Silva, Maldonado y Rodriguez
Silva, Maldonado y Rodriguez
Silva, Maldonado y Rodriguez
Resumen
El objetivo del presente artículo es proponer una reflexión que contribuya a una mejor y más
precisa comprensión de lo que implica la formación en competencias ciudadanas, según lo
evaluado en las Pruebas Saber. En la primera sección se reflexionará en torno a la función
primordial en el orden axiológico político que tienen los valores y los principios constitucionales
en la Carta política colombiana. En la segunda, se expondrán los diversos valores y principios
constitucionales que deben servir de base conceptual para el ejercicio pleno de la ciudadanía
democrática. Para ello nos remitiremos tanto a la Constitución misma como a un conjunto de
sentencias de la Corte Constitucional, en las cuales se especifican los fundamentos filosófico-
políticos de nuestra Constitución Política. Finalmente, y a manera de conclusión, presentaremos
1 Este texto es producto de dos investigaciones realizadas en el marco de proyectos aprobados por la Vicerrectoría de
Investigación y extensión de la Universidad Industrial de Santander. Códigos: 2405 y 2328.
otras reflexiones a partir del trabajo investigativo desde una visión de pedagogía constitucional,
teniendo en cuenta lo exigido en el art. 41 de la Constitución.
Palabras clave: Pruebas Saber Pro, Constitución Política de Colombia, competencias ciudadanas,
formación, autonomía.
Abstract
The objective of this article is to propose a reflection for a better and more precise understanding
of what is implied in the formation in citizen competencies according to the assessment of the
Saber Test. The first section will offer a reflection on the primary function of the axiological-
political order that the constitutional values and principles have within the Colombian Political
Constitution. The second section will present the multiple constitutional values and principles
themselves that are the conceptual grounding for the exercise of the democratic citizenship; in
order to do so, we will refer to the Constitutional text and to the Judicial Sentences of the
Constitutional Court of Colombia in which the philosophical and political groundings are
specified. In the last section, and as a conclusion, some finals remarks from a constitutional
pedagogy scope, based on our research, will be given in accordance with the 41st article of the
Constitution.
Uno de los asuntos más importantes en la medición de la calidad de la educación impartida en las
Instituciones de Educación Superior (en adelante, IES), hace referencia a los resultados obtenidos
por sus estudiantes en la prueba Saber Pro, por cuanto se han convertido en una medida de
comparación y de control del nivel de formación que imparten las IES. Entre los componentes
evaluados tenemos las competencias genéricas y, dentro de estas, las competencias ciudadanas.
Ahora bien, para el ICFES, la prueba se centra en evaluar el conocimiento y la comprensión de
conceptos básicos de la Constitución Política de Colombia; la razón principal para ello es que la
Constitución “enmarca la convivencia social en nuestro país y provee los fundamentos de la ética
pública y política”. La misma prueba también busca evaluar “las habilidades necesarias para
enfrentar y analizar problemáticas sociales de una manera constructiva y responsable” (ICFES-
MEN, 2017, p. 45).
Para las pruebas, se trata entonces, de evaluar la capacidad del estudiante para responder
de determinada forma a preguntas que muestren que ha construido (a través del proceso de
enseñanza y aprendizaje llevado a cabo o realizado en la IES) adecuadamente “los marcos de
comprensión del entorno”, necesarios para promover “el ejercicio de la ciudadanía y la
coexistencia inclusiva”, todo ello “dentro del marco que propone la Constitución Política de
Colombia” (ICFES-MEN, 2017, p. 42). Commented [2]: Sugiero parafrasear, pues hay varios
incisos de “voz propia” que cortan la cita textual y no
permite una Buena referencia.
Es claro, sin embargo, que más allá de los principios teóricos generales que se puedan
enunciar para dar fundamento a nuestras prácticas educativas, la formación en competencias
ciudadanas enfrenta en nuestro país una serie de retos concernientes a su correcta y eficaz
implementación. En el presente artículo, buscaremos, primero, identificar algunos de los desafíos
más apremiantes de la formación para la ciudadanía en Colombia; luego, proponemos una
reflexión crítica que pueda servir como guía para la solución de las problemáticas señaladas. El
presente artículo no tiene por objetivo generar estrategias metodológicas específicas para la
formación por competencias, sino más bien, proponer una reflexión que contribuya a su correcta
y más precisa comprensión.
