuerdo con la dificultad del trabajo; si el trabajo es sencillo, el salario
será de subsistencia.
David Ricardo (1772-1823): Ricardo comienza el análisis de la teoría del valor analizándolo
igual que Smith, en valor de uso y valor de cambio, y señala claramente que para que se dé el
valor de cambio es necesaria la utilidad.
Los bienes van a obtener su valor de cambio de dos diferentes formas:
a).- Por sus escases y b).- Por la cantidad de trabajo que se necesitó para elaborar el mismo.
La utilidad no es la medida del valor de cambio, aunque es absolutamente esencial para éste.
Si un bien no fuera de ningún modo útil no tendría ningún valor de cambio por escaso que
pudiera ser, o cual fuere la cantidad de trabajo necesaria para obtenerlo.
Smith sostenía en su teoría del valor natural que el valor de un bien producido aumentaba o
disminuía en la medida que sus insumos aumentaban o disminuían de precio. Para Ricardo las
cosas no eran necesariamente así; antes bien, suponía que: Cualquier aumento en la cantidad
de trabajo debe elevar el valor de este bien sobre el que se ha aplicado, así como cualquier
disminución debe reducir su valor.
Distingue entre dos clases de bienes: a).- aquellos cuya cantidad no puede ser aumentada,
como obras de arte, joyas, vinos de buenas cosechas, etc.; b).- aquellos que pueden ser
multiplicados por medio del trabajo.
Con todo, hizo algunas excepciones a su teoría del valor, como ésta: cuando los bienes no
pueden reproducirse ya que son escasos, su valor va a estar determinado por la escasez y no
por el trabajo empleado. Para ejemplificar la postura de Ricardo podemos señalar el trabajo de
un pintor del expresionismo abstracto como Jackson Pollock, o el surrealista de Joan Miró; sus
obras son invaluables y ninguna cantidad de trabajo puede incrementar su oferta, pues este
tipo de objetos son independientes de cuanto trabajo se haya empleado en hacerlos, es decir
son únicos e irrepetibles.
Sin embargo, en la mayoría de los bienes, el trabajo empleado en su elaboración es el que
determina su valor. De esta manera, el trabajo se considera como medida y causa del valor de
cambio o, como Ricardo dice. “la cantidad de trabajo cristalizada” en cada objeto.
Para Ricardo, el capital empleado en la producción no es más que el trabajo acumulado en otro
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tiempo.
Por poseer utilidad, los bienes obtienen su valor de cambio de 2 fuentes: de su escasez y de la
cantidad requerida de trabajo para obtenerlos. De esta manera considera al trabajo como
medida y causa del valor de cambio, o como dice “la cantidad de trabajo cristalizada” en cada
objeto. Sin embargo, el trabajo debe ser efectivamente empleado en producirlo y nunca el
necesario para satisfacer la demanda.
También admite que existen diferentes clases de trabajo, pues unos son más fáciles de
realizar y otros requieren más esfuerzo o preparación. A su vez, los salarios van a fluctuar de
acuerdo con la dificultad o al aprendizaje necesario para la realización del trabajo, ya que el
mercado es el que los determina.
Ricardo reconoció sin embargo, que existen dos maneras en que el capital afecta el valor de
los bienes:
a).- El capital utilizado en la producción debe ser parte del valor del producto y b).- El capital
empleado por unidad de tiempo tiene que ser compensado al tipo de interés que le daría al
productor si tuviera el dinero en un banco.
En consecuencia, tanto el tiempo como el trabajo forman parte del valor de un producto.
Thomas Rober Malthus (1776-1834): Este filósofo inglés es recordado por sus teorías
demográficas; sin embargo, sus aportaciones en materia económica fueron muy valiosas.
Malthus toma algunas ideas de su padre y en 1796 escribe un ensayo titulado La Crisis,en el
que afirma que una población creciente es síntoma de felicidad y prosperidad de un estado,
pero pronto cambió de parecer y la atribuyó al hombre mismo y a su naturaleza los males y
vicios.
En el Ensayo sobre el principio de la población hace hincapié en la predicción de que la oferta
de alimentos será rebasada por el crecimiento de la población, dado que mientras los
alimentos crecen de manera aritmética, la población lo hace de manera geométrica, derivando
en un escenario en el que la humanidad tendrá menos alimentos per cápita y lo llevará a la
hambruna y destrucción. Sabemos hoy que esta teoría de Malthus no tuvo validez, dado que
no consideró los avances tecnológicos en la producción de alimentos; sin embargo esta teoría
ocupa un lugar firme en la historia intelectual.
Otra de las ideas preponderantes en Malthus, es que pensaba que los salarios siempre
deberían tender al nivel de subsistencia; la lógica detrás de esto es que si el salario de los
obreros se eleva, las personas tendrán siempre más hijos, lo que significa que su salario
alcanzará para menos; es decir, su salario real disminuirá y estará de vuelta en un nivel de
salario de subsistencia.
Al respecto, si sucede un aumento de sueldos o de seguridad social, se provocará un aumento
en la población, las familias tendrán más hijos y esto traerá consigo más miseria a las clases
económicas más necesitadas.
Si los recursos se emplearan en asistir a los más necesitados, la consecuencia sería que esos
recursos ya no se podrían utilizar para invertir, por lo que la economía no podría crecer y se
presentaría un escenario de cada vez más pobreza. Al final, de acuerdo con lo que le tocó
vivir, las teorías de Malthus no son tan descabelladas, pero parecía ignorar por completo el
hecho de que los seres humanos son seres racionales que siempre estarán buscando un mejor
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nivel de vida, por lo tanto subestimaba el esfuerzo que cada individuo puede aportar para
conseguir lo necesario.
En el libro “Principios de Economía Política” también trata el tema de la demanda efectiva.
Esta idea parte de que la demanda (consumidores) es insuficiente frente a la producción; ante
esto, el ahorro de los capitalistas que se emplea en invertir en la producción disminuirá
también y finalmente se generará una crisis económica.
Otra consecuencia de esto es que si la demanda efectiva (consumo efectivo) sigue siendo
insuficiente, dejara de haber ciertos productos, ya que la gente se conformará con lo más
barato, de peor calidad y sin innovaciones, puesto que para elaborar estos productos se tiene
que invertir menos.
John Stuart Mill (1806-1873). Ley del interés personal: Para Mill todo lo concerniente a
los asuntos relacionados con la economía están motivados por un interés particular que es
obtener mayores beneficios.
La libre competencia: Mill defiende la libre competencia sin que exista ningún obstáculo
para evitarla. Es el primero que entiende que se necesita hacer una abstracción de la realidad
para entender el funcionamiento de la oferta y la demanda, ya que estas no son solamente
una relación matemática. Sin embargo, su análisis se expresa solamente en forma verbal.
La idea de una relación entre la demanda y la oferta no tiene lugar y no tiene nada que ver con el
asunto: la analogía matemática apropiada es la de una ecuación. Demanda y oferta, la cantidad pedida
y la cantidad ofrecida, se igualarán. Si en algún momento son desiguales, la competencia las iguala, y
esto se realiza por ajuste de valor. Si la demanda aumenta, el valor sube; si la demanda disminuye, el
valor baja; también, si la oferta baja, el valor sube y si la oferta aumenta el precio baja.
Para Mill todo lo que limita la competencia es un mal y todo lo que la favorece es un bien. Por
lo tanto, los precios van a variar a razón de las fuerzas que determinan la oferta y la demanda.
Las leyes de la producción obedecen a las leyes naturales, nos dice; sin embargo, al analizar la
distribución no cree que sean regidas por dichas leyes, ya que los hombres interfieren en la
distribución de los productos.
Para Mill, tanto el empleo como los incrementos en la producción dependen del ahorro, el cual
se convertirá en otra forma de gasto (inversión).
Propone que la población (no debe aumentar); esta es la solución que da para que la clase
obrera tenga un mejor nivel de vida, ya que el trabajador no puede influir sobre la demanda
de trabajo, lo puede hacer sobre la oferta restringiendo la procreación.
Propone que los obreros se organicen en cooperativas de producción, en las que posean en
común el capital y no obedezcan sino a los jefes elegidos por ellos mismos.
La escuela clásica que acabamos de ver formuló los principios básicos de la economía
capitalista, de 1776 a 1850. Hay algunas diferencias en el pensamiento de cada uno de ellos;
sin embargo, todos estaban de acuerdo en que la competencia es la base para que los
productos se intercambien a un precio justo.
Es conveniente para éste curso, incluir a los historiadores del pensamiento económico del
preclásico y siguientes.
1.2. B.- PERIODO PRECLÁSICO PIONERO: El Pensamiento Griego:
Hesíodo y Jenofonte:
Las ideas de Hesíodo se presentaron de forma oral durante el siglo VIII a.C. El trabajo más
importante de Hesíodo es un relato del nacimiento de los dioses (la Teogonía). De acuerdo con
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él, la escasez no surge de la condición humana que tiene que ver con los recursos limitados y
los deseos ilimitados; más bien la escacasez es uno de los males liberados cuando Pandora
abrió la caja*. Sus ideas económicas se expresan en su obra Los Trabajos y los Días, en la cual
inicia una búsqueda de las interrogantes económicas, mismas que continuó por 2 siglos. Como
era campesino, se interesaba por la eficiencia. La maximización de la eficiencia puede
expresarse como la del producto o la minimización de los costos. Es de esperarse que la
mayoría de los campesinos y de los productores estuvieran interesados en la eficiencia; de
hecho la mayoría de los escritos de eficacia durante el primer periodo preclásico tenían que
ver con el nivel del productor y de la familia.
Jenofonte: escribió 400 años después de Hesíodo, llevó los conceptos de la administración
eficiente más lejos que Hesíodo y los aplicó al nivel de la familia, el productor, la milicia y la
administración pública. Esto le redituó comprender como la eficiencia puede mejorarse
mediante la práctica de la división del trabajo.
Aristóteles: las principales contribuciones de Aristóteles, tenían que ver con el intercambio
de bienes y con el uso del dinero en este intercambio. Las necesidades de la gente, decía, son
moderadas, pero sus deseos son ilimitados. Por consiguiente, era natural y correcto producir
bienes para la satisfacción de necesidades; en tanto que resultaba contranatural la producción
de bienes si se intentaban satisfacer los deseos ilimitados. Aristóteles reconocía que cuando
se producían los bienes para venderse en el mercado, puede ser difícil determinar si esta
actividad está satisfaciendo necesidades o deseos inmoderados; pero suponía que si un
intercambio mercantil se daba en forma de trueque, se estaba realizando para satisfacer
necesidades naturales, y no para intentar obtener una ganancia económica. Sin embargo, el
intercambio que empleaba como medio el dinero sugería que el objetivo era la ganancia
económica, lo cual condenaba Aristóteles.
Escolasticismo: Los escritores Escolásticos eran monjes con un grado de educación que
intentaban proporcionar guías de acción en el terreno religioso con objeto de que se aplicaran
en las actividades seculares. Su propósito no era tanto el analizar la raquítica actividad
económica que se experimentaba, sino prescribir reglas de conducta económica que fuesen
compatibles con el dogma religioso.
El más importante de los escritores escolásticos fue Santo Tomás de Aquino: La importancia
de las ideas de este santo residen en la fusión de la enseñanza religiosa con los escritos de
Aristóteles, el cual proveyó mucho de su contenido a la doctrina económica escolástica.
En un intento por reconciliar la doctrina religiosa con la institución de la propiedad privada,
(Dios es partidario del comunismo, todo debe ser de todos en partes iguales), y con la
actividad económica, Sato Tomás de Aquino tuvo que ajustar cuentas con numerosos
enunciados bíblicos que condenaban la propiedad privada, la riqueza y la búsqueda de la
ganancia económica. Basado en el nuevo testamento, el pensamiento de los primeros
cristianos argüía a favor de la propiedad comunal de acuerdo con la ley natural, y sostenía que
la propiedad privada estaba lejos de esa idea. En consecuencia, la sociedad de los primeros
cristianos -moldeada según la vida de Jesús y sus apóstoles- era comunal. Empero, los
primeros escritores escolásticos habían librado una larga lucha para establecer que no era
incompatible con las enseñanzas religiosas que los seglares tuviesen algún tipo de propiedad
privada. En el siglo XIII, después de que las obras de Aristóteles se habían introducido de
nuevo en la Europa Occidental, Tomás de Aquino –adaptando el pensamiento aristotélico a sus
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propias obras- fue capaz de argumentar de manera convincente que la propiedad privada no
es contraria a la ley natural. Aunque él concedió que bajo la ley natural toda la propiedad es
comunal, sostuvo que el crecimiento de la propiedad privada es un añadido y no una
contradicción a la ley natural. Santo Tomás argumentaba que el estar desnudo estaba en
concordancia con la ley natural y que la ropa era una adición a ésta y que se había inventado
para el beneficio de la humanidad. Se aplicó el mismo razonamiento en el caso de la
propiedad privada.
Santo Tomás y otros religiosos también estaban preocupados con otro aspecto de mayor
actividad económica: el precio de los bienes. A diferencia de los economistas modernos, no
intentaban analizar la formación de los precios en una economía, o de comprender el papel
que los precios desempeñaban en la distribución de los escasos recursos. Se centraban en el
aspecto ético de los precios, lo que hacía surgir aspectos concernientes con la justicia y la
equidad. ¿La doctrina religiosa prohibía a los mercaderes vender bienes a un precio mayor de
lo que habían pagado por ellos? ¿Eran actos pecaminosos el obtener ganancias y el cobrar
intereses? Al analizar estos aspectos Tomás combinó el pensamiento religioso con las
concepciones de Aristóteles. Cuando el intercambio se realizaba en el mercado para satisfacer
las necesidades de las partes que comerciaban (haciendo uso del concepto aristotélico de
necesidad), Tomás de Aquino concluyó que no estaban involucrados aspectos éticos. Pero
cuando los individuos producen para el mercado, anticipando la ganancia, actúan de un modo
virtuoso sólo si sus motivos son caritativos y sus precios son justos. Si el mercader trata de
utilizar cualquier ganancia para su manutención, para obras de caridad o para contribuir al
bienestar público, y si sus precios son justos, de modo que el vendedor y el comprador se
beneficien, entonces el mercader ha actuado correctamente.
*La caja de Pandora es un mítico recipiente de la mitología griega, tomado de la historia de Pandora,
la primera mujer, creada por Hefesto por orden de Zeus.
La historia cuenta que Zeus, deseoso de vengarse de Prometeo por haber robado el fuego y dárselo a
los humanos, presentó al hermano de este, Epimeteo, una mujer llamada Pandora, con quien este se
casó. Como regalo de bodas, Pandora recibió un misterioso pithos —una tinaja ovalada, aunque
actualmente sea citada como una caja— con instrucciones de no abrirlo bajo ninguna circunstancia. Los
dioses habían otorgado a Pandora una gran curiosidad, por lo que decidió abrir la tinaja para ver qué
había dentro. Al abrirlo, escaparon de su interior todos los males del mundo. Cuando atinó a cerrarla,
solo quedaba en el fondo Elpis, el espíritu de la esperanza. De esta historia surgió la expresión “La
esperanza es lo último que se pierde”. Hoy en día, “abrir una caja de Pandora” significa una acción en
apariencia pequeña o inofensiva, pero que puede acarrear consecuencias catastróficas.
Mercantilismo: El mercantilismo es el nombre que se le ha dado a 250 años de literatura
económica y a la práctica económica implantada entre 1500 y 1750. Aunque la literatura
mercantilista se produjo en todas las economías en desarrollo de la Europa Occidental, las
contribuciones más importantes se hicieron en Inglaterra y en Francia.
En tanto que la literatura económica del escolasticismo fue escrita por los monjes medievales,
la teoría económica del mercantilismo fue el trabajo de mercaderes. La literatura que
produjeron estaba estrechamente conectada a cuestionamientos de política económica, y a
menudo estaba relacionada con un interés particular que el mercader-escritor estaba tratando
de promover. Por esta razón, a menudo hubo un considerable escepticismo respecto a los
méritos analíticos de los argumentos particulares y a la validez de sus conclusiones. Son pocos
los autores que pudieran afirmar que guardan una distancia prudente en relación con los
13
asuntos, para presentar un análisis objetivo. No obstante, a lo largo del periodo mercantilista
tanto la cantidad como la calidad de la literatura económica se incrementó. De 1650 a 1750 la
literatura mercantilista tuvo una alta calidad muy destacada, y casi todos los conceptos
analíticos sobre los que se basó A. Smith para escribir su obra La Riqueza de las Naciones –la
cual se publicó en 1776-, están esparcidos a lo largo de dicha literatura.
Los mercantilistas partían de la suposición de que la riqueza total del mundo era fija. Al utilizar
el mismo presupuesto, los escolásticos habían razonado que cuando el comercio se llevaba a
cabo entre los individuos, la ganancia de uno significaba necesariamente la pérdida del otro.
Los mercantilistas aplicaban este razonamiento al comercio entre las naciones, concluyendo
que cualquier incremento en la riqueza y poder económico de una nación se daba a expensas
de las otras. Por consiguiente, los mercantilistas hacían énfasis en el comercio internacional
como un medio de aumentar la riqueza y el poder de una nación y en particular, se enfocaban
en la balanza comercial entre las naciones.
El propósito de la actividad económica, de acuerdo con la mayoría de los mercantilistas, era la
producción –y no el consumo, tal y como más tarde los economistas clásicos lo pregonarían-.
Para los mercantilistas, la riqueza de una nación no estaba definida en términos de la suma de
la riqueza individual. Se proponían aumentar la riqueza de la nación al estimular de manera
simultánea la producción, aumentar las exportaciones y restringir el consumo doméstico. En
consecuencia, la riqueza de una nación estaba basada en la pobreza de muchos. Aunque los
mercantilistas pusieron mucho énfasis en la producción, se consideraba poco deseable que
existiera dentro de un país una copiosa oferta de bienes. Los altos niveles de producción
permitirían incrementar las exportaciones, y a través del comercio podrían aumentarse la
riqueza y el poder de la nación. Los mercantilistas abogaban por bajos salarios a fin de
proporcionar a la economía doméstica ventajas competitivas en el mercado internacional, y
debido a que creían que los niveles de salarios que estuvieran por arriba de un nivel de
subsistencia darían como resultado un esfuerzo reducido de la mano de obra. Los salarios más
altos provocarían que los trabajadores laboraran menos horas al año; por lo siguiente, el
producto nacional descendería. Así que la pobreza del individuo beneficia a la nación, cuando
la meta de la actividad económica se define en función del producto nacional y no en términos
del consumo nacional.
Los escritores más destacados de este periodo del mercantilismo que va de 1500 a 1750
destacan: Thomas Mun, William Petty, Bernard Mendeville, David Hume y Richard Cantillón.
Fisiocracia: Los fisiócratas, al igual que los mercantilistas ingleses tardíos, desarrollaron sus
teorías económicas con objeto de formular políticas económicas correctas. Ambos grupos
creían que la exacta formulación de una política presuponía una comprensión precisa de la
economía. Por consiguiente, la teoría económica fue un prerrequisito de la política económica.
La idea distintiva de los fisiócratas fue la del papel que la ley natural desempeñaba en la
formulación de la política. Afirmaban que leyes naturales gobernaban el funcionamiento de la
economía y que a pesar de que esas leyes eran independientes de la voluntad humana, los
hombres podían descubrirlas de manera objetiva –como lo podían hacer con las leyes de las
ciencias naturales-. Esta idea contribuyó de forma significativa al desarrollo de la economía y
de las ciencias sociales. La mayor preocupación de los fisiócratas consistió en el proceso
macroeconómico del desarrollo. Reconocieron que Francia estaba retrasada con respecto a
Inglaterra en cuanto a la aplicación de nuevas técnicas agrícolas. Algunas áreas de la Francia
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septentrional (la más al norte) estaban introduciendo técnicas avanzadas, pero la mayor parte
de Francia seguía manteniendo sus antiguas técnicas; por consiguiente, el país se estaba
desarrollando de manera desigual. Para solucionar este problema, los fisiócratas –al igual que
los mercantilistas ingleses y franceses- deseaban descubrir la naturaleza y las causas de la
riqueza de las naciones y las políticas que mejor promovieran el crecimiento económico. El
mercantilismo francés incluso se había esmerado más en su regulación de la actividad
doméstica y extranjera, que su contraparte británica, por lo que la fisiocracia representó una
reacción intelectual a esta regulación. Los fisiócratas no se enfocaron en el dinero sino en las
fuerzas reales que conducían hacia el desarrollo económico. Como respuesta a la noción
mercantilista de que la riqueza se creaba mediante el proceso de intercambio, ellos estudiaron
la creación del valor físico y concluyeron que el origen de la riqueza era la agricultura, o la
naturaleza.
El principal protagonista de esta corriente de pensamiento es Francisco Quesnay.
El periodo clásico, 1776 – 1890: Las ideas económicas de los escolásticos, fisiócratas y
mercantilistas contenían las semillas de los conceptos que a la postre los economistas clásicos
articularon dentro de un más o menos sistema unificado. Ciertas características vinculan a
estos individuos, a la vez que los distinguen de los economistas anteriores y posteriores. Su
distanciamiento más importante del pensamiento mercantilista fue su actitud favorable hacia
los resultados que fluían del funcionamiento natural de las fuerzas económicas. El punto de
vista clásico de un sistema económico preeminentemente armonioso contrasta por completo
con las creencias mercantilistas y escolásticas respecto a que el mercado se caracteriza por
una falta de armonías que requieren intervención o restricciones. Esta visión optimista del
funcionamiento de los mercados –con sus diversos aspectos y ramificaciones- es una de las
principales peculiaridades del pensamiento clásico.
La concepción de que los mercados automáticamente proporcionan soluciones armoniosas a
los conflictos surgidos de la escasez relativa, primero la plantearon de manera significativa los
fisiócratas de Francia. Si se evidencia tal armonía –de acuerdo con los fisiócratas- se deduce
que el gobierno debería adoptar una política general de no intervención en la economía: una
política de laisses-faire. Mientras que los escolásticos consideraban adecuado que la Iglesia se
adjudicara los aspectos morales de las actividades económicas y los mercantilistas defendían
la intervención del gobierno, los clásicos –como los fisiócratas- favorecían la libertad, los
mercados no regulados y la libertad individual irrestricta. Tenían la seguridad de que la
libertad y la exención de impuestos eran buenas por sí mismos. Además la libertad, en
particular la libertad económica, también proporcionaba un medio a través del cual la
economía podía funcionar de manera más eficiente. Los individuos y los negocios, aseguraban
ellos, deberían tener libertad de comerciar sin que interviniese el gobierno. Más aún, los
clásicos consideraban que la libertad económica y política estaba entrelazada de manera
indisoluble; ambas se fertilizaban mutuamente.
Aunque la concepción básica que tenían los clásicos era que existía una solución armoniosa de
los procesos económicos, estaban muy conscientes de los conflictos en la sociedad, sobre todo
entre los terratenientes y aquellos que defendían y que se beneficiaban del crecimiento
económico y el cambio. Las tendencias a largo plazo del capitalismo –tal y como las veían
Smith y Ricardo- conducían a resultados tan desastrosos, que la economía llegó a conocerse
como la ciencia lúgubre. Malthus había hecho surgir el espectro de la sobrepoblación y
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cuestionó la naturaleza autoequilibrante de la economía. Así pues, las semillas de las
concepciones modernas, tanto ortodoxas como heterodoxas, pueden vislumbrarse en los
clásicos. Desde que tuvo lugar el desarrollo y el total florecimiento del pensamiento clásico
entre 1776 y 1870, se pueden seguir 2 grandes desarrollos relacionados con el concepto de
armonía dentro del sistema económico. Por una parte, la corriente principal del pensamiento
económico ortodoxo había debilitado su posición, de manera lenta pero constante, al
favorecer cada vez más las respuestas políticas en detrimento de las respuestas del mercado
ante los problemas económicos, a pesar de que continuaba aceptando las premisas básicas
del funcionamiento armónico del sistema económico. Por otra parte, algunas ideas
económicas heterodoxas habían negado la armonía aceptada por la economía clásica y había
encontrado en el sistema conflictos tan básicos que su resolución requeriría grandes cambios
en la estructura institucional. El pensamiento marxista proporciona el ejemplo más conspicuo
del pensamiento económico que considera que el sistema económico está pletórico de
conflictos irresolubles mediante las fuerzas del mercado.
Una segunda característica de la escuela clásica es su preocupación por el crecimiento
económico. Al tener una orientación esencialmente macroeconómica –aunque en un sentido
muy distinto del de los macroeconomistas modernos- los economistas clásicos avizoraron el
descubrimiento de las fuerzas que determinan la tasa del crecimiento económico. Al igual que
los que estudian las economías menos desarrolladas contemporáneas, los clásicos contaban
con un marco de referencia más vasto que los macroeconomistas modernos. Aquellos estaban
preocupados no nada más por las fuerzas económicas que determinaron el crecimiento, sino
también por los factores culturales, políticos, sociológicos e históricos. El principal punto de
atención de los keynesianos son las fuerzas que determinan el nivel de la actividad
económica, una vez dados dichos factores más vastos. Ponen a consideración si una economía
está funcionando a un nivel menor que la plena utilización de sus recursos en determinada
época. Los clásicos –una vez que concluyeron que las economías tendían a funcionar con el
total empleo de sus recursos-, no se interesaron por esta cuestión. Su preocupación por el
crecimiento condujo a los economistas clásicos al estudio de los mercados y al sistema de
precios como un asignatario de recursos. Los clásicos estudiaron la formación de los precios
relativos y de los mercados, a fin de comprender su impacto sobre el crecimiento económico.
Los clásicos también mostraban mucho interés por las fuerzas que cambian la distribución del
ingreso a través del tiempo, y por consiguiente, por las causas de los cambios en los precios
relativos a lo largo del tiempo. Asimismo, los clásicos continuaron en la tradición de los
mercantilistas al preocuparse por el crecimiento. La economía neoclásica o la moderna
microeconomía también examinan el funcionamiento de los mercados y el sistema de precios,
pero desde una perspectiva significativamente distinta. La teoría neoclásica estudia los
mercados desde un marco de referencia comparativo estático, a fin de clasificar los problemas
de lo que determina los precios relativos, el tipo y la cantidad de bienes de consumo que se
producen, el tipo y el tamaño de las empresas económicas que se utilizan, y la forma en que
se determinan las distribuciones personal y funcional del ingreso. No fue sino hasta 1870 que
la naciente teoría económica neoclásica logró que la atención de los economistas se alejara
del crecimiento a fin de dirigirla casi de manera exclusiva hacia los asuntos microeconómicos
de la asignación de los escasos recursos entre usos alternativos.
2.1.- La historia oficial e historia crítica.
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Ahora nos encontramos que, en las sociedades divididas por clases, existen diversos intereses
económicos, políticos y sociales dependiendo de la posición social y el rol que juegan en la
estructura social. Sale a relucir otro de los problemas de la historia, la utilidad de esta, es en
este contexto que la historia responde también a esos intereses. De ahí se derivan dos
posturas irreconciliables en torno a su utilidad, por un lado tendremos lo que se ha
denominado como “la historia oficial” y por otro lado “la historia crítica”.
La Historia oficial tiene la encomienda del status quo, (que nada se mueva, que todo
permanezca igual), de esas clases sociales o grupos de poder (gobierno, partidos políticos, la
oligarquía, la iglesia etc.), lo que conviene a ellos, a estos grupos de poder, para preservar la
idea de que las estructuras son incambiables y por consiguiente necesitan reforzar la
sujeción, el sometimiento y el conformismo de amplios sectores de la sociedad. Pero también
existe otro enfoque, la llamada historia no oficial, la historia crítica que ha permeado los
procesos de trasformación social que se han desarrollado a lo largo de la humanidad. Sin esta
última posición, probablemente acontecimientos como el movimiento ferrocarrilero de
Demetrio Vallejo, el de los maestros de Otón Salazar, y el de los médicos en 1959, también el
movimiento estudiantil de 1968, o el de las últimas masacres como el de Aguas Blancas, el de
Acteal, y el de Atenco, o el de Ayotzinapa, (terribles masacres), hubieran sido relegados y
olvidados en el análisis histórico de la vida política del México contemporáneo.
Carlos Aguirre en su análisis de la historia nos menciona: “La historiografía oficial se ha
basado en las viejas concepciones de la historia, en las viejas fuentes y técnicas consagradas
durante décadas, repetidas en las aulas, ignorando a diversos sectores de la población
(indígenas, mujeres, campesinos, obreros y grandes masas populares) a la vez que se
concentraba, en el estudio de la vida de los presidentes y de los políticos más conocidos, en
las pugnas de los pequeños y elitistas grupos o facciones de la clase dominante, o en el
análisis de los discursos y las obras de algún literato, científico o gran personaje de la historia
nacional. Poniendo énfasis en el estudio de las guerras, de los tratados, de las acciones del
Estado y de la biografía de los supuestos “grandes héroes” de la nación, la historia oficial e
incluso una mayoría de la historia académica, ha hecho caso omiso de las realidades
económicas, sociales y culturales”.
Plantea el autor que hace falta llevar a cabo una doble tarea transformadora dentro del vasto
espacio de los estudios históricos actuales, en primer lugar, un trabajo sistemático de crítica
permanente de esa historia oficial, enajenante, positivista y tradicional, que al mismo tiempo
que denuncia y demuestra las inconsistencias de los resultados historiográficos producidos por
esta historia limitada que ha sido dominante en nuestro país.
La historia crítica, contribuye al desarrollo de la disciplina histórica en un país que necesita
fortalecer el estudio de la historia y el de todas las Ciencias Sociales para la mejor
comprensión de su entorno social, político, económico y cultural. En este sentido, se ha
afianzado como un punto de encuentro para la comunidad académica nacional e internacional,
logrando el fortalecimiento de la investigación.
1.2.2.- La historia cuantitativa. La Historia cuantitativa, es una rama de la historiografía,
especialmente de la historia económica y social y de la historia como ciencia social, que se
caracteriza por el uso de la investigación cuantitativa y los elementos como la informática y la
estadística.
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Los historiadores cuantitativos comienzan su trabajo con bases de datos. Grandes cantidades
de datos económicos y demográficos, que están disponibles habitualmente en formato
impreso si se produjeron en el periodo anterior a la revolución informática de finales del siglo
XX, o que pertenecen a antiguos registros archivísticos manuales y que deben ser procesados.
Los cuantificadores los disponen en bases de datos computarizados. El mayor corpus
cuantificado pertenece al Inter-University Consortium for Political and Social Research (ICPSR)
de la Universidad de Míchigan, que proporciona acceso a una extensa colección descargable
de datos sociales y políticos, principalmente de los E.U., pero también de otras partes del
mundo. Los historiadores de la economía tienen acceso a las más numerosas series de datos,
especialmente las gubernamentales y las de empresas privadas, sobre todo desde la década
de 1920. La historia de la esclavitud ha usado datos censales, registros de ventas e
informaciones de precios para reconstruir la historia económica de la esclavitud.
El análisis de contenidos es una técnica proveniente de la investigación periodística en la que
las fuentes hemerográficas (periódicos, revistas, etc.) se codifican numéricamente de acuerdo
con una lista de temas estandarizada.
Los cuantificadores estudian temas como el comportamiento electoral de distintos grupos, el
comportamiento de los legisladores, la distribución de la opinión pública y la distribución
estadística de todo tipo de hechos, como las guerras o la legislación. La biografía colectiva usa
información estandarizada de un gran grupo para deducir normas de pensamiento y
comportamiento.
Los nuevos historiadores sociales (como se les bautizó en los años 1960s) usaban los datos
censales y otras series para estudiar poblaciones enteras. Sus temas de estudio incluían los
demográficos, como las tasas de crecimiento de población, de nacimiento, mortalidad,
nupcialidad, morbilidad, estructura laboral, educativa y cambios migratorios. Una técnica
especialmente innovadora fue el de conectar nombres de las mismas personas cuya
información aparece en distintas fuentes (censo, guía telefónica, oficinas de empleo, y
registros de votantes).
1.2.3.- La historia estructuralista: Desde los comienzos de su utilización, el término
estructura ha venido designando, como señala L. Bernot: a). un conjunto, b). las partes de ese
conjunto, c). las relaciones de las partes entre sí.
Aunque en Economía la palabra estructura no empieza a ser utilizada de forma sistemática
hasta la tercera década del siglo XX, sin embargo, su concepto y contenido, como destaca A.
Marchal, ha estado implícitamente “en la base de la oposición que a lo largo de toda la historia
del pensamiento económico se ha puesto de manifiesto entre los espíritus concretos,
empíricos, inductivos y los espíritus abstractos, lógicos, deductivos.
Entre los precedentes del análisis estructural y del concepto moderno de estructura
económica cabe destacar así, las aportaciones de la aritmética política y de la fisiocracia. El
autor más importante de los aritméticos políticos fue Willian Petty, considerado por Marx como
el verdadero padre de la economía por su análisis macroeconómico, y que en su obra The
Political Anatomy of Ireland (1672), basándose en el “número, peso y medida”, es decir, en lo
económico y en lo estadístico, trataba de conocer la anatomía de la realidad económica. Las
aportaciones estructurales de los fisiócratas, particularmente de Quesnay, han tenido
indudable influencia y hoy se recogen sus frutos en el modelo de W. Leontief, instrumento de
trascendencia en la Economía. Quesnay, con su Tableau Economique (1758), constituyó uno
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de los primeros intentos más importantes para explicar el circuito de formación y distribución
de la riqueza, pues con el mismo se trató, como señala su autor, de “elaborar un cuadro
fundamental de la ordenación económica para representar en él la distribución y la producción
de una forma fácilmente comprensible, mediante el cual sea posible juzgar con claridad los
órdenes y desórdenes que pueden provocar el gobierno”.
El enfoque de los economistas clásicos y neoclásicos a lo largo del siglo XIX y primeras
décadas del XX marginaron los estudios interdependientes y macroeconómicos de la realidad,
sin que la idea del Tableau de Quesnay tuviera continuación, a pesar de que Mirabeau la había
considerado el gran descubrimiento del siglo XVIII. Ahora bien, a la dirección dada a la
Economía por los clásicos se opusieron los autores de la escuela histórica alemana y,
posteriormente, los institucionalistas americanos, en especial Veblen en su Teoría de la clase
ociosa (1899), así como, en ciertos aspectos, los economistas de la escuela matemática.
El autor que más conceptos elaboró sobre la estructura económica fue Marx, con una gran
influencia en las ciencias sociales y en el análisis económico; fue el primero en utilizar
ampliamente los términos infraestructura y superestructura, señalando que “en la producción
social de su vida, los hombres contraen relaciones determinadas, necesarias, independientes
de su voluntad, relaciones de producción que corresponden a una determinada fase de
desarrollo de sus fuerzas productivas materiales. El conjunto de estas relaciones de
producción constituye la estructura económica de la sociedad, la base sobre la que se levanta
una superestructura jurídica y política y a la que corresponden determinadas formas de
conciencia social” (Contribución a la crítica de la economía política, 1859). La estructura
constituye un concepto clave en el pensamiento marxista, en particular por ser el factor que
explica el resto de los aspectos de la realidad, pero de modo interdependiente, con lo que la
concepción del materialismo dialéctico es netamente estructural.
1.2.4.- La historia marxista:
La historia marxista está basada estrictamente en una visión científica del mundo,
incorporando la ciencia de la evolución y la vía dialéctica de la tesis, la antítesis, y la síntesis.
La evolución marxista toma su visión de la historia, basada en la creencia de que la
humanidad, así como otros seres vivos, constantemente están mejorando y continuarán
haciéndolo.
Dialéctica: Arte de discutir o argumentar. 2.-Razonamiento que, al igual que un diálogo,
contiene oposiciones y diversidad de pensamientos y se encamina hacia una síntesis. 3.-
Evolución de las cosas mediante la oposición y la superación de la oposición. 4.- Sutilezas,
argucias, distinciones ingeniosas e inútiles. Larousse.
La visión marxista de la historia es llamada Materialismo Histórico, queriendo decir que sólo
existe la materia, así que la historia es simplemente el relato de la materia en movimiento. En
esta visión, ni Dios ni los ángeles ni las almas humanas, actúan como base para el
funcionamiento de la historia. Más bien, la materia, al obedecer leyes específicas, es la fuente
de progreso en el mundo.
Historia Marxista - Determinismo Económico: Carlos Marx dice: "No es la conciencia de
los hombres lo que determina su existencia, sino, al contrario, su existencia social determina
su conciencia." Por esto, la fuerza motriz detrás de la historia es el mundo material. El
historiador debe examinar los medios de producción e intercambio para comprender la base
de todo progreso histórico, haciendo a la economía en específico la fuerza más poderosa de la
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historia. Marx dice: "Con el cambio de la base económica, toda la inmensa superestructura es
más o menos transformada rápidamente."
Al observar la historia, los marxistas creen en el Determinismo Económico, el cual establece
que la economía actúa como la base de toda la superestructura social, incluyendo los
pensamientos de los individuos. Engels declara que "en cada época histórica, el modo
predominante de producción e intercambio económico, y la organización social que resulta
necesariamente de él, forman la base sobre la que es construida, y por la que únicamente
puede ser explicada, la historia política e intelectual de esa época".
En el marxismo, los gobiernos, los tribunales, las filosofías, y las religiones, están basados en
un sistema económico de la sociedad y por lo tanto, afectan la historia sólo en la medida en
que la economía moldea su capacidad de guiar el desarrollo humano. La economía es la única
fuerza dinámica en la historia, y en todos los otros aspectos de la humanidad y de la sociedad
que son determinados por ella.
1.2.5.- La Nueva Historia Económica.
La nueva historia económica surgió a finales de los años 50s en E.U., cuando en las
universidades de ese país algunos investigadores tomaron conciencia de las necesidades de
conciliar la historia y el análisis económico. Los avances de la econometría y la estadística
aportaban los instrumentos necesarios para este nuevo tipo de investigación, facilitada en
gran medida por la utilización de computadoras, que entonces comenzaban a desarrollarse y
que de ahí en adelante serían cada vez más poderosas y eficaces para los propósitos de la
ciencia.
Los principios metodológicos básicos de la Nueva Historia Económica son los siguientes:
1.- La decisión de rebasar la simple descripción, con el de plantear de manera precisa las
cuestiones de historia económica, y de controlar la elección de dichas cuestiones. Se busca
una integración global de la historia a la teoría económica, cuyos procedimientos y modelos
son utilizados en su totalidad.
El método de la Nueva Historia Económica es hipotético-deductivo, y su punto de partida está
constituido por los supuestos de la teoría económica, utilizados como criterio de elección de
las variables que integran el modelo planteado como hipótesis, el cual se habrá de comprobar
lógica y empíricamente.
2.- La utilización de hipótesis alternativas como medio de control de las explicaciones
causales, lo que implica el recurso de la simulación histórica –y que también ha sido llamado
“contrafáctico”- es decir, que las técnicas de comparación de series son empleadas aunque la
verificación directa sea imposible, esto con la finalidad de verificar si ciertos factores
explicativos fueron realmente esenciales.
El ejemplo más conocido de esto fue el examen realizado por Robert W. Fogel acerca de la
tesis según la cual los ferrocarriles habían sido indispensables para el crecimiento económico
de E.U. en el siglo XIX. Para que la tesis fuera cierta, era necesario comprobar que sin este
medio de transporte el PNB habría sido sensiblemente inferior al existente en una fecha dada.
Por tanto, se hacía necesario plantear una hipótesis alternativa, irreal, la de una economía
estadounidense que en 1890 habría debido transportar las mismas cantidades de mercancías
por medios distintos de los que disponía en esa fecha. Al término de sus cálculos, Fogel llega a
la conclusión de que en 1890 la contribución de los ferrocarriles al crecimiento de los USA no
rebasa el 5% del PIB. (El 5% del PIB es un buen indicador de crecimiento económico).
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Sin embargo, el procedimiento contrafactual o de hipótesis alternativas ha provocado intensos
debates entre los historiadores económicos. La hipótesis de un mundo condicional irreal, que
nunca ha existido, ha suscitado muchas reservas pues los historiadores, en general, rechazan
trabajar con los sí condicionales debido a que esto puede afectar la rigurosidad del método
científico. Pero el procedimiento pudiera dar resultado cuando el tema está limitado en su
campo, en su tiempo, y las transformaciones no son excesivamente evidentes.
3.- El rechazo a las interpretaciones globales debido a que tienden a ser moderados en sus
explicaciones.
1.3.- ESQUEMA DE PERIODIZACIÓN DE LA ECONOMÍA MEXICANA:
La historia, abarca largos plazos en los que se pueden contar centenas o decenas de miles de
años, y aun millones si se remonta a los orígenes del género humano. Por ello para facilitar su
estudio, se han establecido diversas etapas cuya separación está marcada por hechos de
trascendencia tal que constituye un hito, esto es, como un parteaguas que pone fin a una
forma de vida sociocultural para iniciar otra. Por ejemplo, el surgimiento de la agricultura o el
de la ciudad-Estado.
La división en periodos es aplicable tanto a la historia general como a las historias
particulares, ya sea por regiones, por grupos o por actividades. Por supuesto, cada una de
estas historias particulares debe tener diferente periodización, de acuerdo con los eventos
trascendentales ocurridos en cada pueblo o región.
De manera tradicional, y de acuerdo con la perspectiva europea, el tiempo histórico se ha
dividido en prehistoria e historia propiamente dicha; entre una y otra se introduce con
frecuencia un periodo llamado protohistoria. La prehistoria, que abarca desde la aparición del
género humano hasta el surgimiento de la escritura, se divide, a su vez, en Paleolítico (edad
de la piedra tallada) y neolítico (edad de la piedra pulida), con un periodo intermedio, el
mesolítico. Después del neolítico siguen las edades del cobre, del bronce y del hierro.
Por su parte, la historia se subdivide en Edad Antigua, Edad Media, Edad Moderna y
Contemporánea. La Edad Antigua comienza con el surgimiento de la escritura y termina con la
caída del Imperio Romano de Occidente en el 476 d.C. La Edad Media abarca desde esa fecha
hasta la caída del Imperio Romano de Oriente (toma de Constantinopla por los turcos
otomanos, 1453) o, para otros, hasta el descubrimiento de América por los europeos en 1492.
La Edad Moderna parte entonces del siglo XV hasta la Revolución Francesa, ocurrida en 1789,
dando comienzo a la Edad Contemporánea, a la que todavía no se le asigna fecha oficial de
conclusión, aunque suele utilizarse el año de 1945, correspondiente al fin de la 2ª Guerra
Mundial, para el inicio de un nuevo periodo al que se da el nombre de Mundo Actual, tan
efímero como el de Edad Contemporánea.
1.3.1.- El ciclo sexenal:
En el caso mexicano, una periodización que es muy socorrida, es la que toma como punto de
partida los distintos gobiernos de la república. Periodización que tiene un contexto más de
índole político que económico, ya que la política mexicana y sobre todo la desarrollada en los
diversos regímenes priistas y panistas que nos han gobernado en los últimos 100 años, se han
caracterizado por exaltar la idolatría que el presidente llevó a reinventar el país cada seis
años, además de que las leyes de planeación no contemplan horizontes de largo plazo. Este
tipo de periodización diríamos que se hace comparable con los proyectos económicos y
21
políticos de cada gobierno, razón por la cual se utiliza bastante entre los estudiosos de la
economía mexicana.
Dentro de esta periodización también se conjuga una que toma en cuenta los modelos de
desarrollo como son el “desarrollo estabilizador”, “el desarrollo compartido”, “el
neoliberalismo actual” y otros más que se han implementado a lo largo de la historia
mexicana.
El Plan Sexenal se definió en la Convención de Aguascalientes, el grupo cardenista logró que el
Plan Sexenal se convirtiera en un programa de transformación; para Cárdenas se trataba de
reivindicar a fondo los principios de la revolución, con muchos de los cuales Calles ya no
estaba de acuerdo y había dado bastantes pruebas de ello. Así, el Plan Sexenal fue elaborado
en los siguientes términos:
En lo Económico, se proponía que en forma progresiva fuera creciendo el intervencionismo
estatal, a fin de regular las relaciones entre los diferentes factores de la producción, lo cual no
significaba atentar contra la empresa privada. Se haría todo lo posible por evitar los
monopolios y por devolver a la nación los recursos naturales que aún permanecían en poder
de manos de extranjeros, mediante el fomento a la inversión nacional en la industria
extractiva y la creación de una industria metalúrgica mexicana.
En la cuestión agraria, el Plan fue más radical, pues consideraba a ésta como “el problema de
mayor importancia en nuestro país”, tanto en lo concerniente a la distribución de la tierra
como a una mejor explotación para satisfacer los intereses nacionales; se comprometía a
convertir a los campesinos que directamente trabajaban la tierra, en “agricultores libres,
dueños de la tierra y capacitados, además, para obtener y aprovechar el mayor rendimiento
de su producción”. Por lo tanto, se consideraba urgente el fraccionamiento de los latifundios,
pero al mismo tiempo proponía mantener la confianza en los propietarios agrícolas que
estaban exentos de afectaciones. Se acordó que la Comisión Nacional Agraria sería sustituida
por una nueva organización, el Departamento Agrario (DA); se disolverían las comisiones
locales y se formarían nuevas comisiones agrarias mixtas, integradas por igual número de
representantes del DA, del gobierno del Estado y de las organizaciones campesinas.
1.3.2.- El ciclo económico:
En la economía mundial capitalista se han experimentado diferentes periodos de Oscilaciones
(Ciclos económicos), los cuales se ven representados en una crisis o en una estabilidad
económica, es así que se ha visto la necesidad de hacer un análisis detallado del
comportamiento del alza o la baja de las actividades económicas.
De acuerdo con Burns y Mitchell, “un ciclo económico consiste en expansiones que ocurren
aproximadamente al mismo tiempo en muchas actividades económicas, seguidas de
recesiones, contracciones y recuperaciones generales similares que se consolidan en la fase
de expansión del ciclo siguiente. Esta secuencia de cambios se repite, pero no de forma
periódica. Con respecto a la duración, los ciclos económicos varían de más de un año a 10 o
12 años.” Dicho en otras palabras, una recesión es una disminución significativa del nivel
agregado de la actividad económica que dura más de unos pocos meses, y una expansión es
un aumento sostenido del nivel de actividad económica.
Para mayor claridad de esta definición, podemos decir, que con el fin de establecer nuevos
argumentos teóricos sobre los ciclos económicos, podemos citar a Paúl A. Samuelson quién
dando una explicación referente a un ciclo económico dice que “es una oscilación de la
22
producción, la renta y el empleo de todo un país, que suele durar entre 2 y 10 años y que se
caracteriza por una expansión o contracción general de la mayoría de los sectores de la
economía”. Por lo tanto, podemos decir que los Ciclos económicos se definen como: las
fluctuaciones de diferentes variables macroeconómicas en las distintas ramas de la economía
de un país. Estas oscilaciones abarcan periodos de tiempo indefinido en donde se puede
presentar una contracción o expansión de la misma.
Ciclo Económico: Se denominan ciclos económicos o ciclos comerciales o fluctuaciones
cíclicas de la actividad económica, a las oscilaciones recurrentes de la economía en las que
una fase de expansión va seguida de otra de contracción, seguida a su vez de expansión y así
sucesivamente. La contracción genera como resultado de una crisis económica que afecta en
forma negativa la economía de millones de personas.
Para la corriente del keynesianismo los ciclos económicos son inevitables pues son el
resultado del cambio cíclico en la eficiencia marginal del capital, pero mediante ciertas
medidas, como el incremento del gasto público, se pueden suavizar y aminorar sus costos
económicos en el conjunto de la población.
Definición: La definición clásica de A. F. Burns y W. C Mitchell (1946) es la siguiente: Los
ciclos de los negocios son un tipo de fluctuación en la actividad económica agregada de las
naciones cuya actividad está organizada principalmente en empresas lucrativas: un ciclo
consiste de expansiones que tienen lugar aproximadamente a la vez en muchas actividades
económicas, seguidas por recesiones, contracciones y recuperaciones igualmente generales
que confluyen en la fase de expansión del ciclo siguiente; la secuencia de cambios es
recurrente pero no periódica; en duración los ciclos de los negocios pueden variar de 2 a diez
o doce años; no son divisibles en ciclos más cortos de carácter similar con amplitudes
parecidas.
Ciclo Económico: son los ascensos y
descensos de la actividad económica; este se
aprecia o se observa en el precio interno de
un producto.
Auge: La actividad de los negocios esta al
máximo; Total empleo; Maximiza
su producción; Los precios aumentan.
Crisis: Hay una contracción en los negocios; El
ingreso, la productividad y el empleo se
reducen; Precios bajos.
Depresión: Producción y empleo mínimo nivel; Aumento del desempleo; Punto más bajo de
la crisis.
Recuperación: Comienza a crecer el empleo y la productividad; Los precios aumentan.
1.3.3.- El ciclo de las Revoluciones Sociales:
Una revolución (del latín revolutio, "una vuelta") es un cambio social fundamental en la
estructura de poder o la organización que toma lugar en un período relativamente corto.
Los expertos aún debaten que puede constituir una revolución y que no. Estudios sobre
revoluciones suelen analizar los eventos en la Historia de Occidente desde una perspectiva
psicológica, pero también más análisis incluyen eventos globales e incorporan puntos de vista
de las ciencias sociales, incluyendo la sociología y la ciencia políticas.
23
Sus orígenes pueden tener motivos de diversa índole, un cambio tecnológico, un cambio social
o un nuevo paradigma basta para que una sociedad cambie radicalmente su estructura y
gobierno. Las revoluciones pueden ser pacíficas aunque en general implican violencia, al
enfrentarse grupos de vanguardia con el anterior régimen y aquellos que aspiran al cambio, o
incluso entre los que aspiran a un nuevo sistema, pueden ser varias las facciones enfrentadas
por un cambio. En la actualidad las revoluciones son consideradas los puntos de inflexión de la
historia, de los que parten la mayoría de sistemas políticos y sociales actuales.
Revoluciones decisivas en la historia mundial serían: La Independencia de E.U., la Revolución
Francesa, La revolución Industrial, las Revoluciones de Independencia de Latinoamérica o la
Revolución de Octubre en Rusia, La Revolución en China, la Revolución Cubana y la Revolución
Mexicana.
Para ejemplificar, tenemos a las tres grandes revoluciones que surgen y se desarrollan entre
los siglos XVIII y XIX, marcando el fin de la Edad Moderna y el comienzo de la Edad
Contemporánea.
A).- La Revolución francesa fue principalmente de alcance político, porque se trataba de
sustituir la monarquía absoluta existente hasta 1789, para reemplazarla por un sistema
político con características radicalmente opuestas, lo que permitió hablar de un Antiguo
Régimen y un Nuevo Régimen. Desde un punto de vista general, puede incluirse la revolución
francesa entre los movimientos Liberales, entendidas como lasque aplican la ideología política
liberal, y que habrían comenzado con la independencia americana y continuarían en Europa
occidental al menos hasta 1848.
B).- Las revoluciones burguesas son un concepto historiográfico originado por la escuela
del materialismo histórico o marxismo que se utiliza para manifestar que el componente social
dominante en un movimiento revolucionario corresponde a la burguesía.
Aunque pueden remontarse al mismo nacimiento de la clase burguesa en
las ciudades europeas medievales, el concepto suele restringirse a los ciclos
revolucionarios que sucedieron desde finales del siglo XVIII y que en su definición política se
conocen como Revolución Liberal. Su principal ejemplo fue la Revolución francesa (1789),
seguido en distintos momentos por los demás países europeos (revolución de 1820, revolución
de 1830, revolución de 1848) o americanos (Independencia de la América Hispana, pues la
independencia de E.U. es anterior, de 1776) hasta la Primera Guerra Mundial (1914-1918), que
acaba definitivamente con los últimos recuerdos del Antiguo Régimen; notablemente en Rusia
con la Revolución de febrero de 1917, que sólo precede en pocos meses a la Revolución de
Octubre, que se clasifica ya como revolución socialista y proletaria.
Según esa concepción materialista de la historia (muy matizada desde mediados del siglo XX
incluso por la propia historiografía materialista), los intereses de la burguesía se manifestaron
en la superestructura político- ideológica por las ideas de la Ilustración, que hablaban
de libertad y derechos en oposición al absolutismo y la sociedad estamental; y de libre
mercado frente a las restricciones del modo de producción feudal. La ideología burguesa no se
restringe a esa clase, sino que se extiende por el cuerpo social, tanto en el conjunto de la
población dominada (mucho más numerosa por incluir a todos los no privilegiados), así como a
elementos individuales de los estamentos privilegiados (nobleza y clero), e incluso en algunos
casos al aparato mismo del poder de la monarquía absoluta, que se veía a sí misma
como despotismo ilustrado.
24
Símbolo de la alternativa social y política, la Toma de la Bastilla (con mayor repercusión que la
anterior declaración de independencia de E.U.) había demostrado la posibilidad de una
emancipación vista con temor por toda la aristocracia europea, al tiempo que con esperanza
por los partidarios de los cambios revolucionarios que iban a acabar con los obstáculos que
impedían a la burguesía el libre desarrollo de la fuerza productiva de su capital, le negaban
el ascenso social y le imposibilitaban el ejercicio del poder político.
Tras el prolongado proceso histórico de la revolución burguesa, esta clase reemplazó
como clase dominante a los señores feudales, fusionándose de hecho en una
nueva élite social, de la que formarán parte tanto la alta nobleza como la alta burguesía. Las
revoluciones burguesas incluyeron y se simul- tanearon con el proceso de industrialización y la
transformación de la sociedad preindustrial en sociedad industrial, un cambio
verdaderamente revolucionario que ha merecido el nombre de Revolución industrial.
Ambas revoluciones, política y económica, son inseparables de la revolución social que es el
proceso de dominación burguesa.
C).-La Revolución industrial tiene un carácter esencialmente económico, la transformación
respecto de la época precedente (la preindustrial) con el uso de nuevas técnicas, fuentes de
energía, invención de maquinarias, innovadores medios de transporte, aumento de la
capacidad productiva con la sustitución de los talleres artesanales por las fábricas, etc.
Es necesario indicar que estos dos últimos procesos, pese a ser de duración secular, fueron
claramente percibidos por sus contemporáneos como súbitos y violentos, como lo prueban,
entre otros extremos, la resistencia y los conflictos que generó la aparición del maquinismo (la
destrucción de máquinas o ludismo). Es de imposible solución el debate (en el que puede
destacarse el aporte de E. P. Thompson) sobre si la revolución industrial inglesa costó más
muertes y sufrimientos que la revolución liberal francesa.
Justificado este uso, se entiende que por extensión se aplique el término revolución a
la revolución neolítica y la revolución urbana(definidos por Vere Gordon Childe), procesos ya
no seculares sino milenarios, pero que presentan claras analogías con los del XVIII y XIX en
cuanto a la transformación radical (y sin duda violenta) de las formas de vida de la
humanidad. De una forma similar, Earl J. Hamilton acuñó el concepto de Revolución de los
precios para los cambios económicos del siglo XVI, ligados a la inflación consecuente a la
llegada a Europa de metales preciosos de América.
No se agota la tipología de las revoluciones con los tres tipos enumerados al principio. Se
habla de revoluciones en cualquier ámbito, incluso en los más alejados de los usos anteriores,
como sería el ámbito de la ideología (revolución ideológica) o el del arte (revolución artística).
A veces esa extensión se hace con evidente abuso del término (cuando se aplica a la moda,
al deporte, a la última novedad de la música popular...), y a veces está plenamente justificada
(revolución cultural en la China maoísta) o el concepto de revolución científica (Thomas Kuhn).
Por otro lado, se han propuesto distintos tipos de periodizaciones y agrupaciones de
revoluciones por sus similitudes o proximidades en el espacio o en el tiempo (ciclos
revolucionarios).
25
UNIDAD TEMÁTICA II. UNIDAD DE COMPETENCIA: Compara las relaciones sociales de
producción prehispánica y su influencia europea con base en el análisis histórico del
México Colonial.
2.1.-MODO DE PRODUCCIÓN DESDE EL FORMATIVO PREHISPÁNICO HASTA LOS
AZTECAS:
Los modos de producción precapitalistas en México. Por Cuauhtémoc Amezcua
D.
El conocimiento y análisis de los modos de producción, de su concreción en cada
sociedad, es una parte necesaria del análisis de la realidad contemporánea y de los
objetivos de la lucha de los revolucionarios, de su estrategia y táctica. En el caso de
México, y en general, de América Latina, los modos precapitalistas se dieron en tiempos
distintos y adquirieron peculiaridades que es indispensable examinar, para no incurrir en la
copia extralógica de lo sucedido en Europa.
De acuerdo con las opiniones científicas generalizadas, el Homo sapiens pobló el hoy
Continente Americano mucho tiempo después que Europa, Asia y su lugar de origen, África. No
existen datos firmes sobre la presencia de otras especies, presapiens; tampoco hay consenso
entre los científicos sobre las fechas de llegada del sapiens a Mesoam érica, pero las
dataciones más ampliamente aceptadas refieren a la presencia más antigua entre 12,000
años a.C., de acuerdo con el reciente descubrimiento, arqueológico del Hoyo Negro, en
Quintana Roo, México; en donde se encontró la osamenta de una joven de unos 12,900 a
13,000 años a. C.
Según el estudio de Clovis, en Nuevo México, en Mesoamérica, todos son poblamientos del
periodo pleistoceno o Mesolítico (de 14,000 a 7,000 años a.C.). Hay hipótesis que proponen
fechas de arribo de hace 30 mil años o más, pero no son generalmente aceptadas en la
comunidad científica por falta de respaldo sólido. Está claro que las migraciones hacia este
continente duraron largo tiempo, miles de años, más que los grupos que se asentaron en otros
continentes.
El esqueleto humano descubierto en el sitio arqueológico Hoyo Negro, ubicado
dentro de una cueva inundada de Quintana Roo, ha sido estudiado desde hace casi
tres años por especialistas nacionales y extranjeros, y ha sido fechado
científicamente con una antigüedad de entre 13,000 y 12,000 años en laboratorios
de Estados Unidos y Canadá. Estudios de ADN mitocondrial lo colocan como el
eslabón que faltaba para poder confirmar el vínculo que existe entre los primeros
pobladores de América y los grupos indígenas contemporáneos en este continente.
Se trata del esqueleto más completo y genéticamente intacto que se ha
encontrado en América, el cual pertenece a una joven de entre 15 y 16 años que
murió dentro de una cueva localizada en el actual estado de Quintana Roo,
inundada después de la última glaciación que finalizó hace unos 10,000 años, y
cuyos restos son los más antiguos localizados en el Nuevo Mundo.
En otro aspecto, los científicos tienen consenso en que el descubrimiento de la agricultura y el
consecuente paso del nomadismo al sedentarismo, lo que vendrían a ser los asentamientos
duraderos en América, fue un proceso que no tuvo relación con los casos de la zona de los ríos
Tigris y Éufrates en la Mesopotamia asiática, ni del Valle del Nilo. Además de que fue muy
posterior a éstos. Existen variantes, pero la opinión científica más aceptada establece el inicio
de la agricultura en Mesoamérica y en la región andina como inicio de entre el año 3,500 a
26
2,500 A.N.E., en tanto que en la Mesopotamia y el Valle del Nilo habría sido alrededor de 8,500
o 9,000 años A.N.E. Por su parte, en la zona de los ríos Huang Ho y Yangtzé, en China, se
registró el mismo proceso allá por el año 7,500 A.N.E., y en Europa, a partir del 6,000 A.N.E.
¿Qué modo de producción existía en nuestras tierras, a la llegada de Cristóbal Colón, y cuál en
Europa?
Lo anterior significa que el modo de producción de los grupos humanos al migrar hacia
nuestras tierras era el comunismo primitivo y lo siguió siendo ya en nuestro continente por
miles de años más, aunque, desde luego, durante ese largo lapso fueron logrando progresos
en cuanto a sus instrumentos de producción, incluido, en su momento, el cultivo de la tierra.
Pero lo prolongado de las migraciones, con su consecuente secuela de retraso de la
neolitización y el sedentarismo, explica el rezago de los grupos humanos que se avecindaron
en estas tierras, respecto de Europa alrededor
de 2,500 años, y de Asia de 5 a 6 mil años, en
cuanto al surgimiento de la agricultura y los
asentamientos duraderos. Ese retardo inicial
también trajo secuelas, que se reflejaron en el
hecho de que, hacia finales del siglo XV de la era
actual, cuando Cristóbal Colón salió del Puerto
de Palos y arribó a la isla que bautizó con el
nombre de “La Española” (hoy Santo Domingo)
en 1492, el hoy Continente Americano, estaba
habitado por pueblos con distintos grados de
desarrollo económico y cultural, algunos con
culturas maravillosas, pero por su estructura
económica, ninguno alcanzaba todavía el modo de producción que en ese mismo momento
era dominante en Europa, el capitalismo comercial, como veremos enseguida. En efecto, aquí
teníamos la portentosa Tenochtitlan, que asombró a los europeos; florecían culturas que
ejercían una agricultura dotada de buenas técnicas, tenían un eminente desarrollo científico y
cultural y vivían en grandes ciudades, con palacios y templos prodigiosos. Y había también
numerosos grupos tribales nómadas que todavía continuaban practicando la recolección, la
pesca y la caza. Los más avanzados, como los aztecas, los mayas y los toltecas, por cuanto a
su modo de producción, vivían dentro del periodo de descomposición de la comunidad
primitiva en su tránsito al esclavismo, y mostraban notables semejanzas con el modo de
producción asiático. Pero las tribus nómadas estaban mucho más atrás, en una etapa en la
que aún le faltaba cuantioso desarrollo al comunismo primitivo.
Hay que observar que estamos hablando de fines del siglo XV (finales de 1400), el mismo
momento en que los europeos emprendieron lo que se ha llamado los descubrimientos
geográficos más importantes. En Europa hacía tiempo que había quedado atrás el comunismo
primitivo y la comunidad primitiva e incluso también el esclavismo; el modo de producción
feudal era entonces el dominante y, en general, se iniciaba el proceso de la acumulación
originaria de capital, que vendría a ser la base para, centurias después, el arribo al modo de
producción capitalista. La diferencia entre el grado de desarrollo de la base económica entre
una y otras sociedades, era enorme, lo que se justifica porque los instrumentos de producción
de las sociedades mesoamericanas y andinas eran rudimentarios, si se les compara con los
27
que para entonces poseían las sociedades europeas. Como explica Lombardo, nuestros
pueblos “todavía no habían llegado al uso del hierro y de la rueda; carecían de animales de
tracción; sus instrumentos de trabajo eran de piedra y de bronce”. Además, “la estructura de
las tribus estaba basada en las relaciones de parentesco sanguíneo y su forma política más
avanzada era la de confederación de tribus”.
Tenían esclavos, es verdad, pero igual que en su momento sucedió en Grecia y Roma, lo eran
de manera temporal; no constituían la fuerza productiva principal ni se les consideraba
propiedad de sus amos; por tanto, tampoco los podían comprar ni vender. Como se dijo, se
hallaban en la transición de la comunidad primitiva al esclavismo, pero en Europa esa misma
transición se había dado algunos miles de años antes. Una vez más se comprueba el carácter
desigual del desarrollo de los pueblos, desde el punto de vista cronológico.
No confundir los modos de producción con las superestructuras de las sociedades:
Debemos cuidarnos de no confundir lo que se refiere a los modos de producción, que de
acuerdo con el marxismo corresponden a la estructura o base económica de las sociedades,
con las superestructuras: la ciencia, el arte, el derecho, la política, la religión y otras.
En el caso que nos ocupa, por cuanto a las superestructuras, los pueblos más desarrollados de
nuestro continente construían grandiosas obras de ingeniería hidráulica y monumentales
palacios y templos; sus conocimientos astronómicos eran avanzados; medían el tiempo con
precisión y superaban a las civilizaciones europeas de la época en diversos e importantes
aspectos; todo esto es cierto, como lo expresa Lombardo, gran conocedor de su genio:
“… habían llegado a un alto nivel en algunas de las superestructuras sociales. Su astronomía y
su cronología eran perfectas para su tiempo. Su calendario, formado siglos antes de nuestra
era, tenía un valor superior a los calendarios Juliano y Gregoriano. Su conocimiento de la flora
y de la fauna era profundo y la clasificación que hicieron de sus especies puede considerarse
ejemplar.
Los agricultores conocían el trabajo intensivo de la tierra, gracias a ingeniosos sistemas de
irrigación. Sus industrias, limitadas a los útiles de producción que poseían, eran de una gran
riqueza: cerámica, telas, orfebrería, pulimento de piedras preciosas y mosaicos de pluma entre
muchas otras. La arquitectura había llegado a las obras monumentales del arte superior,
integrada por la escultura y las pinturas murales. Las leyes o normas que regían la sociedad
obedecían a un principio de codificación lógica.”
Sin embargo, a pesar de su alto desarrollo cultural, estaban en desventaja respecto de los
invasores europeos desde el punto de vista técnico, porque el modo de producción de éstos
era otro, más avanzado.
En el aspecto de la guerra, disponían de armas de fuego, armaduras metálicas y espadas de
acero; además, usaban al caballo y al perro como instrumentos de pelea, desconocidos en
nuestro territorio. Por eso y también por su crueldad, doblegaron a nuestros pueblos a sangre
y fuego; se apropiaron de nuestros territorios y diezmaron a la población aborigen por muertes
violentas y trato inhumano. Además, como Lombardo lo advierte, destruyeron sus culturas, les
arrebataron sus tesoros, demolieron sus templos, prohibieron sus creencias, invalidaron sus
tradiciones y establecieron el régimen colonial que estuvo plagado de terribles injusticias,
ocasionadas por la más desmedida e inhumana ambición: “…A tal punto llegó en los españoles
la fiebre por el oro y la plata, que para justificar la horrible explotación de los indios en las
minas y en la construcción de edificios públicos, caminos y casas propias de sus amos,
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algunos de éstos inventaron la teoría de que los mexicanos no eran hombres, sino bestias, no
merecedores a consideraciones y respeto”.
2.2.- ESTRUCTURA ECONÓMICA DE LAS CULTURAS PREHISPÁNICAS, FUERZAS
PRODUCTIVAS Y RELACIONES SOCIALES DE PRODUCCIÓN:
Rasgos característicos del patrón de cultura mesoamericana: Algunos de los rasgos
comunes a las diferentes culturas en el área de referencia, establecidos por el arqueólogo
alemán Paul Kirchhoff en 82 elementos, que constituyen el llamado “patrón de cultura
mesoamericana” son los siguientes: el conocimiento y utilización de una vasta gama de
técnicas para la producción agrícola; fabricación de terrazas y obras hidráulicas de diversa
índole; uso del bastón plantador y el azadón de madera; cultivo de maíz, frijol, calabaza, chile,
chía y tomate; preparación de tortillas de maíz con cal; trabajo textil de algodón; edificación
de complejos urbanos y plataformas piramidales escalonadas, uso de estuco (especie de
aplanado con yeso) para el recubrimiento de superficies de paredes arquitectónicas; trazo de
patios en forma de I para juego de pelota; y de manera significativa la producción de un
amplio excedente regular que permitió el desarrollo de la organización social, política y
económica.
Periodo formativo o preclásico: Este periodo, que se inicia en 2,500 a.C. y termina hacia el
año 200 d.C., se caracteriza, por un proceso evolutivo que parte de la domesticación de los
vegetales con el consecuente sedentarismo y el aumento en el número de aldeas, hasta el
surgimiento de la primera civilización mesoamericana.
El periodo formativo se divide a su vez en tres sub periodos:
a). Formativo temprano 2500 a 1500 a.C. Se establece la vida sedentaria en la parte central y
sur de Mesoamérica, en aldeas que no muestran evidencia de arquitectura pública; la
agricultura es la base de subsistencia, complementada con la recolección de algunas plantas,
así como de la caza y la pesca.
b). Formativo medio 1500 a 600 a.C. Surgen centros político-religiosos con asentamientos
rurales en la periferia; hacen su aparición las obras de escultura monumental y la arquitectura
pública. El desarrollo más grande se da en los centros olmecas de la Venta, Tres Zapotes, y
San Lorenzo en el sur de Veracruz y el oeste de Tabasco.
c). Formativo tardío 600 a 100 a.C. Continúa la cultura olmeca en la costa del golfo hasta 400
años a.C. En el valle de Oaxaca y en la zona olmeca aparecen el calendario y la escritura
jeroglífica. Surgen varios centros de poder político y económico con arquitectura monumental,
en el Altiplano Central, en Oaxaca y en las tierras bajas mayas.
Se considera hasta ahora a la cultura olmeca como la primera en alcanzar el grado de
civilización, en virtud de que fue en su área nuclear donde se manifestaron inicialmente los
rasgos característicos de tal nivel de desarrollo cultural: 1).- Un considerable aumento de
población; 2).- La creación de una tecnología capaz de permitir el mejor aprovechamiento de
un medio geográfico hostil; 3).- La existencia de un excedente de producción que permitiera el
intercambio comercial con otros pueblos; 4).- La especialización y organización del trabajo; 5).-
Una estructura social jerarquizada en la que destaca la clase dirigente; 6.- La construcción de
obras públicas monumentales dentro de una planificación de carácter urbano; 7).- Desarrollo
de la escritura; 8).- El desarrollo de los conocimientos científicos; 9).- La existencia de una
“cosmovisión” o mentalidad colectiva.
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1.- Aumento demográfico: El aumento poblacional se puede considerar como primer
elemento en el proceso civilizatorio, pues ya desde el periodo protoagrícola se muestra una
proliferación considerable de sitios de ocupación humana (al grado de suponerse que la
presión demográfica impulsó el invento de la agricultura) y posteriormente, ya en el periodo
aldeano, la evidencia arqueológica revela un notable crecimiento demográfico en los sitios
más representativos de las subáreas mesoamericanas. En el caso de la región olmeca, la
llegada de los grupos procedentes del centro y sur del continente debió provocar un
considerable incremento poblacional al fusionarse con los grupos ya establecidos con
anterioridad.
2.- Medio ambiente y tecnología: Las condiciones naturales del ambiente cálido-húmedo
no parecen haber dificultado el desarrollo cultural del grupo
olmeca; por el contrario, es posible que fueran muy bien
aprovechadas gracias, en parte, a los conocimientos y
experiencias que para explotar ese tipo de medio ambiente
debieron adquirir sus ancestros en su supuesto recorrido por
Centroamérica. Las tierras de la región eran muy fértiles, y los
ríos jugaron un papel fundamental en una sociedad que no
disponía de animales de tiro y, por consiguiente, no utilizaba la
rueda en las tareas agrícolas; practicaron más bien un tipo de
agricultura húmeda. Como ejemplo destacado acerca de la
tecnología hidráulica desarrollada por los olmecas se encuentra
un sistema de canales, quizá de riego, descubiertos en 1968 en
San Lorenzo, en cuya construcción se utilizaron por lo menos 30
toneladas de piedra basáltica, cortadas en forma de U y
minuciosamente ajustadas.
La fauna abundante y variada de la selva, así como la del mar, lagunas y ríos, debió aportar un
abasto alimentario diversificado y de alta riqueza proteínica y, por tanto, poseían una
actividad mayor de recursos de energía que los de las poblaciones situadas en las tierras
semiáridas o en las áreas montañosas. Así pues, la civilización olmeca fue posible (con la
enorme utilización de labor física y de inventiva tecnológica que exigía) gracias a la
convergencia de dos modos de subsistencia: la agricultura del maíz, como producto
primordial, un complejo pesca-caza-recolección en el exuberante territorio que este grupo
habitaba.
3.- Comercio: Aun cuando hasta la fecha no se tengan pruebas de un intercambio comercial
de productos alimenticios o de textiles, las obras de escultura portátil y la cerámica de los
olmecas, esparcidas por todos los rumbos de Mesoamérica, aportan informes inequívocos de
la presencia de sus mercaderes y quizá también de sus artesanos. Al parecer los olmecas
utilizaron el comercio como una segunda fuente de actividad económica y, con base en los
hallazgos hechos en numerosos sitios alejados de su área, puede suponerse que la actividad
comercial de los olmecas no se limitaba a la exportación de objetos manufacturados, sino que
importaban del exterior la materia prima necesaria para la elaboración de algunos de esos
objetos; al parecer, las importaciones alcanzaban peso y tamaño muy considerables, mientras
que las exportaciones consistían en objetos pequeños.
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Para efectuar los desplazamientos debieron utilizar las vías naturales de comunicación, que
fueron un medio muy eficaz, ya que los principales conducen de fuera del área olmeca hacia
dentro; y así, los pesados objetos de importación se deslizarían fácilmente en corriente río
abajo hacia adentro de la población, y solo los objetos ligeros de exportación serían
transportados en sentido inverso, hacia afuera.
4.- Especialización del trabajo y división de clases: con base en
las actividades tecnológicas y comerciales, puede pensarse que para
realizarlas debieron tener los olmecas una compleja organización
social, política y económica. Así mismo la construcción de sistemas
hidráulicos indica la necesaria existencia de un gran número de
personas dedicadas de tiempo completo a estas obras, además de
dirigentes –caciques o sacerdotes- con capacidad de liderazgo para
lograr la movilización de la enorme energía laboral requerida.
El arte olmeca aporta interesantes
informes acerca de la división social; por ejemplo, las cabezas
colosales portando una especie de casco, son de rostros tan
realistas que permiten suponer se trataba de retratos de jefes o
guerreros en cuyo honor se levantaron estos monumentos. Así
mismo, los bajorrelieves esculpidos en piedra muestran a
personajes ataviados con ornamentos que pudieran corresponder
a una clase de sacerdotes, magos o chamanes. En cambio, las
figuras masculinas más pequeñas solo portan un taparrabo,
llamado máxtatl por los aztecas, elemento que llegaría a
constituir un rasgo esencial de la vestimenta mesoamericana, presente ya en la iconografía
olmeca; el taparrabo se cubría a veces con un faldellín sujeto por un cinturón de broche, y
llevaban también una especie de túnica o capa.
Al parecer, las figuras femeninas solo fueron representadas en la cerámica, y son mucho más
sencillas en su atuendo; solo usaban falda y cinturón, rara vez aparecen con sandalias; estas
representaciones son menos numerosas en comparación con la figura masculina, lo cual
parece confirmar la existencia de una organización social patriarcal. Es interesante observar
cómo, a diferencia de los pueblos mesoamericanos del altiplano central, los olmecas no
parecían asociar la fertilidad de la tierra con la figura femenina, sino con el jaguar, o con una
hibridación entre este animal y los seres humanos.
5.- Obras públicas monumentales, centros
ceremoniales y planificación urbana: Lo que se ha
preservado de la cultura material de los olmecas es
precisamente su obra monumental: las enormes cabezas,
las estelas con relieves que parecen representar a sus
dirigentes, los llamados altares o tronos, las obras
hidráulicas, y sobre todo los conjuntos arquitectónicos
que integraban las ciudades o centros ceremoniales.
6.- Organización política: La clase dirigente estaba
integrada posiblemente por sacerdotes, quizá ya
poseedora de conocimientos astronómicos capaces de identificar los periodos de lluvia y los
31
momentos idóneos para la siembra y la cosecha. Es indiscutible la necesidad de una autoridad
muy fuerte y aceptada por todos los habitantes de cada centro de población, para obtener de
ellos los enormes esfuerzos que suponen las tareas relacionadas con la transportación del
material lítico de grandes dimensiones y la construcción de los edificios. La motivación
religiosa debió estar en la estructura política, lo cual hace suponer la existencia de un
gobierno teocrático, apoyado por la clase guerrera y sustentada en una economía agrícola y
comercial.
Por otra parte, la dispersión que muestran los núcleos de población en el área olmeca lleva a
la conclusión de que no se trataba de una sola entidad política dirigida por un gobierno
central, así como tampoco una metrópoli imperial que sujetara bajo su dominio político-militar
a los pueblos de Mesoamérica en donde es notoria su presencia.
La zona nuclear olmeca parece haber estado integrada en entidades políticas autónomas,
quizá cercanas al concepto de ciudades-Estado, las cuales entablaban relaciones comerciales
entre sí y sin duda, efectuaban incursiones en otros pueblos, contaban con sus propios
dirigentes y desarrollaban su vida cotidiana de manera independiente.
7.- Escritura y calendario: Algunos monumentos encontrados en el área olmeca (entre los
que destacan la llamada Estela C de tres Zapotes, Veracruz, y el monumento 13 de la Venta,
Tabasco constituyen pruebas indudables de la utilización de una forma de escritura jeroglífica;
el primero de esos monumentos es de singular importancia, pues contiene una inscripción
calendárica de la llamada “Cuenta Larga”, semejante a la de los mayas del periodo “clásico”
que muestra la fecha que corresponde al año 31 d.C. Pero la similitud entre la escritura
numérica y calendárica de ambas culturas ha dado lugar a nuevas interpretaciones y ha
sugerido la hipótesis de que, aparte del supuesto lazo lingüístico, debieron existir otros rasgos
comunes y estrecha relación cultural entre olmecas y mayas.
8.- Conocimientos científicos: En virtud de la existencia de esos
elementos, la escritura, la astronomía y el calendario (que incluyen
obviamente a la numera- ción), se puede inferir que los olmecas
habían desarrollado el calendario de 260 días, el año solar de 365 y,
por lo tanto, la Rueda Calendárica o ciclo de 52 años, rasgo
fundamental de las civilizaciones mesoamericanas; y habían creado
también un medio para registrar datos y acontecimientos
significativos de su cultura mediante un sistema de signos
jeroglíficos, lo cual constituye una de las características esenciales
de la civilización, y marca además el inicio del progreso científico y
tecnológico en los pueblos mesoamericanos, en fechas tempranas
de su proceso histórico.
9.- Cosmovisión o mentalidad colectiva: En todos los sitios del
área nuclear olmeca se ha encontrado un mismo patrón de símbolos
y representaciones iconográficas de lo que pudo haber sido el
sistema de creencias mítico-religiosas de este singular grupo, en el cual ejerció, sin duda, una
gran influencia el medio ambiente natural de la región. Una de esas ideas, plasmada de
manera obsesiva en su arte escultórico, es la del culto al jaguar. Este felino, abundante
entonces en la región, debió constituir un peligro constante para sus habitantes y por lo
mismo es muy posible que fuera divinizado por los olmecas y quizá considerado su ancestro
32
común, como una especie de animal totémico. Esta hipótesis se fundamenta en las
innumerables representaciones de un ser híbrido hombre-jaguar, quizá conceptualizado como
un ser mitológico que dio origen a este grupo, o a todos los seres humanos; tal creencia
vendría a ser un ejemplo temprano de los mitos etiológicos (de origen) creados
posteriormente (aunque con diferentes elementos simbólicos) en otras regiones de
Mesoamérica, y semejantes a las otras partes del mundo. El estudio de esta vasta cultura,
denominada “cultura madre”, se extiende a través del tiempo y el espacio por toda
Mesoamérica. (Recomiendo a los alumnos que investiguen un poco más a fondo esta cultura,
ya que reviste un gran interés para nuestra formación académica. Para estos apuntes lo dejo
hasta aquí, el profesor).
El periodo clásico Mesoamericano: cubre un lapso
comprendido entre los años 100 y 800 d.C., dividido en
temprano, de 200 a 550 d.C., y tardío, de 550 a 800 d.C. Se
caracteriza fundamentalmente por la existencia de ciudades-
Estado, en calidad de centros político religiosos que ejercieron
control sobre el área circundante, bajo la dirección de
gobernantes cuya presencia se manifiesta, particularmente
en la zona maya, por medio de la escultura monumental.
En la transición entre los periodos llamados Preclásico y
Clásico, se manifiestan en la historia mesoamericana elementos políticos, económicos y
sociales que permiten distinguir una etapa de otra.
Es notable la formación gradual de asentamientos humanos organizados alrededor de un
centro político-religioso, de manera similar a la organización en el área nuclear olmeca, y muy
posiblemente como efecto de la influencia de esa sociedad. Tales centros político-religiosos se
constituyeron en dos principales tipos de Estado: uno centralista, ubicado en el altiplano
central de México, cuya capital fue Teotihuacán y que logró unificar bajo su dominio a los
diversos pueblos circundantes; y otro integrado en una especie de confederación de centros
relativamente autónomos, que se desarrolló en las tierras bajas mayas.
Economía: Aun cuando persistieron las actividades de recolección, caza y pesca, sobre todo
por la abundancia de recursos en el área, es evidente que la agricultura tuvo un papel
primordial en la economía maya, no solo para alimentar a grandes poblaciones, sino también
como medio de obtención de excedentes destinados al intercambio comercial. Se ha supuesto
que la llamada técnica “de roza”, consiste en cortar y quemar el monte antes de sembrar. (El
follaje silvestre es un obstáculo a los cultivos, por eso es necesario quemarlos, las cenizas
sirven de fertilizante).
Con el descubrimiento de una gran cantidad de vestigios que demuestran el uso de sistemas
de agricultura intensiva, como las terrazas, los camellones o campos levantados, y la
horticultura, además del complejo sistema hidráulico que poseían, se supone ahora que la
agricultura de los mayas de las tierras bajas durante el periodo clásico era muy variada y
compleja. Es factible que no solo las orillas de los ríos sino las de los lagos, lagunas y
pantanos, hayan permitido cultivos intensivos, con una renovación asegurada del suelo.
Es probable que aparte del maíz, los tubérculos como el camote, la yuca o mandioca, y la
jícama tuvieran un papel importante en la dieta alimenticia de los mayas.
33
Comercio: Entre las ciudades mayas se desarrolló una amplia red de actividades comerciales,
tanto de bienes de uso cotidiano como de objetos suntuarios. Había especialistas dedicados a
la obtención de materias primas y productos manufacturados procedentes de regiones muy
apartadas, pues debido a las marcadas diferencias ambientales entre las distintas regiones del
área maya, los recursos naturales eran muy variados. Esa circunstancia dio origen a un
intenso comercio interior, dentro del área global, y de un comercio exterior con pueblos no
mayas.
Las redes de intercambio comercial combinaron múltiples posibilidades de transporte a través
de ríos, costas, senderos e incluso anchas y largas calzadas de piedra por donde transitaban
los grupos de cargadores. Hubo un intenso tráfico fluvial y costero que facilitó el movimiento
de productos mediante el uso de pequeñas embarcaciones. El intercambio comercial parece
haberse dado en un principio en función de equivalencias, es decir por trueque, dependiendo
de la abundancia o escasez de un producto determinado en las diferentes regiones. Más tarde
quizás en el clásico tardío, se utilizaron diversos objetos como unidades de cambio: en primer
lugar, las almendras de cacao; luego, las cuentas de jade, y ciertas conchas marinas de color
rojo.
Organización del trabajo: La distribución del trabajo entre los mayas del periodo clásico
debió ser muy parecida a la de otras civilizaciones mesoamericanas, tanto de la misma época
como posteriores, y de hecho los historia- dores se fundamentaron en los documentos escritos
por los cronistas españoles que recogieron, de informantes vivos, los datos sobre las
costumbres y la forma de vida de los mayas que heredaron de sus ancestros. Así pues, de
acuerdo con esos informes, la organización del trabajo en el periodo clásico debió reunir las
siguientes características:
La gran masa de población se encargaba de obtener o producir todos los bienes materiales,
mediante el cultivo, la recolección, la caza, la pesca, la domesticación de animales y las
actividades artesanales; todas esas tareas se realizaban bajo diversos criterios de
especialización. En primer lugar, estaba la tradicional división del trabajo por sexos y luego las
actividades que requerían de especialistas como algunas ramas de la artesanía, las cuales
implicaban el trabajo de operarios dedicados de tiempo completo. Una actividad muy
importante era la realizada por los mercaderes, que efectuaban el intercambio de artículos
entre diferentes regiones del área maya y con lugares más alejados; si es posible trasladar al
periodo clásico las funciones que este grupo social tenía en el periodo posclásico, se puede
hablar de verdaderos profesionales que aparte de ubicarse entre los altos niveles de la
jerarquía socioeconómica, disfrutaban de una posición política privilegiada, pues sus
actividades mercantiles implicaban además una especie de función diplomática ante los
dirigentes de los pueblos con los que entraban en contacto.
De todos los productos obtenidos por la clase trabajadora (agricultores, recolectores,
cazadores, pescadores), gran parte pasaba, en forma de tributo, a manos de la “nobleza”
(dirigentes y sacerdotes), pero los excedentes alimenticios no solo se destinaban al
mantenimiento de esta clase social, sino al de los artesanos de tiempo completo, los
mercaderes profesionales y los trabajadores ocupados en la construcción de los edificios
ceremoniales y administrativos, así como de las residencias para los miembros de la élite. De
esta manera, al productor de los bienes solo le quedaba lo más estrictamente indispensable
para su supervivencia y el mantenimiento de su familia.
34
Sociedad y cultura: (Gobierno y jerarquía social): Las artes plásticas del periodo Clásico
reflejan una sociedad jerarquizada, pero aun no queda claro si eran sacerdotes o guerreros
quienes integraban la élite dirigente en aquella época. Cada ciudad formaba un Estado, a la
cabeza de la cual estaba un ahau, uno de eso personajes cuyos nombres aparecen en los
jeroglíficos de estelas y edificios en la zona de El Petén en la cuenca del Usumacinta. Esas
inscripciones proporcionan información acerca de las jerarquías gobernantes de los reinos
mayas, aunque aparentemente existía variación de una región a otra. El rey principal era
llamado ch’ul ahau, quien tenía el rango de ahau, pero también había ahauob menores dentro
del mismo reino, con funciones específicas. Las esculturas de los primeros tiempos del periodo
Clásico revelan que, salvo escasas excepciones, los soberanos eran más religiosos que
guerreros; muchos de los personajes llevan la “barra ceremonial” atributo del sacerdocio; en
cambio, no van armados y su atuendo no refleja una función guerrera.
En las pinturas murales de Bonampak se muestra a un jefe guerrero que, con lanza en mano,
se yergue sobre la plataforma en donde lo rodean sus dignatarios y algunas mujeres, mientras
que sus cautivos agonizan sobre las escalinatas; no lejos de allí, en Xaxchilán, un dintel de
madera fechado en el año 755 muestra la efigie de un soberano de nombre “Pájaro-jaguar”,
quien parece enorgullecerse de haber vencido y capturado a otro personaje postrado a sus
pies. Pero estas escenas corresponden a la fecha tardía del Clásico, cuando es posible que
empezara a manifestarse la supremacía de los guerreros sobre la clase sacerdotal; por lo
tanto, puede suponerse la existencia de un gobierno teocrático en los primeros tiempos, y en
la fase de auge de la civilización maya de las tierras bajas, que, al impacto de los hechos de
guerra, fue desplazado por dirigentes guerreros creadores de Estados militaristas. Las
inscripciones en Tikal registran la permanencia de una sola dinastía, de al menos 39
sucesores, que gobernó desde el Clásico temprano hasta su desaparición en el siglo IX.
Respecto al dominio que ejercían unos centros políticos sobre otros, existen algunos ejemplos,
como el caso de una guerra de conquista de Tikal contra Uaxactún en el siglo IX d.C., que
concluyó con el sometimiento del soberano de esta ciudad al ahau de Tikal; además las
dimensiones y distribución de las ciudades demuestran que Quiriguá fue una colonia de
Copán, como también lo fue Bonampak de Yaxchilán.
Todo el complejo sistema arquitectónico, las obras hidráulicas y la magnificencia de las artes
plásticas prueban el funcionamiento de una jerarquía social en la cual los especialistas
(albañiles, talladores de piedra, escultores, pintores y cinceladores) ejecutaban sus trabajos
según los planos de los dirigentes, y los campesinos producían excedentes de subsistencia a la
medida de las necesidades del conjunto poblacional.
Las costumbres funerarias también aportaban datos acerca de la jerarquía social; como fue
costumbre desde el periodo formativo en casi toda Mesoamérica, los mayas solían enterrar a
sus muertos en fosas cavadas en el suelo de sus propias casas, aunque este no era el caso de
entierros primarios (para las personas de alta jerarquía) pues estos implicaban la construcción
de cámaras especiales y sarcófagos tallados en piedra, por lo general con inscripciones
relativas a la posición que tuvo en vida el personaje sepultado.
El arte de los mayas constituye un valioso documento que confirma, y aun supera, las
descripciones hechas por los cronistas acerca de las variadas formas de atuendos y adornos
que utilizaban y cómo esos atuendos reflejan los diferentes niveles jerárquicos de su sociedad.
35
Entre todas esas representaciones ocupan un lugar destacado las figurillas humanas de barro,
tanto femeninas como masculinas, encontradas en Jaina, una isla situada al norte de la capital
del Estado de Campeche; esas pequeñas esculturas habían sido depositadas como ofrendas,
junto a piezas de cerámica, en los numerosos entierros encontrados en la isla (año 400 d.C.),
la mayoría primarios, es decir, de personas que en vida pertenecieron a la clase alta. La
ornamentación, el peinado y los atributos de los personajes representados, además de las
actitudes de cierta arrogancia que adoptan, confirman lo alto de su rango; joyas, tocados,
vestimentas, sandalias, abanicos, bolsas, escudos, etc., colocados al pastillaje, parecen
demostrar que Jaina fue un cementerio dedicado a la clase dirigente y sus familias (un alto
porcentaje de los esqueletos corresponde a individuos infantiles), pero aparte de su valor
documental, las estatuillas de Jaina constituyen un significativo ejemplo de la sensibilidad
artística de los mayas.
Cultura teotihuacana: (Periodo Clásico) El área geográfica donde se desarrolló la cultura
teotihuacana entre los años 200 y 650 d.C., es un valle con una extensión aproximada de 600
km2, situado al noreste del lago de Texcoco y, en consecuencia, también al noreste del valle
de México. Su clima es templado (15 0 C., en promedio) con lluvias en verano. Está rodeado
por cerros de origen volcánico.
En el aspecto hidrológico, son tres los ríos principales en el valle de Teotihuacán, cuyo caudal
debió ser de consideración en el pasado: el San Juan, el Huixulco y el San Lorenzo, que se
unen en un sitio ahora ocupado por el poblado de San Juan Teotihuacán, para desembocar en
el lago de Texcoco. Además de estos ríos, para los antiguos pobladores fueron de singular
importancia los manantiales que todavía hoy brotan en algunas partes de la región.
36
El importante potencial de recursos del valle de
Teotihuacán estaba compuesto fundamentalmente
por: una llanura de ricos suelos aluviales; un conjunto
de manantiales de caudal constante, cuya ubicación
permitía canalizar sus aguas hacia la llanura; varias
cadenas montañosas poco abruptas, con laderas suaves irrigadas
por escurrimientos constantes; y una zona semipantanosa
colindante con el lago y propicia para la construcción de
chinampas. Además de todo esto, la localización del área fue
favorable para establecer importantes vías de comunicación:
hacia el noreste, con Puebla y Tlaxcala y las vías fluviales que
conducen al Golfo de México; y con rumbo al suroeste, donde el
gran lago central permitía a los teotihuacanos comunicarse con
todo el valle de México.
Estos elementos debieron ser de gran significación en el desarrollo tecnológico de la antigua
ciudad metrópoli que dominó la región del centro de México durante varios siglos y cimentó
las bases de la cultura mexica.
Estructura social: (Organización sociopolítica): De acuerdo con interpretaciones sobre esta
cultura, vigentes hasta hace poco tiempo, y debido a la gran cantidad de datos y elementos
religiosos obtenidos por los arqueólogos, se suponía que el Estado teotihuacano había sido
eminentemente teocrático y que su gobierno había mantenido un carácter sagrado hasta el
momento de la destrucción de la ciudad. Sin embargo, hallazgos de objetos no religiosos,
muchos de ellos de carácter guerrero, indican que Teotihuacán contó con fuerzas militares
desde sus inicios, y eso le permitió controlar a otros grupos sociales asentados en su ámbito
cercano y, quizá, dominar a muchas sociedades de su época ubicadas en sitios más lejanos en
el territorio mesoamericano.
Estudios realizados en Teotihuacán permiten observar un patrón interesante sobre la forma en
que influía la estratificación social y, en particular, las actividades desempeñadas por cada
grupo, en la distribución residencial de la población. Se supone que los criterios de alojamiento
fueran más de tipo laboral que familiar, pues parece haber existido, por parte de la dirigencia
estatal, una marcada tendencia a influir sobre la población, con el fin de que se establecieran
en viviendas agrupadas de acuerdo con su especialidad productiva.
Economía: Teotihuacán ofrecía un potencial agrícola superior a otras regiones vecinas,
gracias a sus acuíferos que permitieron llevar a cabo un exitoso proyecto agrohidráulico desde
fechas tempranas de su historia. Las plantas cultivadas por los teotihuacanos eran: Maíz, frijol
negro, varias especies de calabaza, chile, tomates, quelites, y la tuna. Las actividades
recolectoras se centraban en la papa silvestre, tule, verdolaga y huizache. Los animales más
aprovechados, además de la fauna lacustre propia de la región, era el
venado cola blanca, el conejo y la liebre, además del perro y, en menor
cantidad el guajolote.
Religión: La religión de los teotihuacanos puede conocerse por medio de
dos importantes fuentes: sus obras de arte y los relatos sagrados
trasmitidos por sus herederos culturales, toltecas y, aztecas, a través de las
crónicas. Fueron precisamente esas crónicas las que dieron a la antigua
37
gran ciudad el nombre náhuatl de Teotihuacán, el “lugar donde los hombres se hacen dioses”;
las leyendas y los mitos creados por los habitantes del altiplano central en el periodo
posclásico atribuyeron la construcción de la ciudad, ya para entonces abandonada, a la obra
de gigantes que levantaran esplendorosos palacios y enormes templos piramidales, para
reverenciar a los dioses ahí reunidos con el propósito de crear a los seres humanos y todo
cuanto existe en el cosmos.
El primer testimonio de estas creencias consiste en un mito traducido del náhuatl, recogido
por Bernardino de Sahagún a través de sus informantes aztecas; en dicho mito se narra cómo,
después de que el mundo había sido destruido 4 veces consecutivas, los dioses se reunieron
en Teotihuacán para hacer posible la aparición de un nuevo sol, el Quinto Sol, y gracias al
sacrificio de los dioses volvió a brillar la luz sobre la tierra. La figura del Dios Nanahuatzin, que
se arrojara al fuego para transformarse en el sol, será un símbolo de gran significancia a lo
largo de la evolución religiosa de los pueblos nahuas y Teotihuacán, donde ocurr ió ese hecho
portentoso, fue considerado siempre como lugar sagrado para el pensamiento de los antiguos
mexicanos.
Leyenda del Quinto Sol: Teotihuacan. (Antes de la era de los hombres)
Cuenta la leyenda que antes de este, hubo cuatro intentos por crear al sol que le diera
luz a la tierra, finalmente se juntaron los dioses en Teotihuacan y
discutieron la manera en que habría de hacerse un sol en equilibrio y una
luna que lo acompañara. Vengan dioses los hemos llamado los cuatro
creadores: Yo Quetzalcóatl, serpiente de plumas preciosas, deidad de la
fertilidad. Yo, Huitzilopochtli, colibrí del sur, dios de la guerra. Yo,
Tezcatlipoca, espejo humeante, el que da y quita riquezas. Yo, Xipetotec,
Señor desollado, deidad de la primavera y renovación de la flora. ¿Quién
ha de ser el Quinto Sol? ¿Quién se sacrificará para ser el Sol del
movimiento? El sacrificio de uno no es suficiente. Alguien deberá de iluminar las penumbras. ¿Quién
dará su vida para ser el Sol?
Yo, Tecuciztecatl, me ofreceré en sacrificio. Debido a mi nobleza no hay nadie más indicado que yo,
para ser la luz en los cielos. Tú serás el Sol, pero… ¿quién será la Luna? Aunque no me considero digno,
acepto con honor su mandato. En este lugar se construirá el templo al Sol. Será aquí el lugar del templo
a la Luna. El momento en que los cielos se iluminen se acerca. El momento en que el sacrificio debe de
ser realizado es ahora, Los elegidos están listos, el fuego los espera. Así debe ser. Que venga la luz a
esta tierra. Tecuciztecatl… tú has de ser el primero. Es tu turno Nanahuatzin. Bienvenido Sol Tonatiuh,
nacido del sacrificio de Nanahuatzin. Tú Tecuciztecatl, que dudaste de tu sacrificio, serás castigado; por
mí, Ehécatl dios del viento. Tú Quinto Sol, te exhorto a que te muevas. Es necesario que te muevas para
que haya día y noche. Para que inicie la era de los hombres. SOL: Exijo que me ofrezca la sangre de los
dioses para que yo pueda moverme. Nos sacrificaremos todos los dioses, nuestra
sangre será el cimiento de un nuevo inicio y así comenzará
la era de los hombres. Tenochtitlan (en la era del hombre). Y
fue así como se creó el quinto sol y la luna que lo
acompaña…
En el periodo posclásico las dos culturas más
sobresalientes son: la tolteca y la azteca:
Cultura tolteca: Imagen de guerreros toltecas
representados por las famosas estatuas de los
atlantes de Tula, o gigantes de Tula. La cultura tolteca es una cultura
38
que habitó el Altiplano Central por el siglo X cuyos principales centros ceremoniales
fueron: Huapalcalco en Tulancingo y la ciudad de Tollan-Xicocotitlan, localizada en lo
que actualmente se conoce como Tula de Allende del Estado de Hidalgo, México. Fue
reconocida por sus estatuas de piedra llamadas Atlantes.
