La Especificidad de La Moral Cristiana

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4.

La especificidad de la moral cristiana

El cristianismo predica una moral específicamente nueva. Existe un valor moral nuevo: El amor cristiano, un
nuevo precepto: El mandamiento nuevo y una nueva virtud: La caridad.
El cristianismo propone un nuevo estilo de vida inaugurado por Jesús, al que el cristiano debe imitar. Por lo
tanto, la moral cristiana propone un camino de seguimiento e imitación de la vida de Jesús.
Es importante recordar que el mensaje moral revelado por Dios, cuyo cumplimiento está condicionado a que el
hombre recurra a su auxilio, pues algunas de sus exigencias superan las fuerzas naturales.

10 características del mensaje moral cristiano


1. Lo decisivo no es el actuar, sino el ser
En el cristianismo la concepción del hombre es elemento primero. La antropología sobrenatural es el
presupuesto que fundamenta el mensaje moral del Nuevo Testamento. El cristiano encuentra las exigencias del
comportamiento moral en su mismo ser: Se trata de actuar conforme a lo que realmente es. Pues, precisamente
porque es cristiano debe actuar como cristiano. Esto es una autenticidad y fidelidad al propio ser.

2. Lo más importante no es el exterior, sino el interior


Si el bautizado ha experimentado una profunda transformación interior, hasta el punto de ser una nueva criatura
y un hombre nuevo, en lógica consecuencia, los imperativos morales proceden del interior mismo del hombre.
En ese sentido se expresó Jesús al afirmar que no es lo que entra del exterior lo que mancha el hombre, sino lo
que sale del interior. El Señor añade que del corazón provienen los malos pensamientos, los homicidios, los
adulterios, las fornicaciones, los robos, los falsos testimonios, las blasfemias (Mt 15,10-20; Mc 7,1-23), es
decir, el mal, pero también se puede fomentar originar el bien.
Asimismo la moral católica demanda como falta grave los pecados internos, ya que no es posible llevar una
vida moral si el hombre no cuida su propio interior. La grandeza ética de las personas se fragua en la pureza
moral de sus pensamientos, tendencias y deseos.

3. La moralidad cristiana es una moral de actitudes


Esta características no indica que los actos singulares se contrapongan a las actitudes, como si estás
constituyesen la moralidad y no las acciones puntuales. La moral contempla siempre la eticidad de las acciones
singulares. Por eso, no basta con cuidar los actos del individuo, sino que es necesario crear hábitos de conducta.

4. La moral neotestamentaria no es prioritariamente una "moral negativa", sino "positiva"


Actuar cristianamente será llevar a cabo las virtualidades que entraña una "nueva vida en Cristo" (Rm 6,4-15).
No es que el cristiano no esté obligado evitar el pecado, pues también el creyente está sometido a la tentación
del mal. Pero, junto con evitar el mal, ha de estar preocupado por llevar a cabo el bien.

5. La moral cristiana no se mide por la ley "de lo justo", signo de "la perfección"
La altura moral a la que debe tender la existencia cristiana no se mide por la exigencia de una "moral de
mínimos", sino que demanda la perfección. Como enseña el Concilio Vaticano II: Todos los cristianos están
llamados a la santidad.
La moral cristiana no es, tanto la moral del pecado, cuánto la moral de la virtud.