Precisamente, considerando que todas las instituciones estatales están permeadas por la
axiología fundada en los valores constitucionales, se reconoce que una Constitución Política como
la colombiana puede ir más allá de ser un mero instrumento de control y limitación del poder
político y garantía de derechos constitucionales, para convertirse en un instrumento de modelación
y transformación de las relaciones sociales. Los valores constitucionales se convierten así en faros
guías, objetivos del esfuerzo del legislador y del Estado en general, quienes deben estar obligados
a realizarlos en su más amplia extensión posible. Vistos de esta manera, los valores se convierten
en verdaderos “fines supremos del ordenamiento totalmente considerado, metas que el
Constituyente busca establecer en la realidad en toda circunstancia, y lleva a que tengan eficacia
en toda situación jurídica en que intervengan de algún modo, (…) constituyen (…) “líneas
directivas” y sobre todo “impulsos”; obligan fundamentalmente a su respeto, protección y
promoción, debiéndose adoptar medidas adecuadas” (Sánchez G., 2015, p. 650).
Se tiene entonces que los valores son el fundamento axiológico político de la relación entre
el sistema político (órgano legislativo), la administración pública (gobierno u órgano ejecutivo) y
la administración de justicia (órgano judicial), en cuanto sustento interpretativo de todo el
ordenamiento jurídico, además de darle el sentido legal a los complejos tejidos relacionales que
tienen lugar en una sociedad frente a unos hechos específicos. Pero, al mismo tiempo, constituyen
la utopía axiológica realizable, la idea regulativa, a cuya óptima realización debe aspirar todo el
entramado jurídico político de una sociedad, en la medida en que se depende de la interpretación
para la aplicación y concreción del valor.
Con respecto a los principios, la Corte Constitucional ha determinado que ellos establecen
“prescripciones jurídicas generales que suponen una delimitación política y axiológica reconocida
y, en consecuencia, restringen el espacio de interpretación, lo cual hace de ellos normas de
aplicación inmediata, tanto por el legislador como por el juez constitucional” (Sentencia T-406 de
1992. M.P. Dr. Ciro A. Barón). De esta forma, los principios definen y estructuran la entidad
política y organizativa del Estado y la forma como se deben desplegar las relaciones entre el Estado
y los ciudadanos. en este sentido, no son objetivos futuros como los valores, sino mandatos para
el presente, sin los cuales la Constitución misma perdería su naturaleza axiológico-jurídica. Se
trata entonces, para expresarlo en forma heurística, de aquello que se concreta en el ordenamiento
jurídico para el presente de los valores-objetivos avizorados en el futuro: representan la
encarnación hic et nunc de aquello quo effectum est, ut de los fines programáticos. Como ellos
hacen parte de la Constitución y están dotados de fuerza legal (art. 4 C. Pol.), son pauta obligatoria
de interpretación legal que jamás pueden ser obviados en la fundamentación de una decisión
judicial (Ver: Sentencia T-406 de 1992. M.P. Dr. Ciro A. Barón). De esta manera, según la Corte,
los principios se diferencian de los valores no en cuanto a su naturaleza normativa, sino en cuanto
a su eficacia: “Los valores son normas que establecen fines dirigidos en general a las autoridades
creadoras del derecho y en especial al legislador; los principios son normas que establecen un
deber ser específico del cual se deriva un espacio de discrecionalidad legal y judicial” (Sentencia
T-406 de 1992. M.P. Dr. Ciro A. Barón). Los principios son más específicos que los valores y
“tienen una mayor capacidad para ser aplicados de manera directa e inmediata, esto es, mediante
una subsunción silogística. Los valores, en cambio, tienen una eficacia indirecta, es decir, sólo son
aplicables a partir de una concretización casuística y adecuada de los principios constitucionales”
(Sentencia T-406 de 1992. M.P. Dr. Ciro A. Barón).
De esta manera, “la Corte Constitucional colombiana ha considerado tanto a los valores
jurídicos como a los principios, criterios de interpretación de la ley, así como normas jurídicas que
determinan la validez de las restantes del ordenamiento jurídico” (Valencia, 2007, p. 67). En este
mismo sentido, Freixes y Remotti (1992) afirman, en el contexto español, que, al hacerse positivos,
los valores y los principios se convierten en normas supremas del ordenamiento que obligan al
operador a realizar una determinada interpretación valorativa, ajustando la aplicación de la norma
a un orden axiológico preestablecido. “Así las cosas, los valores y principios deben impregnar de
forma estructural y funcional la totalidad de las reglas jurídicas” (Freixes & Remotti, 1992, p. 98),
con lo cual queda claro que los valores y los principios comparten la necesidad de ser interpretados
para su aplicación, aunque, los últimos, están más delimitados en su uso.