Historia, Periodo Posclásico: Durante este periodo los toltecas fueron el grupo dominante
de un estado cuya influencia se extendía hasta el actual estado de Zacatecas, y al sureste
hasta la península de Yucatán. Mucho tiempo después de la caída de Teotihuacán, hacia el año
700 d.C., hubo en Mesoamérica varios siglos de tinieblas y confusión, cambió la índole de su
civilización, las ciudades sin fortificaciones y gobernadas por élites religiosas que se
desmoronaron, y dieron lugar a ciudades guerreras y a religiones más belicosas.
El surgimiento de Tula como ciudad-Estado está relacionado con procesos sociopolíticos
iniciados durante la época Clásica, cuando esta región formaba parte del Estado teotihuacano
y de su área de influencia. El apogeo de la ocupación teotihuacana en Tula se ubica entre 250
y 450 d.C., cuando llegó a centralizar el gobierno de varias regiones gracias a su posición en el
centro de la geografía mesoamericana, desde donde pudo obtener una mayor efectividad al
canalizar las relaciones políticas y desarrollar principalmente dos actividades fundamentales
en el área: la construcción de extensos sistemas de riego y el inicio de la explotación intensiva
de piedra caliza. De esa manera Tula debió lograr la integración de las regiones factibles para
la expansión del altiplano, incluso hacia algunos puntos de Aridoamérica. Ese papel integrador
fue crucial en el propio desarrollo de Tula que en el Posclásico llegó a sustituir a Teotihuacán
como centro expansionista, aun cuando la arqueo- logía registra una significativa reducción
demográfica durante la fase Xolalpan y Metepec (450 a 750 d.C.).
La historia de los Toltecas comienza con una leyenda que los describe como una más de las
tribus Chichimecas de habla náhuatl que vienen del norte a principios del siglo X, conducida
por un rey llamado Mixcóatl, y que se estableció en Culhuacán. No se sabe con exactitud si
Mixcoatl existió o fue sólo leyenda, pero su hijo Topiltzin vivió realmente, y es el primer
personaje de carne y hueso que aparece en la Historia de México; en ese sentido, los toltecas
(maestros constructores), fueron los miembros de una cultura precolombina que dominó la
mayor parte del centro de México entre los siglos X y XII. Su lengua, el náhuatl, también fue
hablado por los aztecas. Mucho de lo que se conoce de los toltecas está vinculado a mitos.
Si bien es cierto que los toltecas tuvieron una gran influencia entre los mayas, no está
comprobado que hubiera una presencia militar en la península de Yucatán. Ni viceversa,
aunque algunos autores pensaron que Tula había sido fundada por mayas de Yucatán. Se
puede hablar de una gran influencia comercial y político-religiosa de los toltecas en Chichén
Itzá, influencia que se refleja básicamente en la arquitectura de muchas estructuras como son
el Castillo, el Templo de los Guerreros (que muestra una fusión del estilo Puuc seguramente
influenciada por Uxmal) con diseño tolteca, así como en la presencia del llamado chac-
mool típico de Tula. La incursión de Quetzalcóatl como deidad es otro elemento tolteca
importante reflejado en Kukulkán entre los mayas, estos tuvieron mucho talento para la
construcción, y su influencia se extendió a gran
parte de Mesoamérica en el período Posclásico.
Entre los pueblos nahuas de la época de la
conquista, la palabra tolteca significaba alguien
39
sabio que dominaba las artes y artesanías. Y la palabra "toltequidad" equivalía a lo que
llamaríamos, alta cultura.
Tula fue un asentamiento con base agrícola cuya población estaba dedicada en su mayoría a
las actividades relacionadas directamente con la producción de alimentos y, a pesar de que en
su fase de mayor extensión tenía unos 50 mil ha., poseía una densidad de población muy baja;
esto se hace evidente porque gran parte de las unidades habitacionales se encontraban muy
alejadas unas de otras y contaban con campos de cultivo en su entorno.
En 1941 un grupo de antropólogos mexicanos
designó a la ciudad de Tula, en el estado de
Hidalgo, como Tollan, la mítica capital de los
Toltecas.
La influencia tolteca en la península de Yucatán:
La evidencia más clara de la presencia tolteca
fuera de su área nuclear, se encuentra en
Yucatán, donde además de los vestigios de
influencia tolteca registrados por la arqueología,
las tradiciones históricas locales hablan acerca
de la conquista de un grupo de toltecas que
establecieron su capital en Chichen Itzá y controlaron la mayor parte del norte de la península
de Yucatán durante uno o dos siglos. Además de las obras de cultura material rescatadas por
la arqueología, existen 2 importantes fuentes documentales para el estudio de la relación
maya-tolteca, una de las cuales es la obra del obispo fray Diego de Landa, “Relación de las
cosas de Yucatán”, escrita quizá en un acto de arrepentimiento de su autor por haber
quemado una importante cantidad de códices mayas que llegaron a sus manos, al
considerarlos nocivos para la fe cristiana por ser “producto de la idolatría y superstición
indígenas”. La otra fuente documental, los “Libros de ChilámBalám de
Chumayel”,contiene las profecías de un sacerdote maya del mismo nombre que vivió en
tiempos de la conquista española. La figura de Ce Ácatl Topiltzin Quetzalcóatl aparece en
esas crónicas con el nombre de Kukulkán (traducción literal de Quetzalcóatl o Serpiente
Emplumada como líder guía de los toltecas que hacia 987 d.C., llegaron a Chichen Itzá.
Arte: Su arte era basado en sus dioses ya sea en figuras de elementos preciosos, artesanías,
además de pinturas.
Arquitectura: Es indudable que los toltecas aportaron cambios importantes en cuanto a las
normas arquitectónicas que existían en Mesoamérica en el siglo IX, uno de ellos es el empleo
de esculturas antropomorfas que sostenían con la cabeza el techo de una habitación, logrando
así un gran espacio interior, como se aprecia en el templo de Tlahuizcalpantecuhtli, El Señor
del Alba. Se estima que Tula albergó alrededor de 30,000 habitantes los cuales vivían en
grandes complejos de un solo piso con techos planos básicamente de piedra y tierra y
acabados en adobe. Excluyendo la zona ceremonial, el diseño de las zonas habitables de Tula
reflejan un plano cuadricular que definían claramente diferentes barrios. De los elementos
arquitectónicos más significativos está la pirámide B con sus mal llamados atlantes, figuras de
4.6 m de altura y que alguna vez sostuvieron el techo de un templo. Según los estudios,
estos atlantes estaban decorados con mosaicos enjoyados y plumas. Restos de pintura indican
que probablemente fueron pintados para representar al guerrero tolteca-chichimeca de
40
Mixcóatl (padre de Quetzalcóatl) o al dios estrella de la mañana Tlahuizcalpantecuhtli, aunque
también construyeron columnas en forma de serpientes emplumadas, con la cabeza al suelo y
la cola hacia arriba, sosteniendo el dintel que formaba parte de la entrada a la gran
habitación.
En el ámbito doméstico poseían tres distintas clases de conjuntos habitacionales, el grupo de
casas, las unidades residenciales y las residencias palaciegas.
Economía: La economía en Tula, se basaba en una agricultura de extensos campos de cultivo
irrigados por complejos sistemas de canales, donde el maíz, el frijol y el amaranto eran el
principal cultivo. Al igual que en otros estados mesoamericanos, el comercio jugaba un papel
fundamental para la obtención de materias primas y bienes de lugares muy alejados.
Alimentación: De acuerdo a investigaciones realizadas en Tepetitlán, área rural de Tula, los
especialistas Guadalupe Mastache y Robert Cobean descubrieron que el amaranto fue
esencial en la alimentación de la cultura Tolteca, ya que evitó que estas tribus pasaran
hambrunas durante las épocas de sequías.
La base económica fundamental en este periodo fue la agricultura intensiva por medio de
riego y, en este sentido, Tula tenía una posición estratégica por encontrarse ubicada en la
confluencia de los ríos Tula y Rosas de corriente permanente, y frente al valle aluvial que se
extiende hacia el este. Existía una relación orgánica entre la ciudad, algunas zonas de riego y
muchos de los sitios del área, en la que estaba involucrado un sector de la población urbana
en la producción agrícola y en el mantenimiento de los cercanos canales de riego construidos
durante la misma fase Tollan.
Comercio: Tula debe haber contado con extensas redes de comercio a larga distancia, tanto
para la obtención de materia prima como el caso de la obsidiana, como para la importación y
exportación de otro tipo de productos. Se ha encontrado cerámica fabricada en distintas
regiones de Mesoamérica, siendo la más común la llamada “Plumbate”, procedente del
Soconusco en Chiapas, otras piezas provenían del occidente, del centro de Veracruz, de la
zona maya, y hasta de lugares más alejados como Costa Rica y Nicaragua. Otros ejemplos son
varios tipos de placas y figuras de jadeíta, serpentina y otras piedras semipreciosas,
procedentes de la región de Guerrero o de la zona maya; hay además cantidades significativas
de conchas marinas traídas tanto del Pacífico como del Golfo.
Ubicación geográfica: El área geográfica que constituyó la zona nuclear de la cultura tolteca
se encuentra en la porción sur del Estado de Hidalgo, al norte del Altiplano Central, en una
región que en la actualidad presenta un suelo árido, regado escasamente por la lluvia, con un
clima templado. Cuando las primeras comunidades agrícolas se establecieron en la región
hace aproximadamente 2,000 años, el panorama ecológico era muy distinto, pues estaba
cubierto de bosques de pino y encino, los cuales ahora solo se observan en las partes altas de
los cerros, mientras que en el área de Tula únicamente crecen huisáchales, mezquites y
cactus, contrastando con la visión de prosperidad agrícola narrada por las leyendas que
hablan de una época de esplendor en los momentos de auge de aquella ciudad, heredera de la
tradición teotihuacana.
Organización política: La sociedad tolteca se dividió en dos clases: El grupo
privilegiado: Integrado por jerarcas, militares, funcionarios, el supremo gobernante y los
sacerdotes, quienes estuvieron al servicio de la casta militar y se encargaban de atender el
culto, los calendarios y la cuenta del tiempo. Los jefes guerreros subordinaron todas las
41
actividades a sus intereses particulares; conquistaron grandes extensiones territoriales para
formar un gran imperio cuyas fronteras fueron sólo superadas por los aztecas.
La clase servil: Integrada por los trabajadores agrícolas y
artesanos (albañiles, alfareros, carpinteros, hilanderos,
lapidarios, pintores y tejedores, entre otros).
CULTURA AZTECA, TENOCHCA O MEXICA: Piedra del Sol.
Se trata de una representación profusa del dios Tonatiuh, a
quien se vincula con el Quinto Sol. El nombre de calendario le
fue adherido por la representación de los glifos de los días que
rodean la cara de Tonatiuh.
Los mexicas, fueron un pueblo chichimeca de filiación nahua
de lengua náhuatl que fundó México-Tenochtitlán, y hacia
el siglo XV en el periodo posclásico tardío, se convirtió en el
centro de uno de los Estados más extensos que se conoció en Mesoamérica asentados en un
islote al poniente del Lago de Texcoco. Hoy prácticamente desecado, sobre el que se asienta
la actual Ciudad de México, y que corresponde a la ubicación geográfica de la misma. Aliados
con otros pueblos de la cuenca lacustre del valle: México-Tlacopan y Texcoco, los mexicas
sometieron a varios pueblos indígenas que se asentaron en el centro y sur del territorio actual
de México agrupados territorialmente en altépetl. (Altépetl: Se entiende como una entidad
tanto étnica como territorial, en las que se organizaron social y políticamente los pueblos
indígenas mesoamericanos en el periodo Posclásico (1200-1521).
Introducción: Los mexicas fueron el último pueblo mesoamericano que condensó una rica y
compleja tradición religiosa, política, cosmológica, astronómica, filosófica y artística aprendida
y desarrollada por los pueblos de Mesoamérica a lo largo de muchos siglos.
Junto con los mayas son el tema más estudiado de la historia mesoamericana, dado que se
conservan fuentes documentales y arqueológicas, así como numerosos testimonios hechos en
su mayoría de forma posterior por sobrevivientes de la (invasión) Conquista de México. La
numerosa cantidad de estudios sobre los mexicas, hechos por investigadores de todo el
mundo, hace difícil una síntesis o un panorama general por la especialización de los estudios y
las numerosas polémicas que han permitido desechar
conceptos y términos indígenas inadecuados apoyados
en la lingüística, la antropología y la arqueología, los
cuales fueron usados durante muchos años por
estudiosos de los mexicas, basados en interpretaciones
modernas y en muchos casos eurocentristas.
La mitología mexica, siendo muy diversa, pero hecha
bajo el mandato virtual de Tlacaélel, situó el origen
mítico en Chicomoztoc “Lugar de las siete cuevas”, sitio
relacionado con Aztlán —de donde viene el gentilicio
azteca—, aunque no existe consenso sobre el punto
exacto donde se encuentre el sitio por tratarse de un sitio mítico. La lengua de los mexicas era
el náhuatl clásico, que actualmente es la lengua indígena con la mayor comunidad lingüística
en México. El etnónimo azteca fue popularizado por investigadores muy posteriores a su
tiempo. Sin embargo, cabe mencionar que los mexicas no se llamaban a sí mismos de esa
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forma, y que fue resultado de una mala designación posterior; y que las crónicas posteriores
los nombraron en todo momento como «mexicanos» o «los de México».
A la llegada de los españoles, los mexicas mantenían relaciones de tensión con
los altépetl sometidos (pueblos a los que les imponían fuertes cargas tributarias). Esta
situación fue aprovechada por los invasores españoles recién llegados (siglo XVI) en 1519, que
rápidamente establecieron alianzas con los cempoaltecas Veracruzanos y los tlaxcaltecas.
Tras la caída de México-Tenochtitlán, la élite gobernante mexica fue sometida e integrada
gradualmente a la sociedad colonial, recuperando muchos de ellos cargos y privilegios. El
resto de la sociedad mexica sufrió una serie de colapsos -principalmente el demográfico- en
todas sus estructuras, pero fueron muchas las continuidades y
resistencias que permanecieron por mucho tiempo y hasta
nuestros días en los pueblos indígenas de México, aunque el
grueso de la población entró en un proceso de una caída
demográfica histórica en menos de un siglo sufrida por todos los
pueblos indígenas por las nuevas enfermedades europeas y la
explotación española.
Atl Tlachinolli. (Atl-tlachinolli.... Tlachinolli (en náhuatl: Atl, agua,
Tlachinolli, que se quema, “agua quemada, el agua preciosa, la
sangre”) es un concepto mexica, basado en el difrasismos de agua
versus fuego, dos elementos físicamente opuestos, y que significó para
los mexicas la guerra sagrada).
Terminología: En la historiografía de Mesoamérica aparecen los términos nahuas,
mexicas y aztecas como vagamente equivalentes. Sin embargo, no deben ser tomados como
sinónimos. Estos tres términos aparecen cuando se habla de los habitantes que se situaron en
el Valle de Anáhuac, principalmente en el islote de Tenochtitlán durante el siglo XVI.
El término nahua se refiere a todos aquellos pueblos de habla náhuatl de origen chichimeca.
Durante la invasión española, ya existían enclaves nahuas en todo el centro de México e
incluso tan al sur como: El Salvador, (señorío de Cuscatlán) y Nicaragua (Nicaraos).
Los nahuas que habitaban en las zonas de Tenochtitlán y de Tlatelolco eran conocidos como
"mexicas" debido a que se autodenominaban a sí mismos mexihcah. Las crónicas españolas
del siglo XVI modificaron la palabra y los nombraron "mexicanos". Tal cual es como aparecen
en la historia colonial. Sin embargo, los nahuas de Texcoco y Tlacopan que participaron como
aliados de los mexicas (la triple alianza), a veces son considerados parte de los aztecas por
tener el mismo origen, se denominaban a sí mismos acolhuas y tepanecas, respectivamente.
Finalmente desde el siglo XIX en adelante, la mayoría de los historiadores fuera de México han
usado el nombre o la denominación de azteca para referirse a los mexica (y frecuentemente
también a sus aliados de la Triple Alianza). El nombre "azteca" se refiere al mito narrado por
las crónicas coloniales, según el cual los mexicas, los acolhuas y los tepanecas habían salido
de un lugar llamado Aztlán.
Al paso del tiempo, en 1427 los mexicas eligen un nuevo gobernante, Itzcoatl, que era hijo de
Acamapichtli, el primer tlatoani mexicano, y de una esclava. Éste es el único caso en el que
subió al trono un hombre que no tuviera por madre una mujer de sangre tolteca; la elección se
debió seguramente a las cualidades del candidato, cuyo genio militar y cuya habilidad política
debían, en los trece años de su reinado, transformar el destino de su pueblo. Antes de Itzcoatl
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ya habían sido tlatoanis; en primer lugar, Acamapichtli, el primer tlatoani de origen tolteca, lo
sucedió su hijo Huitzilíhuitl, después estuvo Chimalpopoca, y después Itzcoatl.
Con motivo de la querella entre los hijos de Tezozómoc, tepaneca señor de Azcapotzalco (el
hijo menor Quetzalyatzin, y Maxtla el hijo mayor), los diferentes "gobiernos en exilio",
causados por las conquistas de Tezozomoc, comprendieron que era el momento de volver a
sus diferentes países y de liberarse del yugo de Azcapotzalco. Entonces se forma una alianza
(la triple alianza) entre los mexicanos y varios otros grupos. De éstos, con mucho el más
importante es el que representaba a la antigua dinastía chichimeca que había reinado sobre
Texcoco hasta la derrota de Ixtlilxóchitl. Los aliados obtienen la neutralidad de algunas de las
ciudades tepanecas y, después de una guerra en extremo difícil, Azcapotzalco mismo fue
tomado en 1428. Esto no marca el fin de la contienda, ya que Maxtla se refugió en Coyoacán y
en sitios más lejanos, hasta que por fin es derrotado definitivamente en 1433. Entonces,
Netzahualcóyotl puede regresar a Texcoco e inicia el largo reinado que no había de terminar
sino con su muerte en 1472.
Cuatlicue: la madre de los dioses mexicas
Ocupación mexica del valle de México: Los mexicas iniciaron la
ocupación del valle de México por el norte, a partir de una serie de puntos
estratégicos relacionados con la construcción de chinampas, y con el
acondicionamiento de las corrientes acuíferas provenientes del cerro de
las Cruces y de Pachuca; en este sentido se ha planteado la posibilidad de
que los mexicas desviaranel río Salado hacia la región de Zumpango,
donde se encontraría terreno propicio para construir las chinampas.
Para los mexicas el control de los lagos significó el primer afianzamiento
político, pero también provocó la reacción adversa de los señoríos de la
región, gobernados por los chichimecas de Xólotldesde Tenayuca, los
cuales, en ocasiones, combatieron a los mexicas con el propósito de evitar
que pudieran utilizar este control en su contra, aunque también buscaron
capitalizar en su provecho el trabajo del grupo migrante. Así pues, hubo resistencia a la
penetración de los mexicas, pero su presencia fue tolerada a cambio de la construcción de
sistemas de terracería y chinampas, cuyo producto se reservaban los anfitriones; sin embargo,
a medida que se multiplicaban las chinampas y las alianzas matrimoniales, los mexicas
afianzaban sus posiciones y adquirían poder.
El control del lago de México fue importante, ya que en esta región se encontraban los puntos
estratégicos para el funcionamiento de las chinamperas de toda la cuenca. Por ello, las
capitales de las principales unidades políticas chichimecas se encontraban cerca del lago:
Tenayuca, en la falda sur de la sierra de Guadalupe; Azcapotzalco, en las laderas de la sierra
de las Cruces con que limitaba el lago al poniente; Texcoco, situada en la ribera oriente. Otros
centros importantes estaban al poniente del lago: Coyoacán y Chapultepec; éste guardaba en
sus manantiales la mayor provisión de agua potable y su cerro era un punto estratégico que
dominaba todo el lago.
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Después de su estancia en Cuauhtitlán y Xaltocan, los
mexicas pasaron por una serie de lugares, ordenados
todos alrededor de la sierra de Guadalupe, desde
Ecatepec hasta Azcapotzalco, pero el hilo conductor de la
narración oficial mexica lleva primero a la cabecera
política chichimeca, a Tenayuca, donde en ese momento
gobernaba Tlotzin 1267. En ese lugar se les asignó un sitio
en el cual podían establecer la sede de su gobierno, al que
llamaron Tecpayocan; ahí tomó el mando Huehue
Huitzilihuitl, el primer tlatoani (gobernante mexica),
aunque bajo dominio chichimeca. Durante su estancia en
ese lugar, los mexicas construyeron varios complejos
chinamperos con sus correspondientes diques, ampliando
la franja costera del área noroeste, con la posible
intención de prolongar hacia el sur la franja de tierras
creadas con el sistema de chinampas; el caso es que
lograron trasladarse a Chapultepec, donde, hacia el año
1319, convirtieron el cerro en fortaleza militar y pudieron
independizarse del control chichimeca.
Al establecerse en Chapultepec, los mexicas provocaron la reacción de los habitantes de la
región, en primera instancia los del territorio colhuas, quienes desataron una guerra contra los
invasores. De acuerdo con las fuentes, este conflicto armado tenía su origen en un suceso
ocurrido años atrás, cuando se separaron los mexitin en 2 bandos: el de Huitzilopochtli y el de
Malinalxóchitl; Copil, hijo de ésta, vuelve a ser mencionado en los relatos, ahora como súbdito
colhua, cuando Huehue Huitzilihuitl se estableció en Chapultepec, dispuesto a vengar la
derrota que su tío impusiera a su madre.
Parece claro que el enfrentamiento entre Copil y los mexicas de Chapultepec era una lucha
por el control de los recursos lacustres estratégicos, pero las crónicas lo expresan de manera
simbólica, pues se trata nada menos que del suceso que sirvió de base al mito de la fundación
de Tenochtitlán. La guerra ocurrió en un lugar llamado Tepetzinco; el bando de los mexicas de
Chapultepec estaba dirigido por Quauhtlequetzqui, guerrero y a la vez sacerdote de Tláloc,
mientras que el bando contrario, el de los mexicas de Malinalco, era encabezado por Copil. El
mito relata que Quauhtlequetzqui mató a Copil. Lo degolló, le abrió el pecho y le sacó el
corazón, y colocó luego su cabeza en el sitio del combate; de allí corrió con el corazón hasta
llegar a un lugar de nombre Tlachtonco, donde crecía un tular, y desde un tepetlatl (camino de
piedra) lo arrojó entre tules y carrizos. En seguida Quauhtlequetzqui dejó encargado a Tenuch,
uno de sus caudillos, que vigilara el lugar donde había quedado el corazón de Copil, pues de
este crecería un nopal que portaría luego al
águila y la serpiente y ahí sería fundada México
Tenochtitlán.
Como resultado de esta guerra, se dio la
primera unión, o más bien reunión, de todos los
mexicas que trabajaban en la cuenca de
México, así como la ampliación de su dominio y
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control sobre la región, al mando de la orden militar de Tenuch, y este a su vez bajo el
gobierno de HuehueHuitzilihuitl. En Chapultepec, los mexicas efectuaron un intento de
sedentarización permanente, pero se enfrentaron a un nuevo rechazo, esta vez de parte de los
tepanecas de Azcapotzalco, a quienes se aliaron grupos provenientes de diversos lugares del
valle de México: Chalco, Tláhuac, Xochimilco y Culhuacán desde el sur, y Xaltocan desde el
norte. Los mexicas fueron derrotados y su tlatoani fue sacrificado. Los que lograron escapar
huyeron a Culhuacán donde permanecieron sujetos al dominio de los colhuas, quienes los
dejaron establecerse en Tizapan, un lugar inhóspito infestado de culebras, donde los colhuas
esperaban que los mexicas perecieran.
Pero fue al contrario; según la Crónica Mexicáyotl, “los mexitin comían de todo y al rato
estaban los asaderos y ollas llenos de culebras”. No solo eso. Sino que al poco tiempo aquel
lugar desierto “se vio lleno de sementeras muy cultivadas y puestas en orden”. Así pues, los
mexicas se hicieron de nuevas tierras, donde construyeron sus chozas y levantaron sus
templos; pero los recursos naturales eran del señorío de Culhuacán, por lo que se veían
obligadosa entregar los excedentes a los colhuas e incluso servirles como esclavos. Además,
los mexicas procuraron entablar lazos de parentesco con las mujeres colhuas.
Es posible que durante su estancia en Tizapan, que estaba situado entre el Cerro de la Estrella
y la sierra de Santa Catrina los mexicas hayan construido una calzada sobre la laguna que
circundaba a Culhuacán, para unir los poblados de Coatlinchan y Chalco, con el fin de abrir
una comunicación que les permitiera intervenir en el mercado de la región. El hecho es que, al
poco tiempo, los habitantes de Xochimilco declararon la guerra a los colhuas, quizá como
resultado de que la calzada construida sobre la laguna había afectado el nivel del agua de las
chinampas de Xochimilco y además perjudicaba a este señorío, pues perdería el control de la
ruta comercial.
Los mexicas participaron en la lucha como mercenarios de los colhuas y lograron vencer a los
xochimilcas; una anécdota sobre este acontecimiento cuenta que los mexicas, en vez de
presentar a los cautivos de guerra ante los colhuas, como era la costumbre entre grupos
mercenarios, les llevaron, en calidad de prueba de su victoria, unos costales llenos de narices
y orejas que habían cortado a los prisioneros.
Con sus hazañas guerreras y sus habilidades constructoras y comerciales, los mexicas fueron
ganando posesiones muy a pesar de los colhuas, quienes tuvieron que otorgarles la libertad
en premio a su triunfo sobre los xochimilcas. Sin embargo, los colhuas habrían de ser víctimas
de la 2ª osadía de los mexicas; en ocasión de celebrar el comienzo de un ciclo y el rito del
fuego nuevo, a la vez que buscaban legitimar su poder militar y económico en la región
mediante la inauguración de un templo, realizaron una ceremonia pública en la que no podían
faltar los sacrificios. Aunque algunos cronistas afirman que en esa ocasión los mexicas “solo
sacrificaron algunos xochimilcas que habían apartado para tal efecto”, el hecho de que a partir
de aquella celebración se desatara la cólera de los colhuas contra los mexicas podría
confirmar el sacrificio de una joven que les fue cedida en matrimonio, hija de Achitometl,
gobernante colhua, llevado a cabo frente a los invitados a la ceremonia, incluyendo al
propio Achitometl. Puede suponerse que desde su particular perspectiva religiosa, los mexicas
mediante el sacrificio habían elevado a la categoría de diosa y madre a la joven colhua, a
quien a partir de ese momento otorgaban el honor de considerarla como deidad tutelar de las
nuevas generaciones resultantes del parentesco entre los dos pueblos. Por supuesto, no lo
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entendieron así los colhuas y desataron la guerra contra los mexicas, a quienes nuevamente
derrotaron y obligaron a refugiarse, otra vez entre tulares y carrizales.
Los mexicas perdieron nuevamente sus “merecimientos”; lanzados de sus tierras, de sus
templos y de sus casas, y perdidas sus cosechas, apenas pudieron salvar sus vidas
refugiándose en los islotes cercanos a Culhuacán. Por ese tiempo, en el valle de México se
extendía el poderío militar de los tepanecas de Azcapotzalco, bajo el gobierno de Tezozomoc,
cuyas campañas se enfocaron, primero, en contra de Texcoco, dominio de los herederos de
Xólotl, pues este señorío tenía el acceso a importantes recursos comerciales que escapaban al
control de Azcapotzalco; de esta manera se desató la lucha por la hegemonía entre las dos
potencias más poderosas del momento.
En su forzado retorno a la emigración, los mexicas, bajo la dirección de Tenoch, deambularon
por varios sitios lacustres, dentro del dominio de los tepanecas. La estancia del pueblo mexica
en esos lugares debe haber implicado trabajos de acondicionamiento de suelo, lo cual no debe
haberle representado dificultad, pues se trataba de un ambiente natural bien conocido y
grabado en la conciencia colectiva de este grupo de larga tradición lacustre. Las obras en esos
sitios tal vez no fueron lo suficientemente estables para
asentamientos humanos prolongados ni para crear un
sistema de chinampas a gran escala, pero si constituyeron
un refugio relativo para los mexicas, y les permitieron
adquirir habilidades de supervivencia en aquel medio que
para otros pueblos hubiera resultado hostil.
Fundación de Tenochtitlan: La migración de los
mexicas terminó cuando llegaron al
islote donde, según cuentan las crónicas
nahuas, identificaron los símbolos de la
tierra prometida; los sacerdotes encargados del reconocimiento
Quauhtequetzqui y Axolohua, encontraron el tenochtli, el nopal que brotó en
el sitio donde cayó el corazón de Copil, y sobre el nopal vieron erguida al
águila devorando a la serpiente. “En un peñasco entre tules y carrizos sobre
una isla rodeada del agua que provenía de los manantiales que manaban de
2 cuevas: la 1ª veía al oriente, se llamaba tleatl (agua de fuego); la 2ª veía al norte y se
llamaba matlalatl (agua azul) y tozpalatl (agua amarilla).”
Al día siguiente del hallazgo, volvieron Quauhtequetzqui y Axolohua, y encontraron que el
agua tenía un color casi como de sangre, y se dividía en 2 arroyos, y en uno de estos el agua
salía azul y espesa. Entonces, se ordenó la fundación de la ciudad; Quauhtequetzqui dijo: …
hagamos en aquel lugar del tunal una ermita, pequeña donde descanse ahora nuestro dios: ya
que no sea de piedra, sea de céspedes y tapias, pues de presente no se puede hacer otra
cosa.
La descripción del lugar no solo es mítica; contiene elementos precisos para el
acondicionamiento de los lagos del valle de México, tales como manantiales de agua potable y
de agua termal, así como la apreciación de la división en aguas dulces y
salobres. Los sacerdotes mexicas conocían bien el fenómeno que se
aprecia allí donde se juntan las corrientes de estos dos tipos de agua, y
donde los rayos del sol provocan que el agua tome destellos de diferentes
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colores: rojo y azul. En seguida Huitzilopochtli volvió a hablar a través de los sueños, esta vez
a Quauhtlequetzqui, y le ordenó: “estableceos, haced partición, fundad señoríos, por los 4
rumbos del universo”. Esto sucedía a principios del siglo XIV; algunas fuentes proporcionan la
fecha precisa según el calendario cristiano: 20 de junio de 1325. La tierra prometida por
Huitzilopochtli parecía ya una realidad; sin embargo, los dirigentes mexicas no podían dejar de
reconocer que el lugar donde se habían establecido estaba dentro del dominio de los señores
tepanecas de Azcapotzalco. Por esa razón, algunos de los caudillos creyeron necesario
presentarse en la capital del señorío tepaneca y aceptar la condición de vasallos y tributarios,
mientras que otros deseaban mantenerse independientes. Esto provocó una división: los que
estuvieron a favor de sujetarse a los tepanecas decidieron abandonar Tenochtitlan y se fueron
a un islote cercano, donde establecieron una ciudad gemela, Tlatelolco, al norte de la primera.
Los demás permanecieron en Tenochtitlan y, según cuentan las crónicas tenochcas, se
mantuvieron en situación independiente; pero, aunque trataran de negarlo, eran tributarios de
Azcapotzalco y es muy posible que estuvieran subordinados a Coatlinchan, subcentro
tepaneca, o quizá a Tlatelolco mismo. Debido al rencor que causó en ellos la separación, las
narraciones históricas de tenochcas y de tlatelolcas son contradictorias, pues ambos
reclamaban para sí, a través de sus cronistas, la autenticidad mexica.
Organización sociopolítica, primeros gobernantes bajo dominio tepaneca: Al morir Tenoch,
hacia 1369, los mexicas de Tenochtitlan decidieron buscar a un tlatoani, con el fin de que los
apoyara en la organización de una estructura social y política acorde a su nueva realidad;
como en el caso de los chichimecas de Xólotl, los mexicas ansiaban la toltequización y esto
implicaba la necesidad de buscar una vinculación con el linaje de origen tolteca. Esa obsesión
por la toltequidad los llevó a recurrir de nuevo a Culhuacán, esta vez para solicitar un miembro
de la clase gobernante de ese señorío, como primer tlatoani mexica; los señores de Culhuacán
aceptaron la petición y se designó a Acamapichtli “el que empuña la vara” para el cargo, con
el antecedente de qué, durante su estancia en tierras de ese señorío, en Tizapan, muchos
mexicas habían tomado por esposas a mujeres colhuas, estableciendo el parentesco entre los
dos pueblos. Al convertirse Acamapichtli en el primer tlatoani de Tenochtitlan, dio comienzo el
linaje político que gobernó el Estado tenochca por cerca de 200 años. Acamapichtli gobernó
durante 20 años (1376–1396), durante los cuales se prosiguió con la actividad constructora. Se
edificó un nuevo templo, aunque todavía de proporciones modestas, en honor a
Huitzilopochtli, y la construcción de chinampas fue en aumento, sobre todo al poniente de la
ciudad. Aunque seguían como tributarios de Azcapotzalco, los mexicas continuaban
fortaleciéndose en lo político y en lo económico; obtenían tierras y empleaban macehuales,(en
la sociedad azteca, los macehualli (o macehualtin, en plural) eran la clase social que estaba por encima de
los esclavos y jerárquicamente estaban por debajo de los macehallin o nobles), en las guerras de
conquista como mercenarios de los tepanecas, en la producción agrícola, en la construcción
de obras hidráulicas, y en las actividades que en conjunto les permitieron formarse una
imagen de solidez frente a los demás grupos de la región.
Los controles hidráulicos permitían a los mexicas ampliar sus propias tierras e incluso
extenderse más allá de los límites del lago; esas habilidades asombraban a los tepanecas,
habitantes de tierra firme que no dominaban la técnica hidráulica, y les preocupaba lo que
podría representar para su hegemonía el desarrollo de aquel pueblo.Nota del profe: El que
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los mexicas controlaran sus recursos hidráulicos, para riego o consumo,los aleja del
modo Asiático de Producción o despotismo tributario del pensamiento de C. Marx.
Al morir Acamapichtli, dejó la ciudad abastecida de casas, calles y acequias, y a través de
uniones matrimoniales con mujeres de clase gobernante de los señoríos vecinos, fundó un
linaje que daría origen a los pīpiltin, integrantes de la nobleza, cuyos privilegios les
permitieron distinguirse de la gente común(macehualtin).
Como sucesor de Acamapichtli fue elegido su hijo Huitzilíhuitl “pluma de colibrí”, a quien se
nombró huey tlatoani, es decir que al título original de tlatoani se había agregado el prefijo
huey, cuyo significado “gran” indica por sí mismo la imagen de grandeza que se iba forjando
el pueblo mexica.
Huitzilihuitl, quien gobernó por más de 30 años (1396 – 1427), tuvo el acierto de casarse con
una hija de Tezozómoc de Azcapotzalco, parentesco que supo utilizar en provecho de su
pueblo al lograr se redujeran cargas y tributos; de ese matrimonio nació Chimalpopoca
“escudo humeante” quien ya adulto pudo intervenir ante su abuelo, el señor tepaneca, para
interceder a favor del pueblo mexica para disminuir aún más los tributos. Pero la
condescendencia de Tezozómoc hacia su yerno (Huitziliutl) y nieto (Chimalpopoca) provocó el
disgusto de algunos tepanecas, entre ellos Maxtla, un miembro de la clase dirigente de
Azcapotzalco.
Otra alianza matrimonial de Huitzilíhuitl (a los integrantes de la clase dirigente les estaba
permitida la poligamia) fue también benéfica para los mexicas; al casarse con una hija del
señor de Cuauhnáhuac (actual Cuernavaca), de donde pudo abastecer a Tenochtitlan con
productos de la llamada “tierra caliente”, entre ellos el preciado algodón, así como gran
variedad de productos tropicales.
A pesar de su notable crecimiento y del fortalecimiento de su prestigio en la región, la ciudad-
Estado de Tenochtitlan aún permanecía bajo el dominio tepaneca, y durante el reinado de
Huitzilíhuitl se vieron obligados a participar en muchas acciones bélicas emprendidas por la
política expansionista de Azcapotzalco, cuyas conquistas habían incorporado a Culhuacán y
por el norte llegaron hasta la región de Xaltocan. Finalmente, en 1418, con ayuda mexica, los
tepanecas vencieron al señorío chichimeca de Texcoco, tras haber dado muerte a Ixtlilxóchitl,
sucesor de Techotlala.
A la muerte de Huitzilíhuitl, ocurrida en 1427, Chimalpopoca ocupó el cargo de huy tlatoani;
unos cuantos años más tarde falleció su abuelo Tezozómoc a una edad muy avanzada, y este
hecho marcó el comienzo de una situación bastante menos propicia para los tenochcas, ya
que el trono de Azcapotzalco fue ocupado por Maxtla, su antiguo enemigo, quien se propuso
atajar el desarrollo de Tenochtitlan.Después de humillar en varias ocasiones a Chimalpopoca,
Maxtla avanzó con sus ejércitos sobre la ciudad y, tras vencer a los mexicas, provocó la
muerte de su tlatoani Chimalpopoca.
El sucesor de Chimalpopoca y 4° señor de Tenochtitlan fue un hijo ilegítimo de Acamapichtli
(nacido de la unión de éste con una esclava nativa de Azcapotzalco) llamado Izcóatl
“serpiente armada de pedernales”, quien había desempeñado el cargo de tlacochcálcatl, es
decir, jefe supremo del ejército, durante más de 20 años. Izcóatl fue proclamado tlatoani el 3
de abril de 1427, pero Maxtla se negó a reconocerlo y, ante esa actitud del señor de
Azcapotzalco, que representaba un serio peligro para su gobierno, el nuevo tlatoani mexica
decidió liberarse de una vez por todas del yugo tepaneca.
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Tal decisión no representaba una osadía en aquellos momentos, cuando los mexicas habían
superado ya toda serie de etapas en su proceso de desarrollo; contaban con un territorio
variado en recursos naturales; tenían un gobierno central fuerte, capaz de lograr una
administración eficiente; su economía no sólo había rebasado el nivel de subsistencia, sino
que las fuerzas y medios de producción se encontraban en pleno crecimiento. Era, pues, el
momento justo para librar la lucha por la independencia.Con ese propósito, Izcóatl buscó
aliarse con Nezahualcóyotl, hijo de Ixtlilxóchitl, a quien los tepanecas habían usurpado el
señorío de Texcoco, y dio comienzo la guerra en contra de Azcapotzalco. Después de una
prolongada lucha de varias semanas, los aliados resultaron vencedores y Maxtla fue muerto
por Nezahualcóyotl que así vengó la muerte de su padre y recuperó su poder legítimo. El
triunfo alcanzado por el ejército mexica y sus aliados texcocanos permitió que las dos
ciudades, México-Tenochtitlan y Tlatelolco, dejaran de ser tributarias de Azcapotzalco y
obtuvieran su independencia; dicho triunfo se completó con la ocupación de distintos señoríos,
hasta entonces sojuzgados por los tepanecas. A raíz de esos acontecimientos, el tlatoani de
Tenochtitlan firmó una alianza, ofensiva y defensiva, con los señoríos de Texcoco y Tacuba,
que la historia registra como “La Triple Alianza”, reservándose el gobernante mexica la
dirección militar, situación que perduró hasta la conquista española.Es de reconocer que
muchos de los cambios radicales realizados durante el reinado de Izcóatl en la organización
política, social, económica e incluso religiosa de Tenochtitlan, estuvieron inspirados por un
personaje que a partir de ésta época cobró gran prestigio como político y consejero de Izcóatl,
y dos monarcas posteriores; su nombre era Tlacaélel, y entre otras cosas, a él se debe la
distribución de las tierras conquistadas, mediante la cual se benefició no solo a los pīpiltin o a
los jefes militares, sino también a los integrantes de los calpullí. Tlacaélel intervino en la
decisión de quemar los antiguos libros de pinturas de los pueblos vencidos, y algunos de los
mismos mexicas, porque en esos documentos no se reconocía “el verdadero destino del
pueblo escogido de Huitzilopochtli”; se escribió entonces una nueva historia destinada a ser
instrumento de exaltación de su propia grandeza y de justificación para dominar a otros
pueblos. En esa nueva versión de la historia de los pueblos nahuas, los dioses tribales de los
mexicas, Huitzilopochtli y su madre Cuatlicue, se situaban en el mismo plano que las
divinidades creadoras veneradas por los toltecas.
Tlacaélel:Creación de las instituciones sociopolíticas, estructura social: Una vez constituida
Tenochtitlan en una ciudad-Estado independiente, fue posible establecer su organización
sociopolítica interna y crear las normas institucionales que habrían de regir en adelante al
pueblo mexica, muchas de las cuales debieron basarse en la organización tradicional creada
durante los años de la peregrinación. De acuerdo con esa perspectiva, la división social se
realizaba, con base en el prestigio de las personas, en tres estamentos: la nobleza o grupo
dominante (pīpiltin), el pueblo llano (macehualtin) y los esclavos (tlacohtin).Estamento
dominante. La nobleza: la posición de privilegio de la nobleza mexica era la base de la
dinámica social, y los ascensos tenían su principal fundamento en los éxitos guerreros. En este
nivel o estrato social se cuentan, después del tlatoani: los pīpiltin y tetecuhtin, dos categorías
de “señores”; los yaoteca o guerreros; los pochteca, que eran la clase comerciante; los
teopixque o sacerdotes; por último, los capuleque o señores del calpulli.
El cargo de tlatoani era vitalicio y se heredaba dentro de un linaje; así que, tras la muerte de
un soberano, llegaba al poder uno de sus parientes cercanos –hermano, hijo, primo o sobrino-
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que se hubiera distinguido en la jerarquía político-militar. La selección era efectuada por un
consejo electoral, compuesto por cerca de 100 personas de clase dirigente, divididas en 5
categorías: 13 dignatarios supremos; los funcionarios de rango secundario que representaban
a los diferentes barrios; los militares, retirados o en servicio activo, y finalmente los sacerdotes
de más alto rango. Este consejo escogía de entre varios candidatos dentro del linaje
gubernamental, a la persona indicada para ocupar el cargo de tlatoani, lo que permitía
eliminar a los candidatos poco aptos o inconvenientes.
Los tetecuhtin. Primera categoría de señores nobles que recibían el título como recompensa
por acciones valerosas y sobresalientes, que incluía dotaciones de tierras y servidores. La
designación de este cargo era hecha por el tlatoani, y aunque el título no se heredaba en
forma directa, correspondía a los hijos de los nobles, siempre que hubieran realizado los
méritos requeridos. Un tecuhtli era la cabeza de un teccallio casa señorial que incluía las
tierras asignadas para satisfacer las necesidades de los miembros del teccallien sus diferentes
rangos. Muchos tetecuhtin tenían cargos en la administración del imperio y residían en
Tenochtitlan, no obstante que su misión era la de administrar sus propios dominios y la gente
que residía en ellos.
Los pīpiltin, hijos del tlatoani y de los tetecuhtintenían por nacimiento la categoría de pīpiltin
(pilli en singular), término que significa “hijos”, utilizado también para designar a los miembros
de la nobleza en general. Podían tener funciones como embajadores, administradores de
justicia y recaudadores de tributo; tenían derecho a recibir alimentos del palacio y también
poseían tierras hereditarias (pillalli) con sus correspondientes mayeque (trabajadores agrícolas
al servicio de un señor) que las cultivaran. Los últimos ocupantes de la clase noble eran los
calpuleque o señores del calpulli y, por lo general, eran hijos, o al menos parientes cercanos,
de su antecesor en el cargo. Tenían como misión velar por su gente (el pueblo llano)
macehualtin y llevar el registro de la asignación de tierras, así como representarlos ante los
jueces.
51
La gente común o estamento dominado: La mayor parte de la población se clasificaba en la
categoría general de macehualtin dentro de la cual había cierta diferenciación social, siendo la
más importante la determinada por el tributo pagado mediante el trabajo (tequitl), pues los
que labraban las tierras de los nobles estaban en un nivel superior al de aquellos que
trabajaban en el calpulli. Otra diferencia consistía en la cantidad de tierra asignada a cada
uno, aunque todos los miembros del calpulli tenían derecho a obtener parcelas para el uso
familiar, no todos adquirían igual cantidad de tierra.
De manera general, los macehualtin estaban agrupados en calpulli y poseían la tierra en
común, aunque se asignaban parcelas a cada macehual, con la obligación de trabajar las
tierras, pues este sería despojado de ellas en caso de que dejara de labrarlas por dos años. Al
frente del calpulliestaba el calpullec, cuyas obligaciones eran registrar la propiedad, proteger a
sus habitantes y representarlos ante los jueces.
Los integrantes del calpulli rendían tributo y servicios de manera corporativa, canalizados al
Estado por medio del calpullec. Tenían dioses y templos particulares, así como un telpochcalli,
escuela en la que se impartían las enseñanzas obligatorias que permitían a los jóvenes
convertirse en miembros de la comunidad, y de donde salían para contraer matrimonio,
momento en el que adquirían el status de miembros con plenos derechos y obligaciones. Las
obligaciones de los macehualtin cesaban al cumplir los 52 años, y a partir de esa edad
pasaban a formar parte de un importante grupo que tenía funciones ceremoniales y en donde
actuaban como concejeros del calpullec.
El otro segmento de la gente común, situado en un nivel superior de escala social, era el de
los mayeque(término que los españoles tradujeron como “rentero”), que cultivaban las tierras
de los nobles, a las cuales estaban ligados, aun cuando, a la muerte de su propietario, esas
tierras fueran vendidas, donadas, o heredadas.
Los mayeque estaban obligados a dar servicio al señor, además de una parte de la cosecha,
con lo cual cumplían con el deber de pagar el tributo a la clase dominante y por lo tanto no
estaban ya obligados a tributar al tlatoani. Entre los mayeque no solo se encontraban
agricultores, sino también artesanos e incluso comerciantes, en cuyo caso se pagaba el tributo
con productos manufacturados o con el fruto de la actividad comercial; de esta forma, la casa
de los señores podía proveerse de todo tipo de productos, además de servicios. En la sociedad
mexica existía movilidad social, los macehualtin podían alcanzar un status similar al de la
nobleza, en virtud de sus méritos. Tal ascenso se realizaba sobre todo por méritos de guerra, y
en ese caso recibían el nombre de quauhpipiltin (“nobles águila”); tenían derecho a ocupar
una sala del palacio y estaban exentos de tributo, y sus hijos eran considerados pīpiltin; pero
no podían tener mayeque, ni portar las insignias y atuendos que estaban destinados a los
nobles.
Los cronistas los compararon con los “caballeros pardos” de España, grupo de gente
ennoblecidas por méritos, cuyo origen humilde era a menudo recordado por los miembros de
la nobleza por nacimiento.
52
La idea de progreso y bienestar económico estaba presente en la sociedad mexica, y la
búsqueda de ascensos, que conseguían quienes se ajustaban al sistema, era un fenómeno
social claramente manifiesto. Los padres procuraban que sus hijos se dedicaran a oficios
productivos, como de cantor, escribano y fabricante de mosaicos de pluma. Aunque los
mexicas estaban influidos por una fuerte creencia en los designios del destino, suponían que
siempre se podía influir en éste de alguna manera; la posibilidad de modificar la suerte de
cada uno se basaba en las aptitudes personales, evitando sobre todo el ser perezoso, pues era
bien demostrable la posibilidad de mejorar las condiciones de vida de la familia, e incluso
enriquecerse, mediante el trabajo.
La esclavitud: Con la categoría de esclavos (que no concuerda de manera estricta con el
concepto occidental) se designa por lo general a la gente que los náhuas llamaban tlacohtin,
significa “mitad o medianía”, con lo cual se pre tendía denotar la condición de persona no
completa. Había diversas formas de pasar a ser esclavo: 1.- Por deudas, en cuyo caso la
entrega que el deudor hacía de su persona equivalía a una verdadera forma de pago; 2.- por la
venta que de sí mismo o de sus hijos hacía un macehualli para librarse de la miseria; 3.- como
impuesta por cometer algún delito; 4.- por ser capturado en alguna guerra, lo que casi siempre
significaba ser destinado al sacrificio.
La persona que caía en condiciones de esclavitud no perdía su condición social, ni sus bienes;
por lo tanto había esclavos plebeyos y esclavos nobles, aunque éstos últimos de forma
excepcional, en periodos de gran carestía, cuando se veían obligados a venderse ellos mismos
y en esos casos podían recuperar su libertad pagando cuanto habían recibido. Además, los
hijos de esclavo nacían libres, y un esclavo podía contraer matrimonio con una persona libre.
Los esclavos gozaban de autonomía, al grado que ellos podían tener, a su vez, otros esclavos
que les sirvieran.
Organización política: Los estudiosos del México antiguo –desde el momento de la
conquista hasta el presente- han encontrado ciertas dificultades para hacer corresponder los
términos de la cultura occidental con los hechos de la realidad sociopolítica mesoamericana.
Esto es de particular importancia en el caso de la civilización azteca, por tratarse de la primera
cultura mesoamericana compleja viva, con la que los españoles entraron en contacto directo.
Desde un primer momento, se manifestó entre los españoles, el interés por conocer la
organización sociopolítica y socioeconómica del pueblo azteca y por traducirla en términos de
sus propios esquemas conceptuales. Por ello, los cronistas del siglo XVI tuvieron que recurrir a
la utilización de conceptos aplicados a su cultura, para aplicarlos a las características del
aparato estatal mexica, aun cuando éstos no tuvieran una exacta correspondencia con la
realidad a que aludían los términos occidentales.
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Tal fue el caso de la tendencia a considerar como “imperio” a la entidad político-territorial más
amplia y más compleja de Mesoamérica en el momento de la conquista; aquel término fue
utilizado desde entonces y el uso le ha otorgado validez, aunque en realidad no había una
administración uniforme ni centralizada de todas las partes de la región sometida por los
aztecas. Se trataba fundamentalmente de una alianza de 3 grandes reinos, señoríos o
ciudades-Estado (términos igualmente arbitrarios), México-Tenochtitlan, Texcoco y Tlacopan,
con objetivos limitados al entorno particular de cada uno. Por ello, se debe aplicar, con la
debida reserva, la terminología occidental al estudio de la estructura política y de todos los
demás aspectos del mundo náhuatl en vísperas de la conquista española. El “imperio”
mexica o azteca, gobiernos de la etapa “imperialista”: Reinado de Moctezuma
Ilhiucamina: Motecuhzoma, llamado también Ilhiucamina (flechador del cielo) fue nombrado
huey tlatoani después de la muerte de Izcóatl en 1440. Entre las primeras obras de este nuevo
monarca está la construcción de un templo en honor de Huitzilopochtli, más grande y
suntuoso que los anteriores, y en cuya ceremonia de inauguración se sacrificaron numerosas
víctimas, tomadas de entre los prisioneros capturados en las recientes guerras de conquista.
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Hacia 1458 emprendió varias campañas contra el señorío mixteca de Coixtlahuacan, hasta
lograr su completo sometimiento 3 años después. Con ayuda de sus aliados texcocanos, el
ejército tenochca pudo avanzar hacia la región del Golfo de México y para el año de 1463 se
había logrado que los pueblos ubicados en el territorio donde actualmente se encuentra la
ciudad de Veracruz, pasaran a formar parte de las provincias tributarias de Tenochtitlan. Las
huestes de Moctezuma se impusieron también en la región de Chalco-Amaquemecan y en
Tepeaca, al sur del actual Estado de Puebla, y hasta Ahuilizapan (Orizaba), muy cerca de los
grandes núcleos de población totonaca. Con estas conquistas, los mexicas recibieron una
enorme afluencia de tributos, y llegó a Tenochtitlan una gran profusión de mercancías de
diversa índole, según fueran los recursos naturales y los productos de las diferentes regiones
convertidas en tributarias.Alentado por aquellos éxitos político-económicos, y aconsejado por
Tlacaélel, que ocupaba el cargo de Cihuacóatl (como de 1° ministro), Moctezuma puso en
marcha diversos proyectos encaminados a lograr un mayor engrandecimiento de la ciudad-
Estado mexica; entre esas obras destaca la construcción de un acueducto desde los
manantiales de Chapultepec para hacer llegar hasta Tenochtitlan agua potable suficiente y la
edificación de un gran dique en el perímetro oriental de la ciudad, a fin de represar el
desbordamiento de los lagos en épocas de lluvia. Otra acción significativa consistió en el envío
de una expedición integrada por sacerdotes a tierras del norte, en busca de Aztlán, origen de
su pueblo.Es posible que los enviados de Moctezuma hayan encontrado realmente el sitio
habitado por los antepasados de los mexicas antes de migrar, pues bastaba con recorrer a la
inversa los lugares que la tradición, aun presente en la memoria colectiva, señalaba al
describir el proceso de peregrinación que los llevó desde Aztlán al lugar donde fundaron
Tenochtitlan. El proyecto de Moctezuma y Tlacaélel formaba parte de una reforma cultural de
grandes alcances, que implicó la creación de instituciones religiosas y educativas, mediante
las cuales el Estado llegó a ejercer un control muy efectivo, no solo sobre los integrantes de la
sociedad mexica, sino también sobre los pueblos tributarios.
A Tlacaélel y a Moctezuma se les atribuye la fundación del sistema educativo mexica,
consistente en una compleja y enorme organización, integrada tanto por escuelas locales “de
barrio” para la gente común, como de escuelas llamadas Calmécac, que dependían del Estado
y se destinaban a la educación de sacerdotes y de jóvenes de la nobleza. Además de
encargarse de las creaciones de arte religioso e himnos sagrados, los Calmécac tenían la
función de difundir el dogma de la élite y de consolidar las creencias. En este mismo contexto,
y también por consejo de Tlacaélel, Moctezuma mandó esculpir, en unos peñascos de
Chapultepec, su efigie y la de Tlacaélel, para que, según dijo: “viendo ahí nuestra figura, se
acuerden nuestros hijos y nietos de nuestros grandes hechos y se esfuercen en imitarnos”.
55
A Moctezuma se atribuye la
institución de las llamadas “guerras
floridas” (xochiyaóyo- tl),
establecidas mediante una especie
de pacto entre los integrantes de la
Triple Alianza y los señores de
Huexotzinco (en Puebla) y Tlaxcala.
Estas guerras consistían en luchas
que debían tener lugar cada
determinado periodo, con el
propósito de hacer prisioneros que
pasaran luego a convertirse en
víctimas de sacrificio en honor de los
dioses del pueblo vencedor. La práctica de las guerras floridas despertó a la larga un odio
profundo entre los pueblos de las naciones vecinas que padecían el acoso guerrero de los
mexicas y sus aliados.
Durante el gobierno de Moctezuma Ilhuicamina tuvo que hacer frente a algunos problemas de
origen natural, como la sequía que asoló al valle de México y sus alrededores en el año de
1453, la cual afectó las cosechas y provocó una gran hambruna que duró 4 años, provocando
la muerte de mucha gente ; por causa de ese desastre, muchos nobles se vieron en la
necesidad de venderse ellos a sí mismos como esclavos en regiones de la costa del Golfo de
México pero, cuando la situación mejoró, el tlatoani de Tenochtitlan pagó por su libertad. Por
lo general, el hambre daba por resultado un aumento de las guerras de conquista, con el fin
de obtener alimentos por la vía del tributo exigido a los pueblos vencidos. Ésta fue una de las
formas como el soberano mexica logró vencer los problemas internos, al tiempo que hacía
crecer el prestigio de su pueblo, más allá de los límites de la cuenca de México.
Moctezuma Ilhuicamina murió en el año de 1468, tras un largo reinado de casi tres décadas. El
consejo electoral propuso a Tlacaélel como huey tlatoani, pero éste rehusó el cargo, en
cambio propuso a un miembro de la casa gobernante, Axayácatl, quien ocupó el cargo entre
1469 y 1482.
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Reinado de Axayácatl: Durante el reinado
de Axayácatl se amplió aún más el dominio
tenochca, pues este monarca, de
temperamento guerrero como sus
predecesores, atacó a varios pueblos vecinos
para someterlos, en primer lugar a Tlatelolco,
la ciudad gemela de Tenochtitlan. En
apariencia los motivos de la guerra fueron de
índole familiar, pues una hermana de
Axayácatl, casada con el señor de Tlatelolco,
se quejó de mal trato que le daba su esposo,
y esto sirvió de pretexto para iniciar el
ataque. Sin embargo, las razones de fondo
tenían origen económico y religioso; en primer lugar, Tlatelolco rivalizaba con las actividades
comerciales de Tenochtitlan, debido al éxito de su gran mercado al que acudían compradores
de toda la región; el aspecto religioso de esta guerra se relaciona con una antigua rivalidad
entre las dos ciudades, pues los de Tlatelolco, con el afán de demostrar su autenticidad como
pueblo escogido, construyeron un gran templo a Huitzilopochtli y provocaron, con ello, la ira
de los tenochcas.
Consumada la victoria sobre Tlatelolco, Axayácatl dirigió en persona una campaña contra
varios señoríos establecidos en el valle de Toluca, y en una de las batallas fue herido
gravemente en una pierna: Animados por las continuas victorias, los dirigentes mexicas se
decidieron a emprender otra conquista de gran importancia; la idea de dominar al pueblo
tarasco había sido desde tiempo atrás un anhelo de los tlatoque de Tenochtitlan, por lo que
Axayácatl y Tlacaélel (éste ya un anciano) creyeron oportuno el momento para realizar la
conquista de Michoacán.Hacia 1478, el soberano tenochca y sus aliados de la triple Alianza,
con un ejército de alrededor de 24,000 hombres, marcharon con rumbo a la región purépecha.
Una vez situados en ese territorio, los mexicas descubrieron por sus espías que el ejército
enemigo estaba integrado por cerca de 40,000 hombres. El resultado fue desastroso y, según
cuenta el cronista Diego Durán: …como moscas que caen al agua, así cayeron todos en manos
de los tarascos. Y fue tanta la mortandad que en ellos hicieron, que los mexicanos tuvieron por
bien de retirar la gente que quedaba porque no fuese consumida y acabada.
57
Además del engrandecimiento político y económico, Axayácatl se preocupó por impulsar los
aspectos culturales de Tenochtitlan; bajo su reinado el arte religioso alcanzó una época de
esplendor y, a manera de ejemplo, a este periodo corresponde la creación de la llamada
“piedra del sol” (también conocida como Calendario Azteca, aunque no funciona como tal);
que Diego Durán describe como: “piedra famosa y grande, muy labrada, donde están
esculpidas las figuras de meses, años, días y semanas, con tanta curiosidad que eran cosa de
verse”. En el marco de la actividad cultural desarrollada por iniciativa de Axayácatl, se le
atribuyen varias obras literarias, como el Canto de ancianos que realizó tras la derrota en
Michoacán. Axayácatl murió hacia el año 1481, y le sucedió su hermano Tízoc.
Tlacaélel, que había sido consejero de 3 gobernantes sucesivos, murió durante los últimos
años de reinado de Axayácatl, quizá poco después de la desastrosa campaña contra los
tarascos. Sin embargo, la influencia que este personaje ejerció sobre la política, y en general
sobre la cultura tenochca, permaneció vigente hasta el fin de su historia.
Reinado de Tízoc: Tízoc también había sido jefe guerrero, pero durante
su breve reinado, que duró menos de 5 años, no hubo expansión del
poderío mexica; la prematura muerte de este tlatoani al parecer fue
provocada por su falta de empuje militar. Durán dice que debido al poco
deseo que tenía de engrandecer y ensanchar la gloria mexica, los de su
corte “le ayudaron con algún bocado, de lo cual murió muy mozo y de
poca edad, en el año 1486”. En el aspecto cultural la única obra a destacar
fue la llamada “piedra Tízoc”, que este soberano mandó librar para
conmemorar sus hazañas militares, que parecen haber sido únicamente
reconquistas o expediciones punitivas. Al morir Tízoc, fue elegido como
huey Tlatoani su hermano Ahuízotl.
Reinado de Ahuízotl: El octavo soberano mexica, Ahuízotl, procuró
desde un principio ser diferente de su hermano e inició una amplia
campaña de conquistas, después de efectuar de una manera solemne y
grandiosa su acceso al poder, mediante la dedicación del nuevo templo
mayor, a la que llegaron más de 20,000 invitados del imperio y otros
señoríos independientes.
Las campañas militares de Ahuízotl se extendieron al sur hasta las
tierras de Guatemala, y al norte hasta la huasteca veracruzana; de esta
manera, quedó bajo dominio mexica casi toda la región central
mesoamericana y territorios que comprenden los actuales estados de
Guerrero, Veracruz, Puebla, Oaxaca, algunas regiones de Chiapas y otros
más al sur del río Suchiate, marca la frontera moderna entre México y
Guatemala. Además los ejércitos de Ahuízotl sometieron a varios
señoríos del imperio que se habían revelado quizá aprovechando la
debilidad de Tízoc. Las regiones que constituían la excepción del predominio mexica en la
región central eran los antiguos señoríos de Cholula, Huexotzinco y las 4 cabeceras de
Tlaxcala. La situación de estos pueblos, en medio de territorios dominados por Tenochtitlan,
fue de constante lucha por mante- nerse a la defensiva frente a los ataques del poderoso
ejército mexica.
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Además de sus exitosas campañas militares, Ahuízotl puso gran empeño en el desarrollo de
México-Tenochtitlan; después de mandar construir nuevos templos y palacios, realizó una obra
de gran importancia, al hacer llegar agua desde Coyoacán, con el doble propósito de
abastecer a la población y de uniformar el nivel del lago. Sin embargo, el agua llegó a la
ciudad en tal cantidad que provocó una enorme inundación, y el tlatoani, preocupado por
embellecer la ciudad como no lo había hecho monarca anterior alguno, se vio obligado a
emprender la ardua tarea de reparar los daños. Ahuízotl murió en 1502, 3 años después de la
inundación, a consecuencia de un accidente que sufrió durante ese mismo suceso.
En el mismo año de la muerte de Ahuízotl fue elegido el 2° Moctezuma, llamado además
Xocoyotzin, hijo de Axayácatl, quien gobernó durante 18 años hasta su trágica muerte en
1520, ocurrida en el marco de los acontecimientos de la conquista española encabezada por
Cortés.
Sociedad y economía, la tenencia de la tierra:Tema fundamental para la comprensión del
sistema económico mexica, y uno de los primeros aspectos a destacar, es que, dadas las
características peculiares del ambiente natural en la zona lacustre del valle de México,la
delimitación territorial abarcaba no solo la superficie terres- tre sino también la acuática,
comprendida al noroeste de Tenochtitlán dominada al principio por Tlatelolco.
Respecto a la clasificación de las tierras de acuerdo con sus poseedores, existen aún ciertas
ambigüedades, en gran parte debido al manejo impreciso que los cronistas españoles (hasta
ahora única fuente de información para este tema) hicieron de la terminología en el náhuatl
original. De cualquier forma, existe entre los investigadores un criterio tradicional para aceptar
la división de las tierras en 3 diferentes tipos:
1.- Propiedad de las comunidades, divididas a su vez en 2: calpulalli y altepetlalli; 2.-
Propiedades de los nobles, que con carácter individual, se podían enajenar, aunque solo entre
los nobles, y transmitir por herencia. Eran: las pillalli y tecpillalli; 3.- Propiedades que podían
llamarse públicas, dedicadas a lo siguiente: el sostenimiento de los templos (teopantlalli),
gastos de guerra (milchimalli), y a proveer de rentas para los gastos de gobierno (tlatocatlalli);
y, por último, las tecpantlalli, que se destinaban a los gastos del palacio o casa del gobierno
(Tecpan), donde residían los poderes; estos gastos se destinaban a la manutención de los
funcionarios públicos.
Las calpulli eran de propiedad comunal, entregadas en usufructo a cada uno de los miembros
del calpulli, con el propósito de que cada macehual tributario cultivara su parcela junto con su
familia. Aunque estas tierras podían rentarse para subvencionar con sus productos las
necesidades de la comunidad, no podían otorgarse a quien no fuera natural del calpulli
correspondiente, y tampoco se podía despojar de ellas a los propietarios a menos que
cometieran algún delito, o las dejaran de trabajar por 2 años, sin causa justificada.
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Las altepetlalli eran las tierras de un pueblo o ciudad, cuyos productos se destinaban a cubrir
los gastos locales y el pago de tributos; se pueden distinguir las siguientes modalidades: a).-
teopantlalli, destinadas a sufragar los gastos de manutención de los sacerdotes; b).-
tlatocatlalli, que se arrendaban para costear los gastos del palacio; c).- tecpantlalli, cuyos
frutos eran aprovechados en el sostenimiento de los servidores de palacio; d).- tecuhtlatoque,
señaladas por el tlatoani como pago a los servicios de los jueces; e).- Michimalli y cacalomilli,
destinadas a abastecer a los guerreros en campaña; y f).- “tierras del enemigo”, ganadas en
las guerras en calidad de botín, que pasaban luego a integrarse en alguna de las
clasificaciones anteriores.Pillalli y tecpillalli eran las tierras de los nobles, que se hicieron de
ellas cuando los mexicas y sus aliados lograron la independencia de Azcapotzalco y se
repartieron las tierras antes dominadas por ese reino, bastante más extensas que el conjunto
de chinampas lacustres de Tenochtitlan. Esas tierras no se repartieron entre los calpultin, sino
que en su mayoría correspondieron al tlatoani y a su élite guerrera, de acuerdo con la
estructura socioeconómica interna creada por Tlacaélel. Las tierras patrimoniales que Izcóatl
reservó para sí mismo, se convirtieron luego en propiedad de quien ocupara el cargo de
tlatoani, y este podía disponer de ellas a su voluntad.
Panorama socio laboral, características generales: La estructura profesional de México
Tenochtitlan era muy compleja, y en ella los agricultores no parecen haber tenido relevancia
significativa, ya que la ciudad no participaba en el proceso de producción agrícola, o lo hacía
de manera secundaria. En cambio había especialistas de tiempo completo que se ganaban el
sustento mediante el cobro por su trabajo o dedicándose al comercio. Cada oficio estaba bajo
la protección de un dios tutelar, al cual se rendía veneración en una fiesta especial.La
existencia de ésta diversificación implica que los individuos podían ser autosuficientes, su
especialización laboral les permitía tener el poder de comprar lo necesario para adquirir en el
mercado los objetos que otros producían; esto se relacionaba a la vez con la existencia de la
movilidad social estimulada por el sistema de valores.
Respecto a la demografía de Tenochtitlan, se calcula que la población era de alrededor de
200, mil ha., con 8,000 nacimientos anuales y entre 6o 7 mil decesos anuales, excluidos los
sacrificios; la fuerza laboral era de alrededor de 6 mil trabajadores, 10 mil mujeres y 50 mil
hombres, los niños y los ancianos estaban excluidos de trabajar.
Agricultura: Sahagún menciona que había 2 tipos de agricultores, los tlachiuhqui, a quienes
llamaba labradores, y los quilchiuhqui, que eran los hortelanos dedicados al cultivo de árboles,
y de verduras, pues se menciona la existencia de huertas dentro de la ciudad; dado que la
agricultura se practicaba como una actividad subsidiaria, las huertas proporcionaban verdura
fresca para el consumo doméstico, ya que en el contexto urbano el tamaño de las parcelas
impedía el desarrollo de un cultivo destinado al comercio. Pero eso no significa que algunas
familias, además de cultivar para su propio consumo, no pudieran obtener ingresos extra al
vender parte de su producción.Los agricultores preferían utilizar la técnica de chinampas,
porque su forma de explotación es intensiva al usarse el suelo de manera continua, sin
periodos de barbecho.
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Debido a esa preferencia, esa técnica se extendió de las regiones ribereñas del lago, hasta
ocupar el perímetro de la ciudades gemelas Tenochtitlan-Tlatelolco. Las chinampas estaban
formadas en largos rectángulos, de unos 100 metros de longitud por 10 de ancho, en las que
un sector se dedicaba al desarrollo de las semillas, y otro, el más grande, a las plantas ya
crecidas.Este cultivo intensivo del suelo, que se empezó a practicar en el Valle de México
desde los primeros momentos del Posclásico, se fundamenta en la construcción de islotes
artificiales creados en ciénegas y lagos poco profundos, mediante la acumulación de espesos
mantos de vegetación acuática de superficie y lodo extraído del fondo.
Se cortaban 3 o 4 tiras de esa vegetación y se colocaban una encima de la otra, dejando
sobresalir la última de la superficie acuática; ésta se cubría con el cieno extraído del fondo o
con tierra proveniente de otras chinampas. Alrededor de esta área cultivable se plantan
sauces con doble propósito: fijar la chinampa y retener el suelo agrícola. Antes de cada
siembra se colocaba una nueva capa de cieno, y cuando su acumulación impedía que las
raíces de las plantas tuvieran suficiente humedad, se rebajaba la chinampa con una pala. Con
el tiempo, se asentaba en el fondo y las capas de vegetación se descomponían, formando un
material poroso que permitía la infiltración del agua.
De esta forma, al mismo tiempo que se aseguraba la fertilidad de la parcela, se mantenían
limpios los canales, permitiendo la circulación libre por ellos. Por otra parte, dado su reducido
tamaño, el cultivo de chinampa podía ser realizado por las mujeres, o por los hombres en sus
horas libres. Uno de los principales productos elaborados en la zona de los lagos era la sal, la
cual se obtenía amontonando la tierra salada del fondo de los lagos para después dejarla
secar. La sal del valle de México era muy apreciada en otras regiones y se vendía en los
mercados. La importancia de los productores de este artículo puede conocerse por el
aparatoso ceremonial en el que festejaban a su patrona, la diosa Uixtocíhuatl, la que
supuestamente había inventado la sal.
Administración y servicios, administradores residentes en el palacio: Sahagún
presenta una lista de ocupaciones desempeñadas por las personas que formaban la corte del
huy tlatoani, y que estaban ubicadas en salas especiales: los señores de las provincias
sometidas (tlatoque) que cumplían diversas tareas en el palacio, como una forma de
demostrar la sumisión que debían al vencedor; los mayordomos, pajes o servidores
(calpixque), encargados de múltiples tareas de limpieza y del mantenimiento de jardines, así
como de la gran diversidad de aves que se criaban con el propósito de suministrar materia
prima a los amanteca de palacio y de la “casa de los animales”, una especie de zoológico en
donde se guardaban serpientes,jaguares y gatos salvajes; los guardias del recinto; los
(telpochtlatoque) encargados de la educación de los jóvenes, de los cantores y toda clase de
artesanos fabricantes de los objetos requeridos por los habitantes del palacio.
Los diversos grupos de guerreros se reunían en salas especiales, de acuerdo con el rango de
cada militar y los méritos de cada individuo. En la primera sala se congregaban los militares
nobles; después se encontraba la casa de los guerreros águila, militares de alto rango pero
cuyo origen no era noble, y representaban el grado más alto a que podían llegar en la milicia y
habían sido educados en el telpochcalli. Otra sala de índole
61
militar albergaba a unos guerreros que se desempeñaban como alguaciles elegidos por los
barrios y constituían el brazo ejecutor contra los delincuentes. Sin embargo, no había dentro
de la ciudad un ejército permanente, los militares que se encontraban en palacio eran aquellos
que habían llegado a niveles altos en su carrera y ocupaban puestos administrativos de
importancia, o de rango medio como los alguaciles; el ejército real se encontraba fuera de
Tenochtitlan, en las guarniciones que los aztecas mantenían en diversas regiones para vigilar
sus dominios. En caso de amenaza de guerra para la ciudad, se realizaban levas entre los
macehualtin y se reclutaba a los jóvenes del telpochcalli, que de esa manera iniciaban su
ascenso en la escala social capturando enemigos.
Los guerreros tenían como dios principal a Huitzilopochtli, y también a Yaotl, una advocación
de Tezcatlipoca; y participaban juntos con los nobles en las fiestas más importantes, como la
tlacaxipehualiztli, fiesta de la renovación. Los diversos grupos de guerreros se reunían en
salas especiales, de acuerdo con el rango de cada militar y los méritos de cada individuo. En la
primera sala se congregaban los militares nobles; después se encontraba la casa de los
guerreros águila, militares de alto rango pero cuyo origen no era noble, y representaban el
grado más alto a que podían llegar en la milicia y habían sido educados en el telpochcalli. Otra
sala de índole militar albergaba a unos guerreros que se desempeñaban como alguaciles
elegidos por los barrios y constituían el brazo ejecutor contra los delincuentes. Sin embargo,
no había dentro de la ciudad un ejército permanente, los militares que se encontraban en
palacio eran aquellos que habían llegado a niveles altos en su carrera y ocupaban puestos
administrativos de importancia, o de rango medio como los alguaciles; el ejército real se
encontraba fuera de Tenochtitlan, en las guarniciones que los aztecas mantenían en diversas
regiones para vigilar sus dominios. En caso de amenaza de guerra para la ciudad, se
realizaban levas entre los macehualtin y se reclutaba a los jóvenes del telpochcalli, que de esa
manera iniciaban su ascenso en la escala social capturando enemigos.Los guerreros tenían
como dios principal a Huitzilopochtli, y también a Yaotl, una advocación de Tezcatlipoca; y
participaban juntos con los nobles en las fiestas más importantes, como la tlacaxipehualiztli,
fiesta de la renovación.
La educación: En la cultura azteca, la educación era obligatoria ya que era un asunto de
primera importancia, pues era el medio por el cual se inculcaba en los nuevos ciudadanos el
sistema de valores, con el propósito de asegurar que cada persona estuviera dispuesta a
cumplir con las obligaciones exigidas de acuerdo a la posición social correspondiente. Los
valores más altos para la población en general, establecidos principalmente por Tlacaélel,
estaban basados en la vida austera, y en el carácter disciplinado del guerrero.
El Calmécac: En esta clase de escuelas –que dependían de los templos y cuyo número en
Tenochtitlan parece haber sido entre 4 y 7, todos en el recinto del Templo Mayor-, dedicada a
la educación de los hijos de los nobles, recibía el
niño una formación muy completa, más del tipo
intelectual, con énfasis en los aspectos de religión,
guerrera y artes, y desde su ingreso se le
consagraba a Quetzalcóatl.
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Los jóvenes estudiantes desde los 5 años pasaban todo el tiempo en el Calmécac, donde
llevaban una vida severa y rigurosa, como correspondía a los futuros dirigentes del Estado,
sobre todo porque el primordial objetivo de esta institución era prepararlos para el sacerdocio,
aunque no siempre estaban dispuestos a entregarse a la vida religiosa. Entre sus tareas
estaba la de prestarse a trabajar en la construcción de alguna obra pública, cuando fuera
necesario. Debía observar una completa abstinencia sexual y, en el caso de que no se fueran a
consagrar como sacerdotes, abandonaban la escuela cuando tenían edad para casarse.
La tarea de educar a los niños del Calmécac estaba encomendada a los tlamatinime o sabios,
quienes aparte de impartir las enseñanzas que venían en los libros e instruirlos también en la
escritura, sometían a los estudiantes a una severa disciplina, sancionada con castigos
corporales, como punzar las orejas con puntas de maguey. Estos maestros gozaban de gran
prestigio entre la sociedad, eran los sostenedores y transmisores de la cultura mexica, de su
ciencia y su arte.
El telpochcalli: El telpochcalli ha sido identificado como el centro de enseñanza al que acudían
los macehuales, aunque también había hijos de nobles. Las materias de estudio eran de
menor complejidad que en el Calmécac, y la base fundamental era la preparación para la
guerra; la vida era menos dura y los jóvenes podían comer en sus casas. Cuando las
circunstancias lo permitían, podían acudir a prestar ayuda a sus padres en algunas labores y
también solían colaborar en la construcción de obras públicas. Es posible que al telpochcalli
ingresaran los niños a una edad mayor que al Calmécac, porque en éste las enseñanzas
requerían de más tiempo, y porque las clases bajas daban instrucciones directamente a sus
hijos durante un mayor número de años.
Había telpochcalli en cada barrio y, aunque los jóvenes ahí educados no podían llegar a ser
dirigentes, si podían servir al Estado ocupando algunos cargos oficiales de nivel medio; por
otra parte, el hecho de que
hubieran sido entrenados para la guerra no significaba necesariamente que fueran a
convertirse en guerreros o situación semejante.
En el telpochcalli era de gran importancia la
manera como se decidía el oficio que debía
desempeñar un joven cuando terminara sus
estudios, pero lo más común era que siguiera el
oficio de su padre, sobre todo si este era artesano,
ocupación de prestigio entre los macehuales.
Educación de la mujer: Sobre este aspecto las
fuentes aportan menos datos que en lo referente a
la educación de los varones, pero en la
información sobre costumbres familiares, se
comenta que en general las mujeres recibían
instrucción de su madre acerca de las labores del
hogar, hay informantes precisos sobre centros de
instrucción especializada, muy ligados a la religión
y en sitios cercanos al Templo Mayor, donde las hijas de familias nobles vivían en
recogimiento y muy vigiladas, y bajo estricta rigidez en temas sexuales, aprendiendo sobre
todo a tejer y bordar.
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Organización de la hacienda pública. Las tareas vinculadas con la economía, eran realizadas
por personas encargadas de la recolección, custodia y redistribución de los tributos, que se
reunían en una sala de palacio llamada petlacalco, donde se almacenaban los tributos. Al
frente de estos funcionarios estaba el que tenía el cargo de huey calpixqui, quien no solo
estaba al pendiente de las cuentas de palacio, sino que también tenía jurisdicción sobre los
calpixqui de los pueblos tributarios.
Organización judicial: Para la organización de Lajusticia existían dos tribunales con sus
respectivos funcionarios: el tlacxitlan, “sala de lo criminal”, donde los jueces eran de origen
noble, y en la que se juzgaba a macehuales y apīpiltin por faltas graves; el tecalli o “sala de lo
civil”, en donde un conjunto de “senadores y ancianos”, también nobles juzgaban y dictaban
sentencia a los macehualtin, al parecer por delitos menores. Los jueces recibían como
remuneración tierras con gente que las cultivaba; pero se les exigía gran rigor en el
cumplimiento de su deber; y si hacían relación falsa ante la autoridad superior, o sentenciaban
a alguien injustamente, eran castigados con la muerte.
Escribanos:El gobierno azteca llevaba un registro de los acontecimientos, ya fueran hechos
de armas, pleitos, censos o cuentas de tributos, fiestas y ceremonias, vaticinios y hazañas
guerreras; todo quedaba
escrito en los libros o códices pintados por los escribanos para
las clases dirigentes, pues la escritura y lectura de tales libros
estaba reservada al grupo selecto educado en el Calmécac.
Los escribanos llamados tlacuiloque, que trabajaban por
encargo y cobraban por su labor, gozaban de gran posición en
la sociedad, pues su oficio era antiguo y prestigioso. Además
de su encomiable tarea de registrar la historia del orgulloso
pueblo mexica, sus libros constituían la base de la enseñanza
impartida en el Calmécac, donde los jóvenes “aprendían
cuidadosamente los cantos que se llamaban cantos de los
dioses, escritos en los libros. Y aprendían la cuenta de los días,
el libro de los sueños y de los años.
Sociedad y medicina: Uno de los aspectos más dignos de
destacarse de la cultura azteca es el que se refiere a sus
conocimientos sobre medicina. En palabras de Sahagún:
…El médico suele curar y remediar las enfermedades; el buen
médico es entendido, buen conocedor de las propiedades de
las yerbas, piedras, árboles y raíces, experimentado en las curas, el cual también tiene por
oficio saber concertar los huesos, purgar, sangrar y sajar, y dar puntos, y al fin librar de las
puertas de la muerte. Fray Bernardino de Sahagún hace una comparación entre el buen sabio
y el buen médico, porque tanto uno como el otro “remedia bien las cosas y da buenos
consejos y buena doctrina, con que guía y alumbra a los demás, por ser él de confianza y de
crédito…” Por el lado opuesto, el mal médico o el mal sabio, es comparado con los brujos y
hechiceros por ser “causa de muchos males y de grandes errores, peligroso, engañador o
embaucador”.
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El buen nivel sanitario de la población se veía favorecido por el cuidado en la limpieza de la
ciudad y por las costumbres de sus habitantes, para quienes el baño diario era algo habitual.
Además, esa costumbre daba empleos pues en los temezcalli había personal que por su
trabajo recibía cierta cantidad de mazorcas o granos de cacao. Los guerreros tenían como dios
principal a Huitzilopochtli, y también a Yaotl, una advocación de Tezcatlipoca; y participaban
juntos con los nobles en las fiestas más importantes, como la tlacaxipehualiztli, fiesta de la
renovación. La educación: En la cultura azteca, la educación era obligatoria ya que era un
asunto de primera importancia, pues era el medio por el cual se inculcaba en los nuevos
ciudadanos el sistema de valores, con el propósito de asegurar que cada persona estuviera
dispuesta a cumplir con las obligaciones exigidas de acuerdo a la posición social
correspondiente.
Los valores más altospara la población en general, establecidos principalmente por Tlacaélel,
estaban basados en la vida austera, y en el carácter disciplinado
Servicios domésticos: Eran muchas las personas dedicadas al servicio doméstico, debido a
la gran cantidad de funcionarios y nobles en general que debían ser atendidos con alimentos y
ropa limpia; en palacio había numerosas mujeres que se ocupaban de moler el maíz y hacer
las tortillas, así como preparar los variados platillos que consumían los miembros de la clase
dirigente. El servicio doméstico parece haber sido la ocupación principal de los esclavos de la
ciudad, que con su trabajo cumplían su obligación hacia el señor de quien estaban sujetos.
El tributo: Por medio de las obligaciones impuestas por el Estado mexica a las ciudades
conquistadas, entraba a Tenochtitlan una gran cantidad y variedad de bienes, que pasaban a
ser propiedad de las personas a quienes se dirigía el tributo. El sistema de recaudación estaba
basado en una
distribución
vertical: los
miembros de los
calpulli lo pagaban
a un encargado de
cobrar el tributo y
de llevar el registro
de las tierras,
llamado tequitlato,
quien daba cuentas
al calpixqui; los
mayeque lo
pagaban a su
señor, quien
también rendía
cuentas al
calpixqui, si el tributo era de territorio conquistado, o a la administración central si era de la
ciudad.En las fuentes históricas se hace referencia a dos tipos de tributo: en “especie” y en
“trabajo”, y algunas mencionan que había personas exentas del pago de tributo, como los
tetecuhtin, y los pīpiltin, los que estaban bajo la potestad de sus padres, los huérfanos,
mendigos, mayeque, y quienes servían en los templos.
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Al parecer, estaban también exentas las personas mayores de 52 años, y los que se
desempeñaban como pintores o cantores; pero esos casos quizá se refieran a que solo se les
eximía del tributo en especie, pues del pago en trabajo nadie quedaba exento y se
consideraba también como tal, incluso el desempeñado por
los funcionarios de gobierno; desde el tlatoani hasta el último macehual, todos daban su
tequitl, o contribución a la sociedad. Con la información aportada por la Matrícula de Tributos,
la cantidad de productos que por ese concepto entraban anualmente a la hacienda pública sin
considerar los que ingresaban a los particulares, era inmensa. La mayor parte de esos
productos correspondía a materias primas, entre las que destacaban los alimentos, que
alcanzaban las 52,800 ton., para mantener más de 360 mil personas durante un año. Respecto
a los bienes manufacturados, estaban en primer lugar las mantas (artículo que junto con el
cacao era utilizado como moneda), tanto las de algodón cuyo número sobrepasaba los 2
millones, como las de henequén, que casi alcanzaban las 300 mil. En 2° lugar estaba la ropa,
destinada al vestuario de todos los habitantes de palacio, también en exceso.
Los ingresos procedentes del tributo se destinaban a sostener a la nobleza hereditaria, a un
ejército profesional y a un número extremadamente grande de personal administrativo.
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El comercio: En la economía azteca, el comercio tenía un papel muy importante, ya que el
sistema se aproximó a una completa comercialización. Más que en el tributo, la riqueza del
imperio se cifraba en la acti-vidad comercial, porque mientras el tributo circulaba en un solo
sentido (de los tributarios, externos e internos al Estado), el comercio lo hacían en 2
direcciones (mediante importaciones y exportaciones), dando lugar a la existencia de
especialistas de tiempo completo en todas las regiones del vasto imperio mexica. El desarrollo
del comercio permitió aumentar el poder de las instituciones que lo controlaban y se convirtió
en un prestigioso modo de vida para los especialistas. Además, el control político del comercio
era necesario para asegurar el abastecimiento de las ciudades, por lo que se convirtió en
soporte del urbanismo.
El comercio se realizó en esencia, de 2 tipos. El comercio local, era el que se hacía dentro de
las ciudades, la distribución de productos se realizaba a través del mercado, tanto de los
artículos para el consumo familiar, como productos de lujo y cuyo costo los limitaba a la
nobleza; después de la conquista de Tlatelolco, se convirtió en una unidad productora de
artículos de lujo, y permitió que los mercaderes alcanzaran una sólida posición social. En el
mercado o tianquiz se vendía toda clase de cosas, y se daban diversos servicios; su
importancia obligaba a las autoridades a establecer una estrecha vigilancia sobre su
funcionamiento. Para mantener el orden estaban comisionados unos alguaciles que recorrían
el mercado, vigilando que no se realizaran fraudes ni se provocaran altercados; los delitos
eran remitidos a los órganos judiciales que castigaban severamente a quienes actuaban
deslealmente falseando las medidas, incluso con la pena capital.
El comercio a larga distancia a cargo de los pochteca: esta actividad gozaba de gran prestigio,
como se hace evidente en el lugar prominente que se le otorgaba en el ceremonial. La
caravana de mercaderes partía de la ciudad después de celebrar grandes fiestas, y se dirigían
a lugares lejanos, bajo la protección del ejército del Estado, que declaraba la guerra a quienes
llegaran a atacar a una de esas caravanas.
Los negocios no solo se realizaban mediante el sistema de trueque, propio de las sociedades
precapitalistas, sino también por rigurosa compraventa de mercancías cuyo precio se fijaba en
moneda. Existían 5 tipos de moneda: a).- granos de cacao; b).- mantas de algodón; c).-
canutos de pluma de ave rellenos de polvo de oro; d).- piezas de cobre en forma de T; e).-
piezas de estaño.
La carrera de mercader empezaba en el Calmécac o en el telpochcalli, y cuando los jóvenes
participaban en su primera expedición como comerciantes, recibían el título de pochteca u
oztomeca; el ascenso en su carrera se producía mediante procesos alternativos de
acumulación de riquezas y gastos de las mismas. Cada vez que ascendían de grado, conforme
participaban en varias expediciones con éxito, debían realizar diversas fiestas; la más
importante de esas era la cuicuicaliztli, muy costosa, la cual permitía al mercader, de acuerdo
con los principales (según el gasto de la fiesta), alcanzar el grado de líder de caravana.
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El transporte: En este tema, es necesario
recordar que en Mesoamérica no se aplicó el
principio de la rueda en el transporte, a pesar
de ser conocida, como se demuestra en
múltiples objetos. La causa de esto se
desconoce, aunque se han planteado diversas
hipótesis, entre ellas destaca, como causa, la
falta de animales de tiro, y en 2° la que
considera que lo accidentado de la orografía o
el paso a través de espesas selvas, dificultaba
en mucho la utilización de la rueda.
En Tenochtitlan, su particular estructura y conformación, donde se conjuntaban las porciones
de tierra firme con el agua de los canales, puede dar una idea del intenso tráfico de canoas
que a diario surcaban la ciudad, pues solo de Mexicaltzinco entraban a México entre 3 o 4 mil
canoas diarias. Las barcas eran usadas tanto para el servicio de la casa familiar, como para el
comercio, y había lugares precisos de carga, en donde se situaban los cobradores de
impuestos. Los canoeros acalpanaprendían desde jóvenes el oficio, y por estar su trabajo
relacionado con el lago, estaban bajo la protección de la diosa Chalchiutlicue (diosa de los
lagos).
El transporte terrestre de carga era efectuado por los tamemes, cuyo trabajo era de los más
rudos, pues debía cargar pesados fardos sobre sus espaldas, para llevarlos a distancias
enormes. El oficio de cargador se cuenta entre los de inferior categoría y empezaban desde
muy pequeños a transportar cargas que con los años iban aumentando de volumen y peso, y
para llevarlas se ayudaban del mecapalli. Los adultos cargaban por lo general un peso de 23
kg., en jornadas de 5 a 6 km., aunque algunos viajes podían llegar hasta 100 leguas, (la legua
mide entre 4 y 7 km., depende del terreno o del territorio, la estándar es de 4,828 km.). Un
dato relevante es que no se sacaba a los cargadores de su ambiente natural, pues esto les
perjudicaba en su salud.
Los tamemes se alquilaban para llevar cargas ajenas y ofrecían sus servicios en el mercado;
los mercaderes eran quienes en mayor medida contrataban a los cargadores, y es posible que
los comerciantes más acaudalados controlaran a conveniencia el número de tameme. De un
complejo sistema ideológico (obra de Izcóatl y Moctezuma I, por consejo de Tlacaélel) que,
envuelto en el ropaje del mito y el ceremonial ritual, convirtió a los mexicas en el pueblo del
Sol y dio una justificación mesiánica a sus guerras de conquista.
Ese sistema ideológico concebía el mundo como dominado por fuerzas sobrenaturales,
representadas por las numerosas divinidades del panteón azteca, que en su mayoría formaban
parte de la herencia cultural de los pueblos nahuas, cuyos rasgos característicos, originados
en el Preclásico, alcanzaron un alto desarrollo en Teotihuacan y se consolidaron finalmente en
Tula-Xicocotitlan, al tomar forma definitiva la toltecáyotl. Pero si los mexicas ansiaban
emparentar con los toltecas cultural y racialmente, dada su peculiar tendencia a distinguirse
del resto de los pueblos nahuas, recrearon su propia historia de modo que fuera borrado su
origen oscuro y, por el contrario, resultaran no solo herederos de la gran cultura tolteca, sino
el pueblo escogido por los dioses para llevar a cabo una altísima misión cósmica: proporcionar
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los elementos esenciales para mantener la vida del Sol y en consecuencia, de todo cuanto
existe en el mundo.
Para ello Tlacaélel consideró necesario hacer desaparecer los libros de pinturas, donde se
registraba aquel pasado de penurias por encontrar un sitio en donde establecerse, para forjar
una nueva “conciencia histórica” en la que el islote a donde los orillaron los tepanecas se
presentara como la tierra prometida, imagen de la Aztlán primigenia. Así bajo la inspiración de
Tlacaélel, fue creado un particular sistema de creencias religiosas, mediante una narrativa en
la que se mezclan la historia y el mito, y en la cual destaca la presencia de Huitzilopochtli, el
caudillo, divinizado después de su muerte y transformado en imagen del Sol, que los condujo a
la tierra prometida. Según los relatos sobre la peregrinación, este sacerdote guerrero murió en
Colhuacan, cerca de Tula, después de asegurar a su pueblo que habría de seguir viviendo,
pues el dios portentoso penetrará en el interior de sus huesos, dentro de su cráneo, allí
hablará. Por orden divina, esos huesos fueron guardados en una caja de piedra y luego
puestos en un envoltorio; ese bulto, que cargaron los teomama durante todo el tiempo que
duró la peregrinación habría de ponerse en lo alto del adoratorio construido cuando los
mexicas se establecieron en el islote.
La leyenda de los Soles: El mundo, situado en el centro de aquel universo horizontal y vertical,
había sufrido transformaciones consecutivas en el transcurso de varias edades o soles que,
después de un cierto florecimiento, en que fueron surgiendo formas cada vez más perfectas
de seres humanos y animales, sucumbieron unatras otra a causa de graves desastres. Las 4
fuerzas primordiales –agua, tierra, fuego y viento-, representadas cada una por un dios
particular, habían regido esas edades, y habían destruido al final todo cuanto fuera creado en
cada espacio de tiempo, incluyendo los seres humanos. En la primera edad los hombres
fueron hechos de ceniza, pero luego el Sol de agua inundó la tierra y los hombres se
convirtieron en peces; en la segunda, el Sol no seguía su camino, se oscurecía todo al llegar el
medio día, y en medio de la oscuridad salían tigres que se comían a la gente, y “en este Sol
vivían gigantes”; en la tercera edad llovió fuego, todo se quemó, hasta las piedras, pues
“hirvió la piedra tezontle”; en el cuarto Sol todo fue llevado por el viento, todos los hombres se
volvieron monos y se esparcieron por el monte; por último, llegó la quinta edad, la presente, la
del Sol de Movimiento, que había tenido origen en Teotihuacan, cuando los dioses, reunidos
junto al “fogón divino”, crearon el nuevo Sol.
El papel que la leyenda de los Soles atribuye a Quetzalcóatl es muy importante, como creador,
“allá en Teotihuacan”; pero es de notar que lo llama “nuestro príncipe en Tula”, es decir, se
refiere a Ce Ácatl Topiltzin, quien se hace presente como dios-hombre, y no bajo la imagen
abstracta de la “serpiente emplumada”, como se mostraba en la vieja ciudad en ruinas que los
mexicas creyeron había sido hecha por gigantes (¿los gigantes del 2° Sol?). Es también
Quetzalcóatl, encargado por los dioses de crear a los hombres que habría de habitar la tierra
en la nueva edad. Pero esta vez la materia prima del cuerpo humano debía ser más
consistente para evitar una nueva destrucción; por ello, el dios decide bajar al Mictlan (lugar
de los muertos) donde, tras recoger los preciados huesos de sus antepasados, de hombre y de
mujer, los lleva al míticoTamoanchan y, después molerlos “en un barreño precioso” (una vasija
consagrada) sangra sobre ellos su miembro viril para comunicar- les vida. Entonces los dioses
dijeron: “han nacido los macehuales”; tal denominación, que significa los merecidos se dio a
los hombres porque, con el sacrificio de Quetzalcóatl, fue posible la existencia en la 5ª edad.
69
Pero este Sol es también susceptible de perecer, y con él nuevamente los hombres, así como
todo cuanto existe. Las fuerzas dadoras de la vida pueden tornarse de nuevo en amenaza de
muerte; sobre todo, tratándose ahora del Quinto Sol, puede suceder que los elementos
negativos de la tierra impidan al Sol su movimiento y éste perezca en medio de las tinieblas
de la noche. Este final cósmico, de carácter pesimista, fue precisamente el origen de la nueva
concepción mesiánica y guerrera de los aztecas.
Por medio del sistema educativo creado por Tlacaélel, los tlamatinime infundieron en los
jóvenes la idea de que la única forma de evitar el cataclismo y el fin de la quinta edad
consistía en fortalecer al Sol, otorgándole la energía vital contenida en el líquido precioso que
mantiene vivos a los hombres; convencieron a los jóvenes de la importancia trascendental de
considerar el sacrificio y la guerra florida como el eje de su vida personal, social y militar, en el
cumplimiento de la más alta misión como parte del Pueblo del Sol, del pueblo de
Huitzilopochtli.
Mito del nacimiento de Huitzilopochtli: En el tiempo en que Tlacaélel construyó la nueva
historia mexica tras la quema de los antiguos libros, los tlamatinime crearon una narración
mítica que fundamentara la divinidad de Huitzilopochtli, mediante un hecho portentoso,
enmarcado en un suceso real ocurrido durante la peregrinación (el sometimiento de los
rebeldes que se negaban a la destrucción de la presa de Coatepec). Tal narración, recogida
por fray Juan de Torquemada, con el propósito de conocer los “embustes del demonio”, los
españoles consideraron “demonios” a todos los dioses mexicas y, particularmente, a
Huitzilopochtli. Se inicia de la siguiente manera: “En Coatepec, por rumbo de Tula, había
estado viviendo, allí habitaba una mujer de nombre Cuatlicue. Era madre de los 400 Surianos
y de una hermana de éstos de nombre Coyolxauhqui. Y esa Coatlicue allí hacía penitencia,
barría tenía a su cargo el barrer, así hacia penitencia, en Coatepec, la montaña de la
serpiente. Y una vez, cuando barría Coatlicue sobre ella bajo un plumaje, como una bola de
plumas finas. En seguida lo recogió Coatlicue, lo colocó en su seno. Cuando terminó de barrer,
buscó la pluma, que había colocado en su seno, pero nada vio allí. En ese momento Coatlicue
quedó en cinta. Al ver los 400 surianos que su madre quedaba encinta, mucho se enojaron,
dijeron: -“¿quién le ha hecho esto? ¿Quién la dejó en cinta? Nos afrenta, nos deshonra”. Y su
hermana Coyolxauhqui les dijo: -hermanos, ella nos ha deshonrado, hemos de matar a nuestra
madre, la persona que se encuentra ya en cinta. ¿Quién le hizo lo que lleva en el seno?
