Axiologia, Socrates, Platon y Aristoteles
Axiologia, Socrates, Platon y Aristoteles
Axiologia, Socrates, Platon y Aristoteles
Se entiende por valor moral todo aquello que lleve al ser humano a preservar
y crecer en su dignidad de persona.
En ese sentido, la axiología aparece como una parte de la ética, ética jurídica
o análisis crítico de los valores jurídicos, teoría de la justicia principalmente,
pero incluyendo también a los demás valores como los de libertad, paz,
igualdad, seguridad, etcétera. Entendemos entonces que la justicia se
considera el valor más importante dentro de la axiología jurídica: la justicia
no es dar o repartir cosas a la humanidad, sino el saber decidir a quién le
pertenece esa cosa por derecho.
“La interpretación del derecho, también conocida como hermenéutica, es
una de las cuestiones técnicas y teóricas de la acción del jurista, es una
cuestión esencial también en la práctica del derecho. Podría decir sin temor a
error que la correcta interpretación consigue la correcta aplicación, de ahí la
salvaguarda de los derechos subjetivos, incluso el principio de legalidad”.
Cuando estos productos se destinan no sólo a ser usados, sino ante todo a
ser cambiados se convierten en mercancías, y, entonces, adquieren un doble
valor, de uso y de cambio. El valor de cambio de la mercancía es indiferente a
su valor de uso; o sea, es independiente de su capacidad para satisfacer una
necesidad humana determinada, sólo un objeto útil puede tener un valor de
cambio. “El derecho tiene que ser reconocido y pensado como normativa que
expresa no simplemente intereses económicos, sino como condición de los
valores económicos, sociales y espirituales que se interpretan como voluntad
política”.
Así, se asegura que una cosa es la conducta moral y otra la conducta jurídica;
en tanto que el derecho opera al margen y, a veces, en contra de la moral
practicada.
Sólo existe un derecho o sistema jurídico único para toda la sociedad, aunque
dicho sistema no tenga el respaldo moral de todos sus miembros, así pues,
en la sociedad dividida en clases antagónicas sólo existe un derecho, ya que
sólo existe un estado, “por consiguiente, la coacción legal no es más que el
intento, supuestamente bona fide por parte de aquellos grupos organizados
que respaldan una proposición social para proporcionarles a otros sectores
del público un motivo (o un motivo adicional) para apegarse al
comportamiento que se prescribe en la proposición. Por supuesto, también
son posibles otros motivos para cumplir con las normas (aparte del consenso
y de la coacción). Una lealtad abstracta hacia cierto concepto de la ley como
derecho positivo, proveniente ya sea de la tradición formalista del derecho
común o de la tradición del positivismo legal de la jurisprudencia europea”.
Se puede anexar que el derecho y la moral regulan las relaciones que surgen
entre los sujetos, mediante sus respectivas normas; postulando una conducta
obligatoria o debida, las normas de ambas tienen el carácter de imperativos,
exigen que se cumplan, que los individuos se comporten en cierta forma, ya
que responden a una misma necesidad social, regular las relaciones de los
hombres con el fin de asegurar la unidad y el orden social.
La moral y el derecho tienen cambios al cambiar históricamente el contenido
de su función social, así como varía la moral de una época a otra o de una
sociedad a otra, así también sucede con el derecho.
Conclusiones
Uno de los aspectos teóricos que suscita el debate entre filósofos, sociólogos,
psicólogos y juristas es el problema de la naturaleza del valor. Alrededor del
concepto valor se mueven disímiles concepciones y enfoques, en
dependencia de la filiación filosófica del pensador, su cultura, experiencias
vitales y concepción científico particular teniendo en cuenta que la axiología
jurídica es aquella disciplina filosófica que estudia los valores y su evolución
histórica, mostrando los elementos sujetivos que determinan en el individuo
la creación de juicios de valor en su conciencia a la hora de actuar ante
determinadas situaciones en la sociedad.