Ahora bien, en este contexto debemos hacer alusión a los derechos constitucionales, pues
estos, cuyo estudio no es parte de este trabajo, son el desarrollo de los principios, que a su vez
expresan en el presente los fines (valores) que guían el futuro del ordenamiento jurídico. En efecto,
según la Corte Constitucional (Sentencia T-406 de 1992. M.P. Dr. Ciro A. Barón), los derechos
como concreción de principios y valores constituyen también un sistema axiológico, lo cual impide
su taxatividad. Esto implica que, a pesar de que los derechos están consagrados en la parte
dogmática de la Carta (especificados en su aplicación inmediata en el art. 85 constitucional), el
juez puede proteger otros derechos como resultado de una interpretación sistemática del texto
constitucional (Daza & Quinche, 2013p. 19-20).
De esta manera, tenemos que tanto los valores como los principios constitucionales
componen el eje articulador y el horizonte de comprensión de toda actividad del Estado, de la
sociedad y de los ciudadanos, estableciendose como el norte axiológico que permite orientar las
acciones tendientes a transformar y hacer del país un mejor espacio de vida y de existencia común.
En otras palabras, funcionan como ideas regulativas que permiten coordinar el esfuerzo conjunto
en pro de hacer del futuro un campo abierto que define los cursos de acción del presente social y
político. Así lo expresa, por ejemplo, Javier Valencia (2007), al analizar la dogmática de los
derechos colectivos y ambientales. Para él, estos derechos constituyen “una nueva forma de
construir sociedad y país, a partir de la prevalencia de lo público, lo colectivo, lo que es de todos;
de ahí que el valor solidaridad sea el eje sobre el cual se reivindican y defienden estos derechos”
(Valencia, 2007, p. 108).
2. Valores y principios de la Constitución Colombiana
Estos tres grupos de valores deben, entonces, permear y fundar todo el orden jurídico del
Estado y la sociedad de Colombia, así como todas las formas de interacción e interrelación de los
habitantes del territorio entre sí y con las instituciones creadas para hacer efectivos los objetivos
del Estado y del gobierno.
Art. 1. Colombia es un Estado social de derecho (…) con autonomía de sus entidades
territoriales, democrática, participativa y pluralista. Fundada en: respeto por la dignidad humana,
el trabajo y la solidaridad de las personas que la integran y la prevalencia del interés general.
Art. 2. Fines de las autoridades de la República: proteger a todas las personas residentes en
Colombia, en su vida, honra, bienes, creencias y demás derechos y libertades; asegurar el
cumplimiento de los deberes sociales del Estado y de los particulares.
Art. 10. El castellano como idioma oficial y en los territorios oficiales de los grupos étnicos
sus lenguas y dialectos. Enseñanza bilingüe en las comunidades con tradiciones lingüísticas
propias.
Este catálogo de principios constitucionales ha configurado el fundamento que legitima
todo el andamiaje jurídico político que se ha venido desarrollando a través de los años en
Colombia. Constituyen la plataforma sobre la cual se sostiene la red de interacciones que
constituyen la vida política y social del país.
Ahora bien, partir de todos los desarrollos constitucionales llevados a cabo durante los
últimos casi treinta años, la Corte Constitucional ha cristalizado los siguientes dos ejes axiológicos,
deontológicos e interpretativos que le permiten fundar su tarea de control constitucional, a saber:
“(i) el sistema político democrático, participativo y pluralista (Sentencia C-1040 de 2005), para en
la sentencia C-577 de 2014 derivar el marco democrático participativo y la participación política;
y (ii) el Estado social y democrático de derecho define nuestro diseño constitucional (C-551 de
2003), para en la sentencia C-579 de 2013 desprender el compromiso del Estado social de derecho
de respetar, proteger y garantizar los derechos de la sociedad (…)” (Sentencia C-027 de 2018.
M.P. Dr. José F. Reyes- Subrayado propio).
