García-Matos, M - Artículos y Aportaciones Breves
García-Matos, M - Artículos y Aportaciones Breves
García-Matos, M - Artículos y Aportaciones Breves
ÍNDICE GENERAL…………………………………………………..….... [ V ]
ÍNDICE GENERAL…………………………………………………..…... [ V ]
4. Folklore en Falla 1. “El sombrero de tres picos”. Revista Música. Nº. 3-4.
Madrid, 1953……………………………………………………………..106
14. Sobre algunos ritmos de nuestro folklore musical II. Anuario Musical de
Instituto Español de Musicología del CSIC. Vol XVI. Barcelona,
1961……………………………………………………………………...349
18. El folklore en "La vida Breve" de Manuel de Falla. Anuario Musical del
Instituto Español de Musicología del CSIC. Barcelona 1972……..............432
19. Aclaraciones sobre algunos influjos que el Cante Flamenco ha ejercido
la canción folclórica hispano-americana. Publicaciones del Centro de
Estudios de Música Andaluza y de Flamenco. Madrid 1972……………...462
xi
xii
PRESENTACIÓN. Carmen García-Matos Alonso
En la actualidad son numerosas las monografías que han visto la luz, y que se han
ocupado de estudiar los instrumentos musicales españoles. Muchas de ellas, tratan sólo de
los "cultos", concediendo menor atención al instrumento de tradición popular. No
obstante, algunos como la dulzaina, el txistu, el rabel, o la guitarra popular cuentan con
interesantes y documentados estudios.
La polirrítmia que García Matos expone en los citados trabajos, no es otra que la
combinación 5 x 8; ritmo llamado akzak por el folklorista rumano Constantin Braíloiu,
inventor del término, y a cuyo compás se bailan numerosas danzas folclóricas del este
de Europa.
Una versión del ritmo akzak en la música tradicional española, es la métrica a dos
14
tiempos en pies rítmicos irregulares. Polirritmia identificable en el toque de tambor que
acompañan a las charradas de bodas salmantinas. Muy viva se conserva la combinación
akzak en las provincias de León y Zamora configurando en esta última región el "charro de
Sayago", y el " canto brincao" en la población de Carvajales de Alba. Los "corridos",
también incluyen la fórmula 3+3+2, propia del citado ritmo.
Con estos estudios el musicólogo García Matos demuestra la frecuencia de los ritmos
compuestos orientales en el folclore musical de España, conectándolos en diferentes
amalgamas rítmicas con la petenera y la guajira andaluzas; el banako, launako y binako vascos; y
la spatadantza vizcaína. El toque de guitarra flamenca en su conjunción de rasgueo y falseta,
propio de la seguiriya gitana, presenta también un compás de 6 x 8.
Los estudios sobre Manuel de Falla y el folclore, contribuyen a esclarecer las fuentes
documentales en las cuales se basó Falla para componer su ópera de "La vida breve", "El
retablo de Mese Pedro", y el ballet "El sombrero de tres picos". Los cancioneros de la
época suministraron al compositor un precioso material; pero sobre todo serían para él
fuente de inspiración: el canto, el baile y el pregón callejero que el maestro escuchaba cada
día en su Cádiz natal. Así, no tuvo reparo en recrear la alboreá gitana, la farruca, y la granaina
en el "Sombrero de tres picos"; o valerse del martinete y una seguiriya para "La vida breve",
incluyendo danzas tan españolas como las seguidillas y el olé.
Las fuentes en las que se basa el "Retablo de Maese Pedro" no difieren de las
anteriores en cuanto al origen. En un minucioso análisis pueden identificarse las danzas
renacentistas extraídas de los tratados de vihuela, junto a las canciones que recogió el ciego
músico Salinas en Salamanca; elementos que. mezcló Manuel de Falla con sabiduría de
alquimista en el delicioso retablo medieval.
Para componer la Suite Española "A mi Tierra", Bartolomé Pérez Casas partió de un
conocimiento previo de los cancioneros murcianos de José Inzenga y de Julián Calvo. Pero
serán los romances, parrandas y seguidillas de la huerta murciana, los que impregnarían de claras
influencias populares el estilo de la obra.
Qué me queréis caballero; No me digáis madre mal; o el romancillo tan en boga La serranilla de la
15
Zarzuela, sobreviven hoy bajo formas y funciones distintas en los cancioneros de Galicia
(álalas), Salamanca (romances ), y Santander (cantos de romería) entre otros. Los cantos de
trabajo, infantiles, de ronda y de pandero que han llegado hasta nuestros días, bien
fragmentariamente o en su totalidad, ya se empleaban por los polifonistas el siglo XVI que
fueron recogidos en el Cancionero de Medinaceli.
Con igual sistemática son identificables antiguas canciones y melodías cultas en las
danzas procesionales que todavía se practican en España: numerosos elementos del villano,
canario, folía y gallarda, danzas cortesanas del siglo XVI, fueron adoptados por el pueblo
para danzar ante la eucaristía en las fiestas del Corpus Christi; bailar los cascabeleros el día de
San Juan en el pueblo de El Alosno (Huelva); o cantar Las avellanitas, tonada muy difundida
por amplias zonas de Castilla, y que el "Libro de Tonos" de la Biblioteca de Medinaceli
incluye en su repertorio.
La línea metodológica seguida por el profesor García Matas en estos estudios, puede
hacerse extensiva al resto de su labor investigadora. Sus profundos conocimientos del
folclore musical de nuestro país contribuyeron al impulso y desarrollo de esta ciencia
musical en España. No sólo con sus publicaciones; gran parte de los estudios que, han
visto la luz, o que folcloristas están realizando en la actualidad, se fundamentan en el
método de trabajo desarrollado por el desaparecido investigador.
1 “Manuel García Matos. El música folklorista”. En: Interfolk, nº 54, Año XIV. Madrid: Asociación Cultural
“El Almirez”, 2012. Este número recoge, además de la presentación de Gabriel Sanabria, distintos artículos
(Carlos A. Porro: “Manuel García Matos. Primera referencia para el conocimiento del folklore; Gema Rizo:
El baile y la danza en la obra de Manuel García Matos; Julia Andrés y Susana Arroyo: “Manuel García Matos.
Estudio de la Magna Antología”; José Tomás Sousa: “Manuel García Matos”); así mismo se añade una
entrevista a Carmen García-Matos Alonso y una mesa redonda resumida por Fernando Martínez.
2 Recientemente Pilar Barrios y Ángel Domínguez, del grupo de investigación “Patrimonio Musical y
18
19
Exposición “Manuel García Matos. Memoria de una vida”. Museo etnográfico textil “Pérez Enciso”. Plasencia,
noviembre 2012-febrero 2013.
http://www.bajoduero.org/index.php?option=com_content&view=article&id=51%3Aespectaculo-
homenaje-a-manuel-garcia-matos&Itemid=11
21
Todo lo que está suponiendo ofrecerle continuos homenajes al músico
extremeño durante el año 2012, quedaría en agua de borrajas, si no se le diera
una continuidad a través del estudio y difusión en la formación de maestros,
profesores y en contextos escolares. Por ello se ha encargado un comic a
Fermín Solís9 y se ha elaborado el material didáctico del curso de verano10
con el fin de poder utilizarlo en distintos niveles educativos, formales, no
formales e informales a partir de ahora.
Del material didáctico diseñado y elaborado por Juana Gómez. Comic de Fermín Solís
Alumnos del Grado de Maestros de la Facultad de Formación del Profesorado (Universidad de Extremadura),
en prácticas, con la profesora Pilar Barrios y los niños del Colegio San Francisco de Cáceres, en el Museo de
Historia y Cultura “Casa Pedrilla”, viendo la colección de García Matos y cantando una de las canciones
recopiladas por él.
9 http://descargas.nuestramusica.es/comic_garcia_matos.pdf
10 Hay que destacar los dibujos reproducidos por Juana Gómez, y el recortable de la misma autora
(http://manuelgarciamatos.files.wordpress.com/2012/06/juana_recortable.jpg), además de todo el material
seleccionado de la bibliografía y discografía del autor por Pilar Barrios
(http://manuelgarciamatos.wordpress.com/material-del-curso/).
22
11 Por destacar los más significativos, Josep Crivillé i Bargalló asumió la edición del Cancionero popular de la
provincia de Cáceres, como II parte de la Lírica popular de la Alta Extremadura, publicado por el Instituto Español
de Musicología., Consejo Superior de Investigaciones Científicas en 1982. Miguel Manzano Alonso, en sus
numerosas y magistrales publicaciones, dedica siempre sus espacios al autor placentino, tanto para relaciones,
cotejos, observaciones, estudios críticos, que muestran que conoce en profundidad los estudios del autor.
12 Junto con su hija Carmen García-Matos Alonso, sacamos en 2001 una edición facsímil con la biografía,
bibliografía e índices, de la primera obra del autor “Lírica popular de la Alta Extremadura”.
En 2004 añadimos una sección en el Portal de Patrimonio musical extremeño,
http://nuestramusica.unex.es/nuestra_musica/autores/matos.HTM.
De todos modos hay que decir que siempre tenemos su obra de cabecera en nuestras investigaciones, para
análisis etnográficos, estudios comparativos, evoluciones y variantes melódicas y rítmicas, etc.
Ángel Domínguez, ultima su tesis doctoral sobre La flauta y el tamboril en Extremadura, dedicando una gran
parte a las recopilaciones y análisis de García Matos, interpretando y confrontando los estudios del maestro
con las investigaciones propias llevadas a cabo en todo el proceso. Juana Gómez desarrolla un interesante
estudio sobre el Imaginario en la obra de Matos. Marta Serrano realiza un vaciado en los archivos eclesiásticos y
civiles placentinos para contextualizar la vida del autor.
Somos conscientes de que recibió, con muy buena base, desde sus
primeros años una esmerada educación de carácter generalista, marchando a
los 12 años a estudiar al colegio de los Padres Escolapios de Madrid y
retornando a su ciudad natal con la decisión clara de centrar su actividad
profesional en la música. Su formación musical la desarrolla de la mano de
Joaquín Sánchez Ruiz, maestro de capilla de la catedral placentina14. De los
distintos círculos de estudio de la capital del Jerte, y de la mano del mismo
maestro, salieron además otros notables colegas contemporáneos, grandes
profesionales también en la música, como José Mª Mancha, Domingo Sánchez
Loro, Esteban Sánchez, Julio Terrón, Román Gómez Guillén o Carmen
Pérez-Coca, entre otros. En las obras y respectivas biografías de cada uno de
estos personajes podríamos rastrear sobre la influencia del maestro de capilla
de la catedral. Joaquín Sánchez propició entre sus alumnos el estudio
profundo, analítico y reflexivo de la música, pero en sus más diversos aspectos
el teórico-práctico, el compositivo, el performativo, porque todos ellos
destacaron como músicos integrales. Sin duda se estudiaban con intensidad y
detenimiento cuestiones teóricas relacionadas con los sistemas modales y
tonales, aspectos a veces inusuales en las aulas de formación musical
profesional.
Herrero (Inédita, Cáceres, Universidad de Extremadura, 2010), indaga en profundidad en la figura de Joaquín
Sánchez, con ello publica el artículo “Joaquín Sánchez Ruiz”. Cfr. revista Alcántara nº 67, edición digital:
http://ab.dip-caceres.org/export/sites/default/comun/galerias/galeriaDescargas/caceres/cultura/revistas-
alcantara/revista-alcantara-n-67/67_07.pdf
15 Domingo Sánchez Loro: Preces y cantos de la Asamblea Parroquial. Cáceres: Equipo de Liturgia de San Pedro
de Alcántara, 1969.
16 Sirvan como ejemplo: “Sobre algunos ritmos de nuestro folklore musical”. I. En: Anuario Musical. Vol.
XV. Barcelona: Instituto Español de Musicología. C.S.I.C., 1960, pp. 101-121; “Sobre algunos ritmos de
nuestro folklore musical”. II. En: Anuario Musical. Vol. XVI. Barcelona: Instituto Español de Musicología.
C.S.I.C., 1960, pp.. 27-54.
17 Cfr. Diario Nuevo Día, 14-02-1929.
18 Ángel Domínguez Morcillo, está haciendo un vaciado de los datos publicados en la prensa regional sobre
States, 1941. Versión en español: Música y Poesía popular de España y Portugal, New York-Salamanca: Instituto
Hispánico de la Universidad de Columbia-Centro de Cultura Tradicional de la Diputación de Salamanca, 1991
22 Manuel García Matos: Diez Canciones Extremeñas. Instrumentadas y armonizadas por Manuel García Matos.
la Alta Extremadura (La Vera, el Valle del Jerte, el Valle del Alagón, las 26
Hurdes, la Sierra de Gata…) en los años previos a la guerra civil española le
proporcionan ricas experiencias vitales, mientras va recogiendo y
documentando canciones, tocatas instrumentales, bailes, danzas rituales y
tradiciones populares diversas que serán la fuente directa de inspiración para
sus creaciones escénicas y espectáculos costumbristas.
En 1934 incluye ya en el repertorio de la Masa Coral Placentina seis
temas extremeños armonizados por él mismo, además de tres bailes. El 4 de
abril de 1935 presenta a su grupo, rebautizado con el nombre de “Coros
Extremeños de Plasencia” en el Teatro Alcázar, en una recreación escénica en
la que incluye un conjunto
de canciones y bailes
populares ambientados
como una "escena de
domingo", en la que él
mismo acompaña al cuerpo
de baile, tocando la flauta y
el tamboril. Se pintaron
decorados para esta
representación (un decorado
para cada estación) y se
puso especial cuidado en la Presentación de los Coros Extremeños de Plasencia (1935)
indumentaria pues, en palabras
del propio Matos:
“… había que salir con los trajes típicos, es lógico. Y allá que salí para alquilarlos; no
nos era posible adquirirlos, naturalmente. Y después, a contemplar la labor con los
bailes también típicos y hube de aprenderlos yo primero para enseñarlos después. Y
estudiar a continuación los instrumentos típicos”23.
Hace once años ya hacíamos notar la escasa atención prestada por las 29
autoridades políticas y académicas hacia los contenidos depositados en el
Instituto Española de Musicología, y, en concreto de la Sección de Folklore25,
con la excepción de lo publicado por Emilio Rey en 199426. Considerando su
importancia para la conservación de la Música Popular de Tradición Oral
Española. Concretando en García Matos, una parte de este material aún
permanece inédito, aunque se han publicado ya las recopilaciones de García
Matos referentes a los cancioneros de Madrid (1951, 1952, 1960) y de Cáceres
(1986). Poco a poco se van sacando otros materiales, como los recogidos en
Salamanca por García Matos y Sánchez Fraile27, o las fichas con las
transcripciones y anotaciones de las danzas rituales manuscritas de la que
firma este estudio28. En la actualidad podemos añadir que poco más hemos
avanzado sobre el particular, ya que el acceso a los fondos de esta sección,
bajo custodia de la Fundación Milá y Fontanals, ha estado fuertemente
restringido durante largo tiempo por motivos organizativos, por lo cual
nuestros trabajos sobre García Matos y Extremadura se han visto relegados
durante varios años29.
25 Pilar Barrios Manzano: “El Instituto Español de Musicología del Consejo Superior de Investigaciones
Cientíricas. Aportaciones a la Música Extremeña”. En Saber popular. Revista Extremeña de Folklore, Vol. 18,
Fregenal de la Sierra: Federación Extremeña de Folklore, 2001, pp. 67-94
26 “La Sección de Folklore del IEM organizó misiones recolectoras por todo el país que fueron realizadas por
los siguientes folkloristas: José Antonio de Donostia (Navarra y Jaen), Pedro Echevarría Bravo (Ciudad Real,
La Mancha, Andalucía manchega, León y Galicia”, Manuel García Matos (Madrid, Málaga, Sevilla, Huelva,
Salamanca, Zamora, Cáceres, Ibiza, Segovia, León, Burgos y País Vasco) , Bonifacio Gil (La Rioja, Granada,
Ciudad Real, Badajoz, Ávila, Cádiz y Huelva, Luis Gil Lasheras (Navarra), José Mª Gomar (Málaga), Antonio
Granero Zaldívar (Albacete y Segovia), Palmira Jaquetti (Asilos de Barcelona), Manuel Lama Romero
(Sevilla), Arcadio de Larrea Palacín (Huesca, Zaragoza, Ibiza, Huelva, Cádiz y Sevilla), Ricardo Olmos
(Castellón y Murcia), Manuel Palau (Valencia y Alicante), Magdalena Rodríguez de Mata (Asilos de Madrid y
Jaén), Aníbal Sánchez Fraile (Salamanca), Marius Schneider (Castellón), Marius Schneider y Manuel García
Matos (Asturias) y Juan Tomás (Cuenca, León y Soria). El total de melodías recopiladas por los folkloristas
citados asciende a 18.298. Se han publicado 1.751, correspondientes a Madrid, Cáceres y La Rioja.
Permanecen transcritas e inéditas en la sede del Archivo en Barcelona 16.547 melodías. El material
documental recogido es de primera calidad” (Emilio Rey, 1994).
27Manuel García Matos y Aníbal Sánchez Fraile: Páginas inéditas del cancionero de Salamanca. Edición y estudio:
Ángel Carril y Miguel Manzano. Salamanca/Barcelona: Centro de Cultura Tradicional. Diputación Provincial
de Salamanca/Institución Milá y Fontanals, 1995.
28 Pilar Barrios Manzano: Danza y ritual en Extremadura. Ciudad Real: CIOFF-INAEM, 2009. Se puede
de patrimonio musical español. Las "Misiones folklóricas" del CSIC (1944-1960)" liderado por Emilio Ros-
Fábregas (http://musicatradicional.eu/es/home) del Instituto Español de Musicología, en la actualidad
llamado Institución Milá y Fontanals de Barcelona, del C.S.I.C.
utilizará Crivillé para el segundo volumen de la Lírica Popular de la Alta Extremadura, con estudio y otras
obras que aún permanecen inéditas) , 43 b (añade algunas más de Salamanca (, Huelva y Cáceres), Caja 43 c
(son 4 cajitas tamaño cuartilla, dos de color azul, una verde y otra burdeos. Recopila el cancionero de Zamora,
con partituras, textos poéticos y ficha de informantes. Las referentes a Salamanca se sacaron en las Páginas
inéditas del cancionero de Salamanca, editado por Ángel Carril y Miguel Manzano (1995). De García Matos,
permanecen aún pendientes de clasificación y estudio alrededor de un centenar de canciones inéditas de
Mirabel, Valdeobispo, Torrejoncillo, las Hurdes, Sierra de Gata, etc
32
De bodas
tamboril
gaita y
Rondas
Ciclo de
Villancicos
Navidad:
Romances
Ciclo de
Carnaval y Canciones de quintos
Cuaresma: De
Rondas de enamorados
Mocedad
Canciones de Cuaresma y Semana Santa
Ciclo de Rogativas
Mayo: Canciones de trabajo
Alboradas de boda
Canciones:
36
Exposición “Manuel García Matos. Historia de una vida”. Vitrina con las distintas ediciones de la
Antología y Magna Antología. Libreto con las traducciones de la Antología… de 1959.
34Julia Andrés Olivera, Sonia Fernández Collado, Susana Arroyo San Teófilo, Emilia Serrano Jaén y José Mª
Mezqauita Ramos: Estudio de la Magna Antología del Folklore Musical de España de Manuel García Matos
Ciudad Real: CIOFF-España-INAEM, 2011.
41
LA TRANSCENDENCIA DE LAS “PEQUEÑAS GRANDES”
APORTACIONES DE MANUEL GARCÍA MATOS
Cualquier comentario que podamos añadir a la presentación de Carmen
García-Matos, así como a todo lo que se ha expresado en las páginas
precedentes sobraría para el curioso investigador o sencillamente para el
aficionado, pues con hojear en una primera mirada se comprende la magnitud
de estos artículos y aportaciones breves de un musicólogo, intérprete y
maestro que sabe transmitir el saber
En la cuidada lectura, en el digitalizado de cada una de las páginas de
cada uno de los artículos que siguen, en cada partitura, en cada imagen se
sigue el trabajo de campo serio, el proceso de análisis de cada una de las
piezas, la búsqueda sobre conceptos, criterios para la transcripción de ritmos
compuestos que se entretejen. En cada artículo, independientemente de
algunos apuntes más subjetivos, se va siguiendo el proceso de autoaprendizaje,
sus hipótesis de partida, hasta sus conclusiones finales. A veces se atreve con
estudios más críticos y otras reconoce sus limitaciones ante determinados
temas, y cita a los que lo han estudiado antes, sean materiales editados o
inéditos.
En esta edición y con la posibilidad de seguir cada uno de los artículos
se puede hacer un estudio etnomusicológico de la música española de
tradición oral de su época. Las características, tipos, cualidades rítmicas y
melódicas de las canciones, tocatas, bailes y danzas se abordan con lógica y
coherencia. El proceso del estudio de cada aspecto, sus pensamientos, sus
conversaciones con otros especialistas más o menos cualificados, sus dudas,
sus soluciones, impregnan al estudioso que los puede seguir con facilidad.
Además profundiza en diferentes aspectos abordando cuestiones históricas y
culturales recogidas en los archivos rurales y se decanta claramente por el
estudio interdisciplinar, que hace entender mucho mejor el fenómeno musical,
conexionando actividades sociales con tradiciones, rituales y/o creencias del
pueblo llano.
No descuida, sino todo lo contrario, las relaciones, influencias,
intercambios e interconexiones entre la música popular y la culta, entre el
44
- Y para concluir, hemos de decir que, si durante los años que van de
1933 a 1967, García Matos no cesó en su trabajo de campo, primero por
Extremadura y después por el resto de las provincias de España para
investigar y recoger alrededor de diez mil muestras de cantos, tocatas, bailes y
danzas populares, con el fin de que no se perdiera este patrimonio y que los
estudios etnomusicológicos fueran dignificados y puestos en su lugar, sin
embargo todos sentimos su pronta muerte y que no hubiera dedicado más
tiempo a dejarnos más publicaciones modélicas, del estilo de las que se
presentan a continuación. Sin duda García Matos era consciente de ello
cuando quiso comenzar a retirarse para escribir, como intuíamos y como nos
confirmó en su homenaje póstumo Miguel Querol, con el que cerramos esta
edición:
“En los últimos años llevaba una vida muy retirada en su domicilio, rehusando
frecuentes solicitaciones y colaboraciones, para entregarse el mayor tiempo posible y
con la mayor intensidad a las investigaciones musicales”.
DE
Registrada tenía yo, desde muy pasados días, esta popular locución que hube
de oír más de una vez durante mis frecuentes viajes de estudios folklóricos a las
aldeas del Norte extremeño.
Pero nunca tropecé con vestigios vivos del "toro de San Marcos"; sin duda
porque al prohibirse oficialmente esta costumbre en la segunda mitad del siglo
XVIII, el pueblo obedeció el mandato tan al pie de la letra que, desde entonces,
no ha vuelto a ponerla en práctica.
Instigado por las manifiestas señales del “dicho” que expuesto arriba queda,
tras de perseverantes búsquedas he alcanzado localizar con exactitud la fenecida
costumbre en la Extremadura alta. Después, y como resultado último de las
pesquisas realizadas, he averiguado la existencia en el pueblo de Casas del Monte
(a poco más de 25 Km. de Plasencia), y en su archivo eclesiástico, de un
interesante libro manuscrito3 en el que un párroco, que el lugar tuvo en los
comienzos del pasado siglo, fue consignando para la posteridad, curiosos datos,
noticias y observaciones que recogía, unas veces de la
tradición, y otras de los viejos papeles que estudiaba en el archivo. Entre el
contenido del libro figuran unas notas que atestiguan e historian el "toro de San
Marcos" en el sobredicho pueblo. Ellas son tales que he querido traerlas a esta
22En mi Lírica popular de la Alta Extremadura (Madrid, 1944) dejé ya explicadas las costumbres de “La vaca Moza” y
“El Jarrampla”.
3 No tiene título ni está foliado. Su tamaño es poco más de 4º mayor.
Revista, tanto por el interés que algunos de los extremos tienen para la 48
investigación, cuanto por lo curiosas que a todo lector han de parecer, así como
por librarlas de una desaparición posible. No
dejan de ser también importantes la finalidad que persigue el clérigo que las
escribió; los comentarios nacidos del propósito, y, hasta el buen estilo de la
redacción total.4
4Reciba desde aquí mi gratitud el poeta extremeño don Manuel Delgado, por la diligencia con que me ayudó a
obtener la exacta transcripción del manuscrito.
ordenanzas que hicieron los solicitantes se advierte una sola palabra relativa al rito 49
del toro; en medio de ser uno de los asuntos deducidos dominantemente en la
pretensión, tal fue el origen y tal la fecha de esta función en Casas del Monte. A
pesar de su silencio, que honra al tribunal, juntamente ello es que se introdujo la
ceremonia bestial, tolerándolo el Gobierno por el peligro, sin duda, tras las
resultas que podría tener un rompimiento repentino. Así es que desde 1669, año
de la fundación hasta 1753, en que fueron citados los cofrades a Pasaron5 por el
Corregidor de Plasencia para intimados la orden del Rey que prohibió la
supersticiosa manía del toro, se hallan en cuentas datas de boyería, conducción,
daños y comercio con otros animales (pues algunas veces tenía muchos la
cofradía, y aún el año de 1717, acordó comprar una vaca para el aumento de crías;
de modo que al Santo, por lo menos, le resultaba el beneficio de las ventajas de un
ganadero). En algunos años, desde 1692 hasta 1724, se encuentran datas de dos
reales por la licencia de meter el toro en la iglesia, y en 1679 un decreto de visita
que la cede para una capa el precio de uno dañoso que se vendió, expresando que
quedaban otros. La aprobación de estas datas y este pretexto de inversión huele a
una tolerancia que pudo excusarse; pero, al cabo, aún no era tiempo de
desautorizar el rito y no había otro medio de conservar este ramo de adquisición
en la obra piadosa, además de que no dejarían los cofrades de tener sus recelos
cuando la visita de 1710 previno poner en cuentas las reses que tenía el Santo,
cuyo defecto debía provenir del miedo a las reconvenciones por un culto que
jamás se aprobó. Es notable también la condenación de la visita de 1752, contra
dos cofrades que emplearon doscientos reales en la compra de un toro so color de
la festividad del santo, haciéndose cargo de que no era justo semejante destino, de
manera que por parte del Gobierno hubo de los principios una completa
resistencia contra el rito, si por parte del pueblo, calentado con la usanza de otros,
hubo siempre la manía de no entender que este silencio y esta resistencia
importaban una prohibición absoluta.
He ahí la historia auténtica del origen, progreso, fin, prácticas y función del
toro de San Marcos en Casas del Monte, que me he entretenido en recopilar, bien
seguro de que mis sucesores podrá ser que miren con indiferencia este hecho
singular o lleguen a notarle cuando ya no existan testigos de vista fidedignos.
suya, confesor, virgen o mártir que no vaya cortejado de los signos que distinguen 53
algunas de sus virtudes? Con una muela en tenaza está Sta. Polonia; Sta. Águeda
lleva dos pechos en un plato, y en una bandeja, dos ojos Sta. Lucía. ¿Y qué
cristiano ha pensado que en esto ha habido jamás idolatría ni superstición? Si por
prácticas de esta clase se ha de decidir de la pureza o de los vicios de la religión,
tan supersticiosos y tan fanáticos somos ahora como en los tiempos del toro de
San Marcos. No ha muchos años que en un pueblo de Castilla salían tres caballos
con tres mozuelos representantes de tres virtudes en la procesión del Corpus,
que nadie creyó milagrosos, y que sin más orden que la de la razón, se dejaron por
indignidad cómica de un acto de religión cristiana. Qué interés pudiese haber en
esto, no es fácil determinar; pero cuando menos había el de reducir todo cuanto se
observaba a la jurisdicción del Escolasticismo, que tan caro nos cuesta. Es lo
cierto que Feixóo hizo mucho en desengañarse a sí mismo y a los teólogos de su
tiempo; que los pueblos no abandonaron la práctica ridícula por sus raciocinios,
sino por la coacción del Gobierno que les obligó a romperla: que si él y el
convencimiento de los teólogos influyeron en la opinión no hicieron más que los
catedráticos de la historia.
Una manus nobis vulnus opemque feret: y que los pueblos, al fin, ni en el origen ni
en la serie, ni después de esta práctica, creyeron en la superchería de la mala
ventura ni en el milagro de la mansedumbre del toro. Se nota esta verdad, a lo
menos, en la historia de esta función de corta vida en Casas del Monte: y lo
mismo sucedería en la de los otros pueblos restantes, si se apurase con empeño.
De modo que no a los pueblos, sino al espíritu de escolasticismo y barbarie de
algunos pocos es menester atribuir la creencia supersticiosa. Cúlpese, pues a quien
deba; y no porque lo dijo un erudito, hemos de poner silencio perpetuo sobre una
materia que bien examinada por la historia, no ha de ofender el crédito religioso
de todo un país. – Casas del Monte, en punto de luces, es poco más o menos que
lo que fue en los siglos XVII y XVIII, y, sin embargo, habla del toro de San
Marcos como de una función cualquiera, que, divirtiendo, nada tenía de milagrosa;
un testigo se burla de la suposición con que se reconviene por la mansedumbre
del toro, y sus contemporáneos y sus abuelos no pensaban de otra manera. Pero
basta: he censurado más de lo que me propuse.
54
Recorriendo los libros de la parroquia para otras miras, encontré con esta
particularidad en el de la cofradía de San Marcos.
Casas del Monte, 8 de mayo de 1813.- El cura párroco, Bª. Lorenzo Miranda
(sigue rúbrica).
1
Más allá todavía y sin descaminarse mucho llegó el musicólogo francés al emitir sus opiniones sobre el cante
flamenco, opiniones que en cierta memorable ocasión evocó Falla, y entre las cuales aparecía la siguiente
afirmación: «No lo hay más rico ni más vivo en toda Europa.»
Por algunos ha sido señalada la Caña como el tipo de cante más antiguo y
del cual nacen todos los demás. En cambio, otros afirman que ese privilegio
corresponde a las Soleares. Pero es que más allá se nos asegura que es la
Siguiriya o Seguiriya la que ostenta o debe ostentar tan gloriosa palma...
Viniendo a las particularidades genealogías, y sin ofrecerse comprobación
ninguna, se dice descender de la Caña, o de la Caña y el Polo las Soleares y de
éstas, a su vez, los llamados «cantes por Alegrías»: las Alegrías, el Mirabrás o
Mirabrá, también Mirabrar o Mirabá, las Romeras o los Caracoles. Se dice que el
Martinete es el padre de la Siguiriya; en frente hay quien sostiene la viceversa.
Susténtase que la Rondeña es el tronco de la Granaina, el Fandango y la
Artículos y aportaciones breves de Manuel García Matos
Recopilación y selección. Carmen García-Matos Alonso
Digitalización, introducción y edición. Pilar Barrios Manzano.
2. Cante flamenco. Algunos de sus presuntos orígenes.
2
F. PEDRELL, Cancionero musical popular español, 2.a ed. (Barcelona, s.a.), t. II, págs. 41 y 54.
3 Baste recordar que hubo y hay Tonás, Siguiriyas y Soleares «grandes» y «chicas». Y no se confundan estos
términos, como muchos lo hacen, inclusive profesionales del cante, con las voces «largas» y «cortas», pues en
puridad implican conceptos distintos, sin embargo de ofrecer entre sí puntos de tangencias.
4 DEMÓFILO (Antonio Machado y Alvarez), Colección de cantes flamencos recogidos y anotados por..., (Sevilla, 1881),
pág. VIII. -F. RODRÍGUEZ MARÍN, El alma de Andalucía en sus mejores coplas amorosas (Madrid, 1929)
«Advertencia Preliminar».
5 José María SALAVERRÍA, Sevilla y el andalucismo (Barcelona, s. a.), XVI, «Cante Hondo».
salieron de las bajas capas sociales o del cogollo mismo de la clase popular y 58
aldeana; en suma: pueblo6. Pero no basta por sí solo este dato, como es
sabido, para calificar de folklóricos los hechos culturales, que ni el concepto
«pueblo» restringe su significado a las clases dichas, ni tampoco puede
llamarse folklore a todo lo que el pueblo sabe y pone en práctica; mas se dan
otras condiciones: de la tradición oral, unos y otros, recibieron todo lo
fundamental del rico depósito, siendo múltiples y muy vehementes los
testimonios que dan fe de este suceso. En ciertos casos, sin embargo, son
conocidos los nombres del autores de no pocas coplas literarias, y esta falta de
anonimato venía a ser parte del argumento en que Machado se apoyaba para
formular negación; decía: «Los cantes flamencos constituyen un género poético
predominantemente lírico, que es, a nuestro juicio, el menos popular de todos
los llamados populares; es un género propio de cantadores. Quien tuviera medios y
virtud para poder vivir entre éstos algún tiempo, podría poner al pie de cada
copla el autor de ella…»7; sin perjuicio de declarar más adelante: «Lo cierto es
que cada cantador llama, por lo general, suyas a las coplas de su repertorio,
siquiera unas hayan sido compuestas por él y otras por su maestro o
maestros8.» Efectiva es la existencia perceptible, así antaño como hoy, de los
autores de coplas flamencas. Musicalmente también conocemos Soleares,
Siguiriyas, Malagueñas, Polos, etc., que se dicen ser de tal o cual intérprete. No es,
empero la invención en lo musical tan demostrable como en el campo de la
copla literaria, pues que de ordinario se redujo aquélla a meros e instintivos
arreglos estilísticos de temas puramente tradicionales, los cuales, y por medio
de tales arreglos, llegaron a cobrar, sí, una peculiar fisonomía pero de cuyos
nuevos elementos informantes sólo por raridad se podría afirmar que
introdujeron o introducen materia descubierta por primera vez o no conocida
anteriormente, ya que su contenido, en líneas generales, lo componen trazos y
rasgos extraídos de preexistentes fórmulas y temas radicados en la tradición9 .
Por lo demás, estos fenómenos de creación y recreación literario-musical en el
cante flamenco son muy congruentes y lógicos. Al convertirse en profesión la
práctica de este arte, con un público que lo admira, lo escucha fervorosamente
y lo retribuye su dinero y aplausos, los ejecutantes habían de sentirse por
6 Ver: G. NÚÑEZ DE PRADO, Cantaores andaluces (Barcelona-Buenos Aires, 1904).-Fernando EL DE
TRIANA, Arte y artistas flamencos (Madrid, 1935).
7 DEMÓFILO, ob. Cit., pág. VIII
8 Id., ob. cit., pág. XIII
9 Téngase presente que aquí sólo se refiere al cante casi por modo exclusivo.
* * *
10
Desde el pasado siglo se anotaron melodías del cante flamenco, más de valor muy dudoso para la
investigación, debido al escaso número y clases y a la incorrección que de escritura transparentan en
ocasiones. Figuran principalmente esas melodías, formando en trevero o grupo ad hoc, en las sucintas
colecciones de cantos o aires populares españoles o flamencos para piano o piano y canto de: E. Ocón, E. M.
Manella, Isidoro Hernández, L. Carreras, M. Fernández Grajal, Pola Gibarola, G. Arias, A. S. Arista, F. García
Navas, Felipe Pedrell (también en el tomo II de su Cancionero), Modesto y Vicente Romero. Asimismo,
aparecen otras varias notas por M. FONT Y DE ANTA, en la revista La Canción Popular, año 1, nº 9 (Madrid,
septiembre 1922).
Uno de los datos que del cante flamenco más llaman la atención con el 61
que forzosamente tropieza al principio todo aquel que trata de bucear en los
orígenes de dicho cante, es el singular apellido que integra su nombre.
pág. 164.
15 Rafael SALILLAS, El delincuente español, en Hampa (Madrid, 1898), págs., 53-54.- Clemente CIMORRA, El
Antonio ARÉVALO y GARCÍA, La copla andaluza, seguida de un estudio histórico por don Rafael Castejón y
Martínez de Arizala (Córdoba, 1947), pág. 10..
17 F. RODRÍGUEZ MARÍN, ob. cit., pág. 12-Tomás BORRÁS, en el prólogo a Arte y artistas flamencos, págs.
11-12.
recojo la cita en Carlos y Pedro CABA, Andalucía, su comunismo y su cante jondo (Madrid, 1933), libro segundo,
E), pág. 78. Cítase también lo enunciado en Walter STAKIE, Don gitano (Barcelona, 1944), segunda parte, cap.
XI, pág. 146.
19 P. Patrocinio GARCÍA BARRIUSO, La música hispanomusulmana en Marruecos. (Larache, 1941), cap. V., b,
pág. 58.
20 Luis Antonio DE VEGA, Música andaluza y flamenco en Tetuán, artículo en el semanario Domingo (Madrid), cit.
por C. ORTIZ DE VILLAJOS, en su obra Gitanos en Granada (La Zambra) (Granada, 1949) págs. 18-19.
21 Luis Antonio DE VEGA, Origen del flamenco. El baile de los pájaros que se acompañan con sus trinos, semanario
Sevillana de Buenas Letras por los señores don ... y don Rafael Laffón y Zambrano en la recepción pública del primero. Sevilla
17 de febrero de 1946 (Sevilla, 1946), pág. 15.
23 Todavía verá el lector, más adelante, otra interpretación distinta de las expuestas.
24
Inclúyense ambos documentos en La pragmática que su Magestad del (sic) Rey nuestro señor (Felipe II) mandó
hacer esta año de (1560) para que los gitanos no anden por estos reinos *. Esta pragmática está inserta en: Capítulos y leyes
discedidos en las cortes que su Magestad el Rey don Phelipe nuestro señor tuvo y celebró en la ciudad de Toledo: q que comen- va el
año pasado de M.D. LIX y se fenecieró y acabarón este presente año de mil y quinientos y sesenta.
* Por defectos de imprenta deja de consignarse el año, caso que se hace al final de la pragmática; así: Toledo 30
de agosto de 1560.
25 El Doctor Juan DE QUIÑONES, Discurso al Rey don Felipe IIII. N. S. que se sirva dar orden como más convenga
para que a ningún género de ladrones les valga la Iglesia (año 1654).
Los Grecianos son todos herreros, usan más el engañar co palabras que el hurtar. No 65
han usado los rodetes grandes, y mantones, tienen algunos vocablos diferentes. Juntanse
ordinariamente gitanos con gitanos y Grecianos con Grecianos26.
No aparece por ningún lado, en los primeros siglos del gitanismo en
nuestro suelo el apelativo «flamenco» designado al gitano. Mal pudo, pues,
creer el pueblo español que las gentes de tal casta tuvieran nada que ver con
Flandes. Y si dicho apelativo no surge, según todas las probabilidades, hasta
los fines del siglo XVIII o principios del XIX, ¿qué pudo decidir al pueblo a
sustituir ocasionalmente el primitivo o tradicional nombre por aquel otro
extraño? ¿Y cómo al hacerla pudo relacionarlo con Flandes o sus nativos, con
el soldado que allí combatiera, o con los árabes o los moros, si todo ello era
ido centurias hacía y sólo recordaba la historia impresa27?
Hasta lo de ahora yo no he podido encontrar menciones de la voz
«flamenco», con el sentido que la venimos tratando, anteriores a la que aparece
en la citada obra de George Borrow, la cual salió a luz por vez primera en
Inglaterra el año 1841, y como producto del viaje que a España hizo el autor
en 1836, viaje que finó cinco años más tarde28. Resulta interesante la mención
del gitanista inglés; se expone así:
«Gitanos o egipcios es el nombre con que, por lo común, se ha conocido
en España, así en épocas pasadas, como en la presente, a lo que en inglés
llamamos gipsies, pero también se les ha dado otros varios nombres; por
ejemplo, Castellanos nuevos, Germanos y Flamencos.
Que fuesen llamados germanos (sigue diciendo Borrow), puede
explicarse o por la suposición de que su nombre genérico de Rommany fue mal
entendido o mal pronunciado por los españoles entre quienes se hallaron, o
por el hecho de haber pasado a través de Germani en su camino hacia el Sur y
llevar pasaportes y salvoconductos de varios estados germánicos. El apelativo
Barcelona y el otro en Madrid; son muy raros, según parece, y hasta la fecha no me ha sido dado consultarlos
por más que los busqué.
Puesto que este nombre no se nos muestra hasta los primeros decenios
del siglo XIX, menester es pensar que en esos días, o a lo más en los días
finales del XVIII, cuando propiamente nace, y sin relacionarse por supuesto,
con Flandes o la Arabia.
