El Pueblo Boyacense y Su Folclor
El Pueblo Boyacense y Su Folclor
El Pueblo Boyacense y Su Folclor
Contenido
Un estudio del Folclor boyacense nos lleva al análisis de las supervivencias tradicionales de
larga duración que se manifiestan en el Pueblo Boyacense: sus costumbres, tradiciones,
creencias, música y danzas, coplas, mitos, medicina popular, fiestas tradicionales y todas
aquellas manifestaciones populares que son el "haber del pueblo", su herencia ancestral y
su legado. Estudiamos las "supervivencias" que han permanecido por tradición a través del
tiempo; las vigencias más típicas, más sencillas y cotidianas, que precisamente por tener tal
carácter son del dominio de las masas populares, que se aceptan y transmiten de generación
en generación con gran facilidad.
Los hechos folclóricos que estudiamos presentan profundas raigambres de muchos siglos
de duración en su proyección estructural; tienen un ritmo lento en su movimiento en el
tiempo y se manifiestan como estructuras básicas convertidas en elementos estables de una
infinidad de generaciones; permanecen sin cambios durante muchos siglos y son casi
inmóviles.
Los hechos folclóricos que estudiamos en Boyacá son colectivos, pues pertenecen a esta
sociedad incrustada y relacionada en todos sus elementos con Colombia e Hispanoamérica.
Se han transmitido por tradición con fuerza y vivacidad a través del tiempo, convirtiéndose
en patrimonio cultural más querido por el pueblo. Son funcionales, porque se identifican
con la vida espiritual, material, social y económica de la comunidad boyacense. Son
regionales, por cuánto se localizan en esta región del Altiplano boyacense de los Andes
Orientales y expresan los modos y circunstancias locales en una dimensión de espacio de
relación con la región cundiboyacense, con Colombia en el espacio nacional y con
Hispanoamérica en el espacio continental; a nivel mundial, con Europa, Asia y Oceanía.
Son hechos que adquieren anonimato, por cuanto al pasar de individuo a individuo y de
generación en generación, sus orígenes se van perdiendo hasta desaparecer completamente.
Son hechos vigentes, porque a pesar de aparecer como supervivencias tradicionales, se
manifiestan con todo vigor y fuerza en la sociedad boyacense, que los considera como
frutos de aquella herencia ancestral del pasado.
Para conocer el Folclor boyacense, debemos reflexionar sobre diversos elementos étnicos y
culturales que lo componen, cuyas permanencias se presentan como supervivencias: su vida
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cotidiana, su folclor musical, su folclor literario, las romerías y fiestas religiosas, sus
costumbres, sus creencias, medicina popular, artesanías populares y aspectos diversos del
folclor en las regiones boyacenses.
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1. Identidad histórico-cultural del pueblo boyacense.
Para llegar a un análisis profundo del Pueblo Boyacense y las supervivencias folclóricas,
debemos delimitar los diversos elementos raciales y formaciones socio-culturales que lo
conforman: el indígena y el español, localizados en el Altiplano boyacense de los Andes.
En la Etnia aborigen boyacense tenemos en cuenta también los indios Laches en la región
del Cocuy, El Espino, Chita, Jericó, Guacamayas, Chiscas y en general en los alrededores
del Nevado de Chita o Guicán. Algunos subgrupos fueron los Laches, Chiscas, Ura, Chita,
Cocuy, Pánqueba, Guacamayas, Tequia y otros.
El pueblo aborigen más importante del Altiplano boyacense fué el CHIBCHA o MUISCA,
considerado en un grado de desarrollo de cultura clásica americana y un modo de
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producción de comunidad ampliada. En el momento de la llegada de los españoles, el
pueblo chibcha se encontraba en un proceso de "unificación", como base para la
constitución de un verdadero reino comunitario. No llegaron a la plenitud de la
confederación política, por el liderazgo que pretendía hacer el Zaque desde Tunja y el Zipa
desde Bacatá, y la llegada de los españoles.
El grado de adelanto chibcha se manifestó también en las normas jurídicas, que le asignan
un primer puesto en el adelanto jurídico de América prehispana; dignos de especial
mención son los códigos de Nemequeme, Nomparem y Goranchacha y las sabias normas
del gran legislador Bochica.
En los siglos del coloniaje (XVI, XVII y XVIII) el altiplano boyacense se presenta como la
típica zona de estructura colonial: elevado porcentaje de la población indígena chibcha;
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encopetada aristocracia peninsular y criolla en Tunja; y el área característica de
la Encomienda, el Resguardo y la Mita. En esta área se fortaleció la Encomienda en los
siglos XVI y XVII, presentándose en la estratificación social un grupo de encomenderos y
propietarios españoles y criollos y una gran masa de indígenas encomendados. Desde la
última década del siglo XVI surgió el Resguardo en el cual se estableció un tipo de
propiedad comunal, en la cual se agruparon núcleos de indígenas con cierta autonomía
administrativa y con sus propias autoridades; una forma comunal de la tenencia de la tierra,
que buscaba la protección del indígena contra los abusos causados por la convivencia con
españoles y criollos. En esta área boyacense se fueron consolidando en los siglos XVII y
XVIII las haciendas familísticas y patrimoniales, que poco a poco se fueron convirtiendo en
el eje de la actividad social, económica y política con proyecciones en los siglos XIX y XX.
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Sobre la Historia de Tunja y Boyacá pueden consultarse las siguientes obras:Germán Colmenares, "LA
PROVINCIA DE TUNJA EN EL NUEVO REINO DE GRANADA" (1539-1800), Bogotá, U. Andes,
1970. Ulises Rojas, "CORREGIDORES Y JUSTICIAS MAYORES DE TUNJA" Tunja, Imprenta
Departamental, 1962. Ramón C. Correa, "HISTORIA DE TUNJA", Tunja, Imp. Dptal., 1945. Ozías Rubio y
Manuel Briceño, "TUNJA DESDE SU FUNDAClON HASTA EL PRESENTE", Bogotá, Imprenta Eléctrica,
1909.Ramón C. Corres, "MONOGRAFIAS" Tunja, Imp. Dptal., 1930, 4 vols. Gabriel Camargo Pérez, "DEL
BARRO AL ACERO", Tunja, Imp. Departamental, 1968.
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La presencia de un gran núcleo de población integrado por sobrevivientes chibchas,
quienes sufrieron el impacto de la expansión española, la aculturación o contacto de
culturas y la endoculturación o aprendizaje de la cultura occidental cristiana. Es el grupo
que conforma la mayoría del campesinado boyacense enfrentado en un problema
bicultural: por una parte, su antiguo acervo cultural, el cual a pesar de haber sido
enormemente reducido, pudo hacer sobrevivir algunos elementos que representan el modo
de ser del campesino boyacense, expresado en las supervivencias folclóricas indígenas; y
por otra parte, la contribución europea, espiritual y material que se ha hecho vigente
durante cuatro siglos y medio.
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2. La aculturación y las supervivencias en el folclor boyacense.
Durante los tres siglos del coloniaje, los chibchas del Altiplano, llevados a los sistemas de
encomienda y resguardo, fueron asimilando la cultura española por endoculturación o
aprendizaje de la cultura. Algunas supervivencias de su religión continuaron sin embargo,
hasta muy avanzada la colonia, en forma secreta; otras, en forma pública, como las
peregrinaciones o romerías a Chiquinquirá, Chinavita, Monguí y otras.
Grandes masas de indios chibchas pasaron a las encomiendas en el siglo XVI. A partir de
1592 con la reforma agraria implantada por el Presidente Antonio González, pasaron a los
Resguardos, y por último en los siglos XVIII, XIX y XX, entraron a conformar el
CAMPESINADO DE BOYACA y pueblo llano de las incipientes aldeas. Muchos de estos
indígenas se mezclaron con los españoles, especialmente andaluces y castellanos y dieron
surgimiento a los mestizos, que se distribuyeron en las campiñas boyacenses. Estos
campesinos, descendientes de los chibchas, participaron en el Movimiento Comunal de
1781; fueron patriotas encendidos o realistas furibundos en diversos lugares en la Primera
República Granadina; hicieron parte de los ejércitos patriotas o realistas de acuerdo con las
circunstancias en la guerra de independencia; fueron decisivos en la Campaña Libertadora
de 1819; y asimismo fueron pasto de guerras civiles en el siglo XIX, llevados en masas por
caudillos y gamonales en ese siglo de la consolidación nacional.
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aceptación, la reacción y la adaptación. En unos casos se presenta la mezcla de culturas por
fusión para dar surgimiento a una proto-etnia cultural nueva; y en otras encontramos
el sincretismo o supervivencia de los diversos elementos culturales.
Aun cuando la mayor parte de las supervivencias en el Folclor de Boyacá son originarias de
España, con adaptaciones al medio chibcha y con influencia del medio ambiente, es
innegable la subsistencia del espíritu y la mentalidad indígena: la melancolía de la raza, la
espontaneidad, la ingenuidad y el detalle son representativos de la aculturación que se
refleja en el Folclor boyacense. A los aires musicales introducidos por los españoles en el
Altiplano y asimismo a sus danzas y cantos, se mezclaron los rasgos de la melancolía y
tristeza de los cantos chibchas, tristes y expresivos.2
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Sobre la idiosincrasia del boyacense consúltense los siguientes estudios: Orlando Fals Borda, "EL
HOMBRE Y LA TIERRA EN BOYACA"; Bogotá, Editorial Punta de Lanza, 1973. Orlando Fals Borda,
"CAMPESINOS DE LOS ANDES", Bogotá, Editorial Iqueima, 1961. Manuel Zapata Olivella, "EL
HOMBRE COLOMBIANO"Bogotá, Editorial Anta res, 1974.
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Campesina Boyacense.
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3. El paisaje boyacense y el folclor.
La región del Occidente boyacense es una llanura selvosa, húmeda y estéril, casi
despoblada alrededor del río Magdalena y el auge de Puerto Boyacá.
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atracción.
Paisaje Boyacense.
El origen de los pueblos boyacenses nos remonta a una estabilidad de núcleos demográficos
en las diferentes áreas geográficas. Algunos surgieron al calor de los poblados indígenas;
otros en los siglos de la colonización española; y los más recientes, en los siglos XIX y XX.
Entre los pueblos que surgieron de los poblados indígenas, mencionamos los
siguientes: Tunja, que surgió del cercado de Quimuinza y era la sede de los
Zaques; Sogamoso, lugar que surgió de Sugamuxi, el centro religioso de los chibchas y el
lugar sagrado del templo del sol; Duitama, dominado por el cacique
Tundama; Ramiriquí la primitiva capital de los zaques y sede del cacique
Baganique; Soatá, centro del cacicazgo; Monguí habitado por la tribu de los
samoes; Betéitiva poblado del célebre cacique Betancín; Chita, caserío de los laches, en la
misma forma que El Cocuy; Pesca, habitado por los pescas, chávigas y mochagá.
Señalamos asimismo los poblados indígenas en donde surgieron: Chiquinquirá, Moniquirá,
Turmequé, Garagoa, Guateque, Iza, Mongua, Paipa, Nobsa, Somondoco, Ráquira, Cucaita,
Cerinza, Boavita, Chiscas y otros.
Otros pueblos boyacenses surgieron en los siglos del coloniaje hispánico: Villa de Leyva,
Miraflores, Belén, Pueblo Viejo, Santa Rosa de Viterbo, Ventaquemada, Capilla de Tenza,
Corrales, El Espino, Güicán, La Uvita, Umbita y otros. En las fundaciones, señalamos la
importancia de la fundación de Tunja el 6 de agosto de 1539 en el cercado de Quimuinza.
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En el período nacional surgieron otros pueblos boyacenses como Briceño, Buenavista,
Caldas, Chinavita, Guayatá, Paz de Río, Belencito y otros.
Pa´ chirimoyas,
Guateque; Cuando el diablo tá algo
triste
pa´ naranjas, Machetá; se va pa Turmequé;
las niñas le sirven chicha
para muchachas bonitas
y le dicen sumercé.
Somondoco y Guayatá.
Voy de Tenza a
Chinavita Ese nu es de pu´ estos laos,
es´ es de Ramiriquí
y de allí a Chiquinquirá, y tieneel pico pelao
pa San Lazaro pasando de tanto comer ají.
y golviendo a Tutasá.
Paisaje Boyacense.
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El folclor boyacense se concentra en las VEREDAS y en las ESTANCIAS campesinas. La
vereda es una división rural en grupos vecinales, en donde la población se concentra en
estancias, fincas o haciendas de tamaño pequeño o regular; es en ellas en donde se
concentra lo más típico de los usos regionales, tradiciones y costumbres. Hasta el siglo
pasado, se llamaban "partidos" o comunidades; algunas surgieron de las antiguas
capitanías indígenas y en los resguardos; otras surgieron alrededor de una gran hacienda
española.
La vereda tiene para el boyacense un sentido especial que lo distingue de otras regiones
colombianas; en ella se encuentra su parcela que concentra todo el ámbito de su existencia;
la razón de ser del trabajo; el nexo sensible que establece la comunicación del hombre con
el cosmos. En la vereda se encuentra "LA ESTANCIA" que es esa pequeña porción de
territorio arable que circunda la choza campesina; en ella se encuentra la tradición
campesina, la historia misma, y por esencia, el ámbito del Folclor.
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4. El folclor cotidiano boyacense.
La indumentaria popular es uno de los elementos folclóricos en donde podemos analizar las
supervivencias de larga duración en el pueblo boyacense, y las diversas influencias
sociales, históricas, económicas y geográficas.
El origen del traje típico del Altiplano boyacense lo remontamos a la época inicial de la
transculturación hispano-chibcha, con las innovaciones que posteriormente se le hicieron.
Las mujeres chibchas usaban una manta cuadrada llamada "chircate", ceñida a la cintura
con la faja "chumbe" y sobre los hombros una pequeña manta llamada "líquira" prendida
en los pechos con un alfiler grande de oro o plata, que tenía en la cabeza un cascabel que
llamaban "topo". En la cabeza llevaban las mujeres la Llillao mantilla rectangular que
replegaban sobre la nuca y ajustaban con el "topo" o largo alfiler. Los hombres chibchas
llevaban un largo poncho de lana que les llegaba hasta las corvas, para protegerse del frío.
La mayoría de la población chibcha del Altiplano lucía los pies descalzos; sin embargo los
caciques y gentes de mayor rango social calzaban la "hushuta" o suela de cuero fijada al
calcañar por cordones también de cuero, los cuales pasaban por entre los dedos.
Los conquistadores españoles que penetraron a Boyacá en el siglo XVI trajeron cotas de
malla y corazas. Los soldados de la hueste indiana vestían las llamadas "normandas" o
túnicas de cuero o gamuza, acolchonadas y reforzadas con grandes cabezas de clavos. En el
siglo XVII los tunjanos usaban juboncillo ajustado, pantalón corto de seda o terciopelo
oscuro con acuchillados blancos, y medias de seda o lana, capucha con borla y gorra, hecha
de la misma tela que el vestido. Las mujeres españolas utilizaban amplias sayas, faldas de
vuelo completo, a menudo con pliegues, enaguas y refajos; usaban los delantales, jubón o
corpiño de encajes y los chales; se cubrían la cabeza con mantones de lana para protegerse
del frío, o también las mantillas de encaje.
Los vestidos españoles y chibchas de los siglos del coloniaje, con las influencias de las
modas francesas introducidas en la época de los Borbones (Siglo XVIII) y otras influencias
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europeas en el siglo XIX, fueron conformando un traje típico boyacense que se popularizó,
y es el que hoy conocemos generalmente en el campesino boyacense.
El pantalón fué adaptado a los descendientes chibchas desde el siglo XVII, pues hasta
dicho siglo parece que usaron los chircates. En el siglo XIX los campesinos boyacenses
aparecen con pantalones anchos y sueltos, con un largo variable de la rodilla al tobillo; fué
solo a mediados del siglo XIX cuando los pantalones de nuestro campesino se volvieron
largos y estrechos, casi pegados a la piel. A finales del siglo XIX aparecen los pantalones
masculinos en forma de campana, con la boca del pantalón más ancha que la manga. En la
primera mitad del siglo XX, el pantalón del boyacense de "manta Samacá" era angosto y
ajustado a la pierna, e iba generalmente un poco arriba del tobillo. Los campesinos de
mayor recurso, utilizaban el "pañete" con un tejido más fino de algodón delgado y con
dibujos parecidos a los del paño extranjero. Para las fiestas los campesinos ricos usaban
saco o chaqueta de pañete o de manta "samacá".
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utilizó el sombrero jipa, traído del occidente y sur del país; era el que lucía en las romerías
y días festivos; el jipa lo cambió posteriormente por el sombrero de fieltro, el cual se ha
generalizado mucho en el campesino actual.
Las alpargatas que usaban los campesinos boyacenses fueron introducidas por los
españoles y en sus raigambres históricas parecen que son de origen árabe, con amplio uso
en Valencia en la época medieval (La voz arábiga "albargat" dió origen a la palabra albarca
y alpargata); también aparece con los nombres de cotiza, quimba y ojota. Las primeras
mujeres españolas que llegaron al Altiplano utilizaron las alpargatas, inicialmente hechas
de algodón y luego de fique; el campesino boyacense fué muy lento en adoptar las
alpargatas españolas; los indígenas y en general los campesinos durante muchos siglos
fueron descalzos como sus ascendientes chibchas. El alpargate que usa el campesino
actualmente es de fique con capellada de algodón; va atado del talón hacia adelante con un
cordón de lana, de preferencia negra.3
Las españolas que llegaron en el siglo XVI usaban faldas que caían hasta los tobillos; las
mujeres chibchas que usaban los chircates, se fueron acostumbrando al traje de las faldas.
Esta supervivencia española no ha sufrido muchos cambios; así las faldas de las campesinas
boyacenses, recuerdan las españolas del siglo XVIII. La falda de la campesina es
generalmente de frisa o de tela ordinaria, que hasta hace poco tiempo era fabricado por las
mismas campesinas en telares antiguos caseros, y las teñían con añil. La falda generalmente
es negra y va casi hasta el tobillo; en la jareta que va en la cintura, hasta hace poco tiempo
colocaban un cordón, hecho generalmente de cabello, el cual iba dentro de la jareta y con él
ataban fuertemente la cintura. En la parte baja de la falda llevaban cintas con colores
vistosos; generalmente eran extravagantes colores y pliegues gruesos para las campesinas
quinceañeras. Las campesinas elegantes utilizaban paño muy fino o terciopelo para sus
3
Sobre los trajes típicos merece complementar la investigación en los siguientes estudios: Orlando Fals
Borda, "NOTAS SOBRE LA EVOLUCION DEL VESTIDO CAMPESINO EN LA COLOMBIA
CENTRAL" En: "Revista Colombiana de Folclor" (Bogotá) Segunda época, No. 2 (Junio 1953). Luis Duque
Gómez, "NOTAS SOBRE LA HISTORIA DEL TRAJE TIPICO NACIONAL". En: "Revista Colombiana de
Folclor", No. 6 (1961). Corporación Ballet de Colombia, "TRAJES REGIONALES DE COLOMBIA".