Sócrates (en griego antiguo, Σωκράτης, Sōkrátēs; Alopece, Atenas, Antigua
Grecia, 470 a. C. - ib., 399 a. C.) fue un filósofo clásico griego considerado
como uno de los más grandes, tanto de la filosofía occidental como de la
universal. Fue maestro de Platón, quien tuvo a Aristóteles como discípulo,
siendo estos tres los representantes fundamentales de la filosofía de
la Antigua Grecia.
Legado
A la vez, fue capaz de llevar tal unidad al plano del conocimiento, al sostener
que el conocimiento es virtud y la ignorancia vicio. Su inconformismo lo
impulsó a oponerse a la ignorancia popular y al conocimiento de los que se
decían sabios, aunque él mismo no se consideraba un sabio, aun cuando uno
de sus mejores amigos, Querefonte, le preguntó al oráculo de Delfos si había
alguien más sabio que Sócrates, y la Pitonisa le contestó que no había ningún
griego más sabio que él (Apología 21a). Al escuchar lo sucedido, Sócrates
dudó del oráculo, y comenzó a buscar alguien más sabio que él entre los
personajes más renombrados de su época, pero se dio cuenta de que en
realidad creían saber más de lo que realmente sabían.
Filósofos, poetas y artistas, todos creían tener una gran sabiduría, en cambio,
Sócrates era consciente tanto de la ignorancia que le rodeaba como de la
suya propia. Esto lo llevó a tratar de hacer pensar a la gente y hacerles ver el
conocimiento real que tenían sobre las cosas.
Dos cosas hay que atribuir con justicia a Sócrates, por un lado el argumento
inductivo (επακτικοί λόγοι)12 y por otro la definición general (ορίζεσθαι
καθόλον) 13
Así el orden, la disciplina y la organización se lograría sólo a través del
cumplimiento dogmático de las leyes, -parece discernir- ¿aun a costa de la
vida? Sócrates responde -con su muerte- que sí. Y falleció creyendo que era
lo mejor para su sociedad, para el orden, para la Ley. Su sacrificio valió para
que muchos filósofos, juristas, etc, argumentaran la necesidad del apego y
respeto a la ley en forma dogmática y absoluta. Esto exponía la idea de que la
forma vale más que la sustancia o la verdad. Con la muerte de Sócrates
prevaleció la norma y no la vida. El carácter de su filosofía tenía en este
referente un carácter de subordinación.
Por otro lado, la preocupación por la ley, estaba engajado también en el fin
filosófico. La filosofía designaba la categoría legislativa, su función y
justificación; como lo expone Claude Du Pasquier que “La filosofía asignaba a
la legislación el fin más elevado: las leyes debían conducir al hombre a la
virtud oponiendo a las pasiones malsanas una sólida barrera.”[6]
- Platón - Aristóteles
Hay aquí una ruptura con las estructuras anteriores del orden. Este ya no
vendría de la naturaleza, ni de la divinidad, sino del sentido de justicia, y es el
pueblo el que decide el ordenamiento jurídico. Este pensamiento no surgió
del azar, sino que se produjo por una especie de gran revolución, que luego
de una serie de cuestionamientos dio como resultado la elaboración de una
determinada forma de orden jurídico.
Ninguna ciencia jurídica en sentido estricto puede explicar que sea derecho
en universal, sino únicamente lo que es el Derecho (o una parte del Derecho)
en un determinado tiempo. La definición del Derecho in genere es una
investigación que trasciende de la competencia de todas y cada una de las
ciencias jurídicas particulares: y constituye precisamente el primer tema de la
Filosofía del Derecho. Como lo dijo con gran justeza Y. Kant, las ciencias
jurídicas no responden a la cuestión “¿quid juris?” (qué es lo que debe
entenderse in genere por Derecho), sino únicamente a la pregunta “¿quid
juris?” (qué ha sido establecido como Derecho por un cierto sistema).
