Contexto Histórico Josué y Samuel
Contexto Histórico Josué y Samuel
Contexto Histórico Josué y Samuel
Distrito Sur-Oriente
Profesor(a): Alumno(a):
“Esfuérzate y sé valiente; porque tú repartirás a este pueblo por heredad la tierra de la cual juré a sus
padres que la daré a ellos”
Una característica clave es la fidelidad de Dios en cumplir su promesa de darle la tierra a los
descendientes de Abraham (Gn. 12:7; 15:16-21; 17:8). Por su guía (5:14-6:2), habitaron los territorios Este
y Oeste del Jordán, y así en todo el libro aparece la palabra "poseer" 20 veces.
Relacionado a este tema se encuentra el fracaso de Israel al no llevar su conquista a toda la tierra
(13:1). Jueces 1-2 más tarde describe los resultados trágicos de este pecado. Los versículos clave se
enfocan en:
La promesa de Dios de posesión de la tierra (1:3, 6)
Meditación en la ley de Dios, lo cual era estratégico para su pueblo (1:8)
La posesión parcial de la tierra por parte de Israel (11:23; 21:45; 22:4).
La distribución específica de distintas porciones en la tierra era la tarea de Josué, como se registra en
los capítulos 13 al 22. Se colocaron levitas estratégicamente en 48 ciudades para que los servicios
espirituales de Dios a través de ellos estuvieran razonablemente dentro del alcance de los israelitas,
independientemente del lugar en el que se encontraran.
Dios quería que su pueblo poseyera la tierra:
Para guardar su promesa (Gn 12:7)
Para preparar los acontecimientos que más tarde se llevarían a cabo en el plan de su reino (Gn
17:8; 49:8-12) esto es, colocar a Israel en la posición adecuada durante los períodos de los reyes y
profetas.
Para castigar a pueblos que eran una afrenta para Él debido a la pecaminosidad extrema (Lv.
18:25).
Ser un testimonio para otros pueblos (Jos. 2:9-11), conforme al propósito principal de pacto de
Dios alcanzaba a todas las naciones (Gn 12:1-3).
4) Ocasión del Escrito
Cuando Moisés pasó el liderazgo a Josué antes de morir (Dt 34), Israel estaba al final de su travesía
en un período de cuarenta años por el desierto 1405 a.C. Josué estaba llegando a los noventa años de
edad cuando se convirtió en el líder de Israel. Él murió a la edad de ciento diez años (24:29), habiendo
guiado a Israel a sacar a la mayoría de los cananeos y habiendo dividido la tierra entre las doce tribus.
Estando en las llanuras de Moab, al E del río Jordán y la Tierra Prometida (Gn 12:7; 15:18-21), los
israelitas esperaban la dirección de Dios para conquistar la Tierra Prometida. Ellos enfrentaron a
pueblos en el lado occidental del Jordán que se habían sumergido tanto en iniquidad que Dios haría
que la tierra, por decirlo así, vomitara a estos habitantes (Lv 18:24, 25). Él le daría a Israel la tierra por
conquista, primordialmente para cumplir el pacto que Él le había dado a Abraham y a sus
descendientes, pero también para juzgar justamente a los habitantes pecaminosos (Gn 15:16). La
posesión por mucho tiempo atrás de diferentes partes de la tierra por parte de varios pueblos se
remontaba aún antes de la época de Abraham (Gn 10:15-19; 12:6; 13:7). Sus habitantes habían
continuado en un declive moral en la adoración de muchos dioses hasta el tiempo de Josué.
EL MEDIO ORIENTE
El libro de Josué relata acontecimientos de la historia de Israel ocurridos durante el siglo XIII a.C.
cuando oleajes de pueblos nómadas del desierto en Oriente y los pueblos de Europa Central y del Norte
(ilirios, dorios y frigios) llegaron a poner en jaque a los imperios de los heteos, asirios, babilonios y
egipcios los cuales conformaban lo que algunos historiadores han llamado un triángulo geográfico que
equilibraba las fuerzas sociales en el Medio Oriente.