Cuando supo esto Coatlicue, mucho se espantó, mucho se entristeció. Pero su hijo
Huitzilopochtli, que estaba en su seno, la confrontaba, la decía: -”No temas, yo sé lo tengo que
hacer”…
A partir de este punto, el mito relata cómo los Cuatrocientos Surianos encabezados por su
hermana, se prepararon para dar muerte a su madre, ataviados como guerreros; uno de ellos,
de nombre Cuauhtlícac, aparentó estar de acuerdo con los planes, pero en realidad actuó de
espía, comunicando a Huitzilopochtli cuanto decían los Cuatrocientos Surianos. En el momento
en que estos se acercaban a la cumbre del Coatepec, nació Huitzilopochtli preparado para
enfrentarlos, portando sus atavíos de guerrero; traía en la mano izquierda una rodela (escudo)
y en la derecha un dardo o vara larga de color azul y su rostro todo rayado del mismo color;
portaba en la cabeza un gran penacho de plumas verdes, tenía la pierna delgada y
emplumada, y traía pintados brazos y piernas con rayas azules. Luego hizo aparecer un arma
más, de singular simbolismo, la xiucoatl (serpiente de fuego) que, a petición de Huitzilopochtli,
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fue encendida por un guerrero de nombre Tochancalqui. Con aquella arma poderosa, la
serpiente de fuego encendida hirió de muerte a Coyolxauhqui: Le cortó la cabeza, la cual vino
a quedar abandonada en la ladera de Coatépec, El cuerpo de Coyolxauhqui fue rodando hacia
abajo, cayó hecho pedazos, por diversas partes cayeron sus manos, sus piernas, su cuerpo…
Después se fue en contra de los surianos; blandiendo la xiuhcoatl, “los persiguió, los acosó
cual conejos, en torno de la montaña. 4 veces les hizo dar vueltas”, hasta que los destrozó, y
los pocos que pudieron escapar se dirigieron hacia el sur. Después de aniquilarlos, se apropió
de las armas e insignias que habían sido de sus hermanos”.
Así es como este mito cosmogónico interpreta el nacimiento del Sol Huitzilopochtli, concebido
milagrosamente por Coatlicue, la tierra, a quien sus numerosos hijos (las estrellas del sur)
encabezados por su única hija Coyolxauhqui (la luna), pretendían aniquilar junto con el fruto
de su supuesto pecado. Se manifiesta aquí la persistente idea náhuatl de la lucha de
contrarios: las fuerza oscuras de la noche contra el Sol, creador de la luz y dador de la vida,
cuyo triunfo escenifica todos los días al surgir por el oriente los primeros destellos de la
xiuhcoatl, con la cual hace caer en pedazos a su hermana, la luna, desde el Coatépetl (la
bóveda celeste), y hace desaparecer, con la intensidad de su fulgor, a las numerosas estrellas
del sur (el camino del Sol), los Centzon Huitznahua.
Al consumarse su victoria, el Sol es llevado en andas hasta en medio del cielo por las almas de
los guerreros, muertos en batalla o en la piedra de sacrificios, y también por las almas de las
mujeres muertas en el parto. Pero, de ese momento en adelante, el Sol debe prepararse para
establecer una nueva lucha después de trasponer la línea del poniente, y para ello debe estar
fuerte y vigoroso. Es aquí donde interviene el papel mesiánico de los aztecas, escogidos para
alimentar al Sol; pero como dios que es, solo puede ser mantenido con la vida misma, con el
líquido precioso otorgado por Quetzalcóatl para mantener con vida a los hombres, el
chalchíhuatl, la sangre fresca de los sacrificados y de los guerreros, que en el campo de
batalla entregaran su vida a Huitzilopochtli, convencidos, mediante el adoctrinamiento, de que
con su sacrificio colaboraban a evitar el cataclismo final.
Manifestaciones artísticas: Los aztecas tomaron del arte tolteca la fundamentación para
sus propias expresiones artísticas, tanto en lo que respecta a la temática, como al estilo y la
técnica. Lo anterior puede inferirse mediante una simple observación comparativa entre las
obras de ambas culturas; sin embargo la cuestión es más profunda, pues no se trata de que el
arte mexica fuera una mera copia del tolteca; la propia palabra toltécatl llegó a tomarse como
sinónimo de artista, y de ella se derivaron a su vez numerosos vocablos relacionados con el
quehacer artístico.
Fue el dios Quetzalcóatl, de acuerdo con las creencias de los pueblos nahuas, quien dio origen
al conjunto de creaciones toltecas, para beneficio de su pueblo. Él había construido en Tula los
palacios y templos, orientados hacia los 4 rumbos del universo; había descubierto los metales
y las piedras preciosas, el cultivo del algodón y de muchas otras plantas, y había enseñado a
los toltecas técnicas múltiples: como cultivar para obtener el mayor rendimiento de la tierra,
como encontrar los metales preciosos y la forma de trabajarlos, y como fabricar tapices y
penachos de plumas; les había enseñado también el arte del canto, de la arquitectura, la
escultura, y la pintura.
La conquista de México:Expansión imperial y tensiones consecuentes: Desde que Tlacaélel
instituyera la nueva ideología mítico-religiosa que diferenció a los mexicas de los pueblos
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vecinos y justificó las guerras contra esos pueblos dándoles un contenido mesiánico, dio
comienzo un proceso acelerado de sacrificios humanos en grandes proporciones, dentro de un
ritual ceremonial que exigió la muerte de miles de cautivos e impulsó a los ejércitos mexicas a
una búsqueda obsesiva por obtener el líquido divino, (sangre) que mantuviera con vida al Sol-
Huitzilopochtli. De acuerdo con ese contexto ideológico, la cosmología mexicana solo
resultaba eficaz en tanto se apoyara en instituciones religiosas sólidas y reforzadas por los
mitos tradicionales. El sacrificio humano era tradición antigua en Mesoamérica, como lo ha
sido entre muchas culturas de la historia humana alejadas de los mexicas en tiempo y espacio
geográfico. Así, pues, la reforma ideológica no introdujo con el sacrificio un recurso nuevo de
dominio sobre los enemigos, pero sí otorgó mayores proporciones a ese dominio, al asociarlo
directamente a los dioses astrales e involucrar al pueblo mexica en un fuerte sentido de
compromiso para colaborar con esos dioses en la búsqueda de cautivos para el sacrificio.
De esa manera, el culto estatal, que tenía como trasfondo el propósito económico de obtener
tributos, resultó en una considerable expansión del imperio azteca. Al comparar la diminuta
isla donde tuvo lugar la fundación de Tenochtitlan con la extensión del reino de Moctezuma II,
se muestra la impresionante extensión del imperio, gracias a las conquistas de Izcóatl y de los
5 tlatoque que le sucedieron. Interrumpida sólo durante la hambruna de 1450 a 1454, la Triple
Alianza extendió su hegemonía por casi toda Mesoamérica, al tiempo que México-Tenochtitlan
alcanzaba un indiscutible predominio en el interior de aquella alianza tripartita.
Aunque los beneficios económicos del botín de guerra y los tributos exigidos a los subyugados
se distribuían de manera desigual, no puede negarse que ayudaron a toda la sociedad mexica
puesto que al constituirse en fundamento de la economía, dieron sentido al mecanismo de
movilidad social estimulado por el estado. Respecto a los tributos (en trabajo y en especie),
puede considerarse que eran redistribuidos entre la población, pues de ellos no solo vivían los
gobernantes, los guerreros y la burocracia administrativa, sino que costeaban las obras
públicas a gran escala, la subsistencia de la población urbana y algunas reservas para épocas
de escasez. Los pueblos sojuzgados tenían la obligación de proporcionar mano de obra y
materiales para proyectos como la construcción de calzadas, acueductos y sistemas de
canales; esto permitió que se ampliaran en gran medida las áreas de cultivo, al crear, en
pantanos desecados y en los lechos de los lagos, más parcelas de tierras de buena calidad.
Así pues, las “guerras floridas” estuvieron vinculadas con las necesidades políticas y
económicas de la sociedad mexica, pero hubo además una estrecha relación entre la
exigencia de víctimas para el culto estatal y las ambiciones de concretos grupos de interés en
el interior del estado. Tanto el tlatoani como los guerreros nobles, se convirtieron en una
aristocracia terrateniente como resultado de las primeras victorias al establecerse en el valle
de México. Con el paso del tiempo y las nuevas conquistas, esa aristocracia siguió
beneficiándose con porciones cada vez más cuantiosas de tributos, tierras y mano de obra.
Los grupos del estamento dominado (siervos y criados esclavos), al principio poco numeroso,
aumentaron de manera consi- derable, para satisfacer las necesidades de una nutrida élite,
cuya población crecía también en virtud de su derecho a la poligamia. También los pochteca
se contaron entre los principales beneficiarios de la expansión militar, pues mientras
representaban al Estado en expediciones comerciales con otros pueblos, multiplicaron
hábilmente su propio patrimonio y aumentaron los privilegios especiales otorgados por sus
servicios.
72
A pesar de su gran expansión, y de los beneficios que aportaba esta expansión a la sociedad
en su conjunto, el Estado mexica tenía grandes limitaciones propios del imperialismo, y fuertes
defectos estructurales.
Los dirigentes y grupos sociales sólo podían adaptarse a su entorno inmediato, a sus intereses
a corto plazo y a un futuro previsible, pues aunque su sistema ideológico les proporcionara
importantes victorias sobre sus competidores, no parece haberles dado una clara visión sobre
lo que debían hacer con los territorios conquistados.
Los principales objetivos de la Triple Alianza consistían en obtener alimento para los dioses y
tributos para el Estado, pero una vez conseguidos éstos, los mexicas no estuvieron preparados
para enfrentar los problemas que a largo plazo representaba el control de los pueblos
sojuzgados y por ello no se les integró, ni cultural ni políticamente. En el momento en que la
hegemonía de Triple Alianza creció hasta abarcar una vasta región de Mesoamérica, los
objetivos del imperialismo mexica fueron cada vez más incompatibles con el tamaño de su
dominio territorial.
Como resultado de la desarticulada política y de los reducidos objetivos de las campañas,
existieron numerosos enclaves independientes dentro del imperio. Los ejércitos mexicas se
limitaron a cruzar las regiones montañosas en búsqueda de presas fáciles y ricas, mientras
que evitaban enfrentarse con adversarios irreductibles despreciando las zonas carentes de
recursos. En el momento en que el imperio aumentó en tamaño, esos focos independientes
llegaron a plantear serios problemas, pues deseosos de preservar su autonomía, los
gobernantes de esos grupos fomentaban insurrecciones en las regiones del imperio que los
circundaban y, cuando los aztecas detenían las revueltas, los Estados independientes ofrecían
asilo a los jefes rebeldes, dispuestos a luchar de nuevo contra el imperio.
Uno de esos enclaves fue el reino de Tlaxcala, por sus características de pueblo belicoso que
resistió con éxito a los ejércitos de la Triple Alianza durante más de 50 años. A lo largo de ese
periodo, los tlaxcaltecas se esforzaron en debilitar la hegemonía del imperio por medios
diversos como el de aliarse con otras tribus, fomentar rebeliones, o albergar a los enemigos de
los aztecas. Otro grupo amenazador fue el tarasco, que nunca llegó a ser conquistado por la
Triple Alianza, e incluso infligió a ésta una dolorosa derrota cuando en 1478 invadió su
territorio, situado a menos de 60 km al oeste del valle de México, el pueblo tarasco
obstaculizó por completo la expansión mexica hacia el occidente.
A principios del siglo XVI, aumentaron en gran medida las exigencias materiales de
Tenochtitlan, con el notable incremento de la población, al producirse una cuantiosa
inmigración de personas atraídas por las necesidades crecientes de la aristocracia y la
burocracia, que requerían de sirvientes, artesanos, comerciantes, escribas, y otros
especialistas. Esto significaba que la ciudad crecía en pobladores no dedicados a la producción
de alimentos, y por lo tanto, éstos resultaban cada vez más insuficientes, mientras que las
chinampas de la región aledaña a la capital sólo podían suministrar una parte de los bienes de
consumo básico que requería la población urbana.
Ante esa difícil situación, las autoridades mexicas decidieron aumentar la cantidad de tributos
a los pueblos conquistados, situados en regiones más allá de la zona inmediata al lago. Esos
pueblos soportaban con frecuencia una doble carga, porque pagaban tributo tanto a la Triple
Alianza como a sus propios gobernantes, y esto provocaba constantes rebeliones por el deseo
de liberarse del yugo mexica.
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Los problemas creados por el crecimiento del imperio coincidieron con tensiones internas,
resultantes del rápido proceso de transformaciones en la sociedad mexica, iniciado con la
victoria sobre Azcapotzalco en 1428, que produjo grandes cambios al fomentar el surgimiento
de una creciente movilidad social y una gama cada vez más diversificada de especialistas
profesionales. En los últimos años del siglo XV, cuando se desaceleró el expansionismo, con
las consecuentes restricciones en la movilidad social, empezaron a manifestarse agudos
conflictos entre la aristocracia hereditaria terrateniente y los comerciantes y guerreros
prósperos, que hasta entonces habían constituido las fuerzas motrices de la expansión
imperial. Al iniciar el siglo XVI, la clase de los pipiltin, extensa y acaudalada, llegó a constituir
una carga para el sistema económico que la mantenía. De esta manera, la estructura social
mexica se había desequilibrado por la cúspide a causa de algunos privilegios que, en principio,
habían sido incentivos para el éxito.
En la raíz de esa inestabilidad administrativa, económica y social del imperio, se halla la
dinámica fundamental del propio culto imperial, que si en un principio fue una brillante
adaptación ideológica para fundamentar al entorno militar y político, con el tiempo resultó
inapropiada para mantener una estructura política estable, pues exigía constantes guerras,
sacrificios y expansión, e impedía cualquier intento por consolidar el Estado, hasta llegar a
convertirse en un verdadero lastre destructivo, en el preciso momento en que los mexicas
tenían mayor necesidad de estabilizarse, en vez buscar nuevas conquistas.
Reinado de Moctezuma Xocoyotzin:Este gobernante, cuyo
reinado coincidió con la llegada de los españoles capitaneados por
Cortés, tiene para la historia una imagen negativa, principalmente a
causa de la supuesta debilidad que mostró frente al invasor en el
desarrollo de la conquista, e incluso se le atribuyen muchos de los
problemas inherentes a la situación de crisis del sistema estatal
azteca. Sin embargo Moctezuma Xocoyotzin parece haber sido el
primer tlatoani en darse cuenta de la gravedad de la situación de
crisis por la atravesaba el imperio, la cual había empezado a hacerse
evidente desde finales del reinado de Ahuízotl. Moctezuma II fue el
primero en intentar una política de consolidación y estabilización, y
su fracaso puede atribuirse más a la situación generada por los
excesos de la ideología imperial, que a la debilidad personal que se
le atribuye.
En los primeros momentos de su reinado, Moctezuma II decidió
cambiar la estrategia imperial y se enfocó más hacia el logro de la consolidación interna que a
continuar con una política expansionista. Esta decisión no solo surgía de la preocupación por
estabilizar el orden interno, sino que estaba influida por otros obstáculos que, aparte de los
representados por los enclaves independientes, hacían cada vez más difícil la colecta de
tributos en las regiones apartadas dominadas por la Triple Alianza, como el caso de las tierras
bajas mayas, cuyo mercado, de muy escaso desarrollo, ofrecía al imperio más dificultades que
beneficios, y constituyó una barrera para su expansión por el oriente. Por lo tanto, si la
incursión por nuevas regiones presentaba problemas tan grandes, Moctezuma enfocó los
ejércitos mexicas a nuevos intentos de conquista sobre los pueblos independientes enclavados
en el interior del territorio imperial, con el propósito de terminar en definitiva con las
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rebeliones que amenazaban la estabilidad interna. Pero tal política no se ajustaba al modelo
tradicional de las guerras floridas, caracterizadas por campañas rápidas que producían miles
de prisioneros para el culto estatal y un rico botín que era el preámbulo de un posterior flujo
de diversos bienes en calidad de tributo. En cambio, fueron muy distintas las guerras contra
los pueblos no conquistados, ubicados en lugares montañosos de difícil acceso. Esos pueblos,
agrestes e indomables, protegidos por las características naturales de su hábitat, y con la
experiencia de años de resistencia frente a la Triple Alianza, ofrecían pocos incentivos en
recursos y, en cambio, presentaban obstáculos para ser conquistados, por lo que los
enfrentamientos bélicos se prolongaban, casi sin posibilidades de éxito.
Las principales campañas se dieron contra las dos áreas independientes más grandes y
poderosas: el reino mixteco de Tototepec, y el enclave de tlaxcaltecas y huexotzingas, el más
amenazador de todos. Los ejércitos mexicas solo obtuvieron algunos triunfos limitados en
algunas de las campañas contra esos adversarios principales y contra otros grupos más
pequeños; pero los resultados de muchas de esas campañas fueron treguas negociadas, y en
algunos casos claras derrotas, que produjeron un gran desaliento para el otrora orgulloso
ejército de la Triple Alianza.
Por otra parte, Moctezuma emprendió un programa de consolidación y estabilización que
también resultó un fracaso; muy de acuerdo con su carácter de aristócrata autoritario, intentó
centralizar el poder político en su persona y detener los rápidos cambios sociales que estaban
transformando la estructura de clases de la sociedad mexica. Desde el comienzo de su reinado
impuso severos recortes sobre tal estructura, empezando por los más altos niveles del aparato
estatal; los decretos más drásticos (e impopulares) fueron aquellos que expulsaron de la corte
a todos los consejeros y jefes que no fueran de la más alta aristocracia. Algunas fuentes
históricas refieren incluso que ejecutó a todos los funcionarios de su predecesor, Ahuízotl,
quien había sido bastante más liberal en el aspecto social.
Las reformas de Moctezuma se extendieron después hacia los niveles inferiores de la jerarquía
administrativa, militar y religiosa. A la clase comerciante, cuyo ascenso había sido muy rápido
gracias a la protección de los gobernantes anteriores, se le prohibió utilizar los trajes e
insignias que portaban como parte de los privilegios adquiridos al ascender a la categoría de
nobles, por considerar que tales objetivos eran atributo exclusivo de la gente de linaje. De esta
manera, la reforma de Moctezuma anulaba el principio de movilidad social que había sido uno
de los más fuertes incentivos promovidos por el Estado para lograr el desarrollo
socioeconómico del pueblo mexica.
En el aspecto político, Moctezuma se esforzó por aumentar su propio poder y por centralizar la
hegemonía del Estado, para lo cual redujo las funciones y el poder de altos funcionarios; el
consejero y gran sacerdote que tenía el cargo de cihuacoatl se convirtió en algo semejante a
un administrador de los decretos del soberano, quien también redujo el papel del consejero a
un organismo puramente formal. Todavía de mayor importancia, el tlatoani de Tenochtitlan
llegó a ser el único poder independiente de la Triple Alianza, pues el poder de la dinastía de
Texcoco (heredera de los chichimecas de Xólotl), no obstante su desarrollo económico y
cultural, se había reducido gradualmente frente al gobernante tenochca; en el año 1515,
Moctezuma puso fin a cualquier apariencia diplomática entre las capitales de la Triple Alianza
e intervino directamente en el proceso de seleccionar al tlatoani texcocano e instaló en el
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trono a su propio favorito. Este acto de intervención abierta causó gran disgusto entre la
población de Texcoco, y provocó una seria división política en esa capital.
La reforma social de Moctezuma, tendiente a contar con una rígida estructura de clases,
parecía coherente con su estrategia militar de consolidación interna, pues al restringir los
incentivos de éxito personal, se reducía a su vez el afán por utilizar las guerras expansionistas
como un medio de ascenso en la escala social; esto significaba, en resumen, un drástico viraje
en el sistema de valores y un intento por romper bruscamente el entramado ideológico creado
por Tlacaélel; era una nueva reforma “desde arriba” que, al contradecir en lo esencial el mito
religioso sustentador de la conciencia histórica del pueblo del Sol, estaba condenada al
fracaso.Más perjudicial que la pérdida de la fe del pueblo mexica ante la incapacidad para
derrotar a los reinos independientes fue la amenaza de una posible erosión de su fe en la
cosmología imperial que lo había conducido a una continua etapa de conquistas, revitalizada
con cada nueva victoria. Ahora, las derrotas revertían el proceso, pues significaban contar con
menos cautivos, reduciéndose con ello el alimento de los dioses, lo cual no solo podía provocar
la ira de estos sino que los debilitaba, amenazando seriamente la vida del quinto sol.
Así, la paradoja que influyó en el fracaso de Moctezuma II consistió en que la expansión, ya
imposible de continuar, seguía siendo la piedra angular del sistema ideológico, social y político
de los aztecas y, en consecuencia, resultó imposible transformar el sistema imperial en un
Estado consolidado sin destruir los valores fundamentales que lo integraban. A la llegada de
los españoles, las contradicciones internas del imperio azteca, aunadas a la resistencia de los
pueblos no conquistados y a la explotación de los conquistados, parecían preparar el camino
para la última y definitiva derrota; Huitzilopochtli estaba a punto de sucumbir en el combate
contra su más terrible alter ego, esta vez procedente del Oriente.
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dio la pauta para las incursiones posteriores que partieron de la Española (hoy Santo
Domingo) y Cuba.
En 1511, un barco español procedente de Jamaica naufragó en el mar Caribe y algunos
sobrevivientes alcanzaron a llegar a la costa oriental de Yucatán, donde fueron apresados por
los mayas; dos de los españoles, cuyos nombres eran Jerónimo de Aguilar y Gonzalo Guerrero,
se salvaron de ser sacrificados al ser tomados como esclavos, esa situación permitió que los
nombres de esos europeos quedaran inscritos en la historia de la conquista, aunque con
papeles muy distintos, como se verá más adelante.
El 3° contacto entre españoles y mesoamericanos, esta vez realizado de manera deliberada,
ocurrió un poco más tarde, cuando en 1517, el gobernador de Cuba, Diego Velázquez, envió
una expedición al mando de Francisco Hernández de Córdoba y como piloto a Antón de
Alaminos, uno de los marineros que formaba parte de la tripulación de Colón cuando
navegaron por Golfo de Honduras. La expedición de Hernández de Córdoba sería decisiva para
la posterior conquista de México, pues esta vez los españoles desembarcaron en la Península
de Yucatán, y pudieron comunicarse con un grupo de mayas que se acercaron a ellos
llamándoles castilán, debido a que los habitantes del lugar no solo tenían ya conocimiento de
la llegada de los europeos, sino que eran parte del grupo que mantenía en cautiverio a
Jerónimo de Aguilar y a Gonzalo Guerrero. Sin embargo, la comunicación con los nativos no
fue positiva para los integrantes de la expedición, pues los aguerridos mayas los atacaron
encarnizadamente en un sitio llamado Champotón y, tras sufrir una severa derrota, los
españoles regresaron a Cuba. La fracasada aventura de Hernández de Córdoba sirvió de
incentivo para que se organizara una nueva expedición, esta vez encabezada por Juan de
Grijalva, quien al no encontrar una resistencia tan agresiva de parte de los nativos, logró un
mayor avance en el conocimiento de la costa oriental; después de bordear la península de
Yucatán, continuó hacia el occidente por el litoral del Golfo de México, hasta llegar al actual
límite fronterizo entre los Estados de Veracruz y Tamaulipas. Por tratarse de una región
tributaria del imperio mexica, fue en la región totonaca donde se celebró el primer encuentro
de los españoles con un enviado de Moctezuma II, quien les entregó varios regalos en nombre
del soberano, con el propósito de satisfacer la ambición de los visitantes para que se alejaran
de las tierras del imperio. Aunque los atractivos regalos, entre los que se contaban algunas
piezas de oro, produjeron en el ánimo de los españoles un efecto contrario al que esperaba
Moctezuma, Grijalva no hizo intentos por adentrarse en el territorio y regresó a Cuba.
La expedición de Hernán Cortés:Los viajes realizados a la costa mesoamericana, sobre
todo la última, confirmaron al gobernador de Cuba la existencia de riquezas en estas tierras y
la posibilidad de adueñarse de un botín que parecía ser grande, pero también era evidente
que, debido al carácter guerrero de aquellos pueblos, su conquista no iba a ser empresa fácil.
Por ello Velázquez decidió que el capitán de la nueva expedición debía ser experimentado,
audaz y hábil, pero a la vez fiel y manejable, para evitar que le fuera a ser desleal y se llegara
a apropiar de la empresa expedicionaria y del botín que se obtuviera como resultado de ella.
La persona seleccionada fue Hernán Cortés, originario de la región de Extremadura, quien
llegó a la española en 1504, distinguiéndose luego en la conquista de Cuba, donde fue
escribano y colono, y más tarde ocupó el cargo de alcalde de Santiago del Puerto (hoy
Santiago de Cuba).
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Durante su desempeño en estas funciones, Cortés se hizo de prestigio y entabló amistad con
personas cercanas al gobernador, lo cual le valió que éste pensara en él para encabezar la
expedición, no obstante existir entre ambos algunas diferencias por incumplimiento
matrimonial por parte de Cortés hacia una cuñada de Velázquez; éste lo obligó a cumplir su
palabra (Cortés se casó con la cuñada de Velázquez a regañadientas) y finalmente, en octubre
de 1518, le otorgó el mando de la expedición a México con el compromiso, firmado por ambos,
de repartirse las ganancias; es conveniente aclarar, que Cortés se comprometió a no efectuar
el “poblamiento” de las tierras, sino que debía dar aviso a Velázquez, para que fuera éste
quien tomara posesión de ellas en nombre del rey.
Pero varias personas allegadas a Velázquez desconfiaban de Cortés e iniciaron una campaña
en su contra, provocando el recelo del gobernador, quien trató inútilmente de detenerlo antes
de que se embarcara. El 18 de febrero de 1519 partió la expedición con 11 naves 518
soldados, 110 marineros, 16 jinetes, 32 ballesteros, 13 escopeteros, y los capitanes reclutados
por Cortés: Pedro de Alvarado, Francisco de Montejo, Diego de Soto, Diego de Ordaz, Juan
Velázquez de León, Juan de Escalante, Alonso de Ávila, Alonso Hernández Portocarrero,
Cristóbal de Olid, Gonzalo de Sandoval; iban además: el fraile Bartolomé de Olmedo, Alaminos
y Bernal Días del Castillo, éste último es el solado que habría de guardar en su memoria todos
aquellos acontecimientos para narrarlos, a de detalle, muchos años después.
El barco comandado por Pedro de Alvarado se adelantó y fue el primero en alcanzar la costa
de la isla de Cozumel; en este lugar Alvarado comenzó a dar muestras de su carácter
irreflexivo y violento, pues al ver que los nativos huían ante su presencia, atacó los pueblos
cercanos, tomó unos prisioneros y se apoderó de algunos objetos rituales que contenían oro y
cobre. Al llegar Cortés y enterarse de las acciones de Alvarado, puso por primera vez una
estrategia que lo distinguiría en su papel como conquistador; mandó aprehender al piloto que
se había adelantado en la expedición y reprendió severamente a Alvarado; y en cambio se
mostró amistoso con los lugareños agredidos. En Catoche (cabo en la punta noreste de la
península de Yucatán) la gente de Cortés recogió a Gerónimo de Aguilar, quien le relató la
forma en había vivido entre los indígenas, así como el hecho de que Gonzalo Guerrero se
había casado con la hija de un cacique con quien había procreado varios hijos (los primeros
mestizos en México), y se había integrado a la cultura de los mayas; Guerrero se negó a
abandonar a su nueva familia e incluso llegó a luchar más tarde en contra de los españoles
por la defensa del pueblo maya. La incorporación de Aguilar a la expedición fue de gran
ayuda, ya que desde ese momento sirvió a Cortés de intérprete, ya que dominaba la lengua
maya.
Cortés y sus hombres siguieron el recorrido de Hernández de Córdoba y de Juan Grijalva, y
llegaron a la desembocadura del río que éste último había bautizado con su nombre, y que era
la tierra de un cacique cuyo nombre fue castellanizado como Tabasco; en ese lugar tuvieron
varios enfrentamientos bélicos con los indígenas, siendo el más violento el que ocurrió en un
sitio llamado Zintla, donde los españoles vencieron; en seguida, los caciques mayas
derrotados, se presentaron ante Cortés para concertar la paz ofreciéndoles alimentos y
regalos, así como a un grupo de mujeres a las que entregaron como esclavas, de entre las 20
jóvenes, destaca por su papel en la conquista , una india llamada Malinalli, bautizada después
con el nombre de Marina. Esta mujer, bella e inteligente, era, según dice Bernal Díaz, “ gran
cacica e hija de grandes caciques y señora de vasallos, que su padre y madre eran señores y
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caciques de un pueblo que se dice Painala”, además del maya hablaba náhuatl, y fue junto
con Aguilar, de gran ayuda para Cortés quien, al servirse de ellos como intérpretes, pudo
conversar con los grupos indígenas que fue encontrando a su paso. El 21 de abril de 1519, la
expedición de Cortés llegó a una isla (la isla de los sacrificios) frente a las costas de la región
totonaca, a la cual bautizo como S. Juan de Ulúa. Ahí se presentó ante Cortés un grupo de
mexicas integrantes de una embajada enviada por Moctezuma, entre los cuales se
encontraban los pintores encargados de mostrar gráficamente ante su soberano los rasgos
característicos de los seres humanos de cuya llegada había tenido noticia desde hacía 2 años.
Estos pintores se dieron a la tarea de dibujar a los españoles y a los “extraños animales” que
traían consigo, así como a sus embarcaciones. La gente de Cortés, al advertir la sorpresa de
los indígenas frente a los objetos y armas que utilizaban, hicieron un teatral despliegue de
fuerzas, activando los cañones y demás armas de fuego, y haciendo correr los caballos ante
los asombrados enviados de Moctezuma, que con esto creyeron confirmar la procedencia
divina de los invasores, cuya llegada por el oriente coincidía con la profecía de Quetzalcóatl,
hecha por el dios hombre cuando partió de la costa del Golfo de México, prometiendo regresar
un día para recuperar su trono.
Enterado Moctezuma del interés que mostraban los españoles por los objetos de oro –que para
los mesoamericanos no tenían gran valor, ya que nunca los utilizaron como moneda, ni
tampoco tuvieron el carácter sagrado que sí, en cambio, era atribuido a las piedras verdes o
chalchihuites-, les envió cuantiosos y ricos obsequios, “muchas piezas de oro y buenas labores
y ricas, mucha ropa blanca y otra joyas”, con la esperanza de que se fueran, una vez saciada
su ambición. Al contrario, esos regalos representaron para los españoles una pequeña muestra
de las fabulosas riquezas que, según habían tenido noticia, poseían los pueblos de estas
tierras, y esto constituyó un aliciente para adentrarse en ellas, no obstante los peligros que
pudieran afrontar.
Sin embargo, algunos de los miembros de la expedición de Cortés eran incondicionales a
Diego Velázquez y deseaban regresar a Cuba de acuerdo con las órdenes del gobernador para
repartir con él los obsequios otorgados por el monarca mexica; entonces, Cortés decidió
desligarse del mando de Velázquez, con el apoyo de quienes deseaban independizarse de
éste, atraídos por las riquezas que prometía la tierra mexicana, donde esperaban poder
adquirir un poder semejante al del gobernador de Cuba. De manera astuta, Cortés logró
convencer a la mayoría de sus oponentes ofreciéndoles premiar sus esfuerzos en la lucha por
la conquista, y a los más renuentes los mandó encadenar.
En seguida, Cortés y sus partidarios instalaron un Ayuntamiento, para dar carácter legal a su
decisión de poblar aquella tierra y fundar la Villa Rica de la Veracruz; ante el Ayuntamiento
recién constituido, Cortés renunció al poder conferido por Velázquez y recibió el
nombramiento de Justicia Mayor y Capitán General de los territorios por descubrir, poblar y
conquistar, con el ofrecimiento de que se le daría una quinta parte del oro que obtuvieran. Al
quedar desligado de Velázquez como autoridad superior, Cortés solo dependería del rey de
España, que era tanto como no depender de nadie por mucho tiempo, dada la lejanía y la
dificultad de las comunicaciones.
Después de esta hábil maniobra, el nuevo capitán general emprendió el camino a Cempoala,
donde presenció los abusos de los calpixque, recolectores mexicas del tributo, y empezó a
darse cuenta de las grandes divisiones internas del imperio azteca, sobre todo después de que
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el cacique Chicomecoatl, de Cempoala apodado el “gordo”, les ofreció apoyo a cambio de
obtener su alianza para librarse del yugo mexica. Los españoles supieron aprovechar la
mezcla de temor y odio que sentían los totonacas a las huestes de Moctezuma y, a partir de
entonces, además de constituirse en valiosos informantes, los nuevos aliados de Cortés le
sirvieron como tamemes (cargadores), como guías y como soldados, en el camino hacia el
centro de México.
De Cempoala se trasladaron a Quiahuiztlan, donde surgió un nuevo brote de rebeldía de los
partidarios de Velázquez, quienes ya se habían apoderado de un navío para escapar a Cuba; al
ser descubiertos, fueron castigados severamente por Cortés, quien, ante el temor de que se
repitieran actos de esa naturaleza, ordenó que los barcos fueran barrenados, hundidos y
desmantelados, a fin de evitar cualquier intento de fuga; solo conservó la nao capitana y 2
pequeños bergantines, con el propósito de mantener la comunicación ya no con Diego
Velázquez, sino con el rey de España.
Después de esta drástica acción, que marcaba un punto de no retorno para su expedición,
Cortés buscó respaldo real para la autoridad que le había sido otorgada por el cabildo o
ayuntamiento (sus incondicionales) de la Villa Rica de la Veracruz, mediante una Carta de
Relación enviada al monarca español, Carlos I (Carlos V, como emperador del sacro imperio
Romano germánico), donde solicitaba el nombramiento oficial de Capitán General y Justicia
Mayor de las tierras por conquistar. Ésta, que habría de ser la primera de una serie de cartas
dirigidas por Cortés a la Corona Española durante su permanencia en tierras mexicanas, iba
acompañada por dos escritos, uno del Cabildo y el otro de miembros del ejército, en los que
estas dos instituciones decían respaldar la autoridad de su capitán. Los portadores de estas
cartas fueron Alonso Hernández Portocarrero y Francisco de Montejo, quienes partieron a la
península ibérica en la nao capitana, llevando además al rey “el quinto” de los ricos obsequios
recibidos de los grupos indígenas encontrados durante el trayecto, con el propósito de
demostrar ante el monarca el deseo de actuar bajo su autoridad, y justificar además la
empresa, altamente productiva, que Cortés estaba por llevar a cabo.
Así, según palabras de Bernal Díaz, “estaba echada la suerte de la buena o mala ventura”, y
los españoles emprendieron la expedición al interior de México el 16 de agosto del mismo año
de 1519, acompañados por los totonacas de Cempoala que se habían ofrecido a guiarlos hacia
el centro de México y apoyarlos en la lucha contra el imperio azteca. La ruta aconsejada por
los guías era la de cruzar la cadena montañosa oriental, a través de sitios ubicados entre dos
grandes cumbres, el Cofre de Perote (Nauhcampatépetl) y el Pico de Orizaba (Citlaltépetl), y
más adelante pasar por Tlaxcala, región independiente cuyos habitantes, acérrimos enemigos
de los aztecas, podían constituirse en aliados.
En 4 jornadas pasaron primero por Xalapa y luego por Xicochimalco, en las estribaciones de la
serranía, cuyo paso les resulto muy dificultoso debido principalmente al contrastante clima,
pues de la tierra caliente costeña ascendieron a más de 3 mil metros de altura, en una zona
de brumas e intenso frío. Después se desviaron hacia el norte para pasar por sitios en donde
hubiera agua, y dirigirse luego al señorío de Tlaxcala.
Este pueblo aguerrido, celoso de su independencia frente al imperio azteca, había sido
confinado, por los continuos ataques de la Triple Alianza, a un territorio de tierras pobres
carentes de la sal necesaria para su alimentación y del algodón para su vestido; esa situación
les obligaba a buscar por todos los medios, liberarse del acoso de los aztecas. El señorío de
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Tlaxcala estaba dividido políticamente en 4 cabeceras: Tepeticpac, Tizatlán, Ocotelulco y
Quiahuiztlan, cuyos señores regían el Estado asesorados por un grupo de ancianos integrantes
del senado Tlaxcalteca. Antes de internarse en territorio de este señorío, Cortés envió
mensajeros expresando su intención de entrar pacíficamente; en Tlaxcala esto se sometió a
discusión, pues había opiniones encontradas; el señor de Ocoteculco opinaba que, por tratarse
de los teulesenviados por Quetzalcóatl, debían dejarlos entrar en paz; pero Xicoténcatl, señor
de Tizatlán, dudaba que los españoles fueran dioses y puesto que, como suponía, eran
mortales que venían a hacerles daño, debían defenderse de ellos y combatirlos.
En Tlaxcala encontraron los españoles la resistencia más fuerte desde que pisaran tierra
mesoamericana y tuvieron que enfrentar muchas batallas en las que se hizo evidente la
disparidad en la tecnología armamentista de ambas culturas. Por razón de tal desigualdad
vencieron los españoles, y los jefes tlaxcaltecas decidieron someterse, siendo el propio
Xicoténcatl quien se presentó ante Cortés a ofrecer la paz de parte del senado y pedirle fueran
aliados. Esta fue la 2ª alianza de los españoles y la más importante, en el marco de la
situación de deterioro interno que presentaba el imperio azteca, situación que tan bien
supieron aprovechar los españoles.
Después de lograr la alianza con los de Tlaxcala, en el mes de octubre los españoles
marcharon a Cholula, ciudad de gran relevancia no solo por su trayectoria en la evolución
histórica de los pueblos nahuas, sino por ser un importante centro político y religioso
densamente poblado. Cholula era también un señorío independiente con un gobierno regido
por varios señores; pero, a diferencia de Tlaxcala, mantenía buenas relaciones con el imperio
de Moctezuma en una especie de alianza militar y, quizá por esta razón, los de Cholula eran
enemigos de los de Tlaxcala. Una vez en Cholula, los españoles fueron recibidos por una
comitiva de sacerdotes que les ofrecieron comida y alojamiento; sin embargo, Cortés, que
había sido prevenido sobre una supuesta emboscada ahí preparada en su contra, por encargo
del soberano de Tenochtitlan, creyó observar preparativos que confirmaban aquellos informes
y eso bastó para que, sin comprobar esas sospechas, Cortés y sus aliados atacaran por
sorpresa y realizaran una terrible matanza (las fuentes hablan de entre 4 o 5 mil cholultecas
muertos), al tiempo que arrasaba la rica ciudad, una de las más florecientes del México
antiguo.
Este hecho, que la historia registra como “la matanza de Cholula”, tuvo efectos inmediatos
favorables para los intereses de Cortés y sus aliados, pues causó gran impacto en el ánimo de
los habitantes de los pueblos vecinos, ya que después de aquella acción ninguno de ellos se
atrevió a interponerse en su camino. Sin embargo, la matanza de Cholula, cuya justificación
jamás fue comprobada, constituyó una de las acciones más censuradas en el desarrollo de la
conquista de México, no solo por los enemigos de Cortés que la usaron en su contra en un
juicio al que fue sometido en 1529, sino por quienes, como fray Bartolomé de las Casas,
hicieron más tarde severas críticas contra aquellos conquistadores, cuyas atrocidades
provocaron la destrucción de los pueblos de América.
Con los mensajeros de Moctezuma, que habían presenciado la matanza de Cholula, Cortés
mandó decir al soberano de Tenochtitlan que estaba muy molesto, pues, a pesar de sus
ofertas de paz y amistad, lo había engañado al prepararle una emboscada; por lo tanto, le
anunciaba que entraría a México con guerra “haciéndole todo el daño posible como enemigo”.
En respuesta, Moctezuma envió una nueva embajada con obsequios, según dice Cortés, en
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una de las cartas de relación, 10 platos de oro y mucha provisión de gallinas (guajolotes) pan
y cacao, que es cierto brebaje que ellos beben; además, insistía Moctezuma en conminar a los
españoles a no entrar a la ciudad. Pero de nuevo aquellos obsequios, (le abrían más el
apetito), solo eran para Cortés una muestra de las enormes riquezas que le esperaban en
México.
El 1° de noviembre de ese 1519, los españoles y sus aliados salieron de Cholula, escogiendo el
camino más corto, pero el más difícil, entre los 2 volcanes, el Popocatépetl y el Iztaccíhuatl,
sendero que luego se llamaría “Paso de Cortés”; al descender pudieron presenciar, según
relata Cortés, el maravilloso espectáculo que presentaba el valle de México, con su región
lacustre y sus populosas ciudades pintadas en vivos y relucientes colores. En el camino, los
españoles recibieron una nueva embajada de Moctezuma, pidiéndole a Cortés que se fuera y
enviándole 2 banderas como regalo, una de lámina de oro y otra de plumas de quetzal;
aquellas banderas simbolizaban para los aztecas el sacrificio humano, pero los españoles, sin
entender el mensaje desoyeron la advertencia y apresuraron la marcha hacia México, pasando
por los pueblos de Amecameca, Tlalmanalco, Chalco, Tulyehualco e Ixtapalapa.
El encuentro: La entrada a Tenochtitlan tuvo lugar el 8 de noviembre de 1519; fueron inútiles
los desesperados intentos de Moctezuma por convencer a los españoles de regresarse; en
repetidas ocasiones les advirtió sobre los peligros que afrontarían, y les informó falsamente
sobre la pobreza de México, llamándola tierra estéril y sin mantenimientos. Pero a pesar de lo
fallido de aquellos intentos, lo interesante es que parecen contradecir la imagen de fanático
religioso que la historia tradicional atribuye al tlatoani mexica, pues de haber considerado a
los españoles como dioses o teules enviados por Quetzalcóatl, no tenían razón de ser las
amenazas ni el engaño sobre la pobreza de la ciudad. Además, no se debe olvidar que los
Mexicas se preciaban de ser los legítimos sucesores de los toltecas y nunca hubieran aceptado
considerarse usurpadores del trono de Quetzalcóatl, a quien rendían culto como una de sus
deidades; en todo caso, “la idea es sugerida en parte por los españoles, y es imposible afirmar
con certeza que Moctezuma haya creído en ella”. Como ésta existen varias ambigüedades en
las narraciones de la Conquista de México (hechas por supuesto por el vencedor) sobre el
comportamiento aparentemente pusilánime, de Moctezuma, cuando más bien se trataba de
un soberano con carácter autoritario, que había impuesto una drástica reforma provocando
serias fisuras en la estructura sociopolítica interna. Las fuentes históricas más frecuentes
consultadas sobre la conquista, fueron escritas por los vencedores, principalmente: por el
propio Cortés, Bernal Díaz, Francisco López Gómara y Sahagún; aunque éste último pudiera
considerarse aparte, de ser cierto que actuaba como portavoz de los vencidos, pues dice
escribir su historia “en tiempos que eran vivos los que se hallaron en la misma conquista (…)
los que fueron conquistados supieron y dieron relación de muchas cosas que pasaron entre
ellos durante la guerra, las cuales ignoraron los que los conquistaron” De acuerdo con lo que
expresa Sahagún, sus informantes indígenas le relataron la profunda postración y las
angustias de Moctezuma II al saber de la llegada de los españoles, lo cual parecía confirmar
los presagios funestos, 8 en total, que se habían presentado ante los mexicas desde 10 años
antes. Fueron sucesos extraños ocurridos sin aparente explicación: caía fuego del cielo, el
agua hervía de manera espontánea, por la noche se escuchaban los gritos de una mujer que
clamaba por sus hijos, y otras cosas más; pero el más significativo de los presagios fue el
séptimo, según el cual unos pescadores recogieron un pájaro semejante a una grulla que tenía
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en la cabeza algo parecido a un espejo, lo llevaron ante Moctezuma y éste vio, a través del
espejo, como si el sol estuviera perforado en su medianía; en una segunda observación a la
cabeza del pájaro, el soberano mexica vio “allá en lontananza, como si algunas personas
vinieran de prisa; bien estiradas; dando empellones. Se hacían la guerra unos a otros, y los
traían a cuestas unos como venados.
Aquella visión del futuro, tan claramente específica sobre los españoles y sus caballos, resultó
muy cómoda a los cronistas de la Conquista para explicar la pasividad y resignación de
Moctezuma frente a lo inevitable, pero también para justificar los actos de Cortés, respaldados
así por designios sobrenaturales.
El encuentro entre Cortés y el soberano
azteca ocurrió cerca de Recinto del Templo
Mayor, en un lugar situado en la actual
calle de Pino Suárez, a un costado del
Hospital de Jesús (donde se conserva la
urna con los restos de Hernán Cortés). Las
narraciones sobre este suceso, crucial en
la historia de México, describen de manera
vívida el encuentro entre las dos culturas,
el atuendo de cada comitiva, los rasgos
físicos de Cortés y Moctezuma, y las 2
distintas versiones del ritual diplomático;
describen el encuentro de aquellos 2
hombres y los discursos que intercambiaron; el del tlatoani mexica aparece prácticamente
como un acto de sumisión ante el propio Quetzalcóatl: “Aquí has venido a sentarte en tu solio,
en tu trono (…) por tiempo breve te lo reservaron, los que ya se fueron, tus sustitutos (…).
Llega a la tierra, ven y descansa; toma posesión de tus casas reales; da refrigerio a tu cuerpo.
¡Llegad a vuestra tierra, señores nuestro!” Cortés responde a Moctezuma diciéndole que él y
sus hombres le tienen gran cariño, por lo que no debe tener temor, y le promete además que
“nadie recibirá daño”.
Los españoles fueron alojados en el palacio de Axayácatl, y después de recorrer la ciudad y
maravillarse de su grandeza, descubrieron, en el edificio en el que fueron alojados, la
existencia de un tesoro consistente en objetos de oro, de pluma, mantas de algodón (que
funcionaban como moneda), objetos de cobre y cerámica, pero en aquellos momentos los
españoles no consideraron prudente apropiarse de aquel tesoro. Una semana después de su
llegada, Cortés tomó una drástica decisión, preocupado él mismo, pero además presionado
por sus hombres, llenos de temor por encontrarse a merced de la aguerrida población mexica
que en cualquier momento podría atacarlos y ofrecerlos en sacrificio a los “huichilobos”;
Cortés, con el pretexto de haber recibido noticias de Veracruz acerca de la muerte, a manos
de un cacique al servicio de Moctezuma, de unos españoles miembros de su expedíción,
aprehende a éste, obligándolo a llamar al cacique, y a presenciar cómo era quemado vivo en
castigo a su acción.
El gobernante mexica fue conducido de su propio palacio al edificio en donde se había
albergado a los españoles, por lo que era un auténtico prisionero, a quien además se la habían
puesto grilletes en los pies. La prisión del tlatoani no pasó inadvertida para el pueblo, ni para
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muchos de los guerreros encargados de su protección, por lo que no cumplía del todo el
propósito de Cortés de sentirse protegido al retener al tlatoani, ya que los mexicas mostraban
claramente su descontento y planeaban un ataque para liberar a su señor y acabar con los
invasores, a quienes ya no veían con temor, sino con gran odio y desprecio.
A fin de prevenir un ataque sorpresivo, Cortés ordenó a los suyos la construcción de 2
embarcaciones que les permitieran evacuar la ciudad, además de pedir a su ejército realizar
algunas maniobras frente al pueblo con el fin de amedrentarlos y para mantener la adhesión
tanto de sus aliados de Cempoala y Tlaxcala, como de algunos poblados de la región. Al
mismo tiempo envió a algunos de sus capitanes a explorar las minas y yacimientos de metales
preciosos, aun en lugares muy distantes.
En Tenochtitlan la situación se tornaba cada vez más tensa en contra de los españoles,
cuando ocurrió un seceso que la hizo aún más grave. En abril de 1520, Cortés recibió noticias
sobre la llegada a Veracruz de una expedición enviada por Diego Velázquez, al mando de
Pánfilo de Narváez, encargado de hacer prisionero a Cortés, despojarlo del mando y gobernar
las tierras mexicanas a nombre del gobernador de Cuba. De inmediato, Cortés se decidió ir
personalmente a combatir a Narváez, llevando parte su ejército y algunos de sus aliados,
mientras dejaba el control de la ciudad en manos de Pedro de Alvarado.
En la acción armada contra el enviado de Velázquez, Cortés resultó
triunfador e incluso adquirió mayor fuerza al integrar a sus tropas el
derrotado ejército de Narváez, pero después de logrado aquel nuevo
triunfo, recibió alarmantes noticias de Tenochtitlan; Pedro de
Alvarado había cometido un sangriento acto de represión al dar
muerte a hombres, mujeres y niños que celebraban un ritual religioso
en el Recinto del Templo Mayor; con esta acción injustificable,
cometida quizá por el temor de ver congregada a la multitud,
Alvarado provocó que la ira del pueblo tomara proporciones de
levantamiento popular en contra de los invasores.
Es posible que el violento y sorpresivo ataque contra la población
mientras rendía culto a sus dioses, fuera para los mexicas la
confirmación definitiva sobre el carácter humano, y no divino, de sus
invasores; la rebelión estalló y durante varios días el pueblo atacó
furiosamente las casas en donde estaban los españoles, les cortaron el suministro de agua y
víveres, y dieron muerte a varios soldados. Al regresar Cortés a México, el 25 de junio,
encontró un ambiente muy distinto al de aquella primera ocasión en que hiciera su entrada a
la ciudad; nadie fue a recibirlo y los ataques continuaron a pesar de su presencia. Ante la
imposibilidad de aplacar la rebelión, Cortés
exigió a Moctezuma que calmara a la población,
pero esta (quizá aconsejada por los nobles
perjudicados por l reciente reforma en las
estructuras) no
reconocía ya la
autoridad de
su tlatoani y se
negó a
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obedecerle, porque además había encontrado en la persona de Cuitláhuac a un nuevo líder.
Obligado por Cortés, Moctezuma salió a la azotea del palacio de Axayácatl, en un intento por
apaciguar a su pueblo, pero una piedra lanzada lo hirió gravemente y murió días después,
según Cortes y Bernal a consecuencia de esa herida, y según fuentes indígenas, asesinado por
los mismos invasores para quienes ya no era de utilidad. La muerte de Moctezuma no detuvo
la guerra; por el contrario, continuó con mayor fuerza, ahora bajo la dirección de Cuitláhuac
como nuevo tlatoani, y obligó a
Cortés, a ordenar la retirada de la
ciudad, lo cual tuvo lugar la noche
del 1° de julio de 1520, después de
que los españoles cargaron caballos
y tamemes con el tesoro robado del
palacio de Axayácatl.Ese momento
quedó registrado en la historia como
la “Noche Triste”, debido a las
innumerables pérdidas sufrida por
los españoles y sus aliados, pues en
su huida, el ejército de Cortés fue
atacado a lo largo de la calzada de
Tlacopan, al intentar atravesar sus
canales con los puentes cortados; en
el asalto, cientos de españoles y otros tantos de sus aliados indígenas fueron muertos o
hechos prisioneros para ser ofrecidos en sacrificio; se perdió toda la artillería y buena parte del
tesoro. Los sobrevivientes, con grandes esfuerzos y continuamente acosados por el enfurecido
pueblo mexica, lograron llegar a tierra firme y se detuvieron por breves momentos en Popotla,
al pie de los frondosos ahuehuetes, donde se dice que Cortés lloró ante la terrible derrota. Los
españoles y sus aliados se dirigieron luego a Tlaxcala y, al llegar a Otumba, tuvieron un nuevo
encuentro con las tropas mexicas a las que lograron derrotar; varios días después, el 11 de
julio, llegaron al señorío de Tlaxcala donde pudieron descansar y reponerse de sus heridas,
pues los mexicas no se atrevieron a entrar a ese territorio, temerosos quizá de provocar una
insurrección de sus tradicionales enemigos. Los españoles permanecieron en Tlaxcala 20 días,
y durante ese tiempo, Cortés, con su estancia en Tenochtitlan tuvo oportunidad de estudiar su
configuración urbana y sus puntos estratégicos, se dedicó a elaborar nuevos planes para
lograr la conquista definitiva de la ciudad, a la que se propuso sitiar por agua y tierra.
El plan táctico de Cortés comprendía misiones diplomáticas y acciones militares que se
desarrollarían en 5 fases: la primera fue una campaña bélica contra unos poblados cercanos
(en el actual Estado de Puebla) a los que saqueó, tomó como esclavos a sus habitantes,
herrándolos en la cara con una G como cautivos de guerra; esta acción atemorizó a otros
pueblos que no tuvieron más remedio que rendirse o aliarse a los invasores. En la segunda
fase, Cortés dio órdenes de construir 13 bergantines destinados a atacar por agua a
Tenochtitlan, y emprendió de nuevo el camino al valle de México; pasó con sus tropas otra vez
entre los volcanes y el 31 de diciembre de 1520 llegó a Texcoco donde, tras realizar un
devastador saqueo, tomó el poblado como cuartel y aceleró la construcción de las
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embarcaciones. Las 3 últimas fases estaban destinadas a destruir las poblaciones rivereñas de
la Triple Alianza, y cuando creyó vencida la resistencia exterior, puso sitio a Tenochtitlan.
Los habitantes de la ciudad se dispusieron a defenderla, a pesar de haberlos atacado una
nueva desgracia, pues en los días posteriores a la huida de los invasores, los tenochcas fueron
víctimas de una epidemia de viruela, propagada por un negro esclavo que llegó con la gente
de Narváez; una de las víctimas fue Cuitláuhac, sucesor de Moctezuma. A la muerte de
Cuitláhuac, fue electo tlatoaniCuauhtémoc quien había sido gobernador de Tlatelolco, e hijo de
Ahuízotl; su ascenso al poder tuvo lugar en condiciones por demás críticas, pues los mexicas
ya sabían de los preparativos de Cortés para un nuevo ataque a Tenochtitlan.
El sitio a la ciudad comenzó el 30 de mayo de 1521, Cortés dispuso para atacarla 650 soldados
de infantería, 194 mosqueteros y ballesteros, 84 jinetes y muchos miles de aliados indígenas;
organizó el ejército en 3 columnas terrestres, bajo el mando de Pedro de Alvarado, Cristóbal
de Olid y Gonzalo de Sandoval, que entraron por las 3 calzadas principales de la ciudad,
mientras Cortés dirigía la flota de bergantines, que además de servir de apoyo a las tropas,
combatía a la defensa naval mexica.
A pesar de su desventaja frente a los españoles, dada la desigualdad tecnológica, en varias
ocasiones los mexicas pusieron a los españoles en serias dificultades; el 16 de julio, después
de un prolongado ataque por tierra y agua, los españoles lograron entrar en la ciudad, pero
ahí los defensores los rechazaron; Cortés fue herido en una pierna y estuvo a punto de morir,
al ser capturado junto con 15 soldados, pero fue puesto a salvo por la oportuna intervención
de algunos de sus capitanes. Los españoles se vieron obligados a retirarse ante la furiosa
persecución de los guerreros mexicas que, tras esta victoria, recuperaron gran parte de la
ciudad y reconstruyeron las fortificaciones. Durante las 3 semanas siguientes, Cortés se
mantuvo a la defensiva, para tomar nuevos bríos; entonces, se dispuso arrasar la ciudad,
derribando los edificios para rellenar los canales con sus escombros y asegurar con ello un
terreno favorable para el estilo de guerrear de los españoles. De esta manera, Cortés logró
penetrar hasta el Recinto sagrado del Templo mayor, arrasando templos y palacios, al tiempo
que sus soldados recogían todo el botín posible, diezmando la población indígena que trataba
de impedirles el paso.
De ahí en adelante, la lucha se tornó favorable a los invasores, y en varias ocasiones Cortés
exhortó a los indígenas a rendirse, pero siempre obtuvo la misma respuesta negativa, a pesar
de todos los sufrimientos que padecía la población, sin alimento ni posibilidad de curar a sus
heridos o enterrar a sus muertos. El 13 de agosto de 1521, después de 75 días de sitio, el
capitán de uno de los bergantines capturó a Cuauhtémoc, quien fue conducido a Cortés. En
una de las cartas de relación, el propio conquistador dejó escrita la escena y las palabras de
rendición del último tlatoani azteca, traducidas por Marina : …“que ya él había hecho todo lo que
de su parte era obligado para defenderse a sí y a los suyos (…) que ahora hiciera de él lo que yo
quisiera; y puso la mano en un puñal que yo tenía, diciéndome que le diera de puñaladas y lo matara. Y
yo lo animé, y le dije que no tuviera temor ninguno; y así, preso este señor, luego, en ese punto cesó la
guerra”.
La conquista de México se había consumado; destruidos sus edificios y bañada en sangre, la
otrora esplendorosa ciudad de México-Tenochtitlan ahora en ruinas, comenzaba una nueva
fase de su historia, ya como capital de la Nueva España, al tiempo que, con sus propios
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escombros, se esculpía sobre ella una nueva fisonomía y se enseñoreaba en el horizonte un
nuevo sol, otra etapa no menos interesante de la trágica historia de nuestro país.
La conquista misionera, la mentalidad europea frente a la religión mexica: El
encuentro entre las dos culturas aunque puede decirse que ocurrió por primera vez cuando,
en 1502, la expedición de Colón se acercó a las costas del Caribe mexicano, tuvo expresión
definitiva con la llegada de Hernán Cortés, no solo porque fuera éste quien consumara la
conquista, sino en virtud del detallado registro documental que los españoles protagonistas de
esos acontecimientos dejaron para la historia.
Mediante estos valiosos documentos es posible conocer, desde la perspectiva europea, los
diversos aspectos involucrados en el proceso: la admiración de los españoles ante el esplendor
de la capital del imperio azteca, el estupor de los indígenas ante los animales y las armas de
fuego que traían consigo los teules, los enfrentamientos armados, las muestras de diplomacia
de ambos bandos, las intrigas y divisiones al interior de la política hispana de conquista, el
rencor de los pueblos tributarios por la explotación mexica, la habilidad de Cortés para
aprovecharse de las situaciones coyunturales, la tenaz resistencia indígena y la perseverancia
denodada del invasor. Pero, más allá de la mera descripción de los acontecimientos, se hace
necesario ubicar éstos en el ámbito ideológico propio de cada una de las 2 culturas, tan ajenas
una de otra, para tratar de acercarse lo más posible a la comprensión del comportamiento de
vencedores y vencidos, que a la vez permita entender el proceso de formación de la etapa
virreinal con toda su enorme trascendencia, en la evolución histórica de México.
En principio, la conquista significó para los españoles una especie de continuación del
prolongado proceso de reconquista efectuado en su propia tierra. La guerra santa librada
durante siglos contra los moros herejes, en defensa de la religión cristiana debe de haber
quedado impresa en la conciencia hispánica, de modo que al venir a América, españoles y
portugueses seguramente trajeron consigo aquella lucha como una herencia cultural
profundamente arraigada. Santiago Apóstol, el mismo santo protector que, de acuerdo con las
creencias de los de los españoles, les ayudó a vencer a los musulmanes, estuvo también
presente en la conquista del nuevo mundo, pues en más de una ocasión, Bernal Días relata
cómo algunos de sus compañeros de armas creían ver la figura de Santiago cabalgar junto con
ellos en lo más duro de las batallas, vestido con armadura y empuñando una espada, para
ayudar a los cristianos a vencer los ejércitos herejes indígenas, cuya lucha estaba dirigida por
los demonios que veneraban como dioses.
La idea central de combatir al demonio, representado, según los españoles, por los ídolos
venerados por los indígenas, se agudizaba por el contraste en la manera como una y otra
cultura materializaban las imágenes de la divinidad; Quetzalcóatl, con su forma de serpiente,
recordaba a los invasores la figura adoptada por el demonio en el paraíso terrenal cuando,
según la narración bíblica, hizo caer en pecado a la primera pareja humana. El terrible
“Huichilobos”, con todo su sangriento ceremonial, provocaba el horror de los europeos,
cumpliendo con ello el propósito original de los mexicas, de amedrentar a sus enemigos con
las “guerras floridas” en honor de Huitzilopochtli. Como estos, se dieron muchos ejemplos en
los que el contraste de la iconografía religiosa de ambas culturas confirmó en los españoles la
creencia de que estaban combatiendo al demonio, en defensa del cristianismo; además, esta
idea permitía dar a la conquista un carácter redentor con el autoconvencimiento de que
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habían llegado a las tierras de América para salvar a los indígenas, rescatarlos de las garras
del “maléfico” y encausarlos por el camino de la verdadera fe.
Pero si en la mentalidad de los españoles prevalecía el espíritu de guerra santa como herencia
de la reconquista española contra los musulmanes, el pensamiento de los misioneros que
arribaron más tarde a tierras americanas estuvo fuertemente influido por un fenómeno
político-religioso de más reciente actualidad, la Contrarreforma, destinada originalmente a
perseguir la supuesta herejía de los protestantes, que luego se hizo extensiva –como también
el santo oficio de la inquisición- contra cualquier crítica o contradicción a los dogmas de la fe
establecidos por la iglesia católica.
En consecuencia, el fenómeno de la conquista de México no representó solamente la
incorporación de nuevas tierras a los dominios de la corona española, sino significó además la
incorporación de los indígenas al mundo cristiano; en otras palabras, se trataba de una misión
para convertir un mundo de infieles a la verdadera fe, y con ello se pretendió justificar la
política de expansión colonialista y el sometimiento de los indígenas. Esa justificación fue
fundamentada por dos corrientes contrarias de pensamiento originadas en la Baja Edad Media
(siglo XIII) cuya discusión perduró hasta el siglo XIX; una de esas ideas defendía que la base
de todo dominio se derivaba de la condición religiosa de los hombres, y la otra sostenía que la
base del dominio se derivaba de la creencia en la superioridad de una civilización sobre otra
supuestamente inferior.
De acuerdo con la primera idea, cualquier título legítimo de propiedad que hubieran tenido los
indígenas sobre sus tierras había terminado con la llegada de los españoles, pues estos
representaban a Cristo, el soberano universal, y a su vicario en la tierra, el Papa; por ello, si los
indígenas no se sometían al dominio de los cristianos, la guerra que se hiciera contra ellos, o
cualquier otra forma de represión, estaría respaldada por una causa justa. Por el contrario, los
defensores de la segunda idea sostenían que el dominio era un derecho inherente a toda
criatura racional, independientemente de su condición religiosa; es decir el derecho divino que
distinguía entre fieles e infieles no anulaba el derecho humano, fundado en la razón. Pero esta
corriente de pensamiento, que hubiera sido de beneficio a los indígenas, se vio superada por
la clasificación en la que éstos no obstante la riqueza de su cultura, fueron ubicados por las
autoridades civiles hispanas, alhacer una marcada distinción entre indios y gente de razón.
La creencia en la superioridad de una cultura sobre otra, casi siempre la dominante sobre la
dominada, es un fenómeno recurrente en la historia de la humanidad, y en gran parte del
mundo ha alimentado mitos etnocentristas de funestas consecuencias; en el caso de México,
la manera en que los españoles trataron a los originales habitantes del territorio –la
discriminación y severa represión de unos, y el paternalismo humillante de otros- dejó
profundas huellas en la conciencia de la población surgida del colonialismo y fundamentó la
marginación de que fueron objeto, y lo son todavía, las diferentes etnias indígenas que se
dispersaron por todo el país.
Primeras órdenes monásticas: Los primeros misioneros que llegaron a tierras mexicanas,
después de Bartolomé de Olmedo, fueron 3 franciscanos de origen flamenco: Juan de Ahora,
Juan de Tecto y Pedro de Gante; los 2 primeros murieron durante la expedición que hiciera
Cortés a las Hibueras (Honduras) después de la toma de Tenochtitlan, y el tercero dedicó su
larga vida a evangelizar a los indígenas de Texcoco. En 1524 desembarcó en Ulúa el grupo
franciscano de “Los Doce”, quienes dieron comienzo de manera formal a la evangelización. En
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años siguientes llegaron a México los misioneros de otras órdenes; en 1526 los dominicos, y
después en 1533, los agustinos.
Estas misiones estaban amparadas con grandes privilegios; la bula dirigida por el papa
Adriano VI al emperador Carlos V, otorgaba a las órdenes monásticas autoridad apostólica en
cualquier sitio donde no hubiera obispos o donde se encontraran éstos a más de dos jornadas
de distancia. Esto significó que durante los primeros años de la invasión misionera, mientras
no fuera designado un obispo para la Nueva España, los frailes podían actuar con entera
libertad para aplicar todos los métodos y recursos a su alcance, a fin de lograr la conversión
masiva de los indígenas a la religión católica. Pero esos primeros años de independencia con
respecto a cualquier autoridad que no fuera la de su superior inmediato en tierras mexicanas
dieron origen a posteriores conflictos entre las órdenes religiosas y las autoridades
episcopales.
La comunicación lingüística en la conquista misionera: Las circunstancias apremiantes
de la evangelización (¿apremiante?) condujeron a los misioneros a castellanizar los conceptos
indígena y hacerlos aprender, con su significado y contenidos específicos, se pretendía por
parte de los evangelizadores que los indígenas no fueran a desvirtuar los elementos del
dogma cristiano; por lo tanto, los misioneros evitaron usar los términos de la lengua nativa
con que se expresaban los ritos del bautismo y confesión.
La religión de los indígenas incluía ciertas formas de culto, ceremonias y creencias que
presentaban algunas analogías con las de la religión cristiana. Había una especie de
comunión, que consistía en comer carne del sacrificado (quien adquiría del sacrificado una
categoría cercana a la divinidad), o la costumbre de tomar como alimento objetos hechos de
pasta de maíz que simbolizaban a Huitzilopochtli. El ritual del bautismo entre los indígenas
consistía en un lavatorio de los recién nacidos muy semejante al bautismo cristiano, y además
se practicaba una especie de confesión como expiación de las faltas cometidas.
Para los evangelizadores, el conocimiento de las lenguas indígenas fue una condición
necesaria para lograr una evangelización efectiva y los frailes de las diferentes órdenes
monásticas se vieron precisados a aprender el lenguaje de los pueblos en donde predicaban.
Sin embargo, la multiplicidad de idiomas los llevó a usar el náhuatl como la lengua auxiliar, ya
que era el idioma extendido por diversas regiones de Mesoamérica en virtud del
expansionismo azteca.
El hecho de efectuar la comunicación con los indígenas en su lengua, en vez de enseñarles a
hablar castellano, debe haberles parecido a los frailes, en muchos casos, una manera de
preservar su papel de guías y tutores de los indígenas, a quienes consideraban como menores
de edad y a los que debían no solo proteger sino mantener alejados del trato con el resto de
los invasores, cuya vida no muy ejemplar podía destruir la obra evangelizadora. Además, es
posible que algunos misioneros llegaran a suponer que si la muralla lingüística subsistía, ellos
podrían ejercer un dominio completo sobre la masa indígena, frente a las autoridades civiles y
aun frente a los obispos. Esta idea puede explicar, en parte, la razón por la cual los religiosos
no enseñaban el idioma castellano a los indígenas, ni tampoco los preparaban para el
sacerdocio; los frailes nunca intentaron la “europeización” del indio y, con contadas
excepciones (entre las que destaca la de Sahagún), no tuvieron la intención de convertirlos en
“intelectuales”, sino que buscaron formar artesanos útiles a la comunidad, dándoles, al mismo
tiempo, un medio honesto de ganarse la vida.
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La educación misionera: La evangelización de los niños tenía el propósito de que más tarde
fueran ellos los encargados de lograr la conversión de los demás. Las 2 primera escuelas
fueron fundadas por franciscanos, primero la de San Francisco, la creada por Pedro de Gante
en la ciudad de México, y después la de Tlaxcala, que debió fundarse en 1531, también por un
franciscano, fray Alonso de Escalona.
Para la enseñanza del catecismo, los franciscanos dividieron a los niños en dos categorías: la
“gente baja” y los hijos de los principales”; los primeros eran externos e iban por la mañana a
recibir sus clases, mientras que los otros eran internos y residían en el convento o en la
escuela adjunta a éste. Estos niños tenían clases mañana y tarde, de manera que la inmersión
era total, y, a diferencia de los hijos de los macehuales, a quienes sólo se enseñaba el
catecismo, a leer, escribir y manejar elementos de aritmética, geometría y música, los hijos de
los principales recibían una educación religiosa especial. Esos niños llegaron a convertirse en
un medio eficaz para la promoción del apostolado, y fueron al mismo tiempo un poderoso
instrumento para destruir, desde adentro, la religión de sus ancestros y en general las
tradiciones culturales de sus antepasados. Por cuadrillas de 10 y 20, esos jóvenes se
dedicaban, ante sus dolidos y afligidos padres, a destruir templos y figuras de dioses
indígenas, además de apresar a sus paisanos “infieles” que continuaban practicando la
antigua religión.
Organización política de la Nueva España, Gobierno de Cortés: Después de la toma de
Tenochtitlan, los españoles se dedicaron a saquearla y Cortés se encargó de repartir el botín
entre su gente, separando “el quinto” para el rey; pero la cantidad de oro recogido resultó
insuficiente y no cubrió las muchas deudas contraídas por los soldados para costear la
empresa de conquista, y bastante menos de lo que esperaban obtener. Esto dio motivo a que
los soldados hicieran ciertas suposiciones acerca de la posibilidad de que el tesoro sustraído
del palacio de Axayácatl, perdido durante la Noche Triste, hubiera sido recuperado por los
mexicas; considerando esta suposición como verdadera, el tesorero Juan Aldrete y sus
auxiliares de la Real Hacienda culparon a Cuauhtémoc de haber escondido el tesoro y
decidieron dar tormento, a él y también a Tetlepanquetzal, señor de Tacuba. Bernal Díaz
reprueba en su obra aquella acción –motivada, según dice, por codiciar el oro-, contra “el rey
de tal tierra que es tres veces más que Castilla”, y agrega que “ciertamente le pesó” mucho a
Cortés y aun a algunos de nosotros”. Cortés tenía autoridad suficiente para impedir el suplicio,
pero no lo hizo porque, de acuerdo con Bernal, sus enemigos “tenían sospecha de que por
quedarse (Cortés) con el oro, no quería que perdiesen al Guatemuz (Cuauhtémoc) ni le dieran
tormento”; de ser así, el conquistador no intervino a favor del tlatoani azteca para evitar las
suspicacias de sus compañeros de armas.
Al tomar posesión de la capital del imperio azteca, cortés estableció su gobierno en nombre
del rey de España, apoyado en el título de Capitán general y Justicia mayor, otorgado por el
ayuntamiento formado a iniciativa suya en la Villa Rica de la Vera Cruz. En octubre de 1522, y
pese a los intentos de Diego Velázquez por destituir y enjuiciar a Cortés, éste fue confirmado
en el cargo por el rey de España, quien además le concedía el título de gobernador de la
Nueva España.
Después de fundar en México la capital de la Nueva España y ordenar la nueva traza de la
ciudad de acuerdo con esquemas españoles, Cortés se ocupó de la expansión del dominio
colonial, así como del repartimiento de éste en “encomiendas” y “mercedes de tierras” entre
90
los primeros expedicionarios que las iban conquistando; se dedicó igualmente a reglamentar
todos los aspectos de la vida política y también de la vida económica, pues se encargó de
importar de Europa semillas para el desarrollo de cultivos agrícolas y crías de ganado que no
existían en las tierras mesoamericanas. Los nuevos pueblos y villas fueron gobernados por
alcaldes y tenientes de gobernador, nombrados por Cortés; también organizo los cabildos para
administrar los municipios de manera idéntica a los de España, en tanto que las comunidades
indígenas continuaron bajo el dominio de sus originales caciques.
Una disposición importante fue la que tomó Cortés respecto a los cargos que debían otorgarse
a algunos indígenas de alta jerarquía, a quienes les asignó señoríos de tierra con gente para
cultivarlas, con lo cual se incorporó una parte de la antigua nobleza indígena al sistema de
gobierno español. En la 1ª década posterior a esta invasión española, la organización del
territorio conservó algunas características del sistema mexica; se mantuvieron antiguas
funciones centralizadoras de México-Tenochtitlan, ampliándose su jurisdicción hacia el exterior
de los antiguos dominios de la triple Alianza. La encomienda también preservó en lo
fundamental, al menos en los primeros momentos, las formas de asentamiento de la cultura
nahua, pues se estableció en las cabeceras tradicionales de los pueblos, lugar de residencia de
antiguos tlatoque, quienes conservaron jurisdicción sobre sus propios barrios. Así mismo en
esa primera década, se conservó el sistema de tributo en trabajo y en especie de las
comunidades campesinas.
Sin embargo, la organización inicial se vio obstaculizada por las intrigas de los invasores
españoles quienes, molestos por la actitud autoritaria de Cortés, dieron comienzo a una
enconada lucha por el poder. En el año de 1524, al tiempo que llegaban a México los primeros
12 franciscanos iniciadores de la conquista misionera, y cuando Carlos I creaba en España el
Consejo de Indias destinado a reglamentar la relación entre España y las colonia de América
“Las Indias”, Cortés comenzó a perder el poder que había acumulado, pues cada territorio era
disputado por los invasores encomenderos, cuya codicia alimentaba serias rivalidades entre
ellos y también hacia Cortés, pues sus excesos de autoridad habían ocasionado la deslealtad
de esta gente en más de una ocasión. El reparto de la riqueza había dejado insatisfechos a
muchos de los conquistadores invasores, en particular aquellos enviados por Velázquez en
1520, quienes después de vencidos habían sido integrados por la fuerza a las huestes de
Cortés y ahora acusaban a éste de haberlos discriminado en el reparto del botín, y solo
esperaban una oportunidad para vengarse.
Por otra parte, el rey español estaba molesto por la autonomía y el poder asumidos por
Cortés, pues el reparto de encomiendas de indios que había llevado a cabo sin su
autorización ponía en peligro la unidad política y administrativa de la Corona, al
constituir un presente de desacato que podrían tomar como ejemplo otros de sus
representantes en las tierras de América. Quizá por ello, Carlos I permitió que
Velázquez enviara a Cristóbal de Tapia, con el encargo de substituir a Cortés como
gobernador, y de conducirlo preso ante la corte española; pero como tales instrucciones no
eran directas del rey, la gente de Cortés embrolló a Tapia en asuntos burocráticos y lo
convenció de regresar a España. Este acontecimiento constituyó una nueva desobediencia
hacia la corona y marcó el principio del fin del gobierno de Cortés, acele- rado por las
circunstancias del desastroso viaje a las Hibueras que emprendió este miserable carnicero
invasor.
91
En enero de 1524, Cortés había enviado a Cristóbal de Olid al frente de una expedición que
debía explorar por mar la región centroamericana hoy conocida como Honduras, con el fin de
encontrar un paso que uniera el Océano Atlántico con el Pacífico. En el trayecto Olid pasó por
Cuba, donde Velázquez lo convenció de aliarse con él para conquistar las nuevas tierras. Al
enterarse Cortés de la traición de Olid, mandó, en junio de ese mismo año, 5 barcos con 100
soldados al mando de Francisco de las Casas, quien logró apresar a Olid y lo ejecutó tras un
corto proceso. Pero esto no pudo llegar a conocimiento de Cortés antes de que, impaciente
porque habían pasado 4 meses sin tener noticias de Las Casas, se decidiera a emprender en
persona el viaje para castigar al desleal español. En octubre salió de México con un numeroso
grupo, gran cortejo y abundantes provisiones, en la creencia de que el viaje por tierra a las
Hibueras sería fácil y rápido, a pesar de las advertencias de algunos de sus esbirros sobre los
riesgos del viaje en tales condiciones. Para evitar que en su ausencia ocurriera un rebelión
indígena, llevó consigo a Cuauhtémoc (con sus destrozados pies) y otros líderes indígenas, y
dejó encargados del gobierno a los oficiales reales, el tesorero Alonso de Estrada, el contador
Rodrigo de Albornoz y un leguleyo, de nombre Alonso de Zuazo.
La expedición llegó sin mayores dificultades a la desembocadura del río Coatzacoalcos, pero
de allí en adelante empezaron los expedicionarios a enfrentarse con enormes obstáculos que
presentaba el clima y el suelo pantanoso de la tierra caliente; tuvieron que atravesar ríos
caudalosos, abrirse paso en la selva pantanosa, además de sufrir el constante ataque de las
plagas tropicales. Al llegar a Izancanac, temeroso Cortés de que los grupos indígenas locales
se sublevaran apoyados por los jefes indígenas que llevaba cautivos, acusó a Cuauhtémoc y al
señor de Tacuba de fomentar una rebelión, con lo cual intentó justificar la orden de que fueran
ahorcados y, como los frailes franciscanos que iban con la expedición se opusieron a aquella
condena injustificada, también fueron piadosamente ejecutados por Cortés.
Después de estos acontecimientos, la expedición pasó largos meses en la selva, hasta que sus
integrantes, con grandes trabajos, maltrechos y ya sin provisiones, a fines de 1525 lograron
llegar al puerto de Trujillo en Honduras, donde se encontraron a la gente de Las Casas,
quienes los enteraron de la ejecución de Olid. Noticia que mostró a Cortés lo inútil de aquel
viaje que muchas veces le había puesto en peligro de perecer junto con su numerosa comitiva,
pero eso no pareció perturbarle, pues, después de fundar en Honduras los llamados Puerto
Barrios y Puerto Cortés, se propuso continuar la exploración hacia Nicaragua, y lo hubiera
hecho de no ser por las alarmantes noticias procedentes de la capital de la Nueva España, que
lo obligaron a regresar.
En México ocurrió la sublevación temida por Cortés, pero esta no fue provocada por la
resistencia indígena, a pesar de sus intentos de liberación, sino por las intrigas y envidias de
los españoles en una feroz lucha por el poder. Al poco tiempo de la salida de Cortés,
comenzaron a surgir desacuerdos entre los oficiales reales que dejaron encargados del
gobierno, y eso dio oportunidad para que Peralmídez Chirino y Gonzalo de Salazar
encabezaran una especie de “golpe de Estado” y tomaran el poder. Además, como había
pasado mucho tiempo sin tener noticias de los expedicionarios, los usurpadores hicieron correr
el rumor de que Cortés había muerto y se dedicaron a intrigar en su contra, a fin de quedarse
con el mando y apoderarse de los bienes y encomiendas de Cortés y sus partidarios.
El gobierno de Salazar y Chirino estuvo plagado de abusos y crueldades, llegando a provocar
una lucha política que estuvo a punto de degenerar en guerra civil hasta que, en enero de
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1526, los compinches de Cortés, que no creyeron en el rumor sobre su muerte, recuperaron el
poder hasta el regreso de Cortés, el 15 de junio de 1526, cuando fue recibido con grandes
muestras de adhesión tanto de parte de los españoles, como de los indios aliados que ahora
veían en él un protector contra los abusos de que fueron objeto en su ausencia.
Corté volvió a ocupar el gobierno y parecía que podría verse libre de problemas, pues habían
muerto muchos de sus enemigos, entre ellos Velázquez; pero 19 días después de haber
recuperado el poder, recibió la noticia de que Carlos I, a fin de terminar con los escándalos en
la Nueva España, había decidido someterlo a un juicio de residencia, para lo cual enviaba a
Luis Ponce de León, quién además de sustituirlo en el cargo, debía actuar como juez. Mas el
nuevo gobernador murió al poco tiempo y esa circunstancia demoró el juicio contra Cortés, lo
que sirvió a sus enemigos de acusarlo de haberle dado muerte. Ponce de León fue sustituido
por Marcos de Aguilar, pero éste se encontraba en tan mal estado de salud que no pudo
encargarse del gobierno, ni llevar acabo la acción judicial, que transfirió a Alonso de Estrada;
éste, abusando de su cargo, redistribuyó entre sus allegados varias encomiendas y prohibió a
Cortés residir en México, desterrándolo a Coyoacán. Los abusos de Estrada obligaron al rey a
optar por la instauración de una audiencia.
La Audiencia: La Audiencia, era una organización política creada en España en tiempos de la
reconquista que actuaba casi exclusivamente como tribunal de justicia. En cambio, en
América, aun cuando la Audiencia tuvo como modelo a las de España, Tuvo además funciones
de gobierno muy importantes de gobierno que nunca llegaron a realizar las Audiencias de
España, y constituyó el instrumento del sistema político-administrativo colonial de la corona
española. Cada Audiencia se componía de un presidente y varios jueces, llamados “oidores”,
en el caso de juzgar actos de responsabilidad civil, y alcaldes de crimen, cuando atendían a la
jurisdicción criminal.
Así en las colonias de América, correspondía a las Audiencias una doble función: a).-
propiamente judicial, sancionando los crímenes graves y causas contra funcionarios coloniales;
b).- la de administración y gobierno, mucho más importante, que comprendía las tares de
proteger a los indios, establecer los tributos e informar sobre méritos y culpas de los
funcionarios coloniales, y otorgaba, además, las cuentas de hacienda y los ingresos de los
municipios. En ciertos territorios muy vastos, como el de Nueva España, las Audiencias
gobernaron con amplios poderes, mientras no se nombró como autoridad superior a un virrey.
La primera Audiencia que se estableció en la Nueva España estuvo presidida por Nuño de
Guzmán, entonces gobernador de Pánuco, y por 4 oidores. Los 2 primeros fallecieron al poco
tiempo de haber llegado a México, por lo que la Audiencia funcionó con el presidente y 2
oidores quienes aprovecharon sus amplios poderes para cometer numerosos y graves
atropellos, tanto a los indios a quienes masacraron sin piedad como a los españoles, sobre
todo a Cortés y sus partidarios, a quienes despojaron de sus propiedades. En suma, se
dedicaron a saquear el territorio y explotar en extremo al pueblo, para enriquecerse junto con
sus seguidores, entre quienes repartieron puestos, encomiendas y todas las riquezas que
pudieron sustraer. (¿Antecedente del priismo?).
La conducta de Nuño de Guzmán y los oidores provocó el aumento de las quejas por el pésimo
gobierno de saqueadores y violadores en la Nueva España, y el obispo de México, fray Juan de
Zumárraga, puso al rey en conocimiento de la situación. Carlos I acordó remover a esos
funcionarios y establecer una segunda Audiencia, la cual se integró por el religioso Sebastián
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Ramírez de Fuenleal como presidente, y como oidores Juan de Salmerón, Francisco Ceynos,
Vasco de Quiroga y Alonso Maldonado, todos ellos expertos juristas.
En tanto que Cortés emprendía un viaje a España para explicarle al rey su conducta y tratar de
revalidar sus títulos, esta nueva Audiencia, más eficiente y responsable, se dispuso de
inmediato a ejecutar las órdenes del Consejo de Indias, con el propósito de fortalecer el poder
de la corona disminuyendo el de los encomenderos, así como defender a los indígenas y
consolidar un sistema municipal autónomo de gobierno para sus comunidades.
Establecimiento del virreinato en la Nueva España, 1ª fase: La institución original del
cargo de virrey surgió en el siglo XV, en la monarquíacatalanoaragonesa durante el reinado de
Fernando el católico, con el propósito de comisionar a una persona como su representante en
los territorios mediterráneos sometidos a la jurisdicción de la corona, con atribuciones
políticas, administrativas, militares y financieras. Más tarde se extendió a los territorios de
América, se le concedió por primera vez a Colón en 1492; sin embargo, no se volvió a otorgar
este cargo hasta que en 1535, Carlos I estableció el virreinato de la N. España.
Economía y sociedad en la Nueva España, el mercantilismo colonialista: La conquista
de México, implicó en lo económico, un gran cambio del anterior sistema mesoamericano para
adecuar el proceso productivo de la Nueva España conforme a los patrones europeos, no solo
en cuanto a las técnicas de explotación y comercialización, sino también respecto a los
productos mismos, puesto que la invasión de los españoles en el territorio hizo necesaria la
introducción de nuevos cultivos y especies de ganado, a fin de satisfacer las necesidades
básicas alimenticias de los inmigrantes europeos que seguían llegando a nuestro territorio.
Además el proceso productivo hubo de ajustarse, como es obvio, al sistema económico
imperante en la metrópoli en el momento de la conquista; es decir, el mercantilismo.
La introducción del sistema económico europeo no presentó grandes dificultades en la Nueva
España, gracias a que los españoles encontraron una alta cultura con estructuras sociales y
económicas diversificadas, las cuales, bajo la organización de un sistema estatal fuerte,
hicieron posible la existencia de una dinámica actividad agropecuaria que, estimulada por el
notable desarrollo de técnicas hidráulicas, había logrado un nivel de productividad
“excedentario”, es decir, no sólo satisfacía plenamente las necesidades de subsistencia de la
población rural, sino que además producía excedentes susceptibles de ser transferidos a los
sectores de la población urbana, y también a otras regiones, logrando así un proceso
importante de intercambio comercial. Estas circunstancias permitieron que el virreinato de
México tuviera un papel comercial preponderante, no solo en marco de las relaciones
mercantiles entre los países de América, sino en las que sostenía la metrópoli con el resto del
mundo.
En el momento de la conquista de América, en Europa había comenzado a manifestarse, en lo
económico, un sistema mercantilista basado en la idea generalizada de que la riqueza de un
país se fundamentaba en la cantidad de moneda circulante que poseyera. De este modo, la
política económica debía estar encaminada a conservar e, incluso, aumentar las reservas de
metales preciosos, mientras que en el plano comercial, se debía procurar que el valor de las
exportaciones superara al de las importaciones. Esto condujo al desarrollo de una política de
expansión territorial que facilitara la apropiación de recursos naturales adicionales y una
abundante disponibilidad de mano de obra para la extracción de metales preciosos y el cultivo
de productos con alto valor en el mercado internacional. En España, el sistema mercantilista
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se vio altamente favorecido con la incorporación de las nuevas tierras de América, que
abrieron una enorme gama de posibilidades a la extracción de metales preciosos y, en
consecuencia, al comercio internacional.
Sin embargo el modelo económico mercantilista no pudo ser puesto en práctica en los años
inmediatamente posteriores a la conquista, pues fue necesario establecer primero todos los
mecanismos -tecnológicos, políticos, laborales- para la debida exploración y explotación de los
recursos naturales. Un problema que debió resolverse en primera instancia fue la creación de
las condiciones para organizar la fuerza de trabajo indígena, a fin de adecuarla a la
explotación agropecuaria y minera, para lo cual se implantaron en las colonias americanas
similares instituciones a las que operaban en España, tales como la encomienda, los
repartimientos y las mercedes de tierras. Todas esas instituciones tuvieron como propósito,
otorgar a los invasores los recursos naturales y la fuerza de trabajo, tanto para la extracción
de los productos que debían enviarse a la metrópoli como para la producción agrícola, que
debía servir de base alimenticia a la población colonial e indígena.
Instituciones metropolitanas,impuestos y reglamentaciones: La corona española
participó directamente en la producción de metales preciosos, con funcionarios reales para su
administración, y se aseguró una participación indirecta en la producción, estableciendo
diversos tributos, además del “quinto real”, Se crearon también impuestos al comercio, como
el “almojarifazgo” aduanero, y la “alcabala”, para las operaciones mercantiles internas. Junto
a estos impuestos se adoptaron algunas prohibiciones legales destinadas a cumplir los
propósitos de la política mercantilista: eliminación del comercio entre las colonias, dentro de
cada colonia y entre las colonias y otras metrópolis, con el fin de proteger la manufactura,
artesanía y agricultura de España y evitar la competencia de los productores de otras naciones
colonialistas.
Además, se establecieron varias instituciones entre las que destaca la Casa de Contratación
de Sevilla, destinadas a reglamentar la transferencia de los productos de la Nueva España a la
metrópoli que consistía en reservar el proceso de intercambio entre metrópoli y colonias, a los
comerciantes autorizados por a Casa de Contratación, utilizando de modo exclusivo ciertos
puertos privilegiados como Sevilla y Cádiz en España, y la Habana, Veracruz, Portobello y
Cartagena, en América. Se creó asimismo un sistema de flotas y galeones como transporte, y
el de las “ferias” que funcionaron a la manera europea, en centros específicos de tráfico
comercial.
El régimen de propiedad: Con base en el derecho europeo de la época, al pasar el señorío
político de los tlatoque a la corona de Castilla, pasaba también de manera automática la
propiedad de las llamadas “tierras de Moctezuma”, así como todas las del patrimonio estatal
azteca. En cambio, las tierras de los caciques y de los nobles indígenas por lo general fueron
conservadas en manos de sus antiguos poseedores, a pesar de que antes de la conquista
éstos no eran verdaderos propietarios de las tierras, sino solo sus usufructuarios. Al parecer,
los españoles no se preocuparon por entender el complejo sistema mexica de tenencia de la
tierra y, de acuerdo con el concepto romano y español del derecho de propiedad, supusieron
que los caciques no eran solo funcionarios que recibían una compensación por sus servicios,
sino verdaderos dueños de los terrenos que ocupaban.
Propiedad de las comunidades indígenas:Las disposiciones surgidas de esas ideas
tendieron a mantener la propiedad territorial indígena –dividida en tierras de indios en
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particular y tierras de sus pueblos o de la comunidad- de acuerdo con las normas españolas.
Según éstas, las propiedades comunales se dividieron en 4 clases:
a).- El fundo legal, correspondiente a las tierras necesarias para establecer el casco del
pueblo, compuesto por el ayuntamiento, la iglesia y las plazas, calles, casa y corrales.
b).- Los propios, bienes raíces cuyos productos servían para cubrir los gastos públicos y podían
ser rurales o urbanos; las tierras podían ser trabajadas en común por los habitantes del pueblo
o se daban en arrendamiento al mejor postor en remate público.
c).- Los ejidos, campos que no se cultivaban pero cuya leña, pastos para la crianza de ganado
menor, y aguas eran de uso común de todos los pueblos y sus vecinos.
d).- Las tierras de repartimiento, basadas en el sistema mexica, eran posesiones inalienables
otorgadas a los jefes de familia, que solo podían ser heredadas pero nunca vendidas, donadas
o hipotecadas. El derecho a estas parcelas solo se perdía en caso de que la familia se
extinguiera; entonces quedaban vacantes y se volvían a repartir entre el pueblo.
Primeras propiedades de los españoles:Estas propiedades surgieron del repartimiento y
la encomienda, aunque en un principio la forma en que los españoles fueron ocupando la
tierra no se ajustó a regulaciones ni control efectivos; regularmente violaban el principio de
respetar las tierras de comunidades indígenas, realizando apropiaciones en zonas cultivadas
por éstos. Estas acciones afectaron las tierras de pueblos de indios, sobre todo al establecerse
las mercedes de estancias de ganado, que conforme se expandían, acababan con los
pastizales y dañaban las tierras de labranza, porque los estancieros lograron la aprobación de
las autoridades virreinales para establecer la “mesta” en la Nueva España. Esta práctica trajo
como consecuencia la implantación del sistema de ganadería extensiva, tan perjudicial para la
agricultura. Pero las mercedes de estancias no concedían la posesión de la tierra, sino solo el
derecho de hacer pastar en ella a los rebaños.
La encomienda tampoco otorgaba derechos sobre las tierras, aunque hubo quienes
aprovecharon los privilegios o la autoridad política que adquirían como encomenderos, para
apropiarse de las mejores tierras “encomendadas” por la corona. Mucho más importante fue el
reparto de tierras a través de la fundación de pueblos de españoles, establecida por el
gobierno como un medio de estimular la colonización de nuevas regiones. El interesado debía
firmar unos convenios con las autoridades locales o virreinales, comprometiéndose a poblar
una determinada zona. El territorio otorgado se repartía de la siguiente manera: se apartaba
1° lo correspondiente al fundo legal y al ejido en que pudiera pastar el ganado de los vecinos;
una superficie se destinaba a los propios para cubrir los gastos municipales; y de las tierras
sobrantes se daba una 4ª parte al “fundador” y las otras 3 para los pobladores en partes
iguales.
Las mercedes de tierras fueron otro importante medio de usufructuar terrenos; otorgadas
como recompensa a los particulares que habían prestado servicios de conquista y pacificación.
Estas mercedes fueron concedidas en un principio de tamaño pequeño, porque se suponía que
cada español las usaría para cosechar el trigo que los indios se negaban a cultivar, y que
proporcionaría el pan que solo la comunidad española consumía. Más tarde, conforme
desaparecía la generación de conquista-dores y las mercedes de tierra carecieron de sentido,
la propiedad agraria pudo ser adquirida mediante un sistema de compra-venta, que incluyó
también las tierras, supuestamente inalienables de los indígenas.
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Por último, tan importantes como las mercedes de tierra, fueron más tarde las compras de
estancias que la corona misma propició, cuando las crisis financieras provocadas por las
guerras europeas llevaron a los mo-narcas a buscar nuevos medios de obtener recursos
monetarios; de esta manera, la apropiación de la tierra, hecha en un principio de manera
ilegal, se convirtió en propiedad legal. De ordenó entonces la confiscación de los terrenos
poseídos sin título y la venta de los que no estaban ocupados, llegando a concentrarse
grandes propiedades agrarias o latifundios en manos de un solo dueño. Este tipo de propiedad
se fue con-solidando primero en las regiones bastante pobladas, lo cual en muchas ocasiones
implicó el despojo de la tierra a comunidades indígenas; hacia mediados del siglo XVII, este
tipo de propiedad latifundista se extendió hacia las enormes regiones del norte y a otros
lugares de menor densidad poblacional.
Como ya constituía propiedad absoluta de sus dueños, los latifundios dejaron de llamarse
estancias, término que sugería solo el derecho de usufructo, y en lo sucesivo se denominaron
“haciendas”, para indicar que eran el patrimonio, es decir, la hacienda, de sus propietarios.
Este tipo de propiedad constituyó la unidad típica de producción agrícola y ganadera en el
territorio de la actual República Mexicana durante más de 3 siglos, hasta su abolición
legislativa en 1917, y el comienzo de su desaparición legal, en 1934.
Los bienes de la iglesia:Como institución, la iglesia católica se divide en dos grandes
apartados: el clero “secular”, compuesto por los sacerdotes que no pertenecen a ninguna
orden religiosa, dependen directamente de los obispos y se encargan de prestar servicio a los
fieles de las parroquias; y el clero “regu- lar”, que vive en comunidad dentro de una orden
religiosa y sujeto a las reglas que ella le imponga. En los primeros momentos de la época
colonial, el clero regular tuvo un papel muy importante en la evangelización y educación de
los indígenas, pero también atendió, obviamente, las necesidades espirituales de los
españoles y, junto con el clero secular, asumió la responsabilidad de vigilar la observancia de
las normas mora-les de la sociedad novohispana en sus diferentes estratos.
Respecto a los asuntos administrativos, por Patronato Regio instaurado por los Reyes
Católicos, los monarcas españoles habían adquirido el derecho de designar ante el papa las
personas idóneas para ocupar el cargo de obispo y otros puestos eclesiásticos, así como el de
exigir fuera solicitado su permiso para construir iglesias, conventos o monasterios, en los
territorios bajo su dominio. En lo referente a las colonias de América, el papa Alejandro VI
había concedido además a la corona, en 1501, el derecho de cobrar y disponer libremente de
los “diezmos” con la obligación de asignar una parte de los mismos para el sostenimiento de
la iglesias y obispados; con esta concesión, el clero de las “tierras de Indias” dependía del
poder civil en lo político y en lo económico.
El diezmo era una especie de tributo, equivalente a la décima parte de la producción total
agrícola y ganadera, que se pagaba, generalmente en especie, a la iglesia, en particular al
clero secular, para atender las nece- sidades de los sacerdotes y de los oficios religiosos. La
iglesia tenía además otra forma de ingreso, las “primicias”, que eran los primeros frutos de la
tierra cosechados, o los primeros animales que iban naciendo.
En virtud de sus derechos para disponer del diezmo, durante los siglos XVI y XVII, mediante el
virrey como vicepatrono de la iglesia, la corona española cumplió su obligación de dotar
convenientemente a las dife-rentes diócesis, y regresó al clero secular la mayor parte del
diezmo, reservando solo una novena parte del total. En teoría, la Real Hacienda aplicaba la
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parte que le correspondía de los diezmos a la construcción de catedrales y parroquias; sin
embargo, hubo casos en que ni el rey ni los encomenderos aportaban los fondos
correspondientes, sino que la construcción de algunas iglesias, como la catedral de Puebla, fue
costeada con los tributos de los indios.
Más importante fue la intervención del gobierno virreinal para determinar quiénes debían
pagar el diezmo y quiénes quedaban exentos, y también sobre que mercancías se debían
cobrar y a cuales se otorgaba una tasa preferencial. Los españoles quedaban exentos de
pagar diezmo sobre su salario y su producción manufacturera y artesanal, sobre los metales y
piedras preciosas, y sobre los productos de la pesca y la caza; los encomenderos debían pagar
el diezmo sobre los tributos que recibían de los indios. Respecto a estos, hubo muchas
discusiones sobre si debían pagar o no y, aunque en 1544 se determinó que los indígenas solo
pagaran el diezmo sobre los productos originarios de España, como el ganado, el trigo, la
seda, eximiéndolos del pago de productos agrícolas destinados a su propio consumo, durante
el siglo XVI fueron en realidad los principales diezmantes, aunque de manera indirecta, porque
la mayor parte de los diezmos colectados a los españoles y mestizos provenían de la décima
parte de los tributos que recibían de los indios.
El clero regular no recibía diezmos, excepto en los casos en que administraba parroquias; ante
la falta de recursos financieros, las órdenes religiosas comenzaron a adquirir propiedades que
les dieran seguridad material y les ayudaran a cumplir con su misión evangelizadora. Con
excepción de los franciscanos y algunas ordenes de monjas mendicantes que se rehusaron a
adquirir bienes raíces porque así lo prohibía su voto de pobreza, las órdenes religiosas se
convirtieron en propietarias de bienes raíces, y con el tiempo fueron acumulando grandes
latifundios, no obstante los intentos de la corona por evitarlo. Esto trajo como consecuencia
que estos bienes, una vez en poder del clero regular, se convirtieran en bienes “de manos
muertas” o “amortizados”, porque nunca o muy raras veces se vendían, quedando así fuera
del mercado enormes cantidades de hectáreas cultivables. En este mismo sentido, los edificios
y objetos dedicados al culto religioso eran verdaderos capital de manos muertas, porque
nunca entraban al mercado.