Sócrates
Sócrates (470-399 a.C.) fue un filósofo griego considerado uno de los más
grandes, tanto de la filosofía occidental como de la universal. Fue el maestro
de Platón, quien tuvo a Aristóteles como discípulo; estos tres son los
representantes fundamentales de la filosofía griega. Nació en Atenas, donde
vivió los dos últimos tercios del siglo V a.C., la época más espléndida en la
historia de toda la antigua Grecia. Desde muy joven, llamó la atención por la
agudeza de sus razonamientos y su facilidad de palabra, además de la fina
ironía con la que salpicaba sus tertulias con los ciudadanos jóvenes
aristocráticos de Atenas, a quienes les preguntaba sobre su confianza en
opiniones populares, aunque muy a menudo él no les ofrecía ninguna
enseñanza.
Sócrates y el Derecho
Según Sócrates, el buen ciudadano debe obedecer aun las malas leyes, para
no estimular al mal ciudadano a violar las buenas. Fue obediente con las
leyes de Atenas, pero evitaba la política. Creía que podría servir mejor a su
país dedicándose a la filosofía. No escribió ningún libro ni tampoco fundó una
escuela regular de filosofía.
Fue así el iniciador del intelectualismo, pues establece una relación entre el
saber y el actuar, y la dependencia del actuar con el conocimiento. Principios
aplicados inclusive en el Derecho actual al establecer la culpabilidad de las
personas. El pensamiento socrático no define la libertad como la capacidad
de realizar cualquier conducta que se desea, esto debido a que el hombre no
es considerado por Sócrates como racional, sino que tiene la capacidad de
llegar a serlo, pero para esto necesita redescubrir sus conocimientos y
conocer el bien.
Los conceptos como el bien, la justicia, la belleza, etc., son para Sócrates de
carácter universal, subsisten de manera idéntica para todas las personas en
todas las épocas, en oposición radical al relativismo y convencionalismo de
los sofistas. Constantemente investiga en el ámbito de la Ética acerca de
conceptos generales o universales, tratando de alcanzar determinación y
definición de los mismos, de su esencia permanente, de aquello en lo que
consiste lo bueno, lo bello, lo justo en sí.
El intelectualismo moral
Platón
Plantea cinco formas de gobierno y tipos humanos que las encarnan. “La
República”.
El más estable; pero se destruirá con el tiempo por los errores en las uniones
sexuales, dará paso a:
d) democracia: todos (libertad, todos iguales, esclavos libres etc. Visto con
recelo por Platón).
Se corrompe por sus excesos, por la licencia y el libertinaje, y da paso a su
antónimo:
– Ya lo veo -dijo.
– Iguales que nosotros -dije-, porque en primer lugar, ¿crees que los que
están así han visto otra cosa de sí mismos o de sus compañeros sino las
sombras proyectadas por el fuego sobre la parte de la caverna que está
frente a ellos?
– Y si pudieran hablar los unos con los otros, ¿no piensas que creerían estar
refiriéndose a aquellas sombras que veían pasar ante ellos?
– Forzosamente.
– Entonces no hay duda -dije yo- de que los tales no tendrán por real ninguna
otra cosa más que las sombras de los objetos fabricados.
II. –Y si se le obligara a fijar su vista en la luz misma, ¿no crees que le dolerían
los ojos y que se escaparía, volviéndose hacia aquellos objetos que puede
contemplar, y que consideraría que éstos son realmente más claros que los
que le muestra?
– Así es -dijo-.
– ¿Cómo no?
– Y por último, creo yo, sería el sol, pero no sus imágenes reflejadas en las
aguas ni en otro lugar ajeno a él, sino el propio sol en su propio dominio y tal
cual es en sí mismo, lo que él estaría en condiciones de mirar y contemplar.
– Necesariamente -dijo-.
– Efectivamente.
– Eso es lo que creo yo -dijo-: que preferiría cualquier otro destino antes que
aquella vida.
– Ahora fíjate en esto -dije-: si, vuelto el tal allá abajo, ocupase de nuevo el
mismo asiento, ¿no crees que se le llenarían los ojos de tinieblas, como a
quien deja súbitamente la luz del sol?
– Ciertamente -dijo-.