32 EL SOLITARIO, Escenas Andaluzas (Madrid, 1847), Ver los capítulos «Un baile Triana» y «Asamblea
general de los caballeros y damas de Triana, y toma de hábito en la orden de cierta rubia bailadora.»
33 Julián DE ZUGASTI, El bandolerismo, Estudio social y memorias históricas, 3.ª ed. (Madrid, 1876), t. I, cap. XII,
pág. 217.
34 Ob. cit., t. II, cap, XIV, pág. 17,
35 Ob. cit., t. II, cap, XVIII, pág, 122, y t. IX, cap, XXIX, pág. 146.
argot español, «Manuales Soler», t. LXV (Barcelona, s. a), se reimprimió en «Manuales Gallach», t. 65 (Barcelona,
s. a.). - F. M. PABANÓ, Diccionario gitano-germanesco-español, en Historia y costumbres de los gitanos (Barcelona,
1915). - Pedro SERRANO GARCÍA, Policiologia, Caló delincuente, 3.a ed., (Madrid, s. a.).
39 J. DE ZUGASTI, ob. cit., t. II, cap. XV, pág. 35.
vocablos que ostentando una forma y una fonética castellanas tienen, empero, 70
un significado absolutamente distinto del común y como arbitrario: aires =
cabellos, albanez = jugador de dados, baile = ladrón, capa = noche, carretero =
fullero, gentes = orejas, habas = uñas, percha = posada, etc. y 3.ª si como dice,
y dice muy bien, el mismo Salillas, la jerga «no se distingue por tener modos
fonéticos peculiares, sino por tener modos peculiares representativos43 » en
relación estrecha con las especiales facultades sensitivas y mentales de los
«germanos», evidente es que tal forma modal implica «flamenco». Siendo
«llama» el tronco común de «flamancia» y «flaman» la aplicación jergal de estas
palabras a la «presunción» y a la «vistosidad resplandeciente» se explica por lo
que estas dos ideas, realizadas, efunden la luminosidad y brillantez, sobre todo
la última44, pero también la primera, que el orgullo, la presunción, entraña,
además de cierta calurosidad, un cierto y especial fulgor. Y si estas parecieren
sutilezas inaptas para ser aprehendidas por la rufianesca, tómese su
vocabulario, analícese y se verá lo corrientes que fueron semejantes procesos
en la formación de otras múltiples palabras de la jerga45. Por tales vías, y de
tales o parecidas fuentes se extrae «flamenco», que denomina y tilda al gitano
por la impresión que causa la estirada y presumida figura de su persona, el
gracioso y brillante movimiento de sus andares, ademanes y gestos y la
encendida vivacidad de su temperamento y sus pasiones, pura llama.
* * *
(Madrid, 1902), pág. 69. - José BARBERÁ, El cante flamenco. Artículos aparecidos en la revista Radio Nacional,
núms. 221, 222 y 223. Madrid, 31 de enero, 7 y 14 de febrero de 1943. Ver el número 223.
Cualquier gitano en estado natural y sin haber hecho contacto con el cante 72
flamenco, o, aun habiéndolo hecho, si lo hizo relativamente, es incapaz de
emitir dos notas que al cante recuerden o se refieran.
Sería, por otra parte, excepcional y paradógico en todo extremo que dada
la parcidad y casi nulidad de tradiciones del pueblo gitano, fuese de su
creación un arte tan desarrollado y tan lleno de emotividad como es el
flamenco. Los más eminentes gitanólogos están de acuerdo al negar que los
gitanos posean tradiciones autóctonas de ninguna clase. Y era de esperarse,
porque mal se concilian los procesos de producción los elementos de cultura,
que requieren siempre de quien o quienes intentan crear éstos un mínimo de
estabilidad y sosiego, con la giróvaga existencia que hasta hace pocos decenios
arrastró de continuo y por doquier la raza gitana, sin tomar de fijo asiento
jamás en ningún sitio y sin otro fin ni oficio en su deambular perenne que el
merodeo y el robo, quiera practicase esporádicamente la herrería, mas para
justificar breves paradas junto a los lugares donde se ofreciese algo que
«apañar» que para lucrarse de ella.
Hase reconocido que el gitano posee muy singulares facultades para el
arte de los sonidos, mas por lo que se sabe, sólo los gitanos de Rusia, Hungría
y España se destacaron poniéndolas de relieve, pues los establecidos en otras
naciones no se distinguieron hasta lo de ahora en tal especialidad. Se han
recogido sus cantos, y al juzgar del aspecto literario de éstos, dijo ya
Schuchardt: «Los gitanos son ciertamente un pueblo de dotes poéticas muy
inferiores, y las toscas huellas de este arte que nosotros conocemos en ellos
indican el influjo de los pueblos entre quienes viven.» De las canciones de los
gitanos húngaros que ha publicado Federico Müller en las actas de la Sección
Filológica-histórica de la Academia de Ciencias de Viena (L-XI, 195, pág. 150),
dice: «Como se verá, el valor artístico de los productos de la musa gitana es
nulo o aun menos que nulo; si no le falta la cadencia y el ritmo, se debe a los
modelos madgyares49. »
Por lo que toca a la música de los gitanos no españoles que más fama
logró y que ha merecido ser considerada por la crítica, Liszt ha dicho, y con
verdad, de la de los gitanos rusos, que, además de ser coral, trasunta, de
49H. SCHUCHARD, Los cantes flamencos, en la revista El Folk-Lore Andaluz, año I, núm. 1, Sevilla, mayo de 1882, págs.
39-40.
ordinario, «los cantos nativos del país50 ». El mismo ilustre pianista compositor 73
conoció bien la música de los zíngaros habitantes de su propia tierra, nos
declara: «Aparte algunas breves baladas y algunos compases de canto más o
menos marcial, no hemos descubierto entre los gitanos de Hungría ningún
indicio de música vocal digna de fijar la atención51.» Es, en efecto,
eminentemente instrumental la música de los gitanos húngaros, los cuales
apenas cantan, y como los de España, «no están menos convencidos de ser
los creadores de su arte52 ». Liszt también lo estaba, pero se equivocó
lastimosamente. A destruir el yerro vinieron los cancioneros folklóricos que en
Hungría se empezaron a formar. Bela Bartok, que contribuyó como ninguno a
la recogida y estudio del cancionero popular húngaro, pudo fácilmente
disolver el equivocado y extendido prejuicio: «No debe creerse -dice- que
todos los zíngaros de Hungría han nacido con el violín en la mano. La mayor
parte de ellos no tocan instrumento alguno. Cantan la lengua zíngara, mas sus
melodías se confunden muy a menudo con las de los habitantes autóctonos.
Según el zíngaro habite una aldea húngara o rumana, adapta la letra zíngara a
melodías húngaras o rumanas. Excepcionalmente podemos encontrar en su
repertorio melodías que no son idénticas con las de los autóctonos; pero en tal
caso carecen de color y de carácter. Este repertorio no tiene nada común con
las melodías tocadas en las ciudades por las orquestas de zíngaros53.»
Refiriéndose a la música que éstas ejecutan, anota: «Las melodías que
interpretan nuestras orquestas zíngaras son, en su mayor parte, obras de
músicos húngaros de las capas sociales cultas54 .» Uno de los más afamados
violinistas gitanos de Budapest corroboraba a Mr. Starkie las afirmaciones de
Bartok, diciendo que «en realidad, los gitanos no brillaban como
compositores». «Estoy de acuerdo -proseguía- con Bela Bartok cuando dice
que los gitanos transforman, y a veces hasta deforman la música magiar. Lo
que sí puedo asegurar es que en nuestros tiempos no existía la música húngara
si los gitanos no la hubieran conservado durante cientos de años con sus
instrumentos55.»
50 F. LISZT, Les bohemiens de Moscou, en Des bohémiens et de leur musique en Hongrie. (Leipzig, 1881). págs. 208-209.
51 Des bohemiens ..., pág. 205
52 F. LISZT. ob. cit., pág. 390.
53 Bela BARTOK, La verdad acerca de la música popular húngara. Revista Ritmo, núm. 158, Madrid, septiembre, 1942.
54 Loc. cit.
55 Walter STARKIE, Trotamundos y gitanos (Madrid, s. a.), primera parte, cap. IV, págs. 49-50.
Embuté
de la melusé.
Empapelamé ri- ...
Váyase usté
al paliqué.
¡Al escondite58 !
Nada o casi nada dice así este texto, por la razón sencilla de que es, sin
duda, deturpación de un texto primitivamente gitano. Sin embargo, de haberse
introducido en él palabras castellanas, su acentual sonoridad hace referirlo en
seguida al caló, referencia que se confirma al notar que alberga, todavía,
términos gitanos. El embuté es el debute o bute = «mucho» de dicha lengua, y
56 Ver Enrique CASAS GASPAR, Costumbres españolas de nacimiento, noviazgo, casamiento y muerte (Madrid, 1947),
caps. XXII-XXXII. No ha muchos días sorprendí yo mismo en Carbajales de Alba (Zamora) un especial
simulacro de «robo de la novia», que allí es aún de rúbrica efectuar en los desposorios. Lo hace el padrino un
día después del enlace matrimonial.
57 Ob. cit., parte segunda, I, pág. 220
58 Aníbal SÁNCHEZ FRAILE, Nuevo cancionero salmantino (Salamanca, 1941), págs. 186, Nº 245.
59 Federico OLMEDA, Folk-lore de Castilla o cancionero popular de Burgos (Sevilla), 1903, pág. 78, n. º 4.
60 F. PEDRELL, Cancionero musical..., t. I, pág., 202.
61 M. GARCÍA MATOS, Lírica popular de la alta Extremadura, t. II (inédito). Archivo del Instituto Español de
Musicología.
62 En la Extremadura baja aparece otra variante de esta canción, en la cual han desaparecido ya totalmente las voces
calés, sustituyéndolas el pueblo, por no saber cómo, con un casi continuado lará lará. Ver B. GIL GARCÍA, Cancionero
popular de Extremadura (Valls 1931, Sección de música, pág. 73.).
63 Enrique TRUJILLO, Vocabulario del dialecto gitano (Madrid, 1844) – R. CAMPUZANO, Origen, usos y costumbres de
los gitanos, y diccionario de su dialecto, 2.a ed. (Madrid 1851).-Augusto JIMÉNEZ, Vocabulario del dialecto gitano, con cerca
de 3.000 palabras, segunda edición (Sevilla, 1853). - Francisco DE SALES MAYO y Francisco QUINDALÉ, El
gitanismo, Historia, costumbres y dialecto de los gitanos, Con un epítome de gramática gitana, primer estudio filológico publicado
hasta el día, y un diccionario caló-castellano. Novísima edición (Madrid, 1870). - TINEO REBOLLEDO, A chipicalli (La
lengua gitana) Granada 1900). - F. M, PABANO, ob. cit. - BARSAL Y DÁVILA Y Blás PÉREZ, Apuntes del dialecto
caló o gitano puro (Madrid, 1943).
64 Arcadio DE LARREA PALACÍN, El baile de las «gitanillas» de Híjar, en Revista de Diatectología y Tradiciones Populares
Estas danzas «de gitanas», así las antiguas como las que están en vigencia, 77
fueron y son «colectivas», «de grupo». La música que acompaña a las últimas
es bien española, y por lo que de las mismas conozco de su coreografía, puedo
hoy afirmar con toda seguridad, que no desemejan un punto en tal respecto de
la técnica, más o menos combinada, que informa a bastantes danzas y bailes,
rituales o no, conocidos en España de siempre.
Por la literatura y otras fuentes de las pasadas épocas sabemos la afición
que los gitanos españoles (pienso que sólo algunos) mostraron en otro tiempo
al canto y al baile. Las gitanas, particularmente, distinguíanse a menudo con el
ejercicio de ambas artes durante las breves estadas que en los poblados y
ciudades hacían sus clanes o tribus. Mas, ¿en qué consistían aquellas canciones
y aquellos bailes67? No en otra cosa, según lo atestiguan dichas fuentes; que
en villancicos, seguidillas, romances, zarabandas, polvicos, chaconas y las demás especies
que entonces gozaban del auge popular y que al pueblo pertenecían.
Cuando el gitano compuso sus coplas en el idioma aborigen, adoptó
nuestras típicas formas, no pocas veces de una manera basta y cerril, y lo que
en ellas expresó fueron comúnmente ideas o pensamientos vulgares y
anodinos en muy escasa relación con los sentimientos y emociones en que el
verdadero arte se inspira y de los cuales recibe su vitalidad68. Si después con el
tiempo, el estro del calé se elevó ocasionalmente a un nivel más alto, fue
merced al efecto educador y suavizante que sobre la áspera y ruda psique
espiritual de la raza produjo la más diaria convivencia de sus miembros con las
gentes españolas.
Un porcentaje muy crecido de gitanos desconoce el cante flamenco o es
«negado» para ejecutarlo. La generalidad cantó siempre mucho menos de lo
que se cree y lo que cantó ni fue original ni salió de sus labios fielmente en
todos los momentos. A Borrow parecíale «bárbara» la música de nuestros
gitanos69, y Liszt, cuando, en 1844, estuvo en nuestra patria, buscó y no
encontró música gitana digna de su atención: «En España -dice- hemos sido
mal servidos por la fortuna, hasta el punto de no haber podido recoger entre
ellos (los gitanos) impresiones precisas. Si éstos cultivan la música, será poco
y mal, a juzgar por las migajas que nos fueron presentadas en calidad de perlas
las demás se muestra correcto, lo cual quiere indicarnos que aún es muy 80
posible llegar a tropezar un día, sea en la provincia que sea72 , con nuevas
variantes en las que sorprendamos por entero la auténtica matriz del gitano
Martinete.
***
72
Andalucía está aún explorada sólo en parte.
73 Ver Carlos y Pedro CABA, ob. cit.
74 MEDINA AZARA, Cante jondo y cantares sinagogales, en Revista de Occidente, Madrid, octubre 1930.
75 Máximo José KAHN, La cultura de los judíos sefarditas, en la revista Hora de España, Valencia, marzo de 1937,
págs. 23-24. Quizá también (no he podido consultarlo), en Chant populaire andalou, en Cahiers d'Art, núms. 5-10,
París, 1039. -J. M. ESTRUGO, El retorno a Sefard cien años después de la Inquisición (Madrid, 1933), págs. 77-78.
76
Cante jondo…, Rev. de Occ., pág. 53.
77 La cultura…, Rev. Ha. de Esp., pág. 24.
78 Cante jondo..., Rev. de Occ., pág. 54.
79 R. WAGNER, Le judaisme dans la musique. Extrait du Guide Musical (Bruxelles, 1869), pág. 18.
80 M. JULES FRANK, La liturgie israélite, en Encyclopedie de la Musique et dictionnaire du Conservatoire, Albert Lavignac
y Lionel de la Laurencie. Deuxieme partie (París, 1929).
81 Ob. cit.
82 Rev. M. HALPERN, A synagogue hymnal for sabbath and festivals (Boston, 1915).- Union hymnal. Songs and prayers
for jewish worship. Third edition. Compiled and published by central Conference of American Rabbis (1949). -
The Jewish Encyclopedia (New York and London, MDCCCCVI), T. VII, cap. «Kol-nidre». - A. HEMSI, Kat
Nidré (Chant el piano), Op. 12 (Alexandrie-Egipte, 1933)
EJEMPLOS MUSICALES 83
EJEMPLOS MUSICALES 84
85
EJEMPLOS MUSICALES
86
EJEMPLOS MUSICALES
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EJEMPLOS MUSICALES
88
EJEMPLOS MUSICALES
89
EJEMPLOS MUSICALES
I. BUNGEACAS
(sin equivalente en castellano)
Existen en el Museo cinco ejemplares de este instrumentos, cuyos
números de inventario van del 2.095 al 2.099.
Artículos y aportaciones breves de Manuel García Matos
Recopilación y selección. Carmen García-Matos Alonso
Digitalización, introducción y edición. Pilar Barrios Manzano.
3. Catálogo de los instrumentos musicales “igorrotes” conservados en el Museo
Etnológico de Madrid.
II DIO-DIO-AS
(Flauta pánica)
Siete flautas de esta clase posee el Museo. Todas están compuestas por
una sola serie de tubos de bambú de estrecho diámetro. Son, pues, flautas
Artículos y aportaciones breves de Manuel García Matos
Recopilación y selección. Carmen García-Matos Alonso
Digitalización, introducción y edición. Pilar Barrios Manzano.
3. Catálogo de los instrumentos musicales “igorrotes” conservados en el Museo
Etnológico de Madrid.
Nº de inv.: 2.080
6 tubos reunidos
Por dos ligaduras.
(1) El asterisco significa que el tubo aparece roto, por lo que se hizo imposible hacerle sonar.
(2) Los signos + y --, colocados encima de los nombres de los sonidos indican que el sonido es
o resulta un poco más o un poco menos alto que el significado con el nombre.
No nos fue posible hacer sonar los tubos de esta flauta con la debida pureza.
Longitudes:
III. CAL A L I C
(Flauta recta)
Bajo el nombre de Calalic guarda el Museo curiosas flautas rectas
construidas sobre sendos tubos de caña. Tres de ellas muestran uno de los
extremos rematado por el nudo natural del tubo, cuyo nudo ostenta en su
centro o eje un orificio pequeño, que es por donde se insufla el aire para
producir el sonido, insuflación que se verifica, según Cooper, por una de las
ventanas de la nariz (ver fig. 1), por cuanto esta especie de flauta entra más
propiamente en la categoría de las llamadas flautas nasales. Cuentan las tres
con cuatro agujeros para los dedos, los tres primeros en la cara anterior y el
cuarto en la posterior. En la parte de sus fustes tienen grabados geométricos y
de estilo. No supimos hacerlas vibrar.
94
95
Esquema de dichas tres flautas:
1ª Nº de inv.: 2100, 35 cms. 2ª. Nº de inv.: 2101, 28,6 cms.
3ª Nº de inv.: 2102, Contiene estropeaduras y deformaciones.
El Calalic cuarto se diferencia de los anotados por ser más corto, tener
seis agujeros para los dedos en la cara anterior del tubo y mostrar distinta
conformación la embocadura. Esta presenta la figura misma de la de una
común flauta "de pico", pero con la distinción de no incluir dentro del tubo el
aeroducto, sino al exterior, según parece. La boca, pues - de la que sale un
pico de apariencia inútil -, lleva un tapón de corcho que la obtura por
completo, el cual entra hasta la proximidad de la "ventana” que aquí no es
biselada, como corrientemente lo es en nuestras flautas de la especie, sí que
redondeada y nada más. Desde el extremo del pico, al exterior y en dirección a
dicha "ventana", hay un rebaje sobre el cual, suponemos, se aplicarían los
labios del ejecutante o algún dispositivo especial - que no existe - con el objeto
de formar el aeroducto. He aquí las medidas de esta flauta:
Nº de inv.: 2.103 96
IV CARRANGLAN
(Cítara tubular)
Nº de inv.: 2079.
Con cinco cuerdas: dos a un lado del tubo y tres al otro.
Longitud total del tubo………………………………………59 cms.
Diámetro del tubo…………………………………………...5,5 cms.
Longitud aproximada de las cuerdas………………………..51,8 cms.
Nº de inv.: 2078.
Con siete cuerdas casi equidistantes.
Longitud total del tubo………………………………………71,5 cms.
Diámetro del tubo…………………………………………….4,8 cms.
Longitud aproximada de las cuerdas desde sus arranques…… 60 cms.
N°.2.106
N. 2094.
Con hendidura y seis cuerdas: tres a cada lado de la hendidura.
Longitud total del tubo……………………………………….57,8 cms.
Diámetro del tubo……………………………………………..8,6 cms
Longitud de la hendidura………………………………………41 cms.
Anchura de la hendidura………………………………………...8 mm.
Longitud aproximada de las cuerdas desde sus arranques………4,5
cms.
Artículos y aportaciones breves de Manuel García Matos
Recopilación y selección. Carmen García-Matos Alonso
Digitalización, introducción y edición. Pilar Barrios Manzano.
3. Catálogo de los instrumentos musicales “igorrotes” conservados en el Museo
Etnológico de Madrid.
98
Nº. De iv.: 2077.- Procede de Mindanao.
Con hendidura y ocho cuerdas, cuatro a cada lado de la hendidura, la cual
tiene ornamentados los labios - al igual que los extremos del tubo- con dibujos
geométricos tallados y pintados de negro. Uno de los extremos de esta cítara
ofrece la particularidad de estar coronado por una cimera de crines de colores
castaño y blanco sucio, cuyos mechones salen del borde o canto del tubo.
Una gran parte de las cuerdas de estas cítaras aparecen rotas, Se tañen
batiéndolas o golpeándolas con una vara o palillo.
99
100
V SULIBAO 101
Tres formas de tambores filipinos o Sulibaos existen en el Museo:
VI BATINGTING
(Gong)
Se tocan con las manos estos gongos (ver fig. 3). 103
c) Proceden de Mindanao. Presentan una prominencia en el centro.
Nº. De inv.: 2082 - Diámetro.................................... 32,6 cms.
Nº. De inv.: 2017 - Diámetro................................... 20,5 cms
VII BIRIMBAO
105
106
4. FOLKLORE EN FALLA I. “EL SOMBRERO DE TRES PICOS”
En: Revista Música. Nº 3. Madrid, 1953.
6-7.
Artículos y aportaciones breves de Manuel García Matos
Recopilación y selección. Carmen García-Matos Alonso
Digitalización, introducción y edición. Pilar Barrios Manzano.
4. Folklore en Falla I. “El sombrero de tres picos”.
Semejantes conceptos, casi del todo punto excesivos, por cuanto sólo
en parte encarnan la verdad, son lugar común en otros diversos artículos y
comentarios sobre la obra de Falla provenientes de distintos autores.
Dimanan, sin duda, en mucho, más que del examen minucioso de la realidad,
3 Ver, por ejemplo, R. VILLAR; El sentimiento nacional de la música española (Madrid, s.a.)
4 ADOLFO SALAZAR: La música contemporánea en España. Ediciones “La Nave”, núm. 10, págs. 167-68.
5
JAIME PAHISA: Vida y obra de Manuel de Falla. Ricordi Americana (Buenos Aires, 1947), pág. 10l.
6 El retablo de maese Falla. Informes y declaraciones que sobre FALLA y su obra recogió de algunos de
nuestros más ilustres músicos y críticos del hebdomadario madrileño “El Español”, 30 de noviembre de 1946.
7 ÁNGEL SAGARDÍA Manuel de Falla, Unión Musical Española (Madrid, s.a.), cap. V, págs. 25-26.
8
GILBERT CHASE Ob. Cit., cap. XII, pág. 200.
Artículos y aportaciones breves de Manuel García Matos
Recopilación y selección. Carmen García-Matos Alonso
Digitalización, introducción y edición. Pilar Barrios Manzano.
4. Folklore en Falla I. “El sombrero de tres picos”.
9
Cit. por A. SAGARDÍA: ob. cit., cap. V. p. 25.
10
MANUEL DE FALLA. Escritos. Introducción y notas de Federico Sopeña (Madrid, 1947). Declaraciones
publicadas en la revista Excelsior, Pág. 77.
11 Este Capricho no es, en verdad, más que una breve antología de cantos populares españoles primorosamente
armonizados y orquestados. Los temas que comprende pueden verse uno por uno en el Cancionero de José
Inzenga, hoy rarísimo intitulado Ecos de España. Colección de cantos y bailes populares recopilados por ...
(Barcelona, s.a.) [tengo por seguro que vio la luz el año 1874], cancionero que, sin ningún género de duda,
utilizó KORSAKOV, aunque él no nos lo diga, para la composición de dicha obra. Ver en la citada
publicación las páginas 10, 9, 24 y 13.
110
De hecho, casi todas las obras de Falla, desde La vida breve al Retablo y el
Concierto, contienen algún o algunos documentos populares transcritos en su
integridad o levemente retocados12.
12
No hablemos del trasunto de auténticos documentos folklóricos en las Canciones. A continuación doy las
colecciones de cantos populares impresas con anterioridad a la publicación de aquéllas, y en las cuales
aparecen los temas que Falla tan a maravilla armonizó. Cito las Canciones con el orden numérico que en la
serie tienen y a seguida la colección o colecciones de que el maestro pudo y hubo de tomarlas.
I. El paño moruno. Es fiel copia del tema popular en melodía y texto. Ver José Inzenga Ecos de España
(Barcelona, s.a.[1874], El paño, pág. 65; José Inzenga Cantos y bailes populares de España. Murcia. (Madrid
1888), El Paño, pág. 43; ISIDORO HERNÁNDEZ: Flores de España. Album de los cantos y aires populares más
característicos de este país, así antiguos como modernos, coleccionados y trascritos para piano, con letra (Madrid, s.a.)
[reimpresión actual], “El paño rnoruno”, pág. 48; José Verdú: Colección de cantos populares de Murcia (Barcelona,
1906), “El Paño”, pág. Mus, 1.
II. Seguidilla murciana Es copia de la melodía popular, introduciendo pequeños retoques. Ver J. INZENGA
Ecos .... , “Las Torrás”, pág. 25; FRANCISCO RODRÍGUEZ MARÍN: Cantos populares españoles
recogidos, ordenados e ilustrados por ... (Sevilla, 1882 - 83), t. V, pág. 121 (Según RODRÍGUEZ MARÍN
asegura su versión la tomó o extrajo de los Ecos de INZENGA) I. Hernández ob. cit., “Seguidillas
murcianas”, pág. 28; J. Verdú Ob, cit., “Las Torrás”, pág. 103.
III. Asturiana. Es fidelísima copia del tema popular en melodía y texto. Ver José Hurtado 100 cantos populares
asturianos. Escritos y armonizados para canto y piano por ... Bilbao, 1890), nº 96, pág.97. Variante en Baldomero
Fernández; Cuarenta canciones asturianas para piano y canto por ..., Casa Dotesio (Barcelona, s.a.), n.3, pág.
3.
IV. Jota. Este canto, es muy probablemente creación de otro popular. Nos son conocidos estilos de jotas con
frases idénticas a algunas de las que presenta Falla. Cfr. JOSE MARÍA ALVlRA Gran colección de jotas o
cantos aragoneses (Madrid, s.a. , [reimpresión actual]), n °. 9, pág. 20.
V. Nana. Es copia muy retocada de la melodía popular. Ver JULIAN CALVO Alegrías y tristezas de Murcia.
Colección de cantos populares que canta y baila el pueblo de Murcia en su huerta y campo. Transcritos y arreglados por...
(Madrid-Bilbao, 1877, nº. 1, pág. 1; J. INZENGA: Cantos y bailes ... Murcia, “Canto de cuna”, pág. 16. (Nada
improbable resulta que lo que en ciertos casos llamamos retoques sean verdaderas variantes que da el mismo
pueblo).
VI. Canción. Es copia fiel con un insignificante retoque en la última cadencia. Ver. J. INZENGA Ecos ... ,
“Canto de Granada”, pág. 16.
VII. Polo. Es copia de melodía popular retocada e incrementada. Ver EDUARDO OCÓN Cantos españoles.
Colección de aires nacionales y populares, formada e ilustrada con notas explicativas y biográficas por Dn ... , segunda edición
(Málaga, 1888), Polo gitano o flamenco, pág 92.
16 FELIPE PEDRELL. Cancionero musical popular español, segunda edición (Barcelona, s.a.), t. II, pág. 115.
17
Archivos del Instituto español de Musicología. Para la mejor visión corporativa transporto casi siempre los
temas populares al tono en el que aparecen en la obra del compositor.
18 Señalo los temas únicamente cuando por vez primera se presentan en la partitura, callando las que tornan a
aparecer y las que con otros se enlazan, cosas que el lector podrá examinar a la vista de aquélla.
19 ADOLFO SALAZAR: El corregidor y la molinera, en la “Revista Musical Hispano-Americana”, 30 de abril
de 1917, Madrid.
afirmaciones inteligente crítico si se piensa que jamás se hizo apreciable cosa 113
por conocer y recoge el folklore flamenco (el más interesante entre todos los
interesantes de España), y que por el contrario, dicho folklore fue siempre
incomprensible, mirado con desdén o indiferencia en los medios cultos y
musicales. A buen seguro no son ahora mismo muchos los músicos que
oyendo tañer la guitarra (sonanta) andaluza sabrían distinguir si el toque
traduce, por ejemplo malagueñas, soleares o tarantas.
Puesto que de Murcia era el molinero, Falla inaugura su obra con un
tema guitarrístico de murciana. El toque por murcianas, según el pintoresco decir
de un tocaor que alcancé a conocer, es “er toque má zeñó der flamenco''. También
es, y exactamente, el “toque” mismo que acompaña, preludia e interludia a la
granaina20Falla ha despojado el tema de ciertos complementos adjetivos que le
son propios, por lo cual, no se le halla de súbito el punto folklórico de
referencia. Yo transcribo seguidamente dicho tema en la forma en que, casi
con toda seguridad, le oyó Falla a talo cual guitarrista, y al lado la frase final de
una variante muy próxima recogida por mí al fallecido malagueño Juan Navas,
notabilísimo tañedor profesional y fecundísimo creador de “falsetas
flamencas”21
20
Tiempo ha que desapareció la murciana como cante. Uno de sus últimos intérpretes fue Joaquín de Vargas,
“El Cojo de Málaga”.
21 Fue tan fecundo este tocaor y nobilísimo amigo que en cierta ocasión me dio 500 falsetas para el Inst. de
Musicología, en cuyo archivo obran, y más tarde, poco antes de su fallecimiento, hasta unas mil, que figuran
en mis colecciones y publicaré un día con el estudio que merecen.
Artículos y aportaciones breves de Manuel García Matos
Recopilación y selección. Carmen García-Matos Alonso
Digitalización, introducción y edición. Pilar Barrios Manzano.
4. Folklore en Falla I. “El sombrero de tres picos”.
114
Descubierta ya la escena, la molinera y el molinero se regocijan tras de
haber hecho cantar las horas al pajarillo que tienen enjaulado. Suena en la
orquesta entonces dos motivos que, apareciendo yuxtapuestos, quieren como
simbolizar, respectivamente, y en razón del respectivo origen de los esposos,
la personalidad de ambos (núms . 12 y 13, p. 6 de la “reducción”). Es el
primer “motivo” la frase inicial de la gran jota que al [mal del ballet se nos
dará completa. Corresponde a la molinera, nacida en Navarra.
Si desde ahora puedo afirmar que esta jota es original creación del
maestro, también señalaré que algunos de sus miembros son variados
trasuntos de fórmulas- tradicionales. Véase por ejemplo, la estrecha semejanza
existente entre el motivo que nos o upa la frase primera de una jota
extremeña que circula, asimismo, en otras regiones22.
22
M. GARCÍA MATOS Lírica Popular de la alta Extremadura (Madrid, 1944) página 78, núm. 70.
23 J. INZENGA Cantos y bailes ... , Murcia, pág. 43.
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Digitalización, introducción y edición. Pilar Barrios Manzano.
4. Folklore en Falla I. “El sombrero de tres picos”.
115
24
F.R. MARÍN Ob. cit., t, V, pág 117.
116
25
F. GARCÍA NAVAS: Colección de bailes españoles. Arreglados para piano (tal como se bailan) por ...
(Madrid, s.a.), “Olé andaluz”, pág. 16.
26
RAFAEL CALLEJA Cantos de la Montaña. Colección de canciones populares de la provincia de
Santander, Harmonizadas por el maestro ... (Madrid, 1901), pág. 59, núm. 56.
117
J. INZENGA: Ecos ... , “Canto a Granada, pág. 116. También armonizó este canto FEDERICO
27
118
119
28
FEDERICO OLMEDA Folklore de Castilla o cancionero popular de Burgos (Sevilla, 1903), pág. 179,
núm. 37.
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4. Folklore en Falla I. “El sombrero de tres picos”.
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29 J. HERNÁNDEZ: “La camisa de Lola”, “El capotín” y ¡No me mates!, pág. 46.
121
30
CANDIDO ORTIZ DE VILLAJOS: Gitanos de Granada, (La zambra) (Granada, 1949). Al final del
libro: Versiones musicales por Adolfo Montero, “La Albola”.
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4. Folklore en Falla I. “El sombrero de tres picos”.
122
El segundo tema (p. 33), hacía mucho tiempo que Jerónimo Jiménez le
había difundido por vía del “Intermedio” de su zarzuela La boda de Luis
Alonso31. Falla añadió una fórmula de “consecuencia”:
31JERÓNIMO JIMÉNEZ La boda de Luis Alonso o la noche del encierro (partitura de piano y canto)
Zozaya- Editor (Madrid, s.a.)
32
F. GARCÍA NAVAS Ob. cit., pág. 16
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4. Folklore en Falla I. “El sombrero de tres picos”.
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124
33
F. GARCÍA NAVAS: Ob. cit., pág, 46.
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4. Folklore en Falla I. “El sombrero de tres picos”.
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Perseguida y aun amenazada por el seductor, la molinera toma la
escopeta que se guarda en el molino y apunta. Al igual de lo que luego ocurre
cuando el molinero toma la misma arma con parecidas intenciones,
escuchamos el principio de un folklórico canto (p. 58) que Hernández encajó
en sus Flores de España junto a otros dos mencionados34
34
F. HERNÁNDEZ: Ob. cit., pág. 46.
35 B. TREND: Manuel de Falla and Spanish music (New york, 1929). Chapter VIII, pág. 108.
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4. Folklore en Falla I. “El sombrero de tres picos”.
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127
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Al invadir la escena los vecinos, organizándose el tumulto, jaleo y baile
con que la obra se resuelve, reaparece el consabido fragmento del olé (P. 68)38
Y aún otro, que prepara la entrada del documento en su integridad (p. 69)39
Se nos muestra, por fin, el olé con toda su espléndida gracia (p. 70).
Notorio es, aunque resulte ocioso recordarlo, que también Jiménez injirió el
olé en el “Intermedio” de su zarzuela El baile de Luis Alonso40 Para la
comparación, y por cambiar de título, extraigo ahora el tema popular de otro
raro y viejo cancionero, el de Núñez Robres41
y arreglados para piano por Dn… (Madrid, s.a.) “El Olé”, pág. 49. Hay otra edición de este libro que, si o
estoy trascordado, salió el año 1869. Probablemente es la primera.
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4. Folklore en Falla I. “El sombrero de tres picos”.
129
130
Con ello doy por terminado el análisis que me propuse, pues si bien el
musicólogo alemán Istel asegura todavía la existencia de El Vito en el “Final”
del ballet, yo aseguraré bajo palabra de honor, a quien me exija tal palabra, que
en mis calmosas andanzas por la partitura no he logrado, ni de casualidad,
tropezarme con la tan gallarda cuanto conocida sevillana melodía42.
Lo expuesto que hasta cierto punto se da, y por igual modo, en otras
producciones de Falla, sirve para revelamos el acierto ejemplar y magnífico
con que el ilustre compositor supo llevar a la práctica las teorías estético-
nacionalistas de su profesor Pedrell. Las teorías de Pedrell, sí, que, en fin de
cuentas, son las mismas que practicaron más o menos conscientemente,
aunque sin habémoslas dejado expresadas en letras de molde, como lo hizo el
maestro catalán, muchos de los más grandes músicos autores que en el mundo
han sido.
Sirva también, y muy especialmente, para moderar en los sucesivo los
juicios que al respecto se emitan sobre la música de Falla. Se abusó de los
términos esencia, sustancia, aroma, ambiente, ritmos, etc., folklóricos, sin
dársenas una clara y concreta explicación del intrínseco sentido que tales
palabras querían implicar, 'por lo que ninguna enseñanza útil reportaron. Se
trata de profundizar seriamente en el estudio de las composiciones del
maestro andaluz, y aunque se pretenda seguir usando de los mismos vocablos
al hablarnos del carácter o caracteres peculiares de dichas composiciones,
seguro estoy de que no se generalizará ya en la forma que se ha venido
haciendo, sino que al pronunciarlos habrán de pronunciarse restringidamente
y con los esclarecimientos oportunos, y aún ello, cuando lo de la “esencia” o
el “aroma” no represente aspecto excepcional en la obra de que se hable, tal y
como hemos comprobado que sucede en el ballet que acabamos de estudiar,
cuya mayor parte se os muestra construida a base de documentos folklóricos
enteros y veros, sobre el documento o, en visa del documento, que no,
vagamente, sobre sus aromas o esencias.
42 Cfr. EDGAR ISTEL: Manuel de Falla. A Study, en la rev. “The Musical Quartely”, vol. 12, núm. 4,
1 Una rectificación me cumple hacer aquí relativa a dicho artículo·. Intenté verificarla cuando el mismo no había
visto todavía la luz, pero me lo impidió la circunstancia de haber sido editado con anterioridad a mi propósito. Se
trata del pasaje musical de Falla que figura en la p. 57 de la revista. Le derivaba yo de un motivo de dulzaina
castellana. Tipológicamente reúne, en efecto, todas las condiciones precisas para establecer semejante filiación. En
la melódica propia del instrumento popular se dan con frecuencia estructuras muy parecidas. Ello se corrobora a
la vista del tema burgalés que en guisa de fuente expuse, en el, cual se hace bien fácilmente perceptibles las analogías
de estilo, forma y fondo, "ritmos" y tempo. Ofuscado por tales paralelismos no observé al pronto hacia otra
dirección, lo que tan claro, sin embargo, estaba: el estrecho vínculo melódico existente entre el pasaje citado y la
variación del "canto gregoriano" que le antecede (pp. 55-56), de cuya variación y de cuyo canto, más
verdaderamente, nace. Quede, pues, con esto, enmendado aquel torcido juicio.
2
JAIME PAHISA: Vida y obra de Manuel de Falla, Ricordi Americana, (Buenos Aires, 1947), p. 1 40.
Hay un suceso, totalmente inadvertido hasta ahora, que nos revela el origen
y nos explica el porqué del criterio que siguió Falla en la selección de las
motivaciones musicales históricas destinadas al Retablo. Estudiando todavía en Madrid,
el compositor tuvo ocasión de presenciar los extraordinarios actos celebrados en
dicha capital durante el año 1905 para conmemorar el tercer centenario del Quijote.
Asistiría, muy probablemente, a las doctas conferencias con que el Ateneo festejó el
acontecimiento. En particular no dejaría de asistir cuando le tocó el turno al
prestigiosos crítico musical de entonces Cecilia de Roda, quien ofreció en el
mencionado centro las dos disertaciones siguientes: Los instrumentos músicos y las
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5. Folklore en Falla II. “El retablo de Maese Pedro”.
danzas en el Quijote y Las canciones del Quijote. Si por cualquier causa llegó Falla 133 a
verse privado de escuchar al notable crítico, poco más tarde pudo conocer fácilmente
el contenido de sus conferencias, pues que, con las demás, fueron publicadas en el
Ateneo en libro recordatorio, dentro del cual, precisamente- dicho sea de paso -, se
recogió el texto de la escena del Retablo de maese Pedro, ya que su recitada lectura
formó parte de una de las veladas3 hubo, al parecer, para uso de los autores, edición
corta en folleto de cada disertación. Roda, al menos, tuvo la suya, que distribuyó a
sus amistades, entre las que contaría, como es de suponer, la del compositor
andaluz. Poseo yo un ejemplar cuyo título dice así: Ilustraciones del Quijote.- "Los
instrumentos músicos y las danzas". - "Las canciones".- Conferencias dadas en el Ateneo de
Madrid los días 1 y 13 de mayo de 1905, con ocasión del tercer centenario de EL
INGENIOSO HIDALGO DON QUIJOTE DE LA MANCHA, por Cecilia de
Roda. (Madrid, 1905).
A este folleto apela Falla, con toda seguridad, al idear escribir el Retablo.
De las contadas ilustraciones musicales que aparecen impresas junto a las
conferencias, toma para la obra hasta tres motivos. Lo interesante, empero, está
en las orientaciones especiales que el maestro recoge de los conceptos
vertidos en las disertaciones a propósito de la música profana española de los
siglos XVI y XVII y de la que, dentro de ella, por su carácter, conviene mejor al
ambiente general de la novela cervantina. Copiaré aquí tales conceptos o ideas
reprimiéndome el deseo que me asalta de discutir algunos de sus discutibles
extremos.