Al parecer durante el período 1224–1204 a.C. los hebreos ya se encontraban en Canaán, aunque no
existen acuerdos precisos sobre las fechas. Lo que se puede afirmar, sin lugar a muchas dudas, es que
durante la segunda mitad del siglo XIII a.C. los hebreos fueron parte de un movimiento poblacional que
fue generalizado en esta parte del Medio Oriente como consecuencia de la crisis de los imperios antes
mencionada.
Canaán se encuentra dividida por disputas internas entre los reyes de pequeñas ciudades y
azotada por la explotación de los egipcios que, a su vez, entran en una crisis irreversible para el
imperio.
b.- Auge del Hierro
El hierro es comercializado por vez primera por los hititas. El uso de este metal se va generalizando
para la elaboración de armas que permitirá, a quienes las utilizan, imponerse sobre los otros pueblos.
Una nueva época va a comenzar en la historia, la edad del hierro.
EL PUEBLO DE CANAÁN
El pueblo que vivía en Canaán era conocido como cananeos o amoritas (Josué 5:1). Ellos estaban
agrupados en seis o siete naciones y estaban organizados en ciudades-estado regidas por reyes (Josué
12:7-24).
Hicieron alianzas entre sí con Israel, como los gabaonitas, o simplemente se mantuvieron aparte de
Israel hasta los días del rey David. Estas naciones siempre fueron recordadas como impías delante de
Dios, y esa la principal causa de su destrucción (Deuteronomio 9:4-5).
En términos religiosos los cananeos se caracterizaban por su creencia en varios dioses.
El dios principal era llamado “El”; se consideraba como el padre de todos los dioses, el supremo
señor de todos los gobernantes y la asamblea de los dioses sobre las montañas del Norte.
Baal era otra divinidad, quizá la más conocida, y su esposa era Anat. Eran deidades de la
vegetación que dirigían el ciclo anual de la siembra y la cosecha que se conectaban con la gran
festividad del año nuevo.
Estas divinidades eran las más importantes en la vida cotidiana de los cananeos porque traían la
fertilidad a todas las esferas de la vida.
Las orgías eran consideradas como imitaciones y apoyo al mundo divino para traer la fertilidad;
Sacerdotes y sacerdotisas del templo, algunas de ellas llamadas prostitutas, formaban parte de
este sistema religioso. Los sacrificios humanos fueron parte de la práctica religiosa entre los
cananeos, tal como se menciona en el Antiguo Testamento (Levítico 18:21; Deuteronomio 12:31;
2da Reyes 23:10; Jeremías 7:31).
Además de los ritos religiosos de la fertilidad los cananeos tenían un culto a la muerte. Hay
evidencias en las leyes del Antiguo Testamento de que había médiums especiales quienes, según se
suponía, tenían contacto directo con la muerte para dar poder o información acerca de ella (Levítico
19:26-31; Deuteronomio 18:9-11). Esta clase de cultos daba mucha influencia a la muerte sobre los vivos
y esclavizaba las conciencias de quienes atemorizados buscaban refugio permanente en las
adivinaciones y consulta sobre sus muertos.
EL PUEBLO DE ISRAEL
Cuando los primeros lectores se acercaron al relato de Josué se encontraron a sí mismos en dicho
relato, pues los israelitas eran sus antepasados quienes habían recibido de Dios la tierra prometida. En
el momento de que el libro fuera difundido llegaría como una voz de aliento a lectores en el exilio.
El grupo que ingresó a Canaán bajo la dirección de Josué, era una multitud mezclada (Éxodo 12:38)
compuesta de pastores nómadas con las características propias de este tipo de comunidades. El pueblo
que ingresó a Canaán no lo hizo como un grupo étnico distintivo, sino más bien como una nueva
realidad social que tuvo efectos transformadores sobre la desintegración del sistema opresivo de
ciudades-estado que había en Canaán. Estos elementos “revolucionarios” fueron:
1. La fuerte lealtad exigida a la soberanía del único Señor, llamado Jehová, en oposición al numeroso
séquito de dioses cananeos.