Las órdenes religiosas adquirieron propiedades por diversos medios, incluso el del simple
proceso de compra-venta; en un principio, hubo casos en que el gobierno virreinal hizo merced
de estancias a ciertos conventos, monasterios o colegios particularmente pobres, a pesar de la
prohibición de que la iglesia poseyera bienes raíces. Además, agustinos y dominicos
aceptaban de los indios algunos donativos de terrenos donde criaban ovejas, lo que provocó
disgustos de los clérigos seculares, sobre todo porque las tierras de los religiosos estaban
exentas de diezmo, y presionaron al gobierno para que fueran devueltas a las comunidades
indígenas. En 1562 se promulgó un decreto por el cual se obligaba a los frailes a deshacerse
de todos los bienes que poseyeran en pueblos de indios; se les permitía, en compensación,
recibir donativos o legados en el distrito de las villas de españoles, siempre que estos fueran
los dona- dores. Con esta cláusula se abría una puerta que luego sería imposible cerrar.
Antes de finalizar el siglo XVI, la propiedad territorial de la órdenes religiosas se hallaba
prácticamente admitida por las autoridades de la Nueva España. En cuanto al clero secular,
que con tanto vigor criticaba a los frailes y denunciaba sus propiedades, también acumulo
cuantiosas riquezas, pues aparte de ser la única fracción de la iglesia con derecho a recibir el
diezmo, obtenía enormes ingresos por concepto de limosnas colectadas en los oficios
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religiosos y las obvenciones parroquiales que se cobraban por la administración de los
sacramentos y servicios religiosos de todo tipo. Otra fuente de ingresos importante (para la
iglesia o para los curas), la constituyeron las “capellanías”, consistentes por lo común en un
legado testamentario, como una especie de impuesto que gravaba como si fuera una
hipoteca, propiedades rurales, casas, tiendas y talleres, para que con sus bienes se dijeran
perpetuamente misas por el descanso del alma del donante. Con el tiempo, el número de
capellanías llegó a ser muy elevado, pues siempre había personas muy fanáticas dispuestas a
dejar legados (propiedades) para que se dijeran misas por su alma pecadora.
Más importantes que las capellanías, correspondientes al clero secular, fueron los “censos”
que, en mayor proporción, manejaban los frailes; se trataba de una renta anual o hipoteca,
impuesta sobre una propiedad; por ejemplo, las órdenes religiosas cedían sus fincas a un
particular a cambio de una renta anual, o bien otorgaban préstamos, con una renta de 5%
anual, a alguna persona necesitada de dinero, con la garantía de una propiedad raíz. No se
exigía la devolución del capital en un plazo determinado, porque técnicamente el censo no era
un préstamo a interés ni un crédito hipotecario, puesto que la iglesia condenaba todo género
de usura (hipócritas), sino que adoptó la forma legal de entregar un capital a cambio de una
renta, que podía ser a perpetuidad.
Para mediados del siglo XVII, entre la 3ª y 5ª parte de los bienes raíces de la Nueva España
eran de alguna manera posesión del clero regular.
Al parecer, la Compañía de Jesús, fue la única congregación religiosa que supo sacarle
provecho a la tierra que poseía, ellos la hicieron eficiente.
Los Jesuitas llegaron a México en 1572, cuando ya las parroquias y las áreas de evangelización
de la zona central habían sido repartidas entre el clero secular y regular de las primeras
órdenes. Sin embargo, con singular rapidez adquirieron con gran eficiencia, gracias a la
disciplina impuesta por la orden y a un alto nivel intelectual que les caracterizó. Al poco
tiempo de haber llegado a la Nueva España, los jesuitas se dedica- ron en primer término a la
educación de los jóvenes criollos, la cual se encontraba muy descuidada, y fundaron varios
internados con este propósito; para mediados del siglo XVII existía un número considerable de
colegios jesuitas en diferentes puntos del país. Pero lo más importante no era el número de
instituciones educativas, sino la alta calidad de la enseñanza, lo cual atrajo el interés de la
aristocracia novohispana por que sus hijos fueran educados por jesuitas. Para fines de siglo, se
había formado un grupo notable de intelectuales y también el clero secular se benefició con
los sacerdotes egresados de las aulas de los colegios y seminarios de la Compañía de Jesús.
Otra tarea importante realizada por esta orden fue la de enviar misioneros a las áridas y
peligrosas regiones del norte y noroeste, con lo cual evitó la competencia por el territorio con
las demás órdenes religiosas, y hasta supo granjearse la simpatía de los clérigos, e incluso la
confianza de los indígenas. En el aspecto económico, lo más importante fue la gran habilidad
que mostraron los jesuitas para encontrar benefactores, pues desde un principio contaron con
cuantiosos donativos; al principio, éstos fueron en especie, como víveres, materiales de
construcción, herramientas y hasta una biblioteca; pero en poco tiempo empezaron a adquirir
legados testamentarios de personas de la aristocracia, y también de algunos sacerdotes
seculares, con frecuencia ex alumnos de los colegios jesuitas, quienes al no tener herederos
les legaban grandes fortunas.
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Los jesuitas supieron capitalizar esos recursos para adquirir estancias de ganado y haciendas,
casas a las que hicieron progresar notablemente. La hacienda de Santa Lucía constituye un
ejemplo a destacar, porque llegó a considerarse una de las mejores y más grandes haciendas
de la Nueva España; hacia finales del siglo XVII, Santa Lucía tenía una extensión de casi 150
mil hectáreas, dedicadas a la cría de ganado, que llegaba por el oeste hasta Guadalajara, por
norte hasta Ixmiquilpan, y por el sur hasta Chilapa, Guerrero, donde pastaban 140 mil ovejas y
cabras, 10 mil cabe- zas de ganado vacuno, 5 mil de ganado caballar.
Instituciones de explotación socioeconómica, la encomienda indiana: La encomienda
fue una institución de origen castellano, introducida a la Nueva España por Hernán Cortés
poco tiempo después de la toma de Tenochtitlan, con el propósito de premiar los esfuerzos y
las hazañas de los invasores. El capitán general sabía muy bien que éstos esperaban ser
recompensados de la misma manera como se acostumbró en España durante el prolongado
periodo de la reconquista, es decir, con tierras en propiedad, y vasallos que, además de
trabajar las tierras del encomendero, le pagaron tributos y estuvieron bajo su férula; la
encomien- da significaba también la transmisión de estos privilegios a los hijos y
descendientes de los conquistadores.
Sin embargo, la encomienda indiana presentó modalidades peculiares que la distinguieron de
inmediato y casi por completo de su antecedente europeo; en 1° lugar, mientras que en
España el tipo de los derechos y obligaciones entre señores y vasallos se fijó mediante un
proceso lento y directo en el que se dieron de común acuerdo las exigencias y concesiones de
unos y otros, en América esos derechos y obligaciones se aplicaron bruscamente por decisión
de los invasores, sin autorización del rey, y sin que mediara la voluntad de los vasallos
indígenas. En 2° lugar, en América no podían existir intereses comunes ni posibilidad de
acuerdo entre encomenderos y encomendados, debido, no solo a las diferencias raciales y
culturales, sino a la actitud de superioridad que asumieron los españoles sobre la población
sometida.
2.3.1.- Situación económica, política y social de España y La Nueva España en los
siglos XVI y XVII. (Influencia del catolicismo).
Virreinato de Nueva España: El virreinato de Nueva España fue una entidad territorial
integrante del Imperio español, establecida en gran parte de América del norte por la Corona
durante su dominio en el Nuevo Mundo, entre los siglos XVI y XIX, etapa conocida como
período colonial mexicano. Fue creada tras la caída de México -Tenochtitlán evento principal
de la Conquista la que propiamente no concluyó sino hasta mucho después, pues el territorio
de Nueva España siguió creciendo hacia el norte, a costa de los territorios de pueblos
indígenas del desierto, El virreinato de Nueva España fue creado oficialmente el 8 de marzo de
1535. Su primer virrey fue Antonio de Mendoza y Pacheco, y la capital del virreinato fue la
Ciudad de México establecida sobre la antigua Tenochtitlan.
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El virreinato de Nueva España llegó a abarcar los territorios de España en Norteamérica,
Centroamérica, Asia y Oceanía. La organización política dividía al virreinato en reinos y
capitanías generales. Los reinos eran los de Nueva España (diferente al virreinato en sí);
Nueva Galicia (1530); Guatemala (1540); Nueva Vizcaya (1562), Nuevo Reino de León (1569);
Nuevo México (1598); Nueva Extremadura (1674) y Nuevo Santander (1746). Las capitanías
fueron las de Filipinas (1574); Cuba; Puerto Rico y Santo Domingo. Estas subdivisiones
territoriales tenían un gobernador y capitán general (que en la Nueva España era el propio
virrey, quien añadía este título a sus otras dignidades). En Guatemala, Santo Domingo y la
Nueva Galicia estos funcionarios eran llamados presidentes gobernadores, dado que
encabezaban reales audiencias. Por esta razón estas audiencias eran consideradas como
"pretoriales".
Pretoriano (a): 1.como adjetivo.En Historia: Del pretor o magistrado romano.
2. En Historia: Se aplica al soldado que era miembro de la guardia de los emperadores romanos.
Existía una jurisdicción señorial, la del Marquesado del Valle de Oaxaca, propiedad de Hernán
Cortés y sus descendientes. El Marquesado incluía un conjunto de vastos territorios donde los
marqueses tenían jurisdicción civil y criminal, y derecho a conceder tierras, aguas y bosques.
Dentro del Marquesado se hallaban sus principales posesiones (estancias de ganado, labores
agrícolas, ingenios azucareros, batanes y astilleros).
Carlos III de España introdujo reformas en la organización del virreinato en 1786 (siglo XVIII),
conocidas como reformas borbónicas en la Nueva España, en las que creaba las intendencias,
que permitieron limitar, en cierta forma, las atribuciones del virrey.
Desde principios del siglo XIX, el virreinato cayó en crisis, agravada por la Guerra de la
independencia española, y su consecuencia directa en el virreinato, la crisis política de 1808,
que acabó con el gobierno de José de Iturrigaray y más adelante dio pie a la Conjura de
Valladolid y la conspiración de Querétaro. Esta última fue el antecedente directo de la guerra
de independencia mexicana, la que, al concluir en 1821, desintegró el virreinato y dio paso al
Imperio Mexicano, en el que finalmente se coronaría Agustín de Iturbide.
Territorios: Capitanía General de Guatemala: La Capitanía General de Guatemala fue la
segunda en importancia del virreinato y fue fundada por orden de Carlos I en 1536. Hacia
1609, la Real Audiencia dictaminó que el virrey de Nueva España no debería ser, en ningún
caso, el gobernador de Guatemala. Esto supuso un gran avance en la autonomía de la región.
La primera capital del reino fue Gracias a Dios, en Honduras, pero en 1549 fue trasladada a lo
que hoy es Antigua Guatemala. En 1773 una serie de terremotos provocan el cambio de la
capital, por lo que el nuevo emplazamiento destinado para albergar la sede de la Capitanía fue
Nueva Guatemala de la Asunción. La promulgación de la Constitución de Cádiz (en 1810) abre
en la Capitanía una nueva etapa de liberalismo, con lo que lograron aún más libertad e
independencia del resto de España.
En 1821 se proclama la independencia, y dos años más tarde (1823) las cinco provincias —
Provincia de Ciudad Real de Chiapas, Provincia de Guatemala, Provincia de San Salvador,
Provincia de Comayagua y Provincia de Nicaragua y Costa Rica— se erigen en las Provincias
Unidas de Centroamérica, tras la caída de Agustín I como emperador de México. Sin embargo,
Chiapas se incorpora a la naciente República Mexicana (1823), mientras que las otras
provincias formaron los actuales países de Guatemala, Belice, El Salvador, Honduras,
Nicaragua y Costa Rica.
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Capitanía General de Yucatán, Independencia de Yucatán: La Capitanía General de Yucatán
fue una gobernación y zona administrativa perteneciente a Castilla, creada en 1565, que
estaba bajo la dependencia directa del rey para asuntos militares y de gobierno. Sin embargo,
al no contar con audiencia real, debía acudir a la real audiencia de México en el Virreinato de
Nueva España para solventar los asuntos jurídicos. El Virrey de la Nueva España también
podía nombrar gobernadores interinos en la Provincia de Yucatán, mientras que el rey
nombraba el suyo. La "Provincia y Capitanía General de Yucatán" abarcaba los actuales
territorios de Campeche, Quintana Roo, Tabasco, Yucatán, a la vez que nominalmente le
correspondían los territorios del norte del Petén y el actual Belice.
Esta Capitanía General fue creada a partir de las conquistas capitaneadas por Francisco de
Montejo, el Adelantado, que junto con su hijo y sobrino, homónimos, dominaron a los grupos
mayas que habitaban la Península de Yucatán a su llegada en los albores del siglo XVI. Estos
grupos, que presentaron aguerrida defensa de su territorio, eran los descendientes de los que
integraron la coalición de estados que había sido formada y disuelta tiempo antes de la
llegada de los españoles, y que se había denominado Liga de Mayapán. La conquista de
Yucatán fue la más tardía de las que finalmente integraron el Virreinato de la Nueva España,
toda vez que los últimos reductos mayas no fueron dominados íntegramente hasta el año de
1697 —es decir, más de siglo y medio después de la conquista de México—, con la conquista
de Tayasal.[]
Historia: La conquista de México, Conquista de Yucatán, Conquista de Tabasco: Nacido hacia
1485 en Medellín, Extremadura, Hernán Cortés llegó a México como aventurero dirigiendo la
expedición enviada por Diego Velázquez, su concuño. Considerado, al principio, por los
aztecas como su dios Quetzalcóatl, el conquistador fue sancionado por Pánfilo de Narváez, a
quien Cortés derrotó en Veracruz. Fundador del Virreinato de Nueva España, tuvo un hijo con
La Malinche, su intérprete indígena, Martín Cortés, quien años más tarde se levantaría contra
la Corona. Murió el 2 de diciembre de 1547, en la pobreza tras haber sido acusado de
conspiración contra el rey.
Tras la conquista del reino nazarí de Granada (España) en 1492, Fernando II de Aragón e
Isabel I de Castilla, unidos en matrimonio, financiaron la expedición de Cristóbal Colón, quien
descubrió América el 12 de octubre de 1492. Los españoles continuaron explorando el Nuevo
Mundo, y en 1517, Francisco Hernández de Córdoba llegó a la costa de Yucatán. Después de
dos enfrentamientos con los mayas, Hernández de Córdoba fue herido y pereció a su regreso a
Cuba.
En 1518 Juan de Grijalva llegó a Campeche y Tabasco. En este último lugar se entrevistó con
el cacique o gobernador maya Tabscoob y escuchó acerca de una ciudad poderosa, capital del
imperio más grande de Mesoamérica, la Gran Tenochtitlan, culminando su viaje en Veracruz.
En 1519, bajo la designación de Diego Velázquez de Cuéllar, gobernador de Cuba (llamada
entonces Fernandina, en honor al rey de Aragón), Hernán Cortés zarpó y llegó a territorios
recién descubiertos en febrero. En marzo arribó a Tabasco en donde derrotó a los indígenas en
la Batalla de Centla, fundando la villa de Santa María de la Victoria que sería la primera
población española en la Nueva España. Es aquí donde le es obsequiada Malintzin, que sería
su gran traductora y pieza clave en la conquista. Continuó su viaje y fundó La Villa Rica de la
Veracruz en territorio azteca, primera villa europea institucionalizada en el Nuevo Mundo.
102
El 8 de noviembre, Cortés llegó a México-Tenochtitlan. Varias premoniciones en años
anteriores hicieron creer a Moctezuma Xocoyotzin, soberano azteca o tlatoani, que el fin de su
imperio estaba cerca. Una antigua profecía rezaba que Quetzalcóatl, fundador de su imperio,
volvería bajo la apariencia de un hombre blanco y barbado. Por ello, al ver a Cortés, creyó que
la profecía se había cumplido y le hospedó en su palacio, construido por Axayácatl. Los
españoles decidieron aprovechar la situación para obtener riquezas e influencia dentro de la
corte azteca. Varios sectores de la sociedad se inconformaron y decidieron hacer ver a
Moctezuma su error, pero el tlatoani se negó a aceptar su culpa. En junio de 1520, un puñado
de hombres españoles detuvo a Moctezuma y proclamaron la conquista, pero el pueblo se
amotinó. Cortés ordenó a Moctezuma salir a calmar a sus súbditos, quienes en lugar de
obedecer a su monarca, comenzaron a apedrearle. El emperador murió pocos días después.
Cuitláhuac, hermano de Moctezuma y señor de Iztapalapa fue electo tlatoani de Tenochtitlan y
en respuesta a la Matanza del Templo Mayor,[] decidió lanzar al pueblo contra los españoles el
30 de junio. Las estrategias indígenas con la ayuda de los tlatelolcas lograron echar de la
ciudad a los conquistadores, que en el acto perdieron cerca de mil soldados y varios caudales
de dinero y oro. Se dice que Cortés lloró derrotado al pie de un ahuehuete, por lo que se le
conoce a este hecho como Noche Triste.[]
Durante su trayecto a la Gran Tenochtitlán, Cortés había logrado las alianzas de pueblos
subyugados por los aztecas, como Tlaxcala y Chalco. Viéndose derrotado, reunió sus fuerzas
con la de sus aliados, y en enero de 1521, tras más de seis meses de su derrota, Cortés
comenzó la marcha hacia la ciudad que le vio vencido en la Noche Triste. Los aztecas eran
ahora gobernados por Cuauhtémoc (último emperador azteca), pues Cuitláhuac había fallecido
en noviembre, víctima de viruela, enfermedad traída por los españoles y para la cual no
estaban preparados los nativos ni tenían cura. En marzo, Cortés comenzó el sitio de la ciudad,
a la que cortó el agua y los recursos básicos de sanidad, comunicación y comercio. A pesar de
sus alianzas con Texcoco y Tlacopan, la ciudad debió rendirse el 13 de agosto de 1521,
marcando así el inicio del dominio español. Cuauhtémoc, líder azteca, intentó escapar en balsa
por el Lago de Texcoco, pero fue arrestado. Encarcelado en Coyoacán, le fueron quemados los
pies para que confesara la ubicación de su tesoro. Tras negarse, fue llevado a una expedición
en Centroamérica, en 1525. Las sospechas de conspiración le condenaron a muerte, ejecutada
en la horca el 28 de febrero de 1525.[]
La Fundación de Nueva España:Tras las acciones militares, sometida mediante las armas,
la capital mexica y, en marcha el resto del Altiplano Central, Hernán Cortés ordenó la
demolición de México-Tenochtitlan y la edificación de sus restos en la nueva capital,
disponiendo al alarifeAlonso de Estrada el trazado al estilo español. Los españoles hicieron de
la ciudad de México la capital de una construcción que denominó Nueva España,
comprendiendo dentro de ella a todos los señoríos aliados o sometidos por las huestes de
Cortés. La primera sociedad novohispana se constituyó en torno al círculo superior de
capitanes de la expedición, con Hernán Cortés como capitán general de los territorios recién
conquistados, quienes organizaron más expediciones para controlar territorios. El sistema
económico occidental fue implantándose gradualmente, incluyendo prácticas agrícolas,
comerciales y financieras, si bien muchas estructuras indígenas continuaron prácticamente
intactas como la movilidad de las mercancías, las estructuras de tributación y algunos poderes
locales.[]Los indígenas, mayoritarios siempre en la sociedad, tras ser sometidos por la vía
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militar o reconocido el vasallaje español, eran reunidos en pueblos o repúblicas de indios, que
fueron constituidos ya fuera por hacerlos a la usanza occidental en poblaciones importantes y
dejando a los mismos gobernadores o por congregaciones, hechas por poblaciones de varios
pueblos dispersos en uno solo, o bien, como trabajadores en las primeras encomiendas y
obrajes. Un punto esencial, es que a partir de este proceso, se vivió un colapso demográfico
de las sociedades indígenas, muriendo por cientos a causa de la explotación y las epidemias,
alcanzando un punto crítico a la mitad del siglo XVI. Dichas congregaciones tuvieron entre sus
fines la evangelización de los indígenas, un proceso que fue primordial en la política española
del siglo XVI y realizado por las principales órdenes religiosas.
Los misioneros católicos, Doce apóstoles de México: Nacido en Trento, cuna del concilio de la
Contrarreforma, Eusebio Kino adoptó su segundo nombre en honor a Francisco de Asís, a
quien admiraba. Llegó a la Nueva España en 1682 y se dedicó a difundir el Cristianismo. Fundó
misiones en Sonora y Arizona, y la mayor de ellas lleva su nombre. Murió en 1711.
En el siglo XVI, los españoles al mando de Hernán Cortés conquistaron a los mexicas y se
hicieron de sus propiedades. La labor misionera de la Iglesia Católica se inició con el arribo de
las órdenes mendicantes: franciscanos, dominicos y agustinos, quienes evangelizaron
partiendo del Altiplano Central hacia afuera las localidades más pobladas y creando nuevas en
donde eran dispersas. En el transcurso de la segunda década de tal siglo, Cristóbal de Olid,
Pedro de Alvarado y Nuño Beltrán de Guzmán se apoderaron de gran parte del territorio
mexicano, salvo el norte del país, donde las tribus chichimecas perduraron hasta principios del
siglo XVII, cuando fueron casi exterminadas. En ese mismo siglo XVI, la labor de los frailes
llegados a Nueva España permitió extender los núcleos poblacionales a Nuevo León, donde se
fundaron Cerralvo, Cadereyta y Sabinas Hidalgo.
En ese mismo período, la labor de los franciscanos hizo posible la fundación de Paso del Norte,
en 1682. Carlos de Sigüenza y Góngora, intelectual y geógrafo criollo, se dedicó a tareas de
cartografía en las Nuevas Filipinas (Tejas), y en el puerto de Panzacola edificó el fuerte de San
Carlos para defender la localidad de ataques piratas.
La Compañía de Jesús (jesuitas) sustituyó paulatinamente la labor de los franciscanos, pero la
amplió en el as- pecto cultural y educativo. Eusebio Francisco Kino (el padre Kino) fue un
misionero nacido en Trento, Italia, y llegado a la Nueva España alrededor de 1680. Sus
misiones se difundieron por Sonora y Arizona, pero su mayor obra fue haber fundado
Magdalena de Kino (aquí nació Colosio), en el norte del territorio sonorense. Su trabajo de
fundación y conocimiento geográfico quedó resumido en la obra del también jesuita Francisco
Javier Alegre, “Los apostólicos afanes”, dedicada al PapaBenedicto XIV, y que fue publicada en
Roma en 1749.
La labor de Kino inspiró a otros jesuitas para continuar la obra de fundación, y ya entrado el
siglo XVIII, fundaron San Antonio de Béjar y la bahía del Espíritu Santo, ambas en Texas. Pero
en 1767, Carlos III expulsó a los jesuitas de sus dominios por atentar contra las doctrinas de la
Iglesia y del rey, y sus antiguas misiones pasaron a ser de los dominicos, quienes las
extendieron hasta Paraguay y Ecuador. Junípero Serra, natural de las Islas Baleares, fundó en
Alta California las misiones de San Diego de Alcalá, San Carlos Borromeo de Carmelo, San
Gabriel Arcángel, San Luis Obispo de Tolosa, San Francisco de Asís y San Juan Capistrano,
entre otras. El italiano Peri recibió mandato de Pío VI para evangelizar las tierras de
Chihuahua, donde fundó en 1798 la misión de San Luis Rey. La labor de evangelización y
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población no se detuvo hasta 1830, cuando el Virreinato no existía y ya habían logrado su
independencia muchos de los países que lo integraban.
Colonización y conquista de Filipinas: En la época virreinal de 1521, el navegante Fernando de
Magallanes al servicio de España llegó al archipiélago filipino y tomó posesión jurídica de las
islas, bajo el trono español, pero sin dejar un solo soldado o español cualquiera en las islas que
valiera la colonización de España. Aunque se sabía que los indígenas eran sumamente dóciles
y además se quería arrebatar el poder de Portugal en las Indias Orientales, Hernán Cortés
envió tres barcos rumbo a Asia, que zarparon de Zihuatanejo en 1527. En el camino, dos de
ellos naufragaron y el tercero llegó, pero no regresó por no haber encontrado la corriente del
retorno. Después en 1541, López de Villalobos fue enviado por el virrey Antonio de Mendoza
para encabezar una expedición hacia las Indias Orientales en busca de nuevas rutas
comerciales. Su expedición partió de Puerto de Navidad en 1542 a bordo de cuatro carabelas.
En 1543 la flota tocó la costa sur de la isla de Luzón (Filipinas), donde exploraron la costa e
hicieron contacto con los indígenas del archipiélago. De allí partieron más al oriente hasta
alcanzar la isla de Leyte y las nombraron islas Filipinas en honor al rey Felipe II. A causa del
hambre y de un navío que se arruinó por un accidente de navegación, la expedición fue
desastrosa y se tuvieron que ir a buscar refugio en las Molucas, dominio portugués, y después
de algunas escaramuzas fueron tomados presos. Villalobos murió preso en 1544 en la isla de
Amboina. El resto de la tripulación consiguió escapar y regresar a Nueva España, donde
contaron las historias al virrey, y así se consideró parte de la Nueva España la Capitanía
General de las Filipinas.
El intento de colonización de Filipinas no terminó ahí. El virrey Luis de Velasco (2° virrey, que
gobernó entre 1550 y 1564), encargó a Miguel López de Legazpi hacerse a la mar en una
nueva expedición. Zarpó de Puerto de Navidad, Nueva Galicia (actualmente Jalisco) el 21 de
noviembre de 1564 y en el viaje conquistó Guaján, las Islas de Saavedra/Islas de los Pintados
(Islas Marshall) y las Islas Marianas, y tocó Samar el 27 de abril de 1565.
Hábilmente, López de Legazpi evitó hostilizar a los moradores de las islas, que se decía que
enseñaban ni más por más las vergüenzas al aire, y no encontró resistencia para explorarlas.
Por la escasez de productos, Legazpi se vio forzado a trasladarse de isla en isla y expandió los
dominios allí. El movimiento fue fácil, ya que en las islas, al igual que en México, los clanes
estaban rivalizados, y Legazpi estableció fácilmente lazos de amistad que le permitieron
moverse de isla en isla, levantando al rato los primeros asentamientos españoles: la Villa del
Santísimo Nombre de Jesús y Villa de San Miguel.
La conquista de las Filipinas, nombradas así en honor al rey Felipe II, por Miguel López de
Legazpi hizo posible que en 1565 visitara por primera vez tierras novohispanas el Galeón de
Filipinas. Con el tiempo esta ruta sería el principal lazo que uniría las posesiones de España en
América con sus baluartes en Asia. En ese año, gobernaba Felipe II, en Inglaterra regía Isabel I,
se cumplían dieciocho años de la muerte del principal conquistador español, Hernán Cortés, y
el jesuita Hernando Menéndez de Avilés fundó las primeras misiones en San Agustín de la
Florida. Uno de los principales sitios donde se almacenaban los bienes traídos de Oriente era
Nueva Orleáns, en la costa del Golfo de México y que fue conquistada por Andrew Jackson en
1815, coincidiendo con la rebelión independentista en Nueva España. Las rutas fueron
establecidas por más de dos siglos. Sin embargo, los caminos del Oriente al puerto de
Acapulco, donde solían descargar las mercancías, estaban plagados de riesgos, enfermedades
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y ataques de piratas de Australia. Los productos manejados eran seda, especias, y oro. La ruta
era la forma de enlazar el comercio interno de las posesiones de ultramar de España, pero a la
vez se transmitían ideas liberales a las colonias de América, pues en Filipinas había mayor
libertad de expresión. El último galeón llegó a México en 1813, pocos días antes de la toma del
puerto a manos de José María Morelos.
Felipe IV de España, que gobernó los reinos españoles durante su decadencia política, pero que vivió la
máxima expresión artística de sus territorios. En su tiempo obtuvo el reinado más poderoso del mundo.
Fue sucedido en 1665 por su enfermizo hijo, Carlos II, quien sería el último miembro de la Casa de
Austria (Habsburgo) en gobernar España.
El siglo XVII: Este siglo fue el de la mayor expansión novohispana, al contrario de lo sucedido
en la metrópoli, que entró en decadencia. En 1598, Felipe II murió, dejando como heredero a
su hijo Felipe III, quien entregó el gobierno a ministros como el duque de Lerma y el duque de
Uceda, quienes no supieron manejar el gobierno y metieron a España en guerras por defender
la religión católica, o como bajo Felipe IV durante la Guerra de los 30 Años, en la que España
perdió sus posesiones en Holanda, mediante la Paz de Westfalia (1648). La política de Felipe III
fue continuada por su hijo Felipe IV, que reinó de 1621 a 1665. Durante su reinado se dio el
llamado Siglo de Oro español, con exponentes como Luis de Góngora y Lope de Vega en la
literatura; y Diego Velázquez y Bartolomé Esteban Murillo en la pintura. Carlos II (el hechizado)
sucedió a su padre en 1665 y gobernó diez años bajo la regencia de su madre, Mariana de
Austria, quien se rodeó de ministros extranjeros y casó a su hijo en dos ocasiones (con María
Luisa de Orleans en 1679 y Mariana de Neoburgo en 1689) pero el monarca no consiguió
descendencia. Al morir en 1700, el rey nombró como su sucesor a Felipe de Anjou, (Felipe V)
nieto del rey francés Luis XIV. Sin embargo, el emperador del Sacro Imperio Romano, Leopoldo
I (del reino de Hungría), se negó a aceptar dicho acuerdo y comenzó la Guerra de Sucesión
Española, en la que triunfó el heredero francés, pero el conflicto mermó seriamente las
finanzas novohispanas.
Los virreyes de Nueva España vivieron su apogeo en esta época. En 1611, Luis de Velasco,
otrora virrey del Perú, envió a una delegación a visitar tierras japonesas y establecer
contactos comerciales con aquella nación, y así nació la Nao de China, que durante trescientos
años desembarcaba en Acapulco las mercancías provenientes de territorios orientales. El
marqués de Cerralvo, Rodrigo Pacheco Osorio, fue acusado de corrupción y de ineficacia en el
gobierno, pues en su mandato el puerto de Veracruz fue saqueado por piratas holandeses
perdiéndose en el acto gran parte de los caudales reales. Además, al salir del cargo llevó
consigo más de trescientos mil pesos oro, y una perla con diamantes incrustados que regaló al
rey. Otros virreyes que sufrieron el ataque de corsarios ingleses y holandeses fueron el virrey
Armendáriz, quien organizó la armada de Barlovento para detener ataques de filibusteros
ingleses a las costas novohispanas y el conde de Salvatierra, García Sarmiento de Sotomayor,
quien ordenó proteger las costas de California y con ello librar de asaltos las naves
procedentes de China.
Fuerte de Campeche, construido para evitar ataques de piratas. Sin embargo, en mayo de 1683 el
pirata holandés Laurens de Graff saqueó durante varios días la ciudad.
Hacia 1649 la cantidad de conventos en la capital había crecido
a tal extremo, que los habitantes se vieron en la necesidad de
mandar una carta al rey Felipe IV pidiendo ya no se instaurasen
106
más centros en la capital, pues guardaban desproporción con el número de habitantes, pero el
rey se negó a responder. En mayo de ese mismo año, se efectuó el auto de fe más grande
registrado por los anales de la Inquisición española, ya que fueron ejecutados en una sola
tarde más de ciento cincuenta hombres y mujeres acusados de herejía. El siglo XVII se
caracterizó en Nueva España por una época de paz constante, que sólo se veía interrumpida
cuando los indios se levantaban en armas; los más conocidos de estos caciques fueron Gaspar
Yanga, jefe de la rebelión indígena de 1609, y Jacinto Canek, quien se levantó en armas en
1770 contra la Corona en Yucatán. Las incursiones de piratas en ciudades portuarias fueron
muy frecuentes: en 1678 penetraron en Campeche y fueron detenidos en Alvarado, y el 15 de
mayo de 1683, el corsario Lorencillo tomó Veracruz. La expansión experimentó pocos cambios
durante este siglo, el más importante fue la fundación de la villa de Albuquerque en el norte.
Tras conocerse el nacimiento del príncipe Felipe Próspero de Austria en 1657, el virrey envió
una dotación de doscientos cincuenta mil pesos oro anual durante un plazo de quince años, lo
que terminó al morir el príncipe en 1661. Durante el gobierno del virrey Gaspar de la Cerda
Sandoval, conde de Gálvez, la armada de Barlovento recorrió Tejas para sacar de su territorio
a los franceses, idéntico a lo sucedido en Santo Domingo.
Escudo de Felipe V de España, primer rey proveniente de la Casa de Borbón
francesa y nieto de Luis XIV de Francia.
El siglo XVIII: comenzó con el advenimiento de la Casa de Borbón al trono
español, llevando a Felipe V como primer rey de los Borbones españoles. La
Guerra de Sucesión Española, derivada del nombramiento del duque de
Anjou como heredero a la corona, estalló en España y Europa. En 1713 la
Paz de Utrecht puso fin al conflicto, pero obligó a España a ceder Gibraltar a
la corona británica. Felipe V abdicó en 1724 en favor de su hijo Luis I, quien
murió en agosto del mismo año. El rey debió regresar al trono hasta su
muerte en 1746, siendo sucedido por su hijo Fernando VI, quien murió sin
descendencia en 1759, y como rey fue proclamado su hermano Carlos III.
Este rey ejecutaría las reformas propias del Despotismo ilustrado, que gran efecto tuvieron en
Nueva España. Estas fueron las llamadas Reformas Borbónicas.La piratería había caído en
decadencia, y muchos de los hombres que trabajaron en aquella actividad pasaron a engrosar
las filas de la marina británica, que hacia 1670 había consolidado su poder. Fernando VI
preveía ataques a las costas españolas, por lo que en su mandato aumentó la flota.
La educación aumentó sobremanera bajo el reinado de los Borbón, de clara influencia
francesa. Desde el primer colegio, fundado por Pedro de Gante en 1534, el tema de la
enseñanza pública se había estancado. Salvo por la fundación de la Real y Pontificia
Universidad de San Ildefonso (1553) y el Colegio Real de Zacatecas (1616), los virreyes no se
preocuparon por el tema educativo. Es hasta 1773, cuando se funda la Real Academia de
Bellas Artes, y en 1783 el Colegio de Minería, donde estudió el químico Andrés Manuel del Río.
La difusión cultural hizo posible que en 1693 se publicara el primer diario de la Nueva España,
El mercurio volante, y a partir de 1728 se editó La Gaceta de México. En el territorio de los
purépechas (Michoacán), Vasco de Quiroga comenzó la evangelización de los indígenas y
fundó en 1540 el Colegio de San Nicolás Obispo, donde se formaron muchos sacerdotes y
profesionistas durante los siglos de la colonia y más adelante, como Miguel Hidalgo. La
astronomía también se desarrolló, en la figura de Carlos de Sigüenza y Góngora y José Antonio
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Alzate. Mientras tanto, el teatro de Nueva España fue parte importante del Siglo de Oro
español, con exponentes como Sor Juana Inés de la Cruz y Juan Ruiz de Alarcón. Asimismo, en
1806 se representó por primera vez en América la obra El barbero de Sevilla. Así pues,
durante el siglo XVIII, la economía creció con lentitud, pero las artes se desarrollaron en su
máximo esplendor.
Carlos III: éste monarca fue representante del despotismo ilustrado y llevó a cabo
seriasreformas en España, que afectaron a la Nueva España en el aspecto sociopolítico y
económico.
El reinado de Carlos de Borbón y Farnesio: Carlos III, nació en 1716, como hijo de Felipe V
y de Isabel de Farnesio. Subió al trono de España en 1759, tras morir sin descendencia su
hermanastro Fernando VI. Durante su reinado aumentó la milicia, se dedicó a construir Madrid
y firmó un Pacto de Familia con Luis XV de Francia, lo que motivó la participación de la corona
española en la Guerra de los Siete Años. La derrota de la alianza hispanofrancesa en la
mencionada guerra obligó a España a ceder en el Tratado de París (1763) la Florida, los
territorios del río Mississippi, derechos sobre Honduras y Terranova. En las colonias británicas
de Norteamérica, el monarca envió a Jorge de Ulloa como visitador y embajador, más en
realidad era un espía que apoyó la revuelta de independencia en 1776. Este mismo político
sirvió en Nueva España como asesor del virrey Bernardo de Gálvez, quien en 1786 realizó la
reforma de la administración pública. Esta modificación se convirtió, a la postre, en el legado
de Carlos III en Nueva España, pues se determinó la creación de intendencias, dirigidas por
españoles, y no por los antiguos caciques indígenas al servicio del virrey, práctica derivada de
Cortés. El rey pretendía disminuir la influencia de los gobernantes mediante la
descentralización del poder, y creó las intendencias efectivas a partir del 1 de diciembre de
1786. Otro hecho llevado a cabo por Carlos III fue la expulsión de la Compañía de Jesús de
España, el 25 de junio de 1767, como lo habían hecho ya Portugal (1759) y Francia (1764). La
explicación brindada por el rey al Papa Clemente XIII fue que los jesuitas difundían las ideas de
la ilustración y pretendían derrocar a los monarcas; además les atribuía responsabilidad en el
Motín de Esquilache (1766). El Papa aceptó, y siete años más tarde Clemente XIV suprimió la
Compañía de Jesús.
Independencias y cambios territoriales en Nueva España: Desde 1798 se gestaron rebeliones
en contra del dominio español, como la de ese año, conocida como la Rebelión de los
machetes, que pretendía asesinar al virrey Miguel José de Azanza y proclamar la
independencia. Sin embargo, poco antes de estallar la conjura fueron detenidos y ejecutados.
Abolición del virreinato de Nueva España, Provincias españolas de América: Los virreinatos
quedan abolidos durante la vigencia de la Constitución de Cádiz en 1812 y 1820. El territorio
queda dividido en veinte provincias totalmente autónomas y dependientes directamente de
Madrid. Para el virreinato de Nueva España, sus divisiones son seis inicialmente y se añaden
posteriormente dos: San Luis de Potosí yNicaragua. El 31 de mayo de 1820, Juan Ruiz de
Apodaca restablece por última vez la constitución española en el virreinato de N. España.
México:La inestabilidad de la monarquía española ocurrió durante el gobierno de José de
Iturrigaray (1803-1808). Hacia fines de 1807, Napoleón Bonaparte en acuerdo con Godoy y
Carlos IV, ocupó España para invadir Portugal. En marzo de 1808, el pueblo español se sublevó
y proclamó a Fernando VII de Borbón, como rey de España. Napoleón, a través de las
108
Abdicaciones de Bayona entregó la corona de España a su hermano José Bonaparte y dio inicio
a la Guerra de la Independencia Española.
En México, los criollos del Ayuntamiento, encabezados por Francisco Primo de Verdad y Ramos
y Juan Francisco Azcárate y Lezama, propusieron un sistema de gobierno popular en ausencia
del rey, que fue unánimemente rechazado por el sector español de la Real Audiencia. Pocos
días después, al negarse Iturrigaray a brindar reconocimiento a la Junta de Sevilla y a la Junta
de Oviedo, los españoles decidieron derrocarle arguyendo que pretendía hacerse rey de la
Nueva España. Pedro de Garibay fue nombrado en su reemplazo, pero en mayo de 1809 fue
sustituido por el arzobispo de México, Francisco Xavier de Lizana y Beaumont, quien otorgó
libertad a los implicados en la Conjura de Valladolid (diciembre de 1809), que pretendía
independizar al reino. Sucesora de esta fue la Conspiración de Querétaro, encabezada por
Miguel Hidalgo y formada por Miguel Domínguez, corregidor de Querétaro y su esposa Josefa
Ortiz de Domínguez, los militares Ignacio Allende, Juan Aldama y Mariano Abasolo. La
conspiración fue descubierta e Hidalgo adelantó la insurrección para el 16 de septiembre, en
la madrugada, cuando inició la Guerra de la Independencia de México, con elGrito de Dolores.
Sacerdote nacido en Valladolid hacia 1765, José María Morelos fue arriero y alumno de
Hidalgo. Cura de Carácuaro al estallar la guerra, se unió a los insurgentes y fue convirtiéndose
en el artífice militar de la causa. Su mayor triunfo fue el Sitio de Cuautla, donde venció a
Calleja. En pleno declive, Morelos convocó al Congreso de Chilpancingo y promulgó la
Constitución de Apatzingán. Capturado, fue enjuiciado y ejecutado el 22 de diciembre de
1815.
Hidalgo rápidamente consiguió reunir a más de 60.000 hombres y tomó pacíficamente San
Miguel el Grande, Celaya y Salamanca. Al entrar en Guanajuato el 28 de septiembre se
produjo la Toma de la Alhóndiga de Granaditas, y días más tarde el consecuente saqueo. Las
tropas insurgentes marcharon a Valladolid, a la que entraron pacíficamente el 17 de octubre y
donde Hidalgo fue proclamado Generalísimo y Allende capitán general. En esa visita recibió las
adhesiones de Ignacio López Rayón y José María Morelos. Tras entrar en Toluca el 5 de
octubre, los insurgentes derrotaron a los realistas de Torcuato Trujillo el 30 de octubre en la
Batalla del Monte de las Cruces, pero Hidalgo se resistió a tomar la Ciudad de México, lo que
hubiera permitido ganar a los insurgentes la guerra pues capturarían la capital. Se retiraron al
Bajío, donde Félix María Calleja del Rey les derrotó en la Batalla de Aculco el 7 de noviembre.
La desavenencia entre los insurgentes llevó a Allende, Abasolo y Aldama a retirarse a
Guanajuato, donde Calleja les derrotó el 26 de noviembre. Hidalgo marchó a Valladolid y más
tarde a Guadalajara, tomada el mismo día de la derrota de Aculco por José Antonio Torres,
apodado El amo. En ambas ciudades se cometieron masacres de españoles. Luego de su
derrota en Guanajuato, el bando militar de la insurgencia se unió a Hidalgo en Guadalajara,
donde se estableció el primer gobierno de México. El 17 de enero de 1811, Calleja derrotó
finalmente a los insurgentes en la Batalla del Puente de Calderón, quienes huyeron al norte
del país con la intención de refugiarse en los E.U.
En Zacatecas Hidalgo fue despojado del mando militar en favor de Allende, y el 21 de
marzoIgnacio Elizondo les tendió una trampa y les detuvo en las Norias de Acatita de Baján.
Los insurgentes fueron sometidos a juicio en Chihuahua y ejecutados. Allende, Aldama y
Jiménez el 26 de junio (a Abasolo se le conmutó por prisión perpetua en Cádiz, España) e
109
Hidalgo fue fusilado el 30 de julio. Luego de su ejecución, se les decapitó y sus cabezas fueron
exhibidas en la Alhóndiga de Granaditas.
José María Morelos, comisionado por Hidalgo para levantar tropas en el sur del país, fue el
siguiente líder de la insurgencia, título que disputó con Ignacio López Rayón. En el transcurso
de 1811 obtuvo plazas como Chilpancingo, Tixtla, Chilapa y Tehuacán, pero fue derrotado en
Acapulco. Entre el 9 de febrero y el 2 de mayo de 1812 fue sitiado en Cuautla por Calleja, pero
Morelos lo derrotó al romper el cerco, lo que ocasionó la baja de Calleja en el ejército realista.
El 25 de noviembre de 1812 tomó Oaxaca y en 1813 capturó Acapulco y organizó el Congreso
de Chilpancingo, donde se firmó el Acta Solemne de la Declaración de Independencia de la
América Septentrional, en 1814 produjo la Constitución de Apatzingán. Tras una serie de
derrotas (en Lomas de Santa María, Puruarán y en las Águilas) fue capturado en Temazcalapa
el 5 de noviembre de 1815, y ejecutado en San Cristobal Ecatepec, el 22 de diciembre de ese
año. En su ejército estuvieron Leonardo Bravo, Nicolás Bravo, Hermenegildo Galeana, Mariano
Matamoros, Guadalupe Victoria y Vicente Guerrero. Los dos últimos fueron quienes
continuaron la lucha tras la muerte de Morelos, y muchos insurgentes desertaron debido a la
política de indulto llevada a cabo por Juan Ruiz de Apodaca, sustituto de Calleja en el
virreinato.
Agustín de Iturbide, vencedor de Morelos en las Lomas de Santa María, fue comisionado por
Apodaca para detener a Guerrero y a Pedro Ascencio Alquisiras, quienes luchaban en el sur.
Iturbide y Guerrero pactaron en el Plan de Iguala y unieron sus ejércitos en el Ejército
Trigarante, que entró triunfal a la ciudad de México el 27 de septiembre de 1821, finalizando
así en México la Guerra de Independencia y el dominio español.
Centroamérica, Provincias Unidas del Centro de América:El antiguo reino de Guatemala
—dividido en varias intendencias a partir de las reformas borbónicas— se transforma en
provincias constitucionales que se declaran independientes de España el 15 de septiembre de
1821. A pesar de la oposición de San Salvador y Costa Rica, América Central se unió al Imperio
Mexicano en diciembre de 1821. Tras la abolición de la monarquía en México, las Provincias
Unidas del Centro de América se constituyeron como un país independiente.
E.U.Historia territorial:Los territorios de la Nueva España al norte del río Bravo, por diversos
caminos, pasaron a formar parte integral de E.U.
En 1803 E.U. compró a Francia el territorio de la Luisiana, el cual a su vez Napoleón lo había
recibido de España en 1800 mediante el Tratado de San Ildefonso.
E.U. compró el territorio de la Florida a España en el año 1821. Su cesión la llevó a cabo el
gobernador José Coppinger en virtud del Tratado de Adams-Onís siendo el estadounidense
Andrew Jackson el encargado de llevar a cabo el traspaso de la soberanía. Asimismo, E.U.
adquirió también los derechos sobre las pretensiones españolas en el territorio del Oregón.
En 1835 la República de Texas proclamó su independencia, que no fue aceptada por México.
En 1845 E.U. incorporó Texas a su unión, lo que condujo a la guerra mexicano-estadounidense
de 1846 a 1848, que le permitió a E.U. anexionarse los territorios de la Alta California y Nuevo
México. La nueva frontera se definió mediante el Tratado de Guadalupe Hidalgo de 1848, y se
retocó mediante la venta de La Mesilla mexicana a Estados Unidos en 1854. Por último, en
1898, durante la Guerra hispano-estadounidense, los últimos territorios coloniales de Filipinas,
Guam, Cuba y Puerto Rico dejaron de formar parte de España.
110
Organización política: Nueva España fue el primer virreinato erigido, y por lo tanto, donde
se puso en práctica el modelo español de gobernación. El virrey, cuyo término significa
etimológicamenteen lugar del rey, concentraba todo el poder público, como ya se ha dicho.
Era nombrado y removido libremente por el rey, cuando el soberano quisiera podría destituir
al virrey. En la Nueva España jugaba un papel de soberano, pero en realidad únicamente
obedecía las órdenes del rey de España. Ejecutaba las leyes promulgadas en la metrópoli y se
encargaba de vigilar los negocios del Estado. Del virrey dependía toda la estructura del
gobierno, alcaldes mayores, corregidores, conserjes locales, ayuntamientos y jefes de pueblos
de indios.
El Real Consejo de Indias, fue instituido en 1519 y desde 1524 se le confirió autoridad
suprema para discernir en los asuntos concernientes a las provincias del Nuevo Mundo. Su
principal misión fue la de dejar el terreno listo para los virreinatos, creando leyes,
institucionalizando a los pueblos de indias, regulando el comercio, organizando la
administración pública, vigilando los puertos y negocios públicos de ultramar y ratificando
nombramiento de funcionarios. Al entrar en vigor la ley de los virreinatos, el Consejo de Indias
tomó en sus manos la defensa de los indígenas contra los abusos de los españoles, miembro
destacado de esta etapa fue Bartolomé de las Casas. Otras instituciones de la Nueva España
fueron los corregimientos, que impartía justicia y eran nombrados por la Audiencia. Estaban
además dirigidos por los alcaldes mayores. Como una medida preventiva, el gobierno de
España estableció un complicado sistema de burocratismo para hacer
engorroso cualquier trámite que pusiera en peligro los intereses de la
Corona, como evidenció el Duque de Lerma en una carta escrita al
monarca Felipe III en 1608. Otra perspectiva tomada fue la de
contrarrestar peticiones y exigencias de poder por parte de los
antiguos conquistadores y de los caciques indígenas. La población de
Nueva España debía acudir a las autoridades establecidas para llevar
a cabo sus trámites. Generalmente, los encargados de los servicios
públicos sólo manejaban el negocio por su propio interés particular, el
trámite solía ser muy costoso y tardado, y en muchas ocasiones era
archivado entre tantos casos que nunca llegaron a su resolución. La
burocracia aumentó su poder al pedir al rey el aumento de personal,
bajo la supuesta premisa de mejorar el servicio brindado. En la
realidad, este sistema adquirió tal influencia sobre todos los aspectos
de la sociedad novohispana, que el virrey Bernardo de Gálvez, planteó
a Carlos III la necesidad de una reforma urgente del sistema, que
llegaría en 1786 con la primera de las reformas borbónicas de aquel año.
Códice que representa al conquistador Nuño Beltrán de Guzmán, fundador del reino de Nueva
Galicia, y su capital fue Guadalajara, nombrada así en honor a su ciudad natal ubicada en
Castilla. Acusado por Bartolomé de las Casas de crueldad a los indígenas, fue despojado por
Felipe II de sus posesiones y recluido en un convento de Toledo, donde murió en 1555.
Etapas históricas: Cortés se hizo cargo del gobierno de la recién conquistada colonia con los
títulos de capitán general de justicia mayor y Marqués del Valle de Oaxaca, que él mismo se
otorgó al salir del ayuntamiento de la Villa Rica de la Veracruz. El conquistador ocupó la
antigua residencia de los tlatoanis en Coyoacán, pero más tarde se trasladó a la Ciudad de
111
México. Durante su gobierno consolidó la misión de las encomiendas entre los conquistadores,
repartiendo además las mercedes de la tierra, los frutos y estableciendo los talleres de
producción artesanal. Cristóbal de Olid salió en expedición a Honduras pero decidió aliarse con
Velázquez contra Cortés, quien envió al capitán Francisco de las Casas a detenerle y
ajusticiarle. Cortés no estaba enterado de la expedición de las Casas, por lo que Cortés
gobernador de Nueva España salió en persona para detener a Olid, y llevó consigo a su preso
Cuauhtémoc, que en el camino fue acusado de conspiración y ahorcado cerca de Tabasco.
La ausencia de Cortés fue aprovechada por sus enemigos para informar al rey de España,
Carlos I de sus malos manejos y acusaciones de corrupción. El rey envió al visitador
Peralmíndez Chirino, quien instituyó el gobierno de los oficiales reales, pero permitió a Cortés
conservar su título de marqués. Los oficiales reales fueron rápidamente tachados de
conflictivos y el nuevo visitador, Gonzalo de Salazar, no dudó en destituirles.
En 1527, el rey observó el desastre originado por los oficiales reales y nombró a la primera
Audiencia, compuesta por un presidente (Nuño Beltrán de Guzmán) y cuatro oidores (Alonso
de Parada, Francisco Maldonado, Juan Ortiz de Matienzo y Diego Delgadillo), quienes
únicamente tenían facultades en el ámbito judicial, civil y criminal, pero a menudo intervenían
en lo concerniente a la administración pública. Juan de Zumárraga, primer arzobispo de
México, comunicó al rey las anomalías cometidas por los miembros de la primera audiencia,
en especial por Beltrán Nuño de Guzmán, por lo que el rey destituyó a la primera audiencia
encabezada por Nuño de Beltrán y estableció la segunda audiencia. Estaba integrada por el
presidente Sebastián Ramírez de Fuenleal (obispo de Michoacán) y de oidores tenía a Juan
Salmerón, Alonso Maldonado, Francisco Zeínos y Vasco de Quiroga. Los miembros de esta
segunda audiencia lograron restablecer los derechos de los pueblos indígenas, reducir
tributos, liberar esclavos y suprimir las encomiendas (restauradas años más tarde por Felipe
II).
Institución del virreinato:La corona española consideró conveniente la instauración del
Consejo de Indias,órgano regulatorio que habría de regular las leyes y a las autoridades de la
Nueva España y demás territorios
conquistados, pero su actuación fue limitada debido a los poderes casi ilimitados de los
virreyes. Entonces nació la Casa de Contratación de Sevilla, con las mismas funciones que el
anterior organismo pero con potestad económica y financiera, su principal tarea fue regular el
comercio de las posesiones españolas en el Nuevo Mundo, y vigilar la seguridad de los
mercantes por las vías fluviales del Imperio español. Otra de sus labores fue evitar el
contrabando, a tal punto que se castigaba el comercio con extranjeros siendo sentenciados a
la pena capital. La Casa de Austria descuidó el cuidado de los mares y el comercio,
convirtiéndose así el contrabando en una actividad atractiva para los súbditos, ya que el rey
no permitía el comercio con otras potencias.
Carlos I consideró conveniente la instauración del virreinato, gobernado por un virrey que
representase a la corona y que hiciera cumplir las leyes promulgadas. Antonio de Mendoza y
Pacheco, fue el primer virrey enviado a la Nueva España en 1535, y quien debería reconciliar
las diferencias entre españoles y nativos. Para esa fecha, no se conocían a ciencia cierta los
límites del virreinato, por lo que Alvar Núñez Cabeza de Vaca, dirigió en 1537 una expedición
de ocho años de duración para determinar el territorio de la colonia. Las conclusiones
presentadas por los exploradores al rey fueron que al noreste se encontraba la Florida y
112
llegaba hasta los límites de California y que el límite de la Nueva España eran las Hibueras.
Carlos I promulgó el asunto de la extensión en una carta al virrey Luis de Velasco en 1555,
pidiéndole asimismo la exploración de numerosos territorios despoblados. Felipe II dictó en
1572 las ordenanzas de funciones del virrey, que consistían en administrar la colonia, dictar
órdenes militares, emitir juicios civiles y eclesiásticos, fundar pueblos y ciudades, realizar
censos y datos poblacionales, vigilar el funcionamiento de las obras públicas y obtener
ingresos, de los que la quinta parte era enviado a España.
El rey de España:El rey era la suprema autoridad de España y sus colonias, cuyo gobierno
fue de corte absoluta. El rey tenía la facultad legislativa exclusiva, que se traducían en reales
cédulas, reales órdenes, podía declarar la guerra, firmar la paz, administrar justicia y acuñar
monedas. En el transcurso de los tres siglos que existió el Virreinato de Nueva España, se
sucedieron once monarcas agrupados en dos dinastías:
Casa de Austria (Habsburgo): Carlos I (1521-1556); Felipe II (1556-1598); Felipe III (1598-
1621); Felipe IV (1621-1665); Carlos II (1665-1700)
Casa de Borbón: Felipe V (1700-1724); Luis I (1724); Felipe V (1724-1746); Fernando VI (1746-
1759); Carlos III (1759-1788); Carlos IV (1788-1808); Fernando VII (1808-1821).
El virrey:Desde la institución misma del estado virreinal, la figura del virrey adquirió peso e
influencia debido
a que concentraba en su persona todas las responsabilidades de la administración pública del
virreinato, tanto judiciales como legislativas, como representante personal del Rey de España.
Entre 1535, fecha de la institución del virreinato, y 1821, al consumarse la independencia,
hubo más de 62 virreyes, siendo los más conocidos: Antonio de Mendoza y Pacheco: Nativo de
Castilla la Vieja, fue parte de la Guerra de las Comunidades de Castilla sirviendo al rey y por
esa razón fue nombrado virrey. Fundó Valladolid, en honor a su ciudad natal, realizó el primer
censo en 1539, trajo la imprenta a México en 1549 y fundó varios pueblos de indios.
Luis de Velasco: Sucesor de Mendoza, al ser nombrado éste virrey del Perú en 1550. Puso en
práctica nuevas leyes, fortaleció el poder del rey, creó nuevos hospitales y en 1553 inauguró
los cursos de la Real y Pontificia Universidad de México. Martín Enríquez de Almanza: Sucesor
de Luis de Velasco. Fue virrey entre 1568 y 1580. Ante el acoso de los indios chichimecas en la
ruta de la plata entre la ciudad de México y el recién descubierto mineral de Zacatecas,
ordenó la construcción de siete fuertes de los cuales a la fecha se conserva el de Ojuelos de
Jalisco. En su virreinato se estableció en la N. España la Santa Inquisición. Posteriormente fue
Virrey de Perú.
Antonio María de Bucareli y Ursúa: Parte del embellecimiento ilustrado llevado a cabo en
Europa por Carlos III, hizo lo propio en Nueva España, y particularmente, con la Ciudad de
México. Fundó paseos, alamedas, hospitales y un sanatorio para enfermos mentales. Saneó la
ciudad mediante la construcción de un desagüe y fundó el Montepío. Murió siendo virrey en
1779. Vicente Güemes Pacheco: Segundo marqués de Revillagigedo, además fue el único
virrey nacido en América (Cuba, 1740). Llegó a la Nueva España con mandato de reforzar el
ejército ante una inminente invasión británica, que finalmente no ocurrió. Dio especial
importancia a la educación y creó el primer registro de población en la Nueva España. Juan
O'Donojú: Reconocido como último virrey enviado por el gobierno español, en 1821. De
ascendencia irlandesa, peleó en la Guerra de la Independencia Española como soldado de José
de Palafox y Melcí en los Sitios de Zaragoza, ciudad de la que era originario. Fue llevado preso
113
a Nantes, pero fue liberado en 1814, al fin de la guerra. Se proclamó liberal y en contra de
Fernando VII, por lo que fue encerrado en Cádiz. Formó parte de la tropa de Rafael de Riego,
quien al triunfar le nombró jefe político superior de la Nueva España. Conocido por su
filantropía, pactó la independencia de la colonia con Agustín de Iturbide en los Tratados de
Córdoba (24 de agosto de 1821). Al consumarse la guerra de independencia, fue nombrado
parte del gobierno, pero falleció de tuberculosis, en la capital, el 8 de octubre de 1821.
La Real Audiencia y las instituciones indianas: La Real Audiencia de México era la principal
institución de justicia en la Corona Castellano-Aragonesa, con la excepción de los territorios
forales de la Corona de Aragón. Fue instituida por Enrique II de Castilla y Carlos I la crea en
México hacia 1527, bajo la presidencia de Nuño Beltrán de Guzmán. Entre sus principales
funciones estaban la de impartir justicia y hacerse cargo del poder en la vacancia del
virreinato.
Hernán Cortés decidió establecer el gobierno en la población de Coyoacán, al sur del lago de
Texcoco, debido a que la ciudad de Tenochtitlán había quedado en malas condiciones. Desde
allí gobernó con el título de Capitán General y Justicia Mayor. Desde Coyoacán partieron las
expediciones de conquista con el propósito de someter a los pueblos indígenas de los diversos
rumbos de lo que sería el Virreinato de Nueva España. En 1528 se confió el gobierno a la
Primera Real Audiencia de México, presidida por Nuño de Guzmán. En 1535 se creó el
Virreinato de Nueva España, siendo el primer virrey, Antonio de Mendoza y Pacheco.
Su estructura y poderes fueron establecidos por Carlos II, en la Recopilación de Leyes de
Indias, en 1680.
En la Ciudad de México Tenuxtitlan, Cabeça de las Provincias de Nueva España resida otra
nuestra Real Audiencia y Chancilleria, con vn Virrey, Governador y Capitan General y Lugar-
Teniente nuestro, que sea Presidente: ocho Oidores: quatro Alcaldes del Crimen: y dos
Fiscales: vno de los Civil, y otro de lo Criminal: vn Alguazil mayor: vn Teniente de Gran
Chanciller: y los demás Ministros y Oficiales necessarios, la qual tenga por distrito las
Provincias, que propiamente se llaman de la Nueva España, con las de Yucatan, Cozumel y
Tabasco: y por la Costa de la Mar del Norte y Seno Mexicano, hasta el Cabo de la Florida: y por
la Mar del Sur, desde donde acaban los terminos de la Audiencia de Guatemala, hasta donde
comiençan los de la Galicia, según les están señalados por las leyes de este título,
partiendolos con ellas por el Levante y Poniente: con el Mar del Norte y Provincia de la Florida
por el Septentrion: y con el Mar del Sur por el Mediodia.
El Patronato regio consistió en el conjunto de privilegios y facultades especiales que los Papas
concedieron a los Reyes de España y Portugal a cambio de que estos apoyaran la
evangelización y el establecimiento de la Iglesia en América. Vino como consecuencia de las
bulas papalesRomanus Pontifex (1455) e Inter Caetera (1456), a beneficio de Portugal en sus
rutas atlánticas, y de las llamadas Bulas Alejandrinas emitidas en 1493, inmediatamente
después del Descubrimiento a petición de los Reyes Católicos, dada su influencia ante el Papa
Borgia. Entre estos privilegios constaban el nombramiento de Obispo y demás
dignidadeseclesiásticas y la recaudación de los diezmos y otras contribuciones de los fieles.
Asimismo, el patronato regio permitió que la Iglesia contara con numerosos misioneros,
dispusiera de los recursos económicos y financieros necesarios y, sobre todo, facilitara su
movilización y distribución. Sin embargo, tuvo también otras consecuencias menos favorables
a la perspectiva papal, como el sometimiento de la Iglesia al poder real, el aislamiento de
114
Roma y la relajación de la disciplina eclesiástica y religiosa al debilitarse la autoridad de los
Obispos y superiores religiosos. En otro orden de cosas, en el momento de la independencia la
casi totalidad del episcopado era español de origen peninsular y no criollo.
Instituciones como la encomienda y debates como el de los justos títulos dejan clara cuál es la
verdadera importancia de la justificación religiosa para el dominio colonial. El control de la
Monarquía Hispánica y Portuguesa sobre América provocaba las envidias de otras monarquías
europeas y no es ajena a movimientos como la Reforma o, en la Francia católica, el
galicanismo o regalismo.
Población y medio físico, efectos de la conquista sobre la población: El medio físico era
variado, compuesto por la combinación de climas templados (centro de México), áridos (norte)
y fríos (sierras Madre Oriental y Occidental). Con la migración de españoles al Nuevo Mundo
llegaron productos y animales domésticos como caballos, vacas, cerdos y aves de corral. Las
especies vegetales traídas a Nueva España fueron diversas, como trigo, avena, caña de
azúcar, plátano y naranjo. Sin embargo, desde el transcurso mismo de la Conquista ocurrió un
brusco descenso en la población indígena de Nueva España, causado por el contacto con el
mundo español, debido a las enfermedades traídas por los conquistadores, como viruela y
tuberculosis, a las cuales los nativos no podían resistir por su falta de defensas. Otros factores
que influyeron en la despoblación fueron la pérdida del equilibrio ecológico del mundo
americano, la falta de producción de alimentos, distribución inequitativa de la riqueza,
desplazamiento de la agricultura por minería y comercio, sistemas de repartimientos que
afectaron la mano de obra, reducción de superficies cultivables, introducción de la ganadería y
nuevas medidas que cambiaron el sistema de cultivar. Los religiosos radicados en el territorio
del virreinato consideraban como un castigo divino la muerte de los indígenas a causa de las
epidemias, atribuyéndolo muchas veces a la esclavitud, trabajos forzados y cautiverio
restringido a que eran sometidos los nativos. Diego de Landa, fraile de Yucatán, escribió que
los indígenas se negaban a reproducirse, por temor a que sus hijos sufriesen las mismas
condiciones que ellos, llegando incluso a perpetrar infanticidios para evitarlo. Otros motivos
adjudicados por los sacerdotes como causa, fueron los vicios, especialmente el del alcohol y
aguardiente, ambos traídos a Nueva España por los españoles.
Sin embargo, los mulatos ejercieron influencia en la mayor parte de los ámbitos de Nueva
España y fueron parte importante del movimiento de independencia.
Imagen de un mulato. Su nombre, deriva de la palabra mula, nacida de la cruza entre un caballo y un
burro.
Componentes del desarrollo en el mestizaje, en América: al
conquistar los españoles los territorios de la Nueva España, en
la Península Ibérica se vio la oportunidad de emigrar a los
nuevos dominios españoles para conseguir mejores condiciones
de vida. Al llegar a las tierras que esperaban, el mestizaje, es
decir, la mezcla con indígenas dio pie al mestizaje en América.
Tras producirse la peste que acabó con la mitad de la población
indígena, los gobernantes de Nueva España se vieron obligados
a importar esclavos desde las posesiones de España en África.
Contrario a lo sucedido en Nueva España, las trece colonias de
Norteamérica, no experimentaron un proceso de mestizaje,
115
porque las creencias religiosas de los pobladores, mayoritariamente comerciantes de religión
protestante, les impedían establecer contacto físico o sexual con cualquier etnia distinta a
ellos. En cambio, la ausencia de mujeres blancas europeas durante los primeros años de la
conquista en Latinoamérica, hizo que los conquistadores españoles generaran, con las mujeres
indias nativas de cada zona, a través del rapto, la violación y el amancebamiento, una nueva
población mestiza.
El mestizaje fue realizado casi exclusivamente por los varones españoles, nunca por las
mujeres, lo cual muestra que no se trataba de una ausencia de prejuicios raciales. El español
nunca se casaba con una india, simplemente tomaba varias indias como concubinas,
generalmente las que servían en su casa y tenía hijos con ellas. A pesar de que las indias
habían sido convertidas al cristianismo era impensable para un español casarse con una de
ellas, solamente se casaba con las europeas cuando llegaban a Nueva España, y era con ellas
que tenía sus hijos legítimos, lo cual no le impedía seguir procreando con sus siervas indias.
La pirámide de las castas en la Nueva España estaba constituida principalmente por seis
grupos de población, los mayores y más numerosos en el virreinato:
Españoles peninsulares: Los dueños de la tierra y de los negocios en Nueva España, en su
mayoría eran personas con negocios frustrados que venían a hacer fortuna a la colonia para
paliar un poco su situación económica. La mezcla de estos grupos con otros dio origen al
mestizaje.
Criollos: Hijos de españoles peninsulares, pero radicados en el virreinato. No gozaban de
privilegios como sus padres, pero participaban semiactivamente en la administración de los
bienes y en trabajos públicos menores. Este grupo social lideró la caída de la Nueva España al
alborear el siglo XIX.
Mestizos: Producto de la mezcla entre españoles e indígenas, eran quienes trabajaban los
productos de la tierra y el campo.
Indígenas: Nativos de la Nueva España, perdieron sus territorios luego de la conquista, y se
vieron obligados a trabajar sus tierras en calidad de esclavos, la parte más numerosa de la
población.
Negros: Traídos desde África para realizar trabajos forzados en las minas, se mezclaron de
inmediato con los indígenas, clase social con la que tenían más relación, y así nacieron los
zambos.
Asiáticos: El grupo menos numeroso de la Nueva España, eran en su mayoría chinos y
japoneses que realizaban negocios de forma esporádica en el territorio, pero muchos de ellos
se asentaron en la Nueva España y así crearon una nueva casta: los cambujos (de asiático e
indio).
Las castas fueron uno de los complementos más importantes en la Nueva España, y se
produjeron por las diversas mezclas entre los grupos predominantes de Nueva España
(negros, españoles, e indígenas). Tanto en los registros oficiales como en la imaginación del
vulgo, estas castas han pasado a la historia con un nombre y características que los
diferenciaban de otros pueblos y razas. En la jerarquía social, las castas principales eran las
surgidas a partir de la unión de un español con un miembro de otra clase social. A partir de las
mezclas de éstas, surgían el resto. La clasificación de las castas no era oficial y se crearon
varios sistemas en los que varían los nombres o las uniones, a excepción de las principales,
que suelen tener las mismas denominaciones:
116
Mestizo: hijo de español e indígena. Castizo: resultado de la unión de español y mestizo.
Mulato: descendiente de español y negro. Morisco: resultado de la unión de español y
mulato. Albino (en ocasiones, chino): hijo de español y morisco.
A esta lista podría añadirse el español, como descendiente de español y morisco.
A partir de la castas anteriores, surgen nuevas mezclas cuyos nombres varían de un sistema a
otro y reciben denominaciones de lo más variopinto: tornatrás, saltatrás, tentenelaire, lobo,
zambaigo, cambujo, genízaro, albarazado, calpamulo, que intentan clasificar la gran variedad
étnica que supuso el mestizaje en N.España.
Introducción de esclavos africanos a Nueva España:El comercio triangular fue la base
del tráfico de esclavos, sirvió económicamente los intereses de las colonias americanas y era
base del sistema de producción de las plantaciones así como del crecimiento pre-industrial en
Europa. Se trata del camino de los barcos entre los puertos de Inglaterra, Portugal, España y
Francia, hacia el Caribe, una vez cargados por la costa oeste de África.
La primera carga de esclavos africanos llegó a las Antillas en 1501, procedente de Nigeria. En
este país, los conquistadores seleccionaron a los esclavos con unas características especiales:
todos debían ser varones robustos mayores de 18 años, y capaces de aguantar grandes viajes
sin morir ni padecer enfermedades. Los esclavos negros fueron llevados a la Nueva España a
partir de 1560, y su principal trabajo eran las minas, pero en algunas partes del país, como
Chihuahua, se les usaba como campesinos de caña de azúcar, e incluso como pastores y
guardias. El tráfico de esclavos se volvió un negocio redituable para los españoles, quien a su
vez los compraba a los portugueses. Los indígenas causaban muchos problemas a sus amos
españoles, como rebeldía y poca resistencia a las enfermedades. Durante su primer siglo de
existencia, el tráfico de esclavos los obtenía de Cabo Verde, pero en el siglo XVII Congo y
Angola lo desplazaron como principal productor de esclavos. Durante todo el virreinato, los
negros sufrieron una condición de trabajo que rayaba en la esclavitud, y muchos murieron a
causa de los malos tratos. El 6 de diciembre de 1810, en Guadalajara, Jalisco, Miguel Hidalgo y
Costilla, líder del movimiento insurgente, decretó la libertad de los esclavos. Sería efectiva
hasta 1821.
Tamaño y distribución de la población:Los españoles ocuparon un papel preponderante
en la sociedad de la Nueva España, pues eran los dueños de la tierra y administradores del
gobierno. La Nueva España en principio estaba configurada por los grupos indígenas
únicamente, en la época de la conquista. Sin embargo, las
epidemias y los trabajos forzados hicieron que los diez millones de
indígenas descendieran a ocho millones en el siglo XVII, a siete en
el siglo XVIII y a tres y medio en el siglo XIX. Parte importante de
este descendimiento fueron los desplazamientos de los grupos
indígenas. La mayoría de los presentes en el Bajío, se desplazaron
a los reales mineros de Zacatecas y Aguascalientes, mientras que
otros se asentaron en las afueras de ciudades como Querétaro,
Guanajuato y Orizaba.
La población blanca experimentó un acelerado crecimiento en la segunda mitad del siglo XVI
en adelante, al producirse la gran migración a la Nueva España por parte de comerciantes
venidos de la península. Muchas veces, los hijos de españoles también eran considerados
como tal, pero en la práctica de la administración pública eran llamados criollos. Para 1570
117
había 63.000 españoles en todo el territorio de Nueva España, en 1759 la cifra aumentó a
600.000 y en 1800 a un millón de habitantes blancos. Los lugares de mayor concentración e
importancia para este grupo fueron Ciudad de México, Guanajuato, Puebla, Guadalajara y
Oaxaca. Otras plazas de importancia minera relevante fueron Durango y Zacatecas, donde se
localizaban villas de producción agrícola y ganadera que fueron aprovechados por los
españoles para su explotación. El Bajío adquirió enorme importancia económica en el siglo
XVIII debido a las haciendas de españoles situadas en esa parte de la región, donde la
presencia de españoles fue de gran importancia.
Palacio construido por indígenas al servicio de Hernán Cortés en Cuernavaca, y que durante
muchos años fue visto como un símbolo del dominio español sobre los indígenas nativos de la
antigua Mesoamérica.
Los negros fueron importados a Nueva España para realizar trabajos de explotación de minas,
en su máximo punto de esplendor llegaron a sumar 20.000, pero al fin del virreinato eran tan
sólo 10.000. Esto se debió principalmente a su mezcla con otros grupos étnicos. Estaban
concentrados en las regiones de agricultura y reales de minas, como México y Puebla. Otro
grupo minoritario eran los mestizos, que eran hijos de españoles e indígenas y solían ser
discriminados por su origen, a menudo ocultado por ellos mismos. A principios del siglo XVII,
este grupo comenzó a aumentar, y en 1805 ya eran más de millón y medio. Se concentraban
en ciudades importantes, redes mineras y costas deshabitadas.
Relaciones sociales y diversidad étnica: Los españoles tenían un lugar de privilegio social,
podían obtener los trabajos de indígenas y negros sin tener que pagar por sus servicios. Los
indígenas realizaban trabajos forzados para los españoles. Los negros vivían como esclavos de
los peninsulares. Así se fue configurando el sistema de clases étnicas en N. España, por lo cual
un grupo tenía privilegios o no dependiendo de su ascendencia étnica.
El mestizaje trajo consigo la aparición de nuevos grupos étnicos a los que cada vez más se les
dificultaba ingresar en el círculo de la sociedad colonial. En los procesos de formación de los
grupos étnicos resultantes del mestizaje, influyeron algunas cuestiones autóctonas y propias
de la región. Las comunidades nómadas resistieron por muchos años el embate conquistador
de los españoles, y hacia 1605 las tropas peninsulares se dieron por vencidas y comenzaron el
proceso de evangelización que culminó con la caída de las tribus en 1630.El mestizo era hijo de
español e india, y era una de las castas más dominantes en el territorio del Virreinato de Nueva España.
Con el tiempo fue adquiriendo poder e influencia, al punto de
que fue la clase que encabezó la independencia de México,
junto a los criollos. De esta clase social provinieron hombres
como Morelos y Vicente Guerrero.
Situación de los indígenas: los indígenas vivían,
mayoritariamente, en las cimas de altas montañas y en
barrancos, esperando huir de sus conquistadores, por lo que se
les consideró nómadas durante mucho tiempo. La segunda
Audiencia escribió a Carlos I en 1531 para informar acerca de
la población novohispana, y al referirse a los indios afirmaba
que carecían de orden y política, y que además estaban
desordenados y sin un lugar fijo donde establecerse. Por ello, el rey contestó que una de las
primacías del nuevo gobierno habría de ser la pacificación de los pueblos nativos. En general,
118
durante toda la época colonial, tuvieron pocas oportunidades de desarrollo y de adquirir
tierras de cultivo. Los españoles peninsulares acaparaban la mayoría de los comercios y los
indígenas eran relegados a un segundo plano. También, la evangelización les hizo adoptar la
religión católica y destruir a sus antiguos ídolos. La organización política que los españoles les
permitieron conservar diferenciaba a los caciques gobernantes, quienes gozaban de
privilegios, de los indígenas de la más baja clase social.
Cuando los españoles llegaron al Nuevo Mundo, se encontraron con civilizaciones muy bien
constituidas: el imperio teocrático de los Incas que estaba en su apogeo, la confederación de
los aztecas y la cultura maya. Entre los amerindios había astrónomos, ingenieros, médicos,
cirujanos, artistas, sacerdotes, escultores, arquitectos y otros profesionales, muchos de los
cuales acabaron realizando trabajos forzosos en las minas.
El escritor Eduardo Galeano considera la mita como una «máquina de triturar indios» pues,
aunque las leyes españolas protegían a los indios contra las posibles injusticias que podrían
cometerse contra ellos, la realidad era que, en la práctica estas leyes no se cumplían y los
indios acababan sometidos a trabajos forzosos en las encomiendas. Las diferencias de estatus
en las condiciones jurídicas al declarar a los indios «personas» y no objetos de esclavitud no
modificaron demasiado su calidad de vida.
Fray Rodrigo de Loaysa escribió que «estos pobres indios son como sardinas en el mar. Así
como los otros peces persiguen a las sardinas para hacer presa de ellas y devorarlas, así todos
en estas tierras persiguen a los miserables indios».
Los encomenderos exigían a los caciques que reemplazaran a los indios muertos, los mitayos,
permanentemente. Una cancha construida con piedras, que todavía existe, era un corral en el
cual los dueños de las minas se repartían a los indios. Se repartían a los indios e indias igual
que las tierras.
Según José M. Ots Capdequí, las tierras se vendían con los indios incluidos, y se heredaban:
cuando eran dados en encomienda pertenecían al encomendero por el término de dos vidas, o
sea, también a su heredero. Economía,explotación de materias primas y minerales
preciosos, minería en Nueva España:Las principales actividades económicas del virreinato
fueron la minería, la agricultura (maíz, cacao y otros productos originarios de la antigua
Mesoamérica), la ganadería (introducida por los europeos, quienes trajeron la mayor parte de
los animales criados) y el comercio (limitado únicamente a las posesiones españoles, acto de
mercantilismo). Otro elemento importante en el desarrollo de la Nueva España fue el papel
jugado por la Iglesia católica, que logró un gran poder al adquirir grandes propiedades y
monopolizar la educación, los servicios de salud y otras áreas de la administración pública.Los
recursos minerales hallados bajo el suelo de la Nueva España, con importantes centros
mineros como Guanajuato, San Luis Potosí e Hidalgo, constituyeron una de la más grandes
fuentes de riqueza para la corona, utilizadas en Europa para financiar gastos de Estado, costes
de guerras o para acuñar moneda circulante.
La minería fue la actividad económica que más impulso tuvo en la colonia, pues cualquiera
podía echar a andar una mina siempre y cuando entregase la quinta parte de sus ganancias a
la corona española. Fue además un incentivo para la conquista, exploración y colonización de
nuevos territorios. Las principales minas de Nueva España fueron la de Zacatecas (1546),
Pachuca (1552), Fresnillo y Guanajuato (1554), y finalmente San Luis Potosí (1592). Estas
119
ciudades también recibieron gran cantidad de pobladores debido a la esperanza de muchos
novohispanos por conseguir un mejor nivel de vida.
La minería produjo un importante flujo de actividad económica que ocasionó el crecimiento de
la Nueva España al generarse empleos para gran cantidad de la población.
Según Eduardo Galeano «las minas exigían grandes desplazamientos de población y
desarticulaban las unidades agrícolas comunitarias; no sólo extinguían vidas innumerables a
través del trabajo forzado, sino que además, indirectamente, abatían el sistema colectivo de
cultivos. Los indios eran conducidos a los socavones, sometidos a la servidumbre de los
encomenderos y obligados a entregar por nada las tierras que obligatoriamente dejaban o
descuidaban.»
El beneficio de patio fue descubierto por Bartolomé de Medina en 1554, y su principal
consecuencia fue un incremento en la activación de la minería, pues el nuevo sistema requería
de menos tiempo, menor mano de obra y reducía la cantidad de trabajadores necesarios para
la obra. Sin embargo, la obra de Medina requería un mayor costo económico (el sistema
estaba formado por sal, pirita de hierro, cobre y mercurio— conocido entonces como azogue
—), pero el costo fue paliado rápidamente y la minería siguió su crecimiento.
La minería novohispana enfrentó varios problemas, como:
Escasa mano de obra al verse reducida la población indígena (principal trabajadora de las
minas), durante las epidemias del siglo XVI. Este inconveniente fue solucionado con la
importación de esclavos negros.
La importación de mercurio fue prohibida y castigada con la pena capital a partir de 1589, por
decreto de Felipe II. La razón dada fue que los ingleses eran los mayores comerciantes de tal
producto y al ser España su enemiga principal, sus colonias no podían comerciar con la corona
británica. La prohibición alentó el contrabando con piratas ingleses, como Henry Morgan.
La dureza del trabajo en las minas provocaba enfermedades como artritis reumatoide en los
mineros, lo que muchas veces ocasionó su muerte o cese en el trabajo. Los estímulos
brindados solían ser paupérrimos y los trabajadores muchas veces ocasionaron revueltas en
contra de los patrones.
La época dorada de las minas se alcanzó en el siglo XVII, y su mejor representante fue la mina
de la Valenciana, ubicada en Guanajuato y propiedad de Antonio de Obregón, conde de la
Valenciana. En el plazo de 1788 a 1808, la mina produjo 30 millones de pesos, cantidad
superior al Producto Interno Bruto del Virreinato del Perú. La plata fue el principal producto de
las minas novohispanas, y su importancia se reflejó en la proliferación de la orfebrería, que
poco a poco obtuvo gran prestigio en el mundo entero. Los aztecas también habían
desarrollado esta actividad en una escala menor, lo que aumentaron los novohispanos. Las
Antillas y Filipinas, fueron los principales mercados de venta de la plata producida en Nueva
España. En 1729, al celebrarse la boda de Fernando de Borbón y Saboya, príncipe de Asturias,
con Bárbara de Braganza, en Badajoz, Extremadura, los presentes otorgados fueron de plata
novohispana.
Según las leyes vigentes en la época, los particulares podían poseer terrenos pero todas las
riquezas del subsuelo eran propiedad de la Corona. En la mayoría de los casos, cualquier
español o indio podía explotar una mina siempre que una parte de la producción, el llamado
«quinto real», fuera para las Arcas Reales.
120
La participación directa de la Corona en las explotaciones no era algo habitual excepto en el
caso del mercurio, un mineral esencial para la extracción de plata. Esto y el hecho de que su
producción se concentrara únicamente en dos puntos del imperio (Almadén en Castilla y
Huancavelica en el Perú) hicieron que la Corona monopolizara su explotación de forma directa
o por medio de contratistas. De esta forma, el Estado podía controlar el precio de este metal y,
al tiempo, controlar que las minas de plata pagaran correctamente la parte que correspondía a
la Hacienda Real (por la correspondencia existente entre el mercurio utilizado y la plata
resultante del proceso). Desde que en 1559 llegara el primer cargamento, las minas de
Almadén serían las encargadas de suministrar el mercurio que Nueva España necesitaba. Las
explotaciones novohispanas tan solo tuvieron que recurrir al mercurio de Huancavelica cuando
la producción almadenense se derrumbó a mediados del s. XVII. Sin embargo, el producto
peruano era más caro y de peor calidad por lo que, en cuanto Almadén se recuperó a finales
del mismo siglo, Nueva España volvió a importar todo su mercurio desde allí.
Formación de la gran propiedad:Las haciendas tuvieron su apogeo en el siglo XVII y ocuparon gran parte del
centro del país, en especial el Bajío. En esta imagen se puede apreciar la segunda sección del Acueducto de
Querétaro, construido gracias a las influencias y oficios de Juan Antonio de Urrutia y Arana, marqués de la
Villa del Villar del Águila. Fue concluido en 1738 y aún se conserva.
Latifundio: Los primeros repartos de la tierra fueron realizados por los conquistadores sin los
permisos de los monarcas, pero más tarde fueron confirmados por éstos. Además de las
posesiones reconocidas por el rey y las tierras adquiridas por los españoles, existían las
mercedes reales, tierras cedidas por el rey a cambio de un pago, podían ser concedidos
mediante un título a un particular o a un pueblo en específico. El más extenso, famoso y
conocido fue el Marquesado del Valle de Oaxaca, propiedad de Hernán Cortés y poblado por
más de 23.000 indígenas, donde se asentó la base de la economía del sureste novohispano.
El Repartimiento fue la base de la administración pública durante esos años de consolidación
del virreinato. Los conquistadores se apropiaban del oro, el quinto real iba a la corona, el
diezmo a la iglesia. Los pueblos que eran los propietarios originarios de la tierra eran
despojados de ella mediante las denominadas mercedes reales. Las encomiendas nacieron a
principios del siglo XVII, era un sistema en que los indígenas estaban al completo servicio del
conquistador, quien tenía la obligación de impartirles educación cristiana y defender su
territorio de cualquier ataque. Otro elemento característico de este sistema fueron las
haciendas, que surgieron al iniciar la decadencia del sistema de encomiendas. Se
caracterizaron por el acaparamiento del territorio a su alrededor, lo que solía suceder en el
norte y centro del país.
La mitad de las propiedades de las tierras y del capital existente en México pertenecía a la
Iglesia, dueña de numerosas hipotecas en otras tierras que no le pertenecían.
El papel de los encomenderos, Encomienda:Desde el punto de vista europeo de aquel
tiempo, la legitimidad de la Conquista Española del Nuevo Mundo venía de la obligación de la
Corona Española de convertir a sus recién adquiridos súbditos paganos, es decir, una
continuación de la Reconquista de la Península Ibérica, donde las Coronas de Castilla y
Aragón. Sujetos al gobierno del rey quedarían solo los señoríos de mayor importancia, como
México mismo, los tlaxcaltecas y algunos otros. Durante los primeros años el factor decisivo
en esta relación estuvo más en los caciques, que en los encomenderos, pues estos, a pesar de
sus prerrogativas, estaban en una posición de suma debilidad. Sus armas y su capacidad de
121
respuesta eran pocas si se considera que ya no formaban una hueste sino que estaban
dispersos. Sólo después de algunos años, y con el respaldo de una presencia española más
fuerte en Nueva España, pudieron los encomenderos imponer sus deseos aún a contrapelo de
la voluntad de líderes locales. Para administrar a la población indígena se introdujo la figura
del encomendero. El encomendero debía proteger y evangelizar a los indios; a cambio, podía
quedarse con su tributo y servicio personal.
Las indias eran tomadas para todo uso, es decir, siervas y concubinas a la vez.
Comercio:La economía de América se estructuró en función de las necesidades del mercado
europeo, al servicio de la Corona Española. Los territorios americanos enviaban a Europa oro,
plata, cobre, mercurio, diamantes, y alimentos como el azúcar, el cacao, y recibían sal, vino,
aceite, armas, paños, telas y artículos suntuarios, además de esclavos.
El puerto de Veracruz fue su principal puerto al océano Atlántico, y el de Acapulco el principal
al océano Pacífico. Ambos puertos fueron fundamentales para el comercio ultramarino,
especialmente con Asia, como fue el caso del Galeón de Manila (también conocida como la
Nao de China), que era un buque que hacía dos viajes al año entre Manila y Acapulco, cuyas
mercancías eran después transportadas por tierra de Acapulco a Veracruz y posteriormente
reembarcadas de Veracruz a Cádiz, España. Así pues, los buques que zarpaban de Veracruz
iban generalmente cargados de mercancías de oriente procedentes de los centros comerciales
de las Filipinas, más los metales preciosos y recursos naturales de México, Centroamérica y el
Caribe. Sin embargo, estos recursos no se tradujeron en desarrollo para la metrópoli debido a
la frecuente inmersión de España en guerras en Europa, así como por la constante merma al
transporte ultramarino hecho por los asaltos de las compañías de bucaneros (ingleses),
corsarios (holandeses) y piratas (mixto). Estas compañías fueron inicialmente financiadas por,
primero, la bolsa de Ámsterdam —la primera de la historia y cuyo origen se debe
precisamente a la necesidad de fuentes de financiación de empresas de piratas—, así como
posteriormente por la bolsa de Londres. Lo anterior es lo que algunos
autores llaman el «proceso histórico de transferencia de riqueza del sur
hacia el norte»
Agave, planta originaria de Nueva España que enriqueció principalmente a
empresarios franceses que la explotaron.
Agricultura: hacia 1565 la corona estableció las reglas para el cultivo de
plantas europeas en América. El trigo fue el principal cultivo de los
españoles en el virreinato y tuvo su mayor auge en la zona de Atlixco,
Puebla. Los indígenas tenían menor posibilidad de contraer contratos agrícolas, pero en sus
tierras podían sembrar y cosechar maíz, frijol, cacao, maguey, agave y chile. La caña de
azúcar fue el cultivo más protegido por la corona, y a diferencia de otros, su producción no
estaba limitada a un grupo social y ello benefició a dueños de campos, cañeros, ingenieros
(dueños de ingenios), azucareros, molineros y trapiches. La vid y el olivo fueron dos de los
productos agrícolas más desarrollados por los españoles peninsulares del virreinato, pero su
comercio terminó en 1596 para proteger los intereses de la corona. Fue entonces cuando
comenzó el comercio del gusano de seda, con moreras plantadas en todo el país, pero
especialmente en el Bajío. Fue de esta planta que Miguel Hidalgo obtendría recursos en su
época de párroco de Dolores. Sin embargo, los mercaderes solían enfrentar la competencia de
los vendedores de las Filipinas, pues su seda oriental solía ser más apreciada que la producida
122
en Nueva España. La agricultura del mundo indígena tenía como base el maíz, que fue
añadido como principal alimento a la dieta diaria de los novohispanos, junto al frijol y al chile.
El maguey era usado para la producción de pulque, papel y otros productos. Consistía en una
planta de fibras secas a la que se le extraía la pulpa; de sus espinas se hacían agujas y clavos.
El agave era producido en la región de Jalisco, donde fue explotado junto con el añil a partir de
1750, por industriales franceses como André de Saint-Julien. En el pueblo de Tequila se fabricó
a base de agave la bebida homónima.
La moneda de oro fue establecida en 1771 y representó un avance en la economía del
virreinato, Bucareli logró aumentar el PIB ese año en un 50%, lo que significó un mayor uso de
los recursos propios en obras públicas, más el 30% de la ganancia fue enviada a España.
Efectos sociodemográficos y económicos de la minería: la minería, como actividad
económica principal, generó un contexto nuevo en la sociedad del virreinato. El oro y la plata
se consolidaron como productos de exportación, sirvió de enlace entre España y su colonia,
además de unir la economía mundial con la del incipiente virreinato. El auge del oro como
material minero principal ocasionó que Antonio María de Bucareli y Ursúa, virrey de Nueva
España, decretase en 1772 un edicto por el que se instituía la moneda de oro como circulante
oficial del Virreinato de Nueva España, medida que contaba con la anuencia del rey de España
y del conde de Aranda, primer ministro.
El comercio, la agricultura y la ganadería se vieron consolidados y fortalecidos con la medida
tomada por Bucareli, así como otras áreas como manufacturas y artesanías. Además, el oro
impidió por mucho tiempo la devaluación de la moneda al brindar un medio estable de canje.
Otra actividad beneficiada por la minería fue la exploración del norte del país, abandonado
desde la caída chichimeca, pero el descubrimiento de minas llevó a misioneros, agricultores y
ganaderos a establecerse en las vastas praderas del norte, convirtiendo aquellas zonas
inhóspitas, estériles y desoladas en zonas de producción, como Monterrey, capital del Nuevo
Reino de León. Así, la minería fue consolidando su posición como la actividad económica más
redituable en el virreinato, pero cayó a mediados del siglo XIX, al surgir la industria, caer las
minas a causa de las guerras, y devaluarse la moneda de oro en 1882.
Monopolios: La corona española limitó el comercio de su colonia para proteger sus
intereses, lo que significó un aliciente para el contrabando. Veracruz era el puerto
donde se realizaba el comercio con España, y las mercancías se descargaban en
Cádiz, donde comisionados de la Casa de Contratación de Sevilla revisaban las
mercancías. Por otro lado, Acapulco era la vía de comunicación con las Filipinas, y
donde se recibían sus productos. Los comerciantes españoles y del virreinato firmaron
acuerdos para establecer monopolios y beneficiarse así ellos mismos. Además no
existía relación comercial entre las mismas colonias, pues todo iba a la metrópoli.
La implementación de las alcabalas y el almojarifazgo contribuyó a obstaculizar el desarrollo
comercial del virreinato, pues se gravaban excesivamente los productos. Las rebeliones
separatistas de Cataluña y Portugal, lleva- ron al primer ministro Gaspar de Guzmán, conde-
duque de Olivares a impedir aún más el comercio, provocando una crisis económica y escasez
de alimentos, ocasionando su caída del cargo. Los monopolios se eliminaron un poco con las
reformas de Carlos III, pero muchas prohibiciones siguieron en pie hasta la época de la
123
independencia. Sin embargo, el contrabando ayudó a paliar un poco la escasa oferta comercial
existente en aquella época.
El papel de la iglesia: Base jurídica: Mediante la Primera breveInter Caetera, suscrita por
el Papa Alejandro VI se otorga a los Reyes Católicos, en pago a sus servicios y a su fidelidad a
la Iglesia Católica Apostólica Romana, la autorización y facultades necesarias para evangelizar
a los habitantes de las tierras descubiertas por Cristóbal Colón apenas un año antes. Sirviendo
esta Bula como apoyo jurídico que permitió a los peninsulares la evangelización y dominio
sobre las tierras recién descubiertas. Este documento papal fue firmado el día 3 de mayo de
1493.
Evangelización, Evangelización en la Nueva España :La evangelización en la Nueva
España fue un proceso que implicó -mediante la enseñanza fuera voluntaria u obligatoria de la
religión católica- en los territorios de la Nueva España la transmisión de la cultura occidental,
involucrando además de la religión, la lengua española y usos y costumbres europeos. La
religión católica fue un elemento clave en la expansión de los reinos españoles ( Castilla-
Aragón, y Portugal) desde la Edad Media, y punto fundamental en su desarrollo posterior, al
ser la Iglesia Católica un aliado político de los españoles y los conquistadores, quienes
justificaron sus acciones expansivas en el derecho divino y la enseñanza de la fe católica para
los infieles.
En el caso de la Nueva España la enseñanza de la religión fue una necesidad primordial al
tener enormes núcleos de población en Mesoamérica con un grado avanzado de desarrollo
religioso, así como estados teocráticos y prácticas opuestas a principios religiosos occidentales
como el sacrificio humano y la poligamia. Millones de indígenas tenían que ser adoctrinados en
el cristianismo por los reinos españoles para dos fines fundamentales: la salvación eterna y la
profesión de la fe católica y la integración inmediata a los usos occidentales.
La Catedral Metropolitana fue un símbolo del poder religioso que las
órdenes adquirieron en la colonia. Fue construida entre 1570 y 1813.
Órdenes religiosas: por órdenes del arzobispo primado de
España, Alonso de Fonseca y Ulloa, y a petición del gobernante
novohispano Hernán Cortés, arribaron a la Nueva España en
1523 doscientos franciscanos, dirigidos por Pedro de Gante
(pariente de Carlos I), Juan de Tecto y Juan de Aora,
pertenecientes a la alta sociedad castellana. Aora y Tecto
fueron llevados por Cortés a evangelizar las Hibueras, pero
murieron en el trayecto. Gante, mientras tanto, siguió su labor en Nueva España, fundó
hospitales y escuelas, estableció un convento y enseñó artes y oficios a los nativos. Murió en
1572, tras casi cincuenta años de labor. En 1524, llegó una nueva generación de misioneros
francis- canos, quienes ocuparon un papel preponderante como defensores de los indígenas y
de sus tierras, se establecieron principalmente en Michoacán y Puebla. Algunos franciscanos
de relieve en N. España fueron:
Juan de Zumárraga: Primer obispo de México, elevado más tarde a arzobispo por Clemente VII.
Luchó en contra de las antiguas creencias indígenas, destruyendo así muchos templos y
códices indígenas. Jugó un papel importante en la aparición de la Virgen de Guadalupe, en
1531, que a su vez contribuyó a evangelizar a muchos indígenas.
124
Vasco de Quiroga: Aristócrata castellano, se asentó en Pátzcuaro y más tarde en Valladolid,
donde fundó el Colegio de San Nicolás Obispo. Fundó las plantas de artesanos y campesinos,
por lo que fue llamado "Tata Vasco" por los indígenas purépechas.
Nativo de Durango, Vizcaya, Juan de Zumárraga sintió de joven la vocación religiosa y decidió
seguir estudios sacerdotales. Sirvió en Teruel y hacia 1528 fue nombrado primer obispo de la
entonces incipiente diócesis de México. Elevado a arzobispo en 1543 por Pablo III, fue uno de
los más conspicuos cazadores de brujas y prácticas religiosas prehispánicas, consideradas en
ese tiempo como satánicas. En 1531 fue parte de la historia de la Virgen de Guadalupe,
erigiendo años más tarde su primer santuario, completado por su sucesor Alonso de Montufar.
Murió siendo arzobispo el 3 de junio de 1548.
Los dominicos fueron la otra orden importante que se estableció en el virreinato, con poco
tiempo de diferencia de los franciscanos. Llegaron hacia 1526 y establecieron sus misiones en
Oaxaca y Chiapas. Bartolomé de las Casas presidió esta organización religiosa durante su
estancia en Nueva España, y en 1542 escribió al rey informándole acerca de la situación social
en Nueva España, cartas que más tarde recopiló en su obra "Brevísima relación de la
destrucción de las Indias". Francisco de Vitoria, de su misma orden, difundía ideas contrarias a
las de las Casas, y el Consejo de Indias les convocó a ambos para debatir sus ideas ante tal
organismo. Fue entre 1550 y 1551, cuando Vitoria, De las Casas y Juan Ginés de Sepúlveda
discutieron sus posturas en la llamada "Aula Triste" del Palacio de Santa Cruz. A este hecho se
le conoce como Junta de Valladolid. Las ideas de las Casas lograron mayor impacto en los
oidores, lo que quedó plasmado en las Leyes de Indias de 1552. Los agustinos fueron la
tercera orden en importancia, llegada en 1534 y extendida por la Mixteca y el Estado de
Guerrero, pero más tarde lograron su expansión por la Huasteca de San Luis Potosí y Veracruz,
unos años después a Michoacán. Entre otros, se destacaron Francisco de la Cruz, Agustín de la
Coruña y Jerónimo Jiménez. A base de donativos, la orden se hizo de grandes propiedades que
a la postre se convirtieron en haciendas y latifundios. Estas tres órdenes fueron las más
influyentes y las que construyeron grandes edificios para su religión, que al paso de los siglos
pueden verse todavía en pie.
