Las Mujeres Del Año Mil-Teresa Vinyoles

Descargar como docx, pdf o txt
Descargar como docx, pdf o txt
Está en la página 1de 16

1.

LA PRESENCIA DE LAS MUJERES MEDIEVALES

Quisiera hacer una reflexión sobre las mujeres del año 1000 miradas
con los ojos de una mujer del 2000, y desde la óptica de la historia de las
mujeres. Podría ser un homenaje a aquellas pioneras el recuerdo de las
cuales ha sido borrado, menospreciado e incluso maltratado por la
historiografía.
A menudo se hace difícil oír las voces de las mujeres del pasado, de
todos modos intentaremos establecer un diálogo con las mujeres del año
1000 y matizar las palabras de un prestigioso medievalista que decía que
estas mujeres no serán para nosotros más que sombras indecisas, sin
contorno, sin profundidad, sin acento1 Creo que estas mujeres van a ser
para nosotras y nosotros algo más que ligeras sombras. Sólo con dar una
ojeada a la documentación que se ha conservado de fechas cercanas al
año mil percibimos un cierto tono femenino. Si nos proponemos analizar su
presencia en profundidad nos daremos cuenta que ellas no solamente
están, sino que tienen acento y voz propia. Con esta finalidad he escogido
unos ejemplos, a través de documentos que abarcan un arco temporal des
de mediados del siglo IX hasta mediados del siglo XI y un espacio que
comprende especialmente documentación de las tierras que hoy
conocemos como Catalunya, Aragón, Navarra y la Rioja.
En esta documentación encontramos numerosos y sugerentes nombres
de mujer: Bella, Bellísima, Perla, Preciosa, Sabrosa, Maravilla... al lado de
Andregoto, Guineguilda, Leodegundia o Ermesenda. En la documentación
feudal aparecen los nombres de las madres de todas y todos los que juran;
las mujeres casadas de todos los grupos sociales que por los derechos
que les da la décima marital firman en los contratos al lado del marido; las
hijas que reciben la parte proporcional de la herencia de sus padres; las
viudas que actúan como cabeza de familia; las religiosas, tanto las que
están en los monasterios como las deovotas, las primeras administrando
las rentas monacales, las segundas disponiendo de sus propiedades.
Asombra la gran cantidad de mujeres que encontramos actuando, tanto
solas como al lado del marido, los padres o los hijos. La base de su
presencia la hemos de buscar en el derecho que establece el reparto
equitativo de las tierras entre todos los hijos e hijas, en la ley que fija una
dote marital, en las costumbres que quieren que la viuda sea usufructuaria
delos bienes del difunto marido. Estas circunstancias legales reforzadas
por un contexto histórico claramente colonizador y repoblador, en el que se
necesitan todos las manos y todas las mentes para crear las bases
económicas, políticas y humanas de las nacientes estados feudales, hacen
que aparezcan un número importante de mujeres en la documentación.
Además cabe pensar en la voluntad de ellas de ser protagonistas de la
vida y de la historia. Me pregunto donde está este tono femenino en los
libros de historia cuando hablan del año 1000.
Muchos documentos recogidos en los cartularios empiezan con frases
como ésta: Yo Miranda, os vendo a vosotros compradores, el abad y los
monjes que sirven en el honor de Santa Maria de Alaón...2Yo Sabrosa,
mujer, te hago donación a ti abad de Sant Cugat..3Yo Andregoto Galíndez,
con mi hijo Sancho Garcés rey y su esposa Urraca Fernández, por el
remedio de nuestra alma donamosal monasterio de San Pedro de Siresa la
villa de Javier de Martes con las casas, huertos, viñas y
prados.'4 Blasquina, da a San Juan de la Peña la iglesia de Santa María de
Bailarán que había hecho construir, el documento suena como un pregón
público: Yo, la última sierva de Cristo Blasquina, hago saber a todos los
fieles, hombres y mujeres, católicos y ortodoxos...5 A pesar de
autocalificarse sierva de Cristo su palabra parece potente. Vamos a
destacar el citar en masculino y femenino, frecuente en la Edad Media, que
hoy parece que estamos reinventando para usar un lenguaje no sexista.
Gotina, mujer de Bela González se entrega a San Felicies de Oca con
unas propiedades con las palabras siguientes: Yo Gotina, a mi me place,
bien dispuesta mi voluntad y con ánimo dispuesto, entrego mi cuerpo y mi
alma al atrio de San Felices de Oca....6 Aunque pueda ser solamente
formulario y retórico, ¡suena tan bien oír que ella hace las cosas porque «le
place»!

2. EN NOMBRE DE LA MADRE

El nombre de la madre figura en los juramentos que se conservan de


los condados catalanes hechos sobre las reliquias, los evangelios o
lasmanos del señor. Se ha dicho que quizá para no jurar en falso se
establece solamente la filiación materna, que es segura. Pero además hay
que tener en cuenta que el simbolismo feudal establece unos nuevos
lazos, crea una parentela artificial; el juramento es como un nuevo
nacimiento basado en al fidelidad y plasmado en un ritual que
seguramente seguía costumbres ancestrales y que se afirmaba con la
genealogía materna. Y aun cabe decir que el hecho de jurar por la madre
da más fuerza al juramente, en unos momentos en que se valora la
maternidad y en que la mujer no ha perdido su protagonismo.
Por ejemplo podemos leer en un juramento de fidelidad hecho ante los
condes Ramón y Ermesenda de Pallars (1029-1048): luro ego Radolf Oriol,
filium Mirabile, a te Ragimundo, chomite, filium Ermetruete, et a te
Ermesende, chomitissa, filiam Gilga, de ipsos chastellos de Aringo et de
Oriti.7
Retrocederemos algo en el tiempo y leeremos un fragmento del Liber
Manualis que escribió la condesa Duoda, dama del siglo IX cercana a la
corte carolingia, casada con Bernardo de Septimania, conde de Barcelona
designado por el rey franco. El libro lo dedicó Duoda a la educación de su
hijo, un adolescente de la alta nobleza que iba a servir al rey. La madre le
había educado hasta los dieciséis años y quiso continuar su educación en
la ausencia a través de este libro. No sería un caso único, la madre era la
educadora de hijas e hijos, como vemos hasta la adolescencia, y su
influencia se ejercía a menudo más allá de esta edad. Del Libro de la
condesa Duoda quisiera destacar la bendición al hijo; esta acción de
bendecir al hijo que la tradición patriarcal hace propia de un padre, la
vemos ejercida en el siglo IX por la madre. Por medio de unas bellas
palabras que inicia recordado la bendición de Isaac y Rebeca, los dos, a
favor de su hijo Jacob, sigue diciendo:
Que Dios omnipotente... te de en abundancia el rocío del cielo y la
fertilidad de la tierra. Que el grano y el vino y el aceite, con todos los
demás bienes, te manen en cantidad. Que te sea una ayuda y un poderoso
defensor contra todos tus enemigos... rogando por ti, noble hijo, estoy
cerca de ti en todo momento. Bendito seas en la ciudad. Bendito en el
campo. Bendito en la corte. Bendito con tu padre y con tu hermano.
Bendito con los grandes y bendito con los pequeños. Bendito con los
ancianos y bendito con las más jóvenes... Bendita tu juventud que va y
viene, hasta que llegues a la vejez y puedas conseguir felizmente, con la
lucha y la carrera por la salvación, el puerto de las almas en la cifra del mil
por mil. Amen.8
También interpretamos des de la óptica del valor que tenía la madre, el
fragmento de la crónica Najerense9 que narra del modo siguiente la
leyenda de la formación del reino de Aragón. García, hijo de Sancho el
Mayor de Navarra (1004-1035) acusó a su propia madre de adulterio.
Ramiro, hijo ilegítimo del rey navarro, defendió con las armas el honor de la
reina, la cual le adoptó con el ritual simbólico de hacerlo nacer de nuevo
poniéndolo bajo su ropa y le cedió una parte de sus tierras. La crónica de
San Juan de la Peña se hace eco de la leyenda e incide en que la parte
otorgada a Ramiro por la reina fue Aragón, que era su esponsalicio.10
En el orden simbólico, esta adopción realizada por la reina, legitimaría
de hecho a Ramiro. A pesar de haber sido reconocido por su padre, el rey,
y a pesar de que la personalidad de su madre natural, Sancha de Aibar
jamás fue escondida, ni menospreciada, la leyenda quiso que la profiliación
hecha por su madrastra, la reina, agradecida por haber salvado su buen
nombre, su reputación como mujer digna, fuese el acto que legitimase su
nacimiento y también la dignidad real que asumió sobre Aragón.

