De Cero A Siempre
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De Cero A Siempre
Desde la apuesta nacional las niñas y los niños están en el centro y por tal razón son
reconocidos como: sujetos de derechos, seres sociales, singulares, diversos y que se
construyen como ciudadanos desde la cuna. Esta es la apuesta que hacen los
fundamentos políticos, técnicos y de gestión como marco para la formulación de las
políticas públicas en Colombia. Cuando se comprende al niño y a la niña como sujetos de
derechos se reconoce su dignidad de seres humanos únicos y diversos, en quienes se hace
necesario asegurar la garantía del goce efectivo de los mismos, para así potenciar su
desarrollo integral. Desde el marco de la protección integral le corresponde al Ministerio
de Educación Nacional, construir las propuestas para que la educación inicial se dé en el
marco de la atención integral garantizando procesos de calidad y equidad. De igual
manera, se reconoce la corresponsabilidad entre el Estado, la familia y la sociedad en la
materialización de dichas acciones tendientes a la protección integral.
*Volcar la mirada sobre los niños y las niñas como sujetos activos, sociales, diversos,
singulares, participativos y ciudadanos.
*Priorizar acciones para los niños y las niñas de primera infancia sobre las acciones
dirigidas hacia los demás ciudadanos.
*Configurar entornos donde se reconozca y valore en forma permanente quiénes son, qué
les interesa, qué necesitan, dónde están y cómo se desarrollan.
*Instituir la importancia de los primeros seis años de vida como fundamento del
desarrollo humano y del desarrollo de la sociedad.
*Desplazar la mirada de los servicios como finalidad para poner en las atenciones la
promoción del desarrollo, de acuerdo con el momento, contexto y condición de los niños,
las niñas y sus familias.
*Actuar de manera concurrente en la garantía de los derechos de los niños y las niñas,
involucrando distintos actores, sectores y entidades.
¿Qué significa concebir a los niños y las niñas como Sujetos de derecho, ¿Seres Sociales,
¿Singulares, Diversos y Ciudadanos?
“Niñas y niños, ciudadanos sujetos de derechos: Con el reconocimiento de las niñas y los
niños como sujetos de derechos por su condición de seres humanos, la Convención Sobre
los Derechos del Niño marcó un hito que desencadenó cambios importantes en las
concepciones sobre la niñez, y en las formas como la sociedad se relaciona y actúa con ella
desde los primeros años. Como sujetos de derechos que ejercen la ciudadanía, las niñas y
los niños requieren ser considerados interlocutores válidos, con capacidad de expresar y
elaborar el sentido de su propia vida, de su existencia, con formas particulares de relación
con sus pares, los adultos, las familias y los entornos de desarrollo. Desde este punto de
vista se reconoce que están en capacidad de tomar decisiones sobre asuntos que los
afectan, así como de expresar sus sentimientos de acuerdo con el momento del ciclo vital
por el que atraviesan. De igual manera, se entiende que estos ciudadanos y ciudadanas
tienen derecho a crecer y desarrollarse en ambientes participativos que les garanticen
óptimas condiciones para potenciar sus capacidades y lograr su bienestar.
Niñas y niños, seres sociales: Desde el momento del nacimiento, niñas y niños entran a
formar parte de una familia inmersa en un contexto social y cultural dado, e ingresan a
una sociedad ya constituida con la cual, por su condición de actores sociales, empiezan a
relacionarse a través de los adultos y las instituciones que la representan. Ellas y ellos
utilizan sus capacidades para resolver las principales demandas de su existencia e iniciar
un proceso creciente de integración a la vida social como protagonistas de su propio
desarrollo. Significa lo anterior que niñas y niños nacen equipados para aprender,
participar y explorar de manera activa el mundo físico y social, y para desarrollar
progresivamente su autonomía. Desde el momento del nacimiento tienen capacidades
físicas, psicológicas y sociales sobre las cuales descansan los procesos de interacción
permanente que establecen consigo mismos, con las demás personas y con el medio en el
que se encuentran, los cuales se influencian mutuamente.
