El Pueblo Boyacense y Su Folclor

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El pueblo boyacense y su folclor

Javier Ocampo López

Contenido

Introducción al Folclor Boyacense. ..................................................................................................... 3


1. Identidad histórico-cultural del pueblo boyacense. ......................................................................... 5
2. La aculturación y las supervivencias en el folclor boyacense. ........................................................ 9
3. El paisaje boyacense y el folclor. .................................................................................................. 12
4. El folclor cotidiano boyacense. ..................................................................................................... 16
5. El folclor musical de Boyacá. ....................................................................................................... 29
6. El folclor literario de Boyacá. ....................................................................................................... 75
7. Las romerías y el folclor religioso en Boyacá. .............................................................................. 97
8. Mitos, leyendas y creencias populares en Boyacá. ..................................................................... 120
9. Las artesanías populares en Boyacá. ........................................................................................... 131
Bibliografía del folclor boyacense. ................................................................................................. 137
Introducción al Folclor Boyacense.

Un estudio del Folclor boyacense nos lleva al análisis de las supervivencias tradicionales de
larga duración que se manifiestan en el Pueblo Boyacense: sus costumbres, tradiciones,
creencias, música y danzas, coplas, mitos, medicina popular, fiestas tradicionales y todas
aquellas manifestaciones populares que son el "haber del pueblo", su herencia ancestral y
su legado. Estudiamos las "supervivencias" que han permanecido por tradición a través del
tiempo; las vigencias más típicas, más sencillas y cotidianas, que precisamente por tener tal
carácter son del dominio de las masas populares, que se aceptan y transmiten de generación
en generación con gran facilidad.

Los hechos folclóricos que estudiamos presentan profundas raigambres de muchos siglos
de duración en su proyección estructural; tienen un ritmo lento en su movimiento en el
tiempo y se manifiestan como estructuras básicas convertidas en elementos estables de una
infinidad de generaciones; permanecen sin cambios durante muchos siglos y son casi
inmóviles.

Los hechos folclóricos que estudiamos en Boyacá son colectivos, pues pertenecen a esta
sociedad incrustada y relacionada en todos sus elementos con Colombia e Hispanoamérica.
Se han transmitido por tradición con fuerza y vivacidad a través del tiempo, convirtiéndose
en patrimonio cultural más querido por el pueblo. Son funcionales, porque se identifican
con la vida espiritual, material, social y económica de la comunidad boyacense. Son
regionales, por cuánto se localizan en esta región del Altiplano boyacense de los Andes
Orientales y expresan los modos y circunstancias locales en una dimensión de espacio de
relación con la región cundiboyacense, con Colombia en el espacio nacional y con
Hispanoamérica en el espacio continental; a nivel mundial, con Europa, Asia y Oceanía.
Son hechos que adquieren anonimato, por cuanto al pasar de individuo a individuo y de
generación en generación, sus orígenes se van perdiendo hasta desaparecer completamente.
Son hechos vigentes, porque a pesar de aparecer como supervivencias tradicionales, se
manifiestan con todo vigor y fuerza en la sociedad boyacense, que los considera como
frutos de aquella herencia ancestral del pasado.

La sociedad Folk o Pueblo es aquella que posee supervivencias de muchos siglos de


duración. El "Lore" o saber popular es la erudición del pueblo, representada en las
supervivencias de los hechos antiguos que han penetrado profundamente y son vigentes en
la mentalidad popular: una romería a Chiquinquirá, una copla popular, un tiple, una fiesta al
patrono del pueblo, un torbellino, un juego de tejo o turmequé, una ruana, una cerámica de
Ráquira, etc.

Para conocer el Folclor boyacense, debemos reflexionar sobre diversos elementos étnicos y
culturales que lo componen, cuyas permanencias se presentan como supervivencias: su vida

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cotidiana, su folclor musical, su folclor literario, las romerías y fiestas religiosas, sus
costumbres, sus creencias, medicina popular, artesanías populares y aspectos diversos del
folclor en las regiones boyacenses.

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1. Identidad histórico-cultural del pueblo boyacense.

Para llegar a un análisis profundo del Pueblo Boyacense y las supervivencias folclóricas,
debemos delimitar los diversos elementos raciales y formaciones socio-culturales que lo
conforman: el indígena y el español, localizados en el Altiplano boyacense de los Andes.

El núcleo primigenio de la conformación étnica es el indígena, representado


fundamentalmente en la población CHIBCHA o "Muisca". Este pueblo alcanzó el grado
de desarrollo cultural más importante entre los Aborígenes de Suramérica septentrional. En
su conformación etno-cultural, los estudios realizados por el antropólogo Silva Célis, han
llevado a la conclusión sobre los caracteres mestizos del pueblo chibcha: por una parte,
descendiente de pueblos asiáticos, como así lo expresan sus caracteres braquicéfalos; y por
otra, presenta los rasgos paleoamericanos que le dan afinidad con los pueblos melanesios
oceánicos.

Los Chibchas de Boyacá estaban delimitados en tres confederaciones de cacicatos: El


cacicato de Tunja, propio del Zaque, el cual proyectaba su influencia en Quimuinza,
Motavita, Sora, Ramiriquí, Turmequé, Tibaná, Tenza, Garagoa, Somondoco, Lenguazaque
y otras. El Cacicato de Tundama, con su influencia en Onzaga, Chicamocha, Soatá,
Oicabita, Chitagoto, Ibacuco, Lupachoque, Sátiva, Tutasá, Cerinza, Susa y Susacón. El
Cacicato de Sugamuxi o Iraca, con su influencia en Gámeza, Firavitoba, Busbanzá, Toca,
Pesca, Tobazá y otras. Tribus chibchas independientes fueron las de Tinjacá, Sáchica,
Chispatá y Saboyá. El cacicato de Susa presentaba su influencia hasta Moniquirá,
Chiquinquirá y otras áreas de Cundinamarca.

En la Etnia aborigen boyacense tenemos en cuenta también los indios Laches en la región
del Cocuy, El Espino, Chita, Jericó, Guacamayas, Chiscas y en general en los alrededores
del Nevado de Chita o Guicán. Algunos subgrupos fueron los Laches, Chiscas, Ura, Chita,
Cocuy, Pánqueba, Guacamayas, Tequia y otros.

Hacía el noroeste de Boyacá se localizan los Tunebos, únicos sobre -vivientes en el


presente siglo XX; entre sus grupos mencionamos los Tigrías, Sínsigas, Cobarías y
Unkasias.

Otros pueblos indígenas, en especial de familia lingüística caribe, se presentan también en


Boyacá. Entre ellos los Muzos con sus tribus suratenas, babures y motepís que se
localizaron en las cercanías de Chiquinquirá, Simijaca y Susa. En la hoya de los ríos Opón
y Carare (Territorio Vásquez), se localiza la tribu de los Carares, aún sobrevivientes en el
presente siglo.

El pueblo aborigen más importante del Altiplano boyacense fué el CHIBCHA o MUISCA,
considerado en un grado de desarrollo de cultura clásica americana y un modo de

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producción de comunidad ampliada. En el momento de la llegada de los españoles, el
pueblo chibcha se encontraba en un proceso de "unificación", como base para la
constitución de un verdadero reino comunitario. No llegaron a la plenitud de la
confederación política, por el liderazgo que pretendía hacer el Zaque desde Tunja y el Zipa
desde Bacatá, y la llegada de los españoles.

El adelanto de los chibchas alcanzó notables avances culturales en las técnicas de la


agricultura, orfebrería, cerámica, hilados y tejidos, explotación de la sal, las esmeraldas,
etc. Su adelanto en el comercio, los llevó a organizar magníficos mercados en Sogamoso,
Turmequé, Sora, Aipe y otros pueblos. La cerámica chibcha, con técnicas de Neolítico,
supervive aún en el Altiplano boyacense; dignos de mención son los objetos de cerámica de
Ráquira, Tutasá, Tuaté, Tinjacá, etc., que constituyen un rico venero en el Folclor de la
artesanía nativa boyacense.

En la evolución religiosa, los chibchas ya habían alcanzado un grado superior al animismo


y totemismo, con dioses como Chimichagua o Dios Creador; Bochica, el dios civilizador,
quien según la tradición enseñó a los chibchas las artes manuales y las normas jurídicas
para la convivencia; Bachué, Chía, Chibchacún, y otros del panteón chibcha. Hacían
manifestaciones religiosas o peregrinaciones al templo del Sol en Sugamuxi, a Furatena y
otros lugares sagrados.

El grado de adelanto chibcha se manifestó también en las normas jurídicas, que le asignan
un primer puesto en el adelanto jurídico de América prehispana; dignos de especial
mención son los códigos de Nemequeme, Nomparem y Goranchacha y las sabias normas
del gran legislador Bochica.

En los mediados del siglo XVI penetró en el Altiplano boyacense el núcleo


de ESPAÑOLES, el segundo grupo en la conformación etno-cultural boyacense. El grupo
comandado por Gonzalo Jiménez de Quesada viajó desde Santa Marta hasta la Sabana de
Bogotá, Tunja y Sogamoso. El comandado por Nicolás de Federmán con los alemanes,
tomó la vía desde Venezuela, Llanos Orientales, hasta el Valle de Tenza. Los españoles
eran en su mayoría castellanos y andaluces; posteriormente penetraron los canarios,
extremeños y catalanes.

Desde el siglo XVI, Tunja se convirtió en la segunda ciudad y región de importancia en el


Nuevo Reino de Granada; era la región de la rancia aristocracia española de "hidalgos" y
encomenderos: caballeros de las órdenes militares de Santiago y Calatrava, marquesado de
Surba y Bonza; asimismo familias encopetadas como los Suárez, Mancipes, Vásquez,
Barrera, Holguín, Beltrán, Gómez, Guevara, Arias, Machado, Alvarez, Mujicas,
Maldonado, Niño, Otálora, Rojas, Ruiz, Tavera y otras.

En los siglos del coloniaje (XVI, XVII y XVIII) el altiplano boyacense se presenta como la
típica zona de estructura colonial: elevado porcentaje de la población indígena chibcha;

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encopetada aristocracia peninsular y criolla en Tunja; y el área característica de
la Encomienda, el Resguardo y la Mita. En esta área se fortaleció la Encomienda en los
siglos XVI y XVII, presentándose en la estratificación social un grupo de encomenderos y
propietarios españoles y criollos y una gran masa de indígenas encomendados. Desde la
última década del siglo XVI surgió el Resguardo en el cual se estableció un tipo de
propiedad comunal, en la cual se agruparon núcleos de indígenas con cierta autonomía
administrativa y con sus propias autoridades; una forma comunal de la tenencia de la tierra,
que buscaba la protección del indígena contra los abusos causados por la convivencia con
españoles y criollos. En esta área boyacense se fueron consolidando en los siglos XVII y
XVIII las haciendas familísticas y patrimoniales, que poco a poco se fueron convirtiendo en
el eje de la actividad social, económica y política con proyecciones en los siglos XIX y XX.

Durante la Colonia, la "Provincia de Tunja" era lo que actualmente es Boyacá (nombre


chibcha que significa "cercado o región de mantas"). Tunja aparece como "la ciudad
cultural" más importante del Nuevo Reino de Granada; tierra de literatos y poetas (Juan de
Castellanos, Hernando Domínguez Camargo, la Madre del Castillo y otros); en sus iglesias,
conventos y residencias particulares de aristócratas, se encuentran los más variados estilos
artísticos y arquitectónicos.

La provincia de Tunja aparece en la Colonia como el centro económico más importante en


el Nuevo Reino en lo que se relaciona con la mayor producción de la industria
manufacturera de textiles y en la provisión de trigo, papa y cebada al país y a la metrópoli
española. Su auge económico lo encontramos hasta mediados del siglo XIX, cuando nuevos
ejes económicos surgieron en Occidente y Norte de Colombia.

En 1821 se creó el DEPARTAMENTO DE BOYACA en lo que era la antigua Provincia de


Tunja, el cual pasó a ser ESTADO soberano en 1857, con las provincias de Tunja,
Tundama, Casanare y los cantones de Chiquinquirá y Moniquirá. A fines del siglo XIX,
Boyacá llegó a dividirse en las siguientes provincias: Centro, Norte, Occidente, Oriente,
Tundama, Gutiérrez, Sugamuxi, Valderrama y Ricaurte; tuvo también las provincias de
Neira y Nariño. Desde la ordenación político-administrativa establecida en 1886 se
estableció el Departamento de Boyacá como hoy lo conocemos, con algunas variaciones
principalmente en lo relacionado con el territorio de Casanare.1

Una radiografía contemporánea de las formaciones histórico-culturales del Pueblo


boyacense, nos lleva al siguiente análisis:

1
Sobre la Historia de Tunja y Boyacá pueden consultarse las siguientes obras:Germán Colmenares, "LA
PROVINCIA DE TUNJA EN EL NUEVO REINO DE GRANADA" (1539-1800), Bogotá, U. Andes,
1970. Ulises Rojas, "CORREGIDORES Y JUSTICIAS MAYORES DE TUNJA" Tunja, Imprenta
Departamental, 1962. Ramón C. Correa, "HISTORIA DE TUNJA", Tunja, Imp. Dptal., 1945. Ozías Rubio y
Manuel Briceño, "TUNJA DESDE SU FUNDAClON HASTA EL PRESENTE", Bogotá, Imprenta Eléctrica,
1909.Ramón C. Corres, "MONOGRAFIAS" Tunja, Imp. Dptal., 1930, 4 vols. Gabriel Camargo Pérez, "DEL
BARRO AL ACERO", Tunja, Imp. Departamental, 1968.

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La presencia de un gran núcleo de población integrado por sobrevivientes chibchas,
quienes sufrieron el impacto de la expansión española, la aculturación o contacto de
culturas y la endoculturación o aprendizaje de la cultura occidental cristiana. Es el grupo
que conforma la mayoría del campesinado boyacense enfrentado en un problema
bicultural: por una parte, su antiguo acervo cultural, el cual a pesar de haber sido
enormemente reducido, pudo hacer sobrevivir algunos elementos que representan el modo
de ser del campesino boyacense, expresado en las supervivencias folclóricas indígenas; y
por otra parte, la contribución europea, espiritual y material que se ha hecho vigente
durante cuatro siglos y medio.

Entre los pueblos sobrevivientes de los aborígenes, destacamos los Pueblos


testimoniales que permanecieron aislados de la aculturación europea y aun son
sobrevivientes en Boyacá: Los Tunebos en el Norte boyacense, auncuando es evidente que
han tenido contacto aculturador con las Misiones.

La etnia chibcha sobrevive en el Altiplano boyacense y se manifiesta en muchas de sus


costumbres, tradiciones, creencias y valores populares.

Otro gran núcleo de la población boyacense es el MESTIZO, el cual surgió de la mezcla


hispano-chibcha en el Altiplano Andino. Presenta este núcleo una gran integración a la
cultura hispanoamericana, obtenida a través de la españolización lingüística, la conversión
al catolicismo y su incorporación a la sociedad colombiana, con una verdadera identidad
nacional. Pocas décadas después de la conquista, nacieron en Boyacá, como en las demás
regiones americanas, las nuevas protoetnias raciales y culturales mestizas.

El otro grupo de la Etnía boyacense es el "CRIOLLO", descendiente de los españoles.


Conforma el estamento superior del pueblo boyacense y tiene en su ascendencia, las
familias aristocráticas que penetraron en esta región en los siglos del coloniaje, muchas de
las cuales emigraron a Bogotá y otras regiones del país desde mediados del siglo XIX.

Indígenas, mestizos y criollos conforman la esencia étnica que identifica al pueblo


boyacense en el panorama nacional. Nuevas corrientes migratorias en los mediados del
siglo XX, procedentes de diversos lugares de Colombia, y atraídos por la fuerza del
despertar industrial de Boyacá y las facilidades educativas, completan el mosaico racial en
esta región del Altiplano, que es por esencia "mestiza".

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2. La aculturación y las supervivencias en el folclor boyacense.

La Aculturación o contacto de culturas en el Altiplano Boyacense se llevó a cabo con


el predominio de la Sociedad española sobre la Chibcha. Aún cuando con algunos focos
de resistencia indígena, lentamente los chibchas fueron aceptando y asimilando los sistemas
de vigencias españolas en los siglos XVI, XVII y XVIII. Esta forma de Aculturación
hispano-chibcha fué diferente de otras áreas del país, en donde el choque inicial de la
Conquista llevó a la destrucción de muchos núcleos de población y de sus valores
culturales, o los desplazó al aislamiento.

La facilidad en la asimilación y aceptación de las vigencias sociales impuestas por la


sociedad española a la chibcha, tuvo como causa, entre otras, el grado de desarrollo cultural
de ésta, en sus vigencias socio-económicas, políticas y religiosas, más avanzadas que en el
resto de la población indígena de Colombia.

La Conquista que fué el choque inicial de la Aculturación, llevó a la desorganización de los


cacicatos chibchas y en general a los distintos núcleos indígenas, lo cual produjo también
una desvertebración de sus principales pautas culturales. Los primeros contactos con los
españoles nivelaron los servicios y obligaciones entre los nativos, perdiéndose así la
cohesión de los distintos núcleos.

Durante los tres siglos del coloniaje, los chibchas del Altiplano, llevados a los sistemas de
encomienda y resguardo, fueron asimilando la cultura española por endoculturación o
aprendizaje de la cultura. Algunas supervivencias de su religión continuaron sin embargo,
hasta muy avanzada la colonia, en forma secreta; otras, en forma pública, como las
peregrinaciones o romerías a Chiquinquirá, Chinavita, Monguí y otras.

Grandes masas de indios chibchas pasaron a las encomiendas en el siglo XVI. A partir de
1592 con la reforma agraria implantada por el Presidente Antonio González, pasaron a los
Resguardos, y por último en los siglos XVIII, XIX y XX, entraron a conformar el
CAMPESINADO DE BOYACA y pueblo llano de las incipientes aldeas. Muchos de estos
indígenas se mezclaron con los españoles, especialmente andaluces y castellanos y dieron
surgimiento a los mestizos, que se distribuyeron en las campiñas boyacenses. Estos
campesinos, descendientes de los chibchas, participaron en el Movimiento Comunal de
1781; fueron patriotas encendidos o realistas furibundos en diversos lugares en la Primera
República Granadina; hicieron parte de los ejércitos patriotas o realistas de acuerdo con las
circunstancias en la guerra de independencia; fueron decisivos en la Campaña Libertadora
de 1819; y asimismo fueron pasto de guerras civiles en el siglo XIX, llevados en masas por
caudillos y gamonales en ese siglo de la consolidación nacional.

La doble identidad hispano-chibcha se refleja en las formas de la Aculturación en


Boyacá. En ella se cumplieron los niveles que se consideran en toda aculturación: la

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aceptación, la reacción y la adaptación. En unos casos se presenta la mezcla de culturas por
fusión para dar surgimiento a una proto-etnia cultural nueva; y en otras encontramos
el sincretismo o supervivencia de los diversos elementos culturales.

Desde el punto de vista del Folclor, es importante considerar la transmisión de


las Supervivencias. La tradición transmite los fenómenos folclóricos como
supervivencias, o hechos que perviven, pero pertenecen al pasado. El Folclor es el estudio
de las supervivencias (sur vivals) que han sobrevivido del pasado; lo que vive hoy, pero que
pertenece al pasado; son aquellos valores tradicionales que han penetrado profundamente
en el alma popular. Las supervivencias son espontáneasporque se expresan generalmente
en forma oral; no reflexiva, ni escrita. Se transmiten de individuo a individuo; de
generación en generación; de pueblo a pueblo en algunos casos, hasta que su orígen
desaparece casi totalmente en el tiempo, lo cual significa que adquieren anonimato.

En el Folclor boyacense encontramos las supervivencias indígenas y españolas. La


cerámica, la cestería, algunas supersticiones, costumbres en los enterramientos, en el
nacimiento, el amaño, etc. tienen hondas raíces chibchas en el Altiplano andino. Asimismo
las supervivencias hispánicas se manifiestan en la música, danzas, cantos, mitos,
supersticiones, fiestas religiosas, coplas, proverbios, refránes, trajes típicos y otros
elementos. Estas superviviencias coexisten en algunos casos, y en otros se han fusionado,
adquiriendo "mestizaje" o sentido terrígena americano.

Un ejemplo de las supervivencias chibchas en el pueblo boyacense contemporáneo, lo


encontramos entre los campesinos Tuatés de la población de Belén de Cerinza y cerca de
Tutasá. Sus antepasados fueron conocidos como los "indios olleros", industria que aún
subiste con las mismas técnicas chibchas. Entre ellos persiste en algunos casos la costumbre
del "amaño" y supervivencias chibchas del matrimonio, en donde la novia lleva la
tradicional "pora" o vasija de barro como regalo del novio tuaté. Encontramos las
costumbres funerarias en donde se mezclan elementos chibchas e hispánicos; la costumbre
de las lloronas o plañideras y las recomendaciones a los parientes difuntos.

Aun cuando la mayor parte de las supervivencias en el Folclor de Boyacá son originarias de
España, con adaptaciones al medio chibcha y con influencia del medio ambiente, es
innegable la subsistencia del espíritu y la mentalidad indígena: la melancolía de la raza, la
espontaneidad, la ingenuidad y el detalle son representativos de la aculturación que se
refleja en el Folclor boyacense. A los aires musicales introducidos por los españoles en el
Altiplano y asimismo a sus danzas y cantos, se mezclaron los rasgos de la melancolía y
tristeza de los cantos chibchas, tristes y expresivos.2

2
Sobre la idiosincrasia del boyacense consúltense los siguientes estudios: Orlando Fals Borda, "EL
HOMBRE Y LA TIERRA EN BOYACA"; Bogotá, Editorial Punta de Lanza, 1973. Orlando Fals Borda,
"CAMPESINOS DE LOS ANDES", Bogotá, Editorial Iqueima, 1961. Manuel Zapata Olivella, "EL
HOMBRE COLOMBIANO"Bogotá, Editorial Anta res, 1974.

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Campesina Boyacense.

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3. El paisaje boyacense y el folclor.

La Antropogeografía boyacense nos enseña la importancia del conocimiento del medio


geográfico, la acción decisiva del hombre en la adaptación y modificación del paisaje
natural, y la influencia del "espacio geográfico" en las manifestaciones de la cultura
popular.

El elemento vital en el Paisaje Boyacense es el Altiplano andino, formado por 13 ramales


semiparalelos que condicionan la orografía cordillerana. Un paisaje mesetario, seco y frío
en las tierras que circundan a Tunja y Villa de Leyva; con valles de opulenta belleza y
exuberancia como los de Chiquinquirá, Duitama, Sotaquirá y Sogamoso; cerros de agudos
picachos; sabanas circuídas de colinas de suaves ondulaciones. Al Oriente, se extiende
el Valle de Tenza, sobre las bajas estribaciones en la sucesión de montañas. Al norte, la
agreste montaña que se empina como cordón magistral desde las gélidas alturas de Pisba y
San Ignacio hasta alcanzar las nieves perpetuas de la gran mole de Güicán.

La región del Occidente boyacense es una llanura selvosa, húmeda y estéril, casi
despoblada alrededor del río Magdalena y el auge de Puerto Boyacá.

En la psicología de los pueblos, la montaña influye en las actitudes y comportamientos de


las gentes. Un paisaje de montaña y meseta, con sus recodos y caminos, pequeños valles y
hondonadas, montes y en general multitud de paisajes minúsculos, en donde el habitat tiene
sorpresas a cada vuelta del camino, forma un pueblo acostumbrado a la profundidad, a los
detalles, a la meditación y egocentrismo con manifestaciones idealistas. En éstos paisajes
montañeros, en donde se concentra la población más densamente, las inquietudes y
pasiones tienden a multiplicarse y a crear un sentido más empírico de la vida; más
minúsculo y más concreto.

El Altiplano Andino es el paisaje que ha dado la esencia misma al pueblo boyacense,


etnoculturalmente hispano-chibcha. En este paisaje interesa en el Folclor la presencia de
los pueblos, aldeas y veredas boyacenses. Son los pueblitos viejos, concentrados
alrededor de la iglesia, la casa del cura, la alcaldía o inspección y la escuela; aquellos de
sencillas casas y calles solitarias.

Algunos poblados boyacenses se formaron en el cruce de varios caminos, o en la entrada y


salida de los desfiladeros otros en las concentraciones demográficas de las veredas,
alrededor de los trigales o al calor de las minas. Unos son típicamente del altiplano y otros
son de la montaña, o de los pequeños valles interandinos; la mayoría nos presenta un tipo
de aldea perdida y olvidada del poder central. Otros por su situación agrícola, fabril,
política o cultural como Tunja, Sogamoso y Duitama conforman los centros urbanos de

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atracción.

Paisaje Boyacense.

El origen de los pueblos boyacenses nos remonta a una estabilidad de núcleos demográficos
en las diferentes áreas geográficas. Algunos surgieron al calor de los poblados indígenas;
otros en los siglos de la colonización española; y los más recientes, en los siglos XIX y XX.

Entre los pueblos que surgieron de los poblados indígenas, mencionamos los
siguientes: Tunja, que surgió del cercado de Quimuinza y era la sede de los
Zaques; Sogamoso, lugar que surgió de Sugamuxi, el centro religioso de los chibchas y el
lugar sagrado del templo del sol; Duitama, dominado por el cacique
Tundama; Ramiriquí la primitiva capital de los zaques y sede del cacique
Baganique; Soatá, centro del cacicazgo; Monguí habitado por la tribu de los
samoes; Betéitiva poblado del célebre cacique Betancín; Chita, caserío de los laches, en la
misma forma que El Cocuy; Pesca, habitado por los pescas, chávigas y mochagá.
Señalamos asimismo los poblados indígenas en donde surgieron: Chiquinquirá, Moniquirá,
Turmequé, Garagoa, Guateque, Iza, Mongua, Paipa, Nobsa, Somondoco, Ráquira, Cucaita,
Cerinza, Boavita, Chiscas y otros.

Otros pueblos boyacenses surgieron en los siglos del coloniaje hispánico: Villa de Leyva,
Miraflores, Belén, Pueblo Viejo, Santa Rosa de Viterbo, Ventaquemada, Capilla de Tenza,
Corrales, El Espino, Güicán, La Uvita, Umbita y otros. En las fundaciones, señalamos la
importancia de la fundación de Tunja el 6 de agosto de 1539 en el cercado de Quimuinza.

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En el período nacional surgieron otros pueblos boyacenses como Briceño, Buenavista,
Caldas, Chinavita, Guayatá, Paz de Río, Belencito y otros.

La mayoría de los pueblos boyacenses encierran todo el calor de la raza chibcha, el


elemento primario en la formación de nuestro pueblo. Los mismos nombres de los pueblos
ya mencionados nos indican la influencia indígena, si los comparamos con los nombres de
los pueblos de Santander y Antioquia, u otras regiones de Colombia.

La copla popular boyacense ha expresado así algunas tipicidades de los pueblos


boyacenses:

Pa´ chirimoyas,
Guateque; Cuando el diablo tá algo
triste
pa´ naranjas, Machetá; se va pa Turmequé;
las niñas le sirven chicha
para muchachas bonitas
y le dicen sumercé.
Somondoco y Guayatá.

Voy de Tenza a
Chinavita Ese nu es de pu´ estos laos,
es´ es de Ramiriquí
y de allí a Chiquinquirá, y tieneel pico pelao
pa San Lazaro pasando de tanto comer ají.
y golviendo a Tutasá.

Paisaje Boyacense.

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El folclor boyacense se concentra en las VEREDAS y en las ESTANCIAS campesinas. La
vereda es una división rural en grupos vecinales, en donde la población se concentra en
estancias, fincas o haciendas de tamaño pequeño o regular; es en ellas en donde se
concentra lo más típico de los usos regionales, tradiciones y costumbres. Hasta el siglo
pasado, se llamaban "partidos" o comunidades; algunas surgieron de las antiguas
capitanías indígenas y en los resguardos; otras surgieron alrededor de una gran hacienda
española.

Al analizar la vereda dentro del Folclor boyacense, debemos señalar en ellas la


idiosincrasia del campesino; en muchos casos cambian las actitudes de una vereda a otra,
aun cuando sean vecinas. Son muy típicos en Boyacá los nombres de las veredas: En Tunja,
las veredas de Runta, Barón, Chorroblanco, La Colorada, La Lajita, Pirgua, Tras del Alto y
otras; en Arcabuco, las veredas de Rupavita, Quirbaquirá y Alcaparros entre otras. En
Boavita, las veredas de Chulativa, Melenal, Sacavochay otras. En Soatá las veredas de
Molinos, Tipacoque, Ovachía, Llanogrande; en Samacá las veredas de Lomarredonda,
Pataguay, el Jacal, el Venedo, etc.; en Sogamoso, las veredas de Sabanetas, San Antonio,
Zartal, Covavita y otras; y así en cada uno de los pueblos de Boyacá.

La vereda tiene para el boyacense un sentido especial que lo distingue de otras regiones
colombianas; en ella se encuentra su parcela que concentra todo el ámbito de su existencia;
la razón de ser del trabajo; el nexo sensible que establece la comunicación del hombre con
el cosmos. En la vereda se encuentra "LA ESTANCIA" que es esa pequeña porción de
territorio arable que circunda la choza campesina; en ella se encuentra la tradición
campesina, la historia misma, y por esencia, el ámbito del Folclor.

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4. El folclor cotidiano boyacense.

a. El Traje típico del boyacense

La indumentaria popular es uno de los elementos folclóricos en donde podemos analizar las
supervivencias de larga duración en el pueblo boyacense, y las diversas influencias
sociales, históricas, económicas y geográficas.

El origen del traje típico del Altiplano boyacense lo remontamos a la época inicial de la
transculturación hispano-chibcha, con las innovaciones que posteriormente se le hicieron.

El español encontró en el Altiplano boyacense un habitante que acostumbraba un vestido


adaptado al frío de la meseta cundiboyacense, y con caracteres que reflejaban posición
social y diferenciación de sexo. Los Chibchas cubrían el cuerpo con faldas de telas de
algodón listado y de muchos colores, las cuales ajustaban a la cintura con el "chumbe o
cinturón tejido en lanas y algodón de vistosos colores; esta especie de aruaco lo usaban los
hombres hasta la rodilla y las mujeres hasta el tobillo.

Las mujeres chibchas usaban una manta cuadrada llamada "chircate", ceñida a la cintura
con la faja "chumbe" y sobre los hombros una pequeña manta llamada "líquira" prendida
en los pechos con un alfiler grande de oro o plata, que tenía en la cabeza un cascabel que
llamaban "topo". En la cabeza llevaban las mujeres la Llillao mantilla rectangular que
replegaban sobre la nuca y ajustaban con el "topo" o largo alfiler. Los hombres chibchas
llevaban un largo poncho de lana que les llegaba hasta las corvas, para protegerse del frío.

La mayoría de la población chibcha del Altiplano lucía los pies descalzos; sin embargo los
caciques y gentes de mayor rango social calzaban la "hushuta" o suela de cuero fijada al
calcañar por cordones también de cuero, los cuales pasaban por entre los dedos.

Los conquistadores españoles que penetraron a Boyacá en el siglo XVI trajeron cotas de
malla y corazas. Los soldados de la hueste indiana vestían las llamadas "normandas" o
túnicas de cuero o gamuza, acolchonadas y reforzadas con grandes cabezas de clavos. En el
siglo XVII los tunjanos usaban juboncillo ajustado, pantalón corto de seda o terciopelo
oscuro con acuchillados blancos, y medias de seda o lana, capucha con borla y gorra, hecha
de la misma tela que el vestido. Las mujeres españolas utilizaban amplias sayas, faldas de
vuelo completo, a menudo con pliegues, enaguas y refajos; usaban los delantales, jubón o
corpiño de encajes y los chales; se cubrían la cabeza con mantones de lana para protegerse
del frío, o también las mantillas de encaje.

Los vestidos españoles y chibchas de los siglos del coloniaje, con las influencias de las
modas francesas introducidas en la época de los Borbones (Siglo XVIII) y otras influencias

16
europeas en el siglo XIX, fueron conformando un traje típico boyacense que se popularizó,
y es el que hoy conocemos generalmente en el campesino boyacense.

¿Qué viste el hombre campesino boyacense? Pantalón de dril, camisa de tela de


algodón, alpargates, sombrero de tapia pisada y ruana de lana; en algunos casos la
montera de lana.

