Situaciones Grupales Conflictivas
Situaciones Grupales Conflictivas
Situaciones Grupales Conflictivas
Comencemos reflexionando un momento acerca de lo que ocurre en los grupos en que participamos.
De hecho, en nuestra vida cotidiana nos vemos involucrados muy frecuentemente en situaciones
grupales, inmersos, por así decir, en distintos “hábitat” grupales.
“- Me gustaría intervenir ahora para opinar sobre este tema..., pero no me animo... ¡creo que no me
prestarían atención…!”
“- iCuánto habla Fulano...! ¡No lo deja hablar a Zutano, que evidentemente quiere decir algo! ¡Qué
manera de ocupar espacio! ¡Me fastidia...!”
“- Pero…, Mengano acaba de decir justamente lo que yo quería expresar... ¡y a todos les pareció
bien! ¡Qué lástima no haberme animado a decirlo antes...!”
Ahora bien, frente a hechos de este tipo, para obrar acertadamente y sortear lo mejor posible la
dificultad planteada, sería necesario cumplir los siguientes pasos: por una parte, entender lo más
adecuadamente posible lo que está ocurriendo, es decir, formular un buen diagnóstico de la
situación; luego pensar o descubrir cuál es la conducta adecuada para superar el obstáculo (esto es,
pensar una acertada estrategia de resolución) y por último poder implementar de hecho esa
conducta (etapa del accionar práctico)
El devenir de la vida cotidiana no es, por cierto, tan metódico. Sin embargo, aun cuando en la realidad
estas etapas no se planteen en forma orgánica, diferenciada y consciente, de hecho, mientras vivimos
estas distintas situaciones dentro de los grupos, percibimos y entendemos de un determinado modo
los sucesos en que estamos involucrados, y conforme con esta percepción e interpretación de los
hechos vamos ajustando nuestra conducta a ellos. Esto significa que una cierta intelección de los
acontecimientos (cierta forma de “diagnóstico” implícito) existe siempre como sustento de nuestro
accionar en la tentativa de resolución de situaciones conflictivas.
Pero será importante acá reconocer que nuestra interpretación, y aun nuestra participación misma de
los hechos, no es nunca “objetiva”, no es neutra o aséptica, sino que está penetrada o mediatizada
por nuestras emociones, por nuestras vivencias y también por nuestro marco conceptual y valoratívo,
y por nuestros supuestos básicos subyacentes.
En lo que respecta a la manera de percibir lo grupal, por ejemplo, es probable que la persona que
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nunca ha reflexionado sistemáticamente sobre estos temas no alcance a ver al grupo como una
totalidad o como un sistema, y atribuya lo que va pasando sólo a las conductas individuales o a la
personalidad de los miembros que están interactuando en él. Esto se debe, básicamente, al marco
conceptual de interpretación de la realidad, a lo que podríamos llamar el paradigma implícito o los
supuestos subyacentes que, en la medida en que son “ingenuos”, permiten captar sólo aquello que
residía evidente u obvio.
En rigor, nadie está exento de tener un marco de referencia, todos vemos la realidad a través de
ciertos “cristales” o “lentes” mentales; no hay mirada totalmente objetiva. Ciertos supuestos básicos
subyacentes condicionan o mediatizan siempre nuestra percepción, observación y análisis de la
realidad.
Nuestra presentación de la teoría de los grupos a lo largo de esta obra tiene como uno de los
objetivos, precisamente, el poder revisar ciertos supuestos acerca del grupo humano, ofrecer o
presentar otras opciones tomadas de la investigación científica, Y esto no sólo con un objetivo teórico
sino también práctico. En efecto, poder ir revisando, depurando, cuestionando y afinando nuestros
supuestos tiene importancia, no sólo por un desinteresado “amor al conocimiento”, sino también
porque en última instancia nuestro accionar sobre la realidad también se verá influido por ello. En
síntesis, en el terreno que nos ocupa, para poder operar más adecuadamente sobre una realidad
grupal es importante tener un adecuado “diagnóstico” de ella, y este diagnóstico depende, en gran
medida, del marco de referencia y los supuestos subyacentes.