Niñas y niños, seres en la diversidad Los procesos propios del inicio del ciclo vital del ser
humano, las particularidades de la vida social, así como la variabilidad cultural, permiten
aproximarse a la comprensión de las maneras como se manifiestan las propias formas de
ser de las niñas y los niños de cero a cinco años. Los ritmos particulares de maduración
permiten apreciar que no todos caminan o hablan al mismo tiempo. Mientras unos se
tambalean otros salen corriendo, hay quienes incluyen las palabras para comunicarse y
quienes aún no las utilizan. Algunos viven en zonas rurales, otros en grandes ciudades, y
sus familias se componen de maneras particulares. Lo mismo pasa con el rol de los adultos
que les rodean, las condiciones son distintas. Adicionalmente, en el seno de los grupos, las
comunidades y las relaciones en que se insertan las niñas y los niños durante su primera
infancia los exponen a los valores culturales, étnicos y religiosos que se transmiten de
generación en generación. El reconocimiento de las diferencias entonces, no solo toma en
cuenta la cultura diversa que atraviesa al país, también considera la edad, el sexo, las
particularidades de cada individuo y las condiciones en las que viven las niñas, los niños y
sus familias.
+Desde el punto de vista individual, la primera infancia contempla momentos distintos del
ciclo vital del desarrollo infantil, los cuales evidencian aprendizajes, procesos, logros
imposibles de homogeneizar, dadas las formas en que cada individuo participa en la
construcción de su desarrollo de acuerdo con sus propias características entre las cuales
se cuenta el sexo.
+A escala social, las características propias de la familia, del barrio, de la ciudad, del
contexto rural, las condiciones de vida de la población, entre otras, determinan las formas
como se manifiesta el ingreso a la vida de la sociedad e incide en los procesos variados de
crecimiento, desarrollo y pertenencia.
+Desde el punto de vista cultural las maneras en que las comunidades viven, piensan,
actúan y sienten, permiten hablar de referentes diversos relacionados con el territorio, la
etnia, las creencias, los valores, las costumbres, los lenguajes, y las expresiones artísticas,
entre otros. En Colombia estas diferencias se hacen presentes en los grupos indígenas,
afrodescendientes, negros, raizales, palenqueros y rom, y en este sentido el país requiere
valorar, preservar y robustecer el patrimonio de esta diversidad comenzando por la
primera infancia, para lo cual es fundamental asumir un enfoque diferencial.” Tomado de
Fundamentos Políticos, Técnicos y de Gestión de la Estrategia de la Atención Integral de la
Primera Infancia, 2013.
Durante los últimos 8 años entidades nacionales y territoriales hemos trabajado estos
elementos para poder responder a las particularidades de cada niña y niño en su región y
entorno. La política se cimienta en los principios consagrados en la Constitución Política,
en el Código de la Infancia y la Adolescencia (Ley 1098 de 2006), así como en la legislación
nacional e internacional asociada. Reafirma los diez principios consagrados en la
Convención de los Derechos del Niño resaltando entre ellos el reconocimiento de los
derechos sin excepción, distinción o discriminación por motivo alguno; la protección
especial de su libertad y dignidad humana, y el interés superior del niño.
1: El desarrollo es un proceso:
Está protagonizado por un ser humano activo que se constituye en centro y sujeto (de
derechos) primordial del desarrollo.
Se construye en los entornos particulares donde se desenvuelve la vida del ser humano,
tornándose en un desarrollo diverso y diferencial que no se deja encasillar en miradas
homogéneas ni lineales.
Incrementa las opciones de vida para todos los habitantes de un país o región en diversos
ámbitos (educativo, laboral, material, recreativo, cultural, social y político, entre otros).
¿Qué significa promover el desarrollo integral de los niños y las niñas de primera infancia?
Asumir que los primeros años de vida son determinantes en el desarrollo de todos los
seres humanos en tanto lo que se haga o deje de hacer, será decisivo para los niños y las
niñas en términos de su bienestar y del despliegue de sus capacidades.
Reconocer que los niños y las niñas, al igual que todos los seres humanos, evolucionan a
través del tiempo, es decir, se transforman y cambian a nivel físico, biológico y psicosocial.