El pantalón fué adaptado a los descendientes chibchas desde el siglo XVII, pues hasta
dicho siglo parece que usaron los chircates. En el siglo XIX los campesinos boyacenses
aparecen con pantalones anchos y sueltos, con un largo variable de la rodilla al tobillo; fué
solo a mediados del siglo XIX cuando los pantalones de nuestro campesino se volvieron
largos y estrechos, casi pegados a la piel. A finales del siglo XIX aparecen los pantalones
masculinos en forma de campana, con la boca del pantalón más ancha que la manga. En la
primera mitad del siglo XX, el pantalón del boyacense de "manta Samacá" era angosto y
ajustado a la pierna, e iba generalmente un poco arriba del tobillo. Los campesinos de
mayor recurso, utilizaban el "pañete" con un tejido más fino de algodón delgado y con
dibujos parecidos a los del paño extranjero. Para las fiestas los campesinos ricos usaban
saco o chaqueta de pañete o de manta "samacá".

La camisa del campesino boyacense es generalmente de tela de algodón. En la primera


mitad del siglo XX era generalmente de género, al cual llamaban "diagonal", producido
también en Samacá. Acostumbraban una camisa sin cuello, o lo que hoy podría llamarse
"estilo Mao"; algunos utilizaban un pañuelo en el cuello, el cual llevaba las puntas en equis,
tomado de los extremos generalmente con un resorte que pasaba por la espalda; este
pañuelo era de mediana distinción, y asimismo una especie de adorno.

Otro elemento fundamental en el traje típico boyacense es la ruana. Tiene ascendencia en


los largos ponchos chibchas y en el capote español. Según el cronista Antonio Herrera, el
rasgado de la manta para colocarla al cuello, era considerada por los chibchas como gran
infamia. Parece que la ruana como la usa el campesino boyacense es una imitación del
"poncho" que introdujeron los yanaconas durante el coloniaje español en las tierras de la
provincia de Tunja, y muy semejante a los ponchos de los indígenas mapuche-huilliche de
Chile. El historiador colonial Basilio Vicente de Oviedo nos dice que en siglo XVIII, la
elaboración de ruanas constituyó una fuente industrial muy rica en la provincia de Tunja;
ruanas en general hechas en tonos oscuros y relativamente pequeñas. El Virrey Espeleta
prohibió a los artesanos del Nuevo Reino, usar las ruanas, por considerarlas concentradoras
de suciedad personal; sin embargo se siguieron utilizando hasta convertirse en uno de los
elementos indispensables en el traje típico regional boyacense.

El sombrero del campesino boyacense es de tapia pisada hecho de trencilla de "palmiche"


y fibras de palma de ramo o fique. También se acostumbra en algunos lugares del Centro y
Valle de Tenza el sombrero de caña. En los primeros años del siglo XX, el campesino rico

17
utilizó el sombrero jipa, traído del occidente y sur del país; era el que lucía en las romerías
y días festivos; el jipa lo cambió posteriormente por el sombrero de fieltro, el cual se ha
generalizado mucho en el campesino actual.

Las alpargatas que usaban los campesinos boyacenses fueron introducidas por los
españoles y en sus raigambres históricas parecen que son de origen árabe, con amplio uso
en Valencia en la época medieval (La voz arábiga "albargat" dió origen a la palabra albarca
y alpargata); también aparece con los nombres de cotiza, quimba y ojota. Las primeras
mujeres españolas que llegaron al Altiplano utilizaron las alpargatas, inicialmente hechas
de algodón y luego de fique; el campesino boyacense fué muy lento en adoptar las
alpargatas españolas; los indígenas y en general los campesinos durante muchos siglos
fueron descalzos como sus ascendientes chibchas. El alpargate que usa el campesino
actualmente es de fique con capellada de algodón; va atado del talón hacia adelante con un
cordón de lana, de preferencia negra.3

El complemento del traje típico del campesino boyacense era el "bordón" o


un"bolillo" de ayuelo o guayacán, que generalmente terminaba en "recatón" con una punta
de hierro. Generalmente utilizaba el bordón como arma de defensa, pues el machete casi
nunca se usaba, aun cuando sí lo era el cuchillo.

¿Y cuál es el traje típico de la mujer boyacense?. La mujer boyacense de los campos


viste una falda de tela de algodón, con amplios vuelos y adornada en la parte inferior
con dibujos y aplicaciones de variados colores; blusa de algodón con bordados,
pañolón o mantellina, sombrero de caña o tapia pisada; alpargates blancos, atados
con galón negro. La campesina Boyacense acomodada acostumbraba una indumentaria
con gran calidad en las telas y finos adornos: paño de Castilla, Cachemira o frisa.

Las españolas que llegaron en el siglo XVI usaban faldas que caían hasta los tobillos; las
mujeres chibchas que usaban los chircates, se fueron acostumbrando al traje de las faldas.
Esta supervivencia española no ha sufrido muchos cambios; así las faldas de las campesinas
boyacenses, recuerdan las españolas del siglo XVIII. La falda de la campesina es
generalmente de frisa o de tela ordinaria, que hasta hace poco tiempo era fabricado por las
mismas campesinas en telares antiguos caseros, y las teñían con añil. La falda generalmente
es negra y va casi hasta el tobillo; en la jareta que va en la cintura, hasta hace poco tiempo
colocaban un cordón, hecho generalmente de cabello, el cual iba dentro de la jareta y con él
ataban fuertemente la cintura. En la parte baja de la falda llevaban cintas con colores
vistosos; generalmente eran extravagantes colores y pliegues gruesos para las campesinas
quinceañeras. Las campesinas elegantes utilizaban paño muy fino o terciopelo para sus
3
Sobre los trajes típicos merece complementar la investigación en los siguientes estudios: Orlando Fals
Borda, "NOTAS SOBRE LA EVOLUCION DEL VESTIDO CAMPESINO EN LA COLOMBIA
CENTRAL" En: "Revista Colombiana de Folclor" (Bogotá) Segunda época, No. 2 (Junio 1953). Luis Duque
Gómez, "NOTAS SOBRE LA HISTORIA DEL TRAJE TIPICO NACIONAL". En: "Revista Colombiana de
Folclor", No. 6 (1961). Corporación Ballet de Colombia, "TRAJES REGIONALES DE COLOMBIA".

18
faldas, las cuales son bordadas generalmente a mano y son sumamente costosas y elegantes;
algunas son de seda muy brillante.

Hasta hace algunos años las campesinas gustaban dejar ver los bordados que penden de su
falda interior, para lo cual la enrollan en la cintura de tal modo que a trechos desiguales
queden unas partes más largas que la falda exterior y luzcan así, coquetones los blancos
encajes que en partes se ocultan afanosos para luego volver asomarse tímida y
disimuladamente. Una serie de enaguas blancas y rojas llevaban las campesinas, las cuales
mostraban cuando se agachaban. El número de enaguas daba la posición social de la
campesina boyacense; era un verdadero lujo utilizar hasta ocho y diez enaguas.

La blusa de la campesina boyacense generalmente es blanca. Las señoras utilizan colores


serios y pocos adornos; pero las muchachas utilizan una pechera bordada con "abalorios",
canutillos de vidrio, lentejuelas, pepitas, perlitas y otros, formando diversas figuras. La
quinceañera lleva blusas con muchos adornos y colores entremezclados con gran diversidad
de telas y tramas que se agolpan sobre hombros, puños y mangas. Sobre la blusa, llevan los
collares, que generalmente son negros de azabache para las señoras y con abalorios para las
muchachas; en el Valle de Tenza utilizaban collares tejidos con cerda de colores.

El pañolón que usa la campesina boyacense esotra de las proyecciones del traje español
femenino, la mantilla; aun cuando las mujeres chibchas estaban acostumbradas a
la "líquira", especie de pieza pequeña de algodón que se echaban alrededor del cuello y
sobre los hombros, asegurándola con un alfiler o topo. En la época colonial, las mantillas de
colores, solamente eran permitidas para las mujeres españolas o criollas; las mantillas
negras se fueron acostumbrando para los sectores inferiores. Las "mantellinas" o mantos
grandes que daban hasta más abajo de la cintura, y generalmente negras se usaron hasta
mediados del siglo XX; para andar en la calle, la mantellina iba desde el cuello, y en la
iglesia desde la cabeza; esto era lo que llamaban, estar "cobijada". En la década de los
Treinta aparece con generalidad "el pañolón" de color negro con bordados característicos
y flecos distribuidos. En el pañolón existen diferencias de acuerdo con la posición social: el
de la campesina pobre es de paño con flecos largos de seda; las campesinas ricas usan el
pañolón negro de seda y finamente bordados. Son dignos de mención los pañolones
bordados a mano que hacen las campesinas de Guayatá, Jericó y Sativanorte, muy
popularizados en Boyacá.

La campesina boyacense utiliza también el sombrero de caña, de tapia pisada, de jipa o


de fieltro últimamente. El sombrero de caña se ha utilizado con "barbuquejo" que es una
cinta que ata el sombrero desde la parte superior, baja las mejillas y se ata en el mentón; en
las muchachas era de cinta de color y en las señoras, cinta negra. Utilizan zarcillos muy
vistosos; las muchachas con diversas figuras y las señoras en forma de candado. Utilizan él
cabello trenzado, y en el extremo de las trenzas, van las cintas rojas generalmente, o de
otros colores.

19
Las mujeres utilizaban también las alpargatas, las cuales eran muy lujosas para las
campesinas ricas. Eran los llamados "alpargates Soatá" de fique con suela en trenza muy
delgada y con capellada embotada y dibujada en el tejido; generalmente son muy elegantes.
Las campesinas en general utilizan alpargates blancos, atados con cintas negras de lana
tejida que llaman "galones". Encima se hacen unos nudos a veces muy grandes de diversas
vueltas, imitando una rosa que hace un adorno sobre el pie.

En algunas zonas de intenso frío, como en la laguna de Tota, los campesinos


acostumbran "Las monteras", unos gorros de lana que bajan hasta el cuello. Las
campesinas acostumbran llevar un canasto pequeño bajo del brazo; es un adorno y un
elemento vital para llevar sus compras y elementos personales.

Con el traje folclórico que hemos descrito, podemos ver grupos de campesinos en los
mercados de los pueblos boyacenses, romerías, fiestas patronales, fiestas veredales, etc. Es
muy típico ver en los mercados boyacenses las bellas campesinas con el folclórico pañolón
y faldas generalmente de tonos oscuros y sombreros; en la misma forma, campesinos viejos
y jóvenes con sus pantalones largos de pañete, con saco del mismo material la ruana, el
sombrero y las alpargatas. Es muy general que no se presente distinción en el traje
folclórico entre los campesinos viejos y jóvenes.

b. Las supervivencias hispano-chibchas en la alimentación boyacense. Las comidas


típicas.

En la comida folclórica de Boyacá encontramos las supervivencias españolas y chibchas,


las cuales aparecen en algunos casos en sincretismo, y en otras, en fusión o mezcla. Es por
esta circunstancia, importante el conocimiento de la alimentación de los aborígenes
chibchas y de los españoles del siglo XVI, para comprender el mestizaje realizado.

Los chibchas del Altiplano boyacense tenían entre sus alimentos: el maíz, la papa o "turma
de la tierra", la batata, la arracacha, ahuyama, tomate, frijol, el ají, la quinua, los cubios, las
hibias, la yuca dulce y algunas clases de calabazas. Entre las frutas mencionamos: la
guayaba, la guanábana, la papaya, la chirimoya, la piña, la curuba, aguacate, tuna, pitahaya,
uchuva, pepinos y otras. Los alimentos principales eran el maíz y la papa condimentados
con ají y sal de Zipaquirá; la bebida principal era la chicha de maíz cocido y fermentado,
mezclado con el jugo azucarado de la caña de maíz. Mascaban la coca mezclada con cal, la
cual creían alimenticia y necesaria para mitigar el hambre y el cansancio de los viajes. Aun
cuando aparecen en general vegetarianos, los chibchas también utilizaron la carne de
venado, conejo, curí, pescados, cangrejos y ranas.

El maíz aparece como el principal cultivo y base de la alimentación de los chibchas. Según
los datos del RC 14 obtenidos en Sogamoso, desde los años 500 a. de J.C. aparece el maíz

20
en los sacrificios rituales de los sacerdotes de Suamox. Fué la planta más popular entre los
aborígenes, por la facilidad de adaptación a todos los climas. El maíz amarillo lo
llamaron abtyba; el maíz blanco, salamny, el maíz negro chyscamny; la mazorca de
maíz, aba; el grano de maíz, agua; el maíz tierno, jachua. Con el maíz hacían los chibchas
su principal bebida, la chicha; asimismo arepas, tortillas, tamales, mazamorra, bollos y
además lo comían tostado.4 En el Altiplano boyacense el maíz solo daba una cosecha anual,
la cual según los cronistas era en septiembre, con cuyo motivo se hacían las fiestas
mágicas de la cosecha, con la asistencia de los caciques y la presentación de cuadrillas o
parcialidades con diferentes trajes y disfraces.

Otro de los alimentos importantes de los Chibchas fué la "papa" o "turma de la tierra",
un cultivo característico de las tierras frías. Parece que sus orígenes como planta alimenticia
aparece en el Altiplano cundiboyacense y en el Altiplano peruano-boliviano. Una noticia
que circuló en la época colonial sobre el regalo de turmas de la tierra que hicieron los
españoles al pontifice de Roma, hizo cambiar el nombre de turma por el de "papa".

Uno de los cultivos que se sembraban con la papa en las tierras chibchas, era
la quinoa o quinua, uno de los cereales más utilizados por los indígenas, el cual
desapareció casi por completo en los siglos del coloniaje y fué reemplazado por el trigo y la
cebada. Mencionamos entre los productos agrícolas no alimenticios, el algodón y el tabaco.

A partir del siglo XVI los españoles introdujeron sus productos alimenticios, característicos
del Antiguo Continente, destacado entre ellos: el trigo, la cebada, el arroz, la caña de
azúcar, el café, el banano y cítricos (naranjas, limones y sus variedades). En la misma
forma se introdujeron en la alimentación las carnes de vacas, ovejas, cerdos, cabras,
gallinas, palomas y algunas variedades de peces. Otros animales que llegaron con los
españoles fueron los perros, los caballos y las mulas.

La comida española siempre se ha caracterizado por la abundancia. En el siglo XVI la corte


española se caracteriza por el refinamiento y la gula en la alimentación; por el contrario en
los sectores sociales inferiores se destaca la parquedad. Uno de los platos favoritos del
pueblo llano español, era la famosa "olla podrida" en la cual entraban como elementos el
cerdo, la cebolla, zanahoria, calabaza, carne de carnero, y una buena porción de tocino.
Complementaba su alimentación el queso, el pan, el vino de bota y otros elementos de la
culinaria folclórica, la cual variaba de acuerdo a las regiones.

Entre las comidas típicas del boyacense señalamos la mazamorra, el cuchuco y el ajiaco.
La mazamorra es la sopa de maíz más generalizada en los campos boyacenses; va
mezclada con papa chiquita o criolla, alverjas, carne, arracacha, habas y otros condimentos;
y se acompaña con exquisito y arreglado ají. El cuchuco es una sopa espesa, hecha de

4
Montes, J. J. y M. L. Rodríguez de Montes, "EL MAIZ EN EL HABLA Y LA CULTURA POPULAR DE
COLOMBIA", Bogotá, Instituto Caro y Cuervo, 1975.

21
maíz, trigo y/o cebada molidos, mezclado con alverjas, zanahoria, papa picada y algunas
hierbas (cilantro, guascas, laurel, paico, tomillo, etc.); puede ser cuchuco de trigo o cuchuco
de cebada o de maíz; en los jueves de Runta en Tunja, una de las costumbres folclóricas de
gran tradición boyacense se acostumbra el cuchuco de espinazo de cerdo o "copartidario" y
se acompaña con una bandeja en donde son comunes el chicharrón totiao, chicharrón
carnoso, la morcilla, la longaniza, la costilla de cerdo y la papa con arroz.

El ajiaco es una sopa de papa de diversas variedades y calidades, cortadas en tajadas muy
delgadas, con arvejas, cilantro, guascas, yucas y habas; en la Navidad se acostumbra con
pollo y tiene una preparación muy especial en Boyacá y Cundinamarca. También se
acostumbra en Boyacá el "mute", una sopa de maíz pelado, con carnes o pata de cerdo,
cabrito o cordero y diversos condimentos. Muy típicas aparecen también la costilla de
cordero asada, el cabrito en el norte de Boyacá, la ternera a la llanera y la carne asada como
elementos del "gusto" y apetito boyacense.

Un elemento fundamental en la comida típica boyacense es el caldo de papas, con o sin


carne en el desayuno. La papa se presenta como el principal y abundante alimento en todas
las comidas; en la cena se acostumbran en grandes cantidades con ibias y rubas cocidas. En
el desayuno se acostumbra en algunas zonas "la changua"que es una especie de sopa
compuesta de agua hervida con sal y adicionada con cebolla y cilantro; en muchos casos se
mezcla leche al gusto.

En la comida boyacense, los campesinos acostumbran la arepa, la cual presenta


características especiales de acuerdo con la región. Generalmente las arepas boyacenses se
hacen mezclando harina de trigo y de maíz con huevos y leche cuajada y tostando la masa
resultante.

En la comida boyacense aparecen también los envueltos y los tamales. Los envueltosse
hacen con harina de maíz, leche cuajada, huevos y panela, cocinados a fuego lento;
aparecen comúnmente como bollos de maíz o masa envuelta en hojas que se ponen a
cocinar. Los tamales boyacenses, muy típicos en la comida de navidad, se preparan de
masa de maíz y en ellos se mezclan carne de gallina, cerdo, cordero, con arroz, zanahoria,
garbanzos, arvejas, tomates, ajos, cebollas y otros ingredientes; se envuelven en las hojas
especiales que dan el gusto.

Algunas coplas boyacenses nos reflejan los caracteres de algunos elementos de la comida
boyacense:

22
"Arepa, pero de queso Yo también queru a la
bien asad´ y calientica: Chepa
esu es lo que a mí me
gusta pero más queru a la Pacha,
pa´ comer con mi chatica. porque mi asa bien l´ arepa

y me guisa l´ arracacha.

A la güelta del mercado

acercate por acá

a comer mazamorrita

con hojas de chisacá.

Entre las bebidas típicas del boyacense hacemos especial mención de la CHICHA y el
GUARAPO. Los indios Chibchas utilizaron la chicha como su bebida principal; la hacían
de maíz fermentado y cocido. El campesino boyacense hace la chicha con maíz blanco
molido en una piedra, el cual se mezcla con melaza de caña o aguamiel; la dejan "jechar"
durante 15 días o más, después de haberle agregado los "cunchos". De acuerdo con la
fermentación, hay diversas clases de chicha: la llamada "chicha flor" que es una especie
que surge del masato; la "chicha de mitaca" de potencia mediana; "la chicha de ojo" cuando
está en su máxima efervescencia y chispea.

23
Mercado Típico de Boyacá.

La Ley 34 de 1948 prohibió la chicha en Colombia, la cual se permitió abiertamente hasta


el 31 de diciembre de dicho año. Influyó la mala elaboración de la chicha a nivel popular y
las múltiples enfermedades que a través de ella se contaminaban. Cuando surgió la ley, los
campesinos de Runta en Tunja, llevaron la chicha en toneles en larga y concurrida
procesión, desde la vereda hasta la plaza principal. Su objetivo era enterrar solemnemente
la "chicha"; pero lo curioso de la anécdota, fué la toma total de la chicha de los barriles y el
entierro de los barriles vacíos como protesta. La copla boyacense así expresó sobre la
desaparición legal de la chicha, aun cuando no real:

"Que la chicha se murió "Que no bebamos más


chicha
dice un dotor Bejarano
porque enferma la cabeza
mentiras, la que hago yo es indormía del gobierno

viva está y siempre a la pa que compremos


mano". cerveza".

Válgame Dios lo que pasa Ay, querido Somondoco


ónde yo pasé l´ invierno,
no venden chicha en la ónde bebí chicha di ojo
venta y supe lo quéra güeno.
con maíz y miel en la casa

24
nos sale mejor la cuenta.

"En el nombre de Dios",

digo cuando salgo pa´l mercao;

pero topu a mana chicha

y ahí quedó tod ´olvidao.

Un elemento fundamental en la bebida del boyacense y muy generalizado en los campos,


como estímulo al trabajo y complemento en todas las actividades, es el guarapo. El
campesino boyacense no puede trabajar sin su guarapo y siempre lo sirve como signo de
amistad sincera. El guarapo se hace del jugo de la caña de azúcar; antes de ser sometido a la
acción del fuego se llama guarapo verde; cuando ya se acerca al punto de la miel, se
llama guarapo melado. Así expresa la copla valletenzana sobre el guarapo:

"Dulcísimos guarapitos ¡Ah guarapo pa´ estemplao!;

salidos de verdes matas, peru echámi otro cuartillo:

qui a los más encopetaos quia caballo regalao

los hace boliar las patas". no se le mir´ el cormillo.

En la comida típica boyacense entran numerosos elementos folclóricos que varían de


acuerdo con las regiones. Destacamos los masatos boyacenses que son bebidas
fermentadas hechas de maíz, arroz, trigo o yuca. Los buñuelos boyacenses muy
acostumbrados en la navidad, los cuales son de maíz y trigo y se sirven ensopados en miel
de caña o de abejas. Los jayacos o bollos huecos, los cuales son hechos de maíz pelado; las
colaciones, las cuales son hechas de harina de maíz, huevo, azúcar y mantequilla; las
almojábanas, las garullas, las rosquillas, polvorosas, plumeros, rosquetes, cotudos,
carmelitas, mantecadas, bizcochos de cuajada y las múltiples especies de amasijos, muy
comunes en la variada dulcería de Boyacá.

En el folclor boyacense de las romerías, fiestas populares y mercados típicos, encontramos


los toldos con una gran variedad de dulces con figuras antropomorfas, zoomorfas y de

25
objetos diversos. Algunos son hechos de almíbar de azúcar endurecido o de caramelo; son
dulces con vistosos colores y con variadas figuras: altares con la Virgen de Chiquinquirá, el
Señor de la Columna, la Virgen del Amparo u otras imágenes, de acuerdo con la romería, y
en general envueltos en papel cristal; figuras de ángeles, corderos, pájaros, flores, perros,
gatos, etc. Estos dulces de azúcar son elaborados principalmente en la vereda de los Tuatés
en el Municipio de Belén. Los romeros y campesinos en general llevan dichos dulces como
recuerdos, con los alfandoques, rosquetes, merengues, bocadillos en sus diversas formas y
variedades, espejuelos, túmez, masatos sólidos, panelitas, dátiles de Soatá, besos de novia
de Villa de Leyva, panelitas moniquireñas y otros elementos muy variados de la exquisita
dulcería folclórica de Boyacá.

c. La Vivienda típica boyacense

En la vivienda folclórica de Boyacá encontramos las supervivencias españolas y chibchas y


los frutos del mestizaje.

La vivienda de los Chibchas del Altiplano Boyacense era el típico "bohío": una choza
cubierta de paja, en planta circular y con techo en forma cónica acampanada; generalmente
iba sostenida de un poste central. Las paredes eran de bahareque, con cañas y carrizos
entrelazados y fijados por medio de cuerdas a los maderos. El piso era cubierto con esparto
fino y el techo con un fino tejido de cañizos atados con hilos de distintos colores. Los
bohíos estaban cercados con corrales de troncos o astillas. Cuando llegaron los españoles al
Altiplano boyacense tuvieron gran admiración con las casas principales de Tunja y
Sogamoso. Lucas Fernández de Piedrahita describe la ciudad de los Zaques con bohíos de
gran riqueza, con dos cercas, doce pasos distantes una de la otra. En las puertas de los
bohíos de la antigua Tunja era bello el espectáculo de los resplandores de las láminas y
piezas de oro que tenían pendientes, y tan juntas, que siendo rosadas por el aire, formaban
una musicalidad armoniosa que era un verdadero deleite para los españoles.

Los españoles de los siglos XV y XVI construían las viviendas ordinarias generalmente de
ladrillos o adobes y utilizaban las tejas para el techo. Las viviendas castellanas se
caracterizaron por su construcción en buen ladrillo, aun cuando también presentaba
viviendas construidas en tapia y adobe, como en la mayor parte de los pueblos españoles.

26
Los españoles introdujeron en el Nuevo Reino de Granada, como en general en
Hispanoamérica las técnicas de construcción de vivienda con ladrillos, tejas y con el
apisonamiento de tierra o "tapias". De la mezcla hispano-chibcha surgió la técnica de
paredes de bahareque, en las cuales se emplean juntas las cañas y el barro.

Los primeros años del desarrollo urbanístico de las ciudades fundadas por los españoles
presentan un intercambio de experiencias entre los constructores españoles y chibchas. Los
Chibchas aportaron a la construcción de las casas: los techos pajizos, las paredes de
bahareque, los henchinados el empleo de tomizas o cuanes y el de esteras de formas
diversas elaboradas: con pajas, espartos o juncos. Los españoles contribuyeron con el
ladrillo, el adobe, la teja, la tapia pisada y las herramientas para trabajar la madera y la
piedra; aportaron asimismo, nuevos diseños para viviendas y edilicios mayores, hasta
entonces desconocidos.

El mestizaje hispano-chibcha se puede apreciar en las viviendas boyacenses; durante


muchos años encontramos la típica vivienda boyacense en donde se mezcla la huella
chibcha en los techos pajizos, en las paredes de bahareque y en las esteras como tapicerías
interiores; y en otros casos, la tapia, el adobe o ladrillo y la tradicional teja de los españoles.
Al lado de esta vivienda común, que aún supervive en Boyacá, se construyeron las
residencias de los encomenderos, las iglesias, conventos y obras monumentales de la
arquitectura colonial neogranadina, de las cuales Boyacá es uno de los ejemplos más
importantes en Hispanoamérica.

Para la organización de los pueblos y aldeas de Boyacá, como de las demás regiones de
Colombia, los españoles utilizaron el plano "damero" o de tablero de ajedrez, en el cual las
calles parten de una plaza central cuadrada y se cortan en ángulos rectos para formar
manzanas rectangulares. En este estilo arquitectónico, la plaza es el centro de la actividad y
el lugar en donde se concentra la iglesia, el cabildo, las casas de los altos dirigentes y en
general la vida comercial. Es el estilo urbanístico que aún sobrevive en los pueblos y aldeas
de Boyacá.5

5
Martínez, Carlos, "APUNTES SOBRE EL URBANISMO EN EL NUEVO REINO DE GRANADA",
Bogotá, Banco de la República, 1967.

27
Vivienda Mestiza Boyacense.

28
5. El folclor musical de Boyacá.

a. Danzas, cantos y ritmos chibchas y españoles.

El folclor musical de Boyacá presenta supervivencias de la música española y chibcha,


cuyos elementos constitutivos, principalmente de la española, se han transmitido por
tradición, de generación en generación.

Al estudiar la música de los indios chibchas del Altiplano boyacense, encontramos en ella
un significado mágico-religioso. La música chibcha se interpreta o canta, para obtener
efectos mágicos determinados; ella unía a los indígenas con el sol, la luna y demás
divinidades; asimismo, imprimía esperanzas de triunfo guerrero y consuelo de la muerte.

Los cantos, chibchas según los cronistas españoles, eran tristes y monótonos: Así expresa
Juan de Castellanos:

"El modo de cantar es algo frío

y del mismo jaez todos los bailes;

mas van con el compás tan regulados,

que no discrepa en tan solo coma

en todos sus viajes y meneos."6

Los cantos tenían especial interés en los preparativos para la guerra; en aquellas ceremonias
que eran imprescindibles para obtener la voluntad de los dioses. Los indios de Tunja
duraban una luna o un mes cantando al sol, con explicaciones sobre las causas de la guerra
y ruegos por la victoria. Al terminar las guerras, los chibchas hacían ritos con cantos y
danzas. El ritmo era utilizado hasta en los trabajos colectivos; con compás y ritmo, los
chibchas roturaban el terreno para la siembra, removían y trasladaban las grandes piedras o
barrancos que lograban desplazar a grandes distancias, no obstante su peso.

Las danzas y los cantos eran imprescindibles en todas las fiestas religiosas y sociales: en los
sacrificios de los moxas al sol, en las fiestas de la cosecha y regocijos públicos. En las
fiestas de varios Caciques y pueblos, acostumbraban las parcialidades llevar sus propias
danzas con estilos diversos y mucha plumería, flautas, fotutos y tamboriles. En las
procesiones chibchas en las épocas de siembras y cosechas, representaban en sus danzas las
figuras de osos, leones, tigres y animales diversos. Las danzas chibchas servían también
6
Juan de Castellanos, "HISTORIA DEL NUEVO REINO DE GRANADA" Madrid, Edición Paz y Melía,
1886, T. 1, 55.

29
para festejar la terminación de la construcción de los cercados de los caciques, o cuando
llegaban a la terminación de una calzada.

Los chibchas fabricaron y utilizaron diversos instrumentos músicales: entre los aerófonos,
destacamos las flautas, trompetas de caracol de diversos tamaños y las ocarinas. Entre los
autófonos destacamos las maracas, sonajeros y las conchas utilizadas en las ceremonias
religiosas; se conocieron también los tambores, atabales y las cajas. Algunas trompetas eran
revestidas de oro y utilizadas para convocar a la tribu para actos importantes y para alentar
a los guerreros. Las ocarinas chibchas presentan figuras zoomorfas representadas con
significativos símbolos; una de ellas presenta la forma de un ave con las alas abiertas y cara
humana y sobre la cabeza un agujero pequeño para soplarla.7

Uno de los aportes de mayor influencia en el folclor musical boyacense sin duda alguna es
el ESPAÑOL que penetró en el Altiplano en los siglos XVI, XVII y XVIII. Los españoles
en su proceso de expansión colonizadora y difusión cultural, transmitieron sus cantos,
danzas e instrumentos musicales, los cuales se conocieron en sus colonias de ultramar. En
las tertulias y fiestas de la aristocracia colonial, en las veladas de las huestes
conquistadoras, en las fiestas de diversión popular, en las haciendas y en las nacientes urbes
coloniales, se conocieron los aires musicales españoles. Una música con mezcla de alegría
flamenca y andaluza, con la melancolía y cadencia castellanas, y el misterio sonoro de la
arábiga.

Una gran variedad de temas encontramos en los cantos españoles del siglo XVI que
penetraron en el Altiplano boyacense: canciones caballerescas, políticas, picarescas,
religiosas, amatorias, pastorales y bailables, interpretadas a tres o cuatro voces.

Los cantos españoles reflejan gran variedad y sentido regional. En algunos lugares de
Castilla, Aragón, Valencia y Navarra, aparece la jota, con acompañamiento de guitarras,
guitarricos y bandurrias. En Andalucía eran populares los cante jondo y flamenco, las
playeras, seguidillas gitanas, la debla, la caña, la serrana, la malagueña, la granadina y
otros. Avanzado el siglo XVI fué característica de España la canción acompañada en la
Vihuela y la guitarra, la canción de origen medieval y autores desconocidos.

Entre las danzas españolas típicas de los siglos XVI y XVII, encontramos el Saltarello o
Alta Danza, la cual consistía en una danza de salto, ligera y expansiva; asimismo existió la
calata y la danza del Ballo, muy parecidas al baile del tres del Altiplano boyacense. Eran

7
Ocampo López, Javier, "EL FOLCLOR Y SU MANIFESTAClON EN LAS SUPERVIVENCIAS
MUSICALES EN COLOMBIA", Tunja, U. P. T. C., 1970.Véase el estudio sobre la "MUSICA CHIBCHA".

30
típicas asimismo la morisca de influencia musulmana, la folia de los estudiantes
andariegos, el villancico, la seguidilla y la serranilla, con acompañamiento de pandero.8

A finales del siglo XVI en la época de los Austrias, se hicieron famosas las danzas de
pavana, la zarabanda, la chacona, el pasacalle, la folia y la sevillana; parece sinembargo que
la zarabanda y la chacona fueron danzás que surgieron en América Central y fueron
transplantadas a Andalucía. El pueblo español bailaba asimismo la jácara, la mojiganga y el
entremés; asimismo el zambapalo, la marina, el pollo, el colorían colorado, el hermano
bartolo, el polvillo, las cosquillas de la capona y otras.

Los españoles acostumbraban danzas para las fiestas religiosas o conmemoraciones de


algunos hechos importantes. Eran interpretadas por determinados "gremios", quienes
enviaban grupos de danzantes profesionales o aficionados. Una de ellas fué la "Danza de
los palillos" la cual consistía en entrelazar palillos prendidos con cintas de colores, durante
cuya ejecución describían caprichosos círculos al son de ritmos y cantos. Esta danza
presenta supervivencia en Boyacá en la Danza de la Trenza, de las Cintas o de la
"Clizneja".