Las órdenes minoritarias se dedicaban a atender los hospitales y las escuelas, como los
juaninos. Los hipólitos, los carmelitas, y los mercedarios, además de algunas órdenes
femeninas como las clarisas. La máxima realización de las órdenes terciarias fue el Hospital de
Jesús, durante siglos el mayor hospital capitalino, en él reposan los restos de Cortés.
Relaciones de la Iglesia con el Estado y los pueblos indígenas:Los pueblos indígenas
fueron en principio hostiles a la nueva doctrina y muchos de ellos se negaron a aceptar la
religión católica como única oficial. Los frailes se encargaron de la labor evangelizadora y
educativa, en esta tarea destruyeron vestigios de su antigua cultura. A la vez, integraron
valores del México prehispánico. La Inquisición fue establecida en 1571 a semejanza de la
española, que vigilaba y reprimía las manifestaciones contrarias a la religión, llevando muchas
veces a sus sentenciados a la pena capital. En principio, los religiosos se enfrentaron a Felipe
II pues los sacerdotes deseaban abolir la esclavitud predominante entre los indígenas, pero el
rey se negó y estuvo a punto de expulsarlos de sus dominios. El Papa Sixto V intervino y
concilió a ambas partes.
La Inquisición española: La Inquisición española fue establecida en la Corona de Castilla y
en la Corona de Aragón por orden de Isabel I y Fernando II, en 1479. Pedro Arbués fue el
125
primer inquisidor general, asesinado en 1485. Tras la caída de Granada, los moros y judíos que
se negaron a convertirse al cristianismo fueron expulsados en 1492, algunos de ellos
procesados por la inquisición, ejecutados y sus bienes confiscados. Pero las guerras en que el
emperador estaba enfrascado impidieron realizar su objetivo. Abdicó Carlos I en su hijo Felipe
II, quien durante los primeros años siguió la política de su padre, pero pudo instituir el Santo
Oficio en N. España hacia 1571. Desde 1569 se establecieron los primeros tribunales en Lima y
Cartagena de Indias. Fernando Valdés, inquisidor general con sede en Toledo, dictó las
primeras dispensas para la inquisición novohispana. Ya desde los primeros años de la Colonia
se habían dictado reservas para la persecución de herejes, castigo de blasfemias (instituida
por Cortés en 1520, un año antes de la caída de Tenochtitlan) y proceso de idólatras, cuyo
primer caso fue llevado por Nuño Beltrán de Guzmán contra un pueblo de tarascos, en 1530.
Pedro Moya y Contreras fue el primer inquisidor general del Virreinato hasta su muerte en
1591. Pablo IV organizó el índice de libros prohibidos, que tuvo vigencia en Nueva España
hasta 1820, año de la supresión del Santo Oficio. La tortura se empleaba como método para
obtener confesiones y para castigar, siendo muchas veces exhibidos públicamente los
condenados, usando un sambenito, poco antes de ser quemados en la hoguera mediante
autos de fe. La revolución de Rafael de Riego, que dio origen al Trienio Liberal, suprimió
definitivamente la Inquisición en marzo de 1820, siendo sus últimas labores la persecución de
los liberales contrarios a Fernando VII. En América se fomentó la Leyenda Negra de la
Inquisición Española, teniendo en los relatos de sentenciados, fuente de referencia.
Escudo de la Inquisición española, con sede en la Nueva España. Institución
fundada en 1478 por los Reyes Católicos para mantener la ortodoxia católica en
sus reinos, que tiene precedentes en instituciones similares existentes en
Europa desde el siglo XIII (véase el artículo Inquisición). La Inquisición española
estaba bajo el control directo de la monarquía. No se abolió definitivamente
hasta 1834, durante el reinado de Isabel II. Operó en Nueva España de 1571 a
1820, cuando por órdenes de Riego fue abolida, orden que llevó a cabo el virrey
Juan Ruiz de Apodaca
Al tomar posesión del Nuevo Mundo, Pablo III, pontífice de Roma, sugirió
a Carlos I establecer el Santo Oficio de la Inquisición en América, pero
las guerras en que el emperador estaba enfrascado impidieron realizar
su objetivo. Abdicó Carlos I en su hijo Felipe II, quien durante los
primeros años siguió la política de su padre, pero pudo instituir el Santo Oficio en Nueva
España hacia 1571. Desde 1569 se establecieron los primeros tribunales en Lima y Cartagena
de Indias. Fernando Valdés, inquisidor general con sede en Toledo, dictó las primeras
dispensas para la inquisición novohispana. Ya desde los primeros años de la Colonia se habían
dictado reservas para la persecución de herejes, castigo de blasfemias (instituida por Cortés
en 1520, un año antes de la caída de Tenochtitlan) y proceso de idólatras, cuyo primer caso
fue llevado por Nuño Beltrán de Guzmán contra un pueblo de tarascos, en 1530. Pedro Moya y
Contreras fue el primer inquisidor general del Virreinato hasta su muerte en 1591. Pablo IV
organizó el índice de libros prohibidos, que tuvo vigencia en Nueva España hasta 1820, año de
la supresión del Santo Oficio. La tortura se empleaba como método para obtener confesiones y
para castigar, siendo muchas veces exhibidos públicamente los condenados, usando un
sambenito, poco antes de ser quemados en la hoguera mediante autos de fe. La revolución de
Rafael de Riego, que dio origen al Trienio Liberal, suprimió definitivamente la Inquisición en
126
marzo de 1820, siendo sus últimas labores la persecución de los liberales contrarios a
Fernando VII. En América se fomentó la Leyenda Negra de la Inquisición Española, teniendo en
los relatos de sentenciada fuente de referencia.
La Virgen de Guadalupe y el empleo de su imagen para evangelizar, Nuestra Señora
de Guadalupe (México):La evangelización en la Nueva España no fue tarea sencilla,
especialmente en los primeros años de la Colonia, cuando aún estaban arraigadas las
costumbres prehispánicas religiosas. Fue en este ambiente de crispación y tensión religiosa,
causado por la destrucción por parte de los conquistadores de los elementos de la antigua
religión, en que, de acuerdo con la creencia católica, en 1531 apareció la Virgen de
Guadalupe, que al paso de los tiempos fue convirtiéndose en un símbolo de la nación,
fortaleció el mexicanismo, y fue el símbolo más importante empleado en la evangelización del
Virreinato de Nueva España. De acuerdo a la tradición recogida años después en el Nican
Mopohua, el 9 de diciembre de 1531 un indígena caminaba por las laderas del valle de México.
Su nombre era Juan Diego Cuauhtlatoatzin (venerado como santo por la Iglesia Católica), y
buscaba medicinas para aliviar las enfermedades padecidas por su tío Bernardino. La supuesta
aparición de la Virgen a Juan Diego se realizó con el fin de obtener un santuario para su
veneración en el cerro del Tepeyac, lugar donde ocurrieron las manifestaciones. Ante la
estupefacción de Juan Diego, la Virgen hizo una serie de peticiones hoy desconocidas, pero el
indígena sintió temor y no hizo caso a la aparición. Pocos días después, el 11 de diciembre,
Juan Diego volvió a subir a la capital, pero lo hizo por otro extremo para eludir el contacto con
la aparición. De nuevo la Virgen le salió al encuentro por su camino y le repitió sus peticiones,
pero Juan Diego se negó nuevamente. El 12 de diciembre la Virgen le reveló su nombre:
Guadalupe, y le dijo que otorgaría la salud a su tío Bernardino, pero le pidió que llevase unas
rosas de Castilla al obispo Juan de Zumárraga, como señal de la aparición divina. Juan
Bernardino, tío del mensajero, sanó pocas horas luego de la entrevista entre su sobrino y la
Virgen. Juan Diego, mientras tanto, se presentó ante el obispo de México y algunas personas
de la alta sociedad, mostrándoles las rosas de Castilla en su manto, en el que además había
quedado estampada la imagen de la Virgen de Guadalupe. Zumárraga atribuyó el hecho a una
intervención divina, tomó el ayate de Juan Diego y ordenó su exhibición pública. Años más
tarde, esta historia se relataría en el Nican Mopohua escrito en náhuatl por Luis Lasso de la
Vega. Juan Diego murió en 1548, fue beatificado en 1990 y canonizado en 2002, ambos
procesos por Juan Pablo II. Alonso de Montufar, sucesor de Zumárraga en el arzobispado de
México, mandó construir la primitiva Basílica de Guadalupe, inaugurada en 1708, y con calidad
de santuario desde 1738, concedido por Benedicto XIV, quien también designó a la Virgen de
Guadalupe "Patrona de México" y "Emperatriz de América". Los estragos de las guerras civiles
de México dañaron la estructura de la basílica por lo que en 1968 el arquitecto Pedro Ramírez
Vázquez tomó el proyecto de la nueva Basílica, inaugurada el 12 de octubre de 1976.La
importancia de la imagen radica en que durante siglos ha tenido un papel preponderante en la
historia de México, como símbolo patrio no oficial, ya que su fiesta (12 de diciembre) no fue
abolida del calendario con las Leyes de Reforma, inspiró a los insurgentes como estandarte de
su lucha y es considerada por la mayor parte del pueblo mexicano y la iglesia católica como la
patrona de México y de toda América.
Conflictos de la Iglesia con la corona española: Francisco Xavier Clavijero, intelectual y jesuita
de la Nueva España, expulsado con el resto de la orden en 1767. Se exilió en Roma, donde
127
escribió muchas veces al Papa Clemente XIII y a Carlos IIIde España pidiendo su regreso a la
Nueva España. Le fue negado y comenzó a escribir su "Historia de la Antigua o Baja California"
en dos volúmenes. Murió en 1787, en Bolonia.
Tras el advenimiento del primer Borbón a la corona española, Felipe V en 1700, el nuevo
monarca se hizo rodear de consejeros afrancesados enemigos del clero peninsular, lo que de
inmediato generó conflictos que se extendieron a lo largo de todo el siglo XVIII. La
sobrepoblación de clérigos y religiosas hizo que en 1717 el rey, aconsejado por su mujer Isabel
de Farnesio, dictara prohibiciones de fundar nuevos conventos en América y en 1734 se les
impidió recibir a nuevos miembros durante el plazo de diez años. Fernando VI, hijo y sucesor
del anterior, tuvo una política conciliadora con la Iglesia e incluso firmó un concordato con
Benedicto XIV en 1753, pero al año siguiente evitó que el clero interviniese en la redacción de
testamentos. Al morir Fernando VI sin descendencia, el trono pasó a manos de su liberal
hermano Carlos III, antiguo rey de Nápoles. En sus nuevos dominios aplicó las mismas políticas
anticlericales que en Nápoles. El conde de Aranda, su primer ministro, le informó del peligro
que representaban los jesuitas para la corona, por sus enseñanzas liberales y por su alianza
con Clemente XIII, por lo que el rey determinó expulsarles en 1767, causando así la caída del
sistema educativo de la N. España, pues los jesuitas eran los mayores educadores de la
juventud novohispana. El ejército condujo a los jesuitas a su destierro, y reprimió además
manifestaciones populares de repudio a la medida de Carlos III, como las suscitadas en San
Luis Potosí, Uruapan, Pátzcuaro y Guanajuato. La orden del rey fue ejecutada por el virrey
Carlos Francisco de Croix y por el visitador José de Gálvez, quien años más tarde se convirtió
en virrey y aplicó la "Real cédula sobre enajenación de bienes y cobro de capitales de
capellanías y obras pías para la consolidación de vales reales", lo que de un sólo golpe
destruyó la estructura económica de la Iglesia en la corona, que había funcionado durante más
de dos siglos. Los fondos recaudados fueron para fortalecer a la armada y al ejército español,
pues las ideas revolucionarias francesas comenzaban a traspasar fronteras.
El poder económico de la Iglesia en Nueva España:La Iglesia en España fue dividida en
dos grandes órdenes: el clero secular —integrado por los sacerdotes que no pertenecen a
ninguna orden y que están sometidos al poder de los obispos— y el clero regular, formado por
las órdenes religiosas de hombres y mujeres, sujetos a las reglas que su orden les imponga.
Esta estructura fue traída a la Nueva España, donde sufrió algunos cambios pero la esencia se
mantuvo a lo largo de la colonia. El diezmo fue, sin duda, la base de la economía clerical
novohispana, instituido por Alejandro VI en el Tratado de Tordesillas (1494). Era una especie
de impuesto sobre la renta, que equivalía a la décima parte de las ganancias obtenidas por
cada súbdito en un año, con respecto a sus propiedades inmuebles, ganaderas y agrícolas,
además de las comerciales. En su mayoría, el diezmo era usado para cubrir las necesidades de
los sacerdotes y pagar tributo a la corona, el resto era enviado al Papa quien lo distribuía en la
cristiandad de acuerdo a su criterio. Así, muchas órdenes consolidaron su poder al adquirir
haciendas, acumulando de esta manera muchos latifundios considerados "en
manos muertas", y fueron desamortizados hasta 1856 con Benito Juárez. El
virreinato concedía "merced de estancias" a ciertos colegios particular- mente
pobres, aunque esto rayaba en contra de que la Iglesia tuviera bienes raíces,
norma dictada por Pío VI. Otras órdenes como los agustinos, poseían
extensiones de terrenos para la crianza de ovejas. Las capellanías fueron una
128
de las mayores fuentes de ingresos para la Iglesia, consistía en un impuesto que se gravaba
sobre las propiedades de rurales, casas tiendas o talleres, a semejanza de una hipoteca. Los
censos consistían en una renta anual o hipoteca sobre una propiedad.
Cultura y ciencia: este virreinato fue la base del mosaico cultural y racial del período
americano. En su seno se fusionaron a lo largo de los 300 años de virreinato las culturas
náhuatl, maya, tolteca, mixteca, zapoteca y española. Asimismo, se dio una gran cantidad de
mezclas raciales: mestizos, mulatos, castizos, etc. Figuras como Sor Juana Inés de la Cruz y
Juan Ruiz de Alarcón destacan como sus más notables contribuyentes a la literatura española,
así como Manuel Tolsá en la arquitectura. Relativo a instituciones financieras destacó Pedro
Romero de Terreros, fundador del Sacro y Real Monte de Piedad de Ánimas, antecedente del
Nacional Monte de Piedad (también llamado Monte Pío), génesis del microcrédito a nivel
mundial. También destacan los descubrimientos químicos de Andrés Manuel del Río,
descubridor del Eritronio, posteriormente renombrado Vanadio, en la tabla periódica de los
elementos químicos.
Dentro de la arquitectura existieron los siguientes estilos: Monástico, Mudéjar,
Plateresco, Barroco, Churrigueresco, Neoclásico.
Educación:Lorenzo Boturini, intelectual italiano, logró recolectar una gran cantidad de
documentos prehispánicos entre los que destacaba la Tira de la Peregrinación, fundamental en
el estudio del México antiguo. Las disputas de Boturini con el virrey Pedro Cebrián y Agustín,
llevaron a su detención, posterior exilio y destrucción de gran parte de su obra. Portada del
Códice Boturini, conocido también como Tira de la Peregrinación.
Las escuelas durante la Colonia estuvieron en manos de la Iglesia, y estos centros educativos
solían situarse al lado de los templos católicos. En un principio, sólo se limitaba a españoles y
criollos, pero en 1523Pedro de Gante instituyó la primera escuela de oficios para indígenas,
llamada "Escuela de Artes y Oficios de San José de los Naturales". Poco tiempo después
ocurrió la fundación del Colegio de la Santa Cruz de Tlatelolco, dedicado a la educación
indígena, pero en un grado a las escuelas de oficios. Los criollos, por su parte, eran educados
por jesuitas y agustinos. Estas dos órdenes fundaron en 1576 el colegio de San Pedro y San
Pablo, sustentado por ricos comerciantes cuyos hijos asistían a recibir educación.
Sor Juana Inés de la Cruz única poeta en la época de la colonia.
El Colegio de San Ildefonso, fue obra de los jesuitas y se convirtió en el
mayor centro humanístico del siglo XVIII. Los dominicos tuvieron
importancia en la enseñanza de la doctrina católica y de la teología, al
fundar en la ciudad de México y Puebla los primeros seminarios. En 1575
Luis de León Romero, fundó el Colegio de San Luis, que otorgaba
reconocimiento a los sacerdotes dominicos egresados de la institución en
toda la orden. El Colegio de las Vizcaínas fue la primera institución laica
dedicada a la educación de mujeres. Así, muchas de las escuelas del país
se convirtieron en semilleros de la nueva identidad mexicana y precursores
de la independencia de la Nueva España.
Litografía de uno de los jardines de la Real
Universidad Pontificia de México, hecha por Claudio Linati hacia
1830. Fue cerrada definitivamente en 1865, por Maximiliano I, tras
129
varios cierres en años anteriores. La UNAM y la Universidad Pontificia de México pueden considerarse
sus herederas.
La Real y Pontificia Universidad de México: el 21 de septiembre de 1551, a petición de la
sociedad novohispana, el rey Carlos I dictó en Toro (Zamora), Castilla y León, la cédula de
creación de la Real y Pontificia Universidad de México. La fundación y labor educativa de los
colegios religiosos de Nueva España fue un factor importante para la institución de la
Universidad, que en principio tomó como modelo a la Universidad de Salamanca, en aquella
época la más importante de España y una de las más prestigiosas de Europa. La Universidad
fue inaugurada el 25 de enero de 1553.
Miguel Cabrera (1695-1768) fue un pintormexicano, uno de los artistas más prolíficos
del arte virreinal del siglo XVIII. Nació en Antequera (hoy Oaxaca) y en 1719 se
trasladó a la Ciudad de México. Se cree que inició su formación artística en el taller
de los hermanos Rodríguez Juárez, aunque también es posible que fuera discípulo de
José de Ibarra. Aquí se aprecia un retrato realizado por él al arzobispo primado de
MéxicoManuel José Rubio y Salinas (1751).
El claustro se convirtió pronto en la máxima institución de la universidad,
constituida por el rector, el maestro de escuela y los catedráticos. Los cursos
principales eran de griego, hebreo, filosofía, teología, gramática, que se
impartían en latín. Las Leyes de Indias fueron la base de muchas
constituciones de la institución, que sin embargo cambiaban al paso del
tiempo para adecuarse a los menesteres del país. El rector solía ser un letrado español
nombrado por el rey de España o en su defecto por el Consejo de Indias, era una figura de
gran autoridad y renombre, que además de dotaba de gran solemnidad a las ceremonias
realizadas. Los grados otorgados por la Universidad eran, de menor a mayor; bachiller,
maestro, licenciado y doctor, pero éste último sólo se concedía a aquellos que aprobaban con
honores su examen final. Varios de los títulos más destacados en la institución eran maestro
en filosofía y en teología.
Bellas Artes: Pintura:La pintura tuvo gran desarrollo en Europa durante la época de la
conquista, y para varios de los conquistadores españoles era prioritario representar sus
triunfos mediante las bellas artes. Hacia 1538, llegó el primer pintor español a Nueva España,
llamado Rodrigo de Cifuentes y probablemente ficticio. El trabajo de Cifuentes consistió en
decorar varios conventos de Tlaxcala y plasmar con su arte la conversión de los principales
señores tlaxcaltecas al cristianismo, en una pintura hoy perdida e intitulada "El bautizo de los
caciques de Tlaxcala", en lo que fue considerado el convento más antiguo de América. Otros
pintores notables de esa época fueron Francisco de Morales, Francisco de Zumaya, Andrés de
la Concha y Juan de Arrúe. Pero el más notable del siglo XVI novohispano fue, sin duda, el
flamencoSimón Pereyns se asentó en Nueva España desde 1566, y junto a los pintores antes
mencionados formó un grupo cultural que predominó en la pintura novohispana hasta 1620.
La pintura religiosa fue la más recurrida en el siglo XVII, y gran parte de ella se encuentra en
el Museo Nacional del Virreinato en Tepotzotlán. Los más notables pintores fueron José Ibarra,
los vascosEchave y Cristóbal de Villalpando. Hacia la mitad de tal siglo, surgió Miguel Cabrera,
conocido retratista que plasmó en sus cuadros varias escenas de la vida cotidiana en Nueva
España, retrató además a Sigüenza y a Sor Juana. Nicolás Rodríguez Juárez, otro pintor de la
época, solía retratar a virreyes, arzobispos, obispos, corregidores y potentados. Con el auge de
130
los movimientos de independencia, la pintura adquirió un toque nacionalista que perduró
hasta entrado el siglo XX.
Escultura:La escultura no tuvo un tratamiento completo como arte, sino que más bien se
limitó a adornar iglesias y conventos, se consideraba más bien como arte derivado de la
pintura y la escultura y no fue financiada por mecenas, lo que llevó a su estancamiento
durante toda la Colonia. Poco antes de estallar la guerra de independencia, el valenciano
Manuel Tolsá comenzó a dar clases de escultura y a montar un taller de tal arte en la
Academia de San Carlos. Se dice que, gracias a la colaboración de sus pupilos, pudo concebir
y poner en marcha la conocida estatua de Carlos IV, encargada por el virrey Branciforte.
Música: Otra de las artes que recibieron el impulso de la Iglesia fue la música. Quienes la
practicaban debían componer a menudo varias partituras para su ejecución en misas. Antonio
Sarrier, quien estudió música en Italia, introdujo la vanguardia musical en la Nueva España al
componer una sonata con fuga. Juan Matías y Antonio de Salazar, oaxaqueños ambos,
compusieron un Tratado de Armonía que durante mucho tiempo sirvió para la enseñanza de la
música en Nueva España. En 1711 se estrena en la ciudad de México la ópera La Parténope
con música de Manuel de Sumaya, maestro de la capilla catedralicia y el más grande
compositor barroco mexicano. La especial importancia de ésta ópera es que es la primera
compuesta en América del Norte y la primera ópera compuesta en el continente americano
por un compositor americano. Esta ópera da inicio a la fecunda y aún poco estudiada historia
de la creación operística latinoamericana no interrumpida desde entonces durante trescientos
años. Durante el transcurso de los siglos XVI y XVII emergió en la Nueva España música del
mismo esplendor y colorido de la música barroca contemporánea de Europa. Las
composiciones musicales fueron dedicadas al culto religioso de la época, así como también, en
algunos casos, a representar los sentimientos humanos más profundos.
Existe una gran cantidad de trabajos musicales y documentales que describen la actividad
musical alrededor de la Iglesia católica durante el periodo virreinal de México. Entre las
ciudades con mayor desarrollo musical se encuentran la Cd México, las ciudades de Puebla,
Oaxaca, Tepotzotlán y la antigua Valladolid (hoy Morelia).
Pedro de Gante (1480-1572). Fundador de la primera escuela de música en la Nueva España;
Juan Xuarez
(1539). Primer maestro de capilla de la Catedral de México; Hernando Franco (1532-85).
Maestro de capilla de la Catedral de México;Juan de Lienas. Compositor novohispano de finales
del siglo XVI); Pedro Bermúdez. Maestro de capilla de la Catedral de Puebla durante la primera
década del siglo XVII; Bernardo de Peralta y Escudero. Compositor de obras polifónicas de la
Catedral de Puebla; Juan Gutiérrez de Padilla. (Maestro de Capilla entre 1629 y 1664).
Compositor mexicano más importante del siglo XVII; Francisco López Capillas. Puebla.
Segunda mitad del siglo XVII; Miguel Matheo de Dallo y Lana. Puebla; Juan Navarro Gaditanus.
(1550-1610) Monje franciscano. Catedral de Morelia, Convento de Santa Rosa de María.
Valladolid; Antonio de Salazar. Maestro de capilla de la Catedral de México entre 1688 y 1715;
Ignacio de Jerusalem y Stella. Compositor italiano.
Maestro de capilla de la Catedral de México de los
años 1749 al 1769; Matheo Tollis de la Roca. Sucesor
de Ignacio de Jerusalem; Manuel de Sumaya
(Zumaya). Compositor de la segunda ópera conocida
131
del Nuevo Mundo; José Aldana. (1758-1810). Compositor más importante de la segunda mitad
del siglo XVIII en la Nueva España; Manuel Arenzana. (1762-1821). Maestro de capilla de
Puebla en los principios del siglo XIX. Estilo musical con las nuevas tendencias europeas de la
época.
El Templo de Santa Prisca es un monumento colonial que se localiza en la ciudad de Taxco de Alarcón,
en el norte del estado de Guerrero, México. Se trata de un edificio construido en la década de 1750
(más precisamente, entre los años 1751 y 1758), dedicado para el culto católico en esa población cuya
principal actividad fue —y sigue siendo— la minería de la Plata.
Arquitectura: La mayoría de las ciudades españolas del Nuevo Mundo eran construidas sobre
planos basados en el diseño de un tablero de ajedrez, donde el punto cumbre era el centro de
la ciudad. En él se hallaban las iglesias, la catedral (en caso de que la ciudad fuese cede
diocesana), las casas de los fundadores, el ayuntamiento y el palacio del regidor. Los barrios y
los mercados solían quedar fuera de la ciudad, las calles seguían trazos cardinales y
enmarcaban hacia el centro.
El modelo de ciudad fue tomado de Toledo, entonces capital de España y aplicado por vez
primera en la Ciudad de México, hacia 1524. La arquitectura monástica siguió estilos
predominantes en Europa, como renacentista, gótica, mudéjar y plateresco. Ejemplos de
gótico es la catedral de Guadalajara, mientras que del plateresco lo son la casa Montejo
(Mérida), y los templos de Cuernavaca, Cholula, Izamal y Acolman. Todas estas construcciones
fueron inspiradas en modelos de Andalucía y Castilla, que también tuvieron auge en Quito
(Ecuador) y Cuzco (Perú). Para fines del siglo XVI, llegó al virreinato una nueva corriente
arquitectónica, el mudéjar, surgida por la fusión de las costumbres moras con las tradiciones
cristianas, tuvo su mayor auge en los territorios de la Corona de Aragón. Caracterizado por el
uso de ladrillos, azulejos, fuentes y dobles arcos cruzados, una de sus construcciones
características en Nueva España fue la Fuente de la Reina, ubicada en Chiapa de Corzo.
Sucesor del renacimiento como arte principal europeo fue el barroco, nacido de la
Contrarreforma, como una necesidad eclesiástica para difundir la doctrina católica de un modo
más sensitivo y menos racionalista. Predominó hasta principios del siglo XVIII, con un marcado
estilo preferencial hacia las formas monumentales, efectos teatrales, movimiento de las
formas decorativas en plantas arquitectónicas, además solía decorarse con figuras de plantas
y animales. La mayor parte de los templos católicos fueron construidos con este estilo, como
la Iglesia de Santa Mónica, en Guadalajara, la Iglesia de Tepoztlán y la Iglesia de Santa Prisca,
Taxco. El neoclásico desplazó al barroco violentamente tras la llegada de los Borbón a España
(1713), despreciando así las columnas —sustituidas por pilastras—, y el blanco se convirtió en
el color predominante, representando la modernidad. Manuel Tolsá, arquitecto valenciano, fue
el mayor exponente del rococó novohispano; sus obras más conocidas fueron el Palacio de
Minería y la estatua ecuestre de Carlos IV, conocida como "El Caballito".
José Benito Churriguera, arquitecto madrileño, fue el patriarca de una conocida familia de
artistas. Impuso su propia representación del barroco, conocido como churrigueresco. Esta
nueva corriente se caracterizaba por abundante y fantasiosa decoración, uso de pilastras y
estípites. En Nueva España, fue ejemplificada en las iglesias del Bajío, especialmente
Guanajuato.
132
Literatura:En la literatura virreinal de México podemos distinguir varios periodos. En el
primero la literatura está vinculada con el momento histórico de la conquista, en él abundan
las cartas y crónicas.
Itinerario de la armada del rey católico a la isla de Yucatán, probablemente de Juan Díaz
(1480-1549).
Relación de algunas cosas de las que acaescieron a Hernando Cortés, de Andrés de Tapia
(1498-1561)
Cartas de relación de Hernán Cortés (1485-1547).
Historia verdadera de la conquista de la Nueva España de Bernal Díaz del Castillo (1492-1584).
Historia general de las cosas de Nueva España de fray Bernardino de Sahagún(1499-1590).
Historia de las Indias, Brevísima relación de la destrucción de las Indias, Apologética historia,
etc. de fray Bartolomé de las Casas (1484-1566).
Historia general de las Indias, La Conquista de México, de Francisco López de Gomara (1511–
1566).
Antigüedades de la Nueva España, de Francisco Hernández (1517-1578)
Relación de las cosas de Yucatán, de fray Diego de Landa (1524-1579).
Crónica mexicana y Crónica mexicáyotl, de Hernando de Alvarado Tezozómoc (c.1525-c.1610).
Historia de Tlaxcala de Diego Muñoz Camargo (ca.1530-ca.1600)
Historia Chichimeca de Fernando de Alva Ixtlilxóchitl (¿1568?-1648).
Historia general de las Indias occidentales y particular de la gobernación de Chiapa y
Guatemala de Fray Antonio de Remesal.
En el periodo posterior floreció el arte barroco. Muchos de los autores conocidos del siglo
incursionaron con mayor o menor éxito en el terreno de los juegos literarios, con obras como
anagramas, emblemas y laberintos. Hubo autores notables en la poesía, la lírica, la narrativa y
la dramaturgia.
Bernardo de Balbuena (1562-1627). Nacido en España, graduado en la Universidad de México,
autor de Grandeza mexicana.
Francisco Cervantes de Salazar (¿1514?-1575). Nacido en España, fue catedrático de retórica y
luego rector en la Universidad de México, autor de una Crónica de la Nueva España y de
poemas y diálogos latinos (siguiendo a Vives) de tema mexicano destinados a la enseñanza
del latín.
Gutierre de Cetina (1520-1567). Nacido en España, vivió y murió en México. Su producción
poética es anterior a su estancia en México, pero se ha especulado con la existencia de obra
teatral novohispana luego perdida.
Fernando de Córdoba y Bocanegra (1565-1689). Nació en México y murió en Puebla. Se
conservan dos estancias místicas, Canción al amor divino y Canción al santísimo nombre de
Jesús.
Juan Ruiz de Alarcón y Mendoza (1581-1639).
Sor Juana Inés de la Cruz (1651-1695).
Miguel de Guevara (c. 1586-después de 1646). Fraile agustino en Michoacán, con don de
lenguas indígenas. Un manuscrito suyo de 1638 incluye, entre otros poemas, el soneto No me
mueve mi Dios para quererte... por lo que forma parte del grupo de poetas a los que se ha
atribuido su autoría, si bien el famoso soneto figura desde 1628 en antologías publicadas en
España.
133
Antonio de Saavedra Guzmán (Publicó en 1599). Autor del poema El peregrino indiano,
alabanza de Cortés.
Carlos de Sigüenza y Góngora (1645-1700).
Francisco de Terrazas, se sabe que estaba vivo entre 1525 y 1600). Mexicano, próximo a
Cortés, alabado por Cervantes como poeta (en La Galatea). Se conservan fragmentos de su
poema Conquista y Mundo Nuevo.
En el siglo XVIII surgieron escritores ilustrados y clasicistas como:
Diego José Abad (1727-1779).
Francisco Javier Alegre (1729-1788)
Francisco Javier Clavijero (1731-1787).
Rafael Landívar (1731-1793).
José Joaquín Fernández de Lizardi (1776-1827) «El pensador mexicano».
Fray Servando Teresa de Mier (1765-1827).
Carlos de Sigüenza y Góngora. Nació en la capital del virreinato hacia 1645, proveniente de
una familia aristocrática oriunda de Navarra. Recibió una educación esmerada por parte de
sus padres, emparentados con Luis de Góngora y Argote, máximo exponente del culteranismo
barroco. Su enseñanza se centró en la filosofía, matemáticas, ciencias e historiografía. A los 15
años de edad, entró a un seminario jesuita, del que fue expulsado pocos meses más tarde
debido a salir de noche, algo prohibido en el estatuto. Sin embargo, Góngora encontró en el
seminario sus primeros ímpetus científicos y literarios. Se graduó de teología y matemáticas
en la Real Universidad Pontificia de México, más nunca ejerció como sacerdote. En 1679, para
conmemorar el 148° aniversario de la aparición de la Virgen de Guadalupe, Góngora escribió
"Primavera Indiana", folletín en el que exaltaba la devoción a la patrona de México. Para 1681,
un cometa apareció en el firmamento de la ciudad de México, y Góngora se encargó de
describir al objeto, y así convencer a muchos ciudadanos supersticiosos de la naturaleza
inofensiva del suceso. En 1690 publicó su obra más importante, "Libra astronómica", y dos
años más tarde dirigió un programa de población en la bahía de Panzacola. Sus principales
obra son "Las Glorias de Querétaro" (1668), y varios libros de poemas. Murió en 1700, siendo
contemporáneo de Newton y Leibniz.
Sor Juana Inés de la Cruz nació en San Miguel Nepantla en 1651, pero quedó huérfana de
padre y madre en 1654, siendo criada por su abuelo. A los tres años y medio de edad comenzó
a leer y poco después a escribir; su primera composición fue una loa para el festival de Corpus
Christi en 1658. Al año siguiente mostró deseos de ingresar en una escuela para estudiar
literatura y artes, pero las reglas de la época impedían que una mujer se preparara y
estudiase.[] El virrey Antonio Sebastián de Toledo Molina y Salazar, le examinó en 1667 junto a
varios sabios de la época, y determinó que la joven estaba preparada para ingresar a la
universidad más ella decidió recluirse en un convento para escribir el resto de su vida. Se
insinúa una presunta relación lésbica de Sor Juana con la virreina, marquesa de Mancera, que
supuestamente puede asegurarse a través de sus poemas:
El resto de su vida, Sor Juana escribió varios libros de poemas, como "Décimas y sonetos",
pero incursionó también en la lírica, alegoría, soneto, poesía sacra, festiva y popular. Autora
de varios villancicos, compuso varias obras de teatro en su vida, como "Los empeños de una
casa", "Amor es más laberinto" y "El divino Narciso". Su loa en prosa más conocida es
"Neptuno alegórico". El obispo de Puebla, Manuel Fernández de Santa Cruz, bajo el seudónimo
134
"Sor Filotea de la Cruz" le escribió censurando su comportamiento impropio de la época. La
serie de cartas "Respuesta a Sor Filotea de la Cruz", fue una reseña de la vida de la poetisa
que murió enferma de viruela, el 17 de abril de 1695, a la edad de 43 años. La enfermedad fue
contraída al cuidar a enfermos en los rincones paupérrimos de la capital.
[]
2.3.2.- La acumulación originaria en la Nueva España: El saqueo de América Latina y la
acumulación originaria: En el primer tomo de El Capital, escribió Karl Marx: “El descubrimiento
de los yacimientos de oro y plata de América, la cruzada de exterminio, esclavización y
sepultamiento de la población aborigen, el comienzo de la conquista y el saqueo de las Indias
Orientales, la conversión del continente africano en cazadero de esclavos negros: son todos
hechos que señalan los albores de la era de producción capitalista. Estos procesos idílicos
representan otros tantos factores fundamentales en el movimiento de la acumulación
originaria”.
El saqueo, interno y externo, fue el medio más importante para la acumulación primitiva de
capitales que, desde la Edad Media, hizo posible la aparición de una nueva etapa histórica en
la evolución económica mundial. A medida que se extendía la economía monetaria, el
intercambio desigual iba abarcando cada vez más capas sociales y más regiones del planeta.
Ernest Mandel ha sumado el valor del oro y la plata arrancados de América hasta 1660, el
botín extraído de Indonesia por la Compañía Holandesa de las Indias Orientales desde 1650
hasta 1780, las ganancias del capital francés en la trata de esclavos durante el siglo XVIII, las
entradas obtenidas por el trabajo esclavo en las Antillas británicas y el saqueo inglés de la
India durante medio siglo: el resultado supera el valor de todo el capital invertido en todas las
industrias europeas hacia 1800. Mandel hace notar que esta gigantesca masa de capitales
creó un ambiente favorable a las inversiones en Europa, estimuló el "espíritu de empresa" y
financió directamente el establecimiento de manufacturas que dieron un gran impulso a la
revolución industrial. Pero, al mismo tiempo, la formidable concentración internacional en
beneficio de Europa impidió, en las regiones saqueadas, el salto a la acumulación de capital
industrial. "La doble tragedia de los países en desarrollo consiste en que no sólo fueron
víctimas de ese proceso de concentración internacional, sino que posteriormente han debido
tratar de compensar su atraso industrial, es decir, realizar la acumulación originaria de capital
industrial, en un mundo que está inundado con los artículos manufacturados por una industria
ya madura, la occidental."
Las colonias americanas habían sido descubiertas, conquistadas y colonizadas dentro del
proceso de la expansión del capital comercial. Europa tendía sus brazos para alcanzar el
mundo entero. Ni España ni Portugal recibieron los beneficios del arrollador avance del
mercantilismo capitalista, aunque fueron sus colonias las que, en medida sustancial,
proporcionaron el oro y la plata que nutrieron esa expansión. Como hemos visto, si bien los
metales preciosos de América alumbraron la engañosa fortuna de una nobleza española que
vivía su Edad Media tardíamente y a contramano de la historia, simultáneamente sellaron la
ruina de España en los siglos por venir. Fueron otras las comarcas de Europa que pudieron
incubar el capitalismo moderno valiéndose, en gran parte, de la expropiación de los pueblos
primitivos de América. A la rapiña de los tesoros acumulados sucedió la explotación
sistemática, en los socavones y en los yacimientos, del trabajo forzado de los indígenas y de
los negros esclavos arrancados de África por los traficantes.
135
Europa necesitaba oro y plata. Los medios de pago de circulación se multiplicaban sin cesar y
era preciso alimentar los movimientos del capitalismo a la hora del parto: los burgueses se
apoderaban de las ciudades y fundaban bancos, producían e intercambiaban mercancías,
conquistaban mercados nuevos. Oro, plata, azúcar: la economía colonial, más abastecedora
que consumidora, se estructuró en función de las necesidades del mercado europeo, y a su
servicio. El valor de las exportaciones latinoamericanas de metales preciosos fue, durante
prolongados periodos del siglo XVI, cuatro veces mayor que el valor de las importaciones,
compuestas sobre todo por esclavos, sal, vino y aceite, armas, paños y artículos de lujo. Los
recursos fluían para que los acumularan las naciones europeas emergentes. Ésta era la misión
fundamental que habían traído los pioneros, aunque además aplicaran el Evangelio, casi tan
frecuentemente como el látigo, a los indios agonizantes. La estructura económica de las
colonias ibéricas nació subordinada al mercado externo y, en consecuencia, centralizada en
torno del sector exportador, que concentraba la renta y el poder.
A lo largo del proceso, desde la etapa de los metales al posterior suministro de alimentos,
cada región se identificó con lo que produjo, y produjo lo que de ella se esperaba en
Europa: cada producto, cargado en las bodegas de los galeones que surcaban el océano, se
convirtió en una vocación y en un destino. La división internacional del trabajo, tal como fue
surgiendo junto con el capitalismo, se parecía más bien a la distribución de funciones entre un
jinete y un caballo, como dice Paul Baran. Los mercados del mundo colonial crecieron como
meros apéndices del mercado interno del capitalismo que irrumpía. Celso Furtado advierte que
los señores feudales europeos obtenían un excedente económico de la población por ellos
dominado, y lo utilizaban, de una forma u otra, en sus mismas regiones, en tanto que el
objetivo principal de los españoles que recibieron del rey minas, tierras e indígenas en
América, consistía en sustraer un excedente para transferirlo a Europa. Esta observación
contribuye a aclarar el fin último que tuvo, desde su implantación, la economía colonial
americana; aunque, formalmente mostrara algunos rasgos feudales, actuaba al servicio del
capitalismo naciente en otras comarcas. Al fin y al cabo, tampoco en nuestro tiempo la
existencia de los centros ricos del capitalismo puede explicarse sin la existencia de las
periferias pobres y sometidas: unos y otros integran el mismo sistema.
Pero no todo el excedente se evadía hacia Europa. La economía colonial también financiaba el
despilfarro de los mercaderes, los dueños de las minas y los grandes propietarios de tierras,
quienes se repartían el usufructo de la mano de obra indígena y negra bajo la mirada celosa y
omnipotente de la Corona y su principal asociada, la Iglesia. El poder estaba concentrado en
pocas manos, que enviaban a Europa metales y alimentos, y de Europa recibían los artículos
suntuarios a cuyo disfrute consagraban sus fortunas crecientes. No tenían, las clases
dominantes, el menor interés en diversificar las economías internas ni en elevar los niveles
técnicos y culturales de la población: era otra su función dentro del engranaje internacional
para el que actuaban, y la inmensa miseria popular, tan lucrativa desde el punto de vista de
los intereses reinantes, impedía el desarrollo de un mercado interno de consumo.
Una economista francesa sostiene que la peor herencia colonial de América Latina, que explica
su considerable atraso actual, es la falta de capitales. Sin embargo, toda la información
histórica muestra que la economía colonial produjo, en el pasado, una enorme riqueza a las
clases asociadas, dentro de la región, al sistema colonialista de dominio. La cuantiosa mano
de obra disponible, que era gratuita o prácticamente gratuita, y la gran demanda europea por
136
los productos americanos hicieron posible, dice Sergio Bagú "una precoz y cuantiosa
acumulación de capitales en las colonias ibéricas. El núcleo de beneficiarios, lejos de irse
ampliando, fue reduciéndose en proporción a la masa de población, como se desprende del
hecho cierto de que el número de europeos y criollos desocupados aumentara sin cesar". El
capital que restaba en América, una vez deducida la parte del león que se volcaba al proceso
de acumulación primitiva del capitalismo europeo, no generaba, en estas tierras, un proceso
análogo al de Europa, para echar las bases del desarrollo industrial, sino que se desviaba a la
construcción de grandes palacios y templos ostentosos, a la compra de joyas y ropas y
muebles de lujo, al mantenimiento de servidumbres numerosas y al despilfarro de las fiestas.
En buena medida, también, ese excedente quedaba inmovilizado en la compra de nuevas
tierras o continuaba girando en las actividades especulativas y comerciales.
En el ocaso de la era colonial, encontrará Humboldt en México "una enorme masa de capitales
amontonados en manos de los propietarios de minas, o en las de negociantes que se han
retirado del comercio." No menos de la mitad de la propiedad raíz y del capital total de México
pertenecía, según su testimonio, a la Iglesia, que además controlaba buena parte de las
tierras restantes mediante hipotecas. Los mineros invertían sus exceden- tes en la compra de
latifundios y en los empréstitos en hipoteca, al igual que los exportadores de Veracruz y
Acapulco; la jerarquía clerical extendía sus bienes en la misma dirección. Las residencias
capaces de convertir al plebeyo en un príncipe y los templos despampanantes nacían como los
hongos después de la lluvia.
En el Perú, a mediados del siglo XVII, grandes capitales procedentes de los encomenderos,
mineros, inquisidores y funcionarios de la administración imperial se volcaban al comercio. Las
fortunas nacidas en Venezuela del cultivo del cacao, iniciado a fines del siglo XVI, látigo en
mano, a costa de legiones de esclavos negros, se invertían "en nuevas plantaciones y otros
cultivos comerciales, así como en minas, bienes raíces urbanos, esclavos y hatos de ganado".
2.3.3.- Unidades de producción: minería, comercio e industria. Por el Profesor Alan
Carrasco Dávila:
Resumen: La política económica de España se caracterizó por obstaculizar el progreso lógico
de la N. España en todos sus aspectos: régimen de propiedad, agricultura, minería, ganadería,
industria, trabajo y comercio.
Creó latifundios, prohibió cultivos, señaló privilegios a la minería, dictó leyes contrarias a la
industria y estancó los principales productos; fomentó la encomienda, el repartimiento y el
peonaje, de igual manera restringió el comercio exterior.
Introducción: El imperio español instauró el Virreinato de Nueva España en 1535, luego de la
caída del imperio azteca a manos de Hernán Cortés, considerando la enormidad territorial de
sus nuevos dominios.
Su territorio abarcó una gran extensión cuyo centro natural era el valle de México. Sobre los
cimientos de la monumental Tenochtitlan (la capital azteca), se erigió la Ciudad de México,
sede de la corte virreinal durante todo el período colonial. El primer Virrey fue don Antonio de
Mendoza, conde de Tendilla.
El virreinato comprendía, por el Sur, toda la América Central (Guatemala, El Salvador,
Nicaragua, Honduras y Costa Rica), salvo la gobernación de Castilla de Oro con la estratégica
ciudad de Panamá. Por el Este, incluyó al Golfo de México y al Mar de las Antillas. Sin
embargo, el territorio insular compuesto por las Pequeñas y Grandes Antillas, vale decir, Cuba,
137
Santo Domingo y Puerto Rico entre otras, no formó parte de Nueva España, constituyendo
gobernaciones independientes. Al Norte, la frontera del virreinato fue avanzando
gradualmente a medida que las huestes españolas doblegaban la resistencia que oponían los
temidos pueblos chichimecas. La jurisdicción de Nueva España incluyó, finalmente, parte de
los actuales estados de California, Texas, N. México, Arizona, Utah, Nevada y Colorado,
pertenecientes a Estados Unidos desde 1848.
Hacia el Oeste, N. España limitaba con el Océano Pacífico, hasta que se le agregó la
administración de las Islas Filipinas, conquistadas en 1564 por la expedición de López de
Legazpi. Posteriormente, Nueva España comerciaría con Filipinas, Japón, China, India y otros
países de Asia, a través del llamado "Galeón de Manila", conocido también como "Nao de la
China", que zarpando del Puerto de Acapulco en Nueva España, hacía viajes anuales, de ida y
vuelta, a Manila, capital de las Filipinas.
N. España alcanzaba el orden de 4 millones de habitantes de acuerdo a las estimaciones de
investigadores.
Durante la 2ª mitad del Siglo XVI, el virreinato de N. España empeñado en la consolidación de
sus fronteras y la búsqueda de recursos mineros y agropecuarios, allanó el camino a su futura
preeminencia dentro del mundo colonial. En efecto, durante el siglo XVII caracterizado por
altibajos económicos que afectaron tanto a la metrópoli como a sus colonias, Nueva España se
convirtió, a partir de las primeras décadas del siglo XVIII, en la unidad política hegemónica de
ultramar, superando incluso al virreinato del Perú.
Aspectos económicos de la colonia:
a) Política económica de España: La política económica seguida por España en la Colonia
se caracterizó por obstaculizar el progreso lógico en todos sus aspectos: estableció el régimen
de propiedad privada de la tierra e impulsó el latifundismo en sus formas laica y eclesiástica;
implantó un sistema de prohibiciones con respecto a ciertos cultivos; favoreció el monopolio y
el estanco como medios de impedir el libre comercio; protegió a la industria metropolitana
evitando la creación de una industria nacional y monopolizó el tráfico del comercio con el
exterior.
A continuación, se describirá de qué manera influyeron estas trabas metropolitanas en cada
uno de losaspec- tos económicos de la N. España, régimen de propiedad: agricultura, minería,
ganadería, industria, y comercio.
b) El régimen de la propiedad: A raíz de la conquista, toda la tierra fue considerada
propiedad del Rey de España, aunque éste la enajenaba a favor de sus súbditos, ya
haciéndoles merced (merced real) de las tierras gratuitamente, ya en pago de servicios o bien
mediante cierta cantidad de dinero.
Propiedad comunal: A las ciudades, villas y pueblos indígenas se les respetó la propiedad
comunal, que consistía principalmente en montes para hacer leña, pastos para los ganados y
ejidos o lugares cercanos a las poblaciones destinados a descargar y limpiar las cosechas de
los vecinos.
Para premiar los servicios de Cortés y sus compañeros, se formaron grandísimos latifundios,
despojándose muchas veces de sus tierras a los pueblos indígenas (montes, pastos, ejidos)
Esto hizo que desde un principio la propiedad estuviera tan mal repartida, que para fines de la
época colonial toda la propiedad rústica y urbana estaba en manos de un quinto de la
población de la Nueva España y el resto no poseía nada absolutamente.
138
Propiedad particular: los latifundios eran de propiedad particular y de propiedad eclesiástica.
El latifundio particular recibió el nombre de hacienda. La mayoría de sus dueños vivía en la
ciudad y sólo se preocupaba por recoger la renta de sus tierras. Había veces que ni las
conocían, ni se preocupaban por mejorar sus cultivos, ni sabían administrarlas. Con frecuencia
las hipotecaban a los principales prestamistas de entones: el clero o los mineros acaudalados.
El más rico y poderoso de todos los propietarios fue el clero. Acrecentó sus bienes
principalmente a través de mercedes reales, donativos de particulares, préstamos con interés,
diezmos y primicias de todos los productos de la tierra, dotes de las mujeres que entraban en
religión, derechos parroquiales, mandas y legados y el privilegio de no pagar impuestos al
Estado.
De este modo la propiedad se fue estancando y sustrayéndose a la circulación, debido
también a la creación de los mayorazgos (costumbre de heredar con todos los bienes
inmuebles al primogénito, quien sólo podía transmitirlos de igual modo a su sucesor).
Los bienes raíces, tanto de los mayorazgos como de la Iglesia, se llamaban bienes de manos
muertas, porque no podían enajenarse ni hacerse circular.
c) La agricultura: La base de la alimentación en esta época fueron los cultivos indígenas: el
maíz, el fríjol, la calabaza, el aguacate y el chile, que se producen en casi todo el país.
Muy importante también fue el cultivo del maguey de pulque, pues la embriaguez se extendió
de manera alarmante entre los autóctonos después de la Conquista.
En cambio los conquistadores aclimataron nuevas plantas: el trigo, que prosperó en las tierras
templadas y frías; el plátano, el arroz y la caña de azúcar se extendieron en la tierra caliente.
La plantación de árboles frutales traídos de España se difundió rápidamente, aun entre los
nativos, debido a los misioneros.
El cultivo de la morera y la cría del gusano de seda adquirieron enorme importancia en el siglo
XVI, pero luego fueron prohibidos, así como el cultivo de la vid y el olivo.
Otros cultivos coloniales preferidos fueron los de la cochinilla, insecto que se cría en los
nopales y produce un color púrpura importantísimo para el teñido de los textiles en aquel
tiempo; el de la vainilla, el añil y el tabaco.
Las causas del atraso en la agricultura en la época colonial mexicana fueron las siguientes: La
mala distribución de la tierra que originó el latifundismo; los mayorazgos, cuyos poseedores
estaban ausentes o no tenían interés en sus propiedades; los bienes de manos muertas, que
dejaban sin cultivar grandes extensiones; la falta de buenos sistemas de irrigación, y la
prohibición para ciertos cultivos, (la prohibición se daba principalmente, porque los
monopolistas españoles tenían el control de la producción y distribución de los productos y
prohibían la competencia de los productores de las colonias). Aunado a esto, los españoles, los
mestizos y los criollos consideraban a la agricultura una ocupación inferior, por esta razón las
haciendas estuvieron en manos de capataces negros, los dueños se conformaron con tener
una renta anual sin que les interesara realizar mejora alguna.
d) Ganadería: La caballada y el ganado vacuno, traídos de España, se propagaron
rápidamente. Lo mismo ocurrió con la cría de ovejas, cerdos y gallinas, aún entre los
conquistados.
A fines del siglo XVI existían manadas de toros y caballos sin dueño. Se inició también un
comercio muy intenso de ganado vacuno y de productos de los mismos. Los cueros se
enviaban a España con el objeto de aprovecharlos en las industrias.
139
e) La minería: Fue ésta la actividad más importante de la Nueva España, debido a que el
concepto de riqueza de la época se basaba en la cantidad de metales preciosos que poseyeran
tanto los pueblos como los individuos. Otros factores favorecieron el desarrollo de la minería:
La mano de obra muy barata o gratuita de los esclavos; los privilegios concedidos al gremio de
los mineros; el interés de la Corona por el Quinto Real que percibía y la no intervención de la
Iglesia en los negocios de minas.
Centros mineros: una vez consumada la conquista, comenzó a explorarse el territorio de la
Nueva España en todas direcciones por los gambusinos en busca de minas. A fines del siglo
XVI ya eran conocidos varios de los productos minerales más importantes como el oro y la
plata; los centros mineros más importantes fueron: en Zacatecas, Sombrerete, Fresnillo,
Nombre de Dios y Santa Bárbara; en Guanajuato; en Taxco; en Tlalpujahua; en Pachuca; en
Oaxaca, etc. En el siglo XVII las minas más importantes que se descubrieron fueron las de San
Luis Potosí, y en el siglo XVIII, las de Real de Catorce.
El sistema de patio: A fines del período colonial la minería estaba floreciente. Una de las
causas de ese desarrollo fue el descubrimiento hecho en Pachuca en 1554, por el sevillano
Bartolomé de Medina, del beneficio de los minerales de plata por medio de la sal y el mercurio.
Este sistema llamado de patio o amalgamación, facilitó la extracción de la plata e hizo
costeable la explotación de minerales de baja ley, dando origen a la fundación de numerosas
haciendas de beneficio.
Otro invento notable fue el de la capellina, que era un cono de metal que servía para impedir
la salida a los vapores de mercurio, obteniéndose una economía de este metal, su autor fue
Juan Capellán, minero de Taxco.
Privilegios de la minería. Para mejorar la técnica de las explotaciones se fundó el Colegio de
Minería en 1792; se creó también una especie de Banco de Avío, donde los mineros
encontraron protección económica; se dictaron las Célebres Ordenanzas de Minería, para
brindar mayor confianza a quienes se dedicaban a tal actividad, y se erigió un tribunal
especial, la Diputación de Minería, para proteger los intereses de los mineros.
f) La industria: Todas las leyes dictadas por el Consejo de Indias en materia de industria
tuvieron un carácter prohibitivo para la Nueva España (porque así convenía a los intereses de
los monopolios).
No se permitió la fabricación de vinos, ni la elaboración de sedas. Al efecto se mandaron
destruir inmensos plantíos de caña de azúcar, de vid y de moreras, (la morera es un árbol
donde se cría el gusano de seda).
Si a lo expuesto agregamos que la técnica usada era rudimentaria, pues los peninsulares, al
pasar a América, implantaron en estas nuevas tierras las formas más retrasadas de trabajo,
lastre del decadente feudalismo en que se debatía España.
La Corona Española no ahogaba las iniciativas de producción industrial, sino las frenaba para
que ellas se mantuvieran en nivel que a ella convenía.
Los obrajes. Las industrias carecieron de capitales que permitieran la introducción y
renovación de maquinaria. Las primeras fábricas que hubo en México recibieron el nombre de
obrajes. La vida que llevaron los trabajadores era verdaderamente espantosa. Se les mantenía
presos por deudas, se les azotaba por la menor falta hasta matarlos a golpes, y sin darles casi
de comer, se les encerraba en piezas subterráneas, mezclados con criminales. Todo esto a
pesar de que las leyes lo prohibían.
140
Los gremios. El taller artesano de españoles, en cambio, disfrutó de privilegios. Estaban
agrupados, por la religión, en cofradías, bajo el patronato de algún santo; regidos por la ley de
gremios. Cada oficio tenía el suyo, minuciosamente reglamentado por medio de ordenanzas
que prohibían, entre otras cosas, admitir como miembros a los indios, negros y mulatos.
Como todo estaba reglamentado, y nadie podía apartarse de la regla, el progreso industrial no
se desarrolló y se estancó por completo.
Las categorías de los trabajadores eran tres: aprendices, oficiales y maestros.
Los gremios eran distintos a los sindicatos actuales, porque los primeros no eran asociaciones
de trabajadores para defender sus derechos de un empresario capitalista, sino más bien
unidades para organizar el trabajo de los artesanos de un mismo oficio. Aquel medio de
agremiarse correspondía a un concepto medieval del trabajo, y poco a poco se fue
sustituyendo por el obraje hasta su desaparición por orden real en 1790.
Principales industrias. Sin embargo de lo anterior, hubo algunas industrias: las de hilados y
tejidos, que fabricaban telas groseras de lana y algodón, y las industrias que elaboraban
tabacos, también azúcar y naipes. La explotación de la grana chinchilla y del pulque fueron los
menos perjudicados.
Centros industriales. Funcionaron industrias de hilados y tejidos en las ciudades de México,
San Miguel el Grande, Guadalajara, Córdoba y Puebla.
Los estancos. Las industrias del tabaco, la pólvora, los naipes, los cordobanes, la nieve, la sal,
el mercurio, etc., fueron estancos, estos es, constituyeron monopolios del gobierno, quien les
fijaba precio a su antojo.
g) El trabajo: Los sistemas de trabajo empleados por los españoles en la agricultura y la
minería fueron: la encomienda, el repartimiento y el peonaje.
La encomienda significó el reparto de indígenas entre los conquistadores, a fin de que ellos se
encargaran de cristianizarlos y de protegerlos, a cambio de utilizar sus servicios. A pesar de
este espíritu humanitario de la encomienda, la explotación de los autóctonos fue sistemática y
las violaciones constantes, pues frecuentemente los encomenderos alquilaban a “sus” indios
para el peligroso y agotante trabajo de las minas.
A pesar de las disposiciones reales para acabar con la encomienda, los encomendadores
lograron su perpetuación hasta por cinco vidas. Sin embargo, la encomienda empieza a perder
importancia a fines del Siglo XVI, más no como resultado de las leyes ni del espíritu justiciero
de algunos españoles, sino por la introducción de otro sistema de trabajo más agotante y más
perjudicial para la población indígena: el repartimiento.
El repartimiento consistía en la facultad que tenían los alcaldes mayores de sacar de los
pueblos de indios a toda la gente que fuera indispensable para atender al cultivo de los
campos propiedad de los españoles, y el trabajo de las minas durante el término de una
semana. Este trabajo tenía que desempeñarlo en lugares distantes de sus pueblos, a jornadas
de dos a tres semanas; prestar servicio en las minas y en los campos de cultivo, para después
regresar enfermos a sus casas, con sus familias hambrientas, miserables.
El peonaje puso fin a la encomienda, pues el indio encomendado se convirtió en peón de las
haciendas (laicas y eclesiásticas), de las minas y de los obrajes.
No obstante que el encomendado se transformó en peón, en realidad continúo en una
situación de servidum- bre, debido a que su salario era tan miserable que no pasaba de dos
reales diarios, apenas suficiente para no morirse de hambre. Para el indio la situación no
141
cambió. Las jornadas de trabajo continuaron siendo no meno- res de 12 horas diarias (de sol a
sol); y como persistió la costumbre de adelantarles hasta 20 pesos anuales, en realidad
hipotecaban sus vidas, pues a eso equivalía su calidad de peones acasillados en las haciendas.
Además, en algunos lugares se permitió que las haciendas tuvieran una especie de cárcel,
llamada “tlapizquera”, en donde, con el pretexto de cuidar y vigilar a los indios, se les
encerraba para evitar que buscaran un trabajo más remunerativo o que llegaran a fugarse.
Con el fin de evitar estos abusos, el Virrey Matías de Gálvez expidió, en 1785, un Reglamento
de Ganadería, prohibiendo a los hacendados y dueños de reales de minas que se les prestara
a los indios, por cuenta de sus salarios, más de 5 pesos.
Desgraciadamente, a pesar de que las leyes eran claras, no se cumplían. Se ordenaba pagar
en moneda y en propia mano, pero en las haciendas, las minas y en los obrajes existió la
fatídica tienda de raya, donde el peón, en lugar de dinero, recibía artículos de ropa, alimentos
y aguardiente a elevados precios, motivando que el trabajador siempre estuviera endeudado
con el patrón.
Los peones de minas, durante el siglo XVII, tuvieron un salario de dos a cuatro reales diarios,
además del derecho al beneficio de partido, que consistía en poder trabajar más tiempo
después de cumplir su jornada de doce horas para obtener una parte del metal extraído. Las
ordenanzas de 1770 suprimieron en definitiva los “partidos”, con el consiguiente descontento
de los trabajadores, que provocaron tumultos y sublevaciones entre los mineros del Cerro de
San Pedro, en San Luis Potosí y en Real del Monte, en Hidalgo. El peón de industria no sufrió
menos. Los obrajes parecían oscuras cárceles, sin higiene ni ventilación; los peones se
aglomeraban adentro sin derecho a salir a la calle, excepto los casados, que sólo lo hacían los
domingos.
h) El comercio exterior: Con el fin de organizar el comercio de la metrópoli con las colonias,
se creó en el año 1503 la Casa de Contratación de Sevilla, con autoridad para conceder
permisos y recaudar impuestos sobre importación y exportación, armar embarcaciones y
supervisar mercancías, recibir el oro dirigido tanto a la Corona como a los particulares,
estudiar y resolver los litigios habidos entre los comerciantes, conocer de las violaciones
cometidas en los reglamentos y vigilar que los barcos empleados en el comercio fuesen
construidos en España y tripulados por españoles.
Además, este organismo tuvo facultades legislativas, administrativas, judiciales y hacendarias.
La Real Casa de Contratación de Indias: (casa de contratación de Sevilla) fue una institución que se
estableció en 1503, por decretos reales de 10 de enero y 14 de febrero, con sede en Sevilla, creada
para fomentar y regular el comercio y la navegación con el Nuevo Mundo. Su denominación oficial era
Casa y Audiencia de Indias y estableció un asiento que dio como fruto un monopolio de comercio
español con las Indias. Algunos períodos entre el siglo XVI y el XVIII llegaba a recibir 270.000 kilos de
plata y 40.000 kilos de oro al año.
Estaba regulada de acuerdo a las Ordenanzas expedidas en Alcalá de Henares en el momento de su
creación, y entre sus finalidades se especificaban las de "recoger y tener en ella, todo el tiempo
necesario, cuantas mercaderías, mantenimientos y otros aparejos fuesen menester para proveer todas
las cosas necesarias para la contratación de las Indias; para enviar allá todo lo que conviniera; para
recibir todas las mercaderías y otras cosas que de allí se vendiese, de ello todo lo que hubiese que
vender o se enviase a vender e contratar a otras partes donde fuese necesario". Su reglamento fue
modificado por las Ordenanzas expedidas en Monzón en 1510 y toda la legislación referente a este
organismo se imprimió en 1522.
142
Las Ordenanzas de 1510 son más extensas y minuciosas que las de 1503. Se especifican las horas de
trabajo; se determinan los libros de registro que hay que llevar; se regula la emigración; se trata de las
relaciones con mercaderes y navegantes; se dispone lo relativo a los bienes de los muertos en Indias, y
se le incorpora el matiz científico al incluirse dentro de la Casa de la Contratación al Piloto Mayor
-creado en 1508-, encargado de examinar a los pilotos que desean hacer la carrera, y de trazar los
mapas o cartas de navegación y el Padrón Real o mapa-modelo del Nuevo Mundo, hasta 1519 en que se
crea el puesto de Cartógrafo. Piloto Mayor en 1508 fue Américo Vespucio, sucediéndole más tarde Juan
Díaz De Solís y Sebastián Cabot. A mediados del siglo la Casa del Océano -como gustaba de
llamarla Mártir de Anglería- era un organismo bien reglamentado, con capilla y cárcel propia.
El monopolio comercial. Sin embargo, esta política de monopolio y de proteccionismo que
siguió España, lejos de favorecerla, le ocasionó su empobrecimiento y decadencia económica,
pues fomentó el contrabando, la salida de moneda y la piratería, que enriquecieron a todos los
países europeos menos a la propia España.
El comercio. Los artículos principales que España enviaba a México, por medio de flotas que
anualmente hacían su recorrido, eran aceites, aguardientes, objetos de hierro, lencería, telas
manufacturadas en Holanda e Inglaterra, jarcias, papel, vajillas, etc., además de los productos
procedentes de las Filipinas que la Nao de China traía al puerto de Acapulco. Este último
acontecimiento fue motivo de interesantes ferias, a las que concurrían comerciantes de
distintas partes de la Nueva España para comprar perlas, especias, muebles, perfumes,
ámbar, telas de seda, seda cruda, floja y torcida.
Las prohibiciones al comercio exterior impidieron el comercio directo entre N España y las
Filipinas, entre N. España y Buenos Aires, entre Perú y N. España, pues el comercio autorizado
sólo podía efectuarse a través de los únicos puertos habilitados de España: Cádiz y Sevilla; y
los de América: Veracruz, Panamá y Cartagena.
En el Siglo XVII tuvo su auge la piratería. Francia, Holanda e Inglaterra se enriquecieron con el
botín capturado por sus corsarios a los galeones españoles.
España, sin una respetable armada, trató de proteger a sus naves creando dos flotillas para
perseguir a los corsarios y resguardar a sus puertos. Una funcionó en España; la otra en Nueva
España con el nombre de Armada de Barlovento.
La política liberal de Carlos III: Para remediar esta situación, el Rey Carlos III tomó estas dos
resoluciones:
1). Desaparición del monopolio que tenían los puertos de Cádiz y Sevilla, Veracruz, Panamá y
Cartagena y la apertura de nuevos puertos tanto en España como en América.
2). Abolición del sistema de flotas, libertad de navegación y supresión de varios impuestos.
La obra del monarca culminó con la expedición de la Real Pragmática del comercio Libre, por
la que se concedían numerosas franquicias mercantiles, que aumentaron el primer año en
ocho veces el concepto de derecho de aduana.
Además, se creó en México en 1792 el tribunal del Consulado y el de Veracruz en 1795, con el
fin de apresurar el trámite de los juicios mercantiles entre mercaderes, fomentar el comercio,
recaudar las alcabalas, etc.
i) Comercio Interior: El comercio interior padeció de una serie de obstáculos en perjuicio de
los consumidores, quienes adquirían los artículos con un recargo de cien a doscientos por
ciento. Los numerosos impuestos, las cuadrillas de salteadores, la falta de vías de
comunicación, la amenaza de tribus chichimecas, la escasez periódica de moneda, etc.,
143
obligaron a los consumidores a adquirir productos de contrabandistas holandeses, ingleses y
franceses.
Rutas comerciales. El punto central del comercio interior fue la Ciudad de México. A ella
afluían todos los productos llegados de ultramar y de ella salían para todos los lugares de la
Colonia. El transporte de los artículos y mercancías se hizo por los caminos más frecuentados
por el comercio, que eran: 1) el de México a Veracruz, por Puebla y Jalapa; 2) el de México a
Acapulco, por Chilpancingo; 3) el de México a Guatemala, por Oaxaca; 4) el de México a Santa
Fe de Nuevo México, por Durango. Ramificaciones importantes fueron los caminos que iban de
México a San Luis Potosí y Monterrey, y de México a Valladolid y Guadalajara.
j) Organización de la Hacienda Pública: La Real Hacienda se encargaba de controlar los
ingresos y egresos del gobierno de la Colonia. Para ello dispuso de un complicado mecanismo
de Oficiales Reales, los cuales controlaban la percepción de impuestos, la llegada de los
barcos de España, la salida de los mismos, el funcionamiento de las industrias y el comercio,
así como el reparto de lo ingresado en las Cajas Reales.
Ingresos. La fuente principal de ingresos eran los derechos reales sobre el producto de las
minas (el 5° Real)
El tributo o impuesto personal que pagaban los indios y las castas varió de cuatro reales a un
peso y cincuenta centavos y a tres pesos que pagaban en el siglo XVIII; estaban exceptuados
las mujeres, los niños, los caciques, los enfermos y los milicianos. Lo más duro de este
impuesto era que debían pagarlo por partida triple: al Rey, al cacique y al encomendero.
Otras fuentes de ingresos para la Corona fueron: la venta de empleos, los impuestos sobre
sueldos civiles, los diezmos y los estancos. El clero estaba exceptuado de pagar impuestos.
Impuestos al comercio. Los principales impuestos mercantiles fueron: el derecho de avería,
el almojarifazgo y la alcabala. El 1° consistía en el pago de gastos de los buques reales que
escoltaban las flotas; el 2° era el pago por entrada y salida de mercancías, y el 3° era otro
pago a razón del 10% sobre el valor de las mercancías que llegaban a España por la primera
venta que de ellas sé hacia; en la colonia sólo se pagaba el 6%.
La amonedación. En 1536 fundó el Virrey Mendoza, la Casa de Moneda, en la que se
acuñaba plata y cobre, y desde 1675 se acuñó oro. Esta institución era la más grande del
mundo y las monedas llamadas del “cuño mexicano” circulaban por toda la tierra. Las
monedas de plata fueron de a peso (onza de plata), de cuatro reales, dos reales, un real (1/8
de onza) y medio real.
Envíos a España y los situados. Hacia el último tercio del siglo XVII los ingresos anuales de
la Real Hacienda ascendían a veinte millones de pesos y los egresos se distribuían entre las
remisiones a España (siete millones), otras para sostener varios establecimientos coloniales de
Asia y América que no alcanzaban a cubrir sus gastos (situados), y que ascendían a unos tres
millones, y el resto, o sea diez millones, para la administración de la Colonia entre gastos de
guerra, pensiones, sueldos, cárceles y otros gastos.
k) Condiciones económicas de los diversos grupos sociales: La población de la Nueva
España llegó a tener unos seis millones de habitantes, los cuales estuvieron divididos en
cuatro grandes sectores: indios, mestizos y castas, criollos y peninsulares.
El sector más numeroso de la población colonial fue el de los indios. Eran despreciados y
explotados por las demás clases sociales, estaban separados de ellas por el idioma y la
civilización. El gobierno colonial nunca los incorporó a la civilización europea, por eso llevaron
144
una vida primitiva y triste. El derecho de conquista los convirtió en encomendados, es decir,
en jornaleros de los grandes propietarios, que los ocupaban en las labores más pesadas de los
campos y las minas, laborando de sol a sol, percibiendo un mísero jornal, que era absorbido
por la tienda de raya. Se les castigaba despiadadamente y sus protestas siempre fueron
ahogadas en sangre para escarmiento de los demás.
Esta situación de menosprecio hacia los indios despertó en éstos un odio profundo hacia los
blancos, que con el tiempo tuvo que estallar en sublevaciones y motines sangrientos.
Los mestizos y castas. Producto de español e india los primeros y de las demás sangres los
segundos, tenían una condición muy especial, pues mientras eran denigrados por los blancos,
se sentían superiores a los indios, a quienes explotaban y tiranizaban. Algunos se dedicaban a
la ganadería, a las armas, o bien a servir como artesanos o peones en las haciendas, la
mayoría residía en las ciudades, donde formaban la plebe, conocida como léperos, “pelados”,
etc. Las castas pagaban tributo y se les marcaba para que jamás abandonaran su condición.
Por ello vivían en un constante estado de odio hacia los blancos.
Los criollos eran los hijos de españoles nacidos en la Nueva España, formaban el sector más
importante e ilustrado de la Colonia. La política de la Casa de Borbón, que consideró a los
países de América como verdaderas colonias, apartando del gobierno de las mismas a los
nacidos en ellas, para tenerlos sujetos, contribuyó a enemistar a este sector criollo, tanto de
los peninsulares como de la metrópoli.
La situación de los criollos fue muy difícil. Resultaban ser personas acomodadas cuando por
derecho de primogenitura recibían cuantiosas herencias, si eran hijos menores se dedicaban a
las profesiones más lucrativas de la época, como eran la carrera eclesiástica (donde ocupaban
puestos secundarios), la abogacía, la medicina o la profesión de las armas, siempre estaban
alejados de empleos de mando y bien retribuidos y aun eran desplazados de los centros
comerciales.
Los puestos públicos que podían ocupar los criollos eran los del Ayuntamiento, bien por haber
sido heredados (regidores perpetuos), o bien por haber resultado electos (regidores electivos).
Tal situación les permitía cierta injerencia en los asuntos gubernamentales, donde se daban
cuenta de la pésima administración.
Esta subordinación de los criollos a los españoles dio origen a una protesta que el
Ayuntamiento de la Ciudad de México hizo ante el soberano en 1771, condenando la situación
y sosteniendo que los criollos debían ser preferidos en los empleos de la Nueva España, pues
lo contrario traería la ruina del reino.
Los peninsulares eran los españoles nacidos en Europa, y sólo venían a la Nueva España a
enriquecerse. Formaban el sector privilegiado y constituían la minoría. En cambio, eran
dueños de las fuerzas productoras y ocupaban los principales puestos en la administración, del
ejército y de la iglesia. Sus riquezas, sus fueros y privilegios hicieron de ellos el grupo adicto a
la dominación española, que se hizo odioso para los demás grupos sociales.
Conclusión: La situación general de la Nueva España a fines del Siglo XVIII era, en apariencia
próspera. La política seguida en sus colonias por Carlos III, Rey de España, reanimó la
economía del país, incrementando la producción minera, activando el comercio y aumentando
la agricultura y las pequeñas industrias. La Ciudad de México, capital de la Nueva España,
llegó a ser la más hermosa y grande de las ciudades de América.
145
Pero toda esta prosperidad era aparente. En el fondo de la sociedad colonial existía un
profundo malestar, ocasionado por causas de carácter, social, político, económico y cultural,
que determinaron, fundamentalmente, el odio irreconciliable entre un reducido sector de
privilegiados y los otros grupos que integraban la población novohispana.
Otra causa de descontento era ver que de 20 millones de pesos que producía a la Corona la N.
España salían del país más de diez, sin dejar en él ningún provecho, para ser invertidos en las
otras colonias o en la península.
Además, la política económica de España, consistente en crear monopolios y estancos, así
como prohibir la fabricación de determinadas mercancías y cultivar ciertas plantas con el fin
de favorecer su comercio, provocó disgustos entre los criollos ilustrados, quienes pensaron en
la independencia de la Nueva España como única medida para que éste disfrutara de sus
propias riquezas.
Por otro lado, la distribución de la propiedad territorial era desastrosa. Numerosos latifundios
sin explotación estaban en poder de los peninsulares, mientras la inmensa mayoría del pueblo
carecía de una pequeña parcela y vivía en lugares apartados llevando una vida miserable. Los
indios eran dueños de la propiedad comunal de sus pueblos; pero no podían disponer de ella
sin el permiso de la Real Hacienda. Era justo y humano que también ellos pensaran en un
cambio del orden establecido para aliviar su situación.
2.3.4.- Los monopolios de la metrópoli (España): Las relaciones de Nueva España con el
mundo fueron un conjunto de movimientos económicos de América que comenzaron tras el
descubrimiento de éste para poder controlar las rutas marinas y nutrir la economía del imperio
español.
Tras el descubrimiento de América, el Imperio Español, abrió un comercio exterior e interior
con la mayoría de los países de Europa; como Inglaterra, Italia, Alemania y Francia, con los
que mantuvo buenas relaciones económicas para la metrópoli hasta finales del siglo XVI. A
finales del siglo XVII cuando la Corona perdió territorio intentó recuperarlo e impulsó diversas
reformas que cobraron verdadera fuerza en el siglo XVIII, que serían causa, de que
comenzaran a gestarse ideas independentistas en la segunda mitad de ese siglo.
Relaciones con el mundo exterior español:El descubrimiento y colonización de los
territorios americanos, así como las grandes riquezas y beneficios que de éstos obtenía
la Corona española, despertaron el interés de otras naciones europeas que también buscaban
extender sus territorios y aumentar su poderío económico, como Inglaterra, Francia y Holanda.
España, celosa de conservar sus privilegios en América, estableció un régimen de navegación
y de comercio cerrado y proteccionista, sustentado en la corriente económica
del mercantilismo, el cual imponía severas restricciones al comercio entre las naciones.
España buscó a una costa establecer barreras comerciales estrictas alrededor de sus
posesiones en América para proteger su monopolio económico. Sin embargo, a la larga esa
política le resultó contraproducente, ya que mientras el poderío económico de España se
basaba en los metales preciosos obtenidos en América, los ingleses, franceses y holandeses
empezaron a producir manufacturas que comercializaban en Europa, incluyendo a España, la
cual se veía obligada a comprarles las mercancías que no se producían ni en la península ni en
las colonias. Así, España fue quedando rezagada en el proceso manufacturero con respecto de
otros países europeos, pues participaba en el mercado mundial como una nación compradora
de manufacturas y no productora de ellas. Por otro lado, al restringir España el libre
146
comercio entre sus colonias y otras naciones europeas, propició el contrabando, mediante el
cual se introducían mercancías de manera clandestina a las colonias, así como la piratería
inglesa, francesa y holandesa sobre las embarcaciones españolas que llevaban las riquezas
metálicas desde América a la metrópoli. Ello constituyó una de las múltiples causas de los
constantes conflictos y enfrentamientos bélicos entre España y otras naciones europeas,
principalmente Inglaterra y Francia, que la obligaron a destinar gran parte de las riquezas
obtenidas en sus colonias y mermaron su poderío.
Las medidas proteccionistas y de fronteras cerradas de la Corona española y sus colonias no
solamente se debían a razones económicas; tenían también un trasfondo ideológico, ya que
intentaban impedir que las nuevas ideas religiosas de la Reforma protestante llegaran a
tierras americanas, pues de hacerlo pondrían en peligro los privilegios y el papel de la Iglesia
católica en las colonias del Nuevo Mundo.
La Corona española estableció, en un principio, que Sevilla fuera el único puerto autorizado
para comerciar con las posesiones americanas y, a través de la Casa de Contratación de
Sevilla, regulaba el comercio tras- atlántico al autorizar la entrada y salida de barcos, así como
de los pasajeros que iban y venían de América. Los comerciantes de Sevilla, y más tarde los
de Cádiz, tuvieron la concesión de comerciar en forma exclusiva con América, control que les
aportaba enormes beneficios económicos. Durante algunos años los comerciantes de ambos
puertos mantuvieron el monopolio de productos como el vino, aceite de oliva, papel, textiles
finos, herramientas de hierro, entre otros, cuya producción estaba prohibida en Nueva España,
con el objeto de proteger a los productores y manufactureros españoles. Se implementó
el almojarifazgo que era un impuesto aduanero, el derecho de importación en la Nueva España
se pagaba a razón de un 10% sobre las mercancías importadas de España, pero al precio de
los productos había que añadir un 5% adicional por el pago de impuesto de exportación que
debía pagarse en los puertos españoles, el precio del vino era gravado con un 10% al salir de
los puertos españoles, es decir su costo se incrementaba un 20% tan solo por el pago de
impuestos. En los primero años del virreinato de la Nueva España, al igual que en otras
colonias se tenía prohibición absoluta de comerciar con súbditos o naciones extranjeras. Sin
embargo con el tiempo fue disminuyendo la demanda americana de los productos españoles,
los cuales fueron sustituidos finalmente por otros productos manufacturados en Inglaterra,
Holanda, Francia e Italia.
La introducción en las colonias americanas de las manufacturas extranjeras que en la mayoría
de los casos llegaba de contrabando, tuvo consecuencias negativas para la economía
española, que quedó rezagada con respecto de las economías de otros países europeos.
En América:En los años 1517 y 1518, Diego Velázquez como gobernante de Cuba, organizó
expediciones con el fin de ir más allá que cualquier europeo, como resultado se descubrieron
los actuales territorios de la península de Yucatán, Tabasco y Veracruz. Para la tercera
expedición, había nombrado a Hernán Cortés como líder, pero poco antes de la salida cambió
de idea, sin embargo Hernán levó anclas en secreto y partió de las costas cubanas en febrero
de 1519. Once embarcaciones y aproximadamente setecientos hombres iniciaron la
exploración del territorio americano. Llegaron primero a la península de Yucatán y fue ahí
donde por primera vez los indígenas identificaron a Cortés con Quetzalcóatl.
147
Los españoles trajeron al continente lanzas que arrojaban fuego y mataban a
distancia; cuchillos, más filosos que la obsidiana, que de un golpe certero decapitaban,
y corazas que deslumbraban e impedían que se les viera el cuerpo.
De este modo, las descripciones
de jinetes, caballos, arcabuces, espadas yarmaduras impresionaron a la realidad
mesoamericana.
Entre el 5 y 10 de julio, Cortés fundó la primera ciudad con tradición occidental en tierra
firme. La llamó Villa Rica de la Veracruz, como ejemplo de que la religión verdadera mostraba
legítimamente su riqueza. Allí escribió su primera carta de relación al rey de España (perdida
desde el siglo XVI). Las cinco epístolas fueron escritas entre 1519 y 1526, años de máxima
actividad en la vida de Cortés en los cuales tuvo lugar la formación de Nueva España. Isabel I
de Castilla murió en 1504 y los castellanos se negaron al rey Fernando, pues sólo aceptaban
como regenta a Juana, hija de ambos. Tras la crisis monárquica, el nieto de los Reyes Católicos
logró gobernar conjuntamente los reinos de Aragón y Castilla. Se convirtió entonces en Carlos
I, descendiente de la dinastía de los Austrias o Habsburgo, que gobernaron España por casi
dos siglos. En 1519, murió su abuelo paterno, Maximiliano, quien fuera emperador del Sacro
Imperio Romano Germánico. El joven heredó también aquella corona y se le reconoció como
Carlos V de Alemania y I de España. De los Reyes Católicos, Carlos recibió una España en
proceso de unificación política, además de Cerdeña, Sicilia, Nápoles, las islas Canarias y el
mundo americano en franca expansión.
"Las flotas y el control del comercio":La travesía
de carabelas y galeones por el océano Atlántico era sumamente
peligrosa debido a que, además de las tormentas que podían
hacerlos naufragar, con frecuencia eran atacados
por piratas y corsarios que los acechaban en todo momento para
robar sus riquezas y romper, en cierta forma,
el monopolio mercantilista español.
Lámina del Códice Florentino. La llegada de las flotas comerciales a
los puertos novohispanos tenía un fuerte impacto en la economía y
la vida cotidiana de los pobladores.
En 1523, el emperador Carlos V en franca competencia con el reino de Portugal ordenó la
búsqueda de un estrecho o canal para lograr la navegación hacia las islas Molucas y conseguir
establecer una ruta comercial de las especias sin tener que navegar por el mar Mediterráneo;
el conquistador Hernán Cortés envió a Cristóbal de Olid a Hibueras, pero debido a las pugnas
con Diego Velázquez de Cuéllar el hecho terminó en la rebelión y muerte de Olid. En 1526 el
emperador Carlos V ordenó que el comercio con América a través del Océano Atlántico se
realizara en Convoyes, es decir, en varias embarcaciones que navegaban juntas para
protegerse entre sí. En 1543 los comerciantes de Sevilla pidieron que se organizara un sistema
de flotas que consistía en que los Convoyes fueran custodiados por buques de guerra.
Cada año partían de Sevilla dos flotas, una con destino a Veracruz y otra a tierras
continentales al sur del Mar Caribe. La primera, llamada Flota de Nueva España, salía de
Sevilla en mayo y llegaba tres meses después a Veracruz; la otra conocida como Flota de los
Galeones o de Tierra firme partía de España en agosto hacia Cartagena, en la
actual Colombia. Como su destino final era el virreinato de Perú, los barcos se descargaban en
148
el istmo de Panamá, en un punto llamado Nombre de Dios (más tarde Portobello), y de ahí las
mercancías eran transportadas mediante balsas y mulas hasta la ciudad de Panamá en
la costa del Pacífico, donde los comerciantes peruanos los compraban con plata para llevarlas
a Lima.
A su regreso ambas flotas llegaban a Cuba, donde se preparaban para zarpar juntas hacia
España. El tornaviaje duraba más que la travesía de ida, generalmente cuatro o cinco meses,
pues al salir del mar Caribe los barcos debían navegar al norte, hacia las islas Azores para
evitar los vientos alisios. Por medio de ambas flotas la Corona controlaba el comercio con
América.
La inmigración española:Después de la Conquista numerosos colones españoles llegaron a
poblar las tierras novohispanas, la mayoría de ellos alentados por las noticias sobre el
descubrimiento de ricas minas de plata.
Los españoles fueron los únicos europeos admitidos de forma legal en las colonias americanas,
ya que la Corona restringía la entrada de otros europeos debido a que se encontraba
enfrascada en guerras políticas o religiosas con algunas de esas naciones. Por otra parte, no
todos los españoles eran admitidos de la misma forma, ya que se daba preferencia a los que
pertenecían a los reinos de Castilla y León. Pero en realidad algunos europeos: franceses,
holandeses, belgas y alemanes, fueron admitidos en Nueva España provisionalmente.
También llegaron portugueses a partir de 1580, cuando el monarca Felipe II anexó a España
al reino de Portugal; sin embargo, fue poco el tiempo que permanecieron en América porque,
a partir de 1640, al estallar conflictos entre ambas naciones se les ordenó salir de las colonias
españolas.
La población española se incrementó en Nueva España a lo largo del Período colonial: hacia
1570 había alrededor de 63 000 personas reconocidas legalmente como españoles y hacia
1750 la cifra llegó a casi 600 000. Esta población considerada española no era en su totalidad
de origen europeo, ya que los hijos mestizos de españoles e indígenas, nacidos de
matrimonios legítimos, se les consideraba también españoles. Aun así, los españoles en Nueva
Zelanda constituyeron siempre una minoría.
Los esclavos africanos: Durante los primeros años de la conquista y colonización se permitió a
los españoles esclavizar a los indios que oponían resistencia y se enfrentaban a ellos; los
españoles justificaban esta esclavitud porque consideraban que los indios eran capturados en
lo que ellos llamaban «guerra justa». También se permitió a los conquistadores «rescatar
piezas», es decir, apropiarse de los indígenas que ya eran esclavos dentro de la sociedad
prehispánica. Sin embargo estos esclavos indígenas morían con frecuencia al no resistir los
duros trabajos en las plantaciones de caña de azúcar y en las minas. La Corona española
prohibió en numerosas ocasiones la esclavitud indígena, para protegerlos, ya que consideraba
que todos los indios debían ser vasallos libres y decidió que debían sustituirse por esclavos
africanos, que además eran más resistentes a los trabajos forzados. La disminución de la
población indígena por las epidemias también propicio el aumento de la compra de esclavos
negros. Como una cita explica el valor que los indios tuvieron para protestar:
Lo que aprendieron los indios de los españoles fue precisamente el protestar contra la
esclavitud y el tener derecho a ejercer legalmente acciones contra los esclavistas.
Los esclavos negros llegaron a Nueva España directamente de África o de las islas del Caribe,
a donde habían sido llevados años atrás por los españoles y portugueses y ya se encontraban
149
aclimatados. Una parte de ellos era introducida legalmente en territorio novohispano por
españoles y portugueses autorizada por la Corona y otra parte entraba clandestinamente,
conducida por otros europeos como ingleses, franceses y holandeses.
Hacia 1570 alrededor de 35 por ciento de los trabajadores de las minas más importantes de
Nueva España eran esclavos africanos. Para mediados del siglo XVII, entre 800 y 10 000
esclavos residían en las Costas del Golfo de México y trabajaban en las plantaciones de caña
de azúcar. Sin embargo la mayor parte de los esclavos negros se desempeñaban como
trabajadores domésticos y residían en la Ciudad de México. Este sector era considerado el
grupo inferior dentro de la escala social novohispana.
Se dice que entre 1605 y 1622 entraron en Nueva España alrededor de 30 000 esclavos,
cantidad muy alta si se considera que muchos morían mal alimentados al atravesar
el Atlántico en barcos atestados, sin condiciones de higiene. A pesar de ellos, Nueva España
fue una de las colonias españolas con un menor número de esclavos negros. Algunos de los
esclavos, cansados de los trabajos inhumanos a que eran sometidos, huían a las montañas y
selvas, donde fundaron poblados conocidos como palenques, y en múltiples ocasiones se
rebelaron en contra de las autoridades españolas.
En el transcurso de la vida virreinal los negros se mezclaron con la población
india, asiática y blanca, y la diversidad de mezclas dio origen a una sociedad multiétnica.
El comercio con Perú y las Filipinas: Con el fin de mantener el cerrado monopolio
comercial entre España y sus posesiones americanas, la metrópoli restringió e incluso prohibió
durante cierta época (1604) el comercio entre los virreinatos de Nueva España y Perú. A pesar
de ello se mantuvo constante y a veces clandestino comercio entre los virreinatos,
principalmente desde el puerto de Huatulco, Oaxaca, que estaba comunicado con Oaxaca y
con otras ciudades novohispanas. Se calcula que hacia 1550 unas treinta o cuarenta naves
pequeñas llevaban carga y pasajeros entre Huatulco y el puerto de Callao, Perú. Más tarde el
puerto de Acapulco participó también en el comercio con Perú. Como en Perú la producción de
plata en las minas de Potosí era muy alta y la población española pequeña, había un
excedente del metal que permitía intercambiarlo por productos y manufacturas novohispanas.
Por otro lado, la conquista y colonización de Filipinas en la segunda mitad del siglo XVI, por
parte del Imperio español, permitió un intenso comercio entre Asia y América.
El galeón de Manila, Filipinas, también llamado «Nao de China», hacía la ruta Manila-
Acapulco transportando mercancías muy valiosas. Su primer viaje se realizó en 1573 y el
último en 1821. El galeón partía del puerto de Acapulco hacia las islas Marianas, en el Océano
Pacífico, y de ahí a las islas Filipinas. La travesía, larga y difícil, duraba generalmente dos o
tres meses, en tanto que el tornaviaje demoraba de cinco a siete meses debido a las
corrientes marina y a los vientos. La Nao de China transportaba plata mexicana, que tenía un
precio muy alto en Asia, pues en aquel continente era más escasa que en Europa. Con ella se
adquirían artículos orientales suntuosos a precios muy bajos, para venderlos más tarde en
América y en Europa a precios elevados. En Manila se cargaban marfiles, sedas y porcelanas
chinas, clavo de las Molucas, canela de Ceilán, jengibre de Malabar y sándalo de Timor, entre
otros productos. Cuando la Nao de China llegaba al puerto de Acapulco, desde finales del siglo
XVI, se realizaba una feria que duraba alrededor de un mes y en ella se vendían los productos
orientales y se cargaba el galeón que iba de regreso a Manila con cacao, vainilla, tintes, cuero
y por supuesto plata. Muchos de los productos que llegaban a Acapulco en la Nao eran
150
transportados sobre mulas hasta el puerto de Veracruz, en donde se embarcaban para
España. Gracias a los objetos traídos en la Nao de China, también se conocieron corrientes
artísticas de otros pueblos.
Los comerciantes peruanos que poseían grandes cantidades de plata pidieron permiso a la
Corona para comerciar directamente con Filipinas. La Corona, temerosa de perder el control
del comercio con Asia, prohibió a Perú comerciar directamente con estas islas, e incluso
comprar mercancías de Filipinas en Acapulco. Sin embargo, era tal la demanda de productos
orientales y novohispanos en Perú, que los comerciantes se las arreglaban para introducir las
mercancías de contrabando.
La defensa del Caribe español: El mar Caribe tenía un intenso tráfico marítimo. De la Flota de
Nueva España, cuyo destino final era Veracruz, algunos buques se separaban en el mar Caribe
para dirigirse a Honduras, Puerto Rico, Santo Domingo y Cuba. La Flota de los Galeones, por su
parte, durante la travesía dejaba algunos barcos que se dirigían a isla Margarita, la isla Guaira
y Maracaibo (en la actual Venezuela) y Riohacha (en la actual Colombia). Además, todo el año
surcaban el Caribe barcas y canoas que enlazaban los puertos de las distintas islas.
Retrato de sir Francis Drake (1540-1596), atribuido a Jodocus Hondius. El temido
corsario inglés se convirtió en un azote para los navíos españole s.
El arribo de las flotas era motivo de gran júbilo. En los puertos americanos
subían a bordo las autoridades locales y los encargados de cobrar
impuestos. Después se iniciaba la descarga de mercancías, generalmente de
cargueros negros que subían y bajaban de los barcos pesados fardos. Con su
llegada se organizaban ferias a las que acudían personas de muy diversas
regiones para intercambiar mercancías. El viaje de regreso de las flotas era
sumamente peligroso, porque éstas iban cargadas de plata y otros
productos americanos como grana o cochinilla del nopal, añil, cacao, tabaco
y mercancías procedentes de Asia como porcelanas, marfiles, lacas, muebles
de maderas finas y sedas, entre otras. Para proteger el Caribe, la Corona ordenó la creación de
la armada de Barlovento. Los piratas y corsarios, franceses, ingleses y holandeses, estudiaban
cuidadosamente las maniobras que realizaban las flotas y se preparaban para atacarlas.
Establecían su base de operaciones en una isla o bahía del mar Caribe, donde se abastecían
de víveres y armas para los asaltos navíos y a algunos puertos importantes en las islas o en el
continente.
Por su relevancia, Veracruz y Campeche fueron blanco constante de estos ataques. Para
defender sus puertos, la Corona ordenó la construcción de fuertes y murallas alrededor de
muchos de ellos. A pesar de esto, no se pudo impedir que en 1665 los ingleses se apoderaran
de la isla de Jamaica y de parte de la costa este de Centroamérica, como el territorio
de Belice y parte de la costa atlántica de Nicaragua, enclaves que fueron arrebatados a la
Corona española y pasaron a ser propiedad del Imperio Británico.
El destino de la plata mexicana: A pesar del peligro que representaban los piratas y corsarios
para los barcos españoles, el comercio a través del Atlántico comenzó a incrementarse a
mediados del siglo XVI, al descubrirse las minas de lo que hoy son los estados de Zacatecas,
Guanajuato, Hidalgo y San Luis Potosí, de las que se extraían grandes cantidades de plata.
Cada año la flota se llevaba la mayor parte de la plata novohispana a España. Una parte de
esa plata se usaba para pagar las mercancías que llegaban a Europa, otra porción era
151
exportada por particulares y el resto se destinaba a pagar el quinto real. Esta situación
ocasionaba tal escasez de moneda circulante en Nueva España que, al partir la flota, las
transacciones comerciales tenían que hacerse a través del crédito. Los pequeños
comerciantes, incluso, se las ingeniaban para utilizar sus propias unidades de cambio, tlacos y
pilones, con las que realizaban sus operaciones comerciales cotidianas.
Con la plata americana, la Corona española cubría gran parte de las deudas que adquiría con
corporaciones como la Iglesia y con particulares adinerados que le prestaban para solventar
los gastos que le suponían los constantes enfrentamientos bélicos con otras naciones
europeas, y compraba bienes manufacturados, que por su incipiente desarrollo industrial no
estaba en posibilidades de producir. La política mercantilista determinaba que la riqueza y el
poderío se basaban en la acumulación de oro y plata. Con la plata, España debía comprar las
manufacturas extranjeras a precios elevados y éstas se encarecían todavía más cuando
llegaban a los virreinatos. Ello explica el auge que tuvo el contrabando.
Ya en el siglo XVII la situación del destino de la plata cambió, sobre todo en la segunda mitad.
Según los registros reales, los embarques de plata a España, que habían sido cuantiosos
durante el siglo XVI, empezaron a descender durante el siglo XVII. Este hecho se debe a
causas diversas. En primer lugar, los particulares novohispanos comenzaron a reinvertir la
plata en territorio americano; además, el desvío de plata novohispana que hacían los
contrabandistas a otras naciones europeas, como los Países Bajos, era sumamente
considerable y no quedaba asentado en los registro locales; por último, el frecuente asalto de
los piratas a las embarcaciones que regresaban a España cargadas de plata desalentaba que
se enviasen a España las cuantiosas cantidades que antes se embarcaban. Lo cierto es que en
la segunda mitad del siglo XVII buena parte de la plata se quedaba en Nueva España, lo que
favoreció una reactivación de la economía virreinal. La plata novohispana se distribuía
también a través del comercio por casi todo el mundo, incluso llegaba desde Filipinas a China,
India y a otros lugares asiáticos. La plata estimuló el comercio internacional y fortaleció el
poder económico y militar del imperio español.
Notas: En 1518 Diego Velázquez confió a Hernán Cortés el mando de una expedición a
Yucatán; sin embargo, el gobernador desconfiaba de Cortés, a quien ya había encarcelado en
una ocasión acusado de conspiración, y decidió relevarle del encargo antes de partir.
Advertido Cortés, aceleró la partida y se hizo a la mar antes de recibir la notificación (1519).
«Quinto real» Impuesto cobrado en América desde comienzos del siglo XVI, consistente en el
pago de un quinto (20 %) de las ganancias conseguidas en las actividades de explotación
minera de metales preciosos (oro, plata y pesquerías de perlas), y en toda clase de rescates e
intercambios, de acuerdo con los derechos económicos debidos a la corona por toda clase de
particulares. Aunque en principio no hubo una legislación estricta sobre este impuesto, hubo
ordenanzas, como la de 1504, por la cual los buscadores de oro de La Española pagaron el
quinto real durante los diez primeros años. En 1512, se dictó una real provisión sobre su pago
en lo referente a piedras preciosas, perlas y esmeraldas, aunque no existió una unificación de
criterios por parte de eso.
152
Las reformas borbónicas en la Nueva España fueron la serie de cambios administrativos
aplicados por los monarcas españoles de la casa de Borbón a partir del siglo XVIII en
el Virreinato de Nueva España. Estas reformas buscaban remodelar tanto la situación interna
de la península como sus relaciones con las colonias. Ambos propósitos respondían a una
nueva concepción del Estado, que consideraba como principal tarea reabsorber todos los
atributos del poder que había delegado en grupos y corporaciones y asumir directamente la
conducción política, administrativa y económica del reino.