6. Jesús no absolutiza los preceptos. Pero la ética cristiana contiene preceptos absolutos
La moral cristiana debe lograr la síntesis entre el papel de la conciencia y el valor de la norma moral. Si en el
pasado los manuales de moral exageraron el papel de la ley moral, en cambio en la actualidad se experimenta la
tentación de silenciarla y sobrevalorar el papel de la conciencia.
El cristianismo no es una moral de normas, pero sin embargo, el Nuevo Testamento menciona normas que el
cristiano está obligado a cumplir. Las normas no ocupan el primer lugar, ni su fin es ahorrar la autonomía de la
conciencia. Al contrario, la ley indica a la conciencia dónde están los verdaderos valores.
7. La moral predicada por Jesús es una moral de premio y castigo
Es evidente que las categorías premio-castigo están en baja en amplios campos de la cultura actual, desde la
escuela a la familia. Ello repercute en la moral cristiana. Incluso algunos de los que apuestan por los valores
éticos del cristianismo duda e incluso niegan que las malas conductas sean castigados por Dios, máxime si se
trata del castigo eterno, es decir, el infierno. Sin embargo, la pregunta del joven rico: ¿qué he de hacer para
conseguir la vida eterna? (Mt 19,16) plantea con rigor que la salvación encierra el sentido último del actuar
ético.
Negar que la conducta humana merece premio o castigo no solo se opone a la fe, sino que es carecer de un
mínimo de rigor intelectual en la lectura e interpretación del Nuevo Testamento. No obstante, tanto la actitud de
Jesús como sus enseñanzas destacan la actitud de Dios, siempre dispuesto a otorgar el perdón.

8. La moral cristiana es una moral para la libertad


La moral cristiana está asentada sobre la afirmación de la libertad humana: Porque el hombre es libre, es
responsable de sus actos. La verdadera libertad se cumple sólo en la medida en que el hombre realiza el bien.
Ya los clásicos afirmaban que hacer el mal no era la libertad, ni siquiera una parte de la libertad, sino tan solo
signo de que el hombre era libre.
La verdadera libertad consiste en esa capacidad que tiene el hombre de poder hacer el mal y, sin embargo,
decide optar por el bien. Por eso el pecado no libera al hombre, sino que lo esclaviza. Por el contrario, la
práctica del bien conduce a la verdadera libertad.

9. Dimensión escatológica de la moral cristiana


Se nos advierte que de nada sirve ganar todo el mundo, si se pierde a sí mismo. No obstante, la esperanza de
una tierra nueva no debe amortiguar, sino más bien avivar la preocupación de perfeccionar esta tierra. El reino
está ya misteriosamente presente en nuestra tierra: Cuando venga el Señor, se consumirá su perfección.

10. La moral cristiana es una moral de la gracia y del amor


En la moral cristiana ocupa un lugar central la virtud de la caridad, y en el amor a Dios y al prójimo se resume
el quehacer moral. El amor a Dios es el primero en la jerarquía del precepto, pero el amor al prójimo es el
primero en el rango de la acción.
Finalmente, la moral cristiana es la moral de la gracia, no solo porque, sin la ayuda de Dios, es imposible
llevarla a cabo, sino también porque como se ha dicho, es el desarrollo de la vida de la gracia comunicada al
creyente en el bautismo. La moral cristiana consiste en el desarrollo de la nueva vida en Cristo.

La esencia del mensaje moral cristiano


Es necesario responder: ¿cuál es la esencia del mensaje moral cristiano? o ¿qué es ser cristiano en el campo de
la existencia?
La novedad de vida del cristiano viene dada por la realidad histórica de Jesús. Es decir, que la existencia
cristiana entraña comportamientos principales con Cristo Señor y demanda imitar su vida. La fe es iniciativa
divina que llama al hombre y le invita a seguirle, con el fin de que sea discípulo de Cristo e imite su vida.
Los elementos que integran la fe y que marcan la vida del creyente son: Llamada de Dios, respuesta del hombre,
seguimiento de Cristo, convertirse en discípulo suyo, imitar su vida e identificarse con Él.

En resumen, la vida moral del cristiano, en última instancia, en su esencia, es procurar que Cristo se manifieste
totalmente en su vida: En sus pensamientos (1Co 2,13-15), en sus deseos (Col 3,2; Ef 4,7), en sus sentimientos
(Flp 2,5), en su libertad (Gal 2,4) y, por supuesto, en sus obras (Col 3,17-23). De este modo, el cristiano alcanza
una perfecta coherencia entre su ser y su actuar, entre lo que es por naturaleza y lo que vive, con el auxilio de la
gracia.

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