A finales del siglo XVI y XVII se popularizaron las danzas españolas de grupo,
principalmente en las festividades religiosas de las nacientes ciudades coloniales. En ellas
se presentaban simulacros de elementos alegóricos pastoriles a la usanza de España. Eran
organizadas generalmente por cofradías, asociaciones piadosas de laicos y otros grupos que
se presentaban con trajes especiales para dar solemnidad y brillo a las ceremonias públicas.
En el Acta de Cabildo de Tunja del 11 de junio de 1590 aparece la organización de las
danzas que se debían interpretar en la fiesta de Corpus Christi; así mandó:

"Que se notifique a los tratantes de la calle real y oficiales, sastres, zapateros, zurradores y
silleteros, que cada uno saque una hacha de cera blanca alumbrando al Santísimo
Sacramento y que los tratantes de la calle real saquen una danza buena que vaya danzando
delante del Santísimo Sacramento y procesión y los zapateros otra danza y los satres otra
danza y los silleteros y zurradores otra danza y los herreros otra danza y cada uno una
hacha y los arrieros y esto se les notifique so pena de diez pesos de oro corriente para
gastos de la fiesta de Corpus en que dan por condenado a quien no lo cumpliere..."9

Entre otras danzas que introdujeron los españoles mencionamos las siguientes: La danza del
venado, la danza del oso, la danza de la vaca, la danza de los seises, la danza del Corpus
Christi, la danza de las espadas, la danza de los santiagueros, la danza de moros y cristianos
y otras.

8
Véase los estudios de Ludwig Pfandl, "CULTURA Y COSTUMBRES DEL PUEBLO ESPAÑOL DE LOS
SIGLOS XVI y XVII", Barcelona, Editorial Araluce, 1929, PP. 246 - 247. Asimismo la obra de Adolfo
Salazar, "LA MUSICA EN LA SOCIEDAD EUROPEA", México, El Colegio de México, 1942.
9
Archivo Histórico de Tunja, "Acta del Cabildo", 11 de junio de 1590.

31
Al iniciar el siglo XVIII se fueron perfilando en estos territorios los bailes criollos, con
interrupciones de los danzantes para dejar escuchar las coplas. Se hicieron populares el
torbellino, la manta, el moño, la bretaña, el paspié, la amable, contradanza y otras.

Los españoles introdujeron sus instrumentos musicales típicos: la guitarra, la bandola, el


requinto, el tiple y demás variantes instrumentales de cuerda. Asimismo introdujeron la
chirimía, una especie de oboe, muy común en las procesiones y coros de los templos. Los
chirimeros eran a manera de heraldos que encabezan los cortejos procesionales y las fiestas
pueblerinas. En 1663 el Corregidor de Tunja ordenó a los caciques e Indios de los pueblos
de Chivatá, Toca, Siachoque, Viracachá y otros para que llevaran sus pendones, cajas,
pífanos, trompetas y chirimías a la procesión que se proyectaba para el 29 de enero en
acción de gracias por el nacimiento del príncipe Carlos José.10

b. Los aires musicales del Folclor Boyacense.

El folclor musical del Altiplano boyacense es por esencia mestizo, con predominio de las
supervivencias españolas sobre las indígenas. La mayoría de sus danzas, cantos y ritmos
tienen orígenes hispánicos, con adaptaciones de la música chibcha y creaciones autóctonas
colombianas. Los aires musicales más representativos de Boyacá son los siguientes:

El Torbellino.

La Guabina.

El Bambuco.

El Pasillo.

Con estos aires fundamentales, principalmente con el TORBELLINO que es el más


representativo de Boyacá, se acompañan multitud de danzas folclóricas, entre las cuales
mencionamos: La Danza del tres, la Danza de la Perdiz, La Manta Redonda, La manta
Jilada, La Danza de la Trenza o de la Clizneja, La Caña, El Baile de la Copa, El Baile del
Vaso, El Baile del cuatro. El Seis, El Guatecano, El Galerón, Los Camarones, El Baile del
Pañuelo, El Baile del Alcahuete, La Contradanza, El Baile del Conejo, El Baile del Pollito
y la Comadreja, El Baile de la Palomita y el Gavilán, El Baile del Gato y el Ratón, El Baile
de la Gallina y el Zorro y otros.

EL TORBELLINO es el aire musical folclórico más representativo de Boyacá; la tonada


de los promeseros en las romerías boyacenses, en los bailes de casorios, en las fiestas
patronales y en los demás momentos festivos de los pueblos boyacenses. Es la tonada con
la cual nuestros campesinos expresan en sus coplas toda la sencillez de sus reacciones ante

10
Ulises Rojas, "CORREGIDORES Y JUSTICIAS MAYORES", op. cit., p. 401.

32
el amor, la desilusión, el sentimiento religioso y el paisaje variado de la meseta
cundiboyacense. La tonada en cuyas expresiones de "mesmito", "sumercé", "queré",
"truje", "vide", "gancia", "ansina", "paqué", "topé", "untualito", etc., encontramos las
supervivencias del castellano antiguo del siglo de oro español, más típico en estos aires de
ascendencia hispano-colonial.

Sobre los orígenes del torbellino han surgido varias hipótesis, entre las cuales mencionamos
la indígena y la española. La indígena es defendida por el Maestro Guillermo Abadía, quien
encuentra una semejanza rítmica entre el torbellino y los cantos de viaje de los indios
motilones de la serranía de Perijá. Es conocido que los indígenas no usaban la marcha o
paso normal de los hombres de las ciudades, sino que tienen un trote rítmico que les
permite andar sin fatiga varias leguas por caminos de montaña y travesías cordilleranas; en
sus viajes van tarareando musiqillas rudimentarias o coplas regionales o sonando tonadillas
del mismo compás, en capadores rústicos. En las ventas camineras, durante el reposo del
viaje, pulsan sus tiples y requintos con el aire típico del torbellino, para solazarse en sus
recuerdos, o para acompañar la danza del mismo nombre que ejecutan en las posadas.11

Torbellino. Torres Méndez.

La hipótesis hispánica relaciona el torbellino boyacense con el galerón, una de las danzas
españolas más antiguas que se trasladaron de España a nuestros territorios. El Maestro
Daniel Zamudio dice que el galerón, antecesor del torbellino, se originó en los cantos
11
Véase la obra de Guillermo Abadía Morales, "LA MUSICA FOLKLORICA COLOMBIANA", Bogotá, U,
Nal., 1973. Asimismo su obra "FOLKLORE COLOMBIANO'; Bogotá, Imprenta Nacional, 1970.

33
litúrgicos traídos a América por los españoles. Zamudio hizo comparaciones entre la
melodía del torbellino con la melodía del modo llamado "tetrardus", uno de los cuatro
modos primitivos del canto eclesiástico en época anterior al Papa Gregorio El Grande. Los
pobladores españoles que llegaron al Altiplano Cundiboyacense cultivaron estos cantos
litúrgicos, tanto en las iglesias, como en los hogares; muchos de ellos relataban episodios
de la vida de la Virgen, del Niño, la Sagrada Familia, etc.; el indio boyacense que escuchó
estos cantos, los mezcló son sus sentimientos de amor, desilusión, paisaje y en general el
ambiente del clima frío; las mismas expresiones verbales del castellano antiguo, expresan la
antigüedad del torbellino.

Como la expresión "torbellino" indica movimiento acelerado y agitado, o algo en


"remolino", manifestándose así en la danza, principalmente en la mujer, algunos
folclorólogos, le encuentran semejanza con algunas tonadas y danzas andaluzas yasturianas;
inclusive se le ha encontrado similitud con el corrido o carretilla española. Lo que interesa
conocer desde el punto de vista histórico-folclórico, es que el torbellino y el galerón andino
son los aires populares más antiguos que conocemos con referencias históricas desde el
siglo XVIII. Se recuerda cómo en el baile de máscaras que se dió en Santafé para
recibimiento del Virrey Amar y Borbón en 1804 se fijó entre las danzas para bailar,
el torbellino; así que ha principios del siglo XIX ya era una danza muy conocida en el país.

En las descripciones del siglo XIX, el torbellino aparece bailado por la mujer con vueltas
muy menudas como si fuera un trompo en remolino, alrededor del hombre que bailaba
zapateado. El movimiento rápido de la mujer se aprecia suave, por la elegancia que debe
llevar en los pies y el tronco.

En general el torbellino es un baile suelto que se baila entre dos personas, aun cuando
aparecen hasta cuatro. Los danzantes dan vueltas y regüeltas, con la particularidad del
movimiento femenino como un trompo, con las manos jugando al danzar. El hombre
persigue a la mujer, pero ésta se escapa haciendo giros en remolino; se presenta un cambio
de puesto entre el hombre y la mujer y así sucesivamente. A veces se canta, se entona una
copla y se sigue bailando.

Los virtuosos del torbellino en Boyacá nos dicen que antiguamente el ritmo era más agitado
y muy de remolino; la india boyacense lo bailaba poniendo sobre su cabeza una taza de
chocolate; la gracia la encontramos precisamente en no dejarla caer de la cabeza.

Se han distinguido variedades del torbellino, destacando el triste o melancólico del


Altiplano, y el festivo de las zonas cálidas. Se da el nombre de Torbellino versiaocuando
los danzantes intercambian coplas graciosas; Torbellino a misa, el que se bailaba antes de
la misa de gallo en la nochebuena boyacense, especialmente en Valle de Tenza. Además
el Torbellino de la boterra, danzado antiguamente en Villa de Leyva, y el Torbellino

34
palmoteado. Según una tradición que encontramos en Motavita, antiguamente las gentes
bailaban el Patirralo que era un torbellino más aligerado.12

Los nombres de algunos torbellinos son muy expresivos del ambiente campesino del
Altiplano boyacense. Ejemplos entre ellos son: del Maestro Francisco Cristancho Camargo,
"Ende que se fué con otro", "Que yó te digo que sí", "Torbellino de mi tierra", "Festival
Chibcha"; del compositor Jorge Camargo Spolidore el torbellino "Mi Tiple"; de Efraín
Medina Mora "El Guayatuno"; del músico César Alfonso Puerto "Fiesta hogareña"; otros
son típicos como "No ti hagás la indijerente" y "La india se largó con otro".

b. Los aires musicales del Folclor Boyacense.

Algunos torbellinos se presentan en forma de conversación, como el recogido en el folclor


boyacense por los maestros Francisco Cristancho Camargo y Roberto Jaramillo A., con el
nombre "QUE YO TE DIGO QUE SI":

- ¡Que yo te digo que sí!

- ¡Que yo te digo que nó!

¿Usté que v hacer con mí?

- Eso le importa es a yo.

- ¡Mirá india, que me muero!

- ¡Téngase su mano queta!

- Si prenderte no más quero...

del cuento de la jeta.

- ¿Otra vez tomó guarapo?

- El guarapo es lo mejor

pa sentirse uno más guapo

y pa jalale al amor!

12
Javier Ocampo López, "MUSICA Y FOLCLOR DE COLOMBIA", Bogotá, Editorial Plaza y Janés, 1976.
PP. 79 - 75.

35
- ¡Que tenga queta la mano o me voy!

- ¡Tan retrechera!

- ¿Qué se está pensando, hermano?

Con mi no hace lo que quera.

- Por un beso...

- Calle el pico

que lo van a oír mis amos.

- no me creas tan burrico

que los dos pa eso estamos.

- ¿Pa qué?

- iPa querernos!

- ¿Luego

busté si eré que me gusta?

- ¡Mirá que ya no te ruego!

- ¡Si a mí nenguno me asusta!

- ¿Ya ves que sí?

- puss... si me tenés surumbuliada

- Pa lo que ha de haber aquí

eso hast´orita no es nada.

- Cojamos nuestro camino...

36
- ¡India linda!

- Indio ladino

que me ganates la guerra!

- Te la ganó el torbellino...

Los dos: Torbellino de mi tierra.

AIRES BOYACENSES

torbellino

Angel María Cruz G.

(recopilador)

Música colombiana

37
b. Los aires musicales del Folclor Boyacense.

AIRES BOYACENSES

torbellino

Angel María Cruz G.

(recopilador)

Música colombiana

Los instrumentos musicales que más se utilizan para la interpretación del torbellino son el
tiple, el requinto, el chucho y los capadores (llamados chiflos en Boyacá); asimismo las
carracas o quijadas.

La popularidad del torbellino es muy especial en los campos, en las reuniones sociales de
los copleros campesinos, en las fiestas de matrimonio y en las romerías boyacenses a la
Virgen de Chiquinquirá, Virgen del Amparo en Chinavita, la Virgen de Monguí, la Virgen
Morena de Güicán y demás romerías boyacenses. En ellas el campesino expresa toda su
sencillez, espontaneidad, sentido crítico y gran filosofía popular. Sobre las cuerdas del tiple,

38
el boyacense entona el torbellino y celebra sus fiestas y salidas de romeraje fuera del
rancho y su parcela. Después de las mandas a la Virgen, los promeseros boyacenses
entonan sus torbellinos, cantos y coplas con tiples, requintos y guitarras en estas fiestas de
auténtico sabor campesino.

El carácter popular del torbellino como aire musical de acompañamiento para las cantas o
coplas y para las danzas folclóricas boyacenses, no se ha proyectado en la misma forma
entre los músicos compositores de Boyacá, quienes han preferido con mayor interés las
composiciones de bambucos, guabinas, pasillos y danzas, como así nos lo manifiesta la
mayor tendencia en la producción musical.

LA GUABINA: Es otra de las danzas y cantos típicos del folclor musical boyacense con
ascendencia en los aires hispanos. En el siglo XIX la guabina se presenta a nivel nacional
como un baile populachero y muy especial en los bailes de garrote en los campos; era muy
perseguida por el clero en los púlpitos, por ser un baile agarrado o de pareja cogida. Sobre
su nombre no existe definición; se habla de un pez guabina en los Llanos, y otro muy
apreciado en Cuba por su carne; asimismo se ha tomado el nombre de guabina para
designar a un hombre simple.

Las referencias históricas de los novelistas del siglo pasado, nos hablan de la existencia de
la guabina en los finales del siglo XVIII, bailada con vueltas y el llamado gallinazo;
asimismo conocemos que la bailaban los canteros y alfareros en los aguinaldos
santafereños.

La segunda mitad del siglo XIX y primeras décadas del XX influye el romanticismo en las
composiciones de las guabinas. Surgieron así las guabinas románticas, ingenuas y
amorosas, destacando en Boyacá la famosa "GUABINA CHIQUINQUIREÑA". Esta obra
fué compuesta por Alberto Urdaneta en abril de 1925 como regalo de bodas para su
hermano José Ignacio quién debía contraer matrimonio en Chiquinquirá. Fué interpretada
por primera vez el 10 de abril en Ubaté, el 12 de abril en la basílica de Chiquinquirá con
gran emoción del pueblo boyacense, que desde entonces la adoptó como su canción
folclórica. La letra de la "Guabina chiquinquireña" es muy representativa del amor en la
romería boyacense; así dice:

Ven, ven, niña de mi amor,

Ven, ven, niña de mi amor,

Ven, ven, ven a mi ranchito

que te espero con ardor

39
que te espero con ardor.

Si, si, si, dulce y bella noviecita,

dueña de mi corazón,

vamos a ver a la Virgen

y a pedirle protección

y a rogarle con fé viva

que bendiga nuestra unión.

Por tí, mi única ilusión,

por tí, mi única ilusión,

por tí la calma perdí;

tengo enfermo el corazón,

tengo enfermo el corazón.

Si, si, si, nuestra marcha emprenderemos

de la aurora al despertar,

y ante la Virgen bendita

nos iremos a postrar,

a rogarle con fé viva

que bendiga nuestro hogar".

40
Otros compositores boyacenses han cantado a su terruño en aire de guabina, mencionando
entre ellos: Juan Francisco Aguilera (oriundo de Aquitania), célebre por su guabina
"LAGUNITA DE MI PUEBLO"; el folclorólogo y compositor chiquinquireño Octavio
Quiñones Pardo, autor de "MI GUABINITA"; asimismo el compositor Juan C. Goyeneche
(oriundo de Socha), muy conocido por sus guabinas "SOGAMOSEÑITA" y "PAISAJE
BOYACENSE", esta última con música de Enrique Villegas:

PAISAJE BOYACENSE

Boyacá, tierra linda, cuanto te quiero...

cuna eres de poetas y labradores,

con tus inmensas minas, minas de acero;

Chiquinquirá, eres cuna de Julio Flórez.

Tunja, ciudad serena, cuanto te extraño...

Al sentirme tan lejos siento un vacío.

Me alejé de tus lares hace ya un año,

y allí en tu seno vive el amor mío.

Socha, mi pueblo chico y alrededores

que me vieron nacer y me arrullaron

al grito de gañanes madrugadores...

y el cariño de viejos que me animaron.

Eres fértil, risueña y acogedora,

tus mujeres alegran en los platíos,

torbellinos, guabinas, notas sonoras

que entonan los arrieros por los caminos.

41
Un puente tan pequeño te dió la gloria

con hijos tan valientes y decididos,

que llevaron tu nombre hasta la Historia,

prefiriendo la muerte a ser vencidos.

El maestro Jacinto Jaramillo ha recogido un rico documental coreográfico de la guabina,


señalando las siguientes figuras: la salida, los careos, el caminito, los aguacateos, los
coqueteos, el escobillao, el pañuelo, el abrazo y la vuelta.

El instrumental típico para la ejecución de la guabina es el tiple y el requinto, la bandola y


el chucho oguache, a veces reemplazado por la pandereta transculturada. Para bailar la
guabina boyacense se utiliza el atuendo del hombre del altiplano; los danzantes llevan a la
espalda, cogidas con cargadores que se anudan, sobre el pecho, una canastilla de bejuco,
pequeña como para llevar artículos de mercado, o bien jaulas pequeñas de "chusque", como
las utilizadas por los campesinos para llevar huevos al mercado.

EL BAMBUCO: Es el aire folclórico mestizo más típico de la zona andina colombiana, y


por esencia la danza nacional más representativa. Sobre su origen se han expuesto diversas
hipótesis: la indígena, la negra africana y la española.

La hipótesis indígena defiende la proyección de la música chibcha, por esencia triste, en el


ritmo lento de los aires folclóricos del Altiplano andino, y en especial en el bambuco.
Algunos autores hablan sobre la existencia de los indios "bambas" en el litoral pacifico y
la presencia de su habla de la terminación "uco"; asimismo sobre la denominación de
"bambucos" a los aires musicales indígenas de movimiento trémulo o de bambaleo.

La hipótesis africana fué expuesta por Jorge Isaacs en "La María" en donde habla del
poblado "Bambuck" en Senegambia (Africa occidental); esta tesis ha sido descartada por
cuánto no se han encontrado relaciones con los ritmos tradicionales traídos por los grupos
negros de esas regiones. El folclorólogo Guillermo Abadía ha expuesto la tesis, hoy muy
aceptada, sobre el nombre de la palabra "BAMBUCO", con la cual se designaba un
instrumento de los negros antillanos; ellos llamaban "bambucos" a sus instrumentos
caránganos, hechos con tubos de bambú.13

La hipótesis española habla sobre la posible ascendencia vasca en el ritmo del bambuco.
Los ritmos vascos, y entre ellos el zortcico, presentan ritmos ágiles, sueltos y alegres, que
sirven de soporte a una melodía de acentos quejumbrosos a veces, formando un interesante
contraste, muy parecido a nuestro bambuco. Lo claro está que entre las opiniones de

13
Guillermo Abadía, "MUSICA FOLCLORICA", op. cit. Pg. 57- 62.

42
músicos y folcloristas españoles, se encuentra la relación del bambuco con aires populares
españoles, con adaptaciones muy propias a nuestro medio colombiano; de allí lo folclórico.

En las primeras décadas del siglo XIX ya se mencionaba el bambuco como el aire criollo de
especial autenticidad nacional. Un bambuco motivó el ánimo de los colombianos que
lucharon en la batalla de Ayacucho en 1825 según la tradición histórica. Asimismo
destacamos la ambientación romántica que se proyectó en la segunda mitad del siglo XIX,
la cual se reflejó en la precisión literaria de nuestras canciones folclóricas. Fué muy
importante la labor de compositores nacionales como Pedro Morales Pino con su bambuco
"Cuatro preguntas", el cual sirvió como modelo para muchos compositores de las primeras
décadas del siglo XX.

Las composiciones musicales en ritmo de bambuco, han tenido la mayor tendencia entre los
compositores boyacenses contemporáneos. Uno de los más representativos es el compositor
boyacense nacido en Iza, FRANCISCO CRISTANCHO CAMARGO (1905-1977). Como
primer trombón en la Sinfónica de Colombia, primer barítono solista de la Banda de la
policía Nacional, director de la Banda Departamental de Boyacá y director de orquestas de
fama internacional como "La Orquesta Suramérica", y la "Ritmo" en Bogotá; primera
bandola del grupo "Lira de Morales Pino", como guitarrista y compositor que recorrió a
Europa y países suramericanos, el "Maestro Cristancho" se destaca como gran compositor
de bambucos. Es el "músico indigenista" por su afición a la temática folclórica dedicada a
mitos, caciques chibchas, lugares indígenas y otros motivos chibchas. Entre sus bambucos
destacamos: "BOCHICA", "BACHUE", "BACATA", "GUATAVITA", "HUNZA",
"QUEMUENCHATOCHA", "SUTATENZA"; asimismo, sus conocidos
bambucos "PA QUE ME MIRO", "BAJO EL CIELO SOBRE EL LLANO", y otros.
Su estilo de composición presenta unas cadencias de profundidad nativista, en donde
encontramos el interés del artista por lo más autóctono de nuestra raza y la más bella
ingenuidad, y a la vez profundidad de los aires folclóricos musicales de Boyacá. La
maestría del compositor Cristancho y la perfección de sus arreglos, le han dado uno de los
primeros puestos en Colombia en la composición de música folclórica nacional.

Otro de los grandes compositores boyacenses que se destaca en la composición de


bambucos es el sogamoseño JORGE CAMARGO SPOLIDORE. Con su obra "Rapsodia
colombiana" obtuvo el primer premio en el concurso "Fabricato" de 1948; asimismo fué
premiado su bambuco "RUMOROSA" y distinguido con mención honorífica su obra
sinfónica "Nuevo Reino de Granada". Entre los bambucos más conocidos de Camargo
Spolidore, mencionamos los siguientes: "CHATICA LINDA", "MI CANOA Y YO", "NO
TI HAGAS LA INDIJERENTE", "CUANDO SIAS MI MUJERCITA", "QUIEN LO
SABRA", "BOQUITA MENTIROSA", "OJITOS NEGROS", "ARROYITO",
"SERENATA", "TUS MANOS", "ASI ERA ELLA", "LOS TRIGALES" y otras. Su
bambuco "Chatica linda" es uno de los más representativos; dice así:

43
CHATICA LINDA

Venga cá, más pacá,

venga, empriésteme su jetica,

y en después me dirá

si me quere sumercesita.

Como yo no haberá

quen la quera hasta que se muera.

Linda chatica, déme a yo un besito siquera.

Chatica linda: cuando te miro

¡ay! mesmamente me da un suspiro

muy de de veras.

Tuitos los días mi oye rezarle

la Santa Virgen para implorarle

que vos me queras.

Llegan las noches y ya ni an duermo;

las paso en vela com´un enjermo

que tá penando...

Y echo a pensar: si busté me olvida

me he de quitar esta puerca vida

que toy pasando.

44
b. Los aires musicales del Folclor Boyacense.

El más puro romanticismo en la canción campesina boyacense, nos lo refleja Jorge


Camargo Spolidore en su bambuco "Cuando sias mi mujercita", el cual fué muy popular en
las serenatas de los años cincuenta.

"CUANDO SIAS MI MUJERCITA"

Cuando sias mi mujercita

yo te haré una cabaña con las flores

más bonitas que se dan en mi montaña.

Con los rayos de la luna

haré cintas pa tu pelo,

con la espuma e la laguna

un sedoso y blanco velo.

Con las perlas del rocío

un collar para tu cuello;

y en las noches que haga frío

el calor de mi resuello.

Mientras brillan tenuemente

los cocuyos en las flores,

el murmullo de la fuente

cantará nuestros amores.

Calzaré tu pie pequeño

con jazmines y con rosas;

cubriré tu hombro trigueño

45
con un chal de mariposas;

p´adornar tu cabellera

con diadema de brillantes

lloraré la vida entera,

y del llanto haré diamantes.

Y la aurora, en la mañana,

cuando apague los luceros,

traerá hasta tu ventana

una orquesta de jilgueros.

Cuando sias mi mujercita

yo te haré una cabaña

con las flores más bonitas

que se dan en mi montaña.

46
PA' QUE ME MIRO

BAMBUCO

FRANCISCO CRISTANCHO C. Parte para piano

Parte 1

Parte 2

47
Parte 3

Parte 4

La compositora ANTONIETA SPOLIDORE DE CAMARGO, madre de Jorge Camargo


Spolidore, es la autora del bambuco "LOS PROMESERITOS", el cual presenta la forma de
conversación en la canción, muy utilizada para la interpretación de la música y la poesía
popular boyacense.

48
LOS PROMESERITOS

Los promeseritos nos vamos pallá,

Pondestá la Virgen de Chiquinquirá.

El -

(Recitado): Escuche sumercé

y no creiga que voy a hacerle mal:

yo soy un jornalero, ya lo sé,

un probe jornalero sin jornal


pero que da la vida por busté. ¡Ay!

(Cantado). Métase a la venta,

déntre su mercé,

tome su chichita

que tá siendo sé.

Ella -

Con el guarapito se baila mejor

al són de los tiples y del capador.

Juntos -

Bebamos, chinita, guarapo también,

pa vivir más años que Matusalén.

El -

(Recitado): Yo la vide venir

49
dorada de la sé por el calor

y dende que la vide sonreír

me provocó quererla con amor,

pus por busté dan ganas de morir.. .ay...!

(Cantado): ábra la jetica de rojo color

y échele a la caja del cuerpo licor.

Ella -

La dulce chichita que apaga la sé

ta más amarilla que niun queniqué.

Juntos - Que buena la baten en este mesón,

Déjeme un sobrao ay! de su rubicán.

El -

(Recitado): ay! ay! ay! Diosito mío

y alma bendita de mi agüela,

que el corazón me da brincos

y la lengua se m´enrieda

cuando trato de decirle

toíto lo que quisiera;

y un javorcito le pido

por lo que busté más quera:

y es que me diga untualito

si yo le gusto un tantico

50
y al mismo tiempo quisiera

venirse pa mi ranchito

paque siá mi compañera.

(Cantando):

Con sus guarapitos

más chirriada tá

que la mesma Virgen

de Chiquinquirá.

El -

Dáme la jetica,

Ella -

Démela busté,

El -

Y déme un besito.

Ella -

que tá siendo sé.

Juntos -

Bebamos chichita, guarapo también

pa vivir más años, ay! que Matusalén.

51
El compositor tunjano GABRIEL CARDENAS RAMIREZ es otro de los músicos
folclorólogos boyacenses contemporáneos. Discípulo de Antonio María Valencia y
Demetrio Haralambis, el Maestro Cárdenas se ha destacado como uno de los compositores
e intérpretes de los aires musicales colombianos. En la década de los cuarenta fué fundador
y director de los conjuntos "Aires Boyacenses" y "Estampas líricas boyacenses" de gran
resonancia nacional; ha sido Director de Extensión Cultural de Boyacá y Director de la
Academia Boyacense de Música. Entre sus composiciones de bambucos, mencionamos las
siguientes: "PA QUE MAS SI TOY CONTENTO", "MI RANCHITO BOYACENSE",
"MONIQUIRENA", "VIVA BOYACA", "AHI TA Y QUE SACO" y otros. Con letra de
Roberto Galindo, el Maestro Cárdenas compuso su bambuco:

"PA QUE MAS SI TOY CONTENTO"

Pa que más si toy contento

con esta vida que vivo:

tengo mi rancho en la loma,

mi vaca y su ternerito,

estancia con semintera

y el agua jresca del río,

mi Dios que no me abandona

y no me jaltan cariños.

En el puro cucurucho

de la loma, como un nido,

blanquiar se mira mi rancho

sobre la aljombra del trigo;

ajuera, el viento y el jumo,

pero adentro, calientico.

Pa qué más si toy contento

52
con esta vida que vivo.

Mis alimales tan güenos

me ayudan en mis ojicios:

los llevo a beber, y noto

que son tan nobles amigos,

que mientras beben me miran

en el espejo del río.

Pa qué más si toy contento

con esta vida que vivo.

Con cuanto placer regreso

del trabajo a mi ranchito:

apenas llega la tarde

me aguardan en el camino

los bellos brazos abiertos

de mi mujer y mis hijos.

Pa qué más si toy contento

con esta vida que vivo.

Tengo mi rancho en la loma,

mi vaca y su ternerito,

estancia con simentera

y el agua jresca del río,

mi Dios que no me abandona,

53
mi mujer y mis hijitos.

Pa qué más si toy contento

con esta vida que vivo.

La romería a la Virgen de Chiquinquirá ha dado motivos para las canciones de algunos


bambucos populares colombianos. Uno de ellos de gran tradición, es el
bambuco "CUCHIPE" de autor anónimo, cuya letra expresa así:

CUCHIPE

"De Chiquinquirá yo vengo

de pagar una promesa,

y ahora que vengo santo

dáme un besito, Teresa.

Ola, Dolores,

Tóma la llave,

abre la puerta,

ciénde la vela,

tiénde la cama.. .y

quiáy de Cuchipe,

quiáy de Cuchipe

quiáy de Dolores.

El que enamora casadas

siempre está descolorido,

¿será por las trasnochadas

54
o por el miedo al marido?.

Las mujeres de mi pueblo

no saben ni dar un beso;

en cambio las Bogotanas

estiran hasta el pescueso.

Otro de los bambucos que se ha inspirado en la Romería a Chiquinquirá es el compuesto


por Alejandro Wills, con letra de Arturo Suárez, con el título "En la Romería".

"EN LA ROMERIA"

Chinita querida, por vos he venío

de allá de las tierras onde quema el sol;

dejé mis montañas, dejé mi bohío,

dejé mis sembraos y dejé mi río

por verte, mi amor.

Si vieras lo verde que tá la rocita

que detrás del monte yo sembré pa vos;

con esa cosecha compraré ropita

pa que nos casemos una mañanita,

ay, jelices los dos.

Si vieras qué tristes los perros quedaron

ullando solitos en el platanal;

55
pero qué de lindo los toches volaron,

llamándote alegres; por eso cantaron

en el guayabal.

Poné la memoria y acordáte ahora

que el día que nos vimos bien lejos está:

jué en la romería; bendigo esa hora,

jué en la romería de Nuestra Señora

de Chiquinquirá.

Jurá que á yo solo me esperas, mi vida,

que pa yo solito será tú querer,

que pa todu´ el mundo serás siempre esquiva

y que tus ojitos de mirada viva

pa yo habrán de ser.

Hoy mesmo a tus taitas les pido tu mano

pa que el santo estao podamos tomar,

y pa que así pueda, como güen cristiano,

en esa boquita, ya sin ser projano,

hartos besos dar.

Mi ranchito te espera con giande alegría

pa que en él junticos vivamos los dos;

mi trapiche llora porque tarda el día

56
en que de llevarte, chinitica mía

de mi corazón.

Entre los compositores Boyacenses de bambucos, son dignos de especial mención los
siguientes: PARMENIO PONGUTA (oriundo de Labranzagrande) es autor de los
bambucos "Aires de mi tierra" e "Idilio campestre", entre otros; JESUS MARIA
DUEÑAS (Oriundo de Socha) es autor de los bambucos "Duitama" y "Paz de Río"como
típicos entre las numerosas obras que este compositor ha dedicado a los pueblos
boyacenses: Soatá, Guateque Chiquinquirá, Tunja, Miraflores, Socha, Tasco, Moniquirá,
Cómbita, y otros. LUIS DUEÑAS PERILLA, el compositor de la conocida
danza "Negrita" es autor de los bambucos "Bajo la luz de la luna" y"Adorado
Tiplecito" entre otros; este compositor es oriundo de Somondoco.

El tunjano JOSE TOMAS POSADA, el célebre "Tomasón" quien obtuvo el primer premio
nacional en el concurso patrocinado por Indulana en 1945 con su obra "Momento
indígena", es el autor de los bambucos "Los Barrancos" y "La Tunjanita".