Entender que, si bien los niños y las niñas comparten entre sí, algunas características del
desarrollo propias de todos y todas, los ritmos y procesos son singulares para cada uno, en
tanto el desarrollo está influenciado por las interacciones que se generan en distintos
contextos -sociales, culturales, geográficos, familiares, etc.- y por los factores de orden
biológico.
Asumir que cada niño y cada niña posee diversas capacidades y potencialidades y que, en
razón a esta distinción, las interacciones que ocurren con él y ella se particularizan de
acuerdo con sus características.
Comprender que los niños y las niñas para potenciar su desarrollo requieren sentirse
valorados, escuchados, reconocidos, queridos y libres de expresar sus ideas, emociones e
iniciativas en todo momento y entorno.
Generar espacios, ambientes y entornos donde los niños y las niñas establezcan diversidad
de interacciones, sean reconocidos, queridos y escuchados, desplieguen sus capacidades y
desarrollen sus potencialidades.
Procurar el bienestar y el buen vivir de los niños y las niñas a través de los cuidados, la
protección, el apego seguro y la acogida.
2. DERECHOS
¿Qué significa garantizar los derechos de TODOS los niños y TODAS las niñas?
Asegurar que todos los niños y todas las niñas de Colombia, entre los 0 y menores de 6
años, gocen a plenitud de:
Ser cuidado, acogido, protegido y atendido sin distingo de raza, color, sexo, idioma,
religión, opinión política o de otra índole, origen nacional o social, posición económica,
nacimiento o cualquier otra condición.
Comprender, asumir, reconocer y garantizar los derechos de todos los niños y todas las
niñas, asumiendo el conjunto de ideas filosóficas planteadas en la Doctrina de Protección
Integral.
Comprometer a la familia, la sociedad y el Estado para que Todos los niños y Todas las
niñas de primera infancia cuenten con las condiciones necesarias para su pleno desarrollo,
en cada momento de la vida.
Reconocer el camino planteado por el país que asume como punto de partida los
derechos de los niños y las niñas en la primera infancia, los expresa en las realizaciones y
los organiza en atenciones.
Sabemos que estamos garantizando los DERECHOS a las niñas y los niños cuando en su
vida se logran 7 realizaciones, las cuales son:
Crece en entornos que promocionan sus derechos y actúan antes situaciones de riesgo
Cuenta con padre, madre o cuidador que lo acoge y con su crianza favorece su desarrollo
Vive y disfruta del nivel más alto de salud
3. ATENCIÓN INTEGRAL
Promover acciones que incidan en las condiciones humanas, sociales y materiales que
impactan directamente las posibilidades del desarrollo de cada niño y cada niña, de
acuerdo con su edad, contexto y condición. Va más allá del acceso a servicios.
Asegurar una oferta de servicios y programas que contemple procesos relacionados con el
acompañamiento y el fortalecimiento de las familias en su labor de cuidado y crianza; así
como con la salud, alimentación y nutrición; la educación inicial; la recreación; y el
ejercicio de la ciudadanía y la participación, de manera simultánea, para promover el
desarrollo integral en la primera infancia en cualquiera de los entornos en los que
transcurra su vida.
Garantizar con calidad las condiciones humanas, materiales, financieras y sociales, que
llevan a mejorar cada vez más, la atención que se brinda a las niñas, los niños y sus
familias en los diversos entornos, atendiendo a los siguientes atributos:
Calidez: procura cuidar, acoger y brindar seguridad y confianza a las mujeres gestantes, las
niñas, los niños y sus familias.
Pertinente: responde a los intereses y potencialidades de los niños y las niñas, de acuerdo
con su momento de vida, edad, situación, condición, organización familiar y contexto.
Flexible: se adapta a las características de los niños, las niñas y sus familias y se acopla a
las particularidades del contexto.
Diversa: reconoce los modos de ser y estar de los niños y las niñas, la configuración de sus
familias, la cultura y el territorio.
Continua: ocurre con regularidad garantizando los tiempos que requieren para promover
su desarrollo integral.
La vida de las niñas y los niños no ocurre en abstracto. Esta tiene lugar en 4. los entornos.
