Ellos Se Encontraron Con Jesus
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Ellos Se Encontraron Con Jesus
JESÚS
UNOS SABIOS DE ORIENTE MATEO 2:1-12
QUIÉNES ERAN
Muchos estudiosos de las Escrituras están de acuerdo en afirmar que los personajes que visitaron
a José, María y el Jesús infante, ni eran tres –número que en ningún momento se menciona en la
Biblia- ni tampoco eran reyes. Ambas cosas provienen de la tradición de los países católicos como
España.
Los hombres sabios de oriente habían sido guiados por una estrella que, según su especulación
astrológica, indicaba el nacimiento, la aparición de un rey. Al encaminarse dicha estrella hacia las
tierras de Judea su conclusión fue clara, ha nacido el rey de los judíos. Así pues, hacia aquella
tierra se encaminaron con un propósito muy claro, adorar al rey recién nacido.
Así lo piensan los estudiosos bíblicos haciendo referencia al texto del evangelio de Mateo. Por un
lado, José, María y Jesús ya no estaban en el precario alojamiento que recibieron la noche del
nacimiento del Mesías. El versículo 11 del texto base indica que la familia habitaba en una casa, lo
cual indica que se habían instalado de forma permanente en Belén, como también lo indicaría su
huida desde allí a Egipto y el rango de edad de los niños que ordenó matar Herodes. Finalmente,
el viaje desde Persia, probable lugar de origen de los sabios, hasta Jerusalén debió de llevarles un
tiempo considerable.
Otra cosa que llama la atención de su encuentro, además de la proactividad ya mencionada, fue
su capacidad para interpretar los signos que indicaban dónde encontrar a Jesús y cuál era su
naturaleza. De la observación de la estrella dedujeron el nacimiento de un rey muy especial –
como lo demuestra el tipo de regalos que le ofrecieron- también dedujeron que siguiéndola,
podrían encontrarlo.
No parece ser que la humildad del entorno en que encontraron a su tan buscado rey les
impresionara negativamente a juzgar por el modo en que reaccionaron.
La expresión griega en el versículo 10 podría traducirse de forma literal por un extraordinario gran
gozo. Este fue el primer impacto que los sabios tuvieron en su vida tras encontrarse con Jesús, un
increíble gran gozo, algo que veremos repetido, muy a menudo, en las diferentes personas que
tuvieron un encuentro personal con Jesús.
El segundo impacto que el encuentro les produjo fue una actitud de adoración. La postración, es
una conducta típicamente persa delante de la realeza y/o la divinidad. En Jesús, ambas cosas
convergen y aquellos hombres sabios tuvieron la capacidad de reconocerlo e identificarlo y
reaccionaron expresando su adoración postrándose tan largos como eran en el sencillo suelo de
aquella casa.
El tercer impacto es que le ofrecieron a Jesús sus presentes. Muchos estudiosos de la Biblia nos
han explicado el significado simbólico de cada uno de los tres dones que Jesús recibió
(precisamente, porque son tres dones, se sugiere y se infiere que debían ser tres sabios). Todos
estos dones, el oro, el incienso y la mirra estaban asociados con la realeza y la divinidad
En nuestra sociedad hay tantas demandas de tiempo de tantas fuentes diferentes que nuestras
agendas y nuestras vidas pueden colapsarse totalmente e impedirnos la búsqueda activa,
persistente, constante de Jesús.
Incluso nuestras cargadas agendas eclesiásticas pueden llenar nuestro tiempo de actividades
piadosas que, tristemente, satisfagan nuestra necesidad de religiosidad pero nos alejen de la
búsqueda activa de Jesús.
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La segunda aplicación es que la búsqueda de Jesús tiene como propósito adorarlo, reconocer
quién es Él, reconocer su papel en el mundo, la historia y nuestras vidas personales. A Jesús nos
acercamos con demasiada frecuencia para obtener satisfacción a nuestras necesidades, a
menudo, legítimas, otras, simplemente caprichos y deseos. La adoración significa reconocimiento,
es un cierto tipo de rendición, de sumisión, de total entrega a la divinidad.
La tercera aplicación es ofrecer nuestros dones. En Colosenses 3:23 el apóstol Pablo nos indica
que todo, absolutamente todo lo que hagamos, debemos hacerlo para el Señor. Nosotros no
presentamos en nuestra adoración al Señor oro, incienso o mirra, le presentamos una vida de
santidad, un trabajo profesional hecho con excelencia, un rendimiento académico por encima de lo
normal, una actitud hacia la gente motivada por el deseo de agradar a Dios. Todo, absolutamente
todo lo que hacemos, se convierte en sagrado y en una expresión de adoración y alabanza
cuando es hecho con la motivación de agradar a Dios. Es entonces cuando nuestra vida se
convierte en un auténtico sacrificio vivo, santo y agradable a Dios.
PREGUNTAS DE APLICACIÓN
1. ¿Qué significa en tu vida personal una búsqueda proactiva de Dios?
2. ¿Qué obstáculos se interponen en tu búsqueda activa de Jesús?
3. ¿Cómo puedes superarlos?
4. ¿Qué significa de forma práctica adorar a Jesús?
5. ¿De qué modo tu estilo de vida cotidiano es una forma de adoración y alabanza al Señor? Sé
práctico en tu respuesta.
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ELLOS SE ENCONTRARON CON 2
JESÚS
JUAN EL BAUTISTA MATEO 3
QUIÉN ERA
Juan era hijo de Zacarías, un sacerdote de la familia de Aarón, e Isabel, prima de María, la madre
de Jesús.
El nacimiento de Juan, al igual que el de Jesús, fue milagroso ya que Isabel era estéril y, además,
en el momento del nacimiento de su hijo, demasiado anciana para poder tener descendencia. Un
ángel se apareció a Zacarías un día que estaba ministrando en el templo y le anunció que el
Señor había escuchado su oración y, por tanto, su esposa tendría un niño.
Aquel niño sería muy especial por varias razones. En primer lugar porque era primo carnal de
Jesús, en segundo, porque su concepción y nacimiento fueron milagrosos y, en tercero y último
lugar, porque fue un niño que nació para el cumplimiento de una misión, Juan debía de ser el
precursor, el anunciador, aquel que prepararía el camino para el advenimiento de Jesús, el
Mesías, el Salvador del mundo.
“muchos se alegrarán de su nacimiento, porque tu hijo va a ser grande delante del Señor. No
beberá vino ni licor, y estará lleno del Espíritu Santo desde antes de nacer. Hará que muchos de la
nación de Israel se vuelvan al Señor su Dios. Irá Juan delante del Señor con el espíritu y el poder
del profeta Elías, para reconciliar a los padres con los hijos y para que los rebeldes aprendan a
obedecer. De este modo preparará al pueblo para recibir al Señor”
Este fue el mensaje dado por el ángel con respecto a Juan. El decía acerca de sí mismo:
“Yo, ciertamente os bautizo con agua para invitaros a que os convirtáis a Dios; pero el que viene
después de mí os bautizará con el Espíritu Santo y con fuego. Él es más poderoso que yo, que ni
siquiera merezco llevarle las sandalias
El pueblo judío, en la época de Jesús, tenía asumida la idea de que la venida del Mesías estaría
precedida por la aparición de un heraldo que la anunciaría y prepararía su llegada. Algunos
pensaban, basados en el texto de Malaquías 4:5, que sería literalmente Elías quien vendría para
preparar el camino del esperado redentor de Israel.
Juan cumplió de manera fiel la tarea encomendada por el Señor, vio concretado el trabajo al que
había sido llamado y lo desempeñó de forma correcta, tanto que el propio Jesús tuvo unas
increíbles palabras de reconocimiento para él,
Cuando se fueron, Jesús comenzó a hablar a la gente acerca de Juan, diciendo: ¿Qué
salisteis a ver al desierto? ¿Una caña sacudida por el viento? Y si no, ¿Qué salisteis a
ver? ¿Un hombre lujosamente vestido? Los que se visten lujosamente están en las casas
de los reyes. En fin, ¿a qué salisteis? ¿A ver un profeta? Si, verdaderamente a uno que es
mucho más que un profeta. Juan es aquel de quien dice la Escritura: “Yo envío mi
mensajero delante de ti para que te prepare el camino” Os aseguro que, entre todos los
hombres, ninguno ha sido más grande que Juan el Bautista. (Mateo 11:7-11)
Para poder realizar esta tarea Dios nos ha colocado a cada uno de nosotros en un entorno único y
diferente. Unos, en el ámbito de la iglesia. Otros, en el de la cultura, la política, las ciencias, las
artes, los negocios, la sanidad, los servicios y así, un largo y largo etcétera.
Para llevar a cabo esta tarea de ser sus testigos, sus enviados a misionar a tiempo completo a
esos entornos, el Señor nos ha equipado con talentos naturales y con dones espirituales que nos
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capacitan para ser testigos útiles, luces en medio de la oscuridad, una encarnación viva del
mensaje en las diferentes esferas de nuestra sociedad.
Descubrir y cumplir esa misión trae consigo, no sólo una contribución que ayuda a la expansión y
edificación del Reino, sino también realización personal, desarrollo espiritual y crecimiento como
seres humanos integrales, todo esto, sin olvidar que, del mismo modo que Juan lo tuvo, el
cumplimiento de la misión conlleva reconocimiento de parte de Dios, bien hecho, siervo fiel y
diligente, has sido fiel en lo poco, te pondré sobre lo mucho.
PREGUNTAS DE APLICACIÓN
1. ¿Te has parado a pensar en cuál es la misión única y singular que Dios desea que hagas?
2. ¿En qué entornos, esferas, áreas de la sociedad te ha colocado Dios para ser testigo que
nadie más puede ser?
3. ¿De qué modo te ha capacitado el Señor para sea tu singular tarea?
4. ¿Has descubierto los dones que el derramado sobre ti para capacitarte para la tarea?
5. En caso negativo, ¿Cómo puedes descubrirlos? ¿Quién puede ayudarte?
6. ¿Has pensado cómo tus talentos y habilidades naturales se relacionan con tu tarea?
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ELLOS SE ENCONTRARON CON 3
JESÚS
CUATRO PESCADORES MATEO 4:18-22
QUIÉNES ERAN
De la lectura de los evangelios parece deducirse que cuando Jesús decidió comenzar su
ministerio en Galilea no se instaló en Nazaret, la ciudad donde había crecido, sino que fue a vivir a
Capernaum, una pequeña localidad costera, en la orilla del lago de Genesaret, también conocido
como el mar de Galilea.
Capernaum era una población en la que había negocios pesqueros, probablemente pequeñas
empresas familiares que podían tener una o más barcas y se dedicaban a la pesca en agua dulce.
El pasaje de Mateo y Lucas narra el encuentro de Jesús con dos grupos de pescadores, Pedro y
Andrés y, posteriormente, Santiago y Juan.
De Pedro y Andrés sabemos que eran hermanos, tenían una inquietud espiritual y ya conocían a
Jesús. En el capítulo primero del Evangelio de Juan se nos narra lo que parece ser un primer
encuentro entre Andrés, quien abiertamente es identificado como seguidor del Bautista y Jesús y
como Andrés, tras este encuentro fue en busca de su hermano Pedro quien también tuvo la
oportunidad de ver a Jesús.
Ahora bien, este encuentro previo a los hechos narrados por Mateo en su evangelio no le quita
ningún mérito a lo que posteriormente sucedió.
Hay un segundo grupo de hermanos, Santiago y Juan. De ellos se nos dice que también se
dedicaban al negocio de la pesca pero no se nos da ninguna referencia acerca de un posible
encuentro previo con el Maestro.
De Santiago y Juan se nos hace saber que estaban remendando las redes. La reparación de las
artes de pesca es una de las labores básicas e importantes de todo pescador. Después de una
noche de pesca es preciso un cuidadoso mantenimiento para volverlas a tener listas para su uso.
Vale la pena enfatizar el encuentro de Jesús con gente normal, gente trabajadora, en el contexto
de su vida cotidiana.
QUÉ IMPACTO PRODUJO EL ENCUENTRO EN SUS VIDAS
Jesús llamó a estas cuatro personas a seguirle, convertirse en sus discípulos y abrazar una
misión, convertirse en pescadores de hombres.
Jesús es descrito en las Escrituras como un rabí, un maestro. Los discípulos de un rabí judío no
eran simplemente alumnos que acudían a una escuela a aprender conceptos teóricos religiosos.
Los maestros vivían de forma itinerante y los discípulos, aquellos que decidían seguirles, se
convertían en íntimos seguidores del rabí y de su estilo de vida.
El encuentro con Jesús produjo en estos cuatro hombres dos resultados importantes. En primer
lugar creó en ellos una respuesta firme y decisiva, de Andrés y Pedro la Escritura menciona que al
momento dejaron sus redes y se fueron con él. En cuanto a Santiago y Juan, la expresión utilizada
es al punto, dejando ellos la barca y a su padre, le siguieron.
En segundo lugar podemos observar que el seguimiento de Jesús les implicó a los cuatro el tener
que pagar un precio. Seguir a Jesús significó un dejar. En el caso de Pedro y su hermano, la
seguridad de su negocio pesquero. En el de Juan y Santiago, el evangelista es un poco más
específico y nos señala que para ellos, no únicamente implicó el dejar la seguridad económica del
negocio paterno, sino también el dejar sus familias y dar prioridad al llamamiento de Jesús.
Así pues, el encuentro con Jesús nos reta a seguirle, no hay otra opción, no hay pasividad posible.
Sin embargo este seguimiento del maestro nos implica el tener que pagar un precio. No hay
seguimiento sin precio, no hay seguimiento sin dejar atrás cosas, relaciones, valores, prioridades,
estilos de vidas, fidelidades y lealtades. No es posible seguir a Jesús y continuar en el negocio de
la pesca.
Para estos cuatro hombres el seguir a Jesús les implicó dejar sus ocupaciones y, en el caso de
Santiago y Juan, también sus familias. No pretendo que nos quedemos con lo superficial, no estoy
diciendo que todo aquel que quiere seguir a Jesús debe dejar su trabajo y familia. Estoy indicando
que el principio que nos señala el evangelio es que no hay seguimiento sin precio, sin dejar y,
como veremos muy a menudo en otros encuentros de gente con Jesús, cada uno tiene que
identificar su precio y su disponibilidad a pagarlo.
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PREGUNTAS DE APLICACIÓN
1. Jesús no permite ni da lugar a la pasividad, siempre nos invita a seguirle y a su invitación
podemos responder afirmativa o negativamente ¿Cuál ha sido tu respuesta?
2. ¿Cuáles son las evidencias de que en tu vida se está produciendo un auténtico seguimiento
de Jesús?
3. No hay seguimiento sin precio a pagar, sin un dejar ¿Cuál es tu precio? ¿Qué debes dejar?
4. ¿Hay disponibilidad en ti para hacerlo? ¿Estás pretendiendo seguir y pescar al mismo tiempo?
5. ¿Qué te invita la Biblia a hacer al respecto?
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ELLOS SE ENCONTRARON CON 4
JESÚS
CUATRO PESCADORES 2 LUCAS 5:1-11
IDEA PRINCIPAL
JESUS NOS INVITA A CONFIAR EN SU SABIDURÍA Y NO EN NUESTRA PROPIA
EXPERIENCIA O PERSPICACIA
QUIÉNES ERAN
Las presentaciones resultan innecesarias en este encuentro puesto que ya tuvimos la oportunidad
de introducir debidamente a Pedro, Andrés, Juan y Santiago. Sin embargo, en este pasaje el
protagonista central es Pedro, Santiago y su hermano son meramente nombrados y, Andrés, no
es mencionado en el texto, aunque por lo que sabemos del pasaje paralelo que anteriormente
tuviste la oportunidad de considerar y lo que deducimos del versículo 4 de texto de Lucas, que usa
un tiempo verbal plural, Andrés debía estaba presente.
Sabemos por las Escrituras que Jesús se trasladó allí al comenzar su ministerio público
abandonando su lugar habitual de residencia hasta entonces, Nazaret. También, todo parece
indicar, que esa misma población era el centro donde tenían ubicado su negocio de pesca los
cuatro pescadores.