El chiquinquireño OCTAVIO QUIÑONES PARDO es el compositor de los bellos


bambucos "Mañana de mañanita" y "Carambita y que caray". El Maestro EMILIANO
GONZALEZ R. natural de Aquitania (antiguo Pueblo Viejo), es el compositor del conocido
bambuco "El Guandolo". El compositor RAUL SANCHEZ NIÑO (nacido en Tuta) es el
autor de los bambucos "El Pañolón", "Campesino contento", "A Tuta" y otros. El
músico EFRAIN MEDINA MORA, natural de Tenza, es el compositor de los
bambucos "El Guatecanito" y "Colombia Patria Querida" entre otros. GUSTAVO
MOTA BELTRAN, nacido en Moniquirá, es el compositor de los
bambucos "Moniquireña" y "El Nego" entre sus múltiples composiciones. JUAN C.
GOYENECHE, Sochano, compuso su bambuco "Perla de Boyacá". El Maestro HECTOR
JOSE VARGAS, oriundo de Sutamarchán es el compositor de los bambucos "Soy
Boyacense", "Mana Florinda", "Indiecita Boyacense" y otros: de este compositor se ha
hecho muy popular su bambuco,

"SOY BOYACENSE"

Noble es mi ancestro de Nemqueteba

Saguanmanchica, Idacansas

de Nemequene, de Tisquesusa,

Queinuenchatocha y el gran Mincuá.

57
Soy boyacense de pura raza

amo a mi tierra como a mi mama

siempre de abrigo cargo una ruana

hecha en el viejo telar de casa.

Y con mi blanco jipa de paja

como armonizan mis alpargatas

cuando no hay chicha bebida grata

echo aguardiente por mi garganta.

Canto guabinas y torbellinos

y un viva alegre le hecho a mi patria

sin hablar mucho marco la pauta

si de elecciones siempre se trata.

Surco los campos con el acero

que da la entraña de aquestas tierras

y de sus rocas esmeraldinas

le doy al mundo preciosas gemas.

Haciendo coros con los turpiales

que alegres cantan de madrugada

rasgo mi tiple chiquinquireño

frente a la alcoba de mi adorada.

58
Canto guabinas y torbellinos

y un viva alegre le echo a mi patria

sin hablar mucho mareo la pauto

sí de elecciones siempre se trata.

Llevo en mis venas sangre guerrera

pues lo atestigua el Pantano de Vargas

soy pendenciero, tiro de frente,

nunca un ataque doy por la espalda.

Lucho incansable contra gobiernos

que en su provecho el fisco gastan

y cuando triunfo tan solo pido

y una curul en la burocracia.

Canto guabinas y torbellinos


y un viva alegre le echo a mi patria
sin hablar mucho marco, la pauto
si de elecciones siempre se trata.

En las primeras décadas del siglo XX se hizo famoso en Colombia el bambuco. "EL
GUATECANO" obtenido directamente del folclor boyacense por el músico Emilio Murillo.
Esté compositor llevó al pentagrama una melodía popular que se encontraba común en
Boyacá y Cundinamarca, la cual dió origen a la letra y música de "El Guatecano". Según
Jorge Añez en su obra "Canciones y Recuerdos", el motivo original y el posterior de
reforma que le hizo Murillo, son los siguientes:

59
Adiós paloma, (Nueva Letra de
Murillo)
que no hay gavilán Ranchito hermoso
que se la coma, que fuíste el hogar
de la que adoro,
que no hay gavilán divina mujer
de bucles de oro
que se la coma,
y cuerpo gentil
que no hay gavilán
de Virgen diosa.
que se la coma. Hilito de agua
de ruido sutil
Ayer paso por aquí y suave canto
que escondes tu amor
Cuando empezaba a
bajo las hojas
Llover…
de fresco verdor
¡Qué linda que es mi mujer, y dulce sombra.

que linda que es mi mujer.

Este es mi sueño de
amor,

hermosa, fresca y feliz;

sin su cariño no sé
cómo podré yo vivir".

En el baile del Bambuco, los coreógrafos han distinguido hasta ocho figuras: La invitación,
los ochos, los codos, los coqueteos, la perseguida, el pañuelo, la arrodillada y el abrazo: Sin
embargo, el campesino baila el bambuco con algunas figuras muy sencillas, y en general,
sin seguir un orden coreográfico riguroso.14

EL PASILLO: Es otro de los aires musicales folclóricos de Boyacá que se hicieron


populares desde el siglo XIX. Es una de las variantes del vals europeo, convertido en baile
de moda, con ritmo más rápido, o sea de "pasillo". Una de las formas de variación en el
siglo XIX fué la "capuchinada" o vals nacional rápido. En los años dé transición entre los
siglos XIX y XX, el pasillo se convirtió en el ritmo de moda de los colombianos; era el más
14
Harry C. Davidson, "DICCIONARIO FOLKLORICO DE COLOMBIA" Bogotá, Banco de la República,
1970, PP. 59 - 455. Es el estudio más completo que se ha realizado sobre el bambuco en Colombia. Sobre la
coreografía de las danzas colombianas, véase la obra de Jacinto Jaramillo, "DANZAS NATIVAS DE
COLOMBIA", Bogotá, Edit. Voluntad, 1968.

60
solicitado por los jóvenes y el más escuchado en las tertulias bogotanas y en los
restaurantes típicos, al estilo de "Rondinella", "La Gata Golosa", etc.

En la interpretación de los pasillos encontramos dos tipos representativos: el pasillo


fiestero instrumental, que es el más característico de las fiestas populares, bailes de
casorios y de garrote; se confunden con la típica banda de música de los pueblos, con los
fuegos de pólvora, retretas, corridas, etc. El pasillo lento vocal o instrumental es
característico de los cantos enamorados, desilusiones, luto y recuerdos; es el típico de las
serenatas y de las reuniones sociales de cantos y en aquellos momentos de descanso
musical, cuando deseamos recordar.

Entre los pasillos boyacenses más destacados, señalamos los siguientes: Gabriel Cárdenas
Ramírez, es el compositor de los pasillos, entre otros: "Adentro Alfredito", "Mi
compadre Carlitos" y "Pedrito Martínez", el Maestro Francisco Cristancho es célebre
por sus pasillos "Iza" y "Trigueñita"; Jorge Camargo Spolidore con su
pasillo "Reconciliación"; el Maestro Emiliano González y su pasillo "Duitama"; el
compositor Chúcho Dueñas, célebre por sus pasillos "Soatá"y "Santa Rosa de
Víterbo" entre otros; el músico Parmenio Pongutá y su pasillo "Tus pupilas"; Carlos
Martínez Vargas y su pasillo "Lucía"; el Maestro José Tomás Posada es muy conocido por
su colección de pasillos "Las Brisas de Boyacá"; el maestro Luis Rodríguez conocido por
su pasillo "Floreciendo" el compositor Israel Becerra y su pasillo "Tip Top".

El poeta chiquinquireño JULIO FLOREZ es también conocido como compositor e


intérprete de nuestros aires vernáculos. Este poeta boyacense, nacido en Chiquinquirá en
1867 es el más importante y fecundo en la producción poética. Sus poesías las recopiló en
sus obras: "Horas", "Cardos y lirios", "Gotas de Ajenjo", "Fronda Lírica", "Cesta de Lotos"
y "Manojo de Zarzas". Entre sus composiciones musicales, con letra y música, la más
notable y conocida es su pasillo "Flores negras", compuesta en 1903; además sus
pasillos "Ella", "Y lo besó en la frente", "Tanto me odias", "Góndolas azules" y otras.
Su pasillo "Flores negras" tuvo gran difusión en los principios del siglo XX, y hoy es muy
conocido a nivel mundial; así expresa:

FLORES NEGRAS

Letra y música de Julio Flórez

Oye: bajo las ruinas de mis pasiones,

y en el fondo de esta alma que ya no alegras,

entre polvo de ensueños y de ilusiones

brotan entumecidas mis flores negras. -

61
Ellas son el recuerdo de aquellas horas

en que presa en mis brazos te adormecías,

mientras yo suspiraba por las auroras

de tus ojos auroras que no eran mías.

Ellas son mis dolores, capullos hechos,

los intensos dolores que en mis entrañas

sepultan sus raíces, cual los helechos

en las húmedas grietas de las montañas

Guárda, pues este triste, débil manojo

que te ofrezco de aquellas flores sombrías;

guárdalas, nada temas, que es un despojo

del jardín de mis hondas melancolías.

Parte 1

62
Parte 2

Parte 3

63
Aun cuando la mayor tendencia en la composición musical con temas folclóricos
colombianos, se ha desarrollado en Boyacá principalmente en los ritmos de bambuco,
torbellino, guabina y pasillo, también encontramos composiciones folclóricas con otros
ritmos principalmente andinos y llaneros. Mencionamos la célebre danza "NEGRITA" del
compositor LUIS DUEÑAS PERILLA; los bellos valses "A una niña bonita", "Ojos
serenos '.' y otros de Gustavo Motta Beltrán; las canciones de Luis Martín Mancipe, Carlos
J. Mancipe, Carlos Martínez Vargas. Muy dignas son de destacar las bellas composiciones
musicales de LUIS MANUEL PARRA CARO y entre ellas: "La Sativeña", "Soatense",
"Corraleñita", "Flor de mis Hontanares", "Primaveral", "Victoria", "Amor terrígeno",
"Llevo una pena en el alma" y otras. La danza "Negrita" con música y letra de Luis Dueñas
Perilla se ha difundido con gran profusión:

NEGRITA

(Danza Boyacense)

Negrita... Separarnos hoy quiere

Tú viniste en la noche el destino a los dos,

de mi amargo penar; y una pena me brinda

64
Tú llegaste a mi vida esta separación.

y borraste la herida

de mi pena letal. Hoy te alejas de mí,

hoy se va mi ilusión,

La ilusión de mi vida y todo es amargura

es amarte no más, para mi corazón.

implorarte el consuelo,

el calor y el ensueño

que jamás pude hallar,

Teniendo como base la música de TORBELLINO principalmente y además de guabinas,


bambucos y pasillos, el folclor boyacense presenta una gran variedad en sus danzas
folclóricas. La Danza se nos presentó como el conjunto de movimientos cadenciosos del
cuerpo, marcando ciertos pasos, mudazas y actitudes, y sometido a las leyes del ritmo. Las
danzas folclóricas son bailes que necesitan cierta preparación y organización y se someten a
reglas casi fijas; están interpretadas por personas adiestrada para ello. () Entre las danzas
folclóricas más representativas de Boyacá, señalamos las siguientes:15

LA DANZA DEL TRES: Se baila en Boyacá con música y ritmo de torbellino; es


semejante al "Ballo" español y al baile del "Palito" en Argentina. Se lleva a cabo entre tres
personas, un hombre y dos mujeres, o una mujer y dos hombres, quienes rivalizan por la
atención del bailarín o la bailarina. Mientras que una pareja quieta marca el paso de rutina,
la tercera persona con paso menudo, se entrecruza entre ellas. Una copla boyacense refleja
el espíritu de esta danza:

"En el nombre sia de Dios

y mi padre San Andrés

que no me vaya a turbar

en este baile del TRES".

Una variedad del TRES en Boyacá es el llamado "Tres de los Escribanos" que se
encuentra en el Valle de Tenza, y en el cual las parejas simulan escribir en el suelo. Tres

15
Perdomo Escobar, José Ignacio, "HISTORIA DE LA MUSICA EN COLOMBIA'; Bogotá, Edit. A. B. C.,
1963. Véase asimismo los estudios de Joaquín Piñeros Corpas, "EL CANCIONERO NOBLE DE
COLOMBIA" (Con grabaciones).

65
personas, generalmente dos mujeres y un hombre o viceversa, bailan sueltos al son de
torbellino u otros aires del Altiplano. Cuando uno de los bailarines "corta", es decir, pasa
entre sus dos compañeros, ha de cantar una copla de cuatro versos rimados. Cuando el
bailarín vuelve en su ruta para trazar el ocho siguiente, ya ha terminado de cantar y le
corresponde el turno a los otros.

LA DANZA DEL SEIS: aparece también en el folclor boyacense, con influencia de los
Llanos; se presenta como una danza del tres doble; generalmente son 4 hombres y dos
mujeres o 4 mujeres y dos hombres. Inicialmente los danzantes bailan separados; luego se
juntan y entremezclan.

LA DANZA DE LA TRENZA O DE LA CLIZNEJA: aparece en el folclor boyacense


como una supervivencia española de la antigua "danza de los palillos". Aparece también
con los nombres de "Danza de las Cintas" y "Danza del Cordón", bailadas con ritmo de
torbellino. Esta danza describe un movimiento característico de la forma de entrelazar o
entretejer, interpretado por algunos antropólogos como aquella que supravalora la técnica
del telar como símbolo de la potencialidad de la naturaleza.

La danza de la Trenza se bailaba en España en los siglos XVI y XVII con 16 danzantes al
rededor de un árbol adornado con guirnaldas y flores llevado por un individuo, del cual
pendían 16 cintas de diversos colores. Cuando comenzaba la copla:

Las cintos están tejidas

volvamos a destejer.

Comenzaban los danzantes a deshacer el tejido, pero sin perder el ritmo ni el compás de los
movimientos.

La danza de la Trenza se interpretó en Boyacá con el ritmo de Torbellino y es muy común


en las fiestas del Corpus Christi, fiestas patronales y en especial en Navidad. En el norte de
Boyacá se conoce como la "Danza de la Clizneja" y se acostumbra en las fiestas reales
que se celebran el 2 de Febrero de la "Morenita de Güicán" o fiesta de la Candelaria. La
comparsa se compone de un pabellón con un palo central y un manojo de cintas que se
colocan en la parte superior del palo con un moño bien arreglado; generalmente son
bastantes cintas, las cuales son cortadas y entregadas a cada persona, conservando siempre
el estilo de las parejas. La danza se realiza a son de torbellino; en ella cada pareja va
entrelazando rítmicamente su cinta en el palo, en tal forma que se va tejiendo de arriba
hacia abajo; desde el moño hacia abajo; luego van destejiendo la trenza también
rítmicamente y así hasta cuando termina el desfile de comparsas. Esta danza se registra en
Güicán, la Uvita, Soatá, Socha y otros pueblos de Boyacá y es muy típica en las
representaciones campesinas de comparsas en el Aguinaldo Boyacense.

66
LAS DANZAS DE CORPUS: fueron muy populares en la provincia de Tunja desde la
época colonial. Eran representadas por indios descendientes de los chibchas, acompañados
por tamborines y flautas; iban con gorros de vistosas plumas y llevaban asimismo plumas
en las muñecas, en las gargantas y en los pies y un carcax lleno de flechas sobre la espalda.
Los indios iban pintados el cuerpo de muchos colores y algunos cubrían la cara y la cabeza
con una especie de máscara hecha con cintas de varios colores. Formaban hileras danzando
en avances y retrocesos y haciendo círculos que desbarataban luego en un completísimo
antagonismo gimnástico, golpeando simultáneamente unos pequeños garrotes, mientras que
los movimientos de los pies eran ejecutados al son de tamborcillos y flautas. En las fiestas
coloniales llegaban a Tunja los pueblos de indios circunvecinos con sus propias danzas y
disfraces al son de chirimías, caxas, trompetas y pífanos; se encendían luminarias en las
puertas de las casas tunjanas y se arrojaban los cohetes para la alegría de la ciudad.

LA MANTA: es otra de las danzas típicas del Altiplano boyacense con profundas raíces
coloniales. Aparece en dos modalidades: la manta redonda y la manta jilada.

La Manta redonda: es muy acostumbrada en los matrimonios campesinos; se baila con


ritmo de torbellino y en forma separada; los hombres con ruana y las mujeres con mantilla
puesta. En ella los danzantes no se tocan; no hay tacto ni de manos, ni de cintura; las indias
bailaban esto danza sin alzar casi los pies de la tierra; a veces el hombre se arrodilla y la
mujer da vueltas a su alrededor tres o cuatro veces y luego siguen danzando. Se llama
manta redonda por la redondilla o círculo que se hacía en un momento determinado a la
mujer.

La Manta jilada: es otra de las variedades de la Manto que se encuentra en Boyacá; en ella
encontramos la representación de un baile en donde se imita el oficio de hilar una manta.
La mujer lleva en la mano un vellón de lana y el huso con tortero y los elementos básicos
para hilar. El baile se inicia con el saludo y con paso de rutina del torbellino; la mujer hace
un ademán imitativo para esquilar la oveja; el hombre mientras tonto enmadeja, ovilla y
amaga a ratos a cogerle el hilo a ella. El baile se va haciendo a medida que se envuelve la
madeja de lana; en un momento determinado la mujer lanza el ovillo al techo, con un gesto
como si le saliera del corazón. En esta danza se imita el montaje del telar, el envío de las
lanzaderas y la manta terminada.

EL MOÑO: es otro de los bailes típicos del Altiplano boyacense. Es una de las
manifestaciones de las danzas criollas del siglo XVIII cuando se empezó la costumbre de
interrumpir la danza en un momento determinado, para dejar escuchar las coplas. En el
Moño se suspendía la danza con un toque especial de la música, para dejar el ambiente a un
hombre que decía la copla: inmediatamente seguía la música con ritmo generalmente de
Torbellino y se suspendía para dar el campo a la mujer para exponer su copla. En el Moño
se establecía una multo si el hombre o la mujer no cogían la copla; en caso de perder,
continuaba otra pareja en el baile del Moño.

67
LA CAÑA: aparece como una danza y canto de los moledores del Valle de Tenza; en ella
se hace un simulacro de todos los pasos de la molienda de la caña: cortada, transportada y
triturada entre dos cilindros; los pasos de la danza representan cada uno de los movimientos
del trapiche y toda la fuerza de la molienda. Los bailarines en número de cinco o seis
parejas, danzan, cantan y se acompañan con coplas alusivas a la molienda. Generalmente
los cantos de la Caña son tristes y profundos.

Una de las variantes de la Caña es la que aparece en el siglo XIX con el nombre
de MEDIA CAÑA que se conoce tanto en Boyacá como en algunas provincias de
Argentina, Paraguay y Chile. Según la tradición boyacense, para la danza de la Media Caña
se utilizaban dos mujeres y dos hombres. Una pareja servía de estantillos o sea que
permanecía quieto, como vigilante en la danza de la otra pareja. En esta danza se conocen
las figuras del saludo, el cual se hacía muy respetuosamente con e1 sombrero;
posteriormente venía la segunda figura que consistía en un saludo con la mano; en la
tercera figura los danzantes se amenazaban; en la cuarta pegaban un palmoteo; luego
tomaban el centro de la pisto, cerca de los estantillos y se cogían para el baile, dando
vueltas muy curiosas, después de las cuales se abrían. Después de que esto pareja bailaba,
continuaban los estantillos, quienes hacían ahora de pareja, regresando la anterior a los
puestos de éstos.

EL BAILE DE LA COPA O DEL CUATRO: es conocido en algunas regiones de


Boyacá; en este baile las personas danzan alrededor de un sombrero ubicado en la mitad del
sitio del baile; presenta la variedad de que la pareja que baje la copa o sombrero debe hacer
el gasto y el agasajo.

EL BAILE DE LA PERDIZ: es un baile que se ha registrado en diversos lugares de


Boyacá, entre ellos los pueblos aledaños a la Laguna de Tota. En este baile se imita la
perdiz en un trigal y sus intentos de defensa del cazador; hombres y mujeres hacen un
círculo para rodear a la mujer que hace de perdiz y quien remeda los veloces movimientos
de esta ave. La perdiz busca afanosamente la salida de la maraña por un punto débil que le
permita escapar. Cuando ella sale del matorral aparece un mozo que le da alcance y
entonces ella simula rodar sin vida por el suelo.

En otros casos la danza de la Perdiz la bailan 6 parejas; los hombres silban para llamar la
perdiz y las mujeres, atendiendo el silbido los siguen y son atraídas en un juego con el
pañuelo. La mujer va detrás del hombre; a veces se cruzan y entrecruzan continuamente y
cada danzante va por turno echando una copla.

En Boyacá existen además otras danzas supervivientes de los siglos XVIII y XIX,
destacando entre ellas las siguientes: El Baile del Pañuelo en el cual cada danzador va
sacando a su pareja e invitándola a bailar con una canta o copla que es a su vez contestada
por su compañera. El Baile del Vaso en donde los danzantes hacen pruebas acrobáticas

68
sobre un vaso y al son del torbellino. El Baile del Alcahuete con figuras discretas y
artísticas muy propias del boyacense. El Baile de la Contradanzamuy típico en el siglo
XIX en las fiestas de Sutatenza, con sus variables: obligadas o dobles, de cambio y
sencillas. El Guatecano un tipo de torbellino del Valle de Tenza. El Galerón típico de los
Llanos y confundido en algunos casos con el torbellino boyacense. Los Camarones otra
danza y tonada boyacense, muy típica de Valle de Tenza; así expresa una de las cantas
valletenzanas:

"Muchacho barre tu casa

bárrela hasta los rincones

que viene el Señor Alcalde

a bailar los Camarones. 16

En los campos boyacenses existen también los bailes sainetes de animales en los cuales se
presenta un simulacro de ataque y defensa, y en donde los campesinos gozan alegremente
en sus fiestas. Entre ellos mencionamos los investigados por la folcloróloga Lilia Montaña
de Silva Célis en los pueblos aledaños al lago de Tota : "La gallina y el Zorro", "El gato
y el ratón", "La palomita y el gavilán", "El pollito y la comadreja", etc.;los
campesinos desarrollan estos bailes sainetes con prodigiosa fantasía, mezclando sus hechos
simples de la vida, con los aconteceres de los animales que los acompañan. Uno de los más
representativos es el Baile del Conejo, en el cual un campesino ágil hace el papel de
conejo, otro campesino las veces de cazador y otros el papel de los perros de caza. En
medio del círculo el cazador persigue al conejo que esquiva ágilmente; cuando logra salir
del círculo se encuentra con los perros que lo acosan por uno y otro lado; llega el momento
del rodeo total, cuando el cazador apunta con su escopeta de madera y deja al animalito
tendido en el suelo.17

d. Instrumentos Musicales, Conjuntos y Bandas de Música

En el folclor musical son importantes los instrumentos musicales para el acompañamiento


de los bailes y cantos populares. Entre los Instrumentos musicales traídos por los españoles
en los siglos del coloniaje destacamos el tiple, la guitarra, la bandola, el requinto y demás
variantes instrumentales de cuerda.

16
Joaquín R. Medina y José Vargas Tamayo, "CANTAS DEL VALLE DE TENZA'; Bogotá, Ministerio de
Educación, 1949. Véase la Canta 228 sobre el Baile de los Camarones.
17
Lilia Montaña de Silva Célis, "MITOS, LEYENDAS, TRADICIONES Y FOLCLOR DEL LAGO DE
TOTA". Tunja, U. P. T. C., 1970, pags. 423 - 427.

69
La guitarra española forma una familia completo, siendo sus principales componentes: la
guitarra ordinaria, la guitarra tenor, la guitarra requinto, el guitarro ordinario, el guitarrico
triple y la guitarra flamenca de sonoridad más apagada.

EL TIPLE es el instrumento folclórico más típico de Boyacá; es un instrumento


descendiente de la guitarra española, con algunas transformaciones de carácter nacional,
que le definen su carácter de instrumento típico colombiano. Entre sus antecesores
españoles con alguna semejanza, se han señalado; el timple canario, instrumento de cuerda
de las Islas Canarias, con función de acompañamiento en cinco cuerdas; el guitarrico
español; y hasta se le ha comparado con la "chitarra battente", un instrumento del
Barroco que tuvo gran popularidad en España y sur de Italia. Claro está que la
transformación que sufrió este instrumento en Colombia, es precisamente lo que le asigna
su carácter nacional, y en especial su gran difusión en los campos y aldeas colombianas. El
tiple presenta menor tamaño que la guitarra; sus cuerdas se triplicaron en cada orden, y de
todos los instrumentos legados por España fué el que más se popularizó entre los
colombianos; en Boyacá es el instrumento popular por excelencia de los campesinos.

Con el tiple los campesinos boyacenses utilizan también el REQUINTO, muy semejante al
primero, con la diferencia en la caja, que es mucho más pequeña y estrecha y produce un
sonido más agudo. Los viejos campesinos boyacenses consideran que la popularización de
las guitarras y bandolas se presentó en tiempos más recientes. Los conjuntos campesinos
boyacenses están formados principalmente por tiples y requintos.

En Boyacá son típicos los instrumentos de cuerda elaborados en Chiquinquirá, y


principalmente fabricados por la familia Norato. Una copla boyacense nos habla sobre su
calidad:

"Mi tiple se toca solo

compadrito don Torcuato

me lo hizo en Chiquinquirá

don Tomasito Norato".

Con los instrumentos de cuerda, los españoles introdujeron la CHIRIMIA una especie de
oboe, trabajada toscamente y taladrada por agujeros laterales, seis de ellos destinados a
taparse por medio de los dedos; según parece, es una derivación delchalumeau medieval,
conocido en España desde los tiempos de los juglares españoles. Hubo chirimías de varios
tamaños y en general se utilizaban para doblar el canto.

En la época colonial y el siglo XIX, las chirimías acompañaron las procesiones y coros de
los templos. Los chirimeros eran a manera de heraldos que encabezaban los cortejos
procesionales en las ceremonias religiosas y fiestas pueblerinas. En la provincia de Tunja se

70
acostumbraban las chirimías en las fiestas religiosas y reales; en 1663 el Corregidor Juan
Bautista Valdés ordenó a los caciques e indios de los pueblos de Chivatá, Toca, Siachoque,
Viracachá y otros, para que llevaran sus pendones, cajas, pífanos, trompetas y CHIRIMIAS
a la procesión que se proyectaba para el 29 de enero en acción de gracias por el nacimiento
del Príncipe Carlos José.

La chirimía.

Una variedad de instrumentos musicales folclóricos que encontramos en Boyacá, son los
AEROFONOS, en los cuales el sonido se produce por la vibración del aire al ser soplados
por el intérprete. Entre ellos destacamos el CAPADOR conocido en el Valle de Tenza con
el nombre de "los chiflos"; consiste en una serie de canutillos de caña de Castilla,
graduados para los diversos sonidos, y unidos entre sí con cabuyas y cera negra; es un
instrumento indígena muy antiguo, encontrado en las excavaciones arqueológicas de los
Chibchas, junto con las flautas, tatas y ocarinas. Los capadores conformaron los conjuntos
campesinos boyacenses, con las famosas chirimías y las flautas. Desde el siglo pasado se
hicieron populares en Boyacá las Dulzainas, llamadas también armónicas o sinfonías;
muchos campesinos las manejan con gran habilidad y las incluyen con sus conjuntos de
tiples, bandolas, panderetas y chuchos.

Otra variedad de instrumentos folclóricos en Boyacá son los AUTOFONOS, en los cuales
quién los toca produce vibraciones en su misma materia. Destacamos entre ellos: el
alfandoque, la carrasca, la guacharaca, la carraca y los chuchos.

El Alfandoque es un instrumento típico del Valle de Tenza y otras regiones de Boyacá;


consiste en un trozo de guadua, al cual se le introducen pepitas de chisgua y se hacen sonar

71
sacudiendo rítmicamente. Antiguamente era un trozo de bambú, largo y completamente
vacío con unas varillas transversales que obstruían el interior del tubo; a este tubo se le
echaban granos bien duros, con los cuales se obtenían sonidos Imitando la lluvia.

El chucho es otro instrumento autófono encontrado en el Altiplano desde los antiguos


Chibchas, quienes los utilizaban en sentido mágico religioso. Los campesinos los elaboran
con calabazas secas, a las cuales les introducen pepitas que se hacen sonar sacudiendo
rítmicamente, estas pepitas son generalmente mararayes, pipos o tocuas.

La carraca es otro autófono muy típico de Boyacá. Consta de una mandíbula de asno,
caballo o vaca que tenga la dentadura floja; agitándola o también frotándola con un palito,
produce un ruido que sirve para el acompañamiento con otros instrumentos.

La carrasca es un autófono que se construye con madera de chonta, macana, cañabrava u


otras maderas fuertes; aparece cortada en forma de serrucho, cuyos dientes al frotarlos con
otra vara más delgada producen un sonido fuerte para el acompañamiento musical. Es muy
semejante a la Guacharaca que tocan los campesinos boyacenses, la cual está formada por
una caña de Castilla con muescas y se toca por frote con un palito; la acostumbran los
campesinos boyacenses para tocar el torbellino.

Otra variedad de los instrumentos folclóricos de Boyacá son los MEMBRANOFONOS,


cuyo sonido se produce mediante una membrana extendida sobre una abertura y que
corresponde más específicamente al tambor, utilizado tanto por chibchas, como por
españoles. Entre los membranófonos mencionamos en Boyacá el chimborrio, la pandereta y
diversos tipos de tambores.

El chimborrio o chimbor es un instrumento de percusión rudimentario, de voces graves y


buena resonancia. Es una especie de tambor pequeño con parche por un solo lado, hecho en
el Valle de Tenza de piel de oveja. Aparece como un cilindro hueco o tarro de tronco de
fique, al cual se le acomoda de lato la membrana. El músico lo sostiene en alto mediante
una cuerda que se echa al cuello y lo toca con dos palillos. () Una copla valletenzana nos
habla de este instrumento:18

"Muchachita, no té triste,

alegre su corazón

qui ´ horita le tocaremos

bandolita con chimbor".

18
Harry C. Davidson, Op. Cit. pgs. 161- 162.

72
La pandereta es un instrumento membranófono introducido por los españoles del norte de
la península; está formado por uno o dos aros superpuestos, provisto de sonajas o
cascabeles y cubierto con piel muy lisa y estirada. Las panderetas se acostumbran en las
romerías y fiestas populares.

Según los documentos históricos, parece que el Arpa, un instrumento cordófono tuvo
mucha importancia en la provincia de Tunja en los finales de la época colonial y era muy
utilizada en las reuniones, fiestas religiosas y civiles. Los indígenas se fueron
acostumbrando a las arpas y las construyeron a imitación de las traídas por los religiosos
para los conventos e iglesias; eran muy utilizadas para atraer a las gentes a la fe cristiana.
En las informaciones del «Diario» de Cochrane aparece el arpa en las fiestas de Suta, junto
con la guitarra y el tambor. En los mediados del siglo XIX el arpa comenzó a desaparecer
de la organología boyacense del Altiplano y se dejó casi exclusivamente en los Llanos
Orientales.

Con la diversidad de instrumentos musicales se conforman los conjuntos folclóricos de


Boyacá. LOS CONJUNTOS DE PROMESEROS que van a las romerías de Chiquinquirá,
Monguí, Chinavíta, Tunja, etc. Llevan generalmente tiples y requintos para acompañar sus
torbellinos; a éstos se suma en ocasiones los alfandoques o chuchos.

En las murgas de las comparsas navideñas aparecen conjuntos formados con tiples,
requintos, bandolas, flautas, capadores, guacharacas, alfandoques y panderetas.

La revolución musical que el invento de los instrumentos de viento y caña se presentó en


los siglos XVIII y XIX en la música de Occidente, cambió casi por completo las formas de
interpretación de la música popular de los pueblos, los cuales fueron cambiando sus
chirimías y conjuntos por pequeñas BANDAS DE MUSICA, formadas por trompetas,
clarinetes, flautas, requintos, saxofones, barítonos, bajos o helicones, altos, trombones,
bombos o tambores, redoblantes y platillos en proporción a la capacidad de la banda. La
mayoría de las bandas de los pueblos se conformaron por grupos entre 6 y 15 músicos; la
capital y ciudades principales con grupos superiores.

El movimiento por la conformación de bandas de músicos en Colombia, lo encontramos


más acentuado en los finales del siglo XIX y principios del XX. En Tunja aparece una
Banda de música conformada hacia 1878 dirigida por el maestro Carlos M. Torres; con ella
se amenizó la conmemoración de la batalla de Boyacá en dicho año. La Banda de Música al
servicio del Departamento o sea la BANDA DEPARTAMENTAL DE BOYACA, fué
creada mediante el decreto 9 del 25 de noviembre de 1886. A partir de ella se fueron
creando las bandas en diversas ciudades de Boyacá; en la segunda mitad del siglo XX se
han hecho famosas las bandas de Duitama, Boavita, Chiquinquirá, Chinavita, Sativanorte,
Corrales, El Cocuy, Güicán, La Capilla, Pachavita, Tenza, Sutatenza, Guayatá, Ramiriquí,
Cerinza, Socha, Monguí, Mongua, Aquitania, Tasco, Pesca, Belén de Cerinza, en la vereda

73
de Cusagüí en La Uvita, Paipa, Moniquirá y otros pueblos de Boyacá. En el festival y
concurso de Bandas de Música que se hace en Paipa a nivel departamental y nacional a
partir de 1974 se han destacado por su excelente estilo artístico las bandas de Duitama,
Tunja y Boavita.