En este sentido, el conocimiento científico sobre lo grupal arroja una nueva luz sobre este fenómeno
que permite reformular y/o enriquecer el conocimiento meramente intuitivo o “natural”. Ahora bien
¿qué pasa con las teorías científicas acerca del grupo humano? ¿Logran alcanzar una objetividad
total? ¿O también están “presas” de un paradigma, condicionadas por supuestos? Después de todo,
los conceptos de “paradigma” y “supuestos” han sido desarrollados por T. Kuhn y A. Gouldner
aplicados, precisamente, al conocimiento científico.1
En el caso de las teorías científicas, “la mirada” sobre el objeto de conocimiento gana en reflexión, en
capacidad de análisis, en confrontación con otros teorías también en el hecho de que muchas veces
el conocimiento se sustenta en la observación sistemática, en trabajos experimentales donde se
controlan las variables y donde se procura poner a prueba ciertas hipótesis de trabajo.
Todo esto no garantiza, sin embargo, totalmente, la verdad u objetividad del conocimiento, pero lo va
depurando y permite aproximaciones conceptuales de más en más ajustadas. De hecho, la historia
del conocimiento científico en la historia de esta búsqueda.
¿Qué pasa con el conocimiento científico acerca de la grupalidad? ¿Hay contento entre los
investigadores en torno a un cuerpo teórico? Debemos decir aquí que no existe total unanimidad en
los marcos de análisis; de hecho, las teorías que se han dado para explorar y explicar los fenómenos
grupales son varias. En efecto, existen dentro de las ciencias que se ocupan de estos temas distintas
corrientes que han propuesto diferentes marcos teóricos para el análisis del fenómeno grupal.
Estas distintas formulaciones han ido desarrollándose a lo largo de los últimos sesenta o setenta
años, desde que surgieron las primeras investigaciones sistemáticas en este campo y empezó a
delinearse el grupo como objeto de análisis científico, como una parte de la realidad humana, con
entidad y significación propia.
El importante puntualizar que estas diferentes perspectivas teóricas no son siempre entre sí
necesariamente antinómicas o incompatibles, en algunos casos pueden llegar a ser mutuamente
complementarlas, enriquecerse unas con otras; pero, sea como fuere, ellas ponen el énfasis o el
foco del análisis en aspectos o facetas distintas del objeto que estudian, y en función de ese énfasis
construyen, incluso, su terminología. De modo tal que los conceptos ordenadores, o ejes
estructurantes, varían de una a otra, y los aportes o descubrimientos más Importantes que cada uno
de ellos hizo a la comprensión de titos fenómenos son distintos.
1
Gouldner.A., La crisis de la sociología occidental, Buenos Aires, Amorrortu, 1970; Kuhn,T.S., La estructura de
las revoluciones científicas, México, F.C.E., 1972.
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DISTINTAS TEORÍAS SOBRE LO GRUPAL
Para no dar más que un brevísimo pantallazo inicial digamos que se encuentran, entre otras, el
enfoque sociométrico de J. Moreno, la corriente dinamista de K. Lewin, la escuela psicoanalítica
clásica, la moderna escuela psicoanalítica francesa (con aportes como los de Anzieu y Kaës), la
escuela psicoanalítica inglesa (inspirada fundamental' mente en M. Klein y W. Bion), la línea
humanista que florece sobre todo con Rogers y sus grupos de encuentro, y toma conceptos de la
psicología existencial, con elementos de Rollo May, y contribuciones al modo de A Maslow.
Asimismo, podemos mencionar la escuela interaccionista norteamericana (con Bales como destacado
exponente), los importantes desarrollos provenientes de la teoría de la comunicación (P.Watz-lawicki
Don Jackson, etcétera.) y la teoría sistémica (incorporando a Bateson, Hayley, K Virginia Satir -por
Estados Unidos— y los exponentes de la escuela de Milán, como Mara S. Palazzolli) que han incluido
conceptos fundamentales provenientes de la antipsiquiatría (particularmente de R. Laing y Cooper),
etcétera.