Hablando Roda de los vihuelistas, dice que: "Ya estos músicos comienzan a
componer fantasías, pavanas y otros bailes, para vihuela sola, pero todavía
demasiado sabios, dominados por la influencia italiana, y más aún que por ella
por los tonos eclesiásticos, sobre los que estaba construido el canto llano ; sus
obras interesantísimas corno composiciones, reveladoras de una cultura y de
una inspiración no sobrepujada ni igualada por los músicos de entonces en
ningún otro país, ofrece un carácter casi religioso. Sus fórmulas, sus melodías,
sus procedimientos son los de la música universal..." "... De carácter español,
de lo que ha constituido y sigue constituyendo nuestra fisonomía típica en la
música popular, no hay en los vihuelistas absolutamente nada: la frescura y el
perfume de lo creado por el pueblo les es ajeno del todo, bien, porque no
3
El Ateneo de Madrid en el III centenario de la publicación de El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha. Conferencias
de los señores Bonilla, Canalejas, Cejador, Ibáñez Marín, Jiménez Campaña, Martínez Ruiz ("Azorin"), Mesa, Morato,
Navarro y Ledesma, Nogales, Ovejero, Palomero, Pérez de Ayala, Roda Royo Villanova, Salillas, Urbano, Val y
Vicenti. Poesías de los señores Daría e Icaza. Madrid, mayo de 1905.
Cuando empecé a traducir sus cifras, sin mucha ilusión, en verdad, creyendo
encontrar allí gallardas y danzas, herederas directas de las de Mudarra,
Valderrábano y Pisador, quedé sorprendido. La música de Sanz era española,
netamente española; sus cadencias, sus giros sus dibujos, casi los mismos que los
de la música andaluza actual. En aquel tiempo, en que el ritmo se desenvolvía con
el encogimiento y la timidez de quien da los primeros pasos, Gaspar Sanz
empleaba unas desenvolturas y unas novedades seguramente no suyas, sino
nacidas, criadas y fortalecidas por el pueblo, que aún hoy llaman la atención,
extrañan y encantan a los compositores extranjeros que estudian nuestra
música.
Este carácter me ha decidido a ilustrar esta conferencia con música del libro
de Gaspar Sanz con preferencia a la de los vihuelistas del siglo XVI. Cervantes
vive en el Quijote, la vida del pueblo, no la vida aristocrática, y la primera
manifestación conocida de la vida del pueblo que hay en nuestra música es la del
libro de Gaspar Sanz5.
4
Foll. Cif., Los instrumentos…, pp. 27-28.
5
Foll. Cif., Los instrumentos…, pp. 29-30.
6
Foll. Cif., Las canciones…, p.42.
cortesana..." "...Poco, muy poco se conserva de ella..., ...Los documentos más 135
auténticos creo que se encierran en el tratado del ciego Salinas, impreso en 1577.
En los libros VI y VII, al tratar de la métrica musical, trae mezclados con cantos
religiosos algunos en castellano, a los que generalmente acompaña la indicación
quod sic comuniter cantatur"7.
A la hora de escribir el Retablo, Falla tiene presentes, sin duda ninguna, estos
juicios y apreciaciones. Por ellos se guía al hacer elección de los temas que con
preponderancia informarán y ambientarán los ternas. En efecto: contra lo que podía
esperarse, y al revés de lo que por algunos ha sido afirmado y creído, el
compositor no da entrada en la música del Retablo a una sola nota que de los
vihuelistas o de los viejos cancioneros proceda. Desdeñó tales fuentes a pesar de
los admirables y copiosos materiales que le brindaban y, no obstante, la facilidad que
se le ofrecía para obtenerlos acudiendo a las transcripciones de los ejemplos
múltiples publicados tiempo atrás por Barbieri, el conde Morphi y Pedrell.
Aceptando los dictados de Roda, recurre, corno después va a verse, a las canciones
populares del famoso tratado de Salinas y a las tocatas guitarrísticas, cultas y
folklóricas, insertas en la Instrucción de Música de Gaspar Sanz. Incluso es verosímil
que el acuerdo de recurrir también a la melodía litúrgica le fuese inspirado por
aquella cita de los dictados mismos en que el ilustrado crítico quiere como insinuar la
relación íntima existente entre la música eclesiástica y nuestros cantos del pueblo;
música que, por otra parte, con su peculiar ambiente sonoro arcaico, se le mostraba
en gran medida conveniente a la acción y clima medievales de la "representación".
7
Foll. Cif., Las canciones…, pp. 46-47.
8
Tomo la "reducción" para piano y canto de J. & W. Chester, Ltd. (London, 1924).
136
El pregón, con su estructura "modal", está basado sobre las tres primeras
frases de uno de los estilos menos frecuentes de la saeta andaluza. Casi con toda
certeza afirmaría que proviene el pregón de otro que, inspirado en ese tipo de
canción semirreligiosa, recogió Falla directamente al pueblo. Muchos de los
pregones de Andalucía no son, de ordinario, más que copias variadas de
canciones populares o de fragmentos de ellas, siendo precisamente la saeta y el
"cante flamenco" las fuentes más aprovechadas antaño por los callejeros
vendedores de dicha región para musicalizar con eficacia los anuncios de sus
mercancías; es fenómeno que vengo comprobando y que también vislumbraron
ya otros10. Las variaciones que el pregonero introduce en la melodía adoptada
pueden tener mayor o menor trascendencia, según el alcance de la longitud y
construcción del texto anuncio. Lógico parece conjeturar que el pregón del Retablo,
"varía" asimismo, el original folklórico, el cual, a su vez, ha de ser variante del
mencionado estilo de saeta. En dos ejemplos de este estilo apoyo la comparación
9 ISIDORO HERNÁNDEZ: Tradiciones populares andaluzas. Album de los cantares más característicos de aquellas
provincias meridionales. Para piano (con letra), por..., B. Eslava, Editor (Madrid, s.a.), núm. 9, Sevillanas.
10 Ver, p. e., B. de Elústiza: El pregón musical sevillano, en "Estudios Musicales", t. I (Sevilla, MCMXCII).
11 Proceden de: Agustín Aguilar y Tejera: Saetas. Recogidas por ... (Madrid, s.a. [1928?]. Al final del libro: Saetas de
Sevilla.- F. Pedrell: Cancionero musical popular español, segunda edición (Barcelona, s.a.), t. I, p. 122. - Como
acostumbro- cuando ello es preciso-, transporto los temas populares al tono en que los da Falla.
12
F PEDRELL: Cancionero..., t. IV. p. 142.
13
C. de RODA: Ilustraciones... , Los instrumentos... [primer apéndice musical], Folias. También en El
Ateneo de Madrid ..., p. 2 del apéndice musical primero.
140
Líber usualis. Missae et officii pro dominicis et festis I. Vel II. Classis. Typis societatis S. Joannis Evang.
14
Desclee & Socii. (Romae, Tornaci, 1923), "Toni communes missae", Tonus Evangelii.
Artículos y aportaciones breves de Manuel García Matos
Recopilación y selección. Carmen García-Matos Alonso
Digitalización, introducción y edición. Pilar Barrios Manzano.
5. Folklore en Falla II. “El retablo de Maese Pedro”.
141
Mas no creo que de aquí tomaran cuerpo los recitados del Trujamán,
Pienso que Falla quiere imitar en éstos, de nuevo, otra fórmula de pregón
folkórico. Advierte en la composición: "Toda la parte del Trujamán deberá cantarse
a la manera de un pregón popular, marcando exageradamente los acentos". Comunes son
en cualquier región de España - y del mundo - los pregones de carácter
recitativo. No menos común es el hecho de las semejanzas que
frecuentemente presentan muchos de ellos con ciertas cantilenas gregorianas
de cualidades análogas15. Sin pararme a dilucidar el fenómeno, pues habría de
desviarme de mi objetivo actual, he de decir que existen en nuestro folklore
variedades de pregones conformadas sobre los elementos constitutivos del
"tono" religioso mostrado. Falla lo conoció, seguramente, y las aplicó a los
"gritados'' relatos de "su personajillo". Véase un ejemplo captado en
Málaga por mí de un vendedor de batatas16:
142
servirse en tal romance de un tema folklórico más o menos vivo, ya que 143
en la cancionística actual de tradición encontramos, y no raramente,
melodías basadas en el tipo de salmodia que acabamos de ver o que recoge
la mostrada rítmica.
144
20
HIGINIO ANGLÉS La música de las Cantigas de Santa María del rey Alfonso el Sabio. Facsímil,
transcripción y estudio crítico, II, Trascripción musical (Barcelona, 1943), 359, p. 391.
145
-·
146
Cuadro II. MELISENDRA.- Desde la torre del homenaje del Alcázar de
Sansueña la cautiva princesa contempla absorta las lejanías que hacia París
conducen. Falla creyó, atinadamente, que ninguna música vendría mejor
a este cuadro que la de aquella canción o romance popular de Salinas
cuyo texto reza: " Retraída está la Infanta .- Bien así como solía [o quería]" . No le
modifica ni el tono21
21
F. PEDRELL: Cancionero..., t. I, mus. 21, núm. 25.
22Sixto Córdova y Oña: Cancionero Popular de la provincia de Santander, por el Rvdo. Sr. Doctor
D..., Libro, l. Cancionero infantil español (Santander, 1 948), p. 31 , núm. 12. Puede también verse el núm.
62, de la p. 72.
147
148
150
25
FELIPE PEDRELL: Estudio sobre una fuente del "folklore"musical castellano del siglo XVI, en la
"Lírica nacionalizada". Estudios sobre folklore musical. Librería P. Ollendorff (París, 1909),p. 256.
151
.
Concluye el Retablo tornando la orquesta a incidir, precisamente,
en tales ritmos y notas, a los que siguen los acordes de terminación.
Dadas las escasas noticias que hasta la fecha se han publicado referentes
al folklore musical de Ibiza, he creído oportuno comenzar estas exposiciones
con la de dos interesantes instrumentos aerófonos provenientes de aquella
tierra insular. Tierra en la que aún perviven- sea dicho de paso- arcaicas
tradiciones y sugestivos rasgos culturales de abolengo puramente
mediterráneo, que allá llegaron en la antigüedad y se afincaron por vía de
fenicios y griegos, cartagineses, romanos y árabes
Los nombres que reciben las diversas piezas e integrantes del reclam de
xeremies son como siguen: los tubitos que incluyen las lengüetas: xeremions
(plural), xeremió(singular); las lengüetas: llenguetes (pl. ), llengueta (sing.); los tubos
sonoros: encaigs (pl.), encaig (sing.), - los encajes o el encaje - ; los orificios o
agujeros del digitado: forats (pl.), forat (sing.); la cola o pez con que se pegan los
tubos: cola; el hilo que los sujeta y el que en las lengüetas se interpone: fil.
1
Curt Sachs, Historia de los Instrumentos Musicales (Buenos Aires, 1947),4, pág.88.
2
Curt Sachs, La música en la antigüedad, Colección Labor (Barcelona, 1927), lám.I.
3
Catalogue general des antiquités du museé du Cairo, núms .. 6920 1-69852. Instruments
de Musique, par M. Hans Hickmann (Le Caire, 1949), pág.lXXXVI.
4
Ob. Cit., pág. 138,
5
Victor Charles Mahillon, Catalogue descriptif & analitique du Musée Royal de Bruxelas,
Deuxieme edition (Gand, 1895), vol I,págs. 166,167,403 Y 404.
6
Victor Loret, Égipte. Note sur les instruments de musique de l'Egipte ancienne, en
EncicJopédie ... Prerniere Partie, T.I, pág. 16.
Indicado dejé que debido a la rústica manera con que fabrican los
ibicencos el instrumento, hallamos que por instantes se dan en éste verdaderas
desafinaciones, las cuales alcanzan a veces, incluso, la variación de medio tono
en alguna nota. (Hago referencia a las notas de los orificios distanciados, no a
las pareadas.) Se puede agregar que es raro encontrar ejemplares
perfectamente afinados en todos sus sonidos. Poco o casi nada reparan en ello
constructores y ejecutantes, pues que, sin embargo de esas alteraciones el
conjunto de notas de tales instrumentos tiende siempre a suministrar la
expresada escala. Y aun ocurre que, en la práctica viva, el tañedor suele
corregirlas un tanto, por instinto, imprimiendo al soplo la fuerza pertinente.
Véase las gamas correspondientes a las cuatro xeremies que hemos conocido.
7
Ver Julio Fara, Musica popolare sarda. Piccolo contributo alla storia ed all'arte suoni, en
Rivista Musicale Italiana, voI.XVI, año 1909, pág.731.- G.F. Su uno strumento musicale
sardo, en Rv. Mus.It.
159
8
Ob, cit, pág. 16
9
Curt Sachs, Historia Universal..., pág.88.
162
163
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170
171
172
No son ya, ciertamente, del todo ignorados estos arcaicos aerófonos, pero
cabría, en cierto modo, decir como si lo fueran. De la gaita madrileña di yo
noticias en el volumen I de mi Cancionero Popular de la provincia de Madrid (págs.
XXXIX a XLI), mas tal noticia hubo de ser, forzosamente incompleta y breve,
porque cuando descubrí dicha gaita no me fue dado encontrar en los lugares de
origen los informadores idóneos y los datos precisos para alcanzar la posesión
de un conocimiento detallado y exacto de cuanto al instrumento rodea y en su
práctica se entraña; conocimiento que sólo más tarde he podido lograr tras de
una más intensa pesquisa. Por lo que a la vascona alboka se refiere, variados y no
escasos son los apuntes y artículos que sobre la misma se han publicado desde el
siglo pasado, describiéndose, incluso, con tino en alguno de ellos las partes
materiales y externas que lo configuran. Pero vienen todos a resultar tan
deficientes, dudosos o superficiales al tratar de las peculiaridades técnicas,
fónicas yotras del instrumento, que se hacía imprescindible un estudio de él más
considerado y minucioso, acudiendo a verificarle con la mayor celeridad, si
todavía se quería hallar en pie a los dos o tres únicos tañedores albokaris que en
el país vasco quedan, para poder recoger, a más de sus valiosos informes
personales, las especiales melodías que en la alboka se producen, cosa esta última
cimando uno de los cabos del tubo, y dos desiguales fragmentos de cuernos de 174
vaca nombrados cornatos que se adhieren por sus lados decrecientes, tajados
antes, a los extremos de aquel y en guisa, respectivamente, de boquilla y
pabellón ensanchador del sonido.
una corta lengüeta idéntica a la que de similar modalidad vimos en las xeremies 175
baleáricas. El lado abierto de la pipa es el que, naturalmente, se introduce en el
tubo (fig. 1, n º 4 y 5).
176
Las medidas de las gaitas de las que salen tales escalas están recogidas, con
idénticos numerales, en la figura 4. No he juzgado necesario incluir las de los
cuernos respectivos, ya que carecen de importancia estricta.
En la gaita de cinco orificios se tapan los dos primeros con los dedos
medio e índice de la mano diestra, empleándose de la izquierda los del mismo
nombre y el pulgar para cubrir los tres restantes. Su gama es la siguiente:
XL de dicha obra, más advirtiendo que se acogiese con reserva, por no haberlo 177
podido confirmar eficientemente mediante un segundo ejemplar del
instrumento o sobre melodías ejecutadas en él. Era ya entonces, y continúa
siéndolo hoy, nada fácil encontrar estas gaitas en los mencionados pueblos en
que hasta ayer, como quién dice, se conservaron, resultando aún más difícil
tropezar con personas que las sepan tañer. Incluso en La Cabrera cada año va
haciéndose rarísimo el hecho de que algún niño aparezca con alguna por las
calles en los días de Navidad, y, siempre, desde luego, o casi siempre, con la de
cuatro orificios, que es, según manifestamos, la tenida por normal y la de mayor
y más constante uso otrora entre los pastores.
1 Ese instrumento se llama "arrabé", está figurado y descrito en la pág. XL y XLI del Cancionero popular de la
provincia de Madrid.
aerófonos cuya naturaleza no es posible determinar, pues que ocurriría en los 179
pasados tiempos lo que hoy todavía sucede: que ese nombre se daría por
muchas gentes lo mismo a ciertos instrumentos sibilantes (flautas de pico) que a
los de doble lengüeta, con fuelle o sin él (cornamusas gallegas y asturianas,
dulzainas) y a los de lengüeta simple.2
Dirigiendo la mirada más allá de nuestras fronteras nos hallamos con que
en distintos países de Europa también poseen el popular clarinete que nos
ocupa. En Inglaterra fue hasta el siglo XIX conocido en varias regiones y desde
centurias muy lejanas bajo el nombre de pibcorn u hornpipe, siendo los pastores y
campesinos de la isla de Anglesey y del País de Gales quienes hasta más tarde lo
retuvieron. El notable estudio que en el año 1891 dedicó al pibcorn el etnólogo
Mr. Henry Balfour señala la repartición extensa que en la insular nación
alcanzara. 3 Bien claras aparecen las esenciales similitudes que ofrece el
instrumento inglés con el castellano: adjunción al tubo de boquilla y pabellón
córneos; identidad del tipo de lengüeta y casi igual forma del mismo tubo. La
discrepancia fundamental que encontramos estriba en el número y colocación
de los orificios para los dedos , que, como se ve, son seis en el pibcorn y están
instalados únicamente en la cara anterior del fuste tubular.4 Hay, no obstante,
indicios, aunque inconcretos, de que en ambos sentidos el pibcorn presentaba
alguna variedad o variedades.5
and a small thumb hole al the back" (pág, 145 en la rev.). No distinguimos por ningún lado el séptimo agujero.
explicativo.6 180
culturales es tan tenida en cuenta así por la Etnología como por la Musicología 181
folklórica comparada.
La "Alboka" vasca
Aún no hace tres lustros que los pastores vizcaínos alegraban por vez
postrera con las dulces notas de este instrumento las verdeantes y cariciosas
soledades de los montes y alturas que circundan el Valle de Arratia. Le
conocieron también los pastores guipuzcoanos y navarros, quienes le
postergaron muchos años antes. Le tocaban no solamente durante las dilatadas 182
horas que en las montañas pasaban en constante vigilancia de los rebaños, sino
a la par en las aldeas y caseríos para acompañar los bailes de romerías y fiestas,
uniéndoseles entonces una mocita que a la pandereta marcaba los ritmos
danzarios.
El gusto por la alboka declinó en los pastores de Vizcaya sobre los días que
señalo, siendo ya imposible hallar hoy en la región a más de dos ejecutantes que
la construyan y manejen con pericia. A tres pude yo encontrar, uno de los cuales
resultó ser muy extremado "virtuoso" en el tañido del instrumento así como en
su fabricación. Llamado Silvestre Elézcano Uríbarri, por alias Chilibrin,
pastoreó ovejas durante bastantes años en el pueblo de Yurre, donde naciera;
tiene actualmente 44 años de edad y está radicado en Bilbao sirviendo en una
industria de barcos. De él he recogido utilísimos informes y grabaciones
magnetofónicas diversas de las melodías características de la alboka.
10He visto, sin embargo, en el Museo Arqueológico y Etnográfico de Bilbao una alboka cuyos tubos eran de
huesos de patas de cigüeña.
dientes) para en ellos meter la uña y poder sacarlas de los tubos cuando suenan 183
mal y es menester corregirlas. Las puntas abiertas son aguzadas y están
guarnecidas de hilo a fin de que ajusten mejor en dichos tubos. Generalmente
interponen entre las lengüetas (miñak) y sus matrices un trozo de cabello (ule=
pelo) o crin, al objeto de procurar la más libre vibración de aquellas (fig. 8, nº 3).
Los cuernos presentan parecido con los propios de la tan mencionada gaita
castellana, mas difieren algo. El de la boquilla (adar txiki = cuerno pequeño), que
cubre las lengüetas, ofrece en su cabo estrecho el recortado perfil que le impone
ahora la irregular forma del sector del instrumento que ha de abrazar al
acomodarse a éste. Dos como pestañas le sobresalen a los lados, las cuales se
adherirán al yugo con unos clavillos al ajustarse tal cuerno a la alboka. Ya
ajustado se tapan bien con cera, interiormente, los contornos intersticiales del
ajuste. De paso, diré, que cuando alguna de las lengüetas desentona con su
gemela, por devenir más aguda, el tañedor toma de esa cera con la uña una
diminuta porción y la aplica a la desafinada cañita para así hacerla menos
vibrante y rebaja su tono. La boquilla fue también, a veces, de madera; y no
postiza, sino formando cuerpo con el yugo como un apéndice del mismo, rasgo
que, igualmente, hubimos de ver se daba en el clarinete madrileño. Cierta alboka,
que, procedente de las montañas vasconavarras, examiné hace años en
Pamplona incluía la particularidad dicha.
Corrientemente el amplio borde del opuesto cabo está trabajando en guisa de 184
sierra decorativa. Una cadenilla metálica sujeta al yugo el pabellón, evitando que
éste pueda caer al suelo y deteriorarse si por cualquier azar se desprendiera del
instrumento. Agregaré, para conclusión, que por tanto el cuerno del pabellón
como el de la embocadura son, en ocasiones, raspados con un vidrio o una
navaja en todo su perímetro, al objeto de aminorarles el peso e imprimirles
vistosidad mayor (fig. 8, nº 5)
Es tañida la alboka de manera muy especial. Los labios del tañedor han de
unirse a la boquilla cerrándola herméticamente como si a ella se pegasen. El
soplo es constante, interrumpido, no existiendo la técnica del picado; así las
melodías dan la impresión de ser producidas de un solo aliento,
desenvolviéndose desde el principio al fin, en un legato perfecto e inintermitente.
Lo que quiere decir que, cuando el ejecutante, al tañer, agota o está a punto de
agotar el aire de sus pulmones, deberá respirar únicamente por la nariz sin dejar
de soplar por el instrumento, para lo cual ha de procurar establecer reserva
suficiente de aquél en la cavidad de la boquilla y en su propia boca. El
mecanismo es nada simple, como se comprenderá, pero los pastores vascos
llegaban a dominarle con relativa rapidez ejercitándose primero y durante algún
tiempo con pajas y un vaso de agua. Al comenzar sumergían la punta de la más
delgada de tales pajas en el líquido elemento, y, soplando por el extremo
contrario se ensayaban en conseguir hacer burbujear el agua sin parar; logrado
ese efecto dado se había, según puede suponerse, con el mecanismo respiratorio
buscado. Insistían en la experiencia utilizando pajas más anchas, luego hasta con
dos y tres de éstas, acabando, últimamente, por practicar la respiración en la
alboka.11
11 Todo ello viene a coincidir, casi punto por punto, con lo que en la isla de Cerdeña ocurre respecto al triple
clarinete conocido allí con el nombre de launeddas. Cf. Giulio Fará Dessy, Música populare sarda. Piccolo
contributo alla storia ed all'arte dei suoni, en Rivista Musicale Italiana, vol. XVI (Torino, Milano, Roma, 1909),
pág. 731.))
12 Jesús de LARREA Y RECALDE, La alboka, en le RV. Euskalerriaren-Alde, mayo 1930, n ° 317 (San
Sebastián, 1930). Textualmente o casi, aparece reproducido este artículo en J. de L. La alboka en El libro de oro
de la patria, 2a edición . Editorial Gurca (San Sebastián, 1935); en El albokari (sin firma), revista Vida Vasca, año
1947, nº XXIV (Bilbao); en J. y R. El albokari, rv. Norte (Bilbao, a.?). El fallecido Padre Donosita copió los
datos Larrea y Recalde en Instrumentos musicales del pueblo vasco, Anuario Musical, vol. VII. Barcelona, 1952, págs.
23-25, y en Historia de las danzas de Guipúzcoa, de sus melodías y sus versos - Instrumentos musicales del pueblo vasco
(Zarauz s.a.)
El repertorio melódico existente del instrumento, conocido por todos los 186
albokaris de las próximas pasadas décadas, se reduce, meramente a tres piezas
de carácter coreográfico: un arin-arin o porrusalda,13 una biribilketa o marcha14 y
un fandango al que también llaman jota, y que es, en verdad una jota auténtica.
13 Arin-arin o ariñ-ariñ= aprisa-aprisa; porrusalda= caldo de puerro. Es baile movido de pareja suelta y enfrentada;
el más típico de Vasconia.
14 Biribilketa, de biribil= circular, redondo. Es baile-marcha de ronda abierta
15 Euskel Dantza. Veinte bailables vascos para piano, Unión Musical Española, Editores (Madrid, 1924), 6 Alboka
fundamental de las líneas melódicas. No hay las improvisaciones que Larrea y Recalde aseguró haber.
La cita más antigua con que contamos hasta lo de hoy figura en el famoso
Poema de Alexandre, escrito, como es sabido, en el siglo XIII, y al parecer, por el
clérigo leonés Juan Lorenzo Segura, cita en la que ya Felipe Pedrell reparara
cuando compuso su tratadillo de organografía hispánica (Organografía musical
antigua española). El pasaje que en el poema la trae, forma parte del que narra el
gran recibimiento que en Babilonia tributan al victorioso Alejandro; dice
17El Libro de Alexandre, en Biblioteca de Autores Españoles, "Poetas castellanos anteriores al siglo XV"
(Madrid, 1864), pág. 190.
El poeta de los siglos XV y XVI Juan del Encina menciona los albogues en
dos de los múltiples villancicos que de él se recogieron en el Cancionero de Palacio.
La edición de Barbieri de esta colección da el primero con el número 316, el
segundo con el 382, y son las respectivas citas:
Muy común era ya entre el pueblo en los comienzos del siglo XVII el
refrán que tanto el humanista Correas como el lexicógrafo Covarrubias
captaron, y que reza:
"En casa del alboguero todos son albogueros”20
Notorios son los pasajes del Quijote en que los albogues salen a colación.
Mezclados con otros instrumentos aparecen en el prado donde ha de celebrarse
18 Libro de cantares de Joan Roiz, arcipreste de Fita, en Bib. de Aut. Esp. , vol. cit, pág. 264.
19 Ob. cit, pág. 274. No hacemos mérito por ahora del albogón citado por el Arcipreste en otro cantar
20Gonzalo Correas, Vocabulario de refranes y frases proverbiales, 2ª edición (Madrid, 1924). - Sebastián de
Covarrubias y Orozco, Tesoro de la lengua castellana o española, añadido por el P. Benoto Remigio Noydens
(Madrid, 1674), Alboguero.
"Es cierta clase de flauta o dulçaina. Latine cálamus. Aulos tibia, de la cual
usaban en España los Moros, especialmente en sus çambras. Está el vocablo
corrompido de albuque, que en su terminación arábiga se dice bucum, que vale
tanto como trompetilla, o instrumento de boca para sonar. Urrea. El padre
Guadix, dize que albogue es un género de gayta de que usan los Moros, y le
llaman buque, que vale gayta: todo parece que viene a significar una cosa … "
(Pellicer lee: "Albogues duramente es repetido.)23
Se trata en este caso de una flauta de Pan, de una siringa, cuyos sonidos no
pueden ser, ni mucho menos, aunque la siringa tenga cien cañas, los roncos que los
verdaderos albogues producen, según da a entender Lope en su locución. Y
resulta que Lope sabía perfectamente lo que decía, pues que el sonido de la
21 Segunda parte de la obra, cap. XIX.
22 Segunda parte de la obra, cap. LXVII.
23 Luis de Góngora y Argote, Fábula de Polifemo y Galatea, en Bibli. de Auto. Espa. Madrid 1845, pág. 459.
alboka de hoy continúa siendo un tanto ronco, y por ello Larrea y Recalde, al 191
hablar de él lo califica de "un poco nasal y ronco" al tiempo que de " armonioso
y dulce".
Respecto del punto que nos detiene, diré que creo sinceramente que
Cervantes se trascordó al dar la explicación que da de los albogues, o que las
noticias que de éstos tenía eran equivocadas.
Queremos paramos ahora para tocar una cuestión de interés: la que hace
referencia a la pluralidad del nombre albogues, tan presente siempre, según
acabamos de verlo, en las viejas citas literarias. El maestro Barbieri, que poseía
una alboka y que suponía - suponiendo bien- que el instrumento albogues, sería
muy semejante a aquélla, sugirió que dicha pluralidad había de estar relacionada
con los dos tubos que los mismos albogues tendrían. Tal diferencia la rechazaba
años más tarde el etnólogo vasco Aranzadi en un artículo que tituló Alboka y
albogues, enderezado a impugnar las asimilaciones que diversos autores venían,
desde tiempo atrás, haciendo de la alboka con otros instrumentos históricos ,
entre los cuales estaba, naturalmente, el secular aerófono castellano. 25
Replicaba el ilustre etnólogo a la sugerencia de Barbieri: ¿ no se dice en singular
órgano y tiene muchos tubos?, ¿guitarra y tiene seis cuerdas?, ¿no será ese plural
(el de albogues) más bien indicación de que se trata de instrumento de piezas
sueltas y dobles como platillos, timbales, castañuelas, palillos y el antiguo par de
flautas romanas?26 Y manifestaba más adelante: "No es verosímil que a un
24 Tomás de Yriarte: La Música, poema. Segunda Edición (Madrid MDCCLXXXIV). Canto 2º, pág. 30)
25 Telesforo de Aranzadi, Alboka y albogues (Dos pies para un banco musical transfilológico), en la Rv.
Euskal-Erria, San Sebastián., 29 de febrero de 1916.
26 Loc. Cit, pág. 156.
saliera. A los albogues, en cambio les fue respetado el nombre original merced, tal 193
vez, a la particularísima e inconfundible forma que les distingue, y también,
probablemente, a la circunstancia del duplicado de sus cañas.
Prosiguiendo con el tema que traíamos, vamos a exponer una final breve
serie de testimonios históricos alboguísticos que dejarán bien confirmados los
hechos de la antigüedad en España de la alboka; de la más amplia difusión
territorial que en el pasado tuvo y de la identidad cierta, por ende, con ella de los
albogues literarios. Se trata ahora de plásticos testimonios que sólo en muy escaso
número hemos podido hallar, pero su realismo y expresividad son
notabilísimos.
Desde luego consta que el albogue o los albogues eran muy usados, según
parece, por los moros hispánicos, en particular por los que habitaban la región
andaluza. Consignó el arabista Julián Ribera: " El Secundí (que vivió en Sevilla
en el siglo XIII) nos informa de los instrumentos que se usaban en esa ciudad, y
enumera los siguientes: el jayal, el carrizo, el laúd, la rota, el rabel, el canún (salterio
o arpa), el munis, la quenira (especie de cítara), la guitarra, el zolamí (oboe), la xocra
y la nura, que son flautas las dos (una grave o barítona, y otra, aguda o tiple), y el
albogue. Añade que estos instrumentos se encontraban también en otras
comarcas, pero que en ninguna abundaban tanto como en Sevilla". 28
Actualmente hallamos entre los moros del Rif un especial aerófono que muy
bien pudiera representar una de las primitivas formas de los albogues. Se
compone de dos largos y emparejados tubos que rematan en sendos pabellones
constituidos por grandes cuernos de buey; la boquilla es o no córnea y el yugo
falta. No he tenido oportunidad de examinar este instrumento en todos sus
pormenores. La fotografía que aquí recojo en la figura 18, con músicos que la
tañen, está sacada de la revista España (año VIII, nº 28 - dedicado a Marruecos).
Obsérvense las mejillas de dichos músicos.
27 No lo es mucho, por tardío, el que nos da el Arcipreste de Hita en los últimos versos suyos citados. Otros, ya
más dudosos, en Jules Rouanet, La musique árabe, Enciclop. Lavignac, Première Partie, t. V.
28 Julián Ribera, Historia de la música árabe medieval y su influencia en la española (Madrid, 1927), cap. IX, pgs. 225-26;
asimismo en La música de las Cantigas (Madrid, 1922), cap. XI, pág. 72.
existe encore des jaleïkas doubles qui ressemblent à certains instruments égyptiens et que 1 'on 196
reencontré principalement dans les gouvernements de Riazan, de Vladimir el de Caucase. La
figure 380 représente un Cosaque jouant d'une jaleika de cette espéce; ce sont deux jaleikas dont
les tuyaux sont placés dans un méme temps dans la bouche de l 'instrumentiste ".29 Vea el
lector en nuestra figura 19 la aludida en ese párrafo. Como se notará por tal
figura, la doble jaleika casi se identifica con los albogues. Y, en realidad, si al
instrumento eslavo no le faltara el yugo, la identidad sería perfecta, pues que
dicho instrumento nos daría un justo paralelo con la variante de albogues que
apreciamos en la imagen del músico medieval de la catedral de Burgo de Osma,
variante que, al igual de lajaleika, tiene las lengüetas al aire por ausencia de la
boquilla (fig. 16).
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8. EL FOLKLORE EN LA " SUITE ESPAÑOLA" DE PÉREZ CASAS
Por los años de 1904 a 1905 publicó esta Real Academia las bases de un
concurso de obras musicales para premiar una ópera española en un acto, una
composición orquestal inspirada en cantos, tonadas o bailes españoles, una
colección de cantos y bailes de alguna de las provincias castellanas, un canto
patriótico militar y tres escolares.
Ante una ocasión como aquella no dudé en disponerme para acudir al
anunciado concurso. Tras algunas gestiones inútiles para obtener un adecuado
libro, quedó abandonado el tema de la ópera y me entregué al trabajo de la
composición orquesta!. El fallo del jurado concedió a la obra por mí
presentada el premio que la Academia destinaba a este tema, y pocos años
después, en 1908, en la fiesta que en dicho año celebró esta Real Academia,
se ejecutaba, dirigida por mí, en estos mismos salones.
El discurso tuvo por palabras de remate o conclusivas las que a seguida
expongo:
1
Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Discursos leídos en la recepción pública de don
Bartolomé Pérez Casas el día 28 de junio de 1925 (Madrid, 1925). Fue el tema del discurso: Los
conciertos como signo de la cultura musical de los pueblos.
Ese como "pie forzado" de las bases del certamen, que exigía a toda
composición orquestal que a él se enviase el estar inspirada en los cantos y
tonadas o bailes españoles, justifica el carácter ambiental-folklórico que posee la
Suite. Pero es seguro que ésta hubiera asumido igual carácter sin la existencia
de aquella condición. Por las últimas palabras del discurso, que han quedado
trasladadas, conocemos cuáles eran las convicciones estéticas del compositor
ilustre: su creencia decidida y firme, en el acrecentamiento, originalidad y
belleza que la música de arte española podía alcanzar mediante la utilización o
aprovechamiento adecuado e inteligente de los finos y ricos valores que en
nuestro cancionero popular se entrañan. Y si así pensaba el maestro por los
días de su ingreso en la Academia, con mayor motivo había de profesar
semejante credo veinte años atrás, cuando el concurso se produjo. Viva y
candente la tradición de un exitoso teatro lírico que de antiguo tomaba lo
mejor de su sustancia de las castizas canciones del pueblo; muy en boga aún
los nacionalismos musicales "declarados", que tan sugestivos y óptimos frutos
habían dado en no pocos países de Europa; difundidas y en gran estimación
las teorías que en defensa de un tal sistema o escuela expusiera, en años
pasados próximos, el docto Pedrell en su famoso opúsculo Por nuestra música,
y después siguió predicando constantemente, así en la cátedra como con el
ejemplo práctico2, por milagro cabría tener la disidencia con esas tradiciones,
estética y teorías, de cualquiera de los músicos españoles de aquellos tiempos.
Bastará que el lector haga atenta memoria del acaecer musical de entonces
para cerciorarse de esta verdad. La confirma el concurso dicho de la
Academia, cuyas bases son, al respecto, bien elocuentes. Dos años antes de
convocarse era recibido en la Corporación un notable compositor de
zarzuelas, el maestro Caballero, quién en su discurso de ingreso desarrolló el
tema de "Los cantos populares españoles considerados como elemento
indispensable para la formación de nuestra nacionalidad musical "3.
2
Felipe Pedrell: Por nuestra música. Algunas observaciones sobre la magna cuestión de una lírica nacional
motivada por la Trilogía (tres cuadros y un prólogo). Los Pirineos, poema de don Victor Balaguer, música del
que suscribe y expuestas por ... (Barcelona, 1891).
3
Discursos leídos ente la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando en la recepción pública del señor
Manuel Fernández Caballero, el día 2 de marzo de 1902 (Madrid, 1902
tradicional de Murcia fue a buscar los materiales y guías inspiradoras para 220
componer la magistral obra que presentó al concurso. Al frente de los cuatro
Tiempos o Cuadros que la constituyen se sirvió indicar en sendos preámbulos
explicativos cuanto de sentido programático contienen y el tipo o clase de las
motivaciones folklóricas en ellos empleadas. Estando todavía por identificar
de modo concreto esas motivaciones, sus fuentes y el grado en que se
integran en la composición, tratamos nosotros de realizar tal estudio en el
presente artículo, con el que, además, queremos rendir nuestro modesto
homenaje a la memoria del finado maestro insigne.
TIEMPO I
Preámbulo:
4 MARlANO SORIANO FUERTES: Historia de la música española desde la venida de los fenicios hasta
1850 (Madrid-Barcelona, 1855-59), tomo. IV, ilustraciones musicales al final, pág. 58, Seguidillas del Jo y Ja en la
huerta de Murcia.
5 LÁZARO NÚÑEZ ROBRES: La música del pueblo. Colección de cantos populares españoles recogidos, ordenados y
arreglados para piano, por don ... (Madrid, s.a. [1869], n °. 18. Seguidillas murcianas, pág.34
6 JULIAN CALVO: Alegrías y tristezas de Murcia. Colección de cantos populares que canta y baila el pueblo de Murcia en
su huerta y campo. Transcritos y arreglados por. .. (Madrid-Bilbao, 1877 [el autor dice en la pg. 29 que "esta
colección fue trabajada y recopilada en 1857”]). Núm.20, Seguidillas antiguas del Jo y Ja, pág. 26.- JOSÉ
INZENGA: Cantos y bailes populares de España. Murcia (Madrid, 1888), IX. Seguidillas del Jo y Ja, pág. 27
(Asegura Inzenga en la p. 55 que esa seguidilla "es una danza de notoria antigüedad, de bastante semejanza
con la parranda, y hoy en completo desuso) únicamente señalaré, como es natural, el documento precedente
a la composición de la Suite.
7 La diferencia que ofrece el compás marcado con el asterisco (*), diferencia que también se da en la versión
de Inzenga y en otras colecciones posteriores a la Suite, no existe en la Seguidilla que Núñez Robres recoge
en su libro.
TIEMPO II 223
Preámbulo:
Al tocar a su fin esa hermosa melodía, el oboe responde con esta otra, de 224
peregrina nobleza y singular encanto:
8FELIPE PEDRELL: Cancionero musical popular español. Segunda edición (Barcelona, s.a.). “Canto de trilla”,
pág. 101.
Surge luego otro linaje de temas que dicen los instrumentos de arco y el
clarinete, y que tienen, recordémoslo, una cierta significación subjetiva, simbolizan los
sentimientos, la emoción íntima que sugiere al autor la espléndida naturaleza. Tornan a
aflorar por segunda vez los cantos de trilla conjugándose con los que el
clarinete y los violines presentaron, finalizando así y suavemente el Tiempo II.
TIEMPO III
Preámbulo:
9
FELIPE PEDRELL: Obra citada, t. I, 116, “Canto de trilla”, pág. 102.
acompañante del mismo, fórmula que, llevada por partes de la cuerda 226
prepondera en la pieza hasta su final.
Tales "motivos" copian con exactitud la más vieja versión que conocemos de
El paño moruno, la cual, como se notará, difiere bastante de la que Falla incluyó
en sus famosas Siete canciones populares españolas, y que precedentemente salió
impresa en los cancioneros de Inzenga, Hernández y Verdú. Es más que
probable que el autor de la Suite extrajese la premencionada colección de
Núñez Robres, única en que se hallaba recogida. Según veremos, la identidad
10
J. INZENGA: Ob. Cit., pp. 59-60.
11 L. NÚÑEZ ROBRES: Ob. cit., núm. 42; "El paño moruno", pág. 76.
228
TIEMPO IV
Preámbulo:
tornado después por otros instrumentos, diciendo a continuación los violines 229
primeros, en la cuarta cuerda, la Copla de dicha parranda:
Pero hay que, junto a ellas, asoma todavía, dicha por los clarinetes y
trompetas (después por el saxofón y las trompas), una nueva bella melodía de
origen popular; inesperada, por cierto; la transcribimos:
J. CALVO: Ob. cit., núm. l. "Cantinela usada por las madres para dormir a los niños", pág. 1. J.
13
231
232
9. BREVE APUNTE SOBRE LA CANCIÓN POPULAR RELIGIOSA
Sin embargo, por lo que me permiten deducir mis experiencias, y por lo que de
manifiesto ponen las canciones religiosas del mismo pueblo, parece que a éste debió
importar siempre tanto o más que la música el modo de ser de las letras que
informan tales canciones. El comportamiento del pueblo en este sector de su
cancionero suele ser muy especial.