La alegría de las fiestas de los pueblos boyacenses, sin lugar a dudas, se encuentra en sus
bandas de música. Las procesiones de iglesia, fiestas populares, fuegos de pólvora, corridas
de toros, de aquellas que en determinadas ocasiones se improvisan en los cercados de la
plaza; las retretas o conciertos populares; la llegada al pueblo de políticos y altos
dignatarios civiles y eclesiásticos, etc., todo ello se ameniza con la popular banda de
música.

74
6. El folclor literario de Boyacá.

a. Las coplas, cantas o tonadas boyacenses.

El género literario-folclórico de las COPLAS es conocido en Boyacá con los, nombres de


CANTAS en Valle de Tenza y TONADAS en el Altiplano Central y región del Norte de
Boyacá. Designan estos nombres una composición poética popular que consta sólo de una
cuarteta o romance, de una seguidilla, de una redondilla o de otras combinaciones breves,
utilizadas comúnmente en las canciones folclóricas, en los intermedios de las danzas
vernáculas, en los duelos poéticos y en general en las tertulias campesinas.

El origen de las Cantos o Tonadas boyacenses se remonta a los cantares españoles de


finales de la época medieval, cuya muestra más representativa son las "Cántigas de Santo
María" del rey Alfonso el Sabio. Estas cántigas o coplas españolas fueron introducidas al
Nuevo Reino de Granada y demás regiones de Hispanoamérica y fueron adaptándose de
acuerdo con la psicología de cada región. El trovador anónimo colombiano adoptó muchas
coplas españolas; otras las adaptó a sus circunstancias; asimismo creó sus propias coplas.

Las cantas o tonadas brotaron en las plazas, calles y hogares de las incipientes ciudades
coloniales de la provincia de Tunja y en general del Nuevo Reino; recorrieron los campos
recolectando con sus versos las costumbres de cada región; sus hechos triviales, sus gestas
patrióticas, el amor campesino, el olvido, el despecho y otros sentimientos del pueblo. Unas
coplas o cantas son descriptivas del paisaje; otras de sabor político, compendiando los
diversos temas de la vida espontánea de los pueblos. Las cantas o tonadas se hicieron
populares en las ventas de las veredas, en las romerías boyacenses, en las serenatas, en los
círculos de la peonada campesina al son del rasgueo del tiple; en las fiestas campesinas, en
los intermedios de los bailes del Tres, la manta jilada, el moño, etc., en los célebres retos de
copleros en Chiquinquirá y otros momentos de la vida social y familiar del campesino
boyacense.

En Boyacá las investigaciones sobre las cantas y tonadas han estimulado a los aficionados a
la recopilación folclórica para presentar un inmenso caudal de coplas casi inagotable.
Algunas investigaciones, como las realizadas por Octavio Quiñones Pardo son de
importancia por la forma de interpretar en las coplas el alma del pueblo boyacense; de su
fructífera investigación merecen destocarse los estudios "Cantares de Boyacá", "Otros
cantares de Boyacá", "Refranero de Boyacá", "Interpretación de la poesía popular" y otros.
El Presbítero Joaquín Medina y José Vargas Tamayo publicaron en tres volúmenes sus
"Cantas del Valle de Tenza"; asimismo se han publicado diversos estudios de coplas de los
pueblos boyacenses como los realizados por el literato Vicente Landínez Castro en Monguí;
Cayo Leonidas Peñuela en Soatá; Juan Clímaco Hernández en el Altiplano Central; Julio

75
Daniel Parra en Sativanorte y Corrales; Peregrino Sáenz de San Pelayo en el Valle de
Sorocotá, Guillermo Plazas Olarte en Sogamoso, Ramón C. Correa en Tunja y muchos
otros que han dado especial aporte al folclor literario de Boyacá.19

Algunas coplas son AMBIENTALES y reflejan el paisaje boyacense, las características de


los pueblos, sus afinidades y rivalidades, sus productos, fiestas y otros rasgos de pueblos,
aldeas y veredas boyacenses. Apreciemos algunos ejemplos:

En Valle de Tenza escuchamos:

Pa chirimoyas, Guateque; De Guatequi a Suatenza


se puede viajar a pie;
pa naranjas Machetá; salud 'unu a las sutanas
para muchachas bonitas y toma si tiene sé.

Somondoco y Guayatá.

Mirá bien que estás haciendo Y esto jué lo que saqué

con la niña de Guateque, de jiestas en Chinavita

cuando llore el angelito tuá mi espalda


magullada
te cobran la vida en trueque.
y escaldada mi boquita.

En Soatá y el Norte de Boyacá escuchamos:

A un patojo de Soatá Todo aquel que vaya a


fiestas
lo nombraron juez

19
Sobre las coplas en Boyacá, consúltense los siguientes estudios y artículos:Octavio Quiñones Pardo,
"CANTARES DE BOYACA"; Bogotá, Tip. Colón, 1937; OTROS CANTARES DE BOGOTA ", Bogotá,
Edit. A. B. C., 1944; "INTERPRETAClON DE LA POESIA POPULAR"; Bogotá, Editorial Centro, 1947;
"POESIA POPULAR". Medina, Joaquín R. y Vargas Tamayo, José, "CANTAS DEL VALLE DE TENZA",
Bogotá, 1949, op. cit. 3 tomos. Cayo Leonidas Peñuela, "CANTARES POPULARES DE LA REGION DE
SOATA", En: "Senderos" (Bogotá), No. 1 (1934), p. 191. Vicente Landínez Castro, "COPLAS Y
REFRANES DE MONGUI". Peregrino Sáenz de San Pelayo, "MONOGRAFIA DEL VALLE DE
SOROCOTA", Tunja, ImPr. del Dpto., 1965, p. 160. Julio Daniel Parra, "DESTINOHISTORICODE
UNPUEBLO "(Satívanorte), Tunja, 1964. Guillermo Plazas Olarte, "DE MI TIERRA Y OTRAS COSAS"
Bogotá, Imprenta y Litografía de las Fuerzas Militares, 1971.Juan Clímaco Hernández, "INTRODUCCION
AL FOLKLORE DE LA POESIA POPULAR BOYACENSE" En: "Cultura" (Tunja), No.
96(1947).Guillermo Abadía, "ASPECTOS FOLCLORICOS BOYA CENSES'; En: "Cultura" (Tunja), No.
118.

76
letrao, y se quiera complacer

y pa dar el juramento no lleve yegua parida

fué menester asentao. ni tampoco a su mujer,

porque la mujer lo cela,

y el potro lo hace volver.

En el Valle de Sorocotá encontramos coplas como éstas:

"Allá arriba en aquel alto En el alto de Jandiño

viene un pato a pasitrote silva y canta una torcaza,

a traerle a mi chatica y en la tonadita dice:

una carta de Guatoque". Ah bobito el que se casa.

Julio Daniel Parra encontró en el Norte coplas como éstas:

"El primer amor que tuve A orillas del Chicamocha

jue con una cocuyana Me encontré con un caimán

la quise porque tenía Y al contarle mis pesares

en el Cocuy harto lana". Lloraba el pobre animal.

Algunas coplas han recogido la esencia del paisaje y la raza boyacense, como estas:

"S 'entristecen mis ojitos Dicen que la vida es triste

de ver el tris de labranza; sin guarapo y sin mujer

de verla tan poquitica es pior tener las dos cosas

se llenan mis ojos di agua". y no ser capaz de leer.

En Tenza me dió jechera Caminito, caminito

77
y en Tibaná calentura que a mi casa vas a dar,

jué 'n Jenesano mi muerte allá va solita mi alma

y en Tunja mi sepoltura. no la dejes extraviar.

En el Altiplano Central encontramos estas coplas:

"Yo no soy de por aquí Copla del indio José


nacido y criado en
yo soy de Sutapelao Guatoque
y me trajo un capuchino con chicha y con
alfandoque,
en las barbas enredao". pa que sepa sumercé.

Ese nu es de pu 'estos Cuando el diablo tá algo


laos, triste

es 'es de Ramiriquí se va pa Turmequé;

y tienel pico pelao las niñas le sirven chicha

de tanto comer ají. y le dicen sumercé.

Vicente Landínez Castro encontró en Monguí unas coplas muy expresivas:

"Yo no sé dónde nací


No vayas solita al campo
ni sé tampoco quién
cuando sople el aire recio
soy;
porque las niñas son flores
no sé de donde he
venido que hasta las deshoja el
viento.
ni sé para dónde voy",

Algunas cantas y tonadas son COSTUMBRISTAS y reflejan los modos en el vestir, las
comidas típicas, los cantos, danzas e instrumentos populares, etc.

78
Sobre la forma de vestir encontramos unas coplas en Tunja, recogidas por Juan Clímaco
Hernández:

"Tese queto ñor mocito Mas vale querer a mi india

no me toque mi chircate, De chircate y chircatón,

Mi marido ta mirando Que al son de la


madrugada
Y riesgo de que me
mate». Es mejor que un mojicón.

Algunas coplas reflejan los productos alimenticios del Boyacense: En Sativanorte encontró
Julio Daniel Parra esto copla:

El ají ha de ser verde

y el tomate colorao

la berenjena espinosa

y los amores callaos.

En el Valle de Tenza encontramos estas coplas:

Arepit´ y mazamorra Yo también queru a la


Chepa
es la comida del pobre
pero más queru a la Pacha,
¿Y la comida del
perro...? porque mi asa bien la´ arepa

pus será lo que le sobre. y me guisa 1´ arracacha.

Sobre la chicha boyacense encontramos coplas muy picarescas:

Sirva chicha mi señora La chicha de Sutatenza

egüelto con currumaco, tiene un saborcito a piste,

pa´ que beb´ este maito qui hace llorar al más guapo

nariz de marrano jlaco. y cantar al que´ té triste.

79
Algunas coplas boyacenses reflejan la música, cantos, danzas e instrumentos musicales
típicos:

En el nombre sia de Dios Al que tá tocando el tiple

y mi padre San Andrés hay que darle mantecada

que no me vaya a turbar y unos sorbitos de chicha

en este baile del TRES. y un chimbu de carni


asada.

Muchas veces el que canta Cuando repican en Manta

no lu hace por tar responden en Machetá


contento,
y es seña que "tan
sinu es por estimular bailando"

las quejas del sujrimiento. las niñas de Guayatá.

Algunas coplas boyacenses reflejan la medicina popular:

Malvisco y flor de cerezo Las hojas de yerbabuena

es lo güeno pa la tos; son güenas para sudores,

al pecho se entra el para apagar unos celos


malvisco
y encender nuevos
y a los pulmones la voz. amores.

Algunas coplas boyacenses reflejan los rigores políticos de unas regiones que
tradicionalmente han manifestado esta fiebre con gran calor.

En Chiquinquirá Octavio Quiñones Pardo encontró estas coplas políticas:

"Hacéte siempre el Si vas a la romería


pendejo
y el torbellino cantás

80
y cantá coplas de amor; tené cuidado que no ti
oigan
así no saben los godos
los godos de Tunungá.
que el azul no es tu color",

Otras coplas boyacenses recogen las tradiciones de las guerras civiles del siglo XIX. Así
encontramos:

"La regolución pasada En Colombia ques la tierra

me dejó tuerto y baldao de las cosas singulares,

pero pa lo quiai que ver los civiles dan la guerra

con un ojo toy blindao". y la paz los militares.

Numerosas coplas boyacenses se refieren a los animales de la región. En el Valle de Tenza


se conocen estas de animales:

El gallo, como valiente, La gallina taba enjerma

caminaba a lo tenzano; y el gallo la conjesó,

y su señora le dijo: la cogió del copetico

Este ni será cristiano. y por detrás 1´ asolvió.

En Soatá encontramos la copla del armadillo; y otra de la sapa:

Esto dijo el armadillo La sapa batía la chicha


icha
cuando iba pa su cueva con su bracito pintao
cuando no me moje el rabo y el sapo cargaba 1´ agua
con un chorote esfondao.
lo demás, mas que me
llueva.

En el Valle de Sorocotá, Sáenz de San Pelayo encontró:

81
"Esto dijo el armadillo

sembrando sus arracachas:

agua caliente a las viejas y agua...

ardiente a las muchachas.

Algunas coplas boyacenses presentan el amor sencillo, ingenuo e intenso del campesino
boyacense. Son las COPLAS AMOROSAS como las siguientes:

"Bella prenda de rubí Escuchen que yo les digo

hermosísim´ esmeralda comu enamoran los


probes;
prestáme tu corazón
con un cuartillo de chicha
para llevarlu en el alma».
y medio de mojicones.

Casáte con yo, negrita Aquí toy, vení comeme

que soy güen trabajador: matá tu necesidá;

mi acuesto con las ni digas que por mi culpa


gallinas,
te vas pa la vecindá.
me levanto con el sol.

Otras coplas son SATIRICAS y reflejan los problemas del matrimonio, la suegra y los
múltiples problemas cotidianos.

"Si mi suegra juera vaca Mi suegra güele a petrolio

y mi suegro juera güey, mi suegro a palo quemao;

mi mujer sería ternera mi mujer a pomarrosa;

y yo torito de ley". y yo, a pollo cocinao.

Parece una cucaracha No tenés cara bonita

mi suegra por el meneo; pero güeles a poleo;

o una gallina culeca más vale ser limpia y jea,

82
puel pico y el cacareo. que linda.., y oler a jeo.

Algunas coplas boyacenses reflejan la psicología profunda del Boyacense, como las
encontradas por Vicente Landínez en Monguí:

"Morir es cosa muy jácil El tiempo y el desengaño

o dijícil es vivir; son dos amigos leales,

pa morir sobran maneras que despiertan al que


duerme
y nos jaltan pa vivir",
y enseñan al que no sabe.

Las penas que me


maltratan Yo no sé dónde nací

son tántas, que se ni sé tampoco quién soy;


atropellan,
no sé de donde he venido
unas con otras se mellan
ni sé para donde voy.
y por eso no me matan.

En la copla boyacense encontramos el alma del campesino: sencilla, ingenua, crédula, llena
de malicia y de amor a la tierra. El Negro Hernández decía que cuando el campesino
boyacense canta al cosmos, sus sentimientos rebasan, derramándose sobre montañas, ríos,
lagunas, colinas, fuentes, el sol, la luna, las estrellas, los animales domésticos, etc.20

Una copla de la solterona boyacense a San Antonio es expresiva:

"Con mi padre San Antonio

ya tenemos convenido,

que yo le pongo sus salves

y el me consigue marido".

Otra obtenida en Motavita es humorística:

20
Juan Clímaco Hernández, "INTRODUCCION AL FOLKLORE DE LA POESIA POPULAR BOYA
CENSE", Op. Cit. p. 20.

83
"San Juan tenía sus calzones

pero eran de cuero e soche

y jamás se los ponía

porque chirriaban de noche".

En Sogamoso Guillermo Plazas Olarte obtuvo estas coplas:

Estos maridos de ahora Jetiblanco, sinvergüenza,

son el diablo y algo más: ¿para qué querés mujer?

no se contentan con una pa verla de puerta en puerta

y corren tras las demás. sin poderla mantener?

La diversidad en las coplas, el humor, la sátira, la alegría, la crítica a la situación, el amor,


la desilusión y todos los aspectos de la vida cotidiana, los encontramos en las coplas
boyacenses. En cualquier fiesta familiar, veredal, romería, baile de casorio, encontramos el
coplero oportuno que echa las coplas tradicionales y las que hace dedicadas para el
momento.

b. Los Refranes en Boyacá.

La paremiología o estudio de los refranes tiene muchos siglos de existencia; ella se dedica
al estudio de aquellos dichos agudos y sentenciosos de uso común entre las gentes, los
cuales se transmiten de generación en generación.

Los refranes que se encuentran en Boyacá, son una proyección del refranero español de los
siglos XIV y XV, con algunas adaptaciones a las circunstancias propias de esta región. En
el "Libro del Buen Amor" del Archipieste de Hita, encontramos muchos de los refranes que
utilizan los campesinos boyacenses; asimismo en la colección de refránes que hizo Iñigo
López de Mendoza en la famosa "Serranilla", obra del siglo XV. En estas obras de
iniciación al refranero español, encontramos algunos muy comúnes en estas regiones:
"Martes ni te cases ni te embarques"; "Zapatero a tus zapatos"; "A buen hambre no hay mal
pan"; "Cada loco con su tema"; "A buen entendedor pocas palabras", etc.21

21
Sobre los refranes boyacenses consúltense los siguientes estudios: Octavio Quiñones Pardo,
"REFRANERO DE BOYA CA'; Tunja, Talleres de la Imprenta del Departamento, 1944. Fucilla, Joseph G.

84
En Boyacá encontramos diversidad de refranes mezclados en las coplas populares. Sobre el
refrán "El liencillo por la trama, y la mujer por la mama", encontramos dos coplas en
Boyacá:

"Si buscás un buen "Que retiemplen bien el


liencillo tiple

fijáte bien en la trama; y 1´ iapreten las clavijas

si buscás una mujer, que conjorme son las


mamas
fijáte bien en la mama".
asina salen las hijas".
(Chiquinquirá)
(Valle de Sorocotá)

En Monguí las investigaciones de Vicente Landínez Castro llegaron a detectar algunas


sentencias populares, frutos de muchas experiencias y poseedoras de una profunda filosofía
popular. Mencionamos entre ellos: "Más vale maña que fuerza"; "Fué la negra al baño y
tuvieron que contar un año"; "La constancia vence lo que la dicha no alcanza".

Octavio Quiñones Pardo hizo una selección de refranes mezclados en las coplas populares,
muy dignos de recordar:

"En cojera de perro, en lágrimas de mujer y en palabra de mercader, no hay que creer"; es
expresado por la copla así:

"Cuando el perro hace una güeña,

alza la pata y cojea;

cuando la mujer te engaña,

por cualquier cosa berrea".

El refrán conocido, "El que a feo ama, bonito le parece", aparece así en la copla boyacense:

"No te metás en mis vainas,

que yo no quero por ti

"UNA RECOPILACION DE REFRANES DEL SIGLO XVI", Bogotá, Inst. Caro y Cuervo, 1954. (Separata
Thesaurus). Acuña, Luis Alberto, "REFRANERO COLOMBIANO'; Bogotá, Editorial Agra, 1947.

85
si no te gusta la Rosa,

basta que me guste a mí".

Otro de los refranes españoles conocidos que dice: "Paga lo que debes y sabrás lo que
tienes", es expresado por el coplero boyacense:

"Tanda que pidás, págala;

pagá el pan que te comés,

así no vivís al jiao

y sabrás lo que tenés".

El refrán "La mujer siempre menor, si quieres ser el señor" es expresado por la siguiente
copla:

"No te cases con mayor

ni a viejas abriles tu alma;

que si te casas con vieja,

sin darte cuenta te enjalma".

El refrán "La ambición rompe el saco", aparece así en la copla:

"Tanto quisiste coger

de 1´ herencia del Ulises,

que te quedaste fregao

con un palmo de narices".

El refrán "Más vale una vez colorado que ciento descolorido", aparece así en la copla:

"Decí las cosas bien claras

sin tapujos y sin líos;

es mejor rojo una vez

y no cien descolorío".

Entre otros refranes obtenidos en Boyacá, encontramos los siguientes: "El que sea delicado
no salga de su cercado"; "Bueno es culantro pero no tanto; perejil sí hasta morir". "De las
frutas el madroño, de las mujeres el moño". "Quien da pan a perro ajeno, pierde el pan y

86
pierde el perro y la amistad de su dueño". "Cuando la chicha se acaba, los cunchos también
son buenos".

c. La poesía boyacense con temas folclóricos.

La poesía popular con temas folclóricos ha sido cultivada en Boyacá por algunos
intelectuales interesados en el conocimiento y difusión de las ideas, actitudes y reacciones
populares de los campesinos. A través de ella, el poeta se interesa por escudriñar en el alma
popular las reflexiones, creencias, tradiciones, costumbres, problemas y soluciones que
plantean los campesinos de acuerdo con sus circunstancias. Es una poesía que conserva los
modos de expresión popular, presentados en forma elaborada y sistemática alrededor de un
asunto concreto.

En Boyacá son conocidas las composiciones poéticas de carácter popular del abogado
tunjano ANTONIO MORALES, y en especial su poesía "Historia de un indio contada
por el mismo", la cual se conoce también como "José Resurricción". Otro poeta que
presenta poesías con temas folclóricos es el tunjano JULIO ROBERTO GALINDO, con
sus poesías "Pamija" y "Golvé mi tranquilidá". Destacamos asimismo la poesía
presentada por ROMULO MORA SAENZ "El indio Rómulo"(Oriundo de Monguí),
Monseñor JORGE MONASTOQUE con sus expresiones campesinas sobre el catecismo y
su "Oración del indio Rómulo", CECILIA JIMENEZ DE SUAREZ "Adeizagá" con sus
poesías costumbristas y de "compromiso" sobre la problemática del campesino boyacense;
y algunas poesías populares de autores anónimos como la conocida de "La Güelta al
pueblo".

HISTORIA DE UN INDIO CONTADA POR EL MISMO

Autor: Dr. Antonio Morales.

Soy José Resurricción A mi mamita endespués


Un día en que vido a mi
y mi apelativo es Ramos taita,
Toy pa servirle a mis amos Que taba tocando gaita
Y le convendría tal vez.
Con toda satijasción.

87
Yo no supe onde nací: Mi taita le dijo "adios",
Ella se riyó con susto
Pasque jue en Sutapelao, Y como si jue si gusto
Y en después que taba criao Se casaron ambos dos.

Me trujeron pa Monguí.

Mi agüelo era Luis Moncó, La jamilia les rindió;


Pus tuvieron al contao,
Y dicen que era de Sora, A yo y mano Tanislao
y mi mamita señora Y a la Jesús que murió.

Creigo que era de Sopó.

Murieron en Usaquén Luego mano Salvador,


Endespués la Serajina,
El año de la virgüela: Más detrás mana Blasina
¡Ah! humanidá de mi Y el Zute que jue el
agüela menor.

Y de mi agüelo también.

Mi taita era la verdá Y como eché a maliciar

Se vido muy atrasao, que me taban


persiguinedo,
Pa ver de dar el bocao
Derecho sajé corriendo
A toda su cristiandá.
Y a Velis juí a resollar.

Pero sabía trabajar Apenitas que llegué

Porque era güen clarinero, Me juí de pronto al


convento,
Y con un buen tamborero
Y con el cura al
Eso era de no vagar. momento

Mi trabajo contraté.

Y a la jiesta en Chiriví, Me pusieron a cargar

88
Del Señor Crucificao, Las aguas pa la cocina,

O la jiesta del Sagrao A limpiar una letrina

En el pueblo de Monguí. A barrer y a desyerbar.

Que ya pa Viracachá Endespués iba puel pan

Que ya pa Leyva o pa Suta, A la tienda e misiá Pía,

Ora las jiestas de Tuta, Y con el cura salía

Ora las de Tibaná. A jalta de sacristán.

Onde quera Valentín

Tocaba, ya se sabía.

Clarín de noche y de día

Sin que jaltara clarín.

Daban ganas de bailar Asina serví al patrón

Cuando tocaba mi taita: Dos años de correndilla

Hasta de Velís y Suaita Hasta que una condenilla

Lo mandaban a llevar. Miso quer en tentación.

Pero endespués sucedió La tal se llamaba Paz,

Que echó a meterle al que comenzó con sus


guarapo, chanzas,

Y se puso que ni un sapo, Y con risas y jreganzas

Endrópico (digo yo). Que yo ya no podía más.

Y de esta cuenta, señor, La Paz se picó de yo

Dio en delicarse del todo, Y echó derecho a


cuidarme,
Luego echó a dolerle un
codo A abrazarme y a besarme

Y el romatís lo jregó. y hasta un rial me regaló.

89
Cuando vido que crecí Se puso la tal mujer

Me rejiaba que ni un Cristo, Muchísimo de coqueta;

Y yo me puse temisto Yo le decía: "Tate queta

Y del rancho me juyí. Porque lo pueden saber".

Tres días duré entre un "Mira que no te chanciés


maizal "
Onde mis amos nos vean,
De mi padrino Juan Criollo,
Mira que la malicean
Mascando mero cogollo,
Eso sí, allá lo veras".
Durmiendo entriun
matorral.

Y yo le volvia a dicir: ¿Si acatarán?" "Cómo


no",
"Déjate de esa tu risa,
Entón me daban un
Mira que la china avisa"; codazo,
Entón se echaba a reyir. O me echaba to su brazo

Sobre el pescueso de yo.

Asina jué: mi patrón Después nos dieron jusil

Un día nos vido Calzones y bayoneta,


chanciándonos,
Y un trocito de chaqueta
Todo jué vernos y
echándonos Que no tapaba el cuadril.

Y se acabó la junción.

"José (me dijo) vení, Aprendimos a trotiar

Decime por qué haces eso, De pa trás y de palante,

¿Con que abrazos de Y un día vino el


pescueso...? comandante

Lárgate horita de aquí. Y a la marcha hizo tocar.

90
Yo dije: "mi amo dotor, Yo me tercié mi morral

En eso no soy culpante, Y mientras salía la gente,

De mancha soy inocente, Pedí licencia al teniente

Se lo prometo señor." Y me juí a la calle rial.

Pero no me quiso ayir Iba por satisjacer

Y me arrempujó pa juera, Toito lo que debía

Yo cogí mi maletera Un rial onde misiá Pía,

Y me tuve que venir. Un rial onde otra mujer.

La revolución jirvió Sietimedio a don Ramón,

Y el alcalde con machete, Nueve a misiá


Candelaria,
Me echó mano del gollete,
Cuatro a la niña Nazaria
Y a la cárcel me embocó.
Y se acabó la junción.

A yo y al viejo Manuel Luego onde mi amo


Siquiel
Nos llevaron ajuntaos
Merqué medio de
Y allá en Tunja los soldaos mistela;

Nos metieron al cuartél. Una mitá de panela

Y me juí para el cuartel.

Cuando la recluta entró En llegando el capitán

Me rasgaron mi sombrero Me dió un planazo al


contao
Y vino un cabo primero
Pes pasqué me había
Y al contao me motiló. tardao

Y porque era un haragán.

Ya echaron luego a enseñar Me metió en la

91
A todos los de mi tierra, jormación

A caminar que ni en guerra A punta de jurgonazos,

Con cachucha melitar. Y me dio tres calibrazos

Con mi mesmo canillón.

LA GÜELTA AL PUEBLO

(Autor anónimo)

Dios se lo pague a la Virgen Chiquinquireña

que ya juimos y goltiamos.

Y ahora pongan toiticos las orejas,

que les quero espipitiar tuesto

que treigo aquí metío en la mollera

entualito como si lo trujera escribío en un papel.

Lo que son las ganas de conocer a Gogotá;

no jué sino que nos montáramos en ese jeroz

jerrocorriendo, ques un animal grandorrotote, y

negro como un carbón que camina puencima de unos

bejucos de jierro hecha jumo

por debajo de los sobacos que el mesmo que lo manija

es el mesmo que lo pitea.

Entualitamente llegamos al camellón de la

92
sabana, lo primeriticamente que divisamos

jue un par de mamarrachos; que taban el uno junto al otro

que ni que un par de

enamoraos, y mi amo Jajustino me notijicó y me

dijo, quesque era ña Chavita y ño Colón.

Ña Chavita taba con un maná e papeles en la mano

y ño Colón haciendo así con el dedo, como

diciendo correte a jartar chicha a las cruces.

Y diay cojimos puay arriba, diay llegamos

honde ño Vitorino, y diay onde mano Juan de Dios

quesque es el abogado de toitos los enjermos.

Luego goltiamos por la calle de a rial

y cuando yo menos me percaté, jue porque

nos colamos en la plaza de la costipación,

y allí topamos a mi amo Simón Golívar,

parao sobre una parranda de cajones, y

mirando pal capítulo, ques onde se jabrican las

leyes pa jodelo a uno.

Y diay por supuestamente nos colamos a la

catedral, y allí topamos a mi amo Señor

toito cundío de ceras blancas que nian paqué

es decir la comparencencia.

93
Luego cogimos por la calle dia rial ques la

mesma sétima y en la esquina de lotava

hay donde mi amo Agustín, topamos una maná

de señores vestidos de generales,

que taban soplando puentre unos candeleros

grandorrototes y jetones; al único que pude

distinguir, jue a mano Chichamoco

que taba dándole al bombo que ni qué ni qué.

Luego cogimos por la calle dia ocho y de

repentón jue que me topé jrente a un edijicio

delgadito y largo como una tuza;

y mi amo Jajustino me notificó y me dijo

quesquera el Sorbatorio estrambótico,

allí onde quesque se miran las estrabagaciones

del cielo en las horas matutinas de la noche.

En estas mi amo Jajustíno, me invitó que juéramos

altiatro de ño Colón y q´eso quedaba frente

a la casa de amo Presidente, ay mesmo mercó dos

boletas, una de cuneta y otra de orqueta

y cuando yo menos me percato...

ay Virgen Santísima.., es que se cayen las paredes

de abajo parriba, y entualito salieron unos

94
hombres y unas mujeres que armaron un jurrusconón

de los diez mil demonios.

Por supuestamente que lo más que me gustó

jué ver unos vijigos con unos tiples grandorrototes

que les rascaban la barriga y los hacían berriar que

ni que marranos sogamoseños.

Y cuando yo menos me percato, ay Virgen Santísima

es porque veo allá en frente una señora desas

que taban plastadas una debajo de otra

que me apuntaba con un jusil de dos cañones

y ay mesmito me agarro a gritar:

Mano Justino que me ajusilan, que me ajusilan.

Me grita pasito a la oreja:

No sía tan burro ni tan múcura. No ves que

Tan mirando por un par de biñóculos?.

Y cuando bajamos por la calle día doce

mano Jagustino me notijicó y me dijo

que la jurrusca no era con nosotros sino

allá pa contraellos mesmos.

Y diay llegarnos onde mano Vitorino

95
y una mocita pintorrestiasa nos tendió la cama

y al golverse pal rincón mano Jagustino

me dijo: apague el joco;

que mugres de extranjerias... pues es un mecho

metío entre un jrasco; y yo por supuestamente

sople que sople y naa que se apagaba

y hasta que por un me acordé que en un rincón

había dejao mi garrote,

y lo agarro a dos manos y le atravieso dos

garrotazos y hasta que por jin

quedamos a oscuras.

Ya por la mañana mi amo Jagustino me notijicó

y me dijo, que 1´ único que nos había jaltao

por concer jue los suspensorios de los edijicios

y el jornicador de Monserrate.

Y cuando ya tábamos de regreso pal pueblo

ay subiendo el alto de los venaos,

alcancé a divisar a la Pascacia, y me agarro

a gritar: Oh... mija Pascacia, écheme pacá

ese cordero cachudo, hijo de l´ oveja mora,

pues pa llevalo al mercao y venderlo y comprarles

unos zaracitos y taparles el encostillao a estos

muchachitos, que ya toy de regreso pal pueblo!.

Oyooooo¡.

(Arreglo del Indio Rómulo).

96
7. Las romerías y el folclor religioso en Boyacá.

a. Las Romerías boyacenses.

Una de las manifestaciones folclóricas más típicas de Boyacá, tanto por su carácter socio-
religioso, como etnográfico, son las ROMERÍAS o peregrinaciones religiosas que se hacen
por devoción aun santuario, y las fiestas populares que con expresión folclórica se
celebran en la víspera y el día de la festividad religiosa. En ellas, el pueblo boyacense
expresa sus sentimientos y actitudes de profunda religiosidad, en algunos casos diferentes a
los de otras regiones de Colombia.

La Romería es la expresión colectiva de las manifestaciones religiosas; en ellas,


los "romeros" o "peregrinos" hacen la peregrinación al santuario, después de hacer el
voto o promesa, que se presenta como garantía de los fieles para con Dios, si se obtiene el
feliz suceso en alguna "gracia" que se pide.

Las romerías boyacenses tienen sus antecedentes en las romerías españolas y en las
peregrinaciones religiosas de los chibchas; principalmente en las primeras. En la Edad
Media Europea se conocía con el nombre de "romería" a la peregrinación que hacían los
cristianos a Roma; y "romeros" a los peregrinos que iban a la ciudad santa. Estos términos
fueron utilizados por los españoles para las peregrinaciones a los santuarios cristianos en la
península y en las colonias españolas.