Aquí el encuentro se produce en el contexto del ministerio de Jesús. Una multitud considerable se
había reunido para escucharlo y le apretujaban, lo cual debía de hacer muy incómodo el que
pudiera dirigirse a las personas y enseñarles debidamente.
El texto indica que Jesús vio que había dos barcas situadas en la playa. De las mismas habían
bajado los pescadores para lavar las redes, trabajo que debía realizarse al final de la jornada
laboral. Jesús subió a la barca de Pedro y le indicó que se alejara un poco de la orilla. Desde esta
nueva posición continuó enseñando a la gente acerca del mensaje de Dios.
Cuando terminó de hablar Jesús les indicó que bogaran lago adentro y echaran las redes. Sin
duda Jesús debía ser bien consciente de que aquellos hombres no habían pescado nada la noche
anterior. Las redes estaban siendo limpiadas y, no debía de haber pescado a la vista que mostrara
el fruto de su trabajo.
La reacción de Pedro, un profesional del ramo y buen conocedor del lago, fue la que se podía
esperar, Maestro, hemos estado trabajando toda la noche sin pescar nada; pero, puesto que tú lo
mandas echaré las redes. Pedro sabía que en el lago si no se pesca por la noche, ya no se pesca
y, por consiguiente, la sugerencia del Maestro parecía carecer de todo sentido. A pesar de ello, en
obediencia a su sugerencia actuó.
Como has podido comprobar en el texto la pesca fue tan abundante que las redes se rompían
debido a la gran cantidad de pescado que habían obtenido. Necesitaron pedir ayuda a la barca de
Juan y Santiago que también llenaron su barca. El evangelista indica que faltaba poco para que
las dos barcas se hundieran.
Un segundo impacto que Lucas nos indica que todo aquel episodio causó, fue un gran temor entre
los pescadores, no únicamente en Pedro, que en el texto es el que parece vivir más intensamente
la experiencia, sino también en sus compañeros. ¿Quién era aquel hombre? ¿Qué extraños
poderes manifestaba?
El encuentro con Jesús produjo en Pedro un tercer impacto, una clara conciencia de ser pecador.
No sabemos hasta que punto, en aquel instante, el pescador tenía una clara comprensión de
quién era Jesús, pero ciertamente tuvo una clara comprensión de su santidad y de su propia
indignidad y pecado.
Pedro sentía que no debía de estar en la presencia del Maestro y, por eso, le pidió que se
apartara de él dada su condición de pecador. Si nos damos cuenta, hay un claro paralelismo con
la experiencia de Isaías, quien ante la presencia del Dios tres veces santo, también sintió una gran
sensación de temor e indignidad provocada por su propia conciencia de pecado.
Siguiendo con el paralelismo de Isaías, quien fue comisionado por Dios para llevar a cabo una
misión, vemos que sucedió lo mismo con Pedro. Jesús le hizo una afirmación de confianza y le
comunicó su misión para él, desde ahora vas a pescar hombres.
Un último impacto que se produjo en la vida de aquellos hombres, que ya vimos en el encuentro
anterior narrado en Mateo, fue su seguimiento de Jesús pagando para ello un gran precio, lo
dejaron todo y se fueron con Jesús.
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QUÉ APLICACIÓN TIENE PARA NOSOTROS
A menudo, cuando nos encontramos con Jesús, nos invita a echar nuestras redes. Jesús nos reta
a tomar decisiones, a llevar a cabo acciones, a responder delante de circunstancias, de maneras
que desafían nuestra lógica, nuestro sentido común y nuestra experiencia acumulada acerca de la
vida.
Sus consejos contradicen lo que, en general, es el proceder habitual y normal del mundo en que
nos ha tocado vivir e intentar poner en práctica lo que Él nos indica no parece que vaya a
llevarnos a ningún lado o, incluso, en muchas ocasiones parece que únicamente empeora nuestra
ya complicada situación. Un encuentro con Jesús es un desafío a confiar en su sabiduría y no en
nuestra propia experiencia lo cual, siempre implica un paso de fe, una acción que debe ser
tomada para poder experimentar que Él tenía razón.
Muy a menudo un encuentro con Jesús trae a nuestra vida una clara conciencia de nuestro
pecado. Jesús es santo y su santidad hace que se ponga de manifiesto, simplemente por
contraste, la realidad de que somos pecadores. No es de extrañar que tantas personas se sientan
incómodas ante Jesús y, en ocasiones, ante la simple conversación sobre temas religiosos. El
Maestro tiene la capacidad de sacudir nuestro delicado equilibrio moral, nuestro juego de
racionalizaciones y justificaciones de nuestro pecado y, de manera clara y directa, pone de
manifiesto que existe el pecado en nuestra vida y que es una realidad.
Como en el caso de Isaías, ya mencionado anteriormente, nuestro pecado, que Jesús pone de
manifiesto, es perdonado y somos invitados a seguirle con un propósito, eso sí, sin olvidar que
tendremos que pagar un precio. Pero de eso ya hemos hablado.
PREGUNTAS DE APLICACIÓN
1. Echar las redes. ¿Qué circunstancias o situaciones en tu vida representan un reto a echar las
redes, es decir, confiar en la sabiduría de Jesús y no en tu propia experiencia o perspicacia?
2. ¿Qué te impide hacerlo? ¿Qué pasos de fe deberías dar?
3. ¿Estas huyendo de la presencia de Jesús porque eres consciente de la existencia de pecado
en tu vida? ¿Qué nos enseña este pasaje acerca de cómo afrontar el pecado? ¿Cómo puede
ayudarte en este sentido el pasaje de Isaías 8?
4. Toma un tiempo para encontrarte con Jesús. Permite que Él te hable, sé sensible a lo que
pueda decirte acerca del pecado, la misión y el precio de seguirle.
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ELLOS SE ENCONTRARON CON 5
JESÚS
TODOS LOS QUE SUFRÍAN
ALGÚN MAL MATEO 4:23-25
IDEA PRINCIPAL
JESÚS MINISTRA LAS NECESIDADES INTEGRALES DEL SER HUMANO.
QUIÉNES ERAN
Parece ser que la fama de Jesús se había extendido por todas las regiones cercanas a Galilea y,
consecuentemente, todo tipo de personas sufriendo de diferentes enfermedades, dolencias e
incluso posesiones demoníacas salieron al encuentro del Maestro para que este las curara.
Vale la pena mencionar que Mateo hace una distinción entre epilépticos y endemoniados.
Contrariamente a lo que muchas personas actualmente creen, los antiguos no personas eran
ignorantes y sin cultura que confundían simples enfermedades mentales con posesiones del
diablo. Se consideraba una posesión cuando un espíritu maligno tomaba el control de un individuo
y actuaba y hablaba a través del mismo independientemente de su conciencia y voluntad.
Sin duda, la noticia se extendió por toda la región y las zonas vecinas de Siria y Decápolis,
habitadas estas por población gentil no judía, y consecuentemente, trajeron a Jesús a personas
que sufrían todo tipo de dolencias y a los endemoniados. Jesús curó y ministró a todos ellos.
Es importante notar que Jesús llevó a cabo un ministerio integral a las personas. Él no
únicamente predicaba, no estaba exclusivamente preocupado por las necesidades espirituales.
Jesús también sanaba y liberaba a aquellos que estaban sometidos a posesión demoníaca. El
Maestro tenía un acercamiento integral a las necesidades de las personas con las que se
encontraba.
QUÉ IMPACTO PRODUJO EL ENCUENTRO EN SUS VIDAS
Cada persona recibió de Jesús aquello que necesitaba. Algunos recibieron la buena noticia del
Reino de Dios, del interés que el Padre tiene por todo ser humano y su deseo de reconciliarse con
ellos.
Otros, sin embargo, fueron sanados de enfermedades, curados de sus parálisis y liberados de su
opresión espiritual. Recibieron aquello que buscaban y necesitaban. En ocasiones hacemos
lecturas “espiritualistas” de estos pasajes y damos por sentado, que el Maestro, sin duda, no sólo
los sanó, sino que también les predicó el evangelio.
Pero son muchas las evidencias en los relatos de los evangelistas que nos muestran que en
muchas ocasiones no fue así. Que hubo situaciones en las que Jesús sanó y no predicó y en
otras, que predicó y no sanó. En cada momento, en su discernimiento, Jesús ministró a cada
persona según su necesidad y cada uno de ellos fue visto por Él como un ser humano integral, no
un alma que necesitaba ser salvada. Dios no salva almas, Él está interesado en la salvación de
personas.
En segundo lugar, el pasaje de Mateo nos habla de algo especialmente precioso, nos cuenta de
aquellos que llevaron hasta Jesús a los enfermos, a los lisiados, a los epilépticos y a los
endemoniados. Nos menciona a personas que tuvieron el suficiente interés y preocupación por
aquellos que, debido a su incapacidad, impotencia o ignorancia, no podían tener aquel encuentro
transformador. Esto nos reta a pensar en todos aquellos a nuestro alrededor que precisan de esta
oportunidad transformadora y que sólo podrá venir si nosotros, conscientes de su ignorancia,
impotencia y necesidad, les ayudamos a acercarse a Jesús.
PREGUNTAS DE APLICACIÓN
1. Jesús quiere ministrarte hoy en tus necesidades ¿Cuáles son? ¿En qué áreas necesitas ser
ministrado y transformado por el Maestro?
2. Toma un tiempo para hablar con Él. Piensa que te ve de forma integral, que todo en ti le
preocupa y le concierne. Habla con Jesús acerca de tus necesidades, pídele que te ministre.
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3. ¿Qué personas hay a nuestro alrededor que necesitan acercarse a Jesús pero no tienen quien
les lleve? ¿Cuál es tu responsabilidad hacia ellos? ¿Qué puedes hacer por ellos?
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ELLOS SE ENCONTRARON CON 6
JESÚS
UN LEPROSO MATEO 8:1-4; MARCOS 1:40-45;
LUCAS 5:12-16
IDEA PRINCIPAL
JESÚS, NO SÓLO NO RECHAZA A LOS MARGINADOS DE LA SOCIEDAD, SINO QUE LES
DEVUELVE SU DIGNIDAD Y LOS RESTAURA.
QUIÉN ERA
La lepra era, en el mundo antiguo, una auténtica maldición. Las personas que padecían esta
terrible enfermedad eran consideradas auténticos parias dentro de la sociedad. Estaban
condenados a vivir fuera de su entorno social habitual, no podían convivir con su familia ni podían
vivir en sus comunidades sino lejos de todo trato con el resto de los seres humanos, a excepción,
de aquellos que padecían lepra como ellos.
Por eso no era extraño que los leprosos vivieran en comunidades de marginados que sobrevivían
de la caridad de los sanos que, de tiempo en tiempo, les hacían llegar alimentos. Los enfermos de
lepra estaban obligados a vivir alejados de las personas sanas y, bajo ningún concepto acercarse
a éstas. Si por razón de necesidad debían desplazarse, y eso forzara un encuentro con una
persona sana, debían evitarlas y anunciar de forma clara y alta su condición de enfermos para que
los demás pudieran evitarlos y mantener la distancia necesaria de prevención.
Pero en Israel, a la ya triste situación que de por sí implicaba la lepra, había que añadir la
marginación religiosa. Alguien que padecía esta enfermedad, no solamente estaba excluido de la
vida social de su comunidad, sino también de la vida religiosa. Un leproso era considerado
ritualmente impuro y, por tanto, no podía acercarse y participar de la vida espiritual del pueblo
judío. No es de extrañar pues, que la lepra fuera considerada como un auténtico castigo de Dios a
causa de la vida pecaminosa de la persona.
Así pues nos encontramos que este personaje era un marginado social y religioso, sin embargo,
Jesús le prestó su atención, amor y le ministró.
Así pues, en este contexto, cuando Jesús había acabado una de sus predicaciones más
importantes y significativas tuvo el encuentro con un leproso que osadamente se acercó hasta él y
claramente le verbalizó su petición, Señor, si quieres, puedes limpiarme de mi enfermedad.
En segundo lugar Jesús lo tocó. Tocarlo tenía dos implicaciones para Jesús y una para el leproso.
Para el Maestro existía el riesgo natural de contagio, no olvidemos que Jesús era un auténtico ser
humano y, como consecuencia experimentaba el dolor y no era ajeno a la enfermedad ni
invulnerable. Al tocarlo, algo totalmente innecesario para la curación de aquel hombre, Jesús se
volvía impuro desde el punto de vista ritual y, por tanto, no podía participar en la vida religiosa de
Israel.
Pero como indicamos anteriormente, tenía una muy importante implicación para el enfermo.
Tocándolo, Jesús lo estaba restaurando emocionalmente. El toque transmitía afecto, cuidado,
preocupación y dignidad. ¿Podemos imaginar cuánto tiempo hacía que nadie había tocado a esa
persona? El toque de Jesús, innecesario como era para su curación, implicó una curación
emocional que debió ser, tan significativa o más para aquel ser humano como su curación física.
El Maestro afirmó, Quiero: ¡Queda limpio! Jesús lo curó restaurando su condición física, pero no
acabó allí la preocupación del Señor.
Añadió, preséntate al sacerdote. El sacerdote era quien debía dictaminar su limpieza, es decir,
que había desaparecido la enfermedad. Este dictamen era importante y totalmente necesario para
que aquel hombre pudiera nuevamente reincorporarse a la comunidad de Israel y volver a tener
una vida normal, posiblemente en el seno de su antigua familia. Jesús estaba preocupándose por
su restauración social, después de haberse preocupado por su restauración física y emocional.
Pero tampoco acabó aquí la transformación que sufrió aquel hombre. Para finalizar, Jesús le dijo,
lleva la ofrenda ordenada por Moisés; así sabrán todos que ya estás limpio de tu enfermedad.
Había una transformación más que debía producirse en él, era su restauración espiritual. Podía
presentar la ofrenda, ya no sería un marginado espiritual incapacitado para acercarse al Señor. La
maldición se habría acabado, podía acercarse al Señor y presentar su ofrenda.
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¿Qué impacto produjo este encuentro con Jesús? Una restauración integral de un ser humano,
una salvación integral que tiene sus dimensiones físicas, emocionales, sociales y espirituales.
Esto tiene dos importantes aplicaciones para nosotros. La primera es que no existe nada en
nuestras vidas, por grave que pueda ser a nuestros ojos o a los ojos de la sociedad en que
vivimos, que pueda impedir que nos acerquemos a Jesús para recibir de Él ministración. No
cambiamos para ser aceptados por el Maestro, nos acercamos a Él para ser cambiados.
La segunda aplicación tiene que ver con nuestra actitud hacia aquellos que la sociedad margina,
aparta y condena al ostracismo emocional, social, religioso, político o económico. Ver el ejemplo
de Jesús nos plantea cuál es nuestra actitud hacia los leprosos, no en un sentido literal, sino en un
sentido metafórico de nuestra sociedad, ¿Estamos dispuestos a tender nuestra mano para
restaurarlos emocional, social, cultural, política y espiritualmente? o, por el contrario, ¿Huimos
aterrorizados ante la posibilidad de ser contagiados y perder nuestra pureza espiritual?
PREGUNTAS DE APLICACIÓN
1. ¿Existen en tu vida cosas, del tipo que sea, que te hacen sentir que es indigno que trates de
acercarte a Jesús? Si es así ¿Cuáles son?
2. ¿Qué te enseña el encuentro del leproso con Jesús acerca de la actitud que puedes esperar
del Maestro hacia ti?
3. ¿Quiénes son los “leprosos” en tu entorno?
4. ¿Estás favoreciendo que se puedan acercar al Maestro? ¿Estás obligándoles activa o
pasivamente a que vivan en la marginalidad?
5. ¿Qué debes hacer al respecto? ¿Qué te pide Jesús que hagas?
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ELLOS SE ENCONTRARON CON 7
JESÚS
UN PARALÍTICO Y SUS AMIGOS MATEO 9:1-8; MARCOS 2:2-12
IDEA PRINCIPAL
JESÚS HONRA LA FE DE AQUELLOS QUE AYUDAN A OTROS A ACERCARSE A ÉL PARA
SER RESTAURADOS.