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faldas, las cuales son bordadas generalmente a mano y son sumamente costosas y elegantes;
algunas son de seda muy brillante.
Hasta hace algunos años las campesinas gustaban dejar ver los bordados que penden de su
falda interior, para lo cual la enrollan en la cintura de tal modo que a trechos desiguales
queden unas partes más largas que la falda exterior y luzcan así, coquetones los blancos
encajes que en partes se ocultan afanosos para luego volver asomarse tímida y
disimuladamente. Una serie de enaguas blancas y rojas llevaban las campesinas, las cuales
mostraban cuando se agachaban. El número de enaguas daba la posición social de la
campesina boyacense; era un verdadero lujo utilizar hasta ocho y diez enaguas.
El pañolón que usa la campesina boyacense esotra de las proyecciones del traje español
femenino, la mantilla; aun cuando las mujeres chibchas estaban acostumbradas a
la "líquira", especie de pieza pequeña de algodón que se echaban alrededor del cuello y
sobre los hombros, asegurándola con un alfiler o topo. En la época colonial, las mantillas de
colores, solamente eran permitidas para las mujeres españolas o criollas; las mantillas
negras se fueron acostumbrando para los sectores inferiores. Las "mantellinas" o mantos
grandes que daban hasta más abajo de la cintura, y generalmente negras se usaron hasta
mediados del siglo XX; para andar en la calle, la mantellina iba desde el cuello, y en la
iglesia desde la cabeza; esto era lo que llamaban, estar "cobijada". En la década de los
Treinta aparece con generalidad "el pañolón" de color negro con bordados característicos
y flecos distribuidos. En el pañolón existen diferencias de acuerdo con la posición social: el
de la campesina pobre es de paño con flecos largos de seda; las campesinas ricas usan el
pañolón negro de seda y finamente bordados. Son dignos de mención los pañolones
bordados a mano que hacen las campesinas de Guayatá, Jericó y Sativanorte, muy
popularizados en Boyacá.
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Las mujeres utilizaban también las alpargatas, las cuales eran muy lujosas para las
campesinas ricas. Eran los llamados "alpargates Soatá" de fique con suela en trenza muy
delgada y con capellada embotada y dibujada en el tejido; generalmente son muy elegantes.
Las campesinas en general utilizan alpargates blancos, atados con cintas negras de lana
tejida que llaman "galones". Encima se hacen unos nudos a veces muy grandes de diversas
vueltas, imitando una rosa que hace un adorno sobre el pie.
Con el traje folclórico que hemos descrito, podemos ver grupos de campesinos en los
mercados de los pueblos boyacenses, romerías, fiestas patronales, fiestas veredales, etc. Es
muy típico ver en los mercados boyacenses las bellas campesinas con el folclórico pañolón
y faldas generalmente de tonos oscuros y sombreros; en la misma forma, campesinos viejos
y jóvenes con sus pantalones largos de pañete, con saco del mismo material la ruana, el
sombrero y las alpargatas. Es muy general que no se presente distinción en el traje
folclórico entre los campesinos viejos y jóvenes.
Los chibchas del Altiplano boyacense tenían entre sus alimentos: el maíz, la papa o "turma
de la tierra", la batata, la arracacha, ahuyama, tomate, frijol, el ají, la quinua, los cubios, las
hibias, la yuca dulce y algunas clases de calabazas. Entre las frutas mencionamos: la
guayaba, la guanábana, la papaya, la chirimoya, la piña, la curuba, aguacate, tuna, pitahaya,
uchuva, pepinos y otras. Los alimentos principales eran el maíz y la papa condimentados
con ají y sal de Zipaquirá; la bebida principal era la chicha de maíz cocido y fermentado,
mezclado con el jugo azucarado de la caña de maíz. Mascaban la coca mezclada con cal, la
cual creían alimenticia y necesaria para mitigar el hambre y el cansancio de los viajes. Aun
cuando aparecen en general vegetarianos, los chibchas también utilizaron la carne de
venado, conejo, curí, pescados, cangrejos y ranas.
El maíz aparece como el principal cultivo y base de la alimentación de los chibchas. Según
los datos del RC 14 obtenidos en Sogamoso, desde los años 500 a. de J.C. aparece el maíz
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en los sacrificios rituales de los sacerdotes de Suamox. Fué la planta más popular entre los
aborígenes, por la facilidad de adaptación a todos los climas. El maíz amarillo lo
llamaron abtyba; el maíz blanco, salamny, el maíz negro chyscamny; la mazorca de
maíz, aba; el grano de maíz, agua; el maíz tierno, jachua. Con el maíz hacían los chibchas
su principal bebida, la chicha; asimismo arepas, tortillas, tamales, mazamorra, bollos y
además lo comían tostado.4 En el Altiplano boyacense el maíz solo daba una cosecha anual,
la cual según los cronistas era en septiembre, con cuyo motivo se hacían las fiestas
mágicas de la cosecha, con la asistencia de los caciques y la presentación de cuadrillas o
parcialidades con diferentes trajes y disfraces.
Otro de los alimentos importantes de los Chibchas fué la "papa" o "turma de la tierra",
un cultivo característico de las tierras frías. Parece que sus orígenes como planta alimenticia
aparece en el Altiplano cundiboyacense y en el Altiplano peruano-boliviano. Una noticia
que circuló en la época colonial sobre el regalo de turmas de la tierra que hicieron los
españoles al pontifice de Roma, hizo cambiar el nombre de turma por el de "papa".
Uno de los cultivos que se sembraban con la papa en las tierras chibchas, era
la quinoa o quinua, uno de los cereales más utilizados por los indígenas, el cual
desapareció casi por completo en los siglos del coloniaje y fué reemplazado por el trigo y la
cebada. Mencionamos entre los productos agrícolas no alimenticios, el algodón y el tabaco.
A partir del siglo XVI los españoles introdujeron sus productos alimenticios, característicos
del Antiguo Continente, destacado entre ellos: el trigo, la cebada, el arroz, la caña de
azúcar, el café, el banano y cítricos (naranjas, limones y sus variedades). En la misma
forma se introdujeron en la alimentación las carnes de vacas, ovejas, cerdos, cabras,
gallinas, palomas y algunas variedades de peces. Otros animales que llegaron con los
españoles fueron los perros, los caballos y las mulas.
Entre las comidas típicas del boyacense señalamos la mazamorra, el cuchuco y el ajiaco.
La mazamorra es la sopa de maíz más generalizada en los campos boyacenses; va
mezclada con papa chiquita o criolla, alverjas, carne, arracacha, habas y otros condimentos;
y se acompaña con exquisito y arreglado ají. El cuchuco es una sopa espesa, hecha de
4
Montes, J. J. y M. L. Rodríguez de Montes, "EL MAIZ EN EL HABLA Y LA CULTURA POPULAR DE
COLOMBIA", Bogotá, Instituto Caro y Cuervo, 1975.
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maíz, trigo y/o cebada molidos, mezclado con alverjas, zanahoria, papa picada y algunas
hierbas (cilantro, guascas, laurel, paico, tomillo, etc.); puede ser cuchuco de trigo o cuchuco
de cebada o de maíz; en los jueves de Runta en Tunja, una de las costumbres folclóricas de
gran tradición boyacense se acostumbra el cuchuco de espinazo de cerdo o "copartidario" y
se acompaña con una bandeja en donde son comunes el chicharrón totiao, chicharrón
carnoso, la morcilla, la longaniza, la costilla de cerdo y la papa con arroz.
El ajiaco es una sopa de papa de diversas variedades y calidades, cortadas en tajadas muy
delgadas, con arvejas, cilantro, guascas, yucas y habas; en la Navidad se acostumbra con
pollo y tiene una preparación muy especial en Boyacá y Cundinamarca. También se
acostumbra en Boyacá el "mute", una sopa de maíz pelado, con carnes o pata de cerdo,
cabrito o cordero y diversos condimentos. Muy típicas aparecen también la costilla de
cordero asada, el cabrito en el norte de Boyacá, la ternera a la llanera y la carne asada como
elementos del "gusto" y apetito boyacense.
En la comida boyacense aparecen también los envueltos y los tamales. Los envueltosse
hacen con harina de maíz, leche cuajada, huevos y panela, cocinados a fuego lento;
aparecen comúnmente como bollos de maíz o masa envuelta en hojas que se ponen a
cocinar. Los tamales boyacenses, muy típicos en la comida de navidad, se preparan de
masa de maíz y en ellos se mezclan carne de gallina, cerdo, cordero, con arroz, zanahoria,
garbanzos, arvejas, tomates, ajos, cebollas y otros ingredientes; se envuelven en las hojas
especiales que dan el gusto.
Algunas coplas boyacenses nos reflejan los caracteres de algunos elementos de la comida
boyacense:
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"Arepa, pero de queso Yo también queru a la
bien asad´ y calientica: Chepa
esu es lo que a mí me
gusta pero más queru a la Pacha,
pa´ comer con mi chatica. porque mi asa bien l´ arepa
y me guisa l´ arracacha.
a comer mazamorrita
Entre las bebidas típicas del boyacense hacemos especial mención de la CHICHA y el
GUARAPO. Los indios Chibchas utilizaron la chicha como su bebida principal; la hacían
de maíz fermentado y cocido. El campesino boyacense hace la chicha con maíz blanco
molido en una piedra, el cual se mezcla con melaza de caña o aguamiel; la dejan "jechar"
durante 15 días o más, después de haberle agregado los "cunchos". De acuerdo con la
fermentación, hay diversas clases de chicha: la llamada "chicha flor" que es una especie
que surge del masato; la "chicha de mitaca" de potencia mediana; "la chicha de ojo" cuando
está en su máxima efervescencia y chispea.
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Mercado Típico de Boyacá.
24
nos sale mejor la cuenta.
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objetos diversos. Algunos son hechos de almíbar de azúcar endurecido o de caramelo; son
dulces con vistosos colores y con variadas figuras: altares con la Virgen de Chiquinquirá, el
Señor de la Columna, la Virgen del Amparo u otras imágenes, de acuerdo con la romería, y
en general envueltos en papel cristal; figuras de ángeles, corderos, pájaros, flores, perros,
gatos, etc. Estos dulces de azúcar son elaborados principalmente en la vereda de los Tuatés
en el Municipio de Belén. Los romeros y campesinos en general llevan dichos dulces como
recuerdos, con los alfandoques, rosquetes, merengues, bocadillos en sus diversas formas y
variedades, espejuelos, túmez, masatos sólidos, panelitas, dátiles de Soatá, besos de novia
de Villa de Leyva, panelitas moniquireñas y otros elementos muy variados de la exquisita
dulcería folclórica de Boyacá.
La vivienda de los Chibchas del Altiplano Boyacense era el típico "bohío": una choza
cubierta de paja, en planta circular y con techo en forma cónica acampanada; generalmente
iba sostenida de un poste central. Las paredes eran de bahareque, con cañas y carrizos
entrelazados y fijados por medio de cuerdas a los maderos. El piso era cubierto con esparto
fino y el techo con un fino tejido de cañizos atados con hilos de distintos colores. Los
bohíos estaban cercados con corrales de troncos o astillas. Cuando llegaron los españoles al
Altiplano boyacense tuvieron gran admiración con las casas principales de Tunja y
Sogamoso. Lucas Fernández de Piedrahita describe la ciudad de los Zaques con bohíos de
gran riqueza, con dos cercas, doce pasos distantes una de la otra. En las puertas de los
bohíos de la antigua Tunja era bello el espectáculo de los resplandores de las láminas y
piezas de oro que tenían pendientes, y tan juntas, que siendo rosadas por el aire, formaban
una musicalidad armoniosa que era un verdadero deleite para los españoles.
Los españoles de los siglos XV y XVI construían las viviendas ordinarias generalmente de
ladrillos o adobes y utilizaban las tejas para el techo. Las viviendas castellanas se
caracterizaron por su construcción en buen ladrillo, aun cuando también presentaba
viviendas construidas en tapia y adobe, como en la mayor parte de los pueblos españoles.
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Los españoles introdujeron en el Nuevo Reino de Granada, como en general en
Hispanoamérica las técnicas de construcción de vivienda con ladrillos, tejas y con el
apisonamiento de tierra o "tapias". De la mezcla hispano-chibcha surgió la técnica de
paredes de bahareque, en las cuales se emplean juntas las cañas y el barro.
Los primeros años del desarrollo urbanístico de las ciudades fundadas por los españoles
presentan un intercambio de experiencias entre los constructores españoles y chibchas. Los
Chibchas aportaron a la construcción de las casas: los techos pajizos, las paredes de
bahareque, los henchinados el empleo de tomizas o cuanes y el de esteras de formas
diversas elaboradas: con pajas, espartos o juncos. Los españoles contribuyeron con el
ladrillo, el adobe, la teja, la tapia pisada y las herramientas para trabajar la madera y la
piedra; aportaron asimismo, nuevos diseños para viviendas y edilicios mayores, hasta
entonces desconocidos.
Para la organización de los pueblos y aldeas de Boyacá, como de las demás regiones de
Colombia, los españoles utilizaron el plano "damero" o de tablero de ajedrez, en el cual las
calles parten de una plaza central cuadrada y se cortan en ángulos rectos para formar
manzanas rectangulares. En este estilo arquitectónico, la plaza es el centro de la actividad y
el lugar en donde se concentra la iglesia, el cabildo, las casas de los altos dirigentes y en
general la vida comercial. Es el estilo urbanístico que aún sobrevive en los pueblos y aldeas
de Boyacá.5
5
Martínez, Carlos, "APUNTES SOBRE EL URBANISMO EN EL NUEVO REINO DE GRANADA",
Bogotá, Banco de la República, 1967.
27
Vivienda Mestiza Boyacense.
28
5. El folclor musical de Boyacá.
Al estudiar la música de los indios chibchas del Altiplano boyacense, encontramos en ella
un significado mágico-religioso. La música chibcha se interpreta o canta, para obtener
efectos mágicos determinados; ella unía a los indígenas con el sol, la luna y demás
divinidades; asimismo, imprimía esperanzas de triunfo guerrero y consuelo de la muerte.
Los cantos, chibchas según los cronistas españoles, eran tristes y monótonos: Así expresa
Juan de Castellanos:
Los cantos tenían especial interés en los preparativos para la guerra; en aquellas ceremonias
que eran imprescindibles para obtener la voluntad de los dioses. Los indios de Tunja
duraban una luna o un mes cantando al sol, con explicaciones sobre las causas de la guerra
y ruegos por la victoria. Al terminar las guerras, los chibchas hacían ritos con cantos y
danzas. El ritmo era utilizado hasta en los trabajos colectivos; con compás y ritmo, los
chibchas roturaban el terreno para la siembra, removían y trasladaban las grandes piedras o
barrancos que lograban desplazar a grandes distancias, no obstante su peso.
Las danzas y los cantos eran imprescindibles en todas las fiestas religiosas y sociales: en los
sacrificios de los moxas al sol, en las fiestas de la cosecha y regocijos públicos. En las
fiestas de varios Caciques y pueblos, acostumbraban las parcialidades llevar sus propias
danzas con estilos diversos y mucha plumería, flautas, fotutos y tamboriles. En las
procesiones chibchas en las épocas de siembras y cosechas, representaban en sus danzas las
figuras de osos, leones, tigres y animales diversos. Las danzas chibchas servían también
6
Juan de Castellanos, "HISTORIA DEL NUEVO REINO DE GRANADA" Madrid, Edición Paz y Melía,
1886, T. 1, 55.
29
para festejar la terminación de la construcción de los cercados de los caciques, o cuando
llegaban a la terminación de una calzada.
Los chibchas fabricaron y utilizaron diversos instrumentos músicales: entre los aerófonos,
destacamos las flautas, trompetas de caracol de diversos tamaños y las ocarinas. Entre los
autófonos destacamos las maracas, sonajeros y las conchas utilizadas en las ceremonias
religiosas; se conocieron también los tambores, atabales y las cajas. Algunas trompetas eran
revestidas de oro y utilizadas para convocar a la tribu para actos importantes y para alentar
a los guerreros. Las ocarinas chibchas presentan figuras zoomorfas representadas con
significativos símbolos; una de ellas presenta la forma de un ave con las alas abiertas y cara
humana y sobre la cabeza un agujero pequeño para soplarla.7
Uno de los aportes de mayor influencia en el folclor musical boyacense sin duda alguna es
el ESPAÑOL que penetró en el Altiplano en los siglos XVI, XVII y XVIII. Los españoles
en su proceso de expansión colonizadora y difusión cultural, transmitieron sus cantos,
danzas e instrumentos musicales, los cuales se conocieron en sus colonias de ultramar. En
las tertulias y fiestas de la aristocracia colonial, en las veladas de las huestes
conquistadoras, en las fiestas de diversión popular, en las haciendas y en las nacientes urbes
coloniales, se conocieron los aires musicales españoles. Una música con mezcla de alegría
flamenca y andaluza, con la melancolía y cadencia castellanas, y el misterio sonoro de la
arábiga.
Una gran variedad de temas encontramos en los cantos españoles del siglo XVI que
penetraron en el Altiplano boyacense: canciones caballerescas, políticas, picarescas,
religiosas, amatorias, pastorales y bailables, interpretadas a tres o cuatro voces.
Los cantos españoles reflejan gran variedad y sentido regional. En algunos lugares de
Castilla, Aragón, Valencia y Navarra, aparece la jota, con acompañamiento de guitarras,
guitarricos y bandurrias. En Andalucía eran populares los cante jondo y flamenco, las
playeras, seguidillas gitanas, la debla, la caña, la serrana, la malagueña, la granadina y
otros. Avanzado el siglo XVI fué característica de España la canción acompañada en la
Vihuela y la guitarra, la canción de origen medieval y autores desconocidos.
Entre las danzas españolas típicas de los siglos XVI y XVII, encontramos el Saltarello o
Alta Danza, la cual consistía en una danza de salto, ligera y expansiva; asimismo existió la
calata y la danza del Ballo, muy parecidas al baile del tres del Altiplano boyacense. Eran
7
Ocampo López, Javier, "EL FOLCLOR Y SU MANIFESTAClON EN LAS SUPERVIVENCIAS
MUSICALES EN COLOMBIA", Tunja, U. P. T. C., 1970.Véase el estudio sobre la "MUSICA CHIBCHA".
30
típicas asimismo la morisca de influencia musulmana, la folia de los estudiantes
andariegos, el villancico, la seguidilla y la serranilla, con acompañamiento de pandero.8
A finales del siglo XVI en la época de los Austrias, se hicieron famosas las danzas de
pavana, la zarabanda, la chacona, el pasacalle, la folia y la sevillana; parece sinembargo que
la zarabanda y la chacona fueron danzás que surgieron en América Central y fueron
transplantadas a Andalucía. El pueblo español bailaba asimismo la jácara, la mojiganga y el
entremés; asimismo el zambapalo, la marina, el pollo, el colorían colorado, el hermano
bartolo, el polvillo, las cosquillas de la capona y otras.