Estas reformas de la dinastía borbónica estaban inspiradas en la Ilustración y pretendían
alcanzar el control directo de la burocracia imperial sobre la vida económica. Las reformas
intentaron redefinir la relación entre España y sus colonias en beneficio de la península.
Aunque la tributación aumentó, el éxito de las reformas fue limitado; es más, el descontento
generado entre las élites criollas locales aceleró el proceso de emancipación por el que España
perdió la mayor parte de sus posesiones americanas en las primeras décadas del siglo XIX.
Las reformas: se dice que las reformas borbónicas llegaron del exterior, concretamente de la
corte imperial de Madrid; llegaron de fuera como llegó la conquista en el siglo XVI. Afectaron a
todo el imperio, pues no eran sólo para la Nueva España. El objetivo último de los monarcas
de Borbón era la sujeción de las colonias para beneficio económico de la metrópolis: corregir
las fugas fiscales y promover la producción para aumentar así la recaudación de impuestos.
Para lograrlo se necesitaba reformar instituciones y procedimientos viciados —a juicio de los
reformadores— que se habían incrustado en las sociedades coloniales y con los que ciertos
grupos de privilegiados medraban al amparo de la debilidad de los gobernantes de la casa de
Habsburgo. El Consulado de Comerciantes, algunas corporaciones religiosas como la
Compañía de Jesús y la misma institución del virreinato fueron el blanco de los golpes de los
reformadores.
Reformas administrativas: Antes de tomar medidas para la Nueva España, el gobierno español
decidió, primero que nada, organizar una inspección militar (1769) y una visita general a las
oficinas virreinales (1765), aunque estas dos medidas provocaron una división entre las
autoridades coloniales.
En 1765 fue designado José de Gálvez para realizar una visita a la Nueva España con la misión
de mandar al rey un informe y plan de intendencias que convenía establecer en la Nueva
España, donde decía que los alcaldes mayores eran un problema de raíz ya que eran
corruptos, por lo que era necesario establecer un sistema de intendencias.
Antes de que el rey aceptara la propuesta de Gálvez, éste ya había establecido una
en Sonora y Sinaloa, la intendencia de Arizpe. Llegó para ejercer las medidas españolas
comenzando por revisar todas las cuentas; terminó por despedir a la mayoría de los
administradores. Gálvez vio un gran potencial en la minería de la Nueva España. En su informe
de 1768 Gálvez, aconsejaba la conveniencia de establecer el sistema de intendentes, a los
cuales se conferiría autoridad administrativa, hacendaria, militar y de justicia. Aconsejaba
asimismo la abolición de los alcaldes mayores, puestos que eran comprados para su
explotación.
De la visita de Gálvez resultó la nueva división política del territorio en intendencias y
comandancias de provincias internas, el aumento al triple de las rentas públicas, la reducción
de restricciones al comercio, la fundación del obispado de Sonora y la Academia de Bellas
Artes. El visitador inicia una segunda reorganización del ejército e intenta establecer una
153
nueva modalidad en las milicias provinciales. Toma medidas intrascendentes que fracasan y
sólo hacen perder dinero.
La economía de la Nueva España es cargada con los cuantiosos gastos que provocaban los
preparativos militares para el conflicto en América del Norte. La recuperación de La
Habana (1763) y las medidas para modernizar sus defensas se transformarían en la insaciable
boca que engulle Nueva España no se basta para producir: dinero, hombres, pólvora, carne,
maíz, arroz, habas y harina. En Veracruz enfermaban los cientos de reos que esperaban para
ser llevados a trabajar en la isla. Se calcula que las obras de fortificación de la isla requirieron
del envío de más de cinco mil trabajadores novohispanos. La quiebra del erario se fue
agudizando debido al aumento de los gastos, provocados por el mantenimiento de las tropas y
trabajadores en La Habana. Ante esto, las tensiones sociales aumentan y comienza a
organizarse la oposición. El Gobierno de Carlos III recibe desde 1766 noticias, las que
considera sin fundamento, sobre el supuesto espíritu de rebeldía, existente en la nueva
España, y sobre un plan de insurgencia que contaba con el apoyo de Inglaterra. La tarea de
Gálvez era borrar el círculo vicioso que existía con los alcaldes mayores, pero lo único que hizo
fue sustituirlo por otro. La incorporación de parientes de Gálvez en varias intendencias creó
una red familiar. El territorio de la Nueva España alcanzó su máxima extensión en este
momento, cuando llegaba hasta San Francisco.
Reforma militar:La corona mandó al mariscal Juan de Villalba, acompañado de tropas
peninsulares, con la misión de institucionalizar un ejército, que asombrosamente hasta
entonces no había existido, y se comenzaron a reclutar nuevos miembros por medio de
la leva forzada. Cabe mencionar que los dos enviados: Gálvez y Villalba, tuvieron conflictos
con el virrey, marqués de Cruillas. Se nombró a un nuevo virrey, Carlos Francisco de Croix que
apoyó a Villalba en sus tareas militares. Al principio el ejército fue una institución
desprestigiada que con el tiempo fue ganando adeptos gracias a que se fueron dando una
serie de privilegios. Los fueros exentaban a los militares del pago de impuestos. En caso de
que algún militar tuviera un problema jurídico podía llevar su caso de una corte civil a una
corte militar donde lo ayudarían a resolver su problema.
Las posesiones americanas de la Corona eran vulnerables a los ataques externos. En realidad
este problema se solucionó hasta cierto grado ya que no se creó una armada para la defensa
de los puertos americanos, teniendo como dos únicas defensas la armada peninsular, que era
llamada cada vez que se presentaban conflictos de alto grado y, por otra parte, la nueva
institución militar que tenía guarniciones cercanas a las costas. Desde el momento en que
España colonizó América hubo un interés de otras potencias por obtener posesiones. Los
ingleses con sus colonias al norte al igual que Holanda, y los portugueses al sur con Brasil.
El Caribe se convirtió en un área de disputa, las potencias querían hacerse por lo menos de
una isla para tener presencia. De esta manera Inglaterra, Francia, Holanda, Dinamarca y
Suecia se beneficiaron de la piratería y del contrabando del comercio, “España tenía la vaca
pero otros se bebían la leche”.
La defensa española no fue efectiva, las milicias que salvaguardaban las costas sólo podían
brindar protección en los puertos. Una vez que las embarcaciones dejaban tierra estaban
expuestas a recibir un ataque de corsarios o de piratas, por lo que era necesaria la creación de
una armada americana que nunca se realizó.
154
Para asegurar la defensa del territorio colonial, la reforma administrativa de Gálvez se
complementó con cambios en la esfera militar. Así, se emprendió la construcción y la
reparación de fortificaciones, y se puso en marcha la formación de un ejército compuesto por
dos elementos de importancia desigual: el ejército regular y las milicias. El primero estaba
formado por soldados permanentes y tropas de apoyo que procedían de España. Las milicias
estaban integradas por los vecinos obligados a recibir instrucción militar para la defensa de su
territorio, que a diferencia de quienes integraban el ejército regular, no recibían paga por ello.
El mismo esfuerzo renovador se dio en la Marina.
Reforma del clero y expulsión de los jesuitas de España:Una de las principales instituciones
afectadas por el despotismo ilustrado español fue la Iglesia Católica, ya que la Corona
pretendió afirmar el poder secular sobre el religioso. Esto incluía la restricción de los
privilegios y exoneraciones fiscales que gozaban las órdenes reli- giosas.Desde los años
treinta del siglo XVIII comenzaron a expandirse los ideales de la ilustración. Hubo una difusión
del racionalismo y la nueva filosofía de la naturaleza en América, sobre todo gracias a los
jesuitas. La tarea de la educación en la Nueva España la llevaban a cabo los jesuitas,
enseñaban a indios, criollos y peninsulares. Con la llegada de la ilustración hubo una serie de
reformas en todos los niveles. Hubo cambios desde la educación primaria hasta la
modificación de los planes de estudio en las universidades. Todo esto dio como resultado el
surgimiento de una ilustración criolla, “… se concluye que este proceso fortaleció el
antagonismo entre europeos y criollos y facilitó a éstos los instrumentos intelectuales para
fundamentar su identidad frente a aquéllos sobre bases histórico-culturales, y que de esta
manera lograron articular sus reivindicaciones políticas”.
Los jesuitas constituían una amenaza para la corona española. Tenían una economía sólida y
un gran valor en la sociedad, para el rey esto significaba tener un estado dentro de su propio
estado. Así los jesuitas fueron los que más se opusieron al proyecto centralizador de los
borbones, por lo que fueron expulsados de España y sus posesiones ultramarinas en 1767. En
este año, Carlos III decretó la expulsión de la Compañía de Jesús por medio de la Pragmática
Sanción del 2 de abril de 1767. Se introdujeron párrocos seculares, misioneros franciscanos,
así como un nuevo obispo. Esto trajo como consecuencia un problema con los indígenas;
cuando comenzaron a considerarlos como individuos, éstos aún no estaban preparados, ya
que estaban acostumbrados a los cuidados que los jesuitas les brindaban. Con la expulsión de
los jesuitas quedaron desamparados.
Efectos socioeconómicos de las reformas borbónicas: Como es de suponerse, las reformas
económicas trajeron consigo múltiples efectos y consecuencias, tanto positivas como
negativas. El gobierno español tomó diversas medidas para explotar al máximo los recursos
de la colonia, con el propósito de generar mucha más materia prima para la metrópoli. Con las
reformas borbónicas se tocaron todas las áreas principales en la Nueva España, entre ellas se
encontraba la minería. También estaban la agricultura, el comercio (pequeño) y algunas
empresas de manufactura. Obviamente hubo beneficios, se permitió ampliar los negocios
entre ciertas colonias (Trinidad, Margarita, Cuba, Puerto Rico).
Las reformas borbónicas afectaron al Consulado de Comerciantes de la ciudad de México; esta
corporación, que había acaparado el comercio exterior e interior del virreinato por medio del
sistema de flotas y del control de los puertos, perdió su enorme monopolio con la expedición
de las leyes sobre la libertad de comercio. Al mismo tiempo, la supresión de los alcaldes
155
mayores, agentes comerciales del Consulado en los municipios del país y en las zonas
indígenas, acabó con la red de comercialización interna y rompió el lazo político que permitía a
los comerciantes de la capital controlar los productos indígenas de mayor demanda en el
mercado exterior e interior.
Al parecer los reformadores borbónicos, encabezados por Gálvez, no tenían una visión
completa del funcionamiento del sistema económico en la Nueva España. Aunque es cierto
que muchos alcaldes mayores eran corruptos y abusaban de su autoridad, el repartimiento del
comercio era mucho más que un mero mecanismo de explotación; constituía el más
importante sistema de crédito para las comunidades indígenas y los pequeños agricultores.
Los alcaldes mayores se beneficiaban porque proporcionaban a crédito servicios necesarios:
distribuían semillas, herramientas y otros bienes agrícolas básicos; facilitaban la compra o la
venta de ganado, y con frecuencia vendían los productos de algunos grupos que quizá no
hubieran encontrado otra forma de colocar su producción. Todo esto fue interrumpido con el
decreto que suprimía las funciones de los alcaldes mayores. También crearon escuelas e
instituciones para ayudar y enseñar a los caciques y criollos.
Por otro lado, la creación de nuevos consulados provocó rivalidades entre los comerciantes de
la Ciudad de México y los nuevos grupos de comerciantes que surgieron a raíz de las reformas.
La libertad de comercio: El comercio con América fue una de las áreas a la que los borbones le
dedicaron mayor atención, ya que la consideraban como el principal motor de la recuperación
de la economía española. Una de las primeras medidas fue el traslado de la Casa de
Contratación de Indias, de Sevilla a Cádiz (1717), lo cual legalizaba una situación de hecho, ya
que desde fines del siglo anterior la bahía gaditana fue ocupando un lugar cada vez más
preponderante en el comercio con América. La Casa de Contratación debía fomentar y regular
la navegación entre España y América.
Uno de los puntos más importantes del reformismo borbónico era acabar con el monopolio
comercial ya que los comerciantes tenían una gran ganancia sin pérdidas y esto afectaba a la
corona porque no tenía ganancias. La casa de moneda pasó a manos de la corona, de esa
manera los comerciantes se opusieron a las reformas.
Los superintendentes estaban aliados con los comerciantes por lo que era difícil romper con el
monopolio comercial. Fue con la llegada de José de Gálvez y la apertura del comercio que se
logró romper con esta red de comerciantes y superintendentes. En 1770 el libre tráfico
comercial fue autorizado para las Antillas, se permitió comerciar con Perú y Nueva Granada.
Hubo una serie de puertos donde se estuvo comerciando libremente y por otro lado se crearon
los consulados de Veracruz y Puebla. Todo ese movimiento dio como resultado la ruina de los
comerciantes y llegó a su último e irrevocable término cuando “el 28 de febrero de 1789
Carlos IV declaró que el reglamento del Comercio Libre se extendía al virreinato de Nueva
España.”
La minería:La minería, al igual que la tierra, era la espina dorsal de la economía de la Nueva
España por lo que las reformas se adaptaron a esta situación.
Juan Lucas de Lazaga junto a Joaquín Velázquez de León propuso unas reformas encaminadas
a financiar las actividades mineras, reducir las cargas fiscales, solucionar los conflictos entre
mineros (originados por la posesión de una mina o el desagüe de un conjunto de minas en la
mayoría de los casos), precisar o reformar el contenido de las ordenanzas mineras vigentes y
dotar al gremio de los mineros de un organismo directivo.
156
En otras palabras, proponían la minería como actividad productiva de la cual se autorizaran
varios puntos como: una organización gremial, publicar nuevas ordenanzas, crear un banco de
avío, crear una escuela de minería con técnicos de alto nivel.
De esta manera se constituyó el cuerpo de minería. Velázquez de León quedó como
presidente y Joaquín Velázquez, como secretario de minería. Se crearon las nuevas
ordenanzas y se llevaron a cabo los puntos que se habían propuesto anteriormente. Hubo
cambios en la minería, en 1784 se creó un banco de avío, en 1792 se creó el seminario de
minería.
La Real Cédula de 1804: La medida que mayores desajustes provocó en la Nueva España fue
la real cédula de 1804 sobre la enajenación de bienes raíces de las corporaciones
eclesiásticas, que desató reacciones violentas en contra del gobierno español. Esto se debió a
que, con excepción de los comerciantes más ricos, aquella disposición afectó a los principales
sectores productivos del virreinato (agricultura, minería, manufacturas y pequeño comercio), y
en particular a los agricultores, pues la mayoría de los ranchos y haciendas estaban gravados
con hipotecas y censos eclesiásticos, que los propietarios se vieron obligados a cubrir en un
plazo corto, a fin de que ese capital fuera enviado a España. De esta manera, no sólo la Iglesia
se vio afectada por la real cédula, sino también casi toda la clase propietaria y empresarial de
la Nueva España, así como los trabajadores vinculados con sus actividades productivas. Por
ello, se levantó un reclamo y por primera vez en la historia del virreinato todos los sectores
afectados expusieron al monarca por escrito sus críticas contra el decreto en cuestión. A pesar
de todo, la cédula se aplicó desde septiembre de 1805 hasta enero de 1809, produciendo un
ingreso de alrededor de 12 millones de pesos para la Corona, que supusieron el 70 % de lo
recaudado en todo el territorio hispanoamericano.
Para la Nueva España, la aplicación de la cédula, aparte de provocar una severa crisis de
capital, agrietó considerablemente las relaciones entre la Iglesia y el Estado; desde entonces
esos dos poderes no sólo rompieron los lazos de unión que tuvieron en el pasado, sino que se
convirtieron en facciones antagónicas.
UNIDAD TEMÁTICA: III NOMBRE: LAFORMACIÓN DEL ESTADO NACIÓN
IDEPENDIENTE.
UNIDAD DE COMPETENCIA:
Clasifica las formas del Edo. Mexicano a partir de la metodología de análisis de la
historia económica:
3.1.- ANTECEDENTES Y CONSUMACIÓN DE LA GUERRA DE INDEPENDENCIA:
Los Inicios: La invasión napoleónica aceleró el comienzo de la
lucha por la independencia. Al descontento de los criollos se unió
la oposición de los peninsulares respecto al nuevo emperador
francés; este hecho fue aprovechado por aquéllos mediante una
serie de insurrecciones primero, hasta el desarrollo de la guerra,
después.
La guerra de independencia se veía como la única opción para
establecer un gobierno libre, capaz de administrarse y dirigirse
por sí mismo, porque la corona ya no se ocupaba de sus
territorios y tenía sus propios problemas.
157
Los acontecimientos centrales en las campañas de hidalgo y de Morelos.Las conspiraciones
surgieron tan pronto como se supo de la invasión de José Bonaparte. El 15 de septiembre de
1808, Francisco Primo de Verdad, Francisco Azcárate y fray Juan de Talamantes se alzaron
contra el virrey José de Iturrigaray y, desconociendo al ayuntamiento de la ciudad de México,
propusieron la creación de una Junta de Gobierno, semejante a las que funcionaban
en España contra el invasor francés, con la esperanza de que el poder pasara al pueblo, es
decir, a los criollos ricos. La negación de los peninsulares no se hizo esperar. Temiendo que la
colonia se independizara y con ello, se acabaran sus privilegios, encarcelaron a los rebeldes.
Este acontecimiento demostró a los criollos que los medios pacíficos serían insuficientes para
la independencia; en consecuencia a partir de entonces, empezaron a organizarse y a
conspirar.
Esta conspiración tenía conexiones con la de Querétaro, que fue la de mayor trascendencia,
porque en ella se encontraban los líderes de la insurrección: Miguel de Hidalgo y Costilla,
Ignacio Allende, Ignacio Aldama, Juan Aldama, Mariano Abasolo, Mariano Jiménez, Josefa Ortíz
de Domínguez entre otros.
Las Campañas de Hidalgo: La conspiración de Querétaro fue descubierta el 15 de
septiembre de 1810 y provocó que se adelantaran el acontecimiento para la lucha. Josefa
Ortíz, esposa del corregidor Miguel Domínguez, avisó a Allende que la conjura había sido
descubierta, y éste a su vez previno a Hidalgo, quien se apresuró a organizar la rebelión y a
iniciarla durante la madrugada del 16 de septiembre del mismo año.
Miguel Hidalgo era párroco del pueblo de Dolores, de la intendencia de Guanajuato. Ex alumno
de los jesuitas, poseía una gran cultura y fortuna; fue profesor y rector del colegio de San
Nicolás en Valladolid. Se había distinguido por sus labores a favor de los indígenas y las
castas, a quienes había enseñado alfarería, la cría del gusano de seda y las primeras letras. De
ahí que fuera seguido por unos 600 hombres y la insurrección se convertiría en
un movimiento popular y no sólo la de un grupo de criollos inconformes.
Llamó a misa y desde el púlpito un discurso en contra del mal gobierno, invitando a la unión y
a la rebeldía conjunta. A este acto se le conoce oficialmente como "Grito de Dolores". En pocos
días se le unieron más de 100,000 seguidores de la causa entre criollos, mestizos y otras
personas dedicadas a la minería, agricultura y los obrajes.
Hidalgo salió de la iglesia de Dolores, Guanajuato con su ejército popular. En Atotonilco adoptó
la imagen de la Virgen de Guadalupe como estandarte de la lucha y el grito de la multitud fue
desde ese momento: "Viva Nuestra Señora de Guadalupe" ¡Mueran los Gachupines!
Luego de vencer una escasa resistencia, entró en San Miguel el Grande, donde se le unió el
ejército de Dragones de la reina que comandaba Allende. Después partieron a Celaya y
Salamanca. Tomó la capital de Guanajuato después de un intenso y sangriento combate en el
que destacó la actuación de un minero apodado El Pípila al incendiar la puerta de la Alhóndiga
de Granaditas para facilitar la entrada a los insurgentes. Este grupo de insurrectos cometió
actos vandálicos en exceso por lo que el mismo hidalgo castigó severamente tales excesos
con la pena de muerte. Los obispos de Michoacán, Jalisco, Nuevo León, Oaxaca y Puebla
excomulgaron al cura y a sus colaboradores, pero cuando arribó con su ejército a Valladolid,
logró la retirada de los curas y de las autoridades sin violencia y haciendo caso omiso de la tal
excomunión.
158
Batalla del Monte de las Cruces: Después de Valladolid Hidalgo se dirigió a la capital del país,
pasando antes por el monte de la Cruces, el cual divide a Toluca del Valle de México. Ahí
sostuvo un duro enfrentamiento con las tropas realistas. El triunfo dejó el camino libre a la
ciudad de México. Pidió hablar con el virrey, pero, antes de saber si iba a ser escuchado,
ordenó la retirada por temor a que el ejército del español Félix María Calleja estuviera ya en
camino y sus tropas quedaran cautivas en plena ciudad, atrapada y sin municiones suficientes
para hacerle frente. Probablemente también dio esa orden por miedo a que sucedieran hechos
parecidos a los de Guanajuato, o porque se carecía de un plan y un sistema de ataque
efectivo. Los cierto es que el pueblo los esperaba como libertadores.
Batalla de Aculco: Estos temores fueron aprovechados por Calleja, que se enfrentó a los
rebeldes y los derrotó en una región llamada San Jerónimo de Aculco, en Querétaro. De los
80,000 hombres victoriosos del monte de las cruces, sólo quedaron unos 40,000. Hidalgo se
dirigió entonces a Valladolid y Allende (disgustado con Hidalgo) se dirigió a Guanajuato, pero
éste fue rechazado y obligado a huir hacia Guadalajara, donde pretendía unirse a Hidalgo.
Entre las medidas decretadas por Hidalgo en Guadalajara, estaba la confiscación de
los bienes que pertenecía a los españoles, el reconocimiento del uso de las tierras como
derecho exclusivo de sus dueños, y la abolición de la esclavitud. Entre otras acciones políticas,
invitó a los criollos a dejar el ejército español y unirse al insurgente. Fundó el periódico “El
Despertador Americano”, para hacer llegar a la población las noticias sobre el nuevo gobierno
y el alcance de la lucha independentista.
Batalla de Puente de Calderón: En Guadalajara, Hidalgo organizó su ejército con unos 100.000
hombres, que se enfrentó al de Calleja en Puente de Calderón a unos 60 km de Guadalajara.
Después de seis horas de combate y cuando la batalla aún no estaba decidida, estalló una
granada sobre un carro de municiones; esto causa pánico, desorden y finalmente la derrota de
los insurgentes. Calleja entró victorioso, a la ciudad de Guadalajara el 21 de enero de 1811.
Retirada al norte del país: Debido a este fracaso, Hidalgo dejó el mando de las tropas
insurgentes en Ignacio Allende, en la hacienda de Pabellón, cerca de Aguascalientes. Al mando
de una parte de la tropa, Hidalgo se encaminó hacia Zacatecas, pero como no tuviera el apoyo
deseado y apenas había logrado reunir algún dinero para la causa, continuó hacia el norte
donde fue aprehendido definitivamente.
Más tarde los caudillos y un ejército de unos 2,500 hombres, pretendieron llegar
a Estado Unidos en busca de apoyo económico y municiones para continuar la lucha, y no las
consiguieron. Fueron aprehendidos en las Norias de Baján en el Estado de Coahuila. La tropa
fue sometida a un consejo de guerra y enviada a Durango. Hidalgo, Allende, Aldama y Mariano
Abasolo fueron enviados a Chihuahua donde se les condenó a muerte. Hidalgo fue ejecutado
el 30 de julio de 1811. Las cabezas de Miguel Hidalgo, Allende, Aldama, y Jiménez se
conservaron en sal por los practicantes del hospital, y tras una larga peregrinación por
Chihuahua, Zacatecas, Lagos, León y Guadalajara, fueron finalmente colocadas, en octubre,
en los cuatro ángulos de la Alhóndiga de Granaditas, en Guanajuato.
Las campañas de Morelos: La muerte de los principales caudillo de la independencia no
acabó con el movimiento. Éste fue continuado, por Ignacio López Rayón y, al sur, por José
María Morelos y Pavón, quien daría la organización, estrategia y carácter militar que no había
tenido entonces.
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Rayón reunió tropas insurgentes dispersas y desorganizadas por la muerte de Hidalgo. De
Coahuila pasó a Zacatecas pero, perseguido por Calleja, sé transado a Michoacán, y en
Zitácuaro formó una junta de Gobierno para unir y reorganizar el ejército y para establecer un
gobierno libre; para ello expidió un Manifiesto a la Nación, este documento fue enviado a
Morelos, que lo rechazó porque no estaba de acuerdo con que Fernando III siguiera
gobernando a la colonia, como proponía la junta de Gobierno.
En el año de 1810 el cura del pueblo de Carácuaro, José María Morelos y pavón, se enteró que
en pueblo de Dolores, el cura Miguel Hidalgo, acaudillaba una rebelión en búsqueda de
la libertad. Morelos sale en busca de los insurgentes. Hidalgo reconoce a su exalumno y dicta
un nombramiento que decía: "Por el presente, comisiono a mi lugarteniente D. José María
Morelos, para que en la costa del Sur Levante tropas, procediendo con arreglo a las
instrucciones verbales que le he comunicado", la muerte de los principales caudillo de la
independencia no acabó con el movimiento. Éste fue continuado, por Ignacio López Rayón y, al
sur, por José María Morelos y Pavón, quien daría la organización, estrategia y carácter militar
que no había tenido entonces. Rayón reunió tropas insurgentes dispersas y desorganizadas
por la muerte de Hidalgo. De Coahuila pasó a Zacatecas pero, perseguido por Calleja, sé
transado a Michoacán, y en Zitácuaro formó una junta de Gobierno para unir y reorganizar el
ejército y para establecer un gobierno libre; para ello expidió un Manifiesto a la Nación, este
documento fue enviado a Morelos, que lo rechazó porque no estaba de acuerdo con que
Fernando III siguiera gobernando a la colonia, como proponía la junta de Gobierno.
Al sur Morelos formó un ejército, cumpliendo las indicaciones que tiempo atrás le dictara
Hidalgo. Utilizó como táctico militar la rapidez para actuar y la sorpresa como rama de lucha;
al mismo tiempo hizo uso de las guerrillas en todos los pueblos para reforzar más ataques.
Morelos había sido alumno de Hidalgo en el Colegio de San Nicolás; en 1799 se hizo sacerdote
y destacó por su labor a favor de los pobres. Salió del curato con tan sólo 25 hombres para
ponerse al servicio del movimiento rebelde; su antiguo maestro le ordenó insurreccionar y
tomar el puerto de Acapulco.
Primera Campaña de Morelos: En Octubre de 1810 Morelos salió de Carácuaro con 25
hombres armados con algunas escopetas rumbo a la costa, a su ingenio militar, Morelos ganó
adeptos en todo el territorio; pronto se le unieron varios caudillos que fueron de gran ayuda.
Durante tres meses Morelos organiza lo necesario para la lucha gracias a grandes sumas de
dinero que recibía y que se manejaba en beneficio siempre de la causa. Adquirió provisiones
como pólvora y otras cosas, la situación del país se presentaba muy favorable para los
insurgentes, el virrey Venegas daba instrucciones a Calleja y le informaba sobre
la inseguridad que se vivía en la ciudad de México, ya que estaba rodeado de insurgentes que
interceptaban con actividad; las comunicaciones estaban interrumpidas tanto en Veracruz
como en Acapulco, en Tecpan, los hermanos Pablo, José Juan y Hermenegildo Galeana; en
Chilpancingo, Miguel, Víctor, Máximo, Leonardo y Nicolás Bravo, y en Tuxtla, Vicente Guerrero.
Con ellos llegó al puerto de Acapulco e intentó apoderarse de él, ya que era de suma
importancia por ser el lugar clave del tráfico comercial con Filipinas y del envío de mercancías
a la ciudad de México; Pero no logró dominarlo, sino sólo mantenerlo aislado. Marchó a
Chilapa, Guerrero, y ahí se dedicó a adiestrar al ejército, disciplinario y fortalecerlo
Militarmente.
160
Segunda Campaña: En esta campaña, la finalidad de Morelos era avanzar hacia el centro del
país y llegar a la capital. Divide a sus hombres en tres partes, una abajo las órdenes de Miguel
Bravo y Valerio Trujillo, pretenda avanzar al centro del país y llegar a la capital. Dividió al
ejército: él se dirigía a Puebla y México, Miguel Bravo y Valerio Trujano a Oaxaca, y los
Galeana a Toluca; dejó una parte de la tropa cerca de Acapulco, por si se podía reiniciar la
lucha. Morelos y los Galeana cumplieron su cometido, Valerio Trujano logró entrar a
Huajuapan, en Oaxaca, pero Miguel Bravo no consiguió su propósito.
Ante tal acometida, el virrey ordenó a Calleja que detuviera al avance de los rebeldes.
Mientras tanto, Morelos y su ejército habían tomado Cuautla e instalado una fortificación para
vencer a Calleja, hasta entonces había ganado todos los encuentros contra los insurgentes.
Éste, al ver que no podía vencerlos en combate, intentó dominarlos por hambre; los cercó
durante 73 días, esperando la rendición que no iba a llegar; incluso les ofreció un indulto que
Morelos no aceptó. Todos los pobladores apoyaban a los insurgentes; hasta se cuenta
la historia de un niño, Narciso Mendoza, que disparó un cañón contra el enemigo, al ver a los
suyos tan cerca de la derrota. Con todo, en la ciudad nadie pensaba rendirse.
En esta campaña se le unen valiosos hombres, entre otros, los curas José Manuel Herrera y
Mariano Matamoros, quien llegaría a ser lugarteniente, junto Hermenegildo Galeana. Cuando
Morelos vio la imposibilidad del triunfo y que la ayuda de víveres y municiones no llegaba, se
vio obligado a romper el sitio y abandonar el lugar donde se encontraban con pocas bajas del
ejército insurgente. Volvió a Chilapa, y ahí inició su siguiente campaña.
Tercera Campaña: De Chilapa, Guerrero partió a Huajuapan para ayudar a Valerio Trujano.
Luego de la Victoria en ese lugar, estableció su cuartel general en Tehuacán, Puebla, que fue
un lugar estratégico porque comunicaba con el puerto de Veracruz y las ciudades de México y
Puebla.
Morelos reanuda sus acciones sobre Puebla, Veracruz y Jalapa, con un merecido prestigio.
Después de varios enfrentamientos con los realistas, atacó Orizaba y dio un duro golpe al
gobierno español, quemó todas las reservas de tabaco existentes, recogió todo el armamento
militar y obtuvo más de $300,000 en plata y alhajas.
La dificultad para entrar al centro del país orilló a Morelos a marchar sobre Oaxaca, donde
consiguió un vigoroso triunfo. Ahí organizó un gobierno provisional y fundó el periódico El
correo Americano del Sur, cuyo propósito era difundir la doctrina revolucionaria.
Esta estabilidad y los éxitos obtenidos por Matamoros y Bravo en Puebla y Veracruz animaron
a Morelos a tomar Acapulco, lo cual logró en 1813. Tales victorias fortalecieron la causa
insurgente y le dieron mayor esperanza de triunfo.
Cuarta Campaña:Antes de iniciar la siguiente campaña, Morelos había establecido las bases
del gobierno mexicano. En ese año (1813), Calleja fue nombrado virrey; ello trajo un recrudecí
miento de los ataques realistas contra el insurgente. Después de haber instalado el Congreso
en Chilpancingo y con el deseo de ampliar sus conquistas, Morelos pretendió llegar a
Valladolid, en combinación con Bravo y Matamoros. Pero Calleja ordenó la derrota del
caudillo, objetivo casi logra, de no ser porque Morelos dividió su ejército para evitar el
desastre; en ese percance cayó prisionero Mariano Matamoros.
Una vez concentradas las tropas, Morelos se pone al frente de su ejército; mientras tanto los
realistas reciben refuerzos y se realizan el cambio de mando, el cual debía ser entregado a
Calleja.
161
A pesar de sus logros, Morelos poseía un alto sentido de respeto y disciplina a la autoridad, ya
que se subordinó a las órdenes que él mismo había creado y que había depositado y
encomendado en los representantes que la Constitución establecía, Desanimado por esto,
Morelos el Congreso y se fue a Acapulco, donde permaneció inactivo hasta 1815. En este sitio
se enteró de las persecuciones y recuperación de algunos territorios por parte de los realistas.
Calleja lo acosaba sin descanso, obligándolo a huir a distinto lugares, hasta que los atrapó en
las cercanías de Puebla y Guerrero, en pleno combate. En Temalaca, Morelos fue hecho
prisionero por Manuel de la Concha. Lo traslada a la ciudad de México para ser juzgado, pues
la iglesia lo consideró como hereje y enemigo cristiano. Fue conducido a México para ser
juzgado y fusilado en San Cristóbal Ecatepec, el 22 de diciembre de 1815.
La etapa de Resistencia: La muerte de Morelos dejó al movimiento insurgente sin un jefe
capaz de acaudillarlo. Los combates se sucedían aislada y desordenadamente. El Nuevo virrey,
Juan Ruiz Apocada, que sustituyó a Calleja debido a sus crueldades y excesos, prometió el
perdón a los insurrectos si entregaban las armas; muchos de ellos lo aceptaron, pues creyeron
perdida de lucha Esto fue un golpe para los que seguían luchando, ya que cedieron varios
territorios que antes se había ganado, como el puerto de Boquilla de Piedra que permitía la
entrada de Armas y municiones procedentes de los estados fronterizos.
Precisamente es esos momentos llegó a México el español Francisco Javier Mina, que sabía del
movimiento y quería dar ayuda en su patria y de ser expulsado de ésta por oponerse a
Fernando VII En el destierro conoció a fray Servando Teresa de Mier, quien le habló del
movimiento de Independencia; de esta manera, Mina vio la posibilidad de luchar contra el
gobierno tiránico del rey.
Mina no obtuvo en un principio gran aceptación popular; incluso se le veía con desconfianza
porque sus intereses políticos no correspondían a la del pueblo inconforme. Cuando Mina
regresó al fuerte del Sombrero, el Virrey Apodaca, temeroso de que sus triunfos lo volvieran
más fuerte y difícil de detener, ordenó atacarlo duramente, sitiando el fuerte.
Por más Mina trató de romper el sitio no lo logró porque fue acorralado por la escasez de
víveres y municiones; entonces decidió salir del lugar para traer recursos, pero no consiguió
regresar. Mina viajó a Guanajuato, pero, como ya se encontraba muy fatigado, se refugió en el
rancho El Venadito, donde él y Pedro Moreno fueron sorprendidos. Moreno murió en la lucha y
Mina fue prisionero; luego fue sentenciado a muerte por un consejo de guerra y fusilado el 11
de noviembre del año 1817.
A la muerte de Mina, los fracasos continuaron, los lugares fortificados, como el fuerte de
Palmillas en Veracruz o el de Jaujilla en Michoacán, cayeron en manos del enemigo, lo mismo
que jefes como Rayón y Bravo, que fueron condenados a cadena perpetua. Después una
nueva etapa de lucha estaba cerca, Guadalupe Victoria Peleaba en Veracruz, mientras Vicente
Guerreo lo hacía en las montañas del sur. Guerrero tenía experiencia en la insurgencia; había
combatido bajo las órdenes de Galeana y Morelos, quien lo consideró un hombre valiente,
cualidades que no tardó en demostrar.
Guerrero libró muchas batallas con éxito. En 1812 siendo apenas capitán derrotó al español
Del Llano, lo que le valió seguidores para la causa insurgente; en 1815, con el grado de
coronel, obtuvo en Chilapa una gran Victoria. Debido a sus triunfos, fue nombrado general en
jefe de las tropas del sur, sostuvo una lucha en casi toda la zona del río balsas y la costa del
sur, que le proporcionó valiosos recursos para la lucha. Mientras tanto el brigadier Armijo
162
renunció a su cargo porque no pudo detener el avance de las tropas sureñas, que afianzaron
la acción bélica del insurgente hasta la consumación de la independencia.
Consumación:Factores políticos que influyeron en la consumación,
la Revolución Constitucionalista en España: a principios de Siglo XIX España se hallaba
convulsionada debido a la ocupación de su territorio por el ejército francés, por el
encarcelamiento de Fernando VII y por la imposición de José Bonaparte como gobernante.
Los patriotas españoles organizaron la lucha para deshacerse de los franceses y de paso
terminar con el gobierno absolutista, basándose en las ideas de los ideólogos de la Ilustración.
Además, organizaron juntas que gobernaran al país en la ausencia de su monarca. Las Cortes
reunidas en Cádiz, en 1810, habían redactado una constitución de enfoque liberal, en la que
se declaraba a los pueblos como soberano y a las Cortes de cómo su representante,
limitándose la autoridad del rey. La constitución de Cádiz fue jurada y promulgada el 30 de
septiembre de 1812, y se dispuso que también fuera aplicada a las colonias americanas.
Al regresar Fernando VII de su cautiverio en Bayona, Francia, en marzo de 1814, fue recibido
con bastante entusiasmo por el pueblo español, y aunque tuvo que atacar la Constitución, la
suprimió el 4 de Mayo siguiente e hizo desaparecer a la Cortes, ordenó la persecución de los
liberales y recuperó el carácter de monarca absoluto, Ante esta situación, las logias masónicas
comenzaron a actuar, decidiendo terminar con la tiranía, para lo cual hicieron labor de
proselitismo en el ejército y prepararon una revolución. En enero de 1820 el coronel Rafael
Diego, comandante del batallón de Asturias, se pronunció en contra del rey y le exigió el
restablecimiento de la constitución.
Cuando lo ocurrido en España se empezó a conocer en México, el virrey Apodaca se las arregló
para evitar que se difundieran las noticias del movimiento revolucionario español, pues no
deseaba acatar la Constitución. Pero su esfuerzo fue en vano, ya que en Veracruz los liberales
se lanzaron a la calle y presionaron al gobernador García Dávila, logrando que proclamase la
nueva ley.
Apodaca al ver lo que sucedía lo mismo en otras ciudades, se dispuso a actuar de igual
manera. Así, el 31 de Mayo jura y hace jurar la Constitución a las autoridades; además, toma
el nombre de jefe político superior y capitán general, como correspondía a la nueva situación
leal. Poco después convocó a elecciones municipales y estableció la libertad de imprenta.
Lo anterior causó mucha inquietud entre los españoles peninsulares y demás partidarios de
la monarquía, pues las nuevas leyes constituían una amenaza para sus privilegios.
Comenzaron a organizarse para separarse de España y dar continuidad a su situación. Desde
luego que sus ideas independentistas se alejaban de las de los insurgentes, al no perseguir el
mejoramiento de las condiciones socioeconómicas de la población, sino de su
bienestar personal.
Los criollos, por su parte, propagaban las ideas liberadoras a través de diversas publicaciones;
entre los periodistas de ese momento destacan Carlos María Bustamante y José Joaquín
Fernández de Lizardi, el pensador mexicano.
El Plan de la Profesa: los españoles inconformes, entre ellos el virrey, se reunían en el templo
de la profesa para conspirar, siendo el dirigente principal el canónigo Matías Monteagudo El
plan consistía en separarse de España, impedir la aplicación de la constitución de Cádiz y
ofrecer el trono a un miembro de la familia real española. Para los efectos del plan eran
necesarios los servicios de un militar español que les inspiraba confianza; por tanto, se
163
propuso al coronel Agustín de Iturbide, quien se había distinguido por ser muy combativo en
las batallas que sostuvo contra los insurgentes.
Coincidencias y contradicciones en la alianza de las fuerzas encabezadas por Guerrero e
Iturbide: Alrededor de Iturbide, nuevo centro de atención, se fue conformando
un partido integrado por miembros del alto clero, propietarios de minas y grandes haciendas,
comerciantes, autoridades y, desde luego, altos jefes militares. Los conjurados de la Profesa
lograron que Iturbide tuviera el mando del ejército del Sur. Con este apoyo y con más
efectivos militares, Iturbide se lanzó en contra de Guerrero y Pedro Ascencio, pero al resultar
derrotado y después de evaluar la situación – que no era favorable – decidió aliarse con
Guerrero para lograr la independencia, para lo cual concertó entrevista con los jefes
insurgentes, hasta que logró reunirse con Guerrero en Acatempan el 10 de febrero de 1821.
Guerrero representaba la lucha por la consecución de los ideales de los primeros insurgentes;
deseaba obtener la independencia para que cambiara el modo de vida de los mexicanos y ya
no dependieran de la corona española, formando una nación gobernadora con leyes liberales y
democráticas.
Iturbide, por el contrario, quien representaba a la corriente conservadora, era oportunista que
aprovechaba todas las ocasiones para colocarse ventajosamente, aunque para ello tuviera que
atropellar los intereses y derechos de los demás. Quería la independencia, pero únicamente
para las clases privilegiadas conservaran su situación y él pudiera obtener su correspondiente
recompensa.
El programa político del Plan de Iguala: el día 24 de febrero de 1821 se firmó el Plan de Iguala.
Entre sus puntos importantes tenemos: La religión Católica sería la única aceptada en el país.
La Nueva España sería independiente de cualquier otra potencia.
Su gobierno sería una monarquía constitucional, a cargo de un miembro de la casa de
Habsburgo. Todos los habitantes tendrían la categoría de ciudadanos y el derecho a ocupar
cargos públicos, según sus méritos. El gobierno así forrado sería protegido por el ejército de
las tres garantías. Religión, independencia y Unión.
Iturbide y Guerrero encontraron al Plan de Iguala por parte de los absolutistas, encabezados
por el virrey, quien decidió enviar tropas a combatirlos. Sin embargo, gradualmente diversos
jefes militares se fueron sumando al Plan y se enfrentaron a los realistas, hasta dejarles
únicamente las ciudades de México y Veracruz. Estando así la situación, el 30 de julio
desembarcó es este puerto Juan O’Donojú, que había sido nombrado virrey, en situación de
Apodaca. O’Donojú al darse cuenta de que no podría detener el rumbo del acontecimiento,
decidió buscar un arreglo con los Insurrectos, para lo cual se reunió en Córdoba con Iturbide.
Se acordó reformar el Plan de Iguala, obteniendo como un resultado que se firmara el 24 de
agosto los tratados de Córdoba. Entre los asuntos pactados figuran:
Sustituir al posible monarca Habsburgo por uno de la casa de Borbón.
Nombrar a la nueva nación como Imperio Mexicano.
Considerar a O’Donojú para ocupar un puesto en la nueva junta provisional de gobierno.
Para consumar la ansiada independencia sólo faltaba entrar en la capital, en la que se
encontraba fuerzas del ejército español al mando del mariscal Novella. O’Donojú, según los
tratados, arregló la salida de esas tropas y se preparó la llegada del ejército Trigarante para el
día 27 de septiembre. El día 24, no obstante, Vicente Filisola había arribado a la capital con 4
mil hombres, siendo el primer jefe del ejército independentista en llegar, Tres días después
164
entraron las fuerzas Trigarante, con Iturbide al frente. Éste se dirigió al Palacio, en donde,
junto con O’Donojú, presenció el desfile de las tropas y asistió a la celebración de los servicios
religiosos en la catedral. Iturbide, dirigiéndose a los ciudadanos, dijo: "Ya sabéis el modo de
ser libres; a vosotros toca señalar el de ser felices".
Bandera usada por el Ejército Trigarante de Agustín de Iturbide y Vicente
Guerrero entre 1820 y 1821. Su función era difundir los ideales del Plan de
Iguala, localidad donde fue confeccionada por el sastre José Magdaleno
Ocampo. El color rojo representa la unión, el verde la independencia y el
blanco la religión católica, garantías del Plan de Iguala.
3.1.1.- La influencia del liberalismo (Independencia de los
Estados Unidos, Revolución Francesa y Revolución
Industrial): Las revoluciones Atlánticas: La lucha por establecer gobiernos basados en la
soberanía popular provocó diversas revoluciones. Los reyes la nobleza y la iglesia no cedieron
fácilmente sus privilegios. En el norte de África y Francia, comerciantes y campesinos,
artesanos, profesionales y hombres de negocios se levantaron en armas para luchar por la
igualdad, crear sus propias leyes y elegir a sus gobiernos.
Las revoluciones tuvieron causas diversas pero guardaron algunas semejanzas. Una de ellas
es el hecho de que se produjeron en continentes que tenían estrecho contacto comercial a
través del Océano Atlántico: Esta circunstancia muestra como las redes comerciales
favorecieron la difusión de las ideas ilustradas.
La modernización de las administraciones imperiales y la independencia de las 13
colonias: A mediados del siglo XVIII Inglaterra controlaba varios territorios en Asia, África y
América y tenía el interés de expandir sus dominios. De 1756 a 1763 se enfrentó y venció a
Francia y España en la guerra de 7 años con lo que se apoderó de varios territorios de
América, entre los que destaca el de Canadá.
Debido a los enormes gastos militares y a las dificultades para controlar sus extensos
dominios, la corona británica aplicó diversas medidas en sus posesiones de América del Norte.
Intentó limitar el avance de los colonos más allá de los montes Apalaches, prohibir la apertura
de fábricas y establecer nuevos impuestos, como el del timbre, que consistió en pegar una
estampilla a todo periódico, documento oficial o libro que se publicara en las colonias. Los
colonos consideraron que este impuesto era un atentado contra sus derechos, pues en el
pasado solo pagaban aranceles sobre los productos de importación.
Los abogados, los comerciantes y hombres de negocios resultaron afectados y organizaron
diversas protestas. Obligaron a los vendedores de timbres a renunciar y a quemar las
estampillas. Poco después Inglaterra se vio forzada a abolir este gravamen. En 1767, el
parlamento inglés impuso nuevas tasas aduaneras, pero los colonos rechazaron esos
impuestos y enviaron cartas al parlamento solicitando su derogación. La presión de los colonos
provocó la anulación de algunos impuestos, pero la corona inglesa mantuvo el del té y ordenó
que solo la Compañía de las Indias Orientales comercializara ese producto.
Los colonos se opusieron también a estas medidas. Algunas colonias dejaron de comprar té;
en 1773 un grupo de habitantes de Boston asaltó 3 barcos y echaron por la borda el
cargamento de té. En represalia, la corona bloqueó el puerto y solicitó a los colonos pagar los
daños causados. Estas medidas tensaron las relaciones entre el gobierno británico y los
colonos.
165
En 1774 los colonos organizaron un congreso continental en Filadelfia, al que asistieron
delegados de las 13 colonias. El congreso aprobó una declaración de derechos y agravios en la
que desconocía la autoridad del parlamento para dictar leyes y establecer impuestos, pero
mostraban su lealtad al rey. Para presiona a los colonos, los congresistas propusieron a los
habitantes de la colonias no consumir productos británicos, por lo que Gran Bretaña envió más
tropas para someter a la población.
El primer enfrentamiento entre los colonos y el ejército británico ocurrió en 1775. La guerra se
propagó con rapidez. En un principio, el ejército de los colonos carecía de organización y
armamento. Meses después se reunió un segundo congreso continental. Los delegados
nombraron a George Washington comandante supremo de las fuerzas armadas de las 13
colonias, lo que les permitió conseguir recursos y mejorar la organización del ejército.
El 4 de julio de 1776, tras un largo debate, el congreso continental declaró la independencia
de las 13 colonias. En su declaración, los colonos expusieron que todo gobierno nace del
contrato entre el pueblo y los gobernantes; sí estos no protegen “la vida, la libertad y la
búsqueda de la felicidad”, el pueblo tiene el derecho de reformar o abolir el gobierno, o de
instaurar otro.
La declaración de independencia dividió a los colonos. Algunos se mantuvieron leales a la
corona británica mientras otro grupo, más numeroso, continuó la lucha en favor de la
independencia. Para fortalecer su lucha, los rebeldes solicitaron el apoyo de España y de
Francia, rivales de Inglaterra. Los británicos, tras sufrir la derrota de Yorktown en 1781,
decidieron poner fin a la guerra. Dos años después reconocieron la independencia de las 13
colonias (1783).
Durante algunos años, cada colonia contó con leyes y gobierno propios. En 1787 las 13
colonias celebraron una convención en la que se aprobó la Constitución de los USA. En ella, los
estadounidenses reconocieron la libertad de expresión, prensa, reunión y petición de los
ciudadanos, y decidieron constituirse en una república federal en la que cada Estado federado
conservaba su autonomía.
La revolución francesa, el fin del antiguo régimen y el constitucionalismo: Quince
años después de la declaración de independencia de los Estados Unidos estalló otra
revolución, ahora en Francia. Los regímenes absolutistas o de antiguo régimen habían
provocado una gravísima crisis económica en ese reino. Las deudas por las guerras imperiales
y los gastos de la corte, pusieron al Estado imperial francés al borde de la banca rota.
Para encontrar una salida a la crisis, el rey Luis XVI convocó a una asamblea de notables. Esta
se reunió en 1788 y se opuso al cobro de nuevos impuestos, argumentando que los estados
nacionales, como representantes de los franceses, eran los únicos que podían establecerlos.
Entonces el rey convocó a los estados generales, institución compuesta por tres estamentos.
En el primero participaban los nobles, en el segundo los miembros de la iglesia y en el tercero
el pueblo. En este último también se contaban los burgueses, personas dedicadas a los
negocios.
La nobleza y la iglesia, juntos, componían solo el 5% de la población pero estaban
representadas por el mayor número de diputados. En cambio el tercer estado, que aglutinaba,
(al pueblo), a los campesinos, obreros, artesanos, comerciantes y hombres de negocios, esto
es, el 95% de la población restante, contaba con muy pocos diputados.
166
Ante esta desventaja, el tercer estado dirigido por los burgueses, solicitó a la corona aumentar
el número de sus diputados, petición que le fue concedida. Sin embargo, cada estamento
tenía el derecho de emitir un solo voto, es decir, se votaba por estamentos. De esta manera la
nobleza y la iglesia, aliados, resultarían siempre victoriosos por dos votos contra uno.
En mayo de 1789, los estados generales se reunieron y junto con los miembros de la
burguesía quienes exigieron que no se votara por estamentos, sino que cada diputado
emitiera su voto. La mayoría de los nobles y clérigos se negaron de manera rotunda; entonces
el rey ordenó la expulsión del tercer estado y de los nobles que lo apoyaban. Los expulsados
se consideraron representantes legítimos de Francia, pues representaban a la mayoría; se
reunieron y acordaron redactar una constitución que estuviera de acuerdo con la voluntad
popular. Con ese fin se autonombraron Asamblea Constituyente.
Luis XVI ordenó la disolución de la Asamblea Constituyente, pero no logró sus propósitos.
Entonces congregó a sus tropas en París. La tensión del momento, sumada al descontento por
las malas cosechas y el aumento del precio del pan, incrementó el malestar de la población.
El 14 de julio de 1789 el pueblo de París se sublevó y asaltó la bastilla, prisión donde cumplían
su condena los opositores al gobierno absolutista. Muy pronto los motines se extendieron por
toda Francia. Los campesinos y la población urbana formaron sus propias comunas o
gobiernos autónomos.
Presionada por el pueblo, la Asamblea Constituyente abolió el diezmo y en agosto de 1789
promulgó la Declaración de los derechos del hombre y del ciudadano. En este documento se
reconoció la libertad y los derechos de propiedad, seguridad e igualdad jurídica de todos los
franceses.
En 1791 se proclamó la Constitución, la cual estableció una monarquía constitucional, señaló
los derechos del ciudadano y dividió el gobierno en tres poderes: el ejecutivo en manos del
rey, el legislativo, formado por una asamblea electiva indisoluble y el judicial, compuesto por
jueces también electos.
Como la Asamblea Constituyente había cumplido su cometido se eligió la Asamblea
Legislativa. En agosto de 1792, con el fin de calmar los ánimos, la Asamblea Legislativa
convocó a una Convención Nacional electa por sufragio universal. Esta convención entró en
funciones en septiembre; su primera medida fue abolir la monarquía y proclamar la república.
En esta convención se enfrentaron dos grupos con ideas diferentes sobre los propósitos de la
revolución: los jacobinos y los girondinos. Los jacobinos contaban con el apoyo de los grupos
de trabajadores y grupos desprotegidos de París; luchaban por un gobierno democrático,
cambios en las formas de propiedad y un gobierno central. Los girondinos, representantes de
los comerciantes y hombres de negocios, pugnaban por políticas más conservadoras, como el
respeto a la propiedad privada. La tensión creció; en enero de 1793 Luis XVI fue juzgado y
ejecutado. Tras la ejecución del rey, Inglaterra le declaró la guerra a los revolucionarios
franceses.
De octubre de 1793 a septiembre de 1795 la lucha por el poder entre girondinos y jacobinos
se tornó violenta. Se estableció un comité de Salud Pública, encabezado por Robespierre, que
suspendió los derechos individuales y ordenó ejecutar a quienes se manifestaran, sin importar
si eran partidarios o enemigos de la revolución. El mismo Robespierre fue considerado
enemigo de la revolución, fue juzgado y ejecutado:
167
Con la muerte de Robespierre, la convención quedó en manos de los moderados que
proclamaron otra constitución en 1795. Con el fin de limitar la participación del pueblo, la
nueva constitución otorgó el derecho de voto solo a los propietarios. Además, depositó el
poder ejecutivo en un directorio formado por cinco personas, y dividió el poder legislativo en
dos consejos.
El directorio débil e incapaz de resolver los problemas de Francia fue perdiendo autoridad,
mientras el ejército se fortalecía. Napoleón Bonaparte un oficial del ejército que había
adquirido un enorme prestigio por haber vencido en varias batallas a las tropas de las
potencias enemigas, sofocó un levantamiento en favor del restablecimiento de la monarquía.
Este hecho incrementó su popularidad. La presencia y autoridad de Napoleón fue en aumento.
En 1799 derrocó de manera violenta al directorio y estableció un consulado dirigido por él. El
consulado logró triunfos importantes sobre las tropas extranjeras, reorganizó la
administración, el sistema de justicia y la enseñanza. También practicó una política de
reconciliación y controló el aumento constante de los precios de los productos. En 1802, con el
apoyo de la burguesía, Napoleón fue nombrado cónsul vitalicio y en 1804 emperador de
Francia.
La revolución industrial su impacto en la producción, en el transporte y las
comunicaciones: De mediados del siglo XVIII a mediados del siglo XIX Europa y
principalmente Inglaterra experimentaron cambios profundos en la producción y distribución
de mercancías. Al conjunto de estos cambios se le denomina revolución industrial. Estas
transformaciones estuvieron ligadas al uso del carbón para generar energía, la instauración
del sistema de fábricas y la ampliación vertiginosa de las redes de transporte y comunicación.
Con el uso del carbón, el ser humano empleó de manera intensiva la energía fósil concentrada
en la tierra desde hace millones de años. Si bien el carbón fue empleado por los chinos para
fundir el hierro y calentar sus casas, en Europa no se utilizaba ampliamente, pues no había
transportes baratos para trasladarlo desde los yacimientos hasta los centros de consumo y/o
producción. Además, su costo de extracción era elevado debido a la inundación de las minas.
En el siglo XVIII los británicos superaron estas dificultades con la apertura de canales que
intercomunicaban todo el país, y con la invención de una máquina para extraer agua de las
minas de carbón. Ese invento fue la máquina de vapor de James Watt, quien la patentó en
1769. La máquina de Watt facilitó la extracción de un combustible poderoso y barato (el
carbón). La aplicación de esa máquina en la industria textil y en los transportes produjo otros
cambios. Por la misma época se inventaron, también en la Gran Bretaña, varias máquinas
textiles como la hiladora o el telar mecánico, que substituyeron a los artesanos y personas
dedicadas al trabajo textil. Esas máquinas estaban unidas a una fuente de energía común por
medio de un sistema de engranes; funcionaban por la acción de varios molinos de agua. Por
esta razón su movimiento dependía de las condiciones de la naturaleza, por ejemplo las lluvias
y el caudal de los ríos.
Cuando la fuerza del vapor sustituyó a la de los molinos de agua, el funcionamiento de las
máquinas se liberó de los cambiantes fenómenos naturales. Entonces surgió el sistema de
fábrica, que consistió en la instalación de máquinas en grandes edificios. Allí los obreros
hacían funcionar las máquinas de acuerdo con el sistema de trabajo establecido. Los obreros y
las máquinas debían trabajar al mismo y ritmo y elaborar productos iguales. Esta forma de
168
trabajo incrementó la producción. De este modo, en Inglaterra la producción industrial (con el
empleo de máquinas) sustituyó a la manufacturera (hecha con la mano).
La aplicación de la máquina de vapor a las embarcaciones y trenes aumentó la velocidad del
traslado de pasajeros y mercancías, así como el movimiento de la carga pesada. En todo el
territorio de Inglaterra y luego en Europa se instalaron líneas de ferrocarril que comunicaban
los centros productores de materias primas con los centros industriales y comerciales.
Estas transformaciones se difundieron en los países europeos y Estados Unidos, cuya
producción y circulación de mercancías aumentó y sus costos disminuyeron. De esta manera,
los productos de esos países adquirieron grandes ventajas frente a los del resto del mundo,
donde aún se seguía produciendo a mano. La revolución industrial provocó la ruina de los
artesanos y de la producción manufacturera de muchos países, que no podía competir con la
producción industrial.
La revolución industrial también modificó el orden social. Los asalariados y las personas que
emigraban del campo a las ciudades no tenían recursos ni poseían medios de trabajo que les
permitieran sostenerse, por lo que se contrataban como empleados o como obreros en los
negocios y fábricas de los burgueses, quienes concentraban en sus manos el capital, las
máquinas y la tecnología.
3.1.2.- Consumación de la Independencia de México:
La consumación de la Independencia de México tuvo lugar el 27 de septiembre de 1821,
aunque se venía gestando desde mucho tiempo atrás.
En 1820 el coronel español Rafael del Riego se levantó en armas para obligar a Fernando VII a
jurar la Constitución de Cádiz, suprimida por el rey en 1814. En Nueva España los clérigos y
acaudalados vieron en la Carta Magna española, jurada en Veracruz el 26 de mayo de 1820,
un obstáculo para sus privilegios, así que decidieron promover la independencia. Un grupo de
prominentes aristócratas junto con el alto clero, dirigidos por obispo de la ciudad de
México Matías de Monteagudo se reunían en juntas secretas conocidas como Conspiración de
la Profesa, por llamarse así el templo. Con la anuencia del virrey Juan Ruiz de Apodaca, los
conspirados y el alto clero consiguieron que Agustín de Iturbide fuera nombrado general en
jefe del Ejército del Sur, con el encargo de acabar con Vicente Guerrero y Pedro Ascencio.
Guerrero era el único jefe insurgente que realmente permanecía activo desde la muerte
de Francisco Javier Mina en 1817.
Agustín de Iturbide intentó convencer a los jefes realistas José Gabriel de Armijo y Carlos
Moya para formar un ejército libertador que depusiera a Apodaca para en su lugar nombrar a
un virrey conciliador con el que fuera posible consumar la independencia, pero ambos se
negaron.
Iturbide relegó a Armijo del ejército del sur, en noviembre de 1820, quien estaba encargado de
derrotar a Vicente Guerrero, y luego de varias derrotas, Iturbide comprendió que por la vía de
las armas sería imposible vencer a Guerrero, por lo que le planteó la idea de unir fuerzas para
establecer una nación independiente encabezada por Fernando VII u otro miembro de la
realeza europea. El pacto entre ambos jefes se llevó a cabo el 10 de marzo de 1821 con el
evento conocido como Abrazo de Acatempan. El 24 de febrero de ese año Iturbide dio a
conocer el Plan de Iguala, con el que constituía el Ejército Trigarante, cuyas garantías eran
independencia, religión y unión.
169
Durante poco más de 6 meses el Ejército Trigarante recorrió el virreinato promoviendo sus
ideales. Entre las escasas acciones bélicas de ese periodo se encuentran la toma de Oaxaca,
el 20 de julio de 1821 a manos de Antonio León, y la última batalla de la guerra, librada
en Azcapotzalco. Iturbide dividió el país en zonas militares: la centro occidental, dirigida por
Guerrero, Anastasio Bustamante y Pedro Celestino Negrete; la oriental, comandada
por Nicolás Bravo y A. López de Santa Anna y la sur, bajo el mando de Antonio León.
Apodaca fue depuesto por los militares de la Ciudad de México, quienes en su lugar
nombraron a Francisco Novella. Las Cortes en España también decidieron remover a Apodaca,
pero su sustituto designado fue el masón liberal Juan O'Donojú, con quien Iturbide pudo llegar
a un acuerdo con los Tratados de Córdoba, 24 de agosto de 1821.
Finalmente, el 27 de septiembre de 1821 el Ejército Trigarante entró a la ciudad de México,
después de 11 años y 11 días de lucha y más de tres siglos de dominio español.
3.2.- PROBLEMAS DE CRECIMIENTO DE LA ECONOMÍA MEXICANA DURANTE EL
PERIODO DE FORMACIÓN DEL ESTADO NACIÓN 1810-1857:
Independencia y construcción del Estado Nacional (1821-1867): La construcción del proyecto
nacional se ha dado con base en una mezcla, a menudo conflictiva, de tradición y modernidad.
Ambas perspectivas han coexistido antagónicas o complementarias; pero, al margen de sus
connotaciones políticas específicas, se han mantenido como valores vigentes en el momento
de definir y ejecutar las políticas gubernamentales.
En la historia de los siglos XIX y XX, a la modernidad se le ha concedido de cuando en cuando
un valor de innovación per se. De ahí que los procesos de modernización suelan localizarse en
las coyunturas de grandes transformaciones económicas, no necesariamente coincidentes con
los ritmos del desarrollo cultural, que guardan una relativa independencia de ellos.
Al consumarse la Independencia en 1821, comienzan los esfuerzos para crear las leyes de la
nueva nación, luego de tres siglos de dependencia del Imperio español. La legalidad de la
Independencia quedó sancionada en el Plan de Iguala, que exhortaba a la unidad entre
americanos y europeos (españoles residentes en México), como base de concordia para las
tareas de reconstrucción política y económica. El documento libertador no pudo, sin embargo,
conciliar los intereses contradictorios entre españoles peninsulares y españoles americanos
(criollos), las dos fuerzas políticas y sociales más importantes de la época.
La vieja enemistad política y económica que existía entre ambos tipos de españoles se
intensificó con la Independencia que, tal como se había concebido, permitía la conservación de
los privilegios de los peninsulares, sin resolver las demandas sociales de los criollos, mestizos
y castas americanos.
Los criollos representaron el advenimiento de un pueblo nuevo, que si bien prolongaba las
tradiciones culturales europeas, también las modificaba con nuevas concepciones de país, al
que consideraban suyo por haber nacido en él; y que les hacía considerarse con mayores
derechos que los otros a dirigir el destino de la nueva nación.
La lucha entre los grupos de nacidos en España y de los nacidos en tierra americana, cubre el
primer período del México Independiente y termina con la paulatina expulsión de los
peninsulares y de sus caudales, tan necesarios para la economía del país. Estas primeras
luchas, que arrastraron a los otros sectores de la población, se dieron con la presencia
destacada de las logias masónicas: escoceses, que representaron los intereses de las clases
pudientes y el clero, vs yorkinos, que aglutinaron a los insurgentes y liberales.
170
Los grupos políticos en disputa defendieron principios distintos para conducir el país: "orden
público y religión" los escoceses, y "libertad y progreso", los yorkinos, lo que llevaría a una
posterior formación de los partidos centralista y federalista, respectivamente. Los primeros
contaron con el apoyo de los españoles y el clero y los segundos, con el de los Estados Unidos.
Como instituciones, la Iglesia y el Ejército fueron los actores sociales más importantes en las
luchas que van de la consumación de la Independencia hasta el triunfo de la Revolución de
Ayutla (1855) y la Guerra de Reforma (1857-1867). México conoció en ese período tres formas
de organización política: Imperio de Iturbide, República Federal y República Centralista.
España fue derrotada y expulsada, pero no las estructuras que había creado durante su larga
presencia. Dejó como legado una sociedad compuesta por blancos, diversos grupos étnicos y
mestizos, con distintos grados de educación, cultura, tradiciones y niveles económicos. Había
heredado un ejército y una poderosa Iglesia, dueña de la mayor parte de las riquezas del país,
en virtud del Regio Patronato Indio, que concedió a España la autonomía de Roma respecto a
la política eclesiástica en el continente.
Los reyes y los virreyes eran los patrones y vicepatronos, respectivamente, de la Iglesia en la
N. España, con derechos a la percepción de los diezmos, a la erección de Iglesias y la
construcción de conventos; a la organiza- ción de misiones y a la propuesta de las personas
para los puestos vacantes, desde obispos hasta capellanes.
Este inmenso poder que otorgó el Papa a los Reyes Católicos y a sus descendientes se asoció
con una situación adversa, el triunfo de La Reforma luterana, que había separado del mundo
católico a los protestantes. A cambio de ese privilegio, España se comprometió a efectuar y
costear la evangelización, empresa que con creces recompensó esas pérdidas.
Al amparo de esa legislación, la Iglesia reunió un importante patrimonio económico,
incrementado aún más por las funciones de prestamista que desempeñó durante largo tiempo
a falta de instituciones de crédito. Su fuerza económica y social, emanada del poder religioso y
educativo que ejercía sobre la población, fue causa de que los gobiernos republicanos
lanzaran sus dardos contra ella. Nada extraño, puesto que precisaban su caudal para la
construcción del país.
El Ejército, que con la Independencia se había constituido en una clase privilegiada, fue el
mejor aliado de la Iglesia en la defensa común de los fueros y privilegios.
Caído el efímero Imperio de Agustín de Iturbide (1822-1823), que había conservado los fueros
de la Iglesia y el Ejército, se inician los largos debates entre federalistas y centralistas. Por
más de tres décadas controversias y luchas armadas prolongan la pugna por imponer uno u
otro régimen. El primer triunfo político correspondió a los federalistas, que vencieron en el
Constituyente de 1823, autor de la promulgación de la Constitución Federal de los Estados
Unidos Mexicanos en 1824. La Carta Magna convirtió a las provincias en estados
independientes y soberanos en lo tocante a la administración interna. La excesiva autonomía
otorgada a los gobiernos locales fue utilizada sin embargo por ellos para combatir al gobierno
federal. El pacto federal dio fuerza a las milicias locales, bastante bien organizadas, que, al
mando de militares con frecuencia ambiciosos, sirvieron indistintamente a federalistas y a
centralistas.
Dos movimientos armados nacidos desde el seno de la vicepresidencia pusieron en peligro el
régimen federal. El primero lo encabezó Nicolás Bravo (1827), Vicepresidente de la República
y alto jefe de la logia escocesa, que aunque no logró derrocar al presidente Guadalupe
171
Victoria, sí abrió la primera brecha contra el régimen federalista. El segundo movimiento,
enarbolado por Anastasio Bustamante (1829), provocó una nueva crisis al desplazar de la
Presidencia a Vicente Guerrero y permitir el ascenso de A. Bustamante (1830). Éste atrajo al
clero y trató de restablecer el orden para atender los problemas económicos, atemperar las
reacciones a las medidas drásticas emprendidas contra los liberales, y fortalecer su batalla
contra la prensa. Sobre él pesaba principalmente la responsabilidad de haber patrocinado la
muerte de Guerrero. Al final, Bustamante provocó tal oposición de los gobiernos locales, que
éstos pusieron fin a su mandato.
En 1832 se levanta la guarnición de Veracruz al mando del general Antonio de Santa Anna,
quien pide el regreso al poder de Gómez Pedraza. La imposición de éste fue el puente para la
toma de la primera magistratura por parte del propio Santa Anna (1833). Su gobierno tuvo
como vicepresidente a Valentín Gómez Farías, liberal con un gran prestigio de honestidad, que
decretó La reforma eclesiástica militar (1833-1834) destinada a combatir los fueros de la
Iglesia y el Ejército.
Gómez Farías se convierte en el iniciador de las primeras Leyes de Reforma contra la Iglesia:
a). incautación de los bienes del clero; b). secularización de la enseñanza y administración del
patrimonio de la Iglesia. La reacción al programa reformista fue violenta, como era de
esperarse, dadas las afectaciones que implicaba. Santa Anna regresa de su hacienda (Manga
de Clavo), abroga las leyes anticlericales y acaba por expulsar a Gómez Farías, suprimiendo la
Vicepresidencia. Con este acto se abre el camino a la nueva constitución centralista, Las Siete
Leyes (1835-1836), que reemplazó a la de 1824. Los Estados se transforman en
departamentos y sus rentas pasan a disposición del gobierno central, que contribuye a que
ocurran sucesos de especial trascendencia, como la Independencia de Texas (1836); la
primera guerra con Francia (1838-1839); la separación del Estado de Yucatán en 1841 y la
invasión norteamericana de 1847.
La República centralista vive en crisis recurrentes. Se suceden los presidentes y los
levantamientos. La economía está en ruinas. Apenas terminada la guerra contra Francia,
Mariano Paredes y Arriaga encabeza un movimiento reaccionario (1841) contra el régimen
conservador del presidente Anastasio Bustamante, que fue aprovechado por Santa Anna para
llegar al poder y gobernar como dictador. En un contexto de violencia armada, se proclaman
las Bases Orgánicas (1843) que centralizan en forma absoluta en el Poder Ejecutivo y la
administración de las provincias. Ni con el bloqueo norteamericano de Veracruz ceden las
luchas internas entre los bandos.
En 1846 un pronunciamiento, esta vez federalista, encabezado por José Mariano Salas, pone
fin al centralismo. Tras una breve estancia en el poder, Salas ofrece la primera magistratura a
Santa Anna, quien la deja en manos de Gómez Farías mientras sale a combatir la invasión
estadounidense (1846-1848) al mando de un ejército de más de 14 mil hombres. De acuerdo
con los Tratados de Guadalupe Hidalgo (1848), que pusieron fin a la contienda intervencionista
de E.U., México perdió Texas, Nuevo México, Arizona y la Alta California, 2´300,000 Km 2. Ante
el estrepitoso desastre, Santa Anna huyó al extranjero.
Aunque la guerra había conmocionado al país, todavía no se lograba crear una auténtica
conciencia nacional, pero sí era evidente que ya se estaba planteando en algunos sectores la
necesidad de unificar al país y transformarlo, conduciéndolo a la modernidad. Esta tarea no
pudo efectuarse inmediatamente después de la guerra, cuando los liberales moderados
172
ascendieron al poder, en el que permanecerían hasta ser expulsados por el cuartelazo de
1852.
Los centralistas (de nuevo), que se pronunciaron, demandaron el regreso de Santa Anna,
quien asumió el poder llevando a Lucas Alamán como jefe del gabinete. La muerte de Alamán
dejó a Sta. Anna cómo único dueño del poder y de la Nación. El Consejo de Estado le concedió
entonces facultades absolutas y el título de "Alteza Serenísima", lo que le permitió establecer
una dictadura de corte monárquico en extremo caro para la nación.
Santa Anna fue expulsado del escenario político que había dominado durante tres décadas,
por la revolución triunfante de Ayutla (1854-1855). Esta capacidad de permanencia,
representando a fuerzas políticas opuestas, hace de Santa Anna una figura única en la historia
de México. Carismático, gobernó el país con los fusiles, con el Congreso y sin él, con el apoyo
del pueblo y sin su consentimiento, alcanzando la Presidencia en once ocasiones. Sujeto a
múltiples controversias, héroe para unos y traidor para otros, fue el hombre indispensable
para resolver o intentar resolver las situaciones contingentes de la Nación.
Enarboló la bandera republicana contra Iturbide y traicionó a la República para instaurar su
propia dictadura de corte monárquico. Con él inicia y concluye el ciclo de las luchas
federalistas y centralistas, que a partir de Ayutla se entablarán entre liberales y
conservadores, republicanos e imperialistas, hombres distintos de una misma batalla entre lo
viejo y lo nuevo para forjar una nación que no acababa de encontrarse a sí misma.
El Plan de Ayutla no fue un pronunciamiento más para derrocar, en ese caso, a Santa Anna.
Estuvo dirigido contra los gobiernos tiránicos que quisieron encarcelar el movimiento de 1810
en temas como "o encierro, o destierro, o entierro". Aunque proclamado por el coronel
Florencio Villarreal, sus impulsores fueron el General Juan Álvarez, caudillo del movimiento,
que gozaba de gran popularidad, y el liberal moderado Ignacio Comonfort, que dio un giro
social al movimiento apoyado por la población.
La Guerra de Reforma (de enero de 1858 a diciembre de 1860): Triunfante la revolución, el
gobierno liberal se organizó primero bajo la presidencia de Juan Álvarez y luego bajo la de
Ignacio Comonfort. Durante sus administraciones se promulgaron las primeras Leyes de
Reforma, dirigidas contra la Iglesia e incorporadas a la nueva Constitución (5 de febrero de
1857). De ideas seguramente demasiado avanzadas para la época, el texto constitucional
enfrentó condiciones adversas, que lo hicieron poco viable en el corto y mediano plazo.
La Constitución trasladó a la responsabilidad del gobierno la autoridad sobre actos de culto
público (externo), y promovió la libertad de cultos. En lo educativo, esto significó una ruptura
del control de la Iglesia Católica, o al menos la posibilidad de evitar su monopolio.
La nueva Carta Magna, que establecía la igualdad de los ciudadanos ante la Ley y la
Supremacía del Estado sobre la Iglesia, sumió al país en una crisis nacional. La sublevación
militar, encabezada por el General Félix Zuloaga, para abolir la Constitución, y el golpe
parlamentario de Ignacio Comonfort, traen el encarcelamiento de Benito Juárez, Presidente de
la Suprema Corte de Justicia, y de otros legisladores radicales 1858.
El cuartelazo de Tacubaya es el medio de llevar a la presidencia a Félix Zuloaga, en tanto
Juárez por ministerio de ley asume la Presidencia (enero de 1858) y establece su gobierno en
distintos puntos del territo- rio nacional, ya que Palacio Nacional estaba tomado por los
conservadores, al frente de ellos estaba Zuloaga.
173
Esta dualidad de poderes dio origen a la Guerra de Reforma (1857-1860), finalmente favorable
a los liberales que derrotaron en Calpulalpan (diciembre de 1860) al ejército conservador,
comandado por el general Miguel Miramón. Estando Juárez en Veracruz, donde había
trasladado su gobierno, expide las Leyes de Reforma, que ampliaron y ratificaron las primeras
de ese nombre. La llamada "Ley Juárez" suprimió los fueros militar y eclesiástico en los
negocios civiles y la "Ley de Lerdo" (1856) transfirió a los adjudicados las fincas rústicas y
urbanas, pertenecientes a las corporaciones civiles y eclesiásticas.
Las leyes de Veracruz atacaron a la Iglesia con mayor dureza. Ya no se trataba de
transferencia, sino de nacionalización de los bienes eclesiásticos, secularización de los
cementerios, supresión de las festividades religiosas e instauración del registro y del
matrimonio civil. Juárez castigó a la Iglesia por su ayuda a los conservadores, pero eso no le
impidió promulgar la libertad de cultos.
Al implantar el orden legal y asumir la Presidencia (1861) inició una política enérgica y
suspendió por dos años el pago de la deuda externa. La medida, dictada por la situación de
bancarrota en que se encontraba el país, dio pábulo a la intervención francesa (1862) y a la
creación del Imperio de Maximiliano de Habsburgo (1864-1867), sostenido desde Francia por
Napoleón III. La Guerra de Reforma de hecho se empalma con la guerra de liberación nacional
contra los invasores imperialistas franceses y sus aliados, los conservadores mexicanos. Juárez
sale de Palacio Nacional, carga la patria en el portafolio y defiende con firmeza la integridad
nacional.
República Restaurada (1867-1876): Juárez convocó a elecciones en las que resultó
reelecto Presidente. En los nuevos comicios de 1871, el Congreso decretó la continuación de
Juárez en la presidencia, lo que provocó varios levantamientos; entre ellos el de Porfirio Díaz
(Plan de la Noria), quien enarboló la bandera de la no reelección. Juárez murió en 1872 en el
ejercicio del poder y lo sucedió su colaborador y amigo Sebastián Lerdo de Tejada,
continuador de su política, quien elevó a rango constitucional las Leyes de Reforma.
La generación de La Reforma estuvo compuesta
por un grupo de hombres brillantes y arrojados
que se agruparon en torno de la personalidad de
Juárez (Melchor Ocampo, Santos Degollado,
Manuel Doblado, Sebastián y Miguel Lerdo de
Tejada, Guillermo Prieto, José María Iglesias y
otros más) y por generales liberales, todos con
un profundo sentimiento de deber hacia la
patria. El destacado grupo (que no llegó siquiera
a 100 integrantes) condujo la vida nacional con conciencia histórica y una clara y honesta
visión acerca de los cambios que requería el país para su modernización.
En el ámbito social, su programa favoreció a la incipiente clase de empresarios
y comerciantes, bajo el afán de hacer individual la propiedad y crear un país de
pequeños propietarios. El principio, aunque idóneo desde un punto de vista
teórico, según el grado de desarrollo económico que vivía el país, no dejó de
lastimar los intereses de las comunidades indígenas, sujetas a un régimen de
propiedad comunal. El fraccionamiento de la tierra condujo a la postre, en el
174
régimen del general Porfirio Díaz, a la creación de latifundios, idea contraria a lo que los
liberales se proponían.
En el rubro de la educación, la idea rectora fue el cimiento de una educación civil, partiendo
de la idea de que "la instrucción académica, es la base de un pueblo, a la vez que el medio
más seguro de hacer imposibles los abusos del poder" (Melchor Ocampo).
La Reforma, en suma, fue un período que marcó el tránsito de un estado de confusión a un
orden nuevo signado por el restablecimiento de las instituciones políticas nacionales y por la
aspiración a la legalidad y la civilidad. Fue la base ideológica de la revolución de Ayutla, y la
confirmación del pensamiento liberal que arranca de políticos e ideólogos como Valentín
Gómez Farías y el doctor José María Luis Mora. El proyecto reformador echado abajo por Santa
Anna, sería aplicado y ensanchado en el período reformador, al consignarse la separación del
Estado y la Iglesia. Esta pugna ideológica, que condujo a la Revolución de Ayutla, a la Guerra
de Reforma y a la resistencia contra los intervencionistas franceses y sus aliados locales,
concluyó con el triunfo liberal plasmado en la Constitución de 1857, que estará vigente por
espacio de 60 años.
El Porfirismo (1876-1910): El Presidente Lerdo de Tejada fue depuesto de la presidencia, por
medio de un golpe de Estado sestado por Porfirio Días en el llamado Plan de la Noria en
noviembre de 1876.
Así, en 1876 el general Porfirio Díaz lo desplazó de la Presidencia enarbolando la bandera de la
no reelección. Las elecciones de mayo de 1877, llevaron al general Díaz a la Presidencia,
misma que no dejaría sino hasta 1911, a raíz del avance de la Revolución proclamada por
Francisco I. Madero en 1910. Porfirio Díaz ejerce el poder de manera casi ininterrumpida por
aproximadamente 30 años, sólo alterada por la presidencia de Manuel González, su cercano
amigo, quien ocupa formalmente el poder entre 1880 y 1884.
La etapa liberal fue sustituida por la denominada dictadura porfirista, que expresó la
personalidad férrea de Porfirio Díaz, de brillante historial militar, patriota, héroe de la guerra
de intervención, hombre de armas que trajo la pacificación del país, y que ya en el poder se
convirtió en tirano. La bandera de la no reelección, de la que fue portaestandarte, la suplió por
la de reelección continua. Cambió el texto constitucional para reelegirse en 5 períodos
consecutivos.
Si los liberales habían creado un Estado-Jurídico y habían concedido la igualdad de derechos a
los mexicanos, a Porfirio Díaz se debe la formación territorial del Estado-Nación y la supresión
de los derechos cívicos de los mexicanos. Díaz creó la infraestructura para la unificación del
territorio: una amplia red de transportes (20,000 kilómetros de vías férreas), base para formar
un mercado nacional. En esta tarea fue notable la labor de José Ives Limantour, el responsable
de la hacienda pública, quien organizó el financiamiento del proyecto de expansión
económica, gravó con impuestos la producción, acabó con los impuestos al tráfico interno de
las mercancías, reorganizó la deuda pública (1893), reorganizó las instituciones de crédito
(1897), llevó a cabo una reforma monetaria (1905) y, en consecuencia creó un clima de
confianza a los inversionistas extranjeros.
La "paz social" imprescindible para llevar adelante esa empresa, se consiguió "matando en
caliente", a los que levantaban las armas contra el régimen y suprimiendo todas las libertades
civiles.
175
El orden y el progreso fueron la divisa y la justificación de un régimen que privilegió
ostentosamente a los grandes propietarios –urbanos y terratenientes- y a los capitalistas
ingleses y norteamericanos, dueños de las tres cuartas partes de la industria minera y de la
mitad de la explotación petrolera, iniciada durante el período. Los avances en la industria no
repercutieron en el campo, donde se mantuvo una organización semifeudal. Las leyes de
colonización y baldíos condujeron al despojo de los pequeños propietarios y a la concentración
de la propiedad.
El régimen cayó por los males sociales, pero también por aquel espíritu de conciencia nacional
que había cundido entre los políticos e intelectuales de la nueva generación, que prepararon y
acaudillaron el movimiento revolucionario de 1910. El cambio de los hombres fuertes por las
instituciones vendría con esta revolución, la primera democrática triunfante del siglo XX y el
movimiento social que más influjo tuvo en todas las esferas de la vida nacional.
3.2.1.- Conformación del Estado Nacional:
Abordaremos el estudio del Estado mexicano como Estado-nación. Como tal no se puede
estudiar al margen de las relaciones capitalistas de producción; por el contrario, implica una
caracterización paralela del modo de producción capitalista en las condiciones del
subdesarrollo. Ubicar su inicio y los momentos más importantes de su formación es una tarea
difícil y de gran controversia entre los estudiosos del Estado mexicano. Para algunos el Estado
mexicano se divide en dos periodos fundamentales, según refiere Javier Rosas: uno
acaudillado al final por Porfirio Díaz que se caracterizaba por ser oligárquico, feudal y
proimperalista. El segundo por ser un Estado antimperialista, democrático, burgués y
antifeudal. Para otros se divide en tres momentos históricos importantes: "Uno que va de la
consumación de la independencia política de España (1821) a la revolución de Ayutla (1854);
otro que partiendo de la revolución de Reforma (1867) se extiende hasta los inicios del siglo
actual (1914) y un último que se estructura entre 1915 y 1940 y que llega hasta nuestros
días". En cambio Fernando Carmona opina que "en México hemos tenido un estado burgués de
formas organizativas, composición social y sistemas de poder cambiantes y con una
gravitación que se ha ampliado sucesivamente desde su primera etapa. Incluso el estado que
presidió Benito Juárez en varios gobiernos, cuando aún no se imponía definitivamente o
apenas empezaba a imponerse el capitalismo como el modo de producción fundamental del
país fue un estado burgués". Jorge Carrión constata que "durante mucho tiempo prevaleció la
idea de que la sociedad bajo la dictadura de don Porfirio era fundamentalmente feudal, si
acaso híbridamente antifeudal. La revolución mexicana fue ante todo un movimiento
antifeudal, nacionalista y antimperialista. Parece ser que ha venido prevaleciendo la idea de
que se trata de un Estado que no cambia: "Planteamos como premisa la existencia de un solo
Estado en el lapso que comprende tanto el periodo porfiriano como el revolucionario y
establece la diferencia entre ambos, en sus distintos regímenes políticos entendidos éstos
como sistemas de poder y dominación de una clase."
Detrás de las dificultades para caracterizar y periodizar el Estado mexicano, se encuentran las
dificultades para ubicar el inicio de las relaciones capitalistas, precisar sus diversas fases de
desarrollo en relación con el capitalismo como sistema mundial.
a). Planteamiento: Partimos de la idea de que el Estado-nación en México tiene sus inicios a
finales de la década de 1950 y a principios de la década de 1960, entrando con ello en un
largo periodo de transición hasta culminar con el gobierno de Plutarco Elías Calles; teniendo
176
en 1910-1917 un cambio de régimen de gobierno que permite un reajuste del Estado a los
intereses fundamentales de una burguesía que pretendería comandar el crecimiento de las
fuerzas productivas, al amparo de nuevas formas de dominación.
Esto corresponderá a la vez, en términos generales, con un periodo de transición de la
sociedad mexicana al capitalismo, conformándose una nación, en las condiciones del
subdesarrollo que producen una burguesía que encuentra su fortaleza en su relación con el
capital desarrollado de las metrópolis.
Todo parece indicar que las relaciones capitalistas en México se inician en el momento
histórico en que el capitalismo mundial está transitando de la etapa de libre competencia al
monopolio: "El capitalismo del país surge en el momento en que la fase del imperialismo
universaliza el monopolio y cancela la posibilidad económica, social y política de la etapa de la
libre competencia". Coinciden varios autores con esta apreciación: "el momento histórico en el
capitalismo deviene el modo de producción dominante y la economía mexicana se integra al
mercado capitalista mundial cuando el sistema evoluciona de la fase competitiva a la etapa
propiamente monopolista". Por su parte Juan Felipe Leal afirma que "Juárez y Lerdo
gobernaron aún en la época del capitalismo de libre competencia, mientras que Díaz gobernó
ya en la era del imperialismo".
Esta transición del capitalismo mundial, con respecto a México, va a ser una condición que
dificulta y finalmente obstaculiza la creación del conocimiento científico y tecnológico propio.
Se gesta un proceso de subsunción formal del trabajo por el capital prevaleciendo, en mucho,
formas precapitalistas de producción, lo que ha dado lugar a que muchos piensen que ese
periodo es propio de la época feudal. Sin embargo, aunque había muchos artesanos, este
periodo ya es formalmente capitalista, en donde la plusvalía se obtiene prolongando la jornada
laboral, en ausencia de tecnología propia que pudiera subsumir realmente el proceso laboral al
capital; es decir, sin el modo técnico de producción propio del capital, y por lo tanto, sin
plusvalía relativa. Al no poder ser subsumido realmente el trabajo por el capital, éste se
encontraba en serias dificultades para su propio desarrollo y se antoja un tanto natural que
"los grandes propietarios de tierras constituyen una fuerza nacional que posteriormente, en el
contexto de la división internacional del trabajo, logra una fuerte consolidación. Ya en estas
condiciones "los hacendados habían comenzado a ver con criterio favorable la anexión de
México a los E.U., país que representaba, a sus ojos, el orden y la prosperidad, como lo creían
muchos otros mexicanos fatigados por la perpetua guerra civil". Así las cosas, en el interior de
México, penetran los monopolios recién universalizados en el capitalismo mundial dotando al
modo de producción de México de una tecnología que había sido elaborada y pensada en los
países imperialistas, principalmente en Inglaterra, Alemania, Francia y los E.U. y que llegaba a
ser manejada incluso por sus propios técnicos. Estos monopolios, a su vez, aceleraban un
proceso que se asemeja a lo que Marx llamó acumulación originaria, distinguiéndose entre
otros fenómenos la liberación de los productores directos que posteriormente recibieron el
nombre de domésticos y léperos. "Los más 'independientes' de todos estos trabajadores
urbanos eran naturalmente los numerosos 'vendedores' que recorrían las calles y las plazas de
las ciudades durante el día; muy cercanos a estos grupos urbanos se encontraban los
domésticos, cuyo número era bastante elevado en un país que constantemente arrojaba hacia
las ciudades multitudes de campesinos 'desarraigados'. Los léperos en la época de la reforma,
sólo en México llegaron a ser la cuarta parte de la población: "las actividades predilectas del
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lépero eran ordinariamente la mendicidad y el robo en las plazas, en las puertas de las casas."
Todos estos procesos y fenómenos dan como resultado un capitalismo en donde las fuerzas
que conforman y detentan el poder serían los terratenientes, tanto mineros como ganaderos y
agricultores, etc., comandados por el capital comercial. La burguesía aún ocupa el tercer
rango; esta burguesía estaba lejos de constituir una auténtica burguesía mexicana, la industria
minera había caído en manos de capitalistas extranjeros. Lo mismo ocurría en el alto
comercio, donde la gran mayoría de las casas pertenecían igualmente a extranjeros. De todos
los extranjeros los únicos que se asimilaban rápidamente a la organización social del país eran
los españoles; al cabo de algunos años su asimilación con el mexicano está acabada, perfecta,
realizada. La burguesía en México, en la época en que nos hemos situado, era una clase social
de formación bastante reciente".
Una gran parte del comercio cayó en manos de negociantes extranjeros no españoles,
principalmente franceses e ingleses. La industria minera por su parte, llegó a ser también un
sector reservado a los capitalistas británicos. De esta manera se iba formando un capitalismo
con una burguesía que subordinaba su desarrollo al crecimiento de la influencia monopólica;
uno y otro se complementaban, uno era el anverso, el otro el reverso de un mismo fenómeno.
Y así, la influencia del grupo manufacturero se hizo sentir pronto en la vida del país, no sólo
porque está constituido por importantes capitalistas, sino sobre todo a causa de su fuerte
organización en consejos industriales que operaban en toda la república mexicana.
En resumen, recién transitaba México hacia formas capitalistas de producción, cuando
aparecen y penetran la vida del país los grandes monopolios, desatando procesos económicos,
políticos y sociales que acelerarían la formación del Estado-nación en esas condiciones.
b) El Estado-nación: Las relaciones capitalistas de producción inician un proceso de
maduración que nunca superará los límites del subdesarrollo y cuyo signo le imprimirían a la
formación del Estado-nación. Por esta razón aparecerá un estado de forma absolutista pero
con funciones esencialmente burguesas subdesarrolladas por estar ya insertas en la división
internacional del trabajo del capitalismo como sistema mundial: Naturalmente desde su
inserción en el capitalismo mundial y especialmente desde las últimas décadas del siglo
anterior cuando nuestro país es ya capitalista, el desarrollo sufre el impacto de los vaivenes
del desarrollo cíclico de las metrópolis y está sujeto a las vicisitudes de la crisis general del
capitalismo. Esta relación con el mercado internacional propició el fortalecimiento de una
burguesía que incrementaba sus ganancias al amparo de la exportación principalmente de
productos agrícolas, mineros, textiles, etc., sofocando permanentemente toda posibilidad de
crecimiento "desde dentro", la burguesía rural que logra incorporar la economía al sistema
capitalista mundial emerge como una clase dominante a medias o, como lo hemos llamado en
otra parte, como "un grupo cuya articulación de intereses con las burguesías metropolitanas
del exterior la convirtieron en la clase subordinada. Sin embargo el Estado-nación, aunque
reciba el impacto del subdesarrollo desde su formación no está determinado por las
condiciones externas; por el contrario, son las condiciones internas las que hacen necesaria su
aparición: Esa misma clase dominante-dominada es la que realiza junto con el Estado el
grueso de la acumulación del capital y la que impone y reserva el desarrollo capitalista en
México, el desarrollo del subdesarrollo de nuestro país. En suma: el poder burgués nacional es
el determinante de la reproducción de las relaciones capitalistas de producción de nuestro
178
país y el desarrollo en él del capital nacional y extranjero; por lo tanto, responde a una
determinación interna.
En las condiciones del subdesarrollo, las funciones del Estado-nación aparecen notoriamente
menguadas; de ser un Estado gestor del crecimiento de las fuerzas productivas en las
condiciones, por ejemplo, de las metrópolis, sufre el deterioro en el subdesarrollo y se pone de
relieve, en cambio, la función de garantizar las relaciones con los estados de las metrópolis al
mismo tiempo que se mantiene como garante de las relaciones de producción internas. Este
Estado que posteriormente responde a esa fracción burguesa que se constituye como tal con
base a producir para el mercado externo, sofoca el posible fortalecimiento de otra que
produce para un mercado interno; pero al evolucionar esta fracción burguesa necesariamente
entra en contradicción con aquella en cuanto a la forma de dominación. La fracción burguesa
que fundamenta su crecimiento en el mercado interno necesita de ciertas formas
consensuales de dominación; mientras que aquella que produce para la exportación se siente
bien con un gobierno centralizado que finalmente desemboca en el uso militar aun poniéndose
el guante del liberalismo. Tal Estado emerge de una manera sinuosa y conflictiva, a través de
un movimiento que por un lado se encarga de supeditar a los elementos de poder
precapitalistas, por la fuerza cuando es menester, y por otro lado de aniquilar “manu militari”
casi siempre a los elementos democrático-burgueses que levantan una alternativa progresista
de desarrollo capitalista.
El Estado-nación surge inicialmente como un Estado liberal que dio su apoyo a los capitalistas
-nacionales, extranjeros- para que se apropiaran de las tierras de los campesinos y los
terrenos baldíos; para que tuvieran acceso irrestricto a los depósitos de minerales; para que
formaran una amplia red ferrocarrilera que ligara a las haciendas y los centros mineros con los
puntos de exportación, y para que desarrollaran por primera vez un mercado nacional para la
producción agrícola e industrial del país. La implantación del estado nacional corre, pues,
paralelamente a la formación y consolidación del capitalismo, así como de la clase social que
lo promueve: la burguesía.
Pero este proceso ha sido diferente en las metrópolis que en los países capitalistas
subdesarrollados como México. El Estado es a su vez la expresión superestructural del proceso
de implantación del capitalismo como modo de producción dominante en las entidades
sociales latinoamericanas; la intervención de la coacción extraeconómica estatal es un
elemento tan activo como indispensable para la implantación del capitalismo y su
reproducción. De ahí que su primera tarea histórica consistiera en formar un marco jurídico-
político adecuado a la realización de la acumulación del capital en las condiciones del
subdesarrollo.
En este contexto de formación del Estado-nación no es de extrañar que sean tan necesarios
tanto los militares como los abogados que, por lo demás, no siempre pertenecían a la clase
económicamente dominante. Lavalle, en carta del 27 de julio de 1854 afirma que el ejército
algunas centenas de funcionarios del orden civil son los autores de todas las revoluciones que
agitan a este país desde hace cuarenta años. Con este juego los militares ganan grados y los
funcionarios puestos y dinero. La historia de la clase de los empleados -escribe Lavalle- tiene
mucha semejanza con la de la clase de los militares. Dentro de los desórdenes perpetuos y la
profusión de los gobiernos, se han prodigado los empleos para satisfacer a tal o cual personaje
o para recompensar los servicios civiles prestados a algunos miembros del gobierno. La clase
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muy numerosa de los empleados, como decía Lavasseur, se asimilaba frecuentemente al
grupo de los abogados, muchos de los cuales pertenecían a la burocracia. En México -escribe
Gabric- no se comprende la licenciatura sino para obtener un empleo público en la primera
ocasión. Sobre tres mil empleados que trabajan en la capital, hay actualmente dos mil que son
licenciados. Según carta del 27 de julio de 1854. Así se inicia la formación del Estado-nación
en México. El Estado-nación es la alternativa burguesa que se ofrece al pueblo de México, para
unirlo en torno a los intereses de la burguesía naciente-subordinada en lo económico; en lo
político está ligado con la aparición de las relaciones capitalistas anteriores a la consolidación
del capitalismo. El fortalecimiento definitivo de las naciones se realiza gracias al desarrollo del
capitalismo, cuando el campo se incorpora a las relaciones económicas permanentes con otras
partes del país.
c) Evolución del Estado-nación: El Estado-nación inicia un proceso de centralización que
durará varias décadas hasta asumir la más grotesca forma de dictadura militar. Esa forma que
asume el Estado, es una que corresponde a un Estado de una nación subdesarrollada;
paulatinamente se estrechará la distancia entre lo político y lo económico, entre el Estado y la
economía. El Estado no cumple la tarea de propiciar el desarrollo o de desarrollar las fuerzas
productivas que en su aspecto técnico y científico son producto del exterior. Consolida a la vez
a una burguesía que realiza su acumulación exportando sus productos al mercado
internacional y relega a un segundo plano la representación política de una burguesía que
producía para un mercado interno que tenía débiles rasgos de burguesía nacional. Desde un
principio, el capital extranjero entrelazado con una burguesía subordinada, tiende cada vez
más a hacer hegemónicos sus intereses al interior del Estado, ampliando con esto las
posibilidades de apropiación creciente de los principales medios de producción y circulación
como los ferrocarriles, la electricidad y el petróleo, entre los principales. Esto daba lugar a
unas relaciones capitalistas de producción subdesarrolladas que para mantenerse y
desarrollarse requerían cada vez más del motor estatal. En ningún momento se ve alguna
contradicción social entre Estado y terratenientes, que nos lleve a pensar posteriormente, en
su desenlace, que se trata de una contradicción en donde el capital y su proyecto de nación
surgen de un enfrentamiento con formas feudales de producción; por el contrario, se observa
que los grandes terratenientes, las haciendas, sirven de principales medios de dominación
dictatorial sobre la clase dominada, los productores del campo y sobre el pueblo en general,
incluyendo a esa fracción burguesa que producía para el mercado interno; el caciquismo era la
célula principal de todo el conjunto de instituciones y relaciones que formaban el Estado
centralizado en forma dictatorial. El latifundio, lejos de contraponerse al capital, promueve una
proletarización que sirve de base a la producción industrial y que en la producción agrícola
adopta formas muy peculiares como los "peones acasillados" que, con frecuencia eran objeto
de una especie de compra-venta; el peonaje era una especie de esclavitud disfrazada, que al
agudizarse la contradicción entre la burguesía exportadora y la fracción burguesa que
producía para el mercado interno, tenía que ser tomada en cuenta como fuerza social para las
trasformaciones políticas de esta última fracción burguesa.