QUIÉNES ERAN
Después de un exitoso viaje de ministerio Jesús regresa a la ciudad donde vivía, es decir, a
Capernaum. Por un lado, tenemos al paralítico, una persona necesitada de curación e incapaz de
por sus propios medios acercarse a Jesús.
Por otro lado, nos encontramos con los amigos de este hombre. Sin duda, se trata de buenos
compañeros, personas que muestran una preocupación genuina por la situación de su amigo.
Gente que está dispuesta a superar todos los obstáculos que se encuentran frente a ellos en su
deseo de que aquel hombre pueda ser bendecido y ministrado por Jesús. Finalmente, y lo
indicamos porque el mismo Maestro así lo reconoció, se trata de hombres que tienen una gran fe,
personas que confían en que Jesús puede, por medio de aquel encuentro, producir un cambio
radical en la vida de su amigo.
En este contexto aparecen los protagonistas de nuestro encuentro, el paralítico y sus amigos.
Estos últimos intentaban acceder a la presencia de Jesús y podemos dar por sentado que el
propósito era que el Maestro pudiera encontrarse con su amigo y, eventualmente, sanarlo de su
dolencia. Sin embargo, se encontraron con la dificultad de poder llegar hasta la presencia de
Jesús ya que la multitud congregada lo hacía prácticamente imposible.
Lejos de desanimarse ante tal situación, los amigos decidieron poner en marcha un plan B. Hay
que reconocer que eran personas creativas y que no se arredraban fácilmente ante la dificultad. El
relato evangélico nos indica que subieron hasta el techo de la casa –las casas en Palestina
acostumbran a tener una techumbre plana, en forma de terraza- y, literalmente, desmontaron el
techo quitando suficiente número de tejas para hacer posible el acceso de su amigo hasta la
presencia de Jesús.
Creo que no es difícil para nosotros imaginar la situación que debió producirse, sin duda, Jesús
debió ver interrumpida su exposición de las buenas noticias por el ruido y el trabajo que estaban
llevando a cabo los amigos del paralítico. Todo debió de quedar en suspenso para ver que
sucedía, que estaba ocurriendo en aquella casa y cómo reaccionaría el Maestro.
No sabemos cómo desarrollaron esa fe, ¿habían oído acerca de Jesús? ¿Habían tenido la
oportunidad de presenciar alguna de sus intervenciones milagrosas? ¿Lo habían oído predicar?
No tenemos ni idea, el texto no nos lo indica, pero aquellas personas creían y confiaban en la
capacidad del Señor de cambiar drásticamente la vida de su amigo y, por tanto, estaban
dispuestos a afrontar cualquier inconveniente y dificultad. Su fe en Jesús se vio recompensada. El
honró su confianza y les concedió la restauración física y espiritual del ser amado.
Ya lo hemos adelantado en el párrafo anterior, el paralítico recibió el perdón de sus pecados, tal
vez algo que sus amigos y, él mismo, no esperaban. Con el perdón vino su restauración espiritual.
Todo podía haber quedado allí y ya habría supuesto un impacto en su vida, sin embargo, Jesús
fue más allá y en medio de un debate acerca de su autoridad para perdonar pecados –un atributo
que corresponde únicamente a Dios según Isaías 43:25- sanó al paralítico y le restauró
físicamente.
2
Podemos ser los amigos. Es muy posible que exista a nuestro alrededor gente que nunca podrá
llegar hasta el Señor para ser restaurada a menos que haya alguien que la acerque. Personas que
estén dispuestas a superar obstáculos físicos, emocionales, sociales, políticos, económicos,
personales para ayudar a otros a encontrarse con Jesús. Puede ser que nosotros seamos esas
personas que tienen la responsabilidad de mostrar compasión y amor hacia ellos y hacer el
esfuerzo por acercarlos al Maestro, aunque eso suponga pagar un precio.
Podemos ser paralíticos. Es muy posible también que nos encontremos en una situación en que
nosotros mismos necesitamos ser llevados ante la presencia del Señor para ser restaurados.
Puede ser que existan áreas de nuestra vida en las cuales no tenemos la capacidad de seguir
adelante, hemos perdido la esperanza, la confianza en que un cambio puede darse. Pudiera
suceder que nuestra sensibilidad espiritual se haya resentido y no nos quedan las fuerzas para
arrastrarnos ante Jesús para tener un encuentro sanador. Estamos dramáticamente necesitados
de alguien que nos lleve.
Pero las dos situaciones también pueden ser verdad en nuestras vidas. Existen áreas en las que
necesitamos ayuda de buenos amigos, que estén dispuestos a echarnos una mano para superar
los obstáculos que nos impiden llegar hasta Jesús. Pero, al mismo tiempo, podemos ser de ayuda
también para otros que están en situaciones más precarias que nosotros mismos y para los cuales
podemos ser un estímulo y una gran bendición a pesar de nuestra necesidad.
PREGUNTAS DE APLICACIÓN
1. Aunque ya te hemos invitado a pensar anteriormente acerca de este punto ¿existen a tu
alrededor personas que necesitan ser acercadas a Jesús?
2. ¿Quiénes son? ¿Cómo puedes ayudarlas?
3. ¿Necesitas ser llevado a Jesús para que Él restaure áreas de tu vida y te otorgue sanidad?
4. ¿Quién puede ayudarte? ¿Quién o quiénes son esos buenos amigos que pueden hacer el
camino contigo hasta la presencia sanadora del Maestro
3
ELLOS SE ENCONTRARON CON 8
JESÚS
MATEO, UN RECAUDADOR DE
IMPUESTOS MATEO 9:9-13
IDEA PRINCIPAL
UN ENCUENTRO CON JESÚS NOS DA UNA HISTORIA QUE CONTAR ENTRE LOS
NUESTROS.
QUIÉN ERA
Mateo, quien según la tradición resulta ser el escritor del evangelio que lleva su nombre, era un
publicano, que en nuestro lenguaje sería un recaudador de impuestos para el gobierno romano.
En los otros evangelios es nombrado como Leví, sólo su relato menciona el nombre de Mateo.
Esto no tiene nada de particular, ya que en aquella época la mayoría de las personas solían tener
dos o tres nombres, en ocasiones uno judío y otro griego. En el caso de nuestro protagonista su
nombre es de origen arameo, y significa, regalo de Dios.
Los recaudadores de impuestos no han sido nunca gente popular entre sus conciudadanos. La
época de Jesús tampoco fue una excepción en tal sentido. El texto indica que Mateo cobraba los
impuestos para Roma, este era el primer motivo de rechazo, ya que eran colaboradores del
ocupante romano, colaboraban con un imperio que los había subyugado y les había hecho perder
su independencia política y los exprimía económicamente. Simplemente por este motivo ya eran
considerados gente marginal y digna de todo desprecio por parte de sus compatriotas.
Otro factor que les hacía despreciables a los ojos de los judíos y, especialmente de fariseos y
maestros de la Ley, era su relación, por motivos profesionales, pero relación al fin y al cabo, con
personas gentiles. La tradición judía los convertía en impuros desde el punto de vista ritual y,
consecuentemente, no podían participar en la vida religiosa de Israel.
Pero, además, los recaudadores de impuestos acostumbraban a ser gente corrupta y miserable
que explotaban al pueblo. El sistema de recaudación de tributos lo permitía y, de hecho, lo
favorecía. Los ocupantes romanos decidían cuánto dinero querían recaudar en un área
determinada del país. Una vez fijada la cantidad vendían la concesión a una persona, esta
persona pagaba por adelantado el dinero al Imperio romano y su negocio consistía en recaudar
tanto como le fuera posible. El beneficio se obtenía, naturalmente, no recobrando únicamente la
cantidad adelantada, sino el máximo posible por encima de la misma. Es obvio que esto se
prestaba a la corrupción y el abuso, además, los publicanos contaban con la ayuda de las fuerzas
de ocupación, las temidas legiones de Roma.
El pasaje no indica que Mateo tuviera un conocimiento previo de Jesús, cosa que como vimos, sí
ocurría con algunas de las personas que anteriormente tuvieron la oportunidad de encontrarse con
Él.
Jesús se encuentra con Mateo en el lugar de trabajo de este último. Probablemente se trataba de
la zona portuaria de Capernaum y allí, Leví debía de cobrar sus impuestos, especialmente sobre
las mercancías que provenían de la otra orilla del lago, territorio, que aunque también bajo dominio
de Roma, no estaba bajo el control de Herodes Antipas, el rey títere que los romanos habían
colocado para gobernar Galilea.
El Maestro se encuentra con Mateo en su lugar de trabajo. No es difícil ver un paralelismo con el
encuentro previo con los pescadores de la misma ciudad que también tuvieron su encuentro en la
misma población y en el mismo entorno, donde ellos trabajaban. Jesús siempre nos sale al paso
en la cotidianeidad.
Con el seguimiento de Jesús, Mateo encontró una misión. Es interesante que lo primero que hizo
Leví al comenzar a seguir a Jesús fue organizar una cena para que sus amigos, gente de mal
vivir, pecadores, a los ojos de los fariseos y los maestros de la Ley, pudieran tener la oportunidad
de también ellos encontrarse con Jesús y estar expuestos a la influencia de Maestro. Mateo el
cobrador de impuestos se convierte en Mateo el evangelista, el hombre que favorece el encuentro
de Jesús con aquellos que están necesitados como él de un encuentro transformador. Vale la
pena notar lo que el texto indica, muchos cobradores de impuestos, y otra gente de mala fama
llegaron y se sentaron también a la mesa con Jesús.
2
QUÉ APLICACIÓN TIENE PARA NOSOTROS
Parece como un patrón que se repite a lo largo de las Escrituras y a lo largo de la historia de
millones de personas que se han encontrado con Jesús:
Jesús se planta en medio del camino de nuestras vidas y nos desafía a seguirle. Irrumpe en
nuestra realidad, a veces, sin ni siquiera ser invitado, aparece en nuestro trabajo –como en el caso
de Mateo- en nuestro ocio, en nuestra familia, en nuestro mundo interior y nos invita a seguirle, a ir
en pos de Él.
Tan sólo nos dice sígueme, pero el encuentro de forma inmediata nos hace entender que habrá
cosas que tendrán que ser dejadas, precios que tendrán que ser pagados, transformaciones que
podrán ocurrir y una misión que tendremos que abrazar y que hará que nuestras vidas puedan ser
diferentes para siempre.
El modelo, el patrón, se repite una y otra vez en la vida de todo aquel que tiene la oportunidad y
corre el riesgo de encontrarse con aquel subversivo predicador itinerante.
PREGUNTAS DE APLICACIÓN
1. ¿Has recibido el desafío de parte de Jesús de seguirlo?
2. ¿Qué te impide hacerlo?
3. ¿Cuál es la misión a la que Jesús te está invitando? El recaudador se convirtió en un
evangelizador ¿En qué desea Jesús que te conviertas tú?
3
ELLOS SE ENCONTRARON CON 9
JESÚS
UNA MUJER ENFERMA DE
HEMORRAGIAS LUCAS 8:40-56; MARCOS 5:21-42
IDEA PRINCIPAL
LA CONFIANZA EN JESÚS MARCA LA DIFERENCIA CUANDO NOS ENCONTRAMOS CON ÉL.
QUIÉN ERA
Aquí nos hallamos con un encuentro que sucede en el contexto de otro encuentro, Jesús y Jairo.
De esta mujer se nos concede cierta información que es importante. En primer lugar, sabemos
que era una persona que sufría una enfermedad que le llevaba a padecer constantes
hemorragias. En el contexto judío, esta dolencia, no únicamente tenía implicaciones y
consecuencias sanitarias, sino también sociales y, por cierto, muy graves.
La hemorragia convertía a una mujer en impura desde el punto de vista ritual. Tenía que esperar
el tiempo prescrito por la Ley antes de poder volver a participar en la vida religiosa de Israel. Pero
no debemos olvidar que en el pueblo judío la vida social y la religiosa estaban íntimamente
relacionadas y, una persona excluida de la vida religiosa, lo era también de la vida social del país.
Si además, esta mujer padecía de hemorragias de forma permanente o frecuente, nos
encontramos ante una persona marginada religiosa y socialmente, alguien que, ni siquiera,
debería de osar acercarse a Jesús ya que al tocarlo lo convertía en ritualmente impuro.
En segundo lugar, se nos indica que esta mujer había gastado todos sus recursos económicos en
médicos que no habían podido curarla de su enfermedad. Estamos frente a una persona que tiene
una doble exclusión social, la económica, debida a su pobreza y la socio-religiosa, debido a su
enfermedad.
Finalmente, se dice de ella que era una persona que tenía confianza en la capacidad de Jesús
para sanarla. Hete aquí una persona de fe, además, de una gran fe, ya que en su mente el simple
toque del manto del Maestro sería suficiente para devolverle la salud perdida. ¿De dónde venía
esta confianza? El relato evangélico indica que ella había oído hablar acerca de Jesús. Sin duda,
sus prodigios y curaciones habían llegado hasta ella y, se había formado una clara idea de lo que
Él podía hacer en su vida.
EN QUÉ CIRCUNSTANCIAS SE ENCONTRÓ CON JESÚS
Jesús se encamina hacia la casa de Jairo, un principal de la sinagoga de quien ya hablaremos
más adelante. Una gran multitud rodea al Maestro, quien tiene que moverse entre empujones y
gente que le oprimía por todas partes, de tal modo, que hacía difícil incluso el poder caminar.
En este contexto aquella mujer tiene una idea muy clara y actúa con total premeditación y
alevosía, quiere tocar a Jesús consciente que el simple roce con su manto podrá sanarla. Para
ello debe abrirse paso entre la multitud, sabiendo del riesgo de poder ser descubierta y
reprendida, ya que su estado la obliga a estar alejada de todas las personas sanas y ritualmente
puras. Pero a ella no le importa, su fe la mueve y toca el manto de Jesús.
Muchas personas tocaban a Jesús, sin embargo, el toque de aquella mujer fue cualitativamente
diferente del resto, fue un toque de fe y el Maestro notó la diferencia entre el suyo y la multitud de
otros toques que se cernían sobre su persona y así lo manifestó. Pedro, quien no tenía una
percepción de lo que estaba sucediendo, contestó de la manera lógica y de esperar, Maestro, es
la gente, que te rodea y te oprime. Jesús sabía que no había sido así e insistió, Alguien me ha
tocado, porque he sentido que un poder curativo salía de mí.
De nuevo vemos que los encuentros con Jesús tienen implicaciones que van mucho más allá de lo
meramente espiritual. Cuando el Maestro sale a nuestro encuentro, no restaura tan solo una de
las dimensiones de nuestras vidas, sino que su toque tiene el poder para restaurarnos de forma
integral, en todas ellas. Jesús ama a los seres humanos, no a sus almas.
El texto bíblico nos indica que muchas personas andaban cerca de Jesús, que incluso tenían un
contacto físico directo con Él, sin embargo, esta cercanía no produjo ningún resultado, no hubo
transformación, no hubo cambio.
2
No es el conocimiento intelectual de Jesús lo que produce transformación. Tampoco lo es la
cercanía cultural o religiosa, es decir, estar relacionados con gente cristiana, pertenecer a una
iglesia local, ni siquiera el estar bautizado. La diferencia la marca la manera en que nosotros nos
acercamos hasta Él, es decir, si lo hacemos como aquella mujer, con una actitud de
reconocimiento de nuestra necesidad, dependencia, y confianza en su capacidad para
transformarnos y cambiarnos.
PREGUNTAS DE APLICACIÓN
1. ¿Cómo te acercas a Jesús? Parece una pregunta fácil pero no lo es, piénsalo.
2. ¿Te acercas al Maestro con confianza?
3. Si tu respuesta ha sido negativa, ¿Qué te impide hacerlo?
4. Habla con Él al respecto. Sé honesto, dile qué sientes y qué barreras te impiden confiar en Él.
3
ELLOS SE ENCONTRARON CON 10
JESÚS
JAIRO MARCOS 5:21-42; LUCAS 8:40-56
IDEA PRINCIPAL
LA CONFIANZA EN JESÚS HA DE VENCER OBSTÁCULOS.