Como dijimos, estas corrientes teóricas abordan o enfatizan con mayor interés distintos aspectos del
fenómeno grupal. Para poder organizar de algún modo la presentación de estos distintos marcos
teóricos y dar asimismo un bosquejo del nuestro propio, desde el cual encaramos esta obra, haremos
ahora, a la manera de un mapa general del territorio teórico, una enunciación de los distintos
aspectos o facetas que, de hecho, han sido enfatizados por una u otra escuela de pensamiento.
Hemos presentado y analizado ya, en la primera parte de esta obra, algunos aspectos significativos
del fenómeno grupal. Veamos, ahora, en una apretada síntesis, una nómina un poco más completa
de aspectos o áreas que podemos discernir analíticamente dentro de nuestro objeto de estudio.
3. Los “temas” o “asuntos” del grupo como “institución” o su per-estructura: tarea, objetivos,
proyecto; ideología y sistema de valores; pautas y normas grupales; proceso o historia del
grupo.
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7. Aspectos “objetivos” o técnicos: lugar y tiempo; espacio, factores del hábitat físico,
arquitectónicos, del mobiliario; condicionantes temporales; regularidad, frecuencia de los
encuentros, etcétera.
Distintos factores provenientes de cada una de estas áreas operan usualmente como fuerzas
dinámicas cuya interacción produce un juego de tensiones que le da al grupo su peculiar
dinamismo, que lo transforma en algo en movimiento, en proceso. A veces, ese juego de tensiones
produce conflictos, choques (por ejemplo, pugna entre las fuerzas que tienden al cambio y las que
tienden a la conservación de las estructuras vinculares o de las normas; pugna entre personalidades
por el poder o el prestigio o por el afecto del líder, etcétera).
Como producto de este interjuego dinámico pueden consolidarse en el grupo ciertas formas de
comunicación o resortes vinculares que operan como obstaculizadores o como facilitadores; dentro
de los obstaculizadores pueden aparecer lo que hemos denominado mecanismos distorsionantes
enquistados en cualquiera de las áreas mencionadas. Por ejemplo, en el área de la autoridad y del
poder puede cristalizarse el autoritarismo o una desgastante y enconada lucha por el poder. En lo que
respecta al estilo vincular dominante pueden instaurar la humillación, la descalificación, la ironía, el
elitismo y el vedetismo, etcétera. En lo referente a lo subyacente, el grupo pude ser especialmente
temeroso del develamiento, cultivar activamente la existencia de tabúes, alentar el enmascaramiento,
etcétera.
En la primera parte hemos hecho referencia a factores que aparecen en varias de estas áreas y
también desarrollamos con algún detenimiento la hipótesis de los mecanismos distorsionantes. En
rigor, en cada una de estas áreas le abre un abanico de cuestiones, de preguntas por formular y de
aspecto! por indagar.
Y esto tanto cuando se trata de construir la teoría, como cuando nos estamos ocupando de investigar
o de hacer el diagnóstico en torno de un grupo concreto.
Es imposible, obviamente, encarar aquí un desarrollo minucioso de los problemas o interrogantes que
se plantean en cada una de estas áreas; pero deseamos mencionar a continuación algunos a título de
ilustración del universo temático que ellos abarcan.
Así, por ejemplo, en el área que señalamos en primer término, los estudios relativos al fenómeno
grupal aluden, entre otros, a los distintos tipos de autoridad que puedan existir en un grupo (ejercicios
del rol más o manos autoritario, democrático o permisivo) y su respectiva influencia en el clima grupal,
en su nivel de productividad, etcétera. Se plantean acá todos los problemas vinculados con el
liderazgo, sean o no relativos a la autoridad formal, a la distribución del poder dentro de un grupo, a
las posibles luchas (declaradas o subterráneas) por ejercer el poder, etcétera
Más en general, se plantea también la reflexión acerca de las distintas manifestaciones o formas de
concentrar el poder dentro de un grupo (por ejemplo, en el uso de la palabra, el poder de decisión, el
control o la influencia ejercida sobre los demás miembros, etcétera).