Los entornos son espacios físicos, sociales y culturales donde habitan los seres humanos,
en los que se produce una intensa y continua interacción entre ellos y con el contexto que
les rodea (espacio físico y biológico, ecosistema, comunidad, cultura y sociedad en
general).
Se caracterizan por tener unos contornos precisos y visibles, unas personas con roles
definidos y una estructura organizativa. Su riqueza radica en la capacidad que tienen para
favorecer el desarrollo de las niñas y niños, promover la construcción de su vida subjetiva
y cotidiana y vincularlos con la vida social, histórica, cultural, política y económica de la
sociedad a la que pertenecen.
El entorno hogar El hogar es el entorno más cercano a los niños y niñas gracias al crucial
papel que cumple la familia (e incluso la comunidad en el caso de la población campesina,
los grupos indígenas y algunos afrodescendientes y negros, los raizales, los palenqueros, y
los rom donde esta tiene un papel protagónico en la crianza). El hogar, en su sentido
amplio es, en efecto, el espacio de acogida y afecto en el que transcurre la mayor parte de
su primera infancia, que les proporciona referentes sociales y culturales básicos con los
cuales empiezan a moverse en la sociedad.
El entorno institución de salud es la primera expresión institucional que acoge a las niñas y
a los niños. Acompaña el proceso de preconcepción, gestación, nacimiento y de ahí en
adelante, por ejemplo en momentos como la vacunación, los controles de crecimiento y
desarrollo, las consultas nutricionales y también las acciones encaminadas a generar
hábitos saludables, con el propósito fundamental de preservar su existencia y autonomía
en condiciones de plena dignidad. Este entorno se constituye en la estructura del orden
social que materializa el interés público por salvaguardar y asegurar el continuo de la vida
de las niñas y de los niños en condiciones de bienestar. En este sentido, representa la
posibilidad de que cada niña y cada niño sean una realidad tangible que se realiza en su
esencia individual y singular a partir de su relación consigo mismo, con los demás seres
humanos, con los entornos, con el medio ambiente y con las culturas.
5. RIA
El país cuenta con la Ruta Integral de Atenciones para asegurar que en los entornos en los
que los niños y las niñas crecen y viven, se cuente con las condiciones necesarias para su
desarrollo. En esta ruta se relacionan las acciones efectivas que se requieren en forma
ordenada y organizada de acuerdo con los destinatarios, su edad y el entorno para que se
realice la gestión intersectorial en cada uno de los territorios.
Todo lo anterior permitirá determinar las condiciones en las que se encuentran los niños y
las niñas, para así, determinar las atenciones que se deben asegurar, de acuerdo con el
análisis derivado de la lectura de la realidad de la primera infancia en cada uno de los
territorios. De esta manera, intersectorialmente, se ajustará y organizará la oferta para
brindarla con oportunidad, pertinencia y calidad.
6. INTERSECTORIAL
Compartir un horizonte de sentido que oriente las comprensiones y las actuaciones de los
diversos actores responsables de promover el desarrollo integral de la primera infancia.
Sincronizar la oferta y los servicios dirigidos a las madres gestantes, los niños y las niñas; lo
cual requiere de la concurrencia y la sinergia entre el orden nacional, departamental y
municipal.
EDUCACIÓN INICIAL
Educar en la primera infancia significa proponer, por parte de los distintos miembros de la
sociedad, acciones conducentes a lograr la inmersión de las nuevas generaciones en la
cultura, que contribuyan a su estructuración como seres sociales que aprenden a convivir
con otros, en la medida en que adquiere y hace propias las reglas y normas de la sociedad,
y en tanto cuenta con las condiciones de bienestar que les permiten tener una vida digna;
al mismo tiempo, es un proceso que responde a las apuestas sociales, culturales y políticas
de una sociedad en relación con el sujeto que se desea formar.