2. La convicción de ser un pueblo unido por vínculos ancestrales comunes y no ciudades-estado en
competencia.
3. La conformación de una sociedad basada en la libertad y la justicia, en oposición a una sociedad
jerarquizada y basada en el privilegio para unos pocos.
4. Una religión sin culto a la muerte, ni ritos sexuales o cultos al rey, sino a Jehová el Dios de la Vida.
1) Introducción
Los libros de SAMUEL formaban originariamente una sola obra en la Biblia hebrea, que luego fue
dividida en dos partes, debido a la considerable extensión de la misma. Fue dividido en dos partes por
los traductores de la Septuaginta (la traducción griega previa al cristianismo del AT) - una división,
consecuentemente seguida por Jerome (en la Vulgata Latina, 400 A.C.) y por versiones modernas. El
título del libro ha cambiado varias veces, habiendo sido designado “El primer y segundo libro de los
Reinos” (Septuaginta). “Primer y Segundo Rey” (Vulgata) y “Primera y Segunda de Samuel” (Tradición
hebrea y versiones más modernas).. Esta obra abarca un amplio e importante período de la historia de
Israel. Es el que transcurre entre el fin de la época de los Jueces y los últimos años del reinado de David,
o sea, entre el 1050 y el 970 a. C. Nos cuentan en detalles los días finales de la teocracia (en la cual Dios
gobierna directamente a través de los jueces), y los primeros tiempos del reino. Israel rechaza a Jehová,
su Dios, y pidió un rey como las otras naciones. El primer rey fue Saúl, un hombre de hermosa
apariencia y guerrero competente, pero no de devoción a Dios. Cuando Saúl murió, David, a quien Dios
había escogido, fue instalado como rey. Estos libros cubren la vida de David, junto con un relato de
Samuel, él último de los jueces. Israel vive en este tiempo una difícil etapa de transición, que determina
el paso del régimen tribal a la instauración de un estado monárquico.
2) Autor y Fecha
Ciertas características del libro sugieren que fue compilado con el uso de un número de fuentes
independientes de recursos, las cuales el autor pudo haber incorporado a su propia composición, en
tanto haya sido posible, en su forma original sin edición.
Quién fue el autor, no puede saberse ya que el mismo libro no indica su identidad. Quien quiera que
fuera, tenía acceso sin duda alguna a información relacionada a la vida y la época de Samuel, Saúl y
David. El libro hace referencia explícita a una sola fuente (2 Samuel 1:18), pero el escritor de Crónicas se
refiere a otras cuatro referencias que corresponden a este período (El libro de los Annales del Rey
David, 1er Crónicas 27:24; el historial de Samuel el vidente, el historial de Natán el Profeta, el historial
de Gad el vidente, 1er Crónicas 29:29).
La tradición judía le asignó la escritura de "Samuel" a Samuel mismo o a Samuel, Natán y Gad
(basado en 1 Cr. 29:29). Pero Samuel no puede ser el escritor porque su muerte se registra en 1er
Samuel 25:1, antes que los acontecimientos asociados con el reinado de David llegarán a suceder.
Además, Natán y Gad fueron profetas del Señor durante la vida de David y no habrían estado vivos
cuando se escribió el libro de Samuel. Aunque los registros escritos de estos tres profetas podrían haber
sido usados para información en la escritura de 1er y 2do de Samuel, el autor humano de estos libros es
desconocido. La obra llega al lector como un escrito anónimo, esto, el autor humano habla de parte del
Señor y de la interpretación divina de los acontecimientos narrados.
Los libros de Samuel no contienen indicación clara de la fecha de composición. El hecho de que el
autor escribió después de la división del reino entre Israel y Judá en el 931 a.C. es claro, debido a las
muchas referencias a Israel y Judá como entidades distintas (1er Samuel 11:8; 17:52; 18:16; 2do Samuel
5:5; 11:11; 12:8; 19:42-43; 24:1, 9). Además, la afirmación con respecto a que Siclag pertenece a "los reyes
de Judá hasta hoy" en 1er Samuel 27:6 da evidencia clara de una fecha de escritura posterior a Salomón.