3. LA FUERZA REAL Y SIMBÓLICA DE LAS ARRAS

A pesar de que el matrimonio de aquellos siglos no deja de ser un


contrato económico, ya que la propia ley impone que no se haga ningún
matrimonio sin esponsalicio,11la fuerza que dan a la mujer las palabras de
los esponsales de aquellos siglos no las encontramos en los rituales
posteriores. Se hace referencia a las palabras del Génesis: Dios no quiso
que el hombre estuviese solo y creó una ayuda...que no era distinta al
hombre. Por esta razón, amantísima esposa mía, me place y me conviene
pedirte que te unas a mi en matrimonio... por el amor que te tengo, para
adornar tu belleza y por los hijos que vamos a procrear, te hago donación
de la décima parte de todo lo que poseo y de lo que pueda adquirir en
adelante con la ayuda de Dios...12 Es sólo una fórmula notarial, traducida
de un instrumentodotal concedido por un hombre llamado Durable a su
esposa María el año 998 conservado en el archivo de la catedral de Vic,
esta fórmula se repite con palabras similares en otros documentos de
aquellos siglos. Es solamente un símbolo, pero refleja una mentalidad, una
actitud colectiva respecto a la mujer.
Hace poco vi un reportaje sobre una boda Masai; la novia acudía a la
ceremonia con la cabeza rapada y tocada con excrementos de vaca, para
simbolizar el lugar que la sociedad reserva a la esposa. Evidentemente
este rito de humillación hace mella en la joven mujer y le señala su
condición subordinada.
Muy distinto es el espíritu de la ceremonia nupcial que celebraban
nuestras antepasadas altomedievales que era un canto a la novia. Uno de
los más bellos cantos escritos para una novia es sin duda el que se cantó
en Navarra para festejar la boda de Leodegundia, hija de Ordoño I de León
que casaba con un príncipe de Pamplona a mediados del siglo IX. Quisiera
copiar y comentar algunos fragmentos. El canto de bodas se inicia así:
Brote copioso raudal de dulces loas, tan dulces como los arpegios de la
flauta; batamos palmas celebrando jubilosos a la excelsa hija de Ordoño,
Leodegundia. Flor preciadísima de famosa estirpe regia, ornamento de la
alcurnia de tu padre, gloria encumbrada de la de tu madre...
A lo largo del cántico jamás aparece el nombre del novio, vamos a
dejarlo pues en el anonimato, pero el nombre de ella se repite
constantemente; aquí, en este inicio se cita su origen, el nombre de su
padre, pero también se menciona a la madre y se invita a los presentes a
la boda a jalear y cantar a la novia: Alabemos con hímnicas voces y suaves
cantos sus virtudes... ¿Cuales son las virtudes y méritos que se ensalzan?
Según el himno lo primero a destacar es su clara elocuencia, su erudición
en letras y en los misterios sagrados. Vemos pues que no se admira a la
princesa por su silencio y su ignorancia, sino por el dominio de la palabra,
tanto oral como escrita; además se destacan dos cualidades: su cara, en la
que resplandece la modestia, y su mano ordenadora.
Luego se invita a los presentes, a familiares y amigos y también al
pueblo, a cantar:
Pamploneses load a Leodegundia, loadla unidos en concertado coro, al
compás de las melódicas tibias y las liras resonantes. Load sin cesar, su
corazón os ama como si fueseis de antiguo cosa suya. ¡Oh tu, hermosa
soberana! escucha la dulce melodía que al son de los caramillos cantan
tus servidores. Que vivas feliz y que plazcas a Cristo, que poseas el reino
que se te ha encomendado, que jamás triunfen sobre ti tus enemigos.13
Este magnífico documento del siglo IXnos muestra una sociedad en la
que la mujer está presente en primer plano, no parece silenciosa ni
escondida tras la rueca o tras el velo, su protagonismo y autoestima
parecen garantizados, y esta presencia la notamos aun a mediados del
siglo XI. Casi dos siglos después del canto a Leodegundia se mantienen
los elogios a las novias, más discretos, más jurídicos, menos poéticos,
pero se canta a la novia. Otro rey de Pamplona, García el de Nájera, firma
así su carta de arras a la dulcísima, elegantísima y amantisima esposa
suya Estefanía:
Consintiendo mi ánimo y el tuyo, y también tu madre, condesa
santísima14, y toda nuestra gente, tu y yo nos unimos.en matrimonio... Por
tu honor y dignidad y por tu belleza y por la gracia conyugal,
graciosamente y como arras de la fidelidad, te doy y concedo como título
de dote...
aparecen a continuación una serie importante de feudos, villas y
castillos, y también los nombres de los fieles vasallos que los poseen, entre
ellos alguna mujer como doña Munia con sus hijos, con los feudos de
Castro, Arruega y Soba con toda su pertenencia.15 Unos años después el
rey hace donación a su esposa Estefanía del monasterio de Santa Coloma,
cerca del rio Alesón, firma la donación ante su madre doña Mayor y su
hermano el rey Ramiro de Aragón.16 Encontramos en otros documentos
estos regalos que el marido ofrecía a la mujer tras algún tiempo de
matrimonio, regalos que según la ley goda podían hacerse transcurrido por
lo menos un año de matrimonio, como símbolo de la satisfacción por la
vida en común.
Las palabras con las que el marido otorga el dote marital se repiten
siguiendo viejos formularios que derivan del derecho visigodo, a veces con
largas citas bíblicas, pero el núcleo central del documento siempre hace
referencia al honor y la belleza de la mujer. Podemos recordarlo de nuevo
con la carta de arras del primer rey de Aragón, Ramiro, que el año 1038
casó con Gisberga (luego llamada Ermesenda) de Bigorra et dedi ei
sponsalia pro dotem et arram, et propter honorem et amorem pulcritudinem
suam,le hace donación de parte de la heredad que su padre le había
otorgado en el territorio de Aragón: el castillo de Atares, el fisco real de
Senebue y Tena, la villa de Aries, los castillo de Serracastellum y de
Lupera.17
Además los padres al entregar a su hija en matrimonio le ofrecían a ella
y al yerno regalos llamados allevas;. de la misma raíz que «alivio», en el
sentido de aligeramiento, que suaviza. Estos regalos terminaran
convirtiéndose en la dote femenina y tenían, cómo la dote, la finalidad de
aligerar las cargas del matrimonio. Así, el año 960, el conde Ramón de
Ribagorza recibe algunos objetos preciosos que estaban depositados en el
monasterio de Obarra para entregarlos a su hija Ava que iba a casarse con
el conde de Castilla Garci Fernández. Esencialmente son armas, lo que
nos hace suponer que es un regalo para el yerno no para la muchacha.18
El conde Ramón IV de Pallars regaló a su hija Ricarda una tierra alodial,
cuando casó con el noble aragonés García Eizo.19
Insistiendo aun en el tema vamos a leer unos fragmentos de los
esponsales de Lucía de la Marca, que casó con el conde Artal de Pallars
hacia el 1058. Conviene el conde Artal con Ramón Berenguer I Almodis,
hermana de la novia, que entregará a su esposa seis castillos... los pondrá
bajo el poder de Lucía con los términos y pertenencias sin engaño. Que la
citada Lucia los encomiende a los castellanos, que reciban los citados
castillos de las manos de la citada Lucia y le hagan los juramentos a ella,
tal como un hombre lo debe hacer con su señor por quien tiene sus
castillos. Los castillos los entrega como prenda de que el conde Artal,
mientras viva, tendrá a Lucía como un hombre debe tener a la mujer que
ha tomado legalmente. No la abandonará mientras ella viva, bajo ningún
pretexto, excepto si contrae la lepra. No la molestará, ni la calumniará,
hasta el punto que ellase vea obligada a dejarle... Así mismo conviene que
cuando él muera Lucía sea usufructuaria de todos los demás honores sin
ningún impedimento, si no toma otro marido; y tras la muerte de Lucía que
queden los honores para uno de los hijos que tenga Lucía del citado
Artal.20 En estos documentos la palabra arras mantiene su valor de
garantía, en el sentido de la garantía que recibe la mujer del buen trato que
le debe dispensar el marido y a la vez le asegura la posesión de unos
bienes en caso de viudedad o de incumplimiento del pacto.