Otro aspecto sumamente interesante, estrechamente vinculado ton todo lo anterior, alude al grado de
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participación que tienen los distintos miembros de un grupo en su organización y funcionamiento, la
posibilidad de una distribución realmente equitativa e igualitaria del poder, la posibilidad de la
existencia de grupos “autogestionarios” donde se garantice una participación y un poder
igualitariamente repartidos, etcétera. Obviamente, muy ligado a todo esto se encuentra la cuestión del
clima de libertad pueda existir dentro de los grupos, en qué medida los miembros de un grupo se
sienten libres para actuar o para expresarse ante los demás o ante la autoridad instituida, etcétera.
En esta área se plantea una gran cantidad de cuestiones referidas a los miembros del grupo en lo que
hace a sus personalidades singulares, a sus expectativas y necesidades, y a las modalidades más
usuales de comportamiento que asumen dentro del grupo. Es probable que pueda reconocerse la
presencia de personas que resultan más facilitadoras y otras que operan como obstaculizadoras de la
tarea grupal, aspectos que se relacionan con un cierto estilo vincular -o una modalidad de inserción
en el grupo- característico de cada uno de los miembros. Así, por ejemplo, puede ocurrir que cierta
persona tienda a descalificar a los otros o a hacer aportes “constructivos”, que adopte una actitud
general de colaboración o tenga una actitud individualista y competitiva, que sea capaz de adoptar
una actitud crítica y pueda sacar a relucir algún conflicto subyacente, o sea más bien conformista y
complaciente, etcétera.
Una serie de cuestiones de interés teórico pero también pragmático se plantean aquí. Por ejemplo:
¿por qué ciertas personas adoptan actitudes obstaculizadoras dentro de un grupo? ¿Depende sólo de
su personalidad y de su historia o también inciden en eso ciertas características del grupo que
potencian aspectos conflictivos? ¿Se puede incidir para modificar determinadas conductas
particulares de los miembros de un grupo (por ejemplo, “limar aristas” en las actitudes de una persona
que sistemáticamente sabotea la tarea grupal)? En caso positivo ¿quiénes pueden? ¿desde qué rol?
¿y cómo se instrumenta esta influencia?
También aparece acá el tema vinculado con la satisfacción de sus necesidades que cada individuo
encuentra en el grupo. Todas las personas acuden a los grupos con la expectativa de satisfacer
algunas necesidades. Un punto interesante para indagar teóricamente es el relativo a las necesidades
comunes a todas las personas; también lo es el indagar cómo incide o repercute en el grupo el hecho
de que pueda haber coexistencia de necesidades individuales recíprocamente incompatibles. Al
respecto, podemos formular preguntas tales como: ¿qué ocurre cuando las expectativas y
necesidades se satisfacen en forma desigual? ¿De qué depende ese diferente grado de satisfacción
que las personas hallan en el grupo? ¿Son siempre las personas conscientes de sus propias
necesidades y expectativas? ¿Y de las necesidades de los otros?
En cuanto al área 3, aparecen temas referidos a la tarea y a los objetivos grupales. Cuestiones muy
importantes son las relativas al consenso o al interés común por el logro de ciertos objetivos y la
realización de determinadas tareas; importa determinar si el grupo se propone cumplir una tarea, si es
ésta compartida y deseada por todos o para algunos resulta impuesta; si está dirigida a obtener un
producto que aportará beneficios para todos por igual, o habrá una distribución desigual de los
beneficios; si hay un objetivo realmente común a todos o sólo objetivos parcialmente compartidos (y
eventualmente, en mutua oposición), etcétera.
Otro tema de gran importancia, vinculado con éste, es el relativo a una posible pugna o conflicto de
intereses dentro del grupo. Así pueden formularse, frente a un grupo particular, preguntas tales como:
¿existen intereses en conflicto? En caso positivo, ¿es esta pugna abierta y declarada o subyacente y
oculta? ¿Es irresoluble (intrínseca a la naturaleza misma del grupo, su composición, sus objetivos) o
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es sólo producto de problemas vinculares circunstanciales, de ciertas actitudes individuales
susceptibles de ser modificadas, etcétera?