A finales del siglo XVI y XVII se popularizaron las danzas españolas de grupo,
principalmente en las festividades religiosas de las nacientes ciudades coloniales. En ellas
se presentaban simulacros de elementos alegóricos pastoriles a la usanza de España. Eran
organizadas generalmente por cofradías, asociaciones piadosas de laicos y otros grupos que
se presentaban con trajes especiales para dar solemnidad y brillo a las ceremonias públicas.
En el Acta de Cabildo de Tunja del 11 de junio de 1590 aparece la organización de las
danzas que se debían interpretar en la fiesta de Corpus Christi; así mandó:
"Que se notifique a los tratantes de la calle real y oficiales, sastres, zapateros, zurradores y
silleteros, que cada uno saque una hacha de cera blanca alumbrando al Santísimo
Sacramento y que los tratantes de la calle real saquen una danza buena que vaya danzando
delante del Santísimo Sacramento y procesión y los zapateros otra danza y los satres otra
danza y los silleteros y zurradores otra danza y los herreros otra danza y cada uno una
hacha y los arrieros y esto se les notifique so pena de diez pesos de oro corriente para
gastos de la fiesta de Corpus en que dan por condenado a quien no lo cumpliere..."9
Entre otras danzas que introdujeron los españoles mencionamos las siguientes: La danza del
venado, la danza del oso, la danza de la vaca, la danza de los seises, la danza del Corpus
Christi, la danza de las espadas, la danza de los santiagueros, la danza de moros y cristianos
y otras.
8
Véase los estudios de Ludwig Pfandl, "CULTURA Y COSTUMBRES DEL PUEBLO ESPAÑOL DE LOS
SIGLOS XVI y XVII", Barcelona, Editorial Araluce, 1929, PP. 246 - 247. Asimismo la obra de Adolfo
Salazar, "LA MUSICA EN LA SOCIEDAD EUROPEA", México, El Colegio de México, 1942.
9
Archivo Histórico de Tunja, "Acta del Cabildo", 11 de junio de 1590.
31
Al iniciar el siglo XVIII se fueron perfilando en estos territorios los bailes criollos, con
interrupciones de los danzantes para dejar escuchar las coplas. Se hicieron populares el
torbellino, la manta, el moño, la bretaña, el paspié, la amable, contradanza y otras.
El folclor musical del Altiplano boyacense es por esencia mestizo, con predominio de las
supervivencias españolas sobre las indígenas. La mayoría de sus danzas, cantos y ritmos
tienen orígenes hispánicos, con adaptaciones de la música chibcha y creaciones autóctonas
colombianas. Los aires musicales más representativos de Boyacá son los siguientes:
El Torbellino.
La Guabina.
El Bambuco.
El Pasillo.
10
Ulises Rojas, "CORREGIDORES Y JUSTICIAS MAYORES", op. cit., p. 401.
32
el amor, la desilusión, el sentimiento religioso y el paisaje variado de la meseta
cundiboyacense. La tonada en cuyas expresiones de "mesmito", "sumercé", "queré",
"truje", "vide", "gancia", "ansina", "paqué", "topé", "untualito", etc., encontramos las
supervivencias del castellano antiguo del siglo de oro español, más típico en estos aires de
ascendencia hispano-colonial.
Sobre los orígenes del torbellino han surgido varias hipótesis, entre las cuales mencionamos
la indígena y la española. La indígena es defendida por el Maestro Guillermo Abadía, quien
encuentra una semejanza rítmica entre el torbellino y los cantos de viaje de los indios
motilones de la serranía de Perijá. Es conocido que los indígenas no usaban la marcha o
paso normal de los hombres de las ciudades, sino que tienen un trote rítmico que les
permite andar sin fatiga varias leguas por caminos de montaña y travesías cordilleranas; en
sus viajes van tarareando musiqillas rudimentarias o coplas regionales o sonando tonadillas
del mismo compás, en capadores rústicos. En las ventas camineras, durante el reposo del
viaje, pulsan sus tiples y requintos con el aire típico del torbellino, para solazarse en sus
recuerdos, o para acompañar la danza del mismo nombre que ejecutan en las posadas.11
La hipótesis hispánica relaciona el torbellino boyacense con el galerón, una de las danzas
españolas más antiguas que se trasladaron de España a nuestros territorios. El Maestro
Daniel Zamudio dice que el galerón, antecesor del torbellino, se originó en los cantos
11
Véase la obra de Guillermo Abadía Morales, "LA MUSICA FOLKLORICA COLOMBIANA", Bogotá, U,
Nal., 1973. Asimismo su obra "FOLKLORE COLOMBIANO'; Bogotá, Imprenta Nacional, 1970.
33
litúrgicos traídos a América por los españoles. Zamudio hizo comparaciones entre la
melodía del torbellino con la melodía del modo llamado "tetrardus", uno de los cuatro
modos primitivos del canto eclesiástico en época anterior al Papa Gregorio El Grande. Los
pobladores españoles que llegaron al Altiplano Cundiboyacense cultivaron estos cantos
litúrgicos, tanto en las iglesias, como en los hogares; muchos de ellos relataban episodios
de la vida de la Virgen, del Niño, la Sagrada Familia, etc.; el indio boyacense que escuchó
estos cantos, los mezcló son sus sentimientos de amor, desilusión, paisaje y en general el
ambiente del clima frío; las mismas expresiones verbales del castellano antiguo, expresan la
antigüedad del torbellino.
En las descripciones del siglo XIX, el torbellino aparece bailado por la mujer con vueltas
muy menudas como si fuera un trompo en remolino, alrededor del hombre que bailaba
zapateado. El movimiento rápido de la mujer se aprecia suave, por la elegancia que debe
llevar en los pies y el tronco.
En general el torbellino es un baile suelto que se baila entre dos personas, aun cuando
aparecen hasta cuatro. Los danzantes dan vueltas y regüeltas, con la particularidad del
movimiento femenino como un trompo, con las manos jugando al danzar. El hombre
persigue a la mujer, pero ésta se escapa haciendo giros en remolino; se presenta un cambio
de puesto entre el hombre y la mujer y así sucesivamente. A veces se canta, se entona una
copla y se sigue bailando.
Los virtuosos del torbellino en Boyacá nos dicen que antiguamente el ritmo era más agitado
y muy de remolino; la india boyacense lo bailaba poniendo sobre su cabeza una taza de
chocolate; la gracia la encontramos precisamente en no dejarla caer de la cabeza.
34
palmoteado. Según una tradición que encontramos en Motavita, antiguamente las gentes
bailaban el Patirralo que era un torbellino más aligerado.12
Los nombres de algunos torbellinos son muy expresivos del ambiente campesino del
Altiplano boyacense. Ejemplos entre ellos son: del Maestro Francisco Cristancho Camargo,
"Ende que se fué con otro", "Que yó te digo que sí", "Torbellino de mi tierra", "Festival
Chibcha"; del compositor Jorge Camargo Spolidore el torbellino "Mi Tiple"; de Efraín
Medina Mora "El Guayatuno"; del músico César Alfonso Puerto "Fiesta hogareña"; otros
son típicos como "No ti hagás la indijerente" y "La india se largó con otro".
- El guarapo es lo mejor
y pa jalale al amor!
12
Javier Ocampo López, "MUSICA Y FOLCLOR DE COLOMBIA", Bogotá, Editorial Plaza y Janés, 1976.
PP. 79 - 75.
35
- ¡Que tenga queta la mano o me voy!
- ¡Tan retrechera!
- Por un beso...
- Calle el pico
- ¿Pa qué?
- iPa querernos!
- ¿Luego
36
- ¡India linda!
- Indio ladino
- Te la ganó el torbellino...
AIRES BOYACENSES
torbellino
(recopilador)
Música colombiana
37
b. Los aires musicales del Folclor Boyacense.
AIRES BOYACENSES
torbellino
(recopilador)
Música colombiana
Los instrumentos musicales que más se utilizan para la interpretación del torbellino son el
tiple, el requinto, el chucho y los capadores (llamados chiflos en Boyacá); asimismo las
carracas o quijadas.
La popularidad del torbellino es muy especial en los campos, en las reuniones sociales de
los copleros campesinos, en las fiestas de matrimonio y en las romerías boyacenses a la
Virgen de Chiquinquirá, Virgen del Amparo en Chinavita, la Virgen de Monguí, la Virgen
Morena de Güicán y demás romerías boyacenses. En ellas el campesino expresa toda su
sencillez, espontaneidad, sentido crítico y gran filosofía popular. Sobre las cuerdas del tiple,
38
el boyacense entona el torbellino y celebra sus fiestas y salidas de romeraje fuera del
rancho y su parcela. Después de las mandas a la Virgen, los promeseros boyacenses
entonan sus torbellinos, cantos y coplas con tiples, requintos y guitarras en estas fiestas de
auténtico sabor campesino.
El carácter popular del torbellino como aire musical de acompañamiento para las cantas o
coplas y para las danzas folclóricas boyacenses, no se ha proyectado en la misma forma
entre los músicos compositores de Boyacá, quienes han preferido con mayor interés las
composiciones de bambucos, guabinas, pasillos y danzas, como así nos lo manifiesta la
mayor tendencia en la producción musical.
LA GUABINA: Es otra de las danzas y cantos típicos del folclor musical boyacense con
ascendencia en los aires hispanos. En el siglo XIX la guabina se presenta a nivel nacional
como un baile populachero y muy especial en los bailes de garrote en los campos; era muy
perseguida por el clero en los púlpitos, por ser un baile agarrado o de pareja cogida. Sobre
su nombre no existe definición; se habla de un pez guabina en los Llanos, y otro muy
apreciado en Cuba por su carne; asimismo se ha tomado el nombre de guabina para
designar a un hombre simple.
Las referencias históricas de los novelistas del siglo pasado, nos hablan de la existencia de
la guabina en los finales del siglo XVIII, bailada con vueltas y el llamado gallinazo;
asimismo conocemos que la bailaban los canteros y alfareros en los aguinaldos
santafereños.
La segunda mitad del siglo XIX y primeras décadas del XX influye el romanticismo en las
composiciones de las guabinas. Surgieron así las guabinas románticas, ingenuas y
amorosas, destacando en Boyacá la famosa "GUABINA CHIQUINQUIREÑA". Esta obra
fué compuesta por Alberto Urdaneta en abril de 1925 como regalo de bodas para su
hermano José Ignacio quién debía contraer matrimonio en Chiquinquirá. Fué interpretada
por primera vez el 10 de abril en Ubaté, el 12 de abril en la basílica de Chiquinquirá con
gran emoción del pueblo boyacense, que desde entonces la adoptó como su canción
folclórica. La letra de la "Guabina chiquinquireña" es muy representativa del amor en la
romería boyacense; así dice:
39
que te espero con ardor.
dueña de mi corazón,
y a pedirle protección
de la aurora al despertar,
40
Otros compositores boyacenses han cantado a su terruño en aire de guabina, mencionando
entre ellos: Juan Francisco Aguilera (oriundo de Aquitania), célebre por su guabina
"LAGUNITA DE MI PUEBLO"; el folclorólogo y compositor chiquinquireño Octavio
Quiñones Pardo, autor de "MI GUABINITA"; asimismo el compositor Juan C. Goyeneche
(oriundo de Socha), muy conocido por sus guabinas "SOGAMOSEÑITA" y "PAISAJE
BOYACENSE", esta última con música de Enrique Villegas:
PAISAJE BOYACENSE
41
Un puente tan pequeño te dió la gloria
La hipótesis africana fué expuesta por Jorge Isaacs en "La María" en donde habla del
poblado "Bambuck" en Senegambia (Africa occidental); esta tesis ha sido descartada por
cuánto no se han encontrado relaciones con los ritmos tradicionales traídos por los grupos
negros de esas regiones. El folclorólogo Guillermo Abadía ha expuesto la tesis, hoy muy
aceptada, sobre el nombre de la palabra "BAMBUCO", con la cual se designaba un
instrumento de los negros antillanos; ellos llamaban "bambucos" a sus instrumentos
caránganos, hechos con tubos de bambú.13
La hipótesis española habla sobre la posible ascendencia vasca en el ritmo del bambuco.
Los ritmos vascos, y entre ellos el zortcico, presentan ritmos ágiles, sueltos y alegres, que
sirven de soporte a una melodía de acentos quejumbrosos a veces, formando un interesante
contraste, muy parecido a nuestro bambuco. Lo claro está que entre las opiniones de
13
Guillermo Abadía, "MUSICA FOLCLORICA", op. cit. Pg. 57- 62.
42
músicos y folcloristas españoles, se encuentra la relación del bambuco con aires populares
españoles, con adaptaciones muy propias a nuestro medio colombiano; de allí lo folclórico.
En las primeras décadas del siglo XIX ya se mencionaba el bambuco como el aire criollo de
especial autenticidad nacional. Un bambuco motivó el ánimo de los colombianos que
lucharon en la batalla de Ayacucho en 1825 según la tradición histórica. Asimismo
destacamos la ambientación romántica que se proyectó en la segunda mitad del siglo XIX,
la cual se reflejó en la precisión literaria de nuestras canciones folclóricas. Fué muy
importante la labor de compositores nacionales como Pedro Morales Pino con su bambuco
"Cuatro preguntas", el cual sirvió como modelo para muchos compositores de las primeras
décadas del siglo XX.
Las composiciones musicales en ritmo de bambuco, han tenido la mayor tendencia entre los
compositores boyacenses contemporáneos. Uno de los más representativos es el compositor
boyacense nacido en Iza, FRANCISCO CRISTANCHO CAMARGO (1905-1977). Como
primer trombón en la Sinfónica de Colombia, primer barítono solista de la Banda de la
policía Nacional, director de la Banda Departamental de Boyacá y director de orquestas de
fama internacional como "La Orquesta Suramérica", y la "Ritmo" en Bogotá; primera
bandola del grupo "Lira de Morales Pino", como guitarrista y compositor que recorrió a
Europa y países suramericanos, el "Maestro Cristancho" se destaca como gran compositor
de bambucos. Es el "músico indigenista" por su afición a la temática folclórica dedicada a
mitos, caciques chibchas, lugares indígenas y otros motivos chibchas. Entre sus bambucos
destacamos: "BOCHICA", "BACHUE", "BACATA", "GUATAVITA", "HUNZA",
"QUEMUENCHATOCHA", "SUTATENZA"; asimismo, sus conocidos
bambucos "PA QUE ME MIRO", "BAJO EL CIELO SOBRE EL LLANO", y otros.
Su estilo de composición presenta unas cadencias de profundidad nativista, en donde
encontramos el interés del artista por lo más autóctono de nuestra raza y la más bella
ingenuidad, y a la vez profundidad de los aires folclóricos musicales de Boyacá. La
maestría del compositor Cristancho y la perfección de sus arreglos, le han dado uno de los
primeros puestos en Colombia en la composición de música folclórica nacional.
43
CHATICA LINDA
y en después me dirá
si me quere sumercesita.
Como yo no haberá
muy de de veras.
que tá penando...
44
b. Los aires musicales del Folclor Boyacense.
el calor de mi resuello.
el murmullo de la fuente
45
con un chal de mariposas;
p´adornar tu cabellera
Y la aurora, en la mañana,
46
PA' QUE ME MIRO
BAMBUCO
Parte 1
Parte 2
47
Parte 3
Parte 4
48
LOS PROMESERITOS
El -
déntre su mercé,
tome su chichita
Ella -
Juntos -
El -
49
dorada de la sé por el calor
Ella -
El -
y la lengua se m´enrieda
y un javorcito le pido
si yo le gusto un tantico
50
y al mismo tiempo quisiera
venirse pa mi ranchito
(Cantando):
más chirriada tá
de Chiquinquirá.
El -
Dáme la jetica,
Ella -
Démela busté,
El -
Y déme un besito.
Ella -
Juntos -
51
El compositor tunjano GABRIEL CARDENAS RAMIREZ es otro de los músicos
folclorólogos boyacenses contemporáneos. Discípulo de Antonio María Valencia y
Demetrio Haralambis, el Maestro Cárdenas se ha destacado como uno de los compositores
e intérpretes de los aires musicales colombianos. En la década de los cuarenta fué fundador
y director de los conjuntos "Aires Boyacenses" y "Estampas líricas boyacenses" de gran
resonancia nacional; ha sido Director de Extensión Cultural de Boyacá y Director de la
Academia Boyacense de Música. Entre sus composiciones de bambucos, mencionamos las
siguientes: "PA QUE MAS SI TOY CONTENTO", "MI RANCHITO BOYACENSE",
"MONIQUIRENA", "VIVA BOYACA", "AHI TA Y QUE SACO" y otros. Con letra de
Roberto Galindo, el Maestro Cárdenas compuso su bambuco:
mi vaca y su ternerito,
y no me jaltan cariños.
En el puro cucurucho
52
con esta vida que vivo.
me aguardan en el camino
mi vaca y su ternerito,
53
mi mujer y mis hijitos.
CUCHIPE
Ola, Dolores,
Tóma la llave,
abre la puerta,
ciénde la vela,
tiénde la cama.. .y
quiáy de Cuchipe,
quiáy de Cuchipe
quiáy de Dolores.
54
o por el miedo al marido?.
"EN LA ROMERIA"
55
pero qué de lindo los toches volaron,
en el guayabal.
de Chiquinquirá.
pa yo habrán de ser.
56
en que de llevarte, chinitica mía
de mi corazón.
Entre los compositores Boyacenses de bambucos, son dignos de especial mención los
siguientes: PARMENIO PONGUTA (oriundo de Labranzagrande) es autor de los
bambucos "Aires de mi tierra" e "Idilio campestre", entre otros; JESUS MARIA
DUEÑAS (Oriundo de Socha) es autor de los bambucos "Duitama" y "Paz de Río"como
típicos entre las numerosas obras que este compositor ha dedicado a los pueblos
boyacenses: Soatá, Guateque Chiquinquirá, Tunja, Miraflores, Socha, Tasco, Moniquirá,
Cómbita, y otros. LUIS DUEÑAS PERILLA, el compositor de la conocida
danza "Negrita" es autor de los bambucos "Bajo la luz de la luna" y"Adorado
Tiplecito" entre otros; este compositor es oriundo de Somondoco.
El tunjano JOSE TOMAS POSADA, el célebre "Tomasón" quien obtuvo el primer premio
nacional en el concurso patrocinado por Indulana en 1945 con su obra "Momento
indígena", es el autor de los bambucos "Los Barrancos" y "La Tunjanita".