QUIÉN ERA
Jairo era uno de los responsables de la sinagoga local –no sabemos con exactitud de qué
población- pero el contexto parece indicar que se trataba de Capernaum, localidad habitual de
Jesús.
Todas las sinagogas tenían al menos dos personas responsables, aunque el número, tal y como
nos indica Hechos 13:15, podía variar. Existía el jefe o presidente, quien tenía la responsabilidad
de guiar el culto y la instrucción, y el asistente, quien se responsabilizaba de todo lo relacionado
con el edificio, su mantenimiento y el contenido del mismo. Los responsables de las sinagogas
eran personas laicas, no profesionales de la religión, y eran importantes y respetadas en sus
comunidades.
Este hombre tenía una hija de 12 años que, en sus propias palabras, estaba agonizando y, por
esa razón, él se había acercado hasta Jesús en búsqueda de sanidad.
Carecemos de información por parte del texto bíblico acerca de si Jairo y Jesús ya se conocían.
Lo que sí podemos deducir es que aquel tenía una clara confianza y creencia en la capacidad de
Jesús para otorgar sanidad a su moribunda hija.
El Maestro decidió ir con Jairo hasta su casa y, tal y como podemos leer, una gran multitud lo
acompañaba. Eran tantos, que le empujaban y oprimían por doquier y, precisamente, en esta
situación se produjo el incidente de la mujer que fue curada de hemorragias y que ya ha sido
narrado anteriormente.
Si lo pensamos bien, este episodio debió suponer una decepción para Jairo. La situación era
urgente y apremiaba que el Maestro, cuanto antes, pudiera estar en la casa para intentar salvar a
la niña. Jesús, sin embargo, decidió detenerse, averiguar qué había pasado y, posteriormente
confrontar a la mujer. Nosotros podemos leer esto en tan sólo un minuto pero, debemos pensar
que aquello debió durar un buen rato y, también podemos imaginar la impaciencia, nerviosismo y
ansiedad de Jairo ante aquella inesperada interrupción.
Pero nuestro protagonista aún tenía que recibir una segunda decepción. Algunas personas
vinieron desde su casa para comunicarle que la niña había muerto y que no tenía ningún sentido
continuar molestando a Jesús. Podemos imaginar el tremendo golpe que esto tuvo que significar
para él. Jesús, atento a la situación, le confortó y le dijo que no tuviera miedo, que tuviera
confianza y creyera en Él.
Cuando llegaron hasta la casa se encontraron con un panorama desolador, la gente, según
leemos en los relatos evangélicos, estaba llorando y gritando. Leemos también que Jesús,
sorprendido ante todo aquello afirmó, ¿Por qué alborotáis y lloráis de esa manera? La niña no está
muerta sino dormida. ¿Qué debería pasar por la cabeza de Jairo en aquellos momentos?
En segundo lugar, su fe hubo de enfrentarse con la pura y dura realidad. Su hija ya había muerto,
no tenía ningún sentido seguir molestando al Maestro. Jairo lo había intentado, había hecho todo
aquello que estaba a su alcance, pero no había sido suficiente, la muerte había triunfado, la
realidad se había impuesto.
En tercer lugar, su fe se vio confrontada por el realismo de las personas que le rodeaban. Unos,
los enviados, le dijeron, como hemos mencionado anteriormente, que no tenía ningún sentido
2
seguir molestando a Jesús. Otros, en la casa, rieron y se burlaron ante la afirmación del Maestro
de que simplemente estaba dormida.
Esto puede sucedernos también a nosotros, nuestra fe puede encontrarse con obstáculos
gigantes que la impidan crecer y florecer. La realidad es muy terca y no puede dejar de ser
considerada. Además, tenemos la opinión contraria de aquellos que nos rodean. Ellos se acercan
a la realidad de forma desapasionada, objetiva, meridiana y, nos indican, que ciertas cosas,
simplemente no pueden ser.
PREGUNTAS DE APLICACIÓN
1. ¿Hay obstáculos contra los que tiene que luchar tu fe? ¿Cuáles son, identifícalos?
2. ¿Qué te dice la realidad al respecto?
3. ¿Cuál es la opinión objetiva de los que te rodean?
4. ¿Qué te dice Jesús en esta situación? ¿Cómo se pueden aplicar sus palabras, tú no tengas
miedo. Cree solamente?
3
ELLOS SE ENCONTRARON CON 11
JESÚS
DOS CIEGOS MATEO 9:27-30
IDEA PRINCIPAL
JESÚS NOS CONFRONTA CON UNA PREGUNTA DIFÍCIL ¿CREES QUE PUEDO HACER
ESTO?
QUIÉNES ERAN
Este encuentro es únicamente narrado por Mateo y como hemos podido ver, de una forma muy
breve. Se trata de dos personas ciegas, ignoramos si de nacimiento o bien a causa de alguna
enfermedad, que al enterarse de la presencia de Jesús decidieron seguirlo. La vida de un ciego,
otro tipo de impedido físico como el paralítico del que antes hemos hablado, era tremendamente
dura, condenados casi irremediablemente a la mendicidad, viviendo de la caridad de las personas.
Allí, fuera de la casa del dirigente de la sinagoga, debía de haber una gran cantidad de gente
congregada y, entre ellos, estaban aquellos dos ciegos. No hace falta ser muy perspicaz para
saber cuál era el interés que les había llevado hasta allí.
Al salir Jesús, ellos decidieron seguirle dando gritos, ¡Ten compasión de nosotros, Hijo de David!
Es una simple curiosidad, pero aquellos dos ciegos se dirigieron a Él usando un claro título
mesiánico, Hijo de David.
Jesús sabía lo que aquellas dos personas deseaban. Entró en la casa y los confrontó, el milagro
no se produjo de forma automática. El Maestro les preguntó, ¿Creéis que puedo hacer esto? A lo
que ellos respondieron, Si, Señor.
QUÉ IMPACTO PRODUJO EL ENCUENTRO EN SU VIDA
Nuevamente vemos a Jesús honrando la fe, la confianza, de aquellos que se acercan hasta Él. La
contestación del Maestro a la declaración de los ciegos fue, hágase conforme a la fe que tenéis.
Esta afirmación de Jesús no significa que recibirían en proporción a lo que creían, más bien, el
sentido correcto de la traducción sería, en respuesta a vuestra fe.
El Señor les devolvió la vista y, según podemos leer en el texto, les advirtió de forma severa que
hicieran todo el esfuerzo posible para que nadie lo supiera. ¡Vana pretensión! Pues en cuanto
salieron comenzaron a divulgar lo que había acontecido en sus vidas y, además, lo hicieron por
toda la región. En descargo de ellos habría que decir que cuando Dios produce un impacto
semejante en tu vida es imposible guardar silencio acerca de ello, nos parece incluso antinatural
que alguien calle semejante transformación.
Todos nos vemos confrontados con las palabras de Jesús, ¿crees que puedo hacer esto? Y, sin
duda, nuestra respuesta, casi automática es, si, Señor. Pero ¿cómo podemos estar seguros que
tenemos confianza en que el Maestro de Galilea puede hacer y llevar a cabo en nuestras vidas o
en las de nuestros familiares, amigos, vecinos, en nuestro entorno en general, aquello que le
pedimos? ¿De qué manera podemos decirle, si se permite la expresión, demostrarle que en serio
creemos?
Aquellos dos ciegos fueron sanados de manera casi inmediata, pero la intervención de Jesús en la
vida de las personas no siempre es así y, en ocasiones, la espera es necesaria y, a veces, es
larga. Tres cosas pueden ayudarnos a consolidar nuestra confianza en el Señor.
La primera, como dice el Salmo 40, es esperar de forma paciente. Esperar es en ocasiones algo
forzado y necesario que todos, los que creen y los que no creen, están obligados a experimentar.
Lo que marca la diferencia en el creyente es la paciencia, la paz interior durante el proceso de la
espera. Una paz que proviene de la seguridad y confianza que Dios está en el control.
Una segunda manera es dando gracias de forma continuada. Cuando damos gracias a Jesús por
las situaciones duras, difíciles, de auténtica necesidad, incluso cuando éstas persisten y no
cambian, estamos demostrando nuestra confianza en Él, una confianza que va más allá de las
circunstancias.
Finalmente, no dejando de hacer el bien, no dejando de reflejar el carácter de nuestro Dios que se
complace en hacer el bien a todos, tanto a justos como a injustos. Al hacer esto, le estamos
2
expresando al Señor que nuestra confianza nos lleva a un compromiso con su voluntad, al margen
de que tengamos o no aquello que estamos pidiendo.
PREGUNTAS DE APLICACIÓN
1. ¿Cuáles son las peticiones de tu corazón para Jesús?
2. ¿Crees que Él puede hacerlo?
3. ¿Cómo puedes expresarle tu confianza en medio de la espera y/o la dificultad?
3
ELLOS SE ENCONTRARON CON 12
JESÚS
UNA PERSONA MUDA MATEO 9:32-34
IDEA PRINCIPAL
LA IDENTIDAD DE JESÚS DIVIDE A LAS PERSONAS.
QUIÉN ERA
Este encuentro es únicamente narrado en el evangelio de Mateo y de una forma muy, pero que
muy breve. Se nos dice que se trataba de una persona que literalmente, no podía hablar, y esto
se debía al hecho de estar poseso por un demonio. Vale la pena que recordemos lo dicho ya en
un encuentro anterior acerca de que los antiguos no eran pobres ignorantes que cualquier tipo de
enfermedad la atribuían a los espíritus malignos.
Otro aspecto a llamar la atención de las circunstancias de este encuentro es que de nuevo la
incapacidad de la persona en necesidad de acercarse por sí misma a Jesús, tal vez incluso su
resistencia ya que estaba posesa por un espíritu maligno, hizo que otros tomaran la iniciativa de
hacerlo
.
En segundo lugar tenemos los espectadores de esta maravilla. A lo largo de los relatos
evangélicos podemos observar que hay un modelo que se repite de forma continuada y que
podríamos describirlo de la siguiente manera: la fe conduce a la intervención milagrosa de Jesús
la intervención milagrosa de Jesús produce una respuesta en aquellos que observan en
ocasiones produce más fe y confianza en Él en ocasiones, generalmente entre los fariseos y
demás personas religiosas, produce antagonismo y oposición a Jesús.
Esto lo vemos claramente en esta situación, algunos de los presentes, ante la intervención
sobrenatural de Jesús afirmaron, ¡Nunca se ha visto nada igual en Israel!
No fue, sin embargo, similar la respuesta de los fariseos que atribuyeron al carácter diabólico del
Maestro su dominio sobre los demonios y su capacidad para expulsarlos. Todos presenciaron lo
mismo, pero no todos lo procesaron del mismo modo.
Otra aplicación es el peligro, que puede darse fácilmente en nuestras vidas, no tan sólo en las de
los demás, de atribuir la intervención de Dios a otras causas. Los fariseos lo relacionaron con un
supuesto carácter diabólico de Jesús, pero cuando el Señor actúa nosotros podemos perder de
vista esta intervención y atribuir lo sucedido a la suerte, la casualidad, las circunstancias, el
destino e incluso nuestra propia capacidad y logros.
Los fariseos no quisieron, o no supieron ver, la mano de Dios tras el trabajo milagroso de Jesús.
Lo mismo, desgraciadamente puede sucedernos a nosotros, perder la capacidad de ver el actuar
de Jesús en nuestras vidas y circunstancias, y atribuirlo a las causas antes mencionadas. Esto
puede tener un efecto demoledor y privarnos de desarrollar una sensibilidad espiritual hacia Dios,
su trabajo y su voz.
PREGUNTAS DE APLICACIÓN
1. ¿Experimentas cotidianamente la intervención de Dios en tu vida?
2. ¿Eres capaz de reconocerla o, por el contrario, la atribuyes a cualquier otra causa?
3. Toma un tiempo tranquilo y piensa en tu vida y tus circunstancias ¿Puedes reconocer y
apreciar las cosas que el Señor está haciendo? Esto puede tomar algún tiempo, no es un
ejercicio que puedas hacer en dos minutos. Necesitas desconectar todo aquello que te impida
ver con los ojos de la fe y oír con tu corazón.
4. Si no has podido reconocer la intervención de Dios a tu alrededor, lee el Salmo 103, piensa a
través del salmo en las cosas que están sucediendo en ti.
2
ELLOS SE ENCONTRARON CON 13
JESÚS
LOS ENVIADOS DE JUAN EL
BAUTISTA MATEO 11:1-19
IDEA PRINCIPAL
ES LEGÍTIMO ACERCARNOS A JESÚS CON NUESTRAS DUDAS, PREGUNTAS Y
ANGUSTIAS.
QUIÉNES ERAN
El texto evangélico nos indica que se trataba de discípulos de Juan el Bautista, quien en aquellos
momentos se encontraba en la cárcel, tal y como sabemos por el relato bíblico, a causa de sus
críticas a Herodes por haber tomado inmoralmente a la mujer de su hermano. Juan los comisionó
para que cuestionaran a Jesús acerca de su identidad mesiánica.
No podemos perder de vista que esta embajada expresaba un momento de duda en la vida del
Bautista acerca de la identidad de Jesús. Tal vez esta duda estaba relacionada con su propia y
deprimente situación personal. Una parte de la proclamación del mensaje de Jesús estaba
relacionada precisamente con la liberación de los presos (Lucas 4:18), sin embargo, Juan estaba
encarcelado y Jesús no había hecho nada, ni tampoco lo haría por su liberación.
Es posible, que parte de las dudas de Juan, estuviera también relacionadas con el hecho que su
propio mensaje de juicio sobre los malvados (Mateo 3:10), no se estaba llevando a cabo y la
predicación de Jesús estaba más orientada hacia la gracia, el amor y el perdón. Finalmente, las
expectativas mesiánicas que Juan, como muchos otros judíos, pudiera tener acerca de un Mesías
político y militar que liberaría del poder opresor e instauraría de nuevo una teocracia política,
tampoco se estaba llevando a cabo.
Nos encontramos pues ante la realidad de un hombre que sufre, padece, se pudre en una prisión
judía a causa de su denuncia del pecado del rey y que, a pesar del episodio del bautismo de
Jesús y sus propias palabras acerca de la identidad del Maestro, duda sobre si Jesús sería aquel
a quien tenía la misión de anunciar y preparar el camino.
QUÉ IMPACTO PRODUJO EL ENCUENTRO EN SU VIDA
Muchas veces Jesús era críptico en sus respuestas a las preguntas de la gente. En ocasiones, Él
mismo respondía con otra pregunta, en otras, como la que nos ocupa en estos momentos,
simplemente hacía una descripción de la realidad y dejaba que fueran sus interlocutores los que
sacaran sus propias conclusiones y tomaran sus propias decisiones al respecto.
Esto sucede en este encuentro, Jesús ni afirmó ni negó. Simplemente les dijo a los enviados de
Juan que le transmitieran todo lo que estaba sucediendo alrededor y de lo que ellos mismos
podían ser testigos, los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios de su
enfermedad, los sordos oyen, los muertos resucitan y a los pobres se les anuncia el mensaje de
salvación.
Curiosamente, Jesús no fue taxativo con las dudas de Juan, no las resolvió tal y como tal vez este
esperaba. El Maestro consideró que el Bautista debía de llegar por él mismo a sus propias
conclusiones, debía de hablar con el Señor al respecto y debía ser sensible a la guía, dirección, y
voz del Espíritu Santo con respecto a la identidad de Jesús. Las palabras finales del Maestro son
muy significativas y, sin duda, cargadas de sentido y contenido, ¡Y dichoso el que no pierde su
confianza en mí!
El encuentro de los enviados de Juan con Jesús nos enseña que es legítimo tener estas dudas y
preguntas y que también es legítimo el tener la libertad de venir ante Jesús y planteárselas
honestamente. La Biblia está llena de personajes que cuestionaron a Dios, sus planes, sus
propósitos, su intervención en la historia, sus silencios. De estos, Job, David, Elías, Habacuc,
Jeremías y el propio Juan serían tan sólo algunos de los ejemplos.
