1 El Educador Agustiniano
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EL EDUCADOR
AGUSTINIANO
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Publica:
FEDERACIÓN AGUSTINIANA ESPAÑOLA
Coordinan:
María Paz MARTÍN DE LA MATA
Santiago M. INSUNZA SECO
Colabora:
Comisión de educación FAE
Imprime:
Grafinat, S.A.
Argos, 8
28037 Madrid
E
L año 1994, la FEDERACIÓN AGUSTINIANA
ESPAÑOLA celebró, en Madrid, un encuentro bajo
el título AULA AGUSTINIANA DE EDUCACIÓN.
Aquella feliz iniciativa –ya en su novena edición–
ha contribuido a definir las líneas maestras de la
pedagogía agustiniana y a crear un foro de reflexión
sobre los temas más vivos de la educación
contemporánea. Las ponencias de esas jornadas
se han venido publicando, año tras año, y constituyen
una bibliografía valorada en el mundo agustiniano
de habla hispana.
Con el programa «TESTIGOS EN LA ESCUELA»,
la FAE quiere, ahora, poner en manos de todos los
educadores unos cuadernos monográficos que vayan
desgranando los matices diferenciales de una
propuesta educativa con sello agustiniano.
El manantial de intuiciones que brota del pensamiento
de san Agustín no queda aquí agotado, a lo más
sugerido.
Los Equipos Directivos de los distintos Colegios
instrumentarán la metodología y el calendario más
adecuados para ese necesario tránsito de la lectura
personal a la reflexión compartida.
La sociedad, particularmente la escuela, necesita
testigos. Hombres y mujeres que confiesen
abiertamente las razones que sostienen su vida y den
razón de su esperanza. No hay que imponer nada, pero
hay que ser capaces de proponer. La verdad de la vida
cotidiana es el mensaje más transparente. Aunque haya
interferencias.
El educador agustiniano
ISAÍAS DÍEZ DEL RÍO, OSA
H agustiniano obliga,
necesariamente, a subrayar
y reiterar aspectos e ideas que
relación que entre uno y otro se
establece es de tal naturaleza y
profundidad, que ambas partes salen
mutuamente enriquecidas, haciendo
aparecen en otros textos del temario realidad aquel antiguo principio de
«TESTIGOS EN LA ESCUELA». Es «docendo discitur» (enseñando
comprensible, porque se intenta aprendo).
presentar el perfil o los rasgos En todo proceso educativo, pues,
específicos del hombre o la mujer hay dos protagonistas principales: el
que hacen posible la propuesta maestro/educador y el
agustiniana en el marco de la discípulo/educando. Pasamos por
educación. Estamos, pues, ante un alto aquí la circunstancia, no por
olvido, ni por considerarla carente
tema-síntesis que nos permite
de importancia, sino por caer el
apreciar, panorámicamente, lo que asunto fuera de esta reflexión. En el
llamamos el estilo educativo sistema educativo agustiniano a los
agustiniano. Tarea no fácil porque dos protagonistas mencionados, se
supone tanto como traducir al les añade un tercer agente: el
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necesario y cierto –que es muy poco–, «Nuestro mundo, para vivirlo, amar,
unidad y firmeza; en lo dudoso,
incierto y discutible –que es lo más–,
santificarnos, no nos viene dado por
tolerancia y libertad; en todo y con los eventos de la historia o por los
todos, siempre respeto y caridad». fenómenos de la Naturaleza; nos viene
Fragmentada esta norma general de dado por la existencia de esos
vida en algunas de sus múltiples inauditos centros de alteridad que son
variaciones, daría origen a las los rostros, rostros para mirar, para
siguientes pautas de comportamiento
en la relación con el otro, en nuestro
respetar, para acariciar»
caso en la relación o trato del (ITALO MANZINI, Tornino i volti, citado en
educador con el joven, sea éste o no su Humberto Eco y Carlo María Martini,
educando.
¿En qué creen los que no creen?, pp. 47-48).
La raíz de la que debe dimanar la
manera de tratar al joven/educando,
debe ser el «amor». Si el amor debe
El medio más idóneo para educar es el
ser el impulsor de nuestro trato con el
«encuentro personal». Para realizar,
educando, nunca hay que olvidar que
por eso, una eficiente tarea formadora,
el amor es paciente, comprensivo y
es preciso mantener frecuentes
servicial. Esto supone la encuentros personales con el
disponibilidad a servir y la acogida joven/educando. Para lograr provocar
incondicional al joven, presupuestos un encuentro personal fructífero, es
que conllevan el estar siempre necesario que el educando nos perciba
dispuesto a «perder el tiempo» con como «personas acogedoras»,
ellos. receptivas a las sugerencias, y siempre
Una actitud ante el otro, que arranca dispuestas a responder con sinceridad
de un impulso de aprecio, estima y y entrega a la llamada del joven. No
afecto, hará que el trato o encuentro está mal recordar que «el encuentro es
más útil que el juicio; el diálogo más
con el joven/educando se desarrolle en
eficaz que el consejo; la escucha más
un clima/ambiente de abierta y cordial
incisiva que la crítica; el ejemplo más
«amistad», condición indispensable
elocuente que la palabra» (F.
ésta para despertar confianza y, así,
Montuschi).
poder compartir gozos y penas,
preguntas y respuestas. No hay que Si nos reconocemos en la propia raíz y
olvidar que la «confidencia» se inspira somos de verdad conscientes de que
y apoya en la «confianza», que es fe en «nada de lo humano nos es ajeno»,
la veracidad y fidelidad del otro. procuraremos mantener siempre en
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A pesar de ser la nuestra una misión utopía y realidad siempre hay un largo
presa fácil al desaliento –a la que hay que trecho de separación y lejanía. Pero,
responder todos los días con una fe y como utopía, estos principios señalan un
esperanza renovadas–, debemos horizonte hacia el que poder dirigir
transmitir al joven/educando una
siempre la mirada, para poder mantener
sensación de «querer al joven» a pesar
la profesión/vocación en una situación de
de todo. Lo que no se aviene con una
actitud de indiferencia hacia el joven y sus permanente superación.
problemas, ni tampoco con la de ofrecer a
los jóvenes de hoy propuestas y respuestas
de ayer.
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TESTIGOS EN LA ESCUELA
PROGRAMA DE FORMACIÓN PARA EDUCADORES AGUSTINIANOS