No hay tal claridad con respecto a qué tan tarde la escritura del libro podría ser. No obstante, 1er y 2do
de Samuel están incluidos en los profetas anteriores en el canon hebreo, junto con Josué, Jueces y 1er y
2do de Reyes. Si los profetas anteriores fueron compuestos como una unidad, entonces Samuel se
escribió durante la cautividad babilónica (560-540 a.C.), debido a que 2do de Reyes concluye durante
el exilio (2do Reyes 25:27-30). No obstante debido a que Samuel tiene un estilo literario diferente que
Reyes, es muy probable que fuese escrito antes del exilio durante el período del reino dividido (931-722
a.C.) y más tarde fue hecho una parte integral de los profetas anteriores.
“Y entendió David que Jehová le había confirmado por Rey sobre Israel, y que había engrandecido su
reino por amor de su pueblo Israel”
4) Ocasión del Escrito
La mayor parte de la acción registrada en 1er y 2do de Samuel se llevó a cabo en las zonas
montañosas en la tierra de Israel o alrededor de ellas. La nación de Israel estuvo concentrada en su
mayor parte en un área que iba de 144 km del campo montañoso de Efraín en N (1er Samuel 1:1; 9:4) al
campo montañoso de Judá en el S (Josué 20:7; 2:22) y 24 km de Este a Oeste. La altura central oscila en
altitud de alrededor de cuatrocientos cincuenta y siete metros a cerca de mil seis metros sobre el nivel
del mar. Las principales ciudades de 1er y 2do Samuel se encuentran en estas partes montañosas: Silo,
la residencia de Elí y el tabernáculo; Ramá, el pueblo de origen de Samuel; Gabaa, los cuarteles de Saúl;
Belén, el lugar de nacimiento de David; Hebrón, la capital de David cuando el gobernó sobre Judá; y
Jerusalén, la definitiva “ciudad de David”.
Los acontecimientos de 1er y 2do de Samuel se llevaron a cabo entre los años 1105 a.C., el nacimiento
de Samuel (1er Samuel 1:1-28), a 971 a.C., las últimas palabras de David (2do Samuel 23:1-7). De esta
manera, los libros cubren unos ciento treinta y cinco años de historia. Durante esos años, Israel fue
transformado de un grupo no muy unido de tribus bajo "jueces" a una nación unida bajo el reinado de
una monarquía centralizada. Primordialmente se enfocan en Samuel (alrededor del 1105-1030 a.C), Saúl
quien reinó alrededor del 1052-1011 a.C, y David quien fue rey de la monarquía unida alrededor del 1011-
971 a.C.
Cuando 1er Samuel comienza, en términos espirituales, Israel se encontraba en un punto bajo. El
sacerdocio estaba corrompido (1er Samuel 7:3, 4) y los jueces eran deshonestos (1er Samuel 8:2). A
través de la influencia del piadoso Samuel (1er Samuel 12:23) y David (1er Samuel 13:14) estas
condiciones fueron cambiadas. Segundo de Samuel concluye con la ira del Señor siendo retirada de
Israel (2do Samuel 24:25).
Durante los años narrados en 1er y 2do de Samuel, los grandes imperios del mundo antiguo estaban
en un estado de debilidad. Ni Egipto ni las potencias de Mesopotamia, Babilonia y Asiria, eran
amenazas para Israel en ese entonces. Las naciones más hostiles a los israelitas eran los filisteos (1er
Samuel 4:7, 13, 14, 17, 23, 31; 2do Samuel 5), al Oeste los amonitas (1er Samuel 11; 2do Samuel 10-12), al
Este la mayoría de los filisteos había emigrado de las Islas Agéas y Asia Menor en el siglo XXII a.C.