Y vemos que el Señor no se indignó con ellos, no los destruyó automáticamente, no consideró una
falta de respeto el dudar de sus intenciones y propósitos, antes al contrario, Dios honró su
honestidad y transparencia, algo que el Señor siempre valora y respeta.
Jesús nos invita a acercarnos libremente hasta Él y exponer con honestidad todo aquello que hay
en nuestro corazón, sabiendo que no es juicio, rechazo o decepción lo que nos espera de parte de
Él, sino contrariamente, amor, gracia y aceptación. Si miramos la continuación del pasaje que
hemos estudiado veremos que después de haber oído las dudas de Juan, Jesús hace acerca de
él, los comentarios más elogiosos que nunca hizo de ningún ser humano. Esto es un patrón de
cómo el Maestro trata a los que con honestidad se presentan ante Él con sus dudas.
2
También es posible que Jesús no nos dé la respuesta que nosotros esperamos. No sea claro y
directo como esperan nuestros corazones. Es posible que nos pida que dirijamos nuestra vista,
interior y exterior, hacia las circunstancias que estamos viviendo y nos rodean, hacia su Palabra y
cómo se relaciona con nuestras inquietudes y también hacia la voz interior del Espíritu Santo que
siempre está susurrando en nuestros corazones y a la que hemos de desarrollar la capacidad de
identificar y escuchar.
Incluso es posible que nunca nuestras preguntas sean contestadas y únicamente recibamos de
parte de Jesús la afirmación, ¡Dichoso el que no pierde su confianza en mí! En ocasiones
solamente podemos caminar por fe, confiando en el Maestro para interrogantes que nunca
tendrán respuesta.
PREGUNTAS DE APLICACIÓN
1. ¿Qué interrogantes, dudas, inquietudes, agonías hay en tu vida?
2. ¿Qué te impide presentárselas al Maestro de Galilea?
3. Pasa un tiempo a solas con Él, abre tu corazón, exprésale lo que sientes. Recuerda que no
estás haciendo nada indigno ni ilegítimo. Piensa en todos los grandes hombres de la Biblia
que así lo hicieron. No olvides que el Espíritu Santo ha permitido que todo ello quedara
registrado en la Escritura para orientación, ánimo y estímulo nuestro.
4. Trata de escuchar la voz de Dios acerca de todo ello en su Palabra, el trabajo íntimo del
Espíritu Santo, la opinión de cristianos maduros y las circunstancias.
3
ELLOS SE ENCONTRARON CON 14
JESÚS
IDEA PRINCIPAL
JESÚS NOS AYUDA A ENTENDER QUE LAS PERSONAS SON MÁS IMPORTANTES QUE LAS
PRÁCTICAS RELIGIOSAS.
QUIÉNES ERAN
Los fariseos eran una de las sectas, juntamente con los saduceos y los esenios, del judaísmo en
el tiempo de Jesús. Su nombre significa, los apartados, es decir, aquellos que se separaban para
vivir una vida consagrada a la pureza total. Los fariseos eran fervientes adherentes a las
tradiciones orales que se desarrollaron para interpretar la Ley de Moisés y, según creen algunos
expertos, esto se debió a su miedo a ser asimilados por la cultura helenística tan fuerte y pujante
en los tiempos previos al advenimiento de Jesús y en su propia época. Flavio Josefo, el gran
historiador judeo-romano, los consideraba como los mejores expositores de la Ley.
Durante la época previa al nacimiento de Jesús, antes de la conquista romana de Palestina, los
fariseos también operaban como un partido político. Sin embargo, en la época del Maestro,
constituían únicamente uno de lo movimientos religiosos del judaísmo. Una de las cosas que
distinguía a los fariseos de los saduceos era su creencia en la existencia de dos Torahs. Además
de la Torah reconocida por ambos, los saduceos y los fariseos, y que afirmaban haber sido escrita
por Moisés, los fariseos creían en la existencia de otra Torah. Se referían a los cinco libros del
Pentateuco como la “Torah escrita”, y al conjunto de leyes orales y tradiciones como la “Torah
oral”, porque no fue escrita sino transmitida por Dios a Moisés de forma oral y memorizada y
transmitida oralmente por Moisés y sus sucesores durante las sucesivas generaciones.
La Torah oral servía para elaborar y explicar lo que había escrito en la Ley. La Torah oral no era
considerada como un producto acabado sino como un proceso continuado de análisis y
argumentación en el que creían que Dios estaba activamente involucrado.
Debido a que tenían hambre, sus discípulos comenzaron a tomar espigas y comer los granos, algo
que estaba permitido por la Ley de Moisés, pues en Deuteronomio 23:25 podemos leer que,
cuando entres en la mies de tu prójimo, entonces podrás arrancar espigas con tu mano, pero no
meterás la hoz en la mies de tu prójimo.
Sin embargo, los discípulos si que estaban transgrediendo la tradición oral que prohibía dicha
práctica en un día de reposo y, consecuentemente, Jesús fue increpado por los fariseos debido a
la conducta de sus discípulos.
Jesús confrontó la manera de pensar de los fariseos, sus creencias principales que,
consecuentemente, eran las que sostenían su estilo de vida y su experiencia y práctica religiosa,
la tradición oral, el templo y la observancia del día de reposo.
En cuanto a su interpretación de la Ley, ellos habían llevado la tradición oral a tal extremo que
distorsionaban el auténtico sentido del mandamiento divino de guardar el día de reposo. Jesús les
confronta con dos ejemplos sacados de las mismas Escrituras. Uno es el caso de David cuando,
en su huida de Saúl, comió los panes de la proposición que estaban reservados únicamente a los
sacerdotes. El otro, es el mismo ejemplo de los sacerdotes que ofician en el día de reposo.
Jesús cuestiona también el templo, el centro de la vida religiosa y espiritual de Israel ya que allí se
ofrecían los sacrificios exigidos por Dios en el antiguo pacto. El templo era un lugar sagrado donde
incluso los gentiles tenían prohibida su entrada más allá del patio que llevaba su nombre. Jesús
les está indicando que Él es mucho más importante que el propio templo.
Finalmente, Jesús cuestiona el sábado e indica que éste ha sido creado a causa del hombre, para
bendición y beneficio del ser humano y, no al contrario, el hombre no ha sido creado a causa del
sábado. El problema de los fariseos es que se habían quedado únicamente con la forma de la Ley,
con la letra, y habían olvidado o, peor aún, no comprendido el auténtico espíritu de la misma, por
eso Jesús hace referencia al texto de Oseas, quiero que seáis compasivos, y no que me ofrezcáis
sacrificios. A continuación, Jesús declara su autoridad sobre el día de reposo. Del mismo modo
que Él es mayor que el templo, lo es también que el día de reposo.
2
Así, de una manera muy sencilla, aprovechando una situación casual, Jesús da una correcta
interpretación de la ley, se declara mayor que el templo y se coloca por encima del día de reposo
indicando que tiene autoridad sobre el mismo.
Para Jesús carece, no sólo de sentido, sino también de valor, una observancia religiosa legalista,
centrada hasta en el más mínimo detalle, que trata de regular la vida y el comportamiento de las
personas pero que, desgraciadamente, se olvida de mostrar misericordia y compasión hacia ellas.
Dicha práctica no hace justicia al corazón y la intención de Dios. Como veremos más adelante,
incluso en ocasiones, se utiliza la excusa religiosa para con ella anular el deseo del Señor de que
mostremos compasión, amor y misericordia hacia los necesitados.
PREGUNTAS DE APLICACIÓN
1. ¿Cuál sería la aplicación contemporánea del mandamiento del Señor acerca de su deseo de
compasión y misericordia en vez de sacrificios?
2. ¿Cómo podemos hoy mostrar compasión y misericordia?
3. ¿Quién hay a nuestro alrededor necesitado de compasión y misericordia?
4. ¿Existe algún legalismo en nuestras vidas que nos impide mostrar compasión y misericordia?
3
ELLOS SE ENCONTRARON CON 15
JESÚS
UN HOMBRE CON LA MANO
ATROFIADA MATEO 12:9-14; LUCAS 6:6-11
IDEA PRINCIPAL
JESÚS NOS AYUDA A ENTENDER QUE LAS PERSONAS SON MÁS IMPORTANTES QUE LAS
PRÁCTICAS RELIGIOSAS.
QUIÉN ERA
Como en tantas otras ocasiones nos hallamos ante un personaje anónimo encontrándose con
Jesús. De él, tan sólo sabemos que era miembro de la sinagoga local y que se encontraba en ella
para la celebración del sábado judío. En ningún momento se nos indica que fuera allí llevado por
sus amigos como sucedió en ocasiones anteriores.
Este hombre tenía su mano derecha atrofiada. No debe ser casual esta mención de cuál de las
dos manos era la enferma. Con bastante probabilidad este detalle nos está indicando que aquella
persona debía de tener problemas para poder desempeñar una ocupación laboral con la que
ganarse la vida.
Lucas nos indica que Jesús pidió al hombre que se colocara en medio ¿Por qué lo hizo? Actuando
de ese modo, Jesús bajaba la discusión del plano teórico acerca de lo correcto y lo incorrecto a un
plano práctico, vinculado con la necesidad de un ser humano.
El enfrentamiento entre Jesús y los fariseos sigue una dinámica. El Maestro es confrontado por los
religiosos acerca de si es correcto sanar en día de reposo. Jesús les contesta diciéndoles, que si
uno de sus animales cayera en un pozo, sin duda, lo sacarían del mismo, cosa que era permitida
por la tradición oral y que ponía de manifiesto las contradicciones de una ley que anteponía la
seguridad de un animal a la sanidad de una persona.
Para finalizar, Jesús afirmó que cualquier ser humano es mucho más valioso que una oveja y,
consecuentemente, si está permitido hacer el bien en el día de reposo.
Es importante notar que aparte de las circunstancias físicas del encuentro, la sinagoga, este tiene
lugar en otras circunstancias más amplias, el enfrentamiento entre Jesús y los religiosos de su
tiempo, motivado por la incorrecta comprensión que estos tenían de la experiencia y la práctica
religiosa.
Un paradigma religioso fue confrontado, cuestionado y superado por Jesús. La práctica del bien,
que refleja el carácter de Dios, siempre es más importante y más prioritaria que el cumplimiento de
deberes religiosos, la práctica de los cuales nunca debe de privarnos de las oportunidades de ser
de bendición y ayuda a otros.
Finalmente, vemos que como consecuencia de este encuentro, los fariseos se hicieron enemigos
mortales de Jesús y comenzaron a maquinar cómo podrían hacer para librarse de Él.
No hay nada novedoso en ese conflicto, ya en tiempos del profeta Isaías el Señor afirmó que
quería misericordia y no sacrificios. El propio Jesús nos enseñó por medio de la parábola del hijo
pródigo como los religiosos pueden ser los más insensibles a las necesidades de otros seres
humanos. Finalmente, Santiago nos dice que la verdadera religión consiste en ser sensibles a las
carencias de los más necesitados, huérfanos y viudas.
Este encuentro nos plantea a nosotros la necesidad de revisar una práctica religiosa centrada en
uno mismo y total o parcialmente insensible a las necesidades que existen a nuestro alrededor.
Aún peor, una religiosidad usada como excusa para no hacer el bien y así, reflejar el carácter de
nuestro Dios.
2
PREGUNTAS DE APLICACIÓN
1. ¿Tenemos hacia las necesidades de la gente la misma necesidad que tuvo Jesús?
2. ¿Es mi religiosidad más importante que la práctica del bien?
3. ¿Me lleva mi religiosidad a la práctica del bien? En caso contrario ¿Qué valor tiene la misma?
4. ¿Puede convertirse la religiosidad en un obstáculo para la práctica del bien? ¿Qué hacer en
tal caso?
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ELLOS SE ENCONTRARON CON 16
JESÚS
IDEA PRINCIPAL
ALGUNAS PERSONAS SIEMPRE QUIEREN MÁS SEÑALES DE PARTE DE JESÚS
QUIÉN ERA
Poca información se nos da acerca de esta persona, únicamente sabemos de él que era ciego y
mudo y que estaba poseído por un demonio. No podemos establecer una relación entre su
posesión y la ceguera y mudez.
En primer lugar se produce el impacto en la persona ciega y muda. No solamente queda sanada,
lo cual es claramente explicado en el texto, sino que también es liberada del demonio que la
poseía, lo cual, se deduce de la acusación de los fariseos de que esto había sido hecho en el
poder del príncipe de los demonios.
En segundo lugar, se produce un impacto en algunas de las personas que fueron testigos de lo
sucedido. Se cuestionan la identidad de Jesús, se plantean su carácter mesiánico, en sus mentes
comienzan a considerar que el Maestro debe ser algo más que un simple líder religioso, ¿será
éste el Hijo de David?
En tercer lugar, se produce un impacto en los fariseos, estos se reafirman en su creencia de que
Jesús no puede ser alguien que viene de parte de Dios y, consecuentemente, deben atribuirle al
diablo su poder y capacidad para poder liberar a las personas del poder de los espíritus malignos.
Además, como si no fuera suficiente lo que acaban de presenciar, exigen más pruebas, más
señales milagrosas que acrediten la identidad de Jesús.
Tres grupos de personas y tres impactos diferentes. Sin duda, la actitud de base con la que cada
uno parte determina el resultado final de la intervención del Señor en sus vidas.
Ante esta intervención de Dios las personas se dividen. Algunos la reconocen, la aceptan en sus
vidas y, consecuentemente, reciben sanidad emocional, espiritual, intelectual e incluso física.
Otros reciben un impacto espiritual que despierta dudas e interrogantes en sus vidas acerca de la
identidad de Jesús y su necesidad de Él.
Existe otro tercer grupo que siempre quiere más. Lo visto no es suficiente, las evidencias no
bastan, lo experimentado no termina de convencer y probablemente nunca lo hará. La petición de
una nueva señal no tiene como finalidad darles la certeza definitiva, sino más bien proveer una
nueva coartada para no tener que tomar decisiones.
Finalmente, existe otro grupo que siempre atribuye el trabajo de Dios en la historia a otras causas.
No necesariamente tiene que ser a Satanás, simplemente consideran que aquello que para el
creyente es tan evidente que se trata de una intervención divina, ellos lo atribuyen a la ciencia, la
causalidad, el destino, el poder de ser humano, en fin, cualquier otra cosa excepto Dios.
PREGUNTAS DE APLICACIÓN
1. ¿En cuál de estos cuatro grupos estás?
2. ¿Eres consciente de la intervención de Dios en la historia y en tu propia y única historia
personal?
3. ¿Atribuyes lo que sucede a Dios o, contrariamente, buscas otro tipo de explicaciones?
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ELLOS SE ENCONTRARON CON 17
JESÚS
IDEA PRINCIPAL
JESÚS SIEMPRE NOS CONFRONTA CON LO ESENCIAL, NOSOTROS TENDEMOS A LO
ACCESORIO.
QUIÉNES ERAN
Jesús llega a la ciudad en que se había criado, Nazaret, y se encuentra con sus conciudadanos,
con personas que le conocían muy bien desde que Él era un niño. Allí estaban sus vecinos, sus
amigos e incluso parte de su familia según indica el mismo texto bíblico. Por los comentarios que
las personas hacen con respecto al Maestro, podemos deducir que conocían muchos detalles de
la vida de Jesús, de su familia, del trabajo realizado por su padre y, también de su falta de
educación teológica.
No nos cabe ninguna duda que la fama de Jesús como predicador, maestro y milagrero, que se
había extendido por toda la tierra de Galilea, debía de haber llegado hasta su propia aldea y,
consecuentemente, no es de extrañar que se despertara un gran interés por escucharlo en la
sinagoga aquel día de reposo.
Sorprendentemente, el Maestro escoge para su lectura y posterior meditación el texto que aparece
en Isaías capítulo 61 los versículos 1 y 2. Se trata de un pasaje mesiánico que como tal era
comprendido por sus oyentes. Después de haber procedido a su lectura nos dice Lucas que
entregó el libro al ayudante de la sinagoga y se sentó.