"SOY BOYACENSE"
Saguanmanchica, Idacansas
de Nemequene, de Tisquesusa,
57
Soy boyacense de pura raza
58
Canto guabinas y torbellinos
En las primeras décadas del siglo XX se hizo famoso en Colombia el bambuco. "EL
GUATECANO" obtenido directamente del folclor boyacense por el músico Emilio Murillo.
Esté compositor llevó al pentagrama una melodía popular que se encontraba común en
Boyacá y Cundinamarca, la cual dió origen a la letra y música de "El Guatecano". Según
Jorge Añez en su obra "Canciones y Recuerdos", el motivo original y el posterior de
reforma que le hizo Murillo, son los siguientes:
59
Adiós paloma, (Nueva Letra de
Murillo)
que no hay gavilán Ranchito hermoso
que se la coma, que fuíste el hogar
de la que adoro,
que no hay gavilán divina mujer
de bucles de oro
que se la coma,
y cuerpo gentil
que no hay gavilán
de Virgen diosa.
que se la coma. Hilito de agua
de ruido sutil
Ayer paso por aquí y suave canto
que escondes tu amor
Cuando empezaba a
bajo las hojas
Llover…
de fresco verdor
¡Qué linda que es mi mujer, y dulce sombra.
Este es mi sueño de
amor,
sin su cariño no sé
cómo podré yo vivir".
En el baile del Bambuco, los coreógrafos han distinguido hasta ocho figuras: La invitación,
los ochos, los codos, los coqueteos, la perseguida, el pañuelo, la arrodillada y el abrazo: Sin
embargo, el campesino baila el bambuco con algunas figuras muy sencillas, y en general,
sin seguir un orden coreográfico riguroso.14
60
solicitado por los jóvenes y el más escuchado en las tertulias bogotanas y en los
restaurantes típicos, al estilo de "Rondinella", "La Gata Golosa", etc.
Entre los pasillos boyacenses más destacados, señalamos los siguientes: Gabriel Cárdenas
Ramírez, es el compositor de los pasillos, entre otros: "Adentro Alfredito", "Mi
compadre Carlitos" y "Pedrito Martínez", el Maestro Francisco Cristancho es célebre
por sus pasillos "Iza" y "Trigueñita"; Jorge Camargo Spolidore con su
pasillo "Reconciliación"; el Maestro Emiliano González y su pasillo "Duitama"; el
compositor Chúcho Dueñas, célebre por sus pasillos "Soatá"y "Santa Rosa de
Víterbo" entre otros; el músico Parmenio Pongutá y su pasillo "Tus pupilas"; Carlos
Martínez Vargas y su pasillo "Lucía"; el Maestro José Tomás Posada es muy conocido por
su colección de pasillos "Las Brisas de Boyacá"; el maestro Luis Rodríguez conocido por
su pasillo "Floreciendo" el compositor Israel Becerra y su pasillo "Tip Top".
FLORES NEGRAS
61
Ellas son el recuerdo de aquellas horas
Parte 1
62
Parte 2
Parte 3
63
Aun cuando la mayor tendencia en la composición musical con temas folclóricos
colombianos, se ha desarrollado en Boyacá principalmente en los ritmos de bambuco,
torbellino, guabina y pasillo, también encontramos composiciones folclóricas con otros
ritmos principalmente andinos y llaneros. Mencionamos la célebre danza "NEGRITA" del
compositor LUIS DUEÑAS PERILLA; los bellos valses "A una niña bonita", "Ojos
serenos '.' y otros de Gustavo Motta Beltrán; las canciones de Luis Martín Mancipe, Carlos
J. Mancipe, Carlos Martínez Vargas. Muy dignas son de destacar las bellas composiciones
musicales de LUIS MANUEL PARRA CARO y entre ellas: "La Sativeña", "Soatense",
"Corraleñita", "Flor de mis Hontanares", "Primaveral", "Victoria", "Amor terrígeno",
"Llevo una pena en el alma" y otras. La danza "Negrita" con música y letra de Luis Dueñas
Perilla se ha difundido con gran profusión:
NEGRITA
(Danza Boyacense)
64
Tú llegaste a mi vida esta separación.
y borraste la herida
hoy se va mi ilusión,
implorarte el consuelo,
el calor y el ensueño
Una variedad del TRES en Boyacá es el llamado "Tres de los Escribanos" que se
encuentra en el Valle de Tenza, y en el cual las parejas simulan escribir en el suelo. Tres
15
Perdomo Escobar, José Ignacio, "HISTORIA DE LA MUSICA EN COLOMBIA'; Bogotá, Edit. A. B. C.,
1963. Véase asimismo los estudios de Joaquín Piñeros Corpas, "EL CANCIONERO NOBLE DE
COLOMBIA" (Con grabaciones).
65
personas, generalmente dos mujeres y un hombre o viceversa, bailan sueltos al son de
torbellino u otros aires del Altiplano. Cuando uno de los bailarines "corta", es decir, pasa
entre sus dos compañeros, ha de cantar una copla de cuatro versos rimados. Cuando el
bailarín vuelve en su ruta para trazar el ocho siguiente, ya ha terminado de cantar y le
corresponde el turno a los otros.
LA DANZA DEL SEIS: aparece también en el folclor boyacense, con influencia de los
Llanos; se presenta como una danza del tres doble; generalmente son 4 hombres y dos
mujeres o 4 mujeres y dos hombres. Inicialmente los danzantes bailan separados; luego se
juntan y entremezclan.
La danza de la Trenza se bailaba en España en los siglos XVI y XVII con 16 danzantes al
rededor de un árbol adornado con guirnaldas y flores llevado por un individuo, del cual
pendían 16 cintas de diversos colores. Cuando comenzaba la copla:
volvamos a destejer.
Comenzaban los danzantes a deshacer el tejido, pero sin perder el ritmo ni el compás de los
movimientos.
66
LAS DANZAS DE CORPUS: fueron muy populares en la provincia de Tunja desde la
época colonial. Eran representadas por indios descendientes de los chibchas, acompañados
por tamborines y flautas; iban con gorros de vistosas plumas y llevaban asimismo plumas
en las muñecas, en las gargantas y en los pies y un carcax lleno de flechas sobre la espalda.
Los indios iban pintados el cuerpo de muchos colores y algunos cubrían la cara y la cabeza
con una especie de máscara hecha con cintas de varios colores. Formaban hileras danzando
en avances y retrocesos y haciendo círculos que desbarataban luego en un completísimo
antagonismo gimnástico, golpeando simultáneamente unos pequeños garrotes, mientras que
los movimientos de los pies eran ejecutados al son de tamborcillos y flautas. En las fiestas
coloniales llegaban a Tunja los pueblos de indios circunvecinos con sus propias danzas y
disfraces al son de chirimías, caxas, trompetas y pífanos; se encendían luminarias en las
puertas de las casas tunjanas y se arrojaban los cohetes para la alegría de la ciudad.
LA MANTA: es otra de las danzas típicas del Altiplano boyacense con profundas raíces
coloniales. Aparece en dos modalidades: la manta redonda y la manta jilada.
La Manta jilada: es otra de las variedades de la Manto que se encuentra en Boyacá; en ella
encontramos la representación de un baile en donde se imita el oficio de hilar una manta.
La mujer lleva en la mano un vellón de lana y el huso con tortero y los elementos básicos
para hilar. El baile se inicia con el saludo y con paso de rutina del torbellino; la mujer hace
un ademán imitativo para esquilar la oveja; el hombre mientras tonto enmadeja, ovilla y
amaga a ratos a cogerle el hilo a ella. El baile se va haciendo a medida que se envuelve la
madeja de lana; en un momento determinado la mujer lanza el ovillo al techo, con un gesto
como si le saliera del corazón. En esta danza se imita el montaje del telar, el envío de las
lanzaderas y la manta terminada.
EL MOÑO: es otro de los bailes típicos del Altiplano boyacense. Es una de las
manifestaciones de las danzas criollas del siglo XVIII cuando se empezó la costumbre de
interrumpir la danza en un momento determinado, para dejar escuchar las coplas. En el
Moño se suspendía la danza con un toque especial de la música, para dejar el ambiente a un
hombre que decía la copla: inmediatamente seguía la música con ritmo generalmente de
Torbellino y se suspendía para dar el campo a la mujer para exponer su copla. En el Moño
se establecía una multo si el hombre o la mujer no cogían la copla; en caso de perder,
continuaba otra pareja en el baile del Moño.
67
LA CAÑA: aparece como una danza y canto de los moledores del Valle de Tenza; en ella
se hace un simulacro de todos los pasos de la molienda de la caña: cortada, transportada y
triturada entre dos cilindros; los pasos de la danza representan cada uno de los movimientos
del trapiche y toda la fuerza de la molienda. Los bailarines en número de cinco o seis
parejas, danzan, cantan y se acompañan con coplas alusivas a la molienda. Generalmente
los cantos de la Caña son tristes y profundos.
Una de las variantes de la Caña es la que aparece en el siglo XIX con el nombre
de MEDIA CAÑA que se conoce tanto en Boyacá como en algunas provincias de
Argentina, Paraguay y Chile. Según la tradición boyacense, para la danza de la Media Caña
se utilizaban dos mujeres y dos hombres. Una pareja servía de estantillos o sea que
permanecía quieto, como vigilante en la danza de la otra pareja. En esta danza se conocen
las figuras del saludo, el cual se hacía muy respetuosamente con e1 sombrero;
posteriormente venía la segunda figura que consistía en un saludo con la mano; en la
tercera figura los danzantes se amenazaban; en la cuarta pegaban un palmoteo; luego
tomaban el centro de la pisto, cerca de los estantillos y se cogían para el baile, dando
vueltas muy curiosas, después de las cuales se abrían. Después de que esto pareja bailaba,
continuaban los estantillos, quienes hacían ahora de pareja, regresando la anterior a los
puestos de éstos.
En otros casos la danza de la Perdiz la bailan 6 parejas; los hombres silban para llamar la
perdiz y las mujeres, atendiendo el silbido los siguen y son atraídas en un juego con el
pañuelo. La mujer va detrás del hombre; a veces se cruzan y entrecruzan continuamente y
cada danzante va por turno echando una copla.
En Boyacá existen además otras danzas supervivientes de los siglos XVIII y XIX,
destacando entre ellas las siguientes: El Baile del Pañuelo en el cual cada danzador va
sacando a su pareja e invitándola a bailar con una canta o copla que es a su vez contestada
por su compañera. El Baile del Vaso en donde los danzantes hacen pruebas acrobáticas
68
sobre un vaso y al son del torbellino. El Baile del Alcahuete con figuras discretas y
artísticas muy propias del boyacense. El Baile de la Contradanzamuy típico en el siglo
XIX en las fiestas de Sutatenza, con sus variables: obligadas o dobles, de cambio y
sencillas. El Guatecano un tipo de torbellino del Valle de Tenza. El Galerón típico de los
Llanos y confundido en algunos casos con el torbellino boyacense. Los Camarones otra
danza y tonada boyacense, muy típica de Valle de Tenza; así expresa una de las cantas
valletenzanas:
En los campos boyacenses existen también los bailes sainetes de animales en los cuales se
presenta un simulacro de ataque y defensa, y en donde los campesinos gozan alegremente
en sus fiestas. Entre ellos mencionamos los investigados por la folcloróloga Lilia Montaña
de Silva Célis en los pueblos aledaños al lago de Tota : "La gallina y el Zorro", "El gato
y el ratón", "La palomita y el gavilán", "El pollito y la comadreja", etc.;los
campesinos desarrollan estos bailes sainetes con prodigiosa fantasía, mezclando sus hechos
simples de la vida, con los aconteceres de los animales que los acompañan. Uno de los más
representativos es el Baile del Conejo, en el cual un campesino ágil hace el papel de
conejo, otro campesino las veces de cazador y otros el papel de los perros de caza. En
medio del círculo el cazador persigue al conejo que esquiva ágilmente; cuando logra salir
del círculo se encuentra con los perros que lo acosan por uno y otro lado; llega el momento
del rodeo total, cuando el cazador apunta con su escopeta de madera y deja al animalito
tendido en el suelo.17
16
Joaquín R. Medina y José Vargas Tamayo, "CANTAS DEL VALLE DE TENZA'; Bogotá, Ministerio de
Educación, 1949. Véase la Canta 228 sobre el Baile de los Camarones.
17
Lilia Montaña de Silva Célis, "MITOS, LEYENDAS, TRADICIONES Y FOLCLOR DEL LAGO DE
TOTA". Tunja, U. P. T. C., 1970, pags. 423 - 427.
69
La guitarra española forma una familia completo, siendo sus principales componentes: la
guitarra ordinaria, la guitarra tenor, la guitarra requinto, el guitarro ordinario, el guitarrico
triple y la guitarra flamenca de sonoridad más apagada.
Con el tiple los campesinos boyacenses utilizan también el REQUINTO, muy semejante al
primero, con la diferencia en la caja, que es mucho más pequeña y estrecha y produce un
sonido más agudo. Los viejos campesinos boyacenses consideran que la popularización de
las guitarras y bandolas se presentó en tiempos más recientes. Los conjuntos campesinos
boyacenses están formados principalmente por tiples y requintos.
me lo hizo en Chiquinquirá
Con los instrumentos de cuerda, los españoles introdujeron la CHIRIMIA una especie de
oboe, trabajada toscamente y taladrada por agujeros laterales, seis de ellos destinados a
taparse por medio de los dedos; según parece, es una derivación delchalumeau medieval,
conocido en España desde los tiempos de los juglares españoles. Hubo chirimías de varios
tamaños y en general se utilizaban para doblar el canto.
En la época colonial y el siglo XIX, las chirimías acompañaron las procesiones y coros de
los templos. Los chirimeros eran a manera de heraldos que encabezaban los cortejos
procesionales en las ceremonias religiosas y fiestas pueblerinas. En la provincia de Tunja se
70
acostumbraban las chirimías en las fiestas religiosas y reales; en 1663 el Corregidor Juan
Bautista Valdés ordenó a los caciques e indios de los pueblos de Chivatá, Toca, Siachoque,
Viracachá y otros, para que llevaran sus pendones, cajas, pífanos, trompetas y CHIRIMIAS
a la procesión que se proyectaba para el 29 de enero en acción de gracias por el nacimiento
del Príncipe Carlos José.
La chirimía.
Una variedad de instrumentos musicales folclóricos que encontramos en Boyacá, son los
AEROFONOS, en los cuales el sonido se produce por la vibración del aire al ser soplados
por el intérprete. Entre ellos destacamos el CAPADOR conocido en el Valle de Tenza con
el nombre de "los chiflos"; consiste en una serie de canutillos de caña de Castilla,
graduados para los diversos sonidos, y unidos entre sí con cabuyas y cera negra; es un
instrumento indígena muy antiguo, encontrado en las excavaciones arqueológicas de los
Chibchas, junto con las flautas, tatas y ocarinas. Los capadores conformaron los conjuntos
campesinos boyacenses, con las famosas chirimías y las flautas. Desde el siglo pasado se
hicieron populares en Boyacá las Dulzainas, llamadas también armónicas o sinfonías;
muchos campesinos las manejan con gran habilidad y las incluyen con sus conjuntos de
tiples, bandolas, panderetas y chuchos.
Otra variedad de instrumentos folclóricos en Boyacá son los AUTOFONOS, en los cuales
quién los toca produce vibraciones en su misma materia. Destacamos entre ellos: el
alfandoque, la carrasca, la guacharaca, la carraca y los chuchos.
71
sacudiendo rítmicamente. Antiguamente era un trozo de bambú, largo y completamente
vacío con unas varillas transversales que obstruían el interior del tubo; a este tubo se le
echaban granos bien duros, con los cuales se obtenían sonidos Imitando la lluvia.
La carraca es otro autófono muy típico de Boyacá. Consta de una mandíbula de asno,
caballo o vaca que tenga la dentadura floja; agitándola o también frotándola con un palito,
produce un ruido que sirve para el acompañamiento con otros instrumentos.
"Muchachita, no té triste,
alegre su corazón
18
Harry C. Davidson, Op. Cit. pgs. 161- 162.
72
La pandereta es un instrumento membranófono introducido por los españoles del norte de
la península; está formado por uno o dos aros superpuestos, provisto de sonajas o
cascabeles y cubierto con piel muy lisa y estirada. Las panderetas se acostumbran en las
romerías y fiestas populares.
Según los documentos históricos, parece que el Arpa, un instrumento cordófono tuvo
mucha importancia en la provincia de Tunja en los finales de la época colonial y era muy
utilizada en las reuniones, fiestas religiosas y civiles. Los indígenas se fueron
acostumbrando a las arpas y las construyeron a imitación de las traídas por los religiosos
para los conventos e iglesias; eran muy utilizadas para atraer a las gentes a la fe cristiana.
En las informaciones del «Diario» de Cochrane aparece el arpa en las fiestas de Suta, junto
con la guitarra y el tambor. En los mediados del siglo XIX el arpa comenzó a desaparecer
de la organología boyacense del Altiplano y se dejó casi exclusivamente en los Llanos
Orientales.
En las murgas de las comparsas navideñas aparecen conjuntos formados con tiples,
requintos, bandolas, flautas, capadores, guacharacas, alfandoques y panderetas.
73
de Cusagüí en La Uvita, Paipa, Moniquirá y otros pueblos de Boyacá. En el festival y
concurso de Bandas de Música que se hace en Paipa a nivel departamental y nacional a
partir de 1974 se han destacado por su excelente estilo artístico las bandas de Duitama,
Tunja y Boavita.
La alegría de las fiestas de los pueblos boyacenses, sin lugar a dudas, se encuentra en sus
bandas de música. Las procesiones de iglesia, fiestas populares, fuegos de pólvora, corridas
de toros, de aquellas que en determinadas ocasiones se improvisan en los cercados de la
plaza; las retretas o conciertos populares; la llegada al pueblo de políticos y altos
dignatarios civiles y eclesiásticos, etc., todo ello se ameniza con la popular banda de
música.
74
6. El folclor literario de Boyacá.
Las cantas o tonadas brotaron en las plazas, calles y hogares de las incipientes ciudades
coloniales de la provincia de Tunja y en general del Nuevo Reino; recorrieron los campos
recolectando con sus versos las costumbres de cada región; sus hechos triviales, sus gestas
patrióticas, el amor campesino, el olvido, el despecho y otros sentimientos del pueblo. Unas
coplas o cantas son descriptivas del paisaje; otras de sabor político, compendiando los
diversos temas de la vida espontánea de los pueblos. Las cantas o tonadas se hicieron
populares en las ventas de las veredas, en las romerías boyacenses, en las serenatas, en los
círculos de la peonada campesina al son del rasgueo del tiple; en las fiestas campesinas, en
los intermedios de los bailes del Tres, la manta jilada, el moño, etc., en los célebres retos de
copleros en Chiquinquirá y otros momentos de la vida social y familiar del campesino
boyacense.