Después de habérseles negado el acceso a Egipto, se establecieron entre los filisteos que ya existían a lo
largo de la costa mediterránea de Palestina. Los filisteos controlaron el uso del hierro, el cual les dio
una ventaja clara sobre Israel (1er Samuel 13:19-22). Los amonitas eran descendientes de Lot (Gn. 19:38)
quienes vivieron en la Meseta Transjordánica. David conquistó a los filisteos (2do Samuel 8:1) y a los
amonitas (2do Samuel 12:29-31), y otras naciones que rodeaban a Israel (2do Samuel 8:2-14).
5) Contenido
El 1er libro de Samuel abarca el período de transición desde los jueces hasta el reino unido de Israel,
e incluye al último juez, Samuel, y al primer rey, Saúl. El 2do libro de Samuel trata exclusivamente del
reinado de David. Por lo tanto, 1er Samuel abarca casi un siglo, desde alrededor de 1100 hasta 1011 a.C. y
2do Samuel 40 años, es decir, desde 1011 hasta 971 a.C.
El período de 1200 a 900 a.C. fue de desasosiego nacional y controversia política. Se puso poco
empeño en el mundo antiguo por registrar y conservar relatos escritos de los sucesos de ese tiempo. Los
historiadores antiguos tales como Herodoto, Beroto, Josefo y más tarde Eusebio, se vieron en la
necesidad de basarse mayormente en relatos folklóricos de los sucesos ocurridos en el mundo durante
esa época. Por esta razón es preciso cotejar sus declaraciones con los descubrimientos arqueológicos
modernos, que proporcionan mucha información no disponible anteriormente. Hay material nuevo que
constantemente va apareciendo y que aumentan nuestro conocimiento del período durante el cual
ocurrieron los acontecimientos de 1er y 2do Samuel.
Este período de desasosiego, agitación y transición se inició con las migraciones de los pueblos del
mar que, directa o indirectamente, afectaron a todo el antiguo Oriente. Durante el período abarcado
por 1er y 2do Samuel gobernaron a Egipto los reyes sacerdotes de la XX dinastía y los gobernantes
seculares de la XXI dinastía, cuyos reinados se caracterizaron por debilidad, decadencia y desunión
nacionales.
Durante la mayor parte de este período Asiria fue también sumamente débil. En Babilonia las
condiciones eran muy similares a las de Egipto y Asiria: La debilidad interna y las invasiones del
exterior estaban a la orden del día. La influencia política de Egipto y de Siria desapareció en tales
circunstancias de Palestina. Las migraciones de los pueblos de mar y de los arameos se añadieron a las
dificultades internas, y mantuvieron la situación política internacional en todo el antiguo Oriente en
un estado de agitación durante casi dos siglos.
Como resultado, los primeros reyes de Israel estuvieron comparativamente libres para consolidar su
dominio sobre la tierra prometida y las regiones circundantes, sin la interferencia de sus anteriormente
fuertes vecinos del norte y del sur. Sus únicos enemigos eran las naciones de la región de Palestina, tales
como los filisteos, amalecitas, edomitas, madianitas y amonitas. La resistencia de estas tribus vecinas
fue vencida gradualmente, y la mayoría de ellas se sometió al dominio israelita. David y Salomón
rigieron finalmente extensas regiones que habían pertenecido anteriormente al imperio egipcio y a las
naciones de Mesopotamia.
Cuando Israel entró en Canaán, el Señor le ordenó que asignase ciudades a los levitas en todas las
diferentes tribus. Así podría instruirse a todo el pueblo en los caminos de la justicia. Pero los israelitas
parecen haber prestado poca o ninguna atención a la orden. En realidad, ni siquiera echaron a los
cananeos, sino que vivieron entre ellos (Jueces 1:21-27, 29-33).
Después de pocos años, los levitas -que no habían recibido una heredad específica- se hallaron sin
empleo. Hasta Jonatán, el nieto de Moisés, visitó la casa de Micaía el efrainita "donde moraba" y pudo
"encontrar lugar" (Jueces 17:8), y llegó a ser sacerdote para la "casa de dioses" de Micaía (Jueces 17: 5).
Finalmente robó las imágenes de la casa de Micaía y se fue con los migratorios descendientes de Dan
para ser su sacerdote (Jueces 18).