El Estado de bienestar, en efecto, es visto por la Corte como la transformación del Estado
liberal en un aparato político y administrativo que pretende jalonar toda la dinámica social y puede
ser, así, definido como “el Estado que garantiza estándares mínimos de salario, alimentación,
salud, habitación, educación, asegurados para todos los ciudadanos bajo la idea de derecho y no
simplemente de caridad (H.L. Wilensky, 1975)”. (Citado en la Sentencia T-406 de 1992. M.P. Dr.
Ciro A. Barón). Por su parte, el Estado Constitucional democrático representa el cambio jurídico-
político correspondiente a la implementación de ese Estado de bienestar, en cuanto el nuevo orden
se funda en “nuevos valores-derechos consagrados por la segunda y tercera generación de derechos
humanos y se manifiesta institucionalmente a través de la creación de mecanismos de democracia
participativa, de control político y jurídico en el ejercicio del poder y, sobre todo, a través de la
consagración de un catálogo de principios y de derechos fundamentales que inspiran toda la
interpretación y el funcionamiento de la organización política (Sentencia T-406 de 1992. M.P. Dr.
Ciro A. Barón). (Ver también al respecto la Sentencia T-622 de 2016 (M.P. Jorge I. Palacio P.).
Se tiene así, una nueva concepción de la función y fin del Estado y su complejo entramado
institucional que busca la garantía de amplios derechos, teniendo como faro orientador los valores
y principios de una sociedad democrática y justa.
En la Sentencia T-622 de 2016 (M.P. Jorge I. Palacio P.) la Corte Constitucional realiza
el despliegue del concepto de Estado social de derecho en diferentes niveles y concreciones, que
contribuye a comprender la fórmula de Estado social de derecho en relación con la garantía de un
amplio catálogo de derechos y de la justicia social. La constitucionalización del modelo del Estado
social de derecho supuso, en esta línea interpretativa, que el Estado y las instituciones asumieran
la responsabilidad de satisfacer las necesidades sociales no resueltas en las transacciones de la
sociedad civil. Se trata, entonces, de buscar la igualdad material en la sociedad, corrigiendo las
desigualdades existentes, promoviendo políticas públicas de inclusión, de participación y del goce
de derechos. Con estas medidas se haría posible el logro efectivo de la misma libertad: “De esta
forma, el Estado social de derecho busca realizar la justicia social y la dignidad humana mediante
la sujeción de las autoridades públicas a los principios, derechos y deberes sociales de orden
constitucional” (Sentencia T-622 de 2016. M.P. Jorge I. Palacio P.).
La Sentencia T-406 de 1992 (M.P. Dr. Ciro A. Barón) aclaró, en este contexto
interpretativo, la naturaleza y alcance de los derechos fundamentales y el sentido de su conexidad
con los derechos económicos, sociales, culturales, colectivos y del medio ambiente (arts. 42-82),
lo que permitía su protección, al mismo tiempo que señalaba la integración del bloque de
constitucionalidad (art. 93) al catálogo de derechos. De igual forma, se señalan los mecanismos de
protección y aplicación de los derechos (arts. 83-94), dentro de los cuales se señala la acción de
tutela, la acción de cumplimiento, entre otros.
En este orden de ideas, como desarrollo de la jurisprudencia a través de los últimos casi
treinta años, la Corte ha señalado, en la Sentencia T-622 de 2016 (M.P. Jorge I. Palacio P.), los
mandatos y las obligaciones constitucionales del Estado social de derecho:
Esta misma sentencia caracteriza algunos principios que fundamentan el Estado de derecho
colombiano, los cuales revisten una importancia especial, de la siguiente manera:
Por ello, la Corte ha señalado que, en últimas, la obligación que tiene el Estado de crear las
condiciones económicas y sociales en las cuales reine la justicia social no es un problema de
generación de recursos, sino fundamentalmente, un problema de justicia distributiva, es decir,
político. Se trata de la manera como se reparten los beneficios y las cargas sociales, y de cómo se
subsanan los desequilibrios sociales que aquejan a la sociedad colombiana (ver: Sentencia T-406
de 1992. M.P. Dr. Ciro A. Barón).
c. Autonomía de las entidades territoriales: dado que los entes territoriales son
fundamentales para el logro de la plena efectividad de los derechos humanos, el art. 288 de la Carta
Superior ordena la coordinación, la concurrencia y la subsidiariedad de todas las autoridades
administrativas en el ejercicio de las competencias atribuidas a los distintos niveles territoriales y
entre estas y la nación.