El contenido literal de estos cantos tiende casi siempre a contar o referir. Las
deprecaciones, las veneraciones y las loanzas, cuando existen, inclúyense, breves, al
comienzo de los textos o al final, entreverándolos o formando estribillo.
1En los planos de la pasión amorosa, sin embargo, la propensión al realismo es atenuada o anulada por el estado
de subida tensión anímica que provoca dicho sentimiento. De ahí que sea en ese sector del cancionero popular
donde, más que en otro alguno, florecen lirismos y emociones.
A VÍSPERAS:
"Loores cantemos a la Virgen pura,
Que con guirnaldas mil dichosamente
Ciñe la frente, y con su sangre, doble
Palma merece.
Amén2.
El narrativo estilo de esta composición, similar al de otras sus hermanas, , es el
que prevalece en muchos de los cantos religiosos populares de la actualidad. Véase
por ejemplo, de entre los tantos existentes, el que de Santa Bárbara he recogido yo
mismo en la provincia de Burgos y que también existen en otras demarcaciones:
2
Justo Barbagero: Los Himnos de la Iglesia y cánticos de la Biblia puestos en verso castellano por el Pbro. Dr.
D…, (Madrid, 1873) pp. 249-54.
es decir, que los juglares las cantaban ante el pueblo para que el pueblo las
aprendiese. Aunque fuere en lengua gallega, que todos la comprenderían, ya que era
el idioma poético común del juglar de entonces.
3 Archivo del Instituto Español de Musicología.
Y fue, principalmente, el juglar, quien a partir de aquellos siglos, y hasta la presente 237
época, suministró al pueblo muchedumbre de canciones religiosas al lado de otras
de distinta índole: el tipo de juglar que posteriormente se conoció con el nombre de
"coplero", y que, ciego o no, dedicaba su existencia a errar por los pueblos" de feria
en fiesta y de fiesta en romería" cantando y vendiendo los pliegos de romances, coplas
y oraciones de que llevaba bien provisto su cajoncillo o su zurrón.
Es de creer que entre estos poetas no faltaban los clérigos, de cuyas plumas
saldrían, principalmente, los villancicos, oraciones y coplas religiosas. Ya en las Cantigas
aparecen trovadores y juglares de especie tal. Andando los años, nos encontramos al
Arcipreste de Hita que hizo cantares" de los que disen los ciegos". Mas, nada al
objeto tan elocuente como aquel viejo clérigo poeta que aparece en el Buscón de
Quevedo, caminando por Madrid en compañía del personaje de la obra. Tras de
llegar a la capital y a la posada donde el vate acostumbraba apearse, cuenta el pícaro:
"Y hallamos a la puerta más de doce ciegos. Unos le conocieron por el olor, y otros
por la voz. Diéronle una baraúnda de bienvenida. Abrazolos a todos, y luego
comenzaron unos a pedirle oración para el Justo Juez en verso grave y sonoro, tal
que provocase a gestos: otros pidieron de las Ánimas, y por aquí discurrió,
recibiendo ocho reales de señal de cada uno”5. Oraciones llama todavía el pueblo a
muchos de sus religiosos cantos.
Clérigos o no, es hecho constante la existencia, desde remotos días hasta fecha
muy reciente, de anónimos poetas que, poseedores de una cultura más o menos
elevada, discurrían piezas y canciones religiosas para el pueblo, a cuyas manos
llegaban mediante las hojas volantes del coplero errabundo, hojas que también
hubieron de expenderse, durante los últimos tiempos, en puestecillos de ambulantes
mercaderes y aun en simples comercios de librería.
4Miguel de Cervantes Saavedra: La Gitanilla, en Obras Completas, Ed. M. Aguilar, (Madrid, s.a.), p. 1022.
5F. de Quevedo y Villegas: Historia de la Vida del Buscón llamado don Pablos, ejemplo de vagabundos y espejo de tacaños, en La
novela picaresca española, Ed. M. Aguilar, (Madrid, 1945), lib. II, cap. IlI, p.1062.
los más es en vaciarlas en la forma narrativa, lo que motivó que el pueblo asiese de 238
un gran número de ellas y las incorporase a la tradición.
Con que lea de uno de ellos las primeras estancias podranse apreciar el estilo y
Rogad, etc.
Como se ve, en lo sustancial a que aludimos, no difiere un punto el himno de
Prudencio y del canto a Santa Bárbara, leídos precedentemente, canto éste, que, de
igual modo, se difundió en Castilla y más regiones por el pliego de Cordel.
241
Las canciones que aparecen en estos librillos, son narrativas
en su mayoría, fueron recogidas y practicadas por el pueblo. Ya unas, ya otras,
continúan vivas en las cinco provincias de León, en ambas Castillas y en las
de Extremadura; en parte de Galicia y Asturias, Navarra y Aragón, Levante y
Andalucía.
Los copleros, cuando estaban dotados de algún genio musical, podían dar el
tonillo a los versos. Cada coplero pondría el suyo. Pero en ocasiones adoptaban
melodías folklóricas preexistentes, cosa que expresamente solían indicar en los
pliegos u hojas, según ocurre en la que sigue:
En el último de los tres largos villancicos que contiene se dice en cabeza: Letras
al Nacimiento de Nuestro Redeptor, por el tono del Chulito andar.
Fue el pueblo mismo quien realizó tal menester en muchos casos. Otros se
ofrecen que no son ya del momento exponer.
Junto a todo esto hay, además, infinidad de cantos que el pueblo inventó. Sólo
él podía hacerlo, sobre describir la vida y hechos del santo al que se dirigen, aluden
al desarrollo y aspectos de las ceremonias locales, procesión, etc.; a las
necesidades y aconteceres propios del respectivo lugar. Algunas de estas canciones
son conocidas con los nombres de Alboradas o Ramos en las regiones occidentales de
España. Estoy seguro de que se recuerdan perfectamente.
Bastante hay que decir también, del hecho musical en esa canción. Pero no me
he propuesto tratar hoy de tema semejante. Sí diré, en síntesis, que el estilo, el giro y
el rasgo melódicos de la canción folklórica religiosa serán los caracteres que
primordialmente deberá estudiar y considerar el compositor dispuesto a crear
música de ese género con destino al pueblo. Tiene, en cambio, una mayor libertad
por lo que a la modalidad atañe: desde lo diatónico antiguo o gregoriano hasta el
cromatismo empleado con discreta ponderación.
Por lo que resta, parece como que ofreciendo el texto de la canción religiosa 242
condiciones más o menos afines a la que hemos destacado, el pueblo llega a aceptar
un melodismo que puede ir de lo más rudimentario y sencillo a lo verdaderamente
desarrollado y complejo.
Para concluir daré pruebas, y no de excepción, sino asaz comunes. Oigan este 243
canto de Semana Santa muy difundido en Castilla:
Día de la Candelaria,
El segundo de Febrero,
Salió a misa nuestra Madre,
María, Madre del Verbo.
1
Esta aportación, con el título “España es así. Música y danza popular”, fue cedida a Bruno Nettl, para
incluirla en su libro: Música folklórica y tradicional de los continentes occidentales. Madrid: Alianza Música, 1985 [1ª
edición inglesa, 1973], pp. 118-154. En esta publicación se hacen pequeñas correcciones, que no cambian el
sentido del texto y algunas recomendaciones bibliográficas y discográficas que añadimos. Las partituras,
manuscritas y añadidas al final del texto en la aportación para la Exposición Universal de Bruselas, en el libro
de Nettl se transcribieron en imprenta y se insertaron en su lugar entre el texto.
diferentes, y aun antagónicos entre sí, todos contribuyeron a la formación del 245
pueblo español, de su cultura, costumbres y tradiciones.
LA CANCIÓN
"No son dudosos los altos valores que en sus dos modalidades entraña
el arte flamenco. La subyugante emotividad de su patética expresión unas veces,
el fascinador encanto de su gozosa y fulgurante alegría otras, y la singularidad,
constantemente, de su estilo y técnica, hace de dicho arte uno de los
productos musicales folklóricos más originales y bellos del mundo. Pero a
seguida es menester asentar estas afirmaciones:
CANCIONES DE CUNA
248
La palomita canta
Duérmete niño de cuna, En el olivo;
Duérmete, niño de amor, ¡Cállate, palomita,
Que a los pies tienes la luna Que duerma el niño¡
Y a la cabecera el sol.
CANCIONES DE RONDA
Con toda seguridad no hay objeto del que derive mayor cantidad y
variedad de canciones que la dimanada de ese sentimiento tan humano y
universal que es el amor. El principal campo de acción de la especie es el que
en bastantes regiones se conoce con el nombre de la ronda. Esta es,
fundamentalmente, el acto nocturno de pasear los mozos enamorados las
calles del pueblo cantando y deteniéndose a hacerse oír al pie de las ventanas
de sus novias o amadas, para quienes, fundamentalmente también, hacen la
ronda. Asimismo el nombre designa al conjunto de mozos rondadores y aun a
los cantos mismos. La costumbre de rondar tiene su efecto en las noches que 249
preceden a los días festivos y en las de éstos inclusive. En muchas partes el
grupo de galanes que ronda una calle no tolera que otros la ronden también al
mismo tiempo, y así, al entrar en ella, suelen, de principio, lanzar al aire
amenazantes o retadoras coplas por el estilo de la siguiente:
Yo lo matara. 250
Por mirarte, algún día
En el fuego que me abraso Suspiros daba.
Te quisiera ver arder, Y ahora, por no mirarte,
Para que vieras, ingrata, Vuelvo la cara.
Lo que cuesta un buen querer
Musicalmente la canción amatoria de ronda presenta, por lo general,
caracteres morfológicos específicos que la distinguen. Corriente es el hecho de
que llegue a acoger en múltiples casos melodías que, con letras distintas, se
aplican también a distintos objetos; las de ciertos bailes son no pocas veces las
acogidas. Sin embargo la mayoría son propias exclusivamente de ronda y sólo
a éste fin sirven. La diversidad de elementos y rasgos que se contienen en este
cancionero es tal que difícilmente podríamos describirla en detalle sin incurrir
en fastidiosa prolijidad. Baste indicar que, se resumen en él, en cierto modo,
los que por separado se hallan en los principales sectores del cancionero
general.
Al lado de las melodías de base estrófica con estribillo, que son las más
copiosas, hay un crecido porcentaje que carece de esa segunda parte. El
ámbito sonoro es comúnmente holgado y amplio, aunque no faltan ejemplos
que se ciñen a la extensión de un tetracordo o poco más. Dos frases que se
repiten constituyen la copla en innumerables casos, pudiendo el estribillo, si lo
hay, cambiar de aspecto o bien tomar la música de las frases dichas. Con más
frecuencia son cuatro y distintas, las frases de que consta la copla. La
tonalidad es rica en gamas diferenciadas entre sí. Imperan las melodías a
compás, siendo la rítmica muy variada, aunque en tal sentido aparecen
fórmulas que se reiteran de modo considerable. Hay también apreciable copia
de cantos libres de ataduras métricas, y que discurren un tanto al capricho de
los intérpretes. La ejecución acostumbra ser, según las canciones y los sitios,
solista, coral o ambas cosas al tiempo (responsorial), y la entonación es siempre
levantada y enérgica. En las provincias en que el fandango o la jota – tipo
aragonés- son empleados como canto rondadores, la guitarra, y hasta la
bandurria, les hacen acompañamiento.
por estilo original y bello, atractivo, conmovedor o gracioso. Unas son 251
espirituales y líricas, o fogosas y viriles, o tristes y melancólicas; otras devienen
voluptuosas, o bien alegres y joviales. Ante la imposibilidad de ilustrar aquí
todos esos aspectos que van enunciados conténtese el lector con el siguiente
ejemplo que es modélico y significativo de uno de ellos. [Vide II]
Canciones de ronda son asimismo las que acostumbran cantar los mozos
que van a salir del pueblo para hacer el servicio militar. Se llaman canciones de
quintos porque éste es el nombre que se da a dichos mozos. Desde seis u ocho
días antes de la partida, los quintos rondan por las noches, reafirmando en
coplas alusivas su amor a las mozas que quieren y despidiéndose con tristeza
de ellas y del lugar que les viera nacer; no están ausentes, sin embargo, las
alegres y despreocupadas:
252
El elemento musical es el propio de las rondas, en melodías que solo a
este objeto de los quintos se emplean siempre.
Otra clase de rondas se da en las aldeas de determinadas provincias: las
que con motivo de fiestas mayores o locales señaladas, de romería y aún de
carnaval, organizan en sentido de alegría y diversión los mozos y las mozas.
En grupos y cogidos del brazo, en los atardeceres, pasan y vuelven a pasar las
calles del pueblo entonando gozosos y a plena voz las canciones
correspondientes; éstas cesan únicamente cuando tras de pararse a las puertas
de familiares o amigos para dedicarles algunas de tales canciones reciben de
éstos, en pago, generoso obsequio en dulces y vinos, que saborean con placer
y entre bromas y algazara. El tema amoroso está presente en esos cantos, mas
hay también otros muchos relacionados con la festividad del día o que
incluyen ideas de diversa índole. Muy varias estas rondas en sus melodías, no
añaden, empero, caracteres ignorados por las anteriores.
CANCIONES DE TRABAJO
De gran importancia son los cantos que se adscriben a los trabajos y
faenas. Como en cualquier lugar del mundo, en los pueblos españoles las
gentes trabajadoras acompañan frecuentemente con canciones sus
ocupaciones y oficios. Aparecen en las primeras labores campesinas, pero a la
vez en las más secundarias y en las de los oficios y profesiones más comunes
en los medios aldeanos, rurales y marítimos. Las hay para cavar, desterronar, arar
y sembrar las tierras; escardar y escavanar los sembrados; de siega, espigueo, trilla,
venteo, y, por fin, acarreo de los granos a las paneras; de vendimia y pisado de la
uva; de recoger la aceituna, el pimiento y la hoja de las moreras para el gusano de
seda; de desvainar las legumbres y de deshojar el maíz; de hilar la lana, de
espadillar el lino y de mazar el cáñamo; de cerner y de amasar la harina; de pastores,
esquiladores, molineros, boyeros, carreteros, arrieros, pescadores, marineros, canteros, yeseros,
carboneros .... La función que cumplen estas canciones es la de regularizar los
esfuerzos y movimientos del trabajador en las faenas que acompañan, para así
aminorar la fatiga corporal y procurar un más que eficaz rendimiento en la
labor.
Sabido es cómo ante la comprobación de la trascendencia y antigüedad
que universalmente alcanza tal fenómeno, el sociólogo alemán Karl Büchner
desarrolló toda una teoría tratando de demostrar que en el ritmo del trabajo 253
tenía la música su primer origen. Un apreciable número de melodías del
cancionero nuestro de que hablamos, se estructura rítmicamente de acuerdo a
los movimientos que imponen los trabajos. No hace aún muchos lustros, en
ciertas comarcas de la zona nórdica se llevaban cantores diestros a los sitios de
trabajo colectivo para que al ritmo y son de sus cantinelas los obreros
soportaran mejor el cansancio y rindieran en la labor mayor fruto. Entre los
canteros de Galicia figuraba casi siempre alguno que, mejor dotado que los
demás en timbre de voz y sentido del ritmo, era el encargado de entonar las
canciones que con sus particulares acentos servían para indicar cuándo "todos
a una" habían de empujar los grandes bloques de piedra. El obrero cantor
gozaba de un sueldo más elevado que el de sus compañeros. Hay, por el
contrario, en el cancionero español de trabajo una abundante serie de tonadas
de propiedades y fines distintos. Su ritmo discurre ya absolutamente libre, y
como todas o casi todas de este carácter son objeto de tantas variantes
cuantos son los individuos que las cantan, pues que se ejecutan "a solo"
desdiciendo por ello, y aun oponiéndose, incluso, a la mencionada teoría de
Büchner.
Estos cantos, suelen ser, en términos generales, los que acompañan las
labores del campo: arada, siega, trilla etc. Dos frases musicales que se repiten
con los versos terminales de la copla forman muchas veces dichas canciones,
otras las frases son cuatro y diversas entre sí, o las combinaciones a, a, b, a ; a,
b, c, b; a, b, a, b, e, a, b, y todavía otras menos corrientes ya; casi nunca tienen
estribillo. Tonalmente sólo por excepción acogen los modos mayor y menor; a
par con el sistema rítmico, de vieja raíz, preponderan las arcaicas modalidades
diatónicas, y más de ordinario las que, cromáticas o no, se asemejan o
identifican con las de ciertas gamas conocidas del Oriente.
Frecuente es el hecho de incidir las melodías en vocalizaciones más o menos
extensas y estar sobrecargadas de rápidas notas de floreo y adorno, las que
imprimen sello especialísimo a estos cantos, muy destacados entre todos los
del folklore musical hispánico. Se sirven de ellos los campesinos para divertir
en lo posible la pesadez y monotonía de las faenas, asegurando que los de
arada resultan cariciosos para los animales y les hacen caminar templados y tirar
bien derechos los surcos. Calmosos, ensoñadores y aun somnolientos; con
textos alusivos a las labores, a la naturaleza y al amor, su belleza es de un gran
poder de sugestión para quien los escucha de boca de los más curtidos 254
labrantines en la apacible serenidad de la abierta y luminosa campiña. De
las mismas podrá el elector tener una idea con la que damos la siega. [Vide IV]
ASTURlANADAS Y ALALÁS
textos ideológicos, para lo cual se sigue el procedimiento de reiterarlas con los 255
versos excedentes de la copla literaria. Se descubren tipos que incluyen
algunas frases más, bajo idéntico régimen rítmico. De formación posterior,
pero antiguos en su mayor parte, son los múltiples álalas que se nos muestran
con un más amplio desarrollo melódico, tonalidad bien definida, o un tanto
vaga, de aspecto plenamente cantabile y adoptando ya, sin cesar, letras poéticas.
Perdura, no obstante, el silabismo, el aire pausado y en muchos casos el la la la
en guisa de ritornello o estribillo. Como la asturianada, estos cantos gallegos son
ejecutados a solo por hombre o mujer. Reflejan con gran viveza el espíritu y
sentir de sus creadores pudiéndose añadir que también se halla en ellos
perceptible el sutil influjo del ambiente geográfico, pródigo en paisajes y valles
perpetuamente verdes, floridas montañas y cielos empañados de neblina. Así,
las melodías del alalá siempre son emotivas, cadenciosas, y dulcemente tristes
y nostálgicas. Las coplas que entonan dicen, muy a menudo, de ternezas,
complacencias, o pesares del amor; añoranzas apenadas de la lejana querida
tierra o quejumbrosas despedidas al abandonarla en emigraciones forzosas.
Transcribimos dos álalas de la primera clase y uno de la segunda. [Vide VI,
VII Y VIII].
CANCIONES DE BAILE
compases (sucede así con las seguidillas de Andalucía, las sevillanas; las de 258
Castilla y más demarcaciones se atienen a tal norma, pero en casos la infringen
presentando algún compás de más o de menos). Es de rigor el repetir dos
veces el estribillo con la copla, repartiéndose en ésta los versos poéticos de muy
particular manera. Generalmente la copla comprende cuatro frases y aun las
hay de cinco. El modo mayor domina, no siendo raras, sin embargo, las seguidillas
en menor y otros tonos. Siete frases de cuatro compases constituyen la copla de
jota (de la jota aragonesa y sus afines), que se ve precedida y seguida (seguida
incluso al estribillo que a veces lleva adjunto) por movidas
figuraciones melódicas instrumentales de introducción y ritornello. Asimismo el
modo mayor le es connatural, apareciendo en poquísimos ejemplos el menor. Le
es propio el régimen armónico exclusivo de tónica y dominante cada cuatro
compases de que, según dijimos las frases constan. Recae en el acorde tónico las
cadencias de las impares, y en el de dominante las de las pares. Como ocurre
con el fandango, jotas son llamadas también en otras provincias, canciones
coreográficas de distinta construcción.
¡ Ay no puedo¡
Olvidar a la niña
Que yo más quiero!
260
Casi todas las canciones de esos nombres - las escalas binarias a que
estamos aludiendo - tienen como peculiaridad señalada lo animado, cuando
no animadísimo, de su aire, cosa que les imprime un carácter saltarín,
vehemente y alborotado, que acentúan los agitados y ruidosos repiques de la
pandereta que acompaña. Por lo demás, seguimos encontrando la misma
diversidad de rasgos que en melodías de otros objetos hemos ya visto:
variedad morfológica, en el número y combinación de las frases, en la
tonalidad, etc; sólo el ritmo melódico muestra en no pocas ocasiones fórmulas
verdaderamente específicas. Las cortas piezas que siguen representan, por el
orden en que van colocadas, un charro de la provincia de Zamora, un agudillo
de la de Santander y un baile de pandero gallego [Vide XIII, XIV, XV]
CANCIONES DE BODA
apreciadas en unos distritos pueden no existir en los de más allá, y viceversa. 261
Haremos relación sumaria de algunas importantes. En bastantes zonas
regionales, el día víspera del casamiento las muchachas amigas de la novia van
a altas horas de la noche a la puerta de aquélla a cantarle lo que llaman la
alborá. Entonan con emocionadas coplas las despedidas a la que se desposará
poco más tarde, los oportunos consejos que la amistad afectuosa obliga a dar
a la que abandonando el libre estado de soltería se dispone a tomar el grave y
responsable de casada:
La novia, que desde el lecho ha oído las canciones, baja luego a convidar
con dulces a sus amigas. Estas visitan también la casa del novio y la de los
padrinos, a cuyas puertas cantan estrofas de admonición y homenaje,
respectivamente:
de todos, persona por persona, una dádiva en metálico para la novia. Cada 262
asistente hinca en la manzana que le presentan las monedas en oro o plata que
da, y cuando aquélla se ha cubierto de dinero, es depositadas en una bandeja y
sustituida por otra navaja. Realizada la colecta, las postulantes ofrecen a la
esposa, y con tonada distinta, las manzanas guarnecidas de monedas:
CANCIONES RELIGIOSAS
VILLANCICOS
manera principal las llamadas "villancicos", de larga tradición en España, por 264
cuanto se documentan en el siglo XV en sentido tanto religioso como
profano, siendo su significado primordial el de las canciones villanescas al estilo
villano o del pueblo, de donde las viene el nombre. Acompañados de los
ritmos de panderetas, zambombas, castañuelas, yerrillos y almireces, se
ejecutan en la iglesia durante la Misa del Gallo y también junto a los belenes
que en algunas casas llegan a instalarse. En toda España hay villancicos.
Varios de tonalidad, composición fraseológica y ritmo, en su forma casi
constante de dos partes: estrofa y ritomello, presentan una riqueza melódica
de fisonomía tan peculiar, que les hace inconfundibles respecto a los cantos de
otros objetos. Dígalo el ejemplo que trasladamos, tomado al azar. [Vide
XVIII]
De una más complacida y serena religiosidad son los cantos que a santos
y a santas, patronos o no, se dedican en multitud de pueblos con motivo de
los respectivos días de su fiesta. Tales cantos se dan abundantemente,
habiendo región, la de Cataluña, en que casi para cada mártir, confesor o
virgen del santoral hay una canción o canciones adecuadas, y que allí llaman
goigs o gozos. Por doquier, y con constancia, es la vida y milagros de los santos y
refiere esta especie fecundísima, de melódica y estilos asimismo variados.
Compárese los dos siguiente, catalán el primero, extremeño el segundo. [Vide
XXIII y XXIV].
[Un poco más austeros, pero dentro de esas líneas, se hallan los cantos
de rogativa, que fundamentalmente se destinan a pedir la lluvia, siendo por lo
común muy expresivas, e ingenuas a veces, sus coplas, como puede verse por
las que aquí traemos]2:
2 Párrafo añadido en “España es así. Música y danza popular”. En: NETTL, Bruno: Música folklórica y
tradicional de los continentes occidentales”. Madrid, Alianza, 1985, p. 139.
OTRAS CANCIONES
CANTE FLAMENCO
Según los datos hasta hoy obtenidos, este cante parece que no comienza
a dar fe de vida sino hasta los postreros decenios del siglo XVIII, y son los
gitanos andaluces quienes primeramente lo hacen destacar. Esta circunstancia
hubo de determinar hasta mediados del siglo XIX, el hecho de ser bautizado 267
dicho cante con el nombre de flamenco, que era uno de los nombres con que se
venía designando al gitano desde fines del siglo XVIII o desde poco después,
y que, según también parece, es un término de la jerga del hampa. Flamancia y
flaman (de llama) son voces que en el lenguaje de la gente del hampa española
servían para denominar, respectivamente, la presunción y lo brillante o lucido.
Tales gentes adoptaron el derivado flamenco para nombrar al gitano, tan
aparentemente presumido en su persona y aun tan lucido y brillante en el garbo
de sus andares, ademanes y gestos, cuando el gitano se les asocia y establece
con ellas íntima convivencia al abandonar por los indicados días del siglo
XVIII, y en acatamiento de reales ordenanzas, la existencia nómada que llevaba.
Actualmente no se conocen datos o indicios que expliquen más racional y
seguramente la etimología del vocablo y el porqué de su aplicación al gitano
calé
corrobora con lo que luego sigue ocurriendo respecto a formas que, como el 268
fandango, la malagueña, la saeta, las alegrías y otras, se encuentran aún vivas y muy
difundidas por extensos territorios provinciales de la Nación, aunque en
ciertos casos ostenten nombres diferentes. No con todos los cantes hemos
podido hacer esas comprobaciones, porque faltan por recoger todavía los
cancioneros folklóricos de muchas comarcas. De otra parte, no es verosímil
que se hayan desvanecido de la tradición melodías correspondientes con las de
determinados "estilos" del flamenco, resultando entonces imposible la
comprobación referente a tales "estilos".
269
A épocas muy primitivas o remotas hay que atribuir los cantos no rituales que esparcidos por casi toda el área
peninsular se mueven dentro de dos, tres o cuatro sonidos conjuntos y están compuestos de una o dos cortas frases
melódicas que se repiten con obstinación. Llegan al centenar y medio las canciones que hasta la fecha se han hallado de esa
clase, siendo probable que aún puedan recogerse otras tantas. Véanse algunas de las de dos y tres sonidos; de dos la primera y
la segunda, infantiles ambas, y de Vasconia y de la región valenciana, respectivamente; de tres notas las demás: arada de
Galicia, romance castellano y canción dialogada de Murcia. [Vide XXVI, XXVII, XXVIII, XXIX, y XXX)
Algunas formas de uso casi exclusivo en las provincias del Norte español han revelado ser originarias de pueblos o
culturas que partiendo del Asia Central en épocas seguramente lindantes con la prehistoria, invadieron amplias zonas
europeas cuyos confines meridionales debieron extenderse al sector peninsular ibérico. Tal origen viene determinado por la
similitud de rasgos sustantivos que se encuentran al comparar las citadas formas con las de ciertos pueblos europeos y
asiático-centrales. De raíz ya probablemente céltica han de ser variados tipos de canciones provenientes del mismo
septentrión español que representan notables analogías en giros, y elementos melódicos y hasta rítmicos, con tonadas
francesas de Bretaña y Normandía, Flandes e Inglaterra. En el área nordoccidental, precisamente la ocupada en España por
los celtas, vive ese cúmulo de bailes de compás binario y rapidísimo tempo que más atrás se mencionan bajo los nombres
de ariñ-ariñ, agudillo, a lo alto, charro, giraldilla, etc. Su música delata un estrecho y evidente parentesco con las propias de la
bourrée française; incluso en el terreno coreográfico el típico pas de bourrée tan conocido en la danza clásica, forma parte de los
que constituyen el ariñ-ariñ de las montañas vasco navarras y el charro que bailan en unas pocas aldeas al poniente de la
provincia de Zamora.
Por el camino mediterráneo y africano llegaron ciertas fórmulas y estilos procedentes del Indostán - y otras regiones
limítrofes - que la investigación ha señalado implícitos en nuestras canciones. Y se hace cada día más visible el influjo
bereber, no sólo en cantos que reproducen con fidelidad las líneas de algunos de los que se recogen entre los pueblos del
Atlas, sino también en la especial rítmica de otros de función bailable, rítmica que nosotros mismos descubrimos, o
creemos descubrir, en distintas melodías de tales pueblos. Nos referimos, concretamente, al ritmo peculiar del tango de
Cádiz y al quinario (10 x 16) que informa de manera principal, las ruedas burgalesas, las charradas picadas de Salamanca y
los corridos segovianos, ritmo que se encuentra también en la Turquía asiática.
Igualmente observamos en muchas canciones pertenecientes a especies diversas, la fuerte influencia ejercida por el
canto gregoriano. Esta influencia se deja notar en melodías de objeto diferente, que unas veces acogen en su totalidad y
otras de modo fragmentario fórmulas del litúrgico repertorio salmódico, del himnódico o del antifonal.
Transcurrirá bastante tiempo antes de poderse establecer los grados de intensidad con que los citados influjos, y
algunos más que empiezan a columbrarse, arcaicos o no, han participado en la formación del cancionero tradicional
hispánico, pues además de no haberse todavía recogido éste exhaustivamente, su análisis científico y comparado principia
ahora a verificarse con seriedad y creciente interés.
LA DANZA
Universalmente afamada es la danza española. Con dificultad podría hallarse otra en el mundo que llegue a superarla
en fuerza expresiva, capacidad de seducción, originalidad y riqueza de valores estéticos y sicológicos. Lo que no se sabe
tanto es la abundancia de caracteres y maneras de ser que ofrece, ya que sólo unas cuantas de las más brillantes, sugestivas y
espectaculares, han sido las que desde el siglo pasado se llevaron y trajeron allende y aquende de nuestras fronteras en
públicas exhibiciones, despertando la general admiración. Hoy, sin embargo, el conocimiento de tal extremo ha comenzado
a hacerse patente con las actuaciones, dentro y fuera de España.
Es notorio el arraigo, hondo y antiquísimo que en el pueblo español tiene la afición y gusto por la danza. Buenas
pruebas de ello nos legaron en documentos de índole variada las pasadas generaciones, y desde tiempos anteriores al
periodo neolítico de la Prehistoria. En pinturas rupestres de las etapas mesolíticas y neolíticas figuran representaciones de
bailes colectivos, ya de mujeres, ya de hombres, que se interpretan como danzas mágicas de fecundidad y de guerra.
Inaugurada la era histórica nos llegan en escritos griegos y latinos de la época romana referencias y noticias que, junto a las
imágenes coreicas plasmadas en cerámicas íberas coetáneas recientemente exhumadas, atestiguan la continuidad entre los
españoles de entonces del cultivo del baile, y hasta el aumento que había logrado, pues que a más de fecundativo y bélico se
mostraba ya también religioso, festival, funerario, y espectacular; este último, como se sabe, granjeó singular prestigio a las 270
bailarinas de la Bética que eran llevadas a Roma para alegrar con sus voluptuosos giros coreográficos, y en reuniones y
banquetes, la vista y los corazones de la sociedad refinada. El trinar de las castañuelas había empezado a ser complemento
obligado de las danzas andaluzas. A partir de esos instantes los testimonios documentales sobre los bailes españoles
persisten.
Con tan larga tradición danzaria, en la que se sobreponen, diversificándola y enriqueciéndola, las mismas influencias
étnicas que en el cancionero obran, nada puede extrañar que el acervo de bailes populares conservado en España sea
nutridísimo, fértil de aspectos y no menos pródigo en perfecciones y bellezas. Dada la finalidad de este artículo
renunciamos a clasificar nuestros bailes con arreglo a cualquiera de los métodos científicos existentes, haciendo sólo de los
mismos una división elementalísima para seguir un cierto orden al hablar de ellos; la que los separa por su objeto o función
en dos clases: a) los que se ejecutan en actos religiosos o profanos relativos a especiales fiestas o ceremonias como
elemento solemnizador o de "rúbrica", y b) los que sirven de solaz y diversión son de uso más "cotidiano", los que en
domingo, festividades y "alegrías" sociales o familiares practica la comunidad.
BAILES RITUALES
Respecto al primer grupo citaremos, antes que otras, las danzas que en honor de los santos Patronos se ejecutan por
delante de sus imágenes en las procesiones. La que por toda España vemos más difundida y cultivada es la que dicen de
paloteos o de palos, que, según es sabido, tiene una repartición universal. Ocho o más hombres - muy comúnmente ocho-
vestidos de blanco, y que en muchos pueblos lucen también enagüillas o faldas del mismo color, esgrimen palos de mismo
tamaño-uno en cada mano - que entrechocan individualmente y entre sí a los ritmos de los pasos de baile.
Es inmensa la cantidad de combinaciones de paloteados que en España ofrece esta danza; tantas como pueblos la
poseen. Siempre constan de varias tocatas - sitios hay que pasan de doce - y es localizada la especie en doscientos pueblos.
Los paloteos no revelan a menudo ser otra cosa que meros juegos de habilidad, a veces muy difíciles, fuertes y complicados;
pero en casos múltiples, sin duda, esconden significados ya perdidos en relación con primordiales u originarios fines de la
danza: fecundidad, lucha guerrera ...
En considerable número de provincias vive la danza de espadas. También son generalmente, ocho los hombres que
la realizan, y visten de modo parecido a los anteriores. En la mano derecha sostienen el arma, y con la izquierda cogen - o
no - la punta de la que empuña el compañero del lado. Al compás de la música evolucionan de diferentes formas, dibujando
figuras espirales, circulares, serpentinas u otras y saltando sobre las espadas al agacharlas o pasando bajo las mismas al
izarlas o al organizar con ellas una especie de puente. En algunos lugares existe el entrechoque belicoso, en otros el
cruzarlas horizontalmente apresando por el cuello al guía o bufón de la danza, lo que llaman «la horca»; en otros las
entretejen en plancha y sobre ellas elevan puesto de pie, o simulando estar muerto, al bufón citado o a un danzador. La
mayoría de esos rasgos, simbólicos a todas luces, denuncia supervivencias del primitivo rito que parece hubo de ser en su
origen, remotísimo, la danza de espadas. Según ciertos investigadores, ha de tomarse por un rito que favorece el crecimiento
vegetal, o, en opinión de otro, por un acto de magia medicinal que servía para curar a los enfermos.
Encontramos también el baile de espadas portando los danzantes, a la vez, escudos, que, representados por tapaderas de
madera, hierro u hojalata, agárranlos por el asa con la mano que tienen libre y chocan las dos armas unos con otros al
desplegar el danzado.
Danza de escudos o de broqueles es denominada la que asimismo aparece en diversos pueblos, por empuñar ya solamente
escudos - uno en cada mano - los danzadores.
Adjuntas a casi todas estas danzas figuran otras en que los ejecutantes, abandonando los palos, espadas o escudos
manejan - o no - las castañuelas y desarrollan pasos y movimientos de naturaleza distinta.
En Cataluña, Mallorca y tierras levantinas hallamos con profusión la danza de los cavallets (caballitos). Ahora
metidos los danzadores, hasta medio cuerpo, en caballos de cartón de breve tamaño, y manejando una espada, evolucionan
graciosamente esgrimiéndola y entrechocándola unos con otros a la manera de batalla reñida.
El baile del cordón, o de las cintas se conoce en muchísimos pueblos. Se ejecuta en torno de un mástil de dos y medio a tres
metros de largo que sujeta en el suelo un individuo o se apoya simplemente en aquél, y del cual penden tantas cintas de
policroma seda cuantos son los danzantes. Éstos, que en algunos pueblos tañen castañuelas, toman con una de sus manos
una cinta - una cada uno – y dispuestos por parejas sueltas y enfrentadas van pasándose en cadena mediante un paso coreico 271
de avance y en derredor del palo, con lo que sobre éste las cintas forman poco a poco alegre tejido, que luego se vuelve a
deshacer efectuando los ejecutantes las pasadas en sentido inverso.
En bastantes pueblos del norte practican la danza de los arcos. De ordinario tales accesorios están constituidos por finas
varas arqueadas y guarnecidas de flores naturales o de papeles de colores, varas que cogen por sus extremos o cabos los
danzantes - cada uno una - y que mantienen erguidas en tanto que trenzan el baile, que es vistoso, decorativo y no escaso
de figuras, cruzados, entrelazamientos y combinaciones. Hay una modalidad de esta danza en que las varas en arco están
desnudas de todo adorno y las chocan y rechocan entre sí los bailantes en juegos vivaces y complicados.
La danza de zancos que en Anguiano (Logroño) sale todos los años a luz en el día de su fiesta mayor, es una de las más
notables e impresionantes que pueden contemplarse. Ocho hombres vestidos con camisa blanca, una especie de chaleco y
amplia faldamenta de mujer son quienes la ejecutan subidos en zancos de unos veinte centímetros de altura y tocando
castañuelas. Los movimientos, saltos y trancos del danzado son raudos y de un vigor y energía sorprendentes, admirando
la precisión, equilibrio, y hasta armonía con que los robustos danzarines los realizan de continuo. Tan extraño tipo de
danza, del que se registran muy contados paralelos en el mundo, es de los que, al decir de los estudiosos, nacieron
vinculados a ideas relacionadas con la prosperidad de la vegetación y de los sembrados.
El día de San Juan en el pueblo de Alosno (Huelva) sale con la procesión del Santo la danza de los cascabeleros integrada
por 13 o 15 hombres que visten camiseta y medias blancas, negro calzón corto, faja y una banda de seda que les cruza el
pecho; al cuello pañuelillo de color, y sujetas a las piernas, en las proximidades de los tobillos, sendas abrazaderas de
cascabeles. En la procesión hacen evoluciones sencillas entreveradas de los pasos de una folía que se acompañan con
castañuelas; más luego, en el templo, colocados en rueda o círculo verifican lo que denominan las mudanzas. Consiste en dar
doce vueltas a la circunferencia que forman, en dirección contraria a la que siguen las agujas del reloj y empleando en cada
vuelta una mudanza o paso distinto; rematan con la dicha folía. Se trata, como puede verse, de una danza solar; no sólo por
el día solsticial en que se efectúa, sino también por la figura en círculo y las doce vueltas que al mismo se dan con los diferentes
doce pasos, lo que revela con la mayor evidencia el curso del sol en los doce meses del año o a través de los doce signos
zodiacales. Es, pues, un rito de propiciación solar, aunque ello sea ignorado por el pueblo. Otras muchas danzas de cascabeleros
se reparten por España, pero en las que de las mismas hemos llegado a ver no se descubren tan claramente los rasgos
señalados.
En el pueblo del Piornal (Cáceres), después de la procesión de San Sebastián, los asistentes hacen la danza del Santo.
A los sones del tamboril tañido por un personaje llamado el Jarrampla - un hombre que, enmascarado y vestido de blanco ha
ido, por voto, tocando su instrumento en la mencionada procesión - , los vecinos - uno por uno - cogen en los brazos la
imagen del Divino Mártir, de reducido tamaño y bailan con ella por breves instantes, recibiendo seguidamente del Jarrampla
un ritual leve golpe que les da con el palillo del tamboril.
En pueblos de la misma provincia existen las danzas procesionales de la vaca moza a cargo de seis mujeres jóvenes
ataviadas con sus trajes típicos decorados con distintivos de bandas y pañuelos. Una de ellas, llamada la Capitana, porta una
espada o espadín; otras dos, sendas alabardas, por lo que se les dice las alabarderas; sables las dos que le siguen en el cuerpo
de la danza y a las que llaman espantaperros; la moza restante es la abanderada, por llevar una bandera que apoya sobre uno de
los hombros. Con elementales pasos danzan gentilmente en honor del santo que procesionan, arrojando las alabarderas al
aire, de tanto en tanto, sus alabardas, ahuyentando la muchedumbre las espantaperros con sus sables que sacuden como
látigos, y deteniéndose todas, alguna vez para que la abanderada, de rodillas ante la imagen ondee y eche al vuelo su enseña al
compás siempre de la flauta y el tamboril. Más tarde se celebra un acto taurómaco. Cuando la plaza donde tiene lugar está
ocupada por los vecinos, las danzadoras desenvuelven de nuevo solemnemente la danza, y luego ... rejonean o banderillean
a un bravo novillo que les sueltan, no parando hasta desjarretarle las patas con los sables, siendo premiada la más valerosa
con la cola o las orejas del cornudo animal.