El evangelista nos describe el ambiente de expectación que había en el recinto, todos los
presentes estaban atentos mirándole. Jesús dice unas palabras claras y tajantes, hoy mismo se
ha cumplido esta Escritura delante de vosotros.
Sin embargo, la segunda reacción fue una reacción de indignación ante las afirmaciones
mesiánicas de Jesús. Lo conocían bien, como hemos dicho anteriormente y no estaban
dispuestos a cambiar su punto de vista acerca de Él. Estaban demasiado familiarizados con su
vida y contexto como para poder admitir que aquel hijo de un albañil o carpintero pudiera ser el
Mesías. El texto de Marcos nos indica que no quisieron hacerle caso.
La gente de Nazaret era incrédula. Tenían un punto de vista formado acerca de Jesús y, bajo
ningún concepto, estaban dispuestos a cambiarlo. Sus milagros, sus enseñanzas, su trayectoria
de ministerio por toda Galilea no iban a moverles un ápice en sus opiniones acerca del hijo de
José. Era uno de ellos, uno como cualquiera de ellos, un simple carpintero y, bajo ningún
concepto, podían admitir sus pretensiones de ser el Mesías.
Hoy en día nos encontramos con muchas personas que reaccionan igualmente con respecto a la
identidad de Jesús. Tienen su punto de vista formado y decidido. No importa cuántas evidencias,
pruebas y razonamientos les presentemos, no están dispuestos a cambiar, porque no dudan,
simplemente son incrédulos. Su aparente duda es simplemente una coartada para defender su
negativa a considerar a Jesús debido a las implicaciones que ello puede traer a su estilo de vida,
sus prioridades, sus valores.
2
PREGUNTAS DE APLICACIÓN
1. ¿Por qué una persona puede desarrollar una actitud de incredulidad hacia Jesús? ¿Crees que
puede haber una relación con el estilo de vida? ¿De qué modo ambas cosas pueden estar
relacionadas?
2. ¿Cuál es el peligro de permitir la incredulidad en nuestras vidas? ¿De qué modo puede
ayudarte a contestar esta pregunta el pasaje de Hebreos 3?
3. ¿Cómo podemos ayudar a una persona incrédula?
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ELLOS SE ENCONTRARON CON 18
JESÚS
IDEA PRINCIPAL
JESÚS SIEMPRE NOS CONFRONTA CON LO ESENCIAL, NOSOTROS TENDEMOS A LO
ACCESORIO.
QUIÉNES ERAN
Se trata de fariseos y maestros de la Ley. Ya hemos hablado acerca de ellos con anterioridad. Tan
sólo un detalle significativo mencionado por Mateo, venían de Jerusalén, tal vez eso implica que
se trataba de personas más importantes dentro del esquema religioso de la época. Jesús iba
levantando más interés y, como ya sabemos, preocupación entre la clase religiosa dirigente.
La discusión se basa en la no observancia por parte de los discípulos de las leyes relacionadas
con el lavamiento de manos antes de ingerir los alimentos. Estas leyes tenían un doble propósito;
en primer lugar, como es natural, higiénico, En segundo lugar, religioso, pues se consideraba
necesario proceder al lavamiento para no contaminar y no convertir en impuros los alimentos que
se ingerían.
Como ya se ha mencionado más arriba, sería inconcebible que los discípulos se tomaran tal
libertad –de no cumplir esas leyes- de no haber sido cuestionadas o abiertamente desechadas por
Jesús, sin embargo, la pregunta de los fariseos no confronta directamente al Maestro, quien sin
duda está detrás de esa conducta- sino la de los discípulos.
Jesús está confrontándolos con el hecho de que ellos, con todo su sistema de tradiciones, leyes y
mandamientos destinados a hacer a las personas más religiosas, están abierta y claramente
contraviniendo, negando e invalidando los mandamientos directos y claros de Dios. Dicho de otra
manera, lo accesorio invalida lo esencial. El Maestro no responde a sus preocupaciones acerca
del lavamiento ritual, antes bien, desafía la total validez de la tradición oral.
Y lo ilustra con un ejemplo, el Corbán. Se trataba de una práctica que permitía a una persona
hacer una promesa de dinero u otros recursos materiales para el templo que serían pagados una
vez que el individuo hubiera fallecido. Al haber sido consagrados al Señor, esos recursos no
podían ser transferidos a nadie más, sin embargo, todavía y hasta el momento de su muerte,
podían libremente ser usados por quien había hecho la promesa. Lo irónico de la situación es que
la tradición de los fariseos impedía la compasión hacia otros en necesidad, incluidos los padres,
hacia quienes uno está más obligado. Para dar más autoridad a sus afirmaciones Jesús cita las
palabras del profeta Isaías contenidas en el capítulo 29 versículo 13.
¿Qué impacto se produjo en sus vidas? Se vieron cuestionados por parte de Jesús en dos cosas
muy importantes. Primera, es la incoherencia de parte de los fariseos de dar tanta importancia a
una religiosidad superficial que se quedaba en lo anecdótico y olvidaba lo principal. Lo que
contamina al hombre, afirma Jesús, no es lo que come, sino lo que anida en su corazón. En
segundo lugar, una religiosidad que se preocupa de las tradiciones y olvida los mandamientos
específicos de Dios. Que coloca el acento en la cultura religiosa desarrollada por los hombres y
pierde de vista los mandamientos claros y específicos de la Palabra de Dios.
Jesús nos confronta con sus mandamientos. Nosotros respondemos con nuestras tradiciones
cuyo cumplimiento nos hace respetables aunque sea al precio de ignorar los mandamientos.
Jesús se preocupa con lo interior, nuestro corazón, nuestras prioridades, nuestros valores,
nuestras motivaciones. Nosotros nos preocupamos con el exterior, con lo que otros ven y, por
tanto, pueden juzgar, con las apariencias, con lo accesorio.
2
PREGUNTAS DE APLICACIÓN
2. ¿Te están impidiendo tus tradiciones obedecer los mandamientos claros y directos de Dios
con respecto a las personas en necesidad a tu alrededor?
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ELLOS SE ENCONTRARON CON 19
JESÚS
IDEA PRINCIPAL
JESÚS GUARDA SILENCIO PARA AYUDARNOS A VERIFICAR EL GRADO DE IMPORTANCIA
DE NUESTRAS PETICIONES.
QUIÉN ERA
Mateo indica que se trata de una mujer cananea. Marcos es más específico y nos señala que nos
encontramos ante una persona de origen siro fenicio, habitante de la zona de Tiro y Sidón,
localidades marítimas al norte de Galilea, enclavadas en lo que hoy en día serían Líbano y Siria.
De esta mujer se nos dice que tenía una hija poseída por un demonio y que la pobre criatura sufría
terriblemente.
Una mujer gentil que vivía en aquella región le salió al encuentro dando gritos. Aquella mujer, a
pesar de que se nos indica su origen no judío, se dirige a Jesús utilizando un título mesiánico, Hijo
de David, y pidiéndole que tenga compasión de ella ya que posee una hija poseída por un
demonio y que sufre terriblemente. El texto, de manera sorprendente, nos dice que Jesús no le
contestó y, simplemente, continuó su marcha sin inmutarse.
Pero la mujer no cejó en su empeño. Fue tras Él y el grupo de discípulos dando voces para llamar
la atención de Jesús y requerir su intervención en la situación de sufrimiento de su hija. La cosa
debió de ponerse tan tensa que provocó nerviosismo entre los seguidores de Jesús que le
pidieron que despidiera a aquella mujer.
Entonces se produce ese interesante e inusual diálogo entre Jesús y la mujer. El Maestro indica
que ha sido únicamente enviado a las ovejas perdidas del pueblo de Israel. Pero la mujer no paró
en su intento, el texto, con un gran dramatismo, nos indica que puesta de rodillas le dijo a Jesús,
¡Señor, ayúdame! Pero, Jesús también insistió en su negativa a conceder lo que pedía. Las
contundentes palabras de aquella mujer, pero hasta los perros comen las migajas que caen de las
mesas de sus amos. Provocaron una no menos sorprendente respuesta de parte del Señor,
¡Mujer, que grande es tu fe! Hágase como quieres.
Esta mujer, que ni siquiera era judía, ilustra lo dicho anteriormente traspasado al campo de la
oración de intercesión. La súplica de aquella persona fue una petición que expresaba una fe que
sabía lidiar con Dios y argumentar con el Señor. Su persistencia puso de manifiesto cuán
importante era para ella la curación de su hija, pero también demostraba su confianza en la
capacidad del Señor en responder.
En ocasiones, nuestra oración carece de ese sentido de “lucha con Dios”. Oramos, y si no
recibimos una respuesta con una cierta inmediatez, dejamos de hacerlo, ya no insistimos, ya no
continuamos haciéndolo. Nuestra oración, a menudo, se ha contagiado del carácter de inmediatez
que es tan importante y predominante en nuestra sociedad.
Dejamos de orar al no tener respuesta inmediata. Dejamos de perseguir a Dios a gritos pidiéndole
su intervención. Y, lo que es peor, nuestro dejar de pedir y clamar pone de manifiesto que tal vez
no era tan importante, que no era tan necesario como nosotros pensábamos y que desconocemos
el carácter de nuestro Dios quien, muy a menudo, trabaja por medio de procesos que llevan
tiempo y que tardan en manifestarse.
2
PREGUNTAS DE APLICACIÓN
1. ¿Existen situaciones en tu vida que precisan que “luches” con Dios en oración? Identifícalas
2. ¿Refleja tu oración el mismo sentir y actitud que aquella mujer gentil?
3. El ejemplo de la mujer siro fenicia ¿Cómo puede ayudarte a desarrollar una actitud de
persistencia en tu oración?
4. ¿En qué cosas deberías aplicara?
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ELLOS SE ENCONTRARON CON 20
JESÚS
IDEA PRINCIPAL
JESÚS HONRA LA FE, AUNQUE SE VEA ASALTADA POR LAS DUDAS.
QUIÉN ERA
Se trata del padre de un muchacho que, tal y como dice el texto bíblico, estaba poseído por un
demonio que ponía en constante peligro su vida, en ocasiones echándolo al fuego –¿el que
alimentaba el hogar?- o bien tirándolo al agua –¿en el pozo que las casas acostumbraban a
tener?- además, lo derribaba al suelo en medio de grandes contracciones, echaba espuma y le
rechinaban los dientes.
El padre del muchacho vio desafiada su fe. En el texto de Marcos le dice a Jesús, si puedes hacer
algo, ten compasión de nosotros y ayúdanos. A lo que el Maestro replicó, ¿Cómo que “si puedes”?
¡Todo es posible para el que cree! Hemos de ser compasivos con aquel padre, hemos de
ponernos en su piel y entender cómo debía sentirse al haber asistido impotente al fracaso de los
discípulos en tratar de salvar a su hijo. Esto explica que el pobre se dirigiera en aquellos términos
a Jesús y que finalmente dijera, yo creo, ¡Ayúdame a creer más! Sin duda, aquel hombre creía,
¿se habría acercado si no hasta Jesús?
Finalmente, la fe puede ir acompañada con un cierto grado de duda. La fe desafía nuestra razón,
nuestra inteligencia, toda nuestra comprensión de la realidad. Es normal que la duda asalte y
quiera instalarse en nuestras mentes. Sin embargo, el hombre de fe da el paso de acercarse a
Jesús con total honestidad, reconociendo la lucha interior entre la confianza en Él y la razón, la
lógica, la realidad, la opinión sensata de otros.
2
PREGUNTAS DE APLICACIÓN
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ELLOS SE ENCONTRARON CON 21
JESÚS
MATEO 26:30-35; MARCOS 14:26-
PEDRO 3 31; LUCAS 22:31-34
IDEA PRINCIPAL
JESÚS NOS INVITA A SER CONSCIENTES DE NUESTRAS INCONSISTENCIAS Y NOS
ADVIERTE DEL PELIGRO DE CAER.
QUIÉN ERA
Sobran las presentaciones, ya todos conocemos a Pedro, su carácter noble e impulsivo y también
sus reacciones.
La rapidez con que se leen estos versículos puede llevarnos a perder de vista todas estas
circunstancias que hacían de aquella celebración una experiencia dramática para todos los
participantes pero especialmente, para Jesús.
Pero, salvo excepciones, sin duda, en el momento en que formulamos todo lo dicho en el párrafo
anterior, éramos honestos y deseábamos que aquello pudiera culminarse, cumplirse, llevarse a
cabo, convertirse en realidades, sin embargo, no fue así.
Tal vez todo fue fruto de un momento de impulso, una reacción emocional ante un estímulo
externo. Pudo ser también fruto de una convicción auténtica, genuina y real pero que no tuvo
demasiado en cuenta nuestra realidad y nuestras capacidades.
Jesús nos invita a tener una visión realista y auténtica de nosotros mismos. No con el propósito de
desanimarnos. Tampoco con la finalidad de que nunca emprendamos nada de valor, difícil o
costoso para Él. Más bien, para que ello nos lleve a presentarnos ante Jesús tal y como somos,
con nuestras debilidades, inconsistencias y flaquezas y, de este modo, estemos en condiciones de
buscar su ayuda, su intervención, para poder vivir, obrar y actuar más allá de todo ello pero,
también más allá de nuestros impulsos, deseos y buenas intenciones.
PREGUNTAS DE APLICACIÓN
1. ¿Qué similitudes encuentras entre la experiencia de Pedro y la tuya propia?
2. ¿Cómo se relaciona este pasaje con la afirmación de Pablo, Así pues, el que cree estar firme,
tenga cuidado de no caer. (1 Corintios 10:12)
3. ¿Cómo se relaciona este pasaje con la afirmación de Pablo, Así que me alegro de ser débil
para que así se muestre el poder de Cristo. (2 Corintios 12:9)
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ELLOS SE ENCONTRARON CON 22
JESÚS
IDEA PRINCIPAL
EL ENCUENTRO CON JESÚS NOS RESTAURA Y NOS RECONFIRMA LA MISIÓN
QUIÉN ERA
Realmente sobran todas las palabras y comentarios. Este estudio promete ser breve ¡Quién sabe!
Esta es una de esas ocasiones. Pedro se encuentra junto con otros de sus compañeros
pescadores junto al mar de Galilea. El apóstol decide hacer aquello que mejor saber, pescar. No
es difícil ver un paralelismo entre este encuentro y el de Jesús con ocasión de la pesca milagrosa.
Hay muchas similitudes, la tarea infructuosa, la recomendación de Jesús, la obediencia de Pedro,
y el fruto abundante. Todo recuerda aquel maravilloso momento en que Jesús llamó a Simón a
convertirse en pescador de hombres.
En segundo lugar, las circunstancias emocionales. Pedro había negado a Jesús. A pesar de todas
sus afirmaciones de fidelidad hasta la muerte, por tres veces había renegado de su Maestro en
público. Nos encontramos ante un hombre que ha fallado, que no ha podido estar a la altura de
todas sus promesas, buenos propósitos e intenciones. Alguien que se había comparado con el
resto de los discípulos y afirmado que no sería como ellos. Los otros podrían fallar, él, nunca.
¿Cuál debería ser su estado emocional? ¿Había perdido el respeto por sí mismo? ¿Sentiría que
los otros le habían perdido el respeto? ¿Y Jesús? ¿Qué debía creer Pedro que el Maestro
pensaba y sentía hacia él?
QUÉ IMPACTO PRODUJO EL ENCUENTRO EN SU VIDA
No debemos pasar por alto la manera en que Jesús interrogó a Pedro, su primera pregunta está
cargada de significado. El Maestro le confronta diciéndole si él le ama más que el resto de los
discípulos. No es casual, ya que, cuando Jesús anunció que todos lo abandonarían, Pedro había
afirmado que aunque otros lo hicieran, él nunca lo haría, aunque le fuera la muerte en ello. En su
respuesta ya podemos ver que en el apóstol se ha producido un cambio, Pedro le contestó: Si,
Señor, tú sabes que te amo. Curioso ¿Verdad? Él no dice amar a Jesús más que los otros. Ya
sólo da cuenta de sí mismo.