Los indios chibchas del Altiplano Boyacense hacían peregrinaciones religiosas al Templo
del Sol en Sogamoso, lugar de residencia de Suamox el gran sacerdote chibcha. Según los
cronistas Aguado y Fray Pedro Simón, este templo estaba dedicado al dios
chibcha Reinichinchagagua. El cronista Piedrahita indica que iban miles de indios sin que
la hostilidad de la guerra impidiese o maltratase a quien llevara salvoconducto de esa
peregrinación.

Los chibchas también hacían peregrinaciones a las casas sagradas dedicadas a la diosa
Bachué y su esposo, los padres legendarios del pueblo chibcha y la humanidad, las cuales
estaban en el pueblo de Iguaque, cerca a la laguna de Bachué. En la laguna de Fuquene,
según el cronista P. Zamora, "había un templo de gran veneración y donde de ordinario
había gran romeraje y concurso de peregrinos y donde había siempre cien sacerdotes para
el culto de aquel santuario"22 Asimismo, existieron peregrinaciones en secreto al santuario
de la Furatena, en las dos montañas sagradas situadas en el territorio de los indios Muzos,
sus encarnizados enemigos. Otra peregrinación chibcha la encontramos en Iza en donde las

22
José Pérez de Barradas, "LOS MUISCAS ANTES DE LA CONQUISTA", Madrid, Consejo Superior de
Investigaciones Científicas, 1951, p. 484 - 485.

97
indias preñadas iban a la piedra cercana al puebla en la cual se veían las huellas de los pies,
que se atribuían a Sadigua el dios civilizador de los tunjanos; las indias iban a raspar
aquella roca, para diluírla en agua y beberla con el fin de tener un buen parto.23

Una referencia a la costumbre de los indios chibchas del Altiplano para hacer
peregrinaciones a los santuarios, nos la refiere el historiador Joaquín Acosta en un
testimonio que obtuvo del Padre Moya, cura de Chitaraque cuando hizo en dicho pueblo
una capilla en devoción a la Virgen de Chiquinquirá. Cuando trató de persuadir a los indios
para que no hicieran el viaje agotador hasta Chiquinquirá a más de veinte leguas, ellos le
respondieron: "Es cierto, mi señor Cura, mas siempre iremos de cuando en cuando a
Chiquinquirá, porque estamos acostumbrados desde tiempos de nuestros padres a ir bien
lejos a nuestras devociones''.24

Entre los españoles de los siglos XV y XVI también se presentaban las ROMERIAS a los
innumerables santuarios dedicados a Cristo, la Vírgen María y los Santos. En ellas se
dedicaba una parte a la festividad religiosa y otra a las diversiones profanas, en donde
abundaban las tiendas o toldos con variados objetos; se tomaba el vino abundantemente y
no faltaba la alegría de la música, las danzas y los juegos populares. Las vísperas de las
romerías españolas eran de gran regocijo, especialmente cuando diversos grupos de cuerdas
y danzantes salían por las calles y llenaban la animación de los romeros o peregrinos.

En la mayor parte de los pueblos españoles, las romerías mayores se presentaban en las
fiestas anuales conmemorativas del descubrimiento de la imagen que se venera, la cual
generalmente tiene una leyenda milagrosa. Dice la tradición española que durante la era
visigótica se le rendía homenaje a una gran cantidad de imágenes, las cuales fueron
escondidas en cuevas, desfiladeros, montañas y lejos de los caminos, cuando se intensificó
la lucha contra los moros. Estas imágenes estuvieron escondidas durante cientos de años y
descubiertas por pastores y gentes humildes, cuando la Reconquista hizo retroceder a los
moros al sur de España.25

En los descubrimientos de las imágenes aparecieron diferentes leyendas: en unos casos,


aparece la imagen en una cueva, en un desfiladero o en un montículo a una persona que
lleva el mensaje al pueblo; en otros, aparece la imagen flotando en los ríos y son recogidas
por fieles que llevan la grata nueva. En algunos casos se hace la "renovación del cuadro" y
en otros, las imágenes irradian popularidad por los múltiples milagros. Las leyendas y
tradiciones religiosas se dispersaron en España e Hispanoamérica: su deseo de permanecer
en determinados lugares, en los cuales se hacían los santuarios; su pesadez en determinados

23
IBIDEM, p. 450.
24
IBIDEM, p . 484.
25
George M. Foster, "CULTURA Y CONQUISTA: LA HERENCIA ESPAÑOLA DE AMERICA", Xálapa,
Universidad Veracruzana, 1962, Pgs. 359 - 388.

98
momentos, a pesar de ser llevada por muchos fieles; el llanto de la imagen en determinados
días; la aparición de barro como indicativo que ha viajado sola por algunos lugares, etc.

Históricamente la romería más importante de España es la de SANTIAGO el santo patrono


de España, la cual se realiza en Compostela el 25 de julio. En esta fiesta los romeros vienen
de diversos lugares de España y países vecinos; a su alrededor surgieron muchos pueblos y
se hizo toda una organización profano-religiosa. Mencionamos asimismo, las romerías a
San Isidro Labrador en Madrid; Santa Eulalia en Barcelona; San Fermín en Pamplona;
Santa Justa y Rufina en Sevilla y otros.

La mayor devoción en las romerías españolas, se encuentra desde hace muchos siglos, en
los innumerables santuarios marianos, cuyos orígenes estaban asociados con leyendas o
sucesos milagrosos: La Virgen del Pilar en la catedral de Zaragoza; la Virgen de Guadalupe
en el Monasterio de los Jerónimos en Extremadura; la Virgen de Atocha en Madrid; la
Virgen de Montserrat en Barcelona; la Virgen de las Maravillas en Pamplona; Nuestra
Señora del Consejo en Valencia; la Virgen de la Macarena en el barrio de Triana en Sevilla;
Nuestra Señora del Rocío en Almonte (Huelva); la Virgen de los Dolores, la Virgen de los
Remedios, la Virgen de la Soledad y otros.

La Romería - Virgen del Campo - Torres Méndez.

La devoción a la Virgen María, una de las manifestaciones más representativas de la


proyección del Catolicismo en Hispanoamérica, encuentra en Boyacá una de las regiones
más importantes de Colombia. Es por ello que la proyección de las romerías españolas se
encuentra con gran sentido religioso y folclórico en los santuarios marianos de Boyacá;
destacamos las siguientes: La romería a la Virgen de Chiquinquirá entre el 22 y el 30 de
diciembre; asimismo el 9 de julio; es tradicional desde finales del siglo XVI. La romería a
Nuestra Señora de Monguí, patrona de Boyacá, data del siglo XVI, cuando el cacique de

99
Monguí viajó a España y recibió de Felipe II el regalo de la imagen de la Virgen. La
romería a la Virgen Morena de Güicán se realiza entre el 3 y 6 de febrero; su culto data
desde el siglo XVIII. La romería a la Virgen de Chinavita, la patrona del Valle de Tenza,
se hace del lo. al 3 de enero. La romería a la Virgen del Milagro en el santuario del Topo,
la patrona de Tunja, es tradicional desde el siglo XVII. 26 La romería a la Virgen del
Carmenen Villa de Leyva, la cual se celebra con gran pompa el 16 de julio; allí mismo en
esta ciudad se hace la romería a "Mamá Linda" o la "Renovada de Leyva" (Nuestra
Señora de Chiquinquirá). La romería a la Virgen de Tutasá se celebra el primer domingo
de octubre. La romería a Santa María la Antigua el tercer domingo de enero en Nuevo
Colón. La romería a la Virgen de la Candelaria, cerca de Ráquira, en el convento de los
Agustinos . La romería a "Nuestra Señora de la O" en Morcá, vereda cerca de
Sogamoso. La romería a la Virgen del Rosario en Tutazá llamada por Bolívar "La
Virgen de los Tiestecitos". Las romerías a la Virgen de Boavita, a Nuestra Señora de
Belencito; Nuestra Señora de las Aguas en Motavita; la Virgen de Tibasosa y otras.
Destacamos asimismo, la romería del Señor de la Columna en Tunja y la Romería de
San Lázaro en la misma ciudad, en el mes de septiembre; la romería al Cristo de los
Milagros en Sativa Sur el 17 de enero; y otras en cada uno de los pueblos y aldeas de
Boyacá.

Entre las innumerables romerías que realiza el pueblo boyacense, destacamos por su
popularidad y atracción folclórica las romerías de Chiquinquirá, Chinavita, Güicán; y en
Tunja: San Lázaro, el Topo y el Señor de la Columna.

Las ROMERIAS A LA VIRGEN DE CHIQUINQUIRA se iniciaron en los finales del siglo


XVI, cuando se desarrolló el culto bajo esta advocación. El lienzo de la Virgen fué pintado
en Tunja por el pintor Alonso de Narváez, a petición del encomendero de Sutamerchán
Antonio de Santana. Esta imagen estuvo rodando de casa en casa, e inclusive sirvió para
secar el trigo al sol en la casa del encomendero Santana, hasta cuando la encontró María
Ramos en Chiquinquirá. El lienzo se renovó en la navidad de 1586, fecha desde cuando
aparece la romería en Chiquinquirá. En la guerra de Independencia fué patrona del ejército
patriota y es en el período nacional, la patrona de Colombia.

En los siglos del coloniaje, las romerías a Chiquinquirá rompieron las barreras locales, e
hicieron que los indios peregrinos, en vez de tomar la vía a Guatavita o Sogamoso a adorar
sus propios dioses, expresaran su fé cristiana en Chiquinquirá.

En la romería de diciembre, Chiquinquirá recibe la visita de los promeseros de Boyacá y


otros departamentos, quienes llegan a rendirle a la Virgen Milagrosa su homenaje de

26
Ernesto Reyes (Pbro.) "LOS SANTUARIOS MARIANOS BOYA CENSES" En: "Repertorio Boyacense"
(Tunja), Nos. 177 - 178 (1954).

100
gratitud y fé. Grupos típicos de promeseros se concentraban en las calles y plazas, y he allí
al pueblo en la expresión de su auténtico folclor: tiples y guitarras, torbellinos, coplas y
alegría de fiesta.

Sobre esta Romería conocemos ingenuas y sencillas coplas como éstas:

Tengo un dolor en el alma Compañero de promesa,

quién me lo podrá quitar? no nos vamos en ayunas:

Pos la Virgen del Rosario mientras yo pelo las papas

llegando a Chiquinquirá. componga vusté las yucas.

Si vas a la romería De Chiquinquirá venimos

y encuentras a mi Señor con el alma atravesada

decíle que su María nos tocó lo qui a la Virgen

se tá muriendo de amor. que no le dieron posada.

Es importante destacar el significado que tiene la romería para un campesino boyacense:


es la meta de esperanza para la solución de sus problemas, de allí
la"promesa" o "manda"; es la oportunidad de manifestar sus sentimientos y actitudes
religiosas con su familia, amigos y vecinos. En las romerías se hacen muchos matrimonios
campesinos, bautizos, confirmaciones y primeras comuniones; se inician los noviazgos
campesinos; se arreglan los asuntos con los compadres y vecinos y se perfilan muchos
negocios entre los campesinos. Es la oportunidad para estrenar los nuevos vestidos y hacer
las compras de adornos personales para las mujeres y para las casas; es la oportunidad de
llevarlas comidas especiales y compartirlas en la unión familiar y con los amigos; asimismo
es la oportunidad de tocar el tiple, la guitarra o el requinto, echar las coplas y danzar
alegremente.

El campesino boyacense ahorra con mucho tiempo para gastar en la romería a sus anchas.
Las mujeres se preparan para la fiesta que es emoción en todos los aspectos de la vida
popular: vestidos regionales, comida típica, bailes folclóricos, coplas y en síntesis, toda la
alegría del pueblo boyacense. Allí los tiples, las guitarras y los requintos interpretan el
torbellino de incomparable ritmo melancólico, bambucos, pasillos y guabinas y los
sencillos cantos y aires festivos de los músicos campesinos.

Lo primero que hacen los romeros que llegan a Chiquinquirá es cumplir la promesade
rigor, postrados al pie de la sagrada imagen. Luego compran en la procuraduría del

101
convento las indispensables reliquias y consignan allí mismo el valor de las salves, misas o
novenas, y ya con la conciencia tranquila, animan y embellecen el ambiente con su alegría
desbordante. Las familias de los promeseros forman grupos típicos en las calles y plazas, y
allí se dedican a reír, comer y cantar la música vernácula, y a empinar el codo una que otra
vez. Compran en las toldas los recuerdos típicos y los dulces para llevar al hogar; y en
síntesis, celebran la fiesta con verdadero ardor. Nos dice Quiñones Pardo que eran muy
típicos en Chiquinquirá los ruedos a los cantoras de las coplas. Un coplero rasgaba el tiple,
carraspeaba ruidosamente e iniciaba el reto:

Si es tan gallo pa las coplas

y si es guapo de verdá,

echemos un desafío

con las coplas por mitá.

El adversario contestando el reto, lo acepta con la siguiente copla:

No te las vengas a dar

de sabio y de valiente

pedíte antes de empezar

una tanda de aguardiente.

Quiñones Pardo relata un duelo de ingenio en una plaza de Chiquinquirá entre una
campesina de Moniquirá y un campesino boyacense, en una típica romería a Chiquinquirá:

El indio:

La boca de mí mujer

tiene colorcito a fresa,

y se pone colorada

cuando mi boca la besa.

La india:

Si tu boca me besara

tenía que ser al descuido;

que a las buenas no me besa

102
ni el bruto de mi marido.

El indio:

La mujercita que quiero

tiene labios de coral

y entre los labios guardado

la miel del mejor panal.

La india:

Lástima que miel tan dulce

se pierda tan malamente;

beso que caiga en tu boca,

se emborracha de aguardiente.27

Duelos de copleros como los antes mencionados son muy frecuentes en las romerías de
Chiquinquirá, aun cuando a veces culminan en completas peleas cuando los atacantes
mezclan coplas picarescas o de completo sabor político.

En la romería de Chiquinquirá todo es devoción y alegría; sencillez y espontaneidad; el


indio ríe y llora sobre las cuerdas del tiple. La jornada, la promesa postrados al pie de la
sagrada imagen, la procesión con la Virgen, la fiesta popular, la compra de los objetos
típicos y los dulces, presentan un sentido de la autenticidad popular que se recuerda allá en
el rancho.

Otra de las romerías típicas de Boyacá es la que celebran los campesinos del Valle de
Tenza, y en general de Boyacá, Cundinamarca y Santanderes a la Virgen del Amparo de
Chinavita en los primeros días de enero. La imagen fué encontrada dentro de una guadua y
constituída en patrona de Chinavita desde 1822. Multitud de peregrinos van en romería a
rendirle a la Virgen del Amparo su homenaje de gratitud y fé. En esta típica romería
encontramos coplas como las siguientes:

"Mi Señora del Amparo "Yo me voy pa


"Chinavita"
la que vive en Chinavita
a cumplir una promesa;
cuando va´ hacer sus

27
Octavio Quiñones Pardo, "CANTARES DE BOYACA"; op. cit.

103
milagros si tá Dios que me case

se pone coloradita" pu´ ahí tará mi


sinvergüenza".

En Monguí hacen los boyacenses la romería a la patrona de Boyacá, Nuestra Señora de


Monguí. Sobre su origen existen los siguientes datos: Los caciques de Sogamoso y Monguí
hicieron regalos al rey de España Felipe II en 1558, por los cuales el monarca les envió la
imagen de la Virgen y la Sagrada Familia para Sogamoso y la Imagen de San Martín para
Monguí. Una equivocación con los cajones hizo que la Virgen fuera a Monguí y San Martín
a Sogamoso, lo cual fué aceptado como decisión celestial por ambas ciudades. Así expresan
las coplas populares de Sogamoso y Monguí:

"Llevaron a Sogamoso" Al San Martín de nosotros

a la Virgen de Monguí lo llevaron pa Monguí

Pero al descuido se vino Allá se cansó y se vino

y ya no sale de aquí". A vivir mejor aquí".

La romería decembrina de Monguí es de gran peregrinación y de gran animación.


Guillermo Plazas Olarte encontró en Monguí una típica copla en la romería:

"Cuando el diablo está de


gusto En el otro lado del río
más allá de más acá,
se va a fiestas a Monguí, me dijo una señorita,
A bailar con las doncellas Mijito venga y
28
verá...!
y a comer con harto ají".

En la vereda de Morcá a ocho kilómetros de Sogamoso acuden con frecuencia los devotos
de Nuestra Señora de la O, cuya devoción aparece desde el siglo XVIII; por la
comparación entre el cuadro y los retratos que se conocen de la reina Isabel de Castilla, se
presume que el pintor se inspiró en la reina para el cuadro de la Virgen.

28
Guillermo Plazas Olarte, "DE MI TIERRA Y OTRAS COSAS", op. cit.

104
Las romerías a los Santos Patronos de los pueblos son también expresión auténtica del
sentimiento religioso de las gentes de Boyacá. Son muy populares entre otras: La romería
de San Lázaro en Tunja; la fiesta de San Blas en Saboyá; la fiesta de San Roque en
Guateque; la fiesta de San Martín en Ráquira; la fiesta de San Juan en Miraflores; la fiesta
de San Pedro en Ramiriquí; la fiesta de San Ramón en el Espino. Revisten ellas la
autenticidad y profundidad religiosa que ofrece la romería más importante del Norte de
Boyacá, como es la que se lleva a cabo en Güicán a la"Virgen Morena", en las llamadas
también "Fiestas reales".

Pero indudablemente, una de las romerías boyacenses esencialmente folclórica es la de San


Lázaro, en el alto del mismo nombre, al pie del cual se encuentra la ciudad de Tunja. La
Romería al Alto de San Lázaro se celebra el primer domingo de septiembre y además en el
mes de diciembre. La ermita que allí se erigió como recuerdo de la segunda visita a Tunja
de Nuestra Señora de Chiquinquirá, se construyó bajo la advocación de San Lázaro. Con
motivo de la peste de viruelas que diezmó la población tunjana en 1587, fué traído el lienzo
de la Virgen de Chiquinquirá, a pesar de la resistencia del D. Alonso Indio, cacique de
Chiquinquirá y sus vecinos. 45 años después volvió la Virgen de Chiquinquirá por segunda
vez a Tunja, cuando volvió a plagarse de la peste grande. En memoria de este
acontecimiento se construyó en el Alto, la capilla de la Virgen del Rosario y bajo la
advocación de San Lázaro, el santo milagroso de las pestes.

Los promeseros que van a San Lázaro pasan en crecidas caravanas por Tunja y ascienden la
colina de la "Loma de los Ahorcados" o Alto de San Lázaro. Allí pagan sus mandas a San
Lázaro y a la Virgen de Chiquinquirá, consistentes en salves y misas; allí reciben las
patentes del Santo y la Virgen y un pedazo de cera como reliquia de San Lázaro. Nos dice
Ramón C. Correa en su "Historia de Tunja" que tradicionalmente en un momento
determinado, los romeros entraban en "mata" o aglomeración a la ermita. Se santiguan,
derraman agua bendita al pie de las pilas para que tengan alivio las almas del purgatorio, y
de manera especial las de sus familiares más allegados. Luego se dirigen al presbiterio;
encienden las espermas, ceras y velas al pie de San Lázaro y reunidos se arrodillan y rezan
en conjunto algunas oraciones con especial fervor. Después el Sacristán les
regala "barro" que saca de un aljibe que se halla al lado del evangelio y se lo untan en
forma de cruz en la cara y piernas donde tienen granos o llagas.29

Terminada la promesa, los campesinos salen de la ermita de San Lázaro y se encaminan a


los toldos a tomar chicha y a comerse los sabrosos "piquetes". Se inicia así la "fiesta
popular de la romería" que se hace en el campo inmediato al santuario. Los campesinos
continúan la fiesta todo el día, amenizados por conjuntos musicales, cantas o tonadas y la
bebeta de chicha y además licores. En las horas de la tarde, descienden del alto y emigran a
sus ranchos; es costumbre de los tunjanos, el decir que cuando los indios bajan de San

29
Ramón C. Corres, "HISTORIA DE TUNJA", Tunja, 1948, Tomo Hl. pgs. 291 -292.

105
Lázaro, "se llevan el frío en los pies", lo cual significa que a partir de esa época, se inicia en
Tunja una moderación en la temperatura rígida que azota los meses de julio y agosto en el
crudo invierno. Hay que tener en cuenta, que en el mes de septiembre los indios chibchas
de Tunja celebraban la "fiesta de la cosecha" y hacían la ceremonía propiciatoria y el
sacrificio de los moxas en las famosas piedras de Tras del Alto por la vía de la Loma de los
Ahorcados o Alto de San Lázaro.

Como podemos apreciar el sentimiento religioso presenta un gran aporte en las


supervivencias folclóricas de Boyacá. Encontramos un pueblo que manifiesta una
profunda "RELIGIOSIDAD" señalada como uno de los mayores aportes de España en
esta región del Altiplano boyacense, por esencia frío. Un pueblo introvertido, un tanto
reposado y especulativo como el boyacense, presenta gran tendencia a la meditación, el
recogimiento y la expresión espontánea de sus sentimientos.

b. Las fiestas de San Isidro y San Pascual Bailón en Boyacá.

Algunas fiestas religiosas tienen relación con la búsqueda de la ayuda santa para el
propiciamiento de las cosechas. Tales son los casos de la fiesta de San Isidro Labrador,
patrono de los agricultores y que se celebra en la mayor parte de los pueblos boyacenses, y
la fiesta de San Pascual Bailón en los pueblos cercanos a la Laguna de Tota.

La fiesta de San Isidro Labrador es una reminiscencia de la que celebran los españoles
en Madrid al patrono de los agricultores; y es por esencia, una expresión agrícola de
Boyacá, en donde se citan los pueblos y sus veredas para mostrar lo mejor de las cosechas y
dar pávulo a su innata alegría traducida en cantas, música, requintos y tiples, tocados por
virtuosos y trovadores campesinos. Es la fiesta popular religiosa en donde se aprecia en una
visión general, el trabajo intenso, la producción y la sana alegría del pueblo boyacense.

En esta demostración de la riqueza de la región, en el "altar de San Isidro", se expone lo


mejor de las cosechas. A veces se hace un altar en el centro de la plaza o en el atrio de la
iglesia; otras veces dentro de la misma iglesia alrededor de la misma imagen de San Isidro
y en la mayoría de las veces, en las esquinas de la plaza en donde cada vereda expone lo
más representativo de las cosechas.

La devoción a San Isidro Labrador viene desde el siglo XI en España y en especial después
de su canonización en 1622. Su devoción siempre ha estado asociada con la vida cristiana
del campo y las cosechas; los labriegos pedían su intervención para el regadío de lluvias
para los sembrados. Los campesinos españoles creen que San Isidro trae el agua para el
refresco de las cosechas y ayuda a cuidar el ganado. La fuente de San Isidro, que según la
tradición brotó cuando imploró a Dios que la concediera para una tierra árida, se ha hecho
popular; los "isidros" o peregrinos iban en su búsqueda para obtener salud.

106
San Isidro Labrador se convirtió en el Santo Patrono de Madrid y de los campesinos
españoles; su fiesta se celebra en España el 15 de Mayo. Sin embargo, como las fiestas de
la cosecha de los aborígenes de Boyacá se celebraban en septiembre, parece que en este
traslado influyó la costumbre indígena para realizarse la fiesta al santo patrono en
septiembre u octubre.

En Villa de Leyva se celebra la Fiesta de San Isidro el último domingo de septiembre; allí
cada una de las veredas lleva lo más representativo de la cosecha, con la cual se hace
el altar de San Isidro en la plaza principal. En las horas de la tarde, se hace el remate de
cada una de las representaciones veredales de la cosecha, con la presencia del cura párroco;
los compradores de la cosecha veredal, sea total o parcialmente, consideran que los
productos agrícolas comprados en el altar, traen buena suerte para la cosecha venidera;
después del remate, el cual se destina para la parroquia, se hace la procesión con San Isidro
y los rezos por su intervención para el éxito de las cosechas.

En Aquitania (Pueblo Viejo), en las orillas del lago de Tota, también encontramos la fiesta
de San Isidro Labrador. Allí los campesinos arreglan la "Huerta de San Isidro" con los
frutos representativos de la región y las donaciones de las veredas. En las horas de la tarde
hace el recorrido por las principales calles, un grupo de campesinos con un vocero adelante
y el coro de voces que le responde, imitando los cantos y gritos en el barbecho; ellos van
regando semillas por las calles. En la misma forma que en todos los pueblos, las huertas
enviadas por cada una de las veredas se rematan. Culmina la fiesta con la procesión de San
Isidro Labrador por las principales calles.

La fiesta de San Isidro tiene especial fervor y organización en Guateque, en donde se


expone lo mejor de las cosechas de esa región fructífera del Valle de Tenza, que ha sido
llamada "la despensa de Boyacá". En el "Altar de San Isidro" los valletenzanos exponen lo
mejor de sus cosechas y el producto ufano de su trabajo. El ambiente se invade de alegría,
tiples, torbellinos y coplas como éstas:

San Isidro y San Antonio Vení aca, vidita mía

me tienen que socorrer: bocao de pan sabroso

San Antonio el bien perdido bizcocho de la Capilla

San Isidro que comer". mojicón de Sogamoso.

Otra de las fiestas propiciadoras de la cosecha en Boyacá es la de SAN PASCUAL


BAILON, investigada por la folcloróloga Lilia Montaña de Silva Célis en los pueblos
cercanos al lago de Tota: Sogamoso, Aquitania, Iza, Firavitoba, Tota, Monguí, Tópaga y
otros pueblos boyacenses.

107
Esta fiesta penetró en Boyacá en el siglo XVII con influencia de los franciscanos. Se trataba
de venerar a un santo lego que había sido pastor español en los campos y se había
distinguido por su amor a la Sagrada Eucaristía; era el santo fiestero del mundo cristiano,
ejemplo para los campesinos. A San Pascual Bailón los campesinos piden la abundancia en
las cosechas, imploran la venida de las lluvias, la recuperación de la salud de un pariente, el
hallazgo de un animal u objeto perdido.

El 16 y 17 de mayo se celebra esta fiesta campesina en Boyacá, la cual tiene una duración
de varios días, de acuerdo con los preparativos en las comidas y bebidas.

En una de las casas se arregla una sala que se destina al baile y en la cual se ubica el altar
con el cuadro de San Pascual Bailón y en donde se coloca el pan de los ángeles; a su
alrededor hay otros cuadros: la Virgen de Chiquinquirá, las almas del purgatorio, la muerte
del justo y otros santos de la devoción de la casa; muchas flores blancas y en tonos rosa y
amarillo claro; y a un lado la bandera de Colombia; en el marco de San Pascual se colocan
muchas flores brillantes de papel dorado. Del techo cuelgan festones de colores vivos y
variados. En el piso se coloca un candelabro rústico en donde van ordenando gruesos cirios
y algunas veladoras que compran los oferentes de la fiesta y también los recién llegados o
alféreces voluntarios.

Es importante en la fiesta la llegada de los músicos y de los ANGELITOS que son un niño
y una niña menores de 10 años, vestidos con sus mejores trajes y con coronas decoradas
con papel dorado; llevan asimismo flores silvestres.

Todos los vecinos entran a la sala siguiendo la pareja de angelitos y los anfitriones de la
casa y llevando velas encendidas. El "ofrendero" recita las oraciones a San Pascual Bailón,
el responsorio y la novena que se hace durante nueve días. Una de las oraciones, es la
plegaría que viene desde la colonia, en la cual se pide la "paz y concordia entre los
príncipes cristianos", asimismo "la gloria y el honor a nuestra España": "Mira
benignamente por los intereses de esta monarquía, consiguiendo del Señor, para nuestros
católicos monarcas y su real familia, salud y felicidad y acierto en su gobierno". 30

Luego se rezan los gozos de dos en dos y en cada interludio se toca una pieza musical, en
las cuales se considera que San Pascual Bailón viene a "abrir el baile". En mitad del círculo
se ha colocado un pequeño cirio rodeado con pétalos; si la pequeña llama se mueve,
impulsada por el viento, es señal segura que el santo ha recibido la ofrenda y agradecido
viene a acompañar a todos sus devotos y a bailar en medio de ellos. Se recuerda al dios
chibcha "Nencatecoa", quien según la costumbre acompañaba a los chibchas en sus bailes y
era signo de que estaba presente cuando el viento soplaba las llamas.31

30
Lilia Montaña de Silva Célis, "MITOS, LEYENDAS, TRADICIONES Y FOLCLOR DEL LAGO DE
TOTA", Op. Cit. p. 407. Es el primer estudio que se ha hecho sobre la fiesta de San Pascual.
31
IBIDEM, p. 408.

108
Después de los gozos, y cuando piensan los campesinos que ha bailado San Pascual, los
músicos tocan cinco piezas para que bailen los "angelitos"; ellos empiezan arrojando
flores al santo gritando "que viva la fé de San Pascual"; bailan hacia adelante y hacia atrás,
pero nunca dando la espalda al santo.

Cuando los angelitos terminan de bailar, viene el baile con el señor, la niña; y con la señora
el angelito; y luego por parejas, los hijos, nietos, yernos, cuñados y amigos. Cuando una de
las mujeres se quiere retirar hace una inclinación ante el altar y se aleja discretamente.
Bailan en silencio y con los ojos fijados en el santo. Es una danza ritual en donde se honra
al santo con el baile; los músicos tocan largamente e interpretan los torbellinos, guabinas,
pasillos, bambucos, manta, la madrugada, etc., durante toda la noche. En el amanecer se
repite la misma ceremonia del día anterior con los angelitos y el rezo de las oraciones, la
novena y los gozos y sigue el baile. Cuando se quiere bailar común y corriente, se tapa el
cuadro con el lienzo blanco; los bailes siguen todo el día de San Pascual, mezclados con
juegos de sainetes de animales y las suculentas comidas preparadas para la fiesta; en
algunos casos la fiesta se prolonga durante varios días, pero lo común es una noche y el día
siguiente.32

c. Semana Santa, Corpus Christi y Navidad en Boyacá.

Entre las fiestas y conmemoraciones religiosas de carácter colectivo encontramos en


Boyacá y en general en Colombia las celebraciones de Semana Santa, Corpus Christi y la
Navidad. Una copla popular que expresa la importancia de estas celebraciones:

"La Semana Santa en Tunja

El Corpus en Bogotá

las fiestas en Sogamoso

y la Nochebuena en Soatá".

|LA SEMANA SANTA que se inicia el Domingo de Ramos y termina en la Pascua de


Resurrección, presenta una estructura ritual eclesiástica y una serie de tradiciones y
costumbres muy propias de cada población.

El domingo de ramos es anunciado en los pueblos con venta de las "palmas de ramo" que
se venden en los mercados o al frente de las iglesias; estas palmas son bendecidas en
ceremonia especial y conservadas durante el año, para ser quemadas cuando hay amenaza
de tempestades.

32
IBIDEM, pgs. 427- 428.

109
Hasta hace algunos años era costumbre en Tunja la procesión del Domingo de Ramos en
San Francisco, en donde se llevaba un niño vestido de Jesús y montado en una asna
vistosamente enjaezada y seguida de un borriquito, lo cual atraía multitud de gente.
Asimismo se acostumbraba un acompañamiento de niños apóstoles que siguen al Señor
desde el Domingo de Ramos, acompañados por las gentes portando los ramos. Estos doce
niños apóstoles aparecen en algunos casos con larga túnica blanca y una capa blanca y una
capa con cíngulo morado, con cruces amarillas y aureolas de cartón, forradas en papel
dorado, y báculos tapizados con algodón y cintas; en otros lugares, llevan túnicas de colores
fuertes y vivos a la usanza judía de los tiempos de Cristo.

| El Nazareno y el Judío. Paso tradicional de la Semana


Santa en Tunja.

En la Semana Santa se acostumbran las procesiones con escenas esculpidas de la Pasión,


las cuales son llevadas por penitentes enmascarados, quienes conservan su puesto por
tradición; en Tunja, conforman la cofradía de los |"nazarenos". Algunos pasos soy muy
típicos y han permanecido durante muchos años: |el paso de la sentencia, es característico
de la procesión del Lunes Santo en Tunja; el paso de la |Oración en el Huerto, Jesús
atado a la columna, el Señor caído, San Pedro con las llaves, La Verónica, La
Magdalena, la Dolorosa, Jesús con la cruz acuestas, etc. En Miraflores le ponen a San
Pedro un báculo y un gallo vivo durante toda la semana, el cual permanece atado al pasó

110
del apóstol. En Sogamoso un ángel lleva las insignias de la pasión, la corona de espinas, las
potencias y los clavos, en una bandeja de plata. En Sáchica acostumbran la |Semana Santa
a lo vivo.