Citaremos sin describirlas, otras danzas procesionales o religiosas que en España se hallan, y que son: las de diablos, de
moros y cristianos, de las águilas, de gitanas, seises, picayos, serranas, indios, negros, del cura y hasta otras treinta o cuarenta más
aproximadamente.
Parecida proporción alcanzan las que con motivo de fiestas religiosas o profanas se ejecutan en calles y plazas bajo
apariencias también rituales, sin ser dedicadas, claro es, a los santos si a los días festivos de éstos corresponden.
En Hontoria del Pinar (Burgos) vive la del Mayo. Llaman mayos en este pueblo a los altos pinos que al día inicial de
dicho mes plantan en varias calles los mozos del lugar. Durante la tarde del primer disanto seis mozas en traje típico visitan
los mayos uno por uno para rodearlos y bailar al son de las canciones que otra moza entona acompañándose con la 272
pandereta. A base de pasos gráciles y no muy difíciles contornean el árbol repetidas veces; después, enfrentadas por parejas
danzan una jota en homenaje final a aquél.
En la fiesta de San Juan del Alosno, de que más arriba se habló, igualmente plantan pinos los mozos en las calles. Aquí
llaman pino el pirulito, y en su derredor mozos y mozas hacen la danza que designan con idéntico nombre. Alternados los
dos sexos en el corro van dando la vuelta al pino con un danzado fácil y al compás del canto que entonan las mismas
danzadoras a la pandereta. Pero en la cantinela hay una parte que indica que se mire a un lado u otro, tomando entonces las
cabezas bailadores y bailadoras a la dirección que gusten (derecha o izquierda). Si al tornarla un bailador ocurre que hacia él
la ha tomado la muchacha que tiene al lado se interpreta como que los hadas los señalan para novios. Es innecesario,
suponemos, indicar la relación que esta danza y la anterior hacen a la idea de la fecundidad y aun a la del amor. Fisonomía
semejante ofrecen otras esparcidas por diferentes provincias.
Y de fondo análogo es la que también el día de San Juan practican en el concejo asturiano de Cabrales con el nombre
de corri-corri. Cantada, la acompaña siempre un tambor y una o más panderetas. Seis mozas en fila enfrentan a un hombre.
Presentan ellas en la mano sendas ramas de laurel u otro vegetal. Hieráticamente y con paso simple, el bailador las festeja,
pero ellas le huyen. Se le aproximan luego para dejarle a seguida: las busca él otra vez y se repiten los desaires en trazados de
geometrías sobre el suelo al trasladarse todos de situación ...
En el concejo de Llanes, de la misma región de Asturias, bailan el pericote en los días de San Roque, la Magdalena y la
Virgen de la Guía. Un hombre se enfrenta a dos mujeres que tañen las castañuelas con un ritmo monótono, persistente y
moviendo los brazos de arriba abajo y viceversa. En paso de vaivén, atrás y adelante, el bailador parece amagar un asalto a
las mozas; de pronto, poniendo la mano izquierda atrás y la derecha a la altura del hombro izquierdo, da hacia aquéllas un
fuerte brinco para caer junto a las mismas, pero sin rozarlas; retrocede y se reiteran los amagos; brinca por segunda vez
pasando ya por entre las bailadoras, y hay un traslado de lugares en prosecución del danzado y para volver a hacer tales
movimientos y algunos otros de estilo semejante. Una gran dignidad, casi religiosa, preside a esta danza, cuyo carácter
simbólico es indudable, aunque no podamos todavía decidir sobre el íntimo sentido que oculta.
Lo ritual o lo significativo se da en bailes que afloran en circunstancias diversas. La boda es motivo en bastantes
pueblos para la ejecución de particulares danzas. En la provincia de Salamanca, y con música de flauta y tamboril, se baila la
rosca de boda. Colocada la rosca (grande torta o roscón de dulce) sobre una mesa, un ágil bailador rodea a ésta poco a poco
bailando con castañuelas. Al acabar el rodeo una moza se le enfrenta dejando en medio la rosca, y ambos, con nuevos
pasos, porque nueva es también la música, bordan lindamente la coreografía en tomo al pastel que al fin les es otorgado en
premio.
En la isla de Ibiza, tras de las nupcias, se danza en honor de los desposados ses dotze rodades, o, en ocasiones, ses nou
rodades (las doce vueltas, las nueve vueltas). Un mozo y una moza son quienes efectúan la danza. Con menudísimos pasos
ella - que con la mano izquierda se sujeta la falda apoyando en la cadera la contraria mano - y con movimientos no mucho
más expansivos el bailador, que lleva los brazos caídos y tañe grandes castañuelas, describe sobre el suelo, anchamente, las
vueltas. De cuando en cuando levantan los dos los antebrazos, uniéndose por los codos y deslizándose así suavemente
durante unos compases en que las castañuelas callan. En el número de las rodadas, principalmente en el nou (9), estriba el
simbolismo. Acabado ese baile el novio ejecuta el llamado de sa filera con la novia y dos amigas de la misma puesta en fila.
En Castrillo de la Reina (Burgos), tras el banquete de la boda se baila la pita y pon (la gallina y el gallo). Un joven y una
doncella se enfrentan puestos en cuclillas, y, con las manos cada cual por bajo de las rodillas fuertemente agarradas, entonan
la canción del baile y comienzan a dar saltitos sobre las puntas de los pies. El bailador trata de colocarse a las espaldas de la
bailadora, cosa que ésta procura evitar brincando constantemente. Al caer alguno al suelo, por cansancio o por perder el
equilibrio, el otro cae también, y ambos son levantados, sentados y convidados a un buen vaso de vino.
BAILES DE DIVERTIMIENTO
El lector ha podido percatarse de la variedad de aspectos y formas que la danza ritual adquiere en España, y también
de su riqueza, si considera que podría citarse un centenar, por lo menos, de danzas distintas. En consecuencia, deducirá las
proporciones que llega a alcanzar el baile de divertimiento con el que se constituye el segundo grupo de nuestra división.
Siendo esta clase de baile la que el pueblo trató más a diario, con la que más se recrea y en la que mejor se complace, la
incrementó incesantemente en diferenciadas modalidades, matices y rasgos, infundiéndole, de añadidura, significados
valores estéticos y expresivos de su espíritu y su sentir que encontramos atenuados en los bailes de que acabamos de hablar.
Sólo de manera muy general podremos aquí escribir de los bailes de esta clase, y sin intentar descripciones que, teniendo
En el norte de la Península donde se encuentran las danzas de tipo más primitivo: las corales en ronda. Hombres y
mujeres u hombres solos o mujeres solas - cogidos de la mano forman un círculo - ronda cerrada - y caminan o bailan en su
entorno, o bien sin cerrar aquél - ronda abierta - marchan en línea que puede ser curva, recta o más o menos ondulante. Las
dos formas aparecen representadas en la indicada zona.
Asturias posee la lenta danza prima - ronda cerrada y también abierta - y la giraldilla - ronda cerrada - que comparte con
León. En el País Vasco el gizon-dantza o aurresku, las sokas dantzas y la biribilketa o karrika-soñu dan buenos ejemplos de
rondas abiertas. Son rondas cerradas, en Cataluña, la bellísima sardana, el ball rodó y la bolangera, no faltando en la misma
región las del otro estilo. Cualquiera que observe en la práctica todas estas danzas notará al instante su diversidad, así,
verbigracia, la danza prima asturiana es solemne, despaciosa, monótona y simple con su único paso que rasa la tierra. La
sardana, en cambio, es placentera y artísticamente refinada. Sus pasos vistosos y señoriales exigen de los bai1adores grande
atención al ejecutarlos. Por el contrario, la ronda abierta del aurresku, en la que principalmente danzan los dos individuos
que ocupan los extremos de la cadena, es de técnica brincadora, móvil y de elevados saltos, acorde con la vital naturaleza y
el genio inquieto y un tanto agreste del pueblo vascón. Baile en ronda es, asimismo, el que en las Islas Canarias conocen
con el nombre de lsa. Señales de que en otros tiempos debió existir también en las demás provincias hispanas, las ofrecen
los juegos en corro que las niñas practican todavía.
Mas el baile de diversión, por excelencia, del pueblo español, el más extendido por toda la geografía nacional y el que
por todos fue siempre más sentido y estimado es el de pareja mixta enfrentada y suelta. En sustancia es sencillamente lo
siguiente: el hombre enfrenta a la mujer situándose a poca distancia de ella. Al bailar se mueven desplazándose a derecha e
izquierda y viceversa con el paso o pasos coreográficos propios de la danza que se ejecute. Generalmente ocurre que,
trocando el paso en un punto dado, la pareja intercambia sus respectivos sitios - lo que se llama pasada y también cruce -
para volver luego a repetir el baile; según el baile de que se trate la pasada puede ser de ida y vuelta, regresando entonces los
bailadores a sus lugares de partida. En eso nada más, tan trivial al parecer, se apoya la mayor parte de los bailes populares de
pareja españoles. Pero ... sin embargo, de tan estrecho molde, de recursos tan limitados, ¡qué insólita variedad de aspectos!
¡qué riqueza de texturas internas, de pasos y elementos estéticos llegan a presentar nuestras danzas tradicionales de solaz!
Comienza por darse lo vario en el modo de instalarse las parejas en unos u otros bailes. La forma de hilera o calle es
común a muchos; equivale a la fila de hombres enfrentados a la fila de mujeres, y, también, alternados en las filas los sexos.
La hilera en muchos bailes no se descompone. En algunos sí, accidentalmente, para marchar las filas, una tras la otra, en
corro que gira hasta quedar donde estaban. Las parejas, en múltiples danzas, se organizan en círculo. En el de los hombres,
casi siempre, dando la espalda al eje de la rueda, encaran a las mujeres situadas al exterior; es la calle redonda que de
ordinario abarca toda la plaza del pueblo. Lentamente la rueda se mueve a derecha o a izquierda marchando de lado los
bailadores al tiempo que marcan los pasos. En otros bailes en círculo las parejas se colocan en la línea ideal del mismo y de
costado al eje. Sin desplazarse ahora, quietas en sitio, realizan el baile; pero en un cruce, que las mujeres no hacen, los
hombres se adelantan pasando hasta enfrentar a la bailadora inmediata, viniendo a trocarse las parejas para repetir el
danzado.
Hay bailes que cruzan los dos sexos. En casos son dos - o más - las ruedas de bailadores y en disposición concéntrica,
entrañando la variedad de transformarse en hileras en ciertas partes de la danza para volver luego a su ser. Otros aparecen
en que alternadamente se combinan en la rueda simple las dos colocaciones dichas. Otros en que junto a la primera surge
también la de enfrentarse bailadores y bailadoras al eje del círculo danzando como si en él hubiese un bailador – pareja - o
bailadora - común. Otros en que sólo tres parejas han de formar la rueda ... Como se supondrá, todos estos bailes circulares
no son sino reminiscencias o evoluciones de la antiquísima ronda simbólica. Luego existen otros en que el círculo se
disuelve en figuras estrelladas, cuadradas y más, para recomponerse al fin; los de cuatro o cuadrilla con intercambio de
parejas mediante pasadas o ya tomando la posición corporal...
Donde el factor de lo vario obtiene su máximo relieve es en los juegos y movimientos de los pies, en los pasos. Una
danza que, compuesta de tres pasos únicos, se conoce y practica en veinte o treinta aldeas llegará a presentarse entre sí
diversa en la mitad de éstas porque todos, o uno o dos de dichos pasos habrán cambiado, o incluso se les habrá agregado
alguno distinto. Muchas danzas no tienen sino dos o tres pasos, pero otras muchas aumentan esas cifras, y las que las elevan
a 10, 12, 15 o más, pueden estar constituidos con dos movimientos de pie, y de ahí en adelante hasta lo que hallamos
comprendido seis, ocho y aun doce y catorce. Según los bailes los pasos rasan el suelo o se despliegan con elevación
normal; incluyen brincos, saltos, vueltas sobre un pie, vuelta con varios movimientos de éstos, semivueltas; conllevan
alzamientos frontales de pierna, recta, doblada, a los lados, atrás, retorneándola en el aire, con simultáneos saltos y
alzamiento; cruzan los pies delante y atrás, se levanta cada uno ante y tras la pierna del contrario; asientan los mismos 274
normalmente, golpeando, zapateando, de manera ingrávida; sobre la planta, la semiplanta, la semipunta y el talón; marchan
de frente o de lado a todas las direcciones; blandamente, enérgicamente, con rigidez ... Tales rasgos, con otros más
menudos que dejamos de pormenorizar son los que vemos informando la técnica del baile español tomado en su conjunto.
Pero el interés de esto es relativísimo.
Lo importante está en la multiplicidad y diversidad de pasos creados con las amalgamas más diferentes de esos
elementos, y por lo que vienen a ofrecer tanta variedad nuestras danzas. Relacionarlos aquí es de todo punto imposible. En
ellos se advierte toda una amplia gama de formas y matices que, sobre lo que de contenido psicológico implican, permiten
descubrir los múltiples efectos derivados de la historia étnica del pueblo hispano. Diremos también que su codificación, sin
más aditamento, constituiría obra inapreciable: por lo que tendría de singular exponente de la fecundidad e ingenio con que
el pueblo español se ha producido en tan primordialísimo extremo de la danza; por lo que supondría de firme y estimulante
base para la creación de un auténtico ballet nacional y aun por lo que de ella el internacional podría llegar a beneficiarse.
Las castañuelas son imprescindible acompañante de muchísimos bailes nuestros, mas en otro el cascado de los dedos
- hacer pitos - es lo que siempre bastó. Los brazos actúan, según los bailes, de maneras distintas: en numerosos casos se
colocan en cruz, un poco curvados hacia delante y sin dureza; en otros pocos aparecen caídos haciendo los antebrazos
suaves vaivenes, y en los más elaborados se mueven en graciosas y dibujadas posiciones que contribuyen a realzar los
encantos del danzado.
De entre el caudal de danzas que cada una de las regiones posee sobresale casi siempre alguna o algunas como más
generalizadas en la práctica., quizás por reflejar con mayor propiedad la nota de carácter más común a los respectivos
naturales. Así, en Galicia se destaca la muiñeira; en Asturias, la giraldilla; en Vascongadas, el ariñ-ariñ; en Navarra y Aragón la
jota; en Cataluña, la sardana y el ball pla; la dançá en Valencia; la parranda en Murcia; la sevillana y el fandango, en Andalucía; las
seguidillas manchegas y el rondón en Castilla la Mancha; el fandango y la jota-peculiares-en Extremadura; en León, la charrada, el
charro y el corrido; en Castilla, la rueda y los bailes a lo alto y a lo bajo; en Mallorca, la mateixa y el bolero mallorquín; el fandango, en
Menorca, y sa llarga, en Ibiza; las folías, en Canarias. Pero junto a estos bailes, que, salvo cuatro o cinco, se dan en variantes
cuantiosas, hay en casi todas las regiones muchedumbre de otros que se extienden por reducidos distritos o contadas aldeas,
ocurriendo con frecuencia que algunos viven en un solo pueblo. Para poner un ejemplo del primer caso tomemos la región
de Cataluña: de comarca en comarca hallamos allí: l 'eixida, 1'esquerrana, la espolsada, la cornada, los balls dels mocadors, dels
aranyons, de punta y taló, de las morratxes, de Sant Ferriol, el patatuf, el contrapás xinxina, el ballet de Deu, la ratolinesa, el galop de
cortesía, el ball cerdá y otros muchos. Con referencia al caso segundo citaremos el pueblo de Montehermoso (Cáceres), en el
cual se danza el son brincao, el pindongo, el quita y pon, el son llano, la pata, el malandrín y la charramangá; los tres primeros sólo se
bailan en el pueblo dicho, los demás en otros seis o siete de los alrededores, el resto de España los ignora. Estos fenómenos
se multiplican por muchas regiones, con lo que el lector fácilmente adivinará las consecuencias que de ello se derivan en
orden a la variedad y cantidad que alcanza la danza popular española. Aunque más raramente también se encuentran bailes
conteniendo partes en que las parejas se enlazan por la cintura y otros pocos en los que un solo bailador baila con dos
mujeres.
Deberán añadirse las hermosas danzas de escuela bolera y las flamencas, que, sin ser estrictamente populares, en el
pueblo hincan sus raíces.
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El término «flamenco»
En una de las partes de dicho ensayo decíamos que «uno de los datos
que del cante flamenco más llaman la atención, y con el que forzosamente
tropieza al principio todo aquel que trata de bucear en los orígenes de dicho
cante, es el singular apellido que integra su nombre».
a las naciones europeas llegaron (siglo xv), leyenda que ponía aquélla en 287
Egipto. De Egipto, pues, y no de Flandes, creyose generalmente por todos en
España que provenía el gitano, y la ausencia en los siglos precedentes al XIX
de testimonios que prueben el empleo de la designación flamenco referida al
gitano o a sus cantos echa abajo las demás interpretaciones que conectan
dicha designación con Flandes o con sus naturales y a las que les señalan
ascendiente arábigos. Más inverosímil resulta, por supuesto, el sospechar
siquiera que, aun apareciendo tan tardíamente, pueda entrañar cualquiera de
esas relaciones. Flandes, Arabia, flamencos y árabes habían pasado a la historia
en España tanto tiempo hacía, que con extrema dificultad influiría su recuerdo
en quien o en quienes inicialmente llamaron flamencos a los gitanos.
Este suceso tiene lugar en los primeros decenios del siglo XIX. La más
antigua indicación de él que, hasta lo de hoy, nosotros conocemos es la que el
inglés George Borrow incluye en su libro Los zincali (los gitanos de España), libro
que escribió tal autor durante estancia que en España hizo entre los años 1836
y 1849. La indicación es como sigue:
«Gitanos o egipcios es el nombre con que, por lo común, se ha conocido
en España, así en épocas pasadas como en la presente, a los que en inglés
llamamos gipsies, pero también se les ha dado otros varios nombres; por
ejemplo, castellanos nuevos, germanos y flamencos ... El apelativo flamencos
con que al presente se les conoce en varias partes de España ... , etc.» (Es nuestro el
subrayado.)
Borrow supone que el darse a los gitanos el nombre de germanos dimanó
del hecho de haber aquéllos «pasado a través de Germanía en su camino hacia
el Sur y llevar pasaportes y salvoconductos de varios estados germánicos»,
concluyendo de ello que el de flamencos «no se les habrá dado nunca,
probablemente, a no ser por las circunstancias de llamárseles o creérseles
germanos, ya que germano y flamenco son considerados como sinónimos por
los ignorantes».
Según lo que más arriba hemos declarado, compréndese que sólo por
excepción se llamaría a los gitanos con ese nombre, y que, desde luego, tendría
un sentido distinto del que Borrow le atribuyó. En tiempos anteriores al
nuestro dábase muy de ordinario en España la denominación germanos a los
tal forma modal la implica "flamenco". Siendo "llama" el tronco común de 290
"flamancia" y “flaman", la aplicación jergal de estas palabras a la "presunción"
y a la “vistosidad resplandeciente" se explica por lo que estas dos ideas
realizadas efunden de luminosidad y brillantez, sobre todo la última, pero
también la primera, que el orgullo, la presunción entraña, además de cierta
calurosidad, un cierto y especial fulgor. Y si éstas parecieren sutilezas inaptas
para ser aprehendidas por la rufianesca, tómese su vocabulario, analícese y se
verá lo corrientes que fueron semejantes procesos en la formación de otras
múltiples palabras de la jerga. Por tales vías y de tales o parecidas fuentes se
extrae "flamenco" , que denomina y tilda al gitano por la impresión que causa
la estirada y presumida figura de su persona, el gracioso y brillante movimiento
de sus andares, ademanes y gestos y la encendida vivacidad de su temperamento
y sus pasiones, pura llama.»
que irían tomando mayor incremento y amplitud a medida que se aumentaba 292
el número de los cantadores y con ellos surgía entre los mismos un acuciante
prurito de competencia que les impulsaría irresistiblemente a buscar a todo
trance el destaque y la singularidad, tal y como en más recientes tiempos ha
podido comprobarse que acaecía. En tanto no descubramos testimonios o
indicios que nos aseguren de lo contrario, así hemos de creer que empezaron a
ser, que comenzaron a configurarse y a tener realidad los estilos del cante
flamenco.
El polo y la seguidilla
Probablemente fueron el polo y la seguidilla los cantos que al principio se
practicaron más y gozaron de un más alto favor, aunque asimismo la caña
debía ya de obtener el común aprecio. Fundamentamos la hipótesis en el
hecho de no conocerse, al menos hasta ahora, datos que revelen el cultivo de
otras especies notables entre los iniciales cantadores, y también en el de que
las excelencias de aquéllas sobrepujaban a las de tonás y corridos, cantos estos
que ni se acompañaban con la guitarra (andando los años, los corridos se
acompañaron con guitarra y bandurrias -bandolines-).
El polo
El polo, cuyo verdadero origen ignoramos todavía (signos hay que
parecen relacionarlo con América), antes de ser flamenco fue una canción
bailable de compás ternario que en Andalucía el pueblo practicaba desde los
primeros lustros, quizá, del siglo XVIII. En un entremés anónimo de
mediados de esa centuria cítase en la siguiente estrofa perteneciente a la
«tonadilla» con que la pieza remata (no hemos encontrado aún menciones
anteriores):
Ninguna relación con el nuestro tiene el polo que durante el pasado siglo
se danzó en los salones europeos.
293
La «siguiriya gitana»
«Tonás»
Las llamadas tonás y aun las livianas, fenecidas casi totalmente hacia las
finales décadas del pasado siglo, no debieron de ser sino estilizaciones de
cancioncillas populares diversas que unos u otros gitanos sabrían de haberlas
oído en los medios folklóricos de talo cual región o provincia peninsular. En
muchos pueblos de Andalucía, Castilla, León y Extremadura dieron siempre el
nombre de toná o tonada a cualquier canto de tradición, y así, al referirse los
Martinetes (I)
Del orden y carácter de las tonás son los martinetes, las carceleras y la debla,
cantos que, al igual que aquéllas, no se acompañaron nunca con la guitarra, y
que hay que suponer estaban ya también en pie por los tiempos del famoso tío
Luis. En sustancia, la debla, así llamada por el como estribillo en caló que a su
copla sigue: Deblica barea (o barí) es, de los tres cantes, el más largo y el de
mayores dificultades para la ejecución. Oscuro es el porqué o significado de su
nombre y estribillo. En 1881 Machado trató de aclararle, pero sin lograrlo 297
convincentemente. Anotó en su citado libro:
Debla
Martinetes (11)
Al martinete le viene el nombre de martillo, y es el canto que los nos
herreros o caldereros entonaban al martillar el hierro sobre el yunque; puede
decirse, por lo tanto, que es una canción de trabajo o faena. Pero, al revés de
lo que se ha asegurado, no es una canción de ritmo regular que traduzca el que
acompasa el martillo del herrero, sino que, por el contrario, sigue el mismo
régimen de libertad rítmica que prácticamente caracteriza a todo el cante
flamenco no bailable y al que, aún siéndolo, se utiliza sólo para cantar.
Apresurémonos a asentar que en los cantes con guitarra ésta lleva siempre un
compás y unos ritmos fijos en rasgueos y falsetas, cuando el cantaor
permanece callado.
Oyendo dos o tres martinetes recógese al tiempo impresión bastante de
lo que es el sustantivo estilo de tonás, debla y carceleras, especies que, con la
de aquéllos, han de tenerse por anteriores a todas las demás en la historia del
flamenco cante. En el ensayo nuestro, arriba mencionado, demostramos la
derivación melódica de uno de los martinetes más viejos y de una carcelera,
casi olvidada en la actualidad, de sendas tonadas folklóricas vivientes en
pueblos de Cáceres y Salamanca.
Por lo que sabemos, los primeros cantaores gitanos ofrendaban su arte y
se hacían escuchar no sólo en reuniones tabernarias y de jolgorio y fiesta, sí
que también en sus propias casas, adonde acudían a oírles los aficionados y
curiosos. Infiérese esto último de unas líneas que sobre losgitanos de Córdoba
incluyó George Borrow en Los zincali (año 1841), y que textualmente rezan:
«Decían que jamás admitían en sus casas a los extraños, salvo en las bodas,
pues entonces abrían las puertas de par en par, y salvo también cuando alguna
vez personas influyentes y distinguidas deseaban oírlos cantar, y conversar con
las mujeres ... »
Estébanez Calderón, El Solitario, publicaba seis años más tarde (año 299
1847) sus Escenas andaluzas y la titulaba Un baile en Triana, después de hablar de
la caña como cante ya bien conocido en su época, y al que asigna un origen
árabe, diciendo que el nombre «parece con poca diferencia la palabra Gannia,
que en árabe significa el canto», y tras de advertir que «por lo regular la caña
no se baila porque en ella el cantador y cantadora pretenden hacer un papel
exclusivo», añadiendo que «hijos de este tronco son los oles, las tiranas, polos
y las modernas serranas y tonadas», evoca, describiéndolo, uno de tales bailes
en festiva sesión flamenca, para decir a seguida que, «cuando los principales
cantadores apuran sus fuerzas, se suspenden las tonadas y polos de punta, de
dificultad y lucimiento, y entran en liza con la rondeña o granadina otros
cantadores y cantadoras de no tanta ejecución, pero no inferiores en el buen
estilo. Después de pasar varias veces de estas fáciles a las otras difíciles y
peregrinas canturias, se ameniza de vez en cuando la fiesta con el canto de
algún romance antiguo, conservando oralmente por aquellos no menos
románticos que los de la Edad Media, romances que señalan con el nombre de
corridas, sin duda por contraposición a los polos, tonadas y tiranas, que van y
se cantan por coplas o estrofas sueltas». Luego nos conduce a Triana para
hacernos presenciar ya, y por vez primera, una verdadera sesión de arte
flamenco, en la que precisamente actúan nada menos que El Planeta y El Fillo,
los dos únicos cantaores que de entre los antiguos han conservado la fama
hasta nuestros días. Escribe El Solitario: «En tanto, hallándome en Sevilla, y
habiéndome encarecido sobremanera la destreza de ciertos cantadores, la
habilidad de unas bailadoras, y, sobre todo, teniendo entendido que podría oír
algunos de estos romances desconocidos, dispuse asistir a una de estas fiestas.
El Planeta, El Fillo, Juan de Dios, María de las Nieves, la Perla y otras
notabilidades, así de canto como de baile, tomaban parte en la función. Era
por la tarde, y en un mes de mayo fresco y florido. Atravesé con mi comitiva
de aficionados el puente famoso de barcas para pasar a Triana, y a poco nos
vimos en una casa que por su talle y traza recordaba la época de la conquista
de Sevilla por San Fernando … La fiesta tenía su lugar y plaza en uno como
zaguán que daba al patio … Entramos a punto en que El Planeta, veterano
cantador y de gran estilo, según los inteligentes, principiaba un romance o
corrida después de un preludio de la vihuela y dos bandolines, que formaban
lo principal de la orquesta, y comenzó aquellos trinos penetrantes de la prima,
sostenidos con aquellos melancólicos dejos del bordón, compaseado todo por 300
una manera grave y solemne, y de vez en cuando como para llevar mejor la
medida, dando el inteligente tocador unos blandos golpes en el traste del
instrumento, particularidad que aumenta la atención tristísima del auditorio.
Comenzó el cantador por el prolongado suspiro, y, después de una brevísima
pausa, dijo el siguiente lindísimo romance, del conde Sol, que por su sencillez
y sabor a antiguo, bien demuestra el tiempo a que debe el ser:
Grandes guerras se publican
entre España y Portugal, etc., etc.
por el nombre de quien con tal gracia la entonaba pudiera llamársele Dolora. 301
La copla tenía principio en un arranque a lo malagueño, muy corrido y con
mucho estilo, retrayéndose luego y viniendo a dar salida a las desinencias del
Polo Tobalo, con mucha hondura y fuerza de pecho, concluyendo con otra
subida al primer entono: fue cosa que arrebató siempre que la oyó el
concurso. Tocante a las Peteneras, son como seguidillas que van por aire más
vivo; pero la voz penetrante de la cantadora dábanles una melancolía
inexplicable.»
Juzgamos preciosas estas noticias para la historia del cante flamenco.
Muéstrannos de manera justa o aproximada el modo como el cante se
desenvolvía en sus casi principios; se desenvolvía en sus casi principios; los
medios en que lucía: las viviendas particulares de los cantaores, las reuniones
festeras y, asimismo, según deja entrever El Solitario en otros pasajes que no
citamos, las romerías y ventas, figurando entre estas últimas la archifamosa de
Eritaña. Aunque no se mencionan, descontentos, por seguros, las tabernas y
colmaos. Dannos a conocer la existencia, ya en tales tiempos, no sólo de
aficionados, sino, a la par, de inteligentes del cante. Nos dicen nombres de
cantadores destacados, a los que nosotros agregaremos los de algunos más
que sabemos gozaban también en la misma época de notoriedad y
predicamento, y son: Frasco el Colorao, tío Rivas, Perico el Gallero, tío José el
Granaíno, Perico el Pelao, tío Luis el Cautivo y los hermanos de El Fillo, Juan-en-cueros y
Curro Pabla. Valor muy grande tienen, sobre todo, dichas noticias, porque citan
parte del repertorio de cantos que en aquella primera mitad del siglo XIX
constituía la música flamenca. El romance o corrida estaba todavía en auge. A
las viejas tonás se añadían otras. A los polos antañones, el llamado Tobalo o de
Tobalo, producido, no haría mucho, por cierto cantaor, de nombre Cristóbal.
Había surgido la jabera, que no era más que una malagueña estilizada por una
cantaora que vendiera habas (jabas en la fonética andaluza, de ahí jabera),
cantaora que, al parecer, floreció también en tales días. Las serranas, la rondeña, la
granadina y las peteneras se incorporaban ya al repertorio dicho ... El prestigio de
la caña había aumentado, y al extremo que, atendiendo a lo que Estébanez
Calderón asevera, de ella se derivaron «los oles, las tiranas, polos y las modernas
serranas y tonadas». No son muy descaminadas estas afirmaciones, pues si las
tiranas y tonadas nada recibieron, en verdad, de la caña flamenca, sí que se
deja notar un positivo influjo de ella sobre los polos que hoy conocemos, el 302
natural y el de Tobalo, y sobre la serrana que pervivió hasta nuestros días,
siendo menor la influencia que ejerció sobre el baile olé, aunque también se
hace visible. El polo natural se constituye, sustancialmente, con frases de la
caña; el Tobalo únicamente recibe de la misma cadenciales fórmulas que
refuerzan la expresión de sus típicas partes, fórmulas que asimismo en el
antedicho aparecen. En la serrana, las primordiales frases de arranque trasuntan
las iniciales de aquélla, si bien de manera más diluida.
La caña (1)
La caña, que entre todos los cantes flamencos es uno de los más bellos y
seductores, a la vez que de los más difíciles de ejecución, no trasluce
claramente su verdadero primer origen. Por descontado que la filiación
arábiga que El Solitario le atribuye es pura hipótesis a la cual no se ha podido
aún hallar confirmación. Con el nombre de la caña, y como de fuentes
populares andaluzas, existen impresas diversas canciones recogidas en el siglo
pasado que, sin ningún género de duda, relaciónanse con la flamenca, a pesar
de ser diferentes entre sí sus melodías, lo que nos lleva a sospechar que esta
última sea transformación de una especial variante folklórica. La caña que el
músico Isidoro Hernández insertó en sus colecciones de cantos del pueblo,
Tradiciones populares andaluzas y Flores de España, tiene el curioso estribillo
siguiente, que se entona, por añadidura, con un melos cuyas cadencias son a
todas luces flamencas:
Soleares
Por probable hemos de dar que, hacia los tiempos de El Planeta y El Fillo
, empezaron también a cobrar vida las soleares. En Cádiz y Jerez practicábase
desde bastantes días atrás el baile cantado, de compás ternario, llamado jaleo,
nombre que hasta muy tardíamente ha servido asimismo para designar la soleá
danzada. Poseemos antiguos jaleos estampados que tienen todo el carácter
musical de las soleares, incluyendo la expresividad sentimental y triste que a
éstas singulariza, por donde vemos ser justo lo que Rodríguez Marín afirmó
en su libro de coplas populares andaluzas al decir que por los años de
referencia «el alegre jaleo [alegre por su movilidad], puramente andaluz, y la
melancólica soleá, primer eslabón de la cadena gitana (?), y casi siempre de tres
ve como las ruadas gallegas [el gallego baile de pandeiro], se dieron la mano,
acompañadas de una misma música, de aire ligero en las unas y lento en las
otras.» Con estos datos, ¿será arriesgado suponer que la primera soleá nació de un jaleo o
jaleillo estilizado y llevado en pausado y libre ritmo por un cualquier genial
anónimo cantaor o cantaora de los aludidos tiempos? Hasta los actuales, al
menos, no hay indicios serios que contraerían esa suposición, y el proceso, de
otra parte, sería idént que otros cantes siguieron. En el cancionerillo folklórico
que el año 1869l publicó ya una soledad flamenca cuyo texto dice:
¿ De qué te sirven los bienes
mientras tú en el mundo vivas
si hora de salud no tienes?
Durante los dos decenios que subsiguen a los tiempos de que acabamos
de tratar, el cante flamenco continúa desenvolviéndose en forma parecida a la
que El Solitario nos da a comprender. Las tabernas, los lugares y campos de
fiestas y las ventas son aún sus principales escenario, sitos principalmente
también en las ciudades de Sevilla, Cádiz, Jerez y Málaga, centros de
prosperidad y riqueza, en los que aparecían asentadas las masas gitanescas más
nutridas y de los que surgieron los intérpretes más ilustres del «flamenco».
Dentro de tales decenios - un tanto avanzados, más bien - florecieron los
notabilísimos cantaores Manuel Molina, Juanelo, el loco Mateo, Proíta y María
Borrico, todos de la provincia de Cádiz, y creadora la cantaora María de una
primorosa siguiriya, todavía hoy famosa.
La caña (II)
seguiriyas mediante las aportaciones que de ignoradas fórmulas a ellos hicieron 307
algunos de los múltiples cantadores gitanos que se distinguieron en tal época.
Tientos
Los Tientos, forma de tango lento que recibe influjos destacados de
seguiriyas y soleares; el nombre salió de una de sus coplas, la que sigue:
Bulerías
A los cantes de baile se incorporaron las bulerías (¿de burlerías?),
cancioncillas populares breves a tres tiempos que, al aflamencarse, cobraron
picante vivacidad y se vistieron de incomparables gracias melismáticas.
Mirabrás y alegrías
modo mayor las dos y con iguales acompañamientos y ritmos guitarrísticos, el 308
primero se cantaba cuando la bailaora (pues es baile de mujer sola) pedía al
cantaor que le cantase largo; el segundo cuando no hacía esa petición, lo que
implícitamente revela que aquél es cante mayor que éste. El nombre mirabrás
dimana del como estribillo que en la inicial asoma; muy probable nos parece
que sea flamenca corrupción de ¡mira, Blás!. Por lo que se refiere al contenido
cancionístico, está formado de cantiñas menudas de parecido estilo, entre las
que aparecen hasta pregones de vendedores callejeros; de ahí que se llamara
también juguetillos, en otros tiempos, a ese alegre y bello conjunto de tonadicas
que al mirabrás configuran. Las alegrías (por lo alegres) no son más quel
primordialmente se conocía con el nombre de jota de Cádiz, y que, a la verdad,
es una auténtica jota de manifiesto origen aragonés que, casi con toda
seguridad, arribó a aquella provincia por los días de la Guerra de la
Independencia. Los flamencos le dieron una nueva apariencia fisonómica.
Romeras y caracoles
Sobre la base de cantiñas, y sin perder de vista los estilos del mirabrás y las
alegrías, constituyóse el cante de las romeras y el de los caracoles, nombres que
saltan de propias coplejas:
Romerita,
Carita de rosa ...
Caracoles, caracoles,
Mosita, ¿qué ha dicho usté?
nos dejó dicho en su libro citado que, "cante Vd. por too lo jondo", se 309
sobreentiende que se desea el cante seguidillas gitanas». No mucho después
extendióse el calificativo a las soleares, a la caña, al polo, la serrana y a los martinetes
y carceleras. Desde luego, no se dio la absurda y gratuita división de los cantes
en jondos y flamencos que algunos modernamente han pretendido. Todo
cante jondo es cante flamenco, si bien no todo el cante flamenco es cante jondo, y
hasta ocurre que el cante jondo es el más genuinamente flamenco, gitano.
Se separaron también los cantes en grandes y chicos. Grandes eran, de modo
principal, los que poseían mayor longitud, más anchura de ámbito melódico y
sentimiento más fuerte; chicos, los no dotados de esas condiciones; así, había
(y hay) tonás, siguiriyas, soleares, malagueñas, etc., grandes y chicas; las cañas, los polos
y la serrana siempre fueron grandes. Andando los años llamóse grande al cante
jondo; chico, al que no lo era. .
Todavía tildaron de largo al cante que mostraba prolongados tercios y de
corto, al que los tenía reducidos o breves.
Por su función acordóse denominar a los cantes como de p' alante y de
p'atrás, o cante alante y cante atrás, y ello porque los del primer caso se ejecutaban
para sólo ser escuchados en la parte delantera del tabladillo o estrado que en el
café cantante había y en el que, formando semicírculo, se instalaba el «cuadro
flamenco» (cantaores, tocaores y bailaores), y los del segundo, que eran los cantes
de baile, se cantaban retrayéndose a dicho «cuadro» quien los interpretaba;
adelante estaba entonces el bailaor.
Entre los aficionados y concurrentes asiduos a los cafés de cante hi-
ciéronse comunísimos los inteligentes, circunstancia que beneficiosamente
influyó sobre el sentido de responsabilidad artística de los cantaores. Estos
formaron legión, abundando de continuo los eminentes y superdotados. He
aquí unos pocos:
Curro Durse (gitano), Paquirri (g.), Tomás el Nitri (g.), Juanelo (g.), Paco
el Sevillano (no gitano), Lorente (n. g.), Santamaría (n. g.), el viejo Noriega (g.),
Los Paula (g.), Carito (n. g.), Ramón el Ollero (g.), Joaquín la Cherna (g.), El
Loli (n. g.), El Marrurro (g.), Juan el de Alonso, Antonio el Portugués, El
Mulato (g.), Francisco la Perla (g.), Cabeza (n. g.), El cojo Pinea, El Mecle, 310
Manuel Cagancho (g.), Juan Pelao (g.), Salvaorillo (n. g.), Paco la Luz (g.),
Enrique el Mellizo (g.), José Iyanda (g.), Porreta (g.), Manuel Torres (g.),
Enrique Ortega (g.), Manuel Ortega (g.) y, sobre todos éstos, los no gitanos
Silverio Franconeti y don Antonio Chacón, cantaores generales que, con sus
facultades portentosas, elevaron el cante flamenco a alturas insuperables de
perfección y belleza.
De las cantaoras destacaron Ana Losa, las hermanas Cuende, la Gómez, la
Fandita, Mercedes la Sarneta, La Andonda, Ana la Manca, La Parrala, La
Serrana, El ama Raucho, La Trini, Rita Ortega, Pastora Pavón y tantas otras y
aun otros cantaores que el lector puede ver si qu' en el opúsculo de Machado
Álvarez, en el de G. Núñez de Prado: Cantaores andaluces (Barcelona, 1904) y en
el de Fernando el de Triana: Arte y artistas flamencos (Madrid, 1935).
La mayor parte de esa nutrida falange de ínclitos cantaores procedía de
Cádiz y las ciudades portuarias que jalonan la costa de la misma provincia; de
Jerez y del barrio sevillano de Triana, que siempre fueron localidades en las
que el arte flamenco tuvo más cultivadores, de las salieron los creadores más
inspirados y en las que la «afición», muy tendida, mostróse continuamente más
vivaz y entusiasta. Diremos que especial sello estético y aun técnico vino a
diferenciar entre sí a los cantes de siguiriyas y soleares de tales zonas. Los de las
primeras de éstas, llamados «cantes» o «cante de los Puertos», distínguense por
lo ponderado de su expresión y la relativa comodidad que para su ejecución
dan al intérprete. Los de la segunda, el «cante de Jerez», implican una
expresividad más subida y requieren del ejecutante facultades superiores. Los
de la tercera, denominados «cantes de Triana» o «cante de Triana», elevan al
máximo la expresión emocional y presentan dificultades de interpretación que
sólo los cantaores verdaderamente excepcionales pueden abordar.