En Boyacá las investigaciones sobre las cantas y tonadas han estimulado a los aficionados a
la recopilación folclórica para presentar un inmenso caudal de coplas casi inagotable.
Algunas investigaciones, como las realizadas por Octavio Quiñones Pardo son de
importancia por la forma de interpretar en las coplas el alma del pueblo boyacense; de su
fructífera investigación merecen destocarse los estudios "Cantares de Boyacá", "Otros
cantares de Boyacá", "Refranero de Boyacá", "Interpretación de la poesía popular" y otros.
El Presbítero Joaquín Medina y José Vargas Tamayo publicaron en tres volúmenes sus
"Cantas del Valle de Tenza"; asimismo se han publicado diversos estudios de coplas de los
pueblos boyacenses como los realizados por el literato Vicente Landínez Castro en Monguí;
Cayo Leonidas Peñuela en Soatá; Juan Clímaco Hernández en el Altiplano Central; Julio
75
Daniel Parra en Sativanorte y Corrales; Peregrino Sáenz de San Pelayo en el Valle de
Sorocotá, Guillermo Plazas Olarte en Sogamoso, Ramón C. Correa en Tunja y muchos
otros que han dado especial aporte al folclor literario de Boyacá.19
Somondoco y Guayatá.
19
Sobre las coplas en Boyacá, consúltense los siguientes estudios y artículos:Octavio Quiñones Pardo,
"CANTARES DE BOYACA"; Bogotá, Tip. Colón, 1937; OTROS CANTARES DE BOGOTA ", Bogotá,
Edit. A. B. C., 1944; "INTERPRETAClON DE LA POESIA POPULAR"; Bogotá, Editorial Centro, 1947;
"POESIA POPULAR". Medina, Joaquín R. y Vargas Tamayo, José, "CANTAS DEL VALLE DE TENZA",
Bogotá, 1949, op. cit. 3 tomos. Cayo Leonidas Peñuela, "CANTARES POPULARES DE LA REGION DE
SOATA", En: "Senderos" (Bogotá), No. 1 (1934), p. 191. Vicente Landínez Castro, "COPLAS Y
REFRANES DE MONGUI". Peregrino Sáenz de San Pelayo, "MONOGRAFIA DEL VALLE DE
SOROCOTA", Tunja, ImPr. del Dpto., 1965, p. 160. Julio Daniel Parra, "DESTINOHISTORICODE
UNPUEBLO "(Satívanorte), Tunja, 1964. Guillermo Plazas Olarte, "DE MI TIERRA Y OTRAS COSAS"
Bogotá, Imprenta y Litografía de las Fuerzas Militares, 1971.Juan Clímaco Hernández, "INTRODUCCION
AL FOLKLORE DE LA POESIA POPULAR BOYACENSE" En: "Cultura" (Tunja), No.
96(1947).Guillermo Abadía, "ASPECTOS FOLCLORICOS BOYA CENSES'; En: "Cultura" (Tunja), No.
118.
76
letrao, y se quiera complacer
Algunas coplas han recogido la esencia del paisaje y la raza boyacense, como estas:
77
y en Tibaná calentura que a mi casa vas a dar,
Algunas cantas y tonadas son COSTUMBRISTAS y reflejan los modos en el vestir, las
comidas típicas, los cantos, danzas e instrumentos populares, etc.
78
Sobre la forma de vestir encontramos unas coplas en Tunja, recogidas por Juan Clímaco
Hernández:
Algunas coplas reflejan los productos alimenticios del Boyacense: En Sativanorte encontró
Julio Daniel Parra esto copla:
y el tomate colorao
la berenjena espinosa
pa´ que beb´ este maito qui hace llorar al más guapo
79
Algunas coplas boyacenses reflejan la música, cantos, danzas e instrumentos musicales
típicos:
Algunas coplas boyacenses reflejan los rigores políticos de unas regiones que
tradicionalmente han manifestado esta fiebre con gran calor.
80
y cantá coplas de amor; tené cuidado que no ti
oigan
así no saben los godos
los godos de Tunungá.
que el azul no es tu color",
Otras coplas boyacenses recogen las tradiciones de las guerras civiles del siglo XIX. Así
encontramos:
81
"Esto dijo el armadillo
Algunas coplas boyacenses presentan el amor sencillo, ingenuo e intenso del campesino
boyacense. Son las COPLAS AMOROSAS como las siguientes:
Otras coplas son SATIRICAS y reflejan los problemas del matrimonio, la suegra y los
múltiples problemas cotidianos.
82
puel pico y el cacareo. que linda.., y oler a jeo.
Algunas coplas boyacenses reflejan la psicología profunda del Boyacense, como las
encontradas por Vicente Landínez en Monguí:
En la copla boyacense encontramos el alma del campesino: sencilla, ingenua, crédula, llena
de malicia y de amor a la tierra. El Negro Hernández decía que cuando el campesino
boyacense canta al cosmos, sus sentimientos rebasan, derramándose sobre montañas, ríos,
lagunas, colinas, fuentes, el sol, la luna, las estrellas, los animales domésticos, etc.20
ya tenemos convenido,
y el me consigue marido".
20
Juan Clímaco Hernández, "INTRODUCCION AL FOLKLORE DE LA POESIA POPULAR BOYA
CENSE", Op. Cit. p. 20.
83
"San Juan tenía sus calzones
La paremiología o estudio de los refranes tiene muchos siglos de existencia; ella se dedica
al estudio de aquellos dichos agudos y sentenciosos de uso común entre las gentes, los
cuales se transmiten de generación en generación.
Los refranes que se encuentran en Boyacá, son una proyección del refranero español de los
siglos XIV y XV, con algunas adaptaciones a las circunstancias propias de esta región. En
el "Libro del Buen Amor" del Archipieste de Hita, encontramos muchos de los refranes que
utilizan los campesinos boyacenses; asimismo en la colección de refránes que hizo Iñigo
López de Mendoza en la famosa "Serranilla", obra del siglo XV. En estas obras de
iniciación al refranero español, encontramos algunos muy comúnes en estas regiones:
"Martes ni te cases ni te embarques"; "Zapatero a tus zapatos"; "A buen hambre no hay mal
pan"; "Cada loco con su tema"; "A buen entendedor pocas palabras", etc.21
21
Sobre los refranes boyacenses consúltense los siguientes estudios: Octavio Quiñones Pardo,
"REFRANERO DE BOYA CA'; Tunja, Talleres de la Imprenta del Departamento, 1944. Fucilla, Joseph G.
84
En Boyacá encontramos diversidad de refranes mezclados en las coplas populares. Sobre el
refrán "El liencillo por la trama, y la mujer por la mama", encontramos dos coplas en
Boyacá:
Octavio Quiñones Pardo hizo una selección de refranes mezclados en las coplas populares,
muy dignos de recordar:
"En cojera de perro, en lágrimas de mujer y en palabra de mercader, no hay que creer"; es
expresado por la copla así:
El refrán conocido, "El que a feo ama, bonito le parece", aparece así en la copla boyacense:
"UNA RECOPILACION DE REFRANES DEL SIGLO XVI", Bogotá, Inst. Caro y Cuervo, 1954. (Separata
Thesaurus). Acuña, Luis Alberto, "REFRANERO COLOMBIANO'; Bogotá, Editorial Agra, 1947.
85
si no te gusta la Rosa,
Otro de los refranes españoles conocidos que dice: "Paga lo que debes y sabrás lo que
tienes", es expresado por el coplero boyacense:
El refrán "La mujer siempre menor, si quieres ser el señor" es expresado por la siguiente
copla:
El refrán "Más vale una vez colorado que ciento descolorido", aparece así en la copla:
y no cien descolorío".
Entre otros refranes obtenidos en Boyacá, encontramos los siguientes: "El que sea delicado
no salga de su cercado"; "Bueno es culantro pero no tanto; perejil sí hasta morir". "De las
frutas el madroño, de las mujeres el moño". "Quien da pan a perro ajeno, pierde el pan y
86
pierde el perro y la amistad de su dueño". "Cuando la chicha se acaba, los cunchos también
son buenos".
La poesía popular con temas folclóricos ha sido cultivada en Boyacá por algunos
intelectuales interesados en el conocimiento y difusión de las ideas, actitudes y reacciones
populares de los campesinos. A través de ella, el poeta se interesa por escudriñar en el alma
popular las reflexiones, creencias, tradiciones, costumbres, problemas y soluciones que
plantean los campesinos de acuerdo con sus circunstancias. Es una poesía que conserva los
modos de expresión popular, presentados en forma elaborada y sistemática alrededor de un
asunto concreto.
En Boyacá son conocidas las composiciones poéticas de carácter popular del abogado
tunjano ANTONIO MORALES, y en especial su poesía "Historia de un indio contada
por el mismo", la cual se conoce también como "José Resurricción". Otro poeta que
presenta poesías con temas folclóricos es el tunjano JULIO ROBERTO GALINDO, con
sus poesías "Pamija" y "Golvé mi tranquilidá". Destacamos asimismo la poesía
presentada por ROMULO MORA SAENZ "El indio Rómulo"(Oriundo de Monguí),
Monseñor JORGE MONASTOQUE con sus expresiones campesinas sobre el catecismo y
su "Oración del indio Rómulo", CECILIA JIMENEZ DE SUAREZ "Adeizagá" con sus
poesías costumbristas y de "compromiso" sobre la problemática del campesino boyacense;
y algunas poesías populares de autores anónimos como la conocida de "La Güelta al
pueblo".
87
Yo no supe onde nací: Mi taita le dijo "adios",
Ella se riyó con susto
Pasque jue en Sutapelao, Y como si jue si gusto
Y en después que taba criao Se casaron ambos dos.
Me trujeron pa Monguí.
Y de mi agüelo también.
Mi trabajo contraté.
88
Del Señor Crucificao, Las aguas pa la cocina,
Tocaba, ya se sabía.
89
Cuando vido que crecí Se puso la tal mujer
Y se acabó la junción.
90
Yo dije: "mi amo dotor, Yo me tercié mi morral
91
A todos los de mi tierra, jormación
LA GÜELTA AL PUEBLO
(Autor anónimo)
92
sabana, lo primeriticamente que divisamos
es decir la comparencencia.
93
Luego cogimos por la calle dia rial ques la
94
hombres y unas mujeres que armaron un jurrusconón
95
y una mocita pintorrestiasa nos tendió la cama
quedamos a oscuras.
y el jornicador de Monserrate.
Oyooooo¡.
96
7. Las romerías y el folclor religioso en Boyacá.
Una de las manifestaciones folclóricas más típicas de Boyacá, tanto por su carácter socio-
religioso, como etnográfico, son las ROMERÍAS o peregrinaciones religiosas que se hacen
por devoción aun santuario, y las fiestas populares que con expresión folclórica se
celebran en la víspera y el día de la festividad religiosa. En ellas, el pueblo boyacense
expresa sus sentimientos y actitudes de profunda religiosidad, en algunos casos diferentes a
los de otras regiones de Colombia.
Las romerías boyacenses tienen sus antecedentes en las romerías españolas y en las
peregrinaciones religiosas de los chibchas; principalmente en las primeras. En la Edad
Media Europea se conocía con el nombre de "romería" a la peregrinación que hacían los
cristianos a Roma; y "romeros" a los peregrinos que iban a la ciudad santa. Estos términos
fueron utilizados por los españoles para las peregrinaciones a los santuarios cristianos en la
península y en las colonias españolas.
Los indios chibchas del Altiplano Boyacense hacían peregrinaciones religiosas al Templo
del Sol en Sogamoso, lugar de residencia de Suamox el gran sacerdote chibcha. Según los
cronistas Aguado y Fray Pedro Simón, este templo estaba dedicado al dios
chibcha Reinichinchagagua. El cronista Piedrahita indica que iban miles de indios sin que
la hostilidad de la guerra impidiese o maltratase a quien llevara salvoconducto de esa
peregrinación.
Los chibchas también hacían peregrinaciones a las casas sagradas dedicadas a la diosa
Bachué y su esposo, los padres legendarios del pueblo chibcha y la humanidad, las cuales
estaban en el pueblo de Iguaque, cerca a la laguna de Bachué. En la laguna de Fuquene,
según el cronista P. Zamora, "había un templo de gran veneración y donde de ordinario
había gran romeraje y concurso de peregrinos y donde había siempre cien sacerdotes para
el culto de aquel santuario"22 Asimismo, existieron peregrinaciones en secreto al santuario
de la Furatena, en las dos montañas sagradas situadas en el territorio de los indios Muzos,
sus encarnizados enemigos. Otra peregrinación chibcha la encontramos en Iza en donde las
22
José Pérez de Barradas, "LOS MUISCAS ANTES DE LA CONQUISTA", Madrid, Consejo Superior de
Investigaciones Científicas, 1951, p. 484 - 485.
97
indias preñadas iban a la piedra cercana al puebla en la cual se veían las huellas de los pies,
que se atribuían a Sadigua el dios civilizador de los tunjanos; las indias iban a raspar
aquella roca, para diluírla en agua y beberla con el fin de tener un buen parto.23
Una referencia a la costumbre de los indios chibchas del Altiplano para hacer
peregrinaciones a los santuarios, nos la refiere el historiador Joaquín Acosta en un
testimonio que obtuvo del Padre Moya, cura de Chitaraque cuando hizo en dicho pueblo
una capilla en devoción a la Virgen de Chiquinquirá. Cuando trató de persuadir a los indios
para que no hicieran el viaje agotador hasta Chiquinquirá a más de veinte leguas, ellos le
respondieron: "Es cierto, mi señor Cura, mas siempre iremos de cuando en cuando a
Chiquinquirá, porque estamos acostumbrados desde tiempos de nuestros padres a ir bien
lejos a nuestras devociones''.24
Entre los españoles de los siglos XV y XVI también se presentaban las ROMERIAS a los
innumerables santuarios dedicados a Cristo, la Vírgen María y los Santos. En ellas se
dedicaba una parte a la festividad religiosa y otra a las diversiones profanas, en donde
abundaban las tiendas o toldos con variados objetos; se tomaba el vino abundantemente y
no faltaba la alegría de la música, las danzas y los juegos populares. Las vísperas de las
romerías españolas eran de gran regocijo, especialmente cuando diversos grupos de cuerdas
y danzantes salían por las calles y llenaban la animación de los romeros o peregrinos.
En la mayor parte de los pueblos españoles, las romerías mayores se presentaban en las
fiestas anuales conmemorativas del descubrimiento de la imagen que se venera, la cual
generalmente tiene una leyenda milagrosa. Dice la tradición española que durante la era
visigótica se le rendía homenaje a una gran cantidad de imágenes, las cuales fueron
escondidas en cuevas, desfiladeros, montañas y lejos de los caminos, cuando se intensificó
la lucha contra los moros. Estas imágenes estuvieron escondidas durante cientos de años y
descubiertas por pastores y gentes humildes, cuando la Reconquista hizo retroceder a los
moros al sur de España.25
23
IBIDEM, p. 450.
24
IBIDEM, p . 484.
25
George M. Foster, "CULTURA Y CONQUISTA: LA HERENCIA ESPAÑOLA DE AMERICA", Xálapa,
Universidad Veracruzana, 1962, Pgs. 359 - 388.
98
momentos, a pesar de ser llevada por muchos fieles; el llanto de la imagen en determinados
días; la aparición de barro como indicativo que ha viajado sola por algunos lugares, etc.
La mayor devoción en las romerías españolas, se encuentra desde hace muchos siglos, en
los innumerables santuarios marianos, cuyos orígenes estaban asociados con leyendas o
sucesos milagrosos: La Virgen del Pilar en la catedral de Zaragoza; la Virgen de Guadalupe
en el Monasterio de los Jerónimos en Extremadura; la Virgen de Atocha en Madrid; la
Virgen de Montserrat en Barcelona; la Virgen de las Maravillas en Pamplona; Nuestra
Señora del Consejo en Valencia; la Virgen de la Macarena en el barrio de Triana en Sevilla;
Nuestra Señora del Rocío en Almonte (Huelva); la Virgen de los Dolores, la Virgen de los
Remedios, la Virgen de la Soledad y otros.
99
Monguí viajó a España y recibió de Felipe II el regalo de la imagen de la Virgen. La
romería a la Virgen Morena de Güicán se realiza entre el 3 y 6 de febrero; su culto data
desde el siglo XVIII. La romería a la Virgen de Chinavita, la patrona del Valle de Tenza,
se hace del lo. al 3 de enero. La romería a la Virgen del Milagro en el santuario del Topo,
la patrona de Tunja, es tradicional desde el siglo XVII. 26 La romería a la Virgen del
Carmenen Villa de Leyva, la cual se celebra con gran pompa el 16 de julio; allí mismo en
esta ciudad se hace la romería a "Mamá Linda" o la "Renovada de Leyva" (Nuestra
Señora de Chiquinquirá). La romería a la Virgen de Tutasá se celebra el primer domingo
de octubre. La romería a Santa María la Antigua el tercer domingo de enero en Nuevo
Colón. La romería a la Virgen de la Candelaria, cerca de Ráquira, en el convento de los
Agustinos . La romería a "Nuestra Señora de la O" en Morcá, vereda cerca de
Sogamoso. La romería a la Virgen del Rosario en Tutazá llamada por Bolívar "La
Virgen de los Tiestecitos". Las romerías a la Virgen de Boavita, a Nuestra Señora de
Belencito; Nuestra Señora de las Aguas en Motavita; la Virgen de Tibasosa y otras.
Destacamos asimismo, la romería del Señor de la Columna en Tunja y la Romería de
San Lázaro en la misma ciudad, en el mes de septiembre; la romería al Cristo de los
Milagros en Sativa Sur el 17 de enero; y otras en cada uno de los pueblos y aldeas de
Boyacá.
Entre las innumerables romerías que realiza el pueblo boyacense, destacamos por su
popularidad y atracción folclórica las romerías de Chiquinquirá, Chinavita, Güicán; y en
Tunja: San Lázaro, el Topo y el Señor de la Columna.
En los siglos del coloniaje, las romerías a Chiquinquirá rompieron las barreras locales, e
hicieron que los indios peregrinos, en vez de tomar la vía a Guatavita o Sogamoso a adorar
sus propios dioses, expresaran su fé cristiana en Chiquinquirá.
26
Ernesto Reyes (Pbro.) "LOS SANTUARIOS MARIANOS BOYA CENSES" En: "Repertorio Boyacense"
(Tunja), Nos. 177 - 178 (1954).
100
gratitud y fé. Grupos típicos de promeseros se concentraban en las calles y plazas, y he allí
al pueblo en la expresión de su auténtico folclor: tiples y guitarras, torbellinos, coplas y
alegría de fiesta.
El campesino boyacense ahorra con mucho tiempo para gastar en la romería a sus anchas.