Otra cuestión vinculada con esta área es la relativa a las normas grupales; todo grupo tiene una cierta
normativa, ciertos códigos de conducta y de lenguaje. Una indagación teórica que puede echar luz
sobre la dinámica de un grupo es la que vincula la normativa con la historia del grupo y con los
factores de poder, a saber: ¿cómo se gestaron las normas dentro del grupo? ¿Qué relación tienen
con la historia grupal? ¿Fueron impuestas por una autoridad o fueron encontradas a través de un
proceso de autorregulación grupal con la participación de todos los miembros? ¿Hay una normativa
única o hay normas en pugna que luchan por imponerse?
En relación con este tema aparece también el de la ideología del grupo, acerca de la cual pueden
formularse parecidos interrogantes. Gran incidencia sobre el funcionamiento grupal tiene lo
concerniente a la homogeneidad o heterogeneidad ideológica. ¿Qué ocurre, por ejemplo, cuando
entre los miembros de un grupo de trabajo que debe llevar a cabo un proyecto común existen
marcadas diferencias ideológicas que afectan el desarrollo de la tarea misma? ¿Pueden estas
diferencias sortearse o no? Por otra parte, ¿es conveniente una homogeneidad total o enriquece el
trabajo colectivo la coexistencia de ideologías diversas...?
Ubicamos en esta área los factores que inciden en el grupo pero que no se hallan explícitos, sea por
tratarse de circunstancias que algunos conocen pero que mantienen ocultas (por temor al conflicto o
por algún otro tipo de inhibición), sea porque permanecen sumergidas en el plano de lo inconsciente y
desde allí operan o ejercen su presión sobre el grupo. Ubicamos también en el área de lo subyacente
aquellos contenidos psíquicos que sin ser totalmente inconscientes ni plenamente conscientes
permanecen en una zona de penumbra por falta de esclarecimiento o análisis abierto por parte del
grupo.
Dado un grupo particular podemos preguntarnos, por ejemplo, ante la emergencia de un conflicto, o la
aparición de alguna situación de parálisis o de malestar, si existen causas subyacentes que la
provocan. ¿Querrá el grupo (o al menos, la mayoría de sus miembros) intentar una toma de
conciencia colectiva? ¿Tendrá sentido intentar un “sinceramiento” individual que pueda favorecer el
esclarecimiento grupal del conflicto?
Algunas cuestiones teóricas de sumo interés vinculadas a esta área serian, por ejemplo, el establecer
diferencias entre el sinceramiento individual (relato de lo “secreto” o lo que se mantenía oculto), el
develamiento grupal (esto es, la tentativa de esclarecimiento colectivo de lo subyacente a partir de la
complementación de los testimonios individuales) y la interpretación o develamiento de los contenidos
inconscientes por parte de un profesional formado dentro de un encuadre psicoanalítico. Hemos de
volver sobre esta importante cuestión más adelante.
Área V: Vínculos
En este ámbito se plantea el tema de las relaciones interpersonales entre los miembros del grupo,
tipo e intensidad de los vínculos, afectos, “calidad” de los afectos, simpatías y rechazos, posibles
alianzas y coaliciones, posible oposición o situaciones conflictivas entre subgrupos; el “reparto”
afectivo dentro del grupo; existencia posible de miembros que reciben importantes muestras de
simpatía y afecto y otros que son sistemáticamente rechazados o marginados. Cambios a lo largo de
la historia del grupo en lo que respecta al juego vincular, etcétera.
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Algunas cuestiones teóricas generales que se plantean en esta área serían las siguientes: ¿son
absolutamente normales (e inevitables) dentro de los grupos los juegos de atracciones y rechazos?
¿Y las coaliciones? ¿Y la marginación? ¿Puede (y/o debe) un coordinador grupal mantenerse al
margen del juego afectivo? ¿Cómo incide la actuación de la autoridad grupal en la consolidación de
estos juegos vincularas y en la eventual emergencia de celos, situaciones de competencia o
rivalidades?
