La Mirada Del Siervo de Dios 2 Cor 4

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“LA MIRADA DEL SIERVO DE DIOS”

TEXTO 2 Corintios 4:18

Introducción

El Señor Jesucristo nos enseñó que nuestro ojos reflejan y determinan la persona que somos. “La lámpara
del cuerpo es el ojo; cuando tu ojo es bueno, también todo tu cuerpo está lleno de luz; pero cuando tu ojo es
maligno, también tu cuerpo está en tinieblas” (Lucas 11:34).

La Biblia indica que hay ciertas cosas que no debemos mirar. Por ejemplo:

- El ‘mundo’ (Gén 19:17; 1 Juan 2:15-17).


- La ‘vanidad’ (Sal 119:37).
- El vino (Prov 24:31).
- La mujer ajena (Mat 5:28).

Hay otras cosas que sí debemos mirar. Por ejemplo:

- Las cosas celestiales (Col 3:1-2).


- El Señor Jesucristo (Heb 12:2).
- Las promesas eternas (Heb 11:13).
- El Dios invisible (Heb 11:27).

Frente a este desafío, sería bueno hacer un pacto con nuestros ojos, para solo mirar aquello que será para
nuestro bien espiritual (Job 31:1). Tenemos dos ejemplos importantes:

- El ejemplo de Cristo (Heb 12:2; Is 53:11).


- El ejemplo de Pablo (2 Cor 4:18).

Antes de meditar sobre lo que Pablo dice en 2 Cor 4:18, es importante notar el contexto de estas palabras.
Pablo está describiendo el ministerio cristiano (2 Cor 4:1). Describe sus sufrimientos (2 Cor 4:7-12) –
sufrimientos que ponían en peligro su propia vida (2 Cor 1:8). A pesar de estos terribles sufrimientos, Pablo
tuvo una actitud muy positiva acerca de ellos (2 Cor 4:16-17).

¿Cómo logró esto? Lo explica en el v.18, “no mirando las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues
las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas”.

En este verso vemos como el apóstol Pablo nos aconseja dos cosas acerca de nuestra mirada:

1. ES MEJOR NO MIRAR LAS COSAS QUE SE VEN

Somos hechos de carne y hueso; por eso, es muy natural mirar las cosas que nos rodean – las que podemos
ver fácilmente. En un sentido, no hay nada malo en ello. Todo lo que Dios creó fue bello y hermoso. Al
mirar alrededor nuestro, podemos apreciar la belleza de lo que Dios ha creado (el mar, un atardecer, los
bosques, las montañas, etc.). Sin embargo, nuestra naturaleza pecaminosa hace que aun eso sea peligroso.
Por ejemplo, para el varón, mirar la belleza del cuerpo de la mujer conlleva grandes riesgos de malos
pensamientos sexuales; de igual modo, para la mujer, mirar la belleza de los hogares, de la ropa, del
maquillaje, del ‘look’, etc., conlleva el grave riesgo de la codicia y el materialismo.

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Pero Pablo está hablando del ministerio cristiano; y lo que aconseja es que aun en eso, es mejor no ver
ciertas cosas – “las cosas que se ven”. ¿Cuáles son estas cosas que se ven? Para no ampliar el tema
demasiado, podemos contestar la pregunta simplemente notando algunas cosas que Pablo menciona en 2 Cor
4.

a. No mirar la forma en que otros sirven a Dios (2 Cor 4:2).

Pablo vivió en un tiempo cuando abundaban falsos líderes espirituales. Hombres que se
presentaban como verdaderos siervos de Dios, pero que no lo eran. Sus vidas lo evidenciaban.
Ellos pretendían servir a Dios, pero lo hacían en formas muy negativas:

- Tenían cosas ocultas (v.2). No dejaban ver todo lo que había en ellos. Guardaban cosas en
secreto, para sacar en momentos oportunos.

- Había cosas vergonzosas en sus vidas (actitudes, deseos, anhelos, etc.).

- Trabajaban “con astucia” (v.2). No había esa rectitud que debería caracterizar al siervo de Dios.

- Andaban “adulterando la palabra de Dios” (v.2). No tenían un buen manejo de la Biblia. Más
bien, la manejaban a su antojo, y para su propia conveniencia.