4. SALIR DEL ANONIMATO

Lucía de la Marca, fue madre de Otón obispo de Urgell, venerado


como santo ya en el año 1133. Las fuentes hagiográficas la califican
de clarissimam feminam. Lucía de la Marca, está representada a las
pinturas del antiguo monasterio de Sant Pere de Burgal, en la parte inferior
a la derecha del ábside, vestida de azul oscuro, con una túnica de mangas
anchas con orlas en la bocamanga, un gran collar, un cirio encendido en
una mano y la otra abierta en señal de donación; al lado puede
leerse Lucia comitissa, hecho muy excepcional en la pintura románica que
normalmente guarda el anonimato de artistas y donantes; precisamente la
identificación de esta mujer, que quiso dejar su imagen y su nombre, ha
sido utilizada para fechar la pintura del románico pirenaico.
No es la única de su tiempo que quiso dejar memoria de su paso por la
vida. Algunas mujeres que tejieron y bordaron, convencidas de que
confeccionaban verdaderas obras de arte, las firmaron con su
nombe. Elisava me fecit, consta en el magnifico pendón llamado de San
Otón. En la estola llamada de San Narciso, podemos leer: Árnica María me
fecit, en un interesante intento de dejar huella. También tenemos noticia
documental de mujeres letradas, sabemos por ejemplo de dos
mujeres gramáticas en Vic a principios del siglo XI. Se trata de madre e
hija, pertenecientes a una familia de gramáticos, el cabeza de familia se
llamaba Guiberto, gramático procedente de Lombardía establecido en Vic
ya el año 1015, casó con Guisla, mujer emparentada con el vizconde de
Cardona, que en algunos documentos es mencionada como gramática al
igual que su hija Alba..21
La historiografía ha permanecido sorda a estos nombres, bordar y tejer
son labores femeninas, no se consideran obras de arte, sus autoras
permanecen en la sombra, a pesar de que ellas no lo quisieron así. Escribir
es sólo tarea de religiosas, no de mujeres laicas, se silencia la existencia
de mujeres letradas.
Las mujeres de los grupos dominantes ejercen el poder al lado de sus
maridos, pero también las vemos actuar solas en vida de los mismos. Así
lo hace Toda Galíndez, hija de Galindo Aznar II de Aragón, casada hacia el
916 con Unifredo-Bernardo de Ribagoza, que compra ella sola diversas
heredades. También podemos citar a la reina de Aragón Gisberga-
Ermesenda de Bigorra, esposa de Ramiro I, que recibe una carta de
donación o profiliación hecha por Fortún Sánchez, quien por la necesidad
en que se encuentra y para que la reina le ayude le hace donación de las
casas tierras y viñas que plantó en San Quirico.22
Vemos a Ermesenda de Barcelona presidiendo un juicio solemne, justo
el año 1000, en vida de su esposo Ramón Borrell. Vino a su presencia en
el palacio condal una pobre mujer (mulieruncula, dice el documento)
cautiva, llamada Madrona, llorosa, pidiendo justicia por su herencia paterna
que había disipado su hermano mientras ella estaba cautiva en
Córdoba.23 La condesa dicta sentencia: En nombre de Dios y veneración
de mi señor Ramón, conde, yo Ermesenda, por la gracia de Dios condesa,
conjuntamente con mis jueces, consigamos las viñas y las
tierrucas... Recordemos que legalmente la herencia se repartía entre todos
los hijos e hijas, era una herencia modesta, como lo serían la mayoría de
las de los campesinos. Vemos como esta mujer llorosa no se queda a llorar
sus penas en un rincón, pide justicia; otra mujer, que tiene la posibilidad de
ostentar el poder en nombre de su marido el conde, la escucha e imparte
justicia.
Una vez muerto el conde Ermesenda continua presidiendo juicios.
Especialmente hemos de destacar que fue defensora del derecho público.
En unos momentos en que iban a prevalecer la fuerza arbitraria de los
juicios de Dios sobre las decisiones de los tribunales, ella defendió la
validez de la ley por encima de la fuerza y de la arbitrariedad. El conde
Hugo de Ampurias reclama unas tierras a Ermesenda y propone que se
decida la propiedad por medio de un duelo judicial: facerebellum per
militem suum cum altero milite domine Hermessindis... Ermesenda no
aceptó: Cum hoc noluisset recupere, iam dicta Ermesindis eo quod lex
gótica non iubet per pugnam discutiantur negotia. La opinión de la condesa
es clara, los problemas no se han de discutir con las armas, sino con la ley
en la mano.24

