Época Colonial en El Perú
Época Colonial en El Perú
Época Colonial en El Perú
Cuarenta años después del primer viaje de Colón a América llega Francisco
Pizarro al territorio del Tawantinsuyo ,encontrándose familiarizado con algunos
productos americanos, entre los que estaban el camote, la yuca, la calabaza, el
ají, los frijoles, la palta, el tumbo, la caigua, la guayaba, la guanábana y otros;
motivo por el que se le conocen a algunos productos peruanos con nombres
mexicanos o centro americanos, es el caso de la palta, cuyo nombre mexicano
es el de aguacate, o el maní, cuyo nombre mexicano es el cacahuate, a pesar
de que en los andes tenían nombres diferentes y eran originarios de zonas
andinas.
Cuando llegan al Perú los españoles en los primeros años del siglo XVI,
introdujeron nuevos alimentos como; leche, quesos, jamones, carnes (ovina,
caprina, porcina y sobre la carne de res, era excesivamente cara y su consumo
era exclusivo de las clases más pudientes), cereales y los condimentos a los que
estaban acostumbrados, esto generó un proceso de mestizaje culinario
recíproco, ya que el Tawantinsuyo aportó alimentos y técnicas de cocción,
recibiendo también una gran influencia española. La fritura, el uso de los lácteos
(incorporado a algunos “chupes” o sopas), además de la carne de res, cerdo,
huevo de gallina y nuevas aves de corral; además llegaron algunos cultivos que
resultarían esenciales para la nueva cocina como la cebolla y el ajo que
combinados con el ají serían los principales ingredientes de muchos platos
peruanos. El limón traído por los españoles y adaptado con el tiempo a la tierra
peruana, se fue transformando en la variedad peruana actual, verde, pequeña y
ácida y que deviene en uno de los componentes básicos del ceviche. La vid (de
la que se origina el pisco) y los vinos llegan también al comienzo de este período.
En el caso de la tradicional Pachamanca andina podemos señalar que esta fue
enriquecida por las carnes de res, cerdo, cabrito y gallina; así como la huatia,
tradicional plato peruano con diversas carnes; se le adicionaron habas y quesos,
a los locros, chupis y ajiacos se les incluyó cebolla, comino, pimienta, leche,
huevos, col, quesos y carne de res, gallina y cerdo. La harina que llevaban los
viajeros incas en los grandes tramos del Qapaq Ñan (camino inca), en pequeñas
bolsas conocidas como “pitu”, se combinó con canela molida, clavo de olor y/o
azúcar, haciéndola mucho más sabrosa.
Los incas y en general todas las etnias que formaban el vasto Tawantinsuyo
aceptaron con el mayor gusto la leche, la mantequilla y los quesos,
incorporándolos de manera inmediata a su rica culinaria. En esa época existían
en los riachuelos que desembocaban en la costa del litoral pequeños pescados
de río llamados “Chichi”, los que los incas consumían crudo y con ají; adquiriendo
los españoles gran gusto por estos, tostándolos, moliéndolos, y luego
mezclándolo con ají para preparar una salsa con la que bañaban otras carnes o
pescados.
Las humitas dulces, hechas del maíz tierno, se les agregaron anís, huevos,
mantequilla, canela y clavo de olor, y a los salados quesos, culantro, queso
ricota, y algunas carnes. Con respecto a la harina de trigo, escasa durante los
primeros años de la colonia, se le suplantó por la harina de maíz, elaborando
bizcochos, pan, pasteles diversos, así como mazamorras con miel de caña y
chancaca, agregándoles azúcar, huevos y en algunos casos leche.
Entre las frutas podemos comentar que el plátano fue muy consumido, a pesar
de ser haber sido traído por lo españoles, así como los higos, los duraznos, los
melocotones, las manzanas, las peras, los melones y los membrillos, estos se
propagaron rápidamente y se consumían en todas formas: crudo, asado,
desmenuzado, en papillas, o en postres. En las casas más pobres de las
ciudades el plato más común era el puchero, una sopa con carnes de res, cerdo
y cordero; en los campos se servía el “chupi” o chupe, como se encargaron de
castellanizar los españoles a la palabra quechua. En las casas de familias más
acomodadas la situación era diferente ya que cada miembro de la familia comía
lo que le apeteciera, existiendo dos servicios de almuerzo, uno consideraba siete
platos y el otro seis platillos; entre ambos se servía un entremés, con platillos
ligeros, en el primer servicio se servía carapulcra, cecina con yucas, pepián, sopa
de mondongo, lagua y frijoles con carne; el intermedio era lo que llamaríamos
ahora un piqueo, compuesto por camotes, choclos, y yucas sancochadas; el
segundo almuerzo o servicio se componía de sango, patasca, chupe de queso
relleno con camote, dejando para el último los postres, como fríjol colado o
mazamorras.
La comida era servida entre cuatro y cinco de la tarde antes de que anocheciera,
sin embargo si se tenía una tarde taurina o de gallos, se comía, como algo muy
especial, después de la seis de la tarde, sirviendo puchero, olla española,
sancochado, y chupe.
Una tradición que aún se conserva en algunas ciudades del interior del Perú es
la preparación de dulces y postres a cargo de las monjas de los diversos
conventos, encontrando entre los más buscados el manjar blanco, las almendras
y avellanas confitadas, pétalos de rosa cuajados en almíbar, mazapanes,
bizcochos, alfajores, el sango, el ranfañote, las cocadas, las mazamorras y una
gran cantidad de dulces y potajes de sabor inigualable, conservando aún esta
tradición conventos en las ciudades de Ayacucho y Arequipa.
Wilfredo Kapsoli señala que la dieta de los esclavos negros contenía un alto
porcentaje calorífico, siendo el maíz, el frejol, el pescado y la carne los alimentos
más usuales, además del agua ardiente (pisco, “con el que se prepara el famoso
pisco sour”), miel y tabaco. Muchos negros, mulatos y zambos se convirtieron en
grandes cocineros. Otros se desempeñaron como vendedores ambulantes de
agua, frutas, dulces, tamales, humitas, chapana, etc. Aportaron lo suyo en una
serie de guisos, además del uso de las partes blandas de la carne desechadas
por las élites, que condimentaban abundantemente para disminuir los fuertes
sabores de la carne y cocinados a las brasas. De aquí salieron muchos de los
más representativos platos de la actual comida criolla, como por ejemplo: los
anticuchos, la sangrecita, el camote con relleno, el cau-cau, la pancita, el rachi,
las mollejitas, la chanfainita, la patita con maní, el choncholí, el tacu-tacu y el
chicharrón ( fritura de carne de cerdo y camote, predilecto por Francisco Pizarro,
según las crónicas). “Francisco Pizarro, quien se dice criaba cerdos en su
infancia, era el principal aficionado a este plato llamado Chicharrón.
Costumbres prehispánicas que sobreviven en el virreinato
Lo que se trajo con los esclavos negros.- palmera que da aceite de palmera,
plátano, ñajú o gombo.