De esa manera, en un tiempo cuando "cada uno hacía lo que bien le parecía", Israel violó el plan de
Dios de que los levitas instruyesen al pueblo en sus caminos, y pronto cayó en los hábitos de ignorancia
y superstición de los paganos que lo rodeaban. Seis veces durante el período de los jueces Dios procuró
despertar a su pueblo respecto del error de su camino, al permitir que fuese subyugado por las naciones
circunvecinas. Pero poco después de cada liberación de la servidumbre, volvía a caer en la indiferencia y
la idolatría.
Aunque creció en ese ambiente, Samuel prefirió repudiar los males de ese tiempo y dedicarse a la
corrección de esas tendencias. Su plan para realizar esto giró en torno del establecimiento de las así
llamadas "escuelas de los profetas". Una de éstas estaba en Ramá, su hogar ancestral (1er Sam. 19:19-24),
y otras fueron establecidas más tarde en Gilgal (2do Reyes 4:38), Bet-el (2do Reyes 2:3) y Jericó (2do
Reyes 2:15-22). Allí los jóvenes estudiaban los principios de la lectura, la escritura, la música, la ley y la
historia sagrada. Se ocupaban en diversos oficios, a fin de que, tanto como fuese posible, aprendiesen a
sostenerse a sí mismos.
La expresión "escuelas de los profetas" no aparece en el Antiguo Testamento, pero los jóvenes que
allí estudiaban eran llamados "hijos de los profetas". Se dedicaban al servicio de Dios y algunos de ellos
eran empleados como consejeros del rey.
Hacia el fin de su vida Samuel -con desagrado de su parte- fue llamado a ser el instrumento para
establecer la monarquía. Después de tratar el asunto con el pueblo, escribió un libro sobre "las leyes del
reino" y lo guardó delante del Señor (1er Sam. 10:25). Esto no fue probablemente de valor alguno para
Saúl, de quien se cree que no sabía leer. Samuel animó a Saúl asegurándole la presencia permanente de
Dios, pero éste rechazó pronto el consejo inspirado de Samuel, se rodeó de una fuerte guardia y se
convirtió rápidamente en un monarca absoluto.
Después del rechazo de Saúl, Samuel fue llamado a escoger y preparar un hombre conforme al
corazón de Dios (1er Sam. 13:14), uno que no se pusiese por encima de la ley, sino que obedeciese a Dios.
La preparación de David, como la de Cristo, fue llevada a cabo frente a los celos y el odio. Aunque David
cayó a veces en la transgresión de la ley que veneraba y defendía, siempre se humilló ante esa ley que
consideraba suprema. Como resultado de la cooperación de David con los principios establecidos por
Dios mediante Moisés y Samuel, Israel gradualmente sometió a todos sus enemigos, y los límites de la
nación se extendieron hacia el norte, prácticamente hasta el Éufrates, y hacia el sur hasta la frontera de
Egipto. Dios pudo bendecir a Israel que, como resultado, disfrutó de una época de prosperidad y gloria
nacionales que continuó a través del reinado de Salomón, y que desde entonces nunca ha sido igualada.
PRIMER LIBRO DE SAMUEL
Los hechos que aquí se relatan están centrados en torno a tres figuras protagónicas: Samuel, el
profeta austero; Saúl, el primer rey de Israel, y David, el elegido del Señor. Aunque de muy diversa
manera, los tres tuvieron una parte muy activa en la agitada vida de su Pueblo y ejercieron sobre ella
una influencia decisiva.
Fue el tiempo en que el pueblo de Israel se sintió insatisfecho de la poca unidad tribal e insistieron
en un reino unido bajo la autoridad de un Rey. Por cientos de años habían existido como una sociedad
tribal en la que cada tribu vivía en su territorio y se ocupaba de sus propios asuntos. Si un enemigo
importante amenazaba, dependían en la liberación que les brindara un Juez, quien organizaba un
ejército de voluntarios para defender las fronteras. Este sistema de defensa demostró ser inadecuado
cuando los filisteos intensificaron sus campañas militares contra las tribus israelitas con un ejército
bien organizado, carros de hierro y armas superiores que utilizaban con gran precisión.