5. REINAS Y CONDESAS

Continuemos hablando de reinas y condesas que siempre parecen


compartir el poder con sus maridos, en la mayoría de documentos tanto
públicos como privados acostumbran a aparecer los nombres de ambos,
veamos algunos de los innumerables ejemplos. Dice la crónica de San
Juan de la Peña que cuando se edificó el monasterio tune temporibus
regnat in Navarra rex Garceas Eximini et regina Enneca uxor sua.25 El
nombre de la reina figura siempre al lado del nombre del rey en los
documentos, a veces también el de la reina madre, así García Sánchez II
el Temblón y su esposa Jimena, que eran reyes de Navarra y condes de
Aragón justo en el año 1000, y la madre de él, doña Urraca, donan al
monasterio de Siresa la villa de Berdun.26 Los documentos nos citan con
palabras diversas la actuación conjunta de la pareja real. Sancho II Garcés
Abarca, una cum voluntate coniugis mea Urraka dan al monasterio de San
Juan de la Peña un Palacio en Arinzana y otros bienes;27 en este caso se
destaca el consentimiento o voluntad de la reina. Muy interesante es el
calificativo que otorga un documento del cartulario de Albelda a la tarea
común desempeñada por los reyes Sancho el Mayor de Navarra y su
esposa Muniadona:Ego Sancius, gratia Dei rex, una cum socia mea
Munniadompna regina, fieri iussimus...28;cabe destacar la
palabra socia aplicada a la esposa. Ramiro I, conjuntamente con su
segunda esposa Inés una cum Agnetem conjuge mea, dice el documento,
ceden a un doméstico suyo el monasterio de San Martín de Sarasa. El
documento fue fechado en Uncastillo el año en que fue muerto el rey
García de Navarra en Atapuerca. Las palabras una cum, que traduzco
como conjuntamente, aunque quizá seria mejor decir los dos a la una, es la
más utilizada en los documentos conjuntos otorgados por un matrimonio.
Justo el citado rey Garcia y la reina Estefanía fundaron la alberguería
de Santa Maria la real de Nájera: Garcia rey por la Gracia de Dios, hijo del
rey Sancho...communi consilio dilecte coniugis Stephanie dotan el
monasterio de Santa Maria de Nájera; aquí se destaca el consejo de la
reina. Entre los bienes donados para dotar la fundación consta una casa
que ella a título personal había comprado.29
A la muerte del rey, Estefanía ejerce cierta tutoría sobre su hijo Sancho,
a pesar de que éste actúa con el título de rey desde los 15 años. Muy
interesante es la carta de población que otorgó la reina a favor de unos
refugiados de la guerra con Castilla, tras la muerte de su esposo acaecida
en la batalla de Atapuerca. Entonces Fernando I quiso ocupar las tierras de
Castilla la Vieja que su padre Sancho el Mayor dispuso en favor del
primogénito García, rey de Pamplona. La reina viuda doña Estefanía se
ocupa misericorder populare a los refugiados; con la palabra «poblar» se
refiere no sólo a dar cobijo a los refugiados sino también darles medios de
vida, y les otorgó unas tierras cerca de san Juan de Sojuela; lo llevó a cabo
con el consejo de todos sus hijos y de los monjes que habitaban en la
iglesia de Nájera.30
Las mujeres de las clases dirigentes son a menudo moneda de cambio
en los tratados y alianzas entre los poderosos. Su destino viene casi
siempre marcado por su padre. Con Andregoto se entrega Aragón al rey de
Navarra, a pesar del parentesco y la consiguiente separación por
consaguinidad. También la consaguinidad deshará el matrimonio firmado
en 1016 entre Mayor de Castilla, hija de Sancho García, condesa de
Ribagorza, y Ramón IV de Pallars; ella, apartada del marido, se retiró a
Ribagorza y se hizo fuerte en el valle de Sos para defender el condado
contra al agresión de Pallars y de Navarra que pretendían ocuparlo.
Recordemos el destino de las tres hijas de Ramiro I de Aragón.31
Sancha es un ejemplo de matrimonio de conveniencia entre un hombre
maduro y una muchacha joven; Sancha, nacida hacia el 1045, casó
cuando tenia unos 18 años con el conde de Urgell Ermengol III, que era ya
conde el año 1038 y que murió el 1065, siendo su cuarta esposa. Viuda a
los veinte años, la encontramos primero actuando en Urgell, al lado de su
hijastro, y posteriormente de regreso a su Aragón natal se retiró al
monasterio de Santa Cruz de la Seros, el monasterio femenino más
antiguo de Aragón, fundado el año 922. Doña Sancha no ingresó en Santa
Cruz como monja, sino que estuvo allí como administradora; no quedó
encerrada en la clausura sino que la encontramos interviniendo en los
conflictos políticos de su tiempo, incluso parece que llegó a administrar
personalmente las rentas de la diócesis de Pamplona tras al dimisión de su
hermano García, que ocupaba ile-galmente la sede, y hasta la elección de
un nuevo obispo.32 La condesa Sancha apoyó de manera firme la política
reformista del papa Gregorio VII, fue sin duda su mayor aliada en la
península.33
Doña Sancha en el monasterio de Santa Cruz se encontró con sus dos
hermanas, Teresa y Urraca, está última había sido destinada al claustro
por su padre en el testamento firmado el año 1059. Mitto ad dominam
meam Sancta Maria, qui est super Santa Cruce, filia mea Urraka, et serviat
Deum et sit dicata virginem Christo.34.El año 1061 Ramiro I encomendaba
su hija Urraca al monasterio, a su abadesa y las monjas que están y
estarán en el mismo.
Teresa también estaba en Santa Cruz de la Seros, pero su llegada al
mismo había ido por otros derroteros. Su padre no dispuso para ella un
destino tan determinado, sino que pedía a su heredero Sancho que se
ocupase de ella y si pudiese darle un marido que lo hiciese, incluso prevé
que si el marido es idóneo pueda gobernar el reino, si muriesen sus hijos
varones sin descendencia; en caso contrario, es decir si no le encuentra
marido, que la ponga en el monasterio de Santa Cruz de la Seros, donde
de hecho ingresó.