Los vestidos de los santos de los pasos de Semana Santa, cambian de acuerdo con los días:
vistosos colores en los días de domingo de ramos a miércoles y el domingo de resurrección;
y riguroso luto los jueves, viernes y sábado santo. Con gran solemnidad se presentan las
procesiones del |Santo Sepulcro, el viernes santo; |la Soledad, el sábado santo y la
procesión del |Resucitado el domingo de Pascua. El jueves santo es el día importante de la
Semana Santa y el día de la |gran cena. Los monumentos constituyen el aspecto más típico
de todos los pueblos boyacenses; en ellos aparece el cordero pascual, el caliz forrado con
papel dorado o racimos de uvas, matas artificiales de vid, trigales, barcas, etc.; y en medio
de ellos, la urna de la Eucaristía.

En el Valle de Tenza es característico la llamada |FIESTA DE LA LLAVE, en la cual una


familia determinada que hace los gastos de la semana santa, es portadora de la llave del
tabernáculo. Las familias se inscriben para costear las fiestas de semana santa con varios
años de anticipación; en Pachavita tienen el privilegio de participar en las ceremonias
litúrgicas en un sitio especial cerca al altar; el principal de la familia, lleva la llave del
tabernáculo en el cuello durante la semana y la entrega el jueves santo en la ceremonia
principal. Esta familia de la "llave" hace la |quema de Judas el domingo de Resurrección y
la gran fiesta para los familiares y amigos, pues la "llave" es signo de gran prestigio. En
Sogamoso se cedía el honor de llevar la llave de la urna a un feligrés que hubiere ayudado
efectivamente para las obras parroquiales.

En Tunja se acostumbró durante muchos años llevar como apóstoles en el lavatorio del
Jueves Santo a 12 ancianos del Ancianato. Después de la ceremonia se acostumbraba una
procesión en donde el centro es el |"Lígnum Crucis".

En Sogamoso creían que en los Jueves Santos por la noche durante pocos minutos aparece
en las sabanas de la Tigrera una llama misteriosa que se mueve, aviva, crece y
desaparece 33 El Viernes Santo es un día temeroso y de recogimiento; las gentes de Boyacá
generalmente no viajan a ningún lugar; los campesinos estan conscientes que en esos días
no deben pensar en amores, ni tener contactos sexuales. Así expresa una copla:

"La vidita mía me dijo

que ella me iba a olvidar,

que ya venía la cuaresma

y ella s´ iba a conjesar".

33
Guillermo Plazas Olarte, Op. Cit.

111
Las semillas sembradas el Viernes Santo germinan fuertes y vigorosas, según las creencias
de los campesinos; en especial, esta siembra debe hacerse a las tres de la tarde, en poca
cantidad y con tierra preparada previamente.

A principios del siglo XIX acostumbraban en Tunja sacar un preso de la cárcel los días
jueves y viernes santo, con grillos y cadenas, pidiendo limosnas para los presos. 34 El ladrón
Dimas, compañero de Jesús con el ladrón Gestas, lo consideran en Boyacá como abogado
de los objetos perdidos. Así dice la copla valletenzana:

"Yo se lo tengo pedido

a San Dimas, mi abogado:

Que me ayude a conseguir

Lo que me tienen robado".35

La Semana Santa de Tunja desde la colonia ha tenido especial esplendor y solemnidad; el


lunes salía la procesión de San Francisco; el martes del Monasterio de la Concepción y el
miércoles de Santo Domingo. Los pasos presentaban gran boato y eran adornados con
doseles de raso y terciopelo, bordados y orlados con flecos de oro y plata.

Algunas coplas boyacenses de la Semana Santa son muy curiosas, en lo que se relaciona
con Juan y la Magdalena:

San Juan y la Magdalena San Juan y la Magdalena

se jueron a traer candela se jueron a comer uvas;

y del susto de los perros encontraren la mata seca

rompieron la tapadera. y se golvieron en ayunas.

En la Semana Santa boyacense encontramos también las comidas típicas principalmente el


Jueves Santo. En Tunja y otros pueblos boyacenses, la costumbre es tener muchos platos y
mucha bebida entre las comidas; en algunas casas oscilan entre cuatro y doce platos
diferentes. En el Norte de Boyacá las gentes preparan las comidas en los días anteriores al
jueves santo, pues creen que quien muele el viernes santo, "muele a Cristo". En Valle de
Tenza acostumbran la sopa de queso o pasta, plátano y papas guisadas, arroz seco y huevos;
además los envueltos y diversas mantecadas y colaciones de fabricación casera, con arepas

34
Luis Francisco Suárez Pineda, "LA CELEBRAClON DE LA SEMANA SANTA EN ALGUNAS
REGIONES DE COLOMBIA". En: "Thesaurus" (Bogotá), Tomo XVII, No. 3 (1962), PP. 575 - |605.
35
IBIDEM. Es el mejor estudio realizado sobre las costumbres en la Semana Santa en Colombia.

112
especiales, pan y chocolate. El Domingo de Pascua se celebra en Boyacá con gran alegría;
hay bailes, se toman licores, se hacen paseos fuera del poblado y se preparan almuerzos
especiales; en algunos lugares hacen la famosa "quema de Judas" y los bailes de pascuas al
son del torbellino, pasillos, bambucos y guabinas.

Otras de las festividades religiosas de gran solemnidad en Boyacá desde la Colonia es el


CORPUS CHRISTI. En los siglos del coloniaje era la fiesta religiosa más solemne del año
litúrgico y la expresión máxima de la religiosidad del pueblo. Esta fiesta concentró la
mayor solemnidad desde el Concilio de Trento como manifestación de la fé católica y como
símbolo de la España, adalid del Cristianismo en el mundo. A mediados del siglo XVI se
consideró fundamentalmente la defensa y propagación de las doctrinas eucarísticas y la
necesidad de manifestar públicamente la fé y la alegría cristiana a través de las Danzas del
Corpus y los célebres autos sacramentales. En España fueron famosas las danzas de
los |"Seises" como adoración ante la Eucaristía; eran típicos los monstruos y gigantes en la
procesión como símbolos figurativos del triunfo de Cristo vencedor sobre la muerte, el
pecado, el mundo y el infierno.

La procesión del Corpus giraba alrededor de los altares en las esquinas en donde se
representaban escenas bíblicas con diversas figuras; arreglos con trigales, racimos de uvas,
barcas, e inclusive seres mitológicos.

En la provincia de Tunja en los siglos de la Colonia salían en la procesión del Corpus los
más altos dignatarios civiles y eclesiásticos y la encopetada sociedad tunjana. Los altares
eran ricamente elaborados por los gremios de mercaderes, artesanos o de determinados
oficios. Los indios chibchas salían por parcialidades e interpretaban sus correspondientes
Danzas, entre las cuales destacamos la |Danza de las Cintas y las comunes Danzas del
Corpus con avances, retrocesos y golpes con garrotes en el suelo al son de las flautas y
tambores.36

Las supervivencias del Corpus Christi en Boyacá se han conservado más auténticas en los
pueblos más alejados de la capital; en algunos está relacionada con la exposición de los
frutos del campo; con "altares de la cosecha" como las festividades de San Isidro Labrador.

Entre las fiestas religiosas colectivas, ninguna es tan alegre y expansiva como
la |NAVIDAD EN BOYACA. El aguinaldo boyacense ya ha pasado los linderos de
Colombia, y se tiene como una de sus típicas manifestaciones folclóricas.

El 16 de diciembre se inician las fiestas del Aguinaldo, en las cuales Boyacá entero
despierta con la alegría y parece que su alma se volcara de júbilos Se organizan
las |JORNADAS, nombre que toman en Boyacá las procesiones que se verifican por las
calles o la plaza de las poblaciones en los días de la novena y durante la cual se rezan las

36
Ramón C. Correa, "HISTORIA DE TUNJA", Tomo III, p. 288 |- |289.

113
oraciones y la novena del aguinaldo, se cantan los villancicos al niño Jesús. Los pasos de
las jornadas, que a veces son a lo vivo, presentan diversas escenas conmemorativas de la
historia de Belén: en algunas localidades boyacenses encontramos un niño con barbas y
túnica que representa a San José y una niña vestida de judía, que representa a la Virgen;
siguen las comparsas de angelitos o de diablitos. En algunas escenas aparece San José
llevando del cabestro la burrita con la Virgen; San José y la Virgen junto a una quebrada, el
paso por un puente, etc.

En la navidad boyacense es importante el PESEBRE en las casas y el pesebre parroquial,


están arreglados con muchos adornos con las figuras de la Virgen, San José, los
pastorcillos, los reyes magos, mulas, bueyes y la estrella de Belén.37

En los pueblos boyacenses existen costumbres diferentes, que están desapareciendo en los
últimos años. En Jenesano el alcalde reunía a los habitantes y daba la orden de hacer
disfrazar a todos los habitantes desde las primeras horas del 23 de diciembre, e iniciar un
verdadero |CARNAVAL; se destacaban los disfraces del demonio y de las almas. En
Soracá y otros lugares acostumbraban la |"vara de los negros" muy semejante a la Danza
de la Trenza o la clizneja; las cintas iban entretejiendo y en este oficio se requería precisión
de las parejas, porque una equivocación hacía empezar de nuevo la danza.38

En algunos pueblos como Socha, Belén, Floresta, Soatá, Cómbita y otros, los campesinos
acostumbraban llevar disfraces con frailejones sobre la cabeza a modo de sombrero;
algunos llevaban hachones encendidos. En otros lugares llevaban los llamados "arbolitos"
hechos de cañabrava y con adornos de flores y papeles de vivos colores, imitando especies
de candelabros con diversos brazos. Aparecen asimismo en numerosos pueblos las figuras
de |matachines o diablos con máscaras hechas de caspote, una especie de parásito que en
forma de cabellera cuelga de algunos árboles; otras veces los hacen de flecos de fique con
manchas de diversos colores, combinados indistintamente: como complemento llevan
látigos con remates de vejigas de res infladas para castigar a quien se atreva impedir el
camino.

En Tunja se acostumbraban las posadas tocando en las puertas de los fieles; en algunas de
ellas se hacían las famosas parrandas navideñas. En las procesiones de aguinaldos son
imprescindibles las |comparsas de pastores; muchos van vestidos con túnicas y mantos de
estilo judío y con sombreros de la región.

|La misa de gallo constituye la culminación de las festividades navideñas. A ella acude el
pueblo en su gran mayoría, auncuando tenga que suspender la fiesta de nochebuena que se
ha iniciado en las horas de la noche; las fiestas son de carácter familiar y con la unión de

37
Luis Francisco Suárez Pineda, "CELEBRACIONES NAVIDEÑAS EN ALGUNAS REGIONES DE
COLOMBIA" En: "Thesaurus" (Bogotá), Tomo XX, No. 3(1965).
38
Rosa Otálora de Corsi, "AMBIENTE TUNJANO" (Crónicas y Leyendas de Tunja). Tunja, 1939, PP. 231 |-
|232.

114
vecinos y amigos. Los regalos de navidad o "aguinaldos" fueron muy desconocidos por los
campesinos pero sí entre las gentes de los pueblos. En el Valle de Tenza se acostumbraban
los famosos "torbellinos a misa" que se hacían en grupos basta la iglesia; y se bailaba el tres
y el guatecano. Algunas coplas boyacenses son bellas expresiones navideñas como éstas:

"El que sepa torbellino Yo traje al Niño Jesús

que no le deje olvidar; apabochas del Cocuy

con eso en la nochegüena, y pal malvado de Herodes

me acompañará a bailar". un mico y un currucuy.

"Soy un pobre campesino, Al niño Jesús le ojrezco

nacío y críao en lo mejor de mi rebaño


Somondoco
aunque mis taitas no
y al Niño Jesús le truje queran

este pollito piroco". y me metan mi regaño.

En la navidad boyacense son típicas las comidas de nochebuena: el |tamal acompañado con
chocolate, pan y bizcochos; en la cena navideña es típico asimismo el |ajiaco con pollo y
los |buñuelos de maíz y trigo ensopados en miel de caña o abejas. Las colaciones
boyacenses son típicas en la navidad con las rosquillas, polvorosas, plumeros, rosquetes,
garullas, almojábanas, etc. En el almuerzo del 25 de diciembre en el Norte de Boyacá
acostumbran el cordero; en el resto del departamento el pollo y el pavo.

La navidad ha tenido tanta popularidad en Boyacá, que en la segunda mitad del siglo XX ha
traído el turismo de todas las regiones de Colombia. Dignas de mención son las fiestas que
con tal motivo se han organizado en el AGUINALDO BOYACENSE que se celebra en
Tunja con la participación de carrozas, conjuntos, comparsas de la ciudad y pueblos
vecinos; en la misma forma, se ha popularizado el Aguinaldo Paipano, que tiene semejanza
en la organización con el anterior. En las demás regiones de Boyacá, en el Cocuy, en
Socha, en el Norte y Valle de Tenza, tiples y torbellinos acompasan la alegría de las noches
para reflejar el alma alegre de un grato diciembre en Boyacá.

Como complemento de la Navidad aparece el 28 de diciembre, día de los INOCENTES.


Las inocentadas son bromas que se hacen ese día que se conoce para las gentes con el
consabido "pásela por inocente".

115
El 31 de diciembre en vísperas del año nuevo en algunos pueblos sacan el "matacho" en
figura de hombre vestido popularmente y relleno de paja y aserrín; es llevado en procesión
con gran algarabía y pólvora; en la media noche lo prenden, para significar que el año viejo
se va y llega el año nuevo. En algunos pueblos se pedían tres centavos que darán la suerte
del año nuevo; se pedían en nombre de la Santísima Trinidad, la Sagrada Familia o los Tres
Reyes Magos. Diversas costumbres aparecen en el año nuevo: la selección del Compadre
del año, los huevos en vasos de agua, etc.

d. El folclor Funerario: la muerte y el entierro entre los campesinos boyacenses.

Muy ligado al folclor religioso se encuentran las costumbres funerarias, en una región que
presenta caracteres esencialmente religiosos en sus actitudes, como es Boyacá. En esencia,
los patrones socio-religiosos para enfrentar la muerte se derivan de los dogmas católicos, y
en las costumbres encontramos supervivencias hispánicas y chibchas.

Por las costumbres funerarias aún sobrevivientes entre los campesinos TUATES,
localizados cerca de Tutasá y al Norte de Belén de Cerinza, podemos reconocer
supervivencias chibchas y españolas en sincretismo. Los tuatés acostumbraban las
plañilleras en los entierros; son éstas, tres o cuatro lloronas que generalmente son ancianas
dedicadas al oficio de llorar y pregonar en alta voz y en forma continua las cualidades y
virtudes de los difuntos. Es muy curioso que a muchos cadáveres antes de llevarlos a la
iglesia de Belén, acostumbraban participarles sus bebetas de las tiendas, abriéndoles con un
palo las rígidas mandíbulas y echándoles chicha en la boca. Después de la ceremonia en la
iglesia de Belén de Cerinza conducen el cadáver entre lloros y lamentos formando un
vocerío espantoso. Al llegar a la tumba, por orden del parentesco van chorreando sobre el
féretro las velas y espermas que llevan encendidas hasta cubrirlo completamente con una
capa blanca; luego lo descienden al hoyo y el pariente más próximo y quienes le siguen, le
echan encima puñadas de tierra, y a cada una que lanzan, van recomendando el alma del
muerto a los parientes difuntos y enviando saludos a los ya desaparecidos, hasta cubrir de
tierra el cajón; luego lo tapan rápidamente lanzandole con las palas de tierra y piedra hasta
formar un túmulo sobre el sepulcro. Al cementerio llevan también vasijas con chicha que
reparten entre los concurrentes. Terminado el entierro, entre sollozos y buenas ausencias
del difunto, vuelven a las tiendas en donde se embriagan.39

Existen algunas supersticiones sobre la proximidad de la muerte en las familias: el canto del
"currucuy" en el tejado de la casa, el zumbido de una mosca sobre el enfermo, mariposa
negra y el canto de una lechuza. Muchos creen que la muerte por enfermedades son

39
Ulises Rojas, "COSTUMBRES DE LOS INDIOS TUATES" En: "Repertorio Boyacense" (Tunja), Nos.
140 - 143 (Marzo - Julio 1963) PP. 1467- 1474.

116
producto de maleficios o brujerías; aun cuando no piensan lo mismo con las originadas por
vejez o golpes mortales.

En algunas veredas de Santa Rosa de Viterbo las gentes compran su cajón para el entierro
con mucha anticipación, y generalmente lo colocan en una de las vigas del zarzo; en la
misma forma compran los cirios para el velorio.

Existe la costumbre de quitar el cadáver inmediatamente del lecho de muerte para que el
alma no pene, y colocarlo en el centro de la habitación Lo colocan en un cajón o ataúd, o en
una "Barbacoa" hecha de madera, cañas y cuerda para conducir el cadáver al cementerio.
Creen que en la habitación en donde expiró se debe colocar un vaso de agua y una luz
durante las nueve noches porque en ese tiempo el alma viene a beber. La luz sirve para que
el alma vea en donde está el agua40 Durante las nueve noches no se debe hablar del muerto
porque ésto lo haría penar en la otra vida.

Una de las costumbres funerarias más típicas, es la gran comida para los asistentes al
"velorio"; en especial el "mute", la gallina y la carne de cerdo, acompañados de guarapo
para retener a los visitantes.

Si el individuo murió asesinado le atan los pies para que el asesino no huya y más bien se
devuelva; si llueve el día de muerte, es probable que el finado esté en el purgatorio o en el
infierno; si hace buen día es seguro que ella goza de la bienaventuranza. 41 En el velorio
rezan las letanías con recuerdos para los difuntos parientes y amigos.

Cuando llevan el cadáver al pueblo van repartiendo guarapo entre los asistentes; asimismo
reparten bollos, longanizas, arepas, mazorcas, carnes, etc. Después de la ceremonia
religiosa y ya en el cementerio destapan el cadáver y los concurrentes deben acercarse a
mirarlo por última vez lanzando los parientes gritos lastimeros. Por último cada uno arroja
puñados de tierra sobre el cajón con nuevas lamentaciones.

Consuelan su pena comiendo y bebiendo; si el finado es pobre, la cena se prepara con los
obsequios que traen los visitantes. Al regresar a la casa, hacen un mamarracho en figura
humana para que imite al cadáver, con cabellera, brazos, piernas; los pies van cubiertos con
alpargatas. Este mamarracho se coloca en la estera en donde estaba el cadáver y junto a él
el vaso con agua y luz en donde el difunto beberá durante las nueve noches.

Entre los campesinos boyacenses, la muerte de los niños constituye una verdadera fiesta
social; hacen el llamado entierro de los "ANGELITOS". El cadáver del niño lo visten de
angelito con alas doradas, o plateadas, corona, zapaticos y algunas estrellitas para salpicarle

40
Rosa María Otálora de Corsi, "DATOS FOLKLORICOS SOBRE LA MUERTE Y EL ENTIERRO
ENTRE NUESTROS CAMPESINOS". En: "Repertorio Boyacense" (Tunja), Nos. 161 - 162 (1951), PP. 2399
- 2406.
41
IBIDEM, pgs. 2403 y 2404.

117
el vestido. Así arreglado lo colocan en una mesa en el centro de la sala y lo rodean de
flores. A continuación empieza el baile con música de los conjuntos campesinos con
tambores, capadores, tiples, flautas de caña, dulzainas, churruscos, chirimías y otros. Echan
pólvora para que venga la gente, cantan y bailan con inusitada alegría. Creen que si hay
bastante concurrencia, el niño sonríe, pero que se entristece a medida que haya menos
acompañantes. Los padres del niño no deben mostrarse tristes, porque ello quitaría la gloria
eterna. Durante las nueve noches nadie debe dejarse tocar de la madre del niño o de quien
lo amortajó, porque perdería sus animales o su cosecha aquél quien lo tocare. Si las mujeres
se dejan tocar, dañarán su cabellera.

Al tercer o cuarto día de la defunción, "el angelito" es llevado al poblado vecino en medio
de una verdadera procesión; él va muy alto en el extremo de un palo rematado en tres
divisiones y acompañado por gran concurrencia, música, pólvora y gritos de alegría; al
llegar al pueblo es recibido con repique de campanas, y se hace la ceremonia
religiosa.42 Esta costumbre de los "angelitos" es típicamente española y transculturada a
Boyacá.

Parte 1

42
IBIDEM, pgs. 2405 - 2406.

118
Chatica Linda

Parte 2

Chatica Linda

119
8. Mitos, leyendas y creencias populares en Boyacá.

a. Los mitos folclóricos.

Un estudio sobre los Mitos folclóricos nos presenta un conjunto de creencias brotadas del
fondo emocional, las cuales se expresan en un juego de imágenes y de símbolos y se
manifiestan como una fuerza operante en la sociedad. El conocimiento de los mitos
equivale en algunos pueblos a llegar al secreto de origen de las cosas y a la adquisición de
un poder mágico sobre ellas, gracias al cual se logra dominarlas, multiplicarlas o
reproducirlas a voluntad. El mito se presenta como una realidad viviente de la que se cree,
acaeció en los tiempos originarios, e influye continuamente en el mundo y el destino de los
hombres.

Los mitos boyacenses han sido transmitidos por tradición y aparecen en nuestro presente
como supervivencias del pasado. Algunos son chibchas, con raíces milenarias muy
profundas en pueblos asiáticos y oceánicos. Otros son españoles, con profundas raigambres
europeas, traídos a estas tierras en los siglos del coloniaje.

Uno de los aspectos que relaciona los mitos boyacenses con los colombianos y
latinoamericanos, es el sentido general en la relación de los dioses tutelares o
personificaciones de las fuerzas naturales que gobiernan la vida de los pueblos y los
campos. Todo objeto extraordinario en la naturaleza es supuesto como poseedor de un
núcleo o una esencia espiritual, la cual desempeña un papel activo en la existencia de lo que
rodea y comprende a los hombres. Los dioses tutelares o mitos populares se pueden
presentar como enemigos temibles o grandes amigos de las gentes.

Los campesinos boyacenses respetan profundamente los lagos, las montañas y las rocas;
ninguno habla de nadar en dichos lagos, y ni siquiera de lavar allí sus ropas. Consideran
que los "espíritus" o los "encantos" están vinculados a los fenómenos físicos, los ríos, las
montañas y las lagunas; inclusive cuando pasan cerca de ésta, hacen la señal de la cruz.
Algunos campesinos boyacenses creen que los espíritus del agua no solo viajan bajo la
tierra, sino también toman fuerza humana y caminan de un lugar a otro; piensan que los
espíritus de la montaña son más feroces en las horas nocturnas y mucho más los viernes de
semana santa.

Según los campesinos mestizos de las cercanías de la laguna de Fúquene, el dios tutelar Fú
se opuso a la construcción del ferrocarril que el gobierno hizo entre Zipaquirá y
Chiquinquirá. Cuentan los campesinos que cuando la obra llegó a bordear la laguna, los
trabajadores tuvieron muchos problemas, pues de un día para otro la obra aparecía destruída
sistemáticamente. Pero como la constancia de los trabajadores era Infatigable, cuentan los

120
campesinos, que un día con su paciencia ya agotada, el mito del agua apareció ante los
hombres en forma humana y. les dijo: "Ustedes están invadiendo mi palacio", y en forma
amenazante desapareció: No sobra decir que los aterrados trabajadores decidieron
prudentemente trasladar el terraplén del ferrocarril a otro lugar.43

Cuando en abril de 1972 se desbordó la "Laguna Negra" o del Carrizal, en el río Arcabuco
cerca de Tunja, y fué la causa de una gran inundación en toda la región, muchos
campesinos boyacenses creyeron en la ira de los espíritus de la Laguna negra. Los
campesinos creen que la laguna es un ser sobrenatural cuyas dormidas pasiones suelen
estallar súbitamente con fuerza incontrastable: la laguna se lamenta, se encoleriza, se
envenena y toma venganza agitando con violencia sus aguas y suscitando tremendas
tempestades, o bien dejando salir de su seno monstruos o "espíritus" malignos. Esta
supervivencia mítica tiene profundas raíces chibchas y está relacionada con el "Mito de
Bachué", madre del linaje humano, quien emergió de la laguna de Iguaque, se casó con su
hijo, pobló la tierra y volvió a la laguna. Por ello, los chibchas fueron adoradores del agua,
en un mito que se transmitió a los campesinos boyacenses.

Otros mitos chibchas del Altiplano cundiboyacense son dignos de mencionar: el mito sobre
la creación del sol y la luna; los mitos de Nemqueteba y Bochica; el mito del origen del
Salto de Tequendama, el mito de Chiminigagua o creador y otros.

En Boyacá encontramos gran diversidad en los mitos folclóricos, la mayoría de los cuales
son comunes en Colombia y en otras áreas de Hispanoamérica. Entre ellos destacamos los
siguientes: La Llorona, es un mito de los pueblos y los campos boyacenses que se
distingue por sus macabros plañidos, y según los campesinos aparece como una mujer con
largas vestiduras y rostro de calavera, llevando en sus brazos un niño muerto.

El Cucacuy, es un mito del Valle de Tenza que se presenta como un hombre fabuloso que
sale desnudo por las noches a calentarse en las parrillas. Lleva siempre en la mano un largo
bordón en cuya extremidad pende un calabazo que encierra varios demonios. Silba de un
modo especial en la uña del pulgar, para que tal efecto se deje crecer; las gentes creen que
se trata de un varón no bautizado y que tiene pacto con el diablo.

Otros mitos campesinos se han registrado en Boyacá, como en otras regiones de Colombia:
El Jigura o patas, La Mancarita, el gritón, el sombrerón, el patetarro, la patasola, el
hojarasquín del monte, la madremonte y otros seres míticos que recorren los campos
boyacenses, caminos, poblados y veredas. Algunos son el temor de los caminantes en
noches de oscuridad; vengativos, chanceros y madrugadores; sobresaltan las doncellas,
despistan los cazadores, asustan a los campesinos que regresan a sus casas después de los
velorios y de los alumbrados. Los campesinos boyacenses creen en sus mitos y en los
lugares de los encantos; las gentes creen en ellos "porque los hay, los hay".

43
Orlando Fals Borda, "CAMPESINOS DE LOS ANDES", op. cit. P. 234 - 235.

121
Los mitos, en las ciudades están relacionados con los ESPANTOS. Tunja ciudad colonial
presenta diversos espantos mitológicos que han llenado el terror de los tunjanos en muchos
años. Señalamos entre ellos: el farol de las Nieves, el espanto del Panóptico, el perro de San
Francisco, el espanto de la Fuente, el toque de las ánimas y los espantos de dominicos y
franciscanos en diversas casas coloniales de la ciudad.44

EL FAROL DE LAS NIEVES. Se trata de un espanto legendario que aparece como un


"farol" o bomba luminosa que sale de la iglesia de las Nieves, a una altura de unos diez
metros, suspendido en el aire, con rumbo caprichoso, pero en dirección de la plaza
principal. Se detenía en algunas casas cercanas a la catedral. Este espanto tiene relación con
la famosa "emparedada", una joven que recibió el castigo de su padre por buscar un
matrimonio a disgusto y a escondidas. Conocedor el padre de este problema, salió con un
farol en busca de su hija por la calle que va a la catedral, y al no poder convencerla,
determinó emparedarla en una alacena que existía en una de las piezas de la habitación.
Con el tiempo surgió el farol de luz amarillenta que recorría la ciudad y sus contornos.

EL ESPANTO DEL PANOPTICO es un espanto de la antigua Penitenciaría de Tunja, en


el antiguo convento de los Agustinos, hoy en ruinas. Aparecía en los viernes santos y el 2
de noviembre de los difuntos; las gentes veían salir de la antigua sacristía de la iglesia, la
extraña figura de un monje que se dirigía a lo largo del corredor. Si alguien se interponía al
monje, éste se le avalanzaba y lo arrojaba al patio con violencia. Veían un fraile vestido de
negro con capucha y mangas anchas, con un cordón o cinto al lado; al verlo encontraban
una calavera bajo la capucha.

EL PERRO DE SAN FRANCISCO, se trata del espanto del perro de piedra que existía
en el antiguo convento de San Francisco, el cual pasó posteriormente al Batallón Bolívar.
Este perro era de gran tamaño y se presenta sentado mirando hacia el muro oriental. Los
tunjanos creían que en horas avanzadas de la noche, se sentía un extraordinario terror cerca
del perro: escuchaban sus aullidos, el arrastre de cadenas, ladridos terribles y ojos con
fuertes luces.

EL ESPANTO DE LA FUENTE, se trata de los quejidos y cantos de lavanderas que los


tunjanos escuchan en la Fuente Grande.

EL TOQUE DE LAS ANIMAS en la iglesia de San Francisco, aparece en la segunda


mitad del siglo XIX después de regresar los religiosos a sus conventos abandonados en los
años de la Radicalización. En dicho templo, cuando uno de los monjes iba a hacer el
"Toque de las Animas"al pasar por la iglesia encontraba iluminado el altar y un sacerdote
con casulla roja dirigiéndose al altar y llevando en sus manos un vaso sagrado; daba la
sensación que esperaba un ayudante. Durante muchos años los legos no iban al Toque de
las Animas por miedo al espanto, hasta cuando uno de ellos se atrevió a ir al altar y

44
Ramón C. Correa, "HISTORIA DE TUNJA", Tomo II, op. cit.

122
ayudarle al padre, quien era un alma en pena y solicitaba de la comunidad franciscana
comulgara una vez por mes por su redención. Desde entonces se volvió a escuchar el
repicar de las campanas en el toque de las Animas en San Francisco.

LOS ESPANTOS DE DOMINICOS Y FRANCISCANOS. En algunas casonas


coloniales de Tunja existen las consejas sobre las apariciones de monjes. Ven monjes
corriendo las piezas y corredores; se detienen en determinados sitios y dan golpes, con gran
terror para quienes los escuchan. En algunos casos los tunjanos veían monjes asomados en
las ventanas; en otras insistiendo para que los sacaran de penas y descubrieran los tesoros
ocultos.

LOS DUENDES. Un mito muy generalizado en Boyacá como en muchos lugares de


Latinoamérica es el de los Duendes. Son seres míticos traviesos que aparecen en los
campos, en los pueblos y hasta en las ciudades, y son considerados como seres míticos
traviesos. En las minas los duendes aparecen entre los trabajadores en formas de enanos
con vistosos y llamativos trajes; arrojan lluvias de piedras sobre los techos de las casas en
donde quieren cebarse; en los campos persiguen las mozas casaderas; se roban las
provisiones; abren las corralejas de los terneros, se ríen en los cielos rasos y esconden las
escobas. Los duendes gustan de las casas viejas, correr baúles para asustar a los habitantes,
etc.

Otros mitos que han sido estudiados son: la dama peluda, el currucucú, el jinete negro, el
ánima sola, la cabellona, la viudita, la mula de tres patas, etc.

Como hemos podido apreciar, en los campos y poblados de Boyacá existen infinidad
de "Mitos", que conforman una mentalidad mítica colombiana. La imaginación primitiva,
desde hace milenios de años, creó una serie de deidades y les dió forma corpórea visible y
viviente, para explicarse así el origen de las cosas y de los hombres. Así el hombre se siente
parte de la naturaleza y afirma su fraternidad con las especies animales y sus relaciones con
los astros, las plantas, etc.

Un aspecto que está relacionado con la mentalidad mítica del boyacense es la importancia
que da a la manifestación de la fuerza en los fenómenos naturales, humanos y animales.
Las gentes piensan que cualquier cosa que manifieste fuerza o relación con lo trascendente
es sacro y por consiguiente puede ser venerado. Los astros, los mares, los ríos, los lagos, las
montañas, animales, plantas y fenómenos naturales, y aún los mismos hombres, pueden ser
mitificados, en cuanto revelan la fuerza o el espíritu que los anima.

123
b. Las leyendas populares en Boyacá.

Las leyendas populares se presentan como narraciones que tienen un recuerdo histórico
básico, complementado con la fantasía y misterio de las gentes.