Las mujeres se preparan para la fiesta que es emoción en todos los aspectos de la vida
popular: vestidos regionales, comida típica, bailes folclóricos, coplas y en síntesis, toda la
alegría del pueblo boyacense. Allí los tiples, las guitarras y los requintos interpretan el
torbellino de incomparable ritmo melancólico, bambucos, pasillos y guabinas y los
sencillos cantos y aires festivos de los músicos campesinos.
Lo primero que hacen los romeros que llegan a Chiquinquirá es cumplir la promesade
rigor, postrados al pie de la sagrada imagen. Luego compran en la procuraduría del
101
convento las indispensables reliquias y consignan allí mismo el valor de las salves, misas o
novenas, y ya con la conciencia tranquila, animan y embellecen el ambiente con su alegría
desbordante. Las familias de los promeseros forman grupos típicos en las calles y plazas, y
allí se dedican a reír, comer y cantar la música vernácula, y a empinar el codo una que otra
vez. Compran en las toldas los recuerdos típicos y los dulces para llevar al hogar; y en
síntesis, celebran la fiesta con verdadero ardor. Nos dice Quiñones Pardo que eran muy
típicos en Chiquinquirá los ruedos a los cantoras de las coplas. Un coplero rasgaba el tiple,
carraspeaba ruidosamente e iniciaba el reto:
y si es guapo de verdá,
echemos un desafío
de sabio y de valiente
Quiñones Pardo relata un duelo de ingenio en una plaza de Chiquinquirá entre una
campesina de Moniquirá y un campesino boyacense, en una típica romería a Chiquinquirá:
El indio:
La boca de mí mujer
y se pone colorada
La india:
Si tu boca me besara
102
ni el bruto de mi marido.
El indio:
La india:
se emborracha de aguardiente.27
Duelos de copleros como los antes mencionados son muy frecuentes en las romerías de
Chiquinquirá, aun cuando a veces culminan en completas peleas cuando los atacantes
mezclan coplas picarescas o de completo sabor político.
Otra de las romerías típicas de Boyacá es la que celebran los campesinos del Valle de
Tenza, y en general de Boyacá, Cundinamarca y Santanderes a la Virgen del Amparo de
Chinavita en los primeros días de enero. La imagen fué encontrada dentro de una guadua y
constituída en patrona de Chinavita desde 1822. Multitud de peregrinos van en romería a
rendirle a la Virgen del Amparo su homenaje de gratitud y fé. En esta típica romería
encontramos coplas como las siguientes:
27
Octavio Quiñones Pardo, "CANTARES DE BOYACA"; op. cit.
103
milagros si tá Dios que me case
En la vereda de Morcá a ocho kilómetros de Sogamoso acuden con frecuencia los devotos
de Nuestra Señora de la O, cuya devoción aparece desde el siglo XVIII; por la
comparación entre el cuadro y los retratos que se conocen de la reina Isabel de Castilla, se
presume que el pintor se inspiró en la reina para el cuadro de la Virgen.
28
Guillermo Plazas Olarte, "DE MI TIERRA Y OTRAS COSAS", op. cit.
104
Las romerías a los Santos Patronos de los pueblos son también expresión auténtica del
sentimiento religioso de las gentes de Boyacá. Son muy populares entre otras: La romería
de San Lázaro en Tunja; la fiesta de San Blas en Saboyá; la fiesta de San Roque en
Guateque; la fiesta de San Martín en Ráquira; la fiesta de San Juan en Miraflores; la fiesta
de San Pedro en Ramiriquí; la fiesta de San Ramón en el Espino. Revisten ellas la
autenticidad y profundidad religiosa que ofrece la romería más importante del Norte de
Boyacá, como es la que se lleva a cabo en Güicán a la"Virgen Morena", en las llamadas
también "Fiestas reales".
Los promeseros que van a San Lázaro pasan en crecidas caravanas por Tunja y ascienden la
colina de la "Loma de los Ahorcados" o Alto de San Lázaro. Allí pagan sus mandas a San
Lázaro y a la Virgen de Chiquinquirá, consistentes en salves y misas; allí reciben las
patentes del Santo y la Virgen y un pedazo de cera como reliquia de San Lázaro. Nos dice
Ramón C. Correa en su "Historia de Tunja" que tradicionalmente en un momento
determinado, los romeros entraban en "mata" o aglomeración a la ermita. Se santiguan,
derraman agua bendita al pie de las pilas para que tengan alivio las almas del purgatorio, y
de manera especial las de sus familiares más allegados. Luego se dirigen al presbiterio;
encienden las espermas, ceras y velas al pie de San Lázaro y reunidos se arrodillan y rezan
en conjunto algunas oraciones con especial fervor. Después el Sacristán les
regala "barro" que saca de un aljibe que se halla al lado del evangelio y se lo untan en
forma de cruz en la cara y piernas donde tienen granos o llagas.29
29
Ramón C. Corres, "HISTORIA DE TUNJA", Tunja, 1948, Tomo Hl. pgs. 291 -292.
105
Lázaro, "se llevan el frío en los pies", lo cual significa que a partir de esa época, se inicia en
Tunja una moderación en la temperatura rígida que azota los meses de julio y agosto en el
crudo invierno. Hay que tener en cuenta, que en el mes de septiembre los indios chibchas
de Tunja celebraban la "fiesta de la cosecha" y hacían la ceremonía propiciatoria y el
sacrificio de los moxas en las famosas piedras de Tras del Alto por la vía de la Loma de los
Ahorcados o Alto de San Lázaro.
Algunas fiestas religiosas tienen relación con la búsqueda de la ayuda santa para el
propiciamiento de las cosechas. Tales son los casos de la fiesta de San Isidro Labrador,
patrono de los agricultores y que se celebra en la mayor parte de los pueblos boyacenses, y
la fiesta de San Pascual Bailón en los pueblos cercanos a la Laguna de Tota.
La fiesta de San Isidro Labrador es una reminiscencia de la que celebran los españoles
en Madrid al patrono de los agricultores; y es por esencia, una expresión agrícola de
Boyacá, en donde se citan los pueblos y sus veredas para mostrar lo mejor de las cosechas y
dar pávulo a su innata alegría traducida en cantas, música, requintos y tiples, tocados por
virtuosos y trovadores campesinos. Es la fiesta popular religiosa en donde se aprecia en una
visión general, el trabajo intenso, la producción y la sana alegría del pueblo boyacense.
La devoción a San Isidro Labrador viene desde el siglo XI en España y en especial después
de su canonización en 1622. Su devoción siempre ha estado asociada con la vida cristiana
del campo y las cosechas; los labriegos pedían su intervención para el regadío de lluvias
para los sembrados. Los campesinos españoles creen que San Isidro trae el agua para el
refresco de las cosechas y ayuda a cuidar el ganado. La fuente de San Isidro, que según la
tradición brotó cuando imploró a Dios que la concediera para una tierra árida, se ha hecho
popular; los "isidros" o peregrinos iban en su búsqueda para obtener salud.
106
San Isidro Labrador se convirtió en el Santo Patrono de Madrid y de los campesinos
españoles; su fiesta se celebra en España el 15 de Mayo. Sin embargo, como las fiestas de
la cosecha de los aborígenes de Boyacá se celebraban en septiembre, parece que en este
traslado influyó la costumbre indígena para realizarse la fiesta al santo patrono en
septiembre u octubre.
En Villa de Leyva se celebra la Fiesta de San Isidro el último domingo de septiembre; allí
cada una de las veredas lleva lo más representativo de la cosecha, con la cual se hace
el altar de San Isidro en la plaza principal. En las horas de la tarde, se hace el remate de
cada una de las representaciones veredales de la cosecha, con la presencia del cura párroco;
los compradores de la cosecha veredal, sea total o parcialmente, consideran que los
productos agrícolas comprados en el altar, traen buena suerte para la cosecha venidera;
después del remate, el cual se destina para la parroquia, se hace la procesión con San Isidro
y los rezos por su intervención para el éxito de las cosechas.
En Aquitania (Pueblo Viejo), en las orillas del lago de Tota, también encontramos la fiesta
de San Isidro Labrador. Allí los campesinos arreglan la "Huerta de San Isidro" con los
frutos representativos de la región y las donaciones de las veredas. En las horas de la tarde
hace el recorrido por las principales calles, un grupo de campesinos con un vocero adelante
y el coro de voces que le responde, imitando los cantos y gritos en el barbecho; ellos van
regando semillas por las calles. En la misma forma que en todos los pueblos, las huertas
enviadas por cada una de las veredas se rematan. Culmina la fiesta con la procesión de San
Isidro Labrador por las principales calles.
107
Esta fiesta penetró en Boyacá en el siglo XVII con influencia de los franciscanos. Se trataba
de venerar a un santo lego que había sido pastor español en los campos y se había
distinguido por su amor a la Sagrada Eucaristía; era el santo fiestero del mundo cristiano,
ejemplo para los campesinos. A San Pascual Bailón los campesinos piden la abundancia en
las cosechas, imploran la venida de las lluvias, la recuperación de la salud de un pariente, el
hallazgo de un animal u objeto perdido.
El 16 y 17 de mayo se celebra esta fiesta campesina en Boyacá, la cual tiene una duración
de varios días, de acuerdo con los preparativos en las comidas y bebidas.
En una de las casas se arregla una sala que se destina al baile y en la cual se ubica el altar
con el cuadro de San Pascual Bailón y en donde se coloca el pan de los ángeles; a su
alrededor hay otros cuadros: la Virgen de Chiquinquirá, las almas del purgatorio, la muerte
del justo y otros santos de la devoción de la casa; muchas flores blancas y en tonos rosa y
amarillo claro; y a un lado la bandera de Colombia; en el marco de San Pascual se colocan
muchas flores brillantes de papel dorado. Del techo cuelgan festones de colores vivos y
variados. En el piso se coloca un candelabro rústico en donde van ordenando gruesos cirios
y algunas veladoras que compran los oferentes de la fiesta y también los recién llegados o
alféreces voluntarios.
Es importante en la fiesta la llegada de los músicos y de los ANGELITOS que son un niño
y una niña menores de 10 años, vestidos con sus mejores trajes y con coronas decoradas
con papel dorado; llevan asimismo flores silvestres.
Todos los vecinos entran a la sala siguiendo la pareja de angelitos y los anfitriones de la
casa y llevando velas encendidas. El "ofrendero" recita las oraciones a San Pascual Bailón,
el responsorio y la novena que se hace durante nueve días. Una de las oraciones, es la
plegaría que viene desde la colonia, en la cual se pide la "paz y concordia entre los
príncipes cristianos", asimismo "la gloria y el honor a nuestra España": "Mira
benignamente por los intereses de esta monarquía, consiguiendo del Señor, para nuestros
católicos monarcas y su real familia, salud y felicidad y acierto en su gobierno". 30
Luego se rezan los gozos de dos en dos y en cada interludio se toca una pieza musical, en
las cuales se considera que San Pascual Bailón viene a "abrir el baile". En mitad del círculo
se ha colocado un pequeño cirio rodeado con pétalos; si la pequeña llama se mueve,
impulsada por el viento, es señal segura que el santo ha recibido la ofrenda y agradecido
viene a acompañar a todos sus devotos y a bailar en medio de ellos. Se recuerda al dios
chibcha "Nencatecoa", quien según la costumbre acompañaba a los chibchas en sus bailes y
era signo de que estaba presente cuando el viento soplaba las llamas.31
30
Lilia Montaña de Silva Célis, "MITOS, LEYENDAS, TRADICIONES Y FOLCLOR DEL LAGO DE
TOTA", Op. Cit. p. 407. Es el primer estudio que se ha hecho sobre la fiesta de San Pascual.
31
IBIDEM, p. 408.
108
Después de los gozos, y cuando piensan los campesinos que ha bailado San Pascual, los
músicos tocan cinco piezas para que bailen los "angelitos"; ellos empiezan arrojando
flores al santo gritando "que viva la fé de San Pascual"; bailan hacia adelante y hacia atrás,
pero nunca dando la espalda al santo.
Cuando los angelitos terminan de bailar, viene el baile con el señor, la niña; y con la señora
el angelito; y luego por parejas, los hijos, nietos, yernos, cuñados y amigos. Cuando una de
las mujeres se quiere retirar hace una inclinación ante el altar y se aleja discretamente.
Bailan en silencio y con los ojos fijados en el santo. Es una danza ritual en donde se honra
al santo con el baile; los músicos tocan largamente e interpretan los torbellinos, guabinas,
pasillos, bambucos, manta, la madrugada, etc., durante toda la noche. En el amanecer se
repite la misma ceremonia del día anterior con los angelitos y el rezo de las oraciones, la
novena y los gozos y sigue el baile. Cuando se quiere bailar común y corriente, se tapa el
cuadro con el lienzo blanco; los bailes siguen todo el día de San Pascual, mezclados con
juegos de sainetes de animales y las suculentas comidas preparadas para la fiesta; en
algunos casos la fiesta se prolonga durante varios días, pero lo común es una noche y el día
siguiente.32
El Corpus en Bogotá
y la Nochebuena en Soatá".
El domingo de ramos es anunciado en los pueblos con venta de las "palmas de ramo" que
se venden en los mercados o al frente de las iglesias; estas palmas son bendecidas en
ceremonia especial y conservadas durante el año, para ser quemadas cuando hay amenaza
de tempestades.
32
IBIDEM, pgs. 427- 428.
109
Hasta hace algunos años era costumbre en Tunja la procesión del Domingo de Ramos en
San Francisco, en donde se llevaba un niño vestido de Jesús y montado en una asna
vistosamente enjaezada y seguida de un borriquito, lo cual atraía multitud de gente.
Asimismo se acostumbraba un acompañamiento de niños apóstoles que siguen al Señor
desde el Domingo de Ramos, acompañados por las gentes portando los ramos. Estos doce
niños apóstoles aparecen en algunos casos con larga túnica blanca y una capa blanca y una
capa con cíngulo morado, con cruces amarillas y aureolas de cartón, forradas en papel
dorado, y báculos tapizados con algodón y cintas; en otros lugares, llevan túnicas de colores
fuertes y vivos a la usanza judía de los tiempos de Cristo.
110
del apóstol. En Sogamoso un ángel lleva las insignias de la pasión, la corona de espinas, las
potencias y los clavos, en una bandeja de plata. En Sáchica acostumbran la |Semana Santa
a lo vivo.
Los vestidos de los santos de los pasos de Semana Santa, cambian de acuerdo con los días:
vistosos colores en los días de domingo de ramos a miércoles y el domingo de resurrección;
y riguroso luto los jueves, viernes y sábado santo. Con gran solemnidad se presentan las
procesiones del |Santo Sepulcro, el viernes santo; |la Soledad, el sábado santo y la
procesión del |Resucitado el domingo de Pascua. El jueves santo es el día importante de la
Semana Santa y el día de la |gran cena. Los monumentos constituyen el aspecto más típico
de todos los pueblos boyacenses; en ellos aparece el cordero pascual, el caliz forrado con
papel dorado o racimos de uvas, matas artificiales de vid, trigales, barcas, etc.; y en medio
de ellos, la urna de la Eucaristía.
En Tunja se acostumbró durante muchos años llevar como apóstoles en el lavatorio del
Jueves Santo a 12 ancianos del Ancianato. Después de la ceremonia se acostumbraba una
procesión en donde el centro es el |"Lígnum Crucis".
En Sogamoso creían que en los Jueves Santos por la noche durante pocos minutos aparece
en las sabanas de la Tigrera una llama misteriosa que se mueve, aviva, crece y
desaparece 33 El Viernes Santo es un día temeroso y de recogimiento; las gentes de Boyacá
generalmente no viajan a ningún lugar; los campesinos estan conscientes que en esos días
no deben pensar en amores, ni tener contactos sexuales. Así expresa una copla:
33
Guillermo Plazas Olarte, Op. Cit.
111
Las semillas sembradas el Viernes Santo germinan fuertes y vigorosas, según las creencias
de los campesinos; en especial, esta siembra debe hacerse a las tres de la tarde, en poca
cantidad y con tierra preparada previamente.
A principios del siglo XIX acostumbraban en Tunja sacar un preso de la cárcel los días
jueves y viernes santo, con grillos y cadenas, pidiendo limosnas para los presos. 34 El ladrón
Dimas, compañero de Jesús con el ladrón Gestas, lo consideran en Boyacá como abogado
de los objetos perdidos. Así dice la copla valletenzana:
Algunas coplas boyacenses de la Semana Santa son muy curiosas, en lo que se relaciona
con Juan y la Magdalena:
34
Luis Francisco Suárez Pineda, "LA CELEBRAClON DE LA SEMANA SANTA EN ALGUNAS
REGIONES DE COLOMBIA". En: "Thesaurus" (Bogotá), Tomo XVII, No. 3 (1962), PP. 575 - |605.
35
IBIDEM. Es el mejor estudio realizado sobre las costumbres en la Semana Santa en Colombia.
112
especiales, pan y chocolate. El Domingo de Pascua se celebra en Boyacá con gran alegría;
hay bailes, se toman licores, se hacen paseos fuera del poblado y se preparan almuerzos
especiales; en algunos lugares hacen la famosa "quema de Judas" y los bailes de pascuas al
son del torbellino, pasillos, bambucos y guabinas.
La procesión del Corpus giraba alrededor de los altares en las esquinas en donde se
representaban escenas bíblicas con diversas figuras; arreglos con trigales, racimos de uvas,
barcas, e inclusive seres mitológicos.
En la provincia de Tunja en los siglos de la Colonia salían en la procesión del Corpus los
más altos dignatarios civiles y eclesiásticos y la encopetada sociedad tunjana. Los altares
eran ricamente elaborados por los gremios de mercaderes, artesanos o de determinados
oficios. Los indios chibchas salían por parcialidades e interpretaban sus correspondientes
Danzas, entre las cuales destacamos la |Danza de las Cintas y las comunes Danzas del
Corpus con avances, retrocesos y golpes con garrotes en el suelo al son de las flautas y
tambores.36
Las supervivencias del Corpus Christi en Boyacá se han conservado más auténticas en los
pueblos más alejados de la capital; en algunos está relacionada con la exposición de los
frutos del campo; con "altares de la cosecha" como las festividades de San Isidro Labrador.
Entre las fiestas religiosas colectivas, ninguna es tan alegre y expansiva como
la |NAVIDAD EN BOYACA. El aguinaldo boyacense ya ha pasado los linderos de
Colombia, y se tiene como una de sus típicas manifestaciones folclóricas.
El 16 de diciembre se inician las fiestas del Aguinaldo, en las cuales Boyacá entero
despierta con la alegría y parece que su alma se volcara de júbilos Se organizan
las |JORNADAS, nombre que toman en Boyacá las procesiones que se verifican por las
calles o la plaza de las poblaciones en los días de la novena y durante la cual se rezan las
36
Ramón C. Correa, "HISTORIA DE TUNJA", Tomo III, p. 288 |- |289.