Cuando estamos rodeados por esta clase de líder en la iglesia, sufrimos dos grandes tentaciones:

i. Copiar lo que estas personas hacen, en un intento de avanzar nuestro ministerio, o aun
de proteger a la Iglesia de estos malos elementos. Pero esto es sumamente peligroso.
Pablo parece haber sido conciente de esta tentación, porque escribe: “Antes bien
renunciamos…” (v.2). Es como si hubiera pasado por su mente hacer algunas de estas
cosas, pero decidió no hacerlo, sino poner su confianza en Dios, no en estrategias
humanas.

ii. Desanimarnos por lo que estas personas hacen. Es muy fácil caer en esto, cuando
somos imprudentes, y nos fijamos constantemente en cómo algunos sirven a Dios en la
Iglesia. ¡Esa mirada, de las cosas “que se ven”, nos enferma!

Ninguna de las dos cosas es buena. Por lo tanto, como Pablo aconseja, es mejor cerrar nuestros
ojos a estas cosas; o a lo menos, no fijar nuestra mirada en ellas, y dedicarnos a servir al Señor
con integridad personal, dejando que Él juzgue a los malos obreros.

b. No mirar lo que sufrimos en el ministerio (2 Cor 4:8-10)

Pablo sufrió constantemente en la obra. Él hace una lista de sus sufrimientos, en v.8-10. Tenemos
otra lista en 2 Cor 11:23-28. Obviamente Pablo era muy conciente de sus sufrimientos. Quizá
también era muy consciente de que otros no sufrían como él sufría, porque no tenían el mismo
compromiso, o porque evitaban ciertas cosas que ocasionaban mayor sufrimiento.

Si Pablo se hubiera daba el lujo de estar constantemente ‘mirando’ esta realidad, se hubiera
desanimado en la obra, o hubiera comenzado a copiar a los otros líderes, que hacían cualquier cosa
para evitar el sufrimiento en la obra.

Consciente de este peligro, Pablo dice ‘Es mejor no mirar esto tampoco, aunque se ve con mucha
claridad. Es mejor no dar tiempo a contemplar nuestros sufrimientos en el ministerio’.

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c. No mirar nuestro desgaste en el ministerio (2 Cor 4:16)

Los sufrimientos de Pablo dejaron huellas en su vida; había un desgaste. Su cuerpo exterior se iba
deteriorando – por tanto trabajo, desvelos, sufrimiento y persecución. ¡Cuántas huellas no tendría en
su cuerpo, de los latigazos que sufrió como apóstol, o por los momentos en que fue apedreado por
los judíos! Quizá cuando caminaba o se sentaba, sentía ciertos achaques de los golpes producidos en
tiempos de persecución.

Sabemos que Pablo sufría ciertas enfermedades, o debilidades corporales, en algunos casos,
probablemente producto de su sufrimiento en la obra. Sin embargo, Pablo no miraba esas cosas, y
nos aconseja a no mirarlas (por tan visibles que sean), porque no nos ayudarán a afrontar el desafío
de seguir en la obra del Señor.

En lugar de mirar “las cosas que se ven”:

2. ES MEJOR MIRAR LAS COSAS QUE NO SE VEN

El creyente es llamado a vivir por fe, siguiendo el ejemplo de Abraham (Heb 11:8-10) y de todos los
patriarcas (Heb 11:13). Ellos aprendieron a vivir, viendo las cosas invisibles. Si ellos tuvieron que hacerlo,
¡cuánto más el siervo de Dios en este tiempo!

En el ministerio es mejor ver: “las cosas que no se ven”. Esta es una paradoja; sin embargo, es clave. Fue
la disciplina de estar constantemente viendo lo invisible, que le permitió a Pablo sentir lo que describe en 2
Cor 4:17.

La pregunta, entonces, es: ¿Qué debemos mirar? Varias respuestas vienen a la mente. Debemos mirar:

i. A Cristo. La estrategia de Satanás es hacer que dejemos de mirarlo. Esto es lo que hace con los
inconversos, para que no se salven (2 Cor 4:4). Pero lo hace también con los siervos de Dios,
para desanimarlos y derrotarlos.

La vida cristiana comienza cuando vemos a Cristo (2 Cor 4:6), y le miramos fijamente (Is
45:22). Mirar a Cristo es fundamental para la vida cristiana (Heb 12:2-4). Mirar a Cristo es
también fundamental para el ministerio cristiano. Él es nuestro Modelo y Ejemplo, de ‘Siervo
de Dios’.

¿Estamos mirando a Cristo? ¿Llena Él, el horizonte de nuestras vidas?

ii. A la Gloria Venidera.