En los inicios de la formación del Estado-nación, se tuvo que enfrentar contra la iglesia y su
peso ideológico. Este tuvo que ser enfrentado a la vez por el liberalismo, porque constituía un
obstáculo para la aceptación del Estado-nación. Podemos aceptar entonces, que el Estado se
enfrenta a la iglesia en sus inicios, pero no así en su desarrollo, en especial durante el
180
porfiriato. Al contrario, durante este periodo la iglesia amplía su margen de acción, pero ahora
como institución que de alguna manera era absorbida por el Estado, porque su influencia
religiosa creaba condiciones subjetivas en el pueblo para una mejor dominación de un Estado
autoritario y dictatorial. Este papel de la iglesia en la época del porfiriato nos explica por qué,
de entre las fracciones políticas promotoras de la revolución mexicana, destacara el
jacobinismo; sin embargo sabemos que la ideología principal que adoptaría la burguesía
políticamente relegada era una especie de nacionalismo. Esta burguesía que producía para un
mercado interno, veía la necesidad de hacer sentir sus intereses al interior del Estado al
mismo tiempo que el Estado dictatorial los rechazaba; esta burguesía sólo podía apelar a
formas consensuales de dominación y de ahí que su principal preocupación política fuera la
democracia y regímenes movibles de gobierno, que se concretaban en "sufragio efectivo y no
reelección".
d) El Estado-nación en el porfiriato: Pretendemos destacar en este apartado el hecho de
que en México coincide la transición del capitalismo denominado de libre concurrencia al
imperialismo como sistema; que el proceso iniciado entre 1854 y 1867, cuya figura más
relevante es Benito Juárez fue en lo principal un proceso de acumulación originaria que ahora,
en el porfiriato, continuaría paralelamente a la subsunción real del trabajo por el capital; que
esta nueva modalidad del proceso va a dar origen al subdesarrollo y a gestar en su propio
seno las tendencias a la formación de una nueva fracción burguesa hegemónica sobre la base
del mercado interno, y para la cual era necesario crear como condición, formas consensuales
de dominación como alternativa a la dictadura militar.
Cuando Lenin analizó el imperialismo se proponía ofrecer un cuadro de conjunto de la
economía capitalista mundial en sus relaciones internacionales, ubicar históricamente el
imperialismo caracterizándolo como una etapa particular del capitalismo en donde el elemento
central que cambia de una etapa a la otra es la libre competencia que se trasforma en
monopolio, y afirma que el surgimiento de los monopolios, a consecuencia de la concentración
de la producción es una ley general y fundamental de la fase actual de desarrollo del
capitalismo; opina que el viejo capitalismo había caducado y el nuevo presentaba la transición
a algo distinto.
En ese cuadro de conjunto precisaba cinco rasgos fundamentales que ahora reflejaban el
nuevo movimiento del capital: 1).- la concentración de la producción y el capital se ha
desarrollado hasta un grado tal que ha creado monopolios que desempeñan un papel decisivo
en la vida económica, 2).- la fusión del capital industrial, y capital bancario con el capital
industrial, y la creación, sobre la base de este capital financiero de una oligarquía financiera,
3).- la exportación de capitales, a diferencia de la exportación de mercancías, adquiere
excepcional importancia, 4).- la formación de asociaciones capitalistas monopolistas
internacionales que se reparten el mundo y 5).- ha culminado el reparto territorial de todo el
mundo entre las más grandes potencias capitalistas.
Si bien en el momento en que Lenin hace el análisis del imperialismo coincide en el tiempo
con los últimos años del porfiriato, el imperialismo se empieza a internalizar en México desde
principios del porfiriato, especialmente el imperialismo inglés, alemán y francés; el
imperialismo norteamericano luchaba fuertemente por desplazar al inglés al que consideraba
como su rival más poderoso.
181
El dominio de estos poderosos monopolios y su capacidad para repartirse el mundo, se definía
en la capacidad que tuvieran de exportar capitales; la forma principal que asumía el capital
exportado, era la de maquinaria, tecnología, es decir, medios de producción en los países
importadores. Estos medios de producción en América latina, y en México en particular, se
traducían en un incremento de las fuerzas productivas que revolucionaban la producción, las
relaciones de producción y con ello la correlación de clases. De esta manera la producción de
medios de producción en los países imperialistas se entrelazaba con la producción en México,
y se convertía a su vez en exportador de materias primas, especialmente de productos
mineros y agrícolas.
Los países latinoamericanos como México, eran campo de realización de los productos del
imperialismo que se instalaban como medios de producción; por su parte, estos países se
convertían en inagotables abastecedores de fuerza de trabajo sumamente barata en el ámbito
interno, y de materias primas y productos agrícolas que iban a subsidiar prácticamente la
producción de los países imperialistas, incrementando el plusvalor y la ganancia.
Empezaba así a establecerse la relación en la producción entre países desarrollados y países
subdesarrollados; tanto los países desarrollados como los subdesarrollados quedaban
incorporados como polos opuestos de la unidad representada por el imperialismo.
Para llegar a una mayor comprensión de esta relación desarrollo-subdesarrollo, hemos de
hacer referencia a lo dicho arriba, de que con el porfiriato se le daba continuidad a la
acumulación originaria, pero ahora paralelamente a la subsunción real del trabajo por el
capital; proceso de escisión que abarca la historia de la sociedad, desde la época de Juárez
hasta el gobierno de Lázaro Cárdenas cuando en el campo se cierra la posibilidad de que los
productores directos sean desposeídos de sus medios de producción.
Hemos dicho que en el periodo de Juárez hubo embriones de capitalismo en los que operaba la
subsunción formal del trabajo por el capital, pero en los inicios del porfiriato y sobre la base
anterior se introdujo maquinaria desde las metrópolis que allá mismo constituían el modo de
producción específicamente capitalista y metamorfoseaba todo el modo de producción
capitalista. Marx afirma que tan sólo cuando éste entra en escena se opera la subsunción real
del trabajo en el capital.
Ahora nos es posible comprender lo que decimos, cuando afirmamos que en el porfiriato
continúa la acumulación originaria paralela a la subsunción real del trabajo en el capital
localizado en el sector exportador; esto a su vez nos permite avanzar en la comprensión de la
relación desarrollo-subdesarrollo.
En los países desarrollados se produjo, entonces, el modo de producción específicamente
capitalista y con ello revolucionaba el capitalismo transformándolo de sistema de libre
competencia en sistema monopólico e imperialista. Las fuerzas productivas se habían
desarrollado, provocaban una modificación en la correlación de clase y el trabajo se
incrementaba en gran escala. Estas trasformaciones hicieron posible la aplicación de la
ciencia, los inventos, y todo conocimiento científico a la producción inmediata, es decir se hizo
posible la organización y aplicación del trabajo general a la producción inmediata. El hecho de
que el capitalismo produzca su modo de producción específicamente capitalista y junto con los
procesos de producción adquiera la capacidad científica para revolucionarlos constantemente,
es la característica principal del desarrollo. En cambio un país latinoamericano como México,
sólo puede importar los medios de producción elaborados en las metrópolis e implantar, en
182
plena acumulación originaria, procesos de subsunción real del trabajo en el capital; con ello
introduce procesos que simultáneamente se están implementando en las metrópolis, pero no
hace suya la capacidad de organizar el trabajo científico, es decir no hace suya la organización
del trabajo general; esta capacidad es vista como innecesaria por las clases dirigentes, una
vez que advierten la facilidad de importar los productos del modo de producción
específicamente capitalista; por otra parte, en su desarrollo histórico las clases dirigentes
latinoamericanas como la de México, carecieron de espíritu crítico con respecto a las
metrópolis como en el caso del porfiriato, y quedaron imposibilitadas de apropiarse de los
proceso de producción con tecnología avanzada, junto con la capacidad científica de
reproducirlos; la ausencia de esa capacidad científica; la ausencia de la organización del
trabajo general, respecto del grueso de los procesos industriales, es la característica principal
del subdesarrollo.
Estamos entonces en condiciones de afirmar que el proceso de acumulación en el porfiriato
era de acumulación originaria en donde se había insertado el proceso de subsunción real del
trabajo en el capital llevada hasta sus últimas consecuencias; que estos procesos eran
extraordinariamente contradictorios porque el proceso de acumulación originaria desposeía
constantemente a campesinos y comunidades indígenas de sus tierras y eran compulsados a
la lucha social con bastante frecuencia, así como al bandidaje, al pauperismo y a la vagancia.
Crea también los vagabundos mencionados más arriba. Nunca llegará a tratarse de una
acumulación originaria en sentido clásico. No fue raro que por eso Cárdenas hubiera procedido
a contenerla.
Este proceso de despojo a los trabajadores directos de sus medios de producción y la inserción
de maquinaria moderna principalmente en las minas y, en parte, en la producción agrícola,
armonizaba entre sí para la creación de un abundante ejército de reserva, que presionaría
frecuentemente para que el capital extranjero y los terratenientes, sometieran a sus
trabajadores a jornadas de trabajo intensas para reforzar, con los peones acasillados, formas
poco disimuladas de esclavitud.
Esta forma de producir era la más indicada para lanzar sus productos a competir en el
mercado internacional. No obstante eso, los trabajadores de las minas y de algunas industrias
textiles creaban condiciones para la formación de un mercado interno que poco a poco hacía
ver la necesidad de producir para satisfacerlo; es decir, al amparo de la producción para el
mercado externo se iban creando las condiciones de producir para el mercado interno; pero la
débil burguesía industrial que podía y quería producir para un mercado interno y que empieza
a gestarse con Juárez, fue constantemente sofocada y luego lanzada a la oposición política al
régimen dictatorial porfirista. Así encontramos que la clase que dirigía al país no era la
burguesía, sino una fracción de ella, una burguesía que impulsaba al imperialismo, al mismo
tiempo que impulsaba la formación del capitalismo en México, en alianza con los
terratenientes. Paralelamente a la privatización autoritaria de la propiedad y al declive de la
agricultura, se registraban progresos técnicos y un aumento de la producción en un sector
rural socialmente muy restringido: el de las grandes haciendas que aprovechando el proceso
de privatización de la tierra, despojaban a las comunidades aldeanas y podían así acumular.
Pero los principales beneficiarios de los progresos realizados fueron los productores destinados
a la exportación o a la muy joven industria mexicana: algodón, fibras, tabaco, azúcar... Otros
autores coinciden en afirmar que sólo hasta la época de Díaz se logró crear un mercado
183
nacional que facilitó una alianza entre los grandes hacendados modernos y la burguesía
naciente. Todo esto dentro del contexto de una economía pujante fuertemente ligada a la
inversión extranjera.
La composición social de la clase económicamente dominante en México era muy similar a la
de toda América latina. Las inversiones principales las constituían los ferrocarriles, la minería y
los servicios; el resto, se distribuye en el orden siguiente: entre agricultura y propiedad
territorial, empresas bancarias y financieras, navegación, comercio e industria. La iglesia como
institución tenía propiedades, pero en cantidades ya mermadas por las leyes de Reforma; sin
embargo la función política de la iglesia seguía siendo relevante, debido a que era la
institución con más experiencia acumulada, en cuanto a organización nacional e influencia
ideológica.
Esta clase ideológicamente dominaba los procesos de acumulación originaria y de la
subsunción real del trabajo en el capital; procesos que por ser tan contradictorios y fuentes
permanentes de conflictos sociales, le hacían pensar en un Estado fuerte que fuera capaz de
garantizar la unidad nacional. México no era un país feudal en transición a la sociedad de
mercado, pero ese Estado fuerte y centralizado guarda rasgos similares a los de un Estado
absolutista propio de esta transición, porque aún persistían elementos precapitalistas en el
país y eso creaba la base para que se conformaran en el Estado rasgos absolutistas, Marx, por
su parte, afirmó repetidamente que las estructuras administrativas del nuevo Estado absoluto
eran un instrumento específicamente burgués. La burocracia no era más que el medio para
preparar la dominación de clase de la burguesía. Según el mismo autor citado, las monarquías
absolutas contaban con ejército y burocracia permanente, sistema nacional de impuestos,
derecho codificado y comienzos de un mercado unificado, pero aún no se daba el proceso de
separación entre el trabajo y sus condiciones sociales de producción y por lo mismo seguía
siendo un sistema feudal; sin embargo, en ocasiones el Estado absolutista realizó funciones
parciales en la acumulación originaria como creando condiciones para el triunfo definitivo del
modo de producción capitalista y en esto el Estado mexicano se parece al absolutista; todas
las concepciones ideológicas del nacionalismo -siguiendo al mismo autor- fueron ajenas a la
naturaleza íntima del absolutismo.
Según nuestra manera de entender, estos rasgos absolutistas del estado porfirista eran
posibles porque frente a las anteriores luchas internas y externas que tanto habían
desgastado al país se imponía la necesidad de unificar a la nación ahora también por
urgencias de los procesos de acumulación y de la incipiente formación del mercado interno;
porque los métodos de subsunción real del trabajo en el capital, en condiciones de
acumulación originaria, dejaban amplio margen de influencia política a formas precapitalistas
de producción; es decir, esos rasgos absolutistas se mantenían en las condiciones del
desenvolvimiento de un capitalismo que desembocaría en el subdesarrollo consolidado.
En estas condiciones era prácticamente imposible que funcionara un Estado liberal, como
clásicamente se había concebido para las condiciones europeas de aquella época, ya que el
liberalismo siempre había significado liberar al individuo de las limitaciones anticuadas de las
instituciones establecidas hacía mucho tiempo y en su legislación estatal, según Bentham, se
proponía facilitar la subsistencia, producir la abundancia, favorecer la igualdad, mantener la
seguridad; todas éstas eran vistas como objetivos intermedios para lograr la mayor felicidad
para el mayor número. La democracia vigente en Europa en ese momento, inspirada en este
184
liberalismo, era vista a veces como productora de felicidad o promotora del desarrollo y
tampoco sería aplicable en América latina y en particular a México en el porfiriato. Era
aplicable a Inglaterra y parte importante de Europa occidental porque estos países estaban
lanzados a una expansión imperial que permitía a sus electorados que conducían la presión de
la clase obrera para que se realizaran reformas fundamentales.
El Estado mexicano en el porfiriato era, entonces, un Estado absolutista liberal en lo formal, el
cual realizaba tareas esencialmente burguesas en condiciones del subdesarrollo.
Viéndolo así, no podía ser extraño que Porfirio Díaz haya absorbido política y
administrativamente a la oposición liberal heredera ideológica de Benito Juárez, y a la que
presentara alguna resistencia, la tuviera que someter; tampoco es de extrañar que
estableciera acuerdos negociados al margen de la Constitución con la jerarquía eclesiástica,
contraviniendo la tradición liberal de Juárez.
Estas relaciones de unidad con los liberales juaristas y con la iglesia se establecían en la
perspectiva de lograr un Estado fuerte, que permitía el desprestigio de la Constitución para
facilitarse acciones al margen de ella, que mermaba la importancia del poder judicial, y
reducía a pura formalidad el poder legislativo. La democracia y las elecciones son un ejemplo
de lo poco que a ese Estado le importaba la voluntad popular. Era dictatorial porque
comandaba el proceso de separación del productor respecto a sus medios de producción, así
como por las condiciones de explotación a que deben someterse las masas en el proceso de
acumulación originaria.
Esto daba lugar a que se multiplicaran los brotes insurgentes en los campesinos o indígenas
desalojados de sus tierras, en los centros mineros e industrias textiles, en los peones
acasillados, etc. Por otra parte, los intelectuales liberales que no habían sido absorbidos ni
sometidos por el Estado, radicalizaban sus posiciones y la prensa dirigida por ellos se volvía
cada vez más sensible a estas injusticias y rebeliones. Además, la burguesía inspirada en el
liberalismo europeo, veía la necesidad de un proyecto de crecimiento que abandona- ra las
exportaciones, colocara la producción para el mercado interno como pivote del desarrollo
nacional, la necesidad de un gobierno que abandonara los métodos dictatoriales de dirigir al
país y lo remplazara por otro que se legitimara en métodos consensuales de dominación. De
esta manera se gestaba la revolución.
3.2.2.- La constitución de 1824:
La Constitución Federal de los Estados Unidos Mexicanos de 1824 entró en vigor el 4 de
octubre de 1824, después del derrocamiento del Primer Imperio Mexicano de Agustín de
Iturbide. En la nueva Constitución, la república tomaba el nombre de Estados Unidos
Mexicanos, y era definida como una república federal representativa, con el catolicismo como
la única religión oficial.
Redacción y promulgación: Tras la abdicación (renuncia) de Iturbide al Primer Imperio
Mexicano, se estableció un Supremo Poder Ejecutivo formado por un triunvirato cuyos
integrantes eran los generales:Gpe. Victoria,Nicolás Bravo y Pedro Celestino Negrete, cuyos
suplentes fueron: V. Guerrero, José Mariano de Michelena y Miguel Domínguez. Este Supremo
Poder Ejecutivo fue un gobierno provisional que convocó un nuevo Congreso
Constituyente que se instaló el 7 de noviembre de 1824.
Dentro de los miembros del Congreso, se observaron dos tendencias ideológicas. Por una
partelos centralistas(conservadores)entre quienes destacaron: Fray Servando Teresa de Mier,
185
el padre José María Becerra y Jiménez, Carlos María de Bustamante, Juan José Ignacio Espinosa
de los Monteros, Rafael Mangino y Mendívil, el padre José Miguel Guridi y Alcocer y otros. Por
otra parte los federalistas,(liberales) entre quienes destacaron Miguel Ramos Arizpe, Lorenzo
de Zavala, Manuel Crescencio Rejón, Valentín Gómez Farías, Juan de Dios Cañedo, Juan
Bautista Morales, Juan Cayetano Gómez de Portugal, Francisco García Salinas, Prisciliano
Sánchez y otros. (Serían los partidos conservador y liberal).
La tesis de Servando Teresa de Mier se oponía a dividir el territorio en estados independientes,
pues consideraba que esto debilitaría a la nación, la cual necesitaba unión para hacer frente a
eventuales intentos de reconquista de España la cual sería apoyada por otras naciones
europeas. Si bien era cierto que las colonias de Estados Unidos se habían unido en una
federación, en México el concepto no necesariamente funcionaría, pues siempre habían
existido las provincias con un gobierno central. Estaba la experiencia de Centroamérica que
después de la disolución del Imperio se les concedió a las provincias la categoría de Estados
Libres, el 1° de julio de 1824 decidió no formar parte de la nueva república, y consideró que
los gobiernos estatales tomarían una actitud egoísta provocando una desunión a manera de
cacicazgos. Los que defendían la ideología federa- lista, argumentaron que era el deseo y
voluntad de la nación constituirse de esta forma, y ejemplificaron la prosperidad
estadounidense por adquirir este régimen, y en contraparte el fracaso de Iturbide.
El 31 de enero de 1824 se aprobó el Acta Constitutiva de la Federación, la cual era un estatuto
provisional del nuevo gobierno. La nación asumió oficialmente la soberanía y se constituyó por
estados libres, soberanos e independientes. Durante los siguientes meses, continuaron los
debates constitucionales.
El 2 de octubre de 1824, Guadalupe Victoria fue declarado primer presidente de los
E.U.Mexicanosparael período 1825 -1829.
El 4 de octubre de 1824 se realizó la solemne proclamación del pacto federal bajo el nombre
de Constitución Federal de los Estados Unidos Mexicanos.
El 8 de octubre de 1824, el Presidente Guadalupe Victoria y el Vicepresidente N. Bravo juraron
la Constitución.
Guadalupe Victoria asumió el cargo de presidente interino del 10 de octubre de 1824 al 31 de
marzo de 1825. Su período constitucional en el cargo se inició el 1 de abril de 1825.
Contenido: La Constitución de 1824 estaba conformada por 7 títulos y 171 artículos, fue
basada en la Constitución de Cádiz para las cuestiones americanas, en la Constitución de los
Estados Unidos para la fórmula de representación y organización federal, y en el Decreto
Constitucional para la Libertad de la América Mexicana de 1814, la cual abolía la figura
monárquica. Se implantó el sistema de federalismo en una república representativa popular, la
cual estaba integrada por diecinueve estados, cuatro territorios dependientes del centro y
el distrito federal. La constitución de 1824 no contempló expresamente los derechos
ciudadanos. El derecho de igualdad de los ciudadanos quedó restringido por la permanencia
del fuero militar y eclesiástico. Los artículos más relevantes fueron:
1. La nación mexicana es soberana y libre del gobierno español y de cualquier otra nación.
2. La religión, es la católica Apostólica y Romana, es protegida por las leyes y se prohíbe
cualquier otra.
4. La nación mexicana adopta un gobierno de forma de república representativa popular
federal.
186
6. El Supremo poder de la federación se divide en Poder Legislativo, Poder Ejecutivo y Poder
Judicial.
7. El Poder Legislativo es depositado en un Congreso constituido por dos cámaras, una
de diputados y otra de senadores.
50. Libertad política de imprenta en la federación y en los estados (apartado 1).
74. El Poder Ejecutivo reside en una persona denominada presidente de los Estados Unidos
Mexicanos.
75. Se establece la figura del vicepresidente, quien en caso de imposibilidad física o moral del
presidente, ejercerá las facultades y prerrogativas del mismo.
95. El período del presidente y vicepresidente será de cuatro años.
123. El Poder Judicial reside en una Corte Suprema de Justicia, en los Tribunales de Circuito y
en los Juzgados de Distrito.
124. La Corte Suprema se compone de once ministros distribuidos en tres salas y un fiscal.
157. El gobierno individual de los estados se conforma por tres poderes.
Aunque no estaba estipulado en la constitución, la esclavitud estaba prohibida en la
república. Miguel Hidalgo promulgó la abolición de la esclavitud en Guadalajara el 6 de
diciembre de 1810. El presidente Guadalupe Victoria también declaró la abolición de la
esclavitud, pero fue el presidente Vicente Guerrero quien expidió el decreto de Abolición de la
Esclavitud el 15 de septiembre de 1829.
Queda abolida la esclavitud en la República.
Son por consiguiente libres los que hasta hoy se hubieren considerado como esclavos
Cuando las circunstancias del erario lo permitan, se indemnizará a los propietarios de
esclavos, en los términos que dispusieran las leyes.
Evolución territorial de México:
Al momento de la promulgación de la constitución, la nación estaba compuesta por 19 estados
y 3 territorios. Ese mismo año, dos cambios fueron hechos en la geografía nacional, quedando
finalmente compuesta por 19 estados, 5 territorios y el Distrito Federal.
Los 5 territorios federales fueron: Alta California, Baja California, Colima, Tlaxcala y Santa Fe
de Nuevo México. El Distrito Federal se estableció alrededor de la Ciudad de México el 18 de
noviembre de 1824.
Reacciones: La influencia de pensamiento del liberalismo español, la fragmentación que se
había poco a poco consolidado por las propias Reformas borbónicas en la Nueva España y de
la recién obtenida Independencia de México, así como las dimensiones del territorio, más de 4
´600,000 km² y la falta de comunicaciones desembocaron en un sistema federal con
características regionales.
Los Estados del centro, México, Puebla, Querétaro, Guanajuato, Veracruz y Michoacán que
eran los más habitados funcionaron como una descentralización administrativa.
Los estados de la periferia, Zacatecas, Coahuila y Texas, Durango, Chihuahua, Jalisco, S. Luis
Potosí y Nuevo León, adquirieron un confederalismo moderado. Los estados más lejanos del
centro como: Yucatán, Sonora y Sinaloa, las Californias y Tamaulipas por su lejanía adquirieron
un confederalismo radical.
Sin existir partidos políticos establecidos, se distinguieron tres tendencias políticas. La primera
aún apoyaba al imperio de Iturbide, pero era minoría. La segunda estaba influenciada por
la logia de los yorkinos cuya filosofía era el federalismo radical, pero a la vez fomentaba un
187
sentimiento anti hispanista en gran medida promocionado por el ministro plenipotenciario
estadounidense Joel Roberts Poinsett. Y la tercera estaba influenciada por la logia
escocesa que había sido introducida a México por los propios españoles, se inclinaba por el
centralismo y anhelaba el reconocimiento de la nueva nación ante España y la Santa Sede.
Consumada la independencia el Patronato real había desaparecido, el gobierno federal y los
gobiernos estatales consideraron que estos derechos correspondían ahora al Estado. La forma
de manejar los bienes eclesiásticos fue el punto más controversial que polarizó las opiniones
de la clase política. Los miembros de la logia de los yorkinos pretendían usar los bienes
eclesiásticos para sanear la hacienda, y los miembros de la logia escocesa consideraban la
alternativa una anatema. De acuerdo al compromiso federal, los estados deberían aportar una
cuota fija en dinero y en hombres para el ejército o cuota de sangre. El presupuesto federal
fue insuficiente para el pago de deudas, defensa y la vigilancia en las fronteras, los Estados se
resistieron a cumplir con el pago de la cuota de sangre, la cual a veces era cubierta con
delincuentes. Algunas constituciones estatales fueron más radicales y tomaron provisiones
para ejercer localmente el Patronato bajo el lema de "libertad y progreso". Las constituciones
de Jalisco y Tamaulipas decretaron el financiamiento gubernamental del culto, las
de Durango y del Estado de México otorgaron al gobernador el ejercicio delPatronato, la de
Michoacán otorgó al poder legislativo local la facultad de reglamentar la observancia de los
cánones y la disciplina del clero, y la de Yucatán de forma vanguardista declaró la libertad de
culto.
Derogación y reinstalación: En 1835, un dramático cambio sacudió los cimientos de la
nueva nación Mexicana, el triunfo en las elecciones de las fuerzas conservadoras
desencadenaron una serie de eventos que culminaron el 23 de octubre de 1835,durante la
presidencia interina de Miguel Barragán (el presidente constitucional era Antonio López de
Santa Anna, pero se encontraba fuera de funciones), cuando fueron aprobadas las Bases
Constitucionales, lo cual dio fin a la primera república federal y estableció un sistema
centralista provisional. El 30 de diciembre de 1836, el presidente interino José Justo
Corro promulgó las Siete Leyes que remplazaron formalmente la constitución, leyes
secundarias fueron aprobadas el 24 de mayo de 1837.
Las Siete Leyes entre otras cosas desaparecían la figura de "estados libres" por la de
"departamentos" al estilo francés, centralizando el poder nacional en la Ciudad de México,
(bajo el poder de la iglesia católica). Esta decisión creó una época de inestabilidad política,
desatando conflictos entre el centro y los antiguos estados del país. Las rebeliones se
suscitaron en diversos lugares, los más importantes fueron:
Texas declaró su independencia de México tras el cambio de sistema federalista al sistema
centralista. Los colonos muchos de ellos estadounidenses llamaron a una convención en
Austin, y declararon al pueblo de Texas en guerra contra el gobierno central de México,
ignorando, por tanto, a las autoridades y las leyes mexicanas. Así surgió la República de
Texas.
Yucatán bajo su condición de República federada se declaró independiente en 1840
(oficialmente en 1841). La República de Yucatán se reincorporó definitivamente a la nación en
1848. Al término del centralismo
188
Los estados de Nuevo León, Tamaulipas y Coahuila se independizaron de facto de México
brevemente (poco menos de 250 días); la República del Río Grande nunca se consolidó pues
las fuerzas independentistas fueron derrotadas por las fuerzas centralistas.
Tabasco decreta su separación de México en febrero de 1841, en protesta por el centralismo y
debido a las sanciones impuestas al estado, por el presidente centralista Anastasio
Bustamante, reincorporándose en diciembre de 1842.
La anexión de Texas y el conflicto fronterizo que se suscitó después de la anexión,
desencadenaron la intervención estadounidense en México (1846-1848). Como resultado de la
misma, la Constitución de 1824 fue restaurada por el presidente interino José Mariano Salas el
22 de agosto de 1846. El 21 de mayo de 1847 fue publicada “El Acta de Reformas” la cual
restablecía oficialmente, con algunos cambios, la Constitución Federal de 1824 mientras una
nueva constitución fuera redactada. Esta fase federalista culmino en 1853.
El 1 de marzo de 1854, es proclamado el Plan de Ayutla con una orientación federalista. En
1855, el presidente interino Juan Álvarez, emitió la convocatoria para el Congreso
Constituyente, que comenzó sus actividades el 17 de febrero de 1856, esa legislatura fue la
encargada de redactar la Constitución Federal de los Estados Unidos Mexicanos de 1857.
3.2.3.- La constitución de 1857: La Constitución Federal de los Estados Unidos
Mexicanos de 1857 fue una constitución de ideología liberal redactada por el autor
del Congreso Constituyente de 1857 durante la presidencia de Ignacio Comonfort. Fue jurada
el 5 de febrero de 1857. Estableció las garantías individuales a los ciudadanos mexicanos,
la libertad de expresión, la libertad de asamblea, la libertad de portar armas. Reafirmó
la abolición de la esclavitud, eliminó la prisión por deudas civiles, las formas de castigo por
tormento incluyendo la pena de muerte, las alcabalas y aduanas internas. Prohibió los títulos
de nobleza, honores hereditarios y monopolios.
Ciertos artículos fueron contrarios a los intereses de la Iglesia Católica, como la impartición de
la enseñanza laica, la supresión de fueros institucionales, y la enajenación de bienes raíces por
parte de la misma. El Partido Conservador se opuso a la promulgación de la nueva Carta
Magna polarizando así a la sociedad mexicana. A consecuencia de ello, se inició la Guerra de
Reforma, las pugnas entre liberales y conservadores se recrudecieron y se prolongaron hasta
la Segunda Intervención francesa y por el establecimiento del Segundo Imperio Mexicano. Diez
años más tarde 1867 durante el gobierno de Juárez, con la república restaurada, la
Constitución tuvo vigencia en todo el territorio nacional.
Antecedentes: Una vez derrocada la dictadura de Antonio López de Santa
Anna en 1855, Juan Nepomuceno Álvarez Hurtado (Juan Álvarez) ocupó la presidencia por un
corto período. De acuerdo a lo establecido en el Plan de Ayutla convocó al Congreso
Constituyente el 16 de octubre del mismo año 1855, con la finalidad de establecer una sede
en Dolores Hidalgo, Guanajuato para redactar una nueva constitución de ideología liberal. Al
año siguiente 1856 el presidente en turno, Ignacio Comonfort, ratificó la convocatoria
trasladando la sede a la Ciudad de México.
El Congreso se encontraba dividido entre dos facciones principales. Por un lado los liberales
moderados que eran mayoría, su plan era restablecer la Constitución de 1824 con algunos
cambios, entre ellos destacaron Mariano Arizcorreta, Marcelino Castañeda, Joaquín Cardoso y
Pedro Escudero y Echánove. Por otra parte, los liberales puroso radicales que pretendían
realizar una nueva redacción de la Carta Magna, entre ellos destacaron Ponciano
189
Arriaga, Guillermo Prieto, Francisco Zarco, José María Mata y Santos Degollado. Las
discusiones fueron acaloradas y se prolongaron a lo largo de un año.
El presidente Comonfort tuvo injerencia a través de sus ministros a favor de la facción
moderada, pues esta era la ideología con la que él mismo simpatizaba. A pesar de la oposición
del Poder Ejecutivo y de ser minoría, los puros lograron imponer sus propuestas. Las reformas
más discutidas eran: la que prohibía la adquisición de propiedades por parte de las
corporaciones eclesiásticas, la exclusión de los eclesiásticos en puestos públicos, la abolición
de los fueros eclesiástico y militar (Ley Juárez), la enseñanza laica, y la libertad de cultos.
Estas reformas eran contrarias a los intereses de la Iglesia Católica. Durante el transcurso de
las sesiones del Congreso, al grito de fuero y religión se levantó una insurrección o revuelta
provocada por el clero y apoyada por los conservadores —acérrimos rivales de los liberales—
que tomó fuerza en Puebla y Zacapoaxtla. El presidente Comonfort envió a las tropas
federales y sometió a los curas rebeldes.
Contenido: La Constitución de 1857 estaba conformada por 8 títulos y 128 artículos, fue
similar a la de carta magna de 1824, implantó de nueva cuenta el federalismo y
la república representativa, la cual constaba ahora de veinticinco estados,un territorioy
el distrito federal. Apoyó la autonomía de los municipios en los que se divide políticamente
cada estado. Los artículos más relevantes consistían en:Art.2. Abolición de la esclavitud.
Art.3. Enseñanza libre (ninguna limitación en favor del dogma). Art. 5. Nadie puede ser
obligado a prestar trabajos personales, sin la justa retribución y sin su pleno
consentimiento.7. Libertad de expresión.10. Libertad de portar armas.13. Prohibición de
fueros a personas o instituciones, supresión de tribunales especiales.12. No se reconocen
títulos nobiliarios. 22. Prohibición de penas por mutilación, azotes y tormento de cualquier
especie. 23. Abolición de la pena de muerte, reservada solo al traidor a la patria, salteadores
de caminos, incendiarios, parricidas, y homicidas con el agravante de alevosía, premeditación
o ventaja. Así como delitos del orden militar o piratería. 27. Ninguna corporación civil o
eclesiástica tiene capacidad para adquirir o administrar bienes raíces, a excepción de los
edificios al servicio u objeto de la institución (antecedente de la Ley Lerdo). 30. Definición
de nacionalidad mexicana. 31. Obligaciones de los mexicanos. 36.Obligaciones de los
ciudadanos. 39. La soberanía de la nación dimana del pueblo. 50. División de poderes:
Ejecutivo, Legislativo y Judicial. 124. Prohibición de alcabalas (impuesto castellano, que
representaba el 10% del valor de lo que se vendía o se permutaba) y aduanas internas
(supresión del pago de impuestos en la compra venta de productos en el interior del país) .
128. Inviolabilidad de la Constitución.
Entre otras cosas, incluía un capítulo dedicado a las garantías individuales, y un procedimiento
judicial para proteger esos derechos conocidos como amparo. También apoyaba la autonomía
de los municipios, en que se dividen los Estados desde un punto de vista político. También la
autonomía de los Estados para elegir a sus gobernantes y tener su propio conjunto de leyes.
Federación, evolución territorial de México: Al momento de la promulgación de la
constitución, la nación estaba compuesta por 23 estados y 1 territorio federal. Nuevo León se
fusiona con Coahuila adoptando el nombre de este último, además, se ratificó la creación de
un nuevo estado y admitió 3 de los 4 territorios como estados libres de la federación.
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El único territorio federal fue: Baja California, el Distrito Federal fue denominado Estado del
Valle de México, pero solamente si los poderes de la Federación se movieran a otro sitio. El 26
de febrero de 1864, Nuevo León fue separado de Coahuila y recuperó su estatus de Estado
Libre y Soberano.
Reacciones: En diciembre de 1856, el papa Pío IX se pronunció en contra de la nueva
(constitución) redacción, censurando la Ley Juárez y su antecedente, la Ley Lerdo: "Se quita
todo privilegio del fuero eclesiástico; se establece que nadie pueda gozar absolutamente de
emolumentos que sean una carga grave para la sociedad; se prohíbe a todos los que puedan
ligarse con alguna obligación que implique ora un contrato, ora una promesa, ora votos
religiosos; se admite el libre ejercicio de todos los cultos, y se concede a todos la plena
facultad de manifestar pública y abiertamente todo género de opiniones y pensamientos". En
marzo de 1857 el arzobispo Lázaro de la Garza y Ballesteros, declaró que los católicos no
podían jurar la Constitución, (a los curas les dolió esta constitución).
El ministro de Justicia Ezequiel Montes se entrevistó en la Santa Sede con el Cardenal
Secretario de Estado. El Papa aceptó la Ley Juárez y las enajenaciones de la Ley Lerdo, pero
exigió la capacidad de adquirir derechos políticos. Las negociaciones fueron interrumpidas por
la renuncia del presidente Comonfort.
En México, el Congreso presidido por Valentín Gómez Farías y el titular del Ejecutivo
Comonfort juraron la Constitución el 5 de febrero de 1857, la cual fue promulgada el 11 de
marzo. A pesar de que Comonfort ganó las elecciones, y que en diciembre debería extender su
mandato por un nuevo período presidencial, consideró que su popularidad estaba seriamente
afectada por las reformas constitucionales en materia religiosa. En diciembre expresó su
intención de dar marcha atrás a las reformas logradas por el poder Legislativo.
Se comenzó a gestar un golpe de Estado, el general conservador Félix María Zuloaga (apoyado
por el clero) promovió a través de diversos escritos el desconocimiento de la Carta Magna.
El 17 de diciembre de 1857 los curas y los conservadores proclamaron el “Plan de
Tacubaya” cuyo objetivo era abrogar la Constitución y convocar un nuevo Congreso
Constituyente. Varios ministros del gabinete presidencial renunciaron, el presidente de la
Suprema Corte de Justicia Benito Juárez, y el presidente del Congreso Isidoro Olvera fueron
hechos prisioneros.
El 19 de diciembre, el presidente Comonfort se adhirió al plan de Tacubaya diciendo: "Acabo
de cambiar mis títulos legales de presidente, por los de un miserable revolucionario". Los
estados de México, Puebla, San Luis Potosí, Tlaxcala y Veracruz se anexaron al Plan de
Tacubaya. Este último estado cambió de parecer, a través de una contrarrevolución, se pasó al
lado de los liberales, el acontecimiento fue un fuerte golpe estratégico para Comonfort.
Zuloaga desconfió del mandatario, pues pensó que éste regresaba al lado de los liberales. Sin
otra alternativa, Comonfort tuvo que recurrir a los puros, devolvió la libertad a Juárez el 11 de
enero de 1858. Durante diez días el palacio de gobierno fue sitiado. Comonfort valoró la
situación, decidió renunciar, con una guardia se dirigió a Veracruz, y el 7 de febrero zarpó
hacia los Estados Unidos. Benito Juárez de acuerdo con la Constitución recién promulgada
asumió la presidencia.
Consecuencias: Juárez se vio obligado a trasladar el gobierno liberal a Guanajuato. Félix
Zuloaga estableció un gobierno conservador en la capital, a través de la promulgación de
las Cinco Leyes y derogó las reformas liberales. De esta forma inició la Guerra de Reforma.
191
Los Estados de Jalisco, Querétaro, Michoacán, Nuevo León, Coahuila, Tamaulipas, Colima y
Veracruz apoyaron el gobierno de Juárez y la Constitución de 1857.
Los Estados de San Luis Potosí, México, Puebla, Chihuahua, Durango, Tabasco, Tlaxcala,
Chiapas, Sonora, Sinaloa, Oaxaca y Yucatán apoyaron al gobierno conservador de Zuloaga.
Después de que el partido liberal ganara la Guerra de Reforma (1858-1860), Juárez que estaba
al mando de la presidencia y su gabinete agregaron a dicha Constitución las Leyes de
Reforma que habían sido dictadas en Veracruz. Por causa de la guerra, la Constitución
permaneció sin efecto en gran parte del país hasta enero de 1861, cuando los liberales
regresaron a la capital. En 1862, a consecuencia de la Segunda Intervención Francesa en
México y de la creación del Segundo Imperio Mexicano, la vigencia de la Constitución fue
nuevamente interrumpida. En 1867 los liberales consiguieron la victoria contra los franceses,
con la República restaurada la Constitución tuvo nuevamente vigencia en el país.
El 5 de febrero de 1903 en protesta contra el régimen de Porfirio Díaz un grupo de liberales
colocó en el balcón de las oficinas del periódico El hijo de El Ahuizote un gran crespo negro en
señal de luto y la leyenda "La Constitución ha muerto", haciendo referencia a la promulgada
en 1857. Este acontecimiento fue un antecedente de la revolución armada de 1910, que
derrocó a Díaz y terminaría con la promulgación de la Constitución Política de los Estados
Unidos Mexicanos en 1917 durante el gobierno de V. Carranza.
3.2.4.- La guerra de Texas y la intervención de 1847: La guerra de la Independencia de
Texas, tuvo lugar entre el 2 de octubre de 1835 y el 21 de abril de 1836. Las partes en
conflicto fueron México y los colonos de la provincia de Texas (los colonos en su mayoría
gringos, fueron apoyados por el ejército norteamericano), perteneciente jurídicamente por
aquel entonces al Estado de Coahuila y Texas.
Los problemas entre el gobierno mexicano y los colonos angloparlantes en Texas comenzaron
con la promulgación de la Constitución Centralista de 1835, conocida como las Siete Leyes.
Esta nueva legislación, promulgada por el presidente mexicano López de Santa Anna, dejaba
sin efecto la antigua Constitución federal de 1824. Poco tiempo después, surgieron
pronunciamientos en varias regiones del país. La guerra comenzó en territorio tejano el 2 de
octubre de 1835, con la Batalla de González (Goliad). Rápidamente, las fuerzas tejanas
tomaron La Bahía y San Antonio Béjar, aunque pocos meses después serían derrotadas.
Después de algunas victorias mexicanas, la guerra terminó inesperadamente con la Batalla de
San Jacinto, a más de 300 kilómetros de la actual ciudad de San Antonio. En ese lugar, el
general Samuel Houston condujo a los rebeldes tejanos y a los voluntarios estadounidenses a
una aplastante victoria contra tropas mexicanas, al mando de López de Santa Anna,
saldándose con el general capturado tras la batalla. Tras la conclusión de la guerra, se
formalizó la independencia de la República de Texas. Texas se unió en 1845 a los Estados
Unidos, y las reclamaciones de ambas partes no quedarían finiquitadas hasta la intervención
estadounidense en México, que se prolongaría entre 1846 y 1848.
El origen del conflicto: El pánico de 1819 sumió a E.U. en una grave depresión
económica. Moisés Austin, banquero de Virginia con fuertes intereses en el Territorio del
Misuri, con ayuda del Barón de Bástrop Felipe Enrique Neri y Erasmo Seguín, diseñaron un
proyecto para atraer colonos estadounidenses a la región, hecho que ayudaría a la N.
España a desarrollar el territorio. En 1820, solicitó una concesión española para asentar a 300
familias originarias de Misuri en territorio texano.
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A finales de 1820, Moisés Austin recibió la concesión del Virreinato de Nueva España, pero
murió en junio del año siguiente. Por lo que Stephen Austin heredó la concesión otorgada a su
padre e inició formalmente la colonización gracias al poder ejercido del barón de Bástrop en la
diputación provincial de San Antonio y la legislatura en Coahuila y Texas. (Austin vendía los
terrenos a $ 0.20 de dólar la hectárea en Texas).
La independencia de México y la colonia texana: Los planes de Austin para la colonización
fueron diseñados de acuerdo con las leyes vigentes en México. La declaración de la
independencia mexicana por parte del cura Miguel Hidalgo y Costilla, en 1810, dio inicio a
once años de guerra. Parecía que el triunfo final sería para el bando español, hasta que
en 1821 algunos generales criollos, entre ellos, Agustín de Iturbide, sellaron una alianza con
los insurgentes mexicanos, hecho que determinaría el fin de la Guerra de Independencia de
México, con la victoria de los independentistas.
En diciembre de 1821, los colonos de Austin llegaron por tierra y mar a las inmediaciones
de San Felipe. Para desgracia de Austin, el nuevo gobierno ya independiente mexicano no
reconoció el acuerdo firmado con las autoridades virreinales. Entonces viajó Stephen a
la Ciudad de México, y tras una labor de tres años, la concesión española fue aceptada
gradualmente por el gobierno mexicano. A lo largo de este período, Austin aprendió a hablar
español y se hizo amigo muy cercano del ex insurgente José Antonio Navarro y Ruíz. En los
años siguientes, trabajaron juntos para llevar más colonos a Texas.
Según los términos del acuerdo, todos los colonos debían convertirse al catolicismo, mostrar
"solvencia moral", obtener la nacionalidad mexicana y cambiar sus nombres ingleses por su
equivalente en español. Cada uno de los colonos sería dotado con cerca de 16 km² de terreno.
La colonia floreció, y en1829 tenía una población de 18 mil personas. El propio Navarro se
convirtió en propietario de más de 100 km² de tierra en 1830.Primeros años del México
independiente y de la colonia texana: En 1822, Agustín de Iturbide fue proclamado por el
Congreso como emperador de México y un año más tarde, por fin aprobó la concesión a Austin
para colonizar Texas. Según los lineamientos del Plan de Iguala, la esclavitud quedó
formalmente abolida en el territorio mexicano, pero ello no impidió que fuera una práctica
generalizada en el país. El régimen imperial de Iturbide era muy inestable, y en el mismo año
de 1823, fue interrumpido por la rebelión del Plan de Casa Mata, encabezada por Guadalupe
Victoria y Antonio López de Santa Anna. El plan contemplaba la destitución del emperador, la
restitución del congreso disuelto y el establecimiento de una República. Iturbide abdicó y optó
por el exilio. Un año más tarde 1824 fue fusilado, al ser capturado en su intento de regresar a
México. A causa de los cambios en el gobierno mexicano, Austin debió reiniciar las
negociaciones con la República para mantener vigente el acuerdo.
México se convirtió en república federal bajo la Constitución de 1824. Las colonias tejanas
formaban parte del estado de Coahuila y Texas. Los límites del territorio tejano eran
considerablemente diferentes de los actuales. La frontera sur estaba definida por el río
Nueces, cerca de la ciudad de Corpus Christi. Al sur de esta frontera quedaba el actual estado
de Tamaulipas. El límite occidental de la provincia se ubicaba a unos 320 km de San Antonio
Béjar, donde comenzaba el Estado de Chihuahua. Una franja de unos 300 km de ancho
conectaba el territorio de Coahuila con Texas.
Austin había adquirido tres nuevas concesiones de la República, para establecer a novecientas
familias más en 1825, 1827 y 1828 bajo la nueva figura del sistema de inmigración de
193
empresarios. Como tal, Austin tenía el derecho de llevar a Texas nuevos colonos y gobernar
sobre ellos cuando se hubieren establecido. Otras figuras se convirtieron en empresarios,
como Lorenzo de Zavala, Haden Edwards, y el filibustero Ben Milam. Además de la
colonización legal, muchos inmigrantes ilegales llegaron desde E.U. y se mezclaron con los
colonos.
Hacia la independencia, Rebelión de Fredonia: Hacia 1826, el empresario Haden
Edwards había entrado en graves reclamaciones de tierra con varios colonos. Esto
desencadenó una disputa final que terminó en una gran pérdida financiera para Edwards. Esto
lo llevó a instigar una insurrección menor en Nacogdoches. Ahí proclamó la independencia de
la región, que él llamó República de Fredonia. Austin, al frente de la milicia texana, y el
regimiento mexicano de Mateo Ahumada, marchó hacia Nacogdoches. Edwards y sus
seguidores se rindieron a sus oponentes, sin haber disparado una sola bala.
Ofertas por el territorio, atención de México:En 1827, el presidente de los E.U. John
Quincy Adams ofreció a México un millón de dólares por la venta de Texas, oferta que fue
rechazada por la República (gobierno de Guadalupe Victoria). Dos años después, Andrew
Jackson lo intentó nuevamente y elevó la oferta a 5 millones de dólares, que nuevamente fue
rechazada (gobierno de Vicente Guerrero). Por la misma época, España intentaba reconquistar
su antigua colonia. Las tropas republicanas, al mando de Santa Anna, rápidamente vencieron
a la expedición española en Tampico, hecho que lo convirtió en héroe nacional.
En 1830, México estaba alarmado por la cantidad de inmigrantes ilegales que cruzaban la
frontera con Estados Unidos para internarse en su territorio. Tras la reciente insurrección en
Fredonia, y con los Estados Unidos haciendo explícitas sus intenciones de incorporar Texas a
su territorio, el gobierno de la República estaba interesado en saber quiénes entraban en su
territorio. Por lo tanto, el 6 de abril de ese año fue aprobada una ley que cancelaba el
establecimiento de nuevas colonias o el poblamiento de los ya existentes, aprobados por las
concesiones donadas a los empresarios. El decreto habilitó el cobro de impuestos, el
establecimiento de presidios militares en el territorio, y pretendió poner fin a la inmigración
legal a Texas. Austin intentó negociar los términos de la legislación con el gobierno mexicano,
pero al mismo tiempo tomó sus previsiones militares para ejercer coacción, como las
insurrecciones de Anáhuac.
El descontento texano: La esclavitud como la verdadera causa de la independencia :
Había un gran descontento de los texanos hacia el gobierno de la república. Por ejemplo,
estaban inconformes con el hecho de que muchos soldados destacados en la provincia fueran
criminales convictos que habían elegido, antes que la prisión, servir en el ejército. También
estaban en desacuerdo con la localización de la capital coahuilense, la cual se trasladaba
de Saltillo a Monclova, localidades muy al sur, a 800 kilómetros del límite sur de la provincia
texana. Por lo tanto tenían intenciones de separar Texas de Coahuila (aunque no como un
estado independiente de México).
Aunque se debe aclarar que la mayoría de los "colonos" texanos eran especuladores de
terrenos e inmigrantes ilegales que habían cruzado la frontera sin la autorización de las
autoridades y tenían antecedentes criminales en los Estados Unidos de Norteamérica.
Los texanos suponían que tener una capital cercana podría ayudarlos a controlar
la corrupción en el sistema político, y facilitaría los asuntos del gobierno. Algunos colonos
estaban acostumbrados a ciertos derechos de los cuales gozaban en Estados Unidos, y que no
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existían en México. Por ejemplo, el gobierno mexicano no garantizaba la libertad de culto,
antes más bien, obligaba a los colonos a convertirse al catolicismo.
Sin embargo al momento de ingresar a México, el contrato de concesión de tierras establecía
como requisito principal, el profesar la religión católica, y los acuerdos hechos por Austin se
hicieron primero con la Corona Española, la cual tenía establecido un sistema centralista de
gobierno en el virreinato, por lo que es muy posible que la causa por la que querían
constituirse en estado federado fuese la posibilidad de realizar una especulación de tierras
más directa sin tener que depender de las autoridades de Coahuila,
Pero la verdadera causa de la independencia fue el hecho de que la constitución de 1824 y su
sucesora las Siete Leyes prohibía expresamente la esclavitud. En cambio los colonos
encubrían sus prácticas esclavistas mediante contratos a perpetuidad que les hacían firmar a
los esclavos negros en los Estados Unidos de Norteamérica. Una de las medidas que muestran
las intenciones del gobierno mexicano en contra de la esclavitud fue la realizada por el
ministro de relaciones exteriores Lucas Alamán y Escalada de prohibir y evitar la extradición
de esclavos prófugos, también el hecho de prohibir y declarar la invalidez de dichos contratos.
La mayor prueba de que la esclavitud fue la causa principal de la rebelión se encuentra en la
misma constitución de la República de Texas, en ella se legaliza abiertamente la esclavitud y
se le niega el derecho al voto a los afroamericanos y sus descendientes, también establecía
que ningún esclavo y sus descendientes podrían ser "libertos" por parte de sus "amos" sin
previa autorización del Congreso texano, también se les negaban derechos a los pueblos
amerindios. La constitución fue firmada por el presidente de la convención Richard Ellis, el
secretario Albert H. S. Kimble, y 57 delegados, entre ellos Lorenzo de Zavala conocido por su
ideología liberal y federalista.
Entre 1829 y 1832, la presidencia de México fue ocupada por diferentes personajes. En cada
cambio de presidente, la mano de Santa Anna y del clero, estaba detrás. La República
Mexicana estaba profundamente dividida entre dos fracciones, conocidos unos como
conservadores, y los otros como liberales. Los primeros querían un gobierno centralizado
(estaban identificados con los viejos imperialistas), en tanto que los segundos defendían la
república federal. En las elecciones de 1833, Santa Anna participó por el bando liberal y ganó.
Poco después, se retiró a su hacienda Manga de Clavo, y dejó al mando del gobierno al
vicepresidente Valentín Gómez Farías, a la sazón, presidente interino de México.
El gobierno de Gómez Farías dio inicio a una serie de reformas liberales profundas, hecho que
no fue del agrado del bando conservador. Viendo esto, Santa Anna volvió a la ciudad de
México, destituyó a Gómez Farías y lo encarceló. Dio marcha atrás a las reformas liberales, y
ocupó el cargo de presidente. Santa Anna afirmaba que el país no estaba listo para la
democracia, y se convirtió en dictador.
Fue tras la vuelta de Santa Anna a la presidencia (por otra parte, sólo una de las nueve veces
más en que había de ocupar el cargo, ya fuera como liberal o como conservador), cuando los
texanos decidieron capitalizar su apoyo al dictador en la lucha por el poder. Austin viajó a la
ciudad de México con la petición de separar Texas de Coahuila, para dotar de un mejor
sistema judicial a la provincia y poner fin al decreto del 6 de abril, ley que había dado pie a las
insurrecciones de Anáhuac, entre otras cosas. En tanto que el gobierno de Santa Anna negó la
separación de Texas respecto a Coahuila, Austin escribió una agria carta a un amigo, en la
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cual lo conminaba a iniciar una rebelión. Los oficiales del ejército mexicano interceptaron la
correspondencia y arrestaron a Austin por sedición. Pasó dieciocho meses en la cárcel.
Por la misma época, los pequeños grupos de inmigrantes ilegales que entraban al territorio de
Texas se habían vuelto más numerosos. Santa Anna creía que el influjo de inmigrantes era
parte de un complot estadounidense para tomar de facto la región. En 1834, cuando
enfrentaba problemas con su gobierno, Santa Anna disolvió las legislaturas de los estados
federales y abolió la Constitución de 1824. Esta acción generó descontento en varios estados.
El bando conservador respaldaba al dictador Santa Anna, mientras que el liberal reclamaba la
reinstalación de la constitución federal. Santa Anna ordenó la salida de todos los inmigrantes
ilegales de Texas.
Comienza la guerra:La insurrección contra Santa Anna comenzó cuando el estado
de Zacatecas, a la sazón convertido en departamento, se lanzó contra el gobierno centralista
en 1835, enarbolando como bandera el liberalismo. La insurrección fue reprimida brutalmente
y los civiles fueron masacrados por cientos. Este fue el inicio de una serie de rebeliones, a
cuyos participantes Santa Anna declaró traidores a la Patria. Lo siguiente fue poner a su
cuñado, Martín Perfecto de Cos, al frente de las tropas que marcharon a poner fin a los
disturbios en Texas.
La guerra de independencia de Texas:Hacia 1835, cuando muchos estaban decididos a
insurreccionarse, los texanos debatían informalmente el tema. En julio de 1835, Austin fue
puesto en libertad, pues no se le comprobó participación alguna en la rebelión, y llegó a Texas
en agosto. Los texanos se sentían afrentados por el encarcelamiento de Austin, la brutal
represión en Zacatecas, el exhorto al desarme de las milicias, la orden de repeler nuevos
inmigrantes, y particularmente, por la abolición de la Constitución Federal. La gota que
derramó el vaso fue el asesinato de un colono a manos de un soldado mexicano. Tras una
pequeña consulta, la provincia de Texas decidió levantarse en armas contra el gobierno de
México.
Victorias de los texanos:Antes de la consulta, y de acuerdo con el llamado nacional de
Santa Anna al desarme de los ejércitos estatales, el coronel Domingo Ugartechea, destacado
en San Antonio Béjar, ordenó a los texanos devolver un cañón que fue entregado por el
gobierno de México para la guerra, y que se localizaba en la población de González. Ante la
negativa de los texanos, Ugartechea mandó entonces al teniente Francisco Castañeda con
cien dragones a recuperar la pieza de artillería. Cuando llegaron a las playas del río
Guadalupe, cerca de González, en la otra banda del río había dieciocho texanos que oponían
resistencia. Sin poder cruzar, Castañeda estableció un campamento. Los texanos ocultaron el
cañón y llamaron voluntarios. A este llamado respondieron dos grupos de milicianos. El
coronel Henry Moore fue electo cabeza de los rebeldes, que aprestaron el cañón y dos balas.
Un indígena llegó al campamento de los mexicanos y avisó a Castañeda que los rebeldes eran
ahora cerca de 140. Todo quedó listo para la batalla de González. Esta batalla fue ganada por
los texanos, que incluso llegaron a urgir a Castañeda a unirse a la sedición. Los texanos
atacaron, y Castañeda decidió volver a San Antonio Béjar con los dragones.
El siguiente enfrentamiento entre mexicanos y texanos, con victoria para los segundos, fue la
batalla de Concepción. A continuación, los texanos capturaron San Antonio Béjar, que era
defendida por el general Cos. Cuando Austin dio la orden a sus milicianos de esperar y atacar
el ejército de Cos, muchos de los voluntarios simplemente desertaron. En noviembre de 1835,
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el ejército texano estaba compuesto por unos 600 hombres. Los oficiales, a un tiempo,
diseñaban la estrategia de ataque, pero también se preguntaban cuál era la causa por la que
combatían a las fuerzas mexicanas. El sitio de San Antonio Béjar dio inicio el 12 de
octubre de 1835 y concluyó el 11 de diciembre de ese mismo año, con la captura de Cos y su
tropa.
Los remanentes del ejército texano, pobremente equipados y sin una perspectiva colectiva de
la causa de la guerra, prepararon el avance rumbo a Matamoros, con intenciones de saquear
el pueblo y obtener de él provisiones y recursos. Esta y otras misiones independientes
restaron militantes al movimiento texano, y concluirían en un desastre en los meses
siguientes.
El gobierno provisional de Texas: grupo de aventureros que no habían nacido en el
Estado: En González, la consulta convocada un mes antes finalmente concluyó, cuando los
delegados de las colonias constituyeron un quorum significativo. Después de un debate
ríspido, finalmente se instituyó un gobierno provisional que no intentaba separarse de México,
sino se manifestaba en contra de los centralistas. Henry Smith fue elegido gobernador y Sam
Houston fue designado comandante en jefe del Ejército Regular de Texas. Este no era aún un
ejército regular, pues el ejército de Austin estaba formado completamente por voluntarios. De
esta suerte, Houston debió formar uno.
Los texanos tenían más tierras que dinero como base financiera para crear su ejército; una
dotación mayor de tierra podría ser designada para aquellos que se enlistaran como soldados
regulares. El gobierno provisional de Texas, además, estableció un servicio postal, y envió un
cargamento de mercancía a los Estados Unidos, a cambio de 100 mil dólares. Además, ordenó
cientos de copias de textos militares. El 24 de noviembre de 1835, Austin fue elevado a
general. Se celebraron elecciones y Edward Burleson se convirtió en el sucesor de Austin.
Se cree que el motivo por el que no mostraron las intenciones de independizarse de México en
la convención, abrigaban la esperanza de atraer a su causa a los elementos liberales y
federalistas que estaban descontentos con el régimen centralista y el hecho de que no tenían
asegurado un apoyo de parte de los Estados Unidos.
La reacción mexicana, El Ejército de Operaciones: Con los sucesos ocurridos en San Antonio
Béjar y la batalla de Goliad (precisamente el presidio donde nació Ignacio Zaragoza, héroe de
la Batalla de Puebla), había llegado el tiempo para la contraofensiva del ejército mexicano. Cos
había rendido su informe a Santa Anna sobre el estado que guardaban las cosas en Texas, y el
dictador marchó hacia el norte con su Ejército de Operaciones, una fuerza de cerca de 6 mil
soldados. El ejército partió de San Luis Potosí, y marchó a través de los desiertos de México
acompañado por el frío extremo del invierno de la región.
Orden de Batalla: El Ejército Mexicano de Operaciones estaba compuesto por las tres
habituales divisiones de vanguardia, centro y reservas, junto a una brigada de caballería y una
sección auxiliar.
La División de Vanguardia, que combatió en la Batalla de El Álamo al mando del
general Joaquín Ramírez y Sesma, la componían los batallones de
infantería Jiménez, Matamoros y Activo de San Luis Potosí; los regimientos de caballería
de Dolores, Veracruz, Activo de Coahuila y Presidiales del Norte, con un total de 1,541
hombres y 8 piezas de artillería.
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La Segunda División de Infantería la comandaba el general Antonio Gaona y la formaban los
batallones de Zapadores, Aldama, Activos de Querétaro y Toluca, Auxiliares de Guanajuato y
una compañía de caballería presidial, totalizando 1,600 hombres y 6 piezas de campaña.
La Tercera División de Infantería, al mando del general Eugenio Tolsá, estaba conformada por
los batallones Morelos y Guerrero, Activos de México, Guadalajara y Tres Villas, una compañía
de caballería presidial y otras 6 piezas de artillería con sus dotaciones de municiones y
sirvientes, sumando 1,839 hombres.
La Brigada de Caballería de 450 caballos al mando del general Juan José Andrade con los
regimientos Permanente de Tampico y Activo de Guanajuato.
Una sección auxiliar bajo el mando del general Urrea, con 300 infantes del Batallón Activo
de Yucatán y 294 caballos de diversos piquetes de los regimientos Permanentes de Cuautla y
de Tampico, Activos de Durango, Tamaulipas y Nuevo León y Auxiliar de las Villas del Norte,
junto a un obús de doce pulgadas con sus artilleros.
Con muchas penurias, el ejército de Santa Anna llegó a Texas muchos meses después de lo
que se esperaba. El objetivo era tomar San Antonio Béjar. A ese punto llegó la división de
Ramírez y Sesma el 23 de febrero. Santa Anna ocupaba el pueblo por segunda vez, la primera
fue en 1813, tras la batalla del río de Medina, cuando apenas era un joven oficial del ejército
realista español. En aquella ocasión, los prisioneros fueron masacrados. En esta, Santa Anna
estaba decidido a no dar tregua a los texanos, ahora fortalecidos en la misión de El Álamo. Los
rebeldes esperaban refuerzos, y salvo por unos pocos hombres, la ayuda no llegó jamás.
El Álamo era defendido por unos 250 hombres a la orden de William Barret Travis y James
Bowie. La batalla de El Álamo concluyó tras trece días de sitio, el 6 de marzo. Ese día, los
defensores del fuerte fueron masacrados. Después, Santa Anna dividió su ejército, y mandó
sus tropas a recorrer Texas. El objetivo era forzar una batalla decisiva contra el Ejército
texano, ahora al mando de Sam Houston.
Las victorias de Urrea:El general José Urrea marchó a Texas desde Matamoros, siguiendo el
rumbo norte, bordeando las costas del Golfo de México, para bloquear cualquier ayuda que
llegara por mar, y abriendo una vía para que la Marina Mexicana dotara al ejército mexicano
de muy necesarias provisiones. La tropa al mando de Urrea se enfrentó con los rebeldes en
la batalla de Agua Dulce, el 2 de marzo de 1836, preludio de la batalla de Coleto. En ese lugar
en la costa texana, los mexicanos capturaron al coronel James Fannin con su tropa de unos
400 hombres. Fueron ejecutados en la masacre de Goliad por órdenes de Santa Anna. El
general Urrea no fue vencido en ningún enfrentamiento con las fuerzas texanas.
El encuentro de los dos ejércitos retirada, texana: Houston entendió inmediatamente que su
pequeño ejército no estaba preparado para combatir al de Santa Anna. Viendo que su única
elección era llevar su ejército a un terreno más favorable, Houston ordenó la retirada hacia la
frontera con Estados Unidos. La táctica empleada fue la de alejar a los mexicanos de las
fuentes de provisiones. Más tarde, la lluvia volvió intransitables los caminos y la estación fría
hizo sentir sus efectos en los dos ejércitos combatientes.
El ejército de Santa Anna, siempre tras las huellas de Houston, inició una incesante
persecución. El pueblo de González no era defendido por los rebeldes, así que le prendió
fuego. La misma suerte corrió la colonia de San Felipe. Lo único que impedía el avance del
ejército de Santa Anna eran los caudalosos ríos, a toda su capacidad por causa de las lluvias.
Esto dio a Houston un respiro que también sirvió como preparación militar.
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Muchas cosas habían ocurrido desde que Santa Anna había decidido dividir su regimiento, y
avanzar sobre Galveston, donde los miembros del Gobierno Provisional se hallaban refugiados.
Santa Anna esperaba capturar a los líderes del movimiento, y poner punto final a la guerra,
que se había vuelto onerosa y prolongada. Como dictador de México, también tenía la
necesidad de volver a la capital mexicana tan pronto como fuera posible. Houston fue puesto
en el conocimiento del inesperado movimiento del ejército mexicano. El regimiento de Santa
Anna marchó al oriente, rumbo a Harrisburg. Sin el consentimiento de Houston, los rebeldes
texanos salieron al encuentro del ejército mexicano.
República de Texas. La frontera sur continuó siendo disputada hasta 1846.
La derrota de Santa Anna: el 20 de abril, ambas tropas se enfrentaron en el río San Jacinto.
Santa Anna se alegraba por fin de tener frente a frente a los rebeldes, y esperaba refuerzos.
Para mala suerte de los rebeldes, Cos llegó a reforzar a Santa Anna trayendo otros 540
soldados, que se sumaban a los 1200 que estaban al mando de Santa Anna. Impelidos por la
oportunidad perdida y la indecisión de Houston (que no reforzaba la plaza), el ejército texano
se lanzó al ataque. El 21 de abril por la madrugada, los texanos avanzaron, tomaron a los
mexicanos por sorpresa. Horas antes del ataque, Santa Anna había ordenado descanso a su
tropa, confiando en que los insurgentes no atacarían a su tropa superior en número. La batalla
de San Jacinto fue el punto final y el enfrentamiento decisivo en el conflicto. Fue una batalla
de 18 minutos de duración, en la que la defensa mexicana fue completamente aplastada.
Santa Anna fue capturado y llevado ante Houston, que se había fracturado el tobillo. Santa
Anna accedió, bajo amenaza de muerte, a ordenar al Ejército de Operaciones (ahora al mando
de Vicente Filisola, relacionado con la separación de Centroamérica del Imperio Mexicano),
que pusiera fin a la campaña. Filisola, notando el estado de su hambrienta y maltrecha tropa,
volvió a México, no sin las protestas de Urrea. El derrotado era Santa Anna, no el Ejército de
Operaciones, razón por la cual Urrea se mostraba partidario de seguir la campaña. Filisola no
estaba de acuerdo.
La derrota se debió a varios factores, en primer lugar la megalomanía de Santa Anna de
atravesar todo el territorio desde la ciudad de México en vez de ir por mar, lo que habría
permitido llegar las tropas frescas; segundo, luego de las victorias de El Álamo y Goliad, Santa
Anna creyó vencer a Samuel Houston (quien tenía sólo 700 combatientes) era un «paseo
militar» y su exceso de confianza en haber sido tomado por sorpresa en la batalla de San
Jacinto. Y tercero, luego de su captura ordenó a los mandos (Urrea, Woll, Almonte,
Filisola, Ramírez y Sesma, Tolsá, Ampudia y Gaona) la retirada de los mandos más allá del río
Bravo. Urrea fue el único que se negó sabiendo que eran superiores al ejército texano.
Consecuencias: Con Santa Anna prisionero, sus captores lo forzaron a firmar el Tratado de
Velasco el 14 de mayo. El tratado reconocía la independencia de Texas, a cambio del respeto
a la vida de Santa Anna. El plan inicial era devolverlo a México con la intención de limar las
asperezas con el gobierno mexicano. Su vuelta fue tomada en México como una provocación
para quienes lo querían ver muerto. Los texanos lo embarcaron a Washington para que se
entrevistara con el presidente de Estados Unidos, Andrew Jackson, con la orden de asegurar la
independencia de Texas.
Mientras tanto, en México, el gobierno de Santa Anna había sido impugnado, y con ello, se
dejaron de reconocer también los Tratados de Velasco y la autoridad de Santa Anna como
199
representante de México. El conflicto de México con Texas no quedó resuelto sino hasta
la Intervención de E.U. en ese país en 1845.
En la presidencia y vicepresidencia de la república texana fueron elegidos Samuel Houston y el
yucateco Lorenzo de Zabala,respectivamente.
200
la Nación. O sea, había elementos de la economía colonial que desde su punto de vista debían
ser retomados para conseguir la prosperidad económica. El Banco de Avío fue inspirado en
estas políticas borbónicas, instrumento financiero del Estado dirigido a desarrollar la actividad
económica particularmente el desarrollo manufacturero.
El papel de la minería como el sector de arrastre de las distintas actividades productivas en la
economía colonial era un asunto presente en el pensamiento de Lucas Alamán. Más tarde
cuando éste vio que esta actividad económica tardaba en recuperarse atendió, en compañía
de Antuñano, otras esferas de la economía como el sector manufacturero y el sector agrícola.
Pero siempre bajo el concepto de los encadenamientos productivos y el desarrollo del
mercado interno. Perciben la actividad económica como un proceso económico único.
La corriente reformista, el cambio institucional y el cambio económico: En México
existían problemas de capital para reiniciar el crecimiento económico, pues la mayoría de los
recursos existentes se encontraban en manos de los comerciantes, la iglesia y los militares.
Era una sociedad predominantemente rural donde la tierra era considerada como la fuente de
riqueza más importante y el producto nacional estaba compuesto fundamentalmente por la
producción agrícola. La corriente que ahora analizaremos buscó un cambio económico a
través de las reformas constitucionales de 1833 y tuvo como preocupación alterar la
distribución del producto nacional para fortalecer al propietario medio rural como el elemento
económico central del progreso económico. Una vez declarados Presidente y Vicepresidente
Antonio López de Santa Anna y Valentín Gómez Farías respectivamente se hicieron cargo del
mando de la administración en forma alterna de 1833 hasta 1835. En menos de 10 meses
Gómez Farías, asesorado por Mora y apoyado por algunos diputados liberales, inició una
reforma profunda que constituyó la base del Estado mexicano. Los puntos centrales sobre los
cuales se legisló, marcaron un precedente en la definición del tipo de Estado que buscaba
definir la corriente liberal. Como ya mencionamos, esta posición está representada por
Lorenzo de Zavala, José María Luis Mora y Valentín Gómez Farías. El interés de este trabajo es
tratar aquellos elementos referidos al desarrollo del mercado capitalista. Por eso, veremos las
reformas relacionadas con el problema del financiamiento al progreso económico y la
distribución del ingreso. En ese sentido trataremos una concepción sobre la hacienda y el
crédito público, la distribución de la riqueza y en la expropiación de los bienes del clero. Así
como los temas referidos a la colonización y el diezmo agrícola.
Los tres personajes nacieron en las postrimerías de la época colonial, participan de los
grandes cambios que gestaron el proceso revolucionario así como de sus estragos, los tres
tienen la influencia directa del desarrollo del liberalismo constitucionalista en España con la
participación de dos de ellos, Farías y Zavala, en las Cortes liberales españolas, en 1812 y
1820. Las experiencias constitucionalistas del liberalismo español dejan profundas huellas en
esos mexicanos, lo que permite entender su vocación reformista como camino para la
transformación social del país y su entrenamiento en los temas legislativos. De los tres, José
María Luis Mora es considerado como el hombre de mayor influencia intelectual, quién a pesar
de formación conservadora y sacerdotal abrazó intelectualmente la causa del
constitucionalismo.
El financiamiento al progreso económico: la distribución de la riqueza, el crédito
público y la iglesia: Después de la caída de Agustín de Iturbide el Congreso Constitucional
201
se reunió en noviembre de 1823 y un año más tarde adoptó la Constitución Federal. La Carta
Magna dividió al país en 19 Estados (que debían elegir a sus
Gobernadores y a sus legislaturas) y en cuatro territorios que estarían bajo la jurisdicción del
Congreso Nacional. También declaró que “la religión de la nación mexicana es y será la
católica, apostólica y romana. La nación la protege con leyes sabias y justas y prohíbe el
ejercicio de cualquier otra”. En opinión de Jan Bazant, a diferencia de la Constitución de
Apatzingán que especificaba que la ley sería la misma para todos, la Constitución de 1824 no
mencionaba la igualdad de los individuos ante la ley. Dicha omisión, explica Bazant, permitía
la pervivencia de los fueros o inmunidades legales o exenciones que los religiosos y los
militares disfrutaban ante la Ley civil. Estas leyes existían antes de la independencia, pero
entonces tanto la iglesia como el ejército estaban sometidos a la autoridad real de la cual
dependía la obediencia civil a las leyes y que no había sido seriamente cuestionada durante
tres siglos. Al desaparecer la autoridad real suprema y al no existir una nobleza o una
burguesía fuerte, el vacío fue ocupado por los héroes populares victoriosos del ejército.
Liberado de las restricciones regias, el ejército se convirtió en el árbitro del poder de la nueva
nación. Ya fuera federal o centralista, un general sería el presidente de la república.
Estas circunstancias históricas fortalecieron a las dos corporaciones, militares e iglesia, contra
las cuales las reformas liberales buscarán anular sus privilegios.
Con gran agudeza, Mora observa que la tendencia general del siglo XIX era destruir todas las
instituciones privilegiadas que “por sus hábitos y principios, su traje, modo de vivir e intereses
peculiares, forman pequeñas sociedades dentro de la general, y frecuentemente abrigan
intereses contrarios a los de ésta”. México no debía escapar a este proceso general de la
formación de un mundo nuevo a la luz de la filosofía liberal.
En ese mundo nuevo al que se refiere Mora, las relaciones patrimoniales en el proceso de la
economía debían ser anuladas, este es el caso del privilegio como instrumento de individuos o
corporaciones para su enriquecimiento. Debía ser sustituido por condiciones de igualdad de
los individuos ante el mercado, como consumidores y productores, y que no fueran las
relaciones políticas o de sangre las que decidieran su espacio en el proceso económico.
Para ello propuso reformas a la Constitución dirigidas a anular los fueros y privilegios de estas
dos corporaciones y con ello modificar el orden social y conseguir el progreso de la Nación. Sin
embargo, consideró que la inestabilidad política y las pugnas internas de los distintos partidos
no habían hecho posible el cambio.
También para Lorenzo de Zavala era evidente que el cambio de las condiciones económicas
que imperaban en el país solo sería posible modificando la organización social y política
heredada de la Colonia, que reconocía como un proceso difícil. Encuentra que desde 1808
hasta 1830, existió en México una mutación de ideas, “de opiniones, de partidos y de
intereses” que lograron trastornar una forma de gobierno. En ese tiempo, dice, los siete
millones de mexicanos pasaron del despotismo y la arbitrariedad a la teoría más liberal. Se
pregunta ¿Cómo pueden las doctrinas abstractas hacer cambiar repentinamente el curso de
vida? ¿Qué se ha hecho por sustituir usos y costumbres análogas al nuevo orden de cosas?
Pensaba que había que buscar una forma de gobierno que “fuese adaptable a las necesidades
y nuevas emergencias de la nación”. Este gobierno tenía que contar con las garantías
individuales: la libertad de imprenta, libertad de cultos y un gobierno representativo.
202
Era imposible que el choque de intereses no se diera entre los creados por la sociedad colonial
y los que surgían a la luz de una filosofía igualitaria. La iglesia era la institución que
representaba el viejo orden y la fuerza política que impedía el cambio. Con esta percepción de
su presente, José María Luis Mora, Lorenzo de Zavala y Valentín Gómez Farías desde su
actividad política impulsaron el cambio institucional como una condición sine qua non para la
transformación económica y social del país. La idea de progreso era el principio rector de sus
acciones para conseguir el bienestar social a través de la reforma. Los preceptos con los
cuales buscaron realizar las reformas constitucionales fueron: orden, justicia y libertad pública
como vías para conseguir el progreso de la Nación.
La riqueza y su distribución: Por su magnitud e implicaciones en el desempeño económico,
el problema de la distribución estaba en el centro de la discusión planteada por Zavala, Mora y
Gómez Farías. En México la desigualdad de las fortunas era tan grande, que “mientras algunas
personas podían gastar entre cien y quinientos pesos diarios, otras no podían consumir dos
reales”. Al compararse la desigualdad de México con la de otros países de Europa, en
particular con la de Inglaterra, “la desproporción entre los ricos y los pobres resultaba mucho
mayor”. De manera que en México era urgente pensar en una reforma que promoviera una
distribución más equitativa de la riqueza.
Tanto para Zavala como para Mora este fenómeno de la economía mexicana, tenía su origen
en la Colonia: la forma desigual como los españoles distribuyeron la tierra explicaba la
concentración de la riqueza en el país. Desde la percepción de Zavala el componente
fundamental de la riqueza del país era la tierra: por tanto, era el factor de producción más
importante y el que explicaba la distribución de la riqueza.
Lorenzo de Zavala se dio cuenta de que México no podía desarrollarse sin resolver el problema
de la propiedad de la tierra, y ve en el reparto agrario una medida que elevaría el nivel de vida
de la mayoría de la población. Desde esa perspectiva e inspirado en el principio liberal de la
igualdad fue un apasionado partidario del fraccionamiento del latifundio y de la distribución de
la tierra a los pueblos.
José Ma. Luis Mora y Zavala tienen un pensamiento común sobre el origen de la gran
propiedad. Ambos con un pensamiento histórico encuentran que durante la economía colonial,
al soberano se le estimaba como el único dueño de las tierras, quién las distribuyó entre los
conquistadores o favoritos de la Corte. Y así, muchos de ellos obtuvieron en encomienda
extensos territorios que más tarde convirtieron en mayorazgos. Este proceso, según la visión
de Mora, llevó a que el factor de producción tierra se concentrara en pocas manos. Explica
cómo esta situación de monopolio de la propiedad agraria y del capital era contraria a los
progresos de la población y produjo adversos efectos en todos los ramos de la propiedad
pública en México. Circunstancia que desde su punto de vista creó un obstáculo al progreso
económico de nuestro país en su etapa independiente.
Para corregir el problema y la población progrese, propone dividir la tierra en pequeñas
porciones y romper el mayorazgo para que la propiedad sea transmitida con facilidad. O sea,
busca incorporar y desarrollar un mercado incorporando esta propiedad a la circulación
mercantil. Ya que dicha situación influyó en que gran parte de la propiedad pasara a manos
muertas.
Favorecida por el estatus colonial, en México uno de los grandes poseedores de la tierra era la
iglesia. Para esos pensadores era necesaria una reforma institucional que rompiera con el
203
monopolio de la riqueza-tierra y ésta fuera distribuida entre otras clases sociales. Este
pensamiento coloca a ambos pensadores vinculados al pensamiento liberal fisiocrático por su
concepción de la riqueza y su preocupación por fortalecer la propiedad privada. Donde la
única fuente de riqueza era la tierra y la clase productiva eran los terratenientes. Aunque el
propietario ideal de Mora era el arrendatario.
Economía del México independiente: La formación de una nueva Nación a partir de la
Independencia de México fue una tarea difícil en todos los aspectos, en especial en el
económico. Esto debido a varios factores. En primer lugar, la economía mexicana estaba
totalmente desvertebrada; la lucha por la independencia dejó al país con la mitad de su fuerza
de trabajo; La deuda heredada ascendía a 45 millones, por lo que la bancarrota era total. Por
otra parte, el problema hacendario iba a ser el escollo contra el cual se estrellarían todos los
gobiernos: monarquista, republicano, federalista y centralista, y aun la dictadura.
Durante el llamado período del México Independiente(1821-1854) se contaba con un vasto
territorio agrícola en manos del clero. Otra gran parte de las tierras estaba en manos de las
familias privilegiadas y la menor parte se componía de fincas rústicas. La ganadería estaba en
la misma situación que la actividad agrícola.
El principal impulsor de la economía en México fue el ministro e ideólogo conservador Lucas
Alamán, a quien se debe la fundación del Banco del Avío.
La minería se encontraba abandonada después de las guerras, pues muchos inversores
retiraron sus capitales para colocarlos en el comercio o en otras actividades. Aun así, las
minas de Taxco, Guanajuato y Real del Monte tuvieron gran auge gracias a su producción de
oro y plata. La comercialización de cobre casi desapareció después de la guerra.
El comercio se posicionó como un negocio redituable, pues las exportaciones a Europa y
Estados Unidos alcanzaron altos niveles, aunque en la importación de productos se limitaba a
las clases altas. El papel moneda y el sistema métrico decimal se adoptaron en 1862. El
comercio interior y las aduanas fueron importantes medios de riqueza en aquella época. Los
principales puertos fueron Veracruz y Tampico.
La economía en el sector público: el problema hacendario: La difícil situación
económica dio lugar a dos ideologías que se desarrollarían en este período de la historia de
México. Por un lado estaba el Partido Liberal cuyos miembros eran conocidos como los
liberales, que planteaban como solución la desamortización de los bienes del clero, lo cual
permitiría aliviar la deuda y movilizar la economía. Por otro lado estaban los miembros del
Partido Conservador, conocidos como conservadores, que no querían tocar los bienes de la
Iglesia y creían que la solución estaba en la centralización, el proteccionismo y los impuestos
directos. Durante todos los años que siguieron a la independencia hubo una gran escasez de
recursos a pesar de que se calcula que hasta 1827 los ingleses habían introducido 12 millones
a México. Incluso la iglesia carecía de efectivo, y a pesar de esto tuvo que sufrir el
hostigamiento de todos los gobiernos.
El problema hacendario se convirtió en una causa del fracaso del Primer imperio mexicano. Se
intentó convertir el monopolio del tabaco y la minería en pilares de la economía, para ello se
tomaron medidas que buscaban impulsar estas industrias, medidas que no tuvieron éxito y
terminaron por reducir los ingresos para 1822. Iturbide al carecer de una fuente de ingresos,
recurrió a contribuciones voluntarias y al ser insuficientes, comenzó a descontar sueldos a
civiles y militares. Buscó préstamos en el exterior. Todas estas medidas no fueron suficientes
204
y el imperio tuvo que recurrir a los impopulares préstamos forzosos, así como a impuestos
directos a las provincias y llegando hasta la subasta de bienes de temporalidades, como se
conocía a las propiedades particulares de los eclesiásticos. Esto culminó con el fracaso del
imperio.
Por su parte, la republica significó un respiro ya que terminó con los préstamos forzosos,
detuvo la emisión de papel moneda y se hizo un esfuerzo por economizar; aunque esta
tranquilidad no duró mucho. Los ingresos del gobierno constaban de impuestos ordinarios; el
producto del monopolio del tabaco, el cual comenzó a tener severas fluctuaciones debidas en
parte al contrabando; y la contribución fijada a los estados, la cual también fracasó debido a
que el único estado que pagó la aportación completa fue Zacatecas.
Ante la imposibilidad de conseguir más recursos, en 1823 se autorizó un préstamo al
extranjero de 8 millones y se terminó adquiriendo dos deudas, una con Barclay Herring y otra
con B.H Goldschmidt por las que se pagaron intereses altísimos. Durante el gobierno
de Bustamante se logró cierto orden gracias que hubo una recaudación organizada. Se
restableció el monopolio del tabaco y Lucas Alamán realizó grandes esfuerzos por impulsar la
industrialización. Este periodo de orden relativo, culminó en 1832. Finalmente después de un
fallido intento por restaurar el orden mediante nuevas políticas, el experimento federalista
fracasó.
Fue en parte debido a esta debilidad fiscal que se recurrió a la adopción del centralismo. El
cual tampoco logró darle solución. Las amenazas externas significaban también un gran
problema ya que además de requerir recursos, bloqueaban los escasos ingresos del gobierno
provenientes de los puertos. Entre 1835 y 1840 hubo veinte secretarios de Hacienda y
ninguno de ellos puedo resolver el problema. Con el fin de financiar la guerra de
Independencia, se impusieron varios nuevos impuestos, entre ellos el 15% sobre artículos
importados, lo que ocasionó numerosas quiebras y la caída de Bustamante del poder.
Con la llegada de la dictadura se quitó el impuesto a la importación, que fue sustituido por
muchos otros. Santa Anna impuso préstamos a particulares y a la Iglesia y vendió bienes
del Fondo piadoso de las Californias. Así, entre todo este caos y a punto de entrar en guerra
con Estados Unidos se restauró el sistema Federal, lo que provocó aún más desorden.
La economía en el sector privado: No obstante el fracaso del gobierno nacional, algunos
estados lograron éxito en sus pequeñas esferas, y algunos individuos acumularon grandes
fortunas. Durante la república se buscó reconstruir la opulencia del siglo XVIII, con base en la
minería. Para lograr este objetivo era necesario realizar grandes reformas fiscales para
incentivar el desarrollo de esta industria. Lucas Alamán se esforzó por traer capitales ingleses,
formó la Compañía Anglo-Americana y promovió que se permitiera a los extranjeros explotar
minas. Durante los siguientes años se crearon varias compañías mineras y Zacatecas se
convirtió en el estado minero con mayor éxito. Así, el dinero que atrajo esta industria fue
una excelente inyección para la raquítica economía mexicana.
Otro aspecto económico importante de la época fue la industrialización, que floreció muy
lentamente a pesar de múltiples obstáculos. Estas aventuras industriales nacieron con los
extranjeros que llegaron en regulares números. El resultado fue la inauguración de varias
fábricas de variados productos como aguardiente, sombreros de fieltro y cerveza. Incluso
algunos mexicanos comenzaron a interesarse por realizar inversiones gracias a la Fundación
del Banco del Avío que pretendía otorgar créditos.
205
Entre los grandes esfuerzos que realizó Lucas Alamán para conseguir el desarrollo industrial
de un país en bancarrota se encuentran el surgimiento de la nueva industria textil, pues la
tradicional había decaído con la competencia extranjera. Alamán se dio cuenta de que había
que cubrir ciertas necesidades para impulsar el desarrollo económico. Estas necesidades eran
capital, mecanización, exención de impuestos en la importación de maquinaria, y tarifas
protectoras. La industria textil creció mucho aunque la capacidad de compra de los mexicanos
era mínima.
Este crecimiento industrial no se limitó a la industria textil, Alamán trajo maestros en el arte
de hacer cristales y se establecieron fábricas de puros y cigarros, de aguardiente, de aceites,
dos ferrerías. Así para 1844 existían ya 37 juntas directivas para el fomento industrial.
La agricultura que había sufrido mucho a causa del temor a la Leva y la inseguridad comenzó
a reponerse lentamente hacia los años treinta. Por lo que Alamán aseguraba que la
tranquilidad y la seguridad eran indispensables para que prosperara la agricultura. En esta
rama de la economía, Alamán también se dedicó a fomentar mejores técnicas y a impulsar
esta actividad económica mediante incentivos fiscales.
A pesar de los grandes obstáculos que se presentaban para el desarrollo del comercio como
eran la descapitalización del país, la falta un sistema de comunicaciones y transportes barato
y la inexistencia de un sistema monetario moderno, la apertura de puertos mexicanos a
productos extranjeros favoreció las actividades mercantiles. El progreso llegó muy lentamente
debido en parte a la falta de caminos y de infraestructura que facilitaran el comercio interior.
Respecto al exterior, todo el comercio se hacía en buques extranjeros.
A partir de 1824 se comenzó a acuñar el peso de plata con el águila mexicana, pero la falta de
bancos y de un sistema monetario moderno iba a pesar sobre el comercio.
El relativo desarrollo económico no mejoró el problema del fisco nacional. El gobierno
nacional consideró que su tarea consistía en fomentar las obras públicas que requerían los
tiempos, no estorbar la iniciativa privada y, cuando fuera necesario, establecer tarifas
proteccionistas. Así comenzaron a establecerse los pilares de la reconstrucción económica por
lo menos dentro del ámbito privado. Debido a esto, Lucas Alamán concluyó que "todo lo que
ha podido ser obra de la naturaleza y de los esfuerzos de los particulares ha adelantado; todo
aquello en que debía conocerse la mano de la autoridad pública ha decaído: los elementos de
la prosperidad de la nación existen y la nación como cuerpo social está en la miseria".
206
empezar a construir un México moderno y poner en práctica los proyectos que desde la
Revolución de Ayutla estaban en el pensamiento de los hombres de la generación de Juárez y
en las leyes que elaboraron.
Primero Juárez, y luego Lerdo de Tejada, fueron los restauradores del gobierno republicano en
la capital que Comonfort había perdido con su indecisión desde aquel enero de 1858, y que
Juárez, en 1862, debiera abandonar amenazado por el ejército franco-mexicano. En 1867
parecía que, ya sin tropiezos, el liberalismo mexicano sería una realidad, al menos en lo que
se refiere a la forma republicana de gobierno. Durante el gobierno de Benito Juárez se
promulgaron las leyes de reforma que separaban al estado de la iglesia.
Gobierno de Benito Juárez: El triunfo de los liberales sobre el Imperio de Maximiliano
significaba también una gran derrota para el conservadurismo mexicano; se restauraba la
República Federal y se consolidaba el poder de los liberales. Poco tiempo después de
reinstalado el gobierno en la capital, Juárez se dispuso a poner en orden los asuntos
administrativos y a reorganizar los proyectos del programa liberal que las circunstancias le
habían impedido llevar a la práctica.
Aspecto Político:En el Aspecto político, el gobierno se propuso aplicar la Constitución de
1857, a la primera acción en este sentido consistió en convocar las elecciones, pues desde
1865 Juárez ejercía el cargo de presidente sin haber sido elegido constitucionalmente. En la
convocatoria que dirigió al pueblo para celebrar los comicios, Juárez proponía una serie de
reformas a la Constitución con el objeto de "equilibrar los poderes supremos". Con esto
buscaba el apoyo popular, a fin de que el ejecutivo tuviera mayor poder que el que le confería
la Constitución y pudiera así tener más influencia en el Congreso. La propuesta provocó una
fuerte oposición por parte de algunos liberales que temían que el presidente Juárez siguiera
ejerciendo facultades extraordinarias, como lo había hecho durante los periodos de guerra, y
que el Congreso quedara sometido a su influencia. La reforma propuesta no se llevó a cabo.
No obstante que aquella oposición le restara popularidad, Juárez logró ganar las elecciones
generales para el periodo 1867-1871, derrotando al otro candidato, el general Porfirio Díaz,
héroe de la batalla del 2 de abril en Puebla. También en el Congreso, Juárez alcanzó la mayoría
de votos sobre otros candidatos, a pesar de la resistencia de los legisladores a aceptar las
reformas propuestas por aquél. En esas elecciones, como presidente de la Suprema Corte de
Justicia quedaba Sebastián Lerdo de Tejada, el colaborador más cercano de Juárez desde
tiempos de la intervención francesa, y ese cargo equivalía al de vicepresidente.
La oposición a su propuesta de reforma no fue el único obstáculo para Juárez en el aspecto
político; la paz interna seguía amenazada por el bandolerismo, por la persistencia de algunos
pequeños grupos de conservadores que no se resignaban a la derrota y por las ambiciones
políticas de los militares, que habían defendido a la República en el campo de batalla y que
ahora se sentían con derecho a gobernarla, dispuestos a arrebatarle el poder al grupo de
liberales civiles apoyándose en la fuerza popular que tenían en sus respec- tivas regiones, en
donde actuaban como caudillos. Esta lucha por el poder amenazaba con reiniciar la anarquía,
y por ello Juárez se vio precisado a decretar estado de sitio y a suspender las garantías
individuales cuando y donde quiera peligraba el orden, decisiones que fueron consideradas
por el Congreso como anticonstitucio- nales. La realidad social hacía imposible cumplir con lo
que los ideales democráticos dictaban.
207
También dentro del aspecto político y para reafirmar el carácter civilista de su gobierno, Juárez
decidió reducir el ejército que había luchado contra Francia; en primer lugar, para restarle
fuerza a los militares; en segundo, porque no era necesario un contingente tan grande para
mantener la paz interior; en tercer lugar, era indispensable reducir el gasto público. Pero la
desocupación de miles de soldados que por años no habían hecho otra cosa que manejar las
armas, aumentó el número de salteadores de caminos que no encontraban otro medio de
subsistencia, y a quienes el del bandolerismo les parecía más fácil.
Aspecto Económico: En el orden económico, la restauración juarista tenía como objetivo
prioritario el de atraer el capital extranjero, necesario para poner en práctica los siguientes
proyectos: a) fomentar la agricultura, para lo cual se pretendía introducir nuevos cultivos,
incorporar a la producción otras zonas del país aún no explotadas, sobre todo en el norte y el
sureste y aplicar técnicas de cultivo semejantes a las que se utilizaban en Estados Unidos y en
Francia; b) incorporar al país a la Revolución Industrial, teniendo en cuenta el enorme
potencial hidráulico de algunas regiones para generar la fuerza motriz necesaria; c) convertir a
México en un puente comercial entre Asia y Europa, y entre Estados Unidos y América del Sur .
Para tal efecto se proyectaba la creación de una red ferroviaria que uniese las regiones
productoras con la costa, y permitiera el desarrollo del comercio exterior y el inicio de la
comunicación con el resto del mundo.
Sin embargo, puesto que la realización de esos proyectos estaba condicionada a la inversión
del capital extranjero, al gobierno le fue imposible ponerlos en práctica. México era una nación
endeudada, cuyos conflictos políticos internos le habían impedido cumplir con los
compromisos contraídos con los acreedores. Además, el gobierno de Juárez aún no tenía
relaciones diplomáticas con los grandes países capitalistas de Europa que pudieran interesarse
por invertir en México.
Aspecto Social: En el orden social, el gobierno de Juárez proyectó una política poblacionista
que pretendía atraer la inmigración de europeos, como ocurrió en Estados Unidos y en
Argentina, pero esto no pudo realizarse porque en el extranjero se desconfiaba de la seguridad
interna de México, y los europeos no encontraban aliciente alguno para venir a radicar a un
país tan conflictivo.
Otro proyecto social fue el de la formación de la pequeña propiedad a partir del
fraccionamiento de los latifundios por medio del deslinde y venta de terrenos baldíos, y de la
desamortización de las tierras del clero y de las comunidades indígenas, así como a través de
la venta de las grandes haciendas. El gobierno se proponía dotar a cada campesino de un
rancho de pequeñas dimensiones, en el que libremente trabajaran la tierra y criara ganado;
pero esta meta era difícil de alcanzar porque la clase trabajadora campesina había estado
acostumbrada, por siglos, al trato paternalista del hacendado; durante cientos de años de
había encerrado en aquélla condición de servidumbre y no sabía qué hacer ahora con su
nueva libertad. Además, el problema social agrario se había agravado por el despojo de tierra
de que se hizo objeto a las comunidades indígenas, que las marginó aún más que antes e hizo
más difícil su integración a la sociedad nacional.
Aspecto cultural:En el orden cultural, el liberalismo en el poder creó un vasto sistema
educativo, fundamentado en la filosofía del positivismo, con la que se buscaba dotar a los
mexicanos del instrumento intelectual necesario para impulsar el desarrollo científico y
técnico alcanzado por los países industrializados. Esta filosofía pedagógica importada de
208
Francia era muy acorde con los propósitos del liberalismo mexicano -puesto que armonizaba
con el liberalismo europeo-, que se inclinaba por una educación laica que liberara a la
población del ancestral yugo de la iglesia, la introdujera en el camino de la ciencia universal y
en la búsqueda del propio progreso y, en consecuencia, del progreso de la nación,
inculcándole el amor al trabajo.
Pero los postulados del positivismo eran muy claros al sostener que "no hay progreso sin
orden", y el orden era un ideal que México aún no realizaba. A pesar de eso, la filosofía
positivista impregnó todas las instituciones educativas creadas durante el gobierno de Juárez,
bajo el decreto que la educación debía ser obligatoria y gratuita. Algunas de estas
instituciones fueron la Escuela Nacional Preparatoria organizada por Gabino Barreda; La
Academia de Ciencias y Literatura, destinada a impulsar la investigación científica y a formar
profesores para los niveles de educación superior; La Escuela Nacional de Ingenieros y La
Biblioteca Nacional de México, establecida para apoyar aquellos centros educativos. La acción
educativa del gobierno de Juárez consistió en una reforma pedagógica muy importante
-aunque todavía no fuera de total alcance nacional- que renovó los métodos de enseñanza y
tuvo como meta una educación integral mediante la enseñanza objetiva que postulaba el
positivismo.
Otro proyecto de índole cultural fue el que tenía la finalidad de fomentar el nacionalismo, un
nacionalismo unificador como el que había ayudado en la formación de los Estados-nacionales
europeos. El gobierno pretendía la unificación cultural en un México dividido desde un tiempo
inmemorial por el regionalismo, por la multiplicidad de grupos étnicos que no hablaban la
misma lengua y por la diversidad de culturas con costumbres e intereses distintos. En tales
condiciones, difícilmente podría darse un sentimiento de unidad nacional.
La labor constructora que Juárez pretendía realizar era ambiciosa, y los liberales en el
gobierno la juzgaban necesaria para la transformación del país. Sin embargo, no era una tarea
fácil, y en muchos aspectos era impracticable en aquellos momentos.
En tanto se tomaba siempre a los países extranjeros como modelo sobre todo a los Estados
Unidos, no se analizaba la disparidad en el desarrollo histórico y en las características
culturales, suponiendo quizá que mediante la acción legislativa se podría cambiar los hábitos
de trabajo, y que la sociedad mexicana alcanzara los niveles de desarrollo que tenían los
vecinos del norte sólo era cuestión de tiempo. Además, la falta de orden interno dificultaba
cualquier proyecto por más realizable que fuera. En 1871, la insistencia de Juárez por perma-
necer en el poder buscando la reelección, avivó el descontento de sus opositores, dentro y
fuera del gobierno.
Reelección de Juárez en 1871: Había otros dos candidatos: uno era Sebastián Lerdo de
Tejada, quien se había postulado para la presidencia suponiendo que a Juárez ya no le
interesaba otra reelección, y el otro candidato era Porfirio Díaz, impaciente ya por obtener el
poder político al que sus méritos militares -creía- le habían hecho merecedor. Pero Juárez no
estaba dispuesto a dejar la presidencia; gozaba todavía de gran prestigio popular y eso le
animaba a continuar en el poder durante más tiempo para cumplir con los proyectos que
había planeado y cuya completa realización aún no era posible. Quizá creía que su obra se
descontinuaría si el ejecutivo cambiaba de manos y se propuso seguir gobernando a la nación.