113
oraciones y la novena del aguinaldo, se cantan los villancicos al niño Jesús. Los pasos de
las jornadas, que a veces son a lo vivo, presentan diversas escenas conmemorativas de la
historia de Belén: en algunas localidades boyacenses encontramos un niño con barbas y
túnica que representa a San José y una niña vestida de judía, que representa a la Virgen;
siguen las comparsas de angelitos o de diablitos. En algunas escenas aparece San José
llevando del cabestro la burrita con la Virgen; San José y la Virgen junto a una quebrada, el
paso por un puente, etc.
En los pueblos boyacenses existen costumbres diferentes, que están desapareciendo en los
últimos años. En Jenesano el alcalde reunía a los habitantes y daba la orden de hacer
disfrazar a todos los habitantes desde las primeras horas del 23 de diciembre, e iniciar un
verdadero |CARNAVAL; se destacaban los disfraces del demonio y de las almas. En
Soracá y otros lugares acostumbraban la |"vara de los negros" muy semejante a la Danza
de la Trenza o la clizneja; las cintas iban entretejiendo y en este oficio se requería precisión
de las parejas, porque una equivocación hacía empezar de nuevo la danza.38
En algunos pueblos como Socha, Belén, Floresta, Soatá, Cómbita y otros, los campesinos
acostumbraban llevar disfraces con frailejones sobre la cabeza a modo de sombrero;
algunos llevaban hachones encendidos. En otros lugares llevaban los llamados "arbolitos"
hechos de cañabrava y con adornos de flores y papeles de vivos colores, imitando especies
de candelabros con diversos brazos. Aparecen asimismo en numerosos pueblos las figuras
de |matachines o diablos con máscaras hechas de caspote, una especie de parásito que en
forma de cabellera cuelga de algunos árboles; otras veces los hacen de flecos de fique con
manchas de diversos colores, combinados indistintamente: como complemento llevan
látigos con remates de vejigas de res infladas para castigar a quien se atreva impedir el
camino.
En Tunja se acostumbraban las posadas tocando en las puertas de los fieles; en algunas de
ellas se hacían las famosas parrandas navideñas. En las procesiones de aguinaldos son
imprescindibles las |comparsas de pastores; muchos van vestidos con túnicas y mantos de
estilo judío y con sombreros de la región.
|La misa de gallo constituye la culminación de las festividades navideñas. A ella acude el
pueblo en su gran mayoría, auncuando tenga que suspender la fiesta de nochebuena que se
ha iniciado en las horas de la noche; las fiestas son de carácter familiar y con la unión de
37
Luis Francisco Suárez Pineda, "CELEBRACIONES NAVIDEÑAS EN ALGUNAS REGIONES DE
COLOMBIA" En: "Thesaurus" (Bogotá), Tomo XX, No. 3(1965).
38
Rosa Otálora de Corsi, "AMBIENTE TUNJANO" (Crónicas y Leyendas de Tunja). Tunja, 1939, PP. 231 |-
|232.
114
vecinos y amigos. Los regalos de navidad o "aguinaldos" fueron muy desconocidos por los
campesinos pero sí entre las gentes de los pueblos. En el Valle de Tenza se acostumbraban
los famosos "torbellinos a misa" que se hacían en grupos basta la iglesia; y se bailaba el tres
y el guatecano. Algunas coplas boyacenses son bellas expresiones navideñas como éstas:
En la navidad boyacense son típicas las comidas de nochebuena: el |tamal acompañado con
chocolate, pan y bizcochos; en la cena navideña es típico asimismo el |ajiaco con pollo y
los |buñuelos de maíz y trigo ensopados en miel de caña o abejas. Las colaciones
boyacenses son típicas en la navidad con las rosquillas, polvorosas, plumeros, rosquetes,
garullas, almojábanas, etc. En el almuerzo del 25 de diciembre en el Norte de Boyacá
acostumbran el cordero; en el resto del departamento el pollo y el pavo.
La navidad ha tenido tanta popularidad en Boyacá, que en la segunda mitad del siglo XX ha
traído el turismo de todas las regiones de Colombia. Dignas de mención son las fiestas que
con tal motivo se han organizado en el AGUINALDO BOYACENSE que se celebra en
Tunja con la participación de carrozas, conjuntos, comparsas de la ciudad y pueblos
vecinos; en la misma forma, se ha popularizado el Aguinaldo Paipano, que tiene semejanza
en la organización con el anterior. En las demás regiones de Boyacá, en el Cocuy, en
Socha, en el Norte y Valle de Tenza, tiples y torbellinos acompasan la alegría de las noches
para reflejar el alma alegre de un grato diciembre en Boyacá.
115
El 31 de diciembre en vísperas del año nuevo en algunos pueblos sacan el "matacho" en
figura de hombre vestido popularmente y relleno de paja y aserrín; es llevado en procesión
con gran algarabía y pólvora; en la media noche lo prenden, para significar que el año viejo
se va y llega el año nuevo. En algunos pueblos se pedían tres centavos que darán la suerte
del año nuevo; se pedían en nombre de la Santísima Trinidad, la Sagrada Familia o los Tres
Reyes Magos. Diversas costumbres aparecen en el año nuevo: la selección del Compadre
del año, los huevos en vasos de agua, etc.
Muy ligado al folclor religioso se encuentran las costumbres funerarias, en una región que
presenta caracteres esencialmente religiosos en sus actitudes, como es Boyacá. En esencia,
los patrones socio-religiosos para enfrentar la muerte se derivan de los dogmas católicos, y
en las costumbres encontramos supervivencias hispánicas y chibchas.
Por las costumbres funerarias aún sobrevivientes entre los campesinos TUATES,
localizados cerca de Tutasá y al Norte de Belén de Cerinza, podemos reconocer
supervivencias chibchas y españolas en sincretismo. Los tuatés acostumbraban las
plañilleras en los entierros; son éstas, tres o cuatro lloronas que generalmente son ancianas
dedicadas al oficio de llorar y pregonar en alta voz y en forma continua las cualidades y
virtudes de los difuntos. Es muy curioso que a muchos cadáveres antes de llevarlos a la
iglesia de Belén, acostumbraban participarles sus bebetas de las tiendas, abriéndoles con un
palo las rígidas mandíbulas y echándoles chicha en la boca. Después de la ceremonia en la
iglesia de Belén de Cerinza conducen el cadáver entre lloros y lamentos formando un
vocerío espantoso. Al llegar a la tumba, por orden del parentesco van chorreando sobre el
féretro las velas y espermas que llevan encendidas hasta cubrirlo completamente con una
capa blanca; luego lo descienden al hoyo y el pariente más próximo y quienes le siguen, le
echan encima puñadas de tierra, y a cada una que lanzan, van recomendando el alma del
muerto a los parientes difuntos y enviando saludos a los ya desaparecidos, hasta cubrir de
tierra el cajón; luego lo tapan rápidamente lanzandole con las palas de tierra y piedra hasta
formar un túmulo sobre el sepulcro. Al cementerio llevan también vasijas con chicha que
reparten entre los concurrentes. Terminado el entierro, entre sollozos y buenas ausencias
del difunto, vuelven a las tiendas en donde se embriagan.39
Existen algunas supersticiones sobre la proximidad de la muerte en las familias: el canto del
"currucuy" en el tejado de la casa, el zumbido de una mosca sobre el enfermo, mariposa
negra y el canto de una lechuza. Muchos creen que la muerte por enfermedades son
39
Ulises Rojas, "COSTUMBRES DE LOS INDIOS TUATES" En: "Repertorio Boyacense" (Tunja), Nos.
140 - 143 (Marzo - Julio 1963) PP. 1467- 1474.
116
producto de maleficios o brujerías; aun cuando no piensan lo mismo con las originadas por
vejez o golpes mortales.
En algunas veredas de Santa Rosa de Viterbo las gentes compran su cajón para el entierro
con mucha anticipación, y generalmente lo colocan en una de las vigas del zarzo; en la
misma forma compran los cirios para el velorio.
Existe la costumbre de quitar el cadáver inmediatamente del lecho de muerte para que el
alma no pene, y colocarlo en el centro de la habitación Lo colocan en un cajón o ataúd, o en
una "Barbacoa" hecha de madera, cañas y cuerda para conducir el cadáver al cementerio.
Creen que en la habitación en donde expiró se debe colocar un vaso de agua y una luz
durante las nueve noches porque en ese tiempo el alma viene a beber. La luz sirve para que
el alma vea en donde está el agua40 Durante las nueve noches no se debe hablar del muerto
porque ésto lo haría penar en la otra vida.
Una de las costumbres funerarias más típicas, es la gran comida para los asistentes al
"velorio"; en especial el "mute", la gallina y la carne de cerdo, acompañados de guarapo
para retener a los visitantes.
Si el individuo murió asesinado le atan los pies para que el asesino no huya y más bien se
devuelva; si llueve el día de muerte, es probable que el finado esté en el purgatorio o en el
infierno; si hace buen día es seguro que ella goza de la bienaventuranza. 41 En el velorio
rezan las letanías con recuerdos para los difuntos parientes y amigos.
Cuando llevan el cadáver al pueblo van repartiendo guarapo entre los asistentes; asimismo
reparten bollos, longanizas, arepas, mazorcas, carnes, etc. Después de la ceremonia
religiosa y ya en el cementerio destapan el cadáver y los concurrentes deben acercarse a
mirarlo por última vez lanzando los parientes gritos lastimeros. Por último cada uno arroja
puñados de tierra sobre el cajón con nuevas lamentaciones.
Consuelan su pena comiendo y bebiendo; si el finado es pobre, la cena se prepara con los
obsequios que traen los visitantes. Al regresar a la casa, hacen un mamarracho en figura
humana para que imite al cadáver, con cabellera, brazos, piernas; los pies van cubiertos con
alpargatas. Este mamarracho se coloca en la estera en donde estaba el cadáver y junto a él
el vaso con agua y luz en donde el difunto beberá durante las nueve noches.
Entre los campesinos boyacenses, la muerte de los niños constituye una verdadera fiesta
social; hacen el llamado entierro de los "ANGELITOS". El cadáver del niño lo visten de
angelito con alas doradas, o plateadas, corona, zapaticos y algunas estrellitas para salpicarle
40
Rosa María Otálora de Corsi, "DATOS FOLKLORICOS SOBRE LA MUERTE Y EL ENTIERRO
ENTRE NUESTROS CAMPESINOS". En: "Repertorio Boyacense" (Tunja), Nos. 161 - 162 (1951), PP. 2399
- 2406.
41
IBIDEM, pgs. 2403 y 2404.
117
el vestido. Así arreglado lo colocan en una mesa en el centro de la sala y lo rodean de
flores. A continuación empieza el baile con música de los conjuntos campesinos con
tambores, capadores, tiples, flautas de caña, dulzainas, churruscos, chirimías y otros. Echan
pólvora para que venga la gente, cantan y bailan con inusitada alegría. Creen que si hay
bastante concurrencia, el niño sonríe, pero que se entristece a medida que haya menos
acompañantes. Los padres del niño no deben mostrarse tristes, porque ello quitaría la gloria
eterna. Durante las nueve noches nadie debe dejarse tocar de la madre del niño o de quien
lo amortajó, porque perdería sus animales o su cosecha aquél quien lo tocare. Si las mujeres
se dejan tocar, dañarán su cabellera.
Al tercer o cuarto día de la defunción, "el angelito" es llevado al poblado vecino en medio
de una verdadera procesión; él va muy alto en el extremo de un palo rematado en tres
divisiones y acompañado por gran concurrencia, música, pólvora y gritos de alegría; al
llegar al pueblo es recibido con repique de campanas, y se hace la ceremonia
religiosa.42 Esta costumbre de los "angelitos" es típicamente española y transculturada a
Boyacá.
Parte 1
42
IBIDEM, pgs. 2405 - 2406.
118
Chatica Linda
Parte 2
Chatica Linda
119
8. Mitos, leyendas y creencias populares en Boyacá.
Un estudio sobre los Mitos folclóricos nos presenta un conjunto de creencias brotadas del
fondo emocional, las cuales se expresan en un juego de imágenes y de símbolos y se
manifiestan como una fuerza operante en la sociedad. El conocimiento de los mitos
equivale en algunos pueblos a llegar al secreto de origen de las cosas y a la adquisición de
un poder mágico sobre ellas, gracias al cual se logra dominarlas, multiplicarlas o
reproducirlas a voluntad. El mito se presenta como una realidad viviente de la que se cree,
acaeció en los tiempos originarios, e influye continuamente en el mundo y el destino de los
hombres.
Los mitos boyacenses han sido transmitidos por tradición y aparecen en nuestro presente
como supervivencias del pasado. Algunos son chibchas, con raíces milenarias muy
profundas en pueblos asiáticos y oceánicos. Otros son españoles, con profundas raigambres
europeas, traídos a estas tierras en los siglos del coloniaje.
Uno de los aspectos que relaciona los mitos boyacenses con los colombianos y
latinoamericanos, es el sentido general en la relación de los dioses tutelares o
personificaciones de las fuerzas naturales que gobiernan la vida de los pueblos y los
campos. Todo objeto extraordinario en la naturaleza es supuesto como poseedor de un
núcleo o una esencia espiritual, la cual desempeña un papel activo en la existencia de lo que
rodea y comprende a los hombres. Los dioses tutelares o mitos populares se pueden
presentar como enemigos temibles o grandes amigos de las gentes.
Los campesinos boyacenses respetan profundamente los lagos, las montañas y las rocas;
ninguno habla de nadar en dichos lagos, y ni siquiera de lavar allí sus ropas. Consideran
que los "espíritus" o los "encantos" están vinculados a los fenómenos físicos, los ríos, las
montañas y las lagunas; inclusive cuando pasan cerca de ésta, hacen la señal de la cruz.
Algunos campesinos boyacenses creen que los espíritus del agua no solo viajan bajo la
tierra, sino también toman fuerza humana y caminan de un lugar a otro; piensan que los
espíritus de la montaña son más feroces en las horas nocturnas y mucho más los viernes de
semana santa.
Según los campesinos mestizos de las cercanías de la laguna de Fúquene, el dios tutelar Fú
se opuso a la construcción del ferrocarril que el gobierno hizo entre Zipaquirá y
Chiquinquirá. Cuentan los campesinos que cuando la obra llegó a bordear la laguna, los
trabajadores tuvieron muchos problemas, pues de un día para otro la obra aparecía destruída
sistemáticamente. Pero como la constancia de los trabajadores era Infatigable, cuentan los
120
campesinos, que un día con su paciencia ya agotada, el mito del agua apareció ante los
hombres en forma humana y. les dijo: "Ustedes están invadiendo mi palacio", y en forma
amenazante desapareció: No sobra decir que los aterrados trabajadores decidieron
prudentemente trasladar el terraplén del ferrocarril a otro lugar.43
Cuando en abril de 1972 se desbordó la "Laguna Negra" o del Carrizal, en el río Arcabuco
cerca de Tunja, y fué la causa de una gran inundación en toda la región, muchos
campesinos boyacenses creyeron en la ira de los espíritus de la Laguna negra. Los
campesinos creen que la laguna es un ser sobrenatural cuyas dormidas pasiones suelen
estallar súbitamente con fuerza incontrastable: la laguna se lamenta, se encoleriza, se
envenena y toma venganza agitando con violencia sus aguas y suscitando tremendas
tempestades, o bien dejando salir de su seno monstruos o "espíritus" malignos. Esta
supervivencia mítica tiene profundas raíces chibchas y está relacionada con el "Mito de
Bachué", madre del linaje humano, quien emergió de la laguna de Iguaque, se casó con su
hijo, pobló la tierra y volvió a la laguna. Por ello, los chibchas fueron adoradores del agua,
en un mito que se transmitió a los campesinos boyacenses.
Otros mitos chibchas del Altiplano cundiboyacense son dignos de mencionar: el mito sobre
la creación del sol y la luna; los mitos de Nemqueteba y Bochica; el mito del origen del
Salto de Tequendama, el mito de Chiminigagua o creador y otros.
En Boyacá encontramos gran diversidad en los mitos folclóricos, la mayoría de los cuales
son comunes en Colombia y en otras áreas de Hispanoamérica. Entre ellos destacamos los
siguientes: La Llorona, es un mito de los pueblos y los campos boyacenses que se
distingue por sus macabros plañidos, y según los campesinos aparece como una mujer con
largas vestiduras y rostro de calavera, llevando en sus brazos un niño muerto.
El Cucacuy, es un mito del Valle de Tenza que se presenta como un hombre fabuloso que
sale desnudo por las noches a calentarse en las parrillas. Lleva siempre en la mano un largo
bordón en cuya extremidad pende un calabazo que encierra varios demonios. Silba de un
modo especial en la uña del pulgar, para que tal efecto se deje crecer; las gentes creen que
se trata de un varón no bautizado y que tiene pacto con el diablo.
Otros mitos campesinos se han registrado en Boyacá, como en otras regiones de Colombia:
El Jigura o patas, La Mancarita, el gritón, el sombrerón, el patetarro, la patasola, el
hojarasquín del monte, la madremonte y otros seres míticos que recorren los campos
boyacenses, caminos, poblados y veredas. Algunos son el temor de los caminantes en
noches de oscuridad; vengativos, chanceros y madrugadores; sobresaltan las doncellas,
despistan los cazadores, asustan a los campesinos que regresan a sus casas después de los
velorios y de los alumbrados. Los campesinos boyacenses creen en sus mitos y en los
lugares de los encantos; las gentes creen en ellos "porque los hay, los hay".
43
Orlando Fals Borda, "CAMPESINOS DE LOS ANDES", op. cit. P. 234 - 235.
121
Los mitos, en las ciudades están relacionados con los ESPANTOS. Tunja ciudad colonial
presenta diversos espantos mitológicos que han llenado el terror de los tunjanos en muchos
años. Señalamos entre ellos: el farol de las Nieves, el espanto del Panóptico, el perro de San
Francisco, el espanto de la Fuente, el toque de las ánimas y los espantos de dominicos y
franciscanos en diversas casas coloniales de la ciudad.44
EL PERRO DE SAN FRANCISCO, se trata del espanto del perro de piedra que existía
en el antiguo convento de San Francisco, el cual pasó posteriormente al Batallón Bolívar.
Este perro era de gran tamaño y se presenta sentado mirando hacia el muro oriental. Los
tunjanos creían que en horas avanzadas de la noche, se sentía un extraordinario terror cerca
del perro: escuchaban sus aullidos, el arrastre de cadenas, ladridos terribles y ojos con
fuertes luces.
44
Ramón C. Correa, "HISTORIA DE TUNJA", Tomo II, op. cit.
122
ayudarle al padre, quien era un alma en pena y solicitaba de la comunidad franciscana
comulgara una vez por mes por su redención. Desde entonces se volvió a escuchar el
repicar de las campanas en el toque de las Animas en San Francisco.
Otros mitos que han sido estudiados son: la dama peluda, el currucucú, el jinete negro, el
ánima sola, la cabellona, la viudita, la mula de tres patas, etc.