d. Pluralismo: a este respecto, el Estado debe proteger los derechos de las diferentes razas,
etnias, lenguas, sexos y creencias, de tal manera que se ofrezcan las condiciones para la tolerancia
y la convivencia pacífica, según lo establecido en
(…) el Preámbulo y en los artículos 1º (democracia participativa y pluralista), 5º
(supremacía de los derechos inalienables de la persona), 13º (igualdad de derechos,
libertades, oportunidades), 16º (libre desarrollo de la personalidad), 26º (libertad
para escoger profesión u oficio), 27º (libertad de enseñanza), 67º (derecho a la
educación), 70º (acceso a la cultura), 71º (libertad en la búsqueda del
conocimiento) y 72º (protección del patrimonio cultural) (Sentencia T-622 de
2016. M.P. Jorge I. Palacio P.).
i. Bienestar general: las autoridades del Estado deben priorizar la financiación de políticas,
planes y proyectos tendientes a satisfacer las necesidades en servicios públicos como salud,
vivienda, educación, agua potable, trabajo, infraestructura vial, ciencia, tecnología, etc. Este
mandato se expresa concretamente en los artículos 366 y 288 de la Constitución. Para la Corte, el
principio del Estado social de derecho implica buscar que todos los ciudadanos gocen de las
condiciones materiales y espirituales que hacen que su vida sea digna, lo cual implica que el
concepto de bienestar abarque las dimensiones material, física, psicológica y espiritual del ser
humano. En este sentido, la Corte cita a N. Bobbio y M. García Villegas, quienes defienden que
se trata es de que el Estado haga efectivos los derechos humanos y reduzca la brecha entre los
ideales establecidos por la norma y la realidad social (Sentencia T-622 de 2016. M.P. Jorge I.
Palacio P.).
Enfatizando lo señalado sobre la relevancia del principio del Estado social de derecho, la
Corte en la Sentencia C-027 de 2018 señala que este debe irradiar todo el ordenamiento jurídico
y, por tanto, obliga a que cuando se interprete la Constitución se haga de forma sistemática y
teleológica, en aras de lograr proteger los derechos de los menos favorecidos de la sociedad. En
este sentido, el Estado hace efectivos los derechos humanos cuando:
(i) los respeta absteniéndose de interferir en su ejercicio o de adoptar medidas
discriminatorias que lo condicionen; (ii) los protege cuando evita intromisiones de
terceros; y (iii) los garantiza a través de autoridades públicas e instituciones
organizadas para asegurar su ejercicio, adoptando medidas razonables y
procedimientos que permitan investigar, juzgar y sancionar las graves violaciones
a los DDHH e infracciones al DIH (Sentencia C-027 de 2018. M.P. José F. Reyes
C.).
Para la Corte, el principio del respeto por la dignidad humana es tanto un valor superior,
como un principio fundante del Estado social de derecho y un derecho fundamental autónomo
(Velasco, 2013, p. 83-84). En efecto, la jurisprudencia establece que la dignidad humana “es el
presupuesto esencial de la consagración y efectividad de todo el sistema de derechos y garantías
contemplado en la Constitución. De esta manera, la dignidad se erige como un derecho
fundamental de eficacia directa cuyo reconocimiento general compromete el fundamento político
del Estado colombiano” (Sentencia T-622 de 2016. M.P. Jorge I. Palacio P.).
Ahora bien, el principio de la dignidad humana constituye el eje fundante del Estado social
de derecho en la medida que la Constitución no lo entiende de forma abstracta, sino en su
dimension material o concreta:“para nuestro constitucionalismo no basta simplemente que la
persona exista, es necesario que exista en un marco de condiciones materiales, culturales y
espirituales que permitan vivir con dignidad” (Sentencia T-622 de 2016. M.P. Jorge I. Palacio P.).
Esto último permite conectar el concepto de dignidad humana con los conceptos de justicia social
y distributiva, solidaridad, prevalencia del interés general, etc., los cuales guiarán la creación de
las condiciones para el ejercicio pleno de los derechos consagrados en la Constitución.