La derrota contundente de los israelitas en Eben-ézer (centro del Canaán), la pérdida del Arca del
pacto, la muerte del Sumo Sacerdote Elí (que fungía como Juez), la destrucción de Silo (donde se
hallaba el tabernáculo), etc., obligaron a Samuel a asumir el papel de Juez por un tiempo, hasta que el
pueblo pidió un Rey que los uniera contra este enemigo común. Samuel ungió a Saúl como primer rey
(aunque el termino hebreo empleado era de príncipe) por el año 1050 o 1030 a.C. (existen discrepancias
si Saúl gobernó 20 o 40 años).
El Rey Saúl tras una invasión filistea a su territorio de Benjamín (donde se ubicaba el centro político
y religioso de la Nación de Israel), logró rechazarlos fuera de dicho territorio trasladando los combates
al territorio de Judá y Manases.
Saúl fue, ante todo, un rey guerrero. El relato bíblico ha conservado ciertos episodios que nos hacen
entrever, al mismo tiempo, la importancia histórica de Saúl y la tragedia de su reinado. Hacia el año
1030 a. C., él comienza la guerra de liberación y los filisteos tienen que replegarse a sus fronteras. Pero
la violación de las leyes de la guerra santa (1er Samuel 13:8-14; 15) le trae la reprobación de Samuel. Con
inflexible severidad, el profeta proclama la caída del rey, y este comienza a perder prestigio. Ante los
errores del Rey Saúl que implicaban la violación de la Ley de Moisés, Saúl se vuelve receloso y colérico.
La primera víctima de sus celos es David, contra quien desata una encarnizada persecución. Así se
desgastan las fuerzas de la monarquía naciente, precisamente cuando el peligro filisteo se hacía cada
vez más amenazador. Por último, hacia el 1010 a. C., el desastre de Gelboé marca el trágico fin de este
héroe contradictorio y desdichado.
Samuel unge como futuro Rey a un adolescente de Belén de Judá, llamado David, el cual será querido
y odiado por Saúl, quien lo persigue para eliminarlo hasta su caída en combate contra los filisteos en el
Monte Guilboa, territorio de Manases occidental.
Samuel fue el guía espiritual de la nación en los días oscuros de la opresión filistea. Firmemente
arraigado en las tradiciones religiosas de Israel, luchó más que ningún otro por mantener viva la fe en el
Señor. Una vez instaurada la realeza, le prestó su apoyo, pero nunca dejó de afirmar que por encima de
la autoridad del rey está la Palabra del Señor, manifestada por medio de sus Profetas.
En el libro se hacen dos presentaciones de Samuel, una como profeta y otra con características
semejantes a los jueces. Separando ambas secciones hay un relato acerca de los episodios que atravesó
el Arca de la Alianza, y la primera victoria sobre los filisteos.
SEGUNDO LIBRO DE SAMUEL
El libro se inicia dando noticia de la muerte de Saúl. Se narra la consagración de David como rey de
Judá en Hebrón y las diversas luchas e intrigas que se producen hasta que termina por ser aceptado
también como rey de todas las tribus de Israel.
Los filisteos fueron rechazados definitivamente y las plazas fuertes cananeas quedaron sometidas al
dominio israelita, lográndose así la unidad territorial. Después de la conquista de Jerusalén, el reino
davídico tuvo su capital política y religiosa, y las victorias de David sobre los pueblos vecinos
aseguraron su hegemonía sobre la Transjordania y sobre los arameos de Siria meridional.
En el marco de las guerras contra los amalecitas se narra el crimen y adulterio de David, como
antecedente del nacimiento del futuro sucesor, Salomón. Pero antes de que éste acceda al trono, se
producirán dentro de la familia de David muchas y dolorosas intrigas: Amnón viola a su hermana
Tamar y es asesinado por Absalón; posteriormente éste se subleva contra su padre, que huye de
Jerusalén, y termina asesinado por Joab al quedarse enredado en una encina; David regresa de nuevo a
Jerusalén y consigue establecerse definitivamente, tras hacer desaparecer algunos sediciosos.