Reconócese la época de los cafés cantantes como la más gloriosa por la que
ha pasado el cante flamenco. Dichos cafés comienzan a declinar al finalizar el
siglo que les vio nacer, y durante los tres primeros decenios del presente
cerraron sus puertas uno tras otro. Simultáneamente desaparecían también los
«grandes» cantadores, acogidos los últimos o refugiados, casi por modo
exclusivo, en las reuniones, juergas y fiestas particulares de colmaos, ventas y
quisieron nunca salir de las tradicionales vías y atuvieron con perseverancia a 312
las clásicas «formas», repugnando siempre la idea de profanarlas con
impertinentes añadidos de vocalismos funambulescos o sobrepuestos de
cualquiera otra especie. En tan dignos cantadores y en los pocos que aún
restan dedicados solamente a actuar en las «reuniones» de colmaos y
«reservados» de cafés, hállanse más fieles y ciertos depositarios del cante
flamenco en su realidad pura y fascinante.
313
Dichas piezas no fueron más que seis; las mismas que aquí
transcribimos. Todas con exclusión de la sexta, llamada Sa Llarga (La Larga),
que representa una versión del baile isleño de tal nombre, son sonadas de
divertimiento pastoril.
Persistiendo la técnica de soplo en el instrumento, indicada en nuestro
primer artículo, alternan en las tocatas las notas picadas y ligadas. Los estilos
en general de la métrica fluctuante, nos ofrecen en casos rasgos que no
aparecían (hasta ahora no lo hemos encontrado) en las melodías de las xeremies
pentatónicas Así la tendencia al discurso arpegiado o de fanfara, que de manera
tan pronunciada se evidencia en los ejemplos 1 y 2, y el reiterado uso efectista
y saltarín del mordente simple con que se colorean el mismo tema 2 y 4.
Como en la melodía del reclam pentatonal la función de tónica recae en ésta,
por lo común, en el segundo grado de la escala. Ello no es, sin embargo, regla
constante, pues vemos por el ejemplo 5 que a la vez que el grado primero
puede asumir ese rango. Adviértase que ninguna de las melodías usa la nota
séptima o final de la gama (la más aguda), cosa que hace prácticamente inútiles
los orificios sextos de este reclam; aquellos que, emplazados en la posterior faz
de los tubos, se tapan con el dedo pulgar de la mano izquierda. No podemos
por hoy enjuiciar un tal fenómeno, dado el escaso número de las tocatas que
hemos podido recoger. Suele ser limitado, cual se apreciará, el desarrollo
melódico. Una corta frase, obstinadamente repetida, configura el ejemplo 1, y
en los demás, exceptuando el 6°, predomina el sistema de reiterar también,
con monotonía, aunque ya con más o menos variantes, los motivos de
exposición o algunas de sus partes o giros. Estos hechos parecen poner de
manifiesto el carácter arcaico de las piezas.
Nos dijo Mariano Tur Juan que él en todo tiempo había tañido en la 317
doble xeremia de seis agujeros, y casi nunca en la simple. Que conocía como
otros pastores tocaban en la de cinco, modalidad que igualmente él sabía
fabricar y de la que hubimos de encargarle algunos ejemplares, de los que son
las dos muestras que en la figura 5 damos, anotando que sus escalas
reproducen la pentatonía genuina del tipo con pequeñas irregularidades de
afinación. Y llegó el viejo a asegurarnos muy formal que en la época de su
adolescencia vio xeremies de hasta siete agujeros, manejadas por pastorcillos
compañeros suyos, xeremies que, si aún perduran, nosotros no hemos podido
encontrar. Este dato último supone, asimismo, interesante hallazgo. Con él se
completa el clarinete ibicenco la diversidad que en punto al número de
orificios el de Egipto representa (Ver el artículo precedente).
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caja o tamborcillo1. Ejemplos de charradas de las dos clases (tipos) recogieron 327
Dámaso Ledesma y Aníbal Sánchez en sus Cancioneros2, Ambos folkloristas
anotan la una en compás de 2 x 4 y la otra en el de 6 x 8, o 9 x8 y aun 3x4
(Ledesma) y en el de 3 x 8 (A. Sánchez). Aquella es así en la realidad, aunque
los mencionados compiladores descuidaron la observación del más peculiar y
específico de los ritmos con que los instrumentos percusivos la acompañan.
En la charrada de 6 x 8, o de combinado temario resultan falsas, en cambio, la
rítmica y la métrica. Tal charrada es, precisamente, la que mayor difusión
alcanza en la provincia, distinguiéndose, en casos, con los adjetivos de picada,
golpeada, brincada o saltada y, en ciertos pueblos, con el simple nombre de picao.
A ella, en primer lugar, nos referiremos.
Y comenzamos diciendo que la confusión de su ritmo, y en el sentido
que se ha producido, viene a ser, a la verdad, un hecho que con facilidad
ocurre, por cuanto lo hace posible el equívoco aspecto que dicho ritmo suele
casi siempre revestir en la especie cantable. Tan equívoco, que hasta el mismo
pueblo arrastra, de ordinario, a lo que parece, a confusión análoga, cosa ésta
que no habrá de chocar si advertimos que la práctica de la charrada cantada es
desde hace muchos años nada o muy poco corriente, siendo por ello escasas
las melodías de la misma que hoy pueden hallarse, al igual que ya lo eran en
los tiempos en que Ledesma forma su Cancionero3. He aquí tres de los diez
únicos ejemplos que este autor recogió en tal libro. Por el estilo son los otros
siete, así como los que A. Sánchez incluye en su Colección, que no pasan de tres
o cuatro.
1 La gaita y tamboril se usan en casi toda la provincia; la dulzaina y caja exclusivamente en un reducido sector de
la zona oriental.
2 Dámaso Ledesma, Folklore o Cancionero Salamantino (Madrid, 1907).- Aníbal Sánchez Fraile, Nuevo
328
Ejemplo Iº
Ejemplo IIº
329
Ejemplo IIIº
4 Id.
que convierten otros, por mayor facilidad quizá de ejecución, en éste, más
simple.
331
Las cajas hacen los que siguen con dos o tres variantes de similar tenor:5
5 Con las notas que tiene la plica hacia lo alto, indico los golpes que tañe la baqueta cogida con la mano izq. o
cimera, refiriéndose a los del palillo que empuña la mano contraria las que portan aquel trazo hacia la
dirección opuesta o inferior.
6 Figuran en su Cancionero, pág. 214, n °.9; p. 217, n °.16 y pág. 220, n 0. 27.
7 Entre los dieciocho y veintidós años de edad (años 1930-34) realicé la colecta de ese cancionero, cuya
publicación se vio detenida por la guerra civil española, saliendo a la luz cuando ésta dio fin. He vuelto sobre
mis pasos visitando de nuevo los pueblos recorridos al formar la colección, y puedo decir, sin embargo, que
apenas halé cosa más que rectificar en las transcripciones ya impresas. (Sí rectificaríamos hoy, por el contrario,
no pocos renglones de los artículos literarios o analíticos de esa obra de juventud, en los que la buena
intención se sobrepone al conocimiento.
de folklorista incipiente, mal entendí el metro y ritmo que entrañan- más tarde 335
comprendidos-, haciendo de ellas el aludido traslado incorrecto. Añadiré que
el error me llevó también, en parte, la rítmica percusiva, que los tamborileros
extremeños ciñen, exclusivamente, a la fórmula" simple", ya vista atrás, de
corchea- semicorcheacorchea, fórmula que, sobre prestarse a la fácil confusión, es la
que al par usan en el acompañamiento de otros bailes y tocatas de compás
ternario y de 6 x 8, puntillando, claro es, la corchea inicial. En los números 10,
11 y 12, doy sendos ejemplos restaurados de estas danzas extremeñas8.
Análogamente se nos apareció en las provincias de Valladolid y
Segovia- cuyo folklore musical apenas se ha investigado- un baile de igual
rítmica: el que llamándose corrido en unas demarcaciones y rueda en otras,
resulta ser el más difundido y típico en tales áreas provinciales. Bailes,
asimismo, de parejas sueltas, pero ejecutados en círculo, nada tiene que ver,
musicalmente, con otros que en diferentes regiones viven adoptando también
la primera de esas denominaciones. Que yo sepa, de sus melodías no se ha
trascrito más que los compases del comienzo de una a que se dio acogida en
cierto disco comercial publicado hace años con música de dulzaina segoviana,
trascripción que realizó el fallecido folklorista Torner, incluyéndola en su
estudio sobre ritmos populares españoles9. Vio el ritmo Torner casi a la
perfección, pues que lo anotó en compás de 10 x 8.
Mis búsquedas me han proporcionado buena colección de corridos, los
cuales son instrumentales, de dulzaina y caja, no habiendo podido encontrar,
hasta el presente, ni un solo tema de canto. Con fuerza se acusa en la melódica
del corrido notable diferencia respecto a la de las especies de Salamanca y
Cáceres. Evidencia frecuentemente una modernidad de carácter, o expresiva,
muy ajena a la rítmica que incorpora y bien alejada de los modos y estilos que
registran las melodías del baile salmantino y las de los extremeños, tan afines
entre sí. Por ahora no voy a pararme a analizar este hecho; sólo apuntaré que
en bastantes casos parece ser consecuencia de acoplamientos o
transposiciones de extrañas músicas recientes al arcaico ritmo de que
tratamos. Se advierte en el espécimen de corrido segoviano que ofrezco en el
número 13 cómo su artificiosa melodía no es sino trasunto de la de un
8 Aún hay en mi cancionero citado otra danza que puede considerarse del mismo ritmo: la que ostenta el
nombre de Baile de la Rúa, en la p. 306 de la obra.
9 Eduardo M. Tomer. Ritmos, en Temas folklóricos, Música y poesía (Madrid, 1935), pág.131.-Con escasa
variación el autor repitió ese artículo que tituló: La rítmica de la música tradicional española, en la revista
Música, 1 (enero, 1938)
verdadero vals, fenómeno que parejamente se nos revela en otros ejemplos 336
que poseemos.
aspectos. No es aventurado creer que ciertas combinaciones del aksak tengan 337
su primer origen en las zonas indicadas de Asia, desde las que, en tiempos
quizás remotos, se difundieron hasta el occidente de Europa transportadas
por invasiones étnicas de aquella procedencia. Ello lo sugiere, al menos, lo que
se comprueba en España, receptora durante siglos de fuertes influencias
distintas del Oriente y en cuyo folklore musical adquiere excepcional
importancia el citado ritmo, por la amplitud y variedad con que se manifiesta,
hecho éste al que hasta lo de hoy se ha prestado muy poca o ninguna
atención. Y acaece, precisamente, que a la rítmica de 10 x 16 de nuestras
danzas, con su fórmula de 3+2+3+2, de que, según mis conocimientos, no
aparecen ejemplos en los demás folklores del occidente europeo, la
sorprendemos difundida a lo largo de un área geográfica mediterránea y
oriental de gran significación al respecto de lo dicho. Así, en el norte de
África, y entre los bereberes montañeses del Atlas medio, se encuentra una
danza ejecutada en rueda, con el nombre de ahidous, que tiene la siguiente
música cantada y acompañada del bendir (pandero redondo)12
12Alexis Chottin, Chants et Dances Berbéres (Moyen Atlas-Foire au mouton de Timhadit), 16 junio 1935, et
Revue de Musicologie, n° 58, mayo, 1936 (París), pág. 69. También en la obra del mismo autor Tableau de la
musique marocaine (París, 1939), p. 19.
expresiones del ritmo aksak, posee este tipo danzario compaseado también en 338
5 x 16 y de tempo similar al de los bailes españoles.13
13Stoyan Djoudjeff, Rythme et mesure dans la musique populaire bulgare, por. .... , Institut d'Études Slaves
de l'Université de París (París, 1931 ), pág .. 145
14 Bela Bartok, Melodien der rumanischen colinde (Viena, 1936), pág. 73, nº 87 a.
15 Raouf Yekta Bey, Music of Indostan (Oxford, 1914), pago 64, ex. 156.
16 Fox Strangways, Music of Indostaní (Oxford, 1914), pago 64, ex. 156.
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Sucede aún que, compuesta la charrada binaria de dos secciones o partes (copla y
estribillo), ciertos tamborileros acostumbran sustituir en la segunda,
transitoriamente, esa quebrada rítmica por otra regular y muy simple que
adopta el compás mismo en que la melodía discurre, pero con una diferencia
sorprendente: la de que el compaseo es llevado no en paralelo con el de
aquella, sino en anticipación de medio tempo, o si queremos, con retraso de tres
cuartos (tres corcheas) de la medida, cosa que por manera decisa y firme acusan
los acentos de las percusiones. Véase gráficamente con la añadidura del modo
cómo es efectuado el paso de un ritmo a otro:
distinta”, a lo que respondió aquél con aplomo, “que no había tal, asegurando 351
al colector “que siempre daba y dio la misma fija serie de batidos”. Es bien
posible, en verdad, la ocurrencia de semejante suceso.
1 Nuestros registros magnetofónicos dan esos ejemplos, en las reiteraciones, con variantes melódicas que por
intrascendentes no indicamos.
Raros son los documentos que hasta hoy hemos encontrado 353
desenvolviéndose melódicamente en estos ritmos. Sin duda que en épocas
pasadas debió de frecuentarlos más nuestra canción folklórica, y por desgaste
de ellos con el discurrir del tiempo, o por natural transformación, han decaído
hasta hacerse casi imperceptibles, conservándose sus restos últimos en el
campo instrumental. Un espécimen de canto sobre la forma 3+2+3 es el
romance antiguo que recogimos en el citado Val de San Lorenzo y que figura
en las trasnscripciones con el nº 9.2
Sobre la misma repartición rítmica hallamos en la provincia de Segovia
una interesantísima danza que, muy en trance de desaparecer, por dejación
cada día mayor de su uso, tan sólo en contados pueblos vive, siquiera
ejecutándose de tarde en tarde, guardando la memoria de su música no más de
cuatro o seis dulzaineros, pues que ésta es exclusivamente instrumental de
dulzaina y caja. Tiene por nombre La Entradilla: también el de La Mudanza,
menos generalizado, debiéndose advertir que existiendo en las provincias de
León y Burgos sendas danzas que con la designación de entradilla son
asimismo llamadas; ningún parentesco de índole alguna, ofrecen con la que
decimos. De carácter o función ritual, la ejecutan únicamente varios hombres
en las fiestas de los santos patronos y ante la imagen del santo o santa, cuando
es sacada de la iglesia para procesionarla por las calles del pueblo y al ser de
nuevo entrada en aquélla tras verificarse la procesión.
En algún otro pueblo la tocata de la segoviana entradilla no es sino una
melodía a tres tiempos de faz jotesca, lo que resulta excepcional, siendo los
estilos de ritmo quebrado en la apuntada combinación de 3+ 2+ 3 los que
más privan y los que son tenidos por más propios y naturales de la danza. Uno
de tales estilos hubo de publicarse entre los sones populares segovianos que
figuran en el disco de que hicimos mención en nuestro artículo precedente.
Torner, en los suyos citados, copia de esta grabación los primeros compases,
que transcribe en la dual métrica de 2+8 y 6 x 8 y sin dar más referencias.
2 Bajo tal forma dos únicos temas se han encontrado anteriormente en nuestro cancionero, uno en País Vasco
y el otro en Galicia. Vid. R. Mª de Azkue. Cancionero popular vasco, t. III, pág. 60, n° 33, y E.M. Torner,
Temas Folklóricos., pag. 140.- En años recientes B. Gil García ha transcrito en la provincia de Badajoz hasta
tres cantos bajo la combinación de 2+3+3. Vid, la obra de este autor Cancionero popular de Extremadura, t.
II números musicales 34, 44 y 248.
Agotado hace mucho tiempo dicho disco, ignoramos el modo como en él se 354
continúa ese ejemplo de entradilla y su desarrollo formal. Tres versiones de tres
distintos pueblos hemos recogido nosotros, cada una de las cuales se
desenvuelve de manera distinta. La que juzgamos más completa, bella e
interesante es la que aquí trasladamos. Procedente del pueblo de Abades,
situado a pocos kilómetros de la capital de la provincia, nos decía el viejo
dulzainero que nos la comunicó que, sobre la función procesional indicada, en
días ya lejanos se aplicaba además la entradilla a una perdida costumbre
danzaria de bodas muy digna de anotarse. Era de rúbrica que a seguida de
celebrarse, a mediodía, la comida o banquete del casamiento, se dirigiesen los
asistentes al templo parroquial para rezar por la dicha y prosperidad de los
desposados. Realizado el piadoso menester, salían de la iglesia, y cerradas las
puertas de ésta, el novio se instalaba de espaldas a las mismas y junto a ellas
con los brazos puestos en cruz. Ante él, entonces, y en su entorno, los
hombres y mozos varones, uno por uno, trenzaban la danza al son,
precisamente, de la entradilla, en rendido tributo de homenaje y como de ritual
felicitación. Cuando cada bailador finalizaba su danzar, hacía el novio una
dádiva en metálico, y éste agradecía el todo regalando al donante un cigarro
puro.
Suma importancia encierra la música de la entradilla de Abades, pues nos
presenta en su estructura un fenómeno morfológico que, hasta los actuales
momentos, aparece como único en el folklore músico-instrumental de
España. Tras de breves notas introductivas se inicia la pieza con una frase que
predominará continuamente, repitiéndose a lo largo del discurso musical; pero
en guisa de estribillo que alterna con otras que, con el carácter de verdaderas
coplas, van fluyendo siempre nuevas y entre sí diversas, alcanzando nada
menos que a seis su número. La alternativa conjugación de ambos elementos
es: A B A C A D A E... etc., forma que, como se apreciará, nos da un perfecto
rondó del más genuino modelo clásico. Por la vivacidad del tempo el compás de
la entradilla se cambia al de 8 x 16. Ver ejemplo 10.
En otras tomas o grabaciones que hicimos de ese ejemplo el dulzainero,
inconscientemente, introduce en algunas de las coplas leves modificaciones-
sonoras, no rítmicas- que en casi nada afectan a las líneas de la que hemos
transcrito, por lo que no creímos necesario apuntarlas. También confunde en
casos el orden o disposición de dichas coplas, ya incidiendo en reiteraciones, ya
sustituyendo una por otra y dejando olvidada y sin tañer la sustituida, ya 355
emparejándola indistintamente..., y ello sin salir nunca de la forma rondó.
Introducción Introducción
Por donde se nos revela otro curioso y notable caso de polirritmia. Ver
ejemplo II.
De vitalidad ya muy pobre en la tradición, este ritmo de 12 x 16
únicamente en la música instrumental lo hemos hallado. Con ordenaciones
diferentes de los pies y aire más lento se registra, empero, con mayor viveza y
extensión geográfica en especies de signo vario que se presentan, según es
éste, en la modalidad cantable o en la organológica. Aludimos a aquellas tan
conocidas- y de que, por lo mismo, no vamos aquí a ocuparnos - que en los
cancioneros o publicaciones folklóricas se muestran escritas bajo la dúplice
combinación métrica de 6 x 8 ( o dos veces 3 x 8) + 3 x 4, lo que supone en
realidad y síntesis un compás de 12 x 8, pudiéndose evocar como ejemplos
típicos de ese métrico combinado la andaluza petenera, el más viejo paño moruno,
la guajira y los bailes vascos con las designaciones de banako, biñako y launako
figuran en la Ezpata-Dantza vizcaína.
Constituyendo sugestivas formas heterométricas, hemos copiado en
zonas del sur de Salamanca, de la alta Extremadura y del oeste de Andalucía
melodías instrumentales (flauta y tamboril) que con aplicación a rituales
ceremonias o costumbres, ya religiosas, o bien profanas, comprenden
formulaciones rítmicas de contenidos más dilatados que implican otros
compases de la especie irregular que venimos contemplando. No pudiendo
excedernos en la aducción aquí de ejemplos musicales, por no consentirlo el
3x4 2 x 4 + 4 x 4. 358
3x8 2 x 4 + 3 x 4.
6x8 3 x 8 + 3 x 8 + 3 x 4.
5x8 3 x 4 + 6 x 8.
3 Felipe Pedrell, Canciones Arabescas, II Seguidillas gitanas, Orfeo Tracio, S.A. (Madrid, s.a.)
4 Joaquín Turina, Danses Gitanes, 2' Serie, 5 Seguiriya, Rouart, Lerolle & Cie. Editions Salabert, París.
los cantes flamencos, dice Marín, refiriéndose a la siguiriya gitana: “He dejado este 359
cante para lo último como más difícil por su medida. Es un compás tan
extraño para el que no está acostumbrado a oírlo mucho, que, seguramente le
costaría gran trabajo medirlo bien al que por primera vez lo intente.... Hasta
hoy el compás de éstas creo que estaba por determinar, y confieso
ingenuamente que para hacerlo como lo hago me ha costado bastante
trabajo”. Transcribe Marín las siguiriyas empleando los compases de dos por
cuatro y compasillo, pero con resultado desastroso para el sentimiento
rítmico. En apoyo de mi transcripción recomiendo al lector oiga el disco de
gramófono 182.561 b. De “Odeon”, en el que se hallan impresas unas
siguiriya cantadas por la famosa Niña de los Peines”.5
En las transcripciones guitarrísticas y para piano que de la seguiriya han
dado a la publicidad los autores modernos se adopta en casi todas la misma
métrica que, por lo que acaba de leerse, con tan buena fe creyó descubrir
Torner como la verdaderamente justa resultando, sin embargo, cual lo
asentamos y de inmediato probaremos, destinada en no menor medida que las
demás indicadas.
Al iniciar nosotros, en el año 1946, y para el Instituto Español de
Musicología, las búsquedas y estudios del cancionero popular andaluz tuvimos
ocasión de empezar a hacer conocimiento por extenso y detenido análisis del
arte flamenco. Recogimos ya entonces varios centenares de temas guitarrísticos
de este arte que obran en los archivos del Instituto de Musicología, y entre
ellos los que cuenta una porción elevada de ejemplos relativos a la seguiriya.
Muy desde el principio vimos claramente el ritmo que en esta se implicaba,
sorprendiéndonos que pudiera habérsele confundido de los modos que
conocíamos, sujetándolos a los compases que hemos declarado.
Oyendo el tañer de la guitarra, desde sus inicios o parte introductiva se
advierte precisa al instante la forma y clase de medida a que la seguiriya se
ajusta, pues, como sucede en las demás especies flamencas, esa parte es sólo de
rasgueados, y siendo la rítmica la función que de manera casi exclusiva los
5Eduardo M. Torner, Temas Folklóricos. Música y Poesía (Madrid, 1935), cap. Ritmos, pago 137-138- Id, íd.,
La Rítmica en la música tradicional española, en la revista Música, I de Enero de 1938 (Barcelona) págs. 32-
33.- Ratificación en Id. íd., Danzas Valencianas (dulzaina y tamboril), Centro de Estudios Históricos de País
Valenciano (Barcelona, 1938), pág. 6.
rasgueados cumplen, sus pulsaciones acentuadas equivalen a los tiempos del 360
compás que siguen, delimitándose éste por cómo aquellas se agrupan, cosa
que las reiteraciones ponen de manifiesto. Aparecen ordenadas dichas
pulsaciones en grupos de cinco, de las cuales las dos primeras son largas;
breves o más vivas las tres restantes.
6 Empero de cuanto hemos consignado no queremos dejar de decir que ha habido quien, como nosotros, vio
a la perfección el justo compás de la flamenca seguiriya, llegando incluso a declararlo públicamente,
declaración en la que, por desdicha, nadie hubo de reparar. Se trata no ya de un músico o folklorista, sino
simplemente de un fervoroso aficionado del arte flamenco, recientemente fallecido, que aun poseyendo el saber
un tanto amplio del solfeo, no se consideraba capaz de la transcripción. Llamado Eloy Muñoz Martí, le
conocimos nosotros. A poco de conocerle, cuestionando con él un día sobre dicho arte, nos preguntó cómo
entendíamos el compás de la seguiriya. Le dimos nuestra opinión, y, con ingenua sorpresa, nos dijo: “está usted
en lo firme; ésa es también la mía, muy contraria, como usted debe saber, a la que tuvieron todos los que
pusieron la seguiriya en música”. Fuimos nosotros entonces los sorprendidos. Días más tarde nos enviaba el
recorte de un muy atrasado número del diario madrileño Pueblo- fecha 2 de octubre de 1948- en el que bajo el
título de ¡Ay! ... ¡Ay! ... Leerle, le, le...., se recoge una entrevista celebrada con él por el reportero T: Y., y de la
que nosotros no teníamos la menor idea, cuyas palabras finales dicen lo que sigue:
y a todo esto, ¿adónde está tu duende?
En la música. Al interpretar los compositores la música de las seguiriyas, todos fallaban. Donde se ve
una reminiscencia de la música de las seguiriyas es en El amor brujo, de M... de Falla, en cuya parte” la
escena existe un compás de siete por ocho.
Pero tu descubrimiento ...
Pues está en que el compás de la seguiriya gitana es un compás de amalgama, o sea una mezcla de dos
compases- uno de tres por ocho, y otro de dos por cuatro- que van alternándose.
Muchas gracias, Eloy Muñoz Martí
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15. VIEJAS CANCIONES Y MELODÍAS EN LA MÚSICA
INSTRUMENTAL POPULAR DE LAS DANZAS
PROCESIONALES, PRACTICADAS EN ESPAÑA.
llegar a esclarecer con la precisión y extensión necesarias. Pero sucede que esa 381
música, y en cada danza, de ordinario, está constituida por piezas diversas que
en su mayoría, a más de recibir una particular denominación, poseen una letra
y texto poético con que son cantadas en los previos ensayos del danzado,
cuando falta el instrumentista acompañante o bien para que éste no se fatigue.
Y es, por ventura, la existencia de semejantes datos y elementos la que
fundamentalmente nos descubre y ayuda a constatar el curioso fenómeno del
trasunto y conservación, en bastantes de las mencionadas piezas, de cantos y
melodías correspondientes a siglos ya históricos en que gozaron de gran boga
y popularidad, y que, aparte contados casos se hubieran perdido de no mediar
el suceso de ser integrados en el cuerpo de tocatas y sones que a las danzas de
procesión se dedicaban.
prescripción de aquella usanza: "Hay que fijarse bien en los términos de la 382
bula para llegar a comprender sus consecuencias legítimas. Cante la fe, decía
Urbano IV; dance la esperanza, salte de gozo la caridad. Quizá el Pontífice se
propuso hablar en sentido figurado; más lo cierto fue que clérigos y legos, a
todos los cuales se había dirigido por medio de la bula, interpretando el texto
a la letra, cantaron y bailaron ante la Sagrada Eucaristía, y que la Iglesia no
rechazó esta interpretación literal. El Concilio de Trento ordenó también la
celebración de la fiesta del Corpus al condenar las herejías de Lutero, Zuinglio
y Calvino y no rectificó el sentido literal de la bula, tal y como se había
entendido por toda la cristiandad"1.
1 Simón de la Rosa y López, Los seises de la catedral de Sevilla. Ensayo de investigación histórica por don ...
(Sevilla 1904). Parte segunda, cap. IX, p.180.
383
Pues que a Dios aquí tenemos
Venite aderemos
Venite todas naciones
Con bailes y con canciones
2 Recopilación en metro del Bachiller Diego Sánchez de Badajoz. Reimpresa del ejemplar único por el
Excmo. Señor D.V. Barrantes (Madrid 1882); " Libros de Antaño", I, 55.
3 Agustín de Rojas, op. cit. (Madrid 1945); Colección Crisol, 332
4 Alonso Jerónimo de Salas Barbadillo, op. cit., en La Novela Picaresca Española (Madrid 1943), 857.
384
Danzas son cosa del Corpus.5
He aquí las razones que explican la chocante existencia de viejos cantos 385
populares en las danzas religiosas folklóricas vigentes aún en los pueblos de
España. Diremos que es precisamente en las "de palos" en las que con más
abundancia aparecen. Veamos ahora esos cantos.
6 Higinio Anglés, La musica en la Corte de los Reyes Católicos, III, Cancionero Musical de Palacio (Barcelona
1951), II, 9l.
7 En Conde de Morphi, Les luthistes espagnoles du XVI siecle. (Leipzig 1902) 1, 13-14.
Difiere esa música de la que poseen los citados villancicos del siglo XVI.
Ello no debe confundirnos. El análisis de la cuestión del empleo de la
canción popular en las composiciones de los polifonistas y músicos del
pasado nos enseña o nos permite inducir: que la melodía folklórica era
tomada por el compositor unas veces en su integridad, y otras
fragmentariamente o parcialmente; que en ambas circunstancias respetaba en
absoluto su lineación, o, por el contrario, la trasformaba sustituyendo notas,
o el compás, los valores rítmicos o el tono, si es que no hacía las cuatro cosas
juntas o dos o tres de ellas; que sucediendo que la canción popular se halla en
muchos casos con melodías diversas, al utilizar dos o más compositores una
de las canciones de tal especie, podía cada cual aprovechar una distinta
versión musical de la misma; en el pueblo puede luego casualmente perdurar
sólo alguna o algunas de las demás versiones; y, en fin, que a menudo el
compositor no cogía de la canción tradicional más que el
texto literario, al que ponía de su inspiración nueva música con o sin acento
folklórico. Estos dos últimos extremos opinamos que habrán de ser tenidos
en cuenta al buscar la explicación de hechos como el significado, parejo de
otros que luego veremos.
Dentro de los comienzos del siglo XVI estaban ya muy en pie famosos
bailes cuyo auge no declinó sino hasta bien avanzado el siglo XVIII, y de los
cuales aprehendieron musicales fórmulas los danzante s de procesión
8 Cuando las melodías tienen una "letra" hay dos versiones: la instrumental o tañida y la cantada. Daremos
siempre ésta, diferente de aquélla, únicamente, por contener menos adornos, y en raros casos, por variación
del compás, del ritmo o de la tonalidad.
389
¿ Al villano que le dan? Al villano se le da
¿qué le daban al villar? cebollita, pan y puerro;
A comer le daban sopas, al villano se le da
A cenar, sopas y pan. cebollita, puerro y pan.
( Aldeadávila de la R.) (Sotillo del R.)
La música de ambos cantos, diferente de la que entrañan las demás
versiones - no cantables - es una misma esencia, y resulta a la vez ser variación
próxima de la cobijada en el villano polifónico, anónimo que de un manuscrito
del siglo XVII, conservado en la Biblioteca Nacional de Madrid, ha transcrito
recientemente Miguel Querol.14
14 Miguel Querol Gavaldá, El villano de la época de Cervantes y Lope de Vega y su supervivencia en el folklore
contemporáneo, en "Anuario Musical”, del Instituto Español de Musicología, XI (1956). En el cancionero vive
igualmente el tema. Miguel Querol en su trabajo da ya una versión catalana; puede verse otras en Sixto
Córdova y Oña, Cancionero popular de la provincia de Santander I (Santander 1947) I 357, y Eduardo
Martínez Torner, El folklore en la escuela (Buenos Aires 1946), 98.
390
15 Fabritio Caroso Da Serrnoneta; Il bailarino (Venetia 1581) Trattato Secondo, fol. 37.
393
Al rebuelo de una garca
se abatió el neblí del cielo,
y por cogella del buelo,
quedó 'preso en una çarça.
quedo preso en una çarça.17
Musicalmente son casi iguales estos dos cantos, mas difieren en tal
sentido del polifónico, en el cual se hace evidente que el anónimo autor puso
el texto tradicional, y de su numen, música nueva, pues que así lo delata la
artificiosa estructura de la melodía (en el bajo) que lleva adscrito dicho texto.
17Anglés, I. La música en la Corte de Carlos V. Con la transcripción del “Libro de Cifra Nueva para tecla,
harpa y vihuela de Luis Venegas de Henestrosa (Alcalá de Henares, 1557) (Barcelona 1944), p. 217.
precisamente las notas con que acaban las versiones instrumentales de las 394
melodías danzarias extremeñas. Transcribimos el canto de Riolobos.
Procede o semeja ser variante del gracioso villancico que a mediados del
siglo XVI arregló polifónicamente Juan Vásquez integrándolo en sus
colecciones famosas:
18 Como hasta aquí, a danzas de palos pertenecen todos los ejemplares que seguirán: así en lo sucesivo
hablaremos sólo de danzas, sobreentendiéndose la especie.
19 Juan Vásquez, Villancicos y Canciones… (Osuna 1551), nº.10.- Ibid…, Recopilación de Sonetos y
Villancicos a quatro y a cinco (Sevilla 1560. Transcripción y estudio por Higinio Anglés (Barcelona 1946),
153.
395
Si la zarza no me enzarza
y el tomillo no me enrea,
no me han de engañar tus ojos
Por retrecheros que sean.
(Montehermoso) 21
20Gonzalo Correas, Vocabulario de refranes y frases proverbiales y otras fórmulas comunes de la lengua en que van todos los
impresos antes y otra gran copla castellana, 2º. Ed. (Madrid 1924), p. 454
396
Si la zarza no me engarza
la manga de mi jubón,
hoy aquí, mañana en Francia
y otro día en Aragón.
(Mirabel)
Si la zarza no me enzarza
y me prende en el mandil
hoy aquí, mañana en Francia
Y es otro día en Madrid.
(Aldeadávila de la R.)
Locución de correas:
Las danzas que con parecida música y nombre de El Cardo viven en los
pueblos de Cáceres mentados recientemente (menos el de Garganta la Olla) y
en el de Aldeanueva de la Vera, tienen las siguientes coplas:
21 La primera cuarteta es igual en las danzas de Arroyomolinos, Riolobos, Torrejoncillo y Garganta la Olla,
que carecen de la segunda.
22 Op. Cit., 458.
397
Si pica el cardo, niña, en ti, Si pica el cardo el colorín
Pique o no pique di que sí. Pique o no pique di tú di que sí.
Si pica el cardo corredor, Si pica el cardo el gorrión,
Pique o no pique di que no Pique o no pique tú di que no.
(Arroyomolinos y más pueblos) (Montehermoso)
398
Y dicen los textos de las danzas de los pueblos salmantinos, danzas que
llaman Las Avellanitas:
24El villano en su rincón, acto tercero, escena II. Vid. Comedias escogidas de Frey Lope Félix de Vega Carpio
(“Biblioteca de Autores Españoles”, XXXIV, 148).
25 Jesús Bal y Gay, Treinta canciones de Lope de Vega (Madrid 1935), p. 90.
Sus melodías son iguales con pocas diferencias. Sólo el modo cambia: una
está en mayor y la otra en menor. Se apartan, empero, de la música del canto
polifónico, la cual, puede afirmarse, es más producto del estro del compositor
que del pueblo. Transcribimos la danza de Mirabel.
Dos popularísimos bailes del siglo XVII guardan las danzas que en el
pueblo aragonés de Yebra de Basa (Huesca) recogimos hace años: La
Marizápalos y La Paradeta. De las dos hay citas y alusiones abundantes en la
literatura de aquel siglo, habiéndonos quedado, incluso, una breve pieza teatral
compuesta sobre el primero y con el mismo nombre. A la par, de ellos nos
legaron versiones musicales los guitarristas de entonces: Guerau, Gaspar Sanz,
Ruiz de Rybayaz y otros más tardíos. No tienen "letra" estas versiones, que
son, por cierto, típicamente instrumentales. Barbieri nos dice de La
Marizápalos en uno de sus conocidos artículos sobre los bailes españoles de los
siglos XVI y XVII: " no había podido yo encontrar la letra de esta canción
hasta que hace algunos años tuve el placer de hallarla en un centón de poesías
cantables del siglo XVII que posee mi generoso amigo don Pascual Gayangos.
La tal canción, que creo fuese bailable, dice de esta manera: 401
Marizápalos era muchacha
enamoradita de Pedro Martín,
por sobrina del cura estimada,
la gala del pueblo, la flor de Madrid.
Y asienta que el Baile "No tiene más objeto que glosar y poner en
acción las entonces famosas coplas de Marizápalos que se cantaban por toda
casta de gentes".
Una de las formas o textos más antiguos de estas coplas quizá sea la de
don Jerónimo de Camargo y Zárate, poeta de mediados del siglo XVII, que
principian (Gallardo: II, 204).
26Francisco Asenjo Barbieri, Danzas y bailes en España en los siglos XVI y XVII, en la Rv. “La Ilustración
Española y Americana", n °44 (Madrid, 30 de noviembre de 1877), p. 347.
grandísima de ese género de cantos fue creada y difundida mediante el pliego 404
de cordel por los juglares callejeros, quienes, al decir de Mesonero Romanos,
inundaron “la población [de Madrid] con innumerables folletos, romances y
jácaras” referentes al diario acontecer bélico y aun político.29 Tal origen tienen,
quizá, las canciones (tañidas a la dulzaina) que con el nombre de Napoleón
viven en las danzas de Abades, Nava de la Asunción y Bernardos de la
provincia de Segovia (-tal vez en las de algunos pueblos más de la misma
provincia) y en las de Hontoria del Pinar (Burgos). Dicen como sigue:
Napoleón envidioso,
Con su general Marmón
Un brazo lleva de menos,
Para la Francia marchó.
Se juntaron en París
Y disputa sus agravios,
Y Napoleón quedó
Corrido y avergonzado.
29Ramón de Mesonero Romanos, Memorias de un sesentón, en “La Ilustración Española y Americana”, nº.
19 (Madrid, 22 de mayo de 1878), 335.
Se agarraron de la mano,
Se dieron un abrazo,
Gritaron en altavoz
¡Que viva, viva, viva
La paz y la unión!
(Bernardos)
406
Ponemos punto final a este artículo sin tocar por ahora las cuestiones
de tipo estrictamente musicológico que plantea el fenómeno tratado, entre las
que tienen un gran interés la relativa al grado de pureza, cambio o variación
con que en las tocatas danzarias actuales sobreviven las melodías y cantos 407
viejos a que hacen referencia. Existen, por fuerza, la variación o el cambio,
pues es cosa probadísima que sólo por excepción perduran en el tiempo
inmutables o estáticos los hechos folklóricos. Nuestro trabajo no se enderezó
a ser sino meramente expositivo. Baste con ello.
sobre el folklore musical, P. Ollendorf (París, s. a.).-Id. Íd., Cancionero musical popular español, tomo I (Valls,
1917)
folklóricos, lo que sólo permite saber de manera segura, cómo es nuestra 409
canción del pueblo - la musical- desde hace algo más de cien años. Con la serie
de cantos que en su libro nos legó Salinas dicho saber se dilata hacia el
pasado-aunque se diga limitadamente, dado el corto número de los ejemplos-
por unos trescientos cincuenta años más, pues, si bien tales cantos se publican
en 1577, de bastantes de ellos hay constancia, o ya firmes indicios, de que
existían en fechas muy anteriores, llegando estos últimos, con respecto a
algunos, al siglo XV.
Pero, no consiste únicamente en eso la importancia que atribuimos al
cancionerillo folklórico de la obra salinense. Creemos, en verdad, que su más
inapreciable valor estriba en las luces o claridades que por él se pueden
obtener para el conocimiento de la biología de la canción popular mediante el
estudio comparativo que a cabo se lleve entre los arcaicos documentos que lo
componen y los que de ellos deriven y se encuentren en la tradición viva de
nuestros días... Pedrell estimaba pertinente realizar esa labor de comparación.
Las palabras con que finalizó su citado artículo expositivo Estudio sobre una
fuente... rezan así:
“Con esto podemos poner punto por hoy a este nuestro estudio de
mera exposición. Necesariamente ha de completarse con la parte que
podemos llamar de confrontación juzgando de los elementos que han
persistido y persisten todavía en la región castellana, teniendo a la vista los
que Salinas presenta en su obra, los cuales serán comprobantes fehacientes
de esa nueva parte de nuestro estudio.
Todo esto y algo más merece capítulo aparte, como diría Cervantes,
Deo volente, pues el capítulo aparte vendrá cuando podamos escribirlo con
menos apremios del tiempo que ahora...3
No escribió Pedrell un tal capítulo y, a lo que parece, ni trató siquiera de
averiguar cuántas y cuáles son las canciones del libro de Salinas que a los
tiempos actuales han llegado vivas entre el pueblo. Y, por lo que sabemos nosotros,
esta averiguación, que tan elevado interés tiene, aún no ha sido abordada hasta
lo de hoy. Nosotros la hemos acometido y queremos presentar aquí los
resultados de la misma, los cuales no han de tenerse por definitivos ya que,
aunque nuestra indagación la hemos hecho sobre todas las publicaciones que 410
de la música popular hispánica han visto la luz desde el pasado siglo acá, y
sobre los materiales inéditos que, recogidos por mí, en su mayoría obran en
los archivos del Instituto Español de Musicología, publicaciones y materiales
que reúnen un caudal abundantísimo de melodías folklóricas, todavía a este
objeto no hemos visto - por habernos faltado para ello la coyuntura propicia -
el no menos copioso documental que, junto al nuestro, y procedente de otros
colaboradores del Instituto, se guarda también en los archivos mencionados,
mas el que sin recoger está en zonas geográficas peninsulares no exploradas
aún por los folkloristas.