El proceso de potenciamiento de las capacidades, las estructuras y las dotaciones con las
que cuentan las niñas y los niños se lleva a cabo a partir de las experiencias que disponen
el medio y los adultos con quienes entran en interacción. En el entorno hogar, estos
procesos son los que configuran la crianza y se constituyen en la base para los procesos
posteriores que se adelantan en el entorno educativo y posibilitan la construcción de la
identidad, el reconocimiento del otro y el desarrollo de la autonomía. En este sentido, la
educación inicial se caracteriza por complementar y potenciar la educación que se inicia
en el entorno familiar, entendida esta como crianza, al tiempo que propone procesos de
calidad que favorecen el desarrollo integral de las niñas y los niños al disponer de
espacios, tiempos, recursos e intencionalidades claras. El entorno educativo se fortalece
en la relación que establece con los otros entornos; por lo tanto, no pretende constituirse
en espacio aislado que solo depende y se alimenta de lo que sucede en su interior.
Es un derecho de los niños y niñas menores de seis (6) años de edad. Se concibe como un
proceso educativo y pedagógico intencional, permanente y estructurado, a través del cual
los niños y las niñas desarrollan su potencial, capacidades y habilidades en el juego, las
expresiones artisticas, la literatura y la exploración del medio, contando con la familia
como actor central de dicho proceso.” Art. 5, Ley 1804 de 2016
Por ende, es un proceso activo que se deriva de las interacciones sociales y culturales
de los niños y las niñas, y que promueve el desarrollo hacia formas de autonomía,
participación y creatividad más complejas. Con esto, es posible decir que el
aprendizaje “[…] hace nacer, estimula y activa en el niño un grupo de procesos
internos de desarrollo dentro del marco de las interrelaciones con otros” (Vygotsky,
1982, p.115).
El desarrollo alcanzado por los niños y las niñas se convierte en el punto de partida del
aprendizaje, sin limitarlo ni determinarlo, y así mismo el aprendizaje promueve el
desarrollo y se convierte en el detonante que permite su acontecer. En este contexto,
el proceso de aprendizaje de los niños y las niñas potencia el desarrollo, al provocar
transformaciones o “saltos revolucionarios” (Vygotsky, 1979, citado en Wertsch, 1985)
en sus formas de ser, actuar y relacionarse con el mundo, en su manera de participar
cada vez con mayor autonomía y creatividad, al sentirse motivados, involucrados y
conectados con aquello que aprenden, lo que les lleva a ampliar las capacidades de
interacción y participación en la comunidad.
Potenciar el desarrollo integral de los niños y las niñas en la educación inicial, genera
retos en la manera de organizar curricular y pedagógicamente los procesos que se
llevan a cabo en los escenarios educativos. Dicha organización se convierte en el
horizonte de trabajo para las maestras en su cotidianidad, y constituye un marco de
referencia amplio y flexible, que reconoce la singularidad de los niños y las niñas, su
diversidad cultural, étnica, social y territorial. La organización curricular y pedagógica
requiere procesos intencionados que buscan proponer experiencias para que los niños
y las niñas se desarrollen y aprendan, teniendo en cuenta lo que acontece en su vida
diaria.
El cómo se potencia tiene que ver con la manera en que las maestras construyen sus
propuestas alrededor de las experiencias y ambientes, que enriquecen las estrategias
en las que participan las niñas, los niños y las familias, teniendo claras las
intencionalidades pedagógicas. De manera específica, estos elementos se delimitan en
la organización de la práctica pedagógica que orienta el quehacer diario de las
maestras de educación inicial.
Interacciones
Como parte de la actividad conjunta que se da entre los niños y las niñas, las maestras,
la familia y el entorno, se construyen y aprenden progresivamente significados
compartidos en torno a la cultura, al mundo y a la realidad de la que hacen parte. Los
niños y las niñas viven experiencias en las prácticas pedagógicas en las que se diseñan
los ambientes y se ajustan los apoyos y recursos necesarios para que interactúen
creando, transformando y modificando lo que conocen, piensan, sienten y viven (Coll,
Colomina, Onrubia y Rochera, 1993).
Las interacciones son relaciones bidireccionales que tienen que ver con la capacidad
de las maestras de percibir y escuchar a los niños y a las niñas, desde sus intenciones y
su ser, en la búsqueda de su bienestar, a través de la construcción de vínculos
afectivos y la disposición de ambientes, espacios y tiempos de exploración, juego y
expresión.