El libro termina con un apéndice que recoge unos relatos de hambre y de peste que se presentan
como ocasión para justificar la muerte de los descendientes de Saúl. Sigue una nueva mención de las
victorias contra los filisteos y culmina con un salmo de David. El último capítulo relata el pecado del
censo como circunstancia para subrayar que David arrepentido, decidió edificar un altar en la era de
Arauná, la misma localización en donde sería construido el Templo.
La caída en combate del Rey Saúl junto a sus tres hijos frente a una invasión filistea por el año 1010
a.C., propició una guerra civil entre dos pretendientes al trono: Isboset, hijo de Saúl, apoyado por su tío
y general de ejército Abner; y David, ungido por Samuel como futuro Rey, apoyado por un ejército de
varias tribus israelitas, que habían abandonado a Saúl.
Los asesinatos de Isboset y de Abner, le abrieron el camino al trono a David, quien fué proclamando
Rey, primero por la tribu de Judá y luego por el resto de las tribus israelitas. Su capital primero fue
Hebrón de Judá, y luego Jerusalén de Benjamín.
Se narran las campañas militares de David contra los enemigos de Israel al norte (Soba), este (Amón
y Moab), Sur (Amalecitas) y oeste (filisteos), sometiéndolos a tributo. Rescata el Arca del pacto,
reorganiza los poderes judicial, religioso, militar y político.
6) Aplicación Personal
En los libros de Samuel Dios se reveló al profeta y por medio de él a su pueblo como un Dios Bueno,
que cumple sus promesas, que provee todo lo necesario, verdadero, sin igual, único y sabio, pero que
también se aíra. Como hijos de Dios, en la actualidad, deseamos conocer cada vez más a Dios, pero
debemos buscarlo de corazón, sin fingimiento, porque si bien es cierto que nuestro Dios recompensa a
su pueblo y es fiel a sus preciosas promesas en todo tiempo pero también demanda de nosotros Honra y
Fidelidad para evitar entonces que nuestras transgresiones acarren a nuestras vidas castigo divino.
7) Conclusión
El 1er y 2do libro de Samuel llevan por título el nombre de la persona que Dios usó para establecer la
monarquía en Israel. Samuel no solo eligió a Saúl y David, los dos primeros reyes de Israel, sino que
también definió el nuevo orden del mandato de Dios sobre Israel. El rol de Samuel como representante
de Dios en este periodo de la historia de Israel es cercano al de Moisés (Salmos 99:6, Jeremías 15:1),
después de él, más que cualquier otra persona, proveyó la continuidad para el pacto en la transición
desde el mandato de los jueces hasta la monarquía.
Destacados historiadores modernos han considerado los libros de Samuel una de las mejores
historias antiguas. La mención de libros escritos por profetas (1er Cr 29:29; 2do Cr 9:29), el hecho de
pertenecer a los «Profetas Anteriores» en la Biblia hebrea, la actividad cultual de los círculos proféticos
y la interpretación dada a la historia de Israel indican en estos libros una estrecha relación entre el
profetismo y la historia bíblica. Israel veía la historia como el desarrollo del plan de Dios, quien actúa y
se revela en la historia. Moisés era profeta y en él se ve este sentir profético de la historia.
El libro de Samuel desempeña un papel importante en la historia del Antiguo Testamento. Explica el
tiempo crucial en el principio de la monarquía. Muestra la importancia de un rey fiel y obediente a
Dios, que a la vez señala al Rey perfecto que ha de venir. El capítulo 7 de 2do de Samuel es un capítulo
clave para el resto del Antiguo Testamento, puesto que da la promesa a la línea davídica. En Samuel se
ven, por los actos de Dios en su tratamiento con su pueblo escogido, las grandes doctrinas de la
elección, la revelación, la providencia de Dios, la justicia divina, el perdón de Dios y el Reino de Dios.