Comenzamos la presentación advirtiendo previamente que los temas de
Salinas los transcribimos de la edición segunda de su obra - por ser la que con
mayor facilidad tuvimos a la mano-, aparecida, asimismo, en Salamanca el año
1592. Con una S (= a Salinas) encabezamos su música, y con una A (= a
actual) las versiones que de los mismos se hallan en la tradición reciente o en
vigor. El orden que en la exposición seguimos, sólo responde al grado de
similitud melódica con que se nos ofrecen éstas respecto de aquellos.
En primer lugar mostramos el más breve de los cantos recogidos por el
ilustre teórico burgalés. Formado de sólo ocho notas, constituye,
evidentemente, una melodía incompleta. Salinas dejó de consignar la letra o
texto poético con el que se entonara tal melodía.4 Como romance se ha
transcrito ese canto hace unos años en la provincia extremeña de Badajoz, por
donde se nos hace posible conocer completa su música.5 Véanse yuxtapuestos
los dos temas.6
411
7 M. GARCÍA MATOS, Materiales de la Extremadura alta, en Arch. Del Instituto Español de Musicología,
en Barcelona.
8 FRANCESCH PELA y BRIZ, Cansons de la terra, 2a ed., vol 2º. (Barcelona, 1874), n °.27 de música: versos
en págs. 120-21.
412
Ante este ejemplo bien cabría dudar sobre que, como hemos afirmado,
sea la versión extremeña de Badajoz la que completa el fragmentario canto de
Salinas. Es claro que a ese efecto la catalana tiene iguales o análogas
probabilidades. Quizá coexistieron ambas melodías en el siglo XVI. Nosotros
nos hemos pronunciado en el sentido visto fundándonos, principalmente, en
que, dada la vecindad de la región de Extremadura, con las de Castilla y León,
regiones estas dos en que, según es de creer, recogió Salinas las canciones de
su libro, parece lo más natural que fuese del estilo que ofrece la tonada
extremeña, y no como la de Cataluña, la que el ciego insigne hubo de oír y a
medias copiar en la provincia, tal vez, de Salamanca, que, como es bien sabido,
linda ampliamente por el sur con la de Cáceres.
La melodía de Salinas que sigue la hallamos nosotros, casi intacta, en la
provincia de Soria formando parte de una tocata de dulzaina de las que
acompañan las danzas de palos.9
9 M. GARCÍA MATOS, Materiales de Soria, en Arch. Del I. E. M (Barcelona) - Se corrige aquí la errónea
transcripción que del tema de Salinas dio en su Cancionero (t. I, pág. 71) el maestro Pedrell, quien, por
descuido, a buen seguro, supuso la clave del original en diferente línea de la que ocupa.
10 CASTO SANPEDRO y FOLGAR, Cancionero musical de Galicia (Pontevedra, MCMXLII), t. II, pág., nº 30.
11 SALINAS, ob. cit., lib. VI, cap. VI, pág. 308
12 RESURRECCIÓN Mª DE AZKUE. Cancionero popular vasco (Barcelona, s.a.) t. III, pág. 73-74.
414
Apuntaremos que el canto que nos ocupa es de los que más arriba aseguramos
haber constancia de su existencia en tiempos precedentes al de su publicación
por Salinas.
Con efecto, en el llamado Cancionero de Palacio, cuyo polifónico repertorio
data, según es más que sabido, de la época de los Reyes Católicos (finales del
siglo XV y primeros del XVI), se encuentra dicho canto informando un
villancico a tres voces, de autor anónimo, cosa en que ya Barbieri hubo de
reparar al transcribir el tan preciado Cancionero.19 Incluso había en la obra, a
juzgar por su Índice, otra composición basada en la misma usitatissima cantinela,
pero es de las que en el manuscrito de aquella aparecen desgajadas y perdidas,
quizá para siempre. La conservada, que decimos a tres voces, presenta en la
20 Copiamos de las transcripciones modernas de Mn. Amglés.- Higinio Anglés, La música en la Corte de los
Reyes Católicos, II Polifonía Profana, Cancionero Musical de Palacio (siglos XV -XVI), Instituto Español de
Musicología (Barcelona, 1947), vol I, pág. 228, n°. 198.
21 SALINAS, ob. cit., lib. VI, cap. X, pág. 327.
22 ANGLÉS, ob. cit., vol. 2 (Barcelona, 1951), pág. 29, n °.254.
Calpe, S.A., n. 190 (Madrid, 1941), pág. 121 (El estudio vio la luz por primera vez el año 1905).
26 SALINAS, ob. cit.., lib. VI, cap. VI, pág. 306.
27 Cancionero escolar español. Grado I, Instituto Español de Musicología. Instituto "San José de
28 MARTÍNEZ TORNER, Cancionero musical, "Biblioteca Literaria del Estudiante", Junta para Ampliación
de Estudios (Madrid, 1928), pág. 17.
29 Id., La canción tradicional española, en Folklore y costumbres de España, t. II (Barcelona, 1931), pág. 130.
30 MARTÍNEZ TORNER, Cancionero musical, pág. 156.
31 Id. Íd., Cancionero musical de la lírica..., pág. 45, n°. 129.
419
Se ofrece la segunda como canto infantil de corro o rueda- Los trocaicos pies
rítmicos desaparecen, al igual que en las dos asturianas últimas, y la frase
terminal se modifica adquiriendo nueva forma, aunque sin perder por
completo de vista el ancestral diseño:33
32 SIXTO CÓRDOVA y OÑA, Cancionero popular de la provincia de Santander, libro III (Santander, 1952),
pág. 64, n°. 12.
33 Id. Íd., ob. cit., lib. VI, cap. V, pág. 16.
Hemos de decir que, según parece, pudo muy bien ser en remotos tiempos:
cual variante coetánea de la que ostenta la cántiga histórica de las serranas
abulenses, pues el giro melódico sigue acordando con el estilo de la época.
En su obra incluyó el mismo Salinas otro cantar en el que, precisamente,
se da un tal giro configurando la frase segunda o de conclusión:38
421
422
***********
Por lo que acaba de verse, con facilidad se deja entender la importancia y
trascendencia que, como al principio dijimos, los cantos populares del tratado
de Salinas tienen para la obtención de positivos esclarecimientos referentes a
la vida y el devenir existencial de la canción folklórica.
Verdad es que nuestras identificaciones de tales cantos entre los de la
tradición actual sólo hasta la hora presente llegan, en cantidad, a la cuarta parte
de la totalidad de aquellos. Pero, en orden al mencionado efecto, no es ese un
gran inconveniente, pues el número implicado en cantidad tal resulta
considerable, relativamente, para poder reconocer hechos y fenómenos y deducir
46Salinas, OB. CIT., LIB VI, CAP. XV, PÁG. 346.
47M. GARCÍA MATOS, Cancionero popular de la provincia de Madrid, vol. III (Barcelona-Madrid. 1960.)
pág. 66, n°. 668.1960.
respecto a algunos de los mismos, con certeza muy próxima, si no del todo 424
absoluta, cuantas leyes entrañan y las causas de que nacen.
48 Esto ocurre hoy a nuestra vista y ocurrió siempre; los folkloristas lo conocen bien y sería ocioso, por lo
mismo, detenemos a ejemplificarlo.
49 Vinculada a una danza ritual aparece la letra única que de los cantos de Salinas se ha encontrado hasta la
fecha en la tradición peninsular vigente; es la que, inconclusa en el Tratado (lib. VI, cap. XIII, pág. 339)
Cataluña; Ejemplo II, III y IV; Ejemplo V, versión adjunta de Codeseda, y aun 426
la de Pontevedra, con su excepcional cadencia última.
Quiere ello decir que, aun atravesando una música popular centurias, durante 427
las cuales no pocas generaciones, multitud de acontecimientos históricos,
sociales y de otra índole se sucedieron o produjeron, las variaciones que dicha
música experimenta pueden no deber nada a la influencia de semejantes
factores.50
d) El de la función es aspecto que aquí también entraña un
interés. Comprobamos que se produce el hecho de mantenerse, en
algunos casos, fieles a su antiguo objetivo o función los supervivientes
cantos de Salinas; así, el V y el X. líricos, conservándose con igual
carácter en las versiones actuales; el VI, romancesco, perdura como tal en
la versión de Asturias (3), y siendo probable que aquél se danzara, por
ser muy corriente la aplicación de los cantos de romance al baile, resulta
que asimismo esa función es guardada en la versión dicha y en las
demás de la mencionada región. Son, por el contrario, de finalidad
distinta las versiones de la provincia de Santander. El canto XII, que
también es romancesco, persiste en tal ser narrativo en la versión adjunta,
siquiera a la vez se dedique al objeto postulante que hubimos de declarar.
En otros casos la función ha cambiado: en el canto II pasó de amorosa
a danzaria-ritual; en el III, de lírica a infantil de juego; en el IV, pasó de
acompañante de la siega o de trabajo a ritual de bodas; en el VIII, de lírica a
ritual-infantil; en el XI, de narrativa a lírica -amatoria.
Careciendo de textos y de precisiones indicadoras los cantos de
Salinas I y VII, y ofreciéndose dudoso el IX respecto a su verdadero
significado funcional, nada sobre ellos diremos tocante al hecho de que
hablamos, concluyendo de lo expuesto que la canción popular cambia
en parte y con el tiempo su función, resistiéndose al cambio otra parte
50 Ambos hechos, el que debemos de anotar y el precedente, afirmativo de la estabilidad del fundamento
temático de la canción popular a despecho de la variación, contrastan fuertemente con lo que sobre parejas
cuestiones proclaman, basándose en lo que observan en el folklore de sus respectivos países, ciertos
investigadores de Rumania y Checoslovaquia. Ver: SABIN V. DRAGOI, The production of new songs in the
Rumanian People's Republic.- MIHAI POP, Tradition and innovation in contemporany Rumanian folklore.-
JIRI CHLÍBEC, Somme new elements in the folk music of eastern Moravia, los tres estudios en Journal of
the lnternational Folk Music Council, Vol. XII (Cambridge, 1960).- OVIDIU VARGA, Les variants
folkloriques et les conditions de leurs survivances, en Journ. Of the Int. Folk. Mus. Counc., vol XIV
(Cambridge, 1962.)
igual de la misma o casi igual, lo que confirma los resultados de las 428
experiencias que en tal sentido por otras vías se han realizado.
La repartición, en fin, o radicación geográfica con que al presente llegan
las melodías salinenses, fenómeno es en que, igualmente, se ha de
reparar. Por sentado se da que fue en la región castellana donde el sabio
oyó y copió el valioso conjunto de temas folklóricos recogido en su
Tratado, siendo probable, a nuestro juicio, y por razones obvias, que
algunos de ellos los transcribiera en las leonesas tierras de Salamanca, si
no en esta ciudad donde moró durante años. Y observamos cuan pocos
de dichos temas se encuentran ya en el espacio geográfico que
circunscribe tales demarcaciones - espacio que aún hemos de creer
ceñido más bien, a un sector aproximadamente central-peninsular-,
hallándose distribuidos los más, cual se habrá apreciado, sobre un área
de ubicación marginal o periférica con relación a aquellas y a la
Península misma en parte.
No estimamos difícil la interpretación de este fenómeno, en términos
generales parece significar que, difundidas un tiempo las expuestas canciones a
través de la ancha zona comprendida por las Castillas y las regiones que con
ellas lindan hacia el Norte y el Oeste, en los modernos días de avasallador y
expansivo progreso se borraron o desaparecieron más o menos
completamente de los ámbitos que, por su geografía de llanuras las dos
Castillas- brindan a aquél accesibilidad libre y fácil, mientras que perduraron
en las restantes tierras de la zona, porque dado el carácter montuoso de estas
Navarra, Santander, Asturias, Galicia, o su distanciamiento o separación de los
principales focos de civilización y cultura provincias extremeñas y también las
anteriores comarcas y regiones-, presentan ya a las mareas o empujes
progresistas un acceso más obstaculizado y dificultoso, que sólo con gran
lentitud es superable, originándose de ahí que en ellas, y al igual que en las que
como ellas son de índole tal y tienen situación análoga se conserve toda
folklórica tradición con más sólida y duración temporal mayor.
Otro punto: la Historia atestigua que los árabes trajeron a España una 430
guitarra; pero a la vez nos asegura que por entonces, y desde antes, era ya por
los españoles conocido un instrumento similar del mismo nombre. Ambos
fueron en la Edad Media distinguidos por las denominaciones de guitarra
morisca y guitarra latina, respectivamente. Derivadas las dos con gran
probabilidad, de la antiquísima kethara asiria (kithara griega, cítara romana), la
morisca, que se tañía únicamente con púa o plectro, tenía forma oval con cara
posterior abombada, todo ello como aún puede verse hoy en la kuitra o kitra
de los moros norteafricanos. La latina, tañida también con púa, pero a la par, y
de manera más corriente, con los dedos, presentaba la forma que el
instrumento actual asume, aunque menos pronunciada. ¿De cuál de esas
guitarras puede provenir la típica española?
"Esta obra [...] acogida con grandes muestras de aprobación, valió a Marqués
honra suma, pero poco o ningún provecho. Su bellísimo andante figuró en varias
sesiones de la Sociedad y obtuvo siempre los honores de la repetición. Por lo
demás, y como en materia de producciones instrumentales, lo que pasa hoy [año
de 1881] a los autores tiene mucha conexión con lo que ocurría a Haydn, Mozart,
Beethoven y otros célebres maestros, a fines del siglo pasado y principios del
presente, es el caso que Marqués recogió muchos laureles pero ninguna utilidad
material1.
Y, sin duda, habían de ser mermados los frutos que en ambos sentidos
proporcionase a los compositores la música de cámara. Justamente en el año
1896, en que Falla, recordémoslo, se establece en Madrid, y en el que hacía
sólo tres que se disolviese la Sociedad de Cuartetos, el maestro Bretón lee en
su discurso de ingreso en la Academia de Bellas Artes las siguientes palabras
relativas a aquella, que permite inferir, sin vacilaciones, lo que en las nuestras se
afirma:
" Mas de treinta años tuvo de vida, si íntima brillante y gloriosa, la Sociedad
de Cuartetos que fundó y dirigió Jesús de Monasterio, y desde que este
maestro interrumpió sus inolvidables sesiones, [... ] no han sido por ninguna
otra Sociedad continuadas. Es decir, que en metrópoli cuyo número de habitantes se
aproxima a medio millón, apenas habrá cien personas que la echen de menos2.
1
ANTONIO PEÑA Y GOÑI, La ópera española y la música dramática en España en el siglo XIX
(Madrid, 1881), XXVII, pp. 561-62.
2
Discursos leídos ante la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando en la recepción pública del
Excelentísimo señor don Tomás Bretón el día 14 de mayo de 1896 (Madrid, 1896), pp. 33-34.
pudiente, bien se conocían los trabajos y pesares que, salvo rarísimas excepciones, 434
el compositor español con arrestos suficientes para escribir óperas había de sufrir
al tratar de verlas representar en el Real; las amargas e irritantes decepciones que,
si aquello se le lograba, tenía que padecer ante el escaso y aun desdeñoso interés
con que por lo común se atendía a que las representaciones tuviesen una digna
puesta en escena, contaran con los elementos adecuados para su mayor brillantez
y éxito y en cartel se mantuviese en pie por algo más de tres, cuatro o seis días; la
corta recompensa, finalmente, que también en cuanto a gloria y peculio - menor
de éste que de la primera- al término de todo ello el compositor granjeaba.
Los testimonios sobre tales extremos son abundantes; escojo entre los
que menos espacio pueden aquí ocupar. Por lo que toca al primero, recordemos
los renglones que el musicólogo y crítico Rafael Mitjana estampa hablando de la
composición y estreno en el Real el año 1878 de la ópera Roger de Flor, del
maestro Chapí, el más afortunado de los compositores españoles en punto a
facilidades para estrenar sus obras operísticas en dicho teatro. Tras de indicar
cómo el músico la compuso estando en Francia, dice:
(Veintinueve años más tarde, y tras pasar dos de... calvario intentando le
abriesen las puertas a su ópera, que había premiado la Real Academia de Bellas
Artes, Falla hubo de renunciar a tan justo anhelo abandonando toda ilusión
esperanza)
"La representación en escena, mala como siempre que se trata de una ópera española,
para las cuales se reservan los trastos viejos y fuera de servicio; el decorado regular, los
trajes desastrosos y sin carácter"4
3
RAFAEL MITJANA: Ruperto Chapí, en ¡Para música vamos! ... (Valencia-Madrid s.a.), pág. 12 .
4
Rafael Mitjana, ob. cit.., Garín, pag. 113.
"Aunque la empresa del Real debía [por contrato] estrenar una ópera española Sólo
unos cantantes de poca talla estarían resueltos a cantar la obra de un autor novel. Los
profesores de orquesta se esforzaban lo menos posible en el lucimiento, como si les
doliese que un compositor sobresaliera sobre quienes eran excelentes instrumentistas sin
pasar de ahí. La obra debería montarse precipitadamente por falta de tiempo. Las tareas
inherentes al estreno se miraban con antipatía por considerarlas de antemano
infructuosas”.5
Por lo que atañe al final extremo, basten las siguientes breves palabras que
Peña y Goñi escribió sobre el privilegiado maestro Chapí:
"De la ópera de Chapí se volvió hacia la zarzuela. Sus mayores éxitos hasta entonces
[con la ópera] le habían proporcionado honra suma; pero no bastaban para llenar las
imperiosas necesidades de la vida"6
5
José Subirá. Las cinco óperas del académico don Emilio Serrano, en Boletín de la Real Academia de San Fernando.
Separata de Academia. Segundo semestre de 1962 (Madrid, 1962), I.
6
Peña y Goñi, ob, cit., XXIX, pág. 657. Lo de honra suma aquí, así como la que más arriba figura adjudicada a
Marqués, sólo han de considerarse, claro es, y no sin ciertas reservas, con relación estricta al círculo de
españoles aficionados u oyentes de la ópera y el arte sinfónico, círculo siempre limitado, y más que en el
presente por tales tiempos, en nuestra nación.
"Durante esos diez años no funcionaron en Madrid más que estos teatros de "género
chico": Apolo, la Zarzuela [...] Eslava, Novedades, Moderno, Cómico, Recoletos, Felipe, 436
Romea, Maravillas, y Eldorado. Total, once".
7
MARCIANO ZURITA, Historia del género chico (Madrid, 1920), X, pág. 68.
8 Ver JOSÉ DELEITO PIÑUELA Origen y apogeo del género chico (Madrid. 1949). Para los tiempos de la
zarzuela grande, ver EMILIO COTARELO Y MORI, Historia de la zarzuela o sea el drama lírico en España
desde su origen a fines del siglo XIX (Madrid, 1934).
9 Ver JUAN VINIEGRA Y LASSO DE LA VEGA, en colaboración con CARMEN Y CARLOS
MARTEL VINIEGRA, Manuel de Falla y su vida íntima (San Fernando, Cádiz, 1966), cap. VII, pp. 61-62.
producción musical de signo y empeño bien distintos de los zarzuelistas; dice así: 437
"...soy de los que siempre han declarado su admiración para no pocas cosas del
género llamado zarzuela, grande o chica, que tanto tiempo ha ocupado nuestra actividad
musical. Muchas de esas obras perdurarán como timbres gloriosos del arte
español, y su gracia melódica será difícilmente sobrepujada por nuestros
compositores del presente y del porvenir”.10
"... yo afirmo que a las lecciones de Pedrell y al poderoso estímulo ejercido sobre mí
por sus obras, yo debo mi camino artístico y esta iniciación indispensable para todo
aprendiz con buena voluntad y noble intención"
10
MANUEL DE FALLA, Nuestra Música, en Música, Album-Revista Musical, nº II, Madrid, 1º de junio de
1917. Así por el tiempo en que esas frases se escriben, como por la dirección creadora en que el compositor se
mueve y es ya afamado, se comprenden bien y justifican las restricciones con que la admiración de la primera
y las elogiosas afirmaciones de la segunda son formuladas.
la "La vida breve". Años de lucha de Manuel de Falla (Madrid, 1964), que la ópera había comenzado a escribirse
antes del Concurso dicho, y cuando éste es convocado "se hallaba muy adelantada de composición (pág. 7). El
hecho nos parece extraño y muy chocante, pues que, de un lado, viene a oponerse a lo que de siempre se
creyera o tuviese por más cierto, que es lo que aquí ha quedado establecido; de otro, por la rara coincidencia de
ser precisamente, una ópera española y en un acto, como el Concurso pedía, la obra, en que, al anunciarse el mismo,
ambos autores se ocupaban. De cualquier forma que ello sea, en nada esencial afecta a lo que nosotros dejamos
expuesto.
Según arriba advierte el título que preside estas líneas, nuestra finalidad en
ellas se ciñe a identificar y señalar los elementos folklóricos que en tan relevante
obra se contienen y que en medida amplísima contribuyen a singularizarla. Tal
hacemos en los que va a seguir.
segunda aumentada de los grados segundo y cuarto de la gama, con lo que, sin duda 440
busca, aparte excepciones, acentuar aún más la individualidad de dicho tono e
intensificar la fuerza caracterizante de regionalidad que se le reconoce o asigna.13
13
Ver págs. 3 a 45 de La vie breve. Drame lyrique en 2 actes et 4 tableaux, de Carlos Femández Shaw, musique
de MANUEL DE FALLA. Editions Max Eschig, París. Es la reducción para canto y piano de que aquí nos
servimos.
441
14Claro que el eximio autor, cuando quiere, o se lo impone el sesgo que da a la composición, transforma en tal
o cual grado la motívica folklórica, ora en su línea, ora en su ritmo, ya en su condición tonal.
443
Son esos los elementos folklóricos más descollantes del "acto primero"
de La vida breve. Se acompañan, como hemos dicho, de otros que, por su entidad
menor, o hallarse más diluidos en el discurso general musical, renunciamos a
consignarlos por el espacio que su exposición requeriría.
445
Entendemos que esas breves fórmulas son variantes réplicas de las que el
compositor José Serrano pone al comienzo justo de su zarzuela andalucista La
reina mora, a cargo de la orquesta y repetidas más tarde en la partitura.
Véase en comparación - transportadas las de la zarzuela al tono de las
operísticas24.
flamenco. Algunos de sus presuntos orígenes. Por otra parte, no era ese cante de los que con facilidad pueden oírse en
los tablaos flamencos, pues no acompañándose de la guitarra, sólo ocasionalmente era ejecutado por los
cantaores, lo que todavía hoy mismo continúa sucediendo.
Respecto a la seguiriya, de más complejo carácter que el del martinete, nada simple o sencillo resulta captar su
esencia y peculiaridades técnicas, si no es dedicando a la escucha y análisis de ella bastante espacio de tiempo. Se
habían ya impreso en el siglo XIX ejemplos de seguiriyas, pero escasísimos, y deficientes de transcripción a
buen seguro. Con referencia a esto último, los que más se aproximan a la verdad son: "Playeras", en ISIDORO
HERNÁNDEZ, Flores de España (Madrid s.a.); Canto gitano, en JOSÉ INZENGA, Ecos de España (Barcelona,
s.a.) y Seguidilla jitana, en la obra, Spanish & italian folk- songs. Traslated by Alma Strettell (London, 1887).
23
Ob. Cit., págs.. 46 a 48.
24
JOSÉ SERRANO, La reina mora. Sainete lírico en un acto. Letra de los señores ÁLVAREZ QUINTERO,
447
El tema segundo, laleado ahora por el coro, nos muestra en los compases
con que principia el fundamental motivo en que se basa25.
música del Mtro...., Unión Musical Española, Editores (Madrid, 1930), pág. I [es impresión moderna, como
se observará] se estrenó el año 1903.
27
Respectivamente en M. GARCÍA MATOS, Cancionero de la provincia de Madrid, vol. II (Barcelona-
Madrid, 1952), pág. 90, n ° 469. FEDERICO OLMEDA, Cancionero popular de Burgos (Sevilla, 1903), pág.
125, n ° 4. FRANCISCO RODRÍGUEZ MARÍN, Cantos populares españoles recogidos, ordenados e
ilustrados por..., t. V (Sevilla, 1883), pág. 132.
Calle corta en Granada. Ocupa casi todo el telón la fachada lateral de una casa con
anchas ventanas abiertas, a través de las cuales se ve el patio, y en él todo el brillante 449
cuadro de una muy alegre fiesta: la fiesta con que se celebra la boda de Paco y Carmela,
en la casa de ésta y de su hermano Manuel.
450
I. HERNÁNDEZ, ob. cit., pág. 71. EDUARDO OCÓN, Cantos Españoles [edición moderna], Unión
31
451
Por lo que el compositor tenía oído del flamenco, debió juzgar que el cuerpo
de la soleá que Hemández y Ocón recogían en sus respectivas colecciones, se
mostraba como enjuto y desangelado. Tal vez por el efecto de un mal dictado del
documento, o bien de haber sido inhábilmente transcrito, en él no aparecían sino
menguados rastros de los estilísticos y ondulantes melismas que tan
característicos son del cante jondo- la soleá es especie jonda - y que tanto
contribuyen a su expresión peculiar. Incorrecto semejaba ser también el riguroso
compaseado a que la melodía era sometida. Pero, en sustancia, ella era buena, y
aprovechable para el episodio de la ópera si con tino se le corregían sus defectos 452
e inconveniencias.
A la vista están las correcciones que Falla hizo. Agregó los adecuados
melismas; con excepción de la tercera frase- ver D - , que conservó casi en su
ser, retocó las demás llegando inclusive a sustituir la segunda- C - por otra
distinta con el fin de no repetir la primera – B -; aunque respetando el compás,
cambió valores y estableció tenutos donde oportuno lo creyó, al objeto de atenuar
la rigidez rítmica y lograr que la melodía tuviese una más libre andadura, pues
que, a ese respecto, libres eran las propias del cante.
32
Ob. cit., pág. 66.
454
Asistida la danza por el coro, que vocaliza sobre la exclamación ¡Ah! y grita
vibrantes olés de entusiasmo, tres temas la informan. El primero constituye un
genial y sorprendente caso de adopción de un motivo oculto o enredado en otro
34
Pág. 79 de la obra
Por ser pieza el olé muy caracterizada y graciosa, cuanto por ser típica de
Cádiz, la patria del artista, parece que éste debió apreciarla con singular afecto, ya
que, transcurriendo los años, sin olvidarla, vuelve a hacer uso de ella en la
partitura de El sombrero de tres picos, donde, utilizada parcialmente y por entero, la
albergan no pocas páginas35. Aquí transformada en las notas de su melodía, se la
identifica sin gran dificultad36;
35 Ver GARCIA MATOS, Folklore en Falla, en “Música”, Revista Trimestral de los Conservatorios españoles,
vol. 3-4 (Madrid, 1953)
36
El original del popular olé, recogido en múltiples publicaciones, le tomamos del cancionero de Lázaro Núñez
Robres titulado La música del pueblo. Colección de cantos españoles recogidos, ordenados y arreglados para
piano por Dn… (Madrid, s.a.) [1869], pág, 49.
456
Irrumpen de nuevo los ritmos que al olé precedieron, y cuya fórmula, que
hubimos de citar, ahora damos copiándola del compositor
458
Parejamente a lo que se dijo del olé, Falla había también de sentir una gran
estimación por el zorongo dado que muchos años después lo llevó, asimismo, a
una de las obras de más relevante mérito que nos legara: la pianística Fantasía
Bética, en la que conforma el breve Intermezzo ubicado en su parte central. Como
en la ópera, el maestro no aplica del zorongo más que la copla, cuyas notas
cambian dejando intacto el ritmo. Merece la pena poner ante de los ojos del
lector esta versión para que las compare con las del ejemplo que acabamos de
ofrecer37:
37 MANUEL DE FALLA, Fantasía Bética J. & Chester Ltd. (London, 1922), págs. 14-15.
459
"Mucha gente cree que es tarea relativamente sencilla escribir una composición
alrededor de melodías folklóricas, un esfuerzo por lo menos inferior al de una
composición sobre temas originales, a causa - piensan -, que el compositor está aliviado
de una parte del trabajo: la invención de los temas.
Esta manera de pensar es completamente errónea. Manejar melodías folklóricas es una
de las tareas más difíciles; tan difícil o más que escribir una composición original. Si
caemos en la cuenta de que escoger una melodía significa estar limitado por su
peculiaridad individual, comprenderemos una parte de la dificultad. Otra dificultad
proviene del carácter especial de la melodía folklórica."38
"El estudio de las fuentes literarias de un autor, que es siempre capital para comprender
la cultura humana como un conjunto de que el poeta forma parte, no ha de servir,
cuando se trata de una obra superior, para ver lo que ésta copia y descontado de la
38En Tempo, na 14. Cit. por LEPOLDO HURTADO en Realidad de la Música (buenos Aires, 1953). Págs.
29-30 [a pie de página].
39 Disc. Cit., en RAMÓN MENÉNDEZ PIDAL, España y su historia (Madrid, 1957), vol. II, págs. 191-29.
El polo.
El medio polo (de existencia dudosa).
La caña.
La media caña y la policaña (también de existencia oscura).
Los tangos.
El zapateado.
La guajira.
El corrido.
El jarabe.
La milonga.
La vidalita.
La colombiana.
La rumba.
y otros que, por su menor relieve y trascendencia, como cantes, no cito.
Me he fijado en los tangos y en la guajira para escribir esta comunicación,
atendiendo a que su interés no sólo estriba en lo que se refiere a las relaciones
con el flamenco, sí que también a las que en gran medida tienen con nuestra
canción popular y nuestra música de arte.
No sabemos aún con certeza la fecha en que el tango llegó a España,
pero no sería aventurado, quizá, suponer que ello ocurriese,
aproximadamente, en los primeros decenios del siglo pasado. Al menos yo no
conozco hasta lo de ahora textos anteriores a dichas décadas que registren la
aquéllos se hicieron en Barcelona, dicen, según los casos: tango americano, 465
canción habanera, canción americana, habanera (poniendo ahí sobre la clave: aire de
tango) y alguno más de éstos parecido. Todos esos cantos son de igual o similar
corte, estilo y rítmica, incluso, naturalmente, el tan famoso de La paloma.
y afirma que «la música con que se cantan estos romances es un recuerdo
morisco todavía». En el año 1869 publícase ese romance en el cancionero de
Lázaro Núñez Robres con el título de El punto de La Habana, y la música que
comporta es, en efecto, la de un verdadero punto3. De añadidura, los catorce
versos que del romance figuran bajo las notas, son, palabra por palabra, sin
variación ninguna, los que, con los que les siguen, El Planeta canta y
Estébañez Calderón copia, fenómeno raro en la canción folklórica (sobre
todo en la romancesca), tan sujeta de suyo a la variación. ¿Sería, pues, la
música de ese Punto de La Habana la que, transformada a lo flamenco, entonó El
Planeta con el corrido de El Conde Sol? Lo creo difícil, pero no imposible.
Tornando a nuestro tema continuó diciendo que a lo largo de la segunda
mitad del siglo a que atendemos, por casi todo el ámbito nacional crece
enormemente la marea de popularización de los consabidos cantos cubanos,
alcanzando la misma, inclusive, a los primeros años del siglo actual. Mas
hemos de dejar bien establecido que fue escasa su resonancia en los medios
aldeanos y rurales. No accedieron a éstos, y, cuando lo hicieron, no
arraigaron con hondura en la tradición. Fue en las ciudades, ante todo, donde
se extendieron y cultivaron ampliamente.
Por docenas ven la luz los pliegos de cordel con décimas que, en
batantes casos, al pie del rótulo de cabeza indican: Para cantar los aficionados por
el punto de La Habana, Para cantar por el punto de La Habana, y así,
parecidamente, otros (se mostraron ejemplares diversos). Con tangos, por docenas
asimismo (Mostrándose diferentes hojas). Con habaneras, que en algunos pliegos
sólo son indicadas, bajo el título principal, o como único título, por el
nombre de Americana (se mostraron varios ejemplares).
3NÚÑEZ ROBRES, La música del pueblo. Colección de cantos españoles recogidos, or- denados y arreglados para piano
por Dn . ... , núm. 32, pág. 62. En el primer tomo de su Cancionero musical popular español (páginas musicales
45 y 46) y con el título Tonada del Conde Sol, Pedrell da, con variantes de música y texto, el mismo ejemplo de
Robres, anotando que él personalmente oyó el romance «de chico a un marino andaluz de la dotación de un
barco de cabotaje que atracó al llamado baixadó de Sant Roc, en Tortosa».
4
Tango de la colección España. Seis hojas de álbum; las Seis danzas españolas (todas en la línea del tango). Sous le
palmier- Danse espagnole, colec. Chants de Spagne.
5 DAVILLIERS, Viaje por España, Ediciones Castilla (Madrid, 1949), XX, pág. 466.
468
Y líneas más abajo el barón escribe:
«Otra música muy conocida en Andalucía también es el Punto de la Habana,
cuyo nombre indica su origen, y que se emplea para acompañar las décimas que se
cantan entre baile y baile de las fiestas.»6
La noticia referente al tango es inapreciable, si Davilliers en ella es
absolutamente veraz. Según creo, resulta ser la primera, hasta lo de hoy,
que nos da a conocer el tango prácticamente introducido en el flamenco, pues
era una gitana quien le danzó, y un tango, precisamente, americano. Ignoramos
cómo fueran el canto y los ritmos de él, pero bien podríase pensar que no
habían de diferir mucho de los que Yradier da en sus tangos y canciones
habaneras, que son los propios de los tangos americanos.
Apoderado ya los gitanos del tango, cultívanle y le exhiben como baile
de mujer sola en reuniones y fiestas análogas a la que en Triana presenciara
el Barón Davilliers. Acompaña la guitarra, y un cantaor, o cantaora, pespuntea
el toque entonando coplas que, sin dejar al principio de ajustarse al compás,
melódicamente comienzan a desviarse del estilo y sonoridad de los cantos
americanos. Desenvolviéndose unas en el modo mayor, otras en el menor, y aun
otras en el convencionalmente llamado andaluz, sólo en algunas del mayor
afloran giros o destellos que recuerdan la sonoridad de dichos cantos: el
tango canción se aflamenca. La guitarra, empero, no pierde mucho de vista los
ritmos de origen. Pocos años después del de 1861 nacen los cafés cantantes, y
más tarde, entre las bailaoras que en ellos actúan hay las que en el tango de
modo especial se distinguen y son llamadas tangueras; a una de ellas, en nuestro
siglo ya, por notable en el oficio se le dio por sobrenombre el apodo La
Tanguera. Sin formas fijas el baile, cada una de éstas, según mis informes,
construíalo y lo ejecutaba a su talante, sentimiento e inspiración: a lo
flamenco, en suma.
6 Idem, ídem.
Por la línea y tenor señalados fluía el cante tanguero, pero al estímulo 469
que suponían las actuaciones ya espectaculares en el tablado del café, los
cantaores enriquecían paulatinamente el repertorio musical del tango con
melodías que, más flamenquizantes o más originalmente flamencas cada día y
apoyada en la gama andaluza, prestábanse en la ejecución a un recreo y a una
expresión mayores, dando lugar a un estilo libre que, por lo común, tiende a
desajustar con el compás que regularmente marca la guitarra acompañante.
Por este cauce surge luego el tango para sólo cantar: el tango lento, sin danza,
el tango que acabó llamándose tiento y que, más libre aún de ritmo melódico
y siempre ya sujeto a la modalidad andaluza, se nos aparece revestido de un
flamenquismo de expresividad pareja, por veces, de la que a la soleá
caracterizaba. Pervivieron, sin embargo, en la guitarra acompañante los ritmos
americanos, siquiera alguno se dé en variante (exceptuándose, de ordinario el
que agrupa la corchea con puntillo-semicorchea y dos corcheas) y alternen con ellos
frases melódicas en falsetas. De todas formas, el capricho o la voluntariosa
intención de los guitarristas actuales van introduciendo en el toque nuevas
formas y caracteres rítmicos que ensombrecen o limitan la presencia de los
verdaderamente prístinos.
Y …, he ahí, en los ritmos de la guitarra que acompaña los tangos
flamencos, y en el mismo nombre tango , donde, por modo casi único,
subsisten los influjos del tango americano. Los cantes se han convertido en
estilos de espíritu y fisonomía bien ajenos a estos influjos. Veamos los
principales ritmos que, ya en su natural, ya varianteados, la guitarra hace en
los tangos flamencos:
470
7
No incluimos aquí las transcripciones de estos ejemplos, así como las de los que seguirán, ejecutados
también por cantaores, debido a que ocuparían muy largos espacios.
(Se oyen las grabaciones «El mes de los caracoles», «Tangos canasteros» y
«Aunque vengas de rodillas», «Tientos», interpretados por Antonio Mairena.)
Si con el tango flamenco ocurre lo que, junto a lo escuchado hemos
dicho, se ha de entender que al margen de él continuaron sus andanzas por
las ciudades de España, y en su mayor parte creados por los músicos
profesionales, la canción habanera o americana, o tango, y el punto de La Habana.
Ello, conservando sus peculiares ritmos en muchos casos y su particular
carácter melódico original. El nombre de la primera queda pronto al de
habanera reducido, pero el de tango perdura aplicado todavía, como en los
tiempos de Yradier, a la habanera con aire más rápido. Merece esto último
ser ejemplarizado, porque quizá algunos de los oyentes se vean sorprendidos
ante la paradoja que semeja ser lo que en sustancia implica: que la habanera, en
movimiento más vivo, se convierte en tango, y éste en habanera si se aminora
su velocidad. Me ayudo para el ejemplo de una habanera y un tango
tomados de dos zarzuelas sobrado conocidas. Oigamos unos compases de la
habanera de La Verbena de la Paloma (Se entonan los compases siguientes):
473
9
Los compositores de zarzuela usaron ambos modos, que, hasta en casos, inclusive, los alternaron, como
Chapí, por ejemplo, lo hizo en su guajira de La Revoltosa.
Por iguales razones que las que para el tango se apuntaron como 476
justificación de su acceso al flamenco, la guajira pasa a éste, y ya con tal
nombre. No se sabe por qué fechas, pero quizá pudiésemos situarlas
dentro del último decenio del siglo pasado. Hacia esa época, o poco antes,
comienzan a aparecer los pliegos de décimas con el nombre de guajiras junto
a los respectivos títulos de cabeza.
478
Hácense ahí bien evidentes las afinidades con ciertos puntos halla- bies
todavía entre los campesinos cubanos. Véase el guajiro punto que sigue y
compárense sus frases melódicas primera, segunda y última con las mismas
de la Guajira10.
10
Angeliers LEÓN, Música folklórica cubana (La Habana, 1964), pág. 63, Punto guajiro con la tonada
«Júmbula». Transcripción: María Teresa Linares.
480
1M. García Matos: Sobre algunos ritmos de nuestro folclore musical. En la Rv. Anuario Musical, vols. XV y
XVI, Barcelona, 1960 y 1961.
2 Primer ejemplo en: Béla Bartok, Melodien der rumanischen colinde, (Wien, 1935), p.80, n.99 b,- Seg. ej:
Giobanu y V.D. Nicolescu, 200 cintece si doine, (Bucaresti, 1962),, p. 147,nª 147.
3 Olmeda, Ob.cit., p. 141,no I y p. 164, nº l3
4 Raouf Yekta Bey. La musique turque, Encyclopedie Lavignac, Premiére Partie, vol. 5, p.3029.
Sin poseer aún una mayor documentación que entonces, podemos, sin
embargo, creer ya casi sin vacilaciones en esa relación histórica, quedando por
precisar sus alcances y límites y el cómo y los modos de originarse, cosas
ambas que, la prosecución del estudio y una mayor extensión del mismo con
seguridad nos lo han de aclarar.
5 La primera en: Emilio Medina, Método de Guitarra Flamenca, 2ª edición, (Buenos Aires, 1958), p. 92. La
segunda recogida por mí.