6. LA SEÑORA DEL CASTILLO

La esposa del noble siempre es una mujer de la nobleza. A menudo el


caballero procura casarse con una mujer de rango superior, de la alta
nobleza, con la finalidad de consolidar su linaje. La mujer del señor tenía la
responsabilidad de perpetuar este linaje, daba a luz hijos que continuasen
el nombre de la familia, que normalmente correspondía al nombre del
castillo que tenían como feudo; también era la encargada de educarles
hasta que llegaban a la adolescencia. Era la responsable del
ordendoméstico y de la paz del hogar. Recordemos el cántico a
Leodegundia, ella ordena con sus manos.
Con el matrimonio la mujer del caballero, la castellana, asumía sus
tareas: A menudo eran ellas las principales administradoras de las rentas
de las que dependía la alimentación y el bienestar económico de la familia.
En las frecuentes ausencias del caballero, la tarea del cual era la guerra, la
esposa administraba las tierras, es decir ofrecía al guerrero los medios
para sostenerse y armarse, des de procurar que hubiese cebada para los
caballos o vender los excedentes de trigo y de vino para costear la cota de
malla.
La complejidad de su tarea estaba relacionada con las dimensiones del
feudo y los azares de la guerra. Guerreros y nobles piden a sus esposas
que sean sabias para gobernar los castillos en su ausencia. Las damas
son la llave del mantenimiento de la sociedad feudal y caballeresca, velan
por el bienestar espiritual y material del hogar, dotan y fundan monasterios
y hospitales, se preocupan por la construcción de puentes y caminos. La
mujer administra la economía doméstica, tanto si se trata de una casa de
campo como de un castillo, controla la provisión de alimentos, su
preparación y todo lo necesario para el bienestar del núcleo familiar.
Algunas mujeres de la nobleza desarrollaron una gran labor administrado
las tierras e incluso dirigiendo verdaderos talleres artesanos en sus
castillos, algunas eran letradas, y además actuaron acompañando a los
caballeros en al guerra o más a menudo estableciendo tratados de paz.
Un ejemplo interesante lo encontramos en Arsenda de Ager, una mujer
sensible y culta, que participó en la conquista, la repoblación, la
construcción de templos, puentes, caminos y hospitales, y en la
pacificación del territorio tomado por su marido, el caballero Arnau Mir de
Tost, a los musulmanes en la frontera del condado de Urgell a mediados
del siglo XI. Participó a la vez del peligro y del lujo en sus castillos de la
frontera, con un sentido muy personal de la religiosidad, la fidelidad, el
amor, el poder.35 Nosotras daríamos que todo lo ve con ojos de mujer y lo
expresa con voz de mujer, por medio de sus palabras, sus objetos, su
actitud. Había actuado codo a codo con su marido y señor; esta señora
feudal, al igual que las campesinas pioneras en los tiempos difíciles de la
colonización, se siente partícipe de la empresa común.

7. LAS REPOBLADORAS

Parejas de colonizadores bajaban de las zonas pirenaicas y sacaban


las tierras del yermo; campesinos y campesinas, mujeres y hombres codo
a codo «rompían, roturaban, desbrozaban, aviñaban, aprisiaban...» tierras
hasta el extremo más alejado de la frontera con los musulmanes. Era un
hecho constante desde el siglo IX: Yo Ermengarda y mi hijo y mis hijas te
vendemos... una casa con corral y huerto y tierras cultivadas y sin cultivar
todo lo que sacamos del yermo conjuntamente con mi marido,
difunto.36 Esta estructura de familia repobladora la seguimos encontrando
en Catalunya a principios del siglo XI, así leemos en un documento del año
1017: Yo Altimiro con mi mujer Sindola somos venededores" de una viña
que ha venido a nosotros por nuestra complantación y por el sudor de
nuestro trabajo.37
La arqueología ha demostrado por medio de los restos óseos
analizados en muchos lugares del campo medieval, que las mujeres han
pasado la mayor parte de su vida agachadas; evidentemente que no
hilaban agachadas, pero si que realizaban en esta posición muchas otras
tareas: cavar viñas y huertos, arrancar las malas hierbas, atar las gavillas,
vendimiar, ayudar en la era, recolectar, lavar, cocinar.
En las tierras de nueva repoblación o colonización hombres y mujeres
roturaban nuevas tierras sacándolas del yermo por medio de la presura.
Este sistema consistía en ocupar tierras incultas, de manara que las familia
campesina que la hubiese llevado a cultivo y trabajado durante treinta años
pasaba a ser propietaria de la misma, son los llamados alodios, en general
pequeñas o medianas propiedades, cultivadas por familias nucleares, que
se trasmitían por herencia a los hijos e hijas por igual.
Las mujeres actuaban en la repoblación y colonización de nuevas
tierras al lado de los hombres. En la breve noticia de la repoblación de la
villa de San Jorge, cercana a San Millán de la Cogolla, se citan 16
pobladores, entre ellos constan cinco mujeres: doña Sancha; Gomiz con su
mujer Mennoza; Maria la lavandera y su marido Monio Alavés, Salvador
Zahato con su mujer y doña Ander38 . Podemos ver como dos mujeres
constan solas, dos acompañan a sus maridos, una precede al nombre
del marido y se indica su oficio de lavandera. Aun el año 1056 Unifredo y
su mujer Eimena al dar a su hijo el castillo y tierras de Montmaneu, en la
frontera del condado de Barcelona, hacen constar que al padre le había
llegado por herencia de sus padres y por presura y a ella por su presura,
por su trabajo y por la décima marital.39
Algunas colonizadoras toman la iniciativa, veamos un ejemplo
documental:
Nos dijo nuestra madre Grima, poco antes de morir, a nosotros Galinio,
Vigila y Conemiro, que hiciésemos donación de unas tierras al monasterio
de San Juan de las Abadesas. Se trata de un alodio del que describe los
límites que tenía nuestra madre Grima por presura, que ella extrajo del
yermo conjuntamente con nosotros, sus hijos, los primeros hombres en la
tierra del rey, bajo el dominio de los francos.40
Uno de los ejemplos que consideramos más interesantes de
repoblación es la que llevó a cabo Guineguilda que, con sus hijos y dos
parejas repoblaron Cervera, lugar avanzado de la frontera en tierras
ilerdenses. La ocupación fue confirmada por la condesa Ermesenda:
En nombre de Cristo. Yo Ermesenda, por al gracia de Dios condesa,
con mi hijo Berenguer, marqués y conde, y su esposa Sancha, condesa, os
damos a vosotros Guinedilda, mujer, a tus hijos Mirón, Guilaberto y Amado
y a vosotros Bernado Guifré i a tu mujer Sancha y a Bonfill y a tu mujer
Amaltruda...nuestra tierra yerma situada en la maca del condado de Osona
con su cerro y el castillo que hay allí que se llama Cervera, el cual vosotros
contra los ataques de paganos habéis alzado antes que ningún otro
poblador por medio de vuestra presura...41
De esta manera se inicia la carta de población de Cervera otorgada en
febrero del 1026. La condesa viuda Ermesenda actúa como primera
otorgante, al lado de su hijo y de su nuera; reconoce que se ha producido
una presura, es decir una ocupación de tierras yermas situadas en el
extremo más alejado de la frontera con los musulmanes, en tierra que
podemos llamar de nadie, o de todos, o mejor aun del primer ocupante; en
este caso consta como primer ocupante una mujer. La condesa, que
siempre actúa en nombre propio, por el derecho que otorga a la viuda la
ley goda, reconoce que está al frente de los repobladores Guinedilda,
símbolo de la mujer pionera a la que se le reconoce el esfuerzo realizado
en la repoblación de nuevas tierras y la edificación de fortalezas.