Como hemos podido apreciar, en los campos y poblados de Boyacá existen infinidad
de "Mitos", que conforman una mentalidad mítica colombiana. La imaginación primitiva,
desde hace milenios de años, creó una serie de deidades y les dió forma corpórea visible y
viviente, para explicarse así el origen de las cosas y de los hombres. Así el hombre se siente
parte de la naturaleza y afirma su fraternidad con las especies animales y sus relaciones con
los astros, las plantas, etc.
Un aspecto que está relacionado con la mentalidad mítica del boyacense es la importancia
que da a la manifestación de la fuerza en los fenómenos naturales, humanos y animales.
Las gentes piensan que cualquier cosa que manifieste fuerza o relación con lo trascendente
es sacro y por consiguiente puede ser venerado. Los astros, los mares, los ríos, los lagos, las
montañas, animales, plantas y fenómenos naturales, y aún los mismos hombres, pueden ser
mitificados, en cuanto revelan la fuerza o el espíritu que los anima.
123
b. Las leyendas populares en Boyacá.
Las leyendas populares se presentan como narraciones que tienen un recuerdo histórico
básico, complementado con la fantasía y misterio de las gentes.
Algunas leyendas son chibchas, a través de las cuales se han tejido muchas consejas que
superviven. Mencionamos entre ellas: la leyenda de Hunzahúa, el fundador de Tunja
indígena; la leyenda de Goranchacha, los Cojínes del Zaque, la leyenda de Aquimín, y
otras.45
La Leyenda de Goranchacha el profeta. Goranchacha era hijo del sol y de una doncella de
Guachetá; al cumplir 24 años pasó a Ramiriquí y Sogamoso en donde fué recibido como
hijo del sol. Recorrió las tierras chibchas recordando las enseñanzas de Bochica, la
obligación de adorar a los dioses, venerar a los caciques, guardar la paz, etc. Cuando tuvo
conocimiento del castigo brutal que hizo el cacique de Ramiriquí a uno de sus súbditos, le
dió muerte, se apoderó del cacicazgo y se radicó en Hunza en donde ejerció el primer
gobierno dictatorial. Hizo edificar un templo al sol con grandes piedras traídas de diversas
regiones; este templo se hizo en el lugar que hoy ocupa la Universidad en Tunja. Según la
tradición, Goranchacha profetizó la venida de una raza extraña, la cual esclavizaría al
pueblo chibcha por haber olvidado las enseñanzas de Bochica.
45
Sobre las leyendas en Boyacá, consúltense las siguientes obras: Julio Roberto Galindo, "BOYACÁ EN LA
LEYENDA INDIGENA "(Tunja), Impr. Departamental, 1965; Jesús A rango Cano, "MITOS, LEYENDAS Y
DIOSES CHIBCHAS'; Bogotá, Plaza y Janés, 1976; Max López Guevara, "LEYENDAS INDIGENAS",
Tunja, U.P. T. C. Elvira Sarmiento de Quiñones, "LEYENDAS DE LOS BOCHES", Tunja, Imprenta Dptal,
1939.
124
Otras leyendas indígenas encontramos en Boyacá: La leyenda de Furatena en el territorio
de los Muzos y las esmeraldas, alrededor de los cerros que fueron adoratorio de los
chibchas. La leyenda de Huán en el templo de Iraca; la leyenda de Azay, la leyenda de la
princesa Anachué, la leyenda de Tomaghata o el cacique Rabón, la leyenda
de Idacansás en Sogamoso; las leyendas de los Laches y de los Bocheshacia el norte de
Boyacá y otras.
La Leyenda del Judío Errante en Tunja aparece desde finales del siglo XVI. Se trata de
la visita que hizo Ahseverús el judío de los tiempos de Jesucristo, quién según la leyenda
universal que se ha ubicado en muchos lugares del mundo, gritó a Jesús en el camino del
Calvario "anda", cuando el nazareno quiso sentarse en una piedra. El Maestro le dijo "Anda
tú, anda hasta cuando yo vuelva, hasta el fin de los tiempos". Y desde entonces anda por
todo el mundo, representando en su imagen la figura andante del pueblo judío.
En Tunja la leyenda del judío errante está en relación con la escultura del judío de la Iglesia
de Santo Domingo que sale en las procesiones de Semana Santa; una escultura esculpida
con la del Nazareno en los mediados del siglo XVI en Tunja. Creían los novicios del
convento que el judío salía en las noches a hurtadillas de su celda y recorría los claustros
del convento y robaba alimentos; creían asimismo que la estatua volvía repentinamente la
cabeza y clavaba miradas tenebrosas e infernales; asimismo que lo encontraban sentado y
llorando escondiendo la frente entre los brazos. Cuenta la leyenda colonial que un viernes
santo el Padre Luis recibió la visita de un viajero, quien le preguntó por la estatua del judío
de Santo Domingo. El viajero y la estatua vestían de la misma manera y entablaron un
diálogo de reconocimiento en el cual el viajero resultó ser Ahseverús el judío errante,
quién siguió su camino con paso lento y cansado hasta la consumación de los siglos.46
46
Rosa María Otálora de Corsi, "AMBIENTE TUNJANO". op. cit.
125
El asesinato de Jorge Voto fué un escándalo general en el Nuevo Reino, el cual hizo
trasladar a Tunja al Presidente Venero de Leiva. Los autores del asesinato surgieron en la
investigación: uno intelectual, Doña Inés y tres de hecho, Pedro Bravo de Rivera, Hernán
Bravo y Pedro de Hungría. Doña Inés fué ahorcada pendiente de un frondoso arrayán, en la
que desde entonces se llamó en Tunja la "Calle del Arbol"; Pedro de Rivera y Hernán
Bravo fueron, degollado el primero, y ahorcado en la picota él segundo. Esta narración fue
relacionada por el cronista Juan Rodríguez Freyle en su obra "El Carnero", y aparece como
leyenda en Tunja en la famosa "Calle del Arbol".47
Las creencias populares nos indican las actitudes de compromiso de las gentes ante
determinados hechos concretos que se consideran dignos de una aceptación verdadera. Las
creencias crean una actitud mental que sirven de base a la acción voluntaria y lleva a los
individuos a una actuación enérgica. No importa tanto la imagen externa que se percibe,
sino la convicción en la veracidad de determinados hechos concretos, los cuales son
alimentados por mediquillos, curanderos, parteras, brujos y gentes en general que colaboran
en hacer supervivientes aquellas expresiones del pasado que se presentan como "creencias
populares" legadas de los antepasados.
Los Chibchas de Boyacá eran sumamente supersticiosos; en la misma forma que los
españoles. El Oidor Juan de Valcárcel en un informe que envió al Rey de España Felipe IV
expresó sus conceptos sobre las gentes de la provincia de Tunja:
47
Rubio y Briceño "TUNJA DESDE SU FUNDAClON HASTA NUESTROS DIAS", op. cit., p. 103.
126
Comentó asimismo Valcárcel que en Tunja en la Noche de San Juan los campesinos barrían
la casa, quemaban la basura y con ceniza ensuciaban al niño más pequeño; al amanecer lo
llevan a lavaren la fuente o quebrada más cercana.48
En el municipio de Chita cuentan que los campesinos, descendientes de los indios laches
acostumbraban un juego llamado "moma", en el cual los indios salían desnudos, cubriendo
solo el sexo. Antes de ir al juego, los indios ayunaban y hacían sacrificios a sus ídolos
incensándolos con una fruta de fuerte olor llamada "moche" y ofrecían plumas de
guacamayos y otros pájaros. En el juego los indios peleaban sin armas y con la mano
solamente hiriéndose fuertemente procurando rendir uno al otro. Después de este juego
ceremonial, consultaban al jeque, quién en premio al vencedor daba la mujer del vencido.
Venero inagotable de supersticiones y creencias nos trajeron los españoles, a pesar de sus
quemaderos de la "Santa Inquisición". Ellos trajeron a Boyacá las creencias en
las"brujas", profesión muy socorrida y muy frecuente en la colonia; recordamos la célebre
bruja Juana García, que parece ser la antoñona de las brujas colombianas; de ella tomaron
ejemplo las que surgieron en Tunja, Cartagena, Popayán, Santafé y otras ciudades. Desde
un principio las brujas conformaron su profesión de muy variada forma: Unas se dedicaron
a los maleficios, como el mal del ojo; otras a los enyerbamientos, y a dar la "dulce toma" y
la "tonga", aun superviviente en algunas veredas boyacenses. Otras se dedicaron al negocio
del amor, al manipuleo de las cartas y al "quereme" de las bebidas con unturas y soplos.
Otras se dedicaron a la venta de oraciones para triunfar sobre el amor y sobre los
enemigos; oraciones para encontrar tesoros ocultos; contra maleficios, enyerbamientos o
tomas; para quienes salen de viaje; para "maliar" a los cristianos poniendoles coto, carate,
alimañas en el estómago de sus víctimas, etc.
Estas creencias y supersticiones que trajeron los españoles se mezclaron con las chibchas y
las encontramos entre los actuales campesinos boyacenses. Las enfermedades son
atribuídas por lo general a brujerías y maleficios; el enflaquecimiento lo atribuyen los
48
Ulises Rojas, "COSTUMBRES, RITOS Y AGUEROS DE LOS INDIOS DE LA PROVINCIA DE
TUNJA" En: "Repertorio Boyacense" (Tunja), Nos. 227 - 228 (1963), P. 227- 228.
127
campesinos boyacenses a la bebida que sin duda alguna les dieron, mezclada con tierra del
cementerio o pedazos molidos de un difunto disecado o parte de huesos de difunto.
Algunos campesinos creen en el maleficio para las personas rezándole a un muñeco con el
nombre de quién deba enfermar. Utilizan el credo al revés y numerosas oraciones que se
han transmitido por tradición; toman un puñal y hieren repetidas veces al muñeco, el cual
generalmente está hecho con los tallos de plátano. En algunas ocasiones, cuando se conoce
la bruja que hizo el maleficio, le pagan fuertes sumas para que deshaga el hechizo. Esto es
lo que se llama generalmente "rezar a una persona" y "hacerle malejicio". Algunos
creen que con los maleficios se introducen gatos en el estómago, u otros animales como el
sapo.
Entre los campesinos boyacenses existe la creencia en las cabañuelas, una costumbre muy
europea, según las cuales los doce primeros días de enero son indicaciones sobre el clima
en los doce meses venideros. Así, si llueve en el segundo día de enero, se espera que
febrero sea un mes de lluvias, y sucesivamente los demás días representan en orden sus
respectivos meses.
Las fases de la luna reciben también especial importancia para la siembra de ciertas
semillas y para la cosecha de otras. En algunos campos colocan cruces para asegurarse que
tendrán buenas cosechas, en especial en mayo en la fiesta de la Santa Cruz.
Entre los campesinos boyacenses existen las "contras" o talismanes para el "mal de ojo".
Pueden ser monedas antiguas o perforadas, pulseras de alambre o cobre, corales, azabaches,
ópalos, piedras de río, etc.
128
Los campesinos hablan con frecuencia de los entierros; muchos creen que las almas que
escondieron sus joyas y dinero aparecen de vez en cuando como luces verdosas encendidas
con esperanza de revelar el lugar del entierro. Se cree que tales espíritus no descansan en
paz mientras sus tesoros no sean descubiertos. Creen también que cuando encuentran los
entierros, el aire encerrado que se escapa cuando los cofres son desenterrados, mata a los
seres humanos; así dicen "lo flechó la plata".
La medicina popular tradicional presenta una gran difusión en Boyacá; se relaciona con
el curanderismo y el yerbaterismo que tienen hondas raigambres indígenas y españolas.
Algunas plantas fueron utilizadas por los chibchas para sus enfermedades señalando entre
ellas: el yantén para las afecciones del riñón y el mal de ojo; el limoncillo como vomitivo;
el guaco para las enfermedades femeninas; la albahaca para matar gusanos producidos por
las moscas en cualquier parte del cuerpo; el sen como sudorífico, etc.
Las coplas populares de Boyacá nos indican las costumbres medicinales de los campesinos.
Para las enfermedades del hígado las gentes creen en el sen, llantén y la chireta, como así
nos lo expresa esta copla boyacense:
y si te sigue sobando,
129
Contra la bronquitis y la tos los boyacenses acostumbran "el malvisco" en bebidas
calientes; asimismo es importante la flor de cerezo. Dice la copla:
es lo güeno pa la tos;
Para los enfriamientos los campesinos acostumbran el sudor de "toronjil", así dice la copla:
Para los dolores de muelas acostumbran la "chicoria", leche, linaza y limón, como dice la
copla:
y te pongas cachetón,
Para los dolores de estómago acostumbran la raíz de manzanilla y las hojas de yerbabuena;
para la fiebre, usan la verbena; para los cálculos en el hígado las almendras de níspero.
Las llagas son cubiertas con pedazos de calabazo o "totuma" que aseguran con fique en la
pierna enferma; aconsejan el zumo del zaúco. Para el corazón recomiendan la mata de
perejil; para los riñones el agua de la cerraja; para la indigestión el ají chiquito y el tabaco,
y así para cada una de las enfermedades.
130
9. Las artesanías populares en Boyacá.
Las artesanías populares constituyen uno de los más ricos veneros del folclor boyacense. Al
denominar en conjunto "Artesanía popular" nos referimos a un conjunto de actividades u
oficios que producen objetos de uso práctico o ceremonial, en alguna forma adornados o
conformados con fines artísticos. Recibe un carácter de artesanía folclórica cuando
presenta manifestaciones de la cultura popular, como supervivencias de muchos siglos de
duración.
En la elaboración de ollas y otros objetos de arcilla de gran utilidad para las labores caseras,
sin un sentido artístico como el de Ráquira, son importantes los centros de artesanía en la
vereda de los TUATES en Belén de Cerinza y en la región de Tutasá. Son típicos las
múcuras, chorotes, jarras, cuencos y ollas de diversas formas.
50
Sobre la artesanía boyacense consúltense los siguientes estudios: Pablo Solano, "ARTESANIA
BOYACENSE", Bogotá, Artesanías de Colombia, 1974. Yolanda Mora de Jaramillo, "ARTES Y
ARTESANIAS POPULARES" Bogotá, 1969.
131
Cerámica Tradicional de tos Tuatés. (Belén).
Otra de las ricas fuentes de Artesanía boyacense la constituyen los TEJIDOS, también con
orígenes chibchas y aportes hispánicos. Los chibchas desarrollaron una industria de los
tejidos con gran variedad de fibras vegetales, entre las cuales destacamos el fique y el
algodón. Según la tradición, Bochica en sus predicaciones enseñó la manera de hilar el
algodón y de tejer y adornar las mantas, los chircates, líquiras, llillas, chumbes, etc., y
demás elementos del traje chibcha. La aculturación española enriqueció esta artesanía con
el aporte de la lana, la organización de los telares, la aplicación de diseños, ornamentación,
etc.
132
Cuche, Gachavita y la Creciente. Los campesinos y gentes de los pueblos tejedores hacen
diversidad de tejidos: Magníficas cobijas de lana elaboradas en Busbanzá, Umbita,
Viracachá, Susacón, Nobsa, Iza, Sativanorte y otros pueblos.Mantas de lana y algodón;
colchas trabajadas en Monguí; frazadas; pañolones bordados a mano hechos en Guayatá,
Jericó y Sativanorte entre otros pueblos. Elaboran asimismo las ruanas de lana, lienzos,
alfombras, tapetes y pretales (pueblo de Tipacoque); la mantelería es muy típica de
Duitama y las monteras en Samacá.
Debemos destacar que en el ramo de los tejidos la provincia de Tunja ocupó el primer
puesto en la industria artesanal en el Nuevo Reino, en los siglos del coloniaje. Sus
productos eran llevados a la Costa Atlántica, Gobernación de Popayán, Antioquia y
exportados a la metrópoli española. Esta industria artesanal decayó cuando se implantaron
en la Gran Colombia las medidas de libre cambio en el comercio, las cuales hicieron
posible la invasión en gran escala de las mercancías europeas, especialmente inglesas, en el
período post-independiente que ha sido conocido como de la "Anglomanía". Se instauró el
desprecio por lo nativo y se estimuló el comercio de mercancías inglesas; esta tendencia
llevó a la decadencia económica de Boyacá. En 1882 se instaló la industria textilera en
Samacá; la primera que a nivel técnico industrial se estableció en Colombia; esta industria
decayó en la primera mitad del siglo XX y fué absorbida por la industria textilera de
Antioquia.
Otro de los ricos veneros de la artesanía boyacense lo producen los múltiples objetos
hechos en ESPARTO: cestos, canastos de diversos tamaños y formas (Uno de ellos es
el "guachubo" en forma redonda, muy utilizado por los campesinos para sus compras);
133
individuales, roperos, pequeñas lámparas, sombreros, coladores, ruedos, etc. El esparto es
elaborado fundamentalmente por los campesinos en las veredas; destacamos los centros de
Cerinza, Tuta, Tunja, Ráquira, Belén, etc.
134
Otro renglón importante de la artesanía boyacense es la TAGUA muy típica de
Chiquinquirá. Con las semillas de la palma de marfil obtenida en la región del Carare,
pulidas en tornos y teñidas con colorantes químicos, elaboran diversas figuras muy típicas
de la artesanía boyacense: figuras antropomorfas, zoomorfas, troncos de árbol, guitarras,
botellas en miniatura, cuadros campesinos, danzas, campesinas hilando, campesinas con sus
niños, pares de enamorados, llaveros en diversas formas y multitud de adornos con temas
diversos. Con tagua se hacen botones, pipas, camándulas, relicarios, figuras de santos,
pequeños altares, y una diversa gama de recuerdos turísticos.
En los trabajos de madera se destacan los hechos en Socha, Belén, Rondón, Chiquinquirá,
Duitama, Paipa y otros lugares. Diversos objetos se elaboran en madera, unos como
elementos domésticos, otros en formas de adornos y juguetes y otros en bellos y variados
muebles: artesas, morteros, molinillos, vasos, copas, ceniceros, cucharas, cucharones,
cocas, trompos y otros utensilios torneados en Chiquinquirá. En la artesanía de los
"muebles coloniales" de Puntalarga, Duitama, Nobsa, Paipa y Sogamoso encontramos una
variedad de sillas, sillones, varqueños, arcones, camas, mesas, escritorios, escaños,
escabeles, mesitas de centro, etc.; esta artesanía constituye uno de los atractivos más
recientes de la artesanía boyacense.
51
Andrés Pardo Tovar y Jesús Bermúdez Silva, "LA GUITARRERIA POPULAR DE CHIQUINQUIRÁ",
Bogotá, Universidad Nacional, 1963.
135
Un panorama general de la artesanía boyacense nos indica la profundidad de la cultura
popular de Boyacá; la importancia de los diversos aportes chibchas y españoles y la
presencia del mestizaje etno-cultural.
Artesanías Boyacenses.
136
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