¿Es inevitable la existencia en todo grupo de la figura del llamado “chivo expiatorio” (persona que
resulta rechazada o castigada, en la que se “deposita" todo lo negativo o conflictivo del grupo)? ¿O
indica su presencia un mal funcionamiento “grupal? ¿Qué efectos produce, a su vez, en el grupo, la
existencia de individuos no aceptados o marginados?
Un tipo de cuestiones que pueden formularse en este ámbito frente a un grupo se refiere a la índole
del clima grupal prevaleciente en él: si existe un estilo vincular francamente dominante, si obedece a
una matriz antes bien competitiva que cooperativa o a la inversa. ¿Cómo han incidido en la
consolidación de la matriz vincular del grupo los distintos miembros, la autoridad “formal” y los lideres
grupales no institucionales (en el caso de que los hubiere)?
Otras cuestiones están vinculadas con el grado de consolidación de la estructura vincular y con su
grado de rigidez o flexibilidad; si se trata de una estructura muy cristalizada (cristalización de roles y
de vínculos) o se presenta como móvil y abierta al cambio; si el grupo permite y alienta la singularidad
y diferenciación de sus miembros o tiende más bien a estimular lazos simbióticos entre ellos; si
estimula o no el crecimiento de las personas; cuál es su grado de cohesión y cuál es el “aglutinante”
principal para esa cohesión.
Los supuestos teóricos generales en este terreno han de responder a preguntas tales como: ¿tienen
todos los grupos un clima o atmósfera grupal determinado? ¿Qué factores inciden en la producción
de este clima? ¿Cuánto incide (y cómo incide) en el la figura de la autoridad formal o los líderes
grupales “naturales”? ¿Cuáles son las características de un grupo que alienta el crecimiento
personal? ¿Cuáles pueden ser, en general, los factores de cohesión dentro de un grupo? El grado de
cohesión, ¿guarda relación con el grado de tendencia a la simbiosis o puede haber alta cohesión con
alto grado de diferenciación de las personalidades individuales?, etcétera.
De lo que se trata aquí es de describir las circunstancias objetivas que caracterizan a un grupo
determinado. Entrarían en esta área, por ejemplo, ciertas variables temporo-espaciales. como el lugar
de los encuentros, la periodicidad y duración de tos momos, las características del espacio, tanto del
“hábitat" físico como del mobiliario; por ejemplo, lugar demasiado pequeño, demasiado grande, o
adecuado; presencia de muebles que tienen cierta carga “simbólica” (por ejemplo, si se trata de una
familia puede ser significativa la presencia de muebles “antiguos” con una connotación afectiva
peculiar; si se trata de un aula, asientos fijos o móviles; etcétera).
Aparece también como variable de singular importancia la relacionada con el factor socioeconómico:
la clase social a que pertenece el grupo, si es homogéneo o heterogéneo en este aspecto, si el
hábitat presenta carencias graves, o si, en el otro extremo del espectro, se pone el énfasis en la
confortabilidad del entorno, etcétera.
En cuanto a las cuestiones teóricas vinculadas con esta área, tienen que ver con interrogantes de
gran envergadura como: ¿en qué medida inciden los factores de este tipo en el funcionamiento de un
grupo? ¿Pueden resultar, en ocasiones, obstáculos insalvables?, etcétera.
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Área VIII: El entorno
Podemos también indagar cuáles son las expectativas o demandas del entorno sobre el grupo, si le
dan libertad o se imponen pautas muy restrictivas, si hay presiones muy grandes para cumplir
determinados objetivos o realizar ciertas tareas que son resistidas por el grupo, si hay diferencias
entre los miembros en cuanto a su grado de aceptación del marco institucional, etcétera.
Dentro de las cuestiones teóricas generales aparecen problemas o interrogantes tales como: ¿puede
sustraerse un grupo a su entorno? Si es esto posible, ¿en qué medida y de qué depende? ¿Es válido
intentar crear un microclima de cierto bienestar o progreso en un grupo enclavado en un entorno
(institución, sociedad global...) que no lo estimula? ¿Es posible? ¿Es saludable? ¿Puede incidir un
grupo en su entorno, o la incidencia es siempre unidireccional (del entorno al grupo)?