8. TAMBIÉN ESTÁN PRESENTES LAS CAMPESINAS

Son muy numerosos los ejemplos de mujeres que intervienen en la


compraventa y donación de tierras, es decir que están incorporadas a la
economía agraria, son en su mayoría propietarias, a veces pequeñas
propietarias, ellas o su familia, de las tierras; tenemos muy pocas
referencias de estos años sobre mujeres campesinas de condición servil.
Quiero citar un par de ejemplos.
Onneca viuda de Atilio Oriol recibe una viña en Paul, que su marido
había avinado en tierras del monasterio de San Martín de Cillas, y las tenía
cedidas mientras él viviese. Tras la muerte del marido, Onneca comparece
ante los monjes, entregándose como sierva a cambio de la cesión de la
viña mientras ella viviese:domnos meos, rogo vos ut detis ipsa vinea ad me
in vita mea, et ego siam ancillam vestram in ombibus diebus vite mee.42
El segundo ejemplo corresponde a una mujer que ha llegado a la
documentación precisamente porque se resistió a hacer prestaciones
serviles a su señor, que era el abad de san Millán de la Cogolla: En tiempo
del rey García, hijo del rey Sancho, siendo el obispo Sancho regente en el
monasterio de San Millán, sucedió que una mujer campesina (mulier
rustica, dice el documento) llamada Mayor, que vivía en la villa de Terrero,
viéndose superior a sus vecinos se negaba a acudir a los trabajos serviles
del campo y la viña de San Millán, como hacían los demás. Enterado el
abad la hizo acudir ante su presencia, ella quiso negarse al servicio, pero
no pudo, ya que quedó probado que fue engendrada en una familia servil.
Tuvo que acudir al servicio con los demás vecinos, y tanto ella como su
descendencia quedó sujeta a este pacto por todos los siglos.43
Aquellos siglos vieron como lentamente campesinos y campesinas iban
perdiendo su libertad; también vieron el triunfo de la pareja conyugal, que
queda plasmada en los documentos tanto de la nobleza como del pueblo.
Iñigo López, criado del rey Ramiro I de Aragón, y su esposa Mayor,
sirvienta también del rey, reciben unas casas con tierras y viñas en Larués
y en Bergasa por los servicios que ambos le han prestado.44
Podemos encontrar algún testamento conjunto como el del matrimonio
formado por Iñigo López y Onneca, vecinos de Jaca, que testaron el año
1061 antes de emprender viaje de peregrinación a Roma.45 Muy
interesante es el testamento conjunto del matrimonio formado por Oriol
Iñíguez y su mujer Sancha, piden que sus herederos hagan memorial por
la salvación de su alma dos veces al año en el monasterio de San Juan de
la Peña, que ofrezca pan, vino y pescado. Si muriese primero la mujer el
marido heredará los bines, y si muriese primero el marido los heredará ella.
Si él o ella vuelven a casarse y tienen hijos del segundo matrimonio de
ninguna manera les pueden dar la casa de Abose. Van repartiendo las
heredades entre los hijos; disponen que den a la niña de Santa Cruz,
Blasquina, (ad illa infante de sancta Cruce donna Blasquina) la parte de
viñas, vacas ovejas, yeguas, cerdos, tierras y casas como a los demás
hermanos, pero que no tenga parte en el reparto de las ropas. Disponen
las armas para los hijos varones.46