Por su parte, en la Sentencia T-066 de 2015 (M.P. Gloria St. Ortiz D.), la Corte afirma que
con la introducción de la democracia participativa no se pretende “restarle importancia al ejercicio
del derecho a elegir a sus gobernantes”, de lo que se trata es de “darle efectividad a la
representación que los gobernantes ejercen, en la medida en que se crearon mecanismos o canales
que permiten su control”. De igual forma, hacen efectiva la garantía a los ciudadanos de que sus Commented [3]: Falta referencia
representantes van a ser fieles al mandato y la confianza que a ellos ha sido conferida. En armonía
con esta nueva perspectiva, la Sentencia C-150 de 2015 (M.P. Mauricio González C.) establece
que el carácter democrático del orden político, social y jurídico, al que obliga la Constitución
implica, entre otras cosas, lo siguiente:
La democracia es, entonces, fuente de legitimidad del poder político, en tanto ella es
expresión de la soberanía del pueblo hacia el interior, y de la soberanía nacional hacia el exterior.
De igual manera, ella es fundamento de derechos y obligaciones en la medida en que, a través de
su desarrollo y realización, se reconoce y tutela la participación ciudadana en la conformación y
control del poder político. Finalmente, la democracia es expresión de la forma como el poder debe
operar y de los espacios en los cuales debe hacerse efectiva en cuanto establecer reglas de
funcionamiento y toma de decisiones (Cfr.: Sentencia C-150 de 2015. M.P. Mauricio González
C.).
La Sentencia C-150 de 2015 (M.P. Mauricio González C.) cita, además, otras sentencias
de la Corte (T-540 de 1992. M.P. Eduardo Cifuentes M.; C-089 de 1994. M.P. Eduardo Cifuentes
M.; C-674 de 2008. M.P. Marco G. Monroy C.; C-490 de 2011. M.P. M.P. Luis E. Vargas S.) en
las que se expresa y establece cómo la democracia participativa constituye un eje esencial del
ejercicio del poder político en Colombia, razón por la cual su realización efectiva es un valor, un
principio y un derecho articulador de todo el ordenamiento jurídico y de la vida ciudadana. De
igual forma, se establece que la efectividad de la participación se hace posible en la medida en que
existen
reglas e instituciones que salvaguarden el pluralismo, la transparencia y la libertad
de los ciudadanos, de manera tal que (i) se garantice, en condiciones de igualdad,
la intervención en los procesos democráticos de todos los ciudadanos, grupos y
organizaciones y (ii) se asegure que las manifestaciones de los ciudadanos en todos
los mecanismos de participación sea completamente libre y, en consecuencia,
genuina (Sentencia C-150 de 2015. M.P. Mauricio González C.).
Finalmente, la Sentencia C-027 de 2018 (M.P. José F. Rentería) resalta la importancia que
en todo este tejido democrático institucional deben jugar los partidos y los movimientos políticos
y las agrupaciones significativas de ciudadanos, en la medida en que expresan, en el proceso de la
configuración real de la vida democrática, los intereses y las exigencias frente a la agenda y las
políticas públicas, además de canalizar el pluralismo político e ideológico presente en la sociedad
(visiones usualmente contradictorias yuxtapuestas de la realidad social y política). En este orden
de ideas, estos agentes de movilización de las demandas y de las preferencias electorales, deben
mantener en su interior una identidad ideológica y política, unos procedimientos y una
infraestructura que le permitan realizar de forma adecuada la integración del pluralismo ciudadano
en planes y proyectos posibles de realizar, una vez se conviertan en actores de la agenda pública.
A manera de conclusión. Reflexiones en torno a una posible pedagogía constitucional
El modelo de evaluación en el que se sustentan las pruebas Saber Pro, parte del supuesto
de que para ser un buen ciudadano un colombiano se debe tener la capacidad de pensar lo social,
teniendo en cuenta los hechos sociales reales, los discursos, así como las opiniones diversas y
plurales que circulan al interior del país y del mundo. Todo ello en el marco de una interpretación
del texto constitucional, que tenga como su plano de comprensión los valores y los principios que
rigen el ordenamiento jurídico.
Así las cosas, los estudiantes universitarios deben ser conscientes de que, al responder las
preguntas de la prueba, están realizando un ejercicio que exige de ellos adoptar una perspectiva
que les permita ofrecer una interpretación apropiada de las diversas situaciones y casos que la
prueba propone. De no ser así, el estudiante estaría plasmando sus concepciones singulares de la
sociedad, de la política y de la convivencia social, lo que justamente la prueba busca excluir. En
este sentido, entendemos que se le exija al estudiante la adopción de una perspectiva de análisis en
la cual los valores y los principios constitucionales, expresados en el preámbulo, la postulación de
la lista de los derechos fundamentales, políticos, económicos, sociales, culturales y de los pueblos,
además de las formas de participación política, social y de control del poder político, judicial y
administrativo, por parte de la ciudadanía, constituyan el marco para la reflexión de los casos
singulares que son propuestos en la prueba.