Este encuentro produjo en Pedro una restauración emocional y espiritual. Jesús no hizo ni una
sola mención de la negación de Simón. No hay ni una sola palabra de reproche. El Maestro
conocía perfectamente el corazón de Pedro y su amor por Él. Jesús era perfectamente consciente
que había sido la debilidad, la presión, el miedo, lo que había producido su negación de aquel a
quien amaba tanto. Sus tres preguntas tienen como intención ayudar a Pedro a discernir sus
propios sentimientos, no a convencer a Jesús.
Junto con la restauración emocional y espiritual vino la reconfirmación de la misión. Pedro volvió a
recibir de parte de Jesús, como sucedió en aquel otro encuentro a orillas del mismo mar, una
misión que cumplir y un reto a seguirle.
Satanás usa diestramente nuestro pecado para hacernos dudar de que sea posible para nosotros
ningún tipo de restauración y, mucho menos, de misión que cumplir. Él juega con esos
sentimientos para impedir que nos podamos acercar a Jesús y, consecuentemente, ser
restaurados y nuevamente comisionados.
Amamos a Jesús, claro que le amamos y cuando nos encontramos ante Él y nos pregunta si le
amamos, Satanás aprovecha para susurrar en nuestro oído todos los pecados e inconsistencias
que en esos momentos se agolpan en nuestras mentes. Ante eso, con tristeza por nuestro
pecado, sólo podemos decirle a Jesús que Él conoce nuestro corazón y sabe que le amamos.
Entonces se produce el milagro, no hay reproches, no hay malas caras, simplemente Jesús nos
restaura, nos perdona, reconfirma la misión y nos invita de nuevo a seguirle.
2
PREGUNTAS DE APLICACIÓN
1. ¿Sientes que no hay perdón posible para ti?
2. ¿Sientes que nunca más Jesús podrá comisionarte nada?
3. ¿Te está engañando Satanás para que no te presentes ante el Maestro?
4. Habla con Él. Dile que Él conoce tu corazón. Dile que Él sabe que tú le amas
5. Escucha la confirmación de tu restauración y tu misión. Dale gracias por fe y síguele.
3
ELLOS SE ENCONTRARON CON 23
JESÚS
UN ENDEMONIADO GENTIL LUCAS 8:26-39
IDEA PRINCIPAL
UN ENCUENTRO CON JESÚS NOS DA UNA HISTORIA QUE CONTAR ENTRE LOS
NUESTROS.
QUIÉN ERA
Realmente, esta persona era alguien que lo tenía todo en contra para que cualquier maestro judío
de la Ley le dedicara su atención, su tiempo y mucho menos su compasión. Para comenzar se
trataba de un gentil, una persona no perteneciente a la comunidad de Israel y, por tanto, alguien a
evitar simplemente por su condición de no judío.
Pero además de ser gentil era una persona endemoniada, poseída por varios espíritus malignos
que la habían convertido en una persona violenta, tan violenta que debía vivir en soledad, en los
cementerios, alejada del resto de las personas. Se había convertido en un marginado, en un paria
social que todo el mundo evitaba debido a su carácter violento y maligno.
Finalmente, nos encontramos con una persona que ha sido degradada a los límites más bajos de
la condición humana. Los demonios lo han despojado de toda su dignidad, lo han convertido en un
ser violento, repugnante, alguien a quien mantener lejos por su carácter peligroso y degradado.
Llegan pues a la orilla habitada por población gentil y se encuentran que les sale al paso un
endemoniado. El texto de Lucas nos dice que fue el poseso quien salió al paso de Jesús
interceptándolo. Todo parece indicar que el demonio que habitaba en aquel pobre hombre, que se
identifico como legión, por el hecho de ser muchos, quería evitar que Jesús le molestará.
De hecho, se produce un diálogo “muy interesante” entre ambos, Jesús y el espíritu. Ante la orden
del Maestro de que este último abandonara al hombre que poseía y dejara de atormentarlo, el
espíritu, quien reconoce la identidad y autoridad de Jesús, responde con una petición de no ser
atormentado él mismo y no ser arrojado al abismo.
Jesús no ceja en su empeño de liberar a aquel hombre, sin embargo, les concede la petición de
poseer a una piara de cerdos que estaban pastando en los alrededores. Estos, ante la presencia
de los espíritus, entran en un estado de auténtica histeria y se precipitan al mar donde perecen
ahogados.
Por un lado, aquel hombre fue sin duda restaurado espiritualmente. Quedó libre de una esclavitud
espiritual que, no únicamente afectaba a su “dimensión espiritual”, sino que producía destrucción
en todas las áreas de su vida, sus relaciones, su propia vivencia social y emocional.
También, fue restaurado en algo tan importante como su dignidad de persona. Jesús se encontró
con un despojo humano, un ser degradado hasta los extremos más bajos a los que cualquier
persona puede llegar. Un ser descontrolado, violento, desnudo, viviendo no como un hombre, sino
en un nivel infrahumano, más cercano a la realidad animal.
Además, Jesús lo restaura socialmente. Cuando sus vecinos llegaron allí se encontraron con que
el ser violento que ellos conocían estaba sentado tranquilamente a los pies del Señor, había
recobrado su juicio cabal y estaba vestido. Se encontraron con alguien que podía ser reintegrado
sin ninguna dificultad en la comunidad y podía vivir y mantener relaciones sociales normales.
Por último, aquel hombre recibió una misión. Recobrado su juicio, su primer deseo fue el
seguimiento de Jesús, sin embargo, recibió de parte del Maestro una comisión muy importante, la
de ir a los suyos y ser un testimonio vivo de la intervención de Dios, un pregonero de lo que el
Señor puede hacer cuando tiene un encuentro transformador con cualquier persona.
Además, este cambio no es algo que únicamente nosotros percibimos y nos damos cuenta que
está teniendo lugar, es algo que resulta evidente para todos aquellos que nos rodean, para todos
aquellos que nos conocen y con quienes interactuamos. Esto hace que nuestra vida se convierta
en aquello que muchos han dado a llamar “la apologética irrefutable”, es decir, aquel argumento
vivo que es totalmente imposible negar porque está ahí y es evidente para todos. Una persona
podrá rechazar la causa a la que nosotros atribuimos el cambio en nuestra vida, sin embargo,
nunca podrá negar este cambio si realmente se ha producido.
2
Como aquel endemoniado Jesús también nos comisiona a nosotros a contar nuestra historia entre
los nuestros. No todos estaremos llamados a llevar el mensaje de salvación a lugares lejanos o
culturas extrañas, no obstante todos tenemos una historia –o debemos tenerla- de lo que el
Maestro ha hecho en nosotros y, consecuentemente, todos somos llamados como aquel
endemoniado a volver a los nuestros y contar esa historia de cambio y de transformación.
PREGUNTAS DE APLICACIÓN
1. ¿Qué ha hecho Dios en tu vida?
2. ¿Tienes una historia que contar? ¿Cuál es esa historia?
3. ¿Es tu vida una apologética irrefutable?
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ELLOS SE ENCONTRARON CON
JESÚS
PEDRO 2 MATEO 16:21-28
IDEA PRINCIPAL
UN ENCUENTRO CON JESÚS PONE DE MANIFIESTO EL CONFLICTO ENTRE LOS VALORES
DEL REINO DE DIOS Y LOS DE LA SOCIEDAD
QUIÉN ERA
Nuestro protagonista ya es bien conocido.
Esta es la primera vez que les habló de forma clara y directa acerca de su sacrificio redentor a
favor de la humanidad y, como no podía ser de otro modo, ya que no hay redención sin
sufrimiento, les comunicó que en Jerusalén le esperaba el padecimiento y la muerte a manos de
los religiosos. En este contexto, Pedro, impulsivo como siempre, decide intervenir y llamar aparte
al Maestro para darle consejos acerca de cómo, según su opinión, Jesús debería proceder.
La respuesta de Jesús nos deja helados y podemos intentar ponernos en la piel del pobre Pedro y
tratar de entender cómo debió de sentirse. Jesús le responde de una forma agresiva, tajante y
enormemente directa diciéndole, ¡Apártate de mí, Satanás, pues me pones en peligro de caer! ¡Tú
no ves las cosas como las ve Dios, sino como las ven los hombres!
Jesús acaba de decirles algo de tremenda importancia, que no hay redención posible sin dolor,
sufrimiento y, en su caso, la muerte. La redención es un valor del Reino de Dios y está, al hacerse
al exigir un sufrimiento redentor, convierte este mismo sufrimiento en otro valor deseable y
necesario del Reino.
Este encuentro privado entre Pedro y Jesús provoca un conflicto de valores. Por un lado los de
Pedro, que reflejan fielmente los de su sociedad, la huida del dolor, el evitarlo siempre que sea
posible. Por otro lado, los de Jesús, que representan los de Reino y que nos indican que el dolor
es el camino hacia cualquier tipo de redención.
Esta confrontación representa dos maneras de ver y entender el mundo. La manera de Dios y la
de la sociedad y pone de manifiesto, evidencia, como en tantas y en tantas ocasiones ambas
pueden ser, no sólo diferentes, sino también contradictorias y excluyentes mutuamente. La lógica
del mundo no encaja con la lógica de Dios. Vuestros caminos, como dice el Señor, no son mis
caminos, ni vuestros pensamientos mis pensamientos.
Si Jesús hubiera seguido los bienintencionados consejos de Pedro hubiera sido del todo imposible
para Él llevar a cabo nuestra redención ya, que como la misma Escritura indica, sin
derramamiento de sangre no hay perdón de pecados.
Cuando nos encontramos con Jesús todos nuestros valores son confrontados. Estos valores,
responden a nuestra cosmovisión, es decir, a nuestra manera de ver y entender de la realidad. Por
eso, Pedro, al ser confrontado con Jesús tiene que escuchar que él no ve las cosas como las ve
Dios.
Un encuentro con Jesús demanda de nosotros un cambio en nuestra cosmovisión. Exige que
comencemos a ver las cosas tal y como Dios las ve y percibe. Este cambio en nuestra manera de
ver las cosas va seguido por un cambio en nuestros valores, es decir, un cambio en las cosas que
son importantes y rigen nuestra conducta.
Un encuentro con Jesús nos llevará entre otros cambios a entender que no podemos convertirnos
en colaboradores de Dios en su proceso y propósito de redimir el mundo si insistimos en vivir
hedonísticamente, buscando activamente nuestro propio placer y huyendo a todo precio del dolor
y del sufrimiento.
2
Del mismo modo que Jesús no podía completar su trabajo de redención sin padecer, así mismo,
nosotros tampoco podremos colaborar con Él sin padecer. Nuestro padecimiento puede ser físico
–todavía hay muchos lugares donde los cristianos sufren físicamente por su fe en Jesús- Podrá
ser social –nuestra pública identificación con el Maestro puede llevarnos a muchos tipos de
exclusión social- Y también emocional. Hay un sufrimiento emocional que proviene de sentirnos
rechazados por nuestra fe en Jesús. Hay un sufrimiento emocional que viene como consecuencia
de renunciar a nuestros legítimos derechos y necesidades a fin de poder ministrar a otros en su
situación de necesidad.
PREGUNTAS DE APLICACIÓN
1. ¿Cómo ves el mundo, como Dios o como la sociedad que te rodea?
2. ¿Cuáles son tus valores, los de Dios o los de la sociedad que te rodea?
3. Tu actitud ante el sufrimiento redentor –lo que estás dispuesto a sufrir a fin de que otros
puedan ver sus vidas ministradas- puede ayudarte a medir la coherencia de tu manera de ver
el mundo y tus valores
4. ¿Hay personas a tu alrededor a las que puedes ayudar a redimir? ¿Qué precio has de pagar
para ello? ¿Incluye el sufrimiento?
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ELLOS SE ENCONTRARON CON 25
JESÚS
PEDRO 1 MATEO 16:13-20
IDEA PRINCIPAL
JESÚS SE ENCUENTRA CON NOSOTROS Y NOS PREGUNTA QUIÉN CREEMOS QUE ES ÉL
QUIÉN ERA
Pedro, a quien ya hemos introducido en otras ocasiones.
En este contexto, Jesús tiene una conversación con sus discípulos y les interroga acerca de
cuáles eran los comentarios que la gente hacía con respecto a su identidad. No nos cabe la menor
duda que el Maestro estaba perfectamente al día acerca de lo que se decía de Él. Su interés
radicaba especialmente en contrastar las opiniones populares con las de sus discípulos. Jesús
quería saber cómo iba evolucionando su percepción de quién era Él entre aquellos que debían
jugar un papel clave en sus planes.
Le dijeron que algunos pensaban que era Juan el Bautista. No es de extrañar esta afirmación.
Recordemos que el propio Herodes, quien había mandado asesinar a Juan, pensaba que Jesús
era el bautista resucitado (véase Mateo 14:1 y 2). También le comentaron que otros afirmaban
que era Elías. Tiene sentido, ya que se pensaba que este respetado profeta del Antiguo
Testamento, debía de preceder a la aparición del Mesías venidero (véase Malaquías 3:1-3). Se le
dijo que había quienes pensaban acerca de Él como Jeremías. La explicación para esto también
hay que buscarla en las expectativas mesiánicas judías. Finalmente, otros comentarios populares
indicaban que podía ser alguno de los profetas, pensamiento este inspirado en textos como
Deuteronomio 18:15-18.
Entonces, Jesús plantea la pregunta que realmente le interesaba, Y vosotros, ¿quién decís que
soy yo? Pedro es quien toma la iniciativa de responder de forma individual a una pregunta hecha
por Jesús de forma colectiva, Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios viviente.
Jesús afirma que algo muy importante había sucedido en la vida de Pedro, éste había llegado a
una mayor y mejor comprensión de la identidad de Jesús, había afirmado su carácter divino y su
especial relación con el Padre, sin embargo, en palabras del Maestro, esto le vino, no por
enseñanza humana, sino por revelación divina. No se nos dice de qué modo esto sucedió, sin
embargo, sí se nos afirma que hubo una intervención de Dios y esto nos enseña que el Señor
trabaja en los corazones de las personas revelando el auténtico carácter e identidad de su Hijo.
Algo más sucedió en la vida de Pedro, de nuevo recibe una misión, en este caso relacionada con
el establecimiento de la iglesia, es decir, la dimensión comunitaria de la fe cristiana.
Durante su vida, su identidad siempre fue conflictiva. Sus contemporáneos, en varias ocasiones
quisieron matarlo a pedradas por blasfemo. Cuando en una de las situaciones Jesús los confrontó
y les preguntó por qué maldad que hubiera hecho querían apedrearlo. Ellos respondieron, que por
ninguna, sino porque siendo un simple mortal, afirmaba ser igual a Dios. Situaciones de este tipo
se repitieron con harta frecuencia en su ministerio público. De hecho, y por paradójico que pueda
parecer, Jesús fue condenado a muerte a causa de su identidad, no por nada que hubiera hecho o
dejado de hacer, sus afirmaciones de ser Hijo de Dios le acarrearon la condena a muerte por
blasfemia, siendo solamente hombre, pretendió ser Dios.
Jesús es hoy en día popular y respetado… en tanto que ser humano, naturalmente. En una
reciente encuesta realizada entre universitarios españoles, Jesús era considerado como una de
las personas más influyentes de la historia de la humanidad. Reconocerlo como un gran maestro
de moral, un líder singular, una persona de gran influencia, un modelo a seguir, etc., no representa
un mayor problema para muchas personas de nuestra sociedad. Aceptar su divinidad es otra
historia muy diferente.
Porque aceptarla trae consigo una gran cantidad de implicaciones. Si Jesús es Dios, entonces
tiene autoridad, puede juzgarnos, puede emitir opiniones sobre nuestro estilo de vida, nos coloca
ante disyuntivas morales y nos desafía a cambiar nuestra forma de vivir, pensar, actuar, nuestros
valores y nuestras prioridades. Ante todo esto, es mejor negar su identidad y apostar a que no fue
Dios.
