La Especificidad de La Moral Cristiana
La Especificidad de La Moral Cristiana
La Especificidad de La Moral Cristiana
El cristianismo predica una moral específicamente nueva. Existe un valor moral nuevo: El amor cristiano, un
nuevo precepto: El mandamiento nuevo y una nueva virtud: La caridad.
El cristianismo propone un nuevo estilo de vida inaugurado por Jesús, al que el cristiano debe imitar. Por lo
tanto, la moral cristiana propone un camino de seguimiento e imitación de la vida de Jesús.
Es importante recordar que el mensaje moral revelado por Dios, cuyo cumplimiento está condicionado a que el
hombre recurra a su auxilio, pues algunas de sus exigencias superan las fuerzas naturales.
5. La moral cristiana no se mide por la ley "de lo justo", signo de "la perfección"
La altura moral a la que debe tender la existencia cristiana no se mide por la exigencia de una "moral de
mínimos", sino que demanda la perfección. Como enseña el Concilio Vaticano II: Todos los cristianos están
llamados a la santidad.
La moral cristiana no es, tanto la moral del pecado, cuánto la moral de la virtud.
6. Jesús no absolutiza los preceptos. Pero la ética cristiana contiene preceptos absolutos
La moral cristiana debe lograr la síntesis entre el papel de la conciencia y el valor de la norma moral. Si en el
pasado los manuales de moral exageraron el papel de la ley moral, en cambio en la actualidad se experimenta la
tentación de silenciarla y sobrevalorar el papel de la conciencia.
El cristianismo no es una moral de normas, pero sin embargo, el Nuevo Testamento menciona normas que el
cristiano está obligado a cumplir. Las normas no ocupan el primer lugar, ni su fin es ahorrar la autonomía de la
conciencia. Al contrario, la ley indica a la conciencia dónde están los verdaderos valores.
7. La moral predicada por Jesús es una moral de premio y castigo
Es evidente que las categorías premio-castigo están en baja en amplios campos de la cultura actual, desde la
escuela a la familia. Ello repercute en la moral cristiana. Incluso algunos de los que apuestan por los valores
éticos del cristianismo duda e incluso niegan que las malas conductas sean castigados por Dios, máxime si se
trata del castigo eterno, es decir, el infierno. Sin embargo, la pregunta del joven rico: ¿qué he de hacer para
conseguir la vida eterna? (Mt 19,16) plantea con rigor que la salvación encierra el sentido último del actuar
ético.
Negar que la conducta humana merece premio o castigo no solo se opone a la fe, sino que es carecer de un
mínimo de rigor intelectual en la lectura e interpretación del Nuevo Testamento. No obstante, tanto la actitud de
Jesús como sus enseñanzas destacan la actitud de Dios, siempre dispuesto a otorgar el perdón.
En resumen, la vida moral del cristiano, en última instancia, en su esencia, es procurar que Cristo se manifieste
totalmente en su vida: En sus pensamientos (1Co 2,13-15), en sus deseos (Col 3,2; Ef 4,7), en sus sentimientos
(Flp 2,5), en su libertad (Gal 2,4) y, por supuesto, en sus obras (Col 3,17-23). De este modo, el cristiano alcanza
una perfecta coherencia entre su ser y su actuar, entre lo que es por naturaleza y lo que vive, con el auxilio de la
gracia.