6 Ob. Cit., p, 3033.
7 M. García Matos: Lírica Popular de la Alta Extremadura, Madrid, 1944, p. 106., nº 112.
Escribe Azkue estos dos cantos y otros más, similares, que recoge, 483
poniendo la línea divisoria a continuación del primer pie binario,
interpretando la combinación rítmica como 2+3+2, lo que, sin duda, es
equivocado; el ejemplo precedente en 7x4 lo escribió, no obstante, como aquí
aparece, es decir, igual a como nosotros hemos corregido los aludidos cantos
últimos, trasladando las líneas divisorias donde creemos es su verdadero sitio.
Complementariamente hacemos notar que en el Este meridional europeo
el ritmo que nos ocupa vive, por lo menos, entre los búlgaros, aunque en aire
más movido.8
Variados son los paralelos que podemos señalar en la medida de ocho
tiempos, de los que manifestaremos tres principales; bajo la fórmula que en
los ritmos hindúes figura con el nombre de matha mudrita9. Se ofrece el
siguiente romance que hubimos de recoger en la provincia de León.10
La también fórmula hindú de nombre jayamangala11 vive igualmente al
occidente de España. Con dos cantos la representamos: el primero religioso-
procesional de la provincia de Zamora; el segundo, otro romance de la de
León.12 Es ya de tempo más vivo el tercero de los ritmos indicados, y
pertenece a la danza.
En el folclore dancístico de Bulgaria figura ese ritmo; véase en la
siguiente melodía instrumental que sólo de modo fragmentario reprodujimos
en nuestro artículo al principio citado.13
La danza instrumental hispánica de la provincia de Segovia que con el
nombre de entradilla incluimos también en el mismo artículo, se desenvuelve
dentro del ritmo tal y tiene la forma de un largo rondó.14
En la medida de 10 x 16, peculiar de distintos bailes populares de España
y que se confunde fácilmente, dividiéndola, con compases quinarios, llegamos
a encontrar un interesante ejemplo de paralelo. Nos ofrece Djoudjeff en su
8 Stoyan Djoudjeff: Rythme et mesure dans la musique populaire bulgare, (París, 1931), Chap. XX, p.300.
9 Gosset, Ob. cit., p.302.
10 Archivos del Instituto Español de Musicología (Barcelona).
11 Grosset, Ob. cit., p. 302
12 Archivos del Inst. Espa. de Music., (Barcelona) Ambas canciones fueron también recogidas por nosotros.
13 Djoudjeff, Ob. Cit., Chap. XII, p.49.
14 Anuario Musical, vol XVI, p. 49.
citada obra el siguiente tema instrumental búlgaro de aire vivo y que establece 484
un 5x16, pero cuyo compás verdadero nosotros creemos debe ser el de que
nos ocupamos y que se obtiene suprimiendo en el tema las líneas divisorias
que van tras los compases 1°, 3°, 5° y 7º.15
Entre las muchas melodías del baile de la rueda que en su Cancionero de
la provincia de Burgos recogió Olmeda, anotándolas en 5x8, se encuentra la
que seguidamente copiamos corrigiendo la grafía. Aquí tanto el ritmo como
parcialmente la melodía corren parejas con los de la pieza búlgara, hecho muy
importante para la valoración de los paralelismos que venimos mostrando.16
En el centro de España y en algunos otras zonas del norte y el oeste, le
vemos acogido por cantos de diversas funciones: narrativas, epitalámicas, de
cuna, religiosas ... Las dos muestras que de ello damos seguidamente son, en
primer lugar una canción de cuna vasco-navarra17 y un canto de boda
castellano.18
crítica por Marius Scheneider y José Romeu Figueras, vol. II, (Madrid-Barcelona, 1952), p. 69, nº431.
19 Canc. pop. de la prov. De Madrid., Vol. I p, 48, n. 103.
20 Joany Grosset: Inde, Histoire de la musique depuis l' origine jusqua'a nos jours. Encyclopèdie Lavignac,
486
Con la mayor facilidad, sin embargo, y hasta nuestros días, han sido emitidas
abundantes teorías e hipótesis en determinación de dichos orígenes, mas, como
por desgracia no fueron fundadas en los adecuados y rigurosos análisis que tal
investigación requiere, dejando, por lo tanto, de acompañarse de las inexcusables
pruebas eficientes y los necesarios apoyos históricos de corroboración, resultan
carentes de verdadero valor científico y vigor suasorio, aunque provengan en
casos, como así es, de tan ilustres personalidades del arte musical y que tan de
cerca trataron el folklore musical hispánico como Felipe Pedrell y Manuel de Falla.
Por los estudios que en campo del folklore musical llevo realizados, entre los
que no son escasos los que verifiqué en el que el arte flamenco se refiere, poseo
cierto caudal de experiencias y conocimientos sobre la materia, de los cuales
selecciono aquéllos que, en relación con la finalidad metodológica a que atiende esta
ponencia, quiero exponer aquí de la manera más breve posible.
Ejemplos varios que confirman lo que digo podría ofrecer, pero a fin de no
dejar de ser breve presentará sólo uno o dos.
Por esas palabras se nos da a saber lo que los gitanos – no de quieto entonces
en ningún sitio, sino errantes de continuo por las regiones de España – cantaban a
comienzos del siglo XVII: genuinas canciones populares españolas sin parentesco
alguno con el cante flamenco.
En la misma novela vese bailar a las gitanas. Sus bailes igualmente desemejan
de lo que hacen los gitanos de hoy y que se dicen flamencos también.
¿Podría dudarse del valor que estos datos poseen para ayudarnos en la
operación de averiguar lo que de positivo haya en el presunto origen gitano del
fenómeno artístico flamenco?
1 Miguel DE CERVANTES SAAVEDRA, La gitanilla, en Obras completas, M. Aguilar, Ed . (Madrid, s. a.), pág . 1022 .
489
Por un sevillano Riñen dos amantes;
Rufo a lo valón Hácese la paz;
Tengo socarrado Si el enojo es grande
Todo el corazón Es el gusto más .
Detente, enojado,
No me azotes más;
Que si bien lo miras,
A tus carnes das2
a cuyo ejemplo añadí luego el siguiente, que, bajo el nombre de Canto gitano, se
recoge en un cancionero musical folklórico del año 1874:
Permita la Virgen
2 Id., id., Rinconete y cortadillo, Obras Completas, pág. 1104.
3 El cancionero citado es el de José Inzenga, Ecos de España. Colección de cantos y bailes populares recopilados por ...
(Barcelona, s. a. [1874]), pág. 24.
En un prao verde
Tendí mi pañuelo;
Como salieron, mare, tres rositas
Como tres luseros5
Advertiré ahora que los datos recolectados en las fuentes literarias y otras de
pareja índole, no deben ser aceptados automáticamente para su aprovechamiento
en la investigación sin antes, conforme a buen método, haberlos examinado y
pesado respecto de la verosimilitud y buena lógica que entrañe su contenido, mas la
autoridad de quien los cita o transcribe, procurándose, de añadidura y sobre todo,
tratar de ver hasta donde posible sea si dichos datos se repiten o corroboran en
otras fuentes o en otros conductos. Los que yo expongo aquí han pasado por esos
trámites.
La literatura teatral es venero más fértil, quizás, que el de la novela tocante a
materiales folklóricos. Ocioso es decir que nuestro teatro es en gran parte cual
límpido y magno espejo donde la vida, costumbres y sentires del pueblo español se
reflejan con la sinceridad más vehemente y pura. Documentos e informes muy
útiles a nuestro objeto puédese allegar inspeccionando determinados géneros del
teatro hispánico. Ceñida- mente daré adecuada ejemplificación de lo que afirmo.
Es en las producciones líricas y en las que de algún modo se interfiere el canto,
4
DEMÓFILO, Colección de cantes flamencos recogidos y anotados por .. . (Sevilla, 1881), pág. 107.
5
Id., Id., Ob. cit., págs. 12 y 117.
o bien el baile, donde con mayor facilidad puede darse con la clase de datos que 492
nos importan; desde las viejas comedietas y representaciones breves de vario
orden hasta la zarzuela, que llega a nuestro presente.
(Estribillo)
6
Emilio COTARELO Y MORI, Colección de entremeses, loas , bailes, jácaras y mojigangas
desde fines del siglo.XVI a mediados del xvm, Nueva Biblioteca de Autores
Españoles, 17, Tomo I, vol. I (Madrid, 1911), pág. 289.
493
Y tenemos diversos ejemplos de polos, ya con su música, en tonadillas escénicas
de la segunda mitad del mencionado siglo. No poseen, cosa significativa, carácter
flamenco, como tampoco lo tienen los ejemplos que, con el nombre o indicación
de seguidillas jitanas y los de cantos o canciones jitanas, figuran asimismo en tonadillas
de tal época y posteriores. De la caña hay cierto indicio también - el más viejo que
conozco - en una de tales piezas del siglo dicho.
Polos y cañas siguen siendo en piececillas líricas teatrales y zarzuelillas del siglo
XIX, y presentando ya fisonomías más flamenquizadas. Evóquense los polos de
Manuel García, que, integrados en sendas zarzuelas breves u operetas de su pluma,
estrenadas en los primeros años del siglo, se hicieron famosísimos y se publicaron
reiteradamente. Y polos continúan apareciendo en las posteriores zarzuelas grandes
o chicas. Las bailarinas boleras los danzaban, además, casi a diario, sea dicho entre
paréntesis.
Claro es que otras especies, como fandangos, malagueñas, zorongos, soleares, etc.,
hállanse también en la clase de obras que nos ocupa, pero no podemos llevar tan
lejos las citas. Sí quiero mencionar unos casos más en gracia del interés que
revisten. Véase lo que alberga la introducción de la zarzuelilla que con el nombre de
El tío Caniyitas estrenó el maestro Mariano Soriano Fuertes en el teatro de San
Fernando, de Sevilla, el año 1849. La introductiva escena se desarrolla en la plaza de
San Juan de Dios, de Cádiz. Los vendedores que hay en la plaza pregonan sus
mercancías; los pregones, que son entonados, dicen según el orden con que los
expongo:
Del mismo Soriano Fuertes se había estrenado en Madrid, seis años antes
, otra pequeña zarzuela que incluso superó en éxito a la de El tío Caniyitas;
titulábase Jeroma la castañera. Tal fue el éxito, que la principal canción de ella se
estampó no sé cuántas veces en coplas de ciego que se difundieron por toda la
Península. Véase un ejemplar editado en Barcelona. (Figura l) Su primera
estrofa es cantar que incorporaron caracoles o romeras algunos cantaores;
nuestro admirado y querido amigo Pepe el de la Matrona, a quien hace ya
unos veinte años le grabé una versión de caracoles, que conservo, incluye en la
misma tal cantar. Dice el texto de la copla, como se comprobará en dicha
figura 1:
7
Mariano SORIANO FUERTES, El tío Caniyitas, Antonio Romero , Editor (Madrid, s.a.)
495
8
Digamos ahora que la copla aludida preséntase manuscrita en hoja suelta entremetida en uno de los cuatro
libretos -manuscritos asimismo-que la Biblioteca guarda.
Mas ingleses y no pocos franceses, con algún que otro autor de distinta
nacionalidad, dan a luz similares libros en el siglo siguiente, de los que algunos
son bien conocidos. El que más noticias encierra sobre nuestro objeto es el
9
Sin perder de vista la edición original (Londres, 1779), citaremos en castellano por la traducción francesa,
cuyo título es: Voyage de Henri Swinburne en Espagne, en 1775, et 1776, Traduit de l'anglois, (París, M .
DCC.LXXXVII).
10 Ob. cit. pág. 293.
11 Ob. cit. pág. 295.
famoso titulado Viaje por España, del barón Charles de Davilliers, viaje que 498
éste hizo, acompañado por el gran dibujante Gustavo Doré, en el año 1862.
Altamente curiosos son los múltiples datos que, referentes a canciones y bailes
andaluces y gitanos se contienen en tal obra. Imposible es ahora enumerarlos.
Sólo diré que, de la consideración y ponderación adecuadas de algunos de
ellos habrán de deducirse consecuencia de valor cierto. Veamos uno:
12 Barón Charles DAVILLIERS, Viaje por España, Ediciones Castilla (Madrid, 1949), XX, pág. 461.
13
Ob . cit., XX, págs. 462 y ss.
España, pruébalo el hecho de que, al hablar de Cádiz dice de los marineros 499
andaluces, y en especial del de la blanca ciudad: « ... como éstos - alude a los
gondoleros de Venecia y al barcaionolo de Nápoles -, tienen también sus
barcarolas, que en Andalucía se llaman playeras y van acompañadas de guitarra
o de bandurria . Una de las playeras más bonitas que conozcamos es la Canción
divertida del curriyo marinero»14. Vese en este título un típico título de pliego de
cordel, y que para consignarlo así ha habido que tener a la vista algún ejemplar
del pliego que lo porta. Yo le poseo, aunque, como de edición más reciente
que es, dicho título aparece ya en el levemente modificado; contémplese en la
figura 3.
«La canción popular está tan íntimamente unida al baile en España, que
me permitiréis que os diga igualmente, unas palabras respecto a éste. Ningún
otro pueblo tiene más bailes. Desgraciadamente el origen de la soleá, del cumbé,
de la gallarda, de la chacona, de la zácara (por jácara), del canario, se pierde en la
oscuridad de los tiempos, y no solamente no son bailados por nadie, sino que
dudo que se encuentre alguien capaz de decirnos en qué consistían»1516.
14
Ob. cit. , XVI, pág . 341.
15
Carlos DEMBOWSKI, Dos años en España y Portugal durante la guerra civil . (1838-1840, Colección
Universal, Espasa Calpe (Madrid, 1931). Tomo II, pág. 58.
16 Charles DEMBOWSKI, Deux ans en Espagne et en Portugal pendant la guerre civile 1838-1840. Par le
Baron … (París, 1841), pág. 225.
y como que, aparte del desconocimiento indicado , esa efe difiere apenas y
hasta el pasado siglo, en la escritura y el impreso, de una de las dos formas
que la ese tenía:
501
502
la palabra folía fue interpretada por el traductor como errata de imprenta de 503
soleá, nombre que para él resultaba más conocido:
y de esa forma corregida la estampó, con lo que una vez más confirmase
aquello de traduttore traditore. Se ha de añadir, por lo demás, que las palabras
de Dembowski no son enteramente de ese autor, sino que, en sustancia y con
poca diferencia, las transcribió, aunque él no nos lo advierta, del conocido
primer libro de seguidillas, tiranas y polos de Don Preciso.
datos y tradiciones pueden llegar a conocer atinentes a la historia del mismo, 504
a sus orígenes, a sus formas, a las evoluciones de sus especies, a los
cantadores bailadores y guitarristas, famosos o no... , etc. Pero, hágase
siempre rigurosísima crítica de los informes que de tales encuestas se
obtienen, críbense bien, pues que, por variadas razones, son muchos los
casos en que aparecen mezclados con falsos detalles o con notaciones,
cuando no son inveraces del todo.
17
Se hicieron oír en la Reunión en que se leyó este trabajo, cosa que hízose, igualmente, en los ejemplos
musicales que a estos van a segur.
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EJEMPLOS MUSICALES
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EJEMPLOS MUSICALES
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EJEMPLOS MUSICALES
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Pone Soriano Fuertes al frente de esa canción el nombre de caña. Y es
más que curioso el hecho de que, con escasas variantes y letra distinta, se
recoge también, pero con la denominación, a toda luces inexacta, de Antigua
Malagueña en un cancionero que, editado en París hacia el penúltimo decenio
del siglo pasado, si no poco antes, lleva este largo título: Chansons Spagnoles
(Melodías Españolas). Chantées par Mr. le Marquis D'alta-Villa (Según las canta
el marqués de Alta -Villa). Este buen marqués, don Ramiro de la Puente y
González Nandín, era sevillano. Fue en París durante siete años secretario
particular de la destronada reina Isabel II, y más tarde su mayordomo.
Estudió allí el canto, siendo una de sus profesoras la Gabriela Ferrari, que
figura en la portada del libro como la que puso los acompañamientos
pianísticos a los cantos típicos españoles que el marqués le dictó
entonándoselos y con los que formaron el cancionero dicho donde se halla la
mal nombrada Antigua Malagueña.
Todavía he de añadir que tenemos identificado el original tema
folklórico de una soleá muy sabida o conocida y los de otros cantos que por
hoy no diré. El de la soleá lo encontré y grabé como canción de cuna en
pueblos del noroeste de la provincia de Zamora, y como de esquilar las ovejas
en cierto pueblecillo de la Extremadura alta. Con témplese la soleá en
comparación con la tonada de cuna zamorana:
509
510
22. ACERCA DEL RITMO DE LA SEGUIRIYA.
511
Y lo que extraña y choca sobremanera es que entre los autores de
semejantes interpretaciones metricorrítmicas de la seguiriya figuran
algunos de quienes, por su gran saber musical y por los íntimos contactos
que tuvieron con el folklore, no cabría imaginar se equivocasen. Así,
verbigracia, el maestro Pedrell es uno de los que a la estampa dieron la
especie con compás de 3 x 41 El ilustre compositor Turina la escribió en el
de 3 x 82, y el experto y avisado folklorista Torner, en sus artículos ya sabidos
sobre ritmos, y que citaremos de nuevo, la acomodó en el compás mixto de
3x8+3x8+3x4, según a continuación se ve y diciendo lo que a seguida
copiamos:
«He dejado este cante para lo último como más difícil por su
medida. Es un compás tan extraño para el que no está acostumbrado a
1Felipe PEDRELL, Canciones Arabescas, I/ Seguidillas gitanas, Orfeo Tracio, s.a. (Madrid, s.a.)
2Joaquín Turina, Danses Gitanes, s.a. Serie, 5 Seguiriya, Rouart, Lerolle & Cíe. Editions Salabert,
París
oírlo mucho, que seguramente le costaría gran trabajo medirlo bien al 512
que por primera vez lo intente... Hasta hoy el compás de éstas creo
que estaba por determinar, y confieso ingenuamente que para hacerlo
como lo hago me ha costado bastante trabajo». Transcribe Marín las
seguiriyas empleando los compases de dos por cuatro y compasillo, pero
con resultado desastroso para el sentimiento rítmico. En apoyo de mi
transcripción recomiendo al lector oiga el disco de gramófono
182.561 b. de «Odeon», en el que se hallan impresas unas seguiriyas
cantadas por la famosa Niña de los Peines 3.
514
y la transcripción de seguirilla de Torner:
4
Empero de cuanto hemos consignado no queremos dejar de decir que ha habido quien, como nosotros ,
vio a la perfección el justo compás de la flamenca seguiriya, llegando incluso a declararlo públicamente,
declaración en la que, por desdicha, nadie hubo de reparar. Se trata no ya de un músico o folklorista, sino
simplemente de un fervoroso aficionado del arte flamenco, recientemente fallecido, que, aun poseyendo
saber un tanto amplio del solfeo, no se tenía por capaz para la transcripción. Llamado Eloy Muñoz Martí,
conocímosle nosotros. A poco de conocerle, cuestionando con él un día sobre dicho arte, nos preguntó
cómo entendíamos el compás de la seguiriya. Le dimos nuestra opinión, y, con ingenua sorpresa, nos dijo:
«Está usted en lo firme; ésa es también la mía, muy contraria, como usted debe saber, a la que tuvieron
todos los que pusieron la seguiriya en música.» Fuimos nosotros entonces los sorprendidos. Días más
tarde nos enviaba el recorte de un muy atrasado número del diario madrileño «Pueblo» - fecha 2 de octubre
de 1948 - en el que, bajo el título de ¡Ay!... ¡Ay! Lernia, le, le... , se recoge una entrevista con él celebrada por
el reportero T. Y., y de la que nosotros no teníamos la menor noticia, cuyas finales palabras dicen lo que
sigue:
«-Y a todo esto, ¿adónde está tu duende?
- En la música. Al interpretar los compositores la música de las seguiriyas, todos fallaban. Donde se ve una
reminiscencia de la música de las seguiriyas es en El amor brujo, de Falla, en cuya parte «la escena» existe un
compás de siete por ocho.
- Pero tu descubrimiento...
- Pues está en que el compás de la seguiriya gitana es un compás de amalgama, o sea una mezcla de dos
compases - uno de tres por ocho y otro de dos por cuatro- que van alternándose.
- Muchas gracias, Eloy Muñoz Martí.»
5
Emantel CUCKOV, Contenu idéologique et procés rythmique de la danse populaire macédonienne, en Journal of the
international Folk Music Council, vol. IV (London, 1952), pág. 41. - Stoyan DJOUDJEFF, Rythme et mesure
dans la musique populaire bulgare (París, 1931), ehap. X Raouf YEKTA BEY, Turquie. La musique turque
en Encyclopédie Lavignac, Prem. Part., vol. 5, pág. 3036. -Joanny GROSSET, Inde. Histoire de la musique depuis
l'origine jusqu'a nos jours, en Encyclopédie Lavignac, Prem. Part., vol. l, pág. 302.
6
DJOUDJEFF, ob . cit., pág. 172.
7
DJOUDJEFF, ob . cit., pág. 174.
8 DJOUDJEFF, ob . cit., pág. 173 . – ZIVKO FIRKOF, Les caracteres métriques dans la musique populaire
macedonnienne, en Journal of the International Folk Music Council. Vol. IV (London, 1952), pág. 51.
9
DJOUDJEFF, ob . cit., pág. 174.
10
Z. FIRFOV, ob. cit., pág. 52.-DJOUDEFF, ob. cit., págs. 216, 225-26,312 , 232-33. - R. YEKTA BEY,
ob. cit., págs. 304-49. - J. GROSSET, ob. cit., págs. 301-2.-Alain DANIE- LOU, Nomth lndian Music
(London -Calcuta, 1949), págs. 93-96.
11
J. GROSSET, ob. cit., págs. 304.
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EJEMPLOS MUSICALES
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EJEMPLOS MUSICALES
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EJEMPLOS MUSICALES
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23. NOTAS SOBRE LAS FUENTES FOLCLÓRICAS EN EL
"CAPRICHO ESPAÑOL" DE RIMSKY-KORSAKOV
ANTECEDENTES: 521
Durante la centuria decimonónica, la música popular española fue un
poderoso imán para los compositores rusos.
Rimsky-Korsakov contaba un año de edad, cuando Mijail Glinka visita
España por primera vez a principios de junio de 1845, con el propósito de oír,
estudiar y anotar las melodías populares españolas, para captar su espíritu y
trasladarlo a sus composiciones: Jota aragonesa, Recuerdo de una noche de verano en
Madrid.
Calvocoressi declaraba al hablar de su obra: “es curioso advertir que se
debe a un ruso el pensamiento de utilizar artísticamente variados timbres,
ritmos y melopeas del suelo español, y Glinka estaba especialmente preparado
para efectuarlo, sin duda, por el atractivo que la música oriental ejercía sobre
él...” No hay que olvidar, que en bastantes óperas italianas (Rossini,
Mercadante, Verdi) se encuentran elementos populares españoles, como
afirmaba en 1866, Camps y Soler en la Gaceta Musical de Madrid1.
En su itinerario español, Glinka, acuciado por un solo objetivo, anotará
cuidadosamente todo lo que veía y oía en las diferentes ciudades en las que
transcurre su estancia: Valladolid, Madrid, Murcia, Granada. La motivación
que le guiaba no era tanto la de acopiar el material compositivo para sus obras,
como la de reunir el más rico y completo repertorio de canciones procedentes
de un folclore musical lleno de exotismo, al que su sensibilidad se encontraba
vinculada por algo en común.
Confeccionó un Álbum español y un pequeño Cuaderno de canciones
españolas, en donde anotó hasta diecisiete melodías de diferentes estilos:
seguidillas, boleras, jotas, etc. la Colasa, Llas habas verdes, jota de Asturias,
seguidillas manchegas, son algunos de los títulos2.
1 SUBlRÁ PUIG, José: Historia de la Música Española e Hispanoamericana. Salvat Editores, S.A.
Barcelona, 1953. Pág., 888.
2 ÁLVAREZ CAÑIBANO, Antonio: El viaje de Glinka por España. Relaciones Musicales entre España y
Uno de los aspectos más sugestivos de su viaje por España y que mayor 522
huella le dejaría fue su estancia en Granada, en donde quedó fascinado por la
música andaluza y por el flamenco. En esa ciudad bebió la esencia popular
directamente de labios de los gitanos y de otros personajes como el guitarrista
“el Murciano”; en las zambras en donde se bailaba, cantaba y tocaba la
guitarra, instrumento que Glinka intentó aprender.3 Numerosos informantes,
generalmente de estratos sociales muy bajos, le aportaban noticias y datos: “...
para alcanzar mis objetivos recurro a arrieros, a artesanos y a la gente sencilla,
para prestar oídos con mucha atención a sus melodías...” escribía a su madre
en una carta. (13 de diciembre, 1845).
El viaje del compositor ruso por España hay que contemplarlo en el
contexto romántico del siglo XIX. Visitó nuestro país, al igual que lo hicieran
otros escritores y artistas; pero el impacto que en la música rusa va a tener
dicho viaje a través de sus composiciones y las de su discípulo Alexander
Dargomijsky (1830-1869) sería decisivo, ya que iba a marcar el comienzo de su
renovación, y el nacimiento del nacionalismo musical, dejando abonado el
terreno para la creación del Grupo de Los Cinco.
Todos los integrantes de este grupo, en mayor o menor medida,
tomaron del folclore nacional las suntuosas armonías orientales, los ritmos, o
las cadencias de los cantos populares, y los adaptaron a sus creaciones. La
mayoría recorrió los pueblos y las aldeas más apartadas recogiendo repertorios
de canciones: Balakiref en 1862, recopila una interesante Colección de cantos
rusos: de sirgadores, de amor, de ronda, que posteriormente armonizaría
orquestándolos. Una de sus primeras obras importantes es la Serenata Española,
sobre los temas que Glinka le había brindado, recopilados en su viaje por
España.4 Bien es verdad, que el nacionalismo y el grupo de Los Cinco, no hizo
más que reactivar lo que estaba latente en la música rusa desde el siglo XVIII.
Ya entonces se habían publicado cancioneros populares corno la Colección de
Cantos cosacas, de Danilo Kirscha.
523
RIMSKY-KORSAKOV Y LA MÚSICA FOLCLÓRICA
Rimsky-Korsakov, el más joven y fecundo del grupo de Los Cinco,
vivió inmerso desde su más tierna edad, en la música tradicional de la
provincia Nijni-Novgorod, junto al río Volga, en donde había nacido. Allí, era
frecuente oír las melodías de la liturgia ortodoxa en los cercanos monasterios,
y las canciones folclóricas que le entonaba su niñera- igual que a Manuel de
Falla le cantaba La Morilla-.
Esas primeras impresiones le acompañarían a lo largo de toda su vida.
Así lo expresa en sus memorias “... durante la temporada 1875-76 tuve que
llevar a buen fin una cosa totalmente nueva para mí (...) empecé a sentir gran
interés hacia las canciones populares rusas. Examiné todas las recopilaciones
existentes que entonces conocía poco, a excepción de la maravillosa colección
de Balakiref. Se me ocurrió la idea de que tal vez yo también sería capaz de
efectuar un compendio...”5
Poco tiempo después de esta primera colección, obtenida a través de un
cantante, Filipov, archivo viviente de la música tradicional que Balakiref le
había proporcionado, el compositor ruso hace su propia recopilación de
melodías populares: Cantos Nacionales Rusos, recopilados por A.R. Korsakov,
Op.24.
Comenta en sus memorias refiriéndose a esa colección… “en primer
lugar introduje en ella todo cuanto encontré de valor en los antiguos
compendios de Pratch y Stakhovitch, que constituían una rareza bibliográfica
(...) luego incluí en mi recopilación todas las canciones que me habían cantado
mi tío y mi madre, quienes en 1810 y 1820 las habían oído en las regiones de
Novgorod y de Orel (...) anoté después las canciones de nuestra criada que
había nacido en una región muy alejada de la capital.
Prescindí concienzudamente de todo lo que me pareció poseer escasa
calidad y sospechosa autenticidad....”
5
RIMSKY KORSAKOV, Nicolái: Diario de mi vida musical. J.Janes. Edit. Barcelona, 1947. Pág,
132.
“... en casa de Borodin, trabajé con ahínco para transcribir una canción de 524
boda de un ritmo extremadamente caprichoso: El repique de campanas,
cantada por una criada oriunda de las regiones del Volga (...). Ordené las
canciones por géneros; primero las de gesta, luego las canciones lentas y
las danzas, después las canciones de juegos y rituales, en el orden del
ciclo de la adoración pagana al sol y de las fiestas correspondientes,
fiestas que todavía se celebran hoy en ciertos lugares...”6
campesinos en sus fiestas populares, allí se saturaban del color y el tipismo 525
que es el alma de la música nacional rusa; anota en su diario.
En Francia, país con el que Rusia tuvo frecuentes relaciones, no sólo por
que estuviera bien visto por la aristocracia hablar su idioma, sino por otras
muchas razones, se editaron durante la centuria bastantes cancioneros, que
con toda probabilidad fueron exportados a Rusia y conocidos por Korsakov.
De los que se publicaron en el vecino país, merecen destacarse:” Echos d'
Espagne- Chansons danses populaires. Recuilles transcrites par P. Lacome et J. Puig
y Absubide. Paris, Durand. 1886; este cancionero contenía treinta y ocho temas
recogidos del folclore tradicional de España: seguidillas, tiranas, manchegas, el
zorongo, rondeña, el polo, la cachucha, malagueña, jota aragonesa, etc. En el
preámbulo se hacía un estudio de la música popular en general y de los aires y
costumbres locales.
Otras colecciones, de las muchas que circulaban llevan por título: Caprichos
Líricos Españoles. Palabras de don Francisco de Quevedo... música de Manuel García
(París, 1830). Collection des meilleurs Airs Nationaux Espagnols: Boleras et Tiranas, en
1812-1816, de Narciso Paz, etcétera.
Respecto al cancionero que interesa a nuestro estudio: Ecos de España,
Colección de cantos y bailes populares recopilados... por José Inzenga, (Barcelona,
1874), de la que Korsakov sacó los motivos musicales para su Capricho Español,
no sabemos con exactitud si fue publicado en Francia. Conocemos, en
cambio, otra colección de Inzenga que vio la luz en aquel país: Cantos y bailes
populares de España. Galicia, Valencia, Murcia. Madrid, Barcelona, Valencia,
Murcia, París, 1888. (97 rue Charonne).
De no haber consultado la edición francesa, posiblemente el músico ruso
revisaría la edición española, ya que no era la primera vez que tenía a mano
9
NONELL, Carmen: Ob. Cit.
10
LNZENGA, José: Cantos y bailes populares de España. Unión Española. Madrid, 1888. Pág.
XX.
Canto popular de Pontevedra, Canto del país de la Ulla. Valencia: Albaá, El 527
chiste.
528
EL CAPRICHO ESPAÑOL
Korsakov escribe el Capricho en el año 1887 en su casa de campo del
distrito de Luga. En su diario anota lo siguiente: " a principios del verano de
1887 escribí el Capricho Español, utilizando los esbozos que hice para la fantasía
de estilo virtuoso para violín, sobre temas españoles que tenía en proyecto; yo
esperaba que El Capricho destacaría por el colorido orquestal y huelga decir
que no me equivoqué (...), ejecutaron mi Capricho Español (... ) en el primer
ensayo la orquesta entera me aplaudió frenéticamente en cuanto acabó de
tocar la primera parte. Idénticos aplausos acompañaron los demás fragmentos.
Cuando se estrenó en el concierto, El Capricho fue interpretado con una
perfección y un brío que jamás se reprodujeron.
…los críticos y los espectadores opinaron que El Capricho no era más que un
trozo brillante notablemente orquestado, esto es falso. El Capricho es una obra
para orquesta; los cambios de timbre, el feliz escogimiento de dibujos
melódicos y de las figuraciones, corresponde a cada instrumento; las reducidas
cadencias de virtuosismo para instrumentos solistas, el ritmo de la batería, etc.
constituyen la mismísima esencia de la obra, y no su “vestidura”.
Contrariamente a las anteriores afirmaciones el músico continúa diciendo: “...
por lo general El Capricho, es sin duda alguna, una rareza puramente
superficial, pero viva y brillante. No estuve tan afortunado al componer la
tercera parte- Alborada en si bemol mayor- en la cual, el metal ahoga un poco
los dibujos melódicos de la madera, lo que desde luego se puede subsanar si el
director de orquesta presta atención a ello, y si modera las indicaciones
respecto a la intensidad en el metal…”11
Con el Capricho Español, Korsakov obtiene uno de los mayores éxitos en
su faceta de sinfonista. Lo estrenó, según dice la partitura, la orquesta de la
Opera Rusa Imperial de San Petersburgo el 31 de octubre del año 1887.
Su estructura es como sigue:
III.- ALBORADA (el mismo tiempo primero, con otro tono y alguna 529
variante)
IV.- SCENA E CANTO GITANO (alegretto)
V.- FANDANGO ASTURIANO (termina con el tono primero)
especie de saludo que consiste en aproximarse a la pareja y dar una vuelta 531
girando los pies. Al final de cada baile se maquila, o sea se da una vuelta como
la anterior.
CONCLUSIÓN
España fue un referente a lo largo de todo el siglo XIX, y tanto lo
español como la música popular fueron fundamento y objeto de inspiración
de innumerables compositores del momento: Deodat de Séverac (1873-1921),
Gustave Samezevich (1874), Charles de Tournemire (1870-1939), Raúl
Laparra (1876-1943), Georges Bizet (1838-1875), por citar algunos. No
obstante, ya en el siglo anterior la música andaluza había servido de base a
Scarlatti, a Boccherini y al mismo Padre Soler, para escribir sus páginas más
logradas.
No debe extrañar, pues, que la generación siguiente viera en los
acordes, armonías y ritmos de la música folclórica española, una fuente en la
que inspirarse. Así, Rimsky Korsakov no hizo más que continuar la tradición
que le venía marcada, primero por Glinka, quien le suministró abundantes
materiales obtenidos en sus viajes españoles y, después, por la corriente
imperante en la mayor parte de Europa en el siglo XIX que impulsaba a los
compositores a revisar el patrimonio de la música tradicional, para encontrar
la materia prima con la que cimentar sus propios nacionalismos.
532
MANUEL GARCÍA MATOS (1912-1974)
IN MEMORIAM
por Miguel Querol Gavaldá
Barcelona 1976.
Matos, como le llamábamos los amigos, para abreviar, colaboró con nuestro Instituto
desde los albores de su creación, realizando numerosas misiones cancionísticas por encargo de
dicho Instituto, en las que recogió miles de documentos, tanto en lo que atañe a las canciones
populares como al entorno social y tradicional en que éstas se cantan o bailan.
Al lado de sus méritos como investigador no podemos silenciar sus cualidades como
hombre: su laboriosidad y espíritu de sacrificio en la búsqueda de los documentos, su lealtad
para con los amigos que puede presentarse como modélica, su sólida fe cristiana, bendiciendo
Artículos y aportaciones breves de Manuel García Matos
Recopilación y selección. Carmen García-Matos Alonso
Digitalización, introducción y edición. Pilar Barrios Manzano.
Manuel García Matos. In memoriam (1912-1974). Miguel Querol Gavaldá
siempre la mesa y dando gracias a Dios por todo, su tremenda repulsión a todo cuanto olía a 533
hipocresía, su franqueza y sinceridad en todos sus actos y conversaciones, aun a costa de sus
intereses.
En los últimos años llevaba una vida muy retirada en su domicilio, rehusando frecuentes
solicitaciones y colaboraciones, para entregarse el mayor tiempo posible y con la mayor
intensidad a las investigaciones musicales. Tanto en homenaje al llorado amigo como en interés
de los musicólogos, ponemos a continuación una síntesis de su biografía así como de sus
trabajos.
Manuel García Matos nació en Plasencia (Cáceres) el día 4 de enero de 1912. Se formó
musicalmente con don Joaquín Sánchez Ruiz, maestro de capilla de la Catedral de dicha
ciudad. A los 18 años de edad funda y dirige la Masa Coral Placentina, constituida por
ochenta voces mixtas. Al mismo tiempo inicia sus viajes a las zonas rurales de la provincia con
objeto de buscar y recoger el folklore musical de dichas zonas, hasta entonces inexploradas. La
recolección fue riquísima, y seleccionando las más bellas canciones de su tierra, armonizadas por
él mismo, creó un típico repertorio coral. Entonces transformó la Masa Coral Placentina en
coros folkloricos, los cuales bajo el nombre de Coros Extremeños han sobrevivido hasta nuestros
días.
Al iniciarse a principios de 1944 las actividades del recién creado Instituto Español de
Musicología, García Matos fue invitado a prestar su colaboración, que ya nunca cesó hasta su
muerte. En el año 1945 obtiene el Primer Premio Nacional de Folklore en Concurso abierto
por la Vicesecretaría de Educación Popular del Ministerio de Cultura.
En octubre del mismo año 1955 la firma "Hispavox" de discos, le confía la dirección y 534
realización de una obra discográfica que, auspiciada por el Consejo Internacional de la Música
(UNESCO), recoja en amplia selección antológica, e interpretados por las gentes mismas de los
medios rurales y aldeanos, los más característicos y significativos cantos y música del folklore de
las distintas regiones españolas. En el año 1960 ve la luz la Antología Primera.
Durante los años que van de 1942 a 1967, no cesó en la labor de salir a las provincias
de España e investigar y recoger la canción y música populares. Verificó esos trabajos visitando
absolutamente todas las regiones españolas, incluidas las islas Baleares y Canarias. El total de
documentos musicales recolectados, con sus textos poéticos correspondientes, pasan de diez mil.
En el mismo año 1969 es nombrado Miembro del Consejo Asesor de la Música (Orden
Ministerial de 13 de mayo).
Etnomusicología y folklore
Flamenco
Cante Flamenco: Algunos de sus presuntos orígenes. 1950. (Nº 2, pág. 55)
Bosquejo histórico del Cante Flamenco. para la grabación discográfica: “Una
historia del Cante Flamenco” Hispavox S.A. Madrid 1958
Algunas notas sobre la Guitarra Flamenca (Nº 17, pág. 429
Aclaraciones sobre algunos influjos que el Cante Flamenco ha ejercido en la
canción folclórica hispano-americana. (Nº 19, pág. 462)
Introducción a la investigación de orígenes del Cante Flamenco; en el libro “
Sobre el Flamenco” 1984 (Nº 21, pág. 486)
Acerca del ritmo de la Seguiriya. (Nº 22, pág. 510)
0rganología
Catálogo de los Instrumentos Musicales "Igorrotes" conservados en el Museo
Etnológico de Madrid. (Nº 3, pág. 90).
Instrumentos Musicales Folklóricos de España. Las "Xeremies" de la Isla de Ibiza.
I, (Nº 6, pág. 152)
Instrumentos Musicales Folklóricos de España. La "gaita de la sierra de
Madrid". La "alboka vasca” (Nº 7, pág. 172)
Instrumentos Musicales Folklóricos: Las Xeremíes de la Isla de Ibiza II. (Nº 12,
pág. 313.)
DISCOGRAFÍA
Antología del folklore musical de España. Bajo el patrocinio del Consejo Internacional de la
música UNESCO. Interpretada por el pueblo español "Primera Selección", 4 LPs.
Madrid, 1960.
Antología del folklore musical de España, Id., Id., "Segunda
Selección, 4. LPs. Madrid 1971.
Magna antología del folklore musical de España. 17 Lps. o 10 Cds. Hispavox, 1979. (Colección
realizada por Carmen García-Matos Alonso)
Bailes folklóricos de España. 30 CM. Lp. (Hispavox).
Jotas de Aragón y Navarra. 30cm. L.P (Hispavox)
Cancionero folklórico de las Islas Canarias. 30. cm. (Hispavox)
Cancionero folklórico de Castilla la Vieja. 30. cm. (Hispavox).
Cancionero folklórico de Murcia. 30. cm. (Hispavox)
Cancionero de la madre española. 45.cm. (Hispavox).
Suites de fandangos. 451 EP. (Hispavox)
Cancionerillo folklórico de Valencia. 45/EP. (Hispavox)
Cancionerillo folklórico de Cataluña. 451 EP. (Hispavox).
Cancionerillo folklórico de Santander. 451 EP. (Hispavox)
Cancionerillo folklórico de Asturias. 451 EP. (Hispavox)
Cancionerillo folklórico de Galicia. 45/ EP. (Hispavox)
Cancionerillo folklórico vasco. 45/ EP. (Hixpavox)