9. EN NOMBRE DEL AMOR Y DE LA FIDELIDAD

En el contexto violento del proceso de feudalización aparecen mujeres


que buscan en el simbolismo feudal un modo propio de realizarse. La
palabra dada, la fidelidad, el amor, serán recurrentes. Ermesenda de
Barcelona en su testamento quiere olvidar los enfrentamientos políticos e
ideológicos que sin duda tuvo con su nieto Ramón Berenguer I y la mujer
de éste Almodis. La vieja condesa había cedido en bien de la paz y en
nombre del amor y así lo recuerda antes de su muerte:
Ruego al señor Ramón, conde, nieto mío, conjuntamente con la señora
Almodis, condesa, esposa vuestra, por Dios y Santa Maria, madre suya, y
por todos los santos y pido que tengáis gran cuidado de mi alma... ya que
Dios sabe que yo os he querido más que nadie de entre vuestra gente, y
esto lo podéis conocer con lo que he hecho por vosotros.47
Esta frase tiene una fuerza impresionante en boca de la sexagenaria
condesa que firmó testamento en noviembre del 1057 pero que aun viviría
unos meses. Reconoce que ha sentido y siente por su nieto Ramón y por
la mujer de éste, un doble amor difícil de traducir;dilexi, os he querido con
un sentimiento pensado, razonado, y también con un sentimiento emanado
del corazón amavi. En aquellos momentos de reflexión al final de su vida,
Ermesenda reconoce que ha querido también a Almodis y además está
convencida de que su amor ha sido activo, lo ha demostrado con obras y
aun más, que su amor está por encima del que les dispensan la gente de
su alrededor. Seguramente la vieja dama tenia razón: Los nobles se
levantaron contra el conde; unos años después el hijo de Ramón
Berenguer mataría a su madrastra Almodis. Estas dos mujeres que la
historia nos ha querido mostrar como antagonistas, aparecen
reconciliadas. Ermesenda confía en su nieto y en Almodis pidiéndoles que
velen por su alma; en una mujer de gran religiosidad, -condesa santísima
se la llama en un documento navarro- que se siente cercana al fin de sus
días es una prueba de confianza. En una época en que la violencia feudal
se agudizaba, Ermesenda habla de amor.
Su testamento debe compararse con el de la noble Arsenda, escrito
diez años después. Esta dama en sus últimas voluntades deja cuantiosos
legados a iglesias y monasterios y establece como ejecutores
testamentarios a caballeros de su entorno, a su hermana y a su propio
marido. Arsenda pedía a su marido que cumpliese los generosos legados y
se lo pide en nombre del amor conyugal: Ruego y pido vivamente a mi
señor y marido, por Dios y por la caridad y el amor que Dios ha puesto
entre el hombre y la mujer, que por mi alma, cumpla todo lo que he
dispuesto. A los demás albaceas pido que por la fidelidad que me deben y
que me han jurado, fielmente, junto a mi marido, lo cumplan.43 Vemos que
al dirigirse a su marido lo hace como mujer, se refiere al amor; cuando se
dirige a los demás actúa como señora feudal, invoca a la fidelidad.
Arsenda confía que Arnau, en nombre del amor, cumplirá lo que ella
dispone. Arnau Mir de Tost lo hará, repartirá uno a uno los legados, tras la
muerte de su esposa por el alma de ella irá en peregrinación a Santiago,
en su testamento, hecho cuatro años después, el recuerdo de Arsenda
está presente
Cabe citar también el testamento de la reina de Navarra Estefanía
fechado en 1060. Figura entre sus albaceas una mujer llamada Oria. Hace
donación a los pobres de viñas, tierras, huerto y todo lo que compró en
Cañas, pero que lo tenga doña Oria mientras viva. Da a Santa Maria la
Real de Nájera su monasterio de Santa Coloma, que había recibido de
su marido como regalo nupcial advirtiendo que si a alguna de sus hijas le
viniese al pensamiento servir a Dios y tomar el hábito, que tenga dicho
monasterio y que haga las donaciones que pide por su alma y la de su
marido, si ninguna de sus hijas profesa como religiosa que lo hagan sus
fieles. De sus vasos de plata hace tres partes que deposita en manos de
tres miembros de la nobleza que por fidelidad deben venderlos, el dinero
obtenido lo recibirá doña Oria y que ella lo invierta en la obra de Santa
María de Nájera, por su alma y la de su difunto marido. Dispone, divide y
confirma las donaciones a sus ocho hijos e hijas: a Sancho, rey, a Ramiro,
Fernando, Ramón, Urraca, Ermesenda, Jimena, Mayor. Pone su alma en
manos de sus amigos de Pamplona y de Álava y les conjura para que, por
el amor de Dios, después de su muerte, guarden hacia ella la fidelidad que
le han mostrado en vida. Pide a sus hijos que si muere de aquella
enfermedad cumplan su testamento.49 La reina viuda de Navarra confía
en la fidelidad de una mujer amiga y la fidelidad de sus vasallos, y amigos
de la patria de adopción. Estas palabras de Estefanía de Barcelona
recuerdan el cántico que doscientos años antes hacían los pamploneses a
otro reina venida de lejos, en aquel caso asturiana. Pamploneses, load a
Leodegundia... su corazón os ama como si fueseis de antiguo cosa suya.

CONCLUSIONES

En una época en que les mujeres no habían perdido aun su autoestima,


en que la sociedad no las había silenciado, actuaron con autoridad moral,
no se limitaron a ser meras espectadoras del tiempo en que les tocó vivir,
sin perder su mirada de mujer sobre el mundo fueron protagonistas de la
historia, actuaron. Por esto podían opinar, disponer, hacerse oír. Las
hemos visto defender sus derechos no en nombre de la fuerza sino de los
sentimientos. Esta autoestima de la que hablamos la veremos en un último
ejemplo de una mujer que creo que era de Uncastillo, Jimena que el año
1058 hacía donación de sus bienes a su sobrino Lope Fortuñones con esta
condición: que me sirvas y que me tengas con toda la reverencia y el honor
y que no me falte alimento ni vestido.50Poseedora de tierras y casas
dispone libremente de sus bienes y quiere asegurarse que al final de sus
días será tratada con honor, reverencia y dignidad.
Decía el historiador francés Pierre Bonnassie que a igualdad de fortuna
o de miseria las mujeres del año mil no eran menospreciadas por los
hombres de su entorno.51 Quizás esto sea relativo, pero es visiblemente
más cierto que en otras épocas históricas más cercanas. Distintos autores
que han consultado las fuentes de la época se maravillan de la presencia
femenina y de la valoración que se da a las mujeres en la documentación
de la época. Abadal, por ejemplo, refiriéndose a Toda Galíndez de Aragón,
casada con el conde de Pallars Unifredo-Bernardo, afirma que los
documentos dejan adivinar una personalidad especial de la condesa, no le
parece normal encontrar a mujeres casadas que contraten solas, sin
intervención marital, como lo hace Toda; se maravilla también de que se la
cite por su apellido Galindonis, gesto, dice el autor, de afirmación de la
personalidad de la condesa.52 Los historiadores que han estudiado a
Ermesenda de Carcasona o Almodis de la Marca, condesas consortes de
Barcelona, se maravillan también de la gran personalidad de ambas. El
padre Sanahuja que estudió los documentos de Ager se sorprende ante la
presencia constante de Arsenda al lado de su marido, el caudillo de la
reconquista catalana del siglo XI, Arnau Mir de Tost, afirma no entender
como un guerrero de su altura compartiese el poder y dejase tanto
protagonismo a su esposa.53
De manera que cuando se ha profundizado en el estudio de alguna
mujer que ha dejado huellas en la documentación, concluyen los
historiadores que es una excepción; pero si vamos analizando
encontramos a una, luego encontramos otra y otras. Tras el estudio de la
documentación cercana al año 1000 nosotros y nosotras podemos
maravillarnos de que un milenio después nos sorprendamos de que haya
habido mujeres cuya presencia la historia ha silenciado. Debemos concluir
que ellas no son excepcionales, las mujeres tuvieron una presencia
potente en su tiempo, sus contemporáneos al citarlas constantemente lo
reconocen. Ellas no quedaron en el anonimato, las mujeres de las que
hemos hablado no nos han parecido sombras oscuras, surgen con fuerza
en la documentación, como lo hicieron en la vida pública en su tiempo. La
sociedad de su tiempo les dio la oportunidad de hacerlo, pero me inclino a
creer que ellas no quisieron quedar en la sombra, quisieron dejar memoria
de su paso por la vida.
Como dice el canto nupcial del cartulario de Roda, batamos palmas por
Leodegundia, por ella y por Andregoto, Ermesenda, Toda, Urraca,
Estefanía, Oneca, Jimena, Arsenda, Elisava, Belasquina, Guiniguilda... y
por las miles de mujeres anónimas que la historia ha silenciado.