En medio de sus luchas y sufrimientos, Pablo optaba por no mirar las cosas terrenales, sino las
de la eternidad. Ponía su mirada en la resurrección del cuerpo. Lo menciona en 2 Cor 4:14 y 2
Cor 5.1-4. Pablo meditaba en el hecho que la resurrección del cuerpo daría lugar a la eternidad
(2 Cor 4:17). Pablo comparaba los pocos años que tendría que sufrir aquí en la tierra, con los
años de la eternidad, en la cual reinaría con Cristo. Meditaba tanto en las glorias venideras, y no
se fijaba en el sufrimiento terrenal. Esto le permitía mantener una actitud positiva hacia la vida,
y no ahogarse en los sufrimientos que implicaba ser apóstol de Cristo (ver 2 Cor 5:6-9).

¿Tenemos esa misma mirada? ¿Estamos contemplando, diariamente, la gloria venidera, y


viviendo en este mundo a la luz de ella? Hay que mirar “las cosas que no se ven”.

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iii. A las Recompensas

Ya hemos notado el peligro latente de mirar cómo otras personas alrededor nuestro sirven al
Señor. Eso fácilmente nos lleva a molestarnos, y a sentir una terrible frustración, especialmente
cuando vemos a otros aprovechándose del ministerio, y ganando jugosos sueldos, o
enriqueciéndose en alguna manera de la obra del Señor. Lo que debemos hacer, y lo que Pablo
hacía constantemente, es poner nuestra mirada en las recompensas que un día tendremos.
Vemos como Pablo pensaba, en 2 Tim 4:7-8. Aquí en este capítulo, Pablo habla de un
“excelente y eterno peso de gloria” (2 Cor 4:17)

¿Nuestra mirada está puesta en las recompensas eternas, o nos fijamos mucho en las
recompensas terrenales? ¿Qué ocupa más nuestra mente y corazón? ¿Estamos
constantemente pensando en nuestro sueldo, en lo que ganamos?

iv. Al Fruto Espiritual en la Vida de Otros (2 Cor 4:12)

Otra cosa, un tanto ‘invisible’, que Pablo miraba mucho para animarse en el ministerio, era el
fruto espiritual en la vida de otros. Lo menciona en 2 Cor 4:12. Este es un principio muy
importante. El problema es que no siempre vemos con claridad este fruto espiritual; requiere fe
y discernimiento, para ver como nuestros ministerios (y el sufrimiento propio del ministerio), va
produciendo vida espiritual en otros.

Aun para Cristo esto era importante – Is 53:11; Heb 12:2.

v. A la Fortaleza Espiritual que Experimentamos Ahora (2 Cor 4:10-11)

Otra cosa que nos puede alentar en el ministerio, y darnos una actitud más positiva, es cuando
sentimos la fortaleza espiritual que Dios nos da. Pablo era muy conciente de ello (2 Cor 4:10-
11). Aunque sufría mucho en la obra, el poder de Dios se magnificaba en él. Constantemente
comprobaba como ‘la vida de Jesús se manifestaba en su cuerpo mortal’. Por consiguiente,
pudo decir, “el (hombre) interior…se renueva de día en día” (2 Cor 4:16). Esto se daba , porque
Pablo miraba las cosas que no se ven – la vida de Cristo en él, en medio de los sufrimientos y las
luchas del ministerio.

vi. La Gloria de Dios (2 Cor 4:15)

Finalmente, lo más importante de todo. En el ministerio es demasiado fácil estar mirando la


gloria de los hombres; ver como los hombres se glorifican a sí mismos (haciendo la obra de
Dios), o buscar nuestra propia gloria (los aplausos de los hombres, los títulos, las invitaciones a
ciertas conferencias, etc.). Pero lo que no se ve tan fácilmente es la gloria de Dios; es decir,
como Dios se está glorificando por medio de nuestro ministerio. Sin embargo, eso es lo
fundamental. Pablo se gloriaba de esto, y procuraba verlo constantemente (por fe). Ver 2 Cor
4:15.

Conclusión

Vemos cuán importante es, en el ministerio, tener cierta forma de mirar las cosas. Debemos tener una
mirada centrada, no en las cosas que se ven (que es lo fácil, y lo común), sino en las cosas que no se ven
(que requiere mayor fe y esfuerzo). Es mucho mejor para nosotros poner nuestra mirada en las cosas que no
se ven , porque ellas son las cosas eternas, y al contemplar esas cosas, podremos llegar a decir con Pablo,
“Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de
gloria” (2 Cor 4:17).

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