Lerdo de Tejada había empezado ya a trabajar por su candidatura; a provechando el
importante puesto que tenía en el gobierno de Juárez, había colocado en el Congreso a
209
personas de su confianza y tenía también buenas amistades, tanto en el ejército como entre la
gente de prensa. Con estos adeptos, logró formar un partido que no llegó a ser muy grande
debido a que Lerdo no gozaba de una total simpatía por su carácter orgulloso y arrogante. En
cambio, Porfirio Díaz era mucho más popular y contaba con numerosos seguidores en varias
partes de la república; por ello los lerdistas decidieron unirse a su partido, con el objeto de
hacer más fuerte la oposición en contra de Juárez.
Porfirio Díaz, previendo que Juárez manipularía las elecciones y triunfaría con fraudes, preparó
una rebelión armada como único camino de acceso al poder. Antes de conocer el resultado de
las elecciones, que se celebraron el 25 de junio de 1871, un grupo de porfiristas se sublevó en
Tampico y desconoció a Juárez como presidente; lo mismo hizo Jerónimo Treviño en
Monterrey. Sin embargo, el ejército juarista logró dominarlos, y aunque muchos fueron
fusilados, los dirigentes lograron escapar. Como era de esperarse, dadas las fraudulentas
circunstancias en que se efectuaron las elecciones, Juárez resulto triunfante e inició su nuevo
periodo 1871-1875 en el mes de octubre.
Pocos días después se publicó en Oaxaca el Plan de la Noria, por el que Porfirio Díaz se
declaraba en contra de la reelección indefinida de Juárez, proponía una serie de reformas
políticas y sociales, y concluía diciendo "que ningún ciudadano se imponga y perpetúe en el
ejercicio del poder y ésta será la última revolución". Pero este plan no tuvo éxito; los
partidarios de Lerdo no lo siguieron, y en la Ciudad de México muy pocos políticos lo
respaldaron.
Desde que Juárez iniciara su nuevo mandato en 1871 se produjeron continuas rebeliones en su
contra apoyadas por Díaz y por otros adversarios de aquél, pero casi todas fueron controladas
por el ejército del gobierno.
Finalmente, esas rebeliones dejaron de tener sentido con la repentina muerte de Juárez
causada por un infarto, el 18 de julio de 1872. Al morir Benito Juárez correspondía a Sebastián
Lerdo de Tejada, como ministro de la Suprema Corte de Justicia, desempeñar interinamente el
poder ejecutivo. Tres meses después se verificaron las elecciones y el presidente interino
triunfó sobre Porfirio Díaz y otros candidatos, para gobernar a la Nación durante el cuatrienio
que empezaba en diciembre de 1872 y terminaría en noviembre de 1876.
Gobierno de Sebastián Lerdo de Tejada: Sebastián Lerdo de Tejada era un hombre de
muy vasta cultura y de gran influencia política; había sido colaborador muy estrecho de Juárez
desde los años de la Intervención Francesa, y muchas de las decisiones de éste fueron
inspiradas por Lerdo de Tejada. Por esta razón, su gobierno fue, en muchos aspectos, una
continuación de Juárez.
Aspecto Político: Lerdo de tejada conservó el gabinete que Juárez había formado en 1871 y
en cuya creación había intervenido. Por lo tanto, el nuevo presidente ejerció un fuerte
predominio sobre los ministros, tanto por su influencia política-superior a la de ellos- como por
los rasgos propios de su personalidad arrogante y presuntuosa. Al igual que su antecesor,
Lerdo de Tejada se preocupó por pacificar al país, y con tal propósito, recién comenzó su
gobierno, publicó un decreto por el cual concedía la amnistía a las personas que se habían
sublevado en contra del gobierno; otorgaba la libertad a los presos por delitos políticos y el
perdón a aquellos que se entregaban a las autoridades dentro de los quince días posteriores a
la promulgación de la ley de amnistía. En general, ésta medida fue considerada prudente y
tuvo efectos positivos. Muchos de los sublevados contra el gobierno de Juárez, que se oponían
210
también a la de Lerdo, aceptaron la amnistía; incluso Porfirio Díaz, el más fuerte opositor, se
retiró a su Hacienda en Veracruz después de efectuar una conciliadora visita al presidente. La
ley de Amnistía había logrado pacificar a los militares insurrectos, pero sólo por el momento.
Las ambiciones de poder que surgieron en algunos militares después de la derrota de
Maximiliano, se mantenían latentes en espera de una nueva oportunidad.
Hubo, no obstante, otro tipo de rebeliones armadas en contra de Lerdo. Una de ellas se debió
a la persistencia del caudillo agrarista Manuel Lozada, que había causado problemas tanto a
los gobiernos republicanos como al de Maximiliano. El Tigre de Álica era el cacique de un vasto
territorio en la Sierra de Nayarit, y tenía una gran influencia sobre los grupos de indios coras y
huicholes. Lozada se había constituido en el defensor de la propiedad agrícola en la que los
indígenas habían sido despojados, y así controlaba a miles de ellos para enfrentar a las fuerzas
del gobierno. En contra de Lerdo de Tejada, Lozada lanzó un plan libertario, por el que
desconocía a su gobierno y atacaba las Leyes de Reforma por haber ocasionado el despojo de
tierras comunales indígenas, de modo que exigía la restitución a sus legítimos dueños. La
insurrección de Lozada había tomado un sesgo muy peligroso para la paz de la república -pues
incluso se inclinaba al conserva- durismo- y tuvo que ser reprimida. Después de un
enfrentamiento con las fuerzas del gobierno, Lozada fue hecho prisionero y posteriormente
fusilado; con su muerte, la región que dominaba y gran parte del país volvieron a la
tranquilidad. Pero el problema agrario que el Tigre de Álica abanderara no se solucionó, y su
rebelión es en la historia de México un indicador del efecto negativo de las Leyes de Reforma
en el sector agrario.
Una de las acciones políticas más importantes de Lerdo de Tejada fue la creación del Senado
de la República, que se estableció con el objeto de moderar la cámara de diputados, al estar
aquél compuesto por personas de mayor edad y, obviamente, con mayor experiencia política.
El ejercicio de las funciones de senadores habría de durar cuatro años, dos más que la de los
diputados, y deberían de representar a los estados de la misma forma que lo hacían aquellos.
Para dar a la creación del senado carácter de ley, fue reformada la constitución, que desde
entonces consagra la forma dual del Poder Legislativo.
Otra de las medidas importantes de Lerdo de Tejada en el aspecto legislativo fue la
incorporación a la constitución de las leyes que se habían expedido antes y después de 1857,
y que habían quedado fuera del ordenamiento general. El propósito de Lerdo de Tejada era
que esas leyes tuvieran carácter obligatorio y no se mantuvieran como decretos aislados.
A parte de consagrar en la constitución esas leyes anticlericales, que Lerdo de Tejada se
propuso hacer cumplir, decretaba otras medidas en contra de la Iglesia, que prohibían las
manifestaciones religiosas fuera de los templos; se expulsaba del país a los jesuitas y se
obligaba a dejar los conventos a las monjas de San Vicente de Paul, hermanas de la Caridad.
Además, Lerdo de Tejada apoyó la introducción del protestantismo, buscando restarle poder a
la Iglesia Católica.
Estas medidas del presidente dieron origen a un nuevo movimiento en su contra incitado por
el clero, que estalló en Michoacán y Jalisco en 1875. Los rebeldes, llamados cristeros pedían la
renuncia de Lerdo de Tejada, desconocían la constitución de 1857, proponían un presidente
interino que convocaría luego a un Congreso para restablecer a la religión católica como la
oficial, y pretendían arreglar un concordato con el Vaticano, pero detrás del problema religioso
había otro de índole socioeconómico pues los cristeros -campesinos en su mayoría- luchaban
211
por defensa de sus propiedades agrícolas, sobre todo por las que habían formado parte de las
tierras comunales, confiscadas a raíz de las Leyes Reformistas. El movimiento fue reprimido y
los cristeros vencidos, pero el problema social agrario, mezclado con fanatismo religioso,
habría de persistir en estado latente para resurgir en circunstancias específicas.
Aspecto Económico: En el aspecto económico, la República restaurada no presenta grandes
transformaciones, y los que destacan en este renglón son algunos proyectos para la
industrialización y modernización de México, que en su gran mayoría no pudieron llevarse a la
práctica por falta de inversiones del capital extranjero.
Durante el gobierno de Lerdo de Tejada, el ministro de hacienda, Francisco Mejía, consiguió
organizar un sistema fiscal a nivel nacional que permitió el pago uniforme y justo de impuesto,
normalizó la contabilidad fiscal, moralizó a los funcionarios y logró un orden hacendario como
no se había dado antes. Esta mejoría en la Hacienda Pública permitió, a su vez, el comienzo de
lagunas obras que habían estado en proyecto desde tiempos de Santa Anna. Uno de eso
proyectos era la construcción de una red ferroviaria que uniera las principales ciudades del
país, y sobre todo que agilizara el transporte de mercancías hacia el exterior. El ferrocarril era
entonces un símbolo de progreso, y traerlo a México había sido el sueño de muchos
gobernantes; fue durante la República restaurada cuando comenzó a hacerse realidad. En
1869, el gobierno de Juárez inició la construcción de la vía México-Veracruz, que correspondió
inaugurar a Lerdo de Tejada en enero de 1873.
Hubo otras realizaciones importantes en el campo de las comunicaciones: entre los años 1972
y 1975 se amplió la red telegráfica en algunos 2600 kilómetros, que en total llegó a alcanzar
más de 90,000 kilómetros. También aumentaron y se mejoraron los caminos y los carreteros,
que podían comunicar a la ciudad de México con casi todas las capitales de los estados, y a
éstas con las ciudades o no vecinas. Pero no fue posible realizar otras obras públicas, o
siquiera proseguir con las que se habían iniciado, pues los problemas políticos y económicos
que aquejaban al gobierno de Lerdo de Tejada lo hicieron suspender las obras.
4.1.1.- Surgimiento de las corrientes liberales en México:
La Revolución de Ayutla, fue un movimiento insurgente originado en el departamento de
Guerrero en el año de 1854. La razón del levantamiento de los surianos fue la inconformidad
con la dictadura de A. López de Santa Anna, que aprovechando la abolición de la constitución
federal de 1824 gobernaba dictatorialmente con el título de Su Alteza Serenísima. La
Revolución comprende tanto el conflicto armado propiamente dicho como las presidencias
de Juan N. Álvarez e Ignacio Comonfort. Bajo la presidencia de este último fue promulgada
la Constitución de 1857. El período concluye con la renuncia de Comonfort a la presidencia y el
inicio de la Guerra de Reforma. Las inconformidades en contra de Santa Anna crecen por la
venta de la mesilla y los liberales encabezados por Juan Álvarez y Florencio Villarreal dieron a
conocer el plan de Ayutla. En él se desconocía a Santa Anna como presidente, que se eligiera
un presidente provisional y que se creara el Congreso Constituyente que creara y aprobara
la Constitución de 1857.
El descontento con la dictadura de Santa Anna: Santa Anna es uno de los personajes
más polémicos de la historia de México. En sucesivas ocasiones fue héroe —como cuando
venció a los españoles en la Batalla de Tampico cuando estos intentaban reconquistar México
— y también fue villano (luego de la independencia de Texas). Fue presidente 11 veces, y
cambió de bando político cualquier cantidad de veces.
212
En realidad, la dictadura de Santa Anna no era nada nuevo. Tiempo atrás, durante la
separación de Texas, se había autonombrado dictador de México. Sin embargo, en esta
segunda oportunidad dictatorial llevó sus propias aspiraciones a un extremo peligroso. Lo de
menos es que se hubiere nombrado Su Alteza Serenísima por la vía del decreto constitucional.
Con el afán de obtener recursos financieros para su gobierno que se hallaba en la bancarrota,
llegó a impulsar el cobro de un impuesto por el número de ventanas y puertas de las viviendas
de la ciudad de México.
El gobierno de Santa Anna representaba para una buena parte de la población mexicana (los
pobres, y desde luego, la protoburguesía liberal desplazada del poder con la dictadura de
Santa Anna). El descontento quedó reflejado en dichos, apodos y otros juegos de palabras,
como esta adivinanza:
"Santa Anna no es mujer," Es Santa sin ser mujer, es rey, sin cetro real, es hombre, más no
cabal, y sultán, al parecer.
La dictadura era profundamente corrupta, no había ninguna claridad en el manejo de los
fondos (hay que recordar que la Intervención estadounidense había dejado, a pesar de todo,
las arcas llenas de pesos de oro); no existían las garantías individuales, y la oposición era
tratada con fierro. Sin duda, más allá del descontento popular con el gobierno del Quince
Uñas (como llamaba el pueblo llano a Santa Anna porque había perdido un pie en una batalla),
había un profundo malestar entre la pequeña burguesía liberal que se había venido formando
a lo largo de la primera mitad del siglo XIX en México.
La burguesía agraviada: Efectivamente, la vocación conservadora del gobierno de Santa Anna
había favorecido a ciertos grupos de la aristocracia mexicana del siglo XIX. A su amparo, las
posesiones de la Iglesia habían crecido escandalosamente. Otros problemas sobre la tenencia
de la tierra era la existencia de corporaciones civiles (como las comunidades indígenas) que
impedían la especulación con las bienes raíces, y por lo tanto, el proceso de acumulación
capitalista. En aquélla época, como queda dicho, había un pequeño grupo de nuevos
burgueses ilustrados que no veían con buenos ojos esta concentración de tierras en manos
muertas.
Además, la Iglesia también era una institución con gran poder político. Durante el tiempo de
Santa Anna, pocas decisiones se tomaban sin tener en cuenta la opinión de la jerarquía
eclesiástica. Además, quedaban otros resabios de la organización colonial, como las aduanas
internas, que impedían la modernización del país, y virtualmente lo tenían fragmentado en
pequeños feudos dominados por caciques locales.
Por si lo anterior fuera poco, Santa Anna había desterrado a varios liberales conspicuos, entre
ellos a Melchor Ocampo (ex gobernador de Michoacán), Benito Juárez (ex gobernador de
Oaxaca), Ponciano Arriaga y muchos más, que se refugiaron en E.U. La experiencia del
destierro llevó necesariamente a comparar el poderío económico de los vecinos del norte con
la caótica situación de la República. Se dieron cuenta que la única manera de llevar a México
por el camino del progreso (entendido bajo la divisa del dejar hacer), era derrocando a Santa
Anna e instalar un gobierno afín a la ideología liberal.
El Plan de Ayutla: El 1° de marzo de 1854, fue pronunciado el Plan de Ayutla, en esa misma
población del departamento de Guerrero. Lo promovían Florencio Villarreal, Juan N.
Álvarez e Ignacio Comonfort. El primero había sido insurgente de la independencia de México,
y el segundo era un coronel relativamente joven. El documento planteaba la necesidad de
213
formar un frente nacional para derrocar al gobierno dictatorial de Santa Anna. Álvarez y
Comonfort se pusieron al frente de una tropa de campesinos. Al plan se unieron Benito
Juárez, Melchor Ocampo y otros liberales desterrados por Santa Anna, que radicaban en
los Estados Unidos. Aunque no participaron directamente en la lucha armada, estos
personajes habrían de decidir el rumbo político de la revolución.
El plan contemplaba la destitución de Santa Anna, el nombramiento de una presidencia
interina de corte liberal (cuya responsabilidad quedaría en manos de Juan N. Álvarez), y la
convocatoria a un Congreso Constituyente que redactara una nueva constitución para el país
(dado que la de 1824 había sido abolida por Santa Anna, que en su lugar impuso las Siete
Leyes, de orientación centralista). Aunque no se trataba de un documento radical, fue capaz
de ganarse cierto apoyo en el resto del país, y pronto, la guerra civil se extendería por buena
parte de México. El Plan de Ayutla fue modificado en el puerto de Acapulco el 11 de
marzo de 1854.
Comienza la guerra: Habida cuenta de los amagos levantiscos en el departamento de
Guerrero, encabezados por Comonfort y Álvarez, Santa Anna intentó reprimir rápidamente la
insurrección de los pintos (como eran llamados peyorativamente los guerrerenses, a causa
del mal de pinto, endémico de la región). Por ello decretó la pena de muerte para quienes
poseyeran un ejemplar del Plan de Ayutla y no lo quisieran entregar a las tropas del gobierno.
De igual manera, impuso la leva (enlistamiento forzado en el ejército), y aumentó el
presupuesto del gobierno central, de 6 a 17 millones de pesos. Para recaudar los fondos, elevó
nuevamente los impuestos y reinstaló las alcabalas (aduanas interiores). Acto seguido, Santa
Anna se puso al frente de una fuerza de seis mil hombres. Llegó a Acapulco, centro de la
insurrección, el 19 de abril de 1854. El Ejército Restaurador de la Libertad, organizado por
Comonfort, encabezado por Álvarez, se había pertrechado en la fortaleza de San Diego. Los
quinientos soldados del Ejército Restaurador resistieron los embates de Santa Anna con éxito.
La tropa del dictador había sido sensiblemente disminuida, ya por la deserción de sus
soldados, por las enfermedades tropicales o por las bajas en la guerra. Finalmente, Santa
Anna decidió levantar el sitio, y regresó a la capital. En el camino de Acapulco a México, redujo
a escombros a muchas poblaciones y haciendas que habían apoyado el Plan de Ayutla.
El Plan de Ayutla fue proclamado rápidamente en otras partes del territorio nacional.
El primer
214
miseria que cargaban con el fardo de los impuestos decretados por Santa Anna. Por el norte,
los liberales en el destierro también atizaban la rebelión.
Para contener la ola rebelde, el dictador apeló al terrorismo de Estado. Decretó la ocupación
de las propiedades de los rebeldes, declarados o sospechosos, empezando por las fincas de
Álvarez. Asimismo, dispuso que toda población que brindara su apoyo a la insurgencia fuera
saqueada e incendiada. Los civiles que estuvieran en posesión de armamento fueron
condenados a pena de muerte. El espionaje se hizo más intenso y los destierros fueron cada
vez más comunes.
Santa Anna recurrió a todo tipo de artimañas para desviar la atención popular de la Revolución
ayuteca: suponía que fomentando el espíritu patriótico, podría desalentar la oposición.
“Toda aquella persona á quien se probare que ha divulgado noticias falsas ó alarmantes, sea
cual fuere la clase á que pertenezca, será reducida á prisión, considerada como conspiradora,
y por esto juzgada con arreglo á la ley de 1° de Agosto de 1853. El que se ocupare censurar
los actos del Supremo Gobierno ó los de alguna de las demás autoridades de la nación, será
reducido á prisión, y juzgado y sentenciado como faccioso. Incurrirá en la pena de doscientos
pesos de multa, ó en la de dos meses de prisión, todo aquel que no denunciare á los que se
ocupan en suponer descalabros que sufren las tropas de gobierno, ó en aplaudir ó ensalzar la
revolución”.
Bando publicado el 29 de julio de 1854: La estrategia de Santa Anna contemplaba
además, una combinación de fuerza y demagogia. Por ello, durante esta última etapa de su
gobierno, las celebraciones patrióticas y religiosas contaron con el apoyo decidido del
gobierno. De hecho, convocó a un concurso para la elección del himno nacional, cuyos
resultados fueron publicados el 11 de septiembre de 1854. No es casualidad que una de las
estrofas de la poesía elegida (escrita por Francisco González Bocanegra), hiciera una clara
alusión a Santa Anna como héroe nacional. Años más tarde, la estrofa fue suprimida.
La ofensiva del gobierno y la bancarrota del movimiento pusieron en jaque a los
revolucionarios. En junio de 1854, Comonfort partió hacia Estados Unidos a conseguir recursos
para la insurgencia. Obtuvo un préstamo de Gregorio Ajuria, un rico español, amigo de Álvarez
y simpatizante de los liberales. Volvió a Acapulco a principios de diciembre de ese mismo
año. Comonfort se dirigió inmediatamente a Michoacán, donde la revolución progresaba con
apoyo de los jaliscienses comandados por Santos Degollado.
Por otro lado, en el frente de Santa Anna, las cosas no marchaban mejor. Para simular que la
dictadura contaba con amplio respaldo popular, Su Alteza Serenísima convocó un plebiscito en
el que los ciudadanos podrían expresar "libremente" si deseaban que Santa Anna continuara
en el cargo, o bien, preferían que dimitiera y entregara la presidencia de la República a otra
persona. Algunos votantes se tomaron en serio el plebiscito y se pronunciaron abiertamente
por la dimisión del dictador y el nombramiento de Álvarez como interino. Desde luego, Santa
Anna no iba a renunciar, y sometió a juicio y apresó a los simpatizantes de la revolución que
participaron en el plebiscito. El 1 de febrero de 1855, para rematar, fue expedido un decreto
por el cuál la nación se manifestaba por la permanencia de Santa Anna en la presidencia de
México. Todavía caliente el pan del plebiscito, Santa Anna partió a Michoacán para "aplastar" a
los rebeldes. Lo más que consiguió fue dispersarlos o arrinconarlos en la costa. Regresó a
México aparentemente victorioso.
215
Sin embargo, la rebelión se había extendido a varias partes del territorio nacional. Santiago
Vidaurri había obtenido varios triunfos en el departamento de Nuevo León.
En Veracruz, Ignacio de la Llave había tomado Orizaba, y los liberales oaxaqueños estaban en
control de Tehuantepec.
Por su parte, una buena parte de la aristocracia mexicana se mostraba reacia a prestar dinero
al gobierno, pues se habían enterado que la mayor parte de la tropa de Álvarez estaba
compuesta por labriegos pintos, inconformes con las condiciones de vida en las haciendas del
departamento de Guerrero. Los conservadores consideraban que Santa Anna era un inepto,
incapaz de controlar el país, y se pronunciaron a favor de la instauración de una monarquía.
Fue así como comenzaron las gestiones que habrían de terminar con el establecimiento
del Segundo Imperio Mexicano.
A esas alturas de 1855, la Revolución de Ayutla había cobrado tal fuerza que ningún
acontecimiento podía desviar la atención de la guerra civil. En aquél tiempo, la fábrica de
papel de San Ángel hacía notables progresos, Juan de la Granja había introducido el telégrafo,
el conde Gastón de Raousset-Boulbon (que había intentado independizar Sonora y Baja
California) fue fusilado después de haber perdido la batalla de Guaymas en el pueblo del
mismo nombre, la Casa Drusina (subsidiaria de Rothschild) había quebrado, los espectáculos
populares aumentaban y los intereses de los Bonos del Tesoro habían aumentado a 10%. Ni
con todos estos sucesos de gran importancia simbólica, amainaba el temporal revolucionario.
Mientras tanto, al otro lado del río Bravo, los liberales en el destierro decidieron participar en
el campo de batalla. Desde mediados de 1855, Comonfort había instado a Benito Juárez a que
se trasladara al cuartel general de la revolución, en Acapulco. A este puerto llegó el ex
gobernador de Oaxaca en julio de ese mismo año, donde se desempeñó como consejero
político de la insurrección. Mientras tanto, el grupo de exiliados, encabezados por Ocampo, se
había constituido en Junta Revolucionaria, y poco tiempo después ya participaban también en
la guerra.
El gobierno de Santa Anna había agotado para entonces sus recursos. Ni la represión, ni la
demagogia habían podido poner punto final a la Revolución de Ayutla. Muy al contrario, sólo
desprestigiaron más la figura desgastada de Su Alteza Serenísima. Un mes más tarde, en
agosto, las fuerzas de los pintos de Álvarez y los neoleoneses encabezados por Vidaurri
atenazaban la capital. Ante este panorama, Santa Anna decidió abandonar México el 9 de
agosto de 1855, y se embarcó al extranjero. Cuando abandonó la capital, una multitud
manifestó su repudio a Santa Anna. Desenterraron la momia de su pierna perdida (que unos
años antes había sido sepultada con honores, incluidos los militares y un Te Deum), y la
arrastraron por las calles de la Ciudad de México. Para concluir, llegaron a la plaza de El
Volador, e hizo trizas la estatua del dictador.
Los conservadores, antiguos aliados del dictador, aprovecharon el desconcierto en la capital.
Fingieron adherencia al Plan de Ayutla y nombraron una Junta de Representantes (tal como
señalaba el plan), que nombró a Martín Carreracomo presidente interino. Sólo duró en el cargo
28 días, pues fue abandonado por las tropas conservadoras ante el avance de la columna
liberal. El 1 de octubre de 1855, el general en jefe de la Revolución y su tropa ocuparon
Cuernavaca. Allí se nombró la Junta de Representantes, con Valentín Gómez Farías a la
cabeza. La Junta nombró interino a Juan Álvarez, y éste, ya en su calidad de presidente,
nombró su gabinete presidencial, en el que estaban incluidos varios de los ideólogos liberales
216
radicales que habían sido desterrados por Santa Anna, y Comonfort, que coqueteaba con el
bando moderado.
La presidencia de Álvarez: El 27 de octubre de 1849, al declararse Estado de la Federación
el sur de México, bajo el nombre de Guerrero, Juan Álvarez es nombrado Gobernador interino y
ratificado más tarde por medio de elecciones en 1850. En 1854 proclama el Plan de
Ayutla para terminar con la dictadura de Santa Anna. Después del triunfo de dicho plan,
Álvarez es nombrado Presidente de la República, el 4 de octubre de 1855 y renuncia al cargo
dos meses más tarde, el 11 de diciembrede 1855.
Juan Álvarez defendió los derechos de los campesinos. Desde 1835 lanzó un manifiesto en el
que exponía sus ideas al respecto. Escribió un libro sobre el tema y otro donde analiza la
condición del peón en los estados de Morelos y Guerrero. Murió en su hacienda "La
Providencia", en Guerrero el 21 de agosto de 1867 y el 27 de diciembre de 1922 sus restos
fueron trasladados a la Rotonda de las Personas Ilustres en la Cd. México.
La presidencia de Comonfort: Con el triunfo de la revolución de Ayutla, llegó al poder una
nueva generación de liberales, casi todos civiles. Entre ellos, Benito Juárez, Melchor
Ocampo, Ignacio Ramírez, Miguel Lerdo de Tejada y Guillermo Prieto. Una junta nombró
presidente interino al general Juan N. Álvarez y después a Ignacio Comonfort. También
convocó a un Congreso que trabajaría en una nueva constitución.
El equipo de Comonfort preparó algunas leyes que promovieron cambios importantes. La Ley
Juárez (por Benito Juárez), de 1855, suprimía los privilegios del clero y del ejército, y declaraba
a todos los ciudadanos iguales ante la ley. La Ley Lerdo (por Miguel Lerdo de Tejada), de 1856,
obligaba a las corporaciones civiles y eclesiásticas a vender las casas y terrenos que no
estuvieran ocupando a quienes los arrendaban, para que esos bienes produjeran mayores
riquezas, en beneficio de más personas. La Ley Iglesias (por José María Iglesias), de 1857,
regulaba el cobro de derechos parroquiales.
4.1.2.- Origen y conformación de las leyes de Reforma:
Las Leyes de Reforma son un conjunto de leyes expedidas entre 1855 y 1863, durante los
gobiernos de Juan Álvarez, Ignacio Comonfort y Benito Juárez. Varias de ellas se elevaron a
rango constitucional por el Congreso Constituyente que redactó la Constitución Federal de los
Estados Unidos Mexicanos de 1857.
Marco histórico: El 1° de marzo de 1854, se proclamó el Plan de Ayutla en contra de la
dictadura de Antonio López de Santa Anna, la revolución encabezada por Florencio
Villarreal, Juan Álvarez e Ignacio Comonfort se extendió por diversas partes del país, logrando
el éxito en octubre de 1855. Juan Álvarez asumió la presidencia de forma interina quien a su
vez convocó a un congreso. Un aspecto importante de Juan Álvarez fue que asumió en su
gabinete a liberales jóvenes, gracias a ello gente tan importante para la historia de México
como Melchor Ocampo, Benito Juárez, Guillermo Prieto e Ignacio Comonfort, tuvieron la
oportunidad de tener una participación política activa. En su administración, Álvarez se dedicó
a hacer leyes que mantuvieran al país bajo los ideales del liberalismo, como la Ley Juárez, y la
disposición de Melchor Ocampo que privaba del derecho al voto al clero. Por motivos
personales Juan Álvarez renunció a su cargo en diciembre de 1855 y dejó a Ignacio Comonfort
como el responsable de la presidencia del país.
217
Promulgación de las Leyes, Gobierno de Juan Álvarez: Ley Juárez o Ley de Administración de
Justicia Orgánica de los Tribunales de la Federación: suprimió los fueros en materia civil del
clero y del ejército, declarando a todos los ciudadanos iguales ante la ley y la sociedad. Fue
expedida por Benito Juárez el 23 de noviembre de 1855. Esta ley fue rechazada por los
obispos y arzobispos de México y criticada por los conservadores.
Ley Lafragua o Ley de libertad de imprenta: permitió la libertad de expresión en los medios
impresos, entró en vigor el 28 de diciembre de 1855. Fue promulgada por el secretario de
Relaciones Exteriores e Interiores José María Lafragua. Derogó a la Ley Lares.
Gobierno de Ignacio Comonfort: Decreto que suprimió la coacción civil de los votos religiosos.
Se dio a conocer el 26 de abril de 1856.
Decreto que suprimió la Compañía de Jesús en México. Se dio a conocer el 5 de junio de 1856.
Ley Lerdo o Ley de Desamortización de Fincas Rústicas y Urbanas Propiedad de Corporaciones
Civiles y Eclesiásticas: obligaba a las corporaciones civiles y eclesiásticas a vender casas y
terrenos. Fue creada por Miguel Lerdo de Tejada (hermano de Sebastián Lerdo de Tejada). Fue
expedida el 25 de junio de 1856.
Ley Lafragua o Ley del Registro Civil. Por medio de esta ley se estableció el Registro del
Estado Civil. Fue expedida el 27 de enero de 1857.
Constitución Federal de los Estados Unidos Mexicanos de 1857 fue promulgada el 5 de febrero
de 1857. El primero en jurarla fue el republicano y federalista Valentín Gómez Farías, quien
luchó por estos ideales toda su vida, desde las Cortes de Cádiz, la Independencia de México y
la Constitución de 1824 que había sido derogada por el régimen centralista y la dictadura
de Antonio López de Santa Anna.
Ley Iglesias o Ley sobre derechos y obvenciones parroquiales: prohibió el cobro de derechos y
obvenciones parroquiales y diezmo a las clases pobres. Fue promulgada el 11 de abril de 1857
por José María Iglesias.
Gobierno de Benito Juárez:Ley de Nacionalización de Bienes Eclesiásticos: esta ley
complementa la Ley Lerdo de desamortización de los bienes de la Iglesia, con un cambio
importante: los bienes ya no pasaban a manos de los rentistas. Fue expedida en Veracruz el
12 de julio de 1859.
Ley de Matrimonio Civil: fue expedida en Veracruz el 23 de julio de 1859, por medio de esta
ley se estableció que el matrimonio religioso no tenía validez oficial y estableció el matrimonio
como un contrato civil con el Estado, eliminando así la intervención forzosa de los sacerdotes y
el cobro del mismo por parte de las iglesias.
Ley Orgánica de Registro Civil: el registro del estado civil de las personas quedaba a cargo de
empleados de gobierno y no de la Iglesia. Se declararon los nacimientos y defunciones como
un contrato civil con el Estado. Fue expedida en Veracruz el 28 de julio de 1859.
Decreto de secularización de cementerios: declaró el cese de toda intervención del clero en
cementerios y camposantos, fue dado a conocer en Veracruz el 31 de julio de 1859.
Decreto supresión de festividades religiosas: mediante este decreto se declararon los días que
habrían de tenerse como festivos, prohibiendo la asistencia oficial a las funciones religiosas.
Fue dado a conocer en Veracruz el 11 de agosto de 1859.
Ley sobre libertad de cultos: con esta ley la religión católica dejó de ser la única permitida.
Mediante esta ley se permitió que cada persona fuera libre de practicar y elegir el culto que
218
deseara, asimismo se prohibió la realización de ceremonias fuera de las iglesias o templos.
Fue expedida en Veracruz el 4 de diciembre de 1860.
Decreto de expulsión: por el cual se ordenó el exilio del delegado apostólico Luis Clementi, al
arzobispo José Lázaro de la Garza y Ballesteros y a los obispos Pedro Espinosa y
Dávalos y Pedro Barajas y Moreno. Fue dado a conocer en la Ciudad de México el 21 de enero
de 1861.
Decreto de hospitales y establecimientos de beneficencia: por el cual quedaron secularizados
dichos inmuebles. Fue dado a conocer en la Ciudad de México el 2 de febrero de 1861.
Decreto de exclaustración de monjas y frailes: por el cual en toda la república se extinguieron
los claustros y conventos decretándose la salida de religiosos y religiosas que ahí vivían, con
la excepción de las Hermanas de la Caridad.
Reacción y consecuencias: Mediante la expedición de estas leyes y decretos se logró en
México la separación Iglesia-Estado. La nueva constitución polarizó a la sociedad, en diciembre
de 1857 los conservadores desconocieron al gobierno y a la nueva carta magna mediante
el Plan de Tacubaya, el cual dio inicio a la guerra de Reforma o de los tres años. Los liberales
lograron la victoria, el 1 de enero de 1861, el presidente Juárez regresó a la Ciudad de
México. Es por esta razón que varios de los decretos y leyes fueron expedidos en el puerto de
Veracruz. Sin embargo la estabilidad del país volvió a ser interrumpida, el gobierno tuvo que
suspender los pagos a la deuda extranjera. Mediante la Convención de Londres, los gobiernos
de Francia, Reino Unido y España decidieron intervenir en México. Se logró un acuerdo con los
británicos y los españoles, pero no así con los franceses, quienes con este pretexto y con la
ayuda de los conservadores comenzaron la intervención armada y poco después el Segundo
Imperio Mexicano. Juárez se vio obligado a escapar de la capital manteniendo su gobierno
itinerante. Se logró restaurar la república hasta 1867.
219
públicas. Las profundas transformaciones también fortalecieron estructuras coloniales de
sólido raigambre como fue la hacienda. Como parte central de la notable revolución se
encuentran las grandes movilizaciones de la población por causas bélicas y económicas y la
extensa distribución del aparato productivo. Se redujo radicalmente el poder económico de la
Iglesia y se destruyeron extensivamente comunidades para repartirse los despojos. Se
iniciaron obras de infraestructura esenciales y se introdujeron cambios tecnológicos al calor de
la guerra y de la invasión.
Es importante resaltar que la base de apoyo de toda esta transformación capitalista fue la
hacienda en el campo, lo que introducía una importante contradicción que tendría más tarde
grandes consecuencias. Sin embargo, la hacienda también se transformó tecnificándose,
sobre todo la dedicada a la exportación. Además se multiplicó y es probable que haya crecido
en su tamaño medio. En el manejo público resalta el saneamiento de las finanzas y la
adecuación de la administración que se logró como antecedente de los avances porfiristas. En
el frente político militar resalta la victoria sobre el invasor francés y también la posterior
desmovilización del ejército y el hábil dominio político sobre los militares. El resultado fue una
concentración del poder militar y político y el incremento de este.
En el mosaico de cambios que se sucedieron desde 1855 se encuentran por igual factores y
elementos favorables al capitalismo y aspectos opuestos que años más tarde habrían de ser
determinantes de la forma del desarrollo mexicano. Resalta por su importancia en este lapso
el acontecer político puesto que la transformación social se inició, por necesidad, en ese nivel.
La formulación de la Leyes de Reforma y las reacciones clericales a que dieron lugar son los
acontecimientos principales. En un segundo plano quedan las condiciones económicas y
sociales de la época y su transformación, ya que en esa etapa lo económico quedó altamente
determinado por el acontecer político.
Un antecedente central, es el conjunto de consecuencias de la violenta sacudida que sufrió la
nación con motivo de la invasión y derrota militar del país a manos de los Estados Unidos en
1848 y del desmembramiento del territorio del país. Este fue un episodio central del proceso
de acumulación originaria que colaboró a la alteración de las relaciones de producción. De allí
provino una grave crisis interna y un proceso general de reacomodo de las clases sociales y de
las fuerza políticas.
La vitalidad económica estaba desgastada a principios de la década de los años 50s y la
nación exigía pan y la apertura de nuevas posibilidades económicas y políticas. Las fuerzas
productivas debían desarrollarse en otro nivel, dirección e intensidad de participación de los
factores productivos, y en contraste el sistema existente no lo facilitaba. La transformación
era incontenible y la única corriente que aportaba una solución era integral y un proyecto
social completo era la liberal que proclamaba el propósito de implantar el capitalismo.
El apoyo que se daba al liberalismo y al proyecto capitalista crecía con los estímulos externos
excitados por la ambición comercial y colonial de España, Francia, Inglaterra y los Estados
Unidos, lo que correspondía al grado de maduración del capitalismo industrial de cada uno de
estos países. Internamente trabajaba a su favor la incipiente burguesía, partes del ejército y
núcleos de la administración pública, así como una gran parte de la pequeña y gran burguesía
incluyendo hacendados y la mayoría de los rancheros. La clase explotada urbana compartía,
en sus núcleos más inmersos en el intercambio comercial, el proyecto capitalista.
220
Tenía lugar una especie de alianza informal entre la incipiente burguesía minera, agrícola y
comercial y una fracción de los hacendados, debido a que sus intereses económicos y a veces
los políticos los inclinaban a favor de las radicales soluciones liberales. En efecto, los
hacendados se encontraban limitados en su expansión, ya por la presencia de numerosas
comunidades indígenas y de propiedades clericales que bloqueaban su crecimiento, ya por la
congelación del mercado de tierras que había creado el sistema de financiamiento
eclesiástico. Los intereses de un grupo considerable de hacendados y rancheros dedicados a
la producción comercial, coincidían plenamente con el esquema librecambista, aunque esta no
era una tendencia generalizada y variaba de región a región. Para ellos, productores de bienes
para la exportación o para los mercados internos, la afluencia de importaciones baratas era de
mayor ventaja económica que la oferta de manufacturas nacionales, que era escasa y de
menor calidad, a más de que los productos tenían un precio más elevado. Por otra parte, la
promesa liberal de reducir gabelas y alcabalas al comercio interno y de estimular la formación
de una infraestructura de creciente eficacia era atractiva para los comerciantes y también
para los hacendados interesados en aumentar la producción.
No menos importante para establecer esta especie de alianza de clases era el hecho de que
los esquemas liberales no mencionaron ni aplicaron proyectos de fraccionamiento de
haciendas ni, en general, de afectación de la propiedad privada. Por lo contrario, proponían la
posibilidad de la formación de una amplia clase media rural de pequeños propietarios, más no
a base de la destrucción de otras propiedades privadas, sino de la adjudicación individual de
propiedades de corporaciones, en el primer periodo de reformas liberales, y específicamente
de las clericales en el segundo. La tercera etapa correspondió a la adjudicación de baldíos en
la época porfirista. El objetivo era incorporar al mercado de factores las propiedades
congeladas por la “mano muerta”. En contraste, se esperaba implícitamente la formación de
la pequeña propiedad a través de la libre competencia que sería estimulada por las profundas
transformaciones estructurales que era necesario implantar.
De modo que había un núcleo de hacendados y rancheros que coincidían con parte de la
creciente masa urbana formada por la pequeña burguesía, obreros, empleados, desocupados
e intelectuales, en la búsqueda de nuevos derroteros sociales. Esto se tradujo en la
participación y aceptación de la revolución liberal que derrotó a Santa Anna, y lo echó de la
presidencia en 1855.
En cuanto el liberalismo tomó el poder se dedicó con energía a producir y aplicar una cascada
de reformas dirigidas principalmente en contra del poder temporal, político y económico de la
iglesia, pero también en contra de las corporaciones indígenas. Su propósito era promover el
desarrollo capitalista estimulando la acumulación originaria con toda su violencia, para lo cual
empezó por disponer la destrucción de la propiedad no privada de bienes raíces mediante su
apropiación a usufructuarios.
El ataque a las comunidades indígenas respondía en parte a necesidades políticas
coyunturales y en parte a la profunda convicción liberal de que las comunidades eran un
obstáculo importante para construir la nación próspera y liberal, o sea, capitalista, que
soñaban. Creían y postulaban que el indio era un ser inferior y débil a quien era necesario
proteger, conducir y educar en las exigencias de la vida burguesa hasta capacitarlo para
competir y triunfar en la lucha económica. Decían que esto solo era posible mediante la
práctica de la responsabilidad que impone la propiedad individual, cuya ausencia había sido la
221
causa del estado infantil en que se encontraba el indio; por ello se debía destruir la comunidad
y fraccionar sus propiedades.
En un plano menos notorio estaba el propósito de limitar el poder del ejército y convertirlo en
el brazo armado del poder civil. El objetivo era asegurar la preeminencia de la dirección civil
de los asuntos públicos y una mínima continuidad en la gestión administrativa. Así, al mes y
medio de la toma del poder con Juárez encabezando la Suprema Corte de Justicia, el gobierno
liberal implantó la Ley Juárez que disponía la derogación del derecho de los tribunales
militares y eclesiásticos a conocer asuntos civiles y declaraba renunciable el fuero eclesiástico.
A tres meses de iniciada la gestión liberal, o sea en enero de 1856, se aprobó el nuevo arancel
que dio fin al primer periodo proteccionista de la vida nacional que se había extendido por tres
décadas. Con este arancel se amenazaba la existencia de talleres e industrias, lo que
garantizó la oposición de sus propietarios y aún de operarios de la iniciativa de liberalización
del comercio y al proyecto liberal como conjunto. Simultáneamente surgió un levantamiento
conservador en Puebla (Zacapuaxtla) con apoyo entusiasta del clero, bajo el lema de “Religión
y Fueros”, como reacción ante la violenta embestida liberal. Como respuesta, el gobierno
intervino en marzo los bienes eclesiásticos en Puebla. La furia legislativa de la transformación
liberal seguía avanzando.
Cuando el régimen liberal tenía solo 9 meses de existencia se aprobó la radical Ley Lerdo
(junio de 1856), cuyo antecedente era el pensamiento de Mora de los años 30s así como las
dos décadas siguientes de las luchas incruentas del liberalismo encabezado por Gómez Farías.
Establecía la Ley de desamortización de los bienes inmuebles de corporaciones civiles y
eclesiásticas y prohibía la adquisición de nuevas propiedades. Es posible que, por la convicción
liberal de formar un Estado nacional único sin competencias corporativas, pero también por
táctica política, se haya decidido destruir a todas las corporaciones para evitar la acusación de
ser un gobierno antireligioso. Por la reacción generada es evidente que no se evitó esta
acusación y, en cambio por la rebelión de comunidades campesinas (sobre todo en el centro
del país), la posición de los liberales se debilitó.
El criterio liberal era sencillo: mano fuerte ante la resistencia del Estado. Un ejemplo de ello
fue que tres meses después de emitida la Ley lerdo, o sea en septiembre, y con motivo de una
conjura que se organizaba en el convento de San Francisco en la capital, éste fue clausurado y
la valiosa propiedad fue decomisada sin pago por el Estado, todo lo cual provocó un escándalo
mayúsculo en el clero y una creciente reacción de los conservadores.
La desamortización de los bienes de corporaciones que disponía la Ley Lerdo era una forma
relativamente moderada y acorde con el orden burgués de poner en circulación capitales y
propiedades estancados durante siglos, al transformar en propiedades individuales a los
usuarios de los bienes inmuebles. No se señalaron ni se establecieron giros o actividades en
los que el clero habría de aplicar los capitales que obtuviera de la liquidación, lo que provocó
fricciones adicionales al no dar soluciones a la liquidez del clero, lo que indujo a la salida de
capitales.
El mecanismo ideado consistía en convertir a las corporaciones (y en particular al clero) de
rentistas vitalicios en acreedores hipotecarios de sus inquilinos: los arrendatarios que
explotaban o utilizaban esas propiedades se habían de transformar en propietarios al adquirir
los inmuebles. Para ello se establecía la obligación de las corporaciones de vender sus
propiedades y la facultad de los inquilinos de adquirir los bienes arrendados. Los adquirientes
222
debían de efectuar el pago del impuesto de traslado de dominio del 5% del valor de la
propiedad (para alivio de las deterioras finanzas públicas), y liquidar a la correspondiente
corporación el valor predial del bien raíz respectivo. Este valor se fijaba a partir del monto de
la renta y se consideraría equivalente a su capitalización al 6% anual. De tal manera la renta,
multiplicada por 16.7, determinaría el capital por amortizar. Este a su vez se habría de cubrir
mediante aportaciones anuales de igual monto al de la renta original y así se liquidaría en
cerca de 17 años el adeudo hipotecario con la corporación. Se establecían también previsiones
en el caso de que el inquilino renunciase a su derecho, quedando en ese caso la propiedad en
posibilidad de ser denunciada por cualquier postor, o de rematarse. En cambio, la corporación
se encontraba incapacitada para recobrar el inmueble en caso de incumplimiento hipotecario
por parte del ex – inquilino y ahora flamante propietario, ya que se le prohibía adquirir
propiedades, por lo que el clero temió, que su riqueza se iría diluyendo en hipotecas impagas.
Algunos de los propósitos de la Ley se alcanzaron en gran medida, por ejemplo, la
descongelación de bienes inmuebles y capitales. Sin embargo, el objetivo de formar una base
social de clase media se vio parcialmente frustrado debido a que se produjo una tendencia
hacia la concentración de la propiedad en manos de los núcleos de mayor poder económico y
con más liquidez monetaria, que eran los comerciantes. A ello colaboró la propia iglesia al
prohibir a sus inquilinos que optaran por la adquisición de los inmuebles, por lo que estos
quedaron con frecuencia en condiciones de ser denunciados por inversionistas mayores y,
además, a precios decrecientes. También influyó la penuria del Estado que le llevó a facilitar la
desamortización que aprovecharon los más ricos.
El efecto de la Ley Lerdo fue de largas consecuencias. Tan solo en el segundo semestre de
1856, que es el único periodo sobre el que existe información, se desamortizaron propiedades
por valor de 2.3 millones de pesos. Con este motivo estimaba Lerdo que se habían formado, al
menos al principio, 9 mil nuevos propietarios, buena parte de ellos inquilinos urbanos que
pertenecían a los estratos de ingresos medios.
Durante 1857 se continuaron con similar energía de acciones de desamortización. Es de
suponer que la mayor parte de las propiedades del clero susceptibles de ser desamortizadas
fueron afectadas y que la mayoría de sus bienes raíces eran desamortizables en vista de que
la iglesia casi no explotaba directamente sus propiedades sino que las daba en alquiler. En
cambio en el caso de las comunidades indígenas la explotación de la tierra era usualmente
afectada por los comuneros, aunque también había el caso de renta de tierras, sobre todo en
las ubicaciones en la vecindad de grandes centros urbanos. Además la resistencia de los
campesinos a la Ley fue desesperada. Por lo que el efecto de la medida fue menos intenso. A
ello se añadía la lejanía de muchas de las comunidades como protección al proceso de
desamortización y adjudicación de sus tierras. En cambio, las tierras fértiles y bien localizadas
fueron arrebatadas rápidamente por inquilinos y postores o auto-denuncias por el campesino
para poder conservarlas, ahora en propiedad privada.
Al final del agitado año de 1856, a solo 6 meses de emitidas las leyes de desamortización,
hubo una multitud de levantamientos de conservadores y clericales en Puebla, Querétaro y
Veracruz. Debe notarse que la reacción más intensa tuvo lugar en el centro del país, donde se
encontraban las estructuras de poder más tradicionales. En diciembre de ese año, Pio X
coléricamente declaró nulos todos los decretos y leyes del gobierno mexicano que afectasen
los intereses del clero.
223
4.2.1.- Modernización económica y crecimiento económico a partir
del proceso de industrialización:
Mientras en las potencias imperialistas se formaban grandes monopolios y el
sector financiero de las mismas (formado por la fusión de los banqueros y los
industriales) invertía enormes capitales en los países subdesarrollados,
extendiendo su influencia económica por todo el mundo y disputándose el
dominio de las naciones atrasadas, México despertaba de una pesadilla que había durado más
de 50 años, en los que había luchado por su independencia dos veces: una contra la
dominación española y otra contra la invasión francesa; había perdido la mitad de su territorio
durante la invasión de los Estados Unidos, había tenido 2 emperadores (Iturbide y
Maximiliano) un pseudo emperador (Santa Anna) y había sufrido una encarnizada lucha
interna entre liberales y conservadores que defendían sus intereses en el proceso de inserción
al capitalismo. No es extraño entonces, que ante la oferta del general Porfirio Díaz de un
gobierno fuerte, que impulsara el desarrollo económico por medio de la inversión extranjera y
consiguiera la paz imponiendo el orden a como diera lugar, la burguesía en ascenso se
entregara a los designios del porfiriato por más de 30 años.
El gobierno de Porfirio Díaz tuvo su origen en la sublevación militar. El Plan de La Noria,
lanzado en 1871 contra la reelección de Benito Juárez, justificaba la violencia argumentando
que la presencia prolongada de un individuo en el poder es la amenaza más grande para la
democracia, ya que propicia y alimenta los abusos, la corrupción y el nepotismo. En el plan se
acusaba al presidente de constantes violaciones a la Constitución y se terminaba con la
profética advertencia: “Que nadie se imponga y se perpetúe en el ejercicio del poder y esta
será la última revolución”. El levantamiento fue controlado y la muerte de Juárez, en julio de
1872, le acabó de restar fuerza; Lerdo de Tejada asumió interinamente la jefatura del Poder
Ejecutivo y al término del periodo se postuló como candidato para las próximas elecciones, por
lo cual Díaz recurrió nuevamente a las armas.
El Plan de Tuxtepec, proclamado el 10 de enero de 1876 y reformado en Palo Blanco el 21 de
marzo del mismo año, fue la bandera de un movimiento armado cuyo fin era evitar que
Sebastián Lerdo de Tejada asumiera la presidencia por un nuevo periodo. Encabezado por el
propio Díaz, que justificaba su acción en el principio de la no reelección, el movimiento triunfó
el 16 de noviembre, con la derrota de los lerdistas en la batalla de Tecoac. Tres días más
tarde, Porfirio Díaz entraba triunfante en la capital. El primer problema que se le presentaba
tenía su origen en la actitud del presidente de la Corte de justicia, José María Iglesias, quien,
argumentando que la legalidad constitucional le otorgaba el derecho a la presidencia, aspiró al
cargo apoyándose en algunas fuerzas opositoras a Lerdo y Díaz. Este último e Iglesias
conferenciaron en las cercanías de Querétaro después de algunos combates entre sus
partidarios: Iglesias, decidido a reorganizar sus fuerzas, partió hacia los E.U. solo para volver,
años después, ya reconocida su derrota y sin ninguna ambición política. Una vez resuelto el
problema de la única oposición legalista que en ese momento revistió cierta importancia, se
celebraron elecciones para presidente, diputados y magistrados para la Suprema Corte de
Justicia. Como era de esperarse, Díaz resultó electo y el 2 de abril de 1877, a los 47 años de
edad, inició oficialmente su gobierno. A fines del mismo mes se celebraron elecciones para
224
renovar el Senado, con el fin de cambiar la relación de fuerzas dentro de ese organismo, que
era la institución más lerdista.
La historiografía oficial de México presenta el acceso de Díaz al poder como un hecho a partir
del cual se ejercerá en el país una dictadura profundamente antidemocrática y cuya política
represiva y antipopular constituye una traición a las luchas liberales y a la Constitución de
1857. Una especie de vuelta de espaldas al juarismo, de cuyas filas había salido. Ya en abril de
1877, a raíz de las elecciones en que los candidatos porfiristas fueron impuestos en todos los
cargos, en un periódico titulado El Obrero del Porvenir apareció un artículo que decía: “Sí de
esta manera continuamos, no será difícil que se eche en olvido, así como el Plan de Tuxtepec,
la Constitución, y se nos administre bajo el régimen absoluto de la dictadura militar.
Juárez había reducido drásticamente las fuerzas armadas; sin embargo esto contribuyó a
volver más agudo el conflicto entre civiles y militares. Su prestigio hizo posible la derrota de la
sublevación de la Noria, pero el Partido Liberal se debilitaba también en sus resortes y
fundamentaciones teóricas por causas ajenas a sus problemas internos. Por otra parte, los
nuevos valores en que se sustentaba la relación internacional fueron llevando a los cambios
que hacen aparecer a Díaz como traidor a los ideales a la Reforma. El fin de la tradición
jurídico liberal, con sus postulados defensores de las garantías individuales, de las libertades
de trabajo, expresión y manifestación, de respeto y protección a la pequeña propiedad y
también de la efectiva división de poderes, da la pauta de lo que será el nuevo régimen: una
dictadura que pretenderá que su creciente autoritarismo sea trato parcial sobre las clases
explotadas que necesitan ser sometidas a rigurosa disciplina como fuerza de trabajo, para que
México pueda aprovechar las circunstancias favorables al desarrollo económico que el mundo
le ofrece. Esta dictadura será el resultado de la unidad entre una burguesía aristocratizante y
los “señores de la tierra” que harán uso de su posición de dominio recién adquirida o
tradicional para afirmar su poder en forma de un gobierno que afronte las protestas de
campesinos, obreros e intelectuales democráticos.
El capital extranjero llegó en cantidades nunca antes vistas y la burguesía indígena, incapaz
de incorporarse plenamente a las nuevas tareas de carácter capitalista, se asoció con aquel
capital y se convirtió en vigilante y socio policía del pueblo trabajador. Por todo lo cual, la
construcción y consolidación del nuevo Estado obedece también a esa nueva realidad
mundial, que implica un orden de mayor dependencia para países como México. El cambio
estaba dictado, por lo que la Reforma ya era en la práctica antes de Díaz, un movimiento que
había hecho más ricos a los que ya lo eran y dado opción a enriquecerse a unos cuantos jefes
victoriosos, entregándoles las tierras del clero y abriendo a su voracidad el medio legal de
conquistar luego las de las comunidades indígenas civiles, así como la posibilidad de
establecer relaciones comerciales ventajosas con los países que dominaban el mercado
mundial.
Los gobiernos de Juárez y Lerdo, con todo mucho más respetuosos de la legalidad
constitucional, recurrieron con frecuencia al expediente de las “facultades extraordinarias”
para tomar decisiones de gran importancia sin pasar por los trámites reglamentarios, así como
al empleo de la fuerza armada para sofocar rebeliones campesinas y huelgas; el principio
federalista de la autonomía interna de los Estados, la libertad municipal y el libre ejercicio del
sufragio, que se convertiría en letra muerta durante el largo gobierno porfirista, fueron
violados con frecuencia también anteriormente. Sin embargo, el carácter militar de Díaz, el
225
apoyo que recibió de las fuerzas armadas y la maduración de las circunstancias
internacionales fueron las causas que facilitaron la rápida estructuración del nuevo régimen. El
presidente logró poco a poco la reconciliación con grupos locales e internacionales y mediante
la sujeción o los arreglos, controlar la situación del país. Además consiguió imponer el dominio
del Estado central y con él la disminución de las constantes revueltas que caracterizaron la
vida de México desde 1810 hasta 1876.
La nueva política no podía, por lo pronto, encaminarse a subsanar deficiencias sino a
consolidar el poder, y si el triunfo de 1876 se había obtenido con el apoyo de numerosos
caudillos regionales, Díaz tendría que irlos dominando por la represión o el compromiso de
mantener los privilegios de los poderosos locales, de las oligarquías provincianas y, en buena
parte, del clero y del ejército en su conjunto. El caciquismo, que además era un problema al
que se enfrentaron todos los gobiernos desde 1824 y que en vez de disminuir había crecido al
calor de guerras y revueltas, con el agravante del aislamiento geográfico, fue objeto de una
política iniciada también con anterioridad. Porfirio Díaz procuró no enfrentarse a los caciques
ni intentó suprimirlos salvo en contadas ocasiones: más bien se acercó a ellos y los fue
sometiendo a control a través de gubernaturas, cargos importantes de todo tipo, concesiones
de tierras nacionales y aun embajadas. Así innumerables militares licenciados del servicio
activo fueron integrados a la oligarquía, y los poderes reales, enormes, a veces hereditarios,
de los jefes locales, continuaron ejerciéndose bajo el manto de la legalidad de un puesto oficial
que, por otro lado, los obligaba con el presidente.
Con el triunfo obtenido en Tecoac se había iniciado un periodo que se caracterizó por un vacío
de poder, que habría de ser llenado bien pronto por una nueva fracción de la clase dominante,
compuesta por sectores del ejército excluidos de los cargos dirigentes o licenciados del
servicio activo y opositores y rivales políticos de Lerdo de Tejada y de Juárez, aglutinados en
torno a Díaz. Es por ello que éste debió rodearse de incondicionales e incorporar muchos
elementos valiosos procedentes de las filas del juarismo, del lerdismo, y aun antiguos
miembros del partido conservador. La disposición a utilizar y absorber todos los elementos
valiosos de las antiguas facciones, como era Manuel Romero Rubio, connotado lerdista y poco
después suegro del presidente, o Manuel Dublán, antiguo colaborador de Maximiliano de
Habsburgo, la sintetizó Díaz en una célebre frase: “no tengo en política ni amores ni odios”.
También estuvieron a su lado Joaquín Baranda y Felipe Berriozábal, lerdista e iglesista
respectivamente, y muchos más. Los antiguos generales juaristas y lerdistas quedaron bajo
control a través de los puestos públicos que el gobierno les otorgó; por si esto fuera poco,
apareció en México una autoridad constitucionalmente inexistente, pero cuya realidad fue
sufrida por los habitantes de ciudades y pueblos: el jefe político, cargo que otorgaba a quien lo
ejercía una absoluta impunidad y que invalidó toda reminiscencia de libertad municipal.
En los primeros años fueron sofocadas varias revueltas militares, algunas de ellas de
importancia considerable, como la encabezada por Mariano Escobedo en 1878. Controlada,
estuvo a punto de finalizar con el fusilamiento de su jefe, que fue indultado en consideración
de los grandes servicios anteriormente prestados al país, y que posteriormente se incorporó al
gobierno. En junio de 1879, los lerdistas se sublevaron en Tlacotalpan y Alvarado, siendo éste
su último y más importante intento de recuperar el poder. La represión, evidenciada en el
telegrama de Díaz al gobernador de Veracruz, en que transmitía a este último el célebre
mensaje “Mátalos en caliente”, terminó con las aspiraciones lerdistas para siempre. Todavía
226
en 1886, Trinidad García de la Cadena fue muerto mediante la aplicación de la “ley fuga”,
después de haberse sublevado contra la reelección de 1884. Era una manera brutal de lograr
la estabilidad política, que, en todo caso, Díaz podía ir alcanzando con más eficacia que sus
predecesores en razón del auge económico que permitió la consolidación de la clase
gobernante impidiendo de esta forma que México se convirtiera en colonia. La destrucción de
la corporación Iglesia estableció las bases del ascenso de la burguesía comercial y de los
terratenientes liberales al poder y, por otra parte, el carácter militar de Díaz, le permitía el
conocimiento y el manejo de la gente de armas, imprescindible al equilibrio político en
aquellas circunstancias.
4.2.2.- Integración del mercado interno (ferrocarriles y vías de comunicación):
Comunicaciones. Los sistemas tradicionales de comunicaciones y transporte: Las
comunicaciones y el transporte terrestre del último cuarto del siglo XIX registraron un fuerte
impulso con el establecimiento de un sistema ferroviario de carácter nacional; sin embargo,
los caminos y transportes tradicionales siguieron coexistiendo junto a esta innovación. La
construcción de los ferrocarriles afectó profundamente la circulación de mercancía y
transporte realizado por estas rutas, especialmente el tráfico a larga distancia donde ya no fue
posible competir en volumen, velocidad, ni precios con aquel tipo de transporte.
En las áreas marginales al sistema ferroviario prevalecieron las formas de transporte
tradicionales: recuas, carros, carretas y la fuerza humana; igualmente siguieron predominando
en las comunidades terrestres para distancias cortas: regionales y locales donde el transporte
de carga por ferrocarril era de un costo mayor. El sistema de comunicaciones y transporte
terrestre porfirista fue precario y experimentó escasas modificaciones respecto a años
precedentes. No obstante, existía dentro de las esferas de los gobiernos federales, estatales y
municipales una viva preocupación por reparar, mejorar y construir caminos. Al comenzar la
década de 1880, había en el país un total de aproximadamente 9 mil kilómetros de carreteras
federales, de las cuales menos de la mitad eran transitadas por carretas. Por el resto
circulaban animales de carga alternados en cortos tramos por algunos carros.
La red ferroviaria: El crecimiento que experimentó el sistema ferroviario mexicano entre
1880 y 1910 fue extraordinario; de 1074 km de vías que existían en la primera de estas fechas
aumentó a 19,
280 km en 1910. La tasa promedio de crecimiento anual de la época fue de 10.1%; sin
embargo, el mayor ritmo de construcciones se centró en el quinquenio de 1880-1885 cuando
la red ferroviaria nacional se quintuplicó. En los años posteriores las construcciones se
continuaron a un ritmo menor. El establecimiento de la red ferroviaria nacional se realizó
básicamente con capitales extranjeros, pequeños aportes de empresarios nacionales y el
apoyo de los gobiernos federales y estatales a través de subvenciones y franquicias. La
participación gubernamental fue limitada y se restringió a dar garantías a las compañías
constructoras, pero no erigió un programa básico de construcciones y ni las reglas mínimas
para su establecimiento. Debido a esto existió una gran heterogeneidad en los equipos
usados, escantillón y trazado de los ferrocarriles. Hasta mediados de la década de 1890
persistió esta anarquía, fecha en que se empezó a homogeneizar el sistema y a dar reglas
básicas para la construcción de los nuevos ferrocarriles; sin embargo las líneas fundamentales
ya estaban trazadas. Este proceso culminó en 1908 con la creación de la compañía
gubernamental denominada Ferrocarriles Nacionales de México.
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Las líneas ferroviarias se tendieron de México a las principales ciudades fronterizas con los
USA; desde los enclaves mineros y agroexportadores a las aduanas de salida del comercio
exterior o hacia los grandes sistemas troncales; también conectaron entre sí, y con el exterior
a zonas de grandes mercados potenciales. Los sistemas ferroviarios de mayor longitud eran
los que comunicaban con USA: el Ferrocarril Central Mexicano que iba de México a Ciudad
Juárez y el Ferrocarril Nacional Mexicano de México a Nuevo Laredo con sus correspondientes
ramales. También formaban parte de los principales ferrocarriles del país, el Ferrocarril
Internacional Mexicano que iba de Ciudad Porfirio Díaz a Durango (conectado al Ferrocarril
Central); el de México a Veracruz, el Mexicano del Sur (de Puebla a Oaxaca); el de Nogales a
Guaymas; Unidos de Yucatán; Nacional de Tehuantepec, etc.
Las comunicaciones y el transporte marítimo: Tres elementos caracterizaron las
comunicaciones y el transporte marítimo del periodo de 1880-1910: un notorio crecimiento del
tonelaje de carga transportada, un reforzamiento de la dependencia de la marinas mercantes
extranjeras en el tráfico exterior y una fuerte competencia del sistema del sistema de
transporte ferroviario sobre el marítimo.
Las vías marítimas se mantuvieron durante estos años como una de las rutas fundamentales
del comercio exterior y de cabotaje. El número de navíos que realizó el servicio de transporte
externo se duplicó entre 1880 y 1910 y el total de carga transportada multiplicó ocho veces su
volumen. Este ritmo de crecimiento fue más acelerado a partir de 1898. No obstante el notorio
incremento del tráfico marítimo, el volumen total de la carga transportada por esta vía
representó una proporción menor que la registrada en años anteriores debido a la fuerte
competencia que significó la instalación de los ferrocarriles.
Las marinas mercantes extranjeras mantuvieron el control del tráfico exterior debido al
insuficiente desarrollo de la marina mercante nacional. A esto contribuyeron también las
franquicias y primas que otorgó el gobierno federal a las compañías navieras extranjeras para
llegar a México.
La política de subvenciones a estas líneas navieras que iniciaron los primeros liberales se
mantuvo y se amplió durante el porfiriato. La mayor parte de ellas favoreció a compañías que
procedentes de puertos de la costa atlántica norteamericana llegaran a los del Golfo de
México, y, en menor grado hacia los puertos del Pacífico. Entre estas líneas navieras se
contaron: la Trasatlántica Española, con quien se firmó contrato en los años 1883 y 1886;
Compañía Mexicana de Navegación en 1882; Nueva York, Cuba Mail, S.S. Co. En 1900;
Escalante e hijos en 1900; Mexican Lloyd Trading &Transpor Co., New York en 1902; Mala del
Pacífico en 1901. Y otras más.
Se otorgaron también subvenciones a líneas procedentes de Europa como la Mala Imperial
Inglesa en 1887; la Mala Imperial Alemana en 1887 y 1910; Ángel Ortíz en 1881; la Compañía
Mexicana de Vapores Trasatlánticos en 1882; Frederick, Leyland& Co. Ltd. En 1900; West
IndianPacific en 1900; y la Hawaian Line en 1901, y a algunas desde Asia: Luis Larraza y socios
en 1884; PacificHawai Asia en 1901; China Comercial S.S. Co., en 1903.
No obstante el interés gubernamental por favorecer el transporteen naves nacionales, a
través de exenciones de derechos y rebajas a la carga llevada por buques mexicanos,
especialmente en el tráfico de cabotaje, la marina mercante mexicana era todavía insuficiente
para cubrir las necesidades nacionales y no estaba en condiciones de competir con las
extranjeras ni en costo de fletes, capacidad, condiciones de seguridad, ni en eficacia. Hacia
228
fines del siglo XIX los fletes en naves extranjeras continuaban siendo más baratos que
aquellos en naves nacionales.
Las obras portuarias que se realizaron en estos años tendieron a favorecer también al sector
externo. Casi todas ellas se hicieron en los principales puertos del comercio exterior (Veracruz,
Tuxpan, Coatzacoalcos, Mazatlán, Manzanillo, Salina Cruz, Isla del Carmen, etc.). La
construcción de estas obras estuvo a cargo de las compañías constructoras de ferrocarriles, en
el caso de puertos terminales de sus líneas (Tampico); del gobierno federal (Veracruz, Tuxpan,
Manzanillo, Isla del Carmen, Mazatlán), y de algunas compañías extranjeras que hicieron
contrato con el gobierno para llevar a cabo algunas mejoras (Coatzacoalcos, Salinas Cruz). Las
obras realizadas consistieron principalmente en muelles, diques, varaderos, rompeolas,
edificios de almacenes y de aduanas, algunas obras de saneamiento de los lugares
adyacentes, así como reparaciones de las construcciones portuarias preexistentes.
229
previamente baldías. Los otros dos tercios que ellas no podían comprar, por falta de medios
financieros, se convertían en dominio del Estado, el cual los revendía generalmente a los
latifundistas vecinos.
En 1893, el congreso aprobó una nueva ley de colonización. Esta ley autorizaba de hecho y de
derecho a las compañías a lanzarse al saqueo sin trabas. Las leyes de 1889 y 1890 que
suprimían la propiedad colectiva, en conjunto no habían tenido efectos posteriores, y muchas
comunidades indígenas no habían dividido sus tierras. Muchos terrenos de los pueblos, en
consecuencia, se encontraban sin títulos en 1893, debido a lo cual se los consideró baldíos y
se los consideró a las tierras baldías. Así pasaron legalmente a manos de las grandes
compañías o de los grandes hacendados.
Desde 1889 hasta 1906, año de su disolución, las compañías deslindadoras recibieron
16’831,000 hectáreas a título de honorarios. La mayoría de las tierras quedaron en poder de
los accionistas más antiguos, que en total representaban unas cincuenta familias.
Las leyes de aguas: éstastambién permitieroncon mucha eficacia despojar a los indios de
sus tierras. A partir de 1888 se atribuyeron concesiones que se comprometían a promover la
irrigación; tenían derecho a proceder por propia iniciativa a la expropiación de los ribereños
por causa de utilidad pública: asimismo se convirtieron en propietarias de las zonas
carboníferas o de las salinas que descubrieron durante la prospección de sus tierras, y
también se las eximió de impuestos durante 15 años.
Como la ley extendía sus efectos a los territorios atravesados por las afluentes de los cursos
de aguas que serían utilizados, bastaba con que un individuo o una sociedad se hicieran
otorgar una concesión sobre un curso de agua importante para poder controlar el conjunto de
una región o de una cuenca hidrográfica. El latifundista o la sociedad prohibían entonces a los
ribereños regar sus tierras con las aguas del rio que controlaba y los obligaba así a
desprenderse de ellas. La compañía Agricultora Limitada del Tlahualilo expulsó a toda la
población indígena del valle del rio Nazas. Entre 1893 y 1907, se concedieron 400 concesiones
sobre cursos de agua.
4.3.1.- Las unidades económicas: hacienda, ranchos en el fortalecimiento de
latifundios.
La lucha entre las formas comunales de propiedad de la tierra –características de la sociedad
prehispánica- y las nuevas -establecidas con la conquista y colonización españolas- data del
inicio mismo de la época colonial. La hacienda había constituido la unidad básica del trabajo
rural frente a la comunidad indígena desde el siglo XVII, a partir de entonces, con altas y bajas
y con notables diferencias regionales, la segunda había ido perdiendo su papel preponderante.
A mediados del siglo XIX, la legislación liberal dio a su hacienda su arma legal definitiva contra
la comunidad. Las tierras del clero y de los pueblos fueron violentamente arrebatadas por lo
ya poderosos terratenientes laicos, muchos de los cuales habían militado en las filas del
partido conservador, y por los nuevos triunfadores civiles y militares.
Durante el último cuarto del siglo XIX, y aun antes, en la primera década del siglo XX, la vida
rural del país giró en torno al enfrentamiento entre la hacienda y el pueblo; la primera,
contando con el apoyo de las leyes, del gobierno y del ejército; el segundo, aferrándose a la
ilusión de que dispone libremente de sí mismo, negándose sus integrantes a perder la
dignidad de campesinos con raíces en su tierra y vinculados a un conjunto humano que da
sentido y razón a la existencia. Al tiempo que se despojaba a los pueblos, innumerables
230
pequeñas propiedades fueron quedando englobadas dentro de los límites de las haciendas y
buen número de ranchos fue pasando a engrosar las filas de los campesinos sintierra o con
propiedades insuficientes.
Las tierras de los pueblos comunales fueron sistemáticamente denunciadas como tierras de
nadie; los viejos títulos coloniales firmados por el rey de España, con especificaciones muchas
veces escritas en lengua náhuatl, otomí o purépecha, no sirvieron como prueba de
legitimidad, porque el pueblo no era sujeto de propiedad: “las comunidades de indígenas no
tienen hoy una existencia reconocida por la ley y por lo mismo no son personas morales ni
pueden pedir el amparo de la justicia federal”.
Las haciendas, centros rectores del capitalismo agrario, eran, frente a los pueblos, la
representación, la materialización del Estado, que a través de ella se erigía como enemigo de
la independencia campesina; se manifestaban como instituciones que invalidaban, o al menos
tenían en sus manos el hacerlo, toda la tradición comunitaria y democrática de la población
rural allí donde existía desde hacía siglos.
En el año de 1883 tuvo lugar la ampliación de una ley expedida en 1875 –con antecedentes ya
en 1863-, que se refería a la necesidad de fomentar la colonización de numerosos parajes
incultos, estableciendo en ellos a familias europeas atraídas por la concesión gratuita de
tierras. A consecuencia de estas leyes, se organizaron las compañías deslindadoras
encargadas de señalar la existencia de tierras baldías y de proporcionar al gobierno datos
acerca de extensión y localización. Las compañías se comprometían a traer los colonos que las
habrían de trabajar, y se les otorgaba, a cambio, el derecho de la tercera parte de toda la
tierra deslindada.
Entre 1881 y 1906, las deslindadoras contribuyeron a acentuar la concentración latifundista,
ya que además de las tierras recibidas como paga compraron muchas más al precio que les
pareció conveniente, pues sus integrantes o pertenecían a poderosas familias de la clase
dominante (comerciantes, políticos y terratenientes) o eran capitalistas extranjeros. Hasta
1889, las compañías estuvieron formadas por 29 personas entre las que se contaban Manuel
Romero Rubio, Limantour, Pablo Macedo, Terrazas, Green, Peniche, Asúnsolo, Del Campo,
Valenzuela, Bulle, Huller, etc., y después de esa fecha el número de socios aumentó a
cincuenta.
Las propiedades de hasta 2,000 hectáreas, más o menos, no se consideraban haciendas sino
ranchos; estos estaban englobados por las fincas más extensas, o eran vecinos de las mismas,
las cuales merecían el nombre de haciendas.
A pesar del auge exportador y del interés de muchos hacendados por aumentar la extensión
de tierras dedicadas al cultivo de gran demanda internacional, la mayor parte de las
propiedades rurales siguió dedicada, como hasta entonces, a la producción de maíz, frijol,
trigo, arroz, garbanzo, hortalizas, magueyes, etc. Hacia 1877, había en México 5,869
haciendas que explotaban la tierra en forma extensiva o intensiva según la región y el cultivo
de que se tratara, pero de ellas solo una mínima proporción conjugó los trabajos agrícolas o
ganaderos con el procesamiento de sus productos.
4.3.3.- El surgimiento de la burguesía agraria como transición a la burguesía
industrial:
El crecimiento de las economías agrícolas exportadoras: Una de las variaciones más
notables en los intercambios mundiales, hacia el último cuarto del siglo XIX, fue la creciente
231
demanda, por los países industrializados, de materia primas agrícolas, forestales y maderas,
así como de muchos productos de consumo. Una serie de complejos cambios técnicos ligados
a la modernización del sector agrícola en países en vías de industrialización, determinó,
además, el tipo de productos sobre los cales se concentraba el interés del mercado mundial.
Cabe recordar que en la primera etapa de este periodo, las aun pocas colonias africanas de las
potencias europeas no podían cubrir esta demanda más que de manera insignificante. Las
características físicas de muchos de estos productos, asimismo, limitaban su explotación a
zonas de clima tropical y semitropical. Por todos estos factores, las regiones que en México
respondían a tales características se vieron fuertemente impulsadas a aumentar la producción
de algunos productos anteriormente explotados en su estado silvestre, o a introducir nuevos
cultivos.
El caso más espectacular fue la demanda de fibras duras, determinada por la necesidad de
producir en las metrópolis hilos, cordeles y jarcias, principalmente para el empaque de las
cosechas de trigo con las nuevas máquinas segadoras y engavilladoras que se estaban
introduciendo en el campo. Este último uso, esto es, el de una fibra dura que cumpliera con las
características necesarias para producir bindertwin o hilo para engavillar, imponía encontrar
una fibra resistente, flexible y barata. Un producto tradicionalmente utilizado para usos
domésticos o semindustriales, extraídos de un tipo particular de agave, cuyo cultivo se
encontraba en la parte noroccidental de la península de Yucatán –el henequén-, demostró ser
ideal. Al mismo tiempo, la invención, después de muchos ensayos fallidos, de una máquina
para desfibrar las pencas y extraer la fibra, perfeccionada hacia la mitad de la década de
1860, permitía a la península convertirse en el único productor mundial. A partir de entonces
se inicia el llamado auge henequenero, sustentado por algunos capitales norteamericanos y
por el trabajo casi esclavo de gran parte de la población maya. Mientras los hacendados
yucatecos controlaban casi monopolísticamente la producción de la fibra, unas cuantas casas
norteamericanas se esforzaron por controlar el mercado del producto de su transformación en
hilo acabado. Tal proceso abrió la posibilidad, para el capital estadounidense, de manipular los
precios monopólicamente, contraponiéndose de manera muy eficaz a los productores
yucatecos. Mientras la demanda se incrementaba en forma constante, los precios pagados por
los oligopolios norteamericanos tendían a bajar progresivamente. Esta tendencia se acentuó
violentamente a partir de la fusión de los grupos norteamericanos en una única compañía –la
Internacional Harvester Co.-, que además se constituía no solo en un enorme monopolio de la
producción de hilo para engavillar, sino también en un grandioso monopolio vertical, que
producía desde los cordeles hasta las mismas máquinas para engavillar, dedicándose también
a la reexportación, vía Nueva York, tanto del producto elaborado como de la fibra en bruto
comprada a los productores yucatecos. La respuesta de estos últimos fue aumentar la
producción e intentar, en muchas ocasiones, organizarse para contrarrestar el dominio de la
Harvester. A través del agente general de la Compañía, Olegario Molina –gobernador del
Estado en1902 y ministro de Fomento posteriormente-, la Harvester pudo hacer fracasar tales
intentos y continuar su política de depresión de los precios, hasta provocar una grave crisis
entre los productores hacia finales del porfiriato. Sin embargo, la exportación de henequén fue
para todo el periodo la primera en valor de todas las exportaciones agropecuarias del país.
Aun si no llegaron a ser tan importantes como en el henequén, otros cambios en las
producciones de los países industrializados influyeron en el desarrollo de las economías de
232
exportación. Al mismo tiempo que se desplomaba la demanda de colorantes naturales, los
cuales habían representado un renglón importante en las exportaciones coloniales y durante
la primera mitad del siglo XIX, tomó impulso la demanda de resinas tales como el hule, el
caucho y, en menor medida el chicle. La explotación de algunas maderas tintóreas y resinas
se desarrolló, en una primera etapa, como simple actividad extractiva forestal, aprovechando
las selvas tropicales del país donde crecían en forma silvestre. Los bosques de Chiapas,
Tabasco, Campeche, Quintana Roo, las costas de Colima y Oaxaca, proporcionaban tales
productos. La demanda en continuo aumento, que se expresaba en una tendencia al alza de
precios y la facilidad de obtener concesiones de enormes áreas a costos irrisorios, impulsaron
a compañías, extranjeras en su mayor parte, al cultivo de las especies más productivas,
contando a veces con un subsidio especial para cubrir parte de las inversiones iniciales. No por
ello se abandonó del todo la explotación forestal, a través de cuadrillas de peones que se
internaban en las selvas para extraer las resinas. Los nuevos cultivos se ubicaban en las
franjas costeras de los Estados antes mencionados.
Es durante el porfiriato cuando se inicia el cultivo a gran escala del café, uno de los productos
que sobresalen entre los bienes de consumo exportados durante este periodo; llegando a
representar la producción mexicana el 2%, de la oferta mundial. Sin embargo, a pesar de que
en México este producto sostuvo un ritmo de crecimiento semejante al de la oferta mundial y
de que su calidad y precios llegaron a superar a los del principal país productor y exportador
de entonces, el volumen de la oferta brasileña y la influencia que ejercía sobre el mercado
mundial hicieron que, en los últimos años del periodo, disminuyeran las exportaciones
mexicanas y decreciera su ritmo de crecimiento respecto al mundial.
4.4.- EL CRECIMIENTO DEL MERCADO INTERNO EN EL SECTOR MINERO, DE
TRANSFORMACIÓN, PETROLERO E INDUSTRIA.
Con la construcción de las vías férreas, el capital yanqui penetró en la industria metalúrgica y
minera. Al quedar el país librado del yugo español, la industria extractiva estaba, en gran
medida, en manos de capitales ingleses. Pero en la década de 1880, empiezan a ser
desplazados por los norteamericanos. En poco tiempo las regiones del Norte se vieron
invadidas por empresarios, ingenieros de minas y representantes de diferentes compañías,
quienes empezaron a obtener concesiones del gobierno para la explotación de yacimientos de
plata, oro, cobre, zinc. A los concesionarios extranjeros se les otorgaban los privilegios y
franquicias de costumbre, es decir, se les permitía importar sin taxativa toda clase de
herramientas y maquinaria indispensable para la instalación de sus empresas.
La más importante de estas empresas era, en aquel tiempo, la que explotaba las minas de
cobre en Cananea, Sonora. Hacia los años 1909-1910, las inversiones norteamericanas
dominaban casi la totalidad de la industria extractiva. En 1911, de los 286.3 millones
pertenecían a monopolios o empresarios norteamericanos. También en manos de capital
extranjero estaban la mayor parte de las empresas metalúrgicas del país, con la circunstancia
de que las más importantes pertenecían a capitalistas norteamericanos, cuyas inversiones en
esta rama llegaban, en 1911, a 26 millones de dólares, en tanto que las de los mexicanos
apenas ascendían a poco más de 7 millones de dólares.
Desde 1905, cuando se descubrió que México tenía grandes reservas de petróleo, éste se
convirtió en uno de los factores principales que determinó la política de los Estados Unidos con
respecto a México. A fines del siglo XIX se llevaron a cabo varios intentos para organizar la
233
extracción de petróleo en el país. El primer esfuerzo en este sentido, está estrechamente
conectado con un conocido representante del imperialismo inglés: Cecil Rhodes. Pero
semejantes intentos no dieron resultados, a pesar de que el gobierno de Díaz promulgó en los
años de 1880-1890,leyes que creaban favorables condiciones para los empresarios
deseosos de extraer petróleo. Fue a principios del siglo XX cuando se descubrieron
riquísimos yacimientos y se inició su explotación. En 1900 llegó a México el futuro “rey
del petróleo”, Eduardo L. Doheny. Inmediatamente emprendió la exploración de
yacimientos petrolíferos, y, auxiliado por el embajador americano Henry Lane Wilson,
logró el más estrecho contacto con Díaz y los “científicos”… Al regresar de los Estados
Unidos, Doheny organizó la Mexican Petroleum Company, que no tardó en convertirse
en la compañía petrolera más poderosa de México.
Con la fundación de esta empresa inició la amplia explotación del petróleo con la región de El
Ébano pronto se convirtió en importante centro petrolero y Tampico en el principal puerto de
embarque. Casi todas las líneas férreas que en ese tiempo se movían a base de combustible
líquido comenzaron a ser aprovisionadas por la Petroleum Company. Al mismo tiempo, la
compañía exportaba enormes cantidades de petróleo a los mercados de los Estados Unidos.
Después de 1905, fundó varias filiales, entre las cuales sobresalió la Huasteca Petroleum Co.
Su consorcio monopolizó la producción de petróleo en México. Era dueño de grandes
extensiones de tierras, refinerías equipadas con los últimos adelantados de la técnica,
oleoductos, carros cisterna de ferrocarril, depósitos, etc. En 1914, las empresas de este
consorcio produjeron 15 millones barriles en ese año y el monto total de las inversiones
yanquis en la industria petrolera en ese tiempo, equivalía a 15 millones de dólares.
El consorcio de Doheny mantenía estrechas relaciones comerciales con el trust
norteamericano Standar Oil. Hay sobradas razones para suponer que la Mexican Petroleum
Co., era, en realidad, filial de la Standar Oil, aunque no era abiertamente reconocida como tal.
Sin embargoDoheny ocultaba el verdadero carácter de sus relaciones con dicho monopolio… A
causa de haberse incrementado la extracción de petróleo, algunos representantes de la
intelectualidad mexicana, con tendencias patrióticas, encabezados por el presidente del
Instituto de Geología, profesor Aguilera, insistieron en que se nacionalizara la industria
petrolera. El gobierno de Díaz nombró un comité especial para que estudiara el problema,
designando para integrarlo a destacados miembros de la Suprema Corte, vinculados a la
camarilla gobernante. Este comité actuaba en estrecho contacto con Doheny y otros
traficantes extranjeros. A las pocas semanas de funcionar, el comité resolvió que las reservas
petrolíferas del país no eran propiedad de la nación, y que solo mediante la indemnización
correspondiente podía confiscárseles a las compañías y a los particulares.
Esta resolución brindó a los industriales petroleros extranjeros ampliar posibilidades para
penetrar en el país, y legalizó el saqueo de la riqueza petrolera…
En consonancia con las compañías norteamericanas, algunos monopolios británicos
comenzaron interesarse en el petróleo mexicano, convirtiendo con esto a México en palestra
de acerba lucha entre los imperialistas norteamericanos e ingleses. En la lucha, la situación
del capital norteamericano se dificultaba por el hecho del que el gobierno, intentando debilitar
las posiciones del capital yanqui, apoyó activamente a los ingleses otorgándoles mayores
privilegios que a los empresarios norteamericanos. En 1907, Pearson obtuvo de Díaz otra
234
concesión por un plazo de 57 años, con derecho a perforar en todas las tierras del Estado e
incluso a lo largo de las vías fluviales. En 1908, dicho empresario organizó la Compañía
Mexicana de Petróleo el Águila, que se convirtió en la principal competidora de las compañías
de Doheny y de la Estándar Oil. Pearson estaba íntimamente ligado con los círculos
gobernantes. El gobierno mexicano hizo grandes inversiones para explotar yacimientos en las
zonas de Veracruz y Salina Cruz, Oaxaca. Los parientes más allegados (su hijo) y los íntimos
de Díaz participaban activamente en las empresas de Pearson. A menudo eran miembros de
sus consejos de administración y vigilancia. Esto suscitó intranquilidad entre los hombres de
negocios yanquis. Las fricciones, entre el trust inglés y el yanqui, se hicieron inevitables.
Para tener una clara idea de la agudeza de la lucha entre los monopolios norteamericanos e
ingleses en torno al petróleo mexicano, hay que tomar en consideración que en aquellos
tiempos el petróleo constituía el factor más importante de la economía mundial. Su
importancia aumentó ante la posibilidad de utilizarlo en amplia escala en la industria, la
agricultura y la navegación. Ya que las potencias capitalistas le atribuían cada vez mayor
importancia al petróleo, México no podía menos que atraer las miradas de las aves de rapiña
imperialistas. La extracción de petróleo fue creciendo a un ritmo extraordinariamente rápido.
Durante el primer decenio del siglo XX aumentó la producción hasta 1,200 veces. Los pozos
petrolíferos se distinguían por una productividad asombrosa, lo que facilitaba mucho su
explotación y reducía los costos considerablemente. Estas circunstancias explican el creciente
interés de los imperialistas norteamericanos por el petróleo mexicano. En uno de los informes
al gobierno de los Estados Unidos, Doheny decía lo siguiente: “México es, por el momento, la
única fuente de donde podemos extraer grandes cantidades de petróleo; es la fuente que nos
ofrece mayores ventajas entre las que hasta ahora han sido localizadas en el mundo, pues los
demás yacimientos son, tanto, en lo político como en lo geográfico, menos ventajosos por su
ubicación que los que poseemos en México los norteamericanos”…
Ulteriormente, Doheny y algunos destacados personajes del gobierno de los Estados Unidos,
apoyándose en cálculos demostrativos del rápido incremento de la construcción de motores
en aquel país, declararon que sin el petróleo mexicano los USA podían verse en situación
catastrófica.
El interés de los imperialistas ingleses por el petróleo mexicano se explica, ante todo, por la
importancia estratégica. Baste decir que por entonces Inglaterra –“la reina de los mares”- se
aprestaba a emplear petróleo en su flota. Lo dicho anteriormente nos lleva a la conclusión de
que la lucha entablada entre Inglaterra y Estados Unidos por apoderarse de México, era pugna
para apropiarse de la fuente de petróleo más rica del mundo.
Industria. El surgimiento de las actividades industriales y los límites a su expansión
impuestos por la economía exportadora: Durante el régimen de Porfirio Díaz la expansión
de la economía exportadora fue creando las condiciones que propiciaron el surgimiento de una
actividad industrial de relativa importancia. La nueva agricultura latifundista, orientada hacia
la exportación; el desarrollo de la minería de metales de uso industrial, orientado también
hacia el mercado externo, y la construcción de la red ferroviaria, todo ello va articulando los
mercados antiguamente locales, va destruyendo las comunidades indígenas y las antiguas
artesanías y va provocando el crecimiento de las ciudades, todo lo cual impulsa el surgimiento
de actividades industriales orientadas al mercado interno.
235
De 1878 a 1911 la producción industrial se aplicó, a base de un crecimiento promedio anual
de 3.6%. Como era de esperarse, las industrias de bienes de consumo fueron las que
mostraron más altas tasas de crecimiento en particular la industria textil alcanzó los mayores
índices. La producción de azúcar, ron y productos tabacaleros destacaba también por su
dinamismo. En Monterrey, Mérida, México y Orizaba surgieron modernas fábricas de cerveza y,
en forma concomitante, fueran establecidas fábricas de vidrio para proveer a la industria
cervecera. Desde el mismo modo fueron montadas fábricas de zapatos, jabón etc. De igual
manera que las fábricas de vidrio, bajo el impulso de las industrias de bienes de consumo, son
montadas otras unidades fabriles de bienes de producción. Una de las más notables, sin duda,
fue la industria siderúrgica, que establecida en 1902, para 1910 produjo 67,944 toneladas de
acero en lingotes y 45,095 de arrabio. Volúmenes de producción igualmente notables fueron
logrados por las nuevas plantas de energía eléctrica y por las fábricas de papel, cemento,
vidrio y explosivos.
La política de privilegios sostenida por el régimen de Díaz en favor de los grandes
manufactureros, el bajo costo de la fuerza de trabajo y las amplias ventajas de que los
fabricantes gozaban al competir con artesanías de primitivo nivel tecnológico, se tradujeron en
una estructura de precios y una relación costo-beneficio muy favorables a las industrias; en las
elevadas ganancias que los manufactureros obtenían residía el secreto de su expansión. La
alta tasa de ganancia que era posible obtener en diversas ramas de la producción
manufacturera atraía a capitales acumulados en la esfera de la circulación (mercantiles y
especulativos), dando con ello nuevos impulsos al desarrollo de la producción fabril. Así,
aunque inicialmente la inversión en el sector de las actividades industriales dependía de
capitales acumulados en otras esferas y en el exterior, a partir de cierto momento comienza a
ser relevante también la acumulación de la plusvalía generada por la propia actividad fabril,
con lo que se agranda la base de su reproducción ampliada. No obstante, las contradicciones
propias de la economía exportadora pronto comenzaron a frenar su desarrollo. Ello empezó a
manifestarse durante la primera década del siglo XX.
Aunque los flujos de comercio con el exterior mantuvieron su crecimiento durante 1900-1910
y el producto nacional creció de 1901 a 1907 a una tasa anual de 4%, a partir del último año
mencionado el crecimiento del producto descendió hasta 2.8%. Agudas crisis económicas
fueron vividas por la economía mexicana: una en 1900-1901 y otra en 1907-1908. En ambos
casos tales crisis estuvieron vinculadas directamente a la construcción de las exportaciones.
Hubo otras manifestaciones de la pérdida de dinamismo. Si bien la fuerza de trabajo ocupada
creció de 1895 a 1900 a una tasa anual de 1.6%, es decir ligeramente superior al crecimiento
de la población, que fue de 1.5%, de 1900 a 1910 lo hizo a 0.9% mientras que la población
crecía a 1.1%. Durante el primer periodo de los mencionados el sector fabril había estado
absorbiendo fuerza de trabajo más rápidamente que el promedio general de la economía; sin
embargo, entre 1900 y 1910 la ocupación en ese sector no solo no creció, sino que se redujo
la planta de trabajo empleada. La economía mexicana, al depender tan profundamente del
exterior a través de su sector exportador, era altamente vulnerable frente a las fluctuaciones
inciertas de la demanda extranjera. Las condiciones generales a que quedaba sujeto el
funcionamiento de la economía en su conjunto hacia el sector exportador un factor que muy
poco podía contribuir a crear otros núcleos internos y seguros de expansión. Una crisis
económica (y una política) en uno o más de los centros imperialistas, que se tradujera en una
236
contracción de la demanda de materias primas y alimentos, bienes de los que la economía
mexicana era proveedora, afectaba inmediatamente al sector exportador, que se veía
obligado a disminuir su ritmo de actividad. Ello pronto afectaba y frenaba la actividad en el
sector fabril, a través de dos formas principales: una era que la disminución del nivel de
ingreso en el sector exportador se traducía en una contracción de los mercados locales
internos, que eran provistos por las actividades industriales, y la otra, que el descenso de las
exportaciones volvía muy escasos los medios de pago internacionales con los que se
liquidaban las importaciones de bienes de producción necesarios para montar las fábricas de
manufacturas de consumo. De este doble modo la expansión de las actividades industriales
enfrentaba los límites que le imponía la economía exportadora.
El camino andado por las actividades industriales, aunque importante en términos relativos
(pues dichas actividades habían partido de niveles ínfimos), resultó claramente insuficiente. La
actividad fabril se vio impedida de despojarse de su papel subordinado al carácter general de
la economía exportadora, revelándose así prácticamente incapaz de autopromoverse: había
que esperar hasta la década de los 40 para que el sector industrial fuera gradualmente
convirtiéndose en el eje de la acumulación de capital.
Inversión extranjera:
A manera de conclusión, los resultados en la economía nacional durante el porfiriato son las
siguientes:
-Durante el gobierno de Porfirio Díaz (1876-1911), las inversiones extranjeras directas
penetraron profundamente |en la economía mexicana, constituyéndose en el factor dominante
en la minería, petróleo, ferrocarriles, bancos, electricidad, industria y el gran comercio.
-Bajo el impacto del capital extranjero directo e indirecto, se produjo un considerable
crecimiento económico, pero bastante desequilibrado, ya que se desarrollaron principalmente
las actividades de exportación y los servicios estrechamente vinculados a ellas, en tanto que
las actividades industriales quedaron muy atrasadas.
-El desarrollo alcanzado tuvo un carácter esencialmente capitalista, pero de un capitalismo
subordinado a los intereses del capitalismo más avanzado de los E.U. y de Europa.
-El capitalismo que podríamos de calificar de “capitalismo importado”, no favoreció la
consolidación ni siquiera el surgimiento de una burguesía mexicana independiente. En la
medida en que ésta logró desenvolverse, lo hizo en forma subordinada al capital extranjero.
-Paralelamente al desarrollo capitalista, tuvo lugar la formación de grandes latifundios, cuyos
principales poseedores fueron los pequeños grupos de funcionarios públicos y de personajes
estrechamente ligados a ellos, así como grandes empresas extranjeras. Los inversionistas
norteamericanos e ingleses poseían más de 15 millones de hectáreas en el país.
-Los latifundios no formaban una clase separada y con intereses distintos a los de los grandes
grupos capitalistas, extranjeros y nacionales, sino que eran parte integrante de estos mismos
grupos, ya que a la vez que grandes terratenientes, participaban en la Banca, la minería, la
industria, el comercio y demás actividades económicas. El latifundismo en esa época era, en lo
esencial, un latifundismo no feudal.
-Altos funcionarios del gobierno, incluyendo miembros del gabinete del general Díaz, tenían
estrechas ligas con los inversionistas extranjeros, figurando como socios o como simples
prestanombres en las empresas de control extranjero. Entre ellos destacaban los personajes
conocidos como los “científicos”.
237
-La economía mexicana estaba dominada fuertemente por capitalistas extranjeros que
controlaban cerca de 80% del capital conjunto de “Las 170”. La primacía correspondía al
Grupo Norteamericano, siguiéndole el Grupo Británico y en tercer lugar el Grupo Francés. El
Grupo Mexicano apenas controlaba el 23%, correspondiéndole al gobierno el 14% y al sector
privado tan solo el 9%.
-La burguesía mexicana era débil y subordinada casi totalmente al capital extranjero.
238
estaba convencido de que el desarrollo de la economía dependía de la ayuda del extranjero
por lo que alentó las inversiones norteamericanas en un principio, pero al ver que los grandes
trust norteamericanos empezaban a tomar las riendas de la economía, comenzó a volverse
hacia las economías europeas, invitándolas a invertir en México para equilibrar así la
supremacía norteamericana.
Las inversiones de capital francés se destinaron a la deuda pública (préstamos al gobierno), al
sistema bancario y a la industria. Los alemanes invirtieron en la deuda pública mexicana y en
el comercio, sin embargo, ninguna de estas inversiones representó competencia para Estados
Unidos. La única potencia que desafiaba el predominio norteamericano en México era
Inglaterra.
El interés de Inglaterra en nuestro país databa de los primeros años de nuestra independencia,
cuando la gran inversión inglesa en la minería. Su influencia había sido opacada por el capital
de E.U., pero hacia 1900, con el descubrimiento de grandes yacimientos de petróleo su interés
revivió. La compañía inglesa El Águila Oil Company controlaba 58% de la producción del país
para 1910.
Tratando de arrebatarle el control sobre las vías de comunicación en México a los E.U., en
1907, Díaz formó la compañía Ferrocarriles Nacionales de México, y mediante una serie de
manipulaciones le otorgó el control de la mayoría de las vías férreas. Días canceló el contrato
de abastecimiento de petróleo para los ferrocarriles a la Mexican Petroleum Company
(compañía norteamericana) otorgándoselo a El Águila Oil Company. En 1908, se fundó la
Compañía Mexicana de Petróleos El Águila, entre cuyos socios estaban los ingleses y algunos
de los científicos.
Además, el gobierno mexicano otorgó a los ingleses grandes concesiones de tierras propiedad
del gobierno en los estados de Veracruz, San Luis potosí, Chiapas, Tamaulipas y Tabasco. (Son
lugares en donde era susceptible encontrar petróleo, nota del profesor).
Esto produjo un gran resentimiento de E.U. que se acrecentó cuando en 1905 México empezó
a convertirse en uno de los primeros productores de Petróleo del mundo.
Díaz esperaba liberarse de las ataduras del capital norteamericano, pero sólo que los E.U. le
retirara su apoyo (político) y buscara proteger sus intereses mediante un cambio de gobierno
en México. (Por lo que apoyaron políticamente a Madero).
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