NOTAS
1 George Duby, Damas del siglo XII, 1. Madrid, Alianza Editorial, 1995,
p. 11.
2 Ramón d'Abadal. Els comtats de Pallars i Ribagorça. Barcelona,
Institut d'Estudis Catalans, 1986, doc. 44. año 851.
3 Cartulario de Sant Cugat, Barcelona CSIC 1945-1981, doc. 73, año
964.
4 Cartulario de Siresa, doc. 9, año 971.
5 Cartulario de San Juan de la Peña, doc. 68, año 1036.
6 Cartulario de San Millán de la Cogolla, doc. 30, año 1007.
7 Liber Feudorum Maior, doc. 141.
8 Duoda, comtessa de Barcelona i Septimania. De mare a fill, escrits
d´una dona del segle IX. Barcelona, La Sal, 1989, p. 177-178.
9 Crónica redactada en la Rioja hacia 1160. Ver Ramón Menéndez
Pidal, Relatos poéticos en las crónicas medievales. Revista de Filología
Española, 1923, p. 343.
10 A. Ubieto, Crónica de San Juan de la Peña. Valencia 1961.
11 Comenta esta ley K. Ritzer, Le mariage dans les églises chrétiennes
du XI au XII siécle. París, 1962. M. Aurell, Les noces del comte. Barcelona,
Omega, 1997, p. 102-110.
12 E. Junyent, Diplomatari de la catedral de Vic. Vic, 1980.
13 Armando Cotarelo. Historia crítica y documentada de la vida y
acciones de Alfonso III el Magno. Madrid, Victoriano Suárez, 1933
(procedentes del códice de Roda publicado en latín y con traducción
castellana pp. 146-148 y 641-643)
14 Se refiere a la condesa Ermesenda de Barcelona. Sostiene esta
hipótesis Marti Aurell, si bien no recoge este documento riojano, enLes
noces del comte. Barcelona, Omega, 1997 p. 45-47 y 220. En otro
documento vemos que García el de Nájera devuelve al monasterio de San
Juan de la Peña un escusado que había arrebatado al monasterio su padre
el rey Sancho el Mayor. Esta es la carta de donación o confirmación que
hice yo rey Garcia, conjuntamente con mi mujer la reina doña Estefanía, al
cenobio de san Juan Bautista, para el remedio de mi alma y la de mis
padres... «Postea autem quando perrexi ad Barcelona pro coniugem meam
domna Stefania»... Cartulario de San Juan de la Peña, 72.
15 Ildefonso Rodríguez de Lama, Colección Diplomática de la Rioja, II.
Logroño, Diputación Provincial 1976, doc. 3 año 1040 y doc. 8, año 1046.
16 En 1054 la reina Estefanía añade a la donación hecha a Santa María
la Real de Nájera el monasterio Santa Coloma que su marido le había
regalado.
17 Cartulario de San Juan de la Peña, doc. 70, año 1038. La reina
Gisberga tomó luego el nombre de Ermesenda, según consta en el
testamento de Ramiro I (año 1061) Ermisendis qui vocata est per
babtismum Gilberga. ídem doc. 159.
18 Cartulario de Obarra, doc. 41, año 960.
19 Liber Feudorum Maior, doc. 114 (hacia el año 1044).
20 Liber Feudorum Mayor, doc. 37.
21 Josep M. Masnou, Lescola de la catedral de Vic al segle XI. Actes del
Congrés Internacional Gerbert d'Orlhac i el seu temps. Vic, Eumo, 1999, p.
621-631.
22 Cartulario de San Juan de la Peña, doc. 87, año 1045.
23 Diplomatari de la catedral de Barcelona. Barcelona, Catedral, 1995
1, doc. 345, año 1000.
24 Cartoral dit de Carlemany del bisbe de Girona. Barcelona, Fundació
Noguera, 1993 doc. 77.
25 Crónica de San Juan de la Peña, p. 13.
26 Cartulario de Siresa, doc. 77.
27 Cartulario San Juan de la Peña, doc. 25, año 989.
28 Cartulario de Albelda, doc. 30, año 1024.
29 Colección diplomática de la Rioja, doc. 13, año 1052. Firman como
testigos sus hijos y su hija Ermesenda y el conde Ramón Berenguer I de
Barcelona, sobrino de Estefanía.
30 Colección diplomática de la Rioja, doc.18, año 1060.
31 Abadal. Dels visigots als catalans, 2 p. 82.
32 M. González, La condesa doña Sancha y el monasterio de Santa
Cruz de la Seros. «Estudios de Edad Media de la Corona de Aragón»,
1956, pp. 185-202.
33 Aurell, obra citada, p. 525.
34 Cartulario de San Juan de la Peña, docs. 150 y 160.
35 T. Vinyoles, M. Sancho «Lo material y lo simbólico en los testimonios
de mujeres del s. XI», De los símbolos al orden simbólico femenino (ss. IV-
XVII). Madrid. Laya. (1998) pp. 265-283.
36 Diplomatari de la catedral de Vic, doc. 11, año 889. En el mismo
sentido en el cartulario de Alaón aparecen ejemplos de Ribagorza:
Glorioso y su mujer Ermetrota venden una tierra, les había llegado por
ruptura. Teoderico y su mujer Macedonia venden una tierra «nostra térra
quem habuimus de nostra ruptura in castro Ariño», docs. 66, 84, años 889,
909.
37 ACB, Liber Antiquitatum, I doc. 62, año 1017.
38 Cartulario de San Millán de la Cogolla, doc. 175, año 1022.
39 «Per meam aprisionem, et per meum edificium et per meum
decimum». Cartulario del monasterio de Santa Anna de Barcelona, doc. 68,
año 937.
40 Federico Udina, El archivo condal de Barcelona en los s. LX-X.
Barcelona, CSIC, 1951, doc. 116, año 942.
41 M. Font i Rius, Cartas de población y franquicia de Cataluña, 2, p.
31-32, año 1026.
42 Cartulario de San Juan de la Peña, doc. 42, hacia el 1025.
43 Cartulario de San Millán doc. 223, año 1043.
44 Cartulario de San Juan de la Peña, doc. 84, año 1044.
45 J.M. Font Rius, Cartas de población y franquicia de Cataluña, 1983,
2, p. 31-32, año 1026.
46 Cartulario de San Juan de la Peña, doc. 42, hacia el 1025. Cartulario
de San Juan de la Peña, doc. 158.
47 Cartulario de San Juan de la Peña, doc. 152, año 1059.
48 Liber Feudorum Maior, doc. 490 (any 1057) quia Deus scit quod plus
vos dilexi et amavi quam alium de vestra gente.
49 Documentos de la Rioja, 19, año 1060.
50 Cartulario de San Juan de la Peña, doc. 146.
51 Pierre Bonnassie, Catalunya mil anys enrera, 1. p. 239.
52 Ramón d'Abadal, Dels visigots als catalans, 2, p. 314.
53 Pedro Sanahuja, Historia de la villa de Ager. Barcelona, Seráfica,
1961.

También podría gustarte