De igual manera, las interacciones entre pares están mediadas por la acción corporal
que, aunque ocurre de manera espontánea durante los juegos, las exploraciones y el
cuidado, en ocasiones requieren de la mediación del adulto para provocarlas y
permitirlas. A partir del lenguaje no verbal las maestras se comunican con los niños y
las niñas y les invitan a explorar de manera independiente y a encontrar en ellas apoyo
cuando lo necesiten. Los adultos que están presentes desde la corporalidad, a través
de los abrazos, las caricias, los gestos, la observación y escucha atenta, llevan a las
niñas y a los niños a comprender que a través del cuerpo se construyen relaciones con
los demás, se establecen límites y se manifiestan sentimientos. Acompañar con la
palabra: significa interpretar lo que les sucede a los niños y las niñas, contarles qué va
a suceder, describir lo que está pasando, escuchar sus preguntas, propiciar diálogos y
conversaciones entre ellos, darles la oportunidad de construir sus propias
explicaciones y narraciones. La maestra pone en palabras o señas las emociones y los
sentimientos de los niños y las niñas, ayudándoles a identificarlos y autorregularse.
Acompañar desde la disposición del ambiente: Otra forma de acompañar la acción de
los niños y las niñas es a partir de la transformación que hacen del ambiente que se
dispone. Para acompañarles desde aquí es necesario que las maestras les conozcan,
sepa quiénes son, qué les gusta, cuáles son sus características de desarrollo. Un
ambiente suficiente le da a los niños y las niñas la posibilidad de vivir experiencias
nuevas de manera segura e independiente, pues les permite moverse y explorar (Soto
y Violante, 2008), y va cambiando conforme los niños y las niñas crecen y muestran
nuevas habilidades, preguntas e intereses.
Provocar: Las maestras deben preguntarse por el sentido de lo que hacen, seleccionar
y priorizar qué situaciones ofrecen a las niñas y a los niños, así como ser flexibles ante
lo que puede suceder en la interacción con ellos y ellas. Provocar es disponer
ambientes, situaciones e interacciones para que los niños y las niñas vivan,
experimenten, jueguen, solucionen problemas, encuentren desafíos y así construyan
nuevos saberes. De igual manera, la maestra está atenta para sorprenderse con todas
las situaciones que provocan la curiosidad, el interés, el juego, las preguntas y la
exploración de los niños y las niñas, permitirlas y potenciarlas, ya que la provocación
proviene también de sus propias vivencias. Siguiendo a Malaguzzi (2001) al darle paso
a la provocación, la maestra comprende las emociones de los niños y las niñas,
observa sus acciones y escucha sus propuestas. Desde allí crea ambientes, situaciones
e interacciones que invitan a la niña y el niño a descubrir nuevas posibilidades de
movimiento, de transformación del espacio, a aprender nuevas palabras, a
relacionarse con el otro, a tomar decisiones, a trabajar en equipo, entre otras.
Además, una maestra que provoca, reconoce el potencial de los niños y las niñas y por
ello les propone retos cada vez más complejos, con el fin de que construyan nuevos
aprendizajes a partir de aquello que les interesa. En la vida cotidiana las interacciones
ocurren en los entornos donde transcurre la vida de los niños y las niñas. Uno de los
pasos imprescindibles para establecer interacciones de calidad en donde confluyan las
acciones de cuidar, acompañar y provocar, es procurar una comprensión de las
dinámicas intrafamiliares, en lo que respecta a las prácticas de cuidado y crianza y su
incidencia en el desarrollo infantil. Identificar cuáles son las fortalezas de las familias,
qué es lo que más disfrutan de sus hijos e hijas, qué es lo que consideran más
importante en su educación, y entender las formas en que se relacionan, sus temores,
sus angustias y sus preguntas. Esto les posibilita a las maestras, por un lado, saber
sobre los entornos sociales y afectivos en los que se desarrollan los niños y las niñas y,
por el otro, considerar a la familia como un sujeto colectivo de saber. Así habrá
continuidad entre las acciones familiares y pedagógicas, ya que madres, padres,
abuelas, maestras y maestros actúan desde sus saberes de forma coordinada.