Algunas leyendas son chibchas, a través de las cuales se han tejido muchas consejas que
superviven. Mencionamos entre ellas: la leyenda de Hunzahúa, el fundador de Tunja
indígena; la leyenda de Goranchacha, los Cojínes del Zaque, la leyenda de Aquimín, y
otras.45

La Leyenda de Hunzahúa, está alrededor del fundador de la legendaria Hunza. El Zaque


Hunzahúa se enamoró de su hermana Noncetá, y según las leyendas chibchas el incesto era
prohibido. Al tener conocimiento la cacica madre Faravita, quiso castigar a su hija con la
misma pala para revolver la chicha, pero la niña daba vueltas en torno a la vasija con gran
agilidad. En un arranque de ira, Faravita lanzó la pala y rompió la olla; la chicha empezó a
regarse y de la misma tierra brotó agua aumentando así el líquido amarillento,
conformándose un gran pozo, que es el que hoy se llama en Tunja Pozo de Donato.
Cuando Hunzahúa bajó de los cojínes del zaque de la ceremonia al sol, encontró en su
cercado la triste realidad de su pecado y en los alrededores una muchedumbre que
protestaba contra el incestuoso. Esto decidió la fuga de los dos hermanos y la "maldición"
que desde el alto conocido hoy como "San Lázaro", hiciera Hunzahúa a su ciudad: "Serás
estéril; nunca más flores ni árboles verán tu suelo; tu tierra será desnuda y barrancos ay no
tendrás más compañero que el viento y el frío". Los hermanos siguieron su viaje; tuvieron
una cueva en Susa en donde nació Bochica en el Salto del Tequendama; allí fueron
convertidos en las piedras al borde del abismo.

La Leyenda de Goranchacha el profeta. Goranchacha era hijo del sol y de una doncella de
Guachetá; al cumplir 24 años pasó a Ramiriquí y Sogamoso en donde fué recibido como
hijo del sol. Recorrió las tierras chibchas recordando las enseñanzas de Bochica, la
obligación de adorar a los dioses, venerar a los caciques, guardar la paz, etc. Cuando tuvo
conocimiento del castigo brutal que hizo el cacique de Ramiriquí a uno de sus súbditos, le
dió muerte, se apoderó del cacicazgo y se radicó en Hunza en donde ejerció el primer
gobierno dictatorial. Hizo edificar un templo al sol con grandes piedras traídas de diversas
regiones; este templo se hizo en el lugar que hoy ocupa la Universidad en Tunja. Según la
tradición, Goranchacha profetizó la venida de una raza extraña, la cual esclavizaría al
pueblo chibcha por haber olvidado las enseñanzas de Bochica.

45
Sobre las leyendas en Boyacá, consúltense las siguientes obras: Julio Roberto Galindo, "BOYACÁ EN LA
LEYENDA INDIGENA "(Tunja), Impr. Departamental, 1965; Jesús A rango Cano, "MITOS, LEYENDAS Y
DIOSES CHIBCHAS'; Bogotá, Plaza y Janés, 1976; Max López Guevara, "LEYENDAS INDIGENAS",
Tunja, U.P. T. C. Elvira Sarmiento de Quiñones, "LEYENDAS DE LOS BOCHES", Tunja, Imprenta Dptal,
1939.

124
Otras leyendas indígenas encontramos en Boyacá: La leyenda de Furatena en el territorio
de los Muzos y las esmeraldas, alrededor de los cerros que fueron adoratorio de los
chibchas. La leyenda de Huán en el templo de Iraca; la leyenda de Azay, la leyenda de la
princesa Anachué, la leyenda de Tomaghata o el cacique Rabón, la leyenda
de Idacansás en Sogamoso; las leyendas de los Laches y de los Bocheshacia el norte de
Boyacá y otras.

Otras leyendas populares de Boyacá surgieron en los siglos de la Colonia alrededor de


narraciones extraordinarias e históricas en la antigua provincia de Tunja. Unas se presentan
como proyección de leyendas universales como es el caso del Judío Errante; otras
surgieron de acontecimientos históricos que hicieron impacto en el Nuevo Reino, como fué
el caso de la famosa Calle del Arbol alrededor de los crímenes de Doña Inés de Hinojosa.

La Leyenda del Judío Errante en Tunja aparece desde finales del siglo XVI. Se trata de
la visita que hizo Ahseverús el judío de los tiempos de Jesucristo, quién según la leyenda
universal que se ha ubicado en muchos lugares del mundo, gritó a Jesús en el camino del
Calvario "anda", cuando el nazareno quiso sentarse en una piedra. El Maestro le dijo "Anda
tú, anda hasta cuando yo vuelva, hasta el fin de los tiempos". Y desde entonces anda por
todo el mundo, representando en su imagen la figura andante del pueblo judío.

En Tunja la leyenda del judío errante está en relación con la escultura del judío de la Iglesia
de Santo Domingo que sale en las procesiones de Semana Santa; una escultura esculpida
con la del Nazareno en los mediados del siglo XVI en Tunja. Creían los novicios del
convento que el judío salía en las noches a hurtadillas de su celda y recorría los claustros
del convento y robaba alimentos; creían asimismo que la estatua volvía repentinamente la
cabeza y clavaba miradas tenebrosas e infernales; asimismo que lo encontraban sentado y
llorando escondiendo la frente entre los brazos. Cuenta la leyenda colonial que un viernes
santo el Padre Luis recibió la visita de un viajero, quien le preguntó por la estatua del judío
de Santo Domingo. El viajero y la estatua vestían de la misma manera y entablaron un
diálogo de reconocimiento en el cual el viajero resultó ser Ahseverús el judío errante,
quién siguió su camino con paso lento y cansado hasta la consumación de los siglos.46

La Leyenda de Doña Inés de Hinojosa (O Manrique), aparece desde 1571 en la


presidencia del Nuevo Reino realizada por Andrés Díaz Venero de Leiva. Doña Inés de
Hinojosa era una venezolana ardiente y apasionada que está envuelta en el uxoricidio de sus
dos esposos. El primero don Pedro de Avila fué asesinado en Carora (Venezuela) en
confabulación con su amante Jorge Voto, profesor de música y baile. Los amantes se
localizaron definitivamente en Tunja, en donde de nuevo la apasionada Doña Inés se
prendó de don Pedro Bravo de Rivera, con quien planeó el asesinato de su segundo esposo.

46
Rosa María Otálora de Corsi, "AMBIENTE TUNJANO". op. cit.

125
El asesinato de Jorge Voto fué un escándalo general en el Nuevo Reino, el cual hizo
trasladar a Tunja al Presidente Venero de Leiva. Los autores del asesinato surgieron en la
investigación: uno intelectual, Doña Inés y tres de hecho, Pedro Bravo de Rivera, Hernán
Bravo y Pedro de Hungría. Doña Inés fué ahorcada pendiente de un frondoso arrayán, en la
que desde entonces se llamó en Tunja la "Calle del Arbol"; Pedro de Rivera y Hernán
Bravo fueron, degollado el primero, y ahorcado en la picota él segundo. Esta narración fue
relacionada por el cronista Juan Rodríguez Freyle en su obra "El Carnero", y aparece como
leyenda en Tunja en la famosa "Calle del Arbol".47

c. Las Creencias y supersticiones populares en Boyacá.

Las creencias populares nos indican las actitudes de compromiso de las gentes ante
determinados hechos concretos que se consideran dignos de una aceptación verdadera. Las
creencias crean una actitud mental que sirven de base a la acción voluntaria y lleva a los
individuos a una actuación enérgica. No importa tanto la imagen externa que se percibe,
sino la convicción en la veracidad de determinados hechos concretos, los cuales son
alimentados por mediquillos, curanderos, parteras, brujos y gentes en general que colaboran
en hacer supervivientes aquellas expresiones del pasado que se presentan como "creencias
populares" legadas de los antepasados.

Los Chibchas de Boyacá eran sumamente supersticiosos; en la misma forma que los
españoles. El Oidor Juan de Valcárcel en un informe que envió al Rey de España Felipe IV
expresó sus conceptos sobre las gentes de la provincia de Tunja:

"Si por la mañana oyen cantar la guacamaya o papagayo,

se pronostican adversidades aquel día. Si arrulla la

tórtola encima de alguna casa, toman indicio de muerte

de alguna de ella. Si de noche ven u oyen alguna zorra,

anuncian mortalidad de muchos. Si canta el pájaro

valdivia donde hay enfermo, los indios tunjanos tienen por

infalible su muerte. Si entra culebra en alguna casa,

da por muerte al dueño de ella".

47
Rubio y Briceño "TUNJA DESDE SU FUNDAClON HASTA NUESTROS DIAS", op. cit., p. 103.

126
Comentó asimismo Valcárcel que en Tunja en la Noche de San Juan los campesinos barrían
la casa, quemaban la basura y con ceniza ensuciaban al niño más pequeño; al amanecer lo
llevan a lavaren la fuente o quebrada más cercana.48

Los brujos en Boyacá tenían el nombre de cucacuyes en la colonia. Muchos campesinos


boyacenses acudían en sus necesidades de enfermedad, muerte o hambre al jeque o brujo,
quien ayunaba rigurosamente, comiendo únicamente un poco de ají y tomando por las
narices la hoja o fruto de un árbol que llamaban "yopa", con el cual se desvanecían y
respondían como oráculo a lo que se les preguntaba. En Oicatá los indios guardaban ídolos
de piedra para sus ceremonias religiosas. En Onzaga cuentan los españoles que los
campesinos adoraban un hueso de un mohán, debajo del cual colocaban en Santo Crucifijo.
Creían los campesinos que adorando el hueso y el Santo Cristo tendrían salud y buena
cosecha.

En el municipio de Chita cuentan que los campesinos, descendientes de los indios laches
acostumbraban un juego llamado "moma", en el cual los indios salían desnudos, cubriendo
solo el sexo. Antes de ir al juego, los indios ayunaban y hacían sacrificios a sus ídolos
incensándolos con una fruta de fuerte olor llamada "moche" y ofrecían plumas de
guacamayos y otros pájaros. En el juego los indios peleaban sin armas y con la mano
solamente hiriéndose fuertemente procurando rendir uno al otro. Después de este juego
ceremonial, consultaban al jeque, quién en premio al vencedor daba la mujer del vencido.

Venero inagotable de supersticiones y creencias nos trajeron los españoles, a pesar de sus
quemaderos de la "Santa Inquisición". Ellos trajeron a Boyacá las creencias en
las"brujas", profesión muy socorrida y muy frecuente en la colonia; recordamos la célebre
bruja Juana García, que parece ser la antoñona de las brujas colombianas; de ella tomaron
ejemplo las que surgieron en Tunja, Cartagena, Popayán, Santafé y otras ciudades. Desde
un principio las brujas conformaron su profesión de muy variada forma: Unas se dedicaron
a los maleficios, como el mal del ojo; otras a los enyerbamientos, y a dar la "dulce toma" y
la "tonga", aun superviviente en algunas veredas boyacenses. Otras se dedicaron al negocio
del amor, al manipuleo de las cartas y al "quereme" de las bebidas con unturas y soplos.
Otras se dedicaron a la venta de oraciones para triunfar sobre el amor y sobre los
enemigos; oraciones para encontrar tesoros ocultos; contra maleficios, enyerbamientos o
tomas; para quienes salen de viaje; para "maliar" a los cristianos poniendoles coto, carate,
alimañas en el estómago de sus víctimas, etc.

Estas creencias y supersticiones que trajeron los españoles se mezclaron con las chibchas y
las encontramos entre los actuales campesinos boyacenses. Las enfermedades son
atribuídas por lo general a brujerías y maleficios; el enflaquecimiento lo atribuyen los

48
Ulises Rojas, "COSTUMBRES, RITOS Y AGUEROS DE LOS INDIOS DE LA PROVINCIA DE
TUNJA" En: "Repertorio Boyacense" (Tunja), Nos. 227 - 228 (1963), P. 227- 228.

127
campesinos boyacenses a la bebida que sin duda alguna les dieron, mezclada con tierra del
cementerio o pedazos molidos de un difunto disecado o parte de huesos de difunto.

Algunos campesinos creen en el maleficio para las personas rezándole a un muñeco con el
nombre de quién deba enfermar. Utilizan el credo al revés y numerosas oraciones que se
han transmitido por tradición; toman un puñal y hieren repetidas veces al muñeco, el cual
generalmente está hecho con los tallos de plátano. En algunas ocasiones, cuando se conoce
la bruja que hizo el maleficio, le pagan fuertes sumas para que deshaga el hechizo. Esto es
lo que se llama generalmente "rezar a una persona" y "hacerle malejicio". Algunos
creen que con los maleficios se introducen gatos en el estómago, u otros animales como el
sapo.

Las curanderas hacen el diagnóstico de las enfermedades y determinan si presentan


maleficios. En algunos casos lo fuman con tabaco arrojando el humo sobre la cabeza del
paciente y aplican tabaco masticado en diversas partes del cuerpo, acompañando todo esto
con sus rezos. Una curandera de Soracá dicen los campesinos, curó una niña ciega
echándole en los ojos tabaco masticado, con zumo de yerbabuena y tres pepitas de salvia.

Numerosas creencias encontramos entre los campesinos boyacenses que influyen en


muchos aspectos de su vida. La luna tiene para el campesino grandes poderes
sobrenaturales, tanto sobre los seres humanos, como animales y plantas; la locura y el
reumatismo empeoran en la luna nueva; los bueyes recientemente castrados son colocados
bajo techo de noche, pues de lo contrario los rayos de la luna infectarán sus heridas.

Para el campesino boyacense el "canto de la mirla" es presagio de lluvia inminente;


mientras que el canto y el vuelo del copetón es signo de que la lluvia va a cesar. Cuando las
plantas de papa y arveja tienden a cerrar sus hojas, y a señalar hacia arriba, también se
interpreta como señal de que la lluvia viene.

Entre los campesinos boyacenses existe la creencia en las cabañuelas, una costumbre muy
europea, según las cuales los doce primeros días de enero son indicaciones sobre el clima
en los doce meses venideros. Así, si llueve en el segundo día de enero, se espera que
febrero sea un mes de lluvias, y sucesivamente los demás días representan en orden sus
respectivos meses.

Las fases de la luna reciben también especial importancia para la siembra de ciertas
semillas y para la cosecha de otras. En algunos campos colocan cruces para asegurarse que
tendrán buenas cosechas, en especial en mayo en la fiesta de la Santa Cruz.

Entre los campesinos boyacenses existen las "contras" o talismanes para el "mal de ojo".
Pueden ser monedas antiguas o perforadas, pulseras de alambre o cobre, corales, azabaches,
ópalos, piedras de río, etc.

128
Los campesinos hablan con frecuencia de los entierros; muchos creen que las almas que
escondieron sus joyas y dinero aparecen de vez en cuando como luces verdosas encendidas
con esperanza de revelar el lugar del entierro. Se cree que tales espíritus no descansan en
paz mientras sus tesoros no sean descubiertos. Creen también que cuando encuentran los
entierros, el aire encerrado que se escapa cuando los cofres son desenterrados, mata a los
seres humanos; así dicen "lo flechó la plata".

Algunas creencias folclóricas encontramos en la vida familiar de nuestros campesinos. En


el embarazo, los antojos de la mujer deber ser complacidos si no se quiere que el niño tenga
defectos cuando nazca; las comadronas o parteras son las que ayudan generalmente en el
parto.

Las creencias sobre la MEDICINA POPULAR y la herbología son la base fundamental


para las curaciones. Los campesinos boyacenses creen con fervor en los yerbateros,
curanderos y mediquillos. Un tipo popular es la "medicina mágica"con la cual se busca
el origen de la enfermedad y se señalan lugares que transmiten enfermedades; en Boyacá
los nacimientos de agua y las lagunas pueden llevar graves enfermedades; otras
enfermedades surgen de los hechizos o maleficios; otras como hidropesía, surgen de
algunos animales cuyas secreciones constituyen el agua que se extrae del individuo
enfermo. El asma se atribuye al pelo de los gatos; la lepra se origina cuando se toma un
baño mientras se está sudando; la fiebre es siempre señal de enfermedad caliente.49

La medicina popular tradicional presenta una gran difusión en Boyacá; se relaciona con
el curanderismo y el yerbaterismo que tienen hondas raigambres indígenas y españolas.
Algunas plantas fueron utilizadas por los chibchas para sus enfermedades señalando entre
ellas: el yantén para las afecciones del riñón y el mal de ojo; el limoncillo como vomitivo;
el guaco para las enfermedades femeninas; la albahaca para matar gusanos producidos por
las moscas en cualquier parte del cuerpo; el sen como sudorífico, etc.

Las coplas populares de Boyacá nos indican las costumbres medicinales de los campesinos.
Para las enfermedades del hígado las gentes creen en el sen, llantén y la chireta, como así
nos lo expresa esta copla boyacense:

"El hígado es una vaina

si te soba, dáles "sen";

y si te sigue sobando,

dále "chireta" y "llantén".


49
Sobre la medicina popular en Boyacá, consúltense los estudios: Octavio Quiñones Pardo, "BOTIQUIN
FOLCLORICO DE BOYACA" En: "Revista de Folklore" (Bogotá), No. 2 (1947), p. 147 - 151. Virginia
Gutiérrez de Pineda, "LA MEDICINA POPULAR EN COLOMBIA" Bogotá, Univ. Nacional, 1961.

129
Contra la bronquitis y la tos los boyacenses acostumbran "el malvisco" en bebidas
calientes; asimismo es importante la flor de cerezo. Dice la copla:

"Malvisco y flor de cerezo

es lo güeno pa la tos;

al pecho se entra el "malvisco"

y a los pulmones la flor".

Para los enfriamientos los campesinos acostumbran el sudor de "toronjil", así dice la copla:

"Si tás malita y te mojan

estas llovisnas de abril,

que te den entre la cama,

un sudor con toronjil".

Para los dolores de muelas acostumbran la "chicoria", leche, linaza y limón, como dice la
copla:

"Cuando te duelan las muelas

y te pongas cachetón,

hacé buches de "chicoria"

leche, linaza y limón".

Para los dolores de estómago acostumbran la raíz de manzanilla y las hojas de yerbabuena;
para la fiebre, usan la verbena; para los cálculos en el hígado las almendras de níspero.

Las llagas son cubiertas con pedazos de calabazo o "totuma" que aseguran con fique en la
pierna enferma; aconsejan el zumo del zaúco. Para el corazón recomiendan la mata de
perejil; para los riñones el agua de la cerraja; para la indigestión el ají chiquito y el tabaco,
y así para cada una de las enfermedades.

Estas muchas creencias, supersticiones y formas diversas de la medicina popular


encontramos entre los campesinos boyacenses; unas de origen chibcha y otras de origen
español, modificadas muchas de ellas de acuerdo con el tiempo y las circunstancias.

130
9. Las artesanías populares en Boyacá.

Las artesanías populares constituyen uno de los más ricos veneros del folclor boyacense. Al
denominar en conjunto "Artesanía popular" nos referimos a un conjunto de actividades u
oficios que producen objetos de uso práctico o ceremonial, en alguna forma adornados o
conformados con fines artísticos. Recibe un carácter de artesanía folclórica cuando
presenta manifestaciones de la cultura popular, como supervivencias de muchos siglos de
duración.

El origen de la Artesanía boyacense en sus distintas manifestaciones de la cerámica,


cestería, orfebrería, torno, decorado, etc., se remonta a la artesanía chibcha, con aportes
posteriores de la técnica española y con variantes propias de la técnica mixta.50

Una de las manifestaciones más típicas de la Artesanía boyacense es la CERAMICA, la


cual obedece a una tradición chibcha y se presenta como una supervivencia indígena en el
pueblo boyacense. Los españoles hicieron algunos aportes en cuanto a las técnicas lociadas
y la diversidad de figuras.

En la cerámica boyacense se destaca la elaborada en RAQUIRA, cuya tradición data de


muchos siglos antes de la llegada de los españoles; a esta industria primitiva se le sumó en
la aculturación el vidriado español. Los pueblos cercanos a Ráquira y Tinjacá fueron
llamados por los cronistas españoles "Pueblos de olleros" por la proliferación y magnífica
calidad de la cerámica. La cerámica de Ráquira presenta un carácter esencialmente
folclórico: figuras antropomorfas y zoomorfas; los inmortales caballitos de Ráquira,
pesebres o nacimientos, mercaderes, músicos, muñecos y terracotas, figuras jocosas y de
gran ingenuidad; utensilios de cocina, vasijas de barro, adornos de mesa, sala, etc. Una de
las muestras de exposición más auténticas de Boyacá se encuentra en la hacienda particular
de la familia Zubieta entre Villa de Leyva y Sáchica.

En la elaboración de ollas y otros objetos de arcilla de gran utilidad para las labores caseras,
sin un sentido artístico como el de Ráquira, son importantes los centros de artesanía en la
vereda de los TUATES en Belén de Cerinza y en la región de Tutasá. Son típicos las
múcuras, chorotes, jarras, cuencos y ollas de diversas formas.

50
Sobre la artesanía boyacense consúltense los siguientes estudios: Pablo Solano, "ARTESANIA
BOYACENSE", Bogotá, Artesanías de Colombia, 1974. Yolanda Mora de Jaramillo, "ARTES Y
ARTESANIAS POPULARES" Bogotá, 1969.

131
Cerámica Tradicional de tos Tuatés. (Belén).

Existe en Boyacá un tipo característico de cerámica vidriada en Chiquinquirá, la Capilla y


Umbita. En los últimos años Artesanías de Colombia y el gobierno nacional han impulsado
los centros artesanales, especialmente en Ráquira. Otro lugar de tradición alfarera en
Boyacá es la vereda de Morcá, cerca a Sogamoso.

Otra de las ricas fuentes de Artesanía boyacense la constituyen los TEJIDOS, también con
orígenes chibchas y aportes hispánicos. Los chibchas desarrollaron una industria de los
tejidos con gran variedad de fibras vegetales, entre las cuales destacamos el fique y el
algodón. Según la tradición, Bochica en sus predicaciones enseñó la manera de hilar el
algodón y de tejer y adornar las mantas, los chircates, líquiras, llillas, chumbes, etc., y
demás elementos del traje chibcha. La aculturación española enriqueció esta artesanía con
el aporte de la lana, la organización de los telares, la aplicación de diseños, ornamentación,
etc.

Los campesinos boyacenses perpetúan la tradición aborigen en sus magníficos tejidos de


lana, con la confección de ruanas, bayetones, mantas, cobijas y otros objetos. En la
ornamentación de esta artesanía, persisten en el dibujo, la forma o el color, las
supervivencias chibchas e hispanas que intercambiaron sus aportes culturales. Las regiones
tradicionales en la producción de los tejidos son el Valle de Sogamoso, Güicán, El Cocuy,
Chiscas, Chita, Busbanzá, Floresta, Tunja, Coper, Tinjacá, Sutamarchán, Ramiriquí,
Umbita, Sativanorte y otros; en unos hay predominio de tejidos de lana; y en otros de fique,
algodón, etc.

Uno de los centros artesanales más importantes de tejidos de lana en Boyacá, es la


población de Nobsa entre Duitama y Sogamoso; en la misma forma Iza; en Santa Rosa de
Viterbo son especiales en la elaboración de los tejidos y gualdrapas de lana las veredas de

132
Cuche, Gachavita y la Creciente. Los campesinos y gentes de los pueblos tejedores hacen
diversidad de tejidos: Magníficas cobijas de lana elaboradas en Busbanzá, Umbita,
Viracachá, Susacón, Nobsa, Iza, Sativanorte y otros pueblos.Mantas de lana y algodón;
colchas trabajadas en Monguí; frazadas; pañolones bordados a mano hechos en Guayatá,
Jericó y Sativanorte entre otros pueblos. Elaboran asimismo las ruanas de lana, lienzos,
alfombras, tapetes y pretales (pueblo de Tipacoque); la mantelería es muy típica de
Duitama y las monteras en Samacá.

Debemos destacar que en el ramo de los tejidos la provincia de Tunja ocupó el primer
puesto en la industria artesanal en el Nuevo Reino, en los siglos del coloniaje. Sus
productos eran llevados a la Costa Atlántica, Gobernación de Popayán, Antioquia y
exportados a la metrópoli española. Esta industria artesanal decayó cuando se implantaron
en la Gran Colombia las medidas de libre cambio en el comercio, las cuales hicieron
posible la invasión en gran escala de las mercancías europeas, especialmente inglesas, en el
período post-independiente que ha sido conocido como de la "Anglomanía". Se instauró el
desprecio por lo nativo y se estimuló el comercio de mercancías inglesas; esta tendencia
llevó a la decadencia económica de Boyacá. En 1882 se instaló la industria textilera en
Samacá; la primera que a nivel técnico industrial se estableció en Colombia; esta industria
decayó en la primera mitad del siglo XX y fué absorbida por la industria textilera de
Antioquia.

Otro de los renglones importantes en la artesanía boyacense es el FIQUE con el cual se


hacen numerosos objetos y prendas de vestir: alpargates y cotizas; alfombras de fique
típicas de Sutatenza; sacos de fique para empaque, elaborados en Guateque, Guayatá, La
Capilla, Sutatenza, Santa Sofía; aperos de cabeza, hechos en Tenza; enjalmas en Garagoa;
guambias, nasas para pescar, elaboradas en Togüí; harnerostípicos de Soatá; bellas figuras
estilizadas hechas de fique (Cristos, árboles, campesinos, bailes, representaciones
antropomorfas, zoomorfas, etc.) hechos en Pesca; miniaturas en fique (sombreros,
alpargatas) típicos de Soatá. La manufactura de lazos es típica de Rondón, Guacamayas y
Garagoa; se han popularizado en diversidad de pueblos los trabajos de fique para mochilas,
cestos, cordeles, bolsos, tapetes, bandejas, papeleras, etc.

En Firavítoba se concentra en gran parte, la producción de la alpargata de fique que


utiliza el campesino boyacense; es una tradición que se proyecta desde la época colonial. Es
asimismo importante en los productos de fique, el pueblo de Tipacoqueen el norte de
Boyacá en donde elaboran tapetes, individuales, alpargatas y diversidad de artículos
artesanales. Dignos de mención son asimismo los pueblos de Betéitiva, Soatá, Guacamayas,
Zetaquira, Rondón, Miraflores, Tinjacá y Villa de Leyva (mochilas, capoteras y pesos).

Otro de los ricos veneros de la artesanía boyacense lo producen los múltiples objetos
hechos en ESPARTO: cestos, canastos de diversos tamaños y formas (Uno de ellos es
el "guachubo" en forma redonda, muy utilizado por los campesinos para sus compras);

133
individuales, roperos, pequeñas lámparas, sombreros, coladores, ruedos, etc. El esparto es
elaborado fundamentalmente por los campesinos en las veredas; destacamos los centros de
Cerinza, Tuta, Tunja, Ráquira, Belén, etc.

En la artesanía popular boyacense son típicos los SOMBREROS, elaborados en diversos


materiales y estilos. Así son característicos los sombreros de tapia pisada, elaborados en
Villa de Leyva, los sombreros de tamo de cebada, trabajados en Chitaraque;
los sombreros de paja de esparto hechos en Ráquira; los sombreros de caña de azúcar,
confeccionados en Valle de Tenza; los sombreros de pico trabajados en Soatá;
los sombreros de ramo elaborados en La Capilla y los sombreros de pajahechos en
Guayatá, Sutatenza y Guacamayas.

La artesanía folclórica de Boyacá presenta también magníficos trabajos en CERDAque son


de gran utilidad y curiosidad. Se utilizan las crines y colas de caballos, o las colas del
ganado vacuno para la elaboración de cestos de cerda, coladores, cedazos, lazos trenzados,
cinchas, frontales y pellones; en esta línea de artículos los centros de producción más
importantes son Aquitania (Pueblo Viejo), pueblos y veredas de los alrededores de la
laguna de Tota y en el válle de Tenza. Los artículos verdaderamente artísticos hechos en
cerda son elaborados en el municipio de Tenza; allí los artesanos hacen miniaturas en cerda
que son de excepcional primor y requieren de gran habilidad manual; encontramos allí
diminutos collares en cerda, canastos en miniatura, bellísimas y variadas flores en
miniatura, alpargaticos, muñequitos en cerda, anillos, sombreros de diversos tipos en
miniatura, etc.

Otro tipo de trabajos artesanales de Boyacá lo encontramos en la elaboración de los objetos


hechos con CAÑA común, o "CHIN" (cañabrava). Con ella elaboran los campesinos una
diversidad de cestos, canastos y canastillas con o sin tapa, jaulas, artículos de juguetería,
capadores, baúles, pañaleras, roperos, etc. La producción más importante se encuentra en
Tenza, La Capilla, Tibaná, Sutatenza y otros pueblos del Valle de Tenza.

La elaboración de los cestos y canastos presenta uno de los aspectos importantes en la


artesanía boyacense. Típicos son los cestos de caña trabajados en Tenza y La Capilla;
los canastos gallineros de Labranzagrande; los canastos graneros de Tibaná; canastos de
diversos tamaños y variedades de Tenza y Sutatenza; canastos de paja de la vereda la
Laguna en Chiquinquirá.

Junto con la cañabrava destacamos también los objetos artesanales elaborados


en BEJUCOS y CHUSQUES, en especial en las zonas frías del norte y en los límites con
Santander, en especial en Villanueva, Carmen, Santa Ana, Santa Bárbara, Becerra, Peña
amarilla y otras.. Con bejucos y chusques elaboran los campesinos diversidad de canastas,
paneras, pañaleras, portavasos, revisteros, pequeñas lámparas, etc.

134
Otro renglón importante de la artesanía boyacense es la TAGUA muy típica de
Chiquinquirá. Con las semillas de la palma de marfil obtenida en la región del Carare,
pulidas en tornos y teñidas con colorantes químicos, elaboran diversas figuras muy típicas
de la artesanía boyacense: figuras antropomorfas, zoomorfas, troncos de árbol, guitarras,
botellas en miniatura, cuadros campesinos, danzas, campesinas hilando, campesinas con sus
niños, pares de enamorados, llaveros en diversas formas y multitud de adornos con temas
diversos. Con tagua se hacen botones, pipas, camándulas, relicarios, figuras de santos,
pequeños altares, y una diversa gama de recuerdos turísticos.

Chiquinquirá se caracteriza también por la fabricación de INSTRUMENTOS


MUSICALES, especialmente guitarras, tiples, bandolas y requintos en diversas calidades y
tamaños. Es el centro artesanal de instrumentos musicales más importante de Colombia.51

En la artesanía boyacense son de especial importancia los trabajos hechos


en MADERA , desde las cocas, trompos, yoyos, cucharas, cucharones, artesas, hasta los
lujosísimos muebles coloniales hechos en Puntalarga, Duitama, Paipa y Nobsa. Para la
elaboración de las artesanías de madera, se utilizan diversas variedades: cedro, nogal, pino,
encino, caoba, guayacán; asimismo utilizan el higuerón, aliso, yuko, sauce, etc.

En los trabajos de madera se destacan los hechos en Socha, Belén, Rondón, Chiquinquirá,
Duitama, Paipa y otros lugares. Diversos objetos se elaboran en madera, unos como
elementos domésticos, otros en formas de adornos y juguetes y otros en bellos y variados
muebles: artesas, morteros, molinillos, vasos, copas, ceniceros, cucharas, cucharones,
cocas, trompos y otros utensilios torneados en Chiquinquirá. En la artesanía de los
"muebles coloniales" de Puntalarga, Duitama, Nobsa, Paipa y Sogamoso encontramos una
variedad de sillas, sillones, varqueños, arcones, camas, mesas, escritorios, escaños,
escabeles, mesitas de centro, etc.; esta artesanía constituye uno de los atractivos más
recientes de la artesanía boyacense.

Otras variedades de artesanías encontramos en los pueblos boyacenses: En Nobsa son


características las campanas, pailas, peroles de cobre y otros objetos de fundición;
los curtidos de cueros son característicos de Santa Rosa de Viterbo, Nobsa, La Capilla y
Tinjacá: las máscaras matachín especiales para las fiestas populares son típicas de Tibaná
y otros lugares de Boyacá; la losa de arcilla de Sutamarchán; asimismo otros objetos
artesanales dignos de estudiar en la variada artesanía popular, una de las más
representativas de Colombia.

51
Andrés Pardo Tovar y Jesús Bermúdez Silva, "LA GUITARRERIA POPULAR DE CHIQUINQUIRÁ",
Bogotá, Universidad Nacional, 1963.

135
Un panorama general de la artesanía boyacense nos indica la profundidad de la cultura
popular de Boyacá; la importancia de los diversos aportes chibchas y españoles y la
presencia del mestizaje etno-cultural.

Artesanías Boyacenses.

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