De este modo, no cabe duda que los conocimientos que, en teoría, propone evaluar la
prueba Saber Pro, están relacionados con los valores y los principios constitucionales, por lo que
el proceso de enseñanza y aprendizaje debe estar asociado a la reflexión en torno a lo establecido
en la Carta Política del país, especialmente con lo establecido como fines de la educación en su
art. 67., a saber: “la educación formará al colombiano en el respeto a los derechos humanos, a la
paz y a la democracia; y en la práctica del trabajo y la recreación, para el mejoramiento cultural,
científico, tecnológico y para la protección del ambiente”. Commented [4]: Falta referencia precisa, indicando
página, año…
Este precepto constitucional fue especificado en la Ley 115 de 1994, en cuyo artículo 5º se Commented [5]: No está en las referencias
bibliográficas.
establecen los fines de la educación (en el ámbito ético político), en conformidad con el art. 67 de
la Constitución Política, según el cual se debe formar para: el pleno desarrollo de la personalidad;
el respeto a la vida y a los demás derechos humanos, a la paz, a los principios democráticos, de
convivencia, pluralismo, justicia, solidaridad y equidad, así como en el ejercicio de la tolerancia y
de la libertad; la participación de todos en las decisiones que los afectan en la vida económica,
política, administrativa y cultural de la Nación; el respeto a la autoridad legítima y a la ley, a la
cultura nacional, a la historia colombiana y a los símbolos patrios; el estudio y la comprensión
crítica de la cultura nacional y de la diversidad étnica y cultural del país, como fundamento de la
unidad nacional y de su identidad; la creación y fomento de una conciencia de la soberanía
nacional, para la práctica de la solidaridad y la integración con el mundo; así como la adquisición
de una conciencia para la conservación, protección y mejoramiento del medio ambiente, de la
calidad de la vida, del uso racional de los recursos naturales, de la prevención de desastres, dentro
de una cultura ecológica, del riesgo y la defensa del patrimonio cultural de la Nación.
Además, según la misma Ley 115 de 1994 (art. 13), todos los niveles de la educación en
Colombia deben buscar el desarrollo integral de los educandos mediante acciones estructuradas
encaminadas a:
Así, se puede concluir que sin el conocimiento de los criterios de valoración establecidos
en el texto constitucional, sin el conocimiento de la estructura básica del Estado colombiano, sin
la comprensión del funcionamiento del andamiaje institucional y sin la interiorización del
horizonte de comprensión político ideológico de la vida social que establece la Constitución
Política, no es posible responder en forma exitosa las preguntas sobre competencia ciudadana
formuladas en las pruebas Saber Pro. Ellas suponen, en efecto, una visión clara sobre la
importancia que los principios y los valores constitucionales tienen en la transformación de las
estructuras sociales y en la defensa de los derechos fundamentales, económicos, sociales y
culturales y la búsqueda de la paz y la justicia social propios de un contexto constitucional que
propone, como horizonte jurídico político de la sociedad colombiana, la superación del Estado de
derecho mediante la implantación de un Estado social del derecho.
Cuando se pregunta al estudiante sobre algún asunto relacionado con la vida social se pide
de él una respuesta acorde con los valores constitucionales progresistas propios de la Constitución
de 1991. Dicho en términos más coloquiales, no se busca que, en ejercicio de la libertad de
expresión y del pluralismo liberal, el estudiante exponga, frente al asunto problemático que se
expresa en la pregunta, cuál es la respuesta que él considera válida desde su propia visión de
mundo; se trata, por el contrario, de captar con precisión lo que, de acuerdo con una comprensión
progresista del texto constitucional, es lo correcto. En esto consiste entonces la formación
universitaria en Colombia, de acuerdo con los parámetros establecidos por el MEN y el ICFES,
que son evaluados en la prueba, Saber Pro, a saber: promover factores de cambio dentro del marco
de los principios y los valores constitucionales, que establecen como fin de la educación la
promoción de la libertad, la igualdad, la participación, la justicia y la paz.
En este sentido, una propuesta pedagógica que tenga como objetivo desarrollar un proceso
de enseñanza y aprendizaje de los valores y los principios constitucionales debe, en concreto,
incluir los siguientes contenidos:
Referencias