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Pero Jesús, no únicamente pregunta a nuestros contemporáneos acerca de su identidad, también
nos pregunta a nosotros. Los que nos movemos en contextos religiosos podemos responder de
forma correcta a la pregunta y afirmar que Jesús es el Mesías, el Hijo del Dios viviente. Pero
nuestra respuesta puede ser simplemente eso, correcta desde el punto de vista de las ideas, sin
que tenga ningún efecto, ninguna influencia en nuestro estilo de vivir.
Pero Jesús no quiere, no espera y no desea simplemente esa respuesta fácil, intelectual, que
cualquiera puede dar. Él desea la respuesta comprometida, la que nos lleva a un cambio radical,
que comienza con nuestra manera de pensar, sigue con nuestros valores y prioridades y acaba
manifestándose en una conducta diferente que es evidente para todos.
No es aventurado afirmar que si fuéramos cuestionados por Jesús, sin duda, daríamos la
respuesta correcta, y que a la misma, Pablo, el apóstol, si estuviera presente (muy hipotético
¿verdad?) nos respondería, entonces, ya no vivas para ti, sino para Él, que murió y resucitó por ti.
(1 Corintios 5:15) Porque la identidad de Jesús nos invita, ante todo y sobre todo, a vivir de forma
diferente.
PREGUNTAS DE APLICACIÓN
1. Y tú ¿Quién dices que es Jesús?
2. ¿Has dado la respuesta fácil, la respuesta evangélica o has dado la respuesta correcta, la que
lleva consigo un cambio en pensamiento, valores, convicciones y vida?
3. ¿Qué diferencia marca en tu vida el afirmar que Jesús es el Mesías, el Hijo del Dios viviente?
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ELLOS SE ENCONTRARON CON 26
JESÚS
MARCOS 10:13-16; MATEO 19:13-
UNOS NIÑOS 15
IDEA PRINCIPAL
NO DEBEMOS SER IMPEDIMENTO PARA QUE NADIE SE ACERQUE A JESÚS
QUIÉNES ERAN
Los textos de los diferentes evangelios simplemente indican que se trataba de unos niños. Bajo
esta denominación tan amplia cabrían todos aquellos comprendidos entre las edades de 0 y 12
años. Sin embargo, el hecho de que Jesús los tomara entre sus brazos nos sugiere que tal vez se
trataba de niños de corta edad. También es importante para nosotros entender la poca estima que
se tenía hacia la infancia en aquellos tiempos. Los niños eran considerados personas sin
importancia, sin opinión y, por tanto, no dignas de molestar con su presencia o sus reclamos a los
adultos. Aquí podemos observar, de nuevo, cómo Jesús tenía una especial preocupación y
mostraba un especial interés por aquellos que en la sociedad de su tiempo eran considerados
como inferiores o despreciables, leprosos, mujeres, niños, recaudadores de impuestos y
pecadores en general.
Los discípulos, sin embargo, reprendieron a aquellos que se acercaban a Jesús con el buen
propósito de que sus hijos pudieran ser bendecidos. Hay dos posibles razones para esta actitud
de parte de los acompañantes de Jesús. La primera, es que tal vez esto suponía un retraso en la
comitiva del Maestro que estaba, como bien sabemos, en constante movimiento de un lado a otro.
Así lo indican algunos comentaristas bíblicos. La segunda, y todo sea dicho de paso, la más
probable, es que consideraban, siguiendo el pensamiento en boga en la época, y del cual ya
hemos hecho mención, que los niños eran seres sin importancia y, que por tanto, no merecían la
atención del Maestro y que éste les dedicara un poco de su limitado tiempo. Parece lógico que
respondiendo a este tipo de mentalidad les dijeran a los padres que no molestaran con tonterías a
Jesús.
El punto más interesante aquí es que Jesús captó la situación y se enojó con sus discípulos. Vale
la pena remarcar el enojo de Jesús. Conociendo al Maestro sabemos que sus reacciones siempre
estaban en consonancia con la importancia de la situación. El enojo no aparece con demasiada
frecuencia entre sus reacciones, y cuando lo hace es porque la importancia del hecho así lo
requiere. Jesús reprendió a sus discípulos porque estaban impidiendo que aquellos niños pudieran
acercarse hasta él.
Pero también los discípulos recibieron un buen impacto. Aprendieron que en el Reino las
jerarquías son diferentes que en la sociedad civil y que Dios tiene un especial interés, muy
especial, por aquellos que nuestro mundo considera personas de segunda clase ya sea debido a
su edad, sexo, condición racial, religiosa, económica o cultural. Los discípulos vieron que los niños
eran importantes, como ya habían aprendido –y lo verían más veces en el futuro- que también lo
eran las mujeres –la samaritana fue la primera a quien Jesús claramente reveló su identidad
como Mesías y María Magdalena fue el primer testigo de la resurrección- los leprosos o todo tipo
de marginados en general.
En segundo lugar, hay una clara advertencia en este pasaje para que con nuestras vidas no nos
convirtamos en obstáculos para que otros puedan acercarse a Jesús para ser bendecidos. Hay
varias maneras en que podemos ser de impedimento. Nuestra indiferencia hacia el necesitado que
busca la bendición de Jesús puede ser una peligrosa manera. Nuestras actitudes y prejuicios
pueden colaborar en tal negativo sentido. Por último, nuestra conducta, nuestro estilo de vida
puede provocar tal rechazo que haga totalmente imposible para otros el ni siquiera intentar un
acercamiento a Jesús. Es imposible no recordar las palabras del Señor al respecto: Siempre habrá
incitaciones al pecado, pero ¡ay de aquél que haga pecar a los demás! Mejor le sería que le
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arrojasen al mar con una piedra de molino atada al cuello, que hacer caer en pecado a uno de
estos pequeños. ¡Tened cuidado!
Una última aplicación es que el Maestro está siempre esperando con sus brazos abiertos para
estrecharte entre ellos, confortarte emocionalmente y bendecirte según tu necesidad.
PREGUNTAS DE APLICACIÓN
1. ¿Quiénes son las personas rechazadas, las que nadie tiene en cuenta, que hay a tu
alrededor? ¿Puedes ser de bendición para ellas? ¿Cómo?
2. ¿Es posible que tu vida sea un impedimento para que otros puedan acercarse a Jesús? ¿Tal
vez tus prejuicios, actitudes, conducta, o simplemente tu indiferencia?
3. ¿Estás necesitado de que Jesús te acoja entre sus brazos, te estreche y te bendiga? Si es
así, toma un tiempo para experimentarlo ahora en tu vida.
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ELLOS SE ENCONTRARON CON 27
JESÚS
IDEA PRINCIPAL
JESÚS NOS CONFRONTA CON NUESTRAS NECESIDADES Y MOTIVACIONES.
QUIÉNES ERAN
Se trata de una parte de las personas que habían sido alimentadas por Jesús en la orilla del mar
de Galilea opuesta a la ubicación de la ciudad de Capernaum. El episodio de la alimentación es
recogido por los cuatro evangelistas y se produjo a causa de la gran multitud de personas que le
había seguido hasta aquel lugar para oír sus enseñanzas. Jesús, al ver la situación de necesidad
de las mismas decidió actuar y las alimentó. A raíz de esta intervención milagrosa del Maestro, el
texto de Juan nos indica que un buen número de ellos le siguieron y al encontrarlo se produjo un
interesante diálogo entre ellos.
Fueron confrontados en sus motivaciones. El Maestro claramente les dijo que no había un impulso
espiritual detrás de su deseo de encontrarle. No venían tras Él porque hubieran visto sus grandes
obras y esto les hubiera hecho plantearse cuestiones sobre la auténtica identidad del Señor. Su
motivación, tal y como les indicó, era puramente material. Jesús los había alimentado y, con ello,
ministrado en sus necesidades materiales, ellos querían hacerlo rey, naturalmente para tener
estas necesidades siempre cubiertas.
Ellos habían percibido únicamente la forma del milagro, pero habían perdido totalmente la razón y
el fondo del mismo. La alimentación pretendía –sin duda satisfacer una necesidad física- ante todo
ser una señal de la identidad mesiánica de Jesús. Ellos tan sólo percibieron las ventajas que
podría proporcionar un rey que les alimentara gratuitamente cada día.
Jesús pone de manifiesto cuán fatuos son sus deseos. Incluso el maná, el sueño que
mencionaron aquellas gentes, era tan sólo un espejismo, ya que todos los que comieron de él
murieron irremisiblemente.
Jesús es confronta con sus auténticas necesidades. Ellos le hablan de comida material, Él les
responde hablándoles de la vida eterna. No es que Jesús desprecie las necesidades materiales,
no olvidemos que acababa de satisfacerlas, intenta simplemente que vayan más allá y tengan la
capacidad de ver las necesidades más profundas de todo ser humano.
Jesús se ofrece a sí mismo con la única satisfacción para las necesidades más profundas del ser
humano. El que viene del cielo, afirma refiriéndose a sí mismo, es el que soluciona las
necesidades íntimas y profundas de toda persona, por eso nos invita a creer en Él, aceptarle y
seguirle.
También los doce fueron confrontados clara y abiertamente por Jesús y recibieron la invitación a
dejarle si sus exigencias eran demasiado fuertes para ellos.
En segundo lugar, nos veremos confrontados con nuestras necesidades más profundas. No sería
justo decir con nuestras auténticas necesidades, ya que todas las necesidades son auténticas en
tanto que existen. Sin embargo, es muy posible que Jesús nos diga que, todo y ser importantes
esas necesidades tan sentidas, hay otras más profundas y prioritarias de las que quiere cuidarse.
Esto puede producir en nosotros una reacción. Nosotros, a menudo, vamos buscando sanar el
síntoma. Jesús, siempre irá a la raíz del problema. Nosotros estamos preocupados por lo
superficial y Él quiere lidiar con lo fundamental y esencial.
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En tercer lugar, podría darse el caso que las pretensiones de Jesús de que creamos en Él, le
aceptemos y le sigamos nos parezcan demasiado exigentes. Puede darse el caso de que nos
sintamos decepcionados en nuestras expectativas. Fuimos en busca de satisfacción y nos
encontramos con exigencias morales, éticas, de cambio. Si es así, es posible que decidamos dejar
de seguirle y nos mantengamos a distancia de Él. Su precio puede parecernos excesivamente
alto.
PREGUNTAS DE APLICACIÓN
1. ¿Qué te motiva para acercarte a Jesús? ¿Únicamente que satisfaga tus necesidades o
también el deseo de seguirle?
2. ¿Qué te pide Jesús? ¿Qué desea hacer contigo y en tu vida?
3. ¿Quieres irte tú también?
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ELLOS SE ENCONTRARON CON 28
JESÚS
IDEA PRINCIPAL
LA TRANSFORMACIÓN QUE JESÚS LLEVA A CABO ES LA APOLOGÉTICA QUE NADIE
PUEDE REBATIR.
QUIÉN ERA
Se trataba de una persona que era ciega desde su nacimiento. Pedía limosna para poder
sobrevivir y era bien conocido como una persona carente de la vista por sus vecinos. En
ocasiones anteriores ya hemos hablado de las dificultades que para vivir tenían en la antigüedad
las personas que padecían este tipo de privaciones.
Jesús, sin ambages respondió que, ni una cosa, ni la otra, aquel hombre era ciego para que la
gloria de Dios pudiera manifestarse. Hemos de notar que Jesús no está afirmando que Dios
hubiera hecho ciego a aquel ser humano a fin de que Jesús pudiera llevar a cabo su obra
milagrosa. Más bien, está afirmando que el poder de Dios se pondrá de manifiesto ministrando la
necesidad de aquel pobre hombre.
Poco más podemos añadir a la sanidad que experimentó el ciego salvo que fue algo notorio a
todos aquellos que le conocían. Sin embargo, sí podemos fijarnos en cómo su comprensión de
quién era Jesús fue aumentando de forma progresiva y cómo esto se debió fundamentalmente al
hecho de ser confrontado de forma repetida por la gente. La experiencia, cuando es confrontada,
es refinada.
Este hombre tuvo dos entrevistas sucesivas con los fariseos y posteriormente un segundo
encuentro con Jesús. El suceso había tenido lugar en un día de reposo y, una vez más, había roto
los esquemas teológicos de los fariseos que estaban divididos en sus opiniones. Para unos, Jesús
no podía sino ser un pecador por hacer aquellas cosas en el sagrado sábado. Para otros, no
obstante, era dudoso que una persona pecadora pudiera realizar semejantes prodigios.
Confrontado el ciego con cuál era su opinión acerca de Jesús, contestó con rotundidad, yo creo
que es un profeta. La gente estaba confundida y pensaban que aquel hombre no podía ser ciego.
Se produjo entonces una breve consulta con los padres del ciego. Estos, en medio del miedo ante
la presión de los fariseos, lo confirmaron. Esta confirmación dio pie a la segunda entrevista con la
persona sanada. Los fariseos le comunicaron, para su conocimiento, que había sido sanado por
una persona que era pecadora. Su contestación fue que no entendía de teología, sin embargo,
algo era notorio en su vida, antes era ciega y ahora podía ver.
Para sorpresa de los fariseos les preguntó si ellos querían convertirse en discípulos de quien le
hubiera sanado. La respuesta airada de estos fue que ellos eran discípulos de Moisés y que nadie
sabía quién era aquel Jesús. La respuesta dada por nuestro protagonista muestra cómo su
percepción del Maestro fue creciendo, refinándose y perfilándose como consecuencia de la
confrontación que estaba recibiendo. Su reflexión teológica es impecable en este sentido, ¡Qué
cosa tan rara: vosotros no sabéis de dónde ha salido, y a mí me ha dado la vista! Bien sabemos
que Dios no escucha a los pecadores, sino solamente a quienes le adoran y hacen su voluntad.
Nunca se ha oído decir de nadie que diera la vista a un ciego de nacimiento: si este hombre no
viniera de Dios no podría hacer nada.
Esta respuesta no gustó a sus oponentes que tras acusarlo de pecador lo echaron fuera de la
sinagoga. Esto dio pie al segundo encuentro del ciego con Jesús.
El Maestro se enteró de que el ciego había sido expulsado de la sinagoga y salió a su encuentro.
En este breve –al menos así es narrado en el texto- encuentro Jesús declaró su identidad como
Mesías y el ciego reaccionó en una aceptación plena de la identidad de Jesús.
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QUÉ APLICACIÓN TIENE PARA NOSOTROS
Dos aplicaciones importantes pueden deducirse de este encuentro de Jesús y el ciego. En primer
lugar, procesar la experiencia de lo que Jesús ha hecho en nuestra vida. Aquel hombre tenía una
cosa clara, su antes y su después del encuentro con el Maestro. Tal vez no estaba a la altura de
los argumentos que le presentaban los fariseos, sin embargo, había una realidad que nadie podía
rebatir, había una apologética irrefutable, la realidad del cambio experimentado. Esto debe ser
también una realidad en nuestras vidas. Nuestra experiencia con Jesús no debe ni puede ser
únicamente intelectual, tiene que haber un antes y un después en nuestra vida como
consecuencia de nuestra conversión y esto, nos atreveríamos a decir, debe ser notorio a los que
nos rodean. Ha de haber un cambio en nosotros y éste ha de ser acreditado a la presencia de
Dios en nuestras vidas.
En segundo lugar, nuestra fe debe ser confrontada para ser refinada, crecer y madurar. La
confrontación por parte de los fariseos obligó al ciego a pensar en su propia experiencia y en la
identidad de Jesús. Muy a menudo, cuando compartimos nuestra fe con otros, sus preguntas, sus
razonamientos, sus barreras, sus excusas, incluso sus ataques dialécticos, nos obligan a pensar
en qué y en quién creemos y en la coherencia o falta de la misma de nuestra experiencia de
caminar con Jesús. La fe confrontada, lejos de ser dañada, crece y se convierte en una fe madura
que ha superado la prueba.
PREGUNTAS DE APLICACIÓN
1. ¿Puedes afirmar como aquel ciego que antes eras ciego y ahora ves?
2. ¿Qué cambios ha llevado a cabo Dios en tu vida?
3. ¿Son evidentes estos cambios a los demás?
4. ¿Tienes miedo a que tu fe sea confrontada? Si es así ¿Cuál es la causa de esa inseguridad?
¿Puede ser la falta de